características de la postmodernidad. cristian cárdenas aguirre

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Autor: Cristian Camilo Cárdenas Aguirre. 2016 CARACTERÍSTICAS DE LA POSTMODERNIDAD 1. El desencanto de la razón La razón se ha convertido en “razón instrumental”, tecno-burocrática: tecnifica las conciencias y deshumaniza la sociedad. La razón ha dejado de ser transparente. Ya no puede ser totalizante, fundamentadora, omnicomprensiva. Seamos consecuentes: renunciemos a los saberes y respuestas últimas. Quedémonos con un pensamiento débil. 2. El entierro de las utopías Constatación de que el soñado “campo total” es imposible. ¡Muera Prometeo! ¡Viva Dionisio! Desenmarascamiento de las “divinas palabras”: Progreso, Justicia, Igualdad, Fraternidad... El “proyecto emancipador” de la Modernidad es pura retórica. Hay que ser incrédulo ante los “metarrelatos” (cosmovisiones globales portadoras de sentido). Sólo existen relatos, pequeños y fragmentarios. 3. Crítica del cristianismo como “metarrelato” ¡Hay que ser consecuentes con el grito de Nietzsche, “! ¡Dios ha muerto!”: hay que borrar su sombra. La “sombra de Dios” son esas palabras tan mayúsculas y tan absolutas como “Libertad”, “Hombre”, “Justicia”, “Igualdad” ... La “muerte de Dios” significa, simplemente, que nos hemos quedado sin valores últimos, absolutos. Esto es un “nihilismo positivo”: abre al hombre la posibilidad de ir dando valor, creativamente, a las cosas. Además, el cristianismo se presenta como un “metarrelato” (un proyecto que pretende dar un sentido único y totalizante a la vida). Tiene, pues, funciones manipuladoras y totalitarias.

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Page 1: Características de la postmodernidad. cristian cárdenas aguirre

Autor: Cristian Camilo Cárdenas Aguirre. 2016

CARACTERÍSTICAS DE LA POSTMODERNIDAD

1. El desencanto de la razón

La razón se ha convertido en “razón instrumental”, tecno-burocrática: tecnifica las

conciencias y deshumaniza la sociedad.

La razón ha dejado de ser transparente. Ya no puede ser totalizante, fundamentadora,

omnicomprensiva.

Seamos consecuentes: renunciemos a los saberes y respuestas últimas. Quedémonos

con un pensamiento débil.

2. El entierro de las utopías

Constatación de que el soñado “campo total” es imposible.

¡Muera Prometeo! ¡Viva Dionisio!

Desenmarascamiento de las “divinas palabras”: Progreso, Justicia, Igualdad,

Fraternidad... El “proyecto emancipador” de la Modernidad es pura retórica.

Hay que ser incrédulo ante los “metarrelatos” (cosmovisiones globales portadoras de

sentido).

Sólo existen relatos, pequeños y fragmentarios.

3. Crítica del cristianismo como “metarrelato”

¡Hay que ser consecuentes con el grito de Nietzsche, “! ¡Dios ha muerto!”: hay que

borrar su sombra.

La “sombra de Dios” son esas palabras tan mayúsculas y tan absolutas como

“Libertad”, “Hombre”, “Justicia”, “Igualdad” ...

La “muerte de Dios” significa, simplemente, que nos hemos quedado sin valores

últimos, absolutos.

Esto es un “nihilismo positivo”: abre al hombre la posibilidad de ir dando valor,

creativamente, a las cosas.

Además, el cristianismo se presenta como un “metarrelato” (un proyecto que pretende

dar un sentido único y totalizante a la vida). Tiene, pues, funciones manipuladoras y

totalitarias.

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Autor: Cristian Camilo Cárdenas Aguirre. 2016

4. El fin de la Historia

Vivimos en un tiempo sin horizonte histórico, sin orientación ni visión de la totalidad.

Esto se debe a que los “mass-media” nos saturan de información, sin permitir a la

noticia durar ni al destinatario reflexionar sobre ella.

Con este continuo “presentismo” de los acontecimientos que nos ofrecen los “mass-

media”, hemos perdido el marco de referencia de la Historia.

Vivimos en la inmediatez, en el presente. Nos movemos en un espacio sin horizonte.

No hay una Historia conjunta que se dirija a una meta.

5. Esteticismo presentista y micro-política

No hay que escapar del presente, sino disfrutarlo: “carpe diem”.

Frente a la “razón instrumental”, que se acerca a la vida buscando lo que sirve para

otra cosa, hay que tener el “pensamiento de la intuición”, es decir, disfrutar los

momentos de la vida por sí mismos.

Hay que abrirse, a cada momento, a la “inagotable riqueza de la vida” y aceptar la

discontinuidad, el disenso, la heterogenedidad, la diferencia... que la vida nos ofrece.

Así podremos arribar a una sociedad en la que el ideal no sería ya la eficacia y el

rendimiento, sino la capacidad de vivir lo bello.

Sólo mediante esta “estetización general” de la vida podremos ofrecer resistencia a

esta sociedad y a esta cultura tecnocráticas.

También podremos resistir a nuestras sociedades desarrollistas, dominadas por la

“razón instrumental”, practicando la “micropolítica”, es decir, por la vía de las

acciones no integrables en el sistema y en estrecha conexión con los nuevos

movimientos sociales.

6. “Politeísmo” de valores y consensos “blandos”

No hay valores absolutos.

Vivamos “bajo el signo de Dionisio”: exaltación de la vida en su finitud, de los valores

múltiples, menguados y parciales, de las realizaciones nunca plenas.

Al reconocimiento de estos valores y criterios de validez sólo se puede llegar

mediante acuerdos o consensos.

Pero los consensos han de ser “blandos”: ni fuertes ni definitivos ni universales.

Sólo caben consensos temporales, locales y, por tanto, rescindibles.

Esta “ética débil y provisional” es la única que respeta al hombre en lo que tiene de

particular, de imprevisible y, en el fondo, de infinito.

Vivimos en una sociedad bajo el “síndrome del billete de vuelta”.

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Autor: Cristian Camilo Cárdenas Aguirre. 2016

7. Hiperindividualismo hedonista

La Postmodernidad significa la “segunda revolución del individualismo”

(Lipovetzky).

La sociedad consumista e informatizada posibilita el “vivir a la carta”.

El lema de este individualismo es: “el mínimo de coacciones y el máximo de

elecciones privadas posibles; el mínimo de austeridad y el máximo de deseo”.

Sus valores son: hedonismo, respeto por las diferencias, culto a la liberación personal,

psicologismo, culto a lo natural, sentido del humor.

Es una cultura narcisista y “psi”: el individuo está centrado en la propia realización

emocional, da prioridad a la esfera privada y reduce la inversión de carga emocional

en el espacio público (abandono de lo político e ideológico).

La sociedad postmoderna no tiene ni ídolos ni tabúes; ni imágenes gloriosas de sí

misma ni proyecto movilizador alguno. Está regida por el vacío; un vacío que no

comporta ni tragedia ni apocalipsis. (El encanto de estar desencantados).

Genera un “narcicismo colectivo”: la solidaridad del “micro-grupo de idénticos”.

Valora lo comunicativo por encima de lo productivo; pero busca una comunicación

narcicista: oírse uno a sí mismo.

CÓDIGO BÁSICO PARA “CIRCULAR” POR LA POSTMODERNIDAD

Frente a la razón totalizante, el pensamiento débil.

Frente a los “metarrelatos”, los relatos.

Frente a los compromisos definitivos, los “consensos blandos”.

Frente a los valores absolutos, el “politeísmo” de valores.

Frente a la Historia unitaria, las historias parciales.

Frente a un mejor Futuro colectivo, el esteticismo presentista.

Frente a la Universalidad, el fragmento.

Frente a Prometeo, Diónisos y Narciso.

Frente a la militancia, el microgrupo.

Frente a lo productivo, lo comunicativo.

Frente a la uniformidad, la diferencia.

Por: Marco Antonio de la Rosa Ruiz Esparza, mg.