fridman falcoff fantin - esquizofrenia 2009

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ARIEL DARÍO FALCOFF JUAN CARLOS FANTIN MANUAL DE CLÍNICA Y TERAPÉUTICA EN PSIQUIATRÍA DANIELA BORUALEJO | JUD1TH BUTMAN | OSCAR BOULLOSA DANIEL FADEL | GUILLERMO FERNÁNDEZ D'ADAM | SILVIA FIGIACONE PABLO FRIDMAN | MIGUEL MÁRQUEZ | LILIANA VERÓNICA MONETA GRACIELA BEATRIZ ONOERIO | MARTÍN PURICELLI | DIEGO ROBATTO | HÉCTOR SERRA con la colaboración de MARÍA RAQUEL BATSIOS | MARÍA SOL GÓMEZ PADLlAWt^KT1^u4^TAZONE

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ARIEL DARÍO FALCOFF JUAN CARLOS FANTIN

MANUAL DE CLÍNICA Y TERAPÉUTICA

EN PSIQUIATRÍA DANIELA BORUALEJO | JUD1TH B U T M A N | OSCAR BOULLOSA

DANIEL FADEL | GUILLERMO FERNÁNDEZ D'ADAM | SILVIA FIGIACONE

PABLO FRIDMAN | MIGUEL MÁRQUEZ | LILIANA VERÓNICA MONETA

GRACIELA B E A T R I Z ONOERIO | MARTÍN PURICELLI | DIEGO ROBATTO | HÉCTOR SERRA

con la colaboración de MARÍA RAQUEL BATSIOS | MARÍA SOL GÓMEZ PADLlAWt^KT1^u4^TAZONE

FALCOFF, A r i e l Darío ; F A N T I N , fuan Carlos et al.

M A N U A L DE C L I N I C A Y T E R A P É U T I C A EN PSIQUIATRIA

- 1* ed. - Buenos Aires : Letra Viva, 2009. 410 p. ; 23 x 16 c m .

ISBN 978-950-649-240-3

1. Psiquiatría. I . Título

C D D 616.89

Edición al cuidado de L E A N D R O S A L G A D O

© A R I E L D A R Í O FALCOFF | JUAN C A R L O S F A N T I N | autores y compiladores

© 2009, L E T R A V I V A , L I B R E R Ì A Y E D I T O R I A L

Av. Coronet Diaz 1837, (1425) C. A. de Buenos Aires, Argentina E - M A I L : [email protected]

W E B PAGE: www.imagoagenda.com

Primera edición: Agosto de 2009

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra bajo cualquier método, incluidos la reprografia, la fotocopia y el tratamiento digital , sin la previa y expresa autorización por escrito de los titulares del copyright.

A GRADE CIMIENTOS

A cada uno de los autores participantes, quienes pudieron ade­cuar su siempre vigorosa y personal visión de la Psicopatología a las particulares necesidades de este texto.

A la División Neurociencias del LABORATORIO ELEA, que cola­boró con las condiciones materiales que permitieron la salida en forma gratuita de esta primera edición.

A nuestros compañeros y amigos de la Asociación Argentina de Salud Mental, con quienes siempre compartimos el aliento mutuo en todos los proyectos.

A Juan Añaños, por su fina intuición y su incansable apoyo.

En forma muy especial, a nuestras familias, que soportaron cálida y comprensivamente las restricciones de tiempo y atención que -inevitablemente, siempre es así- la realización de esta obra conllevó.

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Se conocen como síntomas positivos de la psicosis a los delirios, las alucinacio­nes y la desorganización conductual; y como síntomas negativos a la apatía, hipo-bulia, anhedonia e indiferencia afectiva, que son actualmente considerados como de mayor gravedad en la cronicidad de la psicosis.

Las manifestaciones clínicas de las múltiples psicosis agudas son, de hecho, polimorfas, variables y cambiantes. De todos modos, hay cuestiones esenciales que siempre se mantienen. Cualquiera de las esferas de la personalidad puede verse afec­tada. Tanto sea el círculo intelectual, afectivo, volitivo, valorativo de contextos y psi-comotor.

En el siguiente esquema puede verse la mayor parte de las posibilidades que pueden observarse en un Servicio de Guardia o de Admisión, eligiendo el término complejo sintomático psicótico agudo para su presentación.

Complejos sintomáticos psicóticos de comienzo agudo:

• Agitación aguda o excitación psicomotriz. • Inhibición aguda o inhibición psicomotriz (puede ser catatonía o no). • Euforias agudas transitorias en manías e hipomanías.

Depresiones agudas de comienzo súbito (delirantes, agitadas, etc.). Extrañamiento o despersonalización.

• Extrañamiento del mundo o desrealización. Delirios agudos. Alucinaciones agudas de origen tóxico o no. Conductas sin sentido (descontextuadas, bizarras, pueriles, etc.) Conductas auto-heteroagresivas (auto o hetero lesiones, intento o consu­mación de homicidio, intento o consumación de suicidio, intoxicaciones, fugas, etc.). Confusión aguda, perplejidad.

• Crepuscularidad aguda (conducta extraña por enturbiamiento de la con­ciencia).

Las presentaciones agudas pueden indicar el comienzo sintomático de la enfer­medad, o pueden implicar la actualización de un cuadro crónico de base. En esta segunda posibilidad es fundamental recabar los antecedentes mórbidos, los trata­mientos efectuados o no efectuados, y la respuesta a los mismos.

ESQUIZOFRENIA

DR. PABLO FRIDMAN

D E F I N I C I Ó N Y E P I D E M I O L O G Í A

Las esquizofrenias son Psicosis Crónicas, de tipo procesual, que cursan por bro­tes que rompen con la continuidad histórica vital de una persona, ya que la diso­cian transitoria o definitivamente, en donde ésta no puede comprender la reali­dad, la juzga mal y no tiene conciencia clara de lo que sucede consigo mismo, ni con el mundo. El diagnóstico se efectúa por una suma de factores que generan un conjunto sindromático que exhibe diferentes presentaciones clínicas, respuestas al tratamiento y curso de la enfermedad.

Su incidencia es aproximadamente un 1 % de la población total, lo que la hace una enfermedad bastante frecuente, en ocasiones se disimula socialmente debido al ocultamiento cultural que sufren estos pacientes.

ETIOPATOGENIA

i La etiología de la esquizofrenia sigue siendo desconocida, en tanto haber detec­tado un factor determinante en la aparición de la enfermedad. Las concepciones más actualizadas hablan de un suma de factores coadyuvantes, que se presentan de un modo donde pueden tener mayor o menor preponderancia factores diversos, tales como genéticos, neurohumorales, tisulares (en cuanto a funciones neuronales o de grupos de neuronas), familiares (en cuanto a lo relacional puro, o lo estructu­rante del psiquismo), sociales, o ligados a experiencias traumáticas desencadenan­tes. En todos los casos se trata de un entramado de causalidades donde se torna dificultoso adjudicar una causalidad específica determinante o dominante.

Las teorías genéticas se basan en la detección de diversos alelos que estarían alterados en los cromosomas 22ql l -13. 6p. 13q. y lq21-22; y que implicarían una disposición a la enfermedad (seguimos aquilas indicaciones de Andrea López Mato e n el libro Psiconeuroinmunoendocrinología 3, 2008). Cabe destacar que en geme­los homocigóticos la proporción de contraer la enfermedad es de un 48 % de las Parejas gemelares. Si bien esto demuestra la alta carga genética de la esquizofrenia,

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también desliza la importancia fundamental del medio ambiente para su expresión morbosa y su desencadenamiento.

Las teorías neurohumorales sostienen alteraciones en distintos circuitos neuro nales, donde se encontrarían alteraciones de los siguientes neurotransmisores: dop a-minérgicos (D2, D4), Noradrenérgicos, Serotoninérgicos, y en los últimos años se ha propuesto la "Teoría Glutamatérgica", que se ocuparía del papel regulador del glutamato de los receptores dopaminégicos y serotoninérgicos. A las alteraciones mencionadas se agregan las del eje somatotrófico (aumento de G H en esquizofre­nia crónica), y alteraciones inmunológicas (aumento de la IL-2 y IL-6, con incre­mento de la inmunidad a ciertas infecciones). Fisiológicamente se puede observar un aumento del tamaño de los ventrículos cerebrales en los enfermos esquizofré­nicos avanzados en su evolución (algunos autores atribuyen esta observación a desarrollos demenciales neurológicos que cursarían en comorbilidad con la esqui­zofrenia de base).

Sigmund Freud había diferenciado a la neurosis como efecto de un conflicto entre el yo y el ello, en cambio a las psicosis como un conflicto entre el yo y el mundo exterior, mundo que se reformula a través de los delirios y alucinaciones. En la clínica de las esquizofrenias es frecuente observar que los factores subjeti­vos tienen importancia fundamental para el desencadenamiento del cuadro, como para su evolución.

ASPECTOS C L Í N I C O S

Las esquizofrenias se encuentran entre las enfermedades mentales más graves, porque son las que atacan la esencia misma de la personalidad; esto es en térmi­nos generales, la posibilidad de decisión y de despliegue del ser en el mundo. La ruptura disociativa es, precisamente, no poder disponer adecuadamente de los rendimientos cognitivos, afectivos, volitivos y conductuales que la vida cotidiana demanda de modo permanente.

La esquizofrenia altera tanto el círculo intelectual como el afectivo, el volitivo, el motor y el valorativo de contextos. La esquizofrenia se puede definir como una pérdida del contacto vital con la realidad (Minkowski), por un lado, pero tam­bién se puede decir que es una demencia pragmática, pues el esquizofrénico no puede valorar los cambiantes contextos del mundo y adaptarse a ellos conve­nientemente.

Existe en este momento en la psiquiatría una revalorización del primer nombre que ha tomado esta enfermedad: Demencia Precoz (Emil Kraepelin), que poste­riormente es cambiado a Esquizofrenia por Eugen Bleuler. Dado que si bien no se trata de una Demencia en el sentido de las Demencias neurológicas, la presen­cia de trastornos cognitivos precoces hacen pensar en que el comienzo mórbido es previo a la aparición del primer brote, por lo que se sostiene que los trastornos intelectuales son anteriores a los volitivos en lo que denominamos los momen­tos previos al desencadenamiento de la enfermedad, claro que no se establecer1

en la memoria, sino en la perseverancia en el error, en la dificultad de reformular estrategias establecidas, en la revisión autocrítica de los actos, ele.

ESQUIZOFRENIA 197

C L I ' N I C A C L Á S I C A D E LA E S Q U I Z O F R E N I A

Los síntomas fundamentales de Bleuler constituyen "las cuatro A": / l sociaciones laxas del pensamiento, /Ifectividad aplanada, ambivalencia y Mutismo.

Hay que notar que aquellos síntomas que llaman más la atención (como los deli­rios y las alucinaciones) Bleuler los considera "accesorios". Esa diferencia es ade­cuada, porque la gravedad del trastorno está vinculada justamente a las caracterís­ticas de laxitud asociativa, aplanamiento afectivo y autismo; síntomas ligados a lo que luego se agruparía como síntomas negativos, los cuales constituyen los sínto­mas preponderantes para Bleuler.

Conviene tener presente el listado de síntomas de Kurt Schneider de primer orden para un eventual diagnóstico presuntivo de esquizofrenia: sonorización del pensamiento, oír voces que dialogan entre sí, oír voces que acompañan con comen­tarios los propios actos, vivencias de influenciación corporal, robo del pensamiento y otras experiencias de pensamiento influido, divulgación del pensamiento, per­cepción delirante, así como todo lo vivido como hecho e influenciado por otros en el sector del sentir, de las tendencias y de la voluntad. De segundo orden con­sideraba a: otros trastornos de la percepción, ideas delirantes súbitas, perplejidad, cambios de humor de la depresión a la euforia, sentimientos de empobrecimiento emocional y otros.

Pragmáticos se consideran los rendimientos psicológicos que permiten gene­rar valoración preventiva. Esta se refiere a todos los actos por medio de los cua­les podemos seguir siendo materia histórica en continuidad con el mundo. Segui­mos aquí a Alberto Monchabon Espinoza cuando decimos que pueden ser físicos, personales, culturales y éticos. Los físicos son aquellos rendimientos por los cuales toda persona se cuida para evitar un daño en su cuerpo. Muchos esquizofrénicos comen del tacho de la basura, mastican o tragan objetos como telas de araña, insec­tos, papeles, colillas de cigarrillos, llaves, clips, etc. Los personales se refieren a las acciones que lleva a cabo una persona para no excederse más allá de sus posibilida­des y de sus límites, en algunos casos se puede experimentar la fusión del paciente con objetos inanimados. Culturales: inhibir las acciones peligrosamente alejadas de las costumbres y opiniones del momento histórico. Éticos: valores preventivos que inhiben el daño a otros y lo castigado por la comunidad. Acá hay muchas con­ductas inhibidas que se ponen en marcha cuando el contexto así lo permite. Asi 'Como también, es la que mide si el ambiente que nos rodea es o no es peligroso. La Primera prevención interpersonal que se tiene consiste en discriminar si la situa­ción es o no, peligrosa para sí, luego se puede seguir interactuando.

También Alberto Monchablon Espinoza destaca que estos desórdenes en la [esquizofrenia se refieren al cuerpo (lo que se debe y no se debe hacer para evitar dañarlo), la persona (lo que se debe y no se debe hacer como individuo), la rela­ción con las otras personas (lo que se debe y no se debe hacer para evitar dañar a ptros), la relación con la cultura del momento (lo que se debe y no se debe hacer

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para estar acorde con la época). Habitualmente, el esquizofrénico no tiene un buer funcionamiento de estas capacidades, y existe una marcada dificultad para diferen ciar lo propio de lo ajeno.

PRESENTACIÓN C L Í N I C A

El modo en que se presentan los síntomas de la esquizofrenia para el clínico puede sistematizarse en:

Síntomas Positivos, • Síntomas Negativos, • Daños Cognitivos,

Disturbios Afectivos.

Se entiende por síntomas positivos aquellos que pueden detectarse de modo activo en la presentación fenoménica del cuadro psicótico. Comprenden principalmente a los delirios y a las alucinaciones, muchos autores incluyen también las desorgani­zaciones del lenguaje y el comportamiento gravemente desorganizado o catatónico. Estos síntomas han sido los primeros en ser afectados por los tratamientos psicofar-macológicos neurolépticos, por los que se los ha confundido como los principales de la esquizofrenia, error que se ha subsanado al observar la evolución de estos cua­dros, y comprobar que no eran los síntomas mas deletéreos.

Los delirios característicos de la esquizofrenia son los no sistematizados, muchas veces incoherentes, sin una idea delirante central, las ideas pueden ser contradic­torias o antagónicas, y sin una coherencia lógica en el texto delirante. Las alucina­ciones pueden ser auditivas, visuales, táctiles, olfativas o gustativas. Son caracterís­ticas las pseudoalucinaciones (se escuchan dentro de la cabeza) auditivas. Puede haber lenguaje desorganizado e incoherente, como así también comportamiento gravemente desorganizado. Es frecuente el signo del espejo: el paciente contem­pla su imagen en el espejo durante un tiempo prolongado, como modo de recupe­rar su imagen corporal.

Los síntomas negativos eran considerados como un residuo de la evolución de la enfermedad, por el contrario, se observan signos de anhedonia, hipobulia y astenia en los comienzos de la esquizofrenia, inclusive antes de desencadenarse. Estos sín­tomas son los que presentan la mayor dificultad en la vida social del paciente. Son el embotamiento afectivo, que implica una no reacción ante los estímulos emocio­nales; pobreza del habla (alogia); abulia o apatía, o sea falta de voluntad; incapaci­dad para persistir o para iniciar una actividad y anhedonia, que consiste en la inca­pacidad para disfrutar de los placeres. Los síntomas negativos alteran la capacidad de funcionar en la vida diaria de los pacientes, provocan aislamiento, desinterés por el mundo y falta de atención que aumenta con la evolución del cuadro. A medida que pasa el tiempo, los síntomas negativos se acentúan más, mientras que los posi­tivos van remitiendo.

Los daños cognitivos, también subestimados en su momento, incluyen dificulta­des en la atención, memoria, lenguaje y funciones ejecutivas. No deben ser confuri" didos con síntomas negativos, aunque a menudo se encuentran en forma simultá-

ESQUIZOFRENIA 199

nea. Los síntomas cognitivos característicos son: fallas en la selección, focalización y concentración, mostrando marcada vulnerabilidad frente al esfuerzo continuo.

Disturbios en el humor, en la esfera afecüva, son comunes en la esquizofrenia, incluyen raptus de excitación psicomotriz, depresiones severas, conductas manifor-mes, o también indiferencia afectiva.

También cabe mencionar la despersonalización donde la percepción, la memo­ria o los sentimientos propios aparecen como extraños. Otra característica es la desrealización o sensación de extrañeza frente al mundo externo. El entorno apa­rece como nebuloso, irreal, extraño e insólito.

E V O L U C I Ó N

Podemos dividir, con objetivos pedagógicos, la evolución de la esquizofrenia en las siguientes etapas:

FASE PRODRÓMICA: puede ser evidente o no para el paciente o los demás. Sus manifestaciones son sutiles y pueden variar entre días o años, de acuerdo a un comienzo más o menos abrupto. Se caracteriza por progresivo aisla­miento social, con cambios en el comportamiento, o en la respuesta emo­cional a estímulos.

FASE AGUDA: está marcada por la productividad de síntomas psicóticos. Habi-tualmente requiere medicación y/o hospitalización, pero también puede tra­tarse en forma ambulatoria. Suele hablarse en este momento de desencade­namiento de la enfermedad. Cuando esta fase aparece más de una vez, se designa como recrudecimiento o reagudización del cuadro.

FASE DE CONTINUACIÓN: en este período, que debe abarcar más de seis meses desde el comienzo o primer brote de la enfermedad, se produce una disminución paulatina en la gravedad de los síntomas.

FASE DE ESTABILIZACIÓN: durante esta fase los pacientes pueden estar asintomáti-cos, o presentar síntomas tales como constante tensión, irritabilidad, depre­sión incohercible, síntomas negativos, desaliento, astenia, anhedonia, y algún grado de deterioro cognitivo, que varía con cada caso en particular. La mayor parte de los pacientes alternan episodios agudos con remisión parcial o total. Es habitual que el paciente esquizofrénico experimente síntomas residuales entre los brotes. La completa curación de la enfermedad es, actualmente, un resultado no esperable dentro de la evolución.

Entonces, una vez que estamos frente a una psicosis esquizofrénica queda por ver si: 1) es una forma aguda inicial, 2) una reagudización de una forma crónica, 3) una forma clínica insidiosa y 4) una forma crónica.

Las esquizofrenias pueden, entonces, empezar insidiosa o agudamente. Son tras­tornos que pueden surgir en horas o, más comúnmente , en semanas con un pró­dromo psicopatológico variable y polimorfo. El acmé de la psicosis se instala, tam­bién, en horas o en semanas. La duración actualmente no suele superar los tres

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meses. La duración de las psicosis agudas en la era preneuroléptica era hasta de 6-9 meses. Obviamente estas cifras son relativas, como cualquier cifra en el ámbito psicopatológico. Por otra parte, ya en plena era neuroléptica se puede afirmar que el plazo promedio de duración de una psicosis aguda tratada es de unos 30 días. En los comienzos agudos, la esquizofrenia puede adoptar cualquiera de las formas que se han formulado anteriormente para las psicosis agudas (es lo que se deno­mina primer brote o desencadenamiento de la esquizofrenia). En determinadas circunstancias se debe observar la evolución clínica para esclarecer los diagnósti­cos diferenciales correspondientes. En algunos casos el comienzo puede ser apa­rentemente depresivo o maniforme, sin que se trate de un Trastorno del estado de ánimo, estrictamente. Debemos aclarar que desaparecida la sintomatología aguda pueden quedar trastornos de otra enfermedad de base que también podría haber estado presente durante la fase aguda. Esto clarifica el concepto de la agudización en estructuras psicóticas crónicas, que siguen la misma regla.

Es importante consignar los complejos sintomáticos crónicos instalados insi­diosamente o postbrote. En primera instancia la depresión es frecuente, denota en alguna medida una percepción de las limitaciones que provoca la enfermedad, por momentos es difícil de diferenciar del retraimiento autista que conlleva la evolución de la esquizofrenia. El descuido personal está en relación a dicho retraimiento y a la pérdida de los valores preventivos ya mencionados. El desinterés por el mundo es creciente y se encuentra en relación con la disminución del placer por las ocu­paciones que antes lo generaban. Una ambivalencia afectiva puede paulatinamente dar lugar a una creciente indiferencia. Con el tiempo los delirios suelen perder vigor psíquico, aunque permanecen prácticamente toda la vida, suelen ser indicadores del modo en que se conservan ciertos lazos, que aunque delirantes, dan cuenta de una relación posible con el mundo.

E S Q U I Z O F R E N I A Y S U I C I D I O

Según estadísticas consensúales, reproducidas por Harold Kaplan y Benjamín Sadok, el suicidio es causa de muerte frecuente en la esquizofrenia. Alrededor de 50 % de los pacientes esquizofrénicos tienen al menos una tentativa de suicidio en su vida, y entre un 10 y un 15 % mueren por suicidio durante un periodo de segui­miento de veinte años. Los principales factores de riesgo son los síntomas depre­sivos, en pacientes con menor incidencia de síntomas negativos. Se debe conside­rar la probabilidad de cierta función inductora, en algunos casos, de psicofárma-cos antidepresivos o antipsicóticos desinhibidores.

E L D E F E C T O ESQUIZOFRÉNICO

La pregunta es, si es lo mismo el defecto que los síntomas crónicos. El defecto es un conjunto de síntomas permanentes, en grado variable de presentación, que sub-yace detrás del proceso esquizofrénico, al cual se le agregan los síntomas crónicos que diferencian las distintas formas "crónicas" de la enfermedad. En el defecto torna

ESQUIZOFRENIA 201

predominio una disminución de la voluntad (hipobulia), que en los comienzos de la enfermedad podría limitarse a una pérdida leve del interés del paciente por aquellas actividades que antes le generaban entusiasmo. Este desinterés puede incrementarse con el paso del tiempo. Además, se agregan los síntomas adquiridos que se suelen lla­mar hospitalismo, etc. Éstos son costumbres como consecuencia de esta particular ambientación, y muchas veces de la carencia de tratamientos adecuados que posibi­liten una oportuna reinserción social. Por cuestiones ideológicas, en cuanto a cierto pesimismo terapéutico, aún se cree que todo es hospitalismo, o que los esquizofréni­cos están condenados a la inercia defectual de modo inexorable.

Por lo tanto, los complejos agudos aparecen y desaparecen, los crónicos se ins­talan para siempre, pero sobre un telón de fondo que conforma al defecto esqui­zofrénico de la personalidad. Se han confundido síntomas negativos con síntomas crónicos. Pues, en una enfermedad crónica como lo es por ejemplo una parafrenia hipocondríaca se presentan sobre este fondo desafectivo-abúlico (síntomas nega­tivos): alucinaciones cenestésicas, ideas delirantes hipocondríacas, influenciación, alucinaciones acústico-verbales, ánimo depresivo, etc., crónicamente.

Siempre se ha dicho que los síntomas del defecto son los residuos psicopato-lógicos post brote, como también que el brote defectúa. Esto no es tan categórico pues hay pacientes que luego de un primer y único brote pueden quedar muy defec-tuados, debiendo permanecer para siempre en una institución, y otros, en los que luego de múltiples brotes, el defecto es mínimo. Siempre será de capital importan­cia el nivel de contención familiar que el paciente pueda tener.

En las esquizofrenias sistemáticas o procesuales, cuando el proceso de la enfer­medad va progresando, se genera una progresión que cursa con síntomas nega­tivos, en este caso el brote es secundario y no causante de síntomas defectuales, se trata del curso insidioso y progresivo de algunas formas de la esquizofrenia. El grave trastorno defectual de las formas hebefrénicas no se puede imputar siempre a que sean causados por los brotes que se presentan en la evolución, necesaria­mente, esto puede llevar a la idea de que tratando el brote, es más: previniendo su aparición, se evita el defecto. Lo cual ha llevado a la opinión de que todo paciente que ha padecido un brote, o que vaya a padecerlo, o que tenga síntomas prodró-micos debe estar medicado de por vida, criterio que aún debe discutirse más. Este tema es polémico y controversial.

Siempre hubo trastornos cognitivos en la esquizofrenia, sobre todo en las formas más graves, que son precisamente las formas crónicas. Es cierto que este deterioro cognitivo se agrava aún más con medicación neuroléptica crónicamente adminis­trada y, sobre todo, si se deja al paciente abandonado sin estímulo psicológico ni social. Los tratamientos actuales apuntan a la resolución de los síntomas, pero más aun a atemperar la instalación del defecto, por medio de la medicación adecuada V los dispositivos psicoterapéuticos e institucionales que correspondan.

C L A S I F I C A C I Ó N

Tradicionalmente se ha utilizado la clasificación de las esquizofrenias que pro v 'ene de las primeras descripciones de la enfermedad hechas por Emil Kraepelin y Engerí Bleuler, que las dividen en cuatro formas que se consideran clásicas:

202 DR. PABLO FRIDMAN

• Simples, Hebefrénicas,

• Catatónicas, • Paranoides.

En la Simple se afecta la esfera volitiva fundamentalmente, los síntomas nega­tivos se instalan precozmente. Suele ser de comienzo insidioso. En los comienzos de la evolución su diagnóstico suele ser muy difícil y generalmente se confunde con una depresión atípica, refractaria o de curso crónico. El paciente no presenta tras­tornos esencialmente afectivos, en el transcurso de su vida va perdiendo sus inser­ciones estudiantiles o laborales, y también sus relaciones afectivas humanas, en el marco de síntomas negativos que dominan cada vez más en el cuadro general.

En la forma Hebefrénica surge un aplanamiento afectivo precoz junto a con­ductas o temáticas delirantes francamente pueriles. Es la forma clínica más precoz en su comienzo ya que, se inicia en temprana edad (en la pubertad, aproximada­mente de 15 a 18 años) y el defecto que luego se manifiesta es muy marcado, sue­len ser cuadros muy discordantes respecto de su medio familiar y social. Los deli­rios suelen ser fantásticos o fantasiosos (transformación de personas o animales, por ejemplo). La evolución generalmente es por brotes, suelen ser pacientes refrac­tarios a los tratamientos psicofarmacológicos.

En la forma Paranoide, además, surge un trastorno del pensamiento que es el deli­rio paranoide asistematizado crónico. Son pacientes con menor incidencia de tras­tornos afectivos o volitivos, que presentan delirios o ideas delirantes de tipo para­noide polimorfas y asistemáticas. El delirio no se organiza como sistema delirante paranoide (al modo de la paranoia). Los pacientes con esquizofrenia paranoide sue­len ser tensos, susceptibles, desconfiados, cautelosos, y a veces hostiles o agresivos, pero también pueden comportarse adecuadamente en situaciones sociales, su inte­ligencia suele permanecer intacta.

En las esquizofrenias Catatónicas se agregan trastornos graves del pensamiento y fundamentalmente alteraciones crónicas de la psicomotricidad. Se trata del fenó­meno que se conoce como flexibilidad cérea (al modo de las estatuas de cera), que se caracteriza por la adopción de posturas o movimientos rígidos, antinaturales, sin una finalidad específica. El paciente puede permanecer en la misma postura anó­mala por tiempo indeterminado. Son frecuentes las impulsiones de carácter deli­rante que adoptan conductas destructivas o agresivas, también son frecuentes el estupor, la obediencia automática o el negativismo extremo.

Otras formas clínicas se han descripto (aparecen de un modo mas esquemático en el DSM-IV y en CIE-10), y en la clínica resulta difícil encontrar formas puras de presentación en términos fenoménicos. Dichas otras formas son: desorganizada, resi­dual, indiferenciada, síndrome esquizoafectivo y síndrome esquizofreniforme.

En la forma Desorganizada, prevalecen conductas inconexas con afectos inapro-piados, son frecuentes los pensamientos incoherentes y los actos inmotivados. En

ESQUIZOFRENIA 203

i a residual se presentan períodos extensos sin nuevos síntomas positivos, con dis­funcionalidades de tipo crónicas, que se presentan estables. La indiferenciada es u n estado intermedio entre la forma Paranoide y la Desorganizada, son pacientes a U e no responden a una forma definida, y que presentan características de varias de ellas. El síndrome esquizoafectivo se caracteriza por la presencia de episodios maniformes o melancoliformes en el curso de una esquizofrenia Indiferenciada. Los trastornos del humor no son episódicos, y son parte significativa en el curso de la enfermedad. El síndrome esquizofreniforme se considera, en muchos autores, como u n momento evolutivo de la instalación de la enfermedad, que se daría de un modo mas insidioso (mas de seis meses de la paulatina instauración del cuadro clínico de la esquizofrenia), pero respetando el carácter procesual de la enfermedad.

No deberá diagnosticarse esquizofrenia en presencia de una enfermedad cerebral manifiesta, o durante una intoxicación por sustancias psicótropas, o en abstinencia de las mismas (CIE 10). Estos cuadros clínicos pueden reproducir síntomas propios de la esquizofrenia, sin ser por eso esta enfermedad. El diagnóstico de esquizofrenia es un diagnóstico positivo, o sea al que se llega no por descarte de otras patologías.

Si bien los actuales neurolépticos atípicos han mejorado mucho a estos pacien­tes, en el sentido de haberles generado menos efectos adversos extrapiramidales agu­dos o crónicos, todavía no puede afirmarse que eviten el curso de una enfermedad crónica. La forma simple, la hebefrenia, la paranoide y la catatónica son de hecho, por su naturaleza, formas crónicas de esquizofrenias que se inician agudamente o solapadamente, como así también las otras formas descriptas. No implica ello que los pacientes tengan que estar siempre internados, pero siempre estarán enfermos y necesitarán atención y tratamiento permanente. Se estima que de 100 esquizo­frenias agudas el 25-35% evolucionará hacia una forma crónica de defecto.

Para Karl Leonhard, las esquizofrenias se dividen en esquizofrenias no Sistemá­ticas y esquizofrenias sistemáticas. Las esquizofrenias no sistemáticas son las que presentan síntomas afectivos de manera significativa, son cíclicas (el compromiso de la afectividad y los ciclos las emparentan en el diagnóstico diferencial con las psi­cosis cicloides), de mejor pronóstico y mejor respuesta al tratamiento. Leonhard las divide en catatonía periódica, esquizoafasia y parafrenia afectiva, que presentan un comienzo agudo con una evolución crónica, más o menos solapada. Las esquizofre­nias sistemáticas se caracterizan por la nitidez de su configuración sintomática, se dividen en catatonías sistemáticas, hebefrenias sistemáticas, paranoides sistemáti­cas y esquizofrenias combinadas. En estos casos se encuentran síntomas positivos y negativos propios de la esquizofrenia clásica, se estabilizan con los años y presen­tan síntomas bien delimitados. Esta clasificación considera que no existe un límite excesivamente tajante entre las psicosis delirantes y las psicosis afectivas.

C L A S I F I C A C I Ó N D E C R O W

Thimoty Crow (UK 1980) propone clasificar a la esquizofrenia en subtipos I y * I (si bien esta clasificación no fue aceptada por el DSM IV, ha sido de interés elí­seo y para la investigación), también se le ha añadido una tercera categoría, carac­terizada por la desorganización del psiquismo.

204 DR. PABLO FRIDMAN

El subtipo I es el de mejor respuesta al tratamiento psicofarmacológico, y suele ser de mayor espectacularidad sintomática, con síntomas positivos tales como alu­cinaciones y delirios, trastornos del pensamiento (interceptaciones, pérdida del curso del pensamiento), sin evidenciar trastorno intelectual (no hay alteraciones de la memoria ni de la comprensión, las dificultades en el aprendizaje pueden pro­venir de una disminución de la atención), la alteración neuroquímica que se des­cribe para este subtipo es una hiperactividad DA2 (dopaminérgica a receptor D 2). Su curso evolutivo es mayormente por episodios agudos.

El subtipo II presenta una peor respuesta a los tratamientos psicofarmacoló-gicos, específicamente a los neurolépticos típicos, pero algunos de sus síntomas mejoran con los neurolépticos atípicos. Se presenta con síntomas negativos tales como aplanamiento afectivo, pobreza del discurso, abulia, amimia, en ocasiones con trastorno intelectual. La alteración neuroquímica que se describe para estos casos está dada por una disregulación DA2-5HT2. Su curso evolutivo es insi­dioso, con tendencia a la cronicidad.

ESQUIZOFRENIAS SEGÚN CROW TIPOS I Y II

Tipo 1 TIPO II Síntomas

Predominantes Positivos Negativos Curso evolutivo Por Brotes Insidioso

Respuesta a neurolépticos Típicos Atípicos Respuesta a anfetaminas

Exacerbación psicòtica Escasa o nula

Pronóstico Favorable Desfavorable Características

sintomáticas Temple paranoide Aislamiento Hipótesis

neuroquímica Hiperdopaminergia (DA2) Disregulación DA2-5HT2

DIAGNÓSTICO D I F E R E N C I A L

LOS diagnósticos diferenciales dependen del momento evolutivo en que se exa­mina la esquizofrenia y sus diferentes presentaciones clínicas. En una primera ins­tancia deberán descartarse problemáticas referidas a la adolescencia que no cur­san con una evolución procesual esquizofrénica. En el período de estado se deben diferenciar cuadros psicóticos delirantes crónicos o síndromes afectivos que cursen con sintomatologia psicòtica sobreagregada. En las psicosis esquizofrénicas avan­zadas se impone el diagnóstico diferencial con cuadros demenciales.

ESQUIZOFRENIA 205

C O N S I D E R A C I O N E S PARA E L TRATAMIENTO

Siempre se debe tratar de modo precoz, los pacientes esquizofrénicos pueden arribar a la consulta del médico clínico llevados por sus familiares por la desmoti­vación, desinterés, conductas extrañas o episodios aparentemente depresivos. En todos los casos se debe efectuar un examen exhaustivo del paciente, y no minimi­zar los síntomas adjudicándolos a una supuesta "crisis adolescente".

En el tratamiento de la esquizofrenia se debe tender a: 1) evitar, o reducir la duración del brote, 2) evitar nuevos brotes o recidivas, 3) disminuir los síntomas negativos, y 4) resocializar al paciente.

Se debe priorizar la adherencia al tratamiento por parte del paciente y de su grupo familiar, dado que en la mayor parte de los casos serán tratamientos de larga duración, con la necesidad de un alto compromiso personal y familiar.

ABORDAJES

Los abordajes no se excluyen entre sí, sino que se complementan en función del tratamiento del paciente y su medio familiar. Cada paciente esquizofrénico requiere un diseño específico de su tratamiento, sin establecer un criterio hegemonizante de ningún recurso en particular, y atendiendo a las condiciones de presentación clí­nica del paciente y su medio familiar y social.

Los recursos terapéuticos más utilizados se pueden resumir sumariamente en: Tratamiento Psicofarmacológico: neurolépticos típicos y atípicos (según el caso

clínico y la respuesta obtenida), como coadyuvantes estabilizadores del ánimo, ansiolíticos e hipnóticos. Deberán diferenciarse, y no siempre fácilmente, los efec­tos que devienen como indeseables de la medicación, de los síntomas de la enfer­medad propiamente dicha.

Psicoterapia individual, familiar y/o grupal, de acuerdo a la estrategia que resulte apropiada a cada caso. La adherencia familiar es muy importante para el tratamiento, dado que se trata de pacientes que requieren frecuentemente de una ayuda exterior, en muchos casos de modo permanente. Suele ser importante que se establezcan espacios de intimidad, de privacidad sin juicios valorativos, en pacien­tes donde la dimensión de los otros suele ser amenazante.

En lo que respecta a la psicoterapia individual, diversas orientaciones han pro­puesto intervenciones terapéuticas en la esquizofrenia. En los últ imos años se ha revalorizado la orientación psicoanalítica (principalmente la que se orienta en la ¡enseñanza de Jacques Lacan), respecto de procurar una estabilización de la psi­cosis que apunte a poner de relieve la potencialidad subjetiva de cada paciente en particular. Desde esta perspectiva se considera que los tratamientos serán a largo plazo, sin una actitud valorativa respecto de los contenidos que el paciente revela; se trata de instaurar un espacio discursivo (aunque el sujeto psicótico se encuen­

tra , en términos estructurales, fuera de discurso), que permita el despliegue de la palabra del paciente, y que aquello que le ocurre puede ser escuchado y atempe­rado en el marco de la transferencia. Son tratamientos posibilitantes de una rela­ción no segregativa con los otros.

206 D R . PABLO FRIDMAN

Tratamientos de resocialización: Terapia Ocupacional, Musicoterapia, Talle­res Protegidos, etc. Estos tratamientos facilitan la reinserción social, tomando en cuenta que las reagudizaciones de los síntomas exacerban el aislamiento y las con­ductas antisociales.

Tratamiento ambulatorio, Hospital de Día, o internación psiquiátrica de acuerdo al momento de la evolución de la enfermedad, y de las posibilidades de continen­cia del medio familiar y social del paciente. Las internaciones prolongadas exacer­ban los síntomas negativos y el aislamiento de modo significativo, deben ser evita­das en la medida de lo posible.

Siempre se debe priorizar el criterio de evitar la cronicidad de los síntomas, y favorecer la resocialización.

B I B L I O G R A F Í A :

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TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DE LA ESQUIZOFRENIA1

DR. DANIEL O . FADEL DR. HÉCTOR A . SERRA

La enfermedad esquizofrénica tiene una evolución crónica, caracterizada por un alto grado de recaídas y una muy difícil adherencia al tratamiento.

En los últimos años se ha reducido la institucionalización de los pacientes esqui­zofrénicos, a partir del advenimiento de nuevos fármacos antipsicótícos, que al ser mejor tolerados han mejorado la adherencia al tratamiento y con ello, han contri­buido a la disminución del número de reinternaciones por paciente. Sin embargo, ello no significa que ha disminuido la mortalidad a causa de la enfermedad, porque si bien el suicidio sigue siendo un factor importante en dicho desenlace, no menos importante es la influencia de los efectos secundarios metabólicos y sus consecuen­cias cardio y cerebrovasculares que estas drogas inducen y que se suman a la pre­disposición natural con la que cursa la enfermedad. Además, los efectos adversos metabólicos son considerados en la actualidad con la misma importancia que aque­llos movimientos anormales que anteriormente eran generados por las drogas antip-sicóticas de primera generación.

Desde el punto de vista terapéutico, una gran mayoría (alrededor del 60 al 70%) de los pacientes responden bien al tratamiento farmacológico antipsicótico de un primer episodio, lográndose una remisión satisfactoria de los síntomas, aunque ello

•no significa una neutralización completa del riesgo de recaída. De los pacientes que realizan tratamiento continuo con antipsicótícos, un poco más de un tercio de ellos tiene una recaída, comparado con los pacientes que reciben placebo. En cam­bio, si el tratamiento se interrumpe, en forma gradual, ese porcentaje de recaída se incrementa a más del 50% en los siguientes 6 meses de la suspensión; pero si

Declaración: Esta guía no se propuso ser interpretada o ser usada como una práctica médica estándar. Las recomendaciones aquí establecidas, son expresión de los consensos interna­cionales de las distintas escuelas psiquiátricas citadas y no reemplazan una ajustada evalua­ción clínica de cada situación en particular realizada por el médico. Además están sujetas a cambios dependientes de la actualización científica y tecnológica. El médico debe determi­nar el cuidado clínico para cada paciente sobre la base de los datos de los que dispone para cada caso en particular.