poblaciones tiwanaku asentadas en el valle de arequipa: una frontera física y cultural

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21 POBLACIONES TIWANAKU ASENTADAS EN EL VALLE DE AREQUIPA: UNA FRONTERA FÍSICA Y CULTURAL Augusto Cardona * RESUMEN En el área geográfica que ocupa el valle de Arequipa, a partir del Periodo Horizonte Medio (600 – 1100 d. C), se generó una suerte de espacio dividido por un eje natural (el río Chili) que corría entre dos de sus principales huacas, el Chachani y el volcán Misti. Estas dos zonas conocidas como La Chimba (Oeste) y el Colesuyo (Este), serán con los Incas nombradas como Condesuyos (Kuntisuyo) y Collasuyo respecti- vamente. Las investigaciones arqueológicas 1 , han permitido identificar asentamientos Wari y Tiwanaku distribuidos separadamente en cada una de estas zonas. Las tradiciones culturales involucraron espacios geográficos definidos, huacas y ejes simbólicos, espacios culturales y formas de conceptuar espacios y paisajes, espacios “otros” que se mantuvieron hasta el periodo Inca y en los primeros años de conquista y colonia. En este trabajo nos enfocamos en la ocupación Tiwanaku del valle de Arequipa, vinculada con la región del Colesuyo que posteriormente, con los Inca será nombrada como Collasuyo. PALABRAS CLAVE Arequipa /Arqueología / Incas / Colesuyo / Chimba / Collasuyo / Condesuyos. Tiwanaku populations settled in the valley of Arequipa: A Physical and Cultural Border ABSTRACT In the Arequipa Valley region, beginning in the Middle Horizon Period (600 - 1100 AD), space was divided by a natural axis (the Chili River) that ran between two major huacas, Chachani and the volcano Misti. These two areas, known as La Chimba (in the West) and Colesuyo (in the East), later were named Condesuyos (Kuntisuyo) and Collasuyo, respectively, by the Incas. Archaeological investigations have identified Wari and Tiwanaku settlements distributed separately, each in one of these two areas. Cultural traditions involved clearly defined geographical spaces, huacas and symbolic axes, cultural spaces and ways of conceptualizing spaces and landscapes, and “different” spaces that were maintained up to the Inca period and even in the early years of conquest and colonization. In this article we focus on the Tiwanaku occupation of the Arequipa Valley, linked to the region Colesuyo, later named Collasuyo by the Incas. KEY WORKS Arequipa / Archeology / Incas / Colesuyo / Chimba / Collasuyo / Condesuyos * Centro de Investigaciones Arqueológicas de Arequipa. Correo electrónico: [email protected] 1 Cardona 1998, 1999, 2000, 2002, 2009, Simborth 2006

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21

Poblaciones Tiwanaku asenTadas en el Valle de arequiPa: una fronTera física y culTural

Augusto Cardona*

RESUMEN

En el área geográfica que ocupa el valle de Arequipa, a partir del Periodo Horizonte Medio (600 – 1100 d. C), se generó una suerte de espacio dividido por un eje natural (el río Chili) que corría entre dos de sus principales huacas, el Chachani y el volcán Misti. Estas dos zonas conocidas como La Chimba (Oeste) y el Colesuyo (Este), serán con los Incas nombradas como Condesuyos (Kuntisuyo) y Collasuyo respecti-vamente. Las investigaciones arqueológicas1, han permitido identificar asentamientos Wari y Tiwanaku distribuidos separadamente en cada una de estas zonas. Las tradiciones culturales involucraron espacios geográficos definidos, huacas y ejes simbólicos, espacios culturales y formas de conceptuar espacios y paisajes, espacios “otros” que se mantuvieron hasta el periodo Inca y en los primeros años de conquista y colonia. En este trabajo nos enfocamos en la ocupación Tiwanaku del valle de Arequipa, vinculada con la región del Colesuyo que posteriormente, con los Inca será nombrada como Collasuyo.

PALABRAS CLAVE

Arequipa /Arqueología / Incas / Colesuyo / Chimba / Collasuyo / Condesuyos.

Tiwanaku populations settled in the valley of Arequipa: A Physical and Cultural Border

ABSTRACT

In the Arequipa Valley region, beginning in the Middle Horizon Period (600 - 1100 AD), space was divided by a natural axis (the Chili River) that ran between two major huacas, Chachani and the volcano Misti. These two areas, known as La Chimba (in the West) and Colesuyo (in the East), later were named Condesuyos (Kuntisuyo) and Collasuyo, respectively, by the Incas. Archaeological investigations have identified Wari and Tiwanaku settlements distributed separately, each in one of these two areas. Cultural traditions involved clearly defined geographical spaces, huacas and symbolic axes, cultural spaces and ways of conceptualizing spaces and landscapes, and “different” spaces that were maintained up to the Inca period and even in the early years of conquest and colonization. In this article we focus on the Tiwanaku occupation of the Arequipa Valley, linked to the region Colesuyo, later named Collasuyo by the Incas.

KEY WORKS

Arequipa / Archeology / Incas / Colesuyo / Chimba / Collasuyo / Condesuyos

* Centro de Investigaciones Arqueológicas de Arequipa. Correo electrónico: [email protected]

1 Cardona 1998, 1999, 2000, 2002, 2009, Simborth 2006

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El valle de Arequipa, es un valle transversal que se encuentra en el extremo Norte del área Centro Sur1. Corresponde a un lugar intermedio entre la dilatada costa y extensa meseta alto andina del Titicaca, transitando rápidamente, dado el levantamiento de la cordillera de los Andes, entre las zonas ecológicas Yunga y Quechua, teniendo como resultado un espacio que posibilita múltiples tipos de cultivo y frutales que van desde el ají y los frejoles en los niveles más bajos, a la papa, maíz y calabazas en los superiores.

Como el resto de los valles occidentales del Sur peruano, la sección Norte del valle de Arequi-pa ha mantenido tempranos contactos culturales con las sociedades agro-pastoriles altoandinas2 equivalentes a las fases Trapiche y Alto Ramírez (300 a. C – 300 d. C), ambas vinculadas es-trechamente al desarrollo Pukara del altiplano peruano y posteriores relaciones con la sociedad altiplánica Tiwanaku.

Los estudios para Tiwanaku son intensivos principalmente en la esfera del Titicaca y del valle de Moquegua, un valle occidental al Sur y a 300 km de distancia de Arequipa, donde se ha constatado que la ocupación Tiwanaku fue numerosa y compleja. Los sitios arqueológicos de Omo y Chen Chen son los más grandes ocupando varias hectáreas de terreno. En Omo se levanta el único templo Tiwanaku de patio hundido ubicado fuera del altiplano; mientras en Chen Chen se han excavado antiguos depósitos de granos –maíz–3.

Para explicar la organización del Estado Tiwanaku en su centro Albarracín -citando a Platt (1987)- planteó que Tiwanaku en el altiplano no tuvo un carácter centralista. Por el contrario caracteriza a la política Tiwanaku “como una hegemonía que conlleva atributos de un Estado Andino segmentario, donde la centralización y la burocracia no fueron las principales carac-terísticas de su sistema”4. Para Moquegua Goldstein sugirió un modelo de ocupación que ha llamado “Archipiélago Administrado”5. posteriormente Goldstein ha descrito la organización de Tiwanaku como una suerte de confederaciones que mantienen relaciones, costumbres, pro-pósitos y fines comunes, tienen identidades teocráticas de los que participan, pero mantienen sus propias identidades e independencia y jerarquía al interior de sus comunidades6.

La información arqueológica refrendada por fechados radiocarbónicos perteneciente a las fa-ses Omo y Chen Chen (equivalentes a las fases IV y V del altiplano), están mostrando que

1 Los Andes del área Centro Sur Andino tienen una compleja geografía, una elevada meseta alto andina, encajo-nados valles transversales y un dilatado territorio costero. Su clima es árido, sin embargo sus escalonados pisos ecológicos permiten una amplia producción agraria. Las oscilaciones climáticas o Fenómeno del Niño, even-tuales erupciones volcánicas y movimientos telúricos, han redibujado sucesivamente el paisaje y presionado en sus procesos culturales.

2 Chávez Chávez, José. El Formativo de la Cultura Peruana. Tesina para Magister. Escuela de Post Grado UCSM Arequipa, 1992. Cardona, Augusto. Informe del Proyecto de Inventario Arqueológico del Valle de Arequipa. Arequipa, CIARQ, 1992.

3 Cardona Rosas Augusto y Edmundo de la Vega. Informe del proyecto de rescate del sitio arqueológico de Chen Chen - Moquegua. Moquegua, ESAMO, 1996.

4 Albarracín Jordán, J. Tiwanaku, Arqueología Regional y Dinámica Segmentaria. La Paz, Bolivia, Plural Edito-res. Auspicio de Cooperación Técnica del Gobierno Suizo, 1996.

5 Goldstein, Paul. La Ocupación Tiwanaku en Moquegua. En Gaceta Arqueológica Andina. 18-19: 75-104. Lima, 1990

6 Goldstein, Paul. Andean Diaspora: The Tiwanaku Colonies and the Origins of South American Empire. Florida, 2004.

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simultáneamente convivieron dos grupos distintos de gente Tiwanaku, por lo menos en un periodo parcial de su desarrollo1. Estos datos refuerzan la hipótesis del modelo de archipiélago administrado, cuya base histórica sería por lo menos tan antigua como el Estado Altiplánico de Tiwanaku.

Bajo los esquemas propuestos Tiwanaku en los valles occidentales podría haber manejado una serie de “enclaves” jerarquizados a través de su singular organización, es decir, sin presentar un modelo estatal de tipo imperial, desde el que se norman, regulan y dictan los patrones y reglas que identificarán al Estado en su eje y periferias. Por el contrario, un estado conformado por confederaciones que se organizan como una nación pero que mantienen sus propios cacicaz-gos, espacios territoriales y manifestaciones de identidad.

Uno de los modelos ampliamente manejado para explicar las presiones sobre las sociedades andinas y su establecimiento en los valles occidentales, fue el del Control Vertical2. En el suelo arequipeño, documentos del siglo XVI, registran la existencia de poblaciones foráneas asenta-das en el valle en forma conjunta a poblaciones locales y que según Galdos3 ilustra etnohistó-ricamente el modelo de “archipiélago”, extendiéndose el planteamiento a manera de un reflejo al periodo Intermedio Tardío. Los trabajos arqueológicos demuestran, por el contrario, que los modelos de ocupación en el valle de Arequipa durante el Intermedio Tardío, corresponden al poblamiento resultante de una tradición de poblaciones locales y mitimas Tiwanaku, donde no se debe descartar vinculaciones con los valles norteños que trasmiten rasgos originales y otros derivados de Wari. La población tardía del valle, obedece a las estrategias Inca para normar y legitimar su política expansionista y sus elites.

ANTECEDENTES

Las referencias sobre materiales vinculados con Tiwanaku se inician con Uhle, quien hacia 1905 describe un tipo de cerámica con rasgos Tiwanaku así como otra degenerada a partir del primero. Pasaron muchas décadas hasta que Huanqui en 1974 excava los cementerios de Kakallínca (en Kasapatac) y Challapampa4. Ese mismo año y con los materiales excavados por Huanqui, Lumbreras hace notorias las diferencias en la forma de las cistas funerarias, morfo-logía y decoración de la cerámica, planteando la existencia de dos fases: Churajón Temprano (Kakallinca) y otra tardía (Challapampa). Lumbreras resaltó el hecho de que la cerámica de la fase Kakallinca, correspondía a un grupo que tenía un aspecto totalmente “Tiwanakota”5.

1 Owen, Bruce y Paul Goldstein. Tiwanaku en Moquegua: Interacciones Regionales y Colapso. Boletín de Ar-queología PUCP. Nº20. P. I. Kaulicke, William H., Lima, 2001.

2 Murra, John. V. El Control Vertical de un Máximo de Pisos Ecológicos”. Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino. IEP Lima, 1975.

3 Galdos Rodríguez, G. Kuntisuyu: Lo que Encontraron los Españoles. Lima, Fundación M. J. Bustamante de la Fuente, 1985.

4 Huanqui Hurtado, Manuel. Algunas Características y Asociaciones de Cementerios Precolombinos estudiados en Arequipa. Programa de Historia y Antropología. UNSA, 1974.

5 Lumbreras, L. G. “Los Reinos Post-Tiwanaku en el Área Altiplánica”. Revista del Museo Nacional Tomo XI No.40, Lima, 1974, p.72.

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López en 19981 registra en el sitio de Kasapatac una secuencia tipológica ordenada en forma cronológica, que se inicia con anterioridad a la fase Kakallinca. Sus resultados le permitieron plantear la existencia de una fase que denominó Kasapatac, la misma que relaciona con la fase V del Tiwanaku Boliviano, y otra fase que denominó Kakallinca (o Churajón Temprano), se-guida de un desarrollo con características locales (Churajón), y finalmente la fase Tres Cruces (Churajón Tardío) que es contemporánea a la ocupación incaica.

Un año después, en 1989 Linares Delgado se preocupa nuevamente de la secuencia y cronolo-gía del valle del Chili, concuerda con López (1998) en la secuencia de las fases, pero con base en los materiales recuperados durante la excavación de zanjas para desagüe en la calle Fernan-dini del Distrito de Sachaca, opta por renombrar como fase Sachaca a la fase Kasapatac. Lina-res menciona que la fase Sachaca es la “...más antigua de la expresión cerámica para el valle de Arequipa. Este grupo incluye rasgos estilísticos que los emparentan tanto con Tiwanaku V como Tiwanaku VI, propuestas por Goldstein (1986) para el valle de Moquegua” 2.

En una publicación posterior De la Vera (1996), se ocupa brevemente de los sitios Tiwanaku en el valle de Arequipa. Toma como referencia los planteamientos de López (1998) y de Li-nares (1989). Menciona que los sitios “Sonqonata y Kasapatac” corresponden a la fase IV de Tiwanaku, hace notar que mayor es el número de sitios de la fase V correspondientes a la fase local llamada Churajón Temprano3. Como observamos hay una confusión involuntaria genera-da a partir de un error en la secuencia numérica y cronológica de las fases de Tiwanaku.

Otros investigadores también hacen referencia sobre materiales Tiwanaku de las fases Kasapa-tac y Kakallinca, en especial en Yumina y Sonqonata4, en estos sectores del valle destaca la facilidad de riego a partir de afloramientos de agua (manantiales). También han sido reportados tiestos Tiwanaku ubicados en el sitio de Churajón5.

EL VALLE DE AREQUIPA

El valle de Arequipa se encuentra ubicado en la parte media de la subregión Norte de los Andes Centro Sur6. Al Sur se ubica el Valle de Tambo, sector que tiene una marcada influencia Tiwa-

1 López Hurtado, M. A. Estudio Arqueológico del Asentamiento Prehispánico de Kasapatac, Valle de Chili, Are-quipa. Facultad de Ciencias Histórico Arqueológicas. Arequipa, Universidad Católica de Santa María, 1988.

2 Linares Delgado, Lucy. Cronología y Relaciones Culturales Pre-Hispánicas del Valle del Chili – Arequipa. Tesis Licenciatura. UCSM. Arequipa, 1989.

3 De la Vera Cruz Chávez, P. El Papel de la Sub Región Norte de los Valles Occidentales en la Articulación entre los Andes Centrales y los Andes Centro Sur. La Integración Surandina: Cinco Siglos Después. X. Albó, M. I. Arratia, J. Hildalgo et al. Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, 1996, pp. 81-115.

4 Cardona, Augusto. Investigación Arqueológica del Asentamiento Prehispánico de Yumina. Facultad de Cien-cias Histórico Arqueológicas. Arequipa, Universidad Católica Santa María, 1991. Informe del Proyecto de Inventario del Valle de Arequipa. Arequipa, CIARQ, 2001.

5 Belan Franco, Augusto y Jósef Szykulski. Churajón y el Desarrollo Cultural de Arequipa. Arequipa, Perú, Uni-versidad Católica Santa María - Mancomunidad Alemana para la Investigación Científica (DFG) - Universidad de Bonn, 1997.

6 De la Vera Cruz, P. Op. Cit.

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naku; y por el Norte los valles formados por las cuencas de los ríos Colca-Majes y Cotahuasi, lugares donde se confirman la vinculación con las tradiciones culturales del área central andina, por lo menos desde el periodo Formativo1.

Las primeras ocupaciones agroalfareras ubicadas en el valle de Arequipa, están relacionadas con el estilo Socabaya, corresponden temporalmente al Periodo Formativo, registrándose asen-tamientos en la parte baja del valle2, entre Sogay en Yarabamba, Socabaya y Mollebaya Chico en Uchumayo, es probable que asentamientos aledaños al cauce del río Chili se hayan estable-cido entre Tingo Chico y Chilina, empero, los movimientos y recreación de áreas de cultivo suscitadas por las crecidas del río, las obras de aterrazamiento y la extensiva e intensiva agricul-tura son factores que se deben evaluar al estimar la actual inexistencia de restos formativos en este sector del valle, el alero de Nacaco en la parte alta de Chilina3 constituye la única evidencia de este periodo, que demuestra que la ocupación Socabaya se extendió a lo largo de todas las áreas con posibilidades agrícolas en el valle del Chili.

El patrón de asentamiento Socabaya fue de tipo aldeano disperso; los sitios son pequeños y por lo general muy inferiores a la cuarta parte de una hectárea, se ubican en los bordes superiores a los lechos de los ríos, e igualmente adyacentes a los afloramientos de agua (manantiales).

Las áreas agrícolas atribuidas a Socabaya son pequeñas, limitadas por lo general a los fondos de los ríos4, o muy próximos a los afloramientos de agua (manantiales), no existiendo indica-dores de arquitectura agrícola (aterrazamientos) y la arquitectura doméstica ha dejado pocos restos, evidencias de terrazas son raras, por lo que pensamos que se deben de haber construido principalmente sobre terrazas no muy formales, y las viviendas de materiales ligeros como la quincha. La cerámica es llana, con formas entre las que destacan las ollas globulares sin cue-llo, o con cuello pequeño y corto. El tratamiento comúnmente corresponde a un alisado muy descuidado, que caracteriza al material cerámico a lo largo del valle. Son muy escasos los materiales con decoración plástica e igualmente son escasos los materiales engobados, pintados y pulidos. El material analizado procedente de los sitios registrados a lo largo del valle, macros-cópicamente muestra muy pocas diferencias en la pasta y en su tratamiento, por el contrario se nota una tendencia hacia la simpleza y regularidad (estandarización).

Se ha constatado la presencia en Sonqonata III, en asociación con la cerámica del estilo So-cabaya la presencia de algunos materiales relacionados con la cerámica altiplánica de Pukara Tardío; estos datos sugieren que la fase Socabaya tendría una cronología que se puede ubicar alrededor de los 300 a.C., cuya extensión podría resultar bastante larga con posibilidades de

1 De la Vera Cruz Chávez, P. El Papel de la Sub Región Norte de los Valles Occidentales en la Articulación entre los Andes Centrales y los Andes Centro Sur. La Integración Surandina: Cinco Siglos Después. X. Albó, M. I. Arratia, J. Hildalgo et al. Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, 1996, pp. 81-115. Cardona, Augusto. Arqueología de Arequipa: de sus albores a los incas. Arequipa, 2002b.

2 Corresponde al área no encajonada del valle, la misma que involucra los ríos Postrero, Socabaya, Mollebaya, Yarabamba y la sección del río Chili a partir de Tingo Chico hasta Quiswarani.

3 Quispe, Saúl; Juan Cuadros del Carpio y Germán Rodríguez Salas. Una Investigación Arqueológica en la Que-brada de Nacaco en el Cercado de Arequipa. Informe de Campo. Programa de Antropología de la Universidad Nacional de San Agustín. Arequipa, 1971. Cardona, Augusto. Informe del Proyecto de Inventario Arqueológico del Valle de Arequipa. CIARQ. Arequipa, 2002a.

4 Referido a terrazas naturales de origen aluvial inmediatas y al nivel de las fuentes de agua.

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ampliarse por lo menos hasta el contacto con las poblaciones Tiwanaku de la fase Kasapatac alrededor de los 500 años d. C.

LOS SITIOS TIWANAKU

Durante el trabajo de inventario llevado a cabo dentro de las actividades del CIARQ, en la tem-porada 1998 a 2000, registramos cinco sitios Tiwanaku que corresponden a la fase Kasapatac: con una sola ocupación se encuentran Sonqonata II y San Ignacio, y con múltiples ocupaciones Kasapatac, Yumina y Pillo.

Los sitios arqueológicos se encuentran ubicados en cerros altos que permiten observar los cam-pos agrícolas y el paisaje en una gran área1, incluyendo las montañas locales más altas e impor-tantes (volcanes), especialmente el estrato cono Misti.

La arquitectura doméstica presenta rasgos comunes para todos los sitios. Son habituales las te-rrazas paralelas que siguen el nivel del cerro y prácticamente rodean los sitios, se ha constatado en Pillo y Sonqonata II, que el área total de las terrazas excede las áreas formalmente ocupadas o con evidencias de ocupación2, encontrándose aterrazamientos no habitados en la parte poste-rior de los sitios, generalmente a espaldas al valle y al volcán Misti. En las terrazas ocupadas se distribuyen unidades domésticas conformadas por un patio y una o dos habitaciones pequeñas con planta más o menos cuadrangular. La mampostería es rústica, de pirca simple con eventual empleo de argamasa. Los espacios comunitarios a manera de patios se ubican en los lugares donde las terrazas se articulan a través de pasajes y rampas. El principal espacio comunitario se encuentra en la parte superior o cúspide del cerro, correspondiendo a un espacio abierto a manera de plaza. Es de suponer que la principal arquitectura de elite se distribuya alrededor de la plaza central, sin embargo no hay notorias diferencias al nivel arquitectónico. Sin embargo, en Sonqonata II en torno a la plaza principal se registra cerámica que se puede definir como de elite (cerámica modelada y gris inciso).

Las plazas principales y las importantes áreas de ocupación doméstica, se orientan hacia el valle, hacia las fuentes de agua y hacia el estrato cono Misti, lo que generaliza la idea de una montaña tutelar en vigencia con anterioridad a lo Inca, mostrando la existencia de espacios antropogénicos que relacionan espacios “otros”, lo físico y metafísico propio del pensamiento cosmogónico andino.

1 En 1998 en Sonqonata se encontraban asociados un remanente de 117 ha de terreno en estado de abandono, sellados por ceniza volcánica procedente del volcán Huaynaputina, erupción ocurrida en 1600. Las observa-ciones de campo permitieron constatar que fueron irrigadas a partir de manantiales (quebrada Machaguaya) y derivaciones de agua desde el río Mollebaya. Se asociaban a los muros de retención de las terrazas agrícolas pinturas rojas que representaban cruces andinas y a los manantiales pinturas de imágenes propiciatorias donde destacan personajes portando varas o cayados. Senderos atravesaban las terrazas agrícolas abandonadas, y en ellos se hallaban dispersos materiales cerámicos tardíos. Los senderos se dirigían hacia aldeas Churajón e Inca que se encontraron fuera de los terrenos atribuidos a Tiwanaku. Las terrazas que rodeaban los sitios tardíos pre-sentaban patrones que permitían aislarlos y observar las variantes en los usos agrícolas, algunas de estas áreas que aun se hallaban en uso, mostraban evidencia de procesos de prolongada contracción agrícola.

2 Estas áreas lejos de cumplir funciones específicas aparecen como sectores marginales.

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Los campos agrícolas asociados a Sonqonata, Pillo, Kasapatac y San Ignacio1 corresponden a terrenos propicios para la agricultura, son llanos y de origen coluvial, con poca pendiente, abun-dante recurso hídrico y buen drenaje. Comparativamente con la ocupación Formativa Socabaya, se muestra un incremento significativo en las extensiones y tipo de terrenos dedicados a la agricultura posibilitados por el aterrazamiento de laderas y la implementación de sistemas de riego.

Un elemento arquitectónico importante corresponde a las murallas que rodean los sitios (con excepción de San Ignacio y Pillo), cuya función principal puede haber sido la defensiva. En los Andes Centro Sur la aparición de murallas señala un espacio temporal de conflictos suscitados hacia la caída y desintegración del Estado Tiwanaku, dando lugar al surgimiento de pequeños reinos de evidente competencia.

A los pies de Sonqonata (lado Norte) se encuentran los restos de terrazas agrícolas abandonas y selladas por ceniza de la erupción del volcán Huaynaputina en el año de 1600. Estos campos asociados a la ocupación de la fase Kasapatac, son el único testimonio de las obras comunales de mayor envergadura desarrolladas durante esta fase en Arequipa. Se ha constatado la ausen-cia de sitios y materiales tardíos en los campos agrícolas arqueológicos adyacentes a Sonqona-ta, indicando que fueron cultivados por Tiwanaku.

Una primera clasificación de materiales cerámicos decorados, ha permitido distinguir ocho tipos; que son: negro - gris inciso precocción, engobado rojo, decorado de acabado medio tosco, decorado pulido, scaloped grande-llano, modelado, fibra vegetal2, y vasijas llanas con puntos incisos en un aplique presente en el área inferior del cuello. Las formas de las vasijas corresponden a tazones abiertos, vasos (k´eros) que presentan la típica acanaladura medial que algunos conocen como rudón. Aunque existe paralelo entre las formas de la cerámica y deco-ración con la que se encuentra en el valle de Moquegua, nuestra cerámica tiene rasgos locales. Por ejemplo, el tratamiento de las piezas nunca alcanza la finura de los materiales moquegua-nos, se observan menores elementos decorativos, y el engobe tiende a desprenderse cuando se aplica agua y fricción. El tipo negro – gris inciso precocción corresponde a un grupo del cual se encuentran solo fragmentos pequeños. Este grupo presenta formas, acanaladuras mediales, y otros rasgos que sugieren tratarse de vasos (k´eros). La cerámica gris ha sido descrita espe-cialmente para la fase Omo, pero, también se encuentra en Chen Chen de Moquegua, y por lo general corresponde en su más alto porcentaje a vasos (k´eros). También se poseen incisiones, pero la diferencia principal corresponde a la ejecución postcocción.

La distribución de estos materiales en el valle resulta muy interesante. Los ocho tipos están presentes en Sonqonata, pero en el resto de sitios se encuentra por lo general solo uno o dos de ellos (tipos decorados pulidos y decorados de acabado medio tosco). Los scaloped y el negro-gris inciso únicamente se han ubicado en la parte central y superior de Sonqonata, lo que podría señalar que la cerámica gris tendría gran importancia para la elite y en las actividades rituales. La cerámica Tiwanaku del valle de Arequipa tiene características productivas locales, periféri-cos a su centro, y debe ser tratada independientemente.

1 A34 según el registro de sitios.

2 El desgrasante vegetal ha sido considerado como una tecnología que no es empleada durante el Horizonte Medio, pero, tanto en Chen Chen, en el área relacionada a los depósitos de maíz como en Sonqonata, aparecen fragmentos de un tipo de “platos” extendidos de tamaño bastante grande que muestran la continuidad del em-pleo de esta tecnología, por lo menos para este tipo de vasija.

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Los sitios más grandes y con mayor concentración de material cerámico son primeramente Sonqonata, Kasapatac y San Ignacio, en menor cantidad se localizan en Yumina y Pillo.

Las excavaciones en los sitios de Sonqonata y Pillo muestran una escasa estratigrafía, aunque la erosión puede ser uno de los principales factores de alteración, es también claro que en am-bos sitios no se encuentra acumulación de materiales que puedan haber sido desplazados por la fuerza de las aguas procedentes de las precipitaciones pluviales. Tenemos dos alternativas sugeridas para explicar estos datos: una ocupación de corta duración, o por el contrario una población no muy grande. En el primer caso aunque no contamos aún con fechados de C14, consideramos que la fase Kasapatac, debió suceder durante la fase V de Tiwanaku, previo a la caída del Estado altiplánico. En el segundo caso encontramos pocos sitios aldeanos de exten-siones medianas y con espacios no completamente ocupados. La evidencia se inclina hacia el segundo caso.

Aunque no contemos en el valle de Arequipa con obras públicas de elite, es innegable que existe una centralización dirigida desde Sonqonata, reflejada en varios tipos de cerámica, apro-piación de fuentes de agua y las mayores áreas agrícolas que muestran una tarea organizada y planificada, con una voluntad política para desarrollar estas obras empleando antiguos sistemas de trabajo comunitario.

Finalmente, las características de la ocupación Tiwanaku en el valle de Arequipa muestra estándares diferenciados con la zona altiplánica y con la importante ocupación ocurrida en Moquegua, señalando patrones aldeanos y cerámicos locales y periféricos. Por otro lado, la ocupación Tiwanaku frente a otra Wari que ha sido fechada en Corralones (Uchumayo) hacia el año 680 d.C., corresponde a un área de articulación cultural, política e ideológica, un “filtro” a través de cuyas vías y aldeas fluyeron administrativa y cotidianamente las poblaciones y sus jerarquías, donde se dio lugar a celebraciones y banquetes que facilitaron las relaciones políti-cas y alianzas, en esta región de los Andes.

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FUENTES

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Historia 9 Arequipa 201032

Materiales Tiwanaku de Sonqonata.

Fragmento de vaso antropomorfo tipo kero, modelado, inciso y pintado.

Fragmento de vaso tipo kero con diseño de la cruz andina o chakana.

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Fragmentos de cerámica Tiwanaku de Sonqonata.

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