influencia del contexto psicosocial en la potencialización
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Influencia del contexto psicosocial en la potencialización de la tendencia antisocial en
niños, niñas y adolescentes. Revisión teórica psicodinámica1
Laura Zuluaga Valencia2
Jorge Humberto Vanegas Osorio3
Resumen
Este artículo tiene como propósito realizar una revisión bibliográfica sobre la influencia del contexto psicosocial en el desarrollo de la tendencia antisocial desde un marco teórico psicodinámico, específicamente la teoría de las relaciones objetales. Se consultó bibliografía que incluyera referentes teóricos, artículos de investigación o revisión y fuentes estadísticas que permitieran la comprensión de la tendencia antisocial y la relación que puede tener el contexto psicosocial en su potencialización. Se logra identificar que hay un consenso en los diversos autores frente a la relación entre el ambiente social y la tendencia antisocial, lo cual permite llegar a la conclusión de la influencia significativa del contexto psicosocial en la presentación de esta. Desde el ámbito de crianza, interacción e intervención del niño hay diversos actores que requieren de la capacidad de otorgar a las conductas asociadas a la tendencia antisocial su carácter de esperanza, ya que de esta depende el manejo del encuentro con el niño. Por último, se sugiere, para corroborar los resultados de la presente, desarrollar un análisis de caso o casos que permitan identificar, de manera particular, como el ambiente falla en su provisión de soporte y los consecuentes resultados en el desarrollo psíquico del niño.
Palabras claves: tendencia antisocial, personalidad antisocial, ambiente social, psicodinámica, teoría de las relaciones objétales, deprivación ambiental social.
1 Este artículo tiene como propósito identificar el rol del contexto psicosocial como posible potencializador de la tendencia antisocial en niños y adolescentes, a partir de una revisión bibliográfica desde una postura psicodinámica. 2 Psicóloga de Universidad de Manizales, aspirante al título de Especialista en Psicóloga Clínica con énfasis en niños y adolescentes. [email protected] 3 Asesor del artículo, Doctor en Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad de Salamanca.
Abstract
The present article has the purpose of revising the influence of psychosocial context in the development of antisocial tendency, from a psychodynamic theorical framework, specifically the object relations theory. The bibliography consulted included theorical referents, revision and research articles and statistical sources that allowed the understanding of antisocial tendency and the connection of the psychosocial context in its potentiation. It’s possible to identify a common agreement in the different authors and articles with regard to the relation existing amongst the social environment and the emergence of antisocial tendency, which allows the following conclusion, there´s a significant influence from the psychosocial context in the presentation of antisocial tendency. There are diverse agents involved in the spheres of upbringing, interaction and intervention with children that require the ability to grant the behaviors associated to the antisocial tendency their hope connotation, since much of the encounter with the child depends on this. Lastly, it is suggested, to corroborate the results of the present, to develop an analysis of cases that make possible the identification, on a case-by-case basis, of how the social environment fails in its provision of support and the consequent results in the psychic development of the child.
Key words: antisocial tendency, antisocial personality, social environment, psychodynamic, object relations theory, social environmental deprivation.
Trabajo de grado para la obtención del título como Especialistas en Psicología Clínica con énfasis en Psicoterapia con niños y adolescentes. Laura Zuluaga Valencia. Psicóloga, de la Universidad Católica de Pereira.
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Introducción
La tendencia antisocial es la estructura que surge como consecuencia de una insuficiencia
ambiental reconocida por el bebé durante la etapa de dependencia relativa. Esto produce una
distorsión defensiva de la personalidad y la consecuente exploración por la reparación de esta,
suministrada por el ámbito. La tendencia antisocial surge precisamente debido al desarrollo que
ha alcanzado el yo hasta el momento, en lugar de la manifestación de la enfermedad psicótica
(Winnicott, 1956).
Actualmente, se presenta una concepción frente al termino conducta antisocial desde la cual se
le atribuye al sujeto una posición cimentada en la búsqueda de lo maligno o perverso de
manera compulsiva, como si dicha forma de conducirse se hubiera originado tanto
construcción de su propia voluntad. A causa de esta noción, los procesos de intervención
(desde el ámbito familiar, escolar o clínico) con los niños y adolescentes que evidencian
comportamientos asociados a la tendencia antisocial se desorientan, ya que lo que atañe
verdaderamente al sujeto, es la búsqueda de lo que este considera ha perdido sin justificación.
Esta pérdida, originada en una falla del ambiente es la que el niño o adolescente desea que sea
rectificada, por lo que su conducta es el llamado o reclamo a dicha causa. Al hacer énfasis en la
capacidad de distinguir entre la tendencia antisocial como un imperativo y no como una simple
conducta, se modifica la concepción de quienes realmente están señalados a responder a lo que
convoca el sujeto. Es a partir de este movimiento que surge la disposición del presente artículo,
el cual pretende a través de una revisión teórica, examinar la tendencia antisocial con base en
los diferentes autores y postulados que la han posicionado, no como un diagnostico
patológico, sino como respuesta defensiva del sujeto ante el quebranto del medio para
suministrar aquello que ya había otorgado y posteriormente, hacer énfasis en como el ambiente
psicosocial toma parte en el desarrollo de la tendencia antisocial. Se identifican las múltiples
circunstancias que afectan especialmente a la población infantil-adolescente y sus principales
escenarios de socialización, ya que se parte de datos que reportan una gran cantidad de niños,
niñas y adolescentes colombianos que están inmersos en un contexto psicosocial de crisis,
vulnerabilidad, en done el trauma llega a ser ineludible y la posibilidad de reparación escasa.
Este estado de desprotección cultural genera una falla en los ámbitos primarios de los sujetos
infanto-juveniles, lo cual es percibido por estos últimos, llevándolos a manifestar un gran
reclamo que hace evidente su malestar ante dicha deprivación, lo anterior con base en la
definicion de Winnicott (1956) de la tendencia antisocial. Se considera como marco teórico
para esta revisión la psicología dinámica, específicamente la teoría de las relaciones objétales, ya
que esta permite profundizar en la composición de la experiencia primaria del niño y sus
cuidadores, describiendo de manera específica los momentos críticos de dicho proceso en los
cuales se puede ubicar la génesis de la tendencia antisocial. A partir de dicha posición teórica
se toman en consideración la elección de autores y referentes que reseñan la tendencia o el
comportamiento antisocial.
Debido a la calidad de revisión teórica, se considera de importancia fundamentar la concepción
de tendencia antisocial a partir de aquellos autores que contribuyeron a su estudio: Bender
(1946), Stott (1956), Bowlby (1951), Winnicott (1956) y Kernberg (1992). De igual forma, se
identifican publicaciones recientes desde una postura psicodinámica (García (2008), Arraigada
(2009), Mesa (2011), Ward (2012), Barbieri, Tavares, Selan (2013), Abadi (1996). Por otra
parte, se registran autores que hacen referencia a las conductas antisociales con el fin de
realizar análisis sobre su tratamiento o capacidad de cambio psíquico (Billow (2004), Pelorosso
(2010). Además, se tienen en cuenta aquellos artículos que toman como marco teórico la teoría
de las relaciones objetales con el propósito de examinar a la luz de esta las tendencias
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antisociales y el desarrollo adecuado/malsano de las representaciones objetales (Yun, Stern,
Lenzenweger, Tierksy (2012), Yasky (2014). Por último, con el fin de contextualizar la
presentación de la tendencia antisocial al marco colombiano, se realiza una revisión de las
estadísticas que dan cuenta de la realidad actual de los ambientes que determinan al sujeto
infante y adolescente, (Ila (2009), Save The Children (2009), Instituto Nacional de Medicina
Legal (2016), Aldeas Infantiles SOS Colombia (2015), Social Institute Trends (2017), DANE
(2017), Observatorio del Bienestar de la Niñez (2017).
La selección de los autores que componen el marco teórico de la presente revisión se realiza
con rigurosidad basándose en la de los criterios de inclusión establecidos y el consecuente
cumplimiento de estos frente a los objetivos elaborados, los cuales se pueden reunir bajo el
objetivo general de comprender la influencia del contexto psicosocial en la potencialización de
la tendencia antisocial en niños, niñas y adolescentes. De manera específica se pretende
identificar como se ve reflejada la teoría de las relaciones objetales en la formación de la
tendencia antisocial, revisar los postulados teóricos sobre la génesis y el desarrollo de la
tendencia antisocial y describir el estado actual del contexto psicosocial Colombiano como
posible conducente a la tendencia antisocial. Por ende, se considera necesario que los autores
presentaran una posición, en primera medida, basada en la psicología dinámica, segundo, que
evidencie especial énfasis en la relación ambiente psicosocial-tendencia antisocial y por último,
que permita ubicar el problema de investigación en el marco Colombiano.
A continuación se desarrollan las principales categorías de análisis.
Marco Teórico
Teoría de las relaciones objétales
Como parte del establecimiento del marco teórico de la presente revisión, se asume la teoría de
las relaciones objétales como la ruta principal para la elección de autores y referentes que
reseñan la tendencia o el comportamiento antisocial.
Por consiguiente se abordan algunas definiciones de la teoría de las relaciones objétales.
Kernberg (1977) plantea la siguiente descripción:
La teoría psicoanalítica de las relaciones objétales representa el estudio
psicoanalítico de la naturaleza y el origen de las relaciones interpersonales y de la
naturaleza y el origen de las estructuras intrapsíquicas que derivan de relaciones
internalizadas del pasado, fijándolas, modificándolas y reactivándolas con otras en
el contexto de las relaciones interpersonales presentes. Enfoca la internalización de
las relaciones interpersonales, su contribución al desarrollo normal y patológico del
yo y del superyó y las reciprocas influencias de las relaciones objétales
intrapsíquicas e interpersonales. (p. 49)
Dicha definición permite identificar una noción que da cabida a la comprensión de la tendencia
antisocial como parte de la organización psíquica generada a partir de las relaciones
interpersonales primarias del sujeto y que por ende, la teoría de las relaciones objetales se
constituye como un marco teórico que da cabida a la concepción del ambiente psicosocial
como influyente en la construcción de las representaciones objetales del sujeto. Sin embargo es
importante aclarar que la teoría de las relaciones objétales no es un enfoque únicamente
centrado en las relaciones interpersonales del individuo, Kerbberg (1977) brinda claridad al
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referir “la teoría psicoanalítica de las relaciones objétales se ocupa en especial del campo
intrapsíquico y de las estructuras intrapsíquicas que representan la relaciones diádica primaria
que más tarde se extienden en múltiples direcciones” (p. 49). Sin embargo, no rechaza el
ámbito interpersonal, ya que manifiesta como esta teoría facilita un ambiente para unir, de un
lado, el aspecto psicosocial del sujeto y por el otro las estructuras intrapsíquicas comprendidas
en dicha vivencia.
Por otra parte, Mitchell (1988) explica como las teorías del modelo relacional no se limitan a
describir al sujeto como “conglomerado de impulsos de origen físico”, más bien como si este
estuviera “inscrito de manera inevitable, luchando simultáneamente por conservar los lazos
con los demás y por diferenciarse de ellos”, por lo cual la unidad de análisis no sería el sujeto
aislado, sino el lugar de “interacciones dentro del cual surge el individuo y pugna por
relacionarse y expresarse [esto debido a que] el deseo siempre se experimenta en el contexto de
la relación y este contexto define su significado”. (Mitchell, 1988, p.14).
Mitchell (1988) permite reafirmar la pertinencia de la teoría psicodinámica de las relaciones
objetales en la revisión de la tendencia antisocial según los objetivos del presente artículo, ya
que identifica como “unidad de análisis” de dicha postura, la acción recíproca entre sujeto y
ambiente que posibilitan la estructuración del primero. Al profundizar en la génesis y el
desarrollo de la tendencia antisocial, será posible verificar como los postulados teóricos
compilados establecen un fundamento para la adecuada comprensión del establecimiento de
esta.
Por último, se toma el postulado de Coderch (1987) quien expone:
Toda la vida psíquica humana se halla determinada por el establecimiento, la
elaboración y las vicisitudes de las relaciones objétales, es decir, de las relaciones
que, a partir del momento del nacimiento, él bebé ha mantenido con las personas
que han tenido cuidado de él y han atendido sus necesidades vitales. No hay otra
vida psíquica que la que se funda en estas relaciones y, sin ellas, la vida psíquica no
existe” (Coderch, 1987, p.21)
El autor, como lo han hecho varios otros, aclara que al hacer referencia de relaciones de
objeto, se implica una estructura intrapsíquica, mas no relaciones interpersonales; aunque estas
estructuras pueden manifestarse en dichas situaciones interpersonales. Posteriormente, indica
que cuando el Yo ha elaborado relaciones de objeto basadas sobre la realidad de forma
suficiente, este puede “obtener una satisfacción pulsional sin entrar en excesivo conflicto con
los objetos internos, ni chocar, innecesariamente, con el mundo circundante”. Lo anterior,
brinda pautas para la comprensión de los mecanismos sanos que componen el mundo interno
del sujeto desde la interacción con los objetos, y por lo tanto, lo que podría generar
perturbación en este.
Para el objeto del presente artículo, se considera precisa la profundización de los postulados de
Kernberg (1977) sobre las etapas en las cuales se desarrollan las diversas representaciones del
sí mismo y los objetos, ya que, permite generar mayor comprensión sobre la estructuración de
las relaciones objetales del sujeto y, específicamente, las del individuo de la tendencia antisocial
como parte de la teoría Winnicotiana, propiciando la construcción de puntos de convergencia
entre ambos autores.
Kernberg (1977) señala que las primeras representaciones se integran con imágenes
buenas/gratificantes y malas/frustrantes, además que las estructuras psíquicas primarias
“buena” y mala” se organizan de forma separada y en condiciones afectivas distintas. Dichas
experiencias “contribuyen a la paulatina diferenciación entre los componentes del sí-mismo y
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del objeto, en la percepción por parte del lactante de la interacción con su madre” (Kernberg,
1977, p. 51).
En el análisis de los aportes de Kernberg, se identifica un postulado que permitiría comprender
como la forma en la que se interiorizan y establecen las representaciones de las relaciones
objétales sugiere la postura del sujeto. El autor refiere como estas representaciones están
compuestas por tres componentes: una representación del si-mismo, una representación
objétal en interacción con la representación del si-mismo y un estado afectivo. Yasky (2014) lo
representa así:
Gráfica 1. Conformación de representaciones internalizadas (Yasky, 2104)
Es importante hacer énfasis en que cuando, en el proceso de desarrollo e internalización, hay
excesivas vivencias asociadas a la representación “mala sí-mismo objeto” debido a la presencia
de situaciones caracterizadas por privación/frustración, se genera en el bebé “una ansiedad
generalizada, cuyos efectos desorganizadores interfieren con la temprana diferenciación de los
componentes del sí mismo y del objeto” (Kernberg, 1977, p. 52). Con base en lo anterior, se
puede identificar que el surgimiento de efectos adversos en la estructuración psíquica del
sujeto, puede surgir a raíz de experimentar percepciones desagradables provenientes del medio
ambiente, lo cual, en la tendencia antisocial, se presenta durante una etapa en la cua las
representaciones “buena” sí-mismo objeto forman las estructuras intra-psíquicas originalmente
cargadas con libido y la secuencia “malas representaciones sí mismo-objeto”, recibe carga
agresiva (Kernberg, 1977).
A través del desarrollo referido, se continúa con la distinción entre las representaciones del sí
mismo y las representaciones objetales, integrando cada uno por su parte representaciones
buenas y malas en conceptos totalizados, tanto del sí mismo como del objeto, lo cual permite
el establecimiento paulatino de límites yoicos estables. La etapa del desarrollo de las
representaciones objetales en la cual queda fijado el sujeto en la tendencia antisocial, es aquella
en donde debe integrar las representaciones de valencia opuesta, Yasky (2014) lo representa de
la siguiente manera:
Gráfica 2. Tercera etapa: Diferenciación entre las representaciones del sí-mismo y las
representaciones objetales (Yasky, 2104)
La fijación en este momento implica la organización de una personalidad de tipo fronterizo, en
el que se establecen los limites yoicos, mas no la “concepción integrada del sí mismo y los
objetos”, lo cual conlleva a una “alternancia activa de estado yoicos de matiz afectivo opuesto”
(Yasky, 2014, p.4).
Para Kohut (1971) el self o sí mismo, es una estructura interna de la mente caracterizada por
contener energía instintiva y presentar continuidad en el tiempo, este refiere “en consecuencia,
el self, de modo bastante análogo a las representaciones de objetos, es un contenido del
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aparato psíquico, pero no es ninguno de sus constituyentes, es decir, ninguna de las instancias”
(p. 15). Frente a la patología del sí mismo Kohut (1977), hace énfasis en la falta de empatía en
la relación padres-hijo como creador de un self debilitado y proclive a la fragmentación.
Winnicot (1956) concuerda con lo referido por Kohut (1977) al manifestar que la madre
suficientemente buena es quien llevara la línea de vida del niño, para que este pueda “realizar
un recorrido desde la dependencia absoluta hasta la independencia absoluta; la madre, a partir
de un adecuado ejercicio de las funciones de sostén, manipulación y presentación del objeto,
fomenta el despliegue de las tendencias a la integración, personalización y comprensión propias
del bebé” (García, 2008, p.1). A partir de lo anterior es posible comprender que para la
estructuración adecuada del sí mismo, es fundamental el sostenimiento de una figura afectiva
significativa, y que, su ausencia se verá representada en fragmentaciones del self.
De esta forma, se establece un marco teórico general el cual, desde su estructura
epistemológica, da cabida a la construcción de una postura que pretende identificar el lugar del
ambiente psicosocial en la potencializacion de la tendencia antisocial, ya que identifica una
relación sujeto-ambiente, en donde ambos presentan un rol activo en la formación de las
experiencias.
A partir de dicha exploración, es posible transitar a la comprensión de la siguiente categoría de
análisis.
Tendencia o comportamiento antisocial
Inicialmente y con el fin de conocer los fundamentos teóricos de este tema, es necesario
realizar una revisión de diversos autores, los cuales desde antes de la mitad del siglo pasado,
brindaron aportes básicos para comprender e identificar la génesis y el desarrollo de este
comportamiento. Por lo que se analizaran, desde el marco psicodinámico, postulados
referenciales que permiten elaborar un conglomerado teórico frente a la tendencia antisocial.
Bowlby (1951), hace referencia a la “privación maternal” para describir diversos tipos de
escenarios en donde el niño no recibe el cuidado y afecto materno que le permite sentirse
resguardado. Para el autor “los contraproducentes efectos de esta privación varían en
intensidad”, presentándose de forma leve, parcial o absoluta; con las siguientes posibles
consecuencias: “ansiedad aguda, excesivo anhelo de amor, poderosos sentimientos de
venganza […] culpabilidad y depresión. La privación absoluta […] determina otros efectos de
mayor alcance en el desarrollo del carácter que pueden llegar hasta invalidar por entero su
capacidad de adaptación social” (p. 15). Bowlby presentó elaborando una descripción
caracterológica de los niños que evidencian una prolongada interrupción en los vínculos
primarios, sin embargo hace especial énfasis a la relación de la madre con su hijo; manifiesta
que estos “aparecen emocionalmente inhibidos y aislados, fracasan en el desarrollo normal de
su sociabilidad con otros niños o con adultos […] siendo incapaces de sentar relaciones
emocionales verdaderas, las condiciones de cualquiera de éstas, carecen de trascendencia para
ellos”(p.40).
Se identifican diversos autores los cuales realizaron estudios sobre la influencia de las
alteraciones en las relaciones primarias con base en el comportamiento a los cuales Bowlby
(1951) hace referencia; Stott, D. H. (1950), citado por Bowlby (1951), estudia 102 casos de
adolescentes entre la edad de 15 y 18 años con comportamientos de delincuencia, que no
evidenciaron relaciones adecuadas en los años iniciales de su vida; identifica como en el niño
surge ansiedad a raíz de la ausencia de éstas y como dicha ansiedad “predispone a reacciones
antisociales frente a determinadas situaciones posteriores”(p. 15). Bender (1946), mencionada
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por Bowlby (1951), identifica un síndrome que denomina “Desorden Psicopático de la
Conducta Infantil”, a partir de la observación de 5,000 niños internados en el Hospital
Bellevue entre los años 1935-1944; un 56% presenta características asociadas a este síndrome,
las cuales son "no hay capacidad de amor, sentido de culpabilidad o verdadera conciencia. Los
recursos de su fantasía inconsciente son superficiales y muestran sólo una tendencia a
reaccionar ante estímulos o experiencias inmediatos, aunque a veces tratan infructuosamente
de manifestar su ego o de exteriorizar su personalidad” (p.41). Además observa en estos una
ausencia de capacidad para generar amistades, lo cual influye negativamente los procesos
terapéuticos y educativos. Dicha autora aporta estudios significativos en la década de los 40s y
50s, en donde intenta delinear una imagen clínica de las reacciones psicopatológicas en niños
basándose en hallazgos psicopatológicos y psicodinámicos más que en descriptivos. Los
defectos primarios son la inhabilidad para formar relaciones y la consecuente ausencia de
identificación humana, la carencia de conciencia a nivel de superyó con la inhabilidad de sentir
ansiedad o culpa, la falta de conflicto intrapsiquico, la superficialidad de material de fantasía
inconsciente. Sobre el concepto de desórdenes psicopáticos, la autora dice que no es un
defecto hereditario o constitucional, es causado por una temprana deprivación emocional y
social, el cual surge debido a cuidados tempranos negligentes o en instituciones, igualmente
puede relacionarse con rompimientos críticos en la continuidad de la relación con la madre o
los sustitutos de esta, estableciendo como un periodo crucial los primeros tres años de vida y
especialmente el primer año. Por último, genera especial énfasis en factores como diagnóstico,
tratamiento y grado de prevención ante dichos casos. Bender y Bowlby, (1951) en sus
investigaciones independientes, elaboran la teoría hipotética sobre la relación estrecha entre la
deprivación durante los años iniciales de existencia y la consecuente presencia de un “carácter
psicopático anti-afectivo inclinado a la delincuencia habitual y extremadamente difícil de tratar”
(p.43).
Continuando con la revisión de autores que han aportado a la comprensión de la personalidad
o el comportamiento antisocial, se identifica a Otto Kernberg, quien propone una relación
entre el trastorno antisocial de la personalidad y el trastorno narcisista de la personalidad. Este
plantea una clasificación y un diagnóstico diferencial que permite reconocer siete diferentes
formas de registrar, tanto la personalidad antisocial, como la narcisista; además, manifiesta que
se puede evidenciar una patología especifica de sus sistemas internalizados de moral (las
funciones súper yoicas) y un particular deterioro de su mundo de relaciones objetales
internalizadas(Kernberg, 1992, 122).
En seguida se revisan las clasificaciones formuladas por el autor:
Trastorno antisocial de la personalidad: Kernberg divide este en cuatro áreas en las
cuales se pueden detallar rasgos específicos que dan indicio de dicho trastorno; la
primera es la relacionada con el auto-amor patológico, compuesta por “la autorreferencia y
el auto-centrismo excesivos; la grandiosidad y las características derivadas del
exhibicionismo; una actitud excesiva de superioridad, temeridad y ambición;
dependencia excesiva de la admiración; superficialidad emocional y estallidos de
inseguridad excesiva que alternan con la grandiosidad” (Kernberg, 1992, 122).
Posteriormente, se refiere al ámbito de las relaciones objetales patológicas,
caracterizado por presentar envidia inmoderada, desvalorización de los demás, codicia,
incapacidad para establecer una relación a partir de la dependencia recíproca y para
crear empatía y compromiso con el otro (Kernberg, 1992, 122). Pasa a describir el
estado básico del Yo, el cual exhibe una sensación crónica de vacío, aislamiento y falta
de sentido de vida. Por último, enuncia el estado patológico del superyó; este
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comprende invalidez para sentir tristeza autorrefleja, fluctuaciones significativas del
estado de ánimo y preponderancia de la vergüenza en el proceso de regulación
intrapsiquica del comportamiento social. Además expresa que “el trastorno de la
personalidad propiamente dicho presenta una patología del superyó incluso más grave.
La conducta antisocial de estos pacientes incluye la mentira, el robo, la falsificación, la
estafa y la prostitución (rasgos todos de tipo predominantemente "pasivo-agresivo"); el
asalto, el asesinato y el robo a mano armada son característicos del tipo "agresivo"”
(Kernberg, 1992, 122).
El narcisismo maligno: en este se puede apreciar la presencia unificada del trastorno
narcisista de la personalidad, conducta antisocial, agresión o sadismo yo-sintónico y
una fuerte orientación paranoide. Se diferencia de la personalidad antisocial como tal
debido a que aquí permanece dicha, la capacidad “para la lealtad y la preocupación por
los demás, y para sentir culpa; son capaces de concebir que otras personas tienen
preocupaciones y convicciones morales; consideran su propio pasado y planifican el
futuro con una actitud realista” (Kernberg, 1992, 128). Refiriéndose específicamente al
sadismo yo-sintónico y a la orientación paranoide, manifiesta que el primero se puede
evidenciar en tendencias suicidas crónicas, las cuales se presentan bajo el marco de
crisis a nivel emocional, con la fantasía consciente o inconsciente de que dicho acto
revela un nivel de “superioridad, triunfo [y una capacidad de] […] control sádico sobre
los demás” (Kernberg, 1992, 128).
Los trastornos narcisistas de la personalidad con conducta antisocial: Las conductas
antisociales que se presentan en esta categoría son pasivas y parasitarias,
manifestándose en la invalidez para establecer relaciones comprometidas trascendentes
y significativas. Se mantiene capacidad para “experimentar culpa, preocupación por los
otros y lealtad a ellos, y para la percepción adecuada de su pasado; pueden concebir
con realismo y planificar el futuro” (Kernberg, 1992, 135).
Los trastornos neuróticos de la personalidad con rasgos antisociales: Se identifican
personas con conductas criminales generadas a partir del sentimiento de culpa
inconsciente, al cual hace referencia Freud (1916), citado por Kernberg (1992, p. 130).
Otros trastornos graves de la personalidad con rasgos antisociales: Aquí no hay
presencia de un trastorno narcisista de la personalidad, lo cual genera un mejor
pronóstico en cuanto a su intervención. Se pueden identificar pacientes que presentan
una organización límite de la personalidad y narcisismo no patológico, evidenciando en
su mayoría trastornos límites de la personalidad infantil y paranoides de la
personalidad.
La conducta antisocial como parte de una neurosis sintomática: En esta clasificación el
autor refiere la presencia de conductas antisociales esporádicas, como por ejemplo las
que hacen parte de la adolescencia o de un ambiente social que propicia el desarrollo de
estas como forma canalizadora de conflictos psíquicos.
La reacción disocial: En este síndrome los pacientes evidencian un trastorno de la
personalidad el cual les ha permitido adaptarse a un grupo social que evidencia
comportamientos antisociales. Según Kernberg (1992) “Este síndrome relativamente
raro se refiere a la adaptación normal y/o neurótica a un ambiente social o subgrupo
anormales (p.137)”.
Se considera que, si bien, los autores previamente referenciados generan aportes valiosos para
la descripción inicial de nociones asociadas a conductas antisociales en niños, niñas y
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adolescentes, como lo son los ambientes de los cuales provienen, los rasgos evidenciados y los
tratamientos elaborados, (Bowlby, 1951; Stott, D. H. 1950; Bender, 1946) y para la descripción
categórica de las variaciones que puede presentar la patología en las relaciones objetales
(Kernberg, 1992) se alejan bastante de lo que logra realizar Winnicott (1956), el cual concibe
una posición teórica elaborada, que permite percibir de manera específica la experiencia
relacional del sujeto en la tendencia antisocial,; este aporta una detallada descripción del
origen, desarrollo y tratamiento de la tendencia antisocial y la delincuencia, a los que el autor
les asignaba una relación estrecha con motivos inconscientes.
Lo anterior fundamenta la selección del autor como principal exponente para la definición y
comprensión de la tendencia antisocial según la revisión bibliográfica realizada, por lo que se
procede a reseñar lo construido por este frente a la tendencia antisocial.
Winnicott, (1956), inicia estableciendo la siguiente e importante claridad:
He optado por referirme a la tendencia antisocial, y no a la delincuencia, porque la
defensa antisocial organizada está recargada de beneficios secundarios y reacciones
sociales que dificultan su investigación a fondo hasta llegar al meollo de la
cuestión. En cambio, la tendencia antisocial se puede estudiar tal como aparece en
el niño normal o casi normal, en quien se relaciona con las dificultades inherentes
al desarrollo emocional. (p. 83)
Con lo anterior, Winnicott genera una delimitación importante para el tema de estudio, ya que
permite entrever una línea de evolución entre del comportamiento antisocial y delincuencial.
De igual forma, el autor refiere que la tendencia antisocial no es un diagnóstico, ya que se
puede identificar al interior de personas con estructuras tanto neuróticas, como psicóticas.
Además, aclara que puede emerger en cualquier rango de edad, sin embargo para su estudio de
interés abordaría preferiblemente la infancia. (Winnicott, 1956, p. 83)
Para comprender la tendencia antisocial desde el marco conceptual que propone Winnicott,
hay un término básico para analizar, que hace referencia a la deprivación original. Según este
autor “en la base de la tendencia antisocial hay una buena experiencia temprana que se ha
perdido” (Winnicott, 1956, p. 88). Esto hace alusión a que el niño antisocial no es un niño
totalmente privado quien no pudo experimentar por parte de otro significativo expresiones
básicas de afecto o cuidado, aquí el niño vivenció un ambiente confiable, el cual presento
modificaciones significativas en su tarea de continuar cumpliendo con ese rol positivo.
Winnicott lo manifiesta de la siguiente forma:
Cuando existe una tendencia antisocial es porque ha habido una verdadera
deprivación y no una simple privación. En otras palabras, el niño ha perdido algo
bueno que, hasta una fecha determinada, ejerció un efecto positivo sobre su
experiencia y que le ha sido quitado; el despojo ha persistido por un lapso tan
prolongado, que el niño ya no puede mantener vivo el recuerdo de la experiencia
vivida. (Winnicott, 1956, p. 88)
El bebé identifica que la “depresión o desintegración” que siente proviene del ambiente, como
consecuencia “provoca la distorsión de la personalidad y el afán de buscar una cura por medio
de una nueva provisión ambiental.” (Winnicott, 1956, p. 88). Un cierto fortalecimiento del Yo
permite que se genere la tendencia antisocial en lugar de una posible enfermedad psicótico. La
búsqueda de una compensación, el bebé presiona al ambiente para recibir un abastecimiento
ante dicha perdida. Winnicott realiza una descripción de lo que el niño hace en dicho momento
de deprivacion y consecuente esperanza de reparación:
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Todo marchaba suficientemente bien para el niño; algo alteró tal estado de cosas;
el niño se vio abrumado por una carga que excedía capacidad de tolerancia y sus
defensas yoicas se derrumbaron; el niño se reorganizó, apoyándose en una nueva
pauta de defensa yoica de menor calidad; el niño empieza a recobrar las
esperanzas y organiza actos antisociales, esperando compeler así a la sociedad a
retornar con él a la posición en que se hallaban ambos cuando se deterioró la
situación y a reconocer el hecho; si esto sucede (ya sea luego de un período de
cuidados especiales en el hogar o, en forma directa, durante una entrevista
psiquiátrica), el niño puede dar un salto regresivo hasta el período previo al
momento de la deprivación y redescubrir tanto al objeto bueno como el buen
ambiente humano que lo controlaba a él, cuya existencia, en principio, lo habilitó
para experimentar impulsos (incluidos los destructivos) (Winnicott, 1956, p. 76)
Con este proceso lo esperado idealmente es que el niño logre identificar e incorporar un objeto
al cual pueda amar, ya que de lo contrario este pasaría a una búsqueda de objetos que
sustituyan al original perdido, sin embargo, estos ya no tendrían igualdad en su importancia
simbólica; de ser así, el niño pasaría a considerarse como deprivado, ya que se le ha despojado
del ambiente seguro que el hogar podría brindarle. Debido a esto, el infante comienza a exhibir
un comportamiento antisocial, ya sea dirigido a su familia o hacia ambientes más amplios. El
autor refiere que “la tendencia antisocial del niño puede imponer, con el tiempo, la necesidad
de considerarlo un inadaptado social y ponerlo bajo tratamiento en un albergue para niños
inadaptados o llevarlo ante la justicia como un menor ingobernable” (Winnicott, 1956, p. 88).
Basándose en la teoría de Winnicott previamente descrita, se constituye el concepto de
tendencia antisocial que orienta este artículo de revisión, lo cual permite discutir que, si bien,
desde el enfoque psicoanalítico hay un énfasis especial en la psique, es importante en este
momento del articulo hacer énfasis en el rol que juega el ambiente o “vida hogareña” según lo
manifiesta Winnicott:
Una criatura se convierte en niño deprivado cuando se le depriva de ciertas
características esenciales de la vida hogareña […] el niño manifiesta entonces una
conducta antisocial en el hogar o en un ámbito más amplio. […] La tendencia
antisocial se caracteriza por contener un elemento que compele al ambiente a
adquirir importancia (1956, p.146-147).
A partir de revisión a este enunciado, se posibilita pensar en el lugar del ambiente en la
apertura de la pérdida que dirige a la deprivación, lo cual lleva a cuestionarse: ¿cuáles son
precisamente esos rasgos que contiene la vida hogareña que determinan de tal manera el
desarrollo psíquico adecuado del niño? En esencia es la capacidad de sostener a este; Abello
(2011) lo manifiesta así “entendiendo por vida hogareña los aportes primordiales en la vida del
bebé, fundamentalmente el sostén” (p. 30). Podríamos remitirnos nuevamente a Winnicot
(1956) cuando hace referencia al lugar de la madre en el soporte del bebé:
No dejar caer al bebé y proveerle lo necesario para atender las necesidades de su
Yo, hasta tanto él pueda tener una madre introyectada sostenedora del Yo y esté
en edad de mantener esta introyección, pese a las fallas del ambiente actual en lo
que atañe al soporte del Yo (p.151).
Así, podría traducirse el concepto de sostén en conductas asociadas a lo elaborado por
Winnicott , citado por Abadi (1996, p.71), como el holding, en donde la madre sostiene al yo
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inmaduro mediante acciones que implican preservar al niño contra la invasión pulsional, tener
presente la susceptibilidad que tiene el bebé ante los estímulos corporales, admitir la condición
narcisista del bebé y adaptarse al compás singular de este, al igual que a sus necesidades (Abadi,
1996). De manera que, si estas son las conductas que conllevan a que el niño perciba un
“ambiente hogareño”, lo contrario a estas serían aquellas que hacen proclive la aparición de la
tendencia antisocial. Aunque, el ambiente conlleva la principal provisión como cura de la
presencia de dichos llamados, es este el que a través del cuidado y la comprensión deben
soportar la embestida, advertir la destrucción para restaurar el daño y tolerar la molestia que
generan las conductas antisociales.
De esta manera se puede dar cierre a la revisión de la bibliografía elaborada por autores que
formaron las bases teóricas necesarias para comprender la tendencia antisocial, no solamente
como un fenómeno comportamental, sino, además como un movimiento psíquico que tiene
origen en el proceso de construcción de las relaciones objetales del sujeto. Lo anterior a su vez
ha suscitado el interés investigativo, que pretende identificar su origen y desarrollo, para así
brindar una intervención adecuadamente fundamentada. Sin embargo, se considera que en la
actualidad, el afán científico ha desvalorizado las perspectivas previamente examinadas, por lo
cual se reitera el valor de brindarles nuevamente un lugar en el panorama contemporáneo,
suscitando nuevamente la importancia de la revisión de estas.
Consecuentemente, se procede a integrar los demás insumos teóricos tenidos en cuenta en la
presente revisión. En primera medida se compilan los artículos científicos o investigativos
identificados que presentan como objetivo el análisis de la tendencia o el comportamiento
antisocial, tanto en niños, como en adolescentes y la relación que puede tener el contexto
psicosocial en la potencialización de esta, los cuales se registran en la siguiente tabla:
Tabla 1. Revisión de bibliografía (artículos de investigación) que establecen una relación entre
tendencia antisocial y contexto psicosocial. Fuente de elaboración: Propia
Los artículos identificados en la tabla 1 cumplen con los criterios de inclusión establecidos para
la integración de artículos de investigación o revisión, además se establecen como antecedentes
frente a la problemática del presente. Sin embargo, cada uno especifica en conflictos del
contexto psicosocial diferentes, frente al objetivo de la actual revisión, la cual hace referencia al
ambiente psicosocial como el contexto inmediato en el cual se desenvuelve el niño, niña o
Autores Año Titulo Objetivo Resultados/Aportes
Barbieri, Tavares y Selan
2013 El niño antisocial y su padre: un estudio psicodinámico
Tratándose de la personalidad paterna su factor etiológico más relevante, este estudio buscó comprender cómo actúa en la relación con el niño, promoviendo la aparición de ese cuadro.
Los resultados mostraron que la tendencia antisocial independiente de la estructura de personalidad paterna y está relacionada con la dinámica afectiva de ese progenitor, en particular a las dificultades del control pulsional, ambivalencia en la aceptación de normas y límites, ambigüedad ante el papel de padre, restricción de la capacidad creativa, reducción del área de las experiencias transicional e inseguridad en el proceso de integración del amor y odio en la relación con el hijo.
Arraigada, E.
2009 Inmigración y conducta antisocial: la nostalgia del vínculo perdido
El presente trabajo trata de una de las pérdidas que derivan del hecho migratorio: la que se refiere a vínculos familiares que se fracturan provocando en los hijos y bajo determinadas circunstancias, los efectos emocionales asociados a la deprivación. En la adolescencia, la banda se ofrece como una posibilidad de restitución del vínculo perdido. La estructura y funcionamiento de las bandas latinas en España están marcados por las reminiscencias, engranaje al que adhiere el sujeto deprivado cuando en la adolescencia se produce la reagrupación familiar.
La autora enuncia como la estructura familiar se modifica a partir de los cambios generados por la migración y como, con base en lo anterior el niño, niña o adolescente sufre una deprivación. La autora describe la vinculación que presentan algunos adolescentes a bandas delincuenciales, las cuales, para aquellos que se encuentran en estado de deprivacion, representan aquello que perdió en el vínculo familiar: “protección, apoyo, solidaridad, disciplina”.
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adolescente. Se determina como aporte principal de estos artículos, las conclusiones que
construyen frente al rol del ambiente psicosocial frente a la presencia de la tendencia antisocial,
permitiendo observar un consenso con respecto a esta relación. Además es valioso que dicho
análisis se realiza desde el marco psicodinámico.
Por otra parte, se reúnen los autores que, a pesar de que metodológicamente no constituyen un
artículo de investigación, han elaborado acercamientos teóricos significativos para la presente
revisión bibliográfica, ya que se orientan en el análisis de la tendencia antisocial y la obra de
Donald Winnicott, como su principal exponente, como se describe a continuación:
Tabla 2. Revisión de bibliografía (autores contemporáneos) que analizan la tendencia antisocial y los postulados psicodinámicos de Donald Winnicott.
Fuente de elaboración: Propia
Autores Año Titulo Objetivo Resultados/Aportes
Reeves, C.
2012 Broken Bounds: Contemporary reflections on the antisocial tendency.
En esta serie dedicada a la memoria de Winnicott 40 años después de su muerte, es animado por una preocupación de sus autores, la de realizar un llamado a centrar la atención a algunos peligros sociales y civiles implícitos en la persecución de políticas que afectan la familia y a los jóvenes, además de proponer acciones que remedien cuando ya las consecuencias son aparentes.
No se evidencian resultados
Abadi, S. 1996 Transiciones. El modelo terapéutico de D.W. Winnicott
Transiciones no pretende ser un tratado sobre la obra de D. W. Winnicott, ni siquiera un libro de texto. Es apenas una invitación a transitar sus ideas de acuerdo a algunos itinerarios posibles. Invitación a recorrer juntos las ideas de D. W. Winnicott, explorar, transitar, re-crear. También, en un intento algo más ambicioso, el deseo de construirlo e integrarlo. No a partir de lo que podrían llamarse ejes de ideas, ni siquiera conceptos fundamentales; sino de una integración que como la del self del niño proviene de un sostén, abrazo, deseo de acoger y contener en sí las ideas, accediendo así a una comprensión global del clima intelectual del autor.
La autora realiza una descripción de la génesis y el proceso en el que se desarrolla la tendencia antisocial; es relevante la descripción que desarrolla sobre la desposesión originaria, especialmente como la provocación hacia el ambiente representara la intención que tiene el bebé de localizar en el entorno algo que simbolice el cuerpo de la madre; dichas conductas provocadoras se manifiestan mediante dos puntos básicos, siendo estos, la búsqueda de objeto y su destrucción. Además, propone un marco de tiempo frente al inicio de la tendencia antisocial, estableciéndolo desde los seis meses hasta los dos años; la manifestación de esta en dicho periodo hace referencia a que los padres fallaron en el proceso de adaptación y se exterioriza mediante conductas como rabietas, voracidad, reclamos excesivos y resistencia a separarse de los padres.
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Por último, se describen autores que no cumplen con todos los criterios de inclusión
establecidos, sin embargo muestran utilidad para identificar lo novedoso del presente artículo,
ya que si bien, existen artículos de investigación que exhiben cierto acercamiento a ciertos
aspectos de la problemática de la revisión actual, no se registran aquellas que exhiban un
interés específico por corroborar a partir de la revisión bibliográfica el rol del ambiente
psicosocial en la tendencia antisocial. Se distinguen los antecedentes registrados desde el
ámbito internacional, latinoamericano, nacional y regional:
Autores Año Titulo Objetivo Resultados/Aportes
INTERNA-CIONAL
Billow 2004 Working Relationally with the Adolescent in Group.
Realiza una descripción de como la terapia de grupo relacional es efectiva con adolescentes resistentes, con pobre comunicación o antisociales; se basa en la teoría grupal de Bion y sus posteriores formulaciones sobre la estructura del pensamiento.
Los estudios de caso ilustran cómo es posible y frecuentemente beneficioso hacer intervenciones genéricas o basadas en la transferencia, enfocadas en un individuo, sin afectar procesos de aquí ya ahora, miembro a miembro y del grupo completo.
INTERNA-CIONAL
Yun, Stern, Lenzenweger y Tiersky
2012 Refining personality disorder subtypes and classification using finite mixture modeling
Realizan un acercamiento a los trastornos de la personalidad desde la teoría de las relaciones objétales desarrollado por Kernberg y sus colegas, con el fin de clarificar el modelo de clasificación generado por estos, identificando subtipos al interior de una muestra con diversos niveles de patología de la personalidad usando el modelo de mixturas finitas.
El modelo de objeto relacional de Kernberg ofrece una asistencia convincente y sustancial en la mejora de la clasificación de los trastornos de la personalidad.
LATINO-AMERICA
Pelorosso, E. 2010 La conducta antisocial, disociación, falso self y carácter.
El conjunto de los proyectos muestran ciertas características en los sujetos jóvenes y adultos internos estudiados en dos
Las conclusiones indican la importancia de tratar este problema en forma temprana antes que la conducta
Tabla 3. Revisión de antecedentes (artículos investigación) a nivel internacional,
latinoamericano, nacional y regional Fuente de elaboración: Propia
penitenciarías nacionales, mayoritariamente relacionadas con una disociación yoica. Se estudiaron variables para conocer la capacidad y las probabilidades de reinserción social. . Los sustentos teóricos son los conceptos de S. Freud (1916 ,1925), Winnicott, D. 1947) y Winnicott C. (1977) y otros, tomando la Tendencia Antisocial (TA) como antecedente de la conducta antisocial y al Trastorno del Carácter como patología.
antisocial confiera sus beneficios.
NACIONAL Mesa, C. 2011 El niño homicida: la estirpe de Caín: un estudio psicoanalítico.
La investigación, sirviéndose del psicoanálisis, se propuso, no solamente intentar explicar el circuito mortífero, sino además producir una propuesta de intervención en la cual sea posible escuchar estos jóvenes, darles un lugar en el dispositivo jurídico que, permitiéndoles hacerse responsable de su acto, logre allanar su camino hacia la muerte y favorezca el restablecimiento del lazo social.
Lo que podemos decir como conclusión es que finalmente los niños en cuestión no están protegidos; es importante considerar que es necesario un modo de intervención que no los deje excluidos del tejido social porque a él no se ingresa sino por la vía de la responsabilidad.
REGIONAL Echeverry 2002 Trastorno de personalidad antisocial en condenados por homicidio en Pereira, Colombia
Este estudio establece la prevalencia de enfermedad mental, homicidio y la relación con Trastorno de Personalidad Antisocial en sujetos condenados en la cárcel La Cuarenta en Pereira - Colombia
Se obtuvo una prevalencia de rasgos de personalidad antisocial cercana al 50% en los condenados por homicidio y/o tentativa de homicidio.
27
De esta manera se concluye el reconocimiento del marco teórico concerniente a la tendencia
antisocial, en la cual fue posible identificar a Winnicott como autor principal, para esta
revisión bibliográfica, en el proceso de definición y descripción de dicha categoría de análisis.
Es posible determinar esto a partir de la exploración detallada de diversos los postulados de
diversos autores, de los cuales Winnicott cumple con los criterios de inclusión seleccionados,
ya que su teoría permite, desde una postura psicodinámica, conocer detalladamente los
procesos determinantes en la experiencia del sujeto, en relación con sus objetos primarios, que
dan lugar a la tendencia antisocial.
Contexto psicosocial colombiano conducente a la tendencia antisocial
La realidad actual colombiana se encuentra caracterizada por diversos fenómenos que
impactan a los actores que la componen; se generan situaciones puntuales que continúan
ejerciendo modificaciones en los sujetos y ambientes en los cuales se desenvuelven. Para el
interés de este artículo, se toman en consideración las estadísticas que dan cuenta de la realidad
específica de los niños, niñas y adolescentes colombianos, con el propósito de ubicar las
categorías de análisis previamente descritas en el marco de actuación que corresponde a los
diversos fenómenos distintivos del país.
En primera medida, como elemento distinguido de la problemática Colombiana, se encuentra
el conflicto armado y la crisis humanitaria que este ha generado a través de décadas de
existencia. Según Ila (2009) las familias han sido implicadas en el conflicto armado como
sujeción ante numerosas circunstancias, en donde son divididas y desposeídas de sus
pertenencias y ambientes; manifiesta como dichas situaciones “empobrecieron a las familias e
incluso les ocasionaron lesiones emocionales difíciles de valorar”. Frente al lugar de la primera
infancia y adolescencia en dicho escenario, se pueden identificar diversas afectaciones ante la
contemplación de los múltiples tipos de violencia generados a partir de la guerra, los cuales se
manifiestan en diferentes formas:
Los niños como víctimas de minas antipersona, el desplazamiento forzado, el
secuestro tanto de ellos como de sus padres, las migraciones de los padres fuera
del país, dejándolos al cuidado de familiares y en ocasiones de amigos o vecinos, la
entrega de los niños a las familias de apoyo cuando los padres son combatientes, la
desmovilización de sus padres de los grupos armados al margen de la ley, el
maltrato y abandono por parte de sus familias, la desaparición forzada de los
padres o familiares, los confinamientos, los ataques y tomas armadas a los
municipios, las fumigaciones a los cultivos ilícitos, los asesinatos y las masacres de
sus familiares y vecinos (Save The Children, 2009, p. 39).
Las consecuencias para los niños, niñas y adolescentes absortos en dicha realidad, se exhibe de
diferentes formas, algunas más tangibles, como el abandono de su familia, hogar y contexto, lo
cual interrumpe la construcción de vínculos y de la identidad de estos (Save The Children,
2009); otras, que tal vez no sean evidentes, como los síntomas somáticos, las modificaciones en
el estado mental y emocional, la dificultad para construir nuevos vínculos, al igual que la
perdida de la confianza y seguridad.
Por otra parte, la violencia se establece como categoría independiente, la cual es importante
diferenciar del conflicto armado, debido a que cada una de estas realidades genera efectos
distintos en los sujetos y en la sociedad. En la actualidad la violencia se configura de diversas
maneras y en distintas circunstancias. En el año 2016, en su informe público más reciente, el
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses reporto 25.438 muertes violentas
29
ocupando el homicidio el primer lugar con 11.532 casos. Por otra parte, en el mismo año se
registraron 123.298 casos de lesiones causadas por violencia interpersonal, 77.182 casos de
violencia intrafamiliar, en donde el 65,70% (50.707) son correspondientes a violencia de pareja;
se identificaron 26.473 eventos de violencia los cuales se generaron en el ámbito familiar; de
dicha cifra el 38,08% de las víctimas fueron niños, niñas y adolescentes (el 90,20% de los casos
agresor es un pariente) , 6,24% adultos mayores, 55,67% otros familiares (consanguíneos y
civiles) y violencia a la mujer un 59,13%. Como conclusión el Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses manifiesta:
De nuevo se constata que la familia es el espacio más ambivalente en lo que
respecto a seguridad; por un lado, es el contexto por excelencia que proporciona
bienestar y protección a cada uno de sus integrantes, y, por otro, en muchos casos,
se constituye en un factor de riesgo que predispone el desarrollo de varias
modalidades de violencia. En 2016, del total de lesiones personales intencionales,
incluyendo el homicidio, 38,58 % (77.457) ocurrieron en el contexto familiar.
Otra problemática que genera afectaciones en la población infanto-juvenil, y se suma al estado
de vulneración de la familia colombiana, es el abandono infantil. Aldeas Infantiles SOS
Colombia, (2015), refiere que en el año 2015 1.048 niños, niñas y adolescentes fueron
abandonados por sus padres, de los cuales 39 fueron abandonados en calidad de expósito, lo
que denota el haber sido dejados en lugares como calles u hospitales.
Según el Social Trends Institute (2017), dentro de las características de la familia Colombiana
se identifica que para el año 2010, un 62% de niños viven con dos padres, el 27% con uno de
los padres y el 11% viven sin padres. De igual forma, se registra que el 84% de los nacimientos
de dicho año corresponde a mujeres no casadas, es decir en cohabitación o solteras. Con
respecto al estado de la relación de los adultos en edad reproductiva, se encuentra que el 33%
de adultos cohabitan, mientas que el 18% de estos se encuentran casados. Dichas estadísticas
son relevantes debido a que permiten identificar la estabilidad en los ámbitos familiares, ya que
en un estado de cohabitación existe mayor riesgo que dicha condición se modifique, alterando
la continuidad de la composición familiar. Ahondando en la situación de los hogares de
jefatura femenina, el DANE encuesto en el año 2017 14,969 hogares, de los cuales el 40%
evidencian como jefe del hogar una mujer, el 29,7% de estos presentaban una condición de
pobreza, (lo cual implica la percepción que se tiene frente al acceso a salud, educación, empleo,
entre otras) y el 33,7% tienen hijos menores de 18 años.
Otros datos pertinentes son los consolidados asociados a los adolescentes vinculados al
Sistema de Responsabilidad Penal, partiendo de la reflexion generada por El Centro Nacional
de Memoria Historica (2013):
Es menester señalar que la muerte de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, así
como la destrucción de sus referentes y expectativas de vida y de sus espacios de
formación y socialización, tienen relación con un asunto de mayor alcance: la
estructuración tanto de la identidad y de la vida cotidiana de una sociedad, como
de los procesos de aprendizaje social o de repetición de contextos de muerte y
guerra (p. 321).
Es decir, la cultura de violencia y las diferentes configuraciones contextuales que se construyen
a partir de esta, fomentan la eventual aparición de sujetos constituidos a partir de dichas
condiciones. Lo cual puede llegar a percibirse en las estadísticas generadas por El Observatorio
del Bienestar de la Niñez (2018), el cual se identifica que en el Sistema de Responsabilidad
Penal se han registrado un total de 234,589 casos en los años 2007-2017, en donde 207,143 son
31
de sexo masculino y 27,546 de sexo femenino. Del rango de edad de los 14-18 años hay mayor
prevalencia entre los 16 y 17 años, identificandose 71,787 y 86,133 respectivamente. Desde la
creacion del SRPA, el año con mayor cantidad de casos registrados fue el 2013, con 30,843.
Con respecto al tipo de delito, se observa un 36,6% de delitos de hurto, un 27,1% por trafico,
fabricacion o porte de estupefacientes, 8,6% por lesiones personales y un 6% por fabricacion,
trafico o porte de armas de fuego. Con respecto a la ciudad de Pereira, los datos se mantienen
similares a la media nacional, diferenciandose en el año de mayor casos registrados (2011; 1,729
casos).
Según la descripción estadística realizada, se posibilita la comprensión de cómo está
actualmente constituido el ambiente psicosocial de los niños, niñas y adolescentes
colombianos, lo cual es significativo para el presente artículo de revisión, ya que genera un
reconocimiento de los riesgos concurrentes en los principales escenarios de desarrollo y
socialización de la población en cuestión; muchas de las situaciones referenciadas fomentan
riesgo a nivel psicosocial para el surgimiento de condiciones que componen una vida hogareña
deprivada y consecuentemente la presencia inicial de la tendencia antisocial.
Método
Se consultó bibliografía de utilidad a los propósitos del estudio, extrayendo aquella
información pertinente al planteamiento de la revisión. Como criterios de búsqueda se tuvo en
cuenta: referentes teóricos los cuales se establecen como pilares para la comprensión de la
tendencia antisocial desde una perspectiva psicoanalítica post freudiana, artículos de
investigación o revisión (a partir del año 2003 en adelante) generados sobre la tendencia o el
comportamiento antisocial tanto en niños, como en adolescentes y la relación que puede tener
el contexto psicosocial en la potencialización de esta, fuentes estadísticas referentes a los
componentes del contexto colombiano que tienen relación directa e indirecta con la población
infanto-juvenil, como lo son la familia, el ámbito social y los diversos conflictos de guerra y
violencia, además de datos sobre el estado actual de esta categoría demográfica.
Se tuvieron en cuenta libros y artículos disponibles en español e inglés presentes en las bases
de datos Scielo, ScienceDirect, ResearchGate y Redalyc, además de revistas indexadas y de
rigor investigativo. Como palabras claves de búsqueda usadas se refieren: tendencia antisocial,
ambiente, postura psicodinámica, teoría de las relaciones objetales, Donald Winnicott, personalidad antisocial,
deprivación ambiental, estadísticas en Colombia de: maltrato infantil, violencia intrafamiliar, características
sociales de la familia en Colombia, conflicto armado y niñez-juventud, SRPA. Se obtienen 30 artículos, de
88 encontrados, después de realizar el proceso de verificación de cumplimiento con los
criterios requeridos para la revisión teórica.
La metodología incluye un conjunto de procedimientos sobre un cuerpo teórico previamente
delimitado y organizado para su análisis e interpretación. En el conjunto de estudios La
tendencia antisocial se privilegió su rigurosidad, su uso psicológico y su complementariedad para
hacer una aplicación sobre la realidad social de los niños, niñas y adolescentes en el contexto
colombiano. Este giro metodológico implicó develar, describir y comprender los efectos y
modos del marco teórico e investigativo en la producción social real de nuestro medio.
Discusión
Esta revisión teórica examino lo que se refiere en la bibliografía psicodinámica sobre la
influencia del contexto psicosocial en el desarrollo de la tendencia antisocial. Con respecto a
los autores desarrollados en el artículo, hay un consenso general sobre los efectos
desfavorables para el desarrollo del bebé, niño o adolescente de un ambiente que ha fallado en
su función de sostenimiento y cuidado. Los resultados permiten manifestar que hay relación en
33
la presentación de la tendencia antisocial con el ambiente, ya que este último al fallar en sus
funciones básicas genera en el sujeto un estado de deprivación, la cual conlleva a que este
pueda desarrollar una conducta antisocial que obligue al ambiente a la acción reparadora.
Con respecto, a la intención identificar como la teoría de las relaciones objetales se desarrolla
de forma precisa para la comprensión de la tendencia antisocial , fue posible corroborar que
esta se posiciona como suficiente para dar cuenta de las estructuras y manifestaciones que
componen la tendencia antisocial, se puede determinar que esta otorga los elementos
conceptuales necesarios para comprender dicho fenómeno más allá de un ente diagnóstico o
una patología. La tendencia antisocial surge a partir de una deprivación del ambiente, ambiente
en el cual se desarrolla el sujeto y que, a al ser descrito desde la teoría de las relaciones
objetales, permite captar su estructuración, consecuente falla y efectos que tiene en el
desarrollo de las relaciones objetales internalizadas.
Por lo anterior y con base en la descripción teórica realizada de los modelos de Winnicott
(1956) y Kernberg (1992), se propone como elaboración propia del presente artículo, plantear
una posible coyuntura entre ambas posturas, la cual permite ubicar la tendencia antisocial en el
modelo del desarrollo de las relaciones objetales internalizadas de Kernberg. Por lo cual, se
procede a situar de forma respectiva en cada constituyente de la relación objetal internalizada,
la experiencia del sujeto en la tendencia antisocial. Se representa la representación del sí mismo,
la representación objetal y el estado afectivo en el despliegue de la tendencia antisocial.
Por lo tanto, se puede llegar a la aproximación que la tendencia antisocial se constituye así:
-Desestructurado-Falso self-Carente e insuficiente
Sentimiento desamparo y desesperanza
Confunsión
Angustia
-Desposesión del objeto y duda de su permanencia.
-Representacion objeto fragil,
inseguro, desamparador
Gráfica 2. Composición de la representación de las relaciones objétales en la tendencia antisocial Fuente de elaboración: Propia
En la articulación con la tendencia antisocial se observa una alteración en la estructuración
yoica, la cual a pesar de permanecer integrada, evidencia un estado afectivo de tensión,
angustia, compulsión y recelo. El diagrama representa un modo de condensar la vivencia del
sujeto en la tendencia antisocial para identificar lo que acontece desde su construcción de
representaciones, tanto de si-mismo, como del objeto.
Por otra parte, frente al interés de revisar aquellos postulados teóricos que puedan dar cuenta
del génesis y el desarrollo de la tendencia antisocial, se identifica una limitante principal, ya que
debido a la ausencia de material bibliográfico que cumpla a cabalidad con los criterios de
inclusión y que estuviera disponible para su acceso, se ajusta únicamente a los aportes de
aquellos artículos encontrados, en relación con la diversidad que podría presentar en la
presentación de perspectivas teóricas; se destaca la notable ausencia de artículos que desde una
posición psicodinámica, hagan énfasis en el ambiente como actor potencializador de la
tendencia antisocial. Frente a ciertos artículos referenciados se manifiesta que, a pesar de que
evidencian aportes novedosos con respecto a la tendencia antisocial (como lo es su lugar en la
Representación del sí mismo
Estado afectivo
Representación objetal
35
migración, en la relación con el padre, en el ámbito penitenciario, su tratamiento), no fueron
suficientes en cuanto a su contribución teórica para la aprehensión de esta.
Por último, a partir de la búsqueda de estadísticas concernientes a la delimitación problemática,
se identifica que es posible, a partir de lo documentado, elaborar una noción de ambiente
psicosocial ubicado en el contexto colombiano, que da cuenta de cómo las afectaciones a la
familia y a la sociedad pone en riesgo la estabilidad de la categoría considerada como ambiente;
lo cual a partir de lo desarrollado desde la revisión bibliográfica, logra converger como aquello
a lo que se refirió Winnicott (1956) como “ambiente hogareño”. Por lo que, permite plantear la
hipótesis de que el ambiente hogareño colombiano sufre a raíz de las problemáticas sociales
registradas por las descripciones demográficas citadas y, que, por ende, los sujetos que la
componen. Lo anterior lo cual posibilita identificar el imperativo principal de esta revisión, la
necesidad de suministrar al ambiente con la capacidad de percibir la tendencia antisocial en los
niños y adolescentes como acto de esperanza y su rol como agentes principales en la
restauración de la confianza del sujeto.
Ahora, ¿para quiénes y por qué es de importancia distinguir las conductas de un niño como
parte de “impulsos inconscientes que compelen a alguien a ocuparse de su manejo?”
(Winnicott, 1956, p. 147). Desde el ámbito de crianza, interacción e intervención del niño hay
diversos actores que requieren de la capacidad de otorgar a las conductas asociadas a la
tendencia antisocial su carácter de esperanza, ya que de esta depende el manejo del encuentro
con el niño. Es habitual hallar padres, docentes e inclusive profesionales que son atrapados por
una posición reduccionista y sintomática, llevándolos a rotular al sujeto de la infancia bajo
diagnósticos, los cuales únicamente cumplen la función de calmar su propia inquietud ante “la
capacidad de causar fastidio observada en el niño antisocial”. Winnicott (1956) resalta que “el
tratamiento adecuado para la tendencia antisocial no es el psicoanálisis, sino el manejo” (p.
147). ¿Cuál es el manejo al que hace referencia el autor? Nuevamente Winnicott (1956) brinda
respuesta, ya que, como a partir de la deprivación del ambiente surge la tendencia antisocial, de
este emerge la cura, este refiere “el método terapéutico adecuado consiste en proveer al niño
de un cuidado que él pueda redescubrir y poner a prueba […] la terapia es proporcionada por
la estabilidad del nuevo suministro ambiental” (Winnicott, 1956, p. 155). Por lo cual, se
considera que los resultados de esta revisión son pertinentes para las áreas principales de
desarrollo del niño, niña o adolescente y por ende para quienes establecen diversos tipos de
interacción con estos, ya que otorga herramientas para el adecuado entendimiento de las
conductas percibidas generalmente como negativas, las cuales al ubicarse bajo la perspectiva de
la tendencia antisocial, permite un proceso de acompañamiento valido para la experiencia
subjetiva del sujeto de estudio.
Conclusiones
A partir de la revisión de la bibliografía seleccionada es posible concluir que el ambiente
psicosocial en el cual se desarrolla el niño, niña o adolescente presenta una influencia
significativa en el desarrollo de la tendencia antisocial, principalmente cuando dicho ambiente
depriva al sujeto de elementos afectivos esenciales para el soporte del yo. A través del marco
teórico es posible realizar diversas articulaciones que fomentan lo novedoso del presente
artículo de revisión, en el cual se hace énfasis sobre la postura psicodinámica frente a las
conductas antisociales de la población infanto-juvenil, encontrando como concepto acorde a
los objetivos de análisis, la tendencia antisocial, desarrollado por Winnicott (1956). A partir de
dicha noción se da la convergencia de las categorías de análisis, lo cual permite transversalizar
la tendencia antisocial en niños, niñas y adolescentes como parte de la experiencia del
37
desarrollo de las relaciones objetales y de la realidad social colombiana. Se genera como
recomendaciones para futuros procesos investigativos generados a partir de las presentes
categorías de análisis, corroborar a través del análisis casos lo expuesto frente a los diversos
elementos que conllevan al desarrollo de la tendencia antisocial y los consecuentes resultados
en el desarrollo psíquico del niño. A demás de la elaboración de modelos orientativos que
accedan a la población que presenta factores de riesgo ante el desarrollo de la tendencia
antisocial para la prevención, detección e intervención oportuna.
Referencias
Abadi, S. (1996). Transiciones. El modelo terapéutico de D.W. Winnicott. Editorial Lumen. Buenos Aires, Argentina.
Abello, A.; Liberman, A., (2011). Una introducción a la obra de D.W. Winnicott. Contribuciones al pensamiento relacional. Revista nº039 Ágora Relacional, Madrid, España.2011. Colección Pensamiento Relacional Nº 3. 363 pp. [Fecha de consulta: 10 julio] Disponible en: http://www.aperturas.org/articulos.php?id=0000721
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