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Psicoanálisis Revista Propiedad de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012, Agosto de 2012 Buenos Aires, Argentina

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Psicoanálisis

Revista Propiedad de laAsociación Psicoanalítica de Buenos AiresVol. XXXIV - Nº 1 - 2012, Agosto de 2012

Buenos Aires, Argentina

Psicoanálisis

3 números anualesISSN 0325-819XISSN (en línea) 1853-8428Registro de la propiedad intelectual: 523.412

Editada por la Asociación Psicoanalítica de Buenos AiresSociedad Componente de la Asociación Psicoanalítica InternacionalSociedad Componente de la Federación Psicoanalítica de América Latina

Asociación Psicoanalítica de Buenos AiresMaure 1850 - C1426CUH Buenos Aires, Argentina - Tel./Fax: 4775-7867/7985Email: [email protected] - Web: http: //www.apdeba.org

Objetivo

Psicoanálisis es el órgano de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires desde sufundación en 1979. Con naturaleza temática, difunde las ideas y la actividadcientífica de APdeBA. Propone un espacio de debate y reevaluación de temasclínicos y metapsicológicos, abierto a la discusión y las controversias, testigo atentode los movimientos que atraviesan el campo de la cultura. Organiza paneles sobreproblemas de actualidad. Su carácter pluralista abre un diálogo con otras disciplinas.Incluye autores y temas de interés a nivel internacional, inéditos en español.Psicoanálisis es una referencia obligada entre las publicaciones de lengua castellana.

Indización

La revista Psicoanálisis se encuentra incluida e indizada en BINACIS y UNISALUD(RENICS); Academic Search Complete y MedicLatina (EBSCO); LILACS (BIREME);PsycINFO (APA).La indización de la revista Psicoanálisis se realiza a partir del Tesauro de Psicoanálisisde la Asociación Psicoanalítica Argentina, 3ra. edición corregida y aumentada, 2006.Los Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS) de BIREME, edición 2007, sonincluidos para la indización de la revista en las bases de datos BINACIS, UNISALUDy LILACS.

Diseño de Tapa: Jessica GuisasolaEzequiel AchilliAntonela Achilli

COMISIÓN DE PUBLICACIONES 2012

Directora de la RevistaLic. Ana Cristina Bisson de Moguillansky

PUBLICACIONESComité Editorial

VocalesDr.Ezequiel Achilli

Lic. S. María Blum de ReinLic. Daniel Duek

Lic. Jessica GuisasolaLic.Marta Lewin

Lic. Marta Martínez Román PalópoliLic. Martha Osuna de Perel

Lic. Alicia Werba de SiniavskyLic. Paulina Zukerman

ColaboradoraLic. Dora Nuesch

SecretariaDra. Anamaría Cravenna de Melazzini

CorresponsalesDr. Newton Aronis Maltchik (Brasil)Lic. Mirta Berman de Oelsner (U.S.A.)Dra. Irene Cairo (U.S.A.)Dr. Jorge Canestri (Italia)Dra. Ana R. Chait de Trachtenberg (Brasil)Dr. Eugenio Cornide Cheda (España)Dr. Alberto Eiguer (Francia)Prof. Yolanda Gampel (Israel)Dr. Héctor Fernando Maffi (España)Dr. Rogelio Sosnik (U.S.A.)

Comité de ArbitrajeDr. Enrique AlbaDra. Claudia AmburgoDr. Horacio BarredoDra. Susana BidolskyDr. Angel CostantinoLic. Adela Costas AntolaDr. José FischbeinLic. Cristina FraigneLic. Perla FrenkelDr. Manuel GalvezDr. Gustavo JarastDr. Luis KancyperDr. Jorge LebasDr. Raúl LevinDr. Eduardo MandetDra. Mabel MarcinaviciusDr. Carlos MoguillanskyDr. Rodolfo MoguillanskyDr. Julio MorenoDr. Leonardo PeskinLic. Lía PistinerDr. Rogelio RimoldiLic. Oscar SotolanoDra. Amalia Theodoro de ZirlingerDra. Delia Torres de AryanLic. Susana VinocurDra. Adriana Yankelevich

Indice

Marcos A. TabacznikRecordando a Pedro Boschan 7

Comité EditorialEditorial 11

Janine PugetComentario a la entrevista: “Y mañana qué?Entrevista a Elizabeth Roudinesco sobreel futuro del psicoanálisis” realizada por R. Maffi 13

Raúl E. LevínAuschwitz y el Psicoanálisis 19

Haciendo Relato

Alejandra Oberti y Hugo Urquijo.Coordinador: Gonzalo AguilarMesa Redonda: Hacer Relato 55

Héctor FerrariQué nos enseña Freud acerca del relato clínico psicoanalítico * 87

Colette Soler. Conferencia

Colette SolerConferencia: “Los afectos del Inconsciente Real” 99

* Trabajo arbitrado.

Trabajos Arbitrados

Marcos KoremblitLa sexualidad adolescente y su época 121

Carlos MaffiLa máquina subjetiva 139

Marcelo RedondaEl paciente inestable(Estudio sobre la transformación negativa) 159

Pioneros rioplatenses

Samuel ArbiserPoder, Locura y Cultura en elpensamiento de Enrique Pichon Rivière * 179

Reseñas

Elida FernandezReseña de premio 191

Clara NemasReseña de LibroClaves para escribir sobre psicoanálisisDel primer borrador al texto publicado, deGloria Gitaroff 193

CV Autores, Resúmenes y Descriptores

CV Autores, Resúmenes y Descriptores 197

* Trabajo arbitrado.

7Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 7-9

Recordando a Pedro Boschan

Marcos A. Tabacznik

Pedro falleció el 13 de noviembre de 2011. Las vivencias de aquéllosque tuvimos la posibilidad de conocerlo se dan de acuerdo al vínculoforjado. Trataré de expresar en palabras, lo que no me resulta fácil, elvínculo como colega y amigo de Pedro o Peter.

Las circunstancias que nos unieron fueron de índole privada einstitucional.

Condiciones que fueron, en sí mismas, un facilitador de nuestraamistad.

Pedro enfrentó su enfermedad y su agonía con la integridad yfortaleza que lo caracterizaron, aun en sus momentos de quiebre

8 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 7-9

emocional. Siempre estuvo acompañado y sostenido por el amor desus hijos y nietas (no alcanzó a conocer a su nieto) y también porÁngela, su compañera (con mayúsculas) y sus amigos. Fue un serexcepcional, más allá de sus “calenturas” y con gran capacidad de dar.Lo que llevaba a cabo tenía siempre el combustible de la pasión y elamor por la verdad y el conocimiento.

El trabajo como analista también nos unió durante mucho tiempo.Con su contagioso interés en la clínica y con la humildad de susaportes, acompañó a sus pacientes en la despedida hasta que lasfuerzas lo abandonaran.

Pedro nació el día en que el mundo volvía a entrar en una de suspáginas más horrorosas y oscuras: el 4 de septiembre de 1939. En esamisma tempestad de muerte perdió a su hermana mayor y, para podersobrevivir en su Hungría natal, tuvo que “olvidar” como se llamaba.

Con la finalización de la segunda guerra, se produce el reencuentrofamiliar ya que su padre había logrado sobrevivir al campo deconcentración. Los Boschan iniciaron su viaje hacia América. Pedrotenía entonces 9 años.

Comenzó la escolaridad sin conocer el idioma, situación que no fueun obstáculo, y acabó recibiéndose de Médico en la Universidad deBuenos Aires, en 1963. Completó la Residencia de Pediatría en el hoy“viejo” Hospital de Niños y se especializó en psicosomática infantilcon una beca en la State University of New York.

Fue uno de los primeros egresados del Instituto de Formación de laAsociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) y colaboró conla organización del primer claustro de candidatos de la misma. La vidainstitucional fue una pata más de su quehacer. Fue miembro titular yluego en función didáctica; profesor titular del Instituto de Formación;docente de la cátedra de Salud Mental de la Facultad de Medicina(Profesor Regular Adjunto); participante en la creación del departa-mento de Salud Mental y uno de los inspiradores del Instituto Univer-sitario de Salud Mental de APdeBA; primer director de la carrera deespecialización en Psicoanálisis (2005-2009); y primer director deSeminarios del Instituto Latinoamericano (ILAP); profesor titular dela Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados;profesor del doctorado de la Universidad del Salvador; y profesor

9Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 7-9

invitado en la Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP). Organizóy coordinó numerosos cursos y grupos de estudio en: Psicoanálisisinfantil, psicosomática, teoría de la técnica, y sobre la obra de SándorFerenczi, entre otros. Fue autor de numerosos trabajos científicos, y devínculos estrechos con aquellos colegas que lo conocimos. Sus esfuer-zos finales estuvieron dirigidos, junto a sus colaboradores, a lacreación de la “Asociación Cultural Sándor Ferenczi”, así comotambién a la preparación y realización de la “VII Conferencia Interna-cional Sándor Ferenczi “, que se llevó a cabo en Buenos Aires en el año2009.

De la “Conferenczi ‘09” el tema principal fue “Introyección,transferencia, y el Analista en el Mundo de Hoy”. Su broche científicofue la publicación de una compilación de los trabajos presentados bajoel título “Sándor Ferenczi y el Psicoanálisis del Siglo XXI”.

Pedro fue sin dudas un hombre lleno de inquietudes y un ávidolector. Disfrutaba de la música clásica, del jazz y de la escultura, a laque bautizó como “la otra sesión”.

Pedro falleció pero nos dejó un legado a todos aquéllos que loconocimos: “enfrentar la vida aun cuando la adversidad se presentetempranamente”. Gracias, Pedro.

11Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 11-11

Editorial

El Comité Editorial ha decidido que la mejor formar de comenzar estenuevo número de Psicoanálisis es con el artículo de la Dra. JaninePuget comentando la entrevista a la Dra. Roudinesco, publicada ennuestro número anterior. Va en ello nuestro reconocimiento a la Dra.Puget y a muchos analistas (analistas coraje) que ayudaron a mantenerlas mentes activas y críticas de todos los que de diversas manerasvivieron los años de plomo de la dictadura militar. Como dicen losautores del libro Violencia de Estado y Psicoanálisis, para liberarse dela autocensura y de la fuerza de la represión política, la mente y lasociedad deben transitar un camino largo y complejo. Y esos textosque circularon en aquellos momentos, fueron de gran ayuda para todoslos que sufrimos el terrorismo de Estado en las dos orillas del Plata.

Comité Editorial

13Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 13-17

Comentario a la entrevista:1 “Y maña-na qué? Entrevista a Elizabeth Roudi-nesco sobre el futuro del psicoanálisis”realizada por R. Maffi

Janine Puget

En 1998, se presentó nuevamente2 en París en la Maison d’AmériqueLatine el libro de Helena Besserman Viana, Politique de la psychanalyseface à la dictature et à la torture: n’en parlez à personne. (“No se locuente a nadie. Política del psicoanálisis frente a la dictadura”,Editorial Polemos, Bs. As., 1998). El libro prologado por HoracioEtchegoyen denuncia, entre otras cosas, que un analista, AmilcarLobo, de la SPRJ –Sociedade Psicanalítica do Rio de Janeiro, Rio I–participó activamente de los grupos de tortura durante la dictaduramilitar brasilera. Ello fue conocido gracias a que una de las torturadasque había sido su supervisada pudo reconocerlo y luego denunciarlo.

Asistió a aquella presentación parte de la intelectualidad psicoana-lítica francesa. La discusión fue intensa y ante mi gran asombroElizabeth Roudinesco, so pretexto de denunciar las fallas éticas de laIPA y de las instituciones psicoanalíticas, llegó a decir que APA asícomo IPA habían colaborado con las dictaduras latinoamericanas.Discutí públicamente con la historiadora haciéndole notar que parecíadesconocer lo que había pasado en la Argentina y que incurría en unageneralización impropia. Comenté a la audiencia que no era posibleincluir en esta afirmación a una gran cantidad de psicoanalistas

1 Psicoanálisis, T. XXXIII N° 3, 2011, p. 581-598.2 Digo nuevamente porque la primera presentación fue el año anterior en el Hospital Ste.

Anne, París, después de lo cual J. Allouch publicó un artículo polémico a punto tal quemereció una segunda reunión.

14 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 13-17

argentinos ni probablemente a los de otros países que estuvierontrabajando en épocas de dictaduras. Y que si bien, en nuestro caso,habíamos trabajado durante la dictadura en lo que, con GregorioKlimovsky, hemos llamado “las catacumbas”, habíamos participadode movimientos de Derechos Humanos, escrito textos que se referíanprecisamente a la violación de dichos derechos y denunciado cuandoera posible lo que estaba pasando en la Argentina. Comenté que,personalmente, seguí atendiendo grupos terapéuticos si bien podíaparecer un encuadre riesgoso dado que para la dictadura los gruposresultaban amenazantes. Atendimos, muchos de nosotros, pacientesen riesgo. Y ello nos permitió seguir profundizando acerca del lugarde lo social y de la ética en el psicoanálisis a pesar de la persecuciónde la que fueron objeto. En mi caso y en el de otros colegas publicamos,ni bien pudimos, un libro en francés con el apoyo de René Kaës,Violence d’État et psychanalyse3 traducido al castellano y al italiano.También otros escritos dieron cuenta de nuestra participación en larecuperación de espacios de pensamiento.4 En aquel entonces laaudiencia me aplaudió, lo que consideré un apoyo a mi posición y unrepudio a su posición.

Nuevamente ahora me encuentro teniendo que discutir o tal vezpolemizar con E. Roudinesco dado que, al leer la entrevista que R.Maffi le hiciera y fuera publicada en la revista Psicoanálisis tomoXXXIII, N° 3 (p. 592), la historiadora sigue sosteniendo que la IPAy por ende sus instituciones como por ejemplo la APA “colaboró conlos nazis, colaboró con las dictaduras latino-americanas…”. Lamentoprofundamente que no haya podido en todos estos años revisar susafirmaciones. Para más, confunde los contextos políticos y sociales5

3 Puget, J.; Kaës, R. y colab. (1989): Violence d’État et Psychanalyse (colaboradores:Amati, S.; Braun, J.; Galli, V.; Pelento, M. L.; Ricón, L.; Vignar, M. U.; Vignar, M.),Dunod, Francia, 1989; (1991): Violencia de Estado y Psicoanálisis, Centro Editor,Buenos Aires, 1991; (1994): Violenza di stato e psicoanalisi, Ed. Gnocchi, Italia, 1994.

4 Puget, J.; Braun, J. (1989): State terrorism and psychoanalysis, en International Journalof Mental Health, V 18, Nº 2. 1989.Puget, J.; Bianchedi, E.; Bianchedi, M.; Braun, J.; Pelento, M. L. (1991 [1989): Enfantskidnappés en Argentine. Méthodologie de la restitution à leur famille d’origine. Quelquesréflexions sur leur identité, en Journal de la psychanalyse de l’enfant Nº 9-6. 1991.

5 Puget, J. (1994) La realidad psíquica o varias realidades. En Revista de Psicoanálisis

15Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 13-17

incurriendo entonces en un juicio totalizador que no corresponde a unaintelectual de su talla. No es posible aceptar sin más la denuncia de lasfallas éticas de la IPA y de las instituciones psicoanalíticas. Cuandodigo aceptar, sé que aquí no se trata de aceptar sino tan sólo de intentardejar sentado un profundo desacuerdo con la historiadora. O por lomenos de aprovechar esta oportunidad para dejar en claro lo queimplica su afirmación sabiendo cuán difícil es modificar el punto devista del otro. Este es uno de los temas más arduos en los análisis defamilia y pareja cuando cada uno cree poseer la verdad o cuando setrata de diluir convicciones prejuiciosas. He podido comprobar que enlos ámbitos científicos es también difícil escuchar a otro, o sea a lo quetiene de alteridad, y que esas diferencias puedan ser utilizadas paracrear espacios de pensamiento fructíferos. Y cuando se trata dediscusiones políticas se despiertan pasiones a veces violentas de lasque los psicoanalistas no están exentos. En esos casos el intento es elde reducir un espacio de Dos, de la Diferencia y de la producción deideas a partir del entre dos, en un espacio donde rija lo semejante ycomplementario transformando el Dos en un Uno. En mi caso hoy,sólo aprovecho esta oportunidad para intentar aclarar para quienespuedan escucharlo un malentendido que en este caso reviste ciertamalignidad. El malentendido es la base de los intercambios siempre ycuando no incurra en proposiciones despreciativas y ofensivas.

Considero necesario diferenciar lo que sucede y ha sucedido encada uno de los países que han sufrido y siguen sufriendo dictaduras.La Alemania nazi merece un trato particular como lo merece cadacontexto social y cultural. Y por supuesto cada Institución y su manerade lidiar con lo político de su país y sus compromisos sociales.

A.P.A., Tomo LI, nº 1/2. pp 87-96, Enero-Feb. 1994. Argentina. (1995a): Psychic realityor various realities. En The International Journal of Psycho-Analysis, Febrero 1995,Volumen 76, Part 1, pp. 29-34. (1995b): La réalité psychique: son impact sur l’analysteet le patient aujourd’hui. Réalité psychique: concepts théoriques. Réalité psychique ouréalités, en Rev. Franc. Psychanalyse 1995, vol. 59, n° 1, pp. 251-259. (1995c):Psychische Realität oder verschiedene Realitäten, en Zeitschrift für psychoanalytischeTheorie und Praxis. X, 2-1995 p. 225. (1987a) Aux limites de l’analysabilité: tyranniecorporelle et sociale, en Rev. Française de Psychanalyse. 3/1987. (1987b): L’incidencesur la Psychanalyse du contexte social en Argentine, en Revue de PsychothérapiePsychanalytique de Groupe. Nº 9-10. 1987.

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Los propósitos de E. Roudinesco resultan ofensivos para todosaquellos psicoanalistas, miembros de IPA y de sus propias institucio-nes que han luchado fervientemente para sostener una ética delpsicoanálisis que incluyera el respeto al otro, a lo ajeno y que secuestionara acerca de temas como lo son los problemas sociales, losgenocidios, los prejuicios y lo que implica la pertenencia a unconjunto. Las afirmaciones de la historiadora se basan en una incom-prensión rayana al colonialismo y al franco desconocimiento de lahistoria acaecida.

Es posible, como sucede en cualquier institución en la que convivenpersonas con ideologías propias, que haya habido psicoanalistas quehayan comulgado con las ideas de la dictadura pero de ello no resultala idea de colaboración ni que haya sido la mayoría. Asimismo, eltérmino colaboración empleado por una francesa está especialmenteinvestido dado que ése fue el término que se usó durante la ocupaciónnazi en Francia para nombrar aquellos que colaboraron con el nazis-mo.

Ser miembro de una institución psicoanalítica no significa compar-tir una posición política. Lo que es posible, y a ello aludí en variosartículos míos,6 es que el psicoanálisis ejercido por muchos se refugieen la comprensión del mundo interno, a veces con afirmacionessolipsistas, y de esta manera pueda evitar trabajar consigo y con losanalizados las dificultades que conllevan posiciones políticamentecomprometidas. Es también posible que haya que seguir escribiendomucho acerca de estos temas.

Es una lástima que E. Roudinesco no haya revisado sus ideassostenidas desde hace tanto tiempo y que en su lucha por dar cuenta demovimientos históricos relevantes pueda incurrir en propósitos comolos que han sido publicados ahora en nuestra revista. Hay un aspectode compromiso como ciudadano cuando suceden atentados contra losderechos humanos que consiste en denunciar, o, en luchar paraimponer otra legalidad, o, en crear una función de testigo capaz detestimoniar, etc. El que tiene que ver con denunciar tiene canales

6 Puget, J. (1986): Violencia social y Psicoanálisis: Lo impensable y lo impensado. EnPsicoanálisis, VIII, Nº 2-3, pp 307-366, 1986.

17Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 13-17

propios al momento que se está viviendo y por lo tanto a la factibilidad.Es cierto que si, durante una dictadura, una institución denuncia,puede ser una decisión que implique la muerte de la misma. Por otraparte tal vez podríamos pensar que Freud, so pretexto de proteger elpsicoanálisis, dejó un modelo que muchos podemos cuestionar. Detodas maneras dicha marca no ha congelado la posibilidad de seguirpensando y de poder transformarla en un motor para promover otrasacciones. La situación de la Argentina y el psicoanálisis de hoy ya noofrece los mismos problemas que en 1939 ni han seguido el modelopropuesto por Freud en lo que se refiere a la manera de posicionarsecuando suceden eventos sociales aberrantes. Siempre me ha llamadola atención que alguien como Freud con la capacidad de cuestionarpermanentemente sus propias ideas y no permitir que se instituyancomo para cerrar su discusión, no hubiera podido revisar su posiciónpolítica. Ello tal vez hable de la fuerza de un aspecto del antisemitismonazi y de las marcas traumáticas que pudo haber dejado, así como delperíodo de su vida en la que se instaló el nazismo.

19Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 19-52

Auschwitz y el Psicoanálisis *

Raúl E. Levín

“Una vez que la muerte tuvo gran concurrenciate escondiste en mí.” 1

Paul Celan

* Este trabajo fue publicado en el libro Por qué el mal, compiladores Martín Böhmer, RodolfoMoguillansky, Rogelio Rimoldi. Editorial Teseo, 2010. Buenos Aires, Argentina.

1 Celan P.: Antología poética. Universidad Autónoma de Puebla. Puebla. Versión yselección: Patricia Gola. 1987. Pág.135.

2 Estas palabras fueron pronunciadas por primera vez en una conferencia en 1949 en laUniversidad de Frankfurt. Fue el principio de una amplia polémica acerca de sus alcancescon intelectuales y escritores, en la que participó entre otros Paul Celan. AparentementeAdorno moderó su posición. En el año 1966, sin embargo, en el libro Dialéctica negativa(Adorno, W. Th.: Dialéctica negativa. Taurus. Madrid. 1975. Pág. 363) radicaliza aún mássu punto de vista: “...quizás haya sido falso decir que después de Auschwitz ya no se puedenescribir poemas. Lo que en cambio no es falso es la cuestión menos cultural de si se puedeseguir viviendo después de Auschwitz”. Sin embargo la primera versión de esta frase haseguido circulando como una de las primeras reacciones relacionadas a la desesperaciónderivada de la difusión de lo ocurrido en los campos de concentración nazis.

Introducción

¿Otro texto más sobre Auschwitz? Es inevitable. Y habrá muchosmás. La inhabilidad de la palabra para dar cuenta de acciones aberran-tes de victimarios humanos sobre sus propios semejantes, propicia unincesante intento, un impulso incoercible y a la vez fallido de llegar aalguna respuesta.

“No hay poesía después de Auschwitz” enunció en su momentoTheodor Adorno.2 Auschwitz es frontera del alcance de la poesía,como lo es también del psicoanálisis. Porque ambos participan del

20 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 19-52

desafío de tensar la palabra hasta sus últimos límites si con ello se llegaa alguna revelación que dé cuenta de lo que en verdad pertenece a laesfera de lo indecible, en este caso la crueldad extrema que puede serinherente al humano. Hay una profunda ética que inhibe tanto al poetacomo al psicoanalista, de clausurar el intento de llevar la palabra másallá de su propia extenuación, si con ello puede develar aunque fueraun mínimo fragmento de lo que habita la mente de los ejecutores de losactos más crueles, a veces sustentados en principios o ideales tanto omás aberrantes que el acto en sí.

Creo que la célebre frase de Adorno expresa el estupor de quienentregado al ejercicio de la palabra para comprender lo humano, debeadmitir que ésta puede ser arrasada sin miramientos si se trata dedeponer la condición de semejante del otro, para desconocerlo en tantotal y entonces ejercer actos de consecuencias siniestras, ejecutados porsujetos que sin embargo se arrogan para sí y sin interrogación lavalidación de la palabra que le fue sustraída a la víctima.

Si de la palabra se había supuesto su valor de dar legalidad a lacondición de sujeto del humano, Auschwitz nos revela que también suuso puede ponerse al servicio del poder en manos de un grupo humanopara eliminar a otro. Es doloroso que la palabra pueda ser oportunista,vicariante, acomodaticia al uso y propósito de quien la enuncia.

No se trata de la muerte de la poesía, sino de su límite. Puede ser queconsiderar la posibilidad de una frontera a la poesía pueda ser sumuerte. Pero también su desafío, aun su definición. Dejar consignadoen la poesía el “más allá” de su propia voz, podría ser su justificacióny su ética.

El psicoanálisis está muy próximo al desafío literario. Se avalatambién en el lenguaje, pero a la vez debe reconocer su límite. Si sepropone acceder a la comprensión de lo humano, debe dejar al juegode la palabra llegar a sus últimas consecuencias, es decir, a lo indeciblede la palabra que dice.

Una de las lecciones que dejó Auschwitz es la del valor relativo dela palabra. Esto se ha constituido no sólo para la poesía y el psicoaná-lisis, sino también para la filosofía, la política, las relaciones entre laspersonas, y las consideraciones acerca del presente y futuro de lahumanidad.

21Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 19-52

Desde entonces se debe atender de la palabra no sólo a su núcleo designificación, sino especialmente a su borde. Aquel desde el que almenos es posible asomar, atisbar lo abisal que escapa a nuestracomprensión, aunque fuera para cercarlo, para no desconocer suentidad y su eficacia. Adorno en su Terminología filosófica3 loenuncia de la siguiente manera: “...A la famosa frase de Wittgensteinde que sólo puede decirse lo que puede expresarse con claridad, y quesobre lo demás hay que callarse, podría oponérsele el siguienteconcepto de la filosofía: la filosofía es el esfuerzo permanente ydesesperado de decir lo que propiamente no puede decirse...” y luego,“...en esto consiste el que en la filosofía misma, si no quiere estancarseen esta paradoja, está inscrito el decir lo que propiamente no se puededecir, el momento de la contradicción en movimiento, progreso ydesarrollo. Y esta contradicción radica en el impulso de quereralcanzar con el concepto lo no conceptual, con el lenguaje lo no deciblemediante el lenguaje.”

Si nos admitimos como psicoanalistas en esta posibilidad desustentarnos en el lenguaje para aproximarnos a lo que va más allá deél, de aproximarnos a los territorios que lo exceden, nos reconocere-mos en una práctica que nos saca de cierto estancamiento y nos habilitaa no dejar al margen de nuestras incumbencias nada de lo que atañe alo humano, aún aquellas atrocidades que escapan a nuestra compren-sión.

Pero esto implica un reconocimiento de cierta insuficiencia denuestra clínica habitual. Donde no hay palabra, por ejemplo, quizás nohaya lugar tampoco para la interpretación. Deberá a veces el analistaquedar suspendido en una posición de espera. Una espera clínica, dela que puede suscitarse la producción del acto, del que pueda quizásllegarse al retorno de la palabra, la asociación libre, la escucha. Se tratade una clínica más amplia, que tolera lo indecible, lo reconoce, leconfiere entidad y efecto aun en su imposibilidad de nombrarlo.

Ante el desafío al psicoanálisis que supone la comprensión de lacrueldad extrema se suele argumentar que se trata de un tema que

3 Véase Adorno, W. Th.: Terminología filosófica. Tomo I. Taurus. Madrid. 1985. Págs. 63y 67.

22 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 19-52

escapa a nuestro entender porque refiere a acciones que suelen ocurrirpor fuera de la palabra y de nuestros consultorios. En ese caso,nosotros, los psicoanalistas, no podemos dejar de preguntarnos adón-de quedamos entonces relegados en tanto humanos que nos debemosa una ética, al decirnos que tal o cual cuestión de la conducta humanano nos concierne porque no ha sido abarcada por el campo de la clínicaque ejercemos.

Incluso cabe preguntarse hasta qué punto entonces el psicoanálisiscomo ejercicio de una práctica, no puede llegar a constituirse en unlamentable baluarte para justificar en su propio nombre el desinteréso aun la indiferencia ante aquello de lo humano, a lo que nosotrosmismos no somos ajenos, y que sin embargo da lugar a las accionesmás aberrantes.

En este trabajo me propongo reflexionar sobre algunas cuestionesconcernientes al ámbito de la palabra, la imagen y la vida emocional,que necesariamente deben ser considerados, si suponemos queAuschwitz es un acontecimiento que no puede ser desconocido en suefecto ético de propiciar una reformulación acerca de lo que definimoshumano.

Para quien no contemporiza con respuestas aplacatorias ytranquilizadoras, Auschwitz ha quedado inscripto como dato ineludi-ble que nos impone no sólo deponer ciertas representacionesbenevolentes e idealizadas de la condición humana, sino tambiénadmitir que también en cada uno de nosotros existe un lado oscuro,impensable, de una potencial destructividad ilimitada e implacable.

Grave y a la vez ineludible desafío al psicoanálisis. Si bien de lahistoria del desarrollo de sus ideas no puede deducirse que se hacaracterizado por la indulgencia hacia los fantasmas más sombríos quedominan al sujeto, creo que nunca se planteó, salvo en términos muyespeculativos, que el ser humano pueda llegar a esos extremos dedestructividad que nos han sido revelados por Auschwitz, y a la vez,permanecer sin reconocer su propia atrocidad, sobreviviendo a susacciones inmune a cualquier efecto resultado de la aberración.

Cuando Adorno dice que después de Auschwitz no puede haberpoesía, es obvio que no se refiere a que la poesía desaparece, sino a que

23Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 19-52

ya no puede ser la misma que lo que fue hasta entonces. Algo debetransformarse en la consideración del alcance y del efecto de lapalabra.

No es lo mismo el antes que el después de Auschwitz. Y estaenunciación concierne también al psicoanálisis.

La demanda de relato para escamotear lo indecible

Las víctimas de los campos de concentración han atravesadovivencias inenarrables, ya que no hay palabras que puedan transmitirlo padecido. Si alguien se atribuyera la posibilidad de escucha, seestaría desnaturalizando la esencia de lo experimentado. Las palabrasconcederían a lo indecible un escenario verosímil pero falso.

La misma palabra “experimentado” no es adecuada para ubicar lasvivencias a las que referimos. La partícula “ex” de la palabra mencio-nada remite a un algo que se reitera, cuando en realidad referimos aepisodios inéditos, inesperados, inconcebidos. ¿Podríamos cancelarla partícula “ex”? Quedaríamos con otra palabra más, “perimentado”,un aparente neologismo, que se arrogaría de inmediato una significa-ción plena, que la volvería nuevamente inhábil para referir precisa-mente a lo que no es decible.

Nunca podríamos inventar una palabra que conlleve una represen-tación de las derivaciones de la destitución de condición de sujeto dela víctima.

Si alguien escucha como decible lo indecible de su sufrimiento, estáescuchando otra cosa, con lo que la víctima –siempre y para siemprede esto un sobreviviente– será entonces aún menos inteligida por elentonces supuesto interlocutor.

Es tan insoportable la idea del sufrimiento de la víctima de uncampo de exterminio, que al aislamiento de haber soportado lausurpación de la validez de su lenguaje, se le reclama un imposibletestimonio en términos narrativos. Si esto se diera, ante la demanda detranquilizar la necesidad de un interlocutor que no tolera lo más allá dela comprensión humana, la víctima quedaría aún más aislada, porquetendría que recurrir a una impostura de textualidad que deja aún másencubierto el sufrimiento impensable de lo que le ha ocurrido.

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El protagonista de la novela Sin destino de Imre Kertész,4 es unadolescente que ha sobrevivido a los campos de Auschwitz, Buchenwaldy Zeitz. Ha pasado por situaciones extremas. Entre ellas, el haber sidorescatado por azar de entre un amontonamiento de cadáveres, en el quealguien descubre que aún está vivo. Al terminar la guerra vuelve a suciudad de origen. Su casa está ocupada por extraños. Su padre muertoen otro campo. La segunda mujer de su padre, casada nuevamente conalguien que ha sido desleal a su marido. Su madre ajena a las problemá-ticas del hijo. Los otros familiares que encuentra, esos que fueron tramade su historia anterior, no pueden, no están condiciones de reconocer loabisal de su pasaje por los campos de concentración. Hasta parecendesencantados y contrariados por no poder acceder a una representacióntranquilizadora de lo que fue la vida de su joven pariente durante sureclusión. Su soledad es absoluta. La ciudad le es hostil. El personajehabla de “que ha pasado una ‘primera muerte’”. Vivirá una “segundavida”, en la que se parecerá a los demás: será médico. Pero es notorio quede su pasado algo quedará encriptado.

En un pasaje, tiene un encuentro casual con una persona que le pagael viaje en tranvía. Entablan una conversación. El hombre se muestramuy interesado en que le cuente sus “experiencias” en el campo deconcentración. “¿Contar qué?”. “El infierno de los campos”, le res-ponde. El muchacho le dice que no podría contarle nada pues noconocía el infierno ni podía imaginarlo. Entonces el hombre, insisten-te, le dice: “Claro, no es más que una metáfora. ¿No es cierto? Acasono puede compararse un campo de concentración con el infierno?”. Elmuchacho replica que uno podría comparar cualquier cosa con lo quequisiera pero que para él un campo de concentración seguía siendo uncampo de concentración, y que había conocido algunos, pero no habíaconocido el infierno. El hombre insiste. El diálogo sigue. Al concluirel encuentro, el hombre se tapa la cara y con un tono más apagado dice:“No, no y no, no se puede imaginar. Lo sabía, por eso lo llamaninfierno”. Es interesante consignar que es aquí donde esta persona daa conocer su condición de periodista, con lo cual este personaje queda

4 Véase Kertész, I.: Sin destino. Narrativas del Acantilado. Barcelona. 2005. Hay unapelícula homónima basada en el libro dirigida por Lajos Koltai en el año 2005.

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presentado como el representante de tener que transmitir “al mundo”lo ocurrido en los campos. Este mediador entre lo ocurrido en el campoy la versión que tiene que dar al público, da cuenta en la última frasede la imposibilidad: por un lado, la repetición del “no, no, y no, no sepuede imaginar”. Por otro, su persistencia en aplicar a lo inimaginable,con inmediatez y con la misma insistencia del principio, una metáfora,o al menos de una representación que dé lugar a imaginar en términosde lenguaje lo ocurrido en el campo.

Porque debemos convenir que lo ocurrido en el campo, en tantointolerable por el sufrimiento intransmisible por medio de palabras, noadmite representaciones, símiles, metáforas u otras sustituciones. ElInfierno, precisamente, es una representación a la que se ha apelado alo largo de muchos siglos como metáfora del lugar del castigo. De estodan cuenta tanto exquisitas descripciones de textos religiosos cristia-nos, como también los Libros Sagrados del judaísmo. No hace faltaentrar en descripciones de las numerosas representaciones pictóricasdel Infierno. Tampoco vamos a entrar en el otro tema quizás aludidoen la frase del periodista, al relacionar a la víctima con una supuestaculpabilidad (Infierno), que justificaría entonces de una forma racio-nal el castigo que le es infligido. Buscar como metáfora el Infiernosería darle alguna forma de comprensión, aunque sea en términos deuna moral religiosa o cívica, a las atrocidades cometidas contra lasvíctimas del campo. Es buscar un atenuante, se esté o no de acuerdo,para dar alguna razonabilidad a lo inexplicable, una forma de com-prensión que eluda lo intolerable de conductas que desbordan lo quese supone debiera corresponder a la naturaleza de lo humano.

La palabra “campo”, en este caso, no es metáfora ni tampoco esmetaforizable. Alude a un espacio al que no podemos enfatizar con unasustitución, comparación o agregado que le sume algo a una signifi-cación, o un matiz lírico o expresivo. Porque en realidad es una palabraque refiere crípticamente a un escenario en el que transcurren fenóme-nos de la conducta humana cuya raíz desconocemos.

Tampoco una figura retórica como la catacresis, que consiste ennombrar con una palabra conocida algo que no tiene nombre (porejemplo ojo de la cerradura, ala de un edificio) es aplicable, porque lapalabra que contribuyera (en este caso “campo”) a designar algo a lo

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que no se le ha otorgado un lugar en la terminología, debe ser muyprecisa en su significado, con pocas acepciones, para cumplir esafunción.5

“Campo” es una palabra de una extensión semántica y de tannumerosas acepciones (en el Diccionario de la Real Academia6

constan veintidós, a las que se agregan numerosas “frases que resultande la combinación del sustantivo, con otro sustantivo regido depreposición o con cualquier expresión calificativa”, según las “Adver-tencia para el uso del este diccionario” que figuran al comienzo en lapáginas XXV y XXVI.

Es tal el alcance de esta palabra, que dicha en relación a lo que nosabemos, queda librada a una enorme ambigüedad. Por eso el muchachono tiene otra manera de definirla como no sea algo que es en sí mismo:“el campo es el campo”; para el que no sabe, no ha vivido lo invivibledel campo al que se alude, no hay palabra. Esa palabra dicha por unsobreviviente concierne a un tramo de una vida que conocen sólo los quela padecieron, y no hay palabra que pueda compartirse para designarlocon quienes no han estado ahí. Porque esas vivencias son intransmisibles.

Por supuesto no fueron pocos los intentos de poner en palabra loocurrido en el entonces denominado “campo”.

Muchos poetas y escritores, impuestos de la ética de llevar lapalabra hasta sus límites, aun apelando a la exacerbación de susalcances, han tenido que rendirse ante la imposibilidad. Paul Celan,Primo Levi, Bruno Bettelheim, Sara Kofman.... y muchos otrosconcluyeron su vida suicidándose.

Otros, como Elie Wiesel, escritor sobreviviente de Buchenwald yAuschwitz, han decidido no escribir. “No escribo acerca de eso. Nohablo de eso. Trato de no tocar el tema, pero siempre está presente”.7

5 Al respecto de esta forma de la retórica, ver la entrada correspondiente en: Marchese, A.;Forradellas J.: Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Ariel. Barcelona.1994. Pág. 52. También el texto de Rubinzstein, D.: “La interpretación, un abuso”, enImago Agenda. Periódico mensual de Letra Viva Libros. Nº 115. Noviembre 2007.Buenos Aires.

6 Diccionario de la lengua española. Real Academia Española. Vigésima primera edición.1992. Madrid.

7 En “Confesiones de escritores”. Narradores 3. El Ateneo. 1998. Buenos Aires. Página212.

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Hay quienes han podido sostenerse escribiendo, como es el caso delmencionado Imre Kertész y Jorge Semprún. También se han recogidoy publicado testimonios de víctimas que han sido publicados porterceros, algunas desgarrantes, otras meramente descriptivas.

Pero ninguno de estos textos puede más que aportar lo suficientecomo para que se acentúe lo inexplicable de la aberración de conductasde crueldad extrema por parte del victimario.

Un fenómeno que pienso debe consignarse por lo sintomático, es laadhesión que ha tenido el público a casos de testimonios falsos peroverosímiles, escritos por autores que se arrogaron el lugar de víctimassin haber vivido en un campo o sin siquiera tener relación con personascercanas que hubieran padecido esa situación. La plausibilidad de esetipo de textos facilita el montaje del engaño y contribuye a la dificultadpara desenmascarar la impostura del autor.

En una Mesa Redonda presentada en la Asociación Psicoanalíticade Buenos Aires (APdeBA)8 mencioné uno de estos casos, descubiertohace no muchos años: “En la década del 90 hace su aparición enEuropa un libro sobre el Holocausto titulado Fragments: Memories ofa Wartime Childhood, que es traducido a diversos idiomas, ganapremios de instituciones judías, y se transforma en uno de los librosmás vendidos sobre el tema. Su autor es un supuesto sobreviviente deAuschwitz llamado Binjamin Wilkomirski. Poco tiempo después sedescubre que este autor, no es judío y vivió en Suiza durante la guerra.El porqué de este fraude nunca pudo ser establecido en forma fehacien-te. Pero lo interesante es que quien pudo narrar uno de los testimoniosmás ‘verosímiles’ haya sido un impostor. Lo ‘inenarrable’ se transfor-ma en algo creíble en una narrativa proveniente de alguien que no viviólos acontecimientos ‘invivibles’. El verdadero sobreviviente no po-dría avalar una autenticidad en un lenguaje que no puede asumirlo.Para el caso, en esa ‘verdad’, no habría autenticidad. Si hay palabrascuando se trata de lo irrepresentable, hay falsedad. La garantía en esecaso es apócrifa. De todos modos es interesante corroborar el éxito quepuede coronar un intento que a pesar de su falsedad, puede dar lugar

8 Burucúa J. E.; Levín R.E. y Sor D.: “Mesa Redonda. Presentación de lo irrepresentable”.Psicoanálisis APdeBA. Vol. XXVII. Nº 3. Pags. 472-473.

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a la suposición de que puede haber una narrativa digamos convencio-nal sobre lo que en realidad está ubicado en ‘lo más allá’”.

Sé que ha habido muchos casos semejantes al citado en el párrafoanterior. En un “Suplemento Ñ” del Diario Clarín hay un breveartículo de Rafael Argullol sobre otro caso de impostura. Se trata deEnric Marco, “un anciano de 84 años que exhibió durante décadas unpasado como víctima en Flossenburg, un campo de concentración. Enmayo confesó que había mentido porque ‘así la gente lo escuchabamás y su trabajo divulgativo era más eficaz’”.9

Es notoria la razonable demanda de quienes no toleran admitir lasacciones aberrantes de las que son capaces los humanos, de tener unaversión que transforme en aceptable un relato como medio de transmi-sión de lo sufrido por las víctimas.

Pero como comentamos anteriormente, una narrativa sobreAuschwitz puede paradojalmente suscitar la idea de que se accedió aun saber sobre lo ocurrido, pero contribuyendo a la vez a negar loangustioso de reconocer que la destructividad extrema que puedeejercer un humano sobre otro, es irrepresentable.

Y que en todo caso el imperativo de buscar dicha explicación,implica un incesante intento de explorar un territorio de la mentehumana que está más allá de la palabra.

Imágenes de Auschwitz

Otro intento de acceder al tema que nos ocupa, es estudiar lasimágenes que se conservan de lo ocurrido en los campos de concen-tración. Son numerosas: dibujos, pinturas, bocetos, croquis. Algunosrealizados en forma clandestina durante la reclusión, otros efectuadospor los prisioneros hasta años después de la liberación. Están tambiénlos dibujos efectuados por niños, entre otros los dirigidos por maes-tros, que han sido recopilados junto con poemas escritos en el campode Theresin.10

9 Ver Argullol, M.: “Suplemento Ñ” del Diario Clarín de Buenos Aires, 30 de julio del2005. Pág. 12.

10 Sin autor. No he visto mariposas por aquí. Museo Judío de Praga. Praga. 1966. Conviene

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Han quedado también inscripciones, esbozos gráficos, graffitis,como mensajes al mundo, a un destinatario incierto, algunos de loscuales pueden verse aún en los restos edilicios de los que fueran loscampos de concentración.

Hay también muchas filmaciones cinematográficas y fotografías.Fueron efectuadas con fines diversos por oficiales y soldados, eincluso clandestinamente por los mismos reclusos. Algunas tomastenían un sentido documental, otras se obtenían para objetivar lossádicos experimentos que se hacían con los prisioneros. También lashabía destinadas a mostrar ante la superioridad la eficiencia con quese cumplían las órdenes. Otras fueron realizadas simplemente confines recreativos. Las pocas fotos tomadas por las víctimas eran por logeneral intentos (casi siempre fallidos) de hacer conocer al mundo lasatrocidades que sufrían.

José Emilio Burucúa ensaya una sistematización de este materialgráfico, que recopilado a lo largo de años después de terminada laguerra, es ahora muy profuso.11

Pero más allá del interés de clasificación y archivo de este conjuntode imágenes del campo de concentración, la pregunta que Burucúa sehace es si esta variopinta producción proveniente de la interioridad delcampo puede ser abarcada en el concepto que introdujo el historiadorAby Warburg de Pathosformel.

Resolver esta cuestión sería muy importante porque laspathosformel serían un intento de representación de ciertos aconte-cimientos o eventos históricos-culturales con sus connotacionesemocionales, cuya iconografía se reitera a lo largo de la historia. Sise demostrara que las imágenes de Auschwitz pueden ser incluidas en

recordar que este campo existió entre 1941 y 1944, y era considerado como una paradamodelo para mostrar a observadores extranjeros que las condiciones de detención eranaceptables. Sin embargo los niños ahí confinados fueron luego deportados a campos deexterminio. Pocos sobrevivieron. De sus dibujos se desprende el presagio del terror al queestaban destinados, aun cuando perversamente eran preservados interinamente en forma“aceptable”, separados de sus familias.

11 Ver Burucúa, J.E.: “Una explicación provisoria de la imposibilidad de representación dela Shoah. Reflexiones sobre la pintura de Guillermo Roux” (2001). En Burucúa, J.E.:Historia y ambivalencia. Ensayos sobre arte. Editorial Biblos. Buenos Aires. 2006. Págs.167-194.

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esta categoría, podrían ser ligadas, comparadas, con otros momentoshistóricos, favoreciendo la posibilidad de un acceso a la comprensiónde lo que en ese caso representarían.

Si bien Ary Warburg nunca intentó ceñir el concepto de pathosformelen una definición conclusiva, para acceder a él nos puede ser deutilidad, a efectos de este trabajo, citar alguna de las tantasexplicitaciones que sobre el tema expone Burucúa.12 “Pathosformel,‘fórmula expresiva’, es una organización de formas sensibles y signi-ficantes (palabras, imágenes, gestos, sonidos) destinados a produciren quien las percibe y capta una emoción y un significado, una ideaacompañada por un sentimiento intenso, que han de ser comprendidosy ampliamente compartidos por las personas incluidas en un mismohorizonte de cultura.. Toda pathosformel tiene por lo tanto un origenhistórico preciso, un tiempo en el que se construyó y obtuvo suconfiguración más sencilla, eficaz y precisa, un devenir que la desplie-ga en la larga duración y la ubica en el ámbito geográfico y cultural deuna tradición civilizatoria”.

Luego de un recorrido de las diferentes expresiones que dan cuentade la vida en el campo de concentración, Burucúa llega a la conclusiónde que estas producciones rebasan, desbordan, superan la posibleconfiguración de pathosformel. Se trata de un “estallido”, de un“colapso” de la posibilidad de incorporar a algún tipo de formalizaciónexpresiva lo ocurrido en el campo. “...la explosión verificada de laspathosformel ante el fenómeno histórico del Holocausto nos coloca decara a una etapa desconocida en el devenir de las sociedades y lascivilizaciones”... “se conservó en su máximo sólo como una tecnolo-gía pura, una racionalidad operativa divorciada de toda racionalidadética”.13 Más adelante este autor dirá que a pesar del colapso de laspathosformel conocidas de configurar alguna formalización o repre-sentación de lo transmitido, “nada de eso impide que aquella necesi-dad de explorar la Shoah permanezca siempre viva e imperiosa.14

12 Burucúa, J.E. (2001): obra citada. Págs 177-178.13 Burucúa, J.E. (2001): obra citada. Pág. 192.14 Burucúa, J.E. (2001) Obra citada. Pág 193.

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A pesar de la rotunda posición de Burucúa en el sentido de laimposibilidad de incluir las expresiones provenientes de Auschwitz enuna pathosformel, en una presentación posterior15 este autor hacemención a unas fotografías que presenta Didi-Huberman en su libroImages malgré tout.16 En una de ellas se ve un grupo de prisionerasdesnudas, aparentemente siendo llevadas hacia algún destino. En otrahay un conglomerado confuso, una masa informe de cuerpos tendidosobservados por guardias uniformados.

Son en total cuatro fotografías, de muy mala calidad, aparentemen-te tomadas en forma clandestina por un Sonderkommando llamadoAlex, desde el interior de una casilla en las cercanías. Según Didi-Huberman estas fotos mediante ardides pudieron ser sacadas delcampo y se constituyeron en los primeros testimonios probatorios quedieron a conocer al mundo la existencia de los campos de concentra-ción y las atrocidades que se cometían en ellos.

Didi-Huberman cree que en estas fotografías se estaría dando elgermen de alguna forma de lo representable. Burucúa agrega:17

“Todavía no se ha plasmado pero en esas cuatro fotos terribles estaríael comienzo de esa representación de lo no humano de lo humano, alo que se refirió Primo Levi en su texto La tregua.” Más adelante,Burucúa agrega: “...hay una serie de argumentos que me hacen pensarque Didi-Huberman tiene razón al decir que en la experiencia de Alex,en el riesgo espantoso corrido por ese hombre, está el esfuerzo mayorpor tratar de representar.”

He observado con mucha atención estas fotografías, a las que estosautores dan el carácter de una “casi representación”. Creo que comoen pocas otras imágenes, hay en estas tomas un conmocionantetestimonio expresivo de la radical asimetría de poder que puedeinstituirse entre los humanos.

15 Burucúa, J.E.; Levín R.E. y Sor, D.: Mesa Redonda. “Presentación de lo irrepresentable”.Psicoanálisis APdeBA. Vol. XXVII. Nº 3. 2005. Págs. 463-464. Debe notarse que si bienel libro de Burucúa mencionado anteriormente es del 2006, el trabajo que de él hemoscitado fue presentado en el 2001, es decir previo al que citamos ahora.

16 Didi-Huberman, G.: Images malgré tout. Les Editeurs de Minuit. Paris. 2003.17 Burucúa, J.E.; Levín R.E.; Sor, D.: Mesa Redonda citada. 2005. Pags. 463-464.

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Por un lado las víctimas, constituyendo un todo en el que seconfunden y disipan sus identidades; una suerte de conjunto meroobjeto, del que se distingue algún rasgo anatómico a veces difícil dediscernir. Un grupo de personas desvestidas y desinvestidas. Hastapodría decir des-existidas, si se me permite el neologismo.

Por otro los guardias, recortados del conjunto de víctimas, delinea-dos por sus uniformes, por su distancia unos de otros, su posiciónvertical diferenciada de lo oblicuo u horizontal del conjunto devíctimas. Su actitud es de observación indiferente de la escena, comopodría ser la de un funcionario burócrata asistiendo al decurso de unexpediente cuyo trámite debe concluir. La mirada hacia las víctimas,totalmente deshumanizada.

El contraste entre ambos grupos humanos es desolador. Contribuyea la transmisión del horror inherente a la escena, la mala calidad de lasfotografías. Porque de esta forma quedan exentas de uno de losgrandes riesgos derivados de los intentos de dar a conocer los extremosa los que pueden llevar esas asimetrías extremas del poder a las que mereferí. Porque el sufrimiento, el horror, esos abismos sin nombre quepadecieron las víctimas, pueden deslizarse hacia expresiones quetienden a ser estetizadas, creándose producciones artísticas que encu-bren lo intolerable de lo que representan.

La estética es un sutil recurso humano, mediante el cual se modulay hasta quizás se cualifique la angustia proveniente de lo ominoso.La angustia que deja trascender lo estético, se constituye en un goce(el llamado “goce estético”) que en algún sentido inmoviliza ycaptura al observador, velándole el acceso a lo que entonces quedaencubierto por la imagen. Este monto de angustia dosificada, es laque nos puede dejar sumergidos en una situación de embeleso anteel “Guernica” de Picasso o la serie “Los horrores de la guerra” deGoya. Pero poco es lo que se transmite de lo sustancial del sufrimien-to de un pueblo arrasado por escuadrones de aviones nazis, o el deuna persona ante un pelotón de fusilamiento al contemplar estasobras de arte.

La tendencia a estetizar, o aun a fetichizar (fenómeno muy próximoa la estetización por estar fundado en un intento de desconocer laangustia de castración) intenta transformar en artísticas las produccio-

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nes relacionadas al horror, con lo que paradojalmente queda desmen-tido el sufrimiento que se intenta representar.

No es el caso de las fotos publicadas en el libro de Didi-Huberman.Su mala factura, la oportunidad y la forma en que fueron tomadas, laprecariedad técnica que se supone de la cámara con que fueronobtenidas, las aleja del riesgo de que sean consideradas artísticas. Deahí el impacto emocional, derivado de un sentimiento de incredulidady vacío al que no podemos poner palabras (eso quise decir con“desolador”). Si se las toma como documento creo que no sería tantode lo ocurrido en la escena en sí que exponen las fotografías, porqueen ese sentido sería sólo la información sobre un fragmento de lasinnumerables escenas de terror ocurridas cotidianamente en el campode concentración. Pienso sí que podrían ser consideradas como unaimagen arquetípica de la mencionada “asimetría radical del poder” ysus efectos, que puede darse entre grupos de la comunidad humana.

La importancia de que se pudieran considerar estas imágenes comoconformando una pathosformel es que aun distinguiendo lo deAuschwitz por algunas peculiaridades que le son específicas, podríana la vez configurarse en un arquetipo que les permitiría alinearse en unnexo de continuidad con otras grandes catástrofes humanas –mejorhabría que decir “de los humanos”– acontecidas en la historia.

No sería posible enunciarlas en su totalidad. De sólo pensar en losúltimos cien años, podemos evocar el Genocidio Armenio de princi-pios del siglo XX, pasando por las llamadas Guerras Mundiales, otrasguerras y llamados “conflictos étnicos”, o guerras producto de lacolonización de las grandes potencias sobre países subdesarrollados yvulnerables. En este incompleto listado, incluimos situaciones deviolencia extrema producto de la desigualdad entre el poder del estadoy los ciudadanos de un mismo país (el llamado “terrorismo deestado”). En relación a esta última mención, no olvidamos por supues-to los efectos de la violencia extrema ejercida sobre ciudadanos por ladictadura militar que asoló a nuestro país entre los años 1976 y 1981.

Pero si pensamos en los alcances de esta representación que aludea una abrumadora diferencia de poder entre “los unos y los otros”(tomando estas palabras del título de otro libro de Primo Levi), nospreguntamos si no puede incluirse en ella también efectos sociales de

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políticas de estado que pueden derivar en que ciertos sectores de lapoblación, tal como los de muy bajos recursos o franjas etariasvulnerables, en especial la niñez y la ancianidad, queden descuidadosy librados también al sufrimiento del hambre y la falta de asistenciaadecuada en educación y salud.

De todos modos, si volvemos a las imágenes de Auschwitz enconjunto, vemos que son un testimonio expresivo de enorme valor quenos permite acceder a la atmósfera de horror de lo ocurrido en elcampo.

Pero aun cuando aceptáramos la posibilidad de que conformen unapathosformel, y aun considerando la extensión expresiva que éstaspueden tener hacia otras formas de genocidio, es poco lo que contri-buyen a la comprensión, a la explicación más profunda que dé cuentadel enigma acerca de porqué el ser humano es capaz de desconocer lasmás elementales normas éticas de reconocimiento del otro, y ejercersobre el semejante actos de crueldad extrema.

Las imágenes tampoco salvan de la inaccesibilidad de acceder a lasvivencias de lo sufrido por la víctima, la que en algún sentido siguecondenada a guardar para sí y para siempre, en una suerte de espacioíntimo escindido e incoercible, ese tramo de su vida.

La palabra Shoá, que refiere a estos acontecimientos provocadospor el nazismo de los que fueron víctimas judíos, gitanos, y otrosmiembros discriminados de la población, intenta referir a esta ineluc-table escisión. Citamos al respecto a Giorgio Agamben:18 “Algunosaños después, en el transcurso de una investigación llevada a cabo enla Universidad de Yale, Shoshana Felman y Dori Laub elaboraron lanoción de la Shoá como ‘acontecimiento sin testigos’. En 1989, laprimera desarrolló este concepto en forma de comentario al filme deClaude Lanzmann. La Shoá es un acontecimiento sin testigos en eldoble sentido de que sobre ella es imposible dar testimonio, tantodesde el interior –porque no se puede testimoniar desde el interior dela muerte, no hay voz para la extinción de la voz– como desde elexterior, porque el outsider queda excluido por definición del aconte-cimiento”.

18 Agamben, G.: Lo que queda de Auschwitz. Pre-textos. Valencia. 2000. Pág. 55.

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Al respecto, semejante a esto es lo que dice sencillamente y conexquisita lucidez David Galante, un sobreviviente de Auschwitz de 82años en una entrevista publicada en la revista “Viva”, del DiarioClarín: “El que estuvo en Auschwitz nunca podrá salir de él; los queno estuvieron, nunca podrán entrar en él”.19

El victimario

Auschwitz refiere a lo que denominamos “radical asimetría delpoder”, quizás en su formulación más exacerbada. De un lado lavíctima, despojada de su condición de sujeto, abolida la validación desu lenguaje, tratada como un objeto no sujeto de derecho. Por el otroel victimario, que munido de instrumentos ideológicos y técnicos searroga un poder absoluto sobre la víctima, a quien ha sustraído sucondición de semejante. Se trata de una ecuación extrema de lasrelaciones entre humanos, de consecuencias nefastas. Ante el impera-tivo de avanzar en la indagación de estas situaciones de desigualdadextrema, que tanto han insistido a lo largo de la historia, no podemos–no debemos– desconocer ninguno de los términos de dicha ecuación.

Nos hemos ocupado hasta ahora, de averiguar algo sobre los efectosen la víctima. Es natural. Con ella nos identificamos. Lo padecido noslleva a ponernos de su lado.

Si bien es inherente a su condición vivencias de arrasamiento de suidentidad que no podrán ser transferidas, podemos reconocernos en suconflictiva dolorosa, en lo injusto de lo padecido. Su angustia nos escercana. Si suponemos en ella algo del orden de lo indecible oirrepresentable, no dejamos a la vez de insistir en la posibilidad(aunque sea una utopía inalcanzable) de comprender su sufrimiento.

Reconocemos en la víctima una subjetividad que podemos compar-tir.

No es el caso del victimario. Muchas veces es considerado como“no humano”. Para las decisiones y las acciones más crueles no tieneningún contacto con la emocionalidad. Suele transitar sin conflicto,angustia o remordimiento ante sus conductas aberrantes. Puede justi-

19 Entrevista realizada por Alba Piotto. Revista “Viva” del Diario Clarín. 16-12-2007.

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ficar sus actos. El fanatismo, el mesianismo, el dogmatismo sonsustento de su rechazo a cualquier cuestionamiento. Su hermetismoante la responsabilidad y la culpa por lo cometido contribuye a que sucondición de victimario no sea indagada.

Se experimenta un sentimiento de rechazo, hasta de repugnancia,ante la posibilidad de estudiar al victimario.

Debemos agregar, además, que la víctima, ha padecido pasivamen-te la acción de su verdugo. No podríamos hacer de ella un perfilcaracterológico, porque su destino ha sido designado por el victimario.Es ajeno a su singularidad, depende de su inclusión en grupos depertenencia definidos por la religión, la nacionalidad, el origen, lasalud, la franja etaria que transita. No hay ninguna disposiciónpersonal de la víctima que la lleve a esa condición. Al respecto, diceTheodor Adorno:20 “Las raíces deben buscarse en los perseguidores,no en las víctimas, exterminadas sobre la base de las acusaciones másmezquinas. En ese sentido, lo que urge es lo que en otra ocasión hellamado el ‘giro’ hacia el sujeto. Debemos descubrir los mecanismosque vuelven a los hombres capaces de tales atrocidades”.

En el caso del victimario, entonces, no podemos eludir la preguntaacerca de qué es lo que hace de un sujeto alguien capaz de transformar-se en quien asume el poder de decidir y ejecutar la muerte de otro.

Ante la idea de estudiar los mecanismos psíquicos propios delvictimario, pareciera hasta necesario aclarar, que el imperativo decomprender eventuales mecanismos psíquicos que sustentan su accio-nar, no implican por parte del investigador ninguna benevolenciamoral o jurídica relacionada a los efectos de su conducta.

Porque la pregunta que surge, es realmente inquietante: ¿en quépodríamos transformarnos cada uno de nosotros, llevados a unasituación límite, quizás no acontecida en nuestra historia? ¿Podríamosllegar a matar? ¿Podríamos ser cómplices de los que matan? ¿Some-tidos a una presión ideológica, sumergidos por ejemplo en unaconvicción patriótica, hubiéramos sido soldados de una guerra, en elcaso de haber sido convocados? Si bien una respuesta a estas preguntas

20 Adorno, Th.: “La educación después de Auschwitz” (1966). En Consignas. Amorrortueditores. 1993. Buenos Aires. Págs. 81-82.

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relacionadas a los aspectos más destructivos, no implica necesaria-mente que nos estemos refiriendo a una situación límite de frialdad ydestitución de la condición del otro (al que ni siquiera podemos llamar“enemigo”) como es el caso de Auschwitz, refiere de todas formas aesa zona de cada uno en la que anidan –a veces inadvertidamente–formas de violencia cuya potencialidad desconocemos.

En ese sentido es revelador el último párrafo del trabajo citado deBurucúa del 2001,21 en el que generosamente nos brinda su testimoniopersonal sobre el impacto doloroso derivado de escribir sobre Auschwitzy el conmocionante insight al que ha arribado: “En una colectánea dondeFederico Finchelstein tuvo la deferencia de invitarme a participar,escribí sobre la Shoá algunas meditaciones como gentil. Entonces yahora me he preguntado por mi secreta atracción sobre el tema. Esprobable que ya no vuelva a él, pues no quisiera sufrir otra vez lospadecimientos que me provocó la escritura de estas páginas. Sinembargo, algo muy importante y verdadero se me ha presentado a laconciencia, pues a menudo ensayo un método histórico estrafalario. Meimagino, yo, mis seres queridos, mis ideas, mis deseos, mis libros,ubicados en el pasado que estudio, en medio de aquellas circunstanciascuyo sentido aspiro a descubrir”. A continuación Burucúa mencionacada uno de sus seres queridos y especula sobre cuál hubiera sido sudestino en Auschwitz. Luego agrega: “Y ¿qué hay de mí? ¿Acasohubiera estado muriendo con ellos? ¿U oculto, hubiera rumiado mi culpay pasado mis horas de espera escribiendo mi justificación? Al menoscreo que no hubiera aceptado contarme entre los verdugos directos. Perosi algo he aprendido de esta experiencia histórico-estética alrededor dela Shoá, es que dentro de mí también hay un mal que no tiene fondo.”

Sin embargo, si queremos acceder a la comprensión de qué es loque lleva a un individuo, quizás común y corriente en su apariencia, atransformarse en alguien capaz de llevar a la práctica las acciones másatroces, nos encontramos con muchas dificultades. Se trataría, comodice Jean Paul Sartre22 de “tensar la condición humana todo lo

21 Burucúa, J.E. (2001). Trabajo citado. Pág. 194.22 Lanzmann y Gobel. Película documental “Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir”

(1967).

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necesario y no aferrarse a diferencias específicas”. ¿Pero es estoposible?

Relacionado a esto, Theodor Adorno dice lo siguiente:23 “Conmiras a impedir la repetición de Auschwitz me parece esencial poneren claro, en primer lugar, cómo aparece el carácter manipulador, a finde procurar luego, en la medida de lo posible, estorbar su surgimientomediante la modificación de las condiciones. Quisiera hacer unapropuesta concreta: que se estudie a los culpables de Auschwitz contodos los métodos de que dispone la ciencia, en especial con elpsicoanálisis prolongado durante años, para descubrir, si es posible,como surgen tales hombres”. Pasaron cuarenta años desde la propues-ta de Adorno. No podemos eludir la pregunta. ¿El psicoanálisis hacontribuido a resolver estos interrogantes?

Una novela reciente de Jonathan Littell24 nos introduce al mundo deun oficial nazi, culto y refinado, con formación profesional (abogado),que está comprometido en las acciones criminosas más aberrantes yatroces, sin ningún signo de remordimiento, justificando su procederen forma permanente como si fuera algo natural entre seres humanos.Es impactante como pasa de describir su interés por la visita a unmuseo en una ciudad ocupada o su sensibilidad ante un poema, adetallar minuciosamente su intervención directa en matanzas inconce-bibles por su crueldad. Escrita como si el protagonista diera sutestimonio en primera persona, utiliza un lenguaje distante y desafec-tivizado como si su crónica fuera un parte de batalla o un legajojudicial. Esta novela ha tenido mucha difusión en Europa, y harecibido críticas tanto favorables como negativas. Cabe preguntarse siel contenido de una novela puede validarse como fuente bibliográficaa efectos de un trabajo que pretende contribuir a la develación deaquello de lo humano que ha hecho posible que Auschwitz hayaocurrido. Me inclino por la afirmativa, porque el texto da cuenta de queel autor se ha informado mucho y profundamente sobre la materia, ycrea un clima de plausibilidad sin concesiones que creo nos aproximaa lo que pudo ser aquel en que se desenvolvían los victimarios. Se

23 Adorno, Th.: (1966) Obra citada. Págs. 89-90.24 Littell, J.: Las benévolas. Editorial del Nuevo Extremo S.A. Buenos Aires. 2007.

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desprende del texto la increíble deshumanización con que dirigían susacciones criminosas, a veces incluso el cinismo, la arbitrariedad, elcapricho y hasta la torpeza con que llevaban a cabo sus acciones. Enun determinado fragmento de la novela, el protagonista hace unacaracterización de diferentes modalidades psicológicas que se ponenen juego en los victimarios. En esta sistematización, los divide en tresgrupos:25 1) Los que “aunque intentasen disimularlo, mataban convoluptuosidad, ya he hablado de ellos, eran criminales que habíansalido a flote merced a la guerra”. 2) “Los asqueados, que mataban pordeber, sobreponiéndose a la repugnancia, por amor al orden”.3) “Estaban quienes consideraban a los judíos como animales, y losmataban igual que un carnicero mata a una vaca, una tarea grata o arduasegún el humor o la disposición”. Como único comentario sobre estacita, vale destacar que al considerar que en 1) se trata de un criminal,deja excluido que a los casos 2) y 3) se les pueda asignar dichacondición.

Lo que se desprende también de la lectura de esta novela, es algoque en realidad ya sabemos por circunstancias vividas o sabidas, peroaquí toman la fuerza de la demostración. El victimario de accionesaberrantes sobre grupos de personas indefensas no podría tenerentidad si no tuviera una profunda identificación con un sistemacorporativo, político, militar o estatal con suficiente poder para avalar,estimular y aun premiar dichas acciones. No hace falta agregartambién que dicho sistema también impone reglas de fidelidad que sise quiebran son castigadas con la misma crueldad con que lo son lasvíctimas.

Se entiende así que la idea de que un psicoanálisis tradicional,individual, como propone Adorno, aunque fuera como una medidaque contribuyera a resolver o averiguar algo más sobre el tema, es pocolo que podría agregar. Porque se trata de saber cómo se constituyen nosólo personas sino agrupaciones, a veces complejas, pero sin fisurasen cuanto se trata de obtener absoluta impunidad para el ejercicio deuna forma de poder de exterminación sin contemplaciones en lo quehace a las consideraciones que suponemos pertenecen a lo humano del

25 Littell, J.: (2007) Obra citada. Pág. 114.

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individuo. Dicho poder se ejerce sobre otros grupos, más frágiles eindefensos, ante la dimensión ideológica, política, tecnológica y porsobre todo inmoral de aquel en que están instituidos los victimarios.

Retornamos entonces, desde una argumentación más fundamenta-da, a plantear la extrema desigualdad de poder entre víctima yvictimario, inherente a Auschwitz, extensiva a tantas formas deexterminio colectivo que han caracterizado la historia de la humani-dad.

Debemos entonces quizás revisar algunas formulaciones del psi-coanálisis, a al menos intentar una relectura de ellas, para averiguardesde qué lugar teórico pueden validarse para sumar su saber alesclarecimiento del porqué de Auschwitz. Es un tema de tanta relevan-cia para el conocimiento de la conducta humana, que creo que si elpsicoanálisis no se asume en la búsqueda de una forma de contribuira develarlo, se está declarando del lado de la justificación que alientaaún más que la barbarie se sostenga o se reitere.

El psicoanálisis después de Auschwitz

Freud padeció en carne propia los efectos de la Primera GuerraMundial. Sus hijos varones fueron convocados a combatir en el frentede batalla, con riesgo para sus vidas. Analistas de su círculo dediscípulos fueron reclutados para cumplir diferentes funciones en elejército. Sus ingresos por su trabajo en el consultorio disminuyerondrásticamente. Tenemos de este período numeroso intercambio epis-tolar que da cuenta de la preocupación y el temor que se vivió duranteese período.

Muchos biógrafos y estudiosos de la evolución de las ideas deFreud atribuyen a lo experimentado durante los años de guerraimportante influencia sobre los desarrollos teóricos que se irían dandoa conocer a partir de su finalización.

El tema de la destructividad es introducido no solamente a partir dela necesidad teórica de resolver el tema del sadomasoquismo que sepresenta en la clínica, sino también relacionado al reclamo conceptualde acceder a una respuesta que dé cuenta de la condición, ya noexcepcional, de aquello que en el humano supera el principio de placer

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y lo sume en acciones colectivas de destructividad extrema. No essolamente responder al enigma del sadomasoquismo que se atiende enun consultorio, sino de dar un lugar en la teoría psicoanalítica a losefectos de disgregación que se pueden producir en amplias franjas dela población, y para colmo, como exquisita y trágica paradoja, enpaíses y sectores que suelen considerarse como los más evolucionadosen términos de civilización y cultura.

En 1920 Freud publica “Más allá del principio de placer”, en el queintroduce el concepto de pulsión de muerte. Escrito casi simultánea-mente con “Lo ominoso” (1919), parece inaugurarse un nuevo períodoen su obra, en el que no puede dejar de ocuparse de aquellos compo-nentes agresivos que se generan en la sociedad humana, a la vezencubiertos y provocados por el fenómeno cultural, de efectos deletéreossobre el individuo.

“La horrorosa guerra que acaba de terminar”26 es relacionada, sinninguna ampliación informativa, a la neurosis traumática, de la quederivará la compulsión a la repetición y la enigmática y controversialpulsión de muerte.

Pero lo que quiero subrayar, es que a partir de este texto inicial(quizás iniciático) de este período creativo, Freud inicia dos modali-dades de abordaje de la destructividad, siguiendo caminos divergentesa la vez que simultáneos.

Por una parte los escritos que llevarán hacia una segunda formula-ción de la metapsicología, en la que se complejiza la relación recíprocaentre las instancias psíquicas (Yo, Superyo, Ello) en su relación con loconsciente, lo preconsciente y lo inconsciente.

Por otra se inaugura una serie de trabajos que trascienden la clínicaen su sentido más convencional, refiriendo a las relaciones entreindividuos. Se trata de los escritos que suelen designarse como“sociales”. Estos textos, que transitan un carril distinto de aquellos alos que se considera tienen una relación más inmediata con la clínica,suelen figurar más apartados en la formación de los analistas. A vecesson criticados con cierta indulgencia, con el argumento de que avan-

26 Freud, S.: “Más allá del principio del placer”: Amorrortu editores. Tomo XVIII. BuenosAires. 1976. Pág. 12.

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zan sobre el terreno de otras disciplinas (la sociología, por ejemplo) sinel rigor que ésta reclamaría. En ellos Freud se ocupa de la cultura y delas identificaciones con ideales comunes de grupos humanos (ideolo-gías, liderazgos, instituciones como la religión y el ejército) y surelación con las expresiones de destructividad extrema sobre ampliossectores de la población.

En “Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921), escrito casisimultáneamente con “Más allá del principio del placer” (1920), Freudescribe:27 “En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con todaregularidad como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemi-go, y por eso desde el comienzo mismo, la psicología individual essimultáneamente, psicología social en este sentido más lato, peroenteramente legítimo”.

Con “Más allá del principio de placer” (1920), trabajo que comodijimos inaugura un nuevo tramo en el desarrollo de sus ideas, Freudintroduce una reformulación de sus anteriores llamadas “teorías pulsio-nales” totalmente inédita. No se trata solamente de la nueva denomina-ción de las dos pulsiones en juego, sino que además éstas no operan enla dialéctica dualista de las concepciones anteriores. Hay tal diferencia-ción en el éxito excluyente de la pulsión de muerte en la consecución delfin, que podemos suponer que se trata ahora de una concepción monista(aunque no esté así explicitada en el texto de Freud). Es que la inclusiónde una de las dos pulsiones, la de muerte, prevaleciendo sobre la de vidade forma incoercible, inevitable, en el camino hacia la disgregaciónúltima del organismo, da cuenta, por su infalibilidad, de un poder deextrema asimetría con la pulsión de vida, que a través de los intentos desíntesis e integración, sólo logra postergar, en esa transitoriedad quellamamos vida, el triunfo ya inscripto de la muerte. No podemos dejarde consignar que este esquema pulsional remeda por su desigualdadextrema la relación ya mencionada entre víctima y victimario.

La pulsión de vida es sólo una distracción, un “rulo”, que sólocontribuye a postergar a través de todas sus variaciones el ineludibleavance del organismo hacia su propia disolución.

27 Freud, S.: “Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921). Amorrortu editores. TomoVIII. Buenos Aires. 1976. Pág. 67.

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Esta compleja relación entre pulsiones, deriva de todos modos,aunque fuera a través de las variaciones que hacen a la singularidad delsujeto, hacia el mismo fin. Basado en fenómenos incluso observablesen la clínica, como la autodestructividad, lo traumático y la compul-sión a la repetición, este texto se apoya a la vez en especulacionesfilosóficas y en ejemplos tomados de la biología. De todos modos, dejamuchos interrogantes explícitamente sin resolver, y sus conclusionessiguen siendo objeto de controversias.

Freud instaura en este texto una concepción de la destructividadinscripta como marca en el organismo, de la que derivará en sudesigual relación con la pulsión de vida efectos no solamente sobre elpropio individuo, sino también sobre sus semejantes, a través de unmecanismo compulsivo que tiende a externalizar la destructividadsobre el otro, en un intento de librarse de ella.

Como anotamos más arriba, a partir de “Más allá del principio deplacer” (1920) se abren dos líneas en la evolución de la teoría.

El reclamo lógico de seguir una continuidad con formulacionesanteriores, luego de introducida esta nueva concepción de la pulsión,lleva a la necesidad de reordenar de acuerdo a ella el esquemametapsicológico que atañe a la estructura del sujeto. El nuevo lugarque ocupa la destructividad, supuesta en una pulsión con efectos “másallá” y en definitiva siempre triunfante en la consecución de su fin,ubica al Yo en una relación más compleja en su relación con las otrasinstancias, con lo consciente e inconsciente, y con el mundo exterior.

Ya no se trata de un Yo que como un jinete, media en el intento dearmonizar el Ello y el Superyo. Ahora se trata de un Yo en un lugar máscomplicado, a veces frágil (poco más adelante Freud escribirá sobremecanismos de escisión del Yo), con una zona sumergida en loinconsciente, y con relaciones recíprocas de notable sutileza con losotros estamentos estructurales.

Esta nueva presentación de la metapsicología está contenida en eltexto de 1923, “El yo y el ello”.28 Pero llama la atención que lo que envarias ocasiones Freud denomina “mundo exterior”, “realidad exte-

28 Freud, S. (1923): “El yo y el ello.” Amorrortu ediciones. Tomo XIX. 1975. Buenos Aires.Pág. 23.

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rior” o simplemente “realidad” no esté incluido aunque fuera entérminos especulativos en la elaboración teórica. Ni siquiera en elconocido diagrama que ilustra este trabajo 29 está mencionado en ellugar que correspondería, por fuera del contorno, como objeto de la“percepción consciente”. Vale agregar que una década más tarde, ensus “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis”,30 vuelvea presentar el diagrama con algunas modificaciones, pero tampocofigura la “realidad exterior”.

No es el caso de los trabajos que inician la línea de los que se handado en llamar “escritos sociales”. Si bien algunos de ellos sonprevios, por ejemplo “Tótem y tabú” (1912/1913), es a partir de 1920que la indagación freudiana parece abrirse del plano exclusivo de laclínica para abordar el panorama de los efectos sobre la constitucióny los actos del sujeto provenientes de la vida colectiva.

Aunque estas dos direcciones que siguen los textos tienen muchospuntos de convergencia, es notorio que los “escritos sociales” cobra-ron una dimensión conceptual de menor interés para los psicoanalis-tas, quizás inclinados a protegerse de interrogantes que superen losmuros del consultorio. Me refiero a los que surgen de los fenómenossociales relacionados con el poder que son fuente de actos destructivosque pueden afectar la vida de las personas (incluidos los mismospsicoanalistas) que son de tal riesgo físico y psicológico, que puedenderivar en mecanismos extremos de defensa sustentados en suinadmisibilidad y desconocimiento.

Si bien no es mi propósito efectuar un listado de los escritosfreudianos en que se ocupa de lo que denominó “psicología social”, nitampoco hacer una reseña de los que mencioné, me parece por sobretodo necesario destacar la posición ética de Freud. Cuando escribe“Más allá del principio del placer” (1920), está reconociendo que elproblema de la destructividad clínica que aqueja al paciente, estátotalmente superado por la destructividad propia de lo humano, o másprecisamente de la humanidad.

29 Freud, S. (1923): Obra citada. Pág. 26.30 Freud, S.(1933): “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis”. 31ª conferen-

cia. Amorrortu editores. Buenos Aires. 1976. Pág. 73.

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La dimensión destructiva de la Guerra Mundial no es comparablea la del paciente en el diván que fracasa cuando triunfa.

Ante el desafío de las nuevas problemáticas que no pueden resolverseen el consultorio, Freud avanza, quizás sacrificando rigor metodológi-co, pero con el imperativo de encontrar alguna respuesta, aunque fueraen términos especulativos, a las catástrofes de la humanidad.

En “Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921),31 Freud dice:“Una masa primaria de esta índole es una multitud de individuos quehan puesto un objeto, uno y el mismo, en el lugar de su ideal del yo,a consecuencia de lo cual se han identificado entre sí en su yo. Estacondición admite una representación gráfica:...” A continuación pre-senta un esquema en el que se observa un Yo, ya no mediando sinoimplicado en líneas que se dirigen en forma unidireccional, desde el“objeto” hacia el “ideal del Yo”. Algunas de estas líneas lo atraviesan,otras lo eluden. Pero lo llamativo es que el “objeto” aparece directa-mente condicionado al “objeto exterior”.

Paradojalmente, entonces, poco antes de escribir “El yo y el ello”(1923), en el que mencionábamos que el “mundo exterior” no tieneuna locación, en la representación de esta otra formulación encontra-mos un planteo diferente. No solamente figura “lo exterior”, sino queademás los vectores –¿económicos?; ¿pulsionales?– no parten de lainterioridad del organismo sino del “objeto”, a su vez articulado al“objeto exterior”.

¿Estaba ensayando Freud una metapsicología inédita? Podríaaducirse que el problema de “lo exterior” es muy vasto –aún desde lafilosofía lo es– y seguramente será, uno de los grandes temas depolémica. Pero recordemos que también el de “pulsión” admite estetipo de consideraciones. En “Pulsiones y destinos de la pulsión”(1915) Freud comienza haciendo un planteo epistemológico, en el queseñala que ha pedido prestado el concepto de pulsión de la biología,porque lo necesita como principio sobre el cual va a estructurar sumetapsicología. Luego agregará: “Las pulsiones son nuestra mitolo-gía”. Parafraseando, podríamos decir: quizás el “mundo exterior”pueda ser una mitología. Pero sabemos a qué alude, y posiblemente

31 Freud, S. (1921): Obra citada. Págs. 109-110.

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pueda ser pertinente para construir sobre ella una metapsicologíapsicoanalítica.

Siguiendo esta línea, es importante consignar cómo en su desarro-llo el papel que Freud atribuyó a la cultura en la comprensión de losfenómenos de destructividad, fue visionario. Cuando escribió “Elmalestar en la cultura” (1930), aún no eran imaginables actos dedestructividad extrema, como Auschwitz o Hiroshima, ejecutadosprecisamente por las naciones consideradas en el rango más alto entérminos culturales. Tampoco entonces tenía la difusión que tieneahora algo que Freud alcanzó a entrever: esa ominosa impresión de quela humanidad puede estar encaminada hacia su autodestrucción. Alrespecto dice Theodor Adorno:32 “Ya he mencionado la tesis de Freudsobre el malestar en la cultura. Pues bien, sus alcances son todavíamayores que los que Freud supuso; ante todo, porque entretanto lapresión civilizatoria que él había observado se multiplicó hasta hacer-se intolerable. Con ella, las tendencias hacia la explosión sobre las quellamó la atención han adquirido una violencia que él apenas pudoprever. Pero el malestar en la cultura tiene un aspecto social –queFreud no ignoró, aunque no le haya dedicado una investigaciónconcreta–. Puede hablarse de una claustrofobia de la humanidaddentro del mundo regulado, de un sentimiento de encierro dentro deuna trabazón completamente socializada, constituida por una tupidared. Cuanto más espesa es la red, tanto más se ansía salir de ella,mientras que precisamente su espesor impide cualquier evasión. Estorefuerza la furia contra la civilización, furia que, violenta e irracional,se levanta contra ella”.

En el último párrafo de “El malestar en la cultura” (1930), Freudalude a la nueva concepción en que la pulsión de muerte proviene tantode la interioridad del individuo como de su externalización en los lazossociales de los que depende y en los que está inmerso. En el últimopárrafo, escribe:33 “Y ahora cabe esperar que el otro de los ‘poderescelestiales’, el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en lalucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede

32 Adorno, Th.: Obra citada. 1966. Pág. 82.33 Freud, S. (1930): Obra citada. Pág. 140.

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prever su desenlace?”. En una nota al pie, el editor informa que laúltima oración fue añadida en 1931, cuando ya comenzaba a sernotoria la amenaza que representaba Hitler.

Freud murió en el exilio en 1939, cuando había comenzado laSegunda Guerra Mundial. Sus cuatro hermanas, de más de 80 años,murieron en campos de concentración. Freud no lo llegó a saber, peroseguramente formaba parte de un doloroso presagio.

Puede parecer anacrónico que en un apartado titulado “El psicoa-nálisis después de Auschwitz” me refiera a títulos freudianos, obvia-mente anteriores a los campos de concentración del nazismo.

Es posible que el intento de Freud de abrir la mirada del psicoaná-lisis (¡y de los psicoanalistas!) hacia el mundo exterior no haya tenidoni el rigor ni el éxito de sus descubrimientos surgidos de la clínica. Perotambién es cierto que la comunidad psicoanalítica se desentendió deinterpretar que el creador del psicoanálisis, comprendió que hayfenómenos humanos referidos a la pulsión destructiva que no puedenpermanecer indiferentes al psicoanálisis, aunque desborden el alcancedel testimonio individual del paciente en el consultorio.

Freud habilitó al psicoanálisis a avanzar en su indagación, si esnecesario, sobre lo social. Puede o no hacerlo asociado a otrasdisciplinas. Es en esta esfera donde quizás encontremos las respuestas,nunca conclusivas, sobre estos terribles fenómenos de aniquilaciónejercida por humanos sobre otros en un estado de total indefensión. Aeste campo corresponden las aberraciones a las que hacemos referen-cia ocurridas en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.

Enfatizar el tema de la psicopatología individual es pertinente, perono suficiente para dar cuenta de la complejidad de los fenómenos enjuego.

Ampliar el campo del psicoanálisis por fuera de la clínica tradicio-nal es posiblemente asumir una posición más incómoda, porque sepierden muchos resguardos. Lo cierto es que muy pocos psicoanalistashan retomado la línea de la indagación de los fenómenos colectivos.

Hay una carta, que envía Freud en respuesta a otra de Einstein sobreel tema de la guerra (“El porqué de la guerra” (1932) (incluye la cartade Einstein.). En ella leemos un lúcido análisis de Freud, en el que

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relaciona el poder, con la violencia y lo jurídico. Creo que sóloexcepcionalmente este texto es tenido en cuenta en la formación de losanalistas. Siquiera con una intención informativa.

Debemos decir, entonces, que quizás el psicoanálisis no cambiómucho después (y a pesar) de Auschwitz. Pero también que reconocer-lo puede ser el inicio de una reflexión que permita retomar algunaslíneas existentes (como las mencionadas de Freud) o iniciar otras quedesde nuevas perspectivas contribuyan a no dejar apartado de su esferael intento, aunque fuera fallido, pero éticamente ineludible, de explicarlo inexplicable de la destructividad de los humanos.

Algunas palabras para no concluir

Hemos aludido a la disparidad trágica que puede producirse entregrupos humanos.

Por un lado los que producen, incluyen, sostienen y avalan alvictimario, respaldados (subjetivamente inmersos) en certezas que losjustifican. Muchas de ellas enfatizadas en imágenes que sustentan unasuerte de exceso simbólico alrededor del cual el conjunto de indivi-duos se coagula como masa. Íconos, emblemas, consignas que noadmiten interrogación. La figura del Führer, sus gestos, la cruzgamada, el concepto monolítico de patria, la ideología política o elsentimiento antisemita son imperativos que otorgan cohesión, endetrimento de la libertad de pensamiento, opinión o acción singular.Estos símbolos magnificados, en realidad pobres en contenido ypoderosos en sus efectos, congelan metapsicológicamente a quienes aellos adhieren. Hay que agregar que dicha adhesión es de prevalencialibidinal, lleva a una suerte de adoración pasional que todo fundamen-ta y justifica acríticamente.

El tejido colectivo ahoga al sujeto en la masa reunida alrededor deesta simbología. Su fijeza, su función de demarcar la limitación a lalibertad de pensamiento, requiere de una liturgia de adhesión, queofrece a cambio una promesa incondicional de inmunidad ante senti-mientos de incompletud y angustia. No son símbolos sujetos al ir yvenir de las representaciones del proceso elaborativo, sino imágenesfijas, rituales, que otorgan a quien a ellas (y a sus características)

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adhiere, un temple megalómano, que lo supone más allá de la falibi-lidad a la que está expuesta la condición humana. Son en realidadsímbolos vacíos, que se representan a sí mismos.

Del otro lado los grupos de aquéllos cuya exclusión forma parte delprocedimiento que otorga a los que los discriminaron la ilusión deimpunidad. Son destituidos de su condición de sujeto como una másde las liturgias que reaseguran la elación megalomaníaca del victima-rio. Las víctimas asisten azoradas al despliegue mortífero que sobreellas se descarga, sin que exista el menor resquicio que otorgueposibilidad a algún tipo de apelación.

Los victimarios son avalados por la impunidad que les concede suadhesión a las certezas que los reúne masivamente. Sus símbolos sonabsolutos, monolíticos, aún cuando no se avalan más que a sí mismos.En algún sentido su exceso desnaturaliza su condición simbólica. Entanto esta aparatología supuesta simbólica respalda al victimario, lavíctima, avasallada, desconocida en tanto humano, librada a sí misma,se encuentra en una desesperada búsqueda de alguna forma, aunquefuera precaria, incipiente, de reconocimiento y representación.

En el marco de certeza en que se avala la masa que detenta el poder,no hay nada dilemático en dar curso al desprendimiento de la destruc-tividad, de externalizar la pulsión (de muerte) si es en nombre defortalecer el sistema, si es parte de la liturgia consagrada a sostener lainmunidad (y la impunidad) del poder.

Así como la adhesión pasional al Führer fue condición de pertenen-cia al nazismo, la condición de considerar enemigos a los judíos fuetambién un reclamo identificatorio del sistema. El poder derivado delimperativo antisemita, sustentado tanto en arbitrios como en raciona-lizaciones aún de muchas de las más destacadas figuras intelectuales,no tuvo impedimentos para desencadenar uno de los más cruelesgenocidios que se conocen.

La profunda perturbación en la simbolización colectiva que suelecaracterizar a los fenómenos de masa, favorecen entonces el desbordepulsional. Si tomamos en cuenta que en el texto “Más allá del principiodel placer” (1920), Freud atribuye a la pulsión de vida un papel de meradilación del inexorable cumplimiento del fin de la pulsión de muerte,podemos suponer que cuando los individuos participan como masa en

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acciones comunes de carácter criminoso, es porque hay una fracaso dela función de simbolización en tanto representante de la pulsión devida y sus derivaciones en el intento permanente de modular yprorrogar la destructividad. La masa victimaria se abroquela libidinal-mente en torno a (entonces supuestos) símbolos que no están alservicio de la postergación de la muerte, sino que en realidad la avalany la exigen. No son verdaderos procesos de simbolización al serviciodel Yo, sino íconos, o “seudo-símbolos” que en forma imperativa,hasta amenazante, se arraigan en una caracterización superyoica queinsta a la destrucción.

Podría alegarse que se trata de destructividad dirigida al otro, de talmodo que la masa actuaría defensivamente, preservando su propiaexistencia en la presunta depositación de la muerte en otro grupo,recortado de sí.

La historia se ha ocupado de demostrar que la destrucción delsemejante es una forma de autodestrucción.

El nazismo se sustentó en supuestas verdades que justificaron susactos atroces. Discurso e imágenes propiciaron un clima imaginario deilusión acerca de la propia omnipotencia. Pero el fracaso de estesistema no fue solamente perder una guerra y contar también pormillones las bajas que sufrieron. El no reconocimiento del otro, elsustento en símbolos vacíos, el arrogarse el poder de quitar al otro suvalidación en tanto humano, es también una forma de muerte, aunquefuera en términos de psiquismo. El que no se reconoce en el otro, enalgún sentido también desfallece en tanto sujeto. Porque hay algo desí que también queda por fuera de su propio reconocimiento.

Los judíos no fueron víctimas de la guerra, sino de un recursomonstruoso para aplicar sobre ellos toda manifestación de lo mortífe-ro, con la supuesta ilusión de que así los victimarios podían sostenerla infalibilidad del sistema.

Cuando nos referimos a Auschwitz, ubicamos en esta palabra laexacerbación ilimitada a la que puede llevar la destructividad humana.No se trata solamente de la usurpación de la condición de sujeto de lavíctima, como también de su vida biológica, sus símbolos, sus bienesmorales y materiales. Estamos además ante la más inverosímil yaberrante muestra de industrialización de la muerte, de afianzamiento

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progresivo de una tecnología dirigida a lograr la mayor eficiencia enla consecución de los objetivos criminosos. Como si la muerte hubierasido equiparada a una mercancía necesaria para un supuesto bienestarde los que de ella se alimentan.

En esta confrontación asimétrica, los victimarios carecen de un aparatosimbólico al servicio de la preservación de los efectos de la inmediatezpulsional, y las víctimas han sido invalidadas en tanto humanos, con lo quequedan expuestos a ese sufrimiento desconcertante, impensable, irrepre-sentable, imposible de testimonio, que han padecido.

Auschwitz está “más allá” de lo representable, y por lo tanto no puedeser comparado ni metaforizado. En esa palabra hemos reunido, intentan-do nombrar, los incontables acontecimientos en que grupos y poblacio-nes fueron exterminados sin contemplación. También con esa palabraquisimos abarcar la tragedia que puede desprenderse del desconoci-miento de lo humano por parte de la propia humanidad. No podemosdecir mucho más, y sin embargo vamos a tener que seguir diciendo. Asícomo el protagonista de la novela Sin destino contesta a su interlocutordiciendo “el campo es el campo”, nosotros parafraseamos diciendo“Auschwitz es Auschwitz”. Cuando nos ocupamos de algo que no tieneexplicación plausible, que carece de representabilidad, intentamos todotipo de elaboración, y lo validamos como un segmento de un necesariointento ético de encontrar alguna solución. Pero también nos debemosreconocer apelando a palabras que aluden a fenómenos que nos desbor-dan, por lo que quedan como palabras necesarias aunque insuficientes.

Por eso no podemos desconocer el reclamo de una reflexiónincesante sobre el tema de la destructividad humana, aún sabiendo queno arribaremos a una solución, sino a sostener una advertencia acercade los riesgos derivados de caer ciegamente en los vericuetos que ennombre de la preservación de la muerte, el humano puede desplegardesconociendo que en donde se supone reasegurado de las consecuen-cias de la pulsión, puede estar siendo objeto de sus efectos.

Hay un abismo insondable al sujeto que aloja la pulsión de muerte.Freud lo devela en su texto “Más allá del principio del placer” en 1920.Se trata de lo pulsional destructivo que desborda la constitución delsujeto. Es “el mal que no tiene fondo” al que alude Burucúa en su textocitado anteriormente.

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A partir de que Freud expone como inherente al humano el riesgoa que lo expone su propia destructividad, inicia una línea de investi-gación en la que intenta demostrar que modalidades de estructuraciónsocial que suponen un intento de resguardo, pueden ocultar y facilitarinadvertidamente su propia destructividad. Los textos freudianosconsignados como “sociales” intentan demostrar que es estéril avan-zar en el esclarecimiento de los acontecimientos que han llevado acatástrofes humanas, si no se tiene en cuenta las líneas emocionalesque se juegan en determinadas formas de reunión de los individuos.

Los psicoanalistas en algún sentido han ignorado que el último tramode la producción freudiana estuvo dirigido al estudio de la contribuciónparadojal de la sociedad y la cultura a la posibilidad de liberar en formasalvaje la pulsión mortífera sobre grupos de semejantes.

Pienso también que Freud intentó incorporar a sus avances en losestudios psicoanalíticos sobre la destructividad derivada de lo social,alguna estructura metapsicológica que aproximara epistemológica-mente el psicoanálisis individual con los estudios sobre el humano ensu relación con el otro. Porque ambos campos –pienso que hacia ellose dirigía Freud– son indisolubles.

El psicoanálisis después de Auschwitz ha quedado en un estado delatencia. Puede decirse que no sólo no registró el acontecimiento, sinoque tampoco siguió el curso de la iniciativa que desde mucho anteshabía tomado Freud, quizás imbuido de los efectos de la PrimeraGuerra y de las nubes que presagiaban lo que terminó por ocurrirdespués de su fallecimiento.

Freud ha demostrado que nada de lo más atroz que atraviesa lacondición humana escapa a la esfera del psicoanálisis. Extendió lasincumbencias de su disciplina al habilitarla al estudio de los efectosdestructivos que pueden derivar de las modalidades que toman lasformas de asociación entre sí de los individuos.

Aceptando las dificultades no solamente teóricas y epistemológicas,sino también personales de los psicoanalistas, no hay nada que justifiqueque no se retome el interés por las líneas que al respecto él ha iniciado.

Haciendo

Relato

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Mesa Redonda:Hacer Relato 1

Alejandra Oberti y Hugo UrquijoCoordinador: Gonzalo Aguilar

Mónica Vorchheimer: Buenas noches a todos, bienvenidos a APde-BA. Esta es la actividad de apertura de nuestro Simposio Anual y laapertura es también hacia todos aquellos que sin ser de APdeBA seinteresaron en compartir con nosotros esta temática desde perspecti-vas que enriquecen la mirada psicoanalítica; por eso es también unaactividad de apertura; bienvenidos a quienes se interesaron y vienen aescuchar y a participar esta noche.

El tema de nuestro Simposio es “Relatos de la clínica” y este panelque voy a presentar ahora se llama “Hacer relato”.

Freud, Borges, Benjamin, Klein, Proust, Bion, Shakespeare, Mel-tzer, Lacan, Bertolucci, Gardel, Pessoa… son algunos de los que nosacompañan esta noche para inaugurar nuestro Simposio.

Relatos, relatores, relatados, ficciones, testimonios que llamanpara darle voz a lo que cada experiencia tiene de inenarrable, allímismo donde comienza su elaboración. Le pedimos mucho al relato,cuando quizás deberíamos esperar de él esa generosidad que nospermita, en lugar de reafirmar lo que buscamos, asomarnos a lo quedesconocemos.

Hace unos cuantos años ya en esta misma casa, en esta misma Mesa,Ricardo Piglia a propósito de “Psicoanálisis y Literatura” contaba quemientras Joyce estaba escribiendo Finnegans Wake escuchaba a su

1 El presente texto corresponde al Panel de Apertura del XXXIII Simposio Anual APdeBA,“Relatos de la Clínica”, con el título de “Hacer Relato”, y que se realizó el 3 de Noviembrede 2011.

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hija –Lucía Joyce– con mucho interés; Joyce nunca quiso admitir queLucía estaba psicótica, una de las cosas que ella hacía era escribir, su padrela impulsaba a escribir hasta que por fin le recomendaron a Joyce que fueraa consultar a Jung. Joyce fue a verlo a Jung para plantearle el dilema de suhija y le dijo a Jung: “Acá le traigo los textos que ella escribe, y lo que ellaescribe es lo mismo que escribo yo”, y Jung –dice Piglia– le contestó:“Pero allí donde usted nada, ella se ahoga”. Y concluye Piglia: “Elpsicoanálisis es, en cierto sentido, un arte de la natación”.

No somos Joyce –de eso no hay duda– pero también nosotrostratamos de mantenernos a flote cultivando el arte de la natación, comodice Piglia del psicoanálisis; en un mar de lenguaje en el que nossumergimos en cada interpretación, en cada relato, en cada encuentrocon el dolor, el enigma, el trauma o la angustia, y tomamos bocanadasde aire al asomar la cabeza cuando nos encontramos, como lo hacemoshoy, como lo haremos mañana y pasado, para relatar nuestra clínica,relatarnos y dejarnos relatar, para leernos y permitir que otros nos lean,y así escribir un nuevo texto, una nueva construcción significativa queno nos haga sentir tan solos, queremos mantenernos a flote en unaépoca en la que la velocidad de las transformaciones nos demandan nohacer la plancha.

En la Viena de comienzos del siglo pasado, en alguna ocasiónFreud se dirigía a sus lectores con estas palabras, decía: “No iniciarémi réplica con las palabras ‘seamos honestos’ o ‘seamos sinceros’,pues uno debe poder serlo sin tomar impulso para ello”.

Quiero dar por inaugurado nuestro Simposio Anual “Relatos de laclínica” haciendo mías estas palabras de Freud, y expresando miagradecimiento a quienes con sus sugerencias enriquecieron las lectu-ras de la Comisión; a los coordinadores y lectores de los trabajos quealivianaron tanto nuestra tarea; a quienes llegan de lejos –de Mendoza,Rosario, Uruguay, Chile, Brasil, Paraguay– o de otras institucioneslocales que se interesaron y vinieron para trabajar juntos durante losdías venideros; a los participantes de los paneles centrales hoy yaamigos de la casa, y muy especialmente a los autores, autores de tantostrabajos libres, talleres, grupos de discusión y paneles que nos aporta-ron sus textos para que podamos hacer de nuestro Simposio –espero–un encuentro de lecturas y de transmisión.

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Así que a trabajar…Le voy a ceder la palabra al moderador de este panel, Gonzalo

Aguilar, a quien le pedimos que oficie de moderador participante. Lovoy a presentar a él y él –a su vez– presentará a nuestros invitados.

Gonzalo Aguilar –para quienes no lo conocen– es doctor en letraspor la Universidad Nacional de Buenos Aires e investigador delCONICET, profesor visitante en las Universidades de Harvard yStanford en Estados Unidos y en la Universidad de San Pablo deBrasil, es autor de Poesía concreta brasileña: las vanguardias en laencrucijada modernista y también de Otros mundos. Ensayo sobre elnuevo cine argentino.

Está a cargo desde el año 2007, en convenio con la Universidad delCine, de nuestro ciclo “Noches de Cine”, que anoche cerró con unapelícula extraordinaria –lamento quienes se la perdieron– La Luna deBertolucci, comentada extraordinariamente por Gonzalo.

Gonzalo, todo tuyo…

Gonzalo Aguilar: Muchas gracias por la presentación, por el texto ypor haberme invitado a esta Mesa, que me parece un enfoque muyinteresante de esta cuestión de hacer relato, porque en estos invitadosvamos a tener dos perspectivas diversas y realmente muy especializa-das sobre la cuestión de lo que significa narrar, y narrar, sobre todo, ensituaciones traumáticas, en situaciones en las que se pone en juego loinenarrable; la cuestión de cómo narrar la violencia, cómo articular unrelato frente a situaciones límites… Y en este sentido me parece quelos invitados están muy bien elegidos y estoy muy contento de estarcon ellos.

Alejandra Oberti es socióloga, se desempeña como profesora en laFacultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, ycoordina el archivo oral de Memoria Abierta, que me parece que es unarchivo fundamental para la reconstrucción de lo que fueron los añosde la dictadura, de los testimonios orales que se han ido recopilandoy en ese sentido me parece que es una de las personas más capacitadaspara hablar de la cuestión de los testimonios en relación con lo que fuela violencia en la época de la dictadura. Pero no sólo esa perspectivatrae Alejandra –no sé muy bien el texto tuyo de qué va a tratar

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específicamente– pero también hay una perspectiva de género, ya queella está en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de laFacultad de Filosofía y Letras, que es un instituto pionero en el temay que no sólo lleva muchos años sino que se ha instalado con unacontinuidad envidiable en una institución muy difícil. Además es co-autora de un libro con Roberto Pittaluga que se llama Memorias enmontaje. Escrituras de la militancia y pensamientos sobre la historia.En este sentido me parece que es una elección estupenda la que hizola Comisión del Simposio por estas dos perspectivas que puede aportarAlejandra con su trabajo, sobre la relación entre el hacer relato y laviolencia, tanto la violencia política como la violencia de género, tantola violencia del terrorismo de estado como la violencia que se vive aúnhoy en los núcleos familiares y en la vida social en general.

Por otro lado tenemos a Hugo Urquijo, que quizás en su condicióndual –vamos a decir así– no llega a ser un Jekyll y Hyde porquerealmente sus dos actividades están totalmente articuladas ycompenetradas, pero es un poco más de la casa porque es psicoanalista–como ustedes saben– pero también es director teatral. Entonces creoque es un excelente ejemplo de esta posibilidad de vincular dosmundos: el mundo de la clínica, el mundo del diván y el de laproducción teatral, la ficcionalización, la actuación.

Así como en el caso de Alejandra la cuestión de la relación con elarchivo oral de Memoria Abierta es muy significativa con respecto aeste tema y con respecto al trabajo que se hace a nivel de intervenciónpolítico-cultural, en el caso de Hugo hay muchísimos logros con losque uno podría presentarlo, pero me parece que hay dos puntos quequizás son muy importantes, que son como director teatral –además dehaber ganado muchísimos premios y haber puesto en escena obras deautores como Chéjov, Pirandello, Beckett, Tennessee Williams, GabrielGarcía Márquez– participó en Teatro Abierto del ́ 81, lo que me pareceque es uno de esos logros y uno de esos galardones que lo marcan a uno,y de alguna manera hablan también de esta idea de hacer relato en unmomento tan difícil como el de la dictadura en el ´81; hacerlo desdeel teatro y realmente crear un corte. Porque ese evento fue un cortefundamental en la cultura argentina y él fue un protagonista muyactivo.

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No sólo quería marcar esta cuestión del teatro sino otro aspecto quees el aspecto psicoanalítico, participó en el Lanús –lo que creo quetambién es otro galardón.

Hugo Urquijo: Compartido por muchos…

Gonzalo Aguilar: Compartido por muchos –está bien; pero no lohace menos que las medallas sean varias. Sin duda es una experienciamuy marcante, aun para gente como yo que está afuera del campopsicoanalítico, pero que sabemos lo que eso significó y la importan-cia que tuvo el papel de Goldenberg y todo ese entramado en esemomento. Y por otro lado participa en el Colegio de Psicoanalistasdesde el ´92.

Lo que vamos a hacer es escuchar –entonces– las exposiciones,después vamos a dar la palabra al público, eventualmente yo tambiénparticiparé. Primero va a hablar Alejandra que trajo un texto para leer.

Alejandra Oberti: Sí, para ser más ordenada y prolija. Muchasgracias por la presentación Gonzalo y muchas gracias por la invita-ción, estoy realmente muy contenta de estar acá esta noche compar-tiendo este momento. Como decía Gonzalo, traje un texto para leer –untexto breve– y traté de pensar mucho en el título del panel, que es untítulo sumamente sugerente. Esta idea de “Hacer relato”, para quienesno venimos del psicoanálisis, para quienes venimos de la historia, delas ciencias sociales, ese título, “Hacer relato”, en relación a los temasque trabajamos le podría quitar el sueño a más de un cientista social ya más de un historiador; porque esta idea de hacer relato con todas lasimplicancias subjetivas que tiene, apunta a un procedimiento derealización que perturba esa idea –tan propia de las ciencias socialesy de la historia– de que los relatos están allí y que nosotros vamos arecogerlos, los vamos a tomar. Incluso esos son los verbos que sehablan, uno dice: “toma una entrevista”, “recoge un relato”.

Y particularmente entre quienes nos dedicamos a estudiar el pasadoreciente prima cada vez más la idea de que trabajamos con materialesque vamos a buscar, que están disponibles –aunque algunos condificultad– y entonces nos ponemos muy contentos cuando logramos

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encontrarlos; prima entonces la idea de que hacer, crear el material conel que vamos a trabajar, es una idea que genera desconfianza.

En el caso de los historiadores –por ejemplo– todavía insisten ennombrar a sus documentos como fuentes; la idea de fuente, es la de unlugar de donde emana algo, con todo lo que eso implica. Una fuentedocumental –ya sea del siglo XII o del año 1970, pienso que puede serun periódico, un acta de un congreso, un expediente judicial– queestaría allí esperando que el historiador vaya a buscarla para develarlesus secretos. Y es necesario decir que una buena parte de la confianzade los cientistas sociales y de los historiadores en los documentosescritos, radica justamente en su carácter de fuente: presunción deautenticidad, objetividad, reflejo cabal de una época, atributos que –dealguna manera– podemos decir que son diametralmente opuestos a losque tendría esta idea de un relato que se hace.

Y yo quiero hablar justamente de eso, de ese uso del relato, de untipo de relato, particularmente –que es con el que me siento muyfamiliarizada– que es el relato testimonial; el uso de ese tipo de relatospara el estudio del pasado reciente argentino; porque su uso –que se haextendido cada vez más– ha provocado que muchas de estas preguntasacerca de la validez de este tipo de relatos, se actualicen.

Como decía Gonzalo, yo trabajo en Memoria Abierta, dirijo elarchivo de testimonios de Memoria Abierta, que viene reuniendodesde el año 2001 una gran cantidad de testimonios de familiares devíctimas de la represión estatal, de militantes sociales y políticos de losaños setenta y de otros actores sociales. Y notamos que estos relatosse han ido modificando de acuerdo a los escenarios y a los momentosde su enunciación, incorporando nuevos temas, nuevas perspectivas,pero también diferentes formas de decir y de escuchar; y a la vez hangenerado una serie de discusiones acerca de su validez y de supotencialidad de verdad.

Mi punto de partida es que el relato siempre se hace, y adicionalmenteque es indispensable si pretendemos unas ciencias sociales y unahistoria que vayan más allá de la acumulación de datos y de lanarración de hechos. Son claves a la hora de pensar cuestionesesenciales, como el lugar de los sujetos en los procesos sociales yproblemas claves como el de la responsabilidad.

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Pero sin embargo, el uso de la primera persona está siemprecuestionado. Cuando armé lo que iba a decir había traído una discusióndonde una de las protagonistas es Beatriz Sarlo con su libro Tiempopasado, donde ella cuestiona muy fuertemente el uso de los relatos enprimera persona para hablar sobre el pasado reciente; voy a pasar muyrápidamente por esto para no hacerlo demasiado largo, pero ella dice:“Hay que desconfiar de esa primera persona, de ese ‘yo estuve allí’como fuente de legitimidad”, ella se preocupa también porque estasnarraciones testimoniales se multiplican y son más numerosas yextendidas que otras formas; señala que hay un problema en la falta decontemporaneidad entre el hecho que se narra y el momento de lanarración; le preocupa una cierta visión –especialmente en el caso delos militantes de los años sesenta y setenta– una visión cerrada, heroicay poco crítica y reflexiva acerca de las prácticas militantes. Y yopensaba en relación a esto que –en todo caso– uno de los ejes de estapreocupación, que tiene que ver con la extensión de los relatostestimoniales, el hecho de que los relatos testimoniales se conviertanen hegemónicos, no depende solamente de ellos, sino de la presenciao ausencia de otros modos de acercarse al pasado.

Yo insisto en la relevancia de lo testimonial para la comprensión delos fenómenos sociales particularmente delicados, como es el caso dela violencia política, en primer lugar porque el testimonio es más queel relato de la vivencia que realiza un sujeto que ha sido protagonistay por el simple hecho de haber estado allí, y que por el simple hechode haber estado allí transmite sus recuerdos; en lo que se transmite alnarrar lo vivido hay siempre una interpretación, en donde el pasadoque se recuerda aparece de otros modos. Lo que se llama transmisiónde la experiencia, y se adjudica sólo a quienes estuvieron presentes, es–en realidad– una elaboración retrospectiva.

En segundo lugar, y estrechamente vinculado con lo anterior, porqueen el testimonio nunca hay un solo sujeto, un sujeto en soledad, por máspersonal que sea contiene diferentes destinaciones, interlocuciones yfuentes. El recuerdo no es propio sino construido entre muchos.

Y en tercer lugar porque la distancia temporal entre los hechosrelatados y el momento en que se los relata, suma experiencias einterpretaciones propias de otras temporalidades.

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A partir –entonces– de mi experiencia en el archivo oral deMemoria Abierta, puedo señalar que los relatos testimoniales poseenalgo así como una estructura paradojal, en tanto exceden la merasucesión de recuerdos, de hechos más o menos significativos delpasado. El testimonio en ese sentido reactualiza la experiencia yreflexiona sobre ella haciendo lugar a nuevas instancias de compren-sión ética y política. Esa actualización pone en juego, cada vez, unnuevo ordenamiento del relato y sus matices expresan ese reposicio-namiento que es constitutivo de todo testimoniar.

Quiero dar un ejemplo. Voy a leer un fragmento breve de untestimonio muy extenso del archivo oral de Memoria Abierta. Es untestimonio producido en el año 2008 y que está disponible a la consultapública. Es un testimonio de una mujer que fue militante de laorganización Montoneros en los años sesenta y setenta, con un lugarde mando intermedio –podríamos decir– y que habla de muchascosas… es un testimonio que en total dura más de nueve horas, yoseleccioné un fragmento muy –muy– breve. Creo que en este testimo-nio justamente se pueden apreciar todas estas idas y venidas que tieneel testimonio que yo mencionaba recién, y una serie de cuestiones queson claves para pensar más que una sucesión de hechos, sino quehabilita a pensar cuestiones como la responsabilidad.

Voy a leer el fragmento:

“En una operación en que íbamos a hacer un desarme, íbamos adesarmar a un sargento de la Federal, era en el partido de San Martíny yo era la responsable de la operación. Estas operaciones eran defogueo, de experiencia un poco más avanzada para compañeros queestaban empezando a operar militarmente, ya más allá de lasacciones de propaganda o de robo de un auto. Y la habíamosplanificado para que fuera totalmente tranquila.El sargento éste volvía a su casa alrededor de las siete de la tarde,hacía un determinado camino que ya habíamos chequeado, porqueesas operaciones implicaban una tarea previa, todo un chequeo dela situación. Y bueno, se bajaba del colectivo, caminaba doscuadras hasta su casa y nosotros íbamos a aparecer como una parejaque venía de hacer las compras, con una bolsa de compras, y cuando

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nos cruzáramos con él le íbamos a dar el alto y lo íbamos a desarmar.Y en realidad lo terrible de la situación –ese día era mi cumpleaños,yo cumplía veintiún años– lo terrible de la situación es que éramosmuy jóvenes, y esto fue lo que desconcertó a este policía, y ademáscomo yo era la responsable de la operación, yo le doy el alto.Entonces, entre que éramos muy jóvenes y que yo era una mujer,no lo podía creer y sacó el arma. Yo creo que si hubiéramos sido másgrandes, si le hubiera dado el alto un varón, seguramente hubieraentregado el arma y no pasaba nada; pero sacó… A mi compañerose le encasquilló la pistola y tuve que disparar yo porque sino nosmataba. Yo de esa situación hasta el día de hoy tengo una sensaciónhorrorosa. Cayó… bueno, le sacamos la pistola, le sacamos lachapa y al día siguiente cuando sale la noticia en el diario, sale quesu mujer esa noche había tenido un hijo, el séptimo.Yo hasta el día de hoy tengo una culpa espantosa con esa situación,porque fue una muerte no deseada y termina siendo una situaciónen defensa propia, pero que analizándolo ya inmediatamente –noahora– uno piensa que tenía que ver con el machismo y con nuestrajuventud.Es decir, estas cosas de situaciones no buscadas y que terminasiendo horrible y que es la única situación en la que yo disparé…bueno, que yo disparé no, que yo causé la muerte de alguien, porquedisparar disparé en muchas ocasiones. Y ésta es una situacióndolorosa hasta el día de hoy.”

Ese es el fragmento que quería leerles.Como muchas otras, esta operación que narra Graciela, que consis-

te simplemente en sorprender y desarmar a un policía, no se podríacalificar como una batalla contra las fuerzas opresoras. Sin embargo,ocupa un lugar destacado en su relato y es una de las situaciones queelige narrar a la hora de hablar específicamente sobre la lucha armada,a pesar de haber participado de otras.

Es frecuente que los y las militantes digan o insinúen que nunca handisparado un arma, que a pesar de ser parte de un proyecto que incluíala lucha armada nunca mataron o que en las acciones las armas teníanun carácter defensivo. En la repetición insistente de estos enunciados

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se puede leer la intención de remarcar un ejercicio personal de laviolencia, de carácter limitado. También es usual encontrar otrasformas de modelización, plantear una responsabilidad colectiva quesortea la personal, es una de ellas.

Es por eso que este testimonio, que además de no eludir la anécdotapuntual, va más allá y reconoce plenamente la acción y sus consecuen-cias, sorprende por la radicalidad de lo que dice y por el modo simpley despojado en que lo hace. Tan sencillo debía ser el operativo comoes la narración que de él hace la protagonista: consistía simplementeen desarmar a un policía, era una operación de fogueo –dice– que nopresentaba ninguna dificultad. Un tipo de acción más avanzada queotras, como las acciones de propaganda, era algo que hubiera podidohacer alguien que estaba empezando recién a operar militarmente.

Hasta ahí es un relato sencillo, ¿pero cómo hablar sobre la muerte?No de la muerte que se teme o de la muerte que llega al compañero poracción de las fuerzas represivas, sino cómo hablar sobre la muerteinfringida ya sea ésta decidida, azarosa, fruto de las circunstancias, encombate o en defensa propia.

La narración de Graciela no esquiva la primera persona, en ellacoexisten un sujeto del enunciado plural y singular, un nosotros y unyo. Un nosotros que planificó la operación e hizo el seguimiento, unyo responsable de la acción y de la muerte del policía; un nosotrosdifuso y un yo preciso y determinado.

Ese nosotros no está definido, podría ser la organización, la célula,ella y el compañero... Lo que importa es dejar sentado que detrás de laplanificación hay un nosotros que había diseñado la operación comouna escena teatral, en la cual cada quien tiene un papel a jugar. Por otrolado está el yo, ese yo que ella dice: “yo era la responsable”, “yo doyel alto”, “tuve que disparar yo”. Ese yo responsable último de todo eloperativo, falló y eso tuvo esa consecuencia fatídica.

¿Pero qué es lo que salió mal? ¿Por qué algo en apariencia sencilloy poco riesgoso, tuvo ese desenlace?

No fue la falta de preparación, no fue un error de evaluación. Paraexplicar lo que sucedió Graciela recurre menos a una narración deltiroteo que a una suerte de ficción mediante la cual imagina lo que llevóal policía a reaccionar.

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Repito una parte del fragmento:

“…además como yo era la responsable de la operación yo le doy elalto. Entonces, entre que éramos muy jóvenes y que yo era unamujer, no lo podía creer y sacó el arma.”

El resto deriva de ahí, amenazada por el arma se ve obligada adisparar. En su argumentación importa más lo que hubiera podidopasar por la cabeza del policía, las razones que lo llevaron a reaccionar,que la pregunta sobre por qué ella disparó a matar.

“Yo creo que si hubiéramos sido más grandes, si le hubiera dado el altoun varón, seguramente hubiera entregado el arma y no pasaba nada”.

Dos causas tiene este suceso para Graciela: el género y la genera-ción, que en su percepción hicieron que el policía creyera que podíadominar la situación. Ciertamente no sabemos, no podemos saber quépensó efectivamente el sargento antes de desenfundar el arma, sirealmente los consideró inofensivos por su extremada juventud o sipensó que una mujer sería fácilmente reducida.

Lo que importa es que para la narradora éstas son las causas. Suposición como joven mujer, aparece desde su propia perspectiva comouna falta a los ojos de quien la ve con un arma en la mano diciendo:“¡alto!”. Pero es necesario subrayar que es ella quien se mira a travésde los ojos del policía, y reflejada en esos ojos se reconoce como unamujer joven que está fuera de lugar; fuera de lugar porque no lograrespaldar con su cuerpo la amenaza que implica decir “¡alto!”, hay unadimensión performativa que no se cumple porque no hay un cuerpodetrás de esa voz de alto, no hay un cuerpo que pueda cumplirla.

La pregunta acerca de cómo pensar el cuerpo femenino en relacióna la lucha armada ha sido recurrente para quienes investigamos enestos temas. No me voy a detener en esta cuestión, pero quiero resaltarque este relato señala una dificultad recurrente para corporizar lamilitancia, porque si el policía que no pudo creer que una joven mujerestuviera en ese lugar representa a una sociedad machista y unaideología misógina y falsa que indica que una mujer es débil y pasiva,

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es ella quien hace llegar hasta nosotros esa impresión; quien señala laincomodidad con su cuerpo puesto en un lugar desde el cual estaba, enrealidad, saliendo.

El policía que no reconoció el grado de sinceridad de la amenaza,la acción que ella llevó adelante y su reconocimiento en la actualidadexponen metafóricamente la invasión del territorio masculino quesubvierte los términos de lo esperable de una mujer. Y todo eso llegahasta nosotros a través del relato.

Si algo caracteriza este testimonio es que despliega una capacidadejemplar para inscribir su mirada personal en un relato más amplio quela contiene y justifica. Sin embargo, esa manera de comprender laexperiencia propia no elude la responsabilidad. Es así que el hecho dehaber tenido que disparar, presentado en el relato como un acto dedefensa propia, es juzgado y asumido por ella misma desde unaperspectiva en la cual la justificación contextual se desplaza para darlugar a lo que ella llamará una culpa espantosa que la acompaña hastala actualidad, y que la lleva a poner en palabras lo sucedido junto condetalles en apariencia innecesarios, como el día de su cumpleaños o elhijo o la noticia en el periódico.

Hacerse cargo de las consecuencias no deseadas pero ciertamenteprobables de una acción irreversible establece un lugar desde el cualhablar, una iniciativa para la subjetividad.

Judith Butler propone la fórmula: dar cuenta de sí mismo, en estesentido. Y esto implica enunciar los actos, exponer las razones,hacerse cargo de las consecuencias y también dar alguna explicaciónacerca del quién de la acción.

Butler dice: “Trato de comenzar, entonces, una historia sobre mímisma, narro y me comprometo a narrar, doy cuenta de mí misma,ofrezco a otro una explicación en la forma de un relato que bien puedeservir para resumir cómo y por qué soy”.

Pero el yo que intenta narrarse en tanto hay un núcleo irreductiblea la narración, que no puede explicar cómo ha llegado a ser eso que eso a contar esa historia en particular, la narración de sí que no se limitaa comunicar hechos del pasado, reconstituye la propia identidad y esen ese sentido que se puede decir que hace más que contar, produce unnuevo yo, tiene efectos performativos.

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Eso es lo que yo encuentro en estas militantes que cuentan suexperiencia en las organizaciones armadas, en la medida en queenuncian –por ejemplo– ese exacto momento en que se disponían amatar, reconstruyen su identidad, incluida la de género, sobre la basede una responsabilidad que sabe de sus límites y posibilidades.

Sospecho que las escenas producidas por este tipo de relato, por lasnarraciones personales, abren fisuras en algunas ocasiones porquecontrastan con lo que dicen los documentos, la letra impresa; y en otrasporque permiten –justamente– que la memoria se embarulle conculpas, deseos… En todo caso producen una apertura hacia el presentey el futuro porque habilitan los canales para discutir otras cuestiones,que se vinculan con la pervivencia del pasado en el presente, como porejemplo la cuestión clave de la responsabilidad.

Ciertamente el tipo de testimonios al que me refiero puede serencontrado en diferentes tipos de producciones; en ocasiones se trata–como ésta– de escuchar con atención a los actores. Pero cuando eltiempo es más lejano o éstos no están disponibles, se puede apelar aotras formas del testimonio que sostienen de modo diferente lapotencia de la primera persona. Después de todo, el hablar en nombrepropio tiene muchas formas, y que el archivo nunca es suficiente esalgo que saben los investigadores que hacen del pasado su teatro deoperaciones.

No se trata –entonces– ni de confianza ni de desconfianza en laprimera persona, se trata simplemente de una cierta convicción de queen la repetición está la diferencia, y en consecuencia de que al narrar,al relatar, al argumentar sobre los hechos vividos, sobre las acciones,el yo que narra en tanto sujeto de la enunciación no repite mecánica-mente una y otra vez lo mismo, sino que se desplaza y está cada vezen otro lugar. Porque después de todo el testimonio es representación.

Muchas gracias…

Hugo Urquijo: El tipo de relato del que Alejandra acaba de hablarnoses el relato que, de determinados hechos traumáticos, hace el propioprotagonista de los hechos; es el relato testimonial que cobra sentidoy cumple una función en el plano de la justicia, de la verdad y de lamemoria. El relato testimonial echa luz sobre algo que allí estuvo.

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El relato al que me voy a referir es el relato ficcional. El relatoficcional, el que se desarrolla desde la ficción –sea dramática, seateatral, sea literaria, sea poética– es un relato que en general tiene unreferente en la realidad, que puede dar testimonio de esa realidadacaecida efectivamente, pero siempre pasada por las aguas de uncreador. El relato ficcional cumple, en todo caso, otra función que noes la del testimonial. Es una función ligada con lo imaginario, con lainvención de objetos artísticos o de vidas ficcionales posibles; es deciralgo que no estaba allí.

El relato testimonial aspira a iluminar una verdad sobre lo ocurrido.La ficción aspira también a una verdad, pero a la verdad artística.

Esta función ligada con lo imaginario también podría nombrarse,en términos del Freud de “El malestar de la cultura”, como satisfacciónsustitutiva. Para quien realiza el acto creativo y para quien asiste al actocreativo, porque en ese punto –yo estoy pensando en este momento enel espectador teatral– hay algo en lo que yo creo profundamente y queya dijo Peter Brook: la verdad de un espectáculo teatral no está ni arribadel escenario ni en la platea, sino en un punto virtual, en el medio.Porque el espectador completa siempre imaginariamente el fenómenoque ocurre en el escenario.

No siempre se dan las condiciones que propicien este fenómeno decompletamiento y en ese sentido el genio de Peter Brook plantea elespacio vacío como fundamental. Por eso sus espectáculos tienen esedespojamiento. Porque él plantea que si el escenario está amueblado,lleno de los objetos de la escenografía clásica, la imaginación delespectador no va a trabajar. No sé si ustedes vieron ahora en el FestivalLa flauta encantada que trajo Peter Brook; esas cañas como únicoelemento, con una base que tiene peso y que son transportables por lasmanos de los mismos actores; esas cañas pueden armar un camino porel cual los personajes se desplazan, o pueden armar con un pequeñotapete en el piso cuatro esquinas donde se arma un cuarto, o entrecru-zadas, arman una cárcel.

Pero vuelvo al tema del testimonio y de la ficción. Hay algo quedecía Alejandra recién que me llevó a pensar en un trabajo que sepresentó este año en el Colegio de Psicoanalistas donde estamostrabajando el tema “Realidad”. Un trabajo muy interesante de Mariana

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Wikinski –que está aquí esta noche y que va a participar del Simposiotambién– sobre el testigo y el superstes; el testigo es la persona quepuede atestiguar situado como un tercero El superstes es aquel que havivido sobre sí mismo la realidad acerca de la cual da testimonio. Enel caso del terrorismo en la Argentina se han dado muchos casos endonde las dos acepciones –que en el latín tiene palabras diferentes–están superpuestas, es decir la propia víctima ha tenido que dartestimonio judicialmente. Mariana en ese trabajo dice algo que meparece interesante respecto del yo de la enunciación, que es siempre unyo escindido. Si lo pensamos desde el punto de vista del psicoanálisis,“los testimonios, como el archivo, están atravesados por la subjetivi-dad de los hombres que los construyen y de la época en la que seconstruyen; de los hombres que seleccionan los testimonios, que losrecortan, que los insertan en una serie, que los evocan y que losinterpretan” dice Wikinski. Así como la realidad material de loshechos desde el punto de vista psicoanalítico está indefectiblementeperdida para siempre, cuando Freud acuña el término realidad psíquicay dice: “las histéricas me mienten”, el hecho real ya no se puederecuperar; es decir siempre hay un relato sobre lo acaecido. El relatodel testimonio también es un relato atravesado por la subjetividad dequien está dando testimonio o de quien participó como testigo cercano.

El testimonio puede tener estructura de ficción en muchos casos yla ficción puede tener estructura de testimonio.

Voy a poner un ejemplo. Se trata de uno de los espectáculos másinteresantes que se ha hecho en Buenos Aires en los últimos tiemposy es Mi vida después, un espectáculo de Lola Arias –en el que Gonzaloparticipó en la investigación histórica– que es una de las reflexionesmás interesantes sobre la generación que participó durante el proceso,la generación que participó en la militancia y la generación siguiente.Porque lo que Lola toma es a seis personas reales, con su nombre yapellido real, que hablan desde su nombre verdadero. Estas personasson: la hija de uno de los militantes del ERP que asaltó MonteChingolo, un Lugones que no pertenece a la saga de los Lugonescélebres y trágicos –pero es alguien cuyos padres participaron de lamilitancia en los setenta; otro es hijo de un militante de la JP; está unahija de Nicolás Casullo que en realidad lo que narra es el exilio desde

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la perspectiva de una hija ; y un testimonio que es apasionante es el deVanina Falco, que es hija de un apropiador.

Traigo Mi vida después porque está estructurado como un relatopermanentemente; está relatado al público todo el tiempo. VaninaFalco, a muy poco de empezar el espectáculo, dice: “Yo no recuerdoa mi hermano de chiquito, fotos de mi hermano de chiquito”. Y unopiensa: “¿un chico apropiado?, ¿es un chico adoptado?, ¿qué pasa?”.“No recuerdo fotos de mi mamá”, las cosas que cualquier hijoapropiado o adoptado piensa: “No tengo fotos de mi mamá embaraza-da de mí”. El hijo apropiado de Falco es Juan Cabandié, este hermanoa quien ella ama por encima de su padre, al punto de que quisotestimoniar, quiso hacer un relato testimonial en el juicio al padre y nola dejaron porque en la justicia argentina alguien no puede testimoniarcontra su padre.

Lo interesante es que la ficción de la obra de teatro Mi vida despuéspudo incidir sobre lo jurídico, después de estrenada la obra y despuésde haber dado ella testimonio en el interior de la obra de lo que pasócon su padre apropiador. Al haberse hecho público el testimonio deVanina, el juez autorizó a que ella testificara en el juicio contra elpadre. Por eso digo que el testimonio puede tener estructura de ficción,que es la obra misma de Lola, y la ficción puede también tenerestructura de testimonio o puede tener una incidencia sobre la realidadde lo real, la realidad del mundo, como es la realidad de este juicio.

También digo que el testimonio puede tener estructura de ficciónporque hay varios momentos en que el espectador puede entrar en dudasobre lo ficcional del testimonio. Por ejemplo, cuando la hija delmilitante asesinado en Monte Chingolo reproduce ficcionalmente lasversiones que ella tuvo sobre la muerte del padre. Se actúan escénica-mente esas versiones; arman el coche –por ejemplo– con cuatro sillas,el coche en el que iban con las armas y se bajan, y se bajan de lassillas… hay otra versión de fusilamiento y se ponen los seis atrás y seactúa el fusilamiento. Hay varias versiones en total y la pregunta quese abre es si es posible que la autora-directora haya inventado algunade esas versiones sobre la muerte de ese padre (y tiene todo ese permisopara deslizarse hacia lo ficcional) aunque el punto de partida seatestimonial y aunque cada actor-personaje actúa en nombre propio y

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contando la “verdad” sobre lo ocurrido. Viendo el espectáculo, yo,como director teatral, me preguntaba cómo se armó esto, porque–claro– ella es autora y directora. Yo tengo sólo la experiencia dedirigir textos de otros. De manera que uno como director tiene quedesandar el camino que el autor hizo.

En este sentido el espectáculo teatral tiene tres planos de relato:1) El relato del autor dramático que es letra escrita y que puede

eventualmente ser representado o no. Hay millares de obras que nuncaconocieron el escenario y que están en la literatura dramática. Es papel,es letra sobre papel. En ese sentido no es muy diferente a lo que seríacualquier texto literario.

2) El segundo plano de relato es el relato que el director hace sobrela base de ese texto escrito, que es el relato del espectacular. Se lo suelellamar relato espectacular.

3) Y el tercer plano es el relato que el actor hace. Contrariamentea lo que se piensa, el relato del actor es fundamental porque en el teatroel actor es el dueño después del estreno. De modo que el director en elproceso de ensayos tiene que tener la inteligencia suficiente como parahacer las transacciones necesarias, posibles, con la visión que unoentrevé que el actor tiene como para no tener que estar encima, semanaa semana durante las funciones, tratando de reencauzar algo quesiempre va a tender a salirse de cauce porque va a prevalecer la opinióndel actor.

Doy un ejemplo de estos tres planos de relato. Tomo una obra queyo he hecho, pero como acaba de reponerse ustedes pueden tenerpresente: Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams. TennesseeWilliams cuenta la historia de una mujer que pertenece a una clase enextinción, que llega a la casa de su hermana absolutamente desposeída,ya habiendo perdido todo y busca albergue, busca un lugar –como diceella– en la roca de este mundo donde poder respirar. Y termina nopudiendo respirar allí tampoco porque su cuñado –Stanley Kowalski–que en la obra representa el avance implacable de la fuerza bruta, laaplasta y termina quebrando su psiquismo fragilizado.

Si el director no cuenta esto –y puede no contarlo– hay unatergiversación de lo que Williams narra a través de la obra. Cuando seestrenó en Estados Unidos, el personaje de Kovalski lo hacía Marlon

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Brando –que luego la hizo en cine. Brando era alumno de Stella Adler–uno de los miembros míticos del Group Theatre al que perteneciótambién Lee Strasberg– de aquella camada de teatristas americanosque modificaron definitivamente el teatro en el siglo XX en EstadosUnidos. Stella Adler era la maestra de Brando, el marido de StellaAdler era Harold Clurman, crítico del New York Times. Él no seexcusó de hacer la crítica por la estrecha relación que tenía con Brando.Su crítica puede hoy leerse en su libro El divino pasatiempo dondepublica también muchas de sus críticas a lo largo de los años cincuenta,sesenta y setenta. Y Clurman no sólo no se excusó de sentarse comocrítico y escribir su opinión, sino que lo que escribió fue lapidariocontra director y protagonista masculino y, además, con una sólidafundamentación ideológica. En uno de los párrafos más importantesdice que si en Un tranvía llamado deseo la crueldad de StanleyKowalski no es una crueldad deliberada contra su cuñada y lo que ellarepresenta, se produce una profunda tergiversación de la ideología deTennessee Williams en la obra. Y según Clurman la espiritualidad queMarlon Brando le brinda al personaje y de la que Elia Kazan suscribecomo director, tergiversa el mensaje.

El tercer nivel que señalé fue el del relato que el actor hace, que paramí es fundamental. Si la actriz que interpreta a Blanche empieza aapelar a todos sus manierismos y narra a una histeria muy recargada,corre el riesgo de transformarse en la confrontación de una rechazantehistérica de libro con un animal que defiende su nido. Ahí es muyimportante lo que haga la actriz y lo que cuenta la actriz. Si la actrizenfatiza mohines, elementos exteriores, superficialmente histéricos,la ideología de la obra estalla, se va al tacho. Y en ese sentido hayescenas que son claves: en la décima escena Kowalski la viola. Vuelvede la maternidad donde su mujer está por parir bastante borracho yviola a su cuñada. El tratamiento de esa escena es clave para todo estoque estoy diciendo. En la versión cinematográfica se ve a una VivienLeigh que actúa muy histéricamente: “No se acerque, ¿eh? No seacerque que grito”, con una ambivalencia entre terror y deseo.

Ahí es fundamental el relato que hagan actriz y director conjunta-mente de esa escena.

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Vuelvo al realismo del teatro del Siglo XX. Es interesante observarel modo en que la ficción en el teatro recupera en el siglo XX suraigambre en la realidad y reclama, por otro lado, una actuaciónverdadera. Voy a aclarar los dos términos. Cuando digo que recuperasu raíz en la realidad es porque durante el siglo XIX el romanticismo–no me refiero al romanticismo en Schiller y en Goethe que son lospuntos máximos– pero la deformación del romanticismo hacia finalesdel siglo XIX llevó a un teatro muy artificioso y a un teatro muyengolado y con muy poca raigambre en el realismo. La propuesta quevino después es la del naturalismo y del realismo: Ibsen y Strindberg.Pero la recuperación del realismo es casi lógica con una época en la quecoinciden la Revolución Industrial y el positivismo y el métodoexperimental en las ciencias. El naturalismo por su parte levanta labandera de la objetividad documental en el teatro –y tiene que ver, sise quiere, con lo testimonial. Con Émile Zola a la cabeza, el naturalismolevanta la bandera de la objetividad planteando cosas tales como ésta:“si la medicina, que era un arte se está convirtiendo en una ciencia,¿por qué la literatura no puede convertirse también en una cienciagracias al método experimental?”

O bien: “El novelista no es más que un escribano que no juzga nisaca conclusiones. El novelista tiene que desaparecer y guardar parasí sus emociones y exponer simplemente las cosas que ha visto”. Escomo anular la dimensión subjetiva y anular la dimensión de que elsujeto parlante siempre construye un relato. En principio un relato desí mismo. Cuando escuchamos a un paciente en una primera entrevistaescuchamos cómo esa persona se relata a sí misma y cómo relata suhistoria y su novela familiar. Un relato que, a su vez, lo construye. Elrelato del sujeto parlante tiene esa ida y vuelta.

Entonces en el siglo XX el teatro –por un lado– recupera entérminos del realismo su raigambre en la realidad y reclama unaactuación verdadera. Cuando digo “reclama una actuación verdadera”me refiero a algo que fue muy importante para todo el estilo deactuación del siglo XX, que es Konstantin Stanislavski desde el Teatrode Arte de Moscú que crea la primera metodología científica ysistemática sobre la formación actoral y reclama una actuación verda-dera en la que el actor juegue su instrumento personalmente. Esto ya

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casi parece moneda corriente, pero en ese momento eso era unarevolución. En tanto el teatro es la única disciplina artística donde nohay un instrumento que mediatice –no hay arcilla, no hay bronce, nohay una tela, no hay óleos, no hay acrílicos– el actor es instrumentistae instrumento, el actor tiene que desarrollar su propio instrumento ensu formación y en el del escenario trabajar consigo mismo: con sucuerpo, su gestualidad, sus emociones. Esto es lo que Stanislavskillamó el trabajo del actor sobre sí mismo.

Promediando el siglo XX, con el advenimiento de Beckett y elteatro del absurdo después de la guerra, empiezan a plantearse estilís-ticamente otras cuestiones y esas nuevas tendencias revolucionan elteatro a partir de allí. Pero entonces ya teníamos el cine y la televisiónen su apogeo y el cine y la televisión reclaman a gritos una actuaciónverdadera porque la cara del actor aparece en cinco metros por cincometros. A esa distancia el actor no puede engañar. Tiene que ser muyverdadero.

Tengo que ir cerrando por la hora pero quisiera hacer un últimocomentario. Me pareció bellísimo lo de Jung que le dice a Joycecuando lo consulta sobre su hija, “en las aguas que usted nada, ella seahoga”. Tiene mucho que ver con el trabajo del actor. Yo siempredesmitifico el tema arte y locura. Yo no he conocido ningún buen actorque fuera loco. Es tan compleja la tarea tal cual la estoy planteando: eltrabajo consigo mismo, con sus propias emociones, con sus propiasvivencias –que solamente un yo constituido, medianamente fuerte yademás poroso, puede llevar a cabo un trabajo de esa complejidad consu propio pasado, sobre su memoria, sobre sus propias vivencias. Unyo disgregado o con peligro de serlo no puede hacer ese trabajo. En esesentido es muy interesante lo que dice Jung: las aguas en las que ustednada, es decir el material con el que usted trabaja como autor, son lasaguas en que ella se ahoga

Gonzalo Aguilar: Gracias Alejandra y Hugo. Yo voy a hacer algúncomentario quizás para iniciar la ronda de preguntas, inspirado unpoco por lo que decía Hugo, además de lo de histérica y ambivalente–que me pareció un pleonasmo– esta idea de lo que él mencionó de Mivida después, que yo participé un poco en la obra así que algo puedo

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decir, alguna cuestión muy interesante se planteó cuando Lola Ariasfue con la obra a Chile y le pidieron que armara en Chile también unMi vida después. Eso se hace con actores que van contando suexperiencia, se los elige, se hace un casting. De modo que la directoratiene un papel muy importante en la elección de quienes van a ser losque van a hablar; siempre es un problema del testimonio, no solamentequién habla sino quién le pide que hable y en qué situación lo pone parahablar. Y se dio que en este Mi vida después en Chile varios de losactores que fueron elegidos eran pinochetistas; porque en Chile elpinochetismo todavía tiene mucho arraigo y eso generó en los actoresargentinos que participaban en la obra una reacción muy fuerte dequeja con respecto a eso: ¿cómo vamos a poner una obra donde los quehacen relato son estos pinochetistas?, que en este caso no habíancometido ningún delito ni eran para nada personas que había que llevara la justicia, sino personas simplemente que adherían y cuyas vidastranscurrieron durante la dictadura de Pinochet con una cierta relaciónfavorable hacia él. Y eso generó todo un debate sobre quiénes son losque podían hacer relato y hasta qué punto estamos dispuestos aescuchar relatos que de alguna manera no vengan a refrendar lo quenosotros pensamos o a estar de acuerdo con nuestro punto de vista;hasta qué punto le damos a esos relatos un escenario, un espacio. TantoLola como yo estábamos totalmente de acuerdo en que se mostrara esapluralidad, porque eso era –quizás– mucho más cercano a la dimen-sión sociopolítica de Chile que nada más que mostrar hijos demilitantes del Frente Rodríguez; en ese sentido me parecía interesante.Y ahí me aparece una cuestión que había planteado Alejandra quequería retomar, y es a quiénes le vamos a pedir que hablen y por quéesta discusión que plantea Beatriz Sarlo –que me parece muy intere-sante– del lugar de que hablen sobre todo los que participaron comoprotagonistas. Aunque esta categoría de protagonista ya me parececompleja, pensar que aquel que estuvo en una acción armada es másprotagonista que otro que quizás hizo una tarea de otro tipo, ya meparece un tipo de jerarquización bastante discutible. Y me parece quelo entendió así muy bien Albertina Carri cuando hizo la película Losrubios, donde ella no sólo busca testimonios de militantes sinotambién de vecinos supuestamente ajenos, supuestamente indiferen-

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tes, pero que en esos discursos y en los lapsus –sobre todo– quecometían, ella encontraba una significación mucho más fuerte conrespecto a lo que había sido la vida cotidiana en la dictadura, que enotro tipo de relato.

Me parece que ahí hay un debate que es muy interesante, donde endefinitiva hay una pelea o una lucha entre sujeto y discurso, acerca dequé vamos privilegiando, por un lado esos sujetos que la vivieron –quepara mí también es una categoría que hay que tomar con pinzas (elhecho de que “vivirla” sea una experiencia mayor y que dé un accesomucho más privilegiado con respecto a la construcción de un relato)–y por otro, aquellos que también la vivieron desde otro lado, porsupuesto, y quizás de una manera totalmente diferente.

Y ahí me parece que justamente una pregunta fuerte es lo queencubre y lo que revela hacer un relato. Lo que encubre y lo que revela,no tendría que ver ya con la acción del sujeto sino con los mecanismospropios de un discurso que está en funcionamiento, y con dos cosasque quizás quería que Alejandra un poco me iluminara, que son lademanda y la puesta en escena de la cuestión testimonial; la demandano sólo por aquel que va a pedir un testimonio, como es el caso deMemoria Abierta que supongo que tendrá un lugar donde estaspersonas vienen, hablan, se les pide… Vos decías Alejandra que habíacomo un trabajo previo de precalentamiento allí. Hay sin embargo unademanda a veces mucho más difícil de determinar, que tiene unaespecie de funcionamiento simbólico muy, muy complejo. Cuandouna persona habla en defensa propia evidentemente está respondiendoa una idea determinada de lo que es una relación con la responsabili-dad; qué significaría defensa propia cuando ella misma hablaba antesde fogueo, ¿qué significa un fogueo, ir y quitarle el arma a una personaen una actitud de fogueo? No sé, me gustaría ver un poco la raízetimológica de la palabra fogueo y toda su historia, que supone casiuna idea de ensayo, de cosa mínima; pero en realidad en ese fogueoestaban poniendo en juego la vida de todos los que estaban participan-do de ese acto. El concepto de demanda me parece que es fundamental;uno no puede pensar estos relatos si no piensa en las demandas que losaniman.

Y la puesta en escena ha sido fundamental –me parece también– en

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relación con lo que vos dijiste al pasar –pero que evidentemente es untema político de primer orden– y es que los sentidos de estos relatosy de los que pueden hablar y de las condiciones de los que puedenhablar, han ido cambiando con los años y no son lo mismo en losochenta, que en los noventa, o en la actualidad; hubo una cantidad decambios bastante fuertes, cómo funcionan esos testimonios y la puestaen escena que se les da.

Recordarás Cazadores de utopías de David Blaustein y la películade Andrés Di Tella Montoneros, que son películas paralelas del ´94,donde participa Graciela Daleo que había sido detenida en la ESMA.En las dos películas son como dos personas diferentes. Una ve laspelículas y en una es todo un ámbito medio oscuro donde ella sepresenta de una manera muy afectiva, llamando mucho a lo afectivo,a una situación de estar como tirada en un colchón… y crea toda unasituación muy diferente a la otra, donde habla con un discurso bastanteconstruido desde el punto de vista intelectual y donde apela a catego-rías de otro orden. Es decir que la misma persona en dos situacionesmuy diferentes –y quizás con dos directores que tratan de sacar de esapersona cosas diferentes– produce diferencias. Eso es lo que se ve enMi vida después, donde por ejemplo Lola se había puesto un principioque era que no apareciera la palabra desaparecidos. Que la palabradesaparecidos en principio no apareciera para no llevar la obra–quizás– a un terreno de relación con otras obras que a ella no leinteresaba tanto. Vanina Falco en el estreno –en que estaba Cabandié,el hermano– le dijo: “Mirá, yo tengo que hablar de desaparecidos,tengo que decir la palabra desaparecidos, no puedo hacer la obra si nodigo la palabra desaparecidos”. Y ahí tienen un poco lo que hablabaHugo, el actor poniéndose en el lugar de esa necesidad de ir a esesignificante para ponerlo en escena y decir: yo tengo que decir esto, nopuedo estar sin que esto se diga; porque era como una especie decompromiso tanto con el hermano como con lo que ella considerabaque era una cuestión histórica.

Más o menos estos temas así, caóticamente presentados, podríanabrir a los comentarios. Me interesaba mucho el tema de la demanday el tema –quizás ya más político– de los que están privilegiados parahacer relatos y aquéllos que quizás no se los considera del mismo

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modo. Y el uso que se hace sobre todo de la cuestión de la experiencia,el acceso a la experiencia y quiénes estarían privilegiados para eseacceso. Justamente la idea de ficción es la posibilidad de acceder a laexperiencia sin necesidad de haberla vivido; éste es el mecanismo dela ficción y es un mecanismo totalmente generalizado y de larga data.

Con respecto a esto quería preguntarle a Hugo sobre el lugar de laficción en lo social, porque quizás con esta presentación que ustedeshicieron me parece que estamos suponiendo que estamos muy segurosde cuál es la diferencia entre el testimonio y la ficción o que lasfronteras entre el testimonio y la ficción sean tan fáciles de trazar,cuando justamente me parece que están bastante entreveradas pormomentos y por momentos se están usando mutuamente. Por ejemploen todo el testimonio que contó Alejandra, evidentemente hay unacantidad de lecturas que hizo esa persona y no sólo lecturas que tienenque ver con la vida de ella sino con lecturas de cómo construir unrelato. Es decir, ahí hay mecanismos que también pueden participar deprocedimientos ficcionales para contar algo.

Y mi pregunta a Hugo, en relación a eso que habló de la actuaciónverdadera y todo ese tema que planteó, es si el lugar de la ficción enlo social cambió también históricamente; vos hiciste un paneo conrespecto a diferentes momentos de la historia, pero ya más en concreto–por ejemplo– respecto a la experiencia del ´81 de Teatro Abierto,donde me parece que más allá de la fuerza política que tienen esasobras, la idea de una ficción autónoma era todavía mucho máspoderosa, la idea que el teatro construía un relato y ese relato de algunamanera alegóricamente podía hacer referencias.

Hugo Urquijo: Una sola cosita, yo lo que planteaba era que los límitesprecisamente eran muy imprecisos y que había un desplazamiento quese podía producir muy fácilmente entre testimonio y ficción. Yo creoque las veintiún obras que se estrenaron en el ´81 de los veintiúnautores que hicieron el primer Teatro Abierto, fueron probablementelos mejores textos que cada uno de ellos escribió. Yo creo que Gris deausencia es quizás lo mejor que escribió Tito [Roberto Tito Cossa], Elacompañamiento es quizás lo mejor que escribió Goro [CarlosGorostiza], el texto de Aída Bortnik, el texto de Griselda Gambaro…

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¿Pero por qué? Porque como precisamente había que aludir a larealidad metafóricamente, el esfuerzo de metaforización fue extremoy eso produjo resultados, productos dramáticos de un vuelo que quizásno hayan tenido ellos mismos en otras obras; y además la necesidad dela compresión, el hecho de que tenían que ser obras de veinte minutos,veinticinco como máximo, porque eran tres por día. Pero creo quesobre todo lo otro fue lo más relevante, el tema de eludir la censura porel lado de la metáfora.

Gonzalo Aguilar: O sea que las restricciones fueron muy buenas a lahora de construir un relato, en ese caso.

Hugo Urquijo: Sí, yo creo que esto es una verdad general, esto hapasado con muchos autores en épocas donde tenían que aludir a larealidad sin poder nombrarla directamente ha habido produccionesartísticamente riquísimas por el nivel metafórico, repito.

Alejandra Oberti: Muchas gracias por tus preguntas, son cuestionesclaves las que mencionaste, no sé si puedo rápidamente contestarlas.Quisiera empezar –por ahí– por la segunda parte de tu pregunta que serelaciona, creo, con la primera, con esta idea de una puesta en escenadel testimonio que –como vos muy bien decías– ha ido variando a lolargo de estos años. Hablando específicamente sobre este testimoniosobre este pasado reciente argentino, que comienza durante la mismaépoca de la dictadura con una fuerte carga de denuncia y tiene unaforma muy particular durante esos primeros años de la transiciónmarcadas por esta figura de la víctima que es la que prima en esos años,no voy a hacer ese relato que es muy, muy conocido, esa historia decómo se ha hablado sobre esto. Pero quería mencionar una cuestiónque me llamó –no sé si la atención– pero que noté muy marcadamenteen las últimas sentencias en juicios por violaciones a los derechoshumanos, que son las de la causa de la Escuela de Mecánica de laArmada, en cada una de las condenas hay un agravante que tiene quever con la condición de perseguido político de la víctima. Y esto vienesucediendo así, cada vez más en las condenas por estos delitos, elagravante de la condición de perseguido político de la víctima pone en

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el centro de la escena que esa persona se constituyó en víctima en tantotendría una actividad política que implicó la persecución, que esexactamente lo contrario por lo menos en términos de lo que conoce-mos con más fuerza en términos de relato público de lo que sucede enel juicio a las juntas; la víctima no solamente no era un perseguidopolítico, no era nada, era pura víctima, ese carácter de víctima estáfuertemente resaltado.

Si tomamos ese arco temporal del juicio a las juntas, ese momentode la transición, y el momento actual, por supuesto un arco que estálleno de matices y de distintos momentos, lo que nos encontramos enel medio de estos dos momentos donde la justicia toma un protagonismoy toma una parte importante de los relatos, es un período dondesucedieron efectivamente muchas cosas, entre otras transcurrieronaños, otras generaciones pudieron mirar este pasado reciente haciendootras preguntas y yo creo que la puesta en escena –como vos preguntás–es una puesta en escena mucho más diversa y donde –justamente– sehabilitan otros discursos sobre este pasado reciente y donde empiezaa aparecer esta diversidad de cuestiones que permite –creo yo–referirnos por ejemplo a la militancia, a las cuestiones que tienen quever con el género; por ejemplo dentro de la acusación a militares porviolaciones a los derechos humanos no había prácticamente durantelos años ochenta nada sobre la violación sexual y ahora está empezan-do a estar en el centro de la escena.

Esa distancia temporal y todas las cosas que sucedieron en esemomento, entre otras cosas juicios por la verdad, juicios en el exterior–si tomamos la justicia– pero también una cantidad de relatos sociales,de discursos sociales literarios, cinematográficos, teatrales, ensayos,investigaciones… permitieron –me parece a mí– una escena muchomás compleja donde todos estos temas aparecen. Y me parece que esadistancia temporal llena de cuestiones es la que habilita una demandahacia quienes participaron de esta militancia social y política másplena, en cierto sentido, que los ubique y que permita preguntarles nosolamente por aquello que sufrieron en su carácter de víctimas delterrorismo de estado, sino también por aquello que hicieron.

Me parece que en esta distancia temporal y en todo esto que sucedióun papel clave jugó la generación de los hijos, ustedes recién mencio-

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naban la obra de teatro de Lola Arias Mi vida después, donde estoshijos son justamente los que interrogan.

Otra generación, otras preguntas, una demanda de saber de unadeterminada manera ha habilitado estas preguntas y en un espaciocomo es el nuestro de Memoria Abierta donde –sin duda– nosotrosvamos a buscar a los protagonistas y tenemos una política de buscarpersonas que den testimonio de lo que sucedió, hay como un pactoexplícito de que se trata de que la persona pueda contar efectivamentesu experiencia, en el sentido que pueda poner en el centro de la escenano sólo lo que sucedió sino también lo que hizo sin juicios de valor…no porque no haya valoración, sino porque justamente se trata de quesea quien da su testimonio quien pueda ejercer esta cuestión que yollamo de responsabilidad en un sentido que no sé si es estrictamentetécnico del término responsabilidad con toda su carga filosófica, sino quetiene que ver más bien con hacerse cargo. Y en ese hacerse cargo yo creoque aparecen estos relatos de sí con toda esta complejidad que menciona-ba, y creo que esa manera de Beatriz Sarlo de caracterizar el testimoniosobre el pasado reciente como esa especie de experiencia muy pegada auna vivencialidad, pierde de vista esto que el testimonio da.

Claro, si uno construye un relato muy armado, pregunta siempre lasmismas cuestiones, no permite el silencio, da la respuesta junto con lapregunta, construye una escena heroica… entonces sí va a encontrareso siempre.

Me parece que cuando se dan otras condiciones, como un analistaque se retrae en el sentido que deja ese espacio, a mí me parece que esuna cuestión clave. No todos los relatos son iguales, yo leí unfragmento de un relato muy particular, pero cuando hay lugar y no seespera de ese relato algo en particular, es habitual o es bastantefrecuente que aparezca algún tipo de reflexión sobre las propiasprácticas. Y me parece que eso política y éticamente abre todo uncampo de significaciones que es profundamente rico.

Gonzalo Aguilar: Ese analista que se retrae en realidad generalmentevuelve con toda su artillería a desarmar el discurso, a destruirlo y yoentiendo que Memoria Abierta es otra cosa; pero yo recuerdo –porejemplo– en Los rubios una crítica que hace Albertina Carri a los

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discursos de militantes respecto del todo armadito. Dice: te dan todoarmadito. Y evidentemente una de las cuestiones centrales con eltestimonio es que toda la cantidad de tiempo que pasó, por más que eldolor persista –como dice el testimonio que vos leíste– el dolor es esehueco que va a producir relato todo el tiempo, esos relatos que seproducen están llenos de capas que van cubriendo, que van justifican-do, que van hilando, que van olvidando… ¿y quiénes van a ser los quevan a desarmar ese discurso?

Alejandra Oberti: Ahí paso casi un aviso militante mío, yo creo queahí hay una cuestión que el campo de quienes estudian y de quienesproducen estos relatos tiene que tomar en consideración que es elpoder hacer que estos relatos sean en alguna instancia públicos,compartidos… Cada quien –claro– cuando presenta el relato le saca lapregunta, lo evita un poquito –solamente para que se entienda cuandose escribe– lo recorta… es obligatoriamente así, nadie puede interpre-tar, analizar nada tomando todo como un bloque. Pero poner ese relatocompleto con la voz, la imagen de la persona, la pregunta y larepregunta a disposición del público permite que esta interpretaciónque hago yo sea contrastada por otros; cualquiera de ustedes puede iry decir: yo quiero escuchar este testimonio –porque es público– yentonces si uno toma otro fragmento dice lo contrario, dice algodistinto. Me parece que el conocimiento es social, es compartido.

En los investigadores en ciencias sociales y en historia hay comouna tendencia a guardarse los testimonios, los documentos, “esto lotengo yo, es mío”, “esto lo digo yo porque lo sé”, y Argentina tienemuy mala política de archivos y entonces es como difícil tenerespacios donde compartir.

Enrique Alba: Lo último que estabas diciendo le da lugar a lo que nosespera. Me parece que esto es lo más interesante de lo que podríamosplantearnos en estos niveles en que ha sido armada la Mesa, en elsentido de los diferentes planos –como decía Urquijo– entre lo que esel relato y cómo se inmiscuye el relato ficcional con el relato testimo-nial, y lo que diferencia el relato escrito del relato oral.

Me parece que acá es importante elevar a la dimensión jerárquica

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el relato oral y diferenciarlo claramente de lo que es el relato escrito.Este es un tema muy interesante dentro de la historia, hay unahistoriadora argentina –Dora Schwarzstein– que trabajó mucho sobreel tema de los relatos orales y es fundamental porque el relato oral esel relato del oprimido. Podríamos decir que es el relato que queda delos libros que se destruyeron, de los textos que se quemaron, de lasbibliotecas que desaparecieron.

Por supuesto que no es el relato de los ganadores; el relato oral esel relato de los perdedores, y es el relato que siempre queda relegado.Me parece que es importante esto para nosotros como analistas,porque es con lo que trabajamos; nosotros trabajamos con el relato oralque es el relato de la represión –podríamos decir–, del reprimido. Y esfrente a este relato en donde se da este cambio, en donde se posibilitatransformar la demanda en oferta, porque lo que se ofrece es: “hablede lo que quiera” sin que se le demande nada.

Me parece que en este último desarrollo que vos estabas haciendo,quedaba claro cómo cuando se pasa del relato oral al relato escrito,empieza a perderse esta posibilidad de ofertar “hable de lo que quiera”porque el que empieza a organizar el texto es el que escucha y entoncesahí empieza a articularse la demanda del que escucha y se pierde laoferta del “hable de lo que quiera”.

Me parece que esto es muy interesante dentro de lo que es el temade la supervisión en psicoanálisis, donde hay grandes discusiones: silas supervisiones tienen que ser escritas, si tienen que ser grabadas, osi es solamente lo que cuenta el analista, su relato oral de lo queescuchó del paciente. Me parece que éste es un tema muy interesantedentro de la clínica psicoanalítica y dentro de lo que son los relatospsicoanalíticos, porque está tocando este punto fundamental que escómo sostener una oferta más allá de toda demanda; también estáplanteado en la relación entre el actor y el director y el texto de la obra–estos tres niveles que planteaba Urquijo– porque ahí también empie-za a funcionar hasta dónde el actor puede hacer lo que quiere y hastadónde aparece la demanda de lo que tiene que hacer. Este es unproblema muy interesante de estos niveles y que hace profundamentea la clínica psicoanalítica.

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Amalia Pandiella: Yo quería agradecerles las exposiciones de uste-des porque fueron muy ricas; la cabeza está llena de pensamientos perouno que quiero manifestar es que los dos hablaron de la escucha quehacían de los testimonios. Por un lado Urquijo planteó los tres nivelesque eran el nivel de lo escrito, el nivel de lo artístico y el nivel de lainterpretación. Siguiendo a Liberman –que fue un psicoanalista denuestra casa y el primer presidente– él hablaba del emisor y el receptoren términos de comunicación. Usted dijo al principio que había unespacio entre el público y el escenario con las actuaciones, entonces yoa lo que me refería es quién escucha, porque el que escucha –en estecaso– es el que escucha el testimonio; en el caso del teatro es el públicoque escucha. Entonces habría en teatro cuatro niveles, porque una cosaes la obra que a mí me muestran y otra es la que veo yo, por ejemployo no estoy tan de acuerdo con esto de que Blanche era una histérica,porque Blanche en determinados momentos conmueve con la historia,con su historia cuando ella está con su marido y el marido se mata,donde de alguna manera la representación no habla de una cosahistérica sino que habla de un profundo dolor. Y en los testimonios,¿quién escucha?, ¿el que escucha recibe lo mismo que el emisor? Talvez tendrían que haber varias escuchas y de eso tomar un mínimocomún denominador de lo que ese testimonio, en ese momento,significa; en ese momento, porque yo estoy de acuerdo que si es en otromomento –en época, en tiempo– tanto va a cambiar la escucha comova a cambiar el testimonio.

Entonces lo que quisiera saber es qué piensan ustedes de lasubjetividad del que escucha.

Intervención masculina no identificada: Yo agradezco mucho estamesa porque realmente me ha permitido integrar algunas cosas,algunas cuestiones que nosotros muy artesanalmente hemos hecho apartir del 2005 en Europa, en Italia, hasta el año pasado que termina-mos con un Teatro Itinerante –se podría llamar así– en Barcelona.

Se trató de un grupo que se organizó a través de una idea y sellamaba “Identidad en exilio”; era un grupo formado por mí mismo–que era analista– mi mujer que tenía los testimonios de tanta genteque había pasado por casa en los últimos treinta años, algunos vivían

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en Europa, otros compañeros que venían a visitarnos; después estabaItalo Moretti que era un periodista de la RAI que había estado en laArgentina en el momento del golpe; después estaba Giorgio Capitanique había hecho un film bastante bueno con Virna Lisi y tuvimos laposibilidad que se pasara a las ocho y media en la televisión y eso –lahistoria de los desaparecidos– pudo ser mirado por mucha gente.

Se trataba de activar con pequeñas cosas, yo hablaba un poco de loque era esta idea de identidad exiliada o de identidad en exilio, podríaser la nuestra –que estábamos en el exilio– pero podría ser también unode acá, que tenía una parte de su identidad exiliada y que la tuvo quetener por mucho tiempo.

Y por otro lado pequeños testimonios de este grupo de protagonis-tas y después siempre había invitada alguna persona que hablabacontando, recontando su experiencia, sea de hermanos desaparecidoso que directamente habían sido torturados, etc., etc.

Esto se creaba con distintos públicos y por lo tanto entre estos dosgrupos se animaba algo que a mí me parece que se me aclaró bastanteahora, porque nosotros lo hicimos muy espontáneamente y sin ningu-na estrategia; fue naciendo así, como venía, y me parecía que eso noshacía bien a nosotros, pero también después de algún tiempo –porquelas representaciones fueron hechas en distintas sociedades psicoana-líticas, en universidades y en otros lugares– me pareció que elconvencimiento del público fue cada vez más fuerte, el públicoempezaba a participar y también a hablar no sólo de lo que lostestimonios hablaban y comentarlos, sino también de algunas cosaspropias, de algunos relatos propios.

Quería decir esto nada más, que me parece que hay un pasajefundamental entre lo que uno puede vivir como culpa a un sentido deresponsabilidad, asumir una responsabilidad es la única manera dealejar la idea de culpa en el sentido popular, no en la culpa íntima quecada uno puede tener; y yo creo que ése es un pasaje fundamental.

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Qué nos enseña Freud acerca del relatoclínico psicoanalítico

Héctor Ferrari

La fundación del psicoanálisis está ligada a un relato, al relato del casode un paciente (Krankengeschichte). Aunque pueden formar parteintegral de un mismo proceso, relato y caso tienen matices diferentes.Para los fines de este trabajo, utilizo el término relato al procedimientonarrativo empleado para darle forma a esa variedad de ‘génerodiscursivo’ que en psicoanálisis llamamos ‘caso’.

Relatar es contar una experiencia. Siendo una trascripción(Umschrift), es decir, un reordenamiento de acuerdo con nuevasrelaciones, el relato es siempre la narración de algo ya ocurrido. En elproceso de la trascripción hay un retardo estructural, es decir unpresente no constituyente, originariamente reconstruido a partir de lossignos de la memoria: “por cierto que esta conciencia-pensar secunda-ria es de efecto posterior (nachträglich) en el orden del tiempo,probablemente anudada a la reanimación alucinatoria de la represen-tación palabra… (Freud, 1895, p. 275)… Este proceso estructuralluego se hace ostensible cronológicamente.

Toda ciencia descansa inicialmente en “observaciones y experien-cias” (Freud, 1940, p. 157). Cuando se hace el relato de ellas, hatrascurrido un tiempo, no importa cuánto, que va de la ‘huella’(Bahnung) a su recuerdo (Erinnerung). Y en análisis, el tránsito de unasituación originalmente ‘vivida’ en sesión a su trascripción en pala-bras, oral o escritas. La demora inevitable y el cambio de código tornancompleja la veracidad de cualquier relato.

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Demos un paso más. De entrada el material clínico es oído. El finde la escucha y el predominio a la expresión verbal abren paso al relatoescrito. Es el momento de la Bearbeitung o elaboración secundaria.Escribir el relato es ponerse en historiador de una experiencia en la quese ha participado emocionalmente. Requiere del narrador, entre otrascosas, de un especial estado de ensoñación para procesar la experien-cia y a la vez, cuidar los posibles signos indelebles provenientes de supropia autobiografía. Y una diferencia crucial: mientras el relato oralestá dirigido a alguien presente, “la escritura es originariamente, ellenguaje del ausente” (Freud, 1930, p. 90)

El relator tiene que transformar el ‘material’ en un relato articuladosegún los códigos del lenguaje escrito. Comienza el proceso de darleforma al relato como caso. No es solamente presentación sino reproduc-ción. Nos preguntamos ¿cómo sacar una transcripción escrita a la alturadel original? Por empezar, disponemos de conjeturas teóricas sobre elvínculo entre la representación-cosa y la representación-palabra (oída).Pero el trayecto adicional de la representación verbal a la letra escritaplantea al relator problemas complejos. Este paso a la narrativa escritaes tan crucial como desatendido en la formación analítica.

Freud había señalado en 1909:

“Es de lamentar que ninguna exposición de un psicoanálisis puedareflejar las impresiones que uno recibe durante su ejecución, que elconvencimiento definitivo nunca pueda agenciarse por la lectura,sino sólo por la vivencia”.

La escritura del relato hace cambiar el proceso de convicción: lo quefue sentido primeramente sobre el fundamento de impresiones, pasa aser un juicio del lector. ¿Y qué se espera del lector? Idealmente, que seaun ‘tercero imparcial’, ni un enemigo ni un partidario acérrimo delanálisis, a quien Freud (1926) da la palabra para formular sus objeciones,momento crítico de la gramática del asentimiento analítico. La supervi-sión puede ocupar el lugar del ‘tercero imparcial’: dar lugar a través deposibles interrogantes a nuevas aperturas del saber analítico.

Freud creó los relatos psicoanalíticos, que brotaron con la dignidadde un género literario inédito, construido al paso de la gestación de su

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experiencia clínica. Con la presentación del caso, Freud funda unaescritura novedosa: comienza con el síntoma como objeto del saberclínico pero la referencia final es al sujeto que lo padece. Inicialmentedebió desmarcar sus relatos de los clásicos historiales psiquiátricos.Después que aprendiera de Charcot a figurar la enfermedad como‘estado’, empezó a comprenderla por su ‘significado’. Por eso, sushistoriales se acercaron a los relatos de ficción literaria, de los quenecesitó apartarlos.

“A mí mismo me resulta singular que los historiales clínicos por míescritos se lean como unas novelas breves (SE, nouvelle), y de ellosesté ausente, por así decir, el sello de seriedad que lleva estampadolo científico.” (Freud S., 1895).

Freud no deseaba que sus historiales clínicos se leyeran comocuentos breves o nouvelle. Se trata de un género literario que requiereuna narración corta, centrada en una escena, con anudamiento y des-anudamiento de una situación dramática en la que la trama es llevadaa su apogeo.

En el relato literario tradicional, el poeta (Dichter), tras ciertosarreglos, disfraces y omisiones, crea, a partir de sus sueños diurnos, lassituaciones que introduce en sus novelas o piezas teatrales. Atemperael carácter autobiográfico egoísta por medio de variaciones y encubri-mientos y nos soborna por medio de una ganancia formal de placerestético, que él nos brinda en la figuración de sus fantasías. Los poetasestán atados a obtener placer intelectual y estético, por eso no puedenrepresentar tal cual el material de la realidad, sino deben aislarfragmentos de ella, disolver nexos perturbadores, atemperar el con-junto, sustituir lo que falta. Son los privilegios de la llamada ‘licenciapoética’. Así ficcionalizan los síntomas de sus personajes. Por elcontrario, Freud pretendía un relato ‘científico’ porque “la cienciaimporta el más completo abandono del principio de placer de que escapaz nuestro trabajo psíquico” (Freud, 1910, p. 159). Surgen dospreguntas: ¿cómo hacer científico un relato psicoanalítico? ¿Puedepermitirse el relato psicoanalítico una incentivación estética, a sabiendasde que puede ser encubridora?

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Freud pronto se dio cuenta de la dificultad que planteaban susrelatos:

“Que estropicio nuestras reproducciones, de qué manera lamenta-ble hacemos pedazos estas grandes obras de arte de la naturalezapsíquica” (Carta a Jung, 1909, p. 288)

Por empezar, ya el paciente produce su propia nouvelle en sesión.Como si fuera un creador literario, es el autor oral de sus ficciones. Enespecial con sus sueños, crea una verdadera obra de arte. Cuando elanalista traduce en un relato la sesión con el paciente, hace unatrascripción del material, la guarde para sí, la cuente en una supervi-sión o la exprese por escrito. La dificultad de producir esa transforma-ción en un relato es mayúscula. Para sortearla, en la actualidad serecurre a la viñeta clínica, que no es un relato, sino un fragmentoacotado cuyo valor se agota en un ejemplo.

Llegamos a una serie de preguntas: el inconsciente, el singularobjeto del oráculo freudiano ¿se lo puede representar ‘directamente’en un relato? ¿Ni más ni menos que en un relato escrito? ¿Cómopresentar esa cosa en sí, inconsciente, kantiana, que sólo puedeabordarse por la cara del síntoma? Se alude a un ‘material’ clínico, quereporta a una materialidad. Pero, ¿cómo relatar sobre un ‘material’ quesiempre está ahí pero falta siempre?

Finalmente, ¿qué es lo que hace que el relato tome la formadiscursiva de caso?

El caso se caracteriza, en un primer momento, por intentar ratificaruna verdad por medio de un ejemplo, para a continuación cuestionarsus límites, proponer nuevos interrogantes y generar con el ejemplonuevas conjeturas.

“Los relatos clínicos de Freud, si bien se inscriben en la tradicióndel estudio de casos propio de la Psicología de su época, son textosfundadores de un modo de reflexión. Al mismo tiempo quepedagógicamente exponen e ilustran un aspecto de la teoría y eltrayecto analítico realizado, dan un paso más: muestran los lugaresen los que aquélla puede ser cuestionada y proponen una respuesta

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que implica una nueva perspectiva del tema tratado revelando en sudesarrollo el proceso de elaboración” (Arnoux E., 2010).

El ejemplo freudiano citado más abajo es una muestra que nosenseña a los analistas cómo relatar un caso.

La hipótesis central de este trabajo

Un relato literario es una narración de ficción, un historial psiquiá-trico es una enumeración de síntomas. En psicoanálisis, para compren-der la vida de un sujeto y sus síntomas, el relato del caso debe estaratravesado por fundamentos metapsicológicos. Requiere de un doblemovimiento: ilustrar y cuestionar. Esta condición permite que el relatopsicoanalítico sea un caso científico.

Freud: el modelo de relato clínico de un caso

En 1937 Freud publica uno de sus últimos casos clínicos. Sólo lomenciona como muestra de una terminación de análisis, sin otrasconsideraciones teóricas.

“Una señorita mayor está desde su pubertad aquejada de unaincapacidad a consecuencia de unos fuertes dolores en las piernas,lo cual la ha apartado de la vida corriente. El estado, de evidentenaturaleza histérica, ha desafiado a muchos tratamientos; una curaanalítica de tres trimestres lo elimina y devuelve a esta personacapaz y valiosa sus derechos a participar de la vida. Los años quesiguen a la curación no aportan nada bueno: hay catástrofes en lafamilia, pérdida de la fortuna, y con lo avanzado de la edad, seesfuma toda perspectiva de dicha amorosa y casamiento. Pero la exenferma todo lo soporta con valentía y en tiempos difíciles obracomo un sostén para los suyos. Ya no sé si doce o catorce añosdespués de terminado el tratamiento, unas profusas hemorragiashicieron necesario el examen ginecológico. Se halló un mioma, quejustificaba la extirpación total del útero. Desde esta operación laseñorita volvió a enfermar. Se enamoró del cirujano; se regodeaba

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en fantasías masoquistas sobre las terribles alteraciones producidasen su interior, con las cuales escondía su novela de amor; probó serinasequible para un nuevo intento analítico y hasta el final de suvida ya no volvió a ser normal. Aquel exitoso tratamiento es tanremoto que no es lícito hacerle grandes demandas: corresponde alos primeros años de mi actividad analítica. Comoquiera que sea,es posible que la segunda contracción de enfermedad brotara de lamisma raíz que la primera, felizmente superada; que fuera unaexpresión alterada de las mismas mociones reprimidas que en elanálisis sólo habían hallado una tramitación imperfecta. Pero yo meinclino a creer que sin el nuevo trauma no se habría llegado alestallido más reciente de la neurosis.”

Este breve relato nos permite hacer algunas conjeturas. Se nota queel entramado de la historia de la enfermedad y la historia del tratamien-to, tan común en Freud, no es una simple técnica narrativa exterior asu objeto. El relato clínico freudiano ingresa en una temporalidadpropia y utiliza la memoria del acto terapéutico como trama paramostrar el surgimiento de la historia del síntoma. Sin mencionarlo,permite presumir un despliegue transferencial que excede el fin deanálisis. A su vez, hace del lector alguien capaz de agregar sus propiasinferencias clínicas.

El caso incluye un diagnóstico inicial y se inicia en la pubertad,cuando comienzan los síntomas histéricos y, en pocas líneas, avanzahasta la menopausia. Más adelante (p. 229) los señalará como aquellosmomentos donde ‘emergen refuerzos considerables de ciertas pulsio-nes’ como predisposición al trauma.

Los fuertes dolores en las piernas “habían apartado a la paciente dela vida corriente”. Pero no es sólo que el dolor provocaba la astasiaabasia. Sabemos, por los historiales tempranos, que los doloreshistéricos provienen de la activación de huellas y son la conversión alsoma de un sufrimiento. “Lo doloroso es el sentimiento de desvali-miento, la sensación de no avanzar un paso” (Freud, 1895, p. 167)

Un breve análisis, “de una tramitación imperfecta”, le devuelve a“esta persona capaz y valiosa su derecho a participar en la vida”.Desaparecen los dolores de las piernas pero no la desdicha: hay

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catástrofes en la familia, pérdida de la fortuna, y con lo avanzado dela edad, se esfuma toda perspectiva de dicha amorosa y casamiento. Ycuando en la vida no se está en línea con esta satisfacción libidinalprecisa, se cae fatalmente en el síntoma.

Paradójicamente, la desdicha puede tener efecto terapéutico, comoresultado del masoquismo. Antes sufrió dolor en las piernas y ahorasufre las desventuras vitales que alimentan su masoquismo ‘moral’.Parecería emerger en el horizonte de su vida un Destino inexorable quela castiga con la desdicha, con la incapacidad de ser feliz, de amar y seramada. Luego vemos cómo se sobrepone: “todo lo soporta convalentía y en tiempos difíciles obra como un sostén para los suyos”. Lapaciente recobra su dignidad y va en búsqueda de consolidar suexistencia. Ahora ‘camina’ en la vida dedicándose a los demás parasuperar su infortunio. La salud recuperada no rinde provecho a sudeseo sino a los placeres mitigados del altruismo. Sobresale suvocación de sacrificio. Sobreviene la entrega a las necesidades de losdemás, de los otros, sobreponiéndose a las acechanzas del Destino.Freud parece presentarla como modelo de las heroínas literarias de sutiempo (Arnoux E., Comunicación personal). Como en otros historia-les, Freud traza apenas un cuadro crítico de la realidad familiar y socialcapturado por el síntoma de la protagonista. No necesita agregarexplicaciones psicosociales o vinculares.

Hasta que comienza a sangrar en el corazón mismo de la feminei-dad, en el Leib de una imposible maternidad. Entonces, se acaban deuna vez la salud, el heroísmo y la devoción. El ejemplo muestra elpoderío somático y la caída irremediable del fantasma en el cuerpo.

¿Qué significación puede asumir esa brutal profusión que afecta alórgano de la identidad sexual? Un pensamiento fuerte de Freud: elfenómeno mórbido somático halla complacencia en el cuerpo, comopara halagarlo y ofrecerle con que alimentarse, libra de carne viva dadaal fantasma. La histeria arma su tablado, un teatro de operacionessiniestro, la escena emblemática en la que se representa el destinocorporal del fantasma. El cuerpo de la paciente sangra desde adentro,en el fuero somático, padece sensaciones generadoras de terror (Schreck)pero por medio de la operación hay también goce. La mujer seembriaga con el cirujano que se inmiscuye en sus intimidades. “Se

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regodeaba (Schwelgen) en fantasías masoquistas sobre las terriblesalteraciones producidas en su interior”. Schwelgen es gozar, darse lagran vida, regalarse, deleitarse. La histerectomía parece darle derechoa consagrarse al goce amargo, tanático, de su viejo síntoma.

Esta vez, prohibiéndole el análisis preferirá al cirujano, el operadordel cuerpo, quien la acercó a conocer ese goce interno, sin igual, elplacer extraído de la castración. Se puede suponer que la explosiónamorosa que tuvo con él cancela el duelo por el falo. Salvando lasdistancias, su situación nos recuerda el síndrome de Estocolmo. Laintervención ginecológica la hizo volver a su histeria original, ahoradefinitiva e invalidante. De esa orgía masoquista, en ese goce que lahunde en delicias mortíferas en lo más profundo de su cuerpo, ella nose curará jamás.

Fin de transferencia, fin de análisis, recaída en la enfermedad parasiempre.

La metapsicología como fundamento científico del relato psicoa-nalítico

Desde el punto de vista retórico, este breve relato freudiano podríaser considerado una variedad del ‘género discursivo’ (Bajtin M. M.,1982) y leerse como un ejemplo literario de ficción, poéticamentehermoso, como una nouvelle. Sin embargo, a los fines de este trabajo,debe ser considerado como modelo de relato de un caso clínicopsicoanalítico.

¿Por qué es clínico el relato del caso? En el plano discursivo, paraFreud el saber clínico requiere la historia del enfermo no ya tanto comola ilustración de la enfermedad sino dejándose ver como ‘la cosamisma’ (Assoun P., 1992). En el relato, más que hablar del síntoma,es el síntoma el que habla. Freud funda la especificidad de la clínicapsicoanalítica y edifica su escritura. Un detalle más: el relator es partedel relato.

La escucha analítica reclama un texto y otorga a Freud vocación derelator de casos. Pero tiene que encontrar la manera de relatar respe-tando el punto de vista de la fantasía sin rendirse a la complicidad queencierra el relato en su ficción. El síntoma puede ser también parte de

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un relato de ficción, a menudo encubierto por la elaboración secunda-ria. Como lo muestra el ejemplo, un rasgo paradójico y una extrañavirtud de la clínica freudiana es confrontarse incesantemente con unobjeto problemático y al mismo tiempo de una inmediatez deslum-brante. El encuentro insoslayable del síntoma, como lo designado porun trastorno en lo real, como algo que ocurre, que está ahí y del que hayque elaborar un cierto saber que lo trasciende y encontrar la manera derelatarlo. En los momentos traumáticos del relato, como el del sangra-do, Freud hace surgir el signo más revelador de la realidad psíquica dela paciente.

¿Por qué es psicoanalítico el relato del caso? El relato clínico esfundamentalmente pos-escritura, ese real que requiere un pensamien-to metapsicológico. El clínico tiene que relatar, el meta psicólogointenta explicar el material. La metapsicología es un dispositivoinédito, improvisado por Freud para dar forma de racionalidad ad hoca este imperativo de no olvidar al inconsciente. Es una racionalidadque implica una trasgresión secreta respecto a las formas conocidas deracionalidad. La metapsicología es la manera de leer el relato del casoen clave psicoanalítica.

Un relato psicoanalítico debe sugerir lo que no es directamenterepresentable en palabras. El caso presentado permitió hacer conjetu-ras acerca de una invisible trama asociativa enhebrada sutilmente enel relato, trama que brota del ‘material’ y aproxima gérmenes de ideasa los ‘conceptos científicos básicos’ del psicoanálisis. En este caso, elrelato nos llevó a hacer suposiciones sobre el masoquismo inmanente,la reacción terapéutica negativa y el sentimiento de culpa. Y de ellos,estamos a un paso de la pulsión de destrucción o muerte comoGrundbegriff. Las conjeturas extraídas del texto son hipotéticas. Perosu reiterada remisión a este material y luego a otros, apuntan aconvalidar ‘un concepto científico básico’, que es provisorio, perorequisito esencial de toda ciencia. (Freud, 1915, p. 113) El caso clínicodespliega la singularidad de la experiencia hasta cristalizar un saber enqué cierto ‘universal’ se hace legible: el análisis pudo en su momentocon la histeria, pero no pudo con el posterior estallido pulsionaltraumático. El relato termina con una nueva conjetura: la pulsión demuerte es tan poderosa que hasta puede cancelar los logros del análisis.

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Bibliografía

ARNOUX, E. (2010) Ejemplo ilustrativo y caso: recorridos destinados a la formaciónacadémica y profesional. Cuadernos de Lingüística, nº 1, vol. 5, Facultad deCiencias de la Educación, Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia, 2010.

ASSOUN, PAUL L. (1992) Introducción a la metapsicología freudiana. Paidós.Buenos Aires, 1994.

BAJTÍN M. M. (1982) El problema de los géneros discursivos, en Estética de lacreación verbal, Siglo XXI Editores. Buenos Aires

FREUD S. (1982) Proyecto de psicología, AE, I (1895).(1978) Estudios sobre la histeria, AE, II, 174 (1895).

(1980) Análisis de la fobia de un niño de cinco años, AE X (1909). y Jung C. (1978) Correspondencia. Tauros (1909). (1979) Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre. AE, XI

(1910). (1979) Pulsiones y destinos de pulsión. AE XIV (1915). (1979) ¿Pueden los legos ejercer el análisis? AE XX (1926). (1979) El malestar en la cultura. AE XXI (1930). (1980) Análisis terminable e interminable. AE XXIII (1937). (1980) Esquema del psicoanálisis. AE XXIII (1940).

* Agradezco a la Profesora Elvira Arnoux por su valiosa contribucióna este trabajo.

Colette Soler

Conferencia

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Conferencia Colette Soler:“Los afectos del Inconsciente Real”1

Presentador: antes quiero agradecer a la gente del foro, especialmen-te a Gabriel Lombardi y a Sabina Arditti, que han colaborado para quepodamos organizar esta conferencia y muy especialmente a Coletteque nos distingue hoy con su visita, que vamos a compartir además conlas sociedades de Córdoba, Rosario, Mendoza, Uruguay, Guadalajara,México y quizás alguna otra que se me escapa en este momento. Asíque bueno, Colette…

Colette Soler: gracias, hoy les voy a hablar bajo el título “Los afectosdel inconsciente real”. Mi propósito es hablar de los afectos, peronecesito un poco de camino antes de llegar a los afectos. Es un temaque abordé de manera sistemática en mi último libro, Los afectoslacanianos, que justo salió ayer en Letra Viva y agradezco el trabajoque hicieron para traducir mi libro, porque en Francia salió en Abril de2010.

El tema de los afectos en Lacan es un tema virgen, nunca se hatratado realmente. A veces se critica con la idea que Lacan noconsidera los afectos, pero hay que decir que nunca los lacanianosmismos tomaron el tema de frente. Yo misma no percibí lo que Lacanhabía introducido de nuevo en el tema de los afectos antes de estudiarla nueva conceptualización del inconsciente que Lacan produjo,vamos a decir, a partir de El Seminario 1. Estudié eso en mi libroLacan, El inconsciente reinventado de 2009, que va a salir en Buenos

1 La conferencia tuvo lugar el 29 de septiembre de 2011, en APdeBA

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Aires un poco retrasado, en marzo/abril próximo, en la EditorialAmorrortu.

Entonces empiezo con esta noción del inconsciente real, que no esuna noción corriente, puesto que Lacan ha retraducido la técnica deldesciframiento freudiano en términos de lenguaje, esto se conoce bien.La idea generalmente admitida por todos es que el inconscientepertenece a lo simbólico y que las formaciones del inconsciente sonmensajes, que los síntomas, como los sueños y como los lapsus, sonmetáforas. Entonces con esta idea bien establecida por los lectores deLacan en su retorno a Freud, cuando uno lee en el texto aún del 63, elinconsciente es lo real, más tarde cuando leemos el síntoma es lo queel hablante tiene de más real y más tarde todavía en el “Prefacio a laedición inglesa del Seminario 11”, el inconsciente es real, si me creen,dice Lacan. Entonces cuando leemos esto tenemos razones parasorprendernos, si tomamos en serio lo que leemos.

En París hemos empezado creo en 2004/05, no sé exactamente, enla Escuela de los Foros del campo lacaniano, hemos consagrado un añode seminario de la escuela a estudiar este texto, “El Prefacio...”, queevoco y hemos entrado en este tema.

Entonces primero voy a recordar o resumir más bien, algo delcamino de Lacan, puesto que necesitamos entender lo que en laexperiencia o en sus elaboraciones de la experiencia, qué es lo que hamotivado este cambio de formulaciones.

Al principio de la última lección de El Seminario XX, después dereleer las pruebas de su seminario, Lacan aprovecha la ocasión paraprecisar lo que estaba trabajando en este Seminario según él, y dice queen realidad habló del amor, del goce, pero que no era eso lo que lopreocupaba. Es lo que fue más captado, pero dice que su problema eneste Seminario era el problema del saber, entendemos el saber incons-ciente. Y cuando se relee el Seminario con esta llave se ve efectiva-mente que el problema del saber inconsciente atrviesa todo el Semi-nario. Entonces voy a decir que Lacan, el segundo se marchó delprimero, Freud. De lo que se sabía del inconsciente con Freud e intentosugerir, añadir lo que se sabe un poco más con Lacan y que no anulalo que precede y que justifica que lo llamé el segundo, a pesar de queentre Freud y Lacan hay muchos otros valiosos, pero lo llamo el

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segundo porque es el único, después de Freud, que ha añadido algo alconcepto del inconsciente freudiano y más allá de sus reformulacionesdel retorno a Freud.

El inconsciente freudiano

Lo que se sabía con Freud, Lacan lo ha reformulado, pero hasuscripto totalmente al principio, las tesis freudianas, por eso es queLacan también nos permite releer a Freud, hace a Freud legible. Conla concepción de Freud, retomada por Lacan, sale una idea delinconsciente bastante sencilla, quizás no sencilla de poner en prácticaen un análisis, pero sencilla de formular y creo que muchos analistasoperan exactamente con eso y nada más. ¿Cómo busca Freud la causainconsciente? La busca con el desciframiento de los significantes delinconsciente en los dichos de los analizantes. Entonces Freud, con sutécnica de desciframiento, concibe el inconsciente como una causa dellenguaje sin formularlo así, es Lacan quien lo reformula así, pero desdeel momento en que se descifra, que se busca elementos que fabricanmensajes, se trata de un lenguaje.

Se descifra en Freud para encontrar la verdad de lo que Freud hallamado la otra escena. La verdad entonces, que se significa en lacadena descifrada que se debe interpretar para sacar la verdad. Estaverdad Freud la nombró deseo inconsciente, indestructible, que sesignifica en todos los dichos del analizante, y decir indestructiblequiere decir a la vez ineliminable e invariante. El otro nombre de estainvariante del deseo se denomina fantasma, una pequeña ficciónprivada, cada uno la suya, en la cual el deseo se ubica y que asegurapara cada uno toda la estabilidad de su relación con el mundo. Estaficción gobierna a todas las convicciones del sujeto en su relación conel mundo, incluso de un modo doloroso a veces.

Con eso podemos preguntar si Freud pensó que con la interpreta-ción se podía saber la verdad. Una vez que la ficción fantasmática eracernida en el análisis, podríamos suponer que ha pensado que se podíasaber la verdad, si Freud no había puesto en evidencia lo que llamó larepresión originaria. Represión originaria que indica que Freud mismohabía percibido el impasse de la búsqueda de la verdad, que no podía

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ir hasta un punto conclusivo de detención. Es por eso que Lacan sepermite hablar de los “amores de Freud con la verdad”. Freud hapercibido la dificultad, pero no la franqueó. Además, Freud mismo haañadido algo a este inconsciente deseo, no se ha satisfecho sólo delinconsciente deseo y ha añadido el enigma de los hechos clínicos dela repetición. La repetición que incluso si Freud no lo ha conceptua-lizado, los hechos clínicos de la repetición implicaban otra dimensiónque el inconsciente deseo. Implicaban ya una referencia a lo que sepuede llamar el goce traumático, que no es el deseo. Sobre estospuntos, Lacan ha seguido y se puede ver los pasos sucesivos que Lacanhizo siguiendo los pasos de Freud.

El inconsciente deseo de Freud lo ubica en el lugar del significadode la palabra analizante, significado de una cadena significante porsupuesto, cadena latente (Freud decía latente, Lacan dice metaforiza-da, es una traducción). Y cuando Lacan dibuja su grafo del deseo, queretoma hasta el 69, supongo que todos lo conocen, es un grafo queescribe el inconsciente deseo. Y con su concepción del falo, del objetoa, agujero en el Otro, Lacan sigue el hilo de la represión originaria deFreud. Una pregunta que me preocupó es ¿cómo Lacan ha pasado delinconsciente cadena, suponiendo un sujeto del deseo inconsciente, alo que él mismo llama en el 69, el inconsciente es “un saber sin sujeto”?

El inconsciente real

Es decir, un saber que determina no el sujeto mismo, sino su gocecorporal. Intenté mostrar que Lacan llegó a eso en parte con sureelaboración del concepto de la repetición. Trabajé sobre esto hacedos años, durante un año. Este saber sin sujeto introduce un cambioestructural, específicamente un corte, un hiato entre lo que se llamabainconsciente deseo e inconsciente saber. Por un lado el sujeto, siempredefinido como supuesto a la cadena, con su efecto de falta de ser, dondelos S1 de los significantes toman sentido vía los S2 que siguen, peropor el otro lado, lo que Lacan llama saber inconsciente sin sujeto (porsupuesto la expresión la construye en oposición a supuesto saber quedefine la transferencia), este saber sin sujeto que sin embargo trabajay nunca está en huelga, como dice Lacan, ¿por qué trabaja? Por el goce.

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Este hiato hace realmente fuerte, renueva la cuestión de lo que puedosaber. Si el inconsciente es un saber sin sujeto, qué es lo que el sujetopuede saber de este saber.

Lacan plantea esta pregunta ¿cómo uno puede saber algo delinconsciente? Todo eso lo conduce finalmente a afirmar que en elinconsciente que afecta el goce, los significantes no hacen cadena. Éllo dice en el Seminario “Los engañados se engañan”. Dice: contraria-mente a lo que he dicho (creo que es el único caso en que Lacan diceeso), en el inconsciente los significantes no hacen cadena y si no hacencadena no tienen sentido, por supuesto. Eso lo conduce a decir lafórmula “hay del Uno”, incluso hay sólo del Uno y no hay ningún dosque haría cadena sexual que permitiría escribir una proporción entrelos goces.

Entonces si hay sólo del Uno, los elementos del inconscientecualesquiera que sean, pueden ser llamados reales puesto que estánfuera de la cadena, fuera de la cadena que produce el sentido, sentidodel deseo como les he dicho. Y les recuerdo que es la primeradefinición en Lacan del significante en lo real, el significante fuera decadena, eso a propósito de la psicosis en “La Cuestión preliminar...”.Aquí real quiere decir fuera de sentido, lo real es lo excluido del sentidoy el inconsciente real se define por estar constituido por elementosfuera del sentido. Ruptura entonces con la tesis del inconscientelenguaje, lenguaje quiere decir cadena simbólica. Inconsciente estruc-turado como una cadena que produce sentido es el inconscientefreudiano, del cual hablaba hace un momento.

Un inconsciente constituido de elementos fuera de sentido, uno sepuede preguntar de dónde salen estos Unos, de dónde provienen, esdecir, cómo se constituye este inconsciente. Freud ha contestado, nose planteó la pregunta así, pero hay una respuesta en Freud sobre estepunto; si cuestionáramos a Freud para preguntarle de dónde vienen lossignificantes del inconsciente, Freud a partir de 1926 contestaría queprovienen de las trazas mnésicas del trauma y del tratamiento que larepresión produjo sobre estas trazas. Entonces sería a partir del texto“Inhibición, síntoma y angustia”, que para Freud sería un inconscienteen el cual los elementos de origen son las trazas mnésicas del traumay Lacan ha seguido un tiempo esta tesis, mucho tiempo. Salvo que

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Lacan ha retraducido rápidamente la expresión freudiana traza mnésicacon el término de rasgo unario. Rasgo unario de las primeras experien-cias de goce y en “La lógica del fantasma”, afirma que esas primerasexperiencias de goce van del trauma al “placer exquisito”. Esta pequeñafrase de “La lógica del fantasma” convoca dos referencias de Freud, altrauma es evidente, y en cuanto al placer exquisito, la referencia seríamás bien al último capítulo de “La interpretación de los sueños”, dondeFreud habla de la supuesta primera experiencia de satisfacción, aunqueno es el trauma. El rasgo unario, Freud diría traza mnésica, no es unsignificante, es del Uno, es un elemento discreto como el significante,puede ser cualquier elemento discreto, Lacan lo dice, cualquier cosa,pero la diferencia es que el rasgo unario en esta definición, no representaal sujeto. Es un rasgo que marca el goce con un efecto que es el efectode pérdida de goce; desde el momento en que hay un rasgo, hay unapérdida. Es el lazo de la repetición con la pérdida.

Entonces, con eso podríamos tener la noción de un saber sin sujetoque tiene como lugar el cuerpo de goce, el cuerpo necesario para gozar,pero Lacan no se detuvo en esta conceptualización. Hizo el paso deindicar que los Unos del inconsciente provienen de la lengua, no de lasprimeras experiencias sino de la lengua. Dice incluso: vienen de lalengua y de ninguna otra parte, creo que esta pequeña “ninguna otraparte” es una frase que indica que hace referencia a lo que ha aceptadoantes. Nos dice que es en la lengua que el Uno encarnado queescribimos con mayúscula se encuentra y no en otra parte.

No voy a desarrollar ni lo que funda la tesis ni todo lo que implicadesde el punto de vista clínico y práctico, pero marco sólo unadiferencia capital: si el inconsciente se constituye con los rasgosunarios del trauma, estos rasgos son en número limitado y entonces sepuede pensar un agotamiento en el análisis de los elementos delinconsciente. No es el caso con la lengua, intentamos descifrar lo Unoencarnado de la lengua, pero siempre a título hipotético, dice Lacan–hipotético subrayo– porque la lengua es una multiplicidad incon-mensurable de elementos – y cito: “el Uno encarnado queda incierto”a pesar de los esfuerzos del desciframiento, entonces no puedo lograrapropiarme de todos los elementos de la lengua que marcan mi propiogoce y –usando el modelo de la frase de Freud– podría decir, donde es

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el inconsciente de la lengua nunca puedo advenir. Lacan insiste muchoal final sobre este punto, los efectos de la lengua sobrepasan lo quecada hablante puede articular, y saber al respecto. Eso firma el fin delos matemas de Lacan. Hay una lógica y una topología del lenguajearticulado en cadena y Lacan ha empujado esta exploración al máxi-mo, pero no hay lógica de la lengua. La lengua no es una estructura,la lengua es el nivel no-estructural del verbo, y es el nivel que quedano sabido del ser mismo que afecta.

Afectos enigmáticos

Bien, quería llegar a este punto para introducir el problema de losafectos. La lengua, sus efectos, son largamente no sabidos, pero sihablamos de estos efectos por supuesto debemos tener algunas mani-festaciones y los efectos de la lengua que no se saben tienen sustestimonios en la experiencia. ¿Qué son los testimonios del incons-ciente de la lengua que no se sabe? Lacan dice: toda suerte de afectosenigmáticos. Eso es una tesis esencial y añade algo de capital a la tesisclásica en el psicoanálisis, tanto en Freud como en Lacan hasta estemomento, o sea la tesis del afecto engañoso. El inconsciente real nosimbólico empuja a Lacan a mostrar que hay afectos no engañosos. Latesis del afecto engañoso, la conocen, es una tesis freudiana desde elorigen y que Lacan ha retomado.

El afecto no es una brújula para la exploración del inconsciente–dice Freud– puesto que el afecto se encuentra desplazado, no repri-mido. Las representaciones se reprimen, pero el afecto se desplaza, sedesliza. Entonces es descifrando palabra a palabra, elemento a ele-mento que logramos acercarnos al inconsciente, según Freud. Es unatécnica en la cual el afecto es subordinado, lo que no es subordinadoes el desciframiento. Eso no quiere decir que los afectos no sean, ni porFreud ni por Lacan, el objetivo de la operación analítica y de todoanalista. El análisis apunta, quiere –si puedo decir– modificar losafectos subjetivos producidos por los síntomas, producidos vamos adecir, por el estatuto del goce del hablante. El estatuto del goce es unefecto del lenguaje y del discurso, los dos afectando el goce, según lahipótesis de Lacan.

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El goce afectado por el lenguaje, se ubica entre falta de goce y plusde goce, doble afección del goce, si me permiten decir. Este goceafectado repercute en afectos subjetivos, en sentimientos vamos adecir. Entonces, aquí Lacan no habla del afecto engañoso, es alcontrario un afecto revelador, un afecto que entonces adquiere unalcance que llamó epistémico, un alcance de testigo epistémico. Esoes una gran novedad en Lacan. El afecto en tanto enigmático, es unsigno de lo inconsciente real, de los efectos de lo inconsciente realcomo saber hablado de la lengua. Entonces, el afecto enigmático hacesigno, signo que hay un saber no sabido que se encuentra aquí, y quiendice saber en Lacan dice goce del significante, un saber es delsignificante gozado. Este goce explica que para cada uno las mismaspalabras no tienen el mismo alcance.

Es un principio de malentendido fundamental y por eso Lacan diceque estaría bien si el analista lograra captar el alcance de cada palabrapor su analizante. Sin embargo, este afecto testimonio, lo que llamé “laprueba por el afecto”, esta prueba no asegura ninguna transmisión desaber, precisamente porque el saber hablado de la lengua que consti-tuye el inconsciente no es el saber de la ciencia, es un saber que tocaal cuerpo, que afecta al hablante, no el sujeto sino el hablante sin sersabido. En “Televisión”, a la pregunta ¿qué puedo saber? Lacanresponde: nada que no tenga la estructura del lenguaje. Pero la lenguano tiene la estructura del lenguaje y el inconsciente-la lengua, es uninconsciente que se manifiesta por la vía de los afectos, puesto que elagujero en el otro que es no es vacío de goce.

Les hago observar que antes del Seminario Aun, sobre el incons-ciente real, Lacan había ya puesto en evidencia un afecto que noengañaba: la fórmula la propuso por la angustia. Un afecto que noengaña es un afecto que manifiesta al nivel clínico lo que el significan-te no puede manifestar. La angustia, en El Seminario de la AngustiaLacan lo desarrolla bien, es el testimonio (si puedo decir, Lacan noutiliza esta palabra) de la presencia del objeto a, este objeto queprecisamente no tiene realidad fenomenológica, no tiene imagen, notiene significante, sin embargo es activo como causa del deseo,entonces sólo la angustia es el revelador aquí. Hay un pequeñoparágrafo al final del seminario de la angustia, donde Lacan dice de

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manera divertida “entre Hegel y Kierkegaard hay que elegir”, porqueHegel confió totalmente en el significante para pensar la historia yKierkegaard escribió este texto extraordinario, El concepto de laangustia.

El concepto de la angustia era para decir que efectivamente laangustia, el afecto, revelaba algo, no dice revela el objeto a, evidente-mente, pero tenía ya la idea del afecto revelador. Con la angustia ya era,como me expresé, el fin del monopolio del significante en cuanto a laexploración clínica. Después Lacan alargó la tesis sobre la angustiapara decir que no es sólo lo revelador del objeto a, sino más largamente“el afecto tipo de todo advenimiento de lo real”, pero es siempre lamisma tesis, el afecto que revela. Con los afectos enigmáticos, Lacanabre un capítulo homólogo sobre afectos no engañosos.

Quizás hay que precisar lo que se llama afecto enigmático. No meatreví en seguida porque era un problema. Cuando lo leí, me parecióevidente, hasta que una persona en una charla preguntó ¿pero qué esun afecto enigmático? Eso me hizo ver que se necesitaba una defini-ción del afecto enigmático. Es verdad que no todos los afectos sonenigmáticos. En cada discurso, en cada lazo social ordenado –Freuddiría en cada civilización– hay afectos tipo producidos en los discur-sos, afectos tipo a los cuales todos los sujetados al discurso sonsujetados y lejos de encontrarlos enigmáticos nos imaginamos que sonnormales, que captamos la razón de estos afectos. Por ejemplo, sipierden un ser querido o si fracasan en algo y tienen afecto de dolor,nadie se va a sorprender, parece normal, lo contrario sería sorprenden-te, la persona que pierde un ser querido y que aparentemente no tieneun afecto de dolor. Eso se entiende, el discurso ordenando las expe-riencias compartidas, programando afectos que voy a llamar concor-dantes, afectos que se comparten en un discurso, y cuando no es el casohablamos de la “discordancia” afectiva, del esquizofrénico por ejem-plo. Si hay discordancia afectiva quiere decir que hay una concordan-cia afectiva que el discurso establece, programa, organiza. A veces seorganizan grandes manifestaciones de comunión afectiva en losdiscursos, pero dejo eso de lado.

Entonces, los afectos enigmáticos serían los afectos en tanto quepropios a un particular, los afectos de uno y no de los demás, los afectos

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que en cada uno no caminan con el paso de todos. Eso existe, cada unotiene sus afectos que no son los afectos concordantes. En todo discursoexisten afectos que llamo disidentes porque hay una distancia entreestos afectos de algunos peculiares y los afectos programados en eldiscurso. Esta distancia es el resultado de lo que Lacan llama en losdiscursos “la barrera del goce”. Es decir que cada discurso produce porun lado goces estándares, tipos, y del otro lado hay lo que llama laverdad del goce, que es siempre peculiar. Eso tiene como resultado quemuchas veces los afectos del otro, de mi amigo, de mi colega, meparecen enigmáticos. No los míos, los del otro porque no tenemos lamisma verdad. Entonces a veces uno se pregunta “¿pero qué le pasa aeste tipo?” “Este tipo es raro”, cuando el tipo considera que realmentesus afectos son la evidencia misma, confunde sus afectos con suverdad.

Estos afectos disidentes que hacen que los afectos de los demás aveces me sorprendan no son todavía lo que se llama afectos enigmá-ticos, creo. La única definición que encuentro para los afectos enigmá-ticos en tanto que signos de los efectos de la lengua, son los afectos quehacen misterio no por los demás sino por mí mismo. Afecto enigmá-tico por mí misma, es decir, cada vez que tengo o que un sujeto tiene,afectos que le parecen a sí mismo incomprensibles, cada vez que nopuede explicarlos, cuando no ha pasado nada y hay un afecto que saley no se sabe de dónde, cada vez que el humor exceda las razones queel sujeto pueda dar. Para resumir, cada vez que el sujeto no se puedereconocer en sus afectos.

Hay para cada sujeto lo que llamo una base afectiva que le es propia,familiar, como un color de la realidad en el cual el sujeto se reconoce,incluso si el color es negro, pero sabe que eso es él. Es la familiaridadde un tipo de afectos fundamentales, que proviene del fantasma, elfantasma que impregna toda su realidad y el sujeto no se sorprende deesos afectos, incluso si no sabe de dónde provienen, más bien podríadecir “eso soy yo”. Los afectos enigmáticos, al contrario, producenotro tipo de reacción: incredulidad y perplejidad en el sujeto mismo.

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La prueba por el amor

El más interesante de los afectos enigmáticos es el amor. Que elamor sea enigmático es una intuición que atraviesa los siglos y queLacan retoma, renueva. El amor, al menos como Lacan lo evoca alfinal del Seminario Aun, podrán ver cómo Lacan construye su ponen-cia de la última lección del seminario, habla del saber, habla de muchascosas y al final dice: “ahora hago un giro, voy a hablar del amor”. Laprimera vez que leemos eso no entendemos por qué, pero es perfecta-mente lógico. Ha hablado del saber inconsciente real y terminahablando de un afecto testigo del inconsciente real, entonces esperfectamente lógico. Y es siempre así en Lacan, a veces parece quehay una ruptura de desarrollo, pero siempre hay un hilo conductor. Enmi experiencia de lectora, siempre se encuentra el hilo.

Entonces, el capítulo que se abría con el enigma del saber –Lacandice el saber es un enigma– termina con el afecto enigmático conec-tado al enigma del saber. Sabemos que hay en la enseñanza de Lacanalgo como un juicio del amor que afirma la autonomía entre la escenadonde el amor hace mucho ruido y lo real donde desaparece. No se trataen este juicio del amor sólo de una constatación, son juicios éticos yen Freud también, hay muchos juicios éticos sobre el amor. Los doshan reconocido en el amor y en el gusto que tenemos del amor –porquequeremos el amor– una figura del desconocimiento de lo real, amigade la pasión de la ignorancia que no quiere saber, entonces tenemos latesis del amor engañador, ilusorio en Lacan. Pero al contrario, al finalLacan da una nueva aclaración y hace del amor un detector de losefectos del saber inconsciente. El amor –dice en “Televisión”– es unsigno, lo que importa en el amor es el signo. ¿Signo de qué? Podríamosresumir diciendo, el signo de los efectos del inconsciente y estosefectos se formulan por el esencial fracaso de la proporción sexual.

Voy a citar para que escuchemos un poco la voz de Lacan directa,estamos a 30 años de su desaparición y su voz está siempre presente.Cito una frase que deben conocer, traduzco a mi manera, improvisan-do: “lo importante de lo que reveló el discurso analítico consiste en esode lo cual nadie se debe sorprender, que se ve en todas partes, es quetodo amor se soporta en una relación entre dos saberes inconscientes”.

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Sigue: “He hablado en suma del reconocimiento a signos siemprepuntuados enigmáticamente de la manera con que el ser se encuentraafectado en tanto que sujeto del saber inconsciente”.

Entonces el amor sería un detector, una respuesta a la percepción dela manera con que el otro se encuentra afectado por la no proporciónsexual, por su destino de soledad, de exilio, de maldición, etc. Elmisterio del amor no se encuentra reducido a esto, pero se encuentrafundado en el misterio del inconsciente. Freud intentó reducir elmisterio del amor. Freud pretendía, esperaba mostrar los resortes deproducción del amor, cómo el amor se producía y nos propuso unmontón de cosas valiosas, mostró como el amor es repetitivo, pero elmisterio del amor, Freud no tiene nada que decir sobre el misterio delamor. Y Lacan con eso finalmente explica que el misterio del amorreconocido desde siempre es un revelador de los impasses que elinconsciente saber, no sabido, hace barrera a la relación sexual.

Entonces el enigma del amor responde al enigma del inconscientemismo. Hace del amor un índice, no de una inter subjetividad, pero síde un inter reconocimiento entre dos hablantes, no dos sujetos, sinodos hablantes. El amor sería como una sensibilidad que registra algode los efectos del inconsciente en el otro, a pesar de que estos efectossean inconmensurables. Entonces, las sorpresas del amor, hay sorpre-sa del amor, en sí mismas extrañas, se aclaran como signo de otroenigma, la del saber inconsciente, de su presencia y de su eficacia. Niel carácter repetitivo del amor, que Freud había percibido, ni lareferencia al fantasma nos permitía entender los enigmas del amor, esdecir, estas elecciones discordantes que a veces reúnen seres totalmen-te dispares relativamente a su mundo, a los semblantes, a su discurso.A veces hay así elecciones fortísimas que desafían toda explicación yla respuesta que da Lacan aquí es que es el encuentro, no de los rasgosque identifican a un ser en el mundo, sino al contrario, es el encuentroentre dos maneras de responder a los efectos de la lengua, estaobscenidad –como dice Lacan– que perpetúa las contingencias delorigen de la primera experiencia.

Finalmente, el amor sería un detector del núcleo de la singularidadinconsciente del otro. Lacan dice “sólo el afecto” –subrayo la expre-sión– permite registrar los efectos del inconsciente real que programa

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la no proporción sexual. Los efectos del inconsciente, lo podemosdecir con otra palabra: castración –palabra freudiana– pero tambiénsíntoma. Castración, goce que falta. Síntoma, goce que no falta, quese encuentra. Lo que Lacan llama real a veces son estos efectos sobreel goce de lo inconsciente real. Este real, en tanto fuera de lo simbólico,Lacan lo dice “antinómico a toda verosimilitud”. El término es fuerte:antinómico. Un sujeto busca su verdad en un análisis. La verdadsupone el objeto que falta, el objeto que hace hablar, pero del cual laverdad puedo sólo medio decir y Lacan define en el “Prefacio...” delcual hablaba: “el objeto se define como el objeto que falta.

En cuanto a lo real es la falta de la falta que sale sólo aquí comotapón”. Es una cita del “Prefacio a la traducción inglesa del Seminario11”. Pueden ver que Lacan retoma la expresión que había introducidoen la angustia, la falta de la falta. La utiliza para definir lo real y dehecho en lo real, que es un lugar donde no hay ni sentido ni sujeto, nohay falta. La letra idéntica a sí misma del síntoma, en su nudoBorromeo puesto en el plano, Lacan la escribe en lo real comoproviniendo de lo simbólico. Entonces, esta letra del síntoma no tienesentido, nada le falta, tiene sólo efecto de goce en el síntoma. Decir queeste real, falta de la falta, es tapón, es una manera de decir que obturaalgo, y lo que se obtura es siempre un agujero. En el nudo Borromeoel objeto que falta se encuentra inscripto también en el redondel de loreal como efecto del lenguaje y en este agujero surge la angustia. Sóloque está también el tapón, el tapón de una fijación del goce queproviene de la lengua íntima del ser hablante, la del síntoma.

Entonces decir –quería llegar a este punto– que lo real del síntoma,efecto del inconsciente real, decir que este real es antinómico a laverdad, significa que no proviene de la verdad y que entonces no se vaa resolver con la verdad. Concretamente significa que el núcleo delgoce sintomático de cada uno a pesar de haber sido fijado en algúnasunto de la vida al principio, en momentos de encuentros contingen-tes, este núcleo de goce no depende de la verdad biográfica, nodepende para uno de los avatares con sus lazos familiares, específica-mente, de papá, mamá y compañía. Entonces, la puesta a punto de suficción biográfica –en un análisis se hace un poco de eso, se construyela historia de los lazos con los padres, los abuelos y finalmente se

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resume un poco la historia, se la hace un poco más fácil de soportar aveces– pero en disyunción con la fijación de goce.

Entonces pueden elaborar su ficción biográfica pero eso no va acambiar el núcleo sintomático de goce. Sin embargo, este real seencuentra anudado a la verdad antinómica, se encuentra anudado en lamedida en que toca el cuerpo del sujeto, no toca el sujeto mismo, perotoca su cuerpo, el cuerpo que soporta al sujeto, como dice Lacan, elcuerpo lugar de este goce opaco. Hay una reserva sin embargo, todolo que se puede saber de la fijación sintomática de goce –si sigo biena Lacan– es elucubración hipotética. Lo que se descifra es elucubra-ción hipotética. Intento saber algo de los efectos de la lengua, perohipotéticamente. No puedo ni tomar la medida entonces, ni asegurarlos efectos de mi interpretación sobre mi propio goce. Entoncespodemos preguntar: este tapón de lo real ¿cuál es su función en elpsicoanálisis? y específicamente ¿en su fin? Creo que el tema seencuentra conectado con el tema del fin del análisis, además en el textodel “Prefacio...” Lacan habla del fin del análisis y del pase.

Una satisfacción que no engaña

Termino entonces con un tercer punto, Lacan propone un tercer tipode prueba por el afecto. Un tercer afecto que no engaña: la satisfacciónque marca –dice– el fin del análisis. Es una tesis fuerte, fortísima. Lasatisfacción que marca el fin del análisis, he desarrollado mucho estetema, lo resumo rápidamente. La expresión es una expresión equívo-ca. ¿Debemos leer que el fin produce satisfacción –no sería una grannoticia– o debemos leer que es una satisfacción específica que indicael final? Es la segunda lectura la buena creo. La satisfacción del fin–dice Lacan– es la satisfacción que permite poner un término alespejismo de la verdad. Es verdad que en un análisis corremos detrásdel espejismo de la última palabra de la verdad. Lacan diceque sóloesta satisfacción puede poner un término al espejismo de la verdad, esdecir, detenerlo. Detener el correr detrás del sentido en la asociaciónlibre interminablemente. Dice también que en el dispositivo del pasese trata de testimoniar de la verdad mentirosa, porque la verdad miente,no se contenta con ser siempre medio dicha, además miente, lo que es

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otra cosa. La mentira de la verdad tiene el hecho que el significante nologra captar lo real ¿Cómo se sabe que la verdad miente? Creo que nose puede saber la mentira de la verdad si uno no encuentra lo que nomiente y lo que no miente es lo real, que no miente por la sencilla razónde que no habla.

Es perfectamente lógica la construcción de Lacan. Lo real delsíntoma se manifiesta idéntico a si mismo, falta de la falta y entoncesel sujeto en el análisis puede convencerse a sí mismo, tomar en cuentala mentira de la verdad sólo si ha atravesado en el análisis, momentosde caída del sentido –es lo que intenta explicar el prefacio. Declararque uno ha percibido el fuera de sentido de lo real no sería una prueba.Hay una aporía del rendir cuenta de la percepción de lo real, como delacto además. ¿Cómo se atestigua que para uno el espejismo de la verdadno funciona más? Se atestigua sólo vía un cambio de satisfacción. Uncambio de satisfacción que toma valor de conclusión. No es la conclu-sión la que satisface, es la satisfacción que toma valor de conclusión. ¿Ycuál es el cambio de satisfacción? Es la caída de la satisfacción que setoma al correr detrás de la verdad, porque hay una satisfacción a estenivel de la palabra que busca la verdad. Y la frase de Lacan es sencillay puede permitir muchas reflexiones, les cito: “el espejismo de laverdad de la cual se puede esperar sólo la mentira, este espejismo notiene otro término que la satisfacción que marca el fin del análisis”.“No otro término” subrayo, quiere decir que no es por la vía de un saberarticulado que eso se manifiesta.

La satisfacción que marca el fin no tiene en Lacan ninguna otradefinición que poner un fin a la satisfacción del espejismo de la verdad,lo digo porque muchos colegas han empezado a preguntarse qué es lasatisfacción del fin y a intentar explicar lo que es la satisfacción del fin.Con Lacan en todo caso, podemos decir que es un cambio de satisfac-ción, el final de la satisfacción que ha sostenido todo el procesoanalítico. Su producción no obedece a ningún automatismo, es senci-llamente posible. Además, es una satisfacción propia a un particular,lo que quiere decir que no se puede dar una definición de estasatisfacción. Justo sabemos su función, pone un término a los amorescon la verdad. Manera de decir que el sujeto no cree más al sujetosupuesto saber, que ha salido de la hipótesis transferencial, que ha

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percibido que hay un saber sin sujeto real con efectos. El fin delespejismo indica que lo real fue tomado en cuenta, más bien que lanegación transferencial de lo real se terminó. Este pasaje no espropiamente dicho un pase al inconsciente real, nadie se instala en elinconsciente real evidentemente, pero es un pase no sin el inconscientereal o por vía del inconsciente real.

Entonces, subrayo que no se trata de un fin por vía del desciframien-to. Al final tenemos un sujeto desenamorado del desciframiento. Esuna satisfacción conclusiva, tiene lugar de conclusión, vale comoconclusión. Eso empuja al extremo lo que llamo la prueba por elafecto. Es la prueba del final vía un afecto, si entiendo bien el texto.Lacan precisa que el análisis debe producir esta satisfacción, que esuna urgencia, la urgencia de producir esta satisfacción de fin. ¿Por quéurgencia? En un discurso que lo menos que podemos decir es que tomasu tiempo, el discurso analítico. No es ironía por parte de Lacan, es quesi no producimos esta satisfacción de fin dejamos, después de años yaños, al analizante en los dolores y en los impasses de la fase terminaldel análisis. Y que Lacan evocaba ya desde la dirección de la cura lasdificultades de la fase terminal del análisis. No desarrollo nada aquísobre esta fase, termino mi ponencia (risas). Entonces digo sencilla-mente que la urgencia es no dejar al analizante pegado a correrinútilmente entre esperanza y desesperanza transferencial, detrás de laverdad toda. Es eso la urgencia, poner un final a eso. (Aplausos).

Presentador: tenemos un poco de tiempo, así que si alguien quierehacer alguna pregunta.

Público: primero, muchas gracias por la conferencia, que me dejómuchas preguntas y una que me quedó picando es esto que usted decíaen relación a cómo conceptualizar los afectos enigmáticos. Usteddecía que producían perplejidad en el sujeto que lo soportaba, incre-dulidad. Me pareció interesante, hay un punto en el que el tema que seme armaba es que desde esa perspectiva se podría escuchar la emer-gencia del afecto enigmático como un significante, si tomamos ladefinición de significante como aquello que produce perplejidad yplantea la pregunta de qué es lo que quiere decir en el sujeto, pero me

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parece que en todo caso la orientación que usted trae apunta, me da laimpresión, por eso la pregunta, a la responsabilidad del analista encuanto a cómo operar con esta emergencia que podría ser tomada porla vía significante si tomamos esta definición tan linda de Lacan deaquello que produce perplejidad y la pregunta de qué es lo que quieredecir, pero la indicación sería en todo caso sugerir la posibilidad deoperar de otra forma con estas emergencias, pero no sé si la seguíadecuadamente con esto.

Colette Soler: es verdad que podemos tomar como significante nosólo las palabras de la lengua y del lenguaje, pero que podemos montaren significantes elementos que no son elementos de la lengua y Lacanen un tiempo de su enseñanza lo decía. Hay un ejemplo en los Escritosde la bofetada. Una bofetada no es una palabra, es un gesto queatraviesa toda la historia generacional en una familia y Lacan dice queesta bofetada se puede tomar como significante. Yo desarrollé tam-bién este tema, pero creo que Lacan no se detuvo en eso porquefinalmente su definición fundamental del significante no es que puedeproducir perplejidad y hacer aparecer el qué quiere decir. Su definicióndel significante es la estructura diferencial, es decir, un elemento querefiere a otro, nunca solo. Por eso el significante solo, fuera de cadenaya es una paradoja, una dificultad en Lacan, pero la definición delsignificante es eso: el binarismo. Uno supone un S2 del cual difiere,se define por diferencia y en este sentido no se puede aplicar el afectoenigmático, me parece..

Presentador: ¿alguna otra intervención?

Público: quería preguntar qué piensa usted que pasa con la satisfac-ción pulsional después del final del análisis, qué destino tiene cuandoya no es la búsqueda de esa verdad y ya no es una desesperanza ni unaesperanza. ¿Qué es? ¿Qué destino puede tener?

Colette Soler: la primera cosa que quiero decir es que cuando Lacanhabla del goce sintomático, el goce opaco, del excluido del sentido, nose trata de la satisfacción pulsional, de ninguna manera. Las pulsiones

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si las queremos ubicar en el vocabulario de Lacan, las pulsionessostienen el eje del sentido y eso es casi explícito en el texto de Lacanen el seminario de “Los cuatro conceptos”, cuando dice, las pulsio-nes: realidad sexual del inconsciente. Nunca Lacan confunde realidadcon real, cuando dice realidad del inconsciente significa goce delinconsciente lenguaje. Entonces si las ubicamos en alguna parte en elnudo borromeo sería entre el imaginario y simbólico. ¿Qué pasa coneso al final del análisis? ¿Qué podemos decir? Hubo un momentodonde Lacan evocó el destino de las pulsiones después del análisis,pero creo que con las últimas elaboraciones podemos decir que no esdel lado de las pulsiones que se termina el análisis, es con el anuda-miento de la verdad y del síntoma real fuera de sentido. Ahora, al nivelde las pulsiones, como dice Lacan, hay una expresión linda, habla del“saldo cínico” del análisis en su reseña sobre “La lógica del fantasma”.¿Qué quiere decir? Quiere decir que el sujeto sabe que el gocepulsional se ubica sobre el objeto, es eso el saldo cínico y Lacan añadeque lo usa o no. Es decir que designa un beneficio del saber, el sujetoha aprendido en su análisis, el papel del objeto en las pulsiones que loaniman y con eso puede hacer diversas cosas. Entonces el saldo cínicono es la producción de un cínico. Es la producción de un sujeto quepuede hacer o no un uso cínico al nivel ético, entonces. Me satisfaceesta respuesta de Lacan. (Risas).

Presentador: ¿Alguien más?

Público: quería preguntar a Colette, poner en diálogo algo que Lacandecía en el Seminario 21, “Los no incautos yerran”, donde dice quedefine al amor, más o menos, como el encuentro entre dos saberesinconscientes que se recubren y quería ver si lo podíamos poner endiálogo con esto que usted decía del encuentro entre dos formas deresponder al inconsciente real como experiencia de amor.

Colette Soler: no tengo presente el contexto en el seminario de la frase“dos saberes inconscientes que se recubren”, no sé, la palabra debetener alguna significación antropológica. He releído este verano esteseminario, pero no me captó la frase que usted dice.

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Público: pensaba si quería decir más o menos esto que usted proponíacon el encuentro de dos formas de responder al inconsciente real, comootra forma de pensar el flechazo. El encuentro entre Dante y Beatriz,algo de esa lógica del flechazo, donde dos seres dispares se encuentrany se enamoran.

Colette Soler: El caso Dante y Beatrice evocado en “Television”ilustra la función del objeto a en el flechazo., pero no dice nada de laelección de tal o cual partener. Cuando hablamos del encuentro entrelos efectos de dos saberes inconscientes, los efectos ya incluyen larespuesta subjetiva. Los efectos del saber inconsciente en un sujetoson casi indisociables de la manera de soportarlo del sujeto. Másconcretamente, si estos efectos son de castración o de fijación de goce,la castración se percibe en un otro siempre a través de su reacciónsubjetiva, entonces la respuesta del ser se encuentra incluida en losefectos. Aquí los invito a releer en el seminario Aun el pasaje dondeLacan habla del amor. Hay dos pasajes donde Lacan habla del amor:termina el seminario, pero antes había hablado del amor a propósitodel amor homosexual de los amigos en Grecia y había ya comentadoque el amor era el encuentro con la manera de soportar la relación alser supremo que es el nombre del inconsciente en la antigüedad yLacan había evocado el ánimo, que el amor era como el signo delreconocimiento del ánimo, del coraje a soportar la relación al incons-ciente y vuelve a evocar eso al final diciendo “he evocado al coraje”–es una noción ética el coraje, incluye la reacción del sujeto– dice,“saber si se trata de coraje o sencillamente –sustrayendo la dimensiónética– si se trata de un encuentro entre dos maneras de ser afectados porel inconsciente”. Entonces Lacan mismo se pregunta hasta dónde elamor implica una dimensión ética, un reconocimiento ético y terminasin afirmarlo.

Presentador: bueno, creo que podemos liberar a Colette (aplausos).Reitero mi agradecimiento del comienzo, redoblado en este momento,en nombre de nuestra Institución y de todos los que colaboraron.

Trabajos

Arbitrados

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La sexualidad adolescente y su época

Marcos Koremblit

Tomando en cuenta la importancia de los procesos históricos socialesen la construcción de subjetividad, propongo en este trabajo pregun-tarnos acerca de la existencia o no de invariantes en nuestra prácticay en la clínica con adolescentes. Este interrogante cobra además unparticular relieve frente a las novedades que nos presentan los jóvenesen esta época en el campo de la sexualidad.

Haciendo un breve recorrido conceptual recordemos que Freud enlos Tres ensayos... de 1905 describió la sexualidad como acometida endos tiempos. Esta idea la enriqueció años después en “Moisés y lareligión monoteísta” de 1937, donde el período de latencia quedasituado como inherente al proceso de represión. A la manera deltrauma en dos tiempos, el segundo, vía retorno de lo reprimido, seráel puberal-adolescente.

La sexualidad adolescente en la actualidad prolonga su definición,en tanto este segundo tiempo es distinto respecto de aquello que Freudobservó en su época.

En términos generales cabe preguntarnos si la sexualidad adoles-cente hoy es realmente diferente, o estamos experimentando unaépoca donde habría una mayor tolerancia social hacia lo diferente, entanto lo que ayer estaba sumergido hoy lo vemos emergido.

Debemos trabajar la pregunta porque lo diferente nos suscitanuevos interrogantes:

La primera cuestión para pensar la sexualidad adolescente actualsería evaluar si es posible algún tipo de parámetro que nos permitaestablecer comparaciones respecto a cómo era la sexualidad adoles-

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cente en otras épocas. Esto nos obliga de entrada a definir cómoconcebimos a la sexualidad en su conjunto, es decir incluida en eldiscurso social de una época.

Empecemos definiendo algunos términos:1) cuando hablamos de sexualidad en psicoanálisis todos estaría-

mos de acuerdo que nos referimos a la psicosexualidad y no a prácticassexuales concretas: la sexualidad infantil tal como Freud nos la enseñóligada a conceptos como inconsciente, pulsión, castración, tramaedípica, etc.

2) La otra cuestión tiene que ver con incluir la sexualidad en laadolescencia: ¿es posible hablar de “la adolescencia” o convendríareferirnos a “las Adolescencias”? Esto lleva implícita la idea de laadolescencia como procesamiento subjetivo, singular, y no a laadolescencia como categoría. Así, y haciendo peso en lo singular,entiendo que existen múltiples y diferentes resoluciones posibles delas adolescencias.

Para acotar la discusión quisiera entonces reformular la preguntainicial re-evaluando si es distinta “la consulta” en relación a lasexualidad adolescente en esta época.

Con esto estoy intentando restringir mi exposición exclusivamenteal ámbito de la consulta psicoanalítica, entendiendo que “la sexuali-dad” podría ser analizada también desde muchos otros campos:sociales, antropológicos, sexológicos, etc.

El polo social lejos de ser un campo que podríamos excluir –ya queademás el discurso social está siempre presente y muy especialmenteexpresándose en nuestros consultorios– al menos pretendo darle algúntipo de especificidad en cuanto a la materia que a nosotros noscompete, es decir: la sexualidad adolescente para nosotros los psicoa-nalistas.

Sé que esto conlleva una división algo arbitraria ya que nosotrostambién estamos atravesados por cambios en el discurso social de laépoca que nos toca vivir. Volveré sobre esto.

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Material clínico

Dos viñetas clínicas: en ambas la consulta fue motivada porpreocupación por parte de los padres en cuanto a la “Identidad” sexual–término que habría que discutir– de sus hijos; en ambas los chicos semostraron poco o nada implicados en la preocupación que sus padrestraían.

Juan 17 años

Los padres consultan ya que hace un año aproximadamente Juanexpresó sus “dudas a nivel sexual”. Quieren averiguar si esto que lepasa es “propio de la edad” como les dijo alguien cuya opinión esvalorada por ellos.

La madre atribuye la responsabilidad a una sobrina suya, que eslesbiana, con quien Juan tiene mucha afinidad; esta prima lo llevó a unboliche gay donde conoció a un muchacho.

Esta situación la descubrieron a través de Inés, la hermana de Juan,quien le interceptó los mails de intercambio con el otro chico.

Definen a Juan como alguien bastante retraído, con pocos amigos,y más afín con las chicas, “que son más de su nivel” dice la madre. “Loschicos son más negritos”.

Con las chicas se junta a hacer las tareas. No le gusta el fútbol.Piensan que la prima fue quien lo indujo a “hacer todo esto”. Me

preguntan si conviene prohibirle que la siga viendo, y la madre agregaen relación al mail que le descubrieron: …“no puedo creer que mi hijoescriba esto… seguro que la prima se lo escribió”.

Cuando entrevisto a Juan me cuenta que está terminando el secun-dario y muy entusiasmado con la organización de su viaje de egresa-dos.

Proyecta estudiar una carrera ligada al arte, pero refiere que suspadres no están contentos con esta elección, ya que lo ven como unpasatiempo y nada más. “Pero yo no me guío por lo que dice mifamilia; hay que hacer lo que uno quiere” dice Juan.

Habla de la relación familiar a la que describe como buena, salvo

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con Inés con quien está enojado porque hace poco le hackeó los mails;“saltó todo lo de un chico y me quedé con mucha bronca, lo sentí comouna violación”.

“Me da bronca que ellos lo tomen como una enfermedad. Yo soyun chico y tengo que experimentar” agrega.

“Mis viejos le echan la culpa a mi prima, pero yo ya venía con estodesde antes; yo le pedí a ella que me lleve a bailar a un boliche de éstosy ahí conocí a Daniel. Con él es la única persona con la que me sientolibre.

Yo no sé qué me gusta, creo que es cuestión de experimentar.Me preocupa más por el tema familiar; tengo un tío que es gay y

drogadicto, y ellos lo asocian y entonces lo excomulgan.Y yo odio que me comparen con él. Lo que más bronca me da es el

prototipo que tienen: a mí la droga no me gusta y el alcohol tampoco.Ellos tienen el prototipo de gay, alcohol y drogas.

Yo no lo veo como un tema preocupante. Hoy está siendo un pocomás aceptado que antes.

Lo que más me preocupa es la familia.Además yo me pregunto: ¿por qué a un hombre le gusta ver dos

mujeres besándose, y no se banca dos hombres besándose?”.

Martín, 17 años también

Los padres consultan muy angustiados, ya que acaban de descubriruna página de videos gay en la computadora de Martín.

Lo describen como un chico muy tranquilo, poco sociable, al queno le gustan las salidas grupales “justificándose” con que se aburre yprefiere quedarse en casa.

Sus actividades favoritas consisten en bajarse programas o hacerpáginas de Internet. Se pasa muchas horas con la puerta de suhabitación cerrada.

Agregan que cada tanto Martín tiene unos desmayos, que ha sidoestudiado clínicamente y no se le ha encontrado ninguna causaaparente.

Siendo el menor de tres varones, el padre dice que Martín no tienela agresividad de sus hermanos; “se recluye, se aparta y no le gustan

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los deportes ni los juegos en grupo. Es bastante retraído y tímido y sumundo pasa por la PC y la televisión”.

Agrega que ellos son tranquilos también, con poca vida social.La madre agrega que Martín tiene una amiga virtual con la que

habla todo el día.El padre dice que “Martín nunca mira a las chicas, que él lo ve como

neutro, lineal y por eso la sorpresa tiene otro sub-mundo al lado tuyoy ni te enterás. Antes nos preocupaba que no tuviera amigos y ahoranos preocupa que sí los tenga” (en relación a algún posible contactohomosexual).

Refieren que siempre se relacionó mejor con sus compañeras,aunque tampoco parece establecer contactos demasiado cercanos.

El padre dice que intentó de chico llevarlo a jugar al fútbol y queMartín accedía sólo “para cumplir” con él. Sus hermanos, en cambio,son excelentes deportistas.

Refiere también que él es muy tranquilo y que nunca antes pensaronen consultar para “no cargarlo de problemas” a Martín.

Es evidente que el descubrimiento del tema gay en Martín implicóun impacto enorme para estos padres; parecía como si pusiera endescubierto algo que hasta el momento había sido desmentido.

Cuando entrevisto a Martín, me encontré con un chico pocomotivado a la consulta, solo trayendo el tema de los desmayos, siendoque éste fue el motivo por el cual sus padres le dijeron que vendría.

Frente a esta perspectiva intenté durante un tiempo mantenerentrevistas con Martín por un lado, y con los padres por otro, las queabandonaron a poco de andar.

La madre en parte avalaba el retraimiento y la exclusión social deMartín ya que de este modo, no se exponía a “…posibles robos quepodrían sucederle…”

Discusión metapsicológica y psicopatología adolescente

Clásicamente frente a consultas de este tipo solíamos hacer unprimer nivel de discriminación conceptual: o las pensábamos entérminos de acting-out –puesta en escena como expresión de una

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conflictiva actual– o intentábamos precisar si se trataban de trastornosdel orden de “la identidad”, en el posicionamiento sexual, como algomás definitivo o por lo menos que compromete en mayor medida alsujeto en su conjunto.

Otra manera clásica de aproximarnos a esta clínica fue a través deconceptos como “recursos maníacos”, del lado de la negación yomnipotencia, donde la angustia queda depositada en los padres por unpredominio en el uso de la identificación proyectiva.

¿Es posible pensar la clínica adolescente de esta manera o es unproblema de perspectiva? De este modo nosotros, los adultos, los deotra generación somos quienes designamos manía, escisión o nega-ción allí donde un paciente no se problematiza, siendo que además,éste resulta un mecanismo por excelencia en el transcurrir adolescente.

¿Estaremos atravesando una época en que habría que buscar otrascategorías conceptuales para designar fenómenos que no conocemoso nos cuesta entender, y que nuestro andamiaje conceptual, clínico ypsicopatológico habitual no alcanza a cubrir?

¿O utilizando nuevos ropajes imaginarios –tan alejados del recuer-do de nuestra propia adolescencia– la clínica actual recubre con mayorespesor las mismas constantes estructurales que sólo se mantienenocultas tras ellas?

Acerca del síntoma

¿Donde está el síntoma? ¿Quién lo porta? ¿Es posible pensar unanálisis en el que no exista una implicación subjetiva en el síntoma, porparte de quien consulta? Estas preguntas nos obligan a evaluar quépensamos respecto del síntoma en situaciones clínicas como laspresentadas, y por otro lado y en asociación con ello, a formularnoscómo operar, es decir nuestra posición como analistas ante este tipo deproblemáticas.

Un primer intento de respuesta, que no pretende para nada serdefinitiva, es considerar el clima en el que el relato de las escenassucede, cuán involucrado está el paciente con el síntoma supuesto, ysi hay o no producción de angustia en relación al mismo.

Las viñetas presentadas dan cuenta de la ilusión de adolescentes

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que investigan libremente un posible menú de posicionamientossexuales para después elegir. Así Juan nos habla de “su necesidad deexplorar”, que podemos creer o no, en el sentido de verlo mucho másdefinido en su posición sexual de lo que él mismo puede estardispuesto a reconocerse –o frente a nosotros en tanto representantesdel mundo adulto.

Igualmente esto nos obliga a evaluar esta problemática también, ytal como Juan lo formula, dentro de la necesidad adolescente de crearun espacio de exploración y de investigación. Nuestra función consis-tirá en esperar, respetar y acompañar un tiempo de moratoria antes deencasillar psicopatológicamente lo que todavía desconocemos quécauces y derivaciones tendrá.

La situación de Martín se presenta más compleja. En éste los padresestán muy involucrados en una modalidad de funcionamiento quetendería a reforzar el aislamiento del chico y que sólo se ve cuestiona-do a partir de los desmayos aparentemente sin sentido, o con laaparición de la Página gay en la familia.

Posicionamiento sexual en la adolescencia

Tal como antes planteé: ¿es lícito que hablemos de “Identidad”tanto en el campo sexual como en la adolescencia en particular?Sabemos del riesgo en el uso de este término al suponer consistentealgo que en realidad no es, sentenciando algo de manera definitiva, deuna vez y para siempre.

Este tema además resulta especialmente complejo cuando desexualidad estamos hablando. Entiendo que la identidad, lejos de serconocida, será algo que podrá ser reconocida “a posteriori” en elmejor de los casos. Con esto quiero subrayar lo problemático queresulta el término identidad, en tanto estamos discutiendo unatemática, la sexualidad, que siempre tiene algo de enigmática,ambigua y misteriosa.

La posición del analista también debe moverse en el mismo terreno,con la incertidumbre que esto conlleva, y sin ofrecer respuestas clichépre-establecidas que intenten ordenar la cuestión de la sexualidad quetiene algo desordenado ya por definición.

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Además es justamente en la adolescencia donde “la identidad” severá cuestionada, conmovida, así como en todo análisis que se preciede tal. El joven llegará a la adolescencia con los títulos en el bolsillopara ser usados, y habrá que ver entonces cómo se irán jugando lasdistintas cartas identificatorias. La “Identificación” en tanto respuestaa un enigma, será entonces un intento de estabilización a través delIdeal, que lejos de ser fijo, es siempre oscilante y engañoso.

Siguiendo con esta línea: ¿podemos pensar la adolescencia comoun momento donde ya es posible adscribirle al sujeto un posiciona-miento sexual definitivo?

En la adolescencia se expresarán corrientes pulsionales que proba-blemente se venían manteniendo –durante y– en latencia y que haráneclosión a partir de ahora, o incluso después también. En este momen-to vacilarán las respuestas y el orden de creencias que el sujeto creíatraer consistentes desde la latencia.

También deberíamos pensar la cultura creando condiciones ycondicionantes que asistirán a la puesta en obra del posicionamientosexual.

Nuestro motor será investigar cuál es el deseo en juego, sabiendoque éste puede no necesariamente coincidir con el deseo de los padres,expresión de la trama social en la que los padres también estáninmersos.

En la adolescencia la enunciación todavía puede estar dada desdeafuera y el sujeto todavía no estar en condiciones de tomar unaposición propia, singular y mucho menos definitiva.

El posicionamiento sexual deberíamos pensarlo en relación a lacastración y en la aceptación o no de la misma, y no en base a conductassexuales, cuyo significado siempre enigmático, habrá que incluirdentro de una trama significante.

Lugar de los padres

Situaciones clínicas como las presentadas nos hace pensar encómo, cuánto y de qué manera incluimos a los padres en los tratamien-tos con adolescentes. El trabajo de cada cual habrá que pensarlo dentrode su propia singularidad, pero un primer nivel de aproximación

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seguramente rondará en el tema de los Ideales de los padres, como algoa ser trabajado de manera intensa y sostenida.

Una posible manera de conceptualizar estos fenómenos clínicos esla que algunos autores describen como inversión de la escena primaria.En éste son los padres quienes desde sus propios celos y curiosidad,pretenden incluirse en la habitación de sus hijos al no tolerar laexclusión.1

“Un individuo joven sale de la adolescencia cuando la angustia de suspadres no le produce ningún efecto inhibidor” dice Francoise Dolto.Entiendo que intenta tomar como referencia para el final de la adolescen-cia cuando un joven se puede independizar de los movimientos deangustia de sus padres. Su angustia dependerá ya de sus propias señalesy no de la de sus padres, tanto concreta como metapsicológicamente,como un mayor logro en su posición subjetiva.

Los adolescentes actuales han nacido en medios donde la influen-cia, entre otros, de Internet y los medios de comunicación ligados a laimagen y al instante, nos obliga a volver a pensar muchos de losparadigmas que creíamos tener y desde los cuales nos sosteníamospara entender la producción de subjetividad adolescente.2 Esto llevade manera asociada una inversión en cuanto al lugar del saber queantes creíamos tener posesión exclusiva los mayores.3

La organización de ciertas pautas, tiempos y espacios con la que lospadres fueron educados, los hábitos y ciertos primeros vínculos fueradel hogar, en el caso de sus hijos, hoy no resulta. Antes los padres se

1 Carlos Moguillansky en relación a la posición del sujeto en la escena primaria, ybasándose en conceptos de Benito López, diferencia espacio de intimidad de área dereserva.En esta última “…predomina un juego de exhibiciones y escondidas con intención deconvocar a un tercero y desplegar así una permutación de los términos de la escenaprimaria…” (C. Moguillansky, 1995).

2 “Su tiempo no será el desarrollo diacrónico del relato, en el cual un significante remitea los siguientes o a los anteriores, sino el despliegue sincrónico de la imagen, instantánea,fugaz, y por eso mismo inestable; desplegada no ya en el tiempo, sino en el espacio…”(Leivi, M, 1995).

3 Los psicoanalistas post-kleinianos han estudiado la relación con el saber de los padres,a raíz de la caducidad del saber como un indicador metapsicológico del comienzoadolescente (Aryan, 1985, Meltzer 1998, etc.).

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sentían autorizados por un cierto saber recibido. Podían intentardominar el espacio y el tiempo de los hábitos de sus hijos.4

En tanto adultos el mundo de los jóvenes se presenta, por momen-tos, tan ajeno que impide el intercambio. Estos fenómenos si bien noson actuales –ya en la década del 50 sociólogos americanos describíana los teenagers y a sus modos de expresión como viviendo “en unmundo aparte”– hoy tienen una cualidad distinta y novedosa: utilizanla tecnología como forma de comunicación, boliches, cibercafés yotros lugares de encuentro ajenos a nuestros códigos, nuevos lengua-jes y modas como forma de expresión.5 Igualmente valdría la penadiscutir acerca del “saber” del que nos ocupamos los psicoanalistas,siempre supuesto, ilusorio y distinto del saber de las ciencias y –en estecaso– del saber que en relación a las nuevas tecnologías los jóvenescreen poseer, absoluto y que se manifiesta más en el terreno de lasdestrezas.

Adolescencia, grupo y discurso de época

La sociedad desde siempre ha adoptado actitudes disímiles encuanto a la sexualidad se trata. Así nos encontramos con épocas en losque ciertas prácticas sexuales eran legitimadas, mientras que en otras,las mismas han sido condenadas y hasta demonizados quienes lasllevaban adelante.

4 Algunos autores subrayan el concepto de “otredad” en tanto expresión de códigos que noconocemos, y a los que nunca accederemos más que en su significación en un nivelsuperficial. Así describen que las sub-culturas a las que no pertenecemos, nos planteanuna “otredad” a pesar de los grandes códigos compartidos. Estaríamos excluidos de esteambiente sub-cultural en lo que atañe a sus signos particulares, sus percepciones y susprácticas. Definen “otredad” al desencuentro entre generaciones y destacan que en tantolos adultos no somos nativos de la cultura de la noche de hoy, somos nativos de otracultura, y ésta se nos presenta opaca. Destacan la importancia de aceptar ese hechocultural, es decir, “la presencia de otro cercano cuyos códigos no comprendemos”(Margulis, 2005). Así planteado el objetivo pasará entonces por ver la manera deconversar con los nativos, o sea, “reconocer su otredad” (Clifford Geertz, 1990), admitirsu existencia y legitimidad, su sistema de percepción y comunicación.

5 Balardini define una nueva clase de especie urbana a la que llama “Ciberchabones” queserían una mezcla de counterstrike con aires de cumbia, o el rockerito que enfada a susvecinos haciendo barra en la puerta del ciberlocal.

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0 “Los hombres se parecen más a su época que a sus padres” diceMarc Bloch (1949) citando un proverbio árabe, en su Introducción ala Historia.

Obviamente que parecido no es idéntico, y que el sujeto se consti-tuirá entre aquello que sus padres hacen, aquello que no hacen, suspropios ideales, así como también a la época que les toca vivir. Perovale la pena trabajar la antinomia entre “padres” y “época” paraentender algunos de los fenómenos que hoy estamos discutiendo,ligado además a ciertas prácticas, que en relación a la sexualidadadolescente, estamos observando.

El ideal social antes soportado por el adulto, parece habersedesplazado hacia el adolescente. En ambos casos, en que las piezas nose encuentran en los lugares que solían frecuentar, el enroque dificultalos necesarios procesos de diferenciación y confrontación adolescen-tes.

Respecto de la necesidad de integración social de nuestros jóvenes,cuando los modelos reinantes promueven la ilusión de una realizaciónindividual con prescindencia del colectivo social, la promesa deidentidad que dichos modelos encierran muchas veces desemboca enla masificación, que en el caso del adolescente se presenta bajo lamodalidad alienante de las tribus urbanas (D. Rodriguez, 2010).

En éstas observamos, no sin algún grado de perplejidad, fenómenosde unificación y masificación imaginarias donde los jóvenes adhierena los modelos de la época, y donde lo importante pasará por sentir queno quedan excluidos del juego social que les toca vivir, quedando losadultos como observadores pasivos de fenómenos que siempre sonvividos con algún grado de ajenidad.

Valdría la pena discutir si estos fenómenos los consideramosactuales o si cada época no tuvo desde siempre su propia producciónen serie a la que los jóvenes tienden a adherir, y en la que los adultosquedamos excluidos por definición.

Marc Bloch destaca en su libro, cómo ha aumentado la distanciageneracional, en lo que llama el “…intervalo psicológico entre lasgeneraciones, a partir de las revoluciones sucesivas de las técnicas…y concluye que… la distancia de los antepasados puede imprudente-mente concluir que se ha dejado de estar determinado por ellos…”,

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entiendo que haciendo más peso en la balanza a favor de la “época” talcomo él lo concibe.

Algunos autores del campo social estudiaron la noche urbana, laque resulta un espacio elegido por los jóvenes por su mayor privaci-dad, al predominar en ésta, cierta ilusión liberadora y sensación dedominio en contraposición al tiempo diurno dominado por los adultos.Subrayan que “los jóvenes no ofician su propia fiesta, no crean susreglas, no regulan su espacio, siendo sólo actores de un teatro ajeno”.Así piensan que los jóvenes aceptan pasivamente reglas que no hancreado a través de rígidas formas de admisión o exclusión, con códigosa los que deben someterse, adaptarse, mimetizarse, para ser elegidos,para tener éxito, para “ser miembros” (Margulis M., 2005).

Agregan que las ofertas para la diversión están construidas y losescenarios donde despliegan su urgencia por encontrar un lugar entresus pares, de integrarse, para construir señales de identidad, sondeterminadas por otros intereses que aprovechan la necesidad deljoven de protagonismo.6 En este esfuerzo de adaptación la cultura dela noche genera un efecto de aculturización, una socialización para seraceptados, para pertenecer, para no ser excluidos. 7

Así la noche, lo que se ha dado en llamar “la nocturnidad” actual,es un ámbito en el que el interjuego entre el mercado, protagonistacentral de nuestra era y presente permanentemente en nuestra existen-cia y en nuestros más mínimos actos, y las ilusiones adolescentesacerca de la existencia de espacios libres de la intrusión del mundoadulto, los hace ingresar en un espacio promovido, regulado y “capi-talizado” por otros (Rodriguez D., 2010).

6 Estos temas se enlazan con la idea de “neotribalismo”: como “sensibilidades compartidasy emociones vividas en común, donde lo importante es, entonces, compartir el territorio,sea éste real o simbólico. (Maffesoli, 1988).

7 Otros autores como Sergio Balardini cuestionan la idea de “juventud como transición”.Plantean incluso que desde esta posición, cada etapa de la vida no podría ser entoncesconsiderada, desde la misma perspectiva “de pasaje”. Consideran a la juventud comoentidad propia, cada vez más prolongada y diferenciada en las sociedades contemporá-neas. Reconsideran así también la idea de moratoria, la que para ellos tendría la intenciónde encuadrar la noción de juventud dentro de ciertos límites por la amenaza que este“rebasamiento” podría implicar.

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Esta perspectiva describe además un aspecto de la juventud que serefiere a la necesidad de socializar. En el psicoanálisis con adolescen-tes sabemos que éste es un parámetro que nos interesa muy especial-mente, en tanto su ausencia puede ser desde un indicador de algúnaspecto preocupante, pero transitorio, hasta un signo de alarma entanto no se va desarrollando en toda su dimensión, con el riesgo de unposible aislamiento social; el remodelamiento psíquico implícito en laadolescencia produce una externalización de los conflictos intrapsí-quicos y es a través de la socialización con la consecuente proyecciónen el grupo de pares, la manera en que éste se irá tramitando. Asimismoel “esfuerzo de adaptación” al que hacen mención los autores citados,podríamos pensarlo metapsicológicamente como propio de un mo-mento vital en el que necesariamente surgen las esclavitudes aluniformismo y el culto a la moda del subgrupo para evitar la “anomiatransitoria”, como un intento de estabilización identificatoria en algúntipo de tribu urbana, frente a los fenómenos de desidentificaciónpropios de la adolescencia por la destitución de las figuras superyoicasy sus ansiedades consecuentes.

La adolescencia al poner en jaque los posibles referentes queacompañaban la latencia en un plano de certeza y omnisciencia, yque permitían mantener la creencia en una estabilidad y unailusoria identidad, hoy obliga al joven a una nueva búsqueda deelementos reaseguradores y evidencias de su pertenencia a una“mítica normalidad” (Moguillansky, C. 1995), es decir búsquedasde naturaleza especular, que suponen consistentes donde tranqui-lizarse, a partir de creer encontrar semejanzas que calmen laangustia propia de sentirse diferente que este período naturalmenteconlleva. La comunidad adolescente le brinda así un reaseguroimaginario en este plano.

Encuentros y desencuentros generacionales

Situaciones clínicas como las presentadas, así como tantas otrasproblemáticas en la adolescencia, pueden frecuentemente llevar a queel desencuentro generacional se instale. Los jóvenes discurren enton-ces por la omnipotencia defensiva propia de su desarrollo, potenciado

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en algunos casos por la sensación de que son los únicos que conocenun mundo que sorprende a los adultos.

A su vez muchos adultos extrañan el lugar que los mayorescreyeron tener en otras épocas y no atinan a encontrar otros desdedonde participar en la escena familiar, que es en última instancia, ysobre todo a partir de la adolescencia de los hijos, a la vez, escenasocial.8

Los adultos en este movimiento, si se dejan llevar por estossupuestos, corren el riesgo de terminar dejando a los jóvenes solos antelas dificultades que ofrece la estructura social a la posibilidad deintegración.

Pero el adolescente que cuestiona a sus padres sólo “se muestra”autónomo. Lejos de serlo necesita una presencia que lo acompañe, queesté allí, mientras intenta que su omnipotencia infantil defensiva,después de dar una dura batalla, se organice alrededor de un proyectoidentificatorio que guarde alguna posibilidad de resonancia con elmundo y la época que lo rodea. Las generaciones “en relación”, hoyen día, tienen por delante el difícil desafío de construir un idioma quefacilite una traducción existencial en el que ambas enfrentan enigmas.Y los psicoanalistas tenemos bastante para aportar allí a partir delmodelo de producción de síntoma del que partamos, de la concepciónque tengamos acerca de lo que enferma y por ende cómo favorecer elcamino de la cura.

Adolescencia e Internet

No podemos dejar de mencionar los fenómenos que observamos,bastante perplejos a veces, respecto de la manera como nuestros

8 Peter Blos ya decía en 1969: “…la creación de un conflicto entre las generaciones y suposterior resolución es la tarea normativa de la adolescencia. Su importancia para lacontinuidad cultural es evidente. Sin este conflicto no habría reestructuración psíquicaadolescente…” (Blos, 1979).Esta idea da por tierra con las ilusiones de armonía entre padres e hijos en la crisis de laadolescencia, y nos recuerda que el desencuentro entre ellos no es contingente, sinoestructural e imprescindible para la continuidad cultural y el proceso de reestructuraciónpsíquica adolescente (Rodriguez D., 2010).

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jóvenes utilizan Internet en relación a la temática que hoy estamosdiscutiendo. El impacto de las nuevas tecnologías de comunicación sehace sentir en el proceso evolutivo adolescente, en su sexualidad, enlos motivos de consulta, y en los ideales de jóvenes y adultos.

Sherry Turckle (1997) en su libro La vida en la pantalla le dedicaun capítulo a “Sexo virtual y problemas de género”. Allí describeexperiencias de distintos usuarios que utilizan Internet para “jugar” aser de otro sexo y que tienen como finalidad averiguar “cómo se sientesiendo ese otro”.

Compara estas situaciones tan complejas, que no son nuevas a suentender, con la novela de Shakespeare “As you like it”, en el que elpersonaje de Rosalind era interpretado “…por un muchacho queinterpretaba una joven que interpretaba un muchacho que interpretabauna joven para que pudiese tener una conversación amorosa con unchico…” Se realiza así un juego de trasvestismo sexual, similar alpracticado por muchos usuarios actuales de Internet, en el afán deindagar acerca del deseo del otro. Tomando como referencia estacomedia escrita hace cuatrocientos años, la novedad parecería elaporte de la sofisticada tecnología actual, que brinda los elementospara una mejor puesta en escena de los interrogantes del procesoadolescente, siempre presentes.

Psicoanálisis de la sexualidad adolescente hoy

Como planteara al comienzo y en calidad de interrogante creo quecabría pensar si estamos observando una nueva problemática clínica,o lo problemático es aquello nuevo que conmueve a los padres en lasconsultas por sus hijos, y no necesariamente a ellos.

O tal vez lo nuevo tenga que ver con la necesidad de re-pensar lamanera cómo concebíamos desde el psicoanálisis la sexualidad ado-lescente antes, respecto a cómo la concebimos ahora, si se presentadiferente la sexualidad, o si nuestra observación es diferente hoy.

Esto habría que tejerlo también con la discusión acerca de si existeuna nueva metapsicología, en tanto la represión no se instauraría talcomo acostumbrábamos observar, produciéndose así una nueva varie-dad de cuadros psicopatológicos y nuevas formas de subjetividad, o si

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manteniendo las mismas constantes estructurales las neurosis clásicassólo se amoldan a nuevas formas sociales que en un intento de sortearla represión, encuentran nuevas modalidades de expresión. 9

A manera de cierre debemos no perder de vista que es el sufrimientoel único motor para el análisis. Al momento de la consulta deberíamospreguntarnos ante qué formaciones neuróticas nos encontramos ycuáles son las posibilidades de operar en torno a ellas.

En otros términos, realizar una exploración de la estructura psíqui-ca para saber si hay condiciones de operar psicoanalíticamente:formación de síntomas y sufrimiento, indicadores de la instalación deuna represión eficaz y del funcionamiento de un aparato psíquicoclivado en dos sistemas en conflicto.

En el mismo sentido preguntarnos cuál debe ser nuestra posturaante la demanda del paciente “en ese momento” de la consulta. Pensarsi están dadas las condiciones para la instalación de un análisis y tomaruna posición acerca de la decisión o no de comenzarlo.10 Esto nospermite evitar posibles adoctrinamientos, para que sea el deseo decada quien, singular, lo que le permita una elección con el mayormargen de libertad posible.

Siempre estamos expuestos al riesgo de pretender crear de manerasupletoria, sujetos en serie, según nuestros propios modelos e ideales.Esto tiene un plus agregado en cuanto a suponer cómo la sexualidaddebería ser, cosa que en realidad desconocemos. Habrá que pensarentonces en múltiples y diferentes resoluciones posibles de las adoles-cencias, y tal vez de la sexualidad también.

9 Desde el campo de la historia Ignacio Lewkowicz decía “…si se perturban los saberesestablecidos sobre el sujeto y sus padeceres es porque en rigor constituyen patologías deotro tipo de sujeto…” (I. Lewkowicz, 2004).

10 Marie-Cecile y Edmond Ortigues subrayan el valor de las entrevistas preliminares en estaetapa de las consultas, jerarquizando la importancia que el paciente llegue a “…tomar unadecisión que sea la suya…” (Ortigues, 1986), tomando en cuanta los fracasos terapéuticosque se producen cuando se pretende aplicar el dispositivo y el paciente aún no estápreparado para enfrentar las consecuencias que esta decisión lleva implícita. Si bien estaconceptualización la refieren a los análisis de niños, creo que es igualmente aplicable ala clínica con adolescentes.

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La máquina subjetiva

Carlos Maffi

Las invenciones tecnológicas nacen frecuentemente de un deseocolectivo que aparece expresado de mil maneras en la cultura muchotiempo antes de concretarse en objetos reales. Una nube de literatura,de cine, de mitos populares, de gacetas y folletos e incluso de ciertasorganizaciones sociales de divulgación, han preanunciado los viajes ala luna, los submarinos, los robots o las computadoras años antes deque todas estas cosas se hicieran realidad.

Ese deseo colectivo delata en los sueños su fuente genética sexualen donde los aparatos y las herramientas aparecen generalmenterepresentando al cuerpo propio, como una especie de prolongaciónideal de éste, que sirve para mejorar sus destrezas y suprimir suslimitaciones. Las carencias, el dolor, las limitaciones físicas y final-mente la muerte, propician el desarrollo de dispositivos capaces deremediar las falencias de lo natural.

La comparación entre el cuerpo y la máquina viene desde muy lejosy fue refrendada en su forma actual por Descartes, para el que losanimales funcionaban como máquinas, al igual que el cuerpo humano,y se oponían en su mecanicismo, justamente, al laberinto de espejossubjetivos de la mente. El dualismo cartesiano no se define solamentecomo la oposición entre cuerpo y alma sino también como aquella queenfrenta a la máquina con la mente. Así, las láminas médicas del sigloXVIII muestran un cuerpo humano representado como un conglome-rado de máquinas colaborando en armonía: los dientes son tijeras, elestómago una botella, el pulso un reloj y el sistema circulatorio una

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bomba hidráulica.1 Maquinas-cuerpo, máquinas órgano, máquinas-mente, y una larga lista de etcéteras pueblan hoy nuestra vida cotidianaen una relación que los especialistas vaticinan como siendo cada vezmás estrecha.

A medio camino entre el narcisismo de vida y el de muerte, esteideal pasa por una fusión cada vez mayor entre el hombre y la máquinay tiende a culminar en la creación de un doble, en la reproducciónmisma de la vida humana por el ser humano de la que la historia hahablado desde siempre.

Los autómatas de todas las épocas, desde los dioses articulados delos egipcios hasta el ENIAC, pasando por los juguetes de Architas, losrelojes con humanoides del renacimiento, los muñecos articulados deVaucanson y de Jaquet-Droz, el hombre-máquina de Julien de LaMettrie o el mismísimo Frankenstein, han estado siempre rodeados deuna especie de aura mágica y han hecho soñar con construir unamáquina similar al hombre.2 Los cuentos de Hoffmann, de Poe, deVillier de l’Isle Adam, son ejemplos magníficos de esta aspiración.

En las últimas décadas la tecnología nos ha proporcionado al rey deestos aparatos, la computadora, que ha llegado para emular, perfeccio-nar y consagrar, al órgano más cotizado desde el siglo de las Luces: elcerebro. Con el ordenador disponemos de una mente eficiente y veloz,que nunca olvida nada, que no se equivoca jamás y que tiene todo bajocontrol. Los sueños se sirven de él para representar a un cerebro sininconsciente y con capacidades cognitivas ilimitadas, cuya velocidades metáfora de inteligencia y símbolo de potencia sexual, su memoriaofrece un antídoto para la represión, flagelo que castiga a su homónimabiológica, su capacidad de conexión representa poderes sexuales o deseducción, etc. etc. Vemos muchas veces en la clínica de la adolescen-cia que, en el imaginario de los jóvenes de nuestra época, la potenciade los modernos ordenadores vino a reemplazar a la que, en los años50, 60 y 70, se les pedía a los coches.

1 Sibilia, Paula (2005) El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologíasdigitales, Buenos Aires, Ed. Fondo de Cultura Económica. 2005, p. 67.

2 Ruyer, Raymond (1954) La cybernétique et l’origine de l’information, Paris, Ed.Flammarion. 1945, p. 29.

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Para nuestro modelo psicoanalítico pues, es el cuerpo el quefunciona como patrón mientras que la máquina es la que lo copia. Lasubjetividad se apropia de ella dándole un sentido inconsciente más omenos privado, infiltrándola, humanizándola. En su muy bello librosobre las nuevas subjetividades creadas por los desarrollos tecnológi-cos, El hombre postorgánico, la antropóloga Paula Sibilia hace elrecuento de las esperanzas últimas puestas en este tipo de aproxima-ción: la inmortalidad de la mente que, una vez despojada de lacaducidad del cerebro vivo, terminará un día siendo capaz de seguirexistiendo reproducida completamente en un soporte digital.3

II

Y bien, desde hace algunas décadas venimos escuchando hablarcada vez más de una teoría de la subjetividad que recorre el caminoinverso. De una teoría que, partiendo del aparato, crea con éste unmodelo de la mente que lo duplica: el cognitivismo. Al revés que elpsicoanálisis, la psicología cognitiva pone al ordenador en el lugar delmodelo y sostiene, desde su misma fundación, que la mente humanano es más que un ordenador vivo, orgánico, cuyo funcionamientovendría a ser una imitación fiel de la máquina: “[el cognitivista] creeque el ordenador es de una importancia crítica para comprender lamente humana. No solamente los ordenadores son indispensables enlas investigaciones de cualquier tipo, sino que, y esto es todavía máscrucial, el ordenador es también el modelo más viable del funciona-miento de la mente humana”.4 La analogía se llevará después muchomás allá: si el cerebro debe ser considerado como el chip, como launidad central, los órganos de los sentidos ocuparán el lugar de losperiféricos de entrada de datos e, inversamente, el esqueleto y lamusculatura representarán a los periféricos de salida con los cuales seproducen las acciones en el mundo ordenadas por aquélla.

No hay que caer en el error de pensar que se trata sólo de unametáfora. Es una toma de posición fuerte, de primer grado, muy real,

3 Sibilia, Paula (2005), op. cit, p. 50.4 Gardner, Howard (1993) Histoire de la révolution cognitive, Paris, Ed. Payot. 1993, p. 18.

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es una decisión epistemológica que recorta a un objeto y a un sujetomuy diferentes de aquéllos con los que trata el psicoanálisis y por esola relación entre subjetividad y máquina aparecerá como invertidarespecto de lo que acabamos de describir. Tres ejes fundadores de lahistoria del cognitivismo nos permitirán comprender mejor este he-cho.

El primero tiene que ver justamente con la concepción de unamáquina: la máquina de Turing. Su inventor, Alan Mathison Turingfue un joven y brillante matemático inglés reclutado por el ejército desu país para descifrar códigos secretos enemigos durante la SegundaGuerra Mundial. Intentando resolver un importante dilema matemá-tico, Turing imaginó una máquina capaz de calcular proposicioneslógicas y de arrojar sus resultados de forma completamente mecánica.

Aunque fue sólo una máquina abstracta que no llegó jamás afabricarse, a partir de la publicación del artículo en la que Turing ladesarrolla, en 1936,5 se convertirá rápidamente en la demostraciónpalpable de que el pensamiento simbólico y complejo del hombrepuede ser modelizado matemáticamente mediante algoritmos y repro-ducido mecánicamente por aparatos.

Lo que inventó Turing fue el modelo del primer ordenador y lo quesugirió con él es que, si incluso un procedimiento complejo como elcálculo simbólico puede ser realizado por un autómata, entonces quizála consciencia, el alma, las emociones y todos los demás conceptosdualistas con que nos manejamos a diario, no sean realmente necesa-rios para explicar las maravillosas tareas que realiza la mente humana.

Es algo que en una época como la nuestra, plagada de máquinasautomáticas de todo tipo, experimentamos sin dificultad cada día: lainteracción que tenemos con ellas es hoy tal que podemos fácilmentecaer en la trampa de creer que vivimos una experiencia de “comuni-cación” mientras las operamos, cuando en realidad estamos trabajan-do con un sistema que no responde más que a impulsos electromecá-nicos y que no puede “comprender” nada de lo que le decimos ni de loque nos responde.

5 Turing, A.M. (1936) On Computable Numbers, with an Application to the Entscheidungs-problem, in Proceedings of the London Mathematical Society. 242: 230–265.

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La pregunta que puso en el aire la invención de Turing fue lasiguiente: ¿cómo podemos estar seguros que no es esto mismo lo quepasa cuando hablamos con otro hombre? Si podemos “hablar” einteractuar con una máquina y si podemos tener la ilusión de quecompartimos con ella un lenguaje, ¿por qué no pensar que cuandohablamos con otro hombre no sucede lo mismo y que la “subjetividad”no es más que una ilusión?

La máquina de Turing pretende probar que lo que nosotros llama-mos el “sentido” puede ser en realidad el producto de algoritmosmatemáticos, de relaciones materiales y de cálculos sintácticos. Todosellos no son más que “funciones” abstractas capaces de ser encarnadaspor un cerebro humano, pero también por todo tipo de máquinas. Dela misma manera que una suma puede ser realizada por un cerebro, porun ábaco o por una calculadora, de la misma manera la memoria, ellenguaje o la lógica proposicional son funciones emergentes cuyossoportes materiales pueden variar sin que la función misma lo haga. Lamente es una función emergente de la complejidad cerebral y, porconsiguiente, debe ser tan mecánica como la materia que la soporta.Este es el primer eje sobre el cual emerge el cognitivismo. Se lo llamafuncionalismo porque considera a la mente una “función” y sumáximo representante, en la versión moderna, fue el filósofo de lamente Jerry Fodor en los Estados Unidos a partir de los años 70.

El segundo eje fundador viene de la modelización del comporta-miento económico a través de una teoría conocida como Teoría de losjuegos como apócope de su título completo (Theory of games andbehavioral economics) y puesta a punto en 1943 por von Neumann yMorgenstein.6 Esta teoría parte de los juegos de mesa, básicamente elPóker, en donde hay objetivos claros y reglas precisas, para teorizar yponer a prueba ciertas hipótesis sobre el comportamiento de losjugadores. Es una teoría de la decisión en situación de conflicto. Elejemplo más conocido es el famoso “dilema de los prisioneros” quedemuestra, matemáticamente, que la racionalidad individual no secorresponde con la colectiva, contrariamente a lo que predecía la

6 John von Neumann y Oskar Morgenstern (1944), Theory of Games and EconomicBehavior, Princeton University Press.

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economía clásica. La modelización matemática del comportamientoeconómico, en el sentido monetarista del término, termina sin embargo,en los trabajos de Kahneman, abriéndose a la posibilidad de apropiarsede la economía psíquica en su sentido psicoanalítico. Metáfora yreferencia se sitúan sorpresivamente en ese punto sobre el mismo planoargumental.7 Lo que significa que si una máquina de Turing pudieraprogramarse con las predicciones de la Teoría de los juegos obtendría-mos un androide tomando las mismas decisiones que un ser humano.

Y, finalmente, el tercer eje fundacional cognitivo lo configuran losenormes avances en neurología y biología que se hicieron a partir delos trabajos definitivos de Ramón y Cajal sobre la neurona, de sudiscípulo Lorente de No sobre la fisiología del sistema nervioso y lasinapsis y, en menor medida, de las investigaciones de LawrenceKubie, un conocido neurólogo americano convertido luego al psicoa-nálisis, sobre los bucles de retroacción cerebrales.

III

Fue sobre estos tres ejes que son la máquina de Turing, la economíamatemática y la neurología que se convocó, en los años ’40 en NuevaYork, a las célebres Conferencias Macy que dieron origen a unadisciplina nueva, multifacética y futurista: la cibernética. Convocadaspor el eminente neurólogo Warren McCulloch y financiadas por lafundación que les dio el nombre, en la lista de sus participantes seencontraban celebridades como Gregory Bateson, Kurt Lewin,Margaret Mead, John von Neumann, Arturo Rosenblueth, LawrenceKubie o Erik Erikson. Se desarrollaron como un foro de discusión queduró once años, entre 1942 y 1953 en Nueva York y que sentóalrededor de una misma mesa a casi tantas disciplinas como partici-pantes había: matemática, lógica, antropología, psicología, neurolo-gía y economía fueron las principales. Si las Conferencias Macy son

7 En el año 2002 el premio Nobel de economía fue concedido por primera vez en la historiaa un psicólogo, Daniel Kahneman, por sus investigaciones basadas en la teoría de losjuegos que prueban mediante experiencias de laboratorio que supuestos básicos de laeconomía como la maximización de beneficios de los actores pueden no ser válidascuando entran en juego situaciones como la envidia.

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habitualmente consideradas como la gran misa de bautismo de lacibernética, también representan, por el impulso que dieron a lasneurociencias y sobre todo porque el proyecto oficial de la convoca-toria era profundizar en el estudio de la mente, a uno de los pilaressobre el que se apoyarían luego las ciencias cognitivas.

El tema central que atravesó de punta a punta las nueve reunioneshabía sido introducido en 1943 en un artículo que completaba elpanorama de Turing: “Behavior, Purpose and Theology” que, firmadopor Arturo Rosenblueth, Nobert Wiener y Julian Bigelow8 introduceel famoso concepto del feedback, mecanismo que distingue la ciber-nética del simple behaviorismo. Es este concepto el que abre la puertaal verdadero tratamiento de la información y a la automatización defunciones y que fue sabiamente explotado durante años por las másdiversas disciplinas. El feedback permite diseñar máquinas autorregu-ladas que hacen circular la información no en una sino en dosdirecciones y que hace que la máquina recupere información ensentido inverso, desde la salida hacia la entrada, y la utilice paracambiar su propio estado. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando unsistema de calefacción aumenta o disminuye su actividad en funciónde la temperatura que registra un termostato, temperatura que, a su vez,fue generada por el mismo sistema de calefacción. El feedback esidentificado en todos los mecanismos llamados de “causalidad circu-lar”, y es lo que tienen en común los ordenadores y los organismosvivos, entre otros sistemas. Walter Canon había propuesto el conceptode homeostasis que es un pariente cercano del feedback y lo que servirácomo modelo de mecánica natural al desarrollo de aparatos artificialesque lo copien. La homeostasis y el feedback fueron el lado humano dela máquina y el lado maquinal del hombre y definieron los rasgosprincipales del nuevo proyecto de investigación.

De modo que, como decíamos más arriba, la “máquina” no esninguna metáfora para la nueva psicología sino, más bien, su materialde trabajo, su componente más real. La mente y el cuerpo sonmáquinas, máquinas complejas, con varios bucles o feedbacks entre el

8 Fue publicado originalmente en la revista Philosophy of Science en el volumen 1, número10, del mes de enero de ese año.

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uno y la otra, pero máquinas al fin porque responden como todas éstas,a una lógica material, mecanicista, física, cuyos componentes podránser identificados por el trabajo de las ciencias de la naturaleza. Unacélebre expresión de 1955 formulada por Warren McCulloch podríahaber sido el subtítulo de las Conferencias: “Cuanto más aprendemossobre los organismos, más estamos convencidos de que no son simple-mente análogos a las máquinas, sino que son máquinas”.9 El historiadorneurocientífico Jean Pierre Dupuy va todavía un poco más lejos: “No esla máquina lo que los cibernéticos dotan de humanidad sino lo humanolo que, deliberadamente, asimilan a la máquina. La distinción, tanfundamental en la historia de la fisiología entre comportamiento volun-tario y comportamiento reflejo pierde con ello todo su sentido.”10

IV

Desde el punto de vista epistemológico, el proyecto de las Confe-rencias Macy consiste en cientifizar el estudio de la mente y, “cienti-fizar” significaba entonces quitarse de encima a las psicologías de laintrospección tan dependientes de cualidades personales y únicas, yreemplazarlas por un mecanismo cuyos engranajes, palancas y poleasfueran objetivos y pudieran ser puestos en marcha por cualquiera.

En realidad, el cognitivismo nace por una teoría de los dos demo-nios. El psicoanálisis, en su sentido psicoterapéutico más amplio, fueel segundo. El primero lo encarnó su ancestro, el conductismo deWatson, que había ya creado una precaria máquina que funcionaba conlos estímulos y las respuestas y que había convertido a sus simpáticasratitas blancas en un ejército de robots capaz de reaccionar a susrequerimientos tan perfectamente como una máquina responde alpresionar un botón o mover una palanca. La tradición maquinista nonace en Macy sino que viene de mucho antes y era precisamenteaquello que definía a la psicología científica que precede al cognitivis-mo, representada entonces por Watson y por Skinner.

9 Dupuy, Jean-pierre (2005) Aux origines des sciences cognitives, Paris, Ed. La découverte.2005, p. 4-42.

10 Ibid.

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El problema era que ésta explicaba todo lo que está justo antes yjusto después del cerebro, explicaba la relación entre el estímulo y larespuesta, pero dejaba de lado todo lo del medio, el funcionamiento delcerebro mismo, que quedaba relegado al rango de caja negra inexpug-nable. Gracias a esta estrategia desaparecía lo que siempre terminadando problemas: lo subjetivo. La psicología de Watson crea unamáquina que inmuniza contra la subjetividad. Lo que ocurrió en laépoca de las Conferencias es que esta maniobra de Watson empezó averse como una estafa, ¿Cómo pretender honestamente hablar delhombre sin ocuparse de su subjetividad? La subjetividad pasaba en unpoco más de quince años, de ser un molesto problema a evitar, a ser ungran desafío a aceptar. Había pues que encontrar la llave para abrir la“caja negra”, había que ir a ver qué era lo que pasaba allí adentrorealmente para poder algún día apropiarse del hombre real, con suexperiencia subjetiva incluida.

Una célebre humorada de Noam Chomsky aparecida como críticaa un libro de Skinner, alcanza como ejemplo: si fuera verdad que ellenguaje y la representación psíquica dependieran solamente de losinputs, de los condicionamientos y las estimulaciones recibidas comosostenía Watson, entonces, dice el famoso lingüista americano, lacondición para que una persona comprenda correctamente la frase “labolsa o la vida” ¡sería que hubiera sido primero asesinada alguna vez!11

Es esta absurdidad lo que las neurociencias pretenden corregir a partirde los años ’50.

Así que si por un lado estaba el demonio del psicoanálisis y suexcesivo subjetivismo, por el otro asediaba el diablo de la rigidezmetodológica behaviorista. El cognitivismo nació abriéndole loscodos a ambos para intentar hacerse con un lugar en el medio. En lasConferencias Macy se confeccionaron pues los planos de lo que debíaser, no ya simplemente la máquina, sino más bien la máquina subje-tiva. El cognitivismo nació oponiéndose al behaviorismo, buscandointroducir la subjetividad entre el estímulo y la respuesta. Fue elcamino hacia la subjetividad que había intentado desandar Watson lo

11 Chomsky Noam (1959) “Una revisión de Conducta Verbal de B. F. Skinner”, in RamónBayes, Chomsky O Skinner: La Génesis Del Lenguaje, ed. Fontanella, Barcelona,1977.

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que creó al cognitivismo. Pero en ese mismo movimiento se acercabaal mundo de la representación y de los procesos inconscientes quehabían sido hasta entonces colonizados por el psicoanálisis: “Eradifícil situarse sobre un terreno científico de estudio de los procesosdel pensamiento humano, entre, por un lado, el credo del ‘puro y duro’establishment behaviorista y por el otro, la aptitud desenfrenada paraconjeturar de los freudianos”.12

V

Más de medio siglo ha transcurrido desde entonces y ha pasadomucha agua bajo el puente. Los enormes progresos de la informática,de la imaginería médica, de la neurología modelizada por ordenadory de la microbiología han dado lugar a un sinfín de estudios, experi-mentos, artículos, laboratorios de investigación y un largo etcétera,que convirtieron a este pequeño grupo fundador en un vasto movi-miento científico internacional instalado en todos los países delmundo incluido la Argentina. El proyecto de Macy tuvo un desarrolloespectacular y se constituyó finalmente en un modelo estandarizadode la mente, paralelo al psicoanalítico. El desarrollo fue tal quealgunos de sus miembros se sonrojan hoy en día cuando se les recuerdasu pasado cibernético.

El estudio del cerebro dio primero complicaciones y los modelosformales triunfaron a menudo sobre la neurología. La neurona for-mal,13 en realidad un algoritmo matemático con el que se podíaconstruir un programa de ordenador, tenía poco que ver ya con laneurona real y se constituyó en un modelo puramente operatorio delmismo nivel epistémico que los conceptos metapsicológicos delpsicoanálisis. Enseguida, el cerebro aislado dejó de ser interesante yse lo empezó a estudiar en condiciones de interacción intersubjetiva.Conceptos muy antiguos como la mítica rigidez del sistema nervioso,que suponía que éste no se regeneraba ni se modificaba en el curso de

12 Gardner, Howard (1993) Histoire de la révolution cognitive, Paris, Ed. Payot. 1993, p. 28.13 El primer modelo matemático fue propuesto por McCulloch y Pitts en 1943 en el artículo,

“A logical calculus of the ideas immanent in nervous activity”, in Bulletin of MathematicalBiophysics, Vol 5, 1943, p. 115-133, 1943.

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la vida, fueron radicalmente revisadas a la luz de nuevas experienciasy se volvieron pronto obsoletas. En cambio, se habla ahora de“plasticidad neuronal” y se sostiene que, de la misma manera que noexisten dos personalidades idénticas, tampoco hay dos cerebros igua-les. El aprendizaje y la memoria modifican el mapa neuronal haciendoque la máquina cambie con cada experiencia. Los últimos estudiosmuestran que la subjetividad inscribe las infinitas imágenes de suAleph en clave microbiológica modificando al sistema nervioso encada acto de la memoria.

El desarrollo actual de la ciencia cognitiva es tan complejo que yano se puede considerar al cognitivismo como un movimiento únicosino que, un poco a la manera de lo que ocurre con el psicoanálisis,existen una multitud de corrientes de opinión internas que en ciertasocasiones tienen posiciones muy encontradas entre ellas.

VI

Por ejemplo, dos premios nobeles de medicina Eric Kandel yGerard Edelman, ambos americanos, ambos considerados eminenciasen el mundo de la neurociencia, realizan en los últimos años fuertescríticas al modelo cognitivista de la mente-máquina-ordenador. Elsegundo de ellos dedica su famoso libro Biología de la consciencia, aDarwin y a Freud y, aunque ambos tienen una actitud crítica con elmodo como el psicoanálisis se organizó institucionalmente y se aislódel mundo científico, rescatan sin embargo los fundamentos freudia-nos como la mejor forma de acceder a lo que realmente constituye elpsiquismo: “Es lamentable que el psicoanálisis no haya desarrolladométodos objetivos para testear sus excitantes hipótesis –dice Kandel–y que como resultado de ello entre en el siglo XXI en un claro declivede su influencia. Pero si es lamentable es porque, justamente, elpsicoanálisis representa a pesar todo y todavía hoy, la visión de lamente más coherente y más satisfactoria intelectualmente.”14

14 Kandel, Eric (2002) ‘La biologie et le futur de la psychanalyse: un nouveau cadreconceptuel de travail pour une psychiatrie revisitée’, in Evolution Psychiatrique, vol. 67,n° 1 (2002), pp. 40-82, Paris, 2008, p. 41.

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Para Gerard Edelman el modelo según el cual el cerebro es comoun ordenador biológico que realiza cálculos con las reglas de lasintaxis es una reducción tan grosera e inexacta que no es capaz dedescribir nada que concuerde con la realidad. Ni la estructura ni elfuncionamiento del cerebro se parecen a un ordenador. Todas lasevidencias científicas muestran que los seres humanos y los animalesclasifican los objetos y los hechos del mundo de una manera que notiene nada que ver con la operativa de un ordenador porque no estábasada en la lógica ni en el cálculo.

Como si esto fuera poco, Edelman agrega una fuerte crítica defondo desde el punto de vista epistemológico: los cognitivistas con-funden la potencia formal de la física con la presunción según la cuallas ideas extraídas de ésta servirían para comprender los sistemasbiológicos que, en cambio, han sufrido una evolución histórica. Suconclusión no deja lugar a dudas: “Sostengo que la estructura sobre laque se basa el programa cognitivista es incoherente y desmentida porlos hechos”.15 En el lapidario postfacio de su libro, Edelman señala tresseries de errores en los que, a su juicio, incurren los cognitivistas: elprimero es creer que los problemas planteados por la consciencia sesolucionarán cuando se resuelvan ciertos dilemas físicos. El segundoes la suposición de que la inteligencia artificial y la informática sonmodelos válidos para encontrar esas respuestas. Y el tercero, que es elmás fuerte de los tres, es la confianza funcionalista que piensaingenuamente que es suficiente estudiar los comportamientos, lasperformances y la actitudes mentales sin ocuparse para nada de laestructura biológica subyacente.16

VII

Una visión retrospectiva de la historia de la ciencia cognitiva nostransmite pues la impresión de que el camino hacia la subjetividadconduce cada vez más hacia el psicoanálisis. Transmite la impresiónde que después de un largo y sinuoso camino de lucha contra el sujeto,

15 Edelmlan, Gerald (2008) Biologie de la conscience, Paris, Ed. Odile Jacob 2008, p. 29.16 op. cit. p. 279.

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todo termina volviendo de alguna manera hacia él y que, las posicionesde Edelman y Kandel lo sugieren de manera muy clara, el psicoanálisispuede que siga siendo la vía regia para alcanzarlo.

Esta es, por ejemplo, la posición de Gerard Pommier cuando poneel dedo sobre la llaga del proyecto cibernético: “cibernética” provienedel griego êõâåñíÞôçò (kybernétes) y significa “piloto de un barco”,gobierno. Es una referencia a la “autorregulación” de las máquinas, alfeedback, a la homeostasis, de los que ya hemos hablado. PeroPommier protesta: la contracción de un músculo puede explicar unmovimiento, pero la intención de ese movimiento no se encuentraexaminando el músculo. No se encuentra la causa de lo que activa unaparato dentro del aparato mismo. El piloto es el sujeto y el sujeto novive dentro del cerebro. Por eso la subjetividad parece escapársele unay otra vez al cognitivismo. La determinación última, subjetiva, estáseparada del organismo, se encuentra en otro lado: “Llegará un día enque hasta el átomo más pequeño del cuerpo humano habrá sidoanalizado y que, una vez reconocidos y estudiados todos sus engrana-jes, sus moléculas y sus cables de transmisión, se ignorará aún dondese encuentra el centro de comando”.17 ¿Cómo situar el centro, el puentede mando, el piloto, en el cerebro? El cerebro dirige, claro, pero ¿quiéndirige al cerebro? ¿Un conjunto de neuronas? ¿Una híper-glándula?Algunos neurofisiólogos han postulado una facultad de auto-organi-zación del encéfalo que sería capaz de construir modelos y de utilizar-los en cálculos. Pero ¿de dónde vendría ese modelo? En la desespera-ción, otros lo han atribuido a los genes.18 Pero este tipo de suposicionesse agotan en conjeturas que no tienen más cientificidad que aquéllasque sostienen al psicoanálisis y que los cognitivistas han criticadotanto. Desde este punto de vista, la ambición del positivismo lógicoque los inspira, recuerda a la famosa historia contada por Freud deaquel hombre que, de noche y en la calle, buscaba sus llaves bajo unafarola aunque sabía perfectamente que las había perdido en otro lado,bajo pretexto de que allí había más luz. Es porque la subjetividad no

17 Pommier, Gérard (2010) Comment les neurosciences démontrent la psychanalyse, Paris,Ed. Flammarion, 2010, p. 18.

18 op. cit. p. 61.

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se deja iluminar fácilmente por los faros de la ciencia que el psicoaná-lisis parece renacer de sus cenizas epistemológicas y volver a teneralgo para decir: porque si la subjetividad no fuera más que una ilusiónde la materia, haría falta por lo menos un sujeto en algún lado para queesa ilusión pueda tener lugar.

Es, desde luego, deseable que se produzca nuevo conocimientomediante la experimentación y el laboratorio. Lo que los analistas máscríticos cuestionan es que este conocimiento tenga algún interés parala tarea clínica. ¿Cuánto nos hará progresar realmente, en nuestrarelación con el paciente, el saber que tal neurotransmisor está impli-cado en un proceso x de la memoria? En este sentido se va perfilandouna dicotomía entre el desempeño del psicoanálisis en la clínica y eldel cognitivismo en la teoría. Frente a la incómoda posición delpsicoanálisis con la ciencia, aproximaciones como las neurocientífi-cas siempre tendrán el mejor palmarés experimental y es muy poco loque nosotros podamos hacer para ganarnos un lugar en ese ranking.Pero cuando se trata de abordar la clínica, la situación se inviertecompletamente. El cognitivismo gana en la universidad, el psicoaná-lisis en el consultorio. Por eso algunos analistas defienden unaespecificidad para su disciplina que, a medio camino entre la cienciay el arte, no puede ser juzgado con los criterios actuales que regulanel conocimiento. Según dice Pontalis “Se trata de un combate vano!No llegaremos nunca a satisfacer los criterios más elementales de laciencia, tal y como fueron establecidos por Popper y otros. ¿Cómopodríamos, por ejemplo, satisfacer al criterio de administración de laprueba? Todas las tentativas, y ha habido muchas, fracasan. (…)[pero]las modificaciones subjetivas que opera el análisis, aunque no seanmensurables, no por eso son menos decisivas.”19

Para hacer clínica hay que situarse en el nivel del diálogo con elpaciente, saber hablarle y saber escuchar lo que éste tenga paradecirnos. Las críticas de Edelman y sobre todo de Kandel van tambiénen este sentido. El cognitivismo tiene a la máquina, pero el psicoaná-lisis se adueña de la subjetividad. Si los cognitivistas son los campeo-

19 Jean-Bertrand Pontalis (2001) in Frote Patrick (2001), Cent ans après, Paris, Ed.Gallimard. 2001, p. 522.

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nes de los papers, su clínica es, sin embargo, prácticamente inexistentey sufre de los mismos defectos, pero en espejo, que el psicoanálisispadece con la prueba experimental. La clínica cognitiva se reduce lamayoría de las veces a una suerte de reeducación, de adiestramiento,de ejercitación y de sugestión que se encuentran mucho más próximasa Watson que a Kandel. La riqueza aportada por su laboratoriocontrasta con la pobreza de su experiencia clínica.

Y es que el verdadero problema es que la subjetividad no se dejaatrapar fácilmente dentro del estrecho corsé del método axiomático yque, por culpa del mismo proceso de objetivación del que se alimentala ciencia, termina escurriéndose siempre por algún lado. No es tantoel inconsciente lo que produce problemas en ese sentido, sino latransferencia. El ejemplo más maravilloso son esos famosos sueñosque “refutan” la teoría freudiana del cumplimiento de deseo, esossueños en los que el soñante sueña algo desagradable, algo que estámuy lejos de ser placentero y de los que Freud dice que el deseo quecumplen es justamente “rebatir la teoría de Freud”. Freud recibiómuchas críticas por este argumento y tenemos que reconocer que debeser muy difícil hacerse una idea del alcance de este proceso cuando nose tiene experiencia alguna de la transferencia negativa. Pero, a pesarde las críticas, quizá sean los sueños más interesantes de todos, ytambién los más psicoanalíticos. Tanto que muchas veces los otrossueños, esos que sí parecen cumplir un deseo y que aparentemente seajustan bien a la teoría, también se pueden explicar por la misma regla,también se sueñan como un mensaje al analista en un momento detransferencia positiva: son sueños cuyo deseo es “confirmar la teoríade Freud”, regalos que se le hacen al analista para premiarlo, agrade-cerle o seducirlo. Lo que queremos mostrar con todo esto es que cadavez que se pone el acento en la transferencia, en el mensaje enviado alanalista, la objetivación necesariamente falla. En otras palabras, elresultado no está en función de una teoría sino de la relación emocionalcon una persona determinada y en un momento preciso. ¿Cómo podríareproducirse experimentalmente una experiencia así? En realidad nohay nada que refutar o que confirmar sino una relación que entendery por eso será siempre muy difícil hacer entrar la transferencia dentrode un experimento de laboratorio.

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Todo ocurre como si ciencia y subjetividad fueran antagonistas,como si hubiera que elegir entre una ciencia de lo subjetivo pero queno tratara en realidad con el sujeto o bien una ciencia de la subjetividadque no fuera verdaderamente científica. Muchos analistas han adver-tido esta situación paradojal: “Es importante, dice André Green, quedefendamos el derecho que tiene el psicoanálisis de situarse del ladode un saber no subjetivo sin que éste obedezca a los criterios objetivis-tas de la ciencia (…) Evidentemente si es la teoría de la información,no puede ser el psicoanálisis. Si es el psicoanálisis, no es ciertamentela teoría de la información que da cuenta.”20

Siempre habrá personas que sufren, que querrán entender por qué,y que buscarán interrogarse sobre ellas mismas. Siempre habrá perso-nas necesitadas de hablar y de ser escuchadas, interesadas por desple-gar su subjetividad, por ponerla a trabajar para poder asirla de unamanera nueva, siempre habrá gente para quien la respuesta vendrá delpsicoanálisis. Jean Laplanche no cree para nada que la investigaciónneurocientífica pueda terminar con el psicoanálisis para siempre:“[Las neurociencias] tienen su terreno específico, podrán llegar hastadonde quieran, pero ¡no encontrarán jamás un silogismo al final delbisturí! ¡Y tampoco encontrarán al inconsciente!”21 y Michel deM’Uzan remacha: “La ciencia no tiene los instrumentos necesariospara poder cuestionar realmente al psicoanálisis. Simplemente porquesus instrumentos no pueden permitírselo. El inconsciente, que es unarealidad indiscutible, se le escapa.”22

El único francés de la vieja guardia que propone abrir el diálogocon las ciencias cognitivas y que protesta contra el clima de aisla-miento que reina dentro del psicoanálisis es Daniel Widlöcher:“Muchos psicoanalistas tienen una posición defensiva y aislacionis-ta. Deploran el clima de desinterés o de crítica que los amenaza yafirman, fuerte y claro, todo lo que en su práctica y su teoría lossepara de las ciencias contemporáneas. (…) no se trata de atacar a lasotras disciplinas que se interesan por la vida mental, en particular las

20 Andrée Green (2001), in Frote Patrick (2001) Cent ans après, Paris, Ed. Gallimard 2001,p. 153.

21 Jean Laplanche (2001), in op. cit., p. 209.22 Michel de M’Uzan (2001), in op. cit., p. 253

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neurociencias y las ciencias cognitivas, sino, al contrario, de abrir eldebate con ellas”.23

Es justamente en este sentido que en los Estados Unidos surge haceun poco más de diez años una tendencia que se fortalece día a día haciala reunificación entre psicoanálisis y cognitivismo en lo que sería, paraalgunos, los albores de una nueva disciplina en plena gestación. Se haincluso forjado un neologismo para nombrarla: “Neuropsicoanálisis”.La idea tuvo su origen a finales de los ’90 en la New York PsychoanalyticSociety gracias a la iniciativa de Mark Solms quien reunió semanal-mente a psicoanalistas con neurocientíficos alrededor de la mismamesa para discutir sobre las maneras de trabajar de ambos. Estosgrupos de trabajo dieron lugar a congresos, conferencias, publicacio-nes y finalmente a la creación de una Sociedad Internacional deNeuropsicoanálisis con sede en Delaware y en Londres, que, fundadaen el año 2000, cuenta hoy en día con más de 700 miembros en todoel mundo.24 Por ciertas razones históricas, los americanos son engeneral más proclives que los franceses a subirse a este tipo deproyectos. No se sabe todavía lo que saldrá exactamente de estahistoria de amor entre máquina y subjetividad, ni si será o no unmatrimonio verdadero.

Pero mucho antes de que exista el Neuropsicoanálisis, el proyectomecanicista había tenido un espacio dentro del movimiento freudiano.Lacan jugó con esta idea y le dedicó un seminario en 1955.25 Y tambiénestaba en los sueños de Freud cuando elegía “aparato psíquico” comonombre para su invención, utilizaba su nomenclatura fisiológica oinsistía en que el psicoanálisis debía ser una ciencia natural. Peroninguna de estas aspiraciones fue jamás satisfecha realmente y, enverdad, la historia muestra que el freudismo se alejó cada vez más deconseguirlo: “El psicoanálisis es un delirio del que se espera que nazcauna ciencia”, bromeaba Lacan veintiún años después de su flirt con la

23 Daniel Widlöcher (2001), in op. cit., p. 29924 Fuente: Sitio web oficial de la International Neuropsychoanalysis Society http://

www.neuropsa.org.uk/25 Lacan Jacques (1955), “Psychanalyse et cybernétique, ou de la nature du langage”, in Le

Séminaire, livre II, Le moi dans la théorie de Freud et dans la technique de lapsychanalyse, Seuil, Paris, 1978, capítulo XXIII.

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cibernética.26 Un “delirio” que quizá por serlo esté más próximo de lasubjetividad que todas las cuantificaciones experimentales del mun-do. ¿Cómo entender sino el famoso chiste judío que cuenta Freud sinocomo un delirio que dice mucho de sus personajes? ¿Cómo expresarmatemáticamente la intención del hombre del chiste? ¿Cómo hacerreír a una máquina?: “En una estación ferroviaria de Galitzia, dosjudíos se encuentran en el vagón. ‘¿Adónde viajas?’, pregunta uno. ‘ACracovia’, es la respuesta. ‘¡Pero mira qué mentiroso eres! –seencoleriza el otro–. Cuando dices que viajas a Cracovia me quiereshacer creer que viajas a Lemberg. Pero yo sé bien que realmente viajasa Cracovia. ¿Por qué mientes entonces?’”.(...) Y Freud aclara: “Lasustancia más seria de este chiste es el problema de las condiciones dela verdad (…) ¿Consiste la verdad en describir las cosas tal como son,sin preocuparse del modo en que las entenderá el oyente?” El psicoa-nálisis no se preocupa por el contenido del enunciado sino por aquelloque lo hace surgir, eso es lo que vuelve a los fenómenos transferencia-les escurridizos para el método científico.

El cognitivismo y el psicoanálisis construyen pues el psiquismocomo se construye un túnel bajo una montaña: partiendo al mismotiempo de los dos polos opuestos, cavando a la vez desde lo que serála salida y la entrada de la galería. Si para los freudianos la línea departida fue la subjetividad desde la que trataron de encontrar a laciencia en el otro extremo del túnel, los cognitivistas, siguiendo elcamino inverso, cavaron desde esta última para buscar una subjetivi-dad enterrada en la mecánica cerebral. Ni los obreros ni las máquinasse ven entre ellos por ahora, sólo se oyen mutuamente a lo lejos hastaque quizá, un día, el boquete final se abra y puedan al fin estrecharsela mano. Que se empiece desde lo psíquico para llegar a lo físico, comohiciera Freud o, al revés, que se parta de lo físico para desembocar enel psiquismo, como ocurre con Watson y Turing, el camino a recorrerno está limpio de obstáculos. Unos se adueñan de la subjetividad perono pueden hacer con ella una máquina, los otros construyen esta

26 Lacan Jacques, “Le Séminaire, Livre XXIV, L’insu que sait de l’une bévue s’aile àmourre”, 1976-77, inédito, Paris, Enero 1977.

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máquina pero no pueden volverla subjetiva. ¿Se encontrarán algún díael psicoanálisis y el cognitivismo?

Como vimos, entre los analistas las opiniones están divididas: losintegrados tienden a creer que, como abordan el mismo objeto desdediferentes ángulos, van a terminar por encontrarse. Los apocalípticos,en cambio, afirman que son disciplinas con bases epistémicas diferen-tes y que eso imposibilita un diálogo verdadero. Del lado de loscognitivistas las opiniones divergen de la misma manera. La relaciónentre mente y cerebro no es una relación fácil porque las implicacionesson mutuas y producen una circularidad que hasta ahora ha sidoimposible de romper. Edelman lo expresaba con una bella fórmularobada a James Clerk Maxwell: “Las únicas leyes de la materia sonaquellas que nuestras mentes pueden fabricar, y las únicas leyes de lamente son fabricadas para ella, por la materia”.27 Pero, como quieraque sea, parece que la máquina subjetiva tardará aún un buen rato enhacerse ver, si es que algún día llegase a inventarse.

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27 Edelman, Gerald (2008), Biologie de la conscience, op. cit., p. 31.

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El paciente inestable(Estudio sobre la transformación negativa)

Marcelo Redonda

Mi paciente Julio me dijo hace algunas sesiones “Yo te traigo estedesorden y tu trabajo en la sesión es encontrarle un orden”. Yoagregaría que Julio promueve en mí la búsqueda de cierto orden queen él esta preconcebido. La función psicoanalítica es encontrar unorden que trasciende el lenguaje, que es esencialmente emocional, yque se expresa a través de él como el recurso que hemos elegido paracomunicarnos desde Freud. El desorden PS () y el orden PD (),indican dos tendencias dentro de las cuales su contrario está implícitoen el eje ausente del signo biyectivo.1 PS contiene a PD y PD contienea PS. PD se desprende hacia PS para volver a otro PD. Si no pudierahacerlo, PD en vez de contener una muerte sería un objeto aparentepero muerto. PS, por su parte, en su no integración contiene unatendencia a la integración. PD, si no la hallara por las razones que

1 Bion ha hecho numerosas extrapolaciones de la física y las matemáticas al psicoanálisisno del todo explicadas. Puede interpretarse esta ambigüedad como una de las inquietudescentrales de las propuestas teóricas del autor: que a la experiencia sólo podemostransmitirla como un resto, nunca el hecho-en-sí, por ello las matemáticas y sus signoslo menos saturados de significado posible son usualmente usados por él. El signobiyectivo significa en matemáticas lo siguiente: entre conjuntos, una biyección es unacorrespondencia biunívoca entre sus elementos. La correspondencia puede ser sobreyectiva,esto significa que para todo b en B existe un a en A, o inyectiva, que para todo b en B noexiste un a en A, es decir hay un elemento que no pertenece. En términos de la ampliaciónde las teorías de las posiciones podemos decir que hay un PS en PD y un PD en PS, ytambién, que hay un elemento de PS que no podemos hallar en PD y uno en PS que nopodemos hallar en PD. Podríamos seguir este razonamiento con más consecuencias, perono es el interés de este trabajo. El comentario matemático realizado puede buscarse demanera más extensa en Tinbergen, N. (1975) de la bibliografía.

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estudiaremos en este trabajo, su desintegración, se iría multiplicandohasta el infinito hasta anular la vida que la sostenía, es decir, transfor-mándose en una mala desintegración. En ambos signos () ()hayuna ausencia que en los momentos de buena o mala integración seleería de esta manera (). La buena integración contiene negativa-mente el elemento ausente en el signo. La mala integración multiplicala integración hasta erradicar de ella el factor que la integraba, laausencia, hasta que explota. El infinito de PS no es el mismo que elinfinito de PD. El infinito de PS fragmenta la personalidad y lasfunciones del Yo que quedan a merced de un Superyó fáustico, nohallan el Uno. El infinito de PD muestra el límite de las funciones delYo y sus sentidos y señalan lo abierto desconocido, teniendo que partirde las seguridades de PD que podrían ser el alimento de una obstruc-ción del desarrollo por parte de K si no se halla su apertura hacia laausencia. Hay un trasfondo de duelo en la producción mental y PD seapoya en PS para sostenerlo. Hay un intento de evitar PD en PS peroPD contribuye con su fuerza cohesiva al pasaje. Los autores kleinianoshan sostenido que el psicótico evita PD, lo cual es cierto. Lo quetambién habría que sostener es que haya una integración (PD) que esextraña a la buena integración, una suerte de integración PSD ()en donde el resultado monstruoso parece más el resultado de unacolisión que una integración. Julio, en unas páginas va a ilustrarnosestas abstracciones a través de sus movimientos integrativos.

Lo normal es poder vivir en un medio en que fluctuaciones y nuevosacontecimientos son posibles, afirma Canghilem. Esta es la base queconsidero dañada en el paciente inestable. Lo intolerable es el “movi-miento” y el desorden que éste produce y contra él se esgrimen lasdefensas.

Este trabajo se trata de PS y de los inconvenientes en arribar a PD.A eso le llamo inestabilidad, e implica una serie de problemaspsicopatológicos que traté de agrupar en los puntos que siguen a estebreve apartado teórico. Luego propongo un caso que abre variasdiscusiones en relación a los problemas presentados.

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Breves antecedentes teóricos

La línea divisoria trazada por Abraham entre la estabilidad y lainestabilidad mental, ubicada entre las dos etapas anales, sigue tenien-do en su simplicidad una importancia relevante para “detectar” latendencia a la integración o la desintegración psicótica en los casos enque la pulsión de muerte tiene una gran importancia en la constituciónmental.

Melanie Klein con su teoría de las posiciones tomó la posta dejadapor Abraham, pero incluyendo la presión masoquista del Superyó y lacomprensión genial de la psicopatología como un proceso de duelo. Asu vez da un dinamismo a esta lucha PSD, que puede observarse enel paciente neurótico con características diferentes a las que vamos aobservar en el paciente grave o que tiende a la inestabilidad.

Quiero señalar dos modos de reacciones características frente a lainestabilidad, estudiadas por diversos autores que aceptan este modeloimplícito, por un lado, una fuerte defensa caracterológica, una suertede esquizoidía del carácter, que lleva a defenderse de la desorganiza-ción PS, y por otro, una tendencia pasiva a la caída y la imposibilidadde hallar el elemento PD intrínseco a PS que lleva a la integración.Hallamos la ausencia de direccionalidad hacia un continente y la caídaen una dispersión hacia lo inanimado, una suerte de Superyó esencialque dispersa hasta el mal infinito.

De todas maneras y tratando de no generar más subdivisiones hehallado, a nivel clínico, los siguientes movimientos que definen alpaciente inestable en los términos que he descripto como los proble-mas PSD.

A) Lentitud e intolerancia a los procesos: más allá de la mayor omenor tendencia a la integración, el efecto de “pantano, pesadez yquietud, acompaña todo el tratamiento haciéndose sentir en el vínculo(especialmente en la emocionalidad) la falta de ligereza diferente a lospacientes con mayor tendencia integrativa. Sueños de cosas sinterminar, mal ensambladas, con fisuras o goteras, o encastres tipoFrankenstein en la presentación física del paciente o en su lenguaje yarmado de frases dan cuenta de la deficitaria integración yoica similar

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a lo que Bion describía como una aglomeración. Si bien los contenidosconcientes, la asociación y colaboración en una transferencia positivapueden existir, los movimientos obsesivizados y cargados tanática-mente generan marchas y contramarchas que denuncian la cualidadanal retentiva-expulsiva de la vida organizada en torno al recto y suagresividad inherente.

B) El valor de las palabras y las asociaciones se deben más a unarelación con las cosas “concretas, al punto que cuando se mueven laspalabras o el analista las junta con ‘la pesadez’ que genera su pobrezasimbólica”, las palabras pueden “romper” el equilibrio del paciente yse percibe la peligrosidad del lenguaje en la transmisión de lasarticulaciones del analista. Tal vez ése sea uno de los sentidos quequería transmitir Bion cuando hablaba de “proyectiles” para describirel uso de la identificación proyectiva. El lenguaje es un “medio” paratransmitir algo más oscuro y sensible que lo que se dice. Por eso laspalabras pueden hacer explotar la mente o generar una acción violentaconcreta dentro o fuera del consultorio. Hay un “fondo latente” quepuede definirse como la tendencia a la desintegración que gobiernaestos tratamientos que se sostienen en una inestable estabilidad. Eltrabajo de los autores que han profundizado los cuadros psicóticosautistas han descrito las problemáticas específicas de los movimientosrestrictivos del Yo y su contacto con el mundo externo, desde lossentidos como la visión, la voz que como lugar de comunicación es unflanco de ataque. Por ejemplo un niño autista tapaba sus oídos porquela música o las voces lo aturdían y eran vividos como un ataque a suintegridad física (Klein, M., 1946). En ese sentido no basta con señalarlas perturbaciones en los procesos de simbolización sino de conjeturara través de la clínica los modos de comunicación particulares que estospacientes establecen. Cómo son recepcionadas las incorporaciones yqué contenido pueden tener sus expresiones dado la alta carga deconcreción y de desconocimiento de lo que emerge de su propiainterioridad. Es un desafío a la conjetura imaginativa dar un ordena-miento a las producciones del paciente que utilizan el lenguaje, comosus ojos, su respiración, su vestimenta, sus movimientos, como unmedio de expresión desorganizado de una orientación significativa.

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C) Un Superyó innato con características sádicas que en combina-ción con complejas articulaciones sexuales de coloratura masoquistagenera un sometimiento homosexual idealizado, en algunos casos dealto nivel negativista y agresividad constitucional, al gran líder “penefecal” que va trabando los desarrollos emocionales y los logros del Yo.Este Superyó opera atacando la escena primaria y la articulación de losdiferentes aspectos del self. El Yo se aglomera generando una pseudo-coherencia que tiene como costo una parálisis en los movimientosposturales fenomenológicos.

Otra forma de este Superyó puede ser entendida como lo que Biondenomina: “un infierno furioso de no existencia voraz” (Bion, W. R.,1963), señalando el afán psicótico por negar la realidad externa. Detodas formas quisiera señalar otra variante en donde ese infinitoinforme no es propuesto desde la vertiente de ir aniquilando partes dela personalidad en pos de una necesidad de no existencia. La multipli-cidad sin uno (que podríamos denominar como el primer símbolo)remite a un fondo superyoico en tanto la no unidad no puede seraprehendida sino desde la unidad que siempre es un resto que detieneel ahogo del infinito. Cuando ese infinito no parte desde un puntoexpandiendo el diámetro del círculo –siguiendo lo expresado por Bionen Transformaciones– se trasforma en un mal infinito que muchasveces ha sido descripto como lo demoníaco. Un buen infinito, arrojahacia adelante, desde lo Uno PD, a lo desconocido. Un mal infinitoarroja a la nada, una nada aún mayor.

D) Un trastorno del pensamiento generado a través de una actividaddesorganizativa del sujeto percibiente, que de una deformación míni-ma se va trasladando a un funcionamiento invertido, que de produccio-nes más cercanas a la realidad se va acercando a la constitución deproducciones extrañas y acciones, que sólo incluidas dentro de lafunción alfa del analista pueden hallar un sentido. La “detección” dela destrucción del aparato para pensar es una operatoria constante delpaciente psicótico y va creando lo que Bion llamaba un “sueñoproyectivo” que priva al paciente del aparato que lo sacaría de esasituación que se le vuelve cada vez más asfixiante y que “da lasensación de no parar en nada… en cosas cada vez peores” –como

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señala la paciente que vamos a trabajar como ejemplo de pacienteinestable. De un perseguidor a una multitud de perseguidores queobstruyen la posibilidad de introyectar. Se observa una pérdida delolfato como modo primario de intuición que permite detectar lo quelleva o no al crecimiento; por impedimentos emocionales se desvíauna dirección innata conjuntamente con una desviación espacio-temporal; la capacidad de retener un recuerdo latente parece dependerde una capacidad de internalizar lo que Kyrle denomina la base, oKlein el splitting primario e idealización con la introyección de esabase buena. No tenemos que olvidar que junto a ese pecho, Bion nosindica un pecho epistemológico que orienta la relación con el conoci-miento (y para Bion siempre el conocimiento es un conocimientoemocional) y que surge como un correlato conceptual de la introyeccióndel pecho. El concepto parte de una relación emocional que une dosobjetos y crea un tercero con la idea que lo re-presenta, es decir, lopresenta dos veces. La idea es una guía-olfativa que se escapa de allíen más de K, que siempre quiere ir a otro (O) lugar. La Idea opera comouna superficie sustractiva2 que ausenta K, que dice que la presentaciónha quedado incorporada y separada de la producción externa que deella parte, el re de la presentación tendrá que buscar experiencias quefecunden la Idea que reinicia el movimiento.

2 Bion, de maneras diversas a lo largo de su obra, nos invita a separar la “experiencia” dela tarea psicoanalítica. De ninguna manera conviene caer en la lectura de que laexperiencia remite a los objetos de la experimentación. El lugar donde “acontece” unaVerdad es Sustractivo del orden natural de la experiencia positiva. La configuración queda cuenta de tal sustracción es una producción-Idea que nos orienta en el contacto con laMultiplicidad, que en el autor, según el momento de su obra, puede remitir a la Deidado el Caos. En Memorias del Futuro, por ejemplo, la “movilidad” de los personajes señala“puntos de detención” para establecer un diálogo y luego volver a unirse al flujoincesante. Con esta modalidad de presentar la multiplicidad rompe el orden de la lógicanatural e instaura en momentos que se sustraen del suceder ordinario, el establecimientode Verdades. Por ello la diferencia entre K y O se vuelven elementos diferenciales delconocimiento de la “res extensa” y del contacto psicoanalítico que se sustrae del saberpara tomar contacto con lo desconocido e intentar establecer la Idea. Reconocemos queel maestro Lacan ha dedicado espacio al tema de lo sustractivo y sería un debateinteresante establecer las correlaciones y diferencias con Bion en relación al tema.También es necesario aclarar que el tema está implícito en Bion en sus concepcionesteóricas, en especial en relación del “acceso” al contacto con O, nunca tratado de maneradirecta.

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El objeto ideal ha sido atacado en el trastorno de pensamiento y unfuncionamiento anti K y sobre todo anti O gobierna la destrucción dela base y la consiguiente destrucción cognitiva. Esto conlleva una fallaen el mencionado desarrollo cognitivo dado que la introyección traeaparejado, como lo señalan Bion y Money Kyrle, el primer concepto.El desarrollo depende de abstracciones cada vez mayores de concep-tos realizados en la experiencia. Las preconcepciones (del pecho,pareja parental y la muerte) y su realización más o menos adecuada,proveen la base para la “orientación” y el símbolo, o el desarrolloemocional y cognitivo. Los malentendidos en relación al complejo deEdipo o las articulaciones no simbólicas de éste, son el soporte demuchas actuaciones y distorsiones psicóticas pre-representativas. Elpecho representa el mundo externo y su representación al mundointerno. Esta guía-olfato, al igual que la relación sexual entre lospadres y sus productos, es algo que sucede en el mundo interno haciael cual se dirige la confianza y la guía. Si falla esta confianza, aparecela desorientación y la no- comprensión de las situaciones emocionalesque provocan defensas primitivas y distorsiones perceptivas frente alpecho y la escena primaria. Mientras se conserva la relación interna yexterna con estos elementos, nunca estamos desorientados y estamoscubiertos de ataques agudos de ansiedad –sostiene Money Kyrle. Estotrae a colación el viejo tema de la estructura del comportamientodesarrollada por los etólogos. La psicosis nos pone de cara a esteproblema nuevamente. El tema de la especie y el comportamiento nomentalizado. Encontramos en psicoanálisis y filosofía una insistenciaen estudiar la diferencia y, un descuido de las formas innatas de lorepetido en nuestro afán de singularidad. Tal vez éste sea un resto deomnipotencia que no nos permite ver lo cerca que nos encontramos delcomportamiento de la conducta animal. Señalo esto sin tratar deequiparar, sino tratando de incluir los funcionamientos primitivoscomo una evidencia psicopatológica y el funcionamiento de nuestrosgrupos. El péndulo se ha quedado en lo abierto, lo nuevo, la diferencia,el acontecimiento, y sólo sostengo que tal vez deberíamos hacerlogirar de un lado a otro, de la estructura del comportamiento a laapertura de la diferencia.

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E) Bion como ningún otro antes ha relacionado la omnipotenciacon el funcionamiento psicótico. El paciente es incapaz de tolerar lano-cosa. Está pendiente de un pasado que no existe y en él se afianzade manera negativista. No acepta la realidad interna e invade alucina-toriamente el momento presente. El lugar “ausente” no coincide conla realidad interna. Su objetivo es “saturar” la sesión de modo que yano pueda trabajar y nadie pueda ocupar su lugar. El analista quieresacarle información –su cordura dice Bion. En la alucinación encuen-tra el método para lograr la independencia; el paciente se considerasuperior al análisis. Es interesante resaltar el crucial conflicto melan-cólico implícito en esta operatoria y revalorizar el problema nosológicoque implicó para Freud la Melancolía. La alternativa psicótica nopuede diferenciarse desde el punto de vista clínico de la metapsicolo-gía de la adicción o la trasformación-beta en acción. En estos funcio-namientos inestables un elemento impuesto reemplaza la realidad, unasecreta megalomanía organiza la relación con ella. El paciente queveremos a continuación decía en relación al psiquiatra que le suminis-traba la medicación: “me hablaba como a un idiota, todavía no meconoce”. Una parte de la personalidad del paciente ocupará el lugar delanalista para negar el vértice del analista. Hay una predeterminaciónque sobrepasa a la preconcepción. La preconcepción busca al mundoexterno. El inestable proyecta los sentidos y un objeto que elimina alobjeto externo, Bion llama a esto “el mal absoluto”.

F) Una modalidad protomental (Grupo Supuesto Básico) queunida al masoquismo y la operatoria del carácter pseudomaduro –ysobre todo gobernada por el Superyó recién descripto–, ofrece unasalida evasiva del pensamiento individual y la frustración que ésteimplica. Así se va generando un splitting del Yo que cada vezsegmenta más la posibilidad de acceso a la realidad. Esta huida de lavida mental se puede ir acercando por su fuerza al sistema delirante,a una mentalidad de tribu, a una característica de agrupabilidad queestá relacionada con modos de comportamiento pre-simbólicos. Cons-tituyen el momento más cercano a una acción de la especie y el grupo.Bion sostiene la inquietante sentencia de que el grupo y el infinito sonepistemológicamente anteriores a todo lo demás. Esto implica que

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recién cuando se puede regular la relación con el pecho (la Idea, lacuenta-por-uno) se puede regular la relación con el prójimo. Antes deeso es GSB, la especie, o aún más perturbador, el mal absoluto.

G) Crisis Psicótica: los períodos de crisis psicóticas constituyen unmomento especial de estos tratamientos. Son momentos en donde sesuspende el trabajo posible y se ingresa en un torbellino en donde lamuerte y la incertidumbre generan, incluso, una gran conmoción en elanalista que ve afectada su labor y su vida personal. Su atención quedade manera latente sujeta a restablecer una provisoria organización.Varios autores han sostenido la idea de que partes del pacienteproyectadas identificatoriamente son actuadas por familiares y miem-bros de instituciones. Es parte de la labor analítica del inestableacompañar y sostener estos momentos –en el límite de la cordura, lolegal y la muerte– para que se produzca una reorganización más allá quela labor analítica específica se halle suspendida. Estas caídas van de lamano de interacciones grupales (GSB) que asumen los individuosatormentados por la coyuntura. Se ha caído, PS ha perdido su PD , esel dominio de la desorganización. Es parte del análisis introducir loscomponentes externos que reintroduzcan al paciente en el circuitooscilante de las posiciones. Acompañar como telón de fondo estastransiciones esperando el retorno del paciente. Desde ya esto no es unaregla. Todo depende de la disposición al sacrificio y personalidad delanalista.

Estos puntos intentan ser una descripción abstraída de lo queclínicamente he encontrado en más de veinte años de trabajo conpacientes inestables. No intento hacer distinciones psicopatológicas,sólo describir las herramientas básicas que surgen como una sintéticageneralización de lo que el método analítico me ha permitido observary puedo resumir como ítems característicos. En mi descripción supon-go un modelo que comprende las intuiciones teóricas como uncorrelato de la clínica; momentos de estabilidad del analista quepermiten tratar de investigar, y a veces modelar, los contenidos de lostrastornos del paciente y otros momentos (que ponen en juego laestabilidad-inestabilidad del analista) en donde el torbellino de la

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acción busca una Idea que permita organizar una aproximación a loque a él le parece que sucede; y también, por último, supongo a unanalista que regularmente sortea la fila dos de la tabla y confía en quelas teorías que conoce están suficientemente ausentes para permitirlefecundar Una teoría sobre lo que sucede en su experiencia en la sesión.Como ejemplo podemos decir que la teoría de la función alfa incluyeuna teoría sobre el simbolismo, sobre la intuición, sobre la represión,sobre la atención flotante, sobre la teoría de las posiciones kleinianas,la pareja combinada, etc.; pero es en la descripción de Bion unaconcepción que abstrae todos esos elementos para “ver” cosas que conesas teorías no se veían. Este modelo lleva a simplificar el acceso a laexperiencia y a evitar la vanidad consecuente de estar relacionandoteorías complejas, muchas veces dejando de lado su utilización en elpsicoanálisis, que cuando todo anda bien, no es una utilizaciónconciente sino una que sorprende al mismo analista que la ve en“acción” en una interpretación o en la configuración espontánea deuna teoría que se arma para llegar a ella.

También quise señalar que el analista, sus grupos y sus teorías y suestabilidad e inestabilidad mental, se hallan sujetas al movimientopendular PSD, eso quiere decir que puede incurrir en omnipotenciapsicótica, GSB y las acciones que conllevan las transformacionesnegativas en muchos momentos de su tarea clínica. El pasaje de PD aPS como brújula, es un buen regulador de esta posibilidad.

A continuación presento un material clínico que puede mostrar elelemento práctico desde donde he articulado las nociones expuestas.

Presentación clínica

La prolongación del tratamiento de un analizado con personalidadpsicótica me permitió observar de manera accesible a la articulacióndel pensamiento, los movimientos integrativos PD tal cual puedenverse en el paciente inestable.

Julio ha sido motivo de un trabajo presentado hace dos años(simposio 2009) en donde observaba el modo en que el Complejo deEdipo y el Superyó se hacían perceptibles en estas etapas de precoci-dad simbólica y deformación cognitiva.

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Presentaré en el formato de períodos los intentos de movimientosintegrativos en el paciente inestable, dando por supuestas las crisis quepreceden a los intentos de integración, luego de esto trataré de mostrarla complejidad de la posición analítica frente a pacientes con estascaracterísticas. Por último haré una interpretación general de losmovimientos observados en el caso.

Período uno: El comienzo del tratamiento

Un movimiento vinculado al final del colegio secundario desenca-denaría en Julio una crisis psicótica que lo llevó a golpearse ylastimarse reiteradas veces en el baño del colegio. A esto se le sumaronconductas extrañas y manierismos. Abstraigo de este primer período:a) la separación del régimen institucional rompió la férula mental quesignificaba la institución familiar y escolar; b) una escena edípicadelirante en la que Julio sostenía que la señorita H (de la que pretendíaser novio sin jamás habérselo comunicado) miraba al joven A; c) estotrajo como consecuencia automutilaciones e ideas suicidas y homici-das; d) otro componente edípico estaba ocupado por el padre quedejaba a disposición del hijo un arma de fuego y un hermano esquizo-frénico en el altillo del negocio familiar, hijo de una madre suicida,esposa anterior del padre. Este medio hermano fue alejado de Julio porsu madre por “miedo al contagio”. A partir de allí –claro está– laidentificación melancólica con el hermano encontró su lugar y se hizooír en el final de su escolaridad.

La integración en este período puede ser representada por lossiguientes restos de destrucción mental que podemos configurar así:un Superyó personificado en un oloroso traje de arquero de hockey conel que se presentó a las primeras sesiones que fue entendido como unamuralla defensiva que le permitía no hablar ni ser visto y estar aresguardo de influencias exteriores; además le permitía sacarse deencima los malos olores que esta parálisis dejaba como muestra dealgo que dentro de la muralla había muerto.

Aproximadamente un año tardó Julio en reorganizar funcionesyoicas mínimas de atención y voluntad. Pasó ese año recluido en unclima de latencia explosiva hasta que llegando hacia el fin del año se

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le permitió a un auxiliar docente tomarle algunos exámenes en sudomicilio, finalizando así su escuela secundaria.

Período dos: del arquero al “monstruo”

El arquero de hockey se fue desplazando a una nueva forma que segestó silenciosamente en su año de cautiverio: una alianza concaracterísticas extrañas a través de Internet con su hermano junto aquien crearon un juego para la red en donde los personajes eran objetosdeteriorados, partes del cuerpo, sólo voces, sólo oídos, gobernados porun personaje de piedra, monstruo, cuyo castigo consistía en ir quitandomiembros del cuerpo, o partes de las partes, a medida que se cometíanerrores frente al objetivo. Cuando todo se destruye: ¿qué queda? –sepreguntaban los hermanos en el armado.

Fuera del campo virtual Julio incluyó en su vida una relaciónamorosa. La novia, resto del colegio que logró sobrevivir al despojo,tenía un corto pronóstico de vida a causa de una enfermedad. Eraninseparables, y sólo aceptaban la inclusión del loco del altillo. El tríotejió una alianza colusivanegativista que se fue haciendo presente–como un nuevo monstruo combinado– que invadió el negociofamiliar y el grupo social de pertenencia. En el trabajo analítico unaacusación de conspiración entre los padres y yo para destronar elimperio de la “santa trinidad” no se hizo esperar; sin embargo un hilode cordura mantuvo unido –aun no sé cómo– al frágil tratamiento. Elruido social se hizo oír en el consultorio también a través de llamadasy distribución de derivaciones para familiares desesperados. Sinembargo, la catástrofe mesiánica dio lugar a una nueva integraciónPSD.

Período tres: el justiciero

Julio fue contratado por una empresa de juegos, su hermanotambién, pero no pasó el examen psicológico. Esto derivó en ladisolución del trío, que concluyó en la internación del hermano noadmitido y en la desaparición de la novia: esto responde a la preguntade los hermanos en relación al final del juego, queda “nada”. Julio

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ingresó al espacio desconocido señalando que para él en la empresa nohabía nadie. Fue puesto a cargo de un grupo de “gametester” y señalóque tendría que haber ingresado al ejército, cosa de la que aún estabaa tiempo. Su odio contra los negros y el hippie del padre con la herenciadel mayo francés le producían repugnancia. Ahora se sentía con lafuerza de un “monstruo” y se había comprado una “macana” con la queiba a poner las cosas en el lugar correcto. Así fue que en variosepisodios se convirtió en un justiciero que apaleó con el artefacto a“negros” que piropeaban a mujeres decentes, o minusválidos quepedían limosna con insistencia. Paralelamente apareció una sospechaen relación a la fidelidad de su madre frente a la permisividad hippiedel padre que la dejaba ir sola a oriente. El padre comenzó a ser ubicadopor Julio como el promotor del monstruo megalomaníaco, “porquefinalmente era él el que no le había puesto tope al monstruo del altilloni a su madre; finalmente hubo que internarlo para que algo lo (nos)pare”. Esta teoría me pareció guardar una profunda intuición delpaciente. A partir de esto comenzó una preocupación realista de:¿quién para al monstruo?

Cuarto período: El amo del universo

El vínculo con la realidad tomó un color más humanizado,depresivamente humanizado. Un tono infantil y pueril asomaba en losvínculos con sus pares. El contraste de un gigante con rostro de “Bobesponja” –sostuvo su madre– al menos no generaba tanto espanto. Sinembargo con su falla en el control de impulsos en una de susmanifestaciones de afectividad pueril, en un abrazo, rompió unacostilla de un compañero; con una compañera que recuperó delsecundario comenzó a concurrir a unos eventos de “cómics”. Setrataba de reuniones de gente vinculada a los diferentes personajes deestas tiras, bastante desconocidas para el mundo adulto. Allí sedisfrazaban e interpretaban a esos personajes. Se sacaban fotos yconversaban como si fueran ellos. Julio me acercó algunas fotos de loseventos. Confeccionar los trajes y sus extrañas construcciones (cabe-zas de barril, piernas en los brazos, dientes en los dedos, etc.) llevabameses. Julio se disfrazó tres veces. Uno de los trajes era un monstruo

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que había construido con armas de diferentes épocas, armas en lasmanos, en los ojos y veía por la nariz. El último era una especie dearlequín naranja y violeta, con cabeza de barril ubicada de formahorizontal que producía menos miedo que risa y pena; su nombre: elamo del universo.

Luego de este período comenzó a generarse un pasaje a PS queincluyó una sensación de haberse quedado aislado y una desesperaciónpor las ráfagas de comprensión depresiva de lo que había sucedido en suconducta de estos años; se sentía sin “nada y con todo el mundo haciaadelante” –esa era la peor sensación que había tenido en su vida.

Disgresión técnica: sobre la posición analítica y la “conjeturaimaginativa”

Ante la experiencia con pacientes con las características que hemosvisto, nunca queda clara la “dirección” que van a tomar los aconteci-mientos en el curso del tratamiento. La atención flotante incluyealtamente la percepción vinculada a los sentidos. Flota entre lo que sepercibe, es decir, entre lo que se huele, se observa y se oye. Lossentidos en su expresión directa acompañan el surgimiento de las ideasque guían la construcción del significado. La intuición es un correlatodel oler, pero a veces también se huele de manera concreta, como enel momento en que Julio se presentó con su equipo de hockey. Labúsqueda de la observación se “orienta” articulando el significadoentre acciones, palabras e intuiciones. Hay una oscilación entre lacaptación de la estructura del comportamiento, me refiero con esto alcomportamiento innato o no vinculado a lo aprendido, y las partes másmentalizadas del paciente que pueden transmitir los contenidos demanera cercana al símbolo.

La atención se prolonga para hallar formas o conductas no relacio-nadas que permitan formar imágenes o configuraciones verbales,como puede ser la Idea del Superyó presentado por la figura delarquero de hockey antes mencionada que se va transformando, hastala imagen más benigna del “amo del universo”. Estas organizacionesideativas y pictóricas no se construyen de ningún modo obvio; suconstitución depende de una “conjetura imaginativa” –como señalan

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Tinbergen desde el estudio de la estructura del comportamiento y Bionen psicoanálisis– por parte del observador que puede o no confirmarseen observaciones ulteriores. Implica un proceso creativo en donde elsignificado es inventado por datos de los sentidos y sus ampliacionessimbólicas, como la intuición y la observación científica. La insisten-cia en la observación va configurando un esquema de significación,una mezcla de observación, experimentación crítica y conjetura ima-ginativa como acción interpretativa. Hay que contar también el trabajosísmico ante cada crisis psicótica integrativa, que como señalamos seda frente a una tendencia PS constitutiva que va a resistir tanáticamen-te la forma nueva. En el paciente neurótico el cambio es básicamenteinterno, en el paciente con predominio psicótico se da en el Yo, másespecíficamente en la forma del Yo: el carácter. Tiembla el análisis yel analista. Sus esquemas/referencias son un paraguas frente a latempestad, tiene que arreglarse con lo que se encuentre tratando demantener un método que se resume en mantener el significado quecobra el lugar del continente y la Idea que lo articula. En estos casospercibimos hasta qué punto el símbolo es el eje de la cordura. Elanálisis se desarrolla entre estereotipos de la “estructura del compor-tamiento” y momentos de constitución psíquica frente a una especiede “entropía negativa” que gobierna la conducta del paciente.3

Comentario final

Ante cada ruptura de una articulación lograda hay una tendencia PDa la reorganización. El trastorno de la función sintética del Yo seobserva en la evolución de este monstruoso Superyó que se vatransformando a medida que los movimientos psíquicos y los reque-rimientos del mundo externo lo van exigiendo. No pretendo que se

3 La teoría de las posiciones y su ampliación bioniana tiene una alta vinculación a laentropía utilizada en la física. En esta materia la entropía permite determinar la parte deenergía que no puede utilizarse en el trabajo generando un sistema aislado, una parteirreversible. Desde el punto de vista psicoanalítico pensamos que el organismo mantieneuna parte “inestable”, entrópicamente negativa que no se sabe de qué manera entrará enjuego en cada integración y que opera como una barrera PS frente al movimientointegrativo PD.

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observe el avance por mí detectable en las sucesivas reorganizaciones,sólo digamos que algunos elementos del principio de realidad queda-ron posibilitados desde este vértice. El pasaje del primer al segundoperíodo se da en la identificación con el hermano psicótico. Un modode funcionamiento protomental llevó a construir la idea mesiánica deun monstruo que vengue a la enloquecedora “pareja combinada”. Lossentimientos producidos por los fragmentos monstruosos del Yodispersos quedan ubicados y “suspendidos” en este modo protomentalde contención, primero en un grupo de ataque y fuga, en una protofamiliade objetos bizarros y deteriorados. El trío monstruoso, encastrado através de una argumentación delirante, reivindicaba a la madre muer-ta, eje de la esquizofrenia, al hijo expulsado y la hija enferma, queoperaban como trasfondo familiar. El gran monstruo se va modifican-do cada vez que PD se mueve, lo que implica un terremoto que augurasuicidio e internaciones.

En el denominado tercer período la mentalidad grupal fue suspen-dida y sustituida por el justiciero, “el elegido” de argumentos básica-mente paranoides. Podríamos decir que es el período másmegalomaníaco y peligroso en la reorganización PD ya que involucróun alto nivel de accionar psicótico. El momento de cierto insightdepresivo –de una mínima psiquización del monstruo– surge ante el“miedo” ante el accionar de éste. Fue una lucha integrativa-desintegrativa la que permitió ir llevando la acción delirante delmonstruo hacia algún grado de “distancia” en donde Julio pudoempezar a temer y a organizar a través de la construcción de unmuñeco-maníaco-cómic (construcción de la que en alguna parte–justamente vinculada a la cabeza-barril– yo participé cuando la trajoa sesión para pintarla y me solicitó opinión y ayuda concreta) que“personificó” una imagen “que se pone y se saca” –señaló Julio en unade esas sesiones hallando un espacio separador, simbólico que loseparaba del monstruo justiciero. El amo del universo comunicaba unamegalomanía infantil pero le permitía intercambiar con objetos realesun espacio potencial de desarrollos humanizados hasta una nuevaemergencia desorganizativa.

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Pioneros

rioplatenses

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Poder, Locura y Cultura en elpensamiento de Enrique Pichon Rivière *

Samuel Arbiser

Probablemente sea una audacia pretender hacerse eco y trasmitir elpensamiento de este indiscutible maestro del psicoanálisis argentino.No dejó una obra extensa, documentada, sistemática y organizada.Los artículos y demás escritos que figuran en sus libros, Del Psicoa-nálisis a la Psicología Social, son bastante fragmentarios; a vecessemejan apenas apuntes y otras, aunque parecían intentos más ambi-ciosos, quedaban incompletos o terminaban precipitadamente. Podríapensarse –con alguna ironía– que sus trabajos, tomados en formaaislada difícilmente hubieran franqueado las barreras del referato delas revistas psicoanalíticas corrientes, a pesar de que no exageraría unápice en considerarlo una de las figuras más influyentes e inquietan-temente innovadoras en el desarrollo y las características diferencialesdel psicoanálisis argentino. Con esta salvedad intentaré ser fiel a lomás consensuado de su pensamiento.

Pichon Rivière y la Cultura

Con matices diferentes de los demás pioneros que introdujeron,desarrollaron y cultivaron el psicoanálisis en nuestro medio, E. PichonRivière fue ante todo un “hombre de la cultura” que devino psicoana-lista. En contraste con aquéllos, el psicoanálisis no fue su meta sino unnatural encuentro de quien, atravesando con plenitud la vida culturalde la primera mitad del siglo XX, no quiso ni pudo soslayar un

* Trabajo presentado en el VIII Congreso Argentino de psicoanálisis. Rosario 2010.

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producto de esa cultura –la creación freudiana– que se imponía convehemencia prometedora y liberadora en gran parte del mundo occi-dental. Este particular punto de partida resalta justamente los mencio-nados “matices diferentes”. No es descartable conjeturar que supeculiar crianza en culturas contrastantes haya contribuido a marcarese curioso destino. Nacido en Ginebra de padres franceses llega a los3 años a las inhóspitas regiones de la selva chaqueña y pasa cuatro añosviviendo bajo la obsesionante amenaza de los feroces malones de losindios guaraníes; indios que fuera de sus agrupamiento en talesmalones eran pacíficos y laboriosos; y que le permitieron al niñoEnrique aprender su lengua y familiarizarse con su cultura. A los 8años pasa a vivir en la provincia de Corrientes y finalmente se instalaen la ciudad de Goya donde su madre funda el colegio secundario quelo tuvo a él de alumno. Ya en su adolescencia el deporte, la poesía yla pintura constituyen su pasión dominante, que se continúa muypronto con la lectura de los “poetas malditos” como Isidoro Ducasse(el conde de Lautréamont), Rimbaud y Artaud. Los Cantos de Maldoror,del conde de Lautréamont le van a marcar tempranamente su inquie-tante interés por la locura y lo siniestro hasta el nivel de lo espectral.Luego en Rosario y más tarde en Buenos Aires mientras cursa(largamente) su carrera de Medicina, trabaja como periodista y parti-cipa en forma activa en la bohemia intelectual de la época, dondecultiva la amistad de escritores como Roberto Arlt, pintores y los másentrañables personajes de esa bohemia. No es entonces sorpresa suscontribuciones sobre la literatura, la pintura y sobre la significaciónpsicoanalítica del arte en general. Pero tampoco puede desconocersesu interés por la cultura popular: sus incursiones periodísticas sobre elfútbol; o sobre el tango y el “grotesco” argentino encarnados en loshermanos Enrique y Armando Santos Discépolo.1 Detengo acá laenumeración en tanto que sólo pretendía con ella sostener mi afirma-ción de que Enrique Pichon Rivière fue un “hombre de la cultura” yque, gracias a esta condición, innovó y enriqueció –a través de su

1 Estos párrafos biográficos figuran con algunas diferencias de redacción en la entradacorrespondiente a Pichon Rivière de mi autoría en el Dictionnaire International de laPsychanalyse bajo la dirección de Alain de Mijolla.

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enseñanza preponderantemente oral– el corpus teórico-práctico nosólo de la disciplina psicoanalítica sino además de la psiquiatría y dela psicología social.

Por otra parte, en el pensamiento pichoneano la cultura no era sóloun objeto de indagación que podía abordarse desde el psicoanálisis.Para este pensador el objeto del psicoanálisis era el “hombre inmersoen la estructura socio-cultural”; precedido y determinado por ésta y, asu vez, determinándola. Esto conlleva un desacuerdo básico con laopinión freudiana de oponer la cultura a la naturaleza instintiva delhombre; oposición responsable del “malestar...”. La cultura no es sólorepresiva sino regulatoria, muy imperfecta por cierto, y en consecuen-cia perfectible, de las relaciones humanas. Si bien es cierto que liberarde las represiones patológicas puede devolver la salud, debe acentuarseen este enunciado el término “patológicas”, y evitar así una generali-zación interesada, sustento de las posturas “contestatarias”.2 Nuestroautor no concebía al hombre “aislado” de su contexto humano y“ecológico” (la querencia, el pago). Para él la pregunta de cómo seconstruye el grupo a partir del individuo debía reformularse en unsentido inverso, a saber: cómo se deviene individuo a partir del grupo.En ese sentido era un psicólogo social especialmente influenciado porel filósofo norteamericano de la Escuela de Chicago George H. Mead,creador de lo que se dio en llamar “interaccionismo simbólico”(Fernando Fabris, 2007). Otra fuente de su pensamiento era la de los“experimentalistas” norteamericanos liderados por Kurt Lewin, autorde la conocida “Teoría del Campo”. Y desde estas posturas, donde seacentuaba la preponderancia genética de lo colectivo sobre lo indivi-dual, tampoco pudo sustraerse de la influencia de los teóricos de laComunicación. Pretendo decir que el psicoanálisis que cultivaba yenseñaba estaba atravesado por esas fuentes de influencias; fuentesque supo integrar en el corpus de nuestra disciplina instilándole uninédito hálito innovador. De ahí su crítica a Freud con el que rematasu escrito (apenas una imperdible hoja y un tercio de página impresa)

2 Como el paradigmático grito de Mayo del 68: “prohibido prohibir”. Dudo que esta últimafrase hubiera sido refrendada por Enrique Pichon Rivière, aunque para mí es una claraconsecuencia de considerar al “hombre inmerso en la estructura socio-cultural”.

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titulada “Freud: punto de partida de la psicología social” ... “Pese apercibir la falacia de la oposición dilemática entre psicología indivi-dual y colectiva, su apego a la ‘mitología’ del psicoanálisis, la teoríainstintivista, y el desconocimiento de la dimensión ecológica, leimpidieron formularse lo vislumbrado, esto es, que toda psicología, ensentido estricto, es social” (Pichon Rivière, 1971). En el sentido dearticular lo colectivo con lo individual puede también entenderse lanecesidad de introducir las nociones acerca del “emergente y elportavoz”. Estos se refieren en términos generales, a que el individuoenfermo es emergente de la dinámica enferma de su grupo de pertenen-cia y que su discurso es el portavoz de la “cultura” conflictivaparticular de cada grupo y éstos a su vez, de grupos cada vez másamplios hasta abarcar a la cultura en su dimensión más general. Estoexplicaría que los discursos que la mayoría de los individuos creeningenuamente como propios, son –en realidad– producto de su perte-nencia grupal. Serían una minoría aquellos individuos que, recono-ciendo su relación de interdependencia con sus grupos de pertenencia,pueden diferenciarse (sin alienarse) del conjunto y tener un pensa-miento propio producto del procesamiento crítico y desapasionado dela realidad. La inextricable relación del hombre y su contexto socio-cultural en el pensamiento de Pichon Rivière puede también recono-cerse en su necesidad de reformular el psiquismo como “grupointerno”.3 No lo ha hecho en forma sistemática y completa sino a travésde jirones repartidos en diferentes escritos; por elegir alguno, transcribiréotro párrafo del artículo citado anteriormente: “Podemos observar, deacuerdo con los aportes de la escuela de Melanie Klein, que se trata derelaciones sociales externas que han sido internalizadas, relacionesque denominamos vínculos internos, y que reproducen en el ámbitodel yo relaciones grupales o ecológicas. Estas estructuras vincularesque incluyen al sujeto, el objeto y sus mutuas interrelaciones, seconfiguran sobre la base de experiencias precocísimas, por eso exclui-mos de nuestros sistemas el concepto de instinto, sustituyéndolo porel de experiencia. Asimismo, toda la vida mental inconsciente, es

3 A lo largo de casi 40 años he dedicado a este tema la mayor parte de mis trabajos, perolo más sistemático de esta noción puede encontrarse en Arbiser S. (2001) y en Arbiser(2003).

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decir, el dominio de la fantasía inconsciente debe ser consideradocomo la interacción entre objetos internos (grupo interno) en perma-nente interrelación dialéctica con los objetos del mundo exterior”.Concluiré esta sección con una bella cita del poeta inglés John Donneque E. Pichon Rivière a su vez reproduce en su artículo que lleva elsugerente título de “Implacable interjuego del hombre y el mundo”(op. Cit. 1971): “Nadie es una isla completa en sí misma; todo hombrees un trozo del continente, una parte del todo; si el mar arrebata unpeñón, es España la que sufre la pérdida. Lo mismo que si se trata deun promontorio, de una hacienda de tus amigos o de la tuya propia, lamuerte de un hombre me disminuye porque estoy inserto en lahumanidad, y por eso no preguntes nunca por quién doblan lascampanas: doblan por ti”.

Pichon Rivière y la locura

La palabra “locura” –se sabe– ha acumulado en su significación unamplio espectro de matices: desde un halo poético, hasta servir comoun estricto encasillamiento psicopatológico, pasando por ese estadogeneral indefinible de malestar en la cultura ante la inevitable insatis-facción que las limitaciones de la vida nos produce. Ese halo poéticomencionado podría asimilarse a cierta exuberancia creativa del espí-ritu, extravagancias o chifladuras (en términos freudianos) con mati-ces pintorescos o críticos ante las “grises” realidades de la vida. PichonRivière, probablemente, abarcó en su pensamiento y producción a lamayoría de sus significaciones. Ya se ha mencionado el abordajeliterario de los “poetas malditos”; especialmente a la corta y malhadadavida de Isidoro Ducasse y a su tétrico Cantos de Maldoror, enmarca-dos ambos en el ensayo de Freud sobre lo “siniestro”. Tambiéndebemos recordar que nuestro autor se encontró con el psicoanálisisluego de una dilatada, activa e innovadora tarea como psiquiatra en elentonces Hospicio de la Merced. Es decir no conocía la locura sólo porreferencia o por los mecanismos psicóticos de los neuróticos. Tampo-co había en él una tajante división entre su rol de psiquiatra, psicoana-lista y psicólogo social, ni en la utilización de las estrategias deabordaje:4 recursos psiquiátricos, terapias individuales o grupales.

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Probablemente la flexibilidad del modelo del psiquismo como “grupointerno” favorecía esa versatilidad. Desde el ángulo más estrictamentede la psicopatología psicoanalítica puede interesar recordar, aunquesea en forma arto escueta, su teoría de la “enfermedad única”. Élpostulaba “... la existencia de un núcleo psicótico central, situacióndepresiva básica patogenética, siendo –en consecuencia– todas lasdemás estructuras patológicas tentativas de elaboración o desprendi-miento de dicha situación nuclear (op. Cit. Pág. 279). Planteaba, encontraste con M. Klein, a la posición esquizoparanoide como salida dela situación depresiva básica y condición para el manejo defensivo delYo en tanto discriminación entre objeto “bueno” y objeto“persecutorio”, más en línea con Fairbairn (“divalencia”). En unesquema (del que sólo nombraré los títulos) intenta abarcar la causa-ción de una estructura psíquica, sea ésta patológica o normal.

1) Policausalidad: a.- el factor constitucional, tanto genético comoprecozmente adquirido; b.- factor disposicional es el encuentro entreel factor constitucional y la crianza en el ámbito familiar; c.- factoractual (privación o pérdida).

2) Pluralidad fenoménica: áreas mente, cuerpo y mundo.3) Continuidad genética y funcional. Se refiere a las vicisitudes

evolutivas del núcleo patogénico central o depresión básica:a.- Protodepresión, b.- Posición depresiva del desarrollo (M. Klein),c.- Depresión desencadenante, d.- Depresión regresional, e.- Depre-sión iatrogénica, referida a la depresión resultante del proceso terapéu-tico exitoso.

Entendía la patología como una detención, por la rigidez de lasdefensas, del proceso de intercambio con la realidad y por consiguien-te como una lectura sesgada y estereotipada de la misma. La estrategiaterapéutica consistía, en consecuencia, remover las defensas y relan-zar el intercambio con la realidad externa. En una terminologíaderivada del marxismo en su concepción dialéctica y de la praxisdefinía la salud como una adaptación activa ( diría crítica) a la realidad,“transformarse, transformando la realidad” que, por otro lado, no se

4 Como ejemplo puede verse su artículo “Empleo de Tofranil en psicoterapia individual ygrupal” (Pichon Rivière, 1971).

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diferencia de lo postulado por Freud (1924) en “Pérdida de la realidaden la Neurosis y Psicosis”, cuando utilizando los términos de Ferenzcipostula los conceptos de autoplástico y aloplástico. Se podría esque-matizar con fines didácticos que: “la adaptación activa a la realidad”correspondería a la salud, “la adaptación pasiva a la realidad” a laneurosis, la “inadaptación pasiva a la realidad” a la psicosis, yfinalmente “la inadaptación activa a la realidad” a la psicopatía.

Pichon Rivière y el poder

Es más difícil tratar de ser un cronista imparcial cuando se trata deun término como el del poder, tan entrecruzado por las pasionesideológicas. Pasiones que hacen confundir al sustantivo con el predi-cado: no es lo mismo el “poder” que el “abuso del poder”.5 Sinembargo, a pesar de esta válida reserva, arriesgaré destilar de supensamiento algunas ideas que delatan su particular manera de conce-bir el poder y su administración. Para ello me referiré a su innovadoramanera de concebir la enseñanza y el aprendizaje, y luego a su posturasobre el “liderazgo” a partir de una de sus más originales creaciones,“el grupo operativo”, ambos en relación de estrecha complementarie-dad. El ámbito de la enseñanza suele prestarse –en sobradas ocasio-nes– al ejercicio arbitrario del poder partiendo del hecho consensuadode que en dicho ámbito debe primar la asimetría entre el que enseña yel que aprende. Nuestro autor, en cambio, por sus rasgos personales6

y convicciones ideológicas, tendía a eliminar toda tentación de supe-rioridad jerárquica encarando la enseñanza como un proceso en“espiral dialéctica” donde el par “enseñar–aprender” se configura enuna unidad indisoluble. Agregaría –evitando adjudicarle a PichonRivière esta aseveración– sin menoscabo en la conservación de laasimetría de roles.7 Un buen maestro, en consonancia con la mayéutica

5 Pasiones que llevan siempre a adjudicar el “abuso” al portador de la ideología contraria,a veces con una ceguera insólita ante la realidad.

6 Ver “Mi testimonio” en Arbiser 2007.7 Acentúo personalmente lo de “...conservación de la asimetría...” en cuanto en la

actualidad las tendencias contestatarias o pseudo progresistas, no sólo nivelan los rolessino que, a veces, los invierten alegremente.

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socrática, sería aquél que guía y permite “alumbrar” el conocimientode quienes en un rol social subalterno y su autoestima disminuida, aveces, desconocen lo que saben o cuánto saben. Tampoco concebía elsaber como algo meramente acumulativo y estático, sino como algodinámico y operativo, en línea con la noción de ECRO y con la nociónde “praxis”. Los “grupos operativos” fueron la fértil creación que lepermitió poner en práctica gran parte de estos postulados, especial-mente los que atañen a los antes mentados liderazgos. Recala en Lippity White, discípulos e integrantes de los investigadores experimentalistasdirigidos por el antes mencionado Kurt Lewin, de quienes recoge losresultados surgidos de la investigación con grupos de estudiantes.Estos resultados, ya universalmente conocidos, a partir de esas expe-riencias, discriminan 3 tipos de liderazgos; a saber: el liderazgoautocrático, el liderazgo laissez-faire, y el liderazgo democrático quellevan a funcionamientos bien diferenciados de acuerdo al tipo deliderazgo que se ejerce. En sus palabras (1971, pág. 297) “...Ladetección de los liderazgos tiene una importancia fundamental en lacomprensión de la dinámica del grupo, tanto es así, que la estructuray función del grupo, se configurarán de acuerdo a los tipos de liderazgoasumidos por el coordinador.” Pero además agrega a esta clásicaclasificación un cuarto tipo de liderazgo que designa como “líderdemagógico”, cuya característica más marcada es la impostura, dadoque bajo un disfraz democrático esconde sus verdaderas intencionesautocráticas o laissez-faire. También conviene recordar que su idea deliderazgo es siempre en función de la tarea que encara el grupo; eso loconduce a diferenciar entre los liderazgos “prescriptos” de los lideraz-gos “sentidos”. Los primeros son los que cuentan con la sanción socialy los segundos son aquellos que surgen de la mencionada tarea. Esdecir, en los últimos su liderazgo y poder es transitorio y sólo enfunción de su peculiar habilidad en denunciar o remover puntualmentelos obstáculos a la continuidad del trabajo grupal. De este modo sepromueve la movilidad de los roles y liderazgos. Conviene subrayarque esta forma de concebir los liderazgos otorga al poder el sesgopropio de la funcionalidad y soslaya el uso abusivo del mismo.

187Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 179-187

Bibliografía

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(1978) “Un modelo de psicoterapia grupal”. Publicado en la Revista de Psicoa-nálisis (APA). Tomo XXXV, nº 4, 1978.

(1984) “Psicoterapia grupal centrada en la tarea terapéutica”. Revista de laAsociación Escuela de Psicoterapia para Graduados, nº 9, 1984.

(2001) “Psique e Cultura” (en portugués) “Psicanalise”. Revista da SociedadeBrasileira de Psicanálise de Porto Alegre. Volume 3, Número 1, 2001.

(2001) “El grupo interno”. Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis,Julio 2001.

(2003) “Psiquis y Cultura”. Psicoanálisis Revista de Apdeba, Vol. XXV, Nº 12003.

(2007) “Enrique Pichon Rivière, Mi testimonio” (en portugués) (2007)). Inclui-do en el libro Seguir a aventura com Enrique José Pichon Rivière: umabiografia, por Marco Aurelio Fernández Velloso y María Lucía Melo Meireles.

FABRIS, F. A. (2007) Pichon Rivière Un viajero de mil mundos. Editorial Polemos.FREUD, S. (1924) La pérdida de la Realidad en la Neurosis y la Psicosis. Obras

Completas. Amorrortu.PICHON RIVIÈRE, E. (1971) Del Psicoanálisis a la Psicología Social. Editorial

Galerna.

Reseñas

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RESEÑA DE PREMIO

Élida Fernandez

El 16 de mayo del 2012 en el Centro de Salud Mental ArturoAmeghino se presentó la publicación del premio 2010 a la Investiga-ción Clínica.

Este premio, instituido por el director saliente, enjuiciado por laAdministración Macri, premiaba cada dos años un trabajo de investi-gación clínica en los hospitales y Centros de Salud Mental de la Ciudadde Buenos Aires.

Esta investigación “Abordaje de Pacientes Graves en el Centro deSalud” comenzó en el 2007 congregando a un grupo de doce psicoa-nalistas del Centro con la coordinación de la Lic. Elida Ester Fernández,con la inquietud de pensar y escribir sobre las dificultades queproponía al analista atender en la institución pacientes graves.

El trabajo se fue realizando con el asesoramiento de la Dra. KukyCoria, metodóloga, puesta por el CODEI (Comité de Docencia eInvestigación) para guiar la investigación en los requerimientos esta-blecidos por el premio.

En el devenir del trabajo se fueron planteando cuatro ejes deinvestigación:

– Desamparo inicial– Lo grave en psicoanálisis– El tiempo de los tratamientos– Importancia y lugar de la institución.Se abordaron 12 casos que se eligieron como referencias de lo más

difícil en la práctica de cada una.

192 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 191-192

Se utilizaron dos herramientas nuevas para las analistas: construc-ción de grillas, y utilización de textos no sólo psicoanalíticos sinotambién literarios.

Dentro de las conjeturas a modo de conclusiones se pueden subra-yar algunas:

“Haciendo un análisis del derrotero del paciente que demandareiteradamente tratamiento, cuando recorre diferentes instituciones oreingresa a las mismas, pudimos ubicar una insistencia en el pedido deser escuchado, atendido, esperado y otras variables del orden delencuentro.

Esta recurrencia nos orienta a darle un estatuto teórico-clínico,mediante el cual se implemente un dispositivo capaz de alojar estasdemandas, evitando apelar a la internación como único recurso, altiempo que dicha coyuntura no implique un tratamiento interminable.

Desde el recorrido realizado, apelamos a la necesidad de que laspolíticas públicas se diseñen contemplando esta temporalidad yavalando que los tratamientos institucionales se desarrollen sin untiempo preestablecido.”

El equipo de trabajo estuvo integrado por G. Adamini, C. Beovide,E. Casasnovas, O. Castelao, C. Denis, P. Elizalde, C. Frenkel, J.Gutman, M. Hici, M.A. León, M.A. Leva, y V. Zunino.

El trabajo demandó tres años de trabajo y escritura, dos años parapreparar su publicación como texto una vez obtenido el premio ymuchos esfuerzos contra la inercia del Gobierno de la Ciudad paraimprimirlo.

El jurado estuvo integrado por: Presidente Dr. Rubén Slipak, Lic.Miguel Calvano, Lic. Beatriz Massuco, Pro. Héctor Yankelevich.

Veedora Lic. Mirta Pipkin.Este trabajo se hace circular en las Instituciones públicas y privadas

en las que el trabajo con pacientes graves marque un interroganteclínico y aspira a aportar una mirada diferente en su abordaje.

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RESEÑA DE LIBRO

Claves para Escribir sobre psicoanálisisDel primer borrador al texto publicado

Gloria GitaroffColección Ensayos, Letra Viva 2010, 165 páginas

Clara Nemas

Voy a comenzar el comentario del libro Claves para Escribir sobrePsicoanálisis de un modo quizás poco convencional, tratando deinterpretar, en el sentido musical, la clave en la que la autora transmitesus ideas. Comenzaré con un ejercicio práctico, que espero ponga demanifiesto la utilidad del libro para el futuro lector/escritor. Ya casitransitando las páginas finales del libro, me encuentro con el apartadoIII: “Palabras mayores: escribir un libro”, y entre los capítulos que seencuentran bajo el subtítulo “Maneras de Empezar” aparece el si-guiente tema: “Comentar libros de otros”.

Me sentí tan agradecida a Gloria Gitaroff como supongo quepodrán sentirse los lectores que consulten su libro, pues de un libro deconsulta se trata, para sentirse acompañados en la deseada y temidatarea de escribir.

La autora propone que leer un libro para comentarlo nos lleva ainteriorizarnos no sólo de las ideas en él contenidas, sino que también“puede ser una vía para interiorizarnos acerca de cómo se las arreglóel autor para darlas a conocer. En otras palabras, es una muy buenapreparación para escribir el libro propio”. Ya que como ella sugiere,se aprende a escribir leyendo y …escribiendo.

Propone Gloria que como primera medida tendremos que encontrardónde ubicarnos. Pienso que me ubico como un puente inicial entre laautora y el lector; me gusta la idea que ella propone de ser una “guíade turismo bien intencionada”.

194 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 193-194

La autora comenta que hay diversas formas de comentarios, aque-llos que se atienen a relatar la estructura del libro, contenido, temas yobjetivos y aquellos más interesantes en los que, luego de una lecturaminuciosa, “suman una revisión de los conceptos del autor, las líneasargumentativas directrices y su desarrollo”. Claro que también men-ciona las verdaderas piezas científicas y estilísticas que aparecen detanto en tanto… pero puedo recurrir en este momento a la “Introduc-ción del libro”, que versa sobre las resistencias a escribir, me alivio deno tener que recurrir a un nuevo análisis (aún) para vencerlas ycomprendo que la rivalidad fraterna y las exigencias del ideal podríanmalograr mi intento por hacer esta revisión.

Espero haber dado una cierta idea, a través de esta introducción, delo que le espera al lector que incursione en su lectura de Claves… Ellibro es un compañero de ruta de amena lectura para todo psicoanalistaque desee transmitir sus ideas por escrito y comunicarlas a sus colegas.Para el que tiene dificultades con la escritura, ayuda a entenderlas yhasta a poder superar algunas. Para el que tiene facilidad, ofrece datosmuy concretos que ayudan en los distintos pasos del proceso.

El libro consta de una introducción en la que la autora aborda lasresistencias a escribir desde una perspectiva psicoanalítica y le siguentres apartados: Escribir sobre la Teoría; Escribir sobre la Clínica yEscribir un Libro. En cada apartado nos encontramos con una descrip-ción muy minuciosa del proceso de escritura que podría seguir elordenamiento de la tabla de Bion, desde la conjetura imaginativa hastala acción y desde los brotecitos iniciales hasta la complejidad de losconceptos finales. Por otra parte, es un libro que no requiere unalectura ordenada. Podría ser consultado de acuerdo con las dudas ynecesidades de cada lectoescritor en la medida que tenga interrogantesa dilucidar: cómo elegir el tema, cómo acotarlo, cómo buscar, usar yplantear la bibliografía, qué particularidades tiene escribir sobre laclínica, hasta cómo acceder a la publicación de un libro, etc.

Creo que es un libro que puede acompañar y ser de interés tanto alque tiene que escribir una monografía como al que se anima a palabrasmayores y quiere publicar un libro.

CV AutoresResúmenes

Descriptores

197Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 197-215

MARCOS A. TABACZNIK

E-mail: [email protected]

JANINE PUGET

Médica Psicoanalista, Miembro Titular de APdeBA, IPA y FEPAL, MiembroFundadora y Directora del Departamento de Pareja (hasta 2007) de AAPPdeG.Directora del Departamento de Familia y Pareja de APdeBA y Directora de laMaestría de Familia y Pareja IUSAM-APdeBA.En 2011 recibió el Premio Mary S. Sigourney, por sus Contribuciones sobresa-lientes al campo del psicoanálisis clínico y aplicado e investigación psiquiátrica.Publicaciones en revistas y libros nacionales y extranjeros sobre temas relacio-nados con la función del psicoanalista, la dimensión cultural, el psicoanalista ensituaciones extremas, ética y psicoanálisis, poder y psicoanálisis, psicoanálisisde pareja, de familia y de grupo.Co-Autora de libros: Lo vincular. Teoría y clínica psicoanalítica (1997),Violencia de Estado y Psicoanálisis (1989), Psicoanálisis de la pareja matrimo-nial (1988), El Grupo y sus configuraciones: Terapia psicoanalítica (1982).Algunos de ellos han sido traducidos al francés y al italiano.E-mail:[email protected]

RAÚL E. LEVÍN

Médico. Psicoanalista y especialista en Psiquiatría. Miembro Titular de APde-BA, en la que entre otros, ha ocupado los siguientes cargos: Presidente de laInstitución; Director del Instituto de Formación Psicoanalítica; Director delDepartamento de Niñez y Adolescencia; Director de Biblioteca y Publicaciones.Ex médico de los Servicios de Psicopatología del Hospital Gregorio AráozAlfaro (Lanús) y del Hospital Italiano (Buenos Aires). En ambos bajo ladirección del Dr. Prof. Mauricio Goldenberg.Actualmente docente del Instituto de Universitario de Salud Mental de APdeBA(IUSAM) y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.Autor del libro La escena inmóvil. Teoría y clínica psicoanalítica del dibujo(Lugar Editorial). Ha presentado y publicado en diversos medios alrededor decincuenta trabajos.E-mail: [email protected]

ALEJANDRA OBERTI

Socióloga (UBA). Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) ycoordinadora desde 2005 del Archivo Oral de Memoria Abierta.

198 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 197-215

Se desempeñó en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de laFacultad de Filosofía y Letras. Además es co-autora de un libro con RobertoPittaluga que se llama Memorias en montaje. Escrituras de la militancia ypensamientos sobre la historia.Trabaja en Memoria Abierta, dirige el archivo de testimonios de MemoriaAbierta.E-mail: [email protected]

HUGO URQUIJO

Es Médico Psiquiatra, Psicoanalista, Docente y reconocido director teatral.Se graduó como médico en la Universidad de Buenos Aires en 1966. Recibió eltítulo de Médico Psiquiatra en 1973 luego de ser médico residente bajo la jefaturadel Dr. Mauricio Goldenberg. Ejerce la actividad psicoanalítica desde 1967. FueMiembro del grupo Documento, disidente de la Internacional Psicoanalítica y seincorporó al Colegio de Estudios Avanzados en Psicoanálisis en 1992. Fuemiembro fundador del Colegio de Psicoanalistas en 1997 e integró su ComisiónDirectiva en 2001 y 2002. Paralelamente a su actividad médica desarrolló suformación teatral como actor en Argentina con Augusto Fernandes y en EstadosUnidos con Lee Strasberg. Comenzó su actividad como director teatral en 1974.E-mail: [email protected]

GONZALO AGUILAR

Doctor en letras por la Universidad Nacional de Buenos Aires e investigador delCONICET. Profesor visitante en las Universidades de Harvard y Stanford enEstados Unidos y en la Universidad de San Pablo de Brasil.Es autor de Poesía concreta brasileña: las vanguardias en la encrucijadamodernista y también de Otros mundos. Ensayo sobre el nuevo cine argentino.Está a cargo desde el año 2007, en convenio con la Universidad del Cine, delciclo “Noches de Cine” en APdeBA.E-mail: [email protected]

HÉCTOR FERRARI

Ex Presidente Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.Ex Rector Instituto Universitario de Salud Mental de APdeBA.Profesor Titular Consulto, Departamento de Salud Mental, Facultad de Medici-na, UBA.E-mail: [email protected]

199Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 197-215

COLETTE SOLER

Se formó como psicoanalista con Jacques Lacan y es doctora en Psicoanálisis porla Universidad de París VII. Entre sus obras se cuentan La repetición en laexperiencia analítica, Estudios sobre la psicosis, Finales de análisis, Lamaldición sobre el sexo, Lo que Lacan dijo de las mujeres y, en colaboración conotros autores, El decir del analista.E-mail: [email protected]

MARCOS KOREMBLIT

Médico. Especialista en Psiquiatría.Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires.Especialista en Niñez y Adolescencia a través del Comité de Niñez y Adolescenciade la Asociación Psicoanalítica Internacional.Director del Departamento de Niñez y Adolescencia de la AsociaciónPsicoanalítica de Buenos Aires.E-mail: [email protected]

CARLOS MAFFI

Psicoanalista. Doctor en Psicoanálisis Université Paris VII. Miembro de APde-BA.E-mail: [email protected]

MARCELO REDONDA

Profesor titular de Bion del Instituto Universitario de Salud Mental - IUSAM.Profesor de Extension en el CEPS. Coordinador de la Subcomision de Hospita-les e Instituciones de la Secretaría de Extension de APdeBA.E-mail: [email protected]

SAMUEL ARBISER

Médico. Miembro Titular con función didáctica de APdeBA. Profesor Titular deIUSAM. Miembro de la Comisión de Análisis Didáctico y Supervisión.Miembro del Comité de Publicaciones de la API.Lector y evaluador del International Journal of Psychoanalysis.Lector y evaluador de Trabajos para los premios del Congreso de FepalLector y evaluador de Trabajos libres para el próximo Congreso de Praga.Trabajos publicados en Argentina (Revista de APdeBA, de APA, de la EscuelaArgentina de Psicoterapia y Revistas de Divulgación), en Francia: Dictionaire

200 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 197-215

Psychanalytique, en el International Journal, en el American Journal ofPsychoanalysis, Psychoanalysis International (Newsletter), Revistas de las dosInstituciones de Porto Alegre. Revista de la APU (Uruguay), Revista de Chile,Revista de la Sociedad de Madrid, Revista del Instituto Karl Abraham de Berlin.E-mail: [email protected]

ÉLIDA FERNANDEZ

www.elidaesterfernandez.com.ar

CLARA NEMAS

E-mail: [email protected]

201Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 197-215

RESÚMENES Y DESCRIPTORES

JANINE PUGET – COMENTARIO A LA ENTREVISTA: “Y MAÑANA QUÉ? ENTREVISTA A ELIZABETH

ROUDINESCO SOBRE EL FUTURO DEL PSICOANÁLISIS” REALIZADA POR R. MAFFI. REVISTA

PSICOANÁLISIS APDEBA, VOL. XXXIII, Nº 3, 2011

RESUMEN: En este comentario se intenta cuestionar una grave afirmación de E.Roudinesco en lo que se refiere a que la API “colaboró con los nazis, colaboró con lasdictaduras latino-americanas…”. Se dan los argumentos necesarios para la discusión.

DESCRIPTORES: Dictadura. Política. Prejuicio.

RAÚL E. LEVÍN – AUSCHWITZ Y EL PSICOANÁLISIS

RESUMEN: El autor considera Auschwitz como paradigma de la cruel potencialidaden el humano de desconocimiento del otro en tanto tal. Se trata del efecto másextremo de la pulsión de muerte, oscura y a veces inaceptada versión teórica a la quearriba Freud no solamente a partir de la clínica, sino también del profundo impactoque le produjeron las atrocidades de la Primera Guerra Mundial.

Se recorren en este texto elaboraciones a partir de lo enunciado por distintosautores, entre ellos Adorno, Kertész, Burucúa, Agamben, Didi-Huberman, y otros.Se hace hincapié en los trabajos de Freud de los llamados “sociales” (especialmente“Malestar en la cultura”), en general poco tenidos en cuenta por los psicoanalistasclínicos, en los que parece dirigirse a crear una nueva metapsicología “psicosocial”en la que el Ello y la pulsión de muerte quedan alojadas en la cultura.

Ignorar estas nueva líneas teóricas iniciadas (aunque no concluidas) por Freudpuede ser una coartada para que los psicoanalistas no se involucren, y se resguardende incluir entre incumbencias del psicoanálisis las grandes tragedias que azotan ala humanidad.

DESCRIPTORES: Auschwitz. Pulsión de muerte. Destructividad, Antisemitismo.Cultura. Ética.

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HACER RELATO (MESA REDONDA) – ALEJANDRA OBERTI, HUGO URQUIJO. COORDINA-DOR: GONZALO AGUILAR

RESUMEN: El panel aborda a través de los aportes de Alejandra Oberti el tema delrelato testimonial, su uso para el estudio del pasado reciente argentino. Se basa enla experiencia del archivo oral de testimonios de Memoria Abierta, que reúnetestimonios de familiares de víctimas de la represión estatal, de militantes socialesy políticos de los años setenta y de otros actores sociales. Propone que estos relatosen primera persona, en los que hay siempre una interpretación, se han ido modifi-cando de acuerdo a los escenarios y a los momentos de su enunciación, incorporandonuevos temas, nuevas perspectivas, pero también diferentes formas de decir y deescuchar. Los testimonios son claves a la hora de pensar cuestiones como el lugarde los sujetos en los procesos sociales y problemas centrales como el de laresponsabilidad reivindicando para ellos su validez y su potencialidad de verdad.Ilustra con un fragmento tomado del archivo mencionado.

Hugo Urquijo se refiere al relato ficcional cuya función no es la de testimoniarsino la creación imaginaria de un objeto artístico aspirando a una verdad artística.Afirma que el testimonio puede tener estructura de ficción en muchos casos así comola ficción puede tener estructura de testimonio e incidir sobre la realidad del mundo.Ilustra esto último comentando la obra teatral Mi vida después, de Lola Arias.Propone tres planos de relato en el espectáculo teatral: el relato del autor dramáticoque es letra escrita y que puede eventualmente ser representado o no, el relato queel director hace sobre la base de ese texto escrito, que es el relato del espectáculo yel tercer plano que es el relato que el actor hace. Un recorrido por el teatro del sigloXX permite ejemplificar estas afirmaciones.

DESCRIPTORES: Relato. Testimonio. Ficción. Verdad.

HÉCTOR FERRARI – QUÉ NOS ENSEÑA FREUD ACERCA DEL RELATO CLÍNICO PSICOANALÍTICO

RESUMEN: Freud creó un relato clínico inédito. El saber analítico que emana del relatodel caso está constituido entre la referencia a la inmediatez del material clínico y elrecurso teórico a la metapsicología. El relato psicoanalítico es científico en tanto pormedio de la metapsicología trata de en un primer tiempo de “explicar” los hechos delcaso para luego abrir paso a las conjeturas que lo cuestionan. De esta forma se renuevanlos interrogantes y se expanden los límites del saber analítico a partir del caso.

DESCRIPTORES: Relato clínico. Caso clínico. Meta-psicología. Género discursivo.

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COLETTE SOLER – CONERENCIA: “LOS AFECTOS DEL INCONSCIENTE REAL”

RESUMEN: El análisis apunta a modificar los afectos subjetivos producidos por elestatuto del goce del hablante. El afecto en tanto enigmático es un signo de losefectos del inconsciente real. Sin embargo, este afecto testimonio no asegura latransmisión del saber porque no toca al sujeto sino al cuerpo, afecta no al sujeto sinoal hablante sin ser sabido. La lengua no tiene la estructura del lenguaje y elinconsciente lalengua se manifiesta por la vía de los afectos. Un afecto que noengaña manifiesta a nivel clínico lo que el significante no puede manifestar. Laangustia es el afecto tipo de todo advenimiento de lo real: el afecto que revela. Sóloel afecto permite registrar los efectos del inconsciente real. Finalmente, el amor seríaun detector del núcleo de la singularidad inconsciente del otro, núcleo no afectadopor el discurso sino por lalengua. El fin de análisis sobreviene cuando el sujeto nocree más al sujeto supuesto saber, ha salido de la hipótesis transferencial y hapercibido que hay un saber sin sujeto real con efectos. Al final hay un sujetodesenamorado del desciframiento.

DESCRIPTORES: Afecto. Angustia. Goce. Saber sin sujeto. Fin de análisis.

MARCOS KOREMBLIT – LA SEXUALIDAD ADOLESCENTE Y SU ÉPOCA

RESUMEN: Tomando en cuenta la importancia de los procesos históricos sociales enla construcción de subjetividad, a partir de dos viñetas clínicas propone en estetrabajo preguntarse acerca de la existencia o no de invariantes en la práctica y en laclínica con adolescentes frente a las novedades que presentan en el campo de lasexualidad los jóvenes de esta época.

Pretende abrir así una discusión metapsicológica y psicopatológica sobre eltema, y su inclusión en una perspectiva amplia que permita pensar también el lugarde los padres con el posible desencuentro generacional en relación a esta temática,así como el lugar de Internet en la actualidad, subrayando la dificultad en pensar unposicionamiento sexual definitivo mientras el proceso adolescente está en marcha.

DESCRIPTORES: Psicoanálisis con adolescentes. Sexualidad adolescente. Grupoadolescente. Lugar de los padres. Desencuentro generacional. Internet. Discurso deépoca.

CARLOS MAFFI – LA MÁQUINA SUBJETIVA

RESUMEN: La máquina subjetiva es la aspiración más importante de la psicologíaporque permitiría concebir científicamente a la subjetividad. El psicoanálisis y el

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cognitivismo tratan de construirla desde sus diferentes posiciones epistemológicas,pero, cada uno en su terreno, se enfrentó con dificultades quizá insalvables. En esteartículo se aborda esta cuestión desde la óptica de la historia fundacional delcognitivismo así como de sus críticas actuales y se lo confronta con las posicionesdel psicoanálisis.

DESCRIPTORES: Cognitivismo. Máquina. Epistemología. Subjetividad. Historia.Ciencia.

MARCELO REDONDA – EL PACIENTE INESTABLE (ESTUDIO SOBRE LA TRANSFORMACIÓN

NEGATIVA)

RESUMEN: En una ampliación de la teoría de las posiciones kleinianas y partiendode las elaboraciones que Bion hace de ellas, el autor ha tratado de recorrer los ítemsque permiten “detectar” a través de los “movimientos” clínicos, característicasgenerales del paciente inestable, entendiendo por inestable a los cuadros quepresentan una conflictiva en la zona anal expulsiva del desarrollo psicosexual y lasconsecuencias que esta barrera acarrea en relación a la formación de símbolos.

Por último ha propuesto, ya en el terreno de las transformaciones negativas, elmodo en que un paciente con las características nombradas intenta arribar a laposición depresiva, constituyendo un desafío para la teoría y la técnica, intuir,configurar y conjeturar imaginativamente variables de articulación que permitanobservar hechos desconocidos para la posibilidad de un tratamiento psicoanalítico.

DESCRIPTORES: Teoría de las posiciones. Inestabilidad. Transformación Negativa.Dinámica psicótica.

SAMUEL ARBISER – PODER, LOCURA Y CULTURA EN EL PENSAMIENTO DE ENRIQUE PICHON

RIVIÈRE

RESUMEN: El autor trata de destilar de la obra escrita y la tradición oral de esteindiscutido maestro del psicoanálisis su pensamiento en relación a la cultura, lalocura y el poder. Respecto a la cultura se destacan dos características: una de éstases que Enrique Pichon Rivière no accede a la cultura a través del psicoanálisis, sinoque él mismo era un ‘hombre de la cultura’ que encuentra al psicoanálisis como unaexpresión prometedora y liberadora de la vanguardia cultural del siglo pasado. Laotra característica es su concepción acerca de la mente humana, consustanciada conel ámbito socio-cultural; de ahí su visualización del psiquismo como ‘grupo interno’en interacción dialéctica con los grupos humanos del entorno. El segundo tema, ‘la

205Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 197-215

locura’ implica un amplio espectro de significaciones que abarca el término: desdeun sentido coloquial y poético hasta un disciplinar encasillamiento psicopatológico.Se subraya que Pichon Rivière estaba familiarizado con todo ese espectro en tantosu experiencia como psiquiatra, su atracción por la locura a través de los ‘poetasmalditos’ como Isidoro Ducasse, el Conde de Lautréamont, Rimabaud y Artaudhasta finalmente, en el nivel conceptual, su personal sistematización de la psicopa-tología en su teoría de la ‘enfermedad única’. También se destaca en este artículo,en el tema del poder, su carácter espinoso en tanto conlleva posturas ideológicas noexentas –mayormente– de un irreductible dogmatismo. Para tratar este punto elautor se centra en dos aspectos, a saber: la concepción ‘dialéctica’ de la enseñanzay el aprendizaje en contraste con una visión de poder de aquél que imparte laenseñanza; el segundo aspecto puede extraerse de su concepción de los ‘liderazgos’en los grupos humanos tomados de los estudios experimentales de Lippit y Whitesobre los liderazgos ‘autoritarios’, ‘laissez-faire’ y ‘democrático’ al que él agregael ‘demagógico’ en tanto esconde un fuerte sesgo autoritario bajo la engañosaapariencia del laissez-faire.

DESCRIPTORES: Cultura. Poder. Locura.

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JANINE PUGET – COMMENTARY TO THE INTERVIEW “AND TOMORROW WHAT?” ELIZABETH

ROUDINESCO INTERVIEW UPON THE FUTURE OF PSYCHOANALYSIS. IN PSICOANÁLISIS

APDEBA, BS. AS., VOL. XXXIII, Nº 3, 2011

SUMMARY: This comment aims to challenge a dangerous statement by E. Roudinescoregarding the API ( International Psychoanalytic Association). Roudinesco claimsthat this association “collaborated with the Nazis, collaborated with Latin Americandictatorships.” The author provides the necessary arguments to discuss this matter.

KEY WORDS: Dictatorship. Politics. Prejudice.

RAÚL E. LEVÍN – AUSCHWITZ AND PSYCHOANALYSIS

SUMMARY: The author considers Auschwitz as a paradigm of the cruel humanpotential of ignoring the other as such. This is the most extreme effect of the deathinstincts, the dark and sometimes unaccepted theoretical version that Freud elabo-rated considering both the clinic and the deep impact that produced the atrocities ofWorld War One.

This text goes over the statements made by several authors including Adorno,Kertész, Burucúa, Agamben, Didi-Huberman, and others. The paper emphasizesthe social works of Freud (especially “Civilization and its discontents”), in generalnot considered by clinical psychoanalysts, where Freud seems to aim at creating anew “psychosocial” metapsychology in which the Id and the death instincts arehoused in the culture.

Ignoring these new theoretical lines started (but not completed) by Freud can bean alibi for psychoanalysts not to get involved, and shy away from including thegreat tragedies that plague humanity among psychoanalysis incumbencies.

KEY WORDS: Auschwitz. Death instinct. Anti-semitism. Culture. Ethics.

PANEL: TURNING INTO NARRATIVE – ALEJANDRA OBERTI, HUGO URQUIJO. COORDINATOR:GONZALO AGUILAR

SUMMARY: The panel, with the contribution of Alejandra Oberti, addresses the topicof testimonial accounts and their use in studying Argentina’s recent history. It isbased on her experiences with the oral testimony archive, Memoria Abierta, which

Summary

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gathers testimonies of relatives of victims of state repression, of social and politicalmilitants of the 1960s and other social actors. Oberti suggests that these first-personnarratives, in which interpretation always plays a role, change according to whenand in what situation they are recounted, incorporating new topics and newperspectives, as well as different ways of telling and listening. These testimonies arekey when considering the role of subjects in social processes, for instance, andcentral issues such as responsibility, proclaiming their validity and potentiality astruth. Oberti illustrates her account with a fragment from these archives.

Hugo Urquijo discusses fictional accounts which rather than attempting to offera testimony, focus on the imaginary creation of an artistic object, aspiring to anartistic truth. He argues that testimony, in many cases, is structured like fiction justas fiction can be structured as testimony and have an affect on reality. Urquijoillustrates this with a commentary on Lola Arias’ play Mi vida después (My LifeAfter). He argues that in the performance of the work, there are three different levelsof narrative: the story as written by the work’s author, which is not necessarilyperformed as such; the story that the director develops based on the written text,which is the spectator’s story; and finally the third level is the story that the actortells. A review of 20th century theatre supports these arguments.

KEY WORDS: Account. Testimony. Fiction. Truth.

HÉCTOR FERRARI – WHAT FREUD TEACHES US ABOUT THE CLINICAL PSYCHOANALYTICAL

NARRATIVE

SUMMARY: Freud created in psychoanalysis a new clinical report of a case. Theanalytic knowledge that comes from the case report is constructed between theadjoining clinical material and the theoretical reference to the meta-psychology.The psychoanalytic report is scientific in as much by means of the meta-psychologytries, in the first place, to ‘explain’ the facts mentioned in the case, and then it is opento the conjectures that questions them. In this way, the clinical case renewstheoretical questions to expand the field of psychoanalytic knowledge.

KEY WORDS: Clinical report. Clinical case. Meta-psychology. Gender discourse.

COLETTE SOLER – “THE EMOTIONS IN REAL UNCONSCIOUS”

SUMMARY: The analysis points to change the subjective affections produced by thestatus of enjoyment of the speaker. Affection is enigmatic as a sign of the actualeffects of the unconscious. However, this testimony does not affect the transmission

208 Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 197-215

of knowledge ensures it does not touch the subject but to the body, affects not thesubject but the speaker without being known. The language does not have thestructure of language and the unconscious lalangue manifested by way of theaffections. A relationship that does not fool clinically manifest what the signifier cannot express. Anxiety is all kind of affection advent of the real affection that reveals.Only love can record the actual effects of the unconscious. Finally, love would bea detector of the unconscious core of the singularity of the other core is not affectedby the speech but lalangue. The end of analysis occurs when the subject no longerbelieves the subject supposed to know, has left the transference hypothesis and havenoticed that there is a real subject knowledge without effects. At the end there is asubject unloved decryption.

KEY WORDS: Affection. Anguish. Joy. Know without a subject. End of analysis.

MARCOS KOREMBLIT – ADOLESCENT SEXUALITY AND THEIR TIME

SUMMARY: Considering the importance of historical social process in the develop-ment of subjectivity, starting from two clinical examples, I propose to ask in thisreview about the existence of invariants in our practice and in the adolescent clinic,considering so much news related to teen•s sexuality in these times.

I pretend to open a metapsychological and psychopatological discussion aboutthis subject and its inclusion in a wide perspective that also considers the place ofparents and the possible generational mismatch in relation to this theme. Also theplace of Internet nowadays, stressing the difficulty of thinking on a conclusivesexual definition while the adolescent process is taking place.

KEY WORDS: Psychoanalysis with adolescents. Adolescence sexuality. Adolescencegroup. Generation mismatch. Internet. Epochal speech.

CARLOS MAFFI – THE SUBJECTIVE MACHINE

SUMMARY: The subjective machine is the most ambitious project of psychology,because it would allow for a scientific conception of subjectivity. Psychoanalysisand cognitive science are approaching this project from divergent epistemologicalpositions. But both disciplines are confronted with potentially insurmountabledifficulties. This article revisits the issue from the perspective of the historicalfoundations of cognitive science. It examines contemporary criticisms of thisapproach, and compares it with the psychoanalytic approach.

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KEY WORDS: Cognitivisme. Machine. Epistemology. Subjectivity. Science history.

MARCELO REDONDA – THE UNSTABLE PATIENT

SUMMARY: The paper highlights the key appearances that allow to detect, by meansof clinic transitions, the general features of an instable patient. By instability we referto a symptomatology which is conflictive in the expulsive anal region of thepsychosexual development and to the consequences of this barrier for the buildingof symbols. The paper extends the Kleinian theory of positions worked out by Bion.

In the area of negative transformations, the paper describes the way how theinstable patient tries to reach the depressive position. This constitutes a challengeboth for theory and for clinics. In view of a psychoanalytic treatment, we proposea method able to perceive, configure and conjecture articulation variables whichallow to observe unknown facts.

KEY WORDS: Position Theory. Instability. Negative transformation. Psychoticdynamics.

SAMUEL ARBISER – POWER, MADNESS, AND CULTURE IN THE THINKING OF ENRIQUE PICHON

RIVIÈRE

SUMMARY: The author attempts to distill from the writings and oral tradition of thisindisputable master of psychoanalysis his thinking in relation to culture, madnessand power. With regard to culture, two characteristics stand out: one of them is thatEnrique Pichon Rivière did not come to meet culture through psychoanalysis, sincehe was already ‘a man of culture’ who considered psychoanalysis a promising andliberating expression of the cultural avant-garde of last century. The other charac-teristic is his conception of the human mind as being consubstantial with the socio-cultural milieu; hence his envisaging of the psyche as an internal group engaged indialectical interaction with the human groups around it. The second theme “mad-ness” implies a wide range of meanings comprised by this term, from a colloquialand poetic sense to an academic psychopathological categorization. The authorhighlights the fact that Pichon Rivière was familiar with this gamut of meanings asa result of his experience as a psychiatrist, his attraction to madness via the poètesmaudits (the accursed poets) such as Isidoro Ducasse, the Count of Lautréamont,Rimbaud and Artaud, and at a conceptual level, through his personal systematiza-tion of psychopathology in his theory of the single illness. This article alsohighlights, on the topic of power, the thorny nature of this subject, insofar as it entailsideological stances not devoid – in the main of an unyielding dogmatism. To addressthis issue, the author focuses on two aspects: the dialectic conception of teaching and

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learning as contrasted with a vision of power of the individual who imparts theteaching, and the second, which may be elicited from his conception of the differentkinds of leaderships in human groups based on Lippit and White’s experimentalstudies regarding different leadership styles –defined as autocratic, laissez-faire anddemocratic, to which Pichon adds demagogic leadership, given that the latter hidesa strong authoritarian bent under the deceitful appearance of laissez-faire.

KEY WORDS: Culture. Power. Madness.

211Psicoanálisis - Vol. XXXIV - Nº 1 - 2012 - pp. 197-215

Résumé

JANINE PUGET – COMMENTAIRE SUR L’ENTRETIEN “¿ET DEMAIN QUOI?” ENTRETIEN AVEC

ELISABETH ROUDINESCO SUR L’AVENIR DE LA PSYCHANALYSE? REVISTA PSICOANÁLISIS

APDEBA, VOL. XXXIII, Nº 3, 2011

RÉSUMÉ: Au cours de ce commentaire il s’agit de discuter la dangereuse affirmationde E. Roudinesco concernant la possibilité que la API ait pu collaborer avec lesdictatures latino-américaines… Et il s’agit alors de donner les arguments nécessai-res pour la discussion.

MOTS CLÉS: Dictature. Politique. Préjugé.

RAÚL E. LEVÍN – D’AUSCHWITZ ET DE LA PSYCHANALYSE

RÉSUMÉ: L’auteur considère Auschwitz comme paradigme de la potentielle cruautéde l’être humain pour méconnaître l’autre comme tel. C’est l’effet le plus extrêmede la pulsion de mort, sombre et parfois non acceptée version théorique qui Freuda développé non seulement à partir de la clinique, mais aussi de l’impact profondproduit par les atrocités de la Première Guerre mondiale.

On parcourt dans ce texte des élaborations à partir des énoncés de différentsauteurs, y compris Adorno, Kertész, Burucúa, Agamben, Didi-Huberman et plu-sieurs d’autres. Le texte met l’accent sur les écrits sociaux de Freud (en particulier“Le Malaise dans la Culture”), que sont en général pas considérés par les psycha-nalystes cliniques, ce qui semble viser à créer une nouvelle métapsychologie“psychosocial” dans laquelle le Ça et la pulsion de mort sont logés dans la culture.

Ignorer ces nouvelles lignes théoriques commencées (pas terminées) par Freudpeut être un alibi pour que les psychanalystes ne soient pas impliqués, et qu’ilsrefusent d’inclure parmi les intérêts de la psychanalyse les grandes tragédies quiaffligent l’humanité.

MOTS CLÉS: Auschwitz. Pulsion de mort. Antisémitisme. Culture. Éthique.

TABLE RONDE: EN FAISANT DU RÉCIT – ALEJANDRA OBERTI, HUGO URQUIJO.COORDONNATEUR: GONZALO AGUILAR

RÉSUMÉ: La table ronde aborde, à travers l’apport d’Alejandra Oberti, le thème durécit de témoignage et son usage pour l’étude du passé récent argentin. Il se base surl’expérience des archives de témoignages oraux de Mémoire Ouverte, qui réunit des

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témoignages de familiaux de victimes de la répression d’État, de militants sociauxet politics des années soixante-dix et d’autres acteurs sociaux. Elle propose que cesrécits en première personne, où il y a toujours une interprétation, ont été modifiésselon les scènes et les moments de son énonciation, incorporant nouveaux thèmes,nouvelles perspectives et aussi différentes formes de parler et d’écouter. Lestémoignages sont très importants à l’heure de penser certaines questions tels que lelieu des sujets dans les processus sociaux et le problème de la responsabilité, enrevendiquant pour eux sa validité et sa potentialité comme vérité. Elle illustre sonrécit avec un fragment emprunté des archives mentionnés.

Hugo Urquijo parle du récit fictionnel dont la fonction n’est pas celle detémoigner sinon celle de la création imaginaire d’un objet artistique, lequel aspireà une vérité artistique. Il affirme que le témoignage peut avoir une structure defiction en plusieurs cas et aussi, que la fiction peut avoir structure de témoignage etavoir une incidence sur la réalité du monde. Il illustre cette incidence à travers lecommentaire de l’oeuvre théâtrale “Ma vie après”, de Lola Arias. Il propose troisplans de récit dans le spectacle théâtral: le récit de l’auteur dramatique, celui qui estécriture et qu’éventuellement peut être représenté ou non, celui que le directeur faitsur la base de cette écriture –c’est le récit de le spectateur– et finalement, le troisièmeplan c’est le récit fait pour l’acteur. Un parcours pour le théâtre du XX siècle permetd’exemplifier cettes affirmations.

MOTS CLÉS: Histoire. Témoignage. Fiction. Vérité.

HÉCTOR FERRARI – CE QUE FREUD NOUS A APPRIS SUR L’HISTOIRE CLINIQUE PSYCHANALY-TIQUE

RÉSUMÉ: Freud a crée une narration clinique inédit. Le savoir qui en découle du récitdu cas se constitue entre la référence à l´immediat du matériel clinique et le recoursthéorique à la métapsychologie. Le récit ou narration psychanalytique est scientifi-que du moment ou, par le moyen de la métapsychologie, il essaye, dans un premiertemps, de “expliquer” les faits du cas pour, ensuite, donner lieux aux conjectures quilo mettent en question. De cette façon, les interrogations se renouvellent, et, a partirdu cas, les limites du savoir psychanalytique s´étandent.

MOTS CLÉS: Récit clinique. Cas clinique. Métapsychologie. Genre de discours.

COLETTE SOLER – “LES AFFECTS DE L’INCONSCIENT RÉEL”

RÉSUMÉ: La psychanalyse essaye de modifier les affects subjectifs produits par lestatut de la jouissance du parlêtre. L’affect en tant quelque chose d’énigmatique

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montre les effets de l’inconscient réel. Cependant, cet affect-témoignage n’assurepas la transmission du savoir parce qu’il ne touche pas le sujet sinon le corps, iln’affecte pas au sujet mais au parlant (parlêtre) qui n’est pas su. La langue n’a pasla structure du langage et l’inconscient lalangue se manifeste par la voie des affects.Un affect qui ne dupe pas, il manifeste dans un niveau clinique ce que le signifiantne peut plus manifester. L’angoisse c’est l’affect type de tout avènement du réel:l’affect qui révèle. Seulement l’affect permet d’enregistrer les effets de l’incons-cient réel. Enfin, l’amour serait un détecteur du noyau de la singularité inconscientede l’autre, noyau n’affecté pas par le discours sinon par lalangue. La fin de l’analysesurvient quand le sujet ne croit pas au sujet supposé savoir, quand il est sorti del’hypothèse du transfert et il a détecté qu’il y a un savoir sans sujet réel avec deseffets. À la fin, il y a un sujet détaché du déchiffrement.

MOTS CLÉS: Affect. Angoisse, Jouissance. Savoir sans sujet. Fin d’analyse.

MARCOS KOREMBLIT – LA SEXUALITÉ ADOLESCENTE ET SON ÉPOQUE

RÉSUMÉ: Considérant l’importance des processus sociaux-historiques en ce quiconcerne la construction de la subjectivité, dans cet article, l’auteur propose deuxvignettes cliniques afin de nous interroger sur l’existence d’ invariantes dans notrepratique clinique avec les adolescents face aux nouveautés qui nous présentel’identité sexuelle des jeunes d’aujourd’hui.

L’auteur propose d’ouvrir la discussion métapsychologique et psychopa-thologique sur ce sujet et de l’enserrer dans une perspective globale afin de penseraussi le roll des parents a l’égard du désaccord générationnel, par rapport a ce thème.Il réfléchit aussi a la place de l’Internet aujourd’hui, soulignant la difficulté pourpenser une identité sexuelle définitive pendant que le processus adolescent sedéroule.

MOTS CLÉS: Psychanalyse avec adolescents. Sexualité adolescente. Groupe chezlesadolescents. Place des parents. Malentendu générationnel. Internet. Discoursd’époque.

CARLOS MAFFI – LA MACHINE SUBJECTIVE

RÉSUMÉ: La machine subjective c’est la plus grande aspiration de la psychologie,puisqu’elle permettrait de concevoir scientifiquement la subjectivité. La psychana-lyse et le cognitivisme tentent de la construire depuis ses divergentes positionsépistémologiques. Mais chacune s’y est confrontée à des difficultés peut-êtreinébranlables. Cette article revisite cette question du point de vue de l’histoire

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fondatrice du cognitivisme ainsi que de ses critiques actuelles, et le confronte avecles positions psychanalytiques.

MOTS CLÉS: Cognitivism. Machine. Épistémologie. Subjectivité. Histoire des sciences.

MARCELO REDONDA – LE PATIENT INSTABLE (ÉTUDE SUR LA TRANSFORMATION NÉGATIVE)

RÉSUMÉ: Cette contribution parcourt les phénomènes clés qui permettent découvrir,au moyen de transitions cliniques, les traits généraux d´un patient instable. Parinstabilité nous référons à une symptomatologie qui est conflictive dans la zoneanale expulsive du développement psychosexuel et aux conséquences de cettebarrière pour la formation des symboles. Le papier élargit la théorie Kleinienne despositions qui a éte élaborée par Bion.

Dans le champs des transformations négatives, cet article décrit comment lepatient instable arrive à la position dépressive. Ceci représente un défi autant pourla théorie comme pour la pratique clinique. En vue d´un traitement psychanalytique,nous proposons une méthode capable de percevoir, configurer et conjecturer desvariables d´articulation qui permettent d´observer des faits inconnus.

MOTS CLÉS: Théorie des positions. Instabilité. Transformation négative. Dynami-que psychotique.

SAMUEL ARBISER – POUVOIR, FOLIE ET CULTURE DANS LA PENSÉE D’ENRIQUE PICHON

RIVIÈRE

RÉSUMÉ: L’auteur essaie de extraire de l’oeuvre et de la tradition orale de ce maîtreindiscuté de la psychanalyse sa pensée à propos de la culture, la folie et le pouvoir.En ce qui concerne la culture, on peut distinguer deux caractéristiques: la premièreest que Enrique Pichon Rivière n’a pas accédé à la culture par la psychanalyse, étantlui-même déjà un “homme de la culture” qui considérait la psychanalyse commeétant une expression prometteuse et libératrice de l’avant-garde culturelle du sièclepassé. L’autre caractéristique est sa conception du cerveau humain comme consubs-tantiel avec le milieu socioculturel; donc sa visualisation du psychisme comme un“groupe interne” dans une interaction dialectique avec les groupes humains de sonentourage. À propos de “la folie”, le terme comprend un ample éventail designifications allant d’un sens colloquiale et poétique à une catégorisationpsychopathologique propre à la discipline académique. Il est approprié de soulignerque Pichon Rivière connaissait tout cet éventail à cause de son expérience en tant quepsychiatre, son attirance pour la folie par le biais des “poètes maudits” tels queIsidoro Ducasse, le Comte de Lautréamont, Rimbaud et Artaud, et finalement, sur

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le plan conceptuel, de sa systématisation personnelle de la psychopathologie danssa théorie de la “maladie unique”. En outre, signalons aussi dans cet article, lorsquel’on traite du pouvoir, qu’il s’agit d’un sujet épineux car il concerne des positionsidéologiques non exemptes “ en particulier “ d’un irréductible dogmatisme.

Pour traiter cette question, l’auteur se concentre sur deux aspects, le premierétant la conception “dialectique” de l’enseignement et de l’apprentissage contras-tant avec une vision du pouvoir que l’individu exerce lors de l’enseignement. Ledeuxième aspect peut surgir de sa conception sur le “leadership” dans des groupeshumains, inspirée par les expériences de Lippit et White par rapport aux “ lea-derships ” catégorisés comme “autocratiques”, “laissez-faire”, ou “démocrati-ques”, et auxquels Pichon ajoute les “démagogiques”, car ces derniers cachent uneforte déviation vers l’autoritarisme sous la trompeuse apparence du laissez-faire.

MOTS CLÉS: Pouvoir. Folie. Culture.

FE DE ERRATAS

La coordinación de la edición de la revista Psicoanálisis, Vol.XXXIII Nº 3, 2011, “El soñar y los sueños”, estuvo a cargo dela Lic. Jessica Guisasola, la Dra. María Truscello de Manson yla Dra. Adriana Yankelevich.

Producción gráfica:PubliKar

Tel.: 4743-4648Se terminó de imprimir

en el mes de Agosto de 2012en los Talleres Gráficos Su Impres S.A.

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Tirada: 300 ejemplares