2013. representación política y espacios de sociabilidad en la amazonía boliviana, 1900-1920

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana, 1900-1920 1 Anna Guiteras Mombiola Universitat de Barcelona 1. Introducción A inicios del siglo XX, la Amazonía boliviana se encontraba, en buena medida, poco vinculada con el resto del país, no obstante ser la más extensa de toda la república. Por entonces, se sujetaba a dos administraciones: en el noroes- te, al Territorio Nacional de Colonias y, en el sureste, al departamento del Beni, creado en 1842 y objeto de interés en este texto. Sus fronteras se extendían desde las llanuras naturales tropicales y bosques ribereños del piedemonte andino, en el sur, hasta los ríos septentrionales cuyas aguas bañaban exu- berantes bosques prácticamente desconocidos. Sus únicos núcleos urba- nos eran las antiguas misiones jesuíticas, los establecimientos gomeros y la aduana nacional, 2 siendo su población más bien escasa y compuesta por 1. Este trabajo se presenta en la fase conclusiva del proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación de España, HAR2009-07094, aunque su versión definitiva se realiza en la fase inicial del proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad, HAR2012-34095. Am- bos se desarrollan en el seno del TEIAA (2009SGR1400), grupo de investigación consolidado por la Secretaria d’Universitats i Recerca del Departament d’Economia i Coneixement de la Genera- litat de Catalunya. 2. A inicios del siglo XX, el departamento del Beni estaba organizado en las provincias de Cercado, Iténez, Yacuma y Vaca Díez. Trinidad era su capital, en la provincia de Cercado, siendo la siguiente población en importancia Riberalta, en la provincia de Vaca Díez. El resto de núcleos urbanos benianos eran las ex-reducciones de San Javier, San Pedro, San Ignacio, Loreto, Mag- dalena, San Ramón, San Joaquín, Baures, Huacaraje, Carmen, Exaltación, Santa Ana, Reyes, Rurrenabaque y San Borja; también los villorrios de San Francisco y San Lorenzo, los estableci-

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Representación política y espacios de sociabilidad

en la Amazonía boliviana, 1900-19201

Anna Guiteras MombiolaUniversitat de Barcelona

1. Introducción

A inicios del siglo XX, la Amazonía boliviana se encontraba, en buena medida,

poco vinculada con el resto del país, no obstante ser la más extensa de toda

la república. Por entonces, se sujetaba a dos administraciones: en el noroes-

te, al Territorio Nacional de Colonias y, en el sureste, al departamento del Beni,

creado en 1842 y objeto de interés en este texto. Sus fronteras se extendían

desde las llanuras naturales tropicales y bosques ribereños del piedemonte

andino, en el sur, hasta los ríos septentrionales cuyas aguas bañaban exu-

berantes bosques prácticamente desconocidos. Sus únicos núcleos urba-

nos eran las antiguas misiones jesuíticas, los establecimientos gomeros y

la aduana nacional,2 siendo su población más bien escasa y compuesta por

1. Este trabajo se presenta en la fase conclusiva del proyecto de investigación del Ministerio

de Ciencia e Innovación de España, HAR2009-07094, aunque su versión defi nitiva se realiza en

la fase inicial del proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad, HAR2012-34095. Am-

bos se desarrollan en el seno del TEIAA (2009SGR1400), grupo de investigación consolidado por

la Secretaria d’Universitats i Recerca del Departament d’Economia i Coneixement de la Genera-

litat de Catalunya.

2. A inicios del siglo XX, el departamento del Beni estaba organizado en las provincias de

Cercado, Iténez, Yacuma y Vaca Díez. Trinidad era su capital, en la provincia de Cercado, siendo

la siguiente población en importancia Riberalta, en la provincia de Vaca Díez. El resto de núcleos

urbanos benianos eran las ex-reducciones de San Javier, San Pedro, San Ignacio, Loreto, Mag-

dalena, San Ramón, San Joaquín, Baures, Huacaraje, Carmen, Exaltación, Santa Ana, Reyes,

Rurrenabaque y San Borja; también los villorrios de San Francisco y San Lorenzo, los estableci-

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una mayoría indígena, de distintas fi liaciones étnicas, y una minoría de em-

pleados públicos y colonos blanco-mestizos que detentaban el control de

los recursos económicos de la región. Los centros de población se hallaban

dispersos por el territorio y apenas vinculados entre sí y con el resto del país,

consecuencia de las difíciles comunicaciones inherentes a la geografía ama-

zónica.3 De ahí que la Amazonía haya persistido en el imaginario colectivo

boliviano como un «lugar sin historia» en el que los acontecimientos políti-

cos acaecidos en el resto del país no tenían repercusión y donde la represen-

tación política fue, sino nula, más bien escasa. Percibida como un espacio

fronterizo y marginal en lo que se refi ere a los intereses inmediatos de los

dirigentes bolivianos, su imagen de «área vacía» se iría afi anzando, contribu-

yendo a crear un efecto de lejanía y olvido. Sin embargo, las evidencias do-

cumentales desmienten esta premisa y muestran cómo las movilizaciones

políticas y luchas partidistas que tenían lugar a nivel nacional también tuvie-

ron su correlato en el área amazónica.

La guerra del Pacífi co (1879-1883) propició una refl exión entre los diri-

gentes del país que daría lugar a la instauración de un nuevo orden político,

social y económico. Con la voluntad de favorecer el surgimiento de Bolivia

como Estado-nación, se elaboró una nueva constitución, se defendió la es-

tabilidad económica y la unifi cación nacional y se implantó un régimen de

partidos de carácter civil. Entre 1884 y 1899, sucesivos gobiernos conser-

vadores —partidos demócrata, constitucional y conservador— detentaron el

poder presidencial; su hegemonía sería cuestionada por el partido liberal, que

promovió diversas revueltas para revertir el régimen político. En 1899, esta

contienda concluiría con la denominada guerra federal, que propició el acce-

so al poder al partido liberal, que ocuparía la presidencia hasta 1920. Duran-

te este período, los liberales se escindirían en otros partidos, el «puritano»

primero, el «republicano» después; estas tres facciones competirían por en-

tonces por ejercer el poder estatal.4 El departamento del Beni también se

haría eco de los confl ictos políticos y cambios partidistas acaecidos en el

altiplano. Durante el mandato de los gobiernos liberales, los ciudadanos be-

nianos se afi liarían a los partidos políticos surgidos en el departamento y se

enfrentarían en los procesos electorales para acceder a las municipalidades

y designar a sus representantes nacionales. Por ello, es nuestra intención de-

fender aquí que los ciudadanos benianos participaron de la vida política del

mientos de Limoquije, Versalles, Mateguá, Santa Rosa, Santa Rosa, Guayaramerín, Cachuela

Esperanza, Ivon y Esperanza y la aduana nacional de Villa Bella.

3. Ello respondía al modelo de ocupación del territorio de tipo enclave, con unos núcleos

urbanos y rurales poco conectados y que funcionaban de forma casi independiente ante la falta

de focos de atracción económica y poblacional de sufi ciente entidad, a excepción de Trinidad y

Riberalta, igualmente distantes entre ellas (Molina y Soleto, 2002: 45-46).

4. La evolución política y constitución de los partidos políticos bolivianos en Klein, 1969; Iru-

rozquiI, 1994, 1995, 2000.

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país pues, como en el resto de departamentos, se desarrollaron confl ictos de

carácter partidista, se crearon espacios de sociabilidad y surgieron formas

de representación política.

Este estudio se enmarca en la renovación historiográfi ca de las últimas

décadas que ha cuestionado la imagen de una América Latina con sistemas

políticos viciados, fraudulentos y, por ende, fallidos, que imposibilitaron la

representación política y el correcto desarrollo democrático. Esta nueva mi-

rada revaloriza la historia política y se interroga sobre el ejercicio ciudadano,

el sufragio, las elecciones, la creación de opinión y espacios públicos y las

formas de representación y sociabilidad políticas que han enriquecido el co-

nocimiento del desarrollo político latinoamericano.5 A través del análisis de

la legislación electoral y municipal y los periódicos benianos abordaremos, en

un primer apartado, el papel de la prensa y el asociacionismo como espacios

creadores de sociabilidad política; en un segundo apartado, los espacios de

poder político tales como los procesos electorales y los partidos políticos;

y en un tercer apartado, la infl uencia y representatividad sociopolíticas ad-

quiridas por los notables benianos en los espacios de sociabilidad construi-

dos entre 1900 y 1920. Con ello nos proponemos, primero, revalorizar los

procesos políticos acaecidos en el área amazónica, frecuentemente subes-

timados por la historiografía bolivianista; segundo, mostrar la existencia de

los espacios de sociabilidad política en el departamento del Beni; y, tercero,

caracterizar a los notables benianos que participaron en la contienda políti-

ca y ocuparon espacios de poder que les reportaron cierta respetabilidad

pública.

2. Medios de conformación de opinión pública y espacios de sociabilidad

Desde su constitución como república independiente, Bolivia contó con una

abundante producción periodística que incluyó folletos, libelos y hojas volan-

tes y prensa (Unzueta, 2000: 38, 46-47). El periodismo en el área amazónica,

no obstante, fue más bien tardío, encontrándose sus primeras manifesta-

ciones a partir de la década de 1880; la gran mayoría de ellos tuvieron corta

duración y, en algunos casos, efímera.6 Al iniciarse el siglo XX, aunque exis-

tían periódicos en Riberalta —dada su relevancia económica y política en el

5. Entre los estudios que han abordado estas temáticas, véanse los de Annino, 1995; Mala-

mud, 1995, 2000; Sábato, 1999. Una interesante y minuciosa refl exión sobre los principales apor-

tes de esta renovación historiográfi ca en Sábato, 2001. En relación con los procesos electorales

y la ciudadanía política en el caso boliviano, véase Barragán, 1999, 2006, e Irurozqui, 2000.

6. Entre los periódicos pioneros se destacan El Eco del Oriente (1882), El Seringuerito (1888),

15 de Abril (1890) o El Correo del Beni (1893), La Revista Colonial (1896) o El 10 de Abril (1896).

Véase «Un siglo de periodismo en el Beni», de Miguel Domingo Saucedo (Trinidad, 18.11.1942),

reproducido en La Razón (Trinidad, mayo de 1982) y Pérez Fernández, 2000: 181-192.

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noroeste—7 y en la provincia de Iténez,8 entre 1900 y 1920 el grueso de la

prensa beniana se editaba en la capital del departamento, Trinidad. Por en-

tonces, los periódicos trinitarios más importantes fueron La Democracia, El

Beni, El Eco del Beni y La Voz del Pueblo, los cuales, a través de sus artícu-

los, sus líneas editoriales y sus redactores, conformaron una opinión pública

en el Beni y se constituyeron en espacios de sociabilidad política importan-

tes para los habitantes del departamento amazónico.

Por entonces, la sociedad beniana estaba sumida en la confrontación par-

tidaria que dividía a los ciudadanos bolivianos: primero, entre constituciona-

les/conservadores y liberales; luego, entre liberales puritanos y liberales y,

fi nalmente, entre republicanos y liberales. Este enfrentamiento se expresaría

muy particularmente a través de la prensa periódica. En el Beni, distintas fi -

guras políticamente signifi cadas con una u otra de estas corrientes políticas

adquirirían imprentas y editarían periódicos, de los que serían propietarios.

La orientación claramente política de los mismos refl ejaría lo que acontecía

a nivel nacional, convirtiéndose así en portavoces de los partidos políticos

enfrentados. En efecto, al inicio del siglo XX surgió el periódico La Democra-

cia (1904-1913), por entonces órgano opositor indiscutible de la administra-

ción política estatal y departamental; representó a los constitucionales, prime-

ro, y a los puritanos, después. Contrarrestaría las críticas de este el periódico

El Beni (1906-1910), que defendió las políticas de los liberales en el poder.

Años más tarde, sería reemplazado por El Eco del Beni (1911-1920), sema-

nario que sostuvo el ideario liberal defendido por el gobierno; en este se-

manario colaboraron destacados hombres de letras, constituyéndose, así,

en «la más alta tribuna del pensamiento beniano».9 Entonces, la oposición a

la prensa ofi cialista provino de La Voz del Pueblo (1915-1920), que se carac-

terizó por artículos y editoriales muy combativos con los que se apoyaría a

los puritanos, primero, y a los republicanos, después.10

Como es sabido, la prensa fue un instrumento de discusión y de interven-

ción en la vida pública y se constituyó en una forma de hacer política y cons-

truir opinión pública. Desde las páginas de los periódicos mencionados se

difundieron relatos y crónicas de índole local, se denunció el abandono y ol-

7. El auge gomero en el norte amazónico demandó la creación de una delegación nacional

que atendiera tan vastos y alejados territorios. El único núcleo urbano que reunía condiciones

aceptables era Riberalta, lugar donde se fi jó el asiento delegacional, no obstante pertenecer al

departamento beniano; así, durante las primeras décadas del siglo XX, Riberalta actuó como ca-

pital de facto del Territorio Nacional de Colonias. Véase Roca, 2001: 205-209, 292-296; Gamarra,

2007: 27-38; López Beltrán, 2007.

8. Entre estos periódicos provinciales cabe destacar en Iténez, La Voz del Iténez (1905) y

El Porvenir (1909), y en Riberalta, El Noroeste (1896), La Gaceta del Norte (1901) y El Comer-

cio (1916). Véase La Razón, «Un siglo de periodismo en el Beni» (Trinidad, mayo de 1982); Pérez

Fernández, 2000: 19. 182, 195-198, 202, y Pinto y Lijerón, 2011: 158-159.

9. La Razón, «Un siglo de periodismo en el Beni» (Trinidad, mayo de 1982).

10. Ibídem y Pérez Fernández, 2000: 195-197, 199-202.

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 129

vido en que el Ejecutivo boliviano mantenía las fronteras, y se defendieron

los intereses económicos regionales y departamentales. Sin embargo, al tra-

tarse de unos medios fi nanciados por individuos que simpatizaban con par-

tidos políticos defi nidos, los periódicos estimularon, también, la confronta-

ción partidaria y personal existente entre los notables benianos promoviendo

sus propuestas políticas, propagando sus ideas, defendiendo a sus líderes

y combatiendo a sus opositores (Alonso, 2003: 8-9; Unzueta, 2000: 46, 49).

Esta fi nalidad partidista se evidenciaba en sus columnas, donde, la publica-

ción y sus suscriptores —y afi liados políticos—, eran vistos como únicos ga-

rantes de los valores democráticos y desvelaban abusos de sus oponentes

en las distintas instancias de la vida política departamental. No obstante, el

mayor despliegue periodístico se hacía en torno a los procesos electorales.

En estas coyunturas se daba publicidad a los candidatos a las municipalida-

des, Congreso y Senado afi nes a la posición política de cada semanario, se

convocaban asambleas y mítines políticos; se señalaba la fecha de su ce-

lebración; se narraba la evolución de la jornada electoral; se denunciaba el

fraude cometido por los oponentes y se publicaba el resultado electoral. Como

señalara Sábato para la prensa bonaerense, los periódicos «servían de canal

de convocatoria y de propaganda partidaria, informaban, opinaban e inter-

pretaban la actividad electoral para sus lectores y para [l]a opinión pública

más general» y, al mismo tiempo, «parecían dedicados centralmente a ali-

mentar el espíritu faccioso» en el interior de la comunidad política (Sábato,

1995: 134). De ahí que, en ocasiones, las candidaturas no se distinguieran

por su facción política sino por el periódico que las apoyaba. Así, en el Beni

llegó, incluso, a hablarse de la candidatura de La Democracia, de El Eco del

Beni o de La Voz del Pueblo, equiparándose los ideales y los éxitos de los

partidos políticos con los de estos semanarios11 y cuestionándose la labor

periodística de la competencia, invalidando los intereses y valores de sus

redactores y, por último, de sus lectores.

En efecto, los periódicos señalados eran propiedad de distintos notables

locales conocidos; a veces su nombre constaba en la cabecera de la publica-

ción mientras que, en otros casos, se afi rmaba que la misma tenía un editor

responsable. No obstante, sus artículos eran de redacción anónima o eran

fi rmados con seudónimos, siendo rara la fi rma de su autor a excepción de

aquellos textos de marcada línea partidista redactados por sus directores y/o

propietarios y, a menudo, líderes políticos. A pesar del anonimato, se sabe

que entre los redactores de estos periódicos se encontraban los más desta-

cados hombres de letras benianos del momento (Pinto y Lijerón, 2011: 158-

159), la mayor parte de ellos redactores de periódicos de índole liberal. Para

11. Véase El Eco del Beni (en adelante EB), «Elecciones Municipales» (Trinidad, núm. 14, 14.

12.1911); «La diputación por la Capital, el Cercado y el Iténez» (Trinidad, núm. 204, 27.11.1915);

«Elección de munícipes» (Trinidad, núm. 207, 18.12.1915).

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Unzueta (2000: 45-46), la prensa tenía un elevado concepto del papel que

jugaba en el desarrollo de la cultura y política nacionales. En este sentido, es

claro que la pluma de estos notables, políticos e intelectuales benianos es-

taba al servicio de la lucha partidista que enfrentaba al país y los grupos de

poder regionales y, al mismo tiempo, expresaba su convencimiento de ser

los traductores de los intereses del departamento. Así, mientras unos se per-

cibían como «la luz» y «la expresión de los derechos del pueblo», sus opo-

nentes eran vistos como el «eco desesperado de un pequeño círculo».12 Sus

redactores no solo buscaban representar la opinión pública y política depar-

tamental, sino que tenían por objetivo constituirla y guiarla; de ahí que, a tra-

vés de la prensa, se defi nieran «esferas particulares de debate» (Alonso, 2003:

206-207) e «identidades colectivas» con las que identifi carse (Palti, 2003: 180),

y en defi nitiva, se crearan y reprodujeran espacios de sociabilidad política.

Sin embargo, aunque la prensa fue el medio con mayor impacto, existie-

ron otros lugares de reunión y de asociación que conviene señalar. En el Beni

la constitución de sociedades se percibió como elemento fundamental para

el fomento de «las aspiraciones y los principios culturales en los pueblos

nacientes, a donde muy paulatinamente llegan los oleajes de la civilización».13

Así, aparecerían distintas entidades interesadas por el devenir cultural, social

y económico del departamento, en el interior de las cuales los actores socia-

les podían relacionarse, expresarse y debatir más allá de las lógicas parti-

distas. En el ámbito cultural, la principal y más antigua asociación departa-

mental fue la sociedad de estudios geográfi cos e históricos, fundada el año

de 191314 e integrada por los más notables intelectuales y políticos benia-

nos, de toda afi liación política y entre los que se contaban los redactores

de los periódicos de la capital (Pinto y Lijerón, 2011: 149-150). En el ámbito

social, muchos de los notables darían cuenta de la necesidad de formar or-

ganizaciones que favorecieran la integración regional y social de los benia-

nos, lo que se refl ejaría con la fundación, en 1916, de la Sociedad «18 de

noviembre».15 Creada originariamente por simpatizantes del partido liberal en

la provincia de Iténez, pronto la compondrían destacados individuos de to-

dos los núcleos urbanos benianos, quienes propugnaron «el cultivo de la so-

ciabilidad y el intercambio de ideas e impresiones» y favorecieron la «vincu-

12. Véase La Democracia (en adelante LD), «Correspondencia» (Trinidad, núm. 46, 15.01.

1905). Señalaba también que los periódicos políticamente enfrentados representaban «el bien

y el mal, la virtud y el vicio, la luz y las tinieblas, lo puro y lo sucio, lo bello y lo grotezco [sic]»,

respectivamente.

13. EB, «Homenaje en el aniversario del Beni» (Trinidad, núm. 255, 18.11.1916).

14. Véase EB, «La sociedad Geográfi ca» (Trinidad, núm. 74, 27.02.1913) y Vaca Chávez,

1913: 44.

15. La elección de la fecha no es casual, pues fue mediante la promulgación de un decreto el

18.11.1842 como se incorporó la Amazonía al organigrama político-administrativo, erigiéndo-

la en el departamento del Beni. Véase el mencionado decreto en Limpias Saucedo, 2005 [1942]:

13-14.

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lación social, intelectual y comercial» del pueblo beniano y, en concreto, de la

clase obrera y artesana.16 De hecho, en el plano económico, ya en el año de

1912 habían aparecido las primeras cámaras de comercio en Trinidad y en

Riberalta,17 que vincularon a los principales empresarios, ganaderos, gome-

ros y negociantes benianos, y los organizaron con el objetivo de mejorar las

condiciones comerciales y fomentar el progreso departamental.

En el departamento del Beni, la constitución de estas asociaciones y la

difusión de la prensa periódica fueron procesos tardíos que no se implemen-

taron con fuerza hasta llegar al siglo XX. Sin embargo, como en el resto de

países latinoamericanos, dieron lugar, por un lado, a un entramado de rela-

ciones e intercambios entre distintos sectores de la sociedad beniana que

permitió conocer los intereses y opiniones de todos sus miembros; y, por

otro lado, convirtió estos medios en referentes del poder político local, que

patrocinarían a los individuos que liderarían la sociedad beniana y la repre-

sentarían políticamente (Sábato, 2001: 1306-1308). En defi nitiva, participar

en estos espacios de sociabilidad dotó a sus miembros más destacados de

identidad ante el resto de la sociedad y les proveyó del prestigio social y la

legitimidad política necesarios para acceder al poder político y postularse a

distintos cargos públicos.

3. Los espacios de poder político en el departamento del Beni

La administración del departamento del Beni corría a cargo de un prefecto,

el órgano ejecutivo del departamento. Supeditados a él estaban los subpre-

fectos, que gobernaban en cada provincia, y los distintos empleados públicos

dedicados a los aspectos políticos, judiciales y económicos en el ámbito local

(Ofi cina..., 1904: XXIX; Trigo, 1958: 73). Estas autoridades representaban el

gobierno central en la región y eran designadas por el presidente de la Re-

pública, sin intervención de la población. Solo en el caso del departamento

del Beni, por el decreto de 20.07.1880, el prefecto era nombrado por una

junta de ciudadanos notables y el gobierno central,18 si bien la decisión fi nal

estaba en manos de este último. De ahí que, no obstante sepamos que a ini-

cios del siglo XX los benianos Miguel Mansilla, Carmelo López y Fabián Vaca

Chávez ocuparon la prefectura, el difícil acceso a la misma por los nacidos

16. Véase EB, «El espíritu de la solidaridad en la provincia de Iténez» (Trinidad, núm. 231,

10.06.1916); «La asociación patriótica del Iténez» (Trinidad, núm. 236, 15.07.1916); «Inauguración

de una sociedad» (Trinidad, núm. 237, 22.07.1916); «Homenaje en el aniversario del Beni» (Trini-

dad, núm. 255, 18.11.1916) y «Sociedad “18 de Noviembre”’» (Trinidad, núm. 307, 24.11.1917).

17. Véase EB, «La Cámara de Comercio» (Trinidad, núm. 31, 25.04.1912); LD, «Reglamento

Interior de la cámara de comercio e Industria de Trinidad» (Trinidad, núm. 482, 7.12.1913); Vaca

Chávez, 1913: 44, y Cámara de Comercio, 1914: 10-16.

18. Decreto de 20.07.1880 en Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 189-190.

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132 La articulación del Estado en América Latina

en la región llevó a la mayor parte de los notables benianos a interesarse por

el gobierno municipal.

Las municipalidades eran unas instituciones que funcionaban con auto-

nomía de la prefectura y se organizaban en concejos y juntas. El concejo

municipal funcionaba en la capital del departamento, Trinidad, y era integrado

por nueve munícipes;19 sujetas a él se hallaban las juntas municipales —cons-

tituidas por cinco munícipes—, que se encontraban en las capitales provin-

ciales y en los núcleos urbanos con sufi ciente población y que, por consi-

guiente, requerían de representación política a nivel municipal. Los munícipes

desempeñaban sus funciones por un bienio, renovándose la mitad de sus

miembros cada año; también eran reelegidos anualmente los cargos de pre-

sidente, vicepresidente, secretario, tesorero y vocales. Durante este período,

debían cuidar de los intereses locales y regionales, tales como la educación

primaria, la higiene pública, el ornato, la benefi cencia y la vialidad. Para el

buen desarrollo de estas tareas, en ambas entidades se exigía que sus inte-

grantes tuvieran su residencia en el lugar o en las cercanías y se prohibía el

acceso a la municipalidad a cualquiera que ejerciera un cargo público renta-

do, de tal modo que solo podían acceder al puesto ciudadanos particulares

sin vinculación con el ministerio público.20 Ello no impedía el ejercicio de es-

tos cargos a otros agentes que, si bien se relacionaban con la administración

pública, no dependían directamente de ella. Sabemos que, en un caso, la

naturaleza ambigua de esta relación en cierto ofi cio dedicado a la adminis-

tración de la justicia —procurador de número— fue aprovechada por algunos

notables locales para intentar impedir la presencia en el gobierno local de sus

oponentes políticos.21 Entonces, es claro que el acceso a la municipalidad era

muy codiciado por la mayoría de los notables benianos porque les permitía

acceder al sistema político e intervenir en asuntos públicos como las fi nan-

zas o la administración local y, por consiguiente, favorecía la dirección de la

sociedad local beniana. Asimismo, cabe señalar que, como señala Rodrí-

guez Ostria (1995: 9, 53), en una región tan alejada de los intereses de los

dirigentes bolivianos, la autonomía con que actuaron las municipalidades fo-

mentó que sus miembros también ejercieran de portavoces de las demandas

regionales ante el Ejecutivo.

En este sentido, la municipalidad era una magnífi ca plataforma para aque-

llos individuos que querían dedicarse a la política a nivel regional y estatal,

19. Según la ley de municipalidades de 21.11.1887, a los concejos municipales de Sucre, La Paz,

Potosí, Cochabamba y Santa Cruz les correspondían doce miembros, mientras en Oruro, Tarija y

Beni debían funcionar con nueve. Para el departamento amazónico este número no se modifi ca-

ría hasta la ley de 11.11.1927, aumentando a doce los munícipes (Saucedo Sevilla, 1929: 64).

20. Véase Ofi cina..., 1904: XLII y arts. 1.º, 3.º, 6.º, 8.º, 9.º, 22.º y 24.º de la ley de municipali-

dades de 21.11.1887 en www.lexivox.org/norms/BO-L-18871121.xhtml (consulta: 2.01.2013).

21. Véase EB, «En la Municipalidad» (Trinidad, núm. 17, 4.01.1912); «En el Concejo Munici-

pal» (Trinidad, núm. 18, 11.01.1912).

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 133

ejerciendo de representantes nacionales en el Congreso y el Senado bolivia-

nos. Cabe recordar que desde el siglo XIX al Beni le correspondían dos sena-

dores y un diputado. Esta situación cambiaría a partir de la década de 1910,

cuando los representantes benianos plantearon la necesidad de que el de-

partamento amazónico tuviera una mayor presencia. Tras una fuerte dis-

cusión entre sus defensores —que señalaban la extensión de la región, su

situación fronteriza y el aumento de su población— y sus detractores —que

consideraban al Beni escasamente poblado para tal aumento— se aprobó la

creación de una nueva Diputación.22 Así, a partir de 1912, en el Beni pasaron

a escogerse, además de dos senadores, dos diputados: uno por las provin-

cias de Cercado e Iténez y otro por las provincias de Yacuma y Vaca Díez.

Ello favoreció el aumento de representación política en el interior del depar-

tamento y una mayor movilización de los notables de las distintas provincias

para acceder a estos cargos. Señala Barragán (2006: 52-53, 63, 171) que,

por entonces, la representación política a nivel nacional estaba estrechamente

ligada a las provincias y a la posesión del estatuto político-jurídico de cantón

por parte de los núcleos urbanos. Esto posibilitó una participación más di-

recta de los habitantes de esos núcleos urbanos en el proceso electoral y

favoreció la creación de juntas municipales en los mismos,23 desde donde los

notables locales pudieron adquirir experiencia y existencia, y postularse a

representantes políticos a nivel regional y nacional. En este sentido, para

comprender la conformación de la representación política beniana a inicios

del siglo XX, abordaremos, en primer lugar, cómo se desarrollaron los procesos

electorales y, en segundo lugar, cuáles fueron las dinámicas partidistas de la

sociedad beniana. Estos factores, en nuestra opinión, propiciaron la cons-

trucción de espacios de poder y sociabilidades políticas en la Amazonía.

3.1. Los procesos electorales en el Beni

Tras el proceso independentista, la república boliviana abrazó los principios

básicos del derecho público liberal, reconoció la soberanía popular —cuyo

ejercicio residía en los poderes fi jados por la constitución— y adoptó el régi-

men representativo como forma de gobierno (Trigo, 1958: 32, 69). Ese poder

político se vería legitimado con la celebración periódica de elecciones, que

se convirtieron en mecanismos fundamentales para acceder a los puestos

22. EB, «Por el Beni. Creación de un diputado» (Trinidad, núm. 12, 30.11.1911); «Documen-

tos parlamentarios. El nuevo diputado por el Beni» (Trinidad, núm. 16, 28.12.1911; núm. 17, 4.

12.1912).

23. Las juntas surgieron en los núcleos que adquirían su estatus cantonal. En el siglo XIX

surgieron juntas en Santa Ana, Magdalena, Loreto, San Ignacio, Reyes, Baures, Exaltación, Villa

Bella, Riberalta y San Ramón (luego trasladada a San Joaquín) y, a inicios del siglo XX, en Rurre-

nabaque, Huacaraje y Guayaramerín. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Ministerio del

Interior, Prefectura del Beni, 234/54, 30.12.1887, f. 59; 258/49, 14.10.1891, s./f.; Mansilla, 1902:

9-29; López, 1908: 25; Vaca Chávez, 1913: 41.

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134 La articulación del Estado en América Latina

de gobierno y, a través de la representación política, para relacionar la socie-

dad civil y el sistema de poder (Sábato, 1995: 110; Irurozqui, 2000: 22, 143).

Por medio de la legislación constitucional y los reglamentos electorales se

determinaron, por un lado, qué individuos cumplían los requisitos para ser

electores y elegibles y, por el otro lado, los aspectos necesarios para el buen

desarrollo de los comicios.

Los individuos que podían votar y ser votados como representantes polí-

ticos de determinada comunidad política eran los califi cados como ciudada-

nos en los registros cívicos, donde se anotaba quiénes gozaban del ejercicio

de sus derechos y del sufragio. A inicios del siglo XX, en Bolivia se mantenía

una ciudadanía de naturaleza censitaria, por lo que solo podían acceder a

ella los hombres, mayores de edad, propietarios o con capital y que supieran

leer y escribir. Su ejercicio se circunscribía a individuos con independencia

de juicio, voluntad propia y autonomía de acción; es decir, aquellos que eran

percibidos como ciudadanos letrados (Irurozqui, 2008: 72-83). En el Beni,

este ejercicio tenía lugar, básicamente, en los procesos electorales para re-

presentantes nacionales y munícipes. Los primeros eran elegidos entre los

candidatos presentados por cada partido político y los segundos eran esco-

gidos entre todos los ciudadanos que residían en el lugar; en ambos casos

se elegían por el voto directo y secreto. El interés general por escoger a los

ciudadanos idóneos y mejor capacitados hacía que estas elecciones fueran

muy disputadas. Si tenemos en cuenta que las elecciones a munícipes se

realizaban el segundo domingo de diciembre, y unos meses después, en el

primer domingo de mayo, se elegía a los diputados y senadores del depar-

tamento (Irurozqui, 2000: 176-177), es claro que el control de la municipali-

dad por parte de uno u otro partido político permitía, no solo distribuir las

fuerzas políticas a nivel local y regional, sino también defender su programa

electoral a nivel nacional y fortalecer la fi gura de sus candidatos como repre-

sentantes de la sociedad.

Entre los años de 1900 y de 1920,24 todo proceso electoral se iniciaba a

principios del mes de diciembre, con la designación de los jurados electora-

les por parte de los concejos y las juntas municipales entre los ciudadanos

notables del lugar: médicos, abogados, comerciantes y propietarios. Tarea

de estos jurados electorales era velar por el correcto desarrollo de todos los

comicios que se celebraran durante su ejercicio en el cargo. Entre sus respon-

sabilidades estaba el «señalar lugares de sufragio, pedir o no pedir el auxilio

de la fuerza pública, acordar las disposiciones que cre[yeran] convenientes»25

y organizar las mesas inscriptoras —de sufragantes— y receptoras —de vo-

24. Este punto ha sido elaborado a partir de los reglamentos electorales de 10.03.1900, de

24.02.1908, de 31.03.1916 y de 8.04.1916; la reforma electoral de 8.10.1915 y el decreto supre-

mo de 6.11.1919 están disponibles en www.gacetaofi cialdebolivia.gob.bo (consulta: 5.01.2013).

25. Nota recogida en LD (Trinidad, núm. 158, 11.11.1906).

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 135

tos— que funcionarían en los distintos núcleos urbanos y cuyos miembros,

en ningún caso, podrían ser integrantes de la municipalidad.26 De hecho, con

el objetivo de dotar de máxima legitimidad al sistema político y al régimen

democrático, se limitaría cada vez más la ascendencia de los munícipes sobre

el proceso electoral, restringiendo su intervención en el registro cívico, la re-

cepción y escrutinio de sufragios, la designación de integrantes de las mesas

y los jurados (Rodríguez Ostria, 1995: 76-77). Hasta el punto de que, en 1916,

se habría «desligado a las municipalidades de toda ingerencia [sic] política

[derivada] de las pasiones partidistas que caracteriza[ba su] modo de ser».27

Escogidos los miembros de las mesas inscriptoras y receptoras, y verifi -

cadas sus credenciales para ejercer esta labor pública, a mediados de enero

se daba inicio formal al proceso electoral del año. Primeramente se instala-

ban las mesas inscriptoras en un lugar público, siendo el atrio de la iglesia el

espacio usualmente escogido en el departamento del Beni.28 Las mesas fun-

cionaban la mayor parte del año una vez por semana durante tres horas y,

diariamente, durante las mismas horas en los treinta días anteriores al cierre

del registro, un mes antes de cada elección; dos semanas después de los

comicios, se reinstalaban las mesas hasta la próxima votación. Durante este

período, estas mesas custodiaban los libros del registro cívico en los que se

anotarían los individuos que gozaban de derechos políticos y se les otorgaría

la carta de ciudadanía que les permitiría sufragar.29 Su instalación debía anun-

ciarse a través de la prensa para alertar a los «muchos caballeros de la loca-

lidad sin califi carse y gente del campo».30 Asimismo, dado que se considera-

ba que era un deber cívico de la ciudadanía inscribirse, las listas de inscritos

debían publicarse periódicamente para certifi car su matriculación. La legis-

lación no especifi caba cómo debía comprobarse el cumplimiento de los re-

quisitos de ciudadanía; ello lleva a Irurozqui a señalar que, como las listas de

inscripción estaban en manos de las autoridades locales, era factible que

estas facilitaran o difi cultaran la matriculación de determinados individuos

por medio de la falsifi cación y el fraude; de ahí que afi rme que era en el mo-

mento de la inscripción de los futuros sufragantes cuando se podían ganar

unas elecciones (Irurozqui, 2000: 168). La publicación de las listas tenía por

objetivo, al mismo tiempo, informar a los partidos de quiénes gozaban de

derechos políticos y, ante cualquier alteración, hacer la denuncia correspon-

diente. Frecuentes fueron las denuncias sobre la falta de difusión de las lis tas

o su anuncio incompleto «con simple indicación de nombres y sin ningún se-

26. Véase art. 53 de la ley de municipalidades de 21.11.1887 en www.lexivox.org/norms/

BO-L-18871121.xhtml (consulta: 2.01.2013).

27. EB, «Reorganización del Concejo» (Trinidad, núm. 210, 8.01.1916).

28. LD, «Recomendación» (Trinidad, núm. 458, 22.06.1912).

29. En estos documentos debía anotarse el número de la cédula y del registro, el nombre, la

edad, el estado, la profesión, el lugar de nacimiento y de residencia del ciudadano califi cado.

30. LD, «Recomendación» (Trinidad, núm. 458, 22.06.1912).

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136 La articulación del Estado en América Latina

ñalamiento de generales»31 y, en una ocasión, se supo de la califi cación de

soldados «disfrazados de paisanos» vinculados a un determinado partido

político.32 No en vano, la prensa recordaría a sus candidatos que debían in-

teresarse «para que siquiera se completaran [las listas] a fi n de tener más

electores»33 y así evitar que el partido contrario les aventajara en los comicios

próximos a celebrarse.

La ley establecía que, con una antelación mínima de cuatro días, debía

señalarse la fecha de las elecciones y el lugar donde se instalarían las mesas

y el Registro Civil; el objetivo era facilitar el desplazamiento hasta allí de los

electores residentes en el campo y en los cantones vecinos. No obstante, no

faltaron reclamos por no hacerse a su debido tiempo,34 por la tardanza en la

recepción de las notifi caciones, dadas las largas distancias amazónicas y las

difi cultades para recorrerlas.35 El día de las elecciones, a primera hora de la

mañana, se instalaban las mesas receptoras en lugares previamente seña-

lados que, por lo general, eran espacios públicos al aire libre;36 en Trinidad

usualmente se escogían los extremos de la plaza principal (ante la casa de

gobierno y el kiosco de la plaza), siendo lugares que no podían ser modifi ca-

dos una vez anunciados.37 La correcta instalación de las mesas dependía de

los jurados electorales, quienes también debían velar para que se actuara

legalmente y hubiese todo lo necesario para que los ciudadanos pudieran

sufragar: papeletas de votación, registros cívicos y ánforas electorales.38

La legislación intentó restringir posibles intromisiones en las votaciones39

dado que, como indica Irurozqui (2000: 209), las mesas receptoras represen-

taban la segunda instancia en la que se cometía el fraude. La búsqueda de

un resultado favorable llevó a los agentes políticos benianos a cometer in-

31. Nota recogida en LD (Trinidad, núm. 158, 11.11.1906); «Que se cumpla» (Trinidad, núm.

233, 5.04.1908).

32. LD, «Ecos de Reyes» (Trinidad, núm. 138, 24.06.1906).

33. LD, «Recomendación» (Trinidad, núm. 458, 22.06.1912).

34. Nota recogida en LD (Trinidad, núm. 158, 11.11.1906); EB, «Junta Municipal de Riberal-

ta» (Trinidad, núm. 166, 7.03.1915).

35. EB, «Reforma electoral» (Trinidad, núm. 208, 25.12.1915).

36. A pesar de ello, sabemos que en el Beni, en algún caso se instalaron en el atrio de la

iglesia, como se observa en LD, «Elecciones» (Trinidad, núm. 240, 23.05.1908). De ahí que en el

art. 38 del reglamento de 24.02.1908 se especifi cara que en ningún caso se señalaría un recinto

cerrado para las mesas receptoras, debiendo funcionar en plazas públicas.

37. Nota recogida en LD (Trinidad, núm. 158, 11.11.1906); EB, «Bando de la prefectura» (Tri-

nidad, núm. 231, 10.06.1916).

38. Las distancias y la falta de presupuesto tuvieron como consecuencia la carencia del

material adecuado e improvisar su reemplazo. Por ejemplo, véase LD, «Elecciones» (Trinidad,

núm. 240, 23.05.1908).

39. Los ciudadanos debían presentar las cédulas de identidad y fi rmar en un libro especial

para confrontar sus datos y signatura con los estampados en el registro cívico; luego se les en-

tregaba una papeleta sellada y, a partir de 1908, fi rmada in situ por el presidente de la mesa para

proceder a la emisión del voto.

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 137

fracciones diversas: la remisión de un mayor número de papeletas a favor de

un candidato para suplantar el voto (Cronenbold, 1910: 2) o la constitución

de las mesas receptoras con individuos ya escogidos para la mesa inscrip-

tora y, por ende, responsables de los registros cívicos.40 De ahí que, si en los

primeros años el voto se emitía ante la mesa receptora, pronto se habilitarían

casetas y biombos a una distancia prudencial para resguardar el secreto del

voto y evitar la intromisión de los miembros de la mesa en la decisión de los

electores. Con el objetivo de velar por la correcta emisión del voto, se regla-

mentó también la constitución de delegados de cada partido político en cada

una de las mesas y, en previsión de posibles altercados, se puso a disposi-

ción de las mesas una fuerza armada para preservar el orden y se prohibió a

los electores presentarse ebrios y llevar armas.41 No obstante estas preven-

ciones, se registrarían incidentes callejeros, disputas de carácter partidista y

amenazas contra el proceso electoral.42 De todos modos, a tenor de lo seña-

lado en la prensa, en general los comicios benianos se desarrollaron en or-

den, tranquilidad y entusiasmo por ejercer el sufragio.43

Concluida la jornada electoral, se procedía al escrutinio parcial y general

de los votos y a la proclamación de los vencedores. En las elecciones a las

municipalidades, una vez efectuado el escrutinio en las mesas receptoras, al

cabo de ocho días se verifi caban los resultados por medio de un cómputo

general —confrontando las listas de sufragantes, sus fi rmas, los votos y las

actas de escrutinio— y se proclamaban los munícipes propietarios y suplen-

tes.44 Participar de la municipalidad era la ambición de los notables y de los

partidos, de ahí que se suscitaran pugnas para tener el control sobre ella. Por

ello denunciaban las faltas cometidas por sus oponentes cuando ya «de an-

temano se habían confabulado los munícipes propietarios para no dar acce-

so a los nuevos ediles»,45 ya consideraban que existían incompatibilidades

en el ejercicio de cargos políticos,46 ya se había instalado la nueva directiva

40. LD, «Por las instituciones» (Trinidad, núm. 453, 18.05.1912) y El Eco del Beni, «Por las

instituciones» (Trinidad, núm. 35, 23.05.1912).

41. EB, «Bando de la prefectura» (Trinidad, núm. 231, 10.06.1916).

42. Véase Cronenbold, 1910: 2 y EB, «La situación en Riberalta» (Trinidad, núm. 161, 28.01.

1915); «Junta Municipal de Riberalta» (Trinidad, núm. 166, 6.03.1915); «En la capital del Iténez»

(Trinidad, núm. 282, 4.06.1917).

43. Véase Careaga, 1905: 110-111; López, 1908: 4-5; LD, «Correspondencia» (Trinidad, núm.

351, 25.06.1910); Vaca Chávez, 1913: XIII y EB, «Elección de munícipes» (Trinidad, núm. 207, 18.

12.1915); «Informe prefectural» (Trinidad, núm. 232, 17.06.1916); «Elecciones» (Trinidad, núm. 284,

18.06.1917).

44. Eran propietarios los candidatos que obtenían la mayoría de votos y suplentes aquellos

que tenían en su favor por lo menos la cuarta parte de votos del propietario menos favorecido;

estos últimos serían llamados para reemplazar solo a los propietarios del respectivo período de

su elección.

45. LD, «Remitidos» (Trinidad, núm. 386, 25.02.1911).

46. EB, «En la Municipalidad» (Trinidad, núm. 17, 4.01.1912); «En el Concejo Municipal» (Tri-

nidad, núm. 18, 11.01.1912); «Ecos de Riberalta» (Trinidad, núm. 212, 22.01.1916).

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138 La articulación del Estado en América Latina

de forma incorrecta: sin los miembros necesarios para tomar esta decisión

o destruir las papeletas electorales.47 Para las elecciones a senadores, todos

los distritos electorales remitían las ánforas selladas a la capital del departa-

mento para realizar un único escrutinio general; aunque ello no evitaba los

«vicios de que esta[ba]n plagadas» las elecciones,48 las distancias que me-

diaban entre las poblaciones benianas disminuían el alcance de estos. Por el

contrario, en el caso de los diputados, a partir de 1912 existieron dos cir-

cunscripciones: provincias de Cercado e Iténez, cuya capital fue Trinidad,

y provincias de Yacuma y Vaca Díez, cuya capital pasó a ser Riberalta;49 po-

blaciones a las que debían remitirse las ánforas con los votos escrutados y

las actas de escrutinio parcial para realizar el cómputo general. De nuevo, la

distancia entre los cantones y estas capitales propició la realización del es-

crutinio general sin que algunas ánforas electorales hubiesen llegado a su

destino.50 Asimismo, la adopción de las dos diputaciones llevó, en un primer

momento, a malentendidos y favoreció, al mismo tiempo, el fraude. Ejemplo

de ello fue la exigencia desde Trinidad de la recepción de ánforas que, según

la ley, debían ser enviadas a Riberalta. Así, el cómputo general de esa ciudad

tuvo que hacerse con sus ánforas y las copias legalizadas de las actas de los

otros cantones y «apenas llega[ba]n ciertas vagas noticias de que las ánforas

de Reyes y Rurrenabaque ha[bía]n sido violadas en Trinidad, para suplantar

y aumentar los sufragios» de la oposición y «remitidas a la Cámara de Dipu-

tados para que allí se escrut[as]en».51

La prensa beniana se hizo eco de los procesos electorales y tomó posi-

ciones partidistas según el desarrollo de los comicios y sus resultados. Se-

ñala Marta Irurozqui que contar y publicar anomalías democráticas era par-

te de la estrategia para deslegitimar al bando contrario de tal modo que, no

obstante todos los políticos practicaran el fraude, debían convencer a la opi-

nión pública que quienes lo ejercían eran la oposición, siendo ellos los que

representaban las libertades públicas y democráticas (Irurozqui, 1999: 303-

305). Esta opción era usualmente ejercida por el partido que no estaba en el

gobierno, que lo manifestaría a través de editoriales donde se afi rmaría que

«sabemos que toda candidatura ofi cial, sale avante por angas o por mangas,

sino por los recintos del sufragio, en las mesas de los escrutinios, de esos

escrutinios representación tangible de la comedia electoral».52 Esta «come-

dia electoral» era un argumento parecido a la «fi cción democrática» señalada

47. LD, «Por las instituciones» (Trinidad, núm. 453, 18.05.1912) y EB, «Por las instituciones»

(Trinidad, núm. 35, 23.05.1912); «Municipalidad» (Trinidad, núm. 312, 29.12.1917).

48. LD, «Tribuna libre. Enmendado la plana» (Trinidad, núm. 456, 8.06.1912).

49. Véase el decreto supremo de 15.02.1912 en www.gacetaofi cialdebolivia.gob.bo/normas/

buscarg/elecciones/page:11 (consulta: 3.01.2013).

50. Véase López, 1908: 5 y EB, «Electoral» (Trinidad, núm, 78, 5.06.1913).

51. LD, «Inserción (solicitada)» (Trinidad, núm. 467, 24.08.1912).

52. LD, «Nuestro silencio» (Trinidad, núm. 124, 18.03.1906). Énfasis en el original.

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 139

por Irurozqui (1999: 309) con el que se alertaba del papel que jugaban las

autoridades en el falseamiento de los sufragios y del escrutinio de votos. De

ahí que, cuando el éxito en los comicios no estaba asegurado o la libertad

del sufragio no parecía garantizada, la abstención fuera una práctica usual

para evidenciar posibles conductas fraudulentas (Irurozqui, 1999: 305; 2000:

198). En el caso que conocemos para el Beni (Careaga, 1905: 111), la opo-

sición negaría cualquier victoria del partido liberal asegurando que, al no ha-

ber otro partido para elegir, «¿sobre quién podían triunfar?».53

3.2. Los partidos políticos benianos

La instauración del régimen de partidos llevó a la división política en el Beni,

refl ejo de lo que acontecía a nivel nacional. A partir de 1900, tras la derrota

de la oligarquía conservadora, muchos ciudadanos bolivianos se adscribie-

ron a las fi las liberales y todos los partidos políticos se declararon herederos

del liberalismo. Sin embargo, ello no evitó la competencia por el poder po-

lítico. La búsqueda de mayores opciones para redistribuir y gozar el poder

tuvo como consecuencia la escisión de ciertas facciones y la creación de

nuevos partidos, sin que esto signifi cara la existencia de diferencias ideoló-

gicas importantes entre ellos (Irurozqui, 2000: 199). En el Beni, cuya ciudada-

nía venía simpatizando con el ideario liberal desde fi nes del siglo XIX (Guiteras

Mombiola, 2012: 131-148), el partido liberal congregó a la mayor parte de

personalidades de la región, si bien es cierto que el antiguo partido constitu-

cional mantuvo, por un tiempo, algunos adherentes políticos quienes, pos-

teriormente, atraerían a los descontentos con el partido en el gobierno.

A grandes rasgos, la evolución partidista beniana de las dos primeras dé-

cadas del siglo XX puede trazarse en tres grandes etapas. Entre 1900 y 1905

compitieron por el poder el partido constitucional y el partido liberal. De

1905 a 1915, la oposición estuvo constituida, primero, por el partido popular

y, luego, por el partido liberal puritano o unión liberal, que en algunas ocasio-

nes actuaron conjuntamente, mientras que el partido de gobierno fue cono-

cido como liberal doctrinario. Hasta 1920, el partido republicano y el partido

liberal unifi cado mantuvieron el enfrentamiento. La aparición de estos parti-

dos no fue consecuencia de la existencia de agentes nuevos que reclamaran

representación, aunque sabemos de propuestas para constituir candidatu-

ras no partidistas o de tendencia artesana u obrera, que no prosperaron.54 La

sociedad beniana se organizaría en dos grandes bandos políticos que se

constituirían en partidos que, a pesar de variar de nomenclatura, representa-

rían siempre a los mismos grupos que rivalizarían por el poder político. Aun-

53. LD, «Correspondencia» (Trinidad, núm. 46, 15.01.1905).

54. LD, «Braulio Pereira» (Trinidad, núm. 233, 5.04.1908); «Club político» (Trinidad, núm. 482,

7.12.1912); EB, «Candidatura para munícipes» (Trinidad, núm. 100, 6.11.1913); «Informe prefec-

tural» (Trinidad, núm. 232, 17.06.1916); «Elección municipal» (Trinidad, núm. 307, 24.11.1917).

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140 La articulación del Estado en América Latina

que los liberales gozaban de mucha más popularidad y, en las provincias, las

otras opciones políticas fueron casi inexistentes, lo cierto es que la confl icti-

vidad partidista fraccionó la sociedad beniana, siendo esto particularmente

grave en Trinidad y Riberalta.

Esta situación sería percibida por las distintas autoridades públicas des-

tinadas a la región, quienes afi rmarían haberse topado con «la más profunda

división entre los habitantes de esta Capital producida, a no dudarlo por las

exajeradas [sic] pasiones del partidismo político» (Careaga, 1905: 110). Como

indicara un informante a la investigadora Hilda Rea, «en el tiempo de los

abuelos, la política en la región se asumió como la adscripción a un grupo

que peleaba, hasta físicamente, con otro» (Rea, 2005: 40). Esta animadver-

sión surgida entre los dos bandos partidistas benianos era un refl ejo fi el de

lo que ocurría en el resto del país. En este sentido, señala Irurozqui (2000:

273) que todo partido político destacaba que sus seguidores y sus candida-

tos eran los mejores y más distinguidos individuos del lugar, mientras que de

sus contrarios solo ofrecían epítetos negativos. De ahí que, para el partido

que se encontraba en el gobierno, sus oponentes políticos fueran percibidos

como individuos «deshonestos», «despechados y descontentos» que, con

«desmedida ambición personal», albergaban «odios personalistas» y «me-

rodea[ba]n en la sombra a la pesca» de cargos públicos.55 Asimismo, desde

la perspectiva de quienes estaban alejados del poder, los afi liados al partido

liberal eran unos «protervos», «soldados de todas las causas» que, desde su

«delesnable [sic] pedestal de falsedades y de hipocrecías [sic]», «hac[ía]n

cuanto p[odía]n por parecer meritorios» del poder que ostentaban.56

La prensa reproducía las rivalidades que existían entre estos partidos, al

opinar de sus simpatizantes y sus dirigentes más destacados y relatar todo

lo acontecido en el proceso electoral. Sin embargo, desconocemos, gene-

ralmente, las posiciones defendidas por cada uno de los partidos, los aspec-

tos concretos que los enfrentaban, más allá de su interés por el porvenir de

la Amazonía. En este sentido, señala Irurozqui (2000: 199) que, al no existir

diferencias ideológicas reales entre los partidos bolivianos, cada uno de ellos

debía dotarse de entidad y legitimidad frente a sus oponentes políticos y,

para ello, debían demostrar la deshonestidad de estos últimos y presentarse

a sí mismos como los verdaderos y fi eles representantes del ideario liberal.

Este tipo de práctica se observa también en los partidos benianos. A través

de las acusaciones y contra-acusaciones que estos intercambiaron en la pren-

55. EB, «Notas editoriales. Actividad política» (Trinidad, núm. 166, 7.03.1915); «Elecciones

de munícipes» (Trinidad, núm. 207, 18.12 1915); «Tentativas republicanas en Trinidad» (Trinidad,

núm. 225, 22.04.1916); «Informe prefectural» (Trinidad, núm. 232, 17.06.1916); «El liberalismo en

el Beni» (Trinidad, núm. 259, 23.12.1916); «La opinión en provincias» (Trinidad, núm. 272, 24.03.

1917); «La elección municipal» (Trinidad, núm. 307, 24.11.1917).

56. LD, «Correspondencias» (Trinidad, núm. 46, 15.01.1905); «Recomendamos» (Trinidad,

núm. 245, 27.06.1908); «Tribuna libre. Enmendado la plana» (Trinidad, núm. 456, 8.06.1912).

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 141

sa es posible no solo observar sus estrategias discursivas, sino también des-

cubrir las pocas diferencias existentes entre los liberales y la oposición.

Por un lado, la oposición, integrada por viejos constitucionales, liberales

puritanos y, al fi n, por republicanos, afi rmaría que su único interés era actuar

siempre en benefi cio del departamento. En su favor, señalaba que sus can-

didatos eran «hijos del país, nacidos en Trinidad», lo que, en su opinión, les

haría «mantenerse en el fi rme propósito de que sólo representen al Beni, en

los cargos de origen popular»57 y les convertiría en los mejores defensores de

los intereses de la región y de sus pobladores. En este sentido, objetaban

que los candidatos escogidos por los liberales, no obstante «individuos re-

comendables», eran bien «extraños al suelo que trata[ba]n de representar» o

bien «no pertenec[ía]n al terruño por cuyos intereses trata[ba]n de abogar»,58

lo que les impedía conocer de primera mano las necesidades departamen-

tales. Enfatizaban también el proceso que seguían en la designación de sus

candidatos, en la que solo intervenían ciudadanos benianos, sin participa-

ción alguna de agentes externos vinculados a la esfera nacional del partido;

y ello era lo que, en su opinión, les dotaba de independencia de acción y

decisión políticas. Con esta aseveración, primero, se cuestionaba la gran in-

fl uencia que las altas esferas del gobierno tenían sobre el partido liberal be-

niano al imponer, en varias ocasiones, una candidatura por encima de otras

proclamadas por los notables locales, quienes debían retirarse de la contien-

da electoral;59 y, segundo, se afi rmaba que dicha práctica favorecía la crea-

ción de una camarilla, compuesta por unos mismos individuos que se bene-

fi ciaban de sus relaciones a nivel nacional y que «tenían ahogado al mejor y

más sano elemento del partido liberal, hostilizando al mismo tiempo al parti-

do [opositor]».60

Por otro lado, los liberales, primero como doctrinarios y luego como uni-

fi cados, afi rmarían ser quienes verdaderamente interpretaban el sentir de los

benianos. En apoyo de tales afi rmaciones señalaban, en primer lugar, que al

contrario que la oposición, la suya era una «candidatura verdaderamente

popular [...], realmente libre y liberal que guarda[ba] armonía con los princi-

pios y doctrinas del partido».61 En segundo lugar, que habían vencido con un

elevado número de votos en la gran mayoría de comicios celebrados en la

57. LD, «Reacción» (Trinidad, núm. 323, 18.12.1909).

58. LD, «Nuestro silencio» (Trinidad, núm. 124, 18.03.1906).

59. Véase LD, «Nuestro silencio» (Trinidad, núm. 124, 18.03.1906); «Correspondencia» (Trini-

dad, núm. 351, 25.06.1910); «Tribuna libre. Enmendado la plana» (Trinidad, núm. 456, 8.06.1912);

«Inserción» (Trinidad, núm. 467, 24.08.1912).

60. LD, «Recomendamos» (Trinidad, núm. 245, 27.06.1908). En este sentido también se se-

ñalaría que «existe una camarilla bien organizada para rechazar a los ungidos del pueblo y dar

acceso únicamente a los siervos designados por el elemento gobiernista», en LD, «Inserción»

(Trinidad, núm. 467, 24.08.1912).

61. EB, «Ecos políticos» (Trinidad, núm. 28, 28.03.1912).

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142 La articulación del Estado en América Latina

región,62 convirtiéndose así en los únicos defensores de los intereses y ne-

cesidades públicas del territorio al haber «puesto al Beni en el camino de su

transformación material, social y política».63 Su propuesta, opinaban, repre-

sentaba «las distintas esferas de la actividad social» beniana, motivo por el

que «el pueblo entero en todas sus clases y particularmente en los elementos

más caracterizados de la juventud y la clase obrera» simpatizaban con ellos.64

Y en tercer lugar, afi rmaban que su preponderancia entre los benianos era,

primero, resultado de una oposición que no contaba con adherentes más allá

de la capital65 y carecía de ideas políticas defi nidas al tratarse de antiguos

opositores y liberales desencantados;66 segundo, que sus candidatos a las

cámaras parlamentarias mantenían sólidas vinculaciones políticas con los

grupos dirigentes bolivianos, lo que no solo les dotaba de prestigio social67

sino también certifi caba que su actuación no respondería a la búsqueda de

su propio lucro. En este sentido, apuntaban que la ausencia de estas relacio-

nes había llevado a la oposición a medrar de un cargo a otro desde los que

combatir al gobierno y a los representantes del partido liberal.68

En defi nitiva, ambos partidos se presentaban como los únicos represen-

tantes del régimen democrático y desautorizaban las acciones emprendidas

por sus oponentes, a los que califi caban de corruptos, poco interesados en

el progreso de la región y actuar en su propio benefi cio. De todos modos, se

podría apuntar que las únicas diferencias que existían entre ambos bandos

radicaban en el modo en que pretendían asegurar el porvenir y adelanto del

Beni. La oposición demandaría a sus candidatos ante la cámara de represen-

tantes que priorizaran, casi exclusivamente, las problemáticas departamen-

tales y el trabajo a favor de los intereses orientales. De ahí que, frente a las

políticas y dinámicas de sus oponentes políticos, consideraran de manera

preferente escoger candidatos nacidos en el Beni, dado que, actuar de otro

modo, tal y como hacían los liberales, «quiere decir que el Oriente carece de

hombres de prestigios y competencia que puedan ser sus personeros en los

bancos del parlamento boliviano».69 Por el contrario, el partido liberal benia-

no consideraría de vital importancia el establecimiento de relaciones con

62. EB, «Elecciones Municipales» (Trinidad, núm. 14, 14.12.1911); «Electoral» (Trinidad, núm.

35, 23.05.1912); «Elecciones» (Trinidad, núm. 64, 12.12.1912).

63. EB, «El resultado electoral del 6. Nuestro triunfo» (Trinidad, núm. 279, 12.06.1917).

64. EB, «Directorio liberal» (Trinidad, núm. 11, 12.11.1911); «Elección de munícipes» (Trinidad,

núm. 207, 18.12.1915).

65. EB, «Reorganización del directorio liberal de San Ignacio» (Trinidad, núm. 174, 1.05.1915).

66. Véase EB, «El liberalismo en el Beni» (Trinidad, núm. 259, 23.12.1916); EB, «El resultado

electoral del 6. Nuestro triunfo» (Trinidad, núm. 279, 12.05.1917) y «La elección municipal» (Tri-

nidad, núm. 307, 24.11.1917).

67. EB, «Política local» (Trinidad, núm. 100, 6.11.1913).

68. EB, «Política local» (Trinidad, núm. 100, 6.11.1913) y «Notas editoriales. Actualidad políti-

ca» (Trinidad, núm. 166, 7.03.1915).

69. LD, «Nuestro silencio» (Trinidad, núm. 124, 18.03.1906).

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 143

personalidades destacadas de la vida política nacional. Ello permitiría com-

prender las problemáticas que afrontaba el país y, en contrapartida, dar a

conocer las necesidades y carencias de la Amazonía, dado que, según afi r-

maban, «el Beni también hace parte de Bolivia y es a nosotros a quienes

corresponde servirle dentro de la colectividad nacional».70

4. ¿Quién representaba a la Amazonía? Caracterización de los notables benianos

La escasa presencia estatal en la Amazonía favoreció que, a lo largo del si-

glo XIX, se desplazaran a la región colonos blanco-mestizos de distintas par-

tes de la República. Estos individuos, lenta pero sostenidamente, irían ocu-

pando el territorio, se apropiarían de los recursos naturales y avanzarían sobre

la frontera interna por medio de actividades comerciales y frentes económi-

cos diversos —agropecuarios y forestales— y la adquisición de derechos de

propiedad sobre numerosos lotes de tierra. Algunos de estos colonos con-

seguirían formar grandes latifundios y se convertirían en importantes empre-

sarios, lo que les convertiría, a inicios del siglo XX, en un importante grupo

de poder en la región (Guiteras Mombiola, 2012: 96-109, 207-255). En el

interior de este grupo existían lazos de distinta índole —solidaridad, lealtad,

subordinación— que se fortalecerían con, por un lado, los partidos políticos

entendidos como una forma de asociación política que favorecía la reunión

de aquellos notables que aspiraban al poder y fomentaba su acceso a la ad-

ministración pública; y, por otro lado, las agrupaciones —culturales, sociales

y económicas— creadoras de sociabilidad política (Annino, 1995: 15; Sábato,

1999: 22). En una sociedad como la beniana, de carácter eminentemente ru-

ral, estos vínculos permitirían la formación de pequeños círculos cuyos miem-

bros estaban relacionados por redes de parentesco y patrimonio, lo que sig-

nifi ca, en opinión de Rojas, Tapia y Bazoberry (2000: 56-57), que la política

beniana se construiría basándose en las estructuras de poder patrimonial y

de la familia. Y de ahí que la identidad de los sujetos con capacidad política

estuviera determinada por el refrendo del resto de notables, quienes recono-

cían en sus semejantes crédito, dignidad y respetabilidad sufi cientes para re-

presentar a su comunidad en las distintas esferas de gobierno.

Cabe recordar que, según la Constitución vigente por entonces, el de-

sem peño de cargos públicos requería ser ciudadano en ejercicio con una

renta anual determinada. En este sentido, dicha renta debía ascender a dos-

cientos bolivianos para ser munícipe, cuatrocientos para ser diputado y

ochocientos para ser senador.71 Así, los individuos que podían acceder al

poder político eran aquellos sujetos que gozaban de un poder socio-econó-

70. EB, «Política local» (Trinidad, núm. 100, 6.11.1913).

71. Constitución de 28.10.1880, arts. 33, 57 y 62.

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144 La articulación del Estado en América Latina

mico relevante, lo que restringía el juego político a unos pocos y casi siempre

a los mismos individuos. De este modo, el estatus económico adquirido por

los notables benianos a través de la explotación de los recursos naturales

amazónicos les permitió acceder a la ciudadanía política y adquirir recono-

cimiento y representatividad frente a sus coetáneos. Asimismo, sin duda,

este liderazgo político pasaba por la posesión de ciertas capacidades per-

sonales, de ahí que, además de empresarios, comerciantes y negociantes,

quienes gozaron de una ascendencia social y política en la época fueron

también algunos hombres de letras e intelectuales (Pinto y Lijerón, 2011: 159).

Su participación en distintos espacios de sociabilidad —partidos políticos,

asociaciones socioculturales, entidades económicas— y su presencia conti-

nuada en las páginas de la prensa beniana —ya como fundadores, directores

o redactores, ya como noticia en sí mismos— les dotarían de infl uencia polí-

tica para intervenir sobre el devenir político, y sus lazos familiares y de amis-

tad los situarían en uno u otro bando partidista en que se dividía la sociedad

beniana.

Como hemos señalado, en las dos primeras décadas del 1900, la mayor

parte de los ciudadanos notables del departamento simpatizaron con el par-

tido liberal; de hecho, muchos de ellos formaron parte de las cúpulas de los

directorios liberales y devinieron sus principales dirigentes. Me referiré aquí

a cinco de ellos; el primero fue Carmelo López, uno de los principales im-

pulsores del periodismo beniano, fundador de los periódicos El Beni y El

Porvenir. Propietario latifundista y empresario gomero, fue el líder del partido

liberal de la provincia de Iténez, donde ejerció de corregidor (1900-1904)

y subprefecto (1904-1907), y presidente de la Junta Municipal de Baures

(década de 1900); posteriormente sería designado prefecto del Beni (1907-

1910) y ejercería de senador por el Beni (1913-1915) hasta poco antes de su

muerte.72 El segundo fue el destacado liberal Néstor Suárez, propietario de

establecimientos agropecuarios en la provincia de Cercado; fundó y dirigió

el periódico El Eco del Beni, donde ejerció de periodista y defendió las ac-

ciones y política del partido liberal. Líder del directorio liberal beniano des-

de 1915, representó al departamento como diputado por Cercado e Iténez

(1912-1918) y fue senador por el Beni (1918-1919); concluida su labor, ejer-

cería de presidente municipal (1920).73 El tercero, Fabián Vaca Chávez, fue

abogado, poeta y redactor de los periódicos El Beni y El Eco del Beni. Estu-

vo muy vinculado a los movimientos culturales y sociales de Trinidad, siendo

el presidente de la Sociedad Geográfi ca e Histórica y presidente honorario

de la Sociedad «18 de noviembre»; fue diputado por el Beni (1908-1911) y

72. Véase Natusch, 1982: 83-85; Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 276; Pérez Fernández, 2000:

196; Guiteras Mombiola, 2012: 242, 246, 326, 345-347, 351, 365, 370 y EB, «Carmelo López»

(Trinidad, núm. 210, 8.01.1916).

73. Véase Natusch, 1982: 109-110; Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 276; Guiteras Mombiola,

2012: 202, 328, 368, 372 y EB, «Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183, 3.07.1915).

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 145

prefecto del mismo departamento (1912-1913).74 El cuarto fue el abogado

Domingo Leigue, que tuvo gran infl uencia desde los cargos públicos que

ocupó tanto en Riberalta como en Trinidad. Fue líder del partido (1913-1915),

prefecto del Beni (1913-1914), vicepresidente de la Sociedad Geográfi ca e

Histórica, presidente honorario de la Sociedad «18 de noviembre» y presi-

dente del concejo municipal (1919).75 Finalmente, fi gura liberal destacada fue

también Mariano Méndez Roca, el principal empresario latifundista de la pro-

vincia de Cercado por aquel entonces. Tras ejercer de corregidor en Loreto

(1903-1904), ocupó la presidencia del concejo municipal (1910-1911) y fue

presidente de su partido (1915), diputado por el Beni (1901-1905) y senador

por el departamento (1912-1917).76

Aunque los adherentes más destacados del partido liberal gozaron de

gran popularidad en la época, la prensa trinitaria da cuenta, también, de quié-

nes fueron los notables que se les opusieron desde los distintos partidos

en que se organizaron. Entre ellos destaca, primero, el abogado y periodista

Serafín Castedo, quizá la fi gura más emblemática del conservadurismo del

momento. Líder del partido constitucional beniano y principal opositor de los

liberales hasta su muerte —alrededor de 1915—, fue el fundador y propieta-

rio del periódico La Democracia. En la década de 1910 ejerció de munícipe

llegando, entre 1913 y 1914, a ostentar la presidencia del concejo.77 Merece

señalarse también, en segundo lugar, la fi gura de Demetrio Callaú, un político

controvertido, muy combatido desde las fi las liberales doctrinarias al haber-

se escindido del partido y acceder a cargos públicos relevantes en repre-

sentación de la oposición.78 Ejerció de munícipe, dirigió el concejo municipal

(1913-1914) y formó parte de la Cámara de Comercio (1913). Fue senador

por el Beni (1915-1916) tras haber sido candidato a ocupar el escaño en la

década de 1910.79 En tercer lugar, otra fi gura militante en la oposición, prime-

74. Véase Natusch, 1982: 11-113; Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 276; Pinto y Lijerón, 2011:

149-150 y EB, «Varias» (Trinidad, núm. 74, 27.03.1913); «Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183,

3.07.1915); «La adhesión de S. Joaquín» (Trinidad, núm. 236, 15.07.1916).

75. Véase Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 261-271, 276; Pinto y Lijerón, 2011: 149-150 y EB,

«Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183, 3.07.1915); «La asociación patriótica del Iténez» (Tri-

nidad, núm. 236, 15.07.1916).

76. Véase Natusch, 1982: 121-122; Guiteras Mombiola, 2012: 189, 202, 227-228, 242-247,

337-339, 343, 347, 350, 359-360, 368, 371-375 y EB, «La memoria municipal» y «Memoria»

(Trinidad, núm. 17, 4.01.1912); «Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183, 3.07.1915).

77. Véase LD, «Cámara de comercio» (Trinidad, núm. 490, 1.02.1913; «Documentos munici-

pales» (Trinidad, núm. 491, 8.02.1913) y «Un siglo de periodismo en el Beni» de Miguel Domingo

Saucedo (Trinidad, 18.11.1942), reproducido en La Razón (Trinidad, mayo de 1982).

78. Véase EB, «Boletín del Partido Liberal» (Trinidad, núm. 1, 13.09.1911); «Las gestiones

del senador Callaú» (Trinidad, núm. 210, 8.01.196); «Suplantación de un documento público»

y «El senador Callaú» (Trinidad, núm. 257, 9.12.1916); «Aseveraciones de El Fígaro de La Paz» y

«El presupuesto del Beni» (Trinidad, núm. 259, 23.12.1916).

79. Véase LD, «Cámara de comercio» (Trinidad, núm. 490, 1.02.1913; «Documentos municipa-

les» (Trinidad, núm. 491, 8.02.1913) y EB, «Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183, 3.07.1915).

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146 La articulación del Estado en América Latina

ro como conservador, luego como liberal puritano y fi nalmente como repu-

blicano, fue Antonio L. Velasco. Tras la disolución del partido constitucional

y la muerte de Serafín Castedo se convertiría en líder del bando opositor y

fundaría el periódico La Voz del Pueblo. Desde sus páginas llevaría a cabo

su campaña política dado que, entre 1900 y 1920, solo consiguió en dos

ocasiones acceder y presidir la municipalidad.80 Por último, debemos citar

a Maximiano Arze, simpatizante de los liberales puritanos, quien a fi nes del

período de estudio fundaría el partido republicano. Vinculado con el queha-

cer cultural de la capital Trinidad, fue miembro de la Sociedad Geográfi ca e

Histórica y dirigió el periódico de la oposición, La Voz del Pueblo, en la se-

gunda mitad de la década de 1910.81

Las personalidades aquí caracterizadas fueron los ciudadanos notables

que acapararon la vida política beniana y, particularmente trinitaria, de prin-

cipios de siglo, con su constante aparición en la prensa, sus labores de ca-

rácter sociocultural y su participación en las periódicas contiendas electora-

les. Junto a estas fi guras sabemos de la existencia de otros notables —véase

el cuadro adjunto—, residentes en su gran mayoría en Trinidad y Riberalta,

aunque procedentes, en algunos casos, de otros cantones, que si bien no

alcanzaron las cotas de popularidad de los citados anteriormente, fueron

reconocidos como personajes relevantes por sus coetáneos.

Durante las dos primeras décadas del siglo XX, todos estos ciudadanos

notables se convertirían, paulatinamente, en la verdadera élite dirigente del

Beni, siendo su perfi l político y económico muy parecido. A tenor de lo se-

ñalado en los párrafos y cuadro anteriores, podemos concluir que, en primer

lugar, los notables benianos fueron profesionales liberales y empresarios, en

su gran mayoría propietarios de negocios y tierras de los cuales obtuvieron

los recursos económicos necesarios para mantener su posición de privilegio.

En segundo lugar, casi la totalidad de los notables benianos ejerció, aunque

de manera interrumpida, cargos vinculados a la administración del departa-

mento y fueron elegidos, en muchos casos, consecutivamente, para desem-

peñarse como representantes políticos de la sociedad beniana, tanto en el

ámbito municipal como en el ámbito nacional. Y en tercer lugar, todos ellos

estuvieron directamente vinculados bien al partido del gobierno o bien a la

oposición, no participando en las escasas candidaturas independientes que

se organizaron en distintas ocasiones.

80. Véase EB, «Elección de munícipes» (Trinidad, núm. 207, 18.12.1915); «Tentativas repu-

blicanas en Trinidad» (Trinidad, núm. 225, 11.03.1916) y «Un siglo de periodismo en el Beni»,

de Miguel Domingo Saucedo (Trinidad, 18.11.1942), reproducido en La Razón (Trinidad, mayo de

1982).

81. Véase Pérez Fernández, 2000: 202; Pinto y Lijerón, 2011: 149-150 y «Un siglo de perio-

dismo en el Beni», de Miguel Domingo Saucedo (Trinidad, 18.11.1942), reproducido en La Razón

(Trinidad, mayo de 1982).

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 147

Cuadro 1Caracterización de notables benianos

Notables Afi liación política

Cargos municipales y locales

Cargos departamentales y nacionales

Ricardo

Aguilera

liberal munícipe (1910-1911,

1916-1917)

Feliciano

Antelo

liberal munícipe (1916-1917);

presidente concejo

(1905-1908-1912)

Rodolfo

Araúz

constitucional prefecto del Beni (1897-

1898); delegado nacional

(1913-1914, 1920)

Ismael

Arteaga

liberal /

republicano

presidente concejo

(1911-1916, 1920); Cámara

de Comercio Riberalta (1927)

senador por el Beni

(1920-1922)

Faustino

Ch.

Avaroma

liberal munícipe (1908); presidente

concejo (1914-1915,

1917-1918)

subprefecto de Yacuma

(1910); secretario prefectura

(1913)

Carlos M.

Barbery

liberal /

republicano

presidente junta Riberalta

(1911); Cámara de Comercio

(1912-1914)

diputado por el Beni (1892-

1893, 1896-1897); senador

por el Beni (1898, 1926)

José

Barrero

liberal munícipe (1916-1917);

presidente concejo

(1913-1914)

subprefecto Cercado (1908);

miembro Corte Superior

de Justicia (1917)

Benigno

Barrios

liberal presidente (1908)

y vicepresidente (1917) l

concejo; secretario Cámara

de Comercio de Trinidad

(1916-1917, 1922)

Ángel

Bello

liberal miembro Sociedad

Geográfi ca e Histórica

subprefecto Cercado

(1901-06); cargos

prefecturales (1914-1916);

prefecto del Beni

(1922-1923)

Manuel

Bello

liberal presidente junta S. Joaquín

(1900-1904); munícipe Villa

Bella (1910-1911)

diputado suplente por

Yacuma y Vaca Díez (1913)

Belisario C.

Guardia

liberal presidente Sociedad

«18 noviembre»; presidente

junta Magdalena (1917)

senador Beni (1900-1904);

inspector de instrucción

(1904-1915); fi scal partido

prov. Iténez (década

de 1920)

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148 La articulación del Estado en América Latina

Notables Afi liación política

Cargos municipales y locales

Cargos departamentales y nacionales

Manuel G.

Céspedes

liberal miembro Sociedad

Geográfi ca e Histórica;

presidente concejo

(1920-1921)

presidente Corte Superior

Justicia del Beni (1913-1920)

Francisco J.

Chávez

liberal miembro concejo

(1912-1913, 1916);

presidente-vicepresidente

Cámara de Comercio

Trinidad (1916-1917)

administrador de correo

(1912)

César

Claros

liberal

puritano

munícipe (1916-1917);

presidente del concejo

(1909)

secretario de la prefectura

(1915)

Marcelino D.

Clementeli

liberal munícipe (1917); presidente

junta Magdalena

(1915-1916)

subprefecto Iténez

(1900-1903, 1907-1910)

Juan B.

Coimbra

liberal munícipe (1917); presidente

junta Baures (1907-1908)

y Magdalena (1915-1916);

redactor El Porvenir

subprefecto Iténez (1917)

David

Cronenbold

liberal presidente concejo

municipal (1911-1912)

senador por el Beni

(1912-1916)

Juan E.

Daza

Palmero

constitucional munícipe (1911-1912);

presidente concejo (1900);

miembro Sociedad

Geográfi ca e Histórica (1912)

inspector de instrucción

(1913-1915)

Caciano

Guzmán

liberal munícipe (1903-1911);

presidente del concejo

(1912-1913)

Rodolfo

Ibáñez

liberal munícipe del concejo

(1914-1916)

subprefecto Yacuma

(1909-1913, 1920)

Benigno

Lara

liberal /

republicano

diputado (1909-1913);

senador (1925)

Jesús

Lijerón

liberal miembro Sociedad

Geográfi ca e Histórica

subprefecto Cercado (1904),

fi scal partido de Yacuma

(1915, 1920)

Jesús

Mansilla

liberal presidente concejo

(1910-1911, 1916-1917)

y Cámara de Comercio

(1916-1917)

Plácido

Molina M.

liberal presidente-vicepresidente

junta Riberalta (1915-1916,

1916-1917); Cámara

de Comercio Riberalta

(1912-1918)

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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 149

5. Consideraciones fi nales

La articulación del Estado-nación boliviano trajo consigo la instauración de

un régimen de partidos que debía legitimar un sistema de gobierno demo-

crático y representativo. La aparición de los primeros partidos políticos boli-

vianos y la constitución de un régimen bipartidista en toda la república tam-

bién tuvieron su correlato en la Amazonía y, en concreto, en el departamento

del Beni. Ello sería claramente visible a partir del cambio de gobierno que

supuso la guerra federal de 1899. Por un lado, con la pérdida de peso políti-

co de los partidos de carácter conservador y, por ende, la caída en desgracia

de sus seguidores en el ámbito sociopolítico local; y, por otro lado, con el

ascenso político de los partidos liberales, que habían permanecido alejados

de ella y, con ello, el acceso a la vida pública de actores que, a pesar de su

peso socioeconómico, carecían hasta entonces de infl uencia política. De este

modo, entre 1900 y 1920, los grupos de poder benianos, integrados por ciu-

dadanos notables con un estatus cultural y socio-económico elevado, se

posicionaron en uno u otro bando partidista, en función de los lazos de pa-

rentesco, patrimonio, amistad y/o lealtad previamente establecidos. En nues-

tra opinión, es claro que ello sumergió a los ciudadanos benianos en una

confrontación que dividiría la sociedad entre conservadores y liberales, libe-

rales puritanos y liberales doctrinarios y republicanos y liberales; igualmen-

te consideramos que fue esta competencia la que les dotó de existencia e

identidad en el seno de la comunidad política local e, incluso, departamental.

Este enfrentamiento partidario se expresaría en dos vertientes. La prime-

ra sería la conformada por los espacios de sociabilidad política. Por un lado,

con la creación de asociaciones interesadas en el devenir cultural, económico

y social del departamento. Estos lugares de reunión permitieron a los distintos

notables locales relacionarse, compartir e intercambiar opiniones, conocer y

debatir temas de todo tipo, más allá de su postura política partidista. Por otro

lado, por medio de la prensa periódica beniana, editorialmente comprometi-

da con una u otra opción política. Hemos visto que diversos intelectuales y

Notables Afi liación política

Cargos municipales y locales

Cargos departamentales y nacionales

Ángel

Salazar E.

liberal presidente (1915,

1918-1919); vicepresidente

(1912-1913) y miembro

concejo (1916-1917)

Abelardo

Zabala

liberal munícipe (1910, 1916)

y presidente junta Riberalta

(1901)

candidato a diputado

(1911-1912); diputado

Yacuma y Vaca Díez (1915)

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos recogidos en EB y LD; Natusch, 1982; Limpias

Saucedo, 2005 [1942]; Pérez Fernández, 2000; Pinto y Lijerón, 2011.

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150 La articulación del Estado en América Latina

políticos fueron fundadores, promotores y redactores de los periódicos que

circularon por el Beni y que se convirtieron en útiles instrumentos para hacer

política, intervenir en la vida departamental y crear opinión pública.

La segunda vertiente sería la constituida por la participación en los espa-

cios de poder político. Por un lado, a partir de la afi liación a los dos únicos

partidos políticos existentes en el Beni. Aunque es posible que algunos de

sus miembros simpatizaran realmente con dichos partidos, a tenor de lo re-

visado en las fuentes, dicha afi liación parece que respondió más a los lazos

personales mantenidos entre los distintos notables —simpatías, ani mad ver-

sio nes—82 y a su función de plataforma desde la que designar a sujetos afi nes

o postularse ellos mismos a la vida política municipal e, incluso, nacional. Y por

otro lado, a través de las contiendas electorales anuales. En ellas, los hom-

bres de letras, empresarios y políticos más destacados de cada uno de los

partidos fomentaron la participación en los procesos electorales para acce-

der a instancias del gobierno municipal, y así intervenir en el desarrollo de

sus localidades de origen y del departamento en general. La autonomía mu-

nicipal dotó de ascendencia política a aquellos individuos que accedieron a

su dirección y garantizó al partido que estos representaban mayor incidencia

entre la sociedad. De ahí que fuera el acceso a la municipalidad la principal

ambición de los notables benianos, quienes vieron en ella el eslabón nece-

sario que debían conseguir si aspiraban a representar al Beni a nivel nacional.

En defi nitiva, el carácter rural de la sociedad amazónica, la dualidad par-

tidista del régimen político y las características censitarias del sistema elec-

toral favorecieron que la vida pública beniana fuera gestionada por un círculo

cerrado de sujetos de derecho y pleno ejercicio ciudadano que participaban

en un reducido circuito de relaciones familiares, comerciales y de amistad.

Su intervención en la creación, sostenimiento y reproducción de los señala-

dos espacios de sociabilidad proporcionó a sus miembros más destacados

—económica e intelectualmente— prestigio y respetabilidad sociales, y le-

gitimidad y representatividad políticas. Su cada vez mayor presencia en la

esfera pública haría que determinados notables benianos se erigieran en re-

ferentes del poder político local y fueran percibidos como los únicos indivi-

duos capaces de intervenir en la vida pública, liderar la comunidad política

beniana y representarla políticamente.

Bibliografía citadaALONSO, Paula (2003). Construcciones impresas. Panfl etos, diarios y revistas en la forma-

ción de los estados nacionales en América Latina, 1820-1920. Buenos Aires: FCE.

82. No en vano, ante el trasvase de la intención de voto de un candidato a otro en poco me-

nos de un mes, un corresponsal afi rmaría: «Ud. puede juzgar cuan rápido es el fl ujo refl ujo de la

marea eleccionaria, juzgará también si hay opinión política o si solamente los electores están al

son». Véase LD, «Correspondencia» (Trinidad, núm. 351, 25.06.1910).

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