maruja, cuéntame - los paraguas lucen más en otoño / nowevolution

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  • 8/9/2019 Maruja, cuntame - Los paraguas lucen ms en otoo / Nowevolution

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    .nowevolution.E D I T O R I A L

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    Ttulo:Maruja, cuntame.

    2014 Sergio Aguado Gimnez. Fotografa del autor: Paco Luna. Ilustracin de portada: Azahar Lpez de los Quinteros Giner.

    Diseo Grfico: Nouty.Coleccin:Volution.

    Primera Edicin Octubre 2014Derechos exclusivos de la edicin.nowevolution 2014

    ISBN: 978-84-942848-8-5Depsito Legal: GU-105-2014

    Esta obra no podr ser reproducida, ni total ni parcialmente enningn medio o soporte, ya sea impreso o digital, sin la expresanotificacin por escrito del editor. Todos los derechos reservados.

    Ms informacin:www.nowevolution.net / [email protected] / Correo

    nowevolution.blogspot.com / Blog@nowevolution / Twitternowevolutioned / Facebooknowevolution / G+

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    Algunos de los personajes de estos relatos son

    buenas personas; entre estos ltimos, algunosincluso son reales. A ellos va dedicado mi libro.Sin ellos, ni habra libro ni autor.

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    Pg.9 -

    13 -23 -29 -33 -39 -45 -53 -

    59 -67 -83 -91 -99 -

    119 -

    121 -

    NDICE

    Prlogo

    01. LOS PARAGUAS LUCEN MS EN OTOO02. LA OLLA DE SAN GIL03. LA LISTA04. LA CULPA FUE SOLO MA05. JOHNY AND MARY06. EL VIAJE A UNO MISMO07. EL PAJARRACO DE SANTA CLARA

    08. EL DIPUTADO SR. LOBO09. EL EQUIPO10. UN INSENSATO, UN INCONSCIENTE11. VISTAHERMOSA12. MARUJA, CUNTAME

    Mi carta al lector

    Agradecimientos

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    Prlogo

    Siento ser yo quien se lo diga, pero Maruja est muerta. Y lo maloes que ni siquiera sabemos si el hecho aconteci mientras haca loque ms le gustaba, que era... bueno, eso tendr que averiguarlo

    usted. O quizs pueda intuirlo, si ha tenido la suerte de escucharla cancin de Los Inhumanos que da nombre al ltimo de los docerelatos y a esta antologa impresionante. Le aseguro que la cancinda muchas ms pistas de las que parece pero, por mucho que laescuche, solo lograr averiguar cmo muri Maruja y, sobre todo,quin la mat y por qu, leyendo el relato que cierra este compen-dio que tanto me ha sorprendido.

    Avisado est, lector, cuando comience a leer no podr dejar dehacerlo hasta que sepa qu haca Maruja. Y entonces no podr evi-tar sonrer, pero no lo har solo por haber desvelado, guiado porla mano hbil de Sergio Aguado, el secreto terrible que se escondetras la muerte de Maruja y esos vecinos apacibles que no tienennada que envidiar a los de las pelculas de terror de los sesenta.

    Sonreir porque antes habr disfrutado de otros once textos que,salvo el ltimo, el de Maruja, adolecen de una trama, de un hiloconductor, y muchos ni siquiera de un principio o de un final. Por-que maldita la necesidad que tienen de nada de eso para encandi-larle desde la primera palabra y para transmitir emociones. Porquede eso tratan las historias, de emociones. Y aqu hay muchas y,sobre todo, muy bien servidas.

    En esta antologa, un Sergio Aguado magistral y que demues-tra que ha nacido tambin para esto, nos sirve en bandeja doce

    bocados de realidad que se disfrutan en cada una de sus palabras,

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    que se beben y sientan como ese buen trago que uno prueba decuando en cuando, acompaado por ese plato que todos tenemosderecho a saborear alguna vez, que para algo hemos nacido en latierra del buen comer.

    Y esta tierra es la que genera estos bocados, reflejos despiadadosy descarnados de nuestras vidas. Un vampiro de las redes socialesque podra ser su vecino; una mujer cuyo cuerpo se rebela ante unaenfermedad que le impide ser madre; otra que lucha por sacar ade-lante a su familia en un entorno de ajustes laborales; un marido quedesea ser padre y termina con las manos ensangrentadas; dos ado-

    lescentes treinta aos despus de ser adolescentes; unas vacacionesparadisacas de un ejecutivo acostumbrado a tenerlo todo menoslo que todos tenemos; un viaje a Cartagena de Indias que permitea un hombre encontrar la respuesta a una pregunta no planteada;un poltico aferrado a su whisky mientras espera una llamada; unequipo de ftbol de chavales que viven rodeados de corrupcin; un

    joven que cree que puede conquistar Europa con un bono de tren;

    un pueblo vido de independencia y sobrado de traiciones; y unrelato, el de Maruja... en el que Maruja est muerta nada ms co-menzar. Larga vida a Maruja. Mientras la tuvo, claro. Porque ahoranos es ms til muerta.

    Pobre Maruja. Estoy seguro de que si ella hubiera podido ac-ceder a los once momentos previos a su relato, si hubiera podi-

    do introducirse en el alma y en los corazones de las personas quelos protagonizan como usted va a poder hacer, habra disfrutadosufriendo, sonriendo, deprimindose o enamorndose con ellos.Porque es imposible no meterse en la piel de cada uno de sus pro-tagonistas. En solo unas palabras Sergio consigue que viajemosangustiados en el metro, que suframos porque ya tenemos sesentaaos y las chicas no caigan rendidas a nuestros pies o que crispemos

    los dedos porque el mvil no suena para ofrecernos... bueno, ya des-cubrir qu es lo que hay al otro lado de esa llamada.

    Los doce relatos de esta antologa son maravillosos, lector. Entodos me he visto trasladado al alma desnuda de once personas.

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    En los once primeros, atisbando a travs de una mirilla imagina-ria que me ha permitido compartir, de forma casi indecorosa, sus

    vivencias. En el ltimo, conociendo los entresijos de una ancianapobre e inocente que ha sido asesinada en el entorno de una co-

    munidad de vecinos an ms inocente que ella. Pobre Maruja.

    No me gustara entregarle a los corazones de estas personas sinantes rendir homenaje a dos de los relatos. Cada uno tendr suspreferencias, imagino, y puede que al finalizar usted no compartaesta opinin conmigo. Y es que si bien los doce textos son absor-

    bentes, dos de ellos han conseguido tocarme esa fibra que hace

    que respires hondo mientras los lees y sueltes el aire solo cuan-do los has digerido. Uno lo protagoniza el diputado seor Lobo.El otro, un equipo de ftbol de chavales. Estos dos relatos, sobretodo el ltimo, son el reflejo de esta sociedad en la que convivi-mos a pesar de todo. Ambos deben leerse despacio, pensando, ydeberan hacernos reflexionar sobre lo que estamos construyen-do entre todos. Y es que a veces la culpa de lo que nos sucede

    no siempre la tienen los dems. No me creen? Lean. Luego mecomentan.

    Estimado lector, sera egosta entretenerle ms. En cuanto pasela pgina se ver inmerso en doce historias que me han llegadoal alma porque he podido vislumbrarlas desde el corazn de susprotagonistas. Sergio Aguado es un narrador, es un contador de

    historias pues transmite emociones. No lo digo yo, lo dice estaantologa. Solo espero que la disfrute como yo lo he hecho. Ya soyfan incondicional de Sergio. Y estoy seguro de que, en cuanto pasela pgina, usted comenzar a serlo.

    Gracias, Sergio. Gracias, lector. Gracias, Maruja. Aunque ya noests entre nosotros.

    Bruno Nievas, escritor

    brunonievas.com

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    Vuela esta cancin, para ti, Luca.La ms bella cancin que tuve y tendr.( Joan Manuel Serrat)

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    1.LOS PARAGUASLUCEN MS EN OTOO

    El pasado

    Desde la adolescencia, fui plenamente consciente de mis dotes deseduccin, resultado de esa conjuncin mgica entre rostro pro-

    porcionado, ojos hipnotizadores, hoyuelo cinematogrfico, dedoslargos y uas perfiladas, buena percha, gusto exquisito en la se-leccin de vestuario y mucha seguridad en m mismo. Tambininfluy, tengo que reconocerlo, ser el hijo nico de una familia declase alta.

    Este argumento me dur hasta pasados los cincuenta. He amadocasi tanto mi cuerpo como el de las mujeres con las que he compar-

    tido algunos das y bastantes noches. Pero a pesar de que empeca notar el transcurso de los aos, nunca quise concederme ciertaindulgencia en la seleccin de mis amantes, por lo que, poco a poco,fueron desapareciendo de mi vida y de mi cama.

    Tener una acompaante menor de treinta aos es relativamen-te fcil cuando te cuidas diariamente, te ocultas las canas y hacesmucho ejercicio. La invitas a un buen restaurante, en cuya mesa

    descansan las llaves de tu descapotable, y vuelas hacia tu tico conlas mejores vistas de la ciudad, dando un pequeo rodeo para que lavelocidad y el aire la pongan a tono. Pero, por mucho que te esfuer-ces, siempre llega el momento en que una, la primera, te rechazar

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    por viejo. Y luego otra. Y otra ms. En ese punto, o te declaras enmatrimonio, o ninguna joven finalizar tu juego, porque tu magne-tismo se marchita como el fruto que yace en el suelo a la sombra desu rbol.

    As llegu a los sesenta, el primer cumpleaos en el que noconsegu pareja para celebrarlo entre mis sbanas, porque todaslas llamadas y mensajes que recib provenan de amigas ya en-tradas en aos que seguan localizables y dispuestas a ser buenasacompaantes ocasionales, permanentes e incluso madres, como

    si un heredero que se quedara con mi salud y mi fortuna fuera elmayor aliciente para la vejez.

    Como no era el plan que deseaba, ese da prefer celebrarlo solo,en uno de mis restaurantes favoritos. A mis espaldas, dos ejecutivoshablaban de sus ligues por internet y la fuente inagotable de contac-tos sexuales que las redes sociales te proporcionan si sabes venderte.Nunca me haban llamado la atencin a nivel personal hasta aquel

    momento, simplemente porque no las haba necesitado; pero, enese instante, vi en la red la tabla de salvacin para mantener mi es-tatus.

    Saba que mi imagen no iba a ser atrayente para el pblico obje-tivo, chicas entre 18 y 30 aos en busca de relaciones sociales y conproblemas de autoestima. As que introduje como foto de perfil unade esas panormicas de playas paradisacas que todas las mujeres

    suean compartir con su pareja, tumbadas en una cmoda hamaca,con un cctel imposible en la mano, en copa grande y con muchosadornos de pjaros tropicales y pajitas multicolores.

    Ni mis datos ni la foto caribea atrajeron a ninguna chica in-teresante, por lo que decid cambiar radicalmente de estrategia ycrearme una personalidad ficticia. La foto la consegu del monitordel gimnasio, un chico de veintisis aos cuya confianza me haba

    ganado en las largas horas de entrenamiento, la suficiente para saberque una aportacin econmica le ayudara a solventar su difcil si-tuacin financiera. As, configur mi nueva identidad en la red.

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    Mi torpeza inicial era evidente, porque desconoca el lenguaje ylos hbitos de un veinteaero, pero constancia y paciencia fueronmis aliadas para completar la personalidad de un joven actual. Conel tiempo fueron aumentando mis amistades, en su mayor parte chi-

    cas atractivas con una acuciante necesidad de que les escribieran loespeciales, guapas y atractivas que eran. Tambin aad personas dedistinta edad y condicin social, por aquello de guardar las aparien-cias y ganar credibilidad.

    Las primeras conversaciones no me exigieron ms esfuerzoque inventarme una profesin (normalmente relacionada con laeducacin fsica), una residencia en alguna poblacin alejada de

    cualquier contacto, varios hobbies de actualidad y mi innata faci-lidad para entrar de pleno en el alma femenina.

    Pero necesitaba ms y eso me exiga ms fotos de mi alter ego,para lo que tuve que convencer al entrenador con nuevas preben-das. A cambio, fui acumulando ms y ms confesiones, fotos y v-deos de mis amigas que, con el tiempo, fueron siendo ciertamenteprovocativas. Me col definitivamente en sus vidas. Mi nueva etapa

    tena un enorme futuro.

    Diciembre

    He llegado tarde a casa, despus de cerrar varios asuntos en eldespacho, porque como abogado mi trabajo exige mucho tiempo yprofusas relaciones pblicas. El cliente siempre tiene miles de pre-

    guntas, necesita convencerse de que vas a resolver sus problemas yque el acuerdo al que llegues con la otra parte es el ptimo. Aunqueen muchas ocasiones no sea as.

    Mi secretaria es muy parecida a Moneypenny. Realmente mesiento como James Bond cuando entro en la oficina y comprueboen sus ojos la vehemencia con la que me desnudan, cmo se aferraa la remota posibilidad de que un da la invite a cenar, luego a dor-

    mir, despus un fin de semana y finalmente la lleve al altar. A suscuarenta y cinco aos, divorciada y con dos hijos adolescentes, soysu seguro de vida, el acceso a una clase acomodada y la puesta delargo con la alta sociedad. Me encanta ver cmo espera conseguir

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    lo mismo da tras da, despus de haberse perfilado los labios unossegundos antes de mi entrada en la oficina.

    No digo que en ocasiones no me apetezca pasar un rato ntimocon una mujer de mi edad o incluso de veinte aos menos que yo,

    sobre todo desde que me llamaran viejo verde en aquel restaurante,pero me produce muchsimo ms placer llegar a mi casa y contactarmediante la tableta con mis amantes en la red, comprobar su daa da, entablar una conversacin privada e imaginar que vivo conellas, en persona, lo que nos contamos por la pantalla.

    Aunque en pocos meses he conocido a muchas chicas, han sidopocas las que logro recordar. El secreto de esto consiste en llegar

    hasta el fondo de su corazn y borrarlas de tus contactos cuando sehacen inquisitivas, te piden una cita real o se hunden en el pozo desus problemas.

    Una de ellas fue Adriana, la pelirroja manchega a la que sus pa-dres le impedan tener cualquier relacin hasta que acabara la carre-ra universitaria y se enamor locamente de m mientras estudiaba,lo que paradjicamente le apart radicalmente de sus estudios. Por

    no hablar de Luisa, la preciosa morena aragonesa con la que con-tact cuando descubri que su novio le era infiel, busc el consejode un chico guapo, honesto e ntegro como yo, me envi todo loque le ped por morboso que fuera, y la elimin cuando insisti ensuicidarse si no me iba a vivir con ella. Y, por supuesto, Lorena, la

    valenciana rubia, tmida, triste y sincera, que viva en internet lo queno poda en su vida real, se entreg a m con una insistencia fuera

    de lo comn, hasta que desapareci cuando cambi de cuenta paraborrar mi rastro.Seguramente cualquiera pensara que mi actitud es reprobable e

    inmoral, pero no es muy distinta a la del banquero que le embargala casa a un padre de familia numerosa por no pagar la hipoteca, ladel forense que mientras silba su cancin favorita desmiembra losrganos a un cadver sin importarle que la viuda est llorando a po-

    cos metros, o la del profesor de gimnasia que reprende a un alumnocon sobrepeso porque no llega nunca a la meta, para que todos losdems compaeros se mofen de aquel.

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    que le parezca mal y desaparezca de mi vida. Pero no ha ocurridoas. Luca me provoca, me reafirma, me atrae irremediablementehacia ella. Cada imagen, cada secuencia, cada letra suya, me trans-forman en el perro ms fiel a su amo, que slo espera una palabra o

    un gesto carioso para agitar el rabo y ser feliz a sus pies.Sin duda, ella lleva la batuta y lo sabe. Pero no puedo negarme. Y

    siento que necesito ms. Por primera vez desde que empec mi nue-va vida ntima a travs de la pantalla, no me conformo con verla enuna tableta. Necesito orla, olerla, tocarla. Sueo con viajar a travsde la red y decirle en persona que no soy un joven de veintitantosaos, pero que estoy dispuesto a renunciar a todo para hacerla feliz

    durante el resto de mi existencia, en la que nunca le faltar de nada,y ser libre de rehacer su vida cuando yo muera. Un cheque en blan-co a cambio de estar indeleblemente a su lado.

    He reducido mis das y mis horas de trabajo, he ajustado misobligaciones a las horas en las que Luca no est delante de su or-denador o su mvil. No habla casi de s misma, a pesar de que yointento vanamente desencajar el corcho y que todos sus secretos

    salten como burbujas. Pero cada lnea y cada letra suya me drogan.Tengo que traspasar este punto muerto, decirle quin soy fsi-

    camente, quitarme la mscara y concederle lo que nunca quise aninguna otra.

    Septiembre

    Por fin. Hoy se lo he dicho. Y me ha costado horrores. He tenidoque disfrazar mi mentira con otra semejante. Le he contado que minica intencin cuando la enga era salir de mi soledad, en la quesiempre viv desde que era muy nio; que mis intenciones son bue-nas y que nunca logr romper la barrera del amor; que no me gustanlas dems chicas de su edad y que entendera que me dejara por mipecado, si no me puede perdonar.

    Me siento como un viejo chocho que ha perdido facultades. Nosoy el gen dominante en esta relacin, pero me importa poco. Lanecesidad de estar con ella anula cualquier cordura que me quedaraen reserva. Tengo que darle tiempo, porque le costar asimilarlo,

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    pero seguir alimentando mi slida coartada hasta que acabe acep-tndome.

    Juego con la ventaja de que ella se ha enamorado tanto comoyo. No hay da que no me escriba, que no me provoque, que no me

    sonsaque. No hay momento en el que no me enve un beso, o unaseal, o cualquier muestra de su fidelidad. Debo ser cauto, pero mecuesta mucho. Al final, la conseguir.

    Octubre

    Ha sido un mes muy difcil, porque cada da ha pasado con una

    lentitud ingente. No he ido a trabajar un solo minuto. Me he con-centrado en todos los mensajes que he ido intercambiando conLuca. Pero me ha perdonado. Y me ha aceptado. Hemos estado

    juntos, sin separarnos de nuestras pantallas, siendo una pareja quevive a distancia en el ardor ms arrebatador y desbordante, sin ha-bernos visto una sola vez.

    La semana pasada concertamos la cita, nuestra primera cita. Ella

    eligi el da, la hora y el lugar. Me daba completamente igual viajaral confn del pas, con tal de aferrarla para siempre. Compr el anillo

    y ensay mil veces mi declaracin de amor; no puedo concedermeel ms mnimo error. Me casar y crear una familia, la que nuncaquise tener. Y cuando sea anciano, permitir que tenga un amante.Todo lo que Luca quiera, con tal de que nunca se vaya.

    He salido muy pronto para tomarme el viaje con mucha calma,

    despus de asegurarme de que mi vestuario sera el mejor parala ocasin: informal y elegante, lo que espera una chica que noquiere sentirse enamorada de su padre, sino atrada por una per-sona madura que la ha seducido por su experiencia, elocuencia,modales e, irremediablemente, su cuenta bancaria. Como me dicemi Moneypenny, los paraguas lucen ms en otoo.

    He llegado hasta donde me ha indicado, un bungalow a las

    afueras de su ciudad, en tierra de nadie. Le tiene que dar pavor quela vean con un hombre maduro, pero eso cambiar cuando lleveel brillante en el anular. No se percibe un alma y el lugar parecedesolado, en esa poca del ao en la que solo un ser solitario vivedonde la mayora de la civilizacin no quiere perderse.

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    una loca del sexo, pero en sus ojos veo ahora un odio como nuncahaba percibido en ninguna de mis amantes despechadas o de losdesesperados a los que arruin en juicio. Su discurso ha sido breve.

    Me ha costado mucho tiempo encontrarte. Me jur que lolograra, desde el mismo da en que mi hermana Luisa se suicid,porque la nica persona de quien realmente se haba enamoradoy por la que haba hecho todas las aberraciones sexuales que lepidi la haba abandonado sin darle una sola explicacin. Creasque yo sera una ms de tus vctimas, solo por enviar unas cuan-tas frases bonitas y varias fotos de guaperas ciclado, y luego te

    perdonara porque eres un abuelo forrado de pasta. Piensas queeso te da el derecho a destrozarle la existencia a cualquier in-cauta que pide socorro para seguir dndole sentido a su vida,aunque eso le cueste la suya propia. Te podran condenar a par-tir de maana por abusar de una nia de diecisiete aos, perono te dar esa opcin. Se lo debo a mi hermana. Viejo mamn.

    Ahora

    Su hermana, la morena aragonesa. Sus mismos ojos, su mismadeterminacin. Pero no pienso en eso. Solo veo a Luca anclada am. Aunque ella no lo reconozca, tambin esta vez he ganado la par-tida, mi ltima partida. Comienza a hundir el cuchillo en mi cuerpoy no hago nada para evitarlo. Presiento su orgasmo cada vez que se

    echa hacia atrs y, con todas sus fuerzas, cae sobre m apoyada en sufro instrumento, una y otra vez. A pesar de mi edad, all est ella,entregada a su odio, con su infinita hermosura y un hercleo frenesal cual me sumo tambin, permitiendo que consuma sus fuerzas ymi aliento, cerrando el paraguas de mi ltimo da de otoo y dejan-do que la glida noche del invierno eterno inunde mis ojos. Mapara siempre. Luca, Luca.

    FIN DEL RELATO

    Muchos ms en la obra al completowww.nowevolution.net

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    Ttulos publicados

    Fantasa:

    Crnicas de la Magia Sellada.

    Issa Nobunaga.Pompeya, comienza la aventura.Tres profecas. / Saga roas, Hijos de los dioses vol.1ter. / Saga roas, Hijos de los dioses vol.2El corazn del tiempo. / Saga Bellenuit vol.1La Octava punta de la estrella. / Saga Bellenuit vol.2

    Romntica:

    cido Flico.ngeles desterrados.Juramentos de SangreMe enamor mientras dorma.Me enamor mientras mentas.

    Philip Moonfark. / Saga El diario oscuro vol.1Tras los besos perdidosUn amor inesperado.

    Ciencia ficcin:

    Los ltimos libres.La Tierra estuvo enferma.No sers nadie.

    Crtica social:El resurgir de la esvstica.La Evacuacin.

    Thriller:

    El amargo despertar.El diario del hachs.El matarratas.Los nmeros de la fe.

    Relatos Cortos:

    Fuego enemigo.Maruja, cuntame.

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