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    IH 16 (1996)l partido nazi en los aflos centrales de la R epblica de W eimar...23El par tid o nazi en los aos centr ales d e la R ep blica

    d e W eim ar (1925-1930). L In com entario cr t icoFerran G allego

    Universidad A utnoma d e Barcelona

    A los cincuenta atlos de la derrota de A lemania en la segunda guerra mu ndial,podra pensarse que el ingente volumen de produccin historiogrfica dedicada alnazismo ha resuelto las principales cuestiones a considerar. En efecto, tanto loshistoriadores alemanes como los del mbito anglosajn han cubierto muy diversosngulos de an lisis, desde excelentes estudios generales hasta los de carcter sectorialo regional, hasta el punto de que resultara complicado adentrarse en un estado de lacuestin que no fijara lnites cronolgicos muy poco ambiciosos. No obstante, lamayor parte de la investigacin se h a centrado en el Tercer Reich, siendo relativamen-te escasos los textos dedicados al periodo comprendido entre la refiindacin delpartido nazi y la gran expansin electoral de 1930.

    Este ensayo nace de la insatisfaccin por algunas ideas que, de man era ms omenos m atizada, se han ido fijando en la h istoriografa sobre lo que los nazis llamabanel K a m p f t e i t o tiempo de lucha M e refiero, en prner lugar, a la visin teleolgica dela evolucin del movimiento hitleriano, cuyas oscilaciones obedeceran slo apequefios ajustes de coyuntura. En segundo lugar, pienso que debe corregirse larealizacin de u na historia demasiado intema del nazismo, que ha atendido poco a loscambios del tej ido social en el que actuaba, y que ha menospreciado una correctaperiodizacin de la historia republicana, cuya trivializacin hace incomprensible elxito electoral de 1930. En tercer lugar, quisiera establecer alguna hiptesis sobre las

    'or citar tan slo los textos de sintesis, existen algunos trabajos ya antiguos, pero que cont in an siendode gran utilidad acerc,a del periodo previo a la toma del poder. Vase, por ejemplo, el de D. Orlow, TheHistory of the N azi Party, 1919-1933. Pittsburg,h, 1969; tambin, la primera parte de K.D. B racher, LadictaduraaIemana. Madrid, 1973 (ed icin alemana de 1969 ). Son imprescindibles los estudios regionalesde G. P ridharn, Hitler's rise t o power . The N azi m ovem en t in Bavaria , 1923-1933. Londres, 1973, y de J.Noakes, Ihe N az i Party in Low er Saxony, 1921-1933. Oxfoni, 1971. Dos excelentes trabajos de stntesisms recientes son los de M . Broszat, Hit ler and the collapse o f W eim ar Germ any. Oxford, 1987, y de C.Fischer, T h e ri se o f th e n az i s . Manchester, 1995. Muy recomendables son las ediciones de diversosestudios sobre el Kampfzeit dirigidas por dos de los ms destacados estudiosos del nazismo y de laRepblica de Weimar: P. Stachura, T h e N a z i M a ch t er gre i f ung . Londres, 1983, y Th. Childers, Theform a t ion o f the N az i cons t ituency, 1919-1933. Londres, 1986.

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    224errn GallegoH 16 (1996)correccione s de pe rcepcin del nacionalsocia l ismo po r par te de la poblazin a lemanadurante e l per iodo resefiado, lo cua l implica con tinuar un debate sobre la na tura lezaoriginal del nazismo, a f in de co mprender el t rasvase de votos de 19 30 y, en definit iva,proyectar las consecuencias sobre los aos siguientes.

    La refundacin del NSDAPEs bien sabido que, poco despus de la sal ida de la crcel de L andsberg , AdolfH itler refund el Partido Nazi sobre la base de do s criterios estratgicos ren ova dore s:

    por un lado, la f ijacin de laautonom a del part ido de ntro del m ovimiento socialracista;por otro, la aceptacin de los mtodos de lucha legal y, especialmente, la contiendae lectora l , como forma de a lcanzar e l poder . Con todo, pienso que m erece re ca lcarseel car cter rupturista de ambos factores, sobre todo del primero de ellos, tal vez po rquela h istor iografia c lsica ha puesto de re l ieve la aceptacin de la va par lame ntar ia yla renuncia a la consideracin del nazismo como un movimiento sustancialmenteparamil itar , s in tene r dema siado en cuenta de qu man era ambos fac tores -e l carc terno autnomo del par t ido y la opcin golpista- estaban est rechamen te ent re lazados enlos fiempos previos al putsch de Munich. Adems, la forma en que se ha destacadola voluntad de a utono ma de H itler desde el inicio mismo de su eleva cin a la jefaturadelpartido hapodido crear alg una visin an acrnica que explica la escasa importan ciaprestada a la afirmacin de camino en solitar io que supuso la refundacin del NSDA P.Lo que se mo dif ic en 19 25 fue la concepcin del nazismo co mo un compone nte msde la cultura poltica vd l k i s ch 2 , en la cual se integraba a la manera de un ala msobrerista, con una visin organizativa de carcter movimentista y paramilitar, queinclua la subordinacin de las fuerzas de choque propias a asociacionessuprapartidistas 3 . Esta con cepcin implicaba actuar en un espacio po ltico muy biendelimitado, que exclua la accin parlamentaria en la misma medida en la queconsideraba secundaria la autonoma del NSDAP. El golpe de 1923 fue, en suplanteamiento y desarrollo, un resultado directo de esta opcin, cuyo fracaso no

    Utilizaremos este trmino intraducible para referirnos al n acionalismo de ba se mcial. Sobre suevolucin y significado, vase el libro de J. Her mand, Old dreams on a new R eich . V o lk i sh u top ias andN ational Soc ia li sm . Bloo mington, 199 2. Para el periodo que nos ocupa, pp. 102-155.' Un texto clsico sobre las fuerzas param ilitares es el de R . W aite, V anguard ofnazism . The Free Corpsm ov em en t i n po s twar Germ any , 1918-1923 . Cambridge, 1952 , aun cuando su atencin al campoespecfico de Baviera en tomo al golpe de noviembre sea ms bien escaso, pp. 239-263. Otro clsico, sobreuna de las organizaciones paramilitares, es el de U. Lohalrn, V lk i scher Radikal ismus . Die Gesch ichte desDeutschw i lk i s ch en Sch utz - und Trutzbundes , 1919-1923. Hamburgo, 1970. Resultan de utilidad tambinD. Ven n e r , S ldner ohne So ld . D ie d eu t s ch en Fre ik o rp s , 1918-1923. Be rlin, 197 4, especialmentecaptulos 18 y 19, o H.W. Koch, D er deu t s ch e Bargerk r ieg . E ine Gesch i c h t e der deu t s chen undsterreich i sch en Freikorps . Berlin, 1978 , con sdlo algunas indicaciones en el ltimo captulo. El libro deH. Go rdon Jr., Hitler and the beer hall putsch . Princeton, 1972, ofrece un captulo sobre las organizacionespatriticas actuantes en B aviera, pp. 88-119. El texto n uis actualizado corre sponde a D. Jablonsky, T heN qz i Party in d issolution. Hi t ler and th e V erbotzei t , 1923-1925. Londres, 1989 , pp. 7-25.

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    IH 16 (1996)l partido nazi en los aflos centrales de la Rep blica de W eimar...25supuso irunediatamente la rectificacin de una de sus dos directrices bsicas: launidad del mov imiento vdlkisch en trminos de renuncia a la hegem onia de una u otrafuerza concreta.A lo largo de 1924, en efecto, la reorganizacin del movimiento nacional-socialista se hizo profun dizando en la alianza de los diversos n cleos socialracistas,incluyendo el horizo nte de su fusin politica. Ello implicaba principalmen te elacuerdo con el Partido V lkisch de la Libertad (D VF P), una pequefia organizacinfundada en 1922 por Albrecht von Graefe, procedente de una escisin del PartidoNacional Popular (D NV P). Lo s trminos de la alianza acordada con la direccinnacionalsocialista de Mun ich im plicaban la prctica absorcin de los pequ eflosncleos nazis del norte por el DV FP , al sefialar que, en el ftmcionam iento del frentecom n, las organizaciones minoritarias habrian de someterse a las que tuvieran mayorpresencia. Tales condiciones, que d ieronnacimiento al Mov imiento Nacionalsocialistade la L ibertad (NSF B) liderado por G regor Strasser, Graefe y Ludendorff, fueronrechaz adas sistemticamente po r los nazis septentrionales. Estos anticipaban lapostura de H itler del arIo siguiente, al indicar que una lectura adecuada del fracaso delputsch de noviembre implicaba la anulacin de los contactos con los grupos vdlk ischde orientacin ms elitista y conservadora. S in embarg o, ni esta oposicin ni la quemanifestaron progresivamente algunos cuadros de B aviera, como Streicher o Esser,pudieron ev itar que se avanzara al mism o tiempo en la linea de la unidad org nica yde la participacin electoral. La plataforma vdildsch se present en las eleccionesparlamentarias de mayo y diciemb re de 1924 c on diversa fortuna. Mientras en lasprimeras se obtenia an la ventaja de la catastrfica situacin politica y econmicaalemana del afo anterior, hech o al cual se stunaba el impacto del proceso contra losinculpados por el putsch de Munich, los problemas intemos del movimiento y (piensoque de forrna m enos importante) la me jora de las condiciones generales en la primerafase de la estabilizacin redujeron a la mitad la presencia de los socialracistas en elReichstag 4 . C onsidrese, adems, un d ato que suele pasar d esapercibido: las candi-daturas conjuntas ofrecian una m enor representacin a los nazis que al resto de loscomponentes del movimiento W ilkischs

    A la confusin estratgica en la que se mov ia el nacionalsocialismo , habacontribuido el silencio de H itler, bien fuera por su tem or a verse de portado a A ustria,bien fuera por su tendencia a permanecer al marg en de las luchas faccionales mientrasno se pusiera en duda su liderazgo, a la espera de qu e el propio desarrollo de losacontecimientos clarificara las situaciones sin implicar para l desgaste politicoSobre las elecciones de 1924 y, en general, para todo el periodo de Weimar, el me jor estudio es el deTh. C hilders, The N crzivoter . 7he social foundations of f ascism in Germ any, 191 9-193 3. Chapel Hi11,1983.

    Las elecciones de 1924 secomen tan en las pginas 50-118. El libro de R. Ham ilton, F V h o voted for H itler?,Princeton, 1982, se organiza a travs del anlisis de algo ms de un a docena d e ciudades, de las que nosinteresan bsicamente, para 1924, Nuremberg y Munich, donde el Bloque vlkisch obtuvo los mejoresresultados, con un 26 y 28,5%de los votos en m ayo (pp. 212 y 147), producindose una calda a menos dela mitad en diciembre.

    Para la evolucin d el verbotzeit, el l ibro - ms d etatallado es e l de D. Jablonski, The Nazi Party...,captulos 3-5.

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    226errn GallegoH 16 (1996)alguno o enfrentamiento con un sector concreto de la organizacin 6 . Tan slo cuandohubo abandonado la crcel y, tras haber asegurado al gobiemo bvaro su lealtad alorden constitucional, se decidi Hitler a romper el binom io de accin parlamen tariay unidad vlk isch que haban sostenido Gregor Strasser y Alfred Rosenberg desdecomienzos de 1924 7 . Ello obedeca, sin duda, a una mejor percepcin estratgica quela ostentada por oficialistas y crticos, basada en u n anlisis de los lmites de la lneagolpista -que am enazaba con liquidar la posibilidad de existencia m isma del partido-y en la necesidad de adquirir un perfil ms ntidarnente popular que el que podaderivarse de la alianza indiscriminada con e l sector vlk isch. Era crucial, adems, lavoluntad de asegurar un liderazgo efectivo que dificilmente poda sostenerse al trataren trminos de igualdad con individuos como G raefe o, sobre todo, Ludendorff. Sloen los trrninos de esta refiexin de estrategia y liderazgo puede en tenderse la actitudde un personaje tan poco proclive a la obediencia ciega com o Gregor Strasser, quienacept sin problemas el carcter de la refundacin del NSDAP, atendiendo a losriesgos de la disolucin del nacionalsocialismo y con plena consciencia de laimposibilidad de prescindir de la jefatura carismtica de H itler, muy con solidada enlos ambientes socialracistas a raz del proceso de Munichs.

    El costo de la estabilidad

    La evolucin del NSDAP en los arlos que preceden a su primer triunfoelectoral de 1930 tiene que hacerse atendiendo a los factores intemos, es dec ir, a lasquerellas faccionales y al proceso de c larificacin estratgica tan cruciales en dichoperiodo. Pero, en la misma o en mayor medida, debe considerar que las causas, elritmo y el carcter de la penetracin del nazismo en la sociedad alem ana slo puedecomprenderse revisando una periodizacin de la historia republicana que, be neficia-da por su carcter simplificador, presenta riesgos serios de tergiversacin. Elestablecimiento de una correspondencia mecnica entre la fase dorada de 1924-1929 y el estancamiento del nacionalsocialismo procede de dos errores de aprecia-cin: la sobrevaloracin y, en cualquier caso, generalizacin excesiva de la estabili-dad poltica y econmica, as como la confusin entre la adquisicin de un techoelectoral obvio en 1928 y la falta de una expansin organizativa. Tales fallos

    Una htteresante reflexin sobre la jefatura de Hitleres lade J. Nyom arkay, Cha r ism a and fac t iona l i smin the N azi Party. Minneapolis, 1967. Ms recientemente, aunque proyectando la personalidad de Hitlersobre el conjunto de la poblacin y no slo sobre el partido, el libro de 1. Kershaw, The xH i tle r Myth .Image and Real ity in the T h ird R eich . Oxford, 1987.' Algunos textos de la refimdacin pueden hallarse en J. Noakes y G. Pridham, Naz ism, 1919-1945.Exeter, 1994. Era tambin importante la prohibicin de que las SA se integraran en otras organizacionesparamilitares unitarias: vase el caso de Nuremberg en E. Reiche, The developm ent of the SA inNiirnberg,1922-1934. Cambridge, 1986, pp. 60-61.Para la personalidad de Gregor Strasser, el mejor texto publicado hasta la fecha es el de P. Stachura,Gregor Strasser and the rise of nazis m . Londres, 1983. Para este periodo, captulo 2.

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    IH 16 (1996)l partido nazi en los arlos centrales de la Rep blica de W eimar...27conducen, au nque slo seapor su mismo desarrollo lgico, a explicar el xito electoraldel NSDAP en 1930 en funcin de tma respuesta convulsiva de amplios sectorespopulares a la Depresin, versin sta cuyas aristas metodolgicas suelen suavizarsemediante referencias demasiado generales al escaso arraigo de las institucionesrepublicanas. Un tipo de argwnentacin qu e parece contradecir la versin optimistadel tramo central de Weimar y q ue no explica los motivos de las opciones concretasdel electorado. Se presenta la oferta nacionalsocialista de 1930 en los mismostrminos que la qu e se habfa dado en las elecciones nacionales de 1928, seflalando quelas circunstancias de coyuntura detenninaron un grado de adh esin que m ultiplicabapor ocho su fuerza electoran

    Las correcciones a este anlisis implican la revisin de, por lo menos, doselementos. El primero, la visin tradicional de la etapa de estabilidad, hallandoaquellos factores de fondo q ue erosionaron las estructuras republicanas a largo plazo,ayudan do a explicar los aparentes cortes repentinos que acom paharon el inicio de ladcada siguiente. En segundo lugar -y ste ha sido un factor mucho menosapreciado-, el cambio de percepcin del fenmeno nazi por parte de ciertos sectoresde la sociedad alemana, nico factor que explicara la aparente penneabilidad a laideologa vdlkisch de un segmento tan considerable del electorado, votante de otrasopciones slo unos meses antes.

    Nuestro conocimiento de la historia econmica y social de la Rep blica deWei mar ha avanzado en la ltima dcada, en espec ial a raz del debate sobre el carcterinevitable de la destruccin de las instituciones democrticas. El examen del peso delas diversas herencias que limitaron el marg en de maniobra de los gobernantes en laDepresin, sea cual sea la actitud que haya tomado cada historiador a la hora deadjudicar responsabiliciades, nos perrnite rectificar una lectura d emasiado optimistade los efectos de las medidas estabilizadoras de comienzos de 1924. Analizando las9al es el relato de Ia may ora de los manua les accesibles sobre la historia republicana. Paradigm ticoes el caso del breve texto de C. K lein, De los espartaquistas al nazismo. L a Repb licade W eimar. Madrid,1985 (edicin francesa de 1968). En una linea menos tajante, pero similar, los trabajos de E.J.Feuchtwanger, From W eimar to Hit ler. Germ any, 1918-1933. L,ondres, 1993; la ltima edicin, de 1993,del texto de H. Heiber, The W eimar Republ ic . Oxford, publicada en alemn en 1966; el texto de E. Kolb,The W eimar Republ ic . Londres, 1988, que habla de estabilidadaparente, pero refirindose slo a aspectosinstitucionales; las consideraciones sobre el periodo weimeriano en el trabajo de H.U. Thamer, 11 TerzoRelch . E3olonia, 1993; la ltima edicin del texto de A.J. Nichols, W eimar and the rise of H it ler. Londres,1991; o el manual, por lo dems muy til, de A. Wahl, L 'A l lem agne de 1918 (1 1945 . Paris, 1993. Lahistoriografia gerrnana ms reciente ha revisado tales apreciaciones, tanto en lo que afecta a la historiapoltica como a la econmica. Para citar slo algunos manu ales de gran utilidad, consideremos el texto delmuy prematuramente desaparecido D. Peukert, Die W eim arer Repub l ik . K risenjahre der KlassischenModerne. Frankfurt, 1987, especialmente pp. 111 y ss. Tambin, el ensayo de H. Momm sen, Die verspiel teFre lhe it . Der W eg der Republ ik v on W eimar in den U ntergang 1918 bis 1933. FranIcfurt, 1990, pp. 226y ss., o el de H.A. WinIder, W eimar 1918-1933. Die Geschichte der ersten deutschen Dem okratie. Munich,1994 (2 ed.), pp. 244 y ss.I El debate sobre la viabilidad de la democracia weimariana tras el impacto de la Depresin vino porla crtica al trabajo del profesor de Historia Econmica de Munich Knut Borchardt, Zwangslagen undHandlung,sspielrilume in der grossen Wirtschaftkrise der frElhen dreissiger Jahre: Zur Revision des(lberlieferten Geschichtsbildes, publicado originalmente en 1979 y reeditado en W ach s tum , K ren ,

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    228errn GallegoH 16 (1996)condiciones de las clases populares urbanas y , en especial, del campesinado, seplantea un empeoramiento progres iv o a lo largo de los ailos centrales de la R ep blica,que contrasta con la mejora relativa del resto de la sociedad, asimetra que podaaumentar la hostilidad del M it te ls tandhacia la influencia de los sindicatos obreros enla fijacin de las relaciones laborales. Por citar tan slo el caso del camp esinadomedio, tengamos en cuenta que su escasa simpata por las instituciones democrticasse afirm con el mantenimiento de los controles de precios heredados de la guerrahasta bien av anzado el ao 1923. A ello se sum el incremento de impuestos y ladivergencia de precios agrarios con respecto a los industriales, caractersticas ambasdel periodo de estabilizacin, que forzaron un endeudam iento de los pequeflospropietarios cuyos efectos p erjudiciales alcanzaran tonos dram ticos al declinaracusadam ente el valor relativ o de los productos agrarios a partir de 1927-28. Uncam pesinado acostum brado a med ir su bienestar en tnninos de la proteccinprestada por el Estado, haba de adjudicar a las instituciones la responsabilidad de susdesdichas". Otros sectores, como el de los fu ncionarios, hubieron de sufrir lasmedidas de austeridad derivadas de la estabilizacin' 2 . Y no parece que los miembrosde la vieja clase media, en especial los pequeflos comerciantes, se sintieran protegidosde un proceso de concentracin empresarial que la superacin de la fase inflacionariahaba acelerado".Hand lungsp ie l s raume der FVir t schaf i spol i ti k . Gottingen, 1982. Una respuesta en ingls, con un ampliocomentario a la tesis de Borchardt puede h allarse en C arl-Ludwig Holtferich, Economic P olicy Optionsand the End of the Weimar Republic, en I. Kershaw (ed.), W eimar: W hy d id Germc in Democracy fa il?Londres, 1 990, pp. 58-91. Para las dificultades econmicas de la R epblica y, enespecial, eldificil acuerdoentre los sectores industriales y agrarios, vase el texto de D. Abraluun, T he c o l l ap s e o f t he W e i m arRe publ ic . Pol i t ical econom y and crisis . Nuev a Y ork, 1986. Parael peso de las reparaciones de guerra sobrela economa alemana, B. Kent, Th e spo i l s o fwar. The po l it i c s , econom ics , and d ip lomacy o freparat ions ,1918-1932, especialmente los captulos 7-9. Acerca del peso de la inflacin sobre la economa alemana,vase G. Feldman, The great d i sorder. Po li t ic s , econom ics , and soc ie ty in the G erman Inf la t ion, 1914-1924 . Oxford, 1993, especialmente pp. 507 y ss. para la hiperinflacin. Un caso local, en este caso el deHam burgo, puede seguirse en los I ibros de N. Ferguson, Paper and Iron. Hamburg bus ines s and Germ anpol i t i cs in the e ra o f in f la t ion , 1897-1927. Cambridge, 1995, pp. 364 y ss., y P. Lyth, Inf la t ion and th em erchant econom y. The Ham burg M i t tt e l s tand, 1914-1924. Oxfoni, 1990, pp. 104 y ss. Muy destacab lees el textode H. R upieper, Th e Cun o governm ent and repara t ions , 1922-1923. La Haya, 1979, en especialpp. 97 y ss. Sobre el peso de la inflacin sobre un sector concreto de la clase me dia, as com o los efectosde la primera estabilizacin, vase el libro de A. Kunz, Civ i l servan ts and the pol i t i cs o f in f la t ion inGe rm any , 1 9 1 4 -1 9 2 4 . Berlin, 1986, pp. 350 y ss. Sobre la estabilizacin y la crisis, vase el libroimprescindible de H. James, The German S lump. Poli t ic s and Econom ics , 1924-1936. Oxforcl, 1987. Unaversin resumida de sus tesis en Economic reasons for the collapse of the Weimar Republic, en lanKershaw, W eimar. .. , pp. 30-57. Vasetam bin G. Feldman (ed.), D i e N a ch w i rku n g en d er I n f i a ti o n au fd i ed e u t s c h e G e s c h i c h t e 1 9 2 4 - 1 93 3 . Munich, 1985. Adems, D. Petzina, Problems in the social andeconomic development of the Weimar Republic, en M. Dobkowsky y I. Wallimann (eds.), Tow ard theH o l o c au s t . T he s o c i al and e c o no m i c c o l lap s e o f t he W e i m ar R e p u b l i c . Westport, 1983, pp. 37-60." H. James, T he G e rm an . . ., pp. 246-271; R. Moeller, Ge rm an peasan ts and agrarian pol i t i cs , 1914-1924 . Chapel Hill, 1986, especialmente pp. 95 y ss.

    J. Caplan, Governm ent w i thout adm in i s tra t ion . S ta t e and c iv i l se rv i ce i n W e imar and N az i Germany .Oxford, 1988, cap. 3. Th. Childers, The Naz i voter .. ., pp. 91-95. Sobre el re-ajuste de funcionarios, vaseA. Kunz, Stand versus Klasse. Beamtenschaft und Gewerkschaften im Konflikt um den PersonalabbauI 923/1924, G e s c h i c h t e u nd G e s e l l sc ha f t , 8, 1982, pp. 55-86.Th. Childers, Th e N az i vo ter .. ., pp. 64 y ss.

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    IH 16 (1996)l partido nazi en los ailos centrales de la Rep blica de Weimar...29Si la constatacin econmica no es suficiente, una lectura adecuada delproceso poltico, incluso en su expresin meramente electoral, pennite desvelaralgunos datos inquietantes en la fase de aparente estabilidad y solidez de lasinstituciones. En los inicios de la vida republicana, los partidos liberales de carcternacional, el Partido Popular (D'VP) y el Partido Demcrata (DDP), se habanbeneficiado de un voto am biguo, que tanto poda implicar la adhesin a la revolucindemo crtica como el deseo de evitar altemativas m s radicales. Especialistas diversoshan seflalado la fragilidad del discurso democrtico incluso en el seno de estospartidos y, en cualquier caso, la escasa fidelidad de su clientela. Precisamente uno delos indicadores de la invalidez del discurso optimista sobre el periodo de estabilizacines el retroceso constante de la base electoral de los dos grandes partidos liberales,cuando una m ayor adhesin a las instituciones, provocada por la mej ora generalizadade las condiciones materiales, habra de reflejarse en la conquista de mayoresporcentajes de votos. Los resultados de 1928, presentados habitualmente comoejemplo de laminacin de los grupos radicales y ensanchamiento de la base we imariana,permiten apreciar, en cambio, la mayor presencia de los partidos locales y losIlamados partidos de inters -en especial el Partido Econmico (W P), el Partido dela Justicia (RVP ), el Partido Nacional Cristiano de Cam pesirtos (CNL P) o el PartidoCam pesino (DB P)- que convocaba n a un sector especfico de la poblacin, en generalde la clase m edia urbana o rural, endetrimento de aquel los partidos que se presentabancomo opciones ideolgicas -W eltanschauungsparteien- compartibles por el conjuntode los alemanes, fuera cual fuera su origen social. Aun cuartdo el DVP y el DDPtrataran de ganarse bsicamente a los m iembros de la clase m edia, fueron percibidosprogresivame nte como partidos ajenos a los intereses de am plios sectores de sta. Sial DDP se le reprochaba su posicin favorable al Partido Socialdemcrata (SPD), elPartido Popular se contemplaba como un instrumento al servicio de los grandesintereses industriales, cuyos miembros llegaban a desplazar a los representantes delMittelstand en la configuracin de candidaturas a los parlamentos regionales o alReichstag".

    El mejor estudio de con junto de los partidos liberales es el de L.E. Jones, German liberalisrn and thedissolution of the W eimar party system, 191 8-1933. Chapel H ill, 1988. Sobre el Partido Dem crata, vaseB. Flye, L iberal democrats in the W eimar Republic. The History ofthe Germ an Dem ocratic Party and theGerman State Party. Carbondale, 1985, pp. 146-154, para este periodo. Sobre el Partido de la Economaexiste la vieja monografa de M. Schumacher, Mittelstand und Republik. Die W irtschaftspartei -Reichspartei des deutschen Mittelstands. Dasseldorf, 1972. La fragilidad del discurso liberal ha sidoanalizada por Th. Childers en Languages of liberalism. Liberal political discourse in the WeimarRepublic, en K. Jarausch y L.E. Jones, In search of a liberal Germ any. Studies in the history of Germanliberalism from 1789 to the present. Oxforcl, 1990, pp. 323-359. Pa rala actividadde los partidos de intersen este periodo, aunque reducindolo al estudio de la Baja Sajonia, vase el texto de P. Fritzsche,R ehearsals forfascism. Populism and political m obilization in W eimar Germany. Nueva Y orlc, 1990, pp.105-150. Una visin ms global en Th. Childers, Interest and Ideology. Anti-System politics in the eraof stabilization, en G. Feldman (ed.), Die Nachwirkungen..., pp. 1-20.

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    230errn GallegoH 16 (1996)Del espacio volkisch a la hegemona en la derechaLa andadura del nuevo N SD AP en el periodo previo a la Depresin habamod ificado su s condiciones estratgicas, pero en modo alguno sus principiosprogramticos, declarados inmutables. El Partido Naz i continuaba ostentando, porconsiguiente, la ideologfa de un grupo v d l k i s c h con pretensiones laboristas, fijado aunos principios cuya vaguedad de propuestas positivas en el campo social o econ-mico pennitan lecturas diferenciadas e incluso divergentes. Lo q ue m e interesadestacar aquf es que en los aflos de estabilidad, el proyecto bsico de H itler y suscolaboradores de M unich fue lograr la hegemona en el campo del nacionalismov d l k i s c h , despejando cualquier tipo de competencia por parte de otras organizaciones.

    Por consiguiente, la percepcin d el nazismo habfa d e ser la que obedecfa a lospar'ametros fundamentales del proyecto hitleriano -el nacionalismo de base racial yantisemita-, frente a los cuales el resto de elementos eran secundarios, objeto dediscrepancias ms o menos toleradas e incluso alentadas, bien fuera para laneutralizacin de las fa.cciones o para la convivencia de bases sociales antagnicas.Junto a este ncleo duro d e la ideologfa, se planteaba el carcter incontestable delliderazgo de Adolf Hitler, cuya ftuicin no puede entenderse en trminos meramenteorganizativos, sino como un factor tambin bsico de la W e l ta n sc h a u u n g nazi.U n anlisis realizado de acu erdo con este criterio nos permite entender los

    mrgenes reales del debate poltico que ex periment el partido en los afios previos ala Dep resin, en especial el que hace referencia a la ruptura entre una presuntaizquierda nazi y los sectores de la corriente nacionalista conservadora. Larefundacindel partido implic la puesta en orden organizativo de las estructuras dispersas en lostiempos de ilegalidad. La ob ligacin de renovar los camets de adhesin y la estrictasub ordinacin de todas las organizaciones a los cuarteles centrales de Mu nichtrataban de evitar que se reprodujeran los conflictos experimentados en 192 4. D esdemuy pronto, a las quejas d erivadas de la falta de autonoma se aftadieron lasdiscrepanc ias de orden poltico entre algunos cuadros de l norte, especialmente deHamb urgo, Berlin y Hanover, y los de Baviera. Mientras algunos autores seftalaronhace tiempo, muy influidos por los propios testimonios de la poca -y , en especial, porlas memorias de O tto Strasser-, el carcter principista o no meramente propagand s-tico del Equ ipo de Trab ajo (AG) liderado por Goeb bels, los hermanos S trasser yK aufman, otros se han inclinado por esb ozar, en sentido contrario, una querella sinraz ideolgica alguna, impens able en un partido tan poco atento a los tema sprogramticos"."El libro clsico sobre la izquierda nazi, desde una perspectiva marxista, pero reconociendo elsocialismo pequeoburgus de la A G, es el de R. K tlhnl, Die N a t iona l soz ia l i s t i sc h e L ink e , 1925-1930.Meisenheim, 1966. Para una actitud menos atenta a las cuestiones programticas, vase J. Nyomarkay,Charisma.. . , pp. 71 y ss. En una posicin intermedia, M. Kele, N az a n d w o rk e rs . N a t io n a l S o c i a l i s tappeals to German labor, 1919- 1933. Chapel Hill, 1972, pp. 67 y ss. A ello hay qu e aadir, naturalmente,el captulo IV de la monografia de J. Noakes sobre el Partizo Nazi en la Baja Sajonia, ya citada. Para elarnbiente que viva la izquierda nazi, son muy recomendables las memorias de uno de sus ms finos

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    IH 16 (1996)l partido nazi en los afios centrales de la R ep blica de Weimar...31Entiendo que la reflexin debe apuntar hacia otro aspecto, que rompe lacontinuidad del debate de 1926 c on las crisis de 193 0 -salida de Otto Strasser-, 1932-salida de Gregor Strasser y Albert Krebs- y, desde luego, la masacre de 193 4. Piensoque el nico punto com n que vinculaba a los diversos cuadros de la oposicin delnorte era su actuacin en u n tejido social distinto al de los orgenes del partido, en elque la importancia de la clase obrera industrial y de los partidos y sindicatos de laizquierda marxista era ms notable. Ello se tradujo, como en los afios previos a larefundacin, en una apuesta tctica que planteaba la apelacin a los sectores detrabajadores de las concentraciones urbanas como forma de vencer el escaso margende expansin de que disfrutaba el NSD AP en los Gaus septentionales. A consecuen-cia de ello, poda darse una diferencia de nfasis propagandstico entre el grupo rectorde Baviera -que actuaba en un medio social conservador, en competencia con lossectores catlicos, o las organizaciones contrarrevolucionarias de la Franconiaprotestante, heredando exclusivame nte la cultura socialracista-, y los cuadros dirigen-tes prusianos o sajones, cuya orientacin inicial, hasta la verdadera crisis de creci-miento de 1928, fue la de tratar de ganarse en espacio social de la izquierda.

    Tal refiexin no expresa juicio alguno de valor sobre la adhesin sincera de loscuadros del norte a una cultura de carcter rupturista -ms que estrictamenterevolucionaria. Pero creo que lo importante era dilucidar qu tipo de proyeccinsocial -y, por consiguiente, electoral- del nazismo deseaba darse a los potencialesvotantes y adherentes del movimiento. Es decir, cul era la visin bsica quedeterminados sectores haban de tener del carcter esencial del NSD AP. L os dirigen-tes del Equipo de Trabajo que se cre como verdadera faccin del norte tenanposiciones dispares, slo equiparables en su deseo de do tar al nacionalsocialismo deuna imagen distinta a la que adquira como partido estrictamente vdlkisch. Loshermano s Strasser, por ejemplo, llegaron a mantener postulados divergentes, que ibandesde la fascinacin por el nacionalbolchevismo de Otto hasta las propuestas decarcter corporativo conservador q ue acabara defendiendo G regor. Cuando puli susconsignas, a travs de rganos de propaganda propios como los NS-Briefe y laeditorial Kampf, com o ocurrira m s tarde con Der Angriffde Goebbels, la prensa dela izquierda nazi cuid m uy bien de distinguir sus objetivos revolucionarios de losofrecidos por el marxismo, frecuentemente descalificado por su carcter judo einternacional, mientras los llamamientos a la clase obrera se cobijaban bajo unanticapitalismo respetuoso con la propiedad legtima y slo atento a la construccinde la Comunidad Popular - V olksgemeinschafi- . El error tctico del grupo delnorte nofue tanto el intento por construir la imagen socialista nacional, con planteamientosenrgicos en la lucha contra el gran capitalismo, como el intento baldo de ganarse el

    representantes, Albert Krebs, Tendenzen und Gestalten. Erinnerungen an die Frhzeit der Partei.Stuttgart, 1959 (Hay traduccin inglesa, editada por W.S. Allen, The Infancy of Nazism. Nueva York,1976). Para la visin ms ajustada del pensamiento de Gregor Strasser que conozco, vase el ya citado P.Stachura, Gregor Strasser..., pp. 40-66. Sobre O tto Strasser, si se quiere huir de sus interesadas mem orias,puede recurrirse al texto de P. Moreau, O tto Struser. Nationalist Socialism versus National Socialism,en R. Smelser y R. Zitelmann (eds.), The N azi Elite. Londres, 1993, pp. 235-244.

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    232errn GallegoH 16 (1996)apoyo de antiguos militantes comunistas o socialdemcratas 1 6 . En cualquier ca so, lacontinuidad e incluso elevacin en sus puestos directivos de los cuadros de laizquierda nos indica o bien la escasa importancia real de las divergencias con elncleo del sur, o bien lo poco que le importaban a Hitler las cuestiones programticas,siempre y cuando stas no afectaran a su concepcin central del nazismo -y, de hecho ,de la politica- y a su jefatura. Gregor Strasser alcanz muy rpidamente la responsa-bilidad del aparato central de organizacin, Joseph Goebb els pas a la direccin delpartido en Berlin y Kaufmann fue nombrado Gauleiter de Hamburgo. El programaelaborado por el AG del norte cay en el olvido, encargndose el mismo GregorStrasser de atajar la distribucin de copias. Las demandas de creacin de unaorganizacin sindical propia, a las que Hitler se haba resistido desde el principio,acabaron con la constitucin de una esculida Organizacin Nacionalsocialista deEmpresa (NSB0), que actuaba ms como sector del partido que como organizacinsindical. En este terreno, al contrario de lo que sucedi con el fascismo italiano, elNSD AP y el propio rgimen nazi habran de tener muy clara la necesidad de destruirlas organizaciones de clase de los trabajadores, incluyendo las que pudieran contro-larse desde el Estado, y la conflguracin futura del Frente Alem n del Trabajo (D AF)es buena prueba de ello'7.

    Las elecciones nacionales de 1928 marcaron un punto crucial en la evolucinpoltica del NSDAP. Presentados habitualmente como los resultados de la estabili-dad, he sefialado ya hasta qu punto tal apreciacin me parece poco rigurosa. Sin duda,no hab an de dar una alegra a los dirigentes del nazismo, ya que se descend ia al nivelms bajo en la carrera parlamentaria del movimiento, alcanzndose el 2,6% de losvotos. Algn investigador ha matizado, con todo, que se hizo una lectura msoptnista, yaque el NSDA P hab a logrado imponerse atodos los grupos socialracistas".Estos eran la amplitud y el l nite del resultado, el techo electoral que se reservaba auna opcin que se entendiera exclusivamente en la lnea de la cultura vi i l k i sch. Una16 Sobre la relacin de los nazis con los comunistas, vase C. Fischer, The G er m a n Co m m u n is ts a n d theri s e o f n a z i s m . L.ondres, 1991, pp. 81-101, para este periodo. Sobre la socialdemocracia, recientemente seha publicado el libro de D. Harsch, G er m a n S o c ia l D em o cr acy a n d the r i s e o f n a z i s m . Chapel Hi II, 1993,aunque el I ibro parte de 1928. Sobre la relaci ncon laclase obrera, el texto de conj unto de M . Kele, Nazi s . . . ,sigue siendo muy til, al ofiecer un cuidacloso vaciado temtico de la prensa nacionalsocialista. Noobstante, el libro carece de un anlisis de la percepcin del nansmo por parte de la clase obrera. Unaacertada reflexin sobre la eliminacin conceptual de la lucha de clases a travs de la idea deV o l k s g e m e i n s c h a f t se puede hallar en V. Kratzenberg Arbeiter auf dem Weg zu Hitler? DieNationalsozialis t ische Betr iebszellen-Organisat ion. Ihre Entstehung, ihre Programmatik, ihre Scheitern1927-1934. Frankfurt, 1989, pp. 23 y ss.

    Vanse las reflexiones de T. Mason en Soc ia l po l icy in the Th ird Reich . The w ork ing c lass and then a tio n al co m m u n i t y . Oxford, 1993, pp. 41 y ss. No es casual que el responsable de organinar el DA F ftteraRobert Ley, quien haba sustituido a Gregor Strasser en la secretara de organizacin del NSDAP en I 932(R. Smelser, Robert Ley. Hit ler 's Labor Front Leader. Oxford, 1988, pp. 98 y ss). Acerca de la NSBO,vase el texto de V. Kratzenberg ya citado, o el artculo de G. Mai, Die NationalsozialistischeBetriebszellen-Organisation. Zum Verhaltniss von Arbeitschaft und Nationalsozialismus, enViertel jahrshefte f ta . Z e i t g e s c h i c h t e , 31, 1983, pp. 573-613.U. Kissenkoeter Gregor Strasser: Nazi Party organiser or Weimar politician?, en R. Smelser y R.Zitelmann, T h e N az i .. . , pp. 227-228.

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    1116 (1996)l partido nazi en los aos centrales de la Repblica de Weimar...33vez adquirida la hegemon a en este m bito, el crecimiento del partido no poda darseslo en funcin de la evolucin socioeconmica de la Rep blica, sino -sobre tod o- enrazn de que pudiera ser percibido en otros trminos, que superaran el margenclientelar de los proyectos polticos raciales. Con ello quiero expresar una hiptesisque me parece la nica forma de en tender, al mismo tiempo, el carcter del nazismoy el primer xito electoral nacional de 1930. El m ovimiento liderado por Adolf H itlerfue sustancialmente una construccin ideolgica racista, que conectaba con unatradicin nacionalista especfica, muchas veces encerrada en organizaciones secretaso, cuanto menos, elitistas, de escasa preocu pacin por articular un discurso polticoms amplio. Ahora bien, para la adquisicin de una base de masas y -perdidas lasperspectivas de una con quista putschista del poder- alcanzar una m ayora electoral,el nazismo tena que poner en prime r plano aspectos secundarios de su concepcin delmun do, pero que le permitan ser percibidos fundamen talmente como algo distinto aun grupo creado slo en fun cin de un proyecto racial. Cuando se dispusiera de losinstrumentos de ejercicio del poder, los factures secundarios se subordinaran denuevo al horizonte racial nuclear del nazismo. En defmitiva, y ste es el carcterparadjico de la hiptesis, creo que el nazismo adquiri fuerza electoral -en cond icio-nes de libertad- en el momento en que fue capaz de transmitir una percepcin meno sfiel a su contenido ideolgico profundo. De otra form a, la repentina adquisicin delfondo del proyecto hitleriano por cinco millones de personas ms en 1930 y po r ochomillones ms en 1932, me parece incom prensible, a no ser que aceptemos la capacidadinmediata de una crisis econmica para crear cultura poltica, en el sentido quesupondra optar por una lectura adecuada del Mein Kampf 9 . Adems, cuando seproduce un debate sobre la originalidad del nazismo, basado en su carcter deproyecto racial, estableciendo en el fondo la posible caducidad del paradigma delfascismo, puede resultar til, entre otras consideraciones -com o el recurso al genoc idiopor parte de fascismos meno res- destacar esa funcin bsica de contrarrevolucinal servicio de la clase media que el nazismo haba de compartir, en su forma de serpercibido por su clientela, con el resto del fascismo europeo.

    Por consiguiente, creo que lo que se produce entre 1928 y 1930 es laconjuncin de una serie de factores que, vistos en la perspectiva que he tratado desituar, permiten entender el importante xito electoral del nazismo. Sabemos qu e elabando no de la m ilitancia o el voto a los partidos de carcter liberal y conservador nodio paso, inmediatamente, al crecimiento paralelo del NSD AP. En 1930, los partidosde inters en los que se agrupaba un volum en sustancial del voto de clase media,incrementaron sus resultados con respecto a 1928. El NSDAP se benefici del

    ' 9 Han apuntado al go parecido, aunque creoqu e sin I legar tan lej os, I. Kershaw en Ideology, propag andaand the rise of the Nazi Party, en P. Stachura (ed.), The N azi .. ., pp. 162-181; S. Gordon, Hitler, theGermans and the Jewish quest ion. Princeton, 1984, capitulo 2; W. Schieder, Die NSDA P vor 1933. Profi Ieiner faschistichen Partei, Ge schichte und Gesellschaft , 1993/2, p. 142.20 Ver las interesantes refiexiones de T. Mason, acerca de la progresiva invalidacin del paradigmafascista en W hatever happened to fascism?, en Th. Childers y J. Caplan (eds.), Reevaluating the 77zirdReich. Nueva York, 1993, pp. 253-262.

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    234errn GallegoH 16 (1996)retroceso y la grave crisis intema del DNVP, del goteo del DVP y de la llegada decuatro millones de nuevos electores. Sin emb argo, desde el fracaso -o, cuanto menos,el final de una etapa- de 1928, el NSDAP haba corregido sus objetivos propagands-ticos que haban de perm itirle ganarse a los grupos m s cercanos y, cuando la crisistocara fondo, alcanzar a los que en 193 0 todava no ha ban votado naz i. Ello significaque, aun cuando no se tradujera en una hunediata absorcin total de los votos de laclase media urbana y rural, el NSD AP h aba ido construyendo una imagen m tica departido defensor de los intereses del Mit te ls tand, en especial de los pequefos centrosde poblacin y de los ncleos rurales. El tipo de socialismo d e pequefo burgus tanpropio del strasserismo, las propuestas anticapitalistas propias de la doctrinaradical de la V ol k sge m e i n sc ha f t se dirigian ahora al pblico que realmente podaatenderlas, renunciando a los intentos de introducirlas en los sectores sociales msvinculados a las tradiciones sindicales y polticas de la izquierda -los obrerosindustriales- que, por otro lado, eran una minora de la p oblacin 2 1 . En este discurso,el antisemitismo tena un carcter instruniental, economicista y popu lar, muy distintoal antisemitismo racial y elitista de las sociedades y literatura que habia frecuentadoel joven Hitler2 2 . La ventaja relativa con respecto a estos partidos de inters, y que

    Sobre las bases sociales del nazismo se ha discutido hasta la saciedad, ya sea en el examen de suselectores o en el de sus militantes. En geneml, ha Ilegado a aceptarse su carcter prioritario -aunque,naturalmente, no exclusivo- de clase media: vanse, por ejem plo, los textos de M . Kater, T h e N a z i P ar t y .A soc ial prof i le o f m em bers and leaders . Oxford, 1983; D. Mahlberg, H iller 's fol low ers. S tudies in thesocio logy o f the naz i m ovem ent . Londres, 1991; del mismo M nhlberger, The sociology of the NSDA P.The question of working class membership, en Journal ofContemporary,History, 1980, pp. 493-511; P.Stachura, The nazis, the bourgeoisie and the workers during the Icampfzeit, en su edicin T h e N a z i . . .,pp. 15-32; del mismo Stachura, The NSD AP and the Germ an working class, 1925-1933, en Dobkowskyy Willimann, Towards . . . , pp. 131-154; C. Fischer, S orm troopers . A soc ia l, econom ic and ideologicalanaly s is , 1929-19 35. Londres, 1983, quien destaca el papel de esta organizacin sectorial a la hora decaptar m il itancia proletaria en e,aptulo 3; en la misma lnea, R. Bessel, Polit ical violenc e and the rise ofnaz i sm . The S torrn T roopers in Eas tern G ermany, 1925-1934. New Haven, 1984, captulo 3; para el casoconcreto de Nuremberg, el ya citado libro de E. Reiche, The dev elopm ent .. ., caps. 3 y 4. G. Eley haplante,ado algunas refledones muy interesantes al destacar el papel que p oda jugar el NSD AP, si no paraobtener una base social hegemnica en la clase obrera, s para evitar que los partidos de izquierda marxistapudieran penetrar en segmentos populares asalariados: G. Eley, From uni fication to nazism . R einterpret ingthe G errnan pas t . Londres, 1986, pp. 268 y ss. Acerca de la penetracin del nazismo en determinadossectores asalariados con base sindical pero no de izquierda, vase H. Speier, G erman w hi te-col lars andthe rise of Hitler. New Haven, 1986, o la mejor sntesis sobre los sindicatos cristianos que conozco, W.L.Patch, C hrist ian Trade Unions in the W eim ar R epubl ic, 1918-1933. The fai lure of C orporate pluralism .New Haven, 1985, especialmente captulo 7. Acerca del sindicato en el que el NSDAP Ileg a disponerde fuertes simpatas, vase la monografia de I. Hamel, VThischer Verband und nat ionale Gewerkschafi .De r De utschna t iona le Handlungsgehi l i ln V erband . Frankfurt, 1967, especialmente pp. 238 y ss." Acerca de la relacin de Hitler con la ariosofia, vase N. Goodrick-Clarke, L es racines occu lt istes dunaz i sm e . Puiseaux, 1989, pp. 269 y ss. Sin centrarse en este tema, le dedica algn espacio el I ibro clsicosobre los inicios del NSDAP, W. Maser, Der S tu rm a u f d i e R epu b l ik . Frhgesc h ic h t e d e r N S D A P.Dttsseldorf, 1994 (1 ed. 1965), cap. 2. Un estado de la cuestin sobre los aflos de fonnacin muniquesade Hitler, algo envejecido, pero an til, es el realizado por H. Au erbach, H itler politische Lelujahre tmddie mtInchener Gesellschaft 1919-1923, V iertel jahrshefie f i lr Z ei tgeschichte, 25, 1977, pp. 1-45. Vasetambi n el comentario de R. Ph elps a un discurso de la etapa inicial de Hitler sobre el tema judo, Hid ers`Grundlegende Rede Ober den Antisemitismus, en V iertel jahrshelle f i ir Z ei tgeschichte , 16, 1968, pp.390-420.

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    IH 16 (1996)l partido nazi en los allos centrales de la Repblica de Weimar...35dar a la hegem ona al NSD AP dos af ios ms tarde, era la capacidad para presentarsecomo un W eltanschauun gsparte i , capaz de t r as ladar a una esca la nac iona l l a spreocupaciones de un sector social concreto, s in dejar de aparecer com o un par t idodel conjunto de la sociedad, como un V olksparte i. En un sistema en e l que los partidosactuaban explc i tamente como part idos de c lase o eran percibidos como ta les -reglade la que slo se exclua el Z,entrum catlico, con una limitacin clientelarconfes iona l - , e l NS D A P pod a llenar e l hueco de jado por los par t idos libera l -conservadores, entregados a una d ependen cia clara de la alta burguesa, y prepararsepara desplazar a los grupos especficos de c lase me dia al presentar una oferta polticams am plia y con ma yores posibilidades de influir en las decisiones gubem am entales.

    La p enetracin del discurso populista antidemo crf ico, por otra par te , no seref le jaba inmediatam ente en trminos e lectorales, s ino q ue implicaba la capacidadpara la ocupacin de espacios de soc iabilidad -desde las tertulias hasta las sociedadesdeportivas, las asociaciones estudiantiles y los grupos de excom batientes- que podanpasar lentamente al cam po m agntico del nazismo, procediendo de un antipoliticismoe lemen ta l que re f le jaba h os t il idad a las ins t i tuc iones republ icanas , en la m ismame dida en que poda indicar continuidad con me cazsmos a sociativos susti tutorios delas dificul tades p ara e jercer presin pol t ica directa en la so ciedad im peria l" . Endefinitiva, el fruto de una m isma insatisfaccin que se a coga a v ehculos diversos yque alcanzara perfiles ms radicales en fw icin de las oscilaciones de la coyw itura.En cier ta m edida, la transformacin del DD P en Part ido del E stado (DStP) a travsde su fusin con la Orden de la Juventud en el m ismo 1930, fue un fallido intento,porparte de uno de los grupos fundadores de la R ep blica, de ganarse el apoyo de ncleosde so c iab il idad juveni l m s v inculados a p r inc ip ios de V o l k s g em e i n sch af t que aideologa libera1 2 4 . A es ta pene t rac in de resultados lentos habr a de a f iadi rse la" ase un exce len te es tud io de ocupac in de espac ios de soc iab i l idad en R . Koshar , Social life, localpo l i t ic s and nazism . Marburg, 1880-1935. Chapel Hill, 1986. Sobre la relacin con las organizacionesestudiant i les , e l l ibro de G. Giles , Studen ts and Nat iona l Soc ia li sm in Ge rmany . Princ eton, 1985, pp. 44-100, aunque se trata de un estudio limitado a Hamburgo. Sobre el tema estudiantil, a escala nacional, elI ibro del reconocido especial is ta K. Jarausch, Deutsche Studenten 180 0-1970. Frankfurt , 1984, pp . 117 yss., o el de M. Kater, Der NS-Studentenbund von 1926 bis 1928. Randgruppe zwischen Hitler undSt ras se r , nerteljahrshefiefitr Zeitgeschichte, 22, 1974, pp . 148-190; aunq ue se refiere al periodo tard o ,vase D . Horn, The N at ional Soc ial is t Scht i lerbund and the Hit ler Youth , 1929-1933, Central EuropeanHistory, 11,1978, pp . 355-375. En relacin con otras asociac iones , vanse lo s t raba jos ded icados po r Kate ra lo s md icos , po r e jem plo su The Na z i Phys ic ians League o f 1929 . Causes and Conseq uences , en Th .Childers , The fonnat ion. . . , pp. 147-181. Sobre la influencia en los sectores ilustrados, vase G. Giles,N at iona l Soc ia l i sm and the educa ted e l i te in the Weim ar R epubl ic , en P . S tachura (ed .) ,Thep.49-67 . La ex pans in de idear io an t idem ocr t i co en c i rcu los de excom bat ien tes puede segu i rse en e l l ib roya ci tado de P . Fri tzsche, Rehecrrsals..., cap . 9 . Vanse t amb in lo s t raba jos de K. Ja rausch , The c r i s i s o fGerman professions, 1918-1933, en Journal of Contem poraty History, 20, 1985, pp 379-398, y Thedecline of liberal professionalism. Reflections on the social erosion of German liberalism, I 867-1933,en K. Karausch y E .L . Jones , In search..., pp. 261-286. Tam bin su l ibro The u nfree professions. Germank nvy ers , teachers , and engineers , 1900-1950. Nueva York , 1990 .24 Sobre l a incapac idad para asegurar e l apoyo de l a juven tud a l as in s t i tuc iones de Weim ar , vase L .E .Jones , Germ an l ibera l ism and the a l ienat ion of the younger genera t ion in the Weim ar Rep ubl ic , en K.Ja rausch y L .E . Jones , In search..., pp . 287-321. Ms especi f ico , en r e lac in con e l nazismo, P . S tachura ,Germ an you th , the you th m ovem en t and N at iona l Soc ia l i sm in the Weimar R epubl ic , en su ed ic in The

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    236errn GallegoH 16 (1996)extraordinaria capacidad para la captacin de de scontentos antagnicos, propia de uncatch-all party, as como la abrumadora superioridad en trminos de capacidadpropagand istica y ejercicio de la violencia que desarrollara el nazismo, un terreno enel que la extrema izquierda poda disponer de recursos militantes similares, perocarente de la capa cidad de salir del margen estricto de clase obrera industrial al queles vinculaba su discurso, sin que los esfuerzos para disputar al nazismo el apoyocampesino en las regiones crticas del norte tuvieran xito".

    La referencia al agravam iento de la erosin de la cultura liberal no se refierea la liquidacin de tal ideologa slo en la clase media. Si parece claro que la tesis dela fmanciacin del nazismo por el gran capital industrial no se corresponde con larealidad previa a 19282 6 , se ha advertido, en cambio, que la llegada de la D epresinsupone la renuncia a una salida de carcter dem ocrtico por parte de los sectores msinfluyentes del capitalismo alemn. Espero que mi insistencia en el peso de losfactores de larga duracin no se haya entendido como un recha zo del valor especficode la crisis econmica. Entre otras cosas, sta provoc el bloqueo politico de laizquierda, al dejar sin financiacin posible el programa evolutivo del SPD y alexpulsar del tej ido laboral a buena parte de la m ilitancia de los dos partidos obreros.Pero, adems, hizo que las firmas que se haban inclinado por el DVP o incluso porel DDP en los alios iniciales y centrales de la Repblica, interpretasen la crisiseconmica en u na clave que exclua la continuidad de las leyes sociales promovidaspor la revolucin e incluso de la cap acidad de presin d e los sindicatos obreros, hechoque puede desprenderse de una lectura adecuada de la gestin de Bffining 2 7 . Que estasalida llevara al nazismo o se enquistara en frmulas au toritarias tan frecuentes en laEuropa de l mom ento, dependa de los movimientos a corto plazo realizados por losactores polticos. La respetabilidad alcanzada por el mov imiento hitleriano en 1 929y el papel nefasto del nuevo jefe del DNVP, A lfred Hugenberg, son ejemplos de estadependencia de la respectiva astucia de los dirigentes para ocupar espazios en elmovedizo tablero de las postrimeras de Weimar. La capacidad del NSDAP paraabsorber el espacio correspondiente a un movimiento ultraconservador de masascomo poda serlo el DNVP est en proporcin directa con las dificultades de estafonnacin para articular un discurso que fuera percibido en trminos de cond icionespara ejercer la hegemona por parte de segmentos muy amplios de la poblacin. Tal

    Nazi..., pp. 68-84; del m ismo autor, su captulo sobre el paro juvenil en el libro colectivo P. S tachura (ed.),Unem ployem ent and the Great Depression in W eimar Germ any. Londres, 1986, pp. 121 -147 (el capttuloI leva porttulo The social and w elfare implications ofyouth unemployement in W eimar Germany, 1 929-1933)." Para la proyeccin del nazismo en el mundo ru ral antes del fracaso electoral de 19 28, vase J.H. G rill,The Nazi Party's rural propaganda before 1928, Central European History, 15, 1982, pp. 149-185.26 Sobre este debate, vase D. Geary, The industrial elite and the nazis in Weimar Republic, en P.Stachura (ed.), The Nazi..., pp. 85-100. Tambin, H. Tumer, Germ an big business and the rise of Hitler.Nueva Yorlc, 1985, caps. 1-11.27 Vase el anlisis de W. Patch en Christion..., pp. 157 y ss. Tambin, H. Mom msem , From W eimar toAuschwitz. Cambridge, 1991, op. 119-140.

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    IH 16 (1996)l partido nazi en los ahos centrales de la Repblica de Weimar...37cuestin, sin embargo, escapa a los lmites de la cronologa establecida en estecomentario y merece una refiexin especfica".

    ConclusinLas elecciones de septiembre de 1930 convirtieron al nazismo en el partido

    hegemnico de la derecha alemana. El largo camino recorrido desde el fracaso deMunich h aba servido no slo para de sdefiar una estrategia golpista que implicaba lasubordinacin del NSD AP al ejrcito, a los grupos paramilitares y a un amplio magmade organizaciones socialracistas. Tal trayecto se haba realizado en la misma fase enque se reblandeca el apoyo a la Rep blica de segmentos de la clase media cada vezms am plios, castigados por las medidas concretas de la estabilizacin, que habrande sumarse a desequilibrios heredados de la guerra y a los primeros avisos de laDepresin. Y, aunque los resultados de 1928 no dieron al nazismo m s apoyo que elque poda obtener a travs de un mensaje esencialmente vlkisch, la rectificacin desu estrategia, coincidiendo con la gran crisis econm ica, habra de perm itirle recibirlas rentas electorales que difcilmente ha bra adquirido en los mrgenes de un discursoracial estricto. El desplazamiento de l voto nazi hacia el norte indicara el cam bio decarcter de su proyeccin social, adaptado al de un movimiento populista,arttidemocrtico y antisocialista de la clase media, y la distffita percepcin que ganaraen sectores muy am plios de la poblacin, que lo veran como encamacin del mito dela V olk sgem einschaf t , del socialismo alemn que haba defendido la pretendidaizquierda nazi a mediados de los ailos 20. Convertido ya en un partido de masas, elNS DA P podra recibir el apoyo de una s clases dirigentes que buscaban alg n tipo desalida autoritaria, haciendo que la crisis les pennitiera rectificar los mrgenes denegociacin social impuestos por la revolucin de noviembre. El siguiente paso, amedida que se profundizara en la crisis y fueran fracasando los esfuerzos de

    " os problemas de carcter intemacional y, en especial, el referndum sobre el P lan Young, jugarfanun papel fundamental en laexpansin del nazismo en el mbito de laderecha radical alemana en el periodo1929-1930. Acerca del proceso de fascistizacin de la misma, son muy interesantes las reflexiones de G.Eley en Conservatives and radical nationalist in Germany: the production of fascist potentials, 1912-I 928, en M. Blinkhom (ed.), Fascists and conserv at ive s. Londres, 1990, pp. 50-70. Sobre Hugenberg,vase la biografia de J. Leopold, A l fred H ugenberg. The rad ical nat ionalist cam paign ag ains t the W eim arRepublic. New Haven, 1977, especialmente pp. 84 y ss. Tambin, acerca del esfuerzo para hacer del DNV Pel partido-eje del proyecto autoritario de la burgueshi, H. Holzbach, D a s S y s t e m H u g e n b e rg . D ieOrganisation biirge rliche r Sam m lungspoli tik v or dem A ufi tieg der NS DA P. Sttutgart, 1981. Existen dosviejas monografias sobre el DN VP que, lamentablemente, se cierran en 1924: L. Hertzrnann,DIVV P. R i g h tW ing Op position in the W eim ar R epublic. 1918-192 4. Licoln, 1963, y W. Liebe, Die D eutschruztionaleV olk spartel , 1918-1924. Dsseldorf, 1966. Es relativamente til el trabajo de D.P. W alker, The GermanNationalist People' s Party. The conservative dilemma in the W eimar Republic,JournalofContemporaryHistory, 14, 1979, pp. 627-647. Sobre el plebiscito en tomo al Plan Young puede verse O. Jung,PlebiszitArer Durchbnich 1929. Zur Bedeutung von Volksbegheren und Vollcsentscheid gegen denYoungplan ftir die NSD AP, Ge schicht e und G ese l lscha f t , 15, 1989, pp. 489-510.

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    238errn G al legoH 16 (1996)rectificacin presidencialistas, ira orientado a la conqu ista de las reservas de voto a npresente en los peq ueftos partidos espec ficos, y al vaciado final de los gnm os liberal-conservad ores, factores que perm itiran al nazismo superar el resultado de 1930 paraconvertirse en el primer partido del pas dos afios ms tarde.