los intersticios de la participaciÓn social: la creaciÓn del consejo de desarrollo local de salud...

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333 , Goiânia, v. 5, n.2, p. 333-354, jul./dez. 2007. LOS INTERSTICIOS DE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL: LA CREACIÓN DEL CONSEJO DE DESARROLLO LOCAL DE SALUD EN LA COMUNA DE SAN PEDRO DE ATACAMA PAOLA BOLADOS GARCÍA* Resumo: neste artigo analisamos os mecanismos de expansão do poder estatal abertos pela política intercultural dos anos 90 no Chile e levado adiante por meio da criação de novos espaços de participação social. Trata- se de atender aos processos de etnogovernabilização, democratização e neoliberalização que operam na construção de novos campos de poder/ saber cujo efeito principal tem resultado em uma ampliação e consolidação do âmbito de intervenção estatal em territórios indígenas como o atacamenho. Palavras-chave: participação, governabilidade, neoliberalismo, interculturalidade n la última década, las prácticas discursivas en relación a la participación social han ganado terreno en amplios sectores de la política pública. Este proceso, tanto en Chile como en otros países de la región, se enmarca en un momento de reformas estatales dirigidas a incorporar a porciones de la sociedad marginadas por diversas razones (étnicas, reli- giosas o socioeconómicas), ya sea vía políticas inter o multiculturales implementadas por los gobiernos nacionales, como también a través de programas sociales dirigidos a grupos específicos considerados vulnerables, excluidos o en riesgo (AVARIA, 2006). En el caso atacameño, la salud ancestral en un contexto étnico promovido por la política indígena de los 90, pasa a conformar una nueva área de E

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LOS INTERSTICIOS DE LA

PARTICIPACIÓN SOCIAL: LA CREACIÓN

DEL CONSEJO DE DESARROLLO LOCAL

DE SALUD EN LA COMUNA DE SAN

PEDRO DE ATACAMA

PAOLA BOLADOS GARCÍA*

Resumo: neste artigo analisamos os mecanismos de expansão do poderestatal abertos pela política intercultural dos anos 90 no Chile e levadoadiante por meio da criação de novos espaços de participação social. Trata-se de atender aos processos de etnogovernabilização, democratização eneoliberalização que operam na construção de novos campos de poder/saber cujo efeito principal tem resultado em uma ampliação e consolidaçãodo âmbito de intervenção estatal em territórios indígenas como o atacamenho.

Palavras-chave: participação, governabilidade, neoliberalismo,interculturalidade

n la última década, las prácticas discursivas en relación a laparticipación social han ganado terreno en amplios sectoresde la política pública. Este proceso, tanto en Chile comoen otros países de la región, se enmarca en un momentode reformas estatales dirigidas a incorporar a porciones dela sociedad marginadas por diversas razones (étnicas, reli-giosas o socioeconómicas), ya sea vía políticas inter omulticulturales implementadas por los gobiernos nacionales,como también a través de programas sociales dirigidos agrupos específicos considerados vulnerables, excluidos o enriesgo (AVARIA, 2006). En el caso atacameño, la saludancestral en un contexto étnico promovido por la políticaindígena de los 90, pasa a conformar una nueva área de

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intervención estatal y en un nuevo recurso identitario des-de el cual disputarse la administración de las diferenciasen el marco global del multiculturalismo.

En un período de transición política y económicaen Chile, la participación emergió como uno de los íconosdiscursivos principales del proceso de democratización yen una estrategia alineada con la reconfiguración actual dela economía transnacional. Se constituye así, en uno delos objetivos fundamentales de la política indígena de losúltimos años y en el medio clave para compatibilizar desarrollocon identidad en los términos definidos por el aparato deldesarrollo liderado por organismos internacionalesfinanciantes de programas en América Latina. El conceptoadquiere tal relevancia en las acciones del Estado a partirde este período, que resulta imprescindible examinar cómoésta ha operado en la práctica al interior de las accionesimplementadas por la política estatal indígena a nivel na-cional y cómo detrás de los propósitos de consolidar elproceso democrático en Chile vía ampliación de nuevos ti-pos de ciudadanía social o cultural, se reproducen y reinventanestrategias de control y regulación social. La participaciónse concibe entonces, como la estrategia clave para elfortalecimiento del capital social de un grupo o sociedaddeterminada, a la vez que en una forma de inclusión a losnuevos mercados culturales de bienes exóticos, cuyo resul-tado es la construcción de un nuevo sujeto: el market citizens(SHILD, 2000) o el indígena proyecto (BOCCARA, 2007).

En el caso de Chile, la participación se constituyópara algunos en el emblema de lucha contra el régimenmilitar y en el discurso oficial de los partidos que lideraronla vuelta a la democracia a fin de conquistar el poder yasegurar el triunfo en las urnas. La discontinuidad y rup-tura a nivel del discurso en el campo político, cimentadaen la oposición represión-dictadura/participación-demo-cracia, sin embargo no significó un cuestionamiento de losefectos estructurales del sistema económico implementadopor la dictadura durante ese período, sino más bien implicó

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una continuidad del modelo económico y medidas parcialesque afianzaron su desarrollo y consolidación (PALEY, 2001).En este sentido, la nueva ingeniería social implementadadurante estos años, sólo pretendió suavizar los efectos delos ajustes estructurales de los años 80, dirigiendo susacciones y programas hacia los sectores más afectados ysocialmente más conflictivos, ratificando el rol subsidiariodel Estado y trasladando las responsabilidades sociales alcampo individual.

En este trabajo y en continuidad con lo antes expuesto,nos interesa relevar el proceso de construcción y desarrollodel Consejo de Desarrollo Local en salud en el territorioatacameño, que a nuestro modo de ver, se constituye en unsitio etnográfico privilegiado desde el cual observar y analizarlas estrategias de expansión y legitimación del poder buro-crático a través del discurso y la práctica de la participación.A la vez, cómo éste se configura en un espacio deempoderamiento y construcción étnica desde la agencia in-dígena atacameña a través del cual conseguir participar entérminos diferentes a los definidos por el Estado y la industriadel desarrollo trasnacional. En este proceso, mi participacióncomo observadora durante casi más de un año y medio, mellevó a identificar al menos tres etapas. Una primera marcadapor el rayado de cancha estatal respecto a lo que debíaentenderse como participación. Una segunda, caracterizadapor la incorporación de otras formas de comprender laparticipación que rediseñó la cancha de la participación des-de la agencia indígena local. El tercer y último momento,que hemos denominado de amnesia y anamnesis estatal,está sellado por la incorporación de funcionarios del serviciode salud y autoridades locales, quienes desplegando nuevosdispositivos de invisibilización de los acuerdos tomados du-rante el tiempo de trabajo efectivo, toman el control delespacio. Con este último momento, que coincide con laimplementación de un modelo de atención en saludintercultural al interior de las dependencias del consultorio,el CDL queda identificado como un espacio permanente de

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luchas por el control de las diferencias y el lugar privilegiadopara reinscribir históricas demandas, esta vez bajo categoríasde etnicidad y multiculturalismo. A continuación analizamosel contexto en el que se crea el Consejo de Desarrollo Localen Salud y el primer momento que nosotros hemos deno-minado el rayado de cancha de la participación estatal.

RAYANDO LA CANCHA DESDE LA PARTICIPACIÓNESTATAL

A mediados del 2006, el Consultorio General Ru-ral de San Pedro de Atacama invita a diversas organizaciones,comunidades y asociaciones pertenecientes a la comuna deSan Pedro de Atacama, a conformar un nuevo espacio departicipación social. Esta iniciativa surge en un contexto dedinámicos y heterogéneos procesos de activación de deman-das étnicas locales y de inclusión social de la poblaciónatacameña, la cual, desde la puesta en marcha Ley Indígenaen los años 90, recibe un nuevo impulso a comienzos del2000 con la implementación de una política interculturalestatal. Nos referimos al Programa de Desarrollo Integralpara Comunidades Indígenas más conocido como Orígenes,el cual con recursos provenientes de un préstamo del BancoInteramericano de Desarrollo (BID), desplegó accionesintersectoriales en ámbitos como educación, salud,productividad y organización comunitaria. Entre los objeti-vos de este programa, se encuentra el desarrollar el compo-nente de salud intercultural, cuyo contenido tendrá comoprincipal eje apoyar la medicina indígena como son deno-minadas actualmente el conjunto de prácticas curativas exis-tentes en las poblaciones originarias. En este sentido, elprograma Orígenes como programa multicultural del Esta-do, se plantea como un programa de acción o discriminaciónpositiva en el contexto de las nuevas relaciones entre Estadoy poblaciones originarias desde la promulgación de la LeyIndígena en el año 1993 en Chile y como un programa de“desarrollo integral” focalizado en las poblaciones indíge-

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nas aymara, atacameña y mapuche, cuyos ejes de acción seránla participación, integralidad, intersectorialidad, entre otros.El antecedente directo de este programa a nivel nacional esel Programa Especial Salud y Pueblos Indígenas, el cual des-de la segunda mitad de la década de los 90 se propuso reelaborarlas políticas de salud pública y construir una Política de Saludy Pueblos Indígenas.

En el campo de la salud a nivel local, Orígenes iniciósus actividades el año 2001 con la creación de una Mesa dediálogo, instancia que agrupó a los diferentes representantesde las organizaciones y comunidades indígenas, donde porprimera vez se convocaron dirigentes y líderes interesados envisibilizar al sistema médico atacameño. En este período,Orígenes apoyó la realización de encuentros de salud ances-tral e intercultural, donde van tomando forma y siendo siste-matizadas las demandas de reconocimiento de la medicinaindígena a nivel local. Sin embargo y pese a que la mesa du-rante el año 2002 y 2003 se constituyó en un espacio departicipación y empoderamiento importante, éste rápidamenteexperimentó la intrusión de funcionarios municipales y delos servicios de salud que promovieron su progresiva disolución.

Los primeros encuentros organizados por elprofesional del consultorio encargado de liderar el Consejofueron principalmente para encuadrar este nuevo sitio, susobjetivos, propósitos y principales alcances. En la primerareunión, la participación es definida como una estrategiade la reforma de salud actual, la cual pretende implementarun nuevo modelo de gestión en salud pública. La participaciónqueda directamente vinculada tanto a los procesos dedemocratización del sector público, a la ampliación y ejerciciode nuevas formas de ciudadanía social y/o cultural, comoal desarrollo y bienestar de la población vía inclusión soci-al. En ambos casos, la participación social es definida comoun estado ideal de la sociedad y/o comunidad, el cual sealcanza fortaleciendo las redes sociales, delegando ciertaautonomía y enfatizando un rol fiscalizador y de controlsocial de la sociedad a la acción del Estado.

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Sin embargo, ya desde el inicio surgen las primerasinterrogantes sobre las condiciones y exigencias impuestaspara la creación de este Consejo. La crítica se dirigíaespecíficamente a las restricciones para participar en estainstancia, la cual se limitaba a sólo representantes deasociaciones y comunidades, dejando fuera al resto de usuariosdel sistema que no estaban vinculados a ninguna organizaciónpolítica formal. A su vez, emerge el cuestionamiento respectoal decreto de constitución del Consejo, el que señalaba queesta instancia debía ser presidida por el director delconsultorio, quien además tenía la atribución de elegir aun secretario ejecutivo. Las preguntas que surgen entoncesson ¿por qué esta instancia se define como un espacio departicipación cuando ya venía delimitada y restringida desdeel Estado?, ¿cómo se asegura una participación efectiva siademás de tener carácter consultivo, no cuenta con ningúntipo de recursos para movilizar y trasladar a representan-tes de las localidades distantes a la capital de la comuna?

Iniciado este rayado de cancha estatal sobre quédeberíamos entender por participación social, le siguió unsegundo rayado de cancha, esta vez vinculado a lainterculturalidad. La reflexión del coordinador del Consejorespondía al hecho de tener en cuenta que el Consejo eraparte de un establecimiento que funcionaba en un territoriodonde la medicina ancestral estaba viva y vigente, y por lotanto, un territorio indígena donde se desarrollaban pro-gramas de salud intercultural. En este punto, lo interesanteprovino de la utilización del conocimiento antropológicoen la definición y construcción del término interculturalidadpor el profesional encargado de coordinar el Consejo. Unareciente publicación especializada sobre “Prácticas de saluden las comunidades del Salar de Atacama: Hacia unaetnografía médica contemporánea”, se convirtió en lainspiración de lo que todos, -atacameños y no atacameñosparticipantes del Consejo-, entenderían por saludintercultural. Hasta ese momento, la mayoría de losmiembros del Consejo eran atacameños; sin embargo y

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pese a esto, la salud intercultural se definió en los térmi-nos propuestos por este artículo especializado, describiéndolacomo el espacio de intersección entre la salud formal re-presentada por el consultorio (y la red asistencial a la quepertenece) y el sistema de salud atacameño practicado porsanadores y yerbateros indígenas.

La reunión se convirtió de pronto en unacapacitación sobre el sistema de salud indígena atacameño,sus clasificaciones, características, tomando como únicareferencia bibliográfica el trabajo etnográfico antes men-cionado. Lo particular de este paper, era que sus unidadesde estudio la constituían cuatro localidades (Camar, Talabre,Socaire y Río Grande) cuya composición demográfica, erasustancialmente diferente a las localidades de San Pedro,Toconao y Peine, por lo tanto, sus conclusiones erandifícilmente aplicables a la compleja y heterogénea realidadlocal. Sin quererlo, y después de casi hora y media deexposición académica, se volvía a marginar a los involucradosdirectos, pasando a llevar el acuerdo anterior respecto altema de esta reunión: el recuento del proceso de la saludintercultural en el territorio, relato que estaría a cargo deuna de las representantes que venía trabajando desde lamesa de salud del año 2001. Se produce entonces una se-gunda restricción al interior del Consejo, en la cual laparticipación social real había sido olvidada y la versiónlocal de la interculturalidad había sido reemplazada por elconocimiento científico atribuido al trabajo antropológicolegitimado en la versión que le acomodaba al Estado. Lospropios representantes autorizados por el Estado para serlos voceros de las comunidades y organizaciones locales,en esta oportunidad fueron marginados de participar en laconstrucción de la interculturalidad según su experienciahistórica, resultando desautorizados para hablar de ella.

Al nivel del discurso, las tres primeras reunionesdel Consejo estuvieron dirigidas a dejar claramente deli-mitada la cancha respecto a lo que se entendería porparticipación e interculturalidad desde la perspectiva esta-

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tal representada por los funcionarios de la salud en el ámbitodel Consejo. Y las dos reuniones siguientes, mostraronejemplos concretos de cómo estas maneras de concebirla,debían funcionar en la práctica. No obstante, las reaccionessiguientes de los miembros del Consejo y la capacidad deagencia manifestada por estos, fueron planteando dificultadesy resistencias ante esta modalidad de participación impuesta,que desconocía las experiencias anteriores y sus inespera-dos efectos en el territorio (en este caso las impulsadas porla propia acción del Estado a partir de Orígenes).

Uno de estos ejemplos, lo constituyeron dos deestas reuniones, donde el coordinador del Consejo invitóa realizar un diagnóstico de la situación de salud de lapoblación, priorizando aquellos aspectos que el Consejoconsiderara relevante comenzar a trabajar desde elconsultorio. Sin manifestarlo explícitamente, el equipo desalud intentaba elaborar su plan anual participativamentey según las exigencias de las orientaciones de ese año ema-nadas desde el Ministerio de Salud. Esto fue aclarado en lareunión siguiente, cuando el equipo de salud hace unapresentación en power point del plan anual de salud de lacomuna para el año 2007, argumentado que las propuestasque estaban allí habían sido tomadas de la opinión de lacomunidad. Pese a este modus operandi estatal, la asambleano presentó ningún reparo y participó corrigiendo y agre-gando aspectos no considerados en la presentación de esaplanificación supuestamente participativa.

Dos hechos ulteriores provocaron una reacción di-ferente e implicaron un vuelco respecto al camino hasta ahoratransitado al interior del Consejo. Se trató de dos reunionesque dieron inicio a las actividades del año siguiente y quereflejaron las diferentes formas de concebir y ejecutar laparticipación en el territorio. En nuestra calidad de partici-pante y observador, estas reuniones significaron a nuestroentender la transición a un segundo momento del Consejo,el cual estuvo marcado por una entrada masiva de antiguosrepresentantes de la antigua mesa de salud y una fuga

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simultánea de otras organizaciones y asociaciones socialesque se vieron marginadas de la posibilidad de articular susobjetivos institucionales desde el Consejo de Desarrollo.Como veremos, se abre una segunda etapa del Consejo,marcada por las tensiones y luchas por adjudicarse el controldel espacio entre municipio/consultorio y este resucitado grupode representantes de la antigua mesa de salud, cuyoempoderamiento habría sobrepasado los límites permitidospara la participación ofrecida por los espacios del Estado.

REDISEÑANDO LA PARTICIPACIÓN DESDELA AGENCIA INDÍGENA

El conflicto al que nos referimos, se hizo particu-larmente patente en marzo del 2007, cuando por primeravez se logra trasladar la sesión del Consejo a la localidadde Toconao. Se buscaba dar un signo de descentralizaciónpese a no contar con recursos para promover unaparticipación real de las otras localidades de la comuna alinterior del Consejo. En esta reunión, con casi treinta re-presentantes, la directora del consultorio, en calidad depresidenta da a conocer las bases para postular a unosproyectos sobre participación comunitaria. Pese a estarestablecido en uno de los objetivos de las bases del concur-so la posibilidad de postular a recursos que fuesen dirigi-dos al fortalecimiento de la participación comunitaria, ladirectora señaló que esos fondos según la informacióntelefónica de la encargada de participación del servicio,estaban destinados específicamente para el mejoramientode la infraestructura de las postas de salud más antiguas.La asamblea en esa reunión y ante las contradiccionesexpresadas, acuerda enviar una carta al director del servicio,planteándole dos puntos: uno relacionado a lascontradicciones suscitadas entre la comunicación oficial dela encargada de participación del servicio a la directora ylas bases escritas del concurso, cuyo contenido según lainterpretación dada por los miembros participantes de esa

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reunión, permitía postular a fondos que facilitaran el tras-lado de representantes de las otras localidades a las reunionesdel CDL. El segundo aspecto que la asamblea resolvió dejarexpuesto, fue la estrategia de los organismos estatales depromover mecanismos de participación express que no teníanen cuenta los tiempos, distancias, recursos y formas localesde organizarse. El carácter urgente de los concursos yproyectos y la nueva exigencia de que el Consejo respalda-ra con su firma las propuestas solicitadas por el consultorio,nuevamente pusieron en cuestión las formas de comprenderla participación desde el Estado, principalmente en relaciónal manejo de la información y sus consecuencias en la tomade decisión. Se observa así, una yuxtaposición de lógicasde comunicación diferentes entre los servicios estatales ylas instancias comunitarias locales, asimismo como una lógicaeconómica que convirtió al Consejo en una instancia paraobtener y racionalizar recursos desde y hacia el Estado. Esteconflicto trajo de nuevo a colación la necesidad y urgenciade democratizar el Consejo de Desarrollo, eligiendo unadirectiva que ofreciera mayor autonomía y capacidad deautogestión respecto a los intereses del consultorio.

El segundo impass que puso en tela de juicio lasformas de concebir y practicar la participación social desdeel Estado, se provocó en abril de ese mismo año, a causade una reunión extraordinaria convocada por el directordel consultorio para algunos representantes del Consejo.Se trataba de una invitación para preparar la cuenta anualen salud, la que sería presentada la semana siguiente a todala comunidad y las dos principales fuentes de financiamientode la comuna: municipio y servicio de salud. La explicaciónpara convocar a sólo un grupo de miembros del Consejose debía a la premura del tiempo y por lo mismo, a ladificultad de convocar a todos a una reunión extraordinariadel Consejo. En esta oportunidad y debido al cansancioprovocado por trabajar de este modo impositivo, es que sedecidió no colaborar en la realización de la cuenta anual,solicitando un espacio aparte en cual presentar los principales

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avances y problemas en la constitución del Consejo. Larespuesta fue que se había decidido destinar un tiempo to-tal de cinco minutos para la participación del Consejo dentrode la cuenta anual. Estos dos acontecimientos, a nuestroentender marcan una segunda etapa del Consejo que he-mos definido como el rediseño de la participación desde laagencia indígena atacameña, caracterizada por el paso deun modo impositivo de entender la participación desde lalógica estatal, a una lógica participativa fuertemente politizaday etnizada desde la mesa de salud, seguida por el trabajo dela Subcomisión de Salud del ADI y sin quererlo, reimpulsadadesde este nuevo Consejo de Desarrollo. De aquí en adelante,las reuniones se caracterizaron por una permanente luchapor apropiarse del espacio por parte del municipio y ladirección del consultorio por un lado, y de los dirigentesde la antigua mesa de salud por el otro, quienes vieron enesta instancia, una nueva oportunidad para instalar demandaspendientes en relación a la salud ancestral.

En este período, los representantes de salud fueronprogresivamente posicionando la demanda de lainterculturalidad como el objetivo central del Consejo, perono en el sentido definido en la clase magistral por elfuncionario del consultorio, sino como la oportunidad deposicionar la salud ancestral a nivel formal en las estructurasde la red asistencial de la comuna.

Las reuniones en ese momento dejaron paulati-namente de ser dirigidas por la directora (pese a sus inten-tos reiterados por retomar el control del espacio) y susacciones terminaron siendo neutralizados por este nuevogrupo de representantes, quienes consiguieron en cortoplazo, reorientar los objetivos y contenidos del Consejo.Este contingente de excomulgados de la antigua mesa desalud, algunos recuperados en la Subcomisión de Salud einstitucionalizados en la Asociación de Cultores, eran ahoralos líderes y conductores principales de este espacio departicipación social. Fue un período caracterizado por lamemoria del proceso anterior impulsado por las propias

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acciones de Orígenes en el territorio, el cual produjo unareelaboración y redefinición respecto a las formas de concebiry practicar la participación e interculturalidad. Laparticipación ahora significaba empoderamiento, lucha porel control del conocimiento indígena, capacidad de gestionarrecursos e incluso la apropiación física de algunos espaciosen las nuevas dependencias del consultorio. Lainterculturalidad ya no sólo aludía a las relaciones entre elsistema formal y el sistema ancestral atacameño, sino ypor sobre todo, a compartir el poder y el control de lasdiferencias dentro del nuevo campo de la salud interculturalconstruido por la agencia estatal/trasnacional, insistiendoen una participación más horizontal.

Lo curioso hasta este momento, era que el Consejose había promocionado como una instancia de trabajo enconjunto entre el consultorio y la comunidad, sin embar-go, los únicos agentes de parte del consultorio fueron elcoordinador, la directora, la doctora, la enfermera y unadelegada elegida por los funcionarios para representarlosen el Consejo. Sin embargo y por diversas razones, duran-te estas dos primeras etapas del CDL, los que participaronpermanentemente fueron sólo el coordinador y la directora,mientras que la participación del resto de funcionarios fueintermitente, situación que nuevamente alertó y despertócríticas respecto al compromiso de los propios convocantes.Hasta este momento, lo que parecía una estrategia novedosay positiva, iba mostrando sus diversas aristas y másresistencias que facilidades en su desarrollo.

Ya instaladas las demandas indígenas dereconocimiento del sistema médico atacameño dentro delConsejo y después de haber redefinido sus objetivos, seinicia a nuestro parecer, un tercer y último momento,marcado por la implementación de una experiencia pilotoen salud intercultural en el consultorio y signado por laintromisión de nuevos dispositivos de control e intervenciónestatal al interior del Consejo. Lo que en un principio parecióun triunfo de la agencia indígena respecto al cumplimiento

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de una antigua demanda de la salud ancestral, en esta se-gunda etapa de rediseño de la participación, a la larga trajocomo resultado una más intensa intervención de los serviciosestatales en las actividades del CDL. Después de un perío-do de luchas por adjudicarse la administración de las dife-rencias en su interior, reaparecen las estrategias de controly regulación desde el Estado y el intento por recuperar elcontrol del espacio. La estrategia esta vez fue hacer marchablanca del proceso anterior y restaurar la lógica de laparticipación sin participación a través de una brevecapacitación sobre participación y democracia. Este tercermomento, ocurre en un contexto de movilización generadapor la charla titulada “Salud y Pueblos Indígenas” impartidaen septiembre del 2007 en las dependencias del Institutode Investigaciones Arqueológicas y Museo P. R. GustavoLe Paige y por el inicio en esa misma semana, de las atencionesde una sanadora atacameña en el consultorio.

AMNESIA Y ANAMNESIS ESTATAL:LA PARTICIPACIÓN SIN PARTICIPACIÓN

En un contexto de expectativas y de ampliaconvocatoria para dialogar participativamente respecto alos comienzos de la experiencia piloto implementada en elconsultorio, la última reunión del CDL se había progra-mado con el fin de tener un encuentro entre el médicoinvitado a la charla y el Consejo de Desarrollo. Estando yoa cargo de la organización de esa reunión junto a la directoradel consultorio y habiendo realizado invitaciones oficialesa todas las instancias correspondientes, el lugar de reuniónhabía sido literalmente “tomado” por funcionarias delservicio de salud sin previo aviso al Consejo, quienes habíanelegido ese mismo día para hablar sobre un nuevo proyectollamado “El Consultorio Amigo”. Instaladas las nuevastecnologías propias de la burocracia estatal (power point,computador, data, etc), la reunión fue iniciada por una deellas en medio de un clima de desconcierto ante lo inespe-

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rado de su presencia. En su presentación explican la razónde su visita argumentando que habían venido a apoyar laorganización del Consejo de Desarrollo de salud e invitara sus participantes a formalizar este espacio a través de lacreación de un reglamento interno que permitiera la elecciónde una directiva que reemplazara a la directora y aseguraque el Consejo fuera realmente democrático. En un par deminutos, su discurso implicó olvidar que el CDL venía fun-cionando activamente desde casi un año antes de su “venida”,y a la vez un olvido absoluto de la existencia de una directivaya elegida, que por razones relacionadas a los obstáculospuestos por el propio director del establecimiento a dele-gar el poder y la información, inauguró un nuevo momen-to que hemos denominado de amnesia estatal(BOCCARA-BOLADOS, 2008). Todo el camino anteriorhabía sido borrado y sólo eran legitimadas las formas ytiempos designados por la instancia estatal a cargo de ori-entar los programas de salud en la comuna.

En esta breve capacitación sobre participación ydemocracia, se plantearon varios puntos importantes anuestro entender y que deseamos analizar a continuación.El primero y más fundamental, es que la charla sobreparticipación se realizaba violentando el programa defini-do por el propio Consejo y sin haber comunicadoanticipadamente su visita. Quizás esta intervención sejustificaba por su calidad de encargada del programa deno-minado Participación Social, el cual la “autorizaría” a to-mar la decisión de hacerse presente y tomar la palabra alcomienzo de la reunión, pasando por alto los conflictosanteriores surgidos con los proyectos express y que habíanfinalizado en una carta al director de Servicio que nuncatuvo respuesta. La funcionaria aparecía olvidando losconflictos previos y recordando (anamnesis) los objetivosdel Consejo, su sentido y finalidad y los pasos que se deberíancomenzar a dar. En vez de iniciar la conversaciónpreguntando ¿cómo el Consejo había funcionado en estetiempo?, ¿qué pasos se habían dado? y ¿cuáles quedaban

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todavía por mejorar?, hizo tabula rasa del procesoparticipativo anterior y de sus efectos que tuvieron comoprotagonistas a los antiguos miembros de la Mesa de salud.El proceso previo había sido ignorado e invisibilizado enmenos de cinco minutos, tiempo que duró su primeraintervención y el cual suscitó diversas réplicas y debates acontinuación, desviando su objetivo inicial de promover elproyecto “Consultorio Amigo” y retomando la discusiónhacia qué participación la comunidad allí presente deseabaacceder o construir. Lo segundo que saltó a la vista en susdichos, era que pese a no negar el proceso anterior de manerarotunda, lo que sí hacía era considerarlo una etapa previa,utilizando metafóricamente la imagen del ciclo vital de unser humano. El período anterior a la presencia de esta fun-cionaria aparecía como la etapa de infancia del Consejo deDesarrollo, que luego de haber tenido la ayuda de la directorapara su conducción inicial, estaba ahora en condiciones decomenzar a caminar solo. Al parecer, era inaugurado elmomento de la adultez del Consejo, estando ahora prepa-rado para asumir más responsabilidades y derechos en latoma de decisión.

Las reacciones de algunos de los miembros delConsejo ayudan a hacer memoria de que esta no es una primerareunión de Consejo, sino una segunda etapa, cuyo caminohabía sido entorpecido por la ordenanza municipal que dioorigen al CDL y que nombró como su presidente el propiodirector del consultorio y a un secretario elegido por él. Loque se estaba criticando en esta oportunidad, no era sólo eltipo de participación planteada en el Consejo, sino la pro-movida por el Estado en todas las otras instancias de saludexistentes en el territorio. Especialmente se cuestiona el modusoperandi de los organismos estatales para constituirse enlos administradores de la participación en salud. Desde estaperspectiva, no sólo se criticaba el tipo de participaciónimpuesta desde la dirección del consultorio y el departamentode salud municipal, ni las prácticas de participación expressdel Servicio de Salud, sino y por sobre todo, la participación

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en los modos de reproducción del poder ejercida a través deestos espacios. Se trataba de una disputa sobre quiénes oquién o qué organismo, grupo, etc; era capaz de adjudicarsela autoridad/legitimidad sobre los contenidos y las metodologíasque debían implementarse en un Consejo de Desarrollo. ElCDL pasa a transformarse así en un espacio más no sólopara la expansión e intromisión del poder burocrático re-partido entre los diversos servicios, sino y también para laexpansión de las acciones contra hegemónicas de parte de laagencia indígena, quienes utilizando los mismos mecanis-mos de participación impuestos por el Estado, fueron capacesde reorientar e introducir sus demandas en relación a la saludancestral.

Las intervenciones finales de este encuentro quese constituyeron del algún modo en un cierre del proceso,manifestaron las contradicciones y luchas entre los diver-sos agentes comprometidos y revelaron que la saludintercultural, formaba parte de un campo mucho más am-plio y conflictivo: el de las luchas por las diferencias socialesy étnicas, y los capitales económicos, culturales y políticosque están detrás. Las consecuencias de la amnesia estatal ylas resistencias generadas desde los miembros del Consejo,desembocaron en un paréntesis en las actividades de este.Sin embargo, los conflictos volvieron a aparecer e inclusose agudizaron los meses siguientes a partir de que elmunicipio intentara tomar el control de la situación.Comenzaban a emerger las razones y los límites reales a laparticipación en el campo de la salud intercultural. Mientraseste grupo de dirigentes permaneciera en el Consejo ocualquier otra instancia, sus organizaciones no seríanreconocidas al menos por el municipio y sus aliados deOrígenes y la Corporación Nacional de Desarrollo Indíge-na (CONADI). La única autoridad con capacidad de otorgarel reconocimiento era en este caso la autoridad local, quienexpresamente reconoció que no estaba de acuerdo con laincorporación de los sanadores al consultorio. Se comienzaa ver así la punta del iceberg.

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LA ETNOGOVERNAMENTALIZACIÓN DEL PODERA TRAVÉS DE LA PARTICIPACIÓN POR DECRETO

A esta altura aparecen dos aspectos relevantes enrelación al nuevo enfoque de la participación social quehemos intentado relevar en este ejercicio etnográfico. Porun lado, el énfasis en la participación social como instanciade fiscalización y/o control (“contraloría”) de la sociedadrespecto de las acciones del Estado. Por el otro, ycontradictoriamente, ésta participación es delegada en formagradual, constituyéndose en un juego perverso caracteriza-do por el tira y afloje en el que actualmente está enmarcadoel ejercicio del poder participatorio. Es decir, se delegancuotas de poder a los individuos y grupos para que seempoderen y a la vez se delimitan y acomodan los usos deese poder a los fines específicos para los cual se crean estosnuevos espacios de participación. Una cadena cuyo efectoprincipal es la reproducción del poder al interior de un campoy la manutención de este a través de los mecanismos deexpansión y profundización de una forma de ejercer el poder(government) respecto de poblaciones indígenas.

Desde esta perspectiva, aparecen expuestas lasrelaciones entre participación y desarrollo comprendidasen un contexto neoliberal que define los contenidos de esaparticipación social, y cuya reformulación vía las agenciasmultilaterales que financian gran parte de las reformasestatales, revelan que aunque con nueva vestimenta, todavíapermanece y se reproduce una concepción clásica, instau-rada desde la segunda mitad del siglo pasado. Una concepciónheredada de las teorías de la modernización y de las teoríasde la dependencia que marcaron las políticas sociales deLatinoamérica y la división de los mundos según un deter-minado grado de desarrollo (ESCOBAR, 1995). Esta ideade grado sobre la cual se dividieron el primer y tercer mundoy entre países centrales y periféricos está todavía presente,ahora con una lógica renovada en su anterior impronta

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paternalista y más neoliberalizada en cuanto a su formaautoresponsabilizante. Casi reproduciendo una idea bioló-gica del desarrollo, de menos a más y vinculado al progresoy la modernización, la máquina del desarrollo sigue ani-mando las intervenciones políticas y sociales y hoy tambiénse dejan sentir en el campo cultural. El sentido de desarrollotodavía padece la concepción evolutiva que lo vio nacer ypermanece aún respondiendo a la complejidad social entérminos de causalidad. En este caso, la participación enel Consejo consistía en la representación democrática dela realidad social atacameña, la cual era emprendida porjóvenes funcionarios bien intencionados que poco conocíandel pasado participativo local altamente agitado desde laintervención de la política estatal indígena en el territorio.En una dinámica todavía idealista y paternalista, ingenua-mente estos funcionarios pensaban que el sólo reunirseconstituía participación y que las experiencias previas, noeran suficientes para que el Consejo caminara solo. Serequería de un período de crianza de parte de la autoridad,para recién delegar mayor responsabilidad yempoderamiento en la toma de decisiones (siempre y cuandoestas decisiones estuvieran además acorde con los objeti-vos y conceptos sobre la participación social desde el Esta-do). Se trata del “sí, pero” de los nuevos espacios abiertospor el multiculturalismo neoliberal (HALE, 2004), cuyocontenido elimina su propia condición a través de laparticipación sin participación.

Este nuevo significado de la participación que haimpulsado acciones de delegación de responsabilidadesestatales a sectores de la sociedad civil, también ha servidocomo nuevas tácticas de gobierno para racionalizar y disminuircostos económicos. Se reclutan asesores y vigilantes quetrabajan gratis para el Estado, en este caso todos los miembrosdel CDL, mientras que se crea un escenario de control yregulación social entre los diversos agentes involucrados.Surge en este contexto la pregunta ¿quién controla a quien?A través de estos procesos de visibilización e invisibilización,

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memoria y olvido, delegación y fiscalización, legitimacióny desautorización, es que se despliegan técnicas de poderya no sólo sobre el cuerpo de un individuo (programas devacunación, medicalización, control reproductivo, etc), sinoy esta es la novedad, se ejerce una nueva forma del poder anivel de la población. Siguiendo a Foucault, se ha pasadodel anatomopolítica a la biopolítica o biopoder (FOUCAULT,2000). Un poder que no se concentra en un solo lugar nien una sola institución, sino que más bien se ramifica yreproduce eficazmente a través de éstas técnicas y meca-nismos de regulación y control. Sin desconocer el tipo depoder capaz de concentrar el Estado, aun en su versiónpara algunos disminuida y para otros engrandecida, lo ciertoes que el sistema mismo se reproduce gracias a la participaciónactiva tanto de la agencia indígena como de programas para-estatales como Orígenes, quienes en una triangulación li-gada al eje de los beneficios del mercado, aún el étnico,posibilitan la extensión y profundización del “efecto esta-do” (MITCHELL, 2006; ROSE 2006). Siguiendo estaimagen, el Consejo de Desarrollo Local aparece desde susinicios, como una instancia para la acción de la sociedadcivil y un ámbito intermedio entre el sector público (Esta-do) y la sociedad (ciudadanía), cuyo potencial de organizacióno capital social, se plantea como una condición obvia y evi-dente. De esta manera, la participación es despolitizada ynaturalizada dentro del campo de lo social y un medio dedesresponsabilización que opera a través del discurso delautocuidado liberando al Estado de sus obligaciones respectoal tema.

Vemos necesario entonces atender a la complejidadglobal del proceso en donde la reconfiguración de los rolesen la economía han cambiado sustancialmente. En este campo,es posible advertir la posibilidad de compatibilizar la ubicuidaddel Estado y su retiro; la participación de los organismosinternacionales de financiamiento que perfeccionan unmodelo poco participativo para una gran masa de la poblaciónque a la vez colabora en revoluciones verdes; programas in-

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dígenas regionales o bien inyecta mega recursos a los Esta-do alineados con sus políticas. Las estrechas relaciones en-tre participación y neoliberalismo van quedando expuestasa la luz, convirtiéndola en una estrategia de reclutamientode mano de obra gratis que hace más eficaz la administraciónde los pocos recursos dispuestos al presupuesto público ensalud. En estos términos, la participación en la perspectivadel ejercicio de una nueva ciudadanía social y/o cultural, re-vela las condiciones restringidas en que se pretende promo-ver la participación social. Se otorgan módicas cuotas derecursos e información (sin decisión) frente a las cuales lasociedad debe responder con responsabilidad (autocuidado)y empoderamiento (participativos y activos). Una combinaciónque en la actualidad atrae tanto a los Estadostransnacionalizados en su papel de managment, a los orga-nismos internacionales que fabrican políticas de ajustes ysus paralelos paliativos a través de programas focalizados,como una elite indígena cada vez más involucrada en estanueva etnogovernamentalidad neoliberal implementada conla política indígena intercultural de esta última década.

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Abstract: this article analyzes the mechanisms of expansion of state powerthat, since the 1990s, intercultural policies have begun to push forward inChile, through the constitution of new spaces for social participation. Iaim to reveal those processes of ethno-governamentality that have operatedin the construction of new fields of power/knowledge, whose principaleffect has been the widening and consolidation of state intervention overindigenous territory, such as the Atacameño. In this sense, I seek to show,at an ethnographic level, the way these new devices of control and regulationover population are put into motion, specifically through the creation ofthe Council of Local Health Development, in mid 2006, within the structureof the General Rural Health Office of San Pedro de Atacama district.

Key words: social participation, multiculturalism, neoliberalism,ethnogovernmentality

Dr y Magíster en Antropología Social. Universidad Católica del Norte.Este artículo forma parte del proyecto FONDECYT n° 1070014denominado: “La Fábrica del multiculturalismo en Chile. Estado,etnodesarrollo y etnicidad en tiempos de globalización” y resultado delaporte del proyecto MECESUP. La autora forma parte del Grupo deEstudios sobre Territorialidad Indígena y Multiculturalismo de Estado(GETIME) en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y MuseoR.P. Le Paige. E-mail: [email protected]