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ARTÍCULO / AUTOR páginas

Carta del señor arzobispo. José Delicado Baeza. Arzobispo de Valladolid 01

Una causa zarandeada. 02

Voces de ayer. 03

Va creciendo a proporción que se aparta de su origen. 04

Isabel la católica, mujer culta y moderna. Vidal González Sánchez. 06

Hijos del relativismo. ¿Podremos entenderla? 11

Un espíritu coherente. 12

Isabel, ante todo mujer. Luis Suárez Fernández. 14

Voces de hoy. 16

Un problema espinoso: la expulsión de los judios hispanos. Teófanes Egido 18

Isabel la Católica y la Iglesia de España. José García Oro. 20

Músicas Calladas. Entrevista: Madre hasta el tuétano. Julia Rubiales. 22

Noticias. 24

Pionera de los Derechos Humanos. Julia Rubiales. 25

Anecdotario Real. 27

S U M A R I OV

Edición y distribución:Comisión Isabel la CatólicaApdo.2. 47080 Valladolid.Tel.: 983 300 026 Fax: 983 202 447

Impresión:Margen ImpresoresValladolid

Depósito Legal:VA-316/2000 VC E N T E N A R I O

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V Centenario Reina Católica /1

CARTA DEL SEÑOR ARZOBISPO

Pocos personajes como Isabel la Católica han ocasionadotantas reacciones, de adhesión unas, otras de rechazo,dictadas muchas de ellas más por los sentimientos que

por el criterio de la objetividad. Se han dado fanatismos enunos y en otros, lo que no ha propiciado precisamente la clari-dad y la verdad de una obra y una figura importantes y en todocaso, decisivas en la historia de España y en la historia de laIglesia.

Existen, es cierto, biografías y estudios documentados yserios; pero no han llegado al gran público o no han llegadoen la proporción de otros más viscerales e incluso mediocresque se han encargado de propalar propagandas irreflexivas einteresadas.

Hoy, cuando se ha investigado ya prácticamente todo so-bre esta mujer controvertida y fascinante, parece llegado el mo-mento de abandonar toda postura radical e intransigente y ha-cer el esfuerzo, obligado por otra parte, de situarse en su tiem-po y en su entorno, con las luces y las sombras, las costumbres,la sociedad, el ambiente cortesano... e incluso la religiosidad yla vida de la Iglesia del siglo XV, y desde ahí acercarse con elrespeto y la sinceridad de quien sólo busca la verdad, a la vida ylos hechos de la Reina castellana.

En esta perspectiva se ha situado nuestra Comisión. Cree-mos, sincera y honestamente, que alguna luz podemos aportardesde la rica y seria investigación llevada a cabo por los presti-giosos especialistas que intervinieron en los estudios y trabajosprevios que se exigieron para iniciar el expediente de beatifica-ción de la Reina.

Y en esta línea hemos comenzado la publicación de estaHoja, que sale hoy con unas dimensiones mayores que las ha-bituales en un Número Extraordinario dedicado a Isabel con-templada preferentemente como mujer. Tema amplio y unode los más desconocidos o malinterpretados por el gran públi-co. Agradecemos muy sinceramente la colaboración de los au-tores de estos artículos, cuya solvencia y prestigio son de todosconocidos.

JOSÉ DELICADO BAEZAArzobispo de Valladolid

E D I T O R I A LV

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V Centenario Reina Católica /2

Partimos de un hecho poco común: la complejidad del reinado de Isabella Católica y la importancia de sus realizaciones, muchas de ellasde valor universal.

Para bien «y» para mal, hemos de admitir que algunos historiadores «lahan tomado» con Isabel. Unos a favor, otros en contra, la hemos za-randeado, desdibujado; mitificada o cruelmente tergiversada, es difí-cil VOLVER A LO ESENCIAL EN ELLA.

Pero su río no deja de sonar, porque lleva agua ... un aguaque inquieta y espolea a todo el que se topa con esta mujer poli-facética de hace 500 años.

Confesamos honradamente que ese es nuestro intento,sembrar la inquietud, picar la curiosidad, informar lo másfielmente posible, desde las abundantes fuentes documenta-les existentes, para que el río siga sonando, hasta dejarnosver el agua clara, sin las añadiduras de nuestros interesespersonales.

Y surge una pregunta: ¿Si en realidad dejó una estelade santidad tras de sí, por qué hemos tardado tantoen darnos cuenta? Queriendo dar respuesta a estapregunta, vamos a intentar seguir su rastro en bre-ves puntos, que de algún modo explican el«zarandeo» al que ha sido sometida nuestraGran Reina.

U N A C A U S A Z A R A N D E A D AV

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V Centenario Reina Católica /3

26 de Noviembre de 1504: Muere la Reina. Ahí van algunos comentarios a su muerte:

FERNANDO EL CATÓLICO: «Aunque su muerte es para mí elmayor trabajo que en esta vida me podía venir, e por una parte el dolordella por lo que en perderla perdí yo, e perdieron todos estos reynosme atraviesa las entrañas; pero por otra, viendo que ella murió tansanta y católicamente como vivió, de que es de esperar que NuestroSeñor la tiene en su gloria, que para ella es mejor y más perpetuoReyno que los que acá tenía»

CARDENAL CISNEROS: « Desaparece Una Reina que no ha detener semejante en la tierra, por su grandeza de alma, pureza decorazón, piedad cristiana, justicia a todos por igual...»

GONZÁLEZ FERNÁNDEZ DE OVIEDO: Nos dijo a sumuerte «No hubo bueno que no la llorase ni malo que no sealegrase por ello».

Este es el clima común que se encuentra en toda la docu-mentación de la época en el momento de la muerte de laReina.

LO QUE MUCHOSDESCONOCEN

Existen tres tomos de 1138 páginas entotal, titulados «Isabel la Católica en laOpinión de Españoles y Extranjeros»,donde el M. I. D. Vicente Rodríguez

Valencia, recoge una infinidad detestimonios de todas las épocas

sobre la Reina Católica.

–•–

V O C E S D E A Y E RV

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V Centenario Reina Católica /4

«Mientras el tiempo consumidor oscurece pocoa poco y borra la de otros personages, ruidosos

un día, se aumenta, por el contrario yextiende la veneración de la posteridad anuestra princesa, y la gloria que derramasobre su nombre el grato recuerdo de susvirtudes, va creciendo cual río caudal aproporción que se aparta de su origen».

CLEMENCÍN.

«Mientras el tiempo consumidor oscurece pocoa poco y borra la de otros personages, ruidosos

un día, se aumenta, por el contrario yextiende la veneración de la posteridad anuestra princesa, y la gloria que derramasobre su nombre el grato recuerdo de susvirtudes, va creciendo cual río caudal aproporción que se aparta de su origen».

CLEMENCÍN.

Va creciendo a proporción qVa creciendo a proporción qVa creciendo a proporción q

VC E N T E N A R I O

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V Centenario Reina Católica /5

Y pasada la primera genera-ción de testigos directos, la Causa se ha-

cía cada día más difícil por la necesidad de de-purar la inmensa documentación del Reinado.

He aquí el parecer de los tres peritos históricos en el pro-ceso diocesano:

«conviene advertir que son años para Castilla bastante difícilesporque se produce el tránsito de la dinastía Trastámara a una nue-

va dinastía, que es la Casa de Austria, y por fuerza la vinculaciónentre los reyes nuevos y los reyes antiguos era muy distendida» LUISSUÁREZ.«Me parece que la razón más profunda de por qué no se procedió alproceso de beatificación estriba en la gran masa de documentaciónque había de reunir y estudiar para conocer las diversas y variadas fa-cetas de una mujer que había intervenido en tantos asuntos políticos,sociales, religiosos e incluso internacionales» MONS. DEMETRIOMANSILLA.« Reconociendo que presenta un pequeño problema el hecho de nohaberse incoado el proceso de beatificación a su tiempo, cuando viví-an los testigos presenciales, sin embargo creo que la razón que expli-ca esta omisión hay que buscarla en la situación política nacional y lainternacional respecto a la Santa Sede». P. QUINTÍN ALDEA.Por lo demás, la Sección Histórica de la Congregación para las Cau-sas de los Santos, tiene una amplia experiencia de este fenómeno.Aquí nos basta recordar cuatro casos muy semejantes al nuestro: elde la infanta aragonesa, Santa Isabel de Portugal, muerta en 1336 ycanonizada tres siglos más tarde en 1625; el de Santa Juana de Arco,muerta en 1431 y canonizada casi cinco siglos después, en 1920; elde la coetánea de nuestra Sierva de Dios, Beatriz de Silva, muerta en1490, beatificada en 1926 y canonizada en 1978; el de Santo TomásMoro, muerto en 1535 y canonizado en 1935.El movimiento por nuestra Causa se inició en el siglo XIX y fue «increscendo» espontánemente y sin nadie promoverlo hasta nuestrosdías con el natural proceso de la investigación histórica.

que se aparta de su origenque se aparta de su origenque se aparta de su origen

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V Centenario Reina Católica /6

Aunque a escala reducida, ya ensiglos pasados surgieron ideasy movimientos que reivindica-

ban mayores derechos y nuevas tare-as para la mujer en ámbitos y enmaterias que desde siempre veníansiendo exclusivas de los varones.Eran tímidos rayos de nueva luz queaún tardarían mucho tiempo entomar fuerza y difusión universal.En las postrimerías del siglo XV,cuando se adivinaban las luces de laModernidad, luchaban entre sí dosideas antagónicas de las cuales una,más radical y más generalizada, relegaba a la mujer de todo estado y condición, ala oscura intimidad de las tareas y dirección exclusiva del hogar. La otra, másincisiva y menos difusa, defendida por Suero de Rivera, Gómez Manrique,Enrique de Villena, Alfonso de Cartagena y el monje agustino fray Martínde Córdoba, propugnaba que la mujer tuviese una formación másamplia, para que también fuera del hogar, pudiese actuar a una con elhombre como su compañera de idéntica capacidad y dignidad.

En obras escritas como Jardín de Nobles Doncellas de frayMartín de Córdoba o Los doce trabajos de Hércules de Enrique deVillena y otras, se ponen de manifiesto las buenas cualidades de lamujer más inclinada al bien, a la virtud en general, con envidiablefuerza moral y otras capacidades con las que muchas muje-res en todos los tiempos, superaron y sobresalie-ron por encima de las posibilidades del hom-bre en muchos campos de la vida, incluidoel ejercicio de la política, el gobierno de lospueblos e incluso de la milicia.

Pero es hoy cuando con toda pujan-za y universalidad se está abriendo pasocon la mayor lógica y dentro de la másestricta justicia, un movimiento que recla-ma derechos para la mujer ya que el Creadorlos creó hombre y mujer, con idéntica filia-ción divina, con igualdad en la dignidad de susalmas y con los mismos derechos y obligaciones en el desarrollo de sus vidas.

No proferimos incongruencia alguna si afirmamos que la Reina Isabel la Católica en su condición de «mujercabal» con su femineidad exquisita, se anticipó en su siglo a las reivindicaciones, hechas realidad, gracias a su tesón,de los cometidos que hasta entonces habían sido exclusivos de los hombres. Fue pionera, pero además lo extendió ehizo partícipes de su empeño a muchas mujeres que se movían en su entorno. Isabel fue mujer moderna en el con-cepto renacentista de la palabra porque adquirió y puso en ejercicio su intensa formación humanista de carácter cris-tiano. Se propuso hacer demostración de que la mujer de su tiempo estaba capacitada para entrar con todo derechoen los campos cultural, científico, docente, etc. sin tener que abjurar de su feminidad que es adorno característico ynobilísimo de la mujer y sin hacer dejación del resto de virtudes tradicionales de la mujer. Ya no se circunscribían alas labores de hilar y tejer, bordar y demás tareas puramente domésticas, pues irrumpieron en terrenos hasta enton-ces vedados. Isabel se lanzó por caminos de modernidad en su faceta de reina, asumiendo las cualidades que el movi-miento renacentista asignaba al representante del Estado y que, como muy bien expondría Maquiavelo, debían ser:piedad, lealtad, integridad, compasión, religiosidad, laboriosidad, magnanimidad, valor, gravedad, fuerza de volun-tad, etc. Isabel por raro milagro de la naturaleza, las poseía y puso en juego todas.

La rehabilitación de los valores de la persona, realzados y sublimados por el rescoldo de las luces culturales de laantigüedad clásica greco-romana, más un entusiasmo por los valores de la naturaleza, iban a ser causa de la apariciónen los inicios del siglo XV de un nuevo tipo de hombre, - el hombre moderno- cuyo estilo de vida habría de crearuna modalidad específica en el desarrollo de la vida humana1.

I S A B E L L A C A T Ó L I C A , M U J E R C U L T A Y M O D E R N AV

1.- GÓMEZ MOLLEDA Mª D. La cultura femenina en la época de Isabel la Católica. Revista: B.A.y M. Tomo LXI, 1.- 1995.Págs. 137-195. (Un precioso y bien documentado estudio que nos sirve de pauta y que recomendamos al lector.)

Vidal González Sánchez. Vidal González Sánchez.

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Frente a la vida aventurera dispersa por escenarios bélicos, se va aimponer una concentración enriquecedora de la vida palaciegaque fomentará la opción del ideal humanista que tiende a una

personalidad con pleno desarrollo. La vida cortesana se dignifica con elcultivo de las letras, de las artes y la nobleza antes levantisca, doblarásu cerviz y se asociará con entusiasmo a este modo de vida, culto.Surgirá entonces la recatada apariencia externa, los buenos usos y cos-tumbres, posturas y ademanes, las buenas maneras, el lenguaje bello yarmonioso, el buen gusto por todo, el afán siempre creciente de saber.Aparecerán tratados de formación humana como «El Cortesano» deBaltasar de Castiglione; los «Espejos» de Príncipes o de Damas comoel Spejo de la Vida Humana de Rodrigo Sánchez de Arévalo o losvariados «Relox de Príncipes» o los «Despertadores» de conciencias...

La mujer de esta época de renovación no se quedará atrás y sunivel cultural se irá elevando no de modo general sino como en peque-ños islotes, mas compartirá ya con el hombre las ansias de saber y selanzará hacia los campos de la cultura . Junto al huso, la rueca y el

telar familiar, se irán valorando el libro, los instrumentos musicales, la trova, lapintura, las narraciones de viajes y demás relatos enriquecedores.

La Reina católica será la protec-tora de las letras y de las artes ysu persona será parte integrante

del movimiento feminista que acoge yhace compatible con el espíritu reli-gioso y aun con el halo medieval, enconjunción admirable. Diego Cle-mencín se pondrá a la cabeza decuantos han estudiado la faceta hu-manista de Doña Isabel. En su Elogiode la Reina, dirá que tan pronto ciñóla corona, se ocupó de implantar ensus reinos la virtud y la ilustraciónsin las cuales las naciones, en la cié-naga del vicio y en la oscuridad de laignorancia, pronto o tarde pierdenhasta su independencia.

Salamanca, emporio de las letras, era fa-vorecida por Isabel con leyes y privile-gios que favorecían a su Estudio. Mujerde excelente ingenio, «excedió a todaslas Reinas por sus virtudes, por sus gra-cias, por su saber, mujer prudentísima ysabia, discreta...» en frase de Bernáldezque corroboran Lucio Marineo Sículo,Pedro Mártir de Anglería y otros varo-nes cultos.

Su intensa formación cultural y su afi-ción por el saber, la heredó de su padrequien hablaba y entendía muy bien ellatín, era incansable lector de toda clase

de libros, gustaba de la poesía y de lamúsica según nos dice Pérez de Guz-mán en su libro sobre «Generaciones ysemblanzas»2

Isabel ya de infanta, durante su niñez enArévalo al lado de su madre y de suabuela materna, aprendió los rudimen-tos de la Gramática, pintura, poesía y acomportarse como mujer culta y bieneducada. Se internaría ya en los rudi-mentos de la lengua latina que más tar-de ampliaría y perfeccionaría habiendologrado dominarlo. La caza como pasa-tiempo y la equitación eran comple-mentos de su formación. Luego de sumatrimonio con Don Fernando, Rey deSicilia, antes de ser reina, tuvo tiempode profundizar en formación filosófica,teológica, música, canto y danza. Gusta-ba de conversar con personas doctas delas que aprender y huía de la mentira yde la doblez, de las hechicerías, agorerosy adivinadores. Cuando se decidió porel aprendizaje de la lengua latina, nosólo pretendía desenvolverse algún díacon soltura en los medios diplomáticosen los que la lengua del Lacio era instru-mento necesario sino para poder sabore-ar en sus originales las obras de los clási-cos y lo que era aún más importantepara su alma de ferviente cristiana, en-tender y gustar con mayor placer los

textos de los salmos y demás piezas li-túrgicas de las Sagradas Escrituras y delas Horas Canónicas que ella recitabacon asiduidad. Se lamentaba una y milveces de que las monjas que recitaban adiario el Oficio Divino con salmos yoraciones no alcanzasen a degustar tansabroso alimento espiritual por ignorarel latín e hizo cuanto pudo para que selas tradujesen aquellas piezas o que demodo decidido acometiesen el estudiodel latín. Ella misma se integraba en losCoros monacales o catedralicios o en losoficios de sus propios capellanes en lacapilla palatina. Tanta era su competen-cia y su exquisita piedad que, como diceLucio Marineo Sículo «escogía los sacer-dotes muy sabios y diestros en las cosassagradas y cerimonias de la Iglesia. Asímismo tenía moços de capilla para losquales tenía maestros de letras y de can-to muy doctos que los enseñaran... eratanta su atención que si alguno de losque celebraban o cantaban los psalmoso otras cosas de la Yglesia errava algunadición o syllaba, lo sintía y lo notava ydespués como maestro a discípulo se loenmendaba y corregía. Acostumbravacada día dezir todas las Horas Canó-nicas demás de otras muchas votivas yextraordinarias devociones que tenía».3

ISABEL LA CATÓLICA EJEMPLO DE FÉMINA INTELECTUAL HUMANISTA

G É N E S I S D E L H O M B R E M O D E R N OV

V

2.- FERNÁN PÉREZ DE GUZMÁN. Generaciones y semblanzas. Edic. J. Domínguez Bordona. Ma-drid, 1932. Pág. 122.3.-LUCIO MASINEO SÍCULO-De las cosas memorables de España. Alcalá de Henares 1539. Folio182v.-183r. B.N.R.-2496 y Biblioteca de Sta. Cruz de Valladolid. Nº 248.

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Los libros gozaron siemprede la estima de la ReinaIsabel y también los im-

presores y libreros, quienes desdeel año 1477 fueron eximidos deimpuestos. En las Cortes de Tole-do de 1480 se ratificará estaexención para los libros impresos«...muchos y buenos que de algu-nos tiempos a esta parte, merca-deres nuestros naturales y extran-jeros han traído e cada día tra-en...»

La imprenta floreció en Es-paña en aquel tiempo con ingen-te número de obras impresas,muchas de ellas dedicadas a laculta Reina de Castilla, comomecenas. No podemos extender-nos en el análisis de los numero-sos volúmenes que componían subiblioteca, pero ya lo hicieronClemencín, el Profesor de la To-rre y del Cerro, Sánchez Cantónetc.4

En cuanto al hecho de lapreocupación de Isabel por lle-var a la mujer al campo de laciencia y de la cultura en general,fue una feliz iniciativa en Castillay único en el mundo de enton-ces. Un historiador extranjero es-cribe acertada y documenta-damente, para demostrar que :«Castilla experimentó su propiarevolución educativa y lo que esmás importante, que ésta tuvolugar en Castilla, varias décadasantes que en el norte de Europa,a excepción tal vez, de algunosestados italianos y con una inten-sidad que no llegó a alcanzarse nien Inglaterra, ni en Francia y nodigamos en los estados alema-nes...» «En materia educativa, la

España o mejor dicho, la Castillade los siglos XVI y XVII deberíaser la norma para medir y com-parar las realizaciones de los de-más países...»5

Los fundamentos de estaeclosión de cultura que prepara-ría toda una generación de hom-bres de gobierno para el «siglode oro» español los puso la ReinaCatólica con su Academia Palati-na en la que Pedro Mártir de An-glería cuidaba de la instrucciónde los jóvenes de la Corte, exten-dida luego a otros ámbitos. Laobra de Cristina de Pisa titulada:De las tres virtudes para enseña-miento de las mujeres, era muyapreciada y muy utilizada por laReina Isabel. Beatriz Galindo,Juana de Contreras, la Condesade Monteagudo y Doña MaríaPacheco, Ysabel de Vergara,Magdalena de Bobadilla, LucíaMedrano y otras, fueron mujeresque florecieron en todos los cam-pos del saber, gracias al empuje yal ejemplo de la propia reina. Asípodrá decir la historiadora Gó-mez Molleda en su ya citado artí-culo que: «...a la preocupación ycelo de doña Isabel por la cultu-ra femenina se debe el floreci-miento intelectual de estas muje-res ilustres de su corte y de suépoca, cortejo y estela verdaderosde la reina humanista».6

En cuanto a los varones nosdice el viajero Jerónimo Münzer:

«Había en Madrid ciertodoctísimo y laureado poeta, Pe-dro Mártir, de Milán, autor deuna insigne obra en verso herói-co en alabanza del rey, el cualeduca a los jóvenes de la nobleza

4.- SANCHEZ CANTÓN F.J.Libros, Tapices y Cua-dros que coleccionó Isabel la Católica. C.S.I.C. Ma-drid, MCML.5.- KAGAN RICHARD,L.-Universidad y sociedad enla España Moderna. Edit. Tecnos. Madrid, 1981.Intro-ducción. Pág.33. 6.- GMEZ MOLLEDA. O.C. PÁG. 138.

L A R E I N A H U M A N I S T AV

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V Centenario Reina Católica /9

y me invitó a oir sus explicacio-nes. Allí vi al duque de Villaher-mosa, al duque de Cardona, alhijo del Conde de Cifuentes,don Juan de Carrillo, hijo de lahermana del Conde de Tendilla,a don Pedro, Conde de Mendozay a otros muchos agraciados jó-venes que me recitaron largostrozos de Juvenal, de Horacio,etc. los que pretenden entrar enla corte real, llegan a cuatrocien-tos y tienen muchos preceptores.Se despiertan las Humanidadesen toda España. Son muy escla-recidos estos adolescentes. Pasansus horas en el estudio y en otrosservicios del rey y en la caza, parano perder ni una hora en la ocio-sidad»7

De igual modo ocurría conlas doncellas y damas nobles aquienes la Reina reunió en supalacio para ocuparse de su for-mación e instrucción y del culti-vo de sus virtudes, con el celomás exquisito y sin omitir nin-gún esfuerzo para este noble fin.

«En su palacio tenía damasde los mayores caballeros de sureino, lo cual no se halla en cró-nicas de Reina, que tantas tuvie-se. Hacía poner mucha diligenciaen la guarda de ellas. Así quetodo su palacio era un monaste-rio muy encerrado y muy guar-dado: tratábalas como a hijas»Así se expresa Fray Francisco deEximénez en su tratado :El Carrode las Donas.8

Lucio Marineo Sículo apor-ta testimonios muy semejantes yañade algunas noticias singularesen su ya conocida obra De Rebusmemorabilibus Hispaniae: « En

España,dice,el Rey Don Fernan-do y la Reina Doña Isabel fueroncausa con su liberalidad, de quelos buenos ingenios se excitasenen las Letras y especialmente laReina... la cual... proveyó de pre-ceptores y maestros a todos losde su palacio, así doncellas comopajes, porque todos aprendie-sen».

Gracias a este colosal movi-miento de culturación cristiana,los vástagos de la nobleza espa-ñola fueron adoctrinados por ini-ciativa y arranque decidido de laReina Católica en todo lo quehabía de hacer explosionar la es-plendidez del siglo XVI españolque asombró al mundo. Pero laimpronta cristiana y apostólica,al servicio de la Iglesia, se obtuvoy se aprendió en aquella escuelapalatina con Pedro Mártir de An-glería como moderador; LucioMarineo Sículo, los hermanosGeraldini, la misma Beatriz Ga-lindo y otros personajes destaca-dos en el campo de la culturamás genuina fueron maestros yformadores de aquel gran estu-dio. Con ello la reforma y la cul-turación de la sociedad españolase fue haciendo desde arriba uti-lizando la influencia de las clasessuperiores que dirigirían el futu-ro de la nación. Era una organi-zación que podríamos hoy cali-ficar de «apostolado seglar» loque constituye un hecho nuevo yoriginal que redunda en loor deuna Reina que en el mundo en-tero no tuvo parangón.

7.- JERÓNIMO MÜNZER.-Viaje por España y Por-tugal (1494-1495) Edics. Polifemo. Madrid, 1991.Pág. 277-78.8.- FRAY FRANCISCO EXIMENEZ.Carro de lasDonas. Valladolid, 1542. (un franciscano del conventode Valladolid , cuyo nombre ignoramos, tradujo del ca-talán al castellano El llibre de les dones del tambiénfranciscano y Obispo de Nela, nacido en Cataluña, frayFrancisco Eximénez. Naturalmente en esta edición, su-fragada por la Reina Isabel nada se dice de ella. Enotra traducción hecha en época del Emperador, en1545 se añade la biografía de otras mujeres ejemplares,las de Isabel la Católica y las de sus cuatro hijas y otraspersonas de su tiempo).

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LIBRO NOVEDAD

¿EL AUTOR?... Un enamorado de la Reina,buceador de Archivos, hombre equilibrado y audazen su exposición, hombre de Fe.

¿EL LIBRO?... AMENO, DOCUMENTADO,DE FÁCIL LECTURA Y CON GANCHO.

¿LOS LECTORES?• «Lo he leído de un tirón, me he quedado con ganas de

ampliar mis conocimientos sobre esta mujerextraordinaria.»

T.A. • «Me parece el libro más acertado para este momento, a

mí en particular me ha aclarado un montón de dudasy prejuicios que tenía.»

MARÍA LÓPEZ.• «Has escrito un libro primoroso, con rico léxico y

belleza literaria. Y, además, con fluidez de estilo, y conun tema que «engancha», que te prende y te haceseguir entusiasmado página tras página.»

ANTONIO GONZÁLEZ.• «Espero y deseo que tenga éxito y sea lo más conocida

posible, pues solo beneficios pueden derivarse paranuestro país, ahora ayuno del conocimiento de susmejores realidades históricas.»

JOSÉ ALÉS.• «Al leer tu libro Vidal, me pregunto, cómo somos tan

necios y torpes en no valorar esta joya de nuestrahistoria y de nuestra Fe.»

ARTURO SANTOS.• «Ya era hora de que se hiciera un libro sobre Isabel al

alcance de todos.»CARMEN.

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V Centenario Reina Católica /11

H I J O S D E L R E L A T I V I S M OVLlamémoslo «Efecto 2000»,

virus u OVNI, todos nota-mos su influencia en la fa-

milia, la juventud, la tele e inclu-so en la Iglesia. Lo hemos deno-minado RELATIVISMO, queno está mal la palabreja. El he-cho es que ahí está, y no sabemoscómo quitárnoslo de encima,pues ya en muchos sectores seempieza a notar su maléfica in-fluencia.

En el pueblo las vecinas de a pie,lo expresan así: «¡Hija... ya tododa igual...!» En el aula, generaconfusión pues el joven «no sabeya quién tiene la razón» y enton-ces «pasa olímpicamente detodo». Los demagogos se deva-nan los sesos queriendo defendersu teoría del «ni yo me entien-do». Mientras a la televisión leestá viniendo de perlas este ¡todoestá permitido!

A costa del relativismo, muchosestán viviendo bien, aunque unao dos generaciones se mueran deasco y de vacío. Para paliarlo nosvendrán cantando, lo de ¡vive lavida loca!.. y todos contentosporque para eso están los psi-quiatras que no saben qué hacercon tanta ansiedad, stress y de-presiones como se les acumula.

y para muestra…

Se le ha criticado de muchascosas, enjuiciándola desde estamentalidad relativista. ¿Decuantas nos podría juzgar ellaa nosotros que presumimos desolidarios, ecuménicos y al-truistas?

Y tocamos este tema al hablarde Isabel porque a ella no leiban las medias tintas; era delas de al pan, pan y al vino,vino. Quizá sea este contrastede pensamiento el que contri-buye a no entenderla.

¿Podremos Entenderla?

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UN ESPÍRITU COHERENTE

PRINCESA SÍ, REINA NO. Isabel comenzó su actuación política a la muertede su hermano Alfonso cuando la propusieron insistentemente que aceptase laCorona en lugar suyo, con un acto clamoroso de justicia y honestidad moral, esdecir, negándose a presentarse como Reina y sí sólo como Princesa, reconociendoa su hermano Enrique IV como legítimo Rey y plegando el partido alfonsino enarmas a la obediencia del Rey: «Quise posponer todo lo que parescía aparejo demi sublimación y mayor señorío y poderío por condescender a la voluntad y dis-posición de vuestra excelencia...» Tenía a la sazón 17 años.

POLÍTICA FRANCA. «Nunca empleó agentes dudosos ni medios torcidos; supolítica fue siempre franca y manifiesta, y nunca se prevalió de las ventajas que laperfidia agena le ofreciera... El artificio y la doblez eran tan opuestos a su caráctery a su política y administración, que cuando se encuentran en las relaciones ex-tranjeras de España, de cierto puede decirse que no era ella la culpable, porque eraincapaz de abrigar la menor desconfianza ni ocultar malicia...» Es un juicio de W.Prescott.

ADMINISTRANDO JUSTICIA. Münzer observa cómo se sentaba «pro tribuna-li» con el Rey, oía las causas y las controversias y las resolvía, o procurando laconcordia o con sentencia de justicia. Esto era dos veces a la semana, los martes ylos viernes, en que recibían a todos, ricos y pobres. «En lo que los poderosos sehallaban tan atemorizados, sigue Bermúdez Pedraza, que ya no se comían a lospobres como de antes, y se componían con los iguales por no parecer en presenciade la Reina». Era sumo su respeto por el pueblo; dicen que dijo que temía más lasmaldiciones de las viejas de Castilla que a los moros.

«Aquel tiempo fue áureo de justicia, e el que la tenía, valíase (fuí testigopresencial). Acuérdome(...) verles sentados públicamente por tribunaltodos los viernes e dando audiencia a chicos e grandes, quantos queríanpedir justicia(...) He visto que después que Dios llevó esa santa Reina, esmás trabajoso con un mozo de un secretario, que entonces era con ella esu consejo, e más cuesta....» González de Oviedo.

Pulgar la recuerda también sentada con el Rey recibiendo incontable multitud de que-rellantes. Terminado el Consejo y retirado el Rey, se quedaba con los Consejeros «y lestornaba a decir: yo os encargo las conciencias que mireys esos negocios como si fuesenpropios míos y de mis hijos».

VC E N T E N A R I O

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UN CASO SINGULAR, EL CABALLERODE MEDINA DEL CAMPO.

Una señora denunció a los reyes que había desaparecido sumarido. Los Reyes pusieron en movimiento sus «justicias», quehallaron a los delincuentes y supieron que se trataba de un ho-micidio; el autor era el caballero Alvar Yánez de Lugo, con unNotario público por cómplice. Para apoderarse de la fortunadel rico caballero desaparecido, hizo Alvar una escritura certifi-cada por el Notario de la que resultaba ser él el dueño de aque-llos bienes. Para librarse del así despojado, le hizo matar y leenterró en el corral de su casa. Alvar Yánez fue juzgado regu-larmente y condenado a muerte. Para evitarla ofreció a la Rei-na cuarenta mil doblas de oro para la guerra de Granada ( es-tamos sobre el año 1484). La oferta pasó al Consejo Real, yhubo partidarios de aceptarla. Consultada la Reina, lo rechazó«prefiriendo la justicia a la pecunia», que hubiera debido pasara la Hacienda real, y disponiendo que todos aquellos bienes,los robados y los propios del condenado, se diesen a los hijosdel caballero despojado y muerto. El hecho se corrió por todoel Reino, y produjo la sensación que se deja suponer.

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Cuando el historiador se en-frenta con uno de los grandesprotagonistas de nuestro pa-

sado es casi inevitable que los acon-tecimientos, al desbordarle, le impi-dan llegar a la persona. Hace faltauna delicada atención a menudosdetalles para llegar a percibirla. Su-cede esto de modo especial con Isa-bel la Católica. ¿Cómo era en esarealidad cotidiana? Ante todo es pre-ciso considerar los primeros años -años de Arévalo- junto a una madreque, maltratada, se iba hundiendoen las brumas de una perturbaciónque, como sucedería luego con Jua-na, fue más sentimental que mental.Isabel fue educada precisamente enla resistencia a los sentimientos.Gonzalo Chacón, santa Beatriz deSilva, Lope de Barrientos, fray Mar-tín de Córdoba y algunas otras per-sonas le ayudaron en este menester.Dominar y hasta ocultar, hasta don-de era preciso, sus sentimientos, fueuna de las constantes de su existen-cia. Algunas veces la estallaba la ale-gría, pero esto sucedía raramente, enla guerra de Granada, por ejemplo, ala vista de los brillantes caballeros.Y entonces brotaban de sus labiosexpresiones que sin duda procedende las lecturas de novelas de caballe-ría: «los campos se han vestido deverdura». En el momento del partose cubría el rostro con un velo paraque nadie pudiera percibir su sufri-miento.

Este dominio deliberado de lossentimientos - lo que sin duda cau-saba demoledoras consecuencias so-bre su salud - era presentado comouna parte de su conducta religiosa.Pues Isabel conectó perfectamentecon aquellas personas que la rodea-ban y que le estaban transmitiendoun mensaje: la existencia misma sele representaba como un tránsitodurante el cual la conciencia del de-ber debía a su vez presidirlo todo.Pedía a Dios que si no le asistían de-rechos - obligaciones- al trono no leconsintiera alcanzalo. En conse-cuencia se sentía movida a procurarpara doña Juana, víctima inocente

I S A B E L , A N T E T O D O M U J E RV

de una coyuntura de matrimonioinválido, la mejor forma de com-pensación posible, pues nadie debepagar las culpas ajenas. De estecomportamiento religioso era un ejeesencial su matrimonio, respuesta aun sacramento recibido en sus dosdimensiones: amor a los hijos, a finde cuentas donado de Dios - Él melo dio , Él me lo quitó, es el comen-tario a la terrible noticia de la muer-te del Príncipe don Juan - y amor almarido de quien, al despedirse paraafrontar el juicio, dijo que era el ma-yor don que de Dios recibiera.

Isabel pretendió, por tanto, vivircomo cristiana en una plenitud decomportamiento. Y dio un singularpaso adelante negándose a admitirque entre laicos y eclesiásticos hu-biera diferencia sustancial: exigió defray Hernando de Talavera que pu-siera por escrito y le entregara laslecciones que aquel destinaba a susmonjes porque, a fin de cuentas, to-dos eran fieles dentro de la mismaIglesia. Espíritu laico, pero en cone-xión directa con lo que entonces seconsideraba esencial para la santi-dad: ese apartamiento del mundoque permite el encuentro de unomismo en la intimidad del alma. Sehizo construir en Guadalupe una

celda, donde podía, a intervalos,practicar ese «contemptus mundi»indispensable para alcanzar esa «viade perfección».

Dos aspectos deben ser tenidosen cuenta y sobre ellos sería precisoorientar nuevas investigaciones: larectitud moral que debía transmitir-se, a juicio de la reina, a todos cuan-tos entonces formaban parte de laCorte, y la obediencia a la Iglesia. Alservicio de la primera se hicierongrandes esfuerzos económicos. Nin-guna represalia puede señalarse enrelación con los nobles que milita-ran contra ella en la guerra civil:cada pacto que se establecía indicabacuidadosamente las compensacionesque debían darse a fin de que nadiese sintiera perjudicado en sus intere-ses. Consciente de las graves de-ficiencias que podían señalarse en losPapas coetáneos, Sixto IV, InocencioVIII, Alejandro VI, nada hizo sinprevia consulta y aquiescencia. Ten-go para mi que si en lugar de exigirleuna solución al problema converso yjudío le hubieran solicitado condes-cendencia y comprensión, el juicioen torno a 1492 sería muy diferente.Para Isabel, como para su marido, laobediencia a Roma en todo cuantose refería a la vida de la Iglesia cons-tituía un valor indiscutible.

También la feminidad. Isabel norenunciaba a ser mujer. Estaba con-vencida de que la Virgen María - « aquien tenemos por señora y abogadaen todos nuestros hechos» - indicabael valor objetivo que hace de la con-dición femenina algo superior.Siendo reina, aplicó a este oficio lascualidades que le eran propias: in-tuición, seguridad, condescenden-cia. Esas virtudes simplemente hu-manas, pero que sorprendían a suscontemporáneos como si se tratarade una especie de prodigio de la na-turaleza. Desde el laicismo y esacondición femenina, la Reina enfo-có su existencia como un caminopara alcanzar santidad. Valores to-dos que en nuestros días se hacendifíciles de entender.

Luis Suárez Fernández

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MUY SEÑORES MÍOS:

Hace una temporada vengo recibiendo unas hojas informativas sobre la Reina Católica,que nada tienen que ver con lo que yo había oído sobre ella.

Siempre he sido una entusiasta de la historia y por ello me he quedado perpleja pues des-conocía que existiera un proceso de Beatificación sobre Isabel I de Castilla, promovido por elArzobispado de Valladolid.

En el último envío he recibido un libro: Isabel la Católica y su fama de Santidad(...) queme ha parecido interesantísimo, muy documentado y comprensible para el lector de a pie.

Mi deducción es, que a esta mujer no se le ha hecho justicia y que ha sido objetivo demuchos intereses, en este sentido veo necesario que se haga un estudio serio y al margen detodo fanatismo, pues creo que hemos dejado arrinconada a una de las figuras más importantesde la historia de nuestra nación; en buena hora hubiera salido tan mal parada, si hubiera sidohija de Francia o Inglaterra.

Desde mi visión de creyente y de mujer, creo que Isabel tiene mucho que decirnos actual-mente. Me han encantado los mil detalles que D. Vidal narra en su libro, antes mencionado, yque resaltan una mujer completamente distinta a la que nos están ofreciendo desde otras esferas, ylo que más me pasma es que D. Vidal está documentado, cosa dudosa en algunas otras voces quea todos nos llegan. Creo que la gente debería conocer más toda esa serie de detalles antes de pre-juzgar, pues no compagina muy bien la Isabel que por ejemplo defiende de esa manera a los indí-genas y la Isabel que quieren presentarnos como explotadora del Nuevo continente.

Confieso que este tema me ha seducido y me gustaría saber qué les ha movido a acome-ter esta empresa que me temo va a encontrar pocos adeptos en la actualidad y que quizá puedaparecer a muchos inoportuna socialmente por resucitar dormidos enconos y eclesialmente anteel movimiento ecuménico tan encomiable que viene realizando en este momento la Iglesia.

Desde la visión que presenta el libro antes citado, no habría nada que temer, yo porejemplo he visto resueltas en él muchas de las dudas que me planteaba, pero no estaría mal quenos hicieran ver a todos, que precisamente en estos temas, la Gran defensora de las libertadeshumanas, tiene mucho que decirnos.

Atentamente:

V O C E S D E H O YV

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ESTIMADA SEÑORA:

Entre los múltiples ajetreos que supone una Causa de Beatificación, y más tratándose,como muy bien Vd. presupone de una mujer tan controvertida, una carta como la suya vale to-dos los esfuerzos que se están llevando a cabo.

Esta Causa que daba comienzo en 1957 se vio paralizada por razones ajenas a la misma,a la muerte de su gran propulsor e investigador entusiasta, el M. I. D. Vicente Rodríguez Valen-cia. Dejaba un escrupuloso y laborioso trabajo de investigación, conjuntamente realizado porun grupo de los mejores investigadores de la época, fruto de lo cual es la Bibliografía que ennuestras hojas informativas ofrecemos.

¿Por qué a vueltas con Isabel? Muy sencillo: se acerca el 2004, V Centenario de su muer-te. El Estado prepara una comisión para las celebraciones del mismo. Nosotros no podíamospasar por alto este evento. Y nos planteamos: ¿No es quizá momento de realizar ese estudio sere-no, al que Vd. hacía mención en su carta? ¿No será hora de difundir, lo que grandes estudiososde esa época han descubierto? Esa es nuestra verdadera y única intención.

Topamos con una sociedad reacia al tema de las Beatificaciones y Canonizaciones, quizáporque adolece de falta de fe; y al mismo tiempo hambrienta de TESTIGOS veraces del mensajeevangélico y de los auténticos valores humanos. Nosotros queremos mostrar muy sencillamente,que Isabel la Católica, fue TESTIGO DE FE, a pesar de su condición de pecadora, que es loque algunos no entienden, y en un entorno complejísimo a la hora de saber optar por las actitu-des verdaderamente evangélicas y modelo de mujer. Estudiada sin prejuicios, llega a cautivar,por su coherencia de Fe y sus virtudes humanas. Es un hecho que se repite en todos los que co-mienzan a fondear en esta Isabel despojada de las añadiduras que le han adosado.

De hecho la Causa de Beatificación de la Reina, la Reina en sí, tiene muchos más intere-sados en todo el mundo de lo que se cree. En nuestra oficina no paramos de enviar paquetes ypropaganda, de recibir cartas, correos electrónicos, adhesiones, peticiones, provenientes de to-dos los estratos sociales y culturales.

Creemos que nuestra labor está siendo lo suficientemente respetuosa, para no herir sus-ceptibilidades o dormidos enconos sin fundamento, no vamos por ahí. Sencillamente expone-mos lo que sabemos. A Dios y a la Iglesia, dejamos el último juicio.

«Las obras de cada uno han dado y darán testimonio de nosotros ante Dios y ante elmundo». ISABEL LA CATÓLICA.

LA COMISIÓN.

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El de la expulsión de los judíos es, no hay duda, el proble-ma más espinoso de cuantos los historiadores tienen queafrontar cuando se fijan en el tiempo de los Reyes Católi-

cos. Es mucha la carga ideológica que suele ser compañera delos juicios que se han hecho, se hacen y se seguirán haciendo, yaquel acontecimiento, extraño a primera vista, no se redujo a1492 o 1499; sigue vivo todavía, por motivos perfectamentecomprensibles, en casi todas las miradas que se fijan en él. Yhay que reconocer que no es fácil contemplarlo sin pasión; noson infrecuentes todavía los reproches ni las apologías.

Los Judíos de la monarquía española vivían ya realmentecomo marginados sociales desde que por 1391 se desatara elacoso sistemático y desde 1412 se los relegara a las juderías. Ylas aljamas comenzaron a debilitarse en un proceso desigualpero inexorable. Desde la primera fecha, además, arreciaron losbautizos, que en muchos casos no eran igual a conversión, y sefue formando el mundo de los conversos, algunos de ellos, delas elites, con toda la sicología del converso en el rechazo radicalde la procedencia; otros, expuestos o dispuestos a seguir judai-zando. Éste, el del peligro de retornar los bautizados al judaís-mo, fue el motivo esgrimido para la creación de la General In-quisición en 1478 y sería el motivo oficial de la expulsión.

En efecto, la pragmática de 31 de marzo de 1492 (con me-didas que habían sido ensayadas nueve años antes por Andalu-cía) razona la imposición del bautismo en los cuatro meses si-guientes o del exilio, del éxodo, por la necesidad de cortar radi-calmente el peligro de contagio de los que se creían débiles en lafe cristiana, no sólo los judeoconversos sino los cristianos desiempre, solicitados por el proselitismo de quienes querían con-vertirlos adoctrinándolos en la ley de Moisés, «procurando decircuncidar a ellos y a sus hijos, dándoles libros por donde reza-sen sus oraciones, y enseñándoles las historias de su ley, dándo-les y llevándoles de su casa el pan cenceño y carnes muertas conceremonias, instruyéndoles de las cosas de que se han de apartar,así en los comeres como en las otras cosas, por observancia de suley».

Nada pudieron, según algunas versiones, los ruegos de próceresjudíos cercanos a los reyes, y se aplicó con contundencia la pragmá-tica que ordenaba a «todos los dichos judíos y judías salir de nues-tros reinos, y que jamás tornen ni vuelvan a ellos ni alguno deellos».

Los preparativos afanosos y la realización del éxodo consti-tuyen un drama, una tragedia, imposible de describir en pocaslíneas. Algunos pudieron retornar de los lugares de paso o dedestino, donde no encontraron acogida amiga, mas en 1499 secortó también este remedio. No se conoce el número de los ju-díos castellanos y aragoneses que tuvieron que emigrar puestoque las cifras ofrecidas por unos y por otros casi siempre respon-dieron a cálculos más o menos interesados en acentuar lo catas-trófico de la expulsión o en sostener que no fue para tanto. In-vestigaciones actuales, fundadas sobre las contribuciones de lasaljamas al erario regio, son mucho más fiables, y hablan de dos-cientos a cuatrocientos mil judíos españoles que tuvieron queemigrar.

UN PROBLEMA ESPINOSOla expulsión de los judíos hispanos

TEÓFANES EGIDO

También los motivos profundos de una decisión de esta es-tirpe siguen sin aclararse del todo. Durante años se habló mu-cho de móviles económicos, porque era preciso mirar al pasadocon criterios economicistas y decir que las haciendas incautadasa los expulsados podrían enjugar el erario regio, hambriento deingresos y siempre precario. Hoy día prácticamente nadie admi-te esta explicación puesto que en aquellos sistemas fiscales veníamejor contar con muchos súbditos contribuyentes que el incau-tar fortunas no demasiado boyantes, ya que los judíos más capa-citados, los ricos, se bautizaron por lo general.

Fue una guerra de clases, decían otros al presentar a los judí-os como burgueses en ascenso y en competencias, por tanto, depoder con las noblezas, los privilegiados y las aristocracias. Peroestá por probar lo de la burguesía judía hispana y no hay clari-dades que convenzan de la enemiga de las aristocracias haciaella.

Últimamente se ha vuelto a la versión racial, al odio étnico ya la repugnancia antisemita de los Reyes Católicos. Las contes-taciones de esta interpretación, que se ha reactivado por algúnhistoriador israelita en nuestros días, es negada por los que tie-

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trumentos no institucionalizados pero tan eficaces como los es-tatutos de limpieza de sangre. También han atraído la atenciónde los historiadores aquellos judeoconversos, a los que ya no seconsidera como clase social sino como familias, individuos, an-helosos de la integración para la que los cristianos viejos y otrosintereses oponían tantas trabas. Ahora bien, supieron defender-se, y sus defensas llegaron, no excepcionalmente, de los propioscristianos viejos.

Uno de los que se comprometieron, cuando el cerco se ibahaciendo más denso contra los confesos, fue el dominico frayDomingo de Baltanás. En la defensa aduce argumentos y casosde conversiones sinceras e incluso modelos de santidad que acu-san de injusticia a los perseguidores y obsesos por la limpieza desangre allá por 1556. Habla de los Santa María. Y de los Coro-nel segovianos, hijos de Abraham Seneor. Aducimos las pala-bras de Baltanás, aunque sólo sea para acentuar eso de que la ley(la religión, la ortodoxia), no siempre se vio con el mismo radi-calismo: « El cual, Abraham Seneor, fue alumbrado por el Espí-ritu Santo, y proprio motu se fue a los Reyes Católicos, que a lasazón estaban en Segovia, y les dijo que quería ser cristiano, delo cual se holgaron mucho y fueron sus patrinos. Y dandoasiento que el día siguiente se baptizaría con solemnidad, par-tióse de Sus Altezas y fuese a la sinagoga a orar con los otros ju-díos. Sabido esto por los reyes, mandáronlo llamar pensandoque había mudado el buen propósito. A los cuales respondióque hasta ser baptizado no había de dejar de hacer lo que comojudío era obligado, porque ni una hora había de vivir sin ley.Estando este santo varón para morir, mandó a sus hijos venirdelante de sí, y a solas hizo un sermón exhortándolos que fuesenbuenos cristianos y agradeciesen a Dios haberlos traído a la ver-dad del santo Evangelio».

nen en cuenta las actitudes personales y políticas de Fernando eIsabel por una parte, y los comportamientos de los cristianos ycristianas por otra, sin rechazos de esta índole y sin mayor difi-cultad para mezclarse, como se vería en el subsiguiente proble-ma, tan complejo, de los conversos que ya había y de los que sebautizaron por 1492.

Sin pretensiones de solucionar un problema con dema-siadas connotaciones ideológicas, y partiendo del principiode que en una decisión de aquella índole tuvieron que inter-venir motivos como los anteriormente aludidos, no se puedeolvidar que también se trató, se trató sobre todo, de una me-dida política. Hablar de política entonces quiere decir queaquello fue un asunto de estado, y de un estado como el de lamonarquía hispánica, que asomaba a la modernidad, es de-cir, al absolutismo. Tardaría en descubrirse la tolerancia, va-lor que , como otros, el de la misma vida, el de la libertad,por entonces no se conocía y costaría tanto universalizar. Es-tado moderno quería decir unidad de fe, confesionalización,identificación con un credo, y en un choque de mentalidadescomo eran la cristiana y la judía, no cabía otra solución quela imposición de la mayoritaria y la dominante. Con pala-bras de Julio Valdeón: «En el caso del territorio hispano unode los rasgos que van a definir a este estado es la plena iden-tificación entre la comunidad política y un determinado cre-do religioso. ¿Podía ser ese credo otro sino el cristiano? Launidad dinástica, plasmada en el matrimonio de Isabel y Fer-nando, se sumaba así a la unidad de fe en sus reinos. Lasotras castas, en esas condiciones, sobraban».

Los que se quedaron, bautizados entonces o convertidos an-tes, no tardarían en ser marginados de formas sutiles y con ins-

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La Reina Isabel la Católica mantiene en la historiografía sucotización de soberana emblemática en la España Moderna.En este aprecio cuentan su estilo personal, su función de

gobernadora de los reinos hispanos y sus iniciativas políticas queno se circunscriben a su reinado sino que tienen una continuacióninevitable a lo largo del siglo XVI. En todos estos aspectos la viday la obra de Isabel la Católica tiene una referencia necesaria a laIglesia católica en la que militó fervorosamente.

I S A B E L L A C AT Ó L I C A Y L A I G L E S I A D E E S PA Ñ AVPor JOSÉ GARCÍA ORO. Universidad de Santiago

ras y populares típicas del Barroco; el acen-to cristológico de las vivencias religiosasque tienen sus manifestaciones vehementesen la Semana Santa y entra con fuerza enla imaginería española; la promoción de lasinstituciones caritativas en la limosna y enla hospitalidad, dimensiones de la vida so-cial en las que su reinado introduce cam-bios sustanciales.

2.- EL GOBIERNO DESDE UNA ÓPTICAECLESIAL.

Isabel y su consorte Fernando llegan algobierno de sus reinos desde una experien-cia amarga de anarquía y guerra. Y se pro-ponen conseguir un nuevo orden político;un propósito relativamente viable para elReino de Castilla; muy poco esperanzadopara los reinos de la Corona de Aragón.Capítulos de este proyecto son la paz públi-ca en las zonas más conflictivas como Gali-cia y la franja norte peninsular; las institu-ciones públicas de justicia, fiscalidad y ad-ministración municipal; la promoción de laeducación mediante nuevas institucionesescolares; la mejora de la salud con una re-organización de la estructura hospitalaria.Se trata de muchas iniciativas nuevas y so-bre todo de reajustes traumáticos en mu-chas instituciones de tipo señorial que nun-ca habían sido afectadas por la intervenciónde los organismos de la Corona, en especialpor la creciente intervención del ConsejoReal y de las nuevas Audiencias. En estasreestructuraciones están presentes los crite-rios eclesiales tradicionales que el cuerpoeclesial venía aplicando desde siglos. Losreyes modernos no tienen otros criterios niotros procedimientos. Tampoco puedeninvocar otra moral que la establecida porlos teólogos, canonistas y moralistas, comolo había hecho en su día el Rey Sabio ensus textos legislativos. Isabel busca ajustar-se a estos principios guiada por maestrosmendicantes como los obispos Diego deDeza y Pascual de Ampudia, leales a la co-

rona pero firmes en la proclamación de losgrandes principios de la moralidad pública.En su Testamento da fe de esta voluntad ytambién de sus vacilaciones morales enpuntos poco claros como la fiscalidad ava-salladora de las alcabalas o la supremacíajurisdiccional que recomendaban sus legis-tas frente a las instituciones eclesiásticas.

En el esquema de gobierno de su tiem-po el cuadro eclesial es la primera gran rea-lidad de la vida, omnipresente y compren-siva de todas las facetas de la vida pública.Lo representan el papado como autoridadsuprema y legitimadora de la cristiandad ala cual se recurre para dar validez definitivaa las iniciativas; la curia romana como ce-rebro administrativo de la Iglesia, con unaincidencia mayor en los temas fiscales, be-neficiales, jurisdiccionales y doctrinales decuyas decisiones dependen las personas delos clérigos y de los fieles en comporta-mientos, derechos y economías; los prela-dos, a la vez señores temporales y pastoresen distritos bien determinados, a cuyas ór-denes están los esbatimentos clericales y lasasociaciones de fieles, por lo que su provi-sión y gobierno representa un capítulo pri-mario de gobierno público; las institucio-nes religiosas regulares y laicales que sonlas fuerzas más vivas y eficaces en el campodel testimonio cristiano, sobre todo en losvalores religiosos y en la labor asistencial y

1.-RELIGIOSIDAD ECLESIAL DE ISABEL.La Reina Católica fue introducida en

el campo religioso por religiosos que con-jugaban armónicamente la cultura litera-ria, la destreza administrativa y la ascesisde los grupos reformados. En su gusto es-tuvo un aprecio por los ascetas de sus días,al estilo de Fray Juan de la Puebla o FrayFrancisco Jiménez de Cisneros; un créditorendido hacia personajes religiosos de grandensidad religiosa y de gran pericia admi-nistrativa, como Fray Hernando de Talave-ra; una preferencia por predicadores peda-gogos, poetas y narradores que sabían darun fuerte acento religioso e incluso devo-cional a la tarea de gobierno. Para satisfa-cer estos anhelos se escribieron sermonescomo los de Diego de Muros III, diálogoscomo los de Diego Ramírez de Villaescusa,versiones romances y creaciones poéticascomo las de Fray Ambrosio Montesino,tratados de ascética femenina como el Jar-dín de nobles doncellas de Fray Martín deCórdoba. Ninguno de estos escritos devena reformista tuvo sobre su ánimo laincidencia de la correspondencia manteni-da con Fray Hernando de Talavera.

En la sensibilidad religiosa de Isabeldestacan los rasgos espirituales y devotostípicos de sus Días: los santos de la mo-narquía como el apóstol Santiago; losgrandes fundadores de las familias religio-sas como San Francisco y Santo Domingoa los que sólo conocía por referencias desus confesores; el entusiasmo por el cultoeucarístico en la dignidad de las celebracio-nes, en la preciosidad de los objetos litúrgi-cos y en el patrocinio a templos, cofradíasy fundaciones pías de signo eucarístico,una expresión religiosa que en sus Días co-menzaba a prevalecer en las poblaciones es-pañolas con manifestaciones externas y ga-las artísticas; la devoción mariana en susadvocaciones tradicionales como NuestraSeñora de la O, la Asunción y muy parti-cularmente la Inmaculada Concepción quecomenzaba a tener manifestaciones calleje-

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educativa por entonces exclusiva de lasiglesias; los fieles que insertan por enterosu vida en la normativa eclesiástica, en lapráctica sacramental, en la celebración li-túrgica, en el asociacionismo religioso y deesta pertenencia hacen confesión públicaordinaria a lo largo de su vida y solemneen sus testamentos.

3.- LA IGLESIA QUE ANHELA LA REINA ISABEL.En tiempo de Isabel la Católica se ha

superado la pertenencia estática y confor-mista a la Iglesia canónica y oficial. A lolargo de la Baja Edad Media surgen de-mandas, propuestas e incluso programasde renovación de la Iglesia. A los oídos deIsabel llegan como una herencia y un desa-fío, porque en buena parte son tambiéncampañas que vienen apadrinando las mo-narquías ibéricas desde siglos, con particu-lar insistencia en el siglo XV por la conmo-ción causada por el Cisma en el Pontifica-do y el radicalismo teológico de los conci-lios de reforma. En concreto los reyes Isa-bel y Fernando tienen desde los inicios desu reinado una voluntad de reforma en lascosas y en la vida de la Iglesia hispana.

En este programa hay varios aspectosque subrayar:

- La regularidad en los procedimientosfiscales y beneficiales, gravemente alteradospor la anarquía y el favoritismo, el mal usode las penalizaciones temporales y espiri-tuales, el cumulativismo y absentismo delos titulares; frente a los cuales sólo proce-de clamar por la severidad en la aplicaciónde la norma, en la selección de los candi-datos, en la penalización capaz de disuadirel mercantilismo beneficial.

- La estimulación de la vida cristiana afavor de los grupos populares comprometi-dos y de las actitudes más testimonialesque están representados por los grupos de-votos, ascéticos, caritativos y educativos;un campo en que la intervención de laReina Católica fue intensa, sobre todo enlas nuevas comunidades y tierras del Reinode Granada y en los equipos de misionerosde Canarias y las Indias.

- La búsqueda de una renovación pas-toral en las iglesias particulares que de mo-mento no encontraba otro camino que laselección de los prelados apuntando haciauna tipología de obispos en que prevalecela formación, la desvinculación nobiliaria ehidalga y el compromiso de la residencia

en la sede, cualidades que sólo ofrecen al-gunos religiosos y letrados bien conocidospor su estilo personal de vida y su religiosi-dad.

- La urgencia mayor de cambios e im-pulsos nuevos en algunos campos de lavida pública: el de la justicia, mediante lainstitucionalización y profesionalizaciónde los tribunales y letrados; el de la asis-tencia pública buscando una organizaciónhospitalaria más completa y eficaz en elnuevo tipo de Gran Hospital; el de laeducación y escolarización promocionan-do las escuelas urbanas de Gramática quepronto crecen y llegan a ser estudios ge-nerales y universidades.

- La reforma religiosa que es el reto dela monarquía que se cifra definitivamenteen la propagación de las congregaciones deobservancia en las Órdenes monásticas yen las familias mendicantes, abandonandolas intervenciones directas de la Coronamediante comisarios que nunca resolvie-ron más que embrollos momentáneos.

Isabel y Fernando dieron escalonada-mente los pasos que pudieran llevar a estasdifíciles y largas conquistas: tomaron elpulso de la vida eclesiástica en la congrega-ción de las iglesias de Castilla, celebrada enSevilla en 1478; obtuvieron bulas de re-forma general y específica para las diversasfamilias religiosas; buscaron un estatutoque les permitiera introducir directamentesus designios en la vida eclesiástica que erael Patronato Real, conseguido sólo paraGranada, Canarias y las Indias; formularonprogramas para las iglesias misioneras deGranada, Canarias y las Indias y formula-ron una legislación que sirvió de base auna serie de procesos renovadores que pro-siguen en los reinados siguientes.

Lo positivo de sus iniciativas está enque fueron seguidas sin vacilar por los so-beranos del siglo XVI: Carlos V en tierrasaragonesas y Felipe II en la aplicación suigeneris del Concilio Tridentino.

«Me urgía reconocer y agradecer antetoda la Iglesia vuestro pasadoevangelizador. Vosotros que fuisteiscapaces de aquella empresa gigantesca,sed fieles a vuestra historia de fe…»

JUAN PABLO II

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T raemos a este apartado de la revista,un poco del pensamiento de los quenos topamos en el caminar diario. Y

lo llamamos así, «Músicas calladas», pla-giando al Santo castellano Juan de la Cruz,porque quizás estas cadencias musicales nose dejen oir en otras esferas. Pero existen.

Resulta apasionante bucear en la opiniónque unos y otros después de 500 años deavatares, hemos ido creando sobre Isabel I.El abanico que se despliega nada más tocarel tema, resulta a veces divertido, otras des-concertante. Los hay forofos e hinchas, es

inevitable. Impera mucho la ignorancia, lamayor parte de las veces, sientes que la gen-te se «descoloca» cuando le lanzas simplesdetalles documentados: «Ah! Pero... ¿Eso esverdad?»

Comprenderá el lector que no aparezcanaquí a los «hinchas»; ya vocean bastante enla prensa y demás medios de comunicación,y que nuestra misión intencionada sea re-saltar «los claros» y clarificar «los oscuros»,lo contrario, caería fuera de todo sentidocomún, sería lanzar piedras sobre nuestropropio tejado.

Un claro en el camino, noslo trae hoy Julia Rubiales,bueno... Dª Julia Elisa

Rubiales Benito, madre de 6 hijos,abuela en lo mejor de la vida, decuatro preciosas criaturas. Julia esde esas personas a las que la mater-nidad, la condición de esposa, decreyente, de mujer sensata y feliz,le aflora a los ojos.

Julia, ¿Cómo nació tu cariño ha-cía Isabel la Católica?

Por los estudios de Historia en elBachillerato. Como castellana yespañola me entusiasmó el afán deesa Reina que luchó por la unidadde España, volviéndole a lo quefue en la romanización (Hispania)y en la Época visigótica.

Vamos a centrarnos en un temamuy concreto: ISABEL COMOMADRE. ¿Qué podrías decirnosde este aspecto de la Reina?

Realmente la encuentro admira-ble. Ni las guerras, ni las preocu-paciones de Estado la hicierondesentenderse de sus deberes comomadre de familia. Dio a sus hijoslo mejor que tenía: el amor a Diosy un acervo cultural no corrienteentre los personajes contemporá-neos en las otras cortes europeas.Sin distinción de sexos, a la horade la formación intelectual de sushijos les procuró enseñanzas deciencias, letras, idiomas. Tantoella como su familia usaban conenorme facilidad el latín. De ellaescribe Luis Vives: «La edad nues-tra vio aquellas cuatro hijas de la

Reina doña Isabel..., tener muybuenas letras... De todas partes mecuentan en esta tierra (Londres)con grandes loores y admiraciónhaber respondido (doña Juana) depresto en latín a los que por lasciudades y pueblos a do iba le ha-blaban... Y lo mismo dicen los in-gleses de su Reina doña Catalinade España... Lo mismo de las otrasdos (Isabel y María), que vinieronde Portugal».

¿Cómo se entiende, por decirlode alguna manera «la mala suer-te» que tuvo con sus hijos?

Entiendo la «mala suerte» simple-mente como una manifestación dela voluntad de Dios sobre ella, demodo que le sirviera de camino desantificación al aceptar amorosa-

MÚSICAS CALLADASVC E N T E N A R I O

Entrevista: MADRE HASTA EL TUÉTANO

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mente esa Cruz que el Señor la en-viaba. La realidad es que las pre-maturas muertes del Príncipe deAsturias, objeto de enormes ilusio-nes, de las primeras Isabel y María,como los desgraciados matrimo-nios de Juana y Catalina, fueronespadas que traspasaron su almade madre, que ayudaron a acortarsu vida y su salud, pero no mer-maron su fe ni amor a Dios.

Y saliéndonos un poco del tema,¿Qué opinión te merecen los tancacareados celos de Isabel?

No me imagino a una Isabel deCastilla, celosa. Se casó enor-memente enamorada de Fernandode Aragón, le fue fiel durante todasu vida; sin ignorar que no era co-rrespondida en esta fidelidad,como cristiana y mujer inteligentesupo pasar por alto los escarceosextramatrimoniales de su marido,que, por otro lado, la quería tam-bién fuertemente.

Por eso, cuando redactaba su testa-mento, se para a pensar cuál es eldon mayor que Dios le ha hechoen su vida y contesta segura: «Elmarido que Dios me ha dado».

¿Cómo considerarías a Isabel res-pecto a sus vasallos: madre o do-minadora?

Indudablemente como madre. Seapiadó de los débiles y necesita-dos, y siempre impartió la justicia,mitigada por la misericordia.

Gracias Julia, por «tu» colaboraciónen nuestra revista, por haberte su-mado a este rumor sordo de los queno hacemos mucho ruido, peropensamos como tú, que Isabel tienemucho que decir a esta sociedadque se va quedando sin valores.

–––––•–––––

Desde marzo del 99 guardabannuestras arcas este valiente testi-monio que un joven licenciado

en filosofía y letras hacía llegar anuestra oficina:

Quiero expresar mi alegría porla reanudación del proceso debeatificación de la Sierva deDios Isabel la Católica. Soyconsciente de las dificultadesque existen; la oposición delpueblo de la antigua alianza, deminorías étnicas latino-america-nas, de los partidarios de los na-cionalismos en la península; porotro lado la sensibilidad agnós-tica de nuestro tiempo e inclusomuchos fieles que por «respetoshumanos» dirán: No es el mo-mento. Yo personalmente creoque ya es hora que los católicosensalcemos a esta virtuosa reinaa cuyo celo apostólico debe laMadre Iglesia la evangelizaciónde un continente y no dudo quealgún día con la ayuda de Dios ypara su gloria será canonizada.

Ernesto Rodicio.

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N O T I C I A SV

Hemos publicado un libro«Isabel la Católica y su fama de

Santidad, ¿Mito o realidad?»,por D. Vidal González Sánchez.Con él, queremos salir al paso

de errores propaladossobre esta figura.

Tenemos un buen depósitode estampas, posters,

calendarios, librosinfantiles y demás materialpropagandístico a vuestra

disposición.

Editamosbimensualmente unaHOJA INFORMATIVA.

¡Pídenosla!

En breve quedaráconstituida una ComisiónNacional, con vistas al V

Centenario, nuestraComisión tendrá una

representación en la misma.

Medina del Campo tambiénprepara el V Centenario, su

Ayuntamiento haconstituido una comisión depreparativos con este fin.

Enero de 1999, se constituye esta Comisiónen el Arzobispado de Valladolid, con vistas

al V Centenario de la muerte de Isabel I de Castilla,y para agilizar su Causa de Beatificación.

¿Nuestro Objetivo?: Difundir laverdadera figura de Isabel la Católica.Para ello contamos con los mejores

investigadores en el tema.

En este tiempo hemos recibido más de 1000 cartasy correos electrónicos de adhesión y entusiasmo

por la Causa. Muchos Obispos, Congregaciones ySeglares de España y el extranjero están con

nosotros.¡Gracias!

Contamos con un TRABAJO DE INVESTIGACIÓN magní-ficamente realizado sobre su persona, su época y su reinado, con-densado en once tomos y realizado por grandes historiadores como:Vicente Rodríguez Valencia, Luis Suárez Fernández, MiguelÁngel Ladero Quesada, Antonio Rumeu de Armas, Mª Isabeldel Val, Antonio de la Torre y del Cerro, Amalia Prieto Cantero,José García Oro. Para más información ponte en contacto connosotros.

Tenemos una página Web para consultas e información:

http://members.xoom.com/reinacatolic

Nuestro correo electrónico es:[email protected]

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Era costumbre inveterada y tenida por legítima. Con eldescubrimiento de unas tierras nuevas, la venta de es-clavos podría haber sido un negocio «rentable» para las

exhaustas arcas castellanas. Lo hacían otros... ¿por qué Castillatenía que ser «diferente»?

¿Qué clase de reina fue Isabel I de Castilla que se atrevióa «oponerse» a lo admitido por la Teología Católica y a la pra-xis de los países de la Cristiandad en materia de esclavos infie-les? Es éste un punto clave que manifiesta su peculiar modo depensar en cuestión tan candente como lo es en la actualidad eltema de los «derechos humanos».

La Reina de Castilla se estaba adelantando a la prácticade esa expresión, al menos en dos siglos. La vecindad del con-tinente africano, las correrías que los «moros de allende» efec-tuaban por las costas de la mar, de cuyas poblaciones se lleva-ban muchos cautivos por la complicidad de los mudéjares deeste lado del estrecho, exigía extremar las cautelas. Para liberara estos cautivos cristianos actuaban las Ordenes de la Santísi-ma Trinidad o de la Merced, amén de otras, para remedio deesta verdadera lacra social. El Arcediano de Vélez en la cate-dral de Málaga había sido enviado a Orán para que, de acuer-do con un mercader genovés, rescatasen cautivos con mediosprovenientes de la Corona. También encargó la Reina Isabel ados obispos de su confianza, que buscasen por todas partes acuantos indígenas gomeros habían sido vendidos como escla-vos tras la rebelión que efectuaron en la que mataron a Fer-nand Pedraza, señor de la isla. Don Pedro de Toledo y el obis-po de Rubicón debían localizarlos uno a uno y liberarlos me-diante indemnización a sus legítimos poseedores, para ser de-vueltos libres a su lugar de origen.

Toda esta labor caritativa en pro de los derechos de loshombres, no solamente no reportaba ningún beneficio econó-mico, sino que requería grandes sumas de dinero.

LOS CARGAMENTOS DE ESCLAVOSQUE TRAJO COLÓN

Cuando Cristóbal Colón, después del descubrimiento, seencontraba en las Antillas durante el segundo de sus viajes alas Indias, desilusionado porque el resultado de su gesta no pa-recía tan «rentable» como él soñara, se decidió, en fuerza de lacostumbre admitida en la época, a introducir en Castilla reme-sas masivas de indios para ser vendidos como esclavos.

Gracias a este saneado negocio, se podrían obtener bene-ficios con los que enjugar los cuantiosos dispendios que habíaocasionado la empresa descubridora. Pero, además, había queconvertirla en rentable. Tal como lo pensó, lo puso en prácti-ca y los indios se vendieron en Andalucía en el año 1495.

No tardó en llegar a conocimiento de la Reina Católica,por boca del obispo de Badajoz Don Juan Rodríguez Fonseca,esta decisión del Almirante. Muy dolida exclamó que quiénera Don Cristóbal Colón para hacer esclavos a quienes eransus vasallos.

PIONERA DE LOS DERECHOS HUMANOS

La soberana hace saber a Fonseca que él mismo haga sus-pender inmediatamente toda venta de esclavos y da la razón deesta cautelar suspensión: «Porque Nos querríamos informarnosde Letrados, Teólogos e Canonistas, si con buena conciencia sepueden vender».

Inmediatamente la Reina encargó a una comisión de Te-ólogos de Salamanca que estudiasen la licitud del caso porqueella albergaba dudas muy graves sobre ello.

En medio del entusiasmo descubridor, los Reyes Católi-cos habían solicitado del Papa las bulas llamadas «Alejandri-nas» que son cinco y por ellas se concedían a Castilla los dere-chos que desde antiguo ya gozaba Portugal. Como conse-cuencia lógica de estas concesiones, navegantes y exploradores,descubridores y conquistadores de «tierras nuevas» esgrimíansus «derechos» que tenían como cristianos civilizados, sobrelos «infieles» faltos de civilización y de fe y, por tanto, privadosde derechos...

Cometen gran anacronismo quienes, al amparo de ideashodiernas, quieren enjuiciar acciones como la llevada a cabopor la Reina haciendo frente a la mentalidad permisiva de sutiempo. Pronto iba a aparecer el «Derecho de Gentes» frutodel Renacimiento Cristiano, efecto de una renovación de lamentalidad teológica puesta de manifiesto por Francisco deVitoria y otros.

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P I O N E R A D E L O S D E R E C H O S H U M A N O SVPero mientras tanto, la decisión de Colón sobre la venta

de esclavos para su provecho, se veía respaldada y aprobadapor teólogos y juristas. Ni se extralimitó ni hizo nada nuevo,sino seguir la costumbre. Nada se le podía reprochar sobre elcomercio esclavista y tanto el Almirante como Antonio de To-rres con sus navíos, podrían haberlo realizado a gran escala.Pero contra este modo de proceder se levantaba dentro de laconciencia de la Reina Isabel una enérgica protesta, hija de ungrave escrúpulo que iba a constituir su gran gloria: los indioseran sus vasallos, no sus esclavos. Ellos también tenían alma yderechos.ISABEL SE ESTÁ ADELANTANDO EN UN CUARTODE SIGLO A LA FORMULACIÓN DEL «DERECHO DEGENTES»; EN TRES SIGLOS, A LA PROCLAMACIÓNDE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y EN CASI CIN-CO SIGLOS, A LAS PROCLAMAS DE LA O.N.U., ENTEMA TAN SENSIBLE COMO LOS DERECHOS HU-MANOS.

No deja de ser significativo que el mismo defensor de losindios, Fray Bartolomé de Las Casas, «disfrutó» de los servi-cios de un esclavo negro estando aún en Salamanca sin que suconciencia se lo reprochara, pues los indígenas no cristianiza-dos, podían tomarse como esclavos para su formación doctri-nal y civilizadora.

Aquí irrumpe la postura singular y discordante, la rebe-lión de la conciencia de la Reina de Castilla: los esclavos ven-didos por Colón pertenecían en derecho a sus poseedores, quehabían pagado un precio ante el Escribano Público que autori-zó el contrato de compraventa. Entre tanto la Junta de Teólo-gos de Salamanca deliberaba sobre la consulta pedida por lasoberana. Su deliberación, por difícil se hizo extremadamentelenta de modo que pasaron largos años sin responder. Hastahoy no sabemos si respondieron o no y cuál fue el sentido desu respuesta, pero no importa. Isabel ya había resuelto por sucuenta. Designó a una persona de su máxima confianza, Pe-dro de Torres, hermano de la que sería Ama de la Casa delPríncipe Heredero, doña Juana de la Torre, para que en el pla-zo de tiempo más corto posible, fuese recogiendo, uno poruno, a todos los indios vendidos, pagando por ellos el preciojusto a sus poseedores. Una vez recogidos y concentradoscomo «hombres libres» en Sevilla, los embarcaría en carabelasfletadas a este efecto que los devolviesen sanos y salvos a su tie-rra de origen.

«Fecha memorable para el mundo entero, porque señala el primerreconocimiento del respeto debido a la dignidad y libertad detodos los hombres por incultos y primitivos que sean; principioque, hasta entonces, no se había practicado en ningún país»

RAFAEL ALTAMIRA.

«Me urgía reconocer y agradecer ante toda la Iglesia vuestropasado evangelizador. Era un acto de justicia cristiana ehistórica(...) vosotros que fuisteis capaces de aquella empresagigantesca, sed fieles a vuestra historia de fe...»

JUAN PABLO II.

«Una Campeona de las libertades de los pueblos».EISENHOWER.

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A N E C D O T A R I O R E A LVTIRÓN DE OREJAS A UN PAPA:Es uno de tantos casos en los que resaltan diversas virtudes: el amory veneración al Papa, el celo por el bien del pueblo cristiano escan-dalizado, el coraje de dirigirse a Él en cosa tan delicada, la humildady fineza femenina con que lo hace...

El episodio sucedió en 1493 en Medina del Campo con el Nun-cio, el valenciano Des Prats. Le llamó, pues, y a solas, a puertas tran-cadas, le dijo a vuelta de mil rodeos y declaraciones de amor a suSantidad, que : «oía decir ciertas cosas de las que recibía gran enojo ydisplicencia, mayormente porque eran tales que engendraban escán-dalo y podrían traer consigo algún inconveniente, concretamente lasfiestas y que yo de parte de su Majestad escribiese a Vuestra Beatitud,quisiera mirar mejor en estas cosas...». Prudentemente el caso quedóentre ella, el Nuncio y el Papa, y nos ha llegado por la relación delNuncio a Alejandro VI.

CURIOSIDADES

¿Qué opinaba la Reina sobre las In-dulgencias?

En la Congregación de Sevilla los Re-yes proponían a la consideración de laAsamblea:

«suplique a nuestro muy santo padre queen las indulgencias que oviere de conceder enestos nuestros reynos no sea con contrybuciónde dinero, que porque los que dellas usan elas publican las facen asy venales; e aun pa-resçe devría suplicar que Su Santidad conçe-diese las tales yndulgencias con grande deli-beración por causas más graves, porque pormuchedumbre e facilidad dellas se traen encontempto e menosprecio»

GASTOS CULINARIOS.«La Reina de España, la señora de los tesoros de las Indias, ella, sumarido, el Príncipe heredero, las Infantas, todos comían por menosde 40 ducados; cuando pocos años después su nieto Carlos, reciénvenido de Flandes y antes todavía de casarse, gastaba en su mesa dia-ria más de 400... Gastaba con escasez en su persona por acudir larga-mente a las necesidades del Estado». CLEMENCÍN.Sabemos cómo recibió la hacienda castellana (con 100 millones demaravedís) y cómo la dejó cuando murió (con 550 millones), des-pués de haber empleado inmensas sumas en sus empresas regias.

NACEN LOS BILLETES DE BANCOAcaeció en la toma de Alhama. Y nace de un deber de justicia.Llegó a faltar el dinero para sostener la guarnición. Pues bien, el Con-de de Tendilla inventó los papeles de crédito, como billetes de banco,naturalmente respaldado por la confianza en la Reina, que sabían serfiel en «pagar lo prestido»

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«STUDIA LA REYNA, SOMOS AGORA STUDIANTES»Creó las escuelas palatinas, llamó a los mejores maestros que encontró, entre ellos algunos

insignes humanistas italianos. La Reina estaba entusiasmada con aquella academia, semejante alas que abrieron en su tiempo Sócrates y Platón. Cosa muy notable es que cultivó igualmentelos ingenios masculinos y los femeninos: algo desconocido hasta entonces. Los resultados se de-jaron sentir muy pronto. Sus hijas fueron las primeras en beneficiarse del nuevo estilo. Erasmoen su carta 31 califica a Catalina de «egregiamente docta» y en la 15 dice que en España en eldiscurso de pocos años se elevaron los estudios clásicos a tal floreciente altura, que no sólo debíaexcitar la admiración, sino servir de modelo a las naciones más cultas de Europa.

FUNDADORA DE LOS HOSPITALES DE GUERRAUna institución muy original que precede en siglos a la Cruz roja y que funcionó en la gue-

rra de Granada, fue el llamado «Hospital de La Reina», « que va como un tabernáculo de el pue-blo de Israel portátil, en medio del exército, y se componía de seis tiendas con seis salas de enfer-mos diferentes, con las camas necesarias, médicos, cirujanos y boticas; que por ser todo porcuenta y cuydados de la Reyna, se intitulaba «El Hospital de la Reyna». Ella visitaba personal-mente a los enfermos llevando regalos y dinero a los heridos. Esto hacía de hombres leones, y devasallos esclavos; no se le iban los soldados ni eran necesarias levas de forzados»

A N E C D O T A R I O R E A LV

EL PRÍNCIPE TACAÑODijeron a la Reina que el Príncipe era poco generoso con sus camareros, y

«como prudente y magnánima pensó qué forma podría tenerse para librar asu hijo de tal defecto e enseñarlo a ser liberal; y usó de una linda arte». Ten-dría unos ocho años; era el mes de junio; preguntó por ciertos vestidos; lostenía el Príncipe en su cámara. La Reina: «Hijo, mi ángel, los Príncipesno han de ser ropavejeros; el día último de este mes de cada año ante mídebes repartir todo lo que tienes entre tus servidores y distribuirlocomo te plazca». Y para enseñarle el modo hizo que lo resumiesentodo, y él comenzó la operación destinando las diversas cosas a diver-sos servidores, pajes, etc. « porque a la verdad es gran defecto del reyno saber dar e gratificar a los que le aman e sirven».

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ISABEL LA CATÓLICA

Yo no sé si tú misma lo sabías,si tus sueños de reina tan tempranate los sirvió aquel campo, su besana,o escuchaste calladas melodías.

Yo no sé si tú misma amanecíasa mares sin herir cada mañana,a horizontes de música lejanamás tuya que tus propias alegrías.

¡Isabel!, ¡Isabel!, si nos dijerasaquel primer silencio que sentiste,la voz, las voces, cuando despertaste.

¡Si quisieras decirnos, si quisieras,si perdiste en aquello que ganasteo ganaste en aquello que perdiste!

SERGIO FERNÁNDEZ

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