Éter, (saga Íroas hijo de los dioses) / nowevolution

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    .nowevolution.E D I T O R I A L

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    Ttulo: TER(Libro 2)roas, Hijos de los Dioses

    2010 Jordi Nogus Diseo Grco: nowevolutionColeccin:Voluion.

    Primera Edicin Abril 2012Derechos exclusivos de la edicin. nowevolution 2012

    ISBN: 978-84-938266-9-7

    Depsito Legal: GU-70-2012Printed in Spain (Impreso en Espaa)

    Esta obra no podr ser reproducida, ni total ni parcialmente enningn medio o soporte, ya sea impreso o digital, sin la expresanoticacin por escrito del editor. Todos los derechos reservados.

    Ms informacin:

    www.nowevolution.net/ [email protected] / Correonowevolution.blogspot.com / Blog@nowevolution/ Twiter

    http://www.nowevolution.net/mailto:info%40nowevolution.net%20?subject=Los%20%C3%BAltimos%20libres%20/%20comentario.http://nowevolution.blogspot.com/https://twitter.com/nowevolutionhttps://twitter.com/nowevolutionhttp://nowevolution.blogspot.com/mailto:info%40nowevolution.net%20?subject=Los%20%C3%BAltimos%20libres%20/%20comentario.http://www.nowevolution.net/
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    A mi hija Abril,la verdadera luz de mis ojos.

    Ser tu padre es un verdadero orgullo.

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    entonces, se remontaba a unos segundos atrs, al abrir los ojos.Haciendo acopio de una gran voluntad intent levantarse. Lo

    consigui, aunque a costa de un gran dolor en todo su tronco. Esta-ba desnuda.

    Ahora poda ver mejor donde se hallaba. Estaba dentro de unacabaa circular de adobe y paja. Un camastro, tambin de paja lehaba servido de cama. A su lado vio sus pertrechos guerreros; consus correajes, armas y vestiduras.

    La humana mugrienta haba desaparecido tras una puerta cu-bierta con una piel de animal. Keila estaba sola. Se visti comopudo.

    Los moratones y golpes se extendan por casi todo su cuerpo.Solo su espalda y las piernas se haban librado de ellos. Pero tenaun dolor nuevo: la entrepierna le escoca terriblemente, como si unlquido cido penetrase en una herida. Tambin all tena restos desangre seca.

    Cuando hubo terminado de vestirse vomit un lquido verdosoy espeso. Nuevas arcadas terminaron sin expulsar nada; tendra el

    estmago vaco, pens.En el cinturn de su correaje llevaba una botellita de theej, el

    elixir de la curacin procurado por sus Dioses, los divinos atlantes.Se bebi su contenido de un trago.

    Not sus eectos casi instantneamente. Aunque los moratonesno haban desaparecido se sinti con uerzas para regresar a susobligaciones guerreras.

    Pero primero deba saber dnde se encontraba. Sali de la tien-da y el sol la deslumbr; un sol uerte y limpio. Su mano izquierdaactu como un improvisado parasol.

    Un grupo de humanos se reuni ante ella. Todos iban tan mu-grientos como la mujer de antes, solo vestidos con unas pieles ydescalzos. Un anciano se acerc a ella y le habl en la lengua de loshelenos.

    Ests bien, mujer extranjera? Entiendes mis palabras?El viejo casi no tena dientes y despeda un hedor insoportable.

    Keila no pudo menos que tener una nueva arcada pero su vmitosali vaco.

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    S, qu lugar es este? habl con distincin y orgullo.Los helenos llaman a nuestra tierra Iberia, pues se halla al oc-

    cidente de sus ciudades; ms all del Gran Azul.Dnde me encontrasteis?Tu caballo con alas te trajo hasta aqu el viejo seal a la es-

    palda de Keila; all, con un suave trote, se acercaba Stigg, su divinocorcel.

    Ella respir aliviada. Con la recuperacin de Stigg estaba salvada.Sin decir nada a aquellos humanos mont en su caballo, levant

    el vuelo y desapareci en el cielo.

    Mientras volaba not una extraa sensacin en el vientre. Algose estaba hinchando dentro de ella. Y lo haca por momentos, casipoda notar su crecimiento.

    Descendi a tierra, casi en la costa ms atlntica de la pennsulallamada Iberia.

    Ya en el suelo tuvo otro ataque de nuseas. Sus arcadas tampocoprodujeron vmito alguno. Pero era evidente que algo, dentro de

    ella no marchaba bien.Se quit los correajes y qued nuevamente desnuda. Observ su

    barriga: un bulto redondo, an ormando una suave curva, le estabadeormando su cuerpo.

    Solo una vez haba visto aquello: en las salas del palacio de losDioses las doncellas humanas tenan la barriga as de hinchada antesde dar a luz a los Hijos de los Dioses.

    Tengo un humano dentro?, pens.Se sent en una roca redondeada y volvi a vestirse. Intent re-

    cordar los das pasados pero ue intil; su ltimo pensamiento lellevaba hasta la lucha contra aquel salvaje.

    Tras meditarlo lleg a la conclusin de que solo tena un destinoposible: la Atlntida, all estaban su puesto y su casa.

    Mont de nuevo en Stigg y volando se alejaron en direccin

    oeste.

    Al da siguiente vislumbraron, a lo lejos, el perl de su destino:la Atlntida. Keila y Stigg haban hecho un par de paradas pero, am-

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    bos, amazona y corcel, estaban ms que agotados.Ella orz al animal hasta el mximo. Su propio vientre estaba

    cada vez ms hinchado y redondeado; tema estallar de un momentoa otro.

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    Captulo I

    Nuevos Hijos de los Dioses

    Poseidonis, capital atlante.Principios de invierno del ao 724 a.C.

    Geb baj hasta la Sala de Creacin. Uno de sus principales cometi-dos dentro del orden atlante era la creacin de nuevos Hijos de losDioses; era su trabajo y se senta muy orgulloso de l. Sus creacio-nes eran perectas, segn l; los nuevos seres tenan todos los bene-cios de la especie atlis y casi ningn deecto de la humana. Eranseres con las justas medidas de ambicin, obedientes, voluntariosas

    en sus cometidos, pereccionistas. Como contrapunto sus deectoseran ms propios de sus madres humanas: no extremadamente in-teligentes, con una vida corta no ms all de los ciento setenta aos;pero eran deectos menores.

    Una de las ideas de Geb ue la de hacerlos estriles y sin necesi-dades de apareamiento; pens en los benecios de un ser sin la ne-cesidad sexual en su vida. Y ue un gran acierto pues los Hijos de los

    Dioses vivan en una sociedad equilibrada y justa. Cada uno vivade acuerdo para lo que sus genes le haban condicionado y no as-piraban a nada ms que a ser perectos en sus trabajos u ocupacin.

    Esa esterilidad tena, como elemento negativo, un crecimientovegetativo controlado pero muy limitado. La sociedad atlante di-cilmente superaba los cuarenta mil habitantes.

    Uno de los hechos limitadores ue la necesidad de encontrar

    humanas con una gentica muy particular para conseguir el carcterpretendido en los Hijos de los Dioses. Solo las mujeres helenasrespondan a ese perl. El otro actor restrictivo era la debilidadde las propias mujeres helenas; muy pocas resistan al parto de los

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    Hijos de los Dioses, la mayora moran como consecuencia delexcesivo volumen de los neonatos.

    Ahora se cumpla el segundo da desde una nueva cosecha deHijos de los Dioses. De las veinte mujeres, solo dos haban sobrevi-vido; quedaran como esclavas para el resto de sus vidas. Sus cuer-pos no sern vlidos para un segundo parto.

    Los veinte recin nacidos estaban en la sala de Creacin, en suscamas en espera de pasar por el proceso de Regeneracin al dasiguiente. Durante este proceso el individuo alcanzaba el tamaonal en pocas horas; y solo caba esperar dos aos de ormacinpara conseguir un adulto en perecto estado y a punto para ormar

    parte de la sociedad atlante.Geb cruz la puerta. Las dos Hijas de los Dioses que estaban al

    cuidado de los recin nacidos le saludaron con una inclinacin desus cabezas. Ellas eran Kassia e Inci.

    Kassia era bastante mayor, haba cumplido ciento cuarenta aosrecientemente. Por eso tena a su lado a Inci; esta, con solo seis aosde edad, estaba aprendiendo su labor como asistente en la Sala de

    Creacin.Alguna novedad, Kassia? pregunt Geb, casi por puro

    ormalismo, sin mirarla a los ojos. Para los Divinos mirar a los ojosse consideraba como rebajarse hasta su nivel. Nunca miraban a losojos ni a sus Hijos ni a sus siervos.

    No, divinidad, todos han salido perectos; sin deecto alguno.Estn listos para entrar en el Cubculo de Regeneracin.

    No descuidis la vigilancia ni un momento. No es el momen-to de que ocurra imprevisto alguno los temores de Geb estabanjusticados, los das entre el parto y la entrada de los neonatos enel Cubculo de Regeneracin eran los ms delicados para los be-bs. Se haban dado casos de enermedad de alguno de ellos; en unaocasin, incluso, todos se contagiaron y allecieron pocas horas des-pus. Como deca Geb, esta era una de las debilidades heredadas de

    los humanos.S, divinidad. Sus palabras son nuestras acciones contest

    de manera arrtmica y casi dogmtica Kassia.Geb conaba plenamente en Kassia; era una creacin admirable.

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    Precisa y minuciosa hasta casi la pereccin. Solo con mirar el esta-do de la Sala de Creacin era suciente para apreciar su entrega; elsuelo, el techo, las paredes, el mobiliario, mostraban una absolutapulcritud y brillo. Inci, a pesar de ser muy nueva en su labor, mos-traba tanto entusiasmo como su preceptora.

    Igual suceda con los neonatos; ambas situaban a los pequeosen una posicin casi matemtica. Al igual que las pequeas mantasque los protegan; estas telas acogan a los bebs con un pliegue muycurioso y un nudo situado en el pecho de los diminutos Hijos de losDioses. Mirando de perl desde la primera cama, todos los nudosormaban una hilera perecta; desde el primero hasta el ltimo.

    El divino atlante abandon la Sala de Creacin dejando a solas alas dos hembras.

    Pasado el medioda Kassia se ue a comer, dejando a Inci alcuidado de los veinte pequeines. Comera con rapidez para quela aprendiza hiciese lo propio poco despus. Inci se sinti un pocoabrumada ante las palabras del divino atlante y el hecho de encon-

    trarse sola en ese momento. Poda pasar cualquier cosa.El amplio ventanal rectangular de la Sala de Creacin daba al pa-

    tio de armas del palacio divino; la sala estaba situada en la cuartaplanta. La ventana quedaba uera de la direccin de los bebs. LaSala tena orma de letra L y los nios se situaban en el palo largo,mientras que la ventana se abra en el extremo ms alejado del palocorto. As se evitaban al mximo las malas corrientes de aire.

    Un sonido de voces uertes distrajo a Inci de su labor. La curio-sidad la empuj a mirar por la ventana; all vio cmo uno de lossoldados gritaba uertemente a una esclava humana por tirar unoscestos de ropa al suelo.

    Inci sonri.Estos humanos son unos intiles, record las palabrasde Kassia dos jornadas atrs ante una escena similar a la de ahora.

    Inci abri la ventana para ver mejor la reprimenda. En eecto, la

    humana recoga la ropa cada en el suelo como consecuencia de supropia torpeza. El ocial al mando de la guardia del patio le gritabacomo si la pobre mujer uese sorda. Inci no vio lo que ocurra mien-tras tanto en una de las camas de los bebs.

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    Un rato despus Kassia regres.Alguna novedad con los bebs? pregunt la veterana asis-

    tente a su aprendiz.Ninguna, todos duermen apaciblemente.Pues ve a comer t.Inci, sin aadir nada ms, abandon la Sala de Creacin.Kassia examin por s misma, minuciosamente, a los bebs. En

    su trabajo, nunca se aba de nadie; solo de su propio criterio y susacciones.

    Uno a uno los neonatos le conrmaron el pronstico de Incihasta llegar al penltimo.

    Algo no marchaba bien. La manta del beb estaba ligeramentearrugada y el nudo, torcido. Aquel nio no dorma, estaba despiertoy jugaba con sus propios deditos. Incluso era ligeramente distinto alos dems; pareca ms grande y ms ormado que los dems. Comosi hubiese nacido con una semana de dierencia. Kassia runci elceo. Qu haba ocurrido all?

    Examin ms a conciencia al beb. Era igual que los dems; las

    orejas ligeramente puntiagudas en su parte superior, unas pequeasprotuberancias en los talones que ms tarde seran las alitas tan tpi-cas en los Hijos de los Dioses. Sus brazos, piernas, manos y pies erantan perectos como los de los otros bebs.

    Qu haca distinto a ese beb de los dems?Kassia cogi al beb que dorma junto al dierente y los puso uno

    junto al otro. Era evidente que el dierente era algo ms grande; pero

    esto no era un hecho raro. Al ser las humanas de origen tambin msaltas unas que otras, los Hijos de los Dioses, a pesar de tener unasmedidas muy regulares, alguna vez solan ser ms altos o ms bajos.

    No le vio nada distinto. Todo pareca normal. Dej al beb dor-mido en su sitio y mir ms detenidamente al beb ms grande.

    Al n descubri la dierencia! Los ojos del nio no posean laorma elina tan tpica en los Hijos de los Dioses; eran ms redon-

    deados. Y lo que ms le sorprendi ue el color de cada iris: distintouno de otro; el de la derecha de un azul muy intenso y el de la iz-quierda de un color miel muy suave.

    Nunca, en todos sus aos de experiencia como asistente en la

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    Sala de Creacin, haba visto nada semejante. La mirada del bebera limpia y muy clara. Pareca increble que solo tuviese unas pocashoras de vida.

    El neonato la mir jamente y sonri. Kassia qued conundi-da. Un instinto maternal heredado de sus progenitoras humanasemergi a la supercie. No pudo ms que sentir ternura por aquelpequen y le devolvi la sonrisa. El beb solt algo parecido a unacarcajada y a Kassia le conmovi el corazn. Con el dedo ndiceacarici la pequea barbilla del pequen y este renov su sonrisareclamando ms atencin.

    Kassia reaccion por un momento. Qu pasaba all? Qu le

    ocurra a ella misma?Deba inormar a su Divinidad de aquel cambio, era su deber.

    Uno de los preceptos de su misin como asistente era inormar decualquier cambio en los recin nacidos; por pequeo que uese elcambio. Hubo alguna otra ocasin en que uno de los bebs manies-t un extrao comportamiento. En aquella ocasin el pequen ueeliminado inmediatamente. Kassia deba inormar a su divinidad.

    Pero la sonrisita de aquel pequen le haba clavado una pequeaastilla en su corazn y despertado un sentimiento inexistente paralos Hijos de los Dioses: el amor materno.

    Su instinto le pudo y acarici de nuevo al pequen, esta vez enla barriguita. El nio volvi a sonrer ampliamente.

    No poda entregarlo! Su corazn se encogi solo de pensar enla eliminacin de aquel beb. Incluso sus ojos se humedecieron de

    manera transitoria. Totalmente trastornada por ese sentimiento tannuevo para ella cogi la manta del beb y la pleg como estabantodas las dems y lo dej tal y como estaba. Ahora no se distinguade los dems.

    El Cubculo de Regeneracin era un estrecho espacio donde ca-

    ban justas, las veinte camas. Solo dos horas all dentro y los cuer-pos de los bebs, de tres das de vida, cambiaban a cuerpos adultostotalmente ormados. Una radiacin de esencia de oro consumabael milagro.

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    Cada individuo despertaba con un carcter propio, unascondiciones genticas particulares y con su propio nombre en sumente. Esas condiciones genticas y su carcter condicionaran,totalmente, el uturo quehacer de los nuevos Hijos de los Dioses;pues cada individuo solo hara aquello para lo que estaba dotadogenticamente. As se buscaba la pereccin social.

    Tres eran los estratos sociales: guerrero, artesano o campesino.Dentro de cada estrato social cada individuo poda escalar posicinpara llegar a lo ms alto; solo dependa de sus capacidades parahacerlo, de su carcter y, sobre todo, del actor suerte, siemprepresente.

    El estrato de los campesinos era el ms bajo de los tres. Y sololos seres menos dotados de la sociedad atlante ingresaban en estaposicin. Su labor consista en extraer lo mximo de la tierra paraalimentar al resto de la poblacin. Una labor noble pero carente dehonor.

    Los artesanos representaban la posicin intermedia. Los msinteligentes, como Kassia o Inci, podan llegar hasta posiciones de

    verdadero privilegio. En cuanto a los menos dotados, se convertanen herreros o carpinteros.

    Por ltimo estaba el estrato de los guerreros. La ms alta de lasposiciones. Se requeran unas condiciones perectas e impecablespara ser considerado un luchador. Y los ms inteligentes se conver-tan en nobles. Algunos de estos conseguan gobernar en las provin-cias como autnticos reyes.

    En la cspide de ese sistema social estaban los Divinos Atlantes,verdaderos Dioses para los habitantes del continente atlntico.

    Geb, Kassia e Inci aguardaban uera del Cubculo, pues el lugarera totalmente hermtico; una radiacin de ese tipo matara a unadulto, pues envejecera sus clulas demasiado deprisa.

    Al poco rato se abri la puerta.Kassia, en su interior, deseaba ver en qu se haba convertido el

    nio de la mirada de colores, como ella le deni.El motor del Cubculo empuj las veinte camas hacia el exterior.Los nuevos Hijos de los Dioses ueron, poco a poco, despertn-

    dose. El primero en hacerlo ue, para calmar la impaciencia de Kas-

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    sia, el situado all donde antes le haba sonredo el nio de la miradade colores.

    Le observ, mientras se desperezaba, detenidamente. Sus alitasen los pies eran perectas, al igual que sus orejas y todo su cuerpo. Yera alto, muy alto. Esa era la principal distincin con respecto a suscompaeros de camada.

    Geb se acerc hasta l y le pregunt su nombre.Eryx, divinidad respondi con voz ronca, ruto de su re-

    ciente transormacin.El Divino Atlante mir en el hombro derecho de aquel gigantn:

    una cicatriz en orma de espada revelaba su carga gentica.

    Guerrero habl Geb de orma orgullosa ante aquel magn-co ejemplar. El smbolo es muy claro.

    Kassia miraba embobada a Eryx y su lmpida mirada. Era un in-dividuo divino, pens, casi al nivel de los Dioses. Nunca olvidara aEryx y en un uturo lejano ambos se encontraran de nuevo.

    El resto de la camada respondi a lo esperado. Un tercio del totalseran guerreros, el otro tercio artesanos y el resto seran campesi-

    nos. El porcentaje no poda ser exacto al no ser el nmero veintemltiplo de tres y por eso el nmero exacto variaba de una camadaa otra. All, ahora, haba ocho guerreros, seis campesinos y los lti-mos seis eran artesanos. Los artesanos llevaban grabado un martilloen su hombro, mientras los campesinos lucan la orma de una es-piga de trigo.

    Geb se llev a los nuevos Hijos de los Dioses. Eryx, al salir, pas,

    junto con los dems, al lado de Kassia; l le sonri levemente. Ellase sonroj, azorada.

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    Capulo II

    Resulados

    Palacio de las Divinidades,Poseidonis, principios del ao 723 a. C.

    Keket hablaba a sus tres compaeros sobre el resultado de sus inves-tigaciones. Un resultado imprescindible, segn la propia denicinde Geb, para la supervivencia de la raza atlis en la Tierra. Siemprey cuando la proeca de Amn-Ra estuviese en lo cierto. Aunque lalucha contra los dioses de la Tierra era una situacin muy real.

    Los cuatro estaban reunidos en el Saln Divino, el verdadero

    epicentro de todo el Imperio Atlante.Las pesquisas sobre la nia de los ojos de colores han dado

    unos resultados sorprendentes. Jams nos habramos imaginadoencontrar tanta inormacin acerca de nuestros rivales.

    Su habitual parsimonia estaba poniendo nervioso, algo habitual,a Sejmet. Este no habl pero el movimiento de sus dedos y manosdemostraban claramente su impaciencia.

    Jnum y Geb escuchaban, impasibles, la exposicin del pacienteKeket.La situacin es esta: la nia lleva la esencia de una divinidad

    terrestre en su interior; de eso no cabe la menor duda. Esa esenciala convierte en un ser extraordinario, casi al mismo nivel que nues-tros Hijos de los Dioses; tiene mayores virtudes pero tambin, porsu aceta humana, mayores deectos. Sus virtudes: gran capacidad

    teleptica, coeciente intelectual que se sale de nuestras tablas ha-bituales, y, sobre todo, un autocontrol sobre sus condiciones sicas.Por el contrario posee todas y cada una de las debilidades humanas;mal carcter, debilidad sica, corta vida y todo un largo etctera quetodos conocemos.

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    Cmo puede ayudarnos eso en la lucha contra nuestros ad-versarios terrestres? Sejmet no poda estarse callado.

    Pues mucho, y creo que el resultado de la investigacin y elposterior desarrollo bio-gentico nos dar una clara ventaja sobre

    nuestros adversarios. No hay duda alguna.Keket se aclar brevemente la garganta y continu su exposicin.Los dioses de la Tierra son entidades energticas canalizado-

    ras de las propias energas vitales de la misma naturaleza terrestre.Sus poderes no son ms que las mismas uerzas de la naturalezapero ampliadas. Son energa y, como tal, transormables. Podemosmodicar cualquier tipo de energa a nuestra voluntad y esta no es

    una excepcin.Quieres decir crear una especie de antdoto? Sejmet que-

    ra saber la solucin lo antes posible.S, pero no de la manera que te imaginas. Nuestro antdoto

    ser un humano modicado, un humano anti-dioses terrestres.Jnum, Geb y Sejmet se miraron unos a otros. Pareca la solucin

    a todos sus problemas, pero an haba demasiados cabos sueltos

    por atar.Nuestro humano modicado ser un recolector de energa.

    He hallado el modo de conerir esa acultad al ADN humano. Elresto ser cosa tuya, Geb.

    Geb no dijo nada; su tarea con la gentica de los Hijos de losDioses le converta en el encargado de crear a ese ser humano es-pecial. Solo necesitaba las modicaciones nucleicas explicadas por

    Keket.Recolector? Qu signica? Explcate mejor pregunt Se-jmet.

    Pues muy cil. Ese humano modicado absorber toda laenerga que se utilice contra l; ya sea sica o mental. La podr al-macenar y utilizar contra sus enemigos. Incluso podr, si se hace unbuen trabajo nucleico, agotar de una sola succin toda la energa de

    sus rivales.Eso le convertira en un asesino de dioses terrestres de muchocuidado. Con un ejrcito de ellos acabaramos con toda esa rebel-da Sejmet sonri al acabar su rase. En su rostro se vea ya comovencedor.

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    Geb rompi su silencio con su habitual pesimismo.Y cul es el inconveniente?Inconveniente? Cmo? Sejmet se adelant a la respuesta

    de Keket.En toda investigacin hay pros y contras. Falta que nos expli-

    ques, Keket, cules son los inconvenientes de ese asesino de dioses.Keket sonri.Era evidente que los cuatro ormaban un grupo exce-

    lente. Cada uno con su propia orma de ser aportaba mucho al quehacerdiario de todos. Por eso haba resistido durante tantos aos en aquelplaneta y por eso seran invencibles eternamente, pens Keket.

    Pues s, hay un inconveniente y grave.

    Todos callaron en espera de la revelacin.La creacin de un solo individuo resulta carsima. Imposible

    crear un ejrcito.Cmo de cara? inquiri Sejmet.Pues el equivalente, en oro, a ms de cien de nuestros Hijos

    de los Dioses.Un cortante silencio se instal en medio del Saln Divino. Jnum

    no vari su impasible rostro ni su postura. Pero Sejmet y Geb echa-ron sus cuerpos y apoyaron sus espaldas en los respaldos de sus si-llones; parecan abatidos.

    Sejmet, rpidamente, hizo un clculo mental.La creacin de un solo asesino nos dejara casi vaca nuestra

    Sala del Tesoro. Hemos acumulado algo ms que en los ltimos me-ses pero an estamos lejos de tener una salud econmica estable y

    saneada.Jnum rompi el silencio, por n, para dar con la solucin a todo

    el problema:As pues la creacin del asesino tendr que ser con un n

    determinado, con una misin especca para cumplir. Y no comoarma de choque.

    Los tres atlantes restantes le escucharon atentamente, con los

    ojos muy abiertos.Debemos acabar con el padre de la nia. Ese es nuestro mayor

    enemigo. Su n signicar nuestro triuno.No te entiendo, Jnum dijo Geb. De verdad piensas que

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    si vences al chico de los ojos de colores acabaremos con los diosesde la Tierra?

    S, est muy claro que s. Escchame bien. El chico posee laenerga de los dioses en su interior y una comunicacin constantecon ellos, como un conducto permanente unido a ellos. Si nuestroasesino consigue enrentarse a l y abrir un canal de extraccin deenerga, que puede vaciarle totalmente e incluso eliminar la energade los dioses de la Tierra durante el mismo proceso.

    Vaya! Es genial! Sin duda, lo es el semblante de Sejmethaba cambiado radicalmente con la idea de Jnum.

    Pero deberemos tener el control total sobre ese asesino de

    dioses contest de orma radical Keket.Los tres miraron ahora a Geb, esperando alguna armacin ne-

    gativa; como siempre.Bueno, un control total sobre ese asesino ser muy cil de

    obtener, y cuando pareca que por n rompera con su habitualproceder dijo: pero no tenemos ni idea dnde est el chico de losojos bicolor, Dorian creo que se llamaba.

    Keket y Sejmet se sonrieron ante la rase nal de Geb, cada unoaportaba su orma de ser.

    Bueno la ltima vez explic Sejmet se le vio en Atenasexplicando a sus homnimos humanos un plan para acabar con no-sotros. Se ve que ha comenzado una guerra religiosa contra noso-tros y ahora busca adeptos a su causa. Segn tengo entendido las l-timas noticias le sitan en algn punto perdido en pleno mar Egeo.

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    Captulo III

    Aire

    Isla de Quos en el Mar Egeo, primavera del 723 a.C.

    La isla de Quos era el reugio secreto de los piratas phiniki. Ningncomerciante se acercaba por all pues los propios piratas haban ex-tendido una leyenda negra sobre el lugar. Dioses malignos, animalesdemonacos y dems leyendas circulaban acerca de los peligros deacercarse a la isla maldita. De este modo los piratas podan dedicar-se a sus negocios de manera ms tranquila y segura.

    Era solo un pedazo de tierra emergido de las aguas y rodeado por

    estas pero lo sucientemente grande para acoger, sucientemente, auna pequea polis como las de tierra rme. El clima, clido y agra-dable, avoreca la vida humana; viedos, higueras y olivares en es-tado salvaje esperaban para ser domesticados.

    Un pequeo poblado y una vetusta pero slida ortaleza, junto aun imprescindible puerto martimo, eran los nicos testimonios dela presencia del hombre en la isla. El poblado, de reducidas dimen-

    siones, albergaba al grueso de los piratas phiniki y los servicios ne-cesarios para ese grupo humano: prostbulos, tabernas y tiendas dealimentos o armas. La ortaleza constitua el palacete del cabecillade los piratas; una construccin rectangular y de aspecto compactoy duro, rodeado de una gruesa muralla de ciclpeas piedras, serva ala vez como reugio de los piratas en caso de un ataque.

    La puerta se hallaba vigilada por dos guardias, mal vestidos pero

    bien equipados de armamento.Dieron el alto al nuevo visitante.El encapuchado se detuvo y su voz, desde el interior de aquella

    inescrutable oscuridad, reson grave e impersonal.Vengo a comerciar con vuestro jee, anunciadme a l.

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    A los dos vigilantes se les eriz el pelo ante aquella voz y aquellaimagen. Una persuasin ms all de lo humano les conmin a hacerlo solicitado por el recin llegado. Uno de los piratas le hizo un gestoinvitndole a acompaarle; ambos se perdieron por el interior de la

    ortaleza.En el saln principal de la ortaleza Siqueo actuaba con la auto-

    ridad de un verdadero rey oriental; sentado en su silln, a modo detrono, negociaba, ejecutaba o disrutaba de los placeres de la vida.Siqueo se convirti unos aos atrs en jee de los piratas de Quoscuando asesin a su predecesor; as uncionaba la sucesin, hastaque el propio Siqueo muriese o uese asesinado, sera el cabecilla de

    los proscritos. Era un hombre de treinta y cuatro aos de piel muyoscura y con el pelo muy rizado y mal peinado. Su estatura mediacontrastaba con su gran corpulencia; casi pareca ms largo su pe-cho que toda su propia talla de la cabeza a los pies.

    Delante de l apareci uno de los vigilantes de la puerta juntoa un extranjero oculto bajo una gruesa y oscura capucha. El salnestaba repleto de sus esbirros, no poda temer por su propia segu-

    ridad.Siqueo, seor, el extranjero desea comerciar con su excelencia

    anunci el vigilante.Y cmo se llama este individuo?El vigilante arque las cejas ante el desconocimiento de aquel

    dato, mir al encapuchado.Este avanz dos pasos y se puso delante del secuaz.

    Me llamo Dorian, soy heleno al tiempo que echaba su ca-pucha hacia atrs y mostraba su rostro a Siqueo y vengo a hablarde negocios contigo, honorable Siqueo.

    El cabecilla de los piratas se asombr al ver a aquel hombre:era alto y bien proporcionado, su rostro mostraba una elegancia ydignidad que ninguno de sus propios hombres, o el propio Siqueo,tendra jams; su barba, muy bien recortada y limpia, le conera un

    aspecto noble y distinguido . Pero lo ms destacado era el color yla orma de sus cabellos: un peinado rarsimo, segn el propio pen-samiento de Siqueo, junto a un color amarillo pajizo.Aquel, pensSiqueo, era un ser extrasimo.

    Y qu negocios pretendes hacer conmigo? Tienes algo que

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    pueda interesarme? respondi Siqueo con tono rme y decidido.Tienes un prisionero que me interesa, quiero negociar por l.No era habitual hacer un trato con uno de los presos all mismo,

    en la ortaleza, pues esos negocios se hacan a travs de los mensajesenviados por los propios piratas a los parientes o gente interesadaen pagar por el rescate del retenido. Pero Siqueo no dira que no aun buen negocio.

    Y cul es el prisionero que te ha movido hasta llegar hastam?

    Un hombre que se hace llamar Homero, un escritor de histo-rias.

    La mirada de Siqueo se ilumin; recordaba bien al prisionero.Lo haban capturado en un saqueo eectuado por l mismo cercade la costa helena y Siqueo estuvo a punto de matarlo en aquel mis-mo lugar; era un prisionero pobre y sin ningn amiliar con ganasde pagar por l. Solo el hecho de ser un hombre que supiese leer yescribir en varias de las lenguas del mar Egeo y el gran Mar le salvde ser asesinato.

    Ahora podra sacar algo de oro por aquel desgraciado.Es un prisionero muy valioso para m, debers pagarme su

    propio peso en oro.Antes de negociar por la vida de Homero quiero estar seguro

    que est vivo. No hablar de precio sin saber su estado de salud.Siqueo comprendi las razones del heleno e hizo traer al prisionero.

    Unos minutos despus dos guardias acompaaban a empujones

    a un hombre algo mayor y sucio. Su cabello espeso y blanco, junto aunos ojillos diminutos pero muy inteligentes, conrmaron la iden-tidad de Homero.

    Las osas nasales de Dorian aspiraron el olor humano del prisio-nero y memorizaron su particular ragancia.

    Siqueo habl, impaciente.Bien, hablemos del oro.

    Siqueo esperaba comenzar un regateo por Homero; si poda re-cibir una cuarta parte del peso del prisionero en oro habra hechoun excelente negocio.

    No tengo oro para pagarte.

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    El silencio se adue de la sala; todos los secuaces de Siqueoesperaban, expectantes, la respuesta de su jee.

    Con qu pretendes pagarme? Sin oro, no hay trato.Es tu propia vida, Siqueo, la que est en juego. Tu vida a cam-

    bio de la de Homero. Es un trato justo.Todos los esbirros de Siqueo sacaron sus armas de sus undas

    esperando la seal de su jee para matar a aquel desconsiderado he-leno.

    No tienes oro para comerciar! Te crees que somos idiotas, oqu? Qu poda esperarse de un heleno? Todos sois unos estaado-res. Lrgate de mi isla inmediatamente! el pirata estaba enadado

    de verdad.Dorian abandon la sala. Al salir le dirigi una leve sonrisa a Ho-

    mero.Estaba seguro que los piratas de Siqueo intentaran matarle an-

    tes de salir de la isla; pero l no tena intencin de que ocurrieseninguna de ambas cosas: ni morir, ni salir de la isla, al menos por elmomento.

    En el exterior de la ortaleza siete esbirros de Siqueo intentaronmatarle. La lucha dur poco, muy poco. Los siete cayeron, incons-cientes, como moscas ante la velocidad de los golpes de Dorian. Sealej y se escondi hasta la salida de la noche.

    Con el sol escondido, Dorian sali de su propio escondrijo. Enpocos minutos lleg hasta la base de la muralla oeste de la ortaleza.All, sin ser visto por los vigilantes de Siqueo, aspir proundamente

    por la nariz en busca del olor de Homero.Uno de los antiguos poderes de los ancestros de los lobos, el ol-

    ato, le dijo con total exactitud dnde se encontraba el viejo escritor.Tambin, junto al olor, con el odo pudo determinar cul sera el

    mejor sitio para ganar la muralla evitando a los vigilantes: una zonajusto en la muralla sur. Haca all se dirigi; lanz una cuerda conun gancho en un extremo y escal la pared sin mayores dicultades.

    Una vez arriba se percat de la exactitud de sus clculos; ese tramode muralla estaba vaco de vigilantes. Descendi por el otro lado dela muralla sin hacer el menor ruido: ya estaba dentro del recinto.

    Eludiendo vigilantes con su proverbial sigilo canino lleg hasta

  • 8/2/2019 ter, (Saga roas hijo de los dioses) / Nowevolution

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    la zona de las celdas. All se vera obligado a hacer ms ruido. Muchoms ruido.

    En la entrada dej uera de combate a los tres guardias y pene-tr hasta el corredor de las celdas; all los prisioneros aguardabansu destino. De las doce celdas, solo dos estaban ocupadas; todastenan, mirando al pasillo, unos gruesos barrotes que servan paraimpedir la uga de los all connados.

    Localiz enseguida su destino: Homero. El hombre dorma pro-undamente; solo se despert al or agonizar los dos barrotes queDorian dobl.

    Vmonos de aqu! susurr el joven heleno.

    Quin eres t? Y qu pretendes de m? pregunt Home-ro, tambin en voz baja.

    Lo hablamos en la salida. De momento quiero rescatarte.Comenzaron a salir por el pasillo cuando una voz le trajo recuer-

    dos de otras pocas, de otros lugares, de otros amigos.Myles? Eres t?Dorian se gir para buscar el origen de aquella voz tan amiliar.

    Un hombre algo mayor que l mismo era el prisionero en la otracelda. Se trataba de un individuo alto y hercleo; aunque ahora es-taba todo sucio y sus ropas, deshilachadas, le daban un aspecto mi-serable.

    Talos? la voz de Dorian, clara y uerte, se olvid del sigiloante la monumental sorpresa.

    Por todos los dioses! Chico, vaya cambio! Qu pelo es ese?

    Dorian sonri por lo bajo; esa haba sido la principal virtud deTalos en el pasado: hacerle sonrer. Sin perder un segundo ms libe-r a su antiguo amigo del mismo modo que hizo con Homero. Unabrazo sincero y corto les acerc la memoria hasta los aos de suscompeticiones en Olimpia.

    Sin demorarse ms se encaminaron con paso decidido hasta lasalida. Al llegar donde yacan los tres guardias Talos cogi una de las

    espadas cortas de uno de ellos.Homero reclam la atencin de Dorian.No me ir sin mis libros, muchacho.Qu libros? pregunt Dorian con el ceo runcido.

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    He de recuperar mis libros, no puedo irme sin ellos; son eltrabajo de toda mi vida.

    Y dnde estn esos libros?Me los arrebat Siqueo. Le dije que eran una posesin valio-

    sa, ms que mi vida, y los tendr a buen recaudo; el muy idiota notiene ni idea de su verdadero signicado. Tal vez los guard en sushabitaciones privadas. Dorian mostr cierto malestar en su rostro.

    Pretenda rescatar a Homero con la mayor rapidez posible y sinmatar a un solo ser humano. Ahora eso sera imposible. Un grito dealarma del exterior les puso en tensin: haban sido descubiertos.

    Al salir, el patio comenz a poblarse de piratas armados hasta los

    dientes.Qudate tras nosotros y no luches. Te necesito con vida or-

    den Dorian a Homero.No te preocupes, no tengo ninguna intencin de morir

    contest en tono irnico Homero.Dorian, con las manos desnudas, y Talos con la espada corta ro-

    bada se enrentaron a los piratas de Siqueo.

    Talos, todo uerza, basaba sus ataques en golpes denitivos.Dorian, por su parte, procuraba no matar a ningn rival: sus gol-pes causaban contusiones e inconsciencia, y as los dejaba uera decombate.

    En poco rato el patio se llen de cuerpos tendidos de piratas.Los tres salieron por la puerta de la muralla, los guardias que la

    custodiaban haban participado en la lucha y ahora la salida estaba

    libre y despejada.Te repito, muchacho, que no me ir sin mis libros conmin

    Homero a Dorian.Este contest.Vosotros iris en esa direccin seal el noroeste hasta

    una pequea cala donde tengo un bote. Aguardadme all. Ir a bus-car tus libros. Cmo los reconocer?

    No creo que ese pirata tenga una gran biblioteca en su palace-te, pero son los hechos de lo sucedido en Ilin en tiempos de Aqui-les y las aventuras de Odiseo; son dos libros, pero muy valiosos param. Sabrs distinguirlos?

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    S, no hay problema. Esperadme en la cala que os he dicho.Cuando Homero y Talos se hubieron marchado, Dorian regres

    a la ortaleza. Al llegar al patio aspir en busca del olor de Siqueo. Elaroma principal estaba en una habitacin en el segundo piso de laprincipal construccin. Un ventanuco en el exterior le indic cualesseran los aposentos del jee pirata.

    Sin la cuerda que le sirvi para entrar y viendo los mal encajadosbloques de piedra del edicio decidi escalar la muralla a pelo, sinningn otro sostn.

    Sus manos y pies parecan dotados de una especial imantacinpues se pegaban a la piedra de una manera prodigiosa. Con una a-

    cilidad pasmosa lleg hasta la altura del ventanuco.Penetr violentamente desgarrando la cortina que cubra la pe-

    quea ventana.La habitacin, cuadrada, era el aposento principal de Siqueo.

    Estaba acondicionada para dormir y poder tratar asuntos menores;contaba con una cama y una mesa grande.

    Tras la mesa Siqueo y uno de sus lugartenientes se sorprendie-

    ron al ver aparecer por la ventana al joven del cabello pajizo.Maldito seas! Deb imaginar que eras t. No escapars de

    aqu con vida! jur Siqueo.Dorian no contest. Con las manos desnudas se enrent a Si-

    queo y a su sicario. En primer lugar atac el subordinado del jeepirata. Este intent alcanzar a Dorian en el costado derecho con ungran espadn curvado, pero el heleno esquiv el ataque y respondi

    con un suave golpe en la sien izquierda de su atacante quien cayconmocionado al suelo.

    Qu eres t? la pregunta de Siqueo son atemorizada ycatica. Sostena en sus manos una lanza, pero esta temblaba bajosu pulso.

    La peor pesadilla de tus sueos. Quiero los libros de Homero;dmelos y me ir sin cobrarme tu vida.

    El temblor en la lanza de Siqueo afoj ligeramente al igual quela tensin de su cuerpo.

    Estn dentro del bal a tu espalda el cabecilla pirata se re-era a un enorme bal situado junto al ventanuco por donde haba

  • 8/2/2019 ter, (Saga roas hijo de los dioses) / Nowevolution

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    entrado Dorian. Una sonrisa se dibuj en el interior del heleno; Si-queo quera tenderle una trampa, no haba duda.

    Olate, buscando la esencia de Homero. Percibi el aroma bus-cado bajo la cama del pirata, aunque la sensacin era muy tenue.Dorian no tuvo dudas sobre su origen.

    No se anduvo con contemplaciones; con un uerte puetazo enpleno rostro dej sin sentido a Siqueo, este cay como un saco pe-sado.

    Dorian rebusc bajo la cama y all, eectivamente, encontr loslibros de Homero. Eran unas hojas de papiro cosidas entre s y pro-tegidas por unas cubiertas de piel recia y curtida.

    Se los guard en el interior de su tnica y sali corriendo por lapuerta de entrada, escaleras abajo.

    No encontr resistencia alguna por el camino. En pocos minutosencontr a Homero y a Talos en la cala junto al bote; un esquieequipado con una pequea vela. Ideal para trayectos cortos y parapoca gente a bordo.

    Dorian entreg los libros a Homero; este le agradeci con gran

    emocin el rescate. Y los mir como quien recupera su posesinms valiosa tras estar convencido de su prdida denitiva.

    Los tres se montaron en la embarcacin y se alejaron en direc-cin a tierra rme guiados por las estrellas.

    Cuando el rumbo estuvo asegurado Talos y Dorian se cogieronde nuevo de las muecas como signo de amistad.

    Gracias, amigo, por el rescate! Has sido toda una bendicin

    para m. Pero tendrs que contarme cmo has conseguido ese as-pecto y cmo lo haces para moverte de ese modo. Antes eras velozcorriendo pero ahora no puedo ni verte cuando luchas.

    Dorian sonri.Me han ocurrido muchas cosas, Talos. Ya no soy el de antes.

    Pero, qu hacas aqu preso?Te lo puedes imaginar; en uno de mis viajes de comercio en

    un navo de mi padre ui atacado y capturado por los esbirros deese malnacido de Siqueo. Toda mi tripulacin ue asesinada; soloyo, por el hecho de poder obtener un rescate por mi vida, consegusobrevivir. Suerte de tu llegada, Myles.

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    No, ahora no soy Myles. Aquel muri en la isla de los sculos:ahora soy Dorian. Dime, Talos te casaste?

    S su semblante se ensombreci, pero mi esposa y mihijo ueron asesinados por estos malditos piratas.

    Lo lamento, amigo mo. La prdida de un ser querido es durade digerir y t has perdido a los dos a la vez. Ten e en los dioses.

    Talos miraba a Dorian. Su amigo haba cambiado muchsimo.Haban pasado cinco aos desde la ltima vez que se vieron, allen Olimpia, pero era evidente la prounda transormacin de aquelchico tan dulce que se gan a todo el pblico en el santuario olm-pico. Ya no era solo su cabello, ese horrible tono amarillento, sino su

    cuerpo e incluso su cara. Su tronco se haba musculado notable-mente, dejando atrs aquella esbeltez suya tan caracterstica. Y surostro pareca haber sido recortado con las hbiles manos de un es-cultor: sus contornos ormaban ngulos muy duros y pronunciados.Sus ojos, eso s, conservaban esa esencia tan tpica del joven Myles:claridad y limpieza.

    Y t? Qu te ha ocurrido? De dnde has sacado ese pelo?

    Dorian sonri levemente y mir al suelo de la embarcacin.Es una historia muy larga, Talos, muy larga.Tenemos casi dos horas hasta la costa ms prxima, tienes

    tiempo de explicrnoslo todo.Homero, sin decir nada, escuchaba lleno de curiosidad las pala-

    bras de aquellos dos amigos.Dorian comenz explicando su boda, la colonizacin en la isla

    de los sculos, el nacimiento de Agneta y el ataque de los Hijos delos Dioses. Despus relat su viaje por el Metamundo y la conr-macin de su propia identidad; una mezcla de la diosa Althea y elmismo Dorian, adems de ser el hijo de Zeus.

    Estos das pasados he hablado en las distintas polis del conti-nente sobre nuestro deber sagrado con nuestros dioses. Debemosreunir aliados para lo que se nos avecina. En la ltima comunin

    con mi padre Zeus Dorian pronunci esas palabras como lo ha-bra hecho de haber hablado de Tbalt o Giles, los padres terrenalesque haba tenido me comunic los pormenores de mis siguientesmisiones.

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    Debo reunir los cinco estados de la materia; solo entonces po-dr lanzarme al ataque de los Hijos de los Dioses y sus alsas di-vinidades. El primero de estos estados de la materia, el aire, esten oriente, en la tierra de los asirios. El llamado rbol de la Vidaes su protector. Padre me dijo que un escritor prisionero en Quos,llamado Homero, podra ayudarme a llegar hasta los asirios y hallarese rbol.

    La mirada de Dorian se dirigi hacia Homero.Aquel hombrecillo sonri y su rostro adquiri la nobleza de la

    sabidura.Me alegro de poder ayudarte, divino Dorian. Ser un abso-

    luto placer acompaarte en tus viajes. Podr escribir de mi propiaexperiencia tus aventuras; esto superar en mucho las epopeyas deAquiles y Odiseo, no te quepa la menor duda.

    Solo para la bsqueda del aire, sabio anciano. Despus noquiero exponer tu vida a los distintos peligros que nos vayamos aencontrar. Puedes ayudarme?

    Por supuesto que s; conozco a Sargn, el rey de los asirios. Es

    un hombre cruel y dspota pero respeta mi trabajo pues le escriben su lengua una historia sobre las aventuras pasadas de un hroelegendario para su pueblo, Gilgamesh. Nos recibir sin ningn pro-blema.

    Bien. Gracias por tu ayuda, Homero.No me des las gracias, t has salvado mi vida. Es lo menos

    que puedo hacer por ti. Pero hay un allo en tu explicacin anterior.

    Has nombrado, como misiones dictadas por Zeus, la bsqueda delos cinco estados de la materia; son cuatro los estados de la materia:aire, agua, uego y tierra.

    No hay ninguno ms.S, hay un quinto. Padre lo llam el ter y parece estar con-

    centrado en una sola persona o una sola divinidad en toda la Tierra;cuando llegue el momento descubriremos de qu se trata.

    ter, eh? Hum! Homero se acarici su escasa barba blan-ca, en un gesto parecido al de Libn, el maestro de Dorian en losjuegos de Olimpia. Le una vez un tratado de sica de una culturamuy lejana, ms all de Oriente, donde se deca que el ter era el aire

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    respirado por los dioses. En ese tratado lo ormulaban como unaenerga muy potente y duradera, ms all incluso del uego.

    Al amanecer llegaron a tierra rme. Bajaron del bote y continua-ron su trayecto a pie.

    Talos, amigo, te veo muy callado. Ests bien?El hercleo heleno le mir de reojo.Voy a renovar un juramento que te hice en Olimpia; all no me

    dejaste cumplirlo. Ahora ni Zeus podr obligarme a quebrantar elcumplimiento del mismo.

    Hinc una rodilla en el suelo delante de Dorian y mirndole a los

    ojos habl con gran solemnidad.Yo, Talos de Calcis, me convierto en tu sirviente y protector.

    Ligo mi vida a la tuya y que solo mi muerte pueda romper este ju-ramento.

    Dorian cogi la diestra de su amigo y lo levant. Le bes en am-bas mejillas.

    Acepto tu juramento, Talos de Calcis. Me ir bien un luchador

    como t a mi lado. Pero no me gusta tenerte como sirviente, sinocomo aliado y amigo.

    Ambos se abrazaron de nuevo.Esto mejora a cada minuto que pasa Homero habl con

    entusiasmo con su ahogada voz. Nadie va a creer estos hechoscomo ciertos, son demasiado divinos.

    Babilonia, primavera del 723 a.C.

    Dorian, Talos y Homero llegaron a orillas del ro urates enbusca de Babilonia. La ciudad se alz a sus ojos; an estaba a unashoras de camino pero se divisaba a la pereccin.

    Una enorme explanada, con uno de los afuentes del ro en su

    centro, acoga la mtica ciudad. A la derecha del ro la arena del de-sierto era un reno a la vegetacin. En cambio a la izquierda el aguade origen fuvial mantena un paisaje verde y ms apto para la vidahumana. Las murallas de Babilonia se erigan orgullosas de su pa-sado.

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    Hemos llegado en mal momento explic Homero.Sus pequeos ojos miraban ms all de la urbe, donde una polva-

    reda ascenda como una nube tempestiva.Dorian y Talos dirigieron su vista hacia all. Dos enormes man-

    chas oscuras, separadas entre s, se buscaban.Est a punto de comenzar una batalla. Debemos mantenernos

    lejos y ser prudentes. Los asirios no distinguen entre enemigos oneutrales; quienes se ponen en su camino son aplastados como lashormigas.

    Sargn es el seor de muchos reinos. Con la uerza de las ar-mas todos sus vecinos se han incorporado a sus dominios. Estos ve-

    cinos se rebelan con recuencia contra su seor.Ahora un noble babilonio se ha alzado en armas contra Sargn

    y se ha proclamado soberano de Babilonia; se llama Marduk-apal-idina. Me imagino que debe ser el ejrcito ms cercano a la ciudad.El otro ejrcito es el de asirio. Busquemos un lugar donde podamosver bien la batalla y a la vez mantenernos a salvo. Ser ms prudenteesperar a que termine el conficto y presentarnos despus.

    Y si esto se prolonga demasiado? pregunt Talos.No lo creo. Los asirios son excelentes luchadores; esto acaba-

    r rpido con una nueva victoria de Sargn.Siguiendo el consejo de Homero se situaron en una colina, en un

    punto intermedio entre la ciudad y la batalla a punto de comenzar.El ejrcito de Marduk era casi exclusivo de inantera ligera, con

    algn reuerzo de caballera pesada; pero esta permaneca en la

    reserva. Su nuevo soberano, segn argument Homero, esperaradentro de la ciudad esperando el desarrollo de la batalla.

    Los asirios posean una poderosa inantera pesada y numerososcarros de batalla equipados con lanceros y arqueros. Sargn iba consu ejrcito y luchara al lado de sus hombres, como uno ms de ellos.

    Desde la distancia Dorian contemplaba aquel terrible choqueblico. Los hombres se mataban para conseguir tierras, botn, reco-

    nocimiento. Ese pareca ser el destino de los seres humanos, matar-se unos a otros sin remedio. La propia naturaleza de Dorian le impe-da matar seres humanos, aunque estos uesen enemigos. Desde lasalida del Metamundo no haba segado una sola vida; apartaba a los

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    Eso, y el hecho de que te conoce, no? pregunt TalosS, nos conocemos bastante bien.

    Al oscurecer la luna mostr todo su esplendor en una preciosa

    noche de plenilunio; ninguna nube impeda el brillo de las estrellas.Dorian hizo la segunda guardia; l dorma muy poco. Desde su

    transormacin sus hbitos humanos haban cambiado mucho; co-ma menos que antes y dorma solo unas pocas horas. Todava aspor la maana se senta resco y descansado. La luna, sobre todoen su ase de mximo esplendor, le llenaba de energa; el poder deAlthea era un benecio constante.

    A pesar de poseer una parte divina, Dorian era medio humano;esa humanidad, dicil de dominar, a veces le jugaba malas pasadas.En el Metamundo aprendi a controlar los impulsos ms primiti-vos y mantena ese autocontrol con una rrea disciplina. Pero habasensaciones que vivan ms all de cualquier parte consciente.

    Esa noche la imagen de una nia con un grave deecto en losojos acudi a su mente sin previo aviso. Los ojos, sin iris y con la

    esclertica de cada ojo totalmente coloreada en azul y color miel, semaniestaron ante l de una orma clara. Como si alargando la manopudiese tocar a aquella nia.

    Dorian supo en seguida la realidad de aquella visin: era solouna imagen del pasado, un sueo pero en la ase de la vigilia. Toda-va senta muy real la presencia de aquella visin.

    Agneta segua viva, le deca su instinto.

    A pesar de ello su padre, Zeus, en el Metamundo le asegur locontrario: la nia haba muerto.Su mente estaba conundida; pues aquello era lo nico que al-

    teraba su psique. Y no era la primera vez que aquel pensamientoanidaba en el lugar ms recndito de su mente. Era una visin ya re-petida en las ases ms activas del plenilunio. La mxima extensindel disco lunar incrementaba la uerza de sus lamentos energticos

    y sus poderes mentales obtenan un verdadero estn.Pero tena un lmite. No poda contactar con la mente de Agneta.Solo era una visin; como un espritu. Pero no conoca la manera decomunicarse con ella.

    Eso si an viva.

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    Aquello le angustiaba proundamente.Si era cierto que Agneta haba muerto, qu signifcado tenan aque-

    llas visiones? Restos de su humanidad? Indicios de un comienzo delocura o descontrol?

    Y si Agneta segua viva? Por qu le habra engaado Zeus? Eranacaso tan retorcidos los pensamientos de su padre celestial? En el casode ser as Por qu tena que continuar con la misin de liderar la luchacontra los Dioses de la Atlntida?

    En cualquier caso, pens, tengo que hallar la solucin a todo esto.No es bueno para m tener esos pensamientos sin control.

    Saba que el xito de su empresa vena determinado por sus po-

    deres originarios de su naturaleza divina. Una alta de orden podracausar un desequilibrio con eectos muy negativos para su autocon-trol.

    Agneta, ests viva, hija ma?

    A la maana siguiente, recin salido el sol, los tres viajeros llega-ron hasta las puertas de las murallas de Babilonia.

    De lejos la ciudad apareca con una imponente majestuosidad.En cambio, de cerca, se poda intuir cmo el dominio reciente de losasirios haba envejecido notablemente la antao esplndida urbe.La piedra de las murallas necesitaba unas urgentes reparaciones enalgunos tramos y la madera de la puerta de entrada presentaba unestado lamentable.

    El acceso era libre, solo unos guardas asirios vigilaban la entrada.

    Los tres pudieron acceder sin ninguna dicultad al interior de laciudad.

    Qu te pasa, Dorian? pregunt Talos; que ya se habaacostumbrado a llamar a su amigo por su actual nombre. Vea en suamigo una cierta incomodidad en su semblante.

    No s, me siento extrao. Debe ser este lugar. Aqu hayalgo raro.

    Babilonia signica Puerta del Dios en un idioma nativo anti-guo le coment Homero. Puede que tu naturaleza divina sien-ta algo al respecto.

    Dorian estuvo un momento en silencio. Despus habl.

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    S, es la antigua esencia de un dios. Del dios de esta ciudad.Fue destruido hace unos aos, pero an noto su presencia aqu.

    Tras cruzar la puerta una larga calle conguraba la llamada Callede la Procesin; el centro neurlgico de la ciudad. Dos edicios des-tacaban all: el Palacio Real, situado a la derecha de los tres nuevosvisitantes, y el Zigurat, la torre escalonada, ms al ondo en direc-cin sur.

    Homero dedujo que Sargn estara en el palacio.El edicio, de orma cuadrangular, pareca una ortaleza dentro

    de las propias murallas. Sus pocas ventanas le coneran un aspectolgubre y misterioso.

    Un uerte contingente de guardias los detuvo en las puertas delcerrado edicio.

    Homero se present y pidi ser recibido por Sargn en audiencia.Uno de los ociales junto a dos guardias ms les acompa hastadonde estaba el monarca asirio. Dejaron el palacio atrs y llegaronhasta los Jardines Colgantes.

    Los tres recin llegados haban odo hablar mucho de los Jardi-

    nes Colgantes de Babilonia. Pero verlos no disminuy su admira-cin por esta maravilla.

    En el lado ms occidental, junto al ro urates, se eriga un edi-cio ormado por innumerables terrazas escalonadas. Cada terrazacontaba con sus propias especies vegetales; el agua del ro, con uningenioso sistema de riego, haca subir el agua hasta un gran depsi-to en la parte superior. Desde all el agua iba cayendo en un millar de

    cascadas en miniatura. El verdor era insuperable; y ms en contrastecon la tierra reseca o la arena tan cercana del desierto.

    Dorian pens que aquel sera un lugar excelente para escondersedel mundo y retirarse a meditar. La paz all destilada solo se rompapor el armamento de los nuevos inquilinos: los asirios.

    Sargn estaba en un recodo, en la ms baja de las terrazas, juntoal ro. Dorian observ al monarca asirio de cerca.

    Era un hombre casi tan alto como l mismo. Luca una oscuray larga barba rizada y adornaba su cabeza con un casco de ormatronco-cnica. Iba vestido a la moda asiria, con una tnica hasta lospies. Sus hombros, descubiertos, mostraban la ortaleza sica que

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    el monarca deseaba lucir. Era de acciones oscuras, como todos losde su raza.

    Dorian y Talos se mantuvieron a distancia mientras Homero ha-blaba con l. El escritor se arrodill, como marcaba el ceremonialimpuesto por el propio rey asirio.

    Unos minutos despus uno de los soldados de la guardia asiriaue a buscar a Dorian.

    Mi rey exige tu presencia, heleno.Dorian sigui al soldado hasta situarse rente a Sargn; pero no

    se arrodill ante el asirio.Sargn mir a aquel joven con curiosidad.

    Saludos, heleno. Homero me comenta que eres algo as comoel hijo de un dios. Es cierto eso? la pregunta pareca hecha concierto aire de moa.

    Todos somos hijos de los dioses. Solo el modo en que les ser-vimos nos distingue ante ellos.

    Nos distinguimos de nuestros semejantes por la orma en quetratamos a nuestros enemigos. Dime, heleno quines son tus ene-

    migos? las preguntas de Sargn, parecan las un brbaro, aunqueDorian las tild como las de un dirigente duro pero inteligente. Leestaba poniendo a prueba.

    Mis enemigos son aquellos que han extorsionado a mi puebloy que pronto intentarn hacer lo mismo con el tuyo. Seres a lomosde corceles con alas, poderosos y despiadados.

    Pretendes decirme que ellos pueden derrotarme?

    No te digo nada; solo respondo a tus preguntas. No domino elmundo de las armas como t.

    Solo hablo por lo que han visto mis ojos.Vas desarmado. Nunca vi un hombre caminar desarmado.

    Acaso pretendes burlarte de la gente?Como te he dicho, rey Sargn, no domino el mundo de las

    armas y no pretendo hacer dao a nadie. No es el hecho de no llevar

    armas lo me impide causar dao a mis semejantes: mi naturaleza nome permite matar seres humanos.

    Sargn pareca convencido positivamente con las respuestas deDorian.

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    Me comenta Homero, nuestro amigo comn, que necesitasver el rbol de la Vida.

    S, rey Sargn. Mis dioses necesitan la comunin con los tu-yos para optar a la victoria en la gran batalla que se nos avecina.Solo con los dioses como aliados podremos, entre todos, vencer anuestros enemigos.

    Me pides ayuda militar o el acceso a nuestro rbol de la Vida?Ser una batalla entre dioses y los seres humanos solo sere-

    mos los peones. No est en nuestra voluntad decidir si luchamos ono; sern los dioses quienes hagan esta eleccin por nosotros.

    Sargn call un momento, mirando con sus ojos oscuros a aquel

    heleno de cabello pajizo.Bien, pareces un hombre capaz de llegar hasta donde te pro-

    pongas, heleno habl por n Sargn. Ahora necesito acabar deadministrar esta provincia. Esprame en Nnive; all hablaremos. Sideseas ver el rbol de la Vida antes tendrs que ganrtelo.

    Sin decir nada ms Dorian, Homero y Talos abandonaron losJardines Colgantes y Babilonia. Nnive, la nueva capital asiria, sera

    su prximo destino.

    Nnive, fnales de la primavera del 723 a.C.

    Aunque Nnive no era la capital de los asirios resultaba ser una ciu-dad enorme, pens Dorian mientras cruzaban las puertas del recinto

    amurallado.La urbe estaba situada en la confuencia de los ros Tigris y

    Khosr y era un punto de paso obligado para todas las caravanas co-merciales que cruzaban el norte del Imperio Asirio. Gracias a su po-sicin central en las rutas entre el Mediterrneo y el ndico, recibigrandes infuencias y riqueza de muchos otros lugares. Esto la hizoconvertirse en una de las ms grandes ciudades de su tiempo.

    El centro poltico y religioso de los asirios era Assur, pero Nnivecompeta con ella en riqueza y mayor potencial de crecimiento. Losltimos gobernantes asirios as lo entendieron y comenzaron a avo-recer un gran desarrollo urbanstico, construyendo nuevos palaciosy magncos templos.

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    Los tres nuevos visitantes llegaron por el sur y penetraron porlas Puertas de Assur; all los guardianes les dieron el alto. Homerohizo su trabajo con gran ecacia pues ueron conducidos enseguidaa unas habitaciones privadas en un edicio cercano al palacio delrey donde esperaran la llegada de Sargn.

    El victorioso rey de los asirios lleg a la ciudad dos das despus,en medio de una gran pompa y un espectacular desle militar porlas principales calles de Nnive. Sin prisioneros, la comitiva llevabalos rutos de su victoria en una larga e interminable caravana decarros; los primeros iban repletos de las cabezas de los vencidos,

    para mayor regocijo de los habitantes de Nnive.En cuanto se hubo instalado en su palacio mand llamar a Do-

    rian, Talos y Homero.Sargn mir con un brillo de proundo inters a Dorian.Todava sigues interesado en nuestro rbol de la Vida, hele-

    no?Dorian respondi con rmeza y resolucin.

    S, necesito hablar con vuestro dios.Sargn se acerc a Dorian y le mir directamente a los ojos.Pues, como te dije, debers ganrtelo.Qu necesitas de m?La cabeza de un hombre. Tremelo y te conducir yo mismo

    hasta el rbol de la Vida.No soy ningn asesino, rey Sargn. No matar a ningn ser

    humano.Bien, pero puedes traerme al hombre con su cabeza an pega-

    da a su cuerpo, con vida, si lo deseas. Yo me encargar de su cabezadespus.

    Viendo que el silencio de Dorian conrmaba su peticin, Sargncontinu con sus explicaciones.

    Yo, Sargn, rey legtimo por designio de Assur, el ms grande

    entre los dioses, solo tengo un enemigo. l se llama Kingu al pro-nunciar el nombre de su rival el tono de voz de Sargn mostr unproundo rencor intenta proclamarse heredero de los antiguosantepasados reales. Yo, solo yo soy el legtimo rey!

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    Por qu repite dos veces que es un rey legtimo? Tal vez porque nolo es realmente?

    Debes traerme a Kingu para exterminar esa plaga contra milegtimo cargo. Y lo ms importante; rescatar a mi hijo el prncipeSenaquerib con vida. l es el encargado de continuar con nuestralegtima dinasta y ha sido secuestrado por esa alimaa.

    Y dnde puedo encontrar a tu enemigo?Vive en una cueva a dos jornadas de aqu.Y por qu me necesitas a m? Sabes dnde se encuentra tu

    enemigo y tus uerzas son imposibles de derrotar.Bueno, no es tan sencillo como parece. Es un hechicero loco

    que vive rodeado de unos leones gigantes, imposibles de vencer porun ser humano, aunque este ser humano est bendecido con la glo-ria de ser rey. Son bestias imposibles de matar; lo hemos intentadovarias veces sin xito. Tal vez t puedas tener xito donde otros hanmuerto.

    Dorian vio por dnde iban los deseos del rey asirio; luchas dins-ticas, pens.

    Acepto el encargo. Volver con tu hijo con vida y con Kinguprisionero para ti.

    Dos das despus la entrada de la cueva apareci ante los ojos deDorian.

    Homero y Talos se haban quedado en Nnive; el roas no permi-ti a sus dos compaeros de viaje el surimiento y la posible muerte

    ante aquel extrao desao.La boca de la gruta se abra en la ladera de una enorme mole de

    piedra calcrea; pareca una enorme garganta oscura con nimo dealimentarse. Entr en ella sin la menor dilacin.

    La oscuridad le cerr el paso. Sus ojos tardaron un poco en acos-tumbrarse a aquella negrura. Pronto vio que no era tal; una luz muytenue de origen desconocido resbalaba por las hmedas piedras

    como la misma agua.Record los ejercicios all en el Metamundo y repiti la expe-

    riencia.Cerr los ojos y busc energa.

  • 8/2/2019 ter, (Saga roas hijo de los dioses) / Nowevolution

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    Sin su visin humana la caverna se maniest de una orma nti-da; la humedad acumulada en las rocas actuaba como un manto deluz en medio de la oscuridad.

    Avanz, lentamente, pero con seguridad, por una senda en me-dio de las rocas.

    Senta, a travs de la visin del agua, las ormaciones ocasiona-das por el carbonato clcico de origen hdrico. Conos invertidospendan de la parte superior y, algunos, se unan con sus homni-mos del suelo ormando verdaderas columnas. El agua impregnadaen esas ormaciones le daba a Dorian una curiosa visin del interiorde la gruta.

    Cada vez las ormaciones de columnas ueron ms numerosas ylleg un momento que su visin energtica se esum.

    Dorian abri los ojos.Una uerte luz impact en sus ojos obligando a los prpados a

    velar por su proteccin. Poco a poco ue acostumbrndose a lasnuevas condiciones lumnicas.

    Cuando pudo mirar dnde se encontraba, el espectculo le hizo

    abrir la boca de sorpresa.Se hallaba en el interior de una enorme bveda en la parte ms

    prounda de la gruta. Las columnas se multiplicaban como el msrondoso de los bosques y aparecan por doquier. La altura del te-cho era tal que solo tras tocar su occipital con su espalda pudo verdonde nalizaban las columnas ms prximas a l. Aquello era unverdadero santuario. Y un santuario debe tener un dios.

    Un rugido de origen elino atrajo su atencin. El sonido ue uneco rebotado entre aquel bosque de columnas, pero lleg hasta susodos de una orma muy limpia.

    Los leones gigantes explicados por Sargn, ue lo primero quevino a su mente.

    Avanz por una estrecha senda abierta entre las columnas. El ca-minito se abra a medida que penetraba en medio de aquella enor-

    me y natural sala hipstila.Al n lleg hasta el origen del rugido.Una enorme manada de ligres le cerraba el paso.Un ligre era el resultado del cruce entre un len y una tigresa.

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    El animal coga atributos sicos de ambas especies. Patas cortas yrobustas, lneas suaves pero perectamente visibles en su lomo, y elrostro rodeado por una espesa melena en los machos y desprovistade ella en las hembras. Pero lo ms destacable era su tamao: llegan-do a medir ms de cuatro metros en los ejemplares ms grandes delinterior de la caverna. Unas enormes mandbulas le convertan enun depredador muy peligroso.

    Dorian no pudo contar el nmero de ejemplares, pero calculque el nmero de animales superaba la treintena.

    Los ligres le haban visto y algunos comenzaron a levantarse ensu direccin.

    Una voz humana reson en la cueva.Quin eres, intruso?Dorian busc el origen de aquella voz. En una zona a media

    altura, en una de las paredes que cerraban la enorme cpula, unsaliente, a modo de balcn, sostena un ser humano. O eso le pareci.

    Agudiz sus ojos caninos y vio un ser deorme. Iba encorvadocomo consecuencia de una gran joroba en la parte alta de su espalda.

    El brazo derecho era claramente ms corto que el izquierdo. Surostro, monstruoso, presentaba signos de gran deormidad: sus ojossaltones casi tenan los globos oculares en el exterior; su cabezamostraba una alopecia total y una enorme prominencia en huesoparietal completaba su grotesca imagen.

    Busco a Kingu y a Senaquerib, el hijo de Sargn Doriangrit para que desde las alturas se oyese bien su voz. Mientras los

    ligres continuaban acercndose.Una risa de imposible origen humano reson por toda la cpula

    cavernosa.No te he preguntado que buscas, sino quin eres. Me gusta

    saber a quienes se van a comer mis animalitos.Animalitos? As llama a estas bestias?, pens Dorian.Me llamo Dorian y si conoces a Kingu tengo una propuesta

    que hacerle.No necesito nada de ti, extranjero. Y t ests a pocos minutos

    de perder tu vida, aprovecha lo poco que te queda.T no eres Kingu, haz el avor de llamar a tu amo o l mismo

    te castigar por tu insolencia.

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    La voz del ser deorme adquiri un tono de ira.Yo soy Kingu! Y no necesito nada de ti, nada.Dorian activ el poder de Hera, la persuasin, y lo ocaliz hacia

    Kingu. El enado era el canalizador adecuado para la persuasin.Debes dejarme hablar; despus, si lo deseas, que tus animali-

    tos intenten comerme. Pero escucha mis palabras.Una vez ms, Hera, con su sublime poder emenino, consigui

    su propsito.Est bien, sube hasta esa roca, mis animales te dejarn pasar

    Kingu seal una ormacin rocosa a medio camino entre am-bos. Desde all se oiran mucho mejor sin necesidad de orzar tanto

    las voces.Pero tena que cruzar por el medio de la manada de ligres.Tuvo miedo.Su parte humana estaba salpicada por el terror y solo su parte di-

    vina mantena su apariencia intacta. Aquellos animales posean unaesencia adecuada para inundir terror a los humanos. Una creacinms all de la simple naturaleza.

    Los ligres no se apartaron ni un palmo. Los animales le mirabancon cara de amlicos y alguno de ellos rugi agresivamente al pasarcerca aquel humano.

    Dorian consigui llegar hasta el promontorio rocoso sin ser ata-cado por ninguna bestia. Pero ahora estaba totalmente rodeado deaquellos seres hbridos.

    Kingu no es ningn necio, pens Dorian. Es listo, deber ser pru-

    dente.Habla, extranjero. Has venido a matarme por encargo de Sar-

    gn?No estoy aqu para acabar con tu vida, Kingu. Solo deseo lle-

    varte ante l y que Sargn recupere a su hijo. Por eso estoy aqu.Una carcajada metlica hizo eco entre las columnas clcicas.Y por qu piensas que voy a dejarme? Eres un imbcil con-

    tinu con su risa.Porque en el ondo no deseas estar aqu. Este no es tu sitio.La carcajada se detuvo al instante. Kingu le miraba con sus pecu-

    liares ojos, jamente.

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    Qu sabes t, extranjero! Nada! No sabes nada de nada!T eres el legtimo rey de los asirios, Sargn te expuls.La sorpresa impregn el rostro de Kingu.Es una trampa para matarme! Mis animalitos van a acabar

    contigo. Ests muerto!No te miento, Kingu. Puedo darte una oportunidad para lu-

    char por lo que te pertenece por derecho de nacimiento. Pero debe-rs entregarte. Y darme al hijo de Sargn.

    Cllate, malnacido! Qu sabes t? Si Sargn me tuviese ensus manos me cortara la cabeza antes de poder contar hasta tresy dirigindose hasta los ligres pronunci un sonido proundo y

    gutural. Ahora morirs.Los ligres reaccionaron ante aquel sonido de Kingu; como im-

    pulsados con un resorte se pusieron en movimiento.Dorian no se qued quieto. Desde aquella posicin era vulne-

    rable, pues estaba totalmente rodeado. Necesitaba tener la espaldacubierta.

    De un uerte salto, como si uese un saltamontes, aterriz en uno

    de los laterales de la enorme cpula. A su espalda, una espesa co-lumnata le protega la retaguardia.

    El primero de aquellos ligres estaba muy cerca.Y solo atac el primero de los animales; un enorme macho, con

    una hermosa melena. El resto rodearon a los dos oponentes en es-pera del desenlace. Dorian, sin armas, no tena intencin de matara un ninguno de aquellos animales. El ligre atac sin piedad. Sus

    enormes patas delanteras, con unas garras aladas, eran semejantesa dos mazas. El animal se lanz a por el humano.

    Dorian intent esquivarlo, pero el ligre era tan rpido comol mismo y no cay en la treta. Impact de lleno en los brazos deDorian; este solo poda oponer sus extremidades superiores anteaquel ormidable adversario.

    El ligre con sus colmillos babeantes intentaba morderle en la

    cabeza y el cuello. Dorian, con un uerte movimiento, se desplaza un lado y el ligre cay al suelo, de espaldas. De un salto el helenoatac al elino a base de puetazos y golpes.

    Un zarpazo del ligre alcanz la espalda de Dorian.

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    Este lanz un grito de dolor y cuatro lneas color carmes empa-paron su tnica blanca. Se apart del animal de un uerte salto.

    Animal y hombre compartan la misma velocidad, pero el elinotena mucha ms uerza, pesaba ms y posea unas ormidablesarmas en sus zarpas y en su boca. Dorian pens que luchando notena posibilidad alguna de derrotarlo y otros treinta aguardabansu turno tras el primero!

    Cerr los ojos y contempl la carga energtica del animal. Erablanca, como cualquier ser vivo, pero vio unas tenues lneas azulesall donde estaba la cabeza de aquella bestia.

    El color azul signicaba divinidad.Un animal divinizado como yo?Sintiendo cmo el ligre saltaba de nuevo en su bsqueda l le

    esquiv, pero manteniendo su visin energtica. Un nuevo saltodel elino y ambos contendientes se cogieron por las extremidadessuperiores; como dos danzantes.

    Dorian continuaba con los ojos cerrados. Intentaba dirigir unoslamentos de energa propia hacia la coloracin azul en la cabeza

    del ligre. El animal empujaba con uerza, el humano resista contodas las dicultades del mundo.

    Un lamento de Dorian consigui alcanzar la estela azul.El ligre se calm enseguida.El animal se puso a cuatro patas y agach la cabeza.Dorian aprovech el momento para incrementar los lamentos;

    hasta cuatro hilillos de energa se posaron en la cabeza del elino.

    All Dorian deposit parte de su propia energa creando un vnculodenitivo entre ambos.

    El ligre se sent a sus pies, como el ms manso de los gatitos.Dorian abri los ojos. No tendra suciente energa para domar

    al resto de los animales, tendra que buscar tiempo. Pero al mirar alresto de los ligres vio cmo todos repetan la actitud de mansedum-bre del primero.

    Acarici a este con unas palmadas en la parte superior la cabeza.El animal ronrone con satisaccin y le lami la palma de la mano.

    Dej a los ligres y ascendi hasta la balconada natural donde an-tes haba estado Kingu. Una apertura, como una puerta, conduca

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    pus mis sacerdotes te conducirn hasta el rbol de la Vida.No tan rpido, rey Sargn. Kingu desea hablar delante de toda

    tu corte de nobles. Y tiene que ser escuchado por todos.El rostro de Sargn se contrajo de rabia y enado. Qu preten-

    dan aquellos dos? Restaurar a aquel deorme en el trono de los asirios?No dijo nada pero recul y se sent nuevamente en su trono.

    Dorian entendi que acceda a sus peticiones.A una orden del heleno los ligres ormaron un corredor hasta

    el rey asirio; permitiendo la llegada de Kingu hasta la real personaasiria con total impunidad.

    Kingu habl.

    Yo soy Kingu, hijo de Salmansar, descendiente legtimo de laverdadera dinasta de Assur. Sargn, yo te digo, eres un impostor.Devulveme el trono!

    Una exclamacin de la mayora de nobles reson por toda la sala.Algunos mostraban su incredulidad a las palabras de Kingu. El hijode Salmansar, llamado Kingu, no era deorme y haba muerto, de-can, atacado por una manada de leones gigantes haca unos aos

    atrs.No te reconozco. Eres un ser monstruoso y deorme. Eres un

    demonio que solo busca su propio bien. No corre sangre real portus venas! exclam alto y claro Sargn para que todos los presen-tes en la sala oyeran sus palabras.

    Sin dar tiempo a nada ms Kingu extrajo su cuchillo y atac alrey asirio. Sargn consigui esquivar la primera estocada pero ue

    derribado de su trono. Ambos cayeron rodando por las cuatro esca-leras de ascensin hasta el trono.

    La guardia de Sargn intent acercarse para salvar a su rey. Peroel propio Sargn los contuvo.

    Dejadnos! Lucharemos y que decida la voluntad de los dio-ses. Ellos dictarn sentencia.

    Sargn extrajo su espada y uno de los guardias le entreg la suya

    a Kingu.A una orden de Dorian los leones crearon un perecto crculo

    donde ambos luchadores podran batirse tranquilamente sin sermolestados.

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    Dorian examin a ambos contendientes. Sargn era alto y corpu-lento, bien ormado y con el cuerpo entrenado para luchar. Kingu,en cambio, era una lstima humana; sus deormidades le convertanen un ser derrotado de antemano.

    Y las previsiones se cumplieron. Sargn venci a Kingu con todalimpieza de orma rpida. Un movimiento nal y su espada seccio-n la cabeza de Kingu; esta rod por el Saln de Audiencias. Sargncogi el crneo por los cabellos y lo mostr a sus nobles. Estos reac-cionaron con grandes vtores y aplausos.

    La victoria supuso la rearmacin de Sargn como rey. De ahoraen adelante nadie dudara de su legitimidad como monarca asirio.

    Dorian permiti que Senaquerib y Sargn se undieran en unabrazo guerrero. Nuevos vtores de la nobleza asiria cerraron el acto.

    Mientras caminaba el Zigurat apareci a lo lejos. Era una enormemole articial construida con ladrillos cocidos o secados al sol. Enesencia lo constituan varias terrazas superpuestas rematadas conun templo en su parte superior; ese escalonamiento le conera la

    buscada sensacin de altitud y majestuosidad.La comitiva la encabezaban Dorian y Sargn; el rey asirio haba

    resuelto acompaar al heleno hasta el rbol de la Vida y ser su mxi-mo valedor ante el dios Assur. Detrs de ambos Homero y Talos,simples invitados de piedra en esta historia, junto a Senaquerib y latreintena de ligres que no dejaban a Dorian ni un momento.

    Los asirios salieron a contemplar la curiosa procesin. En poco

    rato las calles se llenaron de espectadores silenciosos; la visin deaquellos gigantescos animales constitua de por s todo un espec-tculo.

    Al llegar ante la mole de ladrillos Dorian observ cmo una largarampa conduca directamente hasta la ltima terraza; all una rampams pequea acilitaba el acceso al templo.

    Todo el squito subi por la larga rampa. Al nal de ella, en la

    ltima terraza, esperaron todos, animales y personas, a excepcinde Dorian y Sargn; ambos subieron hasta el templo.

    All aguardaban tres sacerdotes de Assur. Ellos mantenan el re-cinto sagrado en condiciones y procuraban el agua suciente a su

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