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INDICE
INTRODUCCION
El siguiente trabajo monográfico que lleva como título “el movimiento estudiantil
peruano durante el curso de 1945-2015, auge y agotamiento de un actor
fundamental en la lucha con el sistema público y la educación universitaria
sin proyección a la comunidad” tiene como idea central analizar la participación
de la juventud universitaria en actividades que van más allá de lo estrictamente
académico, particularmente en los debates sobre la conducción de sus centros de
estudio y sobre los principales temas del desarrollo local y nacional.
Es por ello que nuestro análisis de dicho movimiento lo distribuimos por partes
para poder interpretar el pensamiento y el contexto vivido por cada estudiante
involucrado en los temas políticos, sociales y todo lo que conllevo el movimiento
estudiantil peruano, en estas etapas existen diferencias entre las perspectivas
compartidas por los dirigentes universitarios de los noventa y las de quienes
ejercieron dicha función en los decenios de 1950 a 1970.
Entre otras cosas, esta diferencia en las perspectivas apunta a la manera como la
juventud universitaria se estado preparando para jugar un papel activo en la vida
nacional de este siglo. Hasta principios de los ochenta era común que los jóvenes,
especialmente aquellos con inquietudes sociales y aptitudes para ejercer
liderazgo, participaran activamente de la vida estudiantil representando a los
estudiantes ante los organismos universitarios y del Estado, contribuyeran al
cogobierno en sus universidades, intervinieran en debates sobre diversos
aspectos del desarrollo peruano y participaran en actividades de carácter político.
Nada de esto era considerado como una interferencia en la formación académica.
Esta manera de entender la vida estudiantil y las posibilidades que de ella se
derivaban se redujo significativamente durante el decenio de los ochenta.
Una variedad de razones, dentro de las cuales jugó un papel primordial la
violencia subversiva, el terrorismo y la represión extendidos por muchos centros
de estudio, dieron lugar a tal reducción. Por ello nos pareció importante explorar
cómo han evolucionado las actitudes y motivaciones de los jóvenes universitarios
con respecto a la vida pública en nuestro país durante la etapa de 1945 hasta
ahora.
El trabajo parte primero con una breve descripción sobre lo que significa un
movimiento estudiantil, tanto en nuestro país como en el mundo. Luego nos
centramos en los diferentes movimientos estudiantiles en el Perú, sus inicios, sus
bases y como ha ido cambiando en el tiempo.
Se describe momentos importantes de los movimientos estudiantiles en cada
etapa de nuestra historia, entre los años 1945 hasta principios de los 80
encontramos un auge en los temas políticos y sociales, los movimientos tienes
una gran vigencia y son partes de un cogobiernos con el estado, desde varios
puntos de vista son parte importante para las decisiones que se tomaron en la
época.
Todo lo contrario ocurre en la segunda parte de nuestro trabajo, con el ingreso ya
marcado por el terrorismo en la universidades y la violencia política que existe, a
partir de los 80 la actividad de los movimientos politos se ve mermada casi por
completo, los estudiantes de la época ven a la política tradicional como falsa y
poco a poco se busca otras alternativas para suplantar el tema político, esta
también el contexto que se implanta una economía liberal y los estudiantes se
vuelven más individualistas y pragmáticos.
Cabe resaltar que en esta última etapa de nuestro periodo de investigación
ocurren diferentes manifestación, siendo la principal la de junio de 1997, donde
muchos estudiante se unión y alzaron su voz de protestas a un gobierno que con
sus actitudes y sus decisiones mostraban una dictadura y un atropello a la
democracia. Este parte se podría decir que tiene su final con la marcha de los 4
suyos en donde hubo una gran participación de los estudiantes universitarios. En
los últimos años se aprecia que casi los movimientos estudiantiles han dejado de
tener una presencia importantes, en este años 2015 se aprecian un leve
levantamiento con las marcha por la “”LEY PULPIN”, donde muchos de los
estudiantes se dieron cita en la calle para manifestar que no están de acuerdo a
dicha ley que quita muchos privilegios a los más jóvenes, y la ultima marcha
estudiantil contra la “TELEVISION BASURA”, esto manifiesta que los movimiento
estudiantiles siguen presentes y que siempre serán importantes para un país
como el nuestro que muchas veces se deja mecer por el gobierno de turno o por
las diversas “cortinas de humo” para no ver los temas más relevantes de nuestra
sociedad actual.
Para terminar esta investigación señala características principales de los
movimientos estudiantes en un periodo determinado, no ahondamos en la
problemática más si analizamos el contexto para un descripción acertada de dicha
etapa y que nos conlleve a las conclusiones de nuestra investigación.
I. LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES.
Movimiento estudiantil o Revolución estudiantil son los nombres con los que
se expresa una Huelga expresado a través de una amplia variedad de demandas;
pliegos repertorios e Inconformidad del trabajo; manifiestos públicos, actos de
apoyo o repudio y manifestaciones que alcanzan el carácter de conflictos sociales
de disímil raíz ideológica y variada magnitud, protagonizados por estudiantes y en
cierta forma también con apoyo "moral" de profesorado y/o políticos con fines a
largo plazo en contra de un gobierno absolutista y opresor.
La diferencia entre movimiento y revolución estudiantiles es únicamente de grado
en la trascendencia y efectos de estos, sin embargo, en general, el nombre
utilizado casi con unanimidad es el de movimiento estudiantil para todos los casos.
Haciendo también la infiltración de miembros de dichos gobiernos con la finalidad
de la provocación policial, haciendo así la des-acreditación de dichos movimientos,
en general se manifiestan como pacifistas pero en estos casos se opaca la
verdadera esencia que es la libertad de expresión.
Estos movimientos son una forma eficaz y de gran alcance, que poseen los
estudiantes para expresar sus ideas e inconformidades, al congregarse en actos
públicos con gran número de personas, algunos mítines suelen pasar del
pacifismo a la violencia.
II. Rol de los estudiantes en la sociedad
Hablar de un movimiento estudiantil implica que exista una identidad como
estudiantes. Es decir, los estudiantes deben (o deberían) tener una concepción
de sí mismos, teniendo claro que hay una serie de intereses, objetivos y
demandas que tienen en cuanto estudiantes, así como un rol determinado en la
sociedad. Sin embargo, esta identidad no es clara ni se encuentra bien definida en
muchas ocasiones.
Las concepciones que las organizaciones estudiantiles proponen se configuran en
función a las actividades que éstas desarrollan. Siguiendo el análisis propuesto
por Aldo Solari (Uruguay), es posible distinguir dos dimensiones en las
actividades de las organizaciones estudiantiles:
a) Dimensión gremial o corporativa: se refiere a la obtención de beneficios,
medidas de protección y servicios para los estudiantes en cuanto tales. Por
ejemplo:
Gratuidad de la educación, textos baratos o gratuitos, comedores estudiantiles,
etc.
b) Dimensión política: se refiere a las ideas y a los movimientos que tienden a
influir en dos planos:
1. En la conducción de las facultades o de la universidad en su conjunto. A ello se
le denomina “política universitaria” en sentido estricto.
2. En la conducción general de la sociedad. Este es el plano de la “política
nacional e internacional”.
Solari también plantea la siguiente pregunta: “¿cuál es la concepción del rol de
estudiante que las organizaciones existentes tratan de trasmitir como la única
válida a los que ingresan a los estudios en las que ellas reclutan sus integrantes?”
Y responde:
“Según el tipo de organizaciones que se trate, la dimensión gremial y la dimensión
ideológica se combinan de diversas maneras. Se puede imaginar todos los
matices posibles desde los requerimientos puramente gremiales, con un débil
trasfondo político, la defensa de la libertad, de la democracia, hasta el
esencialmente político, en que lo que aparece como secundario es justamente el
primer aspecto. Los extremos exclusivos son raros, alguna forma de dosificación
siempre existe”.
De este modo, si bien no existe una concepción única del rol del estudiante que
proponen las organizaciones estudiantiles, la dimensión política siempre estará
presente, aunque sea de forma secundaria. Así, lo que hay en común en todas las
concepciones es el llamado a ocuparse del plano político nacional e internacional,
donde los estudiantes, por su condición de universitarios, no deben preocuparse
únicamente de la problemática de su universidad, sino también de aquella de su
sociedad:
“Ese rol no depende de la calidad de ciudadano como tal, sino de la mucho más
específica de universitario. Es como universitario, y secundariamente como
ciudadano, que se debe desempeñar un papel político-social. La justificación más
corriente es que el universitario, por su situación de privilegio en la sociedad, debe
devolver a esta lo que recibe de ella. De este postulado indiscutible se saca la
consecuencia, mucho más dudosa, de que la única manera digna de hacerlo es
asumiendo ese rol político-social”.
No obstante, conviene acotar que, en algunas concepciones sobre el rol de los
estudiantes, el llamado a ocuparse del plano político no necesariamente implica
desempeñar un papel político. En estos casos, la etapa de universitario es
concebida como una especie de preparación o etapa previa al momento en que,
recién como profesionales, se asumirá el rol político. En algunos casos inclusive
se considera que el desempeñar funciones políticas aleja a los estudiantes de sus
labores como tales. Así, se pone como ejemplo el caso de las huelgas convocadas
por los organismos estudiantiles, las cuales retrasan a todos los alumnos. Quienes
postulan esta concepción utilizan frases del tipo “a la universidad se va a estudiar
y no a hacer política”.
El factor ideológico es el que, en la mayoría de casos, modela estas
concepciones. Así, las posiciones “de izquierda” abogarán por un rol que busca un
mayor involucramiento en el plano político, en tales casos, propugnarán por que el
movimiento estudiantil adquiera un perfil “apolítico”.
III. LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES EN EL PERÚ ENTRE 1945 -
2015.
ANTECEDENTES E INFLUYENTES
El Grito de Córdova 1918
El movimiento estudiantil, que heredó sus métodos de lucha de los obreros
(tomas, plantones, bloqueos, movilizaciones, huelgas, etc.), tuvo su máxima
expresión socio-política en la I Reforma Universitaria de 1918, en Córdova,
Argentina.
Este movimiento estudiantil tuvo un carácter democrático, de refundación de la
Universidad. Comenzó en la Universidad de Córdova, Argentina, es por esa razón
que se le denomina históricamente como el Grito de Córdova.�
Las diez bases de 1918:
1. Coparticipación estudiantil en el gobierno universitario
2. Vinculación de los graduados
3. Asistencia libre
4. Docencia libre
5. Periodicidad en la cátedra
6. Publicidad de los actos
7. Extensión universitaria
8. Ayuda social estudiantil
9. Sistema diferencial organizativo
10. Universidad social
Fue una lucha por democratizar la educación superior, derrotar el poder de los
curas y liberar del oscurantismo a las casas de estudio. Lo cual desembocó en la
caída del rector, y que por la propia dinámica de la lucha, desarrolló un
movimiento latinoamericano de masas nunca antes visto en la historia de la
humanidad. Gabriel del Mazo fue uno de sus máximos representantes
estudiantiles
Movimiento por la autonomía estudiantil en cuba 1924
En este caso el inicio del
movimiento estudiantil se dio en
1924, y estuvo ligado con el
nacimiento del partido comunista y
la revolución social. Tenía como
ideas básicas: la creación de un
gobierno propio, la posibilidad de
elegir como se daban las cátedras
y en cómo se gastaba y destinaba
el dinero del estado hacia las entidades de educación superior.
Aun hoy es interesante ver como se dan luchas alternas, en este caso la
posibilidad de tener una universidad católica en cuba para ejercer autonomía, en
medio de un sistema que prohíbe cualquier tipo de creencia religiosa educativa.
El Mayo Francés 1968
En Francia, en mayo de 1968, fue el movimiento estudiantil (influenciado por los
acontecimientos internacionales como el Grito de Córdova) el que inició el proceso
que la historia registra en ese año como El Mayo Francés. Aunque la derecha, y
algunos sectores de la izquierda traten de desdibujar su carácter político, al
presentarlo como algo anecdótico y aventurero, lo cierto es que fue un movimiento
progresista y antiimperialista. Fue un movimiento urbano de masas en solidaridad
con el pueblo vietnamita. Las primeras protestas comenzaron el 22 de marzo en la
universidad de Nanterre exigiendo la libertad de algunos estudiantes miembros del
comité de solidaridad con Vietnam. El gobierno derechista de Pompidou responde
con represión y el movimiento se extiende hasta La Sorbona, en Paris, y varias
universidades e institutos del país. De igual modo, surge un movimiento social de
solidaridad con los estudiantes integrado por la clase obrera, el campesinado e
incluso las clases medias. Todo el malestar acumulado bajo la superficie se
empieza a expresar (El Barrio Latino se llena de barricadas, los enfrentamientos
con la policía en la noche del 3 al 4 de mayo se saldan con un gran número de
heridos y detenidos).
La Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF), dirigido por burócratas-
reformistas brilla por su ausencia, sin embargo, presionados por los
acontecimientos, el 4 de mayo se ven obligados a reaccionar, y junto con el
sindicato de profesores convocan una huelga indefinida hasta la liberación de
todos los detenidos.
En varias ciudades surgen comités de barrio para organizar la lucha. En Nantes la
organización de los huelguistas llegó más lejos que en ninguna otra parte. Los
comités de barrio se constituyen en Comité Central de Huelga de toda la ciudad
apoyado por los sindicatos obreros, de campesinos y de gremios estudiantiles.
Rápidamente este comité toma la dirección de la ciudad. Consciente del papel que
asume, se instala el 27 de mayo como nueva autoridad municipal en el
Ayuntamiento. Sus tareas serán el control de la actividad económica, emitiendo
bonos equivalentes a una cantidad de alimentos para utilizar en las tiendas. En las
estaciones de gasolina sólo se distribuía combustible a quienes presentaran una
autorización del Comité Central de Huelga, el cual también organizó el transporte y
la actividad docente, creando guarderías donde los trabajadores en huelga podían
dejar a sus hijos mientras participan en la lucha. En la práctica, el poder estaba en
manos de la clase obrera. Bajo esta situación insurreccional, De Gaulle declaró, se
acabó el juego. En pocos días, los socialistas estarán en el poder"�
El 28 de mayo, 10 millones de trabajadores están en huelga. Las grandes
empresas como Peugeot, Citroën, las minas, los puertos, el sector del automóvil,
los astilleros, el metro, el gas, la electricidad, etc. están paralizadas. Los
trabajadores ocupan las fábricas, instintivamente, y hacen temblar uno de los
pilares básicos del sistema capitalista: la sacrosanta propiedad privada.
Este movimiento del Mayo Francés, puso en una encrucijada al gobierno y al
sistema capitalista en su país, el cual obligado por las circunstancias, otorgó
ciertas concesiones como el aumento de salarios, rebaja de la jornada laboral
semanal en una hora, aumento de los días de vacaciones pagadas de 25 a 26,
etc. Lamentablemente, por la falta de una dirección con ideas y perspectivas
revolucionarias y socialistas, este proceso social no logró concretizarse en una
verdadera alternativa de poder.
La huelga de la UNAM 1999
En 1999, en la Universidad
Nacional Autónoma de
México (UNAM), que en ese
entonces albergaba a 260 mil
estudiantes, se realizó una
lucha contra las medidas
dictatoriales dentro de la
universidad a la propuesta
neoliberal del rector Barnés
en marzo de ese año. Esta política neoliberal consistía en la reforma del
Reglamento General de Pagos para legalizar la privatización de la educación vía
cobros de matrícula, así como el examen por egreso vía una empresa privada.
Además, se afectó los salarios de los docentes y trabajadores recortándoles su
sueldo a través del trabajo por productividad. Esto desencadenó en luchas� �
estudiantiles. Las que fueron reprimidas a través de la expulsión de varios
dirigentes.
A partir de esa sanción se incrementan aún más las movilizaciones (que ya se
venían realizando desde antes) y se conforma el Consejo General de
Representantes (un embrión de democracia directa), donde hay 5 delegados por
facultad, escuela y colegio. Allí se deciden todos los pasos a seguir, que son
refrendados por las Asambleas por establecimiento, que votan y eligen a sus
representantes, los cuales tienen la obligación de cumplir lo acordado en las
asambleas.
Luego de innumerables reuniones y asambleas, dos paros de actividades, y varias
movilizaciones con decenas de miles de estudiantes, trabajadores y padres de
familia, como la realizada el 18 de marzo (la cual juntó a 100.000 personas entre
trabajadores electricistas y estudiantes), el movimiento estudiantil de la UNAM
resolvió ir a la Huelga, la cual comenzó el día 20 de abril.
Fue una jornada de lucha increíble, y de carácter revolucionario, por la alianza
estratégica obrero-estudiantil. La misma que puso entre las cuerdas al gobierno de
turno. Si bien es cierto se lograron algunas reivindicaciones, hay que comprender
que al final el movimiento decayó por la falta de una dirección consecuente y con
perspectivas claras y no por una falta o voluntad de lucha del propio movimiento
estudiantil.
La huelga de Indonesia 2000
De la misma manera, el movimiento estudiantil jugó un rol importante en el
proceso democrático-revolucionario que derrocó al dictador Suharto en Indonesia
en el 2000. Y aquí fueron los estudiantes de las universidades privadas las que
encendieron la chispa de la rebelión después del asesinato de varios dirigentes
estudiantiles. Las Universidades se convirtieron en trincheras de combate contra la
dictadura de la familia Suharto, dueños de más de la mitad de la economía del
país
El movimiento estudiantil como caja de resonancia de la lucha de clases
Durante el llamado "boom económico de la posguerra" los estudios universitarios
se abrieron para amplios sectores de las clases medias tanto en los países
imperialistas como en muchas semicolonias. La matrícula universitaria sufrió en
estos años un aumento explosivo. Así se vio alterada la figura de la "pirámide
invertida" con la que Lenín había graficado la composición social de los
estudiantes universitarios: mientras que en la "pirámide social" hay una amplia
base de trabajadores y sectores empobrecidos con una pequeña minoría de
burgueses en la cúspide, lo opuesto puede comprobarse en las universidades, con
una mayoría de estudiantes hijos de burgueses y apenas una ínfima minoría de
hijos de trabajadores.
Al haber una apertura de la universidad estatal a vastos sectores de las clases
medias (proceso que se explicaba por la mayor necesidad de capacitación técnica
e intelectual requerida por la producción capitalista de la época, incluyendo la
capacidad de una numerosa burocracia que acompañó el crecimiento de las
funciones del aparato estatal) en vez de una "pirámide invertida" la composición
estudiantil puede graficarse en la figura del rombo: en sus extremos una minoría
de trabajadores y de hijos de burgueses (que en general se forman en
establecimientos privados de élite) y una amplia presencia de las clases medias
en el centro. La clase obrera seguía siendo la gran ausente en las universidades.
Como graficaron los estudiantes del Mayo Francés del 68: "en las cárceles 95% de
hijos de obreros, en las universidades 5%.�
Es bajo estas condiciones de composición sociológica del estudiantado, que el
movimiento tiende a expresarse como "caja de resonancia" no solo de los distintos
sectores en donde este era reclutado (por lo general las capas medias) sino de las
contradicciones de clase que atraviesan al conjunto de la sociedad. Esto implica
que, en ciertas circunstancias, sectores importantes del estudiantado universitario
pueden radicalizarse y jugar un papel clave en desarrollar la movilización
progresiva de las masas estudiantiles para llevarlas hacia la unidad con el
movimiento obrero, campesino y popular.
Es así como se entiende que a fines de la década del "60 y principios de la del
"70, en numerosos países, los estudiantes universitarios estuvieron en la primera
fila (y en muchos fueron anticipo y/o detonante) del ascenso popular que, con un
contenido antiimperialista, antiburocrático y anticapitalista, atravesó prácticamente
los cinco continentes atacando tanto al imperialismo y al reformismo en la
izquierda. Muchos estudiantes que veían su porvenir muy oscuro (ante la crisis de
la economía y el desempleo) pasaron de cuestionar la universidad de clases al
cuestionamiento de la sociedad de clases.
Antecedentes En el Perú
El grito de la reforma universitaria de 1919
El presidente Leguía ingresando al Salón de Actos de la Universidad San Marcos,
1919.
“El movimiento estudiantil peruano de 1919 recibió sus estímulos ideológicos de la
victoriosa insurrección de los estudiantes de Córdoba y de la elocuente
admonición del profesor Alfredo L. Palacios. Pero, en su origen, constituyó
principalmente un amotinamiento de los estudiantes contra algunos catedráticos
de calificada y ostensible incapacidad”, cita José C. Mariátegui, en sus Siete
ensayos.
Efectivamente, la reforma universitaria de 1919 no se dio aisladamente. Tuvo
como su antecedente directo en la reforma universitaria de 1918 en Córdoba,
Argentina, y su contexto social en las luchas obreras por mejores condiciones de
trabajo. Sin embargo, existe otro antecedente que es pocas veces mencionado.
Se trata de las reformas producidas en la Universidad del Cuzco, entre 1910 y
1923, bajo el fructífero rectorado del doctor Albert Giesecke y con la colaboración
de la llamada “Escuela Cuzqueña” indigenista.
Los primeros pasos
A principios del año universitario de 1919 unos estudiantes (Jorge Guillermo
Leguía, Manuel G. Abastos, Ricardo Vegas García, José León y Bueno, Eloy
Espinoza Saldaña, Jorge Cantuarias y Jorge Basadre) agrupados alrededor de la
figura descollante de Raúl Porras, llevaron a cabo el “Conversatorio Universitario”,
o sea, la primera visión crítica de la historia peruana hecha en ese siglo y
colectivamente organizada en San Marcos; la organización de los comités de
reforma y del Comité General de la Reforma Universitaria, que lideraron el
movimiento; y, finalmente, la transformación de la Federación de Estudiantes del
Perú, bajo la dirección de Haya de la Torre, una vez terminado el movimiento de
reforma, en un espacio político moderno.
Ese grupo sería después conocido como la Generación del Centenario. Puesto
que esta generación ha sido descrita como aquella cuyas acciones e ideas le
dieron forma al Perú del siglo pasado. “La chispa de la agitación es casi siempre
un incidente secundario; pero la fuerza que la propaga y la dirige viene de ese
estado de ánimo, de esa corriente de ideas que se designa -no sin riesgo de
equívoco- con el nombre de "nuevo espíritu"”, cita Mariátegui.
Grito de Reforma
El 28 de junio de 1919 los estudiantes reunidos en asamblea eligieron un Comité
encargado de coordinar el movimiento de Reforma Universitaria. Los estudiantes
buscaban reformular la enseñanza así como renovar la plana docente de la
Universidad. A principios de agosto, bajo una huelga general, el Comité de
Reforma presentó las demandas estudiantiles al rector José Pardo y Barreda. En
él se leía: "Por vez primera los universitarios hablan al país en nombre de la
cultura”.
El movimiento de la Reforma tenía lógicamente que atacar, ante todo, esta
estratificación conservadora de las Universidades. La provisión arbitraria de las
cátedras, el mantenimiento de profesores ineptos, la exclusión de la enseñanza de
los intelectuales independientes y renovadores, se presentaban claramente como
simple consecuencia de la doctrina oligárquica. Estos vicios no podían ser
combatidos sino por medio de la intervención de los estudiantes en el gobierno de
las universidades y el establecimiento de las cátedras y las asistencias libres,
destinadas a asegurar la eliminación de los malos profesores a través de una
concurrencia leal con hombres más aptos para ejercer su docencia.
Las demandas estudiantiles se fundamentaron, como cita Jorge Basadre, en el
anhelo de mejoramiento y modernización de la enseñanza y propugnaron en la
participación en el gobierno de las universidades, la docencia libre, el derecho de
tacha, la supresión de la lista, la libertad de enseñar y la creación de seminarios y
de becas para estudiantes pobres.
La reforma de 1919 fue, aparte de un estallido de clases medias en la población
estudiantil, una demanda clamorosa por una enseñanza mejor, una protesta
ostensible contra lo que entonces se calificó como “esclerosos de la docencia”.
Sus postulados principales afirmaron la necesidad de elevar el nivel de la docencia
y de atraer a los jóvenes hacia la ciencia y la cultura.
Hasta ese entonces, la Universidad tenía una instrucción medieval y monástica,
retrógrada e indiferente a la vida, sujeta a la enseñanza tradicional.
Se regía por académicos ineptos en todos los sentidos. Era una universidad
cerrada cuando las circunstancias ya estaban cambiando en el mundo y en
nuestro propio país. Así, la manifestación estudiantil reunida el 4 de septiembre,
bajo el grito de los principios que clamaban, terminó en la Plaza de Armas para
entregar al presidente Leguía un memorial que solicitaba su intervención en el
conflicto. Leguía había sido elegido “Maestro de la Juventud” en 1918 y había
manifestado simpatías hacia la reforma al asistir el 1º de agosto a la ceremonia de
inauguración de la nueva directiva de la Federación de Estudiantes.
Lo que se logró
La manifestación estudiantil se había hecho sentir en todos los estratos sociales y
había despertado el interés en intelectuales, políticos y artistas. Asimismo debido
a la relación existente entre la universidad y la producción cultural el movimiento
de la Reforma Universitaria ha impactado de tal modo en las formas y contenidos
del arte y la ciencia, que es posible, para muchos, considerarla como un
movimiento cultural.
Los reclamos tuvieron aceptación. Grande fue la trascendencia del decreto del 20
de setiembre de 1919 firmado por el presidente Leguía y el ministro de educación
Arturo Osores. Este decreto estableció cátedras libres en las facultades con
aprobación del concejo universitario, ordeno que los delegados elegidos por los
alumnos formaran parte del Concejo Universitario. Un proyecto de ley presentado
en la Asamblea Nacional el 9 de octubre resultó aprobado con ligeras
modificaciones ese mismo día y se convirtió en la ley 4002. En ella se declaraba la
vacancia de las cátedras con enseñanza deficiente, con la cual se dio validez a las
tachas estudiantiles, pero con ciertas condiciones. Pues así pudo lograrse los
principios fundamentales de la Reforma Universitario: autonomía universitaria,
cogobierno, extensión universitaria, libertad de cátedra, cátedra paralela y cátedra
libre, entre otros logros importantes. El movimiento reformista, entonces, tuvo
importantes consecuencias en la legislación, formas de gobierno, concepción de la
docencia, la didáctica, pero sobre todo en la definición de las relaciones de la
universidad con la sociedad y con el Estado.
Así, la Reforma Universitaria ha puesto de manifiesto la necesidad de precisar el
rol de la universidad con el fin de que esta atienda las necesidades y problemas
de la sociedad en que se encuentra inserta.
El movimiento estudiantil peruano entre los años 1948 y 1956
Entre los años 1948 y 1956, el gobierno del general Manuel Odría impuso un
nuevo régimen autoritario que redujo los espacios de discusión democrática
abiertos durante decenio anterior. En el ámbito de la economía se inició un
proceso de expansión y diversificación que condujo a una incipiente
industrialización y al crecimiento de las zonas urbanas. A diferencia de los años
treinta, no se produjeron estallidos sociales de gran magnitud y las universidades y
organizaciones estudiantiles no se paralizaron. Se persiguió políticamente al
APRA, a la Central de Trabajadores del Perú y al Partido Comunista, pero no se
interfirió con el funcionamiento de otras asociaciones opositoras al gobierno, tales
como órganos culturales y periodísticos. Por ejemplo, en 1952 una huelga de los
estudiantes consigue la renuncia del Rector de San Marcos, el señor Pedro
Dulanto, personaje estrechamente relacionado con el régimen del general Odría
(Rochabrún 1986; p.18).
El retorno a la democracia con el gobierno de Manuel Prado (1956- 1962) significó
finalmente la legalización de los partidos de izquierda y la continuación del
movimiento estudiantil universitario bajo la influencia del APRA. Sin embargo, la
tradicional hegemonía llegó a su fin pocos años más tarde, con la aparición de
nuevas agrupaciones y liderazgos al interior de la universidad. Al comenzar el
decenio de 1960, gran parte de las organizaciones estudiantiles se encontraban
lideradas por grupos independientes o, en la mayoría de los casos, por grupos de
izquierda marxista-maoísta. Estos cambios en la política estudiantil
respondieron a transformaciones sociales y políticas en el Perú y el
extranjero.
En estos procesos son determinantes las tendencias y acontecimientos
internacionales que manifiestan el nuevo orden mundial emergente. Por ejemplo:
la polarización ideológica y política de la Guerra Fría; la división de las izquierdas
a raíz del conflicto chino-soviético (Rochabrún 1986; p.19); los replanteamientos
teóricos acerca del capitalismo en Latinoamérica, el subdesarrollo y la
dependencia: CEPAL, BID, etc. (Iguíñiz 1976); el surgimiento, también en
Latinoamérica, de los llamados “reformismos democráticos” como alternativa
política para el desarrollo de la región (Halperin Donghi 1969; p.379-538).
Las crisis, divisiones y reformulaciones en el seno de los partidos polí- ticos
nacionales con más injerencia en el movimiento estudiantil condicionaron la
orientación y los contenidos de sus propuestas y reivindicaciones. Los discursos
de la democracia cristiana y las izquierdas marxistas empezaron a tener mayor
influencia sobre la juventud universitaria. El movimiento estudiantil volvió a
enarbolar los principios de la reforma estudiantil como un medio para aumentar su
participación en la conducción de la institución universitaria. Demandas tales como
autonomía universitaria, tercio estudiantil, cátedra paralela, derecho de
tacha, extensión social, entre otros, se sumaron a exigencias que
expresaban las expectativas que nuevos sectores de la sociedad pusieron
en la educación universitaria. Entre estas demandas estaban, por ejemplo, la
gratuidad de la enseñanza en universidades estatales y el incremento en las
partidas presupuestales del Estado. El ambiente filosófico reinante en el medio
cultural occidental de esos días, el existencialismo de Sartre, su demanda de
compromiso intelectual con la sociedad, y un renovado contacto con el marxismo,
alimentaron las discusiones y la imaginación de jóvenes estudiantes que buscaban
adoptar una postura crítica ante la realidad nacional y los discursos políticos de su
tiempo. En este sentido, el acontecimiento que afectó en mayor medida a la
juventud universitaria “comprometida” de los años sesenta y setenta, fue el triunfo
de la Revolución Cubana, que inauguró un estilo de práctica política radical que se
extendió rápidamente por toda Latinoamérica:
“Es en este clima que llega el triunfo de Fidel Castro en 1959 remeciendo y
sobrepasando todo lo anterior: el signo de esos años fue un imperioso llamado a
la acción revolucionaria, y que no transitaba necesariamente por Marx. No hace
falta examinar en detalle la honda huella que dejó, en particular en la juventud
universitaria.
Entre 1963 y 1965 tres experiencias guerrilleras, heredadas del castrismo y
alimentadas por corrientes marxistas varias, cumplieron su curso trágico y
marcaron el fin de esta etapa”. La composición social de la población estudiantil
también permite comprender muchas características de la intensa actividad
política universitaria durante los años sesenta y setenta. Aunque el Estado
propició la fundación de varias universidades nacionales en el interior del país, un
gran número de jóvenes procedentes de provincias buscaron acceder a
universidades nacionales y privadas de Lima Metropolitana.
El flujo de familias migrantes hacia Lima continuó incrementándose, y los jóvenes
llegados del interior se sumaron a la demanda por educación universitaria en la
capital. Estos jóvenes trajeron a las aulas las exigencias y puntos de vista propios
de sus respectivos lugares de origen, y contribuyeron a la formación de una visión
crítica de la realidad nacional desde una perspectiva más amplia que la de la
capital. Durante el tránsito de los cincuenta a los sesenta de la universidad
peruana surgió una nueva hornada de líderes y propuestas políticas de alcance
nacional. En medio de este ambiente de efervescencia juvenil y expectativas de
desarrollo, en el seno de la universidad nació un nuevo grupo político que tuvo un
papel muy importante en la política peruana. Fernando Belaúnde Terry, ex-
Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de
Ingeniería y líder fundador del partido Acción Popular, logró concitar el interés de
diferentes sectores de la sociedad preocupados por realizar importantes reformas
sociales y económicas largamente esperadas (reforma agraria, nacionalización de
empresas estratégicas, entre otras) y fue elegido presidente de la República en
dos ocasiones.
El radicalismo político de 1970
Las importantes transformaciones sociales ocurridas desde los años cincuenta
determinaron la aparición de nuevos actores en el movimiento social, dando la
oportunidad a los diferentes grupos de izquierda de capitalizar una “conciencia
clasista” y extender su presencia dirigencial a sindicatos obreros, agrupaciones
campesinas, pobladores de barriadas y algunos sectores medios. Este nuevo
conglomerado de organizaciones populares ocasionó una gradual disminución del
protagonismo que el movimiento estudiantil universitario había tenido en la vida
política nacional de los últimos cuarenta o cincuenta años como abanderado de la
crítica social: “...
Esta democratización (de la sociedad peruana) supone la multiplicación de
espacios de ejercicio político en la sociedad y consecuente complejidad del tejido
social. Implica asimismo la participación política de un porcentaje mucho más alto
de la población a través de diversas formas organizativas. Los universitarios dejan
de ser, en este sentido, uno de los pocos sectores organizados que hacen política
y expresan demandas frente al Estado, convirtiéndose en un sector más de los
muchos que se organizan y protestan, abandonando así el lugar preferente que
durante décadas habían tenido en la escena nacional...”
A esta pérdida de importancia del movimiento estudiantil se sumó la creciente
influencia de los grupos de izquierda pro-China y la influencia de las continuas
divisiones al interior de las agrupaciones de izquierda marxista. Por ejemplo, en
1964 un grupo encabezado por Saturnino Paredes, asesor de la Confederación
Campesina del Perú, conformó el Partido Comunista Peruano Bandera Roja. En
1968, un sector de este partido se convirtió en el Partido Comunista del Perú
Patria Roja, el cual centró gran parte de sus actividades en la juventud
universitaria y sus organizaciones. Cuando el general Velasco Alvarado llegó al
poder en 1968, asumiendo una posición política nacionalista poco usual en
gobiernos militares latinoamericanos, el movimiento estudiantil se mantuvo en
silencio dada la incapacidad de sus dirigentes para interpretar las intenciones del
gobierno. En medio de este desconcierto, muchos líderes, profesionales y
agrupaciones de izquierda se sumaron a los proyectos nacionalistas del gobierno
militar en su primera fase.
Ante el vacío dejado en la universidad por estos sectores de izquierda que optaron
por la colaboración con el gobierno, la actividad estudiantil quedó prácticamente
en manos de los grupos más radicales, en especial aquellos de orientación
maoísta, quienes asumieron una posición de crítica ideológica ante lo que no
consideraban como un gobierno verdaderamente nacionalista: “Había que
demostrar a las masas que estas medidas no eran revolucionarias o que incluso
eran francamente por-imperialistas. Este empeño pasaba por la caracterización
del gobierno y de la ‘formación social peruana’ (...)”.
Fue así como, en medio de la crisis y los aislamientos progresivos de la
universidad nacional, diversos grupos políticos de extrema izquierda iniciaron un
trabajo intensivo de captación y formación de cuadros entre la juventud
universitaria y las organizaciones populares. Los postulados tradicionales de la
reforma universitaria se convirtieron, la mayoría de las veces, en simples pretextos
para la confrontación ideológica con el Estado y el resto de grupos políticos. La
discusión política, las estructuras democráticas y las necesidades académicas o
administrativas de la institución universitaria pasaron a un segundo plano: “...
Se trata de una izquierda cuyo interés fundamental no era la reforma de la
universidad sino la revolución social, entendiendo revolución como la
transformación súbita y radical del orden existente, tarea frente a la cual se debían
subordinar todos los demás quehaceres políticos y sociales. Se trata también de
los sectores de la izquierda que menos tenían que hacer con las demás
organizaciones sociales, que tendían a encasillarse en su propia problemática y a
denunciar la influencia de otras corrientes izquierdistas en el movimiento popular.
Era en síntesis una izquierda a la que no interesaba desarrollar a la institución
universitaria como un espacio democrático de libre debate y posibilidad de opinión
frente al país, sino tan sólo como un lugar que le sirviera como escenario de
agitación de sus posiciones políticas...”
Este proceso de radicalización trajo como consecuencia un conjunto de medidas
políticas y militares por parte del Estado, que no hicieron sino polarizar aún más la
discusión política al interior de las universidades. Dentro de su plan de reformas, el
Estado promulgó el Decreto Ley 17437 de febrero de 1969, que intentó establecer
un modelo universitario apolítico, sin autonomía, racionalizado y en
correspondencia con las demandas del aparato productivo nacional proyectado
por el gobierno. La intervención estatal en la universidad terminó por aislarla
definitivamente de la política nacional, y promovió un ambiente de enfrentamiento
político y represión que exacerbó las posiciones radicales de algunas
agrupaciones que controlaban la actividad política universitaria. En 1972 se
derogó el D.L. 17437 y se promulgó la Ley General de la Reforma de la Educación
(D.L. 19326), que devolvía a la Universidad su autonomía. Sin embargo, al no
promulgarse el estatuto para normar esta ley, la reorganización académica y
administrativa quedó sin efecto práctico, lo cual acentuó aún más las deficiencias
del sistema universitario estatal. Por su parte, la universidad privada también fue
influenciada por el ambiente de politización propio de los años setenta, pero no se
vio directamente afectada por la indefinición de las políticas educativas del
gobierno, lo cual le permitió, a la larga, mantener mejores estándares educativos
que los de la mayoría de universidades públicas.
En 1975 el Estado modificó fundamentalmente su política, en un intento por
controlar la crisis económica y política producida, en parte, debido a las reformas
llevadas a cabo durante los primeros años del gobierno militar. Sin embargo, el
descontento creciente de la sociedad civil condujo al gobierno a poner en marcha
los mecanismos para el retorno a la democracia. Las agrupaciones políticas se
sumaron a las manifestaciones populares y promovieron las condiciones para la
convocatoria a una Asamblea Constituyente y a elecciones generales. Las
organizaciones estudiantiles universitarias participaron de este apoyo a la
democratización del país, pero sin el protagonismo que tuviera el movimiento
estudiantil en decenios anteriores. En todo caso, muchos de los líderes políticos
que participaron en este proceso surgieron de las organizaciones universitarias de
los años 60 y 70, y tendrían un importante papel en la política nacional de los años
siguientes
Década de 1980
Predominancia de los grupos de izquierda en los gremios estudiantiles. Si bien en
el discurso buscaban reformas tanto académicas como en la política nacional, su
influencia real era mínima. Sendero Luminoso empieza a tener presencia al
interior de las universidades, donde emplea prácticas de amedrentamiento y
promueve la sectorización dogmática. Por otra parte, se producen enfrentamientos
entre el Partido Unificado Mariateguista (PUM) y Patria Roja por el control de la
FEP. Todo ello condujo a que la actividad política en la universidad caiga en
desprestigio, siendo calificada de “politiquería”.
Década de 1990
Apatía política generalizada. Los gremios estudiantiles dejan el activismo político y
reorientan sus actividades a la recreación, el deporte y los servicios. Surgen
asociaciones estudiantiles con fines estrictamente académicos, dejando de lado el
accionar político. Hubo un amague de “reactivación” del movimiento tras la
convocatoria que tuvieron las marchas estudiantiles de 1997 en defensa de la
democracia y el estado de derecho frente a la destitución de magistrados del
Tribunal Constitucional, y en las marchas del 2000 contra el régimen fujimorista.
Sin embargo, no paso de ser un fenómeno esporádico que no trascendió la
coyuntura ni dio lugar a la formación de un movimiento organizado.
De lo anterior podemos observar que, hasta la década de los ochentas, hubo una
fuerte inclinación del movimiento estudiantil para asumir un rol político, motivada
también por la presencia de fuerzas políticas extrauniversitarias. Hay una primera
hegemonía del APRA y una posterior hegemonía de Patria Roja. Si bien la
hegemonía de Patria Roja continúa hasta la actualidad, hay sectores que
cuestionan su legitimidad en la dirección de la FEP, junto con la propia legitimidad
de la FEP como organismo representativo de los estudiantes universitarios.
Actualmente, los dirigentes no han logrado una conexión con las bases que
promueva su participación. Los estudiantes se han saturado del discurso político y
no muestran su adhesión a éste. Es justo señalar también que, como veremos
más adelante, las condiciones para lograr una participación significativa de los
estudiantes no son las más favorables. Naturalmente, todo ello ha motivado que el
movimiento estudiantil pierda toda relevancia como actor político y que se llegue a
cuestionar hasta su propia existencia.
Algunos intentos de explicación de la situación en la que se encuentra el
movimiento estudiantil señalan que la mayor parte de estudiantes universitarios
peruanos ha crecido “en el contexto político de los años noventa, bajo el
predominio de ideas liberales que plantean que al perseguir objetivos y realizar
acciones individuales es posible alcanzar, de manera automática, el bienestar
general”. Este contexto propició un mayor interés por el proyecto individual de vida
en detrimento de los asuntos públicos. Esto último no implica en todos los casos
un desinterés total por temas sociales y políticos; sin embargo, los jóvenes ya no
encuentran en la política un medio válido para abordar estos asuntos. Esta
desconfianza en el sistema político tradicional no es un rasgo propio sólo de la
juventud, sino de la sociedad peruana en general.
Es evidente que la política se ha tornado en una actividad desprestigiada y
desprestigiante. Frente a ello, durante la década de los noventas surgieron
espacios alternativos en los cuales canalizar el interés por los asuntos públicos.
Algunas de estos fueron organizaciones juveniles de barrios populares, grupos
parroquiales y circuitos artísticos no comerciales; la mayor parte de ellos se
encontraban desconectados de circuitos sociales o políticos más amplios (como
pueden ser las ONG o los partidos políticos).
Otro aspecto importante de señalar es que “el perfil general de la juventud limeña
no es humanista ni contestatario. Se trata de una juventud sintonizada con la
industria cultural y, en ese sentido, resulta estrictamente convencional y
típicamente juvenil. Sus preferencias las dicta el mercado del entretenimiento y las
modas”. El interés por los asuntos políticos es casi nulo, lo cual predispone
negativamente la recepción de una eventual formación política. A ello se suma la
ya mencionada desconexión con circuitos políticos más amplios. Hay una amplia
desinformación:
“Gran parte de los jóvenes que actualmente está perdiendo el temor a participar
en temas de política no se encuentra debidamente informado acerca de los
conceptos e instituciones a los cuales se refiere. Este desconocimiento de las
bases conceptuales, evolución y características de los discursos que suelen entrar
en el debate político actual provoca que algunos grupos jóvenes empiecen a
diferenciarse entre sí sin fundamentos sólidos, y a generar conflictos a partir de
discursos cuyos contenidos no han analizado en profundidad”.
Otra consecuencia del aislamiento de los grupos estudiantiles es su
desorganización. Al carecer de referentes mayores, no disponen de modelos de
acción organizada ni de la experiencia para evaluar sus expectativas, definir
objetivos en función de éstas y dar seguimiento a los planes de acción trazados.
Aquellos estudiantes que no muestran las carencias señaladas, normalmente han
adquirido las competencias necesarias para la acción política en sus hogares. Así,
no resulta extraño que lo que distinguía a los dirigentes durante las marchas
estudiantiles del 1997 y 2000 haya sido su precedencia familiar: muchos de ellos
eran hijos de militantes o ex-militantes de partidos políticos, tanto de izquierda
como de derecha. Estas familias, a diferencia de las de la mayor parte de
estudiantes, alentaban la vocación política de sus hijos.
En resumen, los rasgos que caracterizan a los universitarios actualmente son:
desinterés y apatía por la política en la mayor parte de universitarios; rechazo de
los espacios tradicionales de participación política (partidos políticos); y que los
pocos interesados en política participan en agrupaciones con poca
institucionalización, que además se encuentran desconectadas de circuitos
políticos de mayor alcance, lo que genera que su formación tanto en temas
políticos como de organización sea limitada. Estas condiciones dificultan el
surgimiento de un movimiento estudiantil con una amplia participación y
constituyen una serie de adversidades de las cuales los dirigentes estudiantiles, o
quienes aspiran a serlo, deben ser conscientes si buscan superarlas y que el
movimiento estudiantil se reposicione como un actor relevante tanto al interior de
las universidades como al nivel de la política nacional e internacional. Para ello, se
debe estimular la participación de los estudiantes en temas políticos y lograr el
involucramiento activo de un mayor número a través de organizaciones en las que
se pueda dar una apropiada formación política y funcionen como espacio para la
articulación de propuestas.
Actualidad:
En estos últimos años se tiene un ascenso importante del movimiento estudiantil,
esta situación se ve expresada en los dos eventos importantes que se han
desarrollado este año donde se tuvo una participación masiva de dirigentes
jóvenes de las universidades, institutos superiores, instituciones educativas
secundarias y estudiantes de base de todo el país. Estos dos eventos
trascendentes son: el XXVIII Congreso Nacional Ordinario de la Federación de
Estudiantes del Perú (FEP) que se llevó a cabo los días 28, 29, 30 y 31 de mayo
en la ciudad de Pucallpa teniendo como sede a la Universidad Nacional de
Ucayali, Universidad Nacional Intercultural de la Amazonía, institutos y colegios de
la ciudad y el VI Festival de la Juventud Peruana que se desarrolló en la ciudad de
Lima en el distrito de Puente Piedra, los días 25, 26 y 27 de setiembre del 2015
organizado por Federación Peruana de Jóvenes (FPJ).
Después de la derrota y posterior desaparición del movimiento estudiantil sufrida
en la década de los noventa por culpa de la dictadura y posterior crisis orgánica,
pasaron varios años para remontar dicha situación, es el año 2015 donde se ha
demostrado un alza en la organización y lucha de los jóvenes. A inicios del año se
tuvo diversas manifestaciones de los jóvenes en contra del gobierno en especial
en contra de la “ley pulpín” que atentaba con los derechos laborales de los jóvenes
trabajadores, estas movilizaciones hicieron retroceder al gobierno para que luego
derogue la Ley de régimen laboral juvenil, posteriormente se desarrolló marchas
en diversas partes del país en contra de la “TV Basura” porque los diversos
programas de la televisión de señal abierta afectan y degeneran a la juventud. El
XXVIII Congreso Nacional de la FEP, aglutino a muchos jóvenes que habían
organizado y participado en las últimas marchas, esto contribuyo en alguna
medida al éxito del congreso, donde cumplió su objetivo de aglutinar a la mayor
cantidad de bases y a la de renovar la dirigencia para una mayor presencia en el
escenario nacional y que no se convierta la FEP en un “cascaron” de la
organización juvenil.
Por otro lado tenemos a la Federación Peruana de Jóvenes, organización que
nace como un espacio de análisis y debate, así mismo, es un medio de unidad y
acción. La FPJ desde hace diez años viene organizando el Festival de la Juventud
Peruana, con participación de estudiantes de diversas bases, jóvenes
universitarios, jóvenes de institutos superiores, jóvenes secundarios, jóvenes
trabajadores y jóvenes campesinos. Cada uno de los eventos tiene una acogida
multitudinaria, este año se llevó con éxito el VI Festival de la Juventud Peruana
donde se logró consolidar un trabajo de organización de varios años del
movimiento estudiantil, esto se expresa en las resoluciones finales que se entregó
a los jóvenes peruanos, el quinto manifestó de la juventud peruana. En este
ascenso del movimiento estudiantil se ha convocado para el VII Festival de la
Juventud Peruana que se desarrollara en la ciudad de Puno en el mes de
setiembre del año 2016, La juventud de la región de Puno está organizando
diversos eventos preparatorios para poder garantizar y recibir a los jóvenes de
todas las regiones del país.
No hubiera sido posible este crecimiento de la juventud organizada, sin el apoyo
desinteresado de los jóvenes de izquierda y de los partidos comunistas que dan
todo su esfuerzo para contribuir en el fortalecimiento de las organizaciones
naturales del pueblo. Al margen que pueda seguir existiendo algunas prácticas
negativas en contra de la unidad popular, hay quienes siguen persistiendo para
que se construya poder popular para una patria nueva dentro de un mundo nuevo.
IV. CONCLUSIONES
Concluimos con esta monografía que es importante mantener un perfil
universitario con proyección al mejoramiento del sistema educativo,
tomando parte en la parte política.
Tomar acciones en este sentido es de vital importancia para el desarrollo
social y educativo del país, ahora mismo estamos gozando de los
beneficios de nuestros antecesores y debemos guiarnos de ellos.
En el presente es indispensable tomar conciencia de nuestra realidad
nacional, analizar y tomar acciones para el mejoramiento de nuestra
facultad y nuestra universidad, de los alumnos depende que se realicen
cambios y mejoras.
V. BIBLIOGRAFÍA
CHÁVEZ, Jorge
1999 ¿Los jóvenes a la obra?: Juventud y participación política. Lima: Agenda:
PERÚ. Consulta:
15 de enero de 2011.
http://idl-bnc.idrc.ca/dspace/bitstream/10625/29942/1/118584.pdf
CASTILLO, Jaime y otros
2010 “Informe sobre el XXVI Congreso Nacional Ordinario de la Federación de
Estudiantes del
Perú – 14, 15 y 16 de mayo del 2010”. Informe presentado ante la Asamblea de
Delegados de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica
del Perú
(FEPUC) en su sesión del 16 de octubre de 2010. Consulta: 15 de enero de 2011.
http://www.scribd.com/doc/39280772/INFORME-COMISION-FEP-2010
Movimiento estudiantil universitario
Eder Joáo Rojas Salinas
Representante estudiantil en el Consejo Universitario y la Asamblea Universitario
2010-2011
Libertad Creadora
Alejandro Korn.
VI. WEB GRAFÍA
http://www.militante.org/
http://www.engels.org/
http://www.elmilitante.org/
http://fni.pe/descargas-p/agenda-peru/publi/1999-los-jovenes-a-la-obra-
juventud-y-participacion-politica-77d8.pdf