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EL ARTE RUPESTRE DEL NEOLÍTICO A LA EDAD DEL BRONCE EN EL MOLINO MANZÁNEZ

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EL ARTE RUPESTREDEL NEOLÍTICO

A LA EDAD DEL BRONCEEN EL MOLINO MANZÁNEZ

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arte rupestre ManzanezESTUDIO DE LOS ELEMENTOS GRÁFICOS EN EL CONJUNTO FIGURATIVO DEL MOLINO MANZÁNEZ

La consolidación de los sistemas económicos de producción conlleva, además de la implantación de nuevas formas de vida sedentaria, la extensión de nuevos marcos de pensamiento, creencias y formas de organización social. Unos factores que tienen su reßejo, entre otras muchas particularidades, en la introducción de nuevos elementos de cultura material, nuevos rituales de enterramiento y, por supuesto, nuevas formas de entender el arte rupestre. Un arte rupestre que inaugura durante esta etapa una iconografía preferentemente simbólica, en gran parte novedosa1, y cuyo reßejo en el arte rupestre del Molino Manzánez fue la generalización de un aparato Þgurativo de tipo esquemático, el más numeroso de todos los estudiados, que constituye la tercera fase del conjunto gráÞco badajocense.

A diferencia de los ciclos anteriores, las series tipológicas establecidas en esta fase cuentan, aun sin salir del ámbito territorial extremeño, con numerosos paralelos en contextos geográÞcos bien diferenciados al de la cuenca del Guadia-na. Por una parte, el numeroso conjunto de abrigos pintados que se distribuyen por las diferentes serranías cuarcíticas de la región (Collado, 1997) y por otra, la no menos importante serie iconográÞca megalítica que aparece pintada o graba-da en varios dólmenes de Extremadura (Bueno y Balbín, 2000). Se completa así un amplísimo panorama iconográÞco fuertemente relacionado entre sí desde el punto de vista morfológico, aunque desde nuestra óptica personal consideramos que cada serie debe entenderse en el marco de una funcionalidad concreta e in-dependiente en los diferentes contextos geográÞcos citados, a diferencia de otras propuestas interpretativas que los consideran como parte de una misma red de marcadores territoriales en el que el arte rupestre de ámbitos serranos, los graba-dos al aire libre y las representaciones en el interior de los contextos funerarios megalíticos, quedarían integrados en un mismo sistema de control gráÞco del territorio por parte de los pobladores Neolíticos y Calcolíticos (Bueno y Balbín, 2000: 371).

Desde criterios técnicos, la fase 3 del Molino Manzánez supone el aban-dono total del grabado inciso Þliforme, sustituido por el empleo masivo del pi-queteado para la confección de las Þguras. Otro de los cambios más interesan-

tes que aporta este nuevo ciclo artístico, además del propiamente Þgurativo, se percibe desde el punto de vista temático. Así, tipologías como los zoomorfos,

INTRODUCCIÓN

1 Figuras esquemáticas similares a las que se van a tratar en este grupo iconográÞco se documentan en los dos ciclos artísticos anteriores, pero su carga signiÞcativa y funcional posiblemente diÞera en mucho de la que se aplica al con-junto de grafemas abstractos que constituyen el corpus tipológico fundamental del arte rupestre de las sociedades productoras.

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que en las fases anteriores habían supuesto los porcentajes de aparición preferente, ahora ven reducida su presencia a porcentajes meramente testimoniales. Todo ello resultado, tal y como se apuntaba con anterioridad, de la implan-tación y progresiva consolidación de nuevos modelos económicos de base productiva que desembocarán en el dominio de la tecnología y uso de los metales y en consecuencia, en una creciente complejización social que derivará a su vez en nuevos modelos de asentamiento y control del territorio (Hurtado, 1995: 53-80). Un proceso que se dilatará en el tiempo unos 3.500 años a lo largo de los cuales el arte rupes-tre no permanece inmóvil, sino que sufre un proceso evolutivo acorde a los procesos que le rodean y cuyo reßejo en el conjunto gráÞco del Molino Manzánez se expondrá en los siguien-tes apartados.

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arte rupestre ManzanezESTUDIO DE LOS ELEMENTOS GRÁFICOS EN EL CONJUNTO FIGURATIVO DEL MOLINO MANZÁNEZ

8.1 CATALÓGO Y DISTRIBUCIÓN ZONAL DEL CONJUNTO FIGURATIVO DE LA FASE 3 DEL MOLINO MANZÁNEZ.

El corpus Þgurativo de esta fase es el más numeroso de los estudiados hasta el momento pues está integrado por 3.027 Þguras que integran cuatro de las cin-co tipologías establecidas en el pasado capítulo 5:

8.2.1. Antropomorfos8.2.2. Zoomorfos8.2.3. Ideomorfos8.2.4. Elementos etnográÞcos

8.1.1 Antropomorfos

Es la segunda tipología más numerosa de las que se imbrican en la tercera fase Þgurativa del Molino Manzánez y supone un notable incremento respecto al número de representaciones antropomorfas documentada en la fase anterior (70 en total). Conjuntamente durante esta fase han sido documentados 96 mo-tivos que pueden ser considerados, por sus características morfológicas (cabeza, tronco y extremidades), como representaciones humanas, aunque en total sólo suponen el 3,16% del corpus Þgurativo de esta etapa. No obstante, este porcentaje puede variar ligeramente si consideramos como tales representaciones humanas, siguiendo los criterios interpretativos tradicionales (Acosta, 1968), el grupo de grafemas ancoriformes que, según los criterios deÞnidos en el capítulo 5, fueron incluidos en la categoría de los ideomorfos, ya que su consideración antropo-mórÞca no podía atestiguarse con plena seguridad. Sumando ambas tipologías, el cuadrante de motivos antropomorfos quedaría integrado por 127 Þguras (los 96 antropomorfos indicados más otras 31 Þguras ancoriformes), que en conjunto suponen el 4,18% del total de la serie.

Así pues y retomando la propuesta inicial (esto es, excluyendo a los ancori-formes), la tipología de los antropomorfos se caracteriza de manera generalizada por la forma lineal de sus troncos, de la cual deriva su denominación común: antropomorfos de cuerpo lineal (ACL). A partir de aquí se han establecido va-

riantes en función de la morfología y colocación de sus partes anatómicas más signiÞcativas: cabeza, tronco y extremidades, y considerando además el factor presencia/ausencia de algunos elementos anatómicos señalados (sexo o dedos de manos o pies). Todos los morfotipos posibles derivados de la combinación de estas variantes quedan recogidos en cuatro cuadros tipológicos. Cada uno de ellos corresponde a un tipo de ACL deÞnido básicamente en función de la forma de la cabeza:

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Tipo 1: Sin cabezaTipo 2: Cabeza linealTipo 3: Cabeza circularTipo 4: Cabeza rellena

En cada uno de ellos, las variantes, tal y como se ha deÞnido con anterioridad, que-dan establecidas en función de la posición de sus extremidades superiores e inferiores (ocho variantes para las primeras y cinco para las se-gundas), quedando resaltadas en color rojo las variantes tipológicas documentadas en el Moli-no Manzánez (Figs 1 a 4).

Fig. 1: Variantes TIPO 1: ACL sin cabeza

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Fig. 2: Variantes TIPO 2: ACL con cabeza lineal

Fig. 3: Variantes TIPO 3: ACL con cabeza circular

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Todas ellas, a continuación, quedan re-sumidas numéricamente en las siguientes tablas de distribución zonal y caracterización sexual, en las que el modelo viene deÞnido por la com-binación numérica de dos dígitos correspon-dientes a las coordenadas X e Y de los cuadros tipológicos precedentes (Figs. 1 a 4).

En la clasiÞcación realizada han queda-do excluidas cuatro Þguras ACL (una del tipo 2, otras dos del 3 y una más del tipo 4), por estar conservadas de manera incompleta, lo que hacía imposible determinar con exactitud su estructura morfológica, además de las cua-tro que presentan el tronco no lineal (relleno

o triangular) (dos Þguras en �Heineken�, una en �Aviao�, de cuerpo relleno, y una en �La Nena�, con el cuerpo triangular). Así pues, de los cuatro tipos establecidos, el más numeroso es el tipo 2 (ACL de cabeza lineal), que cuenta con 38 motivos, seguidos por las 22 Þguras in-tegradas en el tipo 1 (ACL acéfalos). Finalmen-

Fig. 4: Variantes TIPO 4: ACL con cabeza rellena

te, en una proporción algo menor aparecen los antropomorfos de tipo 4 (ACL con la cabeza rellena) que reúnen 16 representaciones y por último los del tipo 3 (ACL con la cabeza circu-lar) que tan sólo suman 13 motivos.

El primer dato a resaltar que se deriva del análisis morfológico efectuado es que de los 216 morfotipos posibles, tan sólo fueron representados 32 (el 14,81%), debiendo desta-car además que en los cuatro tipos principales establecidos (tipo 1: sin cabeza, tipo 2: cabeza lineal, tipo 3: cabeza circular, tipo 4: cabeza re-llena), se repiten sistemáticamente los forma-tos 1.1 (brazos y piernas en horizontal), 1.2

(brazos en horizontal y piernas en ángulo hacia abajo), 1.3 (brazos en horizontal y piernas en arco hacia abajo) y 3.2 (brazos y piernas en án-gulo hacia abajo) (obsérvense las Þgs 1, 2, 3 y 4). De ello se deriva que la forma de la cabeza e incluso su ausencia no es un elemento conclu-yente a la hora de la representación, en la cual

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Fig. 5: Tabla resumen de distribución tipológica porzonas y presencia de sexo

TIPO MODELO CANTIDAD NORTE SUR MASCULINO FEMENINO

1 0.2 1 1 1

1 1.1 2 2 2

1 1.2 3 2 1 3

1 1.3 2 2 2

1 3.2 2 2 2

1 5.0 1 1 1

1 5.1 1 1 1

1 5.2 3 1 2 3

1 5.3 6 6 2 4

1 7.2 1 1 1

SUBTOTAL 22 11 11 3 19

2 1.1 8 4 4 5 3

2 1.2 18 11 7 9 9

2 1.3 2 1 1 2

2 3.1 1 1 1

2 3.2 1 1 1

2 5.0 1 1 1

2 5.1 3 2 1 1 2

2 5.2 1 1 1

2 5.3 2 1 1 1 1

2 8.2 1 1 1

SUBTOTAL 38 21 17 16 22

3 1.1 3 3 2 1

3 1.2 3 2 1 1 2

3 1.3 2 2 1 1

3 3.2 3 3 2 1

3 5.6 1 1 1

3 0.2 1 1 1

SUBTOTAL 13 11 2 6 7

4 1.1 5 2 3 4 1

4 1.2 6 3 3 1 5

4 1.3 1 1 1

4 3.1 1 1 1

4 3.2 1 1 1

4 8.2 1 1 1

4 5.3 1 1 1

SUBTOTAL 16 9 7 8 8

TOTAL 89 52 37 33 56

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TIPO MODEL MARIP ISL NUE ISL MOL MOL HEINE COMEC GRILLI SIMPS VENTAS TOTAL

1 0.2 1 1

1 1.1 2 2

1 1.2 1 1 1 3

1 1.3 1 1 2

1 3.2 2 2

1 5.0 1 1

1 5.1 1 1

1 5.2 1 1 1 3

1 5.3 1 1 4 6

1 7.2 1 1

SUBTOTAL 5 1 2 3 5 2 4 22

2 1.1 1 3 3 1 8

2 1.2 3 3 4 1 5 1 1 18

2 1.3 1 1 2

2 3.1 1 1

2 3.2 1 1

2 5.0 1 1

2 5.1 1 1 1 3

2 5.2 1 1

2 5.3 1 1 2

2 8.2 1 1

SUBTOTAL 6 9 4 2 11 1 2 1 2 38

3 1.1 1 1 1 3

3 1.2 1 1 1 3

3 1.3 1 1 2

3 3.2 3 3

3 0.2 1 1

SUBTOTAL 6 1 2 1 1 1 13

4 1.1 2 3 5

4 1.2 1 1 1 1 1 1 6

4 1.3 1 1

4 3.1 1 1

4 3.2 1 1

4 8.2 1 1

4 5.3 1 1

SUBTOTAL 3 2 2 2 4 1 2 16

TOTAL 20 13 10 8 21 1 5 7 3 89

Fig. 6: Distribución por sectores de los morfotipos ACL documentados en el Molino Manzánez

parece que prima fundamentalmente el criterio posicional de ambas extremidades.

La mayor variedad formal corresponde a los tipos 1 (sin cabeza) y 2 (cabeza lineal),

que presentan en ambos casos diez formatos diferentes (Figs. 1 y 2), ocho de ellos coinciden-tes. El tipo 3 (cabeza circular) es el que menos variedad presenta con tan sólo cinco formatos,

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mientras que el tipo 4 (cabeza rellena) incre-menta ligeramente su variabilidad formal al emplear siete formatos diferentes.

Centrando el estudio exclusivamente en los formatos que se repiten en los cuatro tipos establecidos, en conjunto agrupan 62 Þguras, lo que porcentualmente supone el 70,45% de la serie. De su distribución no parecen despren-derse datos relevantes: 39 de ellos (62,9%) se concentran en los sectores de la zona norte, distribuidos de una manera relativamente equi-librada entre ellos (Isla Molino: 10, Isla Nueva: 9, Mariposas: 15 y Molino: 5), aunque con una mayor concentración en el sector Mariposas, que agrupa sobre todo los formatos 1.2 (bra-zos en horizontal con piernas en ángulo: seis Þguras) y 3.2 (brazos y piernas en ángulo: cinco Þguras). Los restantes 23 (el 37,1%) aparecen en sectores de la zona sur, con una clara con-centración en estaciones del sector Heineken que agrupan 16 motivos de todos los formatos estudiados excepto del 1.3 (brazos en horizon-tal y piernas en arco hacia abajo).

De manera más detallada, el análisis de distribución de cada uno de los cuatro tipos bá-sicos de ACL tampoco arroja datos signiÞcativos respecto a polarizaciones en su concentración, ya que se distribuyen de forma más o menos parita-ria entre las zonas norte y sur (Fig. 5), excepto el grupo de los antropomorfos de cabeza circular (tipo 3), cuya distribución se efectúa básicamen-te en sectores de la zona norte que concentran el 84,6% de las Þguras de esta serie, fundamental-mente en torno al sector Mariposas, que reúne la mitad de las representaciones (Fig. 6).

Ampliando el marco de análisis a la tota-lidad de las Þguras de esta fase que podrían ser consideradas como elementos antropomorfos (incluyendo en este caso los esquemas ancori-formes), y continuando bajo el mismo criterio de separación entre sectores de la zona norte y sectores de la zona sur, tomando como eje de delimitación entre ambas zonas el cauce del Arroyo del Perro (Fig. 7), se procede a deÞnir

posibles criterios de distribución/agrupación en el conjunto gráÞco del Molino Manzánez. En este sentido, el primer dato a tener en cuen-ta es la marcada localización espacial de las Þ-guras ancoriformes respecto al resto de los an-tropomorfos. Así, las primeras se distribuyen fundamentalmente en sectores de la zona sur

en donde se han localizado el 87,09% por tan sólo un 12,91% de ancoriformes que se sitúan en la zona septentrional. Respecto a la totalidad de los antropomorfos, su distribución intrazo-nal es mucho más equilibrada que la de los an-coriformes, algo que ya se intuía en función de los datos proporcionados por el análisis de dis-

tribución de los formatos dominantes que se expuso con anterioridad. Así, el 57,29% de las Þguras humanas aparecen repartidas por sec-tores de la zona norte, mientras que el 42,71% restante lo hacen en la zona sur (Figs. 8 y 9).

Por sectores, en la zona norte destaca que las Þguras antropomorfas no ancorifor-mes se reparten de manera bastante equilibra-

Fig. 7: Cauce encajado del Arroyo del Perro en período de estiaje veraniego.

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cobra el uso gráÞco de un sector como Isla Nueva, que prácticamente había permanecido sin utilización en las dos fases anteriores, posi-blemente porque durante una buena parte del año permanece rodeado por las aguas (Fig. 9). Esta circunstancia invita a pensar en la posi-bilidad de un marcado uso estacional del con-junto gráÞco a lo largo de la tercera fase, ya que es en los períodos de mayor estiaje (verano avanzado y comienzos del otoño �entre Þna-les de julio y mediados de septiembre-), cuan-do habitualmente el acceso desde la orilla del río hasta Isla Nueva queda practicable por la disminución acusada del caudal del Guadiana. Por el sur, la extensión espacial es mayor, ya que los antropomorfos se reparten por seis de los siete sectores que estructuran esta zona (to-dos excepto el más meridional, Friegamuñoz), aunque con una marcada polarización de los

Fig. 8: Gráfico comparativo entre la distribución zonal de los motivos ancoriformes y los antropomorfos naturalistas

Fig. 9: Mapa de distribución de figuras ACL y ancoriformes en el Molino Manzánez. (Ver anexo mapas)

Fig. 10: Gráfico comparativo entre la distribución sectorial de las figuras antropomorfas en las zonas norte (izq) y sur (dcha)

da únicamente en cinco sectores enmarcados en el área central de la misma, con una mayor concentración en Mariposas, aunque seguido muy de cerca por el sector Molino (Fig. 10). Hay que destacar además la importancia que

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antropomorfos no ancoriformes en torno al sector Heineken (sobre todo en la estación del mismo nombre), mientras que en la tipología de los ancoriformes esta polarización se diluye, ya que el uso gráÞco de los sectores Heineken y Simpson prácticamente se iguala (Fig. 11).

Con relación a las Þguras humanas de esta fase que presentan una conÞguración del tronco no exclusivamente lineal: tres de tron-co con forma pseudorectangular y relleno por golpes de piqueteado, localizadas en la esta-ción �Heineken� (dos de ellas) y la restante en �Aviao� (sector Molino), más otra Þgura con el tronco de forma triangular situada en �La Nena� (sector Espadas); hemos de señalar que para las dos últimas, a pesar de la novedad que supone la forma del tronco, el patrón de co-locación de sus extremidades responde a las variantes mayoritarias (formato 1.1: brazos y

piernas en horizontal) empleadas en los antro-pomorfos tipo ACL (Figs. 12 y 13).

Sin embargo, no se puede decir lo mismo de las dos singulares representaciones antropo-morfas de la estación �Heineken�, que suponen una auténtica variación respecto a los grafemas anteriores. Ambas Þguras no sólo presentan una estructura corporal diferenciada, sino también una disposición de las extremidades superiores (ambos brazos elevados hacia arriba), e inferio-res (rectangulares en un caso -Fig. 14- y ßexio-nadas en otro -Fig. 15-), que resultan ajenas a las conÞguraciones morfológicas detectadas en los ACL anteriores. Esta peculiar morfología invita a considerar la posibilidad de un encuadre cro-

nológico diferente para estas Þguras respecto a las de cuerpo lineal, que será deÞnido en el apartado dedicado a las conclusiones cronoló-gicas de este mismo capítulo.

Fig. 11: Gráficos comparativos de distribución por sectores y zonas de figuras antropomorfas y ancoriformes (superiores: zona norte, inferiores: zona sur)

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Fig. 12: Antropomorfo con el tronco rectangular relleno de piqueteado. Estación LXXI �Aviao�

Fig. 13: Antropomorfo de cuerpo triangular. Estación CXL �La Nena�. Izquierda, calco directo

Fig. 14: Antropomorfo de cuerpo rectangular relleno y brazos levantados. Estación XCII �Heineken�

Fig. 15: Antropmorfo de cuerpo relleno, brazos alzados y piernas flexionadas. Estación XCII �Heineken�

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8.1.2 Zoomorfos

Si respecto a la fase precedente la tipo-logía de los antropomorfos, cuantitativamente, experimentaba un notable crecimiento, para el conjunto de Þguras zoomorfas se invierte total-mente el proceso. Las representaciones de ani-males pasan de ser las Þguras numéricamente más importantes durante la segunda fase a que-dar reducidas en esta nueva etapa a porcentajes meramente testimoniales que no alcanzan el 0,1% del total de la serie. Creemos que tan sig-niÞcativo cambio se debe entender en relación directa con los cambios en las bases de subsis-tencia, derivadas, tal y como expusimos al co-mienzo de este capítulo, de la consolidación de nuevas economías de producción en las cuales el abastecimiento de estos grupos humanos deja de depender exclusivamente de la caza.

Tan sólo tres Þguras han sido interpre-tadas como representaciones zoomorfas, loca-lizadas en las estaciones �Joaquín�, �Grilling� y �Cheles War� (Fig. 16), todas ellas en sectores de la zona sur (Comecocos, Grilling y Cangre-jos, respectivamente) (Fig. 17). Existe otra Þgu-ra en la estación XVI �Pectiniforme Solitario�, que fue incluida en el grupo de los pectinifor-mes por el carácter preferentemente lineal de sus trazos, pero que morfológicamente se en-cuentra a caballo entre este tipo de grafemas y el de los ancoriformes, por lo que dada su insegura interpretación y la escasa representa-tividad general de la muestra, se ha optado por mantenerla al margen de la tipología tratada.

Pero los cambios no sólo se reducen al porcentaje de aparición de Þguras, sino que desde criterios estilísticos también se opera una

notable modiÞcación, referida fundamental-mente a la morfología y actitud que presentan esta serie de representaciones. En este nuevo formato de zoomorfos, la antigua estructu-ra circular que había sido utilizada en la fase precedente para conÞgurar los cuerpos de los diferentes animales ha sido sustituida por un

simple trazo lineal (que da nombre a las Þguras de esta tipología: zoomorfos esquemáticos de cuerpo recto �ZER), del que parten en perpen-dicular hacia abajo las extremidades y se pro-longa en uno de los extremos para conÞgurar la cabeza (Fig. 17).

En las tres Þguras, el tratamiento morfo-lógico es muy similar, tanto en forma como en tamaño (la altura de las tres Þguras oscila entre los 11 cm y los 12,2 cm y su longitud entre 16 cm y 18,5 cm). La conÞguración de la cabeza se repite en los dos motivos que la conservan (el animal de la estación �Cheles War� la per-dió a causa de un agrietamiento del soporte): estructura de tendencia triangular que se une al tronco por medio de una breve inßexión en el trazo para deÞnir el cuello y con presencia de orejas, situadas en la zona superior de la ca-beza, perpendiculares a la misma y en posición paralela. En ninguno de ellos es posible apre-ciar la cola; en los zoomorfos de �Joaquín� y �Cheles War�, porque no fue representada y

Fig. 16: Mapa de distribución de los ZER en el conjunto gráfico del Molino Manzánez

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Fig. 17: Zoomorfos esquemáticos de cuerpo recto (ZER): 1. Est. XXX �Grilling�; 2. Est. CLVII �Joaquín�; 3. Est. CDXXXI �Cheles War�

en el de �Grilling�, porque una grieta impide atestiguar su presencia (Fig. 18). De igual forma la perspectiva utilizada es la misma en las tres Þguras: el cuerpo y la cabeza de perÞl absoluto, con las patas y las orejas en perspectiva frontal. Un recurso que no hay que entender exclusiva-mente como un reßejo de las carencias artísticas de sus autores o como un proceso de síntesis o abstracción de las imágenes, sino que ha de contemplarse como un medio para enfatizar de-terminadas partes del animal que de otra forma hubieran pasado desapercibidas (Soria y López, 2000: 930), y que fue especialmente utilizado para destacar las representaciones de cornamen-

tas, en línea con lo que se venía observando en algunas representaciones de ciervos de la etapa anterior. En cualquier caso, se trata de una es-tructura morfológica muy habitual que se repite sistemáticamente en los zoomorfos pintados lo-calizados en contextos serranos muy diferentes al del valle del Guadiana (Fig. 20).

Con relación a la actitud, el anterior di-namismo que se imprimía a la mayor parte de las representaciones de fauna en la etapa epi-paleolítica, mediante el recurso de proyectar las extremidades anteriores hacia delante y las

posteriores hacia atrás y de disponerlas en una posición inclinada respecto a la imaginaria ho-rizontal, se abandona en estas nuevas Þguras. Todas ellas se conciben hieráticamente, posi-ción reforzada por las patas en perpendicular respecto al eje corporal y por su colocación horizontal. Una actitud, que a diferencia del dinamismo anterior, se incardina claramente con las características tradicionales atribuidas al arte rupestre esquemático clásico, cronológica-mente relacionado con grupos humanos cuyas bases económicas y subsistenciales muestran un corte marcadamente productor (neolíticas y calcolíticas) (Baldellou y Utrilla, 1999; Bal-dellou, Painaud y Ayuso, 1997; Mateo, 2003).

8.1.3 Ideomorfos

Se trata de la tipología más numerosa de todas las establecidas en la serie gráÞca del Moli-no Manzánez, pues reúne 2.874 Þguras, que su-

ponen el 61,05% del total del conjunto Þgurativo documentado (4.707 motivos). Respecto al gru-po completo de Þguras que integran la fase 3, la tipología que se estudia en este apartado reúne el 94,94 % del total de la serie. Todos ellos quedan agrupados, según los criterios establecidos en el capítulo 5, en cuatro tipologías básicas:

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1 Estructuras lineales abiertas (ELA.). Como tales se entienden todos aquellos motivos ejecutados mediante la técnica del piqueteado, que en su trazado nunca llegan a delimitar una superÞcie cerrada.

2 Estructuras lineales cerradas (ELC). Comprenden todos aquellos motivos que con su trazado piqueteado, e indepen-dientemente de su forma, llegan a delimi-tar un polígono cerrado que puede apare-cer vacío, relleno o compartimentado.

relleno o compartimentado.

3 Motivos indeÞnidos. Se trata de moti-vos que por su estado de conservación incompleto o por su propia morfología no pueden ser integrados en ninguna de las categorías precedentes. Sus formatos más habituales son:

� Trazos fragmentarios � Golpes de piqueteado disperso � Figuras incompletas4 Puntos. La propia simpleza de este mo-

tivo, conformado por una pequeña yux-taposición de golpes sobre la superÞcie rocosa impide encuadrarlo en las tipolo-gías anteriores, por lo que son tratados de manera individualizada ya que no generan un trazo propiamente dicho ni delimitan un espacio cerrado con su trazado.

Fig. 20: Zoomorfo, posiblemente un cánido del Cancho de la Burra (Cañamero, Cáceres). Según García Arranz, 1990: 129

Fig. 18: Detalle del ZER del panel 2 de la estación XXX �Grilling�

foto 19????

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8.1.3.1 Estructuras Lineales Abiertas (E.L.A.)

Bajo esta denominación se agrupan 1.026 motivos que se subdividen en varios sub-tipos, atendiendo exclusivamente a criterios de base morfológica:

Alineaciones de golpes de piqueteado: 11 (1,072%)Barras: 275 (26,80%) Simples (248) Dobles (1) Paralelas (3) Convergentes (2) Con un extremo curvado (6) Con ambos extremos curvados (11)Trazos2: 362 (35,28%) Curvo simple (312) Curvo convergente simple (2) Curvos paralelos (4) Curvos convergentes dobles (2) Curvo múltiple (5) En �U� (3) Sinuosos (34)Ángulos: 30 (2,92%) Simples (28) Dobles (2)Zig-Zag: 6 (0,58%) Simple (5) Doble (1)Ondulados: 329 (32,06%) Simples (299) Dobles (12) Triples (1) Complejos (17)Cruciforme: 2 (0,19%)

Simple (1) Doble (1)Semicírculo: 1 (0,095%)Semióvalo: 2 (0,19%)

Espiral: 2 (0,19%)Geométricos: 6 (0,58%)

Con independencia de los diferentes formatos que presenta cada subtipo, es desta-cable que el 94,15% de la serie sean grafemas pertenecientes únicamente a tres de ellos: ba-rras, trazos y ondulados. El resto (cruciformes, semicírculos, geométricos, etc.) son subtipos cuyos porcentajes de presencia resultan mera-mente anecdóticos pues en ningún caso llegan a superar el 3% de representación.

Su distribución sectorial queda recogida en los siguientes cuadros resumen.

A la vista de los cuadros de distribución de las ELA, la zona sur resulta durante esta eta-pa y para esta tipología Þgurativa más intensa-mente utilizada que la zona norte, con marcadas diferencias entre ambas zonas para los motivos numéricamente mayoritarios: barras y trazos (Figs. 29 y 30 en anexo mapas). Diferencia que se diluye ligeramente respecto al otro gran sub-tipo mayoritario, el de los grafemas ondulados, cuyo reparto prácticamente se equilibra entre la zona norte y la sur, aunque con una ligera ven-taja numérica para la zona meridional (Fig. 31 en anexo mapas). Esta misma tónica se man-tiene respecto a los grafemas con porcentajes de aparición considerados anecdóticos excepto en el subtipo de los Zig-Zag, los únicos cuya presencia en la zona norte supera en más del doble a la existente en la zona sur (Fig. 32 en anexo mapas). Todo este proceso queda recogi-do de forma pormenorizada y comparativa en el siguiente gráÞco (Fig. 33).

Incidiendo en el análisis espacial a una escala menor, es muy signiÞcativo resaltar

cómo los sectores que presentan las cotas más elevadas y se encuentran más alejados de la orilla del río prácticamente no han sido uti-lizados desde un punto de vista gráÞco. Así,

2 La diferencia entre ambos subtipos se establece por el carácter curvado que describe el ductus de los trazos frente al carácter lineal que presenta el ductus de las barras

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Fig. 21: 1. Espiral (CCLXIV �Carro Verdadero�); 2 a 7, trazos curvos (2. CDXLIV �Me mata�; 3. CDXXIII �El Paseillo�; 4. CXXVI �Traffic�; 5. CIX �Comecocos�; 6. CCCLXXI �Anta�; 7. XVII �La Tela�); 8 a 11, trazos en �U� (8. CDXXVI �Tecla�; 9. CCCI �Escarabajo�; 10. LVIII �Camelo�; 11. XCII �Heineken�); 12 y 13, trazos (12. CCLXXXVII �La L�; 13. XIX �Punta de Flecha�); 14 a 16, Ángulos (14. CXLV �Citroen�; 15. XIX �Punta de Flecha�; 16. CCCXL �Vietnam�); 17 a 19, Sinuosos (17. CII �Petra�; 18. CCI �Alubias�; XLII �Ancla�)

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BARRAS SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MOL VOL CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

SIMPL 7 15 16 8 3 20 1 45 44 33 19 15 15 7

DOBLES 1

PARL 1 1 1

CONVER 1 1

EXT CUR 1 1 1 3 3

2 EXT CUR 2 1 2 1 1 3 1

TOTAL 7 18 18 9 3 21 1 49 47 35 22 15 19 10

TRAZOS SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

CURV SIMPL 8 19 9 8 8 14 3 68 39 44 25 40 17 10

CURV CONV SIMP 1 1

CURV PARL 1 1 1 1

CURV CONV DOBLES 2

CUR MULTIP 1 1 2 1

EN �U� 1 2

SINUOSOS 3 1 9 7 2 3 3 6

TOTAL 13 21 10 8 8 17 4 82 39 51 27 43 23 16

ONDULADOS SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

SIMPLES 2 27 26 22 3 58 1 50 42 31 23 10 3 1

DOBLES 1 4 1 1 1 2 1 1

TRIPLES 1

COMPLEJOS 3 2 5 2 1 2 2

TOTAL 2 31 31 23 3 61 1 56 46 33 26 12 3 1

ÁNGULOS SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

SIMPLES 2 1 1 9 6 4 2 2 1

DOBLES 1 1

TOTAL 2 1 1 1 9 6 5 2 2 1

Fig. 22: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Barra�

Fig. 23: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Trazo�

Fig. 24: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Ondulado�

Fig. 25: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Ángulos�

sectores como Camelo en el norte, el más ale-jado de la orilla del río de todos los estudia-dos, que presenta unos rangos de utilización extremadamente bajos (tan sólo aparecen dos grafemas de tipo ondulado de toda la serie Þ-

gurativa ELA, que recordemos, es una de las más amplias de todo el conjunto gráÞco del Molino Manzánez), mientras que otros como Molino o Espadas, muy utilizados en las etapas anteriores, especialmente el primero de ellos,

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disminuyen notablemente su uso gráÞco, que-dando este último casi siempre vinculado a las áreas enmarcadas en la banda de inundación frecuente, esto es, las de menor altitud y más próximas al cauce principal. A la inversa se intensiÞca la ocupación de sectores situados en las proximidades de la orilla del Guadiana como Mariposas o Molino da Volta, e inclu-so en su propia cuenca, caso de los sectores Isla Molino o Isla Nueva. En este sentido, hay que destacar el gran incremento de grafemas que se localizan en este último sector, un es-pacio que prácticamente había sido ignorado

en las anteriores etapas, posiblemente debi-do a la diÞcultad que presenta su acceso, tan sólo practicable en época de estiaje veraniego, y que en esta nueva fase acoge grafemas de prácticamente todos los subtipos señalados, en porcentajes que en algunos casos (ondu-lados) duplican en número a los que se ubi-

ZIG � ZAG SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

SIMPLES 1 3 1

DOBLES 1

TOTAL 1 3 1 1

CRUCIFORME SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

SIMPLES 1

DOBLES 1

TOTAL 1 1

Fig. 26: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Zig-zag�

Fig. 27: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Cruciforme�

Fig. 28: Tabla de distribución espacial de diversos tipos de grafemas: Alineaciones de piqueteado suelto, semicírculos, semióvalos, espirales y geométricos

VARIA SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

ALINEACIONES 1 1 5 3 1

SEMICIRCULO 1

SEMIÓVALO 1 1

ESPIRALES 2

GEOMETRICOS 1 1 1 2 1

TOTAL 1 2 1 2 9 1 3 3

Fig. 33. Gráfico comparativo de la distribución de grafemas ELA en el Molino Manzánez

can en el resto de los sectores de su misma zona (Fig. 24). Es posible que esta tendencia en el uso espacial del Molino Manzánez por

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los autores que se encargaron de realizar los grabados de la tercera fase sea la que explique el mayor número de Þguras que se localizan en la zona sur. De manera generalizada, los sectores centrales de esta zona (Heineken, Cangrejos, Simpson, Comecocos y Grilling) se sitúan en cotas inferiores a los de la zona norte y se muestran mucho más volcados al

cauce del Guadiana por su propia orografía que los anteriormente señalados. Igualmente, lo mismo que sucedía en el norte con el sector Isla Nueva, en la zona sur destaca sobremane-ra respecto a las etapas anteriores el intenso uso gráÞco del sector Simpson, una zona que aun sin estar dentro del propio cauce presen-

ta características muy similares a Isla Nueva: cota de inundación muy baja, aislamiento pre-maturo en época invernal por inmersión de las zonas deprimidas que lo separan de los sectores Heineken, Cangrejos y Comecocos y máxima cercanía al cauce del Guadiana para la mayor parte de su perímetro (Fig. 34).

Se evidencia de este modo que, al me-nos para los grafemas tipo ELA, la orografía y, más concretamente, el acercamiento al cauce y la utilización de superÞcies rocosas enclavadas en las zonas de inundación frecuente actúan en gran medida como elemento condicionante para la disposición de los motivos enmarcados dentro de esta tipología. En esta clara relación

con las cotas de inundación hay que apuntar además el condicionante estacional que implica el uso de estas superÞcies, ya que muchas de ellas permanecen aisladas, si no tapadas, por las aguas durante buena parte de los períodos más lluviosos del año.

8.1.3.2 Estructuras Lineales Cerradas (E.L.C.)

Esta nueva tipología engloba 1.308 Þgu-ras que, al igual que sucedía con la categoría anterior, siguiendo criterios exclusivamente de base morfológica, se reparten en diez subtipos básicos, cada uno de ellos integrado a su vez por diferentes formatos que obedecen a pecu-liaridades en su estructura, forma, asociación o compartimentación:

Círculos: 705 (53,89%) Simples (624)

Compuestos (29) Con apéndice (3) Con embocadura lateral (4) Radiados (2) Adosados (27) Concéntricos (4) Encadenados (12)

Fig. 34: Mapa de detalle con resalte de zonas deprimidas que ocasionan el aislamiento de los respectivos sectores en los períodos de máximos pluviales

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Óvalos: 248 (18,96%) Simples (216) Compuestos (18) Con apéndice (5) Adosados (6) Encadenados (2) De extremos apuntados (1)Círculo y Ovalo adosados: 1 (0,07%)Geométricos: 42 (3,21%) Cuadrados (8) Rectángulos (7) Triángulos (16) En �Phi� (2) Irregulares (9)Halteriformes: 8 (0,61%) De unión simple (7) De unión doble (1)Estructuras onduladas cerradas: 32 (2,44%) Dobles (15) Triples (1) Complejas (16)Manchas de piqueteado: 247 (18,88%) Simples (111) De tendencia cuadrangular (1) Circulares (75) Ovaladas (60)Líneas de delimitación de conjunto:11 (0,84%) Pediformes: 5 (0,38%) Soliformes: 9 (0,68%)

En una tendencia similar a lo que suce-día en las Þguras tipo ELA, tres subtipos de la tipología ELC (círculos, óvalos y manchas) concentran más del 90% del total de esta serie Þgurativa. No obstante, si entre los subtipos

mayoritarios de la tipología anterior el repar-to era relativamente proporcional, entre los de ésta se produce una clara concentración a favor de los grafemas circulares, que agrupan más de la mitad del elenco Þgurativo, en una propor-ción notablemente superior a la que muestran los otros dos subtipos mayoritarios (óvalos y

manchas) que además presentan porcentajes de aparición muy similares entre ellos. El resto se distribuye entre los otros siete subtipos, en cuantías que, comparadas con las anteriores de su serie, resultan escasamente signiÞcativas y que en ningún caso llegan a superar el 3,5% de representación.

Su distribución sectorial queda recogida en los siguientes cuadros resumen.

Del análisis de distribución de la tipolo-gía ELC se desprende que el uso gráÞco de la zona sur del Molino Manzánez, que ya era ma-yoritario con la tipología anterior, se intensiÞca claramente con estas Þguras. Sirva como ejem-plo que dos de los subtipos más numerosos de

la serie, el de los círculos y el de los óvalos, se localizan preferentemente en la zona meridio-nal del yacimiento en porcentajes que superan el 80% (Figs. 44 y 45, en anexo mapas). Para el resto de los subtipos, la localización sigue estando claramente vinculada a la zona meri-dional, excepto para las estructuras onduladas cerradas y los pediformes que aparecen, sobre todo estos últimos, de forma mayoritaria en el área septentrional (Fig. 46).

Cabe destacar que las estructuras ondu-ladas cerradas presentan un comportamiento, en cuanto a distribución, muy similar al de la serie de ondulados tipo ELA, con máximos de ubicación en los sectores Isla Nueva y Simp-son, por lo que, independientemente de su estructura morfológica, desde criterios pura-mente interpretativos sería factible considerar ambos subtipos de manera uniÞcada.

A una escala menor, se advierten lige-ras variantes respecto al uso gráÞco de los diversos sectores. Así, en la zona norte se in-crementa la presencia de motivos en el sector Molino, fundamentalmente los pertenecien-tes al subtipo manchas en sus diversos for-matos, aunque el mayor grado de utilización pasa a ostentarlo el sector Mariposas, que acoge sobre todo representaciones circulares y ovales, mientras que desciende ligeramente

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Fig. 35: 1 a 6. Círculos (1.CCLXIV � Carro verdadero�; 2 y 3. XXVI �Boceto�; 4. CL �Arandela�; 5. Círculo con punto interior: XCVII �Zacho�); 6 a 8 . Círculos concéntricos ( 6. LVII � Sexto sentido�; 7 y 8. CCLXIII � Petroglifos�); 10 a 13. Círculos compartimentados (9. CLX � Circulito�; 10. CLXXXIX � Arroba�; 11 y 13. XCVII � Zacho�; 12. CXXIII �La cadena�); 14 a 18. Círculos con embocadura lateral externa. (14. LVII �Sexto sentido�; 15. CLXXIX � La plantilla�; 16. XL � Gran capullo�; 17. CLVII �Joaquín�; 18 CCL �Pompas�); 19 y 20. Círculos con embocadura lateral interna (19. V � Queso�; 20. CCLXXVII �Caracol�); 21 a 29. Círculos con apéndices ( 21. CDLIV � Medio limón�; 22. XXII � El globo�; 23. LXXXVIII � Esterilla�; 24. XIX � Punta de flecha� ; 25. XVIII � Nube negra�; 26. LXXXVIII � Esterilla�; 28. CCLXXXVI � Circulator�; 29. XCVII �Zacho�); 30 y 32. Soliformes ( 30. CXCII � Señorino�; 31. CCLXXIV � Su Pura Madre�; 32. CLVII �Joaquin�); 33 y 34 . Círculos complejos con apéndices (33. CLXXXIX � Arroba�; 34. VI � Loro�; 35. Círculos encadenados. LXXXIX � Esterilla�; 36. Círculos adosados. CXVI � La playa�; 37 a 40. Halteriformes (37. VIII �Gadget�; 38. CXLII � El carro�; 39. CDXLIV � Me mata�; 40. CCLXIII � Petroglifos�); 41. CDXIX �Tendido 8�; 42. Círculos unidos por trazo sinuoso. CCXC � El cupo�; 43. Círculos adosados con apéndice. XCVII � Zacho�; 44 Y 45. Figuras complejas con círculos y apéndices (44. CXXIII � La cadena�; 45. CXXIII �La cadena�); 46 a 48. Figuras de tendencia triangular (46. CDLXXIX �Soy un charco�; 47. CXVIII �OBK�; 48. CCCLCXXXVII � Tío l´ito�); 49 a 51. Estructuras de base cuadrangular-rectangular (49. CCLXIV �Carro verdadero�; 50. CDXXIII � Paseíllo�; 51. XXVIII � El rectángulo�).

CÍRCULOS SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MOL VOL CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

SIMPLES 13 1 24 6 13 7 7 2 139 141 89 55 86 29 12

COMPUES 4 1 7 6 4 2 4 1

C. APENDICE 2 1

C. EMBOCAD 1 1 1 1

RADIADOS 1 1

ADOSAD 1 12 1 2 5 2 3 1

CONCÉNT 4

ENCADEN 1 3 2 4 2

TOTAL 15 1 30 6 13 7 7 3 164 152 96 62 97 34 18

Fig. 36: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Círculos�

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OVALOS SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MOL VOL CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

SIMPLES 10 8 5 1 8 1 62 21 33 19 29 10 8

COMPUES 3 1 1 9 2 1 1

C. APENDICE 1 2 1 1

ADOSAD 1 1 2 1 1

ENCADEN 1 1

EXTREM. APUNTA 1

TOTAL 11 11 6 1 9 2 74 22 35 22 32 12 10

Fig. 37: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Ovalo�

CIRCULOS/ ÓVALOS SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

CIRC. Y ÓVALOS ADOSADOS 1

TOTAL 1

Fig. 38: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Círculos y óvalos adosados�

GEOMÉTR SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MOL VOL CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

CUADRAD 2 1 4 1

RECTANG 1 2 2 1 1

TRIÁNGUL 8 5 2 1

PHI 1 1

IRREGUL 1 1 2 1 2 2

TOTAL 8 6 1 2 2 7 5 1 2 6 2

Fig. 39: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Geométrico�

HALTER SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

UNIÓN SIMPLE 2 1 1 1 1 1

UNIÓN DOBLE 1

TOTAL 2 1 1 2 1 1

Fig. 40: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Halteriforme�

ESTRUC ONDULA CERRAD SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

DOBLES 1 2 4 5 1 1 1

TRIPLES 1

COMPLEJ 5 1 3 2 1 2 2

TOTAL 6 2 1 8 2 6 1 3 2 1

Fig. 41: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Estructura ondulada cerrada�

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el empleo de los sectores vinculados clara-mente a la cuenca del Guadiana (Isla Molino e Isla Nueva). Este último sector es el único de la zona norte en el que se documentan Þguras halteriformes y soliformes, formatos claramente relacionados con la zona sur, y también es el que ostenta, como se apuntó anteriormente, un mayor número de repre-sentaciones con estructura ondulada cerra-da, manteniendo de este modo la tendencia establecida por las Þguras onduladas del tipo ELA, con las que posiblemente debió compartir similar estructura interpretativa y funcional. Mención aparte merece el subti-po de los pediformes, un formato Þgurativo muy escaso ya que tan sólo supone el 0,38% de la serie, documentándose exclusivamente en el sector Isla Molino y todos ellos en la misma estación (CXXXIV �Letras�). Esto

nos lleva a plantear que se trate de acciones gráÞcas realizadas por un mismo autor, en un momento muy concreto y, a tenor de los paralelos Þgurativos, en una etapa cronológi-camente bastante avanzada en relación con el corpus fundamental de esta tercera fase del conjunto gráÞco del Molino Manzánez.

MANCHAS SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

SIMPLES 5 12 15 7 12 1 22 10 9 5 7 6

CUADRANG 1

CIRCULAR 6 5 10 2 5 1 14 9 10 5 2 3 3

OVALADAS 1 8 5 13 7 13 2 2 1 3 3 2

TOTAL 1 20 22 38 9 25 2 49 21 21 11 12 12 5

VARIA SECTORES ZONA NORTE SECTORES ZONA SUR

MV CAML MARIP IS MOL MOL ESP IS NUE F IS NUE HNK SIMP GRILL CANG COME VENT FRIE

LÍNEAS DELIMITAC 7 1 2 1

PEDIFORM 5

SOLIFORM 1 2 1 3 2

TOTAL 5 1 9 2 5 2 1

Fig. 42: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo mancha

Fig. 43: Tabla de distribución espacial de los grafemas tipo �Líneas de delimitación, Pediformes y Soliformes�

Fig. 46: Gráfico comparativo de la distribución zonal de los grafemas tipo ELC

Por el sur, el uso intensivo que desde un punto de vista gráÞco se había constatado en la tipología de los ELA para el sector Simpson se mantiene con los motivos ELC, aunque en una proporción inferior a la que muestra el sec-tor dominante: Heineken, que numéricamente

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supera al anterior en la presencia de todos los formatos excepto en el de las estructuras ondu-ladas cerradas. De igual modo, se advierte un notable incremento en el uso Þgurativo de los sectores Grilling y Comecocos vinculado fun-damentalmente a la importante presencia en

sus estaciones de grafemas circulares y ovales. Toda esta serie de variaciones que se vienen de-tectando en la distribución de las ELC respecto a la que presentaban las Þguras enmarcadas en la tipología anterior parecen estar relacionadas con una extensión en el uso de las superÞcies rocosas existentes en el área del Molino Man-

Fig. 47: 1 a 11. Manchas rellenas de piqueteado (1. CXI � Chamán�; 2. CXXXIV � Letras�; 3. CCL �Pompas�; 4. XXVI � El boceto�; 5. XCVII � Zacho�; 6. LXXI � Aviao�; 7. CCXXVIII � La broca�; 8. CCLXV �Amago�; 9. CCCL �Arenoso�; 10. CXIX �El flecha�; 11. XIX � Punta de flecha�); 12 a 15. Estructuras sinuosas cerradas (12. LVII �Sexto sentido�; 13. CLIX �Nautilus�; 14. LXV � Atardecer�; 15. DXLVII � El cable�); 16. Linea de delimitacion de conjunto. XCII � Heinecken�

zánez, no tan directamente relacionada con la cuenca del Guadiana como la que mostraba la mayor parte del conjunto Þgurativo ELA. Esta nueva serie, especialmente la de los grafemas circulares y ovales, aunque siguen manteniendo una evidente ligazón con la cuenca del Guadia-

na y con las áreas de inundación frecuente, se extiende además por estaciones que se ubican en zonas un poco más alejadas de la orilla y en cotas algo más elevadas. Una circunstancia que ayuda a explicar los cambios en los porcenta-jes de utilización de las estaciones localizadas en los diferentes sectores estudiados, en unos

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casos tendentes a su incremento como suce-de en Molino, Mariposas, Heineken, Grilling o Comecocos y en otros, a su descenso, tal y como se advierte en sectores como Isla Nue-va o Simpson. Un proceso que posiblemente deba entenderse además asociado a una mayor perduración temporal en el uso de los motivos ELC, tal y como se desprende del análisis de las superposiciones detectadas entre los grafemas de esta serie Þgurativa y sobre la que posterior-mente se volverá a incidir a la hora de contex-tualizar cronológicamente esta tercera fase de grabados del conjunto gráÞco badajocense.

8.1.3.3 Motivos indefinidos

Como ya se apuntó anteriormente, este grupo de representaciones no pueden conside-rarse propiamente como Þguras al uso, ya que en su mayoría son esquemas incompletos o con una morfología peculiar que implica que no pueden ser integrados en ninguna de las cate-gorías precedentes. En total, este grupo reúne 530 elementos que suponen un porcentaje del

17,5% respecto al total de la serie Þgurativa de la fase 3 del Molino Manzánez, cuya distribución a grandes rasgos coincide con la tónica general que se viene observando para las tipologías pre-cedentes (Fig. 48 en anexo mapas). La zona me-ridional sigue siendo la que reúne mayor núme-ro de motivos de esta tipología: 376, el 70,94%, frente a los 154 que se distribuyen por la zona

Fig. 50: Gráfico de distribución sectorial de los motivos indefinidos

Fig. 49: Gráfico de distribución zonal de los motivos indefinidos

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3 El 12,5%

norte y que en términos porcentuales tan sólo suponen el 29,06% de esta serie, menos de la mitad de los motivos que se distribuyen por los diferentes sectores de la zona sur (Fig. 49).

Sectorialmente, la tendencia distributiva expuesta en el gráÞco anterior (Fig. 50) permi-te apreciar un indudable atractivo por ocupar los sectores en relación directa con el cauce del Guadiana. No obstante, debido posiblemente a la gran concentración Þgurativa que se observa en ellos, se produce una ampliación de las super-Þcies rocosas utilizadas hacia zonas más eleva-das, en un proceso similar al estudiado para los grafemas tipo ELC, que desde este criterio espa-cial muestran un mayor grado de aÞnidad con la serie de grafemas indeÞnidos que el que puede presentar el grupo tipológico de Þguras ELA.

8.1.3.4 Puntos

DeÞnidos como tipología individuali-zada por su particular morfología que impide

su encuadre en alguna de las tres anteriores, en conjunto suman tan sólo 23 motivos, un 0,75% respecto al conjunto Þgurativo de la fase 3. Aunque la zona sur sigue siendo la que más grafemas reúne, las pautas de distri-bución a nivel sectorial permiten constatar li-geras variaciones respecto a las tipologías an-teriores (Figs. 51, en anexo mapas, y 52). Así, dejan de utilizarse sectores que habían sido preferentes en otros formatos, como Mari-posas en la zona norte y los máximos por-centajes pasan a sectores que habitualmen-te habían sido utilizados minoritariamente, como es el caso de Molino da Volta en la zona norte o Cangrejos en la sur. Incluso el sector Camelo, que a lo largo de toda esta se-cuencia había quedado prácticamente al mar-gen, ahora presenta una estación (la LVIII �Camelo�), en la que fue dispuesto uno de estos motivos, una cantidad que a priori pue-de parecer poco importante, pero que desde un punto de vista porcentual3, dado lo exiguo de la muestra, alcanza cierta notoriedad.

Fig. 52: Gráfico de la distribución sectorial de los grafemas tipo �Punto�

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8.1.4 Elementos etnográficos

Aunque su número es escasamente sig-niÞcativo respecto al valor total de la serie, ya que únicamente se contabilizan diez Þguras que puedan recibir esta clasiÞcación (el 0,33% del total), su presencia resulta especialmente valiosa por sus implicaciones tanto interpreta-tivas como cronológicas.

Desde criterios morfológicos, se pueden distinguir tres grupos de representaciones (Fig. 53): los elementos de sustentación (báculos, ca-yados, bastones, etc.), las puntas de ßechas y las representaciones de carro.

8.1.4.1 Báculos o bastones

Aunque se recurre a su denominación desde criterios exclusivamente funcionales basados en las interpretaciones mayoritaria-mente aceptadas para este tipo de Þguras, tampoco se descartan otras posibilidades interpretativas basadas en criterios sociológi-cos (elementos de diferenciación o distinción social) o en diferentes utilidades (anzuelos, armas, cuerdas, etc.). Son las representacio-nes más reiteradas del conjunto de Þguras et-nográÞcas, pues suponen el 80% de la serie. Su distribución es preferentemente meridio-nal, ya que seis de estas representaciones se distribuyen por sectores de esta zona (Simp-son: motivos 5, 6 y 8; Heineken: motivos 1 y 2; Ventas: motivo 7) y el resto, localizados en una misma estación (�Anzuelos�) del sector Mariposas en la zona norte (Fig. 53: motivos 3 y 4). De nuevo se reiteran patrones de dis-

tribución que seleccionan estaciones situa-das en zonas de inundación frecuente y que a grandes rasgos nos remiten a los empleados en las Þguras integradas en la tipología ELA y especialmente a las que presenta el subtipo de grafemas ondulados.

Fig. 53: 1 a 8. Elementos de sustentación (1:CDLXXI �Gibraltar�; 2: XCVII �Zacho�; 3 y 4: DXLVIII �Anzuelos�; 5 y 6: XIX �Punta de Flecha�; 7: CCCXIV �Niño de las 7 Torres�; 8: XXIII �La Garrota�); 9. Flecha (CXLV �Citroen�); 10. Carro (CCLXIV �Carro Verdadero�)

8.1.4.2 Punta de flecha

Se trata de la única representación en todo el conjunto gráÞco del Molino Manzánez que ha sido interpretada bajo esta consideración. Morfológicamente muestra un cuerpo con aletas bien marcadas y un pedúnculo bastante despro-porcionado resuelto mediante un pequeño trazo rectilíneo de escaso grosor. Se localiza en la esta-ción CXLV �Citroen� en el sector Isla Nueva de la zona norte (Fig. 53: motivo 9)

8.1.4.3 Carro

Igual que sucedía con las ßechas, en el Molino Manzánez únicamente aparece una Þgura que, con reservas, puede ser interpre-tada como un carro. Se localiza en la estación CCLXIV �Carro Verdadero� del sector Friega-

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muñoz. Se trata de una estación que se ubica muy próxima a la desembocadura de este arro-yo en el Guadiana y que se enmarca dentro del área de inundación frecuente según los criterios establecidos en el capítulo 2.

La Þgura, morfológicamente, se estruc-tura en una caja de tendencia triangular apun-tada y compartimentada internamente, con las dos ruedas de forma oval situadas en la parte posterior de la caja (la zona más ancha) y con un pequeño eje con dos apéndices para el tiro en el extremo opuesto (Fig. 53: motivo 10). Se

ha representado empleando una perspectiva cenital y sin animales de tiro, un modelo Þgu-rativo que encaja claramente con los emplea-dos en las representaciones pintadas de los carros del abrigo de los Buitres de Peñalsordo (Collado, 2000b: 81) o en el aún inédito abrigo de El Covacho en la Sierra de la Oliva (Oliva de Mérida, Badajoz) y que desde un punto de vista cronológico supone posiblemente la per-duración del conjunto Þgurativo de la fase 3 del Molino Manzánez hasta las fases Þnales de la Edad del Bronce.

Fig. 54: Carro de la estación CCLXIV �Carro Verdadero�

Fig. 55: Carros del abrigo nº 10 de los Buitres en Peñalsordo (Badajoz)

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8.2 TÉCNICA, RECURSOS ESTILÍSTICOS Y ASOCIACIONES FIGURATIVAS EN EL CONJUNTO GRÁFICO DE LA FASE 3 DEL MOLINO MANZÁNEZ

8.2.1 Técnica

En esta tercera fase Þgurativa del Molino Manzánez se utiliza exclusi-vamente el grabado piqueteado para diseñar los grafemas, culminando de este modo un proceso de sustitución que progresivamente había ido abandonando la técnica de la incisión como método para diseñar Þguras sobre la roca.

Desde el punto de vista de la ejecución, lo habitual es que mediante yux-taposición de golpes se consigan unos trazos de tendencia lineal o circular, cuyo grosor medio oscila en los 0,9 cm y los 1,6 cm, y que conÞguran las diferentes tipologías de grafemas citados en el apartado anterior. Por regla general con este trazo sólo se deÞne el contorno de las Þguras, ya que los interiores casi nunca aparecen rellenos (Fig. 56).

Tales características se mantienen para todo el conjunto Þgurativo de la fase 3, salvo en los grafemas del subtipo mancha y en las Þguras cuya morfología se de-Þne como una especie de boceto, conseguido mediante una sucesión de golpes de piqueteado que nunca llegan a juntarse (ver lo escrito al respecto sobre estas Þgu-ras en el capítulo 4). Así, los grafemas del subtipo mancha, con independencia de

Fig. 56: Figura circular realizada mediante un trazo continuo de golpes de piqueteado. Estación CCL �Pompas�

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su estructura formal, son los únicos que duran-te esta tercera fase muestran toda su estructura rellena de piqueteado (Fig. 57), mientras que las diversas Þguras abocetadas de esta etapa son las únicas cuyo contorno no se conÞgura mediante un trazo continuo de piqueteado.

8.2.2 Recursos estilísticos

El estilo de la fase 3 del conjunto grá-

Þco del Molino Manzánez es claramente es-quemático, con escasas concesiones hacia un cierto grado de naturalismo que únicamente se atisba en la morfología de las Þguras antro-pomorfas y zoomorfas.

Desde el punto de vista compositivo, prácticamente no se conÞguran escenas, salvo

casos excepcionales como la composición do-cumentada en el panel 2 de la estación XXVII �Simpson�, en la que un grupo de tres Þguras antropomorfas tipo ancoriforme se organiza mediante una estructura en �V� en la que las dos Þguras laterales presentan un tamaño me-nor que la central, todas ellas a su vez situadas bajo un motivo solar que preside la composi-ción en la zona superior (Fig. 58). No obstante, a pesar de esta aparente carencia compositiva, en todos los conjuntos se intuye un ritmo in-

terno que hace superar la percepción de estos grupos Þgurativos como una simple yuxtaposi-ción más o menos abigarrada de Þguras y que otorga al conjunto una unidad y coherencia expositiva imposible de imitar en la actualidad. Todo ello como resultado de la existencia de un código iconográÞco perfectamente estructura-

Fig. 57: Manchas de tendencia circular rellenas de piqueteado. Estación CXXXIX �Inédito�

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Fig. 58: Composición figurativa en el panel 2 de la estación XXVII �Simpson�

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do en la mentalidad de quienes realizaron esta serie de representaciones y que nos encontra-mos muy lejos de llegar a comprender.

El tamaño de la Þguras, aunque es bas-tante variado, se mantiene dentro de los cáno-nes habituales del arte rupestre esquemático clásico, con el 82,3% de las Þguras en un rango de altura que oscila entre los 10 y los 25 cm. El resto se distribuye respectivamente entre los grafemas inferiores a 10 cm, que suponen un porcentaje del 5,83% de la serie; los que oscilan entre los 25 y los 60 cm, que agrupan un 11,8% del total y los que superan los 60 cm de altura, que reúnen tan sólo el 0,7% del registro Þgu-rativo de la fase 3. Destacan entre este último grupo las denominadas líneas de delimitación de conjuntos, grandes ELC de tendencia oval que engloban en su interior un importante con-junto Þgurativo, siendo especialmente signiÞ-cativas por su gran tamaño las documentadas en la estación XCII �Heineken�.

La perspectiva empleada varía según el tipo de motivo representado; así, en los antropomor-fos se utiliza en todos los casos una perspectiva frontal sin la más mínima concesión a la laterali-dad; en los zoomorfos, cuerpo y cabeza aparecen representados de perÞl absoluto, mientras que las extremidades y las orejas o cornamentas ofre-cen una perspectiva biangular recta (Ripoll et alii, 1999: 217). Finalmente, el único carro documen-tado muestra una representación en planta desde un punto de vista superior, en la que se desdoblan las ruedas apareciendo cada una a ambos lados de la caja. En conjunto, perspectivas que no diÞeren en absoluto de las utilizadas en los antropomor-fos y zoomorfos de la fase anterior y en general de las que ofrecen las representaciones de arte es-quemático pintado o grabado localizado indistin-tamente en contextos serranos o megalíticos.

Pero si el estudio de la perspectiva no ofrece cambios sustanciales, no se puede decir

lo mismo de la actitud que presentan las Þgu-ras de este período. Mientras el hieratismo se mantiene respecto a la serie de Þguras antropo-morfas, los zoomorfos esquemáticos sufren un proceso contrario que provoca que la actitud dinámica que ofrecían los animales de cuerpo circular epipaleolíticos deje de utilizarse para ser sustituida por una actitud completamente estática semejante a la que, de forma general, muestran los animales representados en el arte rupestre esquemático tradicional.

Un proceso de cambio que se extiende también en lo referido a la utilización de las irregularidades del soporte rocoso como com-

plemento de la representación4, un recurso habitual durante la fase anterior, que práctica-mente se abandona con la llegada de este nue-

Fig. 59: Ejemplo de la utilización de las irregularidades del soporte como complemento a las representaciones en la tercera fase figurativa del Molino Manzánez. Estación CDXIX �Tendido 8�

4 Ver el apartado 1 del capítulo 4 de este mismo trabajo

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vo ciclo artístico. Tan sólo se ha documentado un ejemplo en la estación CDXIX �Tendido 8�, en el que a un rehundimiento natural de la superÞcie rocosa con forma de óvalo se le añade por la parte superior una nueva Þgura piqueteada semejante en forma y dimensiones a la irregularidad señalada (Fig. 59).

Finalmente, en relación a la adaptación de los grabados al espacio compositivo, las Þ-guras esquemáticas de la fase 3 tienden a ocu-par, por regla general, los espacios centrales de las superÞcies rocosas utilizadas, siempre y cuando este espacio no se encontrara ocupado previamente por representaciones anteriores y visualmente evidentes para el autor de los grabados5. Debido a ello, los espacios en los que aparecen Þguras grabadas son, por regla general, respetados en el sentido de que no se superponen indiscriminadamente las nuevas

Þguras encima de las anteriores, sino que pro-gresivamente se va ampliando la superÞcie con grabados hasta crear en ocasiones magníÞcos palimpsestos en los que, desde el punto de vis-

ta estilístico, se puede llegar a plantear un au-téntico horror vacui (Fig. 60). Un respeto al apa-rato gráÞco precedente que posiblemente sea el que provoque la extensión hacia cotas más elevadas de los motivos ELC, principalmente círculos y óvalos, dando pie a considerar una hipotética mayor perduración temporal de es-tos últimos motivos frente a las ELA. En los apartados anteriores quedó claro que ambas tipologías evidentemente debieron convivir, compartiendo inicialmente espacios de apa-rición preferente, sobre todo en las áreas de inundación frecuente. Con el paso del tiempo, la falta de superÞcies que provocaría el respeto al cuadro iconográÞco ya presente, dio lugar a que progresivamente se fueran ocupando zo-nas en cotas cada vez más elevadas y alejadas de la orilla, en las que la presencia de las ELA resulta esporádica, algo que no le sucede a las

ELC, posiblemente porque el uso de este tipo de grafemas, como ya advertíamos con ante-rioridad, perdurase cronológicamente hasta fases más avanzadas de esta tercera etapa.

5 En este sentido, una buena parte de las representaciones paleolíticas de muy difícil observación aparecen destruidas por motivos piqueteados posteriores.

Fig. 60: Superficie rocosa totalmente utilizada para ejecutar motivos grabados. Estación XXVII �Simpson�

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8.2.3 Asociaciones figurativas

El principal problema a la hora de abor-dar este análisis ha venido derivado del criterio empleado para determinar cuándo puede esta-blecerse la asociación entre dos o más motivos. En el caso del Molino Manzánez, la posible dia-cronía del conjunto Þgurativo de la fase 3 ha quedado al margen del estudio asociativo, ya que al tomar la totalidad de la serie gráÞca como si hubiera sido desarrollada en el mismo rango temporal, se corregían los problemas derivados de las perduraciones temporales de las diferen-tes Þguras. Así mismo, el marco espacial en el que se ha considerado que una Þgura puede es-tar asociada a otra supera el reducido ámbito del panel a favor del que abarca la totalidad de la estación. Este criterio se ha adoptado con la Þnalidad de eliminar, en la medida de lo posible, los elementos de subjetividad, ya que, a Þn de cuentas, el panel era consecuencia de una divi-sión artiÞcial de la superÞcie rocosa determina-da subjetivamente por el equipo de investiga-ción en el momento de realizar los calcos.

Con estas premisas se aborda el análi-sis de las propias asociaciones Þgurativas re-curriendo para ello al empleo de las bases de datos desarrolladas para este trabajo. Se han contabilizado así 4.437 asociaciones binarias6 existentes en cada una de las estaciones del Molino Manzánez a partir del total de grafe-mas documentados de esta tercera fase. Con relación a ellas se ha evaluado el número de veces que cada grupo tipológico aparece aso-ciado con Þguras de su mismo formato o con las demás, obteniendo de este modo un índi-ce asociativo de cada tipo de grafema que nos

permita conocer si existen modelos asociativos normalizados.

El problema se ha presentado al intentar establecer el número total de combinaciones

ternarias que podían efectuarse a partir de las Þguras representadas en cada una de las estacio-nes del conjunto gráÞco badajocense, ya que la capacidad combinatoria de las mismas supera en mucho la capacidad de análisis del programa informático y de los ordenadores con los que se ha venido elaborando esta investigación. Esta circunstancia provocó que el cruce de datos ti-pológicos, técnicos y espaciales de todos estos grafemas sólo pudiera efectuarse para 505.533 de las más de 4.600 millones de combinaciones ternarias posibles a partir del elenco Þgurativo de la tercera fase del Molino Manzánez, lo que nos ha conducido, obviamente, a dejar al mar-gen de este estudio el análisis de este tipo de combinaciones.

En términos globales, el porcentaje de motivos que aparecen formando parte de com-binaciones binarias es del 95,77%, dado que tan sólo se han localizado 128 grafemas que fueron representados totalmente aislados.

Total Þguras fase 3 del M.M.: 3.027Figuras aisladas: 128Porcentaje de aislamiento: 4,23%Figuras combinadas: 2.899Porcentaje asociativo: 95,77%

Fig. 61: Distribución zonal de las asociaciones binarias de la fase 3 del Molino Manzánez

6 Cada Þgura combinada con cada uno de los restantes tipos establecidos, incluso con los de su misma tipología.

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Fig. 62: Distribución sectorial de las asociaciones binarias. Azul: sectores zona norte; rojo: sectores zona sur

Respecto al global de combinaciones bi-narias registradas en el Molino Manzánez, as-ciende, como ya se ha apuntado anteriormente, a la cantidad de 4.437 combinaciones, concen-tradas mayoritariamente en la zona sur del con-junto gráÞco, tal y como se reßeja en la siguien-te gráÞca porcentual (Fig. 61), consecuencia lógica de la mayor cantidad de grafemas de la fase 3 documentados en la zona meridional.

De las gráÞcas que indican la distribu-ción sectorial de estas combinaciones (Fig. 62), es muy signiÞcativo resaltar cómo sectores que reúnen un número menor de Þguras registran una mayor presencia de asociaciones binarias. Especialmente clariÞcadores en este sentido son los datos proporcionados por los secto-res Molino da Volta o Isla Nueva, ambos en la zona norte, que acogen una cantidad de asocia-ciones bastante elevada en relación a la escasa importancia numérica de sus Þguras. Una can-tidad que llega a ser incluso superior a la que se registra en sectores como Molino, a pesar de que en este último el número de Þguras es notablemente superior.

La explicación a esta situación obedece

a que se ha constatado que las ELA presentan una mayor capacidad asociativa que las ELC. Por ello, sectores como Isla Nueva, Molino da Volta, Isla Molino o Friegamuñoz, en los que la presencia de Þguras ELA es importante, registran un elevado número de asociaciones binarias independientemente de que el porcen-

taje Þgurativo en ellos sea mayor o menor. Al contrario, un sector como Molino que, recor-damos, no fue muy utilizado en la distribución

de los motivos ELA (ver Þguras 22 a 28 de este mismo capítulo) y que se recupera parcialmen-te con una mayor presencia de grafemas ELC (ver Þguras 36 a 43) muestra una cantidad re-lativamente baja de asociaciones binarias en re-lación con la elevada muestra de Þguras docu-mentadas en el mismo y que incluso es inferior al número de combinaciones registradas en un sector como Isla Nueva, notablemente menor en superÞcie y cantidad de grafemas.

Respecto al análisis individualizado de cada una de las 4.437 asociaciones registradas (Fig. 63 y siguientes �en anexos gráÞcos Þ-nales-), como es lógico, el mayor número de asociaciones corresponde a aquellos subtipos numéricamente más importantes -antropo-morfos de cuerpo lineal (ACL), barras simples (BS), trazos curvos (TC), ondulados simples (OS), círculos simples (CIRCS), óvalos simples (OVS) y manchas circulares (MC).

Pero la lectura simple de estos datos resulta marcadamente insuÞciente, ya que el análisis combinatorio, con el Þn de deducir in-tencionalidades concretas por parte de los au-tores a la hora de asociar los grafemas, busca establecer tendencias asociativas entre Þguras y no un simple conteo del número de veces que se repite una asociación determinada. Para ello, se ha depurado el cuadrante original anterior

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(Fig. 63a) en el sentido de eliminar numérica y porcentualmente las asociaciones que se re-petían en un porcentaje inferior al 5%, elabo-rando una nueva tabla en la que se determina el porcentaje asociativo para cada uno de los subtipos obtenidos (Fig. 63b).

A partir de estos datos se ha vuelo a rea-lizar una nueva selección en la que se han elimi-nado todos los elementos que se asociaban en un número inferior a 225 veces, ya que desde criterios de análisis estadístico esta cantidad es considerada como el número mínimo lo suÞ-cientemente signiÞcativo a la hora de constatar tendencias asociativas entre grafemas. Tras este Þltrado, perduran en la gráÞca únicamente ocho grafemas: CS (círculo simple), TC (trazo curvo simple), BS (barra simple), OVS (óvalo sim-ple), ONDS (ondulado simple), MC (mancha rellena circular), MS (mancha simple) y ACL (antropomorfo cuerpo lineal). A ellos se unen un grupo reducido de grafemas que, a pesar de que cuantitativamente son poco importantes y de que el número de asociaciones que compo-nen está por debajo de la cifra anterior (225), en algún caso presentan porcentajes asociativos claramente concentrados en relación con una Þgura determinada. En este caso concreto esta-rían tan sólo tres tipos de motivos: TSNS (tra-zos sinuosos), SOL (soliformes) y BAC (barra con ambos extremos curvos) (Fig. 63c).

A partir de aquí, eliminando los porcenta-jes asociativos estadísticamente irrelevantes (in-feriores al 1%), se ha elaborado una tabla Þnal que expresa las tendencias asociativas detectadas en la fase 3 del Molino Manzánez (Fig. 63d). De los resultados de esta tabla Þnal de tendencias se deduce que los grafemas numéricamente su-periores tienden a asociarse entre ellos mismos, presentando unos porcentajes medios muy simi-lares entre sí, que oscilan básicamente entre el 10 y el 20%. De esta uniformidad en los porcenta-

jes asociativos, se deduce que, por regla general, no se produce ninguna tendencia asociativa clara entre los grafemas Þltrados más signiÞcativos numérica y porcentualmente. Tan sólo escapan a esta monotonía el rango asociativo entre BS (ba-rra simple) y BAC (barra con ambos extremos curvos), que supera el 85% (más concretamen-te el 85,71%), lo que indica una clara tendencia a la asociación entre estos dos tipos de Þguras. En oposición, a pesar de que numéricamente el grupo de TC (trazo curvo simple) es de los más importantes de la serie Þgurativa de la fase 3 del conjunto gráÞco badajocense, prácticamente nunca se asocia con los TSNS (trazos sinuosos),

ya que su rango asociativo tan sólo alcanza el 1,82 %. En esta misma línea se pueden incluir las Þguras tipo MC (mancha rellena circular), que nunca se asocian consigo mismas, lo que da lu-gar a que su porcentaje asociativo sea nulo. Una excepción que supone un hecho claramente dife-rencial respecto al resto de motivos mayoritarios que presentan notables porcentajes asociativos en las asociaciones binarias monotermáticas. Por último, destaca la importante tendencia asocia-tiva detectada entre las Þguras ACL (antropo-morfos de cuerpo lineal) respecto a sí mismas, en relación a los motivos BAC (barra con am-bos extremos curvos) y, Þnalmente, respecto a los ONDS (grafemas ondulados simples). Una tendencia asociativa que se conÞrma al compro-bar sobre el terreno la evidente relación directa entre ambos tipos de Þguras en 15 estaciones (�Nube Negra�, �Punta de Flecha�, �Grilling�, �Conßictivo�, �El Único�, �Aviao�, �El Espe-jo�, �Kaa�, �Petrus�, �La Cadena�, �La Danza�, �Estrella�, �El Carro�, �Man del Callao�, �Niño de las siete torres�). De hecho, tal es el grado de interacción entre ellas, que en ocasiones se ha de-tectado cómo las extremidades de alguna de las Þguras antropomorfas se prolongan sin solución de continuidad en un trazo ondulado (Fig. 75).

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8.3 LA SECUENCIA FIGURATIVA DE LA FASE 3 DEL MOLINO MANZÁNEZ Y SU INTEGRACIÓN ARQUEOLÓGICA

A pesar de que desde el punto de vista técnico y estilístico se percibe una notable homogeneidad en el cuerpo Þgurativo de la fase 3 del Molino Manzá-nez, el estudio detallado de las superposiciones detectadas, combinado con los paralelos que estos motivos presentan respecto a otras series gráÞcas prehistó-ricas bien deÞnidas cronológicamente, ayudan a deÞnir una secuencia Þgurativa que contextualmente tiene un apoyo evidente en el amplio registro arqueológico documentado con motivo de las prospecciones de la presa de Alqueva. Una se-cuencia que no queda deÞnida exclusivamente por las superposiciones gráÞcas, sino también por la posición espacial que los diferentes tipos de grafemas ocupan a lo largo de este período.

En primer lugar, hay que destacar que a pesar de ser la serie Þgurativa más amplia de todo el conjunto gráÞco del Molino Manzánez, las superposiciones detectadas son relativamente escasas. Tan sólo han sido documentadas sobre 27 estaciones, lo que indica bien a las claras que los diferentes autores de estos grabados respetaron en gran medida los motivos preexistentes en las superÞcies de representación. De esta actitud se deduce o bien un conocimiento previo del signiÞcado de estas grafías o, al menos, un reconocimiento de su valor funcional, estético o religioso, lo que posiblemente incidiría en que este espacio continuara en uso desde el punto de vista gráÞco.

Las superposiciones localizadas quedan resumidas en el siguiente cuadro (Fig. 64) y posteriormente detalladas en cada uno de sus componentes.

TIPO INFRAPUESTO SUPERPUESTO TOTAL

ONDULADO 14 5 19

A.C.L 1 7 8

ANCORIFORME 2 2 4

ANTROPOMORFO CUERPO RECT. RELLENO 1 1

CIRCULO/ÓVALO 4 14 18

TRAZOS/BARRAS 4 4

ÁNGULOS 1 1

HALTERIFORMES 1 1

GEOMÉTRICO 2 2

TOTAL 28 30 58

Fig. 64: Cuadro resumen de las superposiciones detectadas entre motivos de la fase 3 del Molino Manzánez

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Antropomorfo de cuerpo recto con relleno bajo ondulado:Esta superposición ha sido detectada una sola vez sobre la estación XCII �Heineken� (Fig. 65). En ella, una Þgura ondulada se superpone sobre el brazo derecho del motivo antropomorfo.

2 Otros ondulados: en tres estaciones (est. XLIV �Mariposas�, panel 5; est. CXXIV �La Danza�; est. CXLVIII �Nessy�). En estos casos los ondulados complejos apare-cen infrapuestos a los ondulados simples.

3 Trazos o barras simples: en dos esta-ciones (est. CDXXXIX �Diálogo�; est. XCVII �Zacho�)

4 Ancoriformes: una vez (est. XXXV �Rudolf �, panel 2)

Fig. 65: Superposición de motivo ondulado sobre el brazo derecho del antropomorfo de cuerpo relleno. Est. XCII �Heineken�

Ondulados infrapuestos a:

1 Círculos u óvalos: en cinco estaciones (est. VI �Loro�; est. XXXIX �Gran Capullo�; est. XCII �Heineken�; est. CXI �Chamán de la Peca�; est. CCLXXXVI �Circulator�).

Fig. 66 : Círculo superpuesto a motivo ondulado simple. Est. CCLXXXVI �Circulator�

Fig. 67: Ancoriforme superpuesto a motivo ondulado doble. Est. XXXV �Rudolf�

5 Antropomorfos cuerpo lineal (ACL): en tres estaciones (est. XLIV �Mariposas�, panel 1; est. LII �Cieno�; est. CCI �Alu-bias Mágicas�).

Fig. 68: Antropomorfo ACL sobre motivo ondulado. Est. CCI �Alubias Mágicas�

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Ondulados superpuestos a:

1 Zoomorfo cuerpo circular (fase 2): una vez (est. XXX �Grilling�, panel 3).

2 Ondulados: en tres estaciones (est. XLIV �Mariposas�, panel 5; est. CXXIV �La Danza�; est. CXLVIII �Nessy�).

3 Antropomorfo de cuerpo recto con rel-leno: una vez (est. XCII �Heineken�).

Círculos y Óvalos infrapuestos a:

1 Círculos u óvalos: dos veces (est. CDLIII �Unesco�; est. CCCLXXXIII �El Golpe�).

2 Ancoriforme antropomorÞzado: una vez (est. DXLVIII �Anzuelos�).

3 Geométrico: una vez (est. CCLXIX �Ál-varo non nato�).

Círculos y óvalos superpuestos a:

1 Ondulados: en cinco estaciones (est. VI �Loro�; est. XXXIX �Gran Capullo�; est. XCII �Heineken�; est. CXI �Chaman de la Peca�; est. CCLXXXVI �Circulator�).

2 Ancoriformes : una vez (est. XIX �Pun-ta de Flecha�).

3 Zoomorfos cuerpo circular (fase 2): en cuatro estaciones (est. CVII �Cangre-jos�; est. CXXV �El Toro�; est. XXXIX �Gran Capullo�, panel 9; est. XCII �Heineken�).

4 Motivos indeÞnidos: una vez (est. XXI �Orejón�).

5 Antropomorfos cuerpo lineal (ACL): una vez (est. �Heineken�).

6 Círculos u óvalos: dos veces (est. CDLIII

�Unesco�; est. CCCLXXXIII �El Golpe�).

Antropomorfos Cuerpo Lineal (ACL) infrapuestos a:

1 Halteriforme: una vez (est. CXLII �El Carro�, panel 2).

Antropomorfos Cuerpo Lineal (ACL) superpuestos a:

1 Antropormorfos cuerpo circular (ACC) fase 2: en cuatro estaciones (est. CCXXII �Lanzadera�; est. CXLII �El Carro�; est. LII �Cieno�; est. XCII �Heineken�).

2 Ondulados: en tres estaciones (est. XLIV �Mariposas�, panel 1; est. LII �Cieno�; est. CCI �Alubias Mágicas�).

Fig. 69: Antropomorfo ACL infrapuesto a motivo halteriforme. Est. CXLII �El Carro�

Fig. 70: Antropomorfo ACL superpuesto a motivo ondulado. Est. XLIV �Mariposas�

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Ancoriformes infrapuestos a:

1 Círculos u óvalos: una vez (est. XIX �Punta de Flecha�).

2 Trazo quebrado indeÞnido (est. XIX �Punta de Flecha�).

Ancoriformes superpuestos a:

1 Ondulados: una vez (est. XXXV �Ru-dolf �, panel 2).

2 Círculos u óvalos: una vez (est. DXL-VIII �Anzuelos�).

Otras superposiciones:

� Trazo quebrado indeÞnido sobre anco-riforme (est. XIX �Punta de Flecha�).

� Trazo curvo sobre ACC (est. XXXVIII �Brico�).

� Ángulo sobre ACC (est. CLXXXV �Tortuguino�).

� Trazo curvo sobre ZCC (est. CDXXX-VIII �Bar�).

� Halteriforme sobre ACL (est. CXLII �El Carro�).

En función de los datos, una de las ti-pologías más tempranas de la fase 3 sería la de los ondulados, que reiteradamente aparece infrapuesta a las tipologías principales de este período. En un 73,68% de las veces en las que se halla en contacto con otra Þgura, el motivo ondulado aparece infrapuesto y tan sólo en un 26,32% está superpuesto sobre otros motivos. No obstante, el sentido de estas superposicio-nes hay que matizarlo, ya que en un caso lo es

sobre un motivo zoomorfo de la fase anterior y en otros tres son superposiciones entre motivos de la misma tipología, es decir, entre ondulados, lo que al mismo tiempo nos permite constatar que los ondulados complejos son, por regla general, anteriores a los ondulados simples re-sueltos mediante un único trazo. Tan sólo se ha

constatado un caso en el que la Þgura ondulada aparece sobre un antropomorfo de cuerpo re-lleno (Fig. 65), lo que nos llevaría a concluir que las Þguras más antiguas que establecen el inicio de esta tercera fase gráÞca del conjunto bada-jocense serían los dos motivos antropomorfos de cuerpo rectangular relleno, documentados en la estación �Heineken� (Figs. 14 y 15) y la serie de ondulados complejos repartidos prin-cipalmente por estaciones localizadas en zonas de inundación frecuente tanto en sectores de la zona norte como de la zona sur (Fig. 71).

Fig. 71: Ondulado complejo infrapuesto a ondulado simple. Est. CXXIV �La Danza�

Desde criterios puramente morfológi-cos, ambas tipologías nos remiten claramente a los modelos iconográÞcos documentados en el Arte Macroesquemático de la zona orien-tal de la Península Ibérica (Hernández Pérez, 1994), donde, salvando las distancias técnicas y de tamaño, también aparecen Þguras orantes,

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de brazos levantados, con cabezas semirculares embutidas en troncos resueltos mediante es-quemas de tendencia rectangular, junto a moti-vos ondulados múltiples y formas curvadas de acusado movimiento (Fig. 72).

El marco cronológico de este último ciclo pictórico quedó bien deÞnido a partir de sus es-

trechas relaciones con las decoraciones realizadas sobre cerámicas cardiales (Fig. 73) que cuentan con diversas dataciones absolutas en la región va-lenciana (Hernández Pérez, 1994: 93), asociadas a grupos de economía claramente productora que se establecieron por estos territorios durante el tránsito entre el VI y el V milenio a.C.

Fig. 72: Comparación entre los modelos iconográficos del arte macroesquemático y los del inicio de la fase 3 del Molino Manzánez

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No vamos a entrar a valorar la validez de los modelos de implantación del Neolítico en la Península Ibérica (Hernando, 1999: 72-86) y mucho menos en una región como la extreme-ña, carente de un registro empírico sólidamente deÞnido, a pesar de los notables avances reali-zados recientemente en este sentido (Cerrillo y otros, 2002), sino tan sólo insistir en la presen-cia constatada de grupos neolitizados con ce-rámica cardial en yacimientos muy cercanos al área del Molino Manzánez. Entre otros destaca el denominado Xarez 12, un hábitat localizado junto al Guadiana ocupado desde el Neolítico Antiguo hasta el Neolítico Final, con presencia reiterada de cerámica cardial en sus niveles ini-ciales y en la que se han documentado más de una treintena de estructuras identiÞcadas como hornos de arcilla para Þnes culinarios, amén de algunas otras estructuras de combustión y un gran empedrado (Gonçalves, 2002: 103). Según

su excavador, esta serie de yacimientos �indican un modelo de poblamiento neolítico uniforme y bien caracterizado en toda el área del Alqueva que se traduce en una ocupación sobre lugares sin ninguna posibilidad defensiva, junto a re-cursos naturales garantizados, particularmente cursos de agua permanente, en pequeñas zonas

sobreelevadas, óptimas para el drenaje de las aguas pluviales y sin ninguna utilidad desde cri-terios de visibilidad� (Gonçalves, 2002: 104).

Aunque no se han publicado aún crono-logías absolutas para las etapas cardiales en el Alqueva, su presencia en el país vecino parece indicar momentos muy antiguos. Por ejemplo, en Cabeço de Amoreiras se encontró cerámica cardial asociada a una industria lítica de facies geométrica fechada en 6040+/-75 BP (5090-4770 cal. BC) y 5640 +/-75 BP (4680-4340 cal. BC) (Soares, 1995: 28). Una antigüedad que no comparten los yacimientos neolíticos del occi-dente andaluz (Cueva Chica, La Dehesilla) en los que ��se reclama una domesticación tem-

prana, con fechas que pueden ascender hasta el VIII milenio a.C. cal. y la presencia de cerámica �no cardial� en niveles anteriores a los cardiales� (Hernando, 1999: 267); ni los extremeños, en los que aún no se han localizado indicios cla-ros de cerámica cardial. Pero superando esta posible consideración del carácter puntual de estos grupos neolíticos con cerámica cardial en el área suroccidental de la Península Ibérica, ca-rácter que desde una óptica personal pensamos que se debe más a carencias en el registro ar-queológico que a su propia inexistencia, lo que nos importa destacar es que desde aspectos pu-ramente sociológicos, estos grupos humanos deben compartir no sólo formas de vida, sino también ideas y creencias que se reßejan en unos modos concretos de hacer arte rupestre. Por tanto, se tratará de un sistema iconográÞco que debe poseer una matriz común para todas sus representaciones en el sentido que apunta Julián Martínez cuando aÞrma que el arte ru-pestre es �un producto cultural más� (Martínez, 1998: 544). No debe por tanto resultar excesiva la propuesta de comparar elementos Þgurativos tan distantes espacialmente, independiente-mente de que las imposiciones derivadas de la técnica o del soporte utilizado para realizar las representaciones den lugar a matices diferen-ciales entre los distintos grupos artísticos.

Fig. 73: Vaso cardial decorado con antropomorfo orante. Cova de l�Or. Beniarres