2013. representación política y espacios de sociabilidad en la amazonía boliviana, 1900-1920
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Representación política y espacios de sociabilidad
en la Amazonía boliviana, 1900-19201
Anna Guiteras MombiolaUniversitat de Barcelona
1. Introducción
A inicios del siglo XX, la Amazonía boliviana se encontraba, en buena medida,
poco vinculada con el resto del país, no obstante ser la más extensa de toda
la república. Por entonces, se sujetaba a dos administraciones: en el noroes-
te, al Territorio Nacional de Colonias y, en el sureste, al departamento del Beni,
creado en 1842 y objeto de interés en este texto. Sus fronteras se extendían
desde las llanuras naturales tropicales y bosques ribereños del piedemonte
andino, en el sur, hasta los ríos septentrionales cuyas aguas bañaban exu-
berantes bosques prácticamente desconocidos. Sus únicos núcleos urba-
nos eran las antiguas misiones jesuíticas, los establecimientos gomeros y
la aduana nacional,2 siendo su población más bien escasa y compuesta por
1. Este trabajo se presenta en la fase conclusiva del proyecto de investigación del Ministerio
de Ciencia e Innovación de España, HAR2009-07094, aunque su versión defi nitiva se realiza en
la fase inicial del proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad, HAR2012-34095. Am-
bos se desarrollan en el seno del TEIAA (2009SGR1400), grupo de investigación consolidado por
la Secretaria d’Universitats i Recerca del Departament d’Economia i Coneixement de la Genera-
litat de Catalunya.
2. A inicios del siglo XX, el departamento del Beni estaba organizado en las provincias de
Cercado, Iténez, Yacuma y Vaca Díez. Trinidad era su capital, en la provincia de Cercado, siendo
la siguiente población en importancia Riberalta, en la provincia de Vaca Díez. El resto de núcleos
urbanos benianos eran las ex-reducciones de San Javier, San Pedro, San Ignacio, Loreto, Mag-
dalena, San Ramón, San Joaquín, Baures, Huacaraje, Carmen, Exaltación, Santa Ana, Reyes,
Rurrenabaque y San Borja; también los villorrios de San Francisco y San Lorenzo, los estableci-
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una mayoría indígena, de distintas fi liaciones étnicas, y una minoría de em-
pleados públicos y colonos blanco-mestizos que detentaban el control de
los recursos económicos de la región. Los centros de población se hallaban
dispersos por el territorio y apenas vinculados entre sí y con el resto del país,
consecuencia de las difíciles comunicaciones inherentes a la geografía ama-
zónica.3 De ahí que la Amazonía haya persistido en el imaginario colectivo
boliviano como un «lugar sin historia» en el que los acontecimientos políti-
cos acaecidos en el resto del país no tenían repercusión y donde la represen-
tación política fue, sino nula, más bien escasa. Percibida como un espacio
fronterizo y marginal en lo que se refi ere a los intereses inmediatos de los
dirigentes bolivianos, su imagen de «área vacía» se iría afi anzando, contribu-
yendo a crear un efecto de lejanía y olvido. Sin embargo, las evidencias do-
cumentales desmienten esta premisa y muestran cómo las movilizaciones
políticas y luchas partidistas que tenían lugar a nivel nacional también tuvie-
ron su correlato en el área amazónica.
La guerra del Pacífi co (1879-1883) propició una refl exión entre los diri-
gentes del país que daría lugar a la instauración de un nuevo orden político,
social y económico. Con la voluntad de favorecer el surgimiento de Bolivia
como Estado-nación, se elaboró una nueva constitución, se defendió la es-
tabilidad económica y la unifi cación nacional y se implantó un régimen de
partidos de carácter civil. Entre 1884 y 1899, sucesivos gobiernos conser-
vadores —partidos demócrata, constitucional y conservador— detentaron el
poder presidencial; su hegemonía sería cuestionada por el partido liberal, que
promovió diversas revueltas para revertir el régimen político. En 1899, esta
contienda concluiría con la denominada guerra federal, que propició el acce-
so al poder al partido liberal, que ocuparía la presidencia hasta 1920. Duran-
te este período, los liberales se escindirían en otros partidos, el «puritano»
primero, el «republicano» después; estas tres facciones competirían por en-
tonces por ejercer el poder estatal.4 El departamento del Beni también se
haría eco de los confl ictos políticos y cambios partidistas acaecidos en el
altiplano. Durante el mandato de los gobiernos liberales, los ciudadanos be-
nianos se afi liarían a los partidos políticos surgidos en el departamento y se
enfrentarían en los procesos electorales para acceder a las municipalidades
y designar a sus representantes nacionales. Por ello, es nuestra intención de-
fender aquí que los ciudadanos benianos participaron de la vida política del
mientos de Limoquije, Versalles, Mateguá, Santa Rosa, Santa Rosa, Guayaramerín, Cachuela
Esperanza, Ivon y Esperanza y la aduana nacional de Villa Bella.
3. Ello respondía al modelo de ocupación del territorio de tipo enclave, con unos núcleos
urbanos y rurales poco conectados y que funcionaban de forma casi independiente ante la falta
de focos de atracción económica y poblacional de sufi ciente entidad, a excepción de Trinidad y
Riberalta, igualmente distantes entre ellas (Molina y Soleto, 2002: 45-46).
4. La evolución política y constitución de los partidos políticos bolivianos en Klein, 1969; Iru-
rozquiI, 1994, 1995, 2000.
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país pues, como en el resto de departamentos, se desarrollaron confl ictos de
carácter partidista, se crearon espacios de sociabilidad y surgieron formas
de representación política.
Este estudio se enmarca en la renovación historiográfi ca de las últimas
décadas que ha cuestionado la imagen de una América Latina con sistemas
políticos viciados, fraudulentos y, por ende, fallidos, que imposibilitaron la
representación política y el correcto desarrollo democrático. Esta nueva mi-
rada revaloriza la historia política y se interroga sobre el ejercicio ciudadano,
el sufragio, las elecciones, la creación de opinión y espacios públicos y las
formas de representación y sociabilidad políticas que han enriquecido el co-
nocimiento del desarrollo político latinoamericano.5 A través del análisis de
la legislación electoral y municipal y los periódicos benianos abordaremos, en
un primer apartado, el papel de la prensa y el asociacionismo como espacios
creadores de sociabilidad política; en un segundo apartado, los espacios de
poder político tales como los procesos electorales y los partidos políticos;
y en un tercer apartado, la infl uencia y representatividad sociopolíticas ad-
quiridas por los notables benianos en los espacios de sociabilidad construi-
dos entre 1900 y 1920. Con ello nos proponemos, primero, revalorizar los
procesos políticos acaecidos en el área amazónica, frecuentemente subes-
timados por la historiografía bolivianista; segundo, mostrar la existencia de
los espacios de sociabilidad política en el departamento del Beni; y, tercero,
caracterizar a los notables benianos que participaron en la contienda políti-
ca y ocuparon espacios de poder que les reportaron cierta respetabilidad
pública.
2. Medios de conformación de opinión pública y espacios de sociabilidad
Desde su constitución como república independiente, Bolivia contó con una
abundante producción periodística que incluyó folletos, libelos y hojas volan-
tes y prensa (Unzueta, 2000: 38, 46-47). El periodismo en el área amazónica,
no obstante, fue más bien tardío, encontrándose sus primeras manifesta-
ciones a partir de la década de 1880; la gran mayoría de ellos tuvieron corta
duración y, en algunos casos, efímera.6 Al iniciarse el siglo XX, aunque exis-
tían periódicos en Riberalta —dada su relevancia económica y política en el
5. Entre los estudios que han abordado estas temáticas, véanse los de Annino, 1995; Mala-
mud, 1995, 2000; Sábato, 1999. Una interesante y minuciosa refl exión sobre los principales apor-
tes de esta renovación historiográfi ca en Sábato, 2001. En relación con los procesos electorales
y la ciudadanía política en el caso boliviano, véase Barragán, 1999, 2006, e Irurozqui, 2000.
6. Entre los periódicos pioneros se destacan El Eco del Oriente (1882), El Seringuerito (1888),
15 de Abril (1890) o El Correo del Beni (1893), La Revista Colonial (1896) o El 10 de Abril (1896).
Véase «Un siglo de periodismo en el Beni», de Miguel Domingo Saucedo (Trinidad, 18.11.1942),
reproducido en La Razón (Trinidad, mayo de 1982) y Pérez Fernández, 2000: 181-192.
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noroeste—7 y en la provincia de Iténez,8 entre 1900 y 1920 el grueso de la
prensa beniana se editaba en la capital del departamento, Trinidad. Por en-
tonces, los periódicos trinitarios más importantes fueron La Democracia, El
Beni, El Eco del Beni y La Voz del Pueblo, los cuales, a través de sus artícu-
los, sus líneas editoriales y sus redactores, conformaron una opinión pública
en el Beni y se constituyeron en espacios de sociabilidad política importan-
tes para los habitantes del departamento amazónico.
Por entonces, la sociedad beniana estaba sumida en la confrontación par-
tidaria que dividía a los ciudadanos bolivianos: primero, entre constituciona-
les/conservadores y liberales; luego, entre liberales puritanos y liberales y,
fi nalmente, entre republicanos y liberales. Este enfrentamiento se expresaría
muy particularmente a través de la prensa periódica. En el Beni, distintas fi -
guras políticamente signifi cadas con una u otra de estas corrientes políticas
adquirirían imprentas y editarían periódicos, de los que serían propietarios.
La orientación claramente política de los mismos refl ejaría lo que acontecía
a nivel nacional, convirtiéndose así en portavoces de los partidos políticos
enfrentados. En efecto, al inicio del siglo XX surgió el periódico La Democra-
cia (1904-1913), por entonces órgano opositor indiscutible de la administra-
ción política estatal y departamental; representó a los constitucionales, prime-
ro, y a los puritanos, después. Contrarrestaría las críticas de este el periódico
El Beni (1906-1910), que defendió las políticas de los liberales en el poder.
Años más tarde, sería reemplazado por El Eco del Beni (1911-1920), sema-
nario que sostuvo el ideario liberal defendido por el gobierno; en este se-
manario colaboraron destacados hombres de letras, constituyéndose, así,
en «la más alta tribuna del pensamiento beniano».9 Entonces, la oposición a
la prensa ofi cialista provino de La Voz del Pueblo (1915-1920), que se carac-
terizó por artículos y editoriales muy combativos con los que se apoyaría a
los puritanos, primero, y a los republicanos, después.10
Como es sabido, la prensa fue un instrumento de discusión y de interven-
ción en la vida pública y se constituyó en una forma de hacer política y cons-
truir opinión pública. Desde las páginas de los periódicos mencionados se
difundieron relatos y crónicas de índole local, se denunció el abandono y ol-
7. El auge gomero en el norte amazónico demandó la creación de una delegación nacional
que atendiera tan vastos y alejados territorios. El único núcleo urbano que reunía condiciones
aceptables era Riberalta, lugar donde se fi jó el asiento delegacional, no obstante pertenecer al
departamento beniano; así, durante las primeras décadas del siglo XX, Riberalta actuó como ca-
pital de facto del Territorio Nacional de Colonias. Véase Roca, 2001: 205-209, 292-296; Gamarra,
2007: 27-38; López Beltrán, 2007.
8. Entre estos periódicos provinciales cabe destacar en Iténez, La Voz del Iténez (1905) y
El Porvenir (1909), y en Riberalta, El Noroeste (1896), La Gaceta del Norte (1901) y El Comer-
cio (1916). Véase La Razón, «Un siglo de periodismo en el Beni» (Trinidad, mayo de 1982); Pérez
Fernández, 2000: 19. 182, 195-198, 202, y Pinto y Lijerón, 2011: 158-159.
9. La Razón, «Un siglo de periodismo en el Beni» (Trinidad, mayo de 1982).
10. Ibídem y Pérez Fernández, 2000: 195-197, 199-202.
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vido en que el Ejecutivo boliviano mantenía las fronteras, y se defendieron
los intereses económicos regionales y departamentales. Sin embargo, al tra-
tarse de unos medios fi nanciados por individuos que simpatizaban con par-
tidos políticos defi nidos, los periódicos estimularon, también, la confronta-
ción partidaria y personal existente entre los notables benianos promoviendo
sus propuestas políticas, propagando sus ideas, defendiendo a sus líderes
y combatiendo a sus opositores (Alonso, 2003: 8-9; Unzueta, 2000: 46, 49).
Esta fi nalidad partidista se evidenciaba en sus columnas, donde, la publica-
ción y sus suscriptores —y afi liados políticos—, eran vistos como únicos ga-
rantes de los valores democráticos y desvelaban abusos de sus oponentes
en las distintas instancias de la vida política departamental. No obstante, el
mayor despliegue periodístico se hacía en torno a los procesos electorales.
En estas coyunturas se daba publicidad a los candidatos a las municipalida-
des, Congreso y Senado afi nes a la posición política de cada semanario, se
convocaban asambleas y mítines políticos; se señalaba la fecha de su ce-
lebración; se narraba la evolución de la jornada electoral; se denunciaba el
fraude cometido por los oponentes y se publicaba el resultado electoral. Como
señalara Sábato para la prensa bonaerense, los periódicos «servían de canal
de convocatoria y de propaganda partidaria, informaban, opinaban e inter-
pretaban la actividad electoral para sus lectores y para [l]a opinión pública
más general» y, al mismo tiempo, «parecían dedicados centralmente a ali-
mentar el espíritu faccioso» en el interior de la comunidad política (Sábato,
1995: 134). De ahí que, en ocasiones, las candidaturas no se distinguieran
por su facción política sino por el periódico que las apoyaba. Así, en el Beni
llegó, incluso, a hablarse de la candidatura de La Democracia, de El Eco del
Beni o de La Voz del Pueblo, equiparándose los ideales y los éxitos de los
partidos políticos con los de estos semanarios11 y cuestionándose la labor
periodística de la competencia, invalidando los intereses y valores de sus
redactores y, por último, de sus lectores.
En efecto, los periódicos señalados eran propiedad de distintos notables
locales conocidos; a veces su nombre constaba en la cabecera de la publica-
ción mientras que, en otros casos, se afi rmaba que la misma tenía un editor
responsable. No obstante, sus artículos eran de redacción anónima o eran
fi rmados con seudónimos, siendo rara la fi rma de su autor a excepción de
aquellos textos de marcada línea partidista redactados por sus directores y/o
propietarios y, a menudo, líderes políticos. A pesar del anonimato, se sabe
que entre los redactores de estos periódicos se encontraban los más desta-
cados hombres de letras benianos del momento (Pinto y Lijerón, 2011: 158-
159), la mayor parte de ellos redactores de periódicos de índole liberal. Para
11. Véase El Eco del Beni (en adelante EB), «Elecciones Municipales» (Trinidad, núm. 14, 14.
12.1911); «La diputación por la Capital, el Cercado y el Iténez» (Trinidad, núm. 204, 27.11.1915);
«Elección de munícipes» (Trinidad, núm. 207, 18.12.1915).
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Unzueta (2000: 45-46), la prensa tenía un elevado concepto del papel que
jugaba en el desarrollo de la cultura y política nacionales. En este sentido, es
claro que la pluma de estos notables, políticos e intelectuales benianos es-
taba al servicio de la lucha partidista que enfrentaba al país y los grupos de
poder regionales y, al mismo tiempo, expresaba su convencimiento de ser
los traductores de los intereses del departamento. Así, mientras unos se per-
cibían como «la luz» y «la expresión de los derechos del pueblo», sus opo-
nentes eran vistos como el «eco desesperado de un pequeño círculo».12 Sus
redactores no solo buscaban representar la opinión pública y política depar-
tamental, sino que tenían por objetivo constituirla y guiarla; de ahí que, a tra-
vés de la prensa, se defi nieran «esferas particulares de debate» (Alonso, 2003:
206-207) e «identidades colectivas» con las que identifi carse (Palti, 2003: 180),
y en defi nitiva, se crearan y reprodujeran espacios de sociabilidad política.
Sin embargo, aunque la prensa fue el medio con mayor impacto, existie-
ron otros lugares de reunión y de asociación que conviene señalar. En el Beni
la constitución de sociedades se percibió como elemento fundamental para
el fomento de «las aspiraciones y los principios culturales en los pueblos
nacientes, a donde muy paulatinamente llegan los oleajes de la civilización».13
Así, aparecerían distintas entidades interesadas por el devenir cultural, social
y económico del departamento, en el interior de las cuales los actores socia-
les podían relacionarse, expresarse y debatir más allá de las lógicas parti-
distas. En el ámbito cultural, la principal y más antigua asociación departa-
mental fue la sociedad de estudios geográfi cos e históricos, fundada el año
de 191314 e integrada por los más notables intelectuales y políticos benia-
nos, de toda afi liación política y entre los que se contaban los redactores
de los periódicos de la capital (Pinto y Lijerón, 2011: 149-150). En el ámbito
social, muchos de los notables darían cuenta de la necesidad de formar or-
ganizaciones que favorecieran la integración regional y social de los benia-
nos, lo que se refl ejaría con la fundación, en 1916, de la Sociedad «18 de
noviembre».15 Creada originariamente por simpatizantes del partido liberal en
la provincia de Iténez, pronto la compondrían destacados individuos de to-
dos los núcleos urbanos benianos, quienes propugnaron «el cultivo de la so-
ciabilidad y el intercambio de ideas e impresiones» y favorecieron la «vincu-
12. Véase La Democracia (en adelante LD), «Correspondencia» (Trinidad, núm. 46, 15.01.
1905). Señalaba también que los periódicos políticamente enfrentados representaban «el bien
y el mal, la virtud y el vicio, la luz y las tinieblas, lo puro y lo sucio, lo bello y lo grotezco [sic]»,
respectivamente.
13. EB, «Homenaje en el aniversario del Beni» (Trinidad, núm. 255, 18.11.1916).
14. Véase EB, «La sociedad Geográfi ca» (Trinidad, núm. 74, 27.02.1913) y Vaca Chávez,
1913: 44.
15. La elección de la fecha no es casual, pues fue mediante la promulgación de un decreto el
18.11.1842 como se incorporó la Amazonía al organigrama político-administrativo, erigiéndo-
la en el departamento del Beni. Véase el mencionado decreto en Limpias Saucedo, 2005 [1942]:
13-14.
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lación social, intelectual y comercial» del pueblo beniano y, en concreto, de la
clase obrera y artesana.16 De hecho, en el plano económico, ya en el año de
1912 habían aparecido las primeras cámaras de comercio en Trinidad y en
Riberalta,17 que vincularon a los principales empresarios, ganaderos, gome-
ros y negociantes benianos, y los organizaron con el objetivo de mejorar las
condiciones comerciales y fomentar el progreso departamental.
En el departamento del Beni, la constitución de estas asociaciones y la
difusión de la prensa periódica fueron procesos tardíos que no se implemen-
taron con fuerza hasta llegar al siglo XX. Sin embargo, como en el resto de
países latinoamericanos, dieron lugar, por un lado, a un entramado de rela-
ciones e intercambios entre distintos sectores de la sociedad beniana que
permitió conocer los intereses y opiniones de todos sus miembros; y, por
otro lado, convirtió estos medios en referentes del poder político local, que
patrocinarían a los individuos que liderarían la sociedad beniana y la repre-
sentarían políticamente (Sábato, 2001: 1306-1308). En defi nitiva, participar
en estos espacios de sociabilidad dotó a sus miembros más destacados de
identidad ante el resto de la sociedad y les proveyó del prestigio social y la
legitimidad política necesarios para acceder al poder político y postularse a
distintos cargos públicos.
3. Los espacios de poder político en el departamento del Beni
La administración del departamento del Beni corría a cargo de un prefecto,
el órgano ejecutivo del departamento. Supeditados a él estaban los subpre-
fectos, que gobernaban en cada provincia, y los distintos empleados públicos
dedicados a los aspectos políticos, judiciales y económicos en el ámbito local
(Ofi cina..., 1904: XXIX; Trigo, 1958: 73). Estas autoridades representaban el
gobierno central en la región y eran designadas por el presidente de la Re-
pública, sin intervención de la población. Solo en el caso del departamento
del Beni, por el decreto de 20.07.1880, el prefecto era nombrado por una
junta de ciudadanos notables y el gobierno central,18 si bien la decisión fi nal
estaba en manos de este último. De ahí que, no obstante sepamos que a ini-
cios del siglo XX los benianos Miguel Mansilla, Carmelo López y Fabián Vaca
Chávez ocuparon la prefectura, el difícil acceso a la misma por los nacidos
16. Véase EB, «El espíritu de la solidaridad en la provincia de Iténez» (Trinidad, núm. 231,
10.06.1916); «La asociación patriótica del Iténez» (Trinidad, núm. 236, 15.07.1916); «Inauguración
de una sociedad» (Trinidad, núm. 237, 22.07.1916); «Homenaje en el aniversario del Beni» (Trini-
dad, núm. 255, 18.11.1916) y «Sociedad “18 de Noviembre”’» (Trinidad, núm. 307, 24.11.1917).
17. Véase EB, «La Cámara de Comercio» (Trinidad, núm. 31, 25.04.1912); LD, «Reglamento
Interior de la cámara de comercio e Industria de Trinidad» (Trinidad, núm. 482, 7.12.1913); Vaca
Chávez, 1913: 44, y Cámara de Comercio, 1914: 10-16.
18. Decreto de 20.07.1880 en Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 189-190.
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en la región llevó a la mayor parte de los notables benianos a interesarse por
el gobierno municipal.
Las municipalidades eran unas instituciones que funcionaban con auto-
nomía de la prefectura y se organizaban en concejos y juntas. El concejo
municipal funcionaba en la capital del departamento, Trinidad, y era integrado
por nueve munícipes;19 sujetas a él se hallaban las juntas municipales —cons-
tituidas por cinco munícipes—, que se encontraban en las capitales provin-
ciales y en los núcleos urbanos con sufi ciente población y que, por consi-
guiente, requerían de representación política a nivel municipal. Los munícipes
desempeñaban sus funciones por un bienio, renovándose la mitad de sus
miembros cada año; también eran reelegidos anualmente los cargos de pre-
sidente, vicepresidente, secretario, tesorero y vocales. Durante este período,
debían cuidar de los intereses locales y regionales, tales como la educación
primaria, la higiene pública, el ornato, la benefi cencia y la vialidad. Para el
buen desarrollo de estas tareas, en ambas entidades se exigía que sus inte-
grantes tuvieran su residencia en el lugar o en las cercanías y se prohibía el
acceso a la municipalidad a cualquiera que ejerciera un cargo público renta-
do, de tal modo que solo podían acceder al puesto ciudadanos particulares
sin vinculación con el ministerio público.20 Ello no impedía el ejercicio de es-
tos cargos a otros agentes que, si bien se relacionaban con la administración
pública, no dependían directamente de ella. Sabemos que, en un caso, la
naturaleza ambigua de esta relación en cierto ofi cio dedicado a la adminis-
tración de la justicia —procurador de número— fue aprovechada por algunos
notables locales para intentar impedir la presencia en el gobierno local de sus
oponentes políticos.21 Entonces, es claro que el acceso a la municipalidad era
muy codiciado por la mayoría de los notables benianos porque les permitía
acceder al sistema político e intervenir en asuntos públicos como las fi nan-
zas o la administración local y, por consiguiente, favorecía la dirección de la
sociedad local beniana. Asimismo, cabe señalar que, como señala Rodrí-
guez Ostria (1995: 9, 53), en una región tan alejada de los intereses de los
dirigentes bolivianos, la autonomía con que actuaron las municipalidades fo-
mentó que sus miembros también ejercieran de portavoces de las demandas
regionales ante el Ejecutivo.
En este sentido, la municipalidad era una magnífi ca plataforma para aque-
llos individuos que querían dedicarse a la política a nivel regional y estatal,
19. Según la ley de municipalidades de 21.11.1887, a los concejos municipales de Sucre, La Paz,
Potosí, Cochabamba y Santa Cruz les correspondían doce miembros, mientras en Oruro, Tarija y
Beni debían funcionar con nueve. Para el departamento amazónico este número no se modifi ca-
ría hasta la ley de 11.11.1927, aumentando a doce los munícipes (Saucedo Sevilla, 1929: 64).
20. Véase Ofi cina..., 1904: XLII y arts. 1.º, 3.º, 6.º, 8.º, 9.º, 22.º y 24.º de la ley de municipali-
dades de 21.11.1887 en www.lexivox.org/norms/BO-L-18871121.xhtml (consulta: 2.01.2013).
21. Véase EB, «En la Municipalidad» (Trinidad, núm. 17, 4.01.1912); «En el Concejo Munici-
pal» (Trinidad, núm. 18, 11.01.1912).
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ejerciendo de representantes nacionales en el Congreso y el Senado bolivia-
nos. Cabe recordar que desde el siglo XIX al Beni le correspondían dos sena-
dores y un diputado. Esta situación cambiaría a partir de la década de 1910,
cuando los representantes benianos plantearon la necesidad de que el de-
partamento amazónico tuviera una mayor presencia. Tras una fuerte dis-
cusión entre sus defensores —que señalaban la extensión de la región, su
situación fronteriza y el aumento de su población— y sus detractores —que
consideraban al Beni escasamente poblado para tal aumento— se aprobó la
creación de una nueva Diputación.22 Así, a partir de 1912, en el Beni pasaron
a escogerse, además de dos senadores, dos diputados: uno por las provin-
cias de Cercado e Iténez y otro por las provincias de Yacuma y Vaca Díez.
Ello favoreció el aumento de representación política en el interior del depar-
tamento y una mayor movilización de los notables de las distintas provincias
para acceder a estos cargos. Señala Barragán (2006: 52-53, 63, 171) que,
por entonces, la representación política a nivel nacional estaba estrechamente
ligada a las provincias y a la posesión del estatuto político-jurídico de cantón
por parte de los núcleos urbanos. Esto posibilitó una participación más di-
recta de los habitantes de esos núcleos urbanos en el proceso electoral y
favoreció la creación de juntas municipales en los mismos,23 desde donde los
notables locales pudieron adquirir experiencia y existencia, y postularse a
representantes políticos a nivel regional y nacional. En este sentido, para
comprender la conformación de la representación política beniana a inicios
del siglo XX, abordaremos, en primer lugar, cómo se desarrollaron los procesos
electorales y, en segundo lugar, cuáles fueron las dinámicas partidistas de la
sociedad beniana. Estos factores, en nuestra opinión, propiciaron la cons-
trucción de espacios de poder y sociabilidades políticas en la Amazonía.
3.1. Los procesos electorales en el Beni
Tras el proceso independentista, la república boliviana abrazó los principios
básicos del derecho público liberal, reconoció la soberanía popular —cuyo
ejercicio residía en los poderes fi jados por la constitución— y adoptó el régi-
men representativo como forma de gobierno (Trigo, 1958: 32, 69). Ese poder
político se vería legitimado con la celebración periódica de elecciones, que
se convirtieron en mecanismos fundamentales para acceder a los puestos
22. EB, «Por el Beni. Creación de un diputado» (Trinidad, núm. 12, 30.11.1911); «Documen-
tos parlamentarios. El nuevo diputado por el Beni» (Trinidad, núm. 16, 28.12.1911; núm. 17, 4.
12.1912).
23. Las juntas surgieron en los núcleos que adquirían su estatus cantonal. En el siglo XIX
surgieron juntas en Santa Ana, Magdalena, Loreto, San Ignacio, Reyes, Baures, Exaltación, Villa
Bella, Riberalta y San Ramón (luego trasladada a San Joaquín) y, a inicios del siglo XX, en Rurre-
nabaque, Huacaraje y Guayaramerín. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Ministerio del
Interior, Prefectura del Beni, 234/54, 30.12.1887, f. 59; 258/49, 14.10.1891, s./f.; Mansilla, 1902:
9-29; López, 1908: 25; Vaca Chávez, 1913: 41.
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134 La articulación del Estado en América Latina
de gobierno y, a través de la representación política, para relacionar la socie-
dad civil y el sistema de poder (Sábato, 1995: 110; Irurozqui, 2000: 22, 143).
Por medio de la legislación constitucional y los reglamentos electorales se
determinaron, por un lado, qué individuos cumplían los requisitos para ser
electores y elegibles y, por el otro lado, los aspectos necesarios para el buen
desarrollo de los comicios.
Los individuos que podían votar y ser votados como representantes polí-
ticos de determinada comunidad política eran los califi cados como ciudada-
nos en los registros cívicos, donde se anotaba quiénes gozaban del ejercicio
de sus derechos y del sufragio. A inicios del siglo XX, en Bolivia se mantenía
una ciudadanía de naturaleza censitaria, por lo que solo podían acceder a
ella los hombres, mayores de edad, propietarios o con capital y que supieran
leer y escribir. Su ejercicio se circunscribía a individuos con independencia
de juicio, voluntad propia y autonomía de acción; es decir, aquellos que eran
percibidos como ciudadanos letrados (Irurozqui, 2008: 72-83). En el Beni,
este ejercicio tenía lugar, básicamente, en los procesos electorales para re-
presentantes nacionales y munícipes. Los primeros eran elegidos entre los
candidatos presentados por cada partido político y los segundos eran esco-
gidos entre todos los ciudadanos que residían en el lugar; en ambos casos
se elegían por el voto directo y secreto. El interés general por escoger a los
ciudadanos idóneos y mejor capacitados hacía que estas elecciones fueran
muy disputadas. Si tenemos en cuenta que las elecciones a munícipes se
realizaban el segundo domingo de diciembre, y unos meses después, en el
primer domingo de mayo, se elegía a los diputados y senadores del depar-
tamento (Irurozqui, 2000: 176-177), es claro que el control de la municipali-
dad por parte de uno u otro partido político permitía, no solo distribuir las
fuerzas políticas a nivel local y regional, sino también defender su programa
electoral a nivel nacional y fortalecer la fi gura de sus candidatos como repre-
sentantes de la sociedad.
Entre los años de 1900 y de 1920,24 todo proceso electoral se iniciaba a
principios del mes de diciembre, con la designación de los jurados electora-
les por parte de los concejos y las juntas municipales entre los ciudadanos
notables del lugar: médicos, abogados, comerciantes y propietarios. Tarea
de estos jurados electorales era velar por el correcto desarrollo de todos los
comicios que se celebraran durante su ejercicio en el cargo. Entre sus respon-
sabilidades estaba el «señalar lugares de sufragio, pedir o no pedir el auxilio
de la fuerza pública, acordar las disposiciones que cre[yeran] convenientes»25
y organizar las mesas inscriptoras —de sufragantes— y receptoras —de vo-
24. Este punto ha sido elaborado a partir de los reglamentos electorales de 10.03.1900, de
24.02.1908, de 31.03.1916 y de 8.04.1916; la reforma electoral de 8.10.1915 y el decreto supre-
mo de 6.11.1919 están disponibles en www.gacetaofi cialdebolivia.gob.bo (consulta: 5.01.2013).
25. Nota recogida en LD (Trinidad, núm. 158, 11.11.1906).
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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 135
tos— que funcionarían en los distintos núcleos urbanos y cuyos miembros,
en ningún caso, podrían ser integrantes de la municipalidad.26 De hecho, con
el objetivo de dotar de máxima legitimidad al sistema político y al régimen
democrático, se limitaría cada vez más la ascendencia de los munícipes sobre
el proceso electoral, restringiendo su intervención en el registro cívico, la re-
cepción y escrutinio de sufragios, la designación de integrantes de las mesas
y los jurados (Rodríguez Ostria, 1995: 76-77). Hasta el punto de que, en 1916,
se habría «desligado a las municipalidades de toda ingerencia [sic] política
[derivada] de las pasiones partidistas que caracteriza[ba su] modo de ser».27
Escogidos los miembros de las mesas inscriptoras y receptoras, y verifi -
cadas sus credenciales para ejercer esta labor pública, a mediados de enero
se daba inicio formal al proceso electoral del año. Primeramente se instala-
ban las mesas inscriptoras en un lugar público, siendo el atrio de la iglesia el
espacio usualmente escogido en el departamento del Beni.28 Las mesas fun-
cionaban la mayor parte del año una vez por semana durante tres horas y,
diariamente, durante las mismas horas en los treinta días anteriores al cierre
del registro, un mes antes de cada elección; dos semanas después de los
comicios, se reinstalaban las mesas hasta la próxima votación. Durante este
período, estas mesas custodiaban los libros del registro cívico en los que se
anotarían los individuos que gozaban de derechos políticos y se les otorgaría
la carta de ciudadanía que les permitiría sufragar.29 Su instalación debía anun-
ciarse a través de la prensa para alertar a los «muchos caballeros de la loca-
lidad sin califi carse y gente del campo».30 Asimismo, dado que se considera-
ba que era un deber cívico de la ciudadanía inscribirse, las listas de inscritos
debían publicarse periódicamente para certifi car su matriculación. La legis-
lación no especifi caba cómo debía comprobarse el cumplimiento de los re-
quisitos de ciudadanía; ello lleva a Irurozqui a señalar que, como las listas de
inscripción estaban en manos de las autoridades locales, era factible que
estas facilitaran o difi cultaran la matriculación de determinados individuos
por medio de la falsifi cación y el fraude; de ahí que afi rme que era en el mo-
mento de la inscripción de los futuros sufragantes cuando se podían ganar
unas elecciones (Irurozqui, 2000: 168). La publicación de las listas tenía por
objetivo, al mismo tiempo, informar a los partidos de quiénes gozaban de
derechos políticos y, ante cualquier alteración, hacer la denuncia correspon-
diente. Frecuentes fueron las denuncias sobre la falta de difusión de las lis tas
o su anuncio incompleto «con simple indicación de nombres y sin ningún se-
26. Véase art. 53 de la ley de municipalidades de 21.11.1887 en www.lexivox.org/norms/
BO-L-18871121.xhtml (consulta: 2.01.2013).
27. EB, «Reorganización del Concejo» (Trinidad, núm. 210, 8.01.1916).
28. LD, «Recomendación» (Trinidad, núm. 458, 22.06.1912).
29. En estos documentos debía anotarse el número de la cédula y del registro, el nombre, la
edad, el estado, la profesión, el lugar de nacimiento y de residencia del ciudadano califi cado.
30. LD, «Recomendación» (Trinidad, núm. 458, 22.06.1912).
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136 La articulación del Estado en América Latina
ñalamiento de generales»31 y, en una ocasión, se supo de la califi cación de
soldados «disfrazados de paisanos» vinculados a un determinado partido
político.32 No en vano, la prensa recordaría a sus candidatos que debían in-
teresarse «para que siquiera se completaran [las listas] a fi n de tener más
electores»33 y así evitar que el partido contrario les aventajara en los comicios
próximos a celebrarse.
La ley establecía que, con una antelación mínima de cuatro días, debía
señalarse la fecha de las elecciones y el lugar donde se instalarían las mesas
y el Registro Civil; el objetivo era facilitar el desplazamiento hasta allí de los
electores residentes en el campo y en los cantones vecinos. No obstante, no
faltaron reclamos por no hacerse a su debido tiempo,34 por la tardanza en la
recepción de las notifi caciones, dadas las largas distancias amazónicas y las
difi cultades para recorrerlas.35 El día de las elecciones, a primera hora de la
mañana, se instalaban las mesas receptoras en lugares previamente seña-
lados que, por lo general, eran espacios públicos al aire libre;36 en Trinidad
usualmente se escogían los extremos de la plaza principal (ante la casa de
gobierno y el kiosco de la plaza), siendo lugares que no podían ser modifi ca-
dos una vez anunciados.37 La correcta instalación de las mesas dependía de
los jurados electorales, quienes también debían velar para que se actuara
legalmente y hubiese todo lo necesario para que los ciudadanos pudieran
sufragar: papeletas de votación, registros cívicos y ánforas electorales.38
La legislación intentó restringir posibles intromisiones en las votaciones39
dado que, como indica Irurozqui (2000: 209), las mesas receptoras represen-
taban la segunda instancia en la que se cometía el fraude. La búsqueda de
un resultado favorable llevó a los agentes políticos benianos a cometer in-
31. Nota recogida en LD (Trinidad, núm. 158, 11.11.1906); «Que se cumpla» (Trinidad, núm.
233, 5.04.1908).
32. LD, «Ecos de Reyes» (Trinidad, núm. 138, 24.06.1906).
33. LD, «Recomendación» (Trinidad, núm. 458, 22.06.1912).
34. Nota recogida en LD (Trinidad, núm. 158, 11.11.1906); EB, «Junta Municipal de Riberal-
ta» (Trinidad, núm. 166, 7.03.1915).
35. EB, «Reforma electoral» (Trinidad, núm. 208, 25.12.1915).
36. A pesar de ello, sabemos que en el Beni, en algún caso se instalaron en el atrio de la
iglesia, como se observa en LD, «Elecciones» (Trinidad, núm. 240, 23.05.1908). De ahí que en el
art. 38 del reglamento de 24.02.1908 se especifi cara que en ningún caso se señalaría un recinto
cerrado para las mesas receptoras, debiendo funcionar en plazas públicas.
37. Nota recogida en LD (Trinidad, núm. 158, 11.11.1906); EB, «Bando de la prefectura» (Tri-
nidad, núm. 231, 10.06.1916).
38. Las distancias y la falta de presupuesto tuvieron como consecuencia la carencia del
material adecuado e improvisar su reemplazo. Por ejemplo, véase LD, «Elecciones» (Trinidad,
núm. 240, 23.05.1908).
39. Los ciudadanos debían presentar las cédulas de identidad y fi rmar en un libro especial
para confrontar sus datos y signatura con los estampados en el registro cívico; luego se les en-
tregaba una papeleta sellada y, a partir de 1908, fi rmada in situ por el presidente de la mesa para
proceder a la emisión del voto.
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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 137
fracciones diversas: la remisión de un mayor número de papeletas a favor de
un candidato para suplantar el voto (Cronenbold, 1910: 2) o la constitución
de las mesas receptoras con individuos ya escogidos para la mesa inscrip-
tora y, por ende, responsables de los registros cívicos.40 De ahí que, si en los
primeros años el voto se emitía ante la mesa receptora, pronto se habilitarían
casetas y biombos a una distancia prudencial para resguardar el secreto del
voto y evitar la intromisión de los miembros de la mesa en la decisión de los
electores. Con el objetivo de velar por la correcta emisión del voto, se regla-
mentó también la constitución de delegados de cada partido político en cada
una de las mesas y, en previsión de posibles altercados, se puso a disposi-
ción de las mesas una fuerza armada para preservar el orden y se prohibió a
los electores presentarse ebrios y llevar armas.41 No obstante estas preven-
ciones, se registrarían incidentes callejeros, disputas de carácter partidista y
amenazas contra el proceso electoral.42 De todos modos, a tenor de lo seña-
lado en la prensa, en general los comicios benianos se desarrollaron en or-
den, tranquilidad y entusiasmo por ejercer el sufragio.43
Concluida la jornada electoral, se procedía al escrutinio parcial y general
de los votos y a la proclamación de los vencedores. En las elecciones a las
municipalidades, una vez efectuado el escrutinio en las mesas receptoras, al
cabo de ocho días se verifi caban los resultados por medio de un cómputo
general —confrontando las listas de sufragantes, sus fi rmas, los votos y las
actas de escrutinio— y se proclamaban los munícipes propietarios y suplen-
tes.44 Participar de la municipalidad era la ambición de los notables y de los
partidos, de ahí que se suscitaran pugnas para tener el control sobre ella. Por
ello denunciaban las faltas cometidas por sus oponentes cuando ya «de an-
temano se habían confabulado los munícipes propietarios para no dar acce-
so a los nuevos ediles»,45 ya consideraban que existían incompatibilidades
en el ejercicio de cargos políticos,46 ya se había instalado la nueva directiva
40. LD, «Por las instituciones» (Trinidad, núm. 453, 18.05.1912) y El Eco del Beni, «Por las
instituciones» (Trinidad, núm. 35, 23.05.1912).
41. EB, «Bando de la prefectura» (Trinidad, núm. 231, 10.06.1916).
42. Véase Cronenbold, 1910: 2 y EB, «La situación en Riberalta» (Trinidad, núm. 161, 28.01.
1915); «Junta Municipal de Riberalta» (Trinidad, núm. 166, 6.03.1915); «En la capital del Iténez»
(Trinidad, núm. 282, 4.06.1917).
43. Véase Careaga, 1905: 110-111; López, 1908: 4-5; LD, «Correspondencia» (Trinidad, núm.
351, 25.06.1910); Vaca Chávez, 1913: XIII y EB, «Elección de munícipes» (Trinidad, núm. 207, 18.
12.1915); «Informe prefectural» (Trinidad, núm. 232, 17.06.1916); «Elecciones» (Trinidad, núm. 284,
18.06.1917).
44. Eran propietarios los candidatos que obtenían la mayoría de votos y suplentes aquellos
que tenían en su favor por lo menos la cuarta parte de votos del propietario menos favorecido;
estos últimos serían llamados para reemplazar solo a los propietarios del respectivo período de
su elección.
45. LD, «Remitidos» (Trinidad, núm. 386, 25.02.1911).
46. EB, «En la Municipalidad» (Trinidad, núm. 17, 4.01.1912); «En el Concejo Municipal» (Tri-
nidad, núm. 18, 11.01.1912); «Ecos de Riberalta» (Trinidad, núm. 212, 22.01.1916).
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138 La articulación del Estado en América Latina
de forma incorrecta: sin los miembros necesarios para tomar esta decisión
o destruir las papeletas electorales.47 Para las elecciones a senadores, todos
los distritos electorales remitían las ánforas selladas a la capital del departa-
mento para realizar un único escrutinio general; aunque ello no evitaba los
«vicios de que esta[ba]n plagadas» las elecciones,48 las distancias que me-
diaban entre las poblaciones benianas disminuían el alcance de estos. Por el
contrario, en el caso de los diputados, a partir de 1912 existieron dos cir-
cunscripciones: provincias de Cercado e Iténez, cuya capital fue Trinidad,
y provincias de Yacuma y Vaca Díez, cuya capital pasó a ser Riberalta;49 po-
blaciones a las que debían remitirse las ánforas con los votos escrutados y
las actas de escrutinio parcial para realizar el cómputo general. De nuevo, la
distancia entre los cantones y estas capitales propició la realización del es-
crutinio general sin que algunas ánforas electorales hubiesen llegado a su
destino.50 Asimismo, la adopción de las dos diputaciones llevó, en un primer
momento, a malentendidos y favoreció, al mismo tiempo, el fraude. Ejemplo
de ello fue la exigencia desde Trinidad de la recepción de ánforas que, según
la ley, debían ser enviadas a Riberalta. Así, el cómputo general de esa ciudad
tuvo que hacerse con sus ánforas y las copias legalizadas de las actas de los
otros cantones y «apenas llega[ba]n ciertas vagas noticias de que las ánforas
de Reyes y Rurrenabaque ha[bía]n sido violadas en Trinidad, para suplantar
y aumentar los sufragios» de la oposición y «remitidas a la Cámara de Dipu-
tados para que allí se escrut[as]en».51
La prensa beniana se hizo eco de los procesos electorales y tomó posi-
ciones partidistas según el desarrollo de los comicios y sus resultados. Se-
ñala Marta Irurozqui que contar y publicar anomalías democráticas era par-
te de la estrategia para deslegitimar al bando contrario de tal modo que, no
obstante todos los políticos practicaran el fraude, debían convencer a la opi-
nión pública que quienes lo ejercían eran la oposición, siendo ellos los que
representaban las libertades públicas y democráticas (Irurozqui, 1999: 303-
305). Esta opción era usualmente ejercida por el partido que no estaba en el
gobierno, que lo manifestaría a través de editoriales donde se afi rmaría que
«sabemos que toda candidatura ofi cial, sale avante por angas o por mangas,
sino por los recintos del sufragio, en las mesas de los escrutinios, de esos
escrutinios representación tangible de la comedia electoral».52 Esta «come-
dia electoral» era un argumento parecido a la «fi cción democrática» señalada
47. LD, «Por las instituciones» (Trinidad, núm. 453, 18.05.1912) y EB, «Por las instituciones»
(Trinidad, núm. 35, 23.05.1912); «Municipalidad» (Trinidad, núm. 312, 29.12.1917).
48. LD, «Tribuna libre. Enmendado la plana» (Trinidad, núm. 456, 8.06.1912).
49. Véase el decreto supremo de 15.02.1912 en www.gacetaofi cialdebolivia.gob.bo/normas/
buscarg/elecciones/page:11 (consulta: 3.01.2013).
50. Véase López, 1908: 5 y EB, «Electoral» (Trinidad, núm, 78, 5.06.1913).
51. LD, «Inserción (solicitada)» (Trinidad, núm. 467, 24.08.1912).
52. LD, «Nuestro silencio» (Trinidad, núm. 124, 18.03.1906). Énfasis en el original.
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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 139
por Irurozqui (1999: 309) con el que se alertaba del papel que jugaban las
autoridades en el falseamiento de los sufragios y del escrutinio de votos. De
ahí que, cuando el éxito en los comicios no estaba asegurado o la libertad
del sufragio no parecía garantizada, la abstención fuera una práctica usual
para evidenciar posibles conductas fraudulentas (Irurozqui, 1999: 305; 2000:
198). En el caso que conocemos para el Beni (Careaga, 1905: 111), la opo-
sición negaría cualquier victoria del partido liberal asegurando que, al no ha-
ber otro partido para elegir, «¿sobre quién podían triunfar?».53
3.2. Los partidos políticos benianos
La instauración del régimen de partidos llevó a la división política en el Beni,
refl ejo de lo que acontecía a nivel nacional. A partir de 1900, tras la derrota
de la oligarquía conservadora, muchos ciudadanos bolivianos se adscribie-
ron a las fi las liberales y todos los partidos políticos se declararon herederos
del liberalismo. Sin embargo, ello no evitó la competencia por el poder po-
lítico. La búsqueda de mayores opciones para redistribuir y gozar el poder
tuvo como consecuencia la escisión de ciertas facciones y la creación de
nuevos partidos, sin que esto signifi cara la existencia de diferencias ideoló-
gicas importantes entre ellos (Irurozqui, 2000: 199). En el Beni, cuya ciudada-
nía venía simpatizando con el ideario liberal desde fi nes del siglo XIX (Guiteras
Mombiola, 2012: 131-148), el partido liberal congregó a la mayor parte de
personalidades de la región, si bien es cierto que el antiguo partido constitu-
cional mantuvo, por un tiempo, algunos adherentes políticos quienes, pos-
teriormente, atraerían a los descontentos con el partido en el gobierno.
A grandes rasgos, la evolución partidista beniana de las dos primeras dé-
cadas del siglo XX puede trazarse en tres grandes etapas. Entre 1900 y 1905
compitieron por el poder el partido constitucional y el partido liberal. De
1905 a 1915, la oposición estuvo constituida, primero, por el partido popular
y, luego, por el partido liberal puritano o unión liberal, que en algunas ocasio-
nes actuaron conjuntamente, mientras que el partido de gobierno fue cono-
cido como liberal doctrinario. Hasta 1920, el partido republicano y el partido
liberal unifi cado mantuvieron el enfrentamiento. La aparición de estos parti-
dos no fue consecuencia de la existencia de agentes nuevos que reclamaran
representación, aunque sabemos de propuestas para constituir candidatu-
ras no partidistas o de tendencia artesana u obrera, que no prosperaron.54 La
sociedad beniana se organizaría en dos grandes bandos políticos que se
constituirían en partidos que, a pesar de variar de nomenclatura, representa-
rían siempre a los mismos grupos que rivalizarían por el poder político. Aun-
53. LD, «Correspondencia» (Trinidad, núm. 46, 15.01.1905).
54. LD, «Braulio Pereira» (Trinidad, núm. 233, 5.04.1908); «Club político» (Trinidad, núm. 482,
7.12.1912); EB, «Candidatura para munícipes» (Trinidad, núm. 100, 6.11.1913); «Informe prefec-
tural» (Trinidad, núm. 232, 17.06.1916); «Elección municipal» (Trinidad, núm. 307, 24.11.1917).
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140 La articulación del Estado en América Latina
que los liberales gozaban de mucha más popularidad y, en las provincias, las
otras opciones políticas fueron casi inexistentes, lo cierto es que la confl icti-
vidad partidista fraccionó la sociedad beniana, siendo esto particularmente
grave en Trinidad y Riberalta.
Esta situación sería percibida por las distintas autoridades públicas des-
tinadas a la región, quienes afi rmarían haberse topado con «la más profunda
división entre los habitantes de esta Capital producida, a no dudarlo por las
exajeradas [sic] pasiones del partidismo político» (Careaga, 1905: 110). Como
indicara un informante a la investigadora Hilda Rea, «en el tiempo de los
abuelos, la política en la región se asumió como la adscripción a un grupo
que peleaba, hasta físicamente, con otro» (Rea, 2005: 40). Esta animadver-
sión surgida entre los dos bandos partidistas benianos era un refl ejo fi el de
lo que ocurría en el resto del país. En este sentido, señala Irurozqui (2000:
273) que todo partido político destacaba que sus seguidores y sus candida-
tos eran los mejores y más distinguidos individuos del lugar, mientras que de
sus contrarios solo ofrecían epítetos negativos. De ahí que, para el partido
que se encontraba en el gobierno, sus oponentes políticos fueran percibidos
como individuos «deshonestos», «despechados y descontentos» que, con
«desmedida ambición personal», albergaban «odios personalistas» y «me-
rodea[ba]n en la sombra a la pesca» de cargos públicos.55 Asimismo, desde
la perspectiva de quienes estaban alejados del poder, los afi liados al partido
liberal eran unos «protervos», «soldados de todas las causas» que, desde su
«delesnable [sic] pedestal de falsedades y de hipocrecías [sic]», «hac[ía]n
cuanto p[odía]n por parecer meritorios» del poder que ostentaban.56
La prensa reproducía las rivalidades que existían entre estos partidos, al
opinar de sus simpatizantes y sus dirigentes más destacados y relatar todo
lo acontecido en el proceso electoral. Sin embargo, desconocemos, gene-
ralmente, las posiciones defendidas por cada uno de los partidos, los aspec-
tos concretos que los enfrentaban, más allá de su interés por el porvenir de
la Amazonía. En este sentido, señala Irurozqui (2000: 199) que, al no existir
diferencias ideológicas reales entre los partidos bolivianos, cada uno de ellos
debía dotarse de entidad y legitimidad frente a sus oponentes políticos y,
para ello, debían demostrar la deshonestidad de estos últimos y presentarse
a sí mismos como los verdaderos y fi eles representantes del ideario liberal.
Este tipo de práctica se observa también en los partidos benianos. A través
de las acusaciones y contra-acusaciones que estos intercambiaron en la pren-
55. EB, «Notas editoriales. Actividad política» (Trinidad, núm. 166, 7.03.1915); «Elecciones
de munícipes» (Trinidad, núm. 207, 18.12 1915); «Tentativas republicanas en Trinidad» (Trinidad,
núm. 225, 22.04.1916); «Informe prefectural» (Trinidad, núm. 232, 17.06.1916); «El liberalismo en
el Beni» (Trinidad, núm. 259, 23.12.1916); «La opinión en provincias» (Trinidad, núm. 272, 24.03.
1917); «La elección municipal» (Trinidad, núm. 307, 24.11.1917).
56. LD, «Correspondencias» (Trinidad, núm. 46, 15.01.1905); «Recomendamos» (Trinidad,
núm. 245, 27.06.1908); «Tribuna libre. Enmendado la plana» (Trinidad, núm. 456, 8.06.1912).
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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 141
sa es posible no solo observar sus estrategias discursivas, sino también des-
cubrir las pocas diferencias existentes entre los liberales y la oposición.
Por un lado, la oposición, integrada por viejos constitucionales, liberales
puritanos y, al fi n, por republicanos, afi rmaría que su único interés era actuar
siempre en benefi cio del departamento. En su favor, señalaba que sus can-
didatos eran «hijos del país, nacidos en Trinidad», lo que, en su opinión, les
haría «mantenerse en el fi rme propósito de que sólo representen al Beni, en
los cargos de origen popular»57 y les convertiría en los mejores defensores de
los intereses de la región y de sus pobladores. En este sentido, objetaban
que los candidatos escogidos por los liberales, no obstante «individuos re-
comendables», eran bien «extraños al suelo que trata[ba]n de representar» o
bien «no pertenec[ía]n al terruño por cuyos intereses trata[ba]n de abogar»,58
lo que les impedía conocer de primera mano las necesidades departamen-
tales. Enfatizaban también el proceso que seguían en la designación de sus
candidatos, en la que solo intervenían ciudadanos benianos, sin participa-
ción alguna de agentes externos vinculados a la esfera nacional del partido;
y ello era lo que, en su opinión, les dotaba de independencia de acción y
decisión políticas. Con esta aseveración, primero, se cuestionaba la gran in-
fl uencia que las altas esferas del gobierno tenían sobre el partido liberal be-
niano al imponer, en varias ocasiones, una candidatura por encima de otras
proclamadas por los notables locales, quienes debían retirarse de la contien-
da electoral;59 y, segundo, se afi rmaba que dicha práctica favorecía la crea-
ción de una camarilla, compuesta por unos mismos individuos que se bene-
fi ciaban de sus relaciones a nivel nacional y que «tenían ahogado al mejor y
más sano elemento del partido liberal, hostilizando al mismo tiempo al parti-
do [opositor]».60
Por otro lado, los liberales, primero como doctrinarios y luego como uni-
fi cados, afi rmarían ser quienes verdaderamente interpretaban el sentir de los
benianos. En apoyo de tales afi rmaciones señalaban, en primer lugar, que al
contrario que la oposición, la suya era una «candidatura verdaderamente
popular [...], realmente libre y liberal que guarda[ba] armonía con los princi-
pios y doctrinas del partido».61 En segundo lugar, que habían vencido con un
elevado número de votos en la gran mayoría de comicios celebrados en la
57. LD, «Reacción» (Trinidad, núm. 323, 18.12.1909).
58. LD, «Nuestro silencio» (Trinidad, núm. 124, 18.03.1906).
59. Véase LD, «Nuestro silencio» (Trinidad, núm. 124, 18.03.1906); «Correspondencia» (Trini-
dad, núm. 351, 25.06.1910); «Tribuna libre. Enmendado la plana» (Trinidad, núm. 456, 8.06.1912);
«Inserción» (Trinidad, núm. 467, 24.08.1912).
60. LD, «Recomendamos» (Trinidad, núm. 245, 27.06.1908). En este sentido también se se-
ñalaría que «existe una camarilla bien organizada para rechazar a los ungidos del pueblo y dar
acceso únicamente a los siervos designados por el elemento gobiernista», en LD, «Inserción»
(Trinidad, núm. 467, 24.08.1912).
61. EB, «Ecos políticos» (Trinidad, núm. 28, 28.03.1912).
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142 La articulación del Estado en América Latina
región,62 convirtiéndose así en los únicos defensores de los intereses y ne-
cesidades públicas del territorio al haber «puesto al Beni en el camino de su
transformación material, social y política».63 Su propuesta, opinaban, repre-
sentaba «las distintas esferas de la actividad social» beniana, motivo por el
que «el pueblo entero en todas sus clases y particularmente en los elementos
más caracterizados de la juventud y la clase obrera» simpatizaban con ellos.64
Y en tercer lugar, afi rmaban que su preponderancia entre los benianos era,
primero, resultado de una oposición que no contaba con adherentes más allá
de la capital65 y carecía de ideas políticas defi nidas al tratarse de antiguos
opositores y liberales desencantados;66 segundo, que sus candidatos a las
cámaras parlamentarias mantenían sólidas vinculaciones políticas con los
grupos dirigentes bolivianos, lo que no solo les dotaba de prestigio social67
sino también certifi caba que su actuación no respondería a la búsqueda de
su propio lucro. En este sentido, apuntaban que la ausencia de estas relacio-
nes había llevado a la oposición a medrar de un cargo a otro desde los que
combatir al gobierno y a los representantes del partido liberal.68
En defi nitiva, ambos partidos se presentaban como los únicos represen-
tantes del régimen democrático y desautorizaban las acciones emprendidas
por sus oponentes, a los que califi caban de corruptos, poco interesados en
el progreso de la región y actuar en su propio benefi cio. De todos modos, se
podría apuntar que las únicas diferencias que existían entre ambos bandos
radicaban en el modo en que pretendían asegurar el porvenir y adelanto del
Beni. La oposición demandaría a sus candidatos ante la cámara de represen-
tantes que priorizaran, casi exclusivamente, las problemáticas departamen-
tales y el trabajo a favor de los intereses orientales. De ahí que, frente a las
políticas y dinámicas de sus oponentes políticos, consideraran de manera
preferente escoger candidatos nacidos en el Beni, dado que, actuar de otro
modo, tal y como hacían los liberales, «quiere decir que el Oriente carece de
hombres de prestigios y competencia que puedan ser sus personeros en los
bancos del parlamento boliviano».69 Por el contrario, el partido liberal benia-
no consideraría de vital importancia el establecimiento de relaciones con
62. EB, «Elecciones Municipales» (Trinidad, núm. 14, 14.12.1911); «Electoral» (Trinidad, núm.
35, 23.05.1912); «Elecciones» (Trinidad, núm. 64, 12.12.1912).
63. EB, «El resultado electoral del 6. Nuestro triunfo» (Trinidad, núm. 279, 12.06.1917).
64. EB, «Directorio liberal» (Trinidad, núm. 11, 12.11.1911); «Elección de munícipes» (Trinidad,
núm. 207, 18.12.1915).
65. EB, «Reorganización del directorio liberal de San Ignacio» (Trinidad, núm. 174, 1.05.1915).
66. Véase EB, «El liberalismo en el Beni» (Trinidad, núm. 259, 23.12.1916); EB, «El resultado
electoral del 6. Nuestro triunfo» (Trinidad, núm. 279, 12.05.1917) y «La elección municipal» (Tri-
nidad, núm. 307, 24.11.1917).
67. EB, «Política local» (Trinidad, núm. 100, 6.11.1913).
68. EB, «Política local» (Trinidad, núm. 100, 6.11.1913) y «Notas editoriales. Actualidad políti-
ca» (Trinidad, núm. 166, 7.03.1915).
69. LD, «Nuestro silencio» (Trinidad, núm. 124, 18.03.1906).
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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 143
personalidades destacadas de la vida política nacional. Ello permitiría com-
prender las problemáticas que afrontaba el país y, en contrapartida, dar a
conocer las necesidades y carencias de la Amazonía, dado que, según afi r-
maban, «el Beni también hace parte de Bolivia y es a nosotros a quienes
corresponde servirle dentro de la colectividad nacional».70
4. ¿Quién representaba a la Amazonía? Caracterización de los notables benianos
La escasa presencia estatal en la Amazonía favoreció que, a lo largo del si-
glo XIX, se desplazaran a la región colonos blanco-mestizos de distintas par-
tes de la República. Estos individuos, lenta pero sostenidamente, irían ocu-
pando el territorio, se apropiarían de los recursos naturales y avanzarían sobre
la frontera interna por medio de actividades comerciales y frentes económi-
cos diversos —agropecuarios y forestales— y la adquisición de derechos de
propiedad sobre numerosos lotes de tierra. Algunos de estos colonos con-
seguirían formar grandes latifundios y se convertirían en importantes empre-
sarios, lo que les convertiría, a inicios del siglo XX, en un importante grupo
de poder en la región (Guiteras Mombiola, 2012: 96-109, 207-255). En el
interior de este grupo existían lazos de distinta índole —solidaridad, lealtad,
subordinación— que se fortalecerían con, por un lado, los partidos políticos
entendidos como una forma de asociación política que favorecía la reunión
de aquellos notables que aspiraban al poder y fomentaba su acceso a la ad-
ministración pública; y, por otro lado, las agrupaciones —culturales, sociales
y económicas— creadoras de sociabilidad política (Annino, 1995: 15; Sábato,
1999: 22). En una sociedad como la beniana, de carácter eminentemente ru-
ral, estos vínculos permitirían la formación de pequeños círculos cuyos miem-
bros estaban relacionados por redes de parentesco y patrimonio, lo que sig-
nifi ca, en opinión de Rojas, Tapia y Bazoberry (2000: 56-57), que la política
beniana se construiría basándose en las estructuras de poder patrimonial y
de la familia. Y de ahí que la identidad de los sujetos con capacidad política
estuviera determinada por el refrendo del resto de notables, quienes recono-
cían en sus semejantes crédito, dignidad y respetabilidad sufi cientes para re-
presentar a su comunidad en las distintas esferas de gobierno.
Cabe recordar que, según la Constitución vigente por entonces, el de-
sem peño de cargos públicos requería ser ciudadano en ejercicio con una
renta anual determinada. En este sentido, dicha renta debía ascender a dos-
cientos bolivianos para ser munícipe, cuatrocientos para ser diputado y
ochocientos para ser senador.71 Así, los individuos que podían acceder al
poder político eran aquellos sujetos que gozaban de un poder socio-econó-
70. EB, «Política local» (Trinidad, núm. 100, 6.11.1913).
71. Constitución de 28.10.1880, arts. 33, 57 y 62.
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144 La articulación del Estado en América Latina
mico relevante, lo que restringía el juego político a unos pocos y casi siempre
a los mismos individuos. De este modo, el estatus económico adquirido por
los notables benianos a través de la explotación de los recursos naturales
amazónicos les permitió acceder a la ciudadanía política y adquirir recono-
cimiento y representatividad frente a sus coetáneos. Asimismo, sin duda,
este liderazgo político pasaba por la posesión de ciertas capacidades per-
sonales, de ahí que, además de empresarios, comerciantes y negociantes,
quienes gozaron de una ascendencia social y política en la época fueron
también algunos hombres de letras e intelectuales (Pinto y Lijerón, 2011: 159).
Su participación en distintos espacios de sociabilidad —partidos políticos,
asociaciones socioculturales, entidades económicas— y su presencia conti-
nuada en las páginas de la prensa beniana —ya como fundadores, directores
o redactores, ya como noticia en sí mismos— les dotarían de infl uencia polí-
tica para intervenir sobre el devenir político, y sus lazos familiares y de amis-
tad los situarían en uno u otro bando partidista en que se dividía la sociedad
beniana.
Como hemos señalado, en las dos primeras décadas del 1900, la mayor
parte de los ciudadanos notables del departamento simpatizaron con el par-
tido liberal; de hecho, muchos de ellos formaron parte de las cúpulas de los
directorios liberales y devinieron sus principales dirigentes. Me referiré aquí
a cinco de ellos; el primero fue Carmelo López, uno de los principales im-
pulsores del periodismo beniano, fundador de los periódicos El Beni y El
Porvenir. Propietario latifundista y empresario gomero, fue el líder del partido
liberal de la provincia de Iténez, donde ejerció de corregidor (1900-1904)
y subprefecto (1904-1907), y presidente de la Junta Municipal de Baures
(década de 1900); posteriormente sería designado prefecto del Beni (1907-
1910) y ejercería de senador por el Beni (1913-1915) hasta poco antes de su
muerte.72 El segundo fue el destacado liberal Néstor Suárez, propietario de
establecimientos agropecuarios en la provincia de Cercado; fundó y dirigió
el periódico El Eco del Beni, donde ejerció de periodista y defendió las ac-
ciones y política del partido liberal. Líder del directorio liberal beniano des-
de 1915, representó al departamento como diputado por Cercado e Iténez
(1912-1918) y fue senador por el Beni (1918-1919); concluida su labor, ejer-
cería de presidente municipal (1920).73 El tercero, Fabián Vaca Chávez, fue
abogado, poeta y redactor de los periódicos El Beni y El Eco del Beni. Estu-
vo muy vinculado a los movimientos culturales y sociales de Trinidad, siendo
el presidente de la Sociedad Geográfi ca e Histórica y presidente honorario
de la Sociedad «18 de noviembre»; fue diputado por el Beni (1908-1911) y
72. Véase Natusch, 1982: 83-85; Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 276; Pérez Fernández, 2000:
196; Guiteras Mombiola, 2012: 242, 246, 326, 345-347, 351, 365, 370 y EB, «Carmelo López»
(Trinidad, núm. 210, 8.01.1916).
73. Véase Natusch, 1982: 109-110; Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 276; Guiteras Mombiola,
2012: 202, 328, 368, 372 y EB, «Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183, 3.07.1915).
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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 145
prefecto del mismo departamento (1912-1913).74 El cuarto fue el abogado
Domingo Leigue, que tuvo gran infl uencia desde los cargos públicos que
ocupó tanto en Riberalta como en Trinidad. Fue líder del partido (1913-1915),
prefecto del Beni (1913-1914), vicepresidente de la Sociedad Geográfi ca e
Histórica, presidente honorario de la Sociedad «18 de noviembre» y presi-
dente del concejo municipal (1919).75 Finalmente, fi gura liberal destacada fue
también Mariano Méndez Roca, el principal empresario latifundista de la pro-
vincia de Cercado por aquel entonces. Tras ejercer de corregidor en Loreto
(1903-1904), ocupó la presidencia del concejo municipal (1910-1911) y fue
presidente de su partido (1915), diputado por el Beni (1901-1905) y senador
por el departamento (1912-1917).76
Aunque los adherentes más destacados del partido liberal gozaron de
gran popularidad en la época, la prensa trinitaria da cuenta, también, de quié-
nes fueron los notables que se les opusieron desde los distintos partidos
en que se organizaron. Entre ellos destaca, primero, el abogado y periodista
Serafín Castedo, quizá la fi gura más emblemática del conservadurismo del
momento. Líder del partido constitucional beniano y principal opositor de los
liberales hasta su muerte —alrededor de 1915—, fue el fundador y propieta-
rio del periódico La Democracia. En la década de 1910 ejerció de munícipe
llegando, entre 1913 y 1914, a ostentar la presidencia del concejo.77 Merece
señalarse también, en segundo lugar, la fi gura de Demetrio Callaú, un político
controvertido, muy combatido desde las fi las liberales doctrinarias al haber-
se escindido del partido y acceder a cargos públicos relevantes en repre-
sentación de la oposición.78 Ejerció de munícipe, dirigió el concejo municipal
(1913-1914) y formó parte de la Cámara de Comercio (1913). Fue senador
por el Beni (1915-1916) tras haber sido candidato a ocupar el escaño en la
década de 1910.79 En tercer lugar, otra fi gura militante en la oposición, prime-
74. Véase Natusch, 1982: 11-113; Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 276; Pinto y Lijerón, 2011:
149-150 y EB, «Varias» (Trinidad, núm. 74, 27.03.1913); «Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183,
3.07.1915); «La adhesión de S. Joaquín» (Trinidad, núm. 236, 15.07.1916).
75. Véase Limpias Saucedo, 2005 [1942]: 261-271, 276; Pinto y Lijerón, 2011: 149-150 y EB,
«Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183, 3.07.1915); «La asociación patriótica del Iténez» (Tri-
nidad, núm. 236, 15.07.1916).
76. Véase Natusch, 1982: 121-122; Guiteras Mombiola, 2012: 189, 202, 227-228, 242-247,
337-339, 343, 347, 350, 359-360, 368, 371-375 y EB, «La memoria municipal» y «Memoria»
(Trinidad, núm. 17, 4.01.1912); «Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183, 3.07.1915).
77. Véase LD, «Cámara de comercio» (Trinidad, núm. 490, 1.02.1913; «Documentos munici-
pales» (Trinidad, núm. 491, 8.02.1913) y «Un siglo de periodismo en el Beni» de Miguel Domingo
Saucedo (Trinidad, 18.11.1942), reproducido en La Razón (Trinidad, mayo de 1982).
78. Véase EB, «Boletín del Partido Liberal» (Trinidad, núm. 1, 13.09.1911); «Las gestiones
del senador Callaú» (Trinidad, núm. 210, 8.01.196); «Suplantación de un documento público»
y «El senador Callaú» (Trinidad, núm. 257, 9.12.1916); «Aseveraciones de El Fígaro de La Paz» y
«El presupuesto del Beni» (Trinidad, núm. 259, 23.12.1916).
79. Véase LD, «Cámara de comercio» (Trinidad, núm. 490, 1.02.1913; «Documentos municipa-
les» (Trinidad, núm. 491, 8.02.1913) y EB, «Convención Liberal» (Trinidad, núm. 183, 3.07.1915).
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146 La articulación del Estado en América Latina
ro como conservador, luego como liberal puritano y fi nalmente como repu-
blicano, fue Antonio L. Velasco. Tras la disolución del partido constitucional
y la muerte de Serafín Castedo se convertiría en líder del bando opositor y
fundaría el periódico La Voz del Pueblo. Desde sus páginas llevaría a cabo
su campaña política dado que, entre 1900 y 1920, solo consiguió en dos
ocasiones acceder y presidir la municipalidad.80 Por último, debemos citar
a Maximiano Arze, simpatizante de los liberales puritanos, quien a fi nes del
período de estudio fundaría el partido republicano. Vinculado con el queha-
cer cultural de la capital Trinidad, fue miembro de la Sociedad Geográfi ca e
Histórica y dirigió el periódico de la oposición, La Voz del Pueblo, en la se-
gunda mitad de la década de 1910.81
Las personalidades aquí caracterizadas fueron los ciudadanos notables
que acapararon la vida política beniana y, particularmente trinitaria, de prin-
cipios de siglo, con su constante aparición en la prensa, sus labores de ca-
rácter sociocultural y su participación en las periódicas contiendas electora-
les. Junto a estas fi guras sabemos de la existencia de otros notables —véase
el cuadro adjunto—, residentes en su gran mayoría en Trinidad y Riberalta,
aunque procedentes, en algunos casos, de otros cantones, que si bien no
alcanzaron las cotas de popularidad de los citados anteriormente, fueron
reconocidos como personajes relevantes por sus coetáneos.
Durante las dos primeras décadas del siglo XX, todos estos ciudadanos
notables se convertirían, paulatinamente, en la verdadera élite dirigente del
Beni, siendo su perfi l político y económico muy parecido. A tenor de lo se-
ñalado en los párrafos y cuadro anteriores, podemos concluir que, en primer
lugar, los notables benianos fueron profesionales liberales y empresarios, en
su gran mayoría propietarios de negocios y tierras de los cuales obtuvieron
los recursos económicos necesarios para mantener su posición de privilegio.
En segundo lugar, casi la totalidad de los notables benianos ejerció, aunque
de manera interrumpida, cargos vinculados a la administración del departa-
mento y fueron elegidos, en muchos casos, consecutivamente, para desem-
peñarse como representantes políticos de la sociedad beniana, tanto en el
ámbito municipal como en el ámbito nacional. Y en tercer lugar, todos ellos
estuvieron directamente vinculados bien al partido del gobierno o bien a la
oposición, no participando en las escasas candidaturas independientes que
se organizaron en distintas ocasiones.
80. Véase EB, «Elección de munícipes» (Trinidad, núm. 207, 18.12.1915); «Tentativas repu-
blicanas en Trinidad» (Trinidad, núm. 225, 11.03.1916) y «Un siglo de periodismo en el Beni»,
de Miguel Domingo Saucedo (Trinidad, 18.11.1942), reproducido en La Razón (Trinidad, mayo de
1982).
81. Véase Pérez Fernández, 2000: 202; Pinto y Lijerón, 2011: 149-150 y «Un siglo de perio-
dismo en el Beni», de Miguel Domingo Saucedo (Trinidad, 18.11.1942), reproducido en La Razón
(Trinidad, mayo de 1982).
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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 147
Cuadro 1Caracterización de notables benianos
Notables Afi liación política
Cargos municipales y locales
Cargos departamentales y nacionales
Ricardo
Aguilera
liberal munícipe (1910-1911,
1916-1917)
Feliciano
Antelo
liberal munícipe (1916-1917);
presidente concejo
(1905-1908-1912)
Rodolfo
Araúz
constitucional prefecto del Beni (1897-
1898); delegado nacional
(1913-1914, 1920)
Ismael
Arteaga
liberal /
republicano
presidente concejo
(1911-1916, 1920); Cámara
de Comercio Riberalta (1927)
senador por el Beni
(1920-1922)
Faustino
Ch.
Avaroma
liberal munícipe (1908); presidente
concejo (1914-1915,
1917-1918)
subprefecto de Yacuma
(1910); secretario prefectura
(1913)
Carlos M.
Barbery
liberal /
republicano
presidente junta Riberalta
(1911); Cámara de Comercio
(1912-1914)
diputado por el Beni (1892-
1893, 1896-1897); senador
por el Beni (1898, 1926)
José
Barrero
liberal munícipe (1916-1917);
presidente concejo
(1913-1914)
subprefecto Cercado (1908);
miembro Corte Superior
de Justicia (1917)
Benigno
Barrios
liberal presidente (1908)
y vicepresidente (1917) l
concejo; secretario Cámara
de Comercio de Trinidad
(1916-1917, 1922)
Ángel
Bello
liberal miembro Sociedad
Geográfi ca e Histórica
subprefecto Cercado
(1901-06); cargos
prefecturales (1914-1916);
prefecto del Beni
(1922-1923)
Manuel
Bello
liberal presidente junta S. Joaquín
(1900-1904); munícipe Villa
Bella (1910-1911)
diputado suplente por
Yacuma y Vaca Díez (1913)
Belisario C.
Guardia
liberal presidente Sociedad
«18 noviembre»; presidente
junta Magdalena (1917)
senador Beni (1900-1904);
inspector de instrucción
(1904-1915); fi scal partido
prov. Iténez (década
de 1920)
Continúa en página siguiente
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148 La articulación del Estado en América Latina
Notables Afi liación política
Cargos municipales y locales
Cargos departamentales y nacionales
Manuel G.
Céspedes
liberal miembro Sociedad
Geográfi ca e Histórica;
presidente concejo
(1920-1921)
presidente Corte Superior
Justicia del Beni (1913-1920)
Francisco J.
Chávez
liberal miembro concejo
(1912-1913, 1916);
presidente-vicepresidente
Cámara de Comercio
Trinidad (1916-1917)
administrador de correo
(1912)
César
Claros
liberal
puritano
munícipe (1916-1917);
presidente del concejo
(1909)
secretario de la prefectura
(1915)
Marcelino D.
Clementeli
liberal munícipe (1917); presidente
junta Magdalena
(1915-1916)
subprefecto Iténez
(1900-1903, 1907-1910)
Juan B.
Coimbra
liberal munícipe (1917); presidente
junta Baures (1907-1908)
y Magdalena (1915-1916);
redactor El Porvenir
subprefecto Iténez (1917)
David
Cronenbold
liberal presidente concejo
municipal (1911-1912)
senador por el Beni
(1912-1916)
Juan E.
Daza
Palmero
constitucional munícipe (1911-1912);
presidente concejo (1900);
miembro Sociedad
Geográfi ca e Histórica (1912)
inspector de instrucción
(1913-1915)
Caciano
Guzmán
liberal munícipe (1903-1911);
presidente del concejo
(1912-1913)
Rodolfo
Ibáñez
liberal munícipe del concejo
(1914-1916)
subprefecto Yacuma
(1909-1913, 1920)
Benigno
Lara
liberal /
republicano
diputado (1909-1913);
senador (1925)
Jesús
Lijerón
liberal miembro Sociedad
Geográfi ca e Histórica
subprefecto Cercado (1904),
fi scal partido de Yacuma
(1915, 1920)
Jesús
Mansilla
liberal presidente concejo
(1910-1911, 1916-1917)
y Cámara de Comercio
(1916-1917)
Plácido
Molina M.
liberal presidente-vicepresidente
junta Riberalta (1915-1916,
1916-1917); Cámara
de Comercio Riberalta
(1912-1918)
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Representación política y espacios de sociabilidad en la Amazonía boliviana... 149
5. Consideraciones fi nales
La articulación del Estado-nación boliviano trajo consigo la instauración de
un régimen de partidos que debía legitimar un sistema de gobierno demo-
crático y representativo. La aparición de los primeros partidos políticos boli-
vianos y la constitución de un régimen bipartidista en toda la república tam-
bién tuvieron su correlato en la Amazonía y, en concreto, en el departamento
del Beni. Ello sería claramente visible a partir del cambio de gobierno que
supuso la guerra federal de 1899. Por un lado, con la pérdida de peso políti-
co de los partidos de carácter conservador y, por ende, la caída en desgracia
de sus seguidores en el ámbito sociopolítico local; y, por otro lado, con el
ascenso político de los partidos liberales, que habían permanecido alejados
de ella y, con ello, el acceso a la vida pública de actores que, a pesar de su
peso socioeconómico, carecían hasta entonces de infl uencia política. De este
modo, entre 1900 y 1920, los grupos de poder benianos, integrados por ciu-
dadanos notables con un estatus cultural y socio-económico elevado, se
posicionaron en uno u otro bando partidista, en función de los lazos de pa-
rentesco, patrimonio, amistad y/o lealtad previamente establecidos. En nues-
tra opinión, es claro que ello sumergió a los ciudadanos benianos en una
confrontación que dividiría la sociedad entre conservadores y liberales, libe-
rales puritanos y liberales doctrinarios y republicanos y liberales; igualmen-
te consideramos que fue esta competencia la que les dotó de existencia e
identidad en el seno de la comunidad política local e, incluso, departamental.
Este enfrentamiento partidario se expresaría en dos vertientes. La prime-
ra sería la conformada por los espacios de sociabilidad política. Por un lado,
con la creación de asociaciones interesadas en el devenir cultural, económico
y social del departamento. Estos lugares de reunión permitieron a los distintos
notables locales relacionarse, compartir e intercambiar opiniones, conocer y
debatir temas de todo tipo, más allá de su postura política partidista. Por otro
lado, por medio de la prensa periódica beniana, editorialmente comprometi-
da con una u otra opción política. Hemos visto que diversos intelectuales y
Notables Afi liación política
Cargos municipales y locales
Cargos departamentales y nacionales
Ángel
Salazar E.
liberal presidente (1915,
1918-1919); vicepresidente
(1912-1913) y miembro
concejo (1916-1917)
Abelardo
Zabala
liberal munícipe (1910, 1916)
y presidente junta Riberalta
(1901)
candidato a diputado
(1911-1912); diputado
Yacuma y Vaca Díez (1915)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos recogidos en EB y LD; Natusch, 1982; Limpias
Saucedo, 2005 [1942]; Pérez Fernández, 2000; Pinto y Lijerón, 2011.
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políticos fueron fundadores, promotores y redactores de los periódicos que
circularon por el Beni y que se convirtieron en útiles instrumentos para hacer
política, intervenir en la vida departamental y crear opinión pública.
La segunda vertiente sería la constituida por la participación en los espa-
cios de poder político. Por un lado, a partir de la afi liación a los dos únicos
partidos políticos existentes en el Beni. Aunque es posible que algunos de
sus miembros simpatizaran realmente con dichos partidos, a tenor de lo re-
visado en las fuentes, dicha afi liación parece que respondió más a los lazos
personales mantenidos entre los distintos notables —simpatías, ani mad ver-
sio nes—82 y a su función de plataforma desde la que designar a sujetos afi nes
o postularse ellos mismos a la vida política municipal e, incluso, nacional. Y por
otro lado, a través de las contiendas electorales anuales. En ellas, los hom-
bres de letras, empresarios y políticos más destacados de cada uno de los
partidos fomentaron la participación en los procesos electorales para acce-
der a instancias del gobierno municipal, y así intervenir en el desarrollo de
sus localidades de origen y del departamento en general. La autonomía mu-
nicipal dotó de ascendencia política a aquellos individuos que accedieron a
su dirección y garantizó al partido que estos representaban mayor incidencia
entre la sociedad. De ahí que fuera el acceso a la municipalidad la principal
ambición de los notables benianos, quienes vieron en ella el eslabón nece-
sario que debían conseguir si aspiraban a representar al Beni a nivel nacional.
En defi nitiva, el carácter rural de la sociedad amazónica, la dualidad par-
tidista del régimen político y las características censitarias del sistema elec-
toral favorecieron que la vida pública beniana fuera gestionada por un círculo
cerrado de sujetos de derecho y pleno ejercicio ciudadano que participaban
en un reducido circuito de relaciones familiares, comerciales y de amistad.
Su intervención en la creación, sostenimiento y reproducción de los señala-
dos espacios de sociabilidad proporcionó a sus miembros más destacados
—económica e intelectualmente— prestigio y respetabilidad sociales, y le-
gitimidad y representatividad políticas. Su cada vez mayor presencia en la
esfera pública haría que determinados notables benianos se erigieran en re-
ferentes del poder político local y fueran percibidos como los únicos indivi-
duos capaces de intervenir en la vida pública, liderar la comunidad política
beniana y representarla políticamente.
Bibliografía citadaALONSO, Paula (2003). Construcciones impresas. Panfl etos, diarios y revistas en la forma-
ción de los estados nacionales en América Latina, 1820-1920. Buenos Aires: FCE.
82. No en vano, ante el trasvase de la intención de voto de un candidato a otro en poco me-
nos de un mes, un corresponsal afi rmaría: «Ud. puede juzgar cuan rápido es el fl ujo refl ujo de la
marea eleccionaria, juzgará también si hay opinión política o si solamente los electores están al
son». Véase LD, «Correspondencia» (Trinidad, núm. 351, 25.06.1910).
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