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Entrevista con el escritor Eduardo Dayan

Nº 284 | Lecturas | 28/12/10 | 17 comentarios

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por Fabiana Margolis

Ofrecemos a nuestros lectores la entrevista con el escritor Eduardo Dayan realizada por Fabiana Margolis y, como complemento, en nuestra sección Ficciones publicamos el cuento   “Sotelo”  , que gentilmente nos ofreció su autor.“A mí me gusta el misterio de la poesía, el ahondamiento que la transita.A ella le gusta mi atrevimiento, mi porfía, mi vértigo.A veces nos encontramos, y la eternidad se nos hace presente.”Eduardo DayanPodría presentar a Eduardo Dayan diciendo que es docente y escritor. Y estaría bien, porque él se dedica a enseñar y escribir. Podría también presentarlo nombrando los títulos de sus novelas, que han sido reconocidas y premiadas en diversos concursos internacionales.Pero yo preferiría presentarlo como él mismo se define, es decir, como “un enamorado de las palabras”. Palabras que atrapa al vuelo para dar vida a sus historias. Palabras que se

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vuelven misteriosa poesía en su voz. Palabras que atesora en su memoria, aguardando el momento oportuno para dejarlas en libertad. Palabras, simplemente.—¿Quién es Eduardo Dayan?

—Podemos aventurar provisoria y parcialmente que es un enamorado de las palabras. Tal vez porque en su origen está el Pueblo del Libro. Quién sabe. Acepta maravillado la variedad de la vida, voces, libros, personas. Se asume como igual y diferente. Sospecha que algunas palomas y ciertos palomos reencarnan en docentes y a él le tocó ese avatar. Mantiene viva la memoria de lo que fue, pero ¡ay, esa nostalgia por el vuelo!… Al principio, se lo vio extraviado, pero pronto escuchó sorprendido sus voces interiores, sus ojos aletearon y se fueron a volar en palabras propias. Ellas le permiten batir sus alas vueltas ficciones, quimeras, escritura.—¿Qué camino te llevó hacia la literatura juvenil?—Yo escribía “Estudios Preliminares” para libros de lectura en la escuela media. Un día me presenté a un concurso docente de cuentos infantiles, lo gané, me publicaron en la colección del Pajarito Remendado y viajé a Tucumán (1). Después seguí, y todo era como un juego muy simpático: donde concursaba me premiaban, me reconocían, me publicaban. Entonces trasladé el esquema a la literatura juvenil. El aval que me dio haber sido galardonado con el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 2002 por   Palomas son tus ojos (¡¡¡mi primera novela!!!), y ser invitado a Bogotá, fue una bisagra en mi vida. Yo, docente, me atreví entonces a definirme también como escritor y me lancé a intervenir en distintos concursos internacionales. La Editorial Libresa me premió en dos ocasiones por ¿Y si pasa noviembre sin tus ojos? y [email protected]. Agasajado en Ecuador, conocí y di clases en Guayaquil, Portoviejo, Quito, Cuenca, Manta. En 2010 me distinguió Comunicarte, una editorial de primera línea

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de nuestra Córdoba, por La mujer de los viernes. Igual, sigo escribiendo cuentos para chicos.—¿Qué libros te marcaron? ¿Quiénes son los autores que te apasionan y que, de alguna manera, sentís que pueden haber influido en tu escritura?—Yo no tuve más que un texto de mi propiedad en la secundaria, una Geografía de Rampa para Tercer Año, que compré usada por siete pesos moneda nacional y que leí gustando la serenidad explicativa del autor; siempre pensando en su destinatario, un lector inteligente. Para libros literarios me tengo que remitir a algunos de los que me regalaban mis maestras de la primaria para fin de año. El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, me puso de su lado, abiertamente identificado con sus padecimientos, y su refinada sed de venganza contra la injusticia. Leía de prestado lo que viniera a mi encuentro, que era justamente lo que necesitaba. Incluso hasta hoy sigo hallando tesoros en papeles rotos o desechados. Todos cuentan. Me estremecieron los trágicos griegos. Pude anclar en el Instituto Nacional Superior del Profesorado “Joaquín V. González”, y ordenar en ese lugar el caos literario que llevaba conmigo. El Instituto tenía una Biblioteca de lujo y podía leer allí mucho más de lo que me pedían mis profesores. Recuerdo que, independientemente, leí Rayuelasin respirar, sin salir a la calle durante 48 horas, viviéndola intensamente. Cuando falleció Cortázar, se murió una parte de mí y me dejé la barba como un homenaje por todo cuanto me había dado. Y leo mucho, y cuando quiero novedades, leo a los clásicos.—¿La poesía irrumpe sin pedir permiso cuando estás escribiendo o espera a que la llames?—Yo la busco cuando ella me está esperando. A mí me gusta su potencialidad de nombrar, su misterio, el ahondamiento que la transita. A ella le gusta mi atrevimiento, mi porfía, mi vértigo. A veces nos encontramos, y la eternidad se nos hace presente.

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—Hablemos ahora sobre tus libros… Me gustaría que me contaras cómo surgió tu novela Palomas son tus ojos.

—Yo había leído El Cantar de los Cantares y me dije, aturdido y extasiado: “¡Esto es Neruda!”. Algunos versos se me clavaron en la memoria. Muchos años después asistía a unas clases de Literatura Alemana en la Universidad. Como la profesora era medio depresiva, para conjurar esos bajones, la escuchaba con un solo hemisferio cerebral; el otro estaba abocado a la escritura de una historia juvenil.  Sé que había escrito cinco capítulos cuando me frené. ¿Adónde iba a ir a parar con esa historia de amores contrariados? “Romeo y Julieta, ya se escribió”, me burlaba de mí mismo. Nunca sabré cómo se me reveló el sentido secreto guardado en la novela: apareció intempestivamente la voladura de la AMIA y el encuadre social. Después fue solamente escribir los cuarenta y cinco capítulos restantes, ganar el Premio Norma-Fundalectura, ser invitado a presentar el libro en Colombia. (2)—En muchas ocasiones, los personajes de tus novelas recurren a la escritura para intentar comprenderse, para encontrarse con los demás o con ellos mismos. ¿Por qué? ¿A vos te sucede lo mismo?—El problema de la identidad nunca pega tan fuerte como en la adolescencia, cuando se va saltando de asombro en asombro; a menos que se tapone el desconcierto y el sobresalto de los descubrimientos para “encajar” en un molde que, se piensa, asegurará “ser como todos”. La escritura participa activamente de la búsqueda individual de saberse quién se es. Como uno no puede programar la indagación, la escritura lo ayuda. La evolución propia, la ayuda para nombrar las emociones, los sentimientos, los temores, los misterios, las zonas secretas de la existencia que dan noticias íntimas de uno mismo, la ofrece la literatura. A mí me sucede y me sacude lo mismo, aunque

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ahora con los años, lo manejo algo mejor. Pasa que nunca he dejado de ser un adolescente… ¿Me captás, Fabiana?—Tanto Mónica, la profesora de ¿Y si pasa noviembre sin tus ojos?, como Rosario, la profesora de La mujer de los viernes, son docentes que enseñan de una manera diferente, cuestionando las formas establecidas y, sobre todo, propiciando una reflexión y una toma de conciencia en los alumnos. ¿Cómo aparecen estos personajes, tan valientes y necesarios?—Yo tengo muchos años de docencia, y conozco el paño. Transité por todo tipo de escuelas, he dado clases en botas porque el barro no permitía otra posibilidad, hasta los domingos cuando era necesario, y en colegios de medio o de alto poder económico y político. En todos lados me tamborilearon siempre los docentes fascinados por su tarea, capaces de dudar, de cuestionarse, de entregar lo mejor de sí para encender en sus alumnos las brasas de la pasión, del deseo por saber. Tal vez, para explicarme mejor, convenga apropiarme de los versos de Antonio Machado:“Moneda que está en la mano / quizá se deba guardar; / la monedita del alma / se pierde si no se da”. Existe otro tipo de docentes, obvio.—¿Qué tiene la lluvia, cuyo abrazo espontáneo sorprende a la mayoría de los personajes de tus historias y los invita a soñar, a reflexionar, a encontrarse?—Nunca me detuve a pensar en esto, pero sí, es cierto. Mi reverencia para la lluvia. Se me cruzan algunas escenas, las cómplices y bienhechoras de la adolescencia, cuando era un placer decidir dejarse caminar indiferente a las mojaduras por las veredas empapadas, una suerte de común unión con el agua que me traía íntimas felicidades. Tal vez esté evocando esos momentos de comunión. O a lo mejor piense que existen algunas personas que sienten la lluvia, y otras que solamente se mojan.

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—¿Qué ideas y proyectos esperan impacientes para convertirse en nuevas historias?—Mis proyectos de escritura… me exploro para saberlos. Tengo en la mira, por un lado, una novela juvenil, que quizás se dispare a una novela para adultos, difícil saberlo de antemano. Aunque la línea puede ser muy delgada, si es que existe, ya que todo es literatura. Por ahora, escribo también unos cuentos para preadolescentes. Lo que es seguro es que deberé considerar mi actitud crítica acerca del zapping, el fragmentarismo, la ciudad hostil y la amigable, esa Buenos Aires en la que se nos cambió la manera de ver, de leer, de pensarla, por momentos, claro. Por ahora me dejo fluir, muy curioso de lo que pueda resultar.

*****Las palabras siguen aleteando, inquietas, y Eduardo se confía: “No quiero dejar de decir esto. Era la crisis del 2001, y yo tan regalado en Colombia. Recordé la novela de Jorge Isaacs, pensé en mi otra pareja de ficción, en la fuerza de la mujer en el mundo… ¿Cómo no juntar todo ante un público expectante el día de la presentación de mi novela en la Feria del Libro colombiana? Parte de mi exposición incluyó esas referencias, ensoñadas antes del encuentro”.“Palomas  son tus ojos nació ayer y es hija mía,a medias colombiana, cómo que no,dónde una paloma habrá de hallar cobijosino en ColombiaMaría y Efraín están cambiadosMaría del Carmen y Pablono andan por el valle del Cauca,un Buenos Aires hasta hace poco indiferentese  acorrala y defiende con dientes y uñassu porción de vida y esperanza,la violencia se juega de taquito,lejos,

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son ojos colombianos los que ahorame esperan como yo, que cuentolos días del encuentro, el sabor del cambiodel che hecho chévere, guayaba, vaina,ellos están leyendo mis palabras,herramientas del deseo, nacido acá, acaso de otros viajes,y Paloma sola, solita y sola y en Bogotá,pero es mujer y todo dicho y quién la para.”Ahora sí, llega el momento de la despedida. No falta mucho tiempo para que, una vez más, un enamorado vuele tras las palabras que ama.

Notas de Imaginaria

(1) Eduardo Dayan se refiere al Concurso Nacional Docente de Cuentos Infantiles 1990 “Francisco Isauro Arancibia”, organizado por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) y Ediciones Colihue. Dayan obtuvo el Segundo Premio con el cuento “El casamiento de la princesa”. Este relato fue publicado en la colección “El pajarito remendado” de Ediciones Colihue (Buenos Aires, 1990) y posteriormente incluido en la antología Qué me cuenta, maestro(Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1992; colección Libros del malabarista), volumen que reunía todos los cuentos finalistas del certamen. (2) Con la novela Palomas son tus ojos, Eduardo Dayan ganó el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 2002. En su momento, en la sección “Eventos”, dedicamos un artículo a este galardón.

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Eduardo Dayan falleció el 27/02/2012 a las 7.03 de la tarde

(leido en la Universidad Nacional de La Plata, durante el Primer Encuentro Provincial de Narración Oral)Eduardo Dayan cursó estudios primarios en la escuela N° 1 de la ciudad de Lomas de Zamora y fue escolta de la bandera en 4° grado, en un acto patrio del que recuerda aún las palabras iniciales: “Estamos aquí reunidos...”. Se graduó como Perito Mercantil en Buenos Aires en la Escuela de Comercio Joaquín V. González, nombre que consideró a posteriori como un señal premonitoria. Inició y abandonó estudios en el mismo día en la Facultad de Humanidades de la ciudad de La Plata, a cuyas aulas asistió un lunes, por la mañana y por la tarde.Se recibió de Profesor en Letras en el Instituto Nacional Superior del Profesorado no casualmente conocido como “el Joaquín” y de Licenciado en Letras en la Universidad del Salvador. De tanto viajar en el subte “B”, “C” y “D”, para ir de un lado al otro, aprendió a leer entre líneas. Ganó varios premios y algunos pesos escribiendo literatura infantil, juvenil y textos didácticos. Trabaja en escuelas secundarias, terciarias, en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad del Salvador. 

Argumento

María del Carmen y Pablo se conocieron en una fiesta, y luego se pusieron de novios.El 18 de julio de 1994, estalló una bomba, a causa de la AMIA (asociacion musulmana israelita argentina) en el centro de Buenos Aires, y en el hospital de clínica, donde trabajaba el papá de María del Carmen, había muchos muertos y heridos.Luego de este atentado, María del carmen decidió contarles a sus padres lo de Pablo, pero no la dejaron que esté con ese chico, ya que era judío y la familia de María del Carmen era cristiana. Pasado un tiempo, María del Carmen decidió romper con Pablo hasta que ella estuviera segura de lo que quería.

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Unas semanas despues María del Carmen se fué con sus amigas, Ana y Yael, a Mar del Plata.En la playa conocieron a tres chicos, Gaston (gato), Javier (Javi) y Roberto (Robert, pero despues Beto), se hicieron amigos, pero a Beto le gustaba Maria del Carmen.En Buenos Aires ella se enteró de que el tío de Beto trabajaba en la clínica del papá de María del Carmen. Sus padres la quisieron convencer para que anduviera con ese chico, pero María del Carmen no quiso, ya que seguía enamorada de Pablo. Un grupo de estudiantes de la universidad se reunía para hablar sobre la AMIA. En esa reunión Pablo conoce a Carolina, una chica muy linda, inteligente y muy segura de sí. Ella quería estar de novia con Pablo, pero él no quería, ya que no estaba seguro.María del Carmen se entera de lo sucedido, y Ana le comenta que ellos estarían en el Abasto.Allí María del Carmen se los encuentra y le enseña a Carolina los poemas que le escribió Pablo, María del Carmen los rompe en la cara de Pablo. Carolina se puso celosa y se fué; pero los poemas que rompió eran fotocopias.Pasaron varias semanas y Pablo y María del Carmen vuelven a estar juntos; él pasa la navidad en la casa de ella.Alli..todos los personajes.

EDUARDO DAYAN - CURRICULUM PERSONAL

Eduardo Dayan

falleció el 27/02/2012 a las 7.03 de la tarde

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(leido en la Universidad Nacional de La Plata, durante el Primer Encuentro Provincial de Narración Oral)

Eduardo Dayan cursó estudios primarios en la escuela N° 1 de la ciudad de Lomas de Zamora y fue escolta de

la bandera en 4° grado, en un acto patrio del que recuerda aún las palabras iniciales: “Estamos aquí

reunidos...”.

Se graduó como Perito Mercantil en Buenos Aires en la Escuela de Comercio Joaquín V. González, nombre que

consideró a posteriori como un señal premonitoria.

Inició y abandonó estudios en el mismo día en la Facultad de Humanidades de la ciudad de La Plata, a cuyas

aulas asistió un lunes, por la mañana y por la tarde.

Se recibió de Profesor en Letras en el Instituto Nacional Superior del Profesorado no casualmente conocido

como “el Joaquín” y de Licenciado en Letras en la Universidad del Salvador.

De tanto viajar en el subte “B”, “C” y “D”, para ir de un lado al otro, aprendió a leer entre líneas.

Ganó varios premios y algunos pesos escribiendo literatura infantil, juvenil y textos didácticos.

Trabaja en escuelas secundarias, terciarias, en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad del

Salvador.

Bibliografía 

Introducción, notas y propuestas de trabajo de obras para la colección LYC de la Editorial Colihue: 

·         El sombrero de tres picos, de Pedro Antonio de Alarcón, Peribáñez y el Comendador de Ocaña, de Félix

Lope de Vega, Los viajeros misteriosos, de Jorge D´agata, Cuentos para el primer nivel III (antología), Guiones

televisivos (antología), La cola de la sirena y El pacto de Cristina, de Conrado Nalé Roxlo, Mi pueblo, de

Conrado Nalé Roxlo, Guiones Televisivos II (antología).

 

Estudio preliminar, notas y propuesta de actividades de obras para la colección GOLU de la Editorial Kapelusz:  

·         La Barraca, de Vicente Blasco Ibáñez, Aeroplanos (no publicada), de Carlos Gorostiza.

 

Propuestas de actividades para libros de la colección GOLU de la Editorial Kapelusz: 

·         El puente, Nuestro fin de semana, La isla desierta, Saverio el cruel, Crónicas de la conquista, Trafalgar,

En el mar austral, Páginas en prosa de Gabriela Mistral, Peribáñez y el Comendador de Ocaña, Barranca abajo,

M'hijo el dotor.

 

Textos didácticos 

·         Ortografía en uso (reflexiva y aplicada). Editorial Cántaro.

·         Suplementos de Ortografía para los Manuales de  4°, 5° y 6° años de la EGB. Editorial “Puerto de Palos”

.

·         Lengua 8 EGB (en colaboración con M.C.Planas y M.R. Guido), Editorial El Ateneo.

·         La escuela lee más, textos del Programa de la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos

Aires. 

 

Textos de creación: 

Cuentos 

El casamiento de la princesa, Editorial Colihue, colección “Cuentos del pajarito remendado", premiado

en el Segundo Concurso Nacional Docente de Cuentos Infantiles, Ctera-Colihue, reproducido en la antología

Qué me cuenta, maestro y publicado posteriormente acompañando una edición del diario "Página 12" e

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iniciando la “Antología de Literatura Infantil” presentada por la Argentina en la Feria del Libro de Frankfurt,

2010.

 

Sotelo, en ...Y nos pusimos a contar, Editorial Faiga, premiado en el Concurso Nacional de Cuentos para

niños de la Fundación El Libro en homenaje a la XX Feria del Libro, publicado posteriormente en Volar en

Barrilete, colección "Desde la gente", del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y luego en

“Hologramática Literaria”, Revista Académica de Estudios Literarios, Lingüísticos y Culturales de la Facultad

de Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Lomas de Zamora).

 

¡Maldita lámpara! , “Gramma”, revista de la Universidad del Salvador (premiado en el “Concurso de

cuentos para cebollita” de ALIJA, Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina, en homenaje a los diez

años de vida de la Institución. 

 

El punto sobre la i, en Cuentos para soñar trotamundos, Homenaje a Javier Villafañe, Ed. Colihue,

premiado en el Concurso Nacional de Literatura Infantil y Juvenil convocado por Hijos por la identidad y la

Justicia contra el olvido y el silencio (H.I.J.O.S.). Texto publicado por la Editorial Colihue, 2002.

 

El casamiento de la princesa Genoveva, en "Gramma", revista de la Universidad del Salvador. 

 

La parejita, en Rumores de amores con humores, Editorial Abran Cancha. 

 

La escalera de sus sueños publicado en “El Monitor de la Educación” y premiado por la Facultad de

Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora.

 

Los Rojas, Ramón, Prichi y ¡Justo a tiempo! en Antologías de la Editorial A / Z.

 

Alejandra, en Lectura en Marcha, antología de cuentos, Editorial Edelvives.

 

Amores subterráneos, Editorial Cadan, texto para adultos premiado en el Certamen de Cartas de amor,

certamen organizado por Metrovías. 

 

Colecciones de cuentos 

Amor con todas las letras, Editorial El Ateneo.

Entre amores, Editorial e.d.b.

 

Jornadas Cervantinas Internacionales en Azul, declarada ciudad cervantina de la Argentina.

Ponencias publicadas:

 

¿La lengua de Cervantes traduce la lengua de los vencidos? 

El lector del Licenciado Vidriera, entre dudas y perplejidades. 

Novelas juveniles

Palomas son tus ojos, publicada por la Editorial Norma, premiada en el Concurso Latinoamericano de

Literatura Juvenil 2002 convocado por Norma-Fundalectura de Bogotá, Colombia. 

 

¿Y si pasa noviembre sin tus ojos?, Editorial Libresa, premiada en el Concurso Internacional de

Literatura Juvenil LIBRESA 2006, realizado en Quito, Ecuador.

 

[email protected], Editorial Libresa, premiada en el Concurso Internacional  2008, Editorial Libresa, en Quito,

Ecuador.

 

La mujer de los viernes, Editorial Comunicarte, premiada en el Concurso Internacional de novela Los

jóvenes del Mercosur, 2010, en Córdoba, Argentina. 

 

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De su diario de viaje a Bogota, Colombia, nos regala estos extractos:

Averiguo en el fondo del avión cómo se saluda en Bogotá: a las mujeres, sólo la mano, nunca un beso, salvo

que haya mucha confianza; exclusivamente la mano a los hombres. Jamás un beso, salvo entre hijo y padre.

(Todo comenzará a derrumbarse cuando conozca a María Castilla y decida de inmediato que entre nosotros

reina extrema confianza.) En el avión, no nos dan nada de comer. Son las 13.20, hora argentina. Me pregunto

qué huso horario manejará esa gente: indudablemente otro que no es el del hambre de los pasajeros que no

son de primera clase; ellos se la pasan degustando manjares y bebidas. Me consuelo escribiendo.

Finalmente, nos traen algo de comer. Son las dos menos veinte. La bajada a tierra es la posibilidad de ver una

explosión alucinada de verdes intensos y abigarradas aglomeraciones de viviendas. Ya en el aeropuerto,

distingo un cartel que nos nombra. Allá vamos. 

Con el chofer que nos vino a buscar aprendo las diferencias entre busetas, buses, colectivos (más chicos), que

las carreras corren paralelas a las montañas, al contrario de las calles, que Colpatria, un edificio recostado

contra las montañas es el edificio más alto de Bogotá (parece una torre gemela huérfana).  

Nos recibe en el hotel María Castilla, con casi quinientos mil pesos colombianos para gastos (unos 40 dólares

por día) y dos bolsas del Congreso de Lectura con materiales. Yo la hacía de 50 años por los mails: es súper

inteligente y sensible, de apenas 26... Nos alojamos en el Hotel de la Ópera, en el centro histórico, La

Candelaria, un emplazamiento desde donde divisamos los tejados y escuchamos las campanadas de la

iglesia. Se respira el pasado. En la habitación, Fundalectura nos ha dejado una canasta con todo tipo de

frutas, algunas desconocidas. Después averiguaré nombres: curuba, lulo, algunas especies de cerecitas

naranjas envueltas en su propia hoja y otras conocidas. Cenamos en el restaurante del cuarto piso.

*

Vamos a dos colegios. Llueve esta mañana, aunque no tanto. El primero en noroccidente, el Agustiniano de

Ciudad Salitre. Parece Puerto Madero por ocho, a lo ancho y a lo alto. Súper cachetudo. Cristal, hormigón,

auditorio (tipo teatro San Martín de Buenos Aires). La zona Norte. Me reciben en el teatro (sala Casacuberta

del San Martín) con el himno colombiano, una representación hecha por los alumnos y el juramento de

fidelidad a la lengua. 

Serán doscientos o más. Desde el estrado no distingo las caras Bravísimos. Preguntas lindísimas. La primera,

de una chica: "¿Qué haría usted en una situación semejante a la que se encontraran los protagonistas de la

novela?" Explico que eso carece de importancia, que lo importante es lo que haga ella, que no tengo recetas,

ni quiero dar lecciones, que cada uno debe encontrar sus respuestas. Una chica dice que ella es María del

Carmen (se ha identificado plenamente). Otros derraman mieles sobre mis oídos. Les hablo de la violencia y

del abismo a que conduce. En un momento y ante alguna cuestión que enfrenta puntos de vista les leo algo

de Neruda: 

...y me dirán: "-Aquella / que tú amas, / no es mujer para ti, / ¿por qué la quieres? Creo / que podrías hallar

una más bella, / más seria, / más profunda, / más otra, tú me entiendes, mírala que ligera, / y qué cabeza

tiene, / y mírala como se viste / y etcétera, y etcétera." / Y yo en estas líneas digo: / así te quiero, amor, /

amor, así te amo, / así como te vistes / y como se levanta / tu cabellera y como / tu boca se sonríe, / ligera

como el agua / del manantial sobre las piedras puras, / así te quiero, amada. / Al pan yo no le pido que me

enseñe / sino que no me falte / durante cada día de la vida.

Alguna de las autoridades me hace saber que muchos alumnos quieren que repita los versos y lo hago.

Agradecimientos por todos lados, tanto que el Rector, un cura, ya en confianza, me cuenta cuentos de

argentinos. "Una oración católica dice: "Sagrado corazón de Jesús, en ti confío". Los argentinos la modificamos

así: "Sagrado corazón de Jesús, confía en mí". 

Averiguo que los bogotanos son rolos y los calentanos son los de tierra caliente. En el viaje de vuelta, una

promotora me cuenta que oyó que tres chicas se quieren casar conmigo...

Vamos a la escuela Santa Teresa de Jesús. En el viaje, las promotoras contestan como muchos colombianos:

"¡Sí, señor!" como forma de afirmación absoluta. En el colegio me reconocen y me reciben chicas de 11,12,

13, que me parecen medio menores como para haber leído la novela. Grave error. Es un colegio no tan

importante como el otro; igual, de primera. Y todas son mujeres. Se me cuelgan de todos lados (la monja, no).

Page 13: Entrevista Con El Escritor Eduardo Dayan

Yo las estimulo, naturalmente, es un manantial de risas que me rodea todo el tiempo, farra pura, recién nos

conocemos y ya, se sacan fotos, les firmo los libros a montones y comienzan las preguntas. Para qué. Me

obligan con placer a pensar, a meterme en mí mismo, a recordar episodios enterrados. Tienen bien en claro

los prejuicios, las dudas, el amor. No terminamos de despedirnos. Hasta las promotoras, que han asistido a las

presentaciones en los colegios, dirán en Norma refiriéndose a mí: "¿Cuándo vuelve"?

Presentación de Mario Gelati. Caseros, 4 de junio de 2005

Eduardo Dayan

Los textos breves y elocuentes mantienen desde siempre una relación amistosa con el

hombre. Populares o letrados, lo han acompañado perseverantemente en sus distintas variantes y en las

diferentes culturas. Funcionan generalmente como variedades de las formas tradicionales de la literatura,

aunque sus límites no siempre son precisos.

Un recorrido por las tradicionales formas de la brevedad, esa muestra de la anónima sabiduría nacida en el

pueblo, que son los refranes, muestra cómo se aprovechan su estructura escueta y su ritmo para formular

experiencias contradictorias, pero válidas para diferentes ocasiones.

Se sabe: los refranes son aplicables a situaciones antagónicas sin menoscabo de su efectividad, igualmente

sinceros, directos, ceremoniosos:

“Al que madruga, Dios lo ayuda”. “No por mucho madrugar amanece más temprano”.

Los aforismos muchas veces son de un cinismo corrosivo o de un pesimismo desencantado. "En los celos

hay más amor propio que amor", dice el pensador alemán del siglo XIX Friedrich Hebbel. “La

liberalidad no es, las más de las veces, otra cosa sino el nombre con que se designa la vanidad de

dar”, asevera el duque francés La Rochefoucauld.

Contemporáneas formas poéticas o prosísticas, no se limitan a la ocurrencia brillante que busca deleitarnos

con su ingenio. Sentenciosos o creativos, todos buscan explorar los móviles de la conducta humana

para agrandar el conocimiento de lacondición humana. A veces es una mirada comprensiva del prójimo:

“La elegancia es una cuestión de esqueleto”, afirma y busca el reconocimiento de su concluyente afirmación

el aforista italiano conocido con el seudónimo de “Pitigrilli”.

Los Breves de Mario han de añadirse a la vasta colección de formas breves que conocemos: refranes,

aforismos, paradojas, máximas, proverbios, sentencias, apotegmas, epigramas, apuntes, adagios,

notas, humoradas, locuciones, ocurrencias, caprichos, greguerías, fragmentos filosóficos,

instantáneas líricas, ocurrencias de todo tipo.

Algunas le son muy cercanas a nuestro escritor y merecen recordarse: una de la década del treinta, que

aparece en la Antología del disparate de 1934 escrita por Francisco Ortiga Anckerman, el popularmente

conocido como “Pescatore di Perle”.

Allí aparece comentada una información de la revista Para Ti, del 30 de agosto de 1927. La noticia era esta:

Shakespeare era muy amigo de un vecino muy avaro y, ¡cosa rara!, poeta también. Habíanse prometido que

el que muriese primero haría el epitafio del otro.

Y la observación, inevitable: Imaginad el dilema del que murió primero: no pudo mantener su palabra.

Otras son muy posteriores. Como las de un poeta de un poeta de estirpe de poetas: César Fernández

Moreno que crea una nueva categoría: el ambage a partir de la consabida frase de decirlo sin ambages (sin

rodeos). Su creador, apuesta a la variante poética:

las dos manos me dejaría cortar por saber tocar el piano

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Colón descubrió América por la cintura

el sustantivo cerveza exige el adjetivo otra

que importa no tener agua

lo malo es no tener sed

si has de resbalar

hijo mío

que sea por pisar fuerte

una pipa es un mate que se ceba con fuego

Cuidar una hoguera significa ayudarla a que se queme

el hombre generoso

destapa la botella y tira el corcho

Y ahora, afines y diferentes, los Breves de Mario. ¿Dentro de qué rama de la literatura sino dentro de las

formas de la brevedad incorporar este libro, deslindando su prosapia, entendiendo su estirpe, admitiendo

su linaje.

La lectura de los Breves de Mario no dura no más de un minuto. No parece que pueda decirse demasiado,

salvo que se advierta que un minuto puede ser una eternidad para unos, un instante fugaz para otros. Es

mucho para:

 

-Una madre que está en proceso de parto esperando que su hijo nazca “dentro de un minuto, señora”.

-Un buzo que está en el fondo del mar al que se le acabó el aire.

-Un periodista de televisión que está en directo y se quedó sin libreto.

-El dueño de casa que llama a la policía porque lo están robando en su casa (“en este momento las líneas

están ocupadas y no podemos atenderlo... un minuto, por favor...”. )

-El minuto en el que suena el teléfono, el tipo se pega con la pata de la cama, vuelca encima el café caliente,

rompe la taza, mancha la colcha y cuando logra contestar le preguntan: ¿Con el Pami?

El primer aforismo de la historia fue escrito por un médico, Hipócrates y decía: “La vida es corta, el arte largo,

la ocasión súbita, la experiencia engañosa y el juicio difícil”. 

Si la vida es breve, ¿qué mejor que leer los Breves de Mario? El sinsentido, lo contradictorio, el choque, la

sacudida la fricción del encuentro inesperado o testarudo de las palabras y sus múltiples significados, abonan

el terreno de los inesperados textos de Mario Gelatti. Ante ellos sólo cabe estar alerta, acomodándose con

agilidad mental a situaciones inesperadas, sorpresivas, paradojales. Siempre es relación, semejanza,

contraposición, sorpresa.

 Y todo se puede apreciar en la inesperado colisión generadora de las previsibles palabras que, a partir de

hoy, deberemos vigilar al emplearlas. Porque el uso habitual ya no garantiza nada. Los estereotipos mentales,

los clisés, lo invariable, ya sentimos que nos aprietan demasiado, nos limitan, nos confinan, nos circunscriben

a moldes que resultan apretados para nuestras vidas. Quebrar los órdenes de lo previsible nos permite, para

decirlo brevemente, aumentar la capacidad de asociación que genera el desorden de las

posibilidades, acrecienta el trabajo neuronal de cada lector, obliga a leer en estado de alerta, atento

a lo imprevisible y al juego. Mario se pregunta como Julio Cortázar: "Si le regalamos al lector imaginación,

creatividad, ideas y sentimientos, ¿por qué hemos de evitarle trabajo?

Así circula Mario Gelati, con la mente interesado a todo y a  nada, la mirada y el oído atentos para recibir a lo

asombroso que pasa ante nuestros ojos. Así construye una novedosa máquina de imaginar que, más allá de

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las travesuras o las picardías del lenguaje, está siempre vigilante, con la mirada divergente, con la falta de

conformidad con lo establecido, asumiendo la dura tarea de entender al prójimo.

Mario no está solo. Por todos lados, también en las ciencias surgen otro Marios que resumen con humor el

pasmo, el asombro ante el mundo. A la manera de Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia de

Barcelona, que para referirse a que hay muchas más maneras de no ser que de ser, consuela de esta

manera: Lo lamento, hermano: de poco te sirvió llegar segundo en aquella memorable carrera de medio

millón de espermatozoides. Como explican los prologuistas, Roberto Surra y Graciela Montenegro es

meritorio por demás que un ingeniero hidráulico sea el que nos instale en un universo humanístico. Y sin

hacer agua en sus formulaciones, agrego inevitablemente.

Y los breves apuntan sus dardos hacia todos lados, porque nada de lo que es humano les es ajeno. Y dice

Mario con humor:

El transporte ferroviario no parece ser tan buen negocio, porque los trenes están siempre en la

vía.

También la creación de palabras es una constante:

Durante el invierno, los titiriteros titirititan de frío.

O ejercicios impecables de Lógica:

—Señor—dijo el empleado—. Tengo que informarle que el señor López no vendrá hoy a la oficina.

Se ha caído de la escalera y guarda cama.

—¡Caramba!—comentó el jefe—, cuando yo me caí de la cama no pensé para nada en guardar

escalera.

Y siempre la ironía:

Al que madruga, Dios lo ayuda... Señor, no me ayudarías lo mismo aunque me levante un poco

más tarde?

El ojo del amo engorda el ganado. Nunca pude entender que el amo pague tan alto precio para

engordar sus animales.

Todos los genios son distraídos... Es cierto, pero no te entusiasmes, ¡la recíproca no es cierta!...

O los breves, muy breves:

En la ciudad de Colonia, toda el agua corriente es perfumada.

O la reflexión sobre las formas del autoritarismo:

Aquel general cargaba innumerables culpas sobre su conciencia, pero fue beneficiado por las

leyes de Punto final y de Obediencia Debida. Atormentado por los remordimientos decidió ir al

Oriente y refugiarse en un monasterio budista. Allí, en un ambiente de profundo recogimiento,

encontró el punto final para sus tormentos y experimentó un cambio de vida: se olvidó de la

Obediencia Debida para someterse a la Obediencia de Buda.

O las perlas que le ofrecen a manos llenas los vendedores que circulan por los medios de transporte:

En el tren, un vendedor ofrece una pistola eléctrica para soldar todo con una barra de silicona, y

explica que la silicona es un líquido sólido y transparente.

O los golpes de la vida que obligan a arrugar, aquí o en España:

Hasta los más experimentados pilotos de las principales líneas aéreas, cuando tienen que

aterrizar en Madrid, se van a Barajas.

Page 16: Entrevista Con El Escritor Eduardo Dayan

Humor sí, pero también una mirada breve y profunda a sus extraños semejantes. A Mario le queda un largo

camino en la creación de nuevas formas breves: la búsqueda de gazapos en diarios, revistas, radio y

televisión, la creación de minicuentos,aforismos, y cuantas variantes de la brevedad conozca y se

le ocurran. Las esperamos con ganas, porque los breves, si buenos, dos veces breves, afirma Mario

parafraseando a Gracián.

También aguardamos más breves. Porque vecina en el diccionario entre breva y brindis, la

palabra breve es ahora consustancial a Mario Gelati. Por su primer fruto de la higuera, brindamos. Sus

breves son tan estimulantes como los que todos escribiremos esta noche, a solas, para despuntar el vicio de

la literatura. Y para recordar al autor, para quien parece haber sido escrito el poema de Armando Tejada

Gómez:

 

Hay gente que con sólo decir una palabra / enciende la ilusión y los rosales; / que con

sólo sonreír entre los ojos / nos invita a viajar por otras zonas, / nos hace recorrer toda la magia. /

Hay gente que con sólo dar la mano / rompe la soledad, pone la mesa, / sirve el puchero, coloca

las guirnaldas; / que con sólo empuñar una guitarra  / hace una sinfonía de entrecasa. / Hay gente

que con sólo abrir la boca / llega hasta todos los límites del alma, / alimenta una flor, inventa

sueños, / hace cantar el vino en las tinajas / y se queda después como si nada. / Y uno se va de

novio con la vida / desterrando una muerte solitaria / pues sabe que a la vuelta de la esquina /

hay gente que es así, tan necesaria. 

Un poco tierra y un poco agua y un poco viento

Eduardo Dayan

presentado en el Primer Encuentro Provincial de Narración Oral

“Celebración de la palabra, la palabra viva, la palabra-imagen”

Es difícil decir algo sutil, atinado, seductor, en esta época, en este lugar y ante tan florido auditorio, para

peor frente a numerosos contadores de cuentos o potenciales narradores de historias. Sin embargo no crean

que me voy a achicar: aquí estoy y si se cuadra,  también me pongo a contar, porque parafraseando a

Martín Fierro (estamos en tierras de la provincia de Buenos Aires) no me hago al lado de la güella / aunque

vengan degollando, y dende que todos cuentan / yo también quiero contar . Aunque, les soy franco, yo soy

letrado, pero igual que los cuenteros populares, que no le eran, que tenían otra sabiduría, también como

ellos: yo he conocido cuenteros / que era un gusto el escuchar, / mas no quieren opinar / y se divierten

contando, / pero yo cuento opinando, que es mi modo de contar.

Y ahora, obvio, les cuento una vieja historia:

El diablo vino un día a la Argentina y comprobó indignado que se encontraba entre gentes que aún creían en

el bien. Lo indignó ver que las personas vivían relativamente calmas y hasta se pensaban felices y

esperanzadas. ¡Incluso sostenían la palabra empeñada, valoraban el esfuerzo del trabajo, aspiraban a un

futuro mejor para sus familias! Entonces decidió aplicar sobre ellas sus demoníacas artes y sedujo a la

multitud con sus palabras. La muchedumbre lo adoró, e inclinó su cabeza ante él. ¿Qué era lo que más

ambicionaban?, quiso saber. “Nosotros queremos ser salvados, pero más queremos salvar a nuestros hijos,

evitarles la condena de la ignorancia”, gritaron frenéticamente: “¿qué debemos hacer por ellos?” “Yo les

daré la manera de redimirlos”, fue la respuesta. Y les dio la fórmula: “El niño ama la naturaleza: enciérrenlo

en salones cerrados. El chico ama jugar: háganlo trabajar. Una criatura disfruta cuando su actividad sirve  

para algo: traten de que su trabajo no interese para nada a nadie. Quiere moverse: oblíguenlo a permanecer

inmóvil. Un chico”, dijo, “se regocija al manipular los objetos: pónganlo en contacto solamente con ideas.

Goza al hablar: fuércenlo al silencio. Valora razonar: háganlo memorizar todo como norma. Celebra poder

investigar: dénselo todo servido. Quisiera apasionarse: impídanselo. Aprecia la apertura al mundo que le

proponen los cuentos. Oblíguenlos a reconocer que lo importante en un texto narrativo es diferenciar

núcleos de catálisis e indicios. Saborean las palabras que simplemente dicen, ensénenselas grandilocuentes,

pomposas, solemnes, campanudas. En fin, un chico busca conseguir confianza en sí mismo: impongan en su

conducta la obediencia ciega”. Así dijo, y de esa manera hicieron. Poco a poco el régimen dio sus frutos. El

demonio la disfrutó: los hombres habían creado la escuela tradicional. La escuela tradicional, se

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dijo y se rió con ganas el Maligno, que no enseña ni educa.

Años después el diablo volvió a la Argentina. Asombradísimo vio que, pese a todo, increíblemente, contra

todos sus deseos, los destinatarios de sus mandatos, mal o bien, habían logrado  remontar la condena de la

incultura a la que los habían castigado. Sorprendentemente, habían aprendido. La realidad de la vida se

había impuesto a sus desdichadas enseñanzas.

Al pobre diablo se lo vio lo vio vagabundear, más que inquieto, impresionado, siempre inexpresivo, por la

capital y por las provincias. “¿De dónde mi fracaso?”, se cuestionaba. Interesado, curioso, anduvo y anduvo.

Fue entrelazando y anudando hilos para entender la experiencia peculiar de ese extraño pueblo. “¿Vas a

destruirlos, finalmente?”, le preguntó su demoníaco secretario. El perverso ya había entendido y sonrió.

“Curiosamente”, reflexionó en voz alta, “a esta gente, les gusta demoler lo poco que consiguen”, abrió su

mano al espacio infinito, “todo lo desvanecen en el aire...”. “¿Entonces no vas a derramar lluvia y fuego

para arruinar la Argentina hasta que sea cubierta por las aguas, abrasada por las llamas y toda

su gente exterminada? “¿Para qué habría de esforzarme?...”. Dejó inconclusa la respuesta; se dio su

tiempo de silencio para crear un clima de espera, y entonces remató con ganas su conclusión: “De eso se

encarga ya la Ley Federal de Educación...”.

Cuando una sociedad se corrompe, dice Octavio Paz, lo primero que se pervierte es el lenguaje.

Hoy se nos llena y llenamos el éter de palabras vaciadas de significado, dichas irreflexivamente o no.

Ellas parecieran transitar los caminos previsibles y pautados o imaginables de la relación estímulo /

respuesta.

Empleadas para la resignación, las palabras que buscan imponerse en la sociedad insisten en

desmoralizarnos y nosdenuncian. Así, se toma naturalmente el desguace de significados, a lo sumo

se lo toma con una presunta ironía: ¿Cómo una persona tan incapaz está a cargo de la atención al

público? / Y... es lo que hay... / ¿Qué pasó? / Lo asesinó, pero mal (¿Hay otra manera de realizar un

crimen que mal?, se pregunta uno) / ¿Cómo estás? / Sobreviviendo... / Entonces ¿todo bien? / Todo

bien... /Pero, ¿qué pasó? / Nada... le estropeó la vida, se fue con otro, le vació la casa, le embargó

todos su bienes, pero bueno, que agradezca que tiene trabajo... (¿Nada? Parece todo lo contrario... Y

es obvio que el trabajo no se agradece porque es un derecho y los derechos deben ser ejercidos y no

suplicados). Estuvo doce horas sobre el asfalto desangrándose delante de sus hijos, pero ya se murió...  /

Bueno, ahora me quedo más tranquilo... Que los huérfanos se pongan las pilas, bajen los

decibeles y trabajen a full, hay que apostar al futuro.

Sé que estoy exagerando y no todo es así, pero a efectos ilustrativos diré que estos grupos de palabras

vueltos fórmulas rituales sirven para mantener el statu quo. Perdido el rumbo, ya no se distinguen,

como diría Machado, los ecos de las voces. A lo más que se atreven los habladores es

a describir la patética conspiración que impide otras posibilidades: “¿Sabés lo que pasa?”. No, no sé,

pero ya puedo adelantarles mi respuesta: “Hay algo que no me cierra...”.

Siempre que los significados sean compartidos, nombrar las cosas permite reconocerlas. Ocurre que,

como en la historia con la que comencé mi exposición, la realidad no cede, desmiente las palabras vacías y

nadie puede asumir como propio losfloricientos discursos de la inmovilización que, eso sí, buscan

adecuarse a la normativa vigente.

Si de verdad se quiere operar una transformación del mundo, en contra de lo que se supone, hay que

insistir en el recreopermanente. Claro que recreo en el sentido etimológico, en el sentido de volver a

crear, que es volver a creer. La escuela actual, con la que tantos se llenan de palabras la boca, es víctima

de los prejuicios pesimistas, de las rigideces de los bancos escolares alineados y fijos, de los horarios fijos e

inamovibles, de cuanto intente cambiar el orden establecido, el de que no hay nada que señale los indicios

de que hay vida después de la escuela.

Hay que reconocer, para liquidarlas, las palabras que desgastan conceptos hasta no significar nada. Algunos

aseguran que no es posible hacerlo, explican que no queda otra. Mentira, claro que queda otra, y muchas

otras posibilidades, tan cierto como que también hay vida inteligente en este planeta.

Frente a la proliferación de tanta palabra fofa  que ensalza las bondades de la situación actual que todos

vivimos, lo que cabe es preguntarse: Si según los discursos de los funcionarios  todo está tan bien, ¿por

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qué todo está tan mal? Es que realidad insiste en no acomodarse a los deseos, no se ajusta a las palabras.

Según informa el diario “El día” del 25 de agosto en la EGB de 7 y 32 la Vicedirectora de la Escuela advirtió

que debido al estado de abandono del edificio escolar —no había luz, los techos eran un cielo abierto por la

persistente lluvia—, los padres debían hacerse responsables de la seguridad física de sus hijos si se

animaban a dejarlos allí. La historia ganó la calle y la prensa. Los trabajos se iniciaron de apuro, igual que

años atrás los casamientos de chicas inesperadamente embarazadas. La Vicedirectora se salvó: no perdió su

puesto bajo condición de que no hablara con nadie...

Independientemente de esto, en los edificios destinados a la enseñanza, ¿qué lugar merecen en la

consideración los espacios que ocupan las personas que trabajan o estudian? ¿Está jerarquizada  la

biblioteca como centro irradiador de ideas, como foco significativo de la actividad escolar y ocupa un área

importante porque ofrece atractivas cosas distintas de las que se encuentran en casa? ¿Hay debates, coros,

recitales, fiestas, bailes, espectáculos, muestras? ¿O lo único importante es que nada se mueva? ¿No era

que el eje de la actividad escolar era la lectura? ¿No le compete al Estado garantizar el derecho a la lectura,

por medio de la creación de bibliotecas, salas de lectura y escuelas adecuadas? ¿No le incumbe la formación

y remuneración adecuada para los profesionales comprometidos en la tarea y el estímulo a la creación

intelectual, cultural y científica? ¿Para cuándo una Editorial estatal ajena a los cantos de sirena del lucro

perpetuo, el monotributo para los creadores y los impuestos para los libros como si fueran artículos

suntuarios?

¿Qué comentarios puede merecer lo sucedido en la EGB “Dardo Rocha”?: “No se puede creer...” “Y, ¿qué

querés? Es la Argentina...”. Después, en el próximo discurso del increíble festejo celebratorio del

llamado Día de la Raza alguien dirá: “Estamos aquí reunidos...” ¿Re–unidos?Re-separados, sería mejor

decir... Evitar la experiencia de un baño de realidad es condenarnos a la irrelevancia.

Ya nadie piensa que hay una sola versión del pasado que deba solemnizarse, celebrarse, añorarse, porque

era un tiempo en que no había disputas ni conflictos. Parche sobre parche y parche,  conviven entre

nosotros dos narrativas heterogéneas einjuntables: las de los que proclaman las bondad del sistema y

las de los que la padecen.

Así estamos. La psicogénesis explica que se aprende de los errores: mal leída en la Argentina se entendió

que se debepersistir en el error. Entonces se dan respuestas a preguntas inexistentes y lo peor, con un

vocabulario ajeno a la verdad que se vive, siendo que la ética de las palabras consiste en hundirlas en la

realidad buscando modificar el presente con vistas al futuro.

En educación el pasado pertenece al recuerdo, y no para ser añorado. Sin embargo, todo el tiempo se

estimula lo imposible, lo inoperante, lo supuestamente inocuo, el volver a un ayer donde cada uno ocupaba

su lugar, y se ensalzan desde los medios masivos un tipo de enseñanza que se puede resumir en esta frase:

“Hay que volver a Patoruzito”. Lo dice la publicidad dirigida a padres y docentes de un canoro diario de

la mañana de amplia difusión: las revistas que lo acompañan en los quioscos, este mes traen dos sorpresas:

cursos de capacitación para docentes con el cebo del puntaje y la incorporación de un nuevo "compañero"

en las láminas y actividades de cada mes: “el entrañable Patoruzito”.

Si el héroe nuestro va a ser el después latifundista Patoruzú, que si sé de dónde saca sus riquezas, o su

amigo el racista Isidoro Cañones, es posible que se imponga también la ética del tío Patilludo y la estética

de un mono con navaja.

Si yo viviera en los Estados Unidos seguramente pensaría: Houston, tenemos un problema.  Volver al pasado

sin hacer su crítica, no. Está claro que la lectura y lo que provoca en la sociedad en esta área es un

problema que excede los métodos de enseñanza y se juzgar su importancia social, política y económica con

todo lo que ello implica.

Entonces lo que cuenta, las voces dichas y escritas, con significado, vivas, emocionadas. El futuro

no se gana con las fórmulas degradadas del ayer, ni en con la diversión para que pase el tiempo, mientras

se lo va matando lentamente. Las palabras que importan, como explica el poeta mexicano Paco Ignacio

Taibo II: "donde Lenin falla, Robin Hood es infalible".

Desde chicos, desde la escuela, se trata de que se privilegie la palabra, lo que ellas guardan, porque en la

historias que se leen o se escuchan siempre se cuenta algo que rebota en la historia personal del lector,

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porque siempre lo inusual subyace en lo frecuente, la promesa de la espera, en la realización del prodigio.

En la supuesta literatura de baja intensidad que se estimula, ¿no se piensa en los daños colaterales?

¿Dónde la introspección, la reserva, la emotividad, el despojamiento, la respuesta a las preocupaciones para

completar la vida?

En el cuerpo de las palabras están los anhelos más profundos del existir humano. Más allá de las

explicaciones y conveniencias ellas crean  emociones inéditas para el lector o para el oyente, dan

posibilidades de vida soñadas, posibles, incumplidas. Pero, deben ser voces que transmitan la convicción de

quien las dice, que lleven el temblor transmisible que suscitan, el sentimiento de sueño que se busca

compartir, de maravilla y de extrañeza, ancladas en nuestro tiempo y en nuestro espacio. ¿Y dónde si no

desde la escuela empezar a poner el libro en la conversación de las gentes?

¿Adonde va la escuela sino adonde va el país, mas allá de las ocurrencias de los pedagogos de despacho? Y

sin embargo en las voces que nacen en las escuelas existe todavía una posibilidad de salida. El esfuerzo de

tornar real la irrealidad cotidiana nos ha encerrado en una confusión ordenada, un círculo enfermizo, virtual,

que se multiplica sin realizarse nunca, una serpiente enroscada en el vacío.  Como dijo Leopoldo Marechal

con toda la ambigüedad y riqueza de las interpretaciones que provoca, “de todo laberinto se sale por

arriba”.  

Cuenta Eduardo Galeano:

“Los niños de Colombia, que antes se llamaban gamines, ahora se llaman desechables, y están marcados

para morir. No hace mucho los desechables colombianos emergieron de debajo de las piedras y se juntaron

para gritar. La manifestación estalló cuando se supo que los escuadrones parapoliciales, "los grupos de

limpieza social", mataban indigentes para venderlos a los estudiantes que aprenden anatomía en la

Universidad libre de Barranquilla.

Y entonces Buenventura Vidal, contador de cuentos, les contó la verdadera historia de la Creación. Ante los

vomitados del sistema, Buenaventura contó que a Dios le sobraban pedacitos de todo lo que creaba.

Mientras nacían de su mano el Sol y la Luna, el tiempo, el mundo, los mares y las selvas, Dios iba arrojando

al abismo los desechos de lo que le sobraba.  Pero Dios, distraído, se había olvidado de la mujer y del

hombre, que esperaban allá en el fondo del abismo, queriendo existir. Y ante los hijos de la basura,

Buenaventura contó que la mujer y el hombre no habían tenido más remedio que hacerse a sí mismos, y se

habían creado con aquellas sobras de Dios. Y por eso nosotros, nacidos de la basura, tenemos todos algo de

día y algo de noche, y somos un poco tierra y un poco agua y un poco viento.”

Somos nosotros, también hechos de nuestras palabras.

Y estamos y estaremos, los que lo son, los que lo fueron antes, los que por siempre tenemos de estudiantes, para toda la vida el corazón.