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Luis PACHECO Manya EL CAPITÁN ABDÓN SENÉN CALDERÓN GARAYCOA Y SU ESTIRPE GLORIOSA

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Una visión más realista sobre este insigne "Héroe Niño". Un verdadero ejemplo de patriotismo. Sus padres y su descendencia.

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Luis PACHECO Manya

EL CAPITÁN ABDÓN SENÉN CALDERÓN

GARAYCOA Y SU ESTIRPE GLORIOSA

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Luis PACHECO Manya

El Capitán Abdón Senén Calderón Garaycoa y su estirpe gloriosa

1. Francisco García – Calderón y Díaz - Núñez 2. Manuela de Jesús Garaycoa y Llaguno 3. María de las Mercedes Calderón Garaycoa 4. Baltazara Josefa Calderón Garaycoa 5. María del Carmen Calderón Garaycoa 6. Francisco Calderón Garaycoa 7. Abdón Senén Calderón Garaycoa

La gloria de Abdón Calderón está en su valentía, coraje y heroísmo infinito, en su amor a la patria, a la libertad emancipadora, pues, cual David venciendo al gigante Goliat, así, hizo su ingreso a los altares de la eternidad.- Luis Pacheco Manya.

La historia no se la puede cambiar, se la debe respetar. Durante varias décadas se ha discutido sobre cómo murió verdaderamente Abdón Senén Calderón Garaycoa, más conocido como el "Héroe Niño". He investigado su descendencia, su trayectoria y los últimos días de uno de los ecuatorianos que pasaron a la inmortalidad por su valentía y coraje al defender la tierra que lo vio nacer. Calderón traspasó la barrera entre el mito y la realidad y se quedó en la memoria y corazón de los ecuatorianos. En 1995, participé en un concurso literario sobre este insigne personaje, organizado por el Ministerio de Defensa Nacional, cartera a cargo, por ese entonces del General José Gallardo Román. De esta, mi primera participación en un concurso de esta naturaleza, pues el segundo fue sobre “Vicente Rocafuerte y el Civilismo”, me quedó la satisfacción de haber logrado obtener una “Mención de Honor” con diploma incluido, además de una felicitación del señor Ministro y más que eso, me inspiró a seguir en este bello arte de escribir sobre historia militar y grandes personajes de nuestra historia (ver anexos).

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De la segunda participación también, obtuve un diploma y una felicitación, pero eso es otro tema. Desde aquella fecha, he continuado investigando y recopilando información para poner a consideración de los amables lectores, únicamente deseo que este ilustre cuencano, sea nuestro guía en el camino largo de la vida, que sea el faro que ilumine el sendero cívico, ético y moral de todos los ciudadanos del mundo. Que su ejemplo de valor, fortaleza y amor a la patria se multiplique en el corazón de los ecuatorianos. Deseo hacer público mi agradecimiento a los señores directivos de Diario “El Universo” de la ciudad de Guayaquil, por su gentileza al proporcionarme el álbum completo sobre las “Batallas y Personajes del Ecuador” publicados con el Diario “Super”, de donde he tomado varios de los gráficos que ilustran el presente trabajo. Con esta breve introducción, empezaré por el génesis de esta Estirpe Gloriosa, el progenitor de nuestro héroe.

Francisco García – Calderón y Díaz - Núñez

De los ancestros del padre de Abdón Calderón, tenemos muy poca información, debido quizás a que su familia procede de tierras Caribeñas, Cuba. Coronel Francisco García - Calderón y Díaz - Núñez, padre de nuestro "Héroe Niño", vio las primeras lucen en la patria de José Martí, La Habana-Cuba, en la ciudad de Pinar del Río, en el año 1773, bautizado en la Parroquia de San Cristóbal, de tres días de nacido, el 17 de Diciembre de 1770. Fue educado esmeradamente en moral y cívica; éste se dedicó desde los dieciséis años de edad a la noble carrera de las armas, sirviendo por el lapso de dos años cuatro meses como Cadete en un Regimiento y después durante ocho años en la Guardia de Corps, en la campaña española con excelente desempeño, en virtud de lo cual y en recompensa se le confirió el cargo de Contador de las Cajas Reales de la ciudad de Cuenca. A los veintiséis años arribó a nuestra patria, específicamente a la ciudad de Guayaquil. Instalado Calderón en Guayaquil, contrajo matrimonio con la hermosa y aristocrática Manuela de Jesús Garaycoa y Llaguno, hija del español Francisco Ventura de Garaycoa y de la guayaquileña María Eufemia de Llaguno y Larrea. Manuela, oriunda de la “Perla del Pacífico”, al poco tiempo, se traslada junto a Francisco a la Atenas del Ecuador, la apacible Cuenca. Para contraer matrimonio, Calderón como empleado público que era, debió solicitar licencia al Jefe del Distrito, con cargo de hacerla confirmar por el Rey de España; recibió el permiso del Presidente de Quito, Barón de Carondelet y más tarde la

de Su Majestad. En 1801, a los 28 años de edad, Calderón de establece en Cuenca con el cargo arriba indicado, entrando al servicio previa fianza rendida por don Gabriel García Gómez (padre de Gabriel García Moreno) y de Juan Bautista Elizalde. La casa en donde funcionaban las oficinas de la Contaduría de Hacienda, estaba ubicada en la intersección de las calles Bolívar y Presidente Borrero, esquina suroeste, de propiedad fiscal y se hallaba destinada para habitación de los Gobernadores y despacho de la Real Tesorería. Para 1802 vivía con su esposo y tierna hija en Cuenca, hospedada en unas piezas situadas en la casa de Margarita Torres, mujer de Francisco Paulino Ordóñez,

Manuela Garaycoa y Llaguno

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en la esquina suroeste de las calles Bolívar y Presidente Borrero, hoy Banco del Azuay, ocupando una excelente posición en el seno de la sociedad azuaya. Durante su permanencia en Cuenca hasta 1809, un total de ocho años, antes de ser proscrito a Guayaquil, realizó grandes amistades con la culta sociedad azuaya, con quienes estrechó relaciones políticas secretas de índole republicana, que desde 1797, germinaba ya el polen fecundo del legendario árbol de las libertades ciudadanas y tras un año de silenciosa y paciente lucha, llegó a realizar sus aspiraciones de cooperar con la obra excelsa de emancipación de América. Debido a la administración honorable del contador Calderón, a su honradez intachable y docta probidad en el manejo de los dineros del gobierno, el Gobernador Melchor Aymerich y el Administrador de Correos Antonio García Trelles le hicieron blanco de sus intrigas ante el Virrey de Bogotá, por que aquel no permitía defraudación alguna al Tesoro Real. Entre los asiduos defensores del Rey de España se encontraba, como era lógico, el Gobernador Aymerich, quien por venganza persiguió a los patriotas hasta sepultarlos en tenebrosos calabozos de Guayaquil, a Francisco García - Calderón, Contador Real; Fernando Guerrero de Salazar y Piedra, Alcalde de Primer Voto, Vicente Melo, Manuel Ribadeneira, Joaquín Tobar, Antonio Terán, Miguel Fernández de Córdoba, Blas Santos, José María Borrero y Baca, Francisco Paulino Ordoñez y otros conjurados, a los cuales les enjuició por crimen de lesa majestad. La prisión de García-Calderón se ejecutó el 26 de Agosto de 1809, a causa de que el Cabildo y la Junta Auxiliar, le solicitaron los causales para oponerse a la revolución de Quito, y éste por contestación, dirigió enérgica protesta a dicha Junta, así como también dio cuenta de las cartas enviadas a Juan José María Pio Montufar y Fraso, Primer Marqués de Selva Alegre, en las cuales Calderón lo llamaba "insurgente por ambición del mando", las mismas que fueron agregadas al proceso y leídas en sesión del mismo año, se dio lectura al oficio irrespetuoso y subversivo, que aprobaba tácitamente el Gobierno de Quito. Entonces, por el grave delito cometido, se ordenó encerrar al Contador en la cárcel pública, incomunicarle y embargarle la totalidad de sus bienes. El Teniente General, don Melchor Aymerich y Villajuana y más autoridades realistas, llevados por el odio a los presos, resolvieron enviarlos a los calabozos de la ciudad de Guayaquil, a fin de que sean juzgados allí por el tirano Gobernador Bartolomé Cucalón; el traslado se realizó el 5 de septiembre de 1809 a las 23:00 horas. Calderón tuvo que dejar en Cuenca a su querida esposa y cinco hijos, teniendo el último de estos, Francisco sólo días de nacido. Vale la pena resaltar la crueldad del Gobernador Cucalón, quien mantenía a los presos con grillos y cepos, sin permitirles ningún tipo de comunicación, cama y peor aún alimento, "El cepo en que se mantenían los presos se habían colocado muy alto, de modo que se los veía colgados de los pies, apoyadas las espaldas en tierra, con llagas el cuerpo y las piernas...dormían en el suelo y sin camisa...los grillos y el cepo no les permitía movimiento alguno ni para las necesidades biológicas". Al enfermarse gravemente uno de los prisioneros, el Dr. Joaquín Tobar, no se le permitió que le quitasen los grillos y cepos, es más, ya casi muerto, se lo trasladó al hospital donde murió, sin el alivio siquiera de habérsele quitado los grillos, los cuales se lo sacaron ¡a las cinco horas de haber fallecido!. El Fiscal, doctor Joaquín Montesdeoca, solicitó la pena de muerte para el Contador Francisco García-Calderón y tres más. El Conde Ruiz de Castilla, que se encontraba nuevamente al frente del Gobierno de Quito, ordenó el 14 de diciembre de 1809, que se acumulasen todas las "causas de estado" y, en virtud de ésta, fueron trasladadas las

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órdenes de Guayaquil a la ciudad de Cuenca. Es así que en 1810, nuestros próceres son trasladados a los calabozos de Quito, excepto Calderón, pues de lo contrario habría sido victima de la masacre del 2 de agosto de 1810. Debido a las grandes influencias sociales y al prestigio de la familia de su esposa en las esferas del gobierno, se logró la libertad de Calderón y éste en lugar de retirarse a una vida de tranquilidad, continúo su lucha con talento y prestigio, con valor y arrojo, acompañando a excelentes camaradas, gestores de la independencia ecuatoriana. El ilustre General José Villamil describe a Francisco García - Calderón como: "un hombre de cuerpo de hierro, de corazón de león, cabeza volcánica y alma indomable; un verdadero republicano que no pretendía ser superior a nadie, ni consentía en ser inferior a ninguno". Como jefe de la agrupación política denominada los "Sanchistas", reaparece la figura de Francisco García Calderón; la causa de la independencia se hubiera cimentado desde entonces, pero por desgracia, los patriotas se dividieron en dos bandos diametralmente opuestos: el del Marqués de Selva Alegre, don Juan Pío Montúfar, apoyado por su hijo Carlos, denominados "Montufaristas" y el de don José Sánchez, Marqués de Villa Orellana, llamados "Sanchista" apoyados por García-Calderón. Por divergencias políticas y fútiles motivos escaparon de llegar a un enfrentamiento armado entre estos dos bandos, ventajosamente se evitó una guerra civil, porque los "Montufaristas" carecían de fuerzas suficientes para contrarrestar a los "Sanchistas". Se llegó a un acuerdo entre los dos partidos y una paz aparente llegó a apaciguar los caldeados ánimos. A fin de hacer frente a los realistas, en Cuenca, la Junta Directiva confirió al intrépido jefe García-Calderón, el grado de Coronel de los Ejércitos. El 1º de abril de 1812 salió de Quito hacia Cuenca con 1.500 hombres, sumándose en el camino otros 1.500 hombres, logrando un total de 3.000 hombres. El 24 de junio de 1812 se dio el combate denominado "Primer Verdeloma", el encuentro tuvo un saldo aproximado de cien muertos y decenas de heridos de ambos bandos. Más en todo caso el triunfo de Calderón no fue nada esplendoroso pero en cambio se foguearon los novicios combatientes, convirtiéndose en el primer laurel que conquistó el lábaro patrio. Luego de continuas disputas internas en el Ejército de García-Calderón, éstas sufrieron tres derrotas: "Pazguaz" primero, "Mocha" después, y por último el combate del Panecillo

en Quito. Al frente del Ejército realista se encontraba Toribio Montes, quien hizo su entrada triunfal en Quito el día 8 de noviembre de 1812. El Ejército patriota al mando del Coronel Montúfar con 600 hombres se retiró a Ibarra. García-Calderón como Jefe de Operaciones del Norte, había combatido en Atar, el 11 de julio de 1812 y cuando arribaron a Ibarra contaba ya con un Ejército Republicano de 600 soldados. El Presidente Toribio Montes designó para perseguir a los patriotas al sanguinario y astuto Coronel Juan José Francisco de Sámano y Uribarri de Rebollar y Mazorra, de funesta memoria por sus latrocinios y crueldades para con los patriotas; este Sámano llegó a ocupar altos cargos e incluso se desempeñó como Virrey del Nuevo

Coronel Juan de Sámano

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Reino de Granada. Montúfar y Calderón al conocer que Sámano se encontraba ya en Atuntaqui en persecución de ellos, depusieron sus antiguas enemistades con un cordial abrazo a fin de hacer frente al enemigo común. El astuto Sámano, viéndose en inferioridad de condiciones y rodeado de numerosos enemigos: "adelantó una bandera blanca y propuso la firma de un Tratado de Paz"; el mismo que debía firmarse en Ibarra. El preliminar se firmó en Loma de Paila. Por disposición de Montúfar, Sámano y su ejército quedaron consignados y acuartelados en Ibarra. Retomando el tema, y en virtud de estos solemnes y al parecer sinceros juramentos, marcharon juntos los ejércitos patriotas y realistas hasta San Antonio de Ibarra, donde Sámano, obtuvo permiso de quedarse, bajo pretexto de descansar y alimentar a su tropa. En dicha población Sámano se fortificó, cerrando las bocacalles, montando piezas de artillería, haciendo cartuchos y esperando a la escolta atrasada que traía abastecimientos y municiones, pues solo por la falta de éstos, firmó Sámano los acuerdos preliminares de paz indicados anteriormente, sin la menor intención de cumplirlos. Al principio los patriotas no creyeron que Sámano faltase de una manera tan descarada a los acuerdos firmados, pero el 1º de diciembre de 1812 tuvieron que convencerse, pues, García-Calderón tuvo un encuentro con las fuerzas de Sámano en las cercanías del Lago de Yaguarcocha, donde luego de un corto pero recio combate, las fuerzas de Calderón fueron derrotadas y éste hecho prisionero por un soldado de Cañar de apellido Guerrilla, siendo trasladado inmediatamente a Ibarra e instaurado el mismo día, un breve juicio sumario por orden verbal de Sámano, ante el Fiscal Ignacio Asín, Capitán del Regimiento de Infantería Real de Lima y del Secretario, Juan Antonio Jáuregui. 02 de diciembre de 1812, el Fiscal emite los principales considerandos en contra del Coronel Francisco García-Calderón, y fueron: a. Ser Comandante en Jefe del Ejército insurgente b. Haber acometido contra el Ejército Real en San Antonio de Ibarra contra todo

derecho, luego de haber pretendido sitiarlos por hambre, teniéndose ya cortada el agua; y,

c. Ser más tenaz y obstinado en sostener las perniciosas máximas de los insurgentes en Quito.

Como resultado de todas estas acusaciones, se resolvió que el Coronel Francisco García-Calderón sufra la pena de ser pasado por las armas, El sanguinario Coronel Juan Sámano, Comandante General de las Fuerzas Reales firmó la sentencia de muerte. En virtud de ella, Calderón fue ajusticiado, en un patíbulo levantado en la plaza mayor de Ibarra, el 03 de diciembre de 1812.

De esta manera, terminó su existencia uno de los héroes más ilustres de nuestra independencia.

Manuela de Jesús Garaycoa y Llaguno

Doña Manuela de Jesús de Garaycoa y Llaguno, bella y gallarda madre de los “Macabeos Americanos”, Abdón y Francisco, nació en Guayaquil en 1783, y fue bautizada el 8 de Junio de 1784, dueña de un corazón de grandes energías. Sus padres fueron: don Francisco Ventura de

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Garaycoa Romay y Bermúdez, natural de La Coruña, antiguo reino de Galicia (España) y doña María Eufemia de Llaguno Larrea y Lavayen Santisteban, guayaquileña.

Poco se conoce de su niñez y juventud aunque debió recibir las primeras letras de su madre. En Marzo de 1800 contrajo matrimonio con Francisco García-Calderón y Díaz, natural de Pinar del Río, Cuba, el 17 de Diciembre de 1770, venido como Ministro Contador de las Reales Cajas y Tesorero Oficial, cargo en el que se relacionó con su futuro suegro.

1801, Manuela pronto salió embarazada y dio a luz en casa de sus padres a una niña que le pusieron de nombre: Mercedes, que en 1824, contrajo nupcias con el Regidor Bartolomé Francisco de Ayluardo y Azpillueta. Matrimonio que dejó sucesión.

1802, vivía con su esposo y su tierna hija en Cuenca, hospedada en unas habitaciones ubicadas en la casa de Margarita Torres, esposa de Francisco Paulino Ordóñez, en la esquina suroeste de las calles Bolívar y Presidente Borrero, actualmente funciona el Banco del Azuay, ocupando una excelente posición en el seno de la sociedad azuaya.

1804, nació su hijo Abdón Senén.

1806, nace su hija Baltazara, la misma que en 1842 contrajo matrimonio con Vicente Rocafuerte y Bejarano. No tuvieron descendencia.

1807, fue Carmen, una de las "Tres Gracias" que coronaron al Libertador Bolívar a su retorno de la campaña del Perú, junto con Mariquita Plaza del Campo y Angelita Rico Rocafuerte. Simón Bolívar, amigo de su familia, la mencionó en sus cartas con el sobrenombre de "La Gloriosita". En 1868, soltera aún, falleció en Lima, Perú.

1809, nació Manuela, la misma que murió soltera (1).

Cuando iba a estallar la revolución del 10 de Agosto de 1809 en Quito, la familia Calderón Garaycoa se componía de un hijo y cuatro hijas. Entonces ocurrió que el Capitán Juan Salinas, comprometió secretamente en Quito al Sargento Mayor Mariano Pozo, riobambeño de 36 años de edad, para que propagara las ideas independentistas en Cuenca, ciudad a la que tenía que viajar con una escolta de catorce soldados a su mando, a relevar a los que estaban en esa urbe.

El 8 de Agosto de 1809, arribaron a Cuenca y según parece el Sargento Mayor Pozo conversó con García-Calderón, noticiándole de los aprestos revolucionarios, que solo se conocieron días después cuando el posta Blas Santos llevó la nueva al interventor de la Renta de Correos Joaquín Tovar, regándose la novedad en toda la ciudad.

Una carta enviada a Pozo desde Quito fue requisada por José Neyra y Vélez, que la entregó al Gobernador Melchor Aymerich, quien pidió a García-Calderón que le cediera los caudales públicos a su cargo, con el pretexto de levantar tropas e iniciar la marcha sobre Quito, pero como no presentó las respectivas libranzas legales, éste se negó.

(1) Las Tres Gracias vistieron de amarillo, azul y rojo respectivamente, se situaron con su Corte de Honor y Guardia Militar al pie de la escalera, en el rellano o tabladillo y en el recibimiento de la Casa del Cabildo y cada una, al pasar el Libertador, por turno, le ofrendaba una corona de flores y recitaba una loa, muy a la antigua usanza clásica, como se acostumbraba en Grecia y Roma. Bolívar, consumado literato, les fue contestando por turno. A la Plaza: "Una Diosa de Colombia me acaba de coronar y de sus manos recibo la enseña que fue el culto de mi vida". A la Rico: "Me estremezco al ver que un Ángel corone a un hombre". A la Calderón: "De todas las glorias que me ha concedido la fortuna, la que más me abruma y enorgullece es la de haber sido coronado por tres ángeles del Guayas". Luego, al abrirse el baile, las sacó guardando el mismo turno. La Calderón y la Plaza murieron solteras, ésta ultima casi centenaria, en 1904. La Rico casó con el prócer Thomas Charles Wright Montgomery, con sucesión.

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Mientras tanto, había ordenado desarmar la escolta disponiendo la prisión de Pozo y de otros vecinos, a quienes acusó de revolucionarios por simples chismes y delaciones. El 24 de Agosto de 1809, mientras el Alcalde de Cabildo Fernando Guerrero de Salazar y Piedra almorzaba tranquilamente en casa de García - Calderón, el Teniente de Milicias Manuel Rodríguez y Villagómez les intimó prisión, conduciéndolos a un Cuartel, donde se les calzó grillos hasta que el 5 de Septiembre de 1809, los remitió a Guayaquil, pudiendo García-Calderón recobrar su libertad merced a las influencias de sus parientes políticos.

En Cuenca eran embargados y vendidos sus pocos bienes en pública subasta. (2) Su esposa e hijos siguieron a Guayaquil, alojándose en casa de Doña María Eufemia Llaguno viuda de Garaycoa.

4 de Octubre de 1810, en el domicilio de doña María Eufemia, nació su hijo Francisco. "De allí en adelante García-Calderón luchó por la independencia hasta ser fusilado el 3 de Diciembre de 1812 en Ibarra, quedando su familia en la mayor pobreza.

Años después su concuñado el General José María Villamil le retrató del siguiente modo “Hombre de cuerpo de hierro, de corazón de león, de cabeza volcánica y de alma indomable. Un verdadero republicano que no pretendía ser superior a nadie, ni consentía ser inferior a ninguno”.

"Herida en el alma, la tesonera viuda dedicó su tiempo a atender la educación moral y científica de sus hijos, a que más tarde lleven con honor y orgullo el glorioso apellido de su padre".

1817, su tío el Obispo de Cuenca, doctor José Ignacio de Cortázar y Lavayen, hizo esfuerzos en la Corte de Madrid y le consiguió el Montepío correspondiente al empleo de su esposo, alegando que no había derecho a privarle de ese derecho que por contrato se había descontado de su sueldo.

Tenían por costumbre reunirse con sus hermanos y hermanas en casa de su cuñado José de Villamil y en la habitación de su esposa Ana, doña Manuela y sus familiares culminaron el plan de la independencia de Guayaquil.

9 de Octubre de 1820, en horas de la mañana, la legendaria madre de los "Macabeos Americanos", alistó a sus hijos Abdón y Francisco en las tropas de Infantería y en la naciente Marina de Guerra, desplegando imponderable entusiasmo. Ella misma cosió los uniformes que vestía su hijo Abdón como integrante del Batallón Yaguachi. Le despidió personalmente cuando inició la marcha sobre Cuenca y Quito y en todo ese tiempo mostró un temple digno de los tiempos heroicos de la Grecia, cuando las madres ofrendaban sus hijos a la Patria. Desde entonces sus dos hijos, airosos recogen lauros en el Campo de Marte y depositan en las sienes de la madre, que les orientó en la vocación de las armas. Para doña Manuela, el glorioso nombre de Simón Bolívar, era venerado, casi sagrado, ídolo en el altar de su corazón, y él a su vez, conocía a fondo la voluntad de acero y la vocación de mártir y patriota, que tenía tan meritísima matrona. Como corona de laureles a sus virtudes, transcribiré dos cartas preciosas dirigidas a ella por el Genio de América, Simón Bolívar.

(2) En los primeros momentos, tras la prisión de su esposo, Manuela Garycoa fue protegida por los Canónigos Andrés Villamagán y Manuel Landa y Ramírez, amigos de su hermano Francisco Javier, Sacerdote, Cura de Yaguachi, con quienes tenían excelentes relaciones.

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La primera la dirige a consecuencia de la sublevación de la Tercera División colombiana, acantonada en Lima, por el traidor Bustamante: "Bogotá, a 6 de diciembre de 1827.-A la Sra. Manuela Garaycoa.-Mi amiga: Usted siempre se excede a sí misma en bondades para conmigo y me prodiga elogios que ellos solos bastarán para saciar la codicia del más ambicioso de gloria: y ¿qué otra cosa podría yo esperar de las Garaycoa, de esas amigas fieles, de esas colombianas constantes, de esa Gloriosa sin rival?.- se refiere a la bellísima Carmela, hija de doña Manuela-. Yo les doy las gracias a todas, y séame también permitido congratularme a mí mismo, ya que de algún modo ha podido restituir la paz y la tranquilidad al corazón de los guayaquileños; un sacrificio me ha costado: el de mi reposo; pero ¿qué importa que padezca yo para que Uds. goce?; qué yo perezca para que viva un pueblo?. Tenga Ud. señora, la bondad de corresponder a las expresiones de toda buena y amable familia. Dígale mil cosas a Pepe, habla de José Garaycoa, hermano de Manuela, militar que destacó en Pichincha, ese Pepe tan bueno, tan patriota y de quien no esperaba yo nada menos de lo que ha hecho por su país; y créame como he sido siempre, su más afectísimo de corazón".- Bolívar. La segunda le escribe enfermo y triste, desde su amargo ostracismo, faltándole pocos meses para descender al sepulcro: “Cartagena, a 31 de julio de 1830.-Sra. Manuela Garaycoa de Calderón.-Mi apreciada amiga:-He tenido la gran satisfacción de recibir la muy grata de Ud. que me ha causado los sentimientos más vivos de placer y gratitud. La bondad ilimitada que Ud. me dispensa y el desinteresado afecto que me ha profesado siempre, me trae con frecuencia a la memoria recuerdos de Ud. los más agradables, que nunca permitirán que me olvide de su amistad, aunque la fortuna me conduzca a los países más remotos. Todavía no se si las circunstancias me obligan a dejar a Colombia para siempre, sin embargo, aquí y en todas partes, puede estar Ud. cierta que el fino aprecio con que distingo a Ud. siempre lo conservará mi corazón. Sírvase Ud. saludar de mi parte afectuosamente a su señora mamá y a las niñas y entre tanto, reciba Ud. un tierno adiós de su afmo. amigo. Q.S.P.B".-Bolívar.

Agosto de 1821, al conocer la traición del Coronel López en Babahoyo, intervino en la redacción de una memorable Carta de Honor y la firmó junto con sus hermanas, hijas y primas, pues su colombianismo rayaba en frenesí patriótico sin límites. Joaquín Mosquera, en carta escrita el 22 de Marzo de 1822 al General Santander, le decía: "Encargo a Ud. muy particularmente, que remita muchas Constituciones y cuantos más impresos hagan honor a la República. De este modo se aumentará opinión y se ganarán amigos. Los sujetos a quienes deben mandarse constantemente para que los divulguen son: Don José Merino, don Ignacio Gorrichátegui y doña Manuela Garaycoa, que sola nos vale más que todos. Esta señora, sus hijas y sus hermanas, y sus amigos y amigas, son el foco de nuestra opinión y cantan diariamente y hasta por las calles algunas noches, las canciones colombianas, en honor del Libertador y de la República. Si Ud. quiere escribirle a esa señora, recibirá su carta con el fanatismo que le caracteriza de Colombiana y hará mucho...!”

El 24 de Mayo de 1822, las armas guayaquileñas y colombianas triunfaron gloriosamente sobre los españoles en el Pichincha, pero la noticia recién se conoció en el puerto principal el 2 de Junio del mismo año, por una carta particular. A la una de la tarde la Junta de Gobierno compuesta por José Joaquín de Olmedo, Francisco María Roca y Rafael Jimena, la confirmó, publicando el Parte Oficial enviado por Sucre, por conducto del Jefe Militar de Riobamba León Febres Cordero y al repique general de campanas, siguieron los bailes y diversiones populares en honor de los Libertadores.

El mismo día, Manuela Garaycoa de Calderón se impuso del bizarro comportamiento de su hijo Abdón que cuatro veces herido se había resistido a abandonar el campo de batalla hasta que al fin había caído al lado de la bandera albiceleste guayaquileña pero

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ignoraba su muerte, que ya había ocurrido a causa de las heridas; por eso el 11 de Junio de 1822, escribió a su amigo Antonio José de Sucre, correspondiéndole la singular atención de haberla felicitado con el Coronel Juan Illingworth, por el heroísmo de su hijo Abdón.

“Mi General. Por fin nuestros votos se han cumplido. Ya el glorioso pabellón de Colombia está tremolando en el antiguo templo del sol, y los dignos y primeros independientes de Quito disfrutan de las beneficencias que su Constitución y sabias leyes derraman sobre ellos y Ud. recibirá las bendiciones de éstos por haberles conseguido este bien tan deseado, por su pericia militar, por sus virtudes cívicas, por su conjunto de perfecciones que le constituyen nuestro Libertador, por lo que me congratulo con Ud., pues que pertenezco a los ilustres quiteños, por haber derramado allí mi sangre y haber padecido con ellos tantas privaciones. He recibido con indecible placer, la enhorabuena que por medio del benemérito Coronel Illingworth ha tenido Ud. la bondad de darme, por haber cumplido mi hijo con el deber que le impuso la naturaleza y el honor; pero yo digo que a las órdenes de un General tan sabio y valiente no había ningún Oficial que no sacrifique su vida; y si él pierde un brazo según me dicen, habrá perdido una crecida parte de su existencia y yo mi vida, pues su actual situación me remueve la memoria de cuanto por mí ha dado en Quito. Reciba Ud, las más finas expresiones de toda mi familia. Penétrese Ud. de la extinción de mis sentimientos y de la cordialidad con que me repito su reconocida y fiel amiga que besa su mano".

Poco después sus hermanas le dieron la triste noticia de la muerte de Abdón y ella exclamó: "Ha muerto el hijo de mis entrañas, mas la Patria está libre y vengada la sangre de mi esposo".

En Junio averiguó con su amigo Antonio Soler por el paradero de sus bienes en Cuenca. Los Jueces por comisión del Cabildo habían sido Juan López Tornaleo y Carlos Célleri que remataron el hato de Saucay en 1.110 pesos a Manuel Sempértegui, muebles y vestidos, cobrando deudas de algunos indios, mulas, yeguas y bueyes. Solo quedó en poder de Manuel Villavicencio, sin haberse podido vender, un chupín azul y dos casacas encarnadas, que le fueron remitidas.

11 de Julio de 1822, arribó Bolívar a Guayaquil, visitó a Manuela que aún vivía en casa de su madre, simpatizó con sus hermanas: Joaquina, mujer vehemente y fantasiosa que empezó a llamarle “Mi Glorioso" y él en retribución "La Gloriosa", coqueteó con Gerónima, a quien cariñosamente mencionará luego con el adjetivo de "La Loca", Ana de

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Villamil, Francisca de Vivero, cuya casa también consideró como suya. En Guayaquil estuvo mes y medio y pasó a Cuenca dejando gratos recuerdos entre las damas Garaycoa, que de allí en adelante fueron sus más fervientes amigas y partidarias.

Preocupada Manuela por su precaria situación económica y considerando que el Congreso de Colombia había suspendido las pensiones, redactó un petitorio que en su parte medular dice así:

"Sobrevenida la transformación de esta Provincia, se creyó obligado a continuarme la pensión, no solo por haber reconocido la deuda del gobierno español, sino como un premio que Calderón (su esposo) se había hecho acreedor como defensor de la Patria y en consecuencia pasó a caja la orden, que también presentó para que se me satisficiese la pensión con arreglo al grado de Coronel que obtuvo por la misma Patria. El mayor de mis dos hijos contaba dieciséis años y como heredero de los sentimientos de su Padre se dedicó al servicio de la Patria, desde que esta ciudad proclamó su independencia. Es constante que no hubo expedición ni servicio alguno en que no tomar se parte y que adicto a la República hasta el entusiasmo, se incorporó a la primera oportunidad en sus filas y falleció en ellas cuando la gloriosa jornada de Pichincha. El señor General Sucre le ascendió a Capitán graduado y dio orden para que se le pasase siempre revista y se me satisfaciese su sueldo de Teniente, como parece del documento que acompaño a los anteriores. Protesto a V. E. que si no me hallase con tres niñas y un niño de trece años y sin recurso alguno para sus sostenimientos, me abstendría de solicitar lo mismo de un gobierno cuyas necesidades me tendría dichosa en remediar a costa de cualquier sacrificio mío, pero siendo mi angustia la más extrema, me es indispensable recurrir a ese mismo gobierno, de quien me prometió ese auxilio, a que no se negaron nuestros enemigos y sin que absolutamente podré subsistir con mis hijos, como es notorio. Las dos pensiones, de mi marido e hijo, hacen 82 pesos 5 reales y sin embargo de que en este país tan caro, apenas alcanzan para el alimento, vestido, casa y servicio de una familia de cinco individuos, vengo gustosa a rebajar diez pesos de la pensión de mi hijo, aprobada por Vuestra Excelencia, dándome por satisfecha con los 73 pesos que su Excelencia se sirve asignarme, f) Manuela Garaycoa de Calderón.

Bolívar le aceptó la renuncia de los diez pesos y ordenó que se abonen con cargo a la mitra vacante de Cuenca los restantes.

2 de Septiembre de 1822, recibió del gobierno de Quito un impreso con la gloriosa muerte de su hijo Abdón y posiblemente la Gloriosa escribió una extensa carta que no nos ha llegado, pero sí la respuesta del Libertador, que el 14 de Septiembre de 1822, devolvió la atención a todas las Garaycoa, de la siguiente forma:

"La Gloriosa me ha proporcionado la dicha de ser saludado por Uds. Yo no aspiraba a una satisfacción tan agradable para mi corazón, porque no las creía a Uds. tan buenas con un ingrato como yo, que no escribo a nadie por indolente y también por ocupado. A la Gloriosa, que las serranas me han gustado mucho, aunque todavía no les he visto; que no les tenga envidia, como decía, porque no tiene causa con unas personas tan modestas que se esconden a la presencia del primer militar. La iglesia se ha apoderado de mí, vivo en un oratorio, las monjas me mandan la comida, los Canónigos me dan de refrescar. El Te Deum es mi canto y la oración mental mi sueño, meditando en las bellezas de la Providencia dotadas a Guayaquil y en la modestia de las serranas que no quieren ver a nadie por miedo del pecado. En fin, amigas, mi vida es toda espiritual y cuando Uds. me vuelvan a ver ya estaré angelicado. No hay más tiempo, pero soy el más humilde que besa los pies de las damas Garaycoa, Llaguno y Calderones. F) Bolívar. A la Gloriosa, que soy el más ingrato de sus enamorados. El mismo. P. D. El amanuense saluda a Uds.”

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16 de Noviembre de 1822, de Cuenca pasó a Quito y él volvió a escribirles: "A la familia Garaycoa. Mis damas y señoras. Gloriosa, Loca, etc. Con suma satisfacción he recibido la muy apreciable de Uds. no puedo negar que Uds. me harán ir al cabo del mundo, solo por tener el gusto de rendirles mis cordiales agradecimientos. Son Uds. tan buenas conmigo que no es posible más. La Gloriosa tiene razón de quererme porque yo la amo de amor y gratitud. Mi señora doña Manuela, con más juicio y la misma amistad, tiene derecho a toda mi consideración y respeto; ¡que no se ofenda la primera! A la señora madre y niñas que no tengo cuidado por los godos y que soy a sus pies el que más les adora y respeta. Se entiende a Carmencita y las hermanitas (las Calderón) con las adoradas. Soy con toda la consideración y rendimiento, afectísimo, f) Bolívar".

De allí en adelante el epistolario se volvió copioso. "Bolívar, premiador insigne del mérito y maestro de gratitud, acudió al hogar de la familia Garaycoa y la exaltó en la persona de Abdón el hijo del mártir y de su madre espartana".

Manuela le cuenta episodios baladíes, pero decidores de esas relaciones casi familiares "La Gloriosa tuvo un fuerte dolor de cabeza. Para éste no se encontraba remedio, pero Ud. es el antídoto para todos los males. Ella tomó la carta de Ud. y se la aplicó a la frente y por influjo de la imaginación está buena".

1o. de Junio de 1823, les escribió desde la hacienda “El Garzal” en Babahoyo, donde pasaba unas deliciosas vacaciones con Manuelita Sáenz. "A la señora Eufemia Llaguno de Garaycoa. Cada día es Ud. mejor. Ayer tuve la complacencia de recibir la fineza que Ud. se sirvió de mandarme dulces hechos por esas manos virtuosas. Tanta bondad merece un agradecimiento infinito, como es delicado el obsequio. Estoy lleno de satisfacción por los recuerdos que me hacen esas amables señoras, mas no me ganan en memoria; siempre estoy pensando en mis bellas amigas. Ellas solo faltaban a mi corazón para encantar en las riberas amenas del Garzal, aquel sitio delicioso que me hace experimentar sensaciones muy vivas. Todo me dice: si aquí estuvieran las Garaycoa, esto sería el hechizo de la hermosa naturaleza. Todo me dice. Aquí estuvieron, aquí jugaron, aquí cantaron, este aire rezonó con la dulce voz de Carmen; este suelo ha recibido las huellas de Baltarita; aquel grado sirvió de alfombra al baile de mis amigas, estas aguas han razonado con las manos y los labios de la gracia; mas allá está un placer en que ha triscado la amable loca, más acá un bosque umbrío donde reina la tristeza que ha exaltado una viuda tierna y constante; este collado ha dado flores a las más bonitas e inocentes; esta casa es el templo de la virtud, el asilo de una madre venerable. Estas ilusiones, señora, me arrebatan y me entristecen. Mientras tanto debe Ud. perdonar a la pintura de mis invenciones. Me tomo la libertad de ponerme a los pies de esas señoras. Al señor Vicario ofrezco mis afectuosos respetos. A la Gloriosa, que está en mi corazón. Reciba Ud. mi señora, la consideración con que soy de Ud. su afectísimo servidor que besa su mano. Bolívar". Después les obsequió una perrita que las Garaycoa bautizaron con el nombre de “Fineza”, por ser prenda y regalo suyo y se quedaron cuidándola cuando él salió del puerto.

Por muchos años Bolívar se mantuvo muy cercano a esa familia y a pesar de la distancia y de sus ocupaciones como jefe de Gobierno, las veces que pasaba por Guayaquil, platicaba con todos y cada uno de los miembros en los términos de la más fina cortesanía, pues extremaba su distinción en un medio intelectual y aristocrático, en alianza con personas de ilustre progenie.

Una noche, que visitaba el hogar de los Vivero Garaycoa, pidió a Olmedo que compusiera una cartilla fácil y amena para uso de Pepito que se mostraba algo remolón en aprender y así nació el "Alfabeto para un niño", obra maestra en su género. Josefa hermana de Pepito, recordaba sus caricias cuando la sentaba en sus rodillas.

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1824, Bolívar felicitó a Manuela por el matrimonio de su hija Mercedes con el Regidor Ayluardo.

10 de Junio de 1826, escribió desde Lima: "Mi amable amiga. Demarquet me ha dado las expresiones de Uds. y las de toda su familia, que tanto quiero y aprecio. Las he recibido con mucho placer y reconocimiento. A fines de este año iré para Colombia y tendré el gusto de pasar un mes entre Uds. en medio de ese pueblo de mi predilección, en Guayaquil, en fin. Si mis grandes negocios no me lo impidieran, Guayaquil sería ciertamente la parte de Colombia en la que con mucho agrado yo fijaría la mayor parte de mi residencia. Yo envío a Baltita un proyecto de mi Constitución para Bolivia, y otro de mi Discurso a los legisladores de ese Estado naciente, para que, leyendo ambas cosas con su acostumbrada atención y haciendo uso de su feliz memoria, tenga yo el gusto a mi llegada a ésa de oír de su bella boca la reproducción de mis ideas. Póngame a los pies de las señoras y señoritas de esa familia querida; a mi Gloriosa, a Carmencita, mil recuerdos tan agradables como ellas, y Ud. mi señora y amiga, cuente con la amistad sincera con que soy de Ud. Atento servidor Q.B.S.P. Al señor Vicario y demás señores mil consideraciones. Soy de Ud., mi señora, su amigo, servidor y amigo.".

Hay constancia de que las cartas siguieron sucediéndose hasta días antes del fallecimiento del Libertador en 1830. De allí en adelante su recuerdo y su memoria siguieron conservándose imborrables en Manuela Garaycoa de Calderón, sus hijas y hermanas.

1834, falleció Ayluardo, yerno de Manuela.

1838, se inaugura el Obispado de Guayaquil. Fue electo el Dr. Francisco Xavier de Garaycoa, quien ayudó a mejorar la situación económica de Manuela y sus hijas.

1842, el matrimonio de su hija Baltazara Calderón con su pariente el Gobernador del Guayas Vicente Rocafuerte, dio a la familia poder político.

14 de Abril de 1846, falleció su madre Eufemia Llaguno de Garaycoa.

1847, junto a sus hijas Carmen y Mercedes que la acompañaban, fueron a residir en casa de su hija Baltazara en Lima, Perú, quien acababa de enviudar de su esposo Vicente Rocafuerte, donde vivió rodeada de sus nietos: Clemente y Manuela Calderón Froment; además de Benigno S. Calderón Domínguez, hijo de Francisco Calderón Garaycoa; también de Simona, Atahualpa, Abdón y Francisco Ayluardo Calderón, hijos de Mercedes Calderón Garaycoa.

1852, toda la familia retornaron a Guayaquil.

1864, a raíz de la expulsión de Baltazara por orden del presidente García Moreno, quien meses antes había hecho huir de la ciudad a Mercedes, editora de un pequeño periódico titulado "El Duende", tuvo la familia que viajar nuevamente a Lima.

25 de Abril de 1867, en Lima, Perú, le sorprendió la muerte a Manuela a los 82 años de edad, a causa de una fiebre maligna y fue enterrada en el soberbio Mausoleo construido por orden de su hija Baltazara para guardar las cenizas de su esposo Vicente Rocafuerte.

(3) El domingo 21 de junio de 1951, sus restos fueron traídos de Lima y depositados en el Mausoleo de su familia en Guayaquil.

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En su epitafio reza lo siguiente: "Manuela Garaycoa Vda. de Calderón. Sin su esposo que fue uno de los primeros caudillos mártires de América y madre en temprana edad de seis hijos huérfanos, concentró sus vehementes y elevados sentimientos en ellos. Se consagró a inspirarles un profundo respeto a sus deberes. Practicó todas las virtudes y espera su familia una venerada memoria desde el 25 de Abril de 1867".

Quienes la conocieron y trataron aseguraban que era bella y grave, que tenía un alma sin dobleces, orlada de excepcionales méritos. (3).

La educación que los padres de doña Manuela le prodigaron a ella como a sus demás hijos fue sumamente esmerada, basada en el conocimiento de letras y arte, creencia en Dios, educación científica, patriótica y moral. Someramente resaltaré los méritos patrióticos de los tíos maternos de Abdón Calderón que llegaron a desempeñar un papel predominante en las luchas de la independencia: Lorenzo, José, Anita, Francisca y Francisco Javier Garaycoa y Llaguno. a. Coronel Lorenzo Juan Nepomuceno de Garaycoa Llaguno

10 de agosto de 1794, nació en Quito, sus padres fueron don Francisco Ventura de Garaycoa y Romay, español, y la señora Eufemia Llaguno y Lavayen. Ingresó desde temprana edad al servicio de la Patria, comprometido con los patriotas del 9 de octubre de 1820, acompañó al Capitán Luis Urdaneta a la toma del Cuartel "Daule" y con Francisco de Paula Lavayen a la toma de la batería "Las Cruces" al sur de Guayaquil. Contrajo matrimonio con doña Rafaela de Elizondo y Erazo, procreando nueve hijos. De esta rama genealógica existen

dos ex-Presidentes Constitucionales de la República: los doctores, Carlos Julio Arosemena Tola y Carlos Julio Arosemena Monroy. Una vez logrado el triunfo de la revolución de octubre se embarcó junto a José de Villamil en la famosa Goleta "Alcance" en busca de la Escuadra chilena, que se encontraba al mando del Vicealmirante Lord Cochrane, misión que cumplió esmeradamente. A su retorno, se enroló en la fuerza terrestre y combatió heroicamente en todas las acciones de armas que presidieron a la Batalla de Pichincha, por lo cual se le reconoció el grado de Coronel. En la jornada de Pichincha se cubrió de gloria y tuvo la dicha de combatir junto a su sobrino Abdón y a su vez ser el mensajero de la dolorosa muerte a la madre del héroe. 1º de noviembre de 1880, falleció en su residencia ubicada en la población de Yaguachi. b. José de Garaycoa Llaguno Representa el valor guerrero, el patriotismo apasionado y el carácter inquebrantable por la defensa de las libertades ciudadanas. Contrajo matrimonio con doña Antonia Vivero y Fernández de Urbina. No dejó descendencia. Militó al igual que sus hermanos en la causa de la revolución del 09 de octubre de 1820 y ulterior participó en cuantas acciones bélicas se libraron en nuestro territorio hasta alcanzar el triunfo glorioso de Pichincha.

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c. Anita María Juana de Garaycoa Llaguno Fue una de las heroínas de la Revolución del 9 de octubre de 1820, siendo su hogar el sitio en donde se reunían todos los comprometidos con la causa de la independencia de Guayaquil, además, en su domicilio se realizó el 01 de octubre de 1820 a las doce de la noche el juramento solemne de los conjurados de liberar a la Patria de la tiranía española. 11 de enero de 1793, doña Ana contrajo nupcias en la iglesia matriz de Guayaquil, fue esposa de otro prócer de la independencia, el General José Villamil, con quien procreó nueve hijos (Ana María, Juana María de las Mercedes, Colombia, María Carolina, Simón, Bolívar Francisco, María Catalina, María Bolivia y Sofía Manuela de Jesús Villamil Garaycoa). d. Francisca de Garaycoa Llaguno Sobrina segunda del Obispo Cortazar. Tuvo las mismas virtudes patrióticas que su hermana Ana, pero además poseía extraordinarios dotes intelectuales y un privilegiado criterio. Casada con el jurisconsulto latacungueño, doctor Luis Fernando Vivero y Toledo, con quien llegó a procrear seis hijos. Formaron una célebre pareja, prestos a la noble causa de la independencia hasta el feliz momento de la revolución del 09 de octubre de 1820. Organizada la primera Junta de Patriótica de Gobierno, el Dr. Vivero fue nombrado Secretario y más tarde desempeñó importantes cargos públicos con esmero y probidad, como Legislador en varios Congresos y Rector de colegios de Guayaquil. La familia Vivero – Garaycoa fueron, en este orden: José, Simona, Simón, Josefa, Francisco y Eufemia. Se conoce que cierta noche, llegó de visita el Libertador Bolívar al hogar del doctor Vivero, acompañado de José Joaquín de Olmedo, que ya había superado el resentimiento de 1822, por la forzada anexión de Guayaquil a la Gran Colombia. Los dos se acercaron por el corredor y de pronto aparece a recibirlos el mayor de los niños, ilusionado por el brillo de los colores del uniforme que vestía el Libertador, el cual lo sentó en sus rodillas y jugueteaba con él, escuchando que doña Francisca se quejaba de su ociosidad, pues aún no había aprendido a leer. ¡A ver Pepito! ¿Por qué es eso? La cartilla es mala y muy trabajosa. Veámosla, dijo Simón Bolívar, tráela inmediatamente. Pepito corrió al interior y regresó con ella entregándola al Libertador, quien, luego de examinarla manifestó: ¡Qué horror! ¡Está malísima! Usted señor Olmedo se encargará de escribir una nueva para Pepito y yo regresaré personalmente a tomarle la lección. Tiempo después estaba elaborado el “Alfabeto para un niño”, libro de lectura en verso con un cuadro moral aún no comprendido en América, donde se analiza con profunda belleza los principales valores de la civilización.

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e. Francisco Javier de Garaycoa Llaguno

Desde muy joven se destacó en sus estudios, gracias a su privilegiada memoria, sólida inteligencia y una inimitable piedad cristiana, llegó a abrazar el estado eclesiástico, desde donde dio pruebas de las virtudes evangélicas, de las cuales, se hallaba dotado su espíritu. Dedicado a la enseñanza de los evangelios, para lo cual con verdadero ejemplo, practicó la caridad, a la que rendía entrañable afecto y en tal virtud se debe el interés que tomó por el cuidado y atención a sus huérfanos sobrinos, Abdón,

Francisco y las hermanas de éstos. Fue el maestro abnegado, el eclesiástico docto y el patriota sin revés, sus sobrinos aprendieron de él, aliar la virtud, al valor guerrero y a la disciplina de las ciencias. Años más tarde, en reconocimiento a las altísimas cualidades morales y dotes científicas, fue designado Obispo de la Diócesis de Guayaquil y más tarde, Arzobispo de Quito, lugar en donde falleció en 1859 en ejercicio de su alto cargo. Continuando con Doña Manuela, madre de Abdón, ésta comienza su Vía - Crusis, el aciago 26 de agosto de 1809, que marca la injusta prisión de su esposo, ordenado por el Gobernador Aymerich; fue trasladado prisionero a Guayaquil, le fueron embargados todos los bienes, dejándoles en extrema pobreza, teniendo aún por delante la ardua tarea de educar a sus hijos, para lo cual tuvo que recurrir a la ayuda piadosa de grandes personalidades eclesiásticas. A los tres años de tan profunda soledad, doña Manuela en Cuenca recibió la noticia de la muerte de su esposo en San Antonio de Ibarra, el 03 de diciembre de 1812. Ante lo cual retornó a su tierra natal en 1813, a los doce años de haber residido en los Jardines del Tomebamba. Como epílogo para el excelso nombre de la familia de nuestro héroe, rememoraremos la brillante constelación de ilustres apellidos, que por lazos de sangre pertenecen a ella:

a) José Joaquín Eufrasio Olmedo y Maruri

20 de marzo de 1780, nace en Guayaquil, esta figura consagrada de la revolución del 09 de octubre de 1820, hombre de letras, también un poeta notable que hizo hincapié en temas patrióticos, orgullo de nuestra nación, inmortalizado por sus obras: “La Victoria de Junín”, canto dedicado al Libertador Bolívar y al General Juan José Flores, vencedor de la sangrienta Batalla de Miñarica; “Alfabeto de Consejos”, etc. Por sus cualidades morales y patrióticas fue designado para ocupar altos cargos, como Presidente de la Junta Patriótica, Prefecto del Guayas, Miembro del Gobierno Provisional de 1845, luego de la Revolución Marcista, entre otros.

Este patriota y poeta, fue hijo del Capitán español don Miguel de Olmedo y Troyano y de la guayaquileña Ana Francisca de Maruri y Salavarría. 9 de octubre de 1820, Olmedo junto a otros patriotas declararon a la ciudad de Guayaquil independiente de España. Fue Presidente de la Provincia Libre de Guayaquil hasta que se unió a la Gran Colombia de Simón Bolívar en contra de la voluntad de Olmedo. También fue dos veces alcalde de Guayaquil.

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Fue Vicepresidente de Ecuador desde 1830 hasta 1831. Del 6 de junio de 1845 al 8 de diciembre de 1845, fue Presidente del Ecuador. 18 de junio de 1845, sobrevivió a un intento de golpe de Estado. Olmedo dedicó su vida a Guayaquil, creó la bandera y el escudo guayaquileño. 1821 compuso la canción para la Novena de octubre, que se convertiría en el himno de Guayaquil. El actual aeropuerto de la ciudad de Guayaquil, la Perla del Pacífico, lleva orgullosa el nombre del poeta José Joaquín de Olmedo.

b) Vicente Rocafuerte Bejarano

1º de mayo de 1783, nació en Guayaquil, fue hijo de Juan Antonio Rocafuerte y Antoli y María Josefa Rodríguez de Bejarano y Lavayen. 1835 a 1839, período en que gobernó, siendo el primer Presidente ecuatoriano de la República del Ecuador. Durante su período de gobierno, mejoró la educación y organizó la economía nacional, engrandeció con el prestigio de su nombre a toda la República. 1817 dictó sabias enseñanzas al adalid de Pichincha como

maestro de Abdón Calderón. Rocafuerte fue uno de los propulsores de la independencia de Hispanoamérica y uno de los más importantes protagonistas de los cambios políticos dentro de la era conocida como floreanismo. Conocido por sus ideales republicanos y liberales, y por su participación en varios movilizaciones en contra del General Juan José Flores. Dentro de los eventos de mayor relevancia durante su presidencia está la creación de la segunda constitución ecuatoriana en 1835, en reemplazo de la carta magna de 1830. En el carácter educativo impulsó el laicismo, mientras que en el campo económico inicio pagos de deuda externa y abolió los tributos de indígenas en varios sectores de la nación.

c) Mariscal José Domingo Mercedes La Mar y Cortázar

1776, nació en Cuenca, su padre era un alto burócrata en la corte del Virrey de Santa Fé de Bogotá, su madre, una bien entroncada matrona guayaquileña. Educado en el Colegio de Nobles de Madrid-España, a los dieciocho años empezó a luchar contra los franceses. Luego de la abdicación de los Reyes españoles: Carlos IV y Fernando VII ante Napoleón Bonaparte, y producida la insurrección del pueblo español contra los franceses invasores, comandó con honor las tropas españolas hasta caer prisionero en Francia, desde donde logró fugar a Suiza.

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1816, fue a Lima como Subinspector General del Virreinato del Perú, con el grado de General de Brigada y más tarde como Mariscal de Campo. Fue leal a la causa española hasta la capitulación y entrega del Callao al General San Martín en 1821. Con la venia de Sucre, el Presidente de la Junta de Gobierno de Guayaquil independiente, José Joaquín Olmedo le nombró Comandante General de Armas de Guayaquil. Luego de la Batalla de Pichincha, Guayaquil fue anexada a Colombia, entonces el Libertador, que sabía las gestiones de La Mar en pro de la anexión al Perú, le pidió que abandonase el suelo de Colombia. La Mar combatió junto a Sucre y Bolívar por la independencia del Perú y cuando San Martín se retiró, se hizo elegir Presidente del Perú en 1827 y declaró la guerra a la Gran Colombia. 27 de febrero de 1829, fue vencido por los Ejércitos patrios en Portete de Tarqui. 11 de diciembre de 1830, murió desterrado en Costa Rica (una semana antes que el Libertador). 1844, sus restos fueron repatriados a Piura. 1847, desde Piura hasta Lima. d) Francisco Cortázar Ilustrado jurisconsulto de la magistratura americana, por sus relevantes servicios llegó a ser Oidor de la Real Audiencia de Bogotá y Regente de la de Quito. e) Antonio y Ramón Borrero Cortázar Ambos nacidos en Cuenca; Antonio, "El Catón ecuatoriano" nació en 1827 y por sus méritos llegó a ser Presidente de la República. Su hermano, Ramón, "Larra ecuatoriano" escritor erudito y periodista destacado. f) Ilustrísimo José Ignacio Cortazar y Lavayen Oriundo de Guayaquil y Obispo de Cuenca. Fue cura de la iglesia matriz de Guayaquil. Gracias a sus gestiones personales ante el Rey de España, logró que la madre de nuestro héroe recibiera en 1815, el montepío por la muerte de su esposo el Coronel Francisco García - Calderón. 16 de junio de 1818, falleció en Girón, provincia del Azuay. g) Manuel María y Alfonso María Borrero Moscoso Hijos del doctor Antonio Borrero, ambos naturales de Cuenca, Manuel María defensor de los derechos del hombre, murió el 10 de enero de 1883 en Quito, batallando contra la dictadura del General Ignacio de Veintemilla. Alfonso María, de patriotismo acendrado, de notable inteligencia y de ilustración enciclopédica, entró al mundo de la inmortalidad con sus valiosas obras "Cuenca en Pichincha", "Ayacucho" y "Décadas Municipales".

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María de las Mercedes Calderón Garaycoa

06 de enero de 1801, nació María Mercedes en Guayaquil, siendo bautizada al siguiente día. Fue la primera hija del matrimonio. A ella no se le colocó uno de los tres nombres de los Reyes Magos, fue por que su padre se encontraba ausente en el bautizo, ya que la costumbre de la época era que los hijos llevasen los nombres del santo del día del nacimiento. Sólo dos veces y en ausencia de su esposo, doña Manuela se atrevió a contrariar la voluntad de aquel, con sus hijos Mercedes y Francisco. Los demás llevaron los nombres de

sus santos: Baltazara, Abdón y la Bellísima Carmen, admiradora del Libertador Simón Bolívar. 03 de mayo de 1824, doña Mercedes contrajo nupcias con Bartolomé María Francisco Ayluardo Azpilcueta, Regidor del Ayuntamiento de Guayaquil, de este matrimonio nacieron cuatro hijos, tres varones: Francisco, Simón, Atahualpa y una hembra: Simona, dama de una gran inteligencia y singular intrepidez, a quien Gabriel García Moreno, la sacó del país, por su tenacidad conspiradora. Al enterarse el Libertador de este matrimonio, hizo llegar una afectuosa y culta esquela de felicitación, que dice: "Trujillo, 29 de marzo de 1824.-Señora Manuela Garaycoa de Calderón.-Mi estimable y distinguida amiga: He tenido la mayor satisfacción al saber por Ud. mismo el enlace de la señorita Mercedes con tan amable esposo; doy después a Ud. la enhorabuena por ese plausible suceso. Espero tenga Ud. la bondad de felicitar de mi parte a los felices recién casados, lo mismo que al resto de la familia y muy particularmente a la venerable madre de Ud.-Eufemia Llaguno.-Tenga Ud. la bondad igualmente de decir a mi querida Lola que yo no la he olvidado jamás, ni a Viverita, ni a Carmen, ni a Baltita, ni a la señora Josefa; en fin, a nadie de esa casa de bendición. Sólo, si, estaba algo resentido por la publicación de la carta del Abate de Pradt; pero ya ha pasado este sentimiento, y la amistad y el aprecio sólo queda”. “Al señor Vicario, su dignísimo hermano,-refiérese a Francisco Javier, más tarde Obispo de Guayaquil y Arzobispo de Quito.-me atrevo a saludarlo y a recomendarle mi memoria. Me pongo a los pies de todas esas señoras, y ofrezco a Ud. mi particular estimación y distinguido aprecio.-Bolívar.-P.D.-A la señora Vivero, mil expresiones y cariños, y un beso a mi querido José María".-Bolívar. La carta del Abate Pradt dirigida a Bolívar, es una merecida apoteosis del Libertador, en reconocimiento a la valía del ilustre genio de América. Bolívar, de la citada comunicación, hizo sacar varias copias para enviar a sus íntimos amigos, pero recomendándoles que no la publicaran, sin duda una copia les hizo llegar a la familia Garaycoa, a quien tanto estimaba, y ésta sin su voluntad la hizo publicar, por lo cual Bolívar se resintió. Mercedes fue la única hermana del héroe de Pichincha que conservó el verdadero retrato de Abdón, el mismo que a la muerte de su propietaria pasó a manos de la H. Junta de Beneficencia de Guayaquil, desgraciadamente el retrato original de Calderón fue devorado por el incendio de 1896, que casi destruyó Guayaquil. 20 de octubre de 1892, fallece en Guayaquil, a la edad de 91 años.

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Baltazara Josefa Calderón Garaycoa

06 de enero de 1806, nació Baltazara Josefa, en Cuenca, día de los reyes, razón por la cual, su padre la bautizó con aquel nombre bíblico. 1813, marchó a Guayaquil con su familia; en este puerto recibió una esmerada educación por parte de los mismos maestros de su hermano Abdón, entre otros, tenemos: Francisco Garaycoa, sacerdote, su tío materno, José Joaquín Olmedo y Vicente Rocafuerte que había retornado de Europa en 1817.

10 de febrero de 1842, contrajo nupcias en la Capilla del Palacio Episcopal con el Gobernador de la Provincia de Guayaquil, don Vicente Rocafuerte y Bejarano. Simón Bolívar apreciaba grandemente los méritos intelectuales de Baltazara, su privilegiada memoria y una brillante vocalización de su habla. El Libertador le hizo llegar con una hermosa comunicación, un ejemplar de la "Constitución Bolivariana", a que ella sea una de las primeras en leerla en el Ecuador, por esta brillante Carta Política, sus enemigos le combatieron injustamente, he aquí el texto del mensaje "Lima, 1 de junio de 1826.-Señora Manuela Garaycoa.-Mi amable amiga: Se me han dado las expresiones de Ud. y toda su familia, que tanto quiero y aprecio. Las he recibido con mucho placer y reconocimiento. A fines de este año iré a Colombia; y tendré el gusto de pasar un mes entre Uds. en medio de ese pueblo de mi predilección, en Guayaquil en fin. Si mis grandes negocios no me lo impidieran, Guayaquil sería ciertamente la parte de Colombia, en la que con mucho agrado fijaría la mayor parte de mi residencia”. “Envío a Baltita, un ejemplar de mi proyecto de Constitución para Bolivia y otro de mi discurso a los Legisladores de ese Estado naciente, para que leyendo ambas cosas con su acostumbrada atención y haciendo uso de su feliz memoria, tenga yo el gusto a mi llegada a esa, de oír de su bella boca la reproducción de mis ideas, póngame Ud. a los pies de las señoras y señoritas de esa familia querida: a mi gloriosa Carmencita, mil recuerdos tan agradables como ella; y Ud. mi señora y amiga, cuente con la amistad sincera con que soy de Ud. atento servidor. Q.B.S.P.-Bolívar.-Pos data. Al señor Vicario y demás señoras mil consideraciones".-Bolívar. Como se puede apreciar, el Libertador mantenía un amor infinito por Guayaquil y estimaba grandemente los valores patrióticos de sus hijos, es más el Código Fundamental de Bolivia y el Discurso de Presentación a los Legisladores, le envió con una carta transcrita más adelante, al vate excelso José Joaquín Olmedo, pariente cercano de Manuela Garaycoa para que los corrigiera y publique en Europa, haciendo la traducción respectiva al inglés y francés. "Lima, a 2 de junio de 1826.-Sr. Don José Joaquín Olmedo. Mi querido amigo: Véame Ud. dictando la Ley fundamental de un Estado, que acaba de nacer. Esta empresa, ¿no le parece a Ud. mas ardua que la de libertarlo?. El camino de la gloria militar está erizado, es verdad, de picas que pueden dar la muerte, pero el que guía al de la Sabiduría, está cubierto de las más densas tinieblas, donde es preciso a fuerza de estudios leer en la oscuridad, y recoger lo que haya de cierto y de útil. Se necesita una exclusiva dedicación. Yo he dado pocos pasos en esta pacífica senda: la guerra, la destrucción de los enemigos, la libertad de mi patria han absorbido toda mi atención. Por este mismo amor a los americanos, me ha lanzado en esta nueva carrera, y ha disipado en parte el temor de exponerme a la crítica de los que se han encanecido en el estudio de la ciencia de gobernar a los hombres. Puede ser que mi ejemplo estimule a otros americanos a imitar mi arrojo, y al fin tendremos todo propio, sin mendigar modelo”.

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“Tenga Ud. la bondad de leer el proyecto y la alocución y de decirme con toda franqueza cuantos defectos encuentre. Acuérdese Ud. que yo tuve la de indicarle los defectos, que no tenía su bello poema. ¡Qué más podría yo desear que haber cometido en mi bosquejo de Constitución los que yo atribuía a Ud.!. Deseo mucho que Ud. se interese en que sea traducida al francés y al inglés, después que Ud. haya pulido este miserable trabajo. Podría también hacerse insertar en los diarios de esa capital y en los de Francia. Pero lo que más me interesa es la corrección de Ud. Sé que su amable familia de Guayaquil, está buena y sin más disgusto, que el de la ausencia de Ud. Pero ella se consuela considerando la importancia del servicio que Ud. está haciéndonos a todos. Muy pronto tendré el gusto de verla en su propia casa y de darle desde allí noticias más circunstanciadas de objetos tan queridos. Deseo a Ud. mucha salud".-Bolívar.

María del Carmen Calderón Garaycoa

1807, nació en la apacible ciudad de Cuenca María del Carmen, la tercera y más hermosa de la familia. A los dos años de edad fue separada de su padre, quien por orden del Gobernador de Cuenca, Melchor Aymerich fue privado de su libertad y posteriormente muerto en San Antonio de Ibarra en 1812. A los siete años de edad se trasladó con su familia a Guayaquil en donde recibió una educación cristiana y sus primeros conocimientos.

Julio de 1822, luego del triunfo de Pichincha, antes de entrevistarse con el General San Martín, el Libertador Simón Bolívar, que se hospedaba por primera vez en Guayaquil, logró conquistar el amor de la bellísima Carmen, a quien amó inmensamente. ¡Oh coincidencias!, los tres héroes de la independencia de América: El Libertador Simón Bolívar, el Mariscal Antonio José de Sucre y el General José de San Martín fueron aprisionados por el amor de preciosísimas beldades, cuyos nombres viven en el romanticismo y son: Carmela Calderón, Pepita Gaenza y Rosa Campuzano, respectivamente, todas ellas hermosas

joyas de la "Perla del Pacífico". Bolívar la llamaba "La Gloriosa" o "La Amable Loca", fue la mujer a quien amó tiernamente, con una pasión recóndita. A los pocos días de permanecer Bolívar en Guayaquil, la sociedad costeña le brindó un solemne baile, al que concurrió entre las invitadas Carmela Calderón, belleza que cautivó el corazón del Libertador. Bolívar al ritmo de un vals tomó una corona simbólica que a él le obsequiaron, dijo en voz alta, dirigiéndose a Carmela: "Que los laureles de la gloria, orlen vuestras sienes, pues eres, la Gloriosa de la Patria", por esta razón desde entonces le conocieron con el nombre de "La Gloriosa". El Libertador se dirigió a Cuenca, en donde fue atendido espléndidamente, las tardes paseaba por las márgenes del Tomebamba, quizás divagando al recordar el bello rostro de su adorada Carmela, a quien escribió esta preciosa carta. "Cuenca, setiembre 14 de 1822.-A las señoras Garaycoas.-Mis amabilísimas damas: La Gloriosa, (Carmela) me ha proporcionado la dicha de ser saludado por Ustedes. Yo no esperaba una satisfacción tan grande para mi corazón, porque no las creía a Ustedes tan buenas con un ingrato como yo que no escribo a nadie por indolente y también por ocupado. A la Gloriosa, que las serranas (cuencanas y paisanas de ella), me han gustado mucho, aunque todavía no las he visto; que no las tenga envidia, como decía, porque no tiene causa con unas personas tan modestas que se esconden a la presencia del primer militar. La iglesia se ha apoderado de mi vida en su oratorio; las monjas me mandan comida, los canónicos me

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dan de refrescar. El Tedeum es mi canto, y la oración mental mi sueño, meditando en las bellezas de la Providencia, dotadas a Guayaquil y en la modestia de las serranas que no quieren ver a nadie por miedo del pecado. En fin, amigas, mi vida es toda espiritual, y cuando Ustedes me vuelvan a ver yo estaré angelicado. No hay más tiempo; pero soy el más humilde que besa los pies de las damas Garaycoas, Llagunos y Calderones.-Bolívar.-A la Gloriosa, que soy el más ingrato de sus enamorados. El mismo.-El amanuense saluda a Ustedes". Enero de 1824, se instala en Pativilca, puerto ubicado al norte de Lima, en donde sufre una gravísima enfermedad que lo coloca al borde de la muerte, recuperado a medias continúo hasta Trujillo, recibiendo desde Cuenca y Guayaquil los útiles más necesarios para la guerra, así como noticias de su amada, por comunicación de la madre de ésta. 1827, como es conocido, es el año más trágico para el Libertador Bolívar, en especial los últimos meses, conoció la sublevación de la III División colombiana en Lima, la traición de Santander, la violación de la disciplina militar, etc., pero a pesar de su insondable dolor, Bolívar no olvida a su gran amor, para quien no tiene más que palabras de elogio, de ternura, de afecto, expresadas tan sublimemente así: "Bogotá, 16 de noviembre de 1827.-A la familia Garaycoa: ¡Mis dignas amigas! ¿Conque están Uds. libres? Bien va todo. He sabido con gozo y gratitud que Uds. han sido Colombianas y Bolivianas; bien va todo. Gracias merecen Uds. y las otras queridas amigas que no han querido apostalar. ¡Si las bellas son siempre heroicas!. No hay remedio. Ustedes. Ustedes lo valen todo. La Gloriosa se ha portado y el Gloriosito también. ¡Loor eterno a mi Gloria!. Los varones Garaycoa son dignos de su nombre; yo les doy las enhorabuenas. A la viuda y a la mamá grande y al padre y a las niñitas también, a todos, en fin, les mando un millón de expresiones amistosas y gratas. Deseo verlas y verlos. Afectísimo y atento amigo.-Bolívar”. 17 de marzo de 1829, Bolívar retornó al Ecuador con motivo de la guerra colombo-peruana, cuando el Mariscal Sucre, había triunfado sobre el General La Mar y la perfidia del ejército peruano en los campos de Tarqui. Como La Mar no cumplió con el Tratado de Girón, el Libertador se puso al frente del Ejército para por la fuerza recuperar Guayaquil y el 26 de junio de 1829 se instaló en la Hacienda de Buijo, ubicada frente a Guayaquil en la confluencia del Daule y Babahoyo. Bolívar ingresó a Guayaquil victorioso, luego de la retirada de La Mar, pero el 10 de agosto de 1829, se enfermó muy gravemente al punto de ponerse al borde del sepulcro. Su recuperación la realizó en la Isla Santay, sitio en el cual pasó desde el 31 de agosto hasta los primeros días del mes de octubre; el 20 de este mes arribó a Quito y el 29 se encaminó a Bogotá, con el fin de asistir al Congreso Admirable, génesis del horroroso crimen de Berruecos y de la trágica peregrinación a Santa Marta, del Libertador Bolívar, el novio sentimental de la gentil cuencana Carmela Calderón, a quien la escribe y dice:"Quito, 26 de octubre de 1829.-Mis damas y señoras, Gloriosita, Loca, etc.: Con suma satisfacción he recibido la muy apreciable de ustedes. No puedo negar que ustedes me harán ir al cabo del mundo sólo por tener el gusto de rendirles mis cordiales agradecimientos. ¡Son ustedes tan buenas conmigo que no es posible más! La Gloriosa tiene razón de quererme porque yo la amo de amor y gratitud. Mi señora doña Manuela con más aprecio y la misma amistad tiene derecho a toda mi consideración y respeto,-¡que no se ofenda la primera!. A la señora madre y niñas que no tengan cuidado por los godos, y que soy a sus pies, el que más la adora y respeta. Se entiende a Carmelita y las hermanitas son las adoradas. Soy con toda consideración y afectuoso rendimiento. Bolívar”. Hasta la presente no se conocen, ni una sola de las cartas enviadas por las Garaycoa al Libertador, posiblemente porque éste las destruía una vez que terminaba de leerlas, ya que Bolívar era un perfecto caballero, amante discreto, y además, debía mantener la discreción. La abundancia de los amores del Libertador, están a luz, pero entre los

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recónditos tenemos a Manuela Madroño, Fanny du Villars, Luisa Crober, Teresa Aristeguieta, Isabel Soublette, Pepa Núñez, Josefita Madrid, Anita Lenoit, Teresa Toro, Manuelita Sáenz y claro "La Gloriosa", Carmencita Calderón Garaycoa, "la Afable Loca".

Francisco Calderón Garaycoa

4 de octubre de 1809, Francisco nació en la ciudad de Cuenca, fue el último de los hijos del matrimonio García-Calderón-Garaycoa; símbolo de patriotismo y valor imponderable y fue hermano menor de Abdón. Noviembre de 1820, a los once años de edad militó en la Goleta "Alcance", defendiendo nuestras tierras contra la Marina española el puerto de Guayaquil, según un documento que da cuenta de sus inicios en la vida en el mar, antes de su ingreso a la Escuela Náutica, razón suficiente para entender que este niño poseía una buena preparación con relación al resto de sus compañeros, y podo alcanzar los

despachos de Alférez de Fragata a los 14 meses de su ingreso. Este "Soldado Niño", no llegó a conocer a su padre, porque el autor de sus días fue confinado a Guayaquil y lamentablemente quedó en la orfandad a los tres años y meses de edad. 1813, su madre se traslada a Guayaquil, lugar donde Francisco aprendió las primeras letras y una esmerada educación científica y patriótica, llegando a comprender la magnitud del crimen perpetrado con su señor padre, por la tiranía de España; juró vengar la sangre de aquel martirio e izar victorioso el estandarte patrio, "Los Calderón: Abdón y Francisco, crecieron oyendo el continuo narrar las atrocidades cometidas por los españoles con su padre", juraron los dos ir contra el enemigo común de esa época. 9 de octubre de 1820, triunfante la revolución de Guayaquil, ordenó la Junta de Gobierno, extender el nombramiento, de Capitán de Puerto o Jefe de las Fuerzas Sutiles (Infantería de Marina), al Coronel Manuel Antonio de Luzurraga, uno de los propietarios de la Goleta "Alcance", la primera que adquirieron los próceres para la defensa de sus ideales. En nuestra historia es conocida como: "Alcance", "Escobedo" y "Patria". Luego la goleta fue armada con doce cañones, se la dotó de una buena guarnición con más de cien hombres, lista para cualquier eventualidad, entre la dotación se encontraba el niño Francisco Calderón. 11 de octubre de 1820, al mando de su tío político, el General Villamil, la goleta "Alcance", inicia la persecución a varias lanchas cañoneras contrarias a los planes de la revolución, además y como objetivo principal debían dar aviso a la Escuadra chilena de los planes del movimiento político de Guayaquil, llevando una comunicación de los miembros de la Junta al General San Martín y a Lord Cochrane. 31 de octubre de 1820, en la Isla San Lorenzo (frente al Callao), se avistó con el Almirante y el 1 de noviembre, en Ancón, con San Martín; la comunicación decía: "A.S.E. Lord Cochrane, Almirante de Chile.-¡Viva la Patria!. Exmo. Sr.: Al amanecer del día 9, brilló para nosotros la aurora de la libertad. El pueblo unido a las tropas de esta plaza, ha proclamado la Independencia de esta Provincia. Este plausible acontecimiento, tanto tiempo ha suspirado por todos los buenos vecinos de esta ciudad, se ha verificado con tal orden, que ni una sola gota de sangre ha salpicado el estandarte de la libertad. Nuestros puertos, como nuestros brazos, están abiertos para nuestros hermanos y amigos, que deben ayudarnos a mantener nuestra resolución, que se ha realizado no con tumultos ni muertos, sino con una fiesta pública. Este ayuntamiento patriótico se adelanta a poner en

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conocimiento de V.E. este glorioso suceso, por lo que pueda interesar a sus operaciones militares, y para que una armoniosa combinación, apresure el destino de América. Guayaquil, 10 de octubre de 1820 y 1ro. de su independencia.-José Joaquín Olmedo". Vale la pena resaltar también, la destacada y brillante actuación del Prócer Niño contra el traidor Comandante venezolano, Nicolás López y el felón guayaquileño, Ramón Ollague, quienes acordaron acabar con el triunfo del día 9 de octubre, poniendo entre dos fuegos al Ejército de Sucre que se encontraba en Samborondón. Con el triunfo de Pichincha, nuestro territorio quedó libre de la dominación española, pero el temor de Bolívar se debía a que el realismo continuaba enraizado en el Alto y Bajo Perú, que tratarían de reconquistar los derechos perdidos en la Gran Colombia. Al Libertador, luego de los triunfos de Junín y Ayacucho, batallas libertadoras de las Repúblicas de Perú y Bolivia, solo le faltaba acabar con las huestes realistas que se encontraban en el puerto peruana de Callao, para tal misión fue designado el General Bartolomé Salón y el mando de la Escuadra Naval Colombo-Peruana, al General Juan Illingworth. 5 de septiembre de 1821, el Coronel Manuel Antonio de Luzarraga, uno de los jefes de las Fuerzas Republicanas, dirige un documento al Presidente y Vocales de la Junta de Gobierno de Guayaquil y expresa "Exmo. Señor: Francisco Calderón. Joven de doce años...ha servido de clase de Guardiamarina, sin despacho, ni goce, desde los primeros días de noviembre del año pasado (1820). Su aplicación y su disposición para entrar en la honrosa carrera de un buen militar marino es de mayor recomendación; su comportamiento y formalidad excede mucho a su edad; su valor lo tiene demostrado que ha de ser de aquellos que hacen honor a su país”. “Su afición es tal que aún no ha habido salida, a que no hubiese asistido, incluso la que se hizo en la goleta “Alcance” a la persecución de las lanchas alzadas; en momentos de combate siempre ha demostrado mucha frescura y despejo; ya por todas estas consideraciones, cuanto por su acendrado patriotismo elevo a la consideración de V.E. para que protegiendo a un joven de tan bellas disposiciones, le conceda el despacho y goce de Guardiamarina de preferencia, con la antigüedad de su servicio.- Dios guarde a Ud. Muchos años., Guayaquil, septiembre 5 de 1821.- Manuel Antonio de Luzarraga, Exmo. Presidente y Vocales de la Superior Junta de Gobierno.- Aprobado”. 5 de septiembre de 1823, con tan solo trece años, en Guayaquil, se alistó en las filas republicanas, como Guardiamarina y fue destinado al aprendizaje náutico a la corbeta “Limeña”, donde permaneció por un espacio de un año. 21 de noviembre de 1824, Francisco alcanza los despachos de Alférez de Fragata de nuestra gloriosa Marina de Guerra del Ecuador, proveniente de la Escuela Náutica de Guayaquil, convirtiéndose en el primer Oficial graduado, según documento que dice: “125.- Ascendiendo a alférez de fragata al aspirante Francisco Calderón Garaycoa del 4° Departamento de Marina el 21 de noviembre de 1824”. 30 de enero de 1825, salió de Guayaquil al bloqueo del Callo, llevando entre su tripulación al niño Francisco Calderón, que por esas fechas tenía dieciséis años. En el año que duró este bloque, Francisco realizó inauditas proezas militares que demostraron su valor espartano y así lo reconoce la historia. La rendición de tan importante puerto, previa capitulación celebrada con el jefe español, General José Ramón Rodill extinguió definitivamente el despotismo de los súbditos del Rey de España Fernando VII, de gran parte de los dominios de nuestra América querida. Como complemento y para orgullo de los paisanos de Francisco Calderón, transcribiré dos comunicaciones de encomio "Oficio del Ministro de Guerra, al Comandante General

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J. Illinworth.-Exmo. Señor: La Escuadra unida a llenado los votos de la Nación: su bravura y actividad han contribuido a la importante toma de la plaza de Callao, después de un año de privaciones y fatigas; el Gobierno está muy satisfecho de los distinguidos servicios de tan benemérito cuerpo, y me manda S.E. es decir a V.E. que a su nombre le de las más expresivas gracias, quedando en premiar oportunamente su consagración en obsequio a la independencia de la República. Sírvase V.S. hacerlo entender así, y admitir los sentimientos y aprecio con que me suscribo de V.S. muy atento y obediente servidor.-Juan Salazar.-Palacio de Gobierno.-Lima, a 24 de enero de 1826".; la segunda comunicación hace referencia a los premios, a que se hacen acreedores, los jefes y oficiales que más se destacaron en el bloqueo y dice: "Al Sr. General Bartolomé Salón.-Los heroicos esfuerzos del Ejército sitiador serán eternamente gratos al Gobierno peruano; aquel ha dado al mundo la prueba mas al grande de constancia y de cuanto puede el amor a la gloria y a la libertad, logrando a fuerza de continuas fatigas y riesgos, concluir la desastrosa guerra, que devastó por largo tiempo este territorio humillado el último resto de españoles refugiados en las fortalezas del Callao. Deseando, pues, S.E. el consejo de Gobierno descargar en parte la inmensa deuda ha contraído me manda a decir a V.S. que se sirva pasar a este Ministerio, una razón de los benemérito jefes y oficiales que considere acreedores a ser premiados, para que en vista se decrete lo conveniente. Tengo el honor de comunicarlo a V.S. para su cumplimiento. Soy de V.S. muy atento, obsecuente servidor.-Juan Salazar.-Palacio de Gobierno, Lima, a 24 de enero de 1826". Esta fue la última participación de Francisco, luego de lo cual se consagró a la Marina Mercante, en donde alcanzó el grado de Capitán de Navío, casado con una francesa de apellido Froment, con la que tuvo dos hijos: Clemente y Manuela Calderón Froment, se radicó en Lima, donde falleció, dejando una cuantiosa fortuna.

Abdón Senén García - Calderón Garaycoa

Hace exactamente 209 años nació el héroe del Pichincha, un día martes 30 de julio de 1804, fecha en que la iglesia católica celebra el día de San Abdón, razón por la cual su padre le hizo bautizar con ese nombre al otro día de su nacimiento, con el doctor Mariano Isidro Crespo, cura Rector de la iglesia parroquial de ese entonces y hoy Catedral de Cuenca; como padrino y testigo de la ceremonia actuaron, respectivamente, el doctor Mauricio Salazar y los señores: Pablo Torres y Manuel Montúfar. El barrio donde nació Abdón, está ubicado en la esquina suroeste del templo de San Alfonso, intersección de las calles

Bolívar y Presidente Borrero (antiguamente La Victoria). Los García-Calderón - Garaycoa, como hemos anotado anteriormente, crecieron oyendo narrar las atrocidades cometidas por los españoles contra su padre, y tuvieron siempre en su familia, como muy verídico que Abdón y Francisco, en cuanto tuvieron uso de razón, juraron ir contra el enemigo común de entonces, y así lo hicieron "..Que el recuerdo de la carrera militar de su padre y el deseo natural en un hijo, de ayudar a sacar adelante lo que su progenitor se propuso y dejó interrumpido por su muerte, causas de predisposición en Abdón para tomar parte, así que el caso llegó, en la lucha por la independencia. El sangriento fin de su padre, y la contemplación del hecho de que el tristemente célebre Coronel Sámano, su verdugo, estuviese ejerciendo el alto puesto de Virrey, debió haber sido una braza ardiente en el corazón del niño. Así formado y ya maduro, no por el tiempo, sino por las circunstancias y la reflexión, le encontró el 09 de octubre, a la edad de 16 años.

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Antes de comenzar la vida militar del "Héroe Niño", iniciada gloriosamente, el 09 de octubre de 1820; consagraremos algunas palabras, sobre su valiosa actuación, en todas las Juntas, llevadas a efecto, antes de la mencionada transformación política. En aquel año Calderón llegaba a los 16 años y poseía: educación esmerada y talento virtuoso, carácter inquebrantable y constancia de mártir y sagaz tino en intuir, los planes de sus rivales; y por esta virtud, los conjurados octubrinos, Olmedo, Vivero y Villamil, depositaron en su corazón, sin temor alguno, todos los proyectos tendientes, a la emancipación de Guayaquil. Calderón, hallábase inmiscuido en los secretos de la revolución, por pertenecer, íntimamente, al círculo de familia, que atizaba y dirigía, el movimiento subversivo. Entre los principales caudillos se encontraban sus tíos carnales y políticos, su madre y hermanas, otros miembros de la familia y confidentes amigos. Como se indicó anteriormente, las Juntas Preparatorias, se reunían en casa de su tía Ana Garaycoa, esposa del prócer José Villamil. Hasta el 8 de octubre, los conjurados, buscando cualquier pretexto, se reunían con el fin de idear los planes para la consecución de su objetivo y en todas éstas, se encontraba el héroe, aguardando la ansiada hora, de luchar en las batallas por la libertad. Fue uno de los acompañantes de León de Febres Cordero y Oberto en la toma del Cuartel de Reserva, el cual si bien tenía a favor al Capitán Antonio Farfán y el Teniente Hilario Álvarez, la totalidad de la tropa estaba en contra. En el atreverse está el hito de la hazaña, el éxito, el suceso. Como premio al desempeño de Abdón en los antecedentes de la jornada del nueve y en la ejecución de la misma, se le otorgó el grado de Subteniente, con el cual ingresó al Ejército de Operaciones.

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UNIFORMES DE LA INDEPENDENCIA

A continuación, destacaré los combates en los cuales participó, Abdón Calderón hasta el glorioso 24 de mayo de 1822.

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1) Camino Real Después de la independencia de Guayaquil, se formó la División Protectora de Quito, para defender la revolución y alcanzar la total liberación del pueblo quiteño. León de Febres Cordero y Luis Urdaneta fueron quienes lideraron las tropas. El primer triunfo patriota fue el de Camino Real, en territorio de la actual provincia de Bolívar. Gracias a la información proporcionada por Josefina Barba, una valiente mujer campesina del sector. León de Febres Cordero inicia el avance hacia las tropas de Antonio Forminaya por senderos escabrosos, conociendo exactamente la posición del enemigo. Al medio día, los ejércitos contrarios, detectando movimientos sospechosos, empezaron a disparar sin tener certeza de cuál era su objetivo. Las tropas de Febres Cordero permanecieron ocultas y luego a bayoneta calada, atacaron de improviso, aparecieron de entre los matorrales. Aunque el ejército español poseía ventaja topográfica, los patriotas lograron atacar por los flancos, pues los realistas concentraron su poder en la parte frontal. Los patriotas se habían establecido tan bien, que al mismo tiempo atacaron la retaguardia desorganizando a los soldados españoles por completo. Fue un combate sangriento, efectuado cuerpo a cuerpo hasta que las tropas guayaquileñas obtuvieron la victoria. Forminaya con parte de su tropa logro huir del campo de batalla. Resumen: Convertido el Ejército Realista, que tenía su base en Guayaquil, en Ejército de la Patria y añadido a él, entre otros, un Batallón de Infantería, compuesto por ciudadanos que espontáneamente, se presentaron a formarlo con el nombre de "Voluntarios de la Patria", al mando del Teniente Coronel Ignacio Alcázar, comenzó Abdón Calderón al servicio militar, como Subteniente, de una de las Compañías de este batallón. La Junta de Guayaquil pensó inmediatamente, en la ocupación de la capital de la Presidencia, y

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con este propósito, dando a la división expedicionaria, el nombre de "División Protectora de Quito", al mando de Luis Urdaneta, la encaminó para el interior. Desde Ambato avanzaron fuerzas sobre Babahoyo, pero al saber que esta plaza estaba ocupada por los patriotas, se detuvieron en Camino Real, punto intermedio entre Sabaneta por el sur y Guaranda por el norte. Al tercer intento las fuerzas revolucionarias, lograron la desbandada y derrota de los realistas. En el Parte de Combate se hace notar la sobresaliente conducta del Teniente Calderón, que su jefe, Urdaneta, solicitó a la Junta de Guayaquil, el ascenso a Teniente. 2) Primer Huachi

El 22 de Noviembre de 1820, las fuerzas realistas divididas en dos bandos, cruzan el río Ambato sin hallar resistencia por parte de los patriotas. El Coronel González con su tropa ejecuta un movimiento envolvente para comprometer el flanco enemigo. Este movimiento toma por sorpresa a Urdaneta, quien decide retroceder hacia el Sur de Ambato y organizarse en las llanuras de Huachi. El terreno escogido por Urdaneta era plano, lo cual favorecía el uso de caballería; y, González

decidió aprovechar esta ventaja. Cuando se encontraba a unos mil metros de las primeras filas de los patriotas, dispuso que cuatro Compañías de Infantería, a órdenes del Coronel Tamariz, ataquen por el flanco izquierdo, mientras tres Compañías azuzarían por el frente, con el fin de mantener al enemigo en combate. Pero, González tenía en reserva 200 soldados de caballería, que no participaron inicialmente en el combate. Se enfrentaron los dos ejércitos. Los patriotas obligan a retroceder a los españoles, pues su fuerza central es menor. Cuando Urdaneta no lo esperaba, avanza la caballería realista por los flancos y logra equilibrar el combate. La aparición de la caballería desordenó las tropas libertarias. El coraje de Hilario Álvarez, encargado de defender el flanco derecho, decayó al encontrarse en difícil situación y se retira junto a los soldados cuzqueños aliados que él comandaba.

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La ausencia de Álvarez se sintió profundamente. Los patriotas fueron derrotados, sufriendo grandes pérdidas humanas. Pocos fueron los que pudieron escapar a la masacre. Resumen: El Presidente Interino de Quito, Mariscal Melchor Aymerich, se encontraba en Pasto cuando ocurrió la revolución octubrina, al conocer lo sucedido, tomó la decisión de enfrentar a los vencedores. Tomó el mando del Escuadrón de Caballería "Dragones de Granada" y con tropas de infantería acantonadas en Quito y Riobamba, se estableció en Ambato, a esperar a los vencedores de Camino Real. Como lo descrito anteriormente, Urdaneta cometió el peor error de un estratega, al esperar al enemigo en campo abierto y el 22 de noviembre de 1820 se enfrentaron en el Huachi, donde luego de una encarnizada pelea se declararon derrotados los revolucionarios y Abdón Calderón salvado milagrosamente, tuvo que marchar a pie, muerto de hambre y sed hasta pasar lista en Babahoyo. 3) Tanizagua

Miguel Piedra, Comandante realista, tras encontrar al Coronel José García, decide atacarlo de frente con 400 soldados. Ante este ataque inesperado, el Coronel García decide atacar sin retroceder, sin imaginar lo que sucedería. Cuando recibe las fuerzas de García, el Coronel Piedra finge una retirada previamente convenida con el Cura Francisco Xavier Benavides. Esto anima a García a perseguir a sus enemigos, confiado en que tendría la batalla asegurada. Sorpresivamente hacen su aparición un grupo de soldados realistas que se encontraban ocultos. Eran las fuerzas del Cura Benavides,

quienes con nuevos bríos atacan a los patriotas, prácticamente “sembrando cadáveres a su paso”. Los combatientes patriotas pierden otra batalla con numerosas bajas. García es tomado prisionero y por orden del sanguinario sacerdote, lo fusilan. Aymerich dispone que la cabeza de García sea cercenada y colocada dentro de una jaula para luego colgarla en el puente sobre el río Machángara, a la entrada a Quito, para infundir terror entre los ciudadanos de la Real Audiencia. Resumen: Producto de la anterior derrota, son separados del mando Urdaneta y su segundo comandante Cordero, se designó el mando de los Ejércitos revolucionarios al General chileno Toribio Luzuriaga. El 1º de diciembre de 1820 ya se encontraba en Babahoyo al mando del Ejército. Los realistas capitaneados por el cura de Guaranda, Francisco Xavier Benavides y por el Coronel Miguel Piedra, tenían su fuerzas en Guaranda, Pungalá y Guanujo, las fuerzas de González, se retiraron a Riobamba y los revolucionarios ocuparon Guanujo al mando del Coronel argentino, José García, nativo de Tucumán, entre los oficiales se encontraba el Teniente Abdón Calderón, quien pronto iba a verse frente al enemigo en su tercer combate.

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El 3 de enero de 1821 en Tanizagua se encuentran frente a frente los combatientes, de cara a la retaguardia enemiga, la Compañía de Calderón prefiere la muerte a la rendición y se enfrentan en una lucha cuerpo a cuerpo con bayoneta calada, logrando gracias a su audacia y valor salir con vida de aquel círculo de fuego, pero no corre la misma suerte el Coronel García y es hecho prisionero, fusilado, degollado y su cabeza remitida a Quito para que sea colocada sobre el Puente del río Machángara, como escarmiento para los colaboradores de la revolución. Calderón, una vez más pudo pasar lista en Babahoyo. 4) Babahoyo Gracias al invierno, defensa natural de Guayaquil, los patriotas tuvieron tiempo para prepararse para la próxima lid, además, contaban ya con la protección y ayuda de Colombia que les envió al General Mires y al mismo Antonio José de Sucre, quien llegó a Guayaquil el 06 de mayo de 1821. El 15 de mayo de 1821, se le entregó a Sucre, el mando de los Ejército patriotas que se encontraban en Samborondón y Babahoyo. Luego del acuerdo de traicionar a la causa, López y el Capitán Ramón Ollague; éste último debía apoderase de la flotilla y tomarse Guayaquil, apenas defendida por un cuerpo de Cívicos, mientras el segundo debía defeccionar a la División a su mando. El 17 de julio de 1821, Ollague dio el golpe, pero fracasó debido a la vigorosa resistencia de los Cívicos y López cumplió en parte su consigna, no pudo cumplir la segunda parte del plan, atacar Samborondón, debido al impedimento de tres jóvenes Oficiales de la misma División, a saber: Francisco de Paula Lavayen y Murguenza, Ciriaco Robles y Abdón Calderón. Estos jóvenes oficiales, al traslucir las negras intenciones de López, descendieron en canoa de Babahoyo a Samborondón, dieron aviso a Sucre y retornaron con un batallón al mando de los Comandantes, Federico Rasch y Cayetano Cestaris, alcanzaron a la división defeccionada en el sitio denominado "Palo Negro", volvieron a las fuerzas

revolucionarias parte de los que habían seguido al traidor, el mismo que con un pequeño grupo logró llegar a Riobamba, donde se encontraba Aymerich. 5) Yaguachi Sucre, en Babahoyo se entera del avance del Coronel Francisco González a través de un rudimentario servicio de inteligencia. Toma una rápida decisión y envía el 17 de Agosto de 1821 al General José Mires, Comandante de la vanguardia de su ejército, a enfrentar a González antes de que se junte con Aymerich. 19 de Agosto de 1821, en la madrugada arriba el General Mires a Cone y planea su estrategia.

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Divide dos Compañías del Batallón “Santander” para que avance por los flancos. A las 11:00 horas, se inicia el enfrentamiento entre los dos ejércitos. Los núcleos de avanzada de González son presionados por los patriotas. Esta acción obliga a los realistas a replegarse, sin embargo, no pueden resistir el ataque de las dos Compañías lideradas por el patriota Felix Soler, Comandante del Escuadrón 2º. “Libertadores”, quien se destacó en el campo de batalla. Los realistas no pudieron organizarse y fueron vencidos. El Escuadrón “Santander” se encargó de perseguir arduamente a los soldados derrotados. Resumen: Limpio el ejército de traidores, Sucre los juntó en Babahoyo, a fin de hacer frente a Melchor Aymerich que salía desde Riobamba. Gracias a la inteligente intervención de otro patriota cuencano, Miguel de Pino y Jijón, el Mariscal Sucre y el ejército de Guayaquil no fueron sepultados en Babahoyo. González debía atacar a Sucre por el sur, mientras Aymerich lo haría por el norte, con lo cual en ejército revolucionario debía tomar la disyuntiva de rendirse o perecer. El patriota Miguel de Pino vio el paso de la tropa de González por lo que se adelantó a toda prisa a comunicar a Sucre lo que ocurría. Cuando llegó el señor De Pino, ya se encontraban en combate los dos ejércitos en Palo Largo, enterado Sucre, optó por dirigirse de Babahoyo a Yaguachi, destacando a Cestaris para que reconociese al enemigo, por Cone, el 18 de agosto de 1821, Cestaris logró hacer prisionera a la descubierta enemiga, retrocedió con ella al cuartel general, por la tarde de ese mismo día, se escogió para hacer frente a González, el sitio denominado Cone. Formaban el Ejército de Sucre, el Batallón colombiano "Santander", el guayaquileño "Libertadores" y los "Dragones" de Cestaris. Abdón Calderón era Oficial del "Libertador", al mando del Mayor Félix Soler. Una vez en Cone, como a las once de la mañana, cuando el Ejército de González empezaba a desbocar, Sucre no le dio tiempo para el despliegue, pues Mires le cayó por los flancos. González, tenía su única salvación si avanzaba de frente para desplegar, pero en ese momento aparece el "Libertadores" y le hace frente, las arremetidas del Ejército realista, abrazado por los fuegos de Mires de ambos flancos y tremenda también, la heroica impasibilidad del "Libertadores", es entonces que el enemigo sintiendo en las entrañas las espadas de los patriotas, cede por todos los puntos al punto de dejar la victoria completa como siempre las obtuvo el Mariscal Sucre. Ciento cincuenta muertos, sesenta y nueve heridos y seis cientos prisioneros dejó el enemigo, incluyendo el segundo jefe del Ejército, Comandante Francisco Eugenio Tamariz. Ochocientos diecinueve fusiles y una gran cantidad de municiones y más elementos de guerra, fue el trofeo de esta jornada. El Teniente Abdón Calderón, en Yaguachi, obtenía su primer gran triunfo.

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6) Segundo Huachi

El General Mires, sin esperar órdenes del General Sucre, con su batallón inicia la persecución de las tropas realistas. El Batallón “Albión” sigue el mismo ejemplo y se dispersa en busca de los realistas que aparentan la retirada. Esto originó que las tropas ingresaran a la zona de combate sin ningún tipo de disposiciones. Sucre intenta organizar a los dos batallones y juntarlos con el de Santander, que empezaba a hacer su ingreso al campo de batalla. Los soldados comandados por Mires, muchos de ellos originarios del Chocó, inexpertos frente a caballerías, persisten en el combate sin una formación táctica.

Sucede entonces lo que Tolrá y González estaban aguardando. La caballería enemiga, ordenada y disciplinada, aprovecha las llanuras y la desorganización de las tropas de los patriotas y embiste con toda la fuerza. No hubo nada que nuestros combatientes pudieran hacer. El General Sucre recibe varios golpes. Una vez más, los patriotas son derrotados y en desbandada logran huir del campo de combate en Huachi.

Resumen: Sucre no le dio tregua al enemigo en Guaranda y los empujó a Riobamba, a pesar de que los realistas les doblaban en número; desde Guaranda, el General Juan Illingworth, fue destacado a Quito con una División patriota y Sucre con el grueso de su Ejército siguió la misma dirección, pero por otro sendero. Aymerich se dio cuenta de lo que se pretendía, por lo que retrocedió hasta Ambato, buscando las llanuras funestas de Huachi. Colocó a la cabeza de sus tropas al Coronel Morales y aguardó a Sucre hasta el 12 de septiembre de 1821. Se volvió a repetir el error de Urdaneta, esto es, enfrentar la infantería contra la caballería en campo abierto. Muy a su pesar,

Sucre cedió la iniciativa a Mires, quien con la gloria de Yaguachi se empeñó en la acción. La infantería realista ocupaba una hacienda bien protegida por árboles y cercas, mientras que las patriotas avanzaban a descubierto, ya diezmados por la fusilería enemiga, cuando por el flanco toda la caballería realista con más de mil hombres se hizo presente. No es difícil imaginarnos la carnicería que se armó, más de mil realistas dejaron la vida, número mayor que las patriotas. El Segundo Huachi, con su catástrofe y todo, constituye una función excepcional de armas para la gloria de nuestros héroes. Ochocientos

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hombres del lado patriota, entre muertos y heridos y no más de cincuenta prisioneros, entre ellos, Mires, y para colmo de males, perdido todo el armamento y municiones, fue el balance negativo patriota. Una vez más tuvo que morder el polvo de la derrota Abdón Calderón, quien junto a un pequeño grupo que pudo reunir, volvieron a Babahoyo y luego a Guayaquil. Luego de un año de temores y sobresaltos, angustias y zozobras por la vida de un niño en campañas tan bravas y reñidas, pudo doña Manuela estrecharle junto a su corazón al fruto de sus entrañas. 7) Guayaquil-Cuenca Luego de Camino Real, Primer Huachi, Tanizagua, Yaguachi, Segundo Huachi, nada pudo, sin embargo, éste último sobre los guayaquileños y por el contrario, aún no bien había pasado una hora desde que el General Antonio Morales les hizo conocer la total derrota sufrida, sin ocultarles nada en absoluto, cuando ya estaban inscritos y acuartelados setecientos voluntarios par al reconstrucción del Ejército. Rápidamente ascendió a más de 1.500 hombres, incluidos los 468 del Batallón "Paya", recién llegado de Colombia, al mando del Comandante Leal. A fin de aumentar sus tropas, escribió Sucre a San Martín, pidiéndole la devolución del Batallón colombiano "Numancia" que se encontraba en el Perú; como dicho cuerpo era el mejor de todos cuantos tenía el Protector, ofreció en su reemplazo un peruano y otro argentino, que se encontraban en Piura, al mando del General boliviano, Andrés de Santa Cruz. Citados para juntarse en Zaraguro, Sucre y Santa Cruz, comenzaron al mismo tiempo sus movimientos. Las Fuerzas colombianas compuestas por el "Albión", "Paya", "Dragones" y Compañías sueltas del "Libertadores" y "Tiradores", destruidos en Huachi y fortalecidos con los voluntarios de Guayaquil. De estas Compañías se formó el famoso "Yaguachi", del cual formaba parte en la Tercera Compañía, el Teniente Abdón Calderón Garaycoa. El 23 de enero de 1822 las tropas colombianas, empezaron a salir de Guayaquil hacia Machala, el 27 a Pasaje y el 5 de febrero para Júlug, desde donde los "Dragones", al mando del Coronel Diego Ibarra (sobrino del Libertador), fueron destacados al valle de Yunguilla; el 9 de febrero se juntaron en Zaraguro con los soldados del "Piura" y del "Trujillo" (cuerpo de vanguardia de Santa Cruz). Venía como jefe de esta vanguardia, el coronel Luis Urdaneta. El 14 de febrero, por fin llegó Santa Cruz con el resto de sus fuerzas, estaba cumplida la primera parte de la campaña. En Cuenca se encontraba el Coronel realista Carlos Tolrá enviado por Aymerich con el Batallón "Aragón" con 500 hombres y con un Escuadrón de doscientos caballos, en refuerzo de González, que aun tiranizaba en Azuay. Tolrá salía de Cuenca al mando de mil trescientos hombres hacia Girón, engañado por la supuesta presencia de Diego Ibarra en Yunguillas, tuvo que retroceder al saber que Sucre se encontraba en Oña. Al salir de Cuenca se situó, esta vez en Tarqui, punto de conjunción de Girón y Oña. El 21 de Febrero de 1822, el Ejército Libertador ocupó Cuenca. Ese día volvió a respirar sus auras natales nuestro héroe niño, luego de caminar a pie como buen Oficial de Infantería, más de cien leguas de ásperos e intransitables caminos.

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8) Pichincha

Resumen: Cuarenta y nueve días permaneció en Cuenca descansando, alimentándose y completando sus batallones el Ejército Libertador, a fin de optimizar condiciones para su próxima campaña. Del 11 al 12 de abril de 1822 comenzó a moverse hacia el norte, el Coronel Diego Ibarra con parte de su "Dragones" y la Compañía del Yaguachi, comandada por el Teniente Calderón, en la vanguardia. Tolrá fue reemplazado en el mando de la División Realista por el traidor de Babahoyo, López; al ver a Sucre con todas sus fuerzas reunidas, retrocedió a Riobamba. El Coronel López, como felón que era, meditó una villanía contra Diego Ibarra que se encontraba descuidado con sus soldados en Guaslán, les echó dos escuadrones por el frente y un batallón por la retaguardia, pero los patriotas replegaron sanos y salvos hasta donde se encontraba Sucre. En esta singular acción se encuentran la Tercera del Yaguachi, del Teniente Calderón. El 21 de abril, se descuidó el enemigo y lograron pasar por Pantús, al darse cuenta el enemigo de esta acción, desocupó inmediatamente Riobamba y se puso en retirada. Sucre destacó a Diego Ibarra con sus "Dragones" y a Lavalle con los "Granaderos del Río de la Plata", para que viesen por donde tomaban los realistas. Lavalle entra en combate contra la caballería enemiga y Diego Ibarra al escuchar el fragor del combate, acude a prestar su mano. El combate fue tremendo y de poco tiempo, pero dejaron un saldo de cincuenta y dos realistas muertos y cuarenta y tantos moribundos que yacían en la llanura de Tapi. Siete días permanecieron en Riobamba las tropas patriotas y para el 02 de mayo, se encontraban en Latacunga, reforzadas por la División "Córdoba" (mitad Magdalenas y

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mitad cuencanos), que se juntaron a Sucre. Desde Latacunga fue destacado el Coronel Maza con el Capitán Pedro Alcántara Hernán a fin de que le diese una lección a Víctor Félix de San Miguel, que se había alzado por el Rey en Guaranda. El grueso del Ejército siguió al norte, tocó Chillo el 17 de mayo, donde se le juntó Mires, que acababa de huir de su prisión de Quito. El 20 de mayo se vencieron las posiciones enemigas en Puengasí y desplegaron en Turubamba y Chillogallo. Los días 21, 22 y 23 de mayo se probó al enemigo en combate, pero no se movió de la ciudad, cuya entrada sur estaba fuertemente defendida. Desesperado Sucre, decidió atacar por el norte, conduciendo allá su Ejército, por entre la ciudad misma y las estribaciones del Pichincha. No contaba para la marcha sino con una senda de a pie, más, con todo, resolvió hacerla por allí, llevando a los caballos como se pudiera. A las veintiún horas del 23 de mayo comenzó su movimiento y el 24 a las ocho horas, hizo un alto con el fin de dar descanso a las fatigadas tropas. A las diez horas, el General Antonio Morales, Jefe de Estado Mayor General del Ejército patriota dio la voz de alarma, era López que ascendía tratando de alcanzar a los patriotas. Una Compañía del "Cazadores del Paya" y otra de las enviadas como "Tiradores" salieron al frente al enemigo, que aparecía por entre la maleza, entablándose un combate casi a quema ropa. Desplegaron los patriotas con el "Trujillo" y el "Piura" a la derecha, el "Yaguachi", al centro y el "Alto Cuenca-Magdalena" a la izquierda. El resto del "Paya" quedó en la reserva y el "Albión en la retaguardia. En la primera arremetida, el "Piura", el "Trujillo" y el "Yaguachi", cada uno por su lado, hicieron correr al enemigo. El "Alto Cuenca-Magdalena", no tenía a quien enfrentarse todavía, en los momentos iniciales del combate se vio a Abdón Calderón, lleno de coraje y gallardía, empuñando la espada con la mano izquierda. Era que una bala acababa de herirle la el brazo derecho, inhabilitado como estaba continuó combatiendo, pero más tarde recibió otro balazo en aquel brazo, comprometiéndole un tendón y fracturándole el hueso del antebrazo, lo que hizo que soltara la espada, la misma que le fue colocada en la vaina por un Sargento. Calderón dueño de un valor espartano siguió al mando de su Compañía, arreciando contra el enemigo, al forzar su posición en las faltas del Pichincha, recibió otro balazo, esta vez en el muslo izquierdo, fracturándole el hueso. En el instante decisivo del combate, Calderón haciendo un esfuerzo inhumano arremetió con todo hasta alcanzar la victoria, no sin antes recibir una última herida en el muslo de la pierna derecha con rotura completa del hueso, lo cual le hizo rodar al suelo, en estado desfalleciente quedó inmóvil. En una ruana, sus compañeros lo condujeron al campamento, lo ubicaron en el suelo debido a la falta de una cama donde acostarle; un amigo se encargó de calmar su devorante sed y propiciarle los primeros auxilios. Se presume que fue trasladado al otro día de la batalla, o sea el 25 de mayo al Hospital "San Juan de Dios", en donde fallece a los 18 años de edad. En una de sus paredes interiores se podía apreciar una placa alusiva a este suceso, además, hasta cuando funcionó este hospital, se conservaba su partida de defunción". A pesar de su corta edad, Abdón Calderón, antes de la Batalla de Pichincha, era ya un combatiente veterano, según se desprende de su impecable hoja de servicio, descrita por el General Ángel Isaac Chiriboga: Ingresa como voluntario al servicio del Ejército Libertador del Mariscal Antonio José de Sucre en octubre de 1820, con apenas 16 años de edad; asciende a Subteniente en el Batallón "Voluntarios de la Patria", bajo las órdenes de Ignacio Salazar, luego de la revolución del 9 de octubre de 1820, luego de una brillante actuación en la Batalla del "Camino Real", el 9 de noviembre del mismo año alcanza el grado de Teniente. En el Batallón "Voluntarios de la Patria", a órdenes del Coronel Luis Urdaneta, el 3 de enero de 1821, participa en la Batalla de Tanizagua como Teniente del Batallón "Libertadores", a órdenes del Coronel José García; el 19 de agosto de 1821 participa en la Batalla de Yaguachi con el Batallón "Libertadores" junto al

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Sargento Mayor Félix Soler; el 12 de septiembre de 1821 tomó parte en la Batalla de Huachi, a órdenes del Mariscal Sucre; en octubre de 1821 en compañía del Mariscal Sucre en el Estado Mayor General participa en la reorganización del Ejército en Babahoyo y Guayaquil; entre enero y febrero de 1822 Teniente de la III Compañía del Batallón Yaguachi marcha hacia Cuenca a reunirse con el Ejército de Sucre que venía de Saraguro; 12 de abril de 1822 forma parte de la Vanguardia del Ejército Libertador como Teniente de la misma Tercera Compañía, a órdenes del Coronel Luis Ibarra; el 21 de abril de 1822 combate en las llanuras de Tapi contra la caballería ibérica; y finalmente el 24 de mayo de 1822 combate heroicamente en la Batalla de Pichincha. Todo lo narrado de la valerosa actuación de Calderón en las guerras en pro de la independencia, se confirma en la Biografía del Héroe, escrita por su madre, la que manifiesta, en un oficio a Bolívar..."El mayor de mis dos hijos, Abdón, contaba dieciséis años, y como heredero de los sentimientos de su padre, se dedicó al servicio de la Patria, desde que esta ciudad proclamó su Independencia. Es constante que no hubo expedición ni servicio alguno en que no tomase parte, y que adicto a la República hasta el entusiasmo, se incorporó a la primera oportunidad en sus filas, y falleció en ellas cuando la gloriosa jornada de Pichincha. El Sr. General Sucre, le ascendió entonces a Capitán y dio orden para que se le pasase siempre revista y se me satisface su sueldo de Teniente"... Este importante fragmento biográfico nos da la veracidad de todo cuanto hemos escrito de Abdón, cuencano ilustre y héroe epónimo de la Guerra Magna. El olvido, padre y madre de nuestros tiempos, nos han privado para siempre de la posesión de sus huesos. Dada su alta posición social de Guayaquil, el renombre de su padre en Quito, a cuyo cargo estuvieron los Ejércitos Patriotas, la gloria misma de Pichincha, encarnada en él el día de su funeral, para mayor brillo Sucre le ascendió a Capitán, su juventud, su heroísmo, y todas estas cosas juntas, deben haber obrado de modo que viniese su cadáver a tener tumba especial. En alguna de las casas de mayor alcurnia de Quito, debe haber sido asistido y en los nichos que aquellas casas tenían para huesa de los suyos, o tal vez, en los de los templos, debe haber sido sepultado Abdón. Las balas españolas se encargaron de trabajar por nosotros para su pronta y segura identificación. Allí donde en un mismo esqueleto de persona adolescente hallemos fracturado el hueso del brazo izquierdo, desastillado el de la pierna del mismo lado, por encima de la rodilla y destrozado el fémur de la derecha, bien podemos lanzar el Veni Foras de Jesús, sobre la árida osamenta de Abdón. Que triunfo sería el nuestro, entonces ¡ubicada la osamenta de nuestro joven héroe, colocados sus restos mortales en el pedestal del Templo de la Patria en la Cima de la Libertad, allí donde el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre desbarató la soberanía española, al tiempo de liberarnos de las cadenas opresoras, sería la primera diligencia, que presentamos a las generaciones futuras...! Esa, es pues, ecuatorianos, nuestra misión, convertir este trabajo de investigación de las cenizas de nuestro héroe, e inaugurar la Arqueología de la Gloria, si no ramo del saber, ramos del amar y agradecer, que vale tanto como el oro y aun mucho más todavía. No hace falta más que dar una lectura a las páginas gloriosas de nuestra historia, para encontrar los méritos suficientes en el Capitán Abdón Calderón Garaycoa, que es como debería llamarse el aeropuerto de la ciudad de Cuenca, ofreciéndole de esta manera un pequeño pero merecidísimo homenaje a este valiente soldado. Antes de culminar, debo solicitar mil disculpas por algún error involuntario deslizado a través de estas letras, las mismas que pueden ser no de mala fe, sino más bien por falta de experiencia en el manejo de asuntos de tanta importancia para la Patria.

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Para finalizar, deseo dejar en claro que, el Capitán Abdón Calderón, falleció por una complicación doble de comida dañada que había ingerido y lacepticemia esa desarrolló con las heridas precisamente por que se había deshidratado y murió como un héroe. La deshidratación que tuvo por la disentería al comer alimentos podridos entregados en dotación por el Ejército, hizo que sus graves heridas no se curen y murió el 07 de Junio de 1822, catorce días después de la Batalla del Pichincha. Como muchos otros que perdieron su vida como consecuencia de la Batalla del Pichincha, Abdón Calderón fue un héroe más que por su muerte, por lo que hizo en su vida, pues, como sabemos: “No importa es intrascendente donde haya muerto después, más importante que donde se nace, donde se muere, es donde se lucha, por ello, esto se aplica con Abdón Calderón, de 17 años, quizá 18 y allí peleando en el Pichincha a bayonetazos con lanza a cañonazos. Y como un acto de gratitud El Libertador Simón Bolívar ordenó que en mismo lugar en cada aniversario de la batalla se pase lista su batallón y cuando se le nombre se grite: “Murió gloriosamente en el Pichincha, pero vive en nuestros corazones”, y que así sea.

MÁS POLEMICA SOBRE ABDON CALDERON Durante varias décadas se ha discutido sobre cómo murió verdaderamente Abdón Calderón Garaycoa, más conocido como el "Héroe Niño". En estas páginas queda demostrado que por lo menos, durante estos casi veinte años he investigado la trayectoria y los últimos días de uno de los ecuatorianos que pasaron a la inmortalidad por su valentía y coraje al defenderla tierra que lo vio nacer. Abdón Calderón traspasó la barrera entre el mito y la realidad y se quedó en la memoria y corazón de los ecuatorianos.

Esta es la versión publicada por el Diario Extra-Retro de Guayaquil, Ecuador, "Avance Batallón Yaguachi..." son los últimos gritos escuchados por algunos de los soldados del ejército patriota de los labios de quien se convertiría en un héroe tras su dolorosa, pero

patriota muerte.

"Solo escuché a mi teniente Calderón que nos daba las instrucciones de avance en las laderas del Pichincha y después se escucharon los cañonazos", narró uno de los testigos de la muerte del joven teniente Abdón Calderón.

Él fue herido cuando apenas iniciaba la jornada libertaria del 24 de mayo del 1822 en la que se enfrentó el Ejército Nacionalista con el Español y el cruce de fuego iba y venía de lado y lado.

Fue entonces cuando uno de los granaderos realistas del batallón Aragón disparó sobre la humanidad del joven teniente del ejército libertador y la bala asesina perforó su brazo.

Durante la lucha desencadenada en el empinado terreno de la colina del Pichincha, Calderón recibió primero un balazo en su brazo derecho, pero la adrenalina que corría por sus venas le dio la fortaleza para que siga ascendiendo con su batallón, cuentan los testigos que sin descuidar al enemigo se fijaban en el joven teniente.

Manuel J. CALLE

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Después de ascender unos pocos metros, otro proyectil atravesó su brazo izquierdo y destrozó uno de los huesos. Por reflejo, el valiente teniente, que sangraba profusamente, dejó caer su sable que fue recogido por uno de sus subalternos y después envainado.

Dos balazos más

Uno de sus jefes inmediatos le dice que se quede curando sus heridas, pero la emoción de ganar al Ejército Español y conseguir la tan ansiada libertad del yugo va más allá del dolor, que debió ser atroz, y los efectos producidos por la pérdida desmedida de sangre debieron forzar su impresión amparándose en el coraje para seguir dando batalla.

La altura de 4.600 metros sobre el nivel del mar también conspiró para que el cansancio por el poco oxígeno debilitara aún más su vida.

El carácter guerrero de Calderón puso resistencia a los consejos de las personas que lo rodeaban y siguió su trayecto libertario. Según sus súbditos, el teniente apenas caminó varios pasos y recibió dos heridas de bala más, a la altura del muslo de la pierna izquierda y otra por sobre su rodilla derecha.

Así, destrozado por las balas realistas permaneció largo rato desangrado en las faldas del Pichincha para luego ser trasladado montaña abajo hasta Quito”.

Bandera de Guayaquil

Igualmente, existen muchas versiones que dan cuenta de que el Teniente Abdón Calderón tenía una bandera tricolor entre sus manos y que después la llevó en su boca.

Esta versión fue desmentida por los testigos de la infernal batalla, pues el estandarte que tenía en sus manos era la Bandera de Guayaquil, con colores blancos y celestes. Además, nunca la sostuvo en su boca, fue un craso error y una exageración del periodista cuencano Manuel J. Calle, quien escribió “Leyendas del Tiempo Heroico”, publicada a finales del siglo XIX.

Dicho “error” o exageración, se debe entender como una hipérbole; (La Hipérbole, es un tropo (Un tropo es la sustitución de una expresión por otra cuyo sentido es figurado). La hipérbole, es una Figura Retórica que consiste en exagerar un aspecto de la realidad (situación, característica o actitud), ya sea por exceso (aúxesis) o por defecto (tapínosis). Tiene como finalidad conseguir una mayor expresividad. La hipérbole es predominantemente un

recurso cómico, pero también puede usarse, para expresar una desesperación).

Aquella versión de Calle, también, es una versión tergiversada, pero no de mala fe, de lo que realmente sucedió en el campo de batalla.

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Ascendido a Capitán por el Libertador Simón Bolívar

El 16 de junio de 1822, el Libertador Simón Bolívar llegó a Quito y se informa por el Parte de Guerra del Mariscal Antonio José de Sucre sobre la muerte del joven "niño héroe", por ello, decretó que:

1ro. Que a la Tercera Compañía del Batallón “Yaguachi” no se le pusiera otro Capitán.

2do. Que siempre se pasará revista en ella como vivo el Capitán Calderón y que en las revistas de Comisario, cuando fuera llamado por su nombre, toda la Compañía respondiera: "Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones".

3ra. Que a su madre doña Manuela Garaycoa, dama respetable y muy republicana, se le pagara mensualmente el sueldo que hubiera disfrutado su hijo.

Abdón Calderón sería un héroe en cualquier país del mundo. Fue un joven voluntario que cumplió con su deber en momentos definitorios. Hizo lo que debía, aunque sin actitudes inverosímiles. Él solo cumplió con la patria.

Los últimos días de Abdón Calderón

Largos e intensos fueron los dolores que tuvo que soportar el Teniente cuencano Abdón Calderón hasta que la muerte se hizo presente y acabó con su martirio.

Cerca de 14 días tuvieron que pasar después de la Batalla de Pichincha para que su sangre sirviera como cáliz de heroísmo, patriotismo y libertad.

Con una infección generalizada de su cuerpo producto de las profundas heridas de balas españolas, tanto en sus brazos como en sus piernas, el Teniente Calderón no se resignaba a la muerte.

Con apenas 18 años, su vida se extinguió entre los gritos de victoria en la capital y la impotencia de ver de lejos a la tierra que lo vio nacer libre del yugo español.

El "niño héroe" falleció en Quito el 7 de Junio de 1822. Su cuerpo, aparentemente fue enterrado en el cementerio de El Tejar o en la Iglesia de la Merced, según ciertos historiadores, según otros, fueron enterrados en la iglesia de la Merced o en la Catedral de Quito.

Es mas, hay quienes aseguran que en 1832, su madre Manuela Garaycoa apoyada económicamente por José Joaquín de Olmedo habría trasladado los restos a Guayaquil, para colocarlos en el mausoleo de la familia.

Sin embargo, la celebración del 24 de mayo, cada año, trae al tapete, una y otra vez, la discusión sobre si Abdón Calderón fue un héroe o más bien es producto de una falsificación histórica que se debe desechar de una vez. Por ello, considero que vale la pena hacer algunas consideraciones pertinentes. El hecho es que Calderón fue un héroe y no hace falta inventar una historia descabellada, sino contar la verdad sin exageraciones. Fue cuencano, hijo de un patriota, Francisco García Calderón, fusilado por Sámano en San Antonio de Ibarra. El joven, que no llegaba a los 18 años y era hijo de madre viuda, no tenía obligación de enrolarse en el Ejército, pero lo hizo en forma voluntaria. Peleó en varios combates. Participó en la Batalla del Pichincha y fue herido varias veces en ella, según lo destaca Sucre en el parte militar: “Hago una particular memoria de la conducta del teniente Calderón, que habiendo

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recibido sucesivamente cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá”. El teniente Calderón fue llevado al hospital de Quito y murió a causa de las heridas y complicaciones estomacales. En la época, a veces se servía alimentos podridos a los ejércitos. Bolívar puso al joven como ejemplo para el imaginario de la nación recién nacida. Lo ascendió a capitán y dispuso que se lo honrara como héroe. Abdón Calderón sería un héroe en cualquier país del mundo. Fue un joven voluntario que cumplió con su deber en momentos definitorios.

Abdón Calderón fue teniente abanderado del Batallón Yaguachi con ese grado militar peleó en la batalla de Pichincha.

“Calderón va a la cabeza de sus compañeros, recibe una herida en el brazo derecho. Vuelve a la carga, otra bala le hiere el brazo izquierdo y lo destroza. Dice para vencer al enemigo no se necesitan brazos. Pero una bala atraviesa el muslo y cae de rodillas en el suelo. Sin embargo no se desmaya el héroe niño, por fin las tropas españolas huyen montaña abajo, lleno de alegría expresa hemos vencido ahora ya puedo morir en paz, en ese momento otra bala le rompe la pierna, y rueda por tierra, todavía con vida pero abrazado a la bandera”. (Texto Libro Terruño, Tercer Grado)

Esa es la historia oficial, pero ¿cuál es la realidad?

Wilma Ojeda, Profesora de Ciencias Sociales, dice: “De acuerdo a la historia y según el Libro Terruño Abdón Calderón murió de la siguiente manera: Primero le hirieron una pierna, luego la otra pierna, luego un brazo, luego el otro brazo y él para defender nuestra patria no se dio por vencido y por último con los labios cogió la bandera y luchó por darnos la libertad”.

Pero esta fabulosa narración sobre el valiente combate de Abdón Calderón en la Batalla de Pichincha, quien a pesar de haber perdido sus cuatro extremidades nunca desmayó, es verdadera.

Esta versión de la historia sobre la lucha de Calderón que encontramos en muchos textos escolares, que son autorizados por el Ministerio de Educación empezó en 1905, cuando el afamado periodista Manuel J. Calle publicó su libro de “Leyendas del Tiempo Heroico”, en el que dio una visión adornada con detalles románticos, no necesariamente verídicos sobre la muerte de Calderón, está versión poética pero deformada, pasó a ser parte de los textos escolares y por décadas fue considerada como una verdad histórica.

La intención entonces de exaltar la imagen de este personaje produjo el efecto contrario.

Enrique Ayala Mora, Historiador, dice: “Por que para exaltar su patriotismo sobre todo Manuel J. Calle nos dio una versión tan irreal, tan absurda de su muerte que al fin y al cabo la gente termina enterándose que no fue así y niegan al héroe pero realmente Abdón Calderón fue un héroe”.

¿Pero cuál es su verdadera historia?

Abdón Calderón Garaycoa de padre cubano y madre guayaquileña, nació en Cuenca el 30 de Julio de 1804, su padre fue un patriota que fue fusilado por la Corona Española y

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en 1820 a los 16 años de edad se enroló voluntariamente en el Ejército Libertador bajo el mando del General Antonio José de Sucre.

Demostró valentía en varias batallas y en 1822 la ciudad de Quito fue testigo de su batalla final.

Santiago Ron, Realizador Programa “La Televisión”, dice: “En la que en ese entonces era conocida como la loma de Chaquimallana se desarrolló la Batalla del Pichincha el 24 de Mayo de 1822, Abdón Calderón por su valentía demostrada en varios combates fue ascendido a Teniente, ese día a las 9 de la mañana empezó la batalla y también la historia de este héroe nacional”.

El parte de Guerra escrito días después por Sucre a Bolívar dice: “Hago una particular de la conducta del Teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente cuatro disparos no quiso retirarse del combate, probablemente morirá pero el Gobierno de la República sabrá compensar a su familia los servicios de este oficial heroico”. Antonio José de Sucre, 1822.

Enrique Ayala Mora, Historiador, dice: “Cuatro heridas con las cuales el fue retirado de la batalla aún contra su voluntad y al fin terminó en el hospital”.

Santiago Ron, Realizador Programa “La Televisión”, dice: “En esta versión de la historia Calderón fue trasladado hasta el Hospital San Juan de Dios en Quito que actualmente es el Museo de la Ciudad, en este lugar recibió atención médica junto a otros heridos que fueron colocados en estos lechos o camas empotradas en la pared”.

Días después el cuadro clínico del Teniente Calderón se agravó por otra enfermedad.

Enrique Ayala Mora, Historiador, dice: “El falleció por una complicación doble de comida dañada que había ingerido y lacepticemia esa desarrolló con las heridas precisamente porque se había deshidratado y murió como un héroe”

Como muchos otros que perdieron su vida como consecuencia de la Batalla del Pichincha el Teniente Calderón fue un héroe más que por muerte por lo que hizo en su vida.

Fernando López, Historiador, dice: “No importa es intrascendente donde haya muerto después, más importante que donde se nace, donde se muere, es donde se lucha y esto se aplica acá 17 años, quizá 18 y allí peleando en el Pichincha a bayonetazos con lanza a cañonazos”.

En este punto de la narración, creo y estoy convencido, de haber realizado un trabajo de investigación, sobre la realidad de este insigne patriota cuencano, de su familia, de su heroísmo y de sacrificio por la LIBERTAD.

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Luis PACHECO Manya

Bibliografía:

- Estirpe Gloriosa, Ricardo Márquez Tapia, 1931 - Diccionario Biográfico del Ecuador, Rodolfo Pérez Pimentel. - Humberto Oña Villarreal, Fechas Históricas y Hombres notables del Ecuador,

Cuarta Edición, 1982. - Entrevista al Historiador Jorge Salvador Lara - Abdón Calderón: Vida, Rol Cívico y Social- Jerry Mozo Saá - Leyendas del Tiempo Heroico, Manuel J. Calle, 1905.

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ANEXOS

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