los ancianos de la iglesia

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Page 1: Los Ancianos de la Iglesia
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«El liderazgo, como los otros dones del Espíritu, es para la edifica-

ción del cuerpo de Cristo. Pablo le dejó claro a Tito que las cosas

no estarían en orden en una iglesia hasta que se estableciera un li-

derazgo adecuado. La mayoría de problemas sin resolver en la vida

de la iglesia tiene su raíz en un liderazgo deficiente. Jeramie Rinne

expone con una frescura y claridad muy útiles lo que la Biblia dice

acerca de la identidad y la actividad del anciano de una iglesia local.

Este libro lo pueden leer los ancianos juntos para su propio bene-

ficio y también puede ayudar a la congregación a apoyar y a orar

por sus líderes de manera que su labor sea un gozo y no una carga».

Alistair Begg, Pastor principal, Parkside Church, Cleveland,

Ohio

«Jeramie Rinne demuestra que es posible escribir de forma com-

pleta y concisa acerca del oficio y ministerio de los ancianos de la

iglesia. ¡Qué libro tan valioso es este! No solo es informativo sino

que también es devocional, útil para mí como pastor, para mi amor

por Jesús y, por extensión, para mi amor por su iglesia. Veo difícil

pensar en otro libro que trate este tema y que sea tan fácil de com-

partir».

Jared C. Wilson, Pastor, Middletown Springs Community

Church, Middletown Springs, Vermont; autor, Gospel Wake-

fulness y The Pastor’s Justification

«¿Anhelas ver en tu iglesia un grupo piadoso y creciente de hom-

bres maduros que trabajen junto a los pastores de tiempo completo

para pastorear, enseñar, y formar a la congregación en hacer discí-

pulos? Este pequeño libro —bíblico, sabio, y escrito con calidez—

trata sobre la autoridad compartida del ministerio y liderazgo de

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la iglesia. Independientemente de tu postura en cuanto a cómo los

‘ancianos’ deberían ser nombrados, organizados o llamados, aquí

encontrarás mucho para desafiar, animar y guiar».

Tony Payne, Director de Publicación, Matthias Media; coautor,

El enrejado y la vid

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LOS ANCIANOS DE LA IGLESIA

Page 5: Los Ancianos de la Iglesia

9Marks: Edificando iglesias sanas

Editado por Mark Dever y Jonathan Leeman

La predicación expositiva: Cómo proclamar la Palabra de Dios

hoy, David Helm

La sana doctrina: Cómo crece una iglesia en el amor y en la santi-

dad de Dios, Bobby Jamieson

El evangelio: Cómo la iglesia refleja la hermosura de Cristo, Ray

Ortlund

La evangelización: Cómo toda la iglesia habla de Jesús, J. Mack

Stiles

La membresía de la iglesia: Cómo sabe el mundo quién representa

a Jesús, Jonathan Leeman

La disciplina en la iglesia: Cómo protege la iglesia el nombre de Je-

sús, Jonathan Leeman

Los ancianos de la iglesia: Cómo pastorear al pueblo de Dios como

Jesús, Jeramie Rinne

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EDIFICANDO IGLESIAS SANAS

LOS ANCIANOS DE LA IGLESIA

JERAMIE RINNE

CÓMOPASTOREAR

AL PUEBLO DEDIOS

COMO JESÚS

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Los ancianos de la iglesia: Cómo pastorear al pueblo de Dios comoJesúsCopyright © 2015 por 9Marks para esta versión española

Publicado por 9Marks525 A Street Northeast, Washington, D.C., 20002, Estados Unidos

Publicado por primera vez en inglés en 2014 por Crossway, 1300Crescent Street, Wheaton, Illinois 60187, bajo el título ChurchElders: How to Sheperd God’s People Like JesusCopyright © 2014 por Jeramie Rinne

Con agradecimiento a Crossway por la cesión de los derechos y delas portadas.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicaciónpuede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación,o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio,electrónico, mecánico, fotocopiativo, de grabación u otro, sin elpermiso previo del que publica.

Traducción: Daniel PuertoRevisión: Olmer Vidales y Patricio Ledesma

Diseño de la cubierta: Dual Identity, Inc.Imagen de la cubierta: Wayne Brezinka para brezinkadesign.com

Las citas están tomadas de la Versión Reina-Valera 1960 ©Sociedades Bíblicas Unidas, excepto cuando se cite otra. Usada conpermiso.

ISBN: 978-1-940009-36-0

Impreso en EspañaPrinted in Spain

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Para los ancianos de South Shore Baptist Church,mi banda de hermanos

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ÍNDICE

Prólogo acerca de la serie 11

Introducción: «Soy un anciano. Y ahora, ¿qué?» 13

1 No supongas 18

2 Huele a oveja 36

3 Sirve la Palabra 53

4 Busca a las descarriadas 68

5 Lidera sin enseñorearte 84

6 Pastorea junto a otros 101

7 Sé un ejemplo de madurez 115

8 Intercede por el rebaño 128

Conclusión: El peso eterno del pastorado 143

Referencias 146

Índice de citas bíblicas 149

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PRÓLOGO ACERCA DE LA SERIE

¿Crees que es tu responsabilidad ayudar a edificar unaiglesia sana? Si eres cristiano, creemos que lo es.

Jesús te ordena hacer discípulos (Mt. 28:18-20). Ju-das nos exhorta a edificarnos sobre la fe (Jud. 20-21).Pedro te llama a utilizar tus dones para servir a los de-más (1 P. 4:10). Pablo te dice que compartas la verdaden amor para que tu iglesia pueda madurar (Ef. 4:13,15). ¿Ves de dónde lo estamos sacando?

Tanto si eres miembro de la iglesia o líder de ella,los libros de la serie Edificando iglesias sanas pretendenayudarte a cumplir estos mandamientos bíblicos paraque así juegues tu papel en la edificación de una iglesiasana. Dicho de otra manera, esperamos que estos libroste ayuden a crecer en amor por tu iglesia, tal y comoJesús la ama.

9Marks planea producir un libro que sea corto y deagradable lectura acerca de cada una de las que MarkDever ha llamado las nueve marcas de una iglesia sanay, un libro más, acerca de la sana doctrina. Consiguelos libros acerca de la predicación expositiva, la teolo-gía bíblica, el evangelio, la conversión, la evangeliza-

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ción, la membresía de la iglesia, la disciplina eclesial,el discipulado y el crecimiento, y el liderazgo de la igle-sia.

Las iglesias locales existen para mostrar a las nacio-nes la gloria de Dios. Y esto lo hacemos fijando nues-tros ojos en el evangelio de Jesucristo, confiando en élpara salvación, y amándonos unos a otros con la san-tidad, la unidad y el amor de Dios. Es nuestra oraciónque el libro que tienes en tus manos sea de ayuda.

Con esperanza,Mark Dever y Jonathan Leeman

Editores de la serie

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INTRODUCCIÓN«Soy un anciano. Y ahora, ¿qué?»

Muchos pastores podrían escribir un libro titulado:«Lo que no me dijeron en el seminario acerca del mi-nisterio pastoral». Ese libro probablemente tendría al-gunos capítulos dolorosos y duros, como por ejemplo«Cómo sobrevivir a una horrible reunión de trabajo»o «Qué decir en el funeral de un niño de tres años». Elministerio pastoral implica casos de sufrimiento, des-ánimo, y dolor, para los cuales ninguna escuela puedepreparar a un hombre.

Pero el ministerio también tiene gratas sorpresas.Nadie en el seminario me dijo que llegaría a amar tantoa mi congregación o que tendría un asiento en primerafila para ver la fidelidad de Dios y el poder del evange-lio obrando en la vida de las personas.

Tampoco nadie me avisó del gozo y la satisfacciónque recibiría al trabajar con ancianos laicos.

Amo a los ancianos laicos.1 Me asombro al verhombres que, a pesar de tener agendas laborales llenasy vidas familiares ocupadas, sacrifican tiempo y dinero,lágrimas y oraciones, para liderar a sus iglesias locales.Me encanta verlos luchar juntos en medio de desafíos,

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cometer errores y madurar en el proceso. Es como pa-sar tiempo con los doce discípulos: hombres comunese imperfectos que cumplen un llamado extraordinariopor la gracia de Dios. Los ancianos de mi congregaciónverdaderamente han sido una banda de hermanos paramí. No me puedo imaginar el ministerio sin mis com-pañeros pastores.

Amo a los ancianos por otra razón: el plan de Dioses dirigir a su iglesia por medio de ellos. Dios siempreha provisto pastores para su pueblo. Dio a Moisés, Sa-muel y los jueces a Israel. Levantó al pastor por exce-lencia de Israel, el rey David. Y aun así, todos estoshombres, incluyendo a David, fallaron de una manerau otra. Los reyes que vinieron después de David lleva-ron al pueblo a la idolatría y a la injusticia. Por ello,los profetas empezaron a hablar acerca del pastor quevendría, un nuevo «David» (p. ej., Is. 9:1-7; Ez. 34:20-24).

Dios cumplió su promesa al enviar a Jesús, el Hijode David, el Buen Pastor quien dio su vida por las ove-jas y resucitó. Pero la historia no termina ahí. Jesús dioapóstoles y luego ancianos para cuidar a su rebañocomo pastores delegados hasta que él vuelva (Ef. 4:7-13; 1 P. 5:1-4). Los ancianos son los asistentes de Jesúspara pastorear a sus iglesias.

PIADOSOS, BIENINTENCIONADOS Y… CONFUNDIDOSPor más que ame a los ancianos por estas razones, henotado un problema recurrente. Aunque los ancianos

LOS ANCIANOS DE LA IGLESIA

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son, generalmente, piadosos y bienintencionados, amenudo están confundidos acerca de lo que implica serun anciano. No siempre tienen una comprensión com-pleta de lo que se supone que deben hacer. Y, para serhonesto, los pastores que recibimos un salario a me-nudo compartimos su confusión.

Como consecuencia, los ancianos tienden a impor-tar otros paradigmas de liderazgo a la supervisión dela iglesia, generalmente procedentes de sus propias ex-periencias y carreras. Si no hay una descripción del tra-bajo clara y bíblica para los ancianos, estos hombresnaturalmente terminan haciendo lo que saben hacer.Suponen que ser anciano es como:

Administrar una escuela•

Liderar una compañía•

Dar órdenes en un barco de guerra•

Gestionar un proyecto•

Dirigir operaciones•

Supervisar subcontratistas•

Servir en una junta de consejeros•

Introducción

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Algunos aspectos de estas experiencias de la vida siem-pre son útiles en el papel de liderazgo de un anciano.Sin embargo, supervisar una iglesia es una tarea única.

«SOY UN ANCIANO. Y AHORA, ¿QUÉ?»Este libro tiene como propósito proveer una descrip-ción concisa y bíblica de la labor de los ancianos. Quisehacer un resumen inspirador y fácil de leer sobre la ta-rea del anciano, que pudiera entregarse a un ancianonuevo o potencial, que necesite saber qué es un ancianoy cuál es su labor. Espero que este libro provea respues-tas a un hombre piadoso y bienintencionado que sepregunte: «Soy un anciano. Y ahora, ¿qué?».

Pero este libro no es solo para aquellos que son an-cianos en la actualidad o que aspiran a serlo en el fu-turo. También es para los miembros de la iglesia. Todala congregación necesita entender el plan de Dios parala iglesia local, incluyendo su plan para el liderazgo.Los miembros de la iglesia pueden estar tan confundi-dos acerca del trabajo de un anciano como los mismosancianos.

Así que oro para que este libro traiga salud a lascongregaciones, unificando a los miembros y a los lí-deres en torno a una visión bíblica del ministerio y elliderazgo en la iglesia local. Anhelo que hombres cris-tianos espiritualmente aletargados, que solo están ca-lentando asientos, lean este libro y experimenten undespertar que les lleve a desear ser pastores de sus fa-milias e iglesias. Por último, pido a Dios que use este

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pequeño libro para cambiar el curso de la vida de al-gunos hombres, llamándoles al ministerio pastoralcomo vocación.

ANCIANOS, OBISPOS Y PASTORESUna rápida aclaración acerca del vocabulario: usaré lostérminos anciano y obispo de forma intercambiableporque el Nuevo Testamento los usa de esta manera.2

El anciano tiene un trabajo con dos títulos.Bueno, en realidad son tres títulos. En el capítulo 2

argumentaré que el término pastor —el que pastoreaun rebaño— se refiere a la misma posición eclesial delanciano y obispo. Hablando bíblicamente, los ancianosson pastores, quienes al mismo tiempo son obispos. Lapersona a quien normalmente llamamos «pastor» ennuestras iglesias es un anciano que recibe un salario, yla persona a quien típicamente llamamos «anciano» esun pastor laico que no recibe un salario.

Anciano, obispo o pastor, con o sin salario; todo serefiere al mismo trabajo. Pero, ¿de qué trabajo estamoshablando? ¿Qué se supone que deben hacer los ancia-nos en una iglesia local? ¿Cuáles son las órdenes de Je-sús para sus pastores delegados? ¿Cómo pueden saberellos si están cumpliendo la misión?

Antes de contestar a estas preguntas, debemos haceralgo más básico. Necesitamos entender las cualificacio-nes bíblicas para ser un anciano. Si estás considerandoel oficio de anciano, ¡tu primera tarea es discernir si es-tás listo!

Introducción

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NO SUPONGAS

Me convertí en discípulo de Jesús cuando era un prea-dolescente mediante el ministerio de una pequeña igle-sia bautista dirigida por ancianos a las afueras de LasVegas, Nevada. A la edad de veintiséis años, me con-vertí en el pastor principal —o anciano principal, sepodría decir— de una pequeña iglesia bautista en lossuburbios de Boston, Massachusetts. De manera quepodrías suponer que entendía de qué se trataba el tra-bajo de un anciano. Pero, aunque no lo creas, fue des-pués de ser nombrado anciano que empecé a estudiarde verdad lo que la Biblia dice sobre los ancianos.

Cuando lo hice, dos cosas me sorprendieron. Pri-mero, me asombró lo mucho que la Biblia dice acercadel tema. Casi todos los autores del Nuevo Testamentohablan de los ancianos. Hay más de una docena de tex-tos. Me quedó claro que tener ancianos con el carácterde Cristo no es una característica opcional para la igle-sia; son centrales en el plan de Dios para pastorear asus iglesias. ¿Cómo lo pude pasar por alto?

Segundo, me sorprendió la gran diferencia que hayentre la descripción bíblica de la labor y las cualifica-

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ciones de los ancianos y lo que yo había supuesto.Pensé que estaba calificado para ser pastor y ancianoporque amaba a Jesús, tenía un título de seminario ypodía predicar decentemente. ¿Qué más hacía falta?

Tal vez supones que deberías ser un anciano tam-bién, pero por razones diferentes a las mías. Quizácreas que ya te ha llegado el momento de unirte a lajunta de ancianos porque has sido un miembro de igle-sia fiel. Has servido dos años en el comité de misiones,has dirigido un estudio bíblico en casa, e incluso ense-ñaste en la escuela dominical de segundo grado cuandono pudieron encontrar un maestro. Has hecho lo quetenías que hacer y, ahora, te toca liderar.

O tal vez supongas que debes estar en la junta deancianos porque das ofrendas generosas. La iglesia nohubiera terminado el año fiscal en números positivossin el cheque que firmaste. Los que dan mucho merecentener palabra y asiento en las grandes juntas. Así escomo funciona. Además, sería útil para la iglesia dis-poner de un líder con olfato para los negocios.

También es posible que creas que deberías lideraren la iglesia porque lideras fuera de ella. Quizá dirijasuna compañía exitosa, seas miembro de la junta de unaorganización sin fines de lucro, jefe de un departa-mento, comandante de un batallón o entrenador de unequipo. Es seguro suponer que tus habilidades de lide-razgo, tu experiencia y tus talentos te convierten en elcandidato ideal para ser anciano.

¿Verdad?

No supongas

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Como dije en la introducción, tu primera tareacomo anciano es investigar si deberías ser de hecho unanciano, basándote en las cualificaciones de la Biblia.No supongas. Incluso si has servido como anciano an-tes, deja que la Palabra de Dios apruebe tu candida-tura.

A continuación se muestran seis cualidades de losancianos tomadas del Nuevo Testamento. Léelas enoración. Para y medita a menudo. Invita a otras perso-nas a la conversación. Muestra esta sección a tu esposa,a algunos amigos o a un anciano, y pregunta: «¿Medescriben estas cualificaciones?».

SABES QUE CALIFICAS PARA SERVIR COMO ANCIANO SI…

1. Quieres ser ancianoEn una de las enseñanzas más extensas del Nuevo Tes-tamento acerca de los ancianos, el apóstol Pablo em-pezó diciendo: «Palabra fiel: Si alguno anhela obis-pado, buena obra desea» (1 Ti. 3:1). Pedro lo expresóasí: «apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente;no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto»(1 P. 5:2).

Aspiración. Deseo. Libertad. Debes desearlo. Unpastorado fiel demanda mucho de ti. Si no tienes undeseo interior de jugar este papel, te puedes quemar.Por supuesto, esto no significa que todo aquel que

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desee ser anciano está calificado. Pero sí significa queuna falta de deseo es un problema.

En mi iglesia hay un hombre con un sólido potencialpara ser anciano. Nuestro equipo de nominaciones le pi-dió que sirviera como anciano. De hecho, se lo pedimostres veces. Aparentemente, la tercera fue la vencida por-que finalmente aceptó. Pero, cuanto más hablaba conél, pareció evidente que no tenía un fuerte deseo de seranciano. En parte, había aceptado servir porque anteshabía rechazado la propuesta dos veces. Finalmente, unsentido del deber hacia su iglesia le llevó a aceptar el ser-vicio, justo aquello sobre lo cual nos advierte Pedro.

También me contó sobre su deseo de apartar tiempoen su horario para compartir el evangelio con sus veci-nos y otras personas de la ciudad. Me podía imaginarsu posible frustración si invirtiera su vida en pastorearal rebaño cuando en su corazón deseaba traer másgente al rebaño. Así que, después de orar, cambió deopinión y con valentía rechazó la nominación al puestode anciano por tercera vez. Casi confundimos a unevangelista por un anciano.

Aunque no todas las motivaciones son piadosas, de-bes tener un deseo profundo de ser anciano. ¿Ha colo-cado el Espíritu Santo en tu corazón un anhelo santode pastorear la iglesia local? ¿Qué te está motivando?

2. Eres un ejemplo de carácter piadosoPuede que supongas que la característica más impor-tante para ser anciano es tener habilidad para liderar

No supongas

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una organización. Aunque la habilidad de gestión esparte de ser un obispo de iglesia, los escritores delNuevo Testamento ponen mucho más énfasis en un ca-rácter santo. Los pastores delegados de Jesús deben re-flejar el carácter de Jesús. Más vale un anciano piadosocon mediocres habilidades de liderazgo que un líder ca-rismático con defectos morales evidentes.

Lee las siguientes porciones que especifican las cua-lificaciones de los obispos según Pablo. Estas virtudesle deben quedar a un anciano como un traje hecho amedida:

Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, ma-rido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso,hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, nopendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas,sino amable, apacible, no avaro. (1 Ti. 3:2-3)

Porque es necesario que el obispo sea irreprensible,como administrador de Dios; no soberbio, no ira-cundo, no dado al vino, no pendenciero, no codiciosode ganancias deshonestas, sino hospedador, amantede lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo.(Tit. 1:7-8)

Dada la importancia de tener un carácter como el deCristo, paremos a considerar algunas de estas cualida-des en más detalle.

Irreprensible. Pablo comenzó su lista de virtudes

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con «irreprensible». Esta descripción no significa queel anciano haya trascendido al pecado y lleve una vidamoralmente impecable. Si ese fuera el caso, las iglesiastendrían que despedir a sus ancianos; a todos ellos.Más bien, un hombre irreprensible manifiesta un gradode semejanza a Cristo ejemplar, sin pecados notables.Ser «irreprensible» es semejante a ser «decoroso» (1Ti. 3:2), «justo» y «santo» (Tit. 1:8).

En su libro acerca de las cualificaciones de los an-cianos, Thabiti Anyabwile lo explica bien: «Ser irre-prensible significa que un anciano debe ser un hombrede quien nadie sospeche mal proceder o inmoralidad.Las personas se sorprenderían de escuchar que estehombre es acusado de tales actos».1

Nominar a hombres irreprensibles para que seanancianos aumenta la confianza de la congregación ensus líderes. Además, los líderes de la iglesia que sonirreprensibles salvaguardan el testimonio de la iglesiaen la comunidad, como lo explica Pablo, «También esnecesario que tenga buen testimonio de los de afuera,para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo»(1 Ti. 3:7).

Sobrio. Según los perfiles de Pablo, los ancianos de-ben tener dominio propio, ser sobrios, moderados ydisciplinados. El dominio propio es fruto del EspírituSanto (Gá. 5:23) y una marca de la vida cristiana. Enpocas palabras, un hombre lleno del Espíritu es unhombre con dominio de sí mismo.

Es interesante observar que en ambas listas Pablo

No supongas

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advirtió contra una manifestación particular de unafalta de dominio propio: la adicción al vino. Las bo-rracheras destruyen vidas y hunden a las personas enmás pecados. Conozco a un hombre que dejó de bebercuando pasó a ser anciano. Quería ser irreprensible enlo que respectaba a la bebida y ser un ejemplo para losmiembros de la iglesia que luchaban con el alcoho-lismo. Aunque la Escritura no exige que los ancianosse abstengan del alcohol, deben poseer la capacidad denegarse a sí mismos, como hizo este hermano.

¿Ocultas alguna adicción secreta al alcohol, las dro-gas, la pornografía o las apuestas? ¿Pierdes el controlcon el enojo, los derroches, las malas palabras o elchisme? ¿Es necesario posponer tu nombramiento deanciano por un tiempo para que te dediques a crucifi-car algún pecado habitual y cultivar el dominio pro-pio?

Amable. Hay un famoso proverbio suajili que dice,«Cuando los elefantes pelean, pisotean el pasto». Igual-mente, cuando los pastores de una iglesia son penden-cieros y agresivos, las ovejas son lastimadas. Por eso,Pablo describió al anciano calificado como «no pen-denciero… sino amable, apacible» (1 Ti. 3:3) y «no so-berbio, no iracundo» (Tit. 1:7). Los obispos que sonegoístas, dominantes, discutidores, prepotentes, áspe-ros, impulsivos y explosivos destruyen a los miembrosde las iglesias.

En lugar de ser así, los ancianos deben ser gentiles.Ser gentil no significa ser débil o cobarde. Los ancianos

LOS ANCIANOS DE LA IGLESIA

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Page 26: Los Ancianos de la Iglesia

amables ejercen su autoridad con la ternura de un pas-tor y la sensibilidad de un padre amoroso. En una oca-sión vi un programa de televisión en el que una tortugase acercó a un elefante que estaba bebiendo agua. Elelefante miró hacia abajo y movió cuidadosamente ala tortuga con su pata, para no aplastarla accidental-mente. Me sorprendió ver a una criatura tan inmensahacer algo con tanto cuidado. Las personas también sesorprenden cuando experimentan la gentileza de un lí-der de la iglesia.

¿Eres amable o severo? ¿Eres un pacificador o uniniciador de incendios? ¿Sabes escuchar o te imponespara expresar tus opiniones? Es difícil evaluar estas co-sas en tu propia vida. Sé valiente y pide a algunosmiembros maduros de tu iglesia que te den una evalua-ción sincera.

No codicioso. Los ancianos no deben ser avaricio-sos. Pedro dijo que los ancianos deben servir «no porganancia deshonesta, sino con ánimo pronto» (1 P.5:2). Estas palabras ofrecen una reprensión punzantea los pastores que usan sus ministerios para enrique-cerse y vivir a lo grande. Ten cuidado con los pastoresque trasquilan a las ovejas.

La codicia no solo es un problema para los pastoresque reciben un salario. Los ancianos laicos que traba-jan para ganar dinero tienen dificultad para invertirtiempo y energía en el cuidado de la congregación. Al-gunas veces, los ancianos laicos codiciosos manipulana las iglesias con sus ofrendas. Pueden controlar los

No supongas

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presupuestos de las iglesias y canalizar fondos hacia susministerios favoritos. Evalúan la salud y el éxito de laiglesia en función del informe mensual del tesorero.Cuando los amantes del dinero lideran una iglesia, sesecan los fondos que se destinan a los ministerios paralos necesitados, la plantación de iglesias y la evangeli-zación global. ¿Por qué invertir grandes cantidades dedinero en causas que no enriquecerán directamente elfeudo de los ancianos codiciosos?

¿Cuál es tu relación con el dinero? ¿Lo amas y vivespara amasarlo? ¿O te deleitas en darlo a la iglesia localpara expandir el evangelio y suplir las necesidades deotros? ¿Das mucho o una moneda, un sacrificio o algosimbólico? ¿Te cuesta dar a la iglesia? Examínate cui-dadosamente «porque raíz de todos los males es elamor al dinero» (1 Ti. 6:10).

Antes de continuar, detente por un momento ypiensa en Jesús. Cuando los líderes religiosos le acusa-ron de tener una alianza con el diablo, las acusacionesno funcionaron porque él era irreprensible. Cuando Pe-dro sacó su espada y le ofreció una oportunidad paraevitar su captura, él mostró dominio propio, decididoa cumplir lo que él y el Padre habían planificado en lacruz. Jesús fue amable cuando se relacionó con los dé-biles, los heridos y los enfermos. Cuando el diablo leofreció los reinos del mundo, no fue codicioso. En cadamomento, Jesús actuó como el perfecto pastor de lasovejas procedente de Dios, siendo al mismo tiempo unejemplo para los ancianos de las iglesias de hoy.

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3. Puedes enseñar la BibliaPablo dijo que un obispo debe ser «apto para enseñar»(1 Ti. 3:2). Enseñar la Biblia es fundamental para eltrabajo pastoral del anciano. Exploraremos más afondo el tema de la enseñanza en el capítulo 3. Porahora, solamente reflexiona en lo siguiente: «¿He ins-truido a otros en la Palabra de Dios con resultados no-tables?».

En el transcurso de los años, los ancianos de nuestraiglesia han valorado candidatos potenciales para serancianos. En algunas ocasiones, se ha sugerido algúnhombre que ha sido creyente y miembro fiel de la con-gregación durante años. Hablamos acerca de su carác-ter piadoso y su feliz matrimonio. Hemos listado losministerios y comités en los que ha servido, dándonoscuenta de que ha dedicado cientos de horas al servicio.Cuanto más hablamos, más obvio parecía que estehombre debía ser un anciano.

Entonces, alguien pregunta: «¿Puede enseñar la Bi-blia?».

Sin duda, el hombre en cuestión nos ha enseñadopor medio de su ejemplo piadoso. Pero Pablo no se re-fería a eso cuando requería que un anciano fuese capazde enseñar. Se refería a una comunicación verbal fruc-tífera del evangelio y de la doctrina bíblica. Un ancianodebe ser «retenedor de la palabra fiel tal como ha sidoenseñada, para que también pueda exhortar con sanaenseñanza y convencer a los que contradicen» (Tit.1:9).

No supongas

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En algunos casos, nos dimos cuenta de que el her-mano nunca había enseñado, ni siquiera en grupos pe-queños en casas. Así que pausamos el proceso de nom-bramiento y exploramos el asunto con el hombre enuna conversación de seguimiento.

Los ancianos pastorean el rebaño como Jesús. Aligual que Jesús proclamó la Palabra de Dios con auto-ridad, así los ancianos potenciales deben ser conocidospor enseñar bien la Biblia.

4. Lideras bien a tu familiaLa sociedad americana traza una reluciente línea entrelo público y lo privado, el trabajo y el hogar. Evalua-mos a los ejecutivos de negocios según su habilidadpara incrementar las ganancias y alcanzar las metas dela empresa, no valoramos la calidad de su vida perso-nal. Lo que se vive en el hogar del líder —hijos, matri-monio, vida sexual— no es de la incumbencia de na-die.

Pero, en la familia de Dios, la vida familiar de unanciano importa enormemente. De hecho, el matrimo-nio y la educación de los niños respaldan o descalificanal anciano. Considera tres maneras en las que el lide-razgo familiar de un hombre le califica para el lide-razgo en la iglesia. Un anciano debe ser:

Marido de una sola mujer. La mayoría de las bibliasen español traducen las palabras de Pablo como «ma-rido de una sola mujer» (1 Ti. 3:2; Tit. 1:6). Es difícilinterpretar esta frase con precisión.2 Pero, al menos,

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implica la idea de un marido fiel que honra el pacto sa-grado del matrimonio.

¿Has sido fiel sexualmente a tu esposa? ¿Frecuentassitios pornográficos? ¿Alguna vez te has divorciado?¿Cómo están las cosas entre tú y tu esposa ahoramismo? Nadie tiene un matrimonio de cuento de ha-das, libre de fricciones. Pero si tu matrimonio está co-jeando —o algo peor— o si has tenido un fracaso ma-trimonial en el pasado, deberías hablar con algunos an-cianos y pastores sabios antes de aspirar a ser anciano.La manera en la que tratas a tu esposa importa muchosi vas a cuidar a la esposa de Cristo.

¿El requisito de ser «marido de una sola mujer» des-califica a un hermano que no se ha casado para ser an-ciano? Dado que Pablo enseña claramente en otros lu-gares acerca de las ventajas de la soltería para el minis-terio, y dado su propio ejemplo como apóstol no ca-sado (1 Co. 7:7, 25-38), parece que la soltería por símisma no debería descartar a un hombre del oficio deobispo. Aun así, si no estás casado, pregúntate: «¿Estoymanteniendo una pureza sexual? ¿Soy irreprensible enmis relaciones de noviazgo?».

Un padre efectivo. Las habilidades de gestión sonimportantes para los ancianos. Los obispos deberíanposeer capacidad de liderazgo, como lo implica el título«obispo». Sin embargo, normalmente asociamos la«gestión» con empleados y políticas, estados financie-ros y planes estratégicos. Pablo tenía en mente un áreade gestión diferente: los hijos y el hogar.

No supongas

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Un anciano debe tener como característica «que go-bierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujecióncon toda honestidad (pues el que no sabe gobernar supropia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)» (1Ti. 3:4-5).

¿Puedes ver las similitudes entre ser padre y ser unanciano? En ambos casos, el hombre asume el rol delíder. En ambos casos tiene la responsabilidad principalde ayudar a los que están bajo su cuidado a crecer y avivir juntos en armonía. Tanto ser padre como ser an-ciano tienen el propósito de guiar a las personas haciauna madurez dentro de un contexto de comunidad.Aprende a pastorear a la familia de Dios pastoreandoa la tuya primero.

¿Muestran tus hijos un buen comportamiento o es-tán fuera de control? ¿Enseñas a tus hijos en casa la Pa-labra de Dios y el evangelio? ¿Has provocado a tus hi-jos al enojo por ser demasiado duro o por estar alejadode ellos (Ef. 6:4)? ¿Es la atmósfera de tu hogar predo-minantemente de enriquecimiento y orden, o es tóxicay caótica?

¿Excluye este texto a hermanos que no tienen hijos?No, en principio no. Sin embargo, debería preocupar-nos que un hombre casado rehúse tener hijos para dis-frutar un cierto estilo de vida sin que los niños se in-terpongan en su camino. ¿El amor por el mundo le hallevado a desobedecer el mandamiento marital básico«fructificad y multiplicaos» (Gn. 1:28)? Pero si unhombre no tiene hijos por razones que están fuera de

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su control, debería demostrar capacidad para hacerdiscípulos en algún área de su vida. Este es el principio:hay que nominar a hombres para el pastorado que yaestén implicados en una labor pastoral efectiva.

Hospedador. Pablo mandó dos veces que los obis-pos fuesen «hospedadores» (1 Ti. 3:2; Tit. 1:8).

La hospitalidad puede revelar bondad, compasión,y preocupación por el necesitado, por el perdido, y porel que está solo. Todas estas cualidades son propias deun anciano. Pero la hospitalidad va más allá: permiteque otros vean a tu familia en acción.

¿Qué ven las personas cuando van a tu casa a cenar?Por supuesto, no ven una familia sin faltas. Pero, ¿per-ciben tus invitados calidez y respeto mutuo en los tonosy gestos que se dan entre tú y tu esposa? ¿Entre tú ytus hijos? ¿Ven a tus hijos obedecer, y te ven a ti res-pondiendo apropiadamente cuando desobedecen? Si tucasa fuera una iglesia, ¿querrían tus invitados regresarpara otra visita?

5. Eres un hombreA estas alturas debería ser obvio, pero permíteme ex-presarlo claramente: Dios ha llamado a hombres, y so-lamente a hombres, para ser ancianos de la iglesia.3

Considera las siguientes observaciones:

Como hemos visto, Pablo dijo dos veces, en di-•ferentes contextos, que un obispo debe ser ma-rido de una sola mujer.

No supongas

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Inmediatamente antes de tratar el tema de los•obispos, Pablo dijo: «Porque no permito a lamujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hom-bre» (1 Ti. 2:12). Dado el contexto inmediato,este versículo, al nivel más elemental, debe apli-carse al papel del obispo, el cual es definido fun-damentalmente por ambas funciones: enseñar yejercer autoridad.

Pablo vinculó liderar una iglesia con liderar una•familia. De la misma manera que Dios ha lla-mado a los hombres a liderar en el matrimonioy en la crianza de los hijos (Ef. 5:22-6:4), asíllama a los hombres a liderar la familia de laiglesia.

¿Significa esto que las mujeres nunca pueden enseñaro pastorear, confrontar el pecado o ser ejemplos de pie-dad? Por supuesto que no. Seguramente puedas pensaren mujeres piadosas que Dios ha usado para pastore-arte y moldearte, como es mi caso. Pero ser anciano esmás que tener un don o un ministerio. La palabra an-ciano describe un oficio específico, un papel divina-mente asignado, una posición diferenciada dentro dela estructura organizativa de una iglesia local, al igualque un padre tiene una posición diferenciada y divina-mente asignada en la familia. Y, como sucede con el roldel padre, Dios ha llamado soberanamente a hombrescalificados para desempeñar el papel de ancianos.

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6. Eres un creyente consagradoPablo advirtió sobre los riesgos de que nuevos cristia-nos sirvieran como ancianos: «no un neófito, no seaque envaneciéndose caiga en la condenación del dia-blo» (1 Ti. 3:6).

A veces, los nuevos cristianos nos sorprenden consu entusiasmo espiritual, su rápida transformación, ysu evangelización libre de temor. Pero sé lento en colo-car a ese enérgico nuevo cristiano en el rol de anciano.Aún le queda mucho crecimiento y prueba por delante.El término anciano implica sabiduría y experiencia, co-sas que un nuevo creyente no tiene.

Si eres un convertido reciente, céntrate en arraigartemás profundamente en Cristo. Ten cuidado con el or-gullo espiritual. De hecho, demos un paso atrás: ase-gúrate de que te has convertido de verdad. ¡No lo su-pongas! ¿Te has arrepentido de tus pecados y haspuesto tu fe en Jesús para que te perdone? ¿Crees quesolamente la muerte y la resurrección de Jesús puedenrescatarte del infierno y reconciliarte con Dios? ¿Hasnacido de nuevo? Nada arruina más a las iglesias quenombrar pastores y ancianos que no se han convertido.¿Cómo puede alguien servir como pastor delegado deJesús y reflejar su carácter si ni siquiera es cristiano?

Nuestra iglesia elige ancianos en una reunión anual.En esa reunión, pedimos a los ancianos nominados quecompartan la historia de cómo vinieron al arrepenti-miento y a la fe en Jesús. Los nominados son, a me-nudo, hombres a quienes hemos conocido por años y

No supongas

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que han servido como ancianos anteriormente. Pero laiglesia quiere escuchar a estos hombres confesar su feen Jesús una vez más. No sé cuándo nuestra iglesia em-pezó esta práctica, pero espero que nunca dejemos dehacerlo.

¿ERES TÚ ESA PERSONA?Quiero que hagas algo ahora mismo. Antes de pasar alsiguiente capítulo, quiero que leas 1 Timoteo 3:1-7. Lé-elo en voz alta. Estoy hablando en serio. Si es necesa-rio, busca un lugar privado, y lee estos versículos envoz alta:

Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obradesea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensi-ble, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de-coroso, hospedador, apto para enseñar; no dado alvino, no pendenciero, no codicioso de ganancias des-honestas, sino amable, apacible, no avaro; que go-bierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujecióncon toda honestidad (pues el que no sabe gobernar supropia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); noun neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la con-denación del diablo. También es necesario que tengabuen testimonio de los de afuera, para que no caigaen descrédito y en lazo del diablo.

Esto fue lo que un hombre me pidió que hiciera cuandoestaba siendo examinado para ser ordenado al minis-

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terio pastoral. Así que, abrí mi Biblia y leí 1 Timoteo3:1-7 en voz alta para todos los que estaban en la sala.Cuando terminé, el hombre me dijo: «Gracias por leeresto. Solamente tengo una pregunta. ¿Eres tú el del pa-saje?». Luego se sentó.

Debemos parecernos a Jesús si queremos liderar susiglesias, y Jesús personifica todas estas características.Las ovejas deberían detectar fuertes rastros del Príncipede los pastores en la vida y el carácter de aquellos queaspiran a ser pastores delegados del Señor. Así que, tepregunto, basándonos en la descripción de un ancianoque acabas de leer: «¿Eres tú?».

No supongas

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«Así que esta iglesia es como tu negocio, estás encar-gado de las ventas, y Dios es el producto». Estas fueronlas palabras de una visita mientras estábamos en la en-trada de la iglesia después de la reunión. (¡Ojalá tuvieraun registro de todas las conversaciones extrañas post-sermón que he tenido a la salida de la iglesia!).

«No, no es así», contesté.El hombre solamente estaba tratando de entender

la iglesia basándose en sus experiencias. Aparente-mente sabía acerca de los negocios y las ventas, demodo que intentó interpretar la iglesia a partir de loque sabía.

Desafortunadamente, los nuevos en las iglesias noson los únicos que cometen este error. Los pastores, losancianos y los miembros a menudo interpretan erróne-amente la iglesia desde su perspectiva de los negociosy las organizaciones.

De acuerdo, las iglesias tienen aspectos relacionadoscon los negocios. A menudo se utilizan contables y pre-supuestos financieros, empleados y políticas de perso-nal, instalaciones y seguros, diagramas de flujo y me-

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tas, estatutos y comités. Esto forma parte de la vida deuna congregación y debe gestionarse bien para la gloriade Dios. Una iglesia local es un organismo organizado.

El problema surge cuando estos elementos adminis-trativos se convierten en un modelo de negocio integralpara la congregación, ignorándose la enseñanza bí-blica. Este modelo podría ser algo así:

Pastor = Presidente/Gerente•

Personal = Vicepresidentes•

Miembros = Accionistas/clientes fieles•

Visitas = Clientes potenciales•

Y, ¿cuál es el papel de los ancianos?

Ancianos = Consejo de administración•

En este modelo, el trabajo de los ancianos es similar alde los miembros de un consejo de administración. Con-tratan al pastor —o a los pastores— para que haga ydirija la labor del ministerio. Los ancianos entonces ha-cen reuniones del consejo para evaluar el ministerio,revisar las finanzas, y establecer las políticas. Los pas-tores proponen nuevas iniciativas y los ancianos lasaprueban o las rechazan. Los pastores ministran y losancianos dirigen.

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Este modelo falla al no incorporar una verdad bí-blica clave: los ancianos también son pastores.

ANCIANO = PASTORDe alguna forma, en alguna parte del camino, hemosdiferenciado entre pastores y ancianos, entre los pro-fesionales pagados del ministerio y los administradoresno pagados. Sin embargo, el Nuevo Testamento nohace tal distinción.

¿Qué es un pastor al fin y al cabo? «Pastor» pro-viene de la palabra griega poimen. Poimen se puede re-ferir a un pastor literal, como los que estaban en loscampos en el nacimiento de Jesús, según Lucas. Sin em-bargo, poimen se refiere mucho más a menudo a Jesús,nuestro Buen Pastor. También existe un verbo relacio-nado, poimaino, que significa «pastorear» o «cuidarun rebaño». Así que un pastor es alguien que cuidaovejas, y pastorear significa velar por el rebaño.

Esta parte es fundamental: el Nuevo Testamentoaplica estas formas nominales y verbales de «pastor»,así como las imágenes de alguien que cuida un rebaño,para describir a los ancianos y su trabajo. Observa lossiguientes versículos, en los cuales he enfatizado las pa-labras donde poimaino y poimen son traducidas al es-pañol.

Pablo advierte a los ancianos en la iglesia de Éfeso:

Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebañoen que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos,

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para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó porsu propia sangre. (Hch. 20:28)

De manera similar, Pedro escribe:

Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo an-ciano también con ellos, y testigo de los padecimien-tos de Cristo, que soy también participante de la glo-ria que será revelada: Apacentad la grey de Dios queestá entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza,sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta,sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío so-bre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejem-plos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de lospastores, vosotros recibiréis la corona incorruptiblede gloria. (1 P. 5:1-4)

Las palabras de Pedro nos recuerdan lo que Jesús ledijo después de la resurrección: «Apacienta mis corde-ros» y «Pastorea mis ovejas» (Jn. 21:15, 16).

Y, ¿qué de aquellos que Jesús dio como dones a suiglesia? Pablo lista a los apóstoles, profetas, evangelis-tas, y entonces a los «pastores y maestros» (Ef. 4:11).La gramática griega deja claro que «pastor» y «maes-tro» van juntos para describir un oficio o rol. De ma-nera que los pastores de la iglesia son también susmaestros. Y, como ya hemos visto, la enseñanza estáen el centro del oficio del anciano.

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LA REALIDAD DEL ASUNTOUn amigo mío que sirvió como anciano laico, me dijo:«Una de las cosas más difíciles acerca de ser ancianofue creer que era un pastor de verdad». Pero la Bibliano podría ser más clara. Si eres un anciano en tu iglesia,eres un pastor genuino, tanto como lo es el pastor pa-gado.

Quizá todavía tengas dudas. ¿Acaso no hay diferen-cias entre los hombres «especiales» que sirven comopastores pagados por sus carreras y los hombres «co-munes» que tienen otros trabajos siendo ancianos vo-luntarios? Sí, hay diferencias. Por ejemplo, los pastoresque reciben salario a menudo tienen más educación te-ológica formal, más tiempo durante la semana paraservir y, por tanto, más experiencia en el pastorado, enel ministerio de la iglesia y en la enseñanza. Tambiénes posible —aunque no siempre es el caso— que lospastores pagados tengan dones más desarrollados decuidado pastoral o predicación, por lo cual las iglesiaslos contratan para ministrar a tiempo completo.

Sin embargo, aunque un pastor pagado pueda tenermás disponibilidad, educación, o dones, no hay moti-vos lógicos —ni bíblicos— para concluir que un an-ciano laico sea menos que un verdadero pastor. Losbomberos voluntarios se enfrentan a las mismas llamasque los bomberos pagados. Igualmente, los ancianosvoluntarios enfrentan los mismos retos del pastoradoque afrontan los pastores contratados. Los ancianoslaicos pueden honrar a los pastores vocacionales como

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«primeros entre iguales»,1 pero los ancianos laicos son,aun así, iguales.

UN MODELO REVOLUCIONARIOA la luz de todo esto, si tuviésemos que resumir la laborde un anciano, podríamos decir simplemente: «Pasto-rea el rebaño». Si solo vas a recordar una cosa de estelibro, que sea esta: los ancianos son pastores y su prin-cipal trabajo es cuidar a los miembros de la iglesiacomo los pastores cuidan a sus ovejas. Para ser másprecisos, los ancianos son pastores delegados que sir-ven al Buen Pastor guiando a sus ovejas.

Entonces, ¿qué implica «pastorear»? ¿Qué significaen la realidad? En los próximos capítulos examinaremoslas diversas dimensiones del pastorado. Hablaremos decosas como la enseñanza, el liderazgo y la oración.

Pero antes de examinar el «cómo» de la labor pas-toral, debemos explorar dos implicaciones generalesdel modelo del anciano como pastor. Captar de verdadque los ancianos son pastores, no solo administradoresen una organización sin fines de lucro, podría revolu-cionar nuestro ministerio de ancianos por lo menos dedos maneras principales.

HUELE A OVEJALa primera implicación revolucionaria del modelo queentiende los ancianos como pastores es que los ancia-nos deben implicarse en relaciones con los miembrosde la iglesia.

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Detente por un momento e imagina literalmente unpastor de ovejas. Tal vez hayas visto alguno trabajandoen el campo, ya sea en persona o en una película. Quizánunca hayas visto uno, pero has leído suficiente sobrelos pastores en la Biblia, por lo que puedes hacerte unaimagen mental. ¿Qué ves? ¿Visualizas a un granjero ir-landés dirigiendo su rebaño por un frondoso pastoverde? Tal vez te imaginas a un beduino con un cayadoguiando a un cordero. O quizá recites el Salmo 23 y vi-sualices a un pastor haciendo que sus ovejas se recues-ten en pastos verdes y beban en aguas calmadas.

Sea lo que sea que nos imaginemos, hay por lo me-nos una característica común en nuestras imágenesmentales. En todas ellas, el pastor está en medio de lasovejas. No está lejos en otro lugar. Camina en mediode los animales, los toca y les habla. El pastor las co-noce porque vive con ellas. Como resultado, huele aoveja.

Tal vez, en lugar de visualizar pastores literales, sim-plemente piensa en Jesús. En los Evangelios, encontra-mos a Jesús constantemente entre la gente. Excep-tuando los periodos de oración privada, parece que Je-sús pasó todo su tiempo con sus discípulos, además decon las multitudes. Tuvo contacto, enseñó y capacitó alas personas allí donde iba. El Buen Pastor no solo diosu vida por las ovejas, también dedicó su vida a estarcon ellas.

Así como los pastores literales viven en medio desus rebaños y conocen a sus ovejas, y del mismo modo

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que Jesús se sumergió en relaciones con sus discípulos,así los ancianos comparten sus vidas con los miembrosde la iglesia. Ven a las personas como su ministerio. Enlos próximos capítulos cubriremos varios componentesdel trabajo de los ancianos, pero todos ellos suponenque los ancianos viven en una relación próxima a sushermanos y hermanas.

Tomemos un ejemplo por ahora: la hospitalidad.Como vimos en el capítulo anterior, las dos listas decualificaciones de los obispos de Pablo requieren queel hombre que desee el rol de anciano sea hospitalario(1 Ti. 3:2; Tit. 1:8). ¿Por qué este énfasis en la hospita-lidad? La hospitalidad no solamente revela un corazóngeneroso y una actitud de siervo, sino que muestra queel aspirante a obispo quiere estar con las personas ybusca maneras de recibir a otros en su vida. Si la iglesianombra a un hombre como anciano, este debe ser hos-pitalario y debe querer estar con la gente.

En contraste, los obispos que operan en un modelode consejo de administración no necesitan estar con laspersonas. Pueden asistir a las reuniones mensuales, par-ticipar en los debates del consejo, dar su voto y, des-pués, irse a su casa con un sentimiento de haber cum-plido con su deber. Cuando este modelo domina, losancianos no tienen que ensuciarse las manos luchandocon qué decir a un miembro de la iglesia que está des-animado por acumular catorce meses de desempleo, oa un hermano que está batallando con tentaciones derecaer en el consumo de heroína, o a una hermana que

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ha iniciado una relación seria de noviazgo con un hom-bre no creyente, sin ver problema en ello. Los ancianospensarían: «¿No contratamos a un pastor para tratarestos líos?».

Puede ser que hayáis contratado a un pastor te-niendo en mente estas responsabilidades. Pero, si eresun anciano laico, es hora de que camines en medio delrebaño, junto con el personal pagado, y hagas túmismo un poco de labor pastoral presencial con el co-razón.

¡TENÉIS A LA PERSONA EQUIVOCADA!¿Suena intimidante trabajar de esta manera con las per-sonas?

Posiblemente pienses: «No soy bueno tratando conla gente. Soy mejor con los números, los ordenadoreso las herramientas de bricolaje. Soy introvertido. Hiceun examen de personalidad que comprobó mi timidez.Para ser honesto, soy bastante peculiar».

No tienes que ser extrovertido o el alma de la fiestapara conectar con los miembros de tu iglesia. Solamentedebes amarlos. Toma la iniciativa de comenzar una con-versación, antes de la reunión, con esa viuda mayor, in-vita a cenar a una pareja que esté pasando por dificulta-des, o comienza un estudio bíblico e invita a aquellosmiembros que estén menos conectados. Las personas re-conocen el verdadero amor y la preocupación cuando laven, aunque les llegue de forma tímida o un poco rara.El amor salta sobre todo tipo de obstáculos.

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Tal vez tengas otra duda al pensar sobre el ministe-rio pastoral entre los miembros de la iglesia. Quizá te-mas no poder ayudar a las personas a resolver sus pro-blemas y empeorar las cosas con intentos ineptos. Notienes un título en consejería ni formación en el semi-nario. ¿Quién eres tú para jugar a ser pastor?

Para ser claro, no estoy sugiriendo que cualquieraque simplemente desee ser anciano esté calificado porello. Estoy diciendo que aquellos hombres que estáncalificados no deberían descalificarse a sí mismos inne-cesariamente por temor a no poder resolver las luchasde la gente.

Aquí presento algunos pensamientos breves encuanto a tratar con personas que están enfrentandograndes problemas:

Dios estableció a los ancianos en su Palabra y•sabe lo que está haciendo.

Jesús puede obrar a través de ti.•

El pastorado no consiste principalmente en re-•solver los problemas de las personas (más sobreesto después).

Probablemente tengas más sabiduría bíblica•para compartir de la que crees.

Siempre puedes pedir ayuda, a Jesús y a otros.•

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HACIENDO LA TRANSICIÓN LENTAMENTEHace unos treinta años, la iglesia bautista en la cualsirvo nombró a un presbiteriano como pastor princi-pal. Era un expositor dotado que atrajo grandes mul-titudes e impactó a muchos con el evangelio. Pero hizoalgo más que sigue siendo una bendición para nuestraiglesia, incluso años después de su partida: llevó a nues-tra congregación a adoptar un modelo de gobierno deancianos.

Cuando llegué a la iglesia, habían tenido ancianosestablecidos por más de una década. Sin embargo,cuando estudiamos el liderazgo bíblico más seriamente,quedó claro que los ancianos estábamos desequilibra-dos. Usábamos la mayor parte de nuestra energía ac-tuando como administradores de la organización, y de-dicábamos mucho menos tiempo a pastorear a la gente.Así que comenzamos a reenfocar lentamente nuestraatención hacia el pastoreo. Todavía tenemos nuestrasreuniones mensuales y hacemos cosas de administra-dores. Una vez más, estos componentes forman partedel papel de los ancianos y de la vida de la iglesia. Pero,a la vez, hemos estado intentando invertir más tiempocon los miembros de la iglesia.

Por ejemplo, hace más de un año, dividimos nuestracreciente lista de miembros entre los ancianos y nos pu-simos como meta contactar a cada miembro de nuestralista por lo menos una vez durante el año. Fue un pasopequeño, pero correctivo. Ese pequeño paso dio frutoinmediato. Los miembros no solamente respondieron

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con gratitud, sino que estuvieron más dispuestos aabrir sus vidas a los ancianos. Los ancianos descubrie-ron que esta clase de ministerio pastoral es desafiantepero altamente gratificante. Además, recibí gran ayudaal tener un equipo más amplio que ayudaba a llevar lacarga de una congregación creciente.

Todavía tenemos un largo camino por recorrer. Peronuestros ancianos huelen cada vez más a oveja.

¿CUÁL ES EL OBJETIVO?Recapitulemos: los ancianos son pastores. La metáforadel pastoreo conlleva implicaciones significativas parael ministerio del anciano. Primero, sugiere que el tra-bajo del anciano tiene lugar principalmente en las re-laciones con los miembros de la iglesia. La labor de losancianos tiene que ver más con las personas que conlos programas.

Pero la imagen del pastor no solo nos dice dónde sedesarrolla el trabajo de un anciano —esto es, en las re-laciones— sino que también nos muestra el por qué.¿Por qué deberían los ancianos pasar tiempo y com-partir con los miembros? ¿Qué intentan lograr? ¿Es elobjetivo simplemente proveer a la iglesia con una at-mósfera más amigable y familiar?

Aquí tenemos la segunda implicación revolucionariadel modelo de pastorado: los ancianos ministran conla meta de hacer crecer a los miembros de la iglesia enla madurez cristiana.

Visualiza al pastor nuevamente. Imagínatelo reali-

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zando sus tareas diarias entre las ovejas: las alimenta,las lleva a través de un valle, las protege de animalessalvajes, cura una pata infectada, o busca una ovejaperdida. ¿Por qué hace el pastor estas cosas? ¿Cuál essu propósito o meta? Su meta es que sus ovejas seanmaduras. El pastor se esfuerza día tras día para produ-cir ovejas sanas, completamente desarrolladas, que sepuedan reproducir.

¿No tienen los ancianos una meta similar? Los an-cianos trabajan duro en las relaciones con los miem-bros de la iglesia para ayudarles a crecer en Jesús. Losobispos enseñan, oran y sirven para que sus hermanosy hermanas puedan conocer a Jesús más íntimamente,le obedezcan más fielmente y reflejen su carácter másclaramente, como individuos y como familia de iglesia.Además, los creyentes saludables y maduros se repro-ducen espiritualmente cuando comparten el evangeliocon otros y les ayudan a crecer en Cristo.

Pablo menciona explícitamente la madurez como elobjetivo del ministerio pastoral:

Y él mismo [Jesús] constituyó a unos, apóstoles; aotros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastoresy maestros, a fin de perfeccionar a los santos para laobra del ministerio, para la edificación del cuerpo deCristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fey del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón per-fecto, a la medida de la estatura de la plenitud deCristo. (Ef. 4:11-13)

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Cuando los ancianos cumplen sus responsabilidadesbien, los creyentes dejan de ser «niños fluctuantes» yse convierten en personas que crecen «en todo en aquelque es la cabeza, esto es, Cristo» (vv. 14-15). Los an-cianos deberían esforzarse para decir con Pablo, «aquien anunciamos, amonestando a todo hombre, y en-señando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de pre-sentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre» (Col.1:28).

GESTIONANDO LA MAQUINARIAContrasta de nuevo esta mentalidad de pastorado conel modelo del consejo de administración. Cuando losancianos se ven a sí mismos principalmente comomiembros de un consejo de administración, percibenque su propósito es gestionar los elementos organiza-tivos de la iglesia. El «éxito» significa tener las cuen-tas en números positivos, mantener las instalacionesy promover buenos programas y eventos. Los ancia-nos «gestores» son tentados a enfatizar la administra-ción de la maquinaria antes de la madurez de losmiembros.

Ya hemos mencionado que la infraestructura orga-nizativa de una iglesia —sus presupuestos, procesos,programas, instalaciones y personal— sí importa. Unaadministración efectiva es un ministerio y un don es-piritual en sí mismo, que sirve a todo el cuerpo deCristo y libera a los ancianos para pastorear. Un pocode reflexión organizativa potenció a Moisés en el An-

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tiguo Testamento y a los apóstoles en el Nuevo Tes-tamento para cumplir con sus llamados, y el pueblode Dios fue bendecido como resultado (Éx. 18:13-27;Hch. 6:1-7). E incluso como pastores relacionales, losancianos tienen la responsabilidad global de supervi-sar la infraestructura organizativa de la iglesia.

Pero aquí está la clave: la organización debe servirsiempre al organismo. Idealmente, los programas ylos procesos deben servir como herramientas paracumplir la misión de hacernos madurar unos a otrosen Cristo.

Mi experiencia ha sido que los ancianos fácilmentegravitan hacia la maquinaria en lugar de atender a losmiembros, priorizan el enrejado en lugar de la vid,2

dedicando más conversaciones y esfuerzos a ajustarla logística que a trabajar en el desarrollo de las per-sonas. ¿Por qué pasa esto? No estoy completamenteseguro. Quizá sea porque los programas y las políticasson cosas manejables que pueden ser planeadas y lo-gradas, mientras que la labor de ayudar a la gente acrecer en Cristo es difícil, algo no lineal, y lento. Dehecho, pastorear a las personas es una tarea quenunca completaremos plenamente en esta vida y queno podremos controlar.

Los ancianos deben resistir el error de convertirseen meros gestores organizativos y, en su lugar, man-tener la brújula congregacional apuntando hacia lamadurez en Jesús. Para ayudar en esto, incluye unapregunta o dos como estas en la próxima agenda:

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¿De qué maneras está nuestra congregación re-•flejando a Jesús? ¿De qué maneras no le estamosreflejando?

¿Hay conflictos sin resolver en la iglesia en los•que los ancianos podríamos intentar facilitaruna reconciliación?

¿Sabemos de algunos miembros de nuestra igle-•sia que hayan caído en algún pecado flagranteo que simplemente se hayan alejado de la comu-nión regular de la iglesia? ¿Quién está hablandocon ellos?

¿Qué libros bíblicos o doctrinas teológicas ne-•cesitan estudiar nuestros miembros el próximoaño? ¿Por qué?

¿Saben nuestros miembros cómo evangelizar y•discipular a otros? ¿Lo están haciendo?

¿Somos una iglesia de oración?•

PASANDO EL MANTOJesús, antes de ascender al cielo, dio estas instruccionesfinales a sus seguidores:

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y

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del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todaslas cosas que os he mandado. (Mt. 28:19-20)

Jesús les dijo a sus discípulos que hicieran con otros loque él había hecho con ellos en los años anteriores. Élreunió a sus discípulos, los identificó, y les hizo crecerenseñándoles sus mandamientos. El Buen Pastor nosolo dio su vida por las ovejas, sino que vivió con ellasy las transformó. Jesús hizo discípulos: personas que leamaron, le obedecieron y que hablaron a otros acercade él.

Jesús envió a esos discípulos a hacer discípulos. Losapóstoles tomarían el manto del pastoreo de Jesús yllamarían a más discípulos de Cristo, reuniéndolos eniglesias y ayudándoles a crecer mediante la enseñanza.

Tras haber establecido esas congregaciones localesde discípulos, los apóstoles también pasaron el mantodel pastoreo relacional centrado en alcanzar la madu-rez. ¿A quién se lo pasaron?

¡A los ancianos de la iglesia!

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SIRVE LA PALABRA

Creo que los ancianos estaban conmocionados.Nos habíamos reunido en nuestro retiro anual de

ancianos para hablar de las metas del siguiente año, yal mismo tiempo repasar la descripción bíblica de la la-bor de los obispos. Cuando tocamos el tema de la en-señanza, les presenté un reto: «En algún momento deeste año, quiero que dos ancianos prediquen en las reu-niones de los domingos por la mañana».

Aunque los ancianos laicos predican en algunascongregaciones, nuestra iglesia siempre había dejadolos sermones del domingo en la mañana a los pastorespagados. La predicación de los laicos se daba sola-mente en situaciones de necesidad urgente. Así que nofue sorprendente que los ancianos respondieran a mireto con miradas asustadas y algunas risas nerviosas.

Pero mi intención no era asustarles. Solamente que-ría empujarlos hacia su llamado bíblico de enseñar laPalabra. Si los ancianos pastorean a las ovejas de Jesús,entonces su tarea más básica es alimentar las almas delos miembros de la iglesia con las Escrituras. Sin co-mida, las ovejas se debilitan y mueren, y sin la nutri-

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ción regular de la enseñanza bíblica, los cristianos semueren espiritualmente de hambre.

Quizá más que cualquier otra tarea, la enseñanza eslo que distingue a los ancianos en una iglesia local. Enel primer capítulo vimos que los ancianos calificadosdeben ser capaces de enseñar (1 Ti. 3:2). Vale la penaobservar que las cualidades que Pablo lista en 1 Timo-teo 3 para los ancianos y los diáconos son más bien si-milares, excepto por una evidente diferencia: los ancia-nos deben ser aptos para enseñar la Palabra, mientrasque a los diáconos no se les exige esto. Tanto los an-cianos como los diáconos deben tener un caráctercomo el de Cristo, pero solamente los ancianos debendemostrar capacidad para explicar y aplicar la Biblia.

En el capítulo 2, meditamos en la siguiente verdad:los ancianos son pastores. Cuando Pablo lista los donesque Cristo dio a la iglesia, une el pastorado con la en-señanza: «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; aotros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastoresy maestros» (Ef. 4:11).

Observa dos cosas. En primer lugar, todas estas per-sonas comunican la Palabra de Dios. Los apóstoles sontestigos que proclaman y escriben las palabras y hechosde Jesús. Los profetas entregan palabras directas delSeñor. Los evangelistas son heraldos del evangelio. Dela misma manera, los pastores enseñan a las iglesias lo-cales. Esto nos lleva a la segunda observación: las pa-labras pastor y maestro en el verso 11 van juntas. Enel griego, un artículo definido gobierna ambos sustan-

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tivos, señalando que los dos sustantivos se modificanuno al otro. De manera que «pastores y maestros» nose refiere a dos roles, sino a uno solo, el rol del «pas-tor-maestro».

DIOS GOBIERNA CON SU PALABRAEl hecho de que Dios requiera que los ancianos enseñena su pueblo no debería sorprendernos. Dios gobiernaa su pueblo con su Palabra, por lo que los a líderes delpueblo de Dios siempre se les ha encomendado la co-municación de la Palabra de Dios.

Dios comunicó sus promesas a Abraham, Isaac, yJacob, quienes a su vez llevaron a sus familias a confiaren esas promesas y a obedecer a Dios. Dios dio las pa-labras del pacto a Moisés, quien las enseñó a Israel (Dt.4:1). Moisés mandó a los padres en Israel a que pasto-rearan a sus hijos enseñándoles la ley (Dt. 4:9; 6:4-25),un mandamiento que se repite a los padres creyentesen la iglesia (Ef. 6:4). Los sacerdotes en Israel no sola-mente ofrecían sacrificios, sino que enseñaban al pue-blo los decretos de Dios (Lv. 10:10-11; 2 Cr. 15:3;17:7-9). Dios guio y corrigió a su pueblo enviando alos profetas que anunciaron, «Así dice el Señor». In-cluso se esperaba que el rey de Israel fuera un estu-diante serio de la ley de Dios (Dt. 17:18-20).

Después tenemos a Jesús. Nuestro Buen Pastor fue,sobre todo, un predicador poderoso. Cuando vio a lasmultitudes, «tuvo compasión de ellos, porque erancomo ovejas que no tenían pastor». Y, ¿qué hizo para

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suplir su necesidad de un pastor? «Comenzó a enseñar-les muchas cosas» (Mr. 6:34). Los cuatro Evangeliosestán repletos de las parábolas, interpretaciones, ex-hortaciones, y diálogos de Jesús. Jesús es la Palabra en-carnada (Jn. 1:1, 14), quien cumplió todas las palabrasdel Antiguo Testamento (Mt. 5:17; Lc. 24:25-27, 44-47) y promulgó la Palabra de Dios durante todo su mi-nisterio público.

Después de su resurrección, Jesús pasó su enseñanzay ministerio de proclamación a los apóstoles (Mt.28:19-20). Del mismo modo que la enseñanza de Jesúsllena los Evangelios, así la enseñanza de los apóstolesllena el libro de los Hechos y las Epístolas. Y cuandolos apóstoles hicieron discípulos a través de su predi-cación y reunieron a esos discípulos en iglesias, nom-braron ancianos para cada iglesia y les encomendaronla doctrina apostólica (Hch. 14:23).

Toma un momento para maravillarte de esto: Jesúsestá vivo. Reina en el cielo y gobierna sobre su iglesia.Y él ejerce esa autoridad soberana en tu iglesia por me-dio de las Escrituras. Los súbditos de Jesús le obedecenhoy obedeciendo estas Escrituras. Por tanto, si eres unanciano, cuando enseñas la Palabra de Dios fielmente,Jesús está ministrando soberanamente a sus súbditos através de tu enseñanza.

PARTICIPA EN LA ENSEÑANZA¿Qué significa esto para los ancianos en términos prác-ticos? ¿Cuáles son las implicaciones para el trabajo del

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anciano? Creo que hay dos. La primera debería ser ob-via: los ancianos deben participar en el ministerio deenseñanza de la iglesia. Si eres un anciano, debes ocu-parte de la exposición de la Biblia.

No obstante, a menudo los ancianos rehúyen la en-señanza. Incluso aquellos ancianos calificados, que soncapaces de enseñar la Palabra, evaden oportunidadesde instruir. Esto sucede por varias razones, siendo lamás común un sentimiento de incompetencia. Los an-cianos laicos comparan su propia habilidad natural, suexperiencia en la enseñanza, y su formación teológicacon la del pastor(es) pagado(s) y, en algunas ocasiones,viene el desánimo. Piensan: «¿Por qué querrían losmiembros de la iglesia escuchar a un amateur como yosi tenemos profesionales en el personal?». Además, losobispos laicos a menudo trabajan muchas horas fuerade la iglesia, por lo que no tienen tanto tiempo para lapreparación de la lección. ¿Quién quiere servir a lasovejas una comida medio hecha?

Pero si eres un anciano, eres un maestro. Así que nopermitas que estos miedos y frustraciones te alejen dela enseñanza. En lugar de eso, anímate y cumple contu llamamiento con lo mejor de tus habilidades y re-cursos.

Anímate por el hecho de que la enseñanza puede tenerlugar en una amplia variedad de contextos. No está con-finada al sermón del domingo por la mañana. Los ancia-nos pueden alimentar el rebaño en grandes reuniones oen contextos más familiares. Puedes abrir la Biblia para

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enseñar en una clase de escuela dominical, en un grupocasero, en un campamento de niños, o en una relaciónde discipulado personal. Busca las necesidades de ense-ñanza en la iglesia y da un paso adelante para ayudar.

En nuestra congregación hay un pequeño grupo depersonas de Camboya. Entre 1981 y 1982, algunos denuestros miembros les apoyaron para venir a los Esta-dos Unidos durante la crisis de refugiados camboyanos.Muchos de estos refugiados se convirtieron y se hicie-ron miembros de la iglesia. Tienen una clase de escueladominical en jemer, el idioma de Camboya. En el trans-curso de los años, me he conmovido al ver a los ancia-nos enseñar la clase con la ayuda de un traductor. Losancianos vieron la necesidad y cruzaron las barrerasculturales y lingüísticas para alimentar al rebaño.

También anímate por el hecho de que el don de laenseñanza viene con una variedad de fortalezas y for-matos. Si no tienes la habilidad de mantener a una grancongregación atenta durante cuarenta y cinco minutos,eso no significa que deberías renunciar a tu llamado deenseñanza. Deja de hacer comparaciones infructuosasy averigua cómo usar los dones, las experiencias devida y la personalidad que Dios te ha dado.

Michael, un miembro de mi iglesia, tenía una cargaen su corazón por aquellos hombres que han sido des-truidos por años de esclavitud a adicciones pecaminosas,principalmente porque Jesús le había rescatado de laculpa y del poder de la adicción. Por tanto, comenzó unestudio bíblico sobre las «adicciones». Eso es lo que era:

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un estudio bíblico. Michael no usó un programa de re-habilitación. Solamente enseñó la Biblia. Sin embargo,su experiencia y compasión le permitieron conectar conestos hombres que luchaban con la adicción de una ma-nera diferente a cómo yo lo hago en mi predicación re-gular de los domingos. Michael ni siquiera era un an-ciano, pero su ejemplo muestra cómo Dios usa las dife-rentes experiencias de nuestra vida para enseñar su Pa-labra.

Por último, anímate sabiendo que los maestros dela Biblia pueden mejorar. Todo maestro debería seguirlas instrucciones de Pablo a Timoteo:

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhor-tación y la enseñanza. No descuides el don que hayen ti, que te fue dado mediante profecía con la impo-sición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estascosas; permanece en ellas, para que tu aprovecha-miento sea manifiesto a todos. (1 Ti. 4:13-15)

Dios llama a sus maestros a mostrar progreso, no per-fección. No te compares con otros maestros; en vez deesto, compara tu enseñanza actual con la que dabashace un año, o hace cinco años, y busca mejorar. Me-joramos cuando nos ocupamos «en estas cosas» —estoes, «la lectura, la exhortación y la enseñanza»— ycuando permanecemos «en ellas».

Así que, aprovecha las oportunidades para enseñar.Exígete a ti mismo. Si tienes hombres formados teoló-

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gicamente en tu iglesia, pídeles recomendaciones de li-bros para reforzar los puntos débiles en tu conoci-miento. Y pide a otros maestros y ancianos que escu-chen tus enseñanzas y te den su opinión.

Si el pastor que predica regularmente te pregunta siestás dispuesto a predicar un sermón un domingo porla mañana, asume el riesgo y dile: «¡Sí!».

PROTEGE LA ENSEÑANZAExiste una segunda dimensión en las labores de ense-ñanza de un anciano. Un obispo no solo participa enla enseñanza, sino que debe proteger a la iglesia de lafalsa enseñanza. Debe participar tanto en la ofensivacomo en la defensiva doctrinal, «retenedor de la pala-bra fiel tal como ha sido enseñada, para que tambiénpueda exhortar con sana enseñanza y convencer a losque contradicen» (Tit. 1:9).

Los depredadores cazan ovejas. De la misma ma-nera que los pastores espantan a los leones y a los lo-bos, así los ancianos deben ahuyentar a los falsos maes-tros. Pablo advirtió a los ancianos en Éfeso:

Porque yo sé que después de mi partida entrarán enmedio de vosotros lobos rapaces, que no perdonaránal rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hom-bres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sía los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos quepor tres años, de noche y de día, no he cesado de amo-nestar con lágrimas a cada uno. (Hch. 20:29-31)

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Pablo debió haber tenido una preocupación particularpor la falsa enseñanza en Éfeso, ya que en su carta a laiglesia nuevamente remarca la importancia del minis-terio de enseñanza pastoral, para que los creyentes pue-dan crecer y resistir las presiones y seducciones de lafalsa doctrina. Cuando la sana enseñanza hace su tra-bajo, dejamos de ser niños fluctuantes «llevados pordoquiera de todo viento de doctrina, por estratagemade los hombres que para engañar emplean con astucialas artimañas del error» (Ef. 4:14).

Estrategias para mantener la vigilanciaOponerse a la falsa enseñanza exige vigilancia. Los an-cianos deben estar alerta identificando personas o ideasque puedan distorsionar el evangelio o torcer la Biblia.Aquí tenemos tres estrategias para vigilar tu rebaño:

Conoce tu contextoComienza estudiando tu entorno espiritual. Familiarí-zate con las creencias, filosofías y religiones particula-res que están activas en tu comunidad. ¿Tiene tu gentecontacto regular con otra religión importante? ¿Tienenalgunas sectas una fuerte presencia en tu ciudad? Tenen cuenta las enseñanzas principales de estos grupos,especialmente las que contradicen el evangelio y la ver-dad bíblica.

¿Qué «ismos» gobiernan tu comunidad? ¿Están lasactitudes del secularismo, el individualismo, el racio-nalismo o el relativismo moldeando la forma de pen-

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sar de la gente donde vives? Las personas que vengana tu iglesia traerán estas creencias alternativas y secomportarán en la iglesia basadas en estos «ismos»sin ni siquiera darse cuenta. Asegúrate de señalar estascosmovisiones en tu enseñanza y en tus conversacio-nes.

Presta especial atención a las distorsiones del evan-gelio que están activas en las iglesias de tu alrededor, eincluso en tu propia iglesia. Estas pueden incluir elevangelio de la prosperidad, el teísmo abierto, el lega-lismo, o el liberalismo teológico, entre otras. ¿Están al-gunas personalidades carismáticas ganando seguidoresde un evangelio diluido o falso? Todas estas enseñanzaspueden dañar a tu rebaño.

Monitoriza tu proceso de membresíaMientras exploras el horizonte de tu panorama local,no olvides vigilar la puerta de entrada del redil. ¿Quiénse está uniendo a tu iglesia? ¿Saben los nuevos miem-bros lo que tu iglesia enseña? ¿Están de acuerdo? ¿Es-tás seguro?

Un proceso de membresía intencional es importantepara proteger a tu iglesia de la falsa enseñanza. Losmiembros candidatos deberían oír lo que cree tu iglesiaantes de unirse. Mis ancianos y yo hemos aprendido alo largo de los años que algunos de los distintivos teo-lógicos de nuestra iglesia causan más ardor de estó-mago para algunos que para otros. Estos distintivos in-cluyen el bautismo de creyentes, la teología Refor-

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mada, y el pastorado masculino. Así que abordamosintencionalmente estas creencias más controversialesdesde el inicio en nuestras clases de membresía. Si al-guien en la clase renuncia a la membresía y deja la igle-sia a causa de estas posturas, en el fondo le hemos de-mostrado amabilidad.

También debes aprender lo que creen los miembroscandidatos. Considera llevar a cabo entrevistas con losancianos para las personas que solicitan la membresíade la iglesia. Pregunta directamente a la gente si entien-den las posturas doctrinales de la iglesia y si están deacuerdo con ellas. Algunas iglesias incluso piden a losnuevos miembros que firmen la confesión doctrinal dela iglesia para respaldar las convicciones teológicas dela congregación.

No debería ser necesario mencionarlo, pero lo diréde todas formas: nunca dejes que los que no son miem-bros tengan un ministerio regular de enseñanza en tucongregación.

Audita tus ministerios¿Sabes lo que se está enseñando en tu iglesia? Usa tuscredenciales de anciano para infiltrarte en una charlade jóvenes, o sentarte en la parte de atrás en un eventode mujeres. Ayuda de vez en cuando en la escuela do-minical. ¿Qué tipo de nutrición espiritual está reci-biendo tu gente? ¿Es el evangelio de verdad o un pu-drimiento teológico? Escucha tu música congregacionalcon un oído discernidor. ¿Qué mensajes enseñan las le-

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tras acerca de Dios, el evangelio, o la salvación? ¿Estántus cánticos apoyando o minando tu doctrina?

Lleva a cabo la auditoría hasta las raíces. Un buenpastorado es aquel en el que los ancianos sintonizancon las propias personas. ¿Qué están leyendo? ¿Estánsiguiendo a ciertos predicadores en Internet? Si losmiembros se están pasando un libro unos a otros portoda la iglesia, sería bueno que le echaras un ojo.

Si encuentras a un líder de estudio bíblico, a un maes-tro de escuela dominical, o a un comunicador persuasivotorpedeando la sana doctrina, abórdalo directamente.No dejes que la situación se infecte. No va a mejorar porsí misma. Los apóstoles lanzaron sus acusaciones másduras contra los falsos maestros (2 P. 2; 2 Jn. 7-11; Jud.5-11), y Jesús hizo advertencias urgentes a las iglesiasque los aceptasen (Ap. 2:14-16, 20-23).

Reconociendo lo que es verdaderoQuizá lo más importante que pueden hacer los ancia-nos para proteger de la falsa enseñanza es conocer laverdad bíblica genuina. Al retener «la palabra fiel talcomo ha sido enseñada», los ancianos pueden «con-vencer a los que contradicen» (Tit. 1:9). Las herejías ylas medias verdades son muchas, pero solo hay unaverdad. Cuanto más conozcas tu Biblia, mejor podrásdetectar incluso la falsa enseñanza más sutil.

Hubo una iglesia cuyos líderes sintieron que el pas-tor se había desviado del evangelio. El pastor era inte-ligente y tenía más preparación que los líderes, y apa-

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rentemente podía demostrar su postura a partir de lasEscrituras. Pero a pesar de tener una formación y unaelocuencia superiores, la nueva enseñanza no termi-naba de encajar bien para los líderes de la iglesia. Nola reconocían como la Palabra fiel que habían cono-cido, aun cuando no fuesen capaces de ganar un debatecontra su ministro o indicar con precisión dónde se ha-bía desviado. Así que confrontaron al pastor, y final-mente este se fue de la iglesia.

No se requiere un título de seminario para protegerla doctrina de la iglesia, pero sí se requiere coraje y fe.

PERPETÚA LA ENSEÑANZAEste capítulo ha sido una súplica para que los ancianosparticipen en la sana enseñanza y la protejan. Pero talvez ya estés haciendo esto. De hecho, quizá seas ungran maestro, capaz de desenlazar los nudos teológicosmás complejos y amarrar a los falsos maestros más ági-les. No obstante, todavía hay un gran problema antetu ministerio de enseñanza: te vas a morir.

Cuando te mueras, dejarás atrás, por la gracia deDios, muchos cristianos bien enseñados. Pero, ¿dejarástambién maestros capaces de continuar con la labor?En otras palabras, ¿has dado pasos para formar aotros? Parte de enseñar a la iglesia es capacitar a pas-tores-maestros futuros. Como Pablo le dijo a Timoteo:«Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto en-carga a hombres fieles que sean idóneos para enseñartambién a otros» (2 Ti. 2:2).

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¿Te has fijado en algún otro hombre de la iglesia queparezca tener potencial para ser un maestro o un an-ciano? Considera reunirte con él regularmente para leerteología o hacer un estudio bíblico. O tal vez tómalocomo una especie de aprendiz en tus estudios bíblicospor casas, o en la escuela dominical en la que estés en-señando. Enséñale el proceso que sigues para desarro-llar una lección, déjale que enseñe, y después dale tuopinión. Enjuaga y repite de nuevo.

PREPARADOS PARA LA ACCIÓNKevin fue uno de los ancianos que aceptaron mi desafíode predicar un sermón de domingo por la mañana.Poco después de acordar la tarea, me dijo que había te-nido una carga creciente por alcanzar su ciudad y sepreguntaba si Dios le había estado llamando para em-pezar una iglesia allí. Kevin enseña en una escuela desecundaria en su población y es entrenador de atle-tismo y de fútbol. Literalmente conoce a cientos de per-sonas en su comunidad. ¡Qué persona más ideal paraayudar en el liderazgo de una plantación de iglesia allí!La idea de poder predicar un domingo por la mañanainfundió nueva vida en ese sueño.

Hoy, Kevin está haciendo unas prácticas centradasen la predicación en nuestra iglesia. Está estudiandoexposición bíblica mediante un curso online ofrecidopor el Simeon Trust, además de estar aprovechandooportunidades regulares para enseñar y recibir comen-tarios. No sé cuáles serán los siguientes pasos, o si fruc-

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tificará la plantación de una nueva iglesia. Todo esoestá en manos de Dios. Pero sí que veo a un ancianoinclinándose hacia su llamado de enseñanza, progre-sando y atreviéndose a soñar en grande para el evan-gelio.

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BUSCA A LASDESCARRIADAS

Se trata de un fenómeno muy común en las iglesias. Unmiembro de iglesia deja de asistir los domingos por lamañana. Pasan algunas semanas, luego unos meses, an-tes de que alguien se dé cuenta. Puede que suceda conmayor facilidad en iglesias más grandes, pero tambiénpuede ocurrir en iglesias pequeñas.

Las personas de mi congregación se refieren a estefenómeno como «caerse a través de las grietas». Dicencosas como: «¿Has visto a Sally por la iglesia última-mente? Espero que no se haya caído a través de las grie-tas». Pero, ¿es así como sucede esto? ¿Es realmentecomo caerse por una grieta? Tal descripción comparaa la iglesia con una casa colocada en un árbol, a granaltura del suelo, con grandes huecos entre las tablas demadera del suelo. A veces un miembro deja de prestaratención, pisa uno de esos huecos, y desaparece con unzumbido. ¿Es cierto que los miembros dejan las iglesiasde forma abrupta, accidental, y sin que nadie se décuenta?

Qué tal si, en lugar de «caerse a través de las grie-tas», usáramos una ilustración diferente: «descarriarse

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del rebaño». Esta imagen parece encajar mejor por almenos dos razones. Primero, «descarriarse» implicaque un miembro de iglesia desconectado tiene una res-ponsabilidad personal de mantenerse implicado en lacongregación. Las ovejas normalmente no dejan el re-baño desplomándose inadvertidamente en el vacío. Sedesvían a través del tiempo tomando una serie de deci-siones.

En segundo lugar, la imagen de una oveja desca-rriada también sugiere que alguien debería vigilar el re-baño y tomar medidas cuando una oveja empieza a de-ambular. Sí, cada miembro tiene la responsabilidadpersonal de no deambular, pero todos los miembros dela iglesia tienen el deber de vigilarse unos a otros. Sinembargo, un grupo en particular tiene la obligación deestar pendiente de las ovejas descarriadas: los ancia-nos.

MANTENIENDO LA VIGILANCIAEn el capítulo 3, vimos que los ancianos vigilan paraasegurar que ningún «lobo» se infiltre en sus congre-gaciones con falsa enseñanza. Pero los ancianos tam-bién se mantienen vigilantes en cuanto a movimientosno deseados en la otra dirección: miembros que se des-carrían del rebaño y del Señor. Esto forma parte de lalabor básica del pastorado. Los pastores alimentan alrebaño, lo protegen de los depredadores, y lo vigilan.

¿Recuerdas cuando Jacob relató su dura labor devigilar el ganado de Labán? Jacob lamentó cómo se

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quedó sin fuerzas supervisando las ovejas de Labán, ycómo rindió cuentas por cada animal. En su queja, ob-tenemos una muestra de un pastorado vigilante querinde cuentas:

Estos veinte años he estado contigo; tus ovejas y tuscabras nunca abortaron, ni yo comí carnero de tusovejas. Nunca te traje lo arrebatado por las fieras: yopagaba el daño; lo hurtado así de día como de noche,a mí me lo cobrabas. De día me consumía el calor, yde noche la helada, y el sueño huía de mis ojos. (Gn.31:38-40)

En contraste, Ezequiel profetizó en contra de los líderesde Israel acusándolos de un pastorado negligente: «¡Ayde los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos!¿No apacientan los pastores a los rebaños?» (Ez. 34:2).Y, ¿de qué maneras fallaron en pastorear? «Ni volvis-teis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida» (v.4). Como resultado, «Anduvieron perdidas mis ovejaspor todos los montes, y en todo collado alto; y en todala faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y nohubo quien las buscase» (v. 6).

Sin embargo, Dios anunció que él mismo vendría abuscar a las ovejas perdidas de su pueblo:

Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yomismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en

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medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré misovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueronesparcidas el día del nublado y de la oscuridad. (Ez.34:11-12)

Así que Dios vino en Jesús, reuniendo a las ovejas per-didas en un nuevo rebaño. Jesús explicó su ministerioa los recaudadores de impuestos y a los pecadores com-parándose a sí mismo con un pastor que deja a sus no-venta y nueve ovejas para buscar a una que se perdió(Lc. 15:1-7). Se llamó a sí mismo el buen pastor quienno solo dio su vida por las ovejas, sino que tambiéntraería a las «otras ovejas», una referencia a los gentiles(Jn. 10:14-16).

Una vez más, aquí es donde los ancianos de la iglesiaentran en escena. Los ancianos sirven como los pastoresdelegados de Jesús, vigilando los rebaños que han sidosalvados y reunidos por Jesús y su evangelio. Los ancia-nos son llamados acertadamente «supervisores». Ellos«velan por vuestras almas, como quienes han de darcuenta» (He. 13:17). Esto, en parte, es la razón por laque liderar bien a tu familia es una cualificación del an-ciano (véase el capítulo 1). Ser buenos padres requiereuna supervisión atenta de los niños y de la dinámica fa-miliar, y lo mismo sucede con un buen pastorado.

¿DAR CUENTA POR QUIÉN?Este tema de la supervisión plantea una pregunta muyimportante: ¿A quiénes se supone que los ancianos de-

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ben supervisar exactamente? Si los ancianos son pas-tores que deben dar cuenta, como hizo Jacob, entonces,¿por quiénes son responsables ante Dios? Ciertamentelos ancianos de la iglesia no son responsables espiri-tualmente por todo cristiano en todo lugar. Así que losancianos deben ser responsables solamente de preocu-parse por aquellos que asisten a la iglesia en la que sir-ven, ¿no?

Bueno, tal vez. O tal vez no. ¿Deben asumir los an-cianos responsabilidad por alguien que ha asistido a laiglesia una vez? ¿Dos veces? ¿Por cuánto tiempo y conqué frecuencia debe una persona venir a las reunionesde adoración del domingo antes de que sea considerada«oficialmente» como parte del redil que los ancianossupervisan? ¿Qué pasa si una persona asiste a un estu-dio bíblico de la iglesia regularmente, pero no va a lasreuniones del domingo? Y, ¿hay diferencia si un asis-tente regular es un creyente o un no creyente?

Parece ser que un pastorado bíblico requiere unaforma clara de definir al rebaño. Los ancianos debenser capaces de distinguir a las personas por las que sonresponsables como pastores y las personas con las quese deben relacionar simplemente como hermanos cris-tianos. Dicho de otro modo, el pastorado de la iglesiarequiere un concepto de la membresía de la iglesia.

EL PASTORADO Y LA MEMBRESÍALa membresía de la iglesia cumple dos funciones vita-les. Primero, identifica a las personas como discípulos

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de Jesús. La membresía de la iglesia no convierte a laspersonas en cristianas, pero sí que las marca externa-mente como creyentes. Jesús dio autoridad a las iglesiaslocales para «atar» y «desatar» (Mt. 18:18), para mar-car a las ovejas como ovejas en la membresía (28:18-20), mediante el bautismo, y para quitar la marca me-diante la excomunión (18:15-17). Al desear la mem-bresía de la iglesia, la persona se presenta a la iglesiadiciendo: «Soy un discípulo», y la iglesia dice: «Sí, ¡cre-emos que lo eres!» (o, en raras ocasiones, «No, ¡no cre-emos que lo seas!»). En la excomunión, la iglesia dice:«Puede que seas un cristiano verdadero, pero tu pecadono arrepentido no nos da razón para continuar afir-mándolo».

En segundo lugar, la membresía de la iglesia no soloidentifica a los cristianos, sino que también reúne a ungrupo de creyentes identificados en una congregaciónespecífica, en la que se comprometen unos con otros.Los apóstoles hicieron discípulos predicando el evan-gelio y después bautizando y reuniendo a aquellos dis-cípulos en hermandades locales, para que así los cris-tianos pudieran ser enseñados a obedecer los manda-mientos de Jesús. Cuando los apóstoles congregaron agrupos de discípulos, nombraron ancianos para liderary enseñar a cada iglesia. Como Pablo recordó a su co-laborador Tito: «Por esta causa te dejé en Creta, paraque corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianosen cada ciudad» (Tit. 1:5).

¿Puedes observar de qué forma la membresía de la

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iglesia hace que toda la tarea de la supervisión de losancianos sea posible?

Al identificar y al marcar a los discípulos de Jesús,la membresía de la iglesia capacita al pastor-ancianopara saber que ciertas ovejas son, de hecho, ovejas, almenos según lo que le consta a la iglesia. Y al reunir alos discípulos en una congregación, la membresía de laiglesia ayuda al anciano a saber qué ovejas en concretoson las que están bajo su supervisión. Él tendrá que darcuenta a Dios por ellas (He. 13:17). Esto no significaque un anciano debería ser indiferente o insensible conalguien que no sea miembro y que esté asistiendo a lareunión de adoración de la iglesia. Pero sí significa queese anciano tiene un tipo de autoridad y responsabili-dad hacia los miembros, la cual no tiene hacia los queno son miembros.

La membresía de la iglesia también ayuda a toda lacongregación a recordar que son responsables unos porotros. Los ancianos deberían jugar un papel de lide-razgo en preocuparse por las ovejas descarriadas, perono son los únicos vigilantes. La membresía implica unaresponsabilidad y una preocupación mutuas dentro detodo el cuerpo.

¿Se está tomando en serio tu iglesia un enfoque másbíblico en cuanto al pastorado y está considerando irhacia un modelo de pluralidad de ancianos? Asegúratede trabajar la membresía de la iglesia simultá -neamente.1 Una membresía de iglesia intencional creael contexto para un pastorado efectivo.

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CINCO ESPECIES DE OVEJAS DESCARRIADASSupón por un momento que eres un anciano que ha en-tendido lo que hemos explicado. Comprendes que tullamado incluye vigilar a los miembros obstinados. Su-pón también que tu iglesia practica una membresía deiglesia intencional, así que sabes en realidad a quién de-bes supervisar. Y, ¿ahora qué? ¿Cómo supervisas? ¿Quédeberías vigilar en particular?

Aquí hay cinco formas comunes en las que losmiembros de la iglesia se descarrían. A medida que terelaciones con tu congregación local y oigas acerca dealgún miembro que esté en alguna de estas situaciones,toma nota: ese hermano o hermana ya podría estar des-carriándose.

Las ovejas pecadorasEmpecemos con una situación fácil; no necesariamentefácil de abordar, pero fácil de reconocer. Si descubresque uno de tus miembros de la iglesia está abiertamenteimplicado en un pecado, entonces tienes una oveja pe-cadora —que se está descarriando— en necesidad deuna intervención.

Cada miembro de iglesia lucha con el pecado, al igualque lo hace cada anciano. Juan escribe: «Si decimos queno tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos,y la verdad no está en nosotros» (1 Jn. 1:8). No obs-tante, algunos pecados son más públicos y obvios queotros, y a veces los miembros parecen dejar de luchar yabrazan la desobediencia. Así que, cuando un pecado

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claro no arrepentido llega al conocimiento de un an-ciano, este debe armarse de valor, confiar en el Señor, yconfrontar humildemente al miembro, así como Jesúsnos enseñó que hiciésemos (Mt. 18:15-17).

A veces la intervención funciona. Me regocijocuando recuerdo las ocasiones en las que desafié a unmiembro enredado en el pecado y —a pesar de mi tur-bación— el Señor, con su gracia, trajo a la persona alarrepentimiento. Sin embargo, no siempre funciona deesta manera. Sé de un anciano que estaba tan decididoa contactar a un miembro errante y esquivo que esta-cionó frente al negocio de ese miembro a la hora delalmuerzo, con la esperanza de poder confrontarlo fi-nalmente. Desafortunadamente, ese miembro lo evadióy nunca se arrepintió ni regresó.

Las ovejas errantesLas ovejas errantes deambulan lentamente hacia fuerade la iglesia, arrastradas por otras actividades o inte-reses. El cambio puede deberse a una agenda muy ocu-pada llena de viajes, a una decisión poco sabia sobrelas actividades deportivas de los niños que no permiteque la familia asista a las reuniones de adoración delos domingos, o a la compra de una casa necesitada dereformas que consume los fines de semana. A veces unmiembro más joven se va a la universidad, se aleja, yno regresa ni a la iglesia ni al Señor. Otras veces, laspersonas se quejan de sentirse fuera de lugar en la igle-sia, por lo que dejan de asistir.

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Independientemente de las circunstancias, estosmiembros han fallado en no prestar atención a la exhor-tación de Hebreos: «Y considerémonos unos a otrospara estimularnos al amor y a las buenas obras; no de-jando de congregarnos, como algunos tienen por cos-tumbre» (He. 10:24-25). Han olvidado que la membre-sía de la iglesia implica una conexión regular con otrosmiembros para promover el amor y las buenas obras.Alguien podría decir que lo que hace tal oveja errante—la que ha dejado de venir a nuestras reuniones de ado-ración— no está tan mal. Sin embargo, esta oveja estápecando al desobedecer el mandamiento de la Escritura.

Ancianos, fijaos en los miembros que tienen vidasmuy ocupadas y recordadles con amor que no dejen lacomunión y la adoración congregacional.

Las ovejas renqueantesJesús nunca nos prometió inmunidad al dolor y al su-frimiento. A los cristianos los despiden de los trabajos,los dejan en las relaciones, se les diagnostica diabetestipo 2, los chocan por detrás en la autopista, y se venimplicados en litigios. Los creyentes que una vez fueronactivos, envejecen y se ven confinados a estar en casa.Estos miembros sufridos son ovejas renqueantes queestán en peligro de quedar atrás porque no pueden se-guir al rebaño. Necesitan que alguien se pare y caminecon ellos. Una dificultad aguda puede abrumar inclusoa los santos más robustos con desesperación, y debilitarsu capacidad de mantener vínculos normales con la

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iglesia. Si Job —el hombre de paciencia y fe sin igual—tenía sus límites, lo mismo le sucede a tu gente.

Cuando sepas que un miembro está capeando unagran tormenta en su vida, es hora de actuar. ¿Está esehermano o hermana recibiendo apoyo de otros miem-bros, quizá amigos o miembros de un estudio bíblico?¿Hay necesidades prácticas que los diáconos pudieranabordar? ¿Se está orando en la congregación por lastribulaciones de ese miembro? Como ancianos, a me-nudo la mejor forma de servir a un miembro que estáluchando es alertar y movilizar al cuerpo, aun cuandonosotros mismos nos estemos acercando para apoyarcon oración y consejo.

Es increíble de qué manera las ovejas renqueantesagradecen incluso los gestos más pequeños de preocu-pación. Un abrazo y una oración en el recibidor de laiglesia después de la reunión, una nota de ánimo, o unabreve visita pueden fortalecer a un miembro heridopara seguir luchando por un mes más. Precisamente lasemana pasada, le pregunté a una mujer de nuestracongregación acerca de su marido. Él había tenido pro-blemas de salud importantes que en algunas ocasionesle impedían venir a las reuniones. La hermana me ac-tualizó sobre su estado, y luego pasó a alabar a uno denuestros ancianos que se había tomado el tiempo de ira visitarles. Esa simple visita les había aumentado la fey les había dado fuerzas para perseverar.

Todo cuenta, aun las cosas más pequeñas. Cuandoel Señor te traiga miembros heridos, actúa.

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Las ovejas peleadorasTal vez encuentres esto difícil de creer, pero he apren-dido que hay iglesias en las que los miembros se enre-dan en conflictos unos con otros. Por supuesto, estonunca ha ocurrido en mi iglesia, y estoy seguro de quelos miembros nunca se pelean en la tuya. Si tu iglesiaes como la mía, entonces todos los miembros compar-ten las mismas ideas políticas y gustos sobre la músicade adoración, todos los comités manejan la resoluciónde problemas y las finanzas de la misma manera, y na-die peca contra nadie. ¿Te sientes identificado?

Yo tampoco. De hecho, dada la diversidad de perso-nalidades y trasfondos que hay entre nuestros miembros,junto con nuestra constante inclinación al pecado, estoysorprendido de que tengamos la armonía que tenemosen la iglesia. Debe ser la obra del Espíritu Santo.

Cuando los miembros de la iglesia entran en con-tiendas —lo cual es inevitable— existe un gran riesgode que haya gente que se desvíe. La gente empieza adesaparecer rápido. «La iglesia no debería ser así», di-cen. «Ya no puedo adorar más por toda la tensión quesiento. Me voy».

Los miembros peleadores deben ser desafiados a ha-cer las paces para la gloria de Dios y por la causa delevangelio, aunque es probable que necesiten ayudapara hacer esto. Incluso los discípulos más madurospueden requerir un árbitro. Pablo trató una contiendaentre dos de sus colaboradores: «Ruego a Evodia y aSíntique, que sean de un mismo sentir en el Señor» (Fil.

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4:2). Entonces pidió a la iglesia que ayudara: «Asi-mismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayu-des a éstas que combatieron juntamente conmigo en elevangelio» (v. 3).

Ancianos, no ignoréis los conflictos que tienen lugarentre los miembros esperando que se vayan a arreglarsolos. Raramente sucede esto. Puede que seas tentado aevitar y a ignorar, porque eres una persona normal queno disfruta con las peleas. Pero recuerda las palabras deJesús: «Bienaventurados los pacificadores, porque ellosserán llamados hijos de Dios» (Mt. 5:9). Aduéñate deesta bendición. Invita a los miembros que están peleadosa hablar contigo y espera en Dios. Recuerda, el objetivode un anciano es que las ovejas maduren (véase el capí-tulo 2). Los conflictos presentan oportunidades increí-bles para que la gente crezca en Cristo.

Las ovejas mordedorasPero, ¿qué pasa si el problema del miembro tiene quever contigo, el pastor-anciano? ¿Qué pasa si la oveja temuerde cuando tratas de acercarte? ¿Cómo se suponeque debes vigilar a alguien que te ve como la razón demarcharse?

La respuesta a esta pregunta puede variar conside-rablemente dependiendo de las circunstancias y de laspersonas específicas implicadas. No obstante —inde-pendientemente de las particularidades— aquí hay trescosas que un anciano siempre debería hacer al estarbajo escrutinio:

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Pide a otros ancianos que te ayuden a trabajar•con el miembro frustrado. Como veremos en elcapítulo 6, esta es una de las razones por las queDios decretó que debería haber más de un an-ciano en cada iglesia, una práctica que llama-mos «la pluralidad de ancianos». Los ancianosse vigilan unos a otros, porque los pastores si-guen siendo ovejas. Sé humilde y sujétate a laauditoría amorosa de otros ancianos. Si elmiembro se ha pasado de la raya, deja que losotros ancianos reivindiquen tu posición.

Guarda tu corazón de ponerte a la defensiva,•enojado, y despectivo. Cuando hables con losotros ancianos, no uses la situación como unpretexto para cerrar filas en torno al liderazgo.Trabaja para mantener el amor y la compasiónhacia tus detractores.

Cuando te encuentres con tu hermano o her-•mana —que se siente disgustado o disgustada—escucha con atención. Me he dado cuenta, en eltranscurso de los años, de que mis críticos másenojados e inmisericordes normalmente tienenalgo de razón. Puede que sea una postura exa-gerada, expresada de una forma inmadura y pe-caminosa. Pero aun así se están refiriendo a algoque debo afrontar.

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MANTENIENDO LA VIGILANCIA: UN LLAMADOMOLDEADO POR EL EVANGELIOHacer seguimiento de los miembros descarriados en es-tas situaciones es probablemente una de las partes másdifíciles y menos glamurosas de ser un anciano. Unorecibe gloria y respeto de una iglesia cuando enseñasuna clase. Experimentas una profunda satisfacción alorar por los miembros y sientes euforia cuando formasparte del equipo pastoral que ha tomado una decisiónde liderazgo histórica. Pero, ¿cuáles son los beneficiospersonales de confrontar a un adúltero o de estar liadoen una pelea interminable? Y, ¿quién quiere sentarse yescuchar a una pareja enfadada dando detalles sobrecómo tú y la iglesia le han herido? ¿No tenemos todosdemasiados dramas ya en nuestras vidas? ¿Por qué me-ternos en el barrizal de otra persona?

He aquí una razón: los ancianos encarnan profun-damente el evangelio cuando van tras miembros erran-tes. Vigilar y seguir a los descarriados es una actividadque refleja a Jesús.

El Buen Pastor vino a este mundo para buscar y sal-var lo que se había perdido. El Cordero de Dios vino amorir por ovejas pecadoras no arrepentidas como no-sotros. El Gran Médico vino a vendar a las ovejas ren-queantes, enfermas y destruidas por el pecado. El Prín-cipe de Paz se metió en nuestro mundo roto por lasguerras, destrozado por incontables rivalidades y divi-siones. Y cuando le insultamos, le golpeamos y le per-foramos, él no abrió su boca.

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Jesús no tenía por qué venir, pero vino. Y cuandolos ancianos toman la iniciativa de involucrarse —auncuando les cueste— ejemplifican el evangelio que pre-dican.

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La situación se estaba deteriorando. El pastor principaly el pastor asociado no se ponían de acuerdo en variosasuntos importantes, incluyendo la teología y el mejorenfoque en cuanto al ministerio de la iglesia. Sus dife-rencias se estaban desparramando en la congregaciónmediante sus sermones. Esta tensión creciente estabaempezando a fracturar la iglesia.

Después de que el pastor asociado me explicara lasituación, le pregunté: «¿No tiene tu iglesia ancianos?».Me confirmó que sí. Yo continué: «Entonces, ¿qué pa-sos están tomando para resolver el conflicto?».

«Esa es la parte frustrante», me dijo. «No saben quéhacer. No están siendo claros. A veces dicen que quie-ren que yo siga en el equipo, pero otras veces parecenpensar que mis diferencias con mi jefe son demasiadograndes».

Me sentía identificado con cada una de las personasimplicadas en la situación. Me dolía el corazón al vera dos pastores que amaban al Señor pero que teníanvisiones del ministerio muy diferentes. Simpatizaba conlos ancianos. Seguramente eran hombres buenos que

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querían servir a la iglesia, pero que se encontraron en-vueltos en una disputa compleja y potencialmente ex-plosiva entre sus pastores (a quienes querían honrar).No era de extrañar que parecieran estar paralizados.¿No era demasiado todo este lío?

Aun así, lo que los pastores y la iglesia necesitabanera ancianos que estuvieran dispuestos a implicarse enuna situación enredada y liderar.

¿QUIÉNES SON LOS ANCIANOS PARA…?Puede parecer superfluo dedicar un capítulo al temadel liderazgo en un libro que trata acerca de los ancia-nos. ¿No es obvio que los ancianos lideran en la igle-sia? Tal vez. Pero a veces perdemos de vista lo obviocuando las cosas se salen de control.

Los ancianos pueden sentirse fácilmente no cualifi-cados para liderar a sus iglesias, especialmente durantesituaciones intensas. Empiezan a pensar: «No tengo untítulo de seminario. No tengo formación en el manejode una iglesia. Con tantos deberes familiares y con untrabajo a tiempo completo, no tengo la capacidad paraabordar este problema. Siendo honesto, me sientocomo nada más que un miembro glorificado del comitéde la iglesia». ¿Quiénes son los ancianos laicos para re-configurar la filosofía de misiones internacionales queha estado establecida por tanto tiempo, guiar a unacongregación hacia la costosa ampliación de las insta-laciones, o manejar las denuncias de irregularidades encontra de un miembro del personal?

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Los miembros de la iglesia también podrían hacersepreguntas. A veces un miembro simpatiza con el lide-razgo de un anciano laico siempre y cuando los ancia-nos guíen a la iglesia en una dirección que le guste. Perocuando los ancianos toman la salida «equivocada» dela carretera, el miembro se opone. «¿Quién se piensaque es?» alega el miembro. «Estuve en un estudio bí-blico con él por diez años. No es mejor que yo. ¿Yahora de repente está mandando?».

Incluso podríamos retroceder un poco más y cues-tionar la legitimidad de la autoridad de un anciano enel contexto más amplio de nuestro momento cultural.Aquí en occidente, la gente tiende a mirar a los líderescon sospecha. Nos encanta cuestionar la autoridad, in-ventar teorías conspiradoras, y hablar mal de la gente.Cuanto más grandes son los líderes, con más durezacaen (y mayor es el gozo del mundo). Puesto que la au-toridad ha pasado de las instituciones externas a las in-tuiciones internas, cada persona ha pasado a ser sobe-rana. Dada esta atmósfera, ¿quién es un anciano, y yano digamos una iglesia, para decirle a alguien comotiene que vivir o qué tiene que creer?

¿Tienen los ancianos verdaderamente autoridadpara liderar en la iglesia?

AUTORIZADOS PARA LIDERAREmpecemos revisando los tres nombres intercambia-bles dados a este rol en el Nuevo Testamento. Aunqueestos tres títulos implican connotaciones ligeramente

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diferentes, todas ellos contienen la idea de autoridad yliderazgo:

Anciano. Este término implica sabiduría y ex-•periencia. Vas a un anciano para pedir consejoy guía. Los ancianos tienen autoridad moral:cuando ellos hablan, la gente escucha.

Pastor. Están a cargo del rebaño y guían a las•ovejas de un lugar a otro. ¿Te puedes imaginara un pastor que no se preocupe por dónde de-ambulan sus ovejas?

Obispo. Este término describe a alguien que su-•pervisa cosas o personas.

También, considera otra vez algunos de los textos queya hemos estudiado. Al releer estos versos, observa queen cada uno de ellos el escritor supone que los obispostienen autoridad para liderar la iglesia, y que los miem-bros de la iglesia tienen la responsabilidad de honrar ysometerse a esa autoridad:

Pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómocuidará de la iglesia de Dios? (1 Ti. 3:5)

Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos pordignos de doble honor, mayormente los que trabajanen predicar y enseñar. (1 Ti. 5:17)

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Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que tra-bajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y osamonestan; y que los tengáis en mucha estima y amorpor causa de su obra. Tened paz entre vosotros. (1 Ts.5:12-13)

Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; por-que ellos velan por vuestras almas, como quienes hande dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y noquejándose, porque esto no os es provechoso. (He.13:17)

Los ancianos cuidan, lideran, amonestan, y vigilan alos miembros. Los miembros responden reconociéndo-les, teniéndoles en alta estima, y obedeciéndoles.

Las iglesias difieren acerca de cómo organizarse. Lasiglesias que tienen un gobierno congregacionalista, comola mía, no se estructuran como lo hacen las iglesias pres-biterianas. Ninguno de nosotros abraza un sistema epis-copal con sacerdotes y arzobispos, tal y como lo hacennuestros amigos anglicanos. Pero todas las iglesias de-berían al menos estar de acuerdo en una cosa basándoseen la enseñanza de la Biblia: Dios ha delegado clara-mente una autoridad sobre los ancianos, para que diri-jan los asuntos de las congregaciones locales.

RELAJADOS ENTRE EL EQUIPAJESi eres un anciano, da un paso al frente y trabaja duropara liderar a tu iglesia. No hace falta que tengas todas

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las respuestas y, ciertamente, no lo harás todo perfec-tamente bien. Pero Jesús te ha comisionado para guiara su rebaño. Tu iglesia necesita que tomes la iniciativay traces un plan de futuro.

Puede que seas tentado a responder como el reySaúl. Aunque Dios eligió a Saúl, y aunque Samuel leungió como rey, Saúl se escondió entre el equipajecuando llegó el momento de su debut nacional. Tuvoque haber sido un gran escondite, porque la gente tuvoque preguntar a Dios dónde estaba: «Preguntaron,pues, otra vez a Jehová si aún no había venido allíaquel varón. Y respondió Jehová: He aquí que él estáescondido entre el bagaje» (1 S. 10:22). Hermano an-ciano, no te escondas cuando la iglesia necesite lide-razgo. Es hora de salir gateando de entre las maletas,dejar la zona de recogida de equipajes y tomar tuasiento en la cabina de mando.

Mi congregación ha sido bendecida una y otra vezpor ancianos laicos valientes que proporcionaron lide-razgo en momentos clave. Pienso en John, quien hábil-mente nos dirigió a través de un proceso de revisiónconstitucional hace solo unos años, después de una do-lorosa división de la iglesia. Su texto constitucional re-cibió un voto congregacional unánime. He estado conTim en varias reuniones tensas, viéndole calmar con-tiendas entre miembros —incluso entre miembros delpersonal— con paciencia y tranquilidad. Recuerdocomo Matt trajo unidad a la iglesia explicando con cla-ridad y con gentileza nuestra necesidad de ampliar el

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edificio. Estoy agradecido a Rick y Clay, quienes nosayudaron a dirigir un complejo proceso de búsquedapastoral. Terminamos encontrando a un pastor aso-ciado fantástico. La congregación probablemente nosabe todo lo que Eric ha hecho por ellos con su firmedesafío para que otros ancianos pastorearan a losmiembros.

Al escribir esto, alabo a Dios por Bill. Actualmentetiene un trabajo a tiempo completo y está usando sutiempo libre, y su experiencia en gestión de operacionesy de equipos, para ayudarme a pastorear a nuestro per-sonal de la iglesia. Y al mismo tiempo me está entre-nando en el liderazgo. ¡Punto extra!

Podría llenar el resto de este capítulo con nombrese historias de mi «salón de la fama» de ancianos. Hasido un privilegio colaborar con hombres que amarona este rebaño lo suficiente como para tomar decisionesdifíciles, establecer políticas moldeadas por el evange-lio, hacer esfuerzos para preservar la unidad de la igle-sia, perseverar a pesar de los contratiempos, y sacrificarhoras por la congregación en reuniones, conversacio-nes, y oraciones. La autoridad ejercida por hombrespiadosos y amorosos trae vida, unidad, y frutos a lasiglesias locales. Y las iglesias se benefician cuando hon-ran dicha autoridad (He. 13:17).

LUCHAS DE PODERQuizá todavía no estés convencido.

¿Te pone nervioso todo este asunto de la autoridad

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de los ancianos? Incluso viendo los textos bíblicos, ¿tie-nes dudas? Tal vez en tu experiencia, el problema conlos ancianos no es que sean tanto como Saúl, cuandose camufló como una caja de suministros para podereludir el trono. El problema es que son más a menudocomo Saúl en la fase posterior de su carrera, cuando letiró una lanza a David por celos y miedo a que el chicode Belén le usurpara su corona (1 S. 18:9-11). Tal vezsientas que la verdadera amenaza no es la timidez delos ancianos sino la tiranía.

Conozco a un joven hombre cristiano que quisoservir en una iglesia local. Era una congregación máspequeña que podría haberse beneficiado de sus dones.Pero este joven creyente se estampó contra una pared:uno de los ancianos de la iglesia. Este anciano habíaayudado a fundar la iglesia, y su palabra tenía auto-ridad. Además, a veces ejercía esa autoridad de unamanera muy directa. Era uno de los «jefes» de la con-gregación, y no tenía miedo de decírtelo. Desafortu-nadamente al anciano no le gustó lo que este joven te-nía que ofrecer a la iglesia o los cambios que queríahacer. De hecho, el anciano no era un fan de los cam-bios en general. Cuando la situación se calmó, el jo-ven hombre se fue silenciosamente, herido y desilu-sionado.

Solo se requiere un desacuerdo o dos con ancianoscontroladores y engreídos para que una persona sevuelva escéptica con respecto a los términos «autoridadpastoral» y «vigilancia/cuidado espiritual». Al fin y al

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cabo, ¿no son estos términos los que los líderes de lassectas usan para mantener a la gente a raya?

LIDERA SIN ENSEÑOREARTEJesús y los apóstoles compartieron tus preocupaciones.No solamente autorizaron a los ancianos para liderar,sino que redefinieron radicalmente el liderazgo como unservicio humilde y sacrificado a los seguidores. Pedroafirmó la responsabilidad de los ancianos de supervisary pastorear (1 P. 5:2), pero al mismo tiempo llamó a losancianos a liderar de una manera mansa y ejemplar, «nocomo teniendo señorío sobre los que están a vuestro cui-dado, sino siendo ejemplos de la grey» (v. 3).

Pedro podría haber recordado lo que Jesús le enseñóa él y a los otros discípulos sobre la verdadera autori-dad y la grandeza en el reino de Dios.

Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los go-bernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y losque son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas en-tre vosotros no será así, sino que el que quiera hacersegrande entre vosotros será vuestro servidor, y el quequiera ser el primero entre vosotros será vuestrosiervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser ser-vido, sino para servir, y para dar su vida en rescatepor muchos. (Mt. 20:25-28)

Cuando el Buen Pastor dio su vida por las ovejas, nosolo las rescató del pecado, sino que redefinió la gran-deza y la autoridad de su rebaño rescatado.

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En la Última Cena, Jesús sorprendió a los discípuloslavándoles los pies. Entonces explicó su impactante ac-ción de esta manera:

Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestrospies, vosotros también debéis lavaros los pies los unosa los otros. Porque ejemplo os he dado, para quecomo yo os he hecho, vosotros también hagáis. Decierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que suseñor, ni el enviado es mayor que el que le envió. (Jn.13:14-16)

Aquella noche, Jesús descalzó los pies de los discípulosy les lavó la suciedad con sus propias manos. Al día si-guiente, él fue despojado, y esas mismas manos fueronclavadas a una cruz para lavar el pecado del alma desus discípulos. Aquellos que se ven perdonados a lospies de la cruz miran el liderazgo y la grandeza de unmodo inverso, lo cual escandaliza al mundo.

CREANDO ESTRUCTURAS PARA EL LIDERAZGO DE SIERVOS¿Cómo pueden los ancianos mantener una postura hu-milde —la de alguien que lava pies con una toalla alhombro— y no coronarse como déspotas arrogantes?¿Pueden los ancianos liderar de verdad sin enseñore-arse y ejercer autoridad sin autoritarismo?

Nunca podrás eliminar completamente el peligro deun liderazgo autoritario. El orgullo constantemente

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acecha nuestros corazones, y es al final la responsabi-lidad de cada anciano crucificar su ego diariamente porel poder del Espíritu. Pero las iglesias también puedenhacer cosas para fomentar una cultura de gobierno hu-milde. Los líderes y la gente pueden estructurar sus vi-das juntos, de manera que el liderazgo de siervos pa-rezca normal y el gobierno arrogante parezca incon-gruente.

Considera estos seis hábitos colectivos que puedenayudar a los ancianos y a la congregación para servirseel uno al otro como Jesús nos sirvió:

Escoge ancianos humildesLa cosa más simple y efectiva que una iglesia puede ha-cer es desarrollar un proceso intencional para seleccio-nar posibles ancianos, y así estar seguros de escoger ahombres humildes. Como vimos en el capítulo 1, laslistas de cualificaciones para los ancianos estipulan quelos hombres deben ser amables, no pendencieros (1 Ti.3:3) y no soberbios, no iracundos (Tit. 1:7).

Escuché a un pastor decir que la característica másimportante de un líder de iglesia es la humildad. Pasóa identificar la segunda característica más importante:la humildad. ¿La tercera? Probablemente la puedas adi-vinar.

A la hora de elegir ancianos, busca hombres quetengan un historial de comportarse en la iglesia conuna mano firme pero amable. Los hombres con cora-zón servicial que sean nombrados como ancianos se-

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guramente continuarán actuando como siervos. In-cluso si se envanecen un poco, tenderán a responderbien cuando sean confrontados. Encuentra hombresque puedan expresar sus opiniones en las reuniones deancianos, y que también se sometan con agrado a lavoluntad del equipo cuando sus posturas no sean vo-tadas. Los ancianos humildes pueden someterse losunos a los otros.

Pero si un hombre es engreído y altanero, testarudoy dominante, no cometas el error de entregarle un ca-yado de pastor, independientemente de los otros talen-tos, experiencias, o recursos que pudiera aportar al tra-bajo: «No impongas con ligereza las manos a ninguno,ni participes en pecados ajenos» (1 Ti. 5:22).

Delega en los diáconosLos ancianos no son los únicos «oficiales» de la iglesia:los apóstoles también nombraron diáconos. Corriendoel riesgo de simplificar en exceso su trabajo, los diáco-nos fomentan la unidad de la iglesia al ocuparse de lasnecesidades logísticas, administrativas y físicas de lacongregación. Muchos vieron a «los siete» de la iglesiaprimitiva como los prototipos de diáconos. Su misiónera supervisar la distribución de alimentos a las viudasde la iglesia, para que la congregación disfrutara de ar-monía y los apóstoles pudieran estar libres para predi-car y orar (Hch. 6:1-7).

Desarrollar un diaconado saludable y fuerte amplíala autoridad y la propiedad en la congregación, creán-

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dose una guardia estructural contra las complicacionesde los ancianos en asuntos importantes. Los ancianosdirigen los asuntos de la iglesia y al final tienen ungrado de responsabilidad por todo lo que acontece.Pero pueden encargar a los diáconos ciertos deberes ydarles libertad. Cuando los ancianos delegan cosascomo la hospitalidad, la guardería, las instalaciones, lacontabilidad, la ayuda práctica y la tecnología de laiglesia a diáconos calificados, se comunica una humildeconfianza en la congregación. Los diáconos, a su vez,descargan a los ancianos para que puedan enseñar, orary pastorear, al igual que hicieron los «siete» por losapóstoles en Hechos 6.

Sigue rindiendo cuentas¿Tiene tu iglesia un proceso para confrontar a un an-ciano que caiga en pecado? Pablo le dijo a Timoteo quelos ancianos sean tenidos por dignos de doble honor(1 Ti. 5:17-18), pero en los siguientes versículos ordenaque los ancianos que sean hallados culpables de pecadosean reprendidos públicamente:

Contra un anciano no admitas acusación sino con doso tres testigos. A los que persisten en pecar, reprénde-los delante de todos, para que los demás también te-man. (1 Ti. 5:19-20)

Ancianos, si encontráis a un compañero obispo cami-nando en desobediencia al Señor y no dispuesto a arre-

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pentirse, no lo paséis por alto solo porque sea un an-ciano. Como Pablo continúa diciendo, «Te encarezcodelante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángelesescogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, nohaciendo nada con parcialidad» (v. 21).

Honra la PalabraUn anciano puede liderar sin enseñorearse mante-niendo la Palabra de Dios y el evangelio en el centrode la iglesia. Un anciano debería estar continuamentebajo la Palabra; en toda su enseñanza, adoración, y mi-nisterio. Esto le recuerda tanto a él como a la congre-gación que su autoridad está supeditada, y que solo laBiblia es absolutamente autoritativa en la vida de unaiglesia. Las congregaciones deberían seleccionar comoancianos a hombres que tengan la Biblia misma —y nonecesariamente su visión de la Biblia— en la más altaestima.

Al fin y al cabo, los ancianos tienen autoridad sobrela iglesia de Jesús solo en la medida que enseñen, obe-dezcan, y hagan cumplir la Palabra de Jesús. Como dijoel pastor del siglo XIX, William Johnson, los ancianosson ejecutivos, no legisladores.2 Su trabajo es mera-mente proclamar y llevar a cabo la enseñanza bíblicaen la vida de la iglesia. Cuando los ancianos elevan laBiblia, al mismo tiempo se humillan. Al hacerlo, semuestran a ellos mismos que son los tipos de hombresque los verdaderos creyentes quieren seguir.

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MultiplícateVimos en el capítulo 3 que los ancianos deben perpe-tuar el ministerio de enseñanza en la iglesia entrenandoa los reemplazos. ¿Quién va a constituir la próxima ge-neración de maestros y ancianos? Además de perpetuarel liderazgo de la iglesia, centrarse en la formaciónayuda a los ancianos a mantenerse humildes. Es bas-tante difícil acumular poder y al mismo tiempo darloa otros.

Confía en la congregación Dudo al mencionar este punto, ya que no todo el quelee este libro es congregacionalista como yo. Tampocoes que este libro se centre en defender el congregacio-nalismo. Pero, ¿podría observar humildemente que dara toda la congregación la autoridad final en ciertasáreas —algo que incluso hacen las iglesias presbiteria-nas— ofrece la mejor protección estructural contra latiranía de los ancianos? Tener que llevar las decisionesimportantes ante la iglesia para obtener aprobaciónfuerza a los ancianos a liberar poder y confiar humil-demente en los miembros y en el Señor. Ha habido mo-mentos en los que he deseado tomar una decisión im-portante por decreto. El proceso congregacional tiendea ser lento y a veces no conduce al resultado quequiero. Pero, con el paso de los años, he llegado a apre-ciar la forma en que el congregacionalismo, cuando sepractica bien, construye unidad y confianza entre losancianos y los miembros. Creer que la autoridad final

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en ciertas decisiones recae en la congregación obliga alos ancianos a trabajar más duro en la enseñanza y enla comunicación con la gente, y a confiar en Dios pormedio de la oración.

PASTORES OVEJASJesús ha nombrado a los ancianos como pastores dele-gados para sus rebaños. Los ancianos deberían tomaresta asignación con el corazón y gobernar sus iglesiascon valentía. Los obispos pasivos y débiles solo causanproblemas en la iglesia, los cuales se van degradando,de mal en peor. Ruego a todos mis compañeros ancia-nos: por el bien de la iglesia, por el bien del evangelio,y por la gloria de Dios, ¡liderad a vuestras congrega-ciones!

Pero en medio de tantas referencias a los pastores,recuerda una verdad complementaria: aún sois ovejas.

Esta es la gran paradoja que cada anciano afronta.Es a la vez pastor y oveja, un líder de los seguidores deJesús y un seguidor de Jesús, un supervisor del cuerpolocal y al mismo tiempo una parte dependiente delcuerpo. Un anciano es un hombre pecador, salvado ysustentado por gracia, que sigue al Buen Pastor, Jesu-cristo. De repente Jesús se vuelve hacia él, le pone uncayado de pastor en su mano, y le dice: «Apacienta misovejas» (Jn. 21:15).

¿Cómo resolver la tensión inherente de ser pastoresovejas? No hay que resolverla. La aceptas. Contestasal llamado de pastorear y al mismo tiempo declaras tu

Lidera sin enseñorearte

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completa dependencia del Señor. Dices, «vayamos poraquí», mientras que te unes al resto de la iglesia cla-mando: «Señor, guíanos». Fijas tus ojos en Jesús y, porsu gracia, lideras sin enseñorearte.

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PASTOREA JUNTO A OTROS

Estoy contento de que todavía estés leyendo este libro.Francamente, me preocupaba que lo pudieras haber de-jado antes de llegar hasta aquí. No es que este libro sealargo o difícil de leer. Más bien, me preocupaba que tehubieses desanimado al ver todo lo que la Biblia re-quiere de los ancianos, y que por ello hubieses decididono seguir con la lectura.

El capítulo de apertura acerca de las cualificacionesde un anciano fue lo suficientemente duro. Los após-toles pusieron el listón alto para los ancianos: un ca-rácter como el de Cristo, un hogar bien gobernado, yhabilidad para enseñar y defender la verdad bíblica. Y,¿qué tal de lo de ser «irreprensible»? Cualquiera quesea consciente de sus faltas y debilidades encontraríaeste perfil, por lo menos, como para ponerse a pensar.Cuando escribía ese capítulo, pensaba: «¿Estoy verda-deramente cualificado para ser un anciano, y cuántomenos para escribir un capítulo acerca de las cualifica-ciones de un anciano?».

Pero incluso si pasaste la selección inicial, los impo-nentes deberes de los capítulos 2 hasta el 5 podrían ha-

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ber acabado contigo. Los ancianos pastorean un re-baño, enseñan doctrina, refutan el error, alimentan alos miembros para que alcancen madurez, buscan a lasovejas descarriadas, gobiernan, lideran, y calman con-flictos, por nombrar algunos de sus deberes.

Y todavía nos quedan tres capítulos.Esta descripción de la labor me abruma por mo-

mentos, y soy un pastor pagado que dedico toda mi se-mana de trabajo a esta tarea. Pero, ¿qué pasa si eres unanciano laico que tiene un trabajo exigente, un tráficoagobiante hasta la oficina, una familia activa, una casaque mantener, y quizá incluso un pasatiempo o dos?¿Cómo puedes hacer justicia al alto llamado de la su-pervisión congregacional con las pocas horas que tieneslibres? Uno se siente destinado al fracaso. ¿Es el pasto-rado laico realmente viable?

Creo que sí. Parte de la solución está en abrazar ypriorizar con sacrificio tu llamado a pastorear. Alexan-der Strauch nos dice con claridad:

Muchas personas forman familias, trabajan, y dedi-can muchas horas de su tiempo al servicio comunita-rio, a los clubes, a actividades deportivas y/o institu-ciones religiosas. Las sectas han construido grandesmovimientos que sobreviven principalmente por eltiempo voluntario de sus miembros. Nosotros —loscristianos que creemos en la Biblia— nos estamosconvirtiendo en un grupo de cristianos perezosos, flo-jos, que solo esperan que se haga algo si se paga. Es

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positivamente increíble todo lo que la gente puedeconseguir cuando están motivados para trabajar poralgo que aman. He visto a personas construir y remo-delar casas en su tiempo libre.1

Los ancianos aspirantes deberían considerar el costode servir y entonces entregarse generosamente por susiglesias confiando en la gracia de Dios.

Pero hay otro factor que hace que los ancianos lai-cos sean sostenibles. Es uno de los elementos del lide-razgo bíblico que me ha ayudado a mantenerme fuertecomo pastor durante el transcurso de los años. CuandoDios diseñó la iglesia local, estableció sabiamente unapluralidad de ancianos. El pastorado es posible porquese supone que es un deporte de equipo.

PASTOREANDO EN PLURALCuando el Nuevo Testamento describe cómo funcio-nan en realidad los ancianos en las iglesias, habla sobreellos en plural. Observa los siguientes versos. Fíjatecomo varios ancianos lideran cada iglesia individual:

Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesiay los apóstoles y los ancianos. (Hch. 15:4; véanse tam-bién vv. 6, 22; 16:4)

Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendoorado con ayunos, los encomendaron al Señor enquien habían creído. (Hch. 14:23)

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Enviando, pues, desde Mileto a Efeso, hizo llamar alos ancianos de la iglesia. (Hch. 20:17)

Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos lossantos en Cristo Jesús que están en Filipos, con losobispos y diáconos. (Fil. 1:1)

Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieseslo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad.(Tit. 1:5)

Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo an-ciano también con ellos, y testigo de los padecimien-tos de Cristo, que soy también participante de la glo-ria que será revelada. (1 P. 5:1)

¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los an-cianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole conaceite en el nombre del Señor. (Stg. 5:14)

¿Ves el patrón? Una y otra vez encontramos ancianos(plural) en cada iglesia (singular).2 Cada congregacióntenía su propio equipo pastoral. Es una observaciónelemental, pero marca una gran diferencia cuando lopones en práctica. La pluralidad de ancianos es extre-madamente importante para un pastorado sostenible.

COMPARTE LA CARGAEmpieza con lo obvio: tener múltiples ancianos distri-

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buye la carga pastoral. «Muchas manos hacen que eltrabajo sea ligero». «El trabajo en equipo divide la ta-rea y multiplica el éxito». Todos los demás dichos si-milares son ciertos en el ministerio de los ancianos.

Un miembro de nuestra iglesia una vez me preguntócómo podía orar por mí. Le compartí acerca de lacarga creciente del ministerio. Nuestra membresía deiglesia había estado aumentando en ese tiempo, y lasnecesidades pastorales se habían multiplicado. Le pre-gunté de una forma un tanto retórica: «¿Cómo puedoministrar de una manera efectiva a un rebaño que vaen aumento?».

Ella no tomó mi pregunta retóricamente. Nunca ol-vidaré su respuesta. Sonrió, se encogió de hombros, ysimplemente dijo: «Más pastores».

Por supuesto; más pastores. No me podía creer queno hubiera pensado en eso antes.

Bueno, supongo que si Moisés no era capaz de verlo obvio, lo mismo me podía pasar a mí. Su suegro, Je-tro, tuvo que llamarle la atención y hacerle ver su ne-cesidad de disponer de más ayuda.

Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juz-gar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisésdesde la mañana hasta la tarde […]. Entonces el sue-gro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Des-fallecerás del todo, tú, y también este pueblo que estácontigo; porque el trabajo es demasiado pesado parati; no podrás hacerlo tú solo. (Éx. 18:13, 17-18)

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Y, ¿cuál fue la solución de Jetro? Aconsejó que se bus-caran colaboradores para la obra:

Además escoge tú de entre todo el pueblo varones devirtud, temerosos de Dios, varones de verdad, queaborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo porjefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todoasunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todoasunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, yla llevarán ellos contigo. (Éx. 18:21-22)

De la misma forma que añadir jueces alivió a Moisés,igualmente tener múltiples ancianos distribuye el pesodel ministerio. Así que, si eres un anciano, encuentramaneras de que tú y tus colegas podáis parcelar el tra-bajo. Comunicaos acerca de los asuntos complicadosque hay en la iglesia, que necesitan atención, y coordi-nad vuestros esfuerzos. Si estás abrumado, no sigas ha-ciéndote el duro; enciende una luz de emergencia yllama a los hermanos para que te ayuden.

¿De qué manera podrías dispersar más intencional-mente las responsabilidades entre tu equipo de super-visores? He mencionado de qué forma nuestros ancia-nos han intentado distribuirse la membresía de la igle-sia entre ellos, pero no tenéis por qué hacerlo delmismo modo. Lo importante es ser intencional acercade compartir la labor.

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ANCIANOS ESTILO NAVAJA SUIZALos beneficios de un pastorado compartido no se limi-tan a una división del trabajo. La pluralidad tambiénpermite que una iglesia acceda a los diversos dones quehay entre los ancianos, de tal forma que cada unoaporta sus fortalezas. Aunque todos los ancianos tienenlas mismas responsabilidades, cada uno contribuye conuna serie de talentos y experiencias.

Recuerdo cuando tuve mi primera navaja suizasiendo un niño. No puedo recordar exactamente cuán-tos años tenía, pero todavía puedo visualizar la bri-llante empuñadura roja de la navaja. Tenía grabada laseñal de las herramientas del Ejército Suizo. Recuerdola emoción de desplegar las herramientas una por unae imaginar cómo las usaría para sobrevivir si me per-diera en la jungla. Había una cuchilla más larga, otramás corta, unas pinzas, un destornillador, unas tijerasy, por supuesto, la más importante de las herramientasde supervivencia exterior: un sacacorchos.

Me siento de una forma similar cada año cuandodamos la bienvenida a nuevos hombres a nuestroequipo de ancianos de la iglesia. Cada hermano aportadones únicos al equipo para que puedan ser descubier-tos y usados. Es como abrir una navaja suiza humana,un don de cada anciano a la vez. Por supuesto, todoslos ancianos deberían tener algunos dones que son bá-sicos para el oficio, tales como liderar y enseñar, in-cluso cuando estos dones puedan variar en fuerza yforma.

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En nuestro equipo de ancianos actual, Mark es pro-fesor adjunto en un seminario local que usa sus pro-nunciados talentos de comunicación y sus estudiosavanzados de Nuevo Testamento para ejercer un po-deroso ministerio de enseñanza en la congregación.Una y otra vez, Kent ha usado su carrera en finanzaspara proveer liderazgo en asuntos de presupuestos.John tiene una profunda pasión por la oración y ha he-cho que nuestro equipo de ancianos —un tanto prag-mático— vuelva a ponerse de rodillas muchas veces enel transcurso de los años. Herb tiene un sentido comúnpoco común y normalmente hace preguntas penetran-tes durante las conversaciones para dirigirnos al meollodel asunto.

Tómate tiempo para aprender de tus hermanos an-cianos. Averigua qué dones tiene cada uno plegados ensu vida y aprende a sacarlos. Cuando trabajéis juntos,puede que te frustres al ver las diferentes formas quealgunos de los otros obispos tienen de resolver proble-mas o fijar prioridades. Pero no te molestes por esasdiferencias. En vez de esto, considera a los otros ancia-nos como parte del juego de herramientas divinamenteingeniado para servir a tu congregación. Todo elloforma parte de la grandeza de la pluralidad de ancia-nos.

PASTOREA A LOS PASTORESEn el último capítulo, recordamos que los ancianostambién son miembros del rebaño de Jesús. Nos refe-

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rimos a esto como la paradoja de los «pastores ovejas»en el liderazgo de la iglesia. Esta paradoja plantea unapregunta interesante: si los pastores son simultánea-mente ovejas, ¿quién pastorea a los pastores? Los an-cianos necesitan cuidado pastoral al igual que los de-más. Pueden caer en la tentación, sucumbir a la depre-sión, verse enredados en conflictos, experimentar can-sancio en el ministerio, o perder a seres queridos. Auncuando no estén en crisis, los ancianos necesitan seguirmadurando, al igual que cualquier otro miembro deiglesia. ¿Quién los supervisa espiritualmente?

Aquí otra vez, la pluralidad provee una respuesta.Los pastores deben pastorear a los pastores. La super-visión congregacional es sostenible porque los ancianos—en pluralidad— actúan como pastores los unos delos otros.

Hace bastantes años, un hermano se unió a nuestroequipo de ancianos por primera vez. Le dije medio enbroma a su esposa: «¿Estás lista para las pruebas?».

«¿Qué pruebas?» preguntó.«Las pruebas que vendrán sobre ti y tu marido

cuando sea anciano. Preparaos para ser probados»,contesté.

Aparentemente bromeé con más acierto de lo queesperaba. Él perdió su trabajo durante su servicio comoanciano y permaneció desempleado por más de un año.Durante ese «sabático involuntario», los otros ancia-nos oraron constantemente por él y le dieron ánimos.Por la gracia de Dios —y por su apoyo— nuestro her-

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mano superó ese periodo llegando a ser más fuerte yrefinado.

Si eres un anciano, asume el riesgo y sincérate conlos demás. No tengas miedo de revelar tus heridas y tusmiedos, tus luchas y tus pecados. Los otros ancianosno pueden pastorearte bien si pretendes ser Superman.Específicamente, pídeles que oren por tus necesidades.Tal y como mencioné antes, nuestros ancianos se reú-nen dos veces cada mes, con una de esas reuniones de-dicadas a la oración. En esa reunión de oración, nospreguntamos de qué forma podemos interceder unospor otros. Es una pequeña práctica que nos ayuda a es-tar atentos a nuestra parte de oveja.

En una reunión de oración de ancianos —hace mu-chos años—, cuando nos preguntamos de qué formapodíamos orar unos por otros, uno de los ancianos sesacó la máscara. Habló con franqueza y desesperaciónsobre una crisis relacionada con su negocio, sus finan-zas, y sus correspondientes luchas. Fue un momentoduro, pero abrió una puerta. Algunos otros ancianostambién dieron el paso y compartieron acerca de lasnecesidades de sus matrimonios. Nuestro tiempo deoración posterior aquella tarde fue todo menos super-ficial. Intercedimos unos por otros con un nuevo fervory una nueva compasión.

Si quieres pastorear una congregación de maneraefectiva, debes estar tú mismo bajo supervisión espiri-tual. Así que sé humilde y permite que otros ancianosse preocupen por ti.

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AFILA EL HIERROHemos estado considerando de qué forma la pluralidadhace que la labor pastoral sea sostenible, especialmentepara los ancianos laicos. Un enfoque de equipo pro-mueve un pastorado mejor porque protege a los ancia-nos de acabar exhaustos, mediante la distribución dela carga del ministerio, la acumulación de dones y ta-lentos, y el apoyo a los ancianos en sus pruebas.

Pero existe otra constelación de peligros para lospastores: el orgullo, el control, la mano dura, la inac-cesibilidad, e incluso el abuso. Como vimos en el úl-timo capítulo, los ancianos deben liderar sin enseñore-arse. La pluralidad ayuda a proteger nuestras tenden-cias dominantes mediante la creación de un contextoen el que los ancianos pueden poner en práctica el fa-moso proverbio: «Hierro con hierro se aguza; y así elhombre aguza el rostro de su amigo» (Pr. 27:17).

Cuando los ancianos practican una pluralidad sana,es más difícil que dominen las opiniones o tendencias deun solo hombre, porque los ancianos se compensan unosa otros. Los ancianos más dóciles templan a los más fo-gosos. Los activistas llevan a los analíticos a tomar deci-siones. Los ancianos de mucha fe evitan que cada deci-sión se convierta en un ejercicio de conservadurismo fis-cal o gestión de riesgos, mientras que los ancianos prác-ticos ayudan a los soñadores y a los visionarios para queno hagan estupideces bajo el pretexto de «confiar enDios». Este tipo de equilibrio mutuo genera una atmós-fera que es difícil de tolerar por parte de los egoístas.

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Pero incluso, yendo más al grano, la pluralidad creauna estructura para que los ancianos se rindan cuentascuando uno de ellos se desvía.

Algunas veces nuestras reuniones de ancianos se su-ben de tono. Soy consciente de que esto no sucede enla mayoría de iglesias, por lo que tendrás que usar laimaginación. Nuestra congregación ha sido bendecidacon líderes fuertes que tienen opiniones firmes, y mu-chos de ellos sirven como ancianos. Cuando surgen te-mas difíciles durante las reuniones de ancianos, a vecessube la temperatura en la sala.

No obstante, me he sentido tocado una y otra vez alver a los ancianos hablando aparte tras una reunión. Aveces uno se disculpa por haber embestido con dema-siada dureza. Puede que queden para tomar un café du-rante la semana, para hablar sobre sus diferencias. Enotras ocasiones, un hermano desafía a otro en cuanto asu conducta durante la reunión y le urge a cambiar suenfoque. Los ancianos más jóvenes han retrocedidogentilmente con los veteranos cuando estos ancianos demás edad dominaron conversaciones de tal modo quesilenciaron a los más jóvenes. Algunos se han discul-pado ante la congregación en reuniones de iglesia porel tono de sus respuestas en reuniones previas, graciasal amable consejo de sus compañeros obispos.

Uno de los ancianos siempre ha sido honesto. Porun lado, es fantástico tenerle como anciano porque nosayuda a no tomar malas decisiones, gracias a su habi-lidad para articular puntos de vista contrarios con pa-

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sión. He llegado a apreciar este aspecto de su personacada vez más, especialmente porque tiendo a evitar elconflicto. Por otro lado, esa honestidad puede generarfricción. Aun así, se le conoce por haberme llamadotras una reunión de ancianos y preguntarme si se habíapasado de la raya o si era necesaria una disculpa. Si lehubiese dicho: «Sí, puede que hayas sido un pocoduro», este anciano de inmediato habría dado los pasosnecesarios para arreglar las cosas. En el transcurso delos años, le he visto crecer en gentileza, tacto y sensibi-lidad, sin perder su don para hablar con franqueza.

DISFRUTA DEL VIAJEDéjame que anote un último punto a favor de la plu-ralidad de ancianos. Es mucho más satisfactorio —eincluso más divertido— pastorear en equipo que ser unpastor lobo solitario. Mirando atrás a más de una dé-cada y media de ministerio pastoral, puedo decir queuno de mis mayores gozos en el ministerio ha sido ser-vir con los ancianos laicos de mi congregación. Estoshombres han sido una banda de hermanos para mí, ypara cada uno de nosotros. Hemos compartido risas ylágrimas. Hemos celebrado juntos victorias y hemosorado por problemas que parecían irresolubles. Hanestado a mi lado —en ocasiones de forma muy literal—durante algunos de mis momentos más duros de mi mi-nisterio. Muchas veces, les he guiado bien. En otrasocasiones, me han levantado y me han llevado hastaque pudiera volver a liderar.

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Si estás en una iglesia que tiene un solo pastor pa-gado y ningún otro anciano, te suplico que uses cual-quier influencia que poseas para que tu iglesia tengasupervisores laicos. No solo tu mono-pastorado es in-adecuado bíblicamente, sino que tu estructura actualtambién le roba a tu pastor un apoyo vital y una pro-funda satisfacción. También priva a los otros miembrosde la iglesia de un cuidado pastoral más rico, ademásdel gozo de ver a hombres florecer como líderes. Hayhombres en tu congregación que están perdiendo opor-tunidades de crecimiento que solo vendrán cuando denun paso de fe para supervisar la congregación.

Se necesitan ancianos (plural). Este es el plan de Je-sús para un pastorado sostenible y efectivo en sus igle-sias.

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SÉ UN EJEMPLO DE MADUREZ

En la mañana del 1 de enero de 1996, me senté en mioficina como el nuevo pastor asistente interino deSouth Shore Baptist Church. Nada transmite un sen-tido de significado y seguridad en el empleo como el tí-tulo «pastor asistente interino».

Pero esa mañana, estaba feliz de haber acabado deestudiar y tener un verdadero trabajo en el ministerio.Había terminado mis últimas clases de seminario unaspocas semanas antes, completando dos años y mediode estudios a tiempo completo. Justo antes del semina-rio, había hecho cuatro años de estudios de licenciaturaen estudios bíblicos. Con más de seis años de academiaininterrumpida a mis espaldas, tenía claramente todolo necesario para ser un pastor: dos títulos teológicos,una colección de comentarios en ciernes, y algunos ser-mones listos de mis clases de predicación. ¿Qué másnecesitaba?

Había una «pequeña» cosa que me faltaba: necesi-taba a alguien que me mostrara cómo pastorear verda-deramente una congregación.

Así que Dios me dio a Ray.

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La iglesia había contratado a Ray para ser el pastorinterino unas semanas antes de que me llamaran. Rayes un sabio antiguo ministro de New England que, du-rante el siguiente año y medio, me enseñaría a pasto-rear una iglesia. Lo vi navegar por las fuertes corrientesde nuestra junta de ancianos. Asistí a sus sesiones deconsejería pastoral y me uní a algunas de sus visitas alhospital. Me dio algunas plantillas para bodas y fune-rales que todavía utilizo hoy. Pude ver un buen pasto-reo en acción. A veces bromeo y digo que si hago algobien en el ministerio pastoral, es probablemente porqueestoy copiando a Ray y, si hago algo mal, es probable-mente porque estoy improvisando.

Pero incluso más que enseñarme habilidades minis-teriales, Ray moldeó el carácter y el corazón de un pas-tor. Demostró paciencia al traer cambios a un ritmo losuficientemente lento para que una iglesia Yankee lopudiera sobrellevar. Irradiaba bondad, humildad, ygozo, incluso cuando no se hacían las cosas a su ma-nera. Confió en Dios y resolvió problema tras pro-blema a través de la oración. Y, por encima de todo,Ray amaba a la gente, y lo sabían. Al final, Ray no solome enseñó cómo ser un pastor, mostró a toda la iglesiacómo seguir a Jesús.

IMITADMEMi experiencia con Ray me hace pensar en lo que Pa-blo dijo a la iglesia en Corinto: «Sed imitadores demí, así como yo de Cristo» (1 Co. 11:1). ¿Te parece

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esto extraño? ¿Alguna vez le has dicho a otro cristianoque imite tu imitación de Jesús? Suena como una pre-suntuosa variante eclesial del juego «Adivina la pala-bra». Imagínate a ti mismo diciéndole a tu grupo de es-tudio bíblico o a tus compañeros miembros del comitéde la iglesia: «Quiero que todos sepáis que estoy si-guiendo a Jesús bastante bien, así que probablementeme deberíais copiar». Puede ser que ese verso solo lopudiera pronunciar Pablo. Al fin y al cabo era un após-tol. Podía permitirse decir cosas grandiosas como «sedimitadores de mí».

Pero Pablo fue más allá. No solo dijo «sed imitado-res de mí», también urgió a la iglesia de Filipos a pres-tar atención a aquellos que le imitaban: «Hermanos,sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducensegún el ejemplo que tenéis en nosotros» (Fil. 3:17).¿Te diste cuenta de la última palabra en este versículo?Dijo «nosotros» en vez de «mí». El «nosotros» en Fi-lipenses se refiere a Pablo y Timoteo (1:1). Así que elcírculo de los ejemplos se expandió más allá de Pablopara incluir a Timoteo y a los cristianos de Filipos,quienes imitaron a Pablo y Timoteo en su patrón devida.

En su carta a Timoteo, Pablo instruyó explícita-mente a su joven pupilo para que fuese un ejemplo aimitar: «Ninguno tenga en poco tu juventud, sino séejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,espíritu, fe y pureza» (1 Ti. 4:12).

¿Qué tal si ser un ejemplo a imitar no es un rol re-

Sé un ejemplo de madurez

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servado solo a los santos apóstoles? ¿Y si ser ejemploe imitar son latidos gemelos que establecen el ritmonormal del discipulado cristiano? ¿Y si lo que real-mente necesitamos para crecer en madurez son másRays y Timoteos dando ejemplo en nuestras iglesias?

Eso tendría sentido, dada la forma en que Dios nosparece haber programado para la imitación. Desde lainfancia, aprendemos a hablar, a comportarnos, y a re-accionar imitando a los que nos rodean. Cada padreha tenido esos momentos terribles de escuchar sus pro-pias palabras saliendo de la boca de sus hijos. Las ma-dres se preocupan por los amigos que sus hijos adoles-centes elegirán, porque entienden el poder del ejemplode los compañeros. Incluso como adultos, copiamosacentos, frases, expresiones faciales, humor, gustos, há-bitos y aficiones de otras personas. Es por eso que lasparejas que han estado felizmente casadas durante cin-cuenta años parecen haberse fusionado en una sola per-sona.

Esta dinámica de modelo y copia, ejemplo e imita-dor, tiene lugar en el discipulado cristiano. Sin em-bargo, la vida cristiana no empieza con la imitación;comienza con un milagro. El discipulado comienzacuando un pecador oye el evangelio y el Espíritu Santocambia sobrenaturalmente su disposición interior a tra-vés del oír. Como resultado, el pecador se arrepientede su pecado y cree que Jesús murió y resucitó para sal-varle. Ha nacido de nuevo por el poder de Dios, y suprimer clamor es: «¡Jesús es el Señor!». Una persona

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debe nacer de nuevo para entrar en el reino de Dios.No se puede imitar el camino de la incredulidad a lafe.

Pero ahora nuestro bebé espiritual, nacido del cielo,debe crecer hacia la madurez de la semejanza a Cristo.¿Cómo ocurre esto? Hay una serie de factores implica-dos, tales como recibir alimento de la Palabra de Dios.Pero también necesita algo más. Nuestro hijo reciénnacido de Dios necesita una familia donde puedaaprender mediante el ejemplo de otros cómo caminarcon Jesús. Este bebé necesita una iglesia local.

Una iglesia local sana proporciona una rica matrizde relaciones para el ejemplo y la imitación mutua. Alpasar a ser miembro de una comunidad del evangelio,nuestro nuevo cristiano puede comparar apuntes conotros creyentes recién nacidos que se están adaptandoa la extraña y maravillosa vida de un seguidor de Jesúsperdonado. Puede aprender de hermanos mayores quehan seguido a Jesús por más tiempo y que, en el pro-ceso, han obtenido victorias sobre el pecado a travésdel poder del Espíritu, habiendo resistido algunas tor-mentas significativas de la vida confiando en la graciade Dios. Esa persona puede incluso encontrar algunospadres y madres piadosos, como el apóstol Pablo y elpastor interino Ray, quienes le inspiran a orar así: «Se-ñor, ayúdame a ser como él». No solo necesitamos en-señanza y predicación sólidas sobre una vida cristianaobediente, también tenemos que ver la santidad en lapráctica. Crecemos a través de la imitación, como los

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apóstoles imitando a Jesús, como Timoteo imitando aPablo, y como Jeramie imitando a Ray.

PASTOREANDO CON TU VIDAEntonces, ¿qué tiene todo esto que ver con los ancia-nos? Se supone que este libro es una descripción delpastorado para los ancianos. ¿Dónde figuran en estetema del ejemplo y la imitación?

Es simple: Dios ha llamado a los ancianos a serhombres dignos de imitar.

Una iglesia local sana normalmente tiene muchaspersonas, hombres y mujeres, cuyo ejemplo podríamosseguir. Pero cuando una iglesia nombra a un hombrepara ser obispo, está diciendo formalmente: «He aquíun ejemplo reconocido por la iglesia, un seguidor ma-duro de Jesús». No es el único ejemplo, no es un ejemploperfecto, y no es necesariamente el mejor ejemplo de lacongregación para cada una de las virtudes cristianas.Pero un anciano es un modelo debidamente designado,no obstante. Al nombrar a alguien como anciano, laiglesia dice: «imitadle como él imita a Cristo». Una igle-sia debería ser capaz de dirigir a un creyente recién na-cido a un anciano y decir: «¿Quieres saber lo que un ver-dadero cristiano debería ser? Entonces, míralo a él».

Para decirlo de otra manera, el trabajo de un an-ciano implica pastorear siendo y haciendo. Los ancia-nos pastorean a las iglesias no solo con lo que hacen,sino que también con lo que son. Y sin ser, el hacer secae a pedazos.

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Revisemos los elementos del trabajo de los ancianosque expusimos en los capítulos anteriores. Observacómo cada elemento de esta lista de tareas se puede lo-grar solo si el anciano cumple su llamado a ser. En re-sumen, el carácter de Cristo es una condición sine quanon del ministerio pastoral.

En el capítulo 2, resumimos las funciones de los an-cianos como el pastoreo de miembros de la iglesia di-rigido hacia una mayor madurez en semejanza aCristo. Los ancianos son pastores que invierten en lasvidas de los miembros de la iglesia, con el fin de ayu-darles a crecer juntos más y más a la imagen de Jesús.

Pero si un anciano mismo es inmaduro, ¿cómopuede pastorear a otros hacia una piedad mayor? Asícomo no contratarías a un asesor financiero que hu-biese derrochado su propia riqueza por malas decisio-nes de inversión, ni te entrenarías con un preparadorfísico fuera de forma porque no te inspiraría confianza,igualmente un anciano impío y egoísta que dice «imi-tadme» tendría pocos interesados. Puedes traer a otrosa la semejanza de Cristo solo hasta el punto donde túmismo hayas llegado.

El capítulo 3 expuso la tarea de enseñar. Los ancia-nos exponen la verdad bíblica y refutan el error doc-trinal. Pero, ¿qué pasa si la vida del maestro contradicesu enseñanza de forma evidente? Incluso hasta los másdevotos dejan de escuchar. Las personas no tienen mu-cha paciencia con el tipo de maestros que dice: «Hazlo que digo, no lo que hago». Peor aun, los maestros

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hipócritas del pueblo de Dios tienen que comparecerante Dios. No es de extrañar lo que Santiago advirtió:«Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vo-sotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación»(Stg. 3:1).

Pero cuando un pastor combina enseñanza sana conuna vida santa, nunca carece de un rebaño devoto.Cuando pienso en el ministerio de enseñanza de Raycomo nuestro pastor interino, un sermón destaca. Du-rante la semana de la Pascua, Ray enseñó en Juan 13,la escena en la que Jesús lavó los pies de los discípulos.Recuerdo este sermón por dos razones. Primero, fue ungran sermón. Ray habló claramente y de un modo con-movedor acerca del servicio de Jesús, no solo al lavarlos pies sino al ir a la cruz para lavar los pecados. Rayinstó a nuestra congregación a un servicio humilde si-milar, los unos con los otros, a la luz del evangelio.

Segundo, y posiblemente lo más importante, re-cuerdo ese sermón porque mientras escuchaba pala-bras acerca del servicio, también vi humildad, servi-cio, y abnegación en el hombre que predicaba. El con-sistente caminar cristiano de Ray me llevó a oír sumensaje.

En el capítulo 4, examinamos la exigente responsa-bilidad de los ancianos de buscar a los miembros des-carriados. Es una tarea delicada porque los miembrosque se descarrían de la iglesia a menudo son frágiles yestán heridos. Como resultado, a menudo tienen difi-cultades para confiar en los demás. Así que cuando un

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pastor con un carácter cuestionable las busca, las ove-jas perdidas seguramente se largarán. ¿Cómo puedeuna oveja tomar en serio los esfuerzos de un pastorpara «vigilarla» cuando ni siquiera el anciano puedevigilarse a sí mismo?

Podemos ir un paso más allá. Si la hipocresía de unpastor es conocida más allá de las paredes de la iglesia,esto dificulta que otros incluso quieran hacer una visitadominical al redil. «También es necesario que tengabuen testimonio de los de afuera, para que no caiga endescrédito y en lazo del diablo» (1 Ti. 3:7).

En el capítulo 5, luchamos con la tensión que hayentre liderar con confianza y gentileza. Una vez más,el carácter piadoso es la clave. Como dijo Pedro: «Apa-centad la grey de Dios que está entre vosotros […] nocomo teniendo señorío sobre los que están a vuestrocuidado, sino siendo ejemplos de la grey» (1 P. 5:2-3).Ser un ejemplo es el antídoto para no ser un abusador.Cuando los ancianos viven y aman como Jesús, no sonconocidos por ser arrogantes o dominantes. En cam-bio, poseen una humildad moldeada por Jesús, que lesconfiere una autoridad moral que la iglesia acepta debuena gana. Los ancianos deben liderar con el ejemplosi es que quieren liderar.

Finalmente, hablamos de la pluralidad de ancianosen el capítulo 6. Los obispos establecen un ejemplo nosolo como individuos sino como equipo. Piensa en tugrupo de ancianos como la iglesia en un microcosmos.La forma en que interactúan los pastores, cómo solu-

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cionan los problemas, cómo se esfuerzan por la unidad,y cómo enfrentan retos juntos debería ser un ejemplovivo para que toda la iglesia lo emule. Un equipo deancianos debería ser capaz de decir colectivamente:«Imitadnos así como imitamos a Cristo juntos».

Una vez enseñé una clase sobre el liderazgo bíblicoen nuestra iglesia. Como parte de la clase, asistimos auna reunión de ancianos real. Después, los miembrosde la clase hablaron juntos acerca de la experiencia. Su-brayaron el amor, la humildad y la bondad que vieronexpresada entre los ancianos, así como la sincera pre-ocupación que los ancianos mostraron cuando orabanpor los miembros de la iglesia. Algunos de la clase sehabían esperado algo diferente de los ancianos en esareunión; algo más corporativo e intimidante. En cam-bio, se encontraron con algo en las interacciones de losancianos que se parecía a Jesús. Fue una buena nochepara nuestros obispos.

¿Puedes ver cómo el corazón de la piedad deberíalatir a través de cada tarea que un anciano hace? Si unanciano compromete su integridad mediante la desobe-diencia al Señor, su ministerio muere. El caminar de unanciano con Jesús es la cadena en la que se cuelgan to-das las perlas de su labor. Corta esa cadena y las perlasse caen al suelo y se dispersan por todas partes. Un an-ciano puede ser talentoso, experimentado y tener ca-risma, pero si no refleja bien a Jesús, su falta de madu-rez finalmente destruirá el fundamento sobre el quedescansan sus dones. La vida de un anciano da credi-

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bilidad y poder a su hacer. Esto explica por qué la Bi-blia tiene listas tan extensas de calificaciones para losancianos, como vimos en el capítulo 1, y por qué esascalificaciones se centran principalmente en el carácterejemplar. Un anciano debe ser «irreprensible» (1 Ti.3:2). Todo su ministerio depende de ello.

VIGILA TU VIDADada la vital importancia de que los ancianos seanejemplos para la iglesia, no podemos terminar este ca-pítulo sin añadir otro deber fundamental para el tra-bajo de los ancianos: cada anciano debe buscar conti-nuamente la santidad, el amor y la madurez espiritual.Los ancianos deben parecerse cada vez más a Jesús,para así liderar como Jesús.

Pablo le dijo esto a Timoteo: «Ten cuidado de timismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendoesto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren» (1Ti. 4:16). Esta es una declaración asombrosa y una res-ponsabilidad impresionante. Pablo estaba diciendo queel pastor juega un papel, ordenado por Dios, en la sal-vación de su alma y en la de los demás, al prestar aten-ción a su vida y a su enseñanza.

La parte de la enseñanza podría ser menos impac-tante para nosotros. Las personas son salvas por mediode escuchar el evangelio que enseña la Biblia, por loque si un líder de la iglesia protege su enseñanza delerror, entonces, esa enseñanza puede ser un canal parala gracia salvadora de Dios.

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Pero, ¿qué pasa con la vida del pastor? Al prestaratención a su vida y ser «ejemplo de los creyentes enpalabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (v.12),el anciano tiene un rol en su salvación y en la de laspersonas de su congregación. El Espíritu de Dios usade alguna manera la vida bien cuidada de un obispo enla obra de salvación de otros en la iglesia. Por tanto, elejemplo y la imitación no son opcionales. Son elemen-tos fundamentales para cómo hacemos progresos espi-rituales juntos en la iglesia local.

Así que hermano anciano, por encima de todo,cuida tu vida. Si esperas afirmar junto con Pablo, «sedimitadores de mi así como yo de Cristo» (1 Co. 11:1),entonces en primer lugar debes unirte a él en declarar,«sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidum-bre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yomismo venga a ser eliminado» (1 Co. 9:27).

Conoce tu alma y tus inclinaciones que te desacre-ditan. Sé consciente de los huecos que hay en la paredde tu corazón, donde las tentaciones tienden a hacersus asaltos. Sigue luchando contra el pecado y mátalopor el poder del Espíritu allí donde lo encuentres (Ro.8:13). Mantén el paso con el Espíritu (Gá. 5:16), paraque las obras de la carne puedan marchitarse y el frutodel Espíritu pueda madurar (vv. 19-23). Deja que la Pa-labra de Dios renueve tu mente para que puedas ves-tirte continuamente del nuevo hombre (Ef. 4:22-24).Ofrece diariamente tu cuerpo como sacrificio vivo (Ro.12:1-2).

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HACIENDO PROGRESOS EN EL EVANGELIONo supongas que porque seas un anciano por fin hasllegado. Es justo lo contrario: convertirte en un super-visor de la iglesia debería inyectarte una nueva urgenciapara ir a más en tu propia imitación de Jesús.

Tu congregación no solo necesita ver a un ancianopiadoso, sino un anciano en crecimiento. Pablo le dijoa Timoteo no solo que prestara atención a su vida, sinoque también hiciera mejoras públicas: «Ocúpate en es-tas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovecha-miento sea manifiesto a todos» (1 Ti. 4:15). ¿No es estointeresante? Tu congregación necesita ver progreso, noperfección. Jesús ya ha cubierto la perfección. La iglesiadebe imitar no solo hasta el grado que has crecido enCristo, sino que también, e igualmente importante, elhecho de que todavía estás creciendo.

En otras palabras, la iglesia necesita ver que el evan-gelio sigue transformando tu vida. Las ovejas necesitansaber que tú también te arrepientes regularmente del pe-cado. Necesitan oírte clamar en oración por el poder dela resurrección de Jesús en tu alma. Necesitan saber quelees la Biblia y oras todos los días, no porque eres el súpersanto designado de la iglesia, sino porque has aprendidoque sin una porción diaria de maná no tienes la fuerzacada día para resistir la tentación o para servir al Señor.

Al ser un ejemplo de progreso dependiente del evan-gelio, apuntas a los miembros de la iglesia más allá deti mismo: levantas sus miradas a Jesús, Aquel a cuyaimagen estamos siendo transformados.

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INTERCEDE POR EL REBAÑO

En los últimos siete capítulos, hemos explorado ladescripción bíblica del trabajo de los ancianos. Al in-tentar resumir la descripción de este trabajo, hemosdicho que se trata de pastorear a los miembros de laiglesia hacia una madurez mayor en semejanza aCristo. Sin embargo, también podríamos decir quelos ancianos son llamados a pastorear a las iglesiaslocales como Jesús.

Las labores de un anciano siguen muchos de lospatrones del ministerio que tuvo Jesús con sus discí-pulos. Jesús enseñó la Palabra de Dios; los ancianossiguen enseñando esa misma Palabra. Jesús vinodesde el cielo para buscar y salvar a los perdidos; losancianos —de forma similar— buscan a los desca-rriados, a veces con la implicación de un costo per-sonal. Jesús personifica perfectamente la imagen deDios; los ancianos buscan imitar a Jesús de tal formaque les hace ser ejemplos para los miembros de laiglesia. Los ancianos pastorean a las iglesias como Je-sús, enseñando, liderando, buscando, sirviendo ysiendo un modelo.

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Pero nos estamos olvidando de algo. Los ancianostambién deben emular la otra «mitad» del ministeriode Jesús. Pastorear como Jesús significa orar como Je-sús:

Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mu-cha gente para oírle, y para que les sanase de sus en-fermedades. Mas él se apartaba a lugares desiertos, yoraba. (Lc. 5:15-16)

Estos versos proveen un resumen del ministerio de Je-sús hasta su pasión. Estamos familiarizados con la pri-mera mitad del resumen, su ministerio público, porquelos Evangelios pasan mucho tiempo describiéndolo.Una y otra vez vemos a Jesús enseñando, obrando mi-lagros, y ministrando entre la gente.

Pero, ¿qué pasa con la otra mitad del resumen, laparte que describe cómo Jesús a menudo se apartabapara orar? No sabemos tanto acerca de este aspecto,principalmente porque los escritores de los Evangeliosno entran en tanto detalle sobre la vida de oración deJesús. Pero si prestamos atención, podemos captar re-petidos atisbos de esta dimensión —discreta pero inte-gral— del ministerio de Jesús. Quedémonos con los es-critos de Lucas:

Jesús oró en su bautismo, y en ese momento el•cielo se abrió, el Espíritu descendió, y el Padrehabló (3:21-22).

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Jesús empezó un día ocupado de ministerio en•Capernaum yendo a un lugar desértico, pareceser que a orar (4:42; cf. 5:16).

Pasó la noche entera fuera orando antes de ele-•gir a los doce apóstoles (6:12).

Jesús oró en privado con los discípulos (9:18), e•incluso tomó a Pedro, Santiago, y Juan para ira orar a una montaña, y allí lo vieron transfigu-rado (9:28).

El ejemplo de intercesión de Jesús hizo que los•discípulos le pidieran que les enseñara cómoorar (11:1), así que les dio el Padre nuestro.

Contó la parábola de la viuda persistente para•inspirarlos a «orar siempre, y no desmayar» (Lc.18:1).

Pocas horas antes de su crucifixión, Jesús ahu-•yentó la tentación en Getsemaní suplicando alPadre (22:39-44).

En la continuación de Lucas —el libro de los•Hechos— los apóstoles «perseveraban unáni-mes en oración» después de la marcha de Jesús(1:14).

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Cuando la iglesia nació y creció en tamaño, los•apóstoles descubrieron que preocuparse por lasnecesidades prácticas de la congregación qui-taba tiempo a la oración. Por tanto, propusieronnombrar a siete hombres para encargarse de lasnecesidades administrativas de la iglesia queiban en aumento (6:1-3). ¿Qué harían los após-toles con el tiempo y la energía que recupera-ron? Dijeron: «Y nosotros persistiremos en laoración y en el ministerio de la palabra» (v. 4).

Los apóstoles continuaron con el patrón de Jesús, unministerio dual de predicación y oración.

¿Te parece extraño que los apóstoles, e incluso elSeñor Jesús, dedicaran tantas de sus energías a orar deuna forma tan intencional? ¿Marca la conversacióncon el Padre tu vida y ministerio como sucedió con Je-sús y sus apóstoles?

VIVIENDO EN ORACIÓNNuestra práctica de oración no solo debe ser impulsadapor el ejemplo de la comunión personal de Jesús con elPadre, sino que también debería ser empujada por laexigente naturaleza de la labor pastoral. El ministeriopastoral puede ponerte de rodillas, de una forma uotra.

Espero que a estas alturas tengas una sana inquietudcon respecto a supervisar una congregación. El trabajopuede ser extenuante. Enseñar, ser un mentor, confron-

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tar, buscar, y liderar a la gente toma mucho tiempo ypuede ser agotador para el alma. Y no importa cuántopastorees, siempre hay más de lo que podría hacerse.Un anciano siempre podría hacer otra llamada telefó-nica, discipular a otra persona, o invitar a alguien máspara una comida. ¿De qué manera un anciano definela palabra terminado?

No es extraño que los ancianos retrocedan fácil-mente al modelo de consejero administrativo. Es mu-cho más fácil sentarse en torno a una mesa por unashoras, comentar algunas políticas, y votar. La labor se«termina» cuando la reunión se acaba. Pero cuandoentras en el ministerio pastoral con la gente —ya seasun empleado pagado o un obispo laico— te enfrentascara a cara con las limitaciones de tu tiempo, tus ener-gías, tu conocimiento, y tus dones. Espero que esta con-frontación te lleve a clamar por la ayuda de Dios. Paralos ancianos, la oración no es solo un deber, es una es-trategia crucial de supervivencia.

Pero no solo es la envergadura del trabajo lo quedebería empujar a los ancianos hacia la oración, tam-bién es el objetivo de la labor. Como vimos en el capí-tulo 2, los ancianos tienen la finalidad de hacer madu-rar en Cristo a los miembros de la iglesia, aun cuandono tienen el poder para hacer que nadie progrese espi-ritualmente. Los supervisores pueden enseñar la Biblia,pero no pueden hacer que la gente la obedezca de co-razón. Un anciano puede exhortar a los miembros quese pelean para que se reconcilien, pero no puede hacer

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que se perdonen. Dios ha dado a los ancianos un obje-tivo que solamente Dios mismo puede llevar a cabo.Tal y como Pablo recordó a la iglesia de Corinto (ado-radora de pastores): «Yo planté, Apolos regó; pero elcrecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que plantaes algo, ni el que riega, sino Dios, que da el creci-miento» (1 Co. 3:6-7).

Nuestra incapacidad espiritual debería llevarnos aclamar por el poder de Dios para que traiga creci-miento a nuestras congregaciones. Como Elías, pode-mos reparar el altar y preparar el sacrificio, pero Diosdebe enviar el fuego de su Espíritu en los corazones yen las vidas de las personas (véase 1 R. 18:30-39).

Si la exigente envergadura y los criterios de éxitohumanamente imposibles relacionados con la labor deun anciano no son suficientes para hacerle suplicarayuda al cielo, una mirada en el espejo debería. Cual-quier anciano mínimamente consciente de sí mismosabe que sus propias inclinaciones al pecado puedendestruir su ministerio. El ministro abre su Biblia y vesu corazón reflejado en el engaño de Abraham, en lalujuria de David, en la desesperación de Elías, en el or-gullo de Ezequías, y en la traición de Pedro. Y si estono fuese lo suficientemente malo, lee que hay un leónque merodea con ansias de devorar un cordero (1 P.5:8). Cuando un anciano se da cuenta de que él mismoes una oveja sedienta, herida, errante y atormentada,balará buscando la ayuda del Buen Pastor.

Sí, el ejemplo de Jesús nos lleva a los ancianos a

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orar. Pero las exigencias del ministerio pastoral y nues-tras propias deficiencias deberían empujarnos a pedira Jesús que haga lo imposible. Los supervisores no solooran para pastorear como Jesús. Oramos porque nece-sitamos que Jesús nos pastoree, y también que él pas-toree a través de nosotros. El ministerio de un ancianoconsiste en una vida de oración.

PRACTICANDO LA ORACIÓN¿Cómo debería el ministerio del anciano empaparse deoración? ¿De qué forma los ancianos, inspirados porJesús y desesperados por sus responsabilidades, subenel volumen de la oración?

Intenta no pensar en la oración como una actividadextra echada sobre tu ya sobrecargada agenda. Más bien,piensa en ella como el sistema operativo sobre el cualfuncionan todas las aplicaciones del anciano. Como dijoPablo: «Orad sin cesar» (1 Ts. 5:17). La mejor oraciónes el derramamiento verbal de un constante estado de de-pendencia ante Dios. Al igual que el carácter, la oracióndebería fluir a través de todo lo que un anciano hace. De-bería ser como una respiración espiritual regular que traela vida del Espíritu a nuestras vidas y labores.

Aquí se presentan cuatro formas posibles para tejerla intercesión en la tela de tu trabajo de anciano.

La oración públicaIntenta usar cualquier momento del liderazgo públicocomo una excusa para la oración. Sé un oportunista de

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la oración. Ya sea que estés dirigiendo la Cena del Se-ñor, enseñando una clase de escuela dominical, ha-blando en un seminario de formación para el ministe-rio, o moderando una reunión de iglesia, aprovecha tuautoridad en ese momento para orar en nombre delgrupo con el que estás. Cuando estés con otros miem-bros de la iglesia en una actividad de grupo que re-quiera resolver algún problema, sé la persona que diga:«Quizá deberíamos hacer una pausa y pedir ayuda aDios». Si solicitas —en cualquier reunión de tu congre-gación— poder orar, nunca nadie objetará.

Además del valor de la oración misma, el infundirintercesión en las asambleas públicas también te da laoportunidad de enseñar a la gente cómo orar, al ser unmodelo. Así que, cuando estés orando en nombre delos miembros reunidos, trata de orar con sentimientoy equilibrio. Asegúrate de orar no solo por las necesi-dades individuales de la congregación, sino que tam-bién por otras iglesias, y por la plantación de nuevasiglesias en tu región. No ores solamente por las próxi-mas elecciones de tu país, ten presente la obra del evan-gelio a nivel global. Ora por el pan diario, pero no ol-vides suplicar para que venga el reino de Dios, y paraque se haga su voluntad. E intenta iniciar tus oracionescomo empiezan la mayoría de oraciones en la Biblia,esto es, exaltando el carácter y las obras de Dios: «San-tificado sea tu nombre» (Mt. 6:9). Por la gracia deDios, la gente imitará tus oraciones a medida que usespatrones bíblicos.

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Cuando ores públicamente, no solo serás un modelopara cómo orar, sino que ejemplificarás una actitud dedependencia. Si el líder espiritual dice: «Necesitamosla ayuda de Dios», estará enviando un poderoso men-saje a los seguidores. La oración pública que muestradependencia es otra forma de liderar sin enseñorearse.

Cuando estaba en el seminario, tuve como profesora Meredith Kline. Cuando tomé su clase, estaba apunto de jubilarse. El Dr. Kline era admirado por suerudición en el área de la teología bíblica. Tenía pasiónpor entender y explicar cómo encaja toda la historiade la Biblia. Pero no fue solo su amplio marco teoló-gico —el cual me ayudó a leer mi Biblia como una uni-dad— lo que me impactó. El Dr. Kline me influyó porsu oración.

Empezaba cada clase con una oración. Tenía unavoz seca, áspera, y un tanto silenciosa, poco indicadapara la tarea de la intercesión pública. Y hacía oracio-nes largas. El Dr. Kline a menudo hacía oraciones dediez minutos o más. Aun así, su conversación con Diosera fascinante. Cuando oraba, era como si convirtierasu extenso conocimiento de la Biblia y de la teologíaen adoración y asombro por Dios. Vi un intelecto so-bresaliente humillarse a sí mismo ante la grandeza deDios, disfrutando la longitud y la anchura de la obrade salvación de Dios en Jesús. Aquel hombre bajito yanciano tocó mi corazón clase tras clase con un deseode conocer y hablar con Dios de la misma forma queél lo hacía. Usó su plataforma pública como una opor-

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tunidad para la oración pública, teniendo un granefecto en las vidas de sus estudiantes.

Pocos ancianos o pastores tienen la profundidad te-ológica del Dr. Kline. Pero todos los obispos de iglesiatienen lugares públicos que pueden ser «secuestrados»con gracia, para dar lugar a una oración bíblica sentidacon el corazón. Y esto no requiere un doctorado.

La oración del presbíteroHaz que la oración sea una parte de tu «reunión depresbíteros» (presbítero es otra palabra para anciano).Es hora de evolucionar más allá de meramente pregun-tar a alguien que «abra» y «cierre» la reunión con unaoración. Reserva tiempo para interceder juntos deforma extendida cuando os reunáis. De hecho, haz queesto sea el primer elemento de la agenda de la reunión.

Además, siéntete libre de interrumpir con oracionesespontáneas a medida que avanzáis en la reunión. Va-loro cómo Bob ha hecho esto en nuestras reuniones deancianos. A veces, tenemos que tratar asuntos duros,como una situación dolorosa relacionada con unmiembro de la iglesia o una decisión difícil que debetomarse sin medias tintas. Bob frecuentemente levantasus manos y dice: «¿Podemos parar un momento y orarpor esto?». Tomar decisiones difíciles es una de esasaplicaciones del anciano que mencioné antes, pero laoración dependiente es el sistema operativo.

Una forma sencilla de transformar tus reuniones deancianos —y a tus hermanos ancianos— es orar siste-

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máticamente mirando juntos la lista de la membresíade la iglesia. Cuando hacéis esto, vuestros miembrosno solo reciben las bendiciones inherentes que proce-den de la intercesión, sino que tú mismo y los otros an-cianos os volveréis a enfocar en los miembros de la igle-sia más que en la maquinaria. Incluso, interceder porotros miembros puede ser una labor más satisfactoriaque debatir cuánto se va a invertir en un nuevo sistemade calefacción, o si se debe permitir que la asociaciónde jardinería de la ciudad pueda celebrar un evento enlas instalaciones de la iglesia.

A continuación describo de qué forma los ancianosde mi iglesia hemos intentando ensamblar todo esto.Ofrezco esto como una vía posible para estructurar eltiempo de oración en vuestras reuniones de ancianos,pero ciertamente no tiene por qué ser el único o el me-jor modo de hacerlo. Nuestros ancianos se reúnen for-malmente dos veces al mes. Tenemos una reunión de«oración» el primer martes y una reunión «de trabajo»el tercer martes. Intentamos orar también en nuestrasreuniones de trabajo, aunque no de forma tan extensa.

En la reunión de oración, compartimos las necesi-dades conocidas de la iglesia, incluyendo nuestras ne-cesidades como ancianos, y después pasamos el restodel tiempo orando por tales peticiones, y orando porun fragmento de la lista de miembros de la iglesia. Lareunión de oración de los ancianos es probablementeuna de nuestras actividades de iglesia favoritas.

Un pensamiento final: considera instar a tus herma-

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nos ancianos para tener temporadas especiales de ora-ción, e incluso ayuno. Cuando nuestros ancianos hanafrontado momentos difíciles en la vida de nuestra igle-sia, hemos separado ocasionalmente una semana paraayunar y orar. A diferentes ancianos se les asigna díasde ayuno para cubrir así toda la semana. Necesitamoshacerlo más a menudo.

La oración personalCuando hablo de oración «personal», no me refiero aorar solo (hablaremos de eso más adelante en «la ora-ción privada»). Me refiero a orar de forma personalcon los miembros.

Nuevamente, este tipo de oración no es simplementeotra actividad a añadir a tu lista de deberes como an-ciano. Más bien, debería ser parte de tu labor pastoralregular. Siempre que hables con un miembro de la igle-sia, intenta orar por él o ella, ahí mismo en ese mo-mento, en persona. Toma los temas de los que habéishablado y elévalos a Dios, ya sea que estéis tomandoun café o que estéis hablando tras una cena en tu casa.Incluso si estáis de pie en el recibidor de la iglesia trasla reunión —rodeados de gente— y un miembro com-parte una preocupación o una prueba, intenta pararallí mismo y preguntarle: «¿Puedo orar por esto ahoramismo?». Nunca he visto a nadie que se negara a esto.

Adicionalmente, busca una forma de poner en prác-tica Santiago 5:14-15 junto con tu equipo de ancianos:

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¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los an-cianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole conaceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe sal-vará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubierecometido pecados, le serán perdonados.

Estos versos plantean muchas preguntas interesantes,tales como: «¿Hay que usar aceite?» «¿Cuál es la rela-ción entre la enfermedad y el pecado?» y «¿Cómo serelaciona la oración de los ancianos por los enfermoscon el perdón?». Mi objetivo aquí no es dar una inter-pretación detallada de estos versículos. Más bien, la fi-nalidad es preguntar simplemente: «¿Alguna vez, comoancianos, oráis por los enfermos como dice Santiago?».

Nuestros ancianos han adoptado esta práctica, ymuchos de ellos han dicho que es uno de sus «platosfuertes» en sus ministerios como ancianos. Hemosvisto a Dios obrar. En algunas ocasiones Dios ha dadoa miembros enfermos alivio por un tiempo. En algunoscasos, Dios parece haber concedido sanidades milagro-sas, aquellas que hacen que los oncólogos se rasquenla cabeza en perplejidad. Otras veces, no estoy segurode que Dios haya traído sanidad al cuerpo, pero elmiembro enfermo ha sido fortalecido para continuar.

Mientras escribo esto, mi padre está batallando conel cáncer. Él y mi madre son miembros de la congrega-ción. Pidieron oración a los ancianos, y los ancianosvinieron y oraron por él. Aún no sabemos cómo Diosresponderá a esta oración por sanidad. Pero diré que

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la experiencia de tener casi una docena de hombres pia-dosos en el salón de mis padres, derramando sus cora-zones ante Dios por mi papá y por mi mamá, fue unmomento profundo para mis padres, y para aquelloshombres.

La oración privadaFinalmente, es imperativo separar tiempo para la in-tercesión privada y la comunión con Dios. Espero que,a estas alturas, tu desesperada necesidad de oraciónprivada como anciano esté inevitablemente clara. Si nocaminas en intimidad con Dios tú mismo, te desviarásdel camino y tal vez tomarás a las ovejas contigo.

Sé intencional en cultivar la oración privada en tuvida. Separa tiempo cada día, en cualquier lugar, decualquier forma. Ora mientras vas al trabajo, cuandopasees al perro, o cuando hagas un recado. Lleva con-tigo una lista de la membresía y recuerda a cada per-sona ante Dios en los momentos libres.

La oración privada y la comunión con Jesús a travésde su Palabra puede que esté entre los hábitos másabandonados por parte de los pastores. No obstante—irónicamente— se puede decir que estas son las prác-ticas más determinantes para que haya vitalidad espi-ritual en nuestras vidas y ministerios. ¿Qué pasaría ennuestros rebaños locales si los «pastores delegados» deJesús se entregaran a la oración de la misma forma quese entregan a los presupuestos, a los correos electróni-cos y a las políticas?

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ÚNETE A LA REUNIÓN DE ORACIÓNComenzamos este capítulo reflexionando acerca de lapráctica de oración de Jesús. La oración saturó y pro-pulsó su ministerio público. Los ancianos deberían mi-rar el modelo de Jesús —y los apóstoles— con el anhelode emularlo.

Pero hay otro aspecto relacionado con el ministeriode oración de Jesús que deberíamos tener en mente: Je-sús todavía está orando.

Jesús está vivo, sentado a la diestra del Padre, inter-cediendo por su pueblo como nuestro sumo sacerdote(Ro. 8:34; He. 7:25). Jesús, nuestro abogado, se dirigeal Padre en nuestra defensa (1 Jn. 2:1). Pocas horas an-tes de ir a la cruz, Jesús oró para que el Padre prote-giera a los discípulos de caer como Judas (Jn. 17:11-15). Y su pueblo sigue siendo protegido por la graciade Dios, ya que Jesús sigue hablando con el Padre pornosotros.

Así que cuando los ancianos oran por sus iglesias,no solo están imitando a Jesús, se están uniendo a Je-sús. Los pastores delegados unen sus voces con el Pas-tor Jefe para pedir al Padre que proteja a las ovejas ylas traiga a casa con bien.

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CONCLUSIÓNEl peso eterno del pastorado

Servir como anciano en una congregación local es unprivilegio y una responsabilidad inmensa porque con-lleva una relevancia eterna. La tarea parece abruma-dora, incluso imposible a veces. Aun así es digna detodo lo que le dediques, ya que estás administrandonada menos que el pueblo de Dios —que fue compradocon sangre— y trabajando para su bien eterno y parala gloria eterna de Dios.

Así que, hermanos ancianos —y aquellos que un díalo serán— dejadme que os dé dos pensamientos finalesa la luz de este peso eterno del pastorado. El primeroes una advertencia y el otro es una promesa.

Primero, la advertencia: Pastorea bien, porque hayque dar cuentas. Recuerda las palabras que estudiamosen Hebreos:

Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; por-que ellos velan por vuestras almas, como quienes hande dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y noquejándose, porque esto no os es provechoso. (He.13:17)

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Este texto amonesta principalmente a los miembros dela iglesia, pero hay una advertencia para los superviso-res. Ancianos, vigilad «como quienes han de darcuenta». La iglesia pertenece a Jesús. Él compró a lasovejas. Los ancianos son meros cuidadores de aquellosque les han sido encomendados (1 P. 5:3). Los pastorestendrán que contestar al Dueño mismo por cómo hancuidado su rebaño. Tendremos que dar cuentas al No-vio por cómo hemos tratado a su novia. ¿Enseñamossu verdad, toda su verdad, y nada más que su verdad?¿Amamos a su rebaño como él lo ama? ¿Somos abusa-dores o humildes? ¿Estamos llevando a nuestros her-manos y hermanas a Jesús o estamos siendo piedras detropiezo en sus intentos de seguirle?

Pero también hay una promesa eterna: Pastoreabien, porque hay una corona que ganar. Después deque Pedro exhortara a sus hermanos ancianos para quefuesen pastores humildes y ejemplares, dio esta pro-mesa: «Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores,vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria»(1 P. 5:4).

Por tanto, gran parte de aquello por lo que trabaja-mos y nos preocupamos cada semana es vano. Eclesias-tés nos recuerda que nuestros esfuerzos y logros sonvanidad. Amasamos y construimos, solo para dejárseloa otros. Pero la recompensa de un pastorado produc-tivo nunca se estropea. ¿Qué otra cosa haces cada se-mana que prometa una corona incorruptible?

Hermanos, cuando consideréis ser ancianos y cal-

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culéis el costo, recordad tener en cuenta la gloria eternapreparada para los siervos buenos y fieles.

Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierraserán despertados, unos para vida eterna, y otros paravergüenza y confusión perpetua. Los entendidos res-plandecerán como el resplandor del firmamento; y losque enseñan la justicia a la multitud, como las estre-llas a perpetua eternidad. (Dn. 12:2-3)

Conclusión

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REFERENCIAS

Introducción: «Soy un anciano. Y ahora, ¿qué?»

1. Estoy usando la palabra laico con el significado básicode «voluntario» o «no pagado». No estoy usando lapalabra para sugerir una distinción entre el clero y ellaicado. Por el contrario, en este libro se sostiene queun anciano no pagado y un pastor o ministro que re-cibe salario tienen el mismo papel, incluso si la con-gregación ha decidido pagar a uno de ellos para dedi-car más horas a la tarea del ministerio.

2. Nótese cómo las palabras anciano, obispo y pastorse usan intercambiablemente en los siguientes pasa-jes: Hch. 20:17, 28; Tit. 1:5-7; 1 P. 5:1-5.

Capítulo 1: No supongas

1. Thabiti Anyabwile, Finding Faithful Elders and De-acons (Wheaton, IL: Crossway, 2012), 57.

2. Parece poco probable que la frase fuera una prohi-bición contra la poligamia, puesto que lo inverso deesta frase, «esposa de un solo marido», se usaba

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para describir a las viudas que calificaban para re-cibir sustento de la iglesia (1 Ti. 5:9), y sin duda lapoliandria no era practicada en el mundo grecorro-mano. Descartando la poligamia, la frase debe serentendida ya sea (1) literalmente, lo cual significaque el hombre no podía haberse casado por segundavez, ya sea después de divorciarse o quedar viudo;o (2) figuradamente, quizá con el sentido «fiel a suesposa». Me inclino por la segunda interpretación.Para un análisis más amplio, véase el comentario deGeorge Knight III, The Pastoral Epistles: A Com-mentary on the Greek Text (Grand Rapids: Eerd-mans, 1992), 157-58.

3. Sé que este tema es controversial. Desafortunada-mente, solo puedo mencionar algunos argumentosa favor de mi posición. Para un análisis profundode los textos y asuntos relevantes, véase el libro deWayne Grudem, Evangelical Feminism and BiblicalTruth; An Analysis of More than 100 DisputedQuestions (Colorado Springs, CO: Multnomah,2004).

Capítulo 2: Huele a oveja

1. Para un análisis útil de este concepto, véase el librode Alexander Strauch, Biblical Eldership: An UrgentCall to Restore Biblical Church Leadership (Little-ton, CO: Lewis and Roth, 1995), 45-50.

Referencias

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2. Véase el libro de Colin Marshall y Tony Payne, Elenrejado y la vid. Una visión que transformará tuiglesia: Discípulos que hacen discípulos (Torrentesde Vida, 2010).

Capítulo 4: Busca a las descarriadas

1. Para una gran introducción al tema de la membresíade la iglesia, véase el libro de Jonathan Leeman, Lamembresía de la iglesia: Cómo sabe el mundo quiénrepresenta a Jesús (9Marks, 2012).

Capítulo 5: Lidera sin enseñorearte

1. Es interesante que la palabra griega para «enseño-rean» aquí en Mateo 20:25 es la misma que usa Pe-dro (1 P. 5:3). Aparte de estos versos, la palabraaparece en Marcos 10:42 (un texto paralelo al deMateo) y en Hechos 19:16.

2. Citado en el libro de Mark Dever, Polity: BiblicalArguments on How to Conduct Church Life (Was-hington, D.C.: Nine Marks Ministries, 2001), 195.

Capítulo 6: Pastorea junto a otros

1. Alexander Strauch, Biblical Eldership: An UrgentCall to Restore Biblical Church Leadership (Little-ton, CO: Lewis and Roth Publishers, 1995), 28.

2. Ibíd., 37.

LOS ANCIANOS DE LA IGLESIA

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Génesis1:28 3031:38-40 70

Éxodo18:13 10518:13-27 5018:17-18 10518:21-22 106

Levítico10:10-11 55

Deuteronomio4:1 554:9 556:4-25 5517:18-20 55

1 Samuel10:22 89

1 Reyes18:30-39 133

2 Crónicas15:3 5517:7-9 55

Proverbios27:17 111

Isaías9:1-7 14

Ezequiel34:2 7034:4 7034:6 7034:11-12 7134:20-24 14

Daniel12:2-3 145

Mateo5:9 805:17 566:9 13518:15-17 73, 76

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ÍNDICE DE CITAS BÍBLICAS

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18:18 7320:25-28 9228:18-20 1128:19-20 52, 56

Marcos6:34 5610:42 148

Lucas3:21-22 1294:42 1305:15-16 1295:16 1306:12 1309:18 1309:28 13011:1 13015:1-7 7118:1 13022:39-44 13024:25-27 5624:44-47 56

Juan1:1 561:14 5610:14-16 7113:14-16 93

17:11-15 14221:15 39, 9921:16 39

Hechos1:14 1306:1-7 50, 9514:23 56, 10315:4 10315:6 10315:22 10316:4 10319:16 14820:17 104, 14620:28 39, 14620:29-31 60

Romanos8:13 1268:34 14212:1-2 126

1 Corintios3:6-7 1337:7 297:25-38 299:27 12611:1 116, 126

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Gálatas5:16 1265:19-23 1265:23 23

Efesios4:7-13 144:11 39, 544:11-13 484:14 614:14-15 494:22-24 1265:22-6:4 326:4 30, 55

Filipenses1:1 1043:17 1174:2 794:3 80

Colosenses1:28 49

1 Tesalonicenses5:12-13 885:17 134

1 Timoteo

2:12 323:1 203:1-7 343:223, 27, 28, 31, 43,54, 1253:2-3 223:3 24, 943:4-5 303:5 873:6 333:7 23, 1234:12 117, 1264:13-15 594:15 1274:16 1255:9 1475:17 875:17-18 965:19-20 965:21 975:22 956:10 26

2 Timoteo2:2 65

Tito1:5 73, 1041:5-7 146

Índice de citas bíblicas

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Page 153: Los Ancianos de la Iglesia

1:6 281:7 24, 941:7-8 221:8 23, 31, 431:9 27, 60, 64

Hebreos7:25 14210:24-25 7713:1771, 74, 88, 90, 143

Santiago3:1 1225:14 1045:14-15 139

1 Pedro4:10 115:1 1045:1-4 14, 395:1-5 1465:2 20, 25, 925:2-3 1235:3 144, 1485:4 1445:8 133

2 Pedro2 64

1 Juan1:8 752:1 142

2 Juan7-11 64

Judas5-11 64

Apocalipsis2:14-16 642:20-23 64

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