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VISUAL | TRAVEL | CULTURE | DOCUMENT REPUBLICA CHECA PRAGA STARE MESTO-NOVE MESTO -MALA STRANA-HRADCANY 25 P A G E S PHOTO REPORT

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Visual | TraVel | CulTure | DoCumenT

REPUBLICA CHECA

PRAGA

STARE MESTO-NOVE MESTO -MALA STRANA-HRADCANY

25P A G E S PHOTOREPORT

praga

... Y SUS METAMORFOSISVista nocturna del Castillo de Praga desde Stare Mesto, a la altura del puente de Carlos

Desde la desembocadura del Moldava en el Elba, el expreso

Berlín-Praga discurre paralelo al río, remontando su curso

hasta la capital checa. El viajero que por primera vez hace

este trayecto no quiere perderse detalle del apacible paisaje

bohemio: valles boscosos, castillos que despuntan en la

cima de las montañas como centinelas del tiempo; peque-

ños pueblos, fugitivos de la modernidad, con sus coloridas

fachadas desdobladas en las aguas de un río que parecería

pintado de no ser porque alguna que otra barcaza baja de

cuando en cuando dibujando con su estela burbujeante el

curso de la corriente. Pocos turistas usan el tren como me-

dio para llegar a Praga. La mayoría de los pasajeros parecen

viajeros habituales. Las miradas molestas que convergen

en el viajero cuando se empeña en descorrer las cortinas

de la ventana atestiguan este punto. Casi todos han subido

al tren en la parte alemana de los Sudetes. Quizá algunos

sean descendientes de aquellos alemanes expulsados de

Praga al final de la Segunda Guerra Mundial, nostálgicos de

la posición privilegiada que gozaban sus antepasados en el

período de entre siglos.

IMPRESIONES ANTES DE LLEGAR

El tren emite un prologando suspiro de alivio tras dete-

nerse en el andén de la estación de Holesovice de Praga.

Es la segunda estación en importancia tras la estación

central de Hlavni, junto a la Plaza de San Wenceslao,

en pleno centro. Aquí llegan los trenes procedentes del

este de Europa. Holesovice fue antaño un efervescente

distrito industrial, que presenta hoy un desolado aspec-

to, acentuado por la destrucción que sufrió esta zona

por estar ceñida dentro de un meandro del río durante

las inundaciones del 2002, si bien hay proyectada una

ambiciosa reforma que reconvertirá las antiguas fábricas,

entre ellas la mayor y más antigua planta de producción

de cerveza del país, en centros culturales.

La Praga de hoy está llena de proyectos. Desde la caída

del régimen comunista tras la Revolución de terciopelo

de noviembre de 1989, la euforia por sacudirse el yugo

totalitario ha alentado la acelerada carrera por no perder

el tren de la prosperidad hasta situarse en la actualidad

entre las quince ciudades más ricas de Europa. Sin em-

bargo, todavía hoy son visibles vestigios de un pasado

no tan lejano. Junto al cristal y el acero de los vanguar-

distas edificios financieros de las afueras, convive el

hormigón de los bloques uniformes de los barrios ahora

denominados residenciales, antes proletarios para dis-

tinguirlos de los de la nomenklatura donde habitaban

los cargos del partido. Las reformas económicas propug-

nadas por los gobiernos de Vaclav Havel, propiciaron la

entrada de la República Checa en la Unión Europea en

2004. Anteriormente, en 1998, el país había ingresado

en la OTAN. Para el 2010 está previsto que entre en la

zona euro. No obstante, el clima político en los últimos

años es tenso debido a que algunas de las medidas

económicas y sociales chocan contra una sociedad que

se resiste a pasar de la noche a la mañana de un modelo

intervencionista hasta los más recónditos aspectos de la

vida privada, al modelo liberal occidental.

Mientras la megafonía de la estación continúa anuncian-

do llegadas y salidas de trenes, el viajero se confunde

entre la muchedumbre del vestíbulo. Afuera le espera la

ciudad.

4 TB | Praga Edificio danzante, inspirado en fred astaire y ginger rogers

Praga, en estos últimos años, se ha convertido en uno de

los destinos preferidos de Europa. Millones de turistas la

visitan anualmente. Los operadores turísticos internacio-

nales la sitúan en un vértice preferente, junto a Viena y

Budapest, dentro del triángulo mágico de ciudades impe-

riales. El cacareado marketing hace que el viajero llegue

a Praga con un equipaje demasiado abultado de tópicos

e imágenes preconcebidas que si bien no le defraudarán,

correrá el peligro de pervertir el objetivo fundamental que

todo viaje debe tener: descubrir en lo que nos es extra-

ño el denominador común que nos hace parecidos; en

la grandeza de los monumentos, la conciencia de la pe-

queñez del ser humano; y en los pequeños detalles que

configuran el carácter de una ciudad, motivos para enri-

quecer la experiencia propia,que es al fin y al cabo lo que

nos hace grandes. Algo que, en definitiva, no está escrito

en ninguna guía ni resaltado en ningún folleto turístico.

El mayor reto del viajero que llega a Praga, es zafarse de

los marchamos publicitarios Praga Mágica, Ciudad Dora-

da, La ciudad de las cien cúpulas, la cuna de Kafka, etc.

que pueden condicionar irremisiblemente su estancia en

una ciudad fascinante, y convertirla en un calco imperso-

nal de lo que otros han vivido. Praga no es una ciudad de

lectura lineal, sino de observación simultánea y recorridos

tortuosos, de interpretaciones solapadas e impresiones

cambiantes.

la plaza de san wenceslao, mas que una plaza es un amplio boulevard empinado, presidido por la mole del museo nacional en lo alto.

PZA SAN WENCESLAO

La Plaza de San Wenceslao puede considerarse como el

punto de referencia desde el que orientarse. Más que una

plaza es un gran boulevard empinado, presidida por la

mole del Museo Nacional en lo alto. En ella confluyen va-

rias líneas de metro, y de ella parten las principales arte-

rias de comunicación que unen el centro con las afueras.

Por sus grandes dimensiones, ha sido escenario de los

acontecimientos históricos más relevantes del último si-

glo: en 1848, año en que los movimientos revolucionarios

se produjeron por toda Europa reclamando los derechos

cívicos y libertades públicas que habían quedado entre

paréntesis tras la Revolución Francesa, los praguenses

se levantaron en contra del inmovilista imperio Austro-

Húngaro; setenta años después, en 1918, aquí se celebró

la proclamación de la independencia nacional.Poco antes

había sido erigida la estatua del santo patrón de la fla-

mante nación Checoslovaca que da nombre a la plaza. En

1968, otro año de revueltas en cadena, esta vez a nivel

mundial, San Wenceslao fue testigo del principio y final

de la Primavera de Praga, en que los tanques del Pacto

de Varsovia aplastaron los deseos de la sociedad, apenas

balbuceados, de apertura del rígido régimen comunista,

auspiciados por las reformas que el entonces presiden-

te Alexander Dubcek había emprendido y que fueron

conocidas internacionalmente bajo el lema “Socialismo

con rostro humano”. Años más tarde, Mijail Gorbachov

reconocería que su Perestroika no era sino un remedo de

aquellas medidas truncadas años atrás durante la aciaga

primavera praguense. Finalmente, en noviembre de 1989,

acontecería la última gran manifestación pública de reso-

nancia mundial: la Revolución de Terciopelo, con el propio

Dubcek, futuro presidente del primer parlamento demo-

crático, y Vaclav Havel, primer presidente del gobierno,

dramaturgo e intelectual disidente, cabecilla del movi-

miento de resistencia al régimen, como protagonistas de

la concentración.

Entre los edificios que rodean la plaza destaca por su sin-

gularidad el Hotel Europa, construido en estilo secesión,

que es como se denominó en Checoslovaquia al moder-

nismo. En las cercanías de la plaza podemos encontrar

multitud de muestras en este estilo, como el edificio Lu-

cerna, el Hotel Central o la Casa Municipal, con decora-

ción del célebre ilustrador Alfons Mucha. Muchos edificios

de la plaza cuentan con laberínticas galerías comerciales,

que comunican la plaza con las calles aledañas, donde po-

demos encontrar museos, salas de cine, tiendas de moda

de reputados diseñadores locales, las mejores librerías de

la ciudad, los restaurantes más chic, discotecas en boga

y los siempre concurridos bingos, principalmente las no-

ches del sábado.

La parte baja de la Plaza de San Wenceslao es una en-

crucijada de calles que según la dirección que se tome

podemos dirigirnos a cualquiera de los cuatro grandes

barrios en que se divide la parte monumental de Praga:

Stare Mesto (Ciudad Vieja), Nove Mesto (ciudad nueva),

Josefov (barrio judío) y Mala Strana-Hradcany (castillo).

la plaza de san wenceslao suele ser escenario de manifestaciones artísticas de vanguardia al aire libre.

Stare mestoPlaza de la Ciudad Vieja, con la torre del ayuntamiento en primer término y las torres de la iglesia de Santa María del Tyn al fondo.

LA CIUDAD VIEJA

Stare Mesto o Ciudad Vieja es sin duda el barrio más con-

currido por los turistas. Conformado por una maraña de

estrechas y sinuosas callejuelas cuya travesía es imposi-

ble de recordar, por muchas veces que se las recorra. A tal

confusión contribuye la profusión de detalles en la orna-

mentación de sus fachadas. Aunque la mayoría datan del

período medieval, fue durante el barroco cuando muda-

ron el sobrio aspecto original por el teatral revestimiento

con el que han perdurado. Algunas de ellas tienen nombre

propio, a partir de un motivo ornamental peculiar, nor-

malmente situado encima de la puerta principal: La Casa

de la Virgen Negra, El León Blanco, Los Reyes Magos, La

Casa de la Campana de Piedra, El Unicornio, El Minuto, La

Serpiente de Oro.

Stare Mesto está orientada al turismo de masas. Abun-

dan las tiendas de souvenirs, con sus postales, llaveros,

imanes para la nevera, y todo tipo de adminículos que

certifiquen el consabido “yo he estado en Praga”, así como

tiendas dedicadas exclusivamente a productos de pedigrí

local como el cristal de Bohemia, o talleres artesanales de

marionetas. Incluso en algunos rincones discretos hay

locales cuyas puertas están guardadas por elegantes in-

dividuos ataviados de chaqué y tocados con sombrero

de copa que nos incitan a traspasar unos cortinajes de

terciopelo rojo encendido, suponemos que para ejercitar

la lujuria. Como contrapunto a tanto despilfarro material

y moral, Stare Mesto es la zona donde mayor número

de personas ejercen la mendicidad, curiosamente todos

adoptan la misma postura y el mismo gesto: postrados

sobre la acera con los brazos tendidos en el suelo en ac-

titud orante.

Por las calles de Stare Mesto circulan hordas de turistas

pastoreados por guías fácilmente identificables por un pa-

raguas de color indiscreto. Todos vienen o van al mismo

lugar: el reloj astronómico de la torre del antiguo ayun-

tamiento en la Plaza de la Ciudad Vieja, que atrae, como

un desagüe al agua de lluvia, a las riadas de visitantes a

las horas en punto, que es cuando se pone en marcha el

mecanismo por el cuál Cristo y los apóstoles desfilan y el

esqueleto de la Muerte vuelca su reloj de arena, mientras

un gallo en lo alto bate sus alas y canta, lo cuál provoca

en el concurrido público gran regocijo. En la misma plaza

se encuentran dos de las mejores iglesias de Praga, fácil-

mente identificables en cualquier panorámica de la ciudad

por sus cúpulas y chapiteles: verde esmeralda, la barroca

San Nicolás; y la gótica Santa María del Tyn con sus aguilo-

nes de pizarra punzando al cielo casi siempre borrascoso

de Praga.

En el centro de la plaza se encuentra el monumento a Jan

Hus, uno de los personajes históricos más relevantes de

la ciudad. Precursor de la reforma protestante de Lutero,

fustigó con sus sermones la relajación del clero católico.

Antes de morir en la hoguera (1415), se dirigió a su ver-

dugo con la siguiente sentencia profética: “ Vas a asar un

ganso (hus significa ganso en lengua bohemia), pero den-

tro de un siglo te encontrarás con un cisne que no podrás

asar.” Se entiende que el cisne sería Lutero.

Hay dos lugares en Stare Mesto donde Hus destacó como

orador: el Carolinum, la universidad más antigua de Euro-

pa Central, fundada por el rey Carlos IV, donde era profe-

sor; y la capilla de Belén. La predicación de Hus dio lugar

al movimiento revolucionario Husita que con el tiempo

sería absorbido por el protestantismo luterano. Dos si-

glos después, los protestantes serían derrotados defini-

tivamente en la batalla de la Montaña Blanca (Bilá Hora)

en 1620, hecho decisivo en la Guerra de los Treinta Años

entre católicos y protestantes. Sus cabecillas serían ejecu-

tados en la plaza de Stare Mesto. A partir de entonces,

Praga y Bohemia serían castigadas severamente por los

Habsburgo. La mayor parte de la nobleza fue desterrada

y sus bienes confiscados. El emperador Fernando I hizo

traer a los jesuitas a Praga, auténticos guardianes de la

doctrina católica. Fundaron el Clementinum como bas-

tión de la Contrarreforma para rivalizar con el Carolinum,

foco de las ambiciones protestantes. El imaginario de la

Contrarreforma trajo a Praga uno de los barrocos más

esplendorosos de toda Europa, como se puede apreciar

en multitud de iglesias y palacios de Stare Mesto y Mala

Strana, barrio situado al otro lado del Moldava, a los pies

del castillo.

conjunto escultórico dedicado al reformista jan hus. al fondo la iglesia barroca de san nicolas. TB | Praga 10

Al caer la tarde, muchas iglesias de Stare Mesto se con-

vierten en auditorios de música clásica. No es extraño ser

abordado a la puerta de la iglesia, por un joven checo que

te entrega una hojita con una selección de archiconocidos

temas clásicos y te invita encarecidamente acudir a un re-

cital que tendrá lugar ese mismo día. Merece la pena, los

checos son grandes músicos, y la acústica de las iglesias

es excepcional; de entre todas, la de Santiago tiene a gala

tener la mejor de todas. Por un precio un poco más alto,

podemos acudir también a conciertos en alguno de los

numerosos teatros: Teatro Rudolfino, Teatro de la Balaus-

trada, o el Teatro Nacional donde Mozart estrenó su Don

Giovanni. Otro espectáculo ineludible para terminar el día

en Praga es el denominado teatro de la linterna negra. Es

un tipo de representación muda que transcurre en un es-

cenario negro donde la iluminación juega un papel esen-

cial para ocultar el complejo mecanismo que genera en el

espectador la ilusión de ver a los personajes en escena,

actores y marionetas, así como los elementos del decora-

do, ejecutar movimientos y piruetas imposibles. Una de

las funciones más representadas en este tipo de teatro es

Fausto, personaje que vendió su alma al diablo a cambio

de obtener un conocimiento ilimitado, y que según la le-

yenda está basado en un personaje real que vivió en Praga

durante el siglo XVI. No en vano en la Plaza de Carlos está

ubicada una casa señorial llamada Casa de Fausto, célebre

por haber sido habitada por algunos de los alquimistas

más famosos durante el reinado de Rodolfo II, rey esotéri-

co donde los haya, conocido por su afición a la alquimia y

a todo tipo de saberes ocultos.

TB | Praga 11

josefov la lápida del rabí yehuda loew, pensador humanista del s. xvi y creador del mito del golem, es sin duda la más concurrida de las 12.000 que se amontonan en el reducido recinto del antiguo cementerio judío.

EL BARRIO JUDÍO

El teatro negro, según algunos autores, hunde sus raíces

en el mito judío del Golem. Su creación se atribuye al

Rabino Judah Loew precisamente durante el reinado

de Rodolfo II, período en el que se fraguaron la mayor

parte de mitos y leyendas que han hecho a Praga acree-

dora del epíteto “mágica”. A imagen del Adán bíblico,

el golem es un ser modelado en barro, al que se le dota

de vida mediante un conjuro hebreo que se recita dando

vueltas alrededor del cuerpo inanimado. Fue creado con

la intención de defender el gueto judío de los pogromos

antisemitas. La leyenda dice que el golem con el tiempo

se volvió violento y atacaba indiscriminadamente a los

habitantes del gueto. El Rabí lo destruyó borrando de

su frente la primera letra de la palabra ebrea “Emet” que

representa a la muerte. Asimismo la leyenda asegura

que los restos del golem descansan en el desván de la

Sinagoga Viejo Nueva del barrio judío.

La Sinagoga Viejo Nueva, es la más antigua de las seis

que se conservan en el Josefov. Data del siglo XIII y su

estructura es gótica. Frente a esta sinagoga se encuen-

tra la torre rococó del antiguo ayuntamiento judío, cuyo

reloj tiene la peculiaridad de que sus manecillas giran en

sentido contrario al normal. Muy cerca del ayuntamien-

to y la sinagoga Viejo Nueva se encuentran otras tres

sinagogas que albergan museos que ilustran la tradición

judía en Praga a lo largo del tiempo: la Sinagoga Maisel,

la Sinagoga de Klaus, y la sinagoga Pinkas,

en cuyas paredes están escritos los nombres de las

80.000 víctimadel holocausto nazi en la región de

Bohemia. Más apartada se encuentra la sinagoga Espa-

ñola, llamada así por su exuberante decoración en estilo

morisco. El monumento que despierta más la atención

del visitante es, sin lugar a dudas, el antiguo cementerio

judío. La austera linealidad de su tapia contrasta con

el caos que impera en la disposición de las lápidas en

el interior. Dentro de un espacio reducido, a lo largo de

trescientos cincuenta años, se han ido amontonando más

de 12.000 lápidas, de manera que presenta un aspecto

como si un seísmo hubiera sacudido la tierra. Entre las

tumbas, la más concurrida es la del Rabí Loew, a quien

se atribuye la creación del golem. Junto al cementerio se

encuentra el Museo Judío, sede de la antigua hermandad

funeraria judía, con un interesante despliegue sobre los

hábitos de enterramiento judíos.

El cementerio dejó de usarse a finales del siglo XVIII, tras

inaugurarse el Nuevo Cementerio Judío, en el distrito de

Zizkov donde se encuentra la tumba de Kafka.

El barrio judío tomó el nombre de Josefov en memoria

del emperador José II de Habsburgo, quien en 1784

otorgó los derechos de autonomía al gueto. A finales del

siglo XIX el hacinamiento y las condiciones de insalubri-

dad eran tan extremas que las autoridades municipales

decidieron derribarlo en su totalidad, respetando las si-

nagogas, el cementerio y el ayuntamiento. En su lugar se

levantó uno de los barrios más exclusivos de la época,

con amplias avenidas y edificios donde el gusto moder-

nista de entonces encontró su principal campo de experi-

mentación. Los judíos de aquel entonces, en su mayoría

de clase social modesta, tuvieron que buscar barrios

más asequibles. En ese período el auge del nacionalismo

checo había agudizado las fricciones entre los checos y

la minoría alemana. Los judíos, si bien se dividían entre

ambas etnias, no eran aceptados por ninguna de las

dos. El holocausto del período nazi diezmó la población

judía de Praga. Tras la declaración del estado de Israel, la

presencia de los judíos se hizo testimonial.

Derribado por insalubre a comienzos del siglo xx, el barrio judío es hoy uno de los barrios más elegantes de Praga.

TB | Praga 14

Nove Mestoel neoclasicismo del teatro nacional contrasta con el adyacente vanguardista teatro de la linterna.

LA CIUDAD NUEVA

Nove Mesto (Ciudad Nueva) fue fundada por el rey Carlos

XIV con el propósito de servir de expansión a la abigarrada

Stare Mesto. A finales del XIX corrió la misma suerte que

el Josefov, y en parte fue derruida. De ahí que la mayoría

de las edificaciones daten de los siglos XIX y XX. Sus ca-

lles están dispuestas entorno a dos grandes plazas: la ya

mencionada de San Wenceslao y la plaza de Carlos donde

se encuentra el antiguo ayuntamiento (cada zona tenía su

propia autonomía). Las principales avenidas de esta área

tienen estructura circular, abrazando el perímetro de la

Ciudad Vieja. Hoy es un barrio eminentemente comercial.

A última hora de la tarde presenta un aspecto apacible.

Excepto en el interior de los cafés y cervecerías centena-

rias situadas en los sótanos abovedados. Resulta agrada-

ble pasear por sus calles poco frecuentadas descubriendo

joyas modernistas como el edificio Ftopic o el contiguo

Seguros Praha, ambos frente al Teatro Nacional. Asimis-

mo podemos encontrar alguna rareza en estilo cubista

como la Casa del Diamante. Junto a éste, de estructura

neoclásica se encuentra el vanguardista Teatro La Linter-

na Mágica, creado en 1958 por el mundialmente conocido

director de escena Alfred Radok, este tipo de teatro puede

considerarse como una evolución sofisticada del Teatro

Negro: en él se combina la proyección cinematográfica, la

pantomima, la danza, el sonido y los juegos de luz.

Doblando la esquina del Teatro Nacional hacia la izquierda

y mirando al Moldava, se encuentra el Muelle Masaryk,

todo un catálogo cromático de fachadas donde los ele-

el puente de carlos, animado a todas horas. turistas que hormiguean entre sus adoquines, flanqueados de vende-dores ambulantes y cantantes callejeros, ante la mirada impertérrita de los santos que coronan su pretil.

mentos neobarrocos, neorrenacentistas y modernistas

se combinan armoniosamente. Especialmente atractivo

resulta el paseo por el muelle al atardecer, cuando el sol

agoniza bajo la colina de Petrín, al otro lado del río, y el

sol baña con luz incandescente las fachadas de esta parte

del río.

El crepúsculo es la hora más adecuada para atravesar el

puente más famoso de Praga, el puente de Carlos que

comunica Stare Mesto (Ciudad Vieja) con Mala Strana (Ciu-

dad Pequeña) al otro lado del Moldava. El 9 de Julio de

1357 a las 5:31am el rey Carlos IV puso la primera pie-

dra del puente que sustituiría al antiguo puente de Judi-

th, destruido tras las inundaciones de 1342. La fecha y

hora fue determinada por los astrólogos y cabalistas de la

corte. Este preciso momento puede ser enunciado como

135797531, y conforma una secuencia capicúa de dígitos

impares ascendentes y descendentes, que se encuentra

grabada en la torre gótica de la Ciudad Vieja. Otras dos

torres del mismo estilo se encuentran en el extremo de

Mala Strana. El propósito de estas construcciones en la

cabecera del puente era defensivo. La situada en la parte

de Stare Mesto, es considerada como uno de los ejemplos

más bellos de arquitectura gótica del mundo. Sirvió de

modelo para la construcción de la Torre del Polvorín, en

Nove Mesto, punto de partida del Camino Real, ruta que

seguían los reyes Bohemios hasta la Catedral de San Vito

para su coronación. Las treinta estatuas que decoran los

pretiles fueron añadidos posteriores de la época del ba-

rroco. Abarrotado a todas horas, su tránsito a veces se

hace agobiante, zigzagueando entre la muchedumbre o

tratando de abrirse un hueco a codazos para asomarse al

río. Imposible resulta asimismo obtener una visión limpia

de cualquiera de las estatuas, fotografiadas hasta el más

nimio y escondido detalle, bajo todos los ángulos, cuál

top models de pasarela. Sólo durante la madrugada el

puente descansa. En los primeros momentos del amane-

cer, todavía presenta un aspecto despejado. A esta hora,

cuando el paño del rocío bruñe la superficie adoquinada

de la calzada, las estatuas abandonan su pétrea envoltura

para zambullirse en las reposadas aguas del Moldava.

TB | Praga 17

hradcany- MALA STRANA

los historiadores desmienten el uso mági-co que la tradición popular atribuye a los antiguos moradores del callejón de los alquimistas.

ISLA DE KAMPA

Cruzando el puente de Carlos, se encuentra la Isla de

Kampa, separada de Mala Strana por el canal del Diablo,

un estrecho brazo del Moldava que servía antiguamente

de saetín a numerosos molinos. Solo uno de ellos ha

sobrevivido, confiriendo a la zona un aspecto pintoresco.

En la isla se encuentra el museo de arte moderno Kampa,

en las instalaciones de lo que hasta el 2003 fuera un mo-

lino abandonado, restaurado por Meda Mladek, mecenas

checo-americana, para albergar su colección privada.

Cuenta con exposiciones permanentes dedicadas a famo-

sos artistas Checos del siglo XX, como el pintor Frantisek

kupka y el escultor Otto Gutfreund, así como obras de

destacados artistas centroeuropeos. El museo acoge

temporalmente exposiciones retrospectivas de los más

importantes artistas contemporáneos, como Andy Whar-

hol y Piet Mondrain, entre las más recientes.

MALA STRANA

El puente de Carlos es la principal vía de acceso a

Mala Strana, el barrio más aristocrático de Praga.

Nada más cruzar el puente, a la derecha se encuen-

tra el museo dedicado a la vida y obra de Franz Ka-

fka; y la izquierda la Isla de Kampa, circundada por

el canal del Infierno, en ella se encuentra el museo

de arte contemporáneo del mismo nombre.

La Plaza de Mala Strana está presidida por la im-

ponente iglesia barroca de San Nicolás, que junto

con el Clementinum, constituye la obra jesuítica

más importante de la Contrarreforma. Los jesuitas

no se pararon en barras a la hora de demostrar

la implacable supremacía del catolicismo. Para-

dójicamente, la restauración más encarecida de

este templo tuvo lugar en los primeros años del

régimen comunista, los de mayor represión contra

los católicos. De aquí, subiendo por la calle Neru-

dova, a través de empinadas cuestas y escalinatas

llegamos a Hradcany, o barrio del castillo. Esta

calle está flanqueada por ostentosas casas que

pertenecieron a la nobleza. Muchas de ellas son

hoy embajadas. Las casas de Mala Strana suelen

identificarse por un símbolo situado sobre el din-

tel: el cisne blanco, la langosta verde, el león rojo,

el racimo de uvas, los tres violines, la herradura

dorada, la llave de oro. Estos iconos solían identi-

ficar a la familia que habitaba las casas, cuando no

existía la numeración y pocos sabían leer.

las tiendas de marionetas abundan por toda praga. en mala strana se encuentran las más tradiciona-les y artesanales.

TB | Praga 20

hradcany

Según vamos ascendiendo, resulta inevitable volver la

vista atrás para observar los matices de la perspectiva

cambiante sobre la ciudad que se yergue adormecida

bajo nuestros pies. La tupida retícula de calles de Stare

Mesto y Novemesto parece desde aquí como una red ten-

dida sobre las decenas de torres y cúpulas que hienden

la atmósfera cenicienta de Praga para impedirles que los

sueños terrenales se inyecten en el cielo. El camino pla-

teado que el Moldava dibuja sobre la panorámica, seg-

mentado por los numerosos puentes que unen ambas

orillas de la ciudad, sirve de pentagrama sinuoso donde

las aves desgranan el eco de sus graznidos.

Ya en la cima, el Castillo de Praga, encierra entre sus

murallas los vestigios más suntuosos y emblemáticos de

la historia de la capital checa. Fundado en el siglo IX, fue

la residencia de los reyes de Bohemia, emperadores del

Sacro Imperio Romano, presidentes de Checoslovaquia y

presidentes de la República Checa. En él se encuentran

las Joyas de la corona de Bohemia. Es considerada la

fortaleza medieval de mayores dimensiones del mundo.

Si bien, su interior encierra construcciones de todas las

épocas. Dentro está el Palacio Real, la Catedral gótica de

San Vito y la basílica de estilo bizantino de San Jorge. La

catedral, si bien comenzó a construirse a mediados del

siglo XIV no se terminó hasta finales del XIX, interrumpi-

da numerosas veces por falta de presupuesto, otras des-

truida durante los múltiples avatares bélicos que se han

ido sucediendo al lo largo de la historia. Algunas de las

vidrieras fueron diseñadas por Alfons Mucha, uno de los

artistas más destacados del estilo secesión. La fachada

sur, decorada con mosaico dorado, representa el juicio

final, constituye la obra más sobresaliente. La catedral

está tan encajonada dentro del recinto del castillo, que la

observación de la fachada de los pies, con sus casi cien

metros de altura, exige un ejercicio de contorsionismo

cervical de elevado riesgo. Al final del recorrido, se

encuentra el callejón de los alquimistas, una hilera de

diminutas casas pegadas a la muralla, pintadas en dife-

rentes colores, donde se dice que fueron habitadas por

los alquimistas de la corte del extravagante Rodolfo II. E

ellas sería con el tiempo uno de los muchos domicilios

en los que habitó Kafka.

En los aledaños del castillo encontramos multitud de

palacios, iglesias, conventos, jardines barrocos… cuya

visita minuciosa nos llevaría días. El viajero lego en arte,

suele acabar exhausto ante tan inabarcable cantidad de

arte concentrado en tan poco espacio. Hay que elegir, si

bien, de la mayoría sólo se puede contemplar la fachada,

ya que son hoy dependencias gubernamentales como

el florentino palacio de los Cernin, o museos demasia-

do especializados como el Palacio de los Sharzenberg

(fácilmente inidentificable por su peculiar esgrafiado en

blanco y negro y la exagerada voladura de su cornisa).

Más apartados, pero de gran interés son los Monasterios

de Loreto, lugar de peregrinaje, cuenta con una impor-

tante colección de arte sacro; y el Monasterio de Strahov,

que cuenta con una de las mejores bibliotecas barrocas.

Desde el Monasterio de Strahov, podemos seguir la VIDRIERA DE MUCHA A MAR DE BONITA Y COLORIDA, RE-PRESENTA ALGO QUE NI IDEA QUE ES...

vidriera realizada por alfons mucha para la catedral de san vito. representa la predicación de los santos metodio y cirilo por tierras eslavas.

senda que conduce hacia la colina de Petrín, donde

podemos dar un paseo por una de las zonas verdes más

apreciadas por los praguenses. Esta colina fue usada

hasta mediados del XIX para extraer piedra utilizada

para la construcción. Fue entonces cuando la colina se

rehabilitó para recuperar su aspecto boscoso original. Es

el lugar preferido de los enamorados, especialmente la

estatua del poeta romántico Karel Hynek Mách en cuyo

pedestal el primero de mayo se depositan flores con la

esperanza de que el amor dure eternamente. Cerca de

allí, los lienzos de la Muralla del Hambre, construcción

medieval impulsada por Carlos IV para dar trabajo a los

pobres, sirven de pizarra a cupido que con su flecha cin-

cela nombres que empareja a su antojo. De difícil acceso,

escondida y apartada, donde el parque se transforma

en bosque asilvestrado, encontramos la iglesia de San

Miguel, un curioso ejemplar de arquitectura rural rusa,

construida íntegramente en madera, fue traída hasta

aquí a finales del XIX.

Como testigos de la exposición nacional de 1891, en la

cima, quedan el mirador de Petrín, cuya estructura fue

imitada de la Torre Eiffel, y el laberinto de los espejos. El

viajero incauto se adentra entre los pasillos flanqueados

por espejos cóncavos y convexos. Su cabeza se alarga

mientras su cuerpo se estira, la nariz se ensancha y las

orejas desaparecen, los labios se cierran cuando abre

la boca. Cautivado por el juego de distorsión, sale del

laberinto y enfila la senda que desciende hacia Malana

Strana. La tarde va cayendo. Poco a poco, las luces de

las farolas, como los espejos curvos, tiñen de color irreal

puerta dorada de la catedral de san vito en la entrada sur, decorada con mosaico en estilo bizantino.

camino hacia el monasterio de strahov, podemos disfrutar de una de las mejores vistas de praga

CREDITOS Fotografía : Jesús López

Texto : Miguel Angel Calle

Diseño : Betty Blaires | Gabi Echenique

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las fachadas, dibujan sombras a los pies de las estatuas,

estiran torres, ocultan ventanas, conforme a unas reglas

imposibles de comprender. Una barcaza se desliza por la

sedosa alfombra del Moldava, mientras un tranvía vacío

cruza el río como una exhalación. A lo lejos el silbido de

un tren desgarra el silencio.

El viajero recuerda que pronto tendrá que partir. Como

si no hubiera hecho otra cosa desde que llegara. In-

genuamente ha pensado que un puñado de días de

agotadoras caminatas, unos gigas de fotografías para

captar lo inefable, un cuaderno de notas emborronado

con improvisadas ocurrencias y una mochila a prueba

de deslome, repleta de selecta bibliografía, le permiti-

rían, junto a su perspicaz observación, domesticar a la

embravecida ciudad del Moldava; y marcharse como si

tal cosa, con la satisfacción de ver otro trofeo colgado

en la pared de su memoria. En vano ha detestado a esos

grupos de turistas roedores que mansamente se hacían

guiar por paraguas multicolores para llevarles a abrevar

agua cantarina de lluvia aflautada. ¿De qué le ha servido

sentir compasión de esos mochileros, ácratas, neo hip-

pies y medio románticos, con la mirada siempre perdida

en los titulares de su solitaria guía: donde comer, donde

dormir, qué ver? ¿Acaso no quedan ahora las calles de la

ciudad, sus habitantes y su historia difuminada como el

paisaje fugaz que huía tras la ventanilla del tren que le

trajo hasta aquí?

El viajero camina escuchando el sonido de sus pasos

cuadrados por el puente Carlos. Sigue caminando, y sin

embargo parece que no avanza: el arco apuntado de la

torre, al otro lado del puente, siempre está a la distancia

del horizonte, iluminado por una luz mortecina tras la

que se escondiera alguien que espera un ajuste de cuen-

tas. Al asomarse al río, observa horrorizado la silueta

de un monstruo espeluznante tiritando sobre las aguas.

¿Qué me ha ocurrido? Se pregunta, como Gregor Samsa

en La Metamorfosis, aquella mañana en que despertó

tras un sueño inquieto. Afortunadamente la visión te-

nebrosa queda diluida entre los destellos de una cons-

telación. Son las estrellas que coronan el aura de San

Juan Nepomuceno que dicen que simboliza aquella vieja

profecía de la princesa Libussa, fundadora de Praga: “Un

día tu fama alcanzará las estrellas”. El viajero se recuesta

sobre el pedestal ennegrecido del santo que recibiera

martirio por guardar el secreto de confesión de la reina

de Bohemia, respira hondo y observa a los últimos

transeúntes que cruzan el puente de Mala Strana a Stare

Mesto y viceversa, mientras un artista callejero interpreta

con su clarinete una canción de Luis Amstrong.

Original escultura frente al museo kafka.

TB | Praga 25