observador semanal del 12/04/2012

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PALABRAS DE CERTEZA Y ESPERANZA RESPONSABLES: GUILLERMO LESMES - NATHALIA LEMIR - www.sanrafael.org.py - MAIL: [email protected] - AÑO VII - Nº 353 - JUEVES 12 DE ABRIL DE 2012 Aprendiendo de los abuelos El problema liberal no es político Un camino hacia el destino La posibilidad de vivir la vida como una aventura (final) O BSERVADOR SEMANAL PAG. 7 PAG. 6 PAG. 3 PAG. 5 E stamos en Pascua y la Iglesia proclama la resurrección de Cris- to. La gran sorpresa, el quie- bre de la monotonía y de la rutina espantosa de los hom- bres de todos los tiempos: Cristo ha resucitado, ver- daderamente ha resucitado”. ¿Espanto? Sí y desilusión. Ese es el destino del hombre roto interiormente por el pe- cado original. Se percibe a cada paso. El hombre con ideal o sin él, con religión o sin ella, sin Cristo, se vuelve lobo y ra- paz, enemigo de su hermano y autodestructivo. ¿Cómo se entenderían si no las noticias que nos llegan a diario sobre la violencia y la injusticia que reinan en el mundo? Y no se trata, como intentó sim- plificar Marx, de una cues- tión de ricos malos contra pobres buenos e inocentes. No es verdad lo que procla- mó Rousseau: no es solo la sociedad la que corrompe al hombre naturalmente bueno. Hay una norma inscrita en nuestro corazón: “busca el bien, rechaza el mal”; pero, ¡ay!, es el mal que aborrece- mos el que terminamos ha- ciendo: a la esposa, a los hi- jos, a los empleados, al jefe, a los socios comerciales, a los amigos, a la causa, a nosotros mismos… Estamos divididos interiormente, ¡hemos peca- do todos! y Cristo ha venido a unir de nuevo nuestro yo roto, entorpecido y atrofiado. Es asfixiante esta vida au- tónoma que nos presentan como la panacea de la feli- cidad los mercaderes del “tú puedes”. Condenados a vivir esclavos de nuestros estados de ánimo, de nuestros soli- tarios esfuerzos, de nuestros caprichos, de nuestros de- seos reducidos a instinto… ¿Deseo? ¡Ojalá deseases algo más corazón aburguesado! Algo más que llenar la panza y la vista con erotismo, algo más que la cerveza y la farra del fin de semana, algo más que solo dinero en los bolsi- llos… Cristo es ese algo más. Fijémonos por un momento en la pasada visita del Papa a Cuba. ¿Qué ha ido a buscar el Santo Padre? ¿Qué ha ido a encontrar? A cada hombre golpeado por la ideología, sí, pero también, principalmen- te, a cada hombre encadenado por el pecado, en la hermosa isla agrisada por los abusos y las promesas incumplidas de la utopía socialista. Ha ido a buscar a Fidel, le ha tendido una mano a su hermano Raúl, le ha enviado un mensaje a todos los cubanos, a cada uno en particular, pero también al resto de nosotros, inmersos en la misma mentalidad rela- tivista y desconfiada: Cristo es ese algo más que nuestro corazón desea. ¿Y por qué esta energía, esta fuerza sobrehumana que hace resucitar de entre los muertos no pareciera in- cidir hoy en la vida de tantos cristianos? La mayoría pare- cería guardarse un camino alternativo de felicidad en su carrera profesional, en su estatus social, en su control de la natalidad, mientras, en paralelo, ora a Dios en el templo, “por si acaso”. ¿Por qué? Porque estamos per- diendo la fe en Cristo. ¿Y cuál es el camino de la fe? Es el camino del hombre. Por eso la Iglesia no está cerrada para nadie; también Chávez con su cáncer invoca a Dios y se le concede la santa un- ción, también los pecadores tenemos un lugar en el cora- zón del Dios. ¡Es el misterio de su divina misericordia, la que celebramos hoy quizás sin mucha conciencia! ¡Cuántas sorpresas en- contraremos los puritanos y moralistas en la antesala del cielo! Cuando veamos a Cristo abrasando a nuestros “hombres escombro” y qui- zás se nos quede mirando sin reconocernos a nosotros. Nosotros los impecables, los cumplidores, los administra- dores de la verdad… Ciertamente, existen los límites, las imposibilidades, los errores, los pecados… pero no estamos determina- dos por ellos. Solo salir de la distracción y ya se esclarece el panorama. El aire puro de cerros y montañas, la cal- ma dulce de ríos y mares, el aleteo acompasado de los picaflores, la impresionante historia de la Iglesia… todo es signo de ese algo más, pero sobre todo, la belleza de nuestro ser hombres, lla- mados a la libertad, herede- ros de la eternidad gracias a Cristo. Observador Semanal

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Observador semanal del 12/04/2012

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Page 1: Observador semanal del 12/04/2012

P A L A B R A S D E C E R T E Z A Y E S P E R A N Z A

RESPONSABLES: GUILLERMO LESMES - NATHALIA LEMIR - www.sanrafael.org.py - MAIL: [email protected] - AÑO VII - Nº 353 - JUEVES 12 DE ABRIL DE 2012

Aprendiendo de los abuelos

El problema liberal no es político

Un caminohacia el destino

La posibilidad de vivir la vida como una aventura (final)

OBSERVADORSEMANAL

PAG. 7PAG. 6PAG. 3 PAG. 5

Estamos en Pascua y la Iglesia proclama la resurrección de Cris-

to. La gran sorpresa, el quie-bre de la monotonía y de la rutina espantosa de los hom-bres de todos los tiempos: “Cristo ha resucitado, ver-daderamente ha resucitado”. ¿Espanto? Sí y desilusión. Ese es el destino del hombre roto interiormente por el pe-cado original. Se percibe a cada paso.

El hombre con ideal o sin él, con religión o sin ella, sin Cristo, se vuelve lobo y ra-paz, enemigo de su hermano y autodestructivo. ¿Cómo se entenderían si no las noticias que nos llegan a diario sobre la violencia y la injusticia que reinan en el mundo? Y no se trata, como intentó sim-plificar Marx, de una cues-tión de ricos malos contra pobres buenos e inocentes. No es verdad lo que procla-mó Rousseau: no es solo la sociedad la que corrompe al hombre naturalmente bueno. Hay una norma inscrita en nuestro corazón: “busca el bien, rechaza el mal”; pero, ¡ay!, es el mal que aborrece-mos el que terminamos ha-ciendo: a la esposa, a los hi-jos, a los empleados, al jefe, a los socios comerciales, a los amigos, a la causa, a nosotros mismos… Estamos divididos interiormente, ¡hemos peca-do todos! y Cristo ha venido a unir de nuevo nuestro yo roto, entorpecido y atrofiado.

Es asfixiante esta vida au-tónoma que nos presentan como la panacea de la feli-cidad los mercaderes del “tú puedes”. Condenados a vivir esclavos de nuestros estados de ánimo, de nuestros soli-tarios esfuerzos, de nuestros caprichos, de nuestros de-seos reducidos a instinto… ¿Deseo? ¡Ojalá deseases algo más corazón aburguesado! Algo más que llenar la panza y la vista con erotismo, algo más que la cerveza y la farra

del fin de semana, algo más que solo dinero en los bolsi-llos… Cristo es ese algo más.

Fijémonos por un momento en la pasada visita del Papa a Cuba. ¿Qué ha ido a buscar el Santo Padre? ¿Qué ha ido a encontrar? A cada hombre

golpeado por la ideología, sí, pero también, principalmen-te, a cada hombre encadenado por el pecado, en la hermosa isla agrisada por los abusos y las promesas incumplidas de la utopía socialista. Ha ido a buscar a Fidel, le ha tendido

una mano a su hermano Raúl, le ha enviado un mensaje a todos los cubanos, a cada uno en particular, pero también al resto de nosotros, inmersos en la misma mentalidad rela-tivista y desconfiada: Cristo es ese algo más que nuestro

corazón desea. ¿Y por qué esta energía,

esta fuerza sobrehumana que hace resucitar de entre los muertos no pareciera in-cidir hoy en la vida de tantos cristianos? La mayoría pare-cería guardarse un camino alternativo de felicidad en su carrera profesional, en su estatus social, en su control de la natalidad, mientras, en paralelo, ora a Dios en el templo, “por si acaso”. ¿Por qué? Porque estamos per-diendo la fe en Cristo. ¿Y cuál es el camino de la fe? Es el camino del hombre. Por eso la Iglesia no está cerrada para nadie; también Chávez con su cáncer invoca a Dios y se le concede la santa un-ción, también los pecadores tenemos un lugar en el cora-zón del Dios. ¡Es el misterio de su divina misericordia, la que celebramos hoy quizás sin mucha conciencia!

¡Cuántas sorpresas en-contraremos los puritanos y moralistas en la antesala del cielo! Cuando veamos a Cristo abrasando a nuestros “hombres escombro” y qui-zás se nos quede mirando sin reconocernos a nosotros. Nosotros los impecables, los cumplidores, los administra-dores de la verdad…

Ciertamente, existen los límites, las imposibilidades, los errores, los pecados… pero no estamos determina-dos por ellos. Solo salir de la distracción y ya se esclarece el panorama. El aire puro de cerros y montañas, la cal-ma dulce de ríos y mares, el aleteo acompasado de los picaflores, la impresionante historia de la Iglesia… todo es signo de ese algo más, pero sobre todo, la belleza de nuestro ser hombres, lla-mados a la libertad, herede-ros de la eternidad gracias a Cristo.

Observador Semanal

Cristo ha traspasadolos límites

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Jueves 12 de abril de 20122 OBSERVADORSEMANAL

Durante el Triduo Pascual de los Secundarios de Comu-nión y Liberación, que tenía

como tema “¿Qué es lo más queri-do que tenemos?”, la meditación ini-cial provocó seriamente el corazón de unos chicos. Y uno en particular manifestó su herida y gritó pidiendo quien podía curarla.

Publicamos primero el grito del chico y luego la respuesta del edu-cador.

“¿Qué es lo más querido para mí? Lo más querido para mí es la vida que Dios me da, pero no lo valoro. Solo lastima por los sufrimientos que tengo, junto a la tristeza y la soledad, que no puedo sacar de mí ser. Cada día que pasa me hundo más y mato la vida hermosa que tengo y lo peor es que ni me doy cuenta y no hago nada para salir del estado en que es-toy.

Hay veces que las esperanzas ter-minaron para mí y digo que ‘mierda’ de vida tengo.

Llega la noche y me siento a mi-rar el cielo con tantas estrellas y pi-do perdón a Dios por como soy y de lo que hago y por renegar contra Él cuando está todo mal.

¿Cómo el cielo con esas estrellas te puede calmar y dar esperanza en esos momentos que lo miro? Y ¿Por qué eso termina?”.

“Querido amigo, Cristo ha muer-to por ti, por lo que tú eres. Ha muer-to sin pedirte de ser distinto, ha muer-to por la ‘mierda’ que tú eres. No hay nada que pueda llegar a hacer hu-mano nuestro corazón como mirar a Cristo con dolor, cualquiera sea la

condición de nuestra vida y de nues-tro espíritu.

Todo lo que decimos como rela-ción, como posesión, alegría, gozo o deseo, todo tiene delante de sí la muerte, tiene un límite. También las estrellas tienen este límite. Ellas des-

piertan el deseo de algo grande, pero no te lo pueden dar.

Sólo Cristo elimina este límite, só-lo Cristo salva la relación con tu pa-dre y tu madre, salva la relación con el joven que amas, con la chica que te gusta, salva la relación con la verdad

que se despierta cuando miras las co-sas con curiosidad, salva la vida que se agita dentro de ti, el gusto por ti, el amor a ti. Te salva en el Paraíso.

Pero el Paraíso de Cristo empie-za aquí, porque Cristo ha resucita-do aquí.

Os invito queridos jóvenes a mirar a Cristo, presente en esta compañía, porque solo Él destruye el limite, in-cluso en este mundo, ya nada se pier-de en este mundo. Y ésta es una ex-periencia que estamos llamados a ha-cer aquí, no mañana sino aquí, hoy. Él está aquí.

Cuando no miramos a Cristo co-mo lo más querido que tenemos, sino miramos a otras cosas que son con-secuencias, como las estrellas, si no entendemos que necesitamos sólo de él, si la necesidad se reduce, entonces podremos contentarnos con algo me-nos que él. Y entonces la desespera-ción aumenta.

Por eso queridos jóvenes el don más grande que recibo no son las co-sas, no son los demás, no es el poder, la chica que me gusta, ¡soy yo mis-mo! Yo que me doy cuenta que soy elegido, que soy amado por Él, que me da la vida, que dio la vida por mí. Miramos a Cristo, amigos, que conti-nuamente me da el ser, que me abra-za así como yo soy”.

M.I.

A raíz de esta enferme-dad su salud empeo-ró, hasta que un día

llegó a Clínica San Ricar-do Pampuri de la Fundación San Rafael.

Llegó en uno estado muy grave, perdía mucha sangre por la boca, y su estado era muy delicado. Pasaba casi todo el día durmiendo.

Recibió de inmediato la Santa Unción y la atención y el cariño que todos los en-fermos deberían recibir en cuantos seres humanos.

Una señora anciana a me-nudo lo acompañaba, era su mamá.

Pero su estado de salud em-peoró y el martes santo el Señor se lo llevó al Paraíso. Después de celebrar la misa con su cuerpo presente, el sa-cerdote se acercó a la mamá

para darle el pésame a nom-bre también de todo el per-sonal de la Clínica. Ella llo-rando se dirigió al sacerdote con estas palabras. “Pá, í es-toy sola, quien me acompaña son dos buenos vecinos. Mi marido y mis otros dos hijos, se fueron a vivir en Argenti-

na, también porque no que-rían saber nada de la enfer-medad contagiosa del hijo y hermano y de la vida inmoral que llevaba. Sólo yo me que-dé con él. Yo además quiero agradecer a la Clínica San Ricardo Pampuri y a todos ustedes para no haber discri-

minado a mi hijo, a raíz de su enfermedad”.

El sacerdote la abrazo y la bendijo.

Estos milagros se hacen posibles, la de abrazar lo hu-mano destruido, no por nues-tra bondad sino porque lo más querido que uno tiene es

Cristo que se hace presente a través del dolor y miseria humana.

Cuando uno mira a Cris-to nunca se detiene frente la inmoralidad, ni la condena porque también nosotros po-demos ser tentados, sino to-do se vuelve posibilidad pa-ra afirmar su Dulce Presen-cia, para afirmar a Cristo.

M.F.

La historia de Walter (nombre ficticio, por res-peto al protagonista de esta historia) es la de un chico que por su inmor-alidad ha agarrado la peste del siglo XX: el SIDA.

La Resurrecciónde Cristo

destruye el limite

A C T U A L I D A D

El abrazodel padre

T E S T I M O N I O D E L A C L Í N I C A

Page 3: Observador semanal del 12/04/2012

Jueves 12 de abril de 2012 3OBSERVADORSEMANAL

Después de leer y escuchar a tanta gente hablando de edu-cación, no deja de sorpren-

derme la sabiduría con la que mis abuelos fueron criados y nos enseña-ron a nosotros sus nietos a vivir. En-señaron, digo, como quien muestra y vive, como quien se arriesga por al-go más…

A menudo me pregunto por qué esta herencia no es tenida en cuenta. Por qué no nos damos un tiempo pa-ra pensar en la educación, no como técnica, no como normas de procedi-miento, no como teoría o ideología, sino como experiencia de vida.

¿Qué les ha servido a los abuelos para vivir, por ejemplo, su opciones familiares (familia numerosa y de campo) políticas (de oposición du-rante décadas de dictadura) y religio-sas (católicos de los que cantan la vi-da y no rechazan la cruz de Cristo) en medio de una sociedad tan dividida, tan esquizofrénica como la nuestra?

Recuerdo que en Semana Santa, por ejemplo, la abuela comandaba el equipo de los hacedores de chipa, grandes y chicos. Y el primer conse-

jo era siempre buscar los mejores in-gredientes y no escatimar porque el buen sabor se logra con buenos in-gredientes. Siempre había para todos una rica chipa con cocido, también para los vecinos, las visitas e inclu-so los extraños que quisieran probar.

En cada reunión familiar, siem-pre un canto, varias anécdotas, algu-nos retos, y Dios como Padre provi-dente y fiel. Y a todos había que ha-cerles un lugar en la mesa, en la con-versación, en los chistes, en las crí-ticas, en las alabanzas. Había lugar para todos, incluso para los muertos, en el recuerdo. Luego, no era nece-sario abalanzarse sobre nada, ni pe-dir siempre el primer puesto (tan tris-te espectáculo que vivimos cada vez con más frecuencia en cumpleaños y todo tipo de encuentros, donde so-bresale el más fuerte, el más gritón,

el más malcriado y el resto que se las arregle como pueda).

No es que todo fuera impecable. Al contrario, el arte de convivir se hacía patente justamente en la ca-pacidad de adaptación a la realidad de cada quien. No estaban ausentes la etiqueta errada y el sobrenombre, la sobrevaloración o el prejuicio, pe-ro también había perdón y misericor-dia. En nombre de Dios.

No decían mucho los abuelos, pe-ro escuchaban todo. Eso sí, si alguien quería saber sus opiniones sobre algo debía preparase para una lección de sinceridad y agudeza porque con los abuelos: “al pan, pan y al vino, vino”.

Al abuelo le gustaba plantar y le-vantarse temprano. Caminaba en el barrio y luego se venía con alguna anécdota, como un curioso explo-rador de mundos. Para él la ciudad

era poco atractiva. Prefería el cielo abierto y la vegetación abundante. Pero nos toleraba y se tragaba nues-tras pretensiones con paciencia. Co-nocía mucho de animales y de perso-nas. Y lo único que siempre aconse-jaba era no quedarse con la versión estática del mundo que daban libros o doctores, quería que todos los nie-tos se aventurasen a conocer la geo-grafía y la cultura de primera mano.

Y la abuela siempre trabajando,

siempre sirviendo. Aguda obser-vadora, impaciente a veces, y muy enérgica…

Sí, nos enseñaron mucho los abue-los. Quizás les faltó “autoestima”, “inteligencias múltiples”, “cultura cívica” y “discursos políticamente correctos”, sin embargo, les sobraba humanidad y fe. Pero esto ¿a quién le importa hoy?

CCL

CASA DIVINA PROVIDENCIA

“SAN RICCARDO PAMPURI”

Tupá Rembiapo Roga

Queridos Ami-gos, Les invita-mos a que se-an una gota de agua para el océano de amor que se vive en la Clínica Casa Divi-na Providencia. Hemos lanza-do un “Progra-ma de Apadri-

namiento a Pacientes de la Clínica”.En promedio un paciente mensual cuesta 7.000.000Gs. Proponemos diferentes for-mas de apadrinamiento desde 100.000Gs. Por tan-to pensamos en esta pro-puesta como medio de so-stenimiento de esta obra que tanto beneficia a nue-stro país. La primera página de nuestro web-site explica de manera detalla-da el programa de apadrinamiento. www.sanrafael.org.pyA aquellos interesados, por favor co-municarse con Andrea: 611-214.“Gracias y nunca olviden que cualquier cosa que se hace en favor de estos hermanos

Aprendiendode los abuelos

Nos recuerda Carrón en el texto de la presentación del libro “Los orígenes de la

pretensión cristiana”: “Existe una lejanía con respecto a Cristo. Qui-ero decir que existe una lejanía con respecto a Cristo, salvo cuando os ponéis a rezar; hay una extrañeza con respecto a Cristo, salvo cuan-do, digamos, lleváis a cabo obras en Su nombre, en nombre de la Iglesia o en nombre del Movimiento. Es como si el corazón estuviese lejos de Cristo. Cristo permanece ais-lado del corazón, salvo en los mo-mentos de ciertas obras (un rato de oración o de compromiso, cuando se celebra un encuentro comuni-tario o hay que llevar una Escuela de comunidad, etc.). La lejanía del corazón con respecto a Cristo hace que uno sienta el fondo último de su corazón lejano del corazón del otro, excepto en las cosas que ha-cen juntos (hay que sacar adelante la casa, atender a los hijos, etc.) Ex-iste una relación, indudablemente; existe una relación recíproca, pero sólo en gestiones, en tareas, en ges-tos comunes que compartís ó que compartimos. Pero cuando hacéis cosas juntos obráis de manera obtu-sa, poco ó mucho se cierra vuestra mirada y vuestro sentir”.

Y cuantas veces percibimos esta cercanía y esta lejanía de nuestro corazón con respecto a Cristo. ¿Cuándo lo reconozco lejano, dis-tante de mi corazón?

Me decía un amigo: “Yo rezo Laudes y Vísperas todos los días, participo en la misa diaria, orga-

nizo encuentros donde hablar de Cristo, llevo grupos de catequesis, sin embargo, hace unos días, las veces que me encontraba con un amigo con quien sufrimos algunas diferencias, me bloqueaba. Cuando me tocaba saludarlo intentaba que mis ojos se posasen lo menos po-sible en los suyos, me comportaba en la reunión sonriendo, haciendo el esfuerzo por esconder delante de los demás esa “calma destructora” que me aplanaba por dentro. En el fondo no estaba contento, sin paz y victima de mis imaginaciones. Advirtiendo que no lograría por mis propias fuerzas que Cristo, en esa circunstancia, en particular, se me volviera tan cercano que mi calma fuera transformada en ten-sión al Infinito, durante muchos meses pedí en la oración recibir la gracia de enfrentar la amplitud de mis exigencias de paz, de liber-

tad, de belleza en una amistad, sin embargo, en medio de esta despro-porción, donde mi “no poder” era más grande que “mi querer”, sólo podía seguir mendigando la visita de la gracia. Inesperadamente, una mañana al fin comprendí, por expe-riencia interior lo que significa lo que Guissani nos habla en el capí-tulo décimo del Sentido Religioso, cuando comenta acerca de Ulises y las columnas de Hércules del Medi-terráneo, porque empecé a percibir tan claramente que mi corazón le-jano de Cristo era empujado con la presión de una fuerza que venía fuera de mí a atravesar esas co-lumnas que las heridas del pasado habían construido y entendí que no atraviesas esas columnas porque hables del océano, sino porque el océano presente te ayuda a perci-bir toda tu exigencia, te provoca hasta el fondo y te abre a recibir la

E D U C A C I Ó N

invitación que ella te hace. Es una “presencia” la que te permite perci-bir que puedes, porque mirando mis exigencias como presencias y no como obvias, mendigué a Quien me las donó y salí vencedor. Inmediata-mente fui a visitar a este amigo, le pedí hablar de lo que nos pasó, nos dijimos de frente muchas cosas que nunca antes nos habíamos dicho, le pedí ayudarnos a mirar a Cristo a la cara, nos abrazamos y decidimos juntos recordarnos más aquello que nos une antes que lo que nos separa. Mi corazón cercano a Cristo se hizo cercano al corazón de mi amigo, amigo más que nunca, porque me recuerda quién soy, una necesidad, un conjunto de exigencias que es-peran ser cumplidas por Otro.

Desde ahora, siendo testigo de la misericordia divina que se abaja para levantarme del lodo, veo la necesidad de estar siempre atento, con una posición que da “vértigo” a los instantes en los cuales el Mis-terio me muestra Su rostro, pregun-tándome: “¿Qué exigencia refleja ó desvela mi problema? y ¿quién las puede cumplir cuando quiera y como quiera?”.

Es un bálsamo refrescante en el camino de la vida saber que existen testigos de Alguien más grande, el cual hace posible que el hombre viva en diálogo permanente con el Misterio, sin reducirse a sí mismo ni contentarse con logros “interme-dios”. El ser elegido vale más que todos los éxitos, y Su cercanía vale más que la vida.

M+

T E S T I M O N I O

Un corazónlejano de

Cristo

Page 4: Observador semanal del 12/04/2012

Jueves 12 de abril de 20124 OBSERVADORSEMANAL

El 27 de enero murió Pastora, la mujer que preguntaba del hi-jo que al principio la acom-

pañaba, que se fue y no volvió más. Yo le dije que los hijos tienen mucho que hacer siempre, pero que seguro vendría…sí, vino hoy a buscarla con otros familiares. Tenía cáncer en los ojos y parte del rostro, y en el cue-llo unos tumores enormes. Y con to-do esto ella estaba con una sonrisa y nunca se quejó de dolor. La llevaron a su pueblo Ybycuí, pero antes que esto Antonella, la recepcionista, tuvo que hacer unos trámites que le llevó tiempo para que le hagan un embal-samamiento debido al calor excesivo de ese momento.

Nery, enfermo de VIH que llegó hace ocho días y ya tiene el cerebro con un tumor enorme. Joven de 42 años, lindo, robusto, piel blanca y pe-lo bastante claro. Ahora ya con mu-cho menos peso, visiblemente más demacrado… se va yendo y conver-sando con su señora Zunny me con-tó que tiene cinco hijos: un varón de

19 años y otro de 18, más otro y creo dos niñas, la más chiquita de 6. Lue-go de hablar mucho y alentarla en esta su “tragedia y castigo como di-jo”, esta enorme cruz que no sabe có-mo llevarla, le pregunté si tenía fe y me dijo que sí y que era ya un mila-gro para ella el hecho de haber llega-do a la Clínica, que ese lugar estaba bendecido y ella lo sentía así. Luego cuando me despedí y le dije que ven-dré mañana, me respondió diciendo “gracias por escucharme”.

Es enorme lo que siento con es-tas palabras de gente que no conoz-co y abracé como si fuera un fami-liar mío porque es así como nos sen-timos en medio del dolor… ya no hay nombres ni apellidos cuando la vida se va, se apaga, se cierra el telón de la Opera de nuestras vidas debajo de esas sábanas blancas, impecables, de las camas de la Clínica. Se cierra la vida pero en muchos casos se trae vida cristiana en la familia, se produ-ce la unidad, el encuentro en muchas familias, aunque esto hay que elabo-rarlo en muchos de ellos. Es Cristo que está allí en esos seres sufrientes, y es dónde Dios nos pone el signifi-cado de la cruz y es este el valor del sufrimiento. Sin este significado cris-tiano nada tiene sentido ni valor en lo humanos.

Marciana, estuvo apenas unos 8 o más días. Vino con el marido, los dos jóvenes, ella de 32 años y con dos hi-jitos. Linda chica con una carita an-gelical, morena como bronceada y

pelo algo rojizo. Le dije que aquí ten-dría mucho amor y me decía “¡sii!”, pero apenas hablaba porque estaba muy dolorida cuando vino y los días siguientes apenas comía y nunca pu-do sonreír, se veía mucho dolor de todo tipo, mucho sufrimiento, tal vez el tener que dejar a sus hijitos, tanto dolor en alguien tan joven que uno no tiene palabras de aliento en estos casos, sólo mirarlos y darles un poco de cariño en gestos y pocas palabras.

Estamos en febrero de 2012, y tra-jeron a una señora de 46 años con cáncer y muy dolorida con la cara totalmente contraída del sufrimien-to. La hija al lado de ella, jovenci-ta de 18 años, la menor de tres que la acompaña sin decir palabra vien-do a su madre acabarse. Le dije que aquí tendría mucho amor que todos la amamos y ella dijo yo también los amo a todos. Le dije que los médi-cos le atenuarían el dolor y así fue que desde ayer está sin dolor porque le pregunté y me dijo que no tenía dolor. Le dije “ahora estás en paz” y le toqué el pecho y me dijo con ca-ra dulce, “sí, estoy con mucha paz’’. Parece que se está yendo… La seño-ra Lidia esta enferma, la visité y es-taba bien con el rostro muy sereno, y la hija con una sonrisa dulce como su madre. Sólo esperar que Dios diga el cuándo y el cómo. Hace unos días me dijo “te quiero” y me sentí con-movida. Vengo casi todos los días a visitarla y le toco un poquito y le ha-blo y está con menos dolor y dice es-

tar bien y me tira besitos que no lo puedo casi creer.

Victorcito, el angelito de la Clíni-ca, está en una habitación con otros dos niños hidrocefálicos. Son los tres niños por quienes todos vibran y Vic-torcito es el niño más pequeño que está por cumplir cinco añitos en abril 12. Todos los días lo visito y lo aca-ricio suavemente, le hablo y así ha-cen todos incluso algunos enfer-mos ambulatorios lo visitan y le pi-den milagros algunos. Como la chi-ca que quería casarse o la otra chica que quería embarazarse y otro mila-gro con la chica que tenía un cáncer. Además otra chica que consiguió tra-bajo.

Hoy llamé y me dijeron que está mal. Fui a la tarde pero no se lo podía visitar en su habitación para proteger la asepsia. El deseo mío como volun-taria es llevar un poco de cariño a ca-da enfermo, no sólo el de dar de co-mer a quienes me indican sino a to-dos y a cada uno de los enfermos, lle-varles una sonrisa, un gesto, un hela-dito, un pequeño regalito o una cari-cia sobre las sábanas inmaculadas de esta clínica, también como la peque-ña conversación para cortar esa dis-tancia y que se sientan amados como en familia.

El trabajo de voluntario para mí es éste, para así poder amar realmente lo que hago, pero respetando siempre las órdenes de los médicos o enfer-meros, que se entregan con mucho amor haciendo el trabajo profesional.

Estamos en febrero de 2012, Vic-torcito está muy delicado, entonces no se lo puede visitar, no se puede entrar a la habitación donde está, por tanto, esperar y rezar por él y a él.

Hipólito es un enfermo que habla fuerte y siempre está rezando el ro-sario y ahora está en una habitación donde tiene un cuadro de la Virgen frente mismo a su cama. Se pasa re-zando a la Virgen. Hace unos días le llevé su cena y casualmente en-tró una mosca porque habían llega-do muchas personas para la misa de un fallecido de nombre Florio, quién estuvo 9 meses con su señora que lo cuidaba abnegadamente. Traté que la mosca salga de la habitación de Hi-pólito apagando las luces para que busque la luz externa y salga, po-niendo más fuerte el ventilador y que salga la mosca tan molesta. Pero lue-go, cuando creí que estaba ya todo calmado y prendí nuevamente las lu-ces y disminuí la velocidad del ven-tilador -porque si está fuerte le hacen doler las piernas que las tiene muy sensibles- la mosca estaba frente a su comida como si nada. Allí que es to-do tan cuidado y limpio que nunca se ven moscas… ¡increíble!

En eso se me ocurrió decirle “mi-rá Hipólito, vamos a pedir a la Virgen a quién vos rezas mucho que te haga tener paciencia con esa mosca y ve-rás que te sentirás bien”. Dijo “sí se-ñora, sí y quiero rezar el rosario tam-bién contigo”. Me encantó la idea y dije que vendría el lunes a rezar con él. Esto fue el viernes, pero el sába-do vine por otro motivo y pasé a sa-ludarlo y le dije “si querés vamos a rezar el rosario ahora”. El respondió que se estaba acordando mucho de mí y pedía que viniera para rezar, en-tonces le dije que la Virgen lo escu-chó. Rezamos el rosario juntos e Hi-pólito quedó muy feliz.

Rezamos además las jaculatorias que reza Padre Aldo: “Sagrado co-razón de Jesús en vos confío, Sagra-do corazón de María sed la salvación del alma mía, Divina Providencia de Dios, provee para nosotros”. Repeti-mos varias veces para que se aprenda de memoria y repita siempre y que-dó muy entusiasmado. Quién que-da bendecida soy yo con un paciente que me pide rezar con él.

Dea F.

Seguimos con los relatos de dos meses de vivencia de Dea, la amable señora, voluntaria de la Clínica Divina Providencia San Ricardo Pampuri. Son pequeñas reflexiones bien sencillas y since-ras, nacidas de su corazón atento y conmovido, que todos los días recorre la Clínica con su bata blanca, esperando servir, esperan-do ver como el Misterio acontece para juzgar con ojos abiertos la realidad de Su presencia. Algunas de estas historias ya están siendo leídas desde el cielo, donde el rostro sufriente de Cristo en cada paciente se ha transfigurado para siempre en un rostro glorioso por los siglos de los siglos. Que estos santos pacientes nos bendigan desde el Cielo.

Esperandover comoel Misterio acontece

P E R L I T A S D E L A C L Í N I C A

Page 5: Observador semanal del 12/04/2012

Jueves 12 de abril de 2012 5OBSERVADORSEMANAL

Mucho antes de llegar a la Clí-nica Divina Providencia tu-ve un problema de salud

muy grande, además andaba muy ale-jada de Dios, y fue justamente la gen-te de la Iglesia la que más me ayudó a salir adelante. Ellos me visitaban y me invitaban a una comunidad cerca de mi casa, yo fui acercándome a Dios, e interesándome por conocerle. Empecé a ir a la Iglesia para confesarme, para participar de la misa, decidí separarme del padre de mis hijos y empezar a ha-cer un camino dentro de mi comuni-dad. Un día una amiga que trabajaba ya desde hace tiempo en la Parroquia San Rafael me comentó que en la Clí-nica había un trabajo para mí, enton-ces vine sin importarme si recibiría o no un suelo, lo único que tenía dentro de mí era una gran necesidad de venir.

T E S T I M O N I O D E L A C L Í N I C A

Lo que más me impresionó fue la be-lleza de la Parroquia y de la Clínica en particular, un lugar tan hermoso que me hablaba de la presencia de Dios en-tre nosotros. Cuando le vi al Santísimo Sacramento expuesto me di cuenta de que el Señor me llamaba a intensificar mi relación con Él, desde ese momen-to ya no me alejé de Dios y le empe-cé a pedir sin cansarme que me ayuda-ra a entender lo que quería de mí. Des-pués de cuatro años de trabajo en este lugar, le conocí a mi futuro marido que estaba trabajando como escultor de la Clínica nueva, los dos teníamos en co-mún la fascinación por este lugar, y yo siempre le decía al Señor que si esta persona iba a ser un motivo para ale-jarme de Él que lo separara de mí. Él quería formar una vida conmigo, que-ría ser mi esposo, veía el sacrificio que

yo hacía por mis hijos, y cómo hablaba de Dios, de lo que aprendía día a día en las homilías y en las catequesis del Pa-dre Aldo. Nos fuimos conociendo has-ta que llegó el día que decidimos ca-sarnos. Cuando le conté al Padre Al-do, se puso muy feliz, entonces nos pu-simos en sus manos y aunque mi pare-ja tenía mucho puro en casarse, el Pa-dre nos dijo que tuviéramos la pacien-cia de esperar, porque nos casaría en la capilla de la Clínica nueva, cuando és-ta estuviese terminada, nos prometió que seríamos la primera pareja que la inaugurara, con esa promesa nos senti-mos muy abrazados y con todas las an-sias de que llegara ese momento. Des-pués de dos años de preparación para el matrimonio, llegamos al domingo 4 de marzo convencidos del por qué y para qué estábamos allí. Dios sería,

desde entonces, el pilar de nuestras vi-das, de nuestro matrimonio.

Fue una tarde muy especial, de ver-dad Dios sabe cuándo y cómo hacer las cosas. Su tiempo no es el nuestro. Ese día se cumplió la promesa. Yo me sentí en familia, como en casa, y nues-tros familiares también percibieron esa misma comunión, la presencia de Cristo en este lugar, realmente fue más fuerte lo que vieron sus ojos que lo que yo les solía contar. Hasta los jóvenes voluntarios de la Clínica nos dedicaron una serenata sin conocernos, fue todo muy familiar y muy cálido. Solo es-tando en Cristo uno logra recibir tan-tos detalles. Además en nuestra misma ceremonia se celebraba el bautismo de bebés de la Casa “Chiquitunga”, hogar de acogida para adolescentes embara-zadas. Estuvimos todos reunidos co-mo parte de una gran familia.

Todo lo que dijo el Padre Aldo du-rante la misa me emocionó muchí-simo, una de las frases que más me impresionó fue que mi fututo mari-do no solamente había participado en la construcción material de la Clíni-ca nueva, sino que, por sobre todo, en la construcción de su propia vida. Los

dos nos sentíamos hijos del Padre Al-do, cuando nos hablaba a cada uno y nos hacía entender que para él era mu-cho más importante que sus hijos se construyeran en la vida que todas las obras que puedan surgir.

Agradezco al Padre Aldo por ser siempre un “papá” para nosotros, un guía espiritual seguro. Su testimonio de vida en las obras, nos impulsó a po-nernos en sus manos, el sólo hecho de verle nos permite que creer en lo que dice y hace, y si uno no se deja educar por él está demás en este lugar, porque fue gracias a esa formación que recibía día tras día, que el matrimonio se me volvió una necesidad. Mi propio cora-zón buscaba paz, y muchas veces me provocó escucharle decir que nuestros niños de la Clínica, Aldito y Mario su-fren por nuestros pecados, yo no que-ría ser la razón por la que un niño sufra, por eso me decidí a dar el paso. Si to-dos pudieran ser educados de esta ma-nera, como yo que tengo esta gracia, sus vidas serían más bendecidas.

Además un hecho importante que aconteció mientras yo me casaba, fue la partida al cielo de Hipólito, un pa-ciente de la Clínica. Solo aquí se puede vivir abrazando la alegría y el dolor, es-to fue para mí muy significativo, por-que los dos de formas distintas recibía-mos una bendición de lo alto. Cuando lo supe tuve la certeza de que desde el Paraíso, él velaría por mi matrimonio, él sería mi ángel.

Recuerdo que una vez Hipólito me ayudó a vivir la realidad. Una tarde entré a su sala para despedirme por-que yo salía por unos días de vacacio-nes, me pidió que le mandara arreglar un reloj suyo, le comenté que no iba a estar en esos días, pero de pronto me acordé que era Cristo en él que me lo pedía, entonces tomé su reloj, lo man-dé arreglar y volví a la Clínica en mis vacaciones. Hipólito estaba feliz, me agradeció mucho y me bendijo porque me iba a casar.

El día de mi casamiento viví todo lo que Dios tiene preparado en un cami-no que está dentro de Su voluntad. Es-toy muy agradecida al Padre Aldo por todo, pido al Señor que nunca se canse. Le doy las gracias por formarnos, por-que el mayor tesoro que tenemos en la Clínica es la formación, es decir, la ca-tequesis semanal, que tarde ó tempra-no trasforma nuestros corazones.

Blanca.

Un camino hacia el destino

Momentos emotivos

Page 6: Observador semanal del 12/04/2012

Jueves 12 de abril de 20126 OBSERVADORSEMANAL

Los liberales se pelean, no pue-den llegar a un acuerdo sobre el ganador de sus internas. La es-

cena no es nueva, y debemos ser ho-nestos, no es solo ni será una escena política “liberal”. Las denuncias de fraudes en las elecciones para elegir candidatos han sido parte de nuestra historia. Una historia – trágica y fu-nesta – de la transición que creíamos se superaría cuando la democracia aterrizara a nuestras tierras. Pero, in-sisto, los liberales no están solos en esta crisis. ¿Quién podría arrojar la primera piedra en una cultura políti-ca que lo menos que tiene es precisa-mente eso, la de ser cultura en el pro-pio sentido de la palabra?

No hay cultivo del ser humano co-mo tal, y menos de las virtudes y cua-lidades que deben adornar a un polí-tico sino mero uso de instrumentos, rápidos y eficaces, para acceder a lo único que, al parecer, importa: dine-ro, poder, prebendas, éxito mediático. Este es y ha sido el ritmo constante de nuestra danza política, escena repeti-da de una mala película cuya trama es tan familiar que los ciudadanos, a po-co de que declare algún “ganador ofi-cial”, le darán su consentimiento can-sino, pero no por convicción íntima sino mas bien por aburrimiento y has-tío de saber de antemano que se ave-cina una pelea judicial para “asegu-rar” el ganador, pelea-litigio que na-die entiende mucho y que, por sabida experiencia, no tendrá, de cualquier manera, un fin rápido ni significativo .

¿Pero que se esperaba? ¿No es aca-so este el resultado de una postura so-bre la democracia, postura manca y miope, que el liberalismo y también las otras ofertas políticas, han puesto sobre la mesa de la sociedad civil des-de el inicio de la transición? ¿O acaso los partidos políticos o coaliciones se han interesado seriamente en hacer la pregunta sobre lo que significa e im-plica el contenido moral, pero no so-

lo como discurso, sino experiencial, de una democracia republicana? No nos engañemos; la idea que se tiene de la política es una que hace reposar en el poder, el todo de la realidad, el poder como único modo y meta ex-clusiva de “hacer la diferencia.” Es la expresión viva y criolla de un ma-quiavelismo solapado, tal vez amino-rado y pálido, sibilino e hipócrita, pe-ro maquiavelismo de cualquier mane-ra, donde el fin justifica los medios.

Insisto, ¿acaso esperaban algo dife-rente, los liberales, o el lector? ¿Se es-peraba, tal vez, que el candidato Lla-no se comporte como don Eusebio Ayala? ¿O que las campañas electora-les muestren a los protagonistas fun-giendo la honestidad de don Eligio? No se puede apelar a un deseo nos-tálgico cuando la realidad política del pasado reciente ha impelido a los mismos liberales que ahora protes-tan contra un ganador presuntamente fraudulento cuando hace apenas tres años y medio votaban y celebraban la victoria de un obispo negando la rea-lidad explicita de la imposibilidad de dicha candidatura? Todo era, enton-ces, por ganar; no importaban enton-

ces tampoco los medios.Los liberales, tal vez, y lo digo con

atrevimiento, deberían aprovechar la provocación de esta internas frau-dulentas y confusas para recomen-zar a reflexionar sobre su propio yo, su identidad como proyecto políti-co. ¿Es acaso el liberalismo una me-ra ideología o un grupo político cuya meta es el poder, o como ese gran li-beral como Gregorio Marañón o un Eligio Ayala pensaban? Es que, me parece, el problema liberal, el grave y real, no es político. Es moral, es de sentido propio de la identidad de sus miembros, Tal vez, seria una oportu-

nidad para que los liberales asuman los errores del pasado y, al mismo tiempo, sean conscientes de su gran-deza para la sociedad y por ende, de la necesidad de construir una repúbli-ca común donde la “captura” del po-der del Estado no es todo. Por el con-trario, una sociedad auténticamen-te libre y liberal, se construye desde abajo, de las comunidades hacia el Estado y no con los métodos que pre-cisamente negaron a nuestra repúbli-ca a ser tal.

La verdadera república democráti-ca solo subsiste, madura y se consoli-da donde una experiencia de libertad y de liberación, encontrada, experi-mentada, deseada, puede desarrollar-se. Eso es lo que Eligio Ayala decía en 1925 en su Mensaje Presidencial cuando afirmaba que “vamos salien-do de aquel periodo caótico y esté-ril en que sedientos de bienestar, aca-so henchidos de bellos ideales, sacri-ficábamos la libertad para obtener el orden […] en el Paraguay se disfru-ta ahora de la libertad legal y civil. El pensamiento es libre, la prensa es li-bre, el sufragio es libre. Pero nos resto la noble tarea de fecundar esta paz.”

Fecundar la paz. La ley ni meras elecciones internas o incluso el estar “afiliado” no garantiza ese deseo si-no que ello implica, no se puede ne-gar, un reto pero no solamente formal o abstracto hacia los que hacen políti-ca, los que administran el Estado si-no que es un desafió a nivel perso-nal; es el republicanismo, como una propuesta originalmente del liberalis-mo, que empieza y se verifica en cada uno. ¿Y que de la pregunta religiosa? Ciertamente. Es que sin una relación del ser humano con su destino final, de sentido religioso, no hay caridad – amor - propiamente hacia el otro sino hacia si mismo; hacia el propio grupo, la propia ideología que busca el mero éxito por el éxito; convirtiendo la par-ticipación en un fin solitario sin ate-nerse a la justicia y méritos de los ac-tores.

Una república democrática se cons-truye no desde discursos ideológicos sino desde la realidad misma de las cosas que nos hace comprender que nuestra entrega no esta motivada por ningún pacto social sino por el traba-jo, la solidaridad y la gratuidad huma-na. Esa es la conversión que necesitan no el liberalismo sino los liberales – y los que no lo son – para generar un proceso donde, mas allá de nuestras diferencias políticas se sepa mirar, por encima de ideologías y facciones, al otro como prójimo, el vivo deseo que nace del corazón del hombre de “ser con el otro”, de construir la ciudad co-mún entre todos. Sin ese hecho huma-no primigenio, lo he advertido ante-riormente, el liberalismo, se suicidará lentamente. Y con esa muerte, todos los ciudadanos, liberales o no, perde-remos en humanidad pues la historia del liberalismo ha sido parte de nues-tra historia. Es que, digamos una vez más para concluir; el problema liberal no es político; es, como el nuestro, el de todos, humano.

* Mario Ramos-Reyes, Ca-tedrático y Filósofo; Director del Centro de Cultura, Ética y Desa-rrollo. Para comentarios o pregun-tas, dirigirse a [email protected]

Se es liberal como se es

limpio, como por

instinto, nos resistimos a

mentir.

Gregorio Marañón, Ensayos Liberales.

R E F L E X I O N E S

El problemaliberal no es político

Page 7: Observador semanal del 12/04/2012

Jueves 12 de abril de 2012 7OBSERVADORSEMANALA C T U A L I D A D

Apuntes de la intervención de Julián Carrón en la Jornada de apertura de curso del Grupo de Secundarios

“Vivir siempre in-

tensamente la rea-

lidad”

Para concluir: «¿Cuál es la fórmula del itinerario al significado último de la

realidad? Vivir la realidad». Como hemos dicho, «La única condición […] es vivir intensamente la reali-dad».

Pero, ¿qué quiere decir vivir in-tensamente la realidad? No signifi-ca multiplicar las actividades o es-merarse, pero quedándonos en lo

aparente; muchos jóvenes creen vi-vir más intensamente la realidad porque se agitan y corren de acá para allá, pero vuelven a su casa vacíos. ¿Qué quiere decir vivir in-tensamente la realidad? ¿Qué quie-re decir tener una relación verda-dera con los amigos o con la per-sona a la que quieres sin volver a tu casa vacío? ¿Cómo sabemos, di-ce don Giussani, si vivimos inten-samente la realidad? Si no nos aho-gamos. Dice: «El positivismo [que-darse en la apariencia] que domina la mentalidad del hombre moderno excluye la solicitación para buscar el significado que nos viene de la relación originaria con las cosas».

Nosotros nos quedamos muchas veces en lo aparente, que nos aho-ga. Tenemos una señal: nos aho-gamos porque somos positivistas, nos quedamos en lo aparente.

¡Qué clase de compañía tene-mos que hacernos para aprender a vivir la realidad de un modo ver-dadero, que no nos ahogue! Es esta la promesa de esta apertura de cur-so. La promesa que don Giussa-ni nos ofrece y nos ha testimonia-do siempre: si vivimos la realidad en su verdad, podemos respirar en cualquier circunstancia. De lo con-trario, utilizando una imagen del Papa en su viaje a Alemania, vivi-mos la realidad como si fuera un

búnker sin ventanas (uno se aho-ga sólo de pensarlo). ¿Qué tenemos que aprender? Tenemos que apren-der a abrir todas las ventanas para ver la realidad hasta su origen, para reconocer la relación con el Tú que nos hace respirar en cualquier mo-mento o circunstancia.

Es la aventura más fascinante de la vida. Todo lo demás, amigos, es agitación inútil; podemos agitar-nos haciendo muchas cosas, pero si no descubrimos el único Tú que nos hace respirar, si no llega a ser familiar la relación con este Tú que nos hace respirar en cualquier cir-cunstancia, podrán cambiar las cir-cunstancias pero seguiremos aho-gándonos.

Esta es la promesa, y este es el camino; la educación de la que ha-blaba la primera carta que he leí-do, lo que impide que nuestro es-tado de ánimo fluctúe constante-mente; de lo contrario, al igual que todos vuestros compañeros, cual-quier circunstancia os arrastrará hasta agotaros y volveros escépti-cos. Sólo el que acepta este cami-no y lo verifica en primera persona llegará a descubrir la verdad, sabrá qué significa gozar la vida verda-deramente, sabrá qué significa vi-vir todo con intensidad. Para esto hace falta vuestra disponibilidad, vuestra libertad y vuestra decisión.

La posibilidad de vivirla vida como una aventura (final)

Concluye en este número la publicación de estos apuntes, que parten del incuestionable hecho que el deseo del hom-bre no tiene límites, es infinito. Todos tenemos la experiencia que nuestros deseos muchas veces se cumplen y continua-mos deseando más, pues somos capaces de cumplirlo. Carrón, a partir de las enseñanzas de Giussani nos demuestra que en Cristo, los hombres se encuen-tran con la sorpresa que en el encuentro con Él se cumple el deseo verdadero de la vida. ¿De qué modo el Misterio ha hecho las cosas? “Nos ha lanzado a la realidad con un sólo instrumento, el corazón. Y nos ha lanzado diciendo: y ahora compara casi todo con este amor y descubrirás por qué se hacen las cosas”. Entonces la vida se ha vuelto aventura, porque se trataba de descubrir qué correspondía a esta exigencia mía de felicidad que yo encontraba a mi lado. Así todo se vuelve parte de una historia, de una aventura en donde uno, en la medida que vive intensamente la realidad, se acerca cada vez más a reco-nocer qué corresponde a esta exigencia del corazón. “Para uno que está enamorado todo se vuelve interesante: una buena noticia, un encuentro, cualquier cosa que suceda todo se vuelve interesante. A uno que ha encontrado a Cristo, todo se vuelve signo de Él”.

...pero si no descubrimos el

único Tú que nos hace respi-

rar, si no llega a ser familiar la

relación con este Tú que nos

hace respirar en cualquier

circunstancia, podrán cam-

biar las circunstancias pero

seguiremos ahogándonos.

sión, y así todo el día.

Page 8: Observador semanal del 12/04/2012

Jueves 12 de abril de 20128 OBSERVADORSEMANAL

La tesis central de La civi-lización del espectáculo de Mario Vargas Llosa es que

la nuestra está signada por el cul-to al entretenimiento y a la frivo-lidad. Este hecho tiñe todos los as-pectos de lo que conocemos como nuestra civilización y ha desvalori-zado nuestra noción de la cultura. La política, la ciencia, las comuni-caciones, el arte, la religión, tal co-mo son entendidas hoy, están defi-nidas como un intento por exhibir o impresionar y no por reflexionar o explorar. La vieja frase de Oscar Wilde según la cual conocemos “el precio de todo y el valor de nada”, se ha plasmado. Los límites entre valor y el precio han desaparecido a favor de este último. Hoy lo que vende, lo que hace titulares, lo que escandaliza es también considerado lo que vale y lo que cuenta.

Este empobrecimiento coinci-de con la desaparición de las fron-teras entre lo privado y lo público. Lo privado, el espacio en el que se ha cultivado el gran arte, el erotis-mo, el pensamiento, la meditación religiosa, y la inteligencia, han si-do colonizados y destruido por el gran ojo público. Si Orwell predi-jo que el Gran Hermano iba a vigi-larnos, no imaginó que ese ojo ten-dría la forma de los medios de co-municación y que su efecto sería esclavizarnos a su mirada. Hoy el “ampay” a una estrella o el porro de Antauro son mucho más efec-tistas y cotizados que cualquier otra noticia.

Los ejemplos que ofrece Vargas Llosa son numerosos y convincen-tes. Al no haber una crítica seria o influyente, el valor estético no exis-te y por lo tanto se deriva de su pre-cio en el mercado. Dentro de la li-teratura. Thomas Mann, Faulk-ner o Proust han sido reemplaza-da por autores azuzados por la pri-mera necesidad del mercado: im-pactar a la mayor cantidad de lecto-res para que sus libros puedan ven-

derse. En cuanto al periodismo li-terario, el libro ofrece una compa-ración elocuente. Hubo un tiempo en el que Edmund Wilson definía la calidad de los libros. Hoy día lo hacen los programas televisivos de Oprah Winfrey.

La frivolización del periodismo con su búsqueda de titulares y la del erotismo, con su banalización y masificación del sexo, son otros te-mas del libro. Interesante es la crí-tica a la frivolización de la religión. Vargas Llosa señala la enorme im-portancia que tiene la religión co-mo un motivador de la moral y un aglutinador de la espiritualidad so-cial. Aunque advierte la necesidad de un Estado laico, también subra-ya la importancia de la enseñanza de la religión no sectaria en la mar-cha social para evitar que “la cul-tura no degenere al ritmo que lo viene haciendo”. Uno de los temas más fascinantes es el de la relación entre la crisis de la religión y la cri-sis del capitalismo.

Quizá el pasaje que mejor sinteti-za el espíritu del libro es el que apa-rece en la Reflexión final: “Nunca hemos vivido, como ahora en una época tan rica en conocimientos científicos y en hallazgos tecnoló-gicos, ni mejor equipada para de-rrotar la enfermedad, la ignoran-

cia y la pobreza, y, sin embargo, acaso nunca hayamos estado tan desconcertados respecto a ciertas cuestiones básicas como qué hace-mos en este astro sin luz propia que nos tocó, si la mera supervivencia es el único norte que justifica la vi-da, si palabras como espíritu, idea-les, placer, amor, solidaridad, arte, creación, belleza, alma, significan algo todavía y si la respuesta es po-sitiva, qué hay en ellas y qué no”. Mientras que la cultura fue en el pa-sado uno de los espacios en los que estos temas se abordaban, añade el autor, hoy parece más bien el terre-no en el que todos los problemas se olvidan o soslayan. Recordando la frase de Sartre, para Vargas Llosa las palabras eran y son actos.

Hoy, en cambio, las palabras no son actos sino con frecuencia ca-ricias al consumidor. Son palabras hechas para desaparecer. El ensa-yo de Vargas Llosa me recuerda las ideas de Zygmund Bauman, so-bre la “modernidad líquida”. Según Bauman la vida moderna ha supri-mido las identidades fijas. La úni-ca identidad deseable hoy es la mu-dable y adaptable a las nuevas si-tuaciones. La concepción del tiem-po actual es “puntillista” y discon-tinua. Está hecho para la fugacidad, es decir para el olvido. Este culto a lo mudable hace que la identidad dependa de las exigencias del clien-te, uno de los presupuestos de la ci-vilización del espectáculo.

El libro de Vargas Llosa pue-de parecer un libro pesimista pero no lo es. En la civilización del es-pectáculo, más que nunca, se pue-den dar las condiciones para un re-nacimiento de la reflexión. Este li-bro es una de las protestas más inte-ligentes y hermosas a un tema esen-cial de nuestro tiempo. Está escrito con pasión y se lee del mismo mo-do. Como siempre con su autor, es un libro transgresor.

Alonso Cueto Caballero

La vida como espectáculo

Fijé mi mirada en esa pequeña parteDe ti, ese pequeño rincón que no me es permitido Observar sino de lejos y en silencio…

No pude evitar una añoranza, Esa triste añoranzaQue suele acaecer en las tardes de lluvia,Cuando el mundo muestra sus flaquezas…

Te encontré hermoso y algo distinto, comoMás desprotegido, más real, más simple.

Me enamoré y tengo el corazón dando vueltasAlrededor de esa pequeña parte de ti,De ese pequeño rincón donde tú eres solo tú…

CCL

P O E M A

C U L T U R A / L I T E R A T U R A

Santa Gemma Galgani

Nació el 12 de marzo 1878, en Camiglia-no, Italia, en el pueblo

de Borgonovo de Capannori. Cuando iban a darle su nom-bre, un tío de ella propuso que la llamasen “Gemma”, pero su mamá no estaba conforme. No había ninguna santa que se lla-mara así y su hija no tendría protectora en el cielo. Sin em-bargo Don Olivio Dinelli, el Párroco de Gragnano, que es-taba presente en la discusión, dijo unas palabras que resul-taron proféticas: “Muchas ge-mas hay en el cielo, espere-mos que también ella sea un día otra gemma del Paraíso” .

Santa Gemma vivió solo un mes en Camigliano ya que sus pa-dres decidieron trasladarse a Lucca, donde vivió el resto de su vi-da. Desde muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando tenía cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuan-do un día, ésta al entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen. La abuela corrió a llamar al tío, quien la contempló por largos minutos; luego le dijo: “¡Gemmita! ¿Qué estás haciendo?. La niña, sin inmutarse, contestó: “Estoy rezando el Ave María. Salid que estoy en oración”. Desde esta tierna edad, la oración era ya para ella el sostén de su vida y de sus virtudes.

Para Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida. Este deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento mien-tras pasaban los años. Si bien era cierto que ya estaba Confirma-da, no podía recibir la Primera Comunión ya que no tenía la edad requerida en ese momento para recibir el Sacramento. Santa Gem-ma tenía 9 años.

Fue su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien co-nociendo el anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor. Su padre, entonces, dio el permiso para que las religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen pa-ra recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las demás niñas del colegio.

Una de las religiosas Zitinas, Sor Camila Vagliensi, que había profundizado en las cualidades absolutamente excepcionales de Gemma, comenzó a explicarle sistemáticamente la Vida, Pasión y Muerte del Señor. La niña se compenetraba de tal modo con el re-lato que llegó a experimentar un dolor profundo. En grado tal que una tarde se le produjo una fiebre altísima. La profesora, alarma-da, interrumpió su relato de la Pasión.Hizo confesión general tres veces sucesivas con Monseñor Volpi, quien sería su confesor or-dinario.

A raíz de la primera comunión se afianza la vocación de Gem-ma. Ella misma lo afirma: “sentía desarrollarse en mí un ardien-te anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz”.

Sufrió grandemente por su precaria salud y el desprecio de quie-nes rechazaban sus prácticas de devoción, éxtasis y otros fenóme-nos. Vivió para Jesús, Su Santísima Madre y para rescatar a los pe-cadores. Tuvo periódicamente las estigmas de la Pasión y las lla-gas de la flagelación en todo su cuerpo.

Padeció ataques físicos del demonio y tuberculosis en la espi-na dorsal. Las pruebas no pudieron separarla de su comunión con Nuestro Señor sino que más bien la fortalecieron. Queriendo ser pasionista, no se le permitió por su delicada salud. Murió en Luc-ca, Era un Sábado Santo del año 1903. Tenía solo 25 años.

Fue beatificada en el año 1933 y canonizada en 1940 como san-ta pasionista. Preparado por GL

L A AV E N T U R A H U M A N A D E LO S S A N T O S