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El Conflicto: Callejn con Salida... hacia una nueva poltica nacional de paz.

"El Conflicto: Callejn con Salida"EN EL CAMINO HACIA UNA NUEVA POLTICA PBLICA NACIONAL DE PAZ PARA COLOMBIAEL INFORME NACIONAL DE DESARROLLO HUMANO 2003 LOS PLANES DE DERARROLLO Y EL FORTALECIMIENTO DE LAS CAPACIDADES LOCALES Y REGIONALES PARA LA PAZ.

Luis I. Sandoval M. Instituto Mara Cano ISMAC Unidad de Paz y Democracia UPD

Bogot D.C., Agosto de 2004.

"La idea de la paz perpetua que se deduce de los hasta hoy falsamente llamados tratados de paz en realidad armisticios -, no es una fantasa vana, sino un problema que hay que ir resolviendo poco a poco, acercndonos con la mayor rapidez al fin apetecido, ya que el movimiento del progreso ha de ser, en lo futuro, ms rpido y eficaz que en el pasado". Enmanuel Kant, 1724 - 1804.

El Conflicto: Callejn con Salida... hacia una nueva poltica nacional de paz.

Presentacin.En Colombia es hoy asunto definitivo el fortalecimiento de las capacidades locales y regionales para la paz. Ello pasa, entre otras posibilidades, por la direccin que tomen en el perodo 2004 - 2007 los planes de desarrollo en los 1098 municipios, los 32 departamentos y el Distrito Capital de Bogot, y por la consolidacin y replicabilidad que se logre de un fenmeno relativamente reciente: los territorios que se asumen como actores de paz. Recorrer este camino inductivo, de abajo hacia arriba, de la periferia al centro, de la sociedad al Estado, puede conducir a que se geste una poltica pblica de paz al derecho como no la ha tenido hasta el da de hoy el pas. Considero que el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2003 sobre Colombia, auspiciado por el PNUD, "El Conflicto: Callejn con Salida", (en adelante el Informe), tiene potencialmente una enorme capacidad de contribuir en forma efectiva al fortalecimiento de tales capacidades locales y regionales. Demostrarlo e indicar la forma prctica como est dndose o puede ampliarse, indicando los ajustes y complementos de enfoque y prcticos necesarios, es el propsito que persigue el presente trabajo. Ello permitir tener los primeros elementos indicativos de porqu el Informe est efectivamente en el camino de ideacin de una nueva poltica pblica nacional de paz. La premisa que se establece en el primer prrafo al reconocer un papel definitivo a las regiones en la construccin societal de la paz, se deriva de la observacin atenta y analtica de la dinmica ocurrida en los ltimos lustros por la cual las poblaciones se erigen en comunidades de paz, comunidades en neutralidad activa, comunidades en resistencia civil, territorios de paz, consejos territoriales de paz, laboratorios o programas de desarrollo y paz, adelantan dilogos regionales con actores armados y, lo que es una expresin de mayor alcance, hacen ms incidente la participacin ciudadana y amplan su proyeccin mediante asambleas constituyentes que florecen ya no slo en el nivel municipal sino tambin en el nivel departamental. Las experiencias constituyentes son ya, en solo un lustro, cerca de cincuenta1 . El pas no tiene an conciencia del sentido y potencialidad de este fenmeno. Por estas y otras manifestaciones - las corporaciones autnomas, las asociaciones de municipios, los entendimientos entre departamentos, las reas metropolitanas, los distritos especiales, la ciudad regin en el centro del pas, las agremiaciones de entidades pblicas: federaciones de municipios, departamentos, concejos, asambleas, personeras - se dira que las regiones en distintas instancias y niveles se mueven en forma cada da ms notoria en una lgica distinta, si no contraria, a la del Estado Central, ganando autonoma y abriendo posibilidades inditas e imaginativas para proteger la vida, manejar el conflicto, obtener gobernabilidad y promover el desarrollo, el desarrollo humano, creando as, todava a nivel de proyectos piloto pero con real capacidad de efecto demostrativo, condiciones econmicas, sociales, culturales y polticas favorables a la paz. Por supuesto que el proceso de la por momentos convulsionada afirmacin de regiones no es de hoy sino que viene de atrs, de la reivindicacin de las regiones frente al centro lo que, por su fuerza e impacto, ha sido llamado en expresin ya clsica por Orlando Fals Borda la insurgencia de las provincias, y ha sido magnficamente ilustrado en los trabajos sociohistricos de Alfredo Molano. El Informe contribuye con valiosos elementos al esclarecimiento de este fenmeno. Los autores nombrados y otros, sobre estas bases y sobre las que ofrece la Constitucin de 1991, han procedido a ejercicios de prospectiva, esto es, a perfilar lo que pueden y deben ser las regiones de Colombia en f uncin del desarrollo y la paz, asunto que se ha1

Ver al respecto el recin publicado trabajo del autor "La Paz en Movimiento", Volumen I Realidades, en especial los captulos titulados Los Actores de Paz en el Territorio y Los Territorios como Actores de Paz. Ismac, Bogot, junio de 2004.

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abordado sobre todo a propsito de los proyectos de ley y de los planes de ordenamiento territorial que han visto la luz en virtud de un amplio y rico, no definitivo ni conclusivo, proceso de participacin ciudadana, esto es, de la presencia activa de las gentes de las localidades, provincias y regiones. Pero lo ms sorprendente al respecto no es tanto que expertos se ocupen de las regiones, ni que las regiones se piensen a s mismas y se proyecten, lo ms sorprendente es que desde las regiones, a nivel de la multitud de ciudadanos y ciudadanas, se est pensando y prefigurando la nacin entera, de tal manera que de conjunto se puede afirmar que Colombia no se est deshaciendo sino rehaciendo desde las regiones. Este trabajo que tendr como horizonte la necesidad y la posibilidad de una nueva poltica pblica de paz y como punto focal la relacin sinrgica del Informe con los planes de desarrollo municipales y departamentales y con las dinmicas territoriale s de paz procurar aportar elementos de claridad sobre el entorno, en primer lugar el entorno propio de las actividades de Naciones Unidas por la paz de Colombia y, en segundo lugar, el entorno en cuanto contexto o escenario nacional en la coyuntura Pastrana Uribe, circunstancias unas y otras que dan cuenta de las caractersticas que toma finalmente el Informe. As se contribuye a clarificar y afirmar un camino en la direccin del fin apetecido como es la paz democrtica. Para ello ha de servir en ltimas la poltica de paz que merezca tal nombre. Comparto la conviccin de que el conflicto es un callejn con salida, agrego que lo es y ser en virtud del nuevo despertar de las regiones gracias al cual, en lontananza, se puede avizorar el da en que, con la brjula del desarrollo humano en manos ciudadanas, se realicen procesos soberanos en todos los municipios, provincias, regiones, sectores y poblaciones, y se constituyan ellos, coronados por un nuevo proceso soberano nacional, en el vehculo del nuevo pacto social y poltico indispensable para superar de manera definitiva el estado de naturaleza en que contina sumida Colombia. Bogot, 20 de julio de 2004.

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ContenidoPresentacin. 1. Introduccin. 2. Los dos grandes campos de accin de Naciones Unidas por la Paz de Colombia. 3. El contexto 2002 - 2003 en que se prepara y se hace pblico el Informe. 4. La lectura que el Informe hace del Conflicto. Captulo Uno. 5. La propuesta que el Informe formula para la superacin del Conflicto. Captulo Seis. 6. Apreciacin general, observaciones crticas y consideraciones complementarias al Informe. ? Colombia: un caso de regresin al estado de naturaleza? ? Colombia: democracia sin democratizacin. ? Colombia: las regiones como suje tos socio-geo-histricos. ? Colombia: solucin poltica obra de nuevo sujeto poltico. ? Colombia: esbozo de poltica pblica nacional de paz. 7. Recomendaciones prcticas derivadas del presente estudio en relacin con el Informe de Desarrollo Humano y la accin de Naciones Unidas a favor de la paz. 8. Recomendaciones especficas para el Plan de Desarrollo de Bogot 2004 - 2008. Anexos. Bibliografa y Documentacin.

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1.Introduccin.El hecho de encontrarnos en medio de las actividades conmemorativas del bicentenario de la muerte de Enmanuel Kant (1724 - 1804), nombrado por muchos como el filsofo de la paz sin duda en razn de una de sus ms afamadas obras La Paz Perpetua (1795), me induce y me autoriza a introducir estos comentarios con las lneas finales de ese texto clsico: "Si es un deber, y al mismo tiempo una esperanza, el que contribuyamos todos a realizar un estado de derecho pblico universal, aunque solo sea en aproximacin progresiva, la idea de la paz perpetua que se deduce de los hasta hoy falsamente llamados tratados de paz - en realidad armisticios -, no es una fantasa vana, sino un problema que hay que ir resolviendo poco a poco, acercndonos con la mayor rapidez al fin apetecido, ya que el movimiento del progreso ha de ser, en lo futuro, ms rpido y eficaz que en el pasado"2 . No hago esta cita de entrada porque pretenda presentar un trabajo con hondura y siquiera con carcter filosfico elemental, no, la traigo porque de manera sorprendente este prrafo refleja la visin y el estado de nimo, tambin la voluntad indeclinable, de quienes trabajamos hoy por la paz en Colombia, a comienzos del siglo veintiuno, en medio de nada fciles circunstancias, casi 210 aos despus de la publicacin de la Paz Perpetua en Koenisberg, poblacin natal de Kant, en Prusia nacin que acababa de salir, derrotada, de una guerra con Francia. Basta resaltar las palabras claves del texto: deber, esperanza, fin apetecido, movimiento... que reflejan la paciente premura que experimenta el filsofo - problema que hay que ir resolviendo poco a poco, acercndonos con la mayor rapidez al fin apetecido - para deducir la pertinencia con nuestras circunstancias, con lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos. Queremos, efectivamente, que se aceleren los pasos de la paz, que las cosas que han de ocurrir en funcin del fin apetecido sobrevengan con mayor celeridad que en los pasados veinte aos. A que ocurra lo que necesitamos que ocurra, en mi opinin, contribuyen eficazmente la mayor parte de las tesis y recomendaciones que contiene el Informe de Desarrollo Humano 2003 para Colombia que se va a situar y comentar. Pero, por supuesto, no solo es pertinente el desideratum de Kant frente a la realidad colombiana que es un conflicto interno a una nacin, sino frente a la realidad internacional necesitada ms que nunca, ante la conflictividad de distinto origen en varias regiones del mundo y ante el desaforado belicismo imperial, que contribuyamos todos a realizar un estado de derecho pblico universal. El proceso colombiano no est divorciado del proceso global. La paz de Colombia, no obstante tratarse de un conflicto interno del pas, est estrechamente ligada a temas claves de la agenda internacional (recursos naturales, ambiente, derechos humanos, cultivos de uso ilcito, armas, droga...) y su realizacin tiene un referente imprescindible en la accin de la Organizacin de las Naciones Unidas la cual es ya un reflejo, plido an, de la idea kantiana de la Federacin de Estados Libres y Democrticos como condicin de la paz perpetua3. Sin abandonar el piso firme de las realidades, esto es, siendo realistas, como aqu se manifiesta Kant aproximacin progresiva, problema que hay que ir resolviendo poco a poco, solo armisticios no verdaderos acuerdos de paz... -, de todas maneras, como l, estamos seguros que el gnero humano - la sociedad colombiana es parte de l - se encuentra siempre en constante progreso hacia lo mejor , observacin que l haca a propsito de la Revolucin Francesa que haba vivido y seguido con verdadero2 3

Kant, Manuel, "La Paz Perpetua", Editorial Porra, S.A., Mxico, 1996, pg. 247. Antes de la ONU, constituida en 1945 en la segunda posguerra, se considera que en esta misma lnea de aproximacin a la idea de Kant puede verse la Liga de las Naciones que se cre en 1920 al inicio de la primera posguerra. La ONU habra evitado hasta hoy, en opinin de muchos, la ocurrencia de una tercera guerra mundial. 5

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entusiasmo y pasin4 . Aqu estamos hoy en el proceso, doloroso y traumtico, de superar no las conmociones o las consecuencias de una revolucin por las armas, que para nada es eso lo que se ha producido o se va a producir, ni tampoco simplemente una embestida de fuerzas terroristas, como perversa y falsamente trata de hacerse creer, sino las condiciones de un estado de naturaleza que requiere la celebracin de un nuevo pacto fundante social y poltico para lo cual es necesario reinventar, no el derecho pblico universal, pero s el derecho pblico nacional, esto es, rehacer el pacto constitucional quedando todos comprometidos a construir la nacin con un sentido realmente incluyente como slo es posible guiados por el concepto, el mtodo y las metas del desarrollo humano que enarbola la Organizacin de Naciones Unidas. Si este es el contenido de la paz, el fin apetecido, local y cosmopolita, la lucha por ella y la conquista de ella no ser una fantasa vana....

2. Los dos grandes campos de accin de Naciones Unidas por la Paz de Colombia.No es el Informe de Desarrollo Humano la nica accin que el sistema de Naciones Unidas realiza a favor de la paz de Colombia. De hecho es amplia la gama de acciones que las diferentes agencias del sistema llevan a cabo en nuestro pas. En vistazo de conjunto podra decirse que hay acciones que mitigan las consecuencias del conflicto mientras dura, las hay que reclaman el respeto de derechos primero en cuanto ellos mismos, en su integralidad, deben ser la materializacin de la paz democrtica y segundo en cuanto los conflictos armados, cualesquiera que ellos sean, han de someterse siempre a parmetros ticos5 y a normas mnimas de derecho internacional, las hay que indican un camino general de construccin de sociedad alternativo al de la destruccin que implica la persistencia del conflicto y dentro de ellas quiz la principal es el Informe anual de desarrollo humano y estn, finalmente, aquellas que al ms alto nivel de la jerarqua diplo mtica internacional, como es el despacho del propio Secretario General, se ocupan, con mxima diligencia y discrecin, de procurar el acercamiento de las partes para que se retomen los dilogos de paz y se abra camino la salida poltica negociada del conflicto. De este amplsimo conjunto de acciones hay que decir que todas son en grado significativo benficas para la sociedad colombiana pero que ellas slo cumplirn su propsito final con eficacia el da que se orienten y articulen dentro de un proyecto autnomo de paz cuya ruta y estrategia sea definida por los propios colombianos. Es el criterio general acuado por el movimiento ciudadano de paz en el sentido de que la cooperacin internacional es adecuada y productiva en cuanto se realiza en el marco de un respeto irrestricto a los fueros de la autodeterminacin y la soberana nacional. Esta caracterstica se afianzar y resplandecer en la medida en que el proyecto propio de paz y la estrategia hacia ella adquieran fuerza definitoria en cabeza de actores nacionales decididos a terminar el conflicto armado y pactar la paz. Rebasa los propsitos y lmites de este trabajo una referencia ms detallada al conjunto de actividades a favor de la paz de Colombia desplegado por el sistema de Naciones Unidas, p antes de abocar el ero comentario al Informe de Desarrollo Humano, es preciso mencionar con alguna amplitud y resaltar la accin en procura del restablecimiento de los dilogos para la paz que la opinin no parece conocer sino por la suspicacia de los medi s o por circunstancias inesperadas. o Tengo la percepcin y la persuasin de que existe en la mente del Secretario General y en algunos de los centros de decisin del sistema de Naciones Unidas dos vas sustantivas de abordaje de la situacin4

Antes de la ONU, constituida en 1945 en la segunda posguerra, se considera que en esta misma lnea de aproximacin a la idea de Kant puede verse la Liga de las Naciones que se cre en 1920 al inicio de la primera posguerra. La ONU habra evitado hasta hoy, en opinin de muchos, la ocurrencia de una tercera guerra mundial. 5 Ver al respecto ensayo del autor "Violencia Poltica y Sociedad Civil" en Paz: Recrear la Democracia desde la Sociedad Civil, Ismac-Fica, Santaf de Bogot, febrero de 1998. 6

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colombiana: una la de contribuir a crearle condiciones objetivas a la paz como es el planteamiento global contenido en el Informe de Desarrollo Humano y, otra, la de porfiar en que las habilidades de la poltica se mantengan vigentes y en algn momento se sobrepongan a la continuidad, degradacin e inutilidad del enfrentamiento. Habra una especie de operacin tenaza, en el sentido ms positivo de que es susceptible esta expresin, mediante la cual Naciones Unidas quiere crear un cerco de diplomacia y gestin poltic a frente a los actores del conflicto al tiempo que favorece y sale al encuentro de los esfuerzos ingentes de la sociedad colombiana asumidos como desarrollo humano para modificar los factores estructurales que alimentan el conflicto. Esa accin diplomtica y de gestin poltica para la aproximacin de las partes es la que realiz durante un tiempo Jan Egelan y la que ahora realiza James Lemoyne, en su calidad de asesores especiales del Secretario General de la ONU, Cofi Annan, para la paz de Colombia. El Sr. Egelan, en diciembre de 2001, despus de dos aos de misin en el pas, sintetiz en ocho puntos sus esfuerzos en representacin del Secretario General por la paz de Colombia. Se resean empleando las propias palabras del Sr. Egelan en la sesin de evaluacin y despedida que tuvo lugar en la Conferencia Episcopal en Diciembre de 2001 6 . 1. Hacer lo mximo por afianzar la solucin poltica negociada, 2. Procurar un acuerdo global de Derechos Humanos y DIH, 3 Ayudar a los desplazados, muy poco se hace p ellos, 4. Hacer lo posible para que la or droga y el narcotrfico no sigan destruyendo vidas en Colombia y en el mundo, 5. Incentivar la participacin de la sociedad civil, el papel de la Iglesia es decisivo, 6. Debe haber una poltica de paz de Estado, los candidatos presidenciales deben suscribir compromiso con una poltica de paz, 7. Reconocer aspectos y problemas regionales de pases vecinos, 8. Buscar la paz a travs de la negociacin. No hay duda, como puede constatarse a la luz de informacin y observacin mnima, que estos propsitos o referentes siguen presentes en el continuador de su misin, el Sr. Lemoyne y en los objetivos que persigue y las actividades que realiza el conjunto del sistema de Naciones Unidas. Efectivamente, a su vez, el Sr. Lemoyne, se ha pronunciado en pocas oportunidades pero lo ha hecho de manera explcita y amplia sobre temas centrales. Con cierta extensin, tambin en sus propias palabras y sin acotaciones, presento a continuacin su pensamiento por la importancia que l reviste para la cabal comprensin del sentido de la accin que despliega el sistema de Naciones Unidas, desde la Oficina del Secretario General hasta las agencias in situ, a favor de la paz de Colombia. Los textos corresponden a entrevistas por l concedidas en mayo de 2003 y de las cuales hizo amplio despliegue la prensa nacional y regional. (E = El Espectador, T = El Tiempo) 7. Situacin general (E). "Este es uno de los peores conflictos del mundo, una de las peores crisis humanitarias, hay dos millones de desplazados que ponen al pas a nivel de Angola, el Congo y Sudn. Colombia tiene una de las tasas de inequidad social, de concentracin de riqueza ms altas del mundo. Lo que no entiendo es cmo la tremenda inteligencia y capacidad en la clase alta y media de este pas, no logra comprender que se requieren profundas reformas. Buenos oficios y actores polticos (T). "Nuestros oficios estn enfocados a buscar, nutrir y reforzar cualquier intento serio de solucin negociada al conflicto armado y a la crisis humanitaria, reconocemos a6

Fuente: notas tomadas por el autor en la sesin de despedida efectuada en la sede de la Conferencia Episcopal Catlica, presidida por Monseor Alberto Giraldo Jaramillo, en diciembre de 2001. 7 Las opiniones del Sr. Lemoyne aqu reseadas se toman de entrevistas de prensa publicadas los das 18 (El Tiempo) y 19 (El Espectador) de mayo de 2003 con ocasin de su presencia en Medelln para transmitir manifestaciones de solidaridad del Secretario General de Naciones Unidas a raz de la masacre de Urrao cometida por las FARC, ante en intento de rescate por el ejrcito, en la que perdieron la vida 10 personas entre ellas 8 soldados y el Gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria y su asesor de paz Gilberto Echeverry. 7

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las Farc y al Eln como actores polticos de este conflicto, con los cuales mantenemos contacto a pesar del rompimiento del proceso de paz. No creemos que haya solucin militar al conflicto. Necesario aval de las partes (T). "Hay que decir que los buenos oficios del Secretario General en una negociacin dependen del aval mutuo de las partes. En este momento (mayo de 2003) no lo hay. Creo que el presidente Uribe, (E) cuando pidi los contactos del Secretario General lo entendi. Los buenos oficios estn dirigidos no a la guerra, sino a la paz. Nuestro objetivo es sentar a la mesa a las partes. Buenos oficios con los insurgentes no con los paramilitares (E). "No vemos a los paramilitares como un actor poltico con demandas contra el Estado. Los buenos oficios se extienden hacia actores armados con un reclamo poltico que implique negociaciones polticas. Apoyamos el objetivo del Gobierno de sacar a un actor armado del conflicto, pero hay que hacerlo con cuidado. No puede haber impunidad por los crmenes de lesa humanidad y serias violaciones de los derechos humanos que han cometido. Negociacin posible con Uribe (T). Pareciera que el presidente lvaro Uribe le apuesta a la solucin militar... "El Presidente es un hombre m poltico y comprometido que lo que sus peores adversarios s quieren aceptar. Por su enorme popularidad, lvaro Uribe es un lder con el que se podra hacer la paz. La experiencia acumulada en mltiples conflictos demuestra que se necesita un lder fuerte. Es posible negociar con l, no fcil, pero tampoco es fcil negociar con Manuel Marulanda. Negociacin nica salida (E). "Parte de la importancia de mantener los canales y de seguir insistiendo es que a mediano plazo las condiciones del conflicto van a ensear al Gobierno, a las Farc y al Eln que la nica salida es una solucin poltica. Al final de cuentas esto terminar con negociaciones. Se consigue ms con negociaciones serias que con la guerra. El Secretario General est convencido de esto. Pero os l colombianos tienen que creerlo tambin para que se haga realidad. Dnde estn los polticos de las Farc? Tercero necesario, ONU u otro (E). "No queda claro que es necesaria una tercera parte imparcial, transparente y comprometida? No tiene que ser Naciones Unidas, podra ser una Ong internacional, un pas amigo, pero alguien que pueda ayudar a evitar la colisin total. La ruptura del proceso anterior no era inevitable. En gran parte fue por mal manejo y por la falta de un tercero que hubiera podido ayudar. Responsabilidad de las elites (T). "Es un reto para la clase poltica y econmica, de real influencia en el pas, tener una mucha mayor conciencia social y una responsabilidad por la suerte de la sociedad. Todas las sociedades que han logrado estabilidad, democracia y desarrollo llegaron en un momento dado a que sus lites comenzaran a preocuparse por los que tenan menos. Muchas reformas sociales en Europa fueron hechas por gente pensante y con conciencia social de la clase alta. Y tambin por sindicatos y organizaciones sociales que lucharon con xito por las reformas. Necesidad de reformas (T). "Se ha hablado con aquellos sectores econmicos que pareceran indolentes ante la situacin colombiana? S. Su postura es clara y equivocada. No he visto un pas con conflicto interno en que la postura de simplemente eliminar al enemigo, sin ceder nada, sin profundos cambios polticos y sociales, sin hacer sacrificio econmico real, logre superarlo. En El Salvador, Irlanda del Norte, Sudfrica, por mencionar solo algunos, terminaron con reformas polticas y sociales y cambio de actitud. Y los anteriores terroristas entrando en el gobierno y en la sociedad para construir un mejor pas. No esperar negociaciones para iniciar el cambio. "Los problemas sociales del pas (E) se deben negociar con la guerrilla? Creemos que uno de los factores que dar seriedad a una nueva negociacin es que incluya reformas que el pas necesita. Sin esto, la guerrilla no va a negociar. Sin embargo, el Gobierno no debe esperar negociaciones para comenzar el proceso de cambio que el pas necesita. Es hora de que las clases de ms poder y ms fortuna se despierten.8

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Poltica de seguridad democrtica (T). "Los soldados campesinos, y las redes de cooperantes, dos de las estrategias ms controvertidas de la poltica de Seguridad Democrtica, involucran en mayor medida a la poblacin civil en el conflicto, o no lo ve as? Nuestra oficina de Derechos Humanos se ha expresado claramente sobre ese tema. Si el Gobierno aplica su poltica de Seguridad Democrtica tiene que hacerlo en estricto cumplimiento de los convenios y acuerdos que hacen distincin entre poblacin civil y combatientes. La negociacin con los paramilitares (E). "El objetivo declarado del Gobierno de definir una poltica que permita el desarme de una parte importante de los paramilitares nos parece vlido. La posicin de oposicin absoluta contra estas conversaciones no me parece lgica, incluida la de la guerrilla que ha pedido por aos esa desmovilizacin. Obviamente, el problema reside en el cmo. Si el Gobierno lo hace sin impunidad y con desmovilizacin real, es decir, garantizando que esta gente no se convierta de nuevo en otra autodefensa o vaya a conformar las otras bandas de paramilitares, esto es plausib le. Verdad justicia y reparacin (T). "Es absolutamente fundamental que los temas de justicia, verdad y reparacin estn presentes en el proceso con los paras y en el de las guerrillas.... En el mundo real, todos los actores en conflicto van a tener que enfrentarse a demandas de verdad y justicia. Tal vez no les va a gustar, pero es as. Hay una multiplicidad de experiencias acumuladas: Sudfrica tena amnista, pero solo si se confesaba todo ante un tribunal; El Salvador tena una Comisin de la verdad con castigo; Guatemala, una Comisin de la Verdad sin castigo; Chile tena una Comisin de la Verdad, sin nombres. El que haya justicia, como parte de esa negociacin, va a sentar un impacto y un precedente en futuras negociaciones del pas. El acuerdo humanitario (E). "El tema es tan complejo, que le toca definirlo a las partes. Nuestro objetivo es que ellos se sienten a hablar. La decisin de las Farc de secuestrar civiles es una violacin de los DH y del DIH. Viola la distincin absoluta entre combatientes y no combatientes. Si las partes quieren el acuerdo humanitario, en una semana podramos definir las condiciones para que se encuentren. Es daino el intercambio de cartas y discursos pblicos, y expresiones de desconfianza. Este tema requiere seriedad y definicin. Hay vidas en juego. Fuerzas armadas y paramilitares (E). "El Estado y el Gobierno tienen derecho a defenderse. Pero la perspectiva es que la guerra va a ser larga y no vemos ganadores ni vencidos en tiempo prximo. Las Fuerzas Armadas tie nen un problema de imagen por lazos con los paramilitares. Lamento decirlo pero es as. Nuestro informe de DH lo indica, el informe del Departamento de Estado tambin, el informe de Human Rigths Watch, lo detalla. Esto afecta al gobierno y las Fuerzas Arma das. Guerra larga y cruenta nos espera (T). "Lo que se requiere ahora es decisin, voluntad y coherencia. Las partes tienen que reflexionar sobre lo que est en juego: el futuro de este pas y las vidas de decenas de miles de personas. Esta guerra va a ser larga y cruenta. Mucha gente va a morir y centenares de miles podran perder sus comunidades. Esto requiere reflexin y pasos para negociaciones serias". Mientras James Lemoyne, guiado por criterios como los que se acaban de presentar, prosigue su silenciosa y discreta labor de buscar la aproximacin de las partes, como expresin directa de la voluntad del Secretario General, Sr. Kofi Annan, el Informe de Desarrollo Humano 2003, El Conflicto Callejn Con Salida, a cargo del PNUD, ahora orientado por Alfredo Witchis Cestari, Coordinador Residente del sistema desde abril de 2003 y con el concurso de un calificado equipo que dirige Hernando Gmez Buenda, se ocupa de plantear el giro, las caractersticas, que han de tomar los procesos de desarrollo, las polticas pblicas en los distintos niveles territoriales en funcin de la paz. El Informe es un paso de enorme importancia que identifica las lneas de accin tanto de las administraciones pblicas como de la ciudadana en la perspectiva de las reformas necesarias. Se trata de9

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crearle, seriamente, sistemticamente, condiciones favorables a la paz . Dentro de esta lectura integrada e integradora puede apreciarse cmo el Informe forma parte de una estrategia ms global, diplomacia y accin sobre el terreno, de extraordinario alcance y valor, acerca de la cual, a mi juicio, no hay mucha conciencia en el pas, limitndose as el aprovechamiento de la misma. No ser difcil apreciar ms adelante cmo el Informe despliega de manera prctica varios de los puntos o referencias aportados tanto por Egelan como por Lemoyne, involucrndolos en un cuadro de accin ms completo y articulado. Si as son las cosas, en buena hora surge en Naciones Unidas, y en buena parte de la comunidad internacional, la tenaza de la gestin poltica y el desarrollo humano para abordar con ciruga diplomtica el complejo y delicado caso colombiano.

3. El contexto en que se prepara y aparece el Informe.El perodo 2002 - 2003 en que se elabora y hace pblico el Informe es el tiempo en que la sociedad victimizada y desengaada llega a la conclusin de que no es posible continuar los dilogos de paz en medio de un conflicto que se degrada da por da. Testimonio de ello las Recomendaciones de Los Notables (septiembre 2001), los pronunciamientos emitidos en medio de la crisis del proceso en enero-febrero 2002, la Carta de Paz y Pas adoptada en el Congreso del mismo nombre con amplia presencia regional (mayo 2002), la Trocha Nacional Ciudadana entregada a los candidatos presidenciales por el del CNP (mayo 2002), las propuestas y el pronunciamiento de la Cumbre de autoridades Locales (agosto de 2002). En octubre de 2001 se presentaba este cuadro: acaba de encontrar la muerte en medio del enfrentamiento entre un frente de las FARC y unidades del Ejrcito Nacional, en el Cesar, Consuelo Araujo Noguera, Ministra de Cultura hasta hace pocos meses, y quien haba sido secuestrada el 24 de septiembre. En 1999 fueron secuestradas 3.2001 personas, 3.707 en el 2000 y este ao (2001) ya fue superada esta cifra, en 72 horas han ocurrido 50 secuestros solo en Antioquia y Cesar (26 de septiembre). En pocos meses han sido asesinados 3 congresistas y secuestrados otros 4. Cincuenta alcaldes gobiernan a muchos kilmetros de distancia de sus poblaciones a causa de las amenazas. Informe recientes indican que el desplazamiento forzado llega ya a 3.3 millones de personas. En abril de 2002 se produce la muerte masiva por un cilindro bomba de ms de cien refugiadas en la Iglesia de Bojay, Choc, para favorecerse del fuego cruzado entre autodefensas y guerrilleros de las Farc. El drama es inmenso. Es el tiempo en que se consolida la institucionalizacin de la opcin militar frente al conflicto colombiano, presentada primero como tesis del candidato y luego como prioridad del Gobierno del Presidente lvaro Uribe Vlez, a travs de la poltica denominada de seguridad democrtica, en estrecha relacin y dependencia de la guerra antiterrorista dirigida e impuesta por los Estados Unidos a raz de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Es el tiempo en que se acelera el proceso de cambio del panorama poltico: el candidato Uribe triunfa encabezando el Movimiento Primero Colombia que abiertamente desconoce las jerarquas estatutarias del Partido Liberal pero l mism se sigue reclamando liberal, el Partido Conservador se encuentra con la o fortuna de que un candidato y luego un gobierno que no es de sus filas pero que refleja fielmente su pensamiento y su talante en materia de orden, autoridad y seguridad, as este partido se constituye en el ms firme soporte del Presidente en el espacio parlamentario en asocio con un nmero cada vez mayor de liberales que desertan de las filas oficiales de su partido. No obstante, un realineamiento tan claro hacia la derecha con planes restrictivos de la democracia, propuestas de desmonte de la Constitucin del 91 en aspectos sustanciales, alineamiento irrestricto con los Estados Unidos, uso intensivo de la capacidad militar y del crecido apoyo militar norteamericano para derrotar a los insurgentes, inters marcado en la reinsercin de los paramilitares sin la debida preocupacin por sus crmenes, que prescinde o relega a un plano absolutamente secundario la real salida poltica del10

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conflicto, lo cual se caracteriza como polo autoritario, ha comenzado a producir un anlogo agrupamiento de las fuerzas progresistas, sociales y democrticas que tienen expresin en las regiones y en el nivel nacional, lo cual se conoce, a su vez, como polo democrtico, alternativa democrtica, confluencia democrtica que tendr expresin prctica en la campaa antirreferendo y en los comicios de octubre de 2003. Es el tiempo en que los Estados Unidos imponen su enfoque de lucha antiterrorista primero invadiendo Afganistn (2001) y luego desatando la guerra contra Irak (2003), bajo el supuesto de que se estn atacando los santuarios del terrorismo y depsitos ocultos de armas de destruccin masiva. El Presidente Uribe se encuentra entre los mandatarios que adhieren a la estrategia de los Estados Unidos. En este proceso de imposicin de la voluntad imperial sufre enorme deterioro el sistema de Naciones Unidas por cuanto son desconocidos sus organismos, sus reglas de juego y ni siquiera la voz del Secretario General clamando por la paz, razn de ser de la ONU, es escuchada. Es, sin embargo, el tiempo en que en Colombia el Sistema de Naciones Unidas, a travs de sus ltimos Coordinadores Residentes Franco Vincenti, Lars Franklin (q.e.p.d.) y Alfredo Witschi-Cestari, redobla los esfuerzos por reducir los impactos de la guerra mientras dura, alerta sobre disposiciones de proyectos normativos, Estatuto Antiterrorista y Ley de Alternatividad Penal, que no se ajustan a los convenios internacionales, apoya los esfuerzos de la sociedad por lograr la celebracin de acuerdos humanitarios, contina los esfuerzos por obtener el restablecimiento de los dilogos para la paz a travs de los buenos oficios del Sr. Lemoyne, y ofrece al pas la formulacin, mediante el Informe de Desarrollo Humano 2003, de un conjunto de Recomendaciones encaminadas a fortalecer polticas pblicas en los municipios y departamentos que apuntan a desatar la imaginacin y crear confianza en que el conflicto colombiano, de naturaleza poltica, es un callejn con salida. Este somero repaso de algunos planos del contexto, que se interrelacionan entre s, permite apreciar que hay conexidad en las lgicas de guerra y paz entre el mbito nacional y el mbito internacional. Los guerrerismos se aproximan, se retroalimentan y se refuerzan, los pacifismos tambin comienzan a hacerlo. En particular es preciso resaltar en este caso la coherencia de las posiciones del Secretario General, Kofi Annan, frente a los acontecimientos mundiales y frente al proceso colombiano. Naciones Unidas, en el nivel ms alto de jerarqua y expresin, no en organismos como el Consejo de Seguridad, se mantiene fiel a la misin de paz entre las naciones y ahora, en forma creciente, asume el papel de promotora y facilitadora de paz frente a conflictos que ocurren al interior de las mismas. El INDH-2003 se constituye as en un link, por su inspiracin, su lenguaje, sus propuestas, entre las dinmicas de paz societales, regionales, culturales y polticas que surgen de la sociedad y la institucionalidad colombiana y aquellas que se desarrollan en el mbito supranacional y mundial. El enfoque de desarrollo humano ofrece la posibilidad de compartir un concepto similar de paz a todos y todas los que dentro y fuera de las fronteras nacionales queremos una paz autntica para Colombia. Se asume que paz y desarrollo son dos caras de una misma moneda y que ellos se constituyen en derechos sntesis de las legtimas aspiraciones de un pueblo. El imaginario del desarrollo humano, vlido y legtimo en el plano internacional, con su nfasis en los derechos de la gente, en el protagonismo y capacidades de las personas y las comunidades, produce en el campo nacional una tensin creativa que permite aprovechar acumulados y generar sinergias indispensables para crearle condiciones favorables a la paz. El Informe en el complejo contexto descrito representa, por una parte, una respuesta consciente y sistemtica a los retos del proceso nacional y, por otra, un valioso esfuerzo de articulacin de posibilidades y recursos nacional s e internacionales para la paz de Colombia. e En el Informe mismo no se explicita, al menos no donde uno esperara hallarlo, en la Introduccin, el papel que juega el contexto nacional e internacional en determinar su sentido y sus caractersticas. El porqu del11

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Informe no est slo en la abstraccin de que "la tarea de la ONU es velar por la seguridad humana", sino ante todo en la voluntad de afirmar, como lo hacen con admirable lucidez y coraje los autores, ante las opciones militaristas que ascienden en el momento que el fenmeno de la violencia poltica colombiana no se reduce a terrorismo puro y simple sino que en alguna forma y medida implica un sentido social, un rescoldo de legtima rebelin y que, por tanto, la salida no puede ser solo represiva y militarista, sino dialogada y encaminada a remover o iniciar la remocin de los factores estructurales que dieron origen al enfrentamiento y lo mantienen vivo. Proceder de otra manera es asegurar el reinicio de las hostilidades, posiblemente ms atroces y descontroladas, despus de efmeras celebraciones de victoria.

4. La lectura que el Informe hace del conflicto. Captulo Uno. Resumen.El presente apartado y el siguiente contienen sendos resmenes (condensaciones) preparados por el autor referidos, el primero, a la lectura que el Informe hace del conflicto y, el segundo, a la salida que el Informe propone para el conflicto. Metodolgicamente estos pasos son necesarios, en un texto de ms de 500 pginas, a fin de explicitar las tesis y caracterizaciones centrales del Informe que sern objeto de comentario. Al incluirlas en el cuerpo mismo del trabajo y no en anexo se mantiene la secuencia lgica y la integridad requeridas por la exposicin. Se subsana as, adems, el hecho de que muchos lectores y lectoras de este comentario, sobre todo en las regiones, no conocen o no han ledo el Informe en su integridad. Este captulo examina los orgenes del conflicto armado, no por erudicin histrica sino para entender su naturaleza. La idea bsica podra parecer polmica y en realidad es sencilla: con todo su horror y su dolor, el conflicto se ha ensaado sobre todo en la periferia campesina y ha sido marginal al sistema poltico colombiano. Esta marginalidad que sin duda ha disminuido de manera dramtica en los ltimos aos fue sin embargo decisiva para formar el carcter y los modos de actuar de los armados, de suerte que el remedio del conflicto pasa por apreciar aquella marginalidad. El captulo empieza por resumir y entrelazar tres hiptesis histricas ya bastante bien establecidas. Primera: en las zonas de colonizacin hay espacio para ejrcitos no estatales. Segunda: el Frente Nacional puso .n a La Violencia pero dej remanentes de guerrilla social en el campo. Tercera: Las Fuerzas Ar madas Revolucionarias de Colombia Ejrcito del Pueblo (Farc-ep, o simplemente Farc) nacieron de tales remanentes, como un proyecto revolucionario pero marginal en trminos geogrficos y polticos; otras guerrillas, pese a ser ms urbanas en su origen, tambin acabaron en la periferia; y lo propio sucede con los paramilitares. Ms importante: aunque las revoluciones suelen tener origen campesino, en Colombia no se daban las condiciones para el triunfo de la insurgencia, as que sta se desvi o en todo caso no pudo llegar al centro de la poltica. Pero tambin el Estado fracas en no haber podido prevenir ni resolver el conflicto; y es porque, en virtud de su fragmentacin, la clase dirigente no articul una estrategia proporcionada a la gravedad, complejidad, profundidad y persistencia del problema, vale decir, no lo ubic en el centro de la poltica. Se advierte que las palabras centro y periferia, igual que otras expresiones similares, se utilizan aqu como un recurso descriptivo y sin las implicaciones dualistas que les dan ciertos tericos. Como referente geogrfico, poltico y cultural, la periferia alude a regiones menos pobladas, ms campesinas, menos integradas al mercado, con menos poder poltico y a menudo discriminadas o explotadas por el centro. Pero esta alusin debe matizarse en cuando menos cuatro sentidos: primero, periferia y centro no son categoras rgidas, sino atributos relativos y de grado; segundo, su extensin e intensidad varan con el paso del tiempo; tercero, no son internamente homogneos sino que admiten diversas modalidades; cuarto, y en especial, no son universos aislados sino que interactan de maneras muy complejas.

A. El Escenario.12

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El Informe ubica los espacios donde surge el conflicto en los lugares y en los procesos sociales de la colonizacin temprana "mrgenes cercanos" (primera parte del siglo veinte) - vertientes externas de los Andes con su correspondiente piedemonte: la colonizacin antioquea, la de las llanuras costeas y la del Magdalena Medio - y de la colonizacin reciente "mrgenes lejanos" (ltimas dcadas) - llanuras y bosques de la Costa Pacfica, la Orinoqua y la Amazona -. Salvo excepciones menores o parciales, la colonizacin ha sido un proceso espontneo y no dirigido por el Estado. Expulsado por la pobreza o la violencia y atrado por la ilusin de prosperidad e independencia, el colono tpico tumba monte y se endeuda con un socio capitalista o con proveedores locales para explotar su parcela. Pero el colono tiene pocas probabilidades de xito: la inexistencia o escasez de ahorros iniciales, la caresta de los suministros, las dificultades de comercializacin, la inestabilidad en el precio de los productos que ofrece, la falta de servicios y subsidios estatales, y los monopolios que enfrenta al comprar o vender, corren todos en su contra. As, una mala cosecha significa que el socio capitalista o terrateniente en potencia se queda con la tierra y sus mejoras, lo cual reinicia el ciclo de latifundio y trabajadores desposedos que buscan otra oportunidad. Aunque las zonas de colonizacin varan con su edad, su base econmica y su cercana al mercado (entre otras variables importantes), tienden pues a compartir cierta cultura de frontera, que por un lado incluye el esfuerzo, la creatividad, la apertura y la movilidad social, pero por otro sufre la incertidumbre, la vulnerabilidad, el engao y la indefensin frente al ms rico, el ms astuto, el ms poderoso o el mejor armado. En este sentido es cierto, como se dice a menudo, que el problema central de esas tierras de colonizacin es la ausencia de Estado. No tanto (o en todo caso, no slo) porque falten presencia u obras pblicas, maestros y policas, sino por dos circunstancias que se suman: una, que el orden jurdico tiende a ser difuso (no son claros los derechos y obligaciones surgidos de cada trato o contrato), y otra, que el Estado no garantiza el respeto imparcial y efectivo de esos tratos o contratos.

B. Aparecen los actores.En trminos analticos el hecho esencial es este: La Violencia (aos 50) estalla y procede del centro geogrfico y poltico, pero se expresa y se perpeta en la periferia campesina. As, mientras las luchas sociales tomaban el camino de la violencia, la poltica se retiraba del conflicto. El levantamie nto o, mejor, el desorden urbano fue contenido despus del "Bogotazo", las primeras guerrillas rurales fueron ms defensivas que ofensivas, y la dirigencia liberal rpidamente se distanci de "sus" tropas. Esta temprana bifurcacin del conflicto - el "partidista" y el "social" - explica porqu el Frente Nacional (aos 60) que fue solucin poltica, no fue bastante para extinguir la lucha armada en el campo. Y es en esa periferia campesina donde la lucha armada va a reinventarse como el vehculo de la revolucin socialista.

Las FARC.Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejrcito del Pueblo, Farc-EP (o Farc). La "reinvencin se dio sobre todo en el caso de las Farc, fruto del encuentro entre la guerrilla campesina que no logr desmovilizar el Frente Nacional y el Partido Comunista (PC) que no encontraba espacio en el centro del sistema poltico.

El ELN.El Ejrcito de Liberacin Nacional (ELN) no nace como autodefensa campesina sino como una guerrilla decididamente revolucionaria. En 1964, inspirados en Cuba y en las teoras del Che, un grupo de activistas procedente del PC, de la izquierda liberal, de la teologa de liberacin y del sindicalismo, crea un foco guerrillero en zona rural de Santander.13

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El M19.El contraejemplo de guerrilla no marginal fue por supuesto el Movimiento 19 de abril, (M-19). Tanto as que, mientras las Farc o el Eln jams han registrado ms de 2 o 3 puntos, el M-19 lleg a tener 15% de favorabilidad en las encuestas. En su origen, fue ms urbano que el Eln. En 1970 a raz de la dudosa derrota electoral del general Rojas, cuadros de la izquierda tradicional se sumaron a activistas de la Anapo el movimiento populista/nacionalista del general para recuperar el poder por las armas. Otras expresiones insurgentes son el Ejrcito Popular de Liberacin EPL, el Ejrcito Revolucionario del Pueblo ERP y el Ejrcito Revolucionario Guevarista ERG.

Las AUC.Pero a comienzos de los 80 surge un paramilitarismo diferente, pues no es autodefensa ni tampoco estatal, sino extensin de los ejrcitos privados que necesariamente tienen las industrias ilegales (narcotrfico y comercio de esmeraldas). Tras comprar grandes extensiones de tierra, aquellos empresarios de la coaccin se empean en limpiar de guerrilleros el Magdalena medio, y su ejemplo es seguido por propietarios de Crdoba, Urab y la Orinoqua. A partir de sus orgenes locales, algunos de estos grupos confluyeron y as lo indica el nombre en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

El fracaso de la Insurg encia.La marginalidad poltica y geogrfica de la guerrilla se debe a una razn ms importante que las ya sugeridas (control policial de las ciudades, canibalismo de la izquierda, falta de olfato poltico, etc.). La explicacin fundamental es otra: en Colombia no existan ni existen las condiciones para que tenga xito la insurgencia armada. Si hubiera que expresarlo en una frase, se dira que la insurgencia en Colombia es perifrica porque existe democracia. Una democracia formal si se quiere, pero una democracia arraigada y estable. Desde la creacin de las Farc, se han producido diez elecciones presidenciales abiertas, han sesionado doce congresos pluripartidistas y una Constituyente de origen popular, las autoridades locales pasaron a ser elegidas por la ciudadana, se han sucedido cuatro elecciones de gobernadores y seis de alcaldes en todo el territorio, se adoptaron los mecanismos de la democracia directa y se ha respetado incluso ha aumentado la separacin de los poderes pblicos. La marginalidad poltica de la insurgencia se resume en el hecho de que sus candidatos o el de organizaciones polticas de algn modo cercanas hayan obtenido muy pocos votos en cuantas ocasiones optaron por someterse al veredicto popular. Es ms: segn las enc uestas de opinin a lo largo de los aos, apenas dos o tres de cada cien colombianos sienten simpata por la insurgencia y la inmensa mayora la percibe como puramente criminal. Es el contraste de Colombia. Una democracia electoral estable y pluralista al lado de un conflicto violento y persistente. De un lado el centro, urbano y tan moderno como las otras urbes de Amrica Latina, con un Congreso que delibera y unos jueces que juzgan. Del otro, la periferia de nuevas y no tan nuevas zonas de colonizacin, donde cohabitan los representantes elegidos del Estado y los actores armados contra l, las elecciones con los fusiles, la legalidad con la aventura y el slvese quien pueda, el apremio y sin embargo la marginalidad de un proyecto revolucionario. Y este contraste es esencial para entender el conflicto colombiano. (p.32).

El fracaso del Estado.Pero si la insurgencia fracas como proyecto revolucionario, el Estado fracas porque fue incapaz de prevenir los alzamientos y ha sido incapaz de resolverlos en casi cuarenta aos. Este fracaso se debe a que el conflicto tambin fue marginal o perifrico para el Estado y para las lites, a que no lo abordaron del modo prioritario, integral, concertado y sostenido que exigan la gravedad, complejidad, profundidad y14

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persistencia del problema. E igual que en el caso de la guerrilla, el fracaso del Estado obedece a razones estructurales ms que a acciones u omisiones individuales de gobernantes o personas influyentes. Colombia, en efecto, es una sociedad intensamente fragmentada. Por obra, en primer lugar, de una geografa que invita a la formacin de provincias y que por mucho tiempo las mantuvo aisladas. Por obra, en segundo lugar, de un Estado histricamente dbil, en trminos fiscales, de capacidad reguladora y an de monopolio de la fuerza. Por obra, en tercer lugar, de una tarda, lenta e insuficiente extensin de la ciudadana social o incorporacin de las mayoras populares. Y por obra, en cuarto lugar, de unas lites sin suficiente base social, fragmentadas y por ende sin conciencia de que su papel es dirigir una nacin. Estos cuatro factores geografa, Estado dbil, no inclusin, no clase dirigente se conectan y alimentan entre s para producir una sociedad diversificada, heterognea, vital y pluralista, pero tambin propensa al conflicto, al bloqueo y a la incapacidad de resolver problemas colectivos. Cada uno a su manera, otros pases de Amrica Latina comparten los rasgos anteriores; pero su intensidad y su presencia simultnea en mucho explicaran la singularidad del caso colombiano con sus grandes defectos y sus virtudes histricas. La virtud de ser una democracia estable en medio de frecuentes dictaduras (porque el poder en Colombia est muy fragmentado), la virtud de un crecimiento econmico modesto pero sostenido (porque el pas cuenta con muchos motores alternativos) y la virtud de una rica diversidad regional y cultural. El defecto de una exclusin y una desigualdad social muy intensas, el del fcil recurso a la ilegalidad (incluyendo de qu modo! el narcotrfico) y, claro est, el de la propensin a la violencia poltica y social. Este Informe no es lugar para presentar la prolija sustentacin emprica que piden los asertos anteriores8 . Pero vale ahondar un poco sobre la idea central: la fragmentacin y recortada visin de las lites colombianas. Como en el caso de la revolucin, hay un cierto ncleo duro de saber acerca del asunto, ncleo que est bien expresado en un texto clsico de Charles Tilly: La formacin de los estados nacionales no fue una experiencia de lites modernizantes que articularan las demandas de las masas y se enfrentaran a los titulares tradicionales del poder para satisfacer esas demandas. Lejos de ello. Nuestro estudio (que reuni a ocho gures de la sociologa histrica) descubri un mundo donde pequeos grupos de hombres hambrientos de poder lucharon contra muchos rivales en la bsqueda de sus propios fines, e inadvertidamente promovieron la formacin del Estado nacional y la inclusin gradual de los sectores populares (1975: 635). En efecto: los derechos polticos, econmicos y sociales no se extienden de manera gratuita; son contraprestaciones que ofrecen sectores emergentes de la lite a cambio de apoyo para derrotar el poder establecido; y este proceso de ampliacin de la ciudadana avanza hasta tener una sociedad incluyente y unas lites que por propio inters, piensan en todos. A la inversa, en el caso colombiano, la fractura regional y el Estado dbil (o sea sin mucho que ofrecer) se sumaron a la fragmentacin del movimiento popular y a los mecanismos verticales, segmentarios o personalistas de control social (la encomienda, la hacienda, el clientelismo, la palanca, etc.) para frenar en un nivel comparativamente bajo el proceso colectivo de inclusin o extensin de la ciudadana. En cambio habra movilidad o ascenso individual, de suerte que personas de distinto origen ingresan a las lites econmicas o polticas por mtodos legales o cmo no ilegales; y as, ms que una clase dirigente, tenemos una serie de lites inconexas, personas que slo tienen en comn el club (Deas, 2002). La guerra como un problema puramente militar, sin conduccin poltica. Medio pas el centro en relativa paz, haciendo business y, ms notable, politics as usual. El otro medio pas la periferia confiado a las Fuerzas Armadas para que impusieran el orden.

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Las ideas anteriores, igual que los comentarios sobre el sistema poltico a lo largo del captulo, se desarrollan en un trabajo de Hernando Gmez Buenda, Colombia y su Encrucijada, Cociencias / Universidad del Rosario (en preparacin). 15

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Pero este arreglo cmodo para la clase dirigente tena el doble defecto de ignorar las dimensiones extramilitares del conflicto y de quitar efic acia a la accin militar. La exclusividad a las Fuerzas Armadas para atender el conflicto reforz su tendencia a ser un ghetto, debilit el control civil, agrav las suspicacias recprocas, las aisl del medio donde deban triunfar, las hizo sentir abandonadas por la opinin y el establecimiento, las acerc de rebote a la derecha poltica, las hizo ms sensibles al influjo directo de Estados Unidos y sus prioridades, redujo su motivacin de lucha, toler su burocratizacin 9 y le dio cabida a la corrupcin 10 . Esta visin del conflicto como un asunto criminal y perifrico se mantuvo intacta durante mucho tiempo y an predomina en la actitud del Estado y las lites. En efecto, durante aos no se ensay sino la accin armada para eliminar a los bandoleros (no se hablaba de guerrilleros) y apenas en 1982 el presidente Betancur admiti que la guerra no se deba slo a causas subjetivas sino que haba causas objetivas. El gobierno siguiente impuls el Plan Nacional de Rehabilitacin (PNR) para atender lo s municipios en zonas de violencia; y Andrs Pastrana llam a su Plan de Desarrollo Cambio para Construir la Paz en reconocimiento de que la guerra debera ser tema central de las polticas pblicas. Pero, adems de tardo, el reconocimiento ha sido parcial y ms bien retrico. Y esta no politicidad del conflicto se conforma, a los ojos del Estado y las lites, en tanto la insurgencia carece de simpata o apoyo masivo, en tanto no plantea la amenaza de un alzamiento popular, en tanto para insistir la guerrilla es marginal al sistema poltico. La guerrilla entonces se fue quedando al margen de la poltica y los polticos se fueron desentendiendo de la guerrilla. El resultado ha sido agrandar la distancia entre dos mundos y dos modos de pensar, de modo tal que el dilogo eventual entre uno y otro parecer un encuentro cuando es un desencuentro. Por eso en El Cagun bajo Pastrana, y antes en Caracas-Tlaxcala bajo Gaviria, y antes en La Uribe bajo Betancur, se sucedieron largas conversaciones de sordos. El conflicto no ha sido tratado siempre o exclusivamente como asunto de orden pblico. En los nueve procesos de desmovilizacin exitosos del perodo Barco-Gaviria se acordaron garantas polticas y ayudas de reinsercin. Despus de 1964 se han expedido tres leyes de amnista, se ha extendido el indulto en cinco oportunidades y se han concedido 153 rebajas de penas. Entre 1980 y 1998, cada presidente inici dilogos con la Farc o el Eln, y su consiguiente estatus poltico fue formalizado por cuatro de ellos (Betancur, Gaviria, Samper, Pastrana). Pero ninguna guerrilla desmovilizada o existente ha logrado imponer o negociar reformas substantivas; y ningn presidente, candidato o directorio poltico ha planteado claramente las reformas objetivas que estara dispuesto a convenir con la insurgencia. Pese a que est destruyendo el pas, la guerra no ha entrado an a la poltica.

Y sin embargo.La interpretacin del conflicto aqu propuesta podra prestarse a tres malentendidos que conviene despejar desde un principio. Primero: ni su carcter esencialmente campesino en un pas predominantemente urbano, ni su falta de apoyo masivo significan que los grupos armados carezcan de proyectos polticos. Segundo: el hecho de que el Estado no haya podido resolve r el conflicto no significa que hayan faltado los esfuerzos y los logros. Tercero: que el conflicto se asiente en la periferia geogrfica y poltica, no significa que el

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Aunque la situacin ha comenzado a cambiar bajo el Presidente Uribe, en las Fuerzas Armadas colombianas hay seis funcionarios administrativos por cada operativo, cuando en Estados Unidos la proporcin es de uno a tres (Richani, 2002: 46). 10 Aunque no existen datos agregados sobre el particular, son frecuentes los episodios de corrupcin entre oficiales, tropa o civiles adscritos que denuncia la prensa; el efecto de estas prcticas sobre las filas y sobre la moral de combate es por supuesto desastroso. 16

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centro deje de ser la fuente, el objetivo y, cada da ms, el escenario, del mismo. Veamos. Proyectos polticos. Las guerrillas colombianas, sin excepcin, han adoptado un programa poltico, se han aliado y dividido por creencias polticas, han hecho proselitismo y trabajo de base, han creado o contado con un movimiento poltico desarmado, han participado en dilogos y acuerdos con autoridades nacionales o locales y con organizaciones polticas diversas. Es ms: sus militantes o, en todo caso, sus dirigentes se autodefinen como revolucionarios, y este slo hecho importa porque la idea que cada quien tiene de s mismo verdadera o falsa, justa o injusta incluye en forma decisiva sobre sus actuaciones. De manera por dems esquemtica, se podra hablar de tres momentos en la ideologa de las Farc, advirtiendo que cada uno deja ecos en el siguiente y que se trata de acentos dentro de un discurso bastante monoltico: a. El agrarismo radical, que se mantuvo hasta los .. y que peda garantas polticas, indemnizacin para los campesinos desplazados, reforma agraria e inversin pblica en el campo. b. El marxismo-leninismo lnea URSS, que domin hasta comienzos de los 90, en una versin acartonada y militarista para la cual el poder nace del fusil. c. El bolivarianismo, que se acenta tras la cada de la URSS, donde reviven y se actualizan ciertas ideas gruesas del Libertador (latinoamericanismo, antiimperialismo, militarismo, intervencionismo econmico, etc.). No menos, a su propia manera, el discurso de las Farc ha ido recogiendo ciertos temas con fuerza en la opinin pblica, como d ecir el anticlientelismo, la denuncia de prcticas y funcionarios corruptos, la resistencia a la globalizacin y al neoliberalismo, la defensa de la descentralizacin y de la democracia participativa. Con matices, tensiones e incluso enfrentamientos el ideario poltico de las Farc ha sido compartido por sus socios desarmados: el PC, en una relacin ambigua, cambiante y prolongada; la UP, fruto de la apertura electoral de los 80 y atrozmente diezmada; y el Movimiento Bolivariano, partido clandestino de los ltimos aos. Sin una ideologa compartida no podra explicarse la sostenida unidad interna de las Farc, pese a su crecimiento numrico y a la creciente degradacin de la guerra. Esa ideologa se encarna y se refuerza en prcticas institucionales y en una cultura organizacional que incluye mitos (la Columna de marcha...), hroes (Bolvar, Jacobo Arenas...), ritos (sesiones de autocrtica, juicios revolucionarios), tradicin de padres a hijos guerrilleros, escuelas de formacin e indoctrinamiento continuado (Ferro y Uribe, ....). Lo dicho para las Farc bsicamente vale para otras organizaciones guerrilleras, con una salvedad significativa. Aunque todos los grupos se inspiran en el marxismo, cada guerrilla es una secta nacida de las divisiones en el campo socialista: la lnea china (Epl), la cubana (Eln), la sovitica (Farc). Separadas por tesis substantivas y concepciones estratgicas, no menos que por odios cultivados al calor de una historia compartida, estas sectas llegan a veces a choques militares, a veces coexisten y otras veces cooperan sobre el terreno o constituyen alianzas frente al Estado (la Coordinadora guerrillera Simn Bolvar fue el intento ms reciente). El Eln, en particular, naci en contrapunto a la idea, por entonces ortodoxa, de la guerrilla como simple autodefensa campesina: la revolucin socialista no vendr si no es jalonada por una vanguardia polticomilitar y por eso el primer punto de su primer manifiesto era la toma del poder para las clases populares (1965:117). De aqu se siguen diferencias con las Farc, que pueden resumirse en que stas son ms un ejrcito revolucionario mientras aquel es ms un partido en armas; las Farc estn cerca de los colonos y el Eln de los sindicatos; las unas son agraristas y el otro es petrolero; el uno, si se quiere, es ms poltico, las otras ms militares. Pero en ambos hay un proyecto revolucionario, unas creencias que unifican y en algn grado contribuyen a moldear la vida interna de la organizacin, sus relaciones con la comunidad, sus prioridades y sus mtodos. Sin que aprueben los mtodos de la guerrilla, simpaticen con ella o haya siquiera odo sus discursos, tambin es indudable que muchos colombianos profesan una ideologa justiciera o cultura de reivindicacin ms o menos explcita o borrosa. La realidad social justi.ca por supuesto el17

El Conflicto: Callejn con Salida... hacia una nueva poltica nacional de paz.

descontento, da pie al resentimiento y alimenta la actitud contestataria. En este sentido, pues, la guerrilla forma parte de una matriz que abarca mucho ms que sus combatientes, sus redes de apoyo y sus simpatizantes lo cual, como dir el Captulo 16, es fuente de confusiones trgicas. Otra muestra de la confusin es el hecho de que los paramilitares apelen a esa misma cultura de reivindicacin para validarse como proyecto poltico; la p lataforma de las auc, por ejemplo, demanda reforma agraria, reforma urbana y otras medidas redistributivas. Ms precisamente, esta organizacin se autodefine como un movimiento polticomilitar de carcter antisubversivo en el ejercicio del uso al derecho de la legtima defensa que reclama las transformaciones del Estado, pero no atenta contra l (AUC, 1997). As, aunque los paramilitares surgen como respuesta puramente local y militar a las guerrillas, luego buscan cierta unidad nacional, adoptan un discurso ideolgico, ganan apoyo de opinin e incursionan en la poltica mediante sus propios aparatos desarmados (como lo fue el Movimiento de Renovacin Nacional, Morena) o el patrocinio discreto de ciertos candidatos. En este sentido ms limitado vale pues decir que las autodefensas son una fuerza poltica, cuyas ideas de algn modo se reflejan en sus estrategias y sus actuaciones. Esfuerzos y logros. Sera muy injusto y adems muy errneo dejar en este punto la impresin de que el Estado no haya hecho nada para resolver el conflicto, de que no se haya logrado nada, o de que todas las lites sean igualmente culpables del fracaso. En este Informe, el lector hallar referencias incontables a lo que se ha intentado y lo que se ha logrado por accin de los gobiernos, las lites y tambin, de la gente del comn por atender cada faceta del conflicto. Para dar apenas un primer brochazo, subrayemos que, a pesar de todo, Colombia ha logrado mantener su democracia y su respeto bsico al Estado de derecho, o que hubo crecimiento econmico y mejora social durante casi cada ao de estas cuatro dcadas. Especficamente respecto del conflicto, subrayemos que el Estado ha evitado que la insurgencia avance a la guerra de posiciones, que haya un centmetro del territorio donde la fuerza pblica no pueda ingresar, o que la guerrilla gane simpata interna o internacional; el gasto militar ha aumentado de modo sustantivo, las Fuerzas Armadas se han modernizado, la inversin publica y la presencia del Estado en regiones de conflicto se han multiplicado, la descentralizacin ha progresado ms que en el resto de Amrica Latina, la Constitucin del 91 abri horizontes y espacios para democratizar la democracia, se han dado varios procesos de dilogo y varias desmovilizaciones exitosas, se han salvado miles de vidas gracias al herosmo callado de soldados, policas, gestores de paz y gente mucha gente del comn. Es otra vez, la paradoja de Colombia: un pas lleno de creatividad y de pujanza, un pas que no se rinde pero que no ha podido dejar atrs el llanto. El conflicto y el centro. Si algn lector recibi la impresin de que hay dos Colombias separadas, de que el centro puede entenderse sin periferia o viceversa, nos afanamos a corregir el malentendido: esta Colombia y la otra son arte y parte de un solo conflicto que se alimenta de ambas, se expresa en ambas y necesita resolverse en ambas. De entrada, la distincin entre centro y periferia es apenas un recurso conceptual y el lmite geogrfico entre los dos es lo habr sentido el lector cada da ms borroso. Es ms: aunque el conflicto exista principalmente en la periferia, su raz, su motor y su objetivo estn principalmente en el centro. Se enuncian, por ahora, dos conexiones importantes: Con ndices de pobreza rural que han ido desde 40% hasta 87% en los ltimos treinta aos, con desempleo urbano entre 13% y 21%, con un sector informal o de rebusque que ocupa dos de cada tres trabajadores, las puertas estn abiertas para que campesinos y marginales de la ciudad migren en busca de una vida mejor o menos peor en esa tierra nueva que ofrece ser la frontera. Y as, la dureza del conflicto no ha sido bice para sostener el proceso de colonizacin reseado al comienzo del captulo. De hecho, la poblacin en los departamentos eje de la otra Colombia (Meta, Arauca, Guaviare, Casanare, Amazonas, Putumayo, Guaina, Vichada) aument de 342.304 en 1964 a 1.866.853 en el 2000 de acuerdo con las proyecciones del18

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Dane. El lmite supuesto entre las dos Colomb ias se ha borrado ante todo porque ninguna persona que resida en el territorio nacional est hoy exenta de sufrir el conflicto en carne propia: cilindros de gas, bombas, asesinatos, secuestros o extorsiones se dan en cualquier vereda, pueblo o ciudad. Pero la omnipresencia fsica del conflicto no es incompatible con su marginalidad poltica. Primero, porque la gran mayora de la gente vive la guerra como inseguridad o amenaza criminal, no como confrontacin o como esperanza. Segundo, porque no hacen fal a muchos sino pocos individuos armados para causar t dao, alarma y conmocin de gran escala; en un pas con la extensin y poblacin de Colombia, 32.000 mil guerrilleros y paramilitares (16.580 de las Farc, 4.500 del Eln y 10.560 de las AUC, segn los estimativos ms autorizados 11 ), son ms que suficientes para llevar la guerra a todos los rincones, aunque no sean sino siete de cada diez mil habitantes en nuestros campos y ciudades. Comoquiera se lo defina, el centro est pues siendo cada vez ms afectado por el conflicto. No slo porque los hechos de violencia se extiendan ms y ms a las ciudades o golpeen ms y ms a las clases altas, sino por tres mecanismos que sern examinados con algn detalle en prximos captulos: En la mente y en el discurso de muchos insurgentes sigue estando el sueo de la revolucin, que necesariamente pasa por la derrota y control del Estado central: la guerra, para ellos, es esencialmente poltica. Ms all o ms ac del querer de sus actores, la guerra pas a tener gran incidencia sobre las relaciones exteriores del pas. Esto se debe ms que todo al nexo entre los armados y el trfico de drogas, lo que hace del conflicto un inters vital para Estados Unidos. Tambin cuenta la globalizacin, que hace ms sensitivo el flujo de inversiones a los problemas de seguridad local. Y as, para las lites colombianas, la guerra se volvi poltica aunque sus enemigos no sean polticos sino apenas criminales. Sea o no sea poltica su guerra, las necesidades financieras del grupo armado bastaran para encaminar sus actos hacia el centro, donde se encuentra por supuesto la gran riqueza. Como meta ideal para los unos, como problema principal para los otros, como sustento econmico para todos, el centro est pues en el centro del conflicto. Un complemento importante a esta lectura se encuentra en el Captulo Cuatro del Informe, Daos al Desarrollo: las Opciones Truncadas, sobre todo el literal D. El Enredo Nacional.

5. La propuesta que el Informe formula para la superacin del conflicto. Captulo Sexto.El Informe es ms propuesta que diagnstico. El diagnstico se presenta en la primera y segunda parte (pg. 9 a 136), la propuesta en las tres partes restantes y el eplogo (pg. 138 a 471). La propuesta para la superacin del conflicto se formula, condensada, en el captulo seis pero se despliega en el resto del Informe: del captulo siete al diecinueve. Aqu se incluye prcticamente ntegro el captulo seis con el propsito, como ya se indic, de explicitar las tesis y c aracterizaciones centrales del Informe que sern objeto de comentario. La Primera Parte de este Informe mostr la gran complejidad del conflicto armado en Colombia. Por eso mismo su atencin requiere de un conjunto balanceado de polticas, no de medidas puntuales o simplistas. Y ste, precisamente, es el toque distintivo del desarrollo humano: a diferencia de los enfoques convencionales, aqu se trata, recordemos, de lograr sinergias entre distintas estrategias y programas.11

Ministerio de Defensa, consolidado en DNP (2003 : 17). 19

El Conflicto: Callejn con Salida... hacia una nueva poltica nacional de paz.

Sobre la base del diagnstico ya hecho, este captulo identifica los tipos de polticas que pueden aplicarse para evitar la ampliacin del conflicto armado, restarle intensidad, minimizar sus daos, acabarlo ms pronto y con menor traumatismo. La seccin A precisa cules son las facetas principales del conflicto, o sobre cules variables habran de incidir las polticas pblicas. La seccin B muestra las limitaciones del enfoque convencional y sugiere las bases de un enfoque alternativo para salir del conflicto. La seccin C enumera los varios instrumentos de poltica que habran de emplearse ante el conflicto, desde la perspectiva del desarrollo humano. Los captulos de la Tercera Parte entrarn en algn detalle sobre cada uno de tales instrumentos o lneas de poltica.

A. Un desafo con ocho caras.Cualquier afirmacin breve es falsa, salvo, tal vez, sta. La clebre observacin de Robinson a propsito de la teora econmica vale tambin para el conflicto colombiano: todas las guerras internas son complejas, pero la colombiana lo es especialmente, y por eso yerra quien la reduce a una cualquiera de sus facetas. En efecto, segn quin mire y cmo mire, el caso de Colombia puede ser tomado como un ejemplo de insurgencia comunista, o de balcanizacin entre ejrcitos privados, o de guerra econmica, o de alzamiento del campo contra la ciudad, o de narcoguerra, o de las llamadas nuevas guerras, o de otros varios tipos de conflicto interno. Y esta complejidad peculiar de este caso viene de al menos tres circunstancias singulares: Una, la duracin excepcional de los enfrentamientos: 39 aos de guerra sostenida (o 55 aos, o hasta ms, segn se haga la cuenta) son un rcord mundial o, en todo caso, son suficientes para que el conflicto se haya contaminado de los ms diversos factores y procesos. Otra, la variedad de regiones donde transcurre la guerra: en selvas, llanuras y montaas; en ciudades, pueblos y aldeas; en minifundios, haciendas, resguardos y baldos; en zonas de vocacin minera, agrcola, comercial e industrial; en reas despobladas o habitadas, caribes, andinas y llaneras, fronterizas, perifricas y centrales; regiones sin Estado o con Estado, viejas y nuevas, con distintas historias, culturas distintas y distinto perfil tnico.

Grfico 6.1 Un esquema del conflicto colombiano Proyecto poltico (1) - Militar (2)

(Regionalizacin)

Base social (3) Poder territorial (5)

Recursos econmicos (4) Opcin privada (6)

=============================== Degradacin (7) Deterioro del desarrollo humano (8)20

El Conflicto: Callejn con Salida... hacia una nueva poltica nacional de paz.

Fuente INDH 2003

Y otra, la multiplicidad de los actores armados: guerrillas que profesan todas los matices del marxismo, autodefensas y paramilitares de todos los orgenes, narcotraficantes de todos los tamaos, delincuentes comunes metidos de por medio y los diferentes cuerpos de la fuerza pblica. Democracia y democratizacin Para ordenar sin negar aquella complejidad, el Grfico 6.1 propone una representacin esquemtica del conflicto colombiano. Sobre la base de los captulos anteriores, podra decirse que el conflicto surge cuando ciertos grupos acogen un proyecto poltico que desborda el marco de la lucha electoral (punto 1 del Grfico 6.1) e intentan imponerlo por la va militar (punto 2). La falta de condiciones contextuales para el triunfo insurgente y la presencia de factores que dificultan su derrota en el campo de batalla, tienen como primer efecto la hipertrofia del aparato militar (destacado en el Grfico 6.1). Incapaz de tomarse el poder poltico pero dotado de poder blico, el grupo inicia un proceso de expansin hacia regiones donde puede encontrar alguna base social (3) o puede hacerse con nuevas riquezas (4). Con este giro de lo nacional hacia lo local, el grupo tiende a actuar como un poder territorial en competencia con otros grupos (5) y se acentan las motivaciones privadas o no polticas de sus miembros (6). El resultado es la creciente degradacin del conflicto (7) que, en lugar de traer los cambios polticos deseados, produce el deterioro del desarrollo humano (8). El esquema anterior puede entenderse como una historia abreviada y como una caracterizacin sinttica de cada uno de los actores armados: "estratigrafa" o

En tanto historia, se dira que el conflicto en su conjunto y, ms an, que cada grupo armado recorri, con variantes, la ruta indicada arriba. De lo poltico a lo militar (o viceversa en el caso de las AUC), a la regionalizacin en bsqueda de apoyos sociales y riquezas, a la guerra territorial y su privatizacin, hasta parar en acciones degradadas. En tanto estratigrafa, sealara que el conflicto y sus actores son un revuelto de los varios elementos del Grfico 6.1. En efecto, el diagnstico de la Primera y la Segunda Parte permite afirmar en este punto que cada grupo armado es simultneamente y en un distinto grado: Un proyecto poltico (1) Un aparato militar (2) Un actor en los conflictos sociales de la regin (3) Un cazador de rentas (4) Un modo de vida (5) Un poder territorial (6) Un autor de violencia degradada (7) y por ende Un freno al desarrollo humano (8) Brevemente aclaremos que proyecto poltico significa que el grupo acta en funcin del poder, no necesariamente que tenga una ideologa coherente, convincente, popular o factible. El aparato militar es una burocracia armada, con implicaciones de tipo logstico, cultural y organizativo. Que el grupo sea actor en conflictos sociales quiere decir que representa / pretende representar los intereses de un sector de poblacin, o en todo caso que altera con sus armas la evolucin de las luchas sociales. Cazar rentas signi.ca valerse de la fuerza para obtener recursos econmicos. Bajo modo de vida denota el universo de motivos privados o no polticos para ingresar o permanecer en el grupo armado. Poder territorial es el control paraestatal que se ejerce sobre los pobladores de una zona. Violencia degradada son los crmenes atroces o infracciones al DIH. Y desarrollo humano es el aumento de las opciones disponibles para la gente.21

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Para la buena comprensin y tratamiento del esquema es necesario hacer algunas precisiones: Incidencia variable de los factores. En tanto historia, recordemos que la velocidad y caracteres del proceso cambian con el actor armado y con la zona. En tanto estratigrafa, notemos que el peso relativo de los ocho factores cambia de grupo a grupo y de regin a regin. Complejidad de todos los actores. La complejidad es cuestin de grados, pero se extiende a todas las partes en conflicto (Farc, Eln, Auc...). Incluso de la fuerza pblica cabe decir que a su propia manera: (i) encarna un proyecto poltico (mantener el orden vigente); (ii) es una burocracia o aparato militar; (iii) incide sobre los conflictos sociales (en particular aquellos que la ley ha criminalizado); (iv) presiona por salarios y recursos fiscales (cazador de rentas); (v) es una profesin u oficio que se adopta por toda suerte de motivos privados (modo de vida); (vi) a menudo acta como poder territorial enfrentado a otros actores armados, y (vii) algunos de sus miembros practican la violencia degradada, con lo cual (viii) daan el desarrollo humano. Interaccin de los factores. Los ocho estratos no son impermeables, sino que se condicionan e imbrican mutuamente. Y las interacciones tienen sentidos muy distintos: de refuerzo (las rentas, por ejemplo, tienden a fortalecer el aparato militar), de contradiccin (las infracciones al DIH tienden a daar el proyecto poltico), de limitacin (el militarismo a limitar la representatividad en conflictos sociales) y as sucesivamente. Estas interacciones cambian, por lo dems, con la situacin espec.ca del actor y la regin, sumando complejidad al conflicto colombiano. Individuo y grupo. Los varios factores o motivaciones conviven y se mezclan en el interior de cada organizacin armada, y en este sentido vale decir que el grupo como tal busca, digamos, poder poltico o riqueza fcil. Pero los individuos que forman la organizacin pueden no ser conscientes de todos esos motivos, pueden no compartirlos, pueden darles distintos nfasis y por supuesto, pueden aadir otros motivos personales (modo de vida). Esta anotacin importa por varias razones: para entender que en cada organizacin hay matices o lneas (poltica, militar...); para distinguir grados de responsabilidad o culpabilidad individual; para hacerse cargo de que distintas polticas o medidas tendrn ms o menos eficacia sobre distintos integrantes del grupo armado. Con base en estas precisiones, se puede concluir que es la mezcla cambiante de factores o caras la que le da al conflicto colombiano su especial complejidad, su singular persistencia, su diversidad de arenas, su multitud de expresiones. Tambin, en mucho, esto explica el poco xito que hasta la fecha han mostrado los intentos de alcanzar la paz y en todo caso sustenta el llamado a emplear una terapia comprensiva o integral. Y ac volvemos sobre el mensaje central de este Informe. Al fracaso de los actores armados, insistamos, corresponde el fracaso del Estado y las lites colombianas: no haber podido prevenir el conflicto ni haber podido resolverlo en tantos aos. Como argumenta el Captulo 1, slo con una perspectiva integral, con un fuerte sentido de lo pblico, con un hacerse cargo del asunto, con una clara voluntad de inclusin, con un tratamiento justo de la otra Colombia, con una limpieza de los poderes regionales, con un pleno respeto al Estado de derecho y con una respuesta desde el ncleo del sistema poltico ser posible construir una paz firme y duradera. Las lites de Colombia necesitan adoptar una actitud grande, una mirada integral y trabajar de modo concertado hasta librarnos del monstruo de ocho caras.

B. Nueve fuentes de fracaso y sus leccionesPara ver las implicaciones prcticas del esquema anterior, tomemos como referencia el enfoque o actitud convencional que ha predominado en Colombia respecto del conflicto. Obviamente, se trata de una simplificacin deliberada, que en modo alguno pretende ignorar la gran diversidad de polticas, acentos, episodios y aun, de resultados, que en efecto se han dado en medio siglo de esfuerzos por la paz. Nuestra22

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simplificacin, sin embargo, no es caprichosa sino que escoge y acenta aquellos rasgos que muestran ms claramente el contraste entre dos estilos o formas de a bordar un problema, un recurso de mtodo conocido como de tipos ideales (Weber, 1969: 16 ss). La primera columna del Cuadro 6.1 enuncia nueve caractersticas sobresalientes del estilo o actitud convencional hacia el conflicto armado colombiano y las contrasta con otras tantas caractersticas de una estrategia fundada en el desarrollo humano. Las caractersticas en cada lado se asocian y refuerzan entre s, de suerte que resultan dos perfiles bien distintos. Y todo esto repitamos sin ignorar que en el mundo real se dan grados, matices o combinaciones de ambos tipos ideales. Comentemos un poco cada pareja de rasgos:

Cuadro 6.1 Dos estrategias frente al conflicto colombiano Convencional Monofactica Grupo Indignacin Derrota o acuerdo Sucesivas/pendulares Enemigo prioritario Acabar Solucin definitiva Nivel nacionalFuente: INDH 2003

Desarrollo humano Polifactica Grupo e individuos Indignacin y anlisis Varias lneas de accin Simultneas/complementarias Enemigos simultneos Paliar, acabar y prevenir Solucin gradual Niveles nacional y local

1. Cuntos rostros?El colombiano del comn ve apena s una cara de cada grupo armado; segn cules sean su experiencia personal, su ideologa, sus fuentes de informacin, su origen social o su impresin ms reciente, tilda a la organizacin respectiva de terrorista, revolucionaria, criminal, mal necesario o fruto de la injusticia reinante. Distintos estudiosos, por ejemplo, de las Farc, la ven bsicamente como un hecho campesino, o un ejrcito, o un cartel, o un movimiento poltico. Y esta visin parcial se extiende al plano estratgico, cuando se afirma, digamos, que acabar con el narcotrfico acabar con la guerra, o que la salida es negociar. Repitamos que esas y otras ms son verdades parciales y que el error est en creerlas excluyentes, porque al hacer caso omiso de alguno de los rostros del conflicto estamos renunciando a los correspondientes instrumentos de poltica que pueden ayudar a corregirlo.

2. Cuntos actores?La actitud anterior corre pareja con la tendencia a percibir al actor armado como una unidad compacta, e incluso a personalizar sus actuaciones (por ejemplo: preguntarse si la guerrilla es sincera o el Estado es sincero, cuando la sinceridad es una virtud de individuos pero no de organizaciones). Por supuesto que cada actor armado tiene cierta unidad y ciertos caracteres distintivos que las polticas pblicas han de tener muy en cuenta. Pero dentro de cada actor coexisten adems varios actores, cuya naturaleza, motivaciones y hasta debilidades deben ser objeto de estudio y actuacin deliberada por parte23

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del Estado. Nos referimos, en especial, a las lneas que dividen cada grupo y, ms an, a los individuos que a distinto ttulo forman parte o apoyan las acciones de los grupos armados.

3. Censurar o entender?La guerra, en efecto, no es una abstraccin, sino una realidad brutalmente humana. Sus actores son personas concretas, campesinos casi todos, nios en muchos casos, arrastrados por las mil circunstancias de la vida a matar y morir por causas que con los aos se fueron confundiendo y que no siempre comprenden o valoran. Eso no los perdona: cualquiera sea el pesar personal del combatiente, lo supera con creces el dolor de la vctima porque esta guerra es injusta y degradada. Lo cual evoca otra diferencia entre ambos tipos ideales. El ciudadano corriente, los medios masivos y el discurso poltico expresan ante todo la indignacin merecida por las atrocidades abismales del conflicto. Con razn: ninguna poltica pblica podra edificarse sin repudiar de entrada las infamias de cualquier actor armado. Pero el repudio tico no basta para fundar una estrategia eficaz y productiva: es preciso entender y entender framente los motivos, las conductas y (por ende) las estrategias de los involucrados. Para entender que no es justificar las conductas asociadas con la violencia es preciso ponerse en los zapatos de cada actor, mirar las cosas desde su punto de vista. Por eso en este Informe adoptamos el supuesto de racionalidad del actor, segn se le conoce en la academia. Y en este punto estamos obligados a unos ciertos rigores conceptuales: Por racionalidad se entiende que el actor adapta los medios de los cuales dispone a los fines que persigue. Dichos fines no necesariamente son aceptables desde la tica, no necesariamente son compartidos por el analista y no son siempre los que objetivamente le convienen al actor. Tampoco es necesario que los medios sean objetivamente aptos para lograr el fin, o sea que el actor puede pecar por ignorancia o error sobre la relacin tcnica o verdadera entre los medios que emplea y el fin que pretende. El postulado de racionalidad se extiende a todos los afectados por el conflicto: no slo a las organizaciones armadas y sus miembros, sino tambin a las vctimas actuales o potenciales de los hechos violentos, a las comunidades locales y a las autoridades . Por ejemplo: es racional que el grupo armado practique el terror (como se dijo en el Captulo 3); es racional que el campesino desempleado ingrese a la guerrilla o a las autodefensas; es racional que el secuestrado pague rescate; es racional que el finquero expoliado financie a los paramilitares; es racional que la comunidad intente dialogar con el comandante; es racional que el alcalde se haga querer de todos los vecinos; es racional que la polica del pueblo se encierre en su cuartel, y es racional que el presidente pida ayuda extranjera. En trminos formales, definiramos las conductas objeto de este Informe como el conjunto de interacciones sociales cuyo marco institucional est avalado por la amenaza de perder la vida a manos de una organizacin armada . Por marco institucional se entienden las reglas de juego que gobiernan la interaccin (por ejemplo: no sapear). No importa el contenido y ni siquiera la justicia de esas reglas; importa que estn avaladas por la amenaza de perder la vida. Tal amenaza puede ser real o percibida (lo que cuenta es cmo la persona ve las cosas) y puede ser inminente o de ltima instancia (el castigo inicial puede ser menor pero detrs flota siempre la amenaza de muerte). Como la ley colombiana no contempla la pena capital, esta amenaza es ilegtima aun si proviene de agentes del Estado. Notemos tambin que la amenaza de muerte como argumento de ltima instancia es la diferencia especfica que introducen los grupos armados en la vida normal de la gente (vida normal que incluye el delito ordinario, incluso el delito violento). El Informe no se ocupa pues de todos los tipos de violencia, sino slo del conflicto armado.

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Visto de otra manera, el modelo de accin racional supone que el actor responde de la mejor manera que puede a los estmulos o seales que recibe de su entorno. El propsito de las polticas pblicas, entonces, es incidir sobre aquellos estmulos, esto es, modificar las seales percibidas por el actor; en nuestro caso, por los combatientes, las comunidades y las vctimas. En un sentido, pues, los captulos que siguen son un conjunto integrado de seales que llevaran a romper el ciclo de conductas racionales asociadas con el conflicto armado. Algunas de las seales que inciden sobre el conflicto son abstractas las ideologas, por ejemplo pero la mayora son muy concretas y conciernen a la sobrevivencia personal, a los afectos, a los recursos materiales, a la identidad, a la sumisin o al poder sobre los otros. Es en este contexto local y cotidiano donde se tejen las realidades sociales, incluida la guerra, por supuesto; y aqu tambin deben llegar las polticas. Hay otro punto crucial: la racionalidad de los actores no siempre implica racionalidad social Al revs, en . este caso, el resultado de agregar las racionalidades individuales es una enorme irracionalidad colectiva , es la degradacin y el sacrif