el misterio de las bienaventuranzas

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EL MISTERIO DE LAS BIENAVENTURANZAS

por J. VAN RIJCKENBORGH

Segunda Edicin revisada 19 MADRID - ESPAA

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Ttulo original: "Het Mysterie der Zaligsprekingen" Escuela Internacional de la Rosacruz de Oro Lectorium Rosicrucianum

Sede Central Bakenessergracht 11-15, Haarlem, Holanda

Copyright c 1983 Rozekruis Pers Haarlem, Holanda Ediciones del Lectorium Rosicrucianum S.A. I. S. B.N.: 84-300-8340-5

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INDICE Prlogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO CAPITULO 7

1 "Bienaventurados los pobres de espritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos" (1) 9 2 "Bienaventurados los pobres de espritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos" (2)11 3 "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" (1) . . . . . . . . . . . . 19 4 "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" (2) . . . . . . . . . . . . 22 5 "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" (3) . . . . . . . . . . . . 30 6 "Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarn la tierra" . . . . . . . . . . . . .34 7 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados" (1).38 8 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados" (2).46 9 "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarn misericordia" . . . . . . . .49 10 "Bienaventurados los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios" . . . . . . . . . .57 11 "Bienaventurados los pacficos, porque ellos sern llamados hijos de Dios" . . . . . . . . 64 12 "Bienaventurados los que son perseguidos por la justicia, porque el Reino de los Cielos les pertenece" ................................ 70 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76

Glosario

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PROLOGO El Misterio de las Bienaventuranzas comprende entre otras una serie de alocuciones que Jan van Rijckenborgh pronunci en una iglesia de Haarlem durante la Segunda Guerra Mundial; en el perodo de ilegalidad de la Escuela de la Rosacruz. Sin que se mencionara el nombre de la Rosacruz, a pesar de las prohibiciones y persecuciones, el rico y pleno mensaje de la Fraternidad Universal fue transmitido al pblico, y la Escuela de la Rosacruz demostr su fidelidad a su vocacin y a su deber. Ahora que las sombras de la prxima Noche Csmica se hacen cada vez ms profundas y oscuras y se extienden sobre el mundo y la humanidad. Y que por todas partes los falsos valores, que alejan a millares de buscadores serios de una vida realmente liberadora son desenmascarados, en su pobreza espiritual, falso lustre y triste impotencia, juzgamos que nuestro deber es someter al pblico una edicin revisada y aumentada del Misterio de las Bienaventuranzas. Las disertaciones recogidas en este libro arrojan una luz clara sobre el camino nnuple que, desde las alturas de la Montaa Sagrada, es enseado al verdadero buscador de la redencin. Este camino est abierto y es accesible a todos los que comprenden la llamada y quieren aprender a realizar con alegra sus exigencias liberadoras, en una sincera aspiracin a la luz salvadora. Que innumerables reconozcan este camino de la vida y en su total ofrenda puedan elevarse en la victoria.

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CAPITULO

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"Bienaventurados los pobres de espritu porque de ellos es el Reino de los Cielos" "Y Jess, viendo el gento, subi a la montaa, y despus de que El se sent, sus discpulos se acercaron a El." As comienza, tal y como Ud. sabe el Sermn de la Montaa. Este Sermn no se encuentra solamente en el Evangelio de Mateo, sino que tambin aparece en las sagradas escrituras de todas las pocas bajo otras formas. Si el tiempo, el lugar y las santas personas que lo expresan son diferentes, el contenido es siempre el mismo. La montaa es un magnfico smbolo del camino que conduce de las tinieblas a la luz. Su base est en la tierra y su cumbre se eleva hasta el cielo. Por eso est perfectamente claro que una montaa semejante, desde cuya cumbre sagrada resuena la palabra de la liberacin, es, ante todo, la imagen del quntuple Cuerpo Viviente de un desarrollo gnstico. Jess el Seor es el sublime, el perfecto, el hermano liberado que habla al gento en el interior del Cuerpo Viviente. El se dirige a sus discpulos. "Discpulo" significa en particular "joven". Por esta razn el Sermn de la Montaa se dirige a todos los que han comenzado a recorrer el camino verdadero y todava son "jvenes" en comparacin con los liberados, con los hermanos y hermanas mayores. El Sermn de la Montaa es muy importante para todos los que se encuentran en el Cuerpo Viviente de la joven Fraternidad gnstica. En el encontramos el esbozo de un comportamiento que invariablemente conducir a la gran meta. Adems, este importante sermn comienza por una maravillosa consolacin, con las "bienaventuranzas". Hasta nueve veces se dice: "Bienaventurados son". No que "sern bienaventurados", sino que "son"! La bienaventuranza es estado de suprema felicidad, un ser verdaderamente liberado. En un cuerpo gnstico se encuentran por naturaleza muchos jvenes. Se hayan en camino hacia la Casa del Padre; y ya en este estadio son saludados nueve veces con un: "Bienaventurados son", insistiendo en son: ya el encontrarse en el cuerpo de la Escuela, siendo un alumno serio, hace que la liberacin sea ya un hecho. Esta es la caracterstica de la vida gnstica: no trae la felicidad suprema, no llama la atencin hacia una felicidad futura, sino que es felicidad, que es bienaventuranza. La historia mundial gnstica da testimonio de que el gnstico siempre era y es un hombre feliz y alegre, sea cual sea lo que

1 en la vida en la naturaleza de la muerte pudiera sucederle. Su certeza no es una certeza sugerida, psicoanalticamente inducida con un T eres feliz!, sino que posee la certeza que da la experiencia. La experiencia: "Estoy en camino y mientras que recorro el camino, la luz viene a mi encuentro; la luz me envuelve; me penetra y no me abandona ya ms ni de da ni de noche. La rosa florece y exhala suaves perfumes. Recorro un camino de rosas hacia el que la luz me atrae y me conduce, siendo para m un gua." El que vive tal experiencia poda acaso ser infeliz? A alguien semejante puede acaso perjudicarle esencialmente su marcha a travs de las vicisitudes del tiempo?. Y todos nosotros podemos de esta misma manera volvernos y permanecer conscientes de esta experiencia. De lo que se trata es de que usted impulsado por una necesidad interior verdadera, busque con todo su ser, anhele la luz. No por el deseo, pensamiento o sentimiento sino por un anhelo que parte de su estado de sangre: una ansia imperiosa a la que se tienen que sumar todos los rganos y actividades de la inteligencia. Y as la primera bienaventuranza se hace realidad para usted: "Bienaventurados los que aspiran al espritu; porque de ellos es el Reino de los Cielos." Entonces ya est ampliamente abierto para Ud. de antemano, el atrio del nuevo reino. Venga hacia la Luz y no espere ms. Tome el Fuego y sea libre.

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CAPITULO 2 "Bienaventurados los pobres de espritu porque de ellos es el Reino de los Cielos." Uno de los pilares angulares de la anunciacin gnstica de salvacin es la nocin clara de la existencia de dos rdenes naturales: Uno que conocemos, en el que vivimos y el cual comprende dos mitades de existencia: una de este lado y otra del otro lado del velo -dos esferas de existencia que como consecuencia del desarrollo de las cosas se confundirn cada vez ms-, y otro orden natural, que no conocemos, en el que no vivimos y cuyas leyes y relaciones que lo rigen no podemos ni imaginar. Un orden de cuya existencia el hombre como masa no tiene la menor idea. En la filosofa gnstica denominamos como orden dialctico al orden natural que conocemos: Es un orden en el que todo se transforma indefectiblemente en su opuesto. El otro, que no conocemos, lo denominamos el orden esttico; un orden que carece de lo dialctico; en l existe un estado de ser eterno, un eterno devenir, un estado con leyes naturales y espirituales totalmente diferentes. La filosofa gnstica seala al orden natural desconocido como el genuino, como el orden natural comprendido en el plan de Dios, el verdadero mundo de los hombres. Donde el hombre, vive de un estado de beatitud, de sublimidad; no sin un cuerpo material como en la existencia en el otro lado del velo de la muerte sino en posesin de un cuerpo material glorioso. El hombre ha cado de este mundo absoluto, al menos nosotros y nuestros semejantes que habitamos aqu. Nos encontramos en un orden de emergencia, cuyo factor predominante en todas sus manifestaciones es una relatividad absoluta, una relatividad de la que nace forzosamente la naturaleza dialctica. Estos dos rdenes naturales diametralmente opuestos estn comprendidos en un globo, en nuestra madre tierra que, entre la inconmensurable serie de misterios que nos rodean, constituye uno de los ms importantes. Las enseanzas espirituales y los descubrimientos modernos de la ciencia natural se aproximan entre si en este concepto de la relatividad. Hace algunos aos intentamos demostrar que el orden natural desconocido debe ser comprendido dentro de nuestro globo. Para esto partimos entonces de los descubrimientos de Lorentz, Einstein, De Sitter, y Clay que con su teora de la relatividad, y consideraciones sobre rayos csmicos, esferas de calor, as como sobre los mundos expansibles y comprensibles, ratifican totalmente la antigua sabidura. A la esfera de calor ms elevada, una de las capas ms externas de nuestro globo, la denominbamos en estas

1 disertaciones el dominio esencial de la humanidad original, el dominio de los no cados y de la humanidad regenerada. Por lo que el orden natural que conocemos debe ser visto como la esfera ms interior de nuestro globo, y nuestro firmamento como un firmamento planetario comprendido en esta esfera, como un reflejo extremadamente debilitado del universo verdadero. Por este orden natural desconocido para nosotros no entendemos un mundo celeste, un reino terrestre cultivado, un reino humano sublimado, sino un orden completamente diferente, un mundo totalmente distinto cuyos aspectos no pueden, bajo ningn concepto, ser comparados con este mundo, y que no pueden surgir mediante un desarrollo evolutivo de nuestro mundo. Los dos mundos de que hablamos y testimoniamos son diametralmente opuestos aunque estn comprendidos dentro de un cosmos, dentro de un nico globo. Cuando hace aos los Hierofantes de la Luz nos encomendaron la misin de impartir esta enseanza -cuyos aspectos liberadores son increblemente numerosos- fuimos conscientes de que nuestro trabajo, ya slo por este nico punto, sera muy difcil. Nuestra expectativa se confirm plenamente. Al principio, una incomprensin total fue nuestro pago, y apenas algunos pudieron asimilarla conscientemente y dinmicamente. Nuestra misin era formar un ncleo para una Fraternidad Universal que no es de este mundo, que no es de este orden natural, pero que en esencia y vibracin se acoplara totalmente al otro orden natural, el mundo desconocido. No podemos dar a nadie la creencia en el mundo nuevo, Caphar Salama*, el reino de la paz: no podemos persuadir a nadie, tampoco podemos mostrar este otro mundo. No obstante, el trabajo de la Escuela Espiritual de la Rosacruz moderna demuestra claramente que el escepticismo y la incredulidad no han podido impedir la formacin del ncleo gnstico previsto. La enseanza que se refiere a los dos rdenes naturales ha penetrado nuevamente en este mundo como el sonido del clarn, ya que haba suficientes personas nuevamente maduras para recibirla. Hay hombres que, habiendo consumado todos sus intentos humanitarios; han descubierto que son habitantes de "Efeso", es decir, que estn sujetos a las limitaciones de una bondad que puede transformarse en su contrario en cualquier momento. Hay hombres que habiendo comprendido y experimentado esto, y siendo religiosos bajo todos los aspectos, y comprendiendo por consiguiente que Dios jams ha podido concebir una degradacin semejante, han madurado interiormente en su alma-sangre para esta enseanza, la cual les abre una perspectiva consciente sobre su vocacin de hijos de Dios. Para estos hombres debemos hablar y testimoniar. Para los otros, los que siguen aceptando un punto de vista de repulsa, Nota: Ver Christianapolis de Johann Valentin Andreae, comentada por J. van Rijckenborgh, Rozekruis Pers, Haarlem, 1978.

1 sin importar por qu lo hacen, el futuro decidir. Lo que el espritu no puede an revelarle debe ser asimilado evidentemente en la escuela de la experiencia. nicamente, esperamos y rogamos que si usted no puede entrar en el campo de cosecha gnstico, y por consiguiente no estamos emparentados por el espritu, podamos sin embargo comportarnos honestamente los unos hacia los otros como hermanos. Ya que la historia nos ha mostrado que la enseanza y las sugestiones del Reino lejano despiertan la animosidad, el odio y el recelo en muchas personas que no las comprenden, si, provocan el asesinato. Las almas son mancilladas y cubiertas de fango, principalmente porque se transmite la nueva, y sin embargo, tan antigua exigencia divina sin ninguna reserva en este aspecto nosotros no queremos saber nada de concesiones. En nuestra prctica de largos aos ante el altar del servicio hemos roto amistades por el amor a Dios desgarrado lazos por el amor de Jess, y el Espritu Santo nos ha conducido frecuentemente al camino solitario. Las heridas del tiempo en el que debamos transmitir personalmente las enseanzas del Reino lejano se han hundido profundamente en nuestro ser. Cuando la corriente de la Enseanza Universal se propaga por la humanidad pro la actividad de sus servidores, el inmaculado blasn de estos trabajadores es mancillado con acusaciones de toda ndole. Y cuando se juzga necesario, se niega de otra manera la fuente divina, de que la se abastecen los trabajadores, y se intenta ensuciar el Agua Viva. El yo, se vuelve siempre sumamente peligroso cuando es desenmascarado y frustrado en sus expectativas. A lo largo de toda la historia del mundo la experiencia de todos los trabajadores de la via de Dios ha permanecido siendo la misma, y, nadie que vaya hacia la humanidad con la enseanza de los dos rdenes naturales, puede esperar otra suerte que la de Manes. Manes era un sublime instructor del siglo III un fiel servidor de Jesucristo. Una gran parte de su doctrina y literatura se ha perdido, destruido, entre otros, por enfurecidos obispos romanos bajo la instigacin de Agustn. Manes fue asesinado, decapitado, y, su cabeza rellena de salvado, fue expuesta, clavada en una pica, en una de las puertas de una ciudad persa, para simbolizar siniestramente hasta qu punto Manes deba estar vaco y desquiciado. Agustn, uno de los fundadores de la iglesia romana se uni a los maniqueos y dese ser iniciado en sus misterios. Pero los misterios y los valores del Reino lejano slo son conocidos por hombres renovados y cambiados fundamentalmente, y esta no era la condicin de Agustn. Al encontrar las puertas cerradas por todas partes, se inclin, en tanto que hombre dialctico, a la reaccin opuesta. Y con un comentario insultador: "Yo no he descubierto jams algo que delate la presencia efectiva de otro orden natural", dej la orden de los Maniqueos. Como reaccin a su fracaso espiritual pas a intentar erigir un reino de Cristo en este orden natural. En su calidad de uno de los fundadores de la jerarqua romana, aspiraba a una teocracia, un estado clerical que deba sustituir a lo que l

1 no haba podido alcanzar. En aquella poca nadie haba odo hablar todava del psicoanlisis. Si no se hubiera sabido ya entonces que una desilusin poda explicar sus actividad posterior. La actividad de Agustn es continuada, en su forma moderna, por la orden de los jesuitas, y as podemos constatar que el antiguo drama de Judas vive hasta nuestros das su ensima repeticin. Tambin Judas deseaba una teocracia terrestre bajo la gida de Jess, su maestro bien amado. Pero cuando Jess declar: que su Reino no era de este mundo, Judas trat de forzar a Jess. Dos rdenes naturales, dos mundos estn comprendidos en el interior de nuestros cosmos terrestre: uno original y un reino humano actual. Un mundo desconocido y un valle de lgrimas terrenal demasiado conocido. La gran misin del cristianismo es liberarnos segn la conciencia, el alma y el cuerpo del orden natural cado y regenerarnos, tambin segn la conciencia, el alma y el cuerpo para el orden natural original. Esta regeneracin debe nacer de abajo hacia arriba, y Jesucristo vino entre nosotros para traer la unin y poner la escalera -la escalera de Mercuriopor la que el alumno puede subir hasta el Reino lejano. El fracaso de la s comunidades autodenominadas cristianas en este mundo es imputable a la errnea interpretacin de lo que realmente es la unin de Cristo con este mundo y con esta humanidad cada, y al hecho de que se intente sin cesar establecer un reino terrestre. Por esto, los que pueden an ver y or, empiezan a edificar una nueva construccin gnstica; intentan realizar en ellos la misin del Cristo, y para ello escalan con El la montaa, con el fin de or su enseanza directa y poder comprender su programa de trabajo en s mismos. Desde la gnesis de este orden natural, "escalar la montaa" la montaa de los Dioses, el Mer- ha simbolizado siempre hacerse digno, para poder recibir cierta enseanza o sugestiones divinas. Las montaas han sido siempre lugares de iniciacin. Todos los pueblos han tenido siempre sus montaas sagradas, y an hay montaas sagradas donde moran grandes del espritu. Ya en la antigedad se conocan leyendas sobre las siete montaas habitadas por los siete espritus. Comprendemos que aqu se alude a las siete fuerzas csmicas sagradas que se ocupan de los hombres. Estas fuerzas csmicas trabajaron a travs de los profetas e instructores, y alcanzaron la plenitud de su radiacin en Jesucristo. Estas fuerzas abrazan a toda la multitud que se acerca que busca el verdadero espritu, la multitud que ha llegado a la montaa y espera; y le instruyen diciendo: "Bienaventurados los pobres de espritu, porque suyo es el Reino de los Cielos" No debemos banalizar las Bienaventuranzas. Verdaderamente es cierto lo que dice Ouspensky; que el Evangelio en general -y

1 el Sermn de la Montaa en particular- no estn escritos para la masa, sino para los participantes de un crculo interior consciente. Uno puede preguntarse si en la Biblia o en cualquier otro libro sagrado se puede encontrar algo destinado a los que permanecen viviendo en el plano dialctico. La palabra del Seor, liberada de toda invencin teolgica, es destinada a los que pueden ver y entender y a los que estn en cierto estado de aspiracin interior. A ellos se les da el consejo de volverse "pobres de espritu", como un primer estado de ser en el camino de la autorrealizacin. Visitando hace aos una casa para enfermos mentales, encontramos en el pabelln donde eran atendidos los que sufran de reblandecimiento cerebral, al pastor del centro haciendo la visita. Nos seal a los desgraciados que haban alcanzado los grados ms bajos de degradacin y de estado subanimal, y nos dijo: "Y no obstante, es a ellos a quien se dirigi especialmente la palabra del Seor: Bienaventurados los pobres de Espritu!". Llenos de asombro, miramos fijamente al pastor, pero l hablaba muy en serio. Desde entonces nos hemos preguntado siempre quin era ms digno de lstima; los pacientes en su estado de inconsciencia o este pastor. Algunos crticos telogos de la Biblia dicen que en los manuscritos originales del sermn de la montaa deba figurar: "Bienaventurados los pobres". Pero que esto haba sido tan explotado por la clase poderosa y hasta tal punto rechazado por la clase pobre y oprimida que prefera no ser en absoluto bienaventurada, que se transform en "pobres de Espritu". Con lo cual ambas partes estaban satisfechas y se haba hecho una concesin al equilibrio social. "Bienaventurados los pobres de Espritu", primer estado indispensable para los que quieren recorrer el camino de la regeneracin. Los que se aproximan a la montaa han intentado todo en este mundo. Son, estando vivos, muertos segn la naturaleza. No esperan nada mas de este mundo, y, aparte del pago del tributo mnimo que su presencia exige en la naturaleza, no tienen ninguna intencin ni ganas de esforzarse ms en el plano dialctico. Ellos suponen y experimentan interiormente la presencia de otra realidad distinta a la de este desorden, pero no la conocen an. Han odo la llamada, han reaccionado, se acerca a la fuente, pero todava no pueden coger ellos mismos el agua viva, todava no pueden aproximarse a la nueva realidad. Ya que no disponen an de las dimensiones del alma y del espritu requeridas. Su yo se les presenta, en este estado, como una ficcin. No poseen un espritu que, segn se dice, habitaba en ellos, sino una cierta conciencia del yo, un instinto biolgico equipado de un poder mental. Se saben hombres-animales. Pero en ellos hay una inmensa hambre, una intensa necesidad de luz y de fuerza. Buscan y luchan por el verdadero espritu, que es el suyo, pero que an se les es retenido. Aspiran al espritu que podr emitir un nuevo fiat creador. Buscan una puerta, pero no la pueden encontrar se encuentran en una profunda necesidad, experimentan una sensacin de vaco. La

1 angustia de su alma es profunda, estn abatidos y se encuentran vacos. Son conscientemente "pobres de espritu". Han perdido toda su seguridad en si mismos toda presuncin se ha desvanecido. Se han convertido en hombres sumamente modestos y humildes, ya que se saben parias, conocen su pobreza de espritu, y a la vez su insatisfecha aspiracin al espritu. En cuanto este estado psicolgico, nacido de sangre y de lgrimas, de tinieblas y de necesidades, es decir, de la vida misma, llega a una crisis, el buscador es atrado a la montaa y oye la voz que dice: "Bienaventurados los pobres de Espritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos" El estado de no ser y de no querer, y de no poder, yendo a la par con la necesidad interior de alcanzar el nuevo estado, crea las condiciones principales para forjar los lazos con el Reino lejano, y sin embargo tan prximo. Esta pobreza de Espritu es la condicin inicial en el camino de la auto-realizacin. Esperamos y rogamos que usted se esfuerce en alcanzar esta pobreza, hasta llegar a sus luminosas intenciones. Toda nuestra vanidad derribada, toda nuestra suficiencia destrozada, la presuncin del yo desaparecida, nuestra locura desenmascarada, sumamente humilde pero no obstante absolutamente decidido: ste es el estado de conciencia del pobre de Espritu. Esta es la puerta del lejano y desconocido reino de la luz, el orden natural esttico. "Bienaventurados los pobres de Espritu, ya que suyo es el Reino de los Cielos."

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CAPITULO 3 "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" Decamos que el alumno que pertenece a la Escuela Espiritual gnstica y que aspira a la luz desde lo profundo de su ser, es bienaventurado. Y el Sermn contina enunciando las bienaventuranzas: "Bienaventurado el afligido; el manso; el que tiene hambre y sed de justicia; el misericordioso; el limpio de corazn; el pacificador; el que padece persecucin por causa de la justicia; el que es insultado y ultrajado a causa del amor de Cristo." La aspiracin al espritu se relaciona con la actitud muy particular del alumno frente a la luz. Pero en la segunda bienaventuranza se nos describe ms ampliamente el tipo del verdadero alumno: "Bienaventurado el afligido" La "afliccin" de que se trata aqu no tiene relacin con el sufrimiento personal. Podra alguien estar abrumado por los propios padecimientos cuando camina y vive en la luz? No, esta afliccin alude al alma que se desgarra ante el sufrimiento del mundo y de la humanidad. Este sufrimiento posee tantsimos aspectos y es tan abrumador que su descripcin no tiene fin. En la naturaleza de la muerte, el sufrimiento es inconmensurable cada segundo se elevan billones de lamentaciones de los incontables seres que sufren y la atmsfera se desgarra por los alaridos de innumerables dementes. Parece como si de este mundo con cada latido del corazn se percibiera un suspiro y gemido que todo lo abarca. Por eso el grito del mundo es un huracn de angustia y dolor. Quien sabe algo de esto, quien experimenta algo de esto, sufre el dolor del mundo hasta en cada tomo de su ser. Una gran tristeza le invade; el se aflige, conmovido por la ms entraable compasin. Tendr alguna vez un final semejante sufrimiento? Y la luz responde. La luz contesta con un consuelo: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" En qu podra consistir este consuelo? El consuelo del discernimiento y de prepararse para ser un verdadero auxiliador. Hay un final para todo sufrimiento! En primer lugar existe un final natural ya que todo lo que nace en el tiempo y adquiere

1 una forma en l ser destruido por el tiempo usted lo sabe. Todo sufrimiento, por grande que sea, finaliza en la naturaleza de la muerte; el final que es la desaparicin de la personalidad. El candidato es as consolado con la certeza de la muerte. Pero lo que, desde el punto de vista de la personalidad es destruido y finaliza, es conservado en el ser aural del microcosmos, de tal forma que la generacin siguiente recibe de forma innata el sufrimiento. Por lo tanto, el consuelo no se acaba en la certeza de la muerte, ya que la muerte no es ms que una interrupcin del sufrimiento. No, este sufrimiento aplazado tambin, debe ser "engullido" al llevar de regreso al hogar a todos los errantes en la oscuridad del mundo de la dialctica. Y es entonces cuando el candidato recibe para ello discernimiento, discernimiento en el infatigable trabajo de la Gnosis, que inici su trabajo de redencin en los orgenes del tiempo, que lo ha continuado hasta este momento y que continuar hasta que la ltima alma haya pasado el puente de los suspiros y entre en el mundo donde el dolor ya no existe. Quien alcanza el discernimiento relativo a la gran redencin de todos, quien llega a contemplar el gran plan sabe que en esto la eternidad se enfrenta al tiempo. Quin podra seguir teniendo penas y qu sufrimiento podra subsistir all donde aparece la luz de la eternidad? Que consuelo llega al alumnado cuando se padece por el sufrimiento del mundo. Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados! Aqu, no se trata en ningn aspecto de un consuelo negativo, sino de un consuelo altamente positivo. Qu alumno no se sentira ceido por una fuerza poderosa, sabindose capaz de ayudar a aniquilar este inmenso sufrimiento, pudiendo tomar parte en la marcha victoriosa al servicio del mundo entero y de toda la humanidad? S, se nos permite ayudar, podemos y debemos hacerlo y la victoria est asegurada de antemano! El que ayuda de esta forma ya no languidece ms de sufrimiento, ya que enarbola los puos en un acceso de resistencia contra las consecuencias del pecado. El que recorre el camino de la victoria, unido a la fraternidad de la luz, acomete con gran mansedumbre las causas profundas. Y ya en el transcurso de este trabajo, la estrella de Beln brilla encima de la gruta del nacimiento.

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CAPITULO

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"Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" Sobre la sepultura suenan las palabras del orador, que ha dedicado algunos pensamientos, llenos de recuerdos a l o ella que se ha marchado de nuestro lado. Lleno de compasin por los que quedan, envuelve a los afligidos con la dulzura de las palabras pronunciadas antao en la montaa. Intenta animarlos con este consuelo, con este blsamo del alma, con simpata afectuosa, con una mirada comprensiva. Y desde luego, tiene xito. Las cabezas se enderezan y un poco de luz entra en los corazones ahogados por la pena. Tal vez usted ha sido ya consolado alguna vez de esta forma por un amigo o un pariente que aliger la pena, que usted tena que llevar. Pero, debe considerar que la tristeza que usted senta era una consecuencia lgica, cuando una muerte antinatural y cruel nos arranca a uno de nuestros seres queridos. Sin embargo, el consuelo del amigo comprensivo y sus pensamientos llenos de amor nunca pueden hacer de esa tristeza una bienaventuranza. Este consuelo que proviene del corazn de un amigo es limitado, por dulce e indispensable que sea. Si la bienaventuranza pudiera venir de una tristeza y de una consolacin de este tipo, el mundo estara ya lleno de bienaventurados, ya que la muerte llama a todas las puertas y el porcentaje de los que no lamentan sus muertos es relativamente mnimo. Podemos asegurar, con certeza, que la tristeza burguesa, aunque es muy comprensible, no tiene nada que ver con el concepto de "bienaventuranza". Queremos atarle esto bien en su corazn, ya que ms o menos todos los telogos comparten la opinin de que esta bienaventuranza est ciertamente destinada a las formas ordinarias de adversidad terrestre. Se puede comprender que se ensee una superficialidad semejante, pero es menos claro como se puede mantener en la prctica de la vida corriente dicha enseanza. Es posible atribuir esta falta de profundidad e inteligencia a la banalizacin y profanacin del trmino "bienaventuranza". La bienaventuranza es, en sentido gnstico, un estado de apaciguamiento y felicidad supremo, segn el espritu, el alma y el cuerpo. La bienaventuranza es una plenitud de alcance espiritual y de felicidad espiritual. No puede aadrsele nada ms, se basta a s misma. Ella es todo; es Dios mismo, manifestado en el hombre. Sin embargo, para las iglesias, la bienaventuranza, es el estado de los muertos que, por su muerte son admitidos en una comunin con Dios. Y, segn la opinin eclesistica, probamos

1 a lo sumo un anticipo de la bienaventuranza cuando, habiendo vivido segn las normas religiosas, recibimos una perspectiva de esta bienaventuranza final durante nuestra vida. Siente usted la profanacin del concepto "bienaventuranza"?. En sentido gnstico, el lugar donde se est no tiene ninguna importancia. La bienaventuranza puede ser un presente absoluto, aunque las adversidades terrestres le rodeen como un muro. Mientras que en el segundo sentido se convierte en una especulacin, con la que las iglesias a travs de los siglos, han intentado hacer descargar las calamidades de la masa: "Aqu puede usted ser pobre y miserable, ser explotado y maltratado pero luego le llegar su turno, basta con que usted aplique las invenciones teolgicas" la iglesia le dar un lugar reservado para usted en el cielo. "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" Advierte usted el embrutecimiento de la masa causado por tal religin? Comprende usted por qu ciertos grupos siempre han necesitado, en este mundo, de la iglesia para sus prcticas? Comprende usted la necesidad de porque se ha vuelto necesario un trabajo gnstico, ahora que los primeros resplandores de un nuevo sol dispersan la niebla. Su sufrimiento natural, por muy comprensible, muy insuperable que sea, no le hace bienaventurado. Los consuelos que a causa de su tristeza usted recibe aqu, en la tierra de sus amigos, de sus correligionarios o de sus guas espirituales, pueden serle ms o menos tiles para seguir en pie, pueden ayudarle a mantenerse sin llegar al suicidio, todo este consuelo puede calentar ms o menos el fro del mundo, pero no es absoluto. Le ayuda a olvidar momentneamente el espectro de la tristeza, pero sta permanece latente y de vez en cuando le salta nuevamente a la garganta. Uno puede con coraje envalentonarse contra este dolor, pero las calamidades naturales no disminuyen as... y la bienaventuranza sigue estando lejos. Un mar de calamidades se ha desatado sobre nuestras cabezas durante los aos de la Segunda Guerra Mundial. Los fantasmas de la adversidad, que acompaan en cada instante a toda una generacin, vomitaron sobre nosotros su lava incandescente como si fueran volcanes. Aun as, nadie puede pretender que estas catstrofes nos hayan santificado Quin pudo entonces aliviar con palabras el sufrimiento? Quin pudo entonces por medio del consuelo burgus hacer brillar un poco de luz en los ojos de los hombres? Cmo despus de esta bancarrota desesperanzadora y de esta culpabilidad inconmensurable de las corporaciones religiosas se osa hablar todava de una futura bienaventuranza? "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" En esta bienaventuranza no hay lugar para ninguna tristeza segn la naturaleza. El consuelo con palabras, con pensamientos o con actos aplicados como reaccin a la tristeza, segn la naturaleza, no puede ser el objeto de esta

1 bienaventuranza. Para la conciencia del hombre sensible a la Gnosis esto es una certeza irrefutable. Nos parece bien detenernos un momento sobre el humanitarismo, cuyo culto y perspectivas rechazamos. Todo humanitarismo nace del pensamiento y de la necesidad interior de suprimir los efectos y las causas de todas las calamidades. Todo humanitarismo proviene en el fondo de motivos de consuelo que maduran en el hombre cuando contempla el sufrimiento de los hombres y del mundo. El humanitarismo es la bondad organizada que corre tras el mal sin poder alcanzarlo jams. El humanitarismo intenta neutralizar el mal, pero en el transcurso de los siglos siempre se ha quedado muchas vueltas atrs en la carrera de la dialctica. La antigua y sublime sabidura china de hace milenios estaba ya profundamente convencida de esto. El gran Lao Tse nos explica claramente que toda bondad organizada es la consecuencia del hecho de que el hombre haya abandonado el Tao, el verdadero camino. Dice textualmente: "Entonces los hombres se volvieron inseguros en su ejercicio de la beneficencia, esforzndose por todos los medios en ejercer el derecho. El sublime Tao desapareci entonces, y la filantropa y la equidad, la sagacidad y el ingenio aparecieron, y junto con ellos una gran hipocresa." Lao Tse, en su incomparable y directa profundidad de espritu, coloca el hacha en la raz de la justicia humana, de la ciencia humana y del amor humano. Desenmascara todo el orden humano, como una monstruosidad antinatural en el orden de Tao. Y el eco de esta asertacin se encuentra en la Biblia: "La sabidura de los hombres es locura ante Dios". Es natural que un hombre algo educado en el culto de la bondad y que constata la tristeza del hombre y del mundo, se esfuerce al mximo espontneamente -en virtud de su ser y por necesidad interior- por aliviar esta tristeza y en lo posible erradicar la causa que la origina. Es una reaccin natural de la bondad en la antinaturaleza. Quin podra recriminarle si usted est alineado entre los humanitaristas, quienes en el transcurso de los siglos, han ayudado y sostenido a la humanidad en su peregrinaje por la tierra?. Poner objeciones tendra, adems, pocas posibilidades de xito, ya que el hombre bondadoso acta por necesidad interior. No puede dejar de hacerlo?. Acaso no es su segunda naturaleza? y esto demuestra sus cualidades bondadosas? Sin embargo, nuestras objeciones contra el humanitarismo no van en contra de esto. Incluso, de todo corazn estamos dispuestos a sostener cualquier esfuerzo humanitario, noble y necesario: Estamos dispuestos, bajo todos los aspectos, a aceptar las transcendentales consecuencias, y la comunidad espiritual a la que pertenecemos lo ha testimoniado a lo largo de los siglos. Pero, igualmente, es esta misma comunidad espiritual ha hecho comprender claramente, en el transcurso de los siglos, que la aplicacin del humanitarismo ms perfeccionado, incluso con todos sus aspectos idealistas religiosos, es de la naturaleza y conforme a la naturaleza y por consiguiente es compaero del

1 mal. El humanitarismo no trae la bienaventuranza ni el consuelo absoluto: no acaba con la muerte ni destruye el cncer de nuestro cuerpo, ahora bien, en esta sociedad, el humanitarismo tiene una misin que llevar a cabo, ya que la anarqua en el terreno social, poltico y econmico de este siglo deber ser desterrada por l. Pero qu ocurrir entonces? Entonces se har evidente que el humanitarismo no puede ofrecer la bienaventuranza, ni el consuelo absolutos ya que la fra, dura tristeza segn la naturaleza seguir existiendo bajo sus formas arch conocidas, y para colmo, tambin bajo formas nuevas. En las fases de la prehistoria, la humanidad conoci civilizaciones muy avanzadas que decayeron, porque la ley de esta naturaleza es dialctica. Si usted no comprende todo esto, si su pensamiento no puede ir ms lejos, contine aprendiendo en la escuela de la experiencia. Nosotros decimos: sea espontneamente humano, en virtud del estado de ser, no eluda un trabajo humano cuando lo encuentre en su camino, y en la medida en que ese trabajo le permita aportar una contribucin para la directa curacin de las heridas producidas por el desorden del tiempo. Pero vea todo esto como algo evidente, como la lnea de conducta que surge de su ser, concibiendo profundamente al mismo tiempo, que el reino del que habla Jesucristo, l Tao, no es de este mundo, no es de esta naturaleza. Que usted aparte del humanitarismo natural y evidente -que, sin embargo, le puede liberar de esta naturaleza-, debe poseer otro estado de conciencia, otro estado de alma y de cuerpo que no es de este mundo. Este debe ser la principal orientacin de su ser. Es en l donde debe centrarse su razn. Todo el resto es un acto reflejo. El que, en Jess el Seor, se ha liberado de la naturaleza, es evidentemente humano en la naturaleza, pero sin considerar por ello este humanitarismo como capital y liberador. "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados" Si el hombre-Dios, que habla sobre la montaa, no es un demagogo; si la bienaventuranza no puede surgir de la tristeza; si el consuelo natural no puede eliminar esta tristeza ni proteger contra el aumento de las calamidades, qu sentido puede tener entonces esta bienaventuranza? Quiere ella elevarse en la moral y la razn como en la palabra Divina enviada por la eternidad?. Hay una afliccin, hay una tristeza que no se puede explicar desde la naturaleza. Esta tristeza es parte de los que son dignos de ser elevados hasta la Montaa de las Bienaventuranzas; los que trabajan en este mundo en nombre del Reino lejano con el fin de sostener la revolucin espiritual, la regeneracin hacia la luz, hacia el Tao y con el fin de llamar a la humanidad, y definirse en la verdadera misin de bondad, verdad y justicia. Hay una multitud de trabajadores, una multitud de amigos de la

1 humanidad, repartidos por el mundo entero, que se esfuerza al mximo para grabar en la humanidad de esta naturaleza el principio de la naturaleza divina. Este trabajo produce una gran tristeza, porque los trabajadores experimentan la inmensa dificultad de este trabajo y lo lento que avanza. El esfuerzo realizado no tiene ninguna relacin con el resultado alcanzado. Esta afliccin no proviene de ningn sufrimiento natural; no se trata de llorar a los parientes o a los amigos muertos; tampoco de las calamidades que ocurren en el mundo y que provocan tantas tristezas. No, aqu hay un intenso sufrimiento porque ellos vienen ofreciendo gratuitamente los tesoros espirituales y liberadores ms magnficos, ellos vienen con una gracia divina, con un saber salvador y con la llave del sentido de nuestra vida, y entonces aquellos a los que se dirigen rehuyen framente sus dones, s, encuentran su trabajo molesto, peligroso para la tranquilidad de su espritu. Aqu hay una afliccin porque dichos trabajadores experimentan que en muchos la conciencia es an demasiado primitiva, la sangre demasiado espesa, el ojo demasiado oscuro para poder percibir y asimilar. Porque tienen que ver como los hombres se hieren y se desgarran mutuamente; y se afanan por correr tras las sombras que ofrece el mundo, mientras que, por inconsciencia, desdean lo nico necesario. Pero comprendamos bien, la tristeza no proviene de la oposicin y sus consecuencias ni de los golpes, que acompaan inevitablemente al santo trabajo, sino de lo defectuoso que es el poder de asimilacin del hombre, que engaado por las tretas y estratagemas de la conciencia del yo, no puede ver su verdadera felicidad. Es una afliccin que emana del Amor absoluto, que es rechazado. Es la afliccin del Cristo, el velo de tristeza que cubre su manifestacin Jess. Es la afliccin de Jesucristo cuando en el monte de los Olivos eleva las manos extiende los brazos y dice: "Jerusaln, Jerusaln! He querido reunirte, como la gallina a sus polluelos, pero t nos has querido!". "Bienaventurados quienes estn afligidos, porque ellos sern consolados". Qu significa esta bienaventuranza? Cmo debemos comprender este consuelo? El estado de bienaventuranza es un estado de paz y de felicidad supremas. Y, cuando ahora, por Jesucristo, por la vibracin Crstica de nuestros das, se dice en la montaa: "Bienaventurados los afligidos", sabemos que la causa de nuestra afliccin ser arrebatada; y que el velo de tristeza que se ha extendido sobre nosotros ser desgarrado; que nuestro trabajo interior alcanzar su ms alta confirmacin, y su felicidad ms ntima. Los trabajadores de la via saben entonces que la bienaventuranza nacer en el trabajo, por el trabajo y del trabajo. Ya no se tratar solamente de una experiencia individual, pues ella se ha vuelto impersonal, y esta bienaventuranza es la felicidad absoluta y el logro absoluto de muchos. Este es el consuelo que elimina la afliccin. Es el

1 humanitarismo divino; es el amor de Dios que sobrepasa toda comprensin. La bienaventuranza est siempre presente, tanto ahora como en el futuro. En un estado de desarrollo que resulta del verdadero trabajo liberador. Que crece de abajo arriba. Todo afligido ha experimentado ciertamente un sin fin de pruebas de bienaventuranza en la vida real, cuando en el camino del servicio pudo orientar un alma hacia la luz. Y donde la realidad del estado de bienaventuranza no est todava en equilibrio con el resultado del trabajo, el consuelo viene: el consolador divino levantando continuamente a su servidor maltratado, fatigado y abatido, le vitaliza con una energa nueva para que contine trabajando afanndose, con la cabeza en alto, para ver al fin nacer la nueva realidad: el eterno Tao. "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados": Es el segundo estado de ser en el camino del servicio.

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CAPITULO 5 Bienaventurados los afligidos porque ellos sern consolados! Basndonos en las bienaventuranzas del sermn de la montaa. hemos analizado dos estados de ser en el camino de la regeneracin de la conciencia, del alma y del cuerpo. Hemos visto que la pobreza de espritu se relaciona con la nocin de que existen dos rdenes naturales: aparte del mundo en el que vivimos existe otro orden mundial concreto, sublime y glorioso que no conocemos, pero que no obstante est comprendido en nuestro cosmos planetario. El alumno que en el camino ha penetrado en el conocimiento de la existencia de un reino de luz tan lejano y, sin embargo, tan cercano, y sabindose, en este oscuro orden del mundo cado, con su yo segn la sangre, el alma y el cuerpo, llega al descubrimiento de que en su ser reina una absoluta pobreza, un profundo abandono espiritual, una vida absolutamente fracasada. Adivina el juego siniestro del bien y del mal, y aunque est atado con todo su ser a este mundo cado y por su constitucin no puede vivir ni un segundo fuera de las leyes naturales de este espectro (incluso de respiro en respiro tiene que, por necesidad vital, inhalar el oxgeno cargado de miasmas venenosas) aun as, emprende el alejamiento de principio de esta vida dividida. El est en el mundo! El es del mundo por fuerza!. No puede negar este mundo ni sus leyes. A pesar de que concibe totalmente su pobreza, su impotencia y su existencia tortuosa, levanta la cabeza ahora que el claro saber de otro orden mundial vibra por su ser; y como un resplandor fulgurante una decisin positiva recorre sus arterias: "Ya no quiero pertenecer ms a este mundo". Entonces, escucha las risas afrentosas de los burlones, e inteligentes segn la naturaleza, quienes alzan los hombros y sacuden su "sabia" cabeza, porque este hermano extrao no quiere permanecer en la costumbre y quiere dejar de ser un juguete manejado por las corrientes naturales. Lo toman por un chiflado. Pero, es que acaso no lo es? Quiere un mundo que no se conoce y que l mismo no conoce. No es un cazador de quimeras? Que poco prctico! Que fantico! Es un tonto!. Un puro, tal vez, pero un puro chiflado, un Parsifal! Entonces se le persuade, se le conjura a abandonar sus estpidas ideas. Lo ha experimentado usted ya? No puede desaparecer de la naturaleza ni abandonarla silenciosamente!. Todo ocurre como si unos poderse terrestres formidables intentaran retenerle a usted en especial. Una secuela de adversarios es movilizada a veces, se acta, incluso, a travs de sus mismos amigos con el fin de impedir su partida. Se le hacen las cosas muy difciles.

1 Y en medio de este caos de tensiones, y de dudas, la iluminacin espiritual viene y usted escucha la frase dicha en la montaa: "Bienaventurados los pobres de espritu, porque de ellos es el reino de los Cielos." El necio en la escala natural, es inflamado en la luz Crstica. Por la gracia de Dios establece una unin directa y efectiva con el reino de la luz, siempre adivinado pero nunca visto. El peregrino se convierte en poseedor. Es el primer estado de ser en el camino de la regeneracin. El alumno ha llegado al manantial y extrae el agua viva gratuitamente. Y entonces? No est todava en la misma realidad dividida? Es salvado ahora? Si y no! Por su unin con la luz es ahora un bienaventurado, un liberado; pero tiene que experimentar esta eternidad y esta plenitud en el tiempo. Esto significa que el orden divino esttico posee ahora, por el alumno, un ncleo en el orden dialctico cado. Este alumno es utilizado para romper, de abajo hacia arriba, esta decadencia en todos sus aspectos y a renovarlos para que, a travs de l y de sus semejantes, la eternidad penetre en el tiempo como una revolucin divina puesta en marcha, continuada y realizada por cabezas, corazones y manos de hombres. Ya que, segn el mandato divino, Dios no contrara jams a su creacin, sino que desea esclarecer y hacer triunfar a su creacin por su criatura! He aqu por qu, desde un punto de vista superior, el alumno que se ha elevado al primer estado de ser, en el mundo pero sin ser ms del mundo, se encuentra en un estado privilegiado. Comprenda bien estas palabras! A partir del momento en que el alumno ha agarrado, consciente y directamente, la eternidad y la bienaventuranza en el tiempo, un cambio completo se opera en l. El, el extranjero en el mundo, que se haba despedido del mundo, se dirige ahora hacia el mundo y se lanza hacia l a cuerpo descubierto. El alumno se abre un camino a travs del mundo -de la misma forma en que el minero orada y profundiza una galera posedo por su misin; heredar el reino terrestre por la bondad, la verdad y la justicia estticas y nuevas que irrumpen en l a travs del sufrimiento. La eternidad debe ser establecida en el tiempo. La capa inferior de decadencia debe ser purificada para que nuestro cosmos planetario se acople de nuevo armoniosamente en el coro de las estrellas. Cun duro, desalentador, pesado y casi desesperado es este trabajo comenzado con un entusiasmo ilimitado y una felicidad que deja sin habla. Las manos de los hombres se agarran a la naturaleza, y cuando los nudos son desenredados, estos hombres permanecen ciegos, y si ven, no pueden andar... El oscuro enemigo clsico siembra siempre la cizaa en el campo apenas desbrozado y los espejos se arquean de tal manera que ya no reflejan luz, sino caricaturas. La construccin amenaza con caer, las fisuras aparecen donde la

1 oscura maldicin azota. El trabajador debe estar en todas partes a la vez y en el momento ms peligroso, en el momento en que el trabajo exige toda su vigilancia, su atencin es desviada de forma consciente, organizada y refinada. Entonces, el alumno debe demostrar que, realmente, lleva consigo la bienaventuranza en el tiempo, como una posesin de su sangre. Ya que, cuando se est mortalmente fatigado y abatido por la afliccin, casi vencido, su naturaleza le aconseja: "Abandnalo, ya es bastante", y el tentador dice: "Los hombres son perros cobardes y asesinos. Djalos morir en su estercolero. Vive en la luz que t posees." Pero la ley del amor universal del reino lejano dice: "Hermano, hermana, persevera a pesar de tu amargo sufrimiento." Este es el dilema, la prueba. Lo importante, entonces es saber si la ley del amor universal vive como una posesin clara en la sangre del corazn del alumno. Seguir una ley, implica siempre unos lmites; pero llevar la ley en s, ser la ley, es ser autnomo, es ser totalmente libre. Admitamos que el alumno sale del dilema con la resolucin interior: "A pesar de mi pena amarga, perseverar porque la ley del amor universal est realizada en m." Se puede entonces preguntar: "Cmo podra esperarse algn xito ms?" ya que, con todas sus posibilidades y todos sus talentos el alumno se ha ofrecido a s mismo en el altar del servicio sin un resultado liberador. Cmo puede elevarse el alumno por encima de su estado de afliccin? Es el segundo estado de ser en el camino de la regeneracin el que resuelve esta dificultad, estado de ser expresado por las palabras: "Bienaventurados los afligidos, porque ellos sern consolados." El peligro de estancarse o desviarse en el camino del servicio, motivado por nuestra naturaleza que por su esencia rechaza al espritu, es compensado por el consuelo enviado por el lejano reino de la luz. Este consuelo es el blsamo de Galaad que cicatriza todas las heridas, aumenta las energas y sostiene el trabajo emprendido mejor que todos los pensamientos y todas las plegarias. Este consuelo es una fuerza Crstica, una fuerza vital de mltiples aspectos que cambia la debilidad del alumno en una fuerza invencible. Este consuelo de la bienaventuranza engendra un nmero infinito de posibilidades que demostrarn sus aspectos plenos de gloria en el camino del servicio. Slo entonces el alumno est totalmente preparado. Su objetivo, su vocacin y su tarea est apoyados ahora, en el tiempo, sobre dos columnas, sobre las dos columnas inquebrantables del verdadero Templo: Boaz y Jachim. No le han sido regaladas! Han sido construidas de abajo hacia arriba. Mientras el alumno usaba la paleta, rea alegremente ,

1 y con cantos de alegra vea cmo se levantaba la blanca construccin. No obstante, la mayor parte de las piedras fueron colocadas con la argamasa mojada en lgrimas. Cuntas veces hizo falta deshacer y volver a hacer, constatando con la escuadra, el nivel y la plomada que las aristas no estaban derechas. Pero ahora ha salido el Sol, ilumina el monumento completo y acabado. S, en verdad, los que siembran con lgrimas, cosecharn con alegra, y heredarn el reino terrestre. La Eternidad vencer al tiempo!

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CAPITULO 6 "Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarn la tierra." Las bienaventuranzas que analizaremos a continuacin -despus de los dos primeros estados y condiciones primordiales, despus de la ereccin de los dos pilares- se refieren al mtodo apropiado con el que el alumno debe proseguir su trabajo y que le debe conducir a la victoria. Recuerde lo que le hemos dicho al principio sobre el Sermn de la Montaa en general y sobre las bienaventuranzas en particular: estn destinadas a los que quieren recorrer el camino de la triple regeneracin a los que ya han dado positivamente los primeros pasos en dicho camino. "Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarn la tierra." Estas palabras pronunciadas sobre la montaa, son tambin una cita del Salmo 37, versculos 10 y 11, donde se dice: "Aguarda un momento: ya no est el malvado; fjate en su sitio: ya no est ah; mas los mansos poseern la tierra y disfrutarn de paz abundante." Qu significa ser manso? Valo a la luz de las explicaciones precedentes. La mansedumbre es el coraje absoluto que no puede ni quiere forzar nada, en virtud del estado interior del alumno. La primera columna es la unin con el Reino, y la segunda es la fuerza para realizar el trabajo. Esta doble gracia Divina debe ser establecida en la naturaleza con mansedumbre, y con mansedumbre debe alcanzarse la gran victoria. El coraje segn la naturaleza siempre es forzante. La mayora de las veces es la expresin de un pasin. Actuando bajo su empuje, el hombre se asemeja a un desvalijador. El coraje segn la naturaleza hiere, destruye o desgarra siempre. Pero el coraje nacido del orden espiritual de Jesucristo es el efecto de un renovado equilibrio de la voluntad. El manso no anhela xito inmediato y deslumbrante, pues sabe que su esplendor es pasajero. El manso no se desalienta cuando el resultado del trabajo tarda en venir, ni cuando el campo de trabajo es alcanzado por la actividad satnica. Detrs de cualquier barrera ve el alcance definitivo de su objetivo, que irradia como un sol que nunca desciende. Por eso avanza en su camino silencioso y decidido, como alguien que recorre el camino y aspira a su objetivo, sin dejarse desviar por los resultados del comienzo.

1 El coraje, fruto de un espritu renovado, es siempre impersonal, desprovisto de toda crtica y no se detiene ante las cosas secundarias. Cuando los hombres dicen: "Qu triste y oscuro es su campo de trabajo", el manso responde: "No debe existir otro que lo sea ms pero ms decidido que nunca contina. No se desanima ya que ve relucir la victoria detrs de cada cosa. El heredar la tierra. ni ms ni menos! El no presta atencin alguna a los rumores buenos o malos. Poco le importa cmo se reacciona, o lo que se piensa, dice o hace de su trabajo y de el mismo, aunque lloren o ran a causa de l. El heredar la tierra. El manso, en nombre de la eternidad, arde en el tiempo como una luz silenciosa, y el consuelo crstico es el combustible que no cesa de afluir con una regularidad constante. Acaso el manso es el mstico negativo, cuyo nico deseo aqu abajo es resplandecer y soar con el futuro? En absoluto! El manso segn el espritu es de otra manera totalmente distinta. Cuando el oscuro enemigo clsico ataca su campo de trabajo, lo convierte en una caricatura y siembra la cizaa entre el puro trigo, su estrategia y su lucha son completamente diferentes de las que puede inspirar el coraje segn la naturaleza. El manso es impersonal, queriendo decir con esto que no ataca al oscuro enemigo. No permanece parado en el momento, sino que al no tener en cuenta al mal ni a sus sugestiones, redobla su energa. Frente a la desarmona de la naturaleza, coloca la armona del pas divino de la luz. Sembrar la cizaa, la inquietud y dividir para reinar es un viejo mtodo jesuita para destruir desde el interior el trabajo del campo adversario. Se especula continuamente sobre la tendencia natural que tienen la mayor parte de los hombres a curar esta infeccin por el mtodo antiptico. El manso rodea al malfico foco de infeccin, no con antipata personal, sino con simpata impersonal. Lo envuelve con el calor de su amor, continua tranquilo en su trabajo consecuente. Y as, el foco de infeccin debe desaparecer rpidamente como la nieve bajo el sol. A eso se refiere el Salmo 37, versculo 10: "aguarda un momento: ya no est el malvado; fjate en su sitio: ya no est ah." Esta cita est sealada en las antiguas versiones de la Biblia con el nombre de "Vau". El significado de la letra hebrea "Vau" nos ensea que hay una fuerza que hace la demarcacin entre virtud y vicio; que hay una ley divina que acompaa a la luz y que, impersonalmente y en virtud de su ser, separa lo vicioso, lo injusto y lo oscuro, de lo virtuoso y lo verdadero. Si lo verdadero tuviera que atacar a lo falso y combatirlo, creara como consecuencia un lazo con el mal, nacera una unin entre el alumno y la naturaleza, y el primero terminara

1 por ser desviado definitivamente de su trabajo y se perdera en las fluctuaciones del tiempo. Mientras que ahora, que podra daarle? Ardiendo como una vela en el templo universal, llevado por el principio de la "no reaccin", l ve a sus enemigos rechazados por la espada del amor: "Fjate en su sitio: ya no est ah." El enemigo oscuro abandona su ensimo intento, pero ms tarde, bajo otra forme, le probar de nuevo y volver a sufrir una nueva derrota. Los mansos, nacidos del orden espiritual de Jesucristo, heredarn la tierra y se alegrarn en paz. Tenga el coraje, amigo, de ser manso. Para ello luche con su nica arma: la luz ardiente del amor impersonal. No fuerce nada, no sea jams agresivo, y deje que la mansedumbre realice el milagro de la victoria. "Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarn la tierra!"

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CAPITULO 7 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos sern saciados." Esta frase parece un grito sacado del corazn de los hombres de nuestra poca, la cual fue expresada fuertemente sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial. En esa poca haba, en efecto, millones y millones de hombres hambrientos y sedientos de justicia. En el transcurso de cinco aos, esta hambre y esta sed de justicia se haba vuelto una fiebre. Este hambre consuma los nervios y los corazones de los hombres desamparados y atormentados, devorando la carne de sus cuerpos al igual que lo haca la escasez de alimentos. Cada persona que tena sus sueos de justicia y durante horas explicaba en sus conversaciones cmo -segn l- deba ser la justicia y la forma de realizarla. Cada uno se imaginaba participando en la realizacin de la justicia y con un sentimiento de satisfaccin la vea realizarse. S, en aquel entonces, todos tenan hambre y sed de justicia! Pero una vez saciada ms o menos esta ansia de justicia, se entr en un estado de bienaventuranza esto es un estado de satisfaccin y felicidad espiritual suprema? Es evidente que se tena hambre y sed de justicia, pero preguntamos: Se tena esta misma hambre y esta misma sed antes del gran incendio mundial? La tenan ya cuando todava se complacan en la abundancia y cuando no faltaba de nada? Cuando los parados, los pobres de esa poca parecan vivir con soltura en comparacin con la penuria de los ltimos aos de guerra? Se pasaba tambin entonces noches en vela, amenazado por el hambre de justicia? Se temblaba de indignacin cuando se pensaba en la injusticia del mundo? No fue ms bien que la mayora se arrellanaron totalmente en una paz liberal y burguesa? No se pensaba que los que en aquella poca elevaban la voz pidiendo ms justicia eran unos necios alborotadores? Acaso se dorma un segundo menos y se conmovan al menos un segundo por el hambre de justicia de muchos? No se encontraban ms bien frente al hambre de justicia de muchos con una fra indiferencia? O con complacencia extremadamente educada, civilizada y cuidadosamente estudiada, pero vaca y prfida, dejando el corazn completamente impasible? Ha llegado usted a la conclusin de que las causas del presente deben ser buscadas en el pasado? Y que, no habindose inquietado en absoluto en el pasado por saber si reinaba la justicia, ya que hasta este momento la injusticia no haba atravesado nunca el umbral de su puerta, no tiene el ms mnimo derecho de hablar de derechos? Puede usted admitir ya la idea de que ha contribuido activamente a desencadenar la injusticia pasada y presente, y que, en consecuencia, usted es corresponsable? Como la gran mayora, usted ha negado durante

1 aos el derecho en este mundo y ha considerado unos revolucionarios o necios idealistas a los que lo pedan. Sin querer juzgar demasiado temerariamente, debemos constatar, al menos, que haba algo que no funcionaba en este poderoso deseo de justicia de innumerables y que este tena caracterstica ms o menos egostas. El yo se vio en aprietos, su yo era atacado: de ah su deseo de "justicia"! "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia." Muchos tienen la conviccin absoluta de que ya posean su deseo de justicia desde hacia tiempo. Nosotros queremos hacerles vacilar en su conviccin. Hgase su propio test psicoanaltico. Constatar sin duda que en la mayor parte de los casos su deseo de justicia ha sido la consecuencia de una injusticia personal sufrida que no ha podido superar. Es un hecho que la experiencia personal participa muy directamente en la formacin de nuestra conciencia; pero la experiencia no es siempre la mejor maestra en estos casos. Los reveses de nuestra vida social, las dificultades con nuestras personas ntimas, nuestra salud y muchas otras causas que quebrantan la pretendida realeza de nuestro yo, pueden llevar a ansiar cierta justicia. Su situacin personal est a veces en equilibrio con una determinada idea del derecho que abre perspectivas para la satisfaccin final del nimo quebrantado. La vinculacin de un ser humano con un movimiento espiritual u otro, tiene muy frecuentemente como base una frustracin inicial del yo. Cuando el yo experimenta en esta corriente espiritual una nueva desilusin, el inters por l se debilita, la idea de derecho se retira de la conciencia, ya que la sangre no puede retenerla por ms tiempo. S, esta idea se convierte en un impedimento y el yo parte en busca de otros contactos. Advierte usted que en todos estos casos lo que prevaleca no era el hambre ni la sed de justicia, ni la realizacin de una idea de justicia, sino la bsqueda de una satisfaccin del yo?. Cuando esta satisfaccin no llega y el deseo no puede ser estimulado, la idea se puede ir tranquilamente al diablo, al igual que todos los que la predican. Se toca a retirada! Aqu no hay nada de honesto y sincero, pero considerado desde un punto de vista psicolgico, esto es perfectamente exacto; y el rey yo en harapos, recorre su camino de ostentacin inflamado de importancia. Su prdida no ser sentida. Sin querer juzgar demasiado severo, no tenemos ms remedio que constatar que tambin aqu, algo no estaba en orden con esta patente idea de justicia, ya que faltaba la deseada satisfaccin del yo. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia." Decamos anteriormente que muchos estn absolutamente seguros de que su inclinacin a la justicia ya exista desde haca mucho tiempo. Y, despus de haberse examinado segn el mtodo

1 psicoanaltico recomendado, no han podido encontrar en el origen de este deseo de justicia ninguna frustracin inicial del yo. El estado de su conciencia es el origen de un instinto de derecho racional y moral. Pero nosotros le preguntamos: Qu podemos hacer en un mundo de realidad rota, con un instinto de justicia?. Qu derecho es justo? No ocurre acaso que lo que para uno representa el derecho superior, para otro es una perfecta injusticia? No es desviado el derecho en numerosas direcciones? Y el yo se levanta de nuevo, aunque quizs no sea su propio yo el que represente esta vez el papel principal. Hay personas que tienen inters en que cierta forma de derecho sea utilizada en este mundo. Su yo ha crecido junto con esta forma de derecho. pero ese mismo derecho, habiendo sido la causa del declive de otros, hace que nazca la lucha en nombre del derecho: del derecho de los intereses contrapuestos. El derecho que hizo avanza a unos, no era un derecho humano? Y el derecho que reclama el otro, es menos derecho humano? No es as que el que est debajo sirve de felpudo al que est encima? Esta es la ley de la dialctica! "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia." Como dijimos , hay quienes nacen con un instinto de justicia racional y moral. Es ste el derecho que nos da la beatitud? Lo dudamos! Todos los seres humanos nacen de la posesin sangunea de su padres, lo que generalmente significa: "de tal palo, tal astilla". Poseemos por lo tanto los instintos de justicia de sus antepasados, ya que son de esta naturaleza y estn en esta naturaleza. Existe, en todo este deseo de justicia, una cultura, una ascensin, pero es una ascensin que conduce a una crisis y que se transforma en su contrario. De nuevo la ley de la dialctica, de la que los siglos se han encandilado. "Bienaventurados los que tienen` hambre y sed de justicia." El que examina estas cosas, debe llegar a la conclusin de que el hambre y la sed de justicia, comprendidas segn la naturaleza de este mundo, no son liberadoras en ningn aspecto, no pueden ser separadas de los engaos del yo; no tienen nada que ver con la bienaventuranza. Y le repetimos una vez ms, que las bienaventuranzas estn destinadas a entidades de una envergadura espiritual completamente distinta de las que son de este mundo. El derecho divino slo puede ser comprendido cuando el ser humano puede contemplar el plan de Dios para el mundo y la humanidad, cuando tiene conocimiento directo del estado original de la ola de vida humana. Apenas esta realidad superior luce ante su conciencia, y el hombre despierta de su ignorancia surge como consecuencia inevitable un hambre y una sed intensas de esta justicia. Mirndolo exactamente, el

1 hambre y la sed no son deseos, sino necesidades corporales que se sienten y se sufren. Son necesidades que, sin no son satisfechas, tienen como consecuencia la ruina. As vemos aun hombre iluminado en la verdad absoluta, en el derecho absoluto, a un profundo contemplador del universo divino y que se encuentra en una antinaturaleza, en un mundo que hasta en toda su ordenacin es justamente lo opuesto del componente divino en l. Por ello, ese hombre sublimado en Dios y reintegrado en lo divino, tendr hambre y sed en este mundo, ya que las necesidades ms elementales de su espritu, de su alma y de su cuerpo no pueden ser satisfechas aqu. Situacin insoportable y tarea imposible, ya que dos vidas tan diferentes no pueden ser vividas a la vez. Y, sin embargo, aqu tambin es aportada la ayuda. El hambriento y sediento es saciado. Esta bienaventuranza no es la visin abstracta de un futuro final dorado, donde el plan d e Dios para el mundo y la humanidad irradiar de nuevo en una victoria plena. Si el hambriento y sediento tuviera que esperar a este futuro, esta visin sera un consuelo extremadamente dbil para l. No, un hombre es una necesidad vital semejante es saciado directa e inmediatamente. Le son dadas fuerzas, valores, una gran alegra y un intenso amor, en tanto que realidades absolutas. Y gracias a esta abundancia se mantiene erguido y puede continuar viviendo en el lugar de su exilio, en el lugar de su servicio como trabajador en la gran cantera de trabajo para el mundo cado y su humanidad cada. Esta aportacin de valores y de fuerzas mantiene al alumno en un estado permanente de felicidad espiritual suprema, de verdadera bienaventuranza. De nuevo la eternidad vive en el tiempo. Aqu, en la dialctica, slo se es feliz al alcanzar el objetivo. En la esttica se entra ya en la bienaventuranza al aspirar al gran fin. La aspiracin al fin representa en s la victoria: la eternidad que se manifiesta en el tiempo. Quizs sea difcil comprender la sublimidad de estas cosas; aqu solo podemos comprendernos en el espritu. Ha sentido usted ya, en medio de las situaciones ms complicadas, la "presencia directa", tal como la llamaban los antiguos? Ella le alimenta y le calma la sed, de la mano de Dios y le eleva por encima del tiempo y del espacio, mientras usted est hundido en el tiempo y en el espacio. Para qu aspirara a luchar por el establecimiento de la justicia natural?. Esta forma de derecho no es ms que un espejismo, una quimera, un fantasma. Una justicia semejante no existe. No existe verdaderamente? No, ya que toda injusticia, toda la divisin y especulacin sobre la justicia, es el resultado de la ignorancia, la consecuencia de la trasgresin de las leyes elementales de la vida, la consecuencia de la ilusin del yo y

1 de la locura colectiva de la humanidad que hace contemplar este mundo ficticio -donde nada es durable ni real- como algo real, mientras deja al hombre absolutamente ciego e ignorante respecto a su campo vital original, el mundo del espritu universal. La aspiracin a la justicia terrestre, no es inteligente. Cuando teniendo ojos para ver, teniendo un cerebro para pensar y la libertad de escoger su camino, usted cae en un canal, se puede calificar de "derecho" el desecar este canal o construir un puente, o an poner guardias? Si se desecara el canal Ud. caera en el prximo; si se construyera all un puente , Ud. se caera del puente, si se colocaran guardias Ud. los ignorara. Cuando est en dificultades, usted clama justicia, mientras que antes ha ignorado las causas de su desgracia. No ha sido siempre as? Usted pide en el presente leyes y determinaciones que deben prevenir sus miserias en el futuro, pero si estas leyes no viven en usted, no conocer jams un futuro de justicia, sino la perpetua regularidad del subir, brillar y descender. Y nosotros le preguntamos: Es un acto de amor fundar un orden vital en equilibrio con nuestra ignorancia, nuestra estupidez y nuestra locura? O sera un acto de amor hacer que usted una y otra vez de vueltas sin salida, en s mismo para hacerle comprender que, en su vida, deber ser alcanzada otra posesin? No es acaso un acto de amor hablarle sin cesar de otra justicia que no es de este mundo, una justicia que si Ud. tuviera hambre y sed de ella le saciara inmediatamente en la bienaventuranza? El trabajo que debe ser realizado es volver al hombre espiritualmente vidente y despertarle a la verdadera autonoma. El hombre actual es una caricatura deforme de su estado de ser original. Es necesario transformar esta caricatura en el hombre verdadero, del cual los ngeles cantan: "Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad." "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados" Cmo llegar a esta nueva necesidad vital, a contemplar esta justicia y llegar a esta saciedad? Recorriendo el camino liberador, el camino de la transmutacin y de la transfiguracin! La Escuela Espiritual se dirige especialmente al tipo humano que, en este mundo, es llamado el tipo Can. Como usted sabe, Can es la imagen contraria de Abel. El concepto "Can" evoca la idea de posesin. Can es el poseedor en contraposicin con Abel. "Abel" evoca la idea de la apariencia. Abel es el hombre que se complace en la apariencia y se queda en ella. Es el que adora muy msticamente la luz espiritual y le ofrece sus sacrificios, pero que no la deja trabajar en l para la regeneracin. Por esto Can se enfrenta a Abel; por esto Can debe destruir la apariencia y transmutarla en vida. Si Can hace esto segn la naturaleza, se convierte en un asesino, en

1 un destructor. Si lo hace segn el espritu, es un vencedor y un transformador del mundo. La Escuela Espiritual se dirige al tipo Can, al poseedor; es decir, hacia el o ella el que todava hay algo presente, del saben original, del estado de ser del orden divino de antao. Algo de este pasado, est an despierto en el y le empuja a la accin, aunque an no es capaz de manejar las llaves. El verdadero libro de la vida est todava cerrado para el con siete sellos. Can, en esta naturaleza, es un poseedor que no sabe lo que hacer con su posesin. A l se dirige la Escuela Espiritual y su mtodo de trabajo. Ella le coloca bajo la ley del espritu, la cual expresa le orden y el sistema. Y con ello apela a la posesin catica del alumno. De esta forma, bajo la ley, son liberados sistemticamente los poderes y talentos latentes, hasta que el alumno sea capaz de ser l mismo una ley. El hombre-Can puede entonces vivir y trabajar de su posesin, entonces el hijo perdido encuentra de nuevo el pas de la luz original. Entonces tiene hambre y sed de justicia y, es saciado por el manantial eterno de todas las cosas. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados."

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CAPITULO 8 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados" Esta bienaventuranza que viene hacia nosotros desde la montaa sagrada es un consuelo muy grande para todo el que puede comprenderla. Sera un engao si la comprendiramos en la orientacin del pensamiento de la naturaleza dialctica, ya que la justicia de la naturaleza ordinaria est determinada, como Ud. sabe, por el pas, el pueblo, la raza, la moral y las costumbres. Adems, el tiempo en que se vive desempea siempre un papel muy importante. La justicia de la humanidad fue y es muy variable. Y en nombre de la justicia humana los hijos de Dios fueron perseguidos, apaleados, lapidados o quemados en el transcurso de los siglos. Como consecuencia de la justicia de Calvino, que deca de s mismo que era un enviado divino, asesin en su poca a Miguel Servet de una manera atroz; acto de crueldad por el que el calvinismo ha perdido de una vez el derecho de utilizar para si el santo nombre de Jesucristo, que es luz y amor. De acuerdo con la justicia de los hombres se dio muerte de la forma ms atroz en nuestra era (y qu son un par de milenios dentro del recorrido del perodo Ario!) a millones de mujeres acusadas de brujera. Pero dejemos a un lado esas tenebrosas pginas de la historia de la justicia humana y examinemos los sentimientos y prcticas de la justicia humana en general, tal como viven en la masa y en sus representantes. Constatemos entonces igualmente el lado caprichoso y de oposiciones de la dialctica, por todos conocido y entonces sabemos con gran seguridad que esta hambre de justicia no ser saciada jams. Qu Dios nos guarde de ello! De lo que e trata en esta bienaventuranza es de la justicia que est en la Gnosis y que es de la gnosis, del derecho divino, del orden del derecho del estado de hombre divino, el mundo de las almas vivientes. En aquel orden todo es perfeccin divina. En aquel orden todo es maravillosamente bello. En aquel orden cada uno recibe por igual la gracia, la magnificencia y la fuerza de los dones de dios, de la ideacin divina plena. Este es un orden que ha sido buscado por muchos. Es el orden la justicia que ha sido tan evocado, poetizado y cantado. En la base de todo esto yaca un anhelo desmedido, y una pena desmedida era la consecuencia de ello, ya que muchos de ellos

1 intentaron calmar al principio su sed de justicia divina en el mundo de la dialctica y no conservaron en sus manos ms los trozos de sus anhelos destruidos. Los aspectos del derecho divino son innumerables. Por intuicin, cada uno siente que el amor, la alegra, la felicidad y la armona deben formar parte d el. Pero cuntas desilusiones ha ocasionado ya esta hambre de justicia a los que la sentan! Cuntos corazones destrozados y de que manera se cambiaron aqu tambin las cosas en sus contrarios!. Por ello muchos terminaron dudando seriamente de la veracidad de esta bienaventuranza. Acaso no haban tenido sin banalidades verdaderamente hambre y sed de justicia? y la saciedad no se haba quedado muy lejos de ellos? Y, no obstante, si en la Biblia hay una palabra perfectamente verdadera, es sta!. Un alumno de la Escuela Espiritual gnstica puede comprenderla perfectamente. Pero: la justicia divina no tiene cabida en el mundo de la dialctica. La justicia divina no puede tomar forma aqu en la materia, porque la estructura atmica de la luz y la fuerza que la hace actuar es de una ndole completamente diferente a la justicia de la naturaleza dialctica. El intento realizado en la lnea horizontal, para en el campo de existencia ordinario establecer y anclar la justicia divina, siempre desemboca en un resultado negativo. Por ello es preferible no realizar ese intento ya que la justicia divina no es este orden natural. Por eso el alumno serio de la Escuela Espiritual gnstica se orienta desde el principio hacia el orden divino. esto es posible porque pertenece a un Cuerpo Viviente gnstico. esto le coloca ante la posibilidad de poner sus pies en el camino de la liberacin y avanzar en l. Como "hijo perdido" se encamina hacia la Casa del Padre. Hambriento y sediento de realizacin persigue este grandioso objetivo con toda la fuerza de su fe y de su dinamismo. Entonces si -tal como dice la parbola- el Padre viene desde lo lejos a su encuentro. La plenitud de la gnosis se manifiesta en y a la Joven Fraternidad gnstica, aunque esta apenas se haya puesto en camino. Y olas que sacian se derraman sobre todos los que estn en el grupo. Este es el secreto, el misterio de la cuarta bienaventuranza. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados." Que sean muchos los que puedan realizar en s mismos este misterio. Le es concedido a todos los que tienen verdadera hambre y sed; les es manifestado el sptuple cuerpo gnstico en este mundo de tinieblas.

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CAPITULO 9 "Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarn misericordia" Como ya se ha revelado en el transcurso de nuestro estudio sobre las bienaventuranzas, los buscadores y los conocedores de la Biblia creen encontrarse a este respecto ante una cuestin de humanitarismo cristiano, ante una prctica cristina en la vida, cotidiana, dando derecho a una bienaventuranza futura y a una recompensa directa bajo la forma de agradables momentos en el presente. Lo mismo ocurre con esta bienaventuranza. Segn la comprensin popular y teolgica, los misericordiosos son los hombres religiosos y llenos de amor que se compadecen y ayudan a los que se encuentran en la necesidad y la miseria. Constatndose adems que la persona que experimenta misericordia, en general no pertenecen a los ms inteligentes ni a los ms ricos. Pero se aade que se puede ser de hecho misericordioso y, no obstante, no tener medios para ser generoso, en esos casos Dios acepta el corazn de buena voluntad. Adems no basta solamente con soportar con paciencia nuestras propias desgracias, sino que al mismo tiempo por nuestra compasin cristiana compartimos las calamidades de nuestros hermanos: hay que mostrar compasin y tenemos que contribuir a auxiliar, tanto como podamos, a los que estn en la miseria y en la necesidad. Debemos ser compasivos hacia el alma de los dems e ir en su ayuda; ser compasivos de los ignorantes y ensearles, de los negligentes y advertirles, de los que viven en estado de pecado y hacerles salir de l como de un incendio. Todos los que cumplen con est prctica cristiana, deberan ser bienaventurados, ya que se dice que el Cristo tambin es misericordioso. Si se razona as nos apropiamos interiormente uno de los atributos del Cristo, la bienaventuranza ser nuestra recompensa. Siendo misericordiosos como El es misericordioso, somos en nuestra medida perfectos como El es perfecto. Y todos los que son misericordiosos de esta manera, alcanzarn misericordia. La conciencia de ello vive ya en la moral popular como lo atestigua el refrn: "Quien el bien siembra, el bien recoge" En verdad, quin podra refutar esta interpretacin prctica y humanamente cristiana? Nadie no debera considerarse un comportamiento tal como la consecuencia lgica de "ser iluminado por Dios"? Los siglos, han hecho hincapi alternativamente unas veces en la fe y otras en las obras. Pablo es el apstol de la fe y Santiago el de las obras. Desde la segunda Guerra Mundial los crculos religiosos se han

1 despertado de la concentracin exotrica de la fe, y comienzan a descubrir que -en el radio de accin de las prcticas religiosas- deben ser dinamizados muy necesariamente ciertos aspectos sociales, si no se quiere ver descarrilar a toda la organizacin religiosa para siempre. Quin tendra algo que objetar sobre el hecho de que le cuerpo eclesistico se haya despertado por fin y por medio de prcticas de bondad, persiga el mal en este mundo y neutralice sus efectos negativos todo lo posible? Pero no queremos buscar en ello ms de lo que en realidad hay. Tal y como los siglos nos han enseado ampliamente, los diversos medios religiosos estn nuevamente ocupados en luchar y debatir sobre qu prctica de bondad debe ser seguida y las formas de misericordia y de amor cristiano al prjimo que deben ser aplicadas. No encuentra usted esto extrao? Pongamos por caso que la iglesia cristiana, que tiene ya 2000 aos de antigedad, constituye en su conjunto la continuacin directa de la primera comunidad cristiana de Jerusaln, debera poseer una ciencia de la misericordia de por lo menos mil aos de antigedad, y tan cultivada, tan armonizada a los preceptos del Evangelio, tan probada y tan purificada por la prctica, que ya no debera ser necesario deliberar de arriba a abajo todava sobre la forma de prctica cristina a emplear para evitar las guerras y las miserias sociales y econmicas. Lo que acabamos de decir a propsito de la iglesia y sus necesidades, tambin puede ser aplicado al humanitarismo mundial. Ud. experimentar que tambin el humanitarismo descubrir que lleva vestidos demasiado ligeros para el fro glacial que reina en el mundo; tambin aqu ser necesario buscar y probar caminos nuevos y diferentes. No le parece raro? Ciertamente el humanitarismo no es tan antiguo como el cristianismo. Permaneci latente durante uno o dos siglos en algunos pioneros, y sus primeros intentos coinciden con el tiempo de la Reforma. Pero debemos decir que ha dispuesto de tiempo suficiente como para haber podido construir una formidable ciencia del humanitarismo, digna de servir de directriz infalible a todos los desarrollos sociales, polticos y econmicos. Ahora que cada ser humano debe estar listo para ceirse parece que los cinturones se han perdido y los armas se han estropeado. An se estudia sobre la forma que hay que dar a las armas. Ahora, cuando resuene la llamada: "He aqu al Esposo, id a su encuentro en la noche del mundo!", se constatar que no hay aceite en las lmparas. Por lo tanto, toda esta bondad debe Sr. muy parcial. Toda esta bondad no ha debido tener en absoluto "un buen encuentro". Toda esta bondad ha debido ser muy experimental. Toda esta bondad no ha producido casi nunca la bienaventuranza. Y con toda esta bondad, uno se encuentra ahora con las manos vacas; con toda esta bondad, se da uno cuenta de que ha malgastado y perdido su tiempo.

1 Sea como sea, debemos comprender entender que la bondad natural es una cualidad inherente al cristianismo y que ella es un reflejo natural y lgico de un comportamiento de vida que se esfuerza por encontrar la luz. As hay numerosas propiedades que se derivan de la vida del que busca a Dios. Pero ninguna de ella por si misma vuelve bienaventurado; ninguna de ellas lleva al hombre a un estado de alegra suprema y a la perfeccin. La bienaventuranza: "Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarn misericordia", contiene tambin otro contenido de lo que se cree en general. Cuando un hombre es un verdadero cristiano, cuando vive la esencia del cristianismo, sus ntimos reflejos de bondad ya no pueden ser experimentales; su bondad es la expresin perfecta de un estado de ser perfecto. Ud., como hombre inteligente no puede preguntar: "Qu forma de bondad debo practicar?" sino: "Cmo llegar al estado de ser que como consecuencia natural irradie la verdadera bondad?". Tampoco puede preguntar "Qu fe y qu actos debo realizar en mi vida?" "Estoy a favor de la manera de ser de Pablo?" o "de la de Santiago?", sino: "Cmo llegar a un estado de ser en el que la fe y las obras sean evidentes y operen en sentido liberador?" "Bienaventurados los misericordiosos!". Hay una misericordia que no vuelve bienaventurado, sino que es la prueba de la bienaventuranza. El dicho: "Quien hace el bien, el bien encuentra", es un vestigio de una ciencia ancestral perdida, ciencia en contradiccin con la astronoma. Los astrnomos suponen que el sol, despus de haber agotado durante millones de aos su energa en el sistema solar, se apagar y dejar de existir como sol. Pero la antigua sabidura nos ensea claramente que la energa solar, ofrecindose por sus planetas, recibe a cambio una energa superior, ms magnfica y majestuosa. Y esta ley csmica universal es vlida tambin aqu: "El que quiera perder su vida por m, la conservar." Llamamos su atencin sobre estas cosas para hacerle entender claramente que, si hay misericordia, como una prueba radiante de la bienaventuranza, esta ofrenda de bienaventuranza debe ser respondida de la misma manera. Irradiar misericordia tiene como consecuencia absoluta recibir misericordia. Es una ley. Ninguna parcela de energa se pierde en el cosmos. Cuando se emite energa en virtud de una idea, esta energa es transmutada en un resultado determinado cuya consecuencia regresa al origen de la energa en respuesta dinmica. "Bienaventurados los misericordiosos!". Qu es entonces la misericordia en el sentido del Sermn de la Montaa? Para comprenderlo dirijamos nuestra atencin hacia la Enseanza Universal. La misericordia -desprovista de toda prctica de bondad- es una forma de magia. Es la magia de la estructura del alma que se demuestra en un determinado estado del santuario del corazn. El poder radiante de esta magia del

1 alma se llama, en el Sermn de la Montaa, misericordia, y queremos ahora estudiar ms de cerca cmo puede llegar a desarrollarse en el alumno esta magia el alma. Hay tres formas de magia cristiana: la de la estructura corprea, la de la estructura del alma y la de la estructura del espritu. Estas tres formas de magia se manifiestan, para terminar, en una unidad: la magia total del hombre verdadero. Sin embargo, el hombre actual no es el hombre ideal, el hombre original, sino el hombre cado; y tiene que elevarse en un camino progresivo de regeneracin, regresar al Padre y restablecer su gloria de antao. El Cristo dirige su "Bienaventurados los misericordiosos" a los alumnos que, en este camino de regeneracin, han alcanzado ya cierta fase de su reconstitucin. Las bienaventuranzas son frmulas, son claves que revelan al alumnos diversos perspectivas. Cuando el alumno profundiza su pobreza de espritu, la decadencia de su estado, tal como la hemos descrito, pasa entonces en primer lugar a una revisin profunda del sistema de su personalidad. Esta revisin, este renacimiento, tiene siete aspectos y es realizada y manifestada sistemticamente, para que, en su momento, la magia de la verdadera transmutacin se manifieste como una fuerza perfectamente manejable. La magia de la personalidad tiene relacin con el fiat creador, la manifestacin de la forma de la idea redentora de Dios, la idea vive en la sangre del corazn de Cristo, nuestro Seor. Pero antes de que esta magia pueda demostrarse, es necesario que el ser-alma del alumno sea revivificado y, en consecuencia, se pueda desarrollar la magia del alma. La magia del alma es el medio por el que se puede expresar la magia de la nueva manifestacin de la personalidad. La magia del alma es la argamasa con la que se erige, firme y fuertemente, la construccin de inquebrantable belleza. La esencia, la caracterstica de esta magia del alma, en tanto que argamasa de la construccin, debe ser definida como el absoluto amor al prjimo, que llena el universo. Este amor no abarca solamente en su ser a una persona o a un grupo de personas, con el que tiene cierto contacto sanguneo, sino que este amor engloba a todos y se dirige hacia todos sin distincin; es impersonal. Este amor nos hace conocer a Dios, nos hace contemplarle en su plenitud. As los Libros Sagrados cien: "Dios es amor", Dios no tiene amor como su propiedad, sino que El es amor. El amor es la esencia de la divinidad. Con ese amor es conducido y mantenido el universo. Por ese amor, el fiat creador es conducido a la manifestacin de l forma. Si el hombre tuviera y fuera todo, si supiese todo, pero no tuviera el amor, en verdad no tendra nada ni sera nada. "Dios es amor, y el que permanece en el amor, vive en Dios"

1 Dios se revela y habla a travs de el. La magia del alma es el amor divino en su plenitud, transmutado, en el alumno que se ha hecho apto, en una fuerza dinmica manejable. Esta magia del alma pasa tambin por siete estados de desarrollo. La condicin biolgica del amor, las costumbres amorosas y la bondad del hombre ordinario estn, frente a este amor del alma, en la misma relacin que el amor maternal del animal por sus cras, comparado con el acto de amor ms noble del hombre dialctico. En la historia del mundo ha habido muchos iluminados que han comparado el amor universal del alma con un fuego, que en manos incompetentes puede estallar, daando como un fuego infernal. La fuerza de Urano posee un poder eruptivo muy fuerte que, cuando no es guiado por la sabidura y por una entrega exenta de egosmo, puede escapar fcilmente a su control y ocasionar los mayores desastres. Podramos comparar este amor del alma con la electricidad csmica. En la mano de Dios es iluminadora; incontrolada es abrasadora. Cuando mencionamos y reflexionamos sobre el amor y le referimos estos valores salvadores considere Ud. bien que no tienen nada que ver con cualquier forma de amor, manifestacin de amor de tendencia a la bondad del hombre biolgico. Tan pronto como el alumno en el camino de la regeneracin participa en la fuerza universal divina, y ha alcanzado la magia del alma y es capaz, en consecuencia, de preparar la argamasa destinada a la construccin, se desarrolla desde su ser un poder muy radiante e influyente. El centro orgnico de este radiante nuevo poder est situado en el santuario del corazn, ms exactamente en la glndula del timo. Este rgano es la piedra preciosa que sirve de foco a este poder. La corriente de fuerza, preparada por este pequeo rgano, es irradiada por el esternn en la esfera aural del alumno que de este modo vive en la luz, igual que Dios est en la luz. Queremos sealarle que la humanidad ha perdido el saber relativo a estas cosas presentes en un principio. La palabra "sternum" testimonia de ello con la que la ciencia denomina al hueso plano del pecho. Esta palabra significa que irradia, que esparce: en las numerosas pinturas de los antiguos msticos vemos al ser humano representado con un medalln o un espejillo a la altura del corazn, como un recuerdo de este antiguo saber. El sptuple poder anmico del corazn dispone de dos principios activos: un principio buscador o radiante y un principio atrayente. El principio buscador o radiante une al alumno que posee ese sptuple poder anmico con todos, le une impersonalmente con la humanidad entera. Unido a Dios por su es