victor muñoz cortez. cuando la patria mata. julio rebosio

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    CUANDO LA PATRIA MATALa historia del anarquista

    Julio Rebosio (1914-1920)

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    VCTOR MUOZ CORTS

    CUANDO LA PATRIA MATALa historia del anarquista

    Julio Rebosio (1914-1920)

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    Editorial Universidad de Santiago de Chile

    Av. Libertador Bernardo O`Higgins #2229Santiago de Chile

    Tel.: 56-2-7180080

    www.editorial.usach.cl

    [email protected]

    Vctor Muoz Cortz

    Inscripcin N:

    I.S.B.N.:

    Diagramacin y diseo: Andrea Meza Vergara

    Primera edicin en Editorial Universidad de Santiago de Chile

    Impreso en LOM Ediciones, septiembre de 2011

    Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, almace-nada o transmitida en manera alguna ni por ningn medio, ya seaelctrico, qumico o mecnico, ptico, de grabacin o de fotocopia,sin permiso previo de la editorial.

    Impreso en Chile.

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    A los perseguidos y perseguidas del 14-A

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    PREGN

    Tenemos una posibilidad que nos hace mslibres que los dioses: la de irnos. Es una ideapara saborear hasta el fondo. Nada ni nadie nosobliga a vivir. Ni siquiera la muerte Podemosno vivir, he aqu la ms bella razn para abrirsepaso con fiereza hacia la vida.

    Ai ferri corti, texto annimo, sin fecha.

    Nadie posea una explicacin categricapara juzgar lo que acababa de suceder frente al N729 de la santiaguina calle Copiap. Ante la mira-da expectante de quienes fueran sus amigos, undelgado y moreno cuerpo yaca inerte en las afue-

    ras de la casa y taller de un viejo zapatero anar-quista. Los vecinos de la humilde construccin,otrora informal y animado punto de encuentro re-volucionario, pudieron imaginamos aguardartal como las mujeres y los hombres all reunidos,alguna respuesta a la sangre que manaba de la ti-

    bia cabeza del extinto. Y es que, minutos antes ycuando an no daban las 11 de la noche, un im-predecible disparo haba separado para siempre aese convulsionado grupo de su querido compae-ro de sueos e ideas. Aos ms tarde uno de susamigos all presentes, recordara con manifiestaamargura ese momento: Trazos imborrables ten-dr siempre para m el rostro del suicida en aque-llos instantes de una angustia inenarrable. Unfino hilo de sangre surcaba como una desmaya-

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    da rbrica su flcido rostro. Apagada la rutilanteluminosidad de sus negros ojos, cada su leoninacabellera como triste y abatida bandera, una de-

    soladora sensacin sobrecoga nuestros nimos1

    .As acababa la vida de Julio Rebosio Barrera, elanarquista. Era el 26 de abril de 1920.

    Quin fue este hombre y cul es el sentidode escribir sobre l a casi un siglo de su muerte?Rebosio era un anarquista y, particularmente, unactivo y reconocido propagandista revolucionario.Fund peridicos y centros de estudios sociales,recit en veladas y areng en los mtines, organizsindicatos y polemiz en peridicos y plazas p-

    blicas. Y si bien hasta ac no hay mayores diferen-cias con el papel que cumplieron otros tantos an-nimos para defender las mismas causas, hay pasa-

    jes de su vida que hacen del rescate de su historiauna tarea particularmente necesaria. Sobre todo sise piensa en el sello dramtico de sus postrerosdas, repartidos intermitentemente entre crceles,

    torturas y privaciones de todo tipo. Se sabe queantes y despus otros hombres y mujeres afines alas ideas libertarias padecieron similares experien-cias por sus actuaciones en la propaganda y en losconflictos obreros, pero pocos fueron sin embargo,los que como Rebosio sufrieron con tanta claridad

    e insistencia las violencias del nacionalismo o, ms

    1La personalidad de Vctor Yez, El Andamio, Santiago, 5de enero de 1940.

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    precisamente, de los que en nombre de la patrialegitimaron su persecucin a las ideas revolucio-narias. Pero perpetuar la historia de este hombre

    tan solo como la de una vctima sera contravenirsu propia conviccin de anarquista, sera olvidarque si pas por todo aquello fue por posicionarseconscientemente como enemigo de la guerra, delas armas, de la patria y del Estado. Como amantede la humanidad, de la paz, de la solidaridad y

    de la libertad, y refractario de las instituciones ycostumbres imperantes, bien saba, imaginamos,a qu se arriesgaba con su propaganda contra lasautoridades.

    Julio Rebosio en estas hojas es tanto el pro-pagandista libertario y organizador obrero, comoel blanco casi como ejemplo genrico de la re-presin estatal contra el anarquismo. La historiade este hombre, a pesar de sus naturales parti-cularidades, no es del todo aislada o meramenteanecdtica, pues varios rostros sindicalistas

    y propagandistas polticos sufrieron entonces ydespus similares penurias. Desde luego no se habuscado redactar una hagiografa presentando aeste anarquista como una especie de santo laico.El de Rebosio fue un caso como otros, aunque anuestro juicio uno trgicamente didctico res-

    pecto al rol del nacionalismo en la represin delmovimiento obrero y popular. Una historia queconvoca a la reflexin sobre la patria misma, esaidea tan manoseada como aplaudida en el Bicen-

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    tenario chileno recin pasado. Benedict Andersonse ha preguntado por qu los individuos puedenllegar a inmolarse voluntariamente por la patria2.

    Nosotros, en cambio, nos interrogamos por lasformas en que los hombres la usaron para destruira otros hombres.

    El nombre de este anarquista no es muy co-nocido si lo comparamos con otras figuras subver-sivas contemporneas a l, como Lus Emilio Re-cabarren, por mencionar el caso ms emblemtico.Desde luego esta omisin no es casual y la pode-mos explicar a grandes rasgos como consecuenciade la unin de dos fenmenos. Por un lado, la ma-yora de los libros de historia han sido escritos enfuncin de lo que Ranahit Guha denomina pos-tura estatista. Es decir, el relato de los hechos delpasado se configura respondiendo a los interesesdel Estado y se distorsiona u olvida lo que nosirve a stos. Los textos oficiales y an otros su-puestamente crticos, no hablarn de la violencia

    presente intrnsecamente en todo Estado, o de losintereses econmicos privados existentes tras lasguerras nacionales, o de la artificialidad de lasfronteras. Y si se hace referencia a la historia de unRebosio, por ejemplo, no se le tratar como vcti-ma del terrorismo de Estado, sino como alguien

    a quien el exceso de algunos funcionarios le

    2Benedict Anderson, Comunidades imaginadas, FCE, Mxico,2007.

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    cobr su existencia. Y es que para todos los esta-tistas (liberales, conservadores, socialdemcratasy marxistas) los anarquistas son incmodos de

    encajar en sus relatos historiogrficos. No es deextraar entonces la omisin y la distorsin de lacual han sido objeto por largo tiempo. Un ejemplode esta situacin nos la da el conocido historiadorGonzalo Vial quien, dedicndole un par de pgi-nas en su Historia de Chile, afirma que Rebosio

    era un fantico, reduciendo as todo un procesosistemtico de persecucin y censura contra lasideas revolucionarias, a un mero exceso contra unhombre con sensibilidad enfermiza3.

    Otras de las explicaciones para el relativosilencio sobre el caso de este anarquista ha sido lalarga omisin de la que ha adolecido esta ideolo-ga en el relato historiogrfico durante dcadas, eincluso en la vieja y nueva historia social chilena,que paridas en un entorno poltico afn al marxis-mo, no prestaron mayor atencin a los hombres y

    mujeres que desde un principio desconfiaron delfunesto autoritarismo de la aventura sovitica. Fe-lizmente, esta tendencia se ha ido revirtiendo du-rante los ltimos aos con la proliferacin de unaimportante cantidad de tesis universitarias, librosy artculos. Y a pesar de que en los textos de his-

    toria se sigue repitiendo que Recabarren fue el

    3Gonzalo Vial, Historia de Chile (1891-1973),Editorial Santilla-na del Pacfico, Santiago, 1981, p. 865.

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    padre del movimiento obrero, es de esperar quecon los aos las caricaturas desaparezcan y las his-torias se presenten como tales, es decir, complejas

    y hasta contradictorias.Con todo, cabe sealar que han existido al-

    gunas aproximaciones para reconstruir la vida deJulio Rebosio, salpicadas por cierto, con el selloluctuoso de sus ltimos das. Pequeas notas apa-recieron en la prensa libertaria una vez extinguidasu existencia. Cul ms, cul menos, lo describancomo un propagandista ejemplar, no escaseandolas reseas de carcter apologtico4. Pero los in-tentos ms sistemticos de reportar su existencia,descontando las menciones secundarias, se remi-ten elementalmente a tres tipos de textos: las me-morias de algunos que le conocieron, las investi-gaciones histricas y la produccin literaria.

    Entre las primeras estn las reminiscenciasdel destacado poltico positivista Carlos VicuaFuentes, redactadas en 1928 y publicadas una

    dcada despus bajo el nombre de La Tirana enChile5. Es importante destacar que Vicua fue elabogado de Rebosio y de muchos otros anarquis-tas de principios del siglo XX. Tambin existe una

    4Nosotros, Verba Roja, Santiago, 1 de mayo de 1920, Ju-lio Rebosio Barrera,Accin Directa, Santiago, 1 de mayo de1924.5Carlos Vicua, La Tirana en Chile. Libro escrito en el destierroen 1928, LOM Ediciones, Santiago, 2002, p. 103-109.

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    biografa citada al principio elaborada por elescritor libertario Vctor Yez, quien lleg a seramigo de Rebosio. Dicho texto fue publicado en El

    Andamio, peridico de los trabajadores de la cons-truccin (anarcosindicalistas) en 1939. Se trata deun manuscrito rico en ancdotas dada la relacindirecta del autor con el protagonista. Sin embar-go, y al igual que en el caso de Vicua Fuentes, laprincipal garanta y lmite del texto se encuentra

    bsicamente en el hecho de que aparecen datosimposibles de contrastar en otras fuentes y, porotra parte, es probable que el paso del tiempo pu-diese repercutir en la aparicin de imprecisiones.

    En cuanto a las investigaciones historiogr-ficas, pionera resulta una nota que el historiadorcomunista Fernando Ortz Letelier le dedica aRebosio en su libro El Movimiento Obrero en Chi-le (1891-1919), publicado de forma pstuma en19856. Tambin hay que destacar el aporte delhistoriador libertario scar Ortz que en 1993 lo

    present aunque sin comprobarlo como el pri-mer objetor de conciencia en Chile7. Por ltimo,mencionamos la tesis elaborada en 1997 por tresestudiantes de periodismo de la Universidad de

    6Fernando Ortz, El Movimiento Obrero en Chile (1891-1919).Antecedentes, Ediciones Michay, Madrid, 1985, p. 202-204.7scar Ortz, Vida y condena a muerte de Julio Rebosio, elprimer objetor de conciencia en Chile, Revista El Canelo, ElCanelo de Nos, N 42, abril de 1993, p. 24-26; publicado pos-teriormente en scar Ortz, Crnicas anarquistas de la subver-sin olvidada, Editorial La Simiente, Santiago, 2008, p. 43-50.

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    Santiago de Chile, en la que si bien el tema prin-cipal es la relacin del Estado con Verba Roja(pe-ridico fundado por nuestro anarquista), en sus

    pginas hay una ordenada cronologa del ltimoao de vida de Rebosio. Lamentablemente estastres investigaciones adolecen de escasez de fuen-tes directas, pues se basan casi exclusivamente enlos peridicos El Surcoy Verba Rojay en el libro deCarlos Vicua Fuentes, sealado ms arriba.

    El mundo de la literatura social criolla tam-bin dio espacio al recuerdo del anarquista, yafuera presentndolo como recurso paisajstico ocomo personaje. En 1954 el escritor nortino LusGonzlez Zenteno public Caliche, una novela am-

    bientada en el ciclo salitrero y en la que se incluyea este agitador8. Por su parte el escritor ManuelRojas public en 1964 su novela Sombras contra el

    Muro (de la tetraloga iniciada conHo de Ladrn en1951), en la que hampones y anarquistas, y entreellos Rebosio, desfilan con toda franqueza: con sus

    bros y oscuridades9

    . Dada la naturaleza propia delas novelas, stas han sido usadas como apoyo en

    8Luis Gonzlez Z., Caliche, Nascimento, Santiago, 1954. Gon-zlez particip del Cuadro Dramtico Jos Domingo GmezRojas, fundado en 1921 e ntimamente ligado al grupo de

    amistades de Rebosio en Iquique. Ver Pedro Bravo-Elizondo,Mis recuerdos anarquistas, El Surco, Santiago, N 21, No-viembre de 2010.9 Manuel Rojas, Sombras contra el Muro, Editorial Zig-Zag,Santiago, 1966, p. 162.

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    ciertos pasajes histricos y tambin como un testi-monio de la trascendencia literaria, muchas vecesinadvertida, de los anarquistas10.

    Todos estos documentos, ms otras mencio-nes en algunas memorias y libros de historia delperodo, conforman el estado de la cuestin. Ha-ca falta, a nuestro juicio, reunirlos y contrastarloscon otras fuentes para dar un panorama ms com-pleto y cercano al desarrollo de los hechos.

    El relato general que se despliega a conti-nuacin se centra en los ltimos juicios crimina-les contra Rebosio, y se ordena cronolgicamentedesde 1915 hasta los primeros meses de 1920. Pre-viamente y para entender mejor las caractersticas

    de los sucesos narrados, haremos un expreso viajepor algunos aspectos sociales, econmicos y pol-ticos de la poca para contextualizar los ltimosdas del anarquista. Hemos intentado construiruna biografa social, es decir, un relato en el queuna persona sea la puerta de entrada para enten-

    der aspectos de una poca, y en este caso de unacorriente ideolgica muchas veces obviada por lahistoria oficial y la historia social. Por ltimo, ya modo de apndice, reflexionaremos en torno aluso del nacionalismo como herramienta poltica

    10Manuel Rojas fue anarquista y Luis Gonzlez socialista. Porla naturaleza de los datos que en ambas novelas se usan, nosda la impresin de que tanto el uno como el otro conocierona Rebosio o a su entorno inmediato.

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    del Estado y de la prensa de masas, para deslegi-timar la protesta social.

    Esta investigacin, iniciada en la primavera

    del 2008, fue nutrida con el aporte desinteresadode muchas personas, a quienes quisiramos expli-citar nuestra gratitud. Vaya entonces un abrazo aPamela Galaz, Eduardo Godoy, Mario Araya, Ca-milo Plaza, Tamara Alvarado, Alex Cerda y a Can-delaria Corts-Monroy por acompaar y alegrareste viaje. Tambin recordamos hoy a RaymondCraib en Nueva York por sus recortes de prensa ypor la tarde que comparti con nosotros en Santia-go y a don Pedro Bravo-Elizondo que desde Kan-sas nos trajo sus reminiscencias del anrquico tea-tro iquiqueo. Muy especialmente agradecemos aPascual Muoz de Montevideo, quien se tom eltiempo de buscar y enviarnos varias notas apareci-das en la prensa anarquista uruguaya. Por ltimo,queremos corresponder con un saludo a la edito-rial de la Universidad de Santiago por su inters

    en publicar este escrito en su coleccin Grandesde Chile, aunque sinceramente no nos agrade (yes de imaginar que al biografiado tampoco) aquelpatritico ttulo. Sin el apoyo de cada una de estasindividualidades y de otras ms, la redaccin deeste documento tal vez no hubiera culminado.

    Vamos entonces a la vida de Rebosio, unoque pretendi difundir las ideas que sinti jus-tas para construir un mundo nuevo, pero quefue adversario, presa y vctima del Estado y de la

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    construccin forzosa de la nacin chilena. Hemosintentado recopilar la mayor cantidad de fuentes,contrastndolas entre s para evitar las opiniones

    parciales y mitificaciones que cubren esta historia.Algunos pasajes parecern inverosmiles y no escasualidad. Certeramente ha sealado Carlos Vi-cua Fuentes en 1938: las persecuciones a JulioRebosio Barrera llegaron a un grado tan infame ytan inocuo que su historia ms parece obra de la

    fantasa febril que el relato descarnado de la trgi-ca realidad11.

    11Vicua, op. cit., p. 103.

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    Captulo IEl Estado chileno asediado: cuestin social

    y cuestin peruana (1917-1920)

    Desde las ltimas dcadas del siglo XIX vas-tos sectores de la poblacin, sobre todo los mspobres, se vieron drsticamente afectados por lastransformaciones econmicas, sociales y polticas

    que usualmente se engloban en la llamada cues-tin social, un fenmeno caracterizado por laspauprrimas condiciones en que se desenvolvanlos trabajadores en las diversas faenas producti-vas del pas: jornadas laborales que comnmentellegaban a las 12 horas, con ausencia de condicio-

    nes mnimas de seguridad, nula previsin social,carencia de contratos y en ocasiones con pago enfichas y no en moneda. Eso era en la ciudad y enlos centros mineros, pero la situacin en el mun-do rural no era ms alentadora. Paralelamente unacelerado proceso de migracin campo-ciudad,

    sumado a la incapacidad habitacional de las gran-des urbes para absorber adecuadamente este cre-ciente flujo humano, obligaron a una importantecantidad obreros y artesanos, antes inquilinos ypeones rurales, a vivir hacinados y en condicionessanitarias deplorables. Proliferaban las enferme-

    dades y la mortalidad infantil estaba a la ordendel da. Por ltimo, la representatividad polticade los sectores populares en el sistema democrti-co chileno, caracterizado como oligrquico y par-

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    las reacciones que se generaron ante dicha de-claracin, eminentemente contraria a los valoresimperantes12. Pero no fue sino hasta el cambio de

    siglo cuando el anarquismo comenz a influir deforma determinante en el movimiento social crio-llo. Gracias a ellos por ejemplo se comenz a con-memorar el 1 de mayo en este pas, e impulsadaspor ellos tambin, nacieron las sociedades de re-sistencia, antecedentes directos del sindicalismo13.

    De ah en ms, con avances y retrocesos, huelgasy campaas exitosas, as como con represin eimportantes golpes en su contra, el sindicalismoy la presencia cultural libertaria se expandi portodo el pas. Fue su poca ms rica e influyente,tanto por la variedad de sus iniciativas como por

    su impacto en el resto del movimiento obrero yestudiantil de carcter contestatario.

    Saltndonos las sonoras luchas de princi-pios de siglo, as como las dramticas matanzascontra los trabajadores en Valparaso (1903), San-

    tiago (1905), Antofagasta (1906), e Iquique (1907),esta historia se centra tiempo ms tarde, entre losagitados aos 1915 y 1920. Das en que se hallaba

    12Ni Dios ni patrones, El Oprimido, Valparaso, 16 de mayode 1893.13Vctor Muoz Corts, 1 de mayo de 1899: los anarquis-tas y el origen del Da del Trabajador en la regin chilena,en Varios Autores, Los orgenes libertarios del Primero de Mayo.De Chicago a Amrica Latina (1886-1930),Quimant, Santiago,2010.

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    en su cenit la cuestin social, reflejada entonces enpersistentes olas de huelgas y protestas callejeras,particularmente motivadas a causa de intensos ci-

    clos de crisis salitrera y del encarecimiento de losbienes de primera necesidad. Por si fuera poco, elejemplo de la Revolucin Rusa dio un nuevo m-petu a la propaganda subversiva criolla.

    Por otra parte, a mediados de 1918 se re-animaron los resquemores nacionalistas contra elPer (y viceversa) por las provincias de Tacna yArica, controladas entonces por Chile luego de laGuerra del Pacfico (1879-1884). Rumores no con-firmados afirmaban que ciudadanos chilenos eranatacados en el pas del norte. En Per decan lomismo pero al revs. La prensa daba la alarma y alinstante por todo el pas se sucedan intermitente-mente manifestaciones nacionalistas en apoyo a lapoltica anexista del gobierno. La consigna era notranzar y mantener las provincias de Tacna y Ari-ca bajo el estricto control de Chile, aunque fuera

    con las armas. La guerra no pareca lejana en esosaos. Exista un nimo belicista explotado eficien-temente por los polticos y la prensa de masas. Poreso no es de extraar el escndalo que se produjoen noviembre de 1918 en la Cmara de Diputadoscuando Nolasco Crdenas, antiguo dirigente de

    zapateros y en ese entonces congresal, seal queel pueblo tena cosas ms urgentes por resolverque ir a una guerra con un pas extranjero. El re-presentante de Valdivia y sus alrededores fue cen-

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    surado por los dems diputados que, indignados,abandonaron entre amenazas y protestas la salade sesiones del mismo Congreso. Incluso varios

    de sus correligionarios del Partido Demcrata levoltearon la espalda. Las palabras de Crdenas,hay que advertirlo, fueron observadas con francasimpata entre socialistas y anarquistas14.

    Dentro y fuera de las fronteras la patria ar-da. Cuestin social y cuestin peruana rondabanasediando la tranquilidad del Estado de Chile.Ambas temticas son fundamentales al momentode considerar y comprender las lgicas de enfren-tamiento poltico y social de estos aos.

    14Chivateo patriota, Verba Roja, Valparaso, 15-30/11/1918.

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    Captulo IILa Odisea de un luchador

    Cerca de las 1:30 de la madrugada del mar-tes 10 de diciembre de 1918, y cuando regresabade una reunin a la casa en que se estaba alojan-do en Santiago pues entonces viva en Valpara-so, Rebosio fue abordado por cuatro agentes de

    la polica. Segn sus palabras, estos le taparon laboca con un pauelo y en la interseccin de lascalles Eyzaguirre con Santa Rosa lo subieron a unautomvil. Dos uniformados permanecieron vi-gilando el sitio mientras el vehculo se march alcuartel de la Sexta Comisaria de la capital. Una

    vez all, el anarquista fue insistentemente regis-trado e interrogado sobre los asuntos tratados enla reunin de la que acababa de volver. Momen-tos despus lo llevaron al interior del recinto pararecluirlo en una oscura celda. Por precaucin sele dej custodiado por un polica. A la maana

    siguiente fue nuevamente interrogado, sta vezpor un comisario. Acto seguido lo trasladaron alSegundo Juzgado del Crimen de Santiago a com-parecer ante el juez. Al parecer ya se haba hechocorrer el rumor sobre la captura de un supuestoespa peruano, pues una excitada multitud reci-

    bi con gritos e insultos a Rebosio cuando ingresal edificio judicial15. En el tribunal se le llegara a

    15 La prisin del compaero Rebosio en Santiago, VerbaRoja, Valparaso, 15-30/12/1918; Noticias policiales y No-

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    acusar de subversivo, remiso, desertor y de espaperuano. Comenzaba as una larga odisea de cr-celes y privaciones que, a la larga, lo llevaran a la

    muerte. Pero para entender ese momento es pre-ciso retroceder un par de aos y dar a conocer lasfacetas que hacan de este individuo un elementotan peligroso para el Estado de Chile.

    a. Rebosio, el hombreSi bien no hay discrepancias entre las fuen-

    tes respecto a que Rebosio provena de la zona deTarapac, poco se sabe de su nacionalidad de ori-gen: en trminos generales, la discusin pasa por

    identificarlo como chileno o como peruano, bsi-camente porque es tan probable que fuera oriun-do de Lima, como de Tacna. No obstante s hayunanimidad en las versiones que apuntan a quecuando apenas era un nio su familia se mud alpuerto de Iquique para instalarse definitivamente

    all.Tambin hay dudas sobre el ao exacto de

    su nacimiento, aunque el ms probable segnesta investigacin corresponde a 188816. Dicen

    ticias policiales. La aprehensin de un anarquista, El Mercu-rio, Santiago, 11 y 12/12/1918.16 Ministerio de Justicia, Gaceta de los Tribunales de 1919,Imprenta Nacional, Santiago, 1925, p. 222 y 223; Recur-so de queja del abogado defensor, Verba Roja, Valparaso,

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    que era ho de una familia medianamente aco-modada, de padre italiano y madre peruana17. Desus congneres no sabemos demasiado, salvo que,

    segn Vicua Fuentes y una nota del diario La Na-cin, estos eran dueos de un taller de zapateray que se encontraban en el sur del pas cuandomuri su ho. El origen mesocrtico de Rebosioexplica en parte su reconocido nivel cultural, muypor sobre el promedio de las clases laboriosas crio-

    llas, aunque no extrao entre los propagandistaslibertarios y socialistas, artesanos y obreros que seauto-educaban de forma muy persistente. De he-cho, hasta El Mercurioreconocer que es un jovende cierta cultura18. A pesar de las facilidades quepudo encontrar quedndose con los suyos Rebosio

    decidi abandonar su hogar, segn cuenta Yez,debido a su apasionado temperamento. Por ellotraspone el dintel hogareo y enfila sus pasos ha-cia tierras desconocidas. Tras sus espaldas de pe-regrino, quedan comodidades materiales, cariospaternos, porvenir desahogado y lisonjero19. Dis-

    conforme con el futuro comercial que le deparabala vida junto a sus padres, Rebosio eligi trabajaren otros oficios, aprendiendo la tipografa y ms

    15/01/1919; Vicua dice que naci en 1896, op. cit., p. 103; ElDiario Ilustradoseala 1894 Defunciones, El Diario Ilustrado,Santiago, 30/04/1920.17La personalidad, op. cit.18Noticias policiales. La aprehensin de un anarquista, ElMercurio, Santiago, 12/12/1918.19La personalidad, op. cit.

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    tarde el arte de hacer zapatos, empleo que por sualto grado de independencia fue el favorito de loslibertarios locales.

    Este anarquista era de tez morena, ojos en-negrecidos, mediano de estatura, delgado, amari-llento y de ademanes resueltos y decididos, se-gn lo describe un reportero de la revista Zig-Zag.Us en sus ltimos aos el pelo un tanto largo,revuelto, aleonado cuentan, y un bigote en ristre.El acento de su voz lo delataba como llegado delnorte. Y su aspecto, advirti tambin El Mercu-rio es visiblemente el de un peruano20.

    Por otra parte y para sealar datos de intimi-dad que generalmente son difciles de encontrar

    en vidas como las de estos anarquistas, cabe agre-gar ciertos detalles que, aunque muy puntuales,permiten recrear una imagen ms compleja delmismo. Se sabe que hubo una corriente destacadadentro del anarquismo que hizo de la guerra alalcohol una de sus campaas ms caractersticas21.

    Desde luego, no todos compartan tal opcin, y enel caso particular de Rebosio manejamos dos ver-siones no del todo contradictorias. Hubo quien lollam aos despus de su muerte un bohemio

    20Un maximalista chileno, Zig-Zag(Santiago), 21/2/1920 yNoticias policiales, El Mercurio,Santiago, 24/03/1920.21Eduardo Godoy, El discurso moral de los anarquistas chi-lenos frente al alcohol a comienzos del siglo XX en VariosAutores, Alcohol y Trabajo, Ed. Universidad de Los Lagos,Osorno, 2008.

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    perdido, mientras que Manuel Rojas en cambio,seal que si es cierto que beba una o dos bote-llas de vino cuando se presentaba la ocasin, nun-

    ca se emborrachaba22

    .Por otro lado, haban ciertas conductas de

    Rebosio que causaran extraeza incluso a los so-cialistas tarapaqueos cuando el anarquista vivaen Iquique, como el queeste seor ha dicho querehusa de todo aplauso. En cuanto a la religinnuestro hombre,al igual que muchos de sus ca-maradas, era ateo y en los trmites legales se negen todo momento a jurar en el nombre de Dios,como se acostumbraba. Los marxistas tambincuentan que los anarquistas y entre ellos Rebo-sio se negaban a asistir a la romera que ao aao se haca en Iquique para recordar a las vcti-mas de la Matanza del 21 de diciembre de 1907,porque estaban desprejuiciados de todo rito reli-gioso, pero que lanzaran bombas y centellas a loscapitalistas por la nefasta masacre. El tendencio-

    so artculo socialista terminaba ironizando: ascreen intimidar a sus opresores23.

    La supuesta dimensin violenta de Rebo-sio, dinamitera para precisar, es difcil de sosteneraunque tampoco es improbable. Tal vez en Iqui-

    22Federados fallecidos, La Voz del Grfico, Santiago, 1/8/1939.Manuel Rojas, op. cit., p. 162.23Actividad socialista, El Despertar de los Trabajadores, Iqui-que, 21/12/1915. (En adelante EDT).

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    que sostena ideas en ese sentido, aunque llame laatencin que quienes ms as los sealan, no sonlos mismos cratas en su prensa, sino los socialis-

    tas, sus enemigos en la arena poltica obrera. Porejemplo, El Despertar de los Trabajadores seala, enel contexto de un debate pblico, que para l (Re-

    bosio) no hay otra revolucin que aquellas que sehan producido a mano armada, aquellas en queya la explosin de los pueblos estalla en revueltas

    sangrientas donde solo han aparecido el odio yla venganza. Rebosio dir ms tarde que el Par-tido Obrero Socialista (POS) ha desvirtuado suspalabras. En Valparaso, de hecho, sostendr quela reivindicacin del gnero humano, es decir, laanarqua:

    No se adquiere con el odio, sino con el estudiosereno y amplio; no se defiende con la violenciasino con la energa que supone pleno dominiode la razn. () Porque nuestro ideal no valepor lo que corroe como cido, sino por lo queengendra como fruto o ilumina como sonrisa,

    como un pantallazo de luz, como un himno deamores y besos24.

    24La jornada del domingo. Una conferencia y una contro-versia, EDT, 11/04/1916. Presentndonos, Verba Roja, Val-paraso, 1-15/11/1918.

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    b. El anarquista: pensamiento y accin

    Cuando anteriormente presentamos a Rebo-sio como uno de los ms activos propagandistas

    locales del ideal anarquista no hemos exagerado,y a eso habra que sumar que tambin fue uno delos ms multifacticos y carismticos.

    Segn declar a un tribunal militar, se hizoanarquista alrededor de 1913, cuando ya bordea-

    ba los 25 aos25. Su abogado, en tanto, indicaraque Rebosio se haba adherido a las ideas liber-tarias luego de un proceso cuyo antecedente mssimblico estara en la Matanza de la Escuela San-ta Mara de Iquique por diciembre de 1907, hechoque lo habra marcado profundamente.

    Definir el particular anarquismo de Rebosioes una tarea bastante compleja de concretar, puespara ello slo contamos con sus escritos de pren-sa. Como todo anarquista era un internacionalistaa ultranza, es decir, combata el patriotismo de Es-

    tado y pregonaba por la fraternidad universal delos explotados, fuesen de donde fuesen. Tambinera un antimilitarista, pues el Ejrcito era, segnsus concepciones, la escuela del crimen, una f-

    brica de autmatas y una institucin que solo en-seaba a obedecer ciegamente y a matar en nom-

    25El Tribunal Militar pide la pena de muerte para Julio Re-bosio Barrera por el presunto delito de desercin, Verba Roja,Santiago, 15-31/12/1919.

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    bre del mito de la patria. Crea en la revolucinsocial y desconfiaba de la lucha legal para trans-formar la sociedad. No daba crdito a la accin

    parlamentaria y a los partidos polticos, tampocoa esos que se hacan llamar obreros y revoluciona-rios como el Partido Obrero Socialista (POS), puespara Rebosio, aquellos no eran ms que reductosde nuevos tiranuelos. La mejor arma de los traba-

    jadores, crea el anarquista, no era ni el voto ni la

    intervencin del Estado, sino la accin directa. Esdecir, la confrontacin entre opuestos sin tercerasmediaciones.

    En el terreno de las reivindicaciones econ-micas la accin directa se reflejaba en la huelga(dejar de trabajar), el boicot (negarse a compraralgn producto o hacer campaa en tal sentido) yen menor medida el sabotaje (obstruccin de lasmaquinarias). Combata, como todos sus compa-eros, la intromisin estatal (pues la vieron a fa-vor del patrn) y la intrusin de los polticos, a

    los que creyeron siempre en busca de votos. Msconcretamente, Rebosio pensaba la accin directade esta forma:

    No significa solamente un hecho de violencia;no es como muchos se imaginan: la lucha cuerpoa cuerpo entre obreros y patrones, no. La accin

    directa se manifiesta hasta en aquellas luchas deapariencia pacficas, en las que no siempre es ne-cesaria ni bien empleada la violencia material.

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    En las manifestaciones diarias de la vida obrerase contemplan dos mtodos de accin: el lega-litario y el revolucionario. El primero viene dearriba, de la clase dirigente; esperando hasta los

    ms pequeos beneficios de la iniciativa parla-mentaria o municipal; de acuerdos que se tomanen asambleas gubernativas y de las que resultande eso que se llama colaboracin de clases. Elsegundo es todo lo contrario: quiere que todaslas mejoras sean producto del esfuerzo directo

    de los obreros, el resultado de sus luchas, quecada conquista sea impuesta por los oprimidospor la accin directa organizada y consciente delos trabajadores26.

    Por otra parte y al igual que para muchos desus compaeros, la sociedad libertaria del futuro,

    la que se lograra con la Revolucin Social, no pa-reca nada utpica. Este propagandista confiabaen que la capacidad solidaria de los hombres se-ra suficiente garanta para evitar el caos que se leatribuye a proyectar un mundo sin autoridad. Alrespecto sealaba:

    La asociacin anrquica no ser como han fan-taseado algunos, una sociedad cocinera a basede vientres, cuyos miembros abolida que fueseen absoluto la propiedad privada se hallaranen una miseria peor. El sentimiento exquisito dela solidaridad desarrollndose en un consorciode iguales y la coparticipacin de cada indivi-

    26 Accin Directa, en Accin Sindical, Antofagasta, 15-28/2/1920.

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    duo en los tiles del trabajo colectivo crearanestmulos a una laboriosidad sin ejemplo en elrgimen de las empresas privadas y haran flo-recer una produccin infinitamente mayor a la

    actual, si se piensa que todos los brazos aptospara el trabajo se aplicaran a la confeccin de es-pecies verdaderamentetilesa los hombres27.

    Estas y otras ideas afines debieron estarpresentes en su folleto Sindicalismo Revolucio-

    nario, publicado en Iquique en 1916, del que sedesconoce la existencia actual de copias. Si se sabeen cambio que en 1917 se venda a 30 centavos28.

    Pero volvamos un poco ms atrs. En 1913,cuando apenas comenzaba en la actividad liber-

    taria, Rebosio viaj por las costas del Pacfico, lle-gando hasta Estados Unidos, presumiblementea la zona de California. Segn contara aos mstarde, particip del ambiente de la Revolucinmexicana y hasta habra sido condenado a muertepor su actuacin en ella, aunque finalmente fue

    absuelto. Su amigo Vctor Yez recordara queuna vez hecho prisionero por los sayones de labrutalidad Porfirista, sufri el cruel tormento delos sacos de arena sobre los pulmones29. La lejana

    27Sntesis de la base sociolgica de la anarqua, Verba Roja,Santiago, 1 de mayo de 1920. Destacado en el original.28 En venta, El Surco, Iquique, 10/01/1918; A los camara-das, Verba Roja, Valparaso, 21/12/1918.29Carlos Vicua tambin indica el viaje, aunque equivoca losaos. Vicua, op. cit., p. 104; La personalidad, op. cit.

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    fsica con las fuentes nos impide corroborar estasaseveraciones. An as, revisando los ejemplaresdel peridico Regeneracin, rgano de los anar-

    quistas mexicanos relacionados a los hermanosRicardo y Enrique Flores Magn, no encontramosms referencias que a la de un grupo de sudame-ricanos (tres chilenos, un peruano y un argentino)que fueron apresados luego de disparar, en com-plicidad con los rebeldes, al Ejrcito Norteameri-

    cano que intentaba ocupar militarmente la ciudadde Veracruz, en mayo de 191430.

    Lo que s hemos podido constatar es queuna vez de regreso en Iquique, el 13 de noviembrede 1915, Rebosio habl en una conferencia dandoa conocer los sucesos mexicanos en los que habratomado parte31. Un ao ms tarde hubo una seriede manifestaciones populares en apoyo a variossindicalistas apresados en Mxico. En Iquique yante unos 2000 concurrentes, el sbado 30 de sep-tiembre de 1916 Rebosio, entonces secretario del

    Sindicato de Cargadores del puerto, ofici el mi-tin. En el discurso que abri el evento se manifestconforme de que el pueblo de Iquique saliera a lacalle a dar su apoyo a los compaeros mexicanosreprimidos por aquel gobierno. Vuestra presen-cia en esta plaza (seal), nos dice de una manera

    30La guerra con Mxico, Regeneracin,Los ngeles, Califor-nia, 16/05/1914.31En nuestro teatro, EDT,Iquique, 13/11/1915.

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    evidente; que la conciencia de los oprimidos, delos proletarios de esta provincia empieza a des-pertar ante la fulguracin esplendente del sol de

    la verdad, de la libertad, de la justicia humana.Culminado el encuentro, el sindicato del cual elanarquista era el secretario envi dos telegramasa la regin mexicana. Uno de ellos al mismsi-mo Venustiano Carranza, a la sazn Presidentede aquel pas, protestando por la prisin de sus

    compaeros en Los ngeles y el otro a Pedro Co-ria, director de El Rebelde, peridico de los IWW(Trabajadores Industriales del Mundo) en lenguahispana, a quien expresaba su apoyo32. Estas noti-cias, parciales y hasta puntuales, ricas en su pecu-liaridad tambin nos entregan algunas pistas para

    confirmar el paso de Rebosio por Mxico.De su largo viaje por la costa del Pacfico lle-

    g a Iquique en los ltimos meses de 1915. Unavez en aquel puerto se uni a un grupo de jvenesanarquistas con los que organiz y fund el Cen-

    tro Anrquico de Estudios Sociales La Brecha, elda 19 de noviembre del mismo ao33. Desde en-tonces Rebosio comenz una meterica actividadlibertaria que no ces hasta aquella fatdica noche

    32 Gran mitin de solidaridad obrera, EDT, Iquique,03/10/1916.33 Carlos Rama, Movements ouvries et socialistes: chronologieet bibliographie: lAmrique Latine (1492-1936), Les EditionsOuvrieres, Pars, 1959, p. 136; Carta abierta, La Brecha, Iqui-que, 14/1/1933.

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    del 26 de abril de 1920. La Brecha, como tantosotros centros de estudios sociales vinculados a losrevolucionarios de entonces, era un espacio de di-

    fusin cultural y poltica en donde se reunan lostrabajadores anarquistas, los simpatizantes y susfamilias, en torno a variadas actividades de disten-sin, conocimiento y propaganda crata. Veladasy bailes solidarios, excursiones, representacionesteatrales, conferencias temticas, escuelas noctur-

    nas, lecturas comentadas y giras de propaganda aotros pueblos eran algunas de las actividades quecoordinaban los centros de estudios sociales.

    Desde sus primeros das el Centro La Bre-cha desarroll actividades culturales y fomentpolmicas pblicas para difundir las bondades desu ideal, al tiempo que participaba de las mani-festaciones polticas del momento. Sonoras entrelos revolucionarios del norte fueron las discusio-nes entre los cratas y los socialistas que en tornoal Partido Obrero Socialista (POS) y a Recabarren

    luchaban por hegemonizar su influencia sobre laclase obrera. Durante los primeros meses de 1916socialistas y anarquistas debatieron sus respectivasideas en la plaza Condell de Iquique, en algunoslocales sindicales y en su prensa. El POS fue repre-sentado por el socialista italiano Lorenzo Loggia

    Frai, mientras que por el lado de los anarquistas,el rostro en las polmicas fue Julio Rebosio.

    Segn el libertario, el POS no era una colec-tividad revolucionaria, pues estaba amarrada a la

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    legalidad y en sus filas actuaban elementos bur-gueses. El Despertar de los Trabajadores, en tanto,narraba que Loggia responda contundentemente

    dejando sin argumentos a sus oponentes al sea-lar que sus diatribas eran solo calumnias. Rebosioreclamar por la malintencionada parcialidad conque se publicaban las polmicas en el peridicosocialista. Ms all de la importancia cronsticaque proporciona este tipo de datos, creemos que la

    participacin de Rebosio en tales disputas pbli-cas forma parte del ambiente de expresin polticaen que se desenvolvan ms o menos cotidiana-mente aquellos hombres y mujeres que compar-tan las ideas libertarias. Se debe tener en cuentaque este tipo de eventos se configuraron como un

    fundamental espacio de pedagoga poltica entrelas clases laboriosas, pues entonces la mayora delos trabajadores era entre otras exclusiones cul-turales analfabeta34.

    Ahora bien, debido al alto grado de visua-

    lizacin, las conferencias generalmente dieron laocasin para que las fuerzas de seguridad detu-vieran a los propagandistas revolucionarios quecon sus incendiarios discursos alteraban la tran-quilidad pblica. Por eso no fue necesario que pa-sara mucho tiempo para que la autoridad cayera

    34Ver EDT, los das 12 y 19 de marzo; 11, 12, 13, 14 de abril y1 de mayo, todos en 1916.

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    sobre el propio Rebosio. Pasemos a revisar algu-nos episodios al respecto.

    En mayo de 1916 el socialista Lorenzo Lo-

    ggia Frai estaba de paso por Iquique y luego depolemizar con Rebosio y dar una serie de confe-rencias culturales en esa ciudad, continu su viajeal norte. En Arica, sin embargo, las autoridadeslocales le prohibieron hacer uso de la palabra, ar-guyendo que con ello alteraba el orden pblico.A pesar de las cidas discusiones recientes, socia-listas y anarquistas se solidarizaron en la luchapor la libertad de expresin y organizaron mtinesde protesta que contaron con la participacin demiles de trabajadores. El domingo 14 de mayo,a las tres de la tarde, se llev a cabo uno de losms significativos: en aquella oportunidad inten-taron hablar ante los trabajadores Julio Rebosio,Enrique Arenas y el demcrata Manuel Aguirre.Los tres oradores fueron impedidos de desarrollartodas sus intervenciones pues la polica los ase-

    di culminando la jornada con la detencin de losdos anarquistas, los que fueron obligados a pasar40 das tras las rejas. El parte del juzgado sea-laba que condenaba a los individuos Rebosio yArenas por sorprendrseles hablando en trmi-nos subversivos contra el Ejrcito, la Armada y la

    Autoridad e incitando al pueblo a la huelga y ala revuelta. Luego de cumplir la condena fueronliberados a mediados de septiembre, tras el pre-vio pago de 1.000 pesos cada uno, una verdadera

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    fortuna para la poca. Debido a esta circunstancialos dems miembros de La Brecharealizaron unacampaa de solidaridad para recaudar fondos y

    denunciar la situacin35

    .Una vez en libertad, Rebosio (algo enfermo

    tras la estada en la crcel) se aboc nuevamente ala actividad sindical y propagandista. En octubreya oficiaba como secretario del Sindicato de Car-gadores de Iquique y en ese puesto particip delmitin que solidarizaba con el pueblo mexicano enarmas, mencionado anteriormente.

    Durante estos aos los oficios del mar, es-tibadores (cargadores) y lancheros, eran influen-ciados de forma extensa por los sindicalistas de

    orientacin anarquista. Estos gremios, base delanarcosindicalismo en la mayora de los puertosdel pas, eran considerados extremadamente beli-cosos por las autoridades. Grafica aquella percep-cin una descripcin que el Gobernador Marti-mo de Antofagasta hace al presidente Juan Luis

    Sanfuentes en 1919. Ese gremio, segn dice, esel ms numeroso y desgraciadamente el de msdifcil manejo, toda vez que existen elementosperniciosos como ocurre en general, en casi todos

    35 Arbitrariedades, Luz y Vida, Antofagasta, julio de1916; Comicios contra el Gobernador, La Aurora, Taltal,19/05/1916.

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    los puertos del pas36. Ya sabemos a quienes se re-fiere como elementos perniciosos. La presenciaanarcosindicalista all era importante, lo cual se

    alimentaba con el particular espacio de indepen-dencia y autonoma alcanzado gracias al sistemade redondillas, su principal conquista sindical.Bajo este sistema los trabajadores decidan susturnos de trabajo (cargando y descargando ma-terial) e incluso quines podan concretarlo. Era

    una especie de monopolio obrero en donde lasautoridades estatales y patronales apenas podaninmiscuirse37.

    El gremio de los lancheros y cargadores,como hemos dicho, fue muy influenciado por losanarquistas. De hecho, el centro La Brecha fijabasu residencia en el local sindical de los primeros,y en varias ocasiones ambas organizaciones su-frieron similares aventuras. Tanto Rebosio comoEnrique Arenas fueron secretarios del Sindica-to de Cargadores de Iquique y escribieron en el

    peridico del gremio El Proletario, a pesar de notrabajar en aquellas faenas (uno era zapatero y el

    36Archivo Histrico Nacional (AHN), Fondo Juan Luis San-fuentes, v. 17 Carta del Gobernador martimo de Antofagas-ta al Presidente, 21/1/1917.37El escritor Manuel Rojas nos da una imagen literaria de estefenmeno en su novela Lanchas en la baha (1932), en dondesu protagonista consigue trabajo mediante el sindicato de losIWW. Eso es en Valparaso, en Iquique ser el escritor LusGonzlez el que narrar algo similar en su novela Los Pam-

    pinos.

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    otro tipgrafo). Seguramente aquello se debe tan-to al nivel de instruccin de los libertarios, comoa la afinidad de stos con los propios trabajadores

    y viceversa.En el ao 1917 hubo un importante movi-

    miento huelgustico que involucr nuevamente algremio de cargadores y los anarquistas de Iqui-que ocuparon un importante papel animndoloy en momentos, conducindolo. Era la segundahuelga general contra la Ley de retrato obligato-rio que se quera implantar entre los trabajadores:primera manifestacin del control estatal ase-gura Vctor Yez en los sitios de trabajo. Laotra gran huelga haba sido en octubre de 1913. Elmismo escritor seala que alentador mximo deeste movimiento fue Julio Rebosio. Y como conse-cuencia lgica la jaura policial descarg toda surabia contra nuestro camarada38. Al parecer haybastante veracidad en estas palabras. De hecho,en medio de esa huelga el 28 de julio Rebosio,

    junto a su amigo Arenas, fund el peridico anar-quista El Surco.

    En el contexto del conflicto el anarquis-ta fue hecho prisionero, al parecer, por el gravi-tante rol que ocupaba en los gremios del puerto.Segn Carlos Vicua, no fue posible mantenerlopreso por su actividad subversiva, pero el juez dela ciudad descubri durante la investigacin que

    38La personalidad, op. cit.

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    estaba pendiente su situacin militar, dado que elanarquista que se reconoci chileno para no serexpulsado del pas no apareca en los registros

    de reclutas. Por lo mismo, a Rebosio se le conde-n a vestir uniforme en el regimiento Granaderosde Iquique y de acuerdo a lo sealado por VicuaFuentes, debido al trato infrahumano del que fueobjeto en manos de la polica (constatado por eldoctor del regimiento) fue enviado directamente

    a la enfermera del cuartel. Padecer el servicio mi-litar obligatorio no era algo que estuviera en susplanes, por ello y tras 40 jornadas en una sala derecuperacin, Rebosio se fug39. Este significativogesto de conviccin antimilitarista liber al anar-quista del uniforme, la rutina y la disciplina cas-

    trense, aunque al mismo tiempo lo conden a serun fugitivo.

    Antes de continuar consideramos necesariodetenernos en la labor proselitista de Rebosio paraformarnos una cabal imagen de su figura y com-

    prender los motivos que le hacan tan peligrosoante los ojos del Estado. Para lograr este objetivonos centraremos un instante a describir la funcinsocial, cultural y poltica de El Surco, publicacinfundada por el anarquista en la ciudad de Iqui-que. Con ello, adems, podremos caracterizar

    brevemente a la prensa anarquista de las primerasdcadas del siglo XX.

    39A los camaradas, Verba Roja, Valparaso, 21/12/1918; Vicu-a, op. cit., p. 104.

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    El Surconaci como una publicacin men-sual y durante varias ediciones slo poda salircon 500 copias. En el nmero 9 pudo subir a mil

    y ya en octubre de 1918 logr los 1500 ejemplares,cifra con la que se regulariz su salida. A esas altu-ras ya era una publicacin de carcter quincenal.El Surco, como la mayora de las publicaciones desu gnero y de su tiempo, tena un lenguaje entreliterario y doctrinario, mezclando la lrica y la me-

    tfora con las ideas redentoras. Escritores y poetasse citaban al tiempo en que aparecan tericos es-critos de clebres autores revolucionarios. El pe-ridico era polmico en sus columnas y utilizabaun vocabulario amenazante y virulento. Autori-dades locales, polica, ejrcito, polticos, liberales,

    conservadores, comunistas, patriotas, religiosos,sindicalistas no revolucionarios, todos, absoluta-mente todos fueron blanco de la cida crtica lan-zada por El Surco. El tono era de un mesianismomanifiesto. Con todo, es necesario sealar queaquel lenguaje era muy del uso y gusto de aque-

    llos tiempos.Una de las principales tareas de esta publi-

    cacin fue denunciar el accionar xenofbico delas ligas patriticas de Iquique cuando hostiga-ron violentamente a los residentes peruanos en

    las provincias de Tacna y Arica, particularmenteentre 1918 y 1919. Si las fronteras eran un inventode los Estados que slo separaban artificialmentea la humanidad, decan los anarquistas, el ataque

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    a los peruanos o a los individuos de cualquier otranacionalidad era simplemente una barbaridad. Aligual que los socialistas, los libertarios denuncia-

    ron constantemente a los nacionalistas y sus ac-tos vandlicos. Todo eso les trajo, como es deprever, la enemistad de las ligas y de la autoridadtarapaquea con el mismsimo Intendente a la ca-

    beza, puesto que aquel fue identificado desde ElSurcocomo amparador de la violencia xenofbica.

    La enemistad con Recaredo Amengual, hay quedecirlo, no era unilateral. El representante del eje-cutivo, preocupado por la actividad anarquista,le peda al Ministro del Interior soluciones defi-nitivas para acabar con la propaganda revolucio-naria, incluso ms all de la Constitucin. Esto

    es deca aplicando estrictamente la ley de resi-dencia tanto a nacionales como a extranjeros queatenten contra las leyes interrumpiendo el ordeny tranquilidad pblica por medio de conferenciaso huelgas injustificadas40.

    La prensa de masas guard silencio sobre laviolencia desatada por las ligas patriticas y prc-ticamente slo los socialistas acompaaron a loscratas en la campaa internacionalista para dete-ner a los furibundos patrioteros que no repararonen asesinar y publicar listas negras de peruanos,

    adems de hostigarlos en el trabajo y expulsarlos

    40AHN, FMI, V. 5206, Del intendente de Tarapac al Minis-tro del Interior, 20/10/1919.

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    de los pueblos y salitreras41. Mientras los miem-bros de la liga salan por las noches a marcar lascasas de peruanos con cruces negras y calaveras

    de alquitrn para luego ir a devastarlas, socialis-tas y anarquistas procuraban no omitir detalles enlas crnicas que publicaban en sus peridicos42.Denunciar la violencia antiperuana le cost caro alos anarquistas y a los socialistas. El Surcofue im-pedido de venderse en ciertas calles y sus vende-

    dores fueron acosados y hasta maltratados por lospatrioteros.En tanto que a los socialistas una turbade similares caractersticas le asalt y destruy suimprenta43.

    41Sergio Gonzlez, El Dios cautivo. Las ligas patriticas y la chi-lenizacin compulsiva de Tarapac (1910-1922), LOM Ediciones,

    Santiago, 2004.42Patriotismo o imbecilidad, Los sucesos del sbado 23,Los sucesos del 23 y La edicin extraordinaria, El Surco,15 y 30 de noviembre, y 15 de diciembre de 1918.43Seores ministros de la corte, EDT, Iquique, 3/12/1918.

    Encabezado de El Surco, peridico anarquista.

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    Como todo peridico anarquista de aque-llos aos, El Surcose relacionaba con individuos ygrupos presentes en toda la regin chilena y tam-

    bin en el extranjero. Segn la informacin apa-recida en sus pginas, la publicacin se distribuatanto en las ciudades de la zona central, como enlos puertos a lo largo de todo el pas, en las ofici-nas salitreras del rido desierto nortino y tambinen los pueblitos de campesinos en el sur. Ms all

    de las fronteras estatales la distribucin tambinera prola. El Surco forj relaciones con La Pro-testay Plumadas de Rebelda de Lima y El Callao;con La Protesta y La Obra,con el Centro Vegetaria-no y Naturista Sol y Tierra, y con otros grupos eindividualidades de Buenos Aires; con algunos

    anarquistas de Aguas Calientes en Mxico; con losIWW y el grupo anarquista Fraternidad de Bos-ton Mass en Estados Unidos; con La Batalla y ElHombrey otras individualidades de Montevideo;con Prometeo de Asuncin; con Va Libre de Mardel Plata; y con Pensamiento Nuevoy el compaero

    Vctor Marn en Mendoza. Esta informacin es va-liosa para entender las complejas redes de circula-cin de ideas que los anarquistas tejieron por todoel mundo y de las cuales se vieron beneficiadosindirectamente algunos sectores de trabajadorescercanos a los cratas que, por medio de conver-

    saciones, conferencias y lecturas de propagandaimportada, conocieron las ideas que en otros con-tinentes se articulaban. Despus de todo, aquellosparticulares grupos populares no conocieron por

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    la escuela a autores de fama como Tolstoy o Zol,por ejemplo, sino por los nodos de difusin cultu-ral que socialistas y anarquistas construyeron por

    entonces a lo largo de toda la geografa chilena.Al parecer Rebosio pas algn tiempo ms

    en el norte, por lo menos hasta inicios de 1918 y,como era prfugo de la justicia estatal, debi ac-tuar en la clandestinidad. Sigui colaborando du-rante un par de meses en El Surco, utilizando unnombre falso para evitar detecciones peligrosas:se hizo llamar Livio Robles44. Mas, advirtiendo elpeligro de su presencia en Iquique, Rebosio debitrasladarse al sur: Perseguido recuerda Yez,asediado, hostigado hasta la tortura, condenadoa abrirse camino arma al puo, vise obligado ahuir, arribando a Valparaso en 191845. En estosparajes no descansar su labor proselitista, puesall lo vemos organizando porfiadamente nuevasiniciativas libertarias. En Santiago fund el 15 demarzo junto a otros compaeros socialistas y anar-

    quistas la Casa del Pueblo Libertad, Igualdad y

    44Esta identidad la suponemos por una serie de hechos. Enprimer lugar nunca antes ni despus de estos meses existiaquel nombre en el movimiento anarquista chileno. Aparececomo encargado de redaccin, mismo cargo que ocupara Re-

    bosio en el peridico y en Verba Roja, su futura creacin. Porotra parte, ambas son personas distintas y ambas actuaron enel sindicato de cargadores. Por los hurfanos y Oh len-guas de Sierpes!, El Surco, Iquique, 10/1/1918 y 15/4/1918.45La personalidad, op. cit.

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    Fraternidad, en la que se desempeara comosu primer secretario general ocultndose bajo elnuevo seudnimo de Juan del Mar46. Luego se

    fue a Valparaso, en donde fij su residencia y fueparte activa de la constitucin en octubre de 1918del Centro de Estudios Sociales Eliseo Reclus,de similares caractersticas al Centro AnrquicoLa Brecha. El Reclus funcionaba en el local delgremio de carpinteros (San Ignacio 109). Esta vez

    el principal rol del anarquista fue dar conferen-cias contra el patriotismo belicista que, como yaindicamos, abundaba en los territorios peruano ychileno. Tambin disert sobre el Origen del mi-litarismo y los Orgenes de la religin cristianay los crmenes de la religin. Las conferencias se

    daban en las porteas plazas OHiggins y Echau-rren despus de las 18 horas. Por esas actividades,el 30 de noviembre fueron atacados por un grupode nacionalistas en medio de una velada cultural,siendo tambin amenazados de muerte47.

    En Valparaso, Rebosio se conect y colabo-r con el grupo anarquista que editaba La Batalla,peridico de esa tendencia que sala cada 10 das.Mas una diferencia con dicha agrupacin (en elmodo de propagar la Idea48) hizo que tomara

    46Solicitada, El Surco, Iquique, 13/4/1918.47Centro de Estudios Sociales Eliseo Reclus, Explicando,Verba Roja, Valparaso, 1/11/1918 y 15/12/1918.48Disgregacin?, Verba Roja, Valparaso, 1/11/1918.

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    nuevos aires y que junto a otro compaero, Mo-desto Oyarzn, fundara el peridico Verba Roja,que dur hasta 1927. Algunos de sus artculos los

    firmaba entonces como Juan del Mar y otros consu nombre49. Mientras tanto y adems de todoslos peridicos antes mencionados, los artculos deRebosio aparecieron en Tierra y Libertady AccinSindical de Antofagasta, en la revista Numen deSantiago y en otras publicaciones.

    Al parecer Rebosio tena facilidad de pala-bra, pues varias fuentes lo apuntan como un ora-dor brillante. Y esta cualidad la cultivaba tantoen sus discursos como en las polmicas pblicas,disputas que desarroll especialmente con los queentonces se congregaban en el Partido Obrero So-cialista (ms tarde Partido Comunista). Segn re-cuerda Vctor Yez:

    Resonantes fueron en aquellos aos sus pol-micas doctrinarias con el talentoso lder socialis-ta italiano Lorenzo Logia Frai. En plena plaza

    Condell de Iquique, y ante muchedumbres enor-

    49Esta nueva identidad la hemos apuntado en base a variassituaciones. Hay un Juan del Mar (como Livio Robles) quecoincide con los lugares que Rebosio visita a partir de 1918y luego desaparece. Una edicin de Verba Roja informa queen la prxima se editar un escrito de Juan del Mar ledo por

    Juan Pueblo (seudnimo de Armando Trivio), luego, el mis-mo folleto es anunciado como un escrito de Juan Prisionero,la firma que entonces usar Rebosio. Ver Erogaciones, ElSurco, Iquique, 10/1/1918; Ultraje, Robo y crimen. Nuestroseditoriales, Verba Roja, Valparaso, 15/11/1918.

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    mes, se efectuaban estos torneos culturales don-de Rebosio puso de manifiesto sus excelentesdotes de expositor, sus relevantes condicionesde tribuno, en que su palabra clida, vibrante,

    arrebatadora, fascinaba y conmova a las multi-tudes50.

    En la literatura social que menciona a Rebo-sio, dicha capacidad oratoria tambin est plas-mada. En la novela Caliche de Lus Gonzlez

    Zenteno, quien fue cercano a los sobrevivientesde los tiempos del anarquista, el moreno agitadoraparece en medio de un mitin de pampinos cesan-tes. Gonzlez describe este hecho de la siguienteforma:

    El peruano ech hacia atrs su cabeza leonina,cerr los ojos, y repic su campanario tropical,en que se mezclaban en lrico arrebato, las go-londrinas con las palomas del ideal, el tan-tande la selva con el silbido de las serpientes, loslamentos de los ilotas con las admoniciones re-volucionarias. El suntuoso ropaje de sus met-

    foras vargasvilianas, embrujaba a la gente, quedespus de cada periodo desahogaba su emo-cin con ensordecedores aplausos51.

    En cuanto a las polmicas, aparte de lasmencionadas anteriormente, resulta interesante

    50La personalidad, op. cit.51El texto contina con una larga descripcin de un discursoanticapitalista, antiautoritario e internacionalista. Luis Gon-zlez, Caliche, op. cit., p. 179-181.

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    su confrontacin con el mximo lder del PartidoObrero Socialista: Lus Emilio Recabarren. En ju-lio de 1918 el anarquista seal que aquel era un

    lisiado moral. Las razones? Se supone que Re-cabarren habra acusado pblicamente a Rebosiode ser agente de la polica, al tiempo en que otrossocialistas habran hecho correr el rumor, soterra-damente, de que el libertario haba traicionado elmovimiento huelgustico de julio de 1917 y que

    haba huido de Iquique no por la represin estatal,sino porque los obreros lo persiguieron. Para acla-rar la situacin, el anarquista, que haba buscadoentablar debate pblico con Recabarren, airada-mente peda a travs de El Surcolas pruebas irre-futables que comprobaran tal injuria. Y es que

    segn l intent varias veces, infructuosamentetodas, arrancar una aclaracin a los socialistas aquienes increp por este motivo tanto en confe-rencias pblicas como en el caf Los Inmortalesde avenida Maa con San Diego en la capital, endonde (y por casualidad) se encontr con Recaba-

    rren. Pero las evidencias nunca llegaron52.Como hemos visto, a lo largo de varios aos

    Rebosio vivi y se entreg a la propaganda de lasideas anarquistas de manera muy diversa. En laciudad por la que pasaba creaba algn peridico

    o un centro de estudios sociales. Su prestigio de-

    52Carta abierta a Luis Emilio Recabarren, El Surco, Iquique,15/8/1918.

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    bi ser grande para ser secundado una y otra vezpor distintos compaeros y compaeras. Sabemosque en Iquique actu en el centro La Brecha, en

    los peridicos Rebelin, El Proletario yEl Surco, yentre los gremios martimos. Por all se le vio porlo menos entre 1915 y mediados de 1918. Luegode eso y por la persecucin de la que era objeto sefue a vivir a Valparaso, en donde cre Verba Rojay el Centro Eliseo Reclus.

    En sus ltimos das de libertad Julio Rebo-sio se dedic con especial ahnco por medio de superidico y de las conferencias que daba en el Eli-seo Reclus, a la propaganda del internacionalismoy a las campaas contra la guerra que los naciona-listas de Chile y Per animaban a propsito de lasprovincias cautivas de Tacna y Arica (zona rica ennitrato y guano, el oro de entonces). Esa coyuntu-ra, como ya se indic, se reanim en noviembre de1918. Los anarquistas y otros sectores internacio-nalistas buscaron responder al militarismo reinan-

    te y establecieron frmulas para aunar esfuerzosen funcin de detener la guerra que pareca ave-cinarse. Fue as como se cre el Comit Pro Pazde Valparaso, que a su vez formara junto a otrasentidades de la capital el Congreso Pro Paz Sud-americana. Esta convergencia reuni a los liber-

    tarios con varias organizaciones de trabajadoresque no comulgaban con el nacionalismo belicis-ta. Para hacerse una idea de la composicin de talcomit exponemos la lista de sus miembros en el

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    puerto de Valparaso: Centro de estudios socialesEliseo Reclus, Federacin de Carpinteros, Federa-cin de Zapateros y Aparadoras, Seccin Chaca-

    buco y Seccin Central del Gremio de Panaderos,Unin Local de los IWW, Gremio de Estucadoresy Albailes, agrupacin y peridico anarquista LaBatalla, agrupacin y peridico anarquista VerbaRoja, Sociedad Unin Fabril, Unin de Estucado-res y Albailes, Unin General de Trabajadores de

    Ambos Sexos de Via del Mar y el Partido ObreroSocialista. Julio Rebosio fue nombrado represen-tante de esta organizacin. Con el fin de extenderla campaa a Santiago y sumar a otras colectivi-dades, el anarquista fue enviado a la capital paraasistir a una reunin el da lunes 9 de diciembre

    de 1918, a las 20:30 horas en el local de la Fede-racin de Zapateros y Aparadoras en Resistencia(San Francisco 180)53.

    As entonces, en diciembre de 1918 el anar-quista se hallaba plenamente abocado a la lucha

    contra el nacionalismo y en pos de la solidaridadde los trabajadores, sin importar las fronteras queartificialmente segn entienden los separan.

    53Citaciones, La Opinin, Santiago, 9/12/1918.

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    Propaganda anti-patritica aparecida en el

    peridico Verba Roja.

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    c. Prisin, proceso, tortura

    La noche en que Rebosio fue capturado porla polica, el 10 de diciembre de 1918, ste regresa-

    ba de una reunin del Comit Pro Paz. Como yasealamos, al da siguiente fue puesto a disposi-cin del II Juzgado del Crimen. Las acusacioneseran varias, desde ser un espa peruano hasta unsubversivo. Las primeras pruebas que aparecieronfueron sus artculos La Ley de Residencia y LaGarra, que an estaban inditos y que fueron ha-llados en su casa, ejemplares de la revista Siembrade Uruguay y un documento en clave. Explique-mos dichas pruebas.

    La Ley de Residencia, discutida por aos y

    finalmente dictada el 12 de diciembre de 1918, dosdas despus de la captura de Rebosio, fue creadapara controlar el ingreso y la permanencia en elpas de extranjeros que practicasen ideas y accio-nes contrarias a la integridad nacional. Como elanarquismo y el socialismo tendan a entenderse

    como amenazas para la seguridad y la tranquili-dad del pas, se recurri a ella en diversas ocasio-nes para expulsar a los forasteros que difundantales ideas. Por ello, aun antes de su legislacinen Chile (1918) y con el ejemplo de lo ocurridoen Argentina (donde dicha ley se dict en 1902),los libertarios criollos se dedicaron a combatirladentro de sus posibilidades y durante aos apa-recieron en los peridicos anarquistas artculos ensu contra. En uno de ellos, por ejemplo, se deca

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    54En todo caso, en otro escrito Rebosio compar esta Ley congrilletes y bozales, elementos que anulan el movimiento yla voz de sus victimas. Ver La hora actual (Livio), El Sur-co, Iquique, 21/12/1917. En ese mismo ejemplar hay un ar-

    tculo contra la Ley de Residencia. Ver tambin AHN, FMI,v. 5384, Partido Obrero Socialista al Ministro del Interior,12/07/1920.55 Lo que dice la Casa del Pueblo, La Opinin, Santiago,26/12/1918.

    que sta era la horca de toda protesta libertaria.Masa que rompe toda pluma libre. Zarpa que es-trangula todo gesto de dignidad. Seguramente

    el artculo de Rebosio que no poseemos debiseguir similares argumentos a los esgrimidos porsus compaeros. Todos ellos se negaran a la Leyde Residencia en tanto decan no respetar ningu-na, as como porque sta iba exclusivamente di-rigida segn ellos a controlar el movimiento

    huelgustico y la protesta social54

    . Por aquellosdas los medios de Santiago cubran ampliamentela polmica suscitada con la primera aplicacin deesta ley en el caso del socialista de origen espaolCasimiro Barrios. Barrios llevaba varios aos vi-viendo en Chile e incluso haba formado una ex-

    tensa familia. Despus de un intenso perodo dediscusin el militante del POS finalmente fue ex-pulsado del pas, aunque un par de aos despusvolvi. Cuando lleg la dictadura de Ibaez fuecapturado y asesinado alevosamente por la poli-ca del rgimen. Es bastante probable que Barrios

    y Rebosio se hayan conocido, pues ambos fueronsecretarios de la Casa del Pueblo55.

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    Respecto a la revista Siembrala explicacinpodra no ser muy compleja. Como se ha indica-do anteriormente con las conexiones nacionales y

    extranjeras de El Surco, el intercambio de folletos,revistas, libros y peridicos entre individuos dediversos pases era una cuestin inherente al anar-quismo, un movimiento por antonomasia interna-cionalista. De acuerdo con ello es muy posible queentre las cosas de Rebosio se hallara la citada re-

    vista uruguaya, an mas teniendo en cuenta quel era coordinador de un medio libertario56.

    Otra de las pruebas y tal vez la ms difcilde explicar, era un escrito en clave que se le ha-ll al agitador y que la autoridad presumi comoun plan terrorista o bien como un mensaje para elgobierno peruano. Este ltimo elemento, fatal enel proceso militar posterior, era segn la defen-sa un texto en clave para informar por telgrafoa otras ciudades y de forma encubierta, para queno lo notase la polica, sobre una presunta huelga

    de la Asamblea Obrera de Alimentacin Nacional,que entonces pareca inminente. Escribir en claveposibilitaba la comunicacin de un hecho quede redactarse de otra forma textualmente, por

    56 Respecto a la cultura impresa del anarquismo ver VctorMuoz Corts, Cuando las bombas son de papel. Los traba-

    jadores, el Estado y la propaganda anarquista impresa. Re-gin chilena, 1915-1927, en Jeniffer Cern (et. al.), SeminarioSimon Collier 2010, Santiago, Instituto de Historia, PontificiaUniversidad Catlica de Chile, 2011.

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    ejemplo pudo ser desbaratado por las fuerzasde seguridad57. Efectivamente las claves eran usa-das por algunos huelguistas para informar a sus

    compaeros de otras ciudades sobre la marcha desus conflictos. De hecho un ao antes en la huelgacontra el retrato forzoso de 1917, que involucr avarios puertos del pas, las autoridades del nortepedan al presidente suspender el uso del telgra-fo mientras durase el conflicto ya que era usado

    para comunicaciones huelguistas, que vienen enclave58. Hay que recordar, adems, que Rebosiono tena buena reputacin por su condicin deagitador, lo que en otras ocasiones lo oblig a usarnombres falsos.

    Esas fueron las primeras pruebas, que unaa una fueron siendo desmentidas, aunque no obs-tante, con el transcurso de los das se sumarannuevas y contundentes acusaciones al procesocontra el anarquista. La ms grave fue que era re-miso y desertor del Ejrcito de Chile.

    Mientras se le procesaba, Rebosio fue reclui-do en la Crcel Pblica de la capital, en la celdanmero 8 de la Galera 6, desde donde solo salapara dar las declaraciones judiciales pertinentes,negndose en esos trmites, desde luego, a jurar

    57 Aprehensin de un anarquista, La Nacin, Santiago,11/12/1918.58AHN, Fondo Juan Luis Sanfuentes, v. 19, Telegrama al Se-cretario del Presidente, Antofagasta, 14/08/1917.

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    por Dios, como corresponda legalmente. En unode aquellos encuentros con la Justicia los magis-trados le pidieron a grandes lneas que sealara

    sus inclinaciones ideolgicas. Ante la indignacinde varios concurrentes y la alegra del inculpado,Rebosio dict una de sus conferencias favoritas:Los fundamentos cientficos, filosficos y mora-les de la Anarqua.

    Durante esos das tambin pudo darle unaentrevista a Violeta del Valle59, enviada por VerbaRojadesde Valparaso para informar sobre el pro-ceso. Violeta no era cualquier compaera anar-quista, pues es probable segn se desprende devarias lecturas que ella hubiese sido entonces supareja. El dilogo con el prisionero fue reproduci-do en el peridico. All se cuenta que ms que res-ponder, Rebosio se dedic a preguntar por las acti-vidades del Centro Reclus, sugiriendo la creacinurgente de una biblioteca popular. Tambin hizonotar su inters en torno a que Verba Rojase trans-

    formase en una publicacin gratuita. En cuanto asu condena, el anarquista era pesimista, estaba se-guro de que sta iba a durar por lo menos un aopuesto que se saba ya de su pasado y sus conde-nas pendientes en Iquique60. Desde la crcel envi

    59Violeta del Valle ms tarde se traslad a Mendoza, desdedonde continu colaborando con los peridicos anarquistaschilenos. Ver por ejemplo, Hlitos femeninos, El Surco,Iquique, 10/11/1919.60 La prisin del compaero Rebosio en Santiago, VerbaRoja, Valparaso, 15-31/12/1918.

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    61Esta es la hora!!, Verba Roja, Valparaso, 15-31/12/1918.

    un artculo que se public en la siguiente edicindel bisemanario crata bajo el ttulo de Esta esla hora!. En l, adems de llamar a continuar la

    lucha sin dar ni un paso atrs, sealaba: Anda,vamos. No te detenga la mofa de los necios, el in-sulto de los imbciles, ni la prudencia (?) de loscobardes. Que no amenge tu coraje, patbulos,presidios ni destierros. Pues que en toda tierra sesiembra y desde el fondo de las celdas tambin se

    trabaja por la Libertad, y de los patbulos se hacentribunas altas y sonoras, y desde los dinteles de lamuerte tambin se canta a la vida61.

    Luego de estudiar los antecedentes el juezFranklin de la Barra (quien ya haba juzgado aotros anarquistas anteriormente), se declar in-competente porque el prisionero vena de Valpa-raso y era all donde deba ser juzgado. Por tantoel 12 del mismo mes Rebosio fue informado de quetodos sus procesos quedaban anulados, excepto elmilitar. A continuacin su causa fue trasladada a

    la Justicia castrense. En ese contexto el anarquistafue sacado de la Crcel Pblica y trasladado el 24de diciembre a las instalaciones del Regimientode Artillera Tacna (frente al Parque Cousio, hoyO`Higgins).

    En efecto, Rebosio tena cuentas pendientescon la ley. Como sealamos ms arriba, el agita-dor haba sido tomado prisionero en 1917, en me-

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    dio de una huelga martima en Iquique y si bien sehaba demostrado su inocencia en dicha situacin(en trminos de propaganda subversiva), durante

    la investigacin las autoridades notaron que Re-bosio no haba cumplido con el servicio militarobligatorio que le corresponda realizar en 1906.Aunque efectivamente este personaje hubiese sidooriundo de Chile, es probable que se haya negadoa cumplir con tal disposicin arguyendo sus ideas

    anarquistas, ideas que combatan la existencia detodos los ejrcitos. Desde 1900, cuando se instaurel servicio militar obligatorio en Chile, los liberta-rios realizaban permanentemente campaas paraacabar con l62. Sus compaeros a travs de VerbaRojaindicaban que como ningn revolucionario

    es capaz de sufrir semejante afrenta a la dignidadpersonal (el servicio militar obligatorio), (Rebo-sio) se fug, como es natural, del cuartel dondeestaba destinado a cargar la denigrante casaca mi-litar63.

    A nuestro juicio y al de sus defensoresexisten algunas irregularidades en el proceso ne-cesarias de advertir. En primer lugar, Rebosio fueremiso y desertor en Iquique y por lo mismo debiser juzgado por la Comandancia de Armas de di-cha ciudad y no en Santiago. Vicua advierte que

    62Por lo mismo es improbable que Rebosio haya sido el pri-mer objetor de conciencia (como se autodenominan algunosremisos), como afirma scar Ortz. Ortz, op. cit.63In statu quo, Verba Roja, Valparaso, 1/1/1919.

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    64Vicua, op. cit., p. 107.

    el presidente Sanfuentes cre un decreto supremo,refrendado por el Ministro de Guerra, sealandoque Rebosio cumpliese su deuda judicial-militar

    en Santiago y no en Iquique64

    . Mas aquello no sellevara a efecto y de hecho el ejrcito aguardmedio ao para trasladarlo a la provincia de Ta-rapac. Durante mucho tiempo Rebosio no pudotener contacto con ser querido alguno, pues debipermanecer incomunicado. Por otra parte, diver-

    sos son los testimonios que denuncian tratos veja-torios e infrahumanos hacia el prisionero. En San-tiago, por ejemplo, el Comandante de Armas JosMara Bari recluy al libertario en un insalubrecuarto debajo de una escalera que contaba apenascon un metro cuadrado de superficie y casi dos

    metros de alto, sin luz ni ventilacin. An ms,el prestigioso militar orden cargar de cadenas alprisionero. A su delgado cuerpo fueron adheridosgrillos de pesado metal en el cuello y en los pies,adems de esposas en las manos. Mientras tanto,sus amigos no saban nada del paradero de Rebo-

    sio y su abogado Carlos Vicua lo busc insisten-temente hasta que, amenazando con generar unescndalo, le soplaron que el anarquista estabaen el Regimiento. Una vez all tramit infructuo-samente durante dos das hasta poder ver al pri-sionero.

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    A propsito de esta situacin Vicua re-cuerda haber intentado hacer hablar a la prensapero fue imposible. Ante ello decidi dirigirse al

    propio Ministro de Guerra, Enrique Bermdez,quien conmovido e incrdulo de lo que se le in-formaba, se dirigi personalmente al Regimientoa ver lo que ocurra. Lo acompa el abogado delanarquista y dos diputados: era el 28 de diciem-

    bre. El resultado de la visita los sorprendi nega-

    tivamente, all se descubri que las sospechas delos libertarios no eran infundadas y que el tratodenigrante al prisionero era verdico. Segn re-cuerda Vicua Fuentes, el Ministro, impresiona-do por la escena que acababa de observar, ordenquitar inmediatamente los grillos al prisionero e

    indic llevar la denuncia ante el Congreso. Comohemos comprobado, en la sesin del 3 de enerode 1919, el diputado Pinto Durn inform que Re-

    bosio se encontraba en condiciones dignas de laEdad Media, en un calabozo sin luz y sin aire, sinalimentacin, con grillos e incomunicado65. No

    obstante, pese a las protestas de los diputados de-nunciantes y del mismo Ministro de Guerra, no sedieron mayores garantas para el prisionero y, dehecho, al da siguiente de la visita de los magistra-dos, Rebosio nuevamente fue encadenado e inco-municado, esta vez hasta el 20 de mayo de 1919.

    65 Cmara de Diputados. Boletn de Sesiones Extraordinarias,Imprenta Nacional, Santiago, Sesin del 3/1/1919; La odiseade un desertor militar, La Opinin, Santiago, 7/1/1919.

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    Y es que el General Bari haba apelado a la CorteSuprema contra el Ministro, sealando que aquelhaba excedido sus facultades al inmiscuirse en te-

    rrenos de la justicia militar. Enterado de aquello,el interpelado convoc a una reunin al generalBari, al Auditor de Guerra y a Carlos Vicua paratratar el asunto. En ella la razn se la llev el Ge-neral Bari y Enrique Bermdez ces su iniciativa afavor del prisionero, que nuevamente fue tratado

    de forma vejatoria66

    .Aquel 10 de diciembre, cuando Rebosio cae

    en manos de la justicia, tambin se haban alla-nado las casas de los anarquistas Augusto Pinto,Manuel A. Silva y el local de la Casa del Pueblo,desde donde se llevaron diversos libros, peridi-cos y folletos67. Durante los meses siguientes, deforma intermitente pero continua, fueron atrapa-dos otros tantos libertarios en Valparaso, Santia-go e Iquique. Enrique Arenas, administrador de ElSurco, fue capturado el 8 de enero de 1919 junto a

    Ramn Rusignol68

    . Con el tiempo tambin caeranEnrique rdenes, Manuel Vliz, Manuel Ugar-te, Luciano Roma, entre otros. En agosto de esemismo ao fue preso Manuel Antonio Silva, nue-

    66Vicua, op. cit., p. 105-106; In statu quo, Verba Roja, Val-

    paraso, 1-15/01/1919.67 Crnica desde Santiago, Verba Roja, Valparaso, 1-15/1/1919.68Los presos, Verba Roja, Santiago, 15-31/1/1920. Crnicadesde Iquique, El Socialista, Antofagasta, 03/08/1919.

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    vo administrador de Verba Roja, mientras que Ar-mando Trivio69, redactor del peridico, pasaba ala clandestinidad. Los motivos inmediatos para la

    captura de los anarquistas eran, por una parte, susdiscursos subversivos y, por otra, sus publicacio-nes y folletos (considerados perniciosos y contra-rios al orden establecido), que se distribuan entrelos trabajadores, as como su reconocida actividaden los conflictos laborales. En cuanto a Rebosio,

    durante los primeros dias de 1919 su defensa pre-sent un recurso de amparo, pero los Tribunaleslo declararon sin lugar el 14 de enero70.

    d. Cuando la solidaridad entre los anarquistas

    no es slo palabra escritaDado que poco se poda esperar de la jus-

    ticia estatal o burguesa como le llamaban so-cialistas y anarquistas, los amigos, conocidos ysimpatizantes de Rebosio debieron desplegar to-

    dos los mecanismos de solidaridad con los quecontaban. El apoyo mutuo que tanto predicabandesde sus peridicos y conferencias debi enfren-tar su hora de prueba71.

    69Manuel A. Silva, Verba Roja, Santiago, 29/08/1919.70 Gaceta de los Tribunales, op. cit., p. 223. La odisea de undesertor militar, La Opinin, Santiago, 7/1/1919. All Vicuareclamaba otra Ley de indulto de 1906.71 Ver Luis Armando Larrevuelta (seudnimo), Del encie-rro a la solidaridad: campaas y comits pro-presos entre losanarquistas criollos, El Surco, Santiago, marzo 2011.

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    La primera urgencia a suplir era conseguirun abogado para buscar, sino la libertad, por lomenos las garantas mnimas durante el proceso.

    Y es que, si bien los libertarios por ideologa noreconocen la justicia estatal, la que se ve como ar-bitraria y al servicio de los ricos, a la hora de sa-car a sus compaeros de las crceles no dejaronde recurrir a la institucionalidad para conseguirlo.Aunque nunca, por cierto, recurrieron a los parti-

    dos polticos.La defensa legal de Rebosio fue asumida du-

    rante algunos das por el abogado Gallardo Nieto,para pasar luego, de forma voluntaria, a manosdel profesor Carlos Vicua Fuentes, conocido enel ambiente de la FECH y de los sectores polticosradicales y obreristas por su accin en pos de laslibertades cvicas. Los anarquistas lo tenan porun hombre generoso y valiente, pues no siendorevolucionario, siendo positivista por conviccin,siente un gran cario por las libertades de los tra-

    bajadores72

    . Al menos hasta 1922 cuando publicun libro en el que volc juicios contrarios a la IWW,enfrindose con ello la amistad entre el positivistay los anarquistas. De todos modos entre 1912 y1921 Vicua Fuentes defendi a varios libertarios,entre ellos al clebre Efran Plaza Olmedo autor

    72De Valparaso, En pro de los presos y El tribunal mi-litar, en Verba Roja, Santiago, 1-15/03/1919, 15-30/5/1919 y el16-31/12/19.

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    de un doble atentado homicida en 1912 y al acti-vo Enrique Arenas, de Iquique.

    Vicua Fuentes sostuvo que Rebosio era

    inocente de todos los cargos que se le imputaban,pues el anarquista no era desertor y si lo haba re-conocido de tal forma fue solamente por apuro,porque en realidad nunca fue soldado. En Iquiquesiempre estuvo en enfermera, nunca particip dealgn ejercicio militar y, por lo mismo, no se puededesertar de algo a lo que no se ha ingresado. Tam-poco sera vlida la pena por remiso ya que unaLey de Indulto del 5 de abril de 1918 (Centenariode la Batalla de Chacabuco) amnistiaba a todos losdesertores y remisos del Ejrcito73. Pero esos ante-cedentes no fueron considerados y por ello, comoya hemos dicho, el recurso de amparo presentadopor Vicua en enero de 1919 fue denegado. Rebo-sio debera permanecer incomunicado.

    Los amigos y compaeros del anarquistadesplegaron una campaa de denuncia a travs

    de sus peridicos, tanto en Santiago como en Val-paraso, Iquique y en otras latitudes. De hecho,la noticia cruz tambin la frontera y el caso seconoci y denunci en ciudades como Mendoza,Buenos Aires, Montevideo y Lima74. Sendas notas

    73Vicua, op. cit., p. 107.74 Desde Iquique (Chile). Un tribunal militar condena amuerte al camarada Julio Rebosio, La Protesta, Buenos Aires,04/01/1920. Agradezco a Francisca Giner este dato.

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    de defensa fueron redactadas, en donde se com-paraba a la justicia chilena con los tribunales dela Inquisicin, al mismo tiempo que se llamaba a

    desplegar de cualquier forma acciones de solida-ridad y protesta por lo ocurrido. Verba Roja, porejemplo, abri inmediatamente una lista de sus-cripcin monetaria a favor de Julio Rebosio. EnChile el nico diario de la prensa de masas quecubri el caso bajo ciertas simpatas al anarquista

    fue La Opininde Santiago, ligado al Partido Ra-dical75.

    Como Rebosio no era el nico libertario enmanos de la justicia, durante enero de 1919 losanarquistas levantaron en la capital el ComitPro-Presos por Cuestiones Sociales, siendo suprimer tesorero el viejo zapatero Manuel Anto-nio Silva76. Esta entidad se dio a la tarea de con-seguir abogados y recaudar fondos para liberara los encarcelados a quienes, mientras tanto, seles enviaba alimentos sanos para que no fueran

    vencidos por el hambre y las enfermedades de lasprisiones: frutas, huevos, leche y medicinas, se re-mitan para proteger su salud. Tambin enviabancigarrillos, pauelos, ropa interior, sbanas, cami-sas, pantalones. Estas organizaciones gestionaron

    75Incluso hicieron una entrevista al abogado. Es una injusti-cia sin nombre y un atropello sin antecedentes, la prisin deRebosio, La Opinin, Santiago, 9/1/1919.76Comit pro-presos, Verba Roja, Valparaso, 1-15/1/1919.

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    numerosas colectas, listas de aportes, publicidad,veladas solidarias, conferencias y mtines de pro-testa y apoyo a los libertarios apresados. Por otra

    parte, varias organizaciones obreras, incluidas lasmismas que en tiempos normales eran enemigas,solidarizaron con los anarquistas en estos mo-mentos de crisis. Los socialistas de Antofagasta,por ejemplo, daban por calumnias las acusacionesde espa peruano que se le atribuan a Rebosio:

    es peruano porque ilustra i defiende a su claseexplotada vilmente?, y en una defensa que di-fcilmente aceptara el anarquista, sealaban queRebosio era mas chileno que todos los burgueses

    juntos77.

    El 24 de abril de 191