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CUENTOS PARA EDUCAR EN VALORES (Con actividades para animación a la lectura, Educación para la Ciudadanía, Ética y tutorías) Laureano Benítez Grande-Caballero Editorial CCS, Madrid, 2011 para pedidos del libro, pulse aquí (Otras obras del autor en : http://www.laureanobenitez.com ) Selección de cuentos de la obra El sentido del trabajo Un día quise ver a mis tres amigos, que trabajaban en una obra de construcción, cerca de mi casa. Hacía mucho tiempo que no los veía, así que no sabía qué era de sus vidas. Casi a la entrada, en una postura de comodidad, me encuentro al primero. «¡Hombre, qué alegría verte!», le dije, mientras le daba un fuerte abrazo. «¿Cómo te van las cosas?» «Aquí ando, trabajando y sudando como un negro, ya me ves. Como un idiota, esperando largarme cuanto antes».

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CUENTOS PARA EDUCAR EN VALORES(Con actividades para animacin a la lectura, Educacin para la Ciudadana, tica y tutoras)Laureano Bentez Grande-CaballeroEditorial CCS, Madrid, 2011para pedidos del libro,pulse aqu(Otras obras del autor en :http://www.laureanobenitez.com)Seleccin de cuentos de la obraEl sentido del trabajoUn da quise ver a mis tres amigos, que trabajaban en una obra de construccin, cerca de mi casa. Haca mucho tiempo que no los vea, as que no saba qu era de sus vidas. Casi a la entrada, en una postura de comodidad, me encuentro al primero.Hombre, qu alegra verte!, le dije, mientras le daba un fuerte abrazo. Cmo te van las cosas?Aqu ando, trabajando y sudando como un negro, ya me ves. Como un idiota, esperando largarme cuanto antes.Doy tan slo unos pasos y all, en un andamio, a escasos metros del suelo, encuentro al otro viejo amigo.Cunto tiempo sin verte! Cmo te va?Pues hombre, ya ves. Las vueltas que da la vida. Hay que hacer algo, no? Hay que ganarse el pan y mirar por los hijos. Es ley de vida, me dijo.Levanto la vista y all arriba, en una postura de difcil equilibrio, veo a mi otro amigo. Sinti una enorme alegra al verme y, con una gran sonrisa y una voz potente, me pregunt cmo me iba, cundo nos veramos ms detenidamente. Y para terminar, me dijo:Aqu estoy haciendo un escuela bonita, bonita, bonita... ya vers qu escuela.La verdadera riqueza Un hombre rico veraneaba en un pueblo de pescadores. Cada maana, sola pasear por la playa, y siempre vea a un pescador dormitando en su barca. Un da se le acerc y, tras los saludos de rigor, le dijo: Y usted... no sale a pescar? Bueno... s... repuso el pescador: sal esta maana temprano, y no se dio mal. Y... no va a salir otra vez?Para qu? Ya pesqu lo suficiente para hoy.Pero si usted pescara ms, conseguira ms dinero, no?Y para qu quiero ms dinero, seor?Bueno, con ms dinero podra usted tener un barco ms grande.Un barco ms grande?Pues claro... Con un barco mayor usted conseguira ms pesca, y ms pesca significa ms dinero.Y para qu quiero yo tanto dinero?Pero... no lo entiende usted?: con ms dinero podra comprar varios barcos, y entonces pescara mucho ms, y se podra hacer rico.Yo? Ser rico?S, claro... acaso no desea ser rico? Podra usted comprarse una casa bonita, tener un coche, viajar, tener toda clase de comodidades...Y para qu quiero yo esas comodidades?Dios mo!... Cmo es posible que no lo entienda?... Si usted tuviera comodidades y riquezas, entonces podra usted retirarse a disfrutar y descansar.Pero, caballero... no ve usted que eso es justo lo que estoy haciendo ahora?El mejor padreUn hombre, todava no muy mayor, relataba a un amigo:Quise darle a mis hijos lo que yo nunca tuve. Entonces comenc a trabajar catorce horas diarias. No haba para m sbados ni domingos; consideraba que tomar vacaciones era locura o sacrilegio. Trabajaba da y noche. Mi nico fin era el dinero, y no me paraba en nada para conseguirlo, porque quera darle a mis hijos lo que yo nunca tuve.Y... lo lograste? intervino el amigo.Claro que s contest el hombre: yo nunca tuve un padre agobiado, hosco, siempre de mal humor, preocupado, lleno de angustias y ansiedades, sin tiempo para jugar conmigo y entenderme. Ese es el padre que yo les di a mis hijos. Ahora ellos tienen lo que yo nunca tuve.Lo ms importanteDurante el segundo semestre en una escuela de enfermera, un profesor hizo a sus alumnos un examen sorpresa. La ltima pregunta de la prueba era: Cul es el nombre de la mujer que limpia la escuela?Los alumnos pensaron que seguramente era una broma. Haban visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Era alta, de cabello oscuro, como de cincuenta aos, pero cmo iban a saber su nombre? Al entregar el examen, dejaron la ltima pregunta en blanco. Antes de que terminara la clase, alguien le pregunt al profesor si esa pregunta contara para la nota del examen.Absolutamente --dijo el profesor--. En sus carreras ustedes conocern muchas personas. Todas son importantes y merecen su atencin, aunque solamente les sonran y les digan: Hola!, llamndolas por su nombre.Nunca olvidaron esa leccin. Todos aprendieron enseguida que su nombre era Dora.....Y usted, sabe el nombre de las personas que le sirven?La ley del talinEn una familia, un nio observaba cmo todo el mundo trataba mal al abuelo, un anciano torpe de mucha edad, recriminndole cuando rompa algo, cuando se le derramaba la comida, cuando era incapaz de hacer muchas cosas por s mismo. En vista de sus manos temblorosas, el padre del nio le haba hecho un cuenco de madera, para evitar que siguiera rompiendo los platos de cermica cuando se le caan al suelo.Un da, el padre sorprendi a su hijo pequeo intentando hacer un cuenco de madera muy parecido al que usaba su abuelo. Ante la pregunta de su padre de por qu haca eso, el nio respondi: Lo estoy haciendo para ti, pap, para cuando seas viejo.Desde aquel momento, nadie volvi a tratar mal al abuelo.La memoriaUn hombre de cierta edad fue a una clnica para hacerse curar una herida en la mano. Tena bastante prisa, y mientras se curaba el mdico le pregunt qu era eso tan urgente que tena que hacer.El anciano le dijo que tena que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer, que viva all. Llevaba algn tiempo en ese lugar y tena un Alzheimer muy avanzado. Mientras le acababa de vendar la herida, el doctor le pregunt si ella se alarmara en caso de que l llegara tarde esa maana.No respondi. Ella ya no sabe quin soy. Hace ya casi cinco aos que no me reconoce.Entonces pregunt el mdico, si ya no sabe quin es usted, por qu esa necesidad de estar con ella todas las maanas?El anciano sonri y dijo:Ella no sabe quin soy yo, pero yo todava s muy bien quin es ella.La vasija agrietadaUn cargador de agua de la India tena dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas estaba en muy buen estado, y conservaba toda el agua hasta el final del largo camino a pie que recorra el cargador desde el arroyo hasta la casa de su patrn, pero la otra tena varias grietas por las cuales se escapaba el agua, de modo que, cuando llegaba, slo tena la mitad de su carga.Los amigos del aguador se extraaban de que no quisiera repararla, pues esa imperfeccin de la vasija le haca perder dinero. Sin embargo, el aguador explicaba as su extraa decisin:--Es posible que no entendis mi manera de proceder, pero... os habis fijado en las flores tan bellas que crecen a lo largo del camino, justo donde se derrama el agua que sale de las grietas de la vasija? Sembr semillas a lo largo del camino por donde voy, y la vasija rota las ha regado de modo que he podido recoger muchas flores para decorar el altar de mi Divina Madre.Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados. Uno no deja de rer por hacerse viejo, se hace uno viejo por dejar de rer.El rbol de los problemasUn hombre contrat a un carpintero para que le ayudase a hacer reparaciones en su vieja granja. El primer da de trabajo present muchos inconvenientes: su cortadora elctrica se estrope, lo cual le hizo perder una hora de trabajo; adems su camin, ya un poco viejo, se negaba a arrancar.Ante este percance, el hombre que lo haba contratado decidi llevarle a su casa. Casi no habl nada durante el recorrido, pero, al llegar a su casa, le invit a conocer a su familia. Mientras se dirigan a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeo rbol, tocando la punta de las ramas con ambas manos.Cuando se abri una puerta, ocurri sorprendentemente una transformacin. Su cara bronceada estaba llena de sonrisas. Abraz a sus dos pequeos hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente, acompa hasta el coche a su empleador.ste, antes de despedirse, pregunt al carpintero acerca de lo que le haba visto hacer en el rbol un rato antes.--Oh, se es mi rbol de los problemas --contest--. S que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa ni a mis hijos. As que, simplemente, los cuelgo en el rbol cada noche cuando llego a casa. Luego, por la maana, los recojo otra vez. Lo divertido es --concluy sonriente-- que, cuando salgo por la maana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.Tu valor no cambiaUn orador inici su seminario mostrando al auditorio un billete de 20 euros. Dirigindose a los espectadores, pregunt:--Quin quiere este billete?Muchas manos se levantaron. Luego dijo:--Se lo voy a dar a alguno de ustedes, pero primero permtanme hacerle esto...Cogindolo con ambas manos, lo convirti en una bola, dejndolo todo arrugado. Entonces volvi a preguntar:--Quin lo quiere todava? --las manos volvieron a subir--. Bien, y si le hago esto...? --lo dej caer al suelo y lo pisote. Lo recogi y volvi mostrarlo al auditorio--. Y as, todo arrugado y sucio... todava lo quieren?Las manos se mantuvieron arriba.--Amigos, han aprendido una leccin muy valiosa: no importa todo lo que le haya hecho al billete, ustedes de cualquier manera lo quieren porque su valor no ha disminuido. Sigue valiendo los mismos 20 euros.Muchas veces en nuestras vidas caemos, nos arrugamos, o nos revolcamos en la tierra por las decisiones que tomamos y por las circunstancias que nos rodean. Llegamos a sentir que no valemos nada. Pero no importa lo que hayamos pasado o cuanto pueda ocurrirnos, nunca perdemos el valor que tenemos ante los ojos de Dios. Sucios o limpios, abatidos o victoriosos, para l somos igualmente valiosos.Bueno... malo...Quin sabe?Haba una vez un hombre que viva con su hijo en una pequea aldea en las montaas. Su nico medio de subsistencia era el caballo que posean, el cual alquilaban a los campesinos para roturar las tierras.Todos los das, el hijo llevaba al caballo a las montaas para pastar. Un da, volvi sin el caballo y le dijo a su padre que lo haba perdido. Esto significaba la ruina para los dos. Al enterarse de la noticia, los vecinos acudieron a su padre, y le dijeron: Vecino, qu mala suerte! El hombre respondi: Buena suerte, mala suerte, quin sabe!.Al cabo de unos das, el caballo regres de la montaa, trayendo consigo muchos caballos salvajes que se le haban unido. Era una verdadera fortuna. Los vecinos, maravillados, felicitaron al hombre: Vecino, qu buena suerte!. Sin inmutarse, les respondi: Buena suerte, mala suerte, quin sabe!Un da que el hijo intentaba domar a los caballos, uno le arroj al suelo, partindose una pierna al caer. Qu mala suerte, vecino!, le dijeron a su padre. Buena suerte, mala suerte, quin sabe!, volvi a ser su respuesta.Una maana aparecieron unos soldados en la aldea, reclutando a los hombres jvenes para una guerra que haba en el pas. Se llevaron a todos los muchachos, excepto a su hijo, incapacitado por su pierna rota. Vinieron otra vez los aldeanos, diciendo: Vecino, qu buena suerte!. Buena suerte, mala suerte, quin sabe!, contest.Dicen que esta historia contina, siempre de la misma manera, y que nunca tendr un final.La realidad realUn hombre iba conduciendo una madrugada por una carretera solitaria que atravesaba un paraje desrtico y despoblado. El fro era intenso, la lluvia caa como una espesa cortina, y el viento ululaba y retumbaba contra las ventanillas del coche. De repente, se oy un pequeo estallido, y el hombre se temi lo peor: acababa de pinchar una rueda.Protegindose de las inclemencias del tiempo, baj a comprobarlo: efectivamente, haba pinchado una rueda delantera. Desolado ante aquella adversidad, mojado hasta los huesos, cansado y temblando de fro, exclam: Ahora no puedo cambiar de canal... esto es la realidad.Una mujercita con suerteUna mujer pobre tena la costumbre de ir todas las maanas a un bosque cercano a su casa para recoger lea, que luego venda a sus vecinos. Cierto da, encontr bajo un roble un caldero viejo de latn, ya muy oxidado por la intemperie.Vaya, qu suerte! exclam. Tiene un agujero, y no me servir para llevar agua, pero podr utilizarlo para plantar flores.Tap el caldero con su mantn y, cargndoselo al hombro, emprendi el camino hacia su humilde choza. Pero empez a notar que el caldero iba pesando ms y ms, as que se sent a descansar. Cuando puso el caldero en el suelo, vio con asombro que estaba lleno de monedas de oro.Qu suerte tengo! volvi a exclamar, llena de alegra. Todas estas monedas para una pobre mujer como yo.Mas pronto tuvo que volver a pararse. Desat el mantn para ver su tesoro y, entonces, se llev otra sorpresa: el caldero lleno de oro se haba convertido en un trozo de hierro.Qu suerte tan maravillosa! dijo. Qu iba a hacer una mujercita como yo con todas esas monedas de oro? Seguro que los ladrones me robaran todo. Por este trozo de hierro me ganar unas cuantas monedas normales, que es todo lo que necesito para ir tirando.Envolvi el trozo de hierro, y prosigui su camino.Cuando sali del bosque, volvi a sentarse, y decidi mirar otra vez en su mantn, por si el destino le haba dado otra sorpresa. Y, en efecto, as era: el trozo de hierro se haba convertido en una gran piedra.Vaya suerte que tengo hoy! dijo. Esta piedra es lo que necesito para sujetar la puerta del jardn, que siempre golpea cuando hace viento.En cuanto lleg a su casa, fue hacia la puerta del jardn y abri el mantn para sacar la piedra. Mas, nada ms desatar los nudos, una extraa criatura salt fuera. Tena una enorme cola con pelos de varios colores, unas orejas puntiagudas y unas patas largas y delgadsimas. La mujercita qued maravillada al ver que la aparicin daba tres vueltas alrededor y luego se alejaba bailando por el valle.Qu suerte tengo! exclam. Pensar que yo, una pobre mujercita, ha podido contemplar este maravilloso espectculo... Estoy segura de que soy la pobre mujercita solitaria con ms suerte del mundo entero.Y se fue a la cama tan alegre como siempre. Y, segn se cuenta, lo ms curioso es que, desde aquel da, la suerte de esta pobre mujer cambi, y ya nunca ms volvi a ser pobre ni solitaria.La sealEl nico superviviente de un naufragio lleg a una isla deshabitada. Pidi fervientemente a Dios ser rescatado, y cada da divisaba el horizonte en busca de una ayuda que no llegaba. Cansado, opt por construirse una cabaa de madera para protegerse de los elementos y guardar sus pocas pertenencias.Un da, tras merodear por la isla en busca de alimento, cuando regres a la cabaa la encontr envuelta en llamas, con una gran columna de humo levantndose hacia el cielo. Lo peor haba ocurrido: lo haba perdido todo y se encontraba en un estado de desesperacin y rabia.--Oh Dios!, cmo puedes hacerme esto? --se lamentaba.Sin embargo, al amanecer del da siguiente se despert con el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Haban venido a salvarlo.--Cmo supieron que estaba aqu? --pregunt a sus salvadores.--Vimos su seal de humo --contestaron ellos.Es muy fcil descorazonarse cuando las cosas marchan mal. Recuerda que cuando tu cabaa se vuelva humo, puede ser la seal de que la ayuda est en camino.