batalla salamina

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Batalla de Salamina Batalla de Salamina Parte de Guerras Médicas La batalla de Salamina, óleo sobre tela pintado en 1868 por Wilhelm von Kaulbach Fecha Septiembre del 480 a. C. Lugar Isla griega de Salamina Causas Invasión persa de Grecia Resultado Victoria decisiva griega Beligerantes Ciudades-estado griegas Imperio persa Comandantes Temístocles Plistarco Euribíades Jerjes I Artemisia I de Caria Ariamenes Fuerzas en combate 366-378 navíos 1 ~1200 navíos según fuentes antiguas 1 600-800 navíos según estimaciones 1

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Batalla de Salamina

Batalla de Salamina

Parte de Guerras Médicas

La batalla de Salamina, óleo sobre tela pintado

en 1868 por Wilhelm von Kaulbach

Fecha Septiembre del 480 a. C.

Lugar Isla griega de Salamina

Causas Invasión persa de Grecia

Resultado Victoria decisiva griega

Beligerantes

Ciudades-estado griegas

 Imperio persa

Comandantes

TemístoclesPlistarcoEuribíades

Jerjes IArtemisia I de CariaAriamenes

Fuerzas en combate

366-378 navíos1

~1200 navíos según fuentes antiguas1

600-800 navíos según estimaciones actuales

Bajas

40 navíos 200 navíos

La batalla de Salamina (en griego: Ναυμαχία τῆς Σαλαμῖνος, Naumachia tes Salaminos) fue un combate naval que enfrentó a una alianza de ciudades-estado griegas con la flota del imperio persa en el 480 a. C. en el golfo Sarónico, donde la isla de Salamina deja dos estrechos canales que dan acceso a la bahía de Eleusis, cerca de Atenas. Este enfrentamiento fue el punto álgido de la Segunda Guerra Médica, el segundo intento persa por invadir Grecia que había comenzado en el 480 a. C.

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Para frenar el avance persa, los griegos bloquearon el paso de la Termópilas con una pequeña fuerza mientras una armada aliada, formada esencialmente por atenienses, se enfrentaba a la flota persa en los cercanos estrechos de Artemisio. En la batalla de las Termópilas fue aniquilada la retaguardia de la fuerza griega, mientras que en la batalla de Artemisio los helenos sufrieron grandes pérdidas y se retiraron al tener noticia de la derrota en las Termópilas, lo que permitió a los persas conquistar Beocia y el Ática. Los aliados prepararon la defensa del istmo de Corinto al tiempo que su flota se replegaba hasta la cercana isla de Salamina.

Aunque muy inferiores en número, los aliados griegos fueron convencidos por Temístocles para combatir de nuevo a la flota persa con la esperanza de que una victoria decisiva impidiera las operaciones navales de los medos contra el Peloponeso. El rey persa Jerjes I deseaba un combate definitivo, por lo que su fuerza naval se internó en los estrechos de Salamina y trató de bloquear ambos. Sin embargo, la estrechez de los mismos resultó un obstáculo para los invasores, pues dificultó sus maniobras y los desorganizó. Aprovechando esta oportunidad la flota helena se formó en línea y logró una victoria decisiva gracias al hundimiento o captura de al menos 300 navíos persas.

Jerjes se tuvo que retirar hacia Asia junto con gran parte de su ejército, dejando a su general Mardonio para intentar completar la conquista de Grecia. Sin embargo, al año siguiente lo que restaba del ejército medo fue derrotado en la batalla de Platea y la armada persa en la batalla de Mícala. Tras estos reveses los persas no volvieron a intentar la conquista del mundo heleno. Las batallas de Salamina y Platea marcaron un punto de inflexión en el curso de las Guerras Médicas, pues en adelante las polis griegas tomaron la iniciativa y pasaron a la ofensiva. Algunos historiadores creen que una victoria persa en Salamina hubiera alterado profundamente la evolución de la antigua Grecia, y por extensión de todo el mundo occidental, motivo por el que la batalla de Salamina es considerada uno de los combates más importantes de la historia de la humanidad.2

La fuente principal de información para las Guerras Médicas es el historiador griego Heródoto. Llamado «El padre de la Historia»,3 Heródoto nació el 484 a. C. en la ciudad de Halicarnaso, Asia Menor, entonces bajo dominio persa. Escribió las Historias entre el 440-430 a. C. con la intención de averiguar los orígenes de las guerras greco-persas, que entonces eran historia reciente (el conflicto finalizó en el 449 a. C.).4 Su enfoque fue tan novedoso que, en lo que a occidente se refiere, fundó la Historia tal como la conocemos.4 Como el historiador Tom Holland ha dicho: «Por primera vez un cronista se dedicó a rastrear los orígenes de un conflicto, pero no en un pasado lejano plagado de fábulas, caprichos y deseos de dioses, por petición del pueblo o por un destino manifiesto, sino con explicaciones que podía verificar él mismo.»4

Algunos historiadores posteriores, a pesar de seguir sus pasos, criticaron a Heródoto. El primero fue Tucídides,5 6 a pesar de lo cual decidió comenzar su Historia donde la dejó Heródoto, en el asedio de Sestos, por lo que parece evidente que estaba de acuerdo con lo que había escrito Heródoto y no necesitaba ser rescrito.6 Plutarco criticó a Heródoto en su ensayo «Sobre la malicia de Heródoto», en el que lo describía como «Philobarbaros» («amante de los bárbaros») por no ser lo suficientemente pro griego. Sin embargo, esta crítica sugiere que Heródoto pudo hacer un trabajo razonablemente imparcial.7 La visión negativa de Heródoto llegó hasta el Renacimiento europeo, aunque siguió siendo muy leído.8 Fue a partir del siglo XIX cuando su reputación fue plenamente restablecida por diversos hallazgos arqueológicos que confirmaron repetidamente la veracidad de sus datos.9 En la actualidad se considera que Heródoto hizo un gran trabajo en sus Historias, pero que algunos detalles específicos, como número de tropas y fechas, deben ser contemplados con escepticismo.9

El historiador siciliano Diodoro Sículo escribió en el siglo I d. C. su Biblioteca histórica, donde también se habla de las Guerras Médicas por influencia de los escritos de Éforo de Cime. Este

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relato es bastante consecuente con el de Heródoto.10 La batalla también es descrita, aunque con menor detalle, por diversos escritores de la antigüedad como Plutarco y Ctesias, y aludida por otros autores como el dramaturgo Esquilo. Las evidencias arqueológicas, como la mencionada Columna de las Serpientes, también confirman algunas de las afirmaciones de Heródoto.11

Contexto histórico

Mapa del mundo griego durante las Guerras Médicas.

Las polis de Atenas y Eretria habían apoyado, sin éxito, una revuelta en Jonia contra el imperio persa de Darío I entre el 499 y el 494 a. C., liderada por el sátrapa de Mileto, Aristágoras. El imperio persa era entonces relativamente joven y sufría frecuentes revueltas entre los pueblos que había sometido.12 13 A ello se unía que Darío era un usurpador, y hubo de afrontar y extinguir numerosos alzamientos contra su autoridad.12 La revuelta jonia amenazó la integridad de sus dominios, por lo que prometió castigar a todos los involucrados en ella y especialmente a los poderes foráneos que la apoyaron.14 15 Al tiempo, Darío vio la oportunidad de expandir su imperio a costa del fragmentado mundo de la antigua Grecia.15 Con esa intención envió una primera expedición militar al mando de su general Mardonio en el 492 a. C., asegurando las tierras próximas a Grecia gracias a la reconquista de Tracia y a la subyugación del Reino de Macedonia, que pasó a ser vasallo de Persia.16

En el 491 Darío envió emisarios a todas las polis griegas exigiendo «tierra y agua» como gesto de sumisión.17 Habiendo tenido una demostración de su poder el año anterior, la mayoría de ciudades griegas se vieron obligadas a aceptar. En Atenas, sin embargo, los embajadores medos fueron llevados a juicio y ejecutados, mientras que en Esparta simplemente fueron arrojados a un pozo.17 Ello significó que Esparta estaba, de hecho, en guerra con Persia.17

Darío reunió en el 490 una fuerza anfibia de ataque que puso bajo mando de Datis y Artafernes y que atacó Naxos, con lo que consiguió la sumisión del resto de islas Cícladas. Esta fuerza se trasladó después a la ciudad de Eretria, que fue asediada y arrasada.18 Finalmente, se dirigió a Atenas, para lo que desembarcó en la bahía de Maratón, donde fue enfrentada por un numeroso ejército ateniense. En la resultante batalla de Maratón los atenienses lograron una sonada victoria que obligó a los persas a retirarse a Asia.19

El rey Darío comenzó a crear un nuevo y enorme ejército con la intención de subyugar toda Grecia, pero en el 486 a. C. sus súbditos egipcios se alzaron y obligaron a posponer indefinidamente la invasión del mundo heleno.13 Darío falleció durante la preparación de la marcha a Egipto, y el trono de Persia pasó a su hijo Jerjes I,20 quien aplastó la revuelta egipcia y rápidamente retomó los preparativos para la invasión de Grecia.21 Debido a que iba a ser una

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invasión a gran escala, requirió mucho tiempo de planificación, aprovisionamiento y reclutamiento de tropas.21 Jerjes decidió crear unos pontones en el estrecho del Helesponto para que su ejército cruzara a Europa, y también que se debía cavar un canal a través del istmo del monte Athos para rodear un promontorio en el que había sido destruida una flota persa en el 492.22 Estas eran dos hazañas de excepcional ambición sólo al alcance de un gran imperio.22 A comienzos del 480 los preparativos se habían completado y el ejército que Jerjes había reunido en Sardes comenzó a marchar hacia Europa cruzando el Helesponto a través de dos puentes de pontones.23

Movimientos persas y griegos durante las batallas de las Termópilas, Salamina y Platea.

Los atenienses también habían estado preparando la guerra contra los persas desde mediados de la década del 480, y en el 482 tomaron la decisión, bajo guía del político ateniense Temístocles, de construir una enorme flota de trirremes para combatir contra los medos.24 Sin embargo, los atenienses no tenían hombres suficientes para luchar en tierra y mar, por lo que la lucha contra los persas requeriría una alianza de polis griegas. En el 481 a. C. Jerjes envió embajadores por toda Grecia exigiendo de nuevo «tierra y agua», pero omitió deliberadamente a Atenas y Esparta,25 polis que comenzaron a aglutinar a apoyos. Se reunió un congreso de polis en Corinto hacia finales del otoño del 481 del que salió una alianza confederada de polis,26 con el poder de enviar emisarios para pedir ayuda y destacar tropas de las ciudades miembros en puntos defensivos tras realizar consultas. Esto era un hecho sin precedentes en el desunido mundo griego, especialmente si tenemos en cuenta que algunas de las polis estaban técnicamente en guerra entre ellas.27

Inicialmente el congreso estuvo de acuerdo en defender el estrecho del valle de Tempe, en la frontera de Tesalia, para bloquear allí el ejército de Jerjes.28 Sin embargo, una vez allí fueron advertidos por Alejandro I de Macedonia de que el valle podía ser atravesado por otro paso, y que el ejército de Jerjes era abrumador, por lo que los griegos se retiraron.29 Poco después, recibieron la noticia de que los persas habían cruzado el Helesponto, por lo que los aliados adoptaron una segunda táctica. La ruta hacia el sur de Grecia (Beocia, el Ática y el Peloponeso) llevaría al ejército de Jerjes a atravesar el estrecho paso de las Termópilas, que podría ser fácilmente bloqueado por las falanges de hoplitas griegos a pesar de la enorme superioridad numérica del enemigo. Por otra parte, y para evitar que los persas saltaran las Termópilas por mar, los atenienses y sus aliados cerrarían los estrechos de Artemisio. El congreso adoptó esta estrategia dual.30 Sin embargo, las ciudades del Peloponeso hicieron planes de repliegue para defender el istmo de Corinto si fuera necesario, al tiempo que las mujeres y los niños de Atenas fueron evacuados en masa a la ciudad peloponesia de Trecén.31

En una batalla legendaria, un pequeño ejército griego detuvo durante tres días en el paso de las Termópilas a la abrumadoramente superior fuerza persa, hasta que fueron traicionados y flanqueados por un paso de montaña. La mayoría del ejército heleno pudo retirarse, pero la retaguardia, compuesta por espartanos y tespios, fue rodeada y aniquilada.32 En la simultánea batalla naval de Artemisio se llegó a un punto muerto,33 pero cuando llegaron las noticias de lo

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acaecido en las Termópilas, la armada aliada también se retiró, puesto que la defensa de los estrechos de Artemisio ya no tenía sentido.34

Preludio

La flota aliada entonces navegó desde Artemisio a Salamina para ayudar en la evacuación final de Atenas. Estando en ruta, Temístocles dejó inscripciones dirigidas a los tripulantes griegos jonios de la flota persa en todas las fuentes de agua en que tendrían que parar pidiéndoles que desertaran por la causa aliada. Tras su victoria en las Termópilas, el ejército persa procedió a quemar y saquear las ciudades de Beocia que no se habían rendido, Platea y Tespias, antes de marchar hacia la ya evacuada Atenas.35 Los aliados, esencialmente peloponesios, se prepararon para defender el istmo de Corinto destruyendo el único camino que lo cruzaba y construyendo un muro.36 Sin embargo, esta estrategia era errónea a menos que la flota aliada fuera capaz de impedir a la flota persa el transporte de tropas a través del golfo Sarónico. En un consejo de guerra convocado tras la evacuación de Atenas, el comandante naval corintio, Adimanto, defendió que la flota debía reunirse frente a la costa del istmo para elaborar un bloqueo.37 Sin embargo, Temístocles se mostró partidario de una estrategia ofensiva con la finalidad de destruir la superioridad naval persa. Para ello se basó en las lecciones aprendidas en Artemisio, señalando que «una batalla a corta distancia nos beneficia».37 Su opinión prevaleció y la armada aliada permaneció frente a las costas de Salamina.38

Fotografía de satélite de Salamina y los estrechos en que se libró la batalla.

El momento exacto de la batalla de Salamina es difícil de definir.39 Heródoto presenta la batalla como si se hubiera producido inmediatamente después de la captura de Atenas, pero en ningún momento lo dice explícitamente. Si las Termópilas y Artemisio ocurrieron en septiembre, puede ser así, pero es más probable que los persas emplearan dos o tres semanas tomando Atenas, reparando su flota y reabasteciéndose.39 Sí es evidente que en algún momento tras la captura de Atenas Jerjes celebró un consejo de guerra con la flota persa, algo que según Heródoto sucedió en el puerto de Falero.40 Artemisia, reina de Halicarnaso y comandante de su escuadrón naval dentro de la flota de Jerjes, trató de convencerlo para esperar a que los aliados se rindieran creyendo que la batalla en Salamina era un riesgo innecesario.40 El rey Jerjes y su asesor jefe, Mardonio, decidieron atacar de todos modos.41

Es difícil establecer qué fue lo que llevó finalmente a que se librara la batalla, asumiendo que ninguna de las partes atacó sin premeditación.39 Está claro que en algún momento antes de la batalla le comenzaron a llegar a Jerjes noticias de las desavenencias en el bando aliado, pues los peloponesios querían evacuar Salamina mientras todavía hubiera tiempo.42 Esta supuesta división entre los aliados pudo ser simplemente un ardid para forzar a los medos a combatir.43 Por otra parte, este cambio de actitud entre los aliados (que habían esperado pacientemente frente a Salamina al menos una semana mientras Atenas era saqueada) podía ser una respuesta a las

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maniobras ofensivas persas.39 Posiblemente, un ejército persa había sido enviado a marchar contra el istmo para probar el nervio de la flota.39 43

Sea como fuere, cuando Jerjes recibió las noticias ordenó a su flota salir a patrullar frente a las costas de Salamina y bloquear la salida sur.43 Luego, al atardecer, ordenó que se retiraran, seguramente para tentar a los aliados a emprender una evacuación apresurada.43 Esa noche Temístocles intentó lo que hoy nos parece un éxito espectacular del uso de la desinformación. Envió a Jerjes un sirviente, Sicinos, con un mensaje proclamando que Temístocles estaba «del lado del rey, y prefería que prevaleciera su causa a la de los helenos».44 Temístocles decía que el mando aliado estaba enfrentado, que los peloponesios planeaban evacuar esa misma noche y que, para conseguir la victoria, todo lo que los persas tenían que hacer era bloquear los estrechos.44 En la elaboración del engaño, Temístocles parecía pretender todo lo contrario: atraer a los persas dentro de los estrechos.43 Y eso era exactamente lo que Jerjes quería oír, que los atenienses podrían estar dispuestos a someterse a él y que sería capaz de destruir al resto de la flota aliada.43 Jerjes mordió el anzuelo y la flota persa fue enviada esa misma noche para iniciar el bloqueo.45 El rey persa ordenó que se dispusiera un trono en las laderas del monte Aigaleo, con vistas al estrecho, para presenciar la batalla de manera inmejorable y anotar los nombres de los comandantes que mejor se desempeñaran.46

De acuerdo con Heródoto, los aliados pasaron la noche discutiendo acaloradamente el curso de las acciones.47 Los peloponesios querían evacuar,48 y fue en ese punto cuando Temístocles intentó su truco con Jerjes.44 No fue hasta que apareció Arístides, general ateniense exiliado que llegó esa noche seguido por algunos desertores de los persas, con noticias sobre el despliegue de la flota persa,49 50 que los peloponesios aceptaron que no tenían escapatoria y debían luchar.51 Sin embargo, se ha sugerido con razón que los peloponesios tomaron parte en el ardid de Temístocles y que aceptaron serenamente que tenían que luchar en Salamina.52 La armada aliada pudo así prepararse adecuadamente para la inminente batalla, mientras que los persas pasaron la noche en el mar, buscando sin éxito la supuesta evacuación griega. La mañana siguiente los persas navegaron a los estrechos para atacar a la flota helena. No está claro cuando, cómo ni porqué se tomó esta decisión, pero si es evidente que buscaron el combate con los aliados.46

Fuerzas participantes

Fuerzas persas: Iban al mando del propio rey Jerjes. El jefe del ejército era el general Mardonio. El número de hombres van desde los 2.641.610 que indica Heródoto hasta los 150.000 que indican historiadores modernos. El jefe naval era el almirante Ariabignes.53 Las naves de guerra eran 1.207 y los transportes 3.000 proporcionadas por sus aliados: egipcios, jonios, griegos y fenicios. En Salamina no se sabe cuántas naves de guerra participaron; sí se conoce el número del contingente egipcio, que fue de 200 naves.

Fuerzas griegas: Según Heródoto la armada griega estaba compuesta por 378 naves proporcionadas por 12 ciudades-estado confederadas,nota 1 de las cuales 200 pertenecían a Atenas y estaban por tanto al mando de Temístocles.nota 2 Algunos historiadores cambian el número de barcos a 300, total tradicional según otras fuentes, como Esquilo.54 Aunque nominalmente el mando de toda la flota lo tenía Esparta bajo el general Euribíades, es muy posible que las tácticas usadas fueran de origen ateniense.

Movimientos previos a la batalla

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Trirreme griega.

Temístocles sabía que la simple unión de los griegos no vencería a los persas, así que envió un esclavo al campamento de Jerjes para engañarlo. El esclavo portaba el mensaje de que los griegos no se ponían de acuerdo en cuanto al emplazamiento en el que debían presentar batalla y que muchos, temerosos, huirían antes de llegar la flota persa. Además, le dijo a Jerjes que si él mismo ordenaba el ataque, las naves atenienses (la mayor parte de la flota griega) se volverían y atacarían a los demás griegos.

Jerjes creyó el engaño de Temístocles, por lo que cercó la salida de la isla de Salamina. La opinión de sus consejeros estaba dividida en cuanto a qué debía hacer ahora que la isla estaba cercada. Su general Mardonio prefería iniciar un ataque contra las posiciones griegas, mientras que Artemisia I de Caria, aliada de los persas, creía que las pesadas naves persas maniobrarían mal en las recortadas costas de Salamina, por lo que aconsejó a Jerjes que esperara a que los griegos quedaran sin suministros y se rindiesen. Jerjes hizo caso al consejo de Mardonio.

Es curioso señalar que la reina de Halicarnaso, Artemisia I de Caria, fue la primera mujer almirante de la historia, participando en la batalla del lado de los persas.

Jerjes estaba seguro de su victoria, por lo que ansiaba contemplar la batalla para lo cual mandó construir un trono en lo alto de un monte situado al norte del Pireo.

Desarrollo de la batalla

La batalla de Salamina. Disposición inicial y movimientos de las flotas (en inglés).

La batalla de Salamina, mostrando el lugar en que Jerjes había construido el trono desde el que observar la batalla (en francés).

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Mientras Jerjes tomaba la Acrópolis ateniense, pasando a cuchillo a sus defensores, la flota griega reunía un consejo de guerra en el que Temístocles convenció a Euribíades de enfrentarse a la flota persa en el canal del este de Salamina en lugar de hacerlo en el mar frente al istmo de Corinto. Según Temístocles combatir en mar abierto representaba una gran desventaja para los griegos, en cambio luchar en el estrecho brazo de mar de acceso a Salamina les daría la victoria pues ellos podrían maniobrar mejor que las pesadas naves persas.

En la mañana del 22 de septiembre se reunió nuevamente el consejo de guerra para tratar el tema del lugar donde enfrentarse a la flota persa. Temístocles salió en secreto del consejo enviando un mensajero a la flota de los medos para comunicarles que debido al miedo, los griegos estaban considerando emprender la fuga, por lo que si los atacaban ahora los griegos no opondrían resistencia.

Jerjes creyó el mensaje enviado por el ateniense, pues sabía de las disputas que existían entre los griegos. Por ello decidió bloquear los estrechos oriental y occidental de Salamina, embotellando a la flota griega. Para lograrlo envió a la armada egipcia, compuesta por 200 navíos, a bloquear el estrecho occidental mientras el resto de su flota formaba en una triple línea que iba desde el sur del promontorio Cinosura en Salamina hasta el Pireo. La isla de Psitalea fue ocupada por tropas persas poco antes del amanecer del día 23.

Los griegos supieron que los persas habían cerrado los dos canales que rodean Salamina. Ante esto formaron sus naves en una línea de batalla en el canal oriental, entre la ciudad de Salamina y la playa del monte Heraclión, alineándose las 16 naves espartanas a la derecha, a la izquierda las naves atenienses (más de la mitad del total de la flota) y en el centro el resto de de las naves aportadas por las otras ciudades-estado.

En la madrugada del 28 de septiembre se registró un terremoto en la zona del mar Egeo, que los griegos tomaron como un buen augurio.55 En la medianoche entre el 28 y el 29 las naves persas comenzaron a entrar en el canal, los fenicios a la derecha y los jonios a la izquierda. Apenas iniciado este movimiento y debido al gran número de naves persas, las columnas comenzaron a deshacerse. Pero la debacle comenzó por la tarde del 29, cuando al subir la marea la corriente que entraba por el oeste del estrecho dio impulso a las naves griegas y, en cambio, hizo virar y entrechocar a las líneas persas, sorprendidas de frente. Esto hizo a muchas de ellas presas fáciles para los buques griegos. Los persas se retiraron en medio de una gran confusión, y Jerjes tuvo que abandonar precipitadamente el trono que se había preparado. La batalla duró entre siete y ocho horas.

Los griegos no persiguieron a los persas. Arístides acabó con las tropas persas que habían ocupado la isla de Psitalia, las naves persas regresaron a Falero y los griegos a Salamina. Temístocles fue considerado por toda Grecia el héroe de la jornada. La propia Esparta le concedió, como recompensa, una corona de olivo.

Consecuencias

En el aspecto táctico la batalla de Salamina no supuso una gran victoria, pero estratégicamente tuvo un carácter decisivo para ambos pueblos. Los griegos perdieron cuarenta barcos, mientras que doscientos de los persas fueron destruidos y otros muchos, capturados. Sin embargo, lo peor para los persas fue el gran golpe sufrido en su prestigio. Presagió las revueltas que tendría que afrontar en el futuro cercano, especialmente entre los griegos de Jonia. Hasta Salamina, el dominio del mar Egeo había sido indiscutible para Persia, pero después de esta batalla se le hizo muy difícil mantener el abastecimiento de su numeroso ejército en Grecia.

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Terminada la batalla, Jerjes se preocupó especialmente de la suerte que podían correr sus puentes en el Helesponto por lo que envió inmediatamente la flota a Asia para proteger la costa oriental del Egeo y pocos días después se puso en marcha hacia el norte con su ejército, dejando en Grecia un ejército de ocupación de 120.000 hombres al mando de Mardonio.

Referencias

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Bibliografía

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