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El Decenio Hidrológico Internacional El agua y el hombre: panorama mundial por Raymond L. Nace Unesco

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El Decenio Hidrológico Internacional

El agua y el hombre:

panorama mundial

por Raymond L. Nace

Unesco

Publicado en 1970 por la

0r:anización de las Naciones Unidas

para la Educación, la Ciencia y la Cultura,

place de Fontenoy, 75 Paris-7”

Impreso por Imprimeries Oberthur, Rennes

0 Unesco 1970 COM.69/11.29/S

La Unesco y su programa

~- .-- _____- ---. --___- --..^.

En esta colección:

Maestros para la escuela de mañana por Jean Thomas

El derecho a la educación por Louis Fransois

Para los niños del mundo por Richard Greenough

Con la juventud

La protección del patrimonio cultural de la humanidad

Cuatro declaraciones sobre la cuestión racial

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Prefacio

El Decenio Hidrológico Internacional, patrocinado por la Unesco, comenzó el 1.” de enero de 1965, y es el primer intento concertado que realiza el hombre para inventariar sus recursos de agua dulce cada vez más reducidos y para coordinar las investigaciones mundiales sobre la manera de utilizarlos mejor.

El Decenio, que comenzó bajo el signo de la penuria mundial de agua, ha llegado ya a la mitad de su camino. Ha movilizado hidrólogos de todo el mundo en una empresa de tanta urgencia para los países desarrollados como para los países en vías de desarrollo. En realidad, es una tarea que en un libro de texto puede citarse como ejemplo característico del tipo de problema científico que sólo puede resolverse por medio de la cooperación internacional.

Los antecedentes históricos y científicos del problema y la manera en que se ha puesto en marcha el mecanismo de la cooperaci’ón internacional constituyen el tema de este folleto de la serie La Unesco y su programa. El autor, Dr. Raymond L. Nace, ocupa el cargo de hidrólogo investigador en la División de Recursos Hydráulicos del United States Geological Survey. Ha sido presidente del Comité Nacional de los Estados Unidos de América para el Decenio Hidrológico Internacional y represen- tante de los Estados Unidos de América en el Consejo de Coordinación del Decenio. Se ha ocupado de problemas de hidrología general en los Estados Unidos de América y de la eliminación de los deshechos radiactivos.

Las ideas expuestas aquí son las del autor y no reflejan necesariamente la opinión oficial de la Unesco.

I

Indice

1 El agua y el medio 9

II El agua como substancia ll

III Acondicionamiento de aire del planeta 15

IV La noria terrestre 16

v El sistema mundial de destilación 17

VI El hombre y el agua a través de los tiempos 19

VII Patrones de medida 30

VIII El dilema del hombre 34

IX Una ojeada hacia el futuro 37

X Un programa de actividades 40

XI Resultados obtenidos 44

-

1 El agua y el medio

Desde los albores de la civilización, el aumento del número de habitantes del globo y la proliferación de sus actividades ha dependido de la superación de las restricciones naturales del medio y, en particular, de la cantidad y la distribución del agua. El aprovechamiento y la administración del agua ha sido siempre importante, como se deduce de las numerosas medidas materiales y administrativas destinadas a regular su distribución y utiliza- ción, que a partir de los antiguos sumerios de Mesopotamia se han ido haciendo cada vez más complejas en el curso del tiempo. A pesar de ello, los problemas relativos al agua están adquiriendo cada vez más gravedad en muchas regiones, sin excluir ciertas zonas de los países desarrollados en los que ese elemento es relativamente abundante. Ello se debe a que, en muchas regiones, los problemas se refieren más bien a la calidad del agua que a su cantidad. En términos generales puede decirse que los pro- blemas del agua son pocos pero fundamentales: la distribución en el espacio (demasiado abundante o demasiado escasa); la distribución en el tiempo (cantidad excesiva en ciertas estaciones 0 años e insuficiente en otros) ; la calidad química (demasiado mineralizada ; pobre en minerales necesarios; presencia de minerales nocivos) ; y la contaminación.

En secciones ulteriores se examinarán con más detalle esos problemas. Aquí conviene señalar que algunas personas bien intencionadas hablan confiadamente de la superación de todos los problemas mediante el dominio del medio. Este objetivo es ilusorio. El hombre debe primero dominarse a sí mismo. El hecho cierto es que no lo ha hecho y que debido a ello ha perturbado tan completamente el medio natural en el que ha evolucionado que ya no sabe cuál es su lugar en ese sistema salvo como elemento de desorden. Sabemos que el agua desempeña una función vital

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Ii1 agua y el medio

en todos los medios de la Tierra desde las profundidades del mar hasta la más alta montaña; desde el desierto más árido al bosque lluvioso más húmedo; y desde los trópicos a los casquetes polares. Además desempeña una función en cada actividad del hombre y de los animales.

Hasta ahora, nuestros ensayos de “dominio del medio” han sido simples reformas del paisaje realizadas torpe e irreflexiva- mente, mientras que otras actividades humanas han provocado efectos secundarios nocivos, imprevistos y mal comprendidos. La actividad humana ha contaminado ya todo el océano mundial, la atmbsfera e incluso los remotos casquetes glaciares de Groen- landia y la Antártida. La mayor parte de los ríos están más o menos contaminados y muchos de ellos son nauseabundas alcan- tarillas abiertas. Se ha destruido la vegetación y la fertilidad del suelo de vastas zonas. Se han repetido muchas veces algunas partes del relato de la expoliación de la tierra por el hombre, pero no puede hacerse el relato completo porque no se conoce todo él y no ha terminado todavía. El problema no es el dominio del medio, sino el saber si la naturaleza puede preservarse con cierta apariencia de orden y si la civilización puede sobrevivir a su propio impacto sobre la naturaleza.

La situación con que se enfrenta hoy día la mayor parte de la humanidad demuestra convincentemente que los problemas del hombre y de ,su medio no son problemas de los hombres de las distintas naciones sino que afectan a todos los hombres y a todas las naciones. Esto se aplica especialmente al agua. La movilidad del agua es una de sus propiedades más útiles pero plantea también graves problemas tanto prácticos como científicos, internacionales como nacionales. Por lo tanto, es instructivo considerar al agua como substancia y en una perspectiva mundial.

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II El agua como substancia

El agua es la única substancia común que se encuentra natural- mente y simultáneamente en tres fases distintas: gaseosa, líquida y sólida. Tales de Mileto reconoció y subrayó ese hecho hace unos 2 500 años. Debido a las propiedades inusitadas de esta substancia corriente, el hombre ha rodeado al agua de misterio durante toda su historia y todavía queda mucho de ese halo misterioso. Cada propiedad física o química del agua sorprendió al ser descubierta y la verdad es que aún siguen produciéndose sorpresas. El estudio del agua ha conducido a muchos descubrimientos importantes sobre el mundo físico y ésta es una de las razones por las que K. S. Davis y J. A. Day, en su libro sobre el agua, la llaman el “espejo de la ciencia”. El nivel medio del mar es la cota normal de referencia de la geodesia, la geofísica y otras ciencias que necesitan una cota fija. El punto de congelación del agua es el cero de la escala centígrada de temperaturas y su punto de ebullición es el 100. En la escala de densidades relativas de la materia, la densidad del agua pura se toma como unidad. Éstos son algunos ejemplos que demuestran que el agua tiene para la ciencia, y, por lo tanto, para los negocios humanos, una impor- tancia mayor de la que hace suponer sus aplicaciones ordinarias cotidianas. La historia del desarrollo de la civilización y de la ciencia podría escribirse en gran parte en función de las relaciones del hombre con el agua.

Una redoma de agua

Se dice que una pequeña redoma herméticamente cerrada existente en París (Francia) contiene 45 gramos de agua sintetizada en 1775 quemando un gas que después recibió el nombre de hidrógeno. Cualquier escolar puede hacer hoy día

ll

El agua como substancia

la misma cosa, pero hace 200 años la química no se había separado aún claramente de la alquimia. Se ignoraban la estruc- tura y la composición verdaderas de las substancias químicas. Incluso el agua, la más corriente de las substancias palpables, era un misterio químico.

Antoine-Laurent Lavoisier, trabajando en su laboratorio de París -la Meca de los naturalistas del siglo XVIII- no fue el primer hombre que sintetizó el agua. Fue precedido por el excéntrico y misántropo aficionado inglés a la química, Henry Lord Cavendish, pero Cavendish fue incapaz de explicar lo que había sucedido. Otro aficionado a la química, Joseph Priestley, el disconforme eclesiástico y preceptor inglés, había observado también que ciertos tipos de combustión producían humedad. Otros varios experimentadores hicieron independientemente obser- vaciones semejantes por ese mismo tiempo. Ninguno de ellos, sin embargo, comprendió la reacción de combustión.

Lavoisier explicó correctamente lo que había conseguido, con lo que derribó la antigua teoría del flogisto, que había inducido a error a Priestley, Cavendish y otros. Con éste y otros descubri- mientos, Lavoisier estableció los fundamentos de la química moderna.

A tomos de agua

La teoría atómica de la materia es la hipótesis científica más antigua existente. El filósofo griego Demócrito de Abdera (C~FFCI

460-350 a. J.C.) enseñaba una teoría atómica formulada por su preceptor, Leucipo de Mileto. Sin embargo, la teoría atómica moderna es un eco lejano de la sencilla partícula invisible e indivisible concebida por Leucipo.

La constitución de la materia no se estudió seriamente hasta unos 2 100 años después de Leucipo. A fines del siglo XVII,

Robert Boyle e Isaac Newton resucitaron el concepto de átomo pero llamándolo “corpúsculo”. Boyle hizo también una distinción entre elementos y compuestos químicos, que fue confirmada después por Lavoisier en sus experimentos con el agua y sus componentes. En 1808, John Dalton publicó una teoría atómica que incluía la “ley de las proporciones constantes” entre los elementos que forman un determinado compuesto. Es decir que, contrariamente a la creencia tradicional, el agua tiene las mismas

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El agua como substancia

proporciones de hidrógeno y oxígeno tanto si cae del cielo como si corre por el Rin o si se hiela en el corazón de la Antártida. También concibió la “ley de las proporciones múltiples” entre determinados elementos de una serie de compuestos. Esto quiere decir que pueden existir los compuestos AB, AB,, AB,, etc., pero no el AB 1/5. Estableció asimismo las bases de un sistema de pesos atómicos relativos, utilizando como unidad el peso del elemento más ligero, el hidrógeno. Su sistema dio pesos erróneos porque suponía, lo mismo que Lavoisier, que el agua era HO. En 1809, Joseph-Louis Gay-Lussac dio la pista de la fórmula correcta con su observación de que la combinación volumétrica de los gases se ajusta a las leyes de Dalton para los átomos. De este modo, dos volúmenes de hidrógeno se combinan con un volumen de oxígeno. Sin embargo, Dalton rechazó esa idea y dejó al italiano Amedeo Avogadro el mérito de enderezar las cosas con su hipótesis de la constitución molecular de los gases libres elementales. Dicha hipótesis se publicó en 1811 pero no fue aceptada hasta casi cincuenta años después.

Las leyes de Dalton, que en realidad sólo eran conjeturas astutas, se confirmaron a los pocos años y la composición del agua quedó firmemente establecida como H,O. Desde ese momento, el progreso de la química fue rápido y el agua siguió desempeñando un papel destacado. En 1895, después de la construcción y confirmación del cuadro periódico de los elementos, ideado por Dimitri Ivanovich Mendeleiev y publicado en 1869, el átomo adquirió carta de naturaleza. En 1905, Albert Einstein desintegró, al menos en el papel, el átomo indivisible.

Sin embargo, hasta 1934 no demostró el químico norte- americano Harold Clayton Urey que la fórmula HZ0 no contiene toda la historia química del agua. Urey demostró la existencia del “hidrógeno pesado” (deuterio) y del agua pesada (D20). Luego vino el descubrimiento del “hidrógeno superpesado” (tritio) y del agua todavía más pesada (T-0). El oxígeno también tiene tres isótopos. Por lo tanto, en combinación con los tres isótopos del hidrógeno son posibles teóricamente 18 clases de agua.

En cambio, la historia química del agua en el tubo de ensayo apenas da idea de su importancia en la historia de la tierra y de sus habitantes.

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III Acondicionamiento de aire del planeta

La importancia del agua es considerablemente superior a la función que desempefía en los procesos orgánicos vitales y en sus variadas utilizaciones por el hombre. El agua es un factor fundamental en el sistema natural de acondicionamiento de aire del planeta Tierra. El hombre ha deplorado a veces la gran superficie y volumen del océano mundial, tres veces mayor que la superficie de los continentes. En realidad es una suerte que tenga esas proporciones.

Los océanos son el gran depósito de calor del sistema terrestre, absorben enormes cantidades de energía solar y la liberan en la atmósfera lentamente, manteniendo un régimen térmico aceptable para los seres vivos. Una gran parte del calor se consume en transformar el agua en vapor, que se incorpora a la atmósfera. Esta absorbe cierta cantidad de radiación solar directa o reflejada, pero no lo hace uniformemente. Esa falta de uniformidad produce desequilibrios en el régimen térmico de la atmósfera, que a su vez ponen a ésta en movimiento. La energía solar es la fuerza motriz y la atmósfera el vehículo que transporta agua y aire fresco a las zonas continentales. Una gran parte del agua vuelve a evaporarse desde el suelo, pero otra parte se vierte de nuevo en el mar.

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IV La noria terrestre

El ciclo hidrológico o ciclo del agua consiste en un movimiento continuo de ésta por evaporación desde el mar a la atmósfera, por precipitación sobre la tierra y el mar y por el caudal que los ríos vierten en el océano. Una parte del agua precipitada sobre el suelo vuelve a evaporarse en los lagos, el suelo húmedo y la vegetación; otra parte se infiltra en el subsuelo y se convierte en agua subterránea; y sólo otra parte del agua vuelve directa- mente al mar a través de los ríos.

La atmósfera es un vehículo muy eficaz de transporte de agua. Una columna de la atmósfera contiene, por término medio, una cantidad de vapor equivalente a unos 2,5 cm de agua líquida, que es el espesor de la capa de agua que se formaría sobre toda la tierra si la totalidad del agua atmosférica se precipitase repentinamente. Sin embargo, las masas tormentosas de aire pueden contener hasta 8 cm o más. La masa de aire que interviene en un huracán puede contener de 5 a 10 kilómetros cúbicos de agua y transportarla a distancias de miles de kilómetros. Sólo una parte del vapor de agua contenido en la atmósfera llega a precipitarse. Por ejemplo, se ha calculado que el transporte anual total a través de los Estados IJnidos de América equivale a 60 000 km” de agua, de la que sólo se precipita aproximadamente la décima parte.

A pesar de la cantidad relativamente pequería de vapor de agua contenlda en la atmósfera terrestre en un momento dado iunos 13 000 km3), la tierra firme recibe grandes cantidades de precipitación porque el vapor atmosférico se renueva continua- mente por evaporación. Cada molécula de agua sólo permanece en la atmósfera en forma de vapor unos 8 a 10 días por término medio.

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v El sistema mundial de destilación

Durante la última década, la tecnología de la desalinización de aguas salobres ha progresado rápidamente y ha sido ampliamente aplicada. La producción mundial anual de agua desalinizada es actualmente del orden de 90 millones de metros cúbicos. Esta cifra puede parecer grande mientras no la convirtamos en kilómetros cúbicos (0,09 km3) y la comparemos con la producción natural de agua dulce a partir del mar.

El sol, el océano mundial y la atmósfera mundial forman un inmenso sistema natural de destilación y distribución de agua. El calor solar evapora anualmente unos 350 000 km3 de agua de los océanos y unos 70 000 km3 de los continentes, lo que hace un total de 420 000 km3. La circulación atmosférica distribuye ese vapor alrededor del mundo. Una cantidad igual de agua cae en forma de precipitación, de la que unos 1.00 000 km3 sobre los continentes. Por lo tanto, la precipitación anual natural que reciben las tierras es más de un millón de veces mayor que la producción actual de agua artificialmente desalinizada. Esta última puede tener importancia local para muchas ciudades e industrias pero es poco probable que llegue a ser nunca algo más que una pequeña fracción de la cantidad producida naturalmente. El hombre no puede competir con los procesos naturales más que en escala local.

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VI El hombre y el agua a traués de los tiempos

La extraordinaria importancia del agua, o de la falta de ella, ha hecho que este elemento constituya un tema apasionante de conversación y de acción durante los tiempos históricos y probablemente desde mucho antes. El crecimiento demográfico en el siglo XX ha acentuado esa importancia, no sólo porque el agua escasea en general, sino también porque su utilización y conservación son deficientes. Durante los últimos 7 000 años, los hombres han intentado en algún tiempo y lugar aumentar el abastecimiento de agua dulce, o al menos incrementar la parte utilizada antes de su retorno inevitable al mar. Durante la mayor parte de ese tiempo, el ciclo del agua era un misterio.

El hombre antiguo, lo mismo que el moderno, amaba el sol y el clima templado y seco, pero para prosperar y multiplicarse en las regiones secas era necesario un cambio más profundo que la transición de la caza y el pastoreo trashumante a la agricultura sedentaria. La agricultura sin riego es precaria o imposible en las zonas secas. Sin embargo, el riego intensivo requiere un esfuerzo colectivo para la captación del agua, el mantenimiento de las obras hidráulicas y la distribución del agua, lo que sólo puede conseguirse mediante una organización política y social eficaz. Es posible que la civilización se haya debido a la resistencia del hombre a aceptar las limitaciones de la geografía y a la busca de medios para sortear esas limitaciones.

Después de la época glacial se establecieron hace por lo menos 5 000 años y tal vez 8 000, condiciones climáticas idénticas en todos los aspectos esenciales a las que predominan hoy día. El Cercano Oriente y el Medio Oriente ya eran áridos o semiáridos pero en ellos nacieron las primeras civilizaciones. Esto no fue una simple coincidencia, por la razón antes indicada. El clima determinó el lugar de desarrollo de la civilización.

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El hombre y el agua a través de los tiempos

El riego

Teniendo en cuenta la antigüedad de la ordenación del agua, es sorprendente que el ciclo de ésta haya sido un misterio para el hombre durante la mayor parte de su historia. Los conocimientos hidrológicos de los sumerios son problemáticos. Los autores de sus inscripciones cuneiformes se interesaban más por las hazañas guerreras y los asuntos prácticos que por las disquisiciones intelectuales. Sin embargo, el pueblo debió tener un profundo conocimiento práctico del agua corriente pues en otro caso no hubiera podido explotar un vasto y complicado sistema de riego en la llanura de Mesopotamia. Ese sistema se remonta por lo menos a 4 000 años a. J. y tal vez a mucho antes. Ese pueblo y los que le sucedieron dominaron una región de unos 20 000 km’, gran parte de los cuales eran irrigados, aunque no todos al mismo tiempo. El sistema de riego de los sumerios era una maravilla, no sólo debido a su extensión sino también a su larga existencia. La salinización y el entarquinamiento fueron en grado variable dos plagas de los terrenos de regadío desde tiempos muy remotos, pero los sumerios aprendieron a combatirlas con más o menos eficacia. Lo mismo hicieron sus sucesores semitas y el riego continuó hasta mediados del siglo XII d. J. Se ha atribuido a la invasión de Hulagu Kan, en el siglo XIII, la devastación de Mesopotamia, pero la región había sido prácticamente abandonada un centenar de años antes.

A juzgar por la experiencia de los modernos métodos de riego, es dudoso que un sistema moderno pueda tener una duración ni siquiera aproximada a la de Mesopotamia. En la vasta y fértil llanura del Indo del Paquistán Occidental viven más de 30 millones de personas. Una enorme red de canales de riego cubre unos 9 millones de hectáreas de tierra (90 000 km*). Más de 2 millones de hectáreas se han perdido ya por la salinización y el anegamiento y cada año se pierden alrededor de otras 40 000 hectáreas.

La llanura del Indo no es más que un ejemplo de los problemas que plantea el riego. Las regiones secas tienen con frecuencia suelos y aguas subterráneas salinos debido a que el ciclo local del agua no tiene un volumen suficiente para arrastrar las sales. Un riego satisfactorio requiere la aplicación de una cantidad suficiente de agua para lixiviar las sales y de una circulación de

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El hombre y el agua a través de los tiempos

agua subterránea o de avenamiento que permita evacuar las sales de la zona regada. Cuando el avenamiento es insuficiente, el anegamiento agrava el problema. Anualmente se pierden para la producción muchas decenas de miles de hectáreas debido a la salinización y al anegamiento, principalmente en Asia, Africa y América del Norte.

La agricultura de regadío organizada en gran escala apareció en el valle del Nilo hacia 3400 a. J. C., después de un periodo preparatorio de pequeños progresos locales. Por diversas razones, el problema del riego era aquí más sencillo que en Mesopotamia. Se aplicó el sencillo sistema de riego por estanques de inundación, primero únicamente en la orilla izquierda. ‘Más tarde, cuando el método de inundación se extendió también a la orilla derecha, el estrechamiento del río entre ambas orillas planteó graves problemas durante las grandes crecidas. En la XII dinastía se ejecutó un ingenioso plan para mitigar ese problema: la obra de Fayum. Dicho plan consistía en utilizar la d,epresión de Fayum como un embalse de derivación en el que se acumulaban las aguas sobrantes formando el lago Moeris en el desierto a 80 km al suroeste de El Cairo. Durante los años de crecidas insuficientes, el agua almacenada en el lago se devolvía al valle.

El sistema de riego egipcio era único. Los estanques de riego se inundaban abundantemente, pero sólo una vez al año. La arena y la grava existentes en el subsuelo del valle permitían un buen drenaje subterráneo. No había necesidad de canales de riego ni de zanjas de desagüe y la salinización o el anegamiento de los suelos no planteaban ningún problema general. El depósito anual de limo suplía la necesidad de abonos. Será interesante observar el futuro del valle del Nilo con un sistema de riego moderno que comprende un gran embalse en el tramo superior en el que se depositará una gran parte de los sedimentos contenidos en el agua almacenada.

Llanuras aluviales y ciudades

Los pueblos modernos no son los primeros que han erigido ciudades en las llanuras aluviales. Mohenjo-Daro y Harappa, dos ciudades arqueológicamente famosas de una civilización que floreció en la llanura del Indo de 2500 a 1500 a. J. C., sufrieron dificultades porque sus habitantes no comprendieron o no

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El hombre y el agua a través de los tiempos

pudieron dominar las interacciones de la tierra, el agua, la vegetación y el hombre en las condiciones mesológicas de una llanura aluvial. La civilización decayó poco a poco y terminó por desaparecer. Una hipótesis corriente es que la civilización harappana se basaba en la agricultura de regadío y fue vencida por la salinización del suelo. Sin embargo, algunos autores dicen que no hay pruebas de que hubiese obras de riego en los tiempos de Harappa. Según una teoría reciente, las ciudades harappanas fueron destruidas por repetidas inundaciones. Los gruesos muros de mampostería que rodeaban a Mohenjo-Daro dejaron de protegerla y la ciudad fue sumergida y sepultada por el cieno. La naturaleza de esas crecidas debió ser inusitada.

Una llanura aluvial es exactamente lo que indica su nombre: un terreno formado por el río durante las crecidas. Un río está en crecida cuando sobrepasa las orillas de su cauce. Este rebosamiento es un fenómeno periódico normal en la mayoría de los ríos y las pequefias crecidas se producen cada dos o tres años. Las grandes crecidas son menos frecuentes. Sin embargo, las crecidas del Indo en los tiempos de Harappa parecen haber sido de distinta naturaleza.

Según una interpretación, algún fenómeno geológico descono- cido produjo una obstrucci’ón del Indo aguas abajo de Mohenjo- Daro formando un lago que sumergió la ciudad bajo el agua y el cieno. Cuando el efluente del lago erosionó el obstáculo y evacuó el lago, los hombres regresaron y construyeron de nuevo encima de la antigua mampostería. Esto sucedió por lo menos cinco veces. Un montículo existente en el lugar contiene artefactos hasta una profundidad de 22,6 metros, 7,3 de los cuales se encuentran por debajo del nivel hidrostático actual y sólo pueden inspeccionarse por sondeo.

Todo demuestra que la ciudad fue sumergida por el agua y el cieno, pero no se sabe si fue por un lago o por una crecida. La llanura del Indo es muy plana y una gran crecida puede tener muchas de las características de un lago. En todo caso, Mohenjo- Daro es un antiguo ejemplo de un problema que ha adquirido grandes proporciones en los tiempos modernos. La intrusión del hombre en las llanuras aluviales produce daños materiales cada vez mayores y, en ciertos casos, pérdidas de vidas humanas. El hombre moderno tampoco ha resuelto ese problema, porque las grandes crecidas no pueden dominarse. Sólo pueden combatirse.

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El hombre y el agua a través de los tiempos

Otras obras hidráulicas antiguas, como las del Irán y China, no son menos interesantes, pero los ejemplos presentados demues- tran que muchos siglos antes de que naciera la civilización griega clásica, el hombre tenía un gran conocimiento práctico del agua y de la manera de aprovecharla. Había ya inventado los princi- pales tipos de obras de regulación: diques de derivación, diques de almacenamiento, esclusas, canales y zanjas de avenamiento, y utilizado canales para el riego, el abastecimiento urbano de agua y la navegación. Sus conocimientos eran en gran parte 0 totalmente empíricos, pero inmensamente útiles. Los pueblos antiguos también sabían alumbrar el agua subterránea y favorecer la recarga de las capas acuíferas, pero no se sabe con seguridad cuál es la antigüedad de ese conocimiento.

Los pueblos antiguos también tropezaron con los mismos problemas que nos preocupan hoy día: el mantenimiento de los canales y las zanjas de avenamiento; la necesidad de dragar y de evacuar los desechos; el abastecimiento público de agua; la navegación; la lucha contra las crecidas; y la contaminación. La diferencia es que esos problemas se han vuelto más urgentes con el paso del tiempo y con la proliferación del género humano.

Hidrología griega

Aparte de los problemas prácticos del aprovechamiento del agua, las primeras nociones coherentes sobre el agua como substancia y sobre el ciclo del agua en su conjunto han aparecido probable- mente en la Grecia clásica. Los filósofos de la naturaleza griegos eran intelectualmente metódicos. Buscaban causas racionales de los efectos observados en vez de invocar el capricho de los dioses como causas fundamentales. Aunque su pensamiento estaba muy influido por la mitología, rechazaban en principio los mitos, los sustituían por deducciones racionales y procuraban reducir muchos hechos a unos pocos principios. Por lo común estaban equivocados, pero acertados o equivocados, eran por lo general 1’ * og1cos.

El primero de los filósofos de la naturaleza fue Tales de Mileto (;640?-546 a. J.C.). Conociendo la ubicuidad del agua en el mar, la tierra, el subsuelo y el aire, Tales supuso que todas las substancias procedían originariamente del agua y volvían a adquirir esa forma. Éste puede haber sido el primer intento del hombre

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El hombre y el agua a través de los tiempos

para reducir la desconcertante diversidad de la materia a un común denominador. Tales creía que los ríos eran alimentados por el mar y que el viento impulsaba el agua hacia el interior de la tierra. Una vez dentro, el peso de las rocas suprayacentes obligaba al agua a ascender hacia las montanas, de las que surgía formando los ríos.

Después de Tales, los filósofos enriquecieron poco las ideas sobre el agua hasta la época de Anaxágoras de Clazomene (500- 428 a. J.C.), pensador muy original que rechazó la idea milesiana de un elemento primordial. Creía que no podían producirse transformaciones de la materia y que todas las substancias existían desde la eternidad. Anaxágoras se formó una idea fundamental- mente correcta del ciclo hidrológico general: el sol hace ascender el agua del mar a la atmósfera, de la que cae en forma de lluvia. El agua de lluvia se acumula en depósitos subterráneos de los que manan los ríos. La tierra no engendra nueva agua, sino que los depósitos se llenan durante la estación lluviosa. Los ríos perennes proceden de los grandes depósitos y los efímeros de los pequeños.

De;nócrito (circa 460~circa 370 a. J.C.) desarrolló la teoría atómica de Leucipo y enseñó que las propiedades de las substancias dependían del tamano de sus átomos. El agua, por ejemplo, podría estar compuesta por esferas lisas, lo que expli- caría por qué fluye tan fácilmente.

Platón (428 o 427-348 a. J. C.) hizo avanzar considerablemente el pensamiento griego. Supuso que el universo había sido creado por una inteligencia organizadora y que, por lo tanto, era comprensible. Sin embargo, el núcleo del ciclo hidrológico de Platón era el Tártaro mítico. Suponía que una serie de canales subterráneos conectados entre sí comunicaban con su fuente, el vasto reservorio del Tártaro. El flujo y reflujo perpetuos de las aguas en el depósito subterráneo producían el caudal de los manantiales y de los ríos. Toda el agua de los ríos y de los mares terminaba volviendo al Tártaro.

Aristóteles de Estagira (384-322 a. J. C.), discípulo de Platón y preceptor de Alejandro, el hijo de Filipo de Macedonia, proyectó su pensamiento mucho más lejos que su maestro. Su vasto y variado intelecto exploró todas las ramas del conocimiento y de la filosofía e inevitablemente incluyó el ciclo del agua. Como ha señalado Will Durant, ningún científico puede trabajar hoy

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El hombre y el agua a través de los tiempos

día sin apoyarse en Aristóteles. Las palabras “facultad”, “media”, “máxima”, “categoría”, “energía”, “actualidad”, “motivo”, “fin”, “principio”, “forma” y otros muchos términos abstractos se forjaron en la mente de Aristóteles.

Aristóteles rechazó perentoriamente tanto las ideas de Anaxá- goras sobre el ciclo del agua como el Tártaro de Platón. Reconoció que algunos manantiales eran alimentados por el agua meteórica, pero creyó que el principal caudal de agua se originaba en grandes cavernas subterráneas donde el frío transformaba el aire en agua. T am b ién difería de Anaxágoras en la explicación de los fenómenos meteorológicos, por ejemplo, el granizo. Como habi- tante de una región árida, Aristóteles no podía concebir que la lluvia hiciese algo más que una aportación secundaria al agua de los ríos y de los manantiales. Creía que el agua del mar se convertía en aire por el calor del sol y que el aire se volvía de nuevo agua (por condensación) en las cavernas bajo la influencia del frío. Como se ve, Anaxágoras se aproximó más que Aristóteles a las explicaciones que todos admitimos hoy día. Sin embargo, Aristóteles manejó muchos más datos de observación que Anaxá- goras y algunos de ellos contradecían las ideas de este último. Por consiguiente, los argumentos de Aristóteles predominaron y no se ínpugnaron con éxito durante cerca de 2 000 años.

La Roma imperial y las obras públicas

Antes de que los romanos cayeran bajo la influencia intelectual de Grecia habían aprendido mucho de los etruscos, que eran maestros en el arte del riego y del avenamiento de zonas pantanosas. Esta herencia permitió a Roma tener un buen sistema de alcantarillado ya en el siglo VI a. J. C. En general, los romanos aceptaron la ciencia griega y no la enriquecieron con conceptos básicos. Su fuerte era la ingeniería, como lo demuestran los acueductos, los puentes y otras estructuras que todavía subsisten. Los ingenieros romanos inventaron también e.1 suministro domés- tico de agua mediante tuberías. Sin embargo, es curioso que fueran incapaces de medir el caudal de agua de un conducto. Suponían que dicho caudal dependía únicamente del tamaño del orificio e ignoraban la influencia de la carga hidráulica.

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El hombre y el agua a través de los tiempos

Europa y el autoritarismo

Durante la edad media prevalecieron muchas ideas fantásticas sobre el ciclo del agua. Una de ellas, heredada con modificaciones de los griegos, era que el agua oceánica se vertía en cavernas submarinas que la conducían a la tierra firme donde sufría una destilación y subía a la superficie para alimentar los manantiales y los ríos. Los hombres de la edad media tenían razón en considerar que el mar es el origen del agua en el ciclo hidrológico, pero hacían girar a éste en dirección contraria y funcionar al revés el alambique.

Tales ideas persistieron porque los hombres consideraban a los griegos y en particular a Aristóteles, como autoridades indis- cutibles y porque había un dogma religioso relativo a un pasaje del Eclesiastés que se interpretaba en cl sentido de que las aguas continentales procedían de un caudal subterráneo del mar. Creer otra cosa hubiera sido herejía. Ni los filósofos de la naturaleza ni los eclesiásticos podían comprender que la lluvia fuese un origen suficiente del agua de la tierra firme.

El renacimiento de la hidrología

La hidrología, lo mismo que otras ciencias y otras artes, tenía que terminar rompiendo con el dogmatismo y el autoritarismo. La ruptura se produjo de un modo curioso. El hugonote francés Bernard Palissy (il514?-1590) fue un ceramista autodidacta que inventó las obras maestras de cerámica esmaltada de estilo naturalista, que llamó “figulinas rústicas”. Este invento le salvó la vida. Detenido y enviado a Burdeos para ser juzgado por sus actividades en la nueva religión de la Reforma, parecía irremisi- blemente condenado. Sin embargo, la reina madre, Catalina de Médicis, intervino nombrándole “inventor de figulinas rústicas tlel rey” (que era Enrique III). Como miembro de la casa real escapó a la jurisdicción del parlamento de Burdeos.

Palissy se jactaba de no saber el latín ni el griego. Sólo sabía lo que había visto en sus numerosos viajes como agrimensor antes de dedicarse a la cerámica. Sus dotes de observación eran agudas y, en el contexto de su época, fue un consumado geólogo, minera- logista y paleontólogo. Aunque Palissy rehuía la teoría, se fiaba de la observación directa, sabía lo bastante de la doctrina del

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El hombre y el agua a través de los tiempos

autoritarismo para darse cuenta de que ésta negaba la suficiencia de la lluvia como origen de los manantiales y los ríos. Sin embargo, lo que veía con ojos de geólogo le convenció de lo contrario. En un libro publicado en 1580 declaró que los manantiales y 10s ríos procedían exclusivamente de la lluvia y eran alimentados por ella. ksta es probablemente la primera vez que se publicaba tal afirmación. Aunque esto era más importante para la huma- nidad que el invento de su famosa cerámica esmaltada, Palissy no recibió ninguna distinción científica durante su vida. El mundo esperó casi un siglo para despertarse. El catalizador fue de nuevo un francés.

En 1668, un francés aficionado a la ciencia, Pierre Perrault, convencido de que la lluvia ara suficiente para originar el caudal de las aguas terrestres, se propuso probarlo. Durante tres años midió la precipitación en el tramo superior de la cuenca del Sena, obteniendo un promedio de unos 49 cm anuales. Los cálculos demostraron que esa cantidad era seis veces mayor que el caudal estimado del Sena. Perrault publicó ésta y otra información en 1674. Sus mediciones y sus cálculos podrían haberse hecho en cualquier momento durante los 2 000 años precedentes, pero la ciencia no había alcanzado todavía la fase de comprobar las hipótesis mediante mediciones y observaciones. Perrault fue, por lo tanto, el iniciador de la moderna hidrología científica. También explicó correctamente el destino de los cinco sextos restantes de la precipitación (la parte que no corre por el Sena) y que se elimina en la recarga de las capas acuíferas subterráneas, en la evaporación y en la transpiración de las plantas.

Los descubrimientos de Perrault fueron confirmados por otros científicos a los pocos años y la hidrología tomó la orientación que ahora tiene. Sin embargo, esta ciencia es interdisciplinaria y no pudo hacer grandes progresos en el aspecto cuantitativo hasta que las ciencias fundamentales de la física, la química y la bio- logía no estuvieron más avanzadas y hasta que no se establecieron los principios básicos de la geología. La trama geológica de la tierra constituye su sistema de cañerías y debe comprenderse este sistema para poder entender la hidrología. El periodo clásico de la geología no llegó hasta el’ siglo XIX.

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VII Patrones de medida

En el trabajo científico y tecnológico, una gran parte del tiempo y de la energía se consumen en el problema fundamental de la medición. La búsqueda de mejores patrones de medida es ince- sante. Una de las principales razones del tardío desarrollo de las ciencias exactas fue la falta inicial de medios para hacer medidas precisas.

Los adelantos en las ciencias fundamentales y derivadas se aceleraron durante los siglos XVIII y XIX, junto con el progreso de la tecnología de la medición de los fenómenos naturales. La rama de la física llamada hidráulica ha tenido una amplia aplicación a la hidrología. Por ejemplo, Perrault tuvo que calcular aproxi- madamente el caudal del Sena. Hoy día, la altura de los ríos se mide y se registra automáticamente, mientras que una calcu- ladora obtiene e imprime el caudal correspondiente. La ciencia del siglo XX depende estrechamente de mediciones cada vez más complejas y del análisis de éstas mediante calculadoras.

La hidrología está limitada por el empleo de técnicas e instrumentos poco satisfactorios para medir muchos fenómenos hidrológicos, especialmente a escala muy grande o muy pequería. iCómo se mide, por ejemplo, la velocidad del movimiento del agua subterránea en una capa acuífera? iCómo se mide la evapo- ración en todo un continente o en el océano mundial? Esas magni- tudes no pueden medirse directamente. Sólo pueden estimarse midiendo fenómenos afines de los que pueden derivarse valores calculados.

La evaporación y la transpiración son importantes porque disipan una gran parte de la precipitación que recibe la tierra firme. La evaporación disminuye los beneficios de los lagos arti- ficiales. En las zonas áridas, los lagos pueden perder anualmente por evaporación una capa de agua igual a su superficie hasta de

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Patrones de medida

3 metros o más de espesor. La suma de la evaporación y la trans- piración suelen calcularse a base de la radiación solar, la velocidad del viento, la humedad del aire, la temperatura y otros factores. A fines del siglo XVII, el astrónomo británico Edmund Halley, a base de un corto experimento realizado en Londres, calculó que la evaporación anual en el Mediterráneo, que es un mar templado, era de 3 pies (unos 90 cm). Esa cifra era baja y el cálculo actual, promediado para todo el océano mundial, es de unos 100 cm.

Desde hace casi dos siglos se han hecho sistemáticamente medi- ciones de la precipitación sobre una parte cada vez mayor del mundo. La primera red meteorológica europea se estableció en 1780, con su estación más oriental en Hungría. Europa y una parte de América del Norte están relativamente bien atendidas, pero en vastas zonas de Asia, Africa y América del Sur, en las regiones polares y en los mares, la precipitación es prácticamente desco- nocida.

Los ríos del mundo que desembocan en el mar vierten en éste unos 30 000 km” de agua anualmente, lo que equivale aproxima- damente al 30% de la precipitación sobre los continentes. Sin embargo, sólo alrededor del 50% del caudal fluvial se ha medido directamente, mientras que el resto se ha calculado. El Amazonas, que es el río más grande del mundo, nunca se había medido hasta 1963-1964 en que una expedición conjunta del Brasil y los Estados Unidos de América, a bordo de una corbeta de la marina brasi- lena, lo midió tres veces, una durante la fase de aguas altas, otra durante la fase de aguas bajas y otra durante una fase intermedia. Se encontró que el caudal medio era de unos 175 000 m3 por segundo, o de unos 5 540 km” por año. Esto equivale aproximada- mente al 18% del caudal de todos los ríos del mundo. Según esas mediciones, el Amazonas es casi dos veces mayor de lo que se había calculado anteriormente. Estas solas mediciones alteran los cálculos anteriores del balance hídrico mundial y demuestran la importancia de las mediciones en gran escala.

La última época glacial terminó hace unos 10 000 años, pero una gran parte del mundo está todavía invadida por el frío. Los grandes casquetes glaciares de Groenlandia y de la Antártida contienen cerca del 80% de toda el agua existente fuera de los océanos. Abundan los glaciares alpinos, somontanos y de valle; los bancos de hielo y el hielo flotante cubren vastas regiones de los mares polares, y grandes extensiones de Siberia, el norte de

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Patrones de medida

Europa y la parte septentrional de Norteamérica tienen el suelo permanentemente helado. El volumen total de los casquetes de hielo y de los glaciares de los continentes es de unos 26 millones de kilómetros cúbicos, mientras que todas las demás aguas de los continentes sólo ascienden a unos 8 millones de kilómetros cúbicos. Es evidente que una gran parte del mundo está todavía en la época glacial, p ero se sabe relativamente poco sobre las zonas heladas. Los grandes casquetes glaciares .parecen estables, pero hay grandes diferencias de opinión sobre si las masas de hielo están aumentando, disminuyendo o simplemente manteniéndose. Es importante precisar este punto porque las zonas glaciares son grandes fábricas meteorológicas y su fusión produciría una eleva- ción del nivel del mar.

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VIII El dilema del hombre

La superficie total de la tierra firme es de 149 millones de kiló- metros cuadrados. Unos 15 millones de kilómetros cuadrados están cubiertos permanentemente de hielo. Otros 22 millones tienen el suelo permanentemente helado y comprenden el 22% de la super- ficie total de las tierras del hemisferio norte. Cerca de 40 millones de kilómetros cuadrados son áridos o sumamente áridos. Grandes superficies son zonas montañosas de gran altitud. En total, más de la mitad de la superficie terrestre es radicalmente inhóspita para el hombre. A pesar de su gran capacidad de adaptación, el hombre ha penetrado relativamente poco en las regiones inhospi- talarias. Sin embargo, el aumento de la población ejercerá inevi- tablemente un empuje cada vez mayor hacia las partes del mundo que están todavía relativamente poco habitadas pero que contienen , abundantes recursos naturales y, en particular, agua. Estas son las fronteras del futuro y su plena utilización requerirá ensanchar los límites del conocimiento porque las nuevas zonas son poco conocidas y se tiene poca experiencia de su ocupación.

El nivel de vida de todas las sociedades está íntimamente relacionado con el consumo de agua. Un alto nivel de vida requiere un consumo abundante de agua para la agricultura, la industria, los servicios públicos y los usos domésticos. El ritmo de avance de los países en vías de desarrollo depende de su capacidad para explotar sus recursos hidráulicos. En algunos países, el consumo de agua por habitante es sólo de unos 100 litros diarios. En ciertos países industrializados, el consumo de agua es 60 veces mayor. La disparidad entre los niveles de vida es aún más grande. La atenuación de esa disparidad requiere, no sólo mayor consumo de agua, sino mayor consumo por habitante. Dado el aumento previsto de la población en los países en vías de desarrollo, el problema es formidable, Los propios países

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El dilema del hombre

desarrollados tienen graves problemas. La duplicación de la población exigiría duplicar el consumo de agua simplemente para mantener el nivel actual. La situación en los Estados Unidos de América es instructiva.

El consumo de agua por habitante para todos los fines distintos de la producción de energía hidroeléctrica es en los Estados Unidos de América de unos 6 000 litros diarios. Este consumo es muy alto en comparación con el de la mayor parte de los demás países, incluidos los altamente industrializados. Sin embargo, sólo es una pequeña parte de la disponibilidad media nacional de agua, como se observa en el siguiente cuadro:

Caudal superficial y subterráneo total 5,4 X 1012 litros/día Consumo por habitante 6,l X lo3 litros/día Consumo total 1,2 X 1Ol2 litros/día Consumo definitivo total 0,3 X 1Ol2 litros/día Porcentaje de consumo definitivo total 25 Porcentaje del caudal total consumido 695

El consumo definitivo es el que convierte el agua en vapor atmosférico que no es directamente reutilizable. El agua no consumida definitivamente puede volver a utilizarse, aunque a veces requiere una purificación. En realidad, el consumo total indicado en el cuadro incluye la reutilización de cierta cantidad de agua. En algunas zonas, el agua se reutiliza muchas veces. Sin embargo, por término medio, algo más del 90% del caudal total superficial y subterráneo de los Estados LJnidos de América no es consumido y se utiliza como vehículo para el transporte de desechos al mar.

Aunque este resumen prescinde de la utilización del agua para el recreo y la navegación (empleo que no puede medirse), permite observar que el problema fundamental de la explotación y regulación de los recursos de agua es un problema de calidad y no de cantidad del agua.

En escala continental o regional, la escasez de agua en una zona puede aliviarse mediante transferencias de una cuenca a otra. Sin embargo, esto no alivia necesariamente la contaminación. En la cuenca exportadora de agua, el volumen que queda para diluir la contaminación es menor. En la cuenca receptora puede permitir nuevas utilizaciones que agravan el problema de la contaminación.

Es evidentemente necesario establecer objetivos y normas

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El dilema del hombre

nacionales y, en ciertos casos, internacionales para prevenir y reducir la contaminación y no sólo para ordenar y distribuir los recursos hidráulicos.

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IX Una ojeada hacia el futuro

Se ha escrito mucho sobre la expansión demográfica y sobre la posible gravedad de multitud de problemas futuros. En efecto, la perspectiva es desalentadora. Sin embargo, las palabras escritas o habladas no pueden por sí solas reducir los problemas. Es necesaria la acción. “Reducir” es la palabra apropiada, porque los problemas no pueden “resolverse” de un modo permanente. Todos los problemas afectan a la población, de manera que son pro- blemas del agua y del hombre. Tales problemas no pueden “resol- verse” porque el número y la concentración de la población cambia, el suministro de agua varía en el tiempo y la intervención del hombre modifica el régimen hidrológico. Por lo tanto, reducir los problemas del agua requiere una serie incesante de decisiones y acciones para enfrentarse con situaciones variables. Esto es evi- dente si se tienen en cuenta la gravedad y la multiplicidad de los problemas existentes.

Los científicos reconocieron hace muchos años la necesidad de una acción concertada, lo que también se ha reconocido en el plano internacional. Sin embargo, no había ningún organismo intergubernamental que se ocupase de los problemas que plan- tean los recursos hidráulicos, por lo que el problema se sometió a la atención de la Unesco.

Teniendo en cuenta los graves problemas relacionados con el agua que se observan en muchas partes del mundo y la inquietante perspectiva para el futuro, la Conferencia General de la Unesco reconoció la absoluta necesidad de mejorar los principios en que se basan la utilización y ordenación de los recursos hidráulicos. Después de varios años de estudios en reuniones interguberna- mentales, la Conferencia, en su 13.” reunión, celebrada en 1964, estableció el programa del Decenio Hidrológico Internacional (DHI), que se inició en enero de 1965.

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Una ojeada hacia el futuro

La finalidad principal del DHI es acelerar el estudio científico de los recursos hidráulicos y de los regímenes hidrológicos con objeto de mejorar la conservación, la ordenación y la utilización del agua. Esto es necesario en todos los países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo. Los hidrólogos han trabajado hasta ahora en gran parte en la sombra. En muchos países, la hidrología no estaba siquiera reconocida como profesión y los trabajos necesarios eran realizados por ingenieros, geólogos, geógrafos, meteorólogos, químicos, físicos y otras personas empujadas a esta esfera por el azar o la necesidad.

Para acelerar el estudio científico es necesario mejorar tanto la propia ciencia del agua (hidrología) como la ensetíanza de ésta. Tales mejoras se han subrayado constantemente en los programas del DHI de la Unesco y de los Estados Miembros.

Muchos científicos están animados en gran parte por el deseo de conocer, pero el cultivo y la enseñanza de la ciencia no ejercen ninguna atracción intrínseca sobre los contribuyentes y los admi- nistradores de hacienda, que están primordialmente interesados en fines utilitarios. Esto no plantea ningún problema si se reconoce que, cualesquiera que sean los motivos específicos de los cientí- ficos individuales, la finalidad de la ciencia es beneficiar al hombre. En consecuencia, los factores utilitarios han ocupado siempre un lugar prominente en el programa del DHI. El principal pro- blema ha sido el conseguir apoyo y atención para los estudios hidrológicos en gran escala y a largo plazo además de atender a los problemas inmediatos que preocupan a todas las naciones.

Los fenómenos hidrológicos están relacionados con las circu- laciones planetarias de la atmósfera y el océano, con la distri- bución de los continentes y de los mares y con los principales rasgos topográficos de la tierra. Por lo tanto, el estudio de los fenómenos hidrológicos afecta en muchos casos a inmensas regiones. Hacen falta datos obtenidos en redes de estaciones de observación que tengan una densidad adecuada y apliquen nor- mas comparables en todos los países. Esto requiere la colaboración internacional y la asistencia mutua entre los Estados.

La distribución global del agua, su movilidad y la escala global del ciclo hidrológico predisponen la ciencia del agua a la cooperación internacional. Ni el agua ni la ciencia reconocen las fronteras nacionales. La eficacia de la cooperación internacio- nal, anterior y actual, en oceanografía, investigaciones antárticas,

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Una ojeada hacia el futuro

meteorología, física atmosférica y otros sectores demuestra sufi- cientemente los beneficios de la cooperación internacional en la ciencia. El DHI se está beneficiando de métodos de reconocida eficacia para el progreso de la ciencia al servicio de la huma- nidad.

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x Un programa de actividades

No todas las actividades internacionales requieren la participación universal y no todas consisten en estudios regionales, continentales o globales. Cualquier actividad en la que intervengan dos o más países es internacional. Algunas actividades realizadas en un sólo país tienen importancia internacional y en ellas colaboran cientí- ficos de varios países. Además, el intercambio internacional de información y de ideas produce efectos catalíticos y acelera inva- riablemente el conocimiento cientítico del mundo físico incluso sin adquisición de nuevos datos. También ayuda a determinar los nuevos datos que serían más útiles.

El programa del Decenio Hidrológico comprende los siguientes componentes fundamentales : 1.

2.

3.

4.

Evaluación del estado del conocimiento en la esfera de la hidrología y de los recurses hidráulicos del mundo e identifi- cación de las principales lagunas de aquél. Esto servirá de guía para nuevos estudios o para ampliar los ya emprendidos. Normalización de los instrumentos, las observaciones, las téc- nicas y las terminologías para la obtención, compilación y comunicación de los datos. Esto garantizará la comparabilidad de los resultados de los estudios efectuados por diferentes investigadores en distintos lugares. Establecimiento de redes básicas y mejoramiento de las exis- tentes para obtener datos fundamentales sobre sistemas hidro- lógicos cuyo tamaiio varía desde pequefias cuencas a la tota- lidad de la tierra. Tales datos son indispensables para la utilización racional y la conservación del agua. Investigaciones sobre sistemas hidrológicos en determinados medios geológicos, geográficos, topográficos y climáticos, que constituyen lo que puede llamarse cuencas representativas. La información así obtenida tendrá una utilidad transferible. Es

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Un programa de actividades

decir, las conclusiones obtenidas para una cuenca podrán aplicarse a otra semejante que no se haya estudiado.

5. Investigación de los problemas hidrológicos concretos cuya urgencia y especial naturaleza exigen un considerable esfuerzo en el plano internacional. Puede citarse como ejemplo la hidrología de la cuenca del Chad en Africa septentrional. Otro ejemplo es la dinámica física de los grandes lagos de Norteamérica.

6. Enseñanza y formación teóricas y prácticas en hidrología y ciencias afines.

í’. Intercambio sistemático de información. La mayor parte del programa del DHI consiste en actividades de los países participantes en sus propios territorios, catalizadas, coordinadas y suplementadas por’ las organizaciones interguber- mentales y las asociaciones científicas internacionales competentes. El programa abarca todo el campo de la hidrología desde la obtención de datos básicos normales hasta la investigación fun- damental avanzada. El programa pone a prueba la capacidad del personal de todas las categorías dedicado a la hidrología. Todas las naciones pueden participar porque todas tienen agua y algún personal competente.

Un estudio realizado por la Unesco hace algunos aiios reveló que en el mundo hay unos 300 000 científicos de alto nivel. Aunque se trata de una minoría lamentablemente pequetía desde el punto de vista numérico (menos del O,Ols de la población mundial), este grupo está guiando la revolución científica en la vida humana. Es todavía más significativo que los dos tercios de las naciones del mundo, en los que viven los dos tercios de la población mundial, no tienen prácticamente ninguno de esos científicos. Es decir, que los dos tercios de la humanidad son espectadores de la revolución científica.

Un importante objetivo del DHI es poner a los espectadores en acción, reconociendo que ningún país puede ir muy lejos con personal y asistencia prestados. Cada país debe formar su propio personal competente para administrar sus propios recursos.

Debido a la escasez de científicos en muchos países, algunos de éstos han expresado su preocupación por el empleo de la expresión “hidrología científica” en el programa del DHI. Temen que sea un programa científico abstruso en el que sólo puedan participar unos pocos países avanzados. Ese temor es infundado.

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u n programa de actividades

La ciencia consiste en descubrimientos a lo largo de las fron- teras del conocimiento. Por lo tanto, no es algo nuevo. Es tan antigua como la curiosidad humana. Sólo es nueva la “gran ciencia” (la ciencia pródigamente financiada). Las naciones que están empezando a salir de sus condiciones primitivas pueden contribuir a la ciencia lo mismo que contribuyen a la suma de la cultura humana. La ciencia no es magia sino principalmente tra- bajo duro.

Hoy día cualquier descubrimiento secundario puede anun- ciarse como una victoria científica. Sin embargo, el progreso humano se basa no sólo en las hazañas aparentemente singulares de unas pocas personas rodeadas de una gran publicidad, sino también en el trabajo abnegado de innumerables individuos, que no reciben honores ni reconocimiento y que realizan las miríadas de tareas secundarias que hacen posibles los progresos especta- culares.

Los resultados y los beneficios de la ciencia son acumulativos y la ciencia crece continuamente, Se puede contribuir a la ciencia tanto utilizándola como buscando nuevos principios. Cualquier persona inteligente y diligente puede contribuir a la ciencia, y en todas las naciones existen esas personas. Por lo tanto, todas las naciones pueden contribuir al programa al mismo tiempo que se benefician de él. El agua es el máximo común denominador del medio terrestre y, en consecuencia, intrínsicamente un tema de preocupación e interés internacionales. El éxito futuro del hombre en este planeta tal vez dependa de la medida en que las naciones aúnen sus esfuerzos para cooperar eficazmente en la conservación y utilización del agua y de otros recursos.

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XI Resultados obtenidos

A juzgar por la información hidrológica compilada, los proyectos emprendidos, los nuevos datos recogidos y otros resultados tan- gibles, los primeros frutos del DHI no son impresionantes. Aunque son más de cien los Estados Miembros de la Unesco que se han adherido en principio al DHI, menos de la mitad de ellos han comunicado actividades importantes realmente nuevas. Sin embargo, la verdadera medida del progreso conseguido a media- dos del Decenio es la actitud mental de la comunidad mundial con relación al agua, la auténtica cooperación internacional que se está creando y la importancia de las actividades que se han iniciado o planeado. No podemos citar aquí más que algunos ejemplos.

Una de las zonas más interesantes de América del Sur es la cuenca superior del río Paraguay (zona llamada El Pantanal) que se extiende a lo largo de las fronteras del Brasil, Bolivia y Paraguay. Se trata de una vasta planicie aluvial que tiene una superficie de unos 400 000 km” y una altitud media de unos 150 metros. Su principales rasgos físicos son miles de pequeñas lagunas separadas por pequeñas elevaciones. La Unesco y el gobierno del Brasil han emprendido un estudio de esa zona con cargo al Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas. Los métodos de recuperación y explotación de tierras que se preparen podrán aplicarse también a las partes boliviana y paraguaya de la cuenca. La inversión de varios millones de dólares en estudios prácticos y científicos permitirá crear riquezas muchas veces mayores. Este estudio es uno de los proyectos hidrológicos mun- diales más importantes que están en curso. Forma parte de un programa plurinacional a largo plazo de estudios coordinados de las cuencas del río Paraná y del río de La Plata.

Una actividad relacionada con ese proyecto es la creación, en

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Resultados obtenidos

virtud del programa del DHI, d e un centro de hidrología aplicada en Porto Alegre (Brasil). Para ello se emplean contribuciones del gobierno del Brasil, del Banco Nacional de Desarrollo Económico y del PNUD (FE), la última de las cuales es administrada por la Unesco.

Los grandes lagos de Norteamérica constituyen una de las mayores acumulaciones de agua dulce superficial del mundo. El Canadá y los Estados Unidos de América han colaborado durante muchos años en el estudio de muchos problemas hidrológicos internacionales. Por primera vez en el marco del DHI, ambos países están colaborando en un estudio intensivo coordinado de los lagos como sistema físico integrado. Tal estudio tendrá grandes repercusiones sobre la navegación, la producción de energía, el desarrollo industrial y urbano, la pesca y el recreo.

Otra zona notable es la cuenca del Chad en Africa. Esta cuenca es mucho mayor que el propio lago Chad pues tiene 400 000 km* y se extiende por cuatro Estados: CamerúnChad, Níger y Nigeria. Los estudios en esta zona abarcan los recursos edáficos y los hidro-

, . logrcos superficiales y subterráneos. Aunque mucho antes de la institución del DHI se habían hecho muchos estudios excelentes (en particular con cargo al proyecto de la Unesco de investiga- ciones sobre las zonas áridas), el Decenio ha permitido cotejar una gran variedad de datos disponibles. Por intermedio de la Unesco y de la FAO, una comisión formada por los cuatro Estados ribereños obtuvo asistencia del PNUD (FE). En consulta con la Comisión, la FAO dirige los estudios de recuperación de tierras y la IJnesco el reconocimiento hidrológico general. El proyecto se aprobó en 1965 y se emprendió en 1966. Este estudio constituye un ejemplo notable de la intensa y extensa cooperación práctica y científica que puede conseguirse cuando un programa como el del DHI proporciona estímulos y servicios de coordinación.

Otro ejemplo es el estudio de los recursos de agua subterránea del Sahara septentrional, que abarca la zona en la que se encuen- tran las principales capas acuíferas artesianas de Argelia y la región del Sahara de Túnez. El estudio se ha emprendido bajo los auspicios de los gobiernos de ambos países, en virtud de un acuerdo con el PNUD, en el que la Unesco es el organismo de las Naciones Unidas participante y de ejecución. También aquí se tiene el propósito de organizar y ampliar la información científica como preludio a la utilización racional de los recursos.

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Resultados obtenidos

Un tipo de proyecto completamente distinto es la creación de un centro de hidráulica e investigaciones de hidrología aplicada en Ezeiza, Argentina, que recibirá también ayuda del PNUD (FE) y en el que la Unesco será el organismo participante y de ejecu- ción. El objeto de este proyecto es crear servicios estatales y formar personal para la ejecución de estudios e investigaciones hidrológicos superiores y aplicar los resultados obtenidos con fines prácticos.

Un proyecto semejante es el instituto de hidrología y tecno- logía de los recursos hidráulicos, establecido en Irán por el gobierno de este país con la ayuda del PNUD (FE) y con la intervención de la Unesco como organismo de ejecución.

Cabría citar otras muchas actividades del mismo o de distinto tipo, tales como el planeamiento coordinado de las actividades del DHI por el consejo de los cinco países nórdicos; la investi- gación del empleo de aguas salinas para el riego en Túnez; la investigación mundial sobre el empleo de radionúclidos en hidro- logía (dirigida por el OIEA) ; el estudio hidrometeorológico inte- grado interestatal del lago Victoria, dirigido por la OMM; el establecimiento de la red hidrometeorológ;ca centroamericana, dirigido por la OMM; el establecimiento de un sistema de alerta contra las inundaciones en la cuenca del río Mekong; la creación de un instituto de recursos naturales en Irak; y otras muchas actividades.

El estudio de los numerosos documentos publicados por el Consejo de Coordinación del DHI y sus grupos de trabajo y de expertos; la lectura de los informes presentados por los Estados Miembros en respuesta a los cuestionarios enviados por la Secre- taría ; y el contacto directo con los científicos de los Estados Miembros indican una comprensión más clara de la importancia de la hidrología. Hace pocos años, muchos hidrólogos y funcio- narios oficiales estaban satisfechos del estado de los recursos de agua y de sus problemas. El Decenio ha hecho que las naciones del mundo se den cuenta de que los problemas hidrológicos son grandes y tienden a aumentar. Las actividades del Decenio han puesto de relieve la notoria insuficiencia de la información sobre el agua en muchas partes del mundo y el lamentable retraso de algunos aspectos de la hidrología, única ciencia que puede conver- tir los datos brutos en información sobre el agua para orientar las medidas destinadas a su conservación y utilización racional.

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Resdados obtenidos

Los países en vías de desarrollo tienen comprensibles deseos de ver en acción las máquinas destinadas a la construcción de obras hidráulicas. Las organizaciones internacionales que costean los proyectos también desean ver nubes de polvo. En general, los estudios de planeamiento se han orientado mucho más hacia la ingeniería y la viabilidad económica que hacia los aspectos hidrológicos o ecológicos. Se ha prestado poca atención a los posibles efectos nocivos inesperados. En consecuencia, las especifi- caciones técnicas de algunos proyectos han sido excesivas, insufi- cientes 0 erróneas. Las especificaciones excesivas entrañan unos costos de construcción exagerados. Las especificaciones insufi- cientes impiden conseguir la utilización máxima de los recursos. Las especificaciones erróneas pueden producir uno o los dos de esos resultados y provocar el fracaso del proyecto.

Las circunstancias están cambiando y se están autorizando y ejecutando estudios científicos antes de la cristalización en planes y del comienzo de la construcción. Un ejemplo ya mencionado es el estudio interestatal de la cuenca del río de La Plata en América del Sur, que afecta a uno de los mayores ríos del mundo y en el que participan cinco naciones. Los estudios previos pueden ahorrar muchos millones de dólares en los costos de construcción y mejorar considerablemente la relación entre el beneficio y el costo de los proyectos.

Los países industrializados tienen vastas redes para la obten- ción de datos hidrológicos básicos. Las compilaciones de esos datos hechas especialmente para el DHI han revelado un exceso de ciertos tipos de datos y una grave escasez de otros. Esos países están modificando sus programas de observación en consecuencia.

Por su parte, los países en vías de desarrollo han reconocido la necesidad de aumentar su personal hidrológico y de establecer redes de observación. Sus pequeñas plantillas de hidrólogos han reconocido siempre esas necesidades, pero la Conferencia General de la Unesco, al establecer el DHI, señaló el problema a la atención de los gobiernos en el nivel ministerial, incluidos los ministros de hacienda.

Con las naciones, lo mismo que con los individuos, el primer paso para cualquier mejora es reconocer las deficiencias. El segundo es el deseo de corregirlas. Este deseo está visiblemente aumentando en todo el mundo.

Las actividades de enseñanza y formación han ocupado siempre

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Resultados obtenidos

un lugar prominente en el programa del DHI. Durante dos años antes del DHI, la Unesco patrocinó un modesto programa inicial de enseñanza de la hidrología. Durante el Decenio, varios gobiernos y universidades, con la colaboración y la ayuda de la Unesco, han organizado cursos semestrales superiores sobre problemas de hidrología y recursos hidráulicos. Tales cursos se han organizado en Checoslovaquia, España, Hungría, Israel, Italia, Países Bajos, y Venezuela. Todos ellos son para extranjeros. Además, la Unesco, la OMM y la FAO, en colaboración con otras organizaciones y universidades, han patrocinado muchos cursillos de hidrología en forma de seminarios, principalmente en países de América Latina y del norte de Africa. Por otra parte, varias universidades de los países desarrollados han concedido becas a extranjeros para que puedan cursar estudios universitarios regulares orientados hacia la hidrología.

No es posible dar aquí detalles de los progresos realizados I en todas las actividades del DHI. Estas se expondrán detenida-

mente en los informes que se presentarán a la Conferencia Intergubernamental sobre el DHI, que se reunirá en octubre de 1969. Baste decir que la importancia del agua en los asuntos internacionales, así como en el bienestar del hombre y en la suerte de su medio, se reconoce ahora más ampliamente que nunca. Este reconocimiento va en aumento y la hidrología avanza. De este modo, el DHI está adquiriendo su función propia entre los muchos programas cooperativos internacionales encaminados a mejorar la condición de todos los hombres en todos los lugares.

PÉLICULA DE LA UNESCO

Elemento 3. Película producida por la Oficina Nacional de Cinema- tografía de Canadá en colaboración con la Unesco, en 1966.

Las necesidades de agua se duplicarán dentro de 20 años. adónde y de qué manera encontraremos este elemento vital en cantidades sufi- cientes? Esta película, una contribución al Decenio Hidrológico Inter- nacional, pretende despertar la conciencia del hombre sobre esta situación y hacerle comprender el verdadero valor que tiene el agua. Pone además de relieve la necesidad de una solidaridad internacional para obtener un empleo racional de las fuentes disponibles.

Duración: 46’5”. En colores.

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