2. gelman pdf. desarrollo económico

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  • 8/19/2019 2. Gelman PDF. Desarrollo Económico

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    See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.net/publication/271780083

    Distribución de la riqueza y crecimientoeconómico. Buenos Aires en la época de Rosas

     ARTICLE  in  DESARROLLO ECONÓMICO · APRIL 2003

    DOI: 10.2307/3455915

    READS

    33

    2 AUTHORS:

    Jorge Gelman

    27 PUBLICATIONS  19 CITATIONS 

    SEE PROFILE

    Daniel Santilli

    University of Buenos Aires

    16 PUBLICATIONS  7 CITATIONS 

    SEE PROFILE

    Available from: Daniel Santilli

    Retrieved on: 09 March 2016

    https://www.researchgate.net/profile/Jorge_Gelman?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_7https://www.researchgate.net/profile/Jorge_Gelman?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_5https://www.researchgate.net/profile/Jorge_Gelman?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_5https://www.researchgate.net/profile/Jorge_Gelman?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_5https://www.researchgate.net/institution/University_of_Buenos_Aires?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_6https://www.researchgate.net/profile/Daniel_Santilli?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_5https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_1https://www.researchgate.net/profile/Daniel_Santilli?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_7https://www.researchgate.net/institution/University_of_Buenos_Aires?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_6https://www.researchgate.net/profile/Daniel_Santilli?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_5https://www.researchgate.net/profile/Daniel_Santilli?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_4https://www.researchgate.net/profile/Jorge_Gelman?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_7https://www.researchgate.net/profile/Jorge_Gelman?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_5https://www.researchgate.net/profile/Jorge_Gelman?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_4https://www.researchgate.net/?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_1https://www.researchgate.net/publication/271780083_Distribucion_de_la_riqueza_y_crecimiento_economico_Buenos_Aires_en_la_epoca_de_Rosas?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_3https://www.researchgate.net/publication/271780083_Distribucion_de_la_riqueza_y_crecimiento_economico_Buenos_Aires_en_la_epoca_de_Rosas?enrichId=rgreq-58398e2d-5d6b-4ea1-b472-0e89bde91ce2&enrichSource=Y292ZXJQYWdlOzI3MTc4MDA4MztBUzoyMjI4Mjc5NTAxNTM3MjlAMTQzMDEzNzczMTIyNQ%3D%3D&el=1_x_2

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    SEPARATA 

    Vol. 43 Abril- junio 2003 Nº 169 

    JORGE GELMAN Y DANIEL SANTILLI  

    DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y CRECIMIENTO ECONÓMICO. 

    BUENOS AIRES EN LA ÉPOCA DE ROSAS  

    • Publicación trimestral del 

    Instituto de Desarrollo Económico y Socia! Aráoz 2838 ♦ C1425DGT Buenos Aires ♦ArgentinaTeléfono: 4804-4949 ♦ Fax: (54 11)4804-5856

    Dirección electrónica: [email protected]  

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    Desarrollo Económico, vol. 43, N2 169 (abril-junio 2003) 

    DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y CRECIMIENTO ECONÓMICO. BUENOS

    AIRES EN LA ÉPOCA DE ROSAS 

    JORGE GELMAN* y DANIEL SANTILLI** 

    El crecimiento económico y su relación con la distribución de la riqueza y delingreso se ubican en el corazón de algunos debates de la historia económica1. Lapersistencia y el agravamiento de las desigualdades entre las distintas regiones del pla-neta, así como entre los distintos sectores sociales en el interior de la mayoría de lospaíses, no hace sino más urgente la búsqueda de respuestas sobre estos problemas.

    Una buena parte de los autores que se han ocupado de estos temas asocian lasetapas del despegue del crecimiento capitalista con un crecimiento de la desigual-dad, que en etapas posteriores tendió a moderarse, tanto por la dinámica de los mer-cados como por los conflictos sociales y la acción creciente de los estados. La hipó-tesis clásica en este sentido es la de Kuznets2, quien estableció una relación entre eldesarrollo económico y la desigualdad, que se refleja en una curva en forma de U in-vertida. Esta indica que inicialmente, en el despegue, crece la desigualdad más que pro-porcionalmente, pero una vez alcanzado un grado significativo de desarrollo, medidoen una renta per cápita alta, esta distancia decrece. Este enfoque parece cumplirseen ciertos contextos entre los siglos XVIII y XIX, sobre todo en la Inglaterra de la Revo-lución Industrial. Sin embargo es un tema que sigue generando intensos debates3.

    * Instituto Ravignani UBA-CONICET. [Dirección electrónica:

    Instituto Ravignani UBA. [Dirección electrónica: .  1 Ver por ejemplo una discusión reciente en Pierre-Noél GIRAUD: La desigualdad del mundo. Economía del

    mundo contemporáneo, FCE, México, 2000, o en Andrés SOLIMANO (comp.): Desigualdad social. Valores, creci-miento y el estado, FCE/EI Trimestre Económico, México, 2000. Un trabajo clásico es el de A.T. A TKINSON: TheEconomics Inequality, Claredon Press/Oxford, 1975. Para la Argentina hay diversos estudios referidos a perío-dos recientes como el de Susana TORRADO: Estructura social de la Argentina, 1945-1983, De la Flor, BuenosAires, 1992. Algunos desarrollos que muestran la actualidad del tema en Osear A LTIMIR y Luis BECCARIA: "El

    persistente deterioro de la distribución del ingreso en la Argentina", Desarrollo Económico, 40:160, Buenos Aires,2001, págs. 589-618. 2 S. KUZNETS: Modern Economic Growth, Yale Univ. Press, New Haven, 1966. 3 Los datos sobre Gran Bretaña se pueden ver en ATKINSON, ob. cit. Algunos autores señalan sus dudas

    sobre la magnitud de una evolución que tiende a disminuir las desigualdades planteando una mayor sofisticaciónde los sectores adinerados para ocultar partes crecientes de sus bienes a los ojos de un fisco cada vez másvoraz. Ver por ejemplo los trabajos incluidos en SOLIMANO, ob. cit. O la posición de GIRAUD, para quien lasmayores o menores desigualdades en los capitalismos no son derivados de la sola lógica económica de losmismos, sino sobre todo de la intervención de los estados. 

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    El caso de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX es interesante para

    discutir estas cuestiones. Por un lado conoce un crecimiento económico notable, quese pone de manifiesto en la rápida expansión de la frontera agraria, el crecimientodemográfico,-el crecimiento del stock ganadero y el de las exportaciones pecuarias.Si la teoría general se cumpliera, este despegue debería estar acompañado por 1 unacreciente desigualdad económica, que en el caso específico aparece corroboradapor casi toda la literatura. Esta además insiste en que la política de los gobiernos deBuenos Aires y en especial la de Rosas favorecieron esta tendencia a la desigualdadpor las políticas adoptadas (tanto las fiscales que gravaron centralmente el consumoy favorecieron a los exportadores, como los repartos de tierras del estado, las políti-cas tendientes al disciplinamiento de la mano de obra, etcétera, son señalados comolas pruebas de esta orientación4). Es decir que en este caso una tendencia económi-ca "natural" se vería reforzada por políticas de un estado dominado por ese sectorbeneficiario, los estancieros terratenientes.

    Sin embargo esta interpretación se complica porque el fenómeno de la expan-

    sión fronteriza y la relativa disponibilidad de tierras fértiles apuntan en un sentidoinverso. Los modelos más aceptados explican que esto favorece una tendencia a laigualdad social en un sentido expuesto hace más de un siglo para la frontera norte-americana por F. J. Turner 5. Sólo la implantación de sistemas de trabajo coercitivopodrían contrarrestar este fenómeno impidiendo el encarecimiento de la mano deobra que la oferta de tierra favorece. En este sentido las políticas adoptadas por losgobiernos de Buenos Aires se podrían interpretar como intentos de moderar los efec-tos adversos que las condiciones de frontera generaban para los grandes estancie-ros y terratenientes, sobre todo obteniendo ventajas que compensaran los altos cos-tos salariales que debían soportar.

    A pesar de la importancia del tema son pocos los trabajos que han encaradola cuestión de la distribución de la riqueza o los ingresos en la primera mitad delsiglo XIX.

    La mayoría de los trabajos que se ocuparon del período insistieron en la crecien-te desigualdad, tomando como eje demostrativo la disparidad en el acceso al usu-fructo de la tierra pública a través de la enfiteusis, o en la compra de la misma duranteel gobierno de Rosas6. Sin embargo en general no tomaron en cuenta la evolución dela propiedad ya privatizada, que en muchos casos tendió a una creciente fragmenta-

    4 Ver algunos trabajos citados en nota 6. 5 Aunque este modelo haya sido muy discutido, es aceptada la idea sobre la mayor Igualdad en las

    sociedades con oferta abundante de tierra, salvo que se desarrollen Instituciones coercitivas poderosas. Unresumen de los debates sobre TURNER en David J. WEBER y Jane M. RAUSCH (comp.): Where Cultures Meet.Frontiers in Latín American History. Wilmlngton, Scholarly Resources Inc., 1994. 

    6 Estos fueron temas repetidos por opositores políticos de la época y por la historiografía, desde uncombativo Sarmiento, pasando por los clásicos Oddone o Carretero y más recientemente Lynch o Azcuy Ameghlno.Ver Jacinto ODDONE: La burguesía terrateniente argentina, Buenos Aires, ed. Populares Argentinas, 1967; AndrésM. CARRETERO: "Contribución al conocimiento de la propiedad rural en la provincia de Buenos Aires", en BoletínRavignani, N913, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1970; John LYNCH: Juan Manuel de Rosas. Buenos

    Aires, Hyspamérica, 1986; Eduardo Azcuy AMEGHINO: El latifundio y la gran propiedad colonial rioplatense. Bue-nos Aires, F. García Cambelro, 1995. Estudios recientes matizan, aunque no modifican sustancialmente la visiónque teníamos sobre el reparto de la tierra, por ejemplo M. E. INFESTA: "Avance territorial y oferta de tierras públi-cas. Buenos Aires, 1810-1850", AnuariolEHS, 12, 1997, o J.C. GARAVAGLIA: "La propiedad de la tierra en la regiónpampeana", mlmeo. 

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    ción7, ni consideraron otras formas de acceso a la tierra que podían permitir un uso de

    la misma menos desigual que el que los títulos de propiedad indicaban. Tampocotuvieron en cuenta que la tierra no era el único indicador a considerar en un procesode expansión agraria que, al menos hasta mediados del siglo XIX, otorgaba en gene-ral más valor al ganado que a la tierra8. 

    En este sentido algunos trabajos recientes han tendido a matizar estas imáge-nes de desigualdad, considerando más seriamente las fuentes que permiten medirlo,así como incorporando elementos a la discusión que cuestionan esa imagen de pola-ridad social extrema, por ejemplo el tema de los salarios rurales, muy elevados en gene-ral, que ponen de manifiesto la necesidad de considerar otros factores que influyen ensentidos diversos sobre la distribución de la riqueza y los ingresos en esta época9. 

    Los trabajos que intentaron medir la distribución de la riqueza en este periodocon mayor rigor son los de J. C. Garavaglia y L. Johnson, basados en el análisis de losinventarios postmórtem de los pobladores de Buenos Aires. Estos estudios tendierona moderar la imagen sobre la desigual distribución de la riqueza en esta provincia,

    aunque ambos insisten en que durante el período que incluye la segunda goberna-ción de Rosas se produce un incremento de la desigualdad10. Garavaglia, conside-rando la zona rural de Buenos Aires entre fines del período colonial y mediados delsiglo XIX, encuentra un crecimiento desproporcionado de las mayores estancias en elperíodo más tardío. Por su lado Johnson, considerando la riqueza urbana y rural,encuentra un doble proceso: primero una disminución de la desigualdad entre 1800 y1830 (por la disolución de fortunas de tipo comercial en la década revolucionaria), y aposteriori un aumento de ese indicador, en medio de la expansión ganadera del perio-do rosista. De todos modos, concluye Johnson, esta creciente desigualdad no signi-fica índices más desfavorables que el de sociedades contemporáneas que se consi-deraban más igualitarias que la del Río de la Plata. 

    En este trabajo abordamos la cuestión de la distribución de la riqueza en la cam-paña de Buenos Aires utilizando una fuente muy distinta a la que utilizan estos dosautores, unos censos masivos de capitales realizados por el gobierno en 1839 a los

    efectos del cobro de un impuesto denominado Contribución Directa (en adelante CD). Antes de explicar las características de esta fuente y los métodos que emplea-

    mos para su estudio hay una cuestión de orden general que debe ser abordada. La  

    7 Por ejemplo Mariana CAÑEDO: Propietarios, ocupantes y pobladores. San Nicolás de los Arroyos 1600-1860, Mar del Plata, UNMP-GIHRR, 2000; Alejandra MASCIOLI: "Población y mano de obra al sur del Salado. Dolores en la primera mitad del siglo XIX", en Raúl O. FRADKIN, Mariana CAÑEDO y José MATEO: Tierra, población yrelaciones sociales en la campaña bonaerense (siglos XVIII y XIX), Mar del Plata, U. de Mar del Plata, 1999; oGuillermo BANZATO: "Análisis y comentario de fuentes para el estudio de la propiedad de la tierra en los partidosde Chascomús, Ranchos y Monte, 1779-1850", en Trabajos y Comunicaciones (2* época), Ns 25, La Plata, UNLP, 2001. 

    8 Ver Jorge GELMAN y Daniel V. SANTILLI: "Una medición de la economía rural de Buenos Aires en la épocade Rosas. Expansión ganadera y diferencias regionales", en Revista de Historia Económica, Madrid, XX: 1, 2000,pp. 81-107, o Juan Carlos GARAVAGLIA: "Un siglo de estancias en la campaña de Buenos Aires: 1751/1853",Hispanic American Histórica! Review, 79:4, 1999 (pp, 703-734). 

    9 Ver Jorge GELMAN: "Las condiciones del crecimiento estanciero en el Buenos Aires de la primera mitaddel siglo XIX. Trabajo, salarios y conflicto en las estancias de Rosas", en J. G ELMAN, J. C. GARAVAGLIA y B. ZEBERIO 

    (comp.): Expansión capitalista y transformaciones regionales. Relaciones sociales y empresas agrarias en la Argentina del siglo XIX. Buenos Aires, La Colmena - IEHS, 1999. 10GARAVAGLIA, "Un siglo...", ob. cit.; y Lyman L. JOHNSON: "The frontier as an Arena of Social and Economic

    Change", en Donna J. GUY y Thomas SHERIDAN (comp): Contested Ground. Comparative frontiers on the Northernand Southern Edges of de Spanish Empire. Tucson, The University of Arizona Press, 1998. 

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    78  JORGE GELMAN Y DANIEL SANTILLI 

    mayoría de los estudios contemporáneos sobre desigualdad se han centrado en la

    distribución de los ingresos o la renta de las personas o familias. Sólo unos pocos lohan hecho sobre las riquezas detentadas por las mismas. Este último es un enfoquemás común en los estudios para períodos más remotos, ya que las fuentes disponi-bles permiten medir con un poco más de precisión los bienes poseídos, siendo casiimposible determinar los ingresos. Esto plantea una cuestión interpretativa importan-te. Si bien es esperable que haya una relación entre la distribución de la riqueza enuna sociedad dada con las rentas que perciben sus integrantes, esta relación escompleja y a veces bastante distorsionada por una serie de factores. Normalmente lariqueza está bastante peor repartida que los ingresos. Tanto porque la mayoría dequienes no poseen ninguna o casi ninguna riqueza perciben ingresos en forma desalarios, jubilaciones o servicios sociales, como porque los sistemas impositivos debuena parte de las naciones capitalistas desarrolladas tienden a corregir parcialmentela desigualdad con escalas impositivas progresivas a los mayores ingresos (aunquetambién a las mayores riquezas). Sólo en una sociedad socialista se deberíaesperar una distribución del ingreso peor que la de la riqueza, ya que se supone queno existe propiedad privada o la permitida está muy bien repartida, a la vez que loscargos jerárquicos de la nomenklatura perciben ingresos muy elevados y distancia-dos del resto de la población11. 

    En nuestro estudio sólo tratamos de medir la distribución de la riqueza. En lasconclusiones haremos algunas inferencias sobre la relación entre la misma y los in-gresos de los distintos sectores de la población rural. Desde ya podemos adelantarque la distribución de los ingresos era mucho menos desigual que la de la riqueza.  

    La fuente y los métodos 

    La fuente que estamos utilizando en este trabajo son los libros de la ContribuciónDirecta, que era un impuesto que gravaba el patrimonio de cada propietario. Alcanza-ba a la tierra y sus mejoras, el ganado, el capital comercial y las "fábricas", que in-cluían las instalaciones como los saladeros, las panaderías, etcétera. Este gravamenhabía sido creado en 1821, en reemplazo del diezmo que, a diferencia del que nosocupa, alcanzaba a la producción y no a los capitales. 

    Desde la fecha de su creación, este gravamen no había sufrido casi alteracionesy se percibía por lo que declaraba cada sujeto, con lo cual se puede suponer el altogrado de evasión que implicaba. Por ello la fuente no ha sido casi consultada por loshistoriadores. En 1839 la forma de declaración y su percepción fueron objeto de unareforma que implicó una mayor transparencia en todo el proceso. La legislatura apro-bó un proyecto que otorgó al Juez de Paz de cada partido la facultad de construir ladeclaración de cada vecino, para lo cual presidía una comisión formada con los alcal-des y tenientes de cada cuartel, es decir de la mínima subdivisión administrativa. Detal modo el propio estado, a través de sus delegados, verificaba no sólo la veracidadde las declaraciones sino también se encargaba de la percepción del impuesto. 

    Además desaparecía el mínimo no imponible fijado en 1821 y se incluyó entrelos sujetos imponibles a los tenedores de tierras en enfiteusis, que debían oblar el

     11 Por ejemplo en Gran Bretaña en 1970 tenemos un coeficiente Gini de 0,65 para la distribución de la

    riqueza, pero apenas de la mitad para la distribución del ingreso antes de impuestos. Y dado el sistema imposi-tivo progresivo es esperable que el Gini baje aún más después de impuestos, dando una distribución del ingresomás equitativa. Ver ATKINSON, ob. cit. (págs. 125 y sigs.). 

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    mismo impuesto que si fueran propietarios de ella. Por último se obligaba a cada"capitalista" a declarar sus bienes en cada partido, evitando así el ocultamiento con elargumento de que los bienes habían sido ya declarados en un remoto lugar de laprovincia. 

    Las tasas que se pagaban por los distintos tipos de bienes eran del 0,8 % al girocomercial, 0,4 % a las haciendas, 0,2 % a la agricultura, 0,6 % a las denominadasfábricas y del 0,2 % a los otros bienes no incluidos entre los anteriores. De tal modo,un productor agrario pagaba por su ganado el 0,4 % y el 0,2 % por la tierra de la cualera propietario o enfiteuta. También debía incluir un 0,2 % por las mejoras introducidasen su establecimiento, así como por las herramientas y medios de transporte con quecontaba. No encontramos valuaciones de productos de la agricultura, por lo que su-ponemos que no se tuvieron en cuenta. Por lo tanto estimamos que el labrador sólopagaba por sus herramientas y por la tierra de su propiedad o en enfiteusis. El arren-datario estaría sólo alcanzado por sus instrumentos de labranza y por las mejorasintroducidas en la propiedad del arrendador, incluyendo su rancho. El comercio y las

    fábricas abonaban por el capital invertido en el giro comercial y por las instalacionesy el herramental de las segundas, además de la tierra en la cual estaban instalados. Por supuesto, no pensamos que todas estas medidas evitaban la evasión y el

    fraude, pero los hacían más dificultosos. Para notar el efecto de estas modificacionesbasta ver el aumento que en los ingresos de la provincia produjo su aplicación, en loque coinciden los estudios realizados sobre la caja del estado12. 

    En esta fuente13, entonces, los jueces de paz informaban a la Colecturía Generallo que cada capitalista14  debía abonar por "giro" comercial; "fabricas"; el ganado(lamentablemente no discrimina el tipo de ganado ni la cantidad de cabezas), y en lade "objetos no especificados" el resto de bienes no incluidos en los anteriores, queera centralmente la tierra e incluía tanto la que se tenía en propiedad como en enfiteu-sis. Allí también se incluían las edificaciones, corrales, carretas, etcétera. 

    A los efectos de poder analizar la distribución personal de la riqueza, hemosunificado los registros correspondientes a un mismo contribuyente en diversos parti-

    dos de la campaña. Esta tarea es compleja por la existencia de homónimos cuyoscapitales no se pueden siempre atribuir a una misma persona. Para reducir el margende error en esta tarea utilizamos diversos métodos que nos acercan a una cifra máscertera del capital de cada propietario15. 

    Pasemos al análisis de los datos. 

    12 Por ejemplo T. HALPERÍN: Guerra y finanzas en los orígenes del Estado argentino (1791-1850). BuenosAires, Editorial Belgrano, 1982; M. BURGIN:  Aspectos económicos del federalismo argentino. Buenos Aires, Solar.(1a edición 1946), 1975; o A. ESTEVEZ: "La contribución directa 1821-1852", Revista de Ciencias Económicas,IV: 10, 1960, UBA, Buenos Aires. Para una discusión más profunda sobre la validez de la presente fuente, verJorge GELMAN y Daniel V. SANTILLI: La campaña de Buenos Aires en 1839. Un análisis desde la ContribuciónDirecta. Ponencia presentada en la XVII Jornadas de Historia Económica, Tucumán, 2000. Allí comparamos estosdatos con fuentes privadas y de otro tipo que nos permiten concluir en la razonabilidad de la CD. 

    13 AGN Sala III 33.4.7. 14 Utilizamos la palabra capitalista como se usaba en las fuentes de la época, como sinónimo de poseedor

    de bienes gravados por el impuesto. Por razones de espacio remitimos al lector a la ponencia que presentamos en el Congreso Internacionalde Historia Económica, en Buenos Aires, julio 2002, Crecimiento económico y desigualdad. La distribución de lariqueza en Buenos Aires durante la época de Rosas. En resumen podemos decir que hemos unificado a partir deconocer sobradamente el sujeto, como Anchorena, Díaz Velez, etcétera, combinación de apellidos y nombres  

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    80 JORGE GELMAN Y DANIEL SANTILLI 

    Distribución de la riqueza personal en la sociedad porteña 

    De acuerdo con esos criterios, de los 5.657 registros de "capitalistas" de la cam-paña llegamos, por unificación de aquellos que tienen bienes en distintos partidos, aun total de 5.427 personas titulares de un total de $ 115.870.994. La primera aproxi-mación estadística nos la indica el cuadro 1.  

    La amplitud de los valores indica una gran desigualdad; él más rico tenía 9.180veces más capital que el menor. Además, el promedio es mayor más de dos veces ala mediana, el valor que se ubica en el justo medio de la cantidad de contribuyentes.La moda, el guarismo que más se repite, es la séptima parte del promedio. La distan-cia entre estas medidas centrales indica que estamos en presencia de una distribu-ción sumamente desigual. 

    Veamos cuál es ese grado de concentración entre los propietarios incluidos enla CD, es decir dejando afuera, por ahora, a los que nada tenían, según se presentaen el cuadro 2. Como se puede apreciar, la concentración de riqueza era muy aguda.

    En el gráfico 1 se ve que el 10 % de los contribuyentes acumulaba más del 50 % de loscapitales y con el segundo decil superaban el 70 %. En el otro extremo del gráficotenemos que menos del 1 % de la riqueza se repartía entre el 10 % de los "capitalis-tas", es decir, 543 unidades censales. Estos indicadores nos muestran, entonces, ungrado de concentración de la riqueza muy elevado. Y sólo estamos incluyendo, porahora, a los que tenían algún bien. 

    Otro método estadístico frecuente para medir la distribución de la riqueza o delos ingresos es el coeficiente Gini, que expresa la desigualdad obteniendo un valorque varía de 0 a 116. Cuanto más se acerca nuestro coeficiente a la unidad, mayor esla concentración de la riqueza, mientras que el 0 expresaría una sociedad absoluta-mente igualitaria. 

    Un primer cálculo de tal coeficiente arrojó un resultado de 0.6596 para nuestrabase de 5.427 contribuyentes en la campaña de Buenos Aires. Asimismo, hemosobtenido dicho valor para la ciudad de Buenos Aires en la misma fecha, siendo de

    0.5926. Puede observarse que en la ciudad la distribución era menos desigual. Perocomo muchos de los "capitalistas" registrados en la ciudad tenían también bienes enla zona rural, creímos conveniente aplicar las reglas de unificación que utilizamospara la campaña. De tal modo, el coeficiente unificado para toda la provincia es de0.6647. Como se puede apreciar, los contribuyentes que poseían bienes en ambas

     jurisdicciones hacen crecer el valor, lo que nos previene acerca de cons iderar lasmismas por separado. La influencia mayor está, por supuesto, en los grandes propie-tarios, aunque no eran sólo los grandes los que poseían bienes tanto en la campañacomo en la ciudad. 

    Este Gini bastante elevado, refleja la distribución desigual de la riqueza entre losque aparecen como propietarios en la CD de 1839. Por supuesto que será bastantemayor si consideramos a aquellos que no declaran ningún capital imponible. 

    poco comunes, sobre todo extranjeros, personajes no tan notorios pero que conocemos a partir de otros trabajos

    que hemos efectuado, etcétera. Este procedimiento nos permitió unificar algo así como el 4 % de los contribuyen-tes de la base, pero cuyo peso en cuanto a capital era más significativo, el 18 %. 16 Este índice es, a su vez, la expresión matemática de la curva de Lorenz, que es la forma gráfica usual

    de expresar la distribución de los recursos. Una explicación sumaria de esta metodología se encuentra en Char-les M. DOLLAR y Richard J.JENSEN:  Historian's Guide to Statistics, New York, Holt, Rinehart& Winston, Inc.,1971. 

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    DISTRIBUCIÓN Y CRECIMIENTO. BUENOS AIRES EN LA ÉPOCA DE ROSAS  81 

    GRÁFICO 1 

    Acumulación de capital por decilesde contribuyentes 

    ¿Cómo evaluamos a ese sector de la población, aquellos cuyas pertenencias, sies que las tenían, no eran alcanzadas por la CD? Dada la amplia preponderancia dela familia nuclear en la campaña y también en la ciudad, hecho en el que coinciden los

    estudiosos17

    , y que está representada en los censos en lo que la historiografía designacomo unidades censales (en adelante UC), creemos que una medida apropiadapara salvar este escollo es considerar como totalidad del universo teóricamente habi-litado para poseer riqueza la suma de esas unidades recontadas en el censo de183818. Nuestra fuente puede ser comparada con el padrón mencionado, que distasólo un año de aquél. 

    Por esta razón, hemos tomado como total de potenciales tenedores de riquezala suma de 13.490 unidades censales para la campaña y de 11.341 para la ciudad,detalle que puede apreciarse en el cuadro 319. 

    17 Por ejemplo José Luis MORENO y José MATEO:  "El 'redescubrimiento1 de la demografía histórica en lahistoria económica y social", en  Anuario IEHSH 9 12, Universidad del Centro, Tandil, 1997; D. SANTILLI: "La familia yla economía de la campaña de Buenos Aires: Quilmes c. 1770/c. 1840", en Boletín Ravignani Ne 23, 2001, pp. 7-38;Mark D. SZUCHMAN: Order, family and community in Buenos Aires 1810-1880, Stanford University Press, 1988. 

    AGN Sala X-25-6-2. Esta fuente ha sido utilizada por diversos historiadores, por lo cual no vamos aquí

    a discutir su validez. Ver MORENO y MATEO, "El redescubrimiento...", ob. cit., entre otros. Se puede apreciar que el promedio de habitantes por UC para toda la provincia era de 6 personas, algo

    mayor, 6,3 para la campaña y algo menor para la ciudad, 5,8. Nos parece razonable estimar que se componíanpor los cónyuges y sus hijos en su gran mayoría. Volveremos a este cuadro cuando analicemos los datos porpartidos y zonas. 

    Contribuyentes  Capitales 

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    82  JORGE GELMAN Y DANIEL SANTILLI 

    CUADRO 3

    Habitantes. Unidades censales y contribuyentes según padrón de 1838 

    (a) Cantidad de UC y de población estimados.

    (b) Cantidad de UC estimadas.

    (c) Población estimada.

    Fuente: AGN Sala X-25--6-2.

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    DISTRIBUCIÓN Y CRECIMIENTO. BUENOS AIRES EN LA ÉPOCA DE ROSAS 83 

    Escapan de nuestra cuenta los peones contados como integrantes de UC, los

    agregados o los esclavos. De tal modo, estaríamos incluyendo a éstos como propie-tarios de parte de esa riqueza que declara el jefe de la UC. Pero el censo nada nosdice acerca de la composición de cada unidad, más allá del número total de suscomponentes. No tenemos elementos para determinar la cantidad de personas teóri-camente habilitadas para poseer riqueza que convivía con un jefe de UC 20. Hemosdecidido en tal sentido tomar las cantidades mencionadas, dejando constancia quelos resultados deben ser analizados como una primera aproximación.  

    Entonces, incluyendo a las UC que según la CD no poseían capital alguno, ladesigualdad en la distribución de la riqueza aumenta considerablemente, sobre todoen la campaña, por el mayor número de familias sin bienes imponibles. Nuestro coefi-ciente llega a 0.8629 para la campaña, 0.6947 para la ciudad y 0.8241 si unificamosregistros de rurales y citadinos. La diferencia con los obtenidos tomando sólo el uni-verso de contribuyentes es notoria. El coeficiente sube 20 puntos en la campaña, 10en la ciudad y 15 en el unificado. Además, la desigualdad en la campaña era mucho

    más aguda que en la ciudad, hecho que nos parece razonable teniendo en cuentaque el 75 % de las UC de la ciudad poseía alguna riqueza, contra el 42 % de lacampaña. En la campaña, los más ricos multiplicaban por 200 la mediana de la tota-lidad, mientras que en la ciudad lo hacían 100 veces... 

    Si comparamos estos datos con lo que obtuvo L. Johnson a partir de losinventarios, encontramos bastantes diferencias. Según este autor el Gini para 1830 enla totalidad de la provincia de Buenos Aires, incluida la ciudad, era de 0.6321. Como sepuede notar, al margen de los nueve años de distancia entre nuestros datos y los deeste autor, la diferencia es abultada. Podemos pensar que la concentración en esosaños se agravó, considerando la desigual distribución de las tierras nuevas conquis-tadas por Buenos Aires y la vuelta de Rosas al poder en 1835. Pero creemos quebuena parte de esas diferencias se deben a la aplicación de diferentes metodologías.Mientras nosotros trabajamos con un universo completo, con las salvedades mencio-nadas en cuanto a la evasión, Johnson lo hace con una muestra de 169 inventarios,

    sobre la que aplica métodos conocidos, pero que implican algunos supuestos com-plicados para extrapolar al total del universo22. 

    20 Además, habría que estudiar cada partido con profundidad para cada uno de los casos mencionados,ya que no se puede evaluar de la misma manera el peón solitario que vivía en la estancia, como aquel que vivía

    con su famil ia en un puesto provisto por la misma estancia y que además era propietar io de algún ganado ocultivaba algunas sementeras. Este dato es realmente importante ya que en los partidos donde la concentración

    de peones era mayor, presumiblemente el Sur II, paradój icamente, al incluir los en una UC, trabajamos con un

    divisor de personas teóricamente habilitadas para tener bienes menor que en un partido donde no se daba esta

    si tuación. La paradoja sería entonces un Gini más bajo en el pr imer c aso que en el segundo. 21 JOHNSON ,  ob. ci t. (págs. 176 y 180). También calcula los coeficientes para los años 1810 y 1855,

    arrojando un resultado de 0.67 y 0.72, respectivamente. Su conclusión al respecto es que la distribución mejoróentre 1810 y 1830, a consecuencia de la desestructuración que provocó entre los ricos la revolución, pero entre1830 y 1855 la concentración se acrecentó mediante la acción del gobierno rosista. Un cálculo anter ior delmismo autor dio por resultado 0.71, 0.61 y 0.80, respectivamente. Ver Lyman L. J OHNSON:  "Distributíon of Wealthin Nineteenth-Century Buenos Aires Province: The Issue of Social Justice ¡n a Changing Economy", en KennethANDRIEN y Lyman L. JOHNSON (comp.): The Political Economy ofSpanish America in the Age of Revolution, 1750-1850. Alburquerque, University of New México Press, 1994 (pág. 204). Agradecemos al autor habernos facilitadoeste material. 

    22 JOHNSON ,  "An Arena...", ob. cit., pág. 170. El autor define su metodología a partir de la util izada porAl ice H. Jones en su trabajo sobre la distr ibución de la r iqueza en las t rece colonias inglesas de América delNorte en 1774 (Alice JONES: Wealth of a Nation to be. New York, Columbia University Press, 1980). Allí establece 

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    84  JORGE GELMAN Y DANIEL SANTILLI 

    En definitiva, estamos hablando de una muy alta concentración de la riqueza,

    0.8241, casi 20 puntos más alta que la calculada para 1830 por Johnson. Este autorcompara su índice de 1830 con el que obtuvo Alice Jones23 para las trece colonias deNorteamérica en 1774 y se pregunta por qué el valor de 0.73 al que llega esta autoraera mayor que el de Buenos Aires, cuando la tierra estaba más concentrada en gran-des latifundios aquí que en el Norte. De ser así, nuestro índice quizás refleje mejor esadiferencia. Por otro lado, los datos obtenidos sobre la base de censos de 1860 paraTexas les permiten a Campbell y Lowe24 construir un coeficiente de 0.742. A pesar dela significativa presencia de esclavos en la frontera norteamericana, el de BuenosAires parece ser más alto. En otro sentido, estos autores toman como teóricamentehabilitados para poseer riqueza a todos los cabezas de UC, lo cual lo hace más estric-tamente comparable con nuestros registros. 

    Con estos datos hemos también construido la curva de Lorenz para la campaña,la ciudad y la unificación de ambos (gráfico 2). Debemos recordar que esta últimaresulta de la unificación de los registros de un mismo contribuyente en ambos parciales. 

    Aquí puede apreciarse la bastante menor concentración de la riqueza en la ciu-dad. Pero la incidencia de los que no tienen riqueza es notoria: llegaba al 60 % en lacampaña, valor en el cual la curva construida se despega de la línea del 0. A efectoscomparativos confeccionamos otro gráfico, únicamente con los contribuyentes, esdecir excluyendo aquellas UC cuya riqueza habíamos evaluado como 0 (gráfico 3).En este caso la distribución parece más equitativa pero es sólo un efecto del achica-miento de nuestro universo: el primer 10 % tenía alguna riqueza. Pero lo más notorio 

    que para la va luac ión de la r i queza g loba l , a par t i r de una mues t ra de 200 inventar ios , debe ca lcu larse pr imerola porc ión de la pob lac ión to ta l que potenc ia lmente podía tener b ienes . Los def ine como todos los hombres l i b resmayores de 20 años y las v iudas , l o que to ta l i zaba e l 22 ,5 % de la pob lac ión. E l monto promedio de r iqueza queobt iene de los inventar ios es entonces mul t i p l i cado por esos potenc ia les tenedores de b ienes . Para la to ta l i dadde las t rece co lon ias , e l l a obt iene un coef i c ien te Gin i de 0 .73. A lgunos autores cons ideraron poco representa t i vaesa mues t ra de inventar ios , l o que fue c r i t i cado (ver por e jemplo J . J . M CCUSKER en su reseña de l l i b ro c i tado enThe Journal of Amer ican History, 68:1 , j un io 1981) , pero su es t imac ión de los probab les tenedores de r iqueza nos

    p a r e c e r a z o n a b l e p a r a l a é p o c a . E n n u e s t r o c a s o , e s o s p o t e n c i a l e s p o s e e d o r e s e r a n e l 1 6 , 5 % d e l a p o b l a c i ó nto ta l . Para Johnson, esos potenc ia les tenedores eran todos los adu l tos mayores de 20 años , s in descontar quel a s mu j e r e s n o p o s e í a n r i q u e z a , s a l v o q u e f u e r a n c a t a l o g a d a s c o mo v i u d a s . D e t a l mo d o , t o ma n d o d a t o s d e lc e n s o d e 1 8 2 7 e n B u e n o s A i r e s ( t r a b a j a d o p o r S Z U C H M A N,   o b . c i t . , p á g . 1 9 3 ) e s t a b l e c e q u e e l 5 8 % d e l o s1 3 5 . 0 0 0 i n d i v i d u o s q u e p o b l a b a n c i u d a d y c a mp a ñ a , " t e n í a má s d e 1 8 a ñ o s y p o s e í a a l g u n a r i q u e z a " ( " A nArena. . . " , pág. 217, nota 16) . Mul t i p l i cando es ta cant idad por l a r i queza promedio según sus inventar ios , 9 .499pesos pape l , ob t iene un to ta l de 744 mi l l ones de esa moneda (pág. 170) . Nues t ra fuente , que no cons t i tuye unamuest ra s ino e l un iverso to ta l de los dec larantes , to ta l i za cas i 217 mi l l ones . S i es t imamos la evas ión en un 40 %,e l máx imo que habíamos ca lcu lado en nues t ro t raba jo prev io (G E L M A N y SA N T I L U ,   "La campaña de. . . " , ob . c i t . ) ,d i cha suma ascender ía a 362 mi l l ones . Y aún no hemos def lac ionado e l peso de 1839 con los va lores de 1830.Creemos que e l p rob lema en la eva luac ión de Johnson es tá sobre todo en su cá lcu lo de los potenc ia les tenedoresde r iqueza. S i mul t i p l i camos la porc ión que es tab lec ió A l i ce Jones , 22,5 %, por ese promedio de $ 9 .499, e l to ta lobten ido, 288 mi l l ones , t i ene a lgo más que ver con nues t ros to ta les . Ot ra d i fe renc ia con los datos de Johnson esque es t ima una concent rac ión mayor en la c iudad que en la campaña en 1855 (pág. 179) . En nues t ros cá lcu los ,c o mo v i mo s , e s e x a c t a me n t e a l r e v é s , p o r l o me n o s e n 1 8 3 9 . D e t o d o s mo d o s , e n n u e s t r o c a s o t a mb i é n s eagud iza e l G in i , en genera l por cons iderar s in n inguna prop iedad a más de l 50 % de las UC de la prov inc ia , l asq u e s e g u r a me n t e t e n í a n a l g o , a u n q u e f u e r a m í n i mo . 

    23  JO N E S ,   Weal th o f a . . . , o b . c i t . V e r n o t a a n t e r i o r p o r c u e s t i o n e s me t o d o l ó g i c a s . 24  R a n d o l p h C A M P B E L L y R i c h a r d G . L O WE :   Weal th and Power in An tebe l lum Texas. T e x a s , T e x a s A & M

    U n i v e r s i ty P r e s s , 1 9 7 7 ( p á g . 4 6 ) . O t r o c á l c u l o h e c h o p a r a C o s t a R i c a p a r a 1 8 4 3 - 4 6 , e s d e c i r a n t e s d e l a d v e n i -miento de la masiva producción de café, dio un Gini de 0.838, algo más elevado que el nuestro (Lowel l GUDMUNSON :"Cos ta R ica Before Cof fee: Occupat iona l D is t r i bu t ion , Weal th Ineq ua l i t y , and É l i te Soc ie ty i n the V il l age Economyo f t h e 1 8 4 0 s " , e n Journa l o f La t ín Amer ican Stud ies, v o l . 1 5 , P a r t 2 , 1 9 8 3 ) .  

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    es el acercamiento entre las líneas de la ciudad con las de la campaña. De todosmodos, nuevamente esto es engañoso, porque la magnitud de los que no tenían nin-guna riqueza es mucho menor en la ciudad que en la campaña; al excluirlos, la zonarural parece tener una distribución más equitativa.

    Llegado a este punto, debemos hacer alguna reflexión sobre la fuente que esta-mos utilizando. Sobre todo relativa a aquellos que para el censo no poseían riquezaalguna, que en el caso de la campaña eran el 58 % de las UC. ¿A qué se dedicabansi no poseían bien alguno? ¿Eran todos jornaleros o dependientes de los que teníanbienes? Dado lo que conocemos de las estructuras demográficas y productivas de la

    campaña, los peones, agregados, etcétera, estaban censados mayormente dentrode la UC de la que dependían. Por lo tanto suponemos que estas UC que según elcenso no tenían capitales, en realidad debían ser más bien pequeños productorescuya actividad era irrelevante a los ojos del juez o no estaba taxativamente gravada,como los sembradíos o el trigo guardado. Seguramente muchos de ellos se emplea-ran temporalmente en las empresas de los "capitalistas" de la CD, pero también unaparte de ellos podría tener alguna cantidad de ganado que no estaba en el partido,sino en campos de otros en sociedad, o en tierras de su patrón, pero que ese otro nodeclararía en la CD. Por lo tanto, podemos especular que la evasión fue medianamentefuerte, si no en pesos, sí en la cantidad de personas que poseían una pequeñaporción de bienes que se escapaban de nuestra fuente. No podemos suponer que lagran evasión estaba entre éstos, sino más bien entre los más grandes, agudizando ladistancia entre ellos y los menos agraciados por la vara de la fortuna. Sin embargo,nuestra reflexión nos lleva a colegir que la cantidad de chicos que se incorporarían anuestro trabajo haría que la proporción de los que no tenían ningún bien disminuiríanotoriamente, bajando el coeficiente Gini y haciendo que la curva de Lorenz que,como vimos recién, se separa del cero después del 60 % de las UC, tenga otro dibujo.En resumen, a pesar de que la distancia entre los más ricos y los pobres se acrecen-taría, habría muchos más pobres con algún tipo de bien que la fuente nos oculta.

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    86  JORGE GELMAN Y DANIEL SANTILLI 

    La presentación de estos gráficos 2 y 3 tiene por objeto llamar la atención sobre

    esta particularidad. Lo que cambia esa morfología es la cantidad de UC que teníanacceso a riqueza, que como vimos se diferenciaban notoriamente entre ciudad y cam-paña: 75 % en el primer caso y 42 % en el segundo. 

    La riqueza personal en la campaña de Buenos Aires 

    Para analizar las magnitudes de la riqueza personal en la campaña de BuenosAires hemos construido una serie de categorías, que a nuestro criterio representandistintos niveles de diferenciación económica en la época25. Para hacer las conside-raciones que se efectúan a continuación, hemos dejado momentáneamente de lado aaquellos que no tenían riqueza alguna. De acuerdo con dicha descripción, hemosconstruido el cuadro 4 y el gráfico 4.  

    Lo primero que resalta es nuevamente el alto grado de concentración del capi-tal; las tres categorías mayores, el 4,5 % de los contribuyentes, poseían el 41 % del

    capital. Como es posible observar, se ha conformado una relación entre frecuencias de

    casos y montos bastante clásica: en la medida en que se incrementa el capital decada categoría, disminuyen la cantidad de casos y se acrecientan los montos totales.Esto se explica mejor si se observa el gráfico. Allí, la pirámide, en lo que respecta a lacantidad de casos, disminuye regularmente, aunque aumenta la proporción de lamengua a partir de la categoría 4. Con respecto a los capitales, la pirámide invertidaque se nos presenta se incrementa con cada escalón. Pero a partir de la categoría demás de $ 80.000 los montos disminuyen o bien se mantienen, configurando un movi-miento irregular. Esto nos hace pensar que estas cuatro categorías, 5, 6, 7 y 8, estánfuera de la lógica de construcción de la pirámide. La disminución proporcional decasos es mucho mayor en las categorías más ricas, lo que muestra la mayor dificultadde acceder a ellas. En principio da la impresión de que pasar de los $ 40.000 erarealmente muy difícil; por eso esa irregularidad de la pirámide en ese escalón. Y por

    eso también la mucho menor disminución de los capitales en ese grado. El casodistinto es el de los más ricos de todos cuya distancia con los anteriores en capitalpromedio es proporcionalmente mucho mayor. Este selecto grupo de 26 era a todasluces muy poderoso. Se podría colegir que en general se trata de dos o tres gruposdiferenciados y el corte principal está dado por los $ 40.000 de capital. Por debajo deeste monto tenemos cifras importantes de propietarios en todos los niveles. Por enci-ma se reducen cada vez más los que lo alcanzan.  

    Así visto, se puede establecer que las categorías 1 y 2, las que definimos comopobres sin posibilidad de acumulación, y que reunían al 55 % de los contribuyentes,apenas poseían el 12 % de los capitales. De acuerdo con estos datos, el 30 % de lossujetos que debían pagar impuestos, es decir sólo la categoría 1, no tenía lo suficientepara vivir de su capital sin conchabarse, a menos que pudiera realizar otra actividadque no se puede apreciar en esta fuente, como la agricultura en tierra ajena. Tal vezaquí se encuentre una parte de la mano de obra de las grandes estancias; aquella 

    25 Las dos categorías más bajas incluirían a los propietarios más pobres, sin posibilidad de acumulación yquizás obligados a combinar la actividad propia con otras asalariadas, las categorías 3 y 4 a medianos enproceso de acumulación, la siguiente a los propietarios ya ricos y las tres últimas, con más de 80.000 pesos, a losrealmente poderosos. Para una explicación más detallada remitimos a nuestra ponencia citada de 2002.  

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    gente que todos los testimonios dicen que era muy difícil retener. Otro 25 %, la cuartaparte, tal vez no se veía precisada a trabajar en relación de dependencia, pero notenía posibilidad, en teoría, de salir de esa categoría salvo, otra vez, que se dedicarana la agricultura en tierra ajena o que se encontraran en coyunturas familiares o econó-micas muy favorables26.

    Las categorías 3 y 4, que designamos como medianos en proceso de acumula-ción, eran un 34 % de los contribuyentes y poseían un no despreciable 31 % del ca-pital. Es decir que un tercio de los capitalistas tenía posibilidades de ascenso social.Es verdad que eran más numerosos los capitalistas que estaban más cerca del límite

    26

     Decimos en tierra ajena porque si fuera propia esa situación se vería reflejada en el capital en el rubrootros bienes. 

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    88  JORGE GELMAN Y DANIEL SANTILLI 

    inferior que del techo de ambas categorías. Las proporciones están totalmente inver-tidas entre la clase 3 y la 4; 21 % de los casos y 13 % del capital en la inferior y 13 %y 17 %, respectivamente, en la superior. Y, además, la suma de la categoría 3 y la 1 y2, equivale aproximadamente al 75 % de los más pobres que poseían sólo el 25 % delcapital. 

    Veamos ahora la categoría 5, los que ya acumularon lo suficiente como parademostrar una posición medianamente estable. Eran apenas 342 contribuyentes ytenían el 16 % del capital. Pocos, pero con un respetable capital. Esto evidencia cla-ramente que era difícil llegar a esa posición. Sólo 342 de las 13.490 UC de la campaña

    estaban en ella. A partir de aquí, las diferencias por categoría responden más a las variacio-

    nes de la cantidad de contribuyentes que a las del capital total de cada clase. Más de$ 80.000 de capital corresponde a una riqueza equivalente a la posesión de 4.000vacas o 20 leguas cuadradas de tierras al sur del Salado27. Entre estas tres categoríasel esquema no es muy lineal, ya que los saltos de una a otra no guardan la mismarelación, como ya vimos. 

    Ahora bien, ¿cómo estaba compuesta esa riqueza en cada categoría? O, enotras palabras: ¿los distintos sectores económicos tenían sus capitales en los mismosrubros o había alguna diferencia? El gráfico 5 nos proporciona los datos. 

    Vemos que en los primeros cuatro grupos, con menos de $ 40.000 de capital, laproporción de ganado era prácticamente la misma, 55 %, a lo que se le agregaba un40 % en tierras y mejoras y un 5 % en giro comercial. A partir de la categoría 5, laproporción de ganado va en continuo aumento hasta pasar el 70 % en la mayor detodas, en desmedro primero del giro comercial y luego de los otros bienes, que dismi-nuía a menos del 30 % en la mayor. Esto deja bien asentado que la riqueza en la 

    27 Valuadas al precio que había fijado el estado, que no era el valor de mercado. 

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    DISTRIBUCIÓN Y CRECIMIENTO. BUENOS AIRES EN LA ÉPOCA DE ROSAS  89 

    provincia de Buenos Aires era principalmente el ganado y, en segundo lugar, la tierra  

    necesaria para su reproducción. 

    Distribución por zonas y partidos 

    Veamos si había diferencias entre las diversas zonas de la campaña. Al respectoutilizamos la zonificación establecida por Garavaglia, con alguna pequeña correc-ción. Esta combina la geografía con la historia de cada partido, así como la actividadque por aquellos tiempos llevaban a cabo28. Hemos incluido al final de nuestro trabajoel mapa 1 con la distribución de las zonas.  

    En el cuadro 5 pueden observarse los coeficientes Gini de cada zona, calcula-dos tanto tomando en cuenta sólo los contribuyentes como incluyendo a la totalidadde las UC. Una tercera columna indica el total nominal de la riqueza de cada zona.  

    CUADRO 5

    Coeficiente Gini por zonas 

    Si trabajamos sólo con los contribuyentes, la zona más concentrada parece serel Sur II, que coincidiría con una observación a priori: en ella estaban los más podero-sos terratenientes y los establecimientos mayores. En segundo lugar estaría Sur I que,

    recordemos, estaba al norte del Salado y al sur de la ciudad. En tercer lugar el Norte,eminentemente ganadero como habíamos visto en nuestro trabajo anterior 29. LuegoCercanías y por último el Oeste, que aparecería como la zona con una mejor distribu-ción de la riqueza. Las diferencias entre los valores son bastante abultadas, casi 20puntos entre el Sur II y el Oeste. 

    Pero cuando tenemos en cuenta la totalidad de las UC la relación cambia bas-tante. Pasa a ser más desigual el Norte, superando por casi cinco puntos al Sur II, queseñalamos como el paradigma de la gran propiedad. Cercanías superaba por poco alinmediato sur y vuelve a aparecer como menos concentrada la zona Oeste, peroahora más cerca de las zonas con mayor desigualdad. La diferencia central radica enque en el Norte (o en Cercanías), si bien la desigualdad entre los que tenían riquezaera menor que en Sur I y sobre todo que en Sur II, existía una cantidad mucho mayorde UC que no tenían ningún tipo de bien y por ende la distribución global era peor.  

    Veamos esto con más detalle. En principio, la cantidad de cabezas de UC que

    no tienen acceso a bien alguno es mayor en el norte que en el sur. En partidos delnorte como Arrecifes o Baradero tenían más de un 40 % de sus UC registradas en la 

    "Un siglo de estancias...", ob. cit. Para una explicación más detallada ver nuestro trabajo anterior,GELMAN y SANTILLI, "La campaña de...", ob. cit. 

    29 GELMAN y SANTILLI, "Una medición...", ob. cit. 

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    CD, mientras que Monsalvo o Azul tenían más de un 70 % de la misma proporción.Esto era más notorio aún en San Nicolás o San Pedro, con el 20 % o Rojas y Salto conel 11 % y el 17 % respectivamente. Esto quiere decir que en el norte había más po-bres, sin ningún tipo de propiedad registrada, que en el sur. El cuadro 6 nos ilustra al

    respecto. La imagen que nos permite describir este cuadro es interesante. El Sur II era

    mucho más rico que el Norte. Este Norte, sin embargo, tenía casi el doble de pobla-ción, bastante más UC que Sur II y, a pesar de ello, tenía la peor distribución de lariqueza, siendo que los capitalistas más ricos se encontraban en Sur II. Pero en estaúltima zona, la distancia con el resto de las UC era curiosamente menor que en elNorte más humilde. 

    Una zona de antiguo asentamiento como era el Norte mostraba más desigual-dades en su interior que el nuevo sur, sobre el cual la economía de mercado se haexpandido recientemente y donde parte de la historiografía suponía hasta hace pocoque los grandes estancieros habían establecido una sociedad cuasi feudal. Cabetambién preguntarse acerca de la efectividad de la presión impositiva; tal vez en el surhaya sido más fuerte que en el norte, donde quizás dejaran escapar de la tributacióna más gente. Tampoco podemos dejar de tener en cuenta que esos jefes de hogar delnorte, sin bienes, establecidos como UC independientes, en el sur podían estar in-cluidos en el seno de otra UC de mayores dimensiones, es decir dependían de unpatrón. 

    La pregunta es: ¿a qué se dedicaba ese 76 % de UC del norte que no teníabienes, por lo menos susceptibles de ser percibidos por el juez del distrito? ¿Era lamano de obra de los grandes establecimientos ganaderos de Pergamino, Rojas ySalto y de los comerciantes y medianos productores de San Nicolás? Si suponemosque así era, ¿en el sur no había peones? Sin embargo, sabemos que tanto en lasestancias de los Anchorena, de Prudencio Rosas, de los Sáenz Valiente, de EustoquioDíaz Vélez y en las del mismo gobernador, entre otros, había peones tanto fijos comotemporarios. Tenemos que hablar por lo tanto de una relación diferente. Pareciera queen el norte, el jornalero que no tenía bienes, vivía mayormente en una UC indepen-diente de su patrón, aunque pudiera aprovechar alguna actividad por cuenta propia.En cambio, en el sur el peón, aunque sea temporariamente, habitaba dentro de lamisma estancia con más frecuencia y era registrado por el censista como formandoparte de la UC del patrón. Además, en muchos casos y dada la extensión de lasestancias en el sur, los peones solían tener una punta de ganado que se agregaba asus sueldos relativamente buenos, como se ve por los niveles que Rosas pagaba a 

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    ¿Cabe aquí una reflexión parecida a la que hicimos con respecto a Sur II y Nor-

    te? Una región de más antiguo asentamiento, como era Cercanías, observaba másinequidad en la distribución de la riqueza que otra relativamente más nueva32. Todoello nos hace pensar que la necesaria subdivisión de los bienes por herencia eraampliamente compensada por la valorización de la tierra y las mejoras introducidas, ala vez que se excluía del acceso a los recursos a una creciente cantidad de habitan-tes, sobre todo en las zonas más densamente pobladas. La conclusión que parecedesprenderse de estos casos estudiados tanto para el Norte como ambos Sur y Cer-canías es que la antigüedad de asentamiento producía mayor desigualdad. A medidaque pasaban las décadas se acentuaban las inequidades en el seno de esa nuevasociedad. Sobre un espacio abierto se generaba una sociedad no igualitaria, perocon algún espacio para la incorporación de los más pobres, incluso como mano deobra dependiente habitando la misma UC. Esto parece bastante turneriano: posibili-dades de movilidad social en una frontera abierta. Pero con el correr de los años, lavalorización de la tierra, su puesta en producción, la incorporación de mejoras, la

    división de la propiedad, las necesidades productivas y la afluencia mayor de migranteshicieron que esas posibilidades se cerraran, limitando el acceso a la tierra y la pro-ducción a la creciente población, y haciendo que esa desigualdad no tan marcada alinicio se agudizara hasta esos extremos que hemos visto. 

    Sin embargo, en este cuadro que estamos trazando aparece una excepción,que muestra que la explicación debe incorporar otros elementos más: el Oeste. Comovemos en el cuadro 4, era la zona que menos desigualdades contenía y una de las demás antiguo asentamiento. Se diferenciaba del norte y del sur por su menor vocaciónganadera, a lo sumo tambera, actividad que podríamos suponer mas igualitaria que laganadera. De Cercanías la separaba la presencia de grandes establecimientos, so-bre todo en Exaltación de la Cruz y San Antonio de Areco y la ausencia de esas ricasquintas que mencionamos, así como también la menor intensidad de la agricultura.  

    Por supuesto también había diferencias, a veces notables, dentro de cada una

    de las zonas consideradas, lo que no podemos entrar a detallar ahora. Pero señale-mos por ejemplo que en Oeste encontramos a la Guardia de Lujan con un Gini de0.8169 y más allá la Villa de Lujan con 0.6230, el más bajo de toda la campaña. O enSur II tenemos a Azul con 0.7187, vecino de Fuerte Independencia con 0.8853. Por talrazón, para acercar la lente de observación, hemos volcado en un mapa de la enton-ces provincia de Buenos Aires una escala de esos valores asignándole colores dife-rentes. La escala está explicada en el mapa 2, inserto al final del trabajo33. En primerlugar observamos un inmediato cordón alrededor de Buenos Aires con una mayorconcentración en el norte y oeste, San Isidro, San Fernando, Flores y Morón, distin-guiéndose de Quilmes y Matanza, con menor desigualdad, mientras que Conchasaparece aún más concentrado. Un segundo cinturón donde se evidencia la menorconcentración de toda la región, tanto al norte, al oeste y al sur; Pilar, Luján, Giles y 

    32 Por ejemplo, Chascomús fue fundada como fortín por el virrey Vértiz y su proceso de apropiación de la

    tierra comenzó en las últimas décadas del siglo XVIII. Guillermo B ANZATO y Guillermo QUINTEROS : "La ocupaciónde la tierra en la frontera bonaerense. El caso de Chascomús, 1779-1821", en Ciclos, 1:1, Buenos Aires, 1991

    (págs. 199/208). 33 Los l ímites de partidos que se observan en el mapa son arbi trar ios. No hemos hecho investigación

    alguna sobre su verosimi l i tud; sólo es una apreciación basada en la bibl iografía y en nuestra experiencia. 

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    San Vicente. Un tercer círculo está conformado por un grado mediano de concen-

    tración, Exaltación de la Cruz (o Capilla del Señor), Navarro, Cañuelas y Magdalena.Luego aumenta paulatinamente la concentración a medida que nos dirigimos al nortede la provincia, Guardia de Luján, Areco y Baradero; y más aún Fortín de Areco, Arre-cifes, Pergamino y San Nicolás. Por último, los tres partidos más concentrados detoda la campaña, junto con Conchas, dos marginales aún, como Salto y Rojas, y otromuy importante, como San Pedro. Hacia el sur el panorama es de concentraciónmediana, tanto en Lobos, Ranchos, Chascomús y el inmenso Monsalvo, mientras quela concentración es mayor en Monte (allí estaba la estancia de Rosas), Dolores (pro-piedades de Nicolás Anchorena), y Fuerte Independencia (establecimientos de Álzagay Díaz Vélez). En el sur también tenemos el llamativo caso de Azul, donde la con-centración era relativamente baja y se vincula seguramente con una política de dis-tribución de tierras en el período que favoreció a un nutrido grupo de propietariosmedianos34. 

    Estos cinturones parecen reflejar los diferentes destinos productivos de cada

    partido, así como la diversa antigüedad de asentamiento y los modos de apropiaciónde los recursos que se aplicaron en ellos, en los cuales el estado tuvo un papel impor-tante y variable. También junto a la mayor o menor utilidad de la tierra en cada lugar,un dato que se debe tener en cuenta es la cercanía al gran mercado urbano y alpuerto de salida de la producción exportable. 

    Conclusiones  

    Este estudio nos permitió acercarnos al conocimiento de la distribución de lariqueza en la campaña de Buenos Aires en 1839, en el corazón del gobierno de Ro-sas, aunque también en un momento de crisis importante del sistema federal, jaqueadopor sus enemigos, el bloqueo francés del puerto de Buenos Aires y poco antes delinicio de un movimiento rebelde en la propia campaña porteña, conocido como losLibres del Sur. 

    Los estudios sobre el tema sostenían el desarrollo de una profunda desigualdadsocial y económica promovida, en algunas versiones, por las políticas estatales des-tinadas a favorecer de manera coherente los intereses de las élites terratenientes (porla vía de los repartos de tierra, de las políticas fiscales, monetarias, el disciplinamientode la mano de obra, etcétera) y, en otras versiones, por la lógica económica quefavorecía el desarrollo de la gran empresa agraria extensiva, en el marco de la aper-tura mercantil que siguió a la Revolución de Mayo. 

    Por una u otra razón la economía rural de la primera mitad del siglo XIX habríaconocido el final de la convivencia entre pequeños, medianos y grandes propietariosrurales, típica del período colonial tardío, favoreciendo una concentración importantede la propiedad y la riqueza y un proceso paralelo de empobrecimiento, sino deproletarización de la mayoría de la población, forzada por las circunstancias y laspolíticas de los gobiernos a ofrecer su fuerza de trabajo a los grandes empresarios, 

    34 Ver María Elena INFESTA: "Propiedad rural en la frontera. Azul, 1839", en AAVV: Enrique M. Barba inmemorian. Estudios de Historia. Buenos Aires, Academia Nacional de Historia, 1994; y María Sol LANTERI:  Articu-lando un proceso colonizador en la frontera sur bonaerense. Las donaciones condicionadas del arroyo Azul en la primera mitad del siglo XIX. Ponencia presentada en la Red de Estudios Rurales, 2001. 

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    para poder sobrevivir. Nuestro estudio confirma en ciertos sentidos estos asertos,

    pero en otros los matiza significativamente. No cabe duda de que se conforma un segmento de propietarios rurales (con

    intereses también urbanos) que concentra en un alto grado la riqueza global. Y estoen el marco de un proceso de crecimiento económico muy significativo. Junto al in-cremento del territorio ocupado por los pobladores de Buenos Aires, aumentaabruptamente el stock ganadero, de lejos la principal riqueza de la provincia en esteperíodo35, lo que acompaña un aumento de la producción para el consumo local ysobre todo para las exportaciones pecuarias. 

    Sin embargo, nuestro estudio también nos muestra otros aspectos de este pro-ceso de crecimiento económico. Por un lado, que los pequeños propietarios no handesaparecido, sino que siguen presentes y aún han aumentado significativamente encifras absolutas, aunque quizás su participación en el reparto de la torta global hamermado. Nuestros datos todavía no permiten decir mucho sobre ello, ya que no hayfuentes similares a las que usamos aquí para períodos previos a 1820, aunque par-tiendo de los inventarios postmortem tanto Johnson como Garavaglia sostienen quese produjo un incremento de la desigualdad en el período que sigue a la expansiónganadera36. Pero también resulta evidente que las pequeñas explotaciones se hanmultiplicado, tanto por procesos de división de las propiedades preexistentes en laszonas de vieja colonización, como por ocupación de nuevos espacios en las zonasde frontera e incluso al interior de muchas de las grandes propiedades privadas oterrenos en enfiteusis. Como vimos, cerca de un 40 % de las UC rurales disponen decapitales declarados en la CD, que consisten mayoritariamente en capital productivorepresentado por ganado y/o tierra, además de algunos bienes comerciales y sospe-chamos que una parte del resto de las UC que no aparecen en esta fuente tambiéndispondría de algún capital productivo, aunque estuviera radicado en tierras de otro. 

    De cualquier manera la distribución de la riqueza entre esa multitud de propieta-rios era muy desigual en 1839, y la misma se agudizaba fuertemente si consideramos

    a todas las familias que no declaran riquezas personales. De conjunto se podría decir que las zonas de ganadería vacuna, las más aleja-

    das de la ciudad, son más desiguales que las zonas donde predomina la agriculturao la ganadería ovina. Por lo tanto, se podría colegir que el tipo de actividad estádeterminando en buena medida los niveles de desigualdad, siendo la agricultura y laganadería del ovino más propicias para una distribución algo más equilibrada. Estose puede observar rápidamente en el mapa 2.  

    Sin embargo el análisis regional de la distribución de la riqueza permite avanzarun poco más y evaluar otras razones que parecen favorecer o atenuar la desigualdad.Como hemos visto, la mayor parte de la riqueza y el crecimiento económico se produ-

     jeron en este período en las zonas del sur de la campaña y en especial de la fronterasur. Allí se encontraban sin lugar a dudas las mayores explotaciones ganaderas de 

    35

    En nuestro trabajo anterior calculamos un stock ganadero, con un mínimo de 3.000.000 de v acunos, 2,5millones de ovinos y 600.000 equinos en esta misma fecha, cuando a fines de la colonia los vacunos rondaban elmillón de cabezas y menores cantidades de los otros ganados. Ver G ELMAN y SANTILLI,  "Una medición...", ob. cit. 

    36 En realidad, como ya dijimos, para Johnson hay inicialmente un decrecimiento de la desigualdad hasta

    que en algún momento de la década del '20 o desde 1830 crece la desigualdad. 

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    toda la provincia, las mayores fortunas rurales. El verdadero paradigma de la nueva

    riqueza rural de Buenos Aires. Es en esa zona que se localizaban las principalesestancias de los Anchorena, de Rosas, de los Ezeiza, Miguens, Piñeiro, Terrero, Ra-mos Mejía, etcétera. 

    No obstante, la desigualdad social, como vimos, era más aguda en ciertas zo-nas de vieja colonización que en esa zona de expansión. El norte de la campañapresenta un aspecto más homogéneamente desigual y encontramos allí algunosbolsones de desigualdad extrema (Rojas, Salto y San Pedro). Estas regiones, coloni-zadas tempranamente y siendo más pobres en términos comparativos, conocen unproceso de diferenciación social mucho más agudo en algunos casos que las zonasde frontera. Y esto tiene una lógica, que hemos definido quizás arbitrariamente comoturneriana: en las zonas de antigua ocupación y con exiguas posibilidades de expan-sión, con tierra relativamente escasa, una población creciente era excluida de losmedios de producción y debía conformarse con el empleo dependiente. En las nue-vas zonas del sur en expansión, junto a los nuevos y enormemente ricos propietariosseguía habiendo espacio para la instalación de pequeños y medianos productores,tanto en tierras nuevas como al interior de las grandes propiedades, donde sus titula-res debían aceptar estas ocupaciones como forma de conseguir acceso a algo detrabajo o simplemente por presión de los vecinos y de viejas prácticas de expansiónde las zonas nuevas37. 

    Es decir que, si tenemos razón, la apertura de la frontera y el vertiginoso creci-miento económico que se produce sobre todo allí, no parece generar una mayor des-igualdad en esa misma zona, a pesar de la constitución de enormes fortunas ganade-ras y territoriales. Por el contrario, la desigualdad es mucho mayor en ciertas zonas devieja ocupación, donde la relación recursos/población es más desfavorable. 

    Pero lo que también muestra de manera clara nuestro trabajo es que no hay unaexplicación única para entender el origen de la desigualdad. Ya señalamos que no entodas las zonas de antigua colonización hay una mayor desigualdad económica, sino

    que en varias se mantiene un perfil más igualitario. Así sucede por ejemplo en lapropia ciudad de Buenos Aires, donde nuestros datos indican una menor concentra-ción de la riqueza que en la campaña. Esto probablemente se vincule con la crisis dealgunas fortunas comerciales de origen colonial, con el creciente peso de las inver-siones en bienes rurales en las coyunturas que siguen a 1826 y la inestabilidad mone-taria, pero también con un problema de la fuente: mientras en la ciudad parece noescaparse a los censistas casi ningún pequeño propietario de al menos un modestoinmueble o un puesto comercial, pareciera, como ya dijimos, que una parte de losmás modestos de la campaña no figuran en el censo, por estar viviendo (sobre todoen los partidos nuevos) al interior de las propiedades de otros. 

    Lo mismo sucede en distintas zonas rurales con menor desigualdad que en elnorte ganadero, y también que en el nuevo sur. Esto debe depender de otros factores,como ciertas lógicas económicas vinculadas por ejemplo a la agricultura o quizás  

    37 Ver en este sentido R. FRADKIN: "'Según la costumbre del pays1: costumbre y arriendo en Buenos Airesdurante el siglo XVIII", en Boletín Ravignani, 11, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1995; o JorgeGELMAN: "Un gigante con pies de barro. Rosas y los pobladores de la campaña", en N. GOLDMAN y R. SALVATORE(comp.): Caudillismos rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema. Buenos Aires, Eudeba, 1998. 

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    también a la ganadería del ovino, la subdivisión de la tierra por herencia o la presión

    de ciertas políticas estatales y de las prácticas sociales que frenan procesos de con-centración. Igualmente vimos que en las zonas de ganadería vacuna el proceso deconcentración de la riqueza no es parejo. El contraste principal se produce entre elnorte, más concentrado, y el nuevo sur, con distancias relativas menores. Pero a suvez hay varios casos que escapan de esta lógica general. En este sentido el caso deAzul es el más llamativo y nos advierte sobre el peso que las decisiones políticas delestado pueden tener sobre la distribución de los recursos. Quizás también influya enAzul, la mayor cercanía con grupos indígenas aliados del gobierno, que imponenciertos límites a la expansión de los criollos. Esto, a la vez que limitaba la expansiónfronteriza, condicionaba al gobierno que se vio obligado a repartir tierras de maneramás equilibrada, para constituir con esos vecinos propietarios la base de contenciónmilitar de la amenaza indígena38. 

    Ahora bien, todos estas consideraciones se refieren a la desigualdad en la dis-tribución de la riqueza, pero no de las rentas o los ingresos de las familias. Comodijimos al inicio, los ingresos están normalmente mejor distribuidos que los capitales,aunque más no sea porque las rentas que obtienen los propietarios son un porcentajereducido de sus bienes y se pueden acercar, al menos en los casos de los pequeñoso incluso medianos, a los ingresos que pueden obtener personas o familias que care-cen de propiedades, pero obtienen ingresos salariales. Y justamente en un contextocomo el bonaerense, de expansión fronteriza y escasez relativa de mano de obra, elfactor trabajo se puede llevar una parte nada desdeñable de las rentas anuales de lasempresas agrarias. 

    No tenemos espacio, ni las herramientas para hacer cálculos ajustados sobrelos ingresos de los distintos actores económicos de la campaña, pero podemos hacerun cálculo grosero, a manera de simple aproximación al problema. 

    Supongamos que los capitalistas obtienen una renta uniforme sobre sus capita-les que se acerca al 10 % anual. Por otro lado, supongamos que las familias que no

    tienen bienes propios susceptibles de pagar la CD, tienen al menos 1,5 personas deentre sus componentes trabajando todo el año en unidades diferentes a la propia, alsalario promedio de 50 pesos por mes39, es decir que reciben unos 900 pesos papeldurante todo el año, que equivaldría en nuestro supuesto con el "capitalista" queposee 9.000 pesos de capital40. También podemos especular que todos aquelloscapitalistas que no llegaban a esa renta de 900 pesos anuales agregaban el montorestante de alguna manera para redondear esa cifra. Con estos supuestos el Gini para 

    38 Sobre esta relación entre política de contención indígena y poblamiento campesino se puede consultar

    Jorge GELMAN:  Un funcionario en busca del estado. Pedro Andrés García y la c uestión agraria bonaerense, 1810-

    1822. Quilmes, Universidad Nacional de Quilmes, 1997; también los estudios específicos sobre Azul (LANTERI, ob.

    cit., e INFESTA, "Propiedad rural...", ob. cit.) o los efectuados sobre el negocio pacífico con los indios (Silvia R ATTO:

    Indios amigos e indios al iados. Orígenes del "negocio pacíf ico" en la provincia de Buenos Aires (1829-1832).

    Cuadernos del Instituto Ravignani, N s  5, B uenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1994, entre otros). 39 Que es el salario promedio de un peón mensualizado en las estancias de Rosas en ese año. GELMAN,

    "Las condiciones..." , ob. ci t. 40 Como se ve esta cifra de capital, que estaría equiparando los ingresos de una familia con 1,5 asalariados, es bastante elevada. Es algo superior a la mediana de la CD, es decir que la mayoría de nuestros "capitallis-

    tas" no alcanzan por la sola renta de su capital a equiparar los ingresos de una familia sin capitales, pero quelogra que uno y medio de sus integrantes trabajen todo el año. 

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    la distribución de los ingresos anuales, nos daría una cifra de 0.3542, asombrosamen-

    te baja41

    . Por supuesto que este análisis habría que retinarlo en gran medida, lo que no

    haremos aquí, pero nos parece que sirve para mostrar de manera aproximada la dis-tancia que podía haber en el Buenos Aires rosista entre la distribución de la riqueza yla de los ingresos. 

    Como se observa en este ejercicio, la desigualdad se ve fuertemente reducidaen relación con la distribución de los capitales, y refleja de alguna manera la situaciónde un contexto de frontera, donde la escasez de trabajo jugaba a favor de los ingresosde los sectores asalariados. Esto a su vez favorecía procesos de movilidad socialascendente, ya que muchos de esos trabajadores dependientes, en la medida en quelas condiciones generales se mantenían, podían lograr procesos de acumulación queles permitía convertirse en propietarios, aunque sea modestos. 

    Algo del disgusto que una situación de este tipo generaba en los mayores pro-

    pietarios se refleja en las actitudes que tenían y en las políticas que trataban de pro-mover desde el gobierno para limitar la capacidad de negociación de los trabajado-res y procurar reducir el costo salarial. El mismo Rosas, con sus centenares de milesde hectáreas y de animales, se quejaba amargamente de la escasa rentabilidad desus capitales, por los elevados salarios que debía pagar, por las tierras que le ocupa-ban los pobladores, etcétera42. 

    Volviendo a los datos más seguros sobre la distribución de la riqueza, ¿se puededecir que el caso de Buenos Aires refleja una mayor desigualdad que otros contem-poráneos? ¿Confirmaría una comparación esa imagen sobre la realidad latinoameri-cana y sobre el régimen rosista en particular de una mucho mayor desigualdad queen el contexto anglosajón, en Norteamérica u otros lados? 

    Desde ya es necesario aclarar que esta comparación es tentativa, ya que losdatos utilizados en éste y en otros trabajos no son del todo seguros ni comparables, al

    igual que las metodologías empleadas en cada caso. Sin embargo permiten una aproxi-mación a las realidades históricas que se pueden poner en relación para inferir ciertosfenómenos. 

    En Buenos Aires, como vimos, encontramos un Gini para 1839 de 0.82 para todala provincia, que se eleva a 0.86 si consideramos sólo a la campaña y baja hasta 0.69en la ciudad. Como ya dijimos, en el caso de las 13 colonias norteamericanas en 1774se obtuvo un Gini de 0.7343. En el estado de Texas hacia 1860 es de 0.74, muy cerca-no al de la fecha más temprana para el conjunto, pero a la vez inferior al de otras zo-nas norteamericanas en esa fecha tardía. Así, por ejemplo, hacia 1850 Massachussetsalcanzaría a 0.84, cifra cercana al de otras zonas de vieja colonización44. También 

    41 Si tenemos en cuenta, por ejemplo, que el Gini para el ingreso en la Inglaterra de la Revolución Indus-

    trial, hacia 1800, era de 0.5153. ATKINSON, ob.cit. 42 Ver GELMAN,  "Un gigante..." y "Los límites...", ob. cit. 43 JONES , ob. ci t. 44 CAMPBELL y LOW E,  ob. cit. Un estudio muy reciente verifica un considerable aumento en la concentra

    ción de la r iqueza en el estado de Massachussets entre 1820 y 1910; partiendo de un coeficiente de 0.72,

    ascendiendo a 0.836 en 1850, 0.877 en 1880 y c oncluyendo en 0.910 al f inal del período. Richard S TECKEL yCarolyn MOEHLING: "Rising Inequality: Trends in the Distribution of Wealth in Industrializing New England", en The

    Journal of Economic History, vol. 61, NQ1, 2001. 

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    mencionamos el caso de Costa Rica, donde un estudio señala para los años 1843-46,

    un Gini de 0.8445. En resumen, lo que podemos observar es que si bien la distribución de la rique-

    za en Buenos Aires en plena expansión ganadera parece algo peor que en un estadocomo el de Texas hacia mediados de ese siglo o que el conjunto de Norteamérica enla misma época, sin embargo es muy parecido, e incluso levemente mejor que ladistribución en zonas más antiguas de ese territorio o que el ejemplo de AméricaCentral. Igualmente algo que es llamativo y que debe advertirnos sobre la escasaoriginalidad del caso de Buenos Aires bajo el gobierno de Rosas es la cifra de distri-bución de la riqueza en Gran Bretaña en 1960. Esta llegaba a 0.76, no tan lejos delBuenos Aires rosista. Es verdad que en los años que siguen, el Gini se reduce en GranBretaña hasta llegar a 0.65 en 1970, resultado de las políticas socialdemócratas quefavorecieron una mejor distribución del ingreso y la riqueza, a través de regímenesimpositivos progresivos y políticas sociales distributivas46. 

    En todo caso lo que podemos concluir es que la fuerte desigualdad en la distri-bución de la riqueza en Buenos Aires era similar al de economías de la época consi-deradas más igualitarias y progresistas. También, que las condiciones de fronteraparecen limitar una mayor desigualdad y que la distribución del ingreso, en esta pri-mera aproximación, parece alejarse de la extrema desigualdad de la de la riqueza.Dicha participación en el ingreso favorece procesos de movilidad social que son fáci-les de percibir a lo largo de casi todo el siglo en la región. En definitiva nuestro casoparece indicar que, bajo ciertas circunstancias, el crecimiento económico es compa-tible con cierto grado de equidad en los ingresos, aunque algunas políticas estatalesfavorecieran la concentración de la propiedad en pocas manos.  

    45 GUDMUNSON, Ob. Cit. 46 Los datos anteriores de Gran Bretaña en ATKINSON, ob. cit. 

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    RESUMEN 

    El crecimiento económico y la distribuciónde la riqueza y del ingreso se ubican en el cora-zón de algunos debates de la historia económi-ca. La persistencia y aún el agravamiento de lasdesigualdades entre los distintos sectores y re-giones no hace sino más urgente la búsquedade respuestas sobre estos problemas. Los es-tudios de este tipo son casi inexistentes paraBuenos Aires durante el siglo XIX, cuando sucampaña conoce un proceso de expansión eco-nómica notable. Los trabajos que se ocuparondel período insistieron, en general, en la crecientedesigualdad, tomando como eje demostrativo ladisparidad en la distribución de la propiedad dela tierra. Sin embargo no tuvieron en cuenta quela tierra no era el único ni quizás el mejor indica-

    dor a considerar en este momento. Otro proble-ma para avanzar en la dilucidación de estas cues- 

    tiones era la falta de fuentes apropiadas, sobretodo para la primera mitad del siglo. En el pre-sente trabajo abordamos la cuestión de ladistribución de la riqueza en la campaña deBuenos Aires empleando una fuente no utilizadahasta el momento. Se trata de unos censos eco-nómicos realizados por Rosas en 1839 para elcobro de la Contribución Directa. Luego de eva-luar la fuente, su contabilidad y los métodos másapropiados para abordarla, estudiamos la distri-bución de la riqueza utilizando los indicadoresmás corrientes en este tipo de estudios, como ladistribución por deciles, la curva de Lorenz y elíndice Gini. Esto nos permite alcanzar algunasconclusiones interesantes sobre los niveles dedesigualdad en la campaña de Buenos Aires y

    su vinculación con las modalidades del creci-miento económico. 

    SUMMARY 

    Economic growth and wealth distribution aretwo issues that occupy a central place in debateson economic history. The analysis of thesetopics becomes even more urgent given the per-sistence and aggravation of economic inequalityamong different social sectors and geographicregions. However, scholarly works on 19th cen-tury Buenos Aires have largely neglected them.Works that examine the period have insisted on

    the existence of growing inequalities in the re-gión due to unequal patterns of land distribution.Nonetheless, land distribution only constitutesone of the factors to be taken into consideration,and it is probably not even the best available in-dicator of the leve! of economic inequality. In this 

    article we will approach the problem of wealthdistribution in the Buenos Aires countrysidethrough a previously unused source: the eco-nomic censuses carried out by governor JuanManuel de Rosas in 1839. The purpose of thesecensuses was to gather the Information neededfor the imposition of an income tax: the Con-tribución Directa. After a thorough evaluation ofthe source and its reliability, the article discusses

    methodological issues. Finally using indicatorssuch as Lorenz curves or the Gini Índex, we reachsome interesting conclusions on the levéis ofwealth inequality existing in the Buenos Airescountryside at that time, and its links with eco-nomic growth. 

    REGISTRO BIBLIOGRÁFICO

    GELMAN, Jorge, y SANTILLI, Daniel "Distribución de la riqueza y crecimiento económico. Buenos Aires en la época de Rosas". DESA-

    RROLLO ECONÓMICO - REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES (Buenos Aires), vol. 43, NQ  169, abril- junio 2003 (pp. 75-101). Descriptores: