gelman final[1][1]

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    Piedras 547, piso 1 (C1070AAK)

    Buenos Aires, Argentinatel/fax (+5411) 4334-4200www.cels.org.ar

    Juan Gelman

    Discurso completo pronunciado alrecibir el premio Cervantes

    23 DE ABRIL DE 2007

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    Majestades, Seor Presidente del Gobierno, Seor Ministro de Cultura, Seor Rector de laUniversidad de Alcal de Henares, autoridades estatales, autonmicas, locales y acadmicas,amigas, amigos, seoras y seores:

    Deseo, ante todo, expresar mi agradecimiento al jurado del Premio de Literatura en LenguaCastellana Miguel de Cervantes, a la alta investidura que lo patrocina y a las instituciones quehacen posible esta honrossima distincin, la ms preciada de la lengua, que hoy se me otorga.Mi gratitud es profunda y desborda lo meramente personal. En el ao 2006 se galardon coneste Premio al gran poeta espaol Antonio Gamoneda y en el 2007 lo recibe tambin un poeta,

    esta vez de Iberoamrica. Se premia a la poesa entonces, que es como una doncella tierna yde poca edad y en todo extremo hermosa para don Quijote, doncella que, dice Cervantes enViaje del Parnaso,puede pintar en la mitad del dala noche, y en la noche ms escurael alba bella que las perlas craEs de ingenio tan vivo y admirableque a veces toca en puntos que suspenden,por tener no se qu de inescrutable.

    A la poesa hoy se premia, como fuera premiada ayer y aun antes en este histrico Paraninfodonde voces muy altas resuenan todava. Y es algo verdaderamente admirable en estos

    Drftiger Zeite, estos tiempos mezquinos, estos tiempos de penuria, como los calificabaHlderin preguntndose Wozu Dichter, para qu poetas. Qu hubiera dicho hoy, en unmundo en el que cada tres segundos y medio un nio menor de cinco aos muere deenfermedades curables, de hambre, de pobreza? Me pregunto cuntos habrn fallecido desdeque comenc a decir estas palabras. Pero ah est la poesa: de pie contra la muerte.

    Safo habl del bello huerto en el que un agua fresca rumorea entre las ramas de losmanzanos, todo el lugar sombreado por las rosas y del ramaje tembloroso el sueo descenda,Mallarm conoci la desnudez de los sueos dispersos, Santa Teresa recoga las imgenes ylos fantasmas de los objetos que mueven apetitos, San Juan bebi el vino de amor que slouna copa sirve, Cavalcanti vio a la mujer que haca temblar de claridad el aire, Hildegarda de

    Bingen llor las suaves lgrimas de la compuncin, y tanta belleza cargada de msvida causael temblor de todo el ser. No ser la palabra potica el sueo de otro sueo?

    Santa Teresa y San Juan de la Cruz tuvieron para m un significado muy particular en el exilioal que me conden la dictadura militar argentina. Su lectura desde otro lugar me reuni con loque yo mismo senta, es decir, la presencia ausente de lo amado, Dios para ellos, el pas delque fui expulsado para m. Y cunta compaa de imposible me brindaron. Ese es un destinoque no es sino morir muchas veces, comprobaba Teresa de Avila. Y yo mora muchas veces

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    y ms con cada noticia de un amigo o compaero asesinado o desaparecido que agrandaba laprdida de lo amado. La dictadura militar argentina desapareci a 30.000 personas y cabesealar que la palabra desaparecido es una sola, pero encierra cuatro conceptos: elsecuestro de ciudadanas y ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparicin desus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto. El Quijote me abra entonces manantialesde consuelo.

    Lo le por primera vez en mi adolescencia y con placer extremo despus de cruzar, no sinesfuerzo, la barrera de las imposiciones escolares. Me acuciaba una pregunta: cmo habr

    sido el hombre, don Miguel? Conoca su vida de pobreza y sufrimiento, sus crceles, sucautiverio en Argel, su Lepanto, los intentos fallidos de mejorar su suerte. Pero l, quin era?Relea el autorretrato que traz en el prlogo de las Novelas Ejemplares: Este que veis aqu,de rostro aguileo, de cabello castao, frente lisa y desembarazada, que nada me deca, salvola mencin de sus alegres ojos. Comprend entonces que l era en su escritura. Me interno enella y an hoy creo a veces escuchar sus carcajadas cuando acostaba al Caballero de la TristeFigura en el papel. Slo quien, desde el dolor, ha escrito con verdadero goce puede dar a suslectores un gozo semejante. Cmico es el rostro de la tragedia cuando se mira a s misma.

    Declaro que, en verdad. quise recorrer ante ustedes, con ustedes, los trabajos de Persiles ySigismunda, o la locura quebradiza del licenciado Vidriera, o compartir la nueva admiracin y lanueva maravilla del coloquio de los perros, o el combate verdaderamente ejemplar entre los

    poetas malos y los buenos que tiene lugar en Viaje del Parnaso y en el que cualquier buenpoeta poda caer herido por un psimo soneto bien arrojado. Pero tal como la lmparaalimentada a querosn que los campesinos de mi pas encienden a la noche y alrededor de lacual se sientan a cenar, cuando hay, y luego a leer, cuando hay y cuando hay ganas, y a la quemosquitos y otros seres alados acuden ciegos de luz y la calor los mata, as yo, encandiladopor don Alonso Quijano, no puedo sustraerme a su fulgor.

    Muchas plumas hondas y brillantes han explorado los rincones del gran libro. Por eso,parafraseando al autor, declaro sin irona alguna que, con seguridad, este discurso carece deinvencin, es menguado de estilo, pobre de conceptos, falto de toda erudicin y doctrina. Slohablo como lector devoto de Cervantes, pero quin puede describir los territorios del asombro.Con mucha suerte y perspicacia, es posible apenas sentarse a la sombra de lo que siempre

    calla.

    Cervantes se instala en un supuesto pasado de nobleza e hidalgua para criticar las injusticiasde su poca, que son las mismas de hoy: la pobreza, la opresin, la corrupcin arriba y laimpotencia abajo, la imposibilidad de mejorar los tiempos de penuria que Hlderlin nombr. Seburla de ese intento de cambio y se burla de esa burla porque sabe que jams ser posibleterminar con la utopa, recortar la capacidad de sueo y de deseo de los seres humanos.Cervantes invent la primera novela moderna, que contiene y es madre de todas las

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    novedades posteriores, de Kafka a Joyce. Y cuando en pleno siglo XX Michel Foucaultencuentra en Raymond Roussel las caractersticas de la novela moderna, stas: el espacio, elvaco, la muerte, la transgresin, la distancia, el delirio, el doble, la locura, el simulacro, lafractura del sujeto, uno se pregunta qu? No existe todo eso, y ms, en la escritura deCervantes?

    Su modernidad no se limita a un singular universo literario. La ms humana es un espejo en elque podemos an mirarnos sin deformaciones en este siglo XXI. Dice Don Quijote: Bien hayanaquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados

    instrumentos de la artillera a cuyo inventor tengo para m que en el infierno se le est dando elpremio de su diablica invencin, con la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite lavida a un valeroso caballero, y que sin saber cmo o por dnde, en la mitad del coraje y broque enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmandada bala (disparada de quienquiz huy y se espant del resplandor que hizo el fuego al disparar la maldita mquina) ycorta y acaba en un instante los pensamientos y la vida de quien la mereca gozar luengossiglos.

    Desde el lugar de presunto caballero andante quejoso de que las armas de fuego hayansustituido a las espadas, y que una bala lejana torne intil el combate cuerpo a cuerpo, DonQuijote destaca un hecho que ha modificado por completo la concepcin de la muerte enOccidente: es la aparicin de la muerte a distancia, cada vez ms segura para el que mata,

    cada vez ms terrible para el que muere. Pasaron al olvido las ceremonias pblicas yorganizadas que presida el mismo agonizante en su lecho: la despedida de los familiares, losamigos, los vecinos, el dictado del testamento ante los deudos. La muerte hospitalizada llegahoy con un cortejo de silencios y mentiras.

    Y qu decir de los 200.000 civiles de Hiroshima que el coronel Paul Tobbets aniquil desde laaltura apretando un simple botn. Piloteaba un aparato que bautiz con el nombre de sumadre, arroj la bomba atmica y despus durmi tranquilo todas las noches, dijo. Pocosconocen el nombre de las vctimas cuya vida el coronel haba segado. La muerte se ha vueltoannima y hay algo peor: hoy mismo centenares de miles de seres humanos son privados de lamuerte propia. As se da en Irak.

    Creo, sin embargo, como el historiador y filsofo Juan Carlos Rodrguez, que el Quijote es unagran novela de amor. Del amor imposible. En el amor se da lo que no se tiene y se recibe loque no se da y ah est la presencia del ser amado nunca visto, el amor a un mundo mshumano nunca visto y torpemente entrevisto, el amor a una mujer que no es y a una justiciapara todos que no es. Son amores diferentes pero se juntan en un haz de fuego. Y acaso noquisimos hacer quijotadas en alguna ocasin, ayudar a los flacos y menesterosos? Luchandocontra molinos de aspas de acero, que ya no de madera? Despanzurrando odres de vino envez de enfrentar a los dueos del dolor ajeno? En este valle de lgrimas, en este mal mundo

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    que tenemos -dice Sancho-, donde apenas se halla cosa que est sin mezcla de maldad,embuste y bellaquera?

    He celebrado hace dos aos, con ocasin de la entrega del Premio Reina Sofa de PoesaIberoamericana, mi llegada a una Espaa que no acepta las aventuras blicas y que rompeclausuras sociales que hieren la intimidad de las personas. Hoy celebro nuevamente a unaEspaa empeada en rescatar su memoria histrica, nico camino para construir unaconciencia cvica slida que abra las puertas al futuro. Ya no vivimos en la Grecia del siglo Vantes de Cristo en que los ciudadanos eran obligados a olvidar por decreto. Esa clase de olvido

    es imposible. Bien lo sabemos en nuestro Cono Sur.

    Para San Agustn, la memoria es un santuario vasto, sin lmite, en el que se llama a losrecuerdos que a uno se le antojan. Pero hay recuerdos que no necesitan ser llamados ysiempre estn ah y muestran su rostro sin descanso. Es el rostro de los seres amados que lasdictaduras militares desaparecieron. Pesan en el interior de cada familiar, de cada amigo, decada compaero de trabajo, alimentan preguntas incesantes: cmo murieron? Quines lomataron? Por qu? Dnde estn sus restos para recuperarlos y darles un lugar de homenajey de memoria? Dnde est la verdad, su verdad? La nuestra es la verdad del sufrimiento. Lade los asesinos, la cobarda del silencio. As prolongan la impunidad de sus crmenes y laconvierten en impunidad dos veces.

    Enterrar a sus muertos es una ley no escrita, dice Antgona, una ley fija siempre, inmutable,que no es una ley de hoy sino una ley eterna que nadie sabe cundo comenz a regir. Iba yoa pisotear esas leyes venerables, impuestas por los dioses, ante la antojadiza voluntad de unhombre, fuera el que fuera!, exclama. As habla de y con los familiares de desaparecidos bajolas dictaduras militares que devastaron nuestros pases. Y los hombres no han logrado an loque Medea peda: curar el infortunio con el canto.

    Hay quienes vilipendian este esfuerzo de memoria. Dicen que no hay que remover el pasado,que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar hacia adelante y no encarnizarse enreabrir viejas heridas. Estn perfectamente equivocados. Las heridas an no estn cerradas.Laten en el subsuelo de la sociedad como un cncer sin sosiego. Su nico tratamiento es laverdad. Y luego, la justicia. Slo as es posible el olvido verdadero. La memoria es memoria si

    es presente y as como Don Quijote limpiaba sus armas, hay que limpiar el pasado para queentre en su pasado. Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destitucin del pasadoen general, en realidad quieren la destitucin de su pasado en particular.

    Pero volviendo a algunos prrafos atrs: hay tanto que decir de Cervantes, de este hombre tanfuera del uso de los otros. De sus neologismos, por ejemplo. Salvo l, nadie vio a una personacaminar asnalmente. O llevar en la cabeza un baciyelmo. O bachillear. Don Quijote aprueba lacreacin de palabras nuevas, porque esto es enriquecer la lengua, sobre quien tienen poder el

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    vulgo y el uso. Hace unos aos ciertos poetas lanzaron una advertencia en tono casilegislativo: no hay que lastimar al lenguaje, como si ste fuera ro coagulado, como si lospueblos no vinieran lastimndolo desde que empezaron a nombrar. Cuando Lope dicesiempre maana y nunca maanamos agranda el lenguaje y muestra que el castellano vive,porque slo no cambian las lenguas que estn muertas. La lengua expande el lenguaje parahablar mejor consigo misma.

    Esas invenciones laten en las entraas de la lengua y traen balbuceos y brisas de la infanciacomo memoria de la palabra que de afuera vino, toc al infante en su cuna y le abri una

    herida que nunca ha de cerrar. Esas palabras nuevas, no son acaso una victoria contra loslmites del lenguaje? Acaso el aire no nos sigue hablando? Y el mar, la lluvia, no tienenmuchas voces? Cuntas palabras an desconocidas guardan en sus silencios? Hay millonesde espacios sin nombrar y la poesa trabaja y nombra lo que no tiene nombre todava.

    Esto exige que el poeta despeje en s caminos que no recorri antes, que desbroce lasmalezas de su subjetividad, que no escuche el estrpito de la palabra impuesta, que explorelos mil rostros que la vivencia abre en la imaginacin, que encuentre la expresin que les drostro en la escritura. El internarse en s mismo del poeta es un atrevimiento que lo expone a laintemperie. Aunque bien deca Rilke: [] lo que finalmente nos resguarda/es nuestradesproteccin. Ese atrevimiento conduce al poeta a un ms adentro de s que lo trasciendecomo ser. Es un trascender hacia s mismo que se dirige a la verdad del corazn y a la verdad

    del mundo. Marina Tsvetaeva, la gran poeta rusa aniquilada por el estalinismo, record algunavez que el poeta no vive para escribir. Escribe para vivir.