ambiente, ecología y sustentabilidad: imaginarios latinoamericanos en la literatura, el arte y el...
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1 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
Versión original del artículo publicado en: Omland, Clara (Ed.): La sostenibilidad en
Latinoamérica. Hacia un buen vivir desde una perspectiva interdisciplinaria, Lima: Ed. San
Marcos 2013, pp. 113-146.
Elmar Schmidt (Universidad de Bonn): Ambiente, ecología y sustentabilidad:
imaginarios latinoamericanos en la literatura, el arte y el cine
Resumen: A pesar de la diversidad regional y cultural latinoamericana de relacionarse con el
entorno natural y de debatir problemas ecológicos y aspectos de sustentabilidad, se pueden
distinguir ciertos rasgos comunes, estructuras narrativas e imaginarios entrelazados, que
determinan el discurso ambiental. Un factor importante, que condiciona el compromiso
político del activismo ecológico, su empeño por la justicia medio ambiental y la visión crítica
de la modernidad globalizada, es la referencia al colonialismo y al capitalismo como causas
primarias de la destrucción del entorno natural. Además, la angustia frente a la contaminación
total del hábitat se cristaliza tanto en la imagen del apocalipsis ecológico como en la
idealización de la selva prístina como contraespacio alternativo. Un papel ambivalente
corresponde a las poblaciones indígenas: el estereotipo del «indígena ecológico» sirve como
pantalla para la proyección de las frustraciones de la sociedad moderna y, al mismo tiempo,
genera capital simbólico para las propias luchas sociales. Los aspectos del imaginario
ambiental latinoamericano se ejemplifican a través de textos de Eduardo Galeano, Homero
Aridjis, Luis Sepúlveda y José Emilio Pacheco, el arte contemporáneo y el cine documental
mexicano.
Introducción
Hablar de un imaginario ecológico latinoamericano único es sumamente difícil y
problemático en un continente donde la diversidad de las naciones, regiones y
expresiones culturales produce múltiples maneras diferentes de relacionarse con el
entorno natural. Los problemas ecológicos en Patagonia se debaten con otros
enfoques que en la frontera mexicana con Estados Unidos. Un cineasta documental de
Perú tiene otra visión de la crisis ecológica que un poeta mexicano. El discurso
académico de un filósofo ambiental produce otras posturas que las realidades de un
campesino paraguayo que se enfrenta a una multinacional de soja, o de un indígena
ecuatoriano que se opone a la explotación del crudo en la selva amazónica. Los
diferentes contextos regionales, culturales, sociales, políticos, históricos y económicos
2 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
producen discursos muy singulares. Sin embargo, a continuación veremos que existen
ciertos argumentos, estructuras narrativas e imaginarios comunes y entrelazados, que
se determinan mutuamente. Distinguimos tres bloques temáticos: la referencia al
colonialismo y capitalismo, y su impacto en la destrucción del medio ambiente; el
discurso tóxico, la imagen del apocalipsis ecológico y la selva idealizada como
espacio alternativo; y las poblaciones indígenas como estereotipos y actores sociales.
A continuación, se explicará un aspecto temático a través de ejemplos tomados de
textos literarios o ensayísticos, del arte o del cine, para después añadir una
perspectiva crítica sobre el imaginario ecológico ejemplificado anteriormente.
Colonialismo, capitalismo y la destrucción del medio ambiente
Generalmente, los debates latinoamericanos sobre el medio ambiente, la crisis
ecológica y las posibilidades de una concienciación sustentable tienden a ser
pensados —más que en otras partes del mundo— en relación con factores sociales,
políticos y económicos. Este nexo se entiende sobre todo ante el trasfondo de los
problemas medioambientales radicalizados que sufren algunas regiones. En los
países en vías de desarrollo, donde los sectores económicos centrales muchas veces
se basan en la mano de obra barata o la explotación de recursos naturales para la
exportación, los problemas ecológicos afectan de manera mucho más drástica a los
sectores marginales de la sociedad. Las industrias maquiladoras en la frontera
mexicana con Estados Unidos, los problemas ecológicos que lleva consigo la minería
peruana o la deforestación de la selva amazónica, son solo tres ejemplos entre
muchos. Por ende, una corriente importante del discurso medio ambiental
multifacético en América Latina remite al pasado del continente y enlaza los
problemas ecológicos con la explotación colonial y neoimperial. La denunciación de la
destrucción del medio ambiente es, al mismo tiempo, una denuncia contra toda una
modernidad percibida como equivocada e injusta, impuesta desde fuera y mantenida
para el beneficio exclusivo de inversores extranjeros y unas pequeñas élites
nacionales. Por consiguiente, los problemas ecológicos son vistos como enraizados en
el mismo proceso de globalización económica que empezó con la conquista del
continente y se perpetúa en la actualidad a través de las agendas políticas
3 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
neoliberales.1 El activismo ambiental latinoamericano, por tanto, en muchos aspectos
ha desarrollado posturas de justicia medio ambiental.2 Lo político, lo social y lo
ecológico convergen y se modifican nociones centrales del discurso ambiental. El
concepto de la biodiversidad, p. ej., muchas veces se interpreta como esencialmente
interconectado con la diversidad cultural latinoamericana.3 El surgimiento de la idea
del «buen vivir», con sus implicaciones sociopolíticas y ambientales, también puede
servir como un ejemplo más para demostrar la heterogeneidad del imaginario
ecológico latinoamericano, de las posibilidades que implica y de las estrategias
polifacéticas que apropia.
En este sentido, el discurso ambiental modifica los argumentos de la teoría de la
dependencia. En los años setenta, el intelectual uruguayo Eduardo Galeano (1940- )
explicaba en su influyente ensayo Las venas abiertas de América Latina (1971), que
desde la conquista y luego con la incorporación forzada en las estructuras del
mercado global, el continente latinoamericano se veía enganchado en una relación de
dominio frente a las naciones industrializadas. Por tanto, la riqueza de la metrópoli
occidental dependía de la pobreza de una periferia que era conscientemente
mantenida en un estado de subdesarrollo. La producción de valores económicos
agregados no beneficia a las naciones latinoamericanas, sino a las economías
europeas y norteamericanas. El mismo Galeano adapta su argumentación a la crítica
de la crisis ecológica, en su ensayo Úselo y tírelo, de 1994:
La salud del mundo está hecha un asco. […] El lenguaje oficial ahoga la realidad para
otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en
nombre del desarrollo y a las grandes empresas que le sacan el jugo. […] Porque este
sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del prójimo y en
la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está
envenenando el alma y nos está dejando sin mundo. […] Las materias primas y los
alimentos se entregan a precio de regalo, cada vez más a cambio de menos, en una
historia de desarrollo hacia afuera que en América Latina lleva cinco siglos de mala vida
1 Véase BARBAS-RHODEN, Laura: Ecological imaginations in Latin American fiction, Gainesville:
University Press of Florida 2011, p. 1-17. 2 Para un resumen más detallado de los principios de la justicia medioambiental véase p.ej.
FLYS JUNQUERA, Carmen: «Literatura, crítica y justicia medioambiental», en: FLYS JUNQUERA,
Carmen / MARRERO HENRÍQUEZ, José / BARELLA VIGAL, Julia (Eds.): Ecocríticas. Literatura y medio
ambiente, Frankfurt a.M.: Vervuert 2010, p. 87-105. 3 Véase BARBAS-RHODEN, Laura: Ecological imaginations in Latin American fiction, Gainesville:
University Press of Florida 2011, p. 8-9.
4 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
aunque ahora mienta que es nueva - neoliberalismo, Nuevo Orden Mundial […]4
Galeano acusa al consumismo capitalista de ser la causa de la destrucción mundial
del medio ambiente y localiza sus motores fuera del continente latinoamericano. Este
último parece encerrado en un sistema de explotación de 500 años de existencia, que
se consolida en la actualidad con las promesas de bienaventuranza del neoliberalismo
global. Es sobre todo la injusta repartición del poder económico que efectúa la
degradación del entorno natural en Latinoamérica. Reconocer este hecho, según
Galeano, debe efectuar una nueva conciencia ecológica y política al mismo tiempo:
El mundo está siendo desollado de su piel vegetal y la tierra ya no puede absorber y
almacenar las lluvias. Se multiplican las sequías y las inundaciones mientras sucumben
las selvas tropicales, devoradas por las explotaciones ganaderas y los cultivos de
exportación que el mercado exige y los banqueros aplauden. […] El presidente del
Uruguay hincha el pecho de orgullo: los finlandeses están produciendo madera en
nuestro país. Vender árboles a Finlandia, país maderero, es una proeza, como vender
hielo a los esquimales. Pero ocurre que los finlandeses plantan en el Uruguay los
bosques artificiales que en Finlandia están prohibidos por las leyes de protección a la
naturaleza. […] La ecología neutral, que más bien se parece a la jardinería, se hace
cómplice de la injusticia de un mundo donde la comida sana, el agua limpia, el aire
puro y el silencio no son derechos de todos sino privilegios de los pocos que pueden
pagarlos.5
Según Galeano, una ecología pensada desde la periferia de las relaciones globales del
poder siempre tiene que ser política. En una situación donde los países en vía de
desarrollo siguen destruyendo su entorno natural para la producción de bienes de
consumo para el «Primer Mundo», solo los privilegiados pueden aparentar una
conciencia sustentable sin conciencia política. Desde esta perspectiva, la protección
del medio ambiente que no aspira también a la justicia social parece más bien como
una parte integral y estabilizadora de las dependencias económicas.
Mientras que generalmente se reconoce la certeza del análisis de Galeano, también
hay voces críticas que problematizan ciertos aspectos de su postura, tan
representativa para el imaginario ecológico latinoamericano. El politólogo Fernando
4 GALEANO, Eduardo: Úselo y tírelo. El mundo del fin del milenio, visto desde una ecología
latinoamericana, Buenos Aires: Planeta 1994, p. 9-13. 5 Ibídem, p.14-19.
5 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
Mires, p. ej., remite a la «coartada de la dependencia»,6 que tiende a minimizar la
propia complicidad en la problemática ambiental. También el historiador ambiental
Mark Carey, cuestiona esta argumentación, preguntando si no puede ser una espada
de dos filos que conlleva un efecto paralizante:
But are these tales of colossal failure, of environmental tragedy and mismanagement,
and of the foreign pillaging of Latin America the primary stories we want to be telling
the world about the region? Do such depictions of environmental degradation and
crisis, usually caused by Europeans or North Americans, deny Latin Americans’ place in
their own past? […] It can write Latin Americans out of their history by putting all the
power behind outside forces.7
Para Carey, la concentración de los debates ecológicos en la cuestión de la culpa que
se asigna a factores externos dificulta el reconocimiento de los mismos actores
latinoamericanos en los discursos ambientales.
Al desarrollar su argumentación, Galeano también se centra en enfatizar la urgencia
de la crisis ecológica. El imaginario alrededor de la degradación total del entorno
natural constituye el próximo capítulo.
Discurso tóxico, ecoapocalipsis y selva idealizada
El ecocrítico Lawrence Buell determina la angustia frente a la contaminación y
destrucción como el aspecto central de los discursos medioambientales globales y
propone el término del «discurso tóxico»:
The fear of a poisoned world is increasingly pressed, debated, debunked, and
reiterated. […] Seldom, however, is toxicity discussed as discourse: as an interlocked
set of topoi whose force derives partly from anxieties of late industrial culture, partly
from deeper-rooted habits of thought and expression.8
Como discurso, la angustia de la destrucción del hábitat humano encuentra su
6 Véase MIRES, Fernando: El discurso de la naturaleza. Ecología y política en América Latina, San
José: DEI 1990. 7 CAREY, Mark: «Latin American Environmental History: Current Trends, Interdisciplinary
Insights, and Future Directions», en: Environmental History 14, 2 (2009), p. 222. 8 BUELL, Lawrence: Writing for an Endangered World. Literature, Culture and Environment in the U.S.
and Beyond, Cambridge: Belknap Press of Harvard UP 2001, p. 30.
6 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
expresión más radical en la adopción de imágenes apocalípticas que se funden con la
argumentación ecológica. Buell define la proyección persuasiva del fin del mundo en
el marco del discurso medio ambiental global como the single most powerful master
metaphor that the contemporary environmental imagination has at its disposal.9 Además,
particulariza algunas características importantes de la metáfora ecoapocalíptica:
These are the bases of late twentieth-century environmental dystopianism: (1) the
vision of exploitation leading to ‘overshoot’ (excessive demands on the land) or
interference producing irreversible degradation, (2) the vision of a tampered-with
nature recoiling against humankind in a kind of return of the repressed, and (3) the loss
of all escape routes.10
También en el arte y la literatura latinoamericanos encontramos escenarios
ecoapocalípticos, donde la contaminación del entorno natural parece total, sin
posibilidad de escapar del espacio degradado. A finales de los años cincuenta, el
pintor argentino Antonio Berni (1905-1981) comienza a desarrollar su ciclo de
pinturas titulado Juanito Laguna alrededor de un niño de la calle, trabajo que se
extiende a lo largo de casi treinta años. Se aparta de la pintura convencional para
diseñar collages posapocalípticos en la manera del arte povera, recopilados de
materiales encontrados en las calles de los barrios pobres de Buenos Aires, de latas,
de madera desgastada, de basura. Berni formula una crítica de la modernidad
latinoamericana, cristalizada en las imágenes del lado oscuro del progreso
económico. Utiliza los residuos, los excrementos de la sociedad del consumo y
representa a los más pobres, que se encuentran excluidos de ella.11 En el centro de
los cuadros está un mensaje político y social, pero una preocupación ecológica por la
contaminación del hábitat se hace notoria.
Destrucción, soledad y basura desbordante como símbolos de una modernidad
equivocada, condensados en paisajes posapocalípticos también marcan los poemas
del poeta mexicano José Emilio Pacheco (1939- ), como p. ej. en Séptimo sello (1973):
9 BUELL, Lawrence: The Environmental Imagination: Thoreau, Nature Writing and the Formation of
American Culture, Cambridge: Belknap Press of Harvard UP 1995, p. 285. 10 Ibídem, p. 308. 11 Véase PODALSKY, Laura: Specular City: Transforming Culture Consumption and Space in Buenos
Aires, 1955-1973, Philadelphia: Temple University Press 2004, p. 111.
7 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
Y poco a poco fuimos devorando la tierra
Emponzoñada ya hasta su raíz
no queda un árbol ni un vestigio de río
El aire entero es podredumbre
y los campos océanos de basura
Soy el último hombre
Sobreviví a la ruina de mi especie
Puedo reinar sobre este mundo
pero de qué me sirve12
La mirada del yo lírico contempla un mundo muerto. La destrucción es total, porque
el hombre se eliminó a sí mismo contaminando el entorno natural sin reconocer que
su bienestar dependía de él.13 La erosión del medio ambiente aquí también se
manifiesta en un sintomático estado de autoalienación del yo. Como vemos, a través
de la literatura podemos descifrar cómo la crisis ecológica se traduce en una crisis del
sujeto moderno. Ya no son los paradigmas posmodernos convencionales los que
fomentan la duda acerca de la unidad estable del yo. No son los límites erigidos por la
falencia del lenguaje, ni la pérdida de cosmovisiones universales, y tampoco el
reconocimiento de las múltiples simulaciones mediáticas que sustituyen la referencia
a una supuesta realidad fija. Ahora, el sujeto enfrentado a la crisis ecológica —
transformada en discurso tóxico y metáfora apocalíptica— se experimenta como
entidad en erosión, porque se está descomponiendo el factor fundamental sobre el
cual se construye: su propio hábitat. Si p. ej., el filósofo Martin Heidegger determina
el «ser-en-el-mundo» como condición esencial para la constitución del yo,14 en
tiempos de la predominancia del discurso tóxico, el mundo en el cual el sujeto quiere
y debe situarse se está desvaneciendo.
El escritor y activista ambiental mexicano Homero Aridjis (1940- ), refleja este
proceso en algunas de sus novelas. La leyenda de los soles (1993), p. ej., es una
distopía ecoapocalíptica situada en la Ciudad de México, en el año 2025. La capital
ahora parece una versión futurística de Comala, el pueblo herméticamente cerrado,
lleno de fantasmas de muertos que Juan Rulfo inventa en Pedro Páramo (1955). En un
12 PACHECO, José Emilio: «Séptimo Sello», en: PACHECO, José Emilio: Tarde o temprano. Poemas
1958-2000, México D.F.: Fondo de cultura económica 2000, p. 138. 13 Véase también BINNS, Niall: ¿Callejón sin salida? La crisis ecológica en la poesía
hispanoamericana, Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza 2004, p. 128. 14 Véase HEIDEGGER, Martin: El ser y el tiempo, México D. F.: Fondo de Cultura Económica 1951.
8 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
futuro cercano, la ciudad y el mundo entero se han convertido en un bodegón barroco
donde la metáfora central de la vanidad de la existencia es la «basura inmortal del
hombre efímero».15 Mezclado con elementos fantásticos y referencias a la mitología
azteca, Aridjis describe el fin del mundo causado por la destrucción total de la
naturaleza, causada por el hombre «en nombre de un desarrollo económico
dudoso».16 En este sentido, La leyenda de los soles se entiende como parábola
radicalizada del presente, criticando los efectos destructivos del concepto neoliberal
de progreso económico a toda costa.17 Además, el texto refleja el impacto de la crisis
ecológica acelerada en la formación de subjetividades fijas, que se vuelve más y más
problemática. En un entorno natural biológicamente muerto, los protagonistas ya no
encuentran sentido estable en sus vidas. Para el personaje central, el pintor Juan de
Góngora, la disolución de la propia identidad parece esencialmente interconectada
con la contaminación progresiva del hábitat: «Desde su estudio, él había sido testigo
infiel y perezoso de los cambios que estaban ocurriendo delante de sus ojos y no se
había dado cuenta que la pérdida gradual del suelo, de aire y de agua a su alrededor
era la pérdida de su propio yo».18 También la novia del protagonista, Bernarda,
percibe la relación precaria entre el espacio urbano degradado y su propia condición
de sujeto: «Al cabo de un rato de caminar, Bernarda vislumbró el fin de la ciudad. En
su temor, esta no terminaba en el tiempo ni en el espacio, sino en ella misma. Ella
misma, quien se había vuelto una metáfora ruin, una memoria insegura de la urbe que
se desmoronaba».19 En este mundo que ya colapsó, los protagonistas son prisioneros
del espacio contaminado que —así se implica— debería ser el fundamento estable de
su propia identidad y subjetividad. La condición del yo alienado de su hábitat, que
Aridjis proyecta en su novela, es paradigmática para la crisis del sujeto, reflejada en la
metáfora apocalíptica del discurso ambiental global. Con la erosión del medio
ambiente, en el cual el sujeto se construye como entidad autónoma, este mismo se
percibe como desvaneciéndose. La crisis ecológica se ha vuelto plena crisis del sujeto.
En su ensayo Apocalipsis con figuras (1997), la interpretación del escenario ecológico
apocalíptico que propone Homero Aridjis, otra vez se presenta como denuncia crítica
15 ARIDJIS, Homero: La leyenda de los soles, México D. F.: Fondo de Cultura Económica 1993, p.
46. 16 Ibídem, p. 16. 17 Véase también LÓPEZ-LOZANO, Miguel: Utopian Dreams, Apocalyptic Nightmares: Globalization in
Recent Mexican and Chicano Narrative, West Lafayette: Purdue University Press 2008, p. 179. 18 ARIDJIS: La leyenda de los soles, op. cit., p. 17. 19 Ibídem, p. 143.
9 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
y pesimista. Las prácticas devastadoras del hombre no pueden sino llevar
irreversiblemente al fin del mundo:
El próximo Apocalipsis será ecológico. Estas son algunas señales: la destrucción de la
capa del ozono, el cambio climático, los armamentos y las plantas nucleares, la muerte
de los ríos, de los lagos y los mares, la devastación de las selvas y los bosques, la
contaminación y desaparición de hábitats vegetales y animales; en general, el
irresistible aniquilamiento de la biodiversidad de la Tierra.
Si no ocurren catástrofes cósmicas espectaculares y devastadoras, como las del
meteorito que acabó con los dinosaurios hace millones de años, el protagonista
principal del drama del fin de la historia será el hombre mismo. El Apocalipsis será la
obra del hombre y no de Dios.20
Además de enumerar los diferentes aspectos de la crisis ecológica, Aridjis cuestiona,
una vez más, las promesas de la modernidad occidental, basadas en la glorificación
del progreso económico. Critica los «recuentos felices […] hechos por el Homo sapiens
europaeus, en el Primer Mundo, y [que] serán repetidos dócilmente en los otros
mundos»21 y aboga por una nueva conciencia ambiental, una «ecología […] hecha por
todos».22
En el ensayo Apocalipsis con figuras y en su ecoapocalipsis ficticio La leyenda de los
soles, Aridjis se apropia de la «semántica del riesgo»23 —como llama el sociólogo
Ulrich Beck a la retórica de la puesta en escena de los riesgos globales, como el
cambio climático— y la convierte en un argumento enunciado desde la periferia
latinoamericana.24 El crítico literario Julio Ortega explica la función crítica de las
imágenes apocalípticas en la literatura latinoamericana del siglo XX. Postula que en
realidad son «contraapocalípticas porque son representaciones políticas»25 que
subvierten los «dos grandes modelos de la representación occidental, el de la Utopía y
20 ARIDJIS, Homero: Apocalipsis con figuras, México D. F.: Taurus 1997, p. 139. 21 Ibídem, p. 348. 22 Ibídem, p. 368. 23 Véase BECK, Ulrich: Weltrisikogesellschaft. Auf der Suche nach der verlorenen Sicherheit,
Frankfurt a.M.: Suhrkamp 2007, S. 19. 24 Una lectura nueva de las representaciones de desastres y riesgos ambientales en
Latinoamérica propone ANDERSON, Mark D.: Disaster Writing: The Cultural Politics of Catastrophe
in Latin America, Charlottesville: University of Virginia Press 2011. 25 ORTEGA, Julio: «La alegoría del Apocalipsis en la literatura latinoamericana», en FABRY,
Geneviève / LOGIE, Ilse / DECOCK, Pablo (Eds.): Los imaginarios apocalípticos en la literatura
hispanoamericana contemporánea, Oxford: Lang 2010, p. 53.
10 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
el del Apocalipsis».26 Ortega transfiere la dialéctica bíblica del fin del mundo y de la
Nueva Jerusalén al mundo globalizado y a la retórica homogeneizante del mercado
liberado de todas restricciones que legitima y estabiliza sus centros de poder. Desde
esta perspectiva, una imagen apocalíptica como la que proyecta Aridjis parece una
alegoría estratégica de una heterogeneidad alternativa que resiste a las promesas del
«sistema económico globalizado de una sociedad de bienestar sin bien, que decreta el
bienestar, descarta el malestar, y niega la memoria»27. Aridjis plantea un escenario
apocalíptico, que denuncia las consecuencias ecológicas de la modernidad
globalizada desde su periferia económica.
Sin embargo, el ecocrítico Greg Garrard advierte que la proyección y repetición
perpetua del apocalipsis ecológico, al mismo tiempo que genera capital simbólico
para la causa del activista ambiental, puede efectuar justamente un efecto contrario:
Apocalypse provides an emotionally charged frame of reference within which complex,
long-term issues are reduced to monocausal crises involving conflicts between
recognizably opposed groups […]
A more general problem is that the rhetoric of catastrophe tends to ‘produce’ the crisis
it describes […]
[…] environmental ‘doom merchants’ may literally be selling bad news. […] Apocalyptic
rhetoric furthermore fosters a delusive search for culprits and causes that may be
reductively conceived by conflating very varied environmental problems within the
concept of a singular, imminent ‘environmental crisis’.28
Según Garrard, el imaginario ecoapocalíptico entraña el riesgo de reducir contextos
complejos a tópicos simplificados. Por su potencial persuasivo, estos pueden resultar
profecías autocumplidas, produciendo justamente la catástrofe que quieren evitar.
Muchas veces, intrínsecamente vinculado con la imagen del hábitat contaminado, en
el imaginario ambiental aparece el deseo de construir un espacio alternativo.29
Lawrence Buell explica que el discurso tóxico, la angustia frente al mundo
biológicamente muerto, al mismo tiempo produce su antónimo: la proyección de un
espacio imaginario limpio, prístino y bucólico. Buell lo denomina el «oasis verde», en
26 Ibídem, p. 64. 27 Ibídem, p. 65. 28 GARRARD, Greg: Ecocriticism, London: Routledge 2012, p. 113-114. 29 Véase tambien HEISE, Ursula K.: Sense of Place and Sense of Planet: The Environmental
Imagination of the Global, New York: Oxford University Press 2008, p. 136-143.
11 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
el cual se cristaliza la nostalgia por un paraíso arcádico perdido. El hábitat, percibido
como desintegrándose, efectúa el anhelo por un refugio estable y sano:
[…] the biological environment should be more pristine than it is, ought to be a healthy,
soul-nurturing habitat. […] a nurturing space of clean air, clean water, and pleasant
uncluttered surroundings that ought to be one’s by right. Disenchantment from the
illusion of the green oasis is accompanied or precipitated by totalizing images of a
world without refuge from toxic penetration.30
El arte y la literatura latinoamericanos tienden a proyectar este espacio idílico,
paradisiaco, prístino y, al mismo tiempo, amenazado si no ya perdido, en la selva.31
El pintor uruguayo José Gamarra (1934- ), p. ej., demuestra en sus obras escenarios
de la selva, cuya inocencia bucólica está amenazada por la historia violenta de la
conquista, la modernidad del progreso tecnológico o la presencia de fuerzas militares.
El espectador ve, p. ej., conquistadores que buscan caminos por un «infierno verde»,
ingenieros que apean el paraíso natural, o helicópteros que rastrean el terreno. A
veces se borran los límites temporales entre las épocas históricas, aparecen seres
fantásticos, o se producen encuentros grotescos entre las maravillas de la selva y el
mundo moderno. Siempre, la selva parece la perfecta pantalla para la proyección de
las fantasías, sueños y horrores más diversos.
En su novela de la selva Un viejo que leía novelas de amor (1989), el escritor chileno
Luis Sepúlveda (1949- ) inventa la selva ecuatoriana como espacio alternativo a la
«obra maestra del hombre civilizado: el desierto».32 Obviamente, el término «desierto»
aquí no hace referencia a un paisaje natural, sino al producto muerto de la
destrucción moderna del medio ambiente. La novela relata la historia de Antonio José
Bolívar, un campesino andino mandado a la selva amazónica en el marco de un
proyecto estatal de colonización. La cultivación de la selva fracasa, porque las
técnicas de agricultura traídas desde fuera resultan totalmente ineptas para el nuevo
30 BUELL, Lawrence: Writing for an Endangered World. Literature, Culture and Environment in the
U.S. and Beyond, Cambridge: Belknap Press of Harvard UP 2001, p. 38. 31 Véase AINSA, Fernando, «Espacio mítico o utopía degradada? Notas para una geopoética de
la ciudad en la narrativa latinoamericana», en DE NAVASCUÉS, Javier (Ed.): De Arcadia a Babel.
Naturaleza y ciudad en la literatura hispanoamericana, Madrid: Iberoamericana 2002, p. 22. El
desarrollo del imaginario de la «novela de la selva» a partir de las independencias hasta la
mitad del siglo xx se estudia en WYLIE, Lesley: Colonial Tropes and Postcolonial Tricks: Rewriting
the Tropics in the novela de la selva, Liverpool: Liverpool University Press 2009. 32 SEPÚLVEDA, Luis: Un viejo que leía novelas de amor, Barcelona: Tusquets 2005, p. 60.
12 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
hábitat. Los colonos solo pueden sobrevivir después de haber aprendido «el arte de
convivir con la selva»33 de sus vecinos indígenas. Entonces, el entorno hostil se
convierte en un espacio paradisiaco, lejos de las coerciones del mundo moderno:
Antonio José Bolívar Proaño nunca pensó en la palabra libertad, y la disfrutaba a su
antojo en la selva. Por más que intentaba revivir su proyecto de odio, no dejaba de
sentirse a gusto en aquel mundo, hasta que lo fue olvidando, seducido por las
invitaciones de aquellos parajes sin límites y sin dueños.34
Aquí, la selva es reconstruida para la proyección de un modelo alternativo a la
percepción del entorno natural como mercancía, propagado por las sociedades
industrializadas que Sepúlveda critica con vehemencia por sus consecuencias
destructivas.
Sin embargo, el historiador ambiental William Cronon explica la problemática de la
selva prístina como parte del imaginario de los discursos ambientales
contemporáneos:
[…] wilderness stands as the last remaining place where civilization, that all too human
disease, has not fully infected the earth. It is an island in the polluted sea of urban-
industrial modernity, the one place we can turn for escape from our own too-muchness.
[…] Wilderness hides its unnaturalness behind a mask that is all the more beguiling
because it seems so natural. As we gaze into the mirror it holds up for us, we too easily
imagine that what we behold is Nature when in fact we see the reflection of our own
unexamined longings and desires.35
Cronon postula que la selva imaginada como espacio paradisiaco, más que ser la
representación de un lugar real, tiene la función de un espejo en el cual se reflejan los
anhelos oprimidos del hombre moderno. Desde esta perspectiva, la proyección de un
espacio natural bucólico y libre parece ser el producto ficticio de la misma cultura que
contamina el entorno natural con sus prácticas destructivas. En una situación en la
cual el sujeto moderno se siente como amenazado existencialmente por la crisis
33 Ibídem, p. 43. 34 Ibídem, p. 44-45. 35 CRONON, William: «The Trouble with Wilderness; or, Getting Back to the Wrong Nature», en:
CRONON, William (Ed.): Uncommon Ground: Rethinking the Human Place in Nature, New York:
W.W. Norton & Company 1995, p. 69.
13 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
ecológica, desea construirse contraespacios idílicos, alternativos al hábitat real que
parece encerrado en un estado de descomposición.
Una vez más es a través de la literatura que podemos reconocer la artificialidad
culturalmente impregnada de la selva proyectada como contraespacio. En Un viejo que
leía novelas de amor, Sepúlveda recurre a estrategias metaficcionales para descubrir la
condición sintética de la selva representada en el texto. Como indica el título de la
novela, el protagonista Antonio José es lector apasionado de novelas de amor. Estas
son situadas en las lejanas ciudades de Europa, por lo cual le parece
extraordinariamente difícil descifrar los detalles de sus descripciones:
Al leer acerca de ciudades llamadas París, Londres o Ginebra, tenía que realizar un
enorme esfuerzo de concentración para imaginárselas. Una sola vez visitó una ciudad
grande, Ibarra, de la que recordaba sin mayor precisión las calles empedradas, las
manzanas de casas bajas, parejas, todas blancas, y la plaza de Armas repleta de
gentes paseándose frente a la catedral.
Esa era su mayor referencia del mundo, y al leer las tramas acontecidas en ciudades de
nombres lejanos y serios como Praga o Barcelona, se le antojaba que Ibarra, por su
nombre, no era una ciudad apta para amores inmensos.36
Al querer procesar las informaciones facilitadas en sus novelas acerca de las capitales
europeas, el protagonista intenta en vano recurrir a los recuerdos del único espacio
urbano que jamás ha conocido en la vida real. Sin embargo, no es capaz de armonizar
la imagen ficticia con la experiencia propia.
La problemática del acto de leer y comprender, o bien del no comprender, es decir,
de la reconstrucción defectuosa de comunicados compuestos de signos, se
ejemplifica a través de una novela de amor situada en Venecia:
Al caer la hora de la siesta había leído y reflexionado unas cuatro páginas, y estaba
molesto ante su incapacidad de imaginar Venecia con los rasgos adjudicados a otras
ciudades también descubiertas en las novelas. Al parecer, en Venecia las calles estaban
anegadas y, por eso, las gentes precisaban movilizarse en góndolas.37
La aparición del libro dentro del libro y el reflejo del lector real en el lector ficticio
36 SEPÚLVEDA, Luis: Un viejo que leía novelas de amor, Barcelona: Tusquets 2005, p. 73. 37 Ibídem, p. 83.
14 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
remiten a la artificialidad de la novela misma. El protagonista se esfuerza por
descifrar las informaciones obtenidas sobre Venecia a través de la comparación con
otras ciudades sobre las cuales había leído en otros textos —y fracasa—. De esta
manera, el pasaje metaficcional refleja también las dificultades del lector real que
desconoce la selva amazónica, al reconstruir la representación de la selva introducida
por la novela. Además, problematiza el hecho de que el lector que carece de
conocimientos acerca de los referentes extraliterarios del texto probablemente
recurrirá a otras representaciones mediáticas disponibles de la selva tropical. Estas
pueden ser otras novelas, reportajes o descripciones de viajes, también largometrajes
o documentales, obras de arte o imágenes inventadas por la industria del marketing
global. También las portadas de las diferentes ediciones y traducciones de Un viejo
que leía novelas de amor remiten a la ficcionalidad de los referentes textuales e indican
que la selva descrita en la novela es una imaginación. Todos reproducen pinturas,
sobre todo del arte naíf, o imágenes de la adopción cinematográfica de Rolf de Heer
(2001). La portada de una de las ediciones alemanas, p. ej., exhibe el cuadro
conocido del pintor francés Henri Rousseau (1844-1910), Le rêve (1910), que en un
escenario soñador asocia el paisaje selvático, estilizado y paradisiaco, con una mujer
desnuda reposada en un sofá. Supuestamente, para el protosurrealista Rousseau, que
más bien se inspiraba en los jardines botánicos del Jardin des Plantes parisiense sin
pensar en un lugar geográfico concreto, la connotación histórica no era obvia, pero en
el contexto de la portada de una novela de la selva latinoamericana sí lo es: aquí
remite a la tradición de las muchas «invenciones de América», comenzando con el
«descubrimiento», interpretado como la toma de posesión de una mujer virgen
asociada con una naturaleza fértil, poblada de seres extraños. El grabado de Theodor
Galle (1571-1633) ejemplifica esta connotación, y remite directamente a la larga
tradición histórica de proyecciones sobre la naturaleza latinoamericana:
15 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
Grabado de Theodor Galle: Amerigo Vespucci descubre América (1575)
Portada de la traducción alemana (Ediciones Fischer, 1991): Le rêve de Henri
Rousseau (1910)
Como hemos visto, Un viejo que leía novelas de amor contiene un nivel metaficcional a
través del cual tematiza y revela la artificialidad de la selva reconstruida en acuerdo
con los parámetros del imaginario ambiental, que convierte la selva en un
contraespacio alternativo. Tal como el protagonista Antonio José proyecta su ansia
por «amores inmensos»,38 en las ciudades europeas ficticias de sus novelas de amor,
38 Ibídem, p. 73.
16 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
el texto de Sepúlveda revela la condición del contraespacio selvático como reflejo de
los anhelos y nostalgias del mundo moderno.39
Una opción estética que se aparta de manera radical de las convenciones establecidas
propone el pintor peruano Christian Bendayán (1973- ). En su cuadro El encuentro del
Amazonas (2012), p. ej., se apropia de un mural del ya derrumbado Palacio Municipal
de su ciudad natal de Iquitos. El original, pintado en 1963 por César Calvo de Araujo
(1910-1970), demuestra la llegada del conquistador Francisco de Orellana, el cura y
cronista Gaspar de Carvajal y sus tropas a la región. Bendayán invierte las referencias
religiosas, se burla de los conquistadores convirtiéndolos en pandilleros
contemporáneos, incluye referencias tanto a la deforestación de la región como a la
mitología contemporánea amazónica y a las diversas prácticas sexuales, y convierte a
los indígenas que en el original contemplan tímidamente a los recién llegados en
travestis. Además, y como ya lo hizo Calvo de Araujo con un guiño de ojos, se incluye
a sí mismo en el cuadro, pero esta vez en forma de una cabeza cortada. Liberada de
connotaciones obligatorias, en las obras de Bendayán la selva se convierte en pura
pantalla y reflejo de la modernidad peruana. Al mismo tiempo, se revela como
proyección en un nivel metanarrativo histórico, cuando Bendayán pinta p. ej. retratos
de mujeres con las bocas cosidas, combinándolos con citas originales de la crónica
Relación del nuevo descubrimiento del famoso río grande de las amazonas (1542), del ya
mencionado misionero dominico español Gaspar de Carvajal.
Como hemos visto, un papel importante —y controvertido— juegan, dentro del
imaginario ambiental contemporáneo, los habitantes —imaginados y reales al mismo
tiempo— del contraespacio natural: las poblaciones indígenas de América Latina.
Estereotipos y actores indígenas
La posición de los indígenas latinoamericanos dentro del marco del discurso
ambiental es ambigua. El imaginario global tiende a actualizar el tópico del «buen
salvaje» en la tradición de Rousseau, categorizando la población indígena de manera
39 Para un análisis más detallado de Un viejo que leía novelas de amor y de las estrategias
metaficcionales aplicadas por Sepúlveda, véase SCHMIDT, Elmar: «Naturwahrnehmung,
Umweltdiskurs und ökologischer Anspruch in Luis Sepúlveda Un viejo que leía novelas de amor»,
en KLETTKE, Cornelia y MAAG, Georg (Eds.): Reflexe eines Umwelt-und Klimabewusstseins in
fiktionalen Texten der Romania. Eigentliches und uneigentliches Schreiben zu einem sich
verdichtenden globalen Problem, Berlín: Frank & Timme 2010, pp. 281-296.
17 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
estereotípica como «buenos salvajes ecológicos»:40
This is the latest expression of a long tradition of Euro-American thought that identifies
certain non-Western "primitives" as innocent and free of corruption, in contrast to the
West's destructive materialism. […] In the past two decades, the noble savage theme
was recast with a distinctly ecological emphasis. Native people in general […] came to
be widely viewed as ‘natural conservationists’ who use environmental resources in ways
that are nondestructive, sustainable, and mindful of the effects on future generations.41
Otra vez se está creando una pantalla, esta vez para la proyección esencializada y
esterilizada de los indígenas como contraimagen a las prácticas destructivas de la
modernidad económica global. Ampliando la terminología poscolonial, la práctica de
la producción del «otro» en el contexto del imaginario ambiental se puede caracterizar
como un proceso de ecological othering.42 Se convierte al sujeto ajeno en objeto,
remodelándole como estereotipo para integrarlo en el propio discurso. Aunque con
connotaciones positivas, la creación del «buen salvaje ecológico», según los
parámetros de una utopía que es producto de las frustraciones de la vida moderna,
modifica antiguos tópicos exóticos que una vez más excluyen simbólicamente a los
indígenas de esta misma modernidad.
Al mismo tiempo, es justamente este aspecto del discurso ecológico que permite a los
indígenas tener acceso a nuevas y muy eficientes formas de capital simbólico, es
decir, a recursos no monetarios como el apoyo internacional en las luchas por la
autodeterminación cultural, derechos de tierra o la distribución justa de recursos. En
este sentido, la condición ambivalente de la imagen de los «defensores indígenas de la
naturaleza»43 demuestra cómo el empleo táctico de un «esencialismo estratégico»44 —
tal como lo indica la crítica literaria Gayatri Chakravorty Spivak— también puede
tener una función provechosa en situaciones conflictivas muy concretas. Por ende, los
movimientos indígenas se apropiaron exitosamente del well-developed symbolic toolkit
40 Véase REDFORD, Kent: «The Ecologically Noble Savage», en Cultural Survival 15.1, 1991, p. 46. 41 CONKLIN, Beth / GRAHAM, Laura: «The Shifting Middle Ground: Amazonian Indians and Eco-
Politics», en: American Anthropologist 97, 4 (1995), p. 697. 42 Véase SCHMIDT: «Naturwahrnehmung, Umweltdiskurs…», op. cit., p. 287. 43 Véase GIBBINGS, Julie: «Becoming Nature’s Defenders: Fashionable Identities and Subversive
Community in the Mayan Biosphere Reserve, Guatemala», en KRAAY, Hendrik (Ed.):
Negotiating Identities in Modern Latin America, Calgary: University of Calgary Press 2007, p.
257. 44 Véase ASHCROFT, Bill / GRIFFITHS, Gareth / TIFFIN, Helen (Eds.): Post-Colonial Studies. The Key
Concepts, London: Routledge 2007, pp. 74-75.
18 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
of the environmental movement.45 Sin embargo, la antropóloga Alcida Ramos advierte
de los riesgos que embarca esta estrategia. En el momento en el cual la realidad
vivida de los indígenas y la proyección del «indio hiperreal»46 ecológico y sustentable
cesan de coincidir, el capital simbólico del indígena ecológico puede desvanecerse de
un momento a otro, porque depende de opiniones externas.
La antropóloga Molla Doane explica la genealogía de la imagen del indígena ecológico
ante el trasfondo del desarrollo de la gestión política y económica de los últimos 40
años:
Indigenous peoples and campesinos are no longer the objects of the national
modernization projects that sought to transform them into modern citizens and
proletarians for the industrial state in earlier times up until roughly the 1970s. It is the
resource-rich lands they live on, not the people themselves, that have become the
object of development. Indigenous lands are integral to the economic strategies of
nation-states attempting to survive in the global marketplace, and this fact has
transformed social movements. For example, peasants around the world have recast
‘red’ struggles, demanding a more equitable distribution of state resources, into ‘green’
ones that access international environmentalist resources to protect lands.47
Astrid Ulloa demuestra, en su estudio antropológico, la correlación entre la imagen de
las comunidades indígenas como protectores del medio ambiente y el capital
simbólico que genera:
[…] an ecological identity has been conferred on indigenous peoples who, at the same
time, have contributed to the existence of that identity by reaffirming their identity,
practices and conceptions in its terms.48 […] the ecological native is not only a
stereotype, but a useful and effective means of indigenous self-representation in non-
indigenous arenas.49
Por un lado, el imaginario del discurso ambiental global otorga una identidad
45 DOANE, Molly: «The Political Economy of the Ecological Native», en American Anthropologist,
109, 3, 2007, p. 452. 46 RAMOS, Alcida Rita: «The Hyperreal Indian», Critique of Anthropology, 14, 1994, p. 161. 47 DOANE: «The Political Economy of the Ecological Native», op. cit., p. 453. 48 ULLOA, Astrid: The Ecological Native: Indigenous Peoples’ Movements and Eco-governmentality in
Colombia. New York: Routledge 2005, p. 54. 49 Ibídem, p. 134.
19 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
ecológica a los indígenas como habitantes sustentables del contraespacio bucólico.
Por otro lado, las comunidades indígenas se apropian de esta identidad que además
les facilita un nuevo tipo de poder simbólico. El imaginario ambiental reivindica las
culturas indígenas, y es justamente la postulada diferencia cultural a la modernidad
industrializada que legitima su potencial comunicativo:
[…] native people are treated not as peripheral members whose inclusion requires
shedding their own traditions but as paradigmatic exemplars of the community’s core
values. Indigenous people are natural partners in the global, ecological imaginary
because of – not in spite of – their cultural difference.50
La importancia de la imagen del indígena ecológico se puede ejemplificar muy bien a
través de la película documental mexicana 13 Pueblos en defensa del agua, el aire y la
tierra (2008), de Francesco Taboada (1975- ). El documental tematiza la resistencia
de las trece comunidades mencionadas en el título, situadas en el estado federal de
Morelos, contra la construcción de un basurero y vastas urbanizaciones en su
cercanía inmediata. Ven en peligro el equilibrio ecológico de la región y el
abastecimiento de agua de sus pueblos. La condición indígena de las comunidades
juega un papel importante en la argumentación del documental. Se enfatiza la
diferencia profunda entre la lógica capitalista y destructiva de los representantes del
gobierno y la propia cosmovisión indígena determinada por su relación íntima con la
naturaleza. Se incluyen entrevistas en náhuatl, referencias a las costumbres de
propiedad comunitaria y a la larga tradición de resistencia regional que se inició con
la conquista. Se contrastan imágenes de otros proyectos masivos de construcción con
representaciones del paisaje idílico de la zona amenazada:
50 CONKLIN y GRAHAM, «The Shifting Middle Ground: Amazonian Indians and Eco-Politics», op.
cit., p. 697.
20 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
Paisaje idílico en 13 Pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra (44:18).
Las imágenes de la naturaleza paradisiaca se combinan con escenas que enfatizan los
valores sustentables de la cultura indígena y su convivencia con el entorno natural.
Durante una procesión a las fuentes de agua de la región, Saúl Roque Morales, uno de
los miembros del consejo de los pueblos, declama ante los participantes:
El día de hoy estamos iniciando un recorrido a los manantiales de nuestro estado ( ... ).
A la Madre Tierra, estamos con ella. Le mandamos que se revoquen todas las
concesiones y permisos a proyectos de cualquier índole, que afecte contra la
seguridad, salud y el medio ambiente de los Morelenses.51
Procesiones, danzas y rituales subrayan la espiritualidad indígena y ecológica de las
comunidades:
51 TABOADA, Francesco: 13 Pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra, 2008, 45:35 m.
21 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
Rituales indígenas en 13 Pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra (47:40)
Si las comunidades tematizadas en el documental se definen como campesinos
indígenas, el mismo director Francesco Taboada más bien representa la intelligentsia
mexicana urbana, políticamente comprometida y antineoliberal. Es decir, aunque él
mismo sea de Morelos, su perspectiva al rodar la película sobre los comuneros en
realidad es externa. Define su punto de partida como director con las siguientes
palabras, en una entrevista con La Jornada:
Para Taboada, los directores de cine mexicano “no podemos darnos el lujo de producir
películas de ficción o de ‘arte puro’; tenemos que reflejar las injusticias del país y
denunciar lo que no denuncian los medios de comunicación. Debemos ser cronistas
visuales de lo que sucede y ser la voz natural del pueblo.”52
Al mismo tiempo, el proyecto atestigua un desarrollo nuevo en la organización de los
movimientos sociales mexicanos, en el cual el discurso ambiental tiene una función
importante. En un primer paso, el documental ofrece a los campesinos morelianos
una plataforma para la creación y presentación de una identidad estratégica, indígena
y ecológica, en el caso de una lucha social regional con fines bien determinados.
52 CAMACHO SERVÍN, Fernando: «Persisten campesinos de Morelos en su lucha por defender los
recursos naturales», en : La Jornada en Internet (14/03/2008). Ver:
http://www.jornada.unam.mx/2008/03/14/index.php?section=cultura&article=a07n1cu l
22 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
Además, es la expresión del empeño por la construcción de una compartida
«comunidad de resistencia»,53 que construye un puente entre movimientos indígenas y
sociales. El documental representa la nueva alianza estratégica entre los diferentes
sectores de la sociedad mexicana.54 En el contexto nacional, hace especial hincapié
en la reapropiación de símbolos mexicanos y lugares de memoria centrales por parte
de los comuneros. Cantan juntos el himno nacional —«más si osare un extraño
enemigo / profanar con su planta tu suelo»— convertido ahora en canción propia que
justifica la resistencia contra la intrusión del gobierno en sus tierras. Además,
legitiman su oposición con referencias múltiples a los objetivos de la Revolución
mexicana, a Emilio Zapata y a la presidencia de Lázaro Cárdenas. El documental,
como producto mediático, ofrece una opinión con la cual se pueden identificar todas
las voces críticas de la sociedad mexicana para fortalecerse mutuamente. Al fin, el
argumento del documental es más ético que étnico, y el argumento ecológico juega un
papel importante en el planteamiento de una nueva identidad ciudadana,
comprometida y compartida.
Además, 13 Pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra demuestra que se puede
hacer disponible los más diversos formatos mediáticos —no solo el video, sino
también p. ej. las posibilidades comunicativas del internet— a un número elevado de
grupos y actores sociales, entre ellos los activistas indígenas. En este contexto, la
cuestión de una hipotética autenticidad indígena parece menos importante que los
objetivos estratégicos. Más importante aún: el documental demuestra que los actores
sociales indígenas —como cualquier otro actor en el escenario político y social
latinoamericano55— son capaces de producir y manejar identidades flexibles y sus
respectivas expresiones mediáticas. En el caso de 13 Pueblos en defensa del agua, el
aire y la tierra, la estrategia simbólica de los productores como de los participantes se
inscribe en el desarrollo de un activismo ambiental político que disuelve los límites
convencionales entre los movimientos sociales separados. La socióloga Lourdes
Romero Navarrete describe esta nueva tendencia como
53 GADEA, Carlos A.: «La estrategia de los espejos: el (post)neo-zapatismo como posibilidad.
Modernidad global y dimensiones del movimiento Neozapatista de Chiapas», en Barbarói, 12,
2000, p. 69. 54 Véase LEYVA-SOLANO, Xóchitl y SONNLEITNER, Willibald: «¿Qué es el neozapatismo?», en Espiral,
VI, 17, 2000, p. 174. 55 Véase KRAAY, Hendrik: «Introduction: Negotiating Identities in Modern Latin America», en
KRAAY, Hendrik (Ed.): Negotiating Identities in Modern Latin America, Calgary: University of
Calgary Press 2007, p. 1.
23 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
[…] un activismo ambientalista integrado por ciudadanos cuyo origen es sumamente
heterogéneo. Campesinos indígenas y no indígenas, amas de casa, usuarios de
servicios urbanos, líderes populares, académicos, jóvenes estudiantes, todos ellos bajo
el fin común de llevar al centro del debate la relación: empleo de los recursos
naturales, mercado y pobreza y, como una consecuencia, a la democracia.56
El ejemplo mexicano57 parece paradigmático para el continente entero, siempre
tomando en cuenta los contextos específicamente regionales. En América Latina, los
debates sobre ecología, protección del ambiente y sustentabilidad están
intrínsecamente vinculados con aspectos sociales y políticos. Entonces, es evidente
que los movimientos sociales e indígenas, que están reformulando identidades
estratégicas comunes, se apropien del imaginario del discurso ambiental y lo
reinventen como argumentos efectivos en los debates políticos.
Conclusiones
Como hemos visto en nuestro breve recorrido, el imaginario del discurso ambiental
latinoamericano se nos presenta como un conjunto heterogéneo de estructuras
narrativas complejas. Una parte importante de su fundamento se constituye a través
de la referencia al impacto del colonialismo, que preparaba la base para la
consiguiente explotación neoimperial de los recursos naturales del continente.
Después de la independencia, las nuevas élites renovaron una relación vertical de
dependencias que se perpetúa hasta la actualidad, y que muchas veces prohíbe que
se desarrolle una gestión ambiental estatal efectiva y justa. Las políticas neoliberales,
asumidas a partir de los años setenta en muchas regiones, agravaron una situación en
la cual los problemas ambientales se hacían más y más notables para todos.
Entonces, la crisis ecológica empezaba a estar presente en los medios de
56 ROMERO NAVARRETE, Lourdes: «Experiencias de acción colectiva frente a la problemática
ambiental en México», en Revista mexicana de ciencias políticas y sociales, 203, 2008, p. 164. 57 Para un análisis más detallado de 13 Pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra y los
discursos regionales, nacionales y globales, en los cuales se inscribe el documental de
Francesco Taboada, véase SCHMIDT, Elmar: «Indigenous environmental consciousness and the
discourse on native identities: Francesco Taboada Tabone’s 13 Pueblos en defensa del agua, el
aire y la tierra», en THIES, Sebastian / VILLAZANA, Libia / WOOD, David (Eds.): Mediating Ethnicity:
Identity Politics and Media Representation in the Americas (en prensa).
24 Schmidt: Ambiente, ecología y sustentabilidad
comunicación a partir de los años ochenta.58 Consecuentemente, surgieron los
primeros movimientos de activistas ambientales y también los movimientos sociales
empezaron a reinventarse con argumentos ecológicos, con desarrollos muy diversos
en las diferentes regiones, pero con imaginarios comparables.
La metáfora central, y el denominador común, es la crisis ecológica percibida como
apocalipsis que amenaza el fundamento de la constitución del sujeto mismo. Pero,
como hemos visto, se puede apropiar la retórica del apocalipsis, reformulándola como
alegoría que subvierte a los discursos dominantes y los «grandes relatos» de la
modernidad globalizada desde una perspectiva periférica.
Más difícil de analizar en su profundidad histórica parece la naturaleza
latinoamericana idealizada con las múltiples connotaciones que se le ha otorgado a lo
largo de más de 500 años de continua interpretación y reinvención.59 Los múltiples
niveles de cómo el paisaje latinoamericano fue convertido en discurso en su respectivo
momento histórico siguen determinando sus implicaciones actuales.60 Por esto, el
análisis de cómo y a partir de qué experiencia se convierte el entorno natural en
pantalla para qué tipo de imagen, parece igual de importante que el estudio de la
proyección misma que se lanza sobre ella.
De todas formas, hoy en día parece que la preocupación por el medio ambiente es
uno de los pocos aspectos sociales que realmente puede unir personas de todas las
clases, etnias, géneros e intereses particulares. Por ende, la propuesta de una
sociedad sustentable se ha concretizado como una idea que empieza a exceder el
discurso puramente ecológico para volverse una visión y una necesidad común —a
pesar de que, o justamente porque— sus motores son angustias y anhelos
profundamente embutidos en nuestra conciencia.
58 MILLER, Shawn William: An environmental history of Latin America, Cambridge: Cambridge
University Press 2007, p. 211. 59 Los procesos continuos de la semantización de la naturaleza latinoamericana son
documentados p. ej. en los estudios de RIVERA-BARNES, Beatriz y HOEG, Jerry: Reading and
Writing the Latin American Landscape, New York: Palgrave Macmillan 2009. 60 A través de la literatura del siglo XX lo analizan los estudios recopilados en KANE, Adrian
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