trabajo figari
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Instituto de Profesores “Artigas”Historia de la EducaciónProf: Ana Faedo
“Del Disciplinamiento a la Industrialización: La proyectada por Figari Escuela Nacional de
Artes y Oficios”
Diciembre 2009Grupo: 3º “B” Filosofía (Nocturno)
Integrantes: Pablo Barrios CI: 4.444.934-7 María Piaser CI: 3.916.147-7
Contacto: [email protected]@adinet.com.uy
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ÍNDICE:
Carátula……………………………………………………..…..Pág.1
Índice……………………………………………………………Pág.2
Introducción………………………………………………….....Pág.3
Desarrollo:
1- Los compromisos filosóficos de Figari………………………………....Pág.4
2 - El postulado pedagógico de Figari…………………………………......Pág.8
3 - La participación de Pedro Figari en la Escuela de Artes y Oficios….....Pág.11
Conclusión……………………………………………………...Pág.22
Bibliografía consultada………………………………………....Pág.23
2
INTRODUCCIÓN:
Lo que se pretende en este trabajo es vislumbrar la reforma educativa que Pedro Figari
(1861-1938) pretendió y en parte consiguió realizar en la Escuela Nacional de Artes y
Oficios.
Lo primero a dejar en claro es que si bien fue durante el período comprendido entre
julio de 1915 y abril de 1917 que Figari fue director interino de la Escuela de Artes, y si
bien es en estas instancias en que tiene la posibilidad de concretar en ella
transformaciones profundas, su vinculación con dicho establecimiento no puede
reducirse a los casi dos años de su gestión. Ya en 1903 Figari se pronunció
públicamente ante la Cámara de Representantes presentando un informe sobre la
Escuela de Artes y Oficios; exponiendo ya en dicho informe los principales argumentos
con los que defendería la instauración de una Escuela de Artes diametralmente opuesta
a la existente. Escuela proyectada por Figari que diferiría de la anterior en cuánto a
naturaleza, contenidos impartidos, métodos de instrucción y finalidad a la que debería
orientarse.
Se intentará demostrar en el trabajo que el proyecto de Escuela de Artes y Oficios que
mantendría Figari no puede entenderse si no se hace mención a su postulado
pedagógico, el cual dota de sentido a la dirección que la proyectada Escuela pretendía
asumir. Y que a su vez, su postulado pedagógico se fundamenta en los compromisos
filosófico-antropológicos que mantuvo.
Aclarado lo anterior puede entenderse que el presente trabajo no es un estudio que
pretenda indagar en el desenvolvimiento histórico que la transmisión de saberes
manuales ha tenido en la historia de la educación nacional (como sugería la propuesta
de selección del tema) sino simplemente centrándonos en la figura de Figari visualizar
los caracteres que definían la Escuela de Artes y Oficios por el proyectada.
3
DESARROLLO:
1- Los compromisos filosóficos de Figari: nexo entre trabajo, arte e industria.
Pedro Figari entre los distintos rótulos de los que es susceptible ser catalogado merece
el de filósofo, como todo pensador que pueda decirse filósofo el basamento sobre el
cual se yerguen todos sus posicionamientos intelectuales encuentran su origen en los
compromisos que éste mantiene desde su condición recién dicha.
Además de filósofo Figari fue destacado abogado, diputado del partido colorado,
periodista, ensayista, pedagogo, poeta, pintor. La dimensión que en la ocasión nos
ocupa desde su producción escrita y desde su accionar público es la de reformador
educativo, y ésta, como decimos, puede ser entendida solo desde sus postulados
filosóficos (antropológicos fundamentalmente y también estéticos en tanto postulación
de una teoría del arte).
Testimonio de la calificación que Figari merece como filósofo es su obra “Arte,
Estética, Ideal” publicada en Uruguay en 1912. Acerca de ella escribe la profesora Ana
María Varela: “Retoma temas metafísicos; los problemas del ser, de la nada, de la vida,
del espíritu, de la libertad, se encuentran dispersos en los tres tomos de la obra cuyo
título puede despistar. Trasciende cualquier especulación sobre estética, para
convertirse en una verdadera antropología filosófica (…) Figari parte de la afirmación
de la realidad «todo es realidad y fuera de ella nada hay ni puede haber». No admitió
otra realidad que la de la naturaleza (…) todo es Vida. La Vida es el principio que da
forma a la sustancia energía (…) En cuanto al hombre, en el prefacio de su obra nos
dice: «considero al hombre como una de las infinitas modalidades de la substancia y de
la energía integrales, esto es, como individualidad orgánica. Y como tal, lucha no solo
por sobrevivir, sino para mejorar. El hombre vive, y, al vivir, se siente compelido
instintivamente a procurar su mejoramiento, esa incitación orgánica que nos hace
anhelar más y más, incesantemente; ese acicate que nos inquieta y nos espolea; esta
aspiración insaciable a mejorar, es el ideal ». Todo evoluciona, el ideal cambia como
cambia el hombre y los recursos que emplea para lograrlo, lo que es constante es la
incitación a mejorar. Al vincular el ideal con el instinto, Figari sale al cruce de toda la
4
obra secular de disciplinamiento que había querido confinar el instinto al ámbito de
animalidad, situándolo bien lejos de la inteligencia, de las virtudes (…), aun en el
ejemplar más evolucionado, persiste el instinto capital orgánico, que hace amar la vida
misma”.1
El trabajo y la industriosidad:
Sintetizando la cita anteriormente expuesta podemos decir lo que sigue: Figari establece
que el hombre es una individualidad orgánica (entre las tantas que existen) cuyo instinto
vital lo determina no solo a sobrevivir sino a mejorar, esto en Figari no es otra cosa que
“el ideal”. Por otra parte, el hombre está compelido a hacer uso de ciertos recursos para
lograr su mejoramiento; ellos son el arte y la ciencia.
Agreguemos que esa tendencia instintiva a mejorar, cuyo fundamento se encuentra en el
propio vitalismo de todo ser orgánico que afirma la vida por el amor instintivo que tiene
hacia la misma, implica actividad, producción, trabajo (trabajo entendido aquí como
transformación de las condiciones de existencia para satisfacer necesidades). En este
sentido, en tanto alcanzar el ideal requiere del operar sobre la realidad (necesariamente,
como dijimos, bajo el auxilio del uso de ciertos recursos), en tanto es “por” y “en” el
trabajo en que se alcanza el ideal, es el trabajo la actividad primordial que caracteriza a
toda individualidad orgánica y es esto lo que explica el peso que dicho concepto tiene
en el posicionamiento intelectual de Figari siendo éste el elemento teórico central de su
postulado antropológico y, en efecto, de su postulado pedagógico.
Dada la caracterización recién esbozada del concepto “trabajo” en Figari queda
entendido que trabajo es ante todo actividad, acción sobre la realidad, pero no una
actividad sin más, sino una actividad a la que Figari refiere como “ingenio práctico”,
una actividad que se funda en el concilio entre intelectualidad y practicidad, y también
entre racionalidad e instinto; el trabajo encuentra su impulso y su razón de ser en el
instinto propiamente, en la incitación orgánica a mejorar, sin embargo, dicha actividad
es guiada y mediada por el entendimiento, a su vez, como trabajo es acción sobre la
realidad, trabajo es esencialmente una actividad práctica, de producción, pero no
desligada de operaciones intelectuales puesto que Figari refiere a una producción
conciente, criteriosa, razonada. Es de este modo que, como explica Ana Varela, Figari
1 - Varela, Ana María. Revista “Quehacer educativo”. Agosto 2004.
5
elimina la disyuntiva entre instinto e inteligencia así como también la dualidad entre
trabajo manual e intelectual. En conclusión, trabajo es aquella actividad que se propone
la obtención de resultados prácticos; la transformación de las condiciones de existencia
para conseguir el mejoramiento; propósito que encuentra su fundamento en el “principio
instintivo que da forma a la sustancia”, en la energía vital, pero guiada, mediada,
insistimos, por el entendimiento.
Figari equipara el concepto de trabajo con el de “industriosidad”: “El concepto mismo
de industria aparece ligado a la capacidad laboriosa del hombre y no necesariamente a
un sector de la producción humana” 2, explica Pablo Rocca. Es por esto que Figari
considera la “industriosidad” como inherente a la condición de todo ser orgánico y lo
que explica su repudio al “proletariado intelectual”, al amanual, al instruido sobre bases
teórico-abstractas que carece de disposiciones industriosas, y en efecto, se encuentra
imposibilitado de producir, imposibilitado de ejercer cualquier acción transformativa
sobre la realidad.
De lo anterior se desprende que el trabajo es en consecuencia la actividad que tanto al
hombre como a toda individualidad orgánica (debido a que es su actividad primordial
determinada por el instinto vital que impulsa al mejoramiento) permite el despliegue de
sus facultades. En consecuencia, privar al hombre del desarrollo de su dimensión
laboriosa es atrofiar sus potencialidades y violentar contra su condición natural.
El arte:
Por otra parte, como decíamos más arriba, para el hombre mejorar y alcanzar “el ideal”
debe servirse de ciertos recursos; estos serán para Figari el arte y la ciencia.
Desligándose de la concepción de arte instaurada en la modernidad, para la cual el arte
pertenece a una esfera específica separada de cualquier otra forma de producción cuya
propiedad esencial es su afuncionalidad, Figari concibe al arte no separado del oficio o
del trabajo artesanal. El arte en Figari es un “medio de acción” y como tal la utilidad es
el rasgo que lo define.
Tanto el arte como la ciencia son entonces creaciones humanas cuya finalidad no es otra
que auxiliar, servir, al hombre; arte y ciencia son medios, recursos, instrumentos, de los
2 - Rocca, Pablo Thiago. “Innovar desde la tradición: el caso Figari”. Comisión Sectorial de Investigación Científica. Universidad de la República Oriental del Uruguay. Publicado en la revista “Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación”.
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cuales el hombre se sirve para conseguir el “mejoramiento” al que la propia naturaleza
le determina alcanzar.
Dice Ana Varela: “Arte es para él todo arbitrio o recurso de la inteligencia aplicado a
mejor relacionar el organismo con el mundo exterior a fin de satisfacer sus necesidades
(…) Es arte toda intervención del arbitrio o recurso deliberado e inteligente en la
satisfacción de una necesidad”3.
Acerca de la concepción de arte mantenida por Figari esclarecedor es lo que nos dice
Pablo Thiago Rocca: “El arte es para Figari un proceso mayor en el que se inscribe la
evolución de la vida. Arte y técnica no poseen una diferencia sustancial o
epistemológica, sino de grado (…) Resulta significativo que en su mayor ensayo
filosófico comience con un minucioso recuento de las industrias animales: «…El castor
que construye diques para proteger su vivienda; el ave que arma su nido, denotan
aptitudes artísticas». El autor considera que tales manifestaciones son únicamente
distinguibles de las del hombre en tanto formas o estadios de la evolución, pero no en
cuanto a sustancia y contenido (…) El arte es un medio universal de acción (…) La
aplicabilidad es el atributo que define el hecho artístico: «todo el arte tiende a servir al
organismo» (…) «No hay ni puede haber rivalidad entre los diversos medios de que nos
valemos para atender a nuestras necesidades y aspiraciones (…) La investigación
científica, como la actividad artística, se encaminan igualmente a servir al hombre y a
la especie». Para Figari arte y ciencia buscan respuestas en el mismo sentido”4.
A partir de tales consideraciones explica Ana María Varela que queda eliminado todo
dualismo, como adelantamos, entre arte y ciencia, entre arte y técnica, entre arte bello y
arte útil. Insistimos en ello para enfatizar en que solamente dejando establecidos tales
criterios es sostenible el trípode, identificable a nuestro criterio en Figari, entre trabajo,
arte e industria, actividades que no son otra cosa que manifestaciones del vitalismo con
que Figari caracteriza a toda individualidad orgánica.
Como última consideración acerca de la concepción de arte que mantiene Figari, y su
nexo con la industriosidad, vale decir que el arte en tanto es medio para alcanzar “el
ideal”, en tanto es instrumento de “mejoramiento”, es por un lado actividad 3- Varela, Ana María. Revista “Quehacer educativo”. Agosto 2004. extraído de Ardao, Arturo. “Ciencia, arte y estética”. Departamento de Publicaciones de la Universidad de la República, Montevideo. 4 - Rocca, Pablo Thiago. “Innovar desde la tradición: el caso Figari”. Comisión Sectorial de Investigación Científica. Universidad de la República Oriental del Uruguay. Publicado en la revista “Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación”
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garantizadora de desarrollo individual (porque implica trabajo), como también actividad
garantizadora de desarrollo material y espiritual (no solamente moral) a nivel social,
argumento con el que defenderá la instauración de su proyectada Escuela de Artes y
Oficios.
2-El postulado pedagógico de Figari:
Si se quiere el concepto central de la prédica pedagógica de Figari se encuentra
expresado en la figura del obrero artista. Dicha figura encarna la concreción de todos
sus postulados pedagógicos; la indisociación de trabajo manual e intelectual, la
industriosidad que el obrero artista desarrolla y la formación como preparación para la
vida de la que es objeto.
Formación integral: indisociación entre trabajo manual e intelectual:
“El fin racional de la institución no puede ser el de formar simples operarios más o
menos hábiles, oficiales mecánicos; artesanos en la estrecha acepción que se da a esta
palabra (…) Más racional y más digno del Estado sería formar artesanos en la
verdadera acepción que debe tener esta palabra, dada su etimología, es decir, obreros-
artistas (…) vale decir, obreros competentes, con criterio propio, capaces de razonar,
capaces de intervenir eficazmente en la producción industrial”5. En referencia al
artesano en su “estrecha acepción” escribiría Figari en 1919 en la obra “Enseñanza
Industrial” escrita en colaboración con su hijo Juan Carlos Figari, son “simples
accesorios de usina que no tienen perspectivas de emancipación posible”.
El intento de Figari será el de conformar, mediante la instrucción institucional, un
individuo que logre el desarrollo de su “industriosidad” (su dimensión laboriosa reunión
de intelectualidad y practicidad), logrando que el artesano mantenga una “conciencia
productora”, lo cual lo habilitará a “intervenir con criterio”, inventiva e iniciativa en la
producción. Escribe Figari: “De este modo puede obtenerse el artesano competente
para arbitrar en cualquier emergencia, mientras que del otro se produce el operario
autómata, destinado a las mil formas de esclavización que inspira el afán de lucro de
5 - Figari, Pedro. Citado por Ana María Varela en Revista “Quehacer educativo”. Agosto 2004. Extracto citado por Ardao en el prólogo de “Educación y Arte”, Biblioteca Artigas de Clásicos Uruguayos. Montevideo. 1965.
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los empresarios, y esto no puede ser anhelo social (…) Si algo hay que eludir en la
tarea educacional es el peligro de la explotación del hombre por el hombre, mácula y
rémora que deslucen y obstaculizan la plena vida social y la prosperidad colectiva,
privando al ambiente de lo mejor que puede ofrecer: la probidad y la equidad, que
distribuyen los beneficios y enardecen para la empresa, haciendo que el esfuerzo no sea
una penalidad sino un esfuerzo orgánico saludable por lo mismo”6
De lo anterior se desprende que la formación del operario autómata si existe es porque
sirve a los intereses de ciertos sectores de poder, mas, para el progreso del colectivo tal
tipo de individuo es de sumo disfuncional, descontando el embrutecimiento individual
que padecerá aquel individuo al que por no permitírsele la actualización de sus
potencialidades, se le estaría impidiendo el alcance de “el ideal”.
El obrero artesano por recibir una formación integral y desarrollar su industriosidad, no
es reductible a una dimensión puramente manual; sus objetos de producción serán
resultado de operaciones manuales y también intelectuales. Escribe Figari en 1910: “al
hablar de trabajo manual, no entiendo referirme a un trabajo mecánico de las manos,
sino a un trabajo guiado por el ingenio, en forma discreta y variada, constantemente
variada, que pueda determinar, poco a poco, un criterio productor artístico, vale decir,
estético y práctico, cada vez más conciente, y, por lo propio, más hábil y más apto para
evolucionar” 7
Con la unión de trabajo manual e intelectual, el trabajo, en tanto se hace motor de
desarrollo humano se dignifica. El trabajo al no quedar reducido a una dimensión
humana específica exclusivamente deja de ser atrofiador de potencialidades, pasa a ser
la actividad propiamente en que el humano consigue su autodesarrollo, como venimos
explicando.
Educación como preparación para la vida: enseñamiento práctico integral.
La finalidad primordial de la escuela a criterio de Figari debe ser la de preparar para la
vida. Figari explica “si vivir es adaptarse, si adaptarse es evolucionar, educar es enseñar
a vivir”, la educación debe justamente maximizar sus esfuerzos en impulsar el
6 - Figari, Pedro y Figari, Juan Carlos. “Educación Integral”, recopilado en Educación y Arte. (Publicado en 1919 con el título “Enseñanza Industrial”; luego el propio Figari, en menciones bibliográficas, se refirió a él como “Educación Integral”.7 - Figari, Pedro. “1910. Reorganización de la Escuela Nacional de Artes y Oficios”.
9
“mejoramiento” del hombre desde el sentido vitalista al que Figari adhiere, es decir, la
educación debe servir de resorte para alcanzar “el ideal”. Y como el ideal se consigue en
el esfuerzo del trabajo, de la actividad; la educación debe esencialmente “enseñar a
trabajar”, y como queda entendido, en Figari, vivir es trabajar, es operar sobre la
realidad para satisfacer necesidades y así conseguir progreso.
Por lo tanto, si la vida es adaptación, es actividad, es trabajo, y si la escuela es
preparación para la vida, la escuela debe dar una formación integral, no desligada del
aspecto que en el hombre adquiere mayor preponderancia dada su dimensión orgánica:
el aspecto práctico.
Escribe Ana María Varela refiriéndose a la escuela en términos generales e incluyendo
posteriormente la consideración también en términos generales que de la escuela hace
Figari: “No obstante, la escuela prepara para una vida irreal, desarma al alumno en
vez de buscar un desarrollo integral, lo desadapta. « Lo que debía ser materia del más
esmerado cultivo: el ingenio, el ingenio práctico, es precisamente lo que más excluido
queda de todo programa educacional» Hay que rescatar las energías productivas del
alumno”8
En este sentido, la formación casi exclusivamente teórica de la que la escuela se ve
viciada no se ajusta en absoluto al postulado pedagógico de Figari, al brindar una
formación no integral sino puramente teórico-abstracta no fomenta la productividad sino
“el parasitismo, el aspirar meramente a integrar la burocracia que, por no ser
resultado de un proceso de selección, desborda de postulantes a estos campos y
entorpece, en vez de facilitar, la vida colectiva”9
“Es cierto que en las escuelas, liceos y universidades se enseña matemáticas, física,
química, mineralogía, botánica y otras ciencias naturales, pero no es menos cierto que
se enseñan estas ramas con un propósito de diletantismo más bien, para llenar una
curiosidad especulativa, que si forma un barniz cultural, no prepara una cultura
efectiva como lo sería un enseñamiento práctico integral…con aquel arsenal de
ciencia…no se enciende una lamparilla, ni se talla una piedra, ni se repara un motor”10
8 - Varela, Ana María. Idem.9 - Varela, Ana María. Idem.10 - Figari, Pedro y Figari, Juan Carlos. Idem.
10
Este tipo de formación embebida de contenidos teóricos, formativa desde lo abstracto,
que excluye la posibilidad de acción en lo concreto, es la responsable de producir lo que
Figari denomina como “proletariado intelectual”, figura que se afirma como la opuesta a
la del obrero artesano. El proletariado intelectual “incapaz de emplear prácticamente sus
conocimientos para explotar las riquezas de la tierra” es la expresión del hombre que
encarna el concepto de “instruido”; concepto generalizado por aquel tiempo en toda
Sudamérica, que refiere a aquel que “puede hablar de cualquier asunto, aunque sea
incapaz de realizar trabajo práctico alguno”, a causa de “no haber intervenido ni
experimentado las formas de producción”.
Radical es la posición de Figari al respecto, y dispuesto a aceptar las consecuencias más
extremas de su tesis escribe: “Entre nosotros es un elemento más infecundo y peligroso
el amanual que el analfabeto, puesto que el que sabe trabajar, aunque no sepa leer ni
escribir, puede prosperar, mientras que el que no sabe producir, de nada o muy poco
de valdría la instrucción mínima que puede adquirir (…) se halla así imposibilitado de
ordenar su actividad y sus medios de existencia”11
Clara es su posición en este otro pasaje: “es así, y experimentando, que podemos formar
una conciencia razonada y útil, como un instrumento, en vez de esas conciencias de
relumbrón, de vitrina, incapaces de satisfacer las verdaderas necesidades y
aspiraciones orgánicas del pueblo. La vida natural, como escuela; la vida
experimental, como gimnasia del espíritu y de la acción (…) Desde que un pueblo
superior no sólo es instruido sino criterioso; no solo hábil, sino emprendedor,
ejecutivo, práctico, debemos trabajar”12
3 - La participación de Pedro Figari en la Escuela Nacional de Artes y Oficios:
La creación de la Escuela Nacional de Artes y Oficios se sucede en el año 1879,
instancias en las que el país bajo gobierno del Coronel Lorenzo Latorre se encuentra
inscripto en el proceso por consolidarse como Estado Nacional (primer período de
modernización). Para tal momento la necesidad que afloraba a consideración de las
autoridades directrices del país era formar los habitantes que se concebían como
precisos para integrar dicho Estado Nacional.
11 - Figari, Pedro y Figari, Juan Carlos. Idem12 - Figari, Pedro y Figari, Juan Carlos. Idem
11
El Estado frente a tal apremio, como el lógico, visualizará en la educación el
instrumento de privilegio para alcanzar sus objetivos políticos. En efecto, la educación,
ahora sistematizada, adoptará la dirección que sirva a los fines políticos del Estado. En
este sentido la educación, bajo la pretensión de construir el “sentimiento de Nación”
requerido para la integración social, se abocará a la formación de una población que
bajo el ideal de “ciudadano” alcance los niveles de homogeneidad necesarios.
En consecuencia, la educación pública será ante todo un “instrumento” de orden que en
vistas al objetivo político del Estado asumirá la consigna de “incluir para
homogeneizar”; pretendiéndose la difusión de una educación de masas, que llegue a
todos y del mismo modo (por esto es que se la sistematiza y se le otorga el carácter de
obligatoria). El punto que queremos destacar es que la educación a transmitir sentará sus
bases en contenidos más moralizantes que pedagógicos; el objetivo de la escuela será ,
antes que brindar una instrucción tendiente a producir efectos que tengan por objeto el
desarrollo de las capacidades del individuo, el de socializar, disciplinar, civilizar,
normalizar.
Si bien es, como decimos, a todas las instituciones educativas a las que el Estado
impone la función prioritaria de disciplinar, esta disposición adquiere mayor notoriedad
en la Escuela Nacional de Artes y Oficios, la que es creada explícitamente como “casa
de corrección” para jóvenes de mala conducta o jóvenes cuyos padres pidieran el
ingreso de sus hijos a dicho establecimiento por incorregibles nos dice Ana Varela.
Esta escuela con carácter de correccional estuvo al principio bajo la órbita militar, lo
que no es de extrañar dados los patrones que la definían, luego en 1905 pasó a depender
del “Ministerio de Fomento”, a cargo de la “Comisión de Caridad” que regía distintos
asilos de mendigos y dementes, lo que no es sino un reflejo del concepto que se tenía
del trabajo manual. En 1908 pasó a depender del “Ministerio de Industrias, Trabajo e
Instrucción Pública”.
Es durante el período que va desde julio del 1915 hasta abril de 1917 que Figari ejerce
el cargo de director provisorio de la Escuela, cargo al que si bien tuvo que renunciar por
“desinteligencias con el gobierno, desinteligencias con el propio Batlle y Ordoñez que
quería formar –artistas- según el criterio estético europeo” explica Ana Varela, tuvo
oportunidad de realizar transformaciones que a la postre demostraron revolucionarios
resultados.
12
Pero no son los años comprendidos dentro del período de su dirección a cargo de la
Escuela los únicos que mantuvieron a Figari vinculado con la misma, ya desde su
accionar como diputado se ocupo de exponer sus consideraciones respecto de dicha
Escuela e intentó desde el lugar que ocupaba impulsar las transformaciones que a su
criterio eran urgentes realizar.
Así queda expresado en el documento “Informe sobre la creación de una Escuela de
Bellas Artes” producido en 1903 en la Cámara de Representantes. En dicho informe
Figari realiza una apología de la creación de lo que por el momento pretendía instaurar;
una “Escuela de Bellas Artes”. La iniciativa se fundamenta en la “necesidad social” que
Figari reconocía en disponer de ella, depositando en la creación de tal Escuela la
confianza de que la misma se constituya en garantía de progreso material y espiritual
para el país; escribe: “Ha sido unánime la opinión de los miembros de vuestra
Comisión Especial, en el sentido de apoyar y prestigiar el pensamiento que encierra el
proyecto de creación de una Escuela de Bellas Artes, como de verdadera trascendencia
para el completo desarrollo de la industria y la cultura nacional” 13
El progreso material al que promovería la Escuela de Artes estaría dado por la tendencia
que a la misma se le pretendería adjudicar; direccionada al desarrollo industrial. “Las
derivaciones del funcionamiento de una Escuela, en las condiciones que se proyecta,
son múltiples y muy complejas; podría decirse que son indefinibles, sobre todo si se
dedica a las aplicaciones del arte a la industria, que es la forma verdaderamente
práctica y más adecuada para nuestro país como medio de iniciación (…) Son
verdaderamente halagadoras las perspectivas de trabajo y progreso que se diseñan al
pensar en la variedad infinita que pueden tener sus aplicaciones a las industrias
nacientes del país, y a las que su propio desarrollo habrá de promover. La escuela no
solo habrá de procurar la mayor adaptabilidad y baratura de los productos (…), sino
que impulsará vigorosamente el desenvolvimiento industrial, dando trabajo y
ocupación a muchos brazos, facilitando las corrientes inmigratorias y, a la vez,
aumentando la cultura y riqueza del país.” 14
13 - Figari, Pedro. “Informe sobre la creación de una escuela de bellas artes”. Informe producido en 1903 en la Cámara de Representantes en el Apéndice Nº2 de su opúsculo “Plan general de la organización de la Enseñanza Industrial” de 1917. Incluido en “Educación y Arte”. Biblioteca Artigas. Vol.81. Montevideo. 1965.14 - Figari, Pedro. “Informe sobre la creación de una escuela de bellas artes”. Idem.
13
Para que ésta Escuela de Artes sea funcional al desarrollo industrial, y se ajuste a la
realidad nacional del momento, debería brindar una formación destinada al fomento de
las “artes aplicadas”, por ser ésta una instrucción fácil (y accesible en consecuencia), de
resultados prácticos y útiles: “…fuera de la arquitectura, la escultura y la pintura, que
en su faz superior serían acometidas por los elegidos, por los talentos excepcionales,
surgirían vigorosamente las artes aplicadas, las artes decorativas que comprenden,
puede decirse, la mayor parte de las manifestaciones estéticas, puesto que intervienen
íntimamente en la edificación, en parques, jardines, en cerámica, tejidos, papeles,
cristalería, en muebles, etc. (…) El florecimiento industrial sería una consecuencia feliz
y obligada de tales enseñanzas, y otra consecuencia no menos halagüeña sería formar
la educación nacional artística, como coronamiento de nuestra cultura”15
Figari pretende desarticular progresivamente la antigua Escuela de Artes y Oficios
argumentando que la misma ha sido ineficaz e inoperante para los fines del Estado; la
Escuela de Artes y Oficios a criterio de Figari al haber optado por el pupilaje, al no
haberse abocado a la enseñanza del arte aplicado, al no presentar una organización
adecuada, “no llena debidamente sus fines”. Por el contrario, esta Escuela “ha insumido
fuertes capitales sin provecho positivo”; ha fracasado por “un triple vicio
constitucional”:
A) Mantiene un grado de acción social muy limitado debido a que mantiene una “falsa
orientación de la enseñanza”. A criterio de Figari, “tiende a formar profesionales más
bien que obreros concientes”, la preparación que da no permite al alumno ocuparse en
las distintas modalidades industriales.
B) Dado que ha optado por el sistema de internado el número de alumnos que puede
educar es muy bajo (doscientos alumnos promedialmente), “reduce a una cifra exigua
de alumnos la acción de enseñamiento”, a su vez, por el motivo recién dicho la
institución asume una forma de instrucción demasiado cara para los resultados que
consigue, descontando que el sistema de internado “le quita a éste la saludable
influencia de la propaganda que va ejerciendo el alumno, en forma latente, cuando está
en contacto con la sociedad”.
C) Y por último, tal Escuela mantiene una “forma errónea de selección”, ya que como
casa de corrección no recluta a quienes estén deseosos de aprender sino a quienes
15 - Figari, Pedro. “Informe sobre la creación de una escuela de bellas artes”. Idem.
14
mantengan un comportamiento “desvirtuado”, siendo el ingreso a la Escuela ante todo
un castigo, concibiéndosela como una institución de resocialización.
“Comprende vuestra Comisión que no es posible suprimir de un solo golpe aquella
Escuela, pero sería llegado el caso de buscar soluciones en el sentido de utilizar lo más
posible las sumas invertidas para mantenerla, aplicándolas a necesidades más
sentidas”16
En tal informe Figari sitúa su proyectada Escuela de Bellas Artes en el status de
“complementaria” a la obra de la instrucción pública, pero no por ello prescindible, sino
“indispensable” por la contribución social que su instauración supondría y advierte de
“los perjuicios morales y sociales” que la falta de dicha institución ha aparejado.
El argumento de Figari de que la Escuela de Artes y Oficios ya no se ajustaba a las
necesidades que demandaba la nueva situación del país puede ser entendido si
visualizamos brevemente el nuevo escenario político, social y económico que el siglo
XX traía consigo; para el momento, el Uruguay, como todos los países de la región
vivencian un proceso de desarrollo económico que favorece el ascenso de las clases
medias, serán éstas las que tendrán el rol protagónico en la dirección que la educación
por estos tiempos asumirá. Las clases medias depositarias de confianza en el modelo
político (el estado para el momento deja de ser Juez y Gendarme abocado solo a las
funciones primarias, para pasar a ser Benefactor, en nuestro país bajo el modelo
Batllista) conciben a la educación como herramienta de ascenso social, en consecuencia
la reclaman al estado. La exigencia será de una educación orientada hacia la
“especialización”; formación especializada para lograr ajustarse a las nuevas
condiciones del nuevo mercado de trabajo.
“Resulta obvio que [la Escuela de Artes y Oficios] era totalmente ineficaz para
responder a las necesidades de una incipiente industrialización, menos aún en el marco
de nuestra “segunda modernización”. Así, empiezan a oírse reclamos de una educación
técnica moderna. Como respuesta, a comienzos de 1910 fue contratado un técnico
extranjero, el señor Thomas Cadilhat, como Director Técnico, quien presenta un
proyecto de reorganización para –formar obreros hábiles en el ejercicio de su
profesión, así como contramaestres y jefes de taller para la industria-. Contra este
proyecto se levantará la voz solitaria de Figari, quien también denunciara como –
académico y anticuado- el proyecto presentado por Pedro Cosio. Este, militante del
16 - Figari, Pedro. “Informe sobre la creación de una escuela de bellas artes”. Idem.
15
partido colorado, el mismo que defenderá la ley de 8 horas, era también miembro del
Consejo de la Escuela, ahora dependiente del Ministerio de Industrias, Trabajo e
Instrucción Pública”17.
La Escuela alternativa proyectada por Figari mantenía ambiciosos objetivos, todos ellos
se encabalgaban al más fundamental: “impulsar el espíritu de industriosidad nacional”.
Por lo anterior podemos decir que su objetivo de transformar la Escuela de Artes y
Oficios no se limitaba a producir efectos dentro de las reducidas esferas de la misma;
visualizó en la transformación de dicha Escuela el punta pié que daría inicio a una
“transformación de la actividad productora nacional”, por lo que la implementación de
su reforma tendría un alcance global, tocando a toda la realidad nacional.
Siguiendo con el análisis de los distintos documentos que se incluyen en la obra
“Educación y Arte” (los mismos van desde el año 1903 al 1917), podemos enumerar los
caracteres sobre los cuales La Escuela de Artes y Oficios pensada por Figari se
proyectaba:
(A) Aplicación Industrial. “El fin de la Escuela es la enseñanza de las ciencias y del
arte, en sus aplicaciones industriales”. Punto que ya hemos tratado lo suficientemente.
(B) Dar instrucción práctica más bien que teórica, adoptando procedimientos
experimentales antes que especulativos. “La instrucción misma requiere ser práctica,
aunque razonada, más bien que teórico-abstracta (…) El plan general de la instrucción
pública, si bien es avanzado y ha prestado importantes servicios, no basta para llenar
los fines integrales de la nación, ni lo pretende, porque es de naturaleza y de efectos
principalmente teóricos. Es indispensable, pues, llenar la necesidad primordial de
producir riqueza, que es angular en la sociedad. ¿Qué puede hacer el teórico, que no
sea enrolarse en las filas de los burócratas (…) que viven (…) siempre a expensas del
productor? (…) Sólo cuando enseñemos también a producir, podremos realizar
fácilmente nuestros sueños y aspiraciones legítimas de engrandecimiento”18. Este punto
también fue trabajado lo suficientemente cuando se hizo mención al postulado
pedagógico de Figari.
17 - Varela, Ana María. Idem.18 - Figari, Pedro. “Cultura práctica industrial. Memorándum provisional. Lo que debe hacerse”. Incluido en “Educación y Arte” Biblioteca Artigas. Vol.81. Montevideo. 1965
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(C) Posibilitar una “producción razonada”. La producción del “obrero artista” se
pretende un proceso razonado, conciente, criteriosos (distando del tipo de producción
que le sería propia a un “operario autómata”). Por esto deberá desarrollársele al alumno
un criterio productivo y un sentido estético, no prefigurado sino propio.
(D) Respeto a la individualidad. Se pretende que la producción sea para el alumno ante
todo un proceso de creación e inventiva autónomo: “estimulando y respetando sus
energías como una fuerza muy estimable (…) donde el alumno consiga por sí mismo la
verdad o el resultado que busca”19 .
(E) Inclusión: “Instruir al mayor número de personas, sin distinciones de ninguna
clase, dándoles además cursos especiales para obreros, en las horas y días que a éstos
más les convengan”20. Con un sistema de “amplio externato”. “Dicho centro, abierto
por igual a todos los que deseen aprender o informarse, hombres y mujeres…”21.
(F) Vinculado al punto anterior, la Escuela de Artes y Oficios operaría también como
centro de formación de docentes de educación primaria para infundir el espíritu de
industriosidad tempranamente: “[Dicho centro] prepararía además al personal de la
Instrucción Pública Primaria para que ésta a su vez, pueda formar el carácter
industrioso del alumno, al propio tiempo que lo instruye teóricamente”22.
(G) Difusión del espíritu de industriosidad por todo el territorio nacional. “Los maestros
y maestras deben adquirir conocimientos prácticos de producción, según sus aptitudes,
a fin de que, al rotar, puedan difundir en todo el país formas múltiples de producción
razonada” 23.
“Fuera de la enseñanza confiada a las escuelas rurales, debería mandarse maestros a
los vecindarios donde no hay escuela, a fin de darles, por lo menos, algunas nociones
teórico-prácticas y algunos recursos de producción. A tal efecto podría constituirse un
cuerpo de maestros ambulantes encargado de recorrer dichos vecindarios. Estos
19 - Figari, Pedro. “1910. Reorganización de la escuela nacional de artes y oficios”. Incluido en “Educación y Arte” Biblioteca Artigas. Vol.81. Montevideo. 1965.20 - Figari, Pedro. “1910. Reorganización de la escuela nacional de artes y oficios”. Idem.21 - Figari, Pedro. “Cultura práctica industrial. Memorándum provisional. Lo que debe hacerse”. Idem.22 - Figari, Pedro. “Cultura práctica industrial. Memorándum provisional. Lo que debe hacerse”. Idem.23 - Figari, Pedro. Idem.
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maestros tendrían como principal misión la de construir centros productores
congruentes con las modalidades y calidad de las materias primas regionales y, como
cometido complementario, el dar nociones de higiene (…) economía (…) solidaridad
entre el poblador, el vecindario y el estado (…) y de estética racional…”24
“…Al llevar a todos los extremos del territorio una instrucción práctica y fácil de
aprovechar y, al dar coparticipación en la dirección y vigilancia a todos los centros
poblados ofrecerá un estímulo saludable a los habitantes de campaña, por lo común
privados de toda acción directriz, relegados a sus propios recursos, y no por eso menos
compelidos a contribuir a todas las cargas públicas”25
(H) Apuesta a una industrialización fundada en un criterio nacional. Figari concibe
como primordial el tender a una industrialización que haga uso de “nuestras riquezas
naturales”, y de las “materias primas de producción nacional”. Frente al dilema que
vivían por el momento los países del continente de si “o nos industrializamos o nos
industrializan” Figari mantiene una posición de afirmación de las disposiciones
nacionales. Escribe: “Frente al problema productor, se nos ofrecen dos soluciones
fundamentales: imitar a los países industrializados o industrializarse a criterio propio.
Lo primero, si no fuese deprimente, debería descartarse por ineficaz. Esta solución
postergaría indefinidamente nuestra iniciativa cultural, sin lucimiento ni provecho,
porque aspirar a la cultura propia por medio de la incorporación de progresos ajenos
sería lo mismo que aspirara a la originalidad por la copia (…) Hay que esmerarse, no
solo en multiplicar las culturas productoras, sino en encaminarlas bien, a fin de
imprimirles el sello de nuestra individualidad americana, poniendo a contribución
nuestras actitudes imaginativas y nuestro ingenio (…) hay que estudiar las condiciones
de nuestras materias primas para darles la aplicación más hábil y más provechosa”26
(I) Proceder de modo progresivo en las formas de producción. “Para iniciar, pues, de
un modo racional la cultura artístico-industrial del país, hay que fundamentar lo más y
mejor posible la base, comenzando por las formas rudimentarias de arte utilitario,
múltiples y muy difundidas, a fin de ir desde allí por selección de direcciones y de
aptitudes, hasta lo complejo, intenso. A medida que el ingenio se esgrime en las formas
simples de producción, va revelando poco a poco, criteriosamente, nuevas perspectivas
24 - Figari, Pedro. Idem.25 - Figari, Pedro. Idem.26 - Figari, Pedro y Figari, Juan Carlos. Idem.
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viables, y mayores aptitudes, si las hay, para intentar, en terreno conocido, otros
ensayos de expansión y mejoramiento: así es que se opera la evolución”27 En otro
pasaje Figari expresa: “Aunque se trate de simples rudimentos de arte industrial y
decorativo (…) estas prácticas elementales servirán asimismo de base angular a las
formas ulteriores de producción nacional, que seguirán enseñando progresivamente, y
que el mayor o menor vuelo de su evolución dependerá, precisamente, de la efectividad
de la cultura cimental en que repose. La orientación que se adopte en los comienzos, es
pues, de importancia fundamental” 28
Para culminar el trabajo nos parece oportuno exponer las transformaciones que de la
proyectada Escuela lograron concretarse en hechos, evaluando el estado de la Escuela
antes y después del mandato de Figari:
Escribe Pablo Rocca: “…[Figari] se había opuesto al “pupilaje” o régimen de
internado y a todo aquello que asimile las artes manuales e industriales a labores de
una casa de corrección (…) Figari se revela contra el método de instrucción, de un
rigor tan inconsulto que rayaba en lo arbitrario. «Se usaba despóticamente la
autoridad de manera altanera y aun brutal, y se abusaba de los castigos para inducir el
orden» (…) Especialmente apunta la falta de coherencia de la enseñanza, la cual, antes
de su mandato, se impartía por ejercicios, «todos fragmentarios, abstractos» que
propendían, en vez de «enseñar a sacar el mejor partido práctico de todo elemento
natural a un modo sistemático de inutilizar la materia prima. El resultado de estos
ejercicios se arrojaba o se quemaba y el alumno no veía una aplicación juiciosa e
integral de los materiales de su oficio» Estos ejercicios eran señalados por un número
ordinal y no por el nombre del alumno y «la finalidad de los mismos, en algunos
talleres al menos, no se mencionaba jamás. Las iniciativas del alumno quedaban así
por completo ahogadas. Los alumnos no pensaban». Suprime, pues, los famosos
ejercicios «radicalmente y de un solo golpe y pasados los primeros momentos de
estupor, hizo eclosión el propósito de proyectar entre los alumnos, y desde entonces se
apoderó de ellos una pasión ardiente por idear, por crear»”.29
27 - Figari, Pedro. “Cultura práctica industrial. Memorándum provisional. Lo que debe hacerse”. Idem28 - Figari, Pedro. Idem. 29 - Rocca, Pablo Thiago. Idem.
19
En el informe publicado por Figari al término de su cargo como presidente de la Escuela
Nacional de Artes y Oficios en 1917; Plan general de organización de la Enseñanza
Industrial, en el apartado Lo que era y lo que es la Escuela de Artes Figari define la
naturaleza que encarnaba en su origen tal Escuela y el espíritu del cual se embebe luego
de su dirección:
“La ex Escuela Nacional de Artes y Oficios, que funcionó por cuatro décadas y que
tuvo algunos momentos de auge, si bien muy onerosos según se me ha informado, fue
decayendo y acentuando su hibridismo a un extremo tal que habría sido difícil definir
la verdadera naturaleza de dicho establecimiento. Tenía, sin embargo, más carácter de
prisión, o de reformatorio, que de escuela. Era la pesadilla de la Administración
Pública. No se sabía qué hacer con ella; y hoy es ya una institución abierta, liberal,
esencialmente liberal, que hace honor al país.
No sólo su aprovechamiento, y el propio aspecto del edificio tanto exterior como
interiormente, no respondía a sus necesidades, sino que el funcionamiento de la
Escuela era de una manifiesta ilogicidad. Los talleres y las instalaciones estaban
dispuestos de tal modo que, si a primera vista podían parecer aceptables, o aun buenos,
no resistían el menor análisis. La fuerza motriz se distribuía y se malgastaba de un
modo verdaderamente lamentable. En algunos talleres, bastaba que un alumno afilase
una simple herramienta para que todas las maquinarias se moviesen a la vez. Los
materiales, valiosos a veces, se abandonaban hacinados…”30
Frente al pretendido aprovechamiento óptimo de las energías de trabajo, con la valiosa
colaboración de su hijo arquitecto, Figari introduce cambios en la disposición de los
talleres y las instalaciones, cambios desde el punto de vista edilicio que nos permiten
visualizar que su contribución de la Escuela de Artes y Oficios produjo también
provechosos resultados infraestructurales.
30 . Figari, Pedro. “Lo que era y lo que es la Escuela de Artes” Informe publicado en el Apéndice Nº1 de su opúsculo Plan General de Organización de la Enseñaza Industrial. 1917. Incluido “Educación y Arte”, Biblioteca Artigas de Clásicos Uruguayos. Montevideo. 1965.
20
CONCLUSIÓN:
La principal conclusión a la que arribamos, no necesariamente una vez culminado el
análisis llevado a cabo sino bastante antes, es la que incluimos en el desarrollo del
trabajo: La Escuela de Artes y Oficios proyectada por Figari mantenía el ambicioso
objetivo de “impulsar el espíritu de industriosidad nacional” por lo que la
transformación de dicha Escuela sería la puesta en marcha de un proceso de
transformación mayor; la “transformación de la actividad productora nacional”. En este
sentido es que reafirmamos lo que más arriba sostuvimos, que la implementación de su
reforma pretendía producir hondos efectos en toda la realidad nacional y no en un centro
educativo determinado puntualmente.
21
Por otra parte, el trabajo realizado nos permite constatar lo que ya otros autores
estudiosos del “caso Figari” han concluido; que la negativa a la concreción entera de la
Escuela proyectada por Figari no debe ser entendida como una derrota lisa y llanamente
puesto que las transformaciones realizadas fueron además de valiosas en sí mismas
ventajosas para los resultados que a la postre se lograron conseguir.
Otra conclusión con carácter más bien de reflexión a la que asistimos es la del
admirable grado de consistencia que a nuestro criterio alcanza el postulado pedagógico
de Figari por sustentarse en consideraciones propiamente filosóficas y antropológicas,
lo que hace que sea su postulado pedagógico conjuntamente con su consideración
acerca de la existencia, “la vida” y la condición humana lo que permita entender sin
ambigüedades la divergente posición que él mantuvo con respecto a la Escuela de Artes
y Oficios que operaba previamente a su gestión.
La Escuela Nacional de Artes y Oficios proyectada por Figari además de partir de “otra
concepción de las urgencias del país”, más fundamentalmente, partía de otra concepción
de la enseñanza propiamente, y en consecuencia, de otra concepción del tipo de hombre
que la Institución debía formar.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
- Figari, Pedro. “Educación y Arte”. Biblioteca Artigas. Vol. 81. Montevideo
1965.
- Peluffo Linari, Gabriel. “Historia de la pintura uruguaya/ tomo 1. El imaginario
nacional-regional (1830-1930) de Blanes a Figari”. Ediciones de la Banda
Oriental.
- R.C.F. Logia “José de San Martín”. Masonería del Uruguay: “Pedro Figari y la
Educación. Artículo publicado en www.masoneriadeluruguay.org . 04/09/2008.
22
- Rocca, Pablo Thiago. “Innovar desde la tradición: el caso Figari”. Comisión
Sectorial de Investigación Científica. Universidad de la República Oriental del
Uruguay. Publicado en la revista “Revista Iberoamericana de Ciencia,
Tecnología, Sociedad e Innovación”
- Varela, Ana María. Revista “Quehacer educativo”. Agosto 2004.
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