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EL OSO DE PELUCHE

El oso de peluche está

Barrigón reposa en mi cama

sobre el almohadón

está viejo mi oso,

patón y panzón y aún

soporta mi

Juego burlón.

Vuela por el cielo

siendo un gordinflón

y le canta a la luna

como un ruiseñor.

Que hermoso es mi oso

mi amigo glotón

reposa en mi cama

sobre el almohadón.

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MARIPOSAS

Lindas mariposas

¿para dónde van?

a ver unos niños en

el manantial.

¿Y por qué llevan

sus vestidos tantos colores?

porque llevamos

las fragancias de

las flores.

Ven arco iris

vamos a volar

nos esperan los niños en

el manantial

llevémosles cantos,

alegría y paz y muchos

Regalos es navidad.

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MADRECITA

Que viva la risa

que viva mamá

que viva mi alma

alegre y jovial.

Saltando las briznas

salpican mi manto

y yo dando un salto

me alegro de espanto.

Es mi madre tierna

en invierno o en verano

ella es mi refugio,

es amor sagrado.

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BAILAMOS LOS NIÑOS

Bailamos los niños

al son del güau güau

y un gatito canta

miau miau miau.

Escuchemos el felino

miau miau miau

escuchemos el canino

güau güau güau.

Si cantan a la ves

movamos los pies

si cantan como hermanos

movamos las manos.

Bailemos los niños

al son del güau güau

y un gatito canta

miau miau miau.

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DESPERTÓ EL BEBÉ

Despertó mi niño,

despertó mi amor,

ya salió la aurora,

ya salió el sol.

Yo le traigo el tete,

le cambio el pañal,

lo arrullo en mis brazos;

es calor de hogar ...

Es mi niño hermoso,

mi vida, mi luz,

por el vivo alegre

despierta en su amor.

Arrurrú mi cielo,

arrurrú mi amor,

eres tu la aurora

eres tu mi sol.

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COCOTASA

Verdes o maduras

coquetean ociosas

balanceándose en las

ramas las

cocotas.

Olle cocotica ven a mí

quiero saborear

tu pulpa carmesí,

vuelves agua mi boca

ven y roba mis besos

cocota verde o madura

reina de los

Ocañeros

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MI MASCOTA BANDIDO

Bandido salió de casa,

se extravió mi juguetón

era mi dulce mascota

rabialegre y orejón.

¿Dónde andas perrito dulce?

ven a ladrar al sol

ven y andemos por el campo

ven y canta una canción.

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MI GATO Y SU NOVIA

Mi hermoso gatito

se fue a pasear

en busca de presa

para almorzar.

El vuelve a mi casa

alegre y brincón

trayendo a su amada

un pequeño ratón.

Brincando la cuerda

patean el balón

corren por las tejas

saltando al balcón.

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LA NENA Y EL SABUESO

¡Hola perrito! ¿cómo estás?

batiendo la cola, para no ladrar.

¿Por qué no ladras?

¿qué sucede?.

Los gritos generan violencia,

me estresan, me enfurecen.

Ven entonces vamos a jugar

silbando y cantando hasta el manantial.

¿Sabes qué?

tu lenguaje me encanta;

ladra a la luna, ladra al sol,

al lucero y al ruiseñor,

ladra con amor, con ternura,

con sencillez y simpatía...

así los niños te abrazan

y los ancianos te miman,

tu corazón vibrará de gozo

y tu hogar de alegría.

De acuerdo lindo sabueso;

si los gritos generan violencia,

nos estresan, nos enfurecen,

al contrario el juego y el silencio,

nos sosiega, nos relaja,

nos colma de placidez y de paz.

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EL SUEÑO Y LA AURORA

Duerme embelesada la aurora

por el rocío que cubre a la ciudad.

El huerto solloza en el silencio,

no visita a la flor el colibrí.

Notas musicales escapan del naranjo,

hermosas melodías se escuchan

en el altar ¡levántense niños! que ya

amanecióvayan a la escuela que

ya salió el sol.

¿Por qué llegan tarde? les dice el

maestroy tiritando contestan al gran

sabiondón: cegaron a la aurora inmensos

nubarrones,penetraron las briznas en

el huerto y los pajaritos

se alejaron del jardín.

Nos despertaron muy tarde

las ranas cantoras,

las mirlas silbudas,

el joven piscingo y el

conejo bailón.

Excuse el retardo

señor profesor

comience la clase

que ya salió el sol.

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VUELA, VUELA, ASNO VUELA

El cobarde Sancho anda en su burrito

muy raudo y muy pancho.

No andes tan deprisa le dice el Quijote

me rasca la panza y también el bigote.

Que pena don Quijo, al pobre borrico

le fallan los frenos de debilidad.

Es un burro viejo flaco y desnutrido

no puede parar...

Baja pronto Sancho te veo por el aire

sobre un armazón. Ya no tiene ancas

ni rabo, ni orejas, es un

esqueleto veloz y burlón.

Muy alarmado y lleno de coraje

saltó del pollino dañando su traje.

No tiembles de miedo temeroso amigo,

ponte mi armadura y venera la osadía.

Perdone usted, honorable caballero...

amaré el poder, el valor y la osadía,

para apoyar al débil

y refugiar al despojado.

¿ Qué dijera el ilustre

Miguel de Cervantes Saavedra

al enterarse que el borrico del Quijote,

prefirió volar

para no morirse de hambre?

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EL LLORÓN

El niño del señor Arturo

lloró en el solar

porque un guineo

maduro él no le

quiso dar.

Hubiera saboreado

un guineo maduro

si fuera obediente

con el señor Arturo.

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FRANCHO Y LA MARRANA

Francho el come libros

se fue una mañana

en busca de un grillo

y de una marrana;

se perdió en el monte,

aprendió a saltar y a convivir

con la marrana en

El corral.

Se veía rechoncho,

mal oliente y sucio

cuando lo encontraron

en el lodazal.

Con gruñidos atemorizó

a su familia; porque

quiencon cerdos

andaa gruñir

Aprende.

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LA GALLINA Y LOS GALLOS

La gallina de gallo

subió al gallinero y una

gavilla de gallos halló;

le dieron galletas

los gallos gallardos,

y en su gañir,

gallinaceó un gañán

por el gañote.

Y el gallo de galli

está en la gallera

hiriendo en el gañote

a un gallo gañán.

Apresúrese primo

le dice el gallito al galludo

gallo del gallineral, corra

al gallinero donde a su gallina

mantienen cautiva

los gallos gallardos

de aquella gavilla

que ofrece galletas

al gañir de las gallinas

en el gallinero

cuando su gallo galludo

está en la gallera

hiriendo a otros gallos

en el gañote.

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UN COCHERO CARPINTERO

No es un cochino

sino un coche

el que posee el cochero

carpintero en la cochera;

es un coche de cedro dice

Pedro si fuera un cerdo,

el cochero carpintero

no lo tendría en la cochera

sino en la cochinera.

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LUNA LUNITA

Luna lunita, luna lunota

río de amor, rostro de novia

ven a cantar, noche de ronda.

Luna lunota, luna lunita

ven a mis brazos dulce niñita

alcázar de luz, tenue sonrisa

preclaro rocío de la vigilia.

Luna lunita, luna lunota

relumbra tu imperio en las sombras,

alcázar de luz,

tenue sonrisa

ven a cantar, es noche

de ronda.

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CHUNGA Y LA CHIQUILLADA

Chunga el amigo de Chola

pidió una chuleta

al chico chiflado

de la choza de don

Chucho.

El chico bien chusco

le jugó una chulería

al chicano chupatintas

al servirle en vez de chuleta

un chuzo de chivo con chorizo

acompañado con chicha.

¡Esto si que es una chiquillada

bien chinchorrera y chocante!

exclamó Chunga;

que chacota tan charada

la del chulo,

la próxima

vez no le pediré una chuleta,

sino un chuzo de chivo con chorizo;

a la larga el chamaco

por andar de chascarrillo me sirvió un chuzo

chévere de chivo y seguramente el chorizo

era de un chancho bien

choncho.

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MI PERRO TATU

A mi perro Tatú

lo bañé esta mañana

y en medio del frío

le dio escalofrío.

Hoy está enfermito

dormido en la cama

de corbata roja

y camisa dorada.

A mi pobre perrito

le duelen los dientes

no abre sus ojos

no toma caldito

ni come spaggetis.

Ahí está enfermito

dormido en la cama

le tiembla su cuerpo

no come, ni ladra.

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VUELA CANARIO VUELA

Vuela canario vuela

donde no te alcance

el niño ingenuo

con las piedras.

Vuela canario vuela

donde no te alcance

el torpe hombre

y su vileza.

Vuela canario vuela

llena con tus cantos

melodiosos el oculto ´

vergel de mi vereda.

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UNA TRAGONA

Tras tragar un trozo

del tronco tronchado,

la bestia trastabilló trémula

en el tramo que va de la

tranquera hasta

el trapiche.

Que trance

el que pasó por tragona...

si sigue así

terminará tragándose

la tranca de la tranquera

que sostiene el tragaluz

de la trastienda, y meterse

un tremendo

trastazo al armar la

tremolina.

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EL GRAN CABALLERO Y LOS CABALLOS.

El caballerizo caballero

que guió la caballeriza,

para ser tan caballerete

es muy caballista.

Al calcular por la cachaza

que expulsan los caballos

al pasar por la cañada,

cuantos calamitosos

caballos sufren

calambres en el

calcañar.

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EL CARRETERO Y SU CARRETERÍA

El amigo Carrasca

fabrica carretas,

carretones y carretillas

a los carretilleros.

Cualquiera confunde

la carretería con la

carpintería

pero él es carretero;

razón por la cual

va de carrerilla

por la carretera

a su carretería y no

a la carpintería

por no ser carpintero.

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RÍO CRECIDO

El río de mi pueblo cuando sube su

Caudal arrastra sobre sus lomas

muchos troncos, enseres, gallinas,

cerdos y escombros...

Subamos al puente dile a Vicente a ver

más de cerca la extraña

creciente.

Lleva tres bandejas dos burros cojos

y dos vacas viejas.

Vendrían de Villanueva o vendrían de

Tejarito llevan la piel sin marca y sus

ojos dormidos.

¡Miren! se entró el agua donde

Toño y donde Hernán quien sabe

donde Nando si las gallinas y los

patos los dejaron sin guardar.

¡Oye papá!¿por qué el río siendo

tan bravón, no perjudica las altas

casas de Sabastopol?.

Porque allí la roca

al ser pan de jabón

refresca su aliento el agua

con la luz del sol.

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NOCHE SIN LUNA

Cantan tus labios rojos

la infantil canción de cuna

donde aquella noche sin luna,

durmieron tus claros ojos.

Estaban los días lluviosos

habían nacido las flores y desde

el cielo los colores

pintaron tus labios rojos.

Y al paso de los años

la infantil canción de cuna

duerme aún la noche

oscura sobre tus

cándidos sueños.

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EL CARNERO

El humilde carnero

calló en el granero y ni

un solo grano

de maíz encontró.

Contento el granjero

lanzó en el granero

un puñado de granos

de sorgo y arroz.

Corre corre carnero

le grita un ternero

no comas los granos

de sorgo y arroz.

Sus ojos brincaron

sus dientes vaciaron

la dulce carnada

que el hambre ignoró.

Calló dormida la tarde

junto aquellos briosos pasos

y del carnero hecho pedazos

el granjero comió.

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LASILDA

Ladra, ladra, ladra la perra

Lasilda al verse en la sombra

la trompa muy chica.

Ven cachorrita le dijo copito

el perro más cholo

de esa región;

juguemos al trote,

bajemos los cuadros,

dañemos los muebles,

hagamos gran fiesta

en este salón.

Yo no hago desorden

contesta lasilda

y de un solo golpe

le cierra el portón.

Yo quiero a mis amos

yo soy su bebita

me besan, me abrazan,

me duermen, me miman ...

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LA VIEJA Y EL PERRO

Entraron los ladrones y ni una

losita en la casa dejaron,

al llegar los patrones

mi corazón tambaleaba

pues ni un corotico

en la sala encontraron

¡oh! ¡nos robaron!

la vieja exclamó:

y yo tan confiada en

el fiero perrón.

Ataron mis patas

al árbol de mango

y una fuerte surra

mi amo emprendió.

Rodearon la casa, las mirlas,

las garzas y hasta

un gallo fino

en la cima cantó.

No seas inhumano

cara de marrano

¿no ves que la vida

le vas a quitar?

baja ese garrote narices de

ciote deja a nuestro

amigo sus voces ladrar.

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EL TROLERO

Al escuchar los triunviros

el traqueteo del troquel

troquelando monedas

en el triunvirato,

avisaron a la tropa,

armándose una trifulca

al tocar de la trompeta.

Fue una falsa alarma,

había sido el muy trolero

del soldado tristán

el que armó semejante

trochemoche por andar

con triquiñuelas.

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LOS ZAPATOS

Son vagabundos

que van por el mundo

sumisos y atados

a los pies cansados.

Del zapatero no se escapan

si la pobreza les abriga

mil tachuelas clavarán

en su cara y su barriga.

Acaban su ser

las andanzas sin consuelo

y la vana ilusión

de volver a ser nuevos.

Pobres zapatitos

ya chonetos, ya arrugados

y viajan por el mundo

con los pies cansados.

Una inútil zuela

y un gran agujero

quedan de sus pasos

en el amplio suelo.

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EL NIÑO Y EL MONJE

Al niño le gustaba que su mamá a la hora de dormir le contara cuentos; ella lo

complacía narrándole los cuentos que le enseñaron en la infancia. En un hogar

de recién casados tenían una pareja de perritos.

Día y noche los cuidaban como si fueran sus bebés.

La madre creyó que el niño estaba dormido, se levantó a cerrar la puerta; en

ese momento dijo el niño -¿por qué te vas mami? No, no voy a ninguna parte,

sólo cierro la puerta para que no entre frío.

-¡Mami! ¿pero qué sigue en el cuento?

-La pareja de perros tuvo durante los años siguientes 98 perritos y los niños

que nacieron y crecieron en ese hogar nunca permitieron vender o regalar las

mascotas; así fue como el señor de la casa se ingenió construir un puente

para unir el solar de la vivienda con el lote del otro extremo.

La amplitud del solar facilitó la hechura de una granja donde el ambiente tan

agradable que inspiraban las variedades de árboles y flores, les hacía

sentirse como viviendo en un bosque, donde la hierba fresca, los riachuelos y

centenares de mariposas daban a la vida un encanto divino.

Los ronquidos del niño embargaban de dulzura el dormitorio.

El niño veía pasar los perros sobre el puente de un lugar a otro, le dio por

contarlos uno, dos, tres, nueve...

Como pasó de rápido mi infancia. La fetidez de la ciénaga me hace añorar los

ratos buenos que pasamos en la fértil ribera de ese entonces.

Qué hermoso fuera regresar a la cañada y a esos inmensos solares sembra-

dos de plátano, ciruelas, mangos y patatas que cuando crecía el caudal eran

arropados por las alegres y ligeras aguas.

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Allí la rutina fue rasgada por el variado colorido de los loros y las guacama-

yas; hasta los grillos, los sapos y las ranas nos regalaron su tesonera y aguda

aflautada como signo de participación en aquellas desiertas noches de vigilia.

Pasó el tiempo y no se pudo detener la modificación del ambiente y el avance

de la tecnología. No percibí el momento en el cual el caudaloso río de mi

pueblo se convirtió en un pestilente y descomunal depósito de alcantarillas.

¿Qué hacer? ¿Qué fue de los grillos, los sapos y las ranas? ¿Para dónde se

irían las guacamayas y los loros? La realidad es que se ha sufrido un cambio.

La supervivencia depende de otros.

Ya no era aquel niño entretenido con los dulces de la vida, era un hombre

meditando sobre una banca de lo que una vez llamamos parque.

Sobre las ruinas, frente al panorama desolador de la sangrienta guerra, veía

oscurecerse más la acción destructora que azota y arrasa la fauna y la flora.

Las noticias mostraban como diferentes especies de aves y de peces por

millares flotaban sin vida sobre el agua, los ríos se asfixiaban inundados de

petróleo.

Ligada a tanta insensatez, la corrupción inundaba desde las altas esferas del

gobierno, el soborno y la falsa politiquería hacía que se viviera en una

completa anarquía. Algunos maestros se dejaron contagiar y alejaron de su

profesión los valores éticos y morales abundando entre la juventud la

proliferación de pandillas delincuenciales.

El pueblo tenía hambre, no había empleo, muchos para poder subsistir

traficaban con aves, tortugas y otros animales. Sin escrúpulos cortaban los

árboles para vender la madera a las grandes y pequeñas industrias.

No había autoridad que controlara semejantes estragos.

El árbol que había frente a la entrada del colegio no escapó de los vándalos

dementes que no se percataban del daño ecológico que ejecutaban; yo lloré

la muerte del árbol; él era fuerte, alto, siempre albergaba los pichoncitos en

los nidos y sirvió de columpio a los niños.

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Ahí jugábamos bajo la sombra y le dábamos de beber a sus raíces en verano,

desde su infancia entregó su mirada al cielo para no ver trepar entre sus

ramas el canto gozoso del hachero.

- ¡No me destruyas! Exclamó el árbol, no seas traicionero como el cuervo

¡baja el hacha por favor! Siente mi alma en tu alma, apiádate de mi sutil

follaje que cuando por mi lado pasas un refugio siempre encuentras.

Tras, tras, tras...

La frialdad destruyó la morada de los pájaros, las lágrimas de los niños

recuerdan la angustia del árbol cuando caían indefensos los ramajes floridos

que purificaban el aire, su llanto fue en vano, el leñador no escuchó los

latidos de su alma, sólo se oía el crujir de las ramas al destruirse el hábitat

de varias especies. Tras, tras, tras... el hachero al igual que las raíces

estaba sumergido entre la tierra, en cambio el árbol con su verde plumaje

lleno de luz y esperanza constantemente tenía puesta su mirada al cielo.

Ellos avanzan con su misión destructora, secaron los pozos y acabaron con el

bosque donde habitaban las garzas, con grandes máquinas destruyen la

montaña, la saquean de materiales para construir edificios y casas; los

pajaritos vuelan y vuelan de un lado a otro, la violencia del hombre ha

devastado sus viviendas.

Se ataca la naturaleza para conquistar espacios nuevos que permitan cons-

truir con cemento carreteras, terminales de transporte, coliseos y grandes

ciudades.

El hombre sigue en la tenaz e incansable labor de pavimentar la tierra.

Aún me encontraba en medio de la aflicción cuando a cierta distancia

observé a un hombre que venía a paso lento, envuelto en una sotana blanca

con franjas moradas, de donde fluían rayitos de luz; su cabeza era adornada

por un sombrero blanco de copa que cubría parte de su rostro.

-¿A dónde va usted? Me preguntó luego de ver tanta desolación.

-En busca de Dios, le respondí. ¿Y cómo es él? ¿Dónde crees poder hallarlo?

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-¿A Dios?- Lo único que sé, es que es un espíritu que se manifiesta a las

personas a través del amor y la justicia, que lo puedo encontrar al escuchar

sus palabras, al contemplar la arboleda, al ayudar al anciano y al tender la

mano al desvalido.

-Ve con él, sigue sus pasos, Dios está contigo replicó el monje.

En mi interior comenzó a relampaguear la chispa de la sabiduría; sentí

terror, rencor y a la vez amor; terror ante el holocausto sumergido entre

mis ojos, rencor por la ignorancia y perversidad del hombre, y amor por el

resto de la comunidad indefensa que debido a la vulgar y mediocre educación

impartida, se devora así misma arremetiendo contra la naturaleza.

Desperté a la realidad, son tantas las cosas que se encuentran fuera de

lugar, que persiste la asquerosidad y la deshonestidad logrando los objetivos

propuestos.

Esto causa desespero y junto con otros observadores uno se interroga si

todavía se podrá rescatar el mundo de tanta inmundicia.

Creo que sí, aunque no sea en su totalidad, si cada uno hiciera la parte que le

corresponde; comenzando a arreglar su propia vida.

El tiempo transcurre y no podemos detener el progreso de la tecnología, el

hombre seguirá modificando el ambiente como una alternativa para vivir con

mejores comodidades. El hombre de hoy no puede renunciar y menos

eliminar todo lo que la inteligencia humana ha hecho. Sería una pesadilla

despertar y vernos desprovistos de las grandes ciudades. No hallar los

conglomerados, no contar con medios de comunicación, con energía eléctrica,

ni buses, ni taxis, mucho menos estaciones de gasolina, sólo mirar a nuestro

alrededor en vez de asfalto y cemento nubes de polvo y piedras. Ignorar los

aeropuertos, las estaciones de taxis, los colegios y universidades.

Es cierto que para alcanzar la actual civilización, el hombre se ha visto en la

necesidad de sacrificar su propia vida y la de otras especies.

Lo ilógico es que lo que se ha logrado construir y modificar a través de la

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inteligencia; se derrumbe en segundos siendo insensible ante los graves

perjuicios ecológicos y ante la violenta destrucción de la humanidad.

Regresó a la plaza, cruzó el umbral hasta llegar a un bosque; escuchó el

corazón afligido de un desplazado; su congoja habitó el dulce sentimiento de

una bestia.

Era un copetón que sin hallar que comer, alocado y debilón se encontró con

un corcel al cual sin perder tiempo dijo: ¡Apiádate de mi buen caballo! dame

algo que comer, mi pueblo está azotado por la hambruna, brotan truenos en

la tierra y lluvias de fuego invaden la montaña, nubes de peces mueren en los

lagos y corre el petróleo bramando sobre el agua... por un momento el caballo

dejó de galopar el maíz entre los dientes, la sombra de la sensibilidad cubrió

el bongo tupido de alimento, ¡ Oh vida ! exclamó el corcel; millones de granos

cultiva la llanura en estos bosques inmensos que circundan la cascada; ella

produce para pobres y ricos, para que todo ser viviente pueda subsistir:

Anda mete tu pico en el bongo hasta saciar tu aliento y ve a traer tu prole a

convivir con nosotros.

Eres muy hospitalario hermano corcel, más entendido que el niño y el hom-

bre, ellos gozan viéndonos en cautiverio o durmiendo bajo el fuego de su

terrible insensatez expresó el pajarito.

Luego de evidenciar y meditar sobre las calamidades creadas por el mismo

hombre; decidí levantarme de la banca y dirigir mis pasos hacia aquella

dádiva infinita de la luz que ofreció mi libertad. A pesar de nadie estar

excepto de convertirse en víctima del provocado deterioro de la vida; llevo

la misión junto con otros observadores comprometidos, de educar para

preservarla a través de la palabra y el ejemplo.

La oscuridad de la ciénaga persiste en detener mis pasos, pero la llama

encendida en mi espíritu me incentiva a persistir en la constante reedifica-

ción de mi personalidad, ya que el trinar de los pájaros martirizados siguen

lanzando sobre el horizonte bostezos con olor a muerte.

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EL ÁGUILA, EL BUEY, EL CERDO Y EL GATO.

Narrador:

En una tierra muy lejana de su habitad se encontraba un águila cabizbaja y

triste porque sus alas fueron cortadas el día que un cazador le arrebató la

libertad.

El gato:

¡miau, miau! ¿Qué hace por aquí una aguilucha como tú?

ja, ja, ja, ya ni vuelas, no te igualas ni a las gallinas, no sirves ni para sacar

lombrices.

El cerdo:

¡Oi, oi, oi! Vete de aquí miserable águila, interrumpes mi sueño

El buey:

Estropeas mi trabajo sal pronto de mi parcela, aquí no empleamos inútiles.

Narrador:

El águila no había perdido la fe de salir adelante a pesar de ser rechazada y

vista como una cretina que fracasaba en todos los vuelos que intentaba;

pero el dolor que emanaba de tanto desprecio y humillación le daba el valor

suficiente para reiniciar entrenamientos de vuelo a medida que su plumaje

crecía con el brillo de la esperanza de trepar las alturas. Un día citó a sus

vecinos al salón comunal y les dijo:

Águila:

He visto en ustedes el espíritu de la pesadez, son amantes de la esclavitud y

quisieran vivir como los reptiles arrastrándose por el suelo; como ven, de

tanto perseverar he logrado sostenerme en el aire y atravesar el espacio

por mucho tiempo.

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Sin hacer alarde de mis triunfos quiero enseñarles a volar y a conocer la

libertad; no tendré en cuenta el menosprecio de ustedes cuando más los

necesité.

Gato:

¡miau, miau! Lo siento amiga águila, no puedo acompañarte, hoy tengo un

partido de tejo.

Cerdo:

¡Oi, oi, oi! que pena pero estoy urgido de ver un programa en la televisión,

además estoy trasnochado y dormiré toda la tarde.

El buey:

¡Oh no! No tengo tiempo, pisotearé el barro y luego me iré a beber unos

tragos con unas amigas.

Narrador:

Pasaron los meses y en los primeros días de diciembre, vio don gato los

expendedores de carne llevar en un camión al cerdo y al buey rumbo al

matadero; se acordó del águila y comenzó a llamarla ¡miau, miau, miau! El

águila bajó y le dijo con desprecio.

Águila:

Cuídate tú también cazador de ratones, que cuando los invité para enseñar-

los a volar se burlaron de mí, ¿yo? Exclamó el gato; pues bien, ya te veré

llevar a la salsamentaría donde te venderán por pedazos de salchichón para

los perros.

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EL HOMBRE Y LA YEGUA

Un hombre queriendo ser mula, enseñó a beber a una yegua sin percibir que

la yegua sus falsos pasos seguía y que de vil osadía del muy ingenuo surgiera,

no la mula que el creyera, sino una yegua cualquiera.

Yegua:

¡Hola amo! Tengo mucha hambre, no he comido en seis días. Pronto lograré el

objetivo. ¿Sabes? Quiero ser un hombre; para vivir la vida a mi antojo,

revolcarme en la sabana y al igual que tú y los marranos dormir en el barrizal.

Hombre:

La vida no se entiende. Yo deseo ser bestia; muchas veces me sueño siendo

una mula o una yegua trepando los empinados caminos cargados con inmensos

bultos atiborrados de leña.

Yegua:

Claro que sí amo, yo soy muy fuerte y amante del trabajo; mi gallardía se

envanece entre más peso suben a mis lomos.

En cambio he visto en ti a un ser inútil. El temor te esclaviza en los rastro-

jos, y veo a otros igual llevar en su rostro, en sus pasos, en los temblores de

sus manos y en sus siluetas la figura del animal débil, desprovisto de fuerza

y de acción.

Narrador:

Vino el vino y del amo volvió yegua lo cargó de grandes penas y su cerebro

durmió.

Ella aprendió de su amo como sacar tal guarapo que la llenaba de espanto el

no permitirle beber, y queriendo ser como él y sin abrir tal sospecha mezcló

el maíz con panela hasta dejarlo enfuertar, pero el solo olor le dio asco y le

causó tanto espanto que hombre no quiso ser, y el astuto licor como cual-

quier vil vulgar a la bestia suplantó por aquel torpe vicioso sumergiéndolo en

el fondo donde su cordura extraviara.

Y lo que la yegua veía del que un día fuera su amo menos que ella era.

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LOS COME ESPUELAS

Cuentan que en la época de la conquista un grupo de presidiarios llegó a

conquistar a una tribu caníbal; lo que no sabían los agresores era que los

caníbales acostumbraban a defenderse valientemente armados con flechas y

cuchillos afilados.

Los indígenas lograron derribar a los conquistadores; el cacique autorizó

atizar la hoguera para azar los cuerpos, cuya apetitosa carne sería consumi-

da en el rito ofrecido al Dios de la guerra.

El jefe de la tribu luego de ingentes esfuerzos por comerse la azada pierna

cubierta por una bota grande de cuero adornada con espuelas de acero

exclamó:

-¡Oh esta carne ser muy dura!

¡Hombre blanco ser muy viejo!

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LA COLLAREJA Y LA HORMIGA

Pasó el invierno en la montaña y desde el fondo de un agujero sobre la

tierra, exclamaban ¡Auxilio, auxilio! ¡Por favor ayúdenme!

En ese preciso momento una hermosa collareja reposaba en un árbol y al oír

los gritos bajó a prestar ayuda. ¿Quién está ahí y qué necesitas? Soy

hormiga culona y necesito salir, tengo hambre y sed, el fuerte invierno dejó

escombros a la entrada de mi casa, ¡Por favor ayúdame!

La azul paloma gozando de buenos sentimientos, con sus patas quitó los

escombros, inclinó su cabeza y con el puntiagudo pico ensanchó el orificio.

¡Qué hermoso salir a la luz! Gracias por ayudarme. Nunca pensé que fueras

tan servicial y cariñosa, te veía tan grande y con tan filante pico que pensé

me pasarías de un bocado. Tranquila amiga ve y come, detrás de los árboles

de cocoto encontrarás una cascada, allí podrás calmar tu sed y comer hojas

dulces de pomarrosa. -Gracias una vez más, siempre estaré agradecida-.

Pobre hormiga, como ignora el significado del servicio; comérmela de un

picotazo, escasamente alimentaría mi cuerpo, pero el salvarle la vida con

amor y verla feliz, alimentó mi corazón de alegría.

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EL CURÍ Y EL CONEJO

¿Por qué está triste compadre conejo que bicho acaso le picó?

Le cuento compadre curí que estoy deprimido. Anoche la compañera liebre

me ofendió en plena reunión; se atrevió a decir que mi presencia en la

asamblea, era una pérdida de tiempo, que yo debería tomar una determina-

ción; o seguía con ustedes disciplinadamente en las alturas o con los perde-

dores en los nidos. Me sentí apenado con el resto de los compañeros,

alcanzó a decir que siempre los hacía quedar mal, que en cualquier momento

me atraparía el tigre. Gracias a la compañera águila que cerró la reunión

exhortándome a permanecer en vuelo y no ser presa fácil.

Escúcheme bien compadre: usted está ofendido debido a que le dijeron la

verdad.. Lo único que puedo hacer por usted es recordarle que papá curí

murió muy joven, yo era aún niño y recuerdo que mi madre oraba al creador

para que papá dejara de ser roedor, que el aceptara levantar el vuelo. Nunca

aceptó y en una de sus salidas, la sanguinaria bestia lo devoró.

Usted comprenderá que la compañera liebre y doña águila sólo quieren su

bien; es mejor que siga con nosotros. La unidad, la superación y la perseve-

rancia nos permitirán permanecer en la cumbre. No habrá invierno, rayos o

centellas que nos esclavicen a andar en el tenebroso mundo insensato.

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EL BARRILETE GIGANTE

Todos los años en los meses de julio y agosto, los hermanos Sánchez Becerra

acostumbraban elevar un barrilete; una vez el barrilete llegó al cielo, los

niños preocupados comenzaron a llamarlo provocando su caída sobre un árbol.

Lo desenredaron, estaba roto, les tocó ponerle nueva cola y volverlo a cubrir

de papel.

Lo volvieron a elevar, le echaron suficiente cabuya y se elevó tanto, tanto,

que lo perdieron de vista, se les hizo tarde y se dispusieron a bajarlo, pero

no podían debido a su peso, el barrilete gigante había traspasado la barrera

que divide la tierra con el firmamento. Los niños con la ayuda de otros

hicieron posible su descenso.

El barrilete bajaba lanzando rayos de luz, los niños se asustaron y corriendo

se alejaron del sitio. El incandescente objeto cayó en un río que atraviesa la

montaña desde donde siempre se elevan barriletes. El agua del río se vistió

de varios colores, a los pocos minutos esos colores desaparecieron. Eran los

colores del barrilete que nunca lograron rescatar; y dicen que siempre que

viene una tormenta, los habitantes del pueblo suben a la montaña para mirar

al río revestirse de los colores del barrilete gigante.

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EL MACHO TIBERIO

Tiberio era un asno que trabajaba diariamente para que las personas de la

ciudad tuvieran todos los días los alimentos necesarios provenientes del

campo; él les traía: frutas, hortalizas, verduras y cereales.

Un día Cornelio, su amo, vendió su cosecha y contando con una buena suma de

dinero le compró unas alforjas elaboradas con piel de armiño y unos zapatos

cuya punta tenía forma de dragón y brillaban como el sol.

El humilde asno sufrió un cambio dentro de la sociedad, el ego se apoderó de

él, al convertirse en el asno más sobresaliente de la vereda.

Su presencia dominante conquistaba las incautas y ellas cedían a

convites ilusos de amor.

El proceder antimoral de Tiberio no tardó en despertar los celos y el odio

dentro de su comarca. Un día, mientras Tiberio descargaba los productos en

la plaza de mercado de la ciudad, sus coterráneos se reunieron en asamblea y

lo declararon asno no grato y acordaron expulsarlo de la región.

El engreído macho haciendo caso omiso seguía departiendo con sus amigas y

haciendo alardes de su machera.

Cornelio, agradecido del trabajo de su asno, decidió darle un día compensa-

torio, y fue así como un sábado Tiberio se subió las alforjas, se colocó un

antifaz y frotó sus zapatos hasta alcanzar el brillo original que lo enaltecía.

Bajó la colina con la ilusión de encontrar una pretendiente, él ignoraba la

trama de sus enemigos.

Dos de ellos optaron por disfrazarse de tigres y asustarlo.

Tiberio venía silbando y cantando cuando fue sorprendido por una pareja de

tigres que bebían agua de un pozo junto al camino, fue tal su espanto que

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sacudió la cabeza, levantó el rabo y emprendió la huida a todo galope.

Días después Cornelio encontró su burro pastando en uno de los parques de

la ciudad, Tiberio no quería regresar a la vereda, no quería servir de suculen-

to almuerzo a los tigres, su amo le dijo que eran dos líderes del pueblo que

se habían disfrazado y que pretendían desterrarlo por vanidoso y corrupto.

Las palabras de Cornelio hicieron que Tiberio lograra un despertar espiritual,

inmediatamente, se despojó del antifaz, de las alforjas y de los hermosos e

incandescentes zapatos. Pasó por una herrería cercana y se mandó calzar las

patas con herraduras. Regresó a su antigua vida y él, junto a su prójimo,

encontraron la felicidad por medio de la virtud.

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UN CAMPEÓN ILETRADO

Suena la campana; se escuchan cuatro repiques que anuncian un nuevo

amanecer; un joven de 13 años de edad llamado Víctor Carranza se despierta

y a esas horas de la madrugada sale a trabajar en el comercio de pieles de

res.

Los acaparadores le dan una comisión por cada piel que les reporte a tiempo;

las pieles son traídas de las poblaciones cercanas.

Hacaritama era hermosa; la nieve besaba la ciudad y esas caricias embriaga-

ban los corazones de sus habitantes.

El pabellón de carnes lo abrían a las cuatro y media de la mañana, a esa hora

pasaban los expendedores de carne con sus herramientas de trabajo y

algunos de ellos eran acompañados por sus perros, uno de ellos se llamó

"bambuco". A la entrada del pabellón había una venta de tinto y pan, por lo

general el frío hacia que los expendedores de carne se tomaran un tinto

antes de iniciar sus labores.

El mercado de granos y verduras lo abrían a las seis de la mañana; en ese

entonces allí quedaba el expendio de pescado. Para una Semana Santa

trajeron para vender un Manatí; este animal hizo que la plaza de mercado se

atiborrara de gente; de todos los barrios vinieron a ver el Manatí; tenía los

miembros torácicos en forma de aletas terminadas por manos y era muy

largo; medía como cinco metros; dicen que poseía diversidad de carnes: Res,

Cerdo, Pescado, entre otras. Muchos campesinos compraron tiras de la piel

para hacer látigos.

Algunos campesinos traían sus cargas en camiones; otros en burros o

caballos; ellos tenían sus parqueaderos en la plaza; una esquina la destinaron

para comercializar la piña y el tomate; en otra la cebolla; el fríjol, la arveja y

el ajo los comercializaban de manera ambulante ofreciéndose a los distribui-

dores dueños de depósitos.

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En un camión donde traían pieles, venían tres cerdos para vender; Víctor

avisó pronto a un expendedor de carne de cerdo y éste como comisión le

obsequió un pedazo de tocino.

En ese entonces valía una libra de carne diez pesos; nunca olvidará Víctor

que una tarde vio a un pesero sacar del bolsillo del delantal una cantidad

considerada de billetes gruesos de la venta de una res y picotearlos con un

hacha sobre la picadera donde picaban el hueso; el pesero estaba borracho y

fue un hombre que a pesar de haber tenido la oportunidad de poseer dinero,

murió en la absoluta pobreza.

En el mes de diciembre cuando pasaban las misas de aguinaldo, aproximada-

mente a las seis de la mañana, los feligreses de la catedral acostumbraban

pasar al mercado a tomar peto caliente: eran reconocidos por sus atuendos

contra el frío: a los niños les colocaban un cobo con un gorrito de lana.

También llegaban muchos jóvenes amanecidos a comprar comestibles para

hacer sancochos y continuar con las parrandas decembrinas; las juegas

públicas y un ambiente sano atraían muchos turistas; y las gentes parran-

deaban hasta el amanecer; algunas veces las briznas de lluvia adormecían las

noches vistiendo a Hacaritama desde la cordillera basta las alcobas de un

escalofriante ambiente taciturno de amor.

El mercado donde trabaja el comerciante, donde viene el campesino, donde

encontramos el cotero, donde encontramos vendedores ambulantes, donde

está aquel hombre que con el sudor de la frente gana el sustento de cada

día, allí vi como la ignorancia destroza la humanidad; algunos de estos

hombres invitados a saciarse del placer de las aventuras amorosas eran

llevados como el buey al matadero; muchos pasaron a encabezar la lista de

degenerados que encontramos a diario durmiendo en los sardineles; estos

hombres y mujeres por causa del alcohol son el hazmerreír de personas de

baja conducta que en vez de prestarles ayuda, los burlan y les lanzan

tomates y cebollas podridas.

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El mercado público siempre ha sido la plaza donde se maneja el mayor

intercambio comercial; la población hubiera tenido un mayor desarrollo

agrícola, cultural y comercial; si los ingresos de sus habitantes no fueran

despilfarrados en el ambiente insano que corroe nuestra ciudad.

Pasaron los años y Víctor era un hombre de empuje; poseía un carácter bien

formado, ya se había trazado la meta de ser un hombre adinerado; nunca

dejó bajar por su gaznate una gota de licor. Ya no era un comisionista de

pieles; ahora su relación era con hombres que transportaban ganado de

pueblos dedicados al cultivo del algodón y la actividad de la ganadería. Con el

tiempo llegó a ser un ganadero; en mi tierra le dicen ganaderos a aquellos

hombres que trabajan en el comercio del ganado y son vistos como personas

muy adineradas.

A Víctor no se le volvió a ver en nuestra región; la violencia lo alejó junto con

otros ganaderos; hombres de esta clase son los que necesitamos para que

nuestra economía crezca; hombres así generan empleo, desarrollo; que

lástima que la situación violenta de nuestro país haya llegado a nuestra

querida tierra Hacaritama.

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SOMBRAS Y RONDAS

Buenos días niños, vamos a comenzar la clase, revisando la tarea de español.

Por orden de lista cada uno leerá desde su puesto el poema que logró hacer.

¡ Alirio Alfonso!...... Presente profesora. ¡Haber comience!

Tengo un perrito bravón

que ladra el agua y el sol

de noche duerme tranquilo

ronca y ronca en su almohadón.

¡ Yumes Taroi Bascos!... Aquí profe... Siga.

Mi gatito blanco y negro

cuando pasa un ratón

se desliza por el piso

como un culebrón.

aplasta la pancita

para tratar de cazar

al hermoso ratoncito

que lo viene a visitar.

¡Micaela Zambrano!.... Presente profesora. Hable.

Yo quiero a mi muñeca...

Aquella de largas trenzas, que juega conmigo en la oscuridad.

Ella me acompaña en los desvelos negros de la noche. Me mima y me abriga

en la soledad. Cuando mis padres apagan la luz y piden silencio para dormir,

el miedo me invade, tiembla mi cuerpo, unas lágrimas recorren el patio de mi

vida. Lanzo la mano y ella está allí, siempre está allí, la abrazo, calma mi

ansiedad y duermo plácidamente entre sus brazos.

Muy bien niños los felicito, magníficos sus poemas, recuerden que la poesía

permite al hombre su máxima inspiración.

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Donde estará mi gatito blanco y negro...añoro la escuela donde hice los años

de primaria, su director era un hombre alto que usaba corbata y siempre

permanecía colorado. Pero no todo fue bueno, en mi mente galopan momen-

tos de humillación. Cuando el profesor Guillermo Vergel, golpeó mi mano con

una regla por no haberle llevado la tarea, además autorizó a otro alumno

colocarle una tiza en cada fosa nasal y la almohadilla dentro de la boca a

Rigoberto Cárdenas como sanción por hacer bromas en clase. Pero el marti-

rio no terminaba allí, pues la Educación Física era dictada por soldados. Por

lo general las fuerzas Militares prestaban sus súbditos para las labores

cívico- educativas, estos tenían su sede a pocas cuadras del Centro educati-

vo. Atención, fir, al frente mar.... esta hora era agitada, ya que el profesor

encargado nos trataba como si fuéramos militares. Nos hacía cumplir los

ejercicios estrictamente. Al hacer flexiones de pecho no soporté la tensión

de mis brazos y caí sin poder levantarme, sentí como si me hubieran lanzado

una pedrada con una cauchera, lloré hasta llegar a mi casa y contarle a mis

padres, quienes al día siguiente colocaron la respectiva denuncia ante el

Director de la Escuela. El soldado había hecho en mi cabeza un chichón de

grandes proporciones con el escudo que llevaba su boina.

¡Ah! La campana era una platina de automóvil que permanecía suspendida de

una de las vigas del techo, una mañana mi amigo Saúl corrió a tocarla para

que saliéramos a recreo, al dar el segundo varillazo se desprendió la platina

partiéndole el brazo en forma instantánea.

Los días miércoles eran exclusivos para las tardes deportivas, nos Llevaban a

pie desde la escuela hasta los llanos del Tiber, allí jugábamos Libremente por

el campo. Mi amiga Micaela iba acompañada por su Perro, el cual cazaba

lagartijas. ¡Qué días aquellos!...

Los compañeros de escuela nos íbamos los sábados en horas de la mañana

Para la chorrera de Junín, lugar de gratos recuerdos, allí nos divertíamos

Los jóvenes de aquella Ocaña romántica, serena cuyo trinar de los pájaros

embriagaba candorosos corazones.

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Juntos buscamos los chamizos para juntar la candela y poner la olla donde

cocinábamos un delicioso arroz de leche. Nos metíamos bajo la chorrera,

jugábamos con los cangrejos y el potecito de la leche condensada lo utilizá-

bamos para jugar al blanco con la cauchera.

Hecho el arroz, nos sentábamos alrededor de la olla, el líder del grupo nos

servía por partes iguales sobre pedazos de hojas de plátano o de malanga.

Hablamos del programa de plaza sésamo, de sus personajes Abelardo,

Enrique y Beto, del topo Gigio, de la novela de Juan Sin Miedo y de Arandú.

La topografía del terreno impedía que jugáramos al fútbol. Ese tiempo fue

fantástico. Nos gustaba mucho compartir con la naturaleza. Todos los años

por el día de San Pedro y San Pablo, nuestra ciudad se convertía en una gran

fiesta de las familias ocañeras, nos íbamos de paseo para los diferentes

sitios que eran hermosos parques naturales, que además de servir de

pulmones a la ciudad, eran el hábitat de diferentes especies como la tarulla,

las ranas, cangrejos, peces, grillos, toches, golondrinas, cardenales, azulejos

y garzas etc., con gusto nos trasladábamos a estos sitios a traer mangos,

cocotas, ciruelas japonesas, guayabas y a disfrutar de un saludable baño en

los caudalosos ríos y pozos que poseían estos lugares. Muchas veces íbamos

al Panche, otras para el Algodonal y la santa Cruz, o para Venadillo, Aguas

claras y la Ermita. En fin tantos lugares.... donde preparábamos sancochos,

arroz de dulce, cochas y turrones; muchos nos entreteníamos bajando

arrayanas u otras frutas.

El ambiente era muy sano, salíamos a trotar dos ó tres amigos y nos encan-

taba mucho la zona comprendida entre Junín, el Mortiño, Pueblo Nuevo y el

Agua de la Virgen.

A veces corríamos por la vía que de Piedra Partía conduce al Mortiño, el

trayecto en tiempo de invierno era más liso que un jabón y entre más

corríamos, más difícil se nos hacía el camino, era una vía construida por los

campesinos a punta de pico y pala. Entre más nos acercábamos, velozmente

se perdían los verdes precipicios entre la incesante neblina que envolvía la

cordillera.

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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 98

A menudo se veían pasar grupos de hombres acompañados por perros que

afanosamente rastreaban el lugar en busca de presas. Los cazadores eran

señores conocidos en Ocaña, por lo general pequeños artesanos y comercian-

tes.

Junín era la vía principal de acceso a las montañas de la Torcoroma. Se creía

que por el camino de herradura que une la vereda del purgatorio con san

Alberto Cesar, transitaba Antón García para visitar a Santa Rita en el mes

de noviembre. En cierta ocasión un anciano del Mortiño nos contó que

después de la media noche por ese lugar, pasaba con destino a Ocaña, alguien

muy raro que devoraba lo que encontraba a su paso y la gente de la ciudad lo

denominaba la luz corredora. Era una bola de candela de grandes proporcio-

nes que emanaba rayos y truenos impresionantes. Al escuchar la historia mi

amigo Carlos Hernán fue muy escéptico, yo en cambio le creí al abuelo.

Manifesté creer en esas cosas por haber vivido una experiencia similar. Sí

yo si creo, vea...

Me encontraba jugando en el Parque de San Francisco, mi mamá vino varias

veces a rogarme que no me quedara tan tarde en la calle, pero yo era

desobediente. Siendo aproximadamente las once de la noche vimos salir por

la carrera novena una mujer dando gritos, el pánico se apoderó de nosotros,

era una mujer muy alta, como de dos metros, llevaba una larga cabellera que

cubría su rostro. De un salto apareció en la esquina de la entrada principal

del colegio Caro, y de otro salto nuevamente junto a la Plazoleta de la gran

Convención. Atónitos nos encontrábamos frente a la llorona loca, un fantas-

ma de una mujer que buscaba a su hijo en medio de alaridos de espanto.

Todos salimos despavoridos para nuestras casas escuchando los intensos

gemidos que buscaban refugio en nuestros corazones. Yo vivía en un barrio

cuyo nombre lo cambió el tiempo. Recordé que estábamos en el mes de las

ánimas, dos de noviembre. Corrí y corrí, al cruzar la esquina para llegar a mi

casa, escuché unas palabras que detuvieron mi carrera, el animal dijo:

- Júpale, júpale, vas como alma que lleva el diablo. Vi al enorme animal de

cuerpo rechoncho y orejas larguísimas. Era un asno con apariencia de

elefante, de su dentadura salían dos colmillos que se arrastraban por el piso.

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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 99

En ese momento se fue la luz y a la mañana siguiente me encontraron

sentado en una banca de la capilla de Santa Rita. Al recobrar la razón

recordé que fui poseído por un espíritu que me levantó y me descargó sobre

los lomos de una misteriosa bestia que ayudaba arrastrar junto con cinco

más, un carruaje en cuyo interior viajaban dos hombres, uno cubierto con

sombrero de paño y capa negra, el otro bajito, gordo y llevaba rapada su

cabeza.

Las herraduras de las bestias expulsaban chispas de candela que relucían las

históricas calles de la hidalga Ocaña. Me pasearon desde el cerro de los

Muertos hasta el barrio de las Llanadas. Las desamparadas vías se ilumina-

ban más con la luz que emanaban los cuatro faroles que pendían del sigiloso

carro. La misteriosa cabalgata dio la vuelta por Tejarito, subió por la calle

del Embudo y entró a la capilla de Santa Rita; en la parroquia desaparecieron

los animales, los dos hombres se arrodillaron y elevaron plegarias.

Carlos Hernán y yo éramos muy amigos desde que estudiábamos en la escuela

Kennedy, su papá le enseñó a trabajar a temprana edad “El trabajo engran-

dece al hombre dándole estabilidad y compensación por la labor ejercida “le

decía. ¡OH! Mi mente está allá y está aquí. Recuerdo que en Ocaña existió un

almacén donde vendían aparatos y repuestos eléctricos denominado el

Apagón, Carlos Hernán me comentó que en cierta ocasión entró a dicho

almacén a solicitar empleo y que afortunadamente en ese preciso momento

don Juan, el propietario carecía de ayudante. Hacía rato había llegado un

pedido de manguera de varios diámetros, tocaba bajarla del camión y llevarla

a la bodega ubicada en el mezanine.

Alegre y apresurado se dirigió Carlos a cumplir con la orden que recibió de

su patrón, la manguera venía en forma de círculo y los rollos eran demasiados

pesados; sin embargo la misión se realizó quedando satisfecho don Juan.

Estaba exhausto y le tocó aceptar que la patrona le ordenara barrer,

trapear y limpiar el polvo de las vitrinas. Sara se llamaba la señora de don

Juan, la cual era culpable de que nadie se amañara como empleado de ellos,

terminada la jornada a las seis de la tarde, se le recomendó venir al día

siguiente vestido con una ropa más gastada, había que poner en orden la

bodega.

Page 101: Entre el Sol y la Luna

ENTRE EL SOL Y LA LUNA 100

Carlos Hernán llegó a su casa rendido, después de comer se acostó y quedó

tan dormido que ni el ruido de la tormenta que cayó en la madrugada lo

despertó. A él no le gustaba tanta presión ejercida por la señora, era muy

obsesionada por encomendar funciones. Al día siguiente luego de acomodar

tanto desorden que había en la bodega, sin descanso pasó máquinas de un

lado para otro, lo mismo motobombas y cierras. Al llegar a su casa a almor-

zar, sus padres lo notaron muy agobiado y le solicitaron se retirara del

almacén; tan sólo tres días trabajó en el Apagón y le reconocieron dos pesos,

los cuales le alcanzaron para una cola y un brazo de reina.

Carlos tenía un primo comerciante distribuidor de víveres, viajaba por los

pueblos de la costa, de allí traía pescado salado, coroncoros, queso, galápa-

gas y huevos de tortuga, para ganarse algunos pesos salía con dos peroles

llenos de coroncoros fresco. Toc, toc, toc, - ¿compran el coroncoro fresco?

Así trabajaba hasta vender el último coroncoro.

Todavía no he terminado de beber el chocolate, mis brazos son fuertes, ¡ya

soy un hombre! Que dura realidad, pero no puedo olvidar mi amigo; él nunca

desmayó en su objetivo de salir adelante, me enseñó que poco a poco se va

lejos, y que a cada quien se le daba según sus obras, que la cortesía, la

bondad, la justicia y el amor eran las ideas primarias de las relaciones

humanas, que Dios a través del amor dotó a cada cual con un don especial.

Sí, su talento era la pintura, así que se dedicó a perfeccionar sus obras para

exponerlas y venderlas, con la venta le encontró salida al problema económi-

co, pero se sentía inútil y egoísta, él quería contribuir al mejoramiento de los

problemas de su comunidad.

En cierta ocasión me dijo:

Si miramos hacia la llanura, veremos el ganado reunido alimentándose del

pasto tierno; éste lo comen hasta hartarse y bien pueden echarse y levan-

tarse de nuevo cuando lo necesiten. Ellos no tienen elección para una

especial forma de vida. El hombre normal persiste para alcanzar una vida

feliz y buena, él es un ser social, pero desafortunadamente hay quienes

están enfermos de la mente y son gestores del cambio.

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En las ciudades no hay tierras para la ganadería y la agricultura, todas

fueron cubiertas por el ladrillo y el cemento, ya no hay fuentes de empleo,

intelectuales y campesinos viven en un constante desespero; vemos los

parques llenos de desocupados. Cuando se carece de alimento, vivienda,

educación y salud, se genera violencia; nuestros representantes deben tomar

conciencia que mientras no se trabaje en bien de la comunidad, se estará

muy lejos de la paz. En gran parte la precaria situación en que se vive es

consecuencia de nuestros malos hábitos.

La mente me da vueltas y siento nostalgia por mi tierra ¿Qué paso con la

Ocaña legendaria de mitos y leyendas? “y la leyenda remata que el jinete

misterioso, a las doce en punto de la noche, frenaba su cabalgadura frente a

la capilla de Santa Rita, para cumplir su penitencia irredimible”.

¡OH! Regreso a la banca y allí sentado veo a Antón García con Teófilo su

ayudante arrodillarse ante el altar. Se nubló mi vista y dormí hasta la aurora.

Yumes, me escuchas.... soy Jaime el enviado de Dios ¡Escúchame! Llamo a tu

conciencia para que te interrogues sobre Dios y el hombre. No temas, una

luz guiará tu sendero. ¿Ves lo qué ha hecho de ti la autosuficiencia? Un

hombre soberbio, que desprecia a los demás, te inclina hacía el odio, la

venganza y la violencia. Además estás pagando con dolor los errores cometi-

dos.

Sí señor, usted tiene razón, yo lo entiendo, y siento correr lágrimas que

rompen mis temblorosas manos. Recuerdo su grato paso por la vida. Me

siento orgulloso de haberlo conocido, fue usted la estampa del corazón

noble, sincero y misericordioso. Irradió tanta luz al camino de hombres que

como yo, estuvimos sumergidos en el fondo oscuro de las perversas pasiones.

Siendo un mensajero del creador, sembró en las mentes de muchas personas

el mensaje de la salvación, educando al pueblo, previniendo su ingreso al

pantanoso mundo de la frustración y del miedo.

Son muchas las personas que andan buscando con ansias la muerte, creen que

no se puede vivir son placeres malsanos, desconociendo que van como buey al

matadero, todo aquel que vive en el mundo de los vicios.

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Usted Jaime, a pesar de su juventud, ayudó a formar hombres libres, pero

desafortunadamente algunas veces se halló frente a oídos sordos que no

aceptaron sus palabras.

Pasó tan rápido su peregrinaje evangelizador, como el fugaz relámpago, pero

a diferencia del trueno que causa temor por las desgracias que pueden

producir las tormentas.

Tu paso en cambio dejó marcadas las huellas de la razón, la virtud, la

sensatez conduciendo al hombre a la libertad, ¡oh santo espíritu de mi amigo

Jaime! Le suplico en nombre del Altísimo guiarme a través de la sabiduría

divina. Estoy seguro que al igual que otros santos goza de la felicidad en la

presencia de Dios.

En medio del éxtasis me fue entregado un pergamino, las letras doradas

reflejaban su brillo sobrenatural: - “Dios te llamará a cuentas y te juzgará

de acuerdo a tu comportamiento, permanecerá ardiendo la fragua para

moldear al necio”.

Yumes apretó el tesoro junto a su pecho y con asombro lo guardó: La voz de

su amigo lo sacó de la abstracción.

El hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero el hombre abusó de la

inteligencia al desbordar sus propios instintos generando la maldad. Puedes

comenzar a interrogarte y debes encontrarle sentido a la vida, como puedes

ver existen plantas medicinales y ornamentales, también existen venenosas.

Hay hombres santos, sabios, serviciales, incluso malvados y perversos.

Animales salvajes y otros apacibles, hay animales que como algunos hombres

varían sus reacciones, unas veces buenas, otras malas. ¿Podrá el señor

supremo juzgar a la hiena, a la pantera, al jilguero, al caballo u otro animal?

No, ellos al carecer de reflexión e inteligencia, no tienen la oportunidad de

evitar producir dolor, llanto, hambre y desolación.

Yumes, ríe y confundido reflexiona:

¡Qué gran paradoja es el mundo, y que antagonismo se vive!

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No matarás! Expresó Dios al hombre, pero Caín ya había saciado su instinto

homicida en su hermano Abel. Primero hubo crimen y luego la ley. ¿Si fue

creado el hombre a imagen y semejanza de su propio hacedor, será acaso el

santísimo cruel y malvado? ¿Será entonces el creador del mal?

¡No!, el hombre es el autor del espíritu malo, al desbordar sus instintos

naturales, la maldad se transmite de generación en generación, el hombre a

través del poder de la maldad se vuelve ejecutor de la obra más maléfica:

Satanás. Y éste exhorta al hombre a hartarse de sangre, sangre que

mancha las calles, que brama en los pueblos, que silencia el canto alegre de

las madres, sangre que apaga la vida y turba el pensamiento del poeta.

Te das cuenta Yumes, como el hombre siendo poseedor de la inteligencia y

del don divino de la reflexión, se asemeja a las piedras y a los animales

cuando no se valora como persona. Quiero que quede muy bien claro en tu

mente que debes valorarte, eres el ser más importante de la creación; por

ser hombre, eres un ser racional siempre y cuando practiques los principios

que te dotarán de sabiduría. Recuerda que la vida es una empresa, donde tú

eres el ayudante del gerente (DIOS), hay un espacio dentro de tu ser,

similar a una cabina telefónica, éste es portador y receptor de mensajes,

desde allí logras comunicarte con el gerente propietario de la vida. Ese

espacio es el alma o espíritu de Dios. La empresa es tan democrática que te

dio libre albedrío. Tu empresa parece que no tuviera organización, pues

abusas tanto de la libertad que llegas a cometer errores cuyas consecuen-

cias pagas con el sufrimiento. Cuando olvidas que tu espíritu debe ser

subordinado por el espíritu del creador, cortas la comunicación con el patrón

y tu proceder es autónomo. El Omnipotente quiere que el hombre actúe de

acuerdo a su voluntad. Que permita crecer dentro de sí, el alma, ya que ella

es la vía de enlace entre él y el hombre. Ella es divina, prevalece subsistien-

do como un ángel después de la muerte.

Generalmente el hombre actúa irracionalmente al no serle fiel a Dios, él

desde sus primeros años se interroga por el misterio que lo envuelve y

profundiza más en sus preguntas sobre su ser y permanencia en el mundo

cuando adquiere conocimiento tras un proceso de estudio, o al despertar de

una vida equivocada, producto de dolorosas experiencias. El nace para ser

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libre, el pecado y la ignorancia manipularán su vida. Como uno de los fines del

hombre es la felicidad, él a través de la ignorancia cree encontrarla en las

pasiones mundanas.

Su mundo interior experimenta una felicidad efímera, seguida de terror,

frustración, locura o muerte. El pecado lo enceguece y no puede ver más allá

de las sombras. La ignorancia aleja al hombre del bien, por lo tanto lo lleva al

mal. Entre más ingenua sea la apersona más esclava se vuelve de los malos

hábitos, se aliena a los vicios que degradan su alma. La vida del hombre es un

misterio cuando la ignorancia lo mantiene en la oscuridad, a medida que llega

al fondo del sufrimiento, el dolor se encarga de permitirle interrogarse por

su situación.

Lo ideal es que toda persona viva bien, sana de la mente y del cuerpo, que

goce de equilibrio emocional. Cuando el hombre se percate de su errado vivir,

debe buscar una actitud transformadora de lo existente. Por este motivo

existen unas personas diferentes de las otras, unas insignificantes, otras

sobresalientes. El hombre debe trascender, proyectándose al objetivo de su

creador, debe apreciar su cuerpo, ya que fue escogido para ser el templo del

Espíritu Santo.

¡Ahora despierta!, espero que aproveches la gracia de tu Dios, yo sólo soy su

mensajero. No olvides “Cuando caigan las vendas que cubren los ojos de la

ignorancia, se abrirá la brecha por donde se observará el amplio camino de la

esperanza hacia un mejor mañana”.

En ese momento, se escuchan los repiques de las campanas de la iglesia para

anunciar las cinco de la mañana, hora en que los feligreses acostumbran a

subir con el sacerdote al Santuario de las Gracias de la Virgen de Torcoro-

ma. Los campanazos despertaron a Yumes del inmenso sueño. - ¡Oh ¡ Señor

infinitas gracias te doy, gracias señor por una nueva oportunidad.

Yumes reclinó su cabeza en la almohada y por el vetusto techo pasaban las

imágenes de un niño con una pelota de trapo. No era de día, no era de noche,

era el horizonte con una luz nueva.

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