soldados de salamina

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Esteban Brena Serrano #307331186 Extraordinario Literatura s. XIX,XX y XXI 01/04/14 El entrecruzamiento de la historia y la ficción en Soldados de Salamina de Javier Cercas Habían ganado la guerra, pero habían perdido la historia de la literatura -Javier Cercas Tenemos por un lado el Soldados de Salamina (2001) que Javier Cercas, escritor español, escribe y que Tusquets edita. Es decir, el libro físico y tangible. Por el otro lado, se encuentra el “Soldados de Salamina” que el Javier Cercas de la novela escribe, y que aparece como la segunda parte dentro de la obra Soldados de Salamina escrita por Javier Cercas, el escritor real, y que el Javier Cercas de la ficción considera incompleta. Finalmente, se encuentra el libro homónimo que Rafael Sánchez Mazasa, fundador e ideólogo de la Falange español, promete redactar después del final de la guerra civil española; un libro que sin embargo nunca llega a escribir. Resumida de esta manera, la novela de Cercas 1 parece ser un juego metaliterario más al estilo de los escritos 1 De aquí en más, para mayor claridad del ensayo nos referiremos al escritor real como Cercas y al personaje de la novela simplemente como Javier. 1

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Page 1: Soldados de Salamina

Esteban Brena Serrano#307331186

ExtraordinarioLiteratura s. XIX,XX y XXI

01/04/14

El entrecruzamiento de la historia y la ficción en Soldados de Salamina de Javier Cercas

Habían ganado la guerra, pero habían perdido la historia de la literatura

-Javier Cercas

Tenemos por un lado el Soldados de Salamina (2001) que Javier Cercas, escritor español, escribe

y que Tusquets edita. Es decir, el libro físico y tangible. Por el otro lado, se encuentra el

“Soldados de Salamina” que el Javier Cercas de la novela escribe, y que aparece como la segunda

parte dentro de la obra Soldados de Salamina escrita por Javier Cercas, el escritor real, y que el

Javier Cercas de la ficción considera incompleta. Finalmente, se encuentra el libro homónimo que

Rafael Sánchez Mazasa, fundador e ideólogo de la Falange español, promete redactar después del

final de la guerra civil española; un libro que sin embargo nunca llega a escribir. Resumida de

esta manera, la novela de Cercas1 parece ser un juego metaliterario más al estilo de los escritos

por Jorge Luis Borges o Vladimir Nabokov. Un relato que se deleita en sus múltiples juegos y en

un mise en abyme narrativo afín a las cajas chinas, en donde hay distintos niveles del relato

anidados uno dentro del otro. Sin embargo, la intención de Javier y de Cercas –al menos en un

primer momento- es la de producir un “Relato real”, aparente oxímoron que Javier –el personaje-

resume así en la primera parte del libro:

después de casi diez años sin escribir un libro, había llegado el momento de intentarlo

de nuevo, y decidí también que el libro que iba a escribir no sería una novela, sino

sólo un relato real, un relato cosido a la realidad, amasado con hechos y personajes

1 De aquí en más, para mayor claridad del ensayo nos referiremos al escritor real como Cercas y al personaje de la novela simplemente como Javier.

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reales, un relato que estaría centrado en el fusilamiento de Sánchez Mazas y en las

circunstancias que lo precedieron y lo siguieron(Cercas 52)

Javier, y Cercas, aspiran a representar de un modo verídico la vida de Sánchez Mazas,

centrándose en el episodio de su fusilamiento fallido, una historia que puede ser comprobada por

medio de archivos y testimonios, pero usando los mecanismos y convenciones de la ficción. Pero

–o más bien, debido a esto- lo que resulta de esta búsqueda por el relato real es un híbrido entre

ficción y realidad, que desconfía de los añadidos y exageraciones de la ficción, pero que no puede

ser completado sólo con base en los documentos históricos que tienen a la mano Javier y Cercas.

Además, la misma narración de Soldados de Salamina ficcionaliza el proceso de documentación

y creación de la obra, relatando los pasos que sigue la investigación de Javier –y de Cercas- para

construir el relato de la vida de Sánchez Mazas.

Lo que propongo pues en este ensayo es analizar tanto esta desconfianza en la ficción –y

en los novelistas- que aparece una y otra vez en las opiniones de Javier en Soldados de Salamina,

que permean toda la narración y que surgen cada que Javier se encuentra con un novelista o hay

mención a los procesos ficcionales. También quisiera concentrarme en la búsqueda de Javier y de

Cercas por llenar los huecos de la historia de Sánchez Mazas, unos huecos que finalmente sólo

logran ser cubiertos –parcialmente- por la ficción, y cómo la misma narración es necesaria para

brindar un sentido de cierre a la obra y la vida de Sánchez Mazas.

Para entender mejor hacia que lugares conduciremos esta investigación es necesario dar

cuenta de las formas en que la obra de Cercas ha sido leída por diversos autores en los últimos

años. Teresa Gómez Trueba en “La Autoficción en la obra narrativa de Javier Cercas”, nos dice

que la producción literaria de Javier Cercas “parece una continua y trabada reflexión acerca del

papel del autor en la creación literaria, o, lo que en parte viene a ser lo mismo, acerca de las

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Page 3: Soldados de Salamina

relaciones entre vida y literatura. Tras años de reivindicación de la ocultación del yo, tras años de

‘muerte del autor’, Cercas […] se empeña obra tras obra en una concienzuda y desconcertante

reafirmación de la propia identidad” (68). Gómez Trueba lee Soldados de Salamina como un

ejercicio de autoficción, un termino que retoma de Serge Boubtrovsky, y que incluye a aquellos

relatos que presentándose como novelas, ofrecen un contenido autobiográfico o con detalles de

autobiografía, y que sin embargo, también beben de la ficción (67). Más adelante, Gómez Trueba

añade que, “evidentemente, los acontecimientos históricos o datos biográficos (verificables

extratextualmente) adquieren un carácter ficcional al ser incluidos en el texto, resaltándose la

ambigua frontera que separa lo real de lo ficticio” (68). Desde las primeras páginas de la novela

de Cercas, se observa sin embargo que hay una asimetría entre el Cercas y el narrador que habla

en la primera parte de Soldados de Salamina. Basta un ejemplo de esto: el Javier que narra la

novela menciona en el segundo párrafo que “acababa de cumplir cuarenta años” en 1994,

mientras que en la contracubierta del libro se da una breve biografía de Javier Cercas diciendo

que nació en 1962, haciéndole ocho años más joven que el narrador de la novela (Cercas 18).

A pesar de esto, tanto Javier como Cercas comparten la paternidad de un par de novelas, El

Inquilino y El móvil, así como la profesión de periodistas en Gerona. De cualquier modo, la breve

mención a la edad de Javier al inicio de la novela remarca ya el carácter ficcional del texto, a

pesar claro de que comparta ciertos rasgos biográficos con el escritor de Soldados de Salamina.

Sin embargo, el interés de la novela no reside en encontrar cada una de estas pequeñas asimetrías

entre la vida de Cercas y la del Javier de la novela, sino en ver qué efecto tiene esto sobre el

pretendido “relato real” de la novela. Por otro lado, Alícia Satorras Pons lee Soldados de

Salamina no como una auto-ficción, sino como:

el relato de un proceso de descubrimiento: el de que el secreto esencial que despierta

el desarrollo de la trama novelesca (y el hilo detectivesco), excusa para expresar una

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Page 4: Soldados de Salamina

verdad legitimada literariamente, es esencialmente “secreto” y por ello cobra su pleno

sentido cuando el personaje Javier Cercas renuncia a descubrir una verdad histórica

detrás de él. El relato real que pretende escribir al principio se convertirá en un relato

real por su naturaleza artística, por ser creación” (229)

De esta lectura habría que destacar la distinción entre la verdad histórica y la verdad creativa de

la ficción. Al principio de la novela, el narrador menciona tres perdidas importantísimas para el

relato: la perdida de su padre, el abandono de su mujer, y el estancamiento de su carrera de

escritor. Escribe el narrador que, “Tres cosas acababan de ocurrirme por entonces: la primera es

que mi padre había muerto; la segunda es que mi mujer me había abandonado; la tercera es que

yo había abandonado mi carrera de escritor. Miento. La verdad es que de esas tres cosas, las dos

primeras son exactas, exactísimas; no así la tercera” (17). Leída en el contexto general de

Soldados de Salamina, el “miento” de esta cita es importantísimo, pues por cercanía asocia la

idea de la escritura con la mentira, y sin embargo, es imposible olvidar que esta declaración de

abandono es precisamente una mentira puesto que está dicha dentro de un relato de ficción. Por

motivo de estos tres abandonos, el narrador de la novela se ve obligado a pedir su viejo trabajo en

la redacción de un periódico y hace notar que no es “un buen escritor, pero tampoco un mal

periodista” (18).

En este punto del relato, Javier considera la escritura como algo distinto al periodismo, es

decir, separa a la ficción, la mentira, de los escritores, de su labor meramente descriptiva –

verídica- como periodista. Y sin embargo, al interior de la novela, no parece que el narrador

guarde en alta estima el oficio del periodista. No obstante el hecho de que Javier considera el

periodismo simplemente como un oficio, una forma de sobrevivir, es precisamente este trabajo el

que lleva a su atención el episodio del fusilamiento fallido de Sánchez Mazas. Durante una

entrevista con el hijo de Mazas, el también escritor Rafael Sánchez Ferlosio, éste le cuenta a

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Javier la historia de su padre, y cómo fue que escapo del batallón de fusilamiento en el santuario

de Collell. De la entrevista con Ferlosio hay más bien poco que se cuente en la novela, excepto

que “fue un tira y afloja agotador” donde si Javier intentaba preguntar por “la diferencia entre

personajes de carácter y personajes de destino, él se las arreglaba para contestarme con una

disquisición sobre (digamos) las causas de la derrota de las naves persas en la batalla de

Salamina” (19). El interés central recae entonces sobre la anécdota acerca del padre de Ferlosio, y

es en lo que más se concentra el narrador durante ese fragmento de la novela. A pesar de la

atención que Javier presta anécdota, páginas después se menciona que “la entrevista con Ferlosio,

conseguí finalmente salvarla, o quizás es que me la inventé” y cuenta que en ella jamás se

menciona el fusilamiento en Collell ni a Sánchez Mazas (21). Me parece importante recalcar el

acto de salvación que menciona Javier, tan cercano a la invención. Por un lado, salvar la

entrevista con Ferlosio implica eliminar los detalles superfluos de ésta para brindar sólo lo

esencial, mientras que el invento implica ficcionalización. Ambas acciones, cabe agregar, son

actos de edición. Incluso el acto del periodismo, realizado por un Javier Cercas decididamente

ficticio, conlleva un ápice de ficción.

Incluso si en la redacción de la entrevista con Ferlosio no se incluye la historia de Sánchez

Mazas, ésta queda incrustada en el recuerdo de Javier y años más tarde redacta un artículo acerca

de Sánchez Mazas “y su frustrado fusilamiento [que] había ocurrido más o menos al mismo

tiempo que la muerte de Machado” (Cercas 23). El narrador de Soldados de Salamina incluye

este breve artículo como prueba del carácter verídico de su narración, de igual manera que unas

páginas más adelante incluye una reproducción de una de las páginas del diario de Sánchez

Mazas. La publicación de este artículo, y el interrogante de qué fue exactamente lo qué pensó el

miliciano que dejo escapar a Sánchez Mazas, son el motor que da pie a la novela y la

investigación, dice . La historia de Sánchez Mazas, en suma, impulsa al Javier de la novela a

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escribir de nueva cuenta. Sólo que ahora ya no busca escribir novelas, sino un “relato real”.

Robert Richmond Ellis en “Memory, Masculinity, and Mourning in Javier Cercas’s Soldados de

Salamina” señala que en la novela de Cercas la ética del recuerdo se encuentra inserta en una

empresa de auto-realización (518). En tanto que Javier Cercas intenta reconstruir el episodio de la

vida de Sánchez Mazas, también busca establecer una identidad propia, una vuelta a su oficio

como escritor. En este sentido, podemos conectar la idea de la auto-realización que menciona

Ellis con la Autoficción de la que habla Gómez Trueba, pues ambas ideas se ven unidas en el acto

de la escritura como búsqueda de una identidad por medio de la narración de la vida de otro,

Sánchez Mazas. En cierto sentido, además, Javier y Cercas se apropian de la historia de Sánchez

Mazas, ya que se apropian del título del libro que el Falangista no llega a publicar (“Soldados de

Salamina”) para su propia obra (Ellis 520).

La obra que Javier se propone escribir, en un primer momento, difiere de la novela pues

no se trata de una labor de imaginación, sino de documentación exhaustiva, de “reconstruir la

historia que quería contar y en llegar a conocer, si no todos y cada uno de sus entresijos, sí por lo

menos los que juzgaba esenciales” (Cercas 69). Un poco más atrás en la novela, Conchi, la novia

de Javier, le dice que el nuevo libro que él está escribiendo “mejor no sea una novela” pues le

dice que la imaginación no es su fuerte (Cercas 69). Esto no puede sino recordar una aseveración

previa del narrador cuando dice que “la guerra civil, de la que hasta aquel momento no sabía

mucho más que de la batalla de Salamina […] siempre me habían parecido excusas para nostalgia

de los viejos y carburante para la imaginación de los novelistas sin imaginación” (21). Lo que

distingue al proyecto de Javier, y la novela de Cercas, de estas novelas de “novelistas sin

imaginación” acerca de la guerra civil española, es quizá que la novela de Cercas da cuenta del

proceso de investigación previo la realización de la novela, al mismo tiempo que ofrece la

narración misma del episodio de Sánchez Mazas, así como la búsqueda posterior por dar un

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cierre a la historia de Mazas presente en la tercera parte de la novela. Si, como lectores,

tuviéramos acceso solamente a la segunda parte de Soldados de Salamina –aquella que lleva el

mismo título que la novela- nos encontraríamos entonces ante uno de esos textos que desprecia

Javier en la primera parte del libro.

No es sólo que el mostrar las fuentes por medio de los cuales Javier y Cercas escriben la

segunda parte del libro, “Soldados de Salamina” lo que dota de un aire de verosimilitud a su

narración y que aleja a ésta de las novelas “sin imaginación” que mencionaba anteriormente;

también el mismo narrador de la segunda parte y los pequeños comentarios que hace acerca de lo

narrado dan credibilidad a la historia de “Soldados de Salamina”. A veces, en esta segunda parte

de la novela, el narrador parece ser omnisciente y relatar los hechos de la vida de Sánchez Mazas

desde un punto privilegiado, parecido al discurso de la historiografía clásica, pero en ciertos

puntos del capítulo, la voz del narrador interrumpe el relato para apuntar alguna cosa sobre ésta.

Por ejemplo, al relatar la inclusión de Sánchez Mazas a la Falange Española, el narrador apunta

que las ideas de Sánchez Mazas –y el resto de los falangistas- con el tiempo:

acabarían convertidos en el estilo de vida y las ideas que, primero adoptadas como

revolucionaria ideología de choque ante las urgencias de la guerra y más tarde

rebajadas a la categoría de ornamento ideológico por el militarote gordezuelo,

afeminado, incompetente, astuto, y conservador que las usurpó, [y que] acabarían

convertidas en la parafernalia cada vez más podrida y huérfana de significado con la

que un puñado de patanes luchó durante cuarenta años de pesadumbre por justificar

su régimen de mierda (86).

El quiebre tonal con el resto de la narración de la segunda parte es evidente. Donde antes se

encontraba un relato neutro de los hechos de la vida de Sánchez Mazas, se transforma en un

virulento ataque en contra del régimen militar liderado por Francisco Franco. Los adjetivos

usados para describir a Franco se alejan mucho del léxico del resto del capítulo; un tono, que

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como ya hemos mencionado, oscila entre el narrador omnisciente y el discurso historiográfico.

Parece un aparte de la narración principal en el que se da cuenta de los efectos nocivos que tuvo

la ideología falangista de Sánchez Mazas en la historia de España en los años posteriores a la

guerra civil. Si bien no se vuelve una defensa explicita de Sánchez Mazas, sí pone en

contrapunto la persona y acciones de éste –que en varias ocasiones es llamado un cobarde por

distintos personajes de la novela- con las atrocidades de Franco y su partido. Es la irrupción de

un “Yo” en el relato, pero un “yo” inserto en la historia y consciente de qué lo que está narrando

tuvo repercusiones gravísimas para la vida en España durante 40 años.

El otro momento que me interesa mencionar ocurre páginas más adelante en el capítulo,

después de que estalla la guerra civil. El narrador escribe que “a partir de este momento el rastro

de Sánchez Mazas se esfuma […] lo que a continuación consigno no es lo que realmente sucedió,

sino lo que parece verosímil que sucediera; no ofrezco hechos probados, sino conjeturas

razonables” (89). Estas conjeturas están hechas a partir de “testimonios parciales” que Javier

Cercas junta para ofrecer una historia medianamente verosímil de la historia de Sánchez Mazas

durante esos tres años. Abandona pues la seguridad de una voz inserta en la historiografía y la

veracidad para adentrarse en el campo de la especulación, del relato. E indirectamente, se vuelve

una forma por parte de Cercas de mostrar el carácter conjetural de la historia. Vale la pena

recordar lo que escribe Linda Hutcheon acerca de la metaficción historiográfica, género donde

también se ha colocado Soldados de Salamina. Escribe Hutcheon que, “lo que la escritura

posmoderna de la Historia como la Literatura nos han enseñado es que tanto Historia como

Literatura son discursos, que ambos constituyen sistemas de significación por medio de los que

construimos un sentido del pasado […] En otras palabras, el significado y forma no está en los

eventos, sino en los sistemas que transforman esos “eventos” pasados en “hechos” históricos en

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el presente” (89).2 Lo que señalan estas dos citas de Cercas es precisamente eso, que la historia y

la literatura son discursos pronunciados por alguien, y que por tanto, están atravesados por la

ideología del que los pronuncie (piénsese en la primera de las citas acerca de Franco), y que,

como discursos, son construidos en base a pedazos de otras narraciones, como ocurre con el

segundo de estos fragmentos. Historia y Literatura son narraciones.

Concluyamos este trabajo retomando la cita de Hutcheon, específicamente cuando dice

que “el significado no está en los eventos” sino en los “sistemas que transforman” esos eventos

en “hechos” históricos. Lo que busca Javier al escribir “Soldados de Salamina” es dar cuenta de

los eventos en la vida de Sánchez Mazas, con el menor número de adornos posible. Y sin

embargo, algo falta a esta narración. Dice el narrador que

el libro no era malo, sino insuficiente, como un mecanismo completo pero incapaz de

desempeñar la función para la que ha sido ideado porque le falta una pieza. Corregí a

fondo el libro, reescribí el principio y el final, reescribí varios episodios, otros los

cambie de lugar. La pieza, sin embargo, no aparecía; el libro seguía estando cojo

(Cercas 144).

Vale la pena mencionar primero que el relato que conforma la segunda parte de Soldados de

Salamina está ya mediado por varios procesos de reescritura a los cuales le somete el Javier de la

novela. Por otra parte, en esta cita es evidente que el mero referir de los hechos de la vida de

Sánchez Mazas no es suficiente para rozar ese “secreto mucho más esencial” que busca Javier –y

Cercas- cuando se dispone a escribir la historia del Falangista español. Lo que hace falta, piensa

Javier, es el contrapunto de un soldado del otro bando de la guerra, el cual encuentra, o cree

encontrar, en Miralles, amigo de Roberto Bolaño (escritor chileno real que aparece dentro de la

tercera parte de la novela y que juega parte decisiva en la conclusión de ésta) que luchó del lado

2 La traducción es mía

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de los comunistas en la guerra civil, y más tarde en la segunda guerra mundial en el frente

francés.

Su búsqueda por encontrar a Miralles es ardua, y contra todo pronóstico, le encuentra. En

Miralles, Javier cree encontrar al carabinero que dejo escapar a Sánchez Mazas tras su

fusilamiento fallido. Sin embargo, cuando Javier mantiene un diálogo con Miralles, este último

le dice que “¡Hay que joderse con los escritores! […] Así que lo que andaba buscando era un

héroe. […] No hay héroes vivos, joven. Todos están muertos” (199). Javier busca un héroe, y lo

único que encuentra es un sobreviviente olvidado por la historia. Más tarde, al final de su

conversación, Javier le pregunta a Miralles directamente si él fue el soldado que dejo escapar a

Sánchez Mazas, a lo que éste responde simplemente “No” (205). El cierre a la historia que había

vislumbrado Javier es negado, pero esto no constituye un quiebre en la novela, sino que la

conduce por un camino distinto. En el “relato real” de Javier Cercas ya no se busca la explicación

total de la vida de Sánchez Mazas y el porqué de que el carabinero dejara escapar a éste, sino una

rememoración de las personas olvidadas por la guerra y la historia.

En conversación con David Trueba, director de la versión fílmica de Soldados de

Salamina, Cercas declara que la escena final entre Miralles y el narrador es una ficción hecha

para traer un cierre a la narración, y que el verdadero Miralles murió en los primeros 90’s, años

antes de que Cercas escribiera la novela (Cercas en Ellis 524). Esto apunta no sólo a que la

ficción no sólo es mentira, como piensa en un primer momento Javier en la novela, sino que

también brinda la posibilidad de un cierre a los hechos relatados en la novela. Además de esto,

también señala ese afán de conmemoración de los muertos que permea toda la última parte de

Soldados de Salamina, pues al describir ese encuentro ficticio entre Javier y Miralles, Cercas

está, al recordarlo, trayendo de vuelta a la vida a Miralles, un soldado que nunca tendría “en

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Page 11: Soldados de Salamina

ninguna ciudad de ninguna mierda de país […] una calle que llevara el nombre de Miralles”

(208).

La historia se resiste al cierre que busca Javier, pues nunca encuentra al miliciano que

dejo escapar a Sánchez Mazas, y de igual manera lo hace la novela. La novela termina

circularmente, con la revelación por parte de Javier acerca de la forma completa de su novela,

viendo toda su estructura desde la primera a la última palabra (“Adelante”). Es decir, termina con

el inicio de la narración. Al hacer este movimiento circular, la novela evita el cierre artificial de

una narración clásica, evitando también la progresión lineal de la historia, y “se pone al servicio

de lo inolvidable” (Ricoeur 912).

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Page 12: Soldados de Salamina

Obras citadas

Cercas, Javier. Soldados de Salamina. España, Tusquets, 2001.

Ellis, Robert Richmond. "Memory, Masculinity, and Mourning in Javier Cercas's Soldados de

Salamina." Revista De Estudios Hispánicos 39, no. 3 (Octubre 2005): 515-535. MLA

International Bibliography, EBSCOhost (consultado March 31, 2014).

Hutcheon, Linda. A Poetics of Postmodernism: History, Theory, Fiction. Londres, Routledge,

2003.

Piérola, José de. "El envés de la historia: (Re)construcción de la historia en Estrella distante de

Roberto Bolaño y Soldados de Salamina de Javier Cercas." Revista De Crítica Literaria

Latinoamericana 33, no. 65 (2007): 241-258. MLA International Bibliography,

EBSCOhost (consultado Marzo 31, 2014).

Ricoeur, Paul. Tiempo y narración III. México, Editorial Siglo XXI, 1996.

Satorras, Alícia Pons. ““Soldados de Salamina” de Javier Cercas, reflexiones sobre los héroes”.

Revista Hispánica Moderna, Año 56, No. 1 (Jun., 2003), pp. 227-245

(http://www.jstor.org/stable/30203908)

Trueba, Teresa Gomez. "'Esa bestia omnivora que es el yo': el uso de la autoficción en la obra

narrativa de Javier Cercas." Bulletin Of Spanish Studies 86, no. 1 (Enero 2009): 67-83.

Academic Search Complete, EBSCOhost (consultado Marzo 31, 2014).

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