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El Domingo el día del Señor 1 Yo vivo por el Padre, también el que de mí se alimente, vivirá por (Jn 6,57b) Jesucristo, el pan vivo bajado del cielo, nos regala vivir la vida y la comunión que el Padre regala: Unidad en la Diversidad. EL AMOR QUE DIOS REGALA Y QUE ES MANIFESTADO EN JESUCRISTO POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO ES UNIDAD Y AL MISMO TIEMPO DIVERSIDAD Tanto así que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se nos regalan por medio del único y eterno sacrificio de uno que obedece por amor los designios del Padre. Este amor trinitario lo podemos percibir cuando nos dejamos alimentar por este pan del cielo. Un pan que no esclaviza, que no uniforma, sino que se ofrece en un ambiente de fiesta donde se celebra la vida que en abundancia se regala para aquellos que creen y acogen este don. Necesariamente aquellos que reciben este alimento de lo alto están llamados a testificar en su propia existencia la Vida Trinitaria de un Padre que toma siempre iniciativas de vida en abundancia, de un Hijo que se dona y obedece en la dinámica de la entrega sin medida y del Espíritu que lo tiñe todo con el mas grande y genuino amor. Porque como dice el Papa Francisco en Laudato Sí (238) estamos amados a reconocer en toda la creación la acción de la Santísima Trinidad. C O N * E S T E * A L I M E N T O * A L A B A M O S E N * L A * C R E A C I Ó N * A * L A * S A N T Í S I M A * T R I N I D A D

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El Domingo el día del Señor

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Yo vivo por el Padre, también el que de mí se alimente, vivirá por mí (Jn 6,57b)

Jesucristo, el pan vivo bajado del cielo, nos regala vivir la vida y la comunión que el Padre regala: Unidad en la Diversidad.

EL AMOR QUE DIOS REGALA Y QUE ES MANIFESTADO EN JESUCRISTO POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO ES UNIDAD Y AL MISMO TIEMPO DIVERSIDAD

Tanto así que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se nos regalan por medio del único y eterno sacrificio de uno que obedece por amor los designios del Padre. Este amor trinitario lo podemos percibir cuando nos dejamos alimentar por este pan del cielo. Un pan que no esclaviza, que no uniforma, sino que se ofrece en un ambiente de fiesta donde se celebra la vida que en abundancia se regala para aquellos que creen y acogen este don. Necesariamente aquellos que reciben este alimento de lo alto están llamados a testificar en su propia existencia la Vida Trinitaria de un Padre que toma siempre iniciativas de vida en abundancia, de un Hijo que se dona y obedece en la dinámica de la entrega sin medida y del Espíritu que lo tiñe todo con el mas grande y genuino amor. Porque como dice el Papa Francisco en Laudato Sí (238) estamos llamados a reconocer en toda la creación la acción de la Santísima Trinidad.

CON*ESTE*ALIMENTO*ALABAMOS

EN*LA*CREACIÓN*A*LA*

S A N T Í S I M A* T R I N I D A D

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El Domingo el día del Señor

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PODER DIMENSIONAR LA VIDA DE MODO TRINATARIO ES UN DON DEL CIELO, LO CUAL IMPLICA PODER VIVIR POR GRACIA UNA EXPERIENCIA ÚNICA DE PLENITUD DONDE EL AMOR EN COMUNIDAD NO ANULA TU PERSONA SINO QUE LA CONVIERTE EN DON PARA OTRO

La primera lectura de este domingo nos habla de la sabiduría divina, que anticipa desde ya la acción de Dios mismo, el cual ha querido manifestar su amor incluyente en una mesa que puede acoger a todos los que buscan con sincero corazón la sabiduría y la prudencia. Lo contrario a esto es la dinámica del exceso egoísta que se traduce en una experiencia de absoluto desamor por el otro, y lo peor, desprecio por la creación y por Dios mismo. La Buena Noticia es que la realidad eucarística tiene el poder de transformar los corazones arrogantes en actitudes permanentes y gestos genuinos y maduros de amor y de cordura.

El amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es un amor que contiene en sí la perfecta unidad y la perfecta diversidad. Ninguno anula al otro, todos son necesarios, todos son distintos, todos son un don para el otro. De esta manera cuando Jesucristo afirma que El es el pan del cielo y que se nos da como aliento, lo que está afirmando es que con este alimento se nos otorga la gracia que teníamos antes del pecado original, lo cual implica lo siguiente: reconocer en toda la creación la acción benéfica de Dios, reconocer en cada criatura la huella e impronta trinitaria de Dios, por tanto el ser humano no se hace dueño de la creación sino su cuidador y protector, entra en una dimensión de comunión con toda la raza humana. Y recobra su vocación de hijo de Dios. Por eso que Jesús afirma que la misma vida del Padre de la cual el Hijo goza gratuitamente, también esa vida nos envuelve en una experiencia absolutamente gratuita del amor más noble y más pleno.

Por eso que la Eucaristía es una fiesta, porque anticipa y construye esta plenitud de vida que nos indica la dirección definitiva de toda nuestra existencia. Es el memorial de la vida íntegra y trascendente a la cual estamos llamados todos los que creemos en quien el Padre ha enviado. Por ello que la Eucaristía también posee este sello escatológico, es decir, nos devuelve el fin último de no sólo nuestra vida terrena sino de la vida eterna con la cual nos pensó Dios desde el principio de la creación.

San Pablo en la Segunda lectura, nos invita a literalmente a llenarnos del Espíritu Santo, ya que los días malos nos pueden aturdir el corazón y hacer errar el camino buscando y anhelando no las cosas que sostienen toda vida sino haciéndonos esclavos de todo aquello que nos impide tener los sentimientos más genuinos de Cristo, el hombre nuevo. La liturgia de alabanza es un ejercicio que nos otorga sentido de gratitud por la obra que Dios realiza en toda la creación. Así nuestra eucaristía es un anticipo de la vida plena. La invitación es llevar sus frutos a toda nuestra existencia cotidiana.