gravitación del expresionismo en la poesía ultraísta de norah lange (1922-1929), en hispamérica....
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Gravitación del Expresionismo en la poesía
ultraísta de Norah Lange (1922-1929)
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO
Las precoces experimentaciones poéticas de Norah Lange (1905-1972) en el
contexto del Ultraísmo argentino han sido, creemos, ejercicios de estilo que desempeñaron
un notable papel en la cimentación de una poética basada en la “imagen subjetiva” que
incorporaría a su obra completa en un arco que incluye su ficción menos celebrada –Voz de
la vida (1927) o 45 días y 30 marineros (1933)– hasta su posterior prosa consagrada:
Cuadernos de infancia (1937), Antes que mueran (1944) o Personas en la sala (1950). Se
trataría de un proceso semejante al evidenciado en la obra de Jorge Luis Borges (1899-
1986), cuyo tránsito por el movimiento fundado por Rafael Cansinos Assens (1882-1964) y
Guillermo de Torre (1900-1971) impactaría en el hallazgo de la “metáfora dinámico-
metafísica” que decantó fértilmente en su literatura, como ha estudiado Zunilda Gertel.1
Uno de los rasgos diferenciales del Ultraísmo argentino en relación con el español
fue bautizado por Beatriz Sarlo como “criollismo urbano de vanguardia”.2 Otra torsión o
innovación local es, en nuestra opinión, la imagen subjetiva de corte expresionista. El
cultivo de esta imagen se aprecia, fundamentalmente, en los primeros versos de Lange;
hemos fotografiado y estudiado una serie de tempranos poemas ultraístas fechados en 1922
y 1923, entonces todavía inéditos. Estos se encuentran en su cuaderno juvenil, Oasis, del
que reprodujimos facsímiles por primera vez.3
Si el Ultraísmo peninsular estuvo cerca del Futurismo, el argentino lo estuvo del
Expresionismo. La incorporación positiva que se hizo en España de los motivos
maquinísticos modernos, de la que Hélices (1923) es un ejemplo sintomático, se opuso al
pesimismo que mereció a los mentores del movimiento alemán, quienes plasmaron una
crítica hacia los aparentes adelantos de la ciencia y la tecnología y elevaron su protesta
contra el hombre-máquina. El pintor, poeta y dramaturgo Lothar Schreyer, editor durante
casi una década de la revista Der Sturm (1910-1932) y traducido por Borges en Cervantes
1 Zunilda Gertel, “La imagen metafísica en la poesía de Borges”, Revista Iberoamericana, XLIII,
100-101 (1977), pp. 433-48. Gertel distingue la imagen estática, predominantemente visual y auditiva, que
expresa la apariencia física y sensorial de los objetos, donde incluso los sentimientos se describen con la
apreciación sensorial que caracteriza la poesía convencional clásica y romántica, y la imagen dinámica, que
revela el movimiento y el modo en que los objetos actúan e interactúan. La diferencia esencial entre ambas
está en el foco; algunos poemas del Ultraísmo borgiano muestran ya una preferencia por la imagen dinámica. 2 Beatriz Sarlo, Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Visión,
1988. 3 Agradezco la generosidad de su sobrina, Susana Lange, quien me facilitó este cuaderno mientras
redactaba mi tesis doctoral para la Universidad de Salamanca entre 2009 y 2012.
hacia 1920, lo definió como “el movimiento espiritual de una época que pone la
experiencia interior por encima de la vida externa”.4 La persistencia en la obra borgiana de
la proyección del sujeto en el objeto hasta el punto de desdibujar sus límites, así como la
deformación de la realidad según estados de ánimo subjetivos materializados a través de la
retórica de la prosopopeya, la hipálage, la metagogia y el desplazamiento calificativo –un
proceso semejante al corroborado en la obra pictórica de su hermana– es, también, uno de
los recursos predilectos de Lange en su trilogía poética de la década del ’20.5
El cultivo de la imagen subjetiva de filiación expresionista echaría por tierra la
presunción de que el mundo exterior animizado, espiritualizado, de “carácter sentimental”6
que brota con naturalidad en la escritura de mujer –como manifestaba Borges al analizar la
poesía de Nydia Lamarque o Brandán Caraffa– así como “la sensibilidad naturalmente vaga
e irracional”7 de la trilogía poética langeana, derivaría de su condición de mujer. Creemos,
por el contrario, que Lange efectúa una apropiación libre de la técnica expresionista
reelaborada a partir de los rasgos intrínsecos a la modalidad ultraísta local y a sus propios
intereses poéticos, gracias a la sostenida difusión e influencia de su mentor y amigo Borges.
Respecto del abordaje de género que perjudicó el interés sobre la producción
poética temprana de Lange, la recepción crítica juzgó que a nivel temático ésta no
transgredía las convenciones sociales de género sino que, por el contrario, afianzaba y
reproducía estereotipos femeninos. Por ejemplo, para Naomi Lindstrom
“Desafortunadamente, la temática femenina y su tratamiento neorromántico obran en contra
de estos elementos experimentalistas y los derrotan, quedando el poema muy
desactualizado por ello. Hoy se asocia con una imagen de la poeta mujer –delirante de
amor, desbordante de emociones— que poco agrada en una época tan sensible al peligro de
4 Ángel González García et al., Escritos de arte de vanguardia (1900-1945), Madrid, Istmo, 1999, p.
95. 5 Defino este grupo de poemarios como Trilogía poética del veinte puesto que El rumbo de la rosa,
publicado en 1930, había sido escrito entre el ’27 y el ’29. La trilogía se completa con las precedentes La
calle de la tarde (1925) y Los días y las noches (1926). Como dijimos al inicio, también su prosa heredó el
ejercicio de la imagen subjetiva; para Sylvia Molloy su narrativa madura no se volvió prosa poética pero
siguió manteniendo la apariencia de una secuencia narrativa, una ilusión de continuidad construida por los
hiatos, la escritura paratáctica, las elipsis, los desplazamientos, la fragmentación y el trabajo de perspectiva
múltiple: “En Antes que mueran [...] la mirada convoca espacios de representación y de reflejo. [...] los
espacios a los que recurre –ventanas, espejos, fotografías, cuadros, marcos–, espacios destinados a controlar la
imagen y a fijarla en el tiempo de la percepción, desencuadran y disuelven más de lo que protegen. [...] la
mirada de Norah Lange es, en grado sumo, subjetiva, no constata, no atestigua; inventa. A partir de imágenes
[...] genera historias a menudo atroces, siempre inquietantes”. Sylvia Molloy, “Prólogo” a Norah Lange,
Obras completas I, Rosario, Beatriz Viterbo, 2005, pp. 23-5. 6 Beatriz De Nobile, Palabras con Norah Lange, Buenos Aires, Carlos Pérez editor, 1968, p. 16. Para
esta autora, Lange no solo se afianza en la imagen “sino que concreta el sentimiento. [...] El carácter
sentimental de los poemas de Norah se prolonga hasta el tercer y último libro de versos: El rumbo de la rosa”. 7 Néstor Ibarra, La nueva poesía argentina. Ensayo crítico sobre el Ultraísmo, 1921-1929, Buenos
Aires, Imprenta de Molinari e Hijos, 1930, p. 104.
los estereotipos sexuales”.8 También Mihai Grünfeld señala la voz femenina cargada de
subjetividad, así como Roberto Ortelli desde la revista Alfar,9 y Leopoldo Marechal desde
Martín Fierro cuando dice que Lange “impone a los versos la señoría de su feminidad
delicada, feminidad que ilustra su libro como un perfume”.10
Ligeramente más tardío que la pintura, el Expresionismo literario comenzó a
desarrollarse en 1910. Sus temas y motivos son idénticos a los de la pintura: angustia,
hastío, delirio, pesadumbre, alienación del sujeto en la era industrial y capitalista, una
realidad distorsionada con miras a presentar su aspecto más sombrío y descarnado. Los
principales poetas expresionistas, Franz Werfel, Georg Trakl, Gottfried Benn, Georg Heym,
Johannes R. Becher, Else Lasker-Schüler, Ernst Stadler y August Stramm, fueron en su
mayoría publicados en las páginas de las revistas Die Aktion y Der Sturm. De muchos de
estos autores Borges oficia como traductor al haber conocido su obra durante su estancia en
Suiza. En uno de sus viajes a Europa envía desde Ginebra a la redacción de Inicial un breve
artículo informativo, “Acerca de Expresionismo”, y traduce “La batalla de la Marne” de
Guillermo Klemm así como “Andanzas en el atardecer” de Augusto Stramm.11
Ya en las
páginas de Grecia, en 1920, había reseñado y traducido “Lírica austríaca de hoy. Velut
Canes, de Simón Jichlinski”12
y “Lírica expresionista. Wilhelm Klemm”.13
Todavía más
vasta y representativa de su labor difusora del Expresionismo fue la antología de lírica
publicada en la madrileña Cervantes, en octubre de 1920. Allí tradujo y comentó poemas de
Ernst Stadler, Johannes Becher, Kurt Heynicke, Werner Hahn, Alfred Vagts, Wilhelm
Klemm, Lothar Schreyer y H. V. Stummer.14
Su comunión con el mundo expresionista
8 Naomi Lindstrom, “Norah Lange: presencia desmonumentalizadora y femenina en la vanguardia
argentina”, en Carlos García y Dieter Reichardt, eds., Bibliografía y antología crítica de las vanguardias
literarias. Argentina, Uruguay, Paraguay, Frankfurt am Main-Madrid, Vervuert Iberoamericana, 2004, pp.
279-93. Lindstrom retoma el análisis de Helena Percas y Marta Scrimaglio quienes reconocen una temática
“femenina” distintiva en la poesía de Lange: el enfoque intimista, los estados de ánimo surgidos de la
experiencia de estar enamorada, la familia, la casa y la niñez. 9 Ortelli comenta la identificación entre tarde y alma en los versos langeanos: “se nos antoja de
encantadora infantilidad y, sin concederle excesiva trascendencia, lo interpretamos como simpático juego de
una chica enamorada del encanto de las palabras sugerentes”. Roberto Ortelli, “Pequeña antología de nuevos
poetas argentinos”, Alfar, 58 (junio de 1926), p. 27. 10
Leopoldo Marechal, “Los días y las noches. Reseña”, en Martín Fierro, 36 (diciembre 1926), s.p. 11
“Acerca del Expresionismo”, Inicial, 3 (diciembre 1923), p. 172. Su labor de traductor se deduce de
la anotación al pie: “El culpable de haber castellanizado estos versos soy yo. Ginebra, Jorge Luis Borges”. 12
Grecia, año III, 17 (20 de marzo de 1920). 13
Grecia, año III, 50 (1 de noviembre de 1920). 14
Los ejemplares poéticos seleccionados por Borges redundan en procedimientos de deformación
como la prosopopeya y la hipálage, entre sujeto y paisaje: Werner Hahn (“Desata la madeja/ De los valles
cansados”), Alfred Vagts (“Nube, cráneo sin mandíbula inferior, alisa el campo carcomido de cráteres”) y
Wilhelm Klemm, Lothar Schreyer, H. V. Stummer (“El corazón voló sobre las plazas que esponjaba la noche/
Las avenidas sueltas/ Colgaron sus hamacas de tus hombros/ Púrpura fresca se despeñó por la desnuda
ventana/ Los espejos bebieron las aureolas/ Los ojos fueron una vid trepadora sobre tu torso irradiante/ Bajé a
tu carne como quien baja a una fuente/ Trapecio sensorial estrella honda gimnasia curvilínea”).
alemán es tal que un cronista español –antes de conocerlo personalmente– le menta como
George Ludwig Borges.15
Se sabe que a partir de 1921, Lange y Borges compartieron
paseos entre los crepúsculos de los barrios altos de Buenos Aires, según ella le dijo a
Beatriz de Nóbile en la citada entrevista. Borges la pone al tanto de la nueva estética basada
en la imagen y la metáfora, y del arte de los expresionistas alemanes y austríacos que había
antologado en España. Incluso el título del primer poemario de Lange es un tributo a un
verso de Fervor de Buenos Aires: “Solo después reflexioné/ que aquella calle de la tarde era
ajena,/ que toda casa es un candelabro/ donde las vidas de los hombres arden/ como
velas”.16
De la proyección emotiva del sujeto en la construcción de la imagen poética del
Ultraísmo argentino da cuenta la revista Inicial, que traza linderos con el español a través
de artículos de Francisco Luis Bernárdez, Norberto Frontini y Roberto A. Ortelli. En 1925,
Frontini escribe “Poesía silvaldesiana. Ubicación racional de la metáfora. Reconstrucción
etiológica” y juzga a Borges como el cabecilla “de un grupo de fabricadores de imágenes
modernas (...) a veces estupendas, pero generalmente afectadas de subjetividad”.17
Lo que
aquí hemos definido como imagen subjetiva, Ortelli califica como “imagen intuitiva o
acaso imprecisa”.18
Una de las principales influencias del Expresionismo alemán fue el noruego Edvard
Munch (1863-1944), quien entre 1892 y 1908 se radicó en Berlín y transmitió a través de
sus figuras y colores los sentimientos de melancolía, angustia, soledad y muerte. Se lo
clasifica dentro de la corriente del Expresionismo modernista, de transición entre el
Impresionismo-Simbolismo y las vanguardias históricas, y distinto en su plasmación formal
del Expresionismo abstracto de Kandinsky o del de base futurista-cubista de Die Brücke,
aunque focalizado igualmente en la proyección del mundo interior del artista. Una
característica de su estilo pictórico radica en la incorporación de motivos religiosos y
bíblicos, de modo que un grupo de sus lienzos son ejemplos del arte sacro, como Golgotha
(1900) o su particular Madonna (1894-95). La importancia de Munch en el tema que nos
ocupa se basa en nuestra presunción de que algunos poemas tempranos de Norah Lange
parecen graficar los estados de ánimo de las obras del pintor noruego, a la manera de una
écfrasis transparente donde la representación verbal asume todos los atributos de la
15
Dato ofrecido por Antonio de Undurraga en “Teoría del creacionismo”, en Vicente Huidobro:
Poesía y prosa. Antología, Madrid, Aguilar, 1967, p. 119. 16
“Calle desconocida” en Fervor de Buenos Aires. Buenos Aires, Emecé, 2007, p. 24. 17
Norberto Frontini, “Poesía silvaldesiana. Ubicación racional de la metáfora. Reconstrucción
etiológica”, en Inicial. Revista de la nueva generación (1923-1927). Edición Facsimilar, Bernal, Universidad
Nacional de Quilmes, 2003, p. 611. Más reflexiones sobre la imagen intuitiva en esta revista son ofrecidas por
Francisco Luis Bernárdez en su reseña “Eduardo Wilde a través de Prometeo & Cia”. 18
Roberto Ortelli, “Dos poetas de la nueva generación”, Inicial, 1 (octubre de 1923), pp. 89-90.
representación visual: Lange evoca idénticos paisajes nórdicos y elementos naturales
desrealizados mediante la deformación subjetiva típicamente expresionista como en sus
cuadros; sus imágenes cromáticas coinciden en la selección de colores cálidos (amarillo,
naranja y, especialmente, rojo) o las gamas de azules, además de la construcción de un yo
poético que expresa sentimientos de soledad, melancolía, opresión, despojo y espera
infructuosa o la acuñación de imágenes religiosas sufrientes. La predilección por imágenes
mortuorias asoma ya en sus poemarios ultraístas: “Los árboles de pie sobre la noche/ como
un cortejo de ataúdes negros”,19
“Y los arbolitos/ de la mano/ como un cortejo de niños”
(p. 66), pero también en Voz de la vida los símiles escogidos suelen ser trágicos: “Sus
palabras pequeñas me acariciaban, como las manitas de un niñito enfermo…” (p. 38).
En numerosos versos de La calle de la tarde y Los días y las noches se intercalan
visiones crísticas, bíblicas o pertenecientes al campo semántico del culto religioso: cruces,
sangre, plegarias, ángeles componen imágenes donde se hace presente la prosopopeya al
asimilarse el objeto con algún fenómeno afectivo o con nociones intelectuales. “La noche
se persigna ante un poniente” (p. 43) compone un tipo de metáfora típicamente ultraísta
que, según la clasificación de Borges efectuada en las páginas de Alfar,20
desata el espacio
sobre el tiempo: la transición entre el atardecer y el anochecer es metaforizada mediante la
imagen de una noche haciendo la señal de la cruz ante el poniente como anticipo de un
inminente fin. “La tarde reza en su ermita de fuego./ Sobre el despoblado/ Hacen
penitencia las sombras./ Las estrellas columpian la escalera/ Por donde bajarán los ángeles
a la tierra”: aquí se evidencian traslaciones que sustantivan conceptos abstractos
personificados (la tarde devota, las sombras penitentes, las estrellas danzantes).
19
Norah Lange, Obra completa, Rosario, Beatriz Viterbo, 2005, tomo I, p. 50. Todas las citas
corresponden a esta edición y se indicarán en el texto. 20
Borges había esbozado una sistematización de la metáfora intentando clasificar sus distintos órdenes
según las sensaciones que afectasen y el medio intelectual abarcado. En los números 40 y 41 de Alfar (1924)
enumera tipos de metáforas: la traslación que sustantiva los conceptos abstractos, la que aprovecha la
coincidencia de formas, la imagen que sutiliza lo concreto, la imagen que amalgama lo auditivo con lo visual,
la imagen que a la fugacidad del tiempo da la fijeza del espacio y su inversa: la metáfora que desata el
espacio sobre el tiempo, la imagen que desmenuza una realidad, rebajándola en negación y, por último, la
imagen que para engrandecer una cosa aislada la multiplica. “Examen de metáforas”, en Cesar Antonio
Molina, ed., Alfar: Revista de Casa América Galicia (1920-1927), La Coruña, Ediciones NÓS, 1983, tomo II.
Una metáfora que aprovecha la coincidencia de formas o cualidades combinada con la prosopopeya figura en
el inédito “Noche de luna”: “Bajo arcadas de misterio/ sangrando plata/ de la luna su esfera se dilata”, donde
se homologa la sombra apenas visible de la luna cuando no está en fase de luna llena con los restos de ese
metal. Todos estos procedimientos serán heredados por la prosa langeana, contagiando las descripciones de
ambientes interiores o externos. Cf. 45 días y 30 marineros: “El fonógrafo infaltable se despereza sobre una
silla”, o en “Hay una media circunferencia de luna sobre el mástil más alto [...] Todas las proas, descansan,
amarradas como potros, a la línea del puerto, revuelta de cadenas, de sogas y de jarcias. La sombra se
acumula, entre los flancos de los barcos, y parece otra noche más distinta y más oscura. El agua, apenas
movida, tiene una superficie dormilona y pensativa”.
Imagen 1. En La calle de la tarde este poema sin título sufrirá la
supresión de los tres primeros versos.
Imagen 2. Anotación aislada de Norah Lange en su cuaderno personal
Oasis, intercalada entre las composiciones ultraístas de 1922 y 1923.
Otro inédito titulado “Noruega” –distinto del poema homónimo incluido en El
rumbo de la rosa– semeja la traducción literaria de cada uno de los semas pictóricos
incluidos en “El grito”, de Munch.
Imagen 3. “Noruega”, inédito
“La belleza nórdica/ en su esplendor imponente./ El horizonte polar/ con su eterna
tristeza blanca./ El cielo/ opaco hasta el dolor/ grita su angustia./ Lejos/ los fjords/ son
minúsculos espejos/ El sol noctámbulo/ que incendia tu noche/ es un ariete demoledor de
sombras”. La coincidencia entre las imágenes del poema con los colores y motivos del
cuadro hacen pensar en un homenaje tácito, que adquiere mayor significación al leer la
descripción que el propio Munch hace de las circunstancias de la creación de su obra:
“Estaba caminando a lo largo de un sendero con dos amigos. Se estaba poniendo el sol, y
de pronto el cielo se tornó de un color rojo sangre. Hice una pausa, sintiéndome exhausto, y
me apoyé en la cerca. Había sangre y lenguas de fuego sobre el fiordo de color negro
azulado y sobre la ciudad. Mis amigos siguieron caminando y yo me quedé ahí temblando
de ansiedad y sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza”.21
En el cuadro y en el
poema se describe la visión de un horizonte: ofrecen una panorámica donde convergen el
cielo y los fiordos, a los que Lange alude utilizando el nombre original noruego, y que
metaforiza como “minúsculos espejos” por tratarse de golfos estrechos situados entre
montañas. La rareza del cielo obedece a varios factores: en primer lugar, como ya
21
Testimonio de Edvard Munch, 1893,
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_3590000/3590232.stm [22-10-2011]
indicamos, a la distorsión subjetiva originada por la proyección de sentimientos de
angustia, expectación, melancolía o desesperación, vehiculizada a través de la prosopopeya
(“El cielo opaco hasta el dolor grita su angustia”). En segundo lugar, se trata de un cielo
fluctuante, ondulante, que en el cuadro de Munch adquiere tonalidades amarillas,
anaranjadas, ocres, azules y blancas, y que en el poema de Lange pasa por dos fases
opuestas: la opacidad, que connota la falta de luz, y el sol que “incendia la noche como un
ariete demoledor de sombras”; es decir, que ilumina con la fuerza de un arma militar. “El
horizonte polar, con su eterna tristeza blanca” es una imagen con prosopopeya para
nombrar la nieve, que en el cuadro del pintor noruego asoma en escasas pinceladas blancas
y ondulantes del cuadrante superior. Otro fenómeno es el de la aurora boreal, cuya
luminiscencia adquiere colores que varían velozmente con rayos, rizos, arcos y espirales
que, dependiendo de la estructura molecular de las partículas del viento, pueden pintar el
cielo nórdico de verde, amarillo, azul, rojo, púrpura o rosa.
Hay otro inédito que parece rendirle tributo a la atmósfera opresiva de los cuadros
expresionistas de Munch y que se titula, significativamente, “Cuadro”:
Imagen 4. “Cuadro”, inédito
El poema dice: “Figuras silenciosas/ los árboles/ las aguas sólidas/ prolongan un
camino/ La máquina de luz/ martiriza las tinieblas/ El viento como espíritu extraño/ se
interpone/ entre las cosas./ Un grito/ Me sacó de mi éxtasis”. No es la primera vez que
Lange le rinde homenaje a las figuras centrales del arte noruego: le dedica “Palabras para la
Inés de Ibsen”, de El rumbo de la rosa, a Inés, la protagonista del drama Brand, de Henrik
Ibsen, además de la ya mencionada alusión explícita a su La dama del mar. Las
aproximaciones a la geografía noruega que se deducen de las descripciones poéticas de
Lange podrían incluso basarse en la contemplación de imágenes o cuadros: recordemos que
hasta 1927 no conocerá personalmente su segunda patria.
Numerosos cuadros expresionistas como Bancos de arena y marea baja (1912), de
Karl Schmidt-Rottluff, o Sol tropical (1914), de Emil Nolde, podrían definirse con versos
como “La tarde se hunde/ en multitud de llamas/ Luego la sangrienta explosión/ de un
crepúsculo/ y el poniente/ pedestalizado/ en una herida”, o “La tarde se hunde/ en multitud
de llamas./ Luego la sangrienta explosión de un crepúsculo/ y el poniente/ pedestalizado/ en
una herida”. La simbiosis del sujeto con el paisaje se reitera principalmente en los dos
primeros poemarios de Lange y especialmente en los inéditos del cuaderno Oasis que
presentamos. Se describen tránsitos de ida y vuelta desde elementos del entorno físico –
urbano o natural– al sujeto (alma, espíritu, corazón, partes del cuerpo) y viceversa,
mediante la comparación cualitativa y la metáfora: “El horizonte se ha tendido/ como un
grito/ a lo largo de la tarde/ el silencio se encumbra/ sobre el bullicio efímero de tu alma”
(p. 39). El horizonte acostado corresponde al tipo de imagen que Borges clasifica como un
componente de la metáfora ultraísta que desata el espacio sobre el tiempo y que sutiliza lo
concreto, una herencia que las vanguardias reciben de las teorías filosóficas de Bergson,
Spengler, y de la literatura de Proust.
El desplazamiento típico de la metagogia entre sujeto y paisaje también se da en Los
días y las noches: “Mi corazón es una calle blanca/ por donde tú no pasas” (p. 97) y en El
rumbo de la rosa: “Somos un mismo poniente/ adentro, y afuera”. Los poemas de la trilogía
del ’20, con especial énfasis en los dos primeros, están en su mayoría estructurados en
verso libre menor e interpretan momentos clave del día con imágenes que trasmutan
percepciones lumínicas. Recordemos que la relevancia del ocaso-poniente es central en la
poética del movimiento: es el momento del día privilegiado en los poemas ultraístas de
Lange, Bernárdez, Borges, González Lanuza y Marechal (no así en la poesía de Jacobo
Fijman, que se inclina por el mediodía). El ocaso ultraísta favorece la generación de
catacresis, es decir, acuñar sintagmas con sentido traslaticio y metafórico para designar
algo que carece de nombre: cuando atardece, como si estuviera señalando ese proceso, dice
“cada tiniebla remolca una estrella/ el sol se cubre los ojos con un poco de cielo/ y el
horizonte es un dedo que señala la luz”, y es por no poder nominar el segmento del
horizonte que permanece junto al sol en el momento de su puesta.
Recapitulando, creemos que el tránsito de Norah Lange por la experimentación con
la imagen subjetiva de cepa expresionista decantó en su prosa posterior. María Elena Legaz
habla de los aportes langeanos a la novela lírica por la construcción de una realidad interior
y emocional donde operan el simultaneísmo y la multiplicación de puntos de enfoque del
cubismo.22
Así, Personas en la sala y Los dos retratos podrían ser consideradas “novelas
líricas” –siguiendo la denominación de Ralph Freedman– por ser textos en los que la
articulación entre el hombre y el mundo se erige en torno a preguntas como ¿cuál es la
relación funcional entre lo interior y lo exterior?23
Lomas de Zamora, Pcia. de Buenos Aires, 1978. Se graduó como Profesora y Licenciada en Letras en la
Universidad Nacional de Buenos Aires, y como Doctora en Filología Hispánica e Hispanoamericana en la de
Salamanca, donde además cursó un posgrado en Estudios Latinoamericanos y tres años de Filosofía. Se
desempeña como profesora titular a contrato de Literatura en Lengua Española I, II y III en la Facoltà di
Lettere de la Università degli Studi Guglielmo Marconi de Roma. Recibió una beca de estancia en Cuba
(UNESCO, 1995) por un ensayo sobre el pensamiento de José Martí, la beca PNBU-Presidencia de la Nación
Argentina (1998-2002), la beca de investigación en Letras del Fondo Nacional de las Artes (2008) y otras dos
otorgadas en España para su formación universitaria (USAL-BSCH 2004-2007, AUIP 2009-2010). Ha
publicado trabajos académicos sobre literatura argentina y ecuatoriana del siglo XX en Argentina, Italia,
España, Portugal, Francia, Brasil, Hungría, Serbia y Rumania, así como los poemarios Las voces de las hojas
(1998), Poética ambulante (2003) y Los pliegos obtusos (2004).
22
María Elena Legaz, Escritoras en la sala, Córdoba, Alción, 1999. 23
Adoptamos aquí la caracterización de Ralph Freedman en La novela lírica, Barcelona, Seix Barral,
1970.