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Dones del Espiritu...

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CAPÍTULO 1

Dones Del Espíritu

Pocos asuntos en el Nuevo Testamento son tan importantes como el de los dones del Espíritu. Pablo, en el capítulo 21 de lª de Corintios, revela a la Iglesia como el Cuerpo de Cristo (lª Corintios 12:27). Continúa explicando que los miembros de este Cuerpo son creyentes que ejercitan dones diversos, así como los miembros del cuerpo humano tienen funciones y propósitos diferentes. Pablo agrega que todos estos miembros, tra bajando armoniosamente en unidad, son el cuerpo místico de Cristo en la tierra. A la luz de ésto, se da por hecho que, sin los dones del Espíritu, la Iglesia se convierte en algo muy diferente de lo que era la intención de Dios. En lugar de ser un organismo sobrenatural, la Iglesia entonces es solamente otra organización humana.

Es materia de historia que, poco tiempo después del perío do apostólico, los dones del Espíritu gradualmente comenzaron a desaparecer de la Iglesia. Se han dado muchas razones para este acontecimiento: una explicación común es que, cuando el canon del Nuevo Testamento estuvo terminado, ya no se necesitaron estos dones.

Pero, tal y como señala el conocido escritor Donald Gee en su excelente libro “Respecto a los dones espirituales”, no hay evidencia en el Nuevo Testamento para apoyar un punto de vista así. Este autor escribe:

“Tal argumento descansa sobre un concepto totalmente falso de la naturaleza y propósito verdadero de los dones del Espíritu. Supone que en la iglesia primitiva las expresiones a través de estos dones tenían toda la autoridad de las Escrituras, pero el Nuevo Testamento totalmente refuta una idea así. La iglesia primitiva se encuentra continuamente apelando siempre a las Escrituras del Antiguo Testamento (debe notarse que nunca a sus propios “profetas”), para apoyar

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toda doctrina y dictamen final en toda disputa. (Hechos 2:16; 15:15; 26:22). La “profecía de la Escritura” (2ª Pedro 1:20) proporcionaba un nivel totalmente diferente de autoridad a los dones espirituales entre ellos, y todavía lo hace.”

Aun cuando la manifestación de los dones del Espíritu cesó grandemente después de la era apostólica, no hay evidencia alguna de que ésto hubiera ocurrido porque el Señor retirara los dones. Cesaron porque la Iglesia se había vuelto tibia. Los principios de esta tibieza se pueden ver en la advertencia del Señor a la Iglesia en Éfeso, cuando Él dio la revelación a San Juan alrededor del año 96 (los estudiantes proféticos más o menos están de acuerdo en que esta Iglesia simboliza el período apostólico de la historia de la Iglesia):

“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto,

de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:4-5).

Durante el período de las grandes persecuciones de los siglos segundo y tercero, los dones del Espíritu continuaron siendo más o menos manifiestos. Pero poco después del edicto de Constantino que hacía del cristianismo la religión nacional, en cuyo tiempo la Iglesia gozó del favor imperial, el ministerio de los dones declinó rápidamente.

Sin embargo, es importante notar que la operación de los dones del Espíritu nunca cesó totalmente. La historia de San Francisco contiene incidentes conmovedores de milagros de sanidad. Cuando él envió a sus predicadores, les dio el mismo mandato que Jesús dio a Sus discípulos en Mateo 18:8: deberían predicar que el reino de los cielos estaba cerca y sanar enfermos, limpiar leprosos, resucitar muertos y echar fuera demonios. La historia de las sectas perseguidas de los Valdenses y Albigenses muestra que los dones del Espíritu estaban de manifiesto aún durante la Edad Media. Juan Wesley, en el siglo XVIII, anota en sus registros fenómenos asombrosos pentecostales en las reuniones de los primeros metodistas. Los moravos y otros grupos contemporáneos experimentaron muchas manifestaciones sobrenaturales en desuso. Así, mientras que la operación de los dones disminuyó grandemente durante los siglos siguientes de la era de la Iglesia, nunca desaparecieron completamente. Y, cuando por fin, los hombres comenzaron a orar fervorosamente para la restauración de los dones de la Iglesia, el resultado fue el derramamiento actual de estos últimos días del Espíritu.

¿Deberían Cesar Los Dones?

Hay un pasaje de la Escritura que han usado comúnmente como texto de prueba aquellos que mantienen la posición de que los dones del Espíritu han cesado en la Iglesia. Este se encuentra en 1ª Corintios 13:8-10:

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“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.”.

Aquí se nos dice que las profecías, las lenguas y la ciencia se acabarán o pasarán. Solamente echando un vistazo a las Escrituras se nos muestra, sin embargo, que el período al que se hace referencia no es de esta época en absoluto, ¡sino a la era que todavía está por venir! Aun una persona indocta sabe muy bien que “lo que es perfecto” todavía no ha llegado.

Como veremos luego, el Señor, en Su Gran Comisión, dio la promesa de las señales milagrosas que seguirían y confirmarían la predicación de la palabra (Marcos 16:15-18). Estas señales serían los medios para convencer a los paganos de la genuinidad del mensaje del evangelio. No había insinuación alguna de que los términos de la Gran Comisión cambiarían en modo alguno. De hecho, Jesús dio a entender que todas las generaciones verdaderas, hasta el fin de la época, deberían guardar “todas las cosas que os he mandado”:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:19-20.)

Las anteriores son justamente las últimas palabras escritas por el apóstol Mateo. ¿Quién negará que esta Gran Comisión ya no se encuentra en vigor?

La necesidad de señales sobrenaturales para atraer la atención de las masas está ilustrada en el reto de Elías en el Monte Carmelo, en el momento en que se enfrentó a los profetas de Baal. Elías hizo la pregunta al pueblo: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.” (lª Reyes 18:21.) Pero cuando el fuego cayó milagrosamente del cielo en contestación a la oración de Elías, el pueblo cayó sobre su rostro y dijo: “¡Jehová es el Dios! ¡Jehová es el Dios!” (versículo 39)

¿Está Evangelizado El Mundo?

La suposición de algunos de que el mundo ya está evangelizado, y que, por tanto, ya no se necesitan las señales, está obviamente tan lejos de la verdad que no necesita ser refutada. Los hechos simplemente son que la población de las naciones paganas se está multiplicando a una velocidad tan rápida que, a menos que la difusión del evangelio se acelere por algún medio, el cumplimiento de la Gran Comisión nunca podrá efectuarse. Hasta ahora, el único medio con éxito del

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evangelismo en masa que ha sido demostrado es el del ministerio de la sanidad y los milagros. Seríamos los últimos en criticar cualquier esfuerzo sincero por alcanzar a los paganos, tales como el uso de misioneros médicos y la construcción de escuelas y hospitales. Dichos medios, no obstante, son demasiado lentos, si hemos de alcanzar a los paganos de nuestra generación. En vista del aumento aterrador de la destructibilidad de las guerras, aquella persona que prediga que la Iglesia tendrá más tiempo para evangelizar que el período de esta generación, en verdad es optimista.

¿No nos enfrentaremos a la verdad? La razón verdadera por la cual los dones

del espíritu están ausentes de la Iglesia es porque la Iglesia ha estado satisfecha sin ellos. La Iglesia necesita comprender que ella es el Cuerpo de Cristo y sin los dones del Espíritu manifiestos en su medio, nunca podrá cumplir con su destino. Como Pablo amonestó a Timoteo para que despertara el don que estaba en él, así nosotros necesitamos hoy despertar a la Iglesia al hecho de que Cristo ha puesto determinados dones en Su Cuerpo y que haremos bien al ponerlos en acción.

El Retorno De Los Dones Ha Sido Anticipado

Es interesante notar que los estudiantes bíblicos con discernimiento del siglo XIX, comprendiendo que la desaparición de los dones del Espíritu del cuerpo de la Iglesia se debía a su letargo y tibieza, esperaban, y aun predijeron un derramamiento del Espíritu en los últimos días y con él una reaparición de los dones.

Michael Baxter, fundador del CHRISTIAN HERALD, escribió en el año 1866 su famoso libro BAXTER’S FORTY WONDERS, muchas de cuyas predicciones se han cumplido asombrosamente. En su libro, dijo lo siguiente en cuanto a la reaparición de lo sobrenatural en la Iglesia:

“Fe aumentada para obrar milagros...y audacia sin precedentes al predicar el evangelio, caracterizarán el derramamiento Pentecostal venidero del Espíritu; los diversos dones del Espíritu fueron otorgados a los pastores, profetas, evangelistas y maestros, para la perfección de los santos, y la congregación y terminación de una Iglesia perfecta. Pero este fin todavía no ha sido alcanzado, por tanto, estos dones no pueden haber cesado totalmente, o haber sido retirados completamente, aun cuando han sido suspendidos y retirados temporalmente como una marca de desagrado por la apostasía de la iglesia de su primer amor”.

La predicción de Michael Baxter se cumplió en este siglo. El gran

derramamiento Pentecostal, comenzado en América, se esparció por el mundo, y con él, una nueva manifestación de los dones. Algunos de aquellos que fueron más utilizados en este derramamiento, no obstante, vieron un movimiento mayor

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de lo sobrenatural todavía por venir. En el libro NEW ZEALAND’S GREATEST REVIVAL, de H.V.Robert, un hermano le dijo a Smith Wigglesworth: “uno se siente tentado a envidiarle a usted porque ha tenido mucho éxito”. Él recibió la siguiente respuesta:

“Joven, es al revés. Yo me siento como si tuviera envidia de usted. Yo he tenido tres visiones, tres solamente. Las primeras dos ya se han cumplido, pero la tercera todavía se tiene que cumplir. Yo probablemente reciba mi premio, pero usted es un joven y con toda probabilidad se encontrará en lo que yo vi. Gritó repentinamente: ‘Oh era asombroso.’ Se le preguntó qué era lo asombroso. ‘Oh’, contestó, ‘no puedo decir los secretos de Dios. Pero recuerde lo que digo: este avivamiento que hemos tenido es nada comparado con lo que Dios va a hacer.’ Aquella persona a quien el hermano Wigglesworth dirigió estas palabras comentó: ‘Era muy evidente que al evangelista se le había concedido una visión especial del derramamiento futuro del Espíritu en una forma sin precedente en los días justamente antes de que nuestro Señor venga a raptar a la Iglesia.”

El doctor Charles S. Price, evangelista notable, dijo en un sermón que predicó un poco antes de su muerte:

“Ayer cantamos ‘lluvias de gracia’, ¡pero ahora estamos esperando el diluvio! Viene y nada lo podrá detener. Como todo derramamiento anterior, esta experiencia gloriosa que está por estallar sobre el mundo no será el producto de ningún sistema establecido. Los sistemas establecidos podrán experimentarlo y gozarlo y viajar con la corriente clara de sus hermosas aguas avanzantes. Quizás todavía no lo hagan como sistemas, sino solamente como los miles multiplicados dentro de sus bordes, que están hambrientos de Dios y son conscientes espiritualmente del hecho de que vendrá más.”

Temor Del Poder Del Diablo

Una circunstancia que detiene a algunas personas para buscar los dones del Espíritu es un temor casi morboso del diablo. Ven el poder demoníaco y engaños por todas partes. Desde luego, sabemos que hay muchos espíritus engañadores en la tierra. Sin embargo, las Escrituras nos dan medios para probar los espíritus y discernir los que no son de Dios (1ª Juan 4:1-3). Aun más, uno de los dones es el discernimiento de espíritus, un don diseñado para descubrir la presencia de poderes malignos.

Aquellas personas que tienen miedo de que, si buscan los dones del Espíritu, pudieran recibir algo del diablo, deben recordar las palabras de Cristo en Lucas 11:11-13:

“¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le

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dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

En este pasaje Jesús señala que si los padres humanos dan buenos regalos a sus hijos, ¡ciertamente el Padre celestial no lo hará peor con Sus hijos!

Es significativo notar igualmente el incidente que siguió a esta declaración de Cristo: Él sanó a un hombre mudo y, después de que el hombre fuera sanado, Sus opositores impugnaban que el milagro había sido hecho por el poder de Beelzebú. Pero Jesús aclaró que si Satanás echara fuera a Satanás, entonces su reino estaría dividido y caería.

“Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? ya que decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios. Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros.” (Lucas 11:18-20).

¿Cuál es la conclusión del asunto? Con toda seguridad, sobre la base de las

palabras de Cristo, no debemos temer ir para adelante y reclamar este ministerio. El miedo detuvo a los hijos de Israel para seguir adelante y poseer la tierra que se les había dado. Los diez espías les aconsejaban que no se arriesgaran, que los habitantes de la tierra eran gigantes y que los riesgos y peligros eran demasiado grandes. Debido a su temor, esa generación nunca entró a la tierra prometida. Se les condenó a vagar y morir en el desierto. Dios conceda que nosotros no repitamos su necio error.

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CAPÍTULO II

El Propósito De Los Dones Del Espíritu

Habiendo mostrado que los dones del Espíritu todavía están en la Iglesia y que son manifestados en dondequiera que hay fe, consideremos algo sobre su propósito y lo que Dios se proponía que efectuaran. Los dones del Espíritu no son juguetes, son los regalos de amor de Dios a la Iglesia. Cualquier intento, por tanto, de utilizarlos con propósitos egoístas o frívolos, sería una equivocación trágica.

Entonces, ¿cuáles eran los propósitos que Dios tenía en mente cuando Él ordenó que estos regalos especiales del Espíritu fueran otorgados a la Iglesia? Como veremos, el propósito primordial era que, a través de la operación de estos dones, la Iglesia se convirtiera en el Cuerpo operativo de Cristo en la tierra.

1. Para manifestar el Cuerpo de Cristo en la tierra.

En el capítulo 12 de 1ª Corintios, Pablo considera a la Iglesia como el Cuerpo de Cristo:

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1ª Corintios 12:12-14, 27)

Aquí se encuentra una verdad esencial que no se comprende tanto como se debería: se nos dice que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y cada uno de nosotros somos miembros en particular. El asunto es éste: mientras Cristo estaba en la tierra, Él podía estar solamente en un lugar a la vez, Él podía ministrar solamente a unos cuantos a la vez. Sin embargo, después de que el Espíritu fuera derramado, fue posible para Él manifestarse a través de un número ilimitado de creyentes. Estos miembros de Su Cuerpo místico podían ir a todas partes del mundo y ministrar a las gentes, así como Él ministraba cuando estaba en la tierra. “Como Él es, así somos nosotros en este mundo” (1ª Juan 4:17). Así fue multiplicado el ministerio de Cristo muchas veces.

De esa manera, por medio de estos dones sobrenaturales, Cristo, por medio

del Espíritu Santo, puede manifestarse a Sí mismo y a Su ministerio en cualquier parte de la tierra. La Iglesia, así se convierte en verdad en el Cuerpo de Cristo, haciendo Sus obras, y ministrando Su amor y compasión a los necesitados. En

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una forma real la Iglesia es Sus ojos, Sus oídos, Sus pies, Sus manos, para llevar a cabo Su obra en la tierra.

Esta verdad también nos muestra a nosotros que, cuando la Iglesia pierde las manifestaciones de sus dones, se vuelve débil, ineficaz y algo completamente distinto de lo que Dios quería.

2. Para ayudar en la evangelización del mundo.

En Marcos 16:15-18, el Señor da la Gran Comisión como orden a los creyentes para la evangelización del mundo.

“Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” ¿Cómo se habría de efectuar esta evangelización? No por medio del uso de tretas o invenciones mecánicas ingeniosas, sino a través de determinadas señales milagrosas que son manifiestas por medio de los dones del Espíritu.

No ha sido fácil evangelizar a los paganos. William Carey, el primer misionero de los tiempos modernos, trabajó seis años para ganar a un sólo convertido. La evangelización de las naciones ha sido un proceso lento y tedioso. Los misioneros han trabajado todas sus vidas para ganar unas cuantas almas. Compare ésto con los resultados de los grandes avivamientos de las masas conducidos por aquellas personas que tienen ministerios con señales de dones.

Señales De Dones Entre Los Mahometanos

Hace unos cuantos años, uno de nuestros asociados comenzó una campaña en un país mahometano, donde se reunieron unos diez mil musulmanes para escucharle. No eran verdaderamente hostiles, pero tampoco estaban convencidos de que Jesús fuera el Hijo de Dios o de que Él estuviera vivo. Se les había enseñado que Él era un profeta al igual que Mahoma. El evangelista hizo una proposición a la gente: si Cristo sanaba a las personas ante los ojos de ellos, dándole vista a los ciegos, haciendo oir a los sordos, y facultando a los cojos para andar, ¿creerían? Estuvieron de acuerdo en que sí lo harían. Así que sucedió que estos milagros realmente empezaron a efectuarse y el pueblo los vio con sus propios ojos, cuando aquel gran auditorio de musulmanes comenzó a gritar: “¡Jesús vive!, ¡Jesús vive!, ¡Jesús es el Hijo de Dios! Él sana nuestras gentes.”

El gran propósito de los dones del Espíritu es dar confirmación al evangelio.

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3. Para edificar a la Iglesia.

“Más el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación…Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia… ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.” (1ª Corintios 14:3, 12, 26).

Un número de los dones tiene un propósito definido en la edificación del Cuerpo de Cristo. El capítulo 14 de 1ª de Corintios, da bastante instrucción sobre el orden del servicio apostólico. Por ejemplo, se nos informa que si uno es movido a dar un mensaje en lengua desconocida, debe asegurarse si hay un intérprete presente (versículos 5, 13). Varias veces en este capítulo Pablo enfatiza que uno de los grandes propósitos de los dones es para la edificación de la Iglesia. El don adaptado especialmente para la edificación de los creyentes es el don de la profecía y el hablar en otras lenguas con interpretación. Desde luego, cualquier don manifestado en la congregación puede resultar en bendición para los creyentes.

4. Para la liberación del pueblo de Dios.

Así como determinados dones están diseñados especialmente para la edificación de los santos, hay otros que están ordenados para su liberación. El Antiguo Testamento está repleto con sucesos en donde el pueblo de Dios recibió liberaciones sobrenaturales. El ministerio de Cristo estuvo marcado por milagros de abastecimiento, tales como la transformación del agua en vino, la alimentación de los cinco mil, o los milagros de liberación, tales como el apaciguamiento del mar.

5. Para el perfeccionamiento de la Iglesia.

“Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:11-13).

Asociado muy de cerca con la edificación de la Iglesia, está el propósito eterno de Dios de perfeccionar la Iglesia. Los dones del Espíritu son manifiestos a través de individuos escogidos, apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y doctores para que la Iglesia pueda ser hecha perfecta, ésto es, que esté lista para Su segunda venida.

Aun cuando las personas sean cristianas devotas, siempre existe la posibilidad

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de que puedan ser descarriadas por algún líder, plausible pero engañado por sí mismo, que llegue a conquistar su confianza. El pueblo de Dios necesita enseñanza por parte de hombres ungidos por Dios, que puedan discernir entre lo verdadero y lo falso, como dice Pablo en el versículo 14:

“Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14).

Algunos Datos Generales Acerca De Los Nueve Dones Del Espíritu

Los nueve dones del Espíritu se dividen en tres grupos generales. Primeramente, están los dones de revelación:

1. La palabra de sabiduría2. La palabra de ciencia 3. Discernimiento de espíritus

En segundo, están los dones de poder: 1. Fe2. Dones de sanidades 3. Milagros

En tercer lugar, están los dones de inspiración:1. Profecía2. Géneros de lenguas3. Interpretación de lenguas

Los Dones Se Mezclan Unos Con Otros

No debe pensarse que los dones del Espíritu se distinguen claramente los unos de los otros. En realidad, estos tres grupos tienden a confundirse uno dentro del otro, como el espectro de un arco iris. Así, la palabra de ciencia y el discernimiento de espíritus en realidad es un tipo especializado de conocimiento. Asimismo, los dones de sanidad son para la liberación del cuerpo humano de enfermedades y males. No obstante, un milagro de sanidad, en el que se requiere la obra creadora, parecería estar clasificado con mayor corrección como la operación de milagros. Ciertamente, el levantamiento de los muertos y el regresar el espíritu humano a un cuerpo muerto está más allá del alcance de los dones de sanidad; sin embargo, la sanidad también está involucrada. Es evidente que los límites entre los dones no están fuertemente definidos.

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Igualmente, aquellas personas familiarizadas con las reuniones pentecostales observarán con una ocurrencia frecuente que aquellas personas que interpretan pueden penetrar en el reino del don de la profecía. Los dos dones son similares en actuación, excepto que con la profecía no se habla en lenguas desconocidas, como con el don de interpretación.

Además, frecuentemente es cierto que dos dones o más tienen lugar juntamente en un momento determinado. La palabra de sabiduría y la palabra de ciencia suceden muy juntas. La ciencia es la materia prima, pero debemos tener sabiduría para saber cómo utilizarla. En 2ª Reyes 6, ¡vemos hasta siete de los dones ocurriendo en una ocasión!

¿Están Los Dones Bajo El Control Del Creyente?

Nosotros creemos que, con posibles raras excepciones, la persona que tiene un don tiene control completo de sus facultades. Es cierto que a veces una persona, mientras recibía el bautismo o alguna revelación especial, se ha adentrado tanto en el Espíritu que quizás no se haya dado cuenta de lo que acontecía a su alrededor. Pero durante el ministerio público, el orador, aun cuando esté profundamente en el Espíritu, en casi todos los casos sabe lo que está haciendo y diciendo. Si lo desea, puede dejar de hablar en lenguas o profetizar. Desde luego, cuando el Espíritu está en él para hacer estas cosas, obedecerá al Señor, pero teniendo lo que está haciendo bajo su control.

Pablo corrobora ésto cuando dice: “y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” (1ª Corintios 14:32). Instruye a la Iglesia a profetizar uno por uno, y dejar que todo se haga, con orden, para evitar confusión. Si no hay intérprete, que el que habla en la lengua desconocida calle (1ª Corintios 14:28). Todas estas instrucciones indican que los dones están sujetos a los profetas. El Espíritu no fuerza a ninguna persona a manifestar un don.

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CAPÍTULO III

¿Son Realmente Impartidos A Los Creyentes Los Dones Del Espíritu?

Antes de que sigamos adelante en el estudio de este tema fascinante, hay una pregunta importante a la que debemos dar una consideración cuidadosa. La duda es ésta: ¿son realmente impartidos a los creyentes los dones del Espíritu? ¿Reciben realmente los miembros individuales del Cuerpo de Cristo estos dones o se le dan a la Iglesia como un cuerpo, y son manifestados por el Espíritu a través de sus varios miembros por una especie de rotación? Hay una razón muy importante por la cual debemos saber si el Espíritu de Dios imparte directamente los dones o si simplemente los rota a través de los diversos miembros del Cuerpo en los tiempos y sazones de Su propia voluntad.

Las Tres Posibilidades

Hay tres posibilidades acerca de cómo podría ser ésto:En primer lugar, Dios podría darle los dones a una persona en el mismo

sentido en que el individuo podría recibir un legado franco. El don entonces sería de él, para hacer exactamente con él lo que quisiera; no necesitaría permiso del difunto o de cualquier otra persona para hacerse cargo de la petición. Obviamente, los dones del Espíritu no se conceden sobre esta base.

En segundo lugar, pudiera ser que toda la iniciativa en manifestar los dones la tuviera el Espíritu Santo, siendo los miembros del Cuerpo de Cristo instrumentos pasivos. Una ilustración notable de ésto se ve en el incidente de la asna de Balaam, en donde Dios habló por medio de una bestia muda. En este caso, es notable que Dios se manifestara a Sí mismo por medio del animal, aunque obviamente este último no recibiera ningún don.

Por otra parte, los miembros del Cuerpo de Cristo no solo son instrumentos en la obra de los dones, sino que, a diferencia del animal mudo, el creyente es responsable de su correcta manifestación. Esto lo declaran las Escrituras con sencillez.

Esto nos trae a la tercera posibilidad y aquella que nosotros creemos ser la Escrituaria: que el creyente es un receptor real de un don y como tal es un socio activo (no solamente un adorno, ni un instrumento pasivo como en el caso de la asna), en la manifestación de los dones.

Es muy importante que ésto quede claro, porque si las personas tienen la impresión de que los dones son manifestaciones totalmente soberanas del

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Espíritu, separadas de la responsabilidad y cooperación humana, esto puede llevar a una serie de errores. Si las personas suponen que la responsabilidad de la puesta en marcha de los dones yace totalmente en Dios, hay peligro de que confundan sus propias acciones defectuosas con las del Espíritu. Siempre y cuando dichas personas salgan fuera de orden, resistirán la instrucción, reclamando que el Espíritu de Dios las hace hacer lo que hacen.

Pablo, desde luego, refutó esta falacia cuando dijo: “y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas” (1ª Corintios 14:32). El apóstol no se refiere aquí al Espíritu de Dios, sino al espíritu del profeta. La puesta en marcha de un don está claramente en las manos del profeta. Pablo explica, además, que mucho depende del profeta por lo que respecta a un uso adecuado del don, así como del tiempo correcto en que éste se lleve a cabo (1ª Corintios 14:23-32).

¿Reciben Las Personas Los Dones Para Hacer Lo Que Les Plazca Con Ellos?

Nosotros declaramos enfáticamente que ninguna persona recibe los dones espirituales para poder hacer con ellos como le plazca. No sólo sería un error negar la responsabilidad del creyente en la manifestación de los dones, sino que todavía sería más serio dejar de enfatizar la importancia del lugar del Espíritu Santo en su puesta en marcha. Existe una asociación entre Dios y el hombre y la cooperación de ambos es indispensable.

Los creyentes reciben dones como administradores de ellos, tal y como está ilustrado en la parábola de los talentos:

“Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos” (Mateo 25:14, 15).

Los talentos no pertenecían a los siervos, únicamente eran administradores. Todos los talentos, con su incremento, debían ser presentados para la contabilidad cuando volviera su señor. Uno de los siervos no usó su talento y lo escondió en la tierra. Todos conocemos la suerte de ese siervo malo, cuando llegó el momento de hacer cuentas: ese siervo malvado que actuó como si el talento fuera suyo para hacer con él lo que quisiera, pagó un castigo terrible por su desobediencia.

Es sumamente importante que tengamos un entendimiento equilibrado de la base sobre la que se reciben los dones. No son algo para ser “encendido o apagado” a la voluntad de la persona, ni deben ser usados para beneficio o ganancia personal. Los dones son dados por el Espíritu para capacitar a una persona para un servicio especial en el cuerpo. Como dice Pablo:

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“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.” (1ª Corintios 12:27,28).

Se coloca a una persona en la iglesia en una posición prominente, como pastor o maestro; a otro, se le da la posición de “ayudar”, un ministerio que puede incluir muchas cosas. Romanos 12:8 habla incluso de repartir, como una de las “ayudas”. Dios puede bendecir a un hombre determinado sobre otros con milagros de finanzas de manera que esté capacitado para ayudar a la iglesia con las finanzas en una forma especial. Dios utilizará a otro miembro en una forma diferente.

Ahora bien, aunque nadie recibe los dones del Espíritu para utilizarlos como le plazca, las Escrituras enseñan claramente dos cosas: 1) que se otorga un don de manera que podemos afirmar que alguien lo tiene y otra persona no y 2) que los dones residen dentro del creyente y deben manifestarse en base a una relación con Dios. Puesto que Dios siempre hará su parte, sólo falta que el creyente haga la suya.

Es importante que todo creyente comprenda que Dios quiere que él tenga por lo menos una manifestación del Espíritu y que sea responsable de ver que se ejercita. Porque todos nosotros estaremos ante el tribunal de Cristo para dar cuenta de nuestra administración.

Ahora consideraremos la evidencia escrituraria que muestra que los dones del Espíritu son realmente impartidos a los creyentes:

1. Los Dones Del Espíritu Son Tanto Dones Como Manifestaciones

¿Son los “dones espirituales” de los que habla Pablo, dones del Espíritu o manifestaciones? Son ambas cosas. Conforme estudiamos 1ª Corintios 12:4-11, vemos que se les llama a estos nueve dones espirituales tanto “dones” como “operaciones”. “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (versículo 7). Se nos informa así que todo hombre debe tener por lo menos una de las manifestaciones. Pero también se les llama dones, como lo declara claramente el versículo 4:

“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo” (1ª Corintios 12:4).

Pablo, en los versículos 4 a 7 introduce abiertamente los nueve dones, que enumera en los versículos 8 a 10. Ahora, si Pablo habla de estas manifestaciones como “dones”, nosotros deberíamos hacer igual. Se le llaman tanto “dones” como “operaciones”.

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2. Hemos De Anhelar Ansiosamente Los Mejores Dones

¿Da el Espíritu Santo dones a los creyentes?Aquí se nos dice que “anhelemos ansiosamente los mejores dones”. ¿Se está

refieriendo Pablo con esto a los dones ministeriales del versículo 28? Bueno, los dones ministeriales incluyen apóstoles y profetas. Seguramente, con esto Pablo no quiere decir que todos los miembros de la iglesia tienen que desear ser profetas y apóstoles. Los versículos que siguen muestran que Pablo se refiere a los dones del Espíritu y menciona varios de ellos: hablar en lenguas, profecía, palabra de ciencia, fe y milagros.

3. Algunos Reciben Don De Sanidad

“¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.” (1ª Corintios 12:29-31).

Las manifestaciones del Espíritu son dones del Espíritu y Pablo habla de uno de esos dones como “dones de sanidad”. “Dones de sanidad” es un tipo de don del Espíritu. Pablo pregunta: ¿tienen todos don de sanidad? Obviamente, no todos lo tienen pero algunos, sí. En otras palabras, los dones de sanidad están disponibles para la iglesia, a pesar de que se otorgan solo a algunos miembros. Algunos tienen don de sanidad, otros no. La conclusión, por lo tanto, es que los creyentes tienen dones del Espíritu.

4. El Espíritu Reparte Particularmente Como Él Quiere

“Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.” (1ª Corintios 12:7-10).

Hemos apuntado que Pablo dice: “hay diversidad de dones” (versículo 4). Se nos dice en el versículo 7 que a cada uno le es dada manifestación de estos dones para provecho. Porque a uno le es dada palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, etc.

Después de enumerar estas nueve manifestaciones de los dones, agrega luego: “pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada

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uno en particular como él quiere” (versículo 11). Nótese que Pablo dedica todo el resto del capítulo a explicar que a través de la obra de estos dones cada miembro del Cuerpo de Cristo (que él asemeja a los miembros del cuerpo humano) tiene una función especial propia. Por virtud de esta función, el hombre mismo, a través de su función, se convierte en un don para la iglesia. Dios lo coloca en el Cuerpo para desarrollar un propósito determinado (versículos 28 a 30).

Parece lógico que Dios conceda determinados dones a individuos quienes por naturaleza y temperamento están mejor equipados para esos dones, en lugar de alternarlos indistintamente por todos los miembros del Cuerpo. La observación confirma que ésto es lo que sucede y bien es cierto que sólo Dios sabe lo que hay en el corazón del hombre. Algunas personas que nosotros no supondríamos que estarían capacitadas para un ministerio determinado, lo recibirán. Dios se reserva el derecho de manifestar Sus dones a través de cualquier persona, en cualquier momento, y en cualquier ocasión que Él crea conveniente. Ni Samuel ni Isaí pensaron que David era el que recibiría la unción, pero Dios se la dio de todas maneras.

5. Los Dones Espirituales Repartidos

“Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados” (Romanos 1:11).

El apóstol Pablo, al escribir a los santos en Roma, está lleno de solicitud por el crecimiento espiritual de los cristianos en aquella ciudad. Declara que los tiene mucho en el corazón y espera que Dios le permitirá visitarlos. ¿Por qué razón? Para que él pueda “comunicarles” a ellos “algún don espiritual”. ¿Quería decir Pablo que el don espiritual se impartiría sólo a la Iglesia como un todo y no al individuo? La epístola de Pablo a los Romanos tomó en consideración no sólo la posesión de los dones por la Iglesia, sino también por sus miembros individuales. Señala que los creyentes tienen “diferentes dones según la gracia que nos es dada, si el de profecía…” Leamos todo el pasaje de Romanos 12:4-7:

“De la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza.”

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6. Los Dones Pueden Ser Usados De Manera Errónea

Un examen cuidadoso del tema muestra que el individuo es un socio completo en las manifestaciones de los dones. Como tal, tiene una responsabilidad determinada en su operación. De otro modo, si fuera totalmente la iniciativa del Espíritu, sería imposible que se usara equivocadamente un don.

Porque todo lo que el Espíritu Santo hace por Sí mismo, lo hace perfectamente bien. No obstante, la evidencia de las Escrituras es abrumadora en el sentido de que es posible que se puedan usar los dones de manera errónea.

Cuando Moisés golpeó la peña dos veces en el desierto, erró al no santificar al Señor ante los hijos de Israel (Números 20:11-12). No obstante, el agua fluyó de la roca de todas maneras. La fe de Moisés hizo que el milagro ocurriera, aun cuando él había usado mal su don al no santificar al Señor en los ojos de Israel mientras ejecutaba el milagro.

En otra ocasión, los discípulos del Señor hubieran hecho descender fuego del cielo sobre las gentes en una ciudad de Samaria si Cristo no los hubiera detenido (Lucas 9:51-55).

Pablo dice explícitamente que el hablar en otras lenguas puede ser usado mal al ser ejercitado en un momento inoportuno (1ª Corintios 14:23). Los profetas han de manifestar su don en la congregación en un orden correcto y bajo determinadas circunstancias para restringirlo (1ª Corintios 14:29-32).

Todos sabemos que es posible utilizar erróneamente los dones de Dios.

Siendo ésto cierto, es evidente que hay una responsabilidad conjunta tanto de Dios como del hombre en su manifestación.

CAPÍTULO IV

Cómo Pueden Recibirse Los Dones Del Espíritu

David era el más joven de los hijos de Isaí. Ni Isaí ni Samuel supusieron que el Señor escogería a David para que fuera rey; Isaí ni siquiera se había tomado la molestia de llamarlo cuando apacentaba las ovejas en el momento en que se iba a efectuar la selección (lª Samuel 16:11).

Los doce apóstoles fueron todos escogidos de entre hombres de posición baja y humilde. Ni uno sólo fue tomado de las filas de los estudiosos que habían sido entrenados y enseñados en el judaismo.

Es evidente que el Espíritu de Dios no imparte Su bendición indistintamente. Él es la sabiduría personificada y nada tiene lugar al azar o por accidente. En la repartición de los dones de ministerio, Él toma en consideración el temperamento

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y carácter en general de la persona. Una persona puede tener talentos naturales que se presten al evangelismo, no obstante, también podrá tener tendencias escondidas que puedan llevar a la autoexaltación o al engreimiento ruinoso. Como dice un escritor:

“Parece que en algunos casos la distribución de los dones por el Espíritu es determinada en cierta medida por la combinación de las características personales y heredadas de la persona. Generalmente, Él reparte tales dones de manera que puedan encajar más fácilmente con la persona: el orador natural es ungido para convertirse en predicador y la persona que tiene una mente analítica se hace maestro. Aquel para quien es más natural tener una gran fe recibe el don de sanidad y aquellos que tienen una combinación de una poderosa fuerza de voluntad, gran fe y una naturaleza ardiente, son dotados con poder para la operación de milagros o la expulsión de demonios. Otros, que son muy susceptibles a influencias espirituales, son investidos con el don de discernimiento de espíritus.” Ahora, consideremos algunos de los elementos y condiciones que entran en el repartimiento de los dones del Espíritu:

1. Reciba el Espíritu Santo

Es evidente que si los dones son del Espíritu, es necesario que tengamos el Espíritu Santo para su manifestación correcta. Mientras que es cierto que toda persona salva tiene al Espíritu y aún puede tener alguna operación del Espíritu en su vida, es necesaria toda la plenitud del Espíritu para una obra correcta de los dones.

Sin embargo, es aparente que los apóstoles ejercitaron los dones de sanidad, y quizás alguna operación de milagros, antes del día del Pentecostés. En verdad, se les ordenó a ellos “sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8). Sin embargo, sabemos que el bautismo del Espíritu Santo es un factor de suma importancia en la manifestación plena de los dones del Espíritu. El escritor pentecostal primitivo que acabamos de citar, hace las siguientes observaciones interesantes e instructivas acerca del grado en que uno que no tiene el bautismo del Espíritu Santo puede manifestar los dones del Espíritu:

“Algunos de los dones del Espíritu, tales como la curación de los enfermos, el discernimiento de espíritus, expulsión de demonios y la unción para predicar y enseñar la palabra, produciendo la profecía en sus formas primarias, pueden ser poseídos en una medida antes de que ocurra la plena llenura. No obstante, otros, tales como el hablar en lenguas y la interpretación de las mismas, las fases más profundas de la profecía y el discernimiento de espíritus, la operación de milagros, y el lanzamiento de los demonios más poderosos, no pueden ser poseídos antes de que tenga lugar el bautismo total.

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2.“Procurad los mejores dones” (1ª Corintios 12:31).

Puesto que el Espíritu Santo es el Dador de los dones y esa prerrogativa le pertenece, algunos piensan que es poco lo que podemos hacer acerca de esto, que debemos esperar pacientemente para que Dios se mueva en Su propio tiempo y en Su propia forma. Este es un punto de vista muy inadecuado del asunto y ha llevado a la Iglesia en tiempos pasados a un letargo y tibieza. Por el mismo razonamiento, algunos teólogos han argüido que mientras que el nuevo nacimiento es una obra sobrenatural, el pecador debe esperar el tiempo del Señor para ser salvo. Otros han enseñado que puesto que la sanidad es una obra de Dios, debemos dejar el asunto totalmente en Sus manos y esperar hasta que Él esté listo para sanar. Esta colocación de toda la responsabilidad sobre Dios puede parecer muy buena, pero las Escrituras enseñan claramente que el hombre también tiene una responsabilidad muy definida. Dios siempre cumple Su parte, si nosotros somos fieles para hacer la nuestra.

Por tanto, aun cuando el “repartimiento particular” de los dones es la prerrogativa del Espíritu, Pablo, no obstante, nos apremia a que procuremos “los mejores dones”. Debemos tener un deseo profundo de ellos; en verdad, hay necesidad de la preparación del corazón por parte del creyente, si ha de ejercitar correctamente los dones que recibe. De la manera en que un niño pide regalos a su padre, así Jesús nos dice que los dones de Dios son dados a aquellos que los solicitan (Mateo 7:11). Como una ilustración de ésto, Pablo amonesta a aquellos que hablan en lenguas en la congregación que deben orar para que puedan interpretar: “por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.” (1ª Corintios 14:13).

Otro ejemplo del deseo ferviente de un don o ministerio determinado por parte de un hombre se encuentra en la historia de Elías y Eliseo. Eliseo siguió al profeta, rehusando aceptar cualquier otra cosa que no fuera una doble porción del Espíritu que Elías poseía. Elías le hizo ver que Eliseo había pedido una cosa difícil. Bien sabía que lo mejor de Dios no es concedido con ligereza. Eliseo, no obstante, pasó todas las pruebas, y después del traslado, los hijos de los profetas dijeron: “El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo” (2ª Reyes 2:15). ¡Obsérvese también que los dones siguieron al otorgamiento del ministerio!

¿Cuáles son “los mejores dones” que debe anhelar el creyente? No intentaríamos decidir el orden de su valor. En realidad, los dones del Espíritu, que operan a través de los miembros de la Iglesia, son comparados con los miembros del cuerpo humano: cada uno tiene su propósito vital.

La pérdida de un dedo puede ocasionar un sufrimiento intenso. Pablo nos dice que no hemos de decir a los miembros más débiles: “no tengo necesidad de vosotros” (1ª Corintios 12:21). Los “mejores dones” para cada miembro del Cuerpo son los dones que el Espíritu escoge manifestar por medio de ellos. Conforme cada creyente busque afanosamente al Señor, el Espíritu revelará los

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dones que Él ha preparado para su ministerio.Al hablar sobre este tema, podemos afirmar sin temor de contradicción que

uno de los “mejores dones” es la sabiduría. La necesitamos en la manifestación exitosa de todos los demás dones. Santiago nos dice que cualquiera de nosotros puede pedir y recibir la sabiduría.

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).

Algunos pensarán que Santiago no está hablando del don de la palabra de sabiduría, pero el versículo 17 indica que está hablando de los dones.

3. Consagración a Dios

Aquella persona que manifiesta dones del Espíritu, tiene una responsabilidad definida de llevar una vida santa. Puesto que tiene en sus manos herramientas especiales para efectuar fuertes daños sobre el reino de Satanás, se convierte en un blanco especial para los ataques del enemigo. Satanás busca intensificar las tentaciones de ministros ungidos y a veces sólo la resistencia más firme y continua a la tentación trae la victoria. Una buena ilustración de ésto se encuentra en el conflicto espiritual de Cristo en el huerto de Getsemaní (Hebreos 5:7; Lucas 22:44). Los dones del Espíritu llevan a la persona que los recibe a los reinos de guerras en los cielos. Un decaimiento en la vida de oración puede involucrar uno de los peligros más graves.

Sólo tenemos que acudir a los ejemplos de hombres como Balaam, Saúl, Sansón y Judas para comprender cuál es la intención de estas advertencias. A cada uno de estos hombres se les dio ministerios desusados. No obstante, ninguno estaba preparado adecuadamente para las responsabilidades que ello conllevaba y, como resultado, sus carreras terrenales terminaron en tragedia y desastre.

Así, vemos que una de las preparaciones importantes para recibir los dones del Espíritu es una entrega y consagración total a Dios. Este ministerio requiere los servicios de hombres completamente consagrados. Debe haber una entrega total a Dios para que, venga lo que venga, no haya vacilación alguna, ningún regreso. La consagración debe ser tan decisiva como la de los tres jóvenes hebreos que, por su fe, fueron echados al horno de fuego:

“He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” (Daniel 3:17-18).

4. La imposición de manos

Pablo dijo: “no impongas con ligereza las manos a ninguno”(1ª Timoteo 5:22). Esto debe incluir la imposición de manos para los dones del Espíritu. Simón el mago quería poder “para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba

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el Espíritu Santo” (Hechos 8:19). La reprensión de Pedro estableció la cuestión para siempre acerca del asunto de la imposición de manos, indistintamente, sobre las personas.

No obstante, es cierto que se pueden impartir ministerios de dones por medio de la imposición de manos. Pablo dijo a los Romanos que su gran anhelo era visitar Roma “para comunicarles algún don espiritual “ (Romanos 1:11). Ciertamente, el Espíritu de Dios puede dirigir a ministros ungidos por Dios a imponer las manos sobre determinadas personas para la recepción de un ministerio de dones. Esto evidentemente fue cierto en el caso de la imposición de manos de Pablo sobre Timoteo:

“Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.” (2ª Timoteo 1:5-6). “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (1ª Timoteo 4:14).

Claramente, la dirección del Espíritu de Dios es de importancia suprema en este asunto de la imposición de manos. Parece que Pablo y los presbíteros no impusieron las manos sobre Timoteo para darle algún ministerio predeterminado. Más bien fue el Espíritu que habló por medio de una profecía y les dijo cuál sería su ministerio. Algunas personas demasiado celosas pueden, por medio de acciones bien intencionadas pero que no se ajustan a las Escrituras, hacer cosas que están fuera de orden y llevar a expectativas que nunca podrán ser cumplidas. Pablo impuso sus manos sobre Timoteo, pero él sabía todo acerca de Timoteo, de su madre, y aún de su abue1a. No deja de ser significativo que Pablo se refiera a los antecedentes del joven en relación con la imposición de manos a Timoteo. Moisés impuso las manos sobre Josué para que recibiera el espíritu de sabiduría (Deuteronomio 34:9). Pero lo hizo así después de haber conocido a Josué durante mucho tiempo, después de haber sido probado plenamente.

CAPITULO V

¿Pueden Ser Falsificados Los Dones Del Espíritu?

¿Pueden ser falsificados los dones de Dios? La contestación correcta a esta pregunta es de suma importancia, porque muchas personas presuponen que toda manifestación que se asemeje a la operación de los dones del Espíritu debe ser genuina. No obstante, Juan el apóstol, rectamente nos advierte que hemos de probar los espíritus, porque no todo espíritu es de Dios:

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“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1ª Juan 4:1-3).

Jesús mismo advirtió que conforme se acerquen los días de la gran tribulación, surgirán falsos profetas, mostrando grandes señales y milagros:

“Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24).

El libro del Apocalipsis muestra que en aquel tiempo, los espíritus de los demonios saldrán, mostrando señales y engañando a todo el mundo (Apocalipsis 16:14). En vista de estas advertencias, no puede haber duda de que los dones del Espíritu pueden ser imitados con el resultado que algunos, quizás muchos, serán descarriados. Así como la voz de la serpiente engañó a Eva al principio, justamente así Satanás, por medio de sus falsos profetas, continúa hasta e1 día de hoy, seduciendo a muchos a las sendas del engaño y del error. Sin embargo, no hay una excusa verdadera para que estas ilusiones atrapen a la gente. Las Escrituras dan una información completa sobre cómo podemos discernir entre lo verídico y lo falso. Aquellos que se aplican con oración al estudio de la Palabra de Dios nunca serán víctimas de estas decepciones.

Los Encantadores Y Moisés

Quizás la ilustración más sobresaliente de la habilidad de Satanás para imitar la obra de Dios se pueda ver en la historia de Moisés. Dios le había dado autoridad al profeta para ejecutar juicio sobre la tierra de Egipto. El Señor le dio a Moisés la señal de la vara y la serpiente (Éxodo 4:3). Esta era la señal que Moisés y Aarón iban a demostrar ante Faraón, cuando él pidiera prueba de su autoridad (Éxodo 7:9).

Fueron Moisés y Aarón a Faraón, hicieron como les había ordenado el Señor y la vara se tornó en serpiente (versículo 10). Pero los magos echaron sus varas también y ¡he aquí, se hicieron serpientes! (versículos 11-12). Entonces, ¿cómo era posible saber qué milagro era de Dios y cuál del diablo? Vea lo que pasó: ¡la vara de Aarón devoró las varas de los encantadores! Los espiritistas y los hechiceros hoy en día pueden ejecutar muchos actos mistificadores, incluyendo hasta la materialización y la desmaterialización. La hechicería es el arte de producir milagros falsos tales como la materialización y desmaterialización. Estos, no obstante, no pertenecen a los dones del Espíritu. Elías y Eliseo crearon

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aceite, pero el aceite no se desmaterializó, permaneció para bendecir. El aceite que se desmaterializa huele a hechicería. El poder divino se tragó las culebras. La hechicería puede imitar un milagro creador, pero sus milagros son ilusorios y no reales; Satanás no posee poderes creadores verdaderos.

Los magos, con sus hechicerías, continuaron en sus intentos. Aarón tomó su vara y la extendió sobre las aguas de Egipto y estas se convirtieron en sangre (Éxodo 7:19-21). Los encantadores intentaron sus encantamientos; no podían contrarrestar la plaga, pero pudieron imitar lo que había ocurrido.

Faraón endureció su corazón y no se arrepentía, así que otro juicio vino sobre él: la plaga de ranas (Éxodo 8:5-6). Nuevamente los magos pudieron, por medio de sus encantamientos, imitar lo que Moisés y Aarón habían hecho. Pero los hechiceros estaban llegando al límite de sus recursos. La siguiente plaga fue la de los piojos. Aquí los encantadores fallaron en sus intentos para imitar los milagros de Moisés:

“Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias. Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho”. (Exódo 8:18-19).

Los hechiceros entonces reconocieron que los juicios eran el dedo de Dios. El perverso, autoritario Faraón, no obstante, rehusó contumazmente arrepentirse o cambiar su curso. ¿Qué nos enseñan estas señales que los magos produjeron? Revelan que Satanás tiene un grado determinado de poder, puede imitar algunos de los dones de Dios. Por tanto, debemos estar alertas a los engaños de Satanás. No obstante, hay un límite definido a lo que Satanás puede hacer. En ningún sentido es todopoderoso, puede llegar hasta cierto límite únicamente.

El Fracaso Humano Y Los Espíritus Malignos

¿Pueden los hombres que tienen este ministerio sobrenatural fallarle a Dios? La gente es propensa a suponer que un hombre, mientras que manifiesta un don, no puede hacer nada malo. Algunos van al extremo de suponer que son prácticamente infalibles. Aunque debamos rendirle honor al puesto, no hay excusa para que cerremos nuestros ojos y entreguemos nuestros poderes de discriminación hasta el punto que no podamos reconocer el mal cuando existe. Un hombre, ministrando los dones del Espíritu, es tan responsable ante Dios y los hombres como cualquiera otra persona.

Aquí hay algo que debe entenderse: el hecho de que un hombre se descarríe no significa que el don de Dios ya no sea manifestado a través de él. En realidad, se nos dice: “porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.”

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(Romanos 11:29). Esto es algo que es difícil de entender para la gente, que suele suponer que si un hombre anda en malos pasos, el Espíritu de Dios de inmediato cesará de manifestarse en su vida. Con el tiempo, sí, pero no necesariamente de inmediato. Un hombre con un ministerio de señales de dones, en realidad puede haber caído en un estado de desobediencia para con Dios y todavía continuar su ministerio durante un tiempo. Esto está representado claramente en la vida de Saúl, quien no solamente fue rey de Israel, sino que también recibió un ministerio de profeta:

“Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre. Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él; y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos” (1ª Samuel 10:6,10).

Desgraciadamente, Saúl era de carácter inestable. La obstinación, envidia y un genio violento marcaban un temperamento errático. Por último, el Espíritu del Señor se apartó de él y un espíritu malo tomó el control. Los siervos de Saúl aparentemente comprendieron lo que había sucedido y tomaron las medidas para su liberación. David, sobre quien había venido el Espíritu del Señor, fue llevado a la casa de Saúl, y durante su ministerio con el arpa, el espíritu maligno dejó a Saúl:

“El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta. Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio. Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.” (lª Samuel 16:14-16, 23).

Con todo eso, sucedió que después de que David hubiera matado a Goliat, un espíritu malo de celo persistió en el corazón de Saúl y abrió la puerta para que regresara el espíritu malo:

“Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano” (lª Samuel 18:10). Saúl, bajo la influencia de este demonio, se hizo realmente sanguinario. Ahora procuraba matar a David (versículos 11 y 12). Desde entonces, el mal preponderó en la vida de Saúl (lª Samuel 19:9).

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Los Dones Del Espíritu Y Una Vida Santa

Frecuentemente se supone que cualquier persona en quien se manifieste un don del Espíritu debe estar viviendo una vida santa. Ciertamente, una persona escogida en esa forma, tiene una gran responsabilidad delante del Señor para vivir una vida santa y separada. Desgraciadamente, hay algunos que manifiestan dones genuinos, que posteriormente caen en pecado y, al hacerlo, traen confusión a la casa de Dios. Acerca de la posibilidad de que tales cosas acontezcan, no necesitamos buscar más allá del caso de David, el dulce salmista de Israel, un hombre en quien los dones proféticos se manifestaban de forma señalada y cuyos Salmos han proporcionado inspiración a millones de gentes.

Con todo, este escritor inspirado, se hizo culpable de la conducta más infame: cometió adulterio con Betsabé y para cubrir este hecho, se hizo un conspirador en la muerte de su esposo. Dios perdonó a David, porque se arrepintió profundamente de su pecado. Pero las consecuencias de su acto fueron incalculables. Primeramente, trajo reproche sobre la causa del Señor (2ª Samuel 12:14). En segundo lugar, durante el resto de su vida, David pagó el castigo de su maldad, la traición y la perfidia se desarrollaron en su propio hogar. David continuó manifestando el ministerio de un profeta (véase el Salmo 51), pero pagó un precio espantoso por sus indiscreciones.

Balaam

Balaam era un profeta mercenario, pero no era un profeta falso. Algunas de sus profecías están entre las más hermosas de las Escrituras. Consideremos su profecía de Cristo:

“Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca; saldrá estrella de Jacob, y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set.” (Números 24:17).

El pecado habitual de Balaam era su amor al dinero. Dios le prohibió que fuera con Balac, el rey moabita, que deseaba que Balaam maldijera a los hijos de Israel (Números 22:12). No obstante, como Balac le prometió riquezas y honor, buscó al Señor nuevamente para obtener permiso para proceder su camino. Pero no le trajo a Balaam ni riquezas ni honor. El profeta retuvo su puesto como vidente, pero su ministerio degeneró en adivinación:

“Mataron a espada los hijos de Israel a Balaam el adivino, hijo de Beor, entre los demás que mataron.” (Josué 13:22).

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Sansón

Sansón, cuyo nacimiento fue predicho por un ángel, fue uno de los jueces de Israel. Dios lo ordenó para que fuera un nazareo. Temprano en su vida, el Espíritu de Dios comenzó a manifestarse en el hogar de Sansón en los campamentos de Dan (Jueces 13:25; 14:6). La fuerza sobrenatural de Sansón le permitió confundir y hacer huir a los enemigos de Israel, los filisteos. Sus hazañas llenas de colorido son historias familiares para todos los lectores de la Biblia.

Pero tenía una debilidad fatal que le causó continuamente ignorar su promesa nazarea de separación. Una noche, visitó a una mujer ramera en Gaza, pero aunque había pecado, el don de Dios no le abandonó inmediatamente. A medianoche se llevó las puertas de la ciudad a la cumbre del monte que está delante de Hebrón. (Jueces 16:1-3). A cualquier observador superficial le parecería que su conducta inmoral estaba siendo pasada por alto por el Señor. Pero Dios no siempre cobra Sus cuentas el día en que el mal es cometido. Sansón, debilitado moralmente por su asociación con rameras, ahora jugueteó con la traidora Dalila. Como resultado de sus seducciones, Sansón permitió que su cabello fuera rapado. Luego, repentinamente, su fuerza le dejó. Los filisteos le hicieron cautivo, le sacaron los ojos y, para vergüenza suya, le hicieron moler en prisión como si fuera un asno. ¡Al jugar con fuego deliberadamente, fue víctima de su locura y el Señor se apartó de él!

Un día, estando Sansón en la cárcel, los filisteos le llamaron para que actuara para ellos. Mientras estaba situado entre dos pilares, Sansón le preguntó al chico que le sujetaba de la mano si podría poner sus manos en los pilares que sujetaban el templo. Aquel día, en la parte superior del templo, había unas tres mil personas mirando cómo actuaba Sansón. Él clamó al Señor y le pidió que se acordara de él y que le diera fuerzas, sólo esa vez, para poder vengarse de los filisteos por haber perdido sus ojos. En aquel momento, Sansón se apoyó sobre las columnas del medio y echó su peso sobre ellas, la de la derecha y la de la izquierda. Entonces dijo: “¡muera yo con los filisteos!”. Después de esto, empujó con todas sus fuerzas. Dios restauró sus fuerzas y el templo cayó sobre la gente que había allí. Sansón, al igual que David, pudo ver la mano de Dios moverse de nuevo en su vida, aunque fuera su último acto. Las personas a las que mató al morir fueron más de las que había matado en vida. En total, Sansón juzgó a Israel veinte años.

Pasos Necesarios Para La Salvación

1. RECONOZCA: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). “Dios, sé propicio a mí, pecador.” (Lucas 18:13). A la luz de la palabra de Dios, tiene que reconocer que es un pecador.

2. ARREPIÉNTASE: “…si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”

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(Lucas 13:3). “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados…” (Hechos 3:19). Tiene que ver la maldad del pecado y entonces arrepentirse.

3. CONFIESE: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1ª Juan 1:9). “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:10). Confiese sus pecados a Dios.

4. RENUNCIE: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová…el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:7). Lamentarse por el pecado no es suficiente. Tenemos que estar preparados para dejar de hacerlo, de una vez por todas.

5. CREA: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos 10:9-10). Crea en la obra finalizada de Cristo en la cruz.

6. RECIBA: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:11,12). Tiene que recibir a Cristo personalmente en su corazón por medio de la fe, si quiere ser nacido de nuevo.

Si quiere aceptar a Jesucristo en su alma y en su vida, le ayudará hacer la siguiente oración:

Querido Padre Celestial,Te doy gracias por tu amor.

Te pido que tu hijo Jesucristo venga ami vida.

Sé que yo he pecado y cometidocosas que no te agradan.

Te pido que ahora me perdoneslos pecados y limpies mi vida.Ayúdame a seguirte a ti y tus

enseñanzas.Protégeme del diablo y la maldad.Enséñame a colocarte a ti primero

en todos mis pensamientos y acciones. Ayúdame a amar a los demás como tú

me amas a mí.

Y, Padre, muéstrame punto porpunto el plan que tienes para mi

vida.Te doy mi cuerpo y mi vida.

Te alabo y te doy gloria mi Creadory Señor,

Y continuaré dándote gracias porel sacrificio de tu hijo en la cruz,

para que yo pueda tener vidaeterna contigo

Ayúdame a ganar a otros para CristoEspero la segunda venida de Cristo

para que me lleve al cielo,

Ven pronto, Señor Jesús. Amén

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Cómo Recibir El Bautismo En El Espíritu Santo

1. Usted debe nacer de nuevo. Esto es, pedirle a Jesús que le perdone sus pecados, y luego aceptar el perdón de Dios, sabiendo que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” y que “todo aquel que invocara el nombre del Señor, será salvo.”

2. Si ahora ha aceptado a Cristo como Salvador, el Espíritu Santo vive en Usted. Juan 14:17; 1ª Cor. 3:16; 6:19.

3. El Espíritu Santo es una persona y hablará por Sí mismo, si Usted se lo permite.

4. El Espíritu Santo usará sus labios, lengua, dientes y voz, si Usted se lo permite, de la misma manera en que habla Español.

5. Cuando sea lleno del Espíritu Santo, Usted debe comenzar, en fe, a hablar. Hechos 2:4 dice: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”

6. Recibir a Cristo como Salvador requiere un acto de fe. La sanidad requiere un acto de fe. Hablar en lenguas conlleva un acto de fe.

7. Cuando en fe comience a hablar en otras lenguas, el Espíritu Santo le dará qué hablar. Allí es cuando lo sobrenatural tiene lugar.

8. A todo creyente se le manda a “ser lleno del Espíritu” (Efesios 5:18). Aún la madre de Jesús, María, y sus hermanos de carne y sangre, Santiago, José, Simón y Judas (Mateo 13:55, Hechos 1:14) y sus discípulos lo recibieron (Hechos 2:4). El recibir el Espíritu Santo no es una opción.

9. Relájese. “Este es el reposo...” Isaías 28:12.

10. El Espíritu Santo es un don (Hechos 8:20, 2:38,39; 11:17; Lucas 11:13). Usted no mendiga ni trabaja por un regalo. Simplemente, lo recibe.

11. Comience cada día orando en el Espíritu para edificarse a sí mismo, es como cargar sus baterías espirituales (1ª Cor. 14:4,18).

12. Reciba ahora mientras adora a Jesús en su corazón y hablando en fe en la lengua desconocida, al proveerle las palabras el Espíritu Santo que está en usted.v

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