habermas & ratzinger (2008) - entre razón y religión

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  • 7/28/2019 Habermas & Ratzinger (2008) - Entre razn y religin

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    IURGEN HABERMASIOSEPH RATZINGER

    ENTRERAZOI\Y RELIGIONDialctica de la secularizacinTraduccinPsro Lnco / Isaner Br.aNco

    CENTZONTLEFONDO DE CULTUU rCONtr,flCl

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    l', r,,, r.r ,,1r, r'r ']l)i)sI l,rl r rrr,rs, lrirgcrr r )osrplt llitziltscrI rtrr r.r/on v reliiorr. I)ialLretic de la seclrizacin / litrgen llai>erntasJorr'llr Ii.rtzir"cr trrl. dc Isbcl Illauco, I)abkr I rqr. - N4xico : FCE, 2(108l,l l,.i l: x I I iDr ((-r)i(!.L.DtzoDtl.)I it rr lLr origi rrrl l )ialeLtik der Srikuhrisiemng. bcr Vern unft urd licligiouISItN 978 96ii l6-8.11(r-5 (rsrica)lSllN 9tll-9bli l() 8604 li (erpsradr)

    l. Irrlosoli 2. Ilciigin I. Iktzingr.r, losc!rh. ctrrut. II. Rluco, lsat)cl, tr. Iif.I r lo. Irbl,r, lr. l\. Ser. \i t.l(. l|.\l:r$ I)e\{cv l.lfl IITlle

    l)istril,titi c'rlri*t Lt l.tinottntt;rittr listrrr/rr-i Unilos t:n idorn esptolILlrgcr Ilabcrnr.rs,.\'orolitische GrLrn.llagen

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    tlt ltt'1'piones morales compartidas. Habermas,(luicn sa considera a s mismo poco musical en materiadc religin, piensa que las convicciones religiosas son undesafo cognitivo para la filosofia. l mismo enfrenta elreto y, sin desviarse de su caracterstico atesmo metodo-lgico -que Ie impide dar cabida o ,uilquie, premisacon tintes teolgicos-, reconoce el potencial de verdadde los conceptos religiosos. Piensa e1ue los lenguajes secu--lares no deben tirar por la borda lo que quieren decir loslenguajes religiosos: propone una secularizacin que nodestruya. Ratzinger, por su pctrte, llama a reconocer lanecesaria correlacin entre razn y fe. As, tanto el filso-fo liberal como el telogo cqtlico apelan a un dobleproceso de aprendizaje mediante el cualla razn ilustraa la religin y uiceversa.Al final de este dilogo se desat una apasionadadiscusin, en la que el lector queda ahora invitado a parti-cipar con esta edicin de Centzontle.

    ndice

    Fundamentos prep olticos del Estado demo crticode derecho?, frgen Habermas + 9

    Lo que cohesiona al mundo.Los fundamentos morales y prepolticosdel Estado liberal, Joseph Ratzinger + 35

    ,l

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    Fun dament o s p r ep oltico sdel Estado democrticode derecho?JncN HessR.A4es

    Er. rEue propuesto para esta discusin recuerda lapregunta que a mediados de los aos sesenta Flrnst-Wolfgang Bckenfrde formul, con gran .*pi.riui-oii...udf :LE_.1qgg_lib:i4y,.,_.-.-tlelizj4g!9!PS-itentaba en presupuestos normativos que l mismo no Ipodi siqulgr,l garanLilar)Eta pregunta pone en du.da 'la capacidad-d91 Es!1{o, constitucional democrticode recurrir a sus propias fuentes para renovar sus fun-clamntos normativos, a la vez que hace surgir la sos-pecha de que depende de lo religioso, de tradicionesa.rtoiioiuiilgai, en cosmovisiones o, en todocaso, de tradiciones ticas que vinculan a Ia colectivi-dad. Si se toma en consideracin ei hecho del plura-

    , E. \\. Ildckcnt'rde, l)ie Entstehung dcs Staates als \rorgang der Skulrrisation,, t967, en Rc1, Stqat, F'rciheit, Suhrkamp, Frarcftrt dcl NIeno,r991, pp. 92 y ss.

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    Iismo de Rawls, este cuestionamiento hara tambalearuiin frtudogbligado a mantenerse neutral en 1o relati-vo a la cosmovisin (Weltanschauung). Sin embargoesta dedccin no contradice por s sola la menciona-da sospecha.

    En primer lugar me gustara puntualizar dos as-pectos en este problema. Desde un punto de vista cog-nitivo la duda se refiere a la cuestin de si puede si-

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    historia de la salvacin. Si bien la historia de la teolo-ga cristiar.ra en la Edad Media -en especial la escols-tica espaola tarda- pertenece ya a la genealoga delos derechos humanos, los principios de legitimacinde un poder estatal neutral en trrninos de cosmovisinproceden en ltima instancia de las fuentes profanasde la filosofa de los siglos xvII y xvIII. Ser mucho mstarde cuando teologa e Iglesia superen los desafos es-pirituales que planteaba el Estado constitucional revo-lucionario./Si lo entiendo bien, desde el punto de vista Icatlico, qr.r" .o-o es sabido mantiene una relacin *r'distendida col la lumen naturale, no hay nada que .t ,i o ''principio impida justificar la moral y el derecho de ]manera autnoma, es decir, independientemente de las /verdades reveladas. ')

    En e1 curso del siglo xx la justificacin poskan-tiana de los principios constitucionales liberales hatenido que dedicarse ms a discutir las crticas histori-cistas y empiristas que las penosas consecuencias de-rivadas del derecho natural objetivo (por ejemplo, latica material de los valores). En mi opinin, basta unmnirno conocimiento sobre el contenido normativode la constitucin comunicativa de fbrmas de vidasocioculturales para defender frente al contextualismoun concepto no derrotista c1e razn y frente al positi-vismo juridico un concepto no decisionista de legali-

    clad.ata tarea principal consiste entonces en aclarar los "siguientes puntos:

    . por qu el proceso democrtico se considera unprocedimiento 1egtimo de establecimiento jur-dico si, en 1a medida en que este proceso garanti-za condiciones para la construccin inclusiva ydiscursiva de Ia opinin y la voluntad, funda lasospecha sobre la aceptabilidad racional de susresultados, y. por qu en el proceso constitucional democracia ,^(y derechos humanos se entrecruzan en sus prin-cipios bsicos: la institucionalizacin jurdicadel proceso de establecimiento democrtico exi-ge garantizar derechos fundamentales tanto li-berales corno polticos.:

    El punto de referencia de esta estrategia de justifi-cacin es la constitucin que se otorgan a si mismoskrs ciudadanos asociados, y no la domesricacin de unpoder estatal p.r.eg.istente, porque tal poder deberacrearse pr]me1.o en el transcurso del establecimientociemoirtico de una constitucin. As pues, un pode"rcstatal constituido (es decir, no domesticado consti-

    I J. Habermas, FrctiL'ilad y valilez, Trotta, Madrirl, zoo5, cap. rrr

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    f '

    tucionalmente) est completamente arraigado en Iojgiialio, . rnodo q.r. ,ro qrr.Ja ningn asPecto delpder poltico que no est traspasado en su totalidadpor el derecho. Mientras que el positivismo de Estadode la doctrina alemana del derecho pblico (desde La-band y |ellinek hasta Carl Schmitt), que hunde sus ra-ces en el Imperio alemn, haba dejado un cierto margena una sustancia fica libre de derecho en Io concer-niente al Estado o a lo poltico, no existe e:t el.Es-td*o---c9ry|1tucio1a-! ningn sujeto que detente. elpgdgr.que se alimente de algn tipo de sustancia pre-jurdica.+ Ng*qU-.-dt pgr tanto ningn hueco de la so-b-9J4a preconslitucional de los m-onarcas que debierarellenarse ahora -com o ethos de un pueblo ms omenos homogneo- mediante una soberana popu-lar sustancial.

    Esla herencia problemtica provoc que la pre-gunta de Bckenfrde se interpretara de modo quedaba a entender que un orden constitucional comple-tamente positivizado precisaba de la religin o dealgn otro poder sustentador paru garantizar desdeel aspecto cognitivo los principios que 1o legitiman'Esto quiere decir que la pretensin de validez del dere-cho positivo dependera de su anclaje en las creencias

    a H. Brunkhorst, uDer Iange Schatten des Staatswillenspositivismus, enLeviathan, nm. 31, 2003, pp. 362-38r'I174

    ticas prepolitiqas d9 comunidades religiosas o nacio-nales, ya que tal orden jurdico no podra legitimarse as mismo partiendo slo de procedimientos jurdicosgenerados democrticamente. Sin embargo, si enten-clemos el proceso democrtico como mtodo paragenerar legitimidad _partiendo de la legalidad -y notle forma positivista como 1o entienden Kelsen o Luh-rrlann- "o..:,ylC:.lilCn dficit de validez que precisede la

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    to a la motivacin, dado que los presupuestos norma-tivos en los que se basa el Estado constitucional demo-crtico son ms exigentes en lo que respecta a la fun-cin de los ciudadanos si se entienden stos comoautores del derecho que si se entienden como merosdestinatarios del derecho. De estos ltimos slo seespera que a la hora de hacer uso de sus libertades yderechos subjetivos no transgredan los lmites estable-cidos por la ley. Frente a esta mera obediencia a lasleyes que coartan ios actos individuales estn la moti-vacin y la actitud que se esperan de los ciudadanos ensu funcin de coautores democrticos del derecho.De ellos se espera que hagan uso activo de sus dere-chos de comunicacin y de participacin no slo porun inters propio bien entendido sino tambin en in-ters del bien comrn, es clecir, solidario. Esto requiereun gran esfuerzo en lo que se refiere a la motivacinde los ciudadanos, que no puede imponerse por valegal. En un Estado democrtico de derecho una ley

    que hiciera del derecho al voto una obligacin seraun elemento tan extrao como una solidaridad im-puesta por ley. A los ciudadanos de una comunidad li-beral slo puede suponrseles una disponibilidad pararesponder, en caso necesario, como conciudadanosextraos que aderns permanecern en el anonimato,as como la disponibilidad para asumir sacrificios por

    cl Lricr.l comn. ts por ello que las virtudes polticas,,lunque slo se obtengan en cantidades mnimas, porrrsi decirlo, en calderilla, sean esenciales para lae xistcncia de una detnocracia. Forman parte del prcl-ccso de socializaci(rn y cle adquisicirl de costunrbrescn las prcticas y modos de pettsar de uua cultura li-bererl polticir. As, podria decirse que en cierto nlodocl estrtus de ciudaclano se inserta en unl sociedad.ivil que se rlitnenta de fuentes espontitneas o, si scprefierc, prepolticasr.I)e todo lo anterior, sin ernbargo, no se puede( oncllrir qr-re el Estaclo liberal r.ro tenga la capacidadl)rl reproducir sus presupuestos motivacionrles conlrse en sus pro-rios recursos seculares. Es cierto cluekrs motivos para la participacin de los ciudadanos enlrr confornracin de unr trpinin y una voluntad pol-ticas se rlinrentan en gran medida de ideales ticos ytlc aspectos culturales de vida; sin embargo, las prcti-t as clemocrticas clesarrrllan ur-ra poltica dinrnica[)r'opil. lhn slo un Estado de derecho no democr-tico, como al que hcrnos estado acosturnbrados eni\lcnrania durante suficier.rte tielt.tpo, sugerira una res-l)uesta negativa a la rreguntr de I]ckenf-rde: Hastarluel punto podran vivir pueblos unidos irajo ur.r Es-t:rtl

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    a esta libertad?t El Estado cor.rcebido democrtica-nrente no slo concede iibertades negativas a sus ciu-cladanos, preocupados por su propio bierrestar, sinoclLre en la rnedida en que dispensa Iibertades comuni-crtir.as mucve a los ciudrdanos a participar en el de-bate pblico sobre temas qr.re afectan al cor-r.junto cle lasocieclrcl. I)e trl suerte que el uvr-rculo r-rnificador, quese echaba en falta es un proceso democrtico, en el que afin de cuentas la cuestin siempre estar en la com-prensin correctl de la constitucin.

    As, resulta que en el caso er.r los actuales debatessobre la rcforma clel Estado de bienestar, sobre la pol-tica cle inmigracirin, sobre la guerra en Irak y sobre Iasupresin del servicio nrilitar obiigatorio no slo setrata cle medidas polticas singulares; de igual formaentrl siempre en juego la interpretacicin controverti-da de los rrincipios constitucionales as como, in-rp1-citanrente, el rnodo en el que queremos situarnoscomo ciudaclnos cle la Repblica Federal de Alenraniay como europeos, r la luz cle la cliversidad culturai clefirrnras dc vida, del pluralismo en nuestras fbrmasdc vcr la vicia y en nuestrrs convicciones religiosas. Entrna r.niracla retrospectiva sobre la historia, es cicrtoque tlle rtil tt'ner un trasfondo religioso comn, un

    i Ilcickcrliirile, r1r cir., p. rr.18

    nrismo lenguaje y, sobre todo, una renovada conclen-cia nrcional para el nacimiento de una solidaridad ciu-dadana sumamente abstracta. Mier-rtras tanto, sin em-bargo, las conciencias republicanas se han separado engran meclicla de estas ataduras prepolticas, de modoque el hecho de que no estemos dispuestos a dar nues-tra vida por Niza no es ya ninguna objecin para laconstitucin europea. Piensen ustedes en los cliscursostico-polticos sobre el holocausttt o los asesinatos enrnasa: hrn vuelto cotlsciente a la sociedad de la Rep-blica Federal de Alernania del logro clue supone laconstitllcin. El ejemplcl de esta untemoria poltica,autocrtica (que er.rtre tanto no es ya nada excepcional,sino que est extendidr tarnbin en otros pases)dernuestra cmo se crean y renuevan vnculos depatriotisrno constitucional, en ei ntbito de la polti-ca. El tn.nino patriotismo constitucional, significa-en contra del extendido error de interpretacin-cue los ciudrdanos hacen suyos los principios de lrcclnstitucin no sio en su contenido abstracto, sinosolre toc]o en su signiflcado concreto dentro del con-texto histrico de su respectiva historia nacional. Nobrsta el proceso cognitivo para lograr que bs coltteni-dos moraies de los derechos ftlndatnentales se trans-formen en conciencia. Para la ir-rtegracin constitttcio-nal de una sociedad civil rntindial (si es que algn da

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    lica a cxistir') bstlria ctlll i cviciellcia llroral Y coll Ll11cor-lscr-liio rnundial e rl lo qr-rc lesPccta a la irldigilai:i(llnroral tlttt: pr(l\rocln las vioiaciones nlasivas de ltls clcrechos hur-ttallos. ililtre liis illielrrbros de uni socicdaclpoItica s()l;tltreiltc ptrer,lc clarsc una srlicLaridad ---porilrstrar:ta f iLrrciica qLlc sta sca-- cuandtl los plinci'pics.lc jr-rsticia f iatl rctlcIt'ado previatrtcule c1 derlsocntrrtrrlarlii de lcs clifei crltcs collccptos cillt''trrlcs'

    l. (lil,r.": uo '9E t)ils(l-1 llI(A iL i'iNr'(rt't) s()( L\LIrii todo k; cxpucsi,l i-rilsta ail(lr, lir llililralcz'a iaica dclI'.st ilt, rlctt it-:i ;iiicc cttistitrtciolta l tlo pri:senl it tritl -gtiii tr-intr laibil inte rllo, ris decir, l{ellte, ctt cl iiistctlriLx-.[iiii:o r:ort"o tti, qtic suiroilgJ c1l si lrlistllrl tlll pcligroi.ira lir riopir cstabili

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    internacional contriiruye a aLrmentar la clespolitizacin ciudadana. Como efecto cle los conflictos y de lasmanifiestas injusticias sociales en una sociedad mun-dial cada r.ez mis fiagmentada, crece -con cada nue-vo fracaso-- el descontento en el camino hacia laconstitucionalizacin del clerecho internacional pirbli-co que se inici despus de r945.

    Las terlras posrnodernas entier.rden ias crisis des-de el pur-rto de vista de la razn crtica, no como con-secuencia de un agotamiento selectivo del potencial derazn que es en cierta medida inherente a la n.roderni-dad occidental, sino como el resultado lgico de unprograma de racionalizacin espiritual y social en snrismo destructivo. A la tradicin catlica no le co-rresponde un escepticismo de razn radical; sin em-bargo, hasta entrados los aos sesenta del siglo pasado,al catolicisn-ro le result difcil la relacin con el pensir-miento laico del humanismo, de la Ilustracin y delIiberalismo poltico. L,n todo caso vuelve a cobrar inte-rs el teorema de que a una modernidad desgastadaslo podr ayudarla a salir del atolladero en que seencuentra una orientacin religiosa hacia un punto dereferencia trascendental. En Tehern un colega tnepregunt si clesde el pr"rr.rto de vista religioso-sociol-gico y de compar:rcin cultural la secularizrcin euro-pea no era precisamente el camino particular qLlc- Lrre-

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    cisaba de una correccin. Esto recuerda al estaclo dciinimo clurante la llepblica de Weintar, a Carl Schmitt,a Heidegger o a Leo StrauE.Prticulartnente considero mejor no exagerar ra-cionalmente la pregunta de si una moderrliclad rrbi-valente podr ilegar a tener estabilidad solanlenternediante sus fuerzas laicas, es decir no religiclsas, pro-cedentes de una razn comunicativa, sino tratar elasunto sin dramrtismo, conlo una cuestin empricapendiente. Con esto no es mi objetivo traer a ccllacincomo mero hecl-ro social el fenmeno cle persister.rciade 1a religin en un ambiente cada vez mis seculari-zado. La filosofa debe tratar este fennleno tambirlen cierto modo descle dentro colllo una provocacincognitiva. Pero antes de continuar con estl discusincluiercl hacer un excurso relacionado con nuestra coll-versacin. La filosofa, en su camino hacia una radica-iizacin de la crtica de la razn, tar.nbin se ha sentidcrimpulsada a reflexiouar sobre sus propios orgenes re-ligioso-rnetafsicos y ocasionalmente ha entrado endi1ogo con una teologa qlre a su vez buscrba con[ac-tos en 1o que respecta a los ensayos fllosficos de r-rnaautorrefl exiirn posthegeliar.ra de la r aztitt..6

    ' P Neuner, (1. \\'enz (colDP\.), T/lco/orc tlt': 20. lltrltttt!,'rls,\\risse'nschftliche tluchgcscllschrft, I )artustadt, :oo:.

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    cialmente institucionalizrdo- en los contenidos de 1atradicin reiigiosa. E,l respeto, que es consecuenciadirecta de este abstenerse de eritir juicios, se brsa enla estima hacia personas y lbrrnas de vida cuya ir.i-tegridad y autenticidad nacen evidentemente de suscreencias religiosas. Pero no se reduce slo a respeto: lafilosofa tiene motivos suficientes para mostrarse dis-puesta a arrender frente a las tradiciones religiosas'

    4. Le seculeRlzeclu coMo PRocESo DoBLFY COMPI,EMENTARIO DE APRENDIZAIE

    El pensamier-rto posmetafsico se caracteriza por sumoderacin en lo que concierne a lo tico y por laausencia de cualquier concepcin generalizante acer-ca de 1o que es una vida buena y ejemplar' Lo contra-rio sucede en las escrituras sagradas y las tradicionesreligiosas, en las que s har.r quedado articuladas, su-tihente recalcadas y rnantenidas vivas hermenuti-camente durante rr-rilenios, las intuiciones en lo cluese refiere a la cuipa y la redencin, a la posibilidad desalvacin en una vida que se percibe desesperante' Espor ello que en Ia vida de las comunidades religiosas'sien.rpre que eviten el dogn-ratismo y e1 moralismo'puecie rnantenerse intacto algo que en otros lugares

    se ha perdiclo y que no puede recuperarse slo conlos cor.rocimientos profesionaies de expertos. Me re-fiero a formas de expresin y de sensibilidad bien dife-renciadas frente a una vida fracasada, frente a patologas de la sociedad, frente al fracaso de una concercinde vida individual y frente a una vida deformada en sucor-rjur.rto. Esta asimetra en la pretensin epistrnicapern'rite iniciar en la fllosofia una disposicin a aprcn-der de la religin, y esto no por rnotivos funcionales,sino por motivos de contenido, de confbrmidad con elxito de sus procesos hegelianos, de aprendizaje.

    Es sabido que la mutua compenetracin de cristiu-nismo y metafisica griega no slo ha quedado reflejadaen la forma espiritual de 1a dogmrtica religiosa y en unahelenizacin del cristianismo que no en toclos 1os as-pectos ha supuesto una bendicin; tal interaccintambin ha favcrecido la apropiacin por parte de lafilosofia de contenidos genuinamente cristianos. Estalabor de apropiacin ha quedado plasrnada en entra-mados concertuales normativos de mucho peso, co-mo sucede en los conceptos de responsabiliclad, au-tonoma y justificacin; historia y memoria; reinicio,innovacin y retorno; etnancipacin y cumplinriento;c'lesprendimiento, interiorizacin y rnaterializacin;individualismo y comunidad. ts cierto que ha traus-fbrmado el sentido originalmente religiilso, pero no lo

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    ha vcia,tkr clevaIuhnclolo ni corlsullirinclolo. I-.ln ejenr-plo tlc r-'sta apnrriacin rlttc salvir el cr.rnferriclo originalseria la tradriccirin del htcho tlc rur: cl hr,.nrbre estii-reclo inraqen y serneianz.r dr: l)ios al concepto deigtral v al:soluta diqrti

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    5. Ccirro osRN sER LAS RELACIoNESENTRE CIUDADANOS REI-IGIOSOS Y SEGLARES

    Por un lado se ha forzado a 1a concicncia religiosa a unproceso de aclaptacin. Cada religin es en sLI origenuna uimagen del mundo, o ucomprehensive clclctrinc'tambin en el sentido de que reclama ser la autoridadque estructure totalmente una fbrma de vida. La reli-gin tuvo que renunciar a esta Pretensin cle tener e1n.ronopolio interpretativo y de total estructuracin dela vida a medida que la secuiarizacin del conocirierl-to, la neutralizrcin clel poder estatal y la libertad reli-giosa generalizada fueron irnponindose. Cor.r la sepa-rrcir.r funcional de subsistentas sociales se prodr-rcetan.rtin la separacin de la vida de l comunidid reli-giosa de su entorno social. El papel de miembro deuna comunidad religiosa qr-redir as selraraclo del papelde ciudaclano. Y ya que el Estado liberal precisa de lair.rtegracin poltica de lcls ciudadanos, rnis all clelsir-r.rprie motlus vivendl, es necesarit) que esta separracinde papeles no se reduzca r una nlera irdaptacin cog-nitiva del etlios religioso a lrs leyes in'rpuestas de 1asociedacl laica. Es rriis, el orden jurdico universalista yla moral social igualitaria tienett que estar insertadosprofundamente ctr el crfios social cle tal fbrrna que eluno suria del otro con consistencia. Para esta insct'-

    cin |ohn Rawls utiliz la imagen del mdulo: estemdulo de justicia universal debe encajar en los res-pectivos contextos de razonamiento ortodoxos, aun-que haya sido creado con la ayuda de razonamientosneutrales en lo que respecta a la cosntovisin.s

    Esta expectativa normativa del Estado frente a lascomunidades religiosas coincide con los propios inte-reses c1e estas comunidades en tanto que las permiteinfluir a travs de la opinin poltica pblica en el con-junto de la sociedad. Sin duda es cierto que las conse-cuencias de esta tolerancia no estn repartidas sim-tricamente entre creyentes y no creyentes, tal y comose pone de manifiesto en la legislacin ms o menosliberal sobre el aborto; rero tarnbin hay qr-re recono-cer que la conciencia laica paga un precio por gozar dela libertad negativa que representa la libertad de culto.De sta, de la conciencir laica, se espera que se ejercite s misma en un trato reflexivo con los lmites de iaIlustracir.r. El concepto de tolerar.rcia en sociedadespluralistas concebidas liberalmente no slo consideraque los creyentes, en su trato con no creyentes y concreyentes de distinta cor.rfesin, son cal,aces de reco-nocer qLle lgicamente siernpre va a existir cierto tipode disenso, sino clue por otro lado tambin se espera la

    s j. l{u'ls, lirrlis rtto polti'Lt, cr, i\lrico, r9s5, pp. -16 y ss.

    L

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    lurisra cpacidad cie rectt-tttcitrtienlo --cn el nlarco deuna cultura poltica iiberal- de los no creyelltes en sutrato con los creycrrtes. Pal'a el ciudaclantl sin sensibili-clad l-racia lo religioso esto no suPone cle rtirrgrn modor-rna obligircitin trivial, ),r (luc significa que debc deter-linar autocl'ticamente la reiaciort entrc f'e y cclttocinrienb clescie la rcrspectiva tle stt cotrocirtiento mun-dano. La expectati\/a cle la no coucordallcit cr-rtre f ,vconocimiettto se rlleretcc tan s(tlo cl preclicacl

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    Lo que cohesiona al mundoLOS FUNDAMENTOS MORALESv pREporrrcos DEL ESTADo LTBERAL*

    Iospn RarzrNcuRC\,

    EN ra aceleracin del ritmo de los desarrollos histri-cos que estamos viviendo aparecen, en mi opinin,dos factores que son particularmente sintomticos deuna evolucin que antes se daba con mucha ms lenti-tud. El primero es el surgimiento de una sociedad ciedimensiones mundiales, en la que los distintos pode-res polticos, econmicos y culturales son cada vezrns interdependientes y se tocan y se compenetran en

    La Acat'leuia Ctiilica cie llaviera, con sede en Mrrnich, orianizii el r9 deenero de zoo.1 un coloquio cn cl quc el pofeso Jiirgen Habermas -el cxronente ms corocido de la visiirn laicista del Estado y yo .ono represen-tantc dc la tadicin catlica cl/isica clebiamos presentir en brevcs poncncias nuestra visi(rn de los funcllmentos morales ilcl Estaclo. En el coloquioparticip un pblico escogido ilc filsolos, politlogos v te(rlogos inyjtadosa discutir iunto cor krs 1onentes sobre su exposicJn r,, rniis qtrc narla, sobre lapropir cuestin. Las dos confcrcncias se han publicaclo varirs veces. No obstante, ciaclo cue las cuestiooes irfrontdirs en aquel coloquio estn estecha-nrcnte unitlas a lils quc presentrros en este pequeo libro, se rcproducc dcnuevo irqu el texto.

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    sLls diversos rnbitos. El otro es el crecimiento de 1asposibilidades que tiene el hombre de producir y de des-truir, kr que plantea con lnayor hincapi de 1o hrbitualla cuestin del control jurdico y moral del pocler. Y porconsiguiente, la cuestin (dc mxima urger.rcia) de c-mo las culturas, al encontrarse. pueden hallar basesticas capaces de fundar adecurdamente la conviven-cia entre ellas y construir una estructura jurdica comr'lresponsable del control 1. clel ordenar.niento clel poder.

    Que el proyecto cle una tica mundial, propues-to por Hans Kng'haya encontrado tan amplio con-senso demuestra, en cualquier caso, que se trata deuna cuestin de gran actualidacl. Ello sigue siendovlido aun cuando se acepte la aguda crtica a dichoproyecto que formul Robert Spaemann,'ya que a losdos factores mencionados se aade un tercero: en elproceso del encuentro y cle Ia compenetracicin de lasculturas han saltado por los aires certezas ticas soste-niclas hasta ahora. La cuestin de qu es e1 bien, espe-cialrnente en el contexto prcscnte, y de por qu hayque realizarlo incluso en perjuicio prorio es una pre-gunta fur.rdamental todava sin resruesta.Mc parece obvio que la ciencia en cutttto tal no

    ' I I. KLlng, ).Por 4ttr; ttttu itiL'l tutdiul? Rtli,

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    y a su servicio est en las antpodas de la violencia,entendida sta como poder sin derecho y opuesto a 1.De ah que sea importante para cada sociedad que elderecho y su ordenamiento estn por encima de todasospecha, porque slo as puede desterrarse la arbitra-riedad y se puede vivir la libertad como libertad com-partida. La libertad carente de derecho es anarqua por tanto, es la destruccin de la libertad. El recelocontra el derecho y la rebelin contra l reaparecern sise percibe que el derecho es un producto del arbitrio,un criterio establecido por los que tienen el poder y nola expresin de una justicia al servicio de todos.La misin de colocar el poder bajo el escudo delderecho nos plantea la siguiente cuestin: cmo naceel derecho y cmo clebe elaborarse para que sea vehcu-1o de.justicia y no el privilegio de establecer Io que esjusto por parte de los que tienen el poder? Por unaparte nos preguntamos cmo se forma el derecho,pero por otra tambin cul es su criterio. Que el de-recho no debe ser el instrumento de poder de unospocos, sino expresin del inters comn de todos, pa-rece, al menos de entrada, un problema resuelto me-diante los instrumentos de la formacin democrticadel consenso, ya que todos participan en el nacimien-to del derecho, y por tanto el derecho es de todos ycomo ta1 puede y debe ser observado. En efecto, la

    garanta de la participacin en la formacin del dere-cho y en Ia justa administracin del poder es la raznesencial a favor de la democracia como la ms adecua-da de las formas de ordenamiento poltico.

    Sin embargo, me parece que queda an otra cues-tin. Puesto que es difcil encontrar la unanimidadentre los hombres, la formacin democrtica del con-senso no tiene como instrumentos indispensables msque la delegacin, por un lado, y por otro la decisinde la mayora. De ah se deriva la importancia de lacuestin sobre los distintos ordenarnentos que para lasmayoras se pueden pedir. Pero tambin las mayoraspueden ser ciegas o injustas. La historia da buena prue-ba de ello. Se puede seguir hablando de justicia y dederecho cuando, por ejemplo, una mayora, incluso sies grande, aplasta con leyes opresivas a una minorareligiosa o racial? Por tanto, con el principio mayori-tario queda siempre abierta la cuestin de las basesticas del derecho, Ia pregunta de si hay o no algo queno puede convertirse en derecho, es decir, algo que essiempre injusto de por s, o viceversa, si hay algo quepor naturalez-a es siempre indiscutiblemente, segn elderecho, algo que precede a cualquier decisin de lamayora y que debe ser respetado por ella.

    La poca moderna ha dado una formulacin es-table a dichos elementos normativos en las distintas38 39

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    declaraciones de los derechos del hombre, sustrayn-dolos al juego cle las rnayoras. En 1a conciencia rctualnos podemos contentar con la evidencia interrla dedichos valores. Pcro ser.r.rejante reduccin de la cues-tin tiene tambin un cartcter filosflco. Hay valorespermanentes que brotan de la naturrleza del l.ron.rbre yque, por tanto, son intocables en todos los que purti-cipan de dicha naturaleza. 1'endremos que volver clenuevo sobre el alcrnce de una concepcicin de este tipo.sotre todo porque no todas las culturrs reconocenhoy esta evidencia. El Islam ha fbrmulado un catlogopropio de derechos humanos distinto del occidental.La China actual lleva ciertrmente la improrlttr de unaforrna cultural nacicla en Occidente, e1 nlarxismo;pero, clue yo sepa, se plantea de todos modos la pre-gunta de si los derechos humanos no solt r.ltra inven-cin propiamente occidental clue hay que cuestiorrar.

    2. NUEVAs I-oRMAS DE PODERY NUEVAS CUE,STIONES SOBRE SU E]ERCICiOCuando se tratr de la relacin entre pocler y derecho 1'de las fuentes del clerecho, hay que rnaliz-ar tanlbin elfenmeno del poder en s ntismo. N.-o es nri intencintratar de definir la naturrleza del proder en cuanto tal;

    ms bien quisiera esbozar los desafos que brotan delas nuevas formas de poder que se han desarrollado enlos ltimos 5o aos. En la primera parte de la segundaposguerra predomin el miedo ante el nuevo poder dedestruccin que haba surgido con Ia invencin de labomba atmica. El hombre se vio de repente con capa-cidad no slo para destruirse a s mismo, sino tan.rbin ala tierra. De ah naci la pregunta sobre qu mecanis-mos polticos hacen falta para evitar esta destruccin.Cmo se pueden hal1ar mecanismos de este tipo y c-mo pueden ser eficaces? Cmo se pueden desencade-nar fuerzas ticas capaces de plasmar dichas formaspolticas y de hacerlas eficaces? Durante largo tiempo,lo que nos salv de los horrores de una guerra nuclearfte, de facto, la rivalidad entre bloques de poder con-trapuestos, as como el miedo a provocar, con la des-truccin del otro, tambin la propia destruccin. Lalimitacin recproca de los poderes y el miedo a su-cumbir resultaron ser fuerzas de salvacin.

    Ahora 1o que nos atormenta ya no es tanto el mie-do a un gran conflicto, cuanto el miedo ante un terroromnipresente capaz de golpear y actuar en todas par-tes. Como se ve, el hombre no necesita un gran con-flicto para hacer el mundo inhabitable. Los poderesannimos del terror, que pueclen estar presentes pordoquier, son tan fuertes que persiguen a cada uno has-

    4o 41

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    ta dentro de su cotidianidad; y nos hallamos ante laamenaza de que unos criminales puedan tener accesoa los grandes potenciales de destruccin y hagan queel mundo se precipite en el caos, fuera de los ordena-mientos polticos.

    De ah que se haya desplazado ia cuestin del de-recho y del ethos: en qu fuentes se alimenta el terror?Cmo poclernos llegar a eliminar desde dentro estanueva enfermedad de Ia hurnanidad? En este sentidoes inquietante que el terror se est otorgando en ciertomodo una legitimacin mora1. Los mensajes de BinLaden presentan el terror como la respuesta de ios pue-blos dbiles y oprimidos por la arrogancia de los pode-rosos, como el justo castigo a su presuncir.r, a su blas-fmo despotismo y 1 su crueldad. Estas motivacioues,evidentemente, son convincentes para los que se en-cuentran en determinadas situaciones sociales y pol-ticas. La accin terrorista es presentada tambin comodefensa de la tradicin religiosa contra la impieclad de1a sociedad occidental.

    En este momento aflora una cuestin sobre la quetenclremos que volver: si el terrorismo se nutre tam-bin de fanatismo religioso -y 1o hace-, es la reli-gitin una luerza de curacin y de salvacin, o no serms bien un poder arcaico y peligroso que construye fal-sos universaiisrnos ir-rducienclo a la intolerancia y al

    error? No debera ponerse la religin bajo tutela de larazn y dentro de unos lmites adecuados? Natural-mente nos deberamos entonces cuestionar quin 1opuede hacer y cmo. Pero queda la pregunta general:es verdad que la gradual eliminacin de la religin, susuperacin, se ha de considerar como progreso nece-sario de la humanidad, capaz de permitirle hallar elcamino de la libetad y de la tolerancia universal?Mientras tanto asoma otra forma de poder que aprimera vista parece puramente benfico y digno detoda aprobacin, pero que en realidad podra conver-tirse en un1 nueva amenaza para el hombre. EI hom-bre es ya capaz de hacer hombres, de producirlos, poras decir, en probeta. El hombre se convierte en unproducto, y de esta suerte 1a relacin del hombre con-sigo mismo carnbia radicalmente. No es ya don de lanaturaleza o del Dios creador; es un producto fabri-cado por l mismo. El hombre ha descendido al fondode ia fuente del poder, a las fuentes de su propia exis-tencia. Ahora la tentacin de construir el hombre per-fecto, la tentacin de hacer experimentos con el hom-bre, la tentacin de considerar a los hombres comobasura y de deshacerse de ellos no son ya fantasas demoralistas hostiles al progreso.

    Antes haba surgido Ia cuestin de si hay que con-siderar la religin como una fuerza moral positivar;43

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    ahora debe surgir la duda sobre la fiabilidacl cle la ra-zn. Al fin y al cabo, la bon.rba atrnica es un productode la razn; al fin y al cabo, tambin la produccin y laseleccin de hombres har.r sido creadas por la razn.En ese caso, no habra que poner ala raz.n bajo ob-servacin? Pero por medio de quin o de qu? O nodeberan quiz circunscribirse recprocamente la reli-gin y la razn, mostrarse una a otra los respectivosImites y ayudarse a encontrar el camino? Y aqu aso-ma de nuevo la cuestin de cmo en una sociedad dedimensiones mundiales, con sus mecanismos de po-der y sus fuerzas incontrolables, con sus distintas con-cepciones del derecho y de la morai, se puede encon-trar una evidencia tica eficaz que tenga suficientefuerza de motiyacin y que sea capaz de responder alos desafos mencionados y ayudar :r superarlos.

    3. Pnrsurursros DEr. DERECHo:DERECHo, NATURALEzA, naz(tN

    Echemos primero un vistazo a situaciones histricasclLle, en la medida de lo posible, sean comparables conIa nuestra. Siempre ffrerece la pena pararse a recordarque la Grecia antigua tambin tuvo sLl propia llustra-cin, que la validez del derecho fundado en las religio-

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    nes tradicionaies perdi su evidencia y fue necesanoindagar sobre razones ms profundas del derecho. Assurgi la idea de que frente al derecho establecido, quepoda ser injusto, deba existir un derecho qlre proce-diese de la naturaleza, cle la esencia del hombre. Setuvo qlre descubrir este derecho adecuado para corre-gir los defectos del derecho positivo.

    Ms cercano nos resulta examinar la doble fractu-ra qLle se produjo en la conciencia europea al comien-zo de la poca rnoderna y que sent las bases de unanueva reflexin sobre el contenido y los orgenes delderecho. En primer lugar est el desbordamiento delas fronteras del mundo cristiano europeo que se lleva cabo con el descubrirniento de Amrica. En ese mo-mento tuvo lugar el encuentro con pueblos ajenos alentramado de la fe y el derecho cristianos, que hastaentonces haba sido para todos origen y modelo delderecho. En el terreno jurdico no haba nada en co-r.nrn con aquellos pueblos. Pero eso significaba que ca-recan de leyes -tal como algunos afirmaron actuan-do en consecuencia-, o bien exista un derecho porencima de todos los sistemas jurdicos, que muestraque los hombres son hombres y los une entre s? Anteesta situacin, Francisco de Vitoria desarroll unaidea que ya exista, Ia idea del ius gentium, el ndere-cho de los pueblosr, donde Ia palabra pueblos se asocia

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    a la idea de paganos, de nno cristianos. Se tratacle una concepcin del derecho como algo previo a laconcrecin cristiana del mismo, y que debe regularla justa convivencia entre todos los pueblos.

    La segunda fractura se produjo dentro de la mis-ma cristiandad debido al cisma que dividi la comu-nidad de los cristianos en diversas comunidades con-trapuestas entre s, a veces de modo hostil. Y de nuevofue necesario desarroliar una nocin de derecho pre-via al dogma, una base jurdica mnima que no se apo-yase en la fe sino en la naturaleza, enla razn humana.Hugo Grocio, Samuel von Pufendorf y otros elabora-ron la idea del derecho natural como derecho de larazn, que valora la razn como el rgano de la cons-truccin de un clerecho comn por encima de las fron-teras de la fe.El derecho natural ha seguido siendo -sobretodo en ia Iglesia catlica- el argumento con el cualse apela alarazn comn en el dilogo con la sociedadlaica y con las dems comunidades religiosas y se bus-can las bases para un entendimiento sobre los princi-pios ticos del derecho en una sociedad laica y plura-lista. Pero este instrumento, por desgracia, ha dejadode ser fiable, y por eso en esta conversacin ma noquiero basarme en 1. La idea del derecho natural pre-supona un concepto de naturaleza en el que la natu-

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    ralezaylarazn se entrelazaban y en el que la natura-leza misma era racional. Al prevalecer la teora de laevolucin, esta concepcin de la naturaleza se ha que-bradc: la naturaleza en cllanto tal no es 6i6l

    -5snos dice- aLrnque haya en ella comportamientos ra-cionales; ste es el diagnstico evolucionista, eue hoyen da parece indiscutible.r De las distintas dimensio-nes del concepto cie naturaleza en que se basaba origi-nariamente el derecho natural, slo ha quedado Ia queUlpiano (a comienzos del siglo rrr d.C.) formulaba conesta expresin; Ius naturae est, qLtod naturd omnin ani-malia docet (El derecho natural es aquel que la natu-raleza ensea a todos los animales).0 Pero esto no bas-ta para nuestra indagacin, que no se refiere a todos losanimalia, sino a las cuestiones especficamente huma-

    j La erpresirin rrs iurrrcsionirnte de csta filosolla dc la evoltrcirin, todr'iadonrinantc aunque coD ciertos aiustcs, sc cncueDtra en l. lVlonod, El ttztr y lailcLr,sidad, Iusquct, Barcclona, 1993. Para Lr clistincirin cntrc los rcsulttcloscientficos propianrcrtc dichos 1'la fiJosofia qttc los ilcorrpira, cl. R. funkt'r,S. Scherer (comps.), Lvtlttiru. Ein kriLiscfu:s Lclcl, Wcvcl, r9t34a. Sobre iatliscusin en torno a la filosofa que lcompaa a h tcora dc l evolucitlrn:f . I{atzinger, Ft,, *, nlad y to l ta t t c ia, Siuemc, Salatnalca, zott5.r Solre lrs tres dinensiont's dcl dcrecho ntural meclicval (dinimica delscr en gencral, oricntaci lc'la nrtur;rleza cinrn hontbres y a animaltslUJpianol 1-orientacirin espccifica dc l ntur;rleza racional dcl hombre)rf. l;rs observaciones fcrrulaclirs en cl articulo

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    nas, que han surgido de la razn del hombre y que nopueden resolverse sin recurrir alarazn-

    El ltimo elemento que ha quedado del derechonatural (que, cn el fondo, pretenda ser un derecho ra-cional, por Io menos en la modernidad) son los dere-chos humanos, los cuales no son comprensibles si no seacepta previamente que el hombre por s mismo, sim-plemente por su pertenencia a la especie humana, essujeto de derechos, y su existencia misma es portadorade valores y normas que hay que descubrir, no queinventar. Quizs hoy habra que complementar la doc-trina de los derechos humanos con una doctrina delos deberes y los lmites del hombre, y esto podra ayu-clar a replantear en otros trminos la cuestin de sipuede existir una razn de la naturaleza y por consi-guiente un derecho de la razn aplicable al hombre y asu lugar en el mundo. Esta cuestin habra que afron-tarla e interpretarla a escala intercultural. Para los cris-tianos tiene que ver con Ia creacin y el Creador. En elmundo hind correspondera al concepto de dharma,la ley interna del ser, y en la tradicin china, a las ideasy a los mandatos celestiales.5

    j Es obvio clue cl cotrcepto de naturrleza v de ley ratural basado en la fecn I)ios (lrcaclor cs rrrtfitndirtnentc distillto del concepto de ley universal delser expresaclo ctr el cotrcelrto dcl 7lrna y tamllin cle] uuniversaljsnlo' chinoPero precisamente csta clivcrsidacl clcbe prortlcirr el cliiilogo.

    4. LA INTERCULTURALIDADY SUS CONSECUENCIAS

    Antes de llegar a alguna conclusin quisiera ahondaralgo ms en lo que acabo de indicar. Me parece quehoy es indispensable la dimensin intercultural paraplantear Ia discusin sobre las cuestiones fundamenta-les acerca del hombre, que no se puede entablar pura ysimplemente entre cristianos ni nicamente dentro dela tradicin racionalista occidental. E,s cierto que am-bas perspectivas consideran como universal su auto-comprensin , y quiz, de iure,lo sea. Sin embargo, defacto, deben reconocer que slo son aceptadas e inclu-so comprensibles en determinados sectores de la hu-manidad. Aunque tambin es verdad que el nmerode las culturas concurrentes es mucho ms limitado de1o que a primera vista pudiera parecer.

    Es importante sobre todo tener en cuenta quedentro de los distintos mbitos culturales ya no hayuniformidad; todos estn marcados por tensionesradicales en el seno de su propia tradicin. En Occi-dente esto salta a la vista. Y aunque la cultura laicarigurosamente racional -que Habermas nos acaba deilustrar con eficacia- ocupa un papel preponderantey se concibe a s misma como el elemento unificador,Io cierto es que Ia comprensin cristiana de la realidad

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    sigue siendo una fuerza activa. A veces estos dos polosopuestos estn ms cerca o ms lejos entre s y nrs omenos dispuestos a aprender el uno del otro o a recha-zarse recprocamente.

    Tambin el mbito cultural islmico se caracterizapor tensiones semejantes, y presenta un arco muy am-plio que va desde el absolutismo fantico de un BinLaden hasta posiciones abiertas de racionalidad tole-rante. El tercer gran mbito cultural, el indio, o, msexactamente, los mbitos culturales del hinduismo y elbudismo, estn tambin sujetos a tensiones parecidas,aunque no tan drsticas, al menos tal como las vemosnosotros. Tambin estas culturas se hallan expuestastanto a la pretensin de la racionalidacl occidental co-mo a la fe cristiana, que las interpela: ambas estn pre-sentes en sus mbitos y asimilan tanto la una como laotra de modos distintos, aunque sin dejar de mante-ner su propia identidad. Completan el panorama lasculturas tribales africanas y tambin las culturas triba-1es latinoamericanas, incitadas por ciertas teologascristianas. stas ponen en cuestin la racionalidad occi-dental, pero tambin Ia pretensin universal de la reve-lacin cristiana.

    Qu se deduce de todo esto? En primer lugar, meparece, una falta de universali dad de facto de las dosgrandes culturas de Occidente, la cultura de la fe cris-I| 50

    tiana y la de la racionalidad laica, por ms que ambas,cada una a su modo, influyan en todo el mundo y entodas las culturas. En este sentido la cuestin del cole-ga de Tehern citada por Habermas me parece de par-ticular importancia: a saber, si, desde ei punto de vistade la comparacin de culturas y de Ia sociologa de lareligin, la secularizacin europea no sera un caminoparticular que necesita revisin.6 Yo no reducira enabsoluto la cuestin, al menos no necesariamente -talcomo hicieron Carl Schmitt, Martin Heidegger yLvi-Strauss-, a la situacin europea, cansada, por as de-cirlo, de la racionalidad. Lo cierto es que nuestra ra-cionalidad laica, por ms que pueda parecer evidente anuestra razn educada al estilo occidental, no es com-prensible para toda ratio, en el sentido de que, comoracionalidad, encuentra lmites en su intento de hacer-se inteligible. De hecho, su evidencia est ligada a de-terminados mbitos culturales, y debe reconocer que,tal como es, no es reproducible en el conjunto dc lahumanidad y, en consecuencia, tampoco puede serplenamente operativa a escala giobal. En otras pala-bras, no existe la frmula universal racional o tica o

    t'Halermas habr metrcionado en su cont-erencia esta observacin de uncolega de Tcheriin, pcro la haba rcchazaclo inclu.vrclola cl la linea de pcn-samicnto de (1. Schnritt, lvl. Heiclegger y Lr'i-Strauss. La conicrcrcia deFlabermas sc ptrblic et Zur Db.rfrc, nn. -14, 2oo4, n 1, PP.2 :+.

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    religiosa en la que todos puedan estar de acuerdo y enla que todo pueda apoyarse. Por eso misrno la llamadautica mundial sigue siendo una abstraccirin.

    5. CoNcr-usroNrsQu hacer, entonces? En cuanto a ias consecuenciasprcticas, estoy en gran parte de acuerdo con 1o que haexpuesto Habermas sobre la sociedad postseculariza-da, sobre la disponibilidad para aprencler y sobre Iaautolimitacin por ambas partes. Para terminar, po-dra resumir mi visin personal en dos tesis.. Hemos visto que en la religin hay patologtts alta-mente peligrosas que hacen necesario considerar la luzdivina de la razn como una especie de rgano de con-trol por el que la religin debe dejarse purificar y regu-lar una y otra vez, cosa que ya pensaban los Prdres cle IaIglesia.; Pero nuestras consideraciones han puestotairbin de manifiesto (y la humanidad ho en gene-ral, no se da cuenta de ello) que tambin hay patolo-gas cle la razn, ttna hybris de [a razn qlle no es menospeligrosa; n-rs an, si se considera su ef-ectividad po-

    ; He tratacio de ilustrarlo mejor en m i librr 1'c, verdot.l t tol.t'r ncn. 1,. , ir.:rJ. tanbin N4. Fcdrorvicz,,tpobgrt, im li iihetr (lltristttttt.urt, Schiining,2oolr.

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    tencial es todava ms amenazaciora: la bomba atmi-ca, el ser humano entendido como producto. Por esotambin a la razn se le debe exigir a su vez que re-corlozca sus lrnites y que aprenda il escuchar a lasgrandes tradiciones religiosas de ia humanidad. Si seemancipa totalmente y renuncia a dicha disposicin aaprender, si renuncia a la correiacin, se vuelve des-tructiva. Kurt Hbner ha expresado recientementeesta exigencia diciendo que una tesis de este tipo nosignifica un inmediato retorno a la fer, sino que deeste modo unos liberamos cle la idea enormemente fal-sa de que la fe ya no tiene nada que decir al hombre deho pues contradice su concepto hun-ranista de razn,racionalidad y libertad.E Por ello, yo hablara de unacorrelacin necesaria de razn y fe, de razn y reli-gin, que estn llamadas a depurarse y regenerarse re-cprocamente, que se necesitan mutuamente y debenreconocerlo.z. Esta regla bsica debe hallar una concrecin en e1contexto intercultural presente. Sin duda, los dosagentes principales en esta correlacin son la fe cristia-na y Ia racionalidad occiderttal laica. Esto se puede y sedebe deci sin caer eu un falso eurocentrisnto. An-rbas

    s K. IfLil)DCr, l): C.ltristcttLttttt iDt \\'tttstrL:il dcr lVcltrll1qioren, ,\'lohrSiehcck, Tubinga. ro0-], p. 14E.

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    caracterizan la situacin mundial como ninguna otrafuerza cultural. Pero ello no significa que nos pocla-mos desentender de las dems culturas como si fueranvna quantit ngligeable. sta sera una forma de hybrisoccidental que pagaramos muy caro, y en parte ya loestamos haciendo. Es importante que los dos grandescomponentes de la cultura occidental estn dispuestosa escuchar y desarrollen una autntica correlacin tam-bin con esas culturas. Es importante darles voz en elintento de una autntica correlacin polifnica en laque se abran a la esencial relacin complementaria derazn y fe, de modo que pueda crecer un proceso uni-versal de purificacin en el que al final puedan res-plandecer de nuevo los valores y las normas que encierto modo todos los hombres conocen o intuyen, yas pueda adquirir nueva fuerza efectiva entre los hom-bres 1o que cohesiona al mundo.

    Entre razn y religin, de Jrgen Habermers yfoseph Ratzinger, se termin dc imprirniry encuadernar en iunio de zooS en Impreso-ra y Encurdernadora Progreso, S. A. de C. V.(rsps,q.), Calzacla San Lorenzo, 24,+; o98loN{xjco, D. F. En su composicin, claboradaen el l)epartamento de Integracin Digital deltt r pt:r Yolatt,lt Morolcs G,tlvatt. \c u\Jron tifu\Minion de 16, 10:14 y 9:14 puntos. I-a edicin,al cuidado de laver Ledesma, consta de 7 oooejcmplares en rsticr y 3 ooo empastados.

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