ensayo izquierdas y derechas: algunas lecciones de la historia · el derrumbe de los regímenes...

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ENSAYO IZQUIERDAS Y DERECHAS: ALGUNAS LECCIONES DE LA HISTORIA PREFACIO La clásica distinción entre derechas e izquierdas, persiste en el vocabulario político, ideológico y mediático, atraviesa los siglos y las culturas diversas y continúa formando parte del ideario social, del imaginario político y del diccionario común. ¿Qué hace posible que a pesar del paso del tiempo y de las tentativas ideológicas por relativizar su existencia, las derechas y las izquierdas siguen existiendo? Más aún, cabe preguntarse: ¿qué hace posible que el "eje derecha-izquierda", con todas sus diversidades y especificidades ideológicas y políticas continúe siendo el principal foco articulador de los sistemas políticos actuales? Cuántas generaciones de militantes y ciudadanos más o menos comprometidos con las causas de la política y de la vida pública han crecido, se han formado, han tomado conciencia de su lugar en la sociedad y han intervenido en los asuntos públicos en nombre de las ideas, las doctrinas, los programas y los liderazgos de su época histórica en particular, vinculados a los adjetivos "izquierda" o "derecha", como símbolos repletos de significados, de mística, como universos simbólicos posibles de plasmarse en las prácticas cotidianas. A pesar de que con frecuencia se ha tratado de minimizar o de relativizar el uso de los conceptos de “derecha” o de “izquierda”, su pervivencia a través del tiempo se demuestra,

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ENSAYO

IZQUIERDAS Y DERECHAS:

ALGUNAS LECCIONES DE LA HISTORIA

PREFACIO

La clásica distinción entre derechas e izquierdas, persiste en

el vocabulario político, ideológico y mediático, atraviesa los

siglos y las culturas diversas y continúa formando parte del

ideario social, del imaginario político y del diccionario común.

¿Qué hace posible que a pesar del paso del tiempo y de las

tentativas ideológicas por relativizar su existencia, las

derechas y las izquierdas siguen existiendo? Más aún, cabe

preguntarse: ¿qué hace posible que el "eje derecha-izquierda",

con todas sus diversidades y especificidades ideológicas y

políticas continúe siendo el principal foco articulador de los

sistemas políticos actuales?

Cuántas generaciones de militantes y ciudadanos más o menos

comprometidos con las causas de la política y de la vida

pública han crecido, se han formado, han tomado conciencia

de su lugar en la sociedad y han intervenido en los asuntos

públicos en nombre de las ideas, las doctrinas, los programas

y los liderazgos de su época histórica en particular, vinculados

a los adjetivos "izquierda" o "derecha", como símbolos

repletos de significados, de mística, como universos

simbólicos posibles de plasmarse en las prácticas cotidianas.

A pesar de que con frecuencia se ha tratado de minimizar o

de relativizar el uso de los conceptos de “derecha” o de

“izquierda”, su pervivencia a través del tiempo se demuestra,

2

entre otros ejemplos, en el hecho de que en el uso habitual

de estos adjetivos, hoy los ciudadanos creen reconocer y

saber de qué hablan cuando se refieren a sí mismos o a otros

como “de derecha” o “de izquierda”, indicando así que tales

denominaciones conservan un sentido y un significado

evidente y reconocido, aunque esos conceptos hayan mutado

con el lento paso de la historia.

Las palabras cargan sentidos y significados, denotan ideas y

símbolos.

Pero además, derechas e izquierdas representan y expresan

culturas, es decir, formas de apropiación y de memoria,

estructuras de comportamiento, hábitos, tradiciones y

costumbres e incluso formas rituales que se transmiten de

generación y generación.

Este ensayo tiene por propósito reflexionar en torno a los

contenidos doctrinales y el imaginario político así como los

campos de fuerzas que representan las derechas y las

izquierdas.

Manuel Luis Rodríguez U.

Punta Arenas - Magallanes, primavera de 2017.

CONCEPTOS CLAVES

Ideologías. Doctrinas. Liberalismo. Socialismo.

Conservadurismo. Campo. Derecha. Izquierda. Marxismo.

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ORÍGENES

En el principio, eran las palabras.

Los conceptos que expresaban ideas, que reflejaban

ideologías, las que a su vez, ponían de manifiesto tendencias,

intereses, pertenencias.

Desde sus orígenes históricos, las palabras “derecha” e

“izquierda” son expresiones políticas, son conceptos

contrapuestos situados en la esfera política y desde allí

trascienden y hacen extensivo sus usos y significados hacia la

esfera social, cultural e ideológica de la sociedad.

La expresión “derecha” o “izquierda” aparece cuando se trata

de graficar en el vocabulario político una postura

representativa de ciertas ideas y de determinadas culturas.

Por eso, del uso de los conceptos “derecha” e “izquierda” ha

sido un proceso en el tiempo en que los significados se han

ido asentando en el consciente y en el inconsciente colectivo,

y también se han ido modificando.

Los orígenes de los conceptos de izquierda y derecha, se

encuentran en la época del nacimiento de la política moderna,

el derrumbe de los regímenes feudales y la crisis de las

monarquías de derecho divino, siglos XVIII y XIX donde el

movimiento intelectual de la Ilustración actuó como un factor

cultural propagador de ideas que cuestionaban los dogmas,

instituciones y creencias de la sociedad tradicional.

La izquierda y la derecha aparecen gradualmente en el

universo político y en el imaginario social, impulsadas por la

búsqueda de nuevos horizontes conceptuales para el ejercicio

del poder, para la formación de las naciones y el primer

desarrollo del Estado moderno.

4

Francia

Cuando en la primera asamblea constituyente de Francia, en

los inicios de la Revolución de 1789, se estableció la distinción

en los escaños destinados a los representantes de la

monarquía y las clases acomodadas, a un lado, y a los

representantes de las clases populares, al otro lado, surgió la

primera distinción formal entre derecha e izquierda.

Monárquicos (o realistas) y patriotas fueron los primeros dos

bandos, que después de la revolución y el decenio

napoleónico, se convirtieron en partidos políticos. A la

derecha del hemiciclo los monárquicos, un grupo que

propugnaba un derecho al sufragio restringido y no universal,

del que excluía a las clases no propietarias y que defendía la

alianza con la nobleza para establecer en Francia una

monarquía parlamentaria.

A la izquierda del hemiciclo, los patriotas defendían un

sufragio universal que extendían a todos los miembros de la

población y la instauración de una república. Estos últimos

tenían el apoyo de las clases más populares, mientras que los

monárquicos eran apoyados por los burgueses, propietarios y

algunas capas de la nobleza.

Pero, debajo de las denominaciones de realistas o

monárquicos y de patriotas, subyacían determinadas

pertenencias de clase: los realistas o monárquicos eran los

representantes de la aristocracia gobernante (y en muchos

casos, esos diputados eran ellos mismos individuos

pertenecientes a esa aristocracia), mientras que los

convencionales patriotas representaban a los artesanos

urbanos, al “bajo pueblo” y al bajo clero.

El debate acerca de una declaración de derechos, en agosto

de 1789 fue uno de los primeros momentos de la historia de

5

las ideas políticas donde ambas corrientes enfrentaron

posiciones.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

de 1789 formula un marco valórico de derechos para un

ciudadano liberado de las tutelas tradicionales y regido por

una concepción extensiva de la libertad y la igualdad de

derechos ante la ley, al tiempo que consagra los principios y

valores fundacionales de la política moderna, en torno a los

cuales se continuará el debate entre republicanos y

monarquistas, patriotas y realistas, conservadores y liberales,

moderados y extremistas, derechistas e izquierdistas.

Cabe subrayar una vez más que la diferenciación física de los

escaños parlamentarios en el hemiciclo, reflejaba además una

polaridad social más profunda.

Izquierda y derecha no sólo son campos de fuerzas, universos

simbólicos y doctrinarios, ideologías y programas: constituyen

y expresan visiones de mundo, contienen interpretaciones de

la Historia, explicaciones del orden social y de la economía,

de la cultura y de la vida.

Al mismo tiempo, la separación entre unos y otros, daba

cuenta de diferencias sociales de origen y de pertenencias

territoriales distintas que encontraban en la estructura social

sus fundamentos más profundos. De alguna manera, aquellas

formas primarias de agrupación política, reflejaban e

interpretaban intereses y pertenencias de clase.

Mientras los monárquicos o realistas provenían de las clases

acomodadas (alta y mediana burguesía) y se vinculaban con la

nobleza, la jerarquía religiosa católica y la elite monárquica, los

diputados patriotas se vinculaban con la pequeña burguesía y

las profesiones liberales, y más tarde con el pueblo trabajador

(los sans-culottes), el clero popular, los artesanos urbanos y el

campesinado. Las pertenencias sociales se trasladaban al

plano político.

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En este cuadro, mientras los monárquicos procuraban frenar

la revolución o disminuir sus efectos más subversivos, los

jacobinos propiciaban los cambios revolucionarios.

En los debates de la Constituyente, por ejemplo, los

monárquicos o aristocráticos constituían "el partido del orden”

o los pro-realistas, mientras que los jacobinos trataban de

representar “el partido del cambio” o los patriotas

revolucionarios.

Albert Soboul describe al respecto en la Asamblea

Constituyente de 1790: “los grupos de la Asamblea se

delineaban al mismo tiempo, sin que se puedan distinguir los

partidos en el sentido actual de la palabra. No había más que dos

grandes grupos, los aristócratas, partidarios del antiguo régimen, y

los patriotas, defensores del nuevo orden. Los negros o aristócratas

se sentaban a la derecha en la Asamblea…el grupo demócrata,

tomaba asiento a la izquierda, y defendía los intereses del pueblo

y reclamaba el sufragio universal”. (Soboul, A.: Histoire de la

révolution francaise. Vol. I, De la Bastille a la Gironde. Paris,

1962. Editions Sociales, pp. 188-189).

Cabe destacar que la formación primaria de los clubes

permitió la aparición de los partidos políticos en la Francia de

la revolución: los jacobinos y la Montaña representando a la

izquierda; los girondinos en la centro izquierda; los realistas

constitucionales y los Feuillants, los monárquicos y el Comité

de Paris, en la centro derecha; y los monárquicos,

ultrarealistas y el Comité de Turin en el sector de la derecha.

La diferencia política y social, marcada físicamente en el

hemiciclo parlamentario por la posición de las bancadas

respecto de la mesa que dirigía los debates, se trasladó

posteriormente a las organizaciones ciudadanas que se

constituyeron en partidos políticos.

Inglaterra

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Los clubes políticos de la Francia revolucionaria (1789-1799)

y los comités parlamentarios en la Inglaterra del siglo XVII y

XVIII, fueron el punto de partida de los primeros partidos

políticos modernos en la historia de Occidente.

En Inglaterra, desde la segunda mitad del siglo XVII en el

Parlamento (Cámara de los Comunes) los escaños de los

diputados se situaban en dos bancadas frente a frente: los

tories o conservadores (vinculados al clero y a la nobleza

terrateniente y comerciante) y los whigs o liberales

identificados con las nuevas clases sociales emergentes en las

ciudades, artesanos, pequeños agricultores.

Hacia 1679, en el Parlamento inglés surgieron dos fracciones

durante un encarnizado debate político. Se discutía una ley

que pretendía excluir de la sucesión al trono al católico duque

de York, hermano de Carlos II Estuardo, quien luego reinó

con el nombre de Jacobo II. Inglaterra atravesaba un período

de reorganización política: después de la República de Oliver

Cromwell, se había restaurado la monarquía (1660) y las

diferencias religiosas entre católicos y protestantes avivaban

la lucha política.

Un sector del Parlamento se alineó a favor del duque de York,

y parte, en contra. Ambas fracciones, siguiendo una tradición

universal, se cruzaban apelativos, poco honorables. Los que

apoyaban al católico Jacobo eran tratados con el calificativo

de tories, término despreciativo irlandés con que se indicaba

los “papistas”, fuera de la ley, que aún no se habían sumado al

cisma de la Iglesia de Inglaterra con el Vaticano.

Sus adversarios, es decir, los que deseaban excluir de la

sucesión al duque de York, recibieron el apelativo de whigs,

palabra escocesa para designar a los ladrones de ganado,

aplicada posteriormente a los presbiterianos escoceses (que

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tenían fama de contumaces rebeldes) y que se convirtió en

sinónimo de rebelde contra el poder del rey.

Las dos fracciones dieron lugar a una extraña costumbre, que

luego encontró imitadores en la historia (recordemos a los

“gueux”, es decir, andrajosos, como llamaron a los rebeldes

de los Países Bajos y a los “sans-culottes” de la Revolución

Francesa): tomaron el insulto y lo convirtieron en una

denominación oficial. Así nacieron el partido “tory” y el

“whig“. El primero fue, en líneas generales, el partido de los

aristócratas conservadores apegados a la tradición y a la

nobleza y la monarquía, mientras que el “whig” agrupó a

ciertos propietarios de tierra, a los comerciantes, en una

palabra, a los burgueses.

En el siglo XIX, mientras que el término “tories” continuó

designando a los conservadores, el apelativo “whigs” cayó en

desuso; esto sucedió, en parte, porque el partido “whig” fue

sustituido, poco a poco, por el liberal, que se convirtió en su

heredero directo.

Sin embargo, los liberales empezaron a declinar rápidamente,

a principios del siglo XX, al tiempo que alcanzaba cada vez

mayor fuerza el nuevo partido laborista (“labourist“). Este

partido se convirtió en el antagonista de los conservadores.

Partidos

La historia de los primeros partidos políticos en el mundo

occidental, puede remontarse a los bandos en la República

Romana en crisis (Mario, Sila, Marco Tulio Cicerón, Julio

César), pero se encuentra en los clubes de ciudadanos

durante la Francia revolucionaria (1789-1799), y en los grupos

parlamentarios ingleses y estadounidenses durante el siglo

XIX.

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Los partidos políticos, esa invención ocurrida en las repúblicas

parlamentarias y presidenciales del siglo XVIII y XIX, nacen y

se despliegan en el escenario social y político, a partir de su

identificación y de su posicionamiento al interior de un amplio

eje de derecha a izquierda, de acuerdo a sus propias doctrinas

y programas fundacionales.

Republicanos y demócratas en la naciente república

estadounidense de la que habla Tocqueville en "La democracia

en América", conservadores o torys, liberales y laboristas

en la Inglaterra parlamentaria, monárquicos y jacobinos en la

intensidad de la revolución francesa, patriotas y realistas en

las primeras repúblicas latinoamericanas, son solo

manifestaciones visibles de dos visiones de mundo.

Fuerza es de constatar además que "derecha" e "izquierda" se

han constituido en una polaridad omnipresente en la mayoría

de los sistemas políticos democráticos y republicanos y que

incluso, al interior de los regímenes autoritarios y

dictatoriales, es posible distinguir "dictaduras de derecha y

dictaduras de izquierda", a partir de formas de organización y

concentración del poder, en nombre de determinadas

doctrinas e ideologías.

Es importante subrayar que entre el siglo XVIII y XIX, las ideas

matrices que constituían el centro del debate político,

ideológico y parlamentario entre derechas e izquierdas eran

las nociones innovadoras de república, representación nacional,

ciudadanía, ley, voluntad popular, interés general, nación,

soberanía. Los pensadores, publicistas y políticos de la época

se plantean la necesidad de alcanzar una Constitución escrita,

donde se consagre la soberanía popular a fin de limitar el poder

omnímodo del rey y de permitir que la ciudadanía elija a sus

representantes mediante el sufragio.

Estos mismos conceptos dan forma al ideario básico de las

elites nacionales en América del sur, en la primera mitad del

siglo XIX, cuando las provincias del imperio hispano

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aprovechan la invasión napoleónica para liberarse del dominio

español.

Es en torno a estos ejes conceptuales filosófico-políticos

donde surgen las diferencias ideológicas que más tarde se

plasman en el ideario de las derechas y las izquierdas. Desde

este punto de vista, los debates políticos e ideológicos entre

ambas tendencias durante el siglo XVIII y XIX, son herederos

directos y están fuertemente influenciados por las ideas de los

filósofos ilustrados del siglo XVII.

En síntesis, la formación del Estado moderno y de las

naciones-Estados, el clima intelectual de la Ilustración que

alimenta la búsqueda de nuevos paradigmas para la ciencia y

las ideas y el primer desarrollo del capitalismo, son el

contexto histórico y el sustrato socio-cultural donde

aparecen las ideas y las formas políticas de derecha e

izquierda.

Las nociones de derecha e izquierda, o, para ser más exactos,

de derechas e izquierdas, hacen alusión tanto a un campo de

fuerzas socio-culturales y políticas y a un universo doctrinario,

ideológico, valórico y conceptual que los distingue y

diferencia.

No está demás mencionar que actualmente, como lo señala el

Servicio de Comunicación e Información Multimedia de la

Asamblea Nacional francesa, ésta conserva el mismo orden de

distribución de los escaños de los diputados de 1789: “todos

los diputados disponen de un asiento a su nombre y son ubicados

en función de su pertenencia política. Los diputados de izquierda a

la izquierda del presidente de la Asamblea, los diputados de

derecha a la derecha y los diputados de centro al centro.”

DOCTRINAS

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En política, hay una manera de pensar desde la derecha y una

manera de pensar desde la izquierda. Pero no son marcos

conceptuales unívocos ni monolíticos: en realidad, son

universos conceptuales complejos, dentro de los cuales cada

idea adquiere connotaciones y significados cambiantes.

En la realidad, cabe despejar que no existe una derecha ni

existe una sola izquierda: la Historia de las Ideas Políticas pone

de relieve esta dimensión múltiple, diversa y a veces

contradictoria de los universos doctrinarios dentro del cual

se sitúa cada definición. Se trata de conceptos que encuentran

sus raíces y se entremezclan entre las categorías de la

Filosofía, el Derecho, la Historia y la Economía.

En algunos casos, esas doctrinas están explicitadas y suscritas

en los programas de los partidos políticos y movimientos, en

otros casos, la doctrina permanece en el plano de “ideales y

teorías” que se encuentra en las definiciones de algún autor,

pensador o filósofo.

En la Historia, las doctrinas de las derechas e izquierdas, están

íntimamente asociadas a determinados modelos de sociedad –

entendidos como diseños teóricos y teórico-prácticos de

organización de la sociedad futura, a partir de un determinado

diagnóstico de la sociedad actual- de manera que mientras las

corrientes y grupos de derecha se consideran adscritos al

sistema capitalista, las corrientes y partidos de izquierda giran

en torno a modelos de sociedad socialista.

Derechas

El universo doctrinario de las derechas se inscribe en una

lógica conceptual asociada a conceptos y valores tales como

la libertad individual, la propiedad privada, el respeto al orden

social, el principio de autoridad y la estabilidad de las

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instituciones y la preservación y perfeccionamiento del

sistema de dominación al cual se adscriben.

El fundamento ideológico del pensamiento de derecha –en el

contexto del mundo occidental y moderno- reside en la

preservación de la propiedad privada, las libertades individuales, el

respeto a las instituciones públicas y la primacía del mercado en

cuanto a la creación y distribución de la riqueza y de los

beneficios de la actividad económica. Desde esta perspectiva,

el pensamiento conservador y liberal (con sus numerosas

derivaciones) puede clasificarse como un ideario filosófico-

económico trasladado al plano político, social y cultural.

A su vez, al interior del campo socio-político de las derechas

conviven y se tensiona una amplia diversidad de fuerzas

liberales, nacionalistas, fascistas, tradicionalistas, regionalistas

y conservadoras cuya postura política apunta a la

conservación, consolidación, continuidad y mantención del

sistema capitalista, de las instituciones, la familia, la Patria, el

Estado y el orden social, en cuanto éstas responden a un

orden natural preestablecido en la historia.

El ideario de la derecha en sus orígenes se alimenta con

autores provenientes de la Filosofía, el Derecho y la Economía

como Adam Smith, Edmund Burke, John Locke, Montesquieu,

Sieyes, James Hamilton, Thomas Jefferson, Louis de Bonald,

Benjamin Constant y Joseph de Maistre, y más tarde en los

siglos XIX y XX con autores como Friedrich Ratzel, Arthur

Rosenberg, John Rawls, Carl Schmitt, Hans Kelsen y Karl

Popper.

Izquierdas

El universo doctrinario de las izquierdas -que integra un

amplio abanico de fuerzas de signos anarquistas, marxistas,

socialistas, socialdemócratas, progresistas y laicas- se inscribe

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en una lógica conceptual asociada a la justicia, la igualdad, la

fraternidad o solidaridad, el cambio social y la transformación de

las instituciones y el Estado, en cuanto éstas consagran una

desigualdad estructural que puede ser superada, mediante la

transformación, modernización o reforma social y política.

La izquierda se identifica básicamente por el carácter crítico y

transformador de sus programas, la proximidad a los enfoques

humanistas, la identificación con los sectores populares y el

mundo del trabajo, incluyendo la clase media, la tendencia a la

socialización, la defensa del sector público, el pacifismo y la

solidaridad.

El ideario de la izquierda en sus orígenes se alimenta con

autores provenientes de la Filosofía y de la Economía como

Rousseau, los utópicos Tomás Moro, Fourier, Owen y Cabet

y los fundadores del marxismo y el socialismo Marx y Engels.

Desde esta perspectiva, el pensamiento de izquierda (con sus

numerosas derivaciones) puede clasificarse como un ideario

filosófico-político trasladado al plano económico, social y

cultural.

La cuestión de la laicidad de las instituciones también marca

un sesgo de diferenciación entre ambos campos doctrinarios:

mientras las ideologías de derecha –generalmente asociadas a

la religiosidad cristiana y católica- defienden el rol y la posición

de influencia de las instituciones religiosas en la sociedad y el

Estado, las ideologías de izquierda se desprenden de dicha

relación e impulsan la laicidad del Estado.

Desde el punto de vista de su aplicación en la realidad social

y de la práctica política, el universo doctrinario de izquierdas

se desplaza entre la política moderada de las reformas y la

gradualidad de los cambios al interior del sistema capitalista

de dominación, hasta la estrategia y la táctica política

revolucionaria con el propósito de superar y reemplazar las

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instituciones y estructuras dominantes desde un proyecto de

transición hacia un modelo de sociedad socialista.

En el campo doctrinario, izquierda y derecha se diferencian

también en la polaridad "individuo-sociedad", de manera que

mientras un universo de ideas de derecha se sitúa en la

centralidad del individuo dentro del orden social, el ideario de

izquierda se centra en el rol de la sociedad en la

transformación del individuo.

Cambio social

De este modo, dentro de esta polaridad ideológica básica,

mientras las derechas impulsan la mantención de las

instituciones y estructuras sociales, las izquierdas promueven

la reforma y la transformación de dichas estructuras. Mientras

las derechas se mueven hacia la permanencia y continuidad,

las izquierdas se mueven hacia el cambio social. De esta

polaridad resulta que -en términos de retórica- las izquierdas

acusan a las derechas de ser un freno para los cambios y las

derechas acusan a la izquierda de pretender desestabilizar el

sistema.

De aquí resulta que la polaridad "derecha-izquierda" se

traslada a una lógica argumental "orden-desorden", donde la

derecha acusa a la izquierda de promover el desorden y el

caos social, mientras que la izquierda sindica a la derecha de

utilizar el orden como recurso para frenar o impedir los

cambios.

Incluso, cuando el concepto de cambio social pudiera perder

transitoriamente su alcance y significado tradicionalmente

conocido de transformación profunda, extensa y prolongada

de las estructuras fundamentales de la sociedad, el cambio

15

social sigue siendo un atributo ideológico y doctrinario que

expresa, simboliza y representa a la izquierda.

Deberes y derechos

Otra dimensión significativa donde se manifiestan las

diferencias esenciales entre derechas e izquierdas es en el

tópico de los derechos y los deberes. En sus orígenes

históricos las primeras manifestaciones conceptuales y

políticas de la noción de derechos de las personas o los

ciudadanos se encuentran en las declaraciones de derechos

surgidas en la revolución de la independencia americana de

1766 y la revolución francesa de 1789, ambas herederas de la

Carta de Juan Sin Tierra y de los principios de la Ilustración.

La cuestión de los derechos y deberes marca una diferencia

entre las ideas de derecha y las ideas de izquierda.

Mientras el universo doctrinario de las derechas pone el

acento y la prioridad en los deberes, como obligaciones

ineludibles de los individuos en la vida social y política, el

universo doctrinario de las izquierdas enfatiza la importancia

de los derechos, como libertades a conquistar y

oportunidades a desarrollar.

Desde la izquierda -inscrita en una lógica centrada en la

sociedad, en la colectividad- se enfatizan los derechos, en

tanto en cuanto aparecen asociados a las libertades del

individuo y del ciudadano dentro de la sociedad a la que

pertenece, a la crítica de la autoridad y de la ley y a la

transformación de las instituciones existentes.

A su vez, desde la derecha -inscrita en una lógica centrada en

el individuo- se enfatizan los deberes, en tanto en cuanto

aparecen asociadas a las obligaciones del individuo para con la

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sociedad a la que pertenece, a la pervivencia de la autoridad,

la ley y las instituciones existentes.

MODELOS

La idea de modelo y de modelo de sociedad tiene una

connotación asociada a una prefiguración, a una tentativa de

anticipación conceptual más o menos descriptiva, respecto de la

forma de organización de la sociedad que un determinado sector

político asume, respecto de la sociedad futura.

Todo modelo de sociedad es a la vez, un ejercicio de

prospectiva y una forma de graficar y simplificar los ideales de

una doctrina o programa ideológico, respecto de cómo

debiera organizarse el Estado, la economía y una sociedad

determinada en un futuro más o menos indeterminado.

El concepto de modelo –en el significado que aquí le damos-

tiene dos dimensiones: una futurista y una presente. Para que

un modelo de sociedad tenga fuerza evocativa y potencia

convocante, tiene que reunir ambas dimensiones, debe

contener una forma futurista no visible y una forma presente

y visible.

La necesidad de que una determinada doctrina o ideología

disponga de un modelo que sirva de ejemplo de su

materialización en la realidad, es típicamente moderna y

aparece casi involuntariamente entre los siglos XVIII y XIX, a

partir de la obra de Adam Smith y de Karl Marx, en relación

con las potencias europeas dominantes.

El siglo XX fue prolífico en modelos y referentes de ambos

campos doctrinarios y políticos, que se vincularon a espacios

y países a los que se consideraba ejemplares por sus

experiencias históricas y sus instituciones.

17

En épocas anteriores, por ejemplo, desde el siglo XVIII y XIX,

Inglaterra, la primera potencia industrial y comercial del

mundo, fue el modelo desde el cual se construyó el liberalismo

y el conservadurismo, desde Adam Smith, pero al mismo

tiempo, el socialismo clásico de Marx y Engels tomaron a

Inglaterra como referente práctico respecto de la forma cómo

se produjo la revolución industrial dentro del capitalismo.

En este sentido, los modelos cumplen una función en cierto

modo ejemplificadora y pedagógica: constituyen países o

sociedades cuya experiencia histórica representa la

materialización de determinadas doctrinas y programas

políticos, partiendo de la premisa de que muchas de dichas

experiencias pueden servir como prácticas posibles de

replicar.

En “La riqueza de las naciones” de Smith y en “El Capital” de

Carlos Marx, obras que se encuentran en los fundamentos

doctrinales de las derechas e izquierdas, el referente histórico

principal es Inglaterra y el imperio británico.

A lo largo de los siglos XIX y XX, para los sectores políticos

de derecha, los principales modelos referenciales fueron Gran

Bretaña y su heredero los Estados Unidos como naciones

donde el ideario conservador y liberal se ha materializado con

mayor fuerza y éxito, pero también diversos grupos, partidos

y organizaciones de derecha en la primera mitad del siglo XX,

adoptaron y promovieron como modelos al régimen nazi de

Hitler en Alemania, y los regímenes fascistas de la Italia de

Mussolini y de Franco en España.

A su vez, las distintas denominaciones de izquierda en el

mundo occidental a lo largo del siglo XX tuvieron como

modelos a los regímenes del Frente Popular en Francia y

España, pero especialmente la Unión Soviética y la República

Popular China y finalmente Cuba, en América Latina.

18

CULTURAS

Palabras

En el océano de las ideas, las palabras son como los icebergs.

Puede afirmarse que las palabras “derecha” e “izquierda”

fueron inicialmente adjetivos y con el paso del tiempo y la

densidad de la historia transcurrida, han llegado a convertirse

en sustantivos.

En el campo de las ideas políticas, las palabras son como

profundos icebergs sumergidos en el mar de los significados y

las interpretaciones y reinterpretaciones, hasta el punto que

un concepto como “democracia” proveniente de la Grecia

clásica ateniense en el siglo V antes de nuestra era, ha

adquirido significaciones y sentidos inusitados a lo largo de

más de diez siglos de circulación y uso.

En los dos siglos precedentes, la palabra derecha ha significado

motivo de orgullo, ha señalado una marca de identidad y de

prestigio social, así como de distinción respecto de las demás

identidades políticas, especialmente en el mundo de los

empresarios, los militares, los religiosos y la elite profesional.

Aun así, no deja de llamar la atención que los partidos y

movimientos políticos que se inscriben bajo el campo

ideológico de la derecha o de las derechas, tienden

generalmente a no denominarse “partido de derecha”.

En el campo de las ideas políticas, la izquierda a su vez, denota

una enorme diversidad de corrientes y un amplio arco de

tendencias muy frecuentemente antagónicas unas de otras, de

manera que la palabra “izquierda” también parece haber

perdido la fuerza evocativa de su significado subversivo y

transformador o revolucionario.

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El debate de las izquierdas aparece frecuentemente

atravesado por el “purismo ideológico” que se disputa quién

es verdaderamente de izquierda y quién representa la

verdadera izquierda, dejando a las demás izquierdas bajo los

apelativos de la traición, el entreguismo, el extremismo, el

ultrismo, la claudicación o el reformismo.

La palabra izquierda sin embargo, sigue significando posturas,

ideas y prácticas sociales orientadas a representar los

intereses de los trabajadores, los más desposeídos, los

maltratados, los excluidos, del pueblo.

En este contexto, la palabra izquierda continúa significando

motivo de orgullo, señala una marca de identidad y de cierto

prestigio social, así como de distinción respecto de las demás

identidades políticas, especialmente en el imaginario del

mundo de los trabajadores y los sectores más desposeídos de

la sociedad, aunque con frecuencia muchos de esos

trabajadores y personas desposeídos voten por candidatos de

derecha.

En la retórica política y en escenarios polarizados, la expresión

derecha o izquierda puede ser utilizada tanto como signo de

pertenencia, y también como forma peyorativa para degradar

la posición del adversario político. Que una persona de

derecha sea tratada de “derechista” en el lenguaje público,

puede significar reconocimiento o denostación, del mismo

modo que “izquierdista” tiene connotaciones de adhesión y

también de rechazo y crítica.

Culturas

En un mundo postmoderno caracterizado por la

despolitización de la vida social y por el deterioro de la

legitimidad de los partidos y las ideologías políticas, la

militancia y la pertenencia a una determinada denominación

20

política puede adquirir una connotación funcional, pragmática,

de manera que hablar de culturas políticas puede

interpretarse como un anacronismo.

Sin embargo, existe una cultura política del mundo de la

derecha, así como existe una cultura política asociada al

mundo de la izquierda o de las izquierdas. Se trata de

universos simbólicos, hábitos, costumbres, tradiciones e

imaginarios que se manifiestan en las artes, en la literatura y

en la vida cotidiana.

Cuando entendemos a la derecha o a la izquierda desde la

perspectiva de la cultura política que representan y contienen,

tomamos conciencia del peso y la densidad histórica que esos

universos simbólicos expresan. No se trata solamente de

personas, grupos, organizaciones o actores políticos, sino

también de manifestaciones y formas simbólicas que reflejan

maneras de pensar, de imaginar el futuro, de “leer la realidad”

y de actuar en la vida social.

Dos culturas se diferencian alrededor de la polaridad entre

derecha e izquierda.

Por un lado la cultura política de inspiración conservadora o

liberal pone el énfasis en el rescate y preservación de las

tradiciones, de la patria, de la familia y de la religión, como

fundamentos y patrimonio de la vida individual, grupal y social,

en la distinción y diferenciación natural entre las distintas

categorías sociales y jerarquías.

Por otro lado, la cultura política de las izquierdas, gira

alrededor de las libertades, de la lucha por la igualdad y la

justicia social, de la valoración y promoción de la militancia en

la vida pública y de los valores de la solidaridad, la igualdad y

el compromiso social.

CAMPOS

21

Para los efectos de este ensayo definimos como “campo de

fuerzas”, siguiendo la definición de Bourdieu, como un espacio

social de acción y de influencia en el que confluyen relaciones

sociales determinadas, en la forma de una red de relaciones

objetivas entre posiciones.

Estas posiciones se definen en su existencia y en las

determinaciones que les imprimen a sus ocupantes por la

situación actual o potencial en la estructura de distribución de

poder o capital, y por las relaciones objetivas con las demás

posiciones.

La noción de campo, por lo tanto, implica pensar en términos

de relaciones. Todo campo de fuerzas es relacional.

Estas relaciones quedan definidas por la posesión o

producción de una forma específica de poder, propia del

campo en cuestión. Cada campo es —en mayor o menor

medida— autónomo; la posición dominante o dominada de

los participantes en el interior del campo depende en algún

grado de las reglas específicas del mismo. El conjunto

estructurado de los campos políticos, que incluye sus

influencias recíprocas y las relaciones de dominación entre

ellos, define la estructura política en cada sociedad.

Lo que diferencia sustancialmente a las derechas de las

izquierdas no es solamente el universo ideológico y simbólico

que las caracteriza, como hemos visto, sino también el campo

de fuerzas que ambas denominaciones representan.

Las derechas y las izquierdas como actores políticos histórica

y geográficamente situados pueden transformar el sistema

político en un campo de confrontación de fuerzas, que abarca

al sistema de partidos políticos, el sistema electoral y que se

expresa también en el plano de la ciudadanía y de las

organizaciones sociales.

22

Los partidos y movimientos son solo la superficie de este

campo de fuerzas, y debajo de esa dimensión organizacional,

subyacen entidades de gran diversidad: clubes sociales,

gremios empresariales o patronales, centros culturales,

sindicatos y gremios de trabajadores, centros juveniles,

grupos artísticos, reflejan la rica diversidad desde la cual se

expresan las ideas, los proyectos y las creencias de derecha y

de izquierda.

Los liderazgos que expresan movimientos y corrientes de

opinión, desde la perspectiva de las derechas y las izquierdas,

son otra expresión de esta diversidad: al conocer el origen

familiar y territorial y las trayectorias de los liderazgos de una

y otra tendencia, se develan las raíces sociales de cada una.

Pero, además, en el estudio de estos campos de fuerzas, debe

prestarse especial atención a las redes de influencia.

Si la política es en esencia, una práctica social orientada al poder,

la sociología del campo de fuerzas de la política tanto en la

derecha como en la izquierda, se juega tanto en el plano de

las instituciones y del Estado -objetivo último y primario de la

acción política- como del mundo social donde organizaciones

y redes de influencia operan como mecanismos de inserción

y ascenso.

Nadie podría negar que dentro del campo político-social de

las derechas y de las izquierdas, el peso gravitante de las

“familias” dentro de los partidos y organizaciones en el

surgimiento y la promoción de los liderazgos, constituye un

factor importante en la formación de las respectivas elites.

En todos los sistemas políticos modernos, las familias de

derecha y de izquierda –aunque no solamente de estas

tendencias políticas- responden a sus respectivas vocaciones

sociales y sus líderes siguen una trayectoria determinada

fuertemente por sus pertenencias sociales e incluso

territoriales, por sus complejas redes de contactos e

23

influencias y por su capacidad de ascender en la escala de la

jerarquía del poder.

Centros

La multiplicación de partidos, tendencias, movimientos y

corrientes políticas que ha caracterizado al reciente siglo XX,

efecto de la dispersión del escenario político y social, no ha

hecho desaparecer la polaridad derecha izquierda, sino que la

ha enriquecido y fortalecido, ante el surgimiento de fuerzas

políticas situadas en el “centro político”.

El centro político es siempre el resultado histórico de una

derivación proveniente de la derecha política o de la izquierda

política.

En la lógica bipolar que articula el cuadro de fuerzas políticas

en las democracias representativas modernas, la búsqueda del

centro o la tendencia hacia un espacio “que no es ni de

izquierda ni de derecha”, es tanto una tentativa de búsqueda

del equilibrio, como un propósito de capturar al votante

moderado.

Aun así, no solo el centro se constituye en referencia a la

izquierda y a la derecha de donde proviene, sino también la

política moderna desarrolla orientaciones hacia la centro-

izquierda o la centro-derecha, a fin de integrar sectores

sociales y políticos que tratan de alejarse de aquella

diferenciación clásica.

Pero diferenciarse no significa desaparecer, evitar o borrar a

los polos diferentes.

En las democracias representativas el centro puede ser una

corriente política específica o un espacio socio-político y

cultural donde convergen posiciones, programas o acuerdos

a fin de completar el arco de opciones para los ciudadanos

24

electores, pero ese espacio siempre se construye sobre la

base del reconocimiento político, programático y doctrinal de

la existencia de las derechas y las izquierdas, como actores

políticos legítimos.

Por otra parte, para que las fuerzas políticas de centro puedan

acceder al ejercicio del poder y de la hegemonía en el

gobierno o en el parlamento, necesitan construir alianzas con

los partidos y bloques de derecha o de izquierda, según sea la

ocasión o la correlación de fuerzas prevaleciente.

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25

REFERENCIAS

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26

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