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Las comunidades indígenas de la Nueva España y el movimiento insurgente (1810-1817) Manuel Ferrer Muñoz Instituto de Investigaciones Jurídicas Universidad Nacional Autónoma de México, México D. F. Se analiza el papel desempeñado por las comunidades indígenas de la Nueva España en la critica coyuntura del conflicto insurgente que se desencadenó en 1810. El estudio pro- fundiza en las motivaciones que indujeron a esas comunidades a tomar uno u otro partido de los enfrentados en los campos de batalla, y pone el énfasis en las divisiones que impe- raron en su seno. Se muestra, en fin, el papel subordinado de los indios sublevados, que nunca gozaron de la plena confianza de sus dirigentes criollos. Al comenzar estas líneas me viene a la mente la brutal expresión empleada por Francisco Bulnes para significar el lugar reservado a los indios por los artífices de la política mexicana a lo largo del siglo XIX: “una máquina de carne para morir o matar por cualquiera causa o sin cau- sa”. 1 Tiempo habrá, más adelante, para volver sobre esta consideración. De momento, esa desagradable imagen nos despeja el camino para acercarnos al tema que nos hemos propuesto desentrañar, en la medida en que esto sea posible: ¿será cierto, como quizá sospechamos, que la condición de “aca- rreados” acompañó también a los indios que murieron en los campos de batalla a raíz de la agitación revolucionaria desatada en 1810? Tal vez sea Eric Van Young uno de los historiadores que más ha insis- tido en la importancia que debe atribuirse a las conspiraciones que prece- dieron al estallido de la insurrección de septiembre de 1810 —tanto las apócrifas como las reales—, para comprender el comportamiento de los pueblos indígenas durante la guerra insurgente. 2 También nosotros arranca- remos, como punto de partida, de dos sucesos aparentemente desconecta- dos del trascendental movimiento iniciado en aquel año por el cura Hidalgo. Al lector impaciente debemos advertir que no estamos propo- niendo una introducción ajena al objeto de nuestro estudio. El saldo de uno y otro episodio es elocuente: sin un estímulo exterior, y sin un liderazgo también ajeno, los pueblos indígenas que habitaban lo que pronto sería la República mexicana se hallaban incapacitados para una acción de amplio 1 Bulnes, Francisco: El verdadero Díaz y la Revolución, México, 1992, págs. 14 y 50. 2 Van Young, Eric: La crisis del orden colonial. Estructura agraria y rebeliones populares de la Nueva España, 1750-1821, México, 1992, pág. 344. Tomo LVI, 2, 1999 513

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Se analiza el papel desempeñado por las comunidades indígenas de la Nueva Españaen la critica coyuntura del conflicto insurgente que se desencadenó en 1810

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Las comunidades indgenas de la Nueva Espaay el movimiento insurgente (1810-1817)Manuel Ferrer MuozInstituto de Investigaciones JurdicasUniversidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico D. F.Se analiza el papel desempeado por las comunidades indgenas de la Nueva Espaaen la critica coyuntura del conflicto insurgente que se desencaden en 1810. El estudio pro-fundiza en las motivaciones que indujeron a esas comunidades a tomar uno u otro partidode los enfrentados en los campos de batalla, y pone el nfasis en las divisiones que impe-raronensuseno.Semuestra, enfin, elpapelsubordinadodelosindiossublevados, quenunca gozaron de la plena confianza de sus dirigentes criollos.AlcomenzarestaslneasmevienealamentelabrutalexpresinempleadaporFranciscoBulnesparasignificarellugarreservadoalosindiosporlosartficesdelapolticamexicanaalolargodelsigloXIX:una mquina de carne para morir o matar por cualquiera causa o sin cau-sa.1Tiempo habr, ms adelante, para volver sobre esta consideracin. Demomento, esa desagradable imagen nos despeja el camino para acercarnosal tema que nos hemos propuesto desentraar, en la medida en que esto seaposible: ser cierto, como quiz sospechamos, que la condicin de aca-rreados acompatambinalosindiosquemurieronenloscamposdebatalla a raz de la agitacin revolucionaria desatada en 1810?Tal vez sea Eric Van Young uno de los historiadores que ms ha insis-tido en la importancia que debe atribuirse a las conspiraciones que prece-dieronalestallidodelainsurreccindeseptiembrede1810tantolasapcrifascomolasreales, paracomprenderelcomportamientodelospueblos indgenas durante la guerra insurgente.2Tambin nosotros arranca-remos, como punto de partida, de dos sucesos aparentemente desconecta-dosdeltrascendentalmovimientoiniciadoenaquelaoporelcuraHidalgo.Allectorimpacientedebemosadvertirquenoestamospropo-niendo una introduccin ajena al objeto de nuestro estudio. El saldo de unoyotroepisodioeselocuente: sinunestmuloexterior, ysinunliderazgotambin ajeno, los pueblos indgenas que habitaban lo que pronto sera laRepblica mexicana se hallaban incapacitados para una accin de amplio1 Bulnes, Francisco: El verdadero Daz y la Revolucin, Mxico, 1992, pgs. 14 y 50.2 Van Young, Eric: La crisis del orden colonial. Estructura agraria y rebeliones populares dela Nueva Espaa, 1750-1821, Mxico, 1992, pg. 344.Tomo LVI, 2, 1999513calado. Para explicar esa impotencia no es preciso acudir al socorrido tpi-co de la ignorancia indgena3como cualquier otro lugar comn, posee-dordeciertadosisdeverdad: bastapensarenlacompletafaltadearticulacindelascomunidadesindgenas, fragmentadas, divididasyenfrentadas muchas veces entre s, que dejaba va libre a la accin de losinconformes criollos.Eseeraelsentirdelasautoridadesnovohispanas, comolomuestrauna carta del brigadier Calleja al virrey Venegas, fechada el 29 de enero de1811, en la que expresaba su temor por el peso que representaba la NuevaEspaaparaunametrpoliquevacila.Tantocriolloscomoeuropeos,prosegua Calleja, se hallaban convencidos de las ventajas de un gobiernoindependiente; y tan generalizado era ese sentimiento que el triunfo de lacausaseparatistanohabraencontradomuchosobstculossinohubieramediado la absurda insurreccin de Hidalgo que, al abrir las puertas dela rebelin a los indgenas, desvirtu la naturaleza de aquellas aspiracionesindependentistas.4Lainvertebracinentrelascomunidadesorigincomportamientosmuy diferenciados de unas y otras, que han de ser tomados en cuenta a lahoradeenunciarjuiciosquepretendantraspasarparticularismos.SiWilliamB.Taylorcaptunanotablediversidadenlasformasdeinquie-tud rural que se manifestaron en Jalisco y en Oaxaca a principios del sigloXIX, yenlasactitudesobservadasporlospueblosdeunayotraregindurante las luchas insurgentes,5la investigacin que hoy presentamos enfa-tiza la pluralidad de decisiones de los pueblos indgenas en el marco msampliodel Virreinato, yquiereromperconelpanoramaconvencionaldeunamasaaborigenquesebaticonentusiasmoporlacausadeHidalgoy de Morelos.3 Hamill ejemplificalaignoranciadelosindgenasconeldescubrimiento quehicieron,despus de haber dado muerte en Guanajuato al intendente Riao: no tena rabo, a pesar de que la pro-paganda y los rumores les haban convencido de que todos los oficiales espaoles estaban dotados deeseapndice, porsucondicindealmascondenadas: Hamill, Jr., HughM.: TheHidalgoRevolt.Prelude to Mexican Independence, Westport, Connecticut, 1981, pg. 137.4 Annino, Antonio: Prcticas criollas y liberalismo en la crisis del espacio urbano colonial.El29denoviembrede1812enlaciudaddeMxico, Secuencia: RevistadeHistoriayCien-cias Sociales, nuevapoca, nm.24, Mxico, D.F., septiembre-diciembre, 1992, pgs.121-158(pg. 124). El mismo artculo ha sido incluido en Montalvo Ortega, Enrique (coord.): El guila bifron-te. Poder y liberalismo en Mxico, Mxico, 1995, pgs. 17-63.5 Taylor, WilliamB.: Bandolerismoeinsurreccin: agitacinruralenelcentrodeJalisco,1790-1816, en Katz, Friedrich (comp.), Revuelta, rebelin y revolucin. La lucha rural en Mxico delsiglo XVI al siglo XX, 2 vols., Mxico, 1990, vol. I, pgs. 187-222 (pgs. 187 y 207).MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos514Las primeras seales de alarmaDiezaosantesdelestallidodelaguerrainsurgenteseprodujoenTepic, Nueva Galicia, un brote de revuelta derivado de mviles que nuncallegaronaserconocidoscondetalle.Noobstante, lasnoticiassobreesasocurrencias circularon por toda la Nueva Espaa y dejaron a su paso temo-res y esperanzas: en cierto tiempo se divulg que en tierra adentro habaun rey coronado, el seor Mariano I, y slo con haberse dicho ya, esta vil,infameytraidoranacinespaolanohallabamediooardidpararecogersus caudales, e irse a sus tierras.6Existenmuyinteresantescoincidenciasentreeseepisodioyelquetuvo como protagonista a Jos Bernardo Herrada el mesas trastornadode Durango a fines de 1800 y principios de 1801: tantas que algunos fun-cionariosdelaadministracinvirreinalllegaronapensarqueHerradayMariano eran una misma persona.7Eric Van Young y Enrique Florescano sehanocupadodeesossucesosy Van Younghasealadodndesehallalacorrespondiente documentacin de archivo.8Remitimos, en fin, a la Histo-riadeMjico deLucas Alamn, queproporcionaotrasreferencias.9Losacontecimientos de Tepic, cuyo relato omitimos por las razones apuntadas,revelan aspectos de inters y muestran, en ltimo trmino, la incapacidaden que se hallaban los indgenas para articular con visos de xito un movi-miento de resistencia al poder virreinal.Tambin en el Archivo General de Indias hemos localizado otro inte-resanteexpediente, relacionadosteconlacausaqueseinstruyensep-tiembrede1808GaribayhabareemplazadoyaaIturrigarayadosespaoles: Jos Luis Rodrguez de Alconedo, patrn de platera, y su her-6 Carta de Jos Alejandro Molina y Manuel de la Trinidad Fernndez a Morelos, sin fecha, enProntuario de los insurgentes, introduccin y notas de Virginia Guedea, Mxico, 1995, pgs. 78-79.7 Van Young, Eric: La crisis del orden colonial, pgs. 365-386; Van Young, Eric: Millenniumon the Northern Marches: The Mad Messiah of Durango and Popular Rebellion in Mexico, 1800-1815,ComparativeStudiesinSocietyandHistory, vol.28, 1986, pgs.385-413;VanYoung, Eric:Quetzalcatl, KingFerdinand, andIgnacioAllendeGotoSeashore;orMessianismandMysticalKingship in Mexico, 1800-1821, en Rodrguez O., Jaime E. (ed.): The Independence of Mexico ant theCreationoftheNation, LosAngeles-Irvine, 1994, pgs.109-127(pgs.109-110), yFlorescano,Enrique: Memoria mexicana, Mxico, 1995, pgs. 492-496.8 VanYoung, Eric: Lacrisisdelordencolonial, pgs.399-400, yFlorescano, Enrique:Memoria mexicana, pgs. 496-500. Personalmente he consultado este expediente en el Archivo Generalde Indias (en adelante, AGI), Estado, 29, nm. 7, y Estado, 30, nm. 199 Alamn, Lucas: HistoriadeMjico.Desdelosprimerosmovimientosqueprepararonsuindependencia en el ao de 1808 hasta la poca presente, 5 vols., Mxico, 1942, vol. I, pgs. 132-134.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999515mano, Jos Ignacio, profesor de farmacia y administrador de una botica, alos que se acusaba de intrigar para promover una insurrecin en Mxico.10Segn confesin del segundo de los presuntos cmplices, cuando fueinvitado a sumarse a la conspiracin que se hallaba en marcha, los conju-radostenianyalistadoscomodiezmilIndios, ycomoquatromilAmericanos, y esperaban la incorporacin de otros tres pueblos de indios.Otro de los interrogatorios aplicado a un mestizo de nombre Espinosaaport novedades sobre los mviles que impulsaron el complot: quitarlesel mando los Gachupines, con lo que se haria este Reyno feliz bolviendo sus dueos que eran los Criollos.11Con independencia de la fiabilidad de esos testimonios escasamen-tecreblesensuliteralidad, lasaveriguacionesjudicialespracticadasarrojanluzsobrevariosaspectosimportantes: sonespaolesymestizosquienessevenimplicadoscomoartficesdelospreparativosinsurreccio-nales, quepersiguenelobjetivoinequvocodeoperarunatraslacindelpoder poltico en beneficio de los criollos; y se recurre a los indios comocarne de can que ni siquiera merece la connotacin de americana: losverdaderos americanos, a quienes se ha de restituir lo que les pertenecaen calidad de dueos, son los criollos.Aos despus, el Ilustrador Americano dej traslucir las mismas con-viccionescuando, alcomentarlasexageracionesconquelapropagandarealistahabacelebradoelsitiodeCuautla, sostuvoquelasarmasdeCallejahabantriunfadosolamentedelasviejas, delosmuchachosydeunos pocos indios.12Indiferentismo indgena y revolucin liberal gaditanaLoexpuestohastaaquyloquesedesarrollaracontinuacinpro-porcionaunpresupuestoquejuzgamosdelamximaimportanciaparacomprenderlaposicindelosindgenasantelainsurgencia. Yesqueelestado espiritual y cultural de esas gentes en vsperas de la revolucin dis-tabamuchodeserelptimoyeldeseable. AslohabareconocidocondesalientoelcondedeRevillagigedo, aosatrs, alcomprobarquelos10 AGI, Mxico, 1.472.11 dem.12 PlandelIlustradorAmericano, enGarcaDaz, Tarsicio: Laprensainsurgente, enHernndez, Octavio (ed.): La Repblica Federal Mexicana. Gestacin y nacimiento, 8 vols., Mxico,1976, vol. V, t. I, pg. 221.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos516esfuerzos empleados para inculcarles la fe y la doctrina no haban produ-cido el efecto que deba esperarse y los indios estaban an bien ignorantesy muy rudos en asuntos de religin.13Prcticamente idntico al panorama trazado por Revillagigedo era elbalance realizado por Fernndez de Lizardi en uno de sus escritos, dedica-do a la dispensa concedida a los indios para que no les obligara el precep-to de or misa algunos das de fiesta, por gozar de la consideracin de cris-tianos nuevos a los que no convena plantear exigencias demasiado severas:ahora bien, si esto es as, han pasado ya los trescientos aos de neofitazgo, deben ono reputarse los indios como cristianos viejos? Si deben reputarse como tales, es fuer-zaquelesobliguenlospreceptosdelaIglesiacomotodos.Sino, hastacuntossiglos han de ser los indios aprendices de cristianos? Si ser hasta el fin del ltimo,usque ad consumationem saeculi?14Por tales motivos y por todo un cmulo de razones que no es oportu-no analizar aqu, el arranque del proceso insurgente sorprendi al indio enun status de tremenda inferioridad: no slo en su condicin socioeconmi-ca, sino tambin y sobre todo en sus niveles educativos y culturales.Es, pues, comprensible que la trasformacin del orden poltico acometidaporlasCortesgaditanasdifcilmentepodaarrancaralindiodesuapatay abulia habituales.Encontramos un buen exponente del alejamiento entre los dirigentespolticos del virreinato y el grueso de la poblacin india en una divertida eimaginariacartadelosindgenasdeTontonapequeaElPensadorMexicano, a la que dieron pie las plticas del cura sobre las consecuenciasdelprincipiodeigualdadcontempladoenlaConstitucindeCdiz, yaenunciadoantesconcarctergeneraleneldecretode15deoctubrede1810 y, para el caso de los indios, en el de 9 de febrero de 1811.En la escptica apreciacin de los naturales del pueblo, su condicindeciudadanos15slosehabamaterializadoenelincrementodelacargaimpositiva.13 ZahinoPeafort, Luisa: IglesiaysociedadenMxico, 1765-1800.Tradicin, reformayreacciones, Mxico, 1996, pg. 79.14 FernndezdeLizardi, JosJoaqun: Calendariohistricoypronsticopoltico.PorelPensadorMexicano.Paraelaobisiestode1824 (Mxico, 1823), enFernndezdeLizardi, JosJoaqun: Obras, Mxico, 1963-1995, vol. XII, pgs. 547-611 (pg. 554).15Debemos a Antonio Annino unas reflexiones muy interesantes acerca de lo que l llama eldesliz de la ciudadana, provocado por la modificacin que este concepto experiment en Mxico porobra del protagonismo de los pueblos: Annino, Antonio: Nuevas perspectivas para una vieja pregun-ta, en VV. AA.: El primer liberalismo mexicano, 1808-1855, Mxico, 1995, pgs. 43-91 (pgs. 52-62).INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999517Qu nos importa que nos quiten el dichoso triboto, si nos han cargado de contribo-ciones al antojo del Comandante que ya nos saca el sangre, porque no tenemos masque darle? Mas mejor lo estabamos antes; y no agora con el maldita Costitucion, quesos mercedes llaman el cdigo gusto, el cdigo divino y quen sabe que mas. ConrazonmochisimosnoquierenelCostitocion, yestoquesonricos;posnosotroslosprobes indios como los estaremos con esta mald?16NocabedudadequeFernndezdeLizardi, buenconocedordesuentorno, atinabaalinterpretarlosincrdulossentimientosquealbergabanlos indgenas con relacin a las idlicas promesas liberales: y eso no obs-tanteelgranesfuerzopropagandsticodesplegadoporlospatrocinadoresdelNuevoRgimen.Enefecto, despusdequelasublevacindeRiegohubieraobtenidoelretornodelconstitucionalismoaEspaa, seeditaronmltiples folletos a travs de los cuales se pretenda convencer a los indiosde las excelencias del sistema constitucional, con un particular nfasis ensuaccesoalacondicindeciudadanos, enigualdaddederechosconlosdems espaoles, y en la supresin de antiguos usos, como la pena de azo-tes, las mitas o los servicios personales. La apologa de las nuevas liberta-des llegaba al extremo de atribuirles la capacidad de influir en la concien-cia de los indios para ensearles a discernir el bien y el mal:tantos bienes vais disfrutar, que no sabreis apreciarlos sino gozandolos realmente,porquesujetosenlostiempospasadostantastrabas, opresionesydesdichas, niconociais el nombre del bien, y el mal mismo se os presentaba en la copa de oro, estoes, conlamscaradebien, conelnombredeproteccion, deamparo, defavor;yembriagados con una lisonjera esperanza, con una falsa seguridad, vuestra alma sen-sible, connaturalizada con las penas, aletargada con el peso de sus desgracias, penascomo en un profundo sueo, sentia lo gravoso de su suerte miserable.17A la vez, se insista en la necesidad de que los indios accedieran a lainstruccin, como el medio ms eficaz para evitar que rebrotaran los anti-guos abusos:vuestro continuo trabajo no os deja lugar para pensar que sois racionales. Mas apar-taos un rato de este trabajo; id las escuelas; instruios en vuestra religion y en vues-tros derechos; mandad vuestros hijos, para que no corran la misma suerte que voso-tros: queaprendanleer, paraqueassepanelgranbienqueposeenenlasbiaConstitucion, ypuedanreclamarsuobservanciasiemprequeseanecesario.Sien16Carta de los indios de Tontonapeque al Pensador Mexicano, s. c., 20 de diciembre de 1820,Mxico, Biblioteca Nacional, Fondo Jos Mara Lafraguaen adelante, LAF 105.17 Consuelo a los indios, y aliento a los ciudadanos. Mxico, 1820 (LAF 144).MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos518algunodevuestrospueblosnohubiereescuelas, exigidvuestroscurasyayunta-mientos que os las pongan, que as lo manda la Constitucion.18Sabemos, sin embargo, que las nobles intenciones que haban inspira-dolosdecretosdeCortesquepretendansuprimirprivilegioseigualaratodos ante la ley se vieron frustradas, en buena parte, por la confluencia deunalargaseriedefactores: muyenparticular, lasnuevascontribucionesque vinieron a recaer sobre los indios, y las arbitrariedades de los mandosmilitares, queagravaronlapenuriaeconmicadelosindgenas.Nocabeolvidar, en ltimo trmino, la discriminacin de los americanos que intro-dujeron las Cortes cuando se ocuparon del delicado asunto de la represen-tacin indiana en el rgano legislativo.19En pleno apogeo de la guerra insurgente, cuando apenas haba entra-do en vigor la Constitucin en tierras de la Nueva Espaa, se escribi conamarga irona en Sud acerca del silencio impuesto a los indios, incapacesde protestar contra los agravios que se les inferan, porque no nos dexanhablar ni aprender lo necesario; privados de gustar las uvas de Zapotitlan,puesdecianqueporLeyesdeIndiassolopodiancomerlaslosSres.gachupines, yreducidosalamiseria, porquedixeronlospadresqueandabanconHernanCortes, quelosindioshabianprofesadolapobrezaevangelica para salvarse.20Las comunidades indgenas y la coyuntura blica:insurgentes o realistas?Muchascomunidadesindgenaspelearonenlaguerrainsurgentede1810, sin que pueda sostenerse una adscripcin en bloque a uno u otro delos bandos enfrentados. Ms an, como ha hecho notar Alicia M. Barabas18 LaMalinche delaConstitucin.Enlosidiomasmejicanoycastellano.Segundopapel.Mxico, 1820 (LAF 261).19 FerrerMuoz, Manuel: LaConstitucindeCdizysuaplicacinenlaNuevaEspaa(Pugna entre Antiguo y Nuevo Rgimen en el virreinato, 1810-1821), Mxico, 1993, pgs. 204-215. Enrelacin con este punto son muy conocidas las furibundas crticas de fray Servando Teresa de Mier enla Carta de un americano a El Espaol sobre su nmero XIX: Teresa de Mier, Servando: Cartas de unamericano 1811-1812, Mxico, 1987, pgs. 61-138, y Semanario Patritico Mexicano, nms. 9 a 19,13 de septiembre de 1812 al 22 de noviembre de 1812, en Garca Daz: La prensa insurgente..., vol. V,t. I, pgs. 415-502.20 Sud. Continuacion del despertador de Michoacan, nm. 51, 25 de enero de 1813, en Garca,Genaro (dir.): Documentos histricos mexicanos, 6 vols., Mxico, 1910, vol. IV. INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999519para el espacio geogrfico oaxaqueo, los indgenas de pueblos enteros quese vieron involucrados en el conflicto titubearon en la eleccin del bandoque deban apoyar: as, mientras que algunos pueblos de la mixteca de lacosta sostuvieron la causa independentista, otros del mismo litoral se pro-nunciaron en favor de los espaoles.21Incluso se podra pensar, con Hamill,que la mayora de indios y castas de la Nueva Espaa prefiri mantenerselejos del conflicto, y que slo se movilizaron cuando ste les afect de unmodo directo.22Virginia Guedea observa, de su parte, que la guerra provoc una par-ticipacin generalizada de la poblacin de los Llanos de Apan y zonas cir-cunvecinasdePueblay Veracruz, yqueenambosbandostomaronpartetanto gente de razn como la indiada.23William B. Taylor afirma que no todos los indios del mundo rural deJalisco entonces, Nueva Galicia, ni siquiera la mayora, tomaron par-te en el levantamiento que tuvo como hitos la batalla de Zacoalco y la ocu-pacin de Guadalajara por las fuerzas de Jos Antonio Torres; y que, des-pusdelretornodelosrealistas, losindgenasdeZacoalcoquedaronprofundamentedivididosensuslealtadespolticasyensusproyectosdefuturo.Aadetambinqueelapoyoalainsurgencianofueunaaccincolectivadepueblosenterosquizconlaexcepcindelbreveperodode Torres, sinodecisindeindividuosaislados, pornumerososquehubieranpodidollegaraser;einclusoregistralaexistenciadedospue-blos Tonal y Tlajomulco, que se inhibieron en la lucha que se desa-rroll durante aquellos crticos aos.24Laindeterminacindemuchascomunidadesindgenasylaidentifi-cacindeotrasmuchasconelbandorealistapuedenserexplicadasdemuchos modos. El juicio que expresa Castillo Ledn ayuda eficazmente apensar esas razones a partir de un fundamento slido: la independencia lapromovieron los criollos y los mestizos y aun algunos espaoles. Hidalgoytodoslosjefespertenecanalasdosprimerasclases.Laguerranose21 Barabas, Alicia M.: Rebeliones e insurrecciones indgenas en Oaxaca: la trayectoria hist-rica de la resistencia tnica, en Barabas, Alicia M., y Bartolom, Miguel A. (coords.): Etnicidad y plu-ralismo cultural. La dinmica tnica en Oaxaca, Mxico, 1990, pgs. 213-256 (pg. 247).22 Hamill, Jr.: The Hidalgo Revolt..., pg. 48.23 Guedea, Virginia: La insurgencia en el Departamento del Norte. Los Llanos de Apan y laSierra de Puebla 1810-1816, Mxico, 1996, pgs. 19-20 y 29, y Alamn: Historia de Mjico, vol. II,pgs. 385-386. El Diccionario de la lengua castellana, extractado del diccionario enciclopdico, com-puesto por Elas Zerolo y otros (Pars, 1897), defina indiada como muchedumbre de indios del pue-blo, particularmente cuando se amotinan.24 Taylor: Bandolerismo e insurreccin..., pgs. 198-199 y 213-221.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos520declar precisamente para vengar agravios de los indios; pero s arrastr astos.25Es sa la interpretacin a que se abona Ccile Gouy-Gilbert, queresalta la ambigedad de la lucha por la independencia que, si bien reunialosindiosbajolainfluenciadeHidalgoydeMorelos, sellevacabosobretodoporelhechodequeloscriollosquerandesembarazarsedelaburocraciapeninsular sincambiarporellolaestructurasocialdelaColonia.26DieterGeorgeBerningerparticipadelamismaopinin: losverdaderos beneficiarios de la independencia fueron los criollos [.... Todossus objetivos en la lucha por la independencia tenan estrecha relacin conel deseo de sustituir al gachupn [... en las posiciones de poder.27A fin de cuentas, el parecer de Castillo Ledn reproduce los puntos devista expresados por la mayora de autores del siglo pasado, que admitie-ron una movilizacin masiva de indgenas durante la insurreccin, que sedecidi como por instinto.28As lo expres ntidamente Lorenzo de Zavala:losindiostomaronunapartetanactivaenlarevolucin, cuantalesper-mitan sus facultades morales y su incapacidad de discurrir por el estado dedegradacin en que estaban; Viva la Amrica y la virgen de Guadalupe,fue el grito dado en el pueblo de Dolores, y diez mil indios mal armadosy medio desnudos agrupados alrededor de sus corifeos, obraban por un sen-timiento desconocido y corran a destruir a sus opresores.29El hecho mismo de que muchos campesinos indios se contasen entrelos seguidores de Hidalgo indujo a unas cuantas corporaciones de natura-les, cuyo rgimen de vida estaba ligado a centros urbanos incluidas lasparcialidadesdelacapitaldelvirreinato,30lasrepblicasdeindiosdeGuadalajara y el gobernador de naturales de Quertaro, a manifestar sufidelidadalacausarealistayaproponerlaorganizacindetropasdevoluntarios.25 Castillo Ledn, Luis: Hidalgo. La vida del hroe, 2 vols., Mxico, 1972, vol. II, pg. 272.26 Gouy-Gilbert, Ccile: Una resistencia india. Los yaquis, Mxico, 1985, pg. 53.27 Berninger, Dieter George: La inmigracin en Mxico (1821-1857), Mxico, 1974, pgs. 9-10.28 EstaexplicacinmerecuerdalatesisdeVillorosobreelinstantesmo deladecisinde Hidalgodeembarcarseenlarevuelta, refutadaentiemposporHamill: TheHidalgoRevolt...,pg. 120.29 Zavala, Lorenzo de: Ensayo histrico de las revoluciones de Mxico desde 1808 hasta 1830,Mxico, 1969, pgs. 46 y 291.30 Lira, Andrs: ComunidadesindgenasfrentealaciudaddeMxico.TenochtitlanyTlatelolco, sus pueblos y barrios, 1812-1919, Mxico, 1983, pgs. 54-55. A Antonio Annino debemosalgunasobservacionesmuyinteresantessobrelaspeculiaridadesdelespacioindio delaciudaddeMxico, noenteramentesometidoalasparcialidades, comosededucedelanutridapresenciaenlaparroquia de la Santa Veracruz de indgenas procedentes de la regin occidental del valle de Mxico:Annino: Prcticas criollas..., pgs. 135 y 144.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999521Lucas Alamn recoge la respuesta que, unos cuantos meses antes de lasublevacindeHidalgo, habadadoelgobernadordelaparcialidaddeindios de San Juan a la proclama de Garibay, por la que ste inform de lanegativa marcha de la guerra que se sostena en la pennsula ibrica contralas armas de Napolen: aun cuando no hubiese en Espaa mas que un pue-blo libre de los enemigos, donde residiese aquel cuerpo nacional (la juntacentral), este se debe reconocer como lugar teniente de S. M., y no pueden(los indios), tener otro rey que el inmediato sucesor de la casa de Borbn.31Al mismo autor debemos el registro de las protestas de fidelidad de otrascorporaciones de indgenas, despus ya de haberse producido la revuelta delcura de Dolores, y la constancia del alborozo con que acogieron las parciali-dades capitalinas la noticia del regreso de Fernando VII a suelo espaol.32Aunque pudiera dudarse de la sinceridad de esas declaraciones, pare-ceverosmilsurectitudsisetienecuentacomoobserva VirginiaGue-deaquenoexistanrelacionesentrelosdiversosgruposindgenasquefacilitaranlamanipulacindeaquellasexpresionesdelealtadque, porlodems, no lograban encubrir signos de simpata hacia el movimiento insur-gente de parte de algunos dirigentes de las parcialidades capitalinas, comolos que participaron en unas juntas clandestinas celebradas en el tecpan deSantiago en junio de 1810 con la finalidad de impedir el envo de dinero aEspaa, obtener el consentimiento para que los pueblos pudieran reunirsey tratar sobre la independencia, exigir la instalacin de Cortes y reclamaral gobierno la entrega de armas a los indios.33Ese fue tambin el caso de Francisco Galicia, que haba sido gober-nador de la parcialidad de San Juan y que, despus de haber sido designa-do elector del ayuntamiento de Mxico en las elecciones de noviembre de1812 por la parroquia de Santa Cruz Acatln, escribi a Rayn informn-dole de lo ocurrido en aquella jornada y prometindole ayuda si se acerca-baaMxicoconsusfuerzas.34Condenadomstardeporsuapoyoalos31 Alamn: Historia de Mjico, vol. I, pgs. 273-274.32 Ibdem, vol. I, pg. 369, y vol. IV, pg. 144.33 Guedea, Virginia: Los indios voluntarios de Fernando VII, Estudios de Historia ModernayContemporneadeMxico, vol.X, Mxico, D.F., 1986, pgs.11-81(pgs.34-35, 45y49), yGuedea, Virginia: En busca de un gobierno alterno: los Guadalupes de Mxico, Mxico, 1992, pg. 41.34 Alamn: Historia de Mjico, vol. III, pgs. 273-274. Rayn respondi el 10 de diciembre:los movimientos de esa capital son expresivos de su patriotismo. La Junta Suprema est informada detodo; se nos avisar con tiempo para protegerlos con nuestras armas; que no se destruyan los edificiosnisedisipenloscaudales. Yslodestronara Venegas, losoidoresygachupines: Prontuariodelosinsurgentes, pgs. 207 y 208.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos522rebeldes, muri en prisin en Acapulco mientras esperaba la embarcacinque iba a conducirlo a su destierro en las Islas Maras.35Otro antiguo gobernador de la parcialidad de San Juan, Dionisio CanoMoctezuma, acreditadotambincomoelectorennoviembrede1812porSanto Toms, se vio implicado en una averiguacin sobre su conducta ymanejo, por considerrsele autor de una carta que se encontr en poder deMorelos.ConstabaademsalasautoridadesrealistasqueCanoMocte-zuma se hallaba en comunicacin con los insurgentes y que perteneca a losGuadalupes.36Asentadoquelamayorpartedelosdirigentesdelasparcialidadescapitalinas, con excepciones como las ya reseadas, se solidarizaron con laautoridad virreinal, puede pensarse en otros mviles coadyuvantes en esostestimonios de adhesin:la militarizacin general que sufriera el virreinato a partir de entonces [desde 1810]y que tanto afectara a los sectores socio-econmicos ms bajos de la poblacin vinoa despertar en algunos de los funcionarios indgenas, adems del deseo natural de evi-tarquesusgobernadossufrieranlasconsecuenciasdeunalevamasiva, eldeseodeformar con ellos cuerpos organizados que estuvieran bajo su mando y que ofrecieranunapoyoalejerciciodesuautoridad, amenazadaporelestablecimientodelaConstitucin de 1812, que aparentemente abra nuevas vas de accin a los indgenaspero que, de hecho, vena a poner fin a su rgimen especial de gobierno.37Las afirmaciones de Virginia Guedea sobre el impacto del texto fun-damental de Cdiz en la vida de las comunidades indgenas, que acaban dereproducirse, soncontradichasalmenosenparteporlastesisdeAntonioAnninoqueapuntanaunainterpretacinindia delaCons-titucin, en el sentido de que las parcialidades de la capital supieron defen-derelpodertnico, inclusoenloreferentealosbienesdecomunidadcuya administracin se confi a los nuevos ayuntamientos electivos: entre1812y1813noeradeningnmodoobvioqueeltrasladodelosbienestnicosalosnuevoscabildosimplicaralaprdidaautomticadelcontrolpor parte de las dos parcialidades.3835 Anna, Timothy E.: La cada del gobierno espaol en la ciudad de Mxico, Mxico, 1978,pg. 151.36 Prontuariodelosinsurgentes, pgs.227y228, yLira: Comunidadesindgenas...,pgs. 55-56.37 Guedea: Los indios voluntarios..., pg. 80.38 Annino: Prcticas criollas..., pg. 137.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999523El mismo Annino ha enfatizado en otro trabajo la determinacin conque se aplic en la Nueva Espaa el cdigo constitucional de 1812, que notitube en la concesin del status de ciudadana liberal para los indios y quetuvocomoconsecuencialaentradadelascomunidadesenelmundodelconstitucionalismo moderno: un ingreso que, sin embargo, implic la adap-tacin de las normas polticas de la Modernidad a las tradicionales prcti-cas de gobierno indgenas, y el consiguiente efecto potencialmente deses-tabilizador para el nuevo orden.39Andrs Lira relativiza los puntos de vista de Antonio Annino: si bienes cierto que algunos antiguos gobernadores de las parcialidades de la ciu-daddeMxicosevincularonalasnuevasinstitucionesparaelloselrgimenconstitucionaleraunaetapamsensucarrerapoltica, lasautoridades de las repblicas dependientes de las parcialidades vieron com-prometido su futuro, pues la existencia de ayuntamientos constitucionalessealaba su extincin como focos de poder local.40Deotrolado, lamatanzadelaalhndigadeGranaditas, enGuana-juato, nosloaterrorizalasclasesaltasymediasdelaNuevaEspaa,sino que amedrent a elementos de inferior condicin social, entre los quese contaban numerosos indgenas: los indios poseedores de tierras comu-nalesyloscampesinossentantemordeserdesposedosporlospobrescarentesdetierrasquemilitabanenlasfuerzasdeHidalgo,41comotam-bin pudieron experimentar miedo ante la perspectiva de verse enrolados ala fuerza en alguna partida de insurgentes.42Se explica as que poblaciones indgenas, como los habitantes del alti-plano central o los empleados de haciendas de las regiones situadas al nor-te del Bajo, como San Luis Potos,43prefirieran mantenerse a la expectati-vayslodemodoaisladoprestaranapoyoalosinsurgentes.Lomismoocurrientrelosmixtecos, aquienesdebideresultarpocoatractivalaposibilidad de ser gobernados por hombres como los capitanes de Morelos:poresorespondieronconevasivasalasexaccionestributariasyalasdemandas de vveres para los cuarteles insurgentes. Cuando el pueblo deYodoconoresistiunpedidodelcoronelAparicioqueexiga25pesos,39Annino: Nuevas perspectivas..., pgs. 54 y 56.40 Lira: Comunidades indgenas..., pg. 56.41 Rodrguez O., Jaime E.: La independencia de la Amrica espaola, Mxico, 1996, pg. 197.42 Dilogocasero.Elaguador, lacocinerayelinsurgente. Mxico, 1810, enRivera, Jos:Dilogos de la Independencia, Mxico, 1985, pgs. 54-57 (pg. 55).43 Tutino, John: De la insurreccin a la revolucin en Mxico. Las bases sociales de la vio-lencia agraria, 1750-1940, Mxico, 1990, pgs. 125-146.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos5244 arrobas de totoposte y una racin de zacate, la guarnicin del cuartel cer-canoatacalpuebloconcaballeraeinfantera, quemlosbohosysellev presos a los hombres que lograron atrapar, a quienes el coronel extor-sion por 3.000 pesos antes de soltarlos.44Por lo que hace a los indgenas del valle de Mxico, Timothy E. AnnacoincideconHamillensubrayarlaescasaayudaqueproporcionaronaHidalgo, influidosquizporlaintensapropagandadelgobierno, quedivulgportodoslosmediosasualcanceloshorroressembradosporlainsurgencia en el interior del pas.45Es preciso admitir que todava hoy nos encontramos carentes de infor-macin precisa que permita valorar en su justa medida las motivaciones delas regiones y de los diversos grupos sociales que se alzaron en 1810.46Peroel mismo retraso con que se produjo la expedicin del decreto por el queHidalgo oblig a devolver a las comunidades de los naturales las tierras queleshabansidousurpadasilegalmentedecretodel5dediciembrede1810 y la limitacin del alcance de esa medida, que se circunscriba a larestitucin de tierras arrendadas, pueden hacer pensar en un cierto carcterinstrumental y en la necesidad en que se vea el cura de Dolores de conci-liar los intereses del levantamiento criollo con los de otros sectores socia-les que estaban brindando apoyo a la insurreccin. La posterior abolicindeltributosignificyaunimportantepasoadelanteenlarupturaconelordenamientoanterior: aslohanentendidoLuisVilloroyEnriqueFlorescano, queinterpretanesamedidacomoexpresindelasoberanaefectiva del pueblo y del propsito destructor del orden antiguo.47TampocopareceimprudentegeneralizarlahiptesisqueformulWilliam B. Taylor para explicar la incorporacin al movimiento insurgentedegruposeindividuosdelaspoblacionesdelcentrodeJalisco: msqueatribuirla a contagio de la propaganda de los rebeldes, habra que pensar en44 Pastor, Rodolfo: Campesinos y reformas: La mixteca, 1700-1856, Mxico, 1987, pgs. 417-418 y 524. Vase tambin Ortiz Escamilla, Juan: Guerra y gobierno. Los pueblos y la independenciade Mxico, Sevilla, 1997, pgs. 130-131.45 Anna: La cada del gobierno espaol..., pgs. 88-89. Ortiz Escamilla: Guerra y gobierno...,pg. 45. Esa propaganda realista fue secundada por regidores municipales, prrocos y ciudadanos par-ticulares, que se valieron de su influencia sobre las masas para aconsejarles que no se adhirieran a lasfuerzas de Hidalgo: Hamill, Jr.: The Hidalgo Revolt..., pg. 175. El mismo Hamill describe las pecu-liaridades de la propaganda insurgente dirigida a los indgenas, que trataba de acomodarse a su condi-cin de iletrados: the illiterate Indians and castes had to be won by means of slogans, songs, and ban-ners: ibdem, pg. 127.46 Van Young: La crisis del orden colonial..., pg. 334.47 Florescano: Memoria mexicana..., pg. 510.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999525el rechazo que provoc la represin realista y su poltica de tierra quema-da.48Del mismo modo resulta convincente su recurso al influjo de los curassobresusfeligreses, quepudocondicionardemododecisivolaposturafavorable u hostil de stos hacia la insurgencia.49Los argumentos de que se sirvieron algunos insurgentes para justifi-car su militancia en el bando contrario al realista se nos antojan, a veces,peregrinos, peronodejanderemitirauninteresantesimbolismo.VanYoungrecogelarespuestaquedieronunosindioscapturadoscercadeYuririapndaro en 1810, cuando fueron interrogados por su adscripcin alcamporebelde: loscaciquesdesuspueblosleshabanordenadounirsealasfuerzasdeAllendeporordendelrey.50Yelmismoautorsubrayaelextraoentrelazamientodeaspiracionestanconfusascomoelmesinicomilenarismoindioyunlegitimismodistorsionado, queseconcretenrumores como la presencia de Fernando VII en Mxico, entre 1810 y 1811,disfrazado de un enmascarado que favoreca la causa de los rebeldes.51Nocabeduda, desdeluego, dequelosindgenasquesealzaronen1810 obedecieron a impulsos que poco o nada tenan que ver con los pos-tuladosdelaeliteprotoliberal, yesoauncuandolossmbolosmotivado-res de su rebelda fueran formalmente los mismos elegidos por los criollosquediriganelmovimiento.52LoentendimuybienJuandeYandiola,enviadoalaNuevaEspaaporlasCortesparaanalizarlasituacindelvirreinato, cuando advirti que el movimiento promovido por los criollossecomplementabaconotroderacespopulares, queimplicabaamuchosindgenas levantados en defensa de su religin y tradiciones, que creyeronamenazadas.53Enelcursodelosaosquedurlacontienda, porvezprimera, lascomunidades indgenas adquirieron conciencia de su propia fuerza, goza-ron de una verdadera autonoma, e incluso aprovecharon para aduearse detierrasoaguasquevenanreclamandodesdetiempoatrsapropietarios48 Taylor: Bandolerismo e insurreccin..., pgs. 213 y 219-222.49 Ibdem, pgs. 211 y 216. Francisco Antonio Moreno, cura de San Pedro Quiatoni, obispa-do de Oaxaca, manifest por escrito el efecto producido en el pueblo por el paso de un jefe militar insur-gente, el presbtero Jos Antonio Herrero: fue bien visto y recibido de mis indios, dejndolos desen-gaados del error que padecan y quedando adictos a la justa causa y defensa de la religin a favor dela nacin americana: Prontuario de los insurgentes, pgs. 466-467.50 Van Young: La crisis del orden colonial..., pg. 330.51 Ibdem, pgs. 340, 388, 401-402 y 418-421; Van Young: Quetzalcatl, King Ferdinand...,pgs. 110-111 y 119-122, y Florescano, Enrique: Memoria mexicana..., pgs. 500-503.52 Van Young: La crisis del orden colonial..., pg. 364.53 Ortiz Escamilla: Guerra y gobierno..., pg. 39.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos526particulares. Esa competencia por la tierra, unida a la tradicional resisten-cia a las coacciones fiscales, haba alimentado desde tiempos remotos fre-cuenteslitigios: ynopareceimprudentesuponerque, apartirde1810,influyera en las actitudes favorables a la insurgencia que observamos entreesospueblos.Diferenciaslocalessobreestascuestionespudierondeter-minarquealgunaspoblacionesseinclinaranafavordelainsurgenciayotras a favor del realismo, o hacia la no participacin.54A decir verdad, no todas las rebeliones de indios venan motivadas porpleitos sobre utilizacin de tierras o de aguas, pero s se hallaban relacio-nadasconestavertiente, deunouotromodo: porejemplo, lastensionesprovocadasporelendeudamiento, lascondicionesdetrabajoolaregula-cin de salarios.55No obstante, como previene Tutino, es preciso limitar elalcance de esas protestas rurales que, en la mayora de los casos, afectaronslo a comunidades campesinas aisladas.56Elesfuerzoblicoacometidodesde1810incorporamuchasdeaquellas comunidades, hasta entonces aisladas, a una coalicin de interesescada vez ms amplia, pluritnica y plurisocial: pueblos indgenas, labra-dores del campo, pequeos rancheros, mayordomos de haciendas, arrieros,vaqueros, artesanos, letrados provincianos, prrocos, oficiales de la milicia,yaunfamiliasprominentesdelalocalidad.57Enconsecuencia, loscon-flictos locales preexistentes tendieron a ensancharse y su resolucin rebasla disponibilidad de medios con que hacerles frente: por eso, el logro de laindependencia poltica no obtuvo la erradicacin de esos problemas.58Aunque la postura ms difundida entre los indgenas incluso antesdel grito de Dolores59fuera favorable a la causa insurgente, algunos deellos protagonizaran importantes hechos de armas en este bando, muchossufrieranencierrosencalabozosrealistas, muchsimosentregaransuvidapor la causa de Hidalgo, y otros se distinguieran por los servicios de espio-naje y de apoyo desde la retaguardia que prestaron en favor de la insurgen-ciaoporloscuidadosqueprodigaronasusheridosyenfermos, resulta54 Hamnett, BrianR.: RacesdelainsurgenciaenMxico.Historiaregional1750-1824,Mxico, 1990, pg. 46.55 Ibdem, pg. 48.56 Tutino: De la insurreccin a la revolucin..., pg. 48.57 Hamnett, Brian R.: Faccionalismo, constitucin y poder personal en la poltica mexicana,1821-1854: unensayointerpretativo, en Vzquez, JosefinaZoraida(ed.): LafundacindelEstadoMexicano, Mxico, 1994, pgs. 75-109 (pg. 77).58 Hamnett: Races de la insurgencia..., pg. 61.59 Conviene mencionar a este propsito la colaboracin que los implicados en la conspiracinde Valladolid de 1809 esperaban de los indios: Alamn: Historia de Mjico..., vol. I, pgs. 292-293.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999527imposibleobviarelhechodequeexistierondiferenciasdeopininenelinterior de los pueblos, y que hubo bastantes que lucharon abiertamente endefensa de los derechos esgrimidos por Espaa.Pocas veces han parado mientes los historiadores en esa presencia debandos antagnicos en el seno de las comunidades, a que nos referamos enel anterior prrafo. El hambre de tierras instig no pocos conflictos internosy condicion ms de una lealtad. Fue el caso, recordado por Ortiz Peralta,de Ixmiquilpan, cuyo gobernador se dirigi en 1812 al Juzgado General deNaturales en solicitud de permiso para una redistribucin de las tierras derepartimiento entre nuevos solicitantes, que aprovecharon la coyuntura deque los anteriores beneficiarios se haban sumado a la insurgencia.60Aunque casi toda la provincia de Tlaxcala se hubiera decantado por lacausainsurgente, segnasegurabaRaynaMorelos, elgobernadordeindios es del partido contrario, y por razn de su crecido caudal e influjolostieneensumogradooprimidos.61Unindionoble, DiegoPezdeMendoza, capitane a los patriotas de Ameca, y derrot y arrebat el equi-paje al insurgente Arroyo cuando hua de Valladolid y trataba de penetraren la provincia de Puebla.62OtrocasoejemplarfueeldeAgustndelaCruz, gobernadordeYodocono en 1816 y 1818, que fue denunciado como realista por sus con-vecinos partidarios de la insurgencia. Segn la acusacin, cuando los rebel-des abandonaron el pueblo, De la Cruz hizo sacar en procesin el retratodel rey, con msica, cohetes y vivas (lo que no hubiera podido realizarsesin el concurso de mucha ms gente).63Recordemos, en fin, a Jorge Cipak, gobernador de Patzn, recomen-dado por el capitn general de Guatemala al secretario de Estado y Gober-nacindeUltramar, paraqueselepremiaraconelderechoaponerlasarmas reales sobre la puerta de su casa, y para que se le autorizara a nom-brar al gobernador de aquel pueblo en la persona de uno de sus hijos: todoelloenrecompensaporhaberprestadovaliososserviciosalaCoronadurante la insurreccin.6460 Ortiz Peralta, Rina: Inexistentes por decreto: disposiciones legislativas sobre los pueblosde indios en el siglo XIX. El caso de Hidalgo, en Escobar Ohmstede, Antonio (coord.): Indio, naciny comunidad en el Mxico del siglo XIX, Mxico, 1993, pgs. 153-169 (pg. 159).61 Prontuario de los insurgentes, pg. 392.62 Alamn: Historia de Mjico..., vol. IV, pg. 27.63 Pastor: Campesinos y reformas..., pg. 526.64 AGI, Guatemala, 629. Jos de Bustamante, presidente y capitn general de Guatemala, alsecretario de Estado y de Gobernacin de Ultramar, 18 de noviembre de 1814.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos528JuanOrtizEscamillacertificavarioscasosdepoblacionescuyoshabitantessedividieronalahoradedecidiraculdelosdosbandosenpugna iban a apoyar: Tepeji del Ro, Chapa de la Mota, Tulancingo. Aun-quenose trataradelugaresexclusivamenteindgenas, yaunquealgunasvecescomoenTulancingo, laalineacinconrealistasoinsurgentesse identificara con la bipolarizacin de una sociedad escindida en notablesopaisanoshonradosyplebe, tambinesciertoquenohubounanimidadni siquiera entre los indgenas.65Por supuesto, la dificultad para asentar juicios de carcter general pre-valecetambinaqu: despusdehaberregistradovariosejemplosquemuestran diversidad de pareceres, no podemos silenciar el caso de la rep-blica de Coatepec, de la jurisdiccin de Sultepec, que dirigi una represen-tacinaMorelosparapedirquelesnombraragobernador.66Difcilmentehubiera prosperado una iniciativa semejante de no existir unanimidad en laadhesin a la insurgencia. Lo mismo parece sugerir la recaudacin de cua-renta y siete pesos para la causa rebelde que efectu la repblica de SantoDomingo Tonavistla.67No obstante, como en todos los donativos volunta-rios, la disposicin de los naturales en favor de la insurgencia que insinaesacolectahadesercontempladaconciertadesconfianza, ynoimplicanecesariamente una simpata generalizada hacia ese bando.Eric Van Young discrepa de la opinin comn que ve en la insurgen-cia un fenmeno eminentemente mestizo, y se inclina por otorgar carctermayoritarioalaparticipacinindgenaenelmovimientoinsurgente.Sustenta su seguridad en el anlisis de una muestra de mil trescientas per-sonas acusadas de pertenecer a aquel bando, que permiti observar que casiel 55% de los individuos cuya etnicidad pudo ser averiguada eran indge-nas, locualsecorrespondeengradobastantealtoconlaconformacintnica de la Nueva Espaa.68Noobstante, pensamosqueesasobservacionesestadsticas, aunqueinteresantesymeritorias, nadaenseansobrelaposturadelosindgenasante la guerra: en efecto, si la proporcin de insurgentes aborgenes descu-bierta por Van Young equivale a la que guardaba ese sector respecto de la65 Ortiz Escamilla: Guerra y gobierno..., pgs. 107-108.66 Prontuario de los insurgentes, pg. 447.67 Ibdem, pg. 501.68 Van Young, Eric: Rebelin agraria sin agrarismo: defensa de la comunidad, significado yviolencia colectiva en la sociedad rural mexicana de fines de la poca colonial, en Escobar Ohmstede:Indio, nacin y comunidad..., pgs. 31-61 (pg. 54).INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999529poblacintotaldelvirreinato, noseaportaningnindicioquepermitasuponerunapredileccindeesasetniasporlacausainsurgente: simple-menteseconstataquesereproducaenelcampoinsurgentelamismaestructura poblacional del territorio novohispano.Se nos ocurren, adems, otras objeciones al uso que hace Van Youngde la informacin que recab para su anlisis. Segn l mismo declara, lamuestra se refiere a individuos capturados por insurgentes [como sospe-chososdeinsurgentes, debiescribirseconmspropiedad]entre1810y 1815;69y tal vez no repara en el hecho de que no siempre se demostrque aqullos a quienes se acus de participacin en la revuelta estuviesenefectivamente comprometidos con ella.Hubo, por fuerza, casos en que los detenidos resultaron absueltos. Yes bien conocida, por otro lado, la arbitrariedad con que los subdelegadosy los comandantes realistas procedan a capturar insurgentes, para gran-jearse la estimacin de sus superiores y para imponer el terror en las pobla-cionesquehabanmanifestadosimpatashacialacausaenemiga.PrecisamentedeesaligerezasequejanteelreyManueldelaBodegay Mollinedo, en una representacin que firm en Madrid, el 27 de octubrede 1814: autorizado cualquiera comandante para calificar de insurgente elqueencuentraenelcampopoblado, lohaceordinariamentesinlamenorformalidad, ylainmediataejecucionacabaconlavidadeestemiembro de la sociedad y decide de la suerte de toda su familia.70Todava podemos llevar ms adelante la crtica a la muestra seleccio-nada por Van Young de individuos capturados por insurgentes: no slo nodebedarseporsupuestoquetodoslosacusadosfueraninsurgentes, sinoque an debe excluirse de esta consideracin a muchos que fueron conde-nados o conceptuados como tales y que, sin embargo, no formaban parte dela insurgencia. O es que la justicia impartida bajo la presin de un ambien-tedeguerracivil, ysinlasgarantasestablecidasdesde1812porlaConstitucin, debe reputarse de infalible?Si en circunstancias de paz, la inquisicin policial y la administracindejusticiadejabantantoquedesear, yofrecanfacetasyrigoresdiversossegn fuera la condicin socioeconmica de los presuntos trasgresores dela norma, no cabe pensar que eso ocurri tambin durante la lucha insur-gente?Noresultabamsasequibleoscurecerlaspesquisaspolicialesy69 Ibdem.70 BodegayMollinedo, Manueldela: RepresentacionhechaalRey, porelExmo.Sr.Con-sejero de Estado Don Manuel de la Bodega y Mollinedo. Mjico, 1820 (LAF 243).MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos530enmaraarlosprocesosjudicialesenfavordelosmiembrosdelasclasesacomodadas que de las gentes que carecan de fortuna y que nada podanofrecer a cambio de su liberacin?Por todo ello, resulta ms que verosmil que los depauperados indge-nas padecieron el rigor de la represin virreinal ms que los criollos y quelos mestizos; y que, insurgentes o no, resultaron inculpados con mayor fre-cuenciaqueotrosgrupostnicosysocialesquegozabandemayorpoderadquisitivo para sobornar a los agentes de la justicia realista.Para reforzar nuestros argumentos habra que recordar que, a tenor deun bando difundido por Calleja desde Zacatecas, en mayo de 1811, cual-quierpersonaqueviajarasinpasaportecorraelriesgodeseraprehen-did[a] tratad[a] como insurjente: si ese dbil indicio bastaba a los man-dosmilitaresparaotorgarelcarcterderebeldesalosquefueransorprendidos sin esa documentacin y as se registra en los papeles de lapoca, no parece que el historiador que escribe a ms de siglo y mediodeesosacontecimientospuedaconformarseconpruebastanextremada-mente dbiles que permitan condenar a muchos inocentes cuyo pecadoera de ignorancia, y no de insurgencia.71A fin de acabar de ratificar la carencia de bases con que se imputabaamuchosindgenaslacondicindeinsurgentes, resultapertinentereferirunepisodiodelquediocuentaIgnacioGonzlezCampillo, obispodePuebladelosngeles, aFranciscoXavierVenegas, virreydelaNuevaEspaa. Se quejaba en aquella ocasin el prelado angelopolitano de la tor-peza de un tal Manuel Snchez que, advertido por una denuncia, march alfrente de su tropa para detener por la noche a unos sospechosos que, segnla delacin recibida, se disponan a pernoctar en una finca cercana a la capi-tal de la provincia. La inopinada llegada de los soldados asust al personalde servicio de la hacienda, que dorma plcidamente y pens que era sor-prendido por ladrones. Se trab un tiroteo, a resultas del cual cay heridode muerte uno de los criados. Finalizada la refriega, el Comandante de laexpedicionsevinoestaciudad, ponderlamultituddeIndios, quella-maba insurgentes, y el mucho fuego que se haba hecho contra su tropa.72Si Van Young exagera tal vez al sostener que los indgenas se decan-taron mayoritariamente por la insurgencia, el juicio de un contemporneode la guerra, el obispo electo de Michoacn, Abad y Queipo, peca del otro71 El Ateno. Documentos para la historia. Bando de Calleja, t. I. Mxico, 1844 (LAF 390).72 Condumex, CentrodeEstudiosdeHistoriadeMxico, FondosVirreinales, XI, leg.95.Ignacio Gonzlez Campillo a Francisco Xavier Venegas, 19 de octubre de 1811.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999531extremo. As lo anot Manuel Lorenzo Vidaurre en una glosa a la carta del20 de junio de 1815, a travs de la cual el prelado asturiano haba expues-to su posicin ante el fenmeno insurgente: don Manuel Abad y Queipocon respecto Mjico, que es la parte de Amrica de que nicamente pue-dehablaralgo, confiesaquelosindgenassensatosilustradosfueronopuestos la independencia, por el srio convencimiento de su espritu enlos inconvenientes que resultaban.73El indgena visto por los caudillos insurgentesIncluso si se admite la participacin efectiva de muchos indgenas enla insurgencia, y se pondera la voluntad integracionista de Morelos,74resul-taincuestionablequetambinentoncesfueronobjetodediscriminacinpor parte de los caudillos militares y de personas acomodadas, que no ocul-taban la desconfianza que les inspiraban esas masas levantadas en armas, alas que consideraban incapaces de captar el verdadero sentido de la lucha.Es ste el sentimiento que se trasluce en un comentario bienintencionadodePedroGarca, vecinodeSanMiguelelGrandeyunodelosprimerosciudadanos que se unieron a las fuerzas de Hidalgo: los indgenas dabana conocer su contento cuando llegaron a entender los motivos y fin de aquelmovimiento.75Idnticasprevencioneshacialaplebe indgenamostraronlosGuadalupes en una carta a Morelos, en la que calificaban de autmatas aesas gentes, que no ven mas que lo presente, sin reflexionar en el futuro,73 Vidaurre, Manuelde: Votosdelos AmericanoslaNacionespaola, ynuestroamadomonarca el Seor Don Fernando VII: verdadero Concordato entre espaoles, Europeos, y Americanos,refutando las mximas del obispo presentado Don Manuel de Abad y Queipo en su carta de veinte dejunio de mil ochocientos quince. Reimpreso en Mjico, 1820 (LAF 327).74 Podran mencionarse a este respecto el bando del 17 de noviembre de 1810, donde Morelosdispuso que ya no se nombrarn en calidad de indios, mulatos ni otras castas, sino todos generalmen-te americanos; su discurso en la apertura del Congreso de Chilpancingo, donde asumi, en nombre delCongreso, la responsabilidad de cambiar la suerte de seis millones de americanos, o los SentimientosdelaNacin, enlosqueproscribilaesclavitudyladistincindecastas, quedandotodosiguales,y slo distinguir a un americano de otro el vicio y la virtud: Lemoine, Ernesto: Morelos. Su vida revo-lucionaria a travs de sus escritos y de otros testimonios de la poca, Mxico, 1991, pgs. 162-163,367y370-373;LegislacinindigenistadeMxico, Mxico, 1958, pgs.23-24, yProntuariodelosinsurgentes, pg. 80. Vase tambin Roca, C. Alberto: De las bulas alejandrinas al nuevo orden pol-tico americano, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, T. V., Mxico, D. F., 1993, pgs. 329-369(pg. 344).75 Garca: Con el cura Hidalgo en la guerra..., pg. 60. Van Young: Rebelin agraria sin agra-rismo..., pgs. 49-50.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos532y viven conformes con su abatimiento, con que los dexen vivir en los viciosquecadaqualsinclinado.Claro, queesascaractersticasnegativaspodan ser explotadas al servicio de la causa: sta clase de gente se dirigesegun conviene, y algun partido se podr sacar de ella.76No otra haba sido la preocupacin de Ignacio de Allende, que lleg amanifestaraHidalgoque, puestoquelosindiosnoentendanelverbolibertad, era necesario hacerles creer que el levantamiento se lleva a cabonicamente para favorecer al rey Fernando;77que ms de una vez perdilapacienciaconsusseguidoresindgenas(enSanMiguelyenGuana-juato);78que, enotraocasin, sequejanteelcaudilloinsurgentedequelos indios estn muy alzados y haban cometido varias atrocidades en laspersonas de tres europeos y un criollo,79y que, en una carta que escribi aHidalgo desde Guanajuato, para convencerle de que reuniera sus tropas alasquelmandaba, expusoqueeldescrditodelosejrcitosinsurgentesera tal que hasta los mismos indios lo han censurado.80Adems, persuadir a los indios como sugera Allende de que lasublevacinseproponaladefensadelosderechosdelreyFernandoentraaba riesgos que desvel Jos Ignacio Rayn:supngase sin embargo, que nuestras armas victoriosas triunfaron por fin de los opre-sores. Un clculo ligero y sencillo puede demostrar la debilidad y languidez a que espreciso quedemos reducidos; y entonces la masa enorme de los indios, quietos hastaahora y unidos con los dems americanos en el concepto de que slo se trata de refor-marelpoderarbitrario, sinsustraernosdeladominacindeFernando VII, sefer-mentar, declarada la independencia y aleccionados en la actual lucha, harn esfuer-zosporrestituirsusantiguasmonarquas, comodescaradamentelopretendieronelao anterior los tlaxcaltecas en su representacin al seor Morelo.81Parecidas eran las preocupaciones que Aldama confi al coronel rea-lista Diego Garca Conde cuando ste se hallaba prisionero en manos de losinsurgentes: tanto l como los dems jefes que capitaneaban la insurreccin76 AGI, Indiferente General, 110. Los Guadalupes a Morelos, Mxico, 5 de agosto de 1813,en cuaderno 4, copia de la correspondencia de los Guadalupes, nm. 12 y Serafina Rosier, con Morelos,Matamoros y otros.77 Citado en Lemoine, Ernesto: La revolucin de independencia, 1808-1821, en Hernndez,Octavio (ed.): La Repblica Federal..., vol. IV, t. II, pg. 35.78 Hamill: The Hidalgo Revolt..., pg. 142.79 Castillo Ledn: Hidalgo..., vol. II, pg. 105.80 Bustamante, Carlos Mara de: Campaas del General D. Flix Mara Calleja, Comandanteen Jefe del Ejrcito Real de Operaciones, llamado del Centro, Mxico, 1988, pg. 24.81 Exposicin de Jos Ignacio Rayn al Congreso, en Zavala: Ensayo histrico de las revolu-ciones..., pgs. 299-302 (pg. 301). Alamn: Historia de Mjico..., vol. III, pg. 525.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999533se haban persuadido del carcter irrefrenable del movimiento que habandesatado y de que, si los acontecimientos seguan su curso normal, que-daran estos pases en favor de los indios, sus primeros dueos.82Lorenzo de Zavala pareci penetrar en los pensamientos de Allende,cuandoescribi: qupodahacerelcoronelAllende, pormsconoci-mientos que se le supongan, con ms de cien mil indios que ni entendan elidioma, que mucho menos eran capaces de someterse a la disciplina, y quetenan que entrar en accin inmediatamente?.83En el decisivo trance de marchar sobre la capital del virreinato, des-provista de defensas que pudieran resistir a las fuerzas insurgentes, Allendevolviamanifestarsudesconfianzaenlashordasdeindios, queaduraspenas haban triunfado en las Cruces y que, con toda probabilidad, huiranazorados cuando se trabara el combate.84Tambin haba sido se el mensaje que traslad Carlos Mara de Bus-tamante a los espaoles de la ciudad de Mxico, cuando intimaba su ren-dicinalastropasdeMorelos: creisteisqueeramospeoresquebestiasferoces, quenodabamosquartel, yquenuestrosexercitossecomponiandeindiostumultuarios, armadosdehondayflecha, porloqueosasteisresistirnos.85Las Campaas del General D. Flix Mara Calleja, de Carlos Marade Bustamante, traslucen el inconsciente menosprecio de su autor hacia losindios.As, enladescripcindeunpequeoenfrentamientoenPuertoCarrozas, en septiembre de 1810, se presenta unos miserables indios queignorando los estragos de la artilleria tapaban las bocas de los caones consus sombreros, y en la resea de la rendicin del puerto de San Blas a lastropasrealistas, endiciembredelmismoao, sealudealaimpericiay desrden del ejrcito que lo atac, compuesto de unos cuantos lancerosy mayor nmero de indios inexpertos [de dos a tres mil, dir en otro luga],86que habrian encontrado su ruina si cualquiera de las baterias de la plaza alacometerla les hubiera hecho fuego.8782 Ortiz Escamilla: Guerra y gobierno..., pg. 42.83 Zavala: Ensayo histrico de las revoluciones..., pg. 48.84 CastilloLedn: Hidalgo..., vol.II, pg.96, yAnna: Lacadadelgobiernoespaol...,pg. 90.85 CorreoAmericanodelSur, nm.XXXIV, 21deoctubrede1813, enGarca: Docu-mentos histricosmexicanos..., vol.IV, yGarcaDaz: Laprensainsurgente..., vol.VI, t.II,pgs. 376-377.86 Bustamante: Campaas..., pg. 75.87 Ibdem, pgs. 21 y 71.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos534Cuando el insurgente Jos Mariano Anaya se present en Ixmiquilpanen noviembre de 1810, comisionado por Allende e Hidalgo, transmiti ins-truccionesescritasalosgobernadoresyprincipalesdelasrepblicasdeindios, para que reunieran a toda su indiada y la remitieran a Xochitln.Las rdenes que imparti dirigidas a los vecinos de razn implicaban untratamiento diferente para stos, ms respetuoso si se quiere con su dispo-nibilidad, pues se limitaban a solicitar que fueran convocado.88Muy pare-cida fue la conducta de los insurgentes que entraron en Zacatln a princi-pios de febrero de 1813: enseguida requirieron a los gobernadores de variospueblos de indios que les suministraran mano de obra que colaborara en lostrabajos de fortificacin de la ciudad.89ElmismoJosMaraMorelosparecitenerbienclaroquenuestrosistema solo se encamina que el gobierno poltico y militar que reside enlos europeos recaiga en los criollos, y que siendo los blancos los prime-ros representantes del reino, y los que primero tomaron las armas en defen-sa de los naturales de los pueblos y demas castas, uniformndose con ellos,deben ser los blancos por este mrito el objeto de nuestra gratitud y no delodio que se quiere formar contra ellos.90Lgicamente, al interpretar estaspalabras del caudillo insurgente, es preciso tomar en cuenta su intenciona-lidad de captar voluntades para una causa que, sin el apoyo de los criollos,difcilmente poda albergar esperanzas de triunfo.Por si caba algn espacio de duda acerca del papel que se reservabaa los criollos y, por eliminacin, a los indgenas en el nuevo Estado,Morelosremachenfebrerode1812: nuestrasentencianoesotrasinoque los criollos gobiernen al reino y que los gachupines se vayan a su tie-rra.91MscontundenteaneselcontenidodeunAvisoimportantealpblico que, paraquelleguenoticiadetodos, hizocircularMorelosdesdesucuartelde Aguadulce, enMichoacn, el10deagostode1814:corre in voce que por Zacatln y Chignahuapan les hemos dado un par degolpes los Mexicanos.9288 Guedea: La insurgencia en el Departamento..., pg. 23.89 Ibdem, pg. 67.90 BandodeMorelos, 13deoctubrede1811, enLemoine, Ernesto: Morelos..., pg.182;Dubln, Manuel, y Lozano, Jos Mara: Legislacin mexicana Coleccin completa de las disposicio-nes legislativas expedidas desde la independencia de la Repblica, 25 vols., Mxico, 1876-1898, vol. I,nm. 89, pgs. 345-346 (13 de octubre de 1811), y Legislacin indigenista de Mxico..., pgs. 26-27.91 Primera reconvencin dirigida por Morelos, desde Cuautla, a los criollos que militan en lasfilas realistas, 23 de febrero de 1812, en Lemoine: Morelos..., pg. 195.92 Ibdem, pg. 478. Aviso importante al pblico.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999535Encambio, aunqueelbandoqueMorelostitulContraPlandeCalleja, del 7 de julio de 1813, incluya una clasificacin de los habitantesdel reino en cuatro clases, y enumere las obligaciones propias de cada unade ellas, no puede ser interpretado como si se tratara de una marcha atrsen el camino hacia la supresin de distingos: fueron consideraciones estric-tamentemilitareslasquesirvieronparaesacatalogacindelaspersonas,segn su disponibilidad para el servicio de las armas.93Tambin es cierto que Jos Mara Morelos predic la libertad para elAnhuac, y prometi restablecer el Imperio Mexicano mediante los tra-bajos de la asamblea que se instal en Chilpancingo. De ah su mtica in-vocacin a los genios de Moctezuma, Cacama, Quautimozin, Xicotencaly Calcontzin, emplazados a contemplarel fausto momento en que vuestros ilustres hijos se han congregado para vengar vues-tros ultrajes y desafueros y librarse de las garras de la tirana y fanatismo que los ibaa sorber para siempre. Al 12 de agosto de 1521 sucedi el 14 de septiembre de 1813;en aqul se apretaron las cadenas de nuestra servidumbre en Mxico-Tenoctitlan; enste se rompen para siempre en el venturoso pueblo de Chilpancingo.94Con todo, el recurso a ese simbolismo perfectamente comprensibledesde una perspectiva de indagacin en las propias races no comporta-ba ni remotamente, en el nimo de Morelos, una especial consideracin delmundo indgena en el proyecto del nuevo Estado.A modo de conclusinCon las limitaciones que se quiera, y aun admitiendo la supeditacinde las comunidades indgenas a los proyectos polticos de los dirigentes dela insurgencia, permanece el hecho de que la guerra atrajo sobre ellos des-truccin y, en muchos casos, abandono de sus pueblos: un estado de cosasque a mediados de siglo distaba de haberse resuelto. As, los campesinos deCuyutln, Santa Fe, San Diego y San Juan Bautista solicitaron al Congresode Jalisco, en 1849, la devolucin de las tierras de asiento de sus pueblos,quehabandebidoabandonaraconsecuenciadelaguerra, entre1810y93 AGI, Guatemala, 531.BandodeMorelos ContraPlandeCalleja, 7dejuliode1813,anexo aunacartadelgobernadordeChiapas, 20deoctubrede1813.VaseLemoine: Morelos...,pgs. 331-335.94 Ibdem, Discurso pronunciado por Morelos en la apertura del Congreso de Chilpancingo,14 de septiembre de 1813, pgs. 365-369 (pg. 369).MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos5361811. Ni que decir tiene que la resolucin de la legislatura estatal no con-siderdeutilidadpblicalarestitucindelosterrenos, yrecomendelcamino de los tribunales de justicia para una eventual demanda contra laspersonas que se haban establecido all.95Aunque el caso referido en el prrafo anterior revista un aspecto muyparticular, que no cabe generalizar, existen abundantes elementos de juicioqueinducenapensarqueelsacrificiorealizadopormuchosindgenasdurante las guerras insurgentes fue baldo o, al menos, aprovech a otros.Los aborgenes mexicanos podan identificarse, en lneas generales, con laspalabras de un personaje de La coqueta:para qu he ido a exponer mi vida en los campos de batalla? para qu la exponentantosvalientesagrupadosenderredordelestandartedelalibertad?Libertad!Ypara quin es la libertad? Pueden ser libres instantneamente esos millones que tene-mos de seres degradados, cuando no sienten en s mismos la dignidad de hombres?Para qu es la igualdad, si no podran soportarla en parte alguna?96Por mucho que se escribiera en los das de la guerra y en fechas muyposteriores, persisti la discriminacin de los indgenas, incluso por parte delos caudillos insurgentes que se beneficiaron del generoso esfuerzo desplega-do por muchos de ellos. Pero se intent silenciar ese hecho, al tiempo que semagnificaba y se mitificaba la aportacin indgena al movimiento liberador.Enefecto, ycomodestacoportunamenteDorisLadd, lashistoriassociales del perodo de la insurgencia tienden a enmascarar el papel rele-vantequejugaronentonceslasclasesadineradas, yprefierencentrarsuatencinenlosgruposoprimidoscampesinos, negros, indgenas,dada la propensin a buscar el significado del pasado histrico en la cul-tura de la pobreza.97Mariano Otero, que no necesitaba manipular la aportacin de los pos-tergados a la lucha emancipadora, valor de manera muy diferente el papeldelosprivilegiadoscriollos, yserefirientrminosentusisticosalaaccindelarazatrasplantada, llamadaporDiosparaquebrantarlascadenas de aquellos pueblos que con solcito cuidado haba hecho crecer enlos ignorados bosques del Nuevo Mundo, y aprestndose a proclamar laigualdad de todos los derechos y de todas las obligaciones, extinguiendo las95 Reina, Leticia(coord.): LasluchaspopularesenMxicoenelsigloXIX, Mxico, 1983,pg. 76.96 Pizarro, Nicols: La coqueta, Mjico, 1861, pg. 18.97 Ladd, Doris: Lanoblezamexicanaenlapocadelaindependencia1780-1826, Mxico,1984, pg. 19.INDGENAS DE NUEVA ESPAA Y MOVIMIENTO INSURGENTE (1810-1817)Tomo LVI, 2, 1999537distincionesabsurdasyfunestas, quehandivididoalospueblosendosrazas, la una de seores y la otra de esclavos.98NodiferaenmuchoelpensamientodeIgnacioM. Altamirano, queno tuvo recato en aceptar que el elemento social a cuyo impulso se con-sum la independencia de la Patria no fu ni el indigenato mexicano ni elelemento popular compuesto de las clases que hacan causa comn con l,puesloimpedansusinteresesysualejamientodelascosaspblicas:hasta tal punto que, de haber triunfado la revolucin de 1810, las clases pri-vilegiadashabransidobarridasporquienesconsiderabanyainsufriblessus abusos.99Losprimeroscaudillosdelacausaemancipadoraprocedan, segnAltamirano, de las capas bajas de los criollos, las de condicin menos favo-recida, lascastas mestizas que los espaoles llamaban con desdn criollas para distinguirlas delos habitantes de la colonia de origen espaol, y aun de una cierta clase aristocrticaformada aqu despus de la conquista y que haba adquirido altos fueros y privilegiosy aun ttulos de nobleza, sea a causa de sus riquezas territoriales o mineras, sea porenlaces contrados en Espaa o por el simple favoritismo.100Maqueo Castellano, que conceptu la insurreccin de 1810 como unrelmpagodeiracundia, delosoprimidoscontralosopresores, afirmcategricamente: nadie podr nunca probar que fu el indio el que hizo laindependencia de la Patria, por ms que hayan sido indios muchos de susgloriososcaudillos, aunquelosmserancriollos;101yeso, porquelamayora de aquellas razas vencidas, vilipendiadas, muertas respondieroncon la indiferencia a la llamada que se les dirigi para que se sumaran a larebelda.Pero, auncuandoseadmitieraquelagranmasaindgena selevant en armas, nunca se podra sostener que alcanzara a comprender losmvilesdelasublevacin.Alosumo, elindiopudoacasoverenlaIndependencia tres cosas: el recobro de las tierras, la liberacin del pago deimpuestos y de la prestacin de servicios personales, y la ruina del espaolque se haba hecho odiar.10298 Otero, Mariano: Obras, recopilacin, seleccin, comentarios y estudio preliminar de JessReyes Heroles, 2 vols., Mxico, 1967, vol. II, pgs. 469 y 470.99 Altamirano, IgnacioM.: HistoriaypolticadeMxico(1821-1882), Mxico, 1947, pgi-nas 19 y 26.100 Ibdem, pg. 19.101 Maqueo Castellanos, E.: Algunos problemas nacionales, Mxico, 1910, pg. 76.102 Ibdem, pg. 77.MANUEL FERRER MUOZAnuario de Estudios Americanos538