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  • 8/20/2019 El Universo Ideológico de Vázquez de Mella

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    EL UNIVERSO IDEOLÓGICO DE VÁZQUEZ DE MELLA

    Francisco José Fernández-Cruz Sequera.Julio 2015Publicado en: http://lagranpartida.blogspot.com.es

    Vázquez de Mella

    “La tiranía es una planta que sólo arraiga en el estiércol de la corrupción. Es una

    ley histórica que no ha tropezado con una excepción, En un pueblo moral, la

    atmósfera de virtud seca esa planta al brotar. Ningún pueblo moral ha tenido tiranos

     y ninguno corrompido ha dejado de tenerlos”Juan Vázquez de Mella.

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    1.- Breve reseña biográfica.

    Escribir una biografía equivale a historiar la vida de una persona, y si narrarcualquier vida, incluso la más modesta, resulta plagado de dificultades, no se nosocultan las que ofrecería la narración del acontecer vital, de un personaje de la talla

    humana e intelectual de Dª Juan Vázquez de Mella y Fanjul, en unas breves líneas.

    Dº Juan Vázquez de Mella nació en Cangas de Onís (Asturias) el 6 de Junio de 1861.Era hijo de Dº Juan Vázquez de Mella y Varela, Teniente Coronel retirado natural deBoimorto, en la provincia de La Coruña, y de Dª Teresa Fanjul, natural de Cangas deOnís. Su padre era un hombre de tendencias exaltadas, y de temperamento vivo yenérgico, teniéndosele por la primera figura del republicanismo local y lugartenientedel Comité Provincial republicano. Esta circunstancia paterna parece que no dejó deinfluir en la primera juventud del pensador, influencia política a la que no dejó desumarse la enseñanza religiosa inculcada por su madre. Estos inicios republicanosdel tribuno tradicionalista, tras hacerse públicos en el semanario local  El Popular ,

    fueron desmentidos por él mismo.

    Durante los años 1874-77, recibió su formación académica en el Colegio deValdediós. Las calificaciones que obtuvo en éste fueron bajas, lo cual, justificaba quese le diputara como una de tantas medianías intelectuales. Durante este tiempo,figuraba como profesor del citado colegio el señor Menéndez Conde, que tenazmentedefendió el sostenimiento del matrimonio canónico como único jurídicamentereconocido, cuando el Conde de Romanones, a la sazón, Ministro de Gracia yJusticia, propuso la regulación del matrimonio civil.

    Terminado el bachillerato, y recientemente fallecido su padre, se trasladará aBaimorto. Desde allí ingresará en la Facultad de Derecho de la Universidad deSantiago de Compostela. No fue Mella de los alumnos que con mayor asiduidadfrecuentaban las clases; pero sentía una infinita curiosidad que le conducía de formaconstante a la biblioteca de la universidad, para saber lo que no decían los textos niexigían los programas. Prestó especial atención a la parte general y filosófica de lalicenciatura, sintiendo ya desde sus comienzos, cierta repugnancia hacia elabogadismo.

    Sus primeras intervenciones orales, las realizó en el Ateneo de Santiago deCompostela contendiendo con otros muchos estudiantes y compañeros de facultad de

    probada excelencia, los que, por profesar ideas flexibles y acomodaticias quepermiten formar en partidos de ancha base y vida poco austera, pudieron ser, yfueron, figuras políticas preeminentes y ocuparon cargos de gran relieve.

    Por las mismas fechas, Mella empezó a adquirir legítima notoriedad desde laspáginas de  El Pensamiento Galaico, no sólo en Santiago y en la provincia de LaCoruña, sino en toda España. Páginas que alternaba con las de la revista  La

     Restauración, que dirigía y publicaba el yerno del tribuno tradicionalista Aparisi yGuijarro, Dº Francisco de Paula Quereda.

    Las campañas de El Pensamiento Galaico no pasaron inadvertidas a la atención del

    Marqués de Cerralbo, Jefe delegado de la Comunión Tradicionalista, a la queentonces consagraba todas sus actividades. Éste ofreció a la acerada pluma de Mellasu integración en el órgano oficial del carlismo,  El Correo Español, dirigido

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    nominalmente por Dº Luis Mª Llauder, aunque en realidad ejerciera la dirección DºLeandro Herrero.

    Los artículos de Mella, firmados con la “M” de su apellido, generalmente tenían un

    carácter doctrinal y religioso-político; pocas veces se extendían a lo literario y

    ocasionalmente a lo social. Ofreciendo siempre una nueva perspectiva a asuntos queparecían agotados. Mención especial merece el llamado  fuerismo que fue terrenofértil para la capacidad creadora de Mella, sistematizando la doctrina regionalista.Hubo por ello las más duras polémicas en el seno de  El Correo Español, terminandopor tener el criterio mellista que sostenía el carácter federal de la Monarquíaespañola.

    Mas, no es la faceta de escritor la quedestaca por encima de las de filósofo uorador en Vázquez de Mella. Desde susintervenciones en las veladas del Círculo

    Carlista de Madrid y en varios actoscelebrados en los de provincias, comodespués en la conferencia que pronunció enel Ateneo de esta capital acerca de la opiniónpública, todos le señalarían como al granorador que en las Cortes pudiera alternar conventaja, con las primeras figurasparlamentarias tradicionalistas de aqueltiempo. Ejemplo de las cuales son oradoresde la categoría de Dª Matías Barrio y Mier,Dº Joaquín Llorens o Dº Cesáreo Sanz, unavez vuelto del exilio tras formar parte delEstado Mayor del pretendiente carlista quetras la guerra de 1872-1876, en la que reinócomo Carlos VII, detentaba el título deDuque de Madrid.

    Es así como venció en las elecciones de 1893 en el distrito de Estella, Navarra, muyen contra de los muñidores del sistema caciquil propio del turnismo de partidosAlfonsino, que no cejaron en el empeño de evitarlo, pese a lo cual, la Junta deescrutinio, reunida en la capital del distrito, le proclamó diputado electo.

    La primera intervención en los debates de las Cortes, fe en defensa del votoparticular al dictamen de la Comisión de incompatibilidades favorable a la admisióncomo diputado del Sr. Guelbenzu, que fue proclamado diputado por Tudela, frente aDº Miguel Irigaray.

    Pocos días después, se declaró el Congreso en sesión permanente, para afrontar laobstrucción de la minoría republicana. Los tradicionalistas apoyaron a losrepublicanos con repetidas intervenciones en los debates, algunas de las mismas acargo de Mella. El comentarista político de  El Nuevo Heraldo, Julio Burell, elogiósus discursos afirmando que se había colocado a la altura de los primeros entre los

    que se contaban Castelar, Cánovas, Salmerón, Pidal, Silvela, Maura, Moret, etc.

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    De 1893 a 1900 y de 1905 a 1919, perteneció Mella a todos los parlamentos. En elperíodo intermedio, estuvo en parte emigrado en Portugal, y en parte retirado enFilgueira, representando los distritos de Estella y Aoíz y más tarde la circunscripciónde Pamplona.

    Estos cinco años de inactividad fueron consecuencia de la preparación de unalzamiento, uno más, que se proyectó aprovechando la debilidad de la regencia de DªMª Cristina y los efectos del  Desastre del 98 . Se establecieron contactos conmilitares, llegando, al parecer, a comprometerse el Capitán General Weyler. Ellevantamiento fracasó quedando reducido a algunas débiles partidas en Cataluñamandadas por Soliva, Moore y otros veteranos de la guerra de 1872-76. El fracasotrajo consigo el cierre de los periódicos tradicionalistas, y el cierre de todos loslocales de los círculos carlistas.

    Tras el regreso de Portugal ocupó la jefatura delegada de la ComuniónTradicionalista, el catedrático de Derecho de la Universidad Central, Dª Matías

    Barrio y Mier, diputado a Cortes por Cervera del Río Pisuerga. Es en este momento,hacia 1907, cuando se produjo el movimiento conocido como Solidaridad Catalana.En este ingresaron todos los elementos opuestos a los gobiernos de Madrid, allí estaban desde Dª Nicolás Salmerón, ex presidente de la República de 1873, hasta DªFrancisco Cambó.

    Durante la Primera Guerra Mundial mantuvo una posición germanófila. Terminadaésta, el pretendiente carlista Dª Jame de Borbón, inspirado por Dº Francisco Melgar,decidido partidario de Francia y resentido contra Mella desde que éste ocupara suSecretaría diez años atrás, publicó una carta conocida como  El Manifiesto de París,el 30 de Enero de 1919, en términos muy agrios, haciendo duros reproches a laactitud germanófila de Mella. Éste, sintiéndose víctima de la arbitrariedad y lainjusticia, se rebeló publicando un manifiesto, excesivamente largo e inoportuno, enel que se excedía del ámbito de la polémica para atacar al prestigio personal de DªJaime, colocándose a sí mismo en una delicada y contradictoria posición.

    Durante varios días, los órganos principales de la prensa del movimiento legitimista,se mantuvieron dubitativos, sin inclinarse por uno u otro. Más tarde, el  Diario deValencia,  El Correo del Norte y otros de provincias siguieron a Mella; por elcontrario, Navarra y Cataluña permanecieron junto a Dº Jaime decidiendo la pugna asu favor.

    Ya decaído el movimiento tradicionalista, durante la dictadura de Primo de Rivera, laenfermedad quebró su salud tras la amputación de una pierna, obligándole a apartarsede la actividad política. De este modo, a pesar de su carácter inconstante, halló laserenidad necesaria para recoger en una obra su pensamiento, la llamó Filosofía de la

     Eucaristía.

    La escisión tradicionalista marcó el declive de su actividad política, y los que con élse apartaron del Carlismo, como ya antes había hecho Víctor Pradera, reingresaríanen él cuando adviniera la Segunda República, ya fallecidos Mella y Dº Jaime.

    No perteneció a ningún consejo de administración, ni tuvo cargo alguno en ningunaempresa mercantil. Y aunque desempeñó durante algún tiempo la Secretaría de DªJaime, no quiso ser delegado suyo. Rehusó la presidencia de la Junta Central Carlista

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    que le ofreció el Marqués deCerralbo. Vivió exclusivamente delas seis mil pesetas de renta anualde sus bienes. Su pobreza materialllegó al extremo de sorprender a

    los que en sus últimos días seacercaban a interesarse por susalud, y entre ellos especialmenteMaura. Falleció sin descendenciael 26 de Febrero de 1928. Supatrimonio, heredado en su mayorparte de sus tíos, aunque fuereclamado por un nieto de su amade llaves, acabó en manos delAyuntamiento Cangas de Onís, laIglesia y la Universidad de

    Oviedo. El Ayuntamiento recibióel palacete en que residía, queresultó prácticamente destruido enla Guerra Civil por losrevolucionarios asturianos. LaIglesia heredó un templo familiarque inmatriculó en el Registro dela Propiedad a su nombre. Porúltimo, su extensa bibliotecaterminó en la propia de launiversidad ovetense.

    Para que nos podamos hacer una idea del respeto que su figura provocaba en afines yadversos políticos, basta decir que de él dijo Pablo Iglesias que, de haberse hechosocialista, toda España lo hubiese sido.

    2.- El contexto histórico.

    Mella hizo su aparición pública, cuando el particularismo científico había roto launidad del saber humano, y cada ciencia luchaba por encontrar, dentro de sí misma,los primeros principios de su propia construcción. Esa autonomía de la ciencia

    precipitó en el materialismo a las ciencias experimentales; convirtió a la economía enla ciencia pura de la riqueza, emancipada de la ley moral y sujeta tan sólo a la ley dela oferta y de la demanda; circunscribió la ciencia política al empirismo de mantenerun orden material; y redujo al Derecho a la regulación de las coexistenciasindividuales, sin un contenido positivo que impusiera la mutua ayuda.

    Así pues, rota la unidad espiritual de Europa por la Reforma protestante, emancipadala ciencia de la religión por obra de los enciclopedistas, y dominado el mundointelectual por el laicismo, se sintió en aquel momento la necesidad de reconstruir la

     Enciclopedia Cristiana. Las líneas maestras de esta reconstrucción, las habíadefinido el papa León XIII en la encíclica Aeterna Patris, que fundamenta la ciencia

    sobre el cultivo de la filosofía escolástica, en la encíclica Inmortale Dei, que exponeel prototipo de la constitución cristiana de los estados, y en la  Rerum Novarum,

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    donde propone la reorganización corporativa del pueblo en clases hermanadas por lacaridad cristiana.

    A esta reconstrucción se aplican la Leogessellschaft de Austria, escuela así denominada en homenaje al Papa citado; la Goerresgessllschaft de Alemania, así 

    denominada en recuerdo a Goerres, el gran despertador de la conciencia católicagermánica en los albores del S. XIX; el Instituto Católico de París, la célebreUniversidad de Lovaina, y algunos de los grandes sociólogos contemporáneos, entrelos cuales destacan Costta-Rossetti, Cathrein y Toniolo. Es España el iniciador deesta labor, sobre las bases ya asentadas por Balmes, Donoso Cortés y MenéndezPelayo, fue Vázquez de Mella.

    3.- La obra.

    La pretensión de resultar original al hablar de Vázquez de Mella, no dejaría de ser unintento vano, habida cuenta de lo que, en otro tiempo, se estudió y conoció al

    llamado “verbo de la Tradición”. Tratar de resumir en breves esquemas la granriqueza de ideas del tribuno tradicionalista, es notoriamente insuficiente para llegar aprofundizar en su pensamiento. Mella fue el gran sistematizador del pensamientotradicional español, un subyugante expositor de la historia patria que hizo de su vidauna afirmación de la tradición española.

    A la profundidad conceptual se le suma la dispersión de su obra. Mella nosistematizó su pensamiento, y su legado intelectual está contenido principalmente enartículos periodísticos (en esto se asemejaría con el tiempo a Ortega o a sucontemporáneo de muy distinto signo Gramsci) y en discursos, tanto dentro comofuera de las Cortes. Famosas intervenciones parlamentarias son, por ejemplo, la de1907, en el debate sobre el discurso de la Corona que versó sobre el movimientoSolidaridad; la de la exposición del sistema de representación por clases; la delhoróscopo de Maura o la de la musa temblorosa de miedo.

    De los discursos que pronunció fuera de las Cortes habría que recordar muchos:citaremos el que sobre el tema “El escepticismo y el egoísmo son los dos males queimperan en nuestro siglo, y la Iglesia es la única que puede curarlos”, pronunciadoen los juegos florales de Sevilla en 1906; el de los días siguientes al CongresoCatólico de Santiago; el de la Asociación de la Prensa acerca del regionalismo; el delas Arenas de Barcelona; el del Congreso Eucarístico Internacional celebrado en

    Madrid; el del Teatro Romea de Murcia en los juegos florales de Abril de 1912; losde afirmación y mantenimiento de la neutralidad española frente a losintervencionistas aliadófilos, pronunciados en Santander y Madrid; el del TeatroReal; su conferencia sobre el derecho a la ignorancia en la Academia deJurisprudencia, etc.

    Si bien el único volumen escrito al final de sus días y ya mencionado, la Filosofía dela Eucaristía, no enfrenta una temática muy diversa, Vázquez de Mella plantea en elconjunto de su obra una crítica al Liberalismo desde sus propios fundamentos,realizada con la propia dialéctica de éste. Su análisis se basa en el análisis histórico ypolítico de los grandes mitos liberales, el progreso, la libertad, el individualismo.

    Mella oponía al liberalismo un corporativismo católico fundamentado en la tradiciónencarnada en la monarquía española. Ésta debería basarse en una representaciónnacional plasmada en las Cortes estamentales, elegidas entre seis órdenes de la

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    sociedad: la agricultura, laindustria y el comercio, el clero,el Ejército, la aristocracia y lacultura. EL orden propugnadopor Mella se apoyaba en al

    cohesión social del catolicismo,entendido nos sólo comoreligión del estado sino de lasociedad; era el antípoda de lasecularización procedente de laIlustración y del Liberalismo.Tanto por su acendradoregionalismo como por supreocupación social inspirada enla doctrina de León XIII, laTradición modernizada de Mella

    era también marcadamentepopulista, en lo que conectabacon Maura y el Partido SocialPopular, en el que después de laruptura con Dº Jaime en 1919,entraron dos discípulos deMella, Víctor Pradera, granteórico que inspiró buena partede la historia de Españasubsiguiente; y SalvadorMinguijón, éste más tarde seríaCatedrático en la Facultad deDerecho de Zaragoza, y

    miembro de número de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, así como autordel famoso Informe sobre la ilegalidad de la actuación de las fuerzas republicanas el18 de Julio de 1936 , que proporcionó la base jurídica para procesar por rebelión a lospartidarios del bando frentepopulista al término de la guerra civil 1936-39.

    Igualmente rechaza el Positivismo, y de sus partidarios dirá que, con susostenimiento a ultranza del método experimental, caen en contradicción, ya que, alno ser éste un axioma, para probar su validez tienen que valerse de un método no

    experimental, lo cual constituye una contradicción en su principio. Pero combatetambién este principio afirmando que, si no hay más método que el experimental, laMetafísica y la Teología, lo suprasensible, no constituyen Ciencia. Objetivo que,afirma, es el que buscan, pero cuyas consecuencias padecen ellos mismos; porque sila ciencia es una sucesión de fenómenos, como todo tránsito supone pasar del no seral ser, ¿existe o no una causa productora de ese paso?, y aquí es donde encuentraMella la contradicción positivista, ya que “no puede haber cambio sin algo quecambie. SI el mundo es una serie de fenómenos, caemos en el absurdo si no

    admitimos el Creador. Quedarían esos fenómenos convertidos en sombras”1.

    1 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Obas completas de D. Juan Vázquez de Mella. Vol. III. Ed. Junta deHomenaje a Mella. Madrid. 1931, pág. 6. Fragmento de una conferencia pronunciada en la AcademiaUniversitaria Católica, el 13 de Noviembre d e 1908.

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    El pensamiento mellista puede sintetizarse, para un breve estudio, en cuatro grandesrasgos, a saber:

    • La Filosofía de la Historia

    • La Tradición:

    - Tradición y Progreso;- Liberalismo y Tradicionalismo: la Tradición como la antítesis del

    Liberalismo.

    • El Derecho Público:- El tránsito de la soberanía individual a la colectiva. Irrepresentatividad de

    ésta;- La teoría de las dos soberanías;- La monarquía tradicional;

    - El constitucionalismo.

    • El Regionalismo.

    A) LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA.

    Mella afirma: “Balmes ya dejó dicho que la Religión es la Filosofía de la Historia”;“la Religión es objetiva, pues es relación del hombre con Dios; que tiene un órgano

    de interpretación infalible, y que una prueba de su divinidad y de su infalibilidad 

    está en los años que lleva luchando con sus enemigos, sin perder ni variar”2

    Consecuentemente, toda la interpretación que del concepto de Civilización y deldevenir histórico realiza Mella, tiene su clave en la fe, que una al hombre y lo eleva.

    De aquí deduce la existencia de dos unidades en el gobierno del mundo, bien por supresencia, bien por su ausencia: la unidad religiosa o moral, la unidad interna; y launidad de la fuerza, que es externa.

    Expone que la historia del espíritu humano está formada por las formas que la unidadinterna ha adquirido en cada momento, sus alteraciones, el perfeccionamiento por suautor, la ruptura que el orgullo humano produzca, y su restauración. Y la unidadexterna o de la fuerza, unas veces sometida a la unidad interna y otras opuesta y

    dominante, tratando de contener los efectos de la ruptura interna, ha acabado siemprepor disolverse en la impotencia. Siendo así que la historia no tiene más que trescapítulos: la unidad interna en sus distintas categorías de conocimiento y práctica, laanarquía en sus diferentes grados y formas de disolución, y la unidad externa en susdiferentes clases de opresión. Mas la unidad moral existente al principio, queadulterada y combatida se da siempre en el medio, brilla también al final; la Historiacomo el hombre, viene de Dios y va a Dios, y ÉL tiene el centro, quedando loshechos del hombre producto de su libertad, al margen de esta cadena, sin lograrnunca cortar el hilo conductor que enlaza lo finito de lo infinito, asumiendo lahumanidad en síntesis todo lo creado por Dios que es su causa.

    2 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 62.

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    Entiende Mella que debe empezarse el examen de esta disciplina con el estudio delconcepto de civilización, investigando sus leyes y los fines de la sociedad, paraposteriormente fijar la idea de progreso, medio necesario para que la civilización sealcance y, utilizando la dialéctica, exponer, recogiendo la idea de las dos ciudadesexpuesta en “De Civitate Dei” de San Agustín y enriqueciéndola, como la historia se

    ha fraccionado, según el hombre actuara dentro o fuera del plan de Dios. Así dice:

    “De un lado aparecerán las sociedades modeladas según el decálogo y el sermón

    de la montaña, y, del otro, los que los desconocen o niegan; el naturalismo pagano,

    que adulteraba con el panteísmo y el dualismo oriental y el politeísmo occidental el

    depósito de las verdades religiosas primitivas, conservadas en la sinagoga, que fue

    la Iglesia antigua; y el neopaganismo apóstata, fraguado por la protesta, el

    enciclopedismo, la revolución,

    el racionalismo y el positivismo

    de la Edad Contemporánea, que

    llega a esta consecuencia, que

    hubiera sublevado a los mismos pueblos paganos asentados en

    las tinieblas del error, pero no

    de la impiedad, que ignoraban

     pero no odiaban a Jesucristo:

    romper toda relación con la

    divinidad, negándola y

    declarándola inaccesible a la

    razón y a la voluntad humana,

    es decir, arrancando toda vida

    religiosa, primero del Estado,

    después de la sociedad, y, por 

    último, del individuo,

    secularizando la vida entera,

    desde el nacimiento hasta la

    muerte”3

    Del anterior razonamiento sedesprende que en elpensamiento histórico yfilosófico de Mella, la negación

    de los deberes religiososindividuales y sociales suponela negación de Dios, que noexiste si no tienen con élrelación de dependencia y de finalidad los hombres. Asevera que, este monismopanteísta, como desarrollo de una unidad absoluta, implica: o el determinismohistórico, fruto de la revolución de la materia y de la fuerza primitivas, que niega lalibertad al reducirla a un consiguiente necesario y antecedentes inevitables; o laadaptación forzosa a un medio irresistible, la negación de la libertad arguye la de lainteligencia, porque:

    3 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 64 y ss.

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    “el que no puede elegir, es porque no puede deliberar; el que no puede deliberar, no

     puede juzgar; y el que no juzga, no piensa; y como el ser que es libre y no piensa,

     pero se mueve y siente, es un mal, la lógica (…) deducirá esta conclusión (…):

    secularizar es animalizar. No se puede renegar de la religión sin asesinar la razón”4

    Para Mella, la religión, por el conocimiento de lo suprasensible y de lo sobrenaturalque supone, y por la práctica de los deberes que ligan al ser finito con el infinito (adiferencia de las religiones orientales actualmente de moda en Occidente y queescinden lo transcendente de lo inmanente negando toda relación entre ambasesferas), comprende todas las diferencias psicológicas que separan al hombre delanimal. Por eso, afirmar la negación parcial o completa de la religión conduce a lasiguiente consecuencia: el hombre es un animal perfeccionado, y el animal unhombre imperfecto; entre los dos hay diferencias de estado, pero no de naturaleza. Elresultado de este razonamiento es el bestialismo, la identidad del animal y el hombre.Y aquí es donde Mella lleva su radicalismo a sus últimas consecuencias, al afirmar:“la historia de todos los sistemas filosóficos y de todas las ideas religiosas que han

     pasado por el entendimiento de los hombres, llega en último extremo a estadisyuntiva inexorable: o Teología o Zoología”

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    B) LA TRADICIÓN.

    - La Tradición y el Progreso.

    El proceso de vulgarización de la política experimentado con posterioridad a 1789,ha contrapuesto la tradición al progreso, como si tales valores fueran en sí mismosantitéticos. Mella rechaza tal proceso de vulgarización como cosa infantil.

    Para Mella, la tradición expresa transmisión de cosas que van de generación engeneración; es, en consecuencia, el vínculo del progreso social, es el progresohereditario, el sufragio universal de los siglos. Rechaza la división artificial entreprogreso y tradición, entendiendo que lo uno era consecuencia de lo otro. Afirma queun progreso que no contase con la tradición para ser transmitido, sería como si no sehubiese logrado; y una tradición que no acrecentase en nada lo recibido, sería algoinane y petrificado, que debería ser apartado para no obstruir el cauce de la historiade una nación.

    La tradición reivindicada por Mella, no es un concepto que recoge mecánicamente

    todo lo pretérito y lo transmite desordenadamente al porvenir. La tradición, nosexplica, implica progreso porque el depósito recibido por ella ha de ser acrecentado;y supone selección, porque ha de ser mejorado. Pero el progreso concebido al modode Mella, no puede ser arbitrario, porque en el hecho mismo de serlo dejaría de serprogreso. Lo expuesto es justificado afirmando:“El hombre discurre y por tanto inventa; combina, transforma, es decir, progresa y

    transmite a los demás las conquistas de su progreso. El primer invento ha sido el

     primer progreso; y el primer progreso, al transmitirse a los demás, ha sido la

    4 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 66.5 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 67.

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     primera tradición que empezaba. La tradición es el efecto del progreso; pero como

    lo comunica, es decir lo conserva y lo propaga, ella misma es el progreso social”6 

    Por tanto, tradición y progreso, no sólo no son valores antitéticos, sino que dan en seruna misma y sola cosa.

    - Liberalismo y Tradicionalismo: la Tradición como la antítesis del Liberalismo.

    La historia de España, desde la Guerra de la Independencia en 1808 hastaprácticamente nuestros días, ha girado alrededor de las luchas entre Liberalismo yTradicionalismo. El primero, entendido como producto híbrido entre éste y lademocracia revolucionaria; el segundo, como manifestación política operativa de lacontinuidad histórica de España. El pensamiento de Mella se halla plenamenteimplicado en estos dos aspectos: lucha radical contra el Liberalismo, y afirmaciónrotunda de la Tradición. Y su estudio bajo este prisma, nos aporta una mejorcomprensión del mismo.

    El liberalismo es un agnosticismo ideológico que pretende la libertad, y que, si esconsecuente consigo mismo, debe abstenerse de pronunciamiento político alguno alignorar dónde está la verdad, dando igualdad de trato teórico a todas las opiniones;pero, paradójicamente, se vincula al principio democrático (confundiendo poder con

    6 Citado en ACEDO CASTILLO, J.. en Razón Española nº 88, Ed. Fundación Balmes. Madrid, pág.17.

    Vázquez de Mella y el pretendiente carlista D. Jaime

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    libertad) y se hace consustancial con él. De esta síntesis, en la que ambas posturassalen beneficiadas al resolver la voluntad general el problema de designar unaverdad, nace el sistema democrático liberal, en el cual resulta casi imposible laseparación de sus componentes iniciales. Pero centrémonos en primer lugar en elliberalismo.

    Mella afirma que la tesis fundamental del Liberalismo es la neutralidad axiológicadel Estado: “El Estado es neutral en el orden religiosos y moral, porque ignora cuál es la verdad en esos órdenes y proclama, como un postulado, la libertad completa de

    todas las opiniones y de todas las propagandas”7 . Así, dada la exposición de Mella,la consecuencia es que si toda propaganda es lícita y libre su manifestación, no cabecensura o condena alguna. Esta es la conclusión de la tesis liberal, a la que llegaMella. De aquí que se afirme, que al no poder combatir el efecto y amparar yfomentar la causa, llega el momento en el que la acción de propaganda en el hecho estan visible, y éste tan contrario a la más incipiente disciplina, que el Estadointerviene y censura y prohíbe ciertas propagandas. Y aquí surge un nuevo problema:

    “Pero ¿hay una regla, un principio, para saber qué doctrinas son lícitas y qué propagandas pueden ser permitidas o condenadas?”

    Mella adivina tres posibles respuestas:

    1ª Que no exista, que el Estado no pueda conocer si la hay. Si no existe, el Estado nopuede aplicarla, y deberá forzosamente proclamar la licitud de todas las propagandas;2ª Que se declare el Estado inepto para conocer acerca de la bondad de las reglas, espor tanto incapaz de reprimir sus efectos y, en consecuencia, demostrará suimpotencia e inutilidad;3ª Que existiendo la regla, hay un límite para la libertad individual y para el poderpúblico infranqueable para éste, y por lo tanto, resulta falsa la ilimitación jurídica deesas libertades en el orden teórico, tesis fundamental del liberalismo.

    Así, nos encontramos con la cuestión de los límites de la libertad. Dice Mella que sise admiten los límites en un punto, ¿por qué razón deberían rechazarse en otro, sininvocar otro principio que justifique esa diferencia? A partir de este momento, ladiscusión versará sobre el más o el menos, pero el Estado habrá negado, de formacategórica, su autoridad indiferente y proclamará su derecho a intervenir en un ordenmoral. Mas esta declaración de intervención del Estado, suscita otra nueva, y aúnmás profunda interrogación: ¿Hay un orden moral, religioso y jurídico anterior y

    superior al poder público, con un órgano social propio que lo interpreta y que elestado tiene la obligación de reconocer como norma y como frontera de sus actos?Evidentemente, Mella afirma la existencia, tanto de una regla, el Decálogo, como deun órgano social interpretativo, la Iglesia. De igual manera rechaza a los doctrinariosde su tiempo, que, reconociendo la libertad ilimitada en el orden especulativo vienendespués a imponerle limitaciones en el orden político impidiendo, por ejemplo, quese discutan formas políticas del estado mudables, o poderes expuestos a constantescambios.

    7 Citado pr DE MIGUEL. RAIMUNDO.  Liberalismo y Tradicionalismo para Dº Juan Vázquez de Mella. Edit. Católica Española SA. Sevilla, 1980. Pág. 16.8 Ibidem.

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    Como conclusión general de lo expuesto, Mella llega a afirmar que: “no ha existido jamás un estado que haya practicado plenamente el principio liberal. Siempre con la

    conducta le ha negado, proclamando en parte el principio contrario y para salir de

    esa contradicción, no le han quedado más que dos recursos: o someterse a la

     Iglesia, con el orden superior que afirma o usurparle sus atribuciones, declarándose

    definidor teológico y moral; es decir, la Iglesia laica que implica el cesarismo o elestado ilógico e inepto; o estado usurpador, tiránico y apóstata; o estado cristiano

    que, en la medida de sus fuerzas, no consiente que se altere el orden a que él mismo

    rinde vasallaje”9

    En segundo lugar, laTradición, al modo en quenos es expuesta por elautor, es la antítesis delliberalismo. Aquélla suponealgo  permanente que es

    transmitido como unpatrimonio, como unaherencia social que setransmite de unasinstituciones a otras.Encuentra su fundamentoen un doble derecho: el delos ancestros a laperpetuidad de sus obras, yel de los venideros a que nose les despoje de unpatrimonio que lescorresponde. Entre estosdos derechos, se alza eldeber de las generacionesintermedias de respetar elcaudal hereditario. Si éstas

    no cumplieran con este deber, incurrirían, a decir de Mella, en una anarquíasucesiva: “Las generaciones sin respeto a los antepasados, ni deberes con losvenideros, armados con el derecho absoluto al derribo hasta de la casa en la que

    nacieron, forman la anarquía sucesiva”10

    El otro componente de la democracia liberal resaltado por Mella, es el principiodemocrático. La democracia es una teoría acerca del origen del poder político.Afirma una regla de forma axiomática a la que todos deben someterse: la de lavoluntad general expresada a través de las mayorías.

    El teórico de la democracia moderna es Rousseau, que recoge las doctrinas del pactosocial ya formuladas por Locke y sus consecuentes del status naturalis, y el paso alstatus civilis. Vázquez de Mella critica al “buen salvaje” roussoniano, que, en suopinión, convierte toda forma social de civilización en malvada al pervertir alhombre. A propósito de esta misma idea, Ortega y Gasset nos dirá en “Ideas y

    9 Citado por DE MIGUEL, Raimundo.Op. Cit. Pág. 17.10 Citado por DE MIGUEL, Raimundo.Op. Cit. Pág. 25.

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    Creencias”: “todos deseamos que el hombre sea bueno, pero el Rousseau que nos

    han hecho padecer creía que ese deseo estaba ya realizado desde luego, que el

    hombre era bueno de suyo y por naturaleza. Lo cual nos ha estropeado siglo y medio

    de historia europea”11

    Pero volviendo a Mella, éste nos dice que, la tesis roussoniana cree que la sociedad,el pueblo, suma de individuos igualmente soberanos y naturalmente buenos, nopuede desear su mal, y caso de que algún individuo lo hiciera, se vería corregido porlas voluntades de los otros. Así, y dada la imposibilidad de gobernar por sí, el puebloelegiría a los más justos y capaces. Pero en este razonamiento, Mella afirma advertirun error:

    “consiste en creer que, por medio del sufrago universal, la elección se convierte en

    selección; la cantidad designa a la calidad, los incapaces a los capaces, los

    ignorantes a los doctos, la masa analfabeta a los sabios, la mayoría pecadora a la

    minoría virtuosa y, en una palabra, el mayor número juzga, discierne y aquilata las

    dotes de los gobernantes y los eleva y los coloca en las alturas, retirándosemodestamente a obedecer, cuando debiera mandar, pues más condiciones requiere y

    demuestra el juzgador que el juzgado y el elector que el elegido”12

    Resulta consecuentemente y según afirma, un absurdo sostener una voluntad generalsegún la cual, no pudiendo los hombres individual y separadamente tener certezaalguna, todos juntos resultan infalibles.

    Para Mella la verdadera democracia no consiste en el ejercicio del mando por partede todos, lo que es imposible, sino en el “derecho a ser bien gobernado”. Laverdadera democracia cristiana, que propugna Mella, no consiste en un sistemaigualitarista, en la línea uniforme para todos, sino en el derecho a romper esa línea;no se trata de doblegar todas las voluntades a un derecho común, ni en la facultad deser igual con los más, sino, muy por el contrario, en la posibilidad de diferenciarse,de desigualarse y ascender meritocráticamente sobre el nivel de la multitud. Es loque llama una democracia por elevación en contraste con la democracia criticadaque sería una democracia por descenso, fruto maduro de una pasión ruin.

    Lo anterior no debe confundirse con la ausencia de participación ciudadana en la res publica, sino que predica el sufragio universal a la manera orgánica, acuñando elconcepto de voto acumulado. Consiste éste en atribuir tantos votos a los individuos

    como grupos sociales a los que pertenezcan, que nunca serán demasiados al no poderpertenecer la personas a más de un reducido número de profesiones, corporaciones oestados. Así el militar será militar, pero no podrá ser al tiempo magistrado o profesor,o el agricultor será tal, pero no podrá ser al tiempo magistrado. Esta es la maneraorgánica de concebir el voto, como expresión de la fórmula política que se dio enllamar sociedalismo.

    Luego Mella no rechaza la democracia, sino una forma que afirma falsa de la misma:

    11 ORTEGA Y GASSET, José.  Ideas y Creencias. Alianza Editorial & Revista de Occidente. Madrd.1990.12 Citado por DE MIGUEL, Raimundo.Op. Cit. Pág. 5.

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    “En un alto sentido de escuela nosotros admitimos la democracia, no ya como

    compatible, sino como esencial de toda verdadera monarquía; pero es entendiéndola

    como el mantenimiento igual de todos los derechos comunes y distintos de las clases

     y de las personas individuales y colectivas jerárquicamente ordenadas”13

    C) EL DERECHO PÚBLICO.

    Para comprender el origen del Derecho en el pensamiento mellista, hay que reflejarbrevemente el ideario de la Escolástica. Partiendo de la idea de Dios, principio y finde todas las cosas, Mella expone como el Creador, no sólo le asignó un fin a suCreación, sino que también le marcó un camino para su logro. Este camino es la lexaeterna, de rancia consideración en la Escolástica, es decir, la misma razón yvoluntad divina que manda conservar el orden natural y prohíbe su violación, leysuprema de todo lo existente, que hace que las cosas observen su curso natural; leyque, cumplida de modo necesario en la materia inerte, en el mundo vegetal y animaldada su carencia de alma y libre albedrio, va siendo descubierta por el hombre a

    través del conocimiento de las leyes llamadas naturales, pero sin menoscabar enmodo alguno la libertad humana.

    Esta ley eterna, impuesta de una manera necesaria al mundo inferior y acatada por elhombre de un modo libre, es el eje supremo en cuyo derredor gira todo el universo;porque el orden de la naturaleza no es sino la colocación de cada cosa en el lugar quele asignó la voluntad divina; y el orden moral es la aceptación libre y espontánea dela misma ley en cuanto deslinda lo honesto; y el orden jurídico resulta del libre juegode los derechos y deberes emanados de la ley eterna.

    13 Citado por DE MIGUEL, Raimundo.Op. Cit. Pág. 11.

     Discurso del 31 de Mayo de 1905 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid 

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    Fundamentado el orden universal sobre el cumplimiento de esa ley eterna en susvarias manifestaciones, todo poder cualquiera que sea su especie, es una derivacióndel poder divino. Todos son partícipes, aunque en muy diversa manera del podersoberano de Dios sobre la Creación entera. Así queda consagrado el ejerciciolegítimo de toda autoridad, a la vez que es santificada la obediencia, convirtiéndola

    de yugo servil en sumisión voluntaria que dignifica al obediente.

    De este modo el poder público cristiano viene a ser el intérprete de aquella leynatural, y ha de recogerla en leyes positivas que garanticen su cumplimiento. Portanto el soberano no es el creador de las instituciones sociales, sino un meroconservador de las mismas que ha de proceder respetando su propia normaconstitutiva. Queda así la sociedad ante el soberano, como un todo armónico yorgánico, donde cada hombre vive vinculado al estado, por medio de las unidadesnaturales de convivencia social.

    - El tránsito de la soberanía individual a la colectiva. Irrepresentatividad de

    ésta.

    La cuestión de la soberanía tiene en Mella una especial relevancia, que nos obliga aconsiderar, de forma previa a su Teoría de las dos soberanías, la cuestión del tránsitode la soberanía individual a la colectiva del pensamiento roussoniano. Advierte que,el pesimista ginebrino pone la soberanía en los individuos, y éstos se venparcialmente desprovistos de ella, al pasar del status naturalis al status civilis, apesar de ser un derecho innato de todos y cada uno, éste es mutilado. Queda puesformado el poder público, por las mermas representadas por las partes de soberaníaenajenadas por los individuos.

    Esta construcción, que partiendo de la autonomía individual pasa a sostener unasoberanía colectiva, no es admitida por Mella, ¿por qué?: “Porque admitiendo el derecho de cada individuo a regirse y gobernarse a sí mismo, con entera

    independencia que los demás y sumando esas autonomías individuales, no se

     produce nunca esa soberanía colectiva que pueda mandar ni siquiera a un hombre

     solo”14 Coba de este modo excepcional importancia el tránsito de la soberanía

    individual a la soberanía colectiva, ya que aún no ha podido ser justificado. Peroincluso admitiendo la soberanía colectiva como suma de las individuales, lo queMella no admite en ningún caso, al no poderse justificar, es el concepto derepresentación pública.

    Asevera que la soberanía, siendo inherente a la colectividad, viene a ser pornaturaleza irrepresentable. De aquí el dislate de los doctrinarios  –  en concreto seopuso enconadamente a Cánovas del Castillo en esta cuestión  – que admitiendo quela soberanía es inherente a la colectividad y después, teniendo que admitir que esimposible que la colectividad ejercite por sí misma la soberanía, acuden alsubterfugio de la representación, bien como delegación del poder; o bien comodelegación del ejercicio del poder. Pero la representación, por la propia lógica delsistema, tiene que ser perpetua. Lo que supone que, aunque sean distintos los sujetosque la ejercitan en cada momento, lo que no siempre ocurre, puesto que sonperpetuas las funciones del Estado que por la representación desempeña, resulta que

    14 Citado en ACEDO CASTILLO, J.. en Razón Española nº 88, Ed. Fundación Balmes. Madrid, pág.161.

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    hay una sola soberanía colectiva que no puede ejercer nunca por sí misma suspropias funciones, es decir un derecho separado, no circunstancialmente, sino demodo perpetuo de su ejercicio por el titular. Resulta admisible que un derecho y suejercicio puedan existir separados por causa eventual, pero nunca que lo estén demanera definitiva, ya que no es de recibo admitir un derecho, al cual además se

    supone inalienable, repartido en dos. Siendo así que, frente a los demócratasdoctrinarios, apoya a los que él denomina demócratas lógicos, como Proudhon o elmismo Rousseau, considerando que si fuera realizable la democracia directa, éstasería la unidad lógica.

    Así, su discípulo Víctor Pradera en El Estado Nuevo, efectúa una dura crítica de lasdoctrinas de Rousseau culminando ésta con la siguiente frase: “Consignémoslosimplemente: en la democracia no cabe representación. Quien quiera que en ella

     pretenda ejercer la soberanía con aquel título, es un usurpador”15

    - La teoría de las dos soberanías.

    Frente a la mencionada soberanía popular que el Enciclopedismo francés del S.XVIII proclamó como dogma, Mella, paralelamente a la teoría de la soberaníaformulada por Maurice Hariou, proclama la soberanía dual. Ambos partirán de unaconcepción orgánica de la sociedad, tan al uso en todos los órdenes a principios delS. XX (bástenos recordar a Spengler en la Filosofía de la Historia o a Hausoffer,padre de la Geopolítica), pero mantienen una esencial diferencia. Hariou aporta la

    soberanía individual de sujeción,frente a la cual, Mella, recogiendo lasdoctrinas clásicas del tradicionalismoespañol, remite a los núcleos colectivosllamados naturales, como sede de lasoberanía social, que en unión de lasoberanía política forma la soberaníadual.

    La soberanía social nace en la familia yse desarrolla en una doble jerarquíaascendente de las sociedadescomplementarias: los municipios,donde se aúnan las familias con el fin

    de cubrir las necesidades comunes,haciendo de los municipios unasociedad natural y no una creaciónlegal del estado; que se desarrolla en lacomarca, y que llega a la región comola entidad más alta de esa jerarquíaascendente, que se completa con otrassociedades derivativas de la familia,como los centros de enseñanza yciertas corporaciones económicas. Deaquí, que el estado suja de la soberanía

    social, por lo que la soberanía política

    15 PRADERA, Víctor. El Estado Nuevo. Editorial Prensa Española. Burgos. 1937. Pág. 142.

     Inauguración del monumento a Vázquez

     de Mella

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    es así posterior, y nace como complemento a la propia sociedad.

    Entiende que estas dos soberanías se mantienen independientes una de otra, y criticala posibilidad de su confusión que, a su juicio, es una realidad den los regímenesparlamentarios y en los totalitarios. En éstos, la centralización deviene en necesidad,

    con la consecuente concentración del poder en un partido o en una poliarquía departidos, de carácter indiscutiblemente absolutista.

    A propósito de las teorías de Mella acerca de la soberanía dual, el Conde deRomanones, el prototipo de político liberal del caciquismo de la Restauración, dijo:

    “ante la grave crisis que hoy en el mundo está travesando el régimen parlamentario

     y los gobiernos de gabinete, sus teorías sobre el origen de la representación,

    buscándola en lo que él llama con frase admirable ‘aristocracia de la sangre – bien

    distinta de la aristocracia de la toga-‘no sería camino acertado para salir del 

    impasse donde las sociedades políticas se hallan sumidas y estancadas a la hora

     presente”16 

    Lo que no deja de sorprender, conociendo los corruptos modos de hacer política delos caciques de la restauración borbónica.

    - La monarquía tradicional.

    A las dos soberanías, Mella suma un elemento moderador, la monarquía. Ésta seaparta en la concepción de Mella, tanto de la monarquía parlamentaria, como de laabsoluta.

    Considera inaceptable la monarquía parlamentaria, por entender que ésta tan sólomantiene los atributos externos y formales de una monarquía. En el sentir de Mella,el rey que no es soberano en este esquema, se encuentra a merced de los caprichos delos partidos representados en el Parlamento, de los motines que efectúen o de losdesignios de los oligarcas que los controlan. Considera que la monarquía liberal escentralista y absorbente, y que en este régimen el verdadero poder constituido es elGobierno. Es más, cree que monarquía y liberalismo son incompatibles:

    “La monarquía hereditaria lleva ya en el principio de la herencia la oposición con

    el liberalismo que, por la fuerza de la lógica, tiende a combatir todos los poderes

    que no reconozcan su origen en la soberanía individual y no sean revocables por lavoluntad colectiva”17 

    Igualmente, rechaza la monarquía absoluta, al creer firmemente en la limitación delpoder del rey por dos cauces; primero, por las leyes naturales, dice:

    “nosotros no admitimos más absolutismo que el de Dios y de tal manera lo

    reconocemos, que la primera condición que exigimos a los reyes para serlo es que

    empiecen por ser súbditos de Cristo para ser después soberanos nuestros”;

    16 Citado en Ahora Información, Nº 36. En el LXX Aniversario de Mella. Barcelona. 1998.17 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 379.

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    Y segundo, por la soberanía social, expresada en una serie de libertades y derechosindividuales y colectivos, limitativos del poder del Estado.

    Frente al absolutismo y el simbolismo de la monarquía parlamentaria, Mellapropugna la monarquía tradicional. EN la misma el rey gobierna con responsabilidad

    social y una serie de limitaciones que recoge, desde el “Rex eris recta facis”visigodo, o el juramento real de la antigua corona de Aragón, al “cuidado de guardar al rey de sí mismo”, recogido como deber del súbdito en la Ley 25, tit. 13 de laPartida 2ª.

    En conclusión, Mella creé que la monarquía tradicional es la verdaderamente populary la única que, con su autoridad no desmembrada ni sometida a extrañas tutelas,aunque limitada por contenciones sociales, tiene fuerza y prestigio para resumir en sí los anhelos de los pueblos.

    - El constitucionalismo.

    El constitucionalismo tiene unos orígenes contradictorios. Como doctrina, elparlamentarismo apareció en la obra de Locke  Los dos ensayos sobre el gobiernocivil, al considerar éste el poder civil, con motivo de la revolución inglesa de 1688que entronizó a Jorge Monk. Atribuía el poder legislativo al parlamento y elejecutivo al rey. Con posterioridad, Montesquieu añadió un poder más a los dos deLocke, de este modo quedaba conformado el constitucionalismo difundido por elcontinente.

    De esta evolución, Mella nos dice:

    “El parlamentarismo no podía venir al mundo más que teniendo por padres a dos

    lógicos, de los cuales Locke, afirmaba que la materia compuesta y particular podía

    tener por atributo el pensamiento, simple y universal en su objeto; y Montesquieu,

    que proclamaba el fatalismo de su original y la libertad de las copias contra otros

    originales también, que mataba la libertad primero y la proclamaba despué  s”18 

    18 Citado por DE MIGUEL, Raimundo.Op. Cit. Pág. 15.

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    Mella atribuye al ideal constitucionalista, el carácter de fruto y consecuencia de lapropia historia inglesa. Por lo tanto, para copiar la constitución británica resultanecesario copiar la historia entera de esta nación, su carácter y su raza, toda sucontextura psicológica y vital. Pero como las naciones no se copian, resulta necesariohacerse ingleses: “lo que Montesquieu vino a decir, en resumen, a Francia, es que

    dejara de ser lo que era y que se hiciese inglesa. Juana de Arco debió estremecersede júbilo en su tumba”

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    Entiende que una copia de un pueblo aplicada a otro, es un apriorismo que niega lahistoria de esa nación conculcando su ser: “La planta constitucionalista, como esuna flor de cementerio que sólo brota alrededor de los sepulcros, siempre crece en

    la misma medida que un pueblo se pudre”20

    Realiza una demoledora crítica de la constitución de 1876. Comienza por afirmar quees una mezcla de constitución y carta otorgada en la que no queda claro, salvo en lateoría de su artículo 8º, a quien corresponde la soberanía. Critica la institución del

    refrendo de los actos del rey, que vacía de contenido todas las atribuciones reales quela constitución contempla. De hecho, este refrendo hace que sean inútiles todas laslimitaciones de los poderes reales previstas en la constitución, ya que estos sólopueden ser ejercidos con el correspondiente refrendo ministerial. Así apreciará comosigue la relación entre la libertad del rey para obrar, la imputabilidad y laresponsabilidad de éste: “Son tres conceptos inseparables. No se pueden negar sindestruir los demás, y no se puede afirmarlos sin sostenerlos todos. Si no hay

    responsabilidad, es que no existen acciones imputables; si no existen acciones

    imputables, es que no se han realizado o que no había libertad para realizarlas. Y 

     por la misma razón, si no hay imputabilidad, es que no existe responsabilidad, ni

    libertad en ejercicio; y si no existe libertad actual o potencial, es imposible hacerla

    responsable ni imputable de nada, ni por razón ni por omisión. La psicología ética y

    la ética parlamentaria lo han arreglado de otra manera, y han puesto en un sujeto la

    libertad, y la imputabilidad en otro; pero la consecuencia ha sido no poner la

    responsabilidad en ninguno”21

    No sólo serán estas cuestiones de la responsabilidad y de los poderes del rey las queserán objeto de la atención y crítica de Mella, también se acercará a la cuestión delpoder constituyente, al límite de las garantías constitucionales, al cesarismoparlamentario, y por último a lo que considera la resurrección del Derecho políticopagano. Concluyamos la cuestión con sus propias palabras:

    “ Las constituciones doctrinarias son argumentaciones dislocadas en que hábiles

    sofistas o entendimientos achatadas han mezclado arbitrariamente las premisas y las

    conclusiones. Vistas aisladamente y agrupadas con simetría, forman curiosos

    mosaicos, que el vulgo toma fácilmente por obras de arte; pero cuando se les aplica

    la linterna de la lógica, se ve que el arte no pasa de una alfarería rudimentaria. En

    todas las leyes modernas, como hechas por modelos constitucionales, sucede lo

    mismo. Parecen obra de un jurista que se hubiese vuelto loco al terminarlas, si estar 

    muy cuerdo al escribirlas, y que, después de un rato de furia o quizás de un momento

    19 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 92.20 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 93.21 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 96.

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    lúcido, trastornase los artículos, mandándolos revueltos a la imprenta. El orden

    lógico está proscrito como cosa del antiguo régimen”22

    - El Regionalismo.

    No es la cuestión regionalista, algo que se sitúe en el campo de lo especulativo, sinouna preocupación de primer orden en la vida de nuestra sociedad. Mella, enemigoprofundo del centralismo liberal, no concebía a España desde una perspectivauniformadora, sino de unidad en la variedad. Así no dudará en recoger lo que SanIsidoro de Sevilla, al señalar las condiciones de la ley (honesta, justa y posible) en losConcilios de Toledo, añade que ha de ser, “secundum natura” y “secundum

     patriam”; es decir según las costumbres de las naciones. Este mismo sentir, más demil años después continuaba vivo en Jovellanos en sus Apéndices a la Memoria de la

     Junta Central, en los que, ante el proyecto afrancesado de constitución gaditana,oponía los criterios fundamentales de la más tarde ensalzada, por doctrinarios y

    tradicionalistas, constitución interna, posteriormente, será recogido, entre otros, porMella.

    Mella afirma que para que el regionalismo exista, no es necesario un regreso alpasado, basta que las regiones sean lo que deben ser. Define este concepto como unvasto sistema jurídico que se apoya, entre otras cosas, en un hecho y un principio. Elhecho es la personalidad de la región, pero no sólo la histórica, sino la actual, y elprincipio es el derecho que expresa gráficamente el término autarquía, esto es, elderecho de toda persona individual o colectiva a alcanzar su fin propio por sí mismay sin que otra se interponga, con su acción entre su actividad y su objeto, tratando dehacer sus veces y de reemplazarla, aunque para esto necesite la cooperación de losdemás y obre interior y exteriormente conforme al orden superior en que lasprerrogativas de toda personalidad se fundan.

    Mella ve las diferencias filológicas que, en mayor o menor medida, todas lasregiones ostentan, y a las que se suman sus condiciones geográficas y sus nexosinternos de la unión, para formar su psicología particular. Entiende que todo esto nobasta para constituir una nación, si bien sobra, según expuso en el discurso sobre elfundamento del regionalismo pronunciado en Santiago de Compostela en 1902, paraformar una región. Observa que España es “una federación de regiones que han

     participado de una vida común y colectiva a lo largo de la Historia y que se han

     formado una unidad superior nacional que con sus caracteres las sella y lasenlaza”23

    También nos ofrece una definición descriptiva de su noción de región y de suintegración en el todo nacional, diciendo de ésta que es: “una sociedad pública y unanación incipiente que sorprendida es un momento de su desarrollo por una

    necesidad poderosa que ella no puede satisfacer, se asocia con otra u otras naciones

    completas o incipientes como ella y las comunica algo de su vida y se hace partícipe

    suya, pero sin confundirse, antes bien, marcando las líneas de su personalidad y

    22 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 98 y ss.23 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 204.

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    manteniendo íntegros, dentro de esa unidad, todos los atributos que la

    constituyen”24

    Concluyamos diciendo que, la diferencia entre el regionalismo mellista, y elnacionalismo, reside en que para este último, el Estado es el enlace entre distintas

    naciones que no tienen en común más que la soberanía política de este Estado. Sinembargo para Mella, España es una congregación de regiones que tienenpersonalidad histórica y jurídica distinta, pero que no son todos completos, niunidades históricas y sustancias independientes, sino que han juntado una parte de suvida y con ella han formado esa entidad superior.

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    Navarra. 1983.

    24 VÁZQUEZ DE MELLA, Juan. Op. Cit. Vol. III, pág. 207.