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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA Departamento de Historia Moderna POLÍTICA E IGLESIA: LOS PREDICADORES DE FELIPE IV MEMORIA PRESENTADA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR POR Fernando Negredo del Cerro Bajo la dirección del Doctor: Enrique Martínez Ruiz Madrid, 2001 ISBN: 84-669-1969-4

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  • UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

    FACULTAD DE GEOGRAFA E HISTORIA

    Departamento de Historia Moderna

    POLTICA E IGLESIA: LOS PREDICADORES DE FELIPE IV

    MEMORIA PRESENTADA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR POR Fernando Negredo del Cerro

    Bajo la direccin del Doctor: Enrique Martnez Ruiz

    Madrid, 2001 ISBN: 84-669-1969-4

  • POLTICA E IGLESIA: LOSPREDICADORES DE FELIPE IV.

    Fernando Negredo del Cerro.

    Tesis Doctoral dirigida por el Dr. D. Enrique Martnez Ruiz.

    Departamento de Historia Moderna.Facultad de Geografa e Historia. U.C.M.

    MADRID, 2001

  • En la vangurdia de todas las acciones, y porconsiguiente tambin de las histricas, hay individuos,subjetividades realizadoras de lo substancial. En tanto queformas vivientes de la accin substancial del Esprituuniversal y, por tanto, inmediatamente idnticos a ella, talesindividuos no conocen esa accin, no la tienen por objeto yfin. En consecuencia no alcanzan por ella honores nireconocimiento de sus contemporneos ni de la opinin de laposteridad. Pero s reciben, en cuanto subjetividaes formales,su parte de gloria inmortal.

    G.W.F.Hegel, La Razn en la Historia.

    Demos parte al mrito de su virtud, y acciones enla merced tan singular, que Dios hace a Espaa y a Italia,en que solas estas dos provincias y los sbditos de ellasperseveren sin mezcla de hereja la fe de Jesucristo

    F. de Quevedo, Poltica de Dios y gobierno de Cristo.

  • AGRADECIMIENTOS.

    Toda tesis doctoral es el fruto de un largo esfuerzo sostenido en el tiempo tanto por el autorcomo por las diferentes personas que de un modo u otro comparten con l las alegras y sinsaboresde tal tarea. Y el presente caso no es una excepcin. La investigacin que tiene hoy el lector entrelas manos, iniciada hace ms de un lustro, es el resultado de una inquietud y una perseverancia quehan podido mantenerse gracias al apoyo de un grupo de hombres y mujeres de las ms variadacondicin a la que creo que me corresponde dar ahora las gracias. Entre todos ellos me gustaracolocar en primer lugar a Enrique Martnez Ruiz, maestro y amigo, cuya infinita paciencia ha sidola principal artfice de que stas pginas superasen el mero estado embrionario donde a vecesparecean condenadas a permanecer. Sus acertados consejos y constante gua han posibilitado queuna idea difusa, planteada por un recin licenciado al socaire de los cursos de doctorado, acabarapor tomar forma en este volumen.

    Recordar, junto a l, al grupo de trabajo que bajo su direccin y la de la doctora Pi Corraleslleva ya varios aos desempeando su labor en el Departamento de Historia Moderna de la UCM(David Garca Hernn, Miguel Gmez Vozmediano, Carmen Soriano, Ana Sanz de Bremond,Paloma Valdivia, Karen Vilacorta Daniel Vaquern y Silvia Garca). Asimismo me gustara dejarconstancia de la deuda contrada con muchos jvenes colegas, algunos de ellos en los inicios de unaprometedora carrera profesional, otros todava en la incertidumbre de la inseguridad laboral, cuyassugerencias y colaboraciones he intentado quedase siempre reflejada en estas pginas. Loscomentarios, referencias, o siempre enriquecedoras conversaciones con A. Dubet, M.A. GonzlezFuertes, L.M. Garca Badel, B.J. Garca Garca, O. Caporossi, y R. Snchez Garca estn casisiempre en la base de lo que de interesante pueda tener esta investigacin.

    Pero, si el plano acadmico es importante, el personal, al menos en mi caso, no queda a lazaga, y en este sentido la figura de mis padres y hemanos ha sido fundamental para podercompaginar mi actividad laboral con la investigadora. Pero estoy seguro que todos ellos aprobarnque se la acabe dedicando a Pilar, a Paco y a Pitu que la vieron nacer y estoy seguro de que podrnleerla.

  • ABREVIATURAS. (I)

    Centros de investigacin.

    A.C.A. = Archivo de la Corona de Aragn (Barcelona).A.G.R.B. = Archivo General del Reino de Blgica.A.G.P. = Archivo General de Palacio. (Madrid).A.G.S. = Archivo General de Simancas.A.H.N. = Archivo Histrico Nacional (Madrid).A.U.S.A. = Archivo de la Universidad de Salamanca.B.C.Nov. UCM = Biblioteca Central de la U.C.M. (Noviciado. Madrid).B.Fd.= Biblioteca de la facultad de Dereccho (Universidad Complurtense, Madrid).B.Fil.= Biblioteca de la facultad de Filologa (Universidad Complurtense, Madrid).B.H.M. = Biblioteca Histrica Municipal (Madrid)B.M.E. = Biblioteca del Monasterio de El Escorial (Madrid).B.N. = Biblioteca Nacional (Madrid).B.P.Com. = Biblioteca pontificia de Comillas (Madrid).B.PR.= Real Biblioteca de Palacio (Madrid).B.Sem.Con. = Biblioteca del semianrio conciliar (Madrid).C.C. = Cmara de Castilla (A.G.S.).CJH = Consejo y juntas de Hacienda (A.G.S.).Consj. = Seccin de Consejos. (A.H.N.).Est. = Seccin de Estado. (A.H.N. y A.G.S.).Exp. = Expediente.F.A. = Fondo antiguo. (B.Fil.).Fol. = Folio.Inq. = Seccin de Inquisicin. (A.H.N.).Leg. = Legajo.Lib. = Libro.Mss. = Manuscrito.P.E. = Patronato Eclesistico. (A.G.S.).P.R. = Patronato Real. (A.G.S.).R.A.E.L. = Real Academia Espaola de la Lengua. (Madrid).R.A.H. = Real Academia de la Historia. (Madrid).R.C. = Seccin de Real Capilla (A.G.P.).R/ = Seccin de Raros (B.N.).Secc. Adm. = Seccin administrativa (A.G.P.).S.E.G. = Seccin de Secretara de Estado y Guerra. (A.G.R.B.).S.H. = Seccin Histrica (A.G.P.).V.E./ = Seccin de Varios Especiales (B.N.).

  • ABREVIATURAS. (II)

    Obras

    A.I.E.M. = Anales del Instituto de Estudios Madrileos.

    AHDE = Anuario de Historia del Derecho Espaol.

    ALMANSA = ALMANSA Y MENDOZA, A.: Novedades de esta corte y avisos recibidos deotras partes, Madrid, 1886,

    BARRIONUEVO, Avisos = PAZ Y MELIA,A. (Ed): Avisos de D. Jernimo de Barrionuevo(1654-1658), Madrid, 1968-69 (B.A.E. vol.221-222).

    B.E.E. = Biografa Eclesistica Espaola, Madrid, 1847-68. 30 vol.

    BLH. = SIMN DAZ, J.: Bibliografa de la Literatura Hispnica, Madrid, 1950-(en publicacin)

    B.R.A.H. = Boletn de la Real Academia de la Historia.

    Cartas = GAYANGOS, P. (Ed): Cartas de algunos padres de la Compaa de Jesus,Memorial Histrico Espaol, vol.XIII-XIX Madrid, 1861-65.

    D.H.E.E. = ALDEA VAQUERO, Q. (Dir): Diccionario de Historia Eclesistica Espaola,Madrid, 1972-1987, 5 vol.

    HIJOS DE MADRID = ALVAREZ Y BAENA, J.A.: Hijos de Madrid, ilustres en Santidad,dignidades, armas, ciencias y artes. Diccionario histrico por el ordenalfabtico de sus nombres, 4vol., Madrid, 1789.[Edicin facsmil, Madrid,1973].

    MEMORIALES = ELLIOTT, J.H. y DE LA PEA, F. Memoriales y cartas del Conde Duque deOlivares, 2 vol, Madrid, 1978-1980.

    NICOLAS ANTONIO =ANTONIO, N.: Bibliotheca Hispana Nova sive hispanorum scriptorum,Madrid 1778, 2vol.

    NOVOA = NOVOA, M de: Historia de Felipe IV, Rey de Espaa, CODOIN, tomos 61, 69,77, 80, 86, Madrid, 1875-86.

    PELLICER = VALLADARES DE SOTOMAYOR, A. (Ed.): Avisos Histricos (1639-1644) deJos de Pellicer y Tovar, Semanario Erudito, Madrid 1790, vols.31-33.

    POU = POU y MART, J. M.: ndice analtico de los documentos del siglo XVII, Roma, 1917.

    RODRIGUEZ VILLA = RODRIGUEZ VILLA, A. (Ed): La Corte y la Monarqua deEspaa en los aos de 1636 y 1637, Madrid, 1880.

    SANTIAGO VELA = DE SANTIAGO VELA, G.: Ensayo de una biblioteca Iberoamericana dela Orden de San Agustn, 8vol., Madrid, 1913-25.

  • ABREVIATURAS. (III)

    rdenes religiosas.

    CC.MM. = Clrigos menoresCC.RR. = Clrigos regularesO.C. = Ordo Carmelitarum (Carmelitas calzados)O.C.D. = Ordo Carmelitarum (Carmelitas descalzos)O.Cister. = Ordo Cisterciensis (Cistercienses-Bernardos)O.F.M. = Ordo Fratrum Minorum (Franciscanos)O.F.M.Cap. = Ordo Fratrum Minorum Capuccinorum (Capuchinos)O.M. = Ordo de la Mercede (Mercedarios)O.Min. = Ordo Minimorum (Mnimos de San Francisco)O.P. = Ordo Praedicatorum (Dominicos)O.Praem. = Ordo Praemonstratensis (Premostratenses)O.S.A. = Ordo Sancti Augustini (Agustinos)O.S.B. = Ordo Sancti Benedicti (Benedictinos-Benitos)O.S.Bas. = Ordo Sancti Basilii (Basilios)O.S.H.= Ordo Sancti Hieronymi (Jernimos)O.SS.T. = Ordo Santissimae Trinitatis (Trinitarios)S.I. = Societas Iesu (Jesuitas)

    Normas de transcripcin

    En las citas se ha modernizado la ortografa y la puntuacin y se han desarrollado lasabreviaturas excepto en los casos ms conocidos (V.M. S.S. etc).Las maysculas las hemosrespetado slo en los casos en que en la actualidad pueden admitirse. Las cursivas se utilizan paratodas las referencias procedentes de fuentes; los entrecomillados, sin ms, para las citas debibliografa.

  • 1

    INTRODUCCIN.

    Dios y su Iglesia aman tanto a loshombres que a pocos das de trabajos les dan unode fiesta, uno de gloria. Pero cmo usan loshombres de esos das?

    Juan de Zabaleta El da de fiesta por la maana y por la tarde.

    El trece de septiembre de 1665 falleca Felipe IV. Hasta sus ltimos momentos

    haba luchado con todas sus fuerzas para conservar intacta la herencia legada por sus

    antempasados, confiando en la ayuda de Dios para conseguirlo. Pensaba, como

    bastantes de sus sbditos, que los fracasos que haban jalonado su reinado se deban,

    en gran medida, a los pecados de sus vasallos y sobre todo a los suyos. Y as se lo

    haca saber al Consejo de Castilla al recordarle, tras la noticia del fracaso del conde de

    Carcena en Villaviciosa, que el suceso que han tenido mis armas en Portugal

    manifiesta bien cun ofendido se halla Nuestro Seor de los pecados y escndalos

    pblicos1. Incapaz de comprender que la ruina del reino haba sido provocada por una

    prctica de gobierno muy determinada, la religin se ofreca no slo como consuelo,

    sino tambin como argumento explicativo con el que sostener por qu razn la

    Monarqua Catlica tena que pasar por trances tan amargos. La poltica y la devocin,

    por lo tanto, se presentaban en un plano de igualdad que las confunda imposibilitando

    desligar una de otra. En los momentos previos a su muerte el monarca ms poderos

    de la Cristiandad se aferraba con fuerza a una interpretacin metafsica que le

    permitiera racionalizar la cascada de tragedias y desastres que haban jalonado su

    reinado. Y en ello no buscaba su exoneracin el rey admita que, por sus pecados, era

    el primer culpable - sino sencillamente una explicacin que le posibilitara entender la

    razn de su propia existencia. De esta manera, el argumento religioso crea un

    horizonte de creencias en las que el individuo se sumerge y que le reconforta y le sirve

    para interpretar el mundo. Y esta cosmovisin determina unos comportamientos tanto

    morales como sociales o polticos.

    1 A.H.N. Consj. leg. 7.175. Citado por A. DOMNGUEZ ORTIZ en su introduccin al

  • 2

    No aportamos nada nuevo al recordar la continua sacralizacin de la vida que

    experiment la sociedad europea occidental desde la Alta Edad Media hasta el Barroco,

    sacralizacin rgidamente reglamentada en el mundo catlico a partir de Trento, pero s

    que creemos conveniente circunscribir el estudio de este proceso a un momento y en

    un lugar dados, Espaa en pleno siglo XVII -aunque no por ello dejemos a veces de

    citar casos externos a estas coordenadas a modo de comparacin- para poder

    analizarlo con detenimiento. Lo que se intentar en las siguientes pginas es, por

    tanto, mostrar la importancia que el mensaje eclesistico tuvo y cmo intervino sobre

    los comportamientos y las conciencias de las gentes, los diferentes canales por los que

    se difundi, su significacin, la aceptacin o rechazo que produjo, etc.

    Para conseguir este objetivo decidimos fijar nuestra atencin en un colectivo

    especfico que aunaba las caractersticas deseadas: los predicadores reales y lo

    elegimos en especial por las siguientes razones:

    Primero, por el casi total desconocimiento que sobre ellos impera. No hay,

    como veremos en el primer captulo, ningn estudio al respecto y aunque aparecen

    citados aqu y all, lo son a ttulo individual y muchas veces descontextualizados. Una

    muestra palpable de esto que venimos diciendo es que prcticamente nadie sabe el

    nmero de predicadores que nombr Felipe IV (150) y mucho menos sus nombres y

    obras. Este desconocimiento se extiende tambin a su actuacin en el entorno de su

    marco natural, la Real Capilla, lo que haca ms sugerente iniciar la investigacin pues

    deberamos enfrentarnos a un colectivo palatino cuya labor quedaba inscrita en una

    norma rgida de comportamiento (el ceremonial) y que participaba por tanto de la

    sacralizacin del poder y en definitiva de su legitimacin. No era posible, pensamos,

    realizar un estudio de los predicadores sin documentar su nmero, orden, fecha de

    nombramiento etc., pero todo ello no tendra ningn sentido si no lo enmarcbamos en

    un espacio de actuacin, que no era el nico en el que se desenvolvan, pero s el que

    confera al sujeto colectivo una unidad de estudio. As por tanto, cuestiones

    estadsticas y descripcin del oficio deban dirigir, en los primeros momentos, la

    investigacin. Investigacin que nos prometamos no demasiado complicada al tener

    posibilidades de acceso el archivo del Palacio Real donde suponamos se podra

    encontrar la documentacin pertinente y que sin embargo result bastante ms

    laboriosa.

    Testamento de Felipe IV, Madrid, 1982, pg.IX.

  • 3

    En segundo lugar, al ser individuos vinculados a la corte y al poder quiz nos

    sirvieran tambin como medio para acercarnos a ste en su ms amplia acepcin. Su

    posicin privilegiada como confesores de validos y aristcratas, como consejeros de

    prncipes, como divulgadores de opinin, enriqueca el campo de investigacin, pues

    aada al mundo del ceremonial religioso una implicacin real en la sociedad. en la que

    los intereses de grupo, clan o familia podan ayudar a interpretar con mayor precisin

    los mensajes. Las intrigas cortesanas, el funcionamiento del mundo palatino, las luchas

    de poder o la forma de entender la poltica exterior, todo ello pensamos que podra

    abordarse desde una nueva perspectiva: la que nos ofrecan nuestros predicadores.

    En tercer lugar porque su produccin literaria concentrada en sermones,

    homilias, tratados eclesisticos y libros con un claro componente poltico, nos permitan

    realizar el anlisis de un discurso que no por teolgico dejaba de tener una gran fuerza

    social. Creamos que el estudio de la oratoria sagrada como instrumento de

    adoctrinamiento moral, social y poltico se poda reflejar bastante bien a travs del

    trabajo de estos hombres. Al ser un colectivo variopinto en el que encontramos a la

    mayora de las congregaciones y muy diferentes caracteres humanos, el contenido de

    los textos, pensamos, podra ser tambiin lo suficientemente heterogneo como para

    dar una visin bastante amplia de las posibilidades de la predicacin como vehiculo

    conformador de mentalidades. Esto implicaba profundizar en el mundo de la

    predicacin, en su teora y en su prctica y despus, glosar los mensajes. Todo ello

    pareca factible de realizar (aunque no sencillo) en funcin de las fuentes.

    Armonizar estos tres pilares para que pudieran sujetar el edificio que

    estbamos construyendo y que no quedase descompensado fue, quiz, la tarea ms

    ardua, pues oblig a tener que recortar algunas partes para equilibrar otras, pero lo

    juzgamos fundamental ya que no queramos presentar una tesis monotemtica. Somos

    conscientes de que haber abierto tantas lneas de investigacin (que van desde la

    poltica fiscal a la relacin entre predicacin y teatro, de los conflictos de jurisdiccin

    episcopal a la presencia de la Monarqua en el concierto internacional en plena Guerra

    de los Treinta Aos) puede dar a la tesis una imagen de dispersin, pero el intento de

    profundizacin que en todas ellas hemos pretendido y la reflexin, proyectada siempre

    desde la importancia de la actuacin eclsistica que las preside, creemos que les da

    unidad y no les resta valor. Ante la profusin de una historiografa (necesaria, pero

    susceptible de ser superada) demasiado cincunscrita a pequeos mbitos locales, nos

  • 4

    arriesgamos a intentar poner en marcha un programa ms amplio (que por supuesto

    no se agota en esta investigacin, que esperamos nos sirva de punto de partida para

    muchas otras), donde tuviesen cabida mltiples facetas de eso que siempre nos llam

    la atencin. Parafraseando al maestro Caro Baroja el problema que nos vamos a

    plantear es el de cmo fueron las relaciones entre los distintos sectores sociales en un

    estado complejo, con un marco geogrfico y poltico determinado y que tiene tambin

    una dimensin temporal; y cmo influy sobre estas relaciones una institucin tan

    precisa como la Iglesia catlica postridentina a travs de sus mltiples canales de

    actuacin.

    En definitiva, los protagonistas de la presente tesis han sido la excusa y el

    intrumento para abordar la actuacin de un sector de la iglesia en varias esferas

    durantre el reinado de Felipe IV con especial atencin a la poltica. A travs de ellos

    pretendemos mostrar las muy diferentes vas en que tal actuacin se produjo y que va

    desde lo privado -al potenciar el acatamiento de unas normas de comportamiento

    personal- a lo pblico, en la legitimacin, por ejemplo, de la poltica exterior de la

    monarqua. Que hayamos cumplido los ambiciosos objetivos aqu propuestos es algo

    que el tribunal debe juzgar en las pginas que siguen.

  • 5

    1. EL MARCO TERICO DE LA INVESTIGACIN Y SUS

    FUENTES.

    La seleccin de personajes eclesisticos cuyonombre habra de aparecer entre las voces principales delDiccionario, correra a cargo de las instituciones a las quedichos personajes estuvieran ms ligados, en concreto ladicesis o la familia religiosa a que pertenecieran.

    D.H.E.E. pg.. XI.

    Pocos temas hay tan interesantes para el historiador como la actividad de la

    Iglesia en el siglo XVII, y pocos han sido, hasta fechas recientes, tan descuidados por la

    investigacin. Si bien en los ltimos aos se van colmatando los enormes vacos de los

    que hablara don Antonio Domnguez Ortiz en una obra pionera y de gran calidad que

    puede ser considerada como el pistoletazo de salida para una faceta de la historiografa

    modernista al respecto, tambin es cierto que en algunas materias sigue quedando un

    gran trecho por recorrer1.

    En las siguientes pginas intentaremos trazar un panorama de la produccin

    bibliogrfica ms relevante en relacin no tanto con la Iglesia espaola del Seiscientos

    como con su participacin en las labores de gobierno y en la difusin de hbitos de

    comportamiento, adems de mostrar las principales directrices investigadoras, prestando

    1 Las clases privilegiadas en el Antiguo Rgimen, Madrid 1985, [1 ed.1973], que no es

    sino la reimpresin de una parte de su libro La sociedad espaola en el siglo XVII, cuyosegundo tomo, el dedicado al estamento eclesistico, apareci en 1970. Desde la publicacin deesta magnfica monografa se ha avanzado mucho en la investigacin histrica, pero aun no seha cumplido uno de los deseos del autor, el que envejeciera rpidamente, y sigue siendo unaobra clave a la hora de estudiar la Iglesia espaola del siglo XVII.

  • 6

    especial atencin a los temas que desarrollaremos a lo largo de la tesis, que -es obvio

    decirlo- creemos que son los ms desatendidos, dejando un tanto al margen otros

    campos historiogrficos de indudable inters2. Intentamos de esta forma presentar al

    lector un estado de la cuestin en torno a la actuacin poltica del estamento eclesistico

    en el Barroco que nos permita establecer la base sobre la que desarrollar nuestra propia

    metodologa encaminada a ser el soporte terico que sostenga los objetivos de la

    investigacin y que gue las tcnicas de la misma centradas en el trabajo sobre las

    fuentes.

    Antes de introducirnos en la materia en s, conviene hacer una serie de

    matizaciones, muy importantes a nuestro entender, y que no por sobreentendidas en el

    resto de la tesis, deben olvidarse: la primera es que no pretendemos hacer un estudio de

    la Iglesia ni como estamento ni como cuerpo social. Es claro que posee las dos categoras

    y que, por tanto, no podemos desdearlas, pero no son el objeto de nuestra

    investigacin. sta se circunscribe a intentar clarificar las diferentes formas en que sus

    mensajes fueron recogidos por un colectivio muy diferente a quien los articul y los

    2 Dedicar un captulo de nuestra tesis a hacer un repaso general de historia de la Iglesia

    en Espaa podra resultar, adems de innecesario, no muy sincero por nuestra parte, puesbastara con recoger ciertos repertorios ltimamente publicados, y engrosarlos con algunasaportaciones sacadas de bibliografas o notas a pie de pgina de los manuales al uso. Comoejemplo de recientes aportaciones vase SORIANO TRIGUERO, C.: Iglesia, poder y sociedad:notas historiogrficas sobre el clero espaol en la Edad Moderna en MARTINEZ RUIZ, E.(Coord): Poder y mentalidad en Espaa e Iberoamrica, Madrid, 2000, pg. 359-370, que sedebe completar, entre otros, con: MARTINEZ RUIZ, E.: "Realidades y tendencias de los estudiossobre la Iglesia espaola en el siglo XVII", Almogaren, n13 (1994), pg. 29-64. Para el cleroregular una interesante puesta al da en PI CORRALES, M. de P., GARCIA HERNAN, D et al.:"Las rdenes religiosas en la Espaa Moderna: Dimensiones de la investigacin histrica" enMARTINEZ RUIZ, E. y SUAREZ GRIMON, V.(eds): Iglesia y sociedad en el Antiguo Rgimen,Actas de la III Reunin cientfica de la Asociacin Espaola de Historia Moderna, Gran Canaria,1994, vol.I, pg. 205-251. Algo ms escueta es la aportacin que con referencia al clero secularhace J. BADA en el mismo volumen, "Iglesia y sociedad en el Antiguo Rgimen: El clero secular"pg. 81-91. Los artculos de GARCIA ROJO,P.: "Bibliografa sobre historia religiosa de Espaa.Obras aparecidas en 1989-1990" Hispania Sacra, n85 vol.42 (1990) pg. 356-363; "Bibliografasobre historia religiosa de Espaa. Obras aparecidas en 1990-1991" Hispania Sacra, n87 vol.43(1991) pg. 395-399 y los de M. ANDRES URTASUN aparecidos en la misma revista bajo el ttulo"Bibliografia sobre historia religiosa hispnica" n88 (1991) pg. 801-807; n89 (1992) pg.414-416; n91 (1993) pg. 413-415, son una forma sencilla de ir conociendo las ltimasnovedades. Para Andaluca contamos con una buena recopilacin en CORTES PEA, A.L.:Iglesia y cultura en la Andaluca moderna. Tendencias de la investigacin y estado de lascuestiones, Granada, 1995 pg. 56-131 que recoge obras posteriores a 1978. En torno a lasrelaciones Iglesia-Estado el CSIC ha editado una Bibliografa de Historia de Espaa, cuyonmero 6 trata sobre este tema recogiendo los artculos que sobre esta temtica hayan

  • 7

    efectos que a los ojos del historiador, (entendido ste como estudioso de la realidad

    social pretrita, no como devoto, erudito o nostlgico de un pasado), surtieron tales

    mensajes. No pretendemos, por tanto, hacer una historia de la Iglesia en Castilla ni de la

    religiosidad, bien sea popular o culta, sino mostrar qu mensajes y con qu intenciones

    se vertieron y quienes fueron sus autores, no perdiendo nunca de vista que stos nos

    interesan por su dimensin de partcipes en la poltica del momento. Todo lo dems podr

    llegar a adquirir un carcter de gran importancia, pero siempre como elemento

    contextualizador de una realidad que es la que queremos estudiar: los predicadores

    reales como agentes privilegiados y paradigmticos del comportamiento de la Iglesia en

    la Espaa del Barroco.

    Por otro lado, antes de iniciar el recorrido bibliogrfico, tambin nos gustara

    aclarar al menos intentarlo- el concepto de iglesia que vamos a adoptar a lo largo de la

    exposicin. Para nosotros, la Iglesia (en el caso espaol, catlica-romana) es una

    institucin cuyos miembros componen un estamento jurdicamente privilegiado y que se

    diferencia en la prctica por unas labores de auxilio espiritual vedadas al resto de los

    miembros de la repblica3. Que adems de en estas tareas participen en muchas otras,

    es asunto diferente, si bien clave en el presente anlisis. De esta forma, se vern desfilar

    por la siguientes pginas desde altos mitrados a curas de pueblo, desde confesores del

    rey a simples frailes inscritos en realidades socioeconmicas muy diversas, pero

    compartidores de un status jurdico y de un prestigio emanado de su condicin de

    depositarios de los valores divinos. En consonancia con lo dicho, no podemos limitar

    nuestro estudio a una faceta de su intervencin, aunque como es lgico potenciaremos

    ms unas que otras; tendremos en cuenta varios enfoques diferentes. La historia que

    pretendemos no consiste, por tanto, slo en historiar la jerarqua y sus preceptos, sino

    que tendremos que recurrir tambin a la antropologa social, a la historia de las

    aparecido desde 1975 hasta 1995 en ms de 300 revistas espaolas y extranjeras. Para elperodo que nos ocupa son de inters las pginas 17-24.

    3 Identificamos, por tanto, Iglesia con el brazo eclesistico, aunque no desconocemos lateora catlica de que la Iglesia (Ecclesia) la componen todos sus miembros, tanto laicos comoclrigos. Lo que nos interesa es mostrar cmo la actividad de stos afect a aqullos. Siaceptsemos el concepto en extenso tendramos que hacer historia de toda la sociedadespaola pues, en teora, todos pertenecan a esta asamblea. Alusiones a las relaciones entrepoder civil y poder religioso en ALDEA VAQUERO, Q.: "Poder y lites en la Espaa de los siglos XVal XVII (Aspecto religioso)" Colloquio Internazionale su Potere e elites nella Spagna e nell Italiaspagnola nei secoli XV-XVII Roma 3-6 Nov.1977 publicado en Annuario dell'Istituto Storico Italianoper la et Moderna e Contemporanea, XXIX-XXX (1977-1978) pg. 385-440.

  • 8

    mentalidades, a la sociologa histrica, a la historia poltica e incluso a la teologa para

    acercarnos de la forma ms cientfica posible a una institucin cuya principal peculiaridad

    es que suele ser historiada por miembros pertenecientes a la misma, formados en la

    corrientes doctrinales emanadas de Trento y copartcipes de la idea de que forma una

    realidad humana diferente a todas las dems al ser la esposa de Cristo. (En las

    siguientes pginas, como el lector adivinar con prontitud, tal concepcin queda al

    margen). Historia de la Iglesia e historia religiosa tienden, entonces, a confundirse y es

    preciso separarlas y delimitarlas bien para no incurrir en errores de interpretacin. Una

    cosa es investigar sobre una institucin con sus posibles implicaciones metafsicas, pero

    tan terrena como el Consejo de Estado o las Cortes, y otra trabajar sobre un sentimiento

    o una dimensin que por su propia idiosincrasia necesita de otras herramientas analticas

    y otra metodologa diferente a la propuesta en esta tesis.

    1.1. ESTADO DE LA CUESTIN Y BALANCE

    HISTORIOGRFICO4.

    Como se ha recordado hace poco, la historia de la Iglesia se encuentra en Espaa

    en una situacin de atraso metodolgico muy importante en comparacin con la de otros

    pases de nuestro entorno (v.gr. Francia e Italia) y tambin con respecto a otros campos

    de la investigacin del pasado5. La renovacin historiogrfica del siglo XX con sus

    diferentes escuelas no ha tenido, hasta fechas muy recientes, una plasmacin en una

    produccin cientfica al respecto y ello es debido a que desde sus mismos comienzos

    hasta casi nuestros das la historigrafa sobre el estamento eclesistico ha venido lastrada

    por dos concepciones a priorsticas que la han devaluado: por un lado la conviccin de

    estar historiando a un grupo especial de hombres con una misin metasocial,

    transcendente, necesaria y, por tanto, a salvo de cualquier crtica en su conjunto,

    (aunque no en la particularidad, -lo obvio no se puede negar-) y por otro, la necesidad

    4 Vase a este respecto CORTS PEA, A.L.: Domnguez Ortiz y la historia social de la

    Iglesia Manuscrits, n14, (1996), pg. 39-57.5 FERNNDEZ TERRICABRAS, I.: Au carrefour de lhistoiographie espagnole sur la

    Contre-Rforme: Entre prjudgs du pass et choix du futur en WEINZIERL, M.(Coord.):Individualisierung, Rationalisierung, Skularisierung, Munich, 1997, pg. 112-129. Lacita en la pg. 112.

  • 9

    imperiosa de mostrar el objeto historiado como un cuerpo armnico sin disfunciones, lo

    que obligaba a falsear la verdad, ocultndola o por lo menos disimulndola6. Tal

    concepcin, disculpable en nuestros antepasados, cuyas obras deben ser entendidas bajo

    esta ptica y no desdeadas, se torna cuando menos extraa en nuestros das y solo es

    explicable por la propia identidad de los investigadores que, en su mayora, an en los

    casos de los mejor pertrechados desde el punto de vista intelectual, pertenecen al propio

    mundo eclesistico7. En esta lnea, los trabajos de teologa y espiritualidad han

    prevalecido en nmero sobre cualquier otro enfoque hasta fecha muy recientes, sin que

    esta abundancia, por otro lado, sea garanta de rigor cientfico.

    No va a ser asunto de esta tesis, pues, internarse en cuestiones de doctrina

    catlica, pero no vamos a obviarlas si afectan al desarrollo de la poltica. En consonancia

    con lo expuesto y sin nimo de polemizar, nuestro enfoque diferir de forma radical de

    los postulados al uso. El ejemplo de la pugna inmaculista, en el que vemos mucho ms

    que una simple controversia teolgica es, quiz, el ms claro. La bibliografa al respecto,

    toda ella elaborada por defensores del dogma, nos ha sido til slo como soporte

    documental8. Y esto sucede en otras muchas ocasiones.

    6 FERNNDEZ TERRICABRAS, en su artculo recin reseado enumera cuatro prejuicios

    de origen teolgico que dan como resultado una historigrafa mutilada y deformada,encorsetada en una interpretacin ortodoxa del pasado. Estos prejuicios l los denomina: decatolicidad, de perfeccin, de eternidad y de dogmatismo. Pg. 115-117. En lneasgenerales coincidimos con sus apreciaciones.

    7 Esta forma de hacer historia, casi siempre en manos de clrigos, muchas vecesultraconservadores, no ha sido abandonada del todo, pero est siendo superada,afortunadamente, por nuevas generaciones de historiadores, tanto eclesiasticos como seglares,que no pocas veces son duramente criticados e incluso despreciados por aqullos Resabios deviejos hbitos son palpables cuando se niega a los laicos la potestad de hacer historia de la Iglesiao su poca cualificacin al no formar parte del grupo excluido y excluyente de los creyentes. Alrespecto puede ser de inters el artculo de SARANYANA, J.I.: "Cmo historiar la vida cristiana delos pueblos? Balance de medio siglo de debate." en Almogaren, n18, (1996), pg. 225-234. Elautor -profesor de teologa y director de la revista Anuario de Historia de la Iglesia- escamotea noya a los no creyentes, sino incluso a los miembros laicos de la Iglesia la potestad para hacerhistoria de la misma, dejando la puerta abierta a realizar historia religiosa, pero sin confundirlas,pues "de lo contrario, podramos equiparar la vida cristiana, que es una oferta de salvacin queDios brinda al hombre, con la vida religiosa de las culturas no cristianas, que slo son formasnaturales de buscar la trascendencia, inscritas en la naturaleza humana como invariantes". (pg.234). Nuestro propsito historiador se inscribe en las antpodas de tales planteamientos.

    8 Como ejemplo de tal postura vase: FRAS, L.: "Devocin de los Reyes de Espaa a laInmaculada Concepcin" Razn y Fe, 52 (1918) pg. 413-429 y 53 (1919) pg. 5-22.GUTIRREZ, C. (S.I.): "Espaa por el dogma de la Inmaculada. La embajada a Roma de 1659 yla bula de Alejandro VII" Miscelanea Comillas, 25, (1955) pg. 1-480.MESENGUER FERNADEZ, J. (O.F.M.): "La Real Junta de la Inmaculada Concepcin (1616-

  • 10

    Al hilo de lo expuesto tendremos que separar entonces la cantidad de la calidad.

    Obras que hablen de eclesisticos y sus actividades en el siglo XVII hay muchas. Obras

    rigurosas y con un carcter cientfico ya son menos, y la gran mayora publicadas de

    veinte aos a esta parte9.

    Dejando por el momento los trabajos anteriores al siglo XIX, a los que no

    consideramos como produccin historiogrfica, sino como fuentes y de los que

    hablaremos llegado su momento, podemos decir que la primera gran obra centrada en la

    Iglesia espaola es la de Vicente de la Fuente Historia eclesistica de Espaa, en la que el

    volumen 5 (Madrid, 1875) se dedica al perodo Barroco. Es cierto que es un libro con

    carencias e incorrecciones, pero tiene el mrito de ser el primer intento de sistematizar

    uno saberes muy dispersos y plantea una serie de cuestiones de gran atractivo que an

    hoy en da no estn del todo claras10.

    Contemporneas suyas, las investigaciones de Antonio Cnovas del Castillo11

    ofrecen una desigual contribucin a nuestro objeto de tesis. En particular, nos han

    parecido de gran inters sus Estudios del reinado de Felipe IV, (Madrid, 1888-89) pues,

    aunque es cierto que no dedica muchas pginas al estudio de la Iglesia en si, s que hace

    1817/20)" AIA n15 (1955) pg. 621-866. (Todo este nmero del AIA se encuentra dedicado aldogma inmaculista.) POU Y MARTI, J.M. (O.F.M.):"Embajadas de Felipe III a Roma pidiendo ladefinicin de la Inmaculada Concepcin de Mara".AIA (1931), n34, pg. 371-417 y 508-554;(1932), n35 pg. 72-88, 424-434 y 482-525; (1933), n36, pg. 5-48. Un resumen de lacontroversia y ms bibliografa en VZQUEZ, I.: Las controversias doctrinales postridentinashasta finales del siglo XVII en GARCA VILLOSLADA , R.: (Dir): Historia de la Iglesia enEspaa, t.IV pg. 419-479. Ntese la absoluta preponderancia de los miembros de la ordenfranciscana, defensora a ultranza del dogma, entre los autores reseados.

    9 Esta aseveracin no constituye ninguna novedad, vase DOMINGUEZ ORTIZ, A.: Lasclases privilegiadas..., pg. 201, entre otros.

    10 Aparte del momento de su publicacin -y sta que hemos citado es la segunda edicin-hay que tener en cuenta las caractersticas del autor, doctor en teologa y catedrtico de disciplinaeclesistica y el desarrollo de las otras ramas del saber histrico. Con respecto a lasincorrecciones, por lo que nos afecta ms directamente destaquemos su afirmacin de que JuanEusebio Nieremberg, el famoso jesuita, fue maestro del P. Aguado, predicador de Felipe IV, (pg.472) cuando en realidad ocurri al revs. Como contrapartida nos parece muy interesante supercepcin del enfrentamiento entre cabildos y obispos y su mencin a la Congregacin de lasIglesias de Castilla y Len, como "poder anmalo" (pg. 416).

    11 Historia de la decadencia de Espaa, Madrid, 1854. Bosquejo histrico de la casa deAustria en Espaa, Madrid, 1869. [Tanto este libro como el anterior los citaremos por la edicinmalaguea de Algazara de 1992, que es la que hemos manejado].

  • 11

    profundas reflexiones sobre su papel director en la sociedad y las imbricaciones de tipo

    poltico que entraaba12.

    Y poco ms es lo que nos ofrece la historiografa del XIX13. Libros tan clsicos

    como el de Lafuente14 no aportan nada y la Historia de los heterodoxos espaoles -con

    todo los respetos hacia d. Marcelino Menndez Pelayo-, nos parece, por lo menos para el

    siglo XVII, no de mucha enjundia pues aparte de su erudicin es difcil extraer

    aportaciones vlidas15. Por otro lado, fuera de nuestras fronteras, ediciones del tipo

    Historia religiosa, poltica y literaria de la Compaa de Jess, de J. Cretineau-Joly,

    publicada en Espaa por la Biblioteca Catlica en 1845 apenas superan el nivel

    apologtico projesutico16.

    En el siglo XX la situacin ha variado aunque con ms lentitud de lo que hubiera

    sido deseable, y esto no se puede desligar de los problemas polticos que ha padecido el

    pas. El enconamiento en las posturas, y el triunfo, por las armas, de unos planteamientos

    tenidos como nicos y ortodoxos, coadyugaron formas de expresin que o bien slo

    encontraron refugio fuera de Espaa17 o tuvieron que reconvertirse para poder ser

    acadmicamente admitidas18. Antes de ello, no obstante, hay algunas contribuciones

    bastante valiosas de las que nos gustara destacar, sobre todo, la del jesuita Antonio

    Astrain, Historia de la Compaa de Jess en la asistencia de Espaa, (Madrid, 1902-25, 7

    12 Algunas de sus frases son bastante significativas y muestran una corriente de opinin

    alejada de muchos tpicos que la Restauracin puso en pie, y que trasplantados a nuestros das atravs del tamiz del franquismo aun se mantienen. Valga como ejemplo la siguiente frase: "Pero sien realidad los prelados y hasta los cardenales espaoles eran ms servidores entonces denuestros reyes que lo han sido luego jams, la inmensa mayora del clero regular y secularcuidaban ms de sus propias inmunidades que de ningn inters pblico y menos del de la unidadnacional" pg. 72, vol.2.

    13 No citaremos, por ahora, las historias de las rdenes religiosas y similares, de las quehablaremos ms adelante y que experimentaron un notable incremento durante la Restauracin.

    14 Historia General de Espaa desde los tiempos primitivos hasta la muerte de FernandoVII, Barcelona, 1888. El perodo de los Austrias, vol.11 y 12.

    15 La edicin que he manejado y a la cual me remitir en las citas es la de la BAC de 1987en dos volmenes.

    16 Aprovechando que hablamos de obras extranjeras, pocas cosas hay tan decepcionantescomo ir a buscar informacin a las grandes colecciones de Historia de la Iglesia realizadas porautores forneos. Un pas como el nuestro que, como dice el refrn, ha pasado toda su historiadetrs de los curas o con el cirio o con la estaca, apenas merece sino anotaciones marginales,anecdticas y llenas de tpicos castizos, alejados por entero de la realidad.

    17 TUN DE LARA, M.: El hecho religioso en Espaa, Pars, 1968.18 Las obras de DELEITO Y PIUELA, (miembro de la I.L.E. antes de 1936) creemos que

  • 12

    vol.), obra, nos tememos, ms citada que leda y que aporta gran cantidad de

    informacin. Tanto es as, que libros como el de Baugert, W.: Historia de la Compaa de

    Jess, (Santander, 1981), -elaborado por un miembro de la Compaa-, sigue de cerca al

    P. Astran y no aade casi nada ms para trazar la historia de la congregacin en Espaa.

    No deja de ser curioso que este interesante trabajo, riqusimo en fuentes y bastante

    fidedigno, aunque no exento de los planteamientos antes aludidos, tuviera muy mala

    acogida en su da entre ciertos crculos intelectuales ms por razones polticas que

    cientficas y aun, hoy en da, creemos que no ha sido explotado del todo19.

    Tras la Guerra Civil y despus de unos aos de enorme penuria intelectual

    comienzan, muy despacio, a ver la luz investigaciones demasiado marcadas por las

    directrices ideolgicas del momento y que por ello mismo han envejecido de forma

    prematura. Sin consistencia epistemolgica y con escaso rigor cientfico, la historia de la

    Iglesia en Espaa pas por un desierto donde slo la hagiografa, el anecdotario o la

    micro pseudohistoria local, tenan cabida20.

    ilustran esta postura.

    19 El tomo V ha sido el que hemos manejado con mayor profusin, pero la introduccinbibliogrfica del t.III es de gran inters por la abundancia de libros y manuscritos citados. Es unalstima que en la gran mayora slo diga "estn en posesin de la Compaa" sin dar referencias.De todos modos, la posterior expulsin tras el advenimeinto de la II Repblica hubiese hechointil estas referencias, como as ocurre, obligando al investigador a una, muchas veces,improductiva bsqueda.

    A pesar de lo dicho no debe pensarse que el P. Astran no se dej arrastrar a veces por supertenencia a la orden. La inquina con que trata a Jansenio en su venida a Espaa (T.V cap.VIII)lo demuestra claramente.

    En relacin con las crticas vertidas hacia esta obra no est de ms echar una ojeada alopsculo de M. Mir, de quien hablaremos a la hora de abordar el tema de la predicacin, Historiainterna documentada de la Compaa de Jess, (Madrid, 1913), que en la pgina 188 hace unaferoz resea a Astrain, diciendo que "para escribir as la historia, mejor no escribirla" aunque msadelante se ve forzado a reconocer que "es una de las ms verdicas que se han escrito de laCompaa... lo que sern las dems". Hay que tener en cuenta que Mir es un expulso-apstata delos jesuitas. La respuesta por parte de los hijos de S.Ignacio no se hizo esperar y corri porcuenta del P. Ruiz Amado con su D. Miguel Mir y su historia interna documentada de la Compaade Jess. Estudio crtico, Barcelona, 1914. El encono de las posturas a que aludamos ms arriba,aqu queda puesto de manifiesto.

    20 Lo que contrasta con otras ramas del saber, como es el de la historia de la teorapoltica, que desde muy temprano aport investigaciones serias y cientficas que siguenmanteniendo, en lneas generales, su vigencia. Como ilustracin vanse los primero trabajos deMARAVALL (v.gr. La teora espaola del estado en el siglo XVII, Madrid, 1944).

  • 13

    Hay que esperar a los aos cincuenta para que el panorama empiece a cambiar

    merced a trabajos como los de Demetrio Mansilla21, Aldea Vaquero22, Garca Oro23 o M.

    Batllori24 y las aportaciones de nuevas revistas que intentarn, a veces en vano,

    desencorsetarse del frreo control no tanto gubernativo como eclesial25.

    Con el paulatino desarrollo de la ciencia histrica, se pusieron las bases para

    iniciar un acercamiento al conocimiento objetivo del entramado eclesistico espaol y su

    evolucin en el tiempo. Sin embargo, las modas historiogrficas que poco a poco

    entraban en el pas no eran, precisamente, las ms adecuadas para iniciar esta senda y

    de ah el atraso considerable con que la investigacin inici su andadura. Ligado a esas

    preferencias escolsticas (donde un marxismo de andar por casa, que muchas veces no

    superaba la lectura de M. Harnecker, pugnaba por abrirse paso frente a otro

    escolasticismo, casi tomista) se puso especial empeo en el anlisis econmico y por ah

    se rompi el fuego. Es por ello que hoy por hoy, la economa siga siendo, de todos los

    aspectos historiables, la parte ms conocida de la Iglesia espaola, sobre todo en lo

    concerniente al clero regular26. Sin estar exentos de claroscuros, la multitud de estudios

    21 "La reorganizacin eclesistica espaola del siglo XVI" Anthologica Annua, 4 (1956)

    pg. 97-132..22 "Espaa, el papado y el Imperio. Instrucciones a los embajadores de Espaa en Roma

    (1631-1643)" Miscelnea Comillas XXIX (1958) pg. 293-437; "Iglesia y Estado en la Espaa delsiglo XVII (Ideario poltico-eclesistico)" Miscelnea Comillas XXXVI (1961) pg. 152-354.

    23 La reforma de los religiosos espaoles en tiempos de los reyes Catlicos, Valladolid,1969.

    24 De su abundante produccin citemos un artculo que luego aportar a su introduccina las obras de Gracin en la BAE y que encaja perfectamente en nuestro estudio, nos estamosrefiriendo a BATLLORI, M.: Los jesuitas y la Guerra de Catalua 1640-1659 BRAH (1960), pg.141-198.

    25 Como muestra de esta penuria puede servir de ejemplo la escassima bibliografanacional que, para la poca que nos ocupa, puedieron aportar los jesuitas LLORCA, B., GARCIAVILLOSLADA, R. y MONTALBAN, F.J. en su Historia de la Iglesia catlica, Madrid, 1967. 4 vol.Vol.3, pg. 952-953, y que contrasta vivamente con la referente a otros pases. Los libros de laBAC -declarada de inters nacional- deban llevar necesariamente el "Nihil obstat" de la censuraeclesistica para su publicacin.

    26 Hay dos importantes excepciones a esta corriente: la interesante Historia de la Iglesiaen Espaa, dirigida por R. GARCIA VILLOSLADA y en la que participan autores del prestigio ycapacidad acadmica de T. Egido, A. Mestre Sanchs, o el mismo Domnguez Ortiz (el volumen IV"La Iglesia en la Espaa de los siglos XVII y XVIII", editado en 1979 es, aun con carencias, elprimer acercamiento serio a la iglesia barroca desde Las clases privilegiadas...)

    La otra obra de indudable inters ms susceptible a la crtica, pero igualmentefundamental para cualquier historiador es el Diccionario de Historia Eclesistica de Espaa,dirigido por ALDEA VAQUERO, Madrid, 1972-1985, 5 vol. sobre el que incidiremos a lo largo de latesis.

  • 14

    parciales y regionales que han ido apareciendo, abandonando ya las rigideces mentales

    de otras pocas, van, poco a poco, perfilando una situacin antao desconocida.

    Aunque el siglo XVIII y la crisis del Antiguo Rgimen son los momentos preferidos

    por los historiadores, para la poca que nos ocupa contamos con valiosas monografas

    que pueden verse reseadas en la conferencia de A. M. Bernal, y A. L. Lpez Martnez:

    "Las rentas de la iglesia espaola en el Antiguo Rgimen" (en La Parra, E. y Pradells, J.

    (eds.): Iglesia, sociedad y Estado en Espaa, Francia e Italia. Alicante, 1992, pp. 15-3927).

    Pero no es slo la historia econmica la que se ha realizado en torno a la Iglesia.

    Otras realidades como el episcopado, los cabildos o la situacin del clero parroquial

    tambin han sido, con mejor o peor fortuna, exploradas y de las que haremos aqu una

    breve y sucinta resea, destacando que para el siglo XVII las investigaciones se

    encuentran ms retrasadas que para la centuria siguiente en donde ya podemos empezar

    a hablar de un panorama bastante trabajado.

    El estudio del obispado es una faceta algo desatendida, pero en continuo

    crecimiento28. A los trabajos de Demetrio Mansilla29, se han de sumar los que con

    27 Como decimos, los tabajos son muy numerosos; a modo de ejemplo, sin proponernos

    ms que hacer una ligera exposicin recordemos: ALVAREZ VAZQUEZ, J.A.: Rentas, precios ycrditos en Zamora en el Antiguo Rgimen. Zamora, 1987. ANDRES ROBRES, F.: Actitudeseconmicas de la clereca culta en el Antiguo Rgimen: Poltica financiera del Real Colegio delCorpus Christi de Valencia. Valencia, 1986; del mismo autor, Crdito y propiedad de la tierra enel Pas Valenciano (1600-1810), Valencia 1983. ATIENZA LOPEZ, A.: Propiedad, explotacin yrentas. El clero regular zaragozano en el siglo XVIII, Zaragoza, 1988 y tambin: Propiedad yseoro en Aragn. El clero regular entre la expansin y la crisis, Zaragoza, 1993. BARRIOGOZALO, M.: Estudio socieconmico de la Iglesia de Segovia, Valladolid, 1982. GARCIA MARTIN,P.: El monasterio de san Benito el Real de Sahagn en la poca moderna, Salamanca, 1985.GOMEZ ALVAREZ, V.: Estudio Histrico de los prstamos censales en el Principado de Asturias,Luarca, 1979. LATORRE CIRIA, J,M.: Economa y religin. Las rentas de la catedral de Huesca ysu distribucin social en los siglos XVI-XVII, Zaragoza, 1992. LLOPIS AGELAN, E.: Las economasmonsticas al final del Antiguo Rgimen en Extremadura, Madrid, 1980. LOPEZ GARCIA, J.M.: Latransicin del feudalismo al capitalismo en un seoro monstico castellano. El abadengo de lasanta Espina (1147-1835), Valladolid, 1990. LOPEZ MARTINEZ, A.L.: La economa de las rdenesreligiosas en el Antiguo Rgimen. Sus propiedades y rentas en el reino de Sevilla, Sevilla, 1992.SANCHEZ MECO, G.: El Escorial y la orden Jernima. Anlisis econmico-social de una comunidadreligiosa, Madrid, 1987. SEBASTIAN AMARILLA, J.A.: Agricultura y rentas monsticas en tierras deLen. El Monasterio de Santa Mara de Sandoval (1167-1835), 2 Vol., Madrid, 1992.

    28 Hace poco A. L. CORTS PEA, ha escrito palabras muy similares en su artculoRasgos del episcopado espaol del Antiguo Rgimen. (1700-1833). En CASTELLANO, JL.,DEDIEU, J.P. y LPEZ.CORDN, M.V. (Eds): La pluma, la mitra y la espada. Estudios deHistoria Institucional en la Edad Moderna, Madrid- Barcelona, 2000, pg. 154-198.

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    concepciones ms amplias han sacado a la luz, con posterioridad M. Barrio Gonzlez, y

    Sobrino Chomn30 y que se complementan en el tiempo con los de Cuenca Toribio, ya

    fuera del marco cronolgico aqu escogido. Sin embargo, desde nuestro punto de vista,

    nos parecen ms interesantes las aportaciones de H.E. Rawlings, o las de I. Fernndez

    Terricabras tanto por su metodologa como por sus conclusiones, enrazadas en la

    problemtica sobre dominio poltico y funcin controladora de este colectivo31.

    Con respecto a los cabildos, el desconocimiento es todava grande pues no

    siempre es fcil acceder a las fuentes, a pesar de ser muy numerosas32. Lpez Arvalo

    29 Fundamentalmente el referido al obispado de Santander en Hispania Sacra vol.4

    (1951) pg. 81-132, hoy claramente superado.Los episcopologios, bastante abundantes para algunas regiones, no son siempre fiables y

    su manejo exige un cuidado especial, como ejemplo valga el realizado por PAZOS, M. para losobispos gallegos en tres volmenes, publicado en Madrid, en 1946.

    30 BARRIO GOZALO, M.:"Perfil socio-econmico de una lite de poder. Los obispos deCastilla la Vieja (1600-1840)" Anthologica Annua, Vol.28-29, (1981-82), pg. 71-138. En la mismarevista Perfil socio-econmico de una lite de poder. Los obispos de Len, vol.30-31, (1983-84)pg. 209-291. "Perfil socio-econmico de una lite de poder. Los obispos del reino de Galicia(1600-1840)", vol.32 (1985) pg. 11-97, "Perfil socio-econmico de una lite de poder. Losobispos de Castilla la Nueva y Extremadura (1600-1840)" vol.33 (1986) pg. 159-302 "Perfilsocio-econmico de una lite de poder. Los obispos de Andaluca" vol.34 (1987) pg. 11-188.Para Catalua del mismo autor, "Notas para el estudio sociolgico de un grupo privilegiado delAntiguo Rgimen. Los obispos del principado de Catalua, 1600-1835." en I Congrs d'HistriaModerna de Catalunya, vol.II, pg. 510-523. Estando ya redactadas estas pginas ha sido editadosu libro Los obispos de Castilla y Len durante el Antiguo Rgimen, Zamora, 2000 donde amplalas investigaciones de sus anteriores artculos.

    Con unas concepciones totalmente distintas se puede consultar AGUSTI i FARRENY, A.:"Els bisbes de Lleida i l'espanyolitzaci (segles XVI-XVIII) Analecta Sacra Tarraconensia, vol.67/2(1996) pg. 247-258. En ellas, con un discurso claramente nacionalista, parece confudirseespaolizacin y castellanizacin. SOBRINO CHOMON, T: Episcopologio abulense siglos XVI-XVII,Avila, 1983. Una relacin de obispos en nuestra poca la ofrece GUITARTE IZQUIERDO, V.:Episcopologio Espaol (1500-1699), Espaoles obispos en Espaa, Amrica, Filipinas y otrospases, Roma, 1994.

    Existen numerosas obras centradas en las actividades de tal o cual obispo, casi siemprebasadas en memorias o documentos de poca que como es obvio nos es imposible resear. Lasque hemos manejados aparecern citadas a lo largo de la tesis y recogidas en la bibliografa;como ejemplo, valga el de F. PALOMO "La autoridad de los prelados postridentinos y la sociedadmoderna" Hispania Sacra vol.47 (1995), pg. 587-602. Como en muchas de estas obras elsubttulo matiza la realidad del artculo: "El gobierno de D. Teotonio de Braganza en elarzobispado de Evora".

    31 RAWLINGS, H.E.: "The Secularisation of Castilian Episcopal Office Under theHabsburgs, 1516-1700" Journal of Eclesiastical History, n38 (1987) pg. 53-79. FERNNDEZTERRICABRAS, I.: Al servicio del rey y de la Iglesia. El control del episcopado castellano por laCorona en tiempos de Felipe II aportacin al curso especial Lo conflictivo y lo consensual enCastilla. Sociedad y poder poltico (1521-1715), Murcia, 1996 y en especial su reciente libroFelipe II y el clero secular. La aplicacin del Concilio de Trento, Madrid, 2000.

    32 Hay que tener en cuenta que la desamortizacin afect a las rdenes religiosas conmucha mayor fuerza y esa documentacin, procedente de la exclaustracin, se recogi

  • 16

    en 1966 public el resultado de sus investigaciones sobre Avila33 y a partir de ah se

    han ido acumulando estudios de muy variada ndole pero aun queda mucho camino

    por recorrer34, siendo quiz Toledo la dicesis con el mejor estudio en lo que al siglo

    XVII se refiere35.

    Por su parte, el clero parroquial36 tambin ha merecido la atencin de los

    historiadores, tanto en su vertiente rural37 como urbana38.

    preferentemente en el A.H.N. y Biblioteca Nacional lo que posibilita su estudio sin necesidad deacudir a los archivos catedralicios y diocesanos en algunos casos mal inventariados -cuando loestn- y con difciles condiciones de acceso. Como dato, si se quiere anecdtico, podemos researque en la obra ya varias veces citada Iglesia y sociedad en el Antiguo Rgimen, (vid supra nota 2)no hay ningn trabajo dedicado a los cabildos.

    33 Un cabildo catedral de la vieja Castilla: Avila, Madrid 1966.34 Algunos ejemplos muy diferentes pueden ser: PALOS PEARROYA, J.L.: "Esglsia i

    poder en la Catalunya Moderna: La lluita entre canonges i bisbes (1500-1700)" Analecta SacraTarraconensia, vol.65/2 (1994) pg. 449-461; JORD FERNNDEZ, A.: Eglesia i poder a laCatalunya del segle XVII, La Seu de Tarragona, Barcelona 1993; CABEZA RODRIGUEZ, A.."Grupos excluidos y formas de asimilacin y reproduccin social. El ejemplo de la catedral dePalencia en la poca moderna" en HERNANDEZ FRANCO, J. (Ed): Familia y poder. Sistemas dereproduccin social en Espaa (siglos XVI-XVIII), Murcia, 1995 y sobre todo de este mismo aitor,Entre lo sagrado y lo profano. Clero capitular y poder clerical en Palencia durante el antiguoRgimen, Valladolid, 1995 y Clrigos y seores. Poltica y religin en palencia en el Siglo de Oro,Palencia, 1996. Por su inters tambin destacamos MORGADO GARCIA, A.: El estamentoeclesistico y la vida espiritual en la dicesis de Cdiz en el siglo XVII, Cdiz, 1996 donde va msall del mero anlisis del cabildo, al que dedica las pginas 17-31, y sirve como ejemplo demonografa sobre el clero de una dicesis. La bibliografa aportada (pg. 276-284) es un buenlugar para conocer los ltimos estudios realizados sobre la iglesia andaluza.

    35 SNCHEZ GONZLEZ, R.: Iglesia y sociedad en la Castilla Moderna: el cabildocatedralicio de la sede primada (siglo XVII), Cuenca, 2000. Una somera recopilacin debibliografa al respecto, aparte de en esta obra, se puede consultar en ARANDA PREZ, F.J.(Coord.): Sociedad y lites eclesisticas en la Espaa Moderna, Cuenca, 2000, en dondeasimismo hay varios artculos de gran inters, ajenos ya a las directrices clericales que hemoscriticado.

    36 Una primera aproximacin puede ser BARRIO GONZLEZ, M.: Las condicionesmateriales del clero parroquial del obispado de Segovia en el siglo XVIII. Normativa legal sobresus ingresos o , Investigaciones Histricas, n11, (1991), pg. 9-35, y labibliografa all citada.

    37 Como ejemplo vase, SANCHEZ GONZALEZ, R.: "El clero rural en el arzobispado deToledo en el Seiscientos: Distribucin, formacin y conducta." Hispania Sacra, n94 vol.46 (1994)pg. 427-447.

    38 Por seguir con Toledo, sobre la ciudad imperial tenemos SAEZ, R.: "Le clerg desparoisses de Tolde a la fin du XVIe sicle" Tolde et l'expansion urbaine en Espagne (1450-1650), Madrid, 1992, pg. 205-224 o ARANDA PREZ, F.J.: El clero parroquial tambin seacabilda. El cabildo de curas y beneficiados de Toledo en Sociedad y lites eclesisticas. Pg.237-287.

  • 17

    En relacin con el clero regular contamos con recientes recopilaciones

    bibliogrficas39 pero las obras de carcter general siguen siendo eminentemente

    descriptivas como los trabajos de Lpez Amat o lvarez Gmez40, valiosos por la cantidad

    de informacin que aportan pero carentes de anlisis crtico. Los intentos de las rdenes

    religiosos por actualizar sus crnicas no siempre ha dado el fruto deseado y son todava

    patentes hbitos y mentalidades muy alejadas de la veracidad histrica41.

    Afortunadamente, desde el campo de la investigacin universitaria, nuevos enfoques

    estn logrando superar esta interpretacin hagiogrfica hasta ahora predominante42.

    Toda esta literatura va, poco a poco, rellenando los enormes huecos que

    quedaban y permite empezar a plantear un discurso globalizador sobre el verdadero

    papel de la Iglesia como institucin en la Castilla del Barroco43.

    Una vez expuesto este escueto repaso vamos a centrarnos en los tres grandes

    bloques que han conformado nuestra investigacin y en los que s conviene analizar de

    forma pormenorizada la produccin historiogrfica. Estos tres bloques son:

    39 Por ejemplo el artculo de PI CORRALES, GARCIA HERNAN et al, citado en la nota 2

    de este mismo captulo o CASTRO y CASTRO, M.: Bibliografa de las rdenes religiosas en SAINZRODRGUEZ, P.: Biblioteca bibliogrfica hispnica, t.IV, Madrid, 1987.

    40 ALVAREZ GMEZ, J.: Historia de la Vida Religiosa, 3 Vols. Madrid, 1989. LPEZAMAT, A.: El seguimiento radical de Cristo. Esbozo histrico de la vida consagrada, Madrid,1987.

    41 Ejemplos ilustrativos de esta ltima afirmacion son, entre otros, IRIARTE, L.: Historiadel franciscanismo, Valencia, 1979. SMET, J.: Los carmelitas. Historia de la Orden del Carmen, 3vols. Madrid, 1987-1991. RUIZ HERNANDO, J.E.: Los monasterios jernimos espaoles, Sevilla,1997. ESTRADA ROBLES, B.: Los agustinos ermitaos en Espaa hasta el siglo XIX, Madrid,1998.

    42 Sirva de muestra BARREIRO, B. Y REY CASTELAO, O.: El clero regular mendicanteen Galicia: Evolucin numrica, procedencia social y comportamientos de los franciscanos(siglos XVI-XIX), AIA, n 49 (1989) pg. 450-490. En esta lnea merecen destacarse las tesisreferidas a las rdenes femeninas, algunas de ellas ya publicadas como por ejemplo SNCHEZHERNNDEZ, M.L.: Patronato Regio y rdenes femeninas en el Madrid de los Austrias, Madrid,1997, o inditas: SORIANO TRIGUERO, C.: La claususra femenina en el Madrid Moderno:Aproximacin a los conventos mendicantes (1665-1778), UCM, 1999. A la bibliografa de ambostrabajos nos remitimos para ilustrar el tema del monacato femenino.

    43 Para bibliografa sobre el siglo XVIII se puede consultar, por ejemplo, el artculo yacitado de CORTS PEA en Manuscrits.

    Como elementos de encuadre para la investigacin nos han servido, desde susdiferentes perspectivas: BOUWSA, W.J.: The secularization of society in the seventeenthcentury XIII International Congress of Historical Sciences, Mosc, 1970, vol.1, pg. 1-14 yBIZZOCCHI, R.: Church, Religion and State in the Early Modern Period The Journal of ModernHistory n67 (1995), pg. 152-165, para ampliar la visin al continente, y WRIGHT, A. D.:Catholicism and Spanish society under the Reign of Philip II, 1555-1598 and Philip III, 1598-

  • 18

    a) La forma de actuacin de la Iglesia; los canales por los que transmiti

    la ortodoxia y una visin determinada del mundo, que engloba su

    misin educadora y su funcin poltica en cuanto legitimadora o no de

    una prctica y una ideologa.

    b) La oratoria sagrada, que no es sino una de las formas de actuacin a

    las que se hace mencin en el apartado anterior y que

    individualizamos por ser el tema clave de toda nuestra investigacin.

    c) Los predicadores reales, con especial atencin a los de Felipe IV.

    Si bien en el primer caso la bibliografa es ms o menos abundante, sobre todo si

    acudimos a la interdisciplinariedad (antropologa y sociologa, en particular) en el segundo

    apartado, el volumen de obras se reduce enormemente, aunque los estudios filolgicos

    han alcanzado en los ltimos aos un gran nivel; con respecto al tercero, no es

    exagerado afirmar que no hay literatura cientfica a la que remitirse. El investigador debe

    seguir la pista a los sujetos a travs de la minscula informacin que pueden ofrecernos

    noticias dispersas, referencias indirectas, etc.

    A) La forma de actuacin de la Iglesia.

    Hablar de la actuacin de la Iglesia en el siglo XVII, implica plantearse los

    procedimientos que se utilizaron para trasmitir la ortodoxia. Constatar las diferentes vas

    (aparte de las espirituales), mediante las cuales tanto el colectivo como los sujetos

    particulares, amparados por su condicin de clrigos, influyeron en los comportamientos

    de sus contemporneos desde una dimensin moral, social y poltica. Esta investigacin

    conduce, por tanto, a un vastsimo campo donde casi todo tiene cabida. Desde la

    sociologa de la religin a la historia de las mentalidades pasando por el estudio de la

    Inquisicin, la evolucin educativa, el anticlericalismo, la participacin en juntas y tareas

    de gobierno o la solicitacin en confesin. Ante la ingente tarea de ordenar o clasificar

    1621, Nueva York-Ontario, 1991 para constatar la situacin inmediatamente anterior.

  • 19

    toda la literatura al respecto, preferimos resear tan slo las obras clave que utilizamos,

    as como las que ms nos interesaron en relacin con la metodologa.

    Iniciamos la aproximacin al tema a partir de las obras generales sobre sociologa

    de la religin que cremos nos proporcionaran las claves interpretativas44. Tras ellas

    tomamos como ejemplo un libro, autntico modelo de utilizacin de la pastoral catlica

    como elemento conformador de mentalidades, y que a pesar de su antigedad conserva

    su vigencia45. Con otras lecturas de carcter ms general completamos el intento por

    contextualizar la cultura en la que se desarroll el objeto de nuestro estudio46. A su vez,

    ramos conscientes que el caso espaol, aun participando de los caracteres generales de

    la cultura occidental, presentaba ciertas divergencias sobre las que era preciso detenerse

    y de ah la necesidad de ampliar el horizonte terico con lecturas centradas en Castilla. De

    entre la multitud de trabajos que de una forma u otra inciden en estos aspectos y que

    pueden verse en la bibliografa me gustara destacar dos, pues, en mi opinin, suponen

    los hitos ms interesantes de la historiografa espaola al respecto y que son el libro de

    Maravall sobre la cultura del Barroco y el de Caro Baroja sobre la religiosidad en los siglos

    XVI y XVII47. Ambos supusieron, cada uno en su campo, una autntica revolucin y son

    imprescindibles para entender la sociedad castellana del siglo XVII y la influencia que

    44 Aparte de los clsicos hemos tomado ideas principalmente de SCHARF, B.R.: El

    estudio sociolgico de la religin, Barcelona, 1974; TURNER, B.S.: La religin y la teora social.Una perspectiva materialista, Mxico, 1988; HOUTART, F.: Religin y modos de produccinprecapitalistas, Madrid, 1989. MATTHES, J.: Introduccin a la sociologa de la religin. Vol.I.Religin y sociedad, Madrid 1971. BERGER, P.L.: Para una teora sociolgica de la religin.Barcelona 1981, 258 pg. OTTO, R.: Lo Santo, Barcelona, 2000.

    45 Nos referimos al magnfico libro de Bernhard GROETHUYSEN, La formacin de laconciencia burguesa en Francia durante el siglo XVIII, Madrid, 1981 [La primera edicinalemana es de 1927]. Bastante ms interesante en -nuestra opinin- que el ms reciente deGUSDORF, G.: La conciencia cristiana en el siglo de las luces, Estella, 1977.

    46 En este sentido nos han sido muy tiles: BURKE, P. La cultura popular en la Europamoderna, Madrid, 1991 y MULLETT, M.: La cultura popular en la Baja Edad Media, Barcelona,1990. A ellos deben sumarse los clsicos como MANDROU, R.: De la culture populaire auxXVIIe et XVIIIe sicles. La Bibliotheque Bleue de Troyes, Pars, 1964, o CHARTIER, R.: El mundocomo representacin, Barcelona, 1992. BATJIN, M.: La cultura popular en la Edad Media y en elRenacimiento. El contexto de Franois Rabelais, Madrid, 1989 y MUCHEMBLEND, R.: Culturepopulaire et culture des lites dans la France Moderne, Pars, 1991. Desde otra ptica,VOVELLE, M.: Ideologas y mentalidades, Barcelona, 1985 y ESCANDELL, B.: La Inquisicincomo dispositivo de control social y la pervivencia actual del , enALCAL, A. et Al.: Inquisicin espaola y mentalidad inquisitorial, Barcelona, 1984, pg. 597-611.

    47 MARAVALL,J.A.: La cultura del Barroco. Anlisis de una estructura histrica, Madrid,1990. [1 ed. 1975]. CARO BAROJA, J.: Las formas complejas de la vida religiosa (Religin,sociedad y carcter en la espaa de los siglos XVI y XVII), Madrid, 1985.

  • 20

    sobre ella desempeaba la Iglesia. Ellos dos y Domnguez Ortiz (que en 1970 publicaba

    La sociedad espaola en el siglo XVII) colocaron los cimientos para una historiografa que,

    por primera vez, poda empezar a caminar alejada de unos modelos apologticos.

    Despus, sin embargo, la evolucin se ha retardado y frente a un Siglo de las Luces

    mucho ms trabajado, la Espaa de los ltimos Austrias continua ofreciendo enormes

    lagunas que ocupan desde el estudio del confesionario regio, hasta la accin misional48.

    Es cierto que ha habido serios intentos de mostrar, por ejemplo, la accin educadora de

    la Iglesia49, pero, a pesar de sus mritos, la principal obra de este tipo sigue demasiado

    sujeta a una forma hagiogrfica de entender la labor pastoral50. No obstante, otros

    trabajos, no tan ambiciosos pero muy slidos, ocupan el espacio que este libro no ha

    cubierto en lo que a la conformacin de un mundo de creencias se refiere51. En esta

    48 Por ejemplo de los confesores de Felipe IV apenas hay estudios. Para Fr. Antonio de

    Sotomayor, que fue el dominico que durante ms tiempo desempe el cargo, el mejoracercamiento, pero procedente del mundo inquisitorial, es el de CONTRERAS, J.: El Santo Oficiode la Inquisicin en Galicia, 1560-1700. Poder, sociedad y cultura, Madrid, 1982, pg. 208-231.En cuanto a las misiones, no es casualidad que todava el trabajo ms consitente sea el deDOMINGUEZ ORTIZ, A.: "Una misin en Extremadura", Revista Internacional de Sociologa, vol.47-3, (1989) pg. 427-441 al que otras aportaciones clericales slo complementan.

    49 Vase por ejemplo el captulo dedicado al siglo XVII en DELGADO CRIADO,B.(Coord): Historia de la educacin en Espaa y Amrica. La educacin en la Espaa Moderna(siglos XVI-XVIII) Madrid, 1993, pg. 403-647. En esta misma obra, publicada por la editorialmarianista fundacin Santa Mara, hay un apartado que bajo el ttulo de La Iglesia y laeducacin aborda el pensamiento educativo de la institucin a raz de Trento y sobre todo lapedagoga jesutica y en menor medida dominica.

    50 BARTOLOM MARTNEZ, B.(Dir.): Historia de la accin educadora de la Iglesia enEspaa. I Edades Antigua, Media y Moderna, Madrid, 1995. Como toda obra colectiva stapresenta desigualdades, pero en lneas generales es un til instrumento, salvedad hecha dealgunas apreciaciones demasiado clericalizadas. En las pginas 488-498 se ofrece un repertoriobibliogrfico sobre la accin educadora de la Iglesia en Espaa en el que es fcilmenteconstatable la preponderancia de las obras centradas en el siglo XVIII. En relacin con nuestrasafirmaciones de clericalismo valga la siguiente afirmacin de uno de los colaboradores en dichovolumen: [el estudio de la accin magisterial de la jerarqua eclesistica] requiere contar conuna variable clave y fundamental para entender en su sentido ms profundo y radical elmagisterio de la Iglesia. Me refiero al tema de la fe, sin la cual el anlisis historiogrficoquedara sesgado en una proporcin considerable. (pg. 499-500). Por el contrario, en elmismo volumen hay aportaciones muy interesantes como las de A. Mestre o M.A. Ladero.

    51 Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a los trabajos de L.C. LVAREZ SANTAL, talescomo: El libro de devocin como modelador de la conducta social: el > dePalafox (1668) Trocadero, n1, (1989), pg. 7-25; La oferta de pautas de conducta cotidiana y lacimentacin de valores en el libro devocional del Barroco: un ensayo metodolgico. ArchivoHispalense, n220 (1989) t.LXXII, pg. 127-150, o El texto devoto en el Antiguo Rgimen: ellaberinto de la consolacin Chronica Nova, n18 (1990) pg. 9-35. Un breve repaso a los lugaresde difusin del pensamiento eclesistico puede verse en ANDRS MARTN, M.: Nucleos depropagacin del pensamiento eclesistico Edad de Oro, t.VIII (1989) pg. 9-25. Del mismo autor ycon objeto de tener un elemento de contextualizacin, es de interesante lectura: Pensamiento

  • 21

    ltima dimensin han sido las aportaciones vinculadas a los estudios de religiosidad

    popular las que han intentado verificar las diversas sendas por las que la jerarqua

    pretendi imponer sus valores preferenciales52. Por ello, cremos que era necesaria una

    tesis en donde el plpito se utilizase como ejemplo de hasta qu punto la Iglesia poda

    intervenir sobre las conciencias colectivas. Si ya sabamos algo en relacin con los

    seminarios53, los colegios54 o la catequesis55, nos pareca que era muy poco lo que se

    haba escrito por laicos sobre la influencia de la predicacin a la hora de conformar un

    horizonte vital que iba ms all de fijar una ortodoxia religiosa. Y eso es lo que nos

    impuls a profundizar en la oratoria sagrada.

    B) La oratoria sagrada56.

    A la hora de hablar de la oratoria sagrada en Espaa se ha convertido en poco

    menos que un tpico repetir dos aseveraciones, una de Miguel Mir y otra de J. H. Elliott57

    teolgico y formas de religiosidad en MENENDEZ PIDAL-JOVER ZAMORA, El siglo del Quijote.Religin. Filosofa. Ciencia, Madrid, 1996. Pg. 75-159.

    52 No es el momento de discutir sobre el concepto de religiosidad popular, para ello nosremitimos a los numerosos estudios al respecto entre los que destacamos ALVAREZ SANTAL,L.C., BUX, M.J. Y RODRGUEZ BECERRA, S.(Coords.): La religiosidad popular, Barcelona,1989, 3vol. (en especial, en el volumen primero, los artculos englobados en la ponencia sobreEl concepto de religiosidad popular). Polmicas pero sugerentes son las afirmaciones deSNCHEZ LORA, J.L.: Religiosidad popular: un concepto equvoco en SERRANO MARTN,E.(Ed.): Muerte, religiosidad y cultura popular. Siglos XIII-XVIII, Zaragoza, 1994, pg. 65-79.Aportaciones desiguales sobre el mismo tema en VV.AA.: La religiosidad popular en Espaa, ElEscorial, 1997. Una interesante reflexin en la introduccin que realiza DOMNGUEZ ORTIZ al librode BOUZA LVAREZ, J.L.: Religiosidad contrarreformista y cultura simblica del Barroco, Madrid,1990.

    53 El estudio ms consistente sigue siendo el ya clsico de MARTN HERNNDEZ, F.:Los seminarios espaoles. Historia y pedagoga. 1563-1700, Salamanca, 1964.

    54 Los colegios ms estudiados han sido los de los jesuitas, la mayora, por cierto, pormiembros de la Compaa y con carcter apologtico (v.gr. GARCA SNCHEZ, J.: Renovacinespiritual de Oviedo y principado de Asturias merced a la Compaa de Jess. 1570-1770,Salamanca, 1987). Una recopilacin de bibliografa en BARTOLOM MARTNEZ, op.cit. pg.677-682.

    55 SNCHEZ HERRERO, J.: La actividad educadora directa e institucional. I Catequesisy predicacin en Historia de la accin educadora de la Iglesia, pg. 589-603.

    56 Para una recopilacin bibliogrfica sobre el tema son de imprescindible utilizacin,CERDAN, F.: "Historia de la historia de la Oratoria Sagrada en el siglo de Oro" Criticn, n32(1985) pg. 55-107 y HERRERO SALGADO,F.: La oratoria sagrada en los siglos XVI y XVII,Madrid, 1996, pg. 30-66, a estos dos trabajos sumaremos algunas obras que se les pasaron,fundamentalmente las relacionadas con la historia, y las ltimas aportaciones.

    57 Las palabras de M. MIR en Predicadores de los siglos XVI y XVII, N.B.A.E., III, Madrid1906, pg. XVII, las de ELLIOT en "Power and Propaganda in the Spain of Felipe IV" Rites of

  • 22

    que venan a incidir en un mismo aspecto: la falta de investigaciones sobre este tema y la

    importancia del mismo para conocer una parte substancial del comportamiento de

    nuestros antepasados. Pues bien, tales afirmaciones, hoy por hoy, deben ser matizadas,

    ya que en las dcadas de los ochenta-noventa han aparecido una serie de monografas,

    artculos, y comunicaciones en congresos que han ido, si no llenando el vaco, s

    desbrozando un camino que posibilita su trnsito.

    Vamos a realizar un anlisis bibliogrfico sobre la predicacin y su entorno, tanto

    desde el punto de vista de la filologa, como de la historia, -en este ltimo caso las

    reseas son mucho ms escasas- siguiendo un criterio cronolgico que permita al lector

    ir conociendo el incremento de la produccin al respecto. Tan slo al final dividiremos las

    obras separndolas ya por su temtica.

    Tomaremos como partida el Discurso sobre la elocuencia sagrada en Espaa,58

    (Madrid, 1778) de Pedro Antonio Snchez, pues plantea a la perfeccin una teora de la

    evolucin de nuestra oratoria que ha triunfado59. Para l, grosso modo, el siglo XV fue un

    perodo de "afeamiento" de la predicacin, decaimiento que se perpetu hasta la

    aparicin de los grandes maestros renacentistas en especial, Fr. Luis de Granada y su

    Retrica eclesistica60. A partir de aqu sus sucesores (Fr. Luis de Len, Santo Toms de

    Villanueva, S. Francisco de Borja, fray Diego de Estella...) mantuvieron un altsimo nivel,

    configurando una poca dorada; no obstante, en el siglo XVII la situacin experiment un

    giro copernicano, entrando en una dinmica de decadencia que acabara sumiendo al

    plpito hispano en un pozo de ignominia del que no podra salir sin la ayuda de las

    power. Symbolism, ritual and Politics since the Middle Ages, Filadelfia 1985, pg. 145-173 [Haytraduccin espaola en Espaa y su mundo, 1500-1700, Madrid, 1990.]

    58 Podramos haber empezado con la obra clsica de Mayans, El orador cristiano, ideadoen tres dilogos Valencia, 1733, pero creemos que sta debe ser estudiada ms como parte de laoratoria en el siglo XVIII que como bibliografa propiamente dicha. Para un anlisis de Mayanscomo predicador y su obra MESTRE, A.: Ilustracin y reforma de la Iglesia. Pensamiento poltico-religioso de d. Gregorio Mayans y Sscar, 1699-1781, Valencia, 1968.

    59 El padre Snchez no es el primero en exponer esta interpretacin, pero es un casoparadigmtico y muy explcito.

    60 Esta obra fue traducida al castellano por el obispo de Barcelona, Jos Climent, bajoCarlos III. Los seis libros de la Rhetrica Eclesistica. Vertidos al espaol y dados a la luz delorden y costa del Ilmo. Sr.Obispo de Barcelona, Barcelona, 1770 [citamos por la reedicin de laB.A E. Madrid, 1945] En la carta que dedica al lector, se remarca la misma idea que dir Snchez:la importancia de Fr. Luis de Granada a la hora de establecer los principios bsicos y saludablesde la oratoria.

  • 23

    corrientes extranjeras. Y es esta idea la que nos gustara subrayar: Snchez es un

    ilustrado profrancs que desprecia lo barroco; racionalista y defensor de la esttica

    neoclsica, es normal que, para l, lo inmediato anterior no mereciese ningn elogio, y es

    ms, ni siquiera cita autores del XVII. Lo curioso es que esta interpretacin neoclsica es

    la que ha prevalecido en mucha de la literatura sobre el tema, sin plantearse si es cierta y

    en su caso las razones que la motivaron61. Unos planteamientos similares se desprenden

    de A. Snchez Valverde, El predicador, al cual preceden unas reflexiones sobre los abusos

    del plpito y medios de su reforma (Madrid, 1782) y L. Soler de Cornell, Aparato de la

    elocuencia para los sagrados oradores (Madrid, 1789). Ms moderado en su crtica pero

    en la misma lnea podemos encuadrar a Antonio de Campmany quien intenta rescatar por

    lo menos a los predicadores del perodo anterior al de esta tesis concedindoles el

    beneficio de la elocuencia y virtuosismo aunque sin llegar a ser perfectos modelos de la

    elegancia y nobleza oratoria62.

    El siglo XIX bien poco es lo que ofrece a la historiografa de los plpitos espaoles.

    Es cierto que hubo cuatro acadmicos que, o bien en sus discursos de recepcin, o en las

    contestaciones al ingreso de nuevos miembros, decidieron hablar sobre oratoria sagrada,

    sin embargo, sus aportaciones son tan nimias que no merece la pena que nos

    detengamos en ellas, como tampoco merece la pena sino resear el libro de A. Bravo

    Tudela, Historia de la elocuencia cristiana, Madrid 1864, que se salta el siglo XVII sin

    apenas una alusin.

    Con el nuevo siglo surgen aportaciones de mucho mayor enjundia. En 1902,

    Mariano Baselga y Ramrez publica "El plpito espaol en la poca del mal gusto" (Revista

    de Aragn, III, pg.64-65, 129-134, 211-214, 317-321, 402-405, 510-514.) donde dedica

    toda la primera parte al siglo XVII, con abundantes citas de autores de poca, y aunque

    lo hace para criticarlos, no dejan de tener inters los textos que saca a colacin. Poco

    despus M. Mir, de quien ya hemos hablado algo por su relacin tumultuosa con los

    jesuitas, edit los sermones del Fr. Alonso de Cabrera, predicador de Felipe II y uno de

    los clrigos ms reputados de su poca, con un breve estudio introductorio en el que

    lanza una llamada de atencin sobre el menosprecio que hasta entonces ha existido hacia

    61 Sobre esta idea profundizamos en el captulo 4.1.62 Dos son sus libros al respecto: Filosofa de la elocuencia, Barcelona, 1777, y Teatro

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    la oratoria sagrada espaola, que no puede verse tan postergada con respecto a la de

    otras naciones, en especial con la francesa63. Los resabios nacionalistas de Mir le hacen

    clamar por la contradiccin que se plantea en el caso espaol pues, junto a una brillante

    literatura en todos sus gneros, no puede mostrar la misma calidad en la elocuencia,

    siendo un pas catlico y vinculado a la Iglesia como pocos. Su conclusin, no muy

    desencaminda por cierto, es que faltaban estudios y los que se haban hecho no haban

    tenido la profundidad necesaria para sacar a la luz todo el bagaje y la calidad de la

    oratoria espaola.

    En la segunda dcada del siglo XX la revista Razn y Fe publicar una serie de

    artculos escritos por uno de los mejores conocedores del tema en cuestin: el padre

    Olmedo64 que, por desgracia, no tuvieron continuacin en una monografa como era de

    desear, aunque el autor persever en su investigacin ofrecindonos aos despus dos

    ediciones de predicadores de poca65. Tambin anterior a nuestra Guerra Civil es el

    discurso de ingreso en la R.A.E.L. del cardenal Eijo y Garay que bajo el ttulo De la

    oratoria sagrada espaola, (Madrid, 1927) volva a plantear la necesidad de demostrar a

    histrico-crtico de la elocuencia castellana, Barcelona 1780.

    63 Predicadores espaoles de los siglos XVI y XVII. Sermones de Fr. Alonso de Cabrera,Madrid, 1906. (El estudio introductorio consta de 30 pginas, quince de ellas dedicadas a laoratoria sagrada en general, y quince al predicador dominico). A pesar del ttulo slo se publiceste volumen dedicado a Cabrera. [La edicin de 1906 es mucho ms completa que una posteriorde los aos treinta y a la que le faltan las ltimas trescientas pginas. Concretamente lossermones de Adviento, los de los domingos despus de la Epifana, el de la purificacin de laVirgen Mara y el sermn fnebre a Felipe II en Santo Domingo el Real]. Una pequeaaproximacin a la obra de Cabrera en NEGREDO DEL CERRO, F.: "Levantar la doctrina hasta loscielos. El sermn como instrumento de adoctrinamiento social" en MARTINEZ RUIZ y SUAREZGRIMON (Eds). Iglesia y sociedad..., pg. 55-63.

    64 GONZALEZ OLMEDO, F.: "Decadencia de la oratoria sagrada en el siglo XVII" Razn yFe, T.46 (1916), pg. 310-321; "Restauracin de la oratoria sagrada en Espaa en el siglo XVIII"Idem, T.51 (1918) pg. 460-472; "Restauracin de la elocuencia sagrada en Espaa", Idem, T.55(1919) pg. 354-359; "Predicadores clebres. Francisco Terrones del Cao", Idem, T.56 (1919),pg. 334 y 486; con igual ttulo T.57, (1920), pg. 76-87. La ltima aparicin del P. Olmedo enesta revista, que sepamos, es su "Introduccin al estudio de la predicacin espaola" en el T.169(1964), pg. 143-154. Este artculo anticipa una obra de mucha mayor extensin y profundidadque nunca vio la luz por el prematuro fallecimiento del jesuita. HERRERO SALGADO, F.: Laoratoria sagrada..., pg. 43-46, habla pormenorizadamente de los planes de Olmedo, pues tuvo laposibilidad de trabajar en su riqusimo fichero.

    65 Gonzlez Olmedo realiz el estudio introductorio al la edicin que clsicos castellanoshizo en 1946 de la obra de AGUILAR TERRONES DEL CAO, F.: Instruccin de predicadores y elprlogo a la edicin de los sermones de Fr. DIONISIO VAZQUEZ, Madrid, 1943. CERDAN,"Historiade la historia de la oratoria sagrada" pg. 71, tambin atribuye al P. Olmedo el artculo"Predicadores del Siglo de Oro. El maestro Fr.Pedro de Valderrama" en Voluntad, nIX, 1920, queest firmado con el pseudnimo de Hugo Moreno.

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    los extranjeros la existencia de una hermossima elocuencia sagrada espaola, olvidada

    tras siglos de desidia, pero capaz de medirse con cualquiera otra en el mundo.

    Tras el fin de la contienda66, el primer trabajo en aparecer, que adems marc un

    hito importante, fue el de Miguel Herrero Garca, Sermonario clsico, con un ensayo sobre

    la oratoria Sagrada, (Madrid-Buenos Aires, 1942) que tras una amplia introduccin (89

    pginas) en la que el autor explicaba su punto de vista sobre la oratoria sagrada

    espaola, apoyndose en retricas de poca, recoga diferentes sermones de

    predicadores como Diego de Vega, Alonso de la Cruz, Guerra y Ribera o el mismo

    Paravicino, por lo que a la interpretacin se una la posibilidad de leer directamente a los

    autores en obras completas y no mutilados en citas. Adems, ofreca una catalogacin de

    los predicadores dividindolos por pocas y sacando del anonimato a muchos de ellos,

    algunos de los cuales veremos desfilar por estas pginas por ser predicadores reales. No

    obstante, M. Herrero, poseedor de una impresionante biblioteca de sermones, no

    continu su lnea investigadora y el estudio de la predicacin qued un tanto estancado a

    pesar de varios estudios centrados en personajes individuales de los siglos XVI y XVII67.

    En 1959, Otis H. Green public un curioso artculo68 en el que trataba aspectos

    muy desatendidos por los estudiosos y abre nuevas perspectivas al estudio de la

    66 En plena contienda civil ALARCOS, E. publica "Los sermones de Paravicino" en Revista

    de Filologa Espaola, n24 (1937) pg. 162-197 y 249-319.67 Dentro de estos podemos destacar: PEREZ, Q.: Fr.Hernando de Santiago predicador del

    Siglo de Oro (1575-1639), Madrid, Revista de Filologa Espola (Anexo) 1949; SORIA ORTEGA, A.:El maestro Fr.Manuel de Guerra y Ribera y la oratoria sagrada de su tiempo, Granada,1950.[Nosotros hemos manejado la reimpresin de 1991 tambin de la universidad granadina ycon prlogo de F. Cerdan]. El mismo SORIA ORTEGA, dedic un amplio artculo a otro predicadorbastantes aos despus "La predicacin de Pedro de Valderrama (1550-1611)" Revista deLiteratura, T.46, n92, (1984) pg. 19-55 y entre medias recopil una serie de sermones fnebresde Felipe II. SORIA ORTEGA, A.: "Una antologa de sermones fnebres a Felipe II" en Homenajeal profesor Emilio Alarcos Garca, 2 vols. Valladolid, 1967, T.II, pg. 455-482. SAGES AZCONA,P. (O.F.M.) y HUERGA, A. (O.P.), tambin reimprimieron en los aos cincuenta obras de nuestroSiglo de Oro con amplios estudios introductorios que analizan la vida y formacin de sus autores,su espiritualidad etc. Al primero corresponde el, posiblemente, mejor estudio que tengamos hastael momento de Fr.Diego de Estella en su obra Fray Diego de Estella. Modo de predicar y Modusconcionandi. Estudio doctrinal y edicin crtica, Madrid, 1951, mientras que Huerga lo reliz sobreel dominico Agustn Salucio y su Aviso para los predicadores del Santo Evangelio, Barcelona,1959.

    Con menores pretensiones, pero muy interesante, LOPEZ SANTOS, L.: "La oratoriasagrada en el Seiscientos. Un libro indito del P.Valentn Cspedes" Revista de Filologa Espaola,t.20 (1946) pg. 353-368.

    68 GREEN, O.H.: "Se acicalaron los auditorios: an aspect of the Spanish literary baroque"Hispanic Review, T.18 (1959), pg. 413-422.

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    predicacin que, sin embargo, no fueron continuados en los sesenta, donde las

    aportaciones fueron exiguas69.

    Con la sptima dcada del siglo, la investigacin sobre la oratoria sagrada

    espaola empieza un claro despegue. El punto de inflexin lo encontramos, sin lugar a

    dudas, en la tesis doctoral de Flix Herrero Salgado, Aportacin bibliogrfica a la oratoria

    sagrada espaola, (Madrid, 1971), en la que despus de una breve presentacin del tema

    en cuestin, se recopila un fichero de 5.340 ttulos de sermones, la mayora de ellos

    procedentes de la biblioteca de M. Herrero y, en muchos casos, su referencia topogrfica.

    Aunque las lagunas son grandes debido a la amplitud del tema de estudio -ss.XVI-XX-,

    nos atreveramos a decir que ha sido la piedra bsica sobre la que luego se han edificado

    posteriores trabajos, tanto suyos como de otros autores70.

    Menos inters por su fuerte contenido teolgico y adems estar centrado en el

    siglo XVI, nos ofrece la investigacin de Caizares Llovera sobre Santo Toms de

    69 Conocemos varios trabajos para este perodo de muy desigual vala. Una visin muy

    espiritual de la predicacin en GONZALEZ BARDALLANA, N.G. "La asctica del predicador en ladoctrina de Fr.Jos de Jess (O.C.)" Revista de Espiritualidad, n82 (1962) pg. 113-119; o enel de FORTUNATO DE JESUS SACRAMENTADO: "Apostolado de la predicacin, confesin ydireccin espiritual en el primer siglo de la reforma teresiana" Revista de Espiritualidad, XXII n 86(1963), pg. 46-86. Tambin de estos aos es la edicin de las obras de Fr. Gerundio deCampazas que hace SEBOLD, para Clsicos castellanos (Madrid, 1960), y dos pequeosartculos, estos s, de bastante inters, de RICARD, R.: "Aportaciones a la historia del en la literatura religiosa espaola" y "Vestigios de la predicacin contemporneaen el Quijote" en Estudios de literatura espaola, Madrid, 1964, pg. 200-226 y 264-278,respectivamente. Dmaso Alonso tambin dedic unas pginas a nuestro tema en el libro Delsiglo de Oro a este siglo de siglas, Madrid, 1968, concretamente el captulo "Predicadoresensonetados. La Oratoria Sagrada, hecho social apasionante en el siglo XVII", dondeinterrelaciona poesa satrica y plpito. De todas formas, las publicaciones ms novedosas,aunque no exclusivamente centrada en la predicacin creemos que son MARTINEZ ALBIACH,A.: Religiosidad hispnica y sociedad borbnica, Burgos, 1969 y OROZCO DIAZ, E.: El teatro yla teatralidad del Barroco, Barcelona, 1969, sobre todo las pginas 143-148.

    70 El propio Herrero Salgado reconoca aos despus las limitaciones e imperfecciones desu trabajo, algo de todo punto n