cuatro pilares de una casa entre los robles, poesía contemporánea en colombia
DESCRIPTION
CUATRO PILARES DE UNA CASA ENTRE LOS ROBLES,POESÍA CONTEMPORÁNEA EN COLOMBIATrabajo leído en Campeche, Campeche, México, en el marco del X Festival Internacional del Centro Histórico, diciembre de 2006.TRANSCRIPT
CUATRO PILARES DE UNA CASA ENTRE LOS ROBLES,POESÍA CONTEMPORÁNEA EN COLOMBIA
Trabajo leído en Campeche, Campeche, México, en el marco del X Festival Internacional del Centro Histórico, diciembre de 2006.
Comenzaré por describir el ámbito editorial de mi país, que es bastante pobre. La
poesía en Colombia, como tantos otros aspectos de la vida cultural, ha sufrido una
verdadera caída en lo que a la promoción editorial se refiere. La poesía no se
vende, y ese enunciado abarca tanto su dificultad para ser asimilada por el público
en la rapidez de la vida social y cultural regidas por el mercado, como las ganancias
empresariales que su publicación pueda ofrecer. Entonces, ante las inclemencias
del mercado, la decisión de las editoriales ha sido simplemente suprimir las
colecciones de poesía que venían sosteniendo. La publicación de poesía depende
hoy en Colombia de esfuerzos individuales, o de proyectos institucionales como el
de la Casa de poesía José Asunción Silva, en Bogotá; la Colección de Poesía
Universidad Nacional, con las publicaciones Libro Recobrado, destinada a la
reimpresión de obras de autores de alta calidad, que incluye textos importantes en
la obra de un autor consagrado o que son emblemáticos de una época, Libro
inédito, a nuevas obras de autores conocidos o desconocidos, y Obra reunida, a la
suma poética de escritores de trayectoria significativa. Así mismo, el departamento
de literatura de la Universidad Nacional, dirige una colección de poesía llamada
Viernes de poesía y que está destinada a “brindar un escenario a la creación
poética en el país”, con cuadernillos de poetas colombianos y de otras latitudes.
También está la colección de la Universidad de Antioquia, departamento del
noroccidente del país, cuyo objetivo es el de publicar una colección con las obras y
traducciones de destacados poetas contemporáneos y de las nuevas promociones
colombianas y la colección Premios Nacionales Universidad de Antioquia, que
recoge las obras ganadoras de los Premios Nacionales que otorga la Universidad de
Antioquia desde 1979, reconocidos como algunos de los de mayor prestigio
nacional, los cuales tienen como objetivo estimular la producción poética. La
universidad EAFIT, también del departamento de Antioquia, ha llevado también una
importante colección de poesía, Acanto. La Universidad (privada) Externado de
Colombia, en unión con la revista El Malpensante publica una colección de poetas
colombianos de distribución gratuita a los suscriptores de la revista.
Existen varias empresas de edición individuales, como Trilce Editores, dirigida por
Guillermo Martínez González, en Bogotá, y Altazor Editores, dirigida por Esmir
Garcés, en Neiva, que publican nuevos escritores y ediciones especiales y San
Librario, dirigida por Álvaro Castillo y Camilo Delgado, que publica poesía. Estas
editoriales permiten a los escritores publicar libros de autores, es decir, libros que
son costeados por ellos mismos. Esta modalidad de publicación se ha convertido
casi en exclusiva, aparte de las publicaciones que se deben a los premios y
concursos nacionales. Además de editores, son libreros, y en sus librerías se pueden
conseguir primeras ediciones de importantes escritores latinoamericanos, así como
ediciones especiales.
Las revistas que editan poesía en Colombia también corresponden a proyectos
personales. Entre ellas podemos nombrar a Puesto de Combate, fundada en 1972,
en Manizales, es dirigida por Milcíades Arévalo, hoy desde Bogotá. Ulrika, que es un
proyecto editorial fundado hacia finales de 1980 por estudiantes de universidades
colombianas como la Nacional, los Andes y la Pedagógica Nacional, bajo la dirección
del poeta Rafael del Castillo, y Común presencia, dirigida por Gonzalo Márquez,
también en Bogotá. Por supuesto, también la Casa de Poesía Silva edita una revista
de aparición anual. En Tulúa (Valle) el poeta Omar Ortiz edita la revista Luna
Nueva, que lleva 31 números, y es un claro ejemplo de cómo las empresas
individuales, sin muchos apoyos, y con muy buena calidad, promueven la poesía en
un radio de todas maneras amplio. Omar Ortiz y su equipo editorial publican tanto
poetas colombianos, como latinoamericanos, como europeos, ensayos y artículos,
siempre acompañados por alguna propuesta de ilustración llamativa. La Revista
Prometeo, editada por la Corporación Prometeo, que dirige el festival internacional
de poesía de Medellín, es una revista de alta calidad en diseño y edición. Está
destinada a publicar las memorias del festival que se realiza en el mes de junio,
anualmente, pero no de manera exclusiva. También publica números monográficos,
ilustraciones de importantes artistas nacionales (Antonio Samudio, José Antonio
Suárez), poetas nuevos, ensayos, entrevistas y crítica. Como Revista de poesía, ha
tomado el lugar de ser la más importante de las editadas en este momento en el
país. El Magazín Dominical del diario El Espectador, que existió hasta mediados
de los años 90, fue un importante promotor de la poesía en Colombia, de poetas
jóvenes, sin publicaciones, y también de poetas consagrados, nacionales,
extranjeros, etc., así como de ensayos, discusiones, entrevistas, eventos. Por
muchos años ocupó el lugar de ventana del país que comunicaba hacia adentro y
hacia fuera lectores, escritores y poetas.
La Revista Golpe de Dados, con sede en Bogotá, existe desde 1972, fue creada y
dirigida por el poeta Mario Rivero hasta el año 2009, fecha de su muerte y
constituye una institución en el país. Su comité de dirección comprende poetas de
diversas orientaciones, algunos fallecidos, otros activos: Aurelio Arturo, Fernando
Charry Lara, Pedro Gómez Valderrama, José Emilio Pacheco, Hernando Valencia
Goelkel, Álvaro Mutis, Jorge Gaitán Durán, Jorge Guillén, Giovanni Quessep, Eduardo
Escobar, Nicolás Suescún, entre muchos otros. En esta revista muchos poetas
extranjeros han sido divulgados en Colombia por primera vez, así como poetas
colombianos, reflexiones y discusiones sobre distintas poéticas de distintas épocas.
***
Más que un panorama de la poesía colombiana actual, quiero hablar de lo trazado
por cuatro poetas, cuya escritura se ha entroncado profundamente con la historia y
las contingencias contemporáneas, no importa que tres de ellos hoy estén muertos.
Luis Vidales, Aurelio Arturo, Héctor Rojas Herazo y Giovanni Quessep son poetas de
gran calidad estética y con su trabajo han señalado rumbos y posibilidades a los
escritores que hoy se encuentran en plena producción.
LUIS VIDALES O LA IRONÍA
Poeta, ensayista y político quindiano (Hacienda Río Azul, Calarcá, 1900 Bogotá,
junio de 1990). En vida, siempre se afirmó que Luis Vidales había nacido en 1904;
pero luego de su muerte, se ha dicho que 1900 es el verdadero año de su
nacimiento. Hijo de un educador, Vidales encontró en el medio familiar el ambiente
propicio para su vocación literaria. En 1926, los intelectuales colombianos pensaban
que tenían que pensar como los europeos antes del modernismo. En medio de esa
quietud de fotografía surgió Luis Vidales con su más importante libro Suenan
timbres. Pasarían 50 años antes de que Suenan timbres volviera a editarse. Fue
miembro fundador del Partido Comunista, se dedicó a la cátedra universitaria y la
literatura ensayística. Muchas veces fue detenido por sus actividades políticas. Viajó
por Europa y la Unión Soviética. Fue expulsado de su cátedra en la Universidad
Nacional en 1945. Residió en Chile entre 1953 y 1960. Otros de sus libros de poesía
son: Poemas del abominable hombre del barrio Las Nieves (1985), Antología
Poética (1985) y El libro de los fantasmas (1986). En prosa publicó: Tratado de
Estética (1945), La insurrección desplomada (1948), La circunstancia social
en el arte (1973) e Historia de la Estadística en Colombia (1978). Vidales
recibió el Premio Nacional de Poesía por reconocimiento de la Universidad de
Antioquia en 1982, y el premio Lenin de la Paz en 1983.
Su poesía significó una ruptura con respecto a las acartonadas formas que había
asumido la poesía en Colombia, interesada hasta ese momento en cumplir con
todas las normas del ritmo y de la adjetivación heredadas del siglo anterior.
En su poesía se pasea campante la ironía, a veces sutil, a veces mordaz, siempre un
pellizco que alerta al lector obligándolo a preguntarse por lo que considera realidad:
Viaje con aventura
Ayer no más salió mi alma
-en viaje de recreo-
hacia sus países abstraídos.
Y ahora vuelve coja,
porque en mitad de la jornada
le sobrevino un ataque de reuma.
Como es lógico
le prohibí salir de casa.
Y en su aburrimiento
siento como se estira
y se encoge
la pobrecita.1
En la poesía de Luis Vidales hay un gran movimiento, característica que la ubica en
un lugar privilegiado en lo que tiene que ver con la poesía que se escribe inclusive
hasta el día de hoy en Colombia, donde por diferentes vías, pero siempre con la
sombra de la guerra y de la violencia, la palabra ha ido acogiendo un papel de
1 Viaje con aventura. En Suenan timbres. Colección de poesía. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2004.
simple constatación, en unos casos con desmedro a la imaginación, en otros
afortunadamente no.
Pero volviendo a Vidales y su gran movimiento de imágenes, las hay de la memoria:
Las pisadas
La mujer ha pasadopero sus pasosse quedaron sonando para siempre dentro de mí.¿En qué seres ya muertosrepercutiría el ruido de sus pasos cuando era niña?2
Hay otros movimientos que son de la pura imaginación, como cuando Vidales se
encuentra a un hombre que: “(…) tendió hacia mí sus brazos, que había desnudado
hasta los codos, y con las manos abiertas comenzó a sustraer de mi cuerpo unos
hilos semiinvisibles. (…) Yo caí sin sentido (…). Cuando me levanté, no podía
sostenerme (…). ¡Aquel hombre me había robado el equilibrio!3
Hay otros movimientos que son de pura irreverencia: Las cruces que hay en el
mundo/ son trampas puestas por los hombres/ para cazar a Jesucristo.// Es verdad
que el diablo le tiene miedo a la cruz/ pero Jesucristo le tiene mucho más miedo/ y
huye donde ve una.// Esto le ocurre/ desde aquella vez/ que le pusieron esa
CONDECORACIÓN/ tan grande/ que se enredó en ella/ y se murió.// Y sin embargo/
Jesucristo ha sido siempre/ a través de todos los tiempos/ el más perfecto//
MAROMERO.// Eso es. 4
2 En Suenan timbres. Op. Cit.
3 El enigma. En Suenan timbres. Op. Cit.
4 Cristología. En Suenan timbres. Op. Cit.
Del mismo modo que las sombras, los árboles, los gatos y las nubes, en Luis Vidales
hay un gran movimiento del tiempo: “El calendario es el único árbol del mundo que
sufre de otoño recurrente”. Tanto movimiento hay, que parece una respuesta a la
quietud que lo rodeaba en su juventud; cada frase, cada imagen nos da una
atmósfera nueva y distinta con respecto a la anterior. Aún en el intento de
encuadrar el paisaje de su ventana, el poeta no encuentra sino el cambio y
descubre un cuadro en el que pueda ver la sucesión de las estaciones, los días de
sol y de lluvia, la aparición de las primeras estrellas.
Mucho debió molestar a la sociedad, en medio de las “buenas maneras”,
europeizantes e inocuas que estaban de moda en la poesía, el hecho contundente
de esta escritura:
Los bogotanos están atravesando en estos momentos por un idiotismo sin
disidencias. O Pido la palabra para declarar que sería extraordinario descubrir una
crítica sin críticos o En este país, debemos llorar a los vivos más que a los propios
muertos.5
AURELIO ARTURO O LA PALABRA
Aurelio Arturo nació en la Unión (departamento de Nariño, al sur de Colombia), en
1909 y murió en Bogotá, en 1974.
Abogado de oficio, su producción se reúne en un libro y otros poemas sueltos,
donde, no obstante, está contenida una de la mayor poesía colombiana.
Morada al sur contiene 14 poemas, y aparte hubo 18 poemas más, que Arturo
nunca reunió en un libro.
5 Visiones del carajete. En Suenan timbres. Op. Cit.
No perteneció a ninguna corriente literaria, a pesar de haber unido su nombre al
movimiento de Piedra y Cielo, movimiento literario que en Colombia buscó una
renovación creativa acudiendo al modernismo de los hispanos. Sus influencias
habría que buscarlas más bien en la poesía anglosajona, afirma Fernando Arbeláez,
poeta colombiano, en su ensayo “Aurelio Arturo: Morada al sur”.6 Su poesía se
conserva hasta el día de hoy como una fuente excepcional, que sigue surtiendo
efectos en las generaciones posteriores.
Ligada con fuerza a un entorno natural, la poesía de Aurelio Arturo es además de
una contemplación de la tierra, un testimonio de la presencia del hombre en ella, de
su esencia como parte de las luchas vegetales y minerales. No obstante, no se
puede interpretar como una lectura naturalista, la presencia del hombre aquí se
trata igualmente de una cultura, en este caso, la campesina. Fernando Arbeláez
resalta este hecho pues en la literatura colombiana en general, la naturaleza es
selvática: representa la lucha más feroz, casi siempre se utiliza como símbolo o
telón de fondo de la violencia que se ha enseñoreado en el país desde hace casi
cinco décadas, mientras que en Aurelio Arturo se realiza una convivencia, que no
por no ser feroz, es necesariamente tranquila.
Quiero mostrar tres ámbitos de la poesía de Aurelio Arturo, tres instancias que hallo
en su lectura. Podemos asistir al canto de la naturaleza en su más puro lenguaje: el
estadio puramente natural, vegetal, atmosférico.
Oíd el canto dulce de las tierras de nadie.Tanta belleza es cierta, viva, sensual, sencilla,no obstante, todo aquí habla de otras tierras más dulces,todo es aquí presencias y hablas de maravilla.7
Palabra enlazada a la música de los elementos naturales, la ensoñación de Arturo
nos lleva por paisajes, árboles y aguas de una belleza que es única en la poesía
colombiana.
te hablo de una voz que me es brisa constante,en mi canción moviendo toda palabra mía,como ese aliento que toda hoja mueve en el sur, tan dulcemente,toda hoja, noche y día, suavemente en el sur. 8
Hay otro ámbito, ya cultural, que aparece sin cortar la cadencia de las primeras
imágenes: mas no es un hombre contemplativo el que encontramos aquí, es el
6 Aurelio Arturo: Morada al sur, Fernando Arbeláez, en Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Edición de Santiago Mutis Durán. Procultura. Bogotá. 1986.
7 Tierras de nadie, en Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Op.cit.
8 Morada al sur, en Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Op.Cit.
hombre en el trabajo. Es tanto símbolo de la presencia de una cultura, como la de
un ser que se reconoce en los elementos naturales:
Trabajar era bueno. Sobre troncosla vida, sobre la espuma, cantando las crecientes.¿Trabajar un pretexto para no irse del río,Para ser también el río, el rumor de la orilla?
Juan Gálvez, José Narváez, Pioquinto Sierra,como robles entre robles… Era grato,con vosotros cantar o maldecir, en los bosquesabatir avecillas como hojas del cielo.
Grata fue la rudeza.9
Parecería que Arturo habla de la tierra, precisamente para hablar de la lucha del
hombre.
Luego vemos aparecer la relación del hombre con ese entorno, relación de
comunión y de fraternidad, donde Aurelio Arturo ni elige ni obliga a elegir,
naturaleza y hombre simplemente son, existen en un encuentro esencial.
Y pensaron: el sol es nuestro, nuestro sol,nuestro padre, nuestro compañeroque viene a nosotros como un simple obrero.Y se durmieron con un sol en sus sueños. 10
Qué actitud más armónica se puede esperar que el hecho estético y existencial de
irse a dormir con el sol como compañero de faenas. Irse con lo uno, la noche, sin
abandonar lo otro, el sol. En los versos de Aurelio Arturo vive el hombre en su más
noble inclinación. Sin embargo, esto no niega que pueda suceder lo más terrible,
que en esas “dulces tierras de nadie”, lo terrible se haga presente y nos interrogue:
No cae la yerba nocomo las gotas de fuegoque llovieron sobre las ciudades de la planicie:se arrastra se deslizay se quiebran las columnatasporque ha llegado el reino oscuro y ásperoy el hombre está lejoso yace bajo la yerba.11
Signo inequívoco de la presencia del hombre, no de su ausencia, como atestiguan
muchas gramáticas contemporáneas, la palabra en Aurelio Arturo es precisa,
9 Rapsodia de Saulo. En Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Op. Cit.
10 Sol. En Aurelio Arturo: Morada al sur y otros poemas. Op. Cit.
11 Yerba. En Aurelio Arturo: Morada al sur. Op. Cit.
suficiente y exacta: atributos que solamente pueden alcanzar muy pocos. Iniciamos
este recorrido por la palabra que habla de la naturaleza más pura, pero he aquí que
llegamos a una instancia que parece una inversión total: en la siguiente frase,
parecería que la naturaleza surge del hombre, de la presencia humana, de unas
mujeres, en este caso, depende el desenvolvimiento de la noche:
Oigo crecer las mujeres en la penumbra malvaY caer de sus párpados la sombra gota a gota.
El último estadio de su poesía que quisiera mostrar es, por si hiciera falta, su gran
compromiso con la palabra. El autor hace una declaración de su vocación por la
palabra, vocación de la cual dan testimonio sus poemas, y también su ética ante la
vida: entre los poetas con quienes compartió lecturas y tiempos, es común la
opinión sobre su presencia reservada y sin embargo llena de conocimientos sólidos
y profundos, su distancia de los ademanes de protagonismo y su certeza en el
empleo del lenguaje. Leamos entonces el poema Palabra, para cerrar este
pequeño comentario sobre el poeta Aurelio Arturo.
nos rodea la palabrala oímosla tocamossu aroma nos circundapalabra que decimosy modelamos con la manofina y toscay queforjamoscon el fuego de la sangrey la suavidad de la piel de nuestras amadaspalabra omnipresentecon nosotros desde el albay aun antesen el agua oscura del sueñoo en la edad de la que apenas salvamosretazos de recuerdosde espantosde terribles ternurasque va con nosotrosmonólogo mudo
diálogola que ofrecemos a nuestros amigosla que acuñamospara el amor la quejala lisonjamoneda de solo de platao moneda falsaen ella nos miramospara saber quiénes somosnuestro oficioy razareflejanuestro yonuestra tribuprofundo espejoy cuando es alegría y angustia
y los vastos cielos y el verde follajey la tierra que cantaentonces ese vuelo de palabrases la poesíapuede ser la poesía12
GIOVANNI QUESSEP O LA FÁBULA
Poeta y ensayista colombiano nacido en San Onofre, Sucre, en 1939. Estudió
Filosofía y letras en la Universidad Javeriana de Bogotá, y en Italia se especializó en
poesía del Renacimiento y Lectura Dantis. Desde 1992, es Doctor Honoris Causa en
Filosofía y letras de la Universidad del Cauca, de la cual es profesor de Literatura.
Entre su amplia obra poética se cuentan las siguientes publicaciones: Después del
paraíso en 1961, El ser no es una fábula en 1968, Duración y leyenda en
1972, Canto del extranjero en 1976, Madrigales de vida y muerte en 1978,
Muerte de Merlín en 1985, Un jardín y un desierto, 1993 y Antología poética
en 1993. En el año 2000, el Fondo de Cultura Económica en México publicó la
antología El Libro del encantado y Brasa lunar obtuvo el Premio Nacional de
Poesía José Asunción Silva 2004.
12 Palabra. En Aurelio Arturo: Morada al sur. Op. Cit.
"La poesía de Quessep -afirmó el también poeta colombiano Fernando Charry Lara-
se expresa, tensa, serenamente, en imágenes de tiempo perdido u olvidado, entre
sombras que son más del símbolo o la leyenda, con materia de instantes de los que
se ha apoderado para siempre la fijeza. Desconfía de la retórica versolibrista pero
no se encarcela en estrecheces. Tiene la libertad del que sueña y sobre todo, la de
aquel que despierta de los sueños".
La poesía de Giovanni Quessep se mueve en el filo que hay entre la vida y la
muerte, a veces en la contemplación, a veces en el tránsito de un camino, ida y
vuelta, con las razones que encuentra en un lado para llevarlas hacia el otro, en
forma de fábula, de canto, de encantamiento. Nunca interesado en registrar lo real,
no opta sin embargo por ignorar la realidad, solamente apuesta por expresarla de
una manera transfigurada, como corresponde a la lírica, según sus propias
palabras. De origen libanés, Giovanni Quessep acude a la esencia de los
significados heredados del padre para expresar los referentes de una infancia que
se ha vuelto eterna. Así, una elección que supondría una exclusión de los asuntos
reales y cotidianos, se convierte en un crisol único dentro de la poesía colombiana.
Ese deseo de fábula en un origen que se extiende hasta la muerte, se expresa muy
claramente en el poema Juguetes.
El aljibe agrietado persevera,polvo y azul, en este mediodía.Los niños descendemos, y en su fondoencontramos juguetes de hojalata,un tapiz que se teje solo, pájaros.Esto que es el pasado nos otorgasu rumor y misterio, y reiniciamos largas navegaciones por su cielo.Venga la muerte así, como ha venidola infancia en un juguete; y encontremosal bajar por la sombra a su florestaun tapiz que se teja eterno, fábulas.13
Quizá la fábula sea la respuesta para el desconsuelo, para el dolor, pues el poeta no
lo niega. Existe y es el más fuerte. Pero el desconsuelo sin divertimento es pura
aridez, y la sola realidad una pócima, como afirma en el poema Muerte de Merlín:
Entre bosques el reino ha concluido.No tiene sino puertas con herrumbre.El sortilegio era falso, los encantadoresYacen bajo el espino blanco.
Sin embargo –para quien pueda verA través de sus párpados de escarcha-,Existe un rincón desconocido
13 En Libro del encantado. Antología. Fondo de Cultura Económica. México. 2000
Que brindan la constelación y la rosa.
Aquí el laurel no habitaSino el veneno azulado de la mandrágora,Y el tiempo guarda sus libélulasPara dorar los ojos de los muertos.14
Sea este el punto para tocar otro tema que atraviesa la poética de Quessep y es el
tiempo. Ese tiempo que únicamente lleva a la muerte, como el aljibe de la infancia,
se sabe inexorable, y no por querer cambiarlo, el poeta lo habita. Al contrario, es en
el tiempo donde encontramos los seres de la fantasía, el amor, el polvo, la luz, la
rosa. El poeta lo asume y además alerta a quien se demora en el encuentro:
La alondra y los alacranes
Acuérdate muchachaQue estás en un lugar de SuraméricaNo estamos en VeronaNo sentirás el canto de la alondraLos inventos de ShakespeareNo son para Mauricio BabiloniaCumple tu historia suramericanaEspérame desnudaEntre los alacranesY olvídate y no olvidesQue el tiempo colecciona mariposas”.15
Habitar el tiempo con la propia historia, que es la leyenda, y no negarle nada al
mundo que se abre cuando nos asomamos al patio, al jardín, al silencio de la noche.
Ese tiempo habitado por el deseo de belleza y de canto, es también habitado por la
necesidad de entrar en gran relación con la muerte. Las imágenes de Quessep son
muy ricas no sólo por el tono que le confieren a su poesía, sino porque señalan el
camino de tal relación con la muerte. Como en la muerte hay leyenda, el poeta
traza en el camino las señales que lo llevarán a sus ensueños. Y entonces:
Para hacerte a la música
Necesitas de todo, de los caminos grises,de las hondas penumbraso las luces del alba,de pájaros que cantan aún en el silencio;
necesitas del cieloy la hoja de otoño,de unas manos vacías o el amor que no vuelve,
14 En Libro del encantado. Op. Cit. Ver también Imaginación y oficio. Conversaciones con seis poetas colombianos. Bonnett, Piedad. Universidad de Antioquia. Medellín. 2003.
15 En Libro del encantado. Antología. Fondo de Cultura Económica. México. 2000.
de la blancura de la nieve;
necesitas de todo para el sueño,para hacerte a la música de los azules más distantes,para que al fin tu almatenga confianza en la muerte.16
Todo esto que se necesita para morir, no es más que la muerte que hace parte de
la vida, a la que el poeta nombra con tanta exigencia. Pero creo que además niega
que sepamos. Por eso lo necesitamos todo, es que no sabemos, y sólo si buscamos
el color y la música de la leyenda, estaremos en la vía de acceder a “la floresta
magnífica”. ¿Pero en realidad se refiere al saber esto que se presenta como música,
como polvo y como azul?
Un aspecto esencial de la poética de Giovanni Quessep y que no alcanzaré a tratar
aquí es la fuente de la que se ha nutrido desde sus inicios: es la fuente mitológica,
de las Mil y una noches, la literatura fantástica como la de la Bella Durmiente, y en
general todos los cuentos fantásticos de la infancia, la Odisea, la Divina Comedia, la
procedencia de su padre y de sus antepasados. El poeta no los entiende como
recursos literarios, tampoco referencias bibliográficas. Son su fuente, lo que él ve, lo
que él siente. Muchas veces ha sido interpretado como un poeta hermético,
dificultad que se disuelve un tanto si hacemos el esfuerzo de entender sus
imágenes. Así, “los azules más distantes” del poema Para hacerte a la música
adquieren otra connotación, entendiendo que el azul es el color del luto en la
cultura árabe y que Quessep realiza una recreación y una deriva de los temas y las
imágenes que lo han nutrido para ser un poeta del encantamiento.
ROJAS HERAZO O EL HOMBRE
16 En Libro del encantado. Op. Cit.
Héctor Rojas Herazo nació en Tolú, Sucre, departamento al norte de Colombia, en la
costa atlántica, y murió en Bogotá, en 2002. Poeta, novelista, periodista y pintor, es
uno de los artistas colombianos de mayor relevancia. Entre sus libros se cuentan:
Rostros de la soledad (1952), Tránsito de Caín (1953), Desde la luz
preguntan por nosotros (1956), Agresión de las formas contra el ángel
(1961), Las úlceras de Adán (1995) y Candiles en la niebla (2006). Escribió las
novelas Respirando el verano (1962), En noviembre llega el arzobispo
(Premio Esso de literatura, 1967) y Celia se pudre (1986). Como periodista
colaboró en diferentes diarios y como pintor expuso en más de sesenta ocasiones
su obra, en el país, y en el exterior. En la poesía de Héctor Rojas Herazo se dan cita
todas las preocupaciones del hombre contemporáneo, la existencia y las preguntas
a Dios, las dudas sobre Dios y la gran caída que significa aceptar toda vida en la
tierra. “Antes de él, son abundantes los poemas galantes a las partes más
pudorosas del cuerpo de la amada. Héctor Rojas Herazo será el primero en construir
su poesía sobre la cruda y acezante materialidad del cuerpo. En esta poesía hay un
olor vivo, a saliva, a sudor, a orina; hay uñas y dientes, hay hueso y entrañas (…)”
(Darío Jaramillo). “Por primera vez en la poesía colombiana se concibe al hombre
como una unidad biológica y social: a cada momento estamos ante quien nos
recuerda que no estamos hechos solamente de las dulces maneras del alma y del
sueño: también de orines y semen y glándulas (…)” (García Usta).17 El ámbito en el
que vive ese cuerpo tan cuerpo, tan vivo y sufriente, contiene la magia de los
objetos vivos, y por eso no es extraña a la poesía de Héctor Rojas Herazo este
interrogarse a propósito de los muebles:
Ese tal ¿cómo estás?, ¿cómo me sientes?,¿cómo se cuela el día?¿qué tal sigue la flor de tus pulmones?Me saludan, me abrazan, me deshacen,se llevan mis mejillas y mi pelo,me gastan y los gasto,les estrujo el color, les sorbo sus olores,nos cambiamos las glándulas de esquina,pómulos por vitrinas y tacones,nos chupamos los hombros y las manos,alimentamos luces de anillos,cuero de carteras.Abrimos una puerta. El picaportenos pide las medidas.La cerradura chupa nuestra mano.18
17 Héctor Rojas Herazo. Jaramillo Agudelo, Darío. En García Usta, J. Visitas alpatio de Celia. Medellín: Lealón. 1994.
18 Los salmos de Satanás. En Las esquinas de viento. Antología. Medellín. 2001.
El mundo caribe de donde procede Rojas Herazo es el mismo de donde procede su
poesía, el hombre y la mujer que se miran y que él mira, las florestas, el aire, los
animales y la luz. Alguna vez interrogado sobre los orígenes de su escritura, Rojas
Herazo definió que escribía “desde un patio”, el patio de su infancia, el de las casas
de la costa atlántica, donde adentro y afuera se conjugan y se confunden en su
función de conectar el hombre al cosmos.
La casa entre los robles
A un ruido vago, a una sorpresa en los armarios,La casa era más nuestra, buscaba nuestro alientoComo el susto de un niño.Por sobre los objetos era un dulce rumor, Una espina, una mano,Cruzando las alcobas y encendiendo su lumbre Furtiva en los rincones.El sonido de un hombre, el retrato, El reflejo del aire sobre el pozoY el día con su firme venablo sobre el patio.Más allá de las campanas, el humo de los cerrosY en un dulce y liviano confín, entre la brisa,El pájaro y el agua levemente cantando.
Todos allí presentes, hermano con hermana,Mi madre y la cosecha,El vaho de las bestias y el rumor de los frutos.
Adentro, el sacrificio filial de la maderaSostenía la techumbre.
Una lluvia invisible mojaba nuestros pasosDe tiempo rumoroso, de fuerza, De autoridad y límite.19
Este fragmento nos da una imagen muy precisa del adentro y del afuera que se
mezclan en la poesía de los patios, en la poesía de Rojas Herazo.
Habíamos dicho que un tema esencial en la poética de Rojas Herazo es el religioso.
El hombre atravesado por el mito es una de las presencias más fuertes en toda la
19 En Las esquinas del viento. Héctor Rojas Herazo. Medellín. Fondo Editorial Eafit. 2001.
poesía y la novela de Héctor Rojas. Creyente, ateo o en la profunda duda, el hombre
tiene que vérselas con su religiosidad como es, en el terror y en la esperanza, en la
inconmensurabilidad de un mandato o en su despreciable simplicidad. El hombre
debe verse como ese ser de barro que piensa a Dios, lo inventa, y lo perdona.
Las Ulceras de Adán
La bárbara inocencia,los ojos indecisos y las manos,el horror de vagar sin un delito.Y él se golpeaba el pecho, se decía,yo suspiro otra cosa, yo quisiera,mientras Dios, en el viento, respiraba.Lo inventó una mañana (en esto consistió el privilegio)y olfateó su terror, sus crímenes, su sueño.Entonces conoció la alegría de no ser inocente.Y se apiadó de Diosy lo hospedó en sus úlceras sin cielo.20
Sea el final de este trabajo, el momento para hablar de una reflexión que me llega
después del recorrido: quizá la imagen de la casa, en especial, de la Casa entre los
robles que enmarca esta pequeña presentación, sea el símbolo de la búsqueda de
un orden que no encontramos en la casa real que habitamos. Colombia sufre de
desorden, de guerra, de falta de imaginación y de falta de palabra, y los poetas, con
sus cuatro pilares de ironía, palabra, imaginación y nobleza nos han dado una en
qué habitar. “En poema habita el hombre”, ha dicho Martin Heiddegger, en
referencia al lenguaje que es necesario conocer, adquirir y dominar para alcanzar la
humanidad; no basta con ocupar un espacio, casi ni siquiera basta con nombrar el
territorio, si sobre él no se alza la casa del lenguaje, y no cualquier lenguaje, el
lenguaje poético que implica trascender.
20 En Las úlceras de Adán. Héctor Rojas Herazo. Editorial Norma, Colección Poesía, Santafé de Bogotá. 1995.