rafael guitiérrez girardot - nietzsche y la filología clásica la poesía de. nietzsche

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  • Gutirrez Girardot, Rafael, 1928-Nietzsche y la filologa clsica ; La poesa de Nietzsche / Rafael

    Gutirrez Girardot. Homero y la filologa clsica / F. Nietzsche ; Traducido por R. G. G. Bogot : Panamericana Editorial, 2000.

    224 p . ; 20 cm. (Coleccin Ensayo) 958-30-0773-0 1. Nietzsche, Friedrich Wilhelm, 1844-1900 - Critica e interpretacin

    2. Filologa clsica 3. Filosofa alemana 3. Poesa alemana I. Nietzche, Friedrich Wilhelm, 1844-1900. Homero y filologa clsica n. La poesa de Nietzsche m. Tt. IV. Serie 193.9 cd 19 ed. AHB1797

    CEP-Biblioteca Luis-Angel Arango

  • RAFAEL G U T I R R E Z GIRARDOT

    Nietzsche y la filologa clsica

    so os

    La poesa de Nietzsche

    F. NIETZSCHE

    Homero y la filologa clsica Traducido por R. G. G.

  • Editor Panamericana Editorial Ltda.

    Direccin editorial Andrs Olivos Lombana

    Concepcin literaria Alfonso Carvajal Rueda

    Diseo de cartula Diego Martnez Celis

    Primera edicin en Panamericana Editorial Ltda., noviembre de 2000 Segunda reimpresin, octubre de 2002 Rafael Gutirrez Girardot Panamericana Editorial Ltda. Calle 12 No. 34-20, Tete.: 3 6 0 3 0 7 7 - 2 7 7 0 1 0 0 Fax: (57 1) 2 3 7 3 8 0 5 Correo electrnico: [email protected] www.panamericanaeditorial.com Bogot, D. C, Colombia

    ISBN volumen: 958-30-0773-0 ISBN coleccin: 958-30-0811-7

    Todos los derechos reservados. Prohibida su reproduccin total o parcial por cualquier medio sin permiso del Editor.

    Impreso por Panamericana Formas e Impresos S. A. Calle 65 No. 95-28, Tels.: 4 3 0 2 1 1 0 - 4300355 , Fax: (57 1) 2763008

    Diagramacin electrnica Francisco Chuchoque Rodrgtra**,<

    Quien slo acta como impresor. Impreso en Colombia Printed in Colombia

  • Contenido

    PRLOGO A LA PRIMERA EDICIN 9

    PRLOGO A LA SEGUNDA EDICIN 13

    CAPTULO PRIMERO

    LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA 17

    1) El punto de partida de Nietzsche: el pasado griego, 2) entendi-do por la poca de Goethe como canon. ste determina el curso de la filologa clsica. 3) Tal es la base de la formacin de Nietzsche; 4) cuya problemtica cientfica e histrica se cruza con las aficio-nes del escolar y del universitario Nietzsche. 5) En ese horizonte inicia, provocado por aquella problemtica, la contradictoria dis-puta con su profesin, 6) la cual se intensifica en Basilea y 7) tiene su primera expresin en el consciente extraamiento de la filolo-ga y su disolucin en filosofa crtica del humanismo.

    CAPTULO SEGUNDO

    LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA

    NO ES FILOLGICA 57

    8) Su concepto de filologa clsica est determinado por la filo-sofa 9) fundada en el thos como instinto 10) y es adems est-tica y pedagoga 11) que repite en el pensamiento de Nietzsche el movimiento dialctico de la filologa clsica europea y es por ello una discusin filosfica con los presupuestos histrico-espiritua-les de la filologa clsica 12) que adquiere el carcter de polmi-ca, es decir, dialctica. 13) sta destruye conceptos racionalistas humansticos e ilustrados y abre as el camino a un conocimiento trgico.

  • CAPTULO TERCERO

    LA TRAGEDIA EN NIETZSCHE TIENE SU ANTECEDENTE

    EN LA DIALCTICA DE H E G E L 91

    14) Lo cual puntualizan sus estudios sobre Demcrito 15) que por sus consecuencias filosficas son destruccin del concepto "humanstico" del hombre, especialmente de los conceptos mo-rales de "culpa" e "inocencia". 16) A base de esta destruccin surge con claridad la contraposicin antiguo-moderno en la tra-gedia 17) y se ejemplifica en la mtrica, relacionada con la dea metafsica heracliteana del juego 18) o sea el agn, concebido como movimiento dialctico de conciliacin en el juego guerrero. 19) El agn como expresin de la dialctica de todas las contra-posiciones recoge stas bajo los nombres de Apolo y Dloniso en El nacimiento de la tragedia. El agn simboliza la discusin de Nietzsche con la filologa clsica. En esa dialctica de la cultura occidental se encuentran Hegel y Nietzsche en la misma base.

    EPLOGO 1 2 7

    LA POESA DE NIETZSCHE 151

    INICIACIN BIBLIOGRFICA AL ESTUDIO DEL PENSAMIENTO DE NIETZSCHE 1 7 5

    BIBLIOGRAFA SELECTA PARA

    "NIETZSCHE Y LA FILOLOGA CLSICA" 187

    APNDICE 199" F. N I E T Z S C H E : HOMERO Y LA FILOLOGA CLSICA (TRADUCCIN DE RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT)

  • A Guadalupe Fernndez Atiza y Manuel Crespillo

    Y una comn inclinacin escruta Los varios espectculos. Doble luz esclarece algn atisbo Mientras relampaguea. Hay lenguaje en la pausa Que lo recoge silenciosamente

    Jorge Guillen

    A Alfonso Reyes y Enrique Gmez Arboleya

    in memoriam

    Al remero del alma, que d paz a los remos; al destino, que frene pronto su corcel. Apega el ansia, baja la voz, filosofemos, y no nos oiga el sueo lo que decimos de l.

    Alfonso Reyes

  • Prlogo a la primera edicin*

    La edicin de las Otras de Nietzsche por Karl Schlechta en 1954-1956 provoc una apasionada e incesante polmica. Schlechta, antiguo colaborador del Archivo Nietzsche de Weimar, coeditor de la inconclusa Edicin completa hist-rico-crtica (HKG), present un texto depurado de la obra postuma (III tomos) y dio a conocer el hecho, no absoluta-mente nuevo, de que no poco de lo que se haba considera-do tradicionalmente aforismo nietzscheano en La voluntad de poder slo era apunte, por lo dems, falsificado por la hermana Elisabeth Frster-Nietzsche con la colaboracin de Peter Gast. Ella destruy, adems, cartas del hermano y falsific, igualmente, un considerable nmero de piezas epistolares. Pocos aos despus de la edicin de Schlechta, Erich E Podach, a quien se deben decisivas contribuciones biogrficas sobre el ltimo perodo de la vida de Nietzsche, edit las obras escritas y publicadas en la poca de la locu-

    N o t a del edi tor : La p r i m e r a e d i c i n del e n s a y o "N ie tzsche y la f i lo log a

    c ls i ca " fue l levada a c a b o por la Editor ial Universi tar ia de B u e n o s Aires,

    E u d e b a , e n 1966. L a s e g u n d a e d i c i n a p a r e c i e n "Analecta Ma lac i ta -

    n a " , ane jo No . XV de la rev ista de la facu l tad de Fi losof a y Letras de la

    Un ive rs idad de M l a g a , en 1997. La p resen te ed ic in incluye, a d e m s , un e n s a y o indi to h a s t a ahora , t i tu lado "La p o e s a de Nie tzsche" , as c o m o

    un a p n d i c e d e d i c a d o al tex to de F. N ie tzsche, Homero y la filologa clsi-

    ca, t r a d u c i d o por el p ro fesor Gut irrez Gi rardot .

  • 10 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    ra, y mostr con el texto que stas tambin haban sido arregladas para su publicacin por tercera mano.

    El trabajo filolgico de la segunda postguerra ha inicia-do la presentacin de textos filosficos del siglo X I X que hasta ahora se haban conocido y manejado sin criterio de rigurosa edicin crtica: Fichte, Schelling, Hegel y, en fin, ahora Nietzsche. El problema filolgico de los textos y el descubrimiento de otros ha conducido a nuevos renacimien-tos de esas filosofas y a revisiones de la imagen tradicional de esos pensadores, y aunque no sea ese problema textual la ltima causa de tales movimientos, lo cierto es que el estudio y la crtica de Schelling, Fichte y Hegel cobra cada vez un mayor inters. El renacimiento de Nietzsche ocupa en este ciclo un destacado lugar por la influencia perma-nente de su pensamiento sobre la ms importante litera-tura moderna (el expresionismo alemn, la novelstica de Musil y Broch, los orgenes del imagism en Th. E. Fulme), sobre la filosofa (Jaspers y Heidegger) y aun en la sociolo-ga (Max Weber). Para una discusin con el pensamiento de Nietzsche en los pases de lengua espaola no slo fal-tan los textos depurados, sino la ampliacin y correccin de la perspectiva; de modo que su imagen no se trace slo sobre la base del Zaratustra o El Anticristo, es decir, de la en-tusiasta culminacin, sino que tenga en cuenta su preocu-pacin por la historia, por la crtica cultural y social, su discusin con el positivismo y las ciencias naturales y con la filologa, aspectos sin los cuales la imagen entusiasta re-sulta parcial y equvoca.

    El prejuicio de un "fillogo Nietzsche" de infundada audacia y sin rigor cientfico, creado por la pequea y vio-lenta polmica de Wilamowitz-Moellendorf, parece ha-ber impuesto un silencio definitivo sobre Nietzsche como

  • PRLOGO A LA PRIMERA EDICIN 11

    fillogo clsico. La valoracin cientfica de sus trabajos filolgicos es sin duda vana si se tiene en cuenta que son obras tempranas y que desde aquella poca las ciencias de la Antigedad clsica han afinado sus mtodos y progresa-do infinitamente. Desde el punto de vista de la obra de Nietzsche, sin embargo, un anlisis de lo que signific la filologa para l es indispensable, ya que su abandono im-plic a la vez su decisin a favor de la filosofa. En su discu-sin con la filologa clsica, pues, se encuentran motivos y orgenes del pensamiento filosfico de Nietzsche, sin cuyo conocimiento resulta aventurada una apreciacin de ese pensamiento y de su significacin permanente para la cul-tura moderna.

    Las pginas presentes constituyen un ensayo de anli-sis de este aspecto; no, pues, del valor cientfico de los tra-bajos de Nietzsche sobre filologa clsica. El anlisis se li-mita a los escritos anteriores a El nacimiento de la tragedia, y preferentemente a aquellos de intencin filolgico-cient-fica. Los trabajos concebidos como protoformas o versio-nes breves y preparatorias de El nacimiento de la tragedia for-man con este libro un conjunto y supone ya el proceso anterior seguido en su discusin con la filologa clsica.

    La interpretacin de los textos acude al epistolario y sigue el mtodo del "crculo hermenutico" en el sentido de que cuenta con la totalidad del pensamiento de Nietz-sche para acercarse, desde ella, a sus orgenes. La interpre-tacin recoge y aprovecha las suscitaciones del curso del profesor Eugen Fink sobre Nietzsche profesado en la Facul-tad de Friburgo, de Brisgovia, y recogido luego en libro (ver bibliografa). La seleccin bibliogrfica al final del volumen registra no slo las obras utilizadas en la elaboracin de las presentes pginas, sino sobre todo, aquellas que pueden con-

  • 12 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    tribuir a un estudio ms objetivo de la obra de Nietzsche, a quien en el mundo de lengua espaola ha cabido la dudosa suerte de ser concebido como justificador e inspirador de una bohemia y pseudo-romntica indisciplina intelectual o como dolo de sentimentales leyendas y cultos.

    Bonn am Rhein, primavera de 1964 R. G. G

  • Prlogo a la segunda edicin

    1

    La primera parte del panfleto contra El nacimiento de la tragedia terminaba con una exigencia imperativa: "Pero una cosa exijo: cumpla su palabra el Seor Nietzsche, empue el cetro de Dionysos, vaya de India a Grecia, pero descien-da de la ctedra desde la que debe ensear ciencia". No slo Wilamowitz-Moellendorf intent aniquilar a Nietzsche con su crtica a lo que, variando el giro alemn que indica va-guedad ("msica del futuro"), denomin Filologa del futu-ro. En una carta del 25 de octubre de 1872 a Erwin Rohde coment Nietzsche que "en Leipzig hay una voz sobre mi escrito: el probo y muy apreciado por m en Bonn, Usener, delat, como reza, ante unos estudiantes que le pregunta-ron: 'es un puro disparate que no sirve para nada; el que ha escrito eso, est muerto cientficamente'. Es como si yo hubiera cometido un delito...". Nietzsche fue enterrado como fillogo clsico. En sus Recuerdos /I848-/I9'14, apunt Wilamowitz-Moellendorf con satisfaccin: "Hizo lo que yo le exiga, abandon la ctedra y la ciencia y se convirti en profeta,, profeta de una religin irreligiosa y de una fi-losofa antifilosfica. Para eso le dio derecho su demonio;

  • 14 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    tena el espritu y la fuerza para ello". El fillogo clsico difunto no abandon a quien le haba exigido que abando-nara la ctedra y la ciencia. Como si le pesara y a la vez le complaciera su ataque, Nietzsche surga en la mente de Wilamowitz-Moellendorf siempre que se ocupaba de la tra-gedia. En el captulo final de su Eurpides Heracles. Introduc-cin a la tragedia griega (lt . 1895), el difunto ya no es el seor Nietzsche, sino el ejemplo de "extravos y fuegos fa-tuos"; ejemplo de "quienes hubieran tenido ciertamente la capacidad de hacer algo provechoso, y que perdieron pri-mero el carcter y luego el talento". El plural se reduce al singular de la frase final de la leccin moral: "Y una tal persona puede crear infinitas maldiciones". Aunque el emperador de la filologa clsica -que comparaba al empe-rador Guillermo I con Pericles- no ocult la inquietud apos-tlica que le produjo la heterodoxia filolgica de Nietzsche, la condena sofoc para la posteridad el impulso crtico del atrevido colega, y lo releg al limbo de los insurrectos e intrusos de la filosofa, el "fillogo clsico" Nietzsche fue un "fuego fatuo" episdico. Antes de El nacimiento de la tra-gedia, nada mereci la atencin.

    II

    Con la edicin de las obras por Karl Schlechta en 1956 cul-min la revisin de la imagen de Nietzsche que haba crea-do principalmente la hermana. Schlechta redujo a sus di-mensiones de apuntes y fragmentos lo que la hermana y Peter Gast haban reconstruido como libro fundamental, esto es, La voluntad de poder. Con ello se desmoron el ele-

  • PRLOGO A LA SEGUNDA EDICIN 15

    ment esencial del Nietzsche de los nacionalsocialistas para quienes bast el ttulo y un antisemitismo falsificado para justificar su poltica. En esa revisin se abri el campo a una consideracin desprevenida y ms amplia de Nietzsche, que poco a poco vari los acentos y permiti reconsiderar los trabajos de Erich Podach sobre aspectos biogrficos y de Friedrich Schulze sobre el joven Nietzsche. Schlechta mis-mo pronunci en 1949 una conferencia sobre Nietzsche y la Antigedad clsica, como parte de un libro ms detalla-do que no lleg a realizar. La voz solitaria del fillogo clsi-co Walter F. Otto -exmiembro de la direccin del Archivo de Nietzsche- retom la polmica sobre El nacimiento de la tragedia y en varias conferencias de los aos 50 (recogidas en Das Wort der Antike, 1962), asegur, en contra de Wilamowitz-Moellendorf, a quien cita polmicamente, que "l reconoci ms claramente que cualquier fillogo, la uni-cidad de la forma de la tragedia y, por lo tanto, no pudo satisfacerse con explicaciones contentadizas como los otros". Otto reivindic indirectamente al fillogo clsico Nietzsche. La reivindicacin no tuvo eco, pero llam la aten-cin a lo que se haba descuidado hasta entonces: Nietzsche y la filologa clsica.

    Este ensayo se propuso explorar la significacin que tuvo para Nietzsche su relacin ambigua y crtica con la filologa clsica, es decir, para su trnsito a la filosofa. Se ha puesto al da la Bibliografa que no pretende ser otra cosa que una gua de los libros provechosos para la iniciacin al estudio de Nietzsche y de la parte insuficientemente ex-plorada del tema de la filologa clsica en su obra. El Eplogo pretende enfrentarse al creciente empobrecimiento de la filologa, que corrobora la crtica de Nietzsche a ella. Se agrega como apndice la traduccin de la leccin inaugural

  • 16 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    de Nietzsche sobre Homero y la filologa clsica que pronun-ci en el Aula del museo de la Augustinergasse de Basilea el 28 de mayo de 1869. La traduccin corrige graves errores de otras traducciones anteriores, como la de Ovejero y Mau-ry y otra ms reciente y menos difundida.

    Bonn, primavera de 1997 R. G. G.

  • Captulo primero

    La disputa con la filologa clsica

    Edificar quiero' [...]

    y levantar de nuevo el Templo de Teseo y los Estadios y all donde Pericles vivi.

    Hlderlin

    Cada uno sea a su manera un griego. Pero salo.

    Goethe

    1. El nacimiento de la tragedia (1872), que provoc en su tiempo una ardua disputa de fillogos, no fue slo el pro-ducto de un fervor wagneriano ni la proposicin de una osada tesis filolgica y hasta impropia en sus formulaciones, sino el resultado de un intenso proceso interior que Nietz-sche provoc y aun soport con entusiasmo y con la certe-za de que su resultado final, ms que derrota o permanente confusin, significara para el curso de su pensamiento la desafiante primera expresin de sus inquietudes. Diecisis aos ms tarde, en el prlogo retrospectivo (o eplogo) a su primera gran publicacin, aseguraba Nietzsche que "cual-quiera que fuere el sustento de este frgil libro debi ser una cuestin de primer rango y encantamiento, y adems una cuestin profundamente personal. Testimonio es la poca en que naci, la excitante de la guerra franco-prusiana

  • 18 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    de 1870-71. Mientras los truenos de la batalla de Wrth cruzaban Europa, estaba el meditabundo e inquisitivo a quien le fue otorgada la paternidad de este libro en algn lugar en un ngulo de los Alpes, muy meditabundo y mis-terioso, por lo tanto, muy preocupado y despreocupado a la vez, y escriba sus pensamientos sobre los griegos"1.

    La relacin que Nietzsche ve entre su obra y el destino de Europa es algo ms que la simple indicacin biogrfica, un tanto pattica si se quiere y si se recuerda que tambin la Fenomenologa del Espritu de Hegel naci mientras en Jena y en Auerstdt Napolen sellaba la quiebra de Prusia y con-sagraba su omnipotencia sobre la historia europea. Si en Jena y en Wrth hablaban las armas y se celebraba la ene-mistad, en la Fenomenologa del Espritu y en El nacimiento de la tragedia se anunciaba un destino ms definitivo que la paz, al menos ms duradero y profundo y penetrante que el fugaz que sellaron aquellos prncipes y gobernantes: la revolucin y el nihilismo, dos fenmenos de origen comn, a saber, el humanismo de los siglos X V I I I y X I X . No por dife-rentes y hasta contradictorios en apariencia delatan revo-lucin y nihilismo su esfuerzo de comprender y de pensar el presente desde la perspectiva de una interpretacin del comn pasado griego.

    2. Una interpretacin en el sentido riguroso de la pala-bra porque los esfuerzos de asimilacin de aquel origen euro-peo consistieron en la elaboracin de una hermenutica que,

    1. Versuch einer Selbtkritik, Schl . I, p g . 9. Se c i ta por las ed i c iones Musar ion

    y Hanser, h e c h a s la p r i m e r a por Max y R ichard Oehler en c o m i s i n de la

    h e r m a n a de N ie tzsche y la s e g u n d a por Karl Sch lech ta . Las c i tas t o m a d a s

    de la e d . Musar ion se abrev ian c o n la inicial M., n m e r o del t o m o en r o m a -

    nos y p g i n a en a rb igos . Las de la e d . Hanse r c o n la inicial Schl . , t o m o en

    n m e r o s r o m a n o s y p g i n a en a rb igos .

  • LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA 19

    con pretensiones y propsitos semejantes a los de la teol-gico-bblica, convirti a Grecia en canon de verdadera hu-manidad y en la Escritura que contiene y revela el modo nico de perfeccin sobre la Tierra. La imagen de Grecia que determin y dio forma al horizonte histrico de aque-lla poca, cualquiera que fuere su tono y su color: el subli-me de Winckelmann, el ilustrado de Herder y Lessing, el ideal de Schiller, el nostlgico de Hlderlin, constituye el centro de la profana teologa del tiempo en la que el nuevo Dios no maneja providencialmente los destinos humanos con la mano de la gracia histrica, sino que colabora con los mortales, de quienes no ignora que, como hijos de Prometeo, se saben y se sienten capaces de conducirlos con el rgano de su propio conocimiento. Hegel y Nietzsche inician sus estudios con la lectura del texto helnico -ellos, que de algn modo haban sido predestinados a la prdica cristiana-, y sus primeros escritos son la exgesis de un dogma que an no se haba vuelto a imponer o que busca-ba su conciliacin con la fe cristiana. Por encima de la exac-titud o de la hondura cientficas con que pudieron haberla hecho es claro el afn de explicar la fermentada situacin espiritual a travs de una comprensin, discusin y afir-macin de la nueva teologa profana, cuya preocupacin fundamental fue el espritu humano formado a imagen y semejanza del hombre griego.

    Herder, en efecto, y con l toda la poca de Goethe, pensaba que lo divino en el hombre es la humanitas. Pero la humanitas de Herder no es copia ni traduccin literal de la urbana humanitas de Cicern, que es a su vez una versin romana de la griega. Las exigencias de la razn, los ideales de la cultura ilustrada an se nutren de una teologa cris-tiana, la que, si no sustancia, es al menos modelo secreto de los propsitos intelectuales de los ilustrados contempo-

  • 20 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    rneos de Herder y de Herder mismo. El enunciado de Her-der, esto es, que lo divino en el hombre es la humanitas y que equivale a una "revolucin copernicana", no quiere decir que el hombre abandona su mbito terrenal, sino ms bien que la teologa se convierte en antropologa; e igual que Kant, quien entenda su tarea crtica como un modesto acto correctivo, porque la inteligencia finita del hombre es necia y soberbia cuando pretende explicar los temas de Dios y de la inmortalidad, tambin Herder pide que el hombre, en acto virtuoso de modestia, vuelva su mirada hacia s mismo, a sus debilidades y sus fuerzas, a sus perfecciones e imperfecciones; que sea, pues, consciente de su propio ser. Pero el hombre reducido a la conciencia de s mismo y slo dependiente de ella es un absoluto, igual a Dios. Herder, empero, no piensa en la conciencia individual, sino en la humanidad, de cuya capacidad y pobreza y de cuya condi-cin humana dan testimonio las letras y las artes. Los studia humanitatis son entonces el conocimiento de esa divinitas en la que consiste la naturaleza propia del hombre, y en cuanto este conocimiento es toma de conciencia, apropia-cin de s mismo, resulta ser l la verdadera y autntica realizacin del ser del hombre, el logro de su perfeccin. En esos studia "los griegos y los romanos nos han precedido excelentemente; vergenza, si hubiramos de quedarnos atrs2. Al dar Herder a los studia humanitatis tal dimensin "teolgica", eleva el estudio de la Antigedad, que hasta entonces slo haba merecido el nombre de "estudios anti-cuarios", a la altura de la cristiana Escritura; y a la Antige-dad clsica, a la categora de modelo de perfeccin huma-na. Ello quiere decir, igualmente, que el mundo antiguo no

    2. Herder, Briefe zur Befrderung der Humanitt, W e r k e (Hanser ) , M u n i c h ,

    1954, II, p g s . 4 7 0 y s igs . Fr. Kl ingner, " H u m a n i t t u n d H u m a n i t a s " , en Rmische Geisteswelt, M u n i c h , 2 1 9 5 6 , p g s . 6 2 3 y s igs.

  • LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA 21

    solamente es el arquetipo de la plenitud del gnero huma-no, sino en igual grado la medida de toda accin justa. Humanitas es tambin moralitas, el modelo de una existen-cia moral espiritual "en la que el ser ntegro y sentirse nte-gro coinciden con lo moral-espiritual y justo que resulta del acto de la inteligencia", segn observa Fr. Klingner3. Teologa, tica y ciencia; fe, moral y razn se corresponden y se condicionan mutuamente en el modelo terrenal de la paideia griega y de la humanitas romana. El hombre es lo que es en su esfuerzo de corresponder al modelo antiguo.

    A lo que Herder inaugur en Alemania dio Goethe, por caminos menos ilustrados y moralizantes, el carcter de una forma de vida concreta, no slo de programa ideal. El pathos que, por ejemplo, inspira a Wilhelm von Humboldt en su reforma de la educacin segn criterios humansticos y a crear los gimnasios de humanidades para formar al hom-bre del segundo Renacimiento, se nutre de su dilogo con Goethe y del paisaje espiritual que ste vivi y al que dio forma, y que tiene un sentido concreto para la vida huma-na. Goethe ve en el mundo griego la "salvacin", porque en l, "en el ms alto momento de gozo lo mismo que en el ms hondo del sacrificio y la aniquilacin, percibimos una indestructible salud"4. Es la salud que Goethe buscaba como proteccin contra las fuerzas destructoras de la existencia, es el producto del equilibrio de las fuerzas del hombre ele-vadas a su mxima potencia creadora. Pero es tambin el producto de la confluencia de naturaleza e historia, de pasa-do y presente en una unidad. La naturaleza es la protoforma de la existencia humana, no un objeto del conocimiento o

    3. Kl ingner, op. cit, p g s . 6 2 7 - 2 8 .

    4. G o e t h e , " W i n c k e l m a n n " , en Schriften zur Kunst und Literatur, H a m b u r g e r

    A u s g a b e , H a m b u r g o , 1953, t . 12, pgs . 98 y s igs.

  • 22 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    un polo opuesto del espritu, y las fuerzas que actan en ella son los dioses. Por eso deca Goethe que "mientras ms sientes que eres un hombre tanto ms semejante eres a los dioses". El teomorfismo de los griegos es, pues, lo ms alto y eterno en el hombre, y por lo tanto la posibilidad de per-feccin se encuentra en su realizacin histrica, esto es, terrenal, entre los griegos, en la existencia de una forma de vida en la que el mayor grado de perfeccin humana con-siste en ser dios, en saberse como dios.

    No ha de creerse que la conjuncin de naturaleza e his-toria es el resultado de una especulacin racional, sino la inteleccin inmediata de una experiencia originaria del hombre en el encuentro con la protoforma de la existencia. Goethe excluye de su pensamiento los medios del conoci-miento raciocinante, el divorcio sujeto-objeto, naturaleza-espritu, los instrumentos del entendimiento especulativo o reflexivo; por lo tanto, al referir su intuicin al ejemplo griego, en el que no tena lugar aquella ilustrada concep-cin, desnuda a la herencia de Herder de su carcter mora-lizante, convierte la tica, fundada en aquel divorcio, en thos, en una forma concreta de vid, no, pues, en simple ideal normativo. Esto puede percibirse en sus pginas so-bre Winckelmann, que son la glorificacin del primer con-temporneo, quien acercndose desprevenida e inmediata-mente a Grecia logra vivir helnicamente, esto es, superar la distancia histrica que Herder haba entrepuesto al con-cebir a los antiguos como el camino propio y nico que lleva a la plenitud de la humanidad ilustrada, al ideal del progreso. El intento pedaggico de Wilhelm von Humboldt naci de esta conviccin: el ntimo contacto con el mundo griego slo es posible mediante la revivificacin de las le-tras, y tal contacto es la nica base para realizar la forma de vida helnica.

  • LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA 23

    La invocacin del nombre de Winckelmann, con cuyo ideal esttico Goethe se hace solidario, indica que en los estudios anticuarios el aspecto racional puesto de relieve por Herder y tambin por Lessing cede paso al acento est-tico que desde entonces se considera como uno de los fun-damentos esenciales de las humanidades.

    Con la aparicin del kantiano Friedrich August Wolf sucedi a los estudios humansticos lo que a la metafsica con Kant: los nobles y sublimes ideales y los entusiasmos estticos fueron puestos en tela de juicio. El thos de Wolf se limit al esfuerzo de dar al conocimiento de la Antige-dad el impulso para que siguiera por "el seguro camino de la ciencia", segn dice la frmula de Kant para la metafsi-ca. Wolf demostr no slo con sus escritos, sino tambin con su actitud, el rigor y la gravedad con los que se dio a su tarea: l fue el primer estudiante alemn que se inscribi en la Universidad de Gotinga como fillogo clsico en una poca en la que las asignaturas de la filologa clsica no se haban ordenado sistemtica y especialmente, y en la que no se contaba al fillogo clsico como a un profesional.

    Para Wolf, entonces, ms importante que la ciega vene-racin por la antigedad, fue la fundamentacin cientfica y sistemtica de los estudios clsicos. Sus Prolegomena ad Homerum, de 1795, son el primer documento de la ciencia de la Antigedad, de sus posibilidades, de sus tareas y de sus lmites. Pero ello trajo a su vez consigo la destruccin del encantamiento potico y de la magia que rodeaban la imagen humanstica del mundo antiguo. La iniciacin de la inacabable e inacabada "cuestin homrica", la destruc-cin de la personalidad histrica de Homero, que provoc en Schiller y, en un principio, en Goethe, una queja de pro-testa, introdujo la ciencia rigurosa como elemento negati-vo en la visin esttica de la Grecia ideal. No fue definitiva

  • 24 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    su destruccin, pues desde entonces ciencia y esttica, ri-gor filolgico e intuicin esttica, se disputan la autentici-dad de la comprensin de los orgenes griegos del presente.

    Para comprender hasta qu punto reform Wolf la ac-titud intelectual y espiritual de entonces frente a Grecia puede compararse la misin que daba Herder a los studia humanitatis con las Directivas de Seminario y la Exposicin de la ciencia de la Antigedad segn su concepto, alcance, finalidad y valor (1807) de Wolf, que significativamente dedic "A Goethe, el conocedor y expositor del espritu griego". Para Herder, como ya se apunt, los studia humanitatis fueron la unidad racional de teologa, tica y ciencia; para Wolf, en cambio, puramente ciencia en el sentido restringido que se haba dado al vocablo en el pensamiento de la poca, esto es, delimitacin del objeto y del conocimiento, tal como entonces lo haba postulado Kant cuando en la Crtica de la razn pura aseguraba que "no es aumento, sino desfigura-cin de la ciencia el confundir sus lmites"5. En las citadas Directivas excluye Wolf del estudio todo propsito ejem-plar y dictamina cmo ha de ser el acercamiento a los tex-tos antiguos: "Explicacin gramatical, exacta; nada de es-ttica o potica". Y ms adelante agrega:"[...] no se aprende a ensear mediante reglas tericas; lo que (en la prctica de la explicacin gramatical R G G ) se aprende an ms, es a tomar conciencia de sus propios pensamientos y conoci-mientos; se aprende a conocerse a s mismo, a entenderse"6. Es decir, se aprende a formarse a s mismo real y concreta-mente, a tomar posesin de la facultad cognoscitiva; en una palabra: a reducirse y limitarse al propio ejercicio de la

    5. Kant, Kritik der reinen Vernunft, B, VIII.

    6. Fr. A. Wolf, " S e m i n a r o r d n u n g " , en Wegener , Altertumskunde, Fre iburg / B r ,

    Mun ich , 1 9 5 1 , p g . 146.

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    razn y el saber. La configuracin de la grecomana en una ciencia rigurosa, del entusiasmo en conocimiento, de la moral humanitaria en thos individual cientfico, abre las puertas ya a una evolucin posterior de curso contradicto-rio, en el que la primera, que vea la plenitud del ser huma-no en el perfeccionamiento moral del intelecto, es negada por la segunda, que al restringir los propsitos de aqulla, y al excluir la ambicin humanitaria y moral, cree lograr en el mismo perfeccionamiento la verdadera plenitud.

    No conduce la imagen del hombre como un Prometeo omnipotente, cuya inteligencia se diviniza por el estudio, a ver en la ciencia el rgano de ese poder que descubre, fundamenta y ordena y empequeece a la vez la soberbia del racionalista Con el entusiasmo se dio su negacin, con la Grecia ideal que tiende a la plenitud la Grecia real que tiende a la limitacin, que slo ensear a pensar, a ser cons-ciente y dueo de s mismo, a manejar el instrumento de los rigores de la razn modesta. De la embriaguez volvi a nacer la sobriedad; de la moral, la ciencia.

    Wilhelm von Humboldt, nutrido por las dos tenden-cias, traslada a la educacin el ideal de una formacin ple-na y de aspiraciones universales, y la necesidad de una formacin plena y de aspiraciones universales, y la necesi-dad de una formacin rigurosa fundada en el mismo siste-ma cientfico que Wolf acababa de elaborar. Cultura y cien-cia, esttica y razn, constituyen las bases de su programa pedaggico. La peculiaridad que en la realidad produjo tal conciliacin fue posible gracias a la fe en el poder creador del espritu humano, al conocimiento ms concreto de Grecia y a los modelos vivos de la poca, quienes, como Goethe, mostraban que el equilibrio de las fuerzas, y la armona de las facultades y el ejercicio de la inteligencia eran capaces de producir "lo nico, lo inesperado", no el

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    destrozo. Tal fue la atmsfera que encontr Nietzsche en el mejor y ms logrado de los gimnasios de su poca: la Escuela de Pforta.

    3. Con razn entonces observa Fritz Ernst, a propsito de la relacin de Nietzsche con la literatura rusa, que "la primera cultura de Nietzsche es lo ms alemana que puede imaginarse. En la Escuela de Pforta se familiariz con los poetas nacionales de un modo que es hoy difcilmente ima-ginable. Hlderlin fue su primer gua, y Goethe, su perma-nente leitmotiv"7. En efecto, el escolar Nietzsche pasa por la rigurosa escuela del germanista Koberstein con provecho para la justa formacin de su gusto y juicio. Lee y analiza con agudeza a Schiller y, con argumentos inslitos para entonces, defiende, ante un imaginario interlocutor, a Hlderlin de los prejuicios que por aquellos aos eran opi-nin consagrada y que descalificaban la obra tarda del poeta enajenado. Tambin contra los juicios negativos de ese tiem-po recomienda el Fragmento de Empdocles de Hlderlin por "su pursimo lenguaje sofocleano". Cree que Jean-Paul ser algn da su escritor favorito, y cuando lee autores extran-jeros prefiere a aquellos consagrados por la veneracin ale-mana y en aquellas versiones que los han convertido en autores de las letras nacionales como Cervantes y Laurence Sterne. Al mismo tiempo que cumple con sus ocupaciones gimnasiales: la traduccin de Tcito, Esquilo y Eurpides se apasiona por las suscitaciones de Wilhelm von Hum-boldt, de quien asegura que "despert en m [...] un impul-so inmenso de conocimiento y de cultura universal". La incitacin no fue vana, porque en una extensa y minucio-sa clasificacin ordena los planes de lo que ha de constituir

    7. Fr. Ernst, "Fr iedr ich N ie tzsche u n d d ie R u s s e n " , en Aus Goethes Freundes-

    kreis n. andere Esays, Ber l n-Frankfurt , 1955, p g . 214 .

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    esa formacin universal. No cabe duda de que en Pforta Nietzsche se entreg plenamente al espritu de la llamada poca de Goethe con todas sus ambiciones y sus propsi-tos. Testimonio suficiente es el plan mencionado, que ms bien parece un sistema de los saberes hecho sobre la base de los modelos de Humboldt o de los archivos de Goethe.

    No cabe duda, tampoco, de que la disciplina a que es-tuvo sometido y que buscaba despertar en el joven el co-nocimiento de su interioridad agudiz sus rganos de re-flexin, y ejercicios primero sobre la propia persona fecund su disposicin psicolgica hasta el punto de hacer de l un visionario del alma humana. Nietzsche no slo se va for-mando en el rigor de la ciencia, sino que va penetrando en las propias contradicciones, y por eso comenta, no sin cier-ta melancola, su plan de conocimientos universales: "[...] si esta orientacin fuese en m tan constante como lo es mi inclinacin a la poesa". Para Nietzsche, formacin univer-sal quera decir sencillamente clasificacin sistemtica de las ciencias. Pero esa clasificacin no tiene un fundamento racional: no es la ciencia independiente del individuo, sino el placer del individuo el que sirve de criterio clasificador. Su divisin de las ciencias est presidida por un criterio es-ttico: el gozo, y segn el objeto del gozo se ordenan los dos grandes grupos de los saberes. A las artes las concibe como imitaciones, y sigue con ello el canon de la esttica clsica. Un apartado sobre las preferencias cierra el plan:

    I. Gozo de la naturaleza: geologa, botnica, astronoma. II. Gozo del arte: msica, poesa, pintura, teatro. III. Imitaciones del obrar y del laborar: Arte de la guerra, arquitectura, marina. IV Prefe-rencias en las ciencias: buen estilo latino. Mitologa. Literatura. Lengua alemana8.

    8. N o t a de diar io, o c t u b r e de 1859. Schl . III, p g s . 7 3 - 7 4 .

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    No falta el ideal cosmopolita de la Ilustracin y del Humanismo que delata el programa de lenguas que se pro-pone aprender o perfeccionar: hebreo, griego, latn, ingls, francs. Nietzsche crea ver en este plan una contraposi-cin a la poesa, en la que, como los romnticos, encontra-ba o comprenda como abandono a los humores y nimos del momento a las suscitaciones del sentimiento, del paisaje, de las estaciones. Entre los escritos del escolar se encuen-tra, por ejemplo, uno titulado nimos, en el que al obser-varlos y describirlos resume otros intentos poticos de ese perodo y pone de manifiesto la funcin que daba Nietzsche a la poesa y en general al arte: desahogo, apuntes de una sensacin, entrega lrica al momento.

    Pese a que su pragmtica clasificacin de las ciencias y de los saberes est referida al gozo, su idea de la poesa en-tra en contraposicin con lo que l supona ciencia, porque aqulla, la ciencia, est determinada por una tendencia a la objetividad, en tanto que la poesa es desbordamiento de la intimidad. As, cuando Nietzsche observa que su incli-nacin a la poesa es ms fuerte, toma conciencia de una vaga dualidad, que cruza sus aos de aprendizaje en Pforta, que l soporta casi inconsciente y confiadamente, y que podra concebirse como el testimonio evidente de su inde-cisa edad. En verdad, su clasificacin de los saberes no est en contraposicin con la poesa. Mas es tambin cierto que las intenciones de la una y de la otra aluden a esa contra-posicin, que luego va a presentarse delimitada y precisa. El conflicto no es slo despertar de la madurez juvenil. Si se observan otros testimonios de la misma poca, podr verse que Nietzsche, para quien siempre tuvo eminente valor la evolucin personal dirigida por s mismo, no se abandona a la casualidad ni al sufrimiento pasivo, sino que, entregado con pasin al ideal de cultura de entonces, daba

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    vida, en s mismo, a las tendencias contradictorias implci-tas en ese ideal.

    Las reflexiones de esa poca no son slo el reflejo de una contemplacin solitaria de s mismo, sino un intento de comprender su situacin dentro del horizonte histri-co-espiritual que haba comenzado a experimentar en su propio ser. Nietzsche vea crecer en s al individuo, pero conoca los lmites, los frenos, las guas que le impona la historia. Que esta conciencia no fue solamente el desper-tar de su primera madurez lo demuestra, entre otras, la observacin con la que, en uno de sus apuntes autobio-grficos, juzga su intento de formarse umversalmente:"[...] el sentimiento de que en la universalidad no se llega al fon-do me llev a los brazos de la ciencia rigurosa"9. No slo impulsado por su inclinacin potica sino por la reflexin y el conocimiento descubre Nietzsche que la extensin del saber excluye la intensidad del espritu y as consuma l la disolucin de la tendencia universalista, cuyo vaco pre-tende ahora llenar con su entrega a la ciencia estricta. Como si su aguda sensibilidad se convirtiera en smbolo y reflejo del proceso histrico-espritual que comenzaba a revelarse en aquella poca, y que Hegel ya haba previsto con casi iguales palabras a las de Nietzsche.

    Culmina en esta conviccin de que slo la objetividad de la ciencia lleva al fondo de las cosas un primer grado de desarrollo espiritual^; logra all descansar la inquietud, conciliarse la dualidad^

    En el sistema de clasificacin de las ciencias caban armnicamente el gozo y la ciencia. Nietzsche pierde aho-ra la fe en esa aparente armona y reduce el sistema a la singularidad: la ciencia. Pero la reduccin no acalla el con-

    9. De 1 8 6 8 - 6 9 . Schl . m, p g . 149.

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    flicto, sino que, lo mismo que en el pensamiento postkan-tiano, despeja el horizonte para que ste surja con mayor claridad: el arte, ya sin pretensin de formacin universal, y la ciencia sern las inclinaciones que van a disputarse en Nietzsche la decisin. Como Apolo y Dionisos, viven stas en constante disputa y en constante conciliacin.

    Alguna vez, empero, reconoce en ellas Nietzsche co-munidad. Por ejemplo, en una carta a Hermann Mushacke, del mes de julio de 1864, apunta que la intuicin espiritual que precede a la excitacin, casi fsica, provocada por la msica tiene lugar no solamente en el sentimiento "sino en las ms finas y ms altas partes del espritu cognos-citivo" 1 0; es decir, que aqu encuentra Nietzsche que la embriaguez del conocimiento y la otra del arte no se exclu-yen, sino que tienen el mismo alto y fino origen espiritual. Pero en uno de sus apuntes biogrficos retrospectivos afir-ma que el vaco que dej en l el abandono de sus planes artsticos lo llen con la filologa, en la que crey encontrar el equilibrio propicio "a mis inquietas y variables inclina-ciones artsticas". No eran entonces embriaguez la una y la otra, la ciencia y la inclinacin artstica Si el origen de las dos es el mismo, por qu, pues, buscar en uno de los dos impulsos la satisfaccin1?- O es que slo en la perma-nente unidad de los mismos se da con autenticidad el sa-ber de los fundamentse Cmo conciliar entonces los inconciliables opuestos1?

    O piensa acaso Nietzsche en dos conceptos diferentes de la ciencia: en el capaz de la embriaguez del arte y en el de la lgica y fra objetividad^- Es aquella comunidad de ciencia y arte en el rgano ms fino y ms alto del espritu un fruto sbito y esquivo del momento... pero, cul es ese

    10. Schl . ni, p g . 943 .

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    rgano y cul su naturaleza1? Si ms adelante asegura que la ciencia "no afecta el corazn" y s, en cambio, lo "salva, en el puerto de la objetividad, de los cambios bruscos de nimo de sus inclinaciones artsticas"1 1, quiere ello decir que se decide por la ciencia como un medio capaz de rete-ner su pasin en los lmites de la serenidad1?- Se resigna la ciencia a esa funcin1? Y es verdadero o al menos perma-nente ese delicado equilibrio o es slo una solucin transi-toria1? A medida que se acumulan las preguntas se pone de relieve con claridad la vacilacin que caracteriza su esfuer-zo. Casi con cada pgina de aquella poca se profundiza y aumenta la vacilacin. Cada nueva decisin aumenta la melancola y la nostalgia.

    En el ya citado apunte biogrfico de 1868-69, por ejem-plo, puede verse que la resignacin con la que Nietzsche asume el paso dado hacia la ciencia ms que aceptacin parece reserva y afn de intentar el paso atrs. Ahora que se siente y se cree fatalmente fillogo busca explicar su pro-pia peculiaridad dentro de la profesin, y distingue para ello dos clases: el fillogo nato, signado por la naturaleza, y el fillogo que lo es por reflexin y aun por resignacin, el que es fillogo para ganar el pan. No hay otro gnero de fillogos, pero a ninguna de las dos clases se siente perte-necer Nietzsche, quien esta vez concluye su apunte: "Si miro, retrospectivamente, cmo he ido desde el arte a la filosofa y desde la filosofa a la ciencia, veo entonces que esto tiene el aspecto de una consciente privacin"12. Y tal estado de nimo no cambia en la poca de sus estudios universitarios. Antes por el contrario: cada penetracin en la ciencia prepara un golpe de rechazo ms violento; cada

    11 Schl . ni, p g s . 149 y 151.

    12. Sch l . III, p g . 150.

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    entusiasmo por el arte lleva consigo un definitivo propsi-to de su abandono.

    4. Si en Pforta sus amigos y Koberstein, y especialmente Gustav Krug entre los primeros,, haban sido el fomento del arte, en Bonn y en Leipzig lo seduce Ritschl y parece ganarlo para siempre para el ejercicio cientfico de la filologa.

    La tendencia inaugurada por Wolf tiene en Friedrich Ritschl a su ms peculiar y acusado exponente. Ritschl pretende intensificar la orientacin cientfica y afirmar el fundamento riguroso de la ciencia filolgica aplicando el mtodo de la investigacin inductiva que, en su tiempo, afamaban con xito las ciencias naturales. Como Wolf, pre-tende Ritschl la formacin y adiestramiento del pensamien-to en el ejercicio cientfico. No importaba al profesor de Bonn el conocimiento material de la Antigedad, y as como Wolf rechazaba la explicacin esttica o potica de los tex-tos, desprecia Ritschl todo aquello que no sea aplicacin cientfica y absoluta reduccin al texto. Precisin, finura del conocimiento, control riguroso y exacto de las conjetu-ras filolgicas, manejo y perfeccionamiento del mtodo cientfico aprendi Nietzsche de su maestro, de quien en otra ocasin y nuevamente dudoso de su resolucin dijo que "tal vez me lanz por caminos que estn lejos de la propia naturaleza"13.

    Ritschl, por su parte, posea un especial talento para fomentar en cada uno de sus discpulos inclinaciones y pre-ferencias necesarias al trabajo cientfico, para dar a cada uno un tema en cuya elaboracin progresaran a la vez la destreza del investigador y la ciencia misma. Esto es, que la tendencia a la anonimidad en la que se fundamenta el

    13. A. H. M u s h a c k e , 30. A g o s t o de 1865. Schl . m, p g . 958 .

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    progreso objetivo de la ciencia natural y que pone a la per-sonalidad individual al servicio de los intereses supraper-sonales de la empresa cientfica alimentaba el magisterio de Ritschl, quien distribua las tareas filolgicas como se reparte el trabajo manual en un taller bien organizado. Bajo la docencia de Ritschl, la filologa clsica se convirti en un laboratorio de lenguas clsicas, y, efectivamente, adems de la heterodoxia filolgica Nietzscheana, nacieron de all las primeras grandes empresas colectivas como el Thesaurus linguae latinae, en el que el director y los colaboradores tra-bajaron bajo el signo de la annima racionalizacin del tra-bajo. Para el cientfico Ritschl la crtica del texto fue la pie-dra de toque de la filologa; lo que para las ciencias naturales es el experimento fue para la filologa clsica la crtica del texto 1 4. Y as no fue slo el talento y la finura de la inteli-gencia de Nietzsche lo que desde el principio apreci Ritschl en su discpulo, sino el hecho de que la crtica textual ha-ba sido el camino por el que Nietzsche haba intentado penetrar en la filologa clsica con su memoria de bachille-rato de theognide megarensi, de 1864 1 5.

    Bajo la direccin de Ritschl, a quien Nietzsche sigui a Leipzig, trabaja ahora en manuscritos, hace enmiendas, propone el restablecimiento de textos, colabora asiduamen-te en el Seminario, lee sus trabajos en la Sociedad Filolgica, en cuya fundacin tuvo activa participacin, publica sus trabajos y recensiones bibliogrficas en el Rheinisches Mu-seum, la revista fundada por su maestro, y slo algunas fra-ses recuerdan, en aquellas piezas, la emocin artstica de la imagen de Grecia que Winckelmann condens en la fr-

    14. E. B icke l , Friedrich Ritschl und der Humanismus in Bonn, B o n n e r Un i -

    vers i t ts-Schr i f ten, B o n n , 1946, I , p g . 38.

    15. M. i.

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    mua "sencillez noble y callada grandeza", y que Nietzsche conserva silenciosamente. Si algo hay entonces que en aque-llos trabajos parezca disonar del tono general de sequedad slo es la polmica con la que Nietzsche defiende una l-nea, ataca una conjetura o aniquila a algn mediocre; slo es, pues, la pasin con la que Nietzsche muestra su entrega completa a la ciencia. Pero esos mismos trabajos no obede-cen a preferencias personales, sino a las necesidades de la investigacin, como por ejemplo un proyectado ndex esquileano sugerido por un colega de Ritschl.

    A juzgar por la correspondencia y por los escritos de la poca de Leipzig, Nietzsche parece haber tomado ya plena conciencia de su profesin de fillogo. De entonces datan sus planes de dedicarse a la ctedra universitaria; de enton-ces data el primer balance de sus trabajos cientficos, cuyo proyecto habra de complementar durante sus aos de do-cente: sugerido por Ritschl, ste lo hubiera llevado a la ela-boracin de una historia de los estudios literarios en la Antigedad y en la Edad Moderna. "Estoy cargado de filo-loga", comenta en carta a su amigo Paul Deussen y lo repi-te a una dama de apellido Baumgartner.

    Al margen de esa entrega, y por mediacin de la esposa de Ritschl, conoce en ese entonces personalmente a Richard Wagner, y como l mismo cuenta, tropieza casualmente con la obra fundamental de Schopenhauer, El mundo como voluntad y representacin. Ya en Bonn haba ledo al filsofo cosmopolita, pero la lectura no haba producido sino un muy fugaz entusiasmo. Ahora, en cambio, la obra del pesi-mista pedante lo seduce y lo arrebata. Es decir, que en el perodo ms cientfico de su evolucin espiritual se presen-ta, en las personas de Wagner y del hijo de la mundana Johanna Schopenhauer, y con la mxima fuerza, la tenta-cin del arte.

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    Sera inexacto, o por lo menos superficial conjetura, conceder a estos dos nombres el valor de influencias de-terminantes de su pensamiento. En la lnea general de su evolucin son solamente dos figuras que, en un momento preciso, adquieren el significado simblico de una de las dos tendencias caractersticas de su espritu y de la historia espiritual de su poca, como antes Jean Paul o Schiller. El tono imparcial, y aun distante, que domina en su "consi-deracin extempornea" sobre "Schopenhauer como edu-cador", escrita justamente cuando apareci la segunda edi-cin de El nacimiento de la tragedia (1874), muestra que para Nietzsche el contenido filosfico del pensamiento de Schopenhauer haba dejado ya de ejercer su funcin inci-tadora y ejemplar. Ello es signo de que su temprano fervor, que haba alcanzado a convertirlo en apstol, slo dejaba la huella de un grato recuerdo juvenil, no empero el cuo de una influencia profunda. Algunos pensamientos del pe-simista, por claros, le sirvieron para ordenar sus ideas, no para modificarlas. Y esto es comprensible en l, quien en carta a Hermann Mushacke, de 1865, ya formulaba su prin-cipio de vida "de no entregarme a la cosas y a los hombres por mucho tiempo ms despus de haberlos conocido"1 6; un principio que se confirma en su relacin con Schopen-hauer y en general con casi todos los personajes de la histo-ria filosfica. Entre las lneas de gratitud puede entreverse su corts alejamiento del contenido filosfico del furibun-do cosmopolita. En la persona de Schopenhauer quiso en-contrar las respuestas a una pregunta: "Cmo se llega a ser maestro^" Schopenhauer como educador -sta fue su preocupacin ya desde Bonn, antes de haberse humedeci-do con la elegancia de "indlogo"-. Entonces surgi la

    16. Sch l . III, p g . 957.

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    pregunta, en su encuentro con Ritschl, en cuya figura vio la respuesta a esa pregunta incansable: "Cmo se llega a ser maestro^" Ms tarde, enZaratustra, cuando haban que-dado atrs Wagner y Schopenhauer, se llamaba a s mismo "el maestro del eterno retorno". El involuntario protector de Julius Frauenstdt movi en Nietzsche calladas inquie-tudes, en un tiempo simboliz a todos sus maestros, los que existieron, como Ritschl, y los que ech de menos; fue el ejemplo, la posibilidad del Maestro, que luego Nietzsche cre como el proyecto de su futura existencia y de su in-mortalidad.

    Cosa parecida sucedi con Wagner; en el fondo, la abrup-ta ruptura con el teatral profeta de la mitologa nrdica fue el reconocimiento violento de que lo que Nietzsche haba credo ver en aquella msica era la propia ilusin, que no soport la prueba de su confrontacin con la reali-dad. En Nietzsche tuvieron Schopenhauer y Wagner el pa-pel de incitadores de una tendencia de su pensamiento; fueron, pues, instrumentos: de Schopenhauer se sirvi para esbozar con los conceptos de voluntad y de fenmeno su concepcin de la tragedia griega. Pero el "pesimismo", del que se supone que proviene el contenido interpretativo, fue ms bien el resultado de su trabajo con los textos, de manera que es posible afirmar que Nietzsche pens el pesi-mismo de Schopenhauer a partir de los griegos, y no al con-trario. Ya en sus escritos filolgicos ha de presumirse el co-nocimiento de pensamientos pesimistas del mundo griego, por ejemplo de Theognis, sobre quien escribi su memoria de bachillerato, y quien cita afirmativamente una frase atri-buida a la diosa Hera: "[...] para los hombres es mejor mo-rir que vivir"; idea que luego pasa al Edipo Rey de Sfocles, a quien conoci -y no slo por la lectura de Hlderlin- en Pforta. El pensamiento que Nietzsche ve en los griegos es

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    la natural reaccin contra la imagen clsica, que sofocaba en su solemnidad y serenidad los aspectos tremendos del mundo heleno. No cabe pensar ms bien que fue ese pesi-mismo el que prepar en Nietzsche la posterior recepcin del pesimismo de Schopenhauer, quien se preciaba de te-ner como libro de cabecera su Homero

    La aclaracin no implica una desvaloracin de los dos gesticuladores. Para el amante de las mscaras -y, como Kierkegaard, de los varios pseudnimos; ya en Basilea se firmaba "tu suizo" y "Frater Fridericus", y se sabe que en la iluminacin final se firmaba "Dionisos" y "El crucificado "-vinieron ellos a despertar otra vez su vocacin de mimo genial del pensamiento, de cantor ditirmbico.

    Otra vez dudar de la ciencia, otra vez repetir la con-traposicin con el arte sugerida por los profesionales del antiprofesionalismo, en quienes, desfigurado, resuena el eco de aquella actitud de Schiller ante la destruccin de Homero en manos de Wolf Otra vez la inquietud, ahora, en el momento en el que se enfrentan arte y ciencia en las perso-nas de Wagner, del fracasado colega de Hegel en Berln y de Ritschl, los tres con exigencias igualmente urgentes a Nietzsche Otra vez, o ms bien, por primera vez con perfil definitivo^- Cmo buscaba armonizar esa disonan-cia, l, el fillogo clsico, el conocedor de aquel desgarra-miento con que haba nacido la nueva teologa de la revo-lucin y del nihilismos-

    Arte y ciencia, sentimiento y anlisis, intuicin y co-nocimiento, fe y razn: todo el pensamiento moderno est cruzado por semejantes contraposiciones y dominado por el esfuerzo de buscar el ser originario en el que armonicen las contradicciones y del que dimane la variedad de los en-tes. "Lo verdadero es el todo" escribi Hegel, y Friedrich Schlegel, tan esencialmente distinto de Hegel, predicaba

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    que "lo que importa es la sospecha del todo". En el uno es conocimiento, en el otro intuicin, pero en los dos es igual la bsqueda de esa totalidad, que se supone trascendente pero que se sita en el hombre. Schelling quera explicar el mundo desde Dios, y esto era tanto como explicarlo como si fuera Dios. Nietzsche es otra expresin de esa disonan-cia de la subjetividad. Y cuando luego se vuelve contra la filologa y contra Wagner, contra los smbolos de la ciencia y del arte, no hace otra cosa que pensar con intensidad de problema personal el poder de la subjetividad; y buscar, con igual intensidad, del camino de una nueva experiencia del ser desde el pensamiento de los griegos, en su origen y en su naturaleza trgica. En esta gigantomaquia lanz a Scra-tes improperios, discuti apasionadamente a Platn, pero a Herclito, el pensador de la lucha, el representante de un pensar intacto y libre de ilustracin y racionalismo, lo lle-va intacto con veneracin a lo largo de toda su obra. Nietz-sche se vuelve, pues, contra la razn.

    La actitud antirracional no es, empero, irracionalismo, como quiere interpretar Georg Lukcs en su discutible his-toria de "la destruccin de la razn", y en la que incluye a Schelling y a Nietzsche. Como si la destruccin de esa ra-zn, en la que tambin corresponde un lugar importante a Marx, no significara la apertura dialctica a la humaniza-cin del hombre. La burguesa es, positivamente, la "revo-lucin". Ernst Bloch, menos dogmtico que Lukcs, ha sa-bido distinguir con ms finura el sentido de ese proceso.

    Revolucione Nietzsche, entonces, un revolucionario^ Mientras el concepto de revolucin se reduzca al de polti-ca y economa, no habr posibilidad de pensar la revolu-cin en su autntica dimensin metafsica y de totalidad. Marx, el revolucionario por excelencia, no fue primaria-mente poltico o "economista", sino filsofo, y antes de

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    llegar al Manifiesto comunista haba pasado por la Feno-menologa del Espritu y por la Lgica de Hegel y haba crea-do, en la discusin con la revolucin hegeliana, la base de su revolucin: la conciencia de un Novum, que en su inten-to de realizacin cambia y reordena el curso de los tiem-pos. Qu Novum presinti Nietzsche Qu aspecto tiene en su primer impulso, o cmo llega al comienzo de su ela-boracin

    5. La verdadera discusin con la filologa clsica comien-za en el momento en el que Nietzsche se siente fillogo de profesin. Algunas pocas observaciones, en indeciso pro-psito, una frase accidental tienen ahora mayor carga de sentido que las voces del escolar y del estudiante que se inicia. El que muy pocos aos antes disuada con urgencia y hasta imperio a su amigo Paul Deussen a que dejara el estudio de la teologa y se entregara a la filologa confiesa ahora a Erwin Rohde, en el momento en el que Ritschl lo propone, no siendo an doctor, para la ctedra de filologa clsica en Basilea; en el momento, pues, de coronar, ya al comienzo, su carrera acadmica con la mxima distincin que otorga la Universidad, en ese momento confiesa a Rohde que "aun la semana pasada quera escribirte y pro-ponerte que estudiramos qumica y que arrojramos la filologa a donde debe estar: entre los trastos de los tatara-buelos"1 7. Pero en su leccin inaugural, que pronunci el 28 de mayo de 1869, defiende con toda conviccin esa ciencia que, pocos meses antes, daba por intil y vieja. Hace Nietzsche en Homero y la filologa clsica una obligada con-cesin al pblico y a su ctedra Nietzsche se profesa all fillogo, pero afirma, al final, con resolucin, que toda filo-

    17. Sch l . ni, p g . 1004.

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    logia debe estar enmarcada y sostenida por la filosofa; esto es, en el mismo lugar en el que la elogia la priva de su auto-noma, la priva de su pretensin absoluta. Los testimonios crticos de esta poca tienen tanto mayor peso por cuanto son testimonios de un profesional de la filologa. Son no ya el resultado de una disputa de sus inclinaciones, sino de una reflexin sobre la ciencia. Son, en una palabra, filoso-fa de la filologa, pregunta por la justificacin de sus fun-damentos y de sus pretensiones culturales y humanas. Y as tambin como Kant, sobre quien Nietzsche escribi su primer trabajo filosfico en Pforta, al preguntar por la jus-tificacin de la metafsica la haba comparado con la lgi-ca, con la matemtica y con la fsica; as tambin Nietzsche al volver a la filosofa, aunque no temticamente pero ya ms all del nivel personal y en sus escritos autobiogrficos de 1868-69, compara la filologa con las ciencias y conclu-ye que mientras las otras ciencias en su floreciente juventud y fuerza creadora "merecen el entusiasmo de los jvenes, nuestra filologa, que an parece erguida, delata aqu y all los rasgos marchitos de la vejez" 1 8. No resuena aqu, para-djicamente, la misma queja que Kant, citando a Ovidio en el prlogo a la primera edicin de la Crtica de la razn pura, elevada contra la metafsica, la que como Hcuba modo mxima rerum totgeneris natisaue potens nunc trahorexul inopst "Nuestra filologa" la llama Nietzsche, y el tono parece dar a la crtica el carcter de un propsito de renovacin.

    Si frente a las otras ciencias la filologa delata incapa-cidad vital, cuando Nietzsche la compara con la msica, esa incapacidad resulta mayor, especialmente si se adu-cen los cnticos gloriosos que arranca a Nietzsche el arte musical en los escritos de esa poca. En otra carta a Erwin

    18. Sch l . ni, p g . 149.

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    Rohde, del mismo ao 1869, en la que cuenta que ha cono-cido personalmente a Franz Liszt y, no sin cierta vanidad, le informa sobre sus xitos como musiclogo, dice: "Sabe Dios! Debo tener un msico de cuerpo entero en m, pues durante toda la representacin (de los Meistersinger de Wag-ner) tuve la ms fuerte sensacin de hallarme sbitamente como en casa propia, como en mi hogar, y las otras activi-dades me parecieron una niebla lejana, de la que ahora me hallaba libre"19. Wagner era ocasin, no objeto del apunte.

    En qu quedan ahora las abruptas oscilaciones del sen-timiento si son ellas justamente las que le dan la ms se-gura sensacin de la paz Qu queda ahora del "puerto de la objetividad", convertido en trasto e incapaz de propia vitalidad1?

    La comparacin con las otras ciencias y con la filologa y con la msica desplaza la disonancia a otro terreno: el de la fuerza y la debilidad, el de la juventud y la senilidad, el del florecimiento y la agona. No se trata, empero, de con-ceptos biolgicos, sino, por as decir, de una analoga bio-grfica. No aseguraba acaso ms tarde que "el arte es el nico campo en el que puede plantearse el problema de la ciencia; el arte, bajo la ptica de la vida

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    do ms claro la frase de Nietzsche sobre la "msica del fu-turo": es el arte de lo que ser frente a lo que ha sido, es la "metafsica de artistas" frente a la ciencia. Msica del fu-turo no es empero una msica nueva o la msica nova que despus del trnsito neorromntico ha de surgir en el siglo XX, sino la msica como encarnacin de la sustancia dio-nisaca o de lo musical en el hombre: poco tiempo ms tar-de habl de la danza, y esto es, para Nietzsche, la absor-cin del principium individuationis, del pensamiento causal, del optimismo leibniziano, del socratismo, en un pensa-miento arraigado en la experiencia originaria de lo natural protorracional. Desde esta nueva perspectiva, sentida, no plenamente consciente an, escribir Nietzsche a Rohde en 1870: "Ciencia, arte y filosofa crecen juntos en m de tal manera que alguna vez he de alumbrar centauros"2 1.

    Una "metafsica de artistas": as llam, en el prlogo retrospectivo a El nacimiento de la tragedia, al contenido de su libro. Es una metafsica de artistas como "gran adhoratio a todas aquellas naturalezas que no se han dejado ahogar por el ahora"2 2, a los futuros miembros de la nueva Acade-mia griega que proyectaba fundar con Rohde como signo desafiante de su ruptura con la filologa. Es sta ahora la misma filologa que haba defendido con tanta pasin en la leccin inaugural, la que, en vez de ocultar la Antige-dad con el ideal, vea su tarea en acercar la Antigedad cada vez ms a la Antigedad real; es sa la filologa que Nietz-sche llama "centauro singular" de "lentitud ciclpea", "la ms bella floracin de la nostalgia germnica de amor por el sur" 2 3

    2 1 . Sch l . ni, p g . 1 0 2 1 .

    22. A. Erwin Rohde , 15. D i c i e m b r e de 1870. Schl . m, p g . 1035.

    23. " H o m e r u. die k lass ische Phi lo logie" . Schl . m, p g s . 159 y s igs.

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    Sera impropio, si no necio, forzar en una unidad nive-ladora la formulaciones contradictorias de la obra de Nietz-sche y ver en ellas la imagen o el proyecto de ese presunto "sistema en aforismos" bajo el cual han querido reunirse los impulsos filosficos de su obra (Karl Lwith). En las aparentes contradicciones de ese perodo se percibe ms bien una diferencia de lenguaje, por la que con las mismas palabras quiere decir cosas distintas. Falta de precisin conceptual1? Cambio de perspectiva, diferencia de niveles desde los que Nietzsche lanza una misma pregunta. La cien-cia, el arte y la filosofa que Nietzsche siente crecer ntima-mente dentro de s; el "centauro singular" que elogia es la nueva ciencia de su futura intencin, la "filologa del futu-ro" que Wilamowitz-Moellendorf motej y quiso herir sin percatarse de que Nietzsche deseaba y buscaba esos im-properios de erudito. Su "filologa del futuro" es aquella que, como en la cuestin homrica, destruye con frialdad y osada viejos templos "para levantar nuevos y ms dig-nos altares". Es una filologa sin pretensin de autonoma absoluta que Nietzsche, volviendo una frase de Sneca, formula: philosophia facta est quae philologia fuit24. (La frase de Sneca, Epist. 108 dice: quiae philosophia fuit, facta philologia est).

    6. En enero de 1871 se decide a cambiar la ctedra de filologa clsica por la de filosofa que haba dejado vacante Gustav Teichmuller. No sin cierta ingenuidad asegura en su solicitud al consejero municipal Vischer-Bilfinger, que quien lo conozca desde su primera juventud jams habr de poner en duda la preponderancia de sus inclinaciones filosficas; que la tarea pedaggica, en la Universidad y en el Paedagogium, perjudica su propia y autntica labor, la

    24. Schl . III, p g . 159.

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    filosfica; que en caso de necesidad est dispuesto a sacrifi-car cualquier profesin en aras de la filosofa. "Por naturaleza fuertemente inclinado a pensar algo unitario en los largos y permanentes impulsos de pensamiento a detenerme cons-tante y pausadamente ante un problema..."; toda ocupa-cin que lo disperse obstaculiza su trabajo, alega en la cor-ts solicitud, y la refuerza diciendo que slo la casualidad lo priv de un autntico maestro en filosofa25. La casuali-dad lo lanz, entonces, en brazos de la filologa clsica.

    Es cierto que Nietzsche desde su juventud tuvo tam-bin sus inclinaciones filosficas y que ellas parecieron ser fuertes. Por ejemplo, escribi "Sobre el estilo filosfico", proyect una Historia de la teleologa desde Kant y, apenas conocido Schopenhauer, esboz ya una Crtica del sistema de Schopenhauer16. Es evidente que su lectura de la clsica Historia del materialismo del kantiano E A. Lange sugiri en l glosas de gran precisin y agudeza. Pero eso y sus leccio-nes sobre Platn, los filsofos preplatnicos y la Retrica de Aristteles no eran suficientes para satisfacer las exigen-cias hechas a un catedrtico de filosofa. Su estudio filos-fico resulta ms o menos mnimo si se lo compara con su actividad musical: composiciones de piano, glosas y comen-tarios y estudios de partituras, participacin en festivales musicales, asistencia minuciosamente controlada y fomen-tada a conciertos; todo esto llena casi todo el espacio de sus pasiones. El argumento, pues, no corresponde a la rea-lidad, pero tampoco es slo una afirmacin ad hoc, sino el reflejo de su conviccin del momento que le haca ver su breve pero intenso pasado tras el cristal de una inaplazable necesidad de filosofa y de una esperanza, de un requeri-miento urgente que no lo lleva fatalmente a seguir por el

    25. A. W. Vischer-Bi l f inger, ene ro de 1 8 7 1 . Schl . m, p g s . 1037 y sigs.

    26. M. i.

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    camino de la filosofa. Dicho de otro modo: esa perspecti-va es la de un camino inevitable que lo aleja de la filologa y que el destino, "del que somos bufos", haba ya previsto y decidido. Esta conviccin resuena en una carta a Erwin Rohde, de marzo de 1871, en la que confiesa: "Vivo ahora en un emocionado extraamiento de la filologa que no puede imaginarse peor. Alabanza y reproche, s, las ms altas glorias de este lado me hacen estremecer. As comien-zo a habituarme a mi filosofar, y ya creo en m; y si hubiera de llegar a ser poeta, an estoy dispuesto a ello" 2 7. La acti-tud de Nietzsche es, pues, el reflejo de su nueva perspecti-va, no la audacia oportuna del solicitante. Es tambin una u otra de sus mscaras^

    No se puede comprender la "evolucin" de Nietzsche como si el proceso de extraamiento de la filologa fuera ceidamente paralelo al curso biogrfico. Sus etapas, sus oscilaciones, sus contradicciones, son la repeticin de un mismo motivo bajo diversos aspectos, perspectivas o con diferentes acentos. El proceso es simultneo. Su curso tie-ne la forma de una meloda que a medida que se desarrolla va cobrando su figura total sin que los primeros tonos sean despus un memorable pero simple pasado. Es el coro poli-fnico de las mscaras de Nietzsche: el msico, el poeta, el filsofo, el cientfico sometido a los bruscos cambios de nimo y a la intranquila bsqueda, propios de toda pene-trante y apasionada sensibilidad.

    Los testimonios de este cambio de perspectivas son, en su mayor parte, biogrficos: apuntes, cartas, diarios, notas personales, confesiones. Al examinarlos bajo el aspecto personal o si se quiere psicolgico, se podr observar que Nietzsche tiene para cada corresponsal un tono diferente,

    27. Schl . ni, p g . 1 0 4 1 .

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    y surge la sospecha de que no se trata de un proceso inte-lectual sino del reflejo en mosaico de una variedad de des-tinatarios que pinta su flexible carcter y su habilidad psi-colgica. A Cari von Gersdorff, por ejemplo, escribe con admiracin e intimidad sobre filosofa y msica. A Erwin Rohde, con acento de confidencia sobre su filologa. Para Paul Deussen es el consejero imperativo con quien discute sobre el tema de la vocacin. A Ritschl escribe respetuosa-mente sobre sus proyectos cientficos y sus actividades aca-dmicas. En un hbil escritor como lo fue Nietzsche ya desde su juventud, habituado a los ejercicios de la retrica latina, fuertemente influido por sus afectos, son esta va-riedad y destreza instrumentos de fcil manejo para la ex-presin de sus inquietudes. A veces se repiten en una y otra carta, con ligeros matices, pero muy ocasionalmente los mismos pensamientos. No explica el grado de pasin y de amistad en el dilogo la permanente contradiccin"? Quin es el Nietzsche verdadero: el desgarrado y disperso en el espejo de sus amigos o el desigual de sus diarios y apuntes autobiogrficos1? En 1889, el ao de su final iluminacin, haba escrito: "Yo soy un doble, tengo tambin el segun-do rostro adems del primero. Y tal vez tambin el terce-ro..." 2 8. Era Nietzsche al comienzo de su laberinto tam-bin un doble de s mismo y tal vez ms

  • LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLASICA 47

    piensa para cada instrumento el ritmo y la meloda que les corresponden en el conjunto. Cada voz es en l parte de la simultaneidad, aspecto de la disonancia con la que naci la teologa de la humanitas y en cuyo lenguaje an escriba Nietzsche. Por eso sus testimonios personales sobrepasan el terreno de lo personal y biogrfico.

    Cuando Nietzsche alega su naturaleza filosfica y jus-tifica la necesidad de ensear filosofa, lo hace con tal ur-gencia porque ha llegado al punto en el que la disonancia slo puede comprenderse desde la filosofa, el nico saber en el que las diferencias pueden verse en su unidad y en el que puede pensarse la lucha de las diferencias con la uni-dad: es la "filosofa del futuro" en el sentido de la filosofa para el futuro, aquella en que habr de inaugurarse una nueva experiencia de lo real, libre de los lmites impuestos por la subjetividad, por la tica, la lgica, la moral y la ra-zn; libre, pues, de la interpretacin teolgico-racional del ser. Muchos aos ms tarde, cuando ya haba superado la lengua de los clsicos, escribi: "A este instinto de telogos hago la guerra: encontr su huella por doquier. Quien tiene sangre de telogo en el cuerpo se sita de antemano frente a las cosas torcidamente y sin honradez". Quien lea con superficialidad y mala fe -dos nombres diferentes para una misma actitud- y slo atienda al sonido y a la superficie de las palabras falsificar, con gusto, como los vulgares fari-seos que se sienten aludidos, el sentido verdadero de la pro-testa. Ms adelante aclara Nietzsche: "El cura protestante es el abuelo de la filosofa alemana; el protestantismo mis-mo su peccatum orignale. Basta mencionar el nombre Tbinger Stift para comprender qu es en el fondo la fi-losofa alemana: una prfida teologa..."; "Se haba hecho de la realidad una aparienciabilidad; se haba convertido un mundo completamente mentido, el del ente, en reali-

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    dad [...]. El xito de Kant es simplemente un xito de te-logos; Kant era, como Lutero, como Leibniz, una galga ms en la honradez alemana, en s de dbil tacto..." 2 9. Lo que Nietzsche dice de la filosofa alemana no excluye la filoso-fa moderna de otra procedencia; pues, ?no es acaso la filo-sofa moderna filosofa alemana, desde Kant hasta Husserl y Heidegger; y no es esta filosofa la que Heidegger llama "metafsica de la subjetividad"; no es esta filosofa, pues, la promiscuidad de teologa y filosofa, el extraamiento del ser y del hombre, en virtud de esas interpolaciones nacidas en el encuentro de la sabidura griega con la razn monista, armnica, de la modernidad

  • LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA 49

    sino de una ciencia que tiene la pretensin de administrar, distribuir y repartir la verdad originaria del pensamiento griego; una ciencia que por su sustancia espiritual es encu-brimiento de ese pasado. La nueva imagen, el nuevo cami-no se va formando en Nietzsche a medida que va revisan-do la tradicional y sentando otros fundamentos. En l cada correccin y cada enmienda que propone es el fundamen-to de esa enmienda: la conjetura es ya la evidencia.

    Ello explica en ltima instancia las contradicciones fi-lolgico-histricas de sus juicios sobre la relacin entre Scrates y Eurpides, por ejemplo, o la difcilmente soste-nible (por el extremo tono de la exposicin) explicacin del origen de la tragedia griega, sobre la que dijo Ritschl que era "un ingenioso alboroto", o la valoracin de Platn o, en fin, la brillante arbitrariedad de sus investigaciones sobre mtrica griega. Pero Nietzsche mismo saba hasta dnde sus tesis sobrepasaban los lmites permitidos a cual-quier hiptesis cientfica, hasta dnde sus afirmaciones eran, para la erudicin filolgica, que l conoca mejor que ninguno de sus engolados colegas, simples construcciones de arena. Nietzsche saba que los provocaba, porque ellos ignoraban que a l no le interesaba fomentar el adelanto de una ciencia, de la que saba que sus fundamentos eran filo-sficamente insostenibles... desde la alta perspectiva del pensar originario que Nietzsche buscaba.

    Nietzsche no interpreta a Grecia en el sentido filosfi-co erudito del trmino, sino "construye". Su nueva imagen de la Antigedad es anterior a la imagen que se deduce de los textos. Lo que no quiere decir que Nietzsche los viole o los obligue a dar de s lo que no tienen. Los textos dan a Nietzsche lo que l les pide. En cierto sentido, Nietzsche reactualiza la estructura kantiana de la pregunta filosfica cuando introduce en la hermenutica la "revolucin co-

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    pernicana", segn la cual se supone que los objetos deben orientarse segn nuestro conocimiento, "segn la estruc-tura de nuestra facultad intelectiva"3 0. Sobra advertir qui-z que esta apreciacin no quiere decir que Nietzsche sea un fillogo kantiano, pero no deja de ser significativo obser-var que el horizonte espiritual de la "revolucin coperni-cana" es aquel en el que Nietzsche se mueve al entrar a la filosofa. No son acaso los instrumentos conceptuales con los que Nietzsche ordena provisionalmente su imagen del mundo antiguo los indirectamente kantianos de Schopen-hauer y los de F. A. Lange Nietzsche no busca hechos empricamente comprobables, ordenados segn la casuali-dad -o la casualidad de la providencia histrica- sino las grandes lneas, o si se quiere, el a priori de la Antigedad.

    As, por ejemplo, cuando Nietzsche afirma que Eur-pides es la mscara tras de la cual habla Scrates, hace una afirmacin que ni la filologa ni la historia literaria encon-traran aceptable, no slo porque Scrates era trece aos menor que Eurpides, sino porque los medios retricos de los que se sirvi este ltimo son completamente antisocr-ticos. Nietzsche no tuvo nunca la conviccin de que hu-biera existido una relacin, histricamente comprobable, entre Scrates y Eurpides31. Lo que Nietzsche quiere decir es que Eurpides es la mscara del "socratismo", no del Scrates histrico; mscara del dominio de la lgica, de la causalidad, del racionalismo, del "latigazo de los silogismos" que sofocaron el florecimiento de la tragedia griega. Nietz-sche piensa esta relacin desde su a priori actual.

    30. Kant , Kritik der reinen Vermunft, B, XVII.

    3 1 . K. H i ldebrand t , Nietzsches Wettkampf mit Sokrates und Plato, D r e s d e n ,

    1922, esp . p g s . 13 y s igs. N ie tzsche, Sokrates u. die griechische Tragdie,

    1 8 7 1 , p r i m e r a vers in de El nacimiento de la tragedia (ed. de H. J. Met te) ,

    M u n i c h , 1933.

  • LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA 51

    Fue Scrates el pensador y descubridor de la causali-dad, de la lgica, de la actividad racionalista' No cabe el reproche de Nietzsche ms bien a los hbiles sofistas^ Cau-salidad, lgica, racionalismo son nombres modernos, y cuando Nietzsche inculpa a Scrates y no, por ejemplo, a Aristteles, de haber credo esos "ismos" no dice nada en contra del Scrates histrico, sino de la cultura moderna, en ltima instancia, de aquella exigencia de la cultura mo-derna que vea en la vivida actualizacin racionalista del mundo antiguo la verdadera realizacin del hombre y del progreso humano. Es la exigencia de convertir el pasado en el punto de referencia del presente y de un futuro mejor. Nietzsche saca la consecuencia de semejante requerimien-to: convertido el pasado en la sustancia cannica del pre-sente, una correccin textual al presente, que es imagen del pasado, afecta retrospectivamente al pasado: al pasado actual, esto es, a la moral farisaica y filisteana, al raciona-lismo, a la ilustracin, que Nietzsche encuentra en la cons-truccin humanista de aquel Scrates que Herder haba proclamado como el modelo virtuoso y por excelencia de la humanitas. El Scrates objeto de las injurias de Nietzsche es ese "socratismo", la mscara mentida o, como ms tarde dir, el sntoma de la decadencia. En Nietzsche acta la dialctica del humanismo: Nietzsche es su producto y de ese producto surge su negacin.

    Apndice

    Motivos histricos literarios para temas de Nietzsche

    Del Fragmento para un drama sobre Empdocles (hacia 1870-71)

    Primer esbozo Empdocles, quien ha sido llevado por todas las escalas:

    religin, arte, ciencia, y quien borrando la lma se vuelve hacia s.

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    Partiendo de la religin a travs de conocimiento de que ella es engao.

    Ahora, placer en la apariencia artstica. De all impulsado por el sufrimiento conocido y sabido del mundo.

    La mujer es la naturaleza. Ahora contempla como anatomista el sufrimiento del

    mundo, se hace tirano, aprovecha la religin y el arte, y se endurece cada vez ms. Decide la aniquilacin del pueblo por-que ha reconocido que es incurable.

    Esbozo para la primera escena

    (Primer acto) Empdocles derriba a Pan (en el manuscrito tachado: Apo-

    lo), quien le niega respuesta. Se siente despreciado. Los agrigentinos quieren hacerlo rey, honores inmensos.

    l reconoce la insensatez de la religin, tras larga lucha. La mujer ms bella le ofrece la corona.

    (Segundo acto) Peste tremenda. l prepara grandes representaciones, ba-

    canales dionisacas. El arte se revela como profeta del dolor humano.

    La mujer como naturaleza. (Escrito despus del plan del tercer acto: en la presenta-

    cin en el teatro, la mujer se arroja y ve hundir al amante. Quiere ir a l. Empdocles la retiene y descubre el amor que le profesa. Ella cede, el moribundo habla. Empdocles se aterra ante la naturaleza que se le revela).

    (Tercer acto) En una conmemoracin mortuoria, Empdocles decide

    aniquilar al pueblo para liberarlo del tormento. Los sobrevi-vientes de la peste son para l an dignos de compasin.

    (Cuarto acto) En el templo de Pan: "El gran Pan ha muerto!..."

  • LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA 53

    Nota

    Este Fragmento de Empdocles fue recogido en la primera edicin completa de Nietzsche de la ed. Krner -Cross-Oktav-Ausgabe: (COA), en 20 tt., 1894-1926-, en el t. IX, pgs. 130 y sigs. Fue reproducido y corregido sobre la base de los manuscritos origi-nales por Cari Roos, Nietzsche und das Labyrinth, Copenhage, 1940, pgs. 143 y sigs. Tal es el texto que se ha seguido para la presente traduccin.

    Para la comprensin del Fragmento es conveniente recordar los tipos clsicos que Nietzsche revive:

    1. Empdocles pasa por todas las escalas. a) La ascensin de la doxa al saber en el Poema de Parmnides. b) Goethe, Fausto, I:

    Fausto-Ah! he estudiado filosofa jurisprudencia y medicina y desgraciadamente tambin teologa con fervoroso esfuerzo.

    2. Primera escena, primer acto: Celebracin del que se siente despreciado. Schiller, La doncella de Orleans, IV:

    Thibaut-Viene! Es ella! Plida sale de la iglesia, La angustia en ella la arroja del santuario, Es el juicio de Dios que en ella se revela.

    El rey.-Esta es la enviada de Dios, que os devolvi el rey de vuestra raza, y que quebr el yugo de extranjera tirana!

    (Volvindose a Juana ante el pueblo que lo aclama y ante sus caballeros)

  • 54 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    Pueblo.-Viva, viva la virgen, la salvadora! (Trompetas)

    3. La peste en la primera escena, segundo acto. Heinrich von Kleist, Roben Guiskard, esp. I:

    Pueblo.-Con fervientes bendiciones, padres dignos, os acompaamos a la tienda de Guiskard! Por derechos de Dios os conduce un querube si vais a derrumbar las rocas que tremendas todo el ejrcito gratuitamente envuelven. Un trueno enva, contra ellas lnzalo para que se nos abra un sendero que de estos terrores del macabro campamento nos libere! Si l, veloz, no nos arranca de la peste Que horriblemente el infierno nos envi, Surgir entonces el cadver de su pueblo

    [...]

    Con pasos gigantescos de terror recorre las temerosas multitudes y por sus labios hinchados le sopla en sus respiros, de sus senos, al rostro, el aire envenenado!

    (Intranquilo, al Consejo de Guerreros)

    Anciano.-Oh, Guiskard! Os saludamos, prncipe! Como si descendieras de los cielos! Que ya os creamos en las estrellas (A Guiskard)

  • LA DISFUTA CON LA FILOLOGA CLSICA 55

    4. Para el Fragmento de Empdocles de Nietzsche es preciso recordar, en fin, el Fragmento de Empdocles de Hlderlin, quien sin duda inspir a Nietzsche en la elaboracin y en el argu-mento central de su ensayo. Hasta Zaratustra alcanza a perdu-rar el influjo del lenguaje del Empdocles de Hlderlin. El Frag-mento de Nietzsche resume muchos motivos centrales de su formacin clsica, de su disputa con la filologa del futuro. En el Fragmento cabe apreciar cmo Nietzsche maneja motivos clsicos en la "transformacin" de filologa en filosofa, en la "absorcin" dialctica de la Helias ideal. Precisamente, los dos pares de autores en los que se encuentran los motivos centra-les de su Fragmento: Goethe-Schiller por una parte y Kleist-Hlderlin, por otra, ponen en evidencia la tensin clasico-tr-gica de su pensamiento. Los mismos nombres estn ligados a los nombres de los trgicos griegos: el de Kleist y Hlderlin a Sfocles, sobre cuyo Edipo Rey dict Nietzsche un curso en los primeros aos de su magisterio en Basilea. Entre los dramti-cos alemanes es Kleist el ms independiente del espritu de la poca, el de mayor tensin dramtica, el de lenguaje y atms-fera ms cercanos a Sfocles (pese al sabor kantiano que quie-ren ver en su prosa y en su lenguaje algunos historiadores de la literatura, aunque las investigaciones de Cassirer y Hoffmeister sobre el tema no permiten ya tal simplificada especificacin estilstica). Tambin en Kleist se percibe claramente el intento de superar el modelo armnico y olmpico de la existencia cl-sica, lo mismo que, desde otro aspecto, en Jean Paul, cuya obra admiraba Nietzsche. En el Fragmento de Empdocles de Nietzsche cabe ver, en fin, la impresin que, adems de Hlderlin, debie-ron dejar en Nietzsche las escenas tremendas del grandioso Kleist. Sus juicios sobre l son definitivos y de insuperada cer-teza: "Un poeta incomparablemente ms grande que Wagner, el noble Heinrich von Kleist" y "Lo que Goethe percibi en Kleist fue su sentimiento de lo trgico...".

  • Captulo segundo

    La disputa con la filologa clsica no es filolgica

    La disputa de Nietzsche con la filologa clsica no fue, por larga, de intencin sistemtica. Este hecho podra desper-tar la impresin de que ella carece de fundamento cientfi-co, de que es una reflexin desde fuera de la filologa, una decisin simplemente personal que no afecta el estadio his-trico de la ciencia en ninguno de sus aspectos. La historia de la filologa clsica registra el nombre de Winckelmann o Goethe, no el de Nietzsche como el de un suscitador y re-novador en la constitucin y afirmacin de los estudios filolgicos. Queda reducido al papel de incmodo y hasta ingenioso "aficionado". El mismo Wilamowitz-Moellen-dorf refut indirectamente en un trabajo sobre las fuentes de Digenes Laercio la tesis que hubiera podido conside-rarse como la contribucin de Nietzsche al esclarecimien-to de problemas cientfico-filolgicos; y con la nueva siste-matizacin de la mtrica tuvo que desaparecer del campo realmente cientfico esa nueva teora mtrica de cuyo des-cubrimiento daba cuenta jubilosamente Nietzsche a sus amigos. Y, en fin, la tesis histrico-filolgica de El nacimiento de la tragedia pudo dar fundamento a los crticos y especia-listas, a Wilamowitz entre los ms furibundos, para con-siderar a Nietzsche probadamente incapaz y cientfica-

  • 1

  • 58 RAFAEL GUTIRREZ GIRARDOT

    mente invlido para la rigurosa, precisa y exigente filolo-ga clsica.

    De hecho, la mayora de los investigadores de la obra de Nietzsche apenas se han detenido a examinar mono-grficamente el trabajo filolgico del pensador de Zar alustra -con excepcin de Ernst Howald y Mara Bindschedler1-, lo cual resulta, ante la innumerable bibliografa sobre Nietzsche, ms que significativo. Est justificado este parecer No lo ponen en tela de juicio las opiniones de Karl Reinhardst y Walter E Otto, en quienes renace positi-vamente aquella tendencia esttica que Nietzsche puso de relieve, y que sita el minucioso y preciso trabajo de deta-lle en un horizonte filosfico total, es decir, que le da un sentido filosfico e histrico; o la fundamental mencin que de Nietzsche hace Francis M. Cornford, quien con ins-trumentos cientficos confirma la verdad de la intuicin de Nietzsche 2

    El obrero de las vocales, quien con soberbia provincia-na disfrazada de horror philosophorum tiembla de angustia ante toda reflexin y filosofa sobre la filologa, ante todo trabajo intelectual de ms amplia y profunda intencin, y por tanto, ante la apasionada disputa de Nietzsche, no hara mal en pensar que la filosofa que examina y justifica y juzga los fundamentos de una ciencia no es la vana espe-culacin que ellos suponen o imaginan sino crtica, esto es, juicio fundamentado en el evidente enunciado de Hegel: "La verdadera refutacin tiene que penetrar en la fuerza

    1. E. F. H o w a l d , Nietzsche und die klassische Philologia, Go tha , 1920, e s p .

    p g . 40. N o t a 33, M. B indschedler , Nietzsche u. die poetische Luge, c a p . I,

    Basi lea, 1954.

    2. F. M. Corn fo rd , From Religin to Philosophy. A Study in the Origins of Western

    Speculation, N u e v a York y Evans ton , 1957, p g . 193.

  • LA DISPUTA CON LA FILOLOGA CLSICA NO ES FILOLGICA 59

    del opositor y situarse en la rbita de su poder; atacarlo fuera de l y tener razn donde l no est ni favorece la cuestin"3.

    Bajo este signo tuvo lugar la polmica de Nietzsche con la filologa clsica. Su disputa se mantuvo siempre en el terreno de la filologa, y en ella misma fue descubriendo su disolucin. Qu fue, pues, la filologa clsica para Nietzsche

    8. Qu entiende Nietzsche por "filologa clsica" En las notas de preparacin para la leccin inaugural de Basilea sobre Homero y la filologa clsica distingue Nietzsche den-tro de la ciencia que va a profesar pblicamente dos posibi-lidades o dos fines: los de la filologa universitaria y los de la formacin clsica4. La concepcin de la primera refleja el estado al que ha llegado la filologa a partir del impulso dado por Wolf y afirmado por los trabajos y la orientacin de Ritschl: el estudio cientfico, esto es, sistemtico y crti-co de la lengua transmitida por los textos y el estudio de la historia y de las llamadas ciencias auxiliares como la epigrafa, la numismtica, la arqueologa, etc. La segunda, en cambio, est nutrida por las tendencias humansticas de Lessing, Winckelmann, Humboldt, Goethe y Schiller, quienes ven en el conocimiento y asimilacin de la antige-dad el establecimiento de un modelo de existencia huma-na perfecta y que se suele resumir en la palabra kalokagathos. La primera es ciencia pura. La segunda es esttica. En otros trminos: la filologa clsica es ciencia y arte, cuyo objeto y finalidad comunes son la Antigedad en su sentido arque-tpico. Arte, y con l, el arrebato del individuo, porque a la profunda asimilacin del mundo antiguo se llega a travs

    3. Hege l , Logik, Lasson , H a m b u r g o , 1948, II, p g . 218.

    4. M. II, p g . 26 .

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    del "entusiasmo por la Ant