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BALANCE Y PERSPECTIVA DE LA ARQUEOLOGÍA DEL ESTADO DE MORELOS Ann Cyphers Guillén Nicole Spitaüer ABSTRACT This a¡ticle presents a synthesis of the archeological research conducted in Morelos. lt begins with a theoretical overvi€w in which the site of Xochicalco is shown to have been the "type site" for the application of new orientations and methodologi€s The second pári of the article attempts to describe. as best as possible siven tlie e\tent of available information. the cultural develop- ñrent in Morelos dating from the Preclassic period to the Post' classic. Tendencias getterales Hasta los años recientes, se puede caracterizar la arqueología del estado de ivforelos como palte de un proceso de reconstrucción his- tórica. La necesidad de identificar, ordenat, y fechar las cultu¡as prehispánicas en el estado ha sido un paso importante en la formula- ción de las bases indispensables para explicaciones más completas sobre la evolución de la cultura y su relación con problemas mesoa- mericanos generales. La primera mención de restos arqueológicos en el estado data de Sahagún, quien reportó el sitio de Xochicalco. Se tomó un gran interés en este sitio por los primeros autores como Veytia' Alzate' Márquez, Humboldt, Barón Gros, Perdreauville, y otros (cf Litvak 197 I ). No obstante, la atracción por Xochicalco nació principalmente como una brlsqueda de correlacionar la información y la mitología de los periodos Posclásico y Conquista, con una realidad arqueolG gica. Hasta tiempos recientes, ha continuado este interés (cl Piña Chan 1977). De hecho, Xochicalco fue el primer celtro de atención arqueolÓ- eica en el estado. En cierto sentido, la manera como estudiaron el sitio

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Page 1: Ann Cyphers Guillén y Nicole Spitalier - Balance y perspectivas de la arqueología del estado de Morelos

BALANCE Y PERSPECTIVA DE LA ARQUEOLOGÍADEL ESTADO DE MORELOS

Ann Cyphers GuillénNicole Spitaüer

ABSTRACT

This a¡ticle presents a synthesis of the archeological research

conducted in Morelos. lt begins with a theoretical overvi€w inwhich the site of Xochicalco is shown to have been the "type site"for the application of new orientations and methodologi€s The

second pári of the article attempts to describe. as best as possible

siven tlie e\tent of available information. the cultural develop-ñrent in Morelos dating from the Preclassic period to the Post'

classic.

Tendencias getterales

Hasta los años recientes, se puede caracterizar la arqueología del

estado de ivforelos como palte de un proceso de reconstrucción his-

tórica. La necesidad de identificar, ordenat, y fechar las cultu¡asprehispánicas en el estado ha sido un paso importante en la formula-ción de las bases indispensables para explicaciones más completassobre la evolución de la cultura y su relación con problemas mesoa-

mericanos generales.

La primera mención de restos arqueológicos en el estado data de

Sahagún, quien reportó el sitio de Xochicalco. Se tomó un gran

interés en este sitio por los primeros autores como Veytia' Alzate'Márquez, Humboldt, Barón Gros, Perdreauville, y otros (cf Litvak197 I ). No obstante, la atracción por Xochicalco nació principalmentecomo una brlsqueda de correlacionar la información y la mitologíade los periodos Posclásico y Conquista, con una realidad arqueolGgica. Hasta tiempos recientes, ha continuado este interés (cl Piña

Chan 1977).De hecho, Xochicalco fue el primer celtro de atención arqueolÓ-

eica en el estado. En cierto sentido, la manera como estudiaron el sitio

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42 ANALES DE ANTROPOLOGIA

los primeros investigadores predeterminó los tipos de investigaciónllevados a cabo ahí a partir de principios de este siglo. Se puedeconsiderar a Xochicalco el "sitio tipo" para las perspectivas metodo-lógicas y teóricas. Dada la excelente síntesis y el análisis realizadospor Litvak ( 1971), no se presentará aquí una hisforia detallada de lasexploraciones; solamente se tocarán los datos de mayor influencia en

cuanto amétodo y teorla.Las exploraciones sistemáticas y las reconstrucciones llevadas a cabo

en Xochicalco por Batres en 1909 (1968) respondieron a la necesi-dad de reafirmar la identidad nacional, de descubrir los grandesmonumentos de civilizaciones perdidas, y buscar los antecedentesculturales e históricos de las civilizaciones posclásicas.

El trabajo de Caso (1929) constituyó tanto la introducción deun tipo de estudio con planteamientos problemáticos como la me-tódologfa de reconocimiento de superficie. Siguiendo el enfo-que establecido por Caso, Noguera (cf. 1945, 1946, 196l) se con-centró en la exploración y restauración del área ceremonial. lmple-mentando el concepto de estratigirafía, hizo el esfuerzo de relacio-nar el útio con las otras grandes culturas de Mesoamérica y aclaratla natu¡aleza de las comunicaciones cultu¡ales entre regiones. Tam-bién Sáenz (cf. 1962, 1963, 1964b, 1966 1967) siguió tal estrate-gia y continuó la reconstrucción y limpieza, concentrándose en laAcrópolis.

Los esfuerzos de Armillas y Sanders (cit¿dos en Litvak 1971)produjeron un impacto grande en la arqueologla del estado. Habien-do introducido los conceptos de reconocimiento de superficie y deecología cultural, Armillas y Litvak llevaron a cabo un reconocimien-to de superficie en el valle occidental (cl Litvak l97l). Posterior-mente, Litvak (19?0a) reconió intensivamente el valle y produjo laprimera cronología regional y una explicación respecto a los procesos

de cambio operantes en dicho valle.El Centro Regional de Morelos del INAH, bajo la dirección de Jor-

ge Angulo Villaseñor, continuó después el reconocimiento extensivoe intensivo del valle occidental del estado (Angulo 1975, Hirth yArana 1978, Angulo y Hirth l98l), como parte del Proyecto Coatlándel Río. Tal estrategia ha permitido un mayor entendimiento de loscambios culturales en Morelos.

Los trabajos recientes en Xochicalco han tomado la fo¡ma de unreconocimiento extensivo-intensivo de superficie y cartográfico, y elresultado es una mejor comprensión de las posibles causas del c¡eci-miento y desarrollo de este sitio epiclásico (Hfuth 1984, Hirth y Gui-llén, en prensa).

Hasta la década de los sesenta, el principal foco de interás fue'Xo-chicalco, aunque otras importantes exploraciones fueron llevadas a

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LA ARQUEOLOGÍA DEL ESTADO DE MORELOS

cabo. Vaillant y Vaillant ( 1934) explora¡on Gualupita, donde descu-

brie¡on cerámicas de varios periodos; Guzmán (1934) reportÓ los

bajorrelieves dc Chalcatzingo; Müllcr exc¿vÓ en Chimalacatlán ( I 948);y Piña Chan exploró Chalcatzingo ( 1955), otros sitios del área del ríoCuautla (1954), y Teopanzolco (1954).

Tal como se fueron refinando las cronologías regionales, se des-

lizaron los intereses: de la exploración intuitiva y el descubrimien-to de "cosas interesantes", hacia una visión más general del escenario

cultural del estado ya dentro del panorama general mesoame-Cano.Siguiendo la tradición de reconocimientos, Müller (1944) trabajó

en la parte occidental de Morelos. Posteriormente, Grove (1968b,

I 971) recorrió el área del río Cuautla, concentrándose en las ocupa-ciones preclásicas; cabe señalar que este proyecto fue el primero de

cobertura amplia a nivel regional. Greenes-Ravitz exploró en Atlihua-yán con la intención de precisar la difusión de la cultura olmeca(t974).

El Proyecto Chalcatzingo (19'12-1976) se enfocó hacia la parte ex-

trema del estado, el vaile del río Amatzinac, estudiando a nivel regio-

nal los tipos y los procesos de cambio (cl Grove et al. 1976)' pataello practicó estrategias como el reconocimiento intensivo de superli-cie, las excavaciones extensivas en el gran centro regional preclá-

sico de Chalcatzingo, y las excavacirones de prueba en el valle; este

proyecto se constituyó en el primero a escala regional en tal parte del

estado.Posteriormente, el Proyecto Morelos ha llevado a cabo ¡ecorridos

por la parte central y zonas marginales al área recorrida por el Proyecto Chalcat2ingo, lo cual ayudó a llenar las lagunas que quedaban(Nald¿, comunicación personal).

A través de los esfuerzos de muchas personas, se ha podido teneruna visión general, aún por completarse, de la evolución de la culturaen el estado de Morelos. En la sección que sigue, se intenta dar estapanorámica basada en los trabajos terminados y, al mismo tiempo,señalar las áreas que necesitan investigarse.

Panorama general de Ia arqueología del estado de Morelos

Con base en la información disponible, se está en posibilidad de

reconstrui¡, en términos generales, la sucesión de culturas en el esta-

do de Morelos. Algunos investigadores han planteado inferencias más

detallldas que otros y, de hecho, la reconstrucción presentada aquí

l)vorece las interpretaciones regionales.Se desconoce el perioclo Arc¡ico en Morelos, exccpto en la Cueva

tiel Venado. ubicada cerca de Chirtralacatlán (Müllcr 1948). la cual

4-l

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ANALES DE ANTROPOIOGTA

aporta restos que datan desde tiempos paleontológicos hasta el Pre-clásico.

La mayor información arqueológica proviene de las ocupacionesdel Preclásico Inferior, entre 200G1500 aC. Los restos parecen indicar que, durante el Preclásico Infe¡ior, existla una ocupación, seme-jante en cierto sentido, a un "estilo horizonte", que se encuentra através de casi toda Mesoamérica (cf Guillén 1979). En términoscerámicos se puede identificar tal ho¡izonte; sin embargo, se desco-nocen casi por completo otros aspectos, como son los patrones deasentamiento, las áreas habitacionales, los niveles de especialización,la subsistencia, la organización social, etcétera. Esta situación se debea varios factores: primero, esta ocupación ha sido un tanto oscüreci-da o destruida por poblaciones posteriores, y, segundo, porque talperiodo ha recibido poca atención respecto a su potencial evolutivoinherente, quizá debido a la idea de que los cambios han derivado defuentes externas.

Se conocen, a través de excavaciones, ocupaciones del PreclásicoInferior en Gualupita, Chalcatzingo, San Pablo, Nexpa, y Altihuayán.En Gualupita (Vaillanty Vaillant 1934) se encuentra presente estafase, aunque la estratigrafía esté un pocó confusa. Restos importantesfuéron encontrados por Piña Chan y López GonzáJez (1952) enAltihuayán; y con posterioridad a estos hallazgos, Grennes'Ravitztambién trabajó tal sitio (1974). En San Pablo y Nexpa, Grove inter-pretó con mucho éxito la estratigrafla cultural y contribuyó a unacronologla más precisa para el Preclásico Inferior (1971). Tambiéncabe mencionar que Piña Chan (1954) reportó restos preclásicosen Olintepec. Recientemente, Pelz ( 1985) está trabajando Cerritos, unsitio claramente relacionado con Gualupita. Además, está señaladala existencia de ¡estos de va¡ios sitios, reportados en los reconoci-mientos de superficie (Grove 1968b, Hirttr l9?4).

La segunda parte del Preclásico Inferior ha captado mejo¡ l¿atención de los arqueólogos, debido a la evidencia de los posiblescontactos con la cultura ofuneca de 1a costa del Golfo. Tal contacto,todavía indefinido como directo o indirecto, parece datar aproxi-m¿damente de 1200 aC, al mismo tiempo que la parte central delestado se incorpora al estilo "Tlatilco" (también llamado el estilo"rio Cuautla").

Este estilo parece demarcar un área cult¿¡al que incluye ya tantouna parte de la Cuenca de México, como el centro del estado de Mo-relos, y quizás el Estado de México, como también los sitios del Occi-dente de México (cl Kelly 1974, Mountjoy 1974, Oüveros 1974).Ca¡acte¡izado por la distribución de botellones de formas muy espe-ciales, este estilo tiende a presenta$e en áreas fé¡tiles con abundanciade agua (Grove 1968c), de menor dificultad en cuanto a la subsisten-

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I A AROL'EOLOCíA DEL [.STAI]O DE MORELOS 45

cia. Su restricción espacial en el estado de Morelos puede obedecer a

ciertas consideraciones ecológicls, y puede también scñalar una rutade comunicación o intcrcalnbio hacia partes del estado dc Guerrcropara la obtención de cinabrio y otros productos.

La intensidad de la influencia olmeca en el estado se observa untanto reducida, comparada con la prescncia del estilo "Tlatilco" o"rÍo Cuautla", pero, de hecho, su extensión en el espacio parece sernris amplia, ya que existen muchos sitios en donde la cerámica llevanotivos iconográficos olmecas. Se encuentra una excelcnte discrrsiónreferente a lo olmeca en el Altiplano Central present¿rda por Grove(1974), En esta discusión resalta el hecho de que el Preclásico Infe-¡ior es un momento que requiere de más trabajo intcnsivo cn todosaspectos, pues se puede inferir poco respecto a este periodo con base

en la información disponible.A pesar de teorías anteriores respecto a los orígenes olmecas en el

Altiplano, o que el contacto con 1a civilización olmeca estimulóel desarrollo cultural en ese sitio, algunos autores han llegado a unaconclusión diferente: quc el desarrollo cultural morelense fue unproccso sai generis, y no la consecuencia de ltn estímulo externo(cl. Hirth 1974, Cyphers 1975. Grove et ol. 1976). La primeraevidencia de alguna comunicación con los olmecas de ia zona nu-clcar, se presenta en el Preclásico Infcrior, posiblemente derivántlosedel sitio de San Lorenzo. Esto constituye un momento breve des-pués del cual la iconografía olmeca desaparece y se desarrolla unacultura local más fuerte.

En el valle occidental de Morelos. el Prcclásico Medio se encuentracasi desconocido. Se ha observado una ocupación menor en Xochi-calco a través de recolección en superficie (Flirth 19844). En el

centro del estado, existía una gran atracciÓn para los antiguos habi-tantes debido al potencial agrícola (Grove 1968c), sin embargo, el

foco principal de asentamiento se encuentra en el extremo oriental, en

donde se desarrolló el sitio de Chalcatzingo como el centro regionalmás importante del Altiplano Central mexicano.

Si tomamos como punto de partida el importante estudio de PiñaChan (1955), el Proyecto Chalcatzingo ha logrado una coberturaamplia del Preclásico en esta parte del estado, abarcando el estudiodel patrón de asentamiento, los estudios ecológicos y palinológicos,las áreas habitacionales, la manufactura de obsidiana, Ia crot.tología,el arte monumental y la iconografía entre otros estudios especializa'dos. Grove h¿ sintetizado y analizado todos los resultados para inte-grar el proyecto y plantear las interpretaciones alternativas (Grove1984, Grove, en prensa).

La fase Barranca se caracteriza por una reorganización notablede la población, el establecimiento de una jerarquía más estructurada

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46 ANALIiS DI] ANTROPOLOGTA

para una mayor eficiencia en la explotación y redistribución debienes (Hirth 1974, en prensa). En su apogeo, la fase Cantera es nota-ble por el grado de diferenciación social, 1o cual se refleja en todoslos aspectos del sitio.

Para el Preclásico Inferior, se localizaron solamente cinco sitiosen el valle de río Amatzinac; pero el Preclásico Medio está repre-sentado por 57 sitios, distribuidos en tres agrupaciones (Hirth 1974).La agrupación ubicada en la parte norte está compuesta por residen-cias aisladas y un caserío pequeño. La agrupación central, ubicada enla zona ecológica transicional, demuestra la jerarqufa más complejade asentamientos, siendo de dos niveles con caserlos dispersos yuna pequeña aldea. El estudio de Hirth (1974) sobre el patrón deasentamiento sugiere el papel de Chalcatzingo como un puerto de en-trada (Eateway settlement) que sirvió de enlace y control entre unárea tributada y el sistema mayor. Cabe mencionar que se excavó endos sitios localizados mediante la técnica de reconocimiento de super-ficie con el fin de comparar el asentamiento rural con el del centroregional (Majewski, en prensa).

Internamente, Chalcatzingo demuestra una gran heterogeneidad encuanfo a estructuras habitacionales (Prindiville y Grove, en prensa),lo cual claramente define el incremento en la complejidad social.La presencia de obsidiana procedente de Otumba y Paredón (Charl-lon et al. 1978) en forma de nútcleos preparados (Burton, en prensa)indica el papel de Chalcatzingo en la ¡edistribución de ese material.La arquitectura monumental se encuentra frecuentemente, tantocomo el arte monumental. Angulo (en prensa) presenta un detalladoestudio del arte monumental del sitio.

Otro estudio sobre el contexto arqueológico de los monumentosexcavados ir sit& muestra que éstos fueron enterrados y posiblemen-te manufacturados y usados durante la fase de apogeo de Chalcat-zingo (Guillén t982). Tanto dicho estudio como otro realizadopor Guillén y Grove en 1981, sugieren que Chalcatzingo presentauna mezcla de iconografía con rasgos procedentes del Altiplano,del área nuclear olmeca, y del área maya. Grove (1984) plantea laidea que el arte de Chalcatzingo es "arte fronterizo", un sistema es-

pecial de representaciones que se encuentran en áreas lejanas de lazona nuclear.

Empezando en la fase Barranca y continuando durante la fase

Cantera, las laderas de los cerros fueron terraceadas para controlarIa erosión (Grove et al. 1976). En cada terraza se encuentra una resl-dencia, y las que se encuentran más cercanas a la Plaza Central estáncoÍnpliestas por una plataforma-base de piedra, siendo probablemen-te sede de las élites. Dentro de la Plaza Central se encuentran las resi-dencias y los cntierros más elaborados, y esta área se considera, por

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LA ARQUEOLOGIA DEL ESTADO DE MORELOS 47

lo tanto, el núcleo ceremonial del sitio. Para la fase Cantera, se obse¡-va un incremento en los objetos importados, especlficamente los delestilo olmeca. La relación de Chalcatzingo con la zona nuclear ol-meca pudo haber sido una de cont¡ol del intercambio (Grove 1968c,Grove et al. 1976, Grove 1984), y facilitada por mecanismos talescomo las alianzas a través del matrimonio (Guillén 1984).

La importancia de Chalcatzingo, como sitio clave, termina alrede-

dor de 500 a 400 aC cuando otros centros importantes en la Cuencade México debilitaron su eficiencia en el control del intelcambio(cf. Hirfh 197 4, Grove, en prensa).

Sería fructífero continuar las exploraciones en Chalcatzingo, yaque el proyecto llegó a excavar sólo una pequeña parte del sitio;pero, al mismo tiempo, quizás urge más explorar las ¡elaciones ent¡e

Chulcatringo y las otras poblaciones en el valle y delimitar las redes

sociales, pollticas y económicas'Los periodos Preclásico Tardío y Terminal, críticos en la transi

ción de cacicazgo al régimen de Estado en la Cuenca de México, noh¡n recibido suficiente atenciÓn en Morelos' Se han reportado mate-riales del Preclásico Tardío en Gualupita (Vaillant y Vaillant 1934)'de Chalcatzingo (Piña Chan 1955), de Olintepec (Piña Chan 1956-

1957), Tepoztlán (Müller 1963), Xochicalco (Noguera 1945, 1947,Hirth 1984a), Chimalacatlán (Müller 1948, 1973), y Tlatnapin(Grove 1968b).

Apenas se empiezan a formular cronologías precisas (cl Guillén1980, Hirth y Guillén, en prensa); anteriormentei la definición de

fases se calculaba con base en compataciones con la Cuenca de Mé-xico, pero ahora se cuenta con mejores condiciones estratigráficas ycon algunas fechas de radiocarbono. El análisis cerámico de materia-

les procedentes de Coatlán del Río y de Cuautlita por C' Barme, p¡o-mete una cronologla refinada para el valle occidental del estado.

Los reconocimientos regionales han sido el instrumento básico para

escl¿[ecer algunos de 1os procesos operantes en el estado durante este

periodo (cl Hirth 1974, 1978b, Hirth y Angulo 1981, Hirth y Arana1978).

Tanto la cerámica como el patrón de asentamlento señalan diferen-cias mayores entre el valle occidental y el o¡iental delestado (cl Hirth1984a). Después del fin de Chalcatzingo como fue¡za integ¡ante, sur-qen tres centros regionales: Amacuitlapilco en el extremo oriental,Éantitlán en la parté central, y Coatlán del Rio en el valle occidental.Esüos sitios varlan de 3O a 7O hectáreas y posiblemente tenían de

I 500 a 3 000 habitantes cada uno. Después del fin de Cuicuilco, lossitios orientales demuestran afinidad con Teotihuacan en su fase Tza-

cualli mientras Coatlán del Rlo parece estar más conectado con elestado de Guerrero. Durante el Preclásico Terminal, el extremd orien-

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48 ANALI,S Dti ANTROPOLOCIA

tal presenta evidencia de los cacicazgos autónomos, Amacuitlapilco ySan Ignacio (Hirth 1974, 1978b). No existe información corrparablcpara el resto del estado.

Hirth (1984a) postula una estrecha relación entre la parte norccn-tral y la no¡oriental, es decir, con Cuicuilco, posiblemente porquecompartían un interés común err los productos de intercalnbio: t.loobstante, después de Cuicuilco, estas áreas claramente se aitnearoncon Teotihuacan.

El papel de la obsidiana en el desarrollo de las rerles de intercambioha sido sugerido por Sovenson (1979) y llirth (1984a), y el análisisde fuenres ha señalado a Otumba, Ucaréo y Navajas corno fuentes deobsidiana. La redistribución de este material como accesorio o causade un incremento de la complejidad social queda por resolverse.

Se conocen muchos sitios correspond ientes al periodo Clásico enIllorelos: Oaxtepec, Pantitlán, Iztamatitlán, Cuautlixco, un sitiolocalizado entre Casasano y Tetelcingo, Olintcpec. Chalcatzingo, LasLajas, San Ignacio, Las Pilas. El Palacio, Tcpoztlán, Xochitepec,Xochicalco, Circrnavaca, Gualupita (cl Vaillant y Vaillant 1934,Piña Chan 1957, Grove 1968b, Litvak 1970a, Arana l974,Hirfh 1974Alducín 1980, Angulo y Hirth I 98 I , Tommasi, en prensa). Tambiénhay otros sitios localizados en los recorridos de superficie.

En cuanto a las excavaciones en Xochicalco, se han revelado algu-nos materiales teotihuacanos (Sáenz 1972, Hirth y Guillén, en prensa,Litvak 1970b, ilirth 1984b). En Chalcatzingo, existen estructuras yun juego de pelota que data de la fase Xolalpan (Arana, en prensa),La ocupación clásica en este sitio se encuentia en cambio poco repre-sentada. En las excavaciones de rescate en Las Pilas, se encontraronof¡endas de cerámicas claramente teoiihuacanas, y se hicieron planosinternos del sitio que corresponde también al patrón teotihuacano(r\lartínez Donjuán 1979). Chimalacatlán por su parte, contiene vesti-gios de una ocupación de este periodo, pero ubicada en el área de lamilpa, no en el centro ceremonial el cual data del Posclásico (cl Mü-ller 1948). Para una discusión comprensiva de los sitios clásicos enMorelos, se recomienda el a¡tfculos de Angulo y Hirth 198 I .

Por medio de los reconocimientos de superficie se sabe mucho másque de las pocas excavaciones Por ejemplo, en el valle del ríoAmatzinac, se han estudiado las tendencias de nucleación y disper-sión (Hirth 1974);y en el valle occidental, Litvak (1970a) planteó losnexos que existían entre poblaciones del valle. También el ProyectoCoatlán del Río del INAH ha podido señalar el patrón de asentamiento.

Dentro del valle del rfo Amatzinac, durante el Preclásico Ternrinal,el patrón de asentamiento demuestra dos agrupaciones contemporá-neas y separadas de las poblaciones. Hirth y Angulo (1981) han no-tado poco matedal Tzacuall y, por ende, suponen que la influencia

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I,A AROLEOLOCIA I]EL ESTADO DE MORELOS

de Teotihu¿can en esta área fue mínima, pero que cualquier contactocon ese sitio debió de habe¡ sido indirecto, por medio del comercio yde los asentamientos a lo largo del paso Chalc-Am ecameca. Después de200 dC, estos autores notan que el contacto con Teotihuacan in-crementó notablemente la población de la región, ya que ésta se du-plicó y surgió San Ignacio como el centro regional. La concentraciónde habitantes se ubicó hacia la parte sur del valle, cambio que puederelacionarse con 1a naturaleza de las barrancas en la parte sur del va-

lle, en donde éstas se prestan para el riego por medio de la desviaciónde agua, posiblernente para el cultivo del algodón. A mediados delClásico, se estabilizó la población y empezó a disminuir. Los caseríosdesaparecieron al emigrar la población hacia las comunidades aldea-nas (Hirth y Angulo I 98 I ).

El panorama del valle occidental es distinto. Durante el P¡eclásicoTardío y Terminal, había 33 sitios, con Coatlán del Río como el cen-tro regional. Ya para el Clásico, en las fases Tlamimilolpa-Xolalpan deTeotihuacan, se estabilizó la población y luego empezó a disminuir,luego se dispersó a lo largo de todo el valle (Hirth y Angulo l98l).Cabe mencionar. en Xochicalco, una ocupación clásica de 3 L94 hec-táreas, extensión de la cual el 80? está representado en Tlacoatzingo(Hirth 1984b, Hi¡th y Guillén, en prensa).

El cont¡aste entre los procesos operantes entre el extremo orientey el occidente notado por Hirth y Angulo es importante, ya queparece reflejar la intensidad y calidad de los contactos con Teotihua-can. Ellos también notan que en el valle del río Amatzinac, duranteel Clásico Medio, se dispersó la población al mismo tiempo que se

hizo un esfuerzo para mantener la integración regional; mientras enel valle occidental, tal dispersión de población se observa sin la pre-sencia de ningún centro administrativo. También sugieren que se re-dujo la complejidad social intencionalmente por Teotihuacan en eloccidente del estado, y que el incremento en complejidad en el ex-tremo oriental se debe a la decisión de Teotihuacan por explotartal área en forma económica. Es notable que Teotihuacan no esti-muló el crecimiento urbano en ningún lado de Morelos, y quedan porlesolverse las causas de tal fenómeno.

El Proyecto Morelos, dirigido por Enrique Nalda, ha llevado a cabouna serie de recorridos en superficie en el estado (Nalda 1980). Con-forme avanza el proyecto se van detectando problemas específicos.Por ejemplo, las excavaciones en el sitio clásico de Hacienda de Cal-derón, ubicado al oeste de Cuautla, toman como punto de partida laidea de Nalda de que, en sistemas tributarios, el enfrentamiento entreintereses sociales antagónicos provoca la evasión del sistema por sim-ple migración hacia lugares fuera de dominio (Ballesteros e, d/. 1982:1). Parece que la teoría se comprueba con los resultados presentados

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50 ANALES DE ANTROPOLOGIA

en el informe (ibid.) en el sentido de que la Hacienda de Calderón l'ueconstituida por emigrantes de Teotihuacan.

Además Hirth se plantea la existencia de discrepancias con las in-terpretaciones de los procesos culturales operantes en el estado du-rante el Preclásico como en el Clásico, sin embargo, los datos e inter-pretaciones del Proyecto Morelos aún no están publicados (Nalda,comunicación personal).

La aparición del gran centro fortificado de Xochicalco, ubicadoen el valle occidental de Morelos, durante el periodo Epiclásico(650-900 dC) ha dado pie a una serie de especulaciones: por ejemplo,que tal sitio creció como un cent¡o comercial de larga distancia (No-guera 1945, Litvak 1970b), o como una colonia maya (Noguera1946), o como una fortaleza miütar (Armillas 195 I ) que fue sede delculto a Quetzalcóatl (Piña Chan 1977), o que fue el legendario Ta-moanchán (Plancarte y Navarrete 1934); o que se desarrolló comoresultado de un vacío del poder en el México Central después delcolapso de Teotihuacan (Sanders y Price 1968; o bien, que fue ungran centro alrededor de 400 a 500 dC, y creció debido a la compe-tencia con Teotihuacan para controlar las rutas del intercambio(Litvak 1970b). Su periodo de florecimiento también ha sido biendiscutido (cl Escalona Robles 1953, Sanders y Price 1968, Litvak1970b).

Como ya se indicó, las primeras exploraciones se concentra-ron en la zona ceremonial principal, la Acrópolis. Tales investigacio-nes han aclarado en gran parte el plan interno de esa área y han loca-hzado la arquitectura principal, como son los templos, los juegos depelota, las defensas militares, las cuevas, el observatorio, y las residen-ciasélites (cl Litvak l97l ).

Las exploraciones recientes del Proyecto Coatlán del Río (clHfuth y Arana 1978) incluyeron un reconocimiento del valle occiden-tal, el cual ha determinado que los sitios epiclásicos se ubican en

áreas elevadas o bien defendibles, generalmente situadas sobre tierrasagrlcolas fértiles (Hirth 1984). Se probaron varios sitios en el valle,buscando estratigraffa cultural en qué basar una cronologfa (Guillén1980, Hirth y Guillén, en prensa).

Las investigaciones llevadas a cabo en Xochicalco por el ProyectoCartográfico de Xochicalco incluyeron el reconocimiento intensivode superficie del sitio para determinar sus llmites espaciales, la com-posición interna y su relación con el resto del valle. Algunos de losresultados incluyen un mejor entendimiento del crecimiento del sitioa través del tiempo, su plan urbano, sus defensas y comunicaciones,la proporción y uso del espacio doméstico, residencial y ceremonial,y la planta de los conjuntos residenciales y sus áreas de almacenaje(Hirth 1982, 1984b, Hhth y Guillén, en prensa). Hirth (1984b) ha

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LA ARQUEOLOGíA DEL ISTADO DTi MORLLOS 5I

concluido que Xochicalco fue un estado regional que creció con las

guerras y cónquistas; sin embargo, tal crecilniento no empezó duran-

te el Clásico Medio, sino que fue consecuencia y no causa del ocaso

de Teotihuacan, durante el cual se debilitó el control polltico centra-

lizado. Esto permitió la formación de nuevas élites, como es el caso

de Xochicalco.Las últrmas exploraciones en Xochicalco por el Centro Regional

de Morelos del INAH, bajo la dirección de Norberto González ySilvia Garza, han descubierto y reconstruido uno de los principales

accesos al sitio, tanto la mu¡alla defensiva como las estructulas

habitacionales alrededor de los bastiones- González y Garza creen

que estas construcciones masivas se llevaron a cabo durante el apogeo

.pi"lá.i"o y dentro de un periodo muy corto de tiempo. Estas investi-

gaciones "nfutir"n

dramáticamente la naturaleza altamente fortificadaáel sitio y algunos de los problemas que estas mismas fortificacionescausaron para los habitantes en cuanto a obtención de agua, dispos!ción de basura y comunicación interna entre diferentes partes del

sitio (González y Garza, comunicación personal).

A pesar de una larga historia de exploraciones en el sitio, es crucialque la investigación iiga ahí. Los trabajos recientes, como parte de la

acumulación histórica de información sobre el sitio, han servidopara provocar de nuevo nuestro interés' Queda claro que el progreso

ie loi conocimientos científicos y humanistas exige que se continrlela exploración en Xochicalco.-

S"'puiA. decir que, pese a la abundante información que sobre él

se tiene, hoy todavía el Posclásico (ca. 95Fl5l9 dC) sigue siendo

poco conocido. Este periodo ha recibido, por un lado' especial aten-

iión por parte de los estudiosos, particularmente en la Cuenca de

México. Es también, por otro lado, un periodo históricamente bien

documentado, gracias a la tradición oral y pictográfica indlgena (co-

nocida a través de transcripciones) y a la gran cantidad de documen-

tos de diversa índole, que datan de los dos primeros siglos de la época

colonial (Gibson 1975, Calnek 1978). Es' pues, evidentemente nece-

sario el uso paralelo de las fuentes de informaciÓn arqueológica yetnohistórica, como lo han notado varios investigadores, entre ellos

Vaillant ( 1938).No obstante, numerosos aspectos esenciales de la dinámica cultural

en el Posclásico siguen siendo oscuros y fu€nte de controversias' Esto

se debe, por un lado, a que é$ta es indudablemente una ela de gran

complejidad; por otro lado, la forma en que se ha manejado la infor-mación, histórica en particular, ha introducido cierta confusión-

Se ha argumentado, en varias instancias, acerca de la validez de lainformación contenida en los recuentos históricos (e.8. Nicholson1971, Carrasco 1971, Davies 1980, Price 1980, Charlton l98l)' En

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52 ANALES DE ANTROPOLOGíA

efecto, dada su naturaleza, existen elementos que, de no ser tomadosen cuenta, pueden sesgar los resultados de cualquier interpretación.Se ha intentado most¡ar, sin embargo, que con el manejo adecuadode los datos, es decir, confrontados para evaluar su confiabilidad, sepuede llegar a resultados muy interesantes. Ejemplos de esto son laobra de Nigel Davies y, para el caso específico de Morelos, la deMichael Smith, quien logra además una fructífera cor¡elación históri-ca-arqueológica (como se ve¡á más adelante).

Otro aspecto de la investigación -y no menos importante_ hadificultado también nuestro entendimiento del posclásico: la apa_rente falta de interés, hasta fechas recientes, por refinar el cuad¡ocronológico general. Esta deficiencia, si bien común al posclásicodel Centro de México, ha sido especialmente marcada en las áreasadyacentes a la Cuenca de México, que ha sido el principal focode interés durante mucho tiempo.

La descripción de materiales posclásicos en Morelos empreza conel importante y válido trabajo de Vaillant y Vaillant (1934j en Gua_lupita. Noguera discute el material posclásico de Xochicálco v suposición

_ temporal ¡elativa (1945, 1946, 1947). La primera desórip

:i9" j.. 1".::.llica-de Teopanzolco fue presentadá por Noguera yPiña Chan ( 1956, t 957)quienes además mencionan matirial semeiantede Chalcatzingo, Xochimicaltzingo y Olintepec. Müller (1956-1957)publicó también un breve informe sobre la cerámica posclásica deTepoztlán.

Recientemente se ha empezado a poner mayor atención a lacronologfa y se ha logrado afina¡ considerablemente las secuenciasante¡iores. Se ha tendido a poner mayor énfasis en la porción occi-dental del estado.

Después de esta serie de trabajos sob¡e sitios aislados, la primerainvestigación regional que abarca al periodo Posclásico, es la deLitvak (1970) en el Valle de Xochicalco. Este estudio estaba en-focado a analiza¡ las relaciones entre los sitios del valle a través deltiempo. Entre los resultados figura la primera secuencia cronológicaregional, la cual está basada en la posición estratigráfica de los 75sitios y variantes, asl como en el agrupamiento por tipos de materialde-superficie. El autor parte de las secuencias de V¡iillant y Vaillant(1934) y de Noguera (1945, 1947), en particular para las fases mástempranas, intentando refinar las más ta¡dfas.

_Unos años después, Senter (1976, 1979) aplicala tipología de Lit-vak para clasificar el material de Zacatepechi, pero no contribuyea aclarar ni afinar la secuencia en la que se basa. Indica que la ocupa-ción tlahuica empieza en la época 6 o Posclásico Temprano (Senier1976: 10. 104).

Es próciso nota¡ que segúrn el modelo de Litvak (1970), Zacate-

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LA ARQUEOLOGíA DEL ESTADO DE MORELOS 53

pechi (sitio U5), sigue funcionando durante el Posclásico Tardío,época 8. Por su parte Smith, tras una breve revisión del material,atribuye su ocupación al Posclásico Tardío, habiéndose iniciado talvez durante el Posclásico Medio (Smith 1983:139). Exislen, portanto, discrepancias en términos de la cronología. Se espera que Ni-cole Spitalier, quien ha reclasificado este material recientemente,logre concretar su posición cronológica.

Existen conocimientos de ocupaciones posclásicas en otros sitios co-mo son: Cuentepec (U22), Alpuyeca (V10), Miacatlán (U6), Coate'telco (V3), El Rodeo (Ul) (cl Litvak 1970). Se llevaron a cabo exca-vaciones en Coatetelco y existe además un museo local (Angulo 1978).El sitio del Posclásico Tardío, Coatlán Viejo (CDR22) fue estudiadopor Mason (1980), quien concluye que representa un asentamientode porterías en 1430 dC. Alducfn (1980) describe materiales de Xo-chitepec pero sin atribui¡les una posición cronológica precisa.

Norr (sf.) ha hecho también una descripción de la cerámica posclá-sica procedente de una estructura residencial, excavada en Tetla,como parte del Proyecto Chalcatzingo. Esta representa la primeradescripción formal del material cerámico del este de Morelos para

este periodo. Su irnportancia reside además en que el complejo cerá-

mico fue fechado por Carbono l4; se obtuvieron dos fechas absolu'tas:1230!75y1340l-75.

Norr sugiere que el asentamiento pertenece al Posclásico Medio,que es definido por ella como posterior a I150 y anterior al Ho¡izon-te Tardío de la Cuenca de México. No parece haber evidencias clarasde contactos importantes entre el este de Morelos y Tula, como ha'bla sugerido Hirth ( 1977).

En cambio la autora confirma una fuerte conexiÓn con el surde la Cuenca de México, basándose en la dicotomía noroeste-suresteseñalada por Sanders, Parsons y Santley (1979:149-153).

Por otra parte, la posibilidad de hacer un análisis espacial permitióa Norr distinguir varias áreas de actividad, para la preparación de ali-mentos, la talla de obsidiana, el hilado, etcétera.

Además de las investigaciones antes mencionadas, existe una serie

de trabajos que contienen información sobre material posclásico de

Morelos, como el trabajo de Angulo (1976) y varios informes nopublicados (Atana 1976, Arana y Denis 1977, Lewarch y Mason1977, Nalda 1980, Ballesteros et al. 1982).

Entre los trabajos aislados, realizados en los últimos años se puedenmencionar la consolidación, limpieza y ampliación del área de terra-zas en el Cerro del Tepozteco (Litvak y Angulo, comunicación perso.nal), la recolección de superficie en Olintepec (Angulo, comunicaciónpersonal) y exploraciones de mayor escala en el mismo sitio por W.Tommasi (N. Gonzále2, comunicación personal), investigaciones en

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54 ANALES DE ANTROPOLOGIA

Tetecala (Angulo, comunicación personal y Zaid Lagunas). Otrossitios conocidos incluyen Yecapixtla, Huajintlán, Tlayacapán y elPalacio de Cortés (Angulo, comunicación personal).

Por último, uno de los trabajos más recientes, y sin duda máscompletos en lo que a la cerámica posclásica de Morelos se refiere,es el de Smith (1983). Uno de sus principales objetivos era el contri-buir a afinar la cronología del área. Su análisis se basó en el materialcerámico procedente de varios pozos excavados en Xochicalco.

Smith hace una clasificación del material de acuerdo con sus atributos con el fin de establecer una secuencia para el Posclásico deloccidente de Morelos, mediante el análisis de la estratigrafía, el cam-bio de variables cerámicas en el tiempo y también en función de lapresencia de cerámica foránea ya fechada. Esta clasificación no tipo-lógica permite el registro de un gran número de variables que puedenutilizarse para múltiples propósitos. Con el fin de lograr una secuenciaarln más fina, el autor llevó a cabo una seriación cuantitativa de losdepósitos de Xochicalco, así como de los depósitos del PosclásicoTardío de Coatetelco (cf. Arana 1976, Arana y Denis 1977). Así,logra una secuencia de cuatro fases, subdivid.iendo la fase final endos; cada fase está caracterizada por un complejo cerámico especí-fico y lleva su nombre. Las descripciones de estos complejos sonexcelentes y se refieren tanto a categorías descriptivas (ie. quetoman en cuenta atributos de superficie y pasta) como a clases de-corativas ft\e. que sólo toman en cuenta la decoración) (Smith 1983:274-496).

Partiendo de la secuencia de Guillén (Hirth y Guillén, en prensa)Smith conserva la fase H, caracterizada tentativamente por un depó-sito de difícil clasificación que se sitÍra entre el final del Epiclásico ofase G (ca. 950 dC) y el inicio de la nueva fase Tilancingo que va de1100 a 1200 dC. Con esta fase empieza una etapa de marcada conti-nuidad que perdura hasta la Conquista española, y de clara rupturacon la etapa anterior, como ya se había señalado.

La fase siguiente, Temazcalli, corresponde al Posclásico Medio yabarca de ca. l2O0 a 1350 dC, cuando aparecen ma¡cadores del Az-teca Tardío. La fase Cuauhnáhuac Temprana podría, según Smith,subdividirse, tomando en cuenta la abrupta desaparición de las im-portaciones de Teopanzolco, cuyo significado cultural podría serrelevante. La subfase Tardía, que empieza alrededor de 1440, se

caracteriza por una fuerte disminución, en cantidad y variedad decerámica decorada, mientras que el intercambio con otras regionesse limita aparentemente a la Cuenca de México.

Se espera que esta subdivisión pueda extenderse más adelante a lasdiferentes áreas del estado, dada la importancia que tiene determinarel momento de la conauista de Morelos nor la T¡iole Alianza hacia

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LA ARQUEOLOCIA DEL LSTADO DE MORELOS ))

1438, y así poder analizar con mayor precisión la reacción que tuvie-ron las diferentes áreas.

Se puede nota¡ que la gran mayoría de las investigaciones se hancentrado en la porción occidental del estado, pero algunos sitios de laporción oriental han sido estudiados recientemente y se espe¡a contarcon los datos corespondientes en un futuro próximo. Las Pilas, sitiovecino a Chalcatzingo, fue excavado por Guadalupe Martínez, pero elmaterial posclásico no ha sido publicado todavla. Wanda Tommasirealizó, por su parte, excavaciones en Olintepec en I 980, l98l '

El Posclásico se inicia en Morelos con el colapso de Xochicalco,hacia 90G950, y termina al tiempo de la Conquista española. Corresponde, en su fase inicial, a una situación de vacío de poder y a la sub-

secuente y paulatina formación de pequeños territorios autÓnomos.Es una época de movimientos de población importantes y de ciertainestabilidad polÍtica, situación que se prolonga hasta la formaciónde la Triple Alianza, cuando poco a poco se empiezan a sentir losefectos de la polarización causada por una estructura de poder cen-tralizado cad,a vez más compleja.

Esta situación de inestabilidad general se debe en parte a las gran-

des migraciones que ocurren durante el Posclásico, cuando grupos dehabla náhuatl avanzan desde Aztlán (o Chicom 6ztoc) y se asient¿n enla Cuenca de México y en los valles cercanos. Este es uno de los te-mas recurfentes de la historiog¡afía indígena. Las fuentes mencionana los diferentes grupos, nombrándolos específicamente. Aunque elgrupo que mayor número de veces se cita en los relatos, y tambiénel que más ha llamado la atención de los investigadores, es el del me-xica, hay además varias menciones de aquellos grupos étnicos que leprecedieron, entre ellos el grupo tlahuica.

A la luz del estudio exhaustivo de Smith ( 1983), se puede ver quelas fuentes que mencionan a los tlahuica son:

Chimalpahin (197 5:7 5)Anales de Tlatelolco ( 1948:3 I OCrónica X (fuente hoy desaparecida en la que se habrían basado

Durán (1967) y Tezozímoc (1975) según Barlow(1945:69);

y posiblemente también:Torquemada (1969, l:256f)Sahagún ( 19 50-69, libro l0:197);

y Ios códices pictoc¡áficos:Có dic e Az cat itltin ( 1 9 49)Tira de Ia Peregrinación (Anónímo 1944:14).

Para un amplio análisis de estas fuentes y de las posibles fechas dellegada del grupo tlahuica, véase Smith( 1983:16-73, 1984).

Et grupo tlahuica es, aparentemente, uno de los últimos en llegar

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56 ANALIiS DL ANTROPOLOGIA

a la Cuenca y se ve obligado a sefauir su camino hacia el sur paraencontrar un lugar en el cu¿l asentarse.

Por otra parte, Durán afirma que en la parte noreste del actualestado de Morelos, se encontraban varios asentamientos xochimilcasen Tepoztlán, Totolapan, Tlayacapan, Tetela, Hueyapan, etcétcra(Durán 1967, lI:22). Se sabe por las fuentes que el grupo llamadoxochimilca es uno de los primeros en llegar y poblar el sur de laCuenca de México.

El análisis de las fuentes etnohistóricas lleva a Smith a situar la lle-gada del grupo tlahuica a Morelos entre 1200 y l22O dC (1983:72).A su llegada posiblemente encontraron asentamientos matlatzincas.

Se sabe además que los tlahuicas llegan a Cuauhnáhuac y la con-vierten en su capital, ocupando en torno a ella diversos lugares, comoHuaxtepec, Yautepec, Tlalquitenango, etcétera (cl Durán 1967, II:23), aunque no queda cl¿ro si estos sitios ya estaban poblados almomen¡o de su llegada. La investigación arqueológica podría ayudara resolver estas dudas.

La fecha de llegada propuesta por Smith coincide con el inicio desu fase Temazcalli, y la aparición de la cerámica decorada, identifica-da como "TIahuica" por Noguera (cf Vaillant y Vaillant 1934:93),yel inicio de la fase Teopanzolco para la secuencia del á¡ea de Cuerna-vaca. Las dos fechas, histórica y arqueológica, fueron obtenidas inde-pendientemente una de la otra, y coinciden con una desviación deunos 20 años solamente. Estas contrastan marcadamente con lasfechas aproximadas de Vaillant y Vaillant (1934) para quienes la lle-gada de los tlahuicas corresponde al inicio de su fase Gualupita III.Para Litvak (1970) y Senter (1976, 1979) la presencia tlahuica apa-rece en la fase durante el Posclásico Temprano. Para Hi¡th y Guillén(en prensa) el marcador Tlahuica aparece en su fase I y es, por tanto,la fecha que más se aproxima a la fecha propuesta por Smith.

Sin embargo, hay en los complejos Temazcalli y Teopanzolco unaserie de rasgos distintivos además del marcador cultural Tlahuica.Para evaluarlos mejor es necesario, según Smith, estudiar la relaciónque puede haber entre Morelos y la Cuenca de México hacia 1200, yconsidera esta fecha aún como tentativa.

Se puede intentar reconstruir los procesos culturales que tuvieronlugar durante el Posclásico, a la luz de los nuevos datos arqueoló-gicos y a través de las interpretaciones que se han hecho del contextoen que dichos procesos se desarrollaron.

La fase inicial de este periodo resulta todavía confusa, como se havisto anteriormente. Una serie de elementos permiten penMt en unaprolongación del proceso de transición iniciado durante la faseanterior. Es claramente una época de reajuste, y, pot lo menos en eloccidente del estado, pueden notarse cambios en el asentamiento y

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L.{ ARQUIiOLOGIA DLL TJSTADO DI] MORLiLOS 57

en su densidad. Como se observa en el estudio de Litvak ( 1970) des.r-parecen numerosos sitios del Valle de Xochicalco. Miacatlán parececonvertirse en el sitio más importante de Ia región, mientras que hayun movimiento cn la población de Xochicalco de las partes centralcslracia La Maqueta (véase tarnbién Lituak 1972). Además hay unaocupación en El Pucrto. El Posclásico Temprano también está re-presentado en algunos de los sitios del ¡Ío Chalma y tal vez en Chi-malacatlán, Olintepec y Las Pilas en el oriente.

Es necesario seguir excavando en éstos y otros sitios para ayudar aresolver los numerosos problemas que existen todavía en cuanto a lacaracterización de esta fase. Además resultan indispensables lasexcavaciones para resolver el enigma del hiato que representa la faseH para Xoch icalco.

El Posclásico Medio es una época de mayor estabilidad; apa-¡entemente ha habido un reajuste con respecto a la situación ante_rior. En el occidente del estado, Xochicalco y Miacatlán junto conXochitepec son los sitios más importantes, mientras que pareceaumentar la participación de sitios pequeños que antes parecíanmarginados. Parece haber una mayor integración en el área, y se haidentificado un incremento en la densidad del asentamiento (cl Lit-vak 197O:291). La presencia del grupo tlahuica es evidente en nume.rosos sitios de la porción oriental. Las investigaciones en Tetla sugierenque, dada la situación geográfica de este sitio, los nexos sociopolíti-cos y/o económicos más fuertes son con la porción meridional de laCuenca de México y al este con el área de Puebla-Cholula (Norr a.l ).El área del río Amatzinac en general parece funcionar dentro de estaesfera de interacción.

El oriente de Morelos no parece haber estado muy densamentepoblado durante el Posclásico Medio; a diferencia del occidente, alparecer no contó pata entonces con un centro más importante.Sin embargo, es necesario que esto sea confirmado poi futu.asinvestigaciones en el á¡ea. Como puede observarse en la secuencracronológica de Smith falta aún mucha información para poderanalizar la situación especifica del a¡ea det Tepozteco y, también,de la zona este. Olintepec y Las Pilas también son sitios que tie_nen ocupación en esta fase y en la siguiente.

En el occidente, el Posclásico Medio está representado por lasocupaciones de El Puerto y la Terraza 85 en Xochicalco, deCoatetelco, de Xochitepec, tal vez de Zacatepechi y de CoaflánViejo, de los sitios ciel área del río Chalma, asl como del Teo-panzolco, Gualupita y el Palacio de Cortés, según los datos deSmith (sfl.

Se sabe por las fuentes que, a partir de las primeras décadas dels]glo xlv, Cuauhnáhuac es ya un temitorio en expansión, indepen-

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58 ANALES DE ANTROPOLOGIA

diente y fuerte. La parte occidental del estado está para entonces

dominaáa por los tepanecas (cl Smith 1983:537)'La eviclencia arqueológica marca una ruptura hacia 1400 debido

a la brusca desapaiición de elementos característicos del complejo

cerÍmico Teopanzolco en el occidente de Morelos, fecha después

tle la cuul se nota una lromogeneización cada vez mayor de la cerá-

mrca. tanto Inonocroma colno decorada. Esto podría significarque Xochicalco y Cuauhnáhuac no formaban parte antes de esta

iecha de la misma ¡ecl de intercambio. Esta situación se - modifica

con la posible conquista por Cuauhnáhuac del occidente del estado

entre 1400 y 1423 (cf. Smith 198:528). Esto deberá ser confirmadopor futuras jnvestigilc¡ones

El Posclásico Tardío es la época más compleja de todo el.periodo'pero también la mejor doculirentada. Sc clrlcteriza por la luerte

ttensidatt del asentamiellto y aparentemente por una nlayor pola-

rZación y mayor dependencia de los sitios menores Algunos de

los sitios característicos de csla fase son: Coatetelco, Xochitepec'

Zacatepcchi, Coatlán Viejo y Coatlán del Río, los sitios del ríoChalmá, así como el Palacio de Cortés y tal vez Teopanzolco'

La subdivisión de la fase Cuauhnáhuac de Smith, a pesar de que

se hizo de manera un tanto arbitraria (1983:507), partiéndola a la

mit¿d, corresponde a la conquista de Morelos por la Triple Alianza

descrita en las fuentcs.Es necesario seguir estudiando los efectos de esta conquista (con-

quista de Ixcóatl en 1438 y campaña de Moctezuma en.1452) en

iJ.rnlnot del incremento de la producción y de su especialización'

Se puede notar, sin embargo, desde el punto de vista arqueolÓgico'

uni reducción cuantitativa y cualitativa de la cerámica y una foca-

lización en las importaciones de cerámica foránea, que procede casi

exclusivamente de la Cuenca de México. Según Smith (.ibid':540\,

la notable reducción de la ceránrica decorada podría deberse bien a

que el peso clel tributo redujo las posibilidades de invertir en pro-

du.tos "ostoros,

bien a un cambio en la estructura jerárquica local'

Por otra parte, hay que señalar Ia continuidad que se refleja en la

importación cle cerárnica de la Cuenca a io largo de toda la fase

Cuauhnáhuac, i. ¿. antes y después de la Conquista, y el autor men-

cionado opina que la presencia de cerámica Azteca Tardía en Morelos

no puede cle ninguna manera seruir de indicador para implicar su

inteiración al sistáma económico de la Triple Alianza' Se cuestiona'

po, ío .i..o, la posición de Mason ( I 980) respecto a la ocupación de

boatlán. En efecto, este autor se basa precisamente en el supuesto

áe q,le la presencia de cerámica Azteca III Negro sobre Anaranjado

y Aiteca Guinda Tarclío indicaría una fecha posterior a 1440, para

fechar la ocupación de Coatlán Viejo

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LA ARQUT,OLOCIA DEL ESTADO DE IIOI{ELOS 59

Smith sugierc más bien un ptoceso de expansión excesivantelltecomplejo que no incluiría relaciorres de intercambio colllercial er')tre

Tenochtitlán y las provincias antes y después de su incor¡roración llImperio. Siguiendo est¿ idea, el autor ha seguido estudianto varios

aspectos relativos a la expansión del lmperio de la Triple Alianzl y a

los mecanismos de integración. Sugiere así ( 1985) qLte ll irrcorpora-

ción se tlevó a cabo llo l través dc medios coercitivos' sitlo por nretlio

de la cooperución entrc las din:rstÍas tiirigentcs (alianzas llliltritr)()r'rir-lcs. comcrcialcs, etcÚterü), y a cambio de una autononli¿ c si tot¿lpara tratar los asuntos localcs. El respaltlo obtenitlo a trilvés (le este

complejo sistema de colaboración habría permitido I los dirigen-

tes iocales, incrementar su poder y asimismo llevar la cuota del

tributo local, además de canalizar el tributo imperial

Recotnettducfu¡nas

El panorama general de la arqueología del estado de Morelos se en'

cuentra lleno de lagunas a pesar de una larga historia de explorecionesEn realidad es iniposible entcndcr el desarrollo de cualquicr sitio o

área sin conocer los tlemás sitios y las áre¿s circundantcs. Y Ia cober-

tura del estado sigue siendo parcial. Tal cobertura arqueolÓgica en

cuanto a los proyectos regionales, ha operado cu gran partc etr fittl-ción de los recursos económicos y el tiempo disponibles. Esto no

debe ser una disculpa pero sí es una realidad, la cual siempre deberíaser tomada en cuenta al evaluar las proyccciones e in terpre tac lones

del pasado.Es fácil criticar y es dificil producir los trabajos perfectos. Somos

de la opinión dc que la historia de la arqueología de Morelos ha

tenido una trayectoria productiva, o sea, ha realizado una serie de

pasos bien dirigidos hacia un entendimiento del pasado prehispánico.

Sin embargo, vemos la necesidad de reafirmar cronologías, de crearnuevas tomando en cuenta diferencias funcionales entre sitios en el

tiempo, y de producir un sistema general de secuencias locales corre-lacionadas. La secuencia cronológica siempre es el cimiento para los

demás estudios.También, dentro dc nuestro esquema teÓrico, consideramos

indispensable un acercamiento más profundo y mejor estructuradopara problemas tales como las causas del desarrollo de la estratifica-ción, la emergencia del cacicazgo y su impacto secundario sobre

la región, eL papel del intc¡cambio como causa y como consecuencia

en las socied¿des complejas, la identificación de migraciones a par-

tir de los datos arqueológicos, los mecanismos del desarrollo urbanoy las causas de la formación de Estados secundarios.

Page 20: Ann Cyphers Guillén y Nicole Spitalier - Balance y perspectivas de la arqueología del estado de Morelos

(r0 ANAI-llS Dlr .{NTR0l¡Of OCIA

Todos estos problemas y otros más corresponden a la arqueologíadel estado de Morelos. Algunos ya han sido tratados en forma parcialpero existe todavía un amplio campo de investigación.

En el futuro próximo serán publicados muchos trabajos sobre elestado de Morelos y dent¡o de un corto tiempo se puede predecir lanecesidad de una mesa redonda sobre la arqueología del estado, pre-cisamente para comparar y discutir los resultados, así como paraplantear los futuros proyectos.

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