especiales - upf

5
Especiales 4 2016 Valentina Raffio Entre la imaginación y la utopía En un mundo cada vez más tecnológico y automatizado, la Inteli- gencia Artificial (también conocida por sus siglas IA) se ha converti- do en una de las disciplinas más prometedoras de nuestros tiempos. Ante estas expectativas, este ámbito de estudio se ha ido rodeando de un halo de misterio derivado del desconocimiento general que existe a su alrededor. En el mundo del cine se han utilizado los robots para aterrorizar. En otros sectores se ha planteado la aparición de máquinas como una amenaza para el trabajo humano. Sin embargo, los objetivos de la Inteligencia Artificial están lejos de ser una amenaza real para la población. Ante su creciente influencia en el mundo actual lo mejor será empezar a entenderla tal y como es: un gran avance. Inteligencia Artificial

Upload: others

Post on 26-Jun-2022

11 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Especiales - UPF

Especiales 4

2016Valentina Raffio

Entre la imaginación y la utopía

En un mundo cada vez más tecnológico y automatizado, la Inteli-

gencia Artificial (también conocida por sus siglas IA) se ha converti-

do en una de las disciplinas más prometedoras de nuestros tiempos.

Ante estas expectativas, este ámbito de estudio se ha ido rodeando

de un halo de misterio derivado del desconocimiento general que existe a su

alrededor. En el mundo del cine se han utilizado los robots para aterrorizar.

En otros sectores se ha planteado la aparición de máquinas como una

amenaza para el trabajo humano. Sin embargo, los objetivos de la

Inteligencia Artificial están lejos de ser una amenaza real para la

población. Ante su creciente influencia en el mundo actual lo mejor

será empezar a entenderla tal y como es: un gran avance.

Inteligencia Artificial

Page 2: Especiales - UPF

Especiales 4 Especiales 4

Recuerdo como si fuera ayer el día en que vi por primera vez

El hombre bicentenario, una de las primeras películas que haría

reflexionar sobre el límite entre los robots y los seres humanos.

Andrew es un robot mayordomo que se encarga de las tareas

de domésticas de la familia Martin. En un principio, es el robot

perfecto. Obedece a las órdenes, es capaz de ejecutar acciones

de manera eficaz y sabe cuál es su lugar en todo momento. Sin

embargo, un día muestra un comportamiento anómalo. El robot

empieza a experimentar emociones tales como la tristeza, el

remordimiento o la culpa. Esto hace que se “reprograme” para

ejecutar sus propias órdenes. En un principio, la fábrica consi-

dera este comportamiento como un error que demuestra una

clara tara en el producto e incluso se ofrecen a cambiarlo por

uno nuevo. Pero la familia Martin se opone al ver en Andrew al-

go especial. Poco a poco el robot va ganando autonomía y acaba

por emanciparse de sus dueños para empezar una nueva vida.

¿Su nuevo objetivo? Convertirse en ser humano.

Es curioso observar como el desarrollo del ser humano siem-

pre ha ido ligado a la voluntad de mejorarse a sí mismo, hasta

límites inexplorados, alcanzando facultades similares a las de

los dioses. Las fantasías sobre cyborgs y hombres mejora-

dos constituyen uno de los grandes hitos del mundo de la

ciencia ficción. Y, en el fondo, uno de los más grandes sueños

del ser humano. Pero en el caso de Andrew su sueño iba en

dirección contraria. Frente a todas las fantasías de hombres ci-

bernéticos, en El hombre bicentenario se planteaba el sueño de

conseguir ser humano. Para ello, el primer paso es plantearse

diferentes preguntas, entre lo existencial y lo puramente mecá-

nico. ¿Qué es lo que nos hace humanos? Si nos definimos

en base a la inteligencia, Andrew lo era desde un principio. Si,

en cambio, nos dejamos definir por otros parámetros más emo-

cionales entenderemos, por contraposición, que las máquinas

jamás serán capaces de mostrar ninguna emoción.

En esta emblemática película se demuestra como en el de-

sarrollo del hombre, de los robots, o de la propia inteligencia

artificial, lo más importante es definir bien los conceptos.

Dependiendo de cómo - y dónde - marquemos el límite de de-

sarrollo tecnológico nos acabaremos definiendo a nosotros mis-

mos. Y en este sentido, también se destaca la necesidad de

trabajar mucho más allá de los puros términos tecnológicos.

Conforme la Inteligencia Artificial avance necesitaremos nue-

vas normas sociales, éticas y protocolos de actuación. De esta

manera, el futuro no quedará marcado tan solo por los avances

tecnológicos sino por lo que nosotros decidamos que sea.

Aquello que nos hace humanosDesde hace más de cincuenta años, las grandes pantallas se han ido

llenando de autómatas que con su aparición revolucionan la sociedad del

futuro. Por norma general, hay algunos que contribuyen a la mejora del

mundo ayudando a las personas a llevar una vida mejor. Pero sin embargo,

los grandes guionistas parecen demostrar que la excepción hace la regla.

En un mundo futuro, donde la sociedad se ha respaldado en los robots para

su desarrollo, los robots son capaces de cambiar el rumbo de la evolución.

Según narran la gran mayoría de historias, la más grande invención de la

humanidad se gira en su contra para tener el control del planeta.

Durante décadas, el cine ha ido explotando la más grande de las de-

bilidades del hombre para dibujar un futuro apocalíptico: su miedo a lo

desconocido y su afán de conocerlo. Y justamente de este sentimiento de

incertidumbre nace uno de los géneros más populares de la literatura y

las artes: la ciencia ficción. En ella se plantean posibles futuros en los que

la tecnología ha tenido un tremendo impacto

en el desarrollo de la humanidad. Ante este

panorama hollywoodiense, son muchos los

que opinan que el desarrollo de las máquinas

constituye un peligro inherente para la huma-

nidad. Por un lado, se teme que la mecani-

zación deje “obsoletos” a los humanos. Pero

por el otro, también se especula sobre posi-

bles rebeliones de los autómatas. Ante estos

casos, la mejor arma contra este temor es

el conocimiento.

Es innegable que actualmente el campo de la Inteligencia Artificial ha

logrado impresionantes avances. Hoy en día contamos con asistentes per-

sonales en nuestros móviles, con robots de cocina capaces de elaborar

deliciosos preparados y programas de juegos con la destreza de competir

con el mejor de los jugadores. Pero eso es todo. Los interfaces de asisten-

cia de nuestros móviles tan solo serán capaces de efectuar búsquedas por

nosotros cuando se lo pidamos de una manera clara y concisa, los robots

de cocina se limitarán a prepararnos la cena y los juegos computerizados

no harán nada más allá de jugar al juego por el que han sido programados.

Y hasta aquí el gran peligro de la Inteligencia

Artificial en el mundo de hoy. Todas y ca-

da una de estas máquinas han sido creadas

para ejercer perfectamente una función, y

eso es exactamente lo que hacen. Ni más

ni menos. Sin embargo, con el pasar de los

años esta disciplina se ha ido convirtiendo

en fuente de inspiración para los guionistas.

Por suerte, tan solo con la magia es capaz de

convertir los avances de la Inteligencia Arti-

ficial en seres capaces de dominar el mundo.

Cincuenta años de “dominación robótica”

Durante años se ha especulado

sobre un futuro domi-nado por los

robots

A pesar de los avances,

estamos muy lejos de plantearnos

un futuro apocalípticoEl hombre bicentenario,

interpretado por Robin Williams

Page 3: Especiales - UPF

Especiales 4 Especiales 4

Como seres humanos, siempre nos hemos definido a

partir de nuestra capacidad de pensar. Justamente bajo

esta óptica nos hemos autodenominado Homo Sapiens. Es por

esto que se han dedicado tantos estudios a intentar compren-

der el funcionamiento de nuestro cerebro y, consecuentemen-

te, nuestra capacidad de razonar. El concepto de mente ha ido

quedando en un segundo plano dando paso a lo que en biología

se conoce como funciones cerebrales, algo mucho más concre-

to y sistematizable. Con la evolución de nuestro conocimiento

han ido surgiendo un paralelismo cada vez más claro en-

tre la mente humana y desarrollo de las máquinas. Si se

consigue formalizar un problema, es posible que también se

consiga que lo resuelva un ordenador. Es decir, al reducir un

pensamiento a meros impulsos eléctricos también debería ser

posible transmitirlo a una máqui-

na. En este sentido, son muchos

los que opinan que el desarrollo

de la disciplina de la Inteligencia

Artificial se dibuja en dos planos.

Por un lado, se trata de la repro-

ducción de comportamientos in-

teligentes sobre máquinas. Pero

por el otro, también acaba siendo

una investigación paralela sobre

la inteligencia natural.

Los precedentes

Uno de los primeros teóricos en

plantearse que la inteligencia

podía no residir exclusivamente

en los humanos fue el británico

Alan Turing. Este pionero en

el ámbito de la computación

empezó a preguntarse si una

máquina era (o podía ser)

inteligente. Para responder a

esta cuestión creó un test para

evaluar la capacidad de los ordenadores de asemejarse a la

inteligencia humana. En el conocido como “Test de Turing” un

entrevistador plantea preguntas paralelas a una máquina y a

otra persona, sin saber en ningún momento quién es quién. La

prueba finaliza cuando el entrevistador es capaz de identificar

con quién está hablando. Con este simple test se puso de ma-

nifiesto que los ordenadores son capaces de responder

de manera inteligente e incluso acercarse a un razona-

miento humano. Su único límite, el punto en que el entre-

vistador notaba la presencia de una máquina, era la expresión

de opiniones o juicios de valor. Incluso antes de que se forjara

el término de Inteligencia Artificial, Turing fue capaz de ini-

ciar un estudio de la inteligencia desde el punto de vista

computacional, poniendo las bases para la futura disciplina.

Programar sobre hombros de gigantes

Tras los descubrimientos de Turing tuvieron que pasar décadas

para que se volviera a despertar el interés en el tema. No fue

hasta el año 1956 que se produjo la primera reunión de exper-

tos en el ámbito de la inteligencia. Ese año, un amplio grupo

de matemáticos, psicólogos, ingenieros, biólogos y lingüistas

se reunieron en el Dartmouth College de New Hampshire. El

reto de aquel congreso era conseguir definir en lo más mínimo

todas las características típicas de la inteligencia. El siguiente

paso sería conseguir acotarlas y transferirlas a una máquina.

En esta reunión histórica se planteó una amplia investi-

gación de la inteligencia humana con el objetivo de simu-

larla en los robots, de manera que estos aprendieran a utilizar

el lenguaje, formar conceptos, resolver problemas y mejorarse

a sí mismos. Pero el proyecto fracasó: la unión tan amplia

de especialidades había acabado por imposibilitar el progreso.

Aún así, se consiguió plantear un tema fundamental sobre la

mesa: la creación de una inteligencia artificial a partir del es-

tudio de la inteligencia humana.

En la Edad Media, eran muchos los que creían que detrás

de los muelles de un reloj debía esconderse alguna forma de

inteligencia primitiva. De no ser así, parecía imposible enten-

der cómo un conjunto de engranajes era capaz de conocer la

hora exacta en todo momento. En aquel entonces se asociaba

la inteligencia con todo aquello que era aparentemente inex-

plicable. Hoy en día, los relojes han pasado a formar parte de

nuestra vida diaria y ya nadie se pregunta si son inteligentes o

no. Nuestra concepción del concepto ha variado. Poco a poco

se ha ido diferenciando aquello mecánico de aquello inteligen-

te, acotando cada vez más el término. En la antigua Grecia,

por ejemplo, Aristóteles decía que el hombre es un animal

racional dada su capacidad de efectuar cálculos. Entonces, la

resolución de problemas aritméticos era un signo inequivoca-

ble de inteligencia ligada al ser humano. No obstante, con la

evolución de la tecnología, hoy en día la más simple de las cal-

culadoras es capaz de resolver ecuaciones a una velocidad in-

alcanzable para la mente humana. ¿Pero podemos considerar

estos artilugios como inteligentes? Una vez más, la respuesta

reside en la misma definición del concepto.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que hablando en

términos generales la inteligencia es un concepto que se

redefine según el observador. Es, por lo tanto, una pro-

piedad que reside en los conocimientos y en la capacidad de

quien observa y de su época y no tanto en el objeto observa-

do. De la misma manera que nos sorprendemos ante un truco

de magia, lo que más nos asombra de la situación es nuestro

desconocimiento sobre su mecanismo. Con la creación de má-

quinas para calcular, por ejemplo, la racionalidad matemática

ha dejado de considerarse como un símbolo de inteligencia

apreciado por el mismo Aristóteles.

Sin embargo, si acotamos el concepto desde el puro pun-

to de vista de la disciplina (IA) no es difícil establecer unos

parámetros básicos para definir qué es exactamente la inteli-

gencia: definiremos como inteligente aquel que posee la ca-

pacidad de resolver problemas. A

partir de aquí queda abierto un

amplio campo de especulaciones

sobre qué o quién lo es. Y es

justamente ante esta incerti-

dumbre que surge el estudio

de la Inteligencia Artificial co-

mo una vía para la comprensión

de los mecanismos que conducen

a una conducta inteligente.

¿Qué es la inteligencia?

Existe un paralelismo

cada vez más claro entre

ordenadores y mente humana

Alan Turing fue el

primero en plantearse si un ordenador

podía ser inteligente

Se consi-dera que la Inteligencia reside en la capacidad de resolver problemas

En la actualidad, el estudio de la Inteligencia Artificial se

lleva a cabo desde la informática y la ingeniería. Las apro-

ximaciones desde la psicología y la biología han quedado en

un segundo plano, ya que el trabajo directo sobre máquinas

ha ido cogiendo peso. En el desarrollo de esta disciplina,

se manipulan las dos partes de los ordenadores: soft-

ware (actividad mental) y hardware (actividad física,

cuerpo). De esta manera las mejoras de programación en-

cuentran salida en una mejor máquina. Los actuales ámbitos

de estudio de la Inteligencia Artificial se centran en la reso-

lución general de problemas, en la creación de juegos para

la competencia humana, en la análisis de imágenes y en la

comprensión del lenguaje. Y es justamente en estos ámbitos

donde se están produciendo cada vez más avances. Actual-

mente existen máquinas capaces de resolver complicados

problemas matemáticos, ganar al ajedrez contra los mejores

jugadores del mundo, rastrear imágenes del universo para

encontrar puntos de interés o responder a nuestras deman-

das a través de una simple interfaz. Máquinas que poco a

poco han ido superando (o complementando) las capa-

cidades humanas. En cierta manera, podemos considerar

que el estudio de la Inteligencia Artificial avanza y parece

casi imposible predecir su alcance. Conocemos los orígenes

de la disciplina, su desarrollo y su estado presente. Sin em-

bargo, su futuro parece tan incierto como la vida misma.

Page 4: Especiales - UPF

Especiales 4 Especiales 4

Uno de los mayores avances en el ámbito de la Inteligencia

Artificial es sin duda la creación de coches automáticos ca-

paces de conducirse solos. Esta novedad representa uno de

más evidentes logros recientes de esta disciplina y, a la vez,

nos demuestra hasta qué punto se ha avanzado. Este tipo

de vehículos están siendo comercializados por Google

o Tesla, empresas muy diferentes entre sí pero con un claro

objetivo común: enfocar el futuro de una manera diferente. El

gigante de Google y la gran empresa automovilística Tesla han

apostado por el futuro de la automoción: coches inteligentes

capaces de guiarnos por todo el mundo en total comodidad.

Mínimo esfuerzo para grandes resultados. En ambos casos, las

empresas han conseguido diseñar un software capaz de

“ver” la carretera, detectar coches colindantes y guiarse

por las líneas del recorrido. Unas sencillas normas de base

para desarrollar el coche del futuro. Todo el mundo sabe cómo

actuar en la calle: normas de conducción, toma de decisiones,

reacción ante imprevistos. Y, por lo que parece, ahora también

puede hacerlo un determinado tipo de coche.

Estos primeros vehículos con opción de “piloto automático”

fueron comercializados bajo una sencilla pero lapidante condi-

ción: el software se encuentra en fase beta (experimen-

tal). Por lo tanto, se recomienda a sus conductores que no

confíen exclusivamente en esta tecnología. Es justamente por

ello que los compradores de este tipo de vehículos se vieron

obligados a firmar un contrato eximiendo de responsabilidades

a la casa automovilística en caso de fallo o accidente. Lo que

parecía ser una cláusula sin más importancia que cualquier otra

ha acabado por convertirse en el punto de mira de un debate

que va más allá del propio coche. Recientemente, un hombre

moría tras un accidente mortal en un Tesla S, teniendo el piloto

automático encendido. Según las primeras investigaciones, el

conductor estaba mirando distraídamente una película con el

sillón en modo casi horizontal cuando un camión

le cortó el camino. Fue entonces cuando

se produjo el choque.

¿Qué entendemos por inteligencia?

La capacidad de resolver nuevos problemas.

¿Qué necesitamos para delimitarla?

Una gran parte de la inteligencia descansa en buena parte de

capacidades que aparentemente no la requieren. Poder ob-

servar una imagen, reconocer una situación, mantener una

conversación. Todo este tipo de cosas que a priori no solemos

relacionar. No vamos a decir que una persona es inteligente

porque sea capaz de reconocer a alguien o porque pueda man-

tener un diálogo. Cuando intentas capturar estas acciones de

forma computacional te das cuenta de la dificultad.

¿A qué se debe esto?

La mayor parte de problemas se resuelven de manera incons-

ciente. Es por eso que, cuando hablamos de habilidades hu-

manas, no se le da el honor de considerarse inteligencia. En

términos humanos consideramos inteligente a aquel que es

capaz de resolver problemas complejos o jugar bien al ajedrez,

por ejemplo.

¿Es posible predecir la reacción de un ordenador?

Hoy en día es muy difícil prever qué va a hacer un ordenador.

Si observamos a un programa de ajedrez, que de inteligencia

artificial no tiene nada, vemos un programa que tan solo sabe

jugar al ajedrez y que sabe hacerlo muy bien. Si me preguntas

si los programadores del Deep Blue - super ordenador creado

para jugar al ajedrez - saben qué va a hacer el programa en

cada una de las jugadas te diría que ellos en principio podrían

intentar preverlo a partir de como lo programaron. Pero en

realidad no sabemos si pueden.

¿En qué punto de su evolución se encuentra la IA?

Desde el punto de vista académico, el desarrollo de la Inte-

ligencia Artificial es una consecuencia de la creación de los

computadores modernos. Estamos hablando de los últimos

cincuenta, setenta años. Se trata de querer capturar las habi-

lidades humanas asociadas a la inteligencia en un ordenador.

A partir de los 50 y 60, cuando aún era muy difícil programar

los ordenadores por su baja capacidad de computación, la in-

teligencia artificial era una disciplina básicamente exploratoria.

Hector Geffner (UNIVERSITAT POMPEU FABRA)

··· Director del grupo de investigaciónArtificial Intelligence Group

¿Y los recientes avances a

qué se deben?

La diferencia que ha marcado

los avances de los últimos años

ha sido el interés de las grandes

empresas por utilizar inteligen-

cia artificial.

¿Hasta dónde podemos pre-

ver que llegará?

Hoy día estamos bastante lejos de poner límites al desarrollo

de la Inteligencia Artificial, si bien a veces se oyen temores

sobre el peligro de programar el mundo. En estos momentos,

los robots no pueden competir con la inteligencia humana.

Aun así, hay nichos en los que la inteligencia artificial puede

empezar a rivalizar con los humanos y afectar al mercado de

trabajo, sobretodo en trabajos de tipo mecánico.

¿Debemos entenderlo como una amenaza?

Estamos muy lejos de robots humanos al estilo de las pelícu-

las. Eventualmente, podemos decir que hay límites compu-

tacionales. Los computadores no pueden resolver cualquier

cosa. Y esto no es meramente una cuestión de tiempo.

¿Y estos son los únicos límites?

Sí, pero eso no significa que las personas no podamos avan-

zar. Tenemos sistemas cada vez más inteligentes y cada vez

más artificiales. El avance dependerá del control social que

haya para este tipo de desarrollo. El momento de crisis y de

déficit democrático demuestra que muchas veces las cosas

no se hacen por el bien común. Por eso es necesario cada vez

un mayor poder político que maneje la agenda de la futura

inteligencia artificial.

¿Qué marcará el futuro de esta disciplina?

Las compañías subvencionan y ponen dinero, pero tienen

una visión relativamente de corto plazo. En España el finan-

ciamiento es poco, por no decir casi del todo inexistente.

Sin embargo, en otros contextos, desde el sector público y

la universidad, se intentan llenar los nichos de las agendas

de la empresa. Pero dada la situación económica esto acaba

siendo muy complicado. La agenda científica no es inmune a

las influencias del mercado, aún así esperemos que tampoco

sea inmune al control democrático y social. Cuando más dor-

mida esté una sociedad, peor nos irá.

Estamos bastante lejos

de ponerle límites al

desarrollo de la Inteligen-cia Artificial

Presente y futuro de la disciplinaENTREVISTA

La carrera del coche automático

Los coches automáticos son uno de los mayores avances en Inteligencia

Artificial

Los vehículos con piloto

automático siguen

estando en fase

experimental

En caso de necesidad

de reacción rápida tan

solo pueden actuar las personas

El piloto automático, incapaz

de reaccionar a tiempo, llevó

directo a su tripulante hacia la

muerte. Ante la bifurcación en-

tre evitar un choque o salvar la

vida del piloto el coche automá-

tico acabó su carrera.

¿Pero finalmente de quién

es la culpa? Los coches auto-

máticos actualmente represen-

tan uno de los más grandes

avances en Inteligencia Artifi-

cial. Aún así, hechos como este

demuestran que queda un largo

camino por hacer. Hay quienes

opinan que la culpa es del pro-

gramador por lanzar al merca-

do un vehículo que aún no era

100% seguro. Otros creen que

el responsable es la propia víc-

tima, quien no evitó el impacto.

Lo que por ahora parece claro,

es que este choque ha marcado

un claro límite al avance actual

de la Inteligencia Artificial. En

contra de lo que muchos pien-

san, quizás en el futuro hi-

per-tecnológico la presencia

humana tendrá más peso de

lo que se cree. Al fin y al ca-

bo, una decisión humana puede

marcar el límite entre la vida y

la muerte.

Page 5: Especiales - UPF

Especiales 4 Especiales 4

¿Si tuviéramos que fijar el

punto máximo al que ha lle-

gado la inteligencia artificial

por dónde empezaríamos?

SJC: Lo más concreto es en la

parte de aplicaciones. Sería la

muestra más concreta de los

avances cualitativos. Ahora

podemos hacer cosas que an-

tes no se podían hacer: coches

que conducen solos, progresos en juegos de mesa. Ahora van

apareciendo aplicaciones que cuestionan el Human-Level Per-

formance: cosas que se suponía que sólo podían hacer los

humanos, ahora también las pueden hacer las máquinas.

VG: Con el Human-Level Performance se ha conseguido avan-

zar en tareas concretas, no en problemas abiertos. Algo muy

bien definido. Estos los podemos resolver como las personas o

incluso mejor, pero siempre hablando de acciones muy y muy

concretas.

¿Cuál es el futuro máximo al que podrá llegar la Inteli-

gencia Artificial?

SJC: Yo creo que se irán automatizando más las cosas. Esto

pasará a estar integrado en nuestras tareas cotidianas. Cada

vez hay más integración, aparecen nuevas aplicaciones y

a la vez nuevos requerimientos. Entonces imagínate el

límite en un mundo en el que la mayoría de cosas estén

automatizadas. En general, todo lo que son aspectos

sociales con interacción humana, aspectos multiagen-

tes con toma de decisiones conjuntas se plantea co-

mo un problema. Otro tema se plantea desde el punto

de vista de la ética. Si nuestro coche va a estar con-

ducido automáticamente ¿de quién va a ser la culpa?

VG: Los límites hoy en día se producen por dos ra-

zones. En primer lugar, porque tan solo podemos

intentar resolver problemas que somos capaces de es-

cenificar. Nada que se refiera a emociones, ya que

no sabemos cómo definirlas o formalizarlas.

Y también es por ello que no podemos

pedirle a una máquina que re-

suelva una orden inexistente.

Entonces, en cuando vaya avan-

zando la capacidad de formalizar-

la podremos ir desdibujando los

límites. Mientras, estamos muy

lejos de entender cómo funcio-

nan muchas cosas. Parece que

a los científicos se nos exige dar

respuesta a esto. Personalmente

no creo que deba ser así. Yo día a

día llego a mi despacho e intento

resolver algoritmos y problemas

concretos de matemática. Los dilemas éticos que se deriven

de este trabajo deberán estudiarse desde otro punto de vis-

ta, pero nunca desde un punto de vista matemático. A veces

siento la presión de tener que responder a preguntas de este

tipo: ¿cuál va a ser el futuro? No lo sé. Yo me dedico a resol-

ver algoritmos y problemas matemático. El futuro deberíamos

decidirlo entre todos, ya que es algo que va mucho más allá de

los números. Si se espera que la solución venga de nosotros

investigadores mal vamos.

¿Entonces quién debería encargarse de resolver los dile-

mas éticos de se deriven de esta disciplina?

VG: Democráticamente. Cuantas más personas tengan voz

y voto mejor. Son cuestiones políticas. Como qué modelo de

educación quieres para tu país. Sería como dejar la economía

solo en manos de economistas. En concreto existe una rama

de la Inteligencia Artificial que se dedica a estudiar este tipo

de cuestiones: la bioética.

¿Qué diferenciará la inteligencia humana de la artificial?

SJC: Una integración. ¿Qué quiere decir diferenciar la inteli-

gencia artificial de la no artificial? Aquí hay una serie de facul-

tades que son la inteligencia y que se atribuyen a entidades

que son capaces de mostrar un comportamiento que carac-

terizamos como inteligente. Si lo hace un robot le llamamos

inteligencia artificial, si lo hace una persona le llamamos inteli-

gencia a secas. Al fin y al cabo la inteligencia es más que nada

subjetiva. Si le pones un programa a una persona que no sabe

de computación podría pensar que ese programa es extrema-

damente inteligente.

¿Cuál es el objetivo final del desarrollo de la IA?

VG: El fin último es hacer un mundo mejor. La ciencia pretende

entender cómo funcionan las cosas, para mejorar en todo lo

posible. En nuestro ámbito queremos automatizar los procesos

que a las personas no nos gusta hacer, para que podamos de-

dicar tiempo a lo que realmente nos interesa.

¿Competencia?

SJC: Con la máquina de vapor pasó lo mismo. Muchos se pre-

guntaron cuál era su objetivo. Al final el desarrollo va marcado

por el modelo de financiación con el que cuentas, que en la

mayoría de casos es financiación externa. No es lo mismo que

te subvencione tu gobierno que lo haga una empresa privada,

ya que sus intereses están muy enfocados al beneficio comer-

cial. Google, por ejemplo, tendrá unos intereses muy concre-

tos. Serán los intereses de Google. La investigación cada vez

está orientada a intereses más privados.

VG: En la industria es donde hay

más poder de computación, que

es lo que ha permitido que se

produzcan los avances que co-

mentábamos al principio. Esto

pasa en cualquier campo de in-

vestigación científica. En las far-

macéuticas, etc. Si tienes dinero

puedes proponer tu propia línea

de investigación.

¿En qué punto creéis que nos encontramos en la evolu-

ción de la Inteligencia Artificial?

SJC: En un punto donde ha habido avances cualitativos y

cuantitativos debido al aumento del poder de computación y

al aumento de datos. Existe una Ley de Moore que expone de

qué manera se producirá un crecimiento exponencial de la ca-

pacidad de computación. Según esta, se calcula que aproxima-

damente cada dos años se duplica el número de transistores

en un microprocesador. Esto se da en varias áreas: en el poder

de computación o en el número de datos que hay a disposición

para ser procesados, entre otros.

VG: Hay que tener en cuenta que ha habido un boom muy

importante ya el hardware que tenemos es mucho más po-

deroso. Entonces los algoritmos que eran capaces de resolver

problemas pequeños, ahora pueden resolver problemas mucho

más interesantes. En este sentido hay que tener en cuenta la

existencia de dos grandes ramas: la simbólica y la subsimbó-

lica, que no son más que dos diferentes aproximaciones para

resolver los problemas. Parece que ahora hay un gran avance

en la parte no simbólica. La inteligencia artificial es como un

péndulo: hay momentos en los que la parte simbólica se pro-

duce un gran avance y que parece que va a liderar el desarrollo

de la Inteligencia Artificial y momentos en los que es al revés.

Presente y futuro de la Inteligencia ArtificialVicenç Gómez, investigador post-doctoralSergio Jiménez Celorrio, investigador post-doctoral

··· Miembros del grupo de investigaciónArtificial Intelligence Group

En el estudio del Human-Level Performance se analizan las ca-pacidades huma-nas para captar información y aprenderla para posteriormen-te aplicarlas a máquinas. De esta manera, se logra un modelo de rendimiento superior que se acercan a las características humanas.

El principal límite actual

es que no sabemos

escenificar todos los

problemas

Con el desarrollo de la IA

podremos automatizar

procesos peligrosos

Según la Ley de Moore la

capacidad de computación general se

duplica cada dos años