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SANTIAGO
RAMÓN Y CAJAL.EPISTOLARIO
José María Calatrava y la caída delrégimen constitucional español en 1823
Juan Antonio Fernández Santarén
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CAPÍTULO 1
LA ESCUELA HISTOLÓGICA ESPAÑOLA
Tras el reconocimiento internacional y, en particular, la concesión del pre-mio de Moscú en el Congreso de Medicina reunido en París en 1900, la fi-gura de Cajal también comenzó a ser tenida en cuenta en su querida patriay, así, llegó el momento en que las altas instancias trataron de facilitarle sutrabajo. La reina María Cristina se ocupó personalmente de que Cajal dis-pusiera en Madrid de un laboratorio oficial, mientras que las Cortes, a pro-puesta de Francisco Silvela, autorizaron la creación de un Laboratorio deInvestigaciones Biológicas que, inaugurado en 1901, se instaló inicialmenteen la calle Ventura Rodríguez. A partir de 1902 y durante treinta años, pasóa tener su sede en el viejo edificio anexo al Museo Antropológico del doc-tor Velasco, en la glorieta de Atocha. Pero en 1922, y dado el estado ruino-so en el que se encontraba el modesto caserón de Atocha, las Cortes apro-baron la construcción de un nuevo edificio que lo sustituyera. Elemplazamiento elegido fue el cerro de San Blas, junto al Retiro, a escasoscien metros del domicilio particular de don Santiago. Sin embargo la reali-zación de la obra se prolongó durante más de diez años y el nuevo Institu-to, denominado ya «Instituto Cajal», se inauguró en 1932, solo dos años an-tes del fallecimiento de don Santiago, que ya no llegó a trabajar en él. Dehecho, el instituto le desagradaba sobremanera por lo ostentoso de su cons-trucción y acudió a él en muy contadas ocasiones, ya que continuó traba-jando en el laboratorio de su vivienda de la calle Alfonso XII.
El que existiesen tales instalaciones, junto, por supuesto, a la excelen-cia y extraordinaria actividad científica de Cajal, condujo a que surgiese,
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Últimos escritos de Santiago Ramón y Cajal a su discípulo Francisco Tello el 17 de octubre de 1934.
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con los albores del siglo XX una auténtica y floreciente Escuela Neu-rohistológica española, acontecimiento insólito en nuestro país, en el queun exagerado individualismo ha impedido históricamente que los cientí-ficos importantes que surgieron tuviesen seguidores. El propio Cajal serefirió a estos puntos en sus Recuerdos (p. 406): «Al alborear mi carrerahube de confinarme, por imperio del hábito y la necesidad, en la catego-ría de los trabajadores solitarios; mas siempre me preocupé, sobre tododespués que el Estado puso en mis manos decoroso y bien provisto labo-ratorio, de fundar una escuela genuinamente española de histólogos ybiólogos».
La característica fundamental de la Escuela fue la libertad intelectual.Cajal se preocupó de fomentar la iniciativa individual y la independenciade juicio entre sus discípulos, manteniendo siempre un absoluto respetosobre la paternidad de los descubrimientos. Y también, eso sí, luchó porinculcar la idea de que la gloria no debe cifrarse en la vana exhibiciónpersonal sino en la perennidad de la obra realizada. Y a ésta solo se llegacon trabajo, confianza en el propio talento y honestidad. Así, escribió alrespecto (Recuerdos, p. 407): «Mi papel principal ha consistido en fomen-tar el entusiasmo. Fue siempre mi lema confortar e ilustrar la voluntadcon pleno respeto a las iniciativas individuales. Siempre procuré —y deello me felicito— pesar lo menos posible sobre el cerebro de mis discípu-los. Toda opinión fruto de esfuerzo honrado de pensamiento, sobre todosi ha surgido de hechos recién descubiertos, infúndeme simpatía y respe-to, aunque contradiga concepciones personales largamente acariciadas.¿Cómo había de caer yo en la tentación de imponer mis teorías, cuandohe dado sobrados ejemplos de abandonarlas ante la menor contrariedadobjetiva?».
A partir de 1901, dispuso, por consiguiente, de un laboratorio digna-mente dotado y con posibilidad de tener ayudantes remunerados. Fue en-tonces también cuando reinició la publicación de la revista Trabajos delLaboratorio de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Madrid, conti-nuación de la Revista Trimestral Micrográfica que hasta entonces había pu-blicado privadamente. En el primer número de la revista de 1901-1902aparecen únicamente trabajos de Cajal y solo a partir del volumen de1903 encontramos publicaciones de sus discípulos, que comenzaron
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abordando temas que habían sido ya previamente planteados y tratadospor el maestro: la textura del sistema nervioso central, su embriogénesis, lateoría neuronal, la degeneración y regeneración del sistema nervioso, elneurotropismo, las células gliales y la fisiología del sistema nervioso basa-do en las observaciones microscópicas, etc.
En la Escuela Histológica es posible considerar un primer grupo dediscípulos que trabajaron ocasionalmente con Cajal, pero que no llegarona ser realmente integrantes de su Escuela. Dentro de esa generación esjusto citar a Claudio Sala, Carlos Calleja, I. Lavilla, Juan Bartual, Terrazas,Blanes Viale, Del Río Lara y Federico Olóriz Aguilera. Pero el trabajo delinvestigador generalmente no reporta excesivos beneficios materiales, porlo que si exceptuamos a Terrazas y Blanes que murieron jóvenes, los de-más abandonaron la investigación en beneficio de la práctica médica, algoque producía un enorme desánimo a don Santiago.
Los miembros más representativos de la Escuela Histológica fueron,por orden alfabético:
Achúcarro Lund, Nicolás
Nicolás Achúcarro no fue discípulo directo de Cajal en el sentidoestricto del término, puesto que cuando comenzó a trabajar con donSantiago, en 1911, era ya un consagrado neuropsiquiatra, que había reali-zado notables contribuciones en el campo de la neuropatología.
Nicolás Achúcarro nació en Bilbao, el 14 de junio de 1880, en elseno de una familia burguesa. A los 10 años ingresó en el instituto de suciudad natal, donde enseñaba latín Miguel de Unamuno, con quien ha-bría de reencontrarse años más tarde. Finalizado el bachillerato y decidi-do a estudiar medicina, completó su formación preuniversitaria en ungimnasium alemán en Wiesbaden, tras abandonar Bilbao en octubre de1895. En Wiesbaden, además de perfeccionar su preparación cultural, ad-quirió un perfecto dominio del alemán y, con ello, la posibilidad de acce-der directamente a la medicina centroeuropea.
Regresó de Alemania en marzo de 1897, e inició sus estudios demedicina el curso 1897-1898 en la Universidad de Madrid. En ese pri-
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mer curso le fue concedido el premio Martínez Molina por sus co-nocimientos anatómicos. Igualmente y también por votación entrelos alumnos, el siguiente año fue merecedor del premio Fourquet. Eneste segundo año cursó la asignatura impartida por Ramón y Cajal yentró en contacto con Francisco Giner de los Ríos, el alma de la Ins-titución Libre de Enseñanza, quien al conocer su interés por la histo-logía le presentó a Luis Simarro, en cuyo laboratorio comenzó real-mente su carrera de investigador, que cristalizó en la vocaciónhistopatológica.
De acuerdo con la sensibilidad de aquel momento histórico —año1898—, el joven Achúcarro consideró la realidad española desde unaactitud profundamente crítica y pesimista. Por ello, en otoño de 1899,con tan solo los dos primeros cursos aprobados, decidió proseguir susestudios de medicina en Alemania, desplazándose a Marburgo y vinien-do todos los años a examinarse por libre a Madrid hasta su licenciaturaen 1904.
Finalizados sus estudios completó su formación en la clínica de Pie-rre Marie en la Salpêtrière de París durante 1904 y 1905, y marchó acontinuación a Florencia para perfeccionar su formación psiquiátrica enla clínica de San Savari junto a Ernesto Lugaro y Eugenio Tanzi. Poste-riormente se trasladó a Múnich, donde trabajó casi tres años junto a EmilKraepelin, además de investigar en el laboratorio de Alois Alzheimer. Endiciembre de 1906 presentó en Madrid su tesis doctoral: «Contribución alestudio de la anatomía patológica de la rabia».
A mediados de 1908, Alzheimer le recomendó ante el gobierno nor-teamericano para dirigir el departamento anatomopatológico del Mani-comio Federal de Washington, donde apenas permaneció dos años. Suañoranza de España le hizo abandonar Estados Unidos, y rechazó igual-mente una oferta de Charles Scott Sherrington para trabajar en su labo-ratorio de Inglaterra.
A su regreso, con el apoyo de Cajal y el patrocinio de la Junta paraAmpliación de Estudios, quedó al cargo de un laboratorio de histopato-logía del sistema nervioso que se anexionó al Laboratorio de Investiga-ciones Biológicas dirigido por Cajal. Con Achúcarro se incorporaronotros colaboradores que trabajaron bajo su guía, como, entre otros, Miguel
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Gayarre, Gonzalo Rodríguez Lafora, José Miguel Sacristán y Felipe Jimé-nez de Asúa. Finalmente se incorporó a su grupo de trabajo Pío del RíoHortega.
Achúcarro participó activamente en la vida académica y literaria dela Residencia de Estudiantes, junto a figuras como Miguel de Unamuno,Pío Baroja o Juan Ramón Jiménez. Con todos estableció fuertes vínculosde amistad, además de tratar ocasionalmente al último de ellos de sus con-tinuos temores hipocondríacos.
Los primeros síntomas de su fatal enfermedad aparecieron en 1915,debiendo abandonar al año siguiente algunas de sus actividades investiga-doras para retirarse durante un año al Asilo del Pardo. Es precisamente allídesde donde el 23 de abril de 1917 escribió a Santiago Ramón y Cajal laúnica carta que a fecha de hoy se conserva. El texto, que ya refleja su de-licado estado de salud, es el siguiente:
Querido maestro D. Santiago:
No quise dar a usted las gracias por su libro, antes de haberlo leído, pero mi
estado de salud, con dolores fuertes, me ha impedido escribir a usted, aun cuan-
do ya hace tiempo que terminé el libro.
Inútil decir que el libro me ha parecido magnífico y que no puede menos
de ser pedagógico el enseñar cómo se encaja su obra inmensa de usted en una
vida humana.
Yo desconocía muchos detalles que el libro me ha enseñado, pero me ha
hecho gran impresión el tono vivo y sincero y la justicia hecha escrupulosa-
mente a sus contrincantes de oposición, a los otros profesores y a todo el am-
biente, y no digamos a los investigadores y sabios, hasta aquellos que más traba-
jaron contra usted.
En medio de un cierto desaliento, debido a mi estado de inutilidad, su libro
ha sido para mí un tónico a ratos, y por esto, además de todo, tengo que agrade-
cerle mucho.
Con el mal invierno pasado no he mejorado nada. Nuevos grupos ganglio-
nares han aparecido hinchados y sobre todo tengo muchos dolores que me im-
piden dormir, cosa que me tiene en un estado un poco deprimido.
La semana que viene voy a probar el Nuevo Sanatorio del Guadarrama
como remedio máximo y si después de estar allí el verano no me mejoro, habrá
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que pensar en otro diagnóstico. Desgraciadamente no hay mucho donde esco-
ger, y los otros diagnósticos posibles son poco agradables.
Hace dos semanas, desde que hace buen tiempo, no voy ya a Madrid, y
como al trasladarme al Sanatorio solo estaré allí unas horas, no podré ir a despe-
dirme de usted.
Finalmente me han rogado encarecidamente recomiende a usted un candi-
dato a pensiones. Creo que ya se lo han recomendado a usted y a mí no me
gusta molestar a usted con estas cosas y me limito a incluir aquí la nota corres-
pondiente para cumplir, pues es una cosa de mi padre, a quien han pedido la re-
comendación.
El recomendado es hijo del violoncellista MIRECSKI.
Repitiendo mil gracias por el libro, le saluda con todo el afecto de su discí-
pulo.
Achúcarro
El Pardo, 23 de abril de 1917
En julio de 1917, ya gravemente enfermo, Achúcarro marchó a Ne-guri, al modesto laboratorio de su buhardilla. Si bien en un principio sepensó en la tuberculosis como posible origen de sus males, con el tiempolos síntomas se fueron diferenciando. Y fue él mismo quien, leyendo untexto de patología médica, se autodiagnosticó la enfermedad de Hodgkin,al reconocer la descripción de sus propios síntomas. Falleció el 23 de abrilde 1918, a los 37 años.
Es posible distinguir cuatro grandes epígrafes en la obra de Achúca-rro: 1) el tema de las «Stäbchenzellen», o células en bastoncito, 2) las mal-formaciones conectivas perivasculares en la parálisis general progresiva, 3)las investigaciones sobre la glía, y 4) el estudio de las alteraciones del gan-glio cervical superior simpático en algunas enfermedades mentales.
Achúcarro aclaró la significación funcional de las «Stäbchenzellen»descubiertas por Franz Nissl en 1898 en el cerebro de los paralíticos ce-rebrales proponiendo que estas células en bastoncito eran formas de adap-tación de las pirámides armónicas en degeneración. Partiendo precisa-mente de su preocupación por la génesis de las células en bastoncito, seesforzó, a partir de 1910, en obtener un método de impregnación quecoloreara «los distintos elementos de la neuroglia y otras células intersti-
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ciales del tejido nervioso». Resultado de su labor fue el hallazgo, en 1911,del método del tanino y la plata amoniacal. El nuevo proceder resultó ex-traordinariamente apropiado para colorear la neuroglia, permitiéndolerealizar contribuciones de auténtico relieve, entre las que destacan los ha-llazgos relativos a las lesiones vasculares en la parálisis general progresiva.
Sus investigaciones sobre la microglia las realizó con otro procedi-miento de mayor rendimiento: el del oro-sublimado descrito por Cajal en1913, que Achúcarro utilizó en una serie de notables investigaciones so-bre la corteza cerebral en la parálisis general y en la demencia senil, des-cribiendo, entre otros hallazgos, las transformaciones que sufren los astro-citos en la primera de estas afecciones.
Continuó sus trabajos histopatológicos estudiando la disposición dela neuroglia en las capas corticales y en las demás regiones del cerebro yotros órganos nerviosos. En un artículo publicado en 1913, propuso elnombre de glioarquitectonia para referirse al plan dispositivo del tejido neu-róglico, problema al que consagró varias investigaciones. Los resultadosque obtuvo son, sin duda, los de mayor trascendencia de su contribucióncientífica.
Cajal, que tuvo siempre una excelente relación personal con Achú-carro, le dedicó una sentida necrología en la que manifestaba (Recuer-dos, p. 407):
La ciencia española ha sufrido pérdida irreparable con la prematura muer-
te de N. Achúcarro. Trabajador infatigable, juntábanse en él el talento y la
modestia, y lo que es más raro, un sentimiento hidalgo de justicia hacia el
ajeno mérito. Tenía conciencia de padecer dolencia mortal y, sin embar-
go, laboraba con el entusiasmo de quien tiene delante de sí perspectiva vi-
tal inacabable. Su última carta, impregnada de viril estoicismo, fue para
mí dolor angustiosísimo. Amarrado a un sillón por la parálisis, solo se la-
mentaba de no poder continuar sus investigaciones sobre la neuroglia.
¡Tortura inimaginable! ¡Sentir en el alma el susurro de un enjambre de
ideas y proyectos y ver solo delante de sí las tinieblas eternas de la muer-
te! Empero lo mejor de su obra persistirá; transfigurada y mejorada, con-
tinuará inspirando la mente de sus amigos y discípulos.
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Castro Rodríguez, Fernando de
Nacido en Madrid el 25 de febrero de 1896, Fernando de Castro fueuno de los últimos discípulos de Cajal e inició, junto a Lorente de No, laorientación fisiológica de la Escuela Histológica española. Comenzó suformación con Achúcarro, pero al caer este enfermo, pasó a trabajar di-rectamente con Cajal, de quien ya no se separaría hasta la muerte de este.Dedicado desde entonces casi exclusivamente a la neurohistología, publi-có cinco artículos en los Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas,antes de obtener en 1922 el título de doctor con una importante investi-gación sobre la estructura normal y patológica de los ganglios simpáticosy sensitivos que supuso su primer reconocimiento científico. Un año des-pués ingresó en el Instituto Cajal como becario de la Junta para Amplia-ción de Estudios y a partir de entonces inició el análisis de las termina-ciones nerviosas en las paredes vasculares. En estos estudios consiguiólocalizar, de forma precisa, las terminaciones del nervio de Hering en lapared del seno carotídeo y diferenció por primera vez los baro-receptores(que detectan los cambios de presión de los vasos sanguíneos) de los qui-mio-receptores (que detectan los cambios en la composición química dela sangre), situando estos en el corpúsculo carotídeo o «glomus caroticum»,el primer quimiorreceptor conocido. De esta forma Fernando de Castroestableció las bases anatómicas de los reflejos cardiorrespiratorios descritospocos años antes por el fisiólogo alemán Heinrich Hering (1866-1948) ymarcó las vías a seguir en la futura investigación fisiológica. La escuela fi-siológica de Gante trabajaba en estos temas y Corneille Heymans (1892-1968) recibiría el premio Nobel en 1938, precisamente por descubrir lafunción de dichos receptores. Solo entonces fue reconocido, parcialmen-te, el mérito de los trabajos de Castro.
En 1926 visitó el Instituto de Histología y Embriología de la Uni-versidad de Utrecht, el Laboratorio de Histología Comparada de París yel Instituto Neurológico de Ámsterdam, donde trabajó junto a CorneliusKappers sobre anatomía comparada del sistema nervioso. Durante el cur-so 1933-1934 viajó a Turín, como pensionado de la Fundación Rockefe-ller, para trabajar en el cultivo de tejidos en el Instituto Anatómico deGiuseppe Levi.
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Otra importante línea de investigación de Castro fue la dedicada ala regeneración del sistema simpático, especialmente en relación con lareconstitución de los complejos sinápticos. La inició a finales de los añosveinte y demostró que los impulsos llegados a los ganglios, aunque estosprocedan de nervios heterólogos, pueden adquirir carácter funcional.En estos experimentos Castro alcanzó un gran virtuosismo experimen-tal.
En 1925 ganó las oposiciones a profesor auxiliar de la cátedra deHistología y Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina de la Uni-versidad de Madrid y en 1929 fue nombrado ayudante del Instituto Ca-jal. Aunque en 1933 obtuvo la cátedra de Histología y Anatomía Patoló-gica de la Universidad de Sevilla, dos años más tarde fue agregado, por undecreto especial, al Instituto Cajal, cuando su maestro acababa de fallecer.El estallido de la guerra civil alteró decisivamente su trayectoria investiga-dora. Desposeído de su cátedra en la Universidad por motivos políticos,sufrió la hostilidad del ambiente científico posbélico. No obstante semantuvo como el más genuino representante de la Escuela Cajal procu-rando perpetuar de forma activa el ejemplo del maestro con una serie dediscípulos y colaboradores que se formaron o trabajaron junto a él, comolos morfólogos Constantino Sotelo y Facundo Valverde y los fisiólogosAntonio Gallego y Antonio Fernández de Molina. Falleció en Madrid el15 de abril de 1967.
Laureado por la Real Academia de Medicina de Madrid con los pre-mios Rodríguez Abaytua, en 1923; Martínez y Molina, en 1924; Obieta,en 1941; Santiago Ramón y Cajal, en 1947; y el premio de la Academia,en 1949.
Colaboró en la obra de Wilder Penfield Citology and Cellular Pathologyof the Nervous System y en 1933 publicó con Ramón y Cajal el libro Téc-nica micrográfica del sistema nervioso.
No se conserva excesiva documentación epistolar de la relaciónmantenida entre Cajal y Castro. En el apartado dedicado a Giuseppe Levise reproducen las cartas enviadas por Castro a Cajal solicitando su inter-vención ante el problema suscitado por la detención del científico italia-no por motivos políticos, ya que allí es su ubicación lógica.
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En este apartado se han seleccionado cuatro cartas cruzadas entremaestro y discípulo. En la primera de ellas, de 19 de julio de 1927, San-tiago Ramón y Cajal escribió a Fernando de Castro desde su residenciaveraniega de Jaca:
Amigo Castro:
Celebro mucho que la gente del Laboratorio trabaje y goce de excelente
humor e inalterable salud.
El incidente de que V. me habla carece de importancia. Solo prueba que la
madre de la Enriqueta está un poco escamada después de lo ocurrido con la Ire-
ne. Pero habiendo telegrafiado las chicas el contratiempo sobrevenido, no había
motivo para alarmarse. Dudo, además, que entre todos los excursionistas hubie-
ran podido reunir los 20 o 25 duros indispensables para costearse un viaje de re-
greso en automóvil, pues es de pensar que sus previsiones económicas se limita-
ron a lo necesario para una excursión dominguera al Escorial.
Conviene ir por la imprenta y dar prisa al impresor para terminar la impre-
sión del 4º fascículo. Estimo suficiente todo el original traducido, o en vías de
traducción, para rellenar el cuaderno.
Aquí lo pasamos bien. La temperatura no pasa de 23º y, a mayor abunda-
miento, llueve casi todas las noches. Paseamos en automóvil por buenas carrete-
ras y llegamos a menudo a la estación internacional de Arañones y aun a la fron-
tera francesa. Las vistas del Pirineo nevado, y de los valles que conducen a él, son
preciosas e imponentes. Espero, para hacer algunas fotografías, a que se asegure el
tiempo, desapareciendo las turbonadas que lo alteran casi a diario.
Con recuerdos a su señora de parte de mi mujer y mío, y sin olvidar a los
cofrades del Laboratorio Tello, Villaverde, Vadillo y Don Domingo (si es que no
se ha retirado a sus tierras de Salamanca), reciba V. un saludo cariñoso de su com-
pañero y amigo
S. Ramón Cajal
Jaca, lunes
P. D. Dé V. un mes de vacaciones, el de agosto, a cuantos deseen descansar.
No podemos, sin embargo, echar a la calle al americano o a cualquiera que, ins-
pirado en el amor al trabajo, resuelva empalmar julio con septiembre. Celebro
que el yanqui progrese y se convenza de que una cosa son los esquemas y otra las
imágenes combinadas exigidas por el método de Golgi y aun por el argéntico, a
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fin de evitar un sinfín de grabados. En una imagen combinada todas las células
están copiadas con exactitud; el único artificio (ya empleado por Golgi, Van
Gehuchten, Retzius) consiste en reunir en un dibujo los elementos recogidos en
varios cortes de la misma región. Sin este artificio mi libro de los centros ner-
viosos hubiera exigido más de 3.000 figuras, y eso en tiempos de penuria eco-
nómica en que una docena de grabados desnivelaba mi presupuesto doméstico.
Verdad es ésta que es preciso encasquetar en los cerebros rutinarios y desconfia-
dos de los extranjeros, que jamás conocieron las estrecheces del investigador so-
litario y atenido a sus propios recursos.
El 4 de septiembre de 1929 Cajal escribió nuevamente a Castro,quien se encontraba disfrutando de un periodo de vacaciones:
Instituto Cajal
Paseo de Atocha 13
El director
Madrid, 4 de septiembre de 1929
Amigo Castro:
Por el conserje sé que lo pasan Vds. bien y que dócil al imperio de la moda,
baña Vd. al niño en arena y sol. Mucho celebraré que se acabe de robustecer,
aunque a la verdad no tenía aquí aspecto inquietante.
Habiendo tenido que regresar, por agravación de mi mujer, de mi veraneo
en Sigüenza, he padecido aquí un mes de agosto intolerable. Hoy ha llovido y la
temperatura ha descendido.
Estamos solos. La Ketty y la Carmen acuden y algunos días Luis; pero una
vez despachada la abrumadora correspondencia, me parece que les voy a dar un
suplemento de vacaciones.
A Vadillo no lo he visto. Deseaba figurar en la nómina del mes de agosto; pero
sin propuesta de la Junta, ni conocer los trabajos realizados en Alemania —y en va-
caciones además—, me pareció un acto poco correcto el incluirlo en nómina.
Como afirmaba que su situación económica era precaria, le dije a Tomás que re-
dactara para él un recibo, que yo habría de firmar, a fin de acreditar sueldo cerca de
la Junta. Pero sin duda no le gustó la forma adoptada para ayudarle y no ha compa-
recido por aquí el mes de septiembre, que es cuando podría haber comenzado a tra-
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bajar, o por lo menos a preparar alguna investigación, en el supuesto de que venga
capacitado para ello. Lo singular es que después de lamentarse de que no podía pa-
gar en la fonda, mostró a Tomás un paquete imponente de billetes.
A la verdad la conducta de Vadillo la encuentro bastante enigmática y con-
tradictoria.
No canso más y con recuerdos a su señora, reciba V. un abrazo efusivo de su
amigo y compañero
S. Ramón Cajal
Las dos últimas cartas que reproducimos son de 1934 y correspondena la época en la que Castro trabajó junto a Giuseppe Levi en el InstitutoAnatómico de la Universidad de Turín. El 19 de mayo Ramón y Cajal es-cribió a Fernando de Castro animándole ante los problemas de salud quele sobrevinieron a este último en aquella época:
Academia de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales
Madrid, 19 de mayo de 1934
Amigo Castro:
Deploro el decaimiento de su salud, que juzgo un fenómeno pasajero y sin
importancia. De sufrir alguna recaída, una vez recobradas las fuerzas, debe V. re-
gresar a España sin titubeos. En ninguna parte se está mejor que en el seno de la
familia y en compañía de los amigos y compañeros.
No he escrito antes por causas que V. ya declaró en una de las suyas. Creo
que actualmente, sosegadas las suspicacias, y reintegrado el prof. Levi a sus ocu-
paciones ordinarias, inspirará V., como es de presumir, plena confianza.
Aquí no ocurre nada de particular. Recibí una carta de Lorente lamentán-
dose de que, después de muchos años de trabajo en una especialidad histológica
difícil, y con excelente orientación y dominio bibliográfico, haya V. cambiado de
rumbo, para laborar en un tajo que, si no está agotado, no ofrece ya al investiga-
dor las primicias de lo inesperado. Cuando le conteste le diré que ambos cami-
nos son convergentes y que no perjudica, antes favorece, orear la inteligencia en
dominios científicos algo distantes.
Yo sigo siempre achacoso y neurasténico. Me empeño en ignorar mi de-
crepitud y esto me causa retrocesos y abatimientos físicos e intelectuales. Pero a
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