tierra caliente, caliente otra vez

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Menu 2015 Nexos www.nexos.com.mx Tierra Caliente, caliente otra vez La caída del imperio templario en Michoacán no ha sido garantía para que sus habitantes disfruten de tiempos de paz. Al contrario, nuevos grupos están disputando el territorio en nombre de “una nueva limpia” La incertidumbre y el miedo son acompañantes fieles de la Tierra Caliente michoacana. Inevitablemente lo son, también, de mis exploraciones de la misma. Al recibirme en una de las esquinas polvorientas de Apatzingán —predomina la terracería en la ciudad más importante de la región—, el contacto a quien originalmente había pretendido entrevistar me refiere a los otros tres hombres que lo acompañan. Da una breve explicación: “Ahorita, por lo de las elecciones, es más oportuno que platiques con ellos”. Mis conocimientos acerca de estos últimos no van más allá de lo que había extraído del aglutinante y profundamente incierto día- a-día, es decir, de los rumores y chismes. Esas voces aseguraban que los hombres, en cuya camioneta poderosa me subo después de una breve introducción mutua, son el nuevo poder fáctico en la ciudad; que son parte de los que habían destronado a los Templarios; que son los representantes locales del cártel rival del estado colindante hacia el oeste; que son, en síntesis, “gente peligrosa”. Tanto estas aseveraciones, su manera de conducir —recio, como dirían los terracalentanos con su estirada entonación tan típica— como el hecho de que estamos trascendiendo poco a poco mis límites cognitivos de la zona urbana resucita un sentimiento familiar. El que se me grabó en la memoria cuando, en los tiempos de antes, Nazario Moreno y Servando Gómez se decían “el gobierno” (sic) y me recibieron con la confidencia correspondiente.

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Análisis de la revista Nexos sobre Michoacán

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Tierra Caliente, caliente otra vezFalko Ernst

2015Nexoswww.nexos.com.mx

La cada del imperio templario en Michoacn no ha sido garanta para que sus habitantesdisfruten de tiempos de paz. Al contrario, nuevos grupos estn disputando el territorio ennombre de una nueva limpiaLa incertidumbre y el miedo son acompaantes fieles de la Tierra Caliente michoacana.Inevitablemente lo son, tambin, de mis exploraciones de la misma. Al recibirme en una de lasesquinas polvorientas de Apatzingn predomina la terracera en la ciudad ms importantede la regin, el contacto a quien originalmente haba pretendido entrevistar me refiere a losotros tres hombres que lo acompaan. Da una breve explicacin: Ahorita, por lo de laselecciones, es ms oportuno que platiques con ellos. Mis conocimientos acerca de estosltimos no van ms all de lo que haba extrado del aglutinante y profundamente incierto daa-da, es decir, de los rumores y chismes. Esas voces aseguraban que los hombres, en cuyacamioneta poderosa me subo despus de una breve introduccin mutua, son el nuevo poderfctico en la ciudad; que son parte de los que haban destronado a los Templarios; que son losrepresentantes locales del crtel rival del estado colindante hacia el oeste; que son, en sntesis,gente peligrosa. Tanto estas aseveraciones, su manera de conducir recio, como diran losterracalentanos con su estirada entonacin tan tpica como el hecho de que estamostrascendiendo poco a poco mis lmites cognitivos de la zona urbana resucita un sentimientofamiliar. El que se me grab en la memoria cuando, en los tiempos de antes, Nazario Moreno yServando Gmez se decan el gobierno (sic) y me recibieron con la confidenciacorrespondiente.

Drstico es, en el destino de nuestro breve viaje, el contraste con el pasado. Abandonamos elvehculo en la calle y, por gradas de concreto que forman un estadio, descendemos a la cancha.Si no fuera por su relleno humano, sera un simple lugar dedicado el voleibol. Tal como seencuentran cientos en esta regin. Aqu se puede observar a Apatzingn desde su posicin dealtura. Baando el sol poniente el paisaje de estrechos caones urbanos construidos contra unfondo de altos cerros en naranja y magenta, se prestara perfectamente para un miradorturstico. Este espacio tiene dominacin masculina. Destaca la ausencia absoluta de mujeres yse respira la intensidad sudosa de las luchas por los siete mil pesos que se paga a los ganadoresde cada partido.La atraccin verdadera para este socilogo-etngrafo es, sin embargo, otra. Losaproximadamente cien hombres que adornan el espectculo con huevos de tortuga (Esto nolo permite el gobierno, me dice uno con sonrisa desafiante) y Coronitas fras, le proveen elsueo de una muestra. Empieza mi interlocutor su quin es quin del caleidoscopio deactores armados que habitan el mundo postemplario. Ves a ese? Es narco, y ese tambin [sere] aqu andan todos, pero no hay bronca, aqu nos respetamos todos Y ves a esos tres?

Son de las defensas rurales Esos de all son de nosotros [de las autodefensas, perdn: laFuerza Rural], esos tambin pero no oficializados, slo de apoyo cuando entramos en lofuerte, puedo juntar 150 hombres en 40 minutos. Proporciona claves esenciales no slo con loque dice, sino tambin con la forma pseudoconspirativa en la que lo hace. Como para subrayarque la rara y sbita presencia de este gero provoca las sospechas usuales ser de la DEA?, uno de los presentes se acerca, sube mi playera y pone una Colt .38 Sper en mi pantaln.En voz alta agradezco el regalo a su patrn, que visiblemente disfruta la microcomedia de suautora. A pesar de que la atencin plena de los presentes es nuestra sin duda, mi gua damedia espalda a los que seala mientras que me susurra informacin al odo. Hasta ciertogrado, pienso, sigue vigente la ley suprema de los Templarios: ver, or y callar. Lo que es nocuadra con lo que debera ser. Y lo que muchos saben no se vocaliza abiertamente. Das mstarde, un ex sicario me da la clave del silencio: saber mucho es peligroso.Quienes por el momento se han quedado con el poder invierten considerable energa enconsolidar la imagen de que esta ciudad vive una nueva levedad. Cristbal es uno de ellos yocupa ahora una posicin central. Fue nombrado comandante de la Fuerza Rural despus deque su predecesor, su hermano mayor Emilio, fue sustituido de su posicin. Emilio, como loexpresa una persona cercana a la familia, no mostr la valenta que se requiere para ser lder.Cristbal es uno de los 72 hijos que procre su padre Rafael lvarez.El clan de los lvarez est conformado por cantantes de corridos, actores de pelculas decharros, gobernadores, senadores y poderosos empresarios tanto lcitos como ilcitos. Unaespecie de Buddenbrooks apatzinguenses, que fcilmente inspirara una gran novela familiar alcorte de Thomas Mann. Cristbal, sosteniendo en alto una fotografa de gran formato dondeaparece parte de su familia, aade el ingrediente de tragedia y sufrimiento que no puede faltara tal obra. Nos quitaron dos hermanos, constata antes de explicar que el surgimiento y laposterior instalacin como poder fctico de la Familia Michoacana provoc su expulsin de laregin. Han regresado para reclamar lo suyo, despus una larga dcada de exilio en Len,Guanajuato, como parte de la ola autodefensa armada, que ha remodelado y ante todofragmentado el paisaje del poder.Los acontecimientos del 6 de enero, cuenta una asesor del grupo, causaron celebracin apesar de que s fue matanza y no portaron armas. Una vez ganada la contienda por lasupremaca sobre Apatzingn contra los Viagras, Cristbal demuestra gran confidencia en los

logros obtenidos. La gente est tan agradecida con nosotros que nos regalan cosas, resaltamientras me da un tour por los negocios que han reabierto en los ltimos meses. Contrarrestaas las amplias sospechas acerca de que son ilcitas las fuentes de financiamiento delmovimiento, en particular con su participacin en el negocio de las famosas cocinasmichoacanas. Ms llamativo resulta el hecho de que un hombre a cuya cabeza se ha puestoprecio se mueva sin escolta o arma. Su tranquilidad, destaca, es resultado de que Apatzingnest blindada.Esta imagen coincide con los logros de la intervencin federal que subrayan algunos de susrepresentantes en plticas informales, concedidas slo bajo la estricta condicin de proteger suanonimato. Aun as, esquivan preguntas crticas con el arte de la difusin discursiva que, quizsms que en cualquier contraparte suya a nivel mundial, han perfeccionado los polticos yfuncionarios mexicanos. A tal grado que, cinco minutos y un bombardeo de clusulas yoraciones subordinadas despus, uno ya ni sabe qu carajo haba preguntado. Son menossimplistas las expresiones que extraigo, que las aclamaciones de Castillo, Osorio Chong et al.,todo est bien en Michoacn. O bien, como afirm su presidente municipal a finales de junio,Apatzingn est libre del crimen organizado. An as, y quizs debido a la indiscernibilidad deuna estrategia que merezca tal clasificacin, no saben, o bien no quieren plantear, una visin delfuturo ms all de vagos planes de desarmar a las autodefensas y de aplicar la ley. En vez deeso destacan que al menos ahora ha regresado cierta actividad econmica y se ha superado elterror anterior. Lejos estn de la situacin a la que se enfrentaron a inicios de 2014, es decir,cuando llegaron como parte de la armada federal para anestesiar, amputar y equipar conprtesis el cuerpo estatal michoacano podrido. Mis informantes ms preciados los cronistasde la vida cotidiana: gente comn y corriente como microempresarios, jornaleros y taxistascoinciden en que ha habido ciertos cambios. Revela mucho que ahora son ellos mismos losque buscan activamente conversar cuando ven en sus ranchos lo que se parece a prensainternacional. Hablan con relativa franqueza sobre sus (des)encuentros con los Templarios.Antes, sin haber tejido un lazo de confianza durante das o incluso semanas, hubiera sidoimpensable que compartieran su trauma como ahora lo hace un seor de unos 70 aos,contndole con la mirada baja a un desconocido que sigue sin rastro de 16 familiares suyos.Recita el clebre historiador regional, Luis Gonzlez y Gonzlez, a los terracalentanos que bastarasguar un poco el suelo para poder sacar diablitos por la cola. Aunque estas lneas se refierena las notorias condiciones climticas de la Tierra Caliente, proveen adems un diagnstico

pertinente de su presente sociopoltico. Rasguar tantito es suficiente para penetrar la delgadasuperficie narrativa de reforma, progreso y seguridad. Se revelan rpidamente profundas fisuras.Se manifiestan en instantes como en el que la candidata de Morena a la diputacin local y yonos trasladamos en su camioneta. Pocos das antes fue asesinado su compaero EnriqueHernndez, candidato del mismo partido a la presidencia municipal de Yurcuaro, Michoacn.Tanto por lo anterior como por llamadas, mensajes y visitas intimidantes a su casa de campaa,la atmsfera ha sido tensa. Cuando estamos cerca del cuartel militar, la candidata me pide queest pendiente de una moto que identifico por el retrovisor. Tripulada por dos jvenes, nossigue por las prximas tres vueltas. Mi reflejo de quitarme el cinturn para ser ms flexible para poder agacharme resulta innecesario. Desaparece la moto una vez que nos paramos ennuestro destino. Sin embargo, la cautela que inspira tal ocurrencia, finalmente banal, tienesustento en acontecimientos recientes. Bajo condiciones de una (para)militarizacin queactualmente no permiten comandos montados en camionetas de llevar la muerte, andan losdiablitos en dos ruedas. Entre los habitantes de estas tierras sigue inspirando terror la motonegra, aquella en la que asesinos a sueldo anduvieron disparando hasta que hace mes y mediofueron abatidos por la Fuerza Rural. Es emblemtica esta leyenda real para un clima deinseguridad que se caracteriza por la certeza de que la paz es efmera y que ser, tarde otemprano, interrumpida por grupos que intentarn volver a una mayor concentracin de laviolencia. Unos dicen que observan cmo hombres armados entran a hurtadillas a la ciudadde nuevo, bajo el cobijo de la noche. Otros dicen que nunca se han ido y que sigue intacto,entre otros elementos, su sistema de halconeo. Muchos perciben, en forma ms difusa pero nomenos daina, el regreso de los rateros, fenmeno facilitado por la disolucin del controlsocial templario que temen e incluso ya sienten. El vaco no tardan en llenarlo otros actores. Lacuota que antes pagaban los dueos de las maquinitas que se encuentran en casi todas lastienditas de la ciudad ahora la cobra la Fuerza Ciudadana. Recin, se quejan, la subieron de 70 a130 pesos mensuales. En varias colonias surgen, entre tanto, nuevos microdominios cuyascabezas extorsionan y amenazan a la poblacin. Cuenta un constructor que sufre este tipopresin que la procuradura no atiende sus quejas. La Fuerza Rural, constata un miembro suyo,[sabe] perfectamente quines son y [podra] calmar la situacin. Pero debido a que seencuentra un limbo legal, no puede actuar. Y agrega: esto requerira una solucin fuera de laley. Si uno quiere entrarle ms fuerte y tomar una casa recio pero luego tienes a los geyesde derechos humanos encima y te metes en broncas con los de la federacin. En las partes del

municipio en las que los abusos fueron menos marcados que en otras existe cierta glorificacinde los amos anteriores: Con ellos haba ley su ley. Cualquier forma de gobernanza, sinimportar lo temible que haya sido, parece mejor la certidumbre de la incertidumbre.Para quien deja atrs la cancha blindada de Apatzingn, Cristbal aclara que los filtrosinstalados en sus entradas por la Sedena y, de forma clandestina, por los suyos, no hacen quenadie entre pero s que los que entren ya no salen, las fisuras obtienen una claridad innegable.A unos 20 kilmetros queda la localidad de El Alcalde. A su salida hacia Guanajuatillo, ranchonotorio por ser el lugar de nacimiento de El Chayo y parte del corazn geogrfico del grupoque fund, se ubica lo que los autodefensas locales llaman la frontera. Ms all del retn quela demarca, explican los cuatro hombres que lo cuidan, es territorio de ellos. De quines?Pues de los mismos. Los mismos, como clarifica otro da un ex sicario que form parte deesa estructura durante siete aos, se refiere a unos 300 hombres. ste sera el ms numerosoentre los varios grupos que reclaman la herencia templaria. Entre tanto, los mismos estaranrecobrando fuerza en los cerros de este municipio y la sierra de Tumbiscato bajo el mando delprimo hermano de Nazario Moreno, Homero Gonzlez Rodrguez alias El Gallito. El significadode recobrar se abre a diversas interpretaciones, sobre todo al saber que en el tiempo que hatranscurrido desde las ltimas elecciones, se han registrado emboscadas en los dos lugares conms de 20 muertos de un solo grupo.Lo mismo cabe decir de lo que me espera detrs de la frontera. Recorro varios de los ranchosen cuestin junto con un grupo de morenistas. Mientras piden el voto de la poblacin,aprovecho la oportunidad para ponerme cautelosamente al da. Se comenta con grannaturalidad el regreso paulatino de ellos despus de que los comunitarios no pudieronestablecerse de manera permanente. Parece reflejarse tambin en la postura de los tresmuchachos, como Servando Gmez se referira a ellos, que se la pasan, armados y cuidandola plaza como si nada hubiera cambiado, en la escasa sombra de un rbol de la comunidad deHolanda. De regreso rumbo a Apatzingn bajamos hacia el Ro Grande mediante una brechaflanqueada por arbustos resecados que limitan la vista a unos 20 metros. Imagnate, ac ni tedas cuenta desde dnde te disparan, comenta el conductor mientras que suavemente avanzala camioneta a travs de profundos cauces excavados por la lluvia. Este paisaje hace palpable laemboscada contra policas federales en 2010. Aseguran oriundos que, arrojados al ro, la

corriente ya no distingui entre muertos y heridos. No nos sorprende encontrarnos aqu conuna pequea unidad de los mismos, compuesta por dos camionetas y una quad. Ellos nomuestran mayor inters al pasarnos. Nos saludamos con respeto. Seguimos.

Al mostrarme su credencial, un miembro de la caballera del Ejrcito constata que estadependencia paramilitar ha absorbido y entrenado cientos de elementos en los pasados meses,slo en este municipio. Me pide discrecin. Nos est prohibido hablar con la prensahacemos las cosas ms por debajo. Lo que implica, dice sin querer revelar ms detalles,picarles cuando sea necesario. En trminos relativos, ha sido ms transparente la creacin dela Fuerza Rural, otro intento de aglutinar y as controlar el potencial coactivo y desestabilizadorque emana, en buena parte, de la masa de la insolvencia templaria. Aun as, ni el 10% de los queintegran el universo de las autodefensas apatzinguenses ha sido oficializado. Esta superficiepseudoinstitucional apenas vela la topografa real del poder contemporneo. Templarios demediano rango su identidad y pasado son ampliamente conocidos forman pilaresimportantes de ella; han sostenido exitosamente sus poderos subregionales, por ejemplo deNueva Italia y spero. Sealando lo que es pero no debera ser, rechazan mis acercamientospara platicar por razones obvias. Va a ser difcil, resume un hombre cercano a uno de ellos

despus de que le explicara mi motivacin, no quiere meterse en broncas, es que namsquiere cocinar. En contradiccin a esta pasividad, Cristbal y sus hombres ms cercanosaprendieron a la fuerza que son uno de los dos principales ncleos de poder el otro es el delas autodefensas de Tepalcatepec. Saben y pueden mover los hilos en la regin. El ambientese tens cuando Cristbal se reuni con los hombres de El Gallito para hacer un pacto de noagresin. El encuentro desemboc en una discusin acalorada entre los protagonistas de lasautodefensas apatzinguenses, con las armas puestas en la mesa. Las acusaciones de traicin encontra de Cristbal siguieron. Finalmente, y debido a la intervencin de su hermano Emilio y dedos de los mencionados hombres fuertes que as pretenden recuperar su posicin en laciudad, se produce un putsch. El frgil edificio de la autodefensa local cuenta ya con un nuevoliderazgo, el de los hermanos Francisco y Sergio Licea. Causa de preocupacin, ya que, segninformantes internos, ellos han presionado desde hace tiempo para que se liberalicen (lase:se afloje la legalidad de) las formas de conseguir los fondos requeridos.An bajo el mando de Cristbal, los que ahora portan sus armas legalmente cambiaron, un dade junio, sus uniformes por ropa civil para protestar pblicamente por la detencin de dos desus contrapartes. Los colaboradores de El Americano han sido acusados de ser secuestradores.Sabe Dios si lo son, explica Cristbal, pero hay que apoyar por si ocupamos el apoyo [deotros grupos] en el futuro. Cunta lealtad al Estado y a las normas legales que representa sepuede esperar de un constructo ad-hoc parainstitucional cuyos miembros se autodesignangobierno pero no gobierno? Simular, as, que la gobernanza efectiva del Estado-nacin es msque una ficcin, bajo las condiciones actuales es una cosa. Y quizs ir con la corriente para noquedarse atrs como el asesor citado anteriormente justifica su papel a pesar de seriasdudas de su parte sobre la integridad del movimiento haya sido la nica opcin delgobierno. Pero, tcitamente, permitir que la necropoltica la regulacin fctica de quinpuede matar con impunidad como el mero ncleo del concepto de la soberana1 la siganejerciendo actores privados sin legitimacin democrtica suscita preguntas ms serias. Que hasido alto el precio para navegar Michoacn al ojo del huracn deviene palpable cuando aseverael comandante que muchos se han quedado en el camino. Unos 300, pormenoriza. Aunqueno completa su frase, deja en claro el asesor en otro momento, el sencillo criterio que se aplicapara decidir si sealados (ex)templarios merecen vivir o morir: Si han matado. Dcadas deciclos de revancha y violencia entre grupos, familias e individuos han mantenido en garrote aMichoacn. Y es difcil imaginar su fin mientras que los campos de muerte ubicados en lasierra y los cerros del estado, coinciden informantes estatales, de la sociedad civil y de la

poblacin civil que all estn enterrados cientos o incluso miles de desaparecidos se siganrellenando. Falta otra limpia, constata entre tanto el comandante, apuntando a los cerros quese elevan en el trasfondo de la cancha blindada. Aunque las haya dicho antes de exclamar suintencin de impugnar las elecciones por fraude, prestan un resumen pertinente de lasituacin actual las palabras del candidato panista a la presidencia municipal de Apatzingn:Esto apenas empieza.

Falko ErnstInvestigador predoctoral en el Departamento de Sociologa de la Universidad de Essex,Inglaterra, y periodista freelance.1 Vase Mbembe, J. A., Necropolitics, Public Culture, 15 (1), 2003, pp. 11-40.

2015Agosto,Expediente.

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