sistemas de movilidad urbana sostenible. alberto

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SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto Fernández López ([email protected] ); Álvaro Fernández Heredia; Antonio Álvarez Benavides; Fernando Sabín. Las mejoras de la movilidad peatonal y ciclista, la versatilidad de los medios de transporte colectivos, la pacificación del tráfico motorizado, y la accesibilidad urbana para diversos colectivos sociales, constituyen las principales dimensiones operativas en las políticas de movilidad urbana sostenible. No obstante, varios aspectos problemáticos surgen en este contexto: ¿Por qué se siguen ritmos y modelos de implementación distintos en cada ciudad? ¿A qué factores sociales y políticos responden las políticas urbanas de movilidad sostenible? ¿Qué consecuencias locales y globales tienen para la equidad social y la vitalidad democrática? ¿Cómo contribuyen los distintos colectivos ciudadanos a los cambios en la movilidad urbana? Estas cuestiones han sido abordadas sólo tangencialmente por las investigaciones sobre el transporte. La presente investigación se propone analizarlas desde un enfoque propio de las ciencias sociales y con un énfasis primordial en los procesos de participación de los múltiples actores sociales implicados, seleccionando para ello los casos de Madrid y Sevilla en el período 1990-2010 y centrándose en la movilidad ciclista. Las variaciones y los modelos de implementación de los sistemas de movilidad ciclista se analizarán con un enfoque multinivel y procesual. Por un lado, se parte de la concepción de las prácticas ciclistas utilitarias como resultado contingente de una combinación de cuatro niveles de acción y condicionamiento: las políticas urbanas, el movimiento urbano pro-bici, las cualidades singulares de cada entorno urbano construido y medioambiental y las configuraciones sociales. Aunque existen numerosas aportaciones parciales en algunos de esos cuatro niveles, es precisamente en su interacción mutua donde aún no disponemos de suficiente conocimiento holístico. Por otro lado, entendemos que los procesos de transición desde regímenes con predominio de la “automovilización” hacia otros de carácter más sostenibles local o globalmente exigen la identificación de los factores potenciadores u obstaculizadores más destacados. PALABRAS CLAVE: Movilidad, sostenibilidad, participación política, ciclabilidad, investigación, integralidad.

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Page 1: SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto

SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE.

Alberto Fernández López ([email protected]); Álvaro Fernández Heredia;

Antonio Álvarez Benavides; Fernando Sabín.

Las mejoras de la movilidad peatonal y ciclista, la versatilidad de los medios de

transporte colectivos, la pacificación del tráfico motorizado, y la accesibilidad urbana

para diversos colectivos sociales, constituyen las principales dimensiones operativas en

las políticas de movilidad urbana sostenible. No obstante, varios aspectos problemáticos

surgen en este contexto: ¿Por qué se siguen ritmos y modelos de implementación

distintos en cada ciudad? ¿A qué factores sociales y políticos responden las políticas

urbanas de movilidad sostenible? ¿Qué consecuencias locales y globales tienen para la

equidad social y la vitalidad democrática? ¿Cómo contribuyen los distintos colectivos

ciudadanos a los cambios en la movilidad urbana? Estas cuestiones han sido abordadas

sólo tangencialmente por las investigaciones sobre el transporte. La presente

investigación se propone analizarlas desde un enfoque propio de las ciencias sociales y

con un énfasis primordial en los procesos de participación de los múltiples actores

sociales implicados, seleccionando para ello los casos de Madrid y Sevilla en el período

1990-2010 y centrándose en la movilidad ciclista.

Las variaciones y los modelos de implementación de los sistemas de movilidad ciclista

se analizarán con un enfoque multinivel y procesual. Por un lado, se parte de la

concepción de las prácticas ciclistas utilitarias como resultado contingente de una

combinación de cuatro niveles de acción y condicionamiento: las políticas urbanas, el

movimiento urbano pro-bici, las cualidades singulares de cada entorno urbano

construido y medioambiental y las configuraciones sociales. Aunque existen numerosas

aportaciones parciales en algunos de esos cuatro niveles, es precisamente en su

interacción mutua donde aún no disponemos de suficiente conocimiento holístico. Por

otro lado, entendemos que los procesos de transición desde regímenes con predominio

de la “automovilización” hacia otros de carácter más sostenibles local o globalmente

exigen la identificación de los factores potenciadores u obstaculizadores más

destacados.

PALABRAS CLAVE: Movilidad, sostenibilidad, participación política, ciclabilidad,

investigación, integralidad.

Page 2: SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto

1. Justificación.

La oportunidad actual del estudio se justifica, en primer lugar, en los rápidos avances en

esta materia que se ha experimentado en las ciudades europeas gracias al respaldo que la

movilidad urbana sostenible ha recibido por parte de las instituciones de la Unión

Europea. Numerosas ciudades españolas de diferente tamaño, por lo tanto, enfrentan

similares retos por transformar sus sistemas de movilidad urbana mejorando su

ciclabilidad. Los recientes cambios legislativos en cuanto al tráfico, la creación de

infraestructuras urbanas adecuadas para los desplazamientos ciclistas, o la línea de

ayudas del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) para

implementar sistemas de uso público de bicicletas, son indicadores de esos cambios y la

investigación sociológica como la propuesta aquí puede informar sistemáticamente

acerca de los fundamentos sociales y políticos de las pautas de movilidad ciclista. En

segundo lugar, asistimos a un giro político notable en relación al uso de la bicicleta que

se manifiesta en la creación de una “comisión de la bicicleta” en el Congreso de los

Diputados, una “mesa de la bicicleta en España” con representación interministerial y la

Red de Ciudades por la Bicicleta constituida en 2009

(http://www.ciudadesporlabicicleta.org/). Estas dinámicas institucionales no pueden ser

ajenas a las cualidades singulares que tiene cada territorio y las prácticas sociales que se

desarrollan en relación a la bicicleta, por lo que el presente trabajo puede abrir espacios

de colaboración y participación ciudadana vinculados a esas nuevas orientaciones

políticas.

No obstante, consideramos que todavía hay cuestiones poco abordadas en profundidad y

que requieren un enfoque más propio de las ciencias sociales y culturales: en particular,

el análisis de los procesos de cambio de hábitos y la consideración del papel jugado por

los procesos de participación ciudadana en los cambios de régimen de movilidad. La

geógrafa urbana Carmen Miralles Guasch, por ejemplo, apunta en su obra Ciudad y

transporte: el binomio imperfecto (2002), que el diseño de las políticas de movilidad

son resultado de diferentes actores y agentes sociales que actúan en un contexto

específico integrado por tres esferas: la económica, la política y la de la sociedad civil.

En este sentido se han generado distintas corrientes de opinión y praxis a nivel global,

pero localizadas en ciudades y áreas metropolitanas concretas en forma de movimientos

sociales a favor de una movilidad más sostenible. Degrowth Movement, The Slow City

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Movement y la Critical Mass son algunas de estas experiencias que principalmente se

caracterizan por una puesta en práctica de la movilidad ciclista como uno de sus ideales

de ciudad. Sus aportaciones en materia de participación ciudadana y en la

implementación y desarrollo de las políticas de movilidad sostenible y la gestión del

espacio público, han sido puestas de manifiesto por diversos autores (White 1992, 1999;

Carlsson 2002, 2008; Rondinella 2004; Furness 2005).

Podemos observar, tres tipos de desconexiones en la literatura científica sobre la

bicicleta utilitaria:

. La falta de protagonismo de las disciplinas sociales y culturales, tratándose de forma

tangencial y poco profunda temas como los cambios de hábitos y la participación

ciudadana de los movimientos pro-bici en relación a otros agentes urbanos. Hay algunas

excepciones valiosas, pero aisladas de las aplicaciones políticas y urbanísticas concretas

(Augé 2008)

. La distancia que se ha generado entre los debates científicos y los que emergen de las

articulaciones ciudadanas donde sí se habla de participación y procesos democráticos en

la generación de políticas urbanas, pero se desconocen las dinámicas del debate

institucional y de la producción de políticas públicas en materia de movilidad sostenible

(Pucher y Buehler 2008).

. Las múltiples diferencias existentes en los ritmos y modelos de implementación de las

políticas de movilidad ciclista entre municipios (y países), en los que desconocemos sus

condiciones sociales y políticas de causalidad.

Page 4: SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto

2. Objetivos e hipótesis de partida.

a. Hipótesis de partida.

1. Los modelos de desarrollo e implementación de políticas urbanas de

movilidad dan lugar a movimientos urbanos pro-bici de reacción crítica y de

influencia social en la promoción del uso de la bicicleta urbana utilitaria.

2. Cuanto mayores son los cauces y niveles de participación ciudadana en las

decisiones acerca de los sistemas de movilidad ciclista, mayor es la

ciclabilidad de las ciudades.

b. Objetivos generales.

1. Conocer cuáles han sido los procesos de implementación de políticas

urbanas de movilidad sostenible en Madrid y Sevilla.

3. Conocer cómo han evolucionado y qué efectos han tenido los movimientos

urbanos pro-bici en las dos ciudades.

4. Determinar las relaciones de interacción producidas entre las políticas

urbanas y los movimientos pro-bici.

5. Promover dispositivos de participación ciudadana en los que verificar la

ciclabilidad urbana e intervenir en los sistemas de movilidad urbana

sostenible.

3. Análisis contextual y comparado y su influencia en la movilidad entre Madrid y

Sevilla.

3.1 Dinámicas demográficas en España, Madrid y Sevilla.

Durante las últimas décadas las dinámicas demográficas en España han cambiado

sustancialmente. Hasta los años 60 y 80 se dio un doble proceso de centralización de la

población bastante fuerte: a nivel nacional aumentó el porcentaje de población que

residía en las provincias más pobladas, entre ellas Madrid y Sevilla, y dentro de éstas la

población tendió a asentarse en las capitales.

Obviamente este proceso de centralización no tuvo la misma intensidad en todas partes:

mientras la Comunidad de Madrid sigue concentrando más población (un 13,75% del

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total de la población española en 2011), pues crece con más rapidez que el resto del

estado, la Provincia de Sevilla tocó techo en 2001 con un 4,28%.

Dentro de estas dos provincias el proceso es más acentuado. En 1960 el Municipio de

Madrid acaparaba casi el 90% (86,71%) de la población de toda la provincia, gracias en

gran parte a la anexión de multitud de municipios durante la década de los 50 derivada

de la fuerte centralización política y administrativa. A partir de entonces Madrid Capital

ha ido perdiendo peso progresivamente en la Comunidad Autónoma hasta encontrarse

apenas por encima del 50% en 2011. Esto es resultado de una tendencia a la dispersión

urbana que promueve que el resto de municipios tiendan a crecer con mayor rapidez

que la capital, que se haya en una suerte de meseta ondulante desde hace unos 40 años

alrededor de los 3-3,2 millones de habitantes. Baste contrastar que frente a un aumento

de la población del 10% en la ciudad de Madrid, la Corona Metropolitana ha aumentado

en un 23% y la Corona Regional en un 42% en los últimos ocho años.

Este fenómeno de dispersión urbana viene caracterizado por aumentos de población allí

donde las densidades son bajas. Así comprobamos como en los últimos 20 años, para

un crecimiento demográfico del 15%, el suelo destinado a uso urbano ha aumentado un

30% y, por consiguiente, la densidad poblacional ha descendido un 10%. Esta

dispersión de la población genera aumentos considerables de la movilidad, se producen

un mayor número de viajes motorizados y con distancias mayores, dos factores que

afectan a la movilidad ciclista.

El crecimiento demográfico en Sevilla se está estancando desde los años noventa, sin

embargo se pueden observar cierta movilidad demográfica interna de la ciudad principal

a su área metropolitana. Frente al estancamiento de la ciudad de Sevilla, contrastan

poblaciones del entorno Sur, Aljarafe y Norte donde ha habido aumentos poblaciones

considerables en los últimos años.

Sevilla está perdiendo su peso respecto al total de la población de la provincia. En el

área metropolitana vemos como Sevilla ha pasado de suponer un 72% de la población

total en 1970 a un 60% en la actualidad.

Estos cambios apuntan a una nueva dinámica que viene marcada por la

desconcentración de la población dentro de las provincias, con capitales como

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Madrid y Sevilla representando cada vez menor proporción de la población de sus

comunidades. Mientras que algunas provincias como Madrid concentran a un porcentaje

cada vez mayor de la población nacional, este no es estrictamente el caso de la provincia

de Sevilla, donde se observa un leve incremento del porcentaje de población nacional

que se asienta en esta provincia en los últimos 3 o 4 años.

Tenemos entonces que las provincias tradicionalmente más pobladas mantienen o

incluso incrementan su peso dentro del total del estado, pero dentro de estas la

población está cada vez más dispersa, resultado de la contra-urbanización o la sub-

urbanización que se ha ido imponiendo tanto en España como en otros países

desarrollados como modelo de desarrollo urbano. Todo esto en el marco de un

envejecimiento y estancamiento de la población a nivel nacional.

Estos dos movimientos de población (centrífugo y centrípeto) tienen una relación

importante con la movilidad: estas dos provincias nunca habían tenido tanta

población, pero a su vez esta nunca había estado tan dispersa; ni tan unida y

separada por un sistema de movilidad tan tupido.

3.2. La movilidad no motorizada: la movilidad ciclista

España es un país con una movilidad no motorizara comparativamente alta frente a

otros países desarrollados, debido a características propias de la geografía, el clima y

algunas características del urbanismo. En Madrid, alrededor de un 30% de los viajes

totales en 2004 fueron a pie (EDM 2004), porcentaje muy similar al que se da en Sevilla

(30,5%). Las encuestas MOVILIA de 2006 eleva este porcentaje al 43,6% para los

municipios de más de 500.000 habitantes en la media del conjunto del territorio español.

Uno de los mayores problemas que enfrentamos es la ausencia de datos de movilidad de

calidad. Especialmente que registren detalladamente los viajes a pie y en bici.

Tradicionalmente, debido al poco volumen de viajes en bicicleta, ambas categorías se

unificaban como viajes no motorizados. En la Encuesta de Movilidad de Sevilla, sin

embargo, aparece la categoría bicicleta desglosada e incluso hay datos de bicicleta

pública y privada, lo cual facilita el análisis.

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4. Sobre la importancia del uso de las bicicletas como modo de transporte utilitario

En primer lugar y teniendo en cuenta lo anterior hay que resaltar que un mayor uso de la

bici no tiene necesariamente que traducirse en un descenso en el uso del coche, sino más

probablemente en una reducción de los desplazamientos a pie o en transporte público.

Esto tiene que ver con las inercias territoriales descritas, que dificultan los viajes a pie

haciendo atractiva la bicicleta, pero generando también mayores dependencias del coche

(Fernandez-Heredia & Rondinella 2012).

En segundo lugar hay que decir que el modelo de desarrollo económico en general y

urbanístico en particular impone determinadas limitaciones al uso de la bicicleta. El

proceso de crecimiento urbano de forma dispersa descrito para Madrid y Sevilla

provoca mayores necesidades de realizar viajes que antes no se hacían y mayores

distancias. Además genera una movilidad poco resoluble con los modos no

motorizados.

Figura 1: Reparto modal de ciudades españolas con sistema de bicicletas públicas

(gris) o sin él (elaboración propia a partir de Monzón y Rondinella 2010).

Reparto modal

Sevilla 6%

Donostia 3%

Vitoria 3%

Zaragoza 3%

Sabadell 2%

Lleida 2%

Barcelona 1,33%

Madrid 0,5%

Granada 0,3%

Málaga 0,3%

La aparición de la bicicleta como modo de transporte supuso una alternativa que fue

ganando adeptos con los años, desplazando viajes a pie o en tracción de sangre. La

aparición progresiva de otros modos de transporte, especialmente el coche, supuso una

competencia que influyó sobre el uso de la bicicleta. Esto dio lugar a un retroceso en la

cuota modal de la bicicleta a partir de los años 50. En el caso español, algunas ciudades

pueden responder, con un cierto retraso temporal, a este esquema mientras que otras

nunca tuvieron una participación representativa de la bicicleta.

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Figura 2: líneas tendenciales del reparto modal de la bicicleta en diversas ciudades

europeas (Albert de la Bruzehe, A. A. et al. 1999)

En la década de los ochenta y en adelante, muchas ciudades comenzaron a realizar

medidas que fomentaban el uso de la bicicleta, consiguiendo en algunos casos un

resurgir de este modo. Es importante conocer la evolución en el uso de la bicicleta si se

quiere comprender y abordar la movilidad ciclista con una base sólida. Es

imprescindible enmarcar este tipo de estudios evolutivos dentro de la cultura general de

la movilidad del ámbito de estudio.

4.1. El caso de Sevilla y Madrid

Madrid nunca ha sido una ciudad donde los ciclistas hayan sido especialmente

numerosos en comparación con otras. El Plan Director de la Movilidad Ciclista de

Madrid recoge varias cifras históricas del número de bicicletas en Madrid de diversas

fuentes. Así podemos decir que en Madrid había 9 bicicletas por cada mil habitantes en

el año 1.927 y que esta cifra se mantuvo en unas 10 bicicletas por cada mil habitantes en

los años cincuenta; mientras otras ciudades alcanzaban cifras muy superiores, como fue

el caso de Vitoria con 129 o Castellón con 166 bicicletas por cada mil habitantes

(Ayuntamiento de Madrid 2007).

Estas cifras esconden otra realidad y es que en el Madrid de 1.927, esas 9 bicicletas por

cada mil habitantes suponían un total de 7.490 bicicletas, frente al total de 11.000

automóviles. Por lo que se podría decir que la importancia de la bicicleta era similar a la

del automóvil, pero mientras ésta sufrió un estancamiento, las cifras del automóvil se

vieron disparadas.

Page 9: SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto

El escaso uso de la bicicleta puede explicarse por varios factores: empedrado poco apto

para la circulación de las bicicletas antiguas, la topografía característica de Madrid o la

existencia de una oferta alternativa de transporte mayor que en otras ciudades. Sea como

fuera es un indicativo de que la cultura de la bicicleta en esta ciudad ha sido escasa.

En los últimos años se ha podido constatar un aumento de ciclistas en algunas ciudades

españolas en el Barómetro de la Bicicleta (Fundación Eca Bureau Veritas, 2010). A

pesar de no disponer de cifras oficiales, pues no hay ningún censo de ciclistas, ni

tampoco su uso es considerado correctamente en las Encuestas de Movilidad de Madrid,

hay varios indicios para esta afirmación. Indicios como la aparición de asociaciones de

defensa de la bicicleta, estudios realizados no oficiales y eventos de reivindicación de la

bicicleta. Los datos de estadísticas de uso de la bicicleta en la ciudad de Madrid no son

abundantes. El Censo de Población y Vivienda del 2001 del Instituto Nacional de

Estadística facilita los viajes que son realizados al centro de trabajo o lugar de estudios

por los mayores de 16 años de edad para la ciudad de Madrid. Dentro de los modos

observados se encuentra la bicicleta, que ocupa un 0,1% del reparto modal.

La Encuesta Domiciliaria de Madrid del 2004, realizada por el Consorcio Regional de

Transportes de Madrid, también incluye los viajes en el modo bicicleta. En una

explotación de los viajes con origen o destino en Madrid el porcentaje modal es del

0,07%. Esta distorsión con el censo puede explicarse por aquellos viajes de personas

que no son residentes en Madrid y que, lógicamente, no se hacen en bicicleta. Si

realizamos una explotación más restringida de aquellos viajes internos en la Almendra,

el reparto modal es del 0,1%. En cualquier caso es una cifra marginal, lo que también

pone en duda las informaciones que aportan estas encuestas sobre ciclistas, al no ser la

muestra suficientemente representativa.

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Figura 1: reparto modal de la bicicleta en Madrid

0,00%

0,10%

0,20%

0,30%

0,40%

0,50%

0,60%

0,70%

2000 2002 2004 2006 2008 2010

Año Reparto

modal Fuente

2001 0,10% Censo Población y Vivienda 2001 (INE)

2004 0,07% Encuesta Domiciliaria de Madrid (Municipio, CRTM)

2004 0,10% Encuesta Domiciliaria de Madrid (Almendra, CRTM)

2006 0,30% Estudio de la demanda ciclista de Madrid (Pedalibre)

2008 0,14% Informe sobre la Movilidad 2006/2008 (Fundación

Movilidad)

2009 0,60% Informe sobre la Movilidad 2009 (Fundación Movilidad)

Estas cifras permiten situar la importancia de la bicicleta en Madrid y su posible

crecimiento reciente. Pero no deben ser extendidas a la Ciudad Universitaria, por sus

condiciones singulares dentro de la ciudad y el perfil sociológico de sus usuarios. En la

Ciudad Universitaria, como resultado del presente estudio, se ha obtenido que el reparto

modal ascienda a un 3,5%, cifra muy superior a la aplicable al resto de la ciudad.

Si bien estos datos no nos sirven para compararlos con los obtenidos en otras ciudades o

países, nos puede dar una idea de la relativamente poca importancia que tiene la

bicicleta como modo de transporte en Madrid.

En Sevilla obtener información es mucho más sencillo debido a que la apuesta política

de esta ciudad por la bicicleta ha conllevada un esfuerzo considerable por estudios sobre

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movilidad ciclista en la ciudad. Según datos del Ayuntamiento en un estudio sobre el

uso de la bicicleta realizado en 2010 el reparto modal estaría en un 6,6% de los viajes

mecanizados. Para poder comparar este reparto modal con otras ciudades deberíamos

considerar también el peso de los viajes a pie (un 36% del total). Haciendo una

estimación, al no poder contar con los datos debidamente desagregados en las fuentes

institucionales, estaríamos hablando de un reparto modal real del 4% en 2010.

4.2. La ordenación del territorio: actividades, usos del suelo y transporte.

El sistema de movilidad tiene una estrecha relación con la configuración del territorio.

El transporte, por lo general, no es un fin en si mismo. Nos transportamos para poder

realizar actividades o acciones en nuestro destino. Esas actividades o acciones vienen

determinadas en gran medida por la forma en que la planificación urbanística y

territorial asigna los usos del suelo (Wegener et al. 1.999). De forma que el transporte,

en último término, responde a la organización territorial.

Figura 4: El ciclo del transporte y los usos del suelo adaptado de (Wegener et al. 1999).

En los últimos tiempos la movilidad ha crecido debido a los cambios en la estructura

demográfica, al crecimiento metropolitano difuso y a un mayor crecimiento

económico. Este crecimiento ha causado una adaptación en el sistema de transporte,

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tanto público como privado, con un mayor peso de los modos motorizados y,

especialmente, del automóvil privado (Nijkamp et al. 1997).

5. Condicionantes de eficiencia de la bicicleta como transporte urbano.

En los sistemas de transporte urbano cada modo oferta unas características que le hacen

más eficientes en determinadas circunstancias frente al resto. En ese sentido, conviene

identificar cuáles son esas circunstancias para el modo bicicleta. Una de las variables

claves para estudiar las circunstancias donde la bicicleta poner en valor su eficacia

como modo de transporte urbano es la distancia media de viaje. En determinado rango

de distancias, entre los 2 y 7 kilómetros (Petritsch et al. 2008; Rietveld 2001, Krag,

1990), la bicicleta resulta ser competitiva en términos de tiempo de viaje y coste (Hunt

et al. 2007). El tiempo de viaje y, en menor medida, son las variables claves de decisión

modal. Los buenos resultados en términos de tiempo de viaje de la bicicleta en estas

distancias son debidos a la capacidad de desarrollar velocidades comerciales medias en

torno a los 20 km/h (Green et al. 2003), similares a las del coche.

En las ciudades consolidadas y de densidades elevadas el espacio disponible destinado a

la movilidad es un bien escaso. El empleo del coche de forma masiva produce graves

problemas de congestión y esto obliga a modos alternativos con un mejor

aprovechamiento del espacio. La movilidad ciclista permite capacidades de flujo de

vehículos mayores que las del autobús y cercanas a un tranvía urbano (Botma et al.

1991).

Figura 5: Relación; viajes no motorizados y tamaño del municipio

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Distancias medias de viaje no muy grandes requieren de un modelo de ciudad que

facilite la conectividad, la densidad, la diversidad de usos terciarios y mixtos del suelo:

un modelo que favorece al transporte público, la bicicleta y el viaje a pie (Frank et al.

2008, Saelens et al. 2003, Wegener et al. 1999, Litman 2008, Kemperman et al. 2009)

En los últimos tiempos asistimos a un fenómeno generalizado en las ciudades en la

dirección contraria: crecimiento en formas de baja densidad y especialización de áreas

para usos determinados, lo que ha venido en llamarse el crecimiento difuso y la

zonificación. Ambas tendencias tienen un efecto que conlleva un aumento de las

distancias medias y, por lo tanto, un empeoramiento de las condiciones de ciclabilidad

de las ciudades. En estas condiciones la movilidad en coche es la que mayor presencia

tiene (Nijkamp et al. 1997, Campbell_Lendrum et al. 2007).

Este aumento de las distancias puede tener un efecto paradójico. Un mayor crecimiento

de los viajes en bicicleta, pero no a costa de viajes motorizados sino a costa de viajes a

pie. Este fenómeno por el que aumentan la cuota modal de la bicicleta y del coche,

mientras bajan la de los viajes a pie, ha sido llamado por efecto succión (Sanz 2007,

Fernández Heredia & Rondinella 2012 ;-). El proceso lleva a que las distancias cortas de

viaje aumenten, dejando de ser atractivas para realizarlas a pie y haciéndolas interesante

para cubrirlas en bicicleta (Dill 2004, Horning et al. 2008).

Una conclusión de los efectos de la configuración del territorio y las condiciones para la

ciclabilidad es apostar por re-densificar las ciudades y diversificar sus usos. Sin

embargo, Frank et al. (2008) nos avisan de que ninguna medida será efectiva sino va

acompañada de políticas restrictivas del uso extensivo que se hace del coche en nuestras

ciudades. Así, Cervero y Radisch (1996) encuentran que los residentes en comunidades

equipadas convenientemente para el transporte a pie o en bicicleta, hacen un 49% de

viajes al trabajo y un 15% de otros viajes en estos modos. Estos porcentajes descienden

al 31% y 4% respectivamente, en comunidades de similares características pero

orientadas al automóvil. Otro aspecto importante es que los propios habitantes de estas

zonas desean usar el transporte público y los modos no motorizados (Karash et al.

2008).

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6. Paso del paradigma del tráfico a la movilidad: la Cultura de la Bicicleta

en la complejidad urbana.

El uso de la bicicleta dentro del sistema de movilidad en las áreas urbanas viene

marcado por toda una serie de condicionantes de carácter material, simbólico y

relacional que modulan tanto su proporción de uso respecto a otros modos de movilidad

como su frecuencia. Estos factores que condicionan su uso generan un continuo entre

factores objetivos (como la orografía, las infraestructuras o el clima) y subjetivos (la

cultura ciclista, el entorno social, los hábitos o las percepciones) de cuya interrelación se

producen unos u otros resultados.

6.1. La demanda como nudo de interacción entre factores y frecuencia de

uso.

En los estudios sobre la influencia que diversos factores de carácter material y

simbólico tienen en la elección del modo ciclista, se insiste en la necesidad de relacionar

unos con otros y cómo esas intersecciones generan resultados distintos, de modo que los

factores subjetivos, cobran una relativa importancia a la hora de comprender los usos

modales en unos y otros contextos. En este sentido, Alfonso Sanz en la introducción de

su libro “Calmar el tráfico” (2008) nos señala como esta integración de factores

“objetivos” y “subjetivos” toma cuerpo en los actuales enfoques de estudios y políticas

de movilidad, ya que se extiende el enfoque transformador no solo a los aspectos

físicos, infraestructurales y técnicos sino también a las raíces sociales, económicas,

psicológicas y comportamentales. Frente a transporte cuyo objeto de estudio era la

circulación de tráfico motorizado, la movilidad trata de movimiento de personas y

mercancías sin que tenga que ser de motor. Actualmente los ingenieros y técnicos no

deben resolver los problemas de circulación de vehículos, sino garantizar unas

condiciones de movilidad adecuadas bajo criterios ambientales, sociales y económicos.

Y el objeto de estudio se desplaza hacia el sujeto social que se mueve con toda su

diversidad y matices de comportamiento. Esto supone también una ampliación de los

métodos de análisis y nuevos indicadores que choca con la tradición ingenieril. No solo

se analizan hechos, sino percepciones (como la de riesgo). También varia las formas de

intervención. Mientras que antes se centraban en la oferta de infraestructuras, ahora se

extiende hacia el campo de la gestión de la demanda, o sea que se considera que los

Page 15: SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto

desplazamientos son también resultado de la ordenación de actividades, la regulación,

las mentalidades y la gestión de lo escaso.

La necesidad de interrelacionar los diversos factores (de carácter objetivo y subjetivo)

que determinan el uso de la bicicleta tiene que ver entonces con la comprensión de la

complejidad que envuelve las diferentes configuraciones en el uso de la bicicleta

(superando el modelo convencional estructurado en modelos de elección (Heinen 2010).

Un análisis que incorpore la dimensión participativa en el estudio de la mejora de las

políticas públicas en esta materia, ha de contar entonces con esta perspectiva. De hecho,

según apunta Alfonso Sanz (2008) ha sido la propia irrupción de las demanda lo que ha

transformado el concepto de movilidad que actualmente se maneja, la irrupción de los

conflictos ambientales globales y la sostenibilidad también ha influido en la

transformación hacia el concepto de cultura de la movilidad. La preocupación sobre

cuestiones globales se refuerza al considerar que la movilidad confronta con la

sostenibilidad no solo en el momento de los desplazamientos sino en todos los

eslabones de la cadena de actividades y procesos que son necesarios para el

desplazamiento.

6.2. Factores de uso y sus interrelaciones.

Un gran número de estudios se ha centrado en la relación entre los factores relacionados

con el medio (orografía, clima, distancias, infraestructuras viarias...) y el

comportamiento ciclista (Crane 2000, Ewing and Cervero 2001) En cuanto al medio

urbano afectan: la distancia (Moritz 1998, Zacharias 2005, Pucher and Buehler 2006,

Cervero 1996, Dickinson et al 2003, Timperio et al 2006 Parkin et al 2008) -más en las

mujeres- ( Garrand 2008) que se refleja también en la diferencia entre campo y ciudad o

ciudades grandes y pequeñas (Martens 2004, Rietveld and Daniel 2004) y la densidad

de redes de comunicación, en relación a las infraestructuras, destaca la importancia del

tipo de infraestructura ciclista, especialmente en relación a la seguridad (Klobucar and

Fricker 2007) tanto en términos objetivos como subjetivos: la percepción de seguridad,

las vías con menos carriles para tráfico y sin aparcamiento son preferidas por asociarse a

una menor densidad de tráfico y por tanto más seguridad, también importa la

continuidad o interrupción de las infraestructuras ciclistas, y la cantidad de carriles bici,

por el contrario, los dispositivos de regulación del tráfico -como señales de stop o

semáforos- dificultad a los ciclistas y suelen evitarse por éstos. (Taylor and Mahmassani

Page 16: SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto

1996, Wardman el al 1997, Abraham 2002, Stinson and Bath 2005, Hunt and Abraham

2007 Pucher 2001).

En cuanto a los factores socioeconómicos, esto es, en la relación entre el uso y

frecuencia de la bici y el género, la edad, los ingresos, la propiedad de vehículo, la

situación de empleo, la estructura familiar, etc los estudios muestras que los hombres

usan más la bici que las mujeres (Räsänen and Summala 1998. banister ang Gallant

1999, Howard McDonald and Burns 2001, Dickinson t al 2003, Krizek et al 2004,

Rietvel and Daniel 2004, Rodriguez and Joo 2004, Moudon et al 2005, Plaut 2005,

Stinson and Bhat 2005, Ryley 2006, Dil and Voros 2007) aunque depende de los países

y el hábito ciclista de éstos. Los hábitos ciclistas se reducen también con la edad aunque

no es un factor significativo. (Wardman et al. 2007, Zacharias 2005) La relación con los

ingresos no es clara pero el coche en propiedad va en detrimento del uso de la bici

(Cervero 1996, Stinson and Bath 2004)). Respecto a la situación de empleo, el uso de la

bici es superior en empleados a media jornada que completa (Bouman and Harms

2004)). Un alto status y una familia joven reduce el uso de la bici. (Moudon et al. 2005).

7. Hacia la intersubjetividad.

Por último, los factores subjetivos, ya sea individuales o colectivos e intersubjetivos

(culturales), son aquellos que engloban actitudes, normas sociales, identidades y

hábitos y tienen una especial influencia (tanto en positivo como en negativo) en la

elección del modo ciclista.

Entre éstos, destaca especialmente la percepción de seguridad como elemento

condicionante en el uso de la bici. En este sentido es especialmente revelador el texto de

David Horton (2007) quien señala que el miedo a la bici, al igual que otros miedos

sociales, necesita ser producido señalando las campañas por el uso del casco, de

educación vial y la creación de carriles bicis como hechos sociales que contribuyen a

ver el ciclismo como una actividad peligrosa.

Por otro lado, la variable de género marca una importante diferencia en dicho factor

determinante a la hora de entender las percepciones subjetivas tanto del espacio público

como del miedo o la seguridad, entre otras cosas, porque una de las características que

diferencia la socialización de las mujeres en el uso del espacio público es el aprendizaje

Page 17: SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto

de estrategias de autoprotección que pueden incidir en una menor exposición al riesgo y

pueden generar límites en el uso del espacio público y la movilidad (Naredo) y en

general en el comportamiento ciclista y las preferencias en cuanto a instalaciones y usos

(Krizek, Emond)

El salto para comprender la interconexión entre lo individual y el comportamiento

colectivo estriba en observar cómo se generan las referencias comunes, se comparten y

socializan las categorías, su conformación material a través de las conductas y de las

políticas públicas. En este sentido podremos observar cómo se reproducen las

estructuras sociales, pero también como se insertan y promueven procesos de

transformación social.

8. Identidad, cambio social y ciudadanía.

En los últimos años, se ha generado una intensa producción científica desde las ciencias

sociales que se centra en los factores intersubjetivos relacionados con el uso de la

bicicleta. En este sentido la “cultura de la bicicleta” es observada desde su producción

en el seno de las interacciones sociales. Esto supone un importante salto ya que los

estudios relacionados con la movilidad urbana han pasado de considerar la subjetividad

como un factor individual y analizable desde las herramientas de la psicología, a

ubicarlo como algo que se produce y se reproduce en colectivo.

Esta corriente de producción teórica y empírica parece ir parejo al auge de iniciativas de

promoción del uso de la bicicleta desde la esfera social. Tal y como menciona Carmen

Miralles a Guasch, en su obra Ciudad y transporte: el binomio imperfecto (2002), el

diseño de las políticas de movilidad son resultado de diferentes actores y agentes

sociales que actúan en un contexto específico integrado por tres esferas: la económica,

la política y la de la sociedad civil. Es el análisis de la sociedad civil y su influencia en

la movilidad urbana lo que está tomando cuerpo en estos estudios.

Por otro lado, la cuestión de la identidad cobra especial relevancia, no solo para

comprender los procesos de difusión del ciclismo como opción de movilidad urbana,

sino como clave estratégica de las iniciativas de la sociedad civil de promoción ciclista:

revertir el estigma del ciclista, generar sentimiento de pertenencia y redes de apoyo

mutuo y una relación diferente con el espacio público y el concepto de la ciudad.

Page 18: SISTEMAS DE MOVILIDAD URBANA SOSTENIBLE. Alberto

También, y tal como señala Horton (2007), el activismo ciclista genera también

divisiones entre los que se sienten dentro y fuera de ello aunque usen la bicicleta.

Éste es el salto que nos permite trabajar los procesos de cambio social y el papel de la

ciudadanía. En estos estudios la bicicleta no es simplemente una opción que necesita ser

ampliada, sino que es un instrumento de transformación del concepto mismo de la

ciudad. Así Rachel Aldred (2010) nos señala como la bicicleta en sí misma, está cargada

de potenciales que sostiene los valores ciudadanos: autonomía personal y sostenible,

localización del arraigo, y apertura hacia la comunidad y respeto al medio

La bicicleta se convierte en el caballo de batalla no solo del medio ambiente sino de la

recuperación de un modo de vida comunitario que el aumento del uso del coche ha

desarticulado. Alfonso Sanz (2008) nos recuerda que el tráfico motorizado socava las

redes de comunicación vecinal. Hay una relación inversa entre columnas de tráfico e

interacción social en el espacio público (Appleyard, 1981). En este sentido referencias a

la recuperación del espacio público como el espacio de la ciudadanía y de la bicicleta

son abundantes. David Horton (2007) nos señala como el coche es una extensión del

hogar extendido al espacio público ante lo cual el ciclista vive bajo el escrutinio de los

demás conductores. Rachel Aldred (2010) nos señala el potencial comunitario por la

recuperación de las calles como un espacio de socialización y Chris Carlsson (2001)

señala como la mismas masa de ciclistas se convierte en un lugar de socialización, una

“comunidad” en movimiento mientras que se hace realidad en el propio momento lo que

se reclama para un futuro inmediato (Nowtopia). En su origen este movimiento está

marcado por los movimientos de “reclaim the streets” que en los años 90 tomaron

cuerpo en San Francisco.

La transformación social por tanto es un ejercicio que pasa por el encuentro, y las

bicicletas no solo generan una liberación del espacio público, sino que son capaces de

facilitar que el tiempo de la movilidad sea un momento para ser y relacionarse.

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