josÉ montero padilla el padre isla en su epistolario

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JOSÉ MONTERO PADILL A EL PADRE ISLA EN SU EPISTOLARIO

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JOSÉ MONTERO PADILLA

EL PADRE ISLA EN SU EPISTOLARIO

El P. José Francisco de Isla, nacido en Vidanes, lugar de laprovincia de León, el 25 de abril de 1703, vivió -larga existenci ala suya- hasta el 2 -día de difuntos- de noviembre de 1781, enque falleció, entre las tres y las cuatro de la madrugada . Recorre ,pues, su trayectoria vital, la mayor parte del siglo XVIII .

Sobre el P. Isla sostenía, en 1948 -y la afirmación no ha perdi-do vigencia-, ese agudísimo, inteligente, sensible crítico literarioque fue Azorín, que "no ocupa todavía el lugar que le correspon-de en la historia literaria" (1) .

Y, en fechas menos lejanas, un gran conocedor de la persona-lidad y la obra del autor de Fray Gerundio de Campazas, JoséMartínez de la Escalera, ha afirmado que "No se ha escrito toda-vía la biografía del P. Isla" (2) .

Las afirmaciones precedentes, la de Azorín en 1948, la d eMartínez de la Escalera en 1981, siguen teniendo vigencia . Locual no debe suponer olvido de los numerosos trabajos ya publi-cados sobre el escritor leonés, que constituyen, muchos de ellos ,aportaciones importantes y, algunos, fundamentales, para el me-jor conocimiento del P. Isla .

Para acercarse al P. Isla, al hombre y al escritor, se cuenta co nsus testimonios personales, contenidos en su extensísimo episto-lario . Posee éste una diversidad, una importancia y un interés ex-cepcionales, y se destaca, de manera singular, en una época en laque se cultivó intensamente el género epistolar (recuérdense, aeste respecto, los nombres de Jovellanos, de Leandro Fernánde z

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de Moratín . . .) . José Francisco de Isla cuenta, en sus cartas, tod o-o casi todo- : los pequeños episodios de cada día, problemas ymenudencias, alegrías, ilusiones, proyectos, sucesos, afanes . . .Nos hace percibir, casi, el latido de su existir, día a día, hora a ho-ra, y dibuja, a la vez, el perfil de su tiempo, y relata, describe, ha -ce crónica periodística, conversa, se hace amigo del lector, se co-munica, humano siempre, con nosotros . . . La palabra comunica-ción puede darnos acaso la clave profunda de la raíz y sentido d esus cartas, porque éstas responden a un mantenido deseo de co-municación . Y he aquí ya una primera enseñanza del Padre Islapara los tiempos actuales : su anhelo de comunicación, que en-contró cauce adecuado para ello a través de sus cartas .

Sí hará realidad ese anhelo el Padre Isla en su epistolario . Vé-anse algunos ejemplos de tal logro en unos deliciosos, entraña-bles fragmentos de cartas que nos permitirán, a su vez, señalar ydistinguir varios aspectos de su personalidad . En 1753 y en lo saños inmediatamente siguientes, el padre Isla reside en Villagar-cía de Campos. Son tiempos felices para él . Sus días se sucede niguales, sosegados: madruga, lee, escribe, pasea, caza de cuandoen cuando . . . De todo ello nos transmite noticia puntual a travé sde sus cartas :

"En ninguno de los destinos que he tenido -escribe el 2 9de diciembre de 1753, a su amigo Miguel Medina- he expe-rimentado el gusto, el consuelo, la paz interior, la quietu dexterna y el lleno de gozo que experimento en éste . L .JPorlo que a mí me toca, aquí quiero vivir y morir sosegada -mente, cantando con el mayor consuelo de mi espíritu elBeatus ille (3)

En otra carta posterior, de 27 de mayo de 1757, llamará a s ucelda "amada huronera espiritual", "suavísimo retiro" . . . (4)

Sobre su gusto madrugador informa en carta dirigida a suhermana María Francisca, el 24 de enero de 1755 :

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"No hay para mí dos horas más intolerables que desde lastres en que siempre despierto, hasta las cinco, en que m elevanto". (5)

Y sobre su afición a la caza : . . . asusto a unos conejos y matoa otros ; . . ." (6)

Estas dos aficiones -madrugar, cazar- sugieren el recuerdo d eDon Quijote, que era "gran madrugador y amigo de la caza" .

Acerca de su pasión por la lectura reitera los testimonios . Enuno de ellos asevera: "Los libros, ( . . .], y mis paseos diarios son to-da mi ocupación" . Y en otro: "Paso la mayor parte de las hora sen conversación con mis librós" (carta a su hermana María Fran-cisca, desde Bolonia, de 29 de diciembre de 1774) . (7)

Así, por otras cartas de Isla, vamos a saber también de s uafecto a los animales, afecto que le lleva a tener, conviviendo, u ngato, un perro, una ardilla, una tordita y un lobezno . A todosellos se refiere en varias cartas :

"La mayor fineza de un ratón -escribe- es quitarse el que-so de la boca por alargarle a las dos gatas que más le hanarañado en este mundo. No lo hace así mí tonto (el gato) ,pues no obstante haber llevado algunas tundas de palospor meterse en la cama antes que yo, ocupando el siti oque no le toca a él, un cuarto de hora después viene hu-milde a darme un par de abrazos, y hechas las paces, s eva a ocupar el sitio que le corresponde, que es encima dela sobrecama, hacia donde caen los pies, cuyo puesto h aocupado todo el invierno, teniéndomele tan caliente, t.'No sé si te he escrito -indica más adelante en la misma car-ta- que desde que vine come en un plato con una tordit areal que, acosada de un gavilán, se refugió a las manosdel Padre Labrador, y habiéndomela dado, la dejé en e laposento sobre su palabra, donde no sólo come con el ga-

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to, sino que retoza éste con ella, y cuando a ella se le anto-ja, duerme la siesta sobre él; prodigio que tiene asombra-dos a todos, viniendo muchos a verle de propósito, y má scuando saben que el gato no deja pájaro a vida en toda l ahuerta; pero conoce cuánto quiero yo a la tordita, y esto lebasta . . ." (Carta a su hermana María Francisca, de 20 d emarzo de 1756) .

"Sea muy bien llegado el hermosísimo feo [escribe a su her-mana María Francisca, que le había enviado ese peno a lque va a llamar feo]; que ya me tenía con cuidado su felizarribo, temiendo alguna novedad en su delicadeza a ltiempo de pasar el Cebrero, que para un perro campesin oes lo mismo que pasar la línea. De su buen genio estabayo muy seguro, pues a la primera visita que le hice se fa-miliarizó tanto conmigo cvnto si nos hubiéramos tratadotoda la vida . . . El tonto a la primera visita le recibió conun zarpazo, pero luego que le oyó llorar con mucha gra-cia y conoció su natural blando y apacible, quedó corridoy poco después le convidó, comiendo los dos a un mismoplato" (Carta de fecha 25 de junio de 1756) . (8 )

Sería posible reproducir otros textos del mismo carácter (9) ,pero los transcritos dan ya expresivo testimonio de la entrañableternura que el P. Isla sintió hacia los animales . Ello no es sóloanécdota, no sólo revela la existencia de un sentimiento al qu ecabe denominar franciscano, sino que revela una sensibilidad ha-cia los animales aún hoy, por desgracia, infrecuente, casi insólita .

En otros textos, el fraile y escritor manifiesta insistentement esu gusto por una existencia alejada del bullicio y ajetreo cortesa-nos, y reitera lo que, con formulación clásica, podría denominar -se menosprecio de corte y alabanza de aldea . Así lo confirma un ay otra vez . Como cuando dice : "Cada día son mayores las instan-cias de grandes personajes para que pase a Madrid ; pero por migusto y elección primero iré a galeras" . (Carta a su cuñado Nico-

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lás Ayala, de 14 de abril de 1758) (10) . Y también : " . . . yo me man-tengo en Villagarcía sin desear ver a Madrid . . ." (Carta a FranciscoAntonio de Ibarrola, de 15 de noviembre de 1755) . (11)

Tal actitud de rechazo se hace más llamativa, incluso sorpren-dente, si se tiene en cuenta que otro perfil, cierto y ostensible ,del jesuita José Francisco de Isla, es la del hombre eminentemen-te sociable, conversador, de mundo . . . tal como revelan, asimis-mo, muchas otras cartas suyas . A este respecto ha señalado Rus-sell R. Sebold, en el prólogo a su edición del Fray Gerundio deCampazas, que "el perfil de abate mundano ya se destaca en Isl aantes del destierro, diferenciándose sólo de los prototipos france-ses e italianos en que su mundanidad era sobre todo "por carta" .El mismo estudioso de la obra del P . Isla cree encontrar -con dis-cutible criterio- una "constante oposición dialéctica entre el Isl apresbítero y el Isla hombre" . (12) La afirmación de Sebold, si exa-gerada, como creo, tan tajantemente expuesta, acierta al apuntaruna diversidad de facetas en la personalidad del autor de FrayGerundio, diversidad que es acorde con la época en que vivió .

La existencia sosegada, apartada del tráfago y la inquietud dela urbe, se truncaría, dolorosamente y ya hasta el fin de sus días ,para el P. Isla, por la expulsión de los jesuitas de España, decreta -da por el Rey Carlos III y hecha efectiva en la noche del 2 al 3 deabril de 1767 . El Padre Isla marcha, exiliado, a Italia, a bordo de lbarco San Juan Neponzuceno, el mismo que, más tarde y manda-do por Churruca, tomaría parte en la batalla de Trafalgar . Es en e ldestierro cuando la figura del gran jesuita español adquiere un adimensión heroica y muestra sus ejemplares valores de hombr ebueno, de hombre de fe . Testimonio de ello dan la marcha vo-luntaria de José Francisco de Isla, para no separarse de sus com-pañeros jesuitas, cuando hubiera podido quedarse en España ; y,también, el favor que pide, encarecidamente, para que se conce-da la dote a la hija del hombre que le ha denunciado con false-dad en Italia acarreándole prisión y nuevo destierro (de Boloni aa Budrio) ; y la traducción que efectúa del Gil Blas de Santillana .

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para con el producto de su venta atender a la pobreza de un ca-ballero amigo (que creía, y en esta ocasión acertó, que un libr opuede producir hasta beneficios materiales . . .) Todo, en fin, habladel talante humano, de la bondad de Isla, hombre bueno (cabríaañadir, machadianamente, "en el buen sentido de la palabra bue-no"). Hechos como estos permiten comprender mejor cuánt averdad había en el elogio apasionado de un escritor italiano, con -temporáneo suyo, efectuado poco después de la muerte del je-suita español :

'El P. Isla es uno de los escritores más excepcionales y per-fectos que ha habido en España . la finura y delicadeza desus pensamientos, la urbanidad, la elegancia y lo picantedel estilo, la pureza y corrección del lenguaje, caracteri-zan sus numerosas y variadas obras . Estas hacen el elogiodel escritor queda que hacer el del hombre; porque quienno conoce el corazón de Isla, no conoce el más relevantede sus dones ." (13)

Si las adversidades son piedra de toque fundamental para co-nocer a un ser humano, las muchas que padeció Isla acreditan suexcepcional condición . Sus cartas desde el exilio constituye nelocuentes documentos en tal sentido . Como cuando dice, a suhermana María Francisca, en 1778 :

`Las cruces que a mí me han tocado, en lugar de lijarm eme confortan. Nunca más pobre y nunca más contento;nunca más falto de todo y nunca menos necesitado, por -que nada me hace falta . . .

Y cuando escribe, también a su hermana, en 1778 :

"Dando mil gracias a Dios por estos trabajos, pues ora se-an castigo o prueba siempre son argumentos claros del es-pecial amor con que el Señor me mira . . . Así que en vez dequejarme por padecer tanto, pido al Señor que envíe má s

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y más trabajos, con tal que me aumente la resignación yla paciencia".

Pero no es esta dimensión resignadá y profundamente reli-giosa la única que nos transmite el escritor en sus cartas desd eItalia . En otras aparece, una vez más, con espléndido garbo decronista, el observador agudo y bienhumorado, como en su des-cripción de la ciudad de Bolonia :

"Este país no puede ser más delicioso, ni la ciudad másmagnífica, ni la gente noble más tratable : limpieza, poli-cía y cultura: templos y edificios soberbios, palacios sun-tuosos, muebles imperiales; calles espaciosas, carrozas, ta -bernáculos, caballos jlagetones -salvo que son azabache- ,mujeres polifemas, literatos a pasto, academias como paja ;plaza abundantísima, comercio gordo y bullicioso ; hom-bres que corren, donnas que vuelan yfrailes que bailan".

"Este es el pueblo en que vivo: la campaña, jardines, pala-cios, casinos, bosques, huertas, arroyos, ríos, pozos, fuen-tes; y en una misma pieza, viña y monte, tierra y huerta .Los caminos públicos como las calles y jardines verdes d eAranjuez y San Ildefonso; los alimentos de bella aparien-cia, pero de poca sustancia . El vino es la mitad agua, perosabe a vino . Las damas más damas lo beben como allá sebebe la horchata . Puede hacer hidrópicos, pero no borra-chos; hablo del vino usual". (14)

Estas dotes y gracia de observación le habían acompañado yle acompañarían siempre . Su obra más conocida y popular, la no -vela Fray Gerundio de Campazas, es, entre otras cosas, un relatocostumbrista inspirado en los lugares -Valderas, Villagarcía d eCampos . . .- que tan hondamente conoció y amó . Su intencionali-dad crítica contra los excesos y vicios en que había degeneradola oratoria sagrada (que podía producir títulos como el siguiente ,de un libro, aparecido en 1738, original del predicador Fray Fran-

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cisco de Soto : Florilegio Sacro_ que en el celestial ameno frondos oParnaso de la Iglesia riega místicas flores la Aganipe sagrad afuente de gracia y gloria Christo, con una afluencia divina, in-crementada la excelsa palma mariana, triunphante a privilegio sde Gracia, se corona de victoriosa Gloria . Dividido en discursospanegyricos, anagógicos, tropológicos y alegóricos ; fundamenta-dos en la Sagrada Escritura; robados con la autoridad de losSantos Padres, y exegéticos particularísimos discursos de lo sprincipales expositores; y exornados con copiosa erudición sacr ay propbana, en ideas, problemas, hieroglíphicos, philosóphicassentencias y selectísimas humanidades . . . '9, plenamente acordecon la ideología neoclásica y con el espíritu de la Ilustración, esbien conocida. Pero más importa recordar lo que esta novelacontiene de anticipación de técnicas novelísticas posteriores, se-gún ha sido puesto de relieve por Russell P. Sebold, quien afirmaque "El Gerundio presagia el descenso del héroe novelístico, através del mundo diario del realismo, a los muladares y alcantari-llas del naturalismo . Incluso en la práctica, el concepto isliano d ela novela apunta ya al de los naturalistas" . (15) En los rasgos pre-cedentes se halla el Isla escritor adelantado a su tiempo y que mi-ra ya hacia el futuro, al igual que tantas veces sucedió en el sigl oXVIII .

Antes me he referido a la intencionalidad crítica del P. Isla ensu obra más conocida, intencionalidad que, lógicamente, presu-pone un afán de cambio, de reformas . En este afán perseverósiempre, aunque a veces expresara su escepticismo sobre las po-sibilidades de convertirlo en realidad, como en la carta dirigida aalguien que pretendía publicar una revista de carácter crítico :

'El genio de la nación no se ha mudado, ni verosímilmen-te se mudará en este particular. Nuestros autores no en-tienden raillerie, ni mucho menos nuestros autorcillos,que en España, como en todas partes, son en mucho ma-yor número . O se les ha de alabar, o no se les ha de con-tradecir. /.. . .J Niegan la jurisdicción a la crítica, ._ .

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Pretendía Isla reformar, pero sin que ello supusiera una re-nuncia a la tradición española . Quería conciliar ambas, tradició ny reforma. Y sin desmentir nunca su pasión española (recuérdes ea este respecto el subtítulo de su traducción del Gil Blas de San-tillana: "Aventuras de . . ., robadas a España y adoptadas en Fran-cia por Monsieur Le Sage ; restituidas a su patria y a su lengua na-tiva por un español celoso que no sufre se burlen de su nación") .Sus intentos conciliadores acabaron en el fracaso . Literariamen-te. con la prohibición del Fray Gerundio, a los dos años de suaparición, condenado además al silencio más absoluto "con pen ade Excomunión que nadie escribiese en pro ni en contra de di -cha Obra" . Humanamente, con su destierro, en el que había d emorir. En él se hacen verdad una vez más, anticipada, doloros averdad, los versos de Antonio Machado : "Españolito que viene sal mundo, te guarde Dios, / una de las dos Españas ha de helart eel corazón" . Y el acontecer vital y literario del Padre Isla se no saparece como un episodio más de la España que pudo ser en elsiglo XVIII .

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NOTAS

(1) En el diario ABC, de 27 de agosto de 1948 .

(2) "Vida y escritos del Padre Isla", en el Catálogo de la Exposición conme-morativa del Centenario de la muerte del Padre Isla . León, 1981, p . 7 .

(3) Reproduzco de Conrado Pérez Picón : -La vida íntima y casera del P . Islaen Villagarcía", en Studium legionense, 18 (1977) . p . 52 .

(4) Loc. cit ., p. 54 .

(5) Loc. cit., p. 55 .

(6) Loc . cit. . p . 56 .

(7) Loc . cit., p . 68 .

(8) Loc . cit ., pp. 61-62 .

(9) Véase el interesante y ameno trabajo, ya citado, del P . Conrado Pérez Pi-cón, en Studium Legionense, 18 (1977), pp . 49-70 .

(10)BAE, XV, Madrid, 1945, p . 473 .

(11) En C. Pérez Picón, Loc. cit . . p . 54 .

(12) Russell P. Sebold: Introducción a su edición de Fray Gerundio deCampazas, en Clásicos Castellanos . Madrid, 1969 [2' . ed .l . I . pp . XVII y XLV.

(13) Reproduzco de Discursos leídos ante la Real Academia Española en l arecepción pública del Rvdo . P. Luis Coloma el día 6 de diciembre de 1908. Ma-drid, Tipografía de la Rev . de Arch ., Bibl . y Museos. 1908, p. 33 . El subrayado esmío.

(14) Reproduzco de C . Pérez Picón: "El Padre Isla, un gran desconocido" .Razón y Fe, núm. 998, mayo-junio 1981, p . 461 .

(15) Introducción citada, p . LXXIII.

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