quiros cruzandolasarmiento

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Foto de tapa: Ju lie ta Qui rós.

1ra edi ción, julio de 2006, Edi to rial Antro po fa gia.

Que da he cho el de pó si to que mar ca la ley 11 723.

No se per mi te la re pro duc ción par cial o to tal de este li bro ni su al ma ce na -mien to ni trans mi sión por cual quier me dio sin el per mi so de los edi to res.

Quirós, Ju lieta Cru zando la Sar miento : una et no grafía sobre pi que teros en la trama so -cial del sur del gran Buenos Aires - 1a ed. - Buenos Aires : Antro po fagia,2006. 128 p. ; 21x13 cm.

ISBN 987-1238-13-4

1. Mar gi na ción So cial. I. Tí tulo CDD 305.56

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Page 6: Quiros CruzandoLaSarmiento

Serie Etno grá ficaLa co lec ción “Se rie Etno grá fi ca” bus ca pro mo ver y di fun dir la in ves ti ga ción et no grá fi ca, con es pe cial aten ción en la so cie dad y la cul tu ra ar gen ti na y la ti -noa me ri ca na. En los vo lú me nes que la com po nen se bus ca po ner en diá lo go a las teo rías aca dé mi cas so bre te mas ta les como la cul tu ra, la po lí ti ca, la fa mi -lia, la eco no mía o la re li gión, con las for mas a tra vés de las cua les las per so -nas que son ob je to de los aná li sis con ci ben y prac ti can esos do mi nios de suvida co lec ti va. Para ello, los au to res se han va li do de una ex pe rien cia de in -ves ti ga ción sin gu lar: la et no gra fía, ca rac te ri za da por una pre sen cia pro lon ga -da en los lu ga res de in ves ti ga ción, re la cio nes per so na li za das, ob ser va ciónpar ti ci pan te, con ver sa cio nes ca sua les y en tre vis tas en pro fun di dad. A eso sesuma un sano ‘e clec ti cis mo me to do ló gi co’ que per mi te po ner en re la ciónda tos pro ve nien tes de la et no gra fía, con fuen tes do cu men ta les de ca rác terhis tó ri co, in for ma cio nes de ín do le cua li ta ti va, con da tos cuan ti ta ti vos, ha -cien do de los li bros que com po nen esta co lec ción ejem plos de la me jor tra -di ción en la in ves ti ga ción so cial.

Di rec to res:

Ro sa na Gu ber: Cen tro de Antro po lo gia So cial-IDES/CONICET

Fe de ri co Nei burg: Univ. Fed. de Río de Ja nei ro (UFRJ)- Con se jo Na cio nalde Inves ti ga cio nes (CNPq)

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A Pato,y a la gente de Varela

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ÍndiceAgra de ci mientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Pró logo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13Lygia Si gaud

Intro duc ción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

I. El mundo de los planes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

II. La fa milia de La Po laca y el Se guro Pú blico de Salud . . . . . . 67

III. La fa milia Aguirre y el local to mado . . . . . . . . . . . . . . . 89

Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

Apén dice. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Lista de Si glas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Pro ta go nistas, por orden de apa ri ción . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Bi blio grafía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

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Agra de ci mientosEste li bro es una ver sión re vi sa da de mi di ser ta ción de maes tría, de fen di daen fe bre ro de 2006 en el Pro gra ma de Pós-Gra duaç ão em Antro po lo gia So -cial (PPGAS), Mu seu Na cio nal, Uni ver si da de Fe de ral do Rio de Ja nei ro. Supu bli ca ción fue po si ble gra cias a la con vo ca to ria de Ro sa na Gu ber y Fe de ri -co Nei burg, di rec to res de la Se rie Etno grá fi ca, a quie nes agra dez co los va lio -sos co men ta rios para la ver sión fi nal y las in con ta bles pis tas para el tra ba jofu tu ro. Esta edi ción fue fi nan cia da por el pro yec to de pes qui sa “Pro ces sosde trans for maç ão do mun do ru ral”, di ri gi do por Lygia Si gaud, sub ven cio na -do por la FINEP (Fi nan cia do ra de Estu dos e Pro je tos) en el mar co de apo yo ins ti tu cio nal al PPGAS/MN/UFRJ; con tó, ade más, con el apo yo fi nan cie ro del pro yec to UBACyT FI084 “Re pre sen ta cio nes so cia les y pro ce sos po lí ti -cos: aná li sis an tro po ló gi co del lu gar del ri tual en el do mi nio po lí ti co”, di ri gi -do por Mau ri cio Boivin y Ana Rosato.

Agra dezco a la CAPES (Coor de nação de Aper fei çoa mento de Pes soal de Nível Su pe rior) y a la FAPERJ (Fun dação de Amparo à Pes quisa do Estadodo Rio de Ja neiro) por las becas que me per mi tieron llevar a cabo el curso demaes tría en dos años. Al PPGAS por el res paldo ins ti tu cional; a sus pro fe -sores, con quienes aprendí tanto de an tro po logía. En par ti cular a MoacirPal meira y a Marcio Goldman, por su in ter lo cu ción y por su es tí mulo; a Fe -de rico Nei burg, que en los ini cios me trans mitió la con fianza de que era po -sible –y valía la pena– decir otras cosas sobre el fe nó meno pi que tero. ALygia Si gaud, quien orientó mi di ser ta ción y en quien en contré una in ter lo -cu tora ini gua lable; además de las lec turas mi nu ciosas, le agra dezco el en tu -siasmo con que ha sabido acompañarme en todo momento.

Mis co legas y amigos de maes tría tam bién fueron grandes in ter lo cu tores,un grupo que sabe hacer de las di fe ren cias –de hacer, de pensar an tro po -logía– algo po de roso. Ellos, los choppes, y la mú sica com par tida, han hechode estos dos años en Río una ru tina de li ciosa. Agra decer, en tonces, a FlávioGordon, Chico Araujo, Zé Re nato Bap tista, Julia Sauma (y sus tra duc -ciones), y es pe cial mente a Virna Plas tino, Ana Car neiro, y Ca mila Me deiros,por nu trir este tra bajo con lec turas, ideas, ata ques de risa e in fi nidad deepisodios de la vida carioca.

Del otro lado de la fron tera, quiero em pezar por la gente que me re cibióen Flo rencio Va rela. Los fun cio na rios de la mu ni ci pa lidad me aten dieroncon la mayor dis po si ción, fa ci li tando mapas, cua dros y datos sobre el dis -trito. En los ba rrios, Ro berto Mar tino re servó tiempo para nues tras con ver -

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sa ciones po lí ticas, fas ci nantes para mí. Por sobre todo, quiero agra decer alos que me abrieron las puertas de su casa, los que per mi tieron que me en tro -me tiera fu gaz mente en sus vidas. Esa ca lidez hizo po sible esta et no grafía, ehizo de Flo rencio Va rela el lugar para volver. A ellos, mi máximoreconocimiento.

En todo mo mento conté con el apoyo de los an tro pó logos de siempre.Agra dezco a Gui llermo Quirós, que –una vez más– acom pañó de cerca pe -queñas y grandes de ci siones. A Ana Ro sato y Mau ricio Boivin, por el es tí -mulo y el diá logo per ma nentes. Fuera de la an tro po logía, a mis her manos(que a través del te lé fono si guieron ha cién dome reír tanto o más quesiempre). A mis viejos, por las (mu chí simas) lec turas y su ge ren cias, por lapre sencia ge ne rosa y en tu siasta. A Pat Quirós, por sus imá genes y sus pre -ciadas pa la bras. A Mar ga rita y Diego Scha velzon (y sus vi sitas des pa rra -madas), por el apoyo y optimismo que siempre me transmiten.

Sal vador sigue sig ni fi cando porque sigue dando sen tido. A Flo rencio Va -rela, a Río, a Buenos Aires, a las cosas de nuestra vida. Una vez más, sus pre -guntas y res puestas ani maron mi tra bajo de prin cipio a fin. Escribir estas pá -ginas me re monta a dos años atrás, cuando es tá bamos por em prender viaje,y nos pre gun tá bamos si todo iba a dar certo. Y claro que sí.

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Agradecimientos

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Pró logoCru zan do la Sar mien to es una con tri bu ción ines ti ma ble a la com pren sión de lapar ti ci pa ción de los in di vi duos en ac cio nes co lec ti vas, y es pe cí fi ca men te enaque llo que dio en lla mar se “mo vi mien tos so cia les”. Sin ser ex pre sa men teun es tu dio so bre los mo vi mien tos pi que te ros, este li bro tie ne la vir tud depro por cio nar lla ves para tor nar in te li gi ble los mo dos en que las per so nas sein vo lu cran en los cor tes de ruta y las mo vi li za cio nes del in te rior y del GranBue nos Ai res que tan to mar ca ron la his to ria re cien te de la Argen ti na. Al exa -mi nar esa par ti ci pa ción a la luz del con tex to so cial y de la vida de las per so nas en él im pli ca das, Ju lie ta Qui rós de mues tra que for mar par te de una or ga ni za -ción pi que te ra es una po si bi li dad –en tre tan tas otras– de ob te ner be ne fi ciosdel Esta do (un plan de em pleo, por ejem plo), y tam bién una for ma de darsen ti do a la vida, de man te ner se ocu pa do, de ga ran tizar la auto-es tima, de ser res pe tado.

Los es tu diosos sobre mo vi mientos so ciales –entre ellos, el mo vi mientopi que tero–, no suelen pre gun tarse por las mo ti va ciones de aque llos que par -ti cipan en esas or ga ni za ciones, ni tam poco por el sig ni fi cado que las per -sonas dan a esa par ti ci pa ción. Todo trans curre como si la “masa” –así escomo se con cibe a los par ti ci pantes– com par tiese el sen tido atri buido porlos di ri gentes. De esta forma, los es tu diosos pierden la opor tu nidad de iden -ti ficar aquello que, sin fi gurar en el ideario de los mo vi mientos, con tri buyede forma de ci siva a tor narlos po si bles. El mé rito de este libro re side enponer en el centro de la es cena y en el foco del aná lisis a los in di vi duos decarne y hueso que par ti cipan en las ac ti vi dades de las or ga ni za ciones pi que -teras. En lugar de una masa anó nima, nos en con tramos con per sonas con un nombre y una his toria, que in cluso se vieron asal tadas por la duda antes dein te grar al guna de esas or ga ni za ciones. La pers pec tiva de mar char por las ca -lles pro vo caba en mu chos de ellos una mezcla de ver güenza y miedo; eljuicio que pa rientes, amigos y ve cinos po drían hacer sobre ellos los de tenía.Sin em bargo, en de ter mi nado mo mento –sin gular en la vida de cada uno delos per so najes del libro–, pre va leció el sen ti miento de que esa era una po si bi -lidad de me jorar de vida. Apos taron por ella, y pa saron a estar con los pi que teros. Los mo vi mientos son tri bu ta rios de estas apuestas en la vida.

Es po sible que los aná lisis con te nidos en este libro pro duzcan in co mo -didad entre aque llos que vieron en estas grandes mo vi li za ciones una señalse gura del des pertar de las “masas” hacia la “lucha contra el neo-li be ra -lismo”, y que con sa graron en sus es critos este punto de vista que tanto se

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ajus taba a sus ideales de un mundo mejor. El so ció logo, como ya lo se ña labaNor bert Elias, es un ca zador de mitos, y en esa caza busca tomar dis tancia de las vi siones apa sio nadas de sus con tem po rá neos. Frente a los ideales de sutiempo, de berá man tener siempre, re co men daba Max Weber, la ca beza fría,y si fuese ne ce sario, nadar contra la co rriente. Ju lieta Quirós si guió los pre -ceptos de estos maes tros. Apo yán dose en una só lida in ves ti ga ción em pí rica,logró di so ciar la par ti ci pa ción en los pi quetes de su puestas con ver sionesideo ló gicas, y pro ce diendo en esa di rec ción, con si guió de sen re darla, no conel ob je tivo de des me recer al mo vi miento –como hacen los con ser va dores en sus arengas mo ra listas–, sino, al con trario, de ilu minar aquello que, siendo lafuerza del pi quete, per ma necía os curo: el deseo per tinaz de vivir con dig -nidad en un mundo en el que, para mu chos, tra bajar por un sa lario dejó deser una po si bi lidad.

Cru zando la Sar miento es, tam bién, una con tri bu ción a la com pren sión dellugar del mo vi miento pi que tero en el mundo so cial del cual forma parte.Como muestra la au tora, el sur del Gran Buenos Aires es un uni verso deplanes gu ber na men tales, en el cual la exis tencia so cial de pende fuer te mentede la opor tu nidad de tener ac ceso a al guno de ellos. Los mo vi mientos pi que -teros cons ti tuyen uno de los ca minos po si bles, y es en ese ca mino que ellibro pone la aten ción. El uni verso en el que ac túan las or ga ni za ciones es ununi verso como cual quier otro, en el sen tido de que allí los in di vi duos estánvin cu lados por lazos de de pen dencia re cí proca que se ex presan por mediode obli ga ciones. Al en trar en una or ga ni za ción y con ver tirse en po si bles des -ti na ta rios de un plan, los in di vi duos con traen obli ga ciones con el mo vi -miento –entre ellas, la de hacer el don1 de su per sona, de su cuerpo, y de supre sencia en las mar chas y cortes. Este don con ti nuado en el tiempo los tor -nará me re ce dores –a los ojos de los di ri gentes y de ellos mismos– del be ne -ficio es pe rado. Una vez ob te nido el plan, habrá nuevas obli ga ciones quehonrar: la con tra pres ta ción en tra bajo im puesta por el Estado y la par ti ci pa -ción en di versas ac ti vi dades de la or ga ni za ción. Ésta, a su vez, de pende deldon de cada uno para hacer vivir al mo vi miento, para cons ti tuir su mul titud ypara pro mover las mo vi li za ciones des ti nadas a ob tener re cursos del Estado.Cru zando la Sar miento nos re vela el fun cio na miento de este pe queño mundo ylleva a cabo un aná lisis mi nu cioso sobre el modo en que sus pro ta go nistascon ciben, tanto sus ac ciones en re la ción al mo vi miento, como la ac ción delos lí deres del mo vi miento en re la ción a ellos. Así, a través de una aten cióncui da dosa de la au tora al vo ca bu lario em pleado para re ferir a los planes,apren demos que ellos son vi vidos como un don del mo vi miento, como una

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Prólogo

1 “Don” re fiere, en la jerga an tro po ló gica, a toda dá diva, ofrenda o do na ción, sin pre ten siónde com pen sa ción in me diata ni ex plí cita. El de sa rrollo de esta cues tión se en con trará a lolargo de este libro (N. del E.)

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ayuda. Al igual que en otros uni versos so ciales, aque llos que aceptan un donse sienten deu dores, y es en la ló gica del agra de ci miento y de la re tri bu ciónde la deuda que se ins cribe el cum pli miento de las obli ga ciones con traídascon el mo vi miento. Tam bién aquí las in ter pre ta ciones no se ajustan ni a lasimá genes idea li zadas de pres ta ciones mo vidas por la ad he sión a un “pro -grama po lí tico”, ni a las imá genes de mo ni zadas de pres ta ciones im puestasau to ri ta ria mente. No fue para tomar par tido en las disputas re la tivas almovimiento piquetero que Julieta Quirós escribió este libro. Buscó, másbien, tornar inteligible el mundo en el cual las organizaciones actúan, ycomprender el punto de vista de aquellos que las constituyen.

Aun cuando este libro se ins cribe en un pro ceso más am plio de pro duc -ción de co no ci miento sobre las or ga ni za ciones pi que teras, diría que no es,me ra mente, un nuevo tí tulo que viene a su marse a la ya vasta bi blio grafíasobre el tema. Al fo ca lizar el mundo so cial en el cual ac túan esas or ga ni za -ciones, Ju lieta Quirós rompe con la mi rada pre va le ciente en la li te ra tura. Lacons truc ción de otro punto de vista sobre este uni verso tam bién se ins cribeen un pro ceso. La au tora es taba lejos del calor de los acon te ci mientoscuando co menzó a di señar su in ves ti ga ción. La dis tancia y la po si bi lidad dein te rac tuar con in ter lo cu tores que no com par tían los es quemas de in ter pre -ta ción sobre las ac ciones co lec tivas, ni te nían fa mi lia ridad con los pi quetes,cier ta mente con tri bu yeron para que fuese ela bo rando, pro gre si va mente, unpunto de vista di fe rente. Su pri mera apro xi ma ción al ob jeto fue el aná lisis dela li te ra tura dis po nible, y no po dría haber sido de otra ma nera. Poco a poco,fue per ci biendo las la gunas y las pre guntas para las cuales no en con traba ele -mentos de res puesta. Al final de cuentas: ¿quiénes eran, so cial mente, aque -llos de los que la li te ra tura ha blaba? ¿Por qué blo queaban rutas y mar chaban por las ca lles de Buenos Aires? Esta in sa tis fac ción in te lec tual fue la fuerzapro pul sora que la llevó al “campo”. En Flo rencio Va rela, centro im por tantede ac ción de or ga ni za ciones pi que teras, se en contró, entre otras cosas, conun mundo de planes gu ber na men tales. Gra cias a una for ma ción só lida enan tro po logía, la au tora supo hacer uso de la tra di ción dis ci plinar para montar su es tra tegia. Tomó como guía una red de per sonas li gadas por re la ciones de pa ren tesco, ve cindad y amistad, y las si guió en su co ti dia nidad. Co metió“errores” en el inicio, al for mular in te rro gantes que lle vaban la marca de la li -te ra tura que ella misma cri ti caba, cuando pre guntó –para sor presa de uno desus in ter lo cu tores en campo– a qué or ga ni za ción pi que tera per te necía, ytuvo la sen si bi lidad de de ducir las im pli can cias de esos equí vocos para en -tender mejor aquel pe queño mundo; aprendió, en la in te rac ción con sus in -ter lo cu tores, las pre guntas per ti nentes; pri vi legió la es cucha atenta, y sobretodo, la ob ser va ción de las es cenas que tuvo opor tu nidad de pre sen ciar. Para los pa trones clá sicos de la an tro po logía, llevó a cabo una in mer sión corta enel uni verso de Flo rencio Va rela; pero fue, sin em bargo, una in mer sión su fi -

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Julieta Quirós

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ciente para poner de re lieve evi den cias que van en di rec ción con traria a loque suele plan tear la li te ra tura sobre el tema, y para for mular nuevas pre -guntas. Ese fue el peso y el al cance de las elec ciones me to do ló gicas de fo ca -lizar en los in di vi duos que par ti cipan en los mo vi mientos –en lugar de cen -trarse ex clu si va mente en los di ri gentes que ha blan por los mo vi mientos–, yde in cluir en el campo, además, la ob ser va ción de aque llos que no par ti cipanen or ga ni za ciones pi que teras –como, por ejemplo, quienes “tra bajan para un político”. El cambio en la escala de análisis y la conducción de lainvestigación a partir de la preocupación por entender los significadosatribuidos por las personas a sus propias acciones, le permitieron proyectaruna nueva luz sobre el mundo de los planes y de los piquetes.

Para pre sentar a sus co legas y al pú blico los re sul tados de su tra bajo, la au -tora eligió cons truir una na rra tiva en la cual el in ves ti gador está todo eltiempo pre sente, con sus errores, sus dudas, y sus aciertos. Gra cias a esta op -ción, nos es po sible acom pañar su iti ne rario y en te rarnos del modo comologró saber lo que nos re lata. Por el es tilo, y por el uso de la pri mera per sona, su texto po dría asi mi larse a la es cri tura de al gunos an tro pó logos lla mados“pos mo dernos”. Esta sería, no obs tante, una lec tura equi vo cada: a di fe -rencia de los au tores de la nueva es cri tura et no grá fica, Ju lieta Quirós no pri -vi legia su “ex pe riencia” de campo para hacer de ella el foco de la na rra tiva.Esa ex pe riencia está, en cambio, al ser vicio de la pro duc ción de co no ci -miento sobre un de ter mi nado mi cro cosmos. No se trata de poner en elcentro de la es cena al an tro pó logo en la in te rac ción con sus in ter lo cu tores,sino de ba sarse en lo des cu bierto en esa in te rac ción para ex plicar las ac -ciones, com prender su sig ni fi cado, y poner ese co no ci miento nuevo en re la -ción con otras in ter pre ta ciones. Las es ta dís ticas, los do cu mentos, el ma te rialpro du cido por me dios de co mu ni ca ción, los planos, los grá ficos de pa ren -tesco, los re latos na rrados a la an tro pó loga, las con ver sa ciones re gis tradas ylas es cenas ob ser vadas, cons ti tuyen aquí el corpus ana li zado, porque losdatos son más im por tantes que la “ex pe riencia” en sí. Es cierto que, con sues tilo, Ju lieta Quirós en vuelve al lector de la pri mera hasta la úl tima pá gina–y mejor que así sea. Pero la fuerza de Cru zando la Sar miento no re side en eles tilo por sí solo, como en la capacidad de la autora para, a través de un bellotexto, hacernos conocer un mundo hasta entonces oscuro y malcomprendido.

Al acom pañar la in ves ti ga ción desde el inicio, los re latos de Ju lieta sobreFlo rencio Va rela me evo caban, en todo mo mento, ob ser va ciones he chas enmis in ves ti ga ciones sobre las ocu pa ciones de tierra en Brasil, o aque llas re -gis tradas por otros es tu diosos que pes quisan el tema. Con el tra bajo con -

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Prólogo

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cluido en las manos, es po sible ahora sis te ma tizar al gunas de las com pa ra -ciones po si bles entre las ocupaciones y los piquetes.

Las mar chas y los blo queos de rutas, puentes y ca lles en la Argen tina pre -sentan rasgos co munes con las ocu pa ciones de tierra (y el ar mado de cam pa -mentos) en el Brasil. En los dos casos, está en juego la rea li za ción de per for -mances co lec tivas, al ta mente ri tua li zadas y ricas en sím bolos, para ob tenerciertos be ne fi cios del Estado. Allí como aquí, estas per for mances han sidoexi tosas: las or ga ni za ciones pi que teras ob tu vieron planes de em pleo y otrosre cursos para aque llos que mo vi li zaron, así como el Mo vi miento de Tra ba ja -dores Ru rales Sin Tierra (MST), el mo vi mientos sin dical y otras se tenta or ga -ni za ciones más que pro mueven ocu pa ciones de pro pie dades pri vadas, lo -graron la de sa pro pia ción y la re dis tri bu ción de tie rras para los que par ti cipande los cam pa mentos. En ambos países, los fun cio na rios del Estado acep -taron como in ter lo cu tores le gí timos a los mo vi mientos que pro mo vieronestas per for mances, y se apo yaron en ellos para im ple mentar la po lí tica so -cial –en el caso ar gen tino– y la po lí tica agraria –en el bra si lero. De amboslados de la fron tera, los mo vi mientos se cons ti tu yeron en esta re la ción con el Estado, así como el Estado cons ti tuyó sus po lí ticas en la in te rac ción con losmo vi mientos. En la Argen tina las or ga ni za ciones pi que teras com piten entresí, y con los po lí ticos pro fe sio nales que con trolan el poder mu ni cipal, por los planes so ciales y otros be ne fi cios a ellos aso ciados. En el Brasil, la com pe -tencia tiene lugar entre las or ga ni za ciones que ocupan tie rras. Aquí lo queestá en juego es la prio ridad en la de sa pro pia ción, la prisa en ser con tem -plado por el Estado. La pro piedad ocu pada no es ob jeto de disputa. Una vezocu pada por un de ter mi nado mo vi miento, queda aso ciada a él, y, de haberde sa pro pia ción, los be ne fi cia rios serán se lec cio nados entre aque llos que esemo vi miento mo vi lizó y logro man tener en sus cam pa mentos. Se rían ne ce sa -rios nuevos es tu dios para re cons ti tuir los pro cesos so ciales a través de loscuales los re pre sen tantes del Estado brasilero y argentino fueron tejiendoestas relaciones y contribuyendo para que las performances se convirtieranen formas apropiadas de reivindicar y obtener planes y tierras.

Por su ca rácter tem po rario, por ser sus cep ti bles de pér dida, y por re querir re no va ción, los planes de em pleo en la Argen tina no son equi va lentes a lapar cela de tierra atri buida por el Estado bra si lero –la cual, ex cepto en al -gunas cir cuns tan cias, es una asig na ción con tinua y du ra dera en el tiempo. Lapar ti ci pa ción en pi quetes y mar chas que le gi tima la as pi ra ción a un plan y suma nu ten ción, se di luye en el tiempo, es in ter mi tente. En cambio, la par ti ci -pa ción en los cam pa mentos que le gi tima la as pi ra ción a tierra debe ser con -tinua, para ga ran tizar el be ne ficio que sólo vendrá con la ex pro pia ción. Apesar de estas di fe ren cias, la re la ción de los in di vi duos con las or ga ni za -ciones pi que teras y con los mo vi mientos de ocu pa ción pre senta fuertes se -me janzas. Aquí y allí las per sonas ven en su par ti ci pa ción en las or ga ni za -

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Julieta Quirós

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ciones una po si bi lidad de me jorar sus vidas. En ambos casos, se trata de unaopor tu nidad por la cual se apuesta en cierto mo mento. Ante otras po si bi li -dades con si de radas más se duc toras –como un em pleo es table–, las per sonas no dudan en hacer otras apuestas. De los dos lados de la fron tera, los lazoses ta ble cidos con las or ga ni za ciones pa recen tener como mo delo la re la ciónde tra bajo. En la Argen tina las per sonas piden li cencia para au sen tarse de lasac ti vi dades del mo vi miento, pueden tener va ca ciones, y ga ran tizan un reem -plazo en la marcha cuando su pre sencia es im pres cin dible. En el Brasil, lasper sonas piden au to ri za ción al coor di nador del cam pa mento para ins ta larseen él, y mu chas veces con ciben este pe dido como la so li citud de un puestode tra bajo; tam bién piden per miso para apar tarse del cam pa mento y se preo -cupan por buscar un sub sti tuto que se quede en su carpa –lo cual marca super te nencia al cam pa mento. Como en los casos ana li zados por Ju lieta, lasper sonas con si deran que ob tu vieron el be ne ficio –en este caso, la tierra–gra cias al mo vi miento, y es con el mo vi miento que se sienten agra de cidas. Es por deber y por agra de ci miento –ex pre sado en la ca te goría com pro miso– quepar ti cipan de las ac ti vi dades pro mo vidas por el mo vi miento, sobre todocuando se trata de constituir el núcleo duro de nuevas ocupaciones. Aquí yallí el cumplimiento de las obligaciones asociadas al sentimiento de deudacontribuye a mantener vivos y hacer crecer a los movimientos.

En Flo rencio Va rela las per sonas le de cían a Ju lieta que es taban con los pi -que teros. En Brasil, las per sonas que en contré en los cam pa mentos tam biénme de cían estar con los sin tierra. Siendo, en su origen, una parte de la de no mi -na ción del MST –la pri mera or ga ni za ción en pro mover ocu pa ciones–, “sintierra” se tornó en Brasil el tér mino uti li zado para cla si ficar a todos aque llosque están in vo lu crados en ocu pa ciones, cam pa mentos y ma ni fes ta cionespor la re forma agraria. Al pa recer, todo in dica que en la Argen tina “pi que -tero” sirve para iden ti ficar a quienes par ti cipan en las ac ti vi dades pro mo -vidas por las or ga ni za ciones de de so cu pados. Ni “pi que tero”, ni “sin tierra”cons ti tuyen iden ti dades rei vin di cadas por aque llos a los que se de signa conesos tér minos. En ambas si tua ciones las per sonas suelen decir que “estáncon” las or ga ni za ciones. “Estar” es, en cas te llano y en por tu gués, el verboade cuado para de signar un es tado tran si torio. Y si las per sonas lo eligen, esporque de ese modo viven su re la ción con el mo vi miento. Por eso, uti lizar elverbo “ser” –que de signa un es tado per ma nente–, re pre sen taría una vio -lencia al sen ti miento que ex pe ri mentan esas per sonas. Los es tu dios sobremo vi mientos pi que teros y sobre el MST no se re fieren en sus aná lisis al len -guaje que los par ti ci pantes uti lizan para des cribir su in ser ción en un mo vi -miento. Tal vez, esos au tores no hayan te nido la opor tu nidad de in te rac tuarcon ellos, o no hayan dado im por tancia a los tér minos em pleados, a losverbos y a la sin taxis de las frases. Y sin em bargo, es pre ci sa mente por medio de estos ele mentos del len guaje que lo gramos com prender el sig ni fi cado vi -

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Prólogo

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vido de la re la ción man te nida por las per sonas. De este modo, al prestaraten ción al hecho de que los mo vi mientos son re fe ridos en ter cera per sona–sea en sin gular o en plural–, y no a través de la pri mera per sona –yo, no so -tros–, com pren demos –como lo se ñala Ju lieta Quirós y como lo com pro -bamos en los cam pa mentos– que ellos son un otro para el enun ciador. Así,las or ga ni za ciones pi que teras y los mo vi mientos de ocu pa ción de tierra están tam bién cons ti tuidos por per sonas que se vin culan a ellos de modo mo men -táneo, y que no ne ce sa ria mente con forman un cuerpo con los lí deres. Po -seen una re la ción dis tinta a la de los mi li tantes, que en carnan el movimientoy que viven por y para el movimiento. Pero, en la medida en que se sientenligadas a la organización, actúan según las reglas del juego, y dan vida a losmovimientos y a sus performances.

Los pi quetes y las ocu pa ciones de tierra suelen ser in ter pre tados comoeventos es pec ta cu lares y han atraído la aten ción de los me dios de co mu ni ca -ción, de la iz quierda y de los cien tistas so ciales dentro y fuera de las fron terasna cio nales. En lo que re fiere a su lugar en los de bates, sin em bargo, en laArgen tina pa recen tener más cen tra lidad que en Brasil. Tal vez porque lospi quetes estén aso ciados a pro cesos con tem po rá neos como la de sin dus tria -li za ción, la glo ba li za ción y los cam bios en el mundo del tra bajo, mien tras que las ocu pa ciones de tierra di fí cil mente po drían ser vin cu ladas a estas trans for -ma ciones. En su lugar, tienden a ser vistas, por pe rio distas y cien tistas so -ciales, como re sul tantes del hambre de tie rras de la masa de “sin tierra” exis -tente en ese país de gran ex ten sión te rri to rial y de tantas de si gual dadesso ciales; tam bién tienden a ser vistas como pro ductos de la mo vi li za ción lle -vada a cabo por los mo vi mientos. Los es tu dios et no grá ficos mues tran, porel con trario, que no es el hambre de tie rras aquello que mo tiva a las per sonasa ir a un cam pa mento, y que no es so la mente el tra bajo de los mi li tantesaquello que las dis pone a armar sus carpas. Ellas buscan una opor tu nidadpara vivir mejor, así como los per so najes de Florencio Varela, tan bienanalizados en Cruzando la Sarmiento.

Lygia Si gaudRio de Ja neiro, Julio de 2006

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Julieta Quirós

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No se ol vide que la misma fo gata que usté acaba de apagar,otro la está so plando del otro lado del camino.

Juan José Saer

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Intro duc ción

I. Si tuando el pro blema

La pri me ra vez que me pre sen té en un lo cal ba rrial de uno de los mo vi mien -tos pi que te ros más im por tan tes de Flo ren cio Va re la1, un gru po de mu je resme dio la bien ve ni da. Bas tó que yo di je ra que es ta ba ha cien do un tra ba jo so -bre al gu nos ba rrios del mu ni ci pio, para que una de ellas me di je ra, Hace untiem po es tu vie ron unos fran ce ses, que nos sa ca ron fo tos y todo. Y que en se -gui da otra agre ga ra que los ex tran je ros se ha bían hos pe da do en el lu gar, yacom pa ña do du ran te al gún tiem po las ac ti vi da des del mo vi mien to, Vos que -rés ha cer algo así, ¿no? 2

Ese tipo de co men ta rios, como el de aso ciarme a “los fran ceses” –o a “los ale manes”, o a “los di na mar queses”–, iba a ser una cons tante a lo largo demis vi sitas a los ba rrios de Flo rencio Va rela en donde, en de fi ni tiva, se de sa -rro llaría mi tra bajo de campo. En al gunas opor tu ni dades, mi pre sencia evo -caría, además, la de una so ció loga que había vi si tado el mo vi miento tiempoatrás, y la de las cá maras de un par de pro gramas de te le vi sión de corte po lí -tico y do cu mental. Como era de ima gi narse, los pi que teros están acos tum -brados a re cibir vi sitas de es pe cí menes como el an tro pó logo: en los úl timosaños la ‘cues tión pi que tera’ ha de ve nido un ob jeto de in terés des ta cado,tanto en el ám bito aca dé mico como po lí tico, dando origen a una vasta pro -duc ción bi blio grá fica sobre aquello que dio en lla marse “nuevas formas deprotesta so cial” y “nuevos mo vi mientos so ciales”. Mi aso cia ción a –y a veces con fu sión con– los ex tran jeros, los so ció logos, los pe rio distas in di caba,entre otras cosas, que los lla mados pi que teros se saben ob jeto de cu rio sidad,y que saben, tam bién, que ese in terés tras ciende las fron teras na cio nales.“Los fran ceses” eran, pro ba ble mente, uno de los tantos grupos de in te lec -tuales, ac ti vistas an ti glo ba li za ción y mi li tantes de nuevas iz quierdas que, díaa día, se apro ximan a las or ga ni za ciones pi que teras, o bien agen ciando po si -bles des tinos para los fondos de al guna ONG o bien bus cando com partir vi -

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1 Con una po bla ción de 348.767 ha bi tantes, Flo rencio Va rela es un mu ni cipio del sur delGran Buenos Aires, ubi cado a 24 km de la Ciudad de Buenos Aires (véase mapa, p. 31).Según la cla si fi ca ción de la Encuesta Per ma nente de Ho gares del Insti tuto Na cional deEsta dís ticas y Censos, Flo rencio Va rela forma parte del “Co nur bano IV”, la re gión máspobre del Gran Buenos Aires (cf. INDEC, 2003 y 2005).

2 Sobre la norma se guida para citar la pa labra de mis in ter lo cu tores, cf. infra, en “A modo dead ver tencia”.

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ven cias con aquello que puede ser la “mul titud” o la “po tencia”3. He aquí laforma en que una ONG nor tea me ri cana pro mo ciona un rea lity tour a laArgen tina: “The unem ployed have created the pi que tero mo ve ment, which fights forunem ploy ment com pen sa tion from the go vern ment by or ga ni zing de mons tra tions and bloc -king major roads throug hout the country. Visit Argen tina, to better un ders tand the co -llapse of the neo-li beral pro ject and wit ness the pos si bi li ties that Argen tine mo ve ments pre -sent in buil ding a world be yond un fair trade, pri va ti za tion, debt and struc tural ad just ment po li cies”4. Tour que suele in cluir una vi sita a fá bricas re cu pe radas, a em pren di -mientos de autogestión, y fuera de Argentina, tal vez una travesía por uncampamento del Movimento de Trabalhadores Sem Terra, o un recorridopor las comunidades del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Quizás lo más sig ni fi ca tivo de mi aso cia ción a esos vi si tantes es que ellaha blaba de las ex pec ta tivas que los lla mados pi que teros te nían en re la ción amí. En pocos días, la gente del mo vi miento per ci biría que mis ca mi natas porlos ba rrios de Flo rencio Va rela in cluían en cuen tros con ve cinos vin cu lados a Pe reyra, el in ten dente del mu ni cipio por el Par tido Jus ti cia lista (PJ)5, en cuen -tros con gente de otros mo vi mientos pi que teros, con tra ba ja dores ba rrialesaso ciados a la mu ni ci pa lidad y con em pleados del centro de salud de un pro -grama del go bierno pro vin cial. Este pro ceder ex tra ñaría a va rios com pa ñeros:¿Por qué no vi sitás otros lo cales del mo vi miento?, cues tio naban al gunos.Los ale manes re co rrían todos los lo cales, iban a las reu niones y a las asam -bleas, me ad ver tían otros. ¿No pen saste en en tre vistar a Mar tino6?, me pre -guntó una mujer –que pro si guió ex pli cán dome que “la so ció loga” sí lo había en tre vis tado, y que sería muy bueno para mí, porque él podría darme “unavisión general de cómo nos organizamos”.

Y es que los pi que teros no sólo se saben ob jeto de in terés pú blico, sino quetam bién están per fec ta mente ha bi tuados al modo en que los es pe cia listassuelen abor darlos: me re fiero al re corte que toma como unidad de aná lisis alos mo vi mientos u or ga ni za ciones, pro cu rando dar cuenta de sus modos defun cio na miento –de allí el se gui miento de ac ti vi dades como reu niones, asam -

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Introducción

3 Cf. Negri y Cocco (2003); Co lec tivo Si tua ciones (2003).

4 “Los de so cu pados han creado el mo vi miento pi que tero, que lucha por una in dem ni za ciónal de sem pleo por parte del go bierno, or ga ni zando mar chas y blo queando las rutas prin ci -pales de todo el país. Vi site Argen tina, para com prender mejor el co lapso del pro yecto neo -li beral, y para ser tes tigo de las po si bi li dades que pre sentan los mo vi mientos ar gen tinos enla cons truc ción de un mundo más allá del co mercio de si gual, la pri va ti za ción, la deuda es -truc tural y las po lí ticas de ajuste”. http://www.globalexchange.org, 10 de Noviembre de2005.

5 El Par tido Jus ti cia lista go bierna la Pro vincia de Buenos Aires desde 1987, y el mu ni cipio deFlo rencio Va rela desde 1983. Esqui vando las dis cu siones, aquí uso como equi va lentes Par -tido Pe ro nista, PJ, pe ro nismo, y a veces, sim ple mente, los pe ro nistas, ya que estos eran los tér -minos que apa re cían en campo.

6 Ro berto Mar tino, di ri gente del mo vi miento pi que tero en cues tión.

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bleas y mar chas7–, y de sus dis tin ciones y al cances po lí ticos –de allí la cen tra -lidad de en tre vistas a lí deres y re fe rentes, quienes, a través de una ope ra ciónme to ní mica lle vada a cabo por los investigadores, asumen la voz delmovimiento.

La li te ra tura sobre pi que teros cons ti tuye un campo he te ro géneo, estáorien tada a pú blicos di versos –tra bajos de corte más aca dé mico o más po lí -tico–, y parte de preo cu pa ciones y ob je tivos di versos: ma pear his tó ri ca -mente la ins ta la ción del pi quete como forma de ac ción colectiva, o la gé nesis y el de sa rrollo de los mo vi mientos (cf. Oviedo 2001; De la mata 2004; Isman2004; Svampa y Pe reyra 2004); ana lizar sus po ten ciales po lí ticos y su re la ción con el Estado (cf. Len guita 2002; Grimson 2004; Svampa y Pe reyra op. cit.;Svampa 2004); es tu diar la con for ma ción de un nuevo actor so cial, la cons ti -tu ción de nuevas iden ti dades y de nuevas formas de so cia bi lidad (cf. Cross yCató 2002; Mas seti 2004, Svampa y Pe reyra op. cit.); ins cribir el fe nó menoen pro cesos más am plios de pro testa so cial (cf. Au yero 2002a; Almeyra2004); ins cribir la ac ción de las or ga ni za ciones pi que teras en otras ex pe rien -cias y tra di ciones aso cia tivas li gadas al ba rrio (cf. Grimson et al 2003; Svampa y Pe reyra op. cit.). Sin em bargo, un ele mento común a esa di ver sidad es queel ob jeto de aná lisis suele ser el mo vi miento, o los mo vi mientos: ob jetos que de -vienen su jetos que piensan, con ciben, dicen, plan tean, con si deran, aceptan,re chazan, y juzgan. En ese re corte, al gunos au tores tienden, tam bién, a se -guir la preo cu pa ción de cú pulas di ri gentes y me dios de co mu ni ca ción en loque res pecta a la de mar ca ción de dis tin ciones: “duros” o “blandos”, “au tó -nomos” o “he te ró nomos”, “asis ten cia listas” o “po lí ticos”, “com ba tivos” o“con ci lia dores”8, son las ti po lo gías a través de las cuales esos mo vi mientosson pen sados. Como re sul tado, y con raras ex cep ciones (cf. Man zano 2004,2005), las or ga ni za ciones pi que teras tienden a ser ais ladas, no sólo del con -texto so cial del que forman parte, sino por sobre todo, de la vida de quieneslas in te gran9.

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Julieta Quirós

7 Mien tras los tér minos pi quete y corte re fieren al acto de ocupar e in te rrumpir el trán sito derutas, puentes y ca lles, marcha re fiere a una mo da lidad de pro testa en la que la co lumna mo -vi li zada re corre un ca mino pau tado, hasta llegar a un punto de des tino es pe cí fico, que sueleser el frente de un or ga nismo de go bierno. En los úl timos años, los mo vi mientos pi que -teros han re cu rrido más a la marcha que al pi quete, en parte por el des cré dito del que éste úl -timo ha sido ob jeto en la opi nión pú blica. Es por eso que en este tra bajo es cu cha remos más ha blar de mar chas que de pi quetes.

8 Cf. Svampa y Pe reyra (2004: 55-72); Isman (2004: 65-87); De la mata (2004: 33-66); Mazzeo(2004: 45-74), Almeyra (2004: 145-146).

9 Aún cuando Man zano traza un re corte or ga ni za cional –dos mo vi mientos de La Ma tanza,Gran Buenos Aires–, sus tra bajos salen de la línea do mi nante en la me dida que, a partir deuna pers pec tiva et no grá fica, buscan ar ti cular las ac ciones de pro testa con la vida co ti diana y las tra yec to rias de las per sonas que hoy in te gran esos mo vi mientos. Cabe se ñalar que ellibro de Svampa y Pe reyra (2004), como el in forme et no grá fico rea li zado por Grimson et al(2003), cons ti tuyen un es fuerzo en esa di rec ción: ambos des tacan el ca rácter te rri to rial de

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Si la so cio logía de los mo vi mientos –o tal vez más pre ci sa mente, la so cio -logía de los li de razgos– cons ti tuye la mi rada do mi nante a través de la cual lacues tión pi que tera ha sido abor dada, aquí pro pongo partir de otro punto devista. Este libro pro pone tomar como su jeto a las per sonas que par ti cipan enlas ac ti vi dades de los lla mados mo vi mientos pi que teros, bus cando ins cribiresa par ti ci pa ción en otras di men siones de la vida so cial en que ellas están in -mersas. Fue con esa in quietud que a ini cios de 2005 partí para Flo rencio Va -rela, en prin cipio no para llevar a cabo un “tra bajo de campo”, sino paratener un mí nimo con tacto con ese mundo que, a través de los textos, pa recíatan árido. Por ese en tonces, mi pro yecto de di ser ta ción de maes tría se pro -ponía rea lizar una re vi sión crí tica de la bi blio grafía sobre el fe nó meno pi que -tero, al que me apro xi maría em pí ri ca mente en el doc to rado. Mien tras tanto,los au tores se rían mis na tivos, y sus ca te go rías y pre su puestos, mi pro blemade in ves ti ga ción. La vi sita a Florencio Varela no era más que uncomplemento subsidiario de ese trabajo bibliográfico.

No obs tante, al llegar a Va rela me con fronté con algo más que pi que teros. Entre otras cosas, los ba rrios pe ri fé ricos del dis trito me re ve laron un mundo so cial sig nado por la de so cu pa ción, la sub o cu pa ción y el tra bajo pre cario, enque los lla mados planes de em pleo o planes so ciales te nían una om ni pre sencia pal -maria10. A me dida que trans cu rrían mis días en Va rela, fui per ci biendo lacom ple jidad de ese mundo de planes y si glas gu ber na men tales que las per -sonas ma ne jaban dies tra mente. Advertí que no sólo se tra taba de planes dedi fe rentes tipos, sino tam bién, que las vías para ad qui rirlos eran múl ti ples:un plan podía ser ob te nido por un con tacto con algún po lí tico; podía ser ob te -nido ano tán dose en los pa drones de la mu ni ci pa lidad; podía ser ob te nido, tam -bién, ano tán dose en un mo vi miento pi que tero. Fui ad vir tiendo, además, quelas mismas per sonas que se de sem pe ñaban en ac ti vi dades de esos mo vi -mientos ar ti cu laban re la ciones con otras or ga ni za ciones ba rriales; que esasper sonas adi cio naban al plan re cursos pro ve nientes de otras po lí ticas de go -bierno, y que en esa agre ga ción las re la ciones fa mi liares ocu paban un lugaresen cial. En Flo rencio Va rela, no todos los de so cu pados eran pi que teros; no

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Introducción

los mo vi mientos pi que teros y pre tenden co nectar esa ex pe riencia a otras re la cionescolectivas.

10 Desde el año 96 los go biernos na cional y pro vin cial lan zaron di versos tipos de sub si dios yplanes de em pleo para de so cu pados. En la ac tua lidad, un ele mento común a casi todosellos es su monto, de 150 pesos men suales por be ne fi ciario (apro xi ma da mente 50 dó lares).Además, la ma yoría de los planes exige al des ti na tario una con tra pres ta ción la boral decuatro horas dia rias, en pro yectos co mu ni ta rios, pro duc tivos o edu ca tivos. Al año 2005,Flo rencio Va rela con taba con apro xi ma da mente 40.000 des ti na ta rios de planes na cio nalesy pro vin ciales de em pleo. Según datos del go bierno mu ni cipal re fe ridos al año 2002, en re -la ción con una po bla ción eco nó mi ca mente ac tiva de 153.000 per sonas y un ín dice de de -sem pleo del 22,2% (34.000 de so cu pados), se trata de uno de los dis tritos del co nur banocon mayor can tidad de planes de em pleo asig nados (IDEL, www.flo ren cio va rela.gov.ar, 26 de septiembre de 2005).

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todos los pi que teros eran o fueron de so cu pados; no todos te nían plan; notodos los que te nían plan lo ha bían ob te nido de la misma forma. De re pente,el formar parte de una or ga ni za ción pi que tera apa recía como una po si bi lidad dentro de un uni verso más am plio de po si bi li dades de vida, y una apro xi ma -ción al fe nó meno co braba sen tido si esas or ga ni za ciones eran res ti tuidas enese universo. Mientras más me adentraba en él, la literatura más semarchitaba; en pocos días, mi plan originario –y mi objeto– se habíandesdibujado.

Pro poner una mi rada des cen trada de los mo vi mientos no es equi va lente a sus ti tuir el ob jeto ‘mo vi mien tos’ por el de ‘pi que te ros’, sobre todo porquelas per sonas que hacen pi quetes son algo más que pi que teros. No se trata tanto de de mos trar que la vida de esas per sonas no se agota en los mo vi mientos,como partir del pre su puesto de que la vida tiene otras di men siones a travésde las cuales el formar parte de un mo vi miento puede tor narse más in te li -gible. Mi pro puesta es que los mo vi mientos pi que teros –como al gunos di -lemas plan teados por la propia li te ra tura en tér minos de pa ra dojas o con tra -dic ciones– pueden ser mejor com pren didos si la “vida en un pi quete”–pa ra fra seando a Au yero (2002b)– o la “vida or ga ni za cional” –pa ra fra -seando a Grimson et al (2003)–, es res ti tuida en el flujo de la vida –si sequiere, ‘fuera del piquete’, ‘no organizacional’.

En este sen tido, diría que mi pers pec tiva está ani mada por un es pí ritu ma -li nows kiano: al igual que la par ti ci pa ción de los tro brian deses del pa cí fico sur en las ex pe di ciones kula –o en los ri tuales de magia de los huertos–, ana li -zada por Ma li nowski11, po demos decir que el estar en un mo vi miento pi que -tero no se ex plica por sí mismo. Para que esos fe nó menos a pri mera vista ex -traños co bren in te li gi bi lidad, es pre ciso que sean puestos en re la ción conotros. La li te ra tura sobre pi que teros suele apuntar re la ciones de causas yefectos. Casi in va ria ble mente, las pri meras pá ginas de los tra bajos sobre lacues tión hacen men ción al pro ceso de de sin dus tria li za ción aca rreado por las po lí ticas li be rales im ple men tadas desde el golpe mi litar del ‘76; si guen por lapro fun di za ción del mo delo neo li beral en los años 90, con la con se cuente re -ti rada del Estado y la irrup ción del de sem pleo es truc tural, hasta llegar a lacons ti tu ción de las or ga ni za ciones de de so cu pados, y al pi quete como forma de pro testa ca rac te rís tica de esa so ciedad des pro le ta ri zada. Y si bien este esun punto de vista po sible, aquí Ma li nowski me ins pira en otra di rec ción,cuando pro curo ilu minar la ex pe riencia cotidiana de formar parte de unmovimiento piquetero a partir de su relación con otras experiencias de lavida cotidiana.

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Julieta Quirós

11 Cf. Ma li nowski (1935, 1995).

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Una et no grafía plan teada en estos tér minos puede su gerir, no sólo que los pi que teros hacen más que pi quetes, sino que no ne ce sa ria mente se piensancomo siendo pi que teros. Pre su po niendo su jetos in di visos e ine quí vocos, al -gunos au tores suelen dar al tér mino pi que tero el es ta tuto de “nueva iden tidadso cial”, y al pi quete el de ins tancia pri vi le giada de pro duc ción de esa iden -tidad. Cross y Cató (2002: 88) es criben, por ejemplo, que “se ha pro du cidoun pa saje desde la de fi ni ción ne ga tiva ‘no tengo tra bajo’ a otra po si tiva, ‘soypi que tero’”. Len guita (2002: 61) se ñala que “para sus pro ta go nistas, ser pi -que tero sig ni fica que su iden tidad ha de jado de estar aso ciada a un tra bajo,desde ahora es tará sig nada por lo que se hace: cortar la ruta”; Mas setti (2004:52-94) habla del pi quete como “rito de pa saje”, y como “ám bito-mo mento”ge ne rador de iden tidad so cial12. Esa iden tidad –“ser pi que tero”– suele pen -sarse, además, como aquello que viene a llenar un vacío y a res ti tuir los lazosen una so ciedad que, tras haber pa sado por las po lí ticas neo li be rales, se en -con traría “frag men tada”, “des co lec ti vi zada”, “dis gre gada”, sig nada por la“in di vi dua li za ción de lo so cial” y por el “re pliegue de los su jetos en su es ferapri vada”13.

Po demos pensar que el pre su puesto de la falta (de lazo so cial, de per te -nen cias, de iden tidad) es afín al en can ta miento con que los mo vi mientossuelen ser abor dados. Al pensar casi ex clu si va mente en tér minos de rup turas (lo nuevo), los au tores acaban de mar cando fron teras ta xa tivas: antes de lospi que teros no había nada; o tam bién, el pi que tero –ho ri zontal, par ti ci pa tivo,au to no mista– es de una na tu ra leza opuesta a la del pun tero14 –ver ti ca lista, des -po li ti zado, clien telar15. Un en can ta miento que, en el marco de un de bate po -lí tico sobre quiénes son esos pi que teros y por qué hacen pi quetes, buscatomar po si ción frente a una vi sión opuesta –la vi sión de sen can tada. Y así, ala ecua ción pi que tero = vago, de fen dida por uno de los polos del de bate, lali te ra tura con tra pone la ecua ción pi que tero = de so cu pado; a la razón ma te -rial ale gada por los pri meros para in va lidar la pro testa –la gente va a los pi -quetes a cambio de un plan de em pleo, de una caja de co mida, o de 20pesos–, los se gundos oponen su razón ideológica –los piqueteros luchan por un cambio social, por un nuevo proyecto político.

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Introducción

12 Svampa y Pe reyra (2004: 168 y ss.) se ñalan que, a pesar de la he te ro ge neidad de la com po si -ción de las or ga ni za ciones, es po sible ha blar de una iden tidad pi que tera, aso ciada a la ideade “dig nidad”. Grimson et al (2003: 74) y Au yero (2002b: 15) tam bién re fieren a pi que tero entér minos de nueva iden tidad so cial.

13 Cf. Isman (2004: 22, 144, 156); Svampa y Pe reyra (2004: 14, 30, 53, 219, 222); De la mata(2004: 14). Cross y Cató (2002: 90). Sobre la in sis tencia de la in te lec tua lidad ar gen tina enpensar al tiempo pre sente como mo mento de crisis y de sin te gra ción so cial, véase Nei burg(1998: 98 y ss.).

14 Tér mino pe yo ra tivo para re ferir a quienes tra bajan para un po lí tico o para un can di dato,mo vi li zando bases y re clu tando vo tantes.

15 Una crí tica a esta opo si ción puede en con trarse en Man zano (2004: 157).

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El de bate es conde, no obs tante, un con senso en el di senso, pues ambaspo si ciones pre su ponen que no es acep table mo vi li zarse po lí ti ca mente porun plan, por una caja de co mida, o por 20 pesos. Ambas com parten una je -rar qui za ción entre lo in te lec tual y lo ma te rial: mien tras unos cen suran através de la de nuncia –el ma nejo de planes por parte de los mo vi mientos es“clien telar”–, los otros cen suran a través del tabú –los planes cons ti tuyen unas pecto sub si diario, una de manda me ra mente rei vin di ca tiva de los mo vi -mientos, de trás de la cual des cansan las au tén ticas (y más ele vadas) de -mandas16.

A lo largo de este tra bajo pre tendo apuntar sobre las di fi cul tades depensar el fe nó meno pi que tero bajo el prisma de tales pre su puestos, yapuntar, tam bién, sobre la ne ce sidad de es capar a mi radas nor ma tivas de esetipo. Sería im po sible, sin em bargo, pensar que el re sul tado de ese pro pó sitoes capa al de bate po lí tico. En primer lugar, porque, como cual quier punto devista, el ele gido en este caso im plicó una de ci sión: la in co mo didad ori gi nariacon la so cio logía de los lí deres me llevó a es tu diar otras tramas que hacen alas or ga ni za ciones pi que teras. Para de cirlo bre ve mente: esta et no grafía ex -pe ri menta qué es aquello que apa rece cuando, mo men tá nea mente, eclip -samos el punto de vista de los dis cursos ofi ciales y de las en tre vistas a di ri -gentes; qué re sulta de ese des pla za miento; y cómo, y en qué di rec ciones, esoque re sulta nos obliga a re pensar al gunos de los hábitos epistemológicos con los que tendemos a abordar ese mundo social.

Y eso que re sulta en cierra im pli can cias po lí ticas en la me dida en que mu -chos de ta lles et no grá ficos que aquí pre sento po drán ser uti li zados por lasdis tintas po si ciones que en carnan la dis cu sión sobre pi que teros. En ese casoes po sible, in cluso, que ciertos datos sean so me tidos a lec turas hos tiles, y que des crip ciones sobre cues tiones con tro ver tidas –como lo son las formas deasig na ción y ges tión de planes de em pleo y otros re cursos es ta tales– sean es -gri midas como ar gu mentos contra las per sonas y or ga ni za ciones que cons ti -tuyen la trama de la et no grafía –y no me re fiero sólo a los pi que teros y a los mo -vi mientos, sino tam bién a los di ri gentes, a los pun teros, a los pe ro nistas, a lospo lí ticos.

Quiero se ñalar que mi com pro miso con este tra bajo y con la pers pec tivapro puesta, como tam bién mi com pro miso con mis in ter lo cu tores en campo, ha pa sado pre ci sa mente por no su primir esas des crip ciones, en la me dida enque ellas ha blan de as pectos cons ti tu tivos de sus vidas y hacen, en de fi ni tiva,a la di men sión hu mana de ese mundo so cial. Di men sión que pa rece ser omi -

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16 Tal vez es ese con senso lo que per mite a los de fen sores de los mo vi mientos pasar, re pen ti -na mente, del en can ta miento a la de cep ción, y de la ad mi ra ción a la ad ver tencia. Me re fiero,por ejemplo, a las afir ma ciones de aca dé micos y me dios de co mu ni ca ción sobre la pre sunta pér dida de au to nomía de los mo vi mientos en re la ción a los par tidos y al Estado; o sobre lapér dida de su po tencia po lí tica ori gi naria, tras ins ti tu cio na li zarse como me dia dores entre el go -bierno y la po bla ción en lo que res pecta a la dis tri bu ción de planes de empleo.

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tida tanto por la de nuncia como por el tabú, y que con si dero ne ce sario –obli -ga torio tal vez– re velar: en primer lugar, para apar tarnos de la cen sura morala la que ese uni verso es sis te má ti ca mente so me tido; en se gundo lugar, paraex poner las con di ciones so ciales con cretas en las cuales y con las cuales esasper sonas –con inefable esfuerzo y creatividad– están lidiando día a día.

Confío –si guiendo a Bour gois (1995: 18)– que la es cri tura an tro po ló gicapuede ser un es pacio de re sis tencia si, en lugar de en cantar, está dis puesta ades nudar la com ple jidad de los uni versos que es tu diamos. Una de las im pli -can cias de ese mo vi miento es poner en evi dencia la es te ri lidad de re ducir lavida a ‘ra zo nes’, sean ellas ‘ma te ria les’, sean ellas ‘i deo ló gi cas’. Parte de mide safío, en tonces, es que este libro valga, no tanto para ali mentar los ar gu -mentos de las vi siones en disputa, como para re de finir al gunos de los tér -minos en que la disputa dis curre. Antes que pro poner nuevas res puestas aviejas pre guntas, antes que ob jetar las res puestas dadas por otros, a través deesta et no grafía pro pongo llamar la aten ción sobre otras pre guntas po si blescon que el fenómeno piquetero puede ser interrogado.

En lo que sigue, hago uso de al gunos frag mentos de mi en trada al campopara mos trar cómo esos in te rro gantes fueron cons truidos.

II. Lle gando a Flo rencio Va rela

La elec ción de Flo ren cio Va re la como lu gar de tra ba jo res pon dió, en rea li -dad, a una con tin gen cia: du ran te mi in ves ti ga ción para te sis de li cen cia tu raha bía te ni do opor tu ni dad de co no cer a Ma nuel, un hom bre que te nía fa mi liaen ese mu ni ci pio, y que, ade más, ha bía es ta do vin cu la do du ran te al gún tiem -po a una or ga ni za ción de de so cu pa dos. Con fia ba a tal pun to que Ma nuel se -ría mi en tra da a ese uni ver so –una en tra da al ter na ti va a los mo vi mien tos–, queme puse a in da gar al gu nas cues tio nes so bre Va re la y su his to ria, cuan do to -da vía me en con tra ba en Río de Ja nei ro, ha cien do mis cur sos de maes tría. Allle gar a Bue nos Ai res, sin em bar go, los su ce si vos in ten tos por vol ver a con -tac tar a Ma nuel fue ron fa lli dos. Des pués de más de una se ma na sin no ti cias,cuan do ya ha bía em pe za do a pen sar lu ga res al ter na ti vos, otras per so nas quenada te nían que ver con mi in ves ti ga ción me condujeron a Estela, quienacabó siendo el portal a Varela.

A los 17 años Estela17 había de jado Co rrientes, su pro vincia natal, parabuscar tra bajo en Ca pital. Allí había co no cido a Jorge, su ac tual ma rido, y

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17 A lo largo del libro se van in te rre la cio nando di versas per sonas, que en tran y salen de es cena en dis tintos mo mentos. En el Apén dice in cluí una lista de esas per sonas por orden de apa ri -ción, con breves des crip ciones, para que el lector pueda –en la me dida que lo con si dere ne -ce sario– re lo ca li zarlas. Aclaro que, a ex cep ción de per so najes de co no ci miento pú blico, losnom bres son fic ti cios; tam bién son fic ti cias las de no mi na ciones de ba rrios y ca lles –a ex -cep ción de la ave nida Sar miento, que prác ti ca mente atra viesa todo el municipio.

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luego de vivir va rios años en un ba rrio por teño, el ma tri monio se había mu -dado con sus cuatro hijos a Flo rencio Va rela, al te rreno que los pa dres deJorge te nían como casa de fin de semana.

En mi primer en cuentro con Estela –en Ca pital, cerca de su tra bajo–, yono sabía exac ta mente cómo plan tear cuáles eran mis ob je tivos de in ves ti ga -ción. Cier ta mente, no quería pre cisar lo que es taba in te re sada en es tu diar,pero, al mismo tiempo, tenía que dar al guna señal para ver en qué me didapodía, a través de ella, llegar a los pi que teros. Pero mis elu cu bra cionesfueron vanas, la in for ma ción cir cula, y Estela sabía que yo quería es tu diar“cosas po lí ticas”: Mi cu ñada me dijo que vos que rías es tu diar a los pi que -teros. El tema es que donde yo vivo no hay pi que teros, pero cerca, en los ba -rrios más po bres, sí. Hizo una pausa y pro si guió: A mí me ofre cieron ser pi -que tera. Fue una chica de la es cuela, que me ofrecía el plan para serpi que tera, y yo le dije que ni loca. Si hu biera sa bido –dijo riéndose–, te habría servido más para tu trabajo.

Desde el primer mo mento, Estela se mostró to tal mente so lí cita con migo. En aquel en cuentro traté de re la ti vizar mi in terés es pe cí fico en los pi que -teros, y le dije que me bas taba con que me ayu dase a re co rrer parte de su ba -rrio, la es ta ción de Va rela, la plaza prin cipal, y “esas cosas”. Entu sias mada,ella me ex plicó el ca mino –tomar el 60 hasta Cons ti tu ción, des pués el 148,bajar pa sando la es ta ción de tren de Va rela, en la Ave nida Sar miento. La re -fe rencia era una go mería, con un gran cartel azul en la es quina. Desde Ca -pital se rían dos horas de viaje. Podía ir en tren, Pero tarda mucho –explicóEstela– y además es peligroso.

Estela y Jorge viven en el ba rrio Alsina. Le dicen el ba rrio de los ban ca rios –me ex pli caba Jorge–, porque el Banco Pro vincia loteó la zona para sus em -pleados, hace mu chos años. Mi per cep ción de Alsina, de hecho, fue la de unba rrio sub ur bano de clase media, ca lles as fal tadas, cha le citos ter mi nados, al -gunas casas más aco mo dadas. La de Estela y Jorge es una casa de tres cuartos y un fondo grande, con pasto y ár boles de frutas. Como me con taba Estelamien tras me mos traba cada am biente, la ha bían ido re for mando de a poco, yahora es taban ter mi nando la co cina y ha ciendo el cuarto de las chicas.

Jorge tra baja desde hace años en el Banco Pro vincia, y ahora está in cur -sio nando en la api cul tura. Dice que está es pe rando que lo echen y le pa guensu in dem ni za ción para poder de di carse ex clu si va mente a las abejas. Una vezpor mes, Jorge suele re cibir en el banco a los pi que teros que van a co brar el plan: ¡Sabés las pil chas que tienen, me jores que las mías!, re clamó en tonces. Estela tam bién se quejó di ciendo: Los cortes [de ruta] son te rri bles, a veces de moro cuatro horas para salir de Va rela. Cuando les pre gunté a ella y a Jorge si te -nían ve cinos o co no cidos que fueran a pi quetes, con tes taron que por Alsinano había: Para eso tenés que irte a Villa Mar ga rita, Villa Sal cedo, La Estrella,

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todos esos lu gares, dijo Jorge, ex pli cán dome que tenía que en trar con al -guien, Porque eso es todo villa, sola no podés pisar. Ahora todo eso es villa,si este Pe reyra lo único que sabe hacer es importar villeros de todos lados.

Con casi quince años con se cu tivos de go bierno, Julio Pe reyra es el in ten -dente del mu ni cipio de Flo rencio Va rela por el Par tido Jus ti cia lista18. El co -men tario de Jorge era tan sólo la pri mera de las tantas im pu ta ciones que es -cu charía hacia esta fi gura po lí tica du rante mi tra bajo; im pu ta ciones quepro ve nían de las per sonas más di sí miles; de aque llos que, in ju rián dolo, seocu paban de dejar en claro que eran pe ro nistas de toda la vida. Mu chos –in -cluido Jorge, tam bién de cla rado pe ro nista– apun taron que, a di fe rencia deotros po lí ticos, Pe reyra “nunca da nada”. He es cu chado va rias his to riassobre la “mafia de Pe reyra” y los “ma tones” que lo sus tentan. Alguien medijo, tam bién, que (dicen que) Pe reyra tiene una fá brica de lombrices con lasque se hacen las hamburguesas de Mc’ Donalds.

Aquella, mi pri mera ma ñana en Va rela trans cu rrió en la co cina de Estela,to mando mate y con ver sando sobre su vida, la casa en Ca pital donde ella tra -baja, los chicos y la es cuela. En un mo mento me dejó char lando con Jorge, yrea pa reció casi una hora des pués, con tán donos –como quien da un re porte– sobre el ope ra tivo que, si gi lo sa mente, había es tado lle vando a cabo. Habíalla mado a un hombre “que está en po lí tica”, para que yo con ver sara con él:Él sabe todo sobre Va rela, me dijo Estela. Había lla mado, tam bién, a unamadre de la es cuela “que es pi que tera”. La mujer le había dado in di ca cionessobre un “co medor de los pi que teros”, que que daba cerca de Alsina. Estelahabía ido, además, al video club de la es quina, Porque sé que el chico delvideo co noce pi que teros, y me dijo que él podía ir a bus carlos a la tarde, ex -plicó. Y con tinuó: Yo le pre gunté si po díamos ir a donde ellos viven, pero elchico me dijo que él ahí no entra ni en pedo, así que imaginate lo pesado quedebe ser.

Lo cierto es que aquel día Estela hizo de la bús queda de ‘algo pi que tero’un de safío propio. Con el ofre ci miento del “chico del video” –llevar pi que -teros a la puerta de su casa–, podía sen tirse una asis tente de pes quisa efi cien -tí sima. Su com pro miso me re sul taba am bi va lente. Por un lado, me cau sabamucha in co mo didad: se su ponía que lo úl timo que yo quería –o debía– hacer era buscar pi que teros. Pero, por otro lado, cal maba mi an siedad, ya que Alsinay el círculo de Estela y Jorge no eran, exac ta mente, lo que yo me pro poníaes tu diar. Desde cual quier punto de vista, mi en trada al campo me parecía unfracaso.

Cuando con Estela nos dis po níamos a salir en busca del co medor, Jorgenos des pidió en la puerta, pi dién dome que “ave ri guara” tres cosas sobre “los

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18 Pe reyra asume pri me ra mente como Inten dente Mu ni cipal Inte rino, en 1991. Ese año vence en las elec ciones mu ni ci pales, y asume como in ten dente electo. Es ree lecto en 1995, en1999, y en 2003.

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pi que teros”. Pri mero –dijo–, por qué usan ca pucha y palos. Se gundo, porqué están tra ba jando en la cons truc ción de unas casas im pre sio nantes en Ca -pital, y acá en pro vincia no hacen nada. Ter cero, cómo dan los planes, cómode ciden a quiénes se los dan.

Estas pre guntas fueron, tal vez, las pri meras pistas sobre toda una serie de acu sa ciones que, dentro de Va rela, cir culan en re la ción a los pi que teros. Loscues tio na mientos de Jorge pre su po nían ca li fi ca tivos que, de allí en ade lante,es cu charía sin cesar: los pi que teros como vio lentos –por qué mar chan conpalos–; como vivos –no sabés las pil chas que tienen; cómo de ciden a quién ledan los planes–; y la más re cu rrente, como vagos –por qué acá no hacen nada.Al mismo tiempo, las ave ri gua ciones que Jorge me en co men daba no eranen te ra mente nuevas para mí. Sus cues tio na mientos eran los mismos que cir -culan en los dia rios, en la te le vi sión, en las ca lles de los ba rrios cén tricos deBuenos Aires. Sin ir más lejos, eran las pre guntas que mi abuela hacía in sis -ten te mente cada vez que me veía al volver de Va rela: ¿Por qué se tapan lacara? ¿Por qué andan en ca pu chados y ar mados? ¿Por qué en vez de estarcor tando la ruta no buscan trabajo? ¿Cómo administran los planes?

Aunque más ade lante vol veré sobre esta úl tima cues tión, cabe an ti ciparque es, sin duda, la que des pierta más con tro versia desde que, hacia el año2000, la ges tión de los planes de em pleo pasó a ser des cen tra li zada. Si hastaen tonces era atri bu ción de los mu ni ci pios –em pa dronar, con trolar re qui -sitos, otorgar los planes, dar bajas–, a fines de 1999 el go bierno de Fer nandoDe la Rúa dis puso que los planes po drían tam bién ser ad mi nis trados por or -ga ni za ciones de la “so ciedad civil”, como aso cia ciones ci viles y ONGs. Fueen el marco de esa dis po si ción que mu chas or ga ni za ciones pi que teras secons ti tu yeron en ONGs, pa sando a ges tionar sus pro pios pa drones deplanes so ciales, a or ga nizar la con tra pres ta ción de cuatro horas dia rias de tra -bajo que cabe a cada des ti na tario –en ac ti vi dades pro duc tivas y co mu ni ta rias dentro del propio mo vi miento–, y a en grosar sus filas ver ti gi no sa mente.Parte de los mo vi mientos –y de la bi blio grafía sobre el tema– rei vin dica lame dida gu ber na mental en tér minos de la con quista de la “au to ges tión”19 delos planes. Mien tras que otros –como Jorge, como mi abuela, y como eldiario La Na ción, que de dica edi to riales a lo que dio en llamar “el ne gocio pi -que tero”20– la cuestionan ampliamente, denunciando la existencia deprácticas clientelares en el seno de los movimientos.

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19 Svampa y Pe reyra (2003: 95-99) se ñalan al go bierno de De la Rúa como mo mento de con -so li da ción de estos mo vi mientos como nuevo in ter lo cutor so cial. De la mata (2004: 25) es -cribe que “la fór mula au to ges tiva des plaza al uso clien telar de la red pe ro nista en larea sig na ción y la im ple men ta ción de los planes”.

20 La Na ción, 17/08/05.

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La re fe rencia para llegar al “co medor de los pi que teros” era un quiosco,si tuado a mano de recha sobre la misma calle de la casa de Estela. Ahí habíaque do blar a la iz quierda y ca minar un par de cua dras. Eran las tres de latarde, hacía calor, y en Alsina rei naba una quietud de siesta. Con Estela pa -samos va rias man zanas, in cluso gi ramos a la iz quierda en va rias trans ver -sales, pero el quiosco no apa recía. Ella pensó que tal vez sería más ade lante,en tonces vol vimos a la calle de la que ha bíamos par tido, y avan zamos másto davía. Fuimos en trando en al gunas ca lles con partes de tierra. Vi que lascasas em pe zaban a em po bre cerse. Estamos en Santa Au rora, dijo Estela,mien tras, algo ner viosa, me in dicó que cru zá ramos la calle para evitar algrupo de ado les centes que es taban sentados en la vereda, tomando cerveza.

Ha bíamos ca mi nado unas quince cua dras, cuando Estela pro puso queem pe zá ramos a pre guntar a la (poca) gente que pa saba. En una calle per pen -di cular di vi samos un grupo de per sonas que es taban reu nidas al re dedor deun micro, en la puerta de un club –Club de la Co mu nidad Pa ra guaya, decía el gran cartel arriba del portón blanco. Nos acer camos con la cer teza de queese sería el co medor. La parte del por tae qui paje del micro es taba abierta.Adentro, al gunos col chones, gente dur miendo, y un grupo de hom bres sen -tados en ronda, ju gando a las cartas. Nos mi raron algo sor pren didos, y em -pe zaron a hacer co men ta rios por lo bajo. Sólo que me pa reció que eran enpor tu gués. Unas mu jeres, co ci nando afuera del micro en una pa rrilla im pro -vi sada, me ex pli caron que eran de un equipo de fútbol de Minas Ge rais; quees taban en Va rela ju gando un cam peo nato y que eran hos pe dados por elclub. Les pre gunté si allí fun cio naba un co medor. Empe zaron a reírse a car -ca jadas, y sólo des pués de va rias ex pli ca ciones con seguí ha cerme en tender.Fue en Flo rencio Va rela que aprendí que en por tu gués la pa labra “co medor” tiene otras con no ta ciones, y que lo que yo bus caba era, en todo caso, un “re -fei tório”, más pre ci sa mente un “re fei tório po pular”. El club no era un re fei -tório ni tenía nada que se le pa re ciera. Los que jugaban de local tampocosabían nada acerca de ningún comedor ubicado en el barrio.

Aunque des pro vistas de rumbo, se guimos la marcha. Sin mucha suerte,pre gun tá bamos a las per sonas que se nos cru zaban. A veces, para ser másclara, yo decía “co medor co mu ni tario”. Estela solía re matar pre gun tandopor un “co medor de pi que teros”. En la puerta de una casa había dos jó venes ras tri llando la zanja y sa cando barro con unas palas. Uno re cordó que la So -ciedad de Fo mento, en Alsina Centro, tenía un co medor, pero que a esa al -tura del año –pleno enero, va ca ciones de ve rano– es taría ce rrado ¿Y algúnco medor de los pi que teros?, pre guntó Estela. Los chicos se que daron pen -sando, No, de co medor de los pi que teros nunca oí ha blar. Agra de cimos ydimos media vuelta. Ah –ex clamó uno de ellos cuando ya nos ha bíamos ale -jado al gunos me tros–, hay un co medor, pero no es por acá, tienen comotreinta cua dras. Allá, cru zando la Sarmiento, hay algo de los piqueteros.

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A lo largo de esa ma ñana, que daba claro que para Estela, para Jorge, parael “chico del video”, y para sus ve cinos, los pi que teros es taban lejos. Estabanen las “vi llas”, como me había dicho Jorge, en lu gares que “no se puedenpisar”. El hecho de que en Alsina los pi que teros fueran per ci bidos comoajenos podía ser algo sig ni fi ca tivo, pero en ese mo mento no me in te re saba.Empe zaba a de sa ni marme; me preo cu paba estar per dida, y ha ciendo unabús queda tan for zada. Estela su girió em prender el ca mino de vuelta. Dijoque vol vería a llamar a la madre de la es cuela, y que tal vez, al día si guiente,ella podría llevarnos al comedor.

Antes de que lle gá ramos a su casa, se de tuvo en el al macén de la es quina.Le pre guntó a la mujer que atendía si no sabía de algún “co medor co mu ni -tario” o de un “co medor de los pi que teros”. La mujer se quedó pen sando, ydijo que no, pero nos su girió que ha blá ramos con Nani, Sabés, esa vieja quevive acá en frente. Es medio loca, pero ma ca nuda. Ella es pi que tera, obueno, por lo menos era pi que tera. Dí ganle que van de parte mía.

Atra ve samos la calle, ca mi namos media cuadra y to camos a la puerta.Nuestra vi sita fue algo ino por tuna. Pri mero, por el ho rario –Nani es tabadur miendo. Se gundo, por el mo tivo. Aco mo dando su larga ca be llera te ñidade na ranja fu rioso, y re fre gán dose los ojos como para des per tarse, Nani, una mujer de unos 60 años, dijo que no co nocía ningún co medor, “ni nada deeso”. Le co menté que hacía un rato que es tá bamos an dando, que nos ha bíanha blado de un co medor que que daba por ahí cerca, un co medor de pi que -teros, y que como ella había par ti ci pado en algún pi quete, tal vez... Sabía queiba a ser im pro ce dente decir eso, pero no ima gi naba que tanto. Nani mecortó en seco: Yo no soy pi que tera. No tengo nada que ver con eso, dijo.Entonces le agra decí, y pedí dis culpas por haber in te rrum pido su siesta. Pero Nani me re tuvo, di ciendo que “en rea lidad” sabía de un co medor, Uno deunos pa ra guayos, yo fui al gunas veces, cuando no tenía ni para po lenta.Estela pre guntó si era en el “Club de los Pa ra guayos”, y res pon diendo queno, Nani em pezó a in di carnos el ca mino. Estela re pre guntó un par de vecesporque no co nocía las re fe ren cias que Nani le daba. Nani pa reció im pa cien -tarse: Esperen que me cambio y las llevo, nos dijo entrando en su casa ypegando un portazo fiero.

Du rante el mi nuto que de moró en salir, Estela me dijo por lo bajo queNani era una men ti rosa, ¡Sabés las veces que la vi en los pi quetes en la es ta -ción, an dando con la pe chera y la ban dera! Nani rea pa reció con el mismo jog -ging que vestía cuando nos atendió. Había agre gado unas ho jotas y una gorracon vi sera. Sa limos an dando a paso rá pido. Yo, des pués de la tor peza quehabía co me tido, es taba muda. Nani em pezó a ha blar sola, acla rando, una yotra vez, con tono de queja, que ella nunca había ido a ningún pi quete. Y alrato dijo: Veinte días duré con los pi que teros, des pués no me los banquémás. Me ha bían pro me tido que iba a tra bajar en un ta ller de cos tura, y des -

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pués todo quedó en la nada. Le pre gunté a Nani en qué ba rrio era eso. Porallá, dijo se ña lando para ningún lugar. De moré unos ins tantes, hasta que meanimé a pre guntar qué agru pa ción pi que tera era esa. No sé, respondió ellatajantemente.

El as falto se volvía irre gular, y es tá bamos nue va mente en Santa Au rora.En una es quina, Nani de tuvo el paso. Escon dién dose de trás de un árbol, yha blán dome en voz baja, me dijo, ¿Ves donde están esas minas allá sen tadas? Bueno, ahí es el co medor. Andás vos y pre guntá, no so tras te es pe ramos acá.Con Estela no en ten dimos por qué, pero Nani no quería que la vieran. La si -tua ción fue ab so lu ta mente ri dí cula. Me apro ximé a aque llas tres mu jeres,que es taban sen tadas en unas si llitas de plás tico dis puestas en la ve reda, y lespre gunté por un co medor. Las mu jeres se mi raron entre sí, du daron, y con -tes taron que no co no cían nin guno. Sin tién dome más ri dí cula to davía, les co -menté que era de la uni ver sidad, que es taba ha ciendo un tra bajo sobre el ba -rrio y es taba bus cando co me dores co mu ni ta rios. Di jeron que en época declases fun cio naba un co medor en la es cuela, pero que en tonces es taba ce -rrado. Me aven turé a decir que me ha bían ha blado de un co medor de pi que -teros por la zona. Una de ellas in ter peló a las demás: Ah, Ernesto que estácon lo del plan creo que sabe, ¿no? Y entonces otra la cortó en seco: No, no,acá nadie tiene plan.

Cuando, más tarde, co menté a Estela sobre la con ver sa ción con esas mu -jeres, ella dijo que la gente es taba con “miedo”, porque en los úl timos mesesha bían dado mu chas bajas en los planes. Según me ex plicó Estela en tonces,las bajas se de bían a que el go bierno había de tec tado que al gunas per sonas re -ci bían más de un plan de em pleo. Otras bajas po dían de berse a irre gu la ri -dades en las cargas. Fue a través de Estela como supe acerca de una dis tin ciónpri mor dial entre los tipos de planes de em pleo: aquella que se para los planescon carga fa mi liar de los planes sin carga fa mi liar. Los planes con cargas son ob te -nidos por aque llos que, además de acre ditar su con di ción de de so cu pado,de mues tren su con di ción de jefe o jefa de hogar, con al menos un hijo menor de 18 años a cargo; mien tras que para los otros planes –sin carga–, basta acre -ditar la con di ción de de so cu pado, se tenga o no se tenga hijos me nores de18. En teoría, dos planes con carga no pueden ser asig nados por los mismoshijos, es decir: un hijo no puede constar como carga de más de una per sona, o lo que es lo mismo, un ma tri monio no puede re cibir dos planes pre sen tandocomo carga a los hijos co munes. Entonces –me ex pli caba Estela– a veces loshijos están ano tados como carga de los dos pa dres, y ahí se arma el qui -lombo, y les dan de baja.

Tal vez la hi pó tesis de Estela sobre las bajas y las irre gu la ri dades en la asig -na ción de los planes era buena para ilu minar no sólo la ac titud con fusa y es -quiva de aque llas mu jeres sen tadas en la ve reda, sino tam bién la de la propiaNani. Fue du rante mi primer día en Va rela que ad vertí que, lejos de ser un re -

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curso dado, el plan era algo sig nado por la in cer ti dumbre. Fue ese día que ad -vertí, tam bién, que un ex traño como yo no sus ci taba con fianza para ha blarde temas como planes y pi quetes.

A pesar de su modo de sa pa cible, Nani acabó siendo un punto fun da -mental en mi re co rrido. Cuando, ha biendo em pren dido el ca mino de vuelta,lle gamos a la puerta de su casa y nos des pe dimos agra de cién dole, ella nos re -tuvo nue va mente: Por ahí pueden en con trar algo allá del otro lado de la Sar -miento. Ahí hay unos pi que teros. Nani aclaró que ella no iría, pero se gui da -mente se dis puso a ex pli carle a Estela el ca mino. En la cuadra –in dicó–, hayun ca mión aban do nado, que siempre está ahí. Estela dijo que creía saberdónde era, y siendo las cinco de la tarde se pro puso a acom pa ñarme. Por lasre fe ren cias de Nani, con Estela aso ciamos que debía ser el mismo lugar quenos había in di cado aquel chico que sa caba el barro de la zanja en Santa Au -rora. Cru zando la Sarmiento, había dicho también él.

El ba rrio Alsina, si tuado a unas quince cua dras del centro, linda con laSar miento, una ave nida de doble mano, que más que una ave nida tiene el as -pecto de una ruta21. No tiene ve redas, sino grandes cal zadas de tierra, con al -gunos tramos an gostos de ma te rial. Algunos ne go cios grandes, como de re -puestos de autos, ta lleres me cá nicos, la dri llos, pi letas de fibra –esosco mer cios de ruta. Tam bién hay es ta ciones de ser vicio y al gunas re mi se rías.Mu chos ne go cios ce rrados y lo cales aban do nados. En rea lidad, a ex cep cióndel centro, Va rela es un poco así. A lo largo del re co rrido del 148 hay mu -chos gal pones con car teles de “se al quila” y “se vende”. Las ca lles de Va reladan la sen sa ción de que allí había cosas que ya no están más.

Con Estela atra ve samos la Sar miento y ca mi namos al gunas cua dras. Lasca lles em pe zaban a ser de tierra, y las cons truc ciones más pre ca rias. Las tresper sonas a las que pre gun tamos por un co medor su pieron darnos in di ca -ciones, con du cién donos al ca mión aban do nado, que pu dimos di visar al final de una pe queña calle trans versal. Estela pa recía algo ner viosa; según creía,es tá bamos en el ba rrio Villa Mar ga rita. To mamos la ca lle cita y lle gamos alca mión, que es taba es ta cio nado al lado de un portón de rejas, se guido de una pared blanca, con una ins crip ción en pin tura negra: “Tra ba jamos para vivirdig na mente. Tra ba jamos para cam biar la realidad. Construimos la sociedaddel futuro. M.T.R.”.

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21 Aunque la de no mi na ción ac tual es “Ave nida Eva Perón”, con servé la de no mi na ción an -tigua de “Ave nida Sar miento” porque ésa es la que usaban mis in ter lo cu tores en campo.

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Está bamos en un local del Mo vi miento Te resa Ro drí guez, una de las or ga ni za -ciones pi que teras más fuertes de Flo rencio Va rela22.

Aunque el lugar es taba ce rrado, ver esa pared me ge neró mucho alivio.Eran las seis de la tarde. Des pués de un día en que las pers pec tivas ha bíansido tan áridas –el tener que buscar, las pre guntas for zadas e in có modas–pensé que había en con trado, por fin, una punta para em pezar a de so vi llar.Con Estela em pren dimos el ca mino de vuelta, y ya en su casa, me dis puse ajuntar mis cosas para re tornar a Ca pital. Fue en tonces cuando ella me re -cordó que “el chico del video” es taría por llegar con “los pi que teros”. Du -rante la tarde había con se guido ol vi darme de esa even tua lidad. Quería de sa -pa recer, pero a esa al tura era más im propio ha cerlos tras la darse hasta la casade Estela inú til mente, que re ci birlos, y pasar, como fuere, esa si tua ción dean tro pó logo de ba randa23. Y, na tu ral mente, de eso se trató. Pa sadas las seis ymedia to caron a la puerta. El “chico del video” es taba allí, mien tras otro másjoven, de unos 15 años, es pe raba en la ve reda, de bajo del árbol. Estela sepuso a ha blar con “el chico del video”, mien tras se es pe raba que yo me acer -cara a ha blar con Se bas tián, “el pi que tero”. No sabía qué decir, y como siesto fuera poco, em pe zaban a caer las pri meras gotas de lluvia. Agra decí aSe bas tián haber ido hasta ahí, y le dije: Estela está tra tando de ayu darmeporque estoy ha ciendo un tra bajo sobre algunos barrios de Varela, y hoyestuvimos buscando un comedor de piqueteros...

Yo soy pi que tero, dijo él in te rrum pién dome. Torpe pre gunté, ¿Dedónde? Estoy con el MTR, res pondió él. Supe en tonces que aquel local delMTR en que había es tado hacía menos de una hora se lla maba “Ca bildo”,Ca bildo Mayo, dijo Se bas tián. Mi mamá y mi her mana están en ese ca bildo,yo estoy en otro, que queda en La Estrella, cru zando la Sar miento. Entoncesse ofreció a acom pa ñarme a La Estrella algún día, Así co noce a los com pa -

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22 El Mo vi miento Te resa Ro drí guez (MTR, de aquí en ade lante) se funda en 1997, bajo elnombre de Mo vi miento de Tra ba ja dores De so cu pados Te resa Ro drí guez (MTD-Te resa Ro -drí guez), aglu ti nando MTDs de Flo rencio Va rela, Mar del Plata, Hur lingam y San Fran ciscoSo lano. Te resa Ro drí guez murió en la re pre sión a un pi quete en la pro vincia de Neu quén, en1997. Fue el MTD de Flo rencio Va rela el que, ese mismo año, pro movió el primer corte deruta en la zona sur del Gran Buenos Aires, re ci biendo del go bierno pro vin cial casi mil planesde em pleo (cf. De la mata 2004: 21). La agru pa ción MTD-Te resa Ro drí guez se frac ciona en1998 y un sector con forma el MTR (cf. Svampa y Pe reyra 2004: 237 y ss.).

23 En la his toria de la dis ci plina se co noce como tra bajo de campo “de ba randa” a una mo da -lidad de re le va miento de datos ca rac te rís tica del an tro pó logo de ini cios del siglo XX, quienvia jaba y se es ta blecía en el lugar para re co lectar su ma te rial de pri mera mano, pero –y a di -fe rencia del “et nó grafo mo derno”–, lo hacía sin aden trarse en las al deas: el ma te rial era ob -te nido a través de cues tio na rios rea li zados a los “in for mantes” na tivos que eran lle vadoshasta la ba randa o ga lería de la casa en que el propio an tro pó logo se hos pe daba. Sobre eltema véase Guber (2001) y Stocking (1983).

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ñeros más viejos, los que están hace más tiempo, que es tu vieron en larepresión, y todo eso.

Si al prin cipio Se bas tián me había re ci bido re traído, mi rando hacia abajocuando ha blaba, tra tán dome de usted, creo que al final de nuestra breve con -ver sa ción pa recía sen tirse menos in có modo, y tal vez yo tam bién. Nos des -pe dimos cuando la lluvia au men taba y em pe zá bamos a mo jarnos. En el 148de vuelta pen saba sobre aquella si tua ción. En qué tér minos el “chico delvideo” ha bría “bus cado” a Se bas tián y lo ha bría “lle vado” a la casa de Estela; qué pen saría Se bas tián –a quien nunca más vol vería a ver– sobre esa es cena.Re pasé otros eventos del día: había lle gado al ba rrio Villa Mar ga rita, al localde una or ga ni za ción pi que tera, a un ado les cente que, de cla rán dose pi que -tero, se ofrecía a acom pa ñarme a otros lo cales en otros ba rrios. Ba rrios enlos que los planes abundan, los comedores y los movimientos abundan.

Y aunque en mi re co rrido la Sar miento había re pre sen tado un cruce geo -grá fico y so cial, lo cierto es que mi in mer sión en ese uni verso ya había co -men zado en Alsina, a través de Estela y Jorge, y signos como la casa en cons -truc ción, el em pleo do més tico, y la mi gra ción desde el in te rior hacia Ca pitaly Gran Buenos Aires; a través del enigma y la in cer ti dumbre que gi raba al re -dedor de los planes; de la des con fianza hacia mis pre guntas y hacia mi pre -sencia; de los sen tidos que en Alsina cir cu laban acerca de los pi que teros:además de vagos, vivos, vio lentos y vi lleros, la mujer del al macén había dicho queNani era “medio loca”, y Estela que era una “men ti rosa”. Pa sando so la -mente al gunas horas en Alsina, las afir ma ciones de la li te ra tura sobre “ser pi -que tero” como identidad dignificante se tornaban problemáticas.

Además, aún cuando mi re co rrido por Alsina es tuvo sig nado por la ‘au -sen cia’ de pi que teros, mis in ter lo cu tores los co no cían: Jorge se cru zaba conva rios de ellos en el Banco Pro vincia; Estela los co nocía a través de la es -cuela, y co nocía a quienes los co nocen. Ni Estela ni Jorge te nían plan, perosa bían mucho sobre planes, sobre la dis tin ción entre planes con cargas y sincargas, sobre las bajas y sobre el miedo de la gente frente a esa even tua lidad.Estela sabía a quién pre guntar, dónde buscar, porque a ella misma le ha bían“ofre cido un plan para ser pi que tera” –a lo que ella ha bría res pon dido que“ni loca”. Mien tras Estela había re cha zado ese ofre ci miento, Nani pa recíade cep cio nada con los pi que teros por una pro mesa in cum plida –tra bajar enun ta ller de cos tura. Fue a lo largo de mi primer día en Va rela que co mencé aper cibir que formar parte de un mo vi miento pi que tero era una po si bi lidadque se pre sen taba en la vida de las per sonas. Fue tam bién en tonces que co -mencé a pre gun tarme en qué cir cuns tan cias esa po si bi lidad sería con cre tada: ¿En qué cir cuns tan cias Nani se ha bría apro xi mado y dis tan ciado de “los pi -que teros”? ¿Qué ex pec ta tivas es taban en juego? ¿En qué cir cuns tan cias aEstela le ha brían “ofre cido un plan”? ¿Qué sig ni fi caba “ser pi que tera” en ese caso? ¿Qué im pli can cias ten dría ese ofre ci miento? En de fi ni tiva, ¿cómo el

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Ave nida Sar miento

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Ba rrio Villa Mar ga rita.

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estar (y el dejar de estar) en un mo vi miento pi que tero de viene parte delmundo de los posibles de las personas? ¿Qué involucra para ellas estar en unmovimiento? ¿Cómo esa experiencia es vivida?

Fueron estas pre guntas, hil va nadas a partir de las pro pias sor presas queme de paró mi lle gada a Flo rencio Va rela, las que me lle varon a mo di ficar mis planes ori gi na rios, y a su mer girme en ese mundo so cial que día a día se en -ma ra ñaba y me en ma ra ñaba. Fueron estas pre guntas, tam bién, el prisma através del cual la trama de este libro fue cons truida. No pre tendo res pondera todas ellas, sino más bien pre ci sarlas –tal vez des me nu zarlas– et no grá fi ca -mente, y for mu larlas como un punto de par tida po sible para abordar ese fe -nó meno tan controvertido que son los piqueteros.

El fin de mi primer día en Va rela era el inicio del si guiente. Villa Mar ga rita fue el lugar en donde trans cu rrió el tra bajo de campo que en tonces se ini -ciaba. Pasé cuatro se manas –entre enero y fe brero de 2005– yendo al ba rrio,y volví sólo seis meses des pués, du rante dos se manas. Si mi mo lestia con labi blio grafía pa saba por una aten ción ex clu siva a los mo vi mientos, lo ciertoes que –con el portón del MTR y mi ‘in for mante de ba randa’– mi in greso alcampo re pro ducía ese mismo re corte. Mi lle gada a Flo rencio Va rela se habíadado exac ta mente del modo in verso al que pre tendía. El portón del MTRera, en tonces, la en trada a un mundo del que ten dría que salir. Diría que eltra bajo rea li zado hasta el mo mento con sistió en un es fuerzo por ini ciar esedes pla za miento: por pasar del mo vi miento a las per sonas, y de los ca bildos a lascasas. El ca bildo Mayo del MTR fue mi punto de par tida, y un es pacio cen traldel tra bajo, ya que acom pañé buena parte de las ac ti vi dades que allí te níanlugar. Fue ese es pacio el que me po si bi litó co nocer a di versas per sonas, através de las cuales se fue te jiendo una red, que cada día se iba des cen trandomás del MTR, per mi tién dome llegar a otros ba rrios, a un centro de salud, aun centro de ges tión mu ni cipal, a la es cuela pro vin cial, a mi li tantes del pe ro -nismo local, y tam bién a otras or ga ni za ciones pi que teras24.

Dentro de las ca sua li dades y los im pon de ra bles que en cau zaron el tra bajo de campo, mis elec ciones es tu vieron orien tadas a dar cuenta de esa com ple -jidad, atra ve sada por la ge ne ra lidad del plan como medio de vida. Un mundouni forme y mul ti forme, que de aquí en ade lante pretendo desplegar.

III. A modo de advertencia

Res ta pre ve nir al lec tor so bre el es ti lo de re la to que va a en con trar de aquí enmás. La tra ma de los ca pí tu los que si guen está te ji da, bá si ca men te, a par tir de si tua cio nes et no grá fi cas. En el ca pí tu lo I bus co mos trar al gu nos sig nos que

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24 El haber cam biado los nom bres de ba rrios y ca lles me ha im pe dido in cluir un mapa del dis -trito y mos trar mi re co rrido. No obs tante, a lo largo del libro el lector puede vi sua lizar el iti -ne rario de campo con sul tando el cro quis que apa rece en el ca pí tulo II, pá gina 69.

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evi den cian que, una vez tran si ta da esa fron te ra que es la Ave ni da Sar mien to,es ta mos en un mun do de de sem pleo y em pleo pre ca rio en que los pla nes tie -nen una cen tra li dad no ta ble. Ape lo a al gu nos even tos ins pi ra da en la no ciónde con tex to de si tua ción de Ma li nows ki (1930, 1935: 3 y ss., vol. II), bus can -do mos trar que el plan ad quie re sen ti do en la me di da en que sea mos ca pa cesde des cri bir los con tex tos en que es vi vi do. Las si tua cio nes ele gi das para este ca pí tu lo re ve lan al plan como len gua je co lec ti vo, al tiem po que in di can al gu -nas de las vías por las que pue de ser ob te ni do. A tra vés de esas si tua cio neses bo zo, tam bién, al gu nas de las im pli can cias de abor dar a los pi que te ros des deuna mirada descentrada de los movimientos.

En los ca pí tulos II y III la trama de las si tua ciones se com bina con otrore corte, el de al gunas fa mi lias que ocu paron un lugar cen tral du rante mi tra -bajo de campo. Esta es tra tegia de pre sen ta ción res ponde, por un lado, a queen Villa Mar ga rita y otros ba rrios ve cinos los planes de em pleo re sultan ser unre curso agen ciado a través de re la ciones con si de radas fa mi liares; por otrolado, res ponde a un in terés propio en esas re la ciones como una llave pro lí -fica para pensar fe nó menos de la vida so cial que, en prin cipio, se pre sumeque nada tienen que ver con ellas25. Ambos ca pí tulos avanzan sobre al gunascues tiones apun tadas en el ca pí tulo I –los planes como medio de vida ycomo len guaje–, y pre tenden tener una apro xi ma ción más sis te má tica a loque sig ni fica ob tener un plan a través de una vía es pe cí fica: los mo vi mientospi que teros. A partir de la ex pe riencia de al gunos de mis in ter lo cu tores, ex -ploro cuáles son las obli ga ciones y de re chos in vo lu crados al estar en un mo -vi miento pi que tero, en qué cir cuns tan cias las personas se aproximan a él, yde qué forma esa aproximación puede ser vivida.

Espe cí fi ca mente, el ca pí tulo II gira en torno a al gunas si tua ciones vi vidasen el Se guro Pú blico de Salud de Villa Mar ga rita, un pro grama del go bierno pro -vin cial a partir del cual co nocí a va rias fa mi lias em pa ren tadas. El ca pí tulo IIIpre senta un con junto de si tua ciones aso ciadas a la ocu pa ción de un localaban do nado por parte del Mo vi miento Te resa Ro drí guez. El ca pí tulo estádi vi dido en dos partes: la pri mera se centra en uno de los pro ta go nistas másdes ta cados de esa ocu pa ción –la fa milia Aguirre–, in cor po rando rasgos desu pre sente y de su pa sado; la se gunda co loca la mi rada en al gunas si tua -ciones en que gra vitó la toma del local, in cor po rando otras per sonas que in -

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25 Esta mi rada está fuer te mente ins pi rada en al gunos puntos del pro grama de pes quisa delNú cleo de Antro po logía de la Po lí tica, con sede en el Museu Na cional, Uni ver si dade Fe -deral do Rio de Ja neiro (cf. NuAP 1998), y es ti mu lada por di versos en cuen tros del Nú cleo a los que tuve opor tu nidad de asistir. Aún cuando en esta ins tancia mi tra bajo no se pro ponepro ble ma tizar la di ná mica es pe cí fica de las re la ciones fa mi liares –cuáles son las con cep -ciones y formas na tivas de fa milia en juego, con qué cri te rios y en qué con textos al guien escon si de rado “fa mi liar” y “pa riente”–, quiero se ñalar que mi aten ción sobre esos vínculos ysobre es pa cios como la casa, fue guiada, en par ti cular, por los tra bajos de Pal meira (1996),He redia (1996), Mar ques (2003), Borges (2004) y Comerford (2003).

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ter vi nieron en ella. No obs tante, las dos partes están in trín se ca mente li gadas, en la me dida en que la ocu pa ción sólo puede ser en ten dida a través de aque -llos que la lle varon a cabo, al tiempo que esas personas sólo pueden sercaracterizadas si son puestas en acción.

Agrego tres ob ser va ciones en re la ción a la es tra tegia tex tual de todos losca pí tulos. La pri mera re fiere al tra ta miento de la pa labra na tiva. Como habrápo dido no tarse, ella casi no apa rece en mar cada entre co mi llas. Excep tuando al gunos frag mentos de dis curso in di recto –en tre co mi llados– y tér minos na -tivos fuera de con textos es pe cí ficos –que apa recen en cur siva–, a lo largo deeste libro, cuando apelo al dis curso di recto de las per sonas, in tro duzco unama yús cula que in dica que es otro –y no yo– quien enuncia. La elec ción deesta téc nica na rra tiva no res ponde a una mera pre fe rencia esté tica. Fue, enrea lidad, la ma nera que en contré de in te grar la pa labra na tiva en el cuerpo del texto –en lugar de se pa rarla de lo que el in ves ti gador enuncia. Mi in tento por fundir esa pa labra con la mía apunta, por un lado, a se ñalar el ca rácter cons -truido del re lato; un re lato tan cons truido y tan fic ticio como aquel que apelaa la cita de un trecho de en tre vista –mu chas veces pre su miendo el po si ti -vismo de la pa labra ci tada. Por otro lado, par tiendo del su puesto de que elsen tido no está di so ciado de la forma, de que aquello que se dice no puedeser des vin cu lado de lo que se hace, como tam poco de quién dice qué, en quécir cuns tan cias, en frente de quién y para quién, ese re curso na rra tivo me per -mitió tejer una trama et no grá fica en la cual la pa labra busca estar li gada alcon texto de si tua ción en que fue pro du cida. Aunque no he lo grado este pro -pó sito de modo uni forme y total, me pa rece im por tante señalarlo, porque esesta la línea que ha guiado el trabajo de análisis y de construcción delargumento.

Cabe decir algo sobre el es ta tuto de esa pa labra na tiva. A ex cep ción de unen cuentro con el in ten dente de Flo rencio Va rela, en el campo no rea licé en -tre vistas; mi tra bajo con sistió en la ob ser va ción de di versas si tua ciones, y encon ver sa ciones con las per sonas de Villa Mar ga rita y de otros ba rrios ve -cinos. Mis notas eran to madas al final del día, de modo que los diá logos hansido en te ra mente re cons truidos. En el marco de esta re cons truc ción, aclaroque, para pre servar a mis in ter lo cu tores, he ju gado con el tiempo y el es pacio de las si tua ciones. Aún pro cu rando con tem plar quién dice qué, hace qué yen qué cir cuns tan cias, hay per so najes que fueron omi tidos en las si tua cionesque narro; un evento que acon teció en de ter mi nado mo mento puede apa -recer en otro; lo que al guien me dijo en un lugar, puede estar en otro; y unapersona puede condensar características de otras.

Una úl tima ob ser va ción re fiere al ca rácter des crip tivo de la trama et no -grá fica que sigue, lo cual está ín ti ma mente aso ciado a las im pli can cias de lano ción de con texto de si tua ción. Como se ñala Ma li nowski (1935: 17 y ss.),dar sen tido a un tér mino es de fi nirlo a través del aná lisis, y de los múl ti ples

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con textos que lo animan. Ya ade lanté que dar una no ción sobre qué son losplanes en ese mundo es mos trar lo que las per sonas hacen con ellos; mos trarquiénes son esas per sonas es tam bién des cribir lo que hacen; mos trar cómose vive el estar en un mo vi miento pi que tero es poner a las per sonas en ac -ción. En fun ción de esta pers pec tiva, el re lato et no grá fico no es eco nó miconi sin té tico, sino dis pen dioso y ana lí tico. Prin ci pal mente en los ca pí tulos II yIII ese prin cipio ma li nows kiano es lle vado al ex tremo: el lector se en con trará con di versos de ta lles de la vida de las fa mi lias que acom pañé, de ta lles queestán al ser vicio del punto de vista teó rico que in tento de fender, en la me -dida en que restituyen a los movimientos piqueteros en el mundo social delque forman parte.

El ca rácter des crip tivo de la trama tiene que ver, por otro lado, con mipropia in mer sión en un uni verso prác ti ca mente des co no cido. En lo quesigue, el aná lisis se des pliega a me dida que se des ple gaba mi propio co no ci -miento de ese mundo in trin cado de planes y abre via turas. Por eso mi ar gu -mento se va cons tru yendo pro gre si va mente: es a partir de la rein ci dencia desi tua ciones, per sonas y frag mentos de vida, cómo la dis cu sión con ciertossu puestos es ta ble cidos se va edi fi cando. Y por eso tam bién, el ta maño de los ca pí tulos no es uni forme, sino que se va di la tando con el co rrer de las pá -ginas. Me in te resa sub rayar que esos ca pí tulos no son apar tados ce rradosque se agotan en sí mismos, sino que dejan cues tiones sueltas, que son re to -madas a lo largo de los si guientes. Aunque cada ca pí tulo está or ga ni zado enbase a pre guntas es pe cí ficas, nin guno de ellos tiene una es truc tura con clu -siva, ni tam poco un inicio que an ti cipe o re suma lo que irá a venir. Aún conel riesgo de exigir más es fuerzo al lector, he op tado por dejar esa forma de sa -bo to nada, pre ci sa mente porque ella habla de la va ria ción con tinua con queyo misma me de pa raba. El tipo de es cri tura de este libro in tenta ser fiel a esahi bri da ción que era Flo rencio Va rela. De modo que con voco al lector a ar -marse de pa ciencia, si es que está dis puesto a em bar carse en un uni verso quedes dobla su heterogeneidad pausadamente, y en el que algo que parecía seruna cosa, inmediatamente deja de serlo.

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I. El mundo de los planesDes de la es qui na po día oír se el rui do de una sol da do ra. Un hom bre ma ni pu -la ba el apa ra to, en de re zan do el por tón de re jas. Den tro del pa tio, otro hom -bre pi ca ba una de las pa re des la te ra les. Y más aden tro, un ter ce ro ali men ta ba el hor no de ba rro con ma de ras. En la co ci na, dos mu je res la va ban al gu nasollas. De ba jo de la pa rra, sen ta das en si lli tas y ban cos de es cue la, un gru po de seis te jía pren das de cro ché. El ca bil do Mayo ya no era aquel lu gar de so la do del día an te rior. Sólo más tar de sa bría que to das esas ac ti vi da des es tán cui da do -sa men te pau ta das, or ga ni za das en dos tur nos de cua tro ho ras, y que cons ti -tu yen el tra ba jo que, por dis po si ción del go bier no, cada des ti na ta rio estáobli ga do a lle var a cabo como con tra pres ta ción del plan que recibe –en estecaso– a través del MTR.

Atra vesé el primer patio y me pre senté al grupo de mu jeres del te jido. Olga,una de ellas, me dio la bien ve nida. Luego de aso ciarme a los fran ceses, me in -vitó a la “charla” que ha bría ese día –Por unos planes del go bierno para losjó venes, ex plicó–, y se gui da mente, sin que yo pre gun tara nada, llamó a Ana,una mujer unos veinte años menor –calculo que Ana ten dría 35–, que salióde la co cina con una taza de mate co cido y asumió la tarea de mos trarme “loque ha cemos”. Ana dio inicio a un re co rrido sin té tico y re suelto, a la ma nerade una vi sita tu rís tica: me llevó a la guar dería, un cuarto con dos camas y unosar ma rios de co cina, donde se cuida a los chicos de los com pa ñeros; a la pa na -dería, un gran galpón con un horno y pilas de asa deras de pan; al centro de salud, una sala con al gunos es tantes, donde, según ex pli caba, tra bajan com pa ñerosque fueron ca pa ci tados por la Cruz Roja; a otro cuarto, donde se fa brican los ar tículos de lim pieza que los com pa ñeros salen a vender por el ba rrio; a la huerta,ubi cada en el fondo, con plan ta ciones de tu bérculos y ver duras; más alfondo to davía, al ga lli nero, a la bi blio teca, y al de pó sito de mer ca dería –Ana memostró la puerta, y sólo más tarde co no cería ese gran galpón, donde se al ma -cenan pilas de ali mentos que el ca bildo Mayo re cibe del go bierno na cional ypro vin cial, y dis tri buye a los co me dores de todos los demás ca bildos de Va -rela. Allí se al ma cenan, tam bién, los pro ductos que, una vez por mes, el mo -vi miento re parte a cada uno de sus in te grantes. Fi nal mente, sub iendo la es -ca lera de hierro, Ana me mostró la fá brica textil, un gran salón con unas seis osiete má quinas de coser, adquiridas “por un subsidio del gobierno”.

Al ver esa sala re cordé a Nani, la mujer de ca be llera na ranja que el día an -te rior nos había guiado a Estela y a mí en la bús queda del co medor. Comovimos al gunas pá ginas atrás, Nani había dicho que los pi que teros le ha bían pro -

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me tido tra bajar en una fá brica de cos tura. Aunque en el mo mento dijo nosaber el nombre de la or ga ni za ción, más tarde nos in di caría cómo llegar “aun co medor donde hay unos pi que teros”, que acabó siendo el ca bildo Mayo.Al ver la fá brica, su puse que Nani ha bría pa sado por el MTR. Mien tras ella sehabía ido de cep cio nada, porque todo lo del ta ller había que dado “en lanada”, mien tras a Estela le ha bían “ofre cido un plan para ser pi que tera”, yella no lo había acep tado, la ex pe riencia de Ana pa recía bien di fe rente: Ellosme ayu daron mucho, yo no tenía nada y me ayu daron mucho, me dijo Anacuando nos sentamos a tomar un mate debajo de la parra.

Ana lleva casi dos años en el mo vi miento. Suele ir todos los días al ca bildoMayo, en ge neral acom pa ñada por los tres más chicos de sus cinco hijos: a lama ñana a cuidar la bi blio teca, y a la tarde a pre parar la copa de leche que el ca bildosirve a los del turno tarde. Desde que la co nocí, a Ana podía vér sela preo cu -pada por con se guir tra bajo. Tiene que ser por agencia –dijo esa misma ma ñanaa otra com pa ñera del ca bildo que le había pre gun tado cómo an daba la bús -queda–, porque por agencia pre sentás las re fe ren cias y listo. Ayer pre sentélas re fe ren cias de la casa donde tra bajé doce años, y bueno, vamos a ver.

Como Estela, y como la ma yoría de las mu jeres que co nocí en Va rela,Ana tra ba jaba en el ser vicio do més tico. En los úl timos años sólo había con -se guido changas, a pesar de que lo que ella bus caba era “algo es table”. La úl -tima había sido seis meses atrás, En la casa de una se ñora en Ca pital. Ese locon seguí por agencia, el pro blema es que era con cama, y Lucas tenía unmes. Cuando me salió yo fui, pero no duré ni una noche. Lle garon las ocho ypensé, ‘Yo no puedo dejar al bebé solo’. Encima se apa reció la hija de la se -ñora, con su beba, y le em pezó a dar la teta. Ahí dije, ‘No, yo me voy’. La se -ñora me decía, ‘Pero Ana, que date, si tra bajás tan bien’. Yo le decía queaunque fuera en Ca pital, no tenía pro blema de irme a las diez de la noche,pero que me de jara dormir en mi casa. Pero ella dijo que tenía que ser concama. Ella ya tenía otras dos em pleadas con cama, la verdad es que no sépara qué precisaba más.

El día de mi vi sita guiada por Mayo, Ana an daba con los cla si fi cados deldiario bajo el brazo. Cuando nos sen tamos en el patio, dijo estar preo cu padaporque en breve em pe za rían las clases de los chicos, y ten dría que com prarútiles y za pa ti llas. Además, dijo que si no tra ba jaba “se abu rría”: No sé, escomo que me deprimo.

Nuestra con ver sa ción se in te rrumpió con el lla mado de Olga, quien nosanunció que era la hora de partir para “la charla por los planes para jó venes”,que ten dría lugar en un ca bildo de un ba rrio ve cino, el ba rrio Villa Sal cedo,ubi cado a unas vein ti cinco cua dras de donde es tá bamos. Sa limos de MayoOlga, Ana, dos chicos de unos 14 años, y yo. Ca mi namos dos cua dras por lamisma calle del ca bildo, y nos de tu vimos un mo mento en la casa de Ana, quetenía que buscar la ban deja de ros quitas que había co ci nado esa ma ñana para

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Fá brica de cos tura, Ca bildo Mayo.

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Pre pa rando la copa de leche, Ca bildo Mayo.

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vender en la reu nión de Villa Sal cedo. Las mismas ros quitas que Ana solíavender en el ca bildo Mayo cuando había algún evento im por tante; las mismasque solía vender, tam bién, du rante las mar chas.

To mamos la gran Ave nida 1º de Abril que es taba siendo as fal tada, y con -taba al mo mento con tres cua dras de pa vi mento. Olga co mentó que ese añoel des file de car naval se haría allí. Donde aca baba el as falto había va rias má -quinas es ta cio nadas, y un grupo de obreros ha ciendo me di ciones. Co men -zaban las cua dras de tierra ni ve lada; y a lo lejos po dían verse dos apla na doras fun cio nando. En algún mo mento do blamos a la iz quierda, por una calle detierra más an gosta. Vol vimos a do blar, y nos fuimos in ter nado en ca lles máspre ca rias. El es ce nario me re sul taba muy di fe rente del que había tran si tadoel día an te rior. Y me cos taba con cen trar mi aten ción en las con ver sa cionesde Olga y de Ana –que me ex pli caban el porqué de los nom bres pa trios delos dis tintos ca bildos, y el porqué los ca bildos se lla maban ca bildos. Pen saba, encambio, que cada vez había más barro, menos ár boles y menos som bras.Que las casas iban siendo más frá giles: pa redes de la drillo a medio acabar,pa redes mon tadas con pe dazos de ma deras, te chos de chapa, al gunas ca si llas de ma dera y cartón. En va rias es quinas había mon tículos de tierra y ba sura.En otros tramos, las ca lles se des di bu jaban. Se tra taba, más bien, de grandesex ten siones de tierra, con ca si llas ro deadas de alam brados im pro vi sados.Además de esas ca si llas, cada te rreno con taba con otros ob jetos: mue bles ala intemperie, bolsas, cartones, casillas más chicas en el fondo, tanques delata y piletas pelopincho.

El ca mino se volvía zig za gueante por las partes de barro y los pozos a sersor teados. Olga tenía di fi cultad para se guir la ve lo cidad de los chicos. Che vos, ¿se guro que sabés el ca mino?, pre guntó algo ner viosa a uno de ellos. Sí, ya ledije que sí, doña, por acá por el asen ta miento es más rá pido, res pondió elchico. Entonces yo le pre gunté en qué ba rrio es tá bamos, y él me co rrigió: Este es un asen ta miento, el Asen ta miento 7 de No viembre. Des pués de un rato, las ca lles fueron de li neán dose nue va mente, las casas de ma te rial rea pa re ciendo, yvol vimos a pisar as falto. Está bamos, según dijo uno de los chicos, en “la prin -cipal” del ba rrio Las Ca ni llas. En com pa ra ción al asen ta miento, se tra taba de una zona más tran si tada, con al gunos quioscos, una iglesia, al gunos co me dores co -mu ni ta rios, y car teles de “pa na dería” o “pan” en va rias casas.

En un sen tido, po dría de cirse que la di fe rencia entre ba rrio y asen ta miento es de ca rácter tem poral. Los hoy lla mados ba rrios co men zaron como asen ta -mientos, es decir, como tomas de te rrenos –fis cales o pri vados– lo teados porlos pro pios ocu pantes. En el caso de Villa Mar ga rita –como en buena partede la pro vincia de Buenos Aires– esas tomas datan de los pri meros años de la dé cada del 801. Mu chas de las per sonas, de entre 40 y 60 años que co nocí du -

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1 Uno de los casos mejor do cu men tados de tomas de tie rras du rante la dé cada del 80 es el delpar tido de La Ma tanza (Mer klen 1991). Otros tra bajos (Aris tá zabal e Iza guirre 1988; Fara

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rante mi tra bajo, con taron haber lle gado a los ba rrios cuando “no habíanada”, cuando “todo se inun daba”, cuando “esto era tierra de nadie”. Hoyba rrio, Villa Mar ga rita cuenta con tra zado de ca lles, casas de ma te rial, alam -brado entre lote y lote, y sis tema de agua co rriente. Los asen ta mientos –quellevan el nombre de la fecha en que se ini ciaron las ocu pa ciones, y que en ge -neral tienen entre uno y seis años de an ti güedad– ca recen de esa in fraes truc -tura. La casa a medio hacer, junto a un con junto de ca si llas pro vi so rias, cons -ti tuye una fo to grafía pa ra dig má tica del asen ta miento. Son estas con di cionesde vida aquello que para los mo ra dores de los ba rrios hace de los asen ta -mientos vi llas. Es cu rioso que para mí dis taran de serlo. Acos tum brada a lasvi llas de pa sillo de Ca pital, el asen ta miento, con casas se pa radas por am plioste rrenos, se me apa recía como un ba rrio. Los lotes, como va rios me in di ca -rían más tarde, son de treinta por diez me tros. En ge neral, ni los te rrenos delos asen ta mientos, ni los te rrenos de ba rrios como Villa Mar ga rita, Las Ca ni -llas o Villa Salcedo, tienen título de propiedad. Un bien preciado que, segúnalgunos, Dicen que está por salir.

*

Avan zando recto por la prin cipal de Las Ca ni llas, lle gamos a Villa Sal cedo,y al ca bildo donde se rea li zaría la charla. Un te rreno con una casa de ma te rial, yun alero de chapa que pro tegía del sol a buena parte del patio. Allí había unamesa rec tan gular de ma dera, ro deada de bancos, si llas y ban quitos, quereunía a unas cin cuenta per sonas. Grandes y chicos, hom bres y mu jeres, al -gunos sen tados y otros de pie, es cu chando a la mujer de ca be llos cas tañosque ha blaba desde el centro de la mesa, es for zán dose para elevar el tono devoz. La charla, en tonces, había co men zado. La mujer, de unos 30 años, lla -mada Claudia, lle vaba el sím bolo dis tin tivo del MTR –un pa ñuelo ce lesteatado al cuello–, y decía al pú blico pre sente, Lo que yo quiero que quedeclaro es que las becas no están, lo único que hay es la po si bi lidad de pre sentar un pro yecto de ta lleres para los chicos, y ahí el go bierno va a dar las becas.Hizo una pausa, y miró las caras que la es cu chaban en si lencio. Ahora –con -tinuó–, los pro yectos no los vamos a hacer no so tros, los tienen que hacer us -

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1985; Cra vino 1998) tratan casos del sur del Gran Buenos Aires, cen trán dose en tomas ma -sivas como las de Quilmes y Almi rante Brown. Como se ñalan todos estos au tores, lastomas de tie rras se en marcan en un pro ceso de co rrientes mi gra to rias hacia el Gran BuenosAires, pro ve nientes de las pro vin cias del in te rior del país, de al gunos países li mí trofes, y dela ciudad de Buenos Aires, donde la dic ta dura mi litar (1976-1983) es taba eje cu tando el“Plan de Erra di ca ción de Vi llas”. Cabe se ñalar que, en el marco de este pro ceso, el se gundocordón del Gran Buenos Aires es el área que asiste al mayor cre ci miento po bla cional.Dentro de ese cordón, Flo rencio Va rela ocupa el se gundo lugar: des pués de Mo reno (conun cre ci miento del 47,6%) Flo rencio Va rela asiste al 46,7 %, lo cual sig ni fica que el mu ni -cipio pasó, entre 1980 y 1991, de 173.452 a 254.514 ha bi tantes (cf. Mo rano, Lo ren zetti yParra 2002: 24-36).

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tedes, son us tedes, los pa dres y los chicos, los que tienen que pensar qué es lo que quieren hacer ¿Se en tiende lo que estoy diciendo?, preguntó haciendouna nueva pausa.

El si lencio pa recía in te rrum pirse por un bu llicio, al gunos co men ta riospor lo bajo, mo vi mientos, sus piros, gestos de ma lestar. Alguien mur muró amedia voz, Es que en la otra reu nión se había dicho que iba a haber becas...Entonces una mujer que es taba de pie, asintió con la ca beza, y con voz bienalta dijo: Por eso yo vine acá, por eso vi nimos mu chos de los que es tamosacá. Yo no soy del mo vi miento, pero yo quiero que los chicos dejen de estaren la calle y hagan cosas. Agi tada, y ele vando más el tono de voz, pro si guió,Acá hay mucha gente que no es del mo vi miento, o que es de otros mo vi -mientos, y que vino porque se dijo que es taban las becas. Ahora –dijo in ter -pe lando a Claudia–, lo que yo te pre gunto a vos es qué le digo a mi nene, queestá en tu sias mado y piensa que va a tener beca, ¿qué es lo que yo le digo a mihijo?

El aire se había es pe sado. Claudia trató de apa ci guar los ánimos, se ña -lando que, evi den te mente, había ha bido un ma len ten dido: ¿Cuál es sunombre se ñora?, pre guntó. Gloria, res pondió la mujer. Bueno Gloria, a loschicos hay que de cirles la verdad. Becas hay, pero para con se guirlas te nemos que pre sentar pro yectos de talleres.

Gloria –esa mujer de pre sencia im po nente que me había lla mado la aten -ción desde el inicio– es cu chaba a Claudia con una mi rada gla cial, fu mandoun ci ga rrillo tras otro. Si le ha bían pre gun tado su nombre, no era tanto porsu ano ni mato, como por el des co no ci miento de Claudia, que no era de VillaMar ga rita, ni de Villa Sal cedo, sino de Ge neral Vega, una lo ca lidad de Flo -rencio Va rela más dis tante. Como advertiría en poco tiempo, para el resto de los que es taban allí, y prin ci pal mente para la gente de Villa Mar ga rita, Gloriaera al guien bien co no cido.

Así que los que quieren, yo les de vuelvo toda la do cu men ta ción ahora,porque esto ahora no se pre cisa, dijo Claudia re fi rién dose a la pila de fo to co -pias de DNI que había sobre la mesa. Una pila que había ido cre ciendo mien -tras Claudia ha blaba: al gunos se ha bían acer cado a la mesa a dejar su pa pe -lito; otros lo ha bían con ser vado en la mano, es pe rando el final de la charlapara en tre garlo. Lo cierto es que me en con traba, por pri mera vez, con unsigno re dun dante en mis vi sitas a Va rela. Va rias veces vol vería a ver esas“pri mera y se gunda hoja” del DNI fo to co piadas, el prin cipal do cu mento aser pre sen tado para poder ser be ne fi ciario de los di versos planes de empleootorgados por el gobierno.

Claudia pre guntó si al guien tenía al guna duda, y se hizo un nuevo si lencio. Gloria en cendía otro ci ga rrillo. A lo lejos podía es cu charse un chorro deagua re bo tando contra un balde: era Ana, del ca bildo Mayo, car gando unos bi -dones de plás tico de la ca nilla que es taba en una de las es quinas del patio, Es

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que el agua de Villa Mar ga rita no se puede tomar, la de este ba rrio está máslimpia porque los pozos están más abajo, me ex pli caría más tarde. Claudiavolvió a pre guntar si había dudas, y una mujer in ter vino tí mi da mente, ha -blando a media voz: Yo quería saber si el pro yecto afecta el plan, porque nosdi jeron que si ano tá bamos a los chicos en las becas, en tonces nos iban asacar el plan. Claudia no llegó a res ponder porque en ese mismo mo mentouna chica atra vesó vio len ta mente el grupo de gente que es taba de pie, seacercó al centro, y, de jando sobre la mesa una nueva pila de fo to co pias yotras pla ni llas que lle vaba en mano, dijo, Yo vengo a decirles que acá dejotodo y me voy.

Su de cla ra ción ge neró una mudez ge ne ra li zada. Y en tonces la joven sema ni festó di ciendo que había sido “ame na zada por un com pa ñero del ca -bildo Mayo”: Me dijo que si a él le sa caban el plan por mi culpa me ca gaba apalos ¿Cómo?, ex clamó Claudia. La joven se ex plicó mejor: Porque la genteque yo anoté a las becas de los chicos me pre guntó sobre el plan, y yo dijeque capaz le sa caban el plan por tener la beca, y ahí me amenazaron.

El al bo roto fue es tre pi toso. Claudia in tentó poner orden, ro gando si -lencio y pi diendo a las per sonas que se que daran tran quilas: Los que tienenplan –ex plicó con voz es for zada– no pueden tener la beca, pero sí los hijosque no tienen plan. Por ejemplo, yo tengo plan con cargas. Mi hija, comotiene 12 años, no tiene. Entonces ella sí puede re cibir beca. Ahora, los chicos ma yores de 16 que tienen plan no pueden re cibir beca ¿Se entiende?

Y de nuevo el si lencio. En aquel mo mento, la res puesta de Claudia me re -sultó eso té rica. ¿Por qué ha bría in com pa ti bi lidad entre el plan –de losadultos– y las becas –de los chicos? Entonces re cordé los co men ta rios deEstela, du rante mi primer día en Va rela, sobre las bajas que ha bían dado enlos planes por irre gu la ri dades en las cargas. Para los planes con cargas, el des ti -na tario debe pre sentar no sólo la fo to copia de su DNI, sino la del DNI desus hijos me nores de 18 años –lo cual cer ti fica que, efec ti va mente, tienecargas. Tal vez de allí, en tonces, el temor por la dis cre pancia del plan con lasbecas: mu chos de los que es taban en esa reu nión ya ha bían dado el do cu -mento de sus hijos, en ca rácter de carga fa mi liar, para la obtención del plan.

Como fuese, la sola in quietud de aquella mujer que pre guntó si “el pro -yecto afec taba el plan”, me había lla mado la aten ción. Algo sig ni fi ca tivotenía que estar en juego para que esa mujer se de ci diera a ha blar frente atodos, a pesar de la fa tiga evi dente que eso le pro ducía. Junto a su duda,aquella joven irrumpía im pe tuo sa mente, de nun ciando haber sido ame na -zada por un com pa ñero que creía que, por haber ano tado a su hijo en las becas,su propio plan podía ser dado de baja. La si tua ción re ve laba una preo cu pa cióny un temor com par tidos por la even tual pér dida del plan. Al igual que en misca mi natas por Alsina y por Santa Au rora du rante el día an te rior, en la reu -nión de Villa Sal cedo el plan apa recía como un bien va lo rado que podía co -

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rrer pe ligro y debía ser pro te gido. Aún más, apa recía como un len guaje co -lec tivo, ma ne jado y en ten dido por todos. Ano tarse en el plan, es pe rarlo, re ci birlo,co brarlo, darlo de baja, per derlo, eran signos de ese len guaje, como también loeran las fotocopias, las planillas y las firmas.

Re cor demos que cuando aquella ma ñana en el ca bildo Mayo Olga me con -vocó a la reu nión, había dicho que era “por los planes para jó venes”. Y re -sultó que no eran planes, sino becas. Po demos pensar que se trató de una con -fu sión de tér minos –y de allí las sos pe chas de in com pa ti bi lidad entre ambos.Pero po demos pensar, tam bién, que más que una con fu sión, lo que es tabaen juego era el uso del plan como un signo ge neral, capaz de re ferir a toda una serie de re cursos que el go bierno da.

Inde pen dien te mente de los sig ni fi cados que pu diera tener para cada unode los pre sentes en la reu nión, el plan ope raba como len guaje com par tido,per mi tiendo la co mu ni ca ción a un con junto de per sonas di verso y he te ro -géneo. Digo esto porque allí pude co nocer gente como José Luis, un quios -quero de Villa Sal cedo que no tenía plan al guno ni era del mo vi miento peroque, según me dijo, siempre que podía daba una mano. José Luis había ano -tado a sus dos hijos de 15 y 17 años en las becas. Fueron ellos los que, mástarde, se ofre ce rían como vo lun ta rios para ir a buscar los for mu la rios de lospro yectos al Mi nis terio de De sa rrollo So cial en Ca pital. En la reu nión tam -bién tuve opor tu nidad de co nocer a Enrique, un chico de 25 años que es taba par ti cu lar mente in te re sado en los ta lleres de com pu ta ción. Enrique vivía enVilla Mar ga rita, con su mujer y su hija de 2 años. Cuando lo echaron de lapiz zería donde tra ba jaba, fue in dem ni zado con 2000 pesos. Entonces secompró el te rreno –que “era puro pasto”–, compró un equipo de mú sica,arregló su moto, em pezó a cons truir su casa, y se quedó “sin nada”. No con -se guía la buro –me dijo Enrique cuando la reu nión de Villa Sal cedo es tabater mi nando–, y ahí fui al ca bildo Mayo. Estuve va rios meses es pe rando elplan, pero no salió. Igual, los de Mayo me ayudaron mucho, por eso vengoahora.

Como Ana, Enrique se sentía li gado a quienes en mo mentos di fí ciles ha -bían sa bido ayu darlo. Mien tras me ha blaba, pei naba su pelo largo hasta la cin -tura, y lo su je taba con una go mita. El pro blema de los de Mayo es que ellospe lean por los 150 pesos, pero eso no al canza para pro gresar, me dijoEnrique. Una mujer del ca bildo de Villa Sal cedo que lo es cu chaba ha blar con -migo in ter vino algo cons ter nada: ¡Pero cómo! Ahora es tamos lu chando porlos 300 pesos. Las cosas son así, hay que lu charla, nadie te va a re galar nada.Sí –res pondió Enrique–, ya sé, pero esto para mí no es de fi ni tivo, esto es unpa sa tiempo2, us tedes se van a morir acá, y yo no quiero eso.

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2 Enrique re pitió esta pa labra un par de veces. Me dio la sen sa ción de que la usaba no en elsen tido de “en tre te ni miento”, sino para in dicar que su re la ción con el mo vi miento era algo

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Fue en tonces cuando Enrique se apartó, tal vez al per cibir que sus co -men ta rios eran algo im per ti nentes y ha bían aca bado por es can da lizar a su in -ter lo cu tora. Pero más tarde se acer caría a mí, re to mando el asunto:¿Entendés lo que te digo? Yo tengo una hija, yo quiero que mi hija pro grese.Yo les digo a los de Mayo: ‘Ustedes, loco, se van a quedar acá, y yo no, yo soy dis tinto’. Ellos dicen que están acá para... Enrique dejó de ha blar. Se frotó lafrente, como quien busca algo en la me moria, y me dijo que no re cor daba “el nombre”. Des pués de unos se gundos re tomó: Ah, sí, que están acá para el‘cambio so cial’. Y yo me pre gunto, ¿qué es el ‘cambio so cial’? ¿Estarganando 150 pesos?

“Tra bajo, dig nidad y cambio so cial” es la con signa del Mo vi miento Te -resa Ro drí guez. Y Enrique pa recía in ter pre tarla a su modo: para él, cambio so -cial era poder pa garle los es tu dios a su hija, era poder ter minar la casa, erame jorar sus con di ciones de vida. Re cuerdo que me sor prendió la ex te rio -ridad en re la ción al mo vi miento con que se plan taba este chico preo cu padopor el “pro greso”. Y que no supe muy bien cómo in ter pretar sus pa la bras.Por un lado, su in sis tencia en ha blar con migo, y en acla rarme que él era “dis -tinto”, pa recía tener que ver con mi propia pre sencia: mujer, de su edad, deBuenos Aires, ciudad de la que Enrique ha blaba con en canto y ad mi ra ción.Al mismo tiempo, se no taba que la par ti ci pa ción de Enrique era la de una es -pecie de out sider. Cuando, en esa misma reu nión, Claudia anunció que el mo -vi miento había pen sado “tomar un local aban do nado” en el ba rrio Las Ca ni -llas, para ins talar un centro cul tural en donde fun cio na rían los ta lleres paralos chicos y jó venes, Enrique fue el único de los pre sentes que su girió es -perar a la li be ra ción de las becas: ¿Por qué no es pe ramos a que lle guen lasbecas, y ahí, si llegan, to mamos el lugar? A lo que Claudia res pondió que erane ce sario con cretar la toma, para que el go bierno viera que ya había un es -pacio donde fun cio naban los talleres de los beneficiarios: Así –dijo–, lasbecas van a salir más rápido.

A pesar de no verse de ma siado con ven cido con la res puesta de Claudia, al día si guiente a media ma ñana Enrique se pre sentó en el local a ser to mado.Pero su forma de par ti cipar en la toma era la de al guien que, es tando allí, per -ma necía afuera; Enrique ayu daba en la lim pieza, sí, pero tam bién cui daba noen su ciarse. No comió el guiso del al muerzo, no se sentó en el suelo, y se fuepa sado el me diodía. Por sobre todo, para Enrique el mo vi miento era algoque es taba a punto de per te necer al pa sado: Pa rece que con seguí tra bajo, medijo aquel día. Nunca más volví a verlo. En una reu nión del ca bildo Mayo al -guien dijo que lo ha bían con tra tado en una piz zería en Quilmes, pero queeso no im por taba, porque nadie pre ci saba de al guien que dice estar en elmovimiento “por hobby”.

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cir cuns tan cial. Sin em bargo, no fue así como la in ter pretó la mujer, y como tras cendió al ca -bildo Mayo.

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Si en la reu nión de Villa Sal cedo había gente sin plan –como Enrique,como el quios quero–, tam bién era claro que no todos los que allí te nían planlo ha bían ob te nido a través del MTR. Eran los “pa dres” y “ve cinos” a losque Claudia in ter pe laba, pi diendo co la bo ra ción en el ar mado de los pro -yectos: Los pro yectos los tienen que armar us tedes. No los voy a armar yo niel mo vi miento, re petía Claudia, una y otra vez. Porque capaz que yo armo un pro yecto de car pin tería o de mú sica, y no tiene nada que ver con lo que us -tedes quieren ¿Y así de qué sirve?

La propia Gloria había dicho pú bli ca mente que allí había gente que no era del mo vi miento, o que in clu sive era de otros. Más tarde, con ver sando con -migo, Gloria dijo tener plan. ¿Por algún mo vi miento?, pre gunté. No, por unpo lí tico, res pondió ella. Mien tras tanto, su ma rido –que había asis tido a unareu nión an te rior or ga ni zada por el MTR, a la que había lle vado los pa peles para anotar a los chicos– no tenía plan. Porque dice que eso es para vagos –me dijo Gloria–, así que cuando le salen hace algunas changas.

Sen tada junto a Gloria, y ro deada de seis de sus siete hijos, Le ticia –queno debía pasar los 30 años– tam bién había es tado es cu chando aten ta mentelas no ti cias sobre las becas. Algunos días des pués, con ver sando en el localto mado, supe que Le ticia y Gloria eran co ma dres. Ahora Gloria está cui dandoa mi nene mayor –me dijo Le ticia–, que tiene 17. Se lo dio el juz gado, porqueél es tuvo en mala junta, viste, y Gloria lo tiene cor tito, tra ba jando en la pa na -dería. Cuando le pre gunté a Le ticia por el tiempo que lle vaba en el mo vi -miento, ella res pondió, No, yo tengo plan de la UGL, vine acá porque anotéa los chicos a lo de las becas.

“UGL” iba a ser una de las si glas que más es cu charía du rante mis vi sitas aVa rela. En una opor tu nidad, un fun cio nario mu ni cipal me ex plicó que UGLera la abre via tura de “Unidad de Ges tión Local”, uni dades que, en mar cadasen el pro grama mu ni cipal de “Ges tión Par ti ci pa tiva”3, están dis tri buidas endi fe rentes ba rrios, y son con for madas por los re pre sen tantes de cada ins ti tu -ción ba rrial: es cuela, So ciedad de Fo mento, Centro de Salud, Club So cial,Iglesia. Son como pe queñas sedes de la mu ni ci pa lidad que apuntan a me -jorar la co mu ni ca ción entre el in ten dente y la co mu nidad, me ex plicó el fun -cio nario aquella vez. Mien tras tanto, la gente de Villa Mar ga rita, Villa Sal -cedo y otros ba rrios, solía de finir UGL en otros tér minos. Cuando en lareu nión por las becas le pre gunté a Le ticia qué era UGL, ella me res pondió,Son los planes que da el go bierno. Del mismo modo que mu chos otros meres pon de rían, Son los planes que da la mu ni ci pa lidad. Una aso cia ción –entre UGL y planes– que se co rres ponde con el hecho de que la gran ex pan sión de

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3 Sobre las UGL y el mo delo de ges tión par ti ci pa tiva en Flo rencio Va rela véase Sca glia yWoods (2000); Fe rraudi Curto (2005). Sobre un pro ceso si milar en otros mu ni ci pios delGran Buenos Aires, véase Fre deric (2003).

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las UGL se da hacia el año 2002, cuando, por dis po si ción del go bierno na -cional, los mu ni ci pios pa saron a ser el canal dis tri bu tivo del re cién creadoPlan Jefas y Jefes de Hogar De so cu pados (JJDH), el plan de em pleo que ad -quirió una mag nitud des co no cida hasta en tonces4. Fueron las UGL los or ga -nismos en car gados de eje cutar dicho Plan en Flo rencio Va rela, em pa dro -nando des ti na ta rios, es ta ble ciendo los cri te rios para la prio ridad en laasig na ción –entre ellos, la cantidad de hijos–, y organizando lacontraprestación de cuatro horas diarias que corresponde a cadabeneficiario.

A Le ticia, por ejemplo, en ca lidad de con tra pres ta ción por su plan de laUGL, le co rres ponde tra bajar en una quinta mu ni cipal. Voy todos los días–me dijo– de siete a diez de la ma ñana. Ten dríamos que ser diez per sonas,pero siempre vamos los mismos tres, porque la coor di na dora les pone pre -sente igual. Más tarde sa bría que Le ticia siempre había sido ama de casa: Meanoté en el plan cuando mi ma rido se quedó sin tra bajo. Él tra ba jaba en lacons truc ción, y ahora va ha ciendo unas changas en eso cada tanto, y tam bién está en el plan. Y era pre ci sa mente por eso que Le ticia es taba preo cu pada:Los dos te nemos el Jefas y Jefes, y ahora dieron mu chas bajas a los planesque están con la misma carga. Me di jeron que me anote acá con los pi que -teros, porque ahí me pueden dar un plan dis tinto, pero a mí no me gusta esode mar char, eso de andar en la calle no me gusta.

Fue sobre el final de la reu nión en Villa Sal cedo que Claudia anunció laini cia tiva de tomar el local aban do nado en Las Ca ni llas. Para que los ta lleresya tengan un lugar donde fun cionar y las becas salgan más rá pido, ex plicó.La toma se lle varía a cabo en la ma ñana si guiente, Pero lo que ne ce si tamos es saber si vamos a contar con la ayuda de los pa dres, porque si no te nemos elapoyo, no vamos a tomar el lugar. Una vez más, la reu nión quedó en si gilo.Enrique pre guntó en qué con sistía la toma. Claudia ex plicó que la idea eraestar allá a las siete de la ma ñana, Hay que llevar palas y ras tri llos para lim -piar, porque el local está muy sucio. Ahí va a apa recer la po licía, pero sólopara re gis trar el hecho. Si no apa rece el pro pie tario, nos que damos. Si apa -rece, in ten tamos ne go ciar con él, di cién dole, ‘Mire señor, este es un lugaraban do nado hace años, acá se juntan cho rros, hubo va rios in tentos de vio la -ción, no so tros que remos armar un centro cul tural para los chicos del ba rrio’.

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4 Creado en abril de 2002, bajo la ges tión del go bierno pro vi sional de Eduardo Duhalde y enel marco de la de cla ra ción de “Emer gencia Ocu pa cional Na cional”, el “Plan Jefas y Jefes de Hogar De so cu pados” (JJDH) es un plan con carga fa mi liar. Como ya ade lanté, esto quieredecir que, para ob te nerlo, el be ne fi ciario debe acre ditar no sólo su con di ción de de so cu -pado, sino tam bién de jefe o jefa de hogar, con al menos un hijo menor de 18 años a cargo.En el año 2003 el plan JJDH llegó a contar con dos mi llones de be ne fi cia rios. Dos añosdes pués la cifra se re dujo a un mi llón y medio (cf. Mi nis terio de Tra bajo, Empleo y Se gu -ridad So cial 2003, y www.tra bajo.gov.ar, 22 de Junio de 2005).

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Claudia hizo hin capié en que era im por tante la co la bo ra ción de los pa dres,Porque no es justo que no so tros ha gamos el tra bajo y des pués todos usen ellocal. Claro que lo pueden usar todos –aclaró inmediatamente–, pero todostenemos que luchar.

Y nue va mente el si lencio. Zoila, una mujer de unos 50 años que es tabasen tada en uno de los bancos, justo en frente de Claudia, dijo en voz casiinau dible que lo que era bueno para los chicos ella lo apo yaba. Al día si -guiente, se pre sen taría en el local to mado, lle vando para la me rienda el pande chi cha rrón que ella misma fa brica en su casa. Es que además de su plan dela UGL, Zoila tiene una pa na dería, que tuve opor tu nidad de co nocer al -gunos días des pués de la reu nión. Anun ciada por un cartel de cartón en la es -quina, el mos trador está si tuado en la parte del frente de la casa, que quedaen Villa Mar ga rita, a la vuelta de donde vive Gloria –de quien Zoila, comoLe ticia, tam bién es amiga. La casa de Zoila es una casa de ma te rial bien ter -mi nada, que ella misma fue le van tando a lo largo de veinte años, cuandosalió del Chaco y se es ta bleció en Va rela. Tiene un jardín con pasto cui dado y una pe lo pincho im po nente. Allí vive con su hija ado les cente, La que estáano tada en las becas. Tam bién allí Zoila cuida, todas las no ches, a su nieta de2 años, porque desde hace un mes su hija mayor con si guió tra bajo en eltercer turno de una fábrica de paraguas.

Quiero saber quién está de acuerdo, con quiénes con tamos para la tomadel local, re pitió Claudia, y unos se gundos des pués fue más ra dical: Le vanten la mano los que están de acuerdo, dijo. Re traídas, se le van taron al gunasmanos. Entonces Gloria volvió a ma ni fes tarse: Yo no voy a ir a la toma, dijoter mi nante. Puedo ayu darlos en otras cosas, pero yo a la toma no voy, nillevo a mis chicos. Además –agregó, di ri gién dose a Claudia–, yo te quierodecir algo. Yo no fui a la pri mera reu nión de las becas. Fue el padre de mischicos. Y yo vine hoy porque él no podía venir. Él me contó que en la reu -nión se habló de tomar el SUM. Y yo les sigo, yo tra bajo en el SUM. Si us -tedes pre sentan al SUM una carta, el SUM les da el es pacio, pero tomándolono...

Entonces, los mur mu llos apa re cieron nue va mente. El SUM (Salón deUsos Múl ti ples) es un es pacio que de pende de la mu ni ci pa lidad de Va rela,creado por el in ten dente, para fun cionar como un centro cul tural ba rrial.Actual mente, en el SUM de Villa Mar ga rita fun cionan di versas ac ti vi dades:cursos de al fa be ti za ción y es cuela noc turna para adultos; ta lleres de ma nua li -dades para los be ne fi cia rios del plan Jefas y Jefes; tres veces por se mana, uncentro de salud de un pro grama del go bierno pro vin cial. Y es Gloria quien,día a día, se en carga per so nal mente de la aper tura y cierre del local. Su acu sa -ción en la reu nión le vantó va rias dis cu siones. Claudia res pondió que el mo -vi miento nunca to maba ins ti tu ciones pú blicas: Como son del go bierno, y elgo bierno nunca nos da nada, to mamos lu gares aban do nados, como fue este

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ca bildo, como fue el caso del ca bildo Mayo, y de todos los ca bildos. Algunosde los que es taban en la reu nión di jeron haber es tado en esa pri mera con vo -ca toria a la que se re fería Gloria, y ase gu raban que no se había men cio nado al SUM. Otros de cían que sí, pero que nunca se había ha blado de to marlo.Creo que te in for maron mal, dijo al guien a Gloria en tono algo sar cás tico,mien tras ella se ponía cada vez más seria: Yo les digo –repitió–, nosotros elSUM se los cedemos para los talleres, pero tomarlo no.

Claudia in tentó con tem po rizar, re co no ciendo a Gloria el haber par ti ci -pado: Te agra dezco que te hayas ani mado a ha blar, porque es im por tante ha -blar para toda la gente. Mien tras tanto, los ru mores con ti nuaban, y parte delas per sonas co men zaba a dis per sarse. Le ticia tra taba de juntar a sus hijospara partir; Ana aco mo daba sus bi dones en la bi ci cleta de un com pa ñero.Claudia trató de con vocar nue va mente la aten ción, ha blando en voz másalta. Dijo que es pe raba ver a todos al día si guiente, porque la pre sencia de los pa dres y ve cinos era fun da mental para la toma. Re cordó, además, que los ve -cinos de Las Ca ni llas –donde que daba el local a ser to mado– apo yaban am -plia mente la ocu pa ción, ya que aquel lugar era una “cueva de delincuentes”.

Un con tin gente de apro xi ma da mente quince per sonas ini ciaba el ca mino de vuelta en di rec ción a Villa Mar ga rita. Entre ellas es taban Olga, Ana, yotros del ca bildo Mayo. Había, además, otros ve cinos, como Zoila y Le ticia;Gloria tam bién es taba allí, y avan zaba a paso lento con dos mu jeres más jó -venes. Era Gloria quien lle vaba el co che cito del hijo de una de ellas, mien tras ésta li diaba con un chico de unos 5 años que la de sa fiaba des vián dose del ca -mino, mien tras la otra avan zaba al zando un bebé en un brazo, y re mol candoun nene de unos 3 años con el otro.

Con ver sando con Gloria, supe algo más sobre la his toria de aquella reu -nión. Según me contó, el MTR había es tado ano tando a los chicos de los ba -rrios entre 12 y 25 años para ser be ne fi cia rios de las becas de 75 pesos men -suales que es taban siendo “ba jadas de Na ción”. Ellos di jeron que iba a haber becas, y ahora yo qué le digo a mi hijo, re petía Gloria mien tras avan zaba conel co che cito. Y, tam bién más de una vez, dijo irri tada: Ellos di jeron de tomarel SUM, el padre de los chicos me lo dijo. Se hacen los que no son po lí ticos,que no tienen nada que ver con la po lí tica, y des pués vienen a decir que lospe ro nistas hacen política...

Las pa la bras de Gloria, la po lí tica como acu sa ción, su reac ción ante la pre -sunta toma del SUM, fueron, tal vez, la evi dencia más fuerte de que par ti -cipar en una reu nión con vo cada por el MTR no sólo no sig ni fi caba estar enel mo vi miento, sino que tam poco sig ni fi caba ad herir a él. En esa reu nióncon ver gían per sonas con di versas fi lia ciones, y con di versas opi niones en re -la ción al MTR. Quizás Gloria era el per so naje más di so nante: tenía plan porun po lí tico, había ma ni fes tado su dis cre pancia en re la ción a la toma, habíacues tio nado la au sencia de becas, y ahora in cri mi naba al mo vi miento de hacer

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po lí tica. Pero además de ella, en la reu nión es taba Enrique, quien había in sis -tido en acla rarme que él no era como “los de Mayo”, y quien, como ade lanté, se ale jaría del mo vi miento des pués de con se guir tra bajo; es taba Le ticia,quien a pesar del pe ligro que co rría su plan y el de su ma rido, pa recía re sis -tirse a ano tarse con los pi que teros, ya que eso de mar char no le gustaba nada.

En el ca mino de vuelta a Villa Mar ga rita, con Gloria avan zá bamos poruna calle as fal tada que aca baba en una bi fur ca ción. Para un lado, una grancal zada de tierra irre gular, con pozos de agua y mon tículos de barro. Para elotro, una calle de tierra asen tada. Fue en tonces cuando Gloria le dio el co -che cito a una de las mu jeres que, car gada de chicos, se des pidió de no so tras.Yo le pre gunté dónde vivía. Acá, en el asen ta miento, res pondió ella, se ña -lando en di rec ción a la tierra irre gular. Gloria em pezó a reírse a car ca jadas:¿En el asen ta miento? ¡Salí de acá! ¡En la villa que rrás decir! Mien tras las dosdaban ri so tadas, con Gloria se guimos por la calle de tierra asen tada.Entonces ella re tomó nuestra con ver sa ción sobre la reu nión: Lo que pasa esque me da bronca que digan que los pe ro nistas hacen po lí tica y ellos no. Yosoy del PJ, dijo ha ciendo una pausa. ¿Ah sí?, pregunté. Sí –respondió–,trabajo para Pereyra.

Cuando le pre gunté a Gloria si Pe reyra le gus taba, ella res pondió, No, qué me va a gustar, pero me lo tengo que tragar. Lo que él ne ce sita, yo estoy ahí.¿Y qué hacés?, pre gunté. ¿No te digo? De todo, lo que se ne ce site, con testóro tun da mente, in di cando la ob viedad de mi pre gunta. Y lo cierto es que mu -chas veces tuve con tes ta ciones de ese tipo al pre guntar “y qué hacés” aquienes me di jeron estar en po lí tica o tra bajar para un po lí tico. La res puesta deGloria –“de todo”, “lo que se ne ce site”– es pa ra dig má tica. Se trata de algoque no pre cisa ser ex pli cado, ex cep tuán dome a mí, claro, para quien no esevi dente en qué con siste ese tra bajo que, ofen si va mente, suele ser re fe ridocon el tér mino de pun tero.

Ha bíamos lle gado al as falto, y en trá bamos en Villa Mar ga rita. ¿Ves? estees el SUM, dijo Gloria en tu sias mada, se ña lán dome una cons truc ción de la -drillo a la vista con as pecto de es cuela. A una cuadra y media es taba su casa, y al lado, la pa na dería de su madre. Gloria me in vitó a que pa sara a tomar unosmates cuando qui siera, Así te cuento del ba rrio. Me aclaró que ella es tabalibre por la tarde, Porque a la ma ñana doy la leche. Por esta acla ra ción, su -puse que en la casa de Gloria fun cio naba un co medor co mu ni tario –comotantos otros que había visto aquel día–, lo cual hacía de esta mujer un per so -naje cada vez más interesante para mí.

A lo largo de esa ca mi nata, y con el pasar de los días, fui con je tu rando que la reac ción de Gloria en re la ción a la pre sunta toma del SUM tal vez iba másallá de su tra bajo como por tera de ese es pacio. Gloria pa recía ser una fi guraín ti ma mente li gada al pe ro nismo local, y no sólo por tra bajar para Pe reyra,por tener plan por un po lí tico, y por operar el fun cio na miento del SUM. Como

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sa bría poco tiempo des pués, Gloria era hija de La Po laca, una de las fi gurasmás aso ciadas al Par tido Justicialista en la zona.

Poco a poco, la reu nión sobre las becas iría co brando una nueva den -sidad: los co men ta rios de Gloria –No so tros el SUM se los ce demos, pero to -marlo no–, Claudia di ciendo que “el go bierno nunca nos da nada”, tras lu -cían una tensa re la ción entre el mo vi miento y la gente de Pe reyra. Du rante lasse manas que pasé en Va rela, mi re la ción con Gloria fue di fi cul tosa. Lo cierto es que acabé sa biendo más sobre ella a través de sus co no cidos que de ellamisma. Aquel día des pués de la reu nión, mien tras vol víamos ca mi nando, fue el único mo mento en que Gloria pa reció estar a gusto con ver sando con -migo. Pero en los días sub si guientes se mostró com ple ta mente es quiva. Pasé por la pa na dería –que ella misma atiende– va rias veces; en al gunas oca sionesGloria man daba a uno de sus hijos a decir que “había sa lido”; otras meatendía, y en tonces yo in ten taba ha blar de cual quier cosa, algo que no la in -quie tara, la lluvia, el calor, los mos quitos, o la masa de las me dias lunas. Undía, de trás del mos trador y ha blando bajo, me dijo que a ella le gus taría ha -blar con migo, Yo voy a ha blar porque voy a con fiar en vos, vos me caés bien, pero acá no, un día te nemos que ir a otro lugar, y ahí yo te chusmeo. No con -seguí con vencer a Gloria de que yo no pre ci saba in for ma ción com pro me te -dora –o no la con vencí, o evi den te mente lo que Gloria quería con tarme erade li cado para ella. Cuando vuelvas traé los do cu mentos, así yo te hablo tran -quila, me dijo la tarde en que fui a des pe dirme, cuando ya me volvía a Río.¿Pero qué querés que te traiga?, pregunté. No sé, las cosas de la facultad, ytodo eso, así yo te hablo.

Pienso que al menos parte de la dis tancia que Gloria im ponía se debía alhecho de aso ciarme al MTR. Cuando ha blá bamos, solía pre gun tarme por latoma del “local de los chicos”, por las becas, y por lo que acon tecía en lasreu niones que se su ce dieron. Va rias veces me aclaró que tenía que ir al localto mado a re tirar los pa peles de sus hijos. Por su parte, la gente del MTR mar -caba su an ti patía hacia Gloria, y se mos traba mo lesta cuando se en te raba que yo iba a verla. Lo mismo pa saba cuando sa bían que iba a ver a Mabel, la re -pre sen tante de la Unidad de Ges tión Local (UGL) de Villa Mar ga rita por laEscuela Nro. 10, a quien co nocí a través de Gloria. ¿Para qué vas a ha blarcon ellas?, cues tio naban mu chos com pa ñeros del MTR. Te van a decir cual -quier cosa, me ad ver tían otros. Gloria siempre dice bo lu deces, así que no leva a servir para hacer la his toria de Villa Mar ga rita, me decía Vero, una ado -les cente de 14 años que ocupó un lugar tan im por tante en mi tra bajo que re -servo su pre sen ta ción –y la de su fa milia, la fa milia Aguirre– para cuando en -tren en es cena, en el úl timo ca pí tulo. Basta decir ahora que, en unaopor tu nidad, Vero me de nun ciaría ante Juan, su padre, di cién dole: Papá,¿vos sabés con quién se anda jun tando Julieta? ¡Con Mabel la de la 10 y con la hija de La Polaca!

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Juan –quien en tonces dijo que yo es taba “per dida”–, había tra ba jado paraPe reyra du rante mucho tiempo: Pe reyra me pro metía que cuando sub ierame iba a dar tra bajo, y nada. Me cansé de Pe reyra, de La Po laca, de Gloria, yano quiero saber nada. Para Juan –como para mu chos otros– Gloria y La Po -laca eran una suerte de ícono del go bierno de Pe reyra. ¿No viste la foto de élque te nemos en casa?, me pre guntó Juan con en tu siasmo. Está con Vero dechi quita. La tengo ahí, atrás de la puerta, porque la voy a tirar a la mierda encualquier momento.

*

Hasta aquí, el re lato puede dar la im pre sión de un es ce nario es cin dido en‘pi que te ros’ por un lado, y ‘la gente de Pe reyra’ por otro. Se trata, por cierto,de una opo si ción muy re cu rrente en la li te ra tura sobre pi que teros, pro testaso cial, mo vi mientos so ciales y otros ró tulos afines. Una opo si ción que sueleser plan teada en tér minos de ex pe rien cias co ti dianas de con fron ta ción entreor ga ni za ciones de de so cu pados y apa ratos par ti da rios (cf. Svampa y Pe reyra2004: 53); o en tér minos de mo da li dades de ac ción que se pre sumen ra di cal -mente di sí miles, como “es pa cios de ver ti ca li dades” y “ló gica del favor” en elcaso del “pun tero”, y “es pa cios de ho ri zon ta li dades” y “ló gica de los de re -chos” en el caso del “pi que tero” (Mazzeo 2004: 76-77); o fi nal mente, en tér -minos de una preo cu pa ción acerca de la po sible in fluencia que la “cul turaclien telar” (Grimson et al 2003: 74-76) es ta ble cida por la estructura delPartido Justicialista ejercería sobre las organizaciones de desocupados.

Una opo si ción que tam bién tiene sen tido desde el punto de vista de los lí -deres y mi li tantes de los mo vi mientos, para quienes los pun teros del PJ cons ti -tuyen, día a día, los ma yores com pe ti dores en la disputa por re cursos gu ber -na men tales –y por la ad he sión de la gente que los re cibe. Y si es cierto quepo demos iden ti ficar re la ciones tensas entre per so najes como Gloria yClaudia, o entre Gloria y Juan, tam bién es cierto que co di fi carlas en esas eti -quetas puede es tancar una rea lidad com pleja y os ci lante, al tiempo queperder la pers pec tiva de aque llos que son de no mi nados –por otros– comopun teros y pi que teros. Por el mo mento te nemos al gunas pistas de esa com ple -jidad: Gloria es taba allí, en la reu nión con vo cada por el MTR, con la in ten -ción de in cluir a sus hijos como be ne fi cia rios de las becas; ya men cionéademás que en la reu nión par ti ci paban per sonas con otras fi lia ciones, que no ne ce sa ria mente abra zaban al mo vi miento. En este sen tido, no in te resa sólolo que se dijo en la reu nión, como tam bién lo que es dicho por ella. La reu -nión como si tua ción so cial habla de la ge ne ra lidad del plan como po si bi lidad y como medio de vida; de que per sonas con di versas per te nen cias se en cuen -tran, ha blando un mismo len guaje: un len guaje aso ciado a los planes, perotam bién a dis tin ciones como la que se para ba rrio de asen ta miento, a preo cu pa -

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ciones co munes como “sacar a los chicos de la calle”, a si glas vi vidas comoUGL, MTR, y SUM –que sólo po dían re sultar críp ticas a un ex traño comoyo–, a una re la ción con el go bierno y con el mo vi miento como aque llos que dan–o como aque llos que po drían dar. Esa reu nión habla, tam bién, de que unmo vi miento como el MTR se sos tiene con la par ti ci pa ción de per sonas queen teoría no forman parte de sus bases. Gloria, Zoila, Le ticia, el quios quero,y otros, no es taban en el mo vi miento. Y, sin em bargo, con taban con re la -ciones a través de las cuales saber sobre la reu nión or ga ni zada por él. Por suparte, para rea lizar la toma con vo cada por Claudia –y para que esa ac ciónilegal fuese per ci bida como le gí tima–, se precisaba de la colaboración deesos vecinos.

En de fi ni tiva, la reu nión dice que en Flo rencio Va rela la gente no está se -pa rada en pun teros y pi que teros, tam poco está se pa rada según la or ga ni za ciónpi que tera a la que per te nece. Pro poner –como pro puse en la Intro duc ción aeste tra bajo– una mi rada des cen trada de los mo vi mientos para abordar laforma en que las per sonas par ti cipan en ellos, es pro poner una et no grafíacapaz de dar cuenta de las tramas de re la ciones in ter per so nales que de sa fíanaque llas es ci siones que han de ve nido parte de nues tros pre su puestos. Apartir de esa si tua ción so cial que fue la reu nión por las becas, pro pongo, en -tonces, el se gui miento de esas tramas como ob jeto de in da ga ción5.

Esci siones que son de sa fiadas, tam bién, por la propia his toria de las per -sonas que co nocí en Villa Mar ga rita. Como el caso de Juan, mu chos de loshoy in te grantes de los mo vi mientos es tu vieron en po lí tica, tra ba jaron para algúnpo lí tico, tu vieron (o tienen) algún tipo de mi li tancia par ti daria. Para con cluireste apar tado, qui siera pre sentar re su mi da mente a dos de ellos. El mismo día de la reu nión por las becas co no cería a Rulo, quien tra baja en se gu ridad delMTR. Antes de en trar al mo vi miento, Rulo era ven dedor am bu lante: Vendía de todo, desde bi lle teras, ti jeras, ropa in te rior de mujer, hasta pre ser va tivos;vendía en la calle, en los se má foros, en Va rela, en Clay pole y en Quilmes. Enuna de nues tras ca mi natas, Rulo me dijo que por esa época tam bién tra ba jabaen po lí tica: Yo es tuve en el grupo que se opuso al par tido y apoyó la can di da -tura de Menem en el 87. Me da un poco de ver güenza, pero tam bién de or -gullo, porque fuimos los que nos opu simos al par tido, y apo yamos un pro -yecto. Fue linda esa época... Des pués me cansé. En el par tido, me acu sabande co mu nista y anar quista, y qué sé yo qué mierda es un co mu nista, si yo soyre pe ro nista, si mi viejo era re pe ro nista! Tuvo que cor tarla en el sin di catoporque en el 75 nos ba learon la casa y mi vieja le dijo que si no la cor taba, ellase volvía con migo y con mis her manos para el Chaco. A mí me de cían co mu -

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5 Pienso que estas tramas pueden ser pen sadas en tér minos de lo que Elias (1991, 2006:25-27) llama fi gu ra ción, es decir, como lazos de de pen dencia re cí proca que ligan a las per -sonas en múl ti ples di rec ciones. Esta pro puesta elia siana ins pira todo mi aná lisis.

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nista porque yo la bu raba para las bases, porque repartíamos mercadería y yome aseguraba que la comida les llegara a los que la necesitaban.

Aunque al gunos re claman di ciendo que es “pura pose”, Rulo es uno delos pocos com pa ñeros que suele llevar atado al cuello el pa ñuelo ce leste delMTR. Re cuerdo que al guna vez le pre gunté por la di fe rencia entre estar en elpar tido y en el mo vi miento, y él dijo que era “muy di fe rente”, Porque acá enel mo vi miento las bases son lo prin cipal. Avan zá bamos por la Ave nida 1° deAbril, rumbo al ca bildo Mayo, y el polvo nos inun daba los ojos. Igual –agregóRulo des pués de un si lencio–, para mí esta es una lucha más. Yo no sé siestoy acá por eso del cambio so cial. Yo estoy porque esta es la ba talla en laque estoy. Siempre es tuve en al guna, y esta es la que me tocó ahora.

En los pró ximos ca pí tulos co no ce remos a Mirta, quien ju garía un papelcen tral en la toma del local con vo cada por Claudia en la reu nión que aca -bamos de acom pañar. Como Rulo, Mirta está en se gu ridad del MTR. En unaopor tu nidad, mien tras ca mi ná bamos hacia el ca bildo Mayo, le pre gunté aMirta por su en trada al mo vi miento. Había sido una ve cina quien le había co -men tado que “los pi que teros es taban dando planes”. De jate de joder ¡Quévoy a ir a hacer yo con esos pi que teros de mierda!, ha bría dicho Mirta a su ve -cina. Pero al final me animé y fui. Y me re gustó –me dijo Mirta sol tando unacar ca jada. Pri mero es tuve en el co medor, y des pués me metí en se gu ridad,que me en canta. Hizo una pausa y en cendió un ci ga rrillo. ¿Y qué ha cíasantes?, pre gunté. ¿Antes? Antes tra bajé para los ra di cales, des pués para lospe ro nistas, la buré un montón para los pe ro nistas. Ahora este es mi trabajo,de acá no me sacan más.

Con los pe ro nistas todo bien, ningún pro blema, res pondió Mirta cuandole pre gunté por su re la ción con los que hoy se guían tra ba jando en el PJ. Y sin em bargo, era ella una de las que de sa pro baba mis vi sitas a la casa de Gloria yde La Polaca.

A pro pó sito de Gloria y de La Po laca, resta decir que, al con trario de loque pueda haber pa re cido hasta el mo mento, la fa milia no es mo no lí tica.Gloria des confía de los pi que teros y de mi cer canía hacia ellos. Mien trastanto, sus cuatro her manos forman parte del Mo vi miento de De so cu padosAníbal Verón, que, junto con el MTR, cons ti tuye una de las or ga ni za cionespi que teras más im por tantes de Florencio Varela.

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II. La fa milia de La Po lacay el Se guro Pú blico de SaludLa casa de Glo ria –que es la casa de La Po la ca– que da a unas diez cua dras del ca bil do Mayo. Es una cons truc ción de ma te rial bien aca ba da, con pa re des dere vo que re ves ti das de pin tu ra blan ca. A la de re cha se ubi ca la pa na de ría, a laque se en tra des de la ca lle, por la puer ta con ti gua a la casa. A di fe ren cia de lapa na de ría de Zoi la, y de otras que co no cí, la de La Po la ca está mon ta dacomo un ne go cio, con puer ta de vi drio, mos tra dor con he la de ra, vi tri naspara las fac tu ras, ca nas tos para el pan, cor ta do ra de fiambre y balanza.

Como aquella ma ñana pa recía ce rrada, palmeé a la puerta de al lado. Esavez no me atendió el hijo de Gloria, sino Te resa, una chica de unos 25 años,que me re cibió con una son risa, y des pués de gritar que “había gente”, saliócon unos pa peles en mano, cruzó la calle y, según pude ver, se de tuvo en lareja de la Escuela Nro. 10. Me dis puse a es perar a Gloria, pen sando que esesería mi úl timo in tento: la ma ñana an te rior había sido ella misma quien mehabía pe dido que vol viera al día si guiente, cerca de las diez; si se ne gaba a re -ci birme –pen saba yo–, de sis tiría de una vez por todas (o bueno, al menospor algún tiempo).

Mi mamá se está ba ñando, me dijo su hijo menor cuando llegó hasta lapuerta. Y aclaró: Pero se metió a bañar antes de que usted lle gara. Logré con -tener la risa, le agra decí, y crucé la calle en di rec ción al quiosco. Te resa se guía allí, en la puerta de la es cuela: ¿No te atendió?, me pre guntó al verme pasar.Le res pondí que no, y le co menté sobre mi tra bajo, ex pli cando que había pa -sado por lo de Gloria porque quería ver el co medor. Vos decís el re parto deleche, me co rrigió Te resa. Pero es hasta las diez, hace un ra tito que ter mi -namos. Te resa miró hacia adentro de la es cuela, bus cando a al guien que laaten diera. Una mujer ba jita se asomó a la reja. Fo to co pias, pidió Te resa. Dela pila de pa peles que lle vaba en una car pe tita verde, sacó al gunos DNI y selos en tregó a la em pleada. Primera y segunda hoja, indicó.

Fue a través de Te resa cómo supe que lo que fun cio naba en la casa deGloria no era exac ta mente un co medor. Gloria es man za nera, me dijo Te -resa unos se gundos des pués. “Dar la leche” –como Gloria me había dichoal guna vez–, sig ni fi caba re cibir en su casa, tres ma ñanas por se mana, a lasma dres be ne fi cia rias del Plan Vida1. Te resa tam bién dijo ser man za nera,

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1 El Plan Vida es un pro grama del go bierno de la pro vincia de Buenos Aires, que con siste enel re parto de ra ciones dia rias de leche para chicos me nores de 6 años. Se im ple menta en

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Aunque ahora, como me mudé al asen ta miento, tuve que re nun ciar, porquesi no sos del ba rrio se puede armar pro blema. Igual, en ge neral estoy más acáque allá, porque tra bajo en la es quina. ¿En dónde?, pre gunté. Acá en el SUM, soy la se cre taria del mé dico, dijo Te resa, in vi tán dome a que pa sara algún díapor allí: Estoy miér coles, viernes y sábado, a partir de las dos de la tarde.

Antes de des pe dirse, Te resa me dijo que Gloria era la per sona in di cadapara ha blarme sobre la his toria de Villa Mar ga rita. Y agregó, La que tam biénte puede ayudar es mi suegra, que está en la Liga de Mu jeres hace miles deaños, ella sabe todo del ba rrio. ¿Vive por acá?, pre gunté. Sí, sí, acá en frente,dijo Te resa ale ján dose. Podés pre guntar por ella, le dicen La Polaca.

*

Días des pués, ha ciendo caso a la in vi ta ción de Teresa, que re sultó ser lamujer de Diego, el hijo menor de La Po laca –y her mano menor de Gloria–,entré al SUM, ese local co no cido por fuera y sólo ima gi nado por dentro, enlas in nu me ra bles veces que había pa sado por aquella es quina. Por ese en -tonces ya me había li brado de mi de pen dencia de guías como Rulo para cir -cular por los ba rrios, y con se guido aprender un iti ne rario que podía tran sitarsola: la casa de Gloria, la de la fa milia Aguirre, el ca bildo Mayo del MTR, ellocal to mado en el ba rrio Las Canillas, y ahora, el SUM.

Eran las dos de la tarde, y las ca lles de Villa Mar ga rita es taban casi de -siertas. El SUM es taba abierto, pero tam bién pa recía des ha bi tado. Estuve un mo mento re co rriendo aquel gran salón, donde había un par de es cri to rios de ma dera y va rias si llas api ladas. En cada ex tremo, dos grandes pi za rrones, es -critos con cuentas y con signas. En las pa redes la te rales, al gunas car tu linas de cien cias na tu rales, esas que tienen grá ficos de plantas y se mi llas pe gadas conplas ti cola. Fi nal mente, un cartel escrito en marcador rojo:

CAPACITACIÓN PARA BENEFICIARIOS DEL PLAN JEFAS Y JEFES

Los que re ciben el PLAN JEFAS Y JEFES de hogar de so cu pados tienen de recho a elegir

es tu diar a cambio del sub sidio.

¡ANÍMESE A ESTUDIAR! TERMINE LA ESCUELA PRIMARIA

Informes lunes a viernes de 13 a 15 hs.

SUM Villa Mar ga rita.

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Ca pí tulo II: La fa milia de La Po laca y el Se guro Pú blico de Salud

Flo rencio Va rela desde 1994, y en el resto del co nur bano desde 1996. La de no mi na ción deman za nera está aso ciada a la propia or ga ni za ción del pro grama: una mujer es res pon sablepor la dis tri bu ción de las ra ciones en un radio de ter mi nado de man zanas –que pueden ir decuatro a diez. Se trata de una tarea no re mu ne rada (cf. Masson 2004). Creo que prác ti ca -mente todas las ma dres con hijos que co nocí en Flo rencio Va rela son o fueron be ne fi cia rias del Plan Vida.

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Un co rredor daba en trada a otro am biente, donde es taban los baños y lasa lita en que atendía el mé dico. Me asusté cuando, en esa quietud im pa sible,la puerta se abrió, y vi salir al menor de los hijos de Gloria, que debe tener 12años. Había ido a ver al mé dico porque tenía “mucho dolor de panza” ¿Yqué te dijo?, pre gunté. Pe rece que me in to xiqué de nuevo, res pondió él.Ense guida agregó que el mé dico es taba aten diendo: Adentro está mi mamá.Fue en tonces cuando Te resa llegó co rriendo, ex pli cando que se había re tra -sado. En los brazos car gaba a Kevin, su hijo de 2 años: Diego salió a hacerunas changas y me lo tuve que traer, ex plicó. Del ar mario del fondo trajo uncua derno y al gunas car petas con pa peles. Se sentó en una de las mesas y, enuna pá gina en blanco y con una regla, em pezó a trazar los ren glones de unlis tado. Anotó la fecha del día, y pidió el carnet a su so brino. Cuando Gloriasalió del con sul torio lle gaban dos mu jeres, que tam bién dieron a Te resa unos car nets. Pude ver que todas esas cre den ciales lle vaban es crito “Se guro Pú -blico de Salud”. El de Gloria decía “man za nera”; el de las otras mu jeres,“tra ba ja dora ve cinal”; y el de otra que lle garía más tarde, “co madre”. Encada ren glón y por orden de lle gada, Te resa ano taba nombre y nú mero decarnet. Tam bién pre gun taba quién iría a aten derse. Fui ad vir tiendo que none ce sa ria mente la ti tular del carnet era la per sona que iba a hacer la con sulta,sino que con su nú mero otro miembro de su familia –que solían ser loshijos– podía ser atendido.

Ella tam bién es man za nera, me dijo Te resa, se ña lando a una de las mu -jeres que se había sen tado a es perar su turno. No –co rrigió la mujer–, yo soyco madre, soy co madre de Blanca. Entonces Te resa me ex plicó que la co madreera quien ayu daba a la man za nera en sus ta reas: La co madre se ocupa de quelas em ba ra zadas se hagan los con troles, vayan al gi ne có logo, y esas cosas,dijo. Supe, tam bién en tonces, que el Se guro Pú blico de Salud que allí fun cio -naba atendía ex clu si va mente a las ope ra doras del Plan Vida: man za neras, co -ma dres y tra ba ja doras ve ci nales. Pre gunté a Te resa, y cal culó que ha bría untotal de dos cientas mu jeres que se aten dían allí, del ba rrio Villa Mar ga rita yde otros ba rrios ve cinos. Explicó que en la sa lita de emer gencia del ba rrio LaEstrella, No so tras te nemos una caja aparte, que dice ‘Remediar’, y que tienetodos nuestros medicamentos.

Le digo así porque ella es de la uni ver sidad –ex plicó Te resa a las mu -jeres–, y está ha ciendo un tra bajo sobre Villa Mar ga rita. Entonces Amalia,una mujer de unos 30 años que había lle vado a dos de sus tres hijos a aten -derse, me dijo: Decí que somos todos po bres, que hay al gunos que quierenpro gresar, que hay otros que se quieren quedar como están, que hay otrosque son cho rros, y que es todo un puterío.

Aquel día, mien tras la ma yoría de las mu jeres que se ano taban pre gun -taban a Te resa cuánto tiempo de es pera es ti maba, y sólo vol vían cerca delho rario de su turno, Amalia se que daría allí sen tada, char lando con Te resa y

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con migo, hasta las seis de la tarde, des pués de que las die ci siete pa cientes hu -bieran sido aten didas. Du rante esas cuatro horas, Te resa pa recía abu rrirse,mien tras Amalia ha blaba inin te rrum pi da mente, con tán dome sus his to riascomo au tén ticas epo peyas. La más ex tensa y de ta llada fue la de su úl timoparto en el Hos pital Ma terno de Va rela, que está ubi cado en el ba rrio Alsina.Para Amalia, la aten ción del Ma terno era “ver gon zosa”, al igual que la delúnico centro de salud pró ximo a Villa Mar ga rita, la sa lita de emer gencia del ba -rrio La Estrella. Du rante los úl timos dos años, Amalia había de jado de llevara sus hijos a la sa lita, des pués de una opor tu nidad en que, por un diag nós ticoerrado, su hija de en tonces 5 años había ter mi nado en te rapia in ten siva en elhos pital de La Plata: Desde ahí que em pecé a ir al Doctor Santos, que es undoctor pri vado, que atiende cerca de la Esta ción Va rela, y cobra 20 pesos lacon sulta, me ex plicó Amalia. Sin em bargo, ahora que el mé dico del Se guroPú blico había cam biado, ella había vuelto a aten derse allí en el SUM. Este tipo no es como la que es taba antes, que te en chu faba unas pas ti llitas y listo, ¿teacordás Te resa?, dijo Amalia. No, este tipo te explica qué es lo que tenés, tehace dibujitos y todo, por eso me gusta.

Al llegar, Amalia había sido ano tada en la lista de pa cientes sin pre sentarcre den cial. En algún mo mento, ya avan zada nuestra con ver sa ción, le pre -gunté si ella tam bién era man za nera, y me dijo que no: Yo vengo por elcarnet de Gloria, mi her mana. ¡Claro –ex clamó Te resa di ri gién dose a mí–,qué bruta, no las pre senté, ella es mi cu ñada! Amalia era her mana de Gloria2

(Todos los ca minos llevan a Gloria, pensé en tonces). Y al igual que Gloria,Amalia tam bién es taba “en el plan”. Antes tra ba jaba en la pa na dería de sumadre, La Po laca, por 300 pesos, Pero dejé, porque el ne gocio es un tra bajomuy es clavo, no tenía nada de tiempo para mí. Ca chito –el ma rido deAmalia– tam bién tra ba jaba en una pa na dería, pero no en Va rela, sino enQuilmes: La pa na dería cerró y él se quedó sin la buro, y ahí con si guió el plande la UGL. Cuando le pre gunté a Amalia cuál era el tra bajo que Ca chito tenía que hacer por re cibir el plan de la UGL, ella tardó en con tes tarme. Creo quehace algo de una huerta, o algo así, dijo du dando. Entonces re cordé a Le -ticia3, que tam bién tra ba jaba en una huerta mu ni cipal como con tra pres ta -ción de su plan por la UGL, y que me había dicho que de diez per sonas sóloasis tían tres. Algunas se manas más tarde co no cería a Mabel, quien desde supuesto en la UGL de Villa Mar ga rita coor dina al gunas con tra pres ta cionesdel Plan Jefas y Jefes. En una de nues tras con ver sa ciones Mabel me dijo, Na -ción exige que tra bajen, pero nadie nos da los re cursos para que tra bajen.Entonces yo cito a los va rones a hacer tra bajos de man te ni miento en la es -

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2 El lector puede vi sua lizar las re la ciones de pa ren tesco que ligan a los pro ta go nistas de esteca pí tulo en el grá fico de la pá gina 76.

3 Le ticia es taba en la reu nión por las becas or ga ni zada por el MTR, véase ca pí tulo I, p. 57.

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cuela, y re sulta que tengo una sola pala, y un solo tipo tra ba jando, mien traslos otros treinta lo miran. Mabel me ex pli caba que ella misma reducía lashoras de trabajo de los destinatarios: ¡Para qué los voy a tener ahí sin hacernada!

En algún mo mento de nuestra con ver sa ción pre gunté a Amalia qué tra -bajo le co rres pondía a ella por su plan de la UGL. No –aclaró ella–, yo estoycon los pi que teros. Ahora estoy de li cencia, pero tra bajo en el co medor.Amalia tenía li cencia por ma ter nidad, porque hacía sólo dos meses que había te nido a Nahuel, el úl timo de sus tres hijos. Si en ese en tonces esa li cencia me llamó la aten ción, en poco tiempo per ci biría que el fun cio na miento de losmo vi mientos pi que teros pa rece se guir buena parte de la di ná mica de las re la -ciones la bo rales. En el caso del MTR, el mo vi miento con el que tuve máscon tacto, esa ló gica no sólo in cluye li cencia por ma ter nidad, sino tam biénfines de se mana, días por en fer medad, con trol de asis tencia a las cuatrohoras de tra bajo –re gis trada en pla ni llas de en trada y de sa lida–, y va ca -ciones. Las se manas de enero y fe brero que pasé en Va rela coin ci dieron conlos quince días de va ca ciones –or ga ni zados en dos tandas al ter nadas– que leco rres pon dían a cada com pa ñero del mo vi miento. Quince días há biles que al -gunos apro ve chaban para viajar a sus pro vin cias natales, otros para haceralgún tratamiento médico, y otros para hacer changas.

Amalia lleva algo más de un año y medio con los pi que teros. Cuando to davía tra ba jaba en la pa na dería de su madre, se había ano tado en la UGL, para re -cibir el “Plan Fa milia”. Ese plan, como ella misma me ex plicó, es un plan concargas, pero que, a di fe rencia del Jefas y Jefes –de pen diente del Mi nis terio deTra bajo– de pende del Mi nis terio de De sa rrollo So cial. Los hijos de Amalia,sin em bargo, ya cons taban como carga fa mi liar en el plan Jefas y Jefes que Ca -chito re cibía a través de la UGL: A mí me ha bían dicho que al que ya tenía los hijos ano tados en otro plan, no le iba a salir el Plan Fa milia, pero yo me anoté igual, por las dudas viste, me dijo Amalia aquella tarde en el SUM. Pero pa -saron como diez meses, y del plan ni no ti cias. Los her manos de Ca chito es -taban todos con los pi que teros, y en tonces me con ven cieron para que fuera.Me daba cosa ir sola, así que lo con vencí a mi her mano Diego para que meacompañara, y también se anotara.

En la his toria de Amalia, la apro xi ma ción a un mo vi miento pi que teroapa recía como una forma de ac ceder a ese re curso que era el plan, una formade ac ceso a la que había ape lado luego de haber es pe rado du rante casi un año el plan de la UGL. Un ca mino –ano tarse en la UGL, es perar, y en tonces ano tarsecon los pi que teros– re co rrido por mu chos en Villa Mar ga rita y otros ba rrios.Entre otras cosas, porque re cibir un plan de los pi que teros im plica no sólo cum -plir la con tra pres ta ción de cuatro horas de tra bajo, sino tam bién tener laobli ga ción de mar char, o como dicen al gunos, de ir al pi quete, o sim ple mente

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–como me había dicho Le ticia en aquella reu nión de Villa Sal cedo–, de andaren la calle.

Y, como a Le ticia, a Amalia andar en la calle tam poco le era in di fe rente: Lapri mera vez que me subí al tren para ir a la marcha, me dio una ver güenza...No sabés cómo nos mi raba la gente, nos re mi raba, y yo me quería matar,viste, hasta que dije, ‘Bueno, ver güenza le tiene que dar al go bierno que pre -tende que vi vamos con 150 pe sos’. En aquella con ver sa ción, Amalia in dicócon exac titud año y mes en que em pezó a mar char, como tam bién la fecha es -pe cí fica en que le salió el plan. Estu vimos seis meses mar chando con mi her -mano, dijo. Nos fuimos a todas las mar chas, Puente Puey rredón, Plaza deMayo, La Plata... Tu vimos mala suerte, porque nos to caron un montón demar chas. Bah –se co rrigió in me dia ta mente–, mala suerte no, porque comofuimos a todas, el plan nos salió rápido.

Y es que si, por un lado, a Amalia eso de mar char no le gus taba, al mismotiempo, al ano tarse con los pi que teros había en trado en una ló gica es pe cí fica:aquella según la cual la can tidad de mar chas a las que se asiste es di rec ta mentepro por cional a la po si bi lidad de ob tener un plan. Mien tras que, en teoría, laUGL tiene como cri terio de asig na ción de los planes la can tidad de hijos delos as pi rantes, los mo vi mientos pi que teros tienen como prin cipal cri terio lacan tidad de par ti ci pa ción dis pen sada. Dentro de esa ló gica, mar char es la con di -ción para ob tener, en algún fu turo más o menos in cierto, de recho a un plan.Incer ti dumbre por la que mu chos de sisten des pués de haber es tado mar -chando du rante algún tiempo, mien tras otros –como una de las her manas deTe resa–, tras haber de sis tido, sólo re tornan al mo vi miento al en te rarse deque, fi nal mente, el plan salió.

Amalia sentía ver güenza al mar char, no sólo por el juicio de esos anó nimospa sa jeros de tren, sino tam bién, por la opi nión de aque llos que sí la co noceny son co no cidos. Al en te rarse de que sus hijos se ha bían ano tado con los pi que -teros, La Po laca se había puesto “como loca”. Pero buscá tra bajo, le decía aAmalia. Mamá no hay, con tes taba ella. Pero bus cate un tra bajo digno, in -sistía la madre. Lo que yo hago es digno, que yo sepa no ando mos trando elculo por ahí, de sa fiaba Amalia –que me re la taba la his toria dando ri so tadas,imi tando las voces de los per so najes, y sobre todo ri di cu li zando a su madre.Y con tinuó: Mi viejo le decía, ‘Bueno Po laca, los chicos quieren pro gre sar’, ymi mamá decía que eso es taba bien, pero que mar char en contra delgobierno no era progresar!

En aque llos co mienzos, Te resa podía darse el lujo de jugar con esas di ver -gen cias, y burlar a su ma rido (Diego) y a su cu ñada (Amalia) cuando par tíanpara el pi quete: Cuando íbamos con mi her mano –si guió Amalia– Te resa nosdes pedía en la puerta, y nos decía, ‘Estos pi que teros son unos vagos, notienen ver güenza, eh?...’

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Sen tada en el banco del SUM, Amalia imi taba el tono sar cás tico de su cu -ñada, y al pa recer fue esta anéc dota lo único que pa reció in te rrumpir elsueño de Te resa, que, ante la quietud de aquella tarde, dor mi taba hacía largorato sobre su cua derno de turnos. El único ba rullo era la voz cau da losa e in -ce sante de Amalia, y de tanto en tanto, los ala ridos de al guno de sus hijos,que co rre teaban por el SUM: la com pe tencia era ver quién con se guía colgaruna re mera en una de las vigas del techo; cuando al guno lo lo graba, se acer -caba a la mesa y, ti ro neán dole la ropa, le pedía a Amalia que ba jara el ju guetea la tierra. Ella se subía a una silla, y con un es co bi llón em pu jaba el trapo, que pla neaba re suelto, junto con un buen toco de polvo y pelusa.

Mien tras La Po laca oponía tra bajo digno a mar char en contra del go bierno, suma rido ar gu men taba que esa era la forma que los chicos ha bían en con tradopara pro gresar. Mien tras Gloria acu saba al MTR de hacer po lí tica4, para su her -mana Amalia ano tarse con los pi que teros había sido aquello que le había per mi -tido aban donar el tra bajo –es clavo– en la pa na dería. De re pente, La Po laca–esa fi gura co no cida sólo a través de ter ceros, que día a día ad quiría di men -siones ma yores para mí–, se hu ma ni zaba. No tenía un do minio ab so lutosobre su fa milia, y no sólo porque al gunos de sus hijos par ti ci paban en unmo vi miento pi que tero, sino tam bién porque ellos, ella misma, y su ma rido,te nían interpretaciones disímiles sobre esa participación.

Por otra parte, mien tras en el ca pí tulo an te rior vimos que la apro xi ma ción de las per sonas a un mo vi miento puede darse en una si tua ción de de sem pleo –como era el caso de Ana y de Enrique5–, la his toria de Amalia in dica que espo sible en trar a un mo vi miento re co rriendo un ca mino di fe rente: en su caso, mar char era una sa lida a un em pleo que vivía con dis gusto. Estos acer ca -mientos di sí miles no sólo im piden sim pli ficar el asunto en una ecua ción deltipo de sem pleo = pi quetes6, sino que nos re cuerdan, además, la im por tanciade si tuar a los pi que teros como una po si bi lidad de vida en re la ción a otras:Enrique dejó de par ti cipar en las ac ti vi dades del MTR cuando con si guió tra -bajo; Amalia sólo de cidió ano tarse des pués de haber es pe rado du rante mesesel plan de la UGL.

Pero es cu chate esta –me dijo Amalia aquella tarde, como quien anunciaque la mejor parte de la his toria está por llegar–, cuando los pi que teros meavisan que me salió el plan, tam bién me avisan de la UGL que me había sa -lido el Plan Fa milia. Y yo fui y les pre gunté a ellos [los pi que teros] qué hacer.Ellos me di jeron que yo podía hacer lo que qui siera, pero que si co braba losdos planes y sal taba en algún con trol me los iban a sacar, e iba a quedar in ha -

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4 Véase co men tario de Gloria en ca pí tulo I, pp. 60 y 61.

5 Pre senté a Ana y Enrique en el ca pí tulo I, véase pp. 47 y 55 res pec ti va mente.

6 Cabe se ñalar que Au yero (2002a: 14; 2002b: 3) ad vierte sobre las di fi cul tades de la ecua ción“de sem pleo + po breza = pro testa”.

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bi li tada para co brar cual quier plan du rante un año. Entonces yo pensé así: elPlan Fa milia era de 350 pesos, que se co bran cada tres meses; el de los pi que -teros era de 150 pesos, que se co bran por mes, o sea, eran 100 pesos más y seco braba todos los meses –porque el pro blema del Fa milia es que te gastástoda la plata junta, ¿y des pués qué hacés? Entonces me quedé con el de lospi que teros. Ellos mismos me acom pa ñaron a dar de baja el otro.

¿Pero cómo hi ciste con el tema de las cargas?, pre gunté. Yo tengo PEC,res pondió Amalia. El PEC es de Na ción –ex plicó–, pero sin cargas. A mi in -ven tario de si glas se su maba “PEC”: “Plan de Empleo Co mu ni tario”, segúnme ex pli caría Rulo más tarde. Si glas que, al igual que UGL y SUM, cir cu -laban co ti dia na mente entre la gente de Villa Mar ga rita. Como suele acon -tecer con las si glas, nadie pre cisa saber qué pa la bras son re pre sen tadas porcada ini cial, sino sim ple mente el sig ni fi cado de la abre via tura. En este caso,si es de Na ción o si es de Pro vincia; si es con cargas o sin cargas; cuándo secobra, dónde y cuál es su monto.

Según Amalia, a partir de la con se cu ción de su plan, Fue todo una ca dena, porque entré por mis cu ñados, y ter miné lle vando a todos mis her manos–somos cinco y cuatro es tamos con los pi que teros. Y tam bién ter miné lle -vando a todos los her manos de Te resa ¿Y a vos tam bién Te resa?, pre gunté.No, res pondió ella, yo ya es taba con el plan de la UGL. Los her manos de Ca -chito –pro si guió Amalia– están en La Verón7 desde el 97, y ellos es tu vieronen lo del Puente8. Ese día los pi que teros sa bían que iba a haber re pre sión,porque ellos saben cuándo va a haber re pre sión. Entonces di jeron que lasmu jeres y los chicos se fueran, y que de los hom bres se que daran los que qui -sieran, que ellos en ten dían al que tenía miedo y se quería ir. Pero no se ima gi -naban que se venía la que se vino...

Desde en tonces, todos los 26 de cada mes, el MTD Aníbal Verón corta elPuente Puey rredón pi diendo el es cla re ci miento del caso y el juicio a los res -pon sa bles. Hacía unos meses que Amalia había asis tido a una reu nión delMTD en que se había ha blado del tema. Ellos siempre te pre guntan quéopinás de las cosas –me decía Amalia–, y en esta úl tima que fui nos pre gun -taron qué opi ná bamos de lo del 26, y yo dije lo que pen saba, viste: que para el

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7 Se re fiere a la Coor di na dora Aníbal Verón, de la cual for maron parte va rios Mo vi mientosde Tra ba ja dores De so cu pados (MTD) del sur del Gran Buenos Aires aglu ti nados en elMTD Aníbal Verón. El MTD Aníbal Verón nace li gado al MTR, y es li de rado por el MTDde Flo rencio Va rela. Aglu tina otros MTD como el de Quilmes, el de José C. Paz, y al gunosde Ciudad de Buenos Aires (cf. Svampa y Pe reyra 2004: 237 y ss.). Aníbal Verón era choferde óm nibus, fue ase si nado en 2000, en la pro vincia de Salta, du rante la re pre sión a un pi -quete.

8 Se re fiere a la re pre sión del Puente Puey rredón, el 26 de junio de 2002, en que la po licía mató–ti rando con balas de plomo– a Ma xi mi liano Kos tequi y Darío San ti llán, dos in te grantesdel MTD Aníbal Verón, cuyos nom bres de vi nieron desde en tonces sím bolo de la lucha pi -que tera.

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go bierno lo del 26 ya es ru tina, que no le afecta en nada, ya sabe que vamos acortar y listo, ¿entonces para qué?

La ex ter na lidad con que Amalia re fería al mo vi miento –“ellos”, “los pi -que teros”, o como decía otras veces, “los del co medor”– me evo caba la ex -ter na lidad de Enrique –quien ha blaba de “los de Mayo”–, y la de Ana –quedecía que “ellos” la ha bían ayu dado mucho. Yo estoy con los pi que teros, mehabía dicho Amalia con un tono de acla ra ción, cuando ad virtió que yo habíadado por sen tado que su plan era –como el de su ma rido– de la UGL. Unestar que nos habla no sólo sobre la forma en que Amalia cla si fica aquello que hace, sino tam bién sobre cómo vive aquello que hace. Como me dijo, sólo“cada tanto” va a las reu niones del mo vi miento; aún en la época en quetrabajaba allí, era raro que ella o su fa milia se que daran a al morzar en el co -medor. Alguna vez re cibí caja –me dijo Amalia–, pero so la mente al guna vez,porque para la caja tienen prio ridad los com pa ñeros que más par ti cipan.

En efecto, mar char no es sólo el cri terio que, en prin cipio, es ti pula la ob -ten ción –y des pués la ma nu ten ción– del plan, sino tam bién el cri terio que es -ti pula quiénes tienen de recho a las cajas de mer ca dería que mu chos de losmo vi mientos re parten men sual mente entre sus bases. Una se mana des puésde mi primer en cuentro con Amalia en el SUM, re cor daría su ex pli ca ciónsobre la ló gica del re parto de las cajas en La Verón. Fue cuando llegué al ca -bildo Mayo, del MTR, y pude ver en el centro del patio una mesa ple gable, dis -puesta ver ti cal mente como una pi zarra. Allí es taban pe gados tres lis tados denom bres y ape llidos, que eran en ca be zados por un cartel que decía: “Mar -chas por la caja: 16/11 - 23/11- 10/12 - 14/12 - 20/12”. Conté y eran apro -xi ma da mente no venta per sonas en total: cin cuenta para la “caja grande”,quince para la “caja chica”, y veinticinco para la “caja chica” a “$ 1,50”.

En el primer mo mento, esos nú meros me re sul taron críp ticos. Fue Irala–un hombre que for mal mente no es de le gado del ca bildo, pero que tiene unapre sencia no table en las ac ti vi dades y se ocupa de buena parte de las ta reasde ad mi nis tra ción–, quien me ex pli caría que las fe chas eran las mar chas que secom pu taban para la caja de ese mes. Re cibir caja de mer ca dería, re cibir cajachica, o re cibir caja grande, de pendía de la can tidad re la tiva de mar chas a la quecada com pa ñero había asis tido en ese pe ríodo de tiempo. Irala me ex pli caríaque “el que va a todas, re cibe caja grande”; “de cinco mar chas, el que falta ados o más de dos, re cibe caja chica”; “los que fueron a todas las mar chaspero no pa garon la cuota de 5 pesos al mo vi miento, re ciben la caja chica,dando 1 peso con 50 cen tavos”. Pro si guió ex pli cán dome que esa cuota era el di nero que el mo vi miento ne ce si taba para sus ten tarse, Porque el go biernoda para em pren di mientos, pero nues tros gastos –en fo to co pias, en pa peles,en trans portes, en ban deras–, todo eso lo tiene que bancar el movimiento,con el aporte de los propios compañeros.

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A lo largo de mis idas a Va rela, ad vertí que la exi gencia de asistir a las mar -chas suele ser or ques tada por las per sonas de di versas ma neras. Du rante lospri meros meses de em ba razo, Amalia to davía no go zaba de li cencia, y sinem bargo tam poco mar chaba. No tenía falta, porque Ca chito iba en su reem -plazo. Te resa tam bién mar chaba en reem plazo de su ma rido, cada vez que éles taba con al guna changa9. La ge ne ra lidad de la prác tica del reem plazo pa -rece re velar, por un lado, la im por tancia que la can tidad tiene para los mo vi -mientos. Ellos de penden de esa par ti ci pa ción, pues en la can tidad mo vi li -zada se juega la ca pa cidad de ne go cia ción con el Estado. Por otro lado, losreem plazos ha blan, tam bién, de la im por tancia que la asis tencia tiene para las pro pias per sonas que mar chan. En una reu nión del ca bildo Mayo pre sencié unadis cu sión acerca de la di fe rencia que se su ponía debía haber entre caja chica ycaja grande. Alguien pre guntó por qué la caja chica no traía aceite. Eso era loque se había vo tado en una asam blea, dijo Olga10, que en tonces pre sidía lareu nión. Pero te nemos que ver si se guimos de acuerdo, o si que remos que se cambie el cri terio. Ana in ter vino di ciendo que en aquella asam blea, No so -tros mismos di jimos que la caja chica no tenía que tener aceite, porque si noal que no marchaba casi no le hacía diferencia.

De modo que aque llos lis tados que mes a mes se ex ponen en la pi zarradel ca bildo Mayo no sólo in forman sobre lo que le co rres ponde a cada uno,sino tam bién, sobre lo que cada uno dio. El ta maño de la caja in dica di fe ren ciasen la can tidad de tra bajo que cada com pa ñero puso en el mo vi miento. Una vin -cu la ción ín tima entre mo vi li za ción y caja que es per ci bida ne ga ti va mente nosólo por aque llos que, en el de bate po lí tico, se es fuerzan por acusar a los mo -vi mientos pi que teros de efec tuar prác ticas “clien te listas”, sino tam bién porlos por ta voces de las or ga ni za ciones: la li te ra tura sobre el tema opone ac ción “rei vin di ca tiva” a ac ción “po lí tica”, y aclara, una y otra vez, que planes ycajas son sólo una ne ce sidad de corto plazo en una lucha au tén ti ca mente po -lí tica; al gunos di ri gentes, por su parte, ad vierten en esa vin cu la ción un obs -táculo para el de sa rrollo del mo vi miento –como me dijo Claudia11 en unaopor tu nidad, El pro blema del mo vi miento es cómo ir más allá de la caja y elplan.

Mien tras que desde el punto de vista de las per sonas que mar chan, el planpuede ser mucho más que ‘un plan’ y la caja de mer ca dería puede ser muchomás que ‘una caja’ de mer ca dería. En aque llos lis tados que mes a mes se ex -

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9 Tal vez cabe trazar un pa ra lelo con las ocu pa ciones de tierra en el Brasil. Si gaud (2005:260-266) muestra cómo las per sonas que están de baixo da lona preta, con ti núan te niendootras ac ti vi dades fuera del cam pa mento. Muestra, tam bién, que el dejar a al guien cui dandoel ba rraco propio es una prác tica co rriente dentro del cam pa mento.

10 Sobre Olga véase ca pí tulo I, p. 47 y ss.

11 Claudia había pre si dido la reu nión por las becas or ga ni zada por el MTR, véase ca pí tulo I, p.52 y ss.

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ponen en la pi zarra del ca bildo Mayo, la mi li tancia de cada com pa ñero es pu -bli ci tada. Lo que se da al mo vi miento está su jeto a la opi nión de los otros, yse tra duce en ac ti tudes co lec tivas de apro ba ción y de sa pro ba ción, de re co -no ci miento y de cen sura. A la luz de di versas si tua ciones que viví entre loscom pa ñeros del MTR, diría que la caja es algo que puede in dicar a al guien como un com pa ñero la bu rador, digno de res peto y de to le rancia; o algo que, al con -trario, puede per mitir acusar a al guien de vago, po niendo en juego su re pu ta -ción; o algo que puede orientar la mo vi lidad en las po si ciones je rár quicas delmovimiento, promoviendo un ascenso o un descenso.

Y esa opi nión que re com pensa y san ciona no se cierra en los com pa ñerosdel mo vi miento, sino que in vo lucra otras re la ciones, como la propia fa milia,los ve cinos, o los amigos. Aunque so me ra mente, en el ca pí tulo an te rior tuveopor tu nidad de pre sentar a Rulo, quien tra ba jaba en se gu ridad del MTR12.Rulo lle vaba dos años en el mo vi miento, pero no había sido él, sino su hija de 12 años, quien se había apro xi mado al ca bildo Mayo. Una tarde en que Rulome acom pa ñaba desde Villa Mar ga rita a una reu nión de de le gados del MTRen Villa Sal cedo, me contó que al prin cipio era su hija quien iba al ca bildo losdías en que el mo vi miento re partía mer ca dería, lle vando un bolso vacío, quevolvía con arroz, azúcar, yerba y al gunos en la tados: Mi mujer la man daba.No te níamos un mango, en tonces la man daba a mi hija. Ellos le de cían a minena que yo fuera a ha blar allá, que no le po dían se guir dando mer ca dería siyo no iba, pero yo no quería saber nada. Hasta que una tarde vi nieron a micasa. Vi nieron a bus carme, y yo le dije a mi mujer que aten diera ella, y di jeraque yo había sa lido. Salí rajando por el fondo, me trepé a la medianera y meescapé.

Rulo no quería ha blar con ellos. Re cuerdo que le pre gunté por qué –¿Note gus taba la gente de Mayo?, dije en tonces. No, no, nada que ver, res pondióRulo, con un tono que pa recía in dicar que yo no había en ten dido nada. Medaba ver güenza. Era eso, me daba mucha ver güenza tener 37 años y nopoder darle de comer a mi familia.

Algunas se manas des pués del epi sodio de la me dia nera, su mujer lo con -venció para que fuera a una reu nión del ca bildo Mayo. Y bueno, me apa recí, yem pecé a ir, de a poco, viste. Me metí en lo de se gu ridad, que es algo quesiempre me gustó, y pedí el plan, y a los meses me salió. Hoy en día, Rulosuele ir a casi todas las mar chas del mo vi miento. En las dos mar chas que yoacom pañé, podía vér selo con cen trado en sus ta reas de se gu ridad, en cua -drando el con tin gente, guiando el ca mino, mar cando el ritmo del paso, cui -dando que nadie de afuera se in fil trara en la columna del movimiento.

A di fe rencia de la ex pe riencia de Amalia, para Rulo mar char es una ac ti -vidad rea li zada con or gullo. Tal vez porque es en tonces cuando des pliega el

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12 Sobre Rulo, véase ca pí tulo I, p. 64.

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valor de su tra bajo; tal vez porque mar char es la con di ción para se guir re ci -biendo caja; tal vez, y sobre todo, porque es la con di ción de ha cerlo sin sentirver güenza.

*

Eran cerca de las seis de aquella misma tarde en el SUM, cuando la an te úl -tima pa ciente salió del con sul torio. Había lle gado, por fin, el turno deAmalia, que llamó a los dos chicos y entró. A esa al tura Te resa es taba dor mi -tando de nuevo. Se in cor poró mi rando la hora, y dijo estar abu rrida.Entonces entró un hombre de unos 30 años, con pelo largo, va rios ta tuajesen los omó platos, y un bebé en brazos. Te resa saltó de la silla en tu sias mada,y alzó al bebé. Era Nahuel, el hijo menor de Amalia. Aquel hombre, que pre -guntó por su mujer y se sentó en la mesa a es perar, era Ca chito. Venía dehacer unas changas como re par tidor en la cer ve cería Quilmes, Es más quenada de di ciembre a marzo –me ex plicó–, porque necesitan gente en elverano.

Amalia se asomó por la puerta del con sul torio y llamó a Te resa, quienvolvió al se gundo con una caja llena de pa peles. Era el fi chero con las his to -rias clí nicas de los pa cientes. En rea lidad –me ex pli caba Te resa– esto lotengo que hacer al prin cipio, pero yo me hago la bo luda porque me da fiaca;ahora el Doctor me pidió que le se pare la ficha de Amalia. Al ver esa caja decartón des pe da zán dose, Ca chito le dijo a Te resa que era una vi llera. Entre esa caja y el asen ta miento –dijo–, sos una vi llera con todas las le tras. Te resa, porsu parte, em pezó a til darlo de vago –junto con vi llero, la burla que más es cuché du rante las semanas que pasé en Varela.

Hacía sólo al gunos meses que Te resa y Diego se ha bían mu dado delcuarto del fondo de la casa de La Po laca a una ca silla en el Asen ta miento 7 deNo viembre, un asen ta miento que tiene dos años de an ti güedad. Según mecon taría Te resa, ahora los te rrenos no co rrían pe ligro, pero en los ini cios sehabía for mado una co mi sión de ve cinos para evitar los de sa lojos: Ahí es taba LaPo laca, viste, porque ella es la que más sabe de esas cosas. Las tie rras eran deun juez, y gra cias a la co mi sión no de sa lo jaron, aunque la úl tima vez tu vieron que ir los curas y las monjas, porque si no los sacaban a todos.

El te rreno de Te resa y Diego está ubi cado en la parte más baja del asen ta -miento, que suele tener pro blemas de inun da ciones. Esa parte es tam bién lamás nueva, es decir, la de las ocu pa ciones más re cientes. Sin em bargo, nofueron Te resa y Diego quienes ocu paron el te rreno, sino que lo com praron a un hombre que había ido ocu pando va rios. Lo pa gamos 350 pesos, en dosveces, más la ca silla que nos costó 150, en total 500, me dijo Te resa, a quienel asen ta miento pa recía gus tarle poco y nada. Hoy pude lavar la ropa porquesalió agua, pero si no me tengo que ir hasta lo de mi mamá. Cuando no sale

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nada, viene el ca mión del go bierno, y ahí lle namos los bi dones y las bo te llas,pero con este calor eso no sirve para nada.

Cuando hay, Te resa saca agua de una man guera que com parte con el ve -cino de al lado y con “el pa ra guayo” del te rreno del fondo. Sus re clamos, sinem bargo, no se ago taban en el agua. A Te resa, el asen ta miento le daba miedo,A la noche no puedo dormir, es cucho la gente pasar, y el otro día vi a unosve cinos car gando un la va rropas. Afa nado, obvio. Diego dice que soy una ca -gona, pero qué le voy a hacer, a mí me da miedo.

Diego solía pasar por el SUM en el ho rario de tra bajo de Te resa. Allí nosque dá bamos los tres, com par tiendo diá logos y si len cios, fu gaz mente in te -rrum pidos por las pa cientes que lle gaban a pedir su turno. Una de esastardes, él dijo que Te resa exa ge raba: En el asen ta miento no pasa nada, escomo cual quier lado, si vos no te metés con nadie, nadie te jode. Cinthia, lahija mayor de Amalia y Ca chito que es taba ahí con no so tros, salió en de fensa de su tía, y dijo que a ella tam bién le daba miedo el asen ta miento: El otro díade la tor menta, pa recía que la casa de estos iba a vo larse, dijo la nena de 7años. Ca chito dio al gunas car ca jadas, e iró nico, agregó di ri gién dose a mí:Cuando vamos a la casa de Te resa y Diego, yo le digo a Amalia, ‘Para que tebañás si vamos a la villa, des pués vol vemos todos llenos de barro y tenemosque bañarnos de nuevo’.

Mien tras la gente que vive en el centro de Flo rencio Va rela –in cluidoAlsina– con si dera a Villa Mar ga rita, Las Ca ni llas y ale daños como un área devi llas, los mo ra dores de estos lu gares re servan ese tí tulo para los asen ta mientos.Sin em bargo, los que viven en los ba rrios suelen cir cular por los asen ta -mientos, y suelen tener allí pa rientes o amigos. El caso de Te resa y Diego espa ra dig má tico: es muy común que los hijos ca sados que vi vían en la casa desus pa dres en un ba rrio, tomen –o com pren– un lote en el asen ta miento,para em pezar a cons truir su propia casa. Es común, tam bién, que aque llosque tienen fa milia en los ba rrios y que, por al guna razón, tu vieron que cons -truir su casa fuera del mu ni cipio, se muden a un asen ta miento para vivir máscerca de los suyos. Una her mana de Te resa, por ejemplo, se había mu dado aLanús des pués de ca sarse. Dos años des pués supo por sus her manos que enFlo rencio Va rela “es taban to mando te rrenos”. Su propia de ci sión de tomarun te rreno es tuvo atra ve sada por la duda, porque eso sig ni ficó pasar de sucasa ya ter mi nada en Lanús a un lote com ple ta mente vacío, donde todo es -taba por cons truir. No obs tante, la cer canía de los parientes pareciócompensar el costo de tener que “empezar todo de nuevo”.

Fue una tarde de calor abra sante que Te resa vis lumbró la po si bi lidad devolver a vivir en Villa Mar ga rita. Nadie cir cu laba por las ca lles, nadie habíaen trado al SUM, y hacía horas que es tá bamos las dos sen tadas en el banco de ma dera. Entonces, por pri mera vez, vi al mé dico salir de su sala: ¿Nos

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vamos?, dijo a su se cre taria, que había pa sado el tiempo abriendo y ce rrandosu cua der nito, bos te zando y mi rando el reloj una y otra vez. Enten diendo elsar casmo, ella fingió una son risa de oreja a oreja: había que es perar a Amalia,que tenía que llegar en cual quier momento a atenderse.

Pero no fue Amalia, sino Diego, quien llegó al re dedor de las cinco. Como Ca chito, Diego tam bién hace changas en la cer ve cería Quilmes. Ese día, sinem bargo, venía de hacer un arreglo de elec tri cidad. Lo bueno es que Diegosabe hacer de todo –me dijo Te resa–, y con eso nos vamos arre glando.Diego se sentó en el banco largo de ma dera: ¿Vamos?, pre guntó a su mujer.Hay que es perar a tu her mana, res pondió ella. Nos que damos los tres en si -lencio. En algún mo mento le pre gunté a Diego si había ido a la marcha del26, en el Puente Puey rredón, que había sido un par de días atrás. Te resa em -pezó a reírse: ¡Qué va a ir este a la marcha, si se quedó dur miendo! Él largóuna son risa, y dijo haber es tado can sado. En aquel en tonces, tam poco es taba cum pliendo con las cuatro horas de tra bajo en el mo vi miento: Tengo lasfaltas jus ti fi cadas, por las changas, viste.

Fal tando al gunos mi nutos para las seis, Te resa pegó un salto y se dis pusoa juntar sus pa peles. Por esas iro nías de la vida, des pués de una tarde in ter mi -na ble mente calma, una mujer con un chico en brazos entró al salón ¿No tepuedo anotar para ma ñana en el primer turno?, pre guntó Te resa. Es que yame estoy yendo, agregó con cara de ruego. La mujer res pondió que pre ci -saba ver al mé dico, pero que sería rá pido. Sacó su carnet del bolso y se lo en -tregó. Quién va a aten derse, pre guntó Te resa. Él, dijo la mujer se ña lando alchico. Ah, no te conté –agregó, mien tras Te resa anotaba–: me mudo aVarela.

“Va rela”, en ese caso, quería decir el centro de Flo rencio Va rela. Los ojosde la se cre taria del mé dico se ilu mi naron; buscó la mi rada de Diego, comoquien busca apro ba ción para hacer al guna cosa. ¿Cuánto estás pi diendo?,pre guntó Te resa. 8000, res pondió la mujer. ¿Y a pagar cómo?, volvió a pre -guntar. O todo junto, o 5000 pri mero y 3000 des pués. La mujer pa reció darel asunto por ter mi nado y pre guntó, ¿Saben si hoy hay te lé fono? Con la ca -beza, Diego res pondió que no. Entendí que, una vez más, ha bían ro bado losca bles de alu minio de la red te le fó nica. Diego ya me había ex pli cado que laope ra ción tenía lugar por las no ches, a la vuelta de su casa: Ya los vi va riasveces, sub idos a una es ca lera. En esa opor tu nidad, Te resa había re cla madoirri tada: ¿Ves? ¿Qué andás di ciendo que en el asen ta miento no pasa nada? Ymás tarde, Amalia diría que lo de los ca bles era una ver güenza, Porque lopeor es que no so tros sa bemos quiénes son. No es gente que no tiene paracomer, son los pibes para com prarse la fa lopa. Y si vos vas y les ha blás a lospa dres no sirve de nada, si se la pasan en pedo todo el día...

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El tiempo que duró la con sulta de la mujer que se mu daba a “Va rela” fuetam bién el tiempo en que Te resa en sayó todas las es pe cu la ciones po si blespara com prarle la casa que de jaba en Villa Mar ga rita. Te ima ginás –decía aDiego, que pa recía algo apá tico–, volver acá, es tamos cerca de todo ¿Mirá sicuando volvés es tamos acá en Villa Mar ga rita?, me dijo Te resa es pe ran zada.Hizo un si lencio, que se in te rrumpió cuando Kevin dejó de per se guir su pe -lo tita de paño, y pegó un au llido al lle varse por de lante el es cri torio que es -taba en un ex tremo del SUM. El te rreno está un poco caro –dijo Te resa,mien tras tra taba de con solar a su hijo, me neán dolo en brazos de un ladopara el otro–, porque ella en su mo mento lo compró por 2500. Diego le ex -plicó que la casa tenía piso de loza, de modo que es taba a buen precio. Si lede cimos a tu vieja –pro si guió Te resa–, ella nos presta la guita, o saca un cré -dito. Mi suegra es capaz de hacer de todo con tal de te nernos cerca –dijo mi -rán dome a mí, mien tras en mi ca beza La Po laca volvía a ser esa fi gura to do -po de rosa. A la luz de los co men ta rios de su nuera, era la per sona que sabíatodo del ba rrio; era quien había par ti ci pado en la co mi sión del Asen ta miento 7 deNo viembre evi tando los de sa lojos –aún cuando no vivía allí, aún cuando suhijo to davía tam poco; era quien haría lo im po sible para man tener a su fa milia cerca; era quien tenía con di ciones para hacer que Diego y Te resa vol vieran aVilla Mar ga rita, y no sólo a través de un cré dito, sino a través de su in -fluencia: aquella tarde, Te resa con cluyó el asunto del te rreno di cién dole aDiego que iba a pe dirle a La Po laca que ha blara con la ven de dora, Porque situ mamá le habla, ella nos va a dejar pa garle en va rias veces. Total pa rece queella ya se compró la casa, porque el ma rido ganó un juicio, o algo así. La platano la ne ce sita, sen tenció Teresa, mientras apilaba las sillas en un rincón,aguardando, tal vez más ansiosa que nunca, la hora de irse.

*

La cita era en el cam pito, Ahí, atrás del fri go rí fico, ha bían dicho Amalia yCa chito, in vi tán dome al par tido de fútbol del cam peo nato in fantil en el queuno de sus hijos com petía. Es un cam peo nato que or ga ni zamos los pa dres,dijo Amalia aquella vez. Y yo, su mer gida en mis in quie tudes, pre gunté si for -maba parte de las ac ti vi dades de La Verón. No, esto no tiene nada que vercon po lí tica, res pondió Ca chito. Es para los chicos del ba rrio, más que nadapara sacarlos de la calle, viste.

En unos pocos meses, Amalia ter mi naba su man dato como pre si denta de la co mi sión di rec tiva del Club So cial y De por tivo Villa Mar ga rita, que or ga ni -zaba los cam peo natos de fútbol de los chicos. Como pre si denta del club,Amalia tenía una re la ción asidua con el mu ni cipio, más pre ci sa mente con la“Sub se cre taría de Re la ciones Insti tu cio nales con la Co mu nidad”, Así delargo, diría Amalia, des pués de que jarse por la falta de aten ción de los em -

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pleados de ese or ga nismo en re la ción al Club. Sabés las cartas que le es cribí aPe reyra, a Solá13, y nada. A Pe reyra le pedí las ban deras. Tres ban deras: la na -cional, la de la pro vincia, y la del club. Ni eso fue capaz de darnos. Por eso tedigo, con los po lí ticos no quiero saber nada, son todos una porquería.

Cuando al gunos meses des pués volví a Va rela y me en contré con Amalia,la cam paña para elec ciones le gis la tivas en Pro vincia de Buenos Aires es tabaa punto de co menzar. Chiche14, según me contó Amalia en esa opor tu nidad,había es tado en el mu ni cipio hacía sólo al gunas se manas atrás. A mí me llegóuna in vi ta ción al acto, pero no fui. Por suerte mi mamá tam poco, porque noestá mi li tando más. ¿Ah, no está mi li tando?, pre gunté cu riosa. No, porsuerte se cansó. Si nunca sacás pro vecho de nada; mi vieja es una bo luda, tra -bajó siempre como una negra sin sacar pro vecho de nada. Yo tam bién: yotam bién les bus caba gente, les lle naba mi cros, y todo para qué, para que tedigan, ‘qué bien toda la gente que tra jiste’. A mi vieja las veces que le ofre -cieron plata nunca la agarró –porque eso me consta, nunca la quiso aga rrar.Entonces, ¿para qué?

Entonces para qué. La apro xi ma ción de Amalia al MTD se había dado entér minos de su con di ción de as pi rante a un plan; ano tarse con los pi que teros habíaim pli cado en trar en una red de obli ga ciones –que in cluían mar char, tra bajar enel co medor, asistir a reu niones. El aban dono de su tra bajo en po lí tica era in ter -pre tado a través de este mismo es quema de per cep ción de obli ga ciones y ex -pec ta tivas re cí procas. Y cabe agregar que con ese mismo es quema, Amalia re -va luaba su re la ción con los pi que teros la úl tima vez que la vi. No era so la mentecon los po lí ticos que es taba fu riosa. Por ese en tonces, ni ella ni Diego es tabanmar chando: Mi her mano tiene las faltas jus ti fi cadas, porque está ha ciendochangas. Ahora los del mo vi miento le piden 25 pesos por mes, pero él no lespaga. Encima que tiene que tra bajar porque con el plan no le al canza, ¿les va adar 25 mangos a ellos? Estamos todos locos... Su pues ta mente yo sigo de li -cencia, o bueno, a mí nadie me vino a decir nada, así que yo sigo de li cencia.

¿Y el MTD está con vo cando a mar chas?, pre gunté yo. ¿Ellos? –dijoAmalia–, ellos siempre in ventan algo para mar char. O lo del Puente, o lo de

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13 Fe lipe Solá, en tonces go ber nador de la Pro vincia de Buenos Aires por el Par tido Jus ti cia -lista.

14 Chiche Duhalde, mujer del ex go ber nador de la pro vincia Eduardo Duhalde por el PJ(1991-1995, 1995-1999), y en tonces can di data a se na dora de la pro vincia por el mismo par -tido.

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Cro mañón15, y ahora mar chan por el au mento de 300 pesos. Y es al pedo, siellos saben que el go bierno no les va a dar los 300 pesos: ¿para qué nos hacen marchar?

Con si derar, a la luz de la ex pe riencia de Amalia, que el vínculo entre losmo vi mientos y las per sonas que en ellos par ti cipan puede ser vi vido en tér -minos de una ló gica de obli ga ciones y ex pec ta tivas mu tuas16, nos per mite re -fle xionar sobre otros rasgos de esa re la ción. Si es cierto que en Villa Mar ga -rita todos saben que los planes son pro gramas gu ber na men tales, tam bién escierto que el plan es re fe rido como de la UGL o de los pi que teros. Como acos -tum bran a decir las per sonas, se trata de los planes que da la mu ni ci pa lidad enun caso, y de los que dan los pi que teros en otro. Esto es su ges tivo porque mien -tras ten demos a pensar a los mo vi mientos –y tam bién a las UGL, y a los pun -teros– como “me dia dores” o “in ter me dia rios”17 entre el Estado y los des ti na -ta rios de po lí ticas pú blicas, un tra bajo et no grá fico puede mos trar que desdela pers pec tiva de las per sonas in vo lu cradas esa me dia ción no apa rece. La no -ción de me diador je rar quiza las re la ciones so ciales, pre su miendo una re la -ción –la del Estado y la po bla ción– como la más im por tante, y con fi nando aun se gundo plano aquella otra que es efec ti va mente vi vida: el vínculo entreesos que se su ponen ‘me dia do res’ y ‘la gente’. Un vínculo sui generis quesupone su propia cadena de obligaciones recíprocas, más allá de un tercero.

En una opor tu nidad, vi cómo una joven se preo cu paba por las even tuales con se cuen cias de haber ini ciado sus va ca ciones en el MTR sin haber avi sadoantes al de le gado de su ca bildo. La chica es taba an gus tiada, porque una “asis -tente del go bierno” había pa sado por el co medor y no había en con trado anadie tra ba jando. Entonces se armó qui lombo –me dijo–, y pueden llegar asa carnos el plan. ¿Quiénes?, pre gunté yo. No sé –res pondió ella–, creo quelos del mo vi miento. En aquel en tonces, este co men tario no hacía más queali mentar mis dudas sobre el poder de los mo vi mientos para dar bajas en losplanes. Si mu chas per sonas pa re cían creer en ese poder, otras tantas creíanque sólo el go bierno tenía esa atri bu ción. En un mo mento, pensé que esta úl -

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15 Re pú blica Cro mañón era el nombre de una dis co teca si tuada en el ba rrio de Once, ciudad deBuenos Aires, que el 30 de di ciembre de 2004 su frió un in cendio, du rante un re cital de rock, de jando un saldo de casi dos cientos muertos. La tra gedia inau guró una crisis po lí tica para el go bierno de la ciudad, ya que el lugar había sido ha bi li tado por ins pec tores mu ni ci pales, apesar de violar un con junto de re gla men ta ciones de se gu ridad. Las mo vi li za ciones y pro -testas –en ca be zadas por los pa dres de las víc timas, par tidos de opo si ción, or ga nismos dede re chos hu manos, y mo vi mientos pi que teros– dieron paso al juicio po lí tico del Jefe deGo bierno de la ciudad por su res pon sa bi lidad en el hecho.

16 Atiendo a esta di men sión si guiendo la mi rada pro puesta Durk heim (1974), Mauss (2003) yMa li nowski (1935), sobre las obli ga ciones im pli cadas en toda re la ción so cial.

17 Cf. Svampa (2004: 8); Grimson et al (2003: 14, 33, 76); Cra vino et al (2002: 66 y ss.); Sca glia yWoods (2000: 250); Woods (1998). Una crí tica a la idea de me diador puede ser en con tradaen Rosa (2004: 249), res pecto a la re la ción entre los mo vi mientos que rei vin dican la re -forma agraria y el Estado bra si lero.

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tima po si bi lidad era ‘la co rrecta’, cuando Claudia me ex plicó que esa era unade las “di fe ren cias del MTR” res pecto a “los otros mo vi mientos”: No so trosno te nemos el con trol de los planes, los otros mo vi mientos sí pueden darbajas porque negocian con el gobierno, y a cambio de eso no marchan.

Pero esa cer teza se des mo ro naba una y otra vez, a partir del miedo de lasper sonas a las bajas, o de afir ma ciones que ase gu raban que el mo vi mientohabía dado de baja el plan de tal o cual com pa ñero. Lo cierto es que me fui de Va rela pen sando que se tra taba de un vacío de in for ma ción que tenía quecom pletar con sul tando al guna fuente ‘o fi cial’. Sin em bargo, ahora con je turoque se trata de algo más. En primer lugar, mis pro pias dudas al res pecto delpoder del mo vi miento para con trolar altas y bajas ex pre saban una duda quetodos ex pe ri mentan, y el propio enigma a partir del cual ese poder es cons -truido. En se gundo lugar, parte de las con di ciones de po si bi lidad de esa duda es taba en el hecho de que, día a día, el plan es vi vido como siendo de los pi que -teros. Son ellos los que dan el plan, los que dan la caja, los que dan va ca ciones yli cencia, los que anotan, los que con trolan la asis tencia, los que llenan las pla -ni llas, los que re co nocen a aquel com pa ñero que tra baja y cen suran a aquelque no tra baja. Es el mo vi miento –y no el Estado– con quien las per sonas sesienten com pro me tidas –porque “ellos me ayu daron mucho”–, de quien sesienten de frau dadas –porque “todo quedó en la nada”–, y a quiencuestionan –“¿para qué nos hacen marchar?”.

Aquella úl tima vez que vi a Amalia, ella me ha blaba en pie, de trás del mos -trador de la pa na dería de su madre, que en tonces había vuelto a atender.Gloria –que antes era la en car gada del ne gocio– se había ido de Va rela: Estávi viendo en Junín, dijo Amalia. Pero de eso hacía cinco meses, mien tras queel re greso de Amalia a la pa na dería había sido tan sólo unos días atrás, porotra razón bien dis tinta. La cosa está di fícil, me dijo Amalia en tonces. Y ex -plicó que a Ca chito le ha bían sus pen dido el plan. Re cuerdo que le pre gunté si le ha bían dado de baja, y ella me co rrigió: No, se llama ‘sus pen sión’ dicen ellos,y dicen que es por dos meses. Ca chito fue a ha blar con los de la UGL, y le di -jeron que lo de bían haber sus pen dido porque tenía faltas en la huerta. Y ahíél fue a ha blar con su coor di na dora, y re vi saron las pla ni llas, y vieron quetiene todo pre sente. ¿Y en tonces?, pre gunté. La propia coor di na dora le dijoque había como no ve cientas sus pen siones, y que ella sabía que era por laselec ciones: están usando los planes para los que van a los actos. Amalia es -taba in dig nada, porque, al pa recer, ha bían sus pen dido aque llos planes que co -rres pon dían a do cu mentos ter mi nados en el nú mero nueve. Claro, no sonnin gunos bo ludos, porque del nú mero nueve son un montón. Cuando co -brá bamos en el cam pito, la fila del nueve era enorme, era la peor. Así que sillegás a con se guir la en tre vista con Pereyra, decile que venga a ver lo que susUGL están haciendo con la gente.

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La sus pen sión del plan de Ca chito había lle vado de vuelta a Amalia a la pa -na dería de su madre. Y es que más que como un plan de em pleo, el plan fun -ciona como un re curso que, su mado a otros, com pone el in greso de unaunidad fa mi liar. No se trata, so la mente, de que el plan in vo lucra cierta con -cep ción es tatal de ‘fa mi lia’ –como es el caso de los planes con cargas, o deplanes ali men ta rios como el Vida, que son ob te nidos por el hecho de tenerhijos. Se trata, además, de que los planes son ges tio nados, por aque llos quelos re ciben, a través de re la ciones consideradas familiares.

Como hemos visto a lo largo de estas pá ginas, una fa milia nu clear, através de sus dis tintos miem bros, acu mula más de un plan. Una forma de ha -cerlo es con si guiendo planes de dis tintos tipos: en el caso de Amalia y Ca -chito, y de Diego y Te resa, cada ma tri monio con cilia planes con cargas yplanes sin cargas. No sólo esos planes son de tipos dis tintos –lo cual evita lain com pa ti bi lidad–, sino que, por di versas cir cuns tan cias, son ob te nidos através de vías di fe rentes. Las si tua ciones vi vidas en el SUM per miten ha blarde uni dades do més ticas que com binan planes de los pi que teros y planes de laUGL –y si agre gamos a Gloria, de bemos sumar una ter cera unidad: Gloriacon plan por un po lí tico, y Mario (su ex ma rido) sin plan –según ella, porconsiderar que “eso es para vagos”.

Esos planes no sólo se or questan a través de re la ciones fa mi liares, sinoque tam bién se con servan en virtud de esas re la ciones: vimos que du rantealgún tiempo, cuando Diego hacía changas, Te resa lo reem pla zaba en las mar -chas con vo cadas por La Verón. Lo mismo ocu rría con Amalia, que era reem -pla zada por Ca chito. Dado que cada plan im plica cierta red de re la ciones y de obli ga ciones, al guien que en prin cipio no está vin cu lado a los pi que teros, se veen la si tua ción de mar char, para reem plazar a algún pa riente que sí lo está. Estoevi dencia que, a través de esas re la ciones, las per sonas son lle vadas a cir cularpor es pa cios per ci bidos como dis tintos –los mo vi mientos pi que teros, laUGL–, aunque no ne ce sa ria mente como con tra dic to rios, y mucho menoscomo ex clu yentes. Y si las per sonas son lle vadas a cir cular es porque el plan de la UGL o el plan de los pi que teros no sólo son po si bi li dades entre otras, sinotam bién po si bi li dades que se com binan con otras. De al guna ma nera, a lolargo de estas pá ginas he tra tado de mos trar que la forma en que los planesson ges tio nados no puede ser di so ciada de otras ac ti vi dades, re cursos y re la -ciones que hacen a la vida de Amalia, Ca chito, Te resa y Diego; que el plan esvi vido –y por tanto en ten dido– en vidas que in cluyen el Se guro Pú blico deSalud, el ser man za nera en el Plan Vida, el tra bajo como se cre taria del mé -dico en el SUM, el tra bajo en la pa na dería de La Po laca, el tra bajo para Pe -reyra, las changas en la cer ve cería Quilmes, la con tra pres ta ción en la huerta de la UGL, la or ga ni za ción de cam peo natos de fútbol desde la co mi sión delClub So cial y De por tivo Villa Mar ga rita, la even tua lidad de salir delasentamiento, y el marchar en un movimiento piquetero.

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Tal vez, a la luz de este uni verso he te ro géneo por el que tran sitan, elhecho de que Amalia y Diego re fieran a su re la ción con el MTD en tér minosde estar con los pi que teros ad quiere más sen tido. Du rante mi tra bajo de campo,una única vez al guien me dijo, Soy pi que tero. Fue Se bas tián, aquel ‘in for -mante de ba randa’ que el “chico del video” había lle vado a la casa de Estelaen mi primer día en Va rela. En cambio, las per sonas so lían decir, Estoy conlos pi que teros, o, Cuando em pecé con los pi que teros. Los pri meros días quepasé en Villa Mar ga rita, en ciertos con textos aso ciados al MTR, co metía lator peza de pre guntar a mis in ter lo cu tores si “eran del mo vi miento”. Lamisma tor peza co metía en re la ción a los nom bres pro pios de las or ga ni za -ciones. Enfras cada en mis há bitos cla si fi ca to rios, solía pre guntar a las per -sonas “en qué mo vi miento” es taban. Si vol vemos al ex tenso re lato deAmalia el día en que la co nocí, po demos ver que “La Verón” apa rece tar día -mente, sólo en el mo mento de re fe rirse a los her manos de su ma rido,quienes es taban “desde el 97”. Hasta en tonces, para Amalia había bas tadoha blar, sim ple mente, de los piqueteros.

Cuando ese mismo día Amalia me ex plicó el fun cio na miento de LaVerón en re la ción a las cajas de mer ca dería, re cuerdo que le co menté que me pa recía que el MTR fun cio naba de un modo si milar. Y ella pre guntó: ¿Qué,los de allá de Villa Mar ga rita centro decís vos? Sí, res pondí. Ah, no sé –con -tinuó Amalia–, no tengo idea de cómo fun cionan los otros. Sí sé que hayunos que dan caja de mer ca dería por marcha. Son unos que están acá en LasCa ni llas, cerca de la ro tonda, viste. Vos vas a la marcha y te dan una caja. Youn día fui a los del co medor y les pre gunté por qué, y ellos me ex pli caron que capaz que ese mo vi miento arregla con el go bierno, y por eso tiene tantascajas.

El nombre de la agru pa ción es pe cí fica a la que se per te nece, como las dis -tin ciones entre agru pa ciones –cues tiones tan sig ni fi ca tivas para lí deres, cua -dros di ri gentes y cla si fi ca ciones so cio ló gicas–, puede ser algo poco tras cen -dente para –al menos parte de– ‘las ba ses’. Y si esas dis tin ciones apa recen,pueden ser tra zadas a partir de cri te rios bien di fe rentes de aque llos a los quese apela en los dis cursos ofi ciales de las or ga ni za ciones. Lo cierto es que sólocon el tiempo fue per ci biendo que, si yo no in quiría, el nombre de la or ga ni -za ción en la que se es taba no siempre aparecía. Bastaba decir, Estoy con lospiqueteros.

Tam bién con el tiempo fui per ci biendo que eso que yo lla maba mo vi mientopodía ser un otro –los pi que teros–, y que antes que ser de, las per sonas cla si fi -caban lo que ha cían en tér minos de estar con. El ró tulo pi que teros puede ser una cla si fi ca ción que esen cia liza algo que el propio su jeto vive de modo re la -cional y con tex tual: para mu chos, los pi que teros son otros, con los que uno está.Esto nos ad vierte sobre las di fi cul tades de pensar al fe nó meno pi que tero a

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partir de prismas sus tan tivos como el de la iden tidad18: como he in ten tadode mos trar a través de Amalia y de Diego, los lla mados pi que teros son másque piqueteros, y hacen más cosas que piquetes.

En lo que sigue, pre tendo re co rrer otras vidas y otras re la ciones en elmarco de las cuales el plan es vi vido, bus cando mos trar que la ex pe riencia delos hijos de La Po laca no es ni más ni menos que una forma, entre mu chasotras po si bles, de estar con los pi que teros.

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18 En la Intro duc ción pre senté parte de esta mi rada tan re cu rrente en la li te ra tura sobre eltema. Véase p. 28.

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III. La familia Aguirrey el local to madoEsa tar de, mi úl ti ma tar de de aquel ve ra no en Va re la, un auto se de tu vo en laes qui na del lo cal. Vi mos ba jar a Juan Agui rre con sus tres hi jos me no res. Fe -li ces, los chi cos en tra ron co rrien do, anun cian do que ha bían ve ni do en re mís. El es pí ri tu de su pa dre pa re cía ser otro. Juan en tró sin sa lu dar; se rio, avan zóhas ta el fon do del lo cal y em pe zó a le van tar los col cho nes que es ta ban en elsue lo, al lado del cuar ti to don de se guar da ba la mer ca de ría. Pi dió a sus hi josque lo ayu da ran a do blar las fra za das, se acer có a la mesa del cen tro, don dees ta ban Vero y San dra –sus dos hi jas ma yo res1–, al gu nos ado les cen tes de laco mi sión a car go del lo cal, Mir ta2, de se gu ri dad del MTR, y yo. Ven go a buscarmis cosas, dijo Juan con la voz afó nica.

Aunque lo vi más flaco que nunca, Juan con ser vaba la energía de siempre.Con un ci ga rrillo entre los la bios, re co rrió el lugar de un ex tremo a otro, juntóva rias cosas que fue co lo cando sobre la mesa: ma deras, platos, vasos, he rra -mientas, lam pa ritas, un equipo de mú sica. Todo esto es mío –dijo–, me estoylle vando mis cosas, que quede claro. Des pués, cuando avan zaba hacia lapuerta, se de tuvo y re tro cedió: Ah, y esto lo de vuelvo, dijo sa cán dose uncordón atado al cuello, del que col gaba la llave de la puerta del local que élmismo había re pa rado. Puso el cordón sobre la mesa, casi en las na rices deMirta, para quien el men saje tenía que quedar claro: Juan se iba, y se iba eno -jado; tenía que ha cerlo con pa la bras; tenía que de cirlo con ob jetos. Aquellamesa os ten tosa in di caba lo que se lle vaba, pero tam bién todo lo que habíadado. Juan no sólo había pres tado lam pa ritas, sino que había hecho la ins ta la -ción de elec tri cidad el día de la toma de aquel lugar que el MTR usaría comocentro cul tural, donde fun cio na rían los ta lleres para los chicos be ne fi cia rios de las becas de 75 pesos3. Juan no sólo había su mi nis trado col chones y fra zadas,sino que además había dor mido allí, noche tras noche, ha ciendo guardia, hasta llegar el re levo de la ma ñana. Sus he rra mientas es taban en el local to madoporque él había ins ta lado el baño, con un ino doro do nado por una ve cina, y laco ne xión de agua, con una gran man guera pro por cio nada por el ca bildo Mayo.

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1 En la pá gina 98 el lector puede lo ca lizar las re la ciones de pa ren tesco que ligan a los pro ta go -nistas de este ca pí tulo.

2 Pre senté a Mirta en el ca pí tulo I, p. 65.

3 Véase ca pí tulo I.

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Mirta miró el cordón, y volvió la vista hacia abajo, como es pe rando a queesa si tua ción in có moda aca bara de una vez por todas. Entonces Juan volvióa acer carse: Mirta –dijo– con vos van a hacer lo mismo, te van a dar una pa -tada en el culo, des pués de ma tarte la bu rando como yo, te van a dar una pa -tada en el culo.

Se acercó a la ven tana y desde ahí hizo una seña al re mi sero que es pe rabaen la ve reda. Ve ró nica y Sandra, se vienen con migo para casa. Ve ró nica4, en -tregá todos los pa peles ahora, or denó Juan a su hija mayor. Re cuerdo queella no pro firió pa labra. Buscó su bolso, que es taba col gado en un caño queso bre salía de una de las pa redes, lo puso sobre la mesa y em pezó a sacar unpilón de hojas de dis tinto ta maño: Esta es la lista de los ano tados, esta es lalista de los ta lleres, estas son las fo to co pias de los do cu mentos, esta es la pla -nilla de la mer ca dería, y esta es la del al muerzo y la copa de leche. Pasá ma -ñana por mi casa que te ex plico todo, dijo Vero al hijo de Mirta, que la es cu -chaba aten ta mente, mien tras tra taba de ma ni pular aquel pilón in ter mi nable,que ate so raba cuatro se manas in tensas de or ga ni za ción de co midas y me -riendas, de chicos y chicos que, día a día, apa re cían en el local tomadodiciendo, “vengo a anotarme a lo de las becas”.

Aque llos pa peles en poder de Vero, ha blaban tam bién del tra bajo de estaAguirre, que con sólo 14 años, había asu mido con exal ta ción y fe li cidad unrol pro ta gó nico desde el primer día de la toma del local. Para lo que se ne ce -si taba ella es taba siempre dis puesta. Con el pasar de los días, Claudia5, quesólo en tonces es taba co no ciendo a Vero, co menzó a con fiar en ella va rias ta -reas claves. Es que el modo en que Vero se com por taba era el de un adulto.Y ella pa recía sa berlo. Re cuerdo que cuando me dijo tener 14 años, no di si -mulé mi sor presa. Sí, ya sé, pa rezco más grande, es por como hablo, dijo ellain me dia ta mente. Desde el inicio, su per cep ción acerca de mi propio tra bajo,por el mero hecho de ob servar mis mo vi mientos, no de jaba de asom brarme.Fue Vero quien en una de nues tras tantas ca mi natas me su girió, La pró ximavez que venga, tiene que ha blar con la gente de Mayo para que darse a dormir allá. Los fran ceses se que daron, y además no tiene sen tido hacer ese viajedesde Ca pital todos los días, es mucha plata, y pierde mucho tiempo. Tam -bién fue Vero quien, en una opor tu nidad, sin que yo nunca hu biera co men -tado nada al res pecto –a no ser que es taba allí que riendo es tu diar al gunos ba -rrios de Va rela–, ex plicó a la gente del MTR en qué con sistía lo que yo hacía.Una tarde en que llegué al local to mado, luego de haber pa sado por la casa de Gloria –her mana de Amalia e hija de La Po laca–, dos com pa ñeros del mo vi -miento pre gun taron por qué yo no vi si taba otros ca bildos del MTR –como sílo ha bían hecho “los ex tran jeros” y “la so ció loga”. Vero in ter vino con to nito

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Ca pí tulo III: La familia Aguirre y el local to mado

4 Men cioné a Vero en el ca pí tulo I, p. 62.

5 Re fe rente del MTR que dio ini cia tiva a la toma, véase ca pí tulo I, p. 52 y ss.

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de maestra: Es que us tedes no en tienden. Ju lieta no quiere hacer un tra bajo‘sobre el MTR’. Ella quiere hacer un trabajo sobre las cosas que pasan en elbarrio, sobre todo lo que pasa en el barrio ¿No, Julieta?

Con esa misma re so lu ción, en menos de un día, Vero pasó a ser una es -pecie de líder na tural del grupo de ado les centes que or ga ni zaría el cui dadodiario del local to mado. Ella lle vaba la con ta bi lidad de la mer ca dería que elpropio MTR había pro por cio nado, ano taba lo que se gas taba, lo que se apor -taba, quiénes y cuántos se que daban a comer. Su bolso la acom pa ñaba día ynoche, e iba acu mu lando estos con troles que el mo vi miento algún día pe -diría al local, y que el go bierno algún día pediría al movimiento.

Acá mis hijas no vuelven más. Quiero ver qué hacen en este local sin mishijas, sen tenció Juan aquella úl tima tarde, antes de ce rrar la puerta del remís y partir.

Para todos los que es tá bamos ahí, su ac titud era com pren sible. Unashoras antes, en el patio de su casa, el mismo Juan me había con tado queClaudia lo había “echado del local, por estar to mando”. Con el agra vante deque lo había echado pú bli ca mente, en pre sencia de Ma tilde, su mujer, y enpre sencia de al gunos de sus hijos. Yo, que es tuve todos los días en ese local,que puse todo –porque vos viste, puse todo–, todo para que esta mina meechara como me echó. Me po dría haber apar tado, y de cirme, ‘Mirá Juan,estás to mando, no podés tomar acá, mejor volvé para tu casa’. Cual quiercosa, pero no lo que hizo; gri tarme en frente de mi fa milia, en frente detodos... Y “eso” Juan no se lo iba a “perdonar”.

Juan me ha blaba sen tado en una silla de bajo del alero de chapa de su casa,mien tras Fer nan dito, el más chico de los siete hijos del ma tri monio Aguirre,co rre teaba de un lado a otro de trás de una pe lo tita de ping pong, y so la mente paró cuando vio que su padre no pudo con tener las lá grimas. Vos sabéscómo me des lomé, me dijo Juan ¿Y todo para qué? Para nada.

I. La fa milia Aguirre

Ha bía sido a tra vés de la toma del lo cal como se fue des ple gan do mi co no ci -mien to de la fa mi lia Agui rre du ran te las pri me ras se ma nas que pasé en Va re -la. Sus idas y ve ni das, de su casa en Vi lla Mar ga ri ta al lo cal en Las Ca ni llas,fue ron tam bién mis idas y ve ni das. No ha bía día que Ma til de o Juan no es tu -vie ran en el lo cal ayu dan do con al gu na cosa. No ha bía día en que al gu no desus cin co hi jos más chi cos, apro ve chan do las va ca cio nes de ve ra no, no pi -die ra au to ri za ción –a los llan tos si fue se ne ce sa rio– para acom pa ñar los. Eraco rrien te que yo lle ga ra por las ma ña nas a la casa de los Agui rre, y que mien -tras al gu nos es ta ban de sa yu nan do para ir al lo cal, otros es tu vie ran vol vien -do, lue go de ha ber pa sa do la no che ha cien do guar dia. Un ca mi no cir cu lar,

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que se re pe tía una y otra vez: to mar la ca lle de la Escue la 10 has ta el fi nal, do -blar por la ca lle de los neu má ti cos, atra ve sar un cla ro de tie rra, to mar la as fal -ta da de Las Ca ni llas, pa sar la igle sia don de se bau ti za ron va rios de los chicos,y seguir recto hasta ver el supermercadito azul.

En la es quina de en frente de ese mer ca dito es taba el local, al que había te -nido opor tu nidad de co nocer la ma ñana misma de la toma, cuando un grupo de unos diez ado les centes, más cinco o seis mu jeres, más cuatro o cincohom bres se ocu paban de la lim pieza y des ma le zaban la zanja de la ve redacon ras tri llos y palas. Además de Claudia, Vero era una de las más enér gicas:bus caba he rra mientas y agua en las casas de los ve cinos, bal deaba el piso,lim piaba las pa redes y rastrillaba el fondo.

La po licía vino, nos dijo que no había re clamo de nadie por el mo mento,me ex plicó Claudia, sen tán dose a des cansar sobre el muro de una de las ven -tanas. Agregó que los ve cinos apo yaban la toma: Nos pres taron he rra mientasy nos dieron agua. Ma ñana hay que ir a la co mi saría, para dejar sen tado que el local está to mado. Tengo que ir yo. El cana que llegó hoy ya me co noce, mevio en la toma de Villa Sal cedo, y en Ge neral Vega6 tam bién fi guro yo comola res pon sable de la toma. Con una son risa llena de dientes, Claudia agregó:Deben pensar, ‘Esta loca de nuevo’.

La toma era un “de nuevo” en la vida de Claudia, en la vida del po licía, yen la vida de mu chos otros. Esa es quina aban do nada de Las Ca ni llas es tabasiendo to mada como ha bían sido to mados los es pa cios donde hoy fun -cionan los ca bildos del MTR. Como hecho re dun dante, la toma del local res pe -taba una forma. Y aunque no todos los que es taban aquel día ha bían ya par ti -ci pado de una toma, la forma tenía cierta fa mi lia ridad: en trar, lim piar,es perar a la po licía, cer ti ficar ofi cial mente que eso era una toma; aguardar laeven tual apa ri ción del dueño, y mien tras tanto, la tarea más ardua: em -prender la vi gi lancia7. Al menos al prin cipio –y al igual que un te rreno en unasen ta miento– un lugar to mado no puede quedar solo, porque puede ser to -mado por otros, porque puede ser exi gido por el pro pie tario, porque puedeser de sa lo jado. En de fi ni tiva, la toma es un ver da dero acto de ocu pa ción. Yfue esta la tarea cen tral du rante las se manas su ce sivas a aquel primer díainau gural. La in fraes truc tura del local era pre caria: con taba con tres grandesven tanas con per sianas, pero sin vi drio ni rejas, y una puerta que no es tabasol dada. Atrás había un fondo des cu bierto, por el que fá cil mente podía en -trarse a la parte te chada. Como si fuera poco, los an ti guos ‘po see do res’ dellocal –un grupo de cho rros, según de cían todos– ya ha bían es tado dando

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6 Lo ca lidad de Flo rencio Va rela donde vive Claudia.

7 Sobre la im por tancia y el ca rácter coer ci tivo de la forma para dotar de sen tido y re co no ci -miento una ac ción, cabe trazar un nuevo pa ra le lismo con las ocu pa ciones de tierra en Brasil que, como muestra Si gaud (2000, 2005), si guen una forma es pe cí fica, que la au tora dio enllamar forma cam pa mento.

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vueltas la ma ñana de la toma, pis peando lo que es taba sucediendo. Loscuidados, sin duda, tenían que ser redoblados; y las guardias, permanentes.

Re cor demos que en la reu nión del día an te rior a la toma, en el ca bildo deVilla Sal cedo, Claudia había hecho re fe rencia a ese grupo de de lin cuentes y al pa sado os curo del lugar. Un pa sado que pa recía ma te ria li zado en la mugre de la que todos ha blaban una y otra vez el día de la toma: No sabés las cosas queen con tramos acá adentro, tierra, gomas, ba sura, pre ser va tivos, de todo, medijo Vero cuando llegué, mos trán dome las manos en ne gre cidas. Un pa sadoque –junto al apoyo de los ve cinos– le gi ti maba la toma en el presente.

La pri mera vi gilia del local fue en ca be zada por Juan Aguirre, su hija Vero,y otros tres ado les centes. Al día si guiente, tem prano en la ma ñana, lle garíaun re levo. Pero, días más tarde, Vero me con taba con eu foria que no habíapa sado allí una noche, sino tres con se cu tivas; que aunque ha bían lle vado col -chones, no había dor mido en todo el fin de se mana en tero, y que ni si quierahabía pa sado por su casa a sa ludar a su madre, Ma tilde, por el día delcumpleaños.

Aquel sá bado Ma tilde cum plía 49 años. Yo la había co no cido el día de latoma, cerca del me diodía, cuando al gunos hom bres de ba tían sobre cómoponer en marcha el ope ra tivo de se gu ridad, mien tras Mirta y Mari –ambasdel ca bildo Mayo, MTR– pre pa raban el al muerzo. Cor taban la ver dura y loshuesos de carne que ha bían traído del ca bildo de Villa Sal cedo, mien tras en lave reda el agua se ca len taba dentro de una gran olla, dis puesta sobre una re -jilla de hierro, mon tada a su vez sobre dos ma deras. En poco tiempo el guisode arroz es taría listo y todos se sen ta rían a la mesa, tam bién traída de VillaSal cedo, junto con al gunos bancos y artículos de cocina.

Ma tilde, esa mujer ba jita de ca bello aza bache y son risa pró diga, es taba allí, ayu dando a servir los platos, a las tandas de chicos y grandes que iban sen -tán dose. Tal vez por ese pro ceder enér gico, más tarde me sor pren deríacuando Vero me dijo que su mamá “no es taba con los pi que teros”: Mi mamá tiene plan de la UGL. El que está con los pi que teros es mi papá, pero comoahora está chan gueando con el ca rrito, mi mamá viene y ayuda.

Fue Vero una de las pri meras per sonas en ex pli carme qué era UGL. Enuna de nues tras ca mi natas, me pre cisó, Son los planes que da el go bierno. Lagente los re cibe, pero sin hacer nada. En cambio, los pi que teros re cibenplanes por mar char. Y agregó, Si tenés plan de la UGL, tenés que tra bajar encosas que ellos te mandan. ¿Qué cosas?, pre gunté. Y, en ge neral son cosasdel ba rrio, arre glar la es cuela, la sa lita de emer gencia, las zanjas o las huertas.Mi mamá tiene que ir al SUM tres veces por se mana, a un ta ller de artesanías.

Du rante enero, el ta ller de ar te sa nías de Ma tilde es taba de va ca ciones. Enfe brero las ac ti vi dades re co men zaron, pero sólo dos veces por se manaporque, según me ex pli caría Ma tilde, no te nían ma te riales. Una tarde, mien -tras to má bamos mate en su casa, Ma tilde trajo de su cuarto la bolsa donde

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guar daba las cosas del ta ller. Eran ac ce so rios y bi jou terie, ar mados con bo litasde plás tico, hil va nadas por hilo de nylon tipo tanza. Me di cuenta, en tonces,que los flo re ritos y ca jitas que es taban en los es tantes de la co cina tam biénha bían sido he chos en el ta ller. Aquel día Ma tilde me dio un flo re rito comore galo. Pre gunté si los ven dían, y ella res pondió que sí, pero en se guidaagregó: Bah, en ge neral no, la verdad es que los termino haciendo para mischicas, viste.

Tres se manas más tarde, Ma tilde co men zaría a dar clases de ar te sa nías enel local to mado. Fue ella quien lle varía los ma te riales: aquella bolsa con losac ce so rios ya he chos, para que los chicos de sar maran y vol vieran a armar.Pensé que ese armar, de sarmar y volver a armar, decía algo sobre el fas tidiocon que Ma tilde pa rece llevar la con tra pres ta ción en el ta ller del SUM.Alguna vez me dijo que ella ne ce si taba “tra bajar”, que no le gus taba “eso deestar sin hacer nada”. Dijo, tam bién, que ahora que Fer nan dito, su hijo máschico, em pe zaría el jardín, ella “bus caría tra bajo” nue va mente. Sus pa la brasme re cor daban a las preo cu pa ciones de Ana, del ca bildo Mayo. Y lo cierto esque no fueron sólo ellas las per sonas que, du rante mis días en Va rela, ma ni -fes taron al guna vez su in co mo didad por “no hacer nada”, y la vo luntad de“volver a tra bajar”. En esos casos, tra bajo re fería a algo es pe cí fico, de lo cualsus ocu pa ciones –sea en la UGL, sea en los mo vi mientos pi que teros– que -daban ex cluidas. En el caso de Ma tilde, tra bajo era servicio doméstico,aquello en lo que siempre se había ganado la vida.

La par ti ci pa ción de Ma tilde en la toma del local, y en otras ac ti vi dades delMTR, me con fron taba, una vez más, con re la ciones que unían aquello quesuele ima gi narse como se pa rado. Ma tilde es taba en la toma porque su ma -rido –que, según Vero, era quien es taba con los pi que teros– es taba ha ciendochangas. Como en el caso de Amalia y de Ca chito, como en el de Diego y deTe resa, esas re la ciones fa mi liares apa re cían como el hilo que con ducía a lasper sonas a fluc tuar entre dentro y fuera del mo vi miento, como la evi denciade que en Villa Mar ga rita las per sonas no sólo están con los mo vi mientos,sino que, por sobre todo, están en movimiento.

Ori gi na ria mente no era Ma tilde, sino Juan, quien tenía plan de la UGL.Cuando Juan se en fermó, Ma tilde co menzó a reem pla zarlo en la con tra pres ta -ción que a él le co rres pondía, pues sólo de esa forma la con ti nuidad del plansería ga ran ti zada. Un año des pués, la UGL re gu la rizó esta si tua ción y el planquedó a nombre de Ma tilde. Fue en tonces cuando Juan se apro ximó al Mo -vi miento Te resa Ro drí guez: Como la UGL ya no es taba dando más planes–me dijo Juan una vez–, ahí yo fui y me anoté con los piqueteros.

Como todo as pi rante a un plan a través de un mo vi miento, al ano tarse conlos pi que teros, Juan co menzó a cum plir dos horas dia rias de tra bajo, y a asistir a mar chas y cortes (de ruta). Un es fuerzo que desde la pers pec tiva del mo vi -

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miento es dis pen sado gra tui ta mente: en el MTR, quien marcha sin plan es lla -mado vo lun tario. En aque llos ini cios, Ma tilde re cla maba por los ex cesos de suma rido, de la misma ma nera que re cla maba ahora por las ener gías que Juanponía en la toma: Siempre me hace lo mismo –me decía Ma tilde una tarde en el patio de su casa–, siempre que se en gancha en una cosa no para, es comoque se apa siona, no sé. Ahora con el local, y lo mismo pasó cuando entró con los pi que teros. Vivía día y noche en Mayo, iba a los acampes en La Plata, enCa pital, iba a un corte y a otro, a veces no apa recía por tres o cuatro días¿Qué hacés en ese ca bildo de mierda?, le decía yo. Él me decía que así le ibana dar el plan. ¡Qué te van a dar! ¡Qué tenés que ir ahí vos, a hacer qui lombocon esos pi que teros!, le decía yo. Un día me enojé y lo eché de casa. Tomátus cosas y an date, le dije. A veces me lle vaba a los chicos a los cortes, a Veroy a Maxi, que eran los que siempre que rían ir. Y yo lo quería matar, porqueme daba miedo, me que daba todo el día es pe rando a que lle garan, y re sultaque ellos apa re cían como si vol vieran de no sé dónde, con tando lo que ha -bían co mido, a dónde ha bían ido. Yo acá preo cu pán dome y ellosdivirtiéndose con los piqueteros, ¿a vos te parece?

Hasta que un día en que Ma tilde iba a co brar su plan –Ahí en el cam pito,viste, cuando to davía se co braba en el cam pito de Villa Mar ga rita–, Juan ledijo que la acom pa ñaría, porque él tam bién tenía que co brar. Ma tilde no lecreía: ¡Qué vas a tener que co brar vos, men ti roso! Y qué te digo que al rato se me apa rece con un sobre. Yo pensé que lo había jun tado del piso, viste, perono: ¡eran los 150 nomás!

Ma tilde soltó una car ca jada ra diante. Dijo que se iban del cam pito y Juanle re fre gaba los 150 pesos en la cara. Sólo en tonces ella em pezó a “res petarun poco más a estos pi que teros”: Algunas veces tuve que ir a reem plazar aJuan. Yo iba y ellos me que rían hacer llevar la ban dera, o cosas así, y yo decíaque no, que yo sólo iba en lugar de mi ma rido. Juan me dijo que des pués ellos le de cían que yo era una mala onda, pero a mí no me im por taba. Y ahoracuando no voy, me extrañan.

*

Juan y Ma tilde se co no cieron hace die ci siete años, du rante una inun da -ción, cuando Juan tra ba jaba para los pe ro nistas8. Una tarde que vol víamos dellocal, Juan me mostró el te rreno donde so lían tras ladar a los inun dados enaquel en tonces, cuando en Va rela el agua lle gaba hasta las ro di llas, cuandoVilla Mar ga rita era asen ta miento. Hacía poco tiempo que Ma tilde se había mu -dado de Villa Lu gano, ciudad de Buenos Aires –donde vivía desde ado les -cente, cuando sus pa dres se ha bían ve nido de Jujuy–, a Flo rencio Va rela, con

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8 Intro duje algo sobre Juan y el PJ en el ca pí tulo I, p. 62.

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los tres hijos de su ma tri monio an te rior. Dos de ellos hoy viven en la casa deJo se fina, la madre de Ma tilde, en el ba rrio Las Ca ni llas, mien tras el ter cero–según con taría Ma tilde en una opor tu nidad–, Estuvo en mala junta, y ahora se fue para la Capital.

Du rante el tiempo que pasé en Va rela, Juan solía mos trarse or gu lloso porsu ap titud para el tra bajo en po lí tica: evo caba la can tidad de mi cros que lle nabapara ir a los actos del PJ; decía que siempre había “lu chado mucho” por lo de las inun da ciones, y evo caba su par ti ci pa ción en la co mi sión de ve cinos que pro -movía las obras de en tu ba miento. Decía que ahora se había can sado de la po lí -tica: Me cansé de pedir, me cansé de es perar, ese Pe reyra es un sin ver güenza,me dijo Juan una tarde, mien tras ca mi ná bamos desde el local to mado haciasu casa en Villa Mar ga rita. Ojo, ¿eh?, que yo soy pe ro nista a muerte, aclaróinmediatamente.

Apa sio nado, Juan suele ex presar su afi nidad con otros re fe rentes del PJ,como el ma tri monio Duhalde9: Los tipos afanan, pero siempre dieron decomer. El resto no da nada, por eso cuando me fui, me fui con los pi que -teros.

Además de Juan, en la co mi sión por las inun da ciones par ti ci paban La Po -laca, y tam bién Sara, la her mana de Ma tilde. Sara –que vive en la mismacuadra de la casa de los Aguirre– tra bajó años en po lí tica y fue man za nera.Como Juan, Sara hoy dice ha berse “can sado de la po lí tica”, y re parte sutiempo entre el tra bajo de lim pieza en una clí nica y el de evan ge li za ción en laIglesia Uni versal del Reino de Dios de Flo rencio Va rela. A mí el tra bajocomo man za nera me gus taba –me dijo Sara una vez–, pero cuando dejé lapo lí tica me sa caron, así nomás, me sa caron y listo. En su casa, una tarde enque to má bamos los mates que María, su hija mayor, nos ce baba, Sara memostró el pe rió dico de la Iglesia Uni versal. En la tapa había abro chada unaser vi lleta blanca; de trás de la ser vi lleta, un pa pe lito que lle vaba es crito elnombre de un pastor –y abajo, el nombre y ape llido de Sara. Ella me ex plicóque la ser vi lleta era “un sím bolo de pu reza, de ayuda, de con ten ción”, por sila per sona lo pre ci sara. Mien tras que el pa pe lito aña dido era para que la per -sona su piera por cuál pastor pre guntar en la Iglesia –y para que el pastor su -piera, a su vez, a través de qué evan ge li zador esa per sona había lle gado a él.Con ese pe rió dico Sara sale cada se mana a evan ge lizar. Vamos a los hos pi -tales, a las es cuelas, damos una pa labra de aliento a la gente, me ex pli caba.Entonces hizo una pausa, y se tomó un mate. Yo sigo tra ba jando para el ba -rrio como siempre, sólo que ahora tra bajo desde la causa de Dios. Al final, éles el único que me va a reconocer todas mis obras.

La forma en que Sara me con taba su his toria, me re mitió a la forma enque Juan, en di versas opor tu ni dades, me había ido con tando pe dazos de la

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9 Véase nota 14, ca pí tulo II.

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suya. Es cu rioso que buena parte de la li te ra tura sobre pi que teros tiende a se -ñalar “lo nuevo” del fe nó meno: las “nuevas formas de so cia bi li za ción”, las“nuevas dig ni dades”, y como ya men cioné, las “nuevas iden ti dades”. Un pa -saje por la his toria de per so najes como Juan –y como Sara, como Amalia,como Rulo y como Mirta–, nos su giere cam bios que no sólo son vi vidoscomo rup turas, sino tam bién como con ti nui dades. Juan re clama contra lospe ro nistas, de quienes dice ha berse can sado, can sado de tra bajar sin nunca re -cibir nada. Y en tonces con tra pone a los pi que teros, quienes sí dan. Pero esono quiere decir, ne ce sa ria mente, que Juan se iden ti fique de otra forma–como a veces se pre tende: dice ser pe ro nista y estar con los pi que teros. Pe reyra no da nada –dice Juan–, mien tras los pi que teros dan: como en el caso de Amalia–y como en el caso de Sara, para quien Dios es el único que va a re co nocer su tra bajo–, a través de un mismo mo delo de per cep ción Juan da sen tido tantoa su tra bajo para un po lí tico, como a su par ti ci pa ción en las ac ti vi dades de unmo vi miento piquetero.

Fi nal mente, re sulta di fícil pensar la par ti ci pa ción de Juan en el MTR entér minos de una frac tura ab so luta con re la ción a su pa sado. En mi se gundavi sita a Va rela, pró xima a las elec ciones de la pro vincia, Juan me co mentóque los pe ro nistas ha bían ido “a bus carlo”: Che, ¿por qué no nos juntás gente?,me di jeron ellos. ¿Ah sí?, les dije ¿Y por qué te voy a juntar gente yo a vos?Entonces ellos me ofre cieron 25 pesos, y yo les dije, Bueno, dá melos y ahívemos. El juntar gente para los pe ro nistas se guía for mando parte del mundo delos po si bles de Juan. Lo que había cam biado, en todo caso, eran los tér minos en que es taba dis puesto a ha cerlo: Porque a mí otra vez no me van a hacer elverso. ¿Quieren gente? Entonces que me paguen.

Lejos de con si derar que la apro xi ma ción de Juan al MTR no in vo lucratrans for ma ciones en su vida, in tento llamar la aten ción sobre la im por tanciade ex plorar et no grá fi ca mente la com ple jidad de esas trans for ma ciones, y depre cisar en qué as pectos y en qué con textos ellas pueden ser re fe ridas en tér -minos de ‘rup tu ras’10. Sobre todo, porque ese tra bajo po dría evi tarnos la ilu -sión de que el pre sente se pro duce en un vacío, como tam bién aho rrarnos las de cep ciones que tanto abundan en la li te ra tura sobre pi que teros –comoaquella que de clara que, ‘a pesar de’ las nuevas iden ti dades ge ne radas por losmo vi mientos, buena parte de las bases ‘todavía’ sigue adhiriendo alperonismo.

Además de su tra bajo en po lí tica, Juan tiene aportes la bo rales hasta el año98. Vi su li breta de tra bajo una tarde en que, cuando con Ma tilde par tíamos

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10 Una crí tica a los aná lisis sobre pro testa so cial que se cen tran o bien en la con ti nuidad o bienen la rup tura puede en con trarse en Lo bato (2002), Lo bato y Su riano (2003). Sobre lasformas que adopta la pro testa so cial en la Argen tina de mo crá tica y la con si de ra ción deredes so ciales pree xis tentes a las ac ciones co lec tivas, véase Schuster y Pe reyra (2001).

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para el local to mado, una mujer palmeó a la puerta: ¡Ma tilde! –llamó desdeafuera– Ma tilde tenés que ir a Mayo porque están dando guar da polvos paralos chicos ¿Qué?, pre guntó Ma tilde frun ciendo la frente. Tenés que llevar los do cu mentos –con tinuó la mujer–, el talle y el nú mero de za pa ti llas para ano -tarlos. Ah, y si tenés las li bretas de las va cunas tam bién, agregó, mien trasvolvía a sub irse a su bi ci cleta sin frenos. ¿Tengo que ir ahora?, pre guntó Ma -tilde algo per tur bada. Y mejor sí –con testó la mujer, ya ale ján dose– porqueestán anotando hasta las cinco.

Eran las cuatro, y Ma tilde se lanzó a la bús queda de los do cu mentos: trajode su cuarto un bol sito de cuero ma rrón, sacó todos los pa peles de allídentro, y en contró cinco; fal taban el de Vero y el de Sandra: volvió a ponerlos pa peles en el bol sito, fue a la co cina y re co rrió al gunos es tantes; se acordó de su car tera, en tonces volvió al cuarto, y la trajo hasta el patio donde habíabuena luz. Hurgó y en contró los res tantes. Sólo fal taban las li bretas de va cu -na ción. Me pidió que yo bus cara en el bol sito de cuero, mien tras ella re vi saba otra vez en su cuarto.

Abrir aquel bol sito me ge neró cierto temor, como si es tu viera li diandocon algo sa grado. Esos pa peles evo caron otra si tua ción, cuando en unaopor tu nidad había sa lido con Ana, del ca bildo Mayo, a juntar firmas entre losve cinos de Villa Mar ga rita para evitar el de sa lojo del ca bildo. Al mo mento defirmar, pe díamos acla ra ción y DNI. Casi nadie guar daba ese nú mero de me -moria. Todos pe dían pa ciencia, iban adentro a buscar el do cu mento, y mu -chas veces vol vían con fo to co pias ama ri llas, al gunas com ple ta mente ile gi -bles. Los pa peles del bol sito de cuero de los Aguirre te nían ese color sepia. Yese per fume de tiempo pa sado. Ahí en contré las li bretas de va cu na ción delos chicos más grandes. Lle vaban la fecha de na ci miento y el nombre com -pleto de cada uno de ellos. Fe chas que des co nocía, nom bres que des co nocía, toda una his toria que des co nocía. Ahí en contré, tam bién, al gunos so bres decartas di ri gidas a la fa milia. Y entre ellos, la li breta de tra bajo de Juan. Tratéde jus ti ficar mi atre vi miento en el hecho de tra tarse de una es pecie de‘documento público’, y entonces la abrí, y pude leer: Obrero de laConstrucción.

Ma tilde volvió del cuarto. Aunque no había en con trado las li bretas de losmás chicos, la pila ya era con si de rable, y a paso rá pido par timos para Mayo.Al llegar, en la mesa del patio había va rias per sonas lle nando for mu la rios.Algunas lle naban su propia pla nilla, mien tras otros ha cían fila para que Irala11

la com ple tase. Re cuerdo que Ma tilde se puso en la fila. Pudo ver que los for -mu la rios no eran exac ta mente para guar da polvos, sino que co rres pon dían aun censo del MTR. Es para tener todos los datos de los com pa ñeros, le ex pli -caría Irala en se guida. Ma tilde se mo lestó un poco, y creo que se im pa cientó

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11 Pre senté a Irala en el ca pí tulo II, p. 77.

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al ver que el asunto de mo raría más de lo pre visto. Además de ca si lleros paradatos per so nales, do mi cilio, es co la ri za ción, en fer me dades, tra ta mientos mé -dicos, el for mu lario con tenía otros que me re sul taban ex traños. El nú merode me didor de luz, por ejemplo. Irala me ex pli caría que esa in for ma ción erapre cisa porque el mo vi miento es taba pi diendo a las com pa ñías “una ta rifaes pe cial para pi que teros”. En la parte del for mu lario re ser vada a “hijos”, seincluían los talles de los guardapolvos, que serían pedidos al Ministerio deEducación.

Mien tras Ma tilde, con toda su do cu men ta ción en mano, res pondía laspre guntas de Irala, yo me ofrecí a abrir otra fila. Ante la pre gunta “oficio”, lagente que daba algo du bi ta tiva. Algunos pen saban y res pon dían “de so cu -pado”. Otros, con tono de burla, “pi que tero”. Irala pidió en voz alta, Porfavor, donde dice ‘o fi cio’ no pongan ‘de so cu pado’. Porque todos dicen ‘de -so cu pado’, pero tienen que poner lo que ha cían antes. ¿Algo hacían, no?

*

Su saber en el oficio de obrero de la cons truc ción era tal vez una de las ra -zones por las que Juan se había en tu sias mado tanto con el pro yecto de coo -pe ra tivas de vi vienda que el MTR había anun ciado re cien te mente. Se tra -taba, según él me ex plicó, de un pro yecto “ban cado por un sub sidio deNa ción”; las vi viendas a ser cons truidas se rían para los pro pios so cios de lacoo pe ra tiva, y cada socio ga naría 300 pesos además del plan: Así que ima gi -nate –dijo Juan op ti mista–, voy a tra bajar en lo que sé hacer, y encima voy apoder hacer mi casa.

Du rante las se manas que pasé en Va rela, además de tra bajar en la tomadel local, Juan co menzó a par ti cipar ac ti va mente de las reu niones paraformar su coo pe ra tiva. Fue él uno de los pri meros en llevar todos los pa peles a Mayo: Ya llené el for mu lario, y llevé las fo to co pias mías, de Ma tilde, y de los do cu mentos de todos los chicos, me dijo sa tis fecho una tarde, mien tras to -má bamos mate en el patio de su casa.

El for mu lario de la coo pe ra tiva se su maba a los for mu la rios del censo, alas listas de ins criptos para las becas que acom pa ñaban a Vero día y noche, alas listas del co medor, a las pla ni llas de asis tencia del mo vi miento, a las pla ni -llas de las cajas de mer ca dería, a las fo to co pias de los do cu mentos que día adía cir cu laban por el local to mado. El mundo de los planes era tam bién unmundo de pa peles, una pro fu sión de in ven ta rios en manos de las per sonas,una bu ro cracia tercerizada en los movimientos.

¿Pero lle vaste las fo to co pias de todos los chicos?, le pre guntó Ma tildealgo preo cu pada a su ma rido. Sí, ¿qué tiene?, dijo él. ¿Cómo ‘qué tiene’? Sicon el plan no ano taste a todos los chicos, ¿para qué los anotás a todos en lacoo pe ra tiva? Juan la in te rrumpió di ciendo que no había ningún pro blema,

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porque lo de las coo pe ra tivas era “algo aparte”, Esto no tiene nada que vercon el plan, Matilde.

Sin em bargo, ella no pa reció con ven cerse de ma siado. Sólo más tarde lapreo cu pa ción de Ma tilde re sul taría com pren sible para mí, al saber que losplanes de Ma tilde y de Juan, a pesar de haber sido ob te nidos por di fe rentesvías –uno era de la UGL y otro de los pi que teros–, eran ambos planes Jefas yJefes de Hogar, es decir, planes con cargas. Ya dije que en teoría esos planesson in com pa ti bles para el caso de un ma tri monio con hijos co munes. Es por eso que, como vimos en el ca pí tulo an te rior, los ma tri mo nios suelen sumarun plan con cargas y otro sin cargas. Sin em bargo, los Aguirre ha bían ape lado aotro re curso: al ano tarse se ha bían dis tri buido los chicos –cuatro fi gu rabancomo carga de Ma tilde en la UGL, mien tras tres fi gu ra rían, más tarde, comocarga de Juan en el MTR. Ahora, para la coo pe ra tiva, Juan había ano tado a los siete hijos como hijos pro pios, y como Ma tilde bien sabía, esos pa peles se -rían pre sen tados di rec ta mente al go bierno.

Cuando, al gunos meses des pués, Juan y Ma tilde vieron que los trá mites

bu ro crá ticos de la coo pe ra tiva es taban de mo rando más de la cuenta, no per -dieron la opor tu nidad de es cribir una carta a Chiche, para ser en tre gada enmano, en el acto que la can di data lle varía a cabo en Flo rencio Va rela. Yo es -cribí la carta –me dijo Vero or gu llosa–, y mi papá me la dictó. Juan agregóque había que dado “muy bien es crita”: Exce len tí sima Se ñora ChicheDuhalde. Con el má ximo de los res petos que su cargo me rece, le pe dimos–dos puntos. Así em pe zaba, y ahí le fuimos po niendo las cosas: tantos la dri -llos, tantas chapas, tantos kilos de cemento, palas, y todas esas cosas.

Ma tilde la había lle vado al acto: La que aga rraba las cartas era la se cre taria–contó Ma tilde–, y ella nos ase guró que Chiche iba a res ponder una por una.Vamos a ver, quién sabe, po demos ter minar el rancho.

El rancho que los Aguirre an helan re vestir de ma te rial queda a mediacuadra del SUM, y a una cuadra de la casa de La Po laca. Yo había te nidoopor tu nidad de co no cerlo al gunos días des pués de la toma, cuando en ellocal se ne ce si taba leña para armar el fuego del al muerzo, y acom pañé a Vero hasta a su casa a buscar ma dera. Esa de ahí, la de las rejas úl tima ge ne ra ción,dijo ella rién dose, mien tras in di caba un te rreno cer cado por un en tre la zadode chapas, ma deras, elásticos de cama y alambres.

Lo cierto es que esas rejas eran una es pecie de si néc doque de la casamisma, una cons truc ción de chapas y ma deras que se había ido am pliandode a poco, con el crecer de la fa milia. Atra ve sando las rejas, y luego el jardíndel frente, donde había va rias plantas de ver duras, es taba Maxi, de 11 años,se lec cio nando plás ticos de una bolsa de ba sura. Una es cena que vol vería are pe tirse mu chas veces, ya que Maxi es quien re visa las bolsas que su padretrae dia ria mente con el ca rrito: se para car tones, pa peles, latas, bo te llas y plás -

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ticos; y luego él o Juan van a los puntos de venta en un ba rrio ve cino o en laAve nida Sar miento, que está a unas quince cua dras de su casa. En ese mismo patio se acu mu laban los restos de ba sura, y al gunas bolsas y cajas des he chas.En un rincón po dían verse dos grandes pilas de car tones cui da do sa menteaco mo dados, atados en pe queños fardos con hilo de nylon: Esos son los que es tamos guar dando para los quince de Vero, me ex pli caría Juan más tarde,re fi riendo a la fiesta de quince años de su hija mayor, que estaba programadapara fines de octubre.

Aunque ya me co nocía, mi vi sita pa reció sor prender a Maxi. Los máschicos se exal taron com ple ta mente, brin caban y me lle vaban de un lado aotro, Vení que te muestro mi perro, Vení que te muestro la huerta de mipapá, Vení que te pre sento a mis ve cinos. Me lle varon al jardín del fondopara mos trarme los ani males. Allí pude ver la ca silla del baño –tam bién dechapa–, y al final, el ga lli nero. En una disputa por llamar mi aten ción, Fer -nan dito, con 3 años, al que apenas lo graba en tender cuando ha blaba, memos traba su gato; lo aga rraba fir me mente, y luego lo re vo leaba por el aire,to mando im pulso con el brazo, a la ma nera de un ju gador de béisbol. Mi guelper se guía a las tres ga llinas, y Ji mena se lucía ti rán dole pie dras a un perro es -cuá lido, atado con una so guita a un palo cla vado cerca del baño. Insis tieronen lle varme adentro para mos trarme dónde dor mían. Atra ve sando la cor tina de la co cina –donde está el horno a ga rrafa, una mesa rec tan gular y un la va -rropas como los de antes–, la luz que en traba de la ven tana casi de sa pa recía.Está bamos en el cuarto de los chicos, con una cama ma tri mo nial, dos camassim ples, y dos col chones en el piso. Al final, atravesando otra cortina, sellegaba al cuarto de Matilde y Juan.

Cu riosos, aquel día los chicos me pre gun taban si era maestra, dóndevivía, cuántos años tenía. Cuando res pondí que vivía en Ca pital, los tres di -jeron casi al uní sono que su her mano Adrián –el ter cero de los tres hijos delma tri monio an te rior de Ma tilde– tam bién vivía allí. Ma tilde me contó quecuando iban a Ca pital “por el pi quete”, com bi naban con Adrián algún punto de en cuentro. Más tarde los chicos me con ta rían que siempre que Adrián ibaa Va rela les re ga laba mo nedas. ¿Y qué hace Adrián en Ca pital?, pre gunté.Sandra me dijo que hacía “de todo”, que lim piaba vi drios con otro chico enuna es quina, que jun taba car tones, De todo, re pitió. Los chicos no co nocenla casa de su her mano, pero se en car garon de ha cerme saber que “vive enedi ficio”. Entonces me pre gun taron si yo vivía “cerca de los edi fi cios”. Sí,res pondí. ¿Pero vivís en edi ficio?, re pre guntó Maxi. Mi mamá vive en edi -ficio, dije. ¿En qué piso?, volvió a pre guntar. Sandra re prendió a su her mano: Che pará, ¿qué querés saber?, ¿la di rec ción tam bién? Riéndose, Miguelagregó: ¿Vas a ir a afanarle?

Desde el patio, los pa dres dieron al gunos gritos y man daron a que de jaran de pre gun tarme cosas. Juan y Ma tilde es taban pre pa rando mi la nesas de

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carne pi cada. Él las ar maba en la me sita de afuera, y ella las lle vaba adentro afreírlas. En otra de las hor na llas hervía una ca ce rola con za naho rias, papas,ba tatas y za pa llos, ver duras que el MTR había re par tido la se mana an te rior,por una do na ción de las huertas de la mu ni ci pa lidad. La fri tura de las mi la -nesas se vio in te rrum pida cuando lla maron a la puerta. Un hombre alto, deunos 60 años, palmeó va rias veces. Los chicos se aso maron por la ven ta nitade la co cina ¡Ma tilde! –gritó Juan desde afuera–, es para vos. Maxi y Mi guelse pu sieron in quietos, Es el tipo de la bomba, dijo uno de ellos. Ma tilde tam -bién se puso algo ner viosa: ¿Cuánto le pido?, pre guntó a su ma rido mien trasse lim piaba las manos en un re pa sador. Ah, qué sé yo, res pondió Juan con lami rada fija en la mi la nesa que es taba ama sando. Entonces Ma tilde fue hastala puerta. El aceite quedó hir viendo en la sartén, y Gabi, de 8 años, asumió latarea de su madre.

El hombre que es pe raba en la ve reda es taba in te re sado en com prar lavieja bomba de agua que es taba en el patio. Los Aguirre no la usaban desdehacía un par de años, cuando en el ba rrio ha bían ins ta lado el agua co rriente,que sale de una ca nilla ubi cada en el jardín del frente de la casa. Le dije 20pesos, dijo Ma tilde a la vuelta ¿Está bien? ¡Qué sé yo!, dijo Juan ¿No te digoque ese es asunto tuyo? A vos se te metió en la ca beza vender esa cosa.

Sin em bargo, fue Juan quien se que daría des pués del al muerzo, junto a suhijo Maxi, de sar mando aquella pieza de hierro, que de tan afe rrada a la tierrapa recía parte de su na tu ra leza. La ope ra ción de mo raría más de lo que ha bíanpen sado. Los tor ni llos es taban oxi dados y Juan ten dría que ir hasta la casa de su suegra, en el ba rrio Las Ca ni llas, a llamar a uno de los hijos ma yores deMa tilde para que lo ayu dara a desenterrar el armatoste.

Fue por causa de esa bomba que Juan llegó re tra sado a una reu nión con -vo cada por el MTR para in formar sobre el curso de las coo pe ra tivas. La citaera en un ca bildo ubi cado a treinta cua dras de Villa Mar ga rita, treinta cua drasque Juan hizo ca mi nando a paso rá pido. Mien tras tanto, Ma tilde y yo par -timos para el local de los chicos, lle vando una bolsa de grasa –que el car ni cero lehabía re ga lado a Juan esa ma ñana– para pre parar tortillas a la parrilla.

Cuando lle gamos, Vero es taba en el fondo lle vando a cabo su tarea pre di -lecta: la pre pa ra ción de la copa de leche que, tarde a tarde, con vo caba a unosveinte chicos que lle gaban con una taza vacía en mano. En una gran olla,Vero pre pa raba mate co cido con azúcar, el mismo mate co cido que so líantomar los Aguirre cuando yo lle gaba por las ma ñanas a su casa. Pero, a di fe -rencia del mate del local, en la casa de los Aguirre el mate se to maba con laleche que Ma tilde re cibe tres veces por se mana, para los dos más chi quitos, através del Plan Vida. El Plan Vida in cluye, además, una caja men sual con ali -mentos no pe re ce deros, y desde hacía unos meses, aceite. Esta ra ción escom ple tada por la caja de mer ca dería –tam bién men sual– que a Juan le co -rres ponde por mar char en el MTR. Y en los úl timos meses se agre garon tres

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cajas más, porque los tres hijos ma yores del ma tri monio Aguirre –Vero,Sandra y Maxi– tam bién están mar chando.

La eco nomía de los Aguirre no se agota en las cajas. De lunes a viernes, ein clu sive en ve rano, fun ciona el co medor de la Escuela 10, al que los chicosvan de vez en cuando. Aunque la fa milia tiene de recho a los al muerzos quese pre paran en el ca bildo Mayo, pocas veces vi que bus caran co mida de ese co -medor. Cuando no co cina en su casa, Ma tilde busca el guiso en otro co -medor que le queda más cerca. Una ma ñana llegué y vi la olla sobre la mesa.¿Ya fuiste a Mayo?, pre gunté mi rando la ca ce rola. No, no –aclaró ella–, estoes de otro grupo. ¿De pi que teros?, pre gunté. Ma tilde con testó que sí, perono se mostró muy in te re sada en dar más de ta lles. Agregó que era uno queque daba “a la vuelta”: Yo voy y ellos siempre me dan, dijo. ¿Pero tenés quemar char?, pre gunté. No, no –res pondió–, ya me conocen y me dan.

La re la ción de Ma tilde con ese co medor no sólo evi den ciaba, una vezmás, que el co no ci miento in ter per sonal lleva a las per sonas a cir cular a través de fron teras or ga ni za cio nales; sino que era, tam bién, otro ele mento de esaeco nomía do més tica –y po lí tica– que en tre laza re cursos del mo vi miento–planes, co me dores, guar da polvos, mer ca dería, un tra bajo en la coo pe ra -tiva–, y re cursos del go bierno –planes, co me dores es co lares, Plan Vida, becaspara chicos. Como en el ca pí tulo an te rior, su giero que es en esa eco nomíapo lí tica12 que el plan debe ser ins cripto. En la vida de los Aguirre, el plan nopuede ser des lin dado de ese con junto de re cursos que in cluyen no sólo loque el go bierno da, y lo que los pi que teros dan, sino tam bién, las changas de Juancon su ca rrito, la venta de una bomba de agua oxi dada, la grasa que re gala elcar ni cero, la es pera de la carta de Chiche, y las monedas que el hijo de Matildetrae de Capital.

En el marco de esa eco nomía, cabe pre gun tarse en qué plano de bería serleída la idea –tan re cu rrente en la li te ra tura sobre el tema– de un “Estado au -sente” o de una “re ti rada del Estado”13. Antes que ha blar de au sencia, pa rece más per ti nente in dagar, en todo caso, qué tipo de pre sencia es tatal es esa envirtud de la cual cada frac ción de la vida de los Aguirre re sulta ser asunto pú -blico. Del mismo modo, cabe pre gun tarse en qué plano debe ser en ten dida

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12 Aunque este tér mino está ins pi rado en el tra bajo de Com bessie (1989) –quien habla de eco -nomía po lí tica de fa milia para re ferir a las es tra te gias de re pro duc ción y va lo ri za ción de lasuni dades do més ticas–, aquí hago un uso menos téc nico de la no ción, para llamar la aten -ción sobre el hecho de que la forma de vida de fa mi lias como la Aguirre –o como la de loshijos de La Po laca– está atra ve sada por po lí ticas es ta tales, por múl ti ples re la ciones con elgo bierno y los po lí ticos, por la ar ti cu la ción en or ga ni za ciones como co mi siones de ve cinosy mo vi mientos pi que teros, y por ac ciones pú blicas –por al gunos de ellos con si de radas po lí -ticas–, como hacer un piquete.

13 Cf. Mazzeo (2004: 125); De la mata (2004: 11); Au yero (2002a: 27). Man zano (2004: 156) yGrimson et al (2003: 15) cri tican estas ideas, se ña lando que el Estado no se ha bría re ti rado,sino, en todo caso, re de fi nido sus modos de in ter ven ción so cial.

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la afir ma ción de que, previa a la irrup ción de las or ga ni za ciones pi que teras, la “so ciedad” se en con traba “des co lec ti vi zada” o “frag men tada”14. Si hay algoque las pá ginas pre ce dentes nos su gieren es que los miem bros de la fa miliaAguirre –como los miem bros de la fa milia de La Po laca– están li gados amúl ti ples re la ciones de in ter de pen dencia que no son ex clu si va mente“nuevas”. Esas re la ciones no sólo in vo lu cran al nú cleo fa mi liar y a la fa miliaex tensa, sino tam bién a la ve cindad, a la es cuela, a las man za neras, a la co mi siónpor las inun da ciones, a los pi que teros y a los pro pios peronistas.

Es cu rioso que en los es tu dios sobre el fe nó meno pi que tero los pe ro nistassean me tó di ca mente omi tidos, in cluso por mu chos de los que apuntan sobre la im por tancia de ma pear las tra di ciones or ga ni za tivas de los sec tores po pu -lares para com prender la emer gencia de los mo vi mientos. Suele ha cerse hin -capié en el ca rácter te rri to rial de las or ga ni za ciones de de so cu pados; suele in -di carse a los pro cesos de tomas de tie rras –y las aso cia ciones con for madasen ese en tonces– como un an te ce dente clave en la gé nesis de esas or ga ni za -ciones. No sólo se pre sume que di chos pro cesos poco y nada te nían que vercon el pe ro nismo; sino que además, allí cuando se men ciona la es truc tura te -rri to rial del pe ro nismo (y la ac ción ba rrial de las uni dades de base15 y de loslla mados pun teros), se dice que esa es truc tura era “des co lec ti vi zada”, ten -diente a for ta lecer “la ato mi za ción so cial y la re tro ver sión hacia preo cu pa -ciones pri vadas” (De la mata 2004: 14). Allí cuando apa recen, los pe ro nistasson, o bien el obs táculo contra el cual los mo vi mientos tu vieron que lu charen sus ini cios, o bien, al con trario, la es truc tura que, por estar en crisis, ha bría per mi tido la emer gencia de au tén ticas or ga ni za ciones de base16. En cual -quiera de los casos, el con senso es claro: el estar con los pe ro nistas –a di fe -rencia de estar con los pi que teros– es un estar no or ga ni zado; ser parte deesas redes ca li fi cadas de clientelares es equivalente a la ausencia de red.

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14 Véase Intro duc ción, p. 28 y ss.

15 La unidad de base es la unidad mí nima de or ga ni za ción del Par tido Jus ti cia lista, que en ge -neral tiene asig nado un ba rrio como te rri torio de ac ción po lí tica.

16 O ambas al mismo tiempo. Re fi rién dose al tra bajo de Svampa y Pe reyra, Man zano (2004:157) se ñala que “de ma nera tau to ló gica, los in ves ti ga dores afirman que las po si bi li dadespara la cons truc ción de or ga ni za ciones pi que teras de vienen de la de bi lidad del pe ro nismo,pero que una vez cons ti tuidas, su de bi lidad tam bién de viene de la pre sencia del pe ro nismoen los sec tores po pu lares”.

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II. El local tomado

El al muer zo que Ma til de pre si día el mis mo día de la toma era el pri me ro delos va rios al muer zos que se su ce de rían en el lo cal a lo lar go de las se ma nas si -guien tes. Ese me dio día inau gu ral, los hi jos de José Luis, el quios que ro de Vi -lla Sal ce do17, que ha bían ido a Ca pi tal en bus ca de los for mu la rios de los pro -yec tos para las be cas, lle ga ron poco an tes de la co mi da, pro vo can do granagi ta ción: Vero y los ado les cen tes, las ma dres y otras mu je res del mo vi mien -to, Clau dia y Ma til de, se dis pu sie ron al re de dor de la mesa. El ma yor de loshi jos del quios que ro sacó el for mu la rio de su mo chi la y ex pli có que era uno,Por que nos di je ron que para pe dir las be cas hay que en tre gar un solo for mu -la rio, y no uno por per so na. Tie ne que de cir el nombre del proyecto y lacantidad de chicos.

¿Es di fícil?, pre guntó Vero, con medio cuerpo en cima de la mesa, in ten -tando leer aquella ho jita pre ciada. No, pa rece que no, res pondió el chico.¿Cómo los tra taron?, pre guntó Claudia. Bien, todo bien, pero nos di jeronque los pro yectos no son para chicos, que so la mente son para jó venes entre18 y 25 años. Pero eso hay que pe learlo –in te rrumpió Claudia–, porque enGe neral Vega la pe leamos, y mi hija que tiene 12 años está ha ciendo el ta llerde radio. Re suelta, dio una ho jeada al for mu lario y lo guardó en su bolso di -ciendo que en breve lo pre sen ta rían al go bierno.

Desde el inicio, el go bierno apa recía como un ter cero al que las ac ciones y la propia toma se di ri gían. Re cor demos que en la reu nión del día an te rior, enVilla Sal cedo, Claudia había ex pli cado que si la toma se con cre taba, las becassal drían “más rá pido”. La teoría na tiva acerca de la toma, que en tonces secons ti tuía, gra vi taba en una re la ción in trín seca entre la ac ción de tomar y laex pec ta tiva de ob tener, en algún fu turo más o menos in cierto, las becas delgo bierno18.

Aunque frá giles y pla gados de dudas –sobre los pro yectos, sobre lasbecas, sobre un even tual de sa lojo–, esos pri meros días fueron ins ti tu yentes.La di ver sidad de per sonas –de va rios ca bildos del MTR y de fuera del mo vi -miento, como el quios quero, sus hijos, Enrique, Zoila, Le ticia19– que cir cu -laba por aquella es quina los pri meros días de la toma, iría de sa pa re ciendo, yel local que daría a cargo de un pe queño grupo, dentro del cual se des ta ca ríanal gunos adultos del mo vi miento, y seis ado les centes que for maron lo que dio en lla marse co mi sión. La co mi sión sería bau ti zada por uno de los chicos con el

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17 José Luis es taba en la reu nión por las becas previa a la toma, véase ca pí tulo I, p. 55.

18 Tam bién en las ocu pa ciones de tierra la ac ción está orien tada a un ter cero. Si gaud (2005)muestra cómo las ocu pa ciones están di rec cio nadas a la ac ción del go bierno –es pe cí fi ca -mente del INCRA–, y cómo la forma cam pa mento cons ti tuye hoy la forma apro piada –y re co -no cida por el propio go bierno– de efec tuar esas de mandas.

19 Todos ellos ha bían par ti ci pado de la reu nión previa a la toma, véase ca pí tulo I.

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Fondo de la casa de los Aguirre.

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Co ci nando el al muerzo en el fondo del local.

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nombre de Pro yecto Joven. Pa la bras aco pladas a ese fu turo que do taba a latoma de sen tido; creando esas palabras, la toma creaba realidades.

Aunque la com po si ción de la co mi sión del Pro yecto Joven fue va riando a lolargo de las se manas, Vero, y tam bién su her mana Sandra, ju garon un papelpro ta gó nico. De hecho, mi con tacto con el resto de los chicos se dio en fun -ción de su pro xi midad con estas dos Aguirre. Uno de los que par ti ci paba casi a la par de ellas era Esteban, con quien me en contré en la Ave nida 1° deAbril, una ma ñana en que él venía de “buscar tra bajo”. ¿Por el diario?, pre -gunté. No, un amigo me avisó que en la es ta ción de ser vicio del ce men terioes taban bus cando un pibe. ¿Y?, volví a pre guntar. Nada, me hi cieron llenarun for mu lario, y di jeron que por ahí me lla maban la se mana que viene.Esteban me dijo que pre ci saba tra bajar, porque con el plan solo no al can -zaba. Su plan había sa lido des pués de estar como vo lun tario du rante sietemeses en el MTR. Bah –se co rrigió–, salió a nombre de mi papá, porque yoera menor. Hoy Esteban tiene 17 años, y lleva más de cuatro en el mo vi -miento. Estuve ale jado un tiempo, des pués de lo de La Plata –me dijo, re fi -rién dose a la ocu pa ción de un mi nis terio pro vin cial que el MTR llevó a caboen 2001, tras la cual un grupo de com pa ñeros, in cluido Esteban, fueronpresos du rante un mes: Caímos cin cuenta y nueve hom bres, que es tu vimosen un pa be llón es pe cial en la co mi saría, y treinta y dos mu jeres, que que -daron en un pa be llón de presas co munes en la cárcel de mu jeres de Va rela.Cuando me sol taron me alejé, y yo pensé que por irme me iban a sacar elplan, viste, pero me lo dejaron. Y ahora volví con esto de las becas.

No es poco común que, como Esteban, los jó venes me nores de 16 co -bren plan es tando ano tados por un mayor que fi gura ofi cial mente como be -ne fi ciario. La ges tión de los planes, en tonces, no se res tringe a los cón yuges,sino que puede in vo lu crar otras re la ciones, como la con san gui nidad, e in clu -sive re la ciones de la fa milia ex tensa, como en el caso de la propia Vero, queac tual mente está es pe rando la sa lida de su plan: no es ella quien está em pa -dro nada (Vero es menor de 16), sino Rubén, su primo de 26 años –hijo deSara, her mana de Ma tilde–, que le hizo el favor de prestar su nombre. Peroes Vero –claro está– la que rea liza las ac ti vi dades que le co rres ponden comovo lun taria del movimiento.

Acom pañar el pro ceso de la toma del local, y es pe cí fi ca mente la par ti ci -pa ción de Vero y sus amigos, me per mitió, entre otras cosas, com partir frag -mentos de la vida de al gunos de los ado les centes de Villa Mar ga rita, Las Ca -ni llas y Villa Sal cedo. Vi ven ciar parte de su pre sente y de sus pers pec tivas defu turo. Un fu turo que puede in cluir ter minar la es cuela, buscar tra bajo, hacer changas, ob tener una beca y re cibir –anticipadamente– un plan.

Por cierto, era Esteban quien se que daba casi todas las no ches ha ciendoguardia en el local, acom pa ñado de al gunos de los chicos de la co mi sión, y enge neral de un adulto, que podía ser Juan, o Mirta del ca bildo Mayo. Sin em -

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bargo, los chicos ha bían pa sado solos la noche an te rior a la ma ñana en que,bien tem prano, ca yeron los mi licos.

Está bamos los me nores, cuatro chicos y yo, decía Vero unas horas mástarde, en Mayo, a las mu jeres que es taban en el patio. ¿Pero cómo, qué pasó?,in te rrogó Mirta preo cu pada, cues tio nando la tran qui lidad de Vero, que con -taba el epi sodio con im pa videz. Nada –res pondió–, a mí me se pa raron, porser mujer, y a los chicos los re vi saron. Pa rece que la ve cina de al lado avisóque es tá bamos solos, y pidió que nos re vi saran a ver si te níamos algo. Esonos di jeron los mi licos, agregó Vero mien tras do blaba la ban dera del MTRque había ido a buscar al ca bildo para lle varla al local. ¿Y des pués, se fueron?,volvió a pre guntar Mirta im pa ciente. Un mi lico anotó los datos de uno de los chicos. Pero des pués dijo que no había ano tado nada, porque el otro mi licodijo que no era ne ce sario, porque no te níamos nada. Se hizo un si lencio.Mirta ex clamó algo in dig nada, ¿Pero, cómo? ¿No había nadie de se gu ridad?¿Si ya sabían que yo ayer no podía ir?

Más tarde, al en te rarse de lo ocu rrido, Claudia or denó a la co mi sión del Pro -yecto Joven ela borar un acta para pre sentar en la reu nión de de le gados del MTR.Te nían que decir que, ex cep tuando a Mirta del ca bildo Mayo, nadie de se gu -ridad se había que dado a dormir en el local. Al día si guiente, en esa reu niónque tuvo lugar en Villa Sal cedo, Mari y Mirta pi dieron la pa labra: Acá de -cimos que somos so li da rios pero no hay nin guna so li da ridad, dijo Mari. Loschicos es taban solos porque de ningún ca bildo vi nieron ma yores. Los únicos que es tu vimos estos días fuimos Claudia, Mirta, Ro berto del ca bildo Bo -lívar20, Juan del Mayo y yo. La se re nidad con que Mari se pro nun ciaba tro -pezó con la reac ción de los pre sentes: A no so tros nadie nos avisó nada; Enmi ca bildo no se dijo nada del Pro yecto Joven; Cuando nosotros tomamosBolívar nadie nos ayudó.

Cier ta mente, además de la co mi sión de los chicos, pa sados los pri meros díasde la toma, el grupo de adultos del MTR de di cados al cui dado del local podía re du cirse a esas cinco per sonas men cio nadas por Mari. El equipo con taba,además, con Ma tilde Aguirre, que tra ba jaba a la par de los demás. Para ellos,la toma, que había co men zado como un hecho inu si tado, acabó con vir tién -dose en parte de la vida or di naria. Sólo en oca siones es pe cí ficas el local re co -braba la efer ves cencia ori gi naria. Era el caso de las reu niones se ma nales or -ga ni zadas por Claudia, para in formar a pa dres y chicos sobre el es tado de lacues tión de las becas. Aque llas reu niones jun taban a todos los Aguirre en ellocal, a de cenas de chicos y de ma dres que lle gaban cerca de la hora mar cadadi ciendo, Vengo por lo de las becas, o, Vengo a anotar a mis hijos. Algunas,inclusive, ya traían la fotocopia del documento.

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20 Ca bildo de otro ba rrio ve cino.

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La pri mera de esas reu niones fue con vo cada a una se mana de la toma.Como de cos tumbre, yo de cidí pasar antes por lo de los Aguirre. Ese día loschicos es taban a cargo de Sandra, mien tras a Vero le había to cado ha cersecargo de la lim pieza de la casa. Al verme llegar, los más chi quitos arran caroncon la ex ci ta ción de siempre. Vero salió al patio y dio al gunos gritos. Retó aGabi por estar to mando mate en bom billa: ¿Qué hacés, nena? ¡No podéstomar mate cuando hay adultos!, vo ci feró mien tras arre ba taba la ca la baza delas ma nitos de su her mana de 6 años. Lle ván dose el mate, se fue paraadentro, y volvió en pocos mi nutos, vis tiendo su gorra de vi sera, un buzoatado a la cin tura, y una ca mi seta de fútbol grande, por lo menos dos ta llespor en cima del suyo. Me hizo una seña con la cabeza y partimos hacia ellocal.

Cuando lle gamos, ya había va rios chicos en la ve reda, y al gunos grupos de ma dres con ver sando. Juan tam bién es taba ahí, y al verme apa recer, con lamisma an siedad y sa tis fac ción de quien ex hibe la re fac ción de su propia casa, me llevó a re co rrer el local, mos trán dome los avances en los arre glos einstalaciones.

Claudia es taba atra sada, y esta even tua lidad hizo de Vero la fi gura prin -cipal del en cuentro. Vero anunció que la reu nión em pe zaría sin Claudia, yllamó a las per sonas –que su ma rían unas se senta en total– adentro. Pri meroque vengan los chicos a ano tarse, dijo en voz alta la pe queña adulta. Ro deada por Esteban, por su her mana Sandra, y por otros tres ado les centes de la co mi -sión, le llevó quince o veinte mi nutos anotar nombre, ape llido y DNI de unafila caó tica que ase diaba la mesa. Entonces Vero se di rigió a los pa dres, in -for mando que la co mi sión había pre sen tado “un pro yecto al go bierno parapedir las becas”. Informó, tam bién, que había ha bido do na ciones al local por parte de al gunos ve cinos, y que el dueño del su per mer ca dito de la es quinahabía pro puesto a los chicos cortar el pasto de la cuadra a cambio de carne yver dura para el co medor. Estamos dando al muerzo y copa de leche a latarde, anunció. Pe dimos cin cuenta cen tavos a los que se quedan a comer,para com prar la carne que falta. El resto de la mercadería la pone elmovimiento.

Vero pro si guió di ciendo, Tam bién ne ce si tamos la co la bo ra ción de us -tedes, los ma yores, porque son muy pocos los que se quedan a cuidar ellocal. Ne ce si tamos que los chicos vengan a hacer guardia, aunque sea de doshoras, y que los pa dres vengan prin ci pal mente a la noche, porque si nosiempre se quedan los mismos. Juan le vantó la mano y agregó que él es tabahacía días cui dando a los chicos, y que nadie, de ningún ca bildo, se había dig -nado a ir: Porque esto no es anotar a los chicos y listo, con cluyó algo ra bioso. Di gamos que –al igual que en la reu nión de de le gados del MTR– los pre sentes sesin tieron pro vo cados: Yo vine hoy porque re cién me en teré, dijo una mujer;En mi ca bildo nadie dijo que se pre ci saba gente para cuidar el local, agregó

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otra; ¿De qué ca bildos están ha blando?, pre guntó una ter cera impacientada;¿Qué es el movimiento?

Esas voces he te ro gé neas y di sí miles se su per po nían. Como pudo, Veroaclaró que es taba ha blando del MTR, pero que el pro yecto no era del MTR,sino “de los chicos del ba rrio”. Juan se ma ni festó fu rioso, Por favor, Vero–dijo a su hija–, que no se mez clen las cosas. Esto es de los chicos, no es deningún mo vi miento. Va rias per sonas se que jaban, con si de rando los re -clamos in fun dados. Como si fuera poco, desde el fondo, una mujer con vozes tri dente gritó: Lo que yo quiero saber es quién está a cargo de los chicos entodo esto, porque vos –dijo se ña lando a Vero con un dedo acu sador– meco nocés; yo traje ocho pibes estos días, y ellos des pués me di jeron que habíauna pi bita de 14 años di cién doles lo que te nían que hacer. Entonces, mi pre -gunta acá es quién es el adulto que está a cargo de los chicos.

Se po dían es cu char mur mu llos –Claro, Eso, Exac ta mente–, apro bando la in quietud de esa mujer de ca be llera color ber ga mota. La furia de Juan llegó asu lí mite: ¡Cómo que quién está a cargo!, dijo en un ala rido asus tador. Hacedías que estoy en car gán dome de los chicos, que duermo en este local, yo, mimujer, la se ñora, el señor, dijo se ña lando a Mari, a Mirta y a Ro berto. La carade Juan se había vuelto púr pura. Pa recía que las venas del cuello iban a es ta -llarle ¡Es una ca ra durez que vengan a decir esto cuando us tedes no hi cieronnada!, clamó ya sin voz. En menos de cinco se gundos, se había quedadototalmente afónico.

Entre los gritos, so bre salía el llanto es tre pi toso de un bebé. Mien trastanto, los más chi quitos co rre teaban al re dedor de la ronda de adultos.Algunos ju gaban, otros se pe leaban. Ji mena, una de las hijas de Juan, ti ro -neaba la re mera de su padre, y be rreando es can da lo sa mente, pedía un he -lado. Su her mana menor, Gabi, es taba to mando un ju guito que se habíacom prado con diez cen tavos que había en con trado en el piso. Chu paba labol sita de plás tico en las na rices de Ji mena, que en tonces llo raba con másvio lencia to davía. Esta sin fonía di so nante, de la que todos par ti ci paban a suma nera, de moró en so se garse. Aba tido, Juan se alejó de la ronda. Ro xana, lamujer de voz es tri dente y ca bello ber ga mota, tam bién. Vero in ten taba ponerorden, pi diendo que las per sonas ha blaran una por vez. En un rincón, Maripre tendía calmar a Ro xana, que se re fre gaba las lá grimas, ex hi biendo sus dos ma nitos di mi nutas ati bo rradas de ani llos. Ro xana pedía dis culpas, y ex pli -caba que ella no había in ter ve nido “de mala onda”: Vos me co nocés –le dijoa Mari–, yo tengo vein ti cuatro pibes a mi cargo. Yo me jugué por esos vein ti -cuatro chicos, los saqué de la droga, de la calle, del robo, y yo ne ce sito sabersi acá hay algún adulto, nada más. Yo me juego por ustedes, vos ya sabés.

Entonces hizo una pausa, y se frotó la nariz. Le vantó la ca beza, y miró aMari con ojos in de le bles: ¿Sabés quién les hizo la fo to copia del do cu mentopara venir acá? ¡Yo! –clamó con un ím petu que pa recía de sar marla. ¡Yo!

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–volvió a decir en un llanto in con te nible que volvía a inun darle la mi rada–¡Con mi plan de 150 pesos!

Sacar a los chicos de la calle era una preo cu pa ción de Ro xana; la mismapreo cu pa ción que había apa re cido en boca de Gloria, en aquella pri merareu nión por las becas rea li zada en el ca bildo de Villa Sal cedo; la misma preo -cu pa ción que ani maba a Amalia y a Ca chito en la or ga ni za ción de los cam -peo natos de fútbol en el Club So cial y De por tivo Villa Mar ga rita. Estar en lacalle, estar en la droga, o como suelen decir las ma dres, estar en mala junta, tam -bién forman parte del mundo de los po si bles de los pibes. Como los pi que teros, los pibes son blanco de es tig ma ti za ción so cial; son ob jeto de sos pecha, a talpunto que, como pudo verse, los mi licos ha bían caído en el local por la de -nuncia de una ve cina que, al ver a los chicos solos, presumió que podían“tener algo”.

Está todo bien, decía Mari a Ro xana, mien tras le daba pal ma ditas en la es -palda, Vas a ver que vamos a tra bajar juntas. Juan se había acer cado a la es -cena, y asentía con la ca beza. En tono amis toso, y con la voz que pudo, se di -rigió a Ro xana: Mirá, yo tengo 50 años, hace 50 años que la estoy pe leandocomo siempre, así que, como dice Mari, vamos a pe learla juntos. Ella lo es -cu chaba asin tiendo, mien tras iba aman sando su res pi ra ción. Se hizo un si -lencio. Ro xana dijo que además del plan vendía ar te sa nías que ella y los pro -pios chicos fa bri caban en su casa. Si us tedes quieren, yo puedo dar un ta llerde manualidades acá, ofreció.

Mien tras la reu nión se dis per saba, al re dedor de Vero se con cen traba ungrupo de ma dres con di versas con sultas. Cuando em piecen las clases, ¿mischicos pueden venir sólo los fines de se mana?, pre guntó una. Otra in for -maba que tenía un col chón para donar, Alguien ten dría que venir a bus carlo.Otra pre gun taba si sus hijos po dían ir a las guar dias sólo por las tardes,Porque a la ma ñana me ayudan en la pa na dería. Con todos sus pa peles enmano, Vero iba res pon dién doles una a una. Cuando es tuvo menos re que -rida, le pasé el men saje que Gloria me había en co men dado ese me diodía de -trás del mos trador de su pa na dería: Vero, Gloria me pidió que te di jera quenadie le había avi sado de la reu nión, y que tenía otro com pro miso, por esono pudo venir, dije. ¡Qué no va a saber de la reu nión! Si mi primo le avisó. Es una men ti rosa, contestó Vero, riéndose de mi ingenuidad.

La gente se había ido y el local volvía a la calma. Ma tilde se dis puso a pre -parar el mate, mien tras Mari, Ro berto y Mirta se sen taron en ronda. Ro xanatam bién es taba ahí, ha blando de los ta lleres de ma nua li dades: Yo traigo losma te riales y doy los cursos. Me arman tres o cuatro gru pitos de diez, y ha -cemos las cosas. Los chicos las salen a vender, y con esa plata us tedes com -pran más ma te riales, ex pli caba en tu sias mada, mien tras re vo leaba su manodi mi nuta con un pa lito he lado de crema que iba de rri tién dose, for mando un

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charco blanco en el piso. Vos –con tinuó, di ri gién dose a Vero– no les des aelegir. Ano talos en grupos, y yo des pués les doy a cada uno una ma nua lidad,porque si les das a elegir, yo sé lo que pasa: te dicen que no quieren hacernada. Hizo una pausa y agregó: Entonces que damos así, si us tedes quierenyo hago lo de los cursos. Ahora: no me pidan otras cosas. No voy a ir a los pi -quetes. A los pi quetes no voy, yo soy una dama, a mí me gusta andar en micasa.

Mari y Ma tilde dieron ri so tadas, y em pe zaron a bur larla. Hasta Juan –quehabía re cu pe rado algo de voz y tenía mejor sem blante– con si guió reírse.

La pre sencia de Ro xana en aquella reu nión no sólo in di caba preo cu pa -ciones com par tidas en re la ción al pre sente y al fu turo de los chicos. Indi -caba, tam bién, que la toma era capaz de con vocar a per sonas de ‘fuera’ delmo vi miento; in di caba, una vez más, que mu chas de esas per sonas te nían unco no ci miento in ter per sonal previo; e in di caba, por fin, que la con di ción depo si bi lidad de la toma pa saba por esas re la ciones: los chicos de Ro xana en -gro saban la lista de as pi rantes a beca, Ro xana se ofrecía para dar un curso dema nua li dades, Vero pedía la co la bo ra ción de los pa dres, los ve cinos ha cíando na ciones, el dueño del mer ca dito pro veía carne y ver duras. La toma ne ce -si taba de todos ellos, no sólo para rea li zarse y legitimarse, sino también parasustentarse en el tiempo.

En el ca pí tulo I, mi des crip ción de la reu nión previa a la toma tendió a en -fa tizar el hecho de que per sonas con di versas pro ce den cias se acer caban almo vi miento en fun ción de algo que éste pa recía ofrecer. Me in te resa en fa -tizar ahora que en lo que res pecta a la ob ten ción de las becas, no sólo esasper sonas de pen dían del mo vi miento, sino que el mo vi miento tam bién de -pendía de ellas: sólo con un lugar propio, con los cursos fun cio nando, conex tensas listas de ins criptos, con una mo vi li za ción que ex ce diera al mo vi -miento e hi ciera del centro cul tural una ini cia tiva de “los chicos del ba rrio”,el MTR es taría en me jores con di ciones de ne go cia ción con el go bierno. Comoun día en la vida de la fa milia Aguirre, un día en el local to mado basta paramos trar que, lejos de en con trarse “frag men tadas”, en el mundo so cial laspersonas están indisolublemente amarradas las unas a las otras.

*

Ha biendo pa sado dos se manas de la toma, Claudia llegó al local unatarde, y reunió a los chicos de la co mi sión al re dedor de la mesa. Vamos a haceruna marcha al mi nis terio –anunció–, porque un com pa ñero que tra baja ahínos dijo que están dando becas; que las becas están pero que no nos lasquieren dar a no so tros. Los chicos es cu chaban atentos a esa es pe cia lista que, una vez más, re ve laba in for ma ción que mar caba cierto rumbo a los acon te ci -

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mientos. Te nemos que ir a pe learla, va a ser una marcha de los pibes,concluyó Claudia.

Y fue en la an te úl tima reu nión del local que pre sencié, que Vero anuncióa pa dres y chicos la rea li za ción de la marcha: No es obli ga toria –dijo–, pero esim por tante que vengan, sobre todo los chicos, porque es una marcha de loschicos, del Pro yecto Joven, para re clamar las becas. Aunque en el mo mentonadie dijo nada al res pecto, supe des pués que la con vo ca toria había ge ne -rado al gunas preo cu pa ciones. Era el caso de Mi la gros, prima de Vero, cuyacon ti nuidad en el Pro yecto Joven se veía ahora com pro me tida. Mi la gros tiene17 años, y es la cuarta de los cinco hijos de Sara, la her mana de Ma tilde.Estaba en la lista para las becas porque Vero la había ano tado, y porque, segúnme había dicho una tarde, es taba in te re sada en los cursos de com pu ta ción.Yo le pre gunté a mi prima –decía Mi la gros– si no había pro blema, porque yo no podía ir a hacer guar dias al local, porque estoy siempre acá, aten diendo lapa na dería, y ella me dijo que no me hiciera problema, que iba a quedaranotada igual.

La pa na dería que atiende Mi la gros fun ciona en el frente de su casa, ubi -cada en la misma cuadra de la casa de los Aguirre. Tiene un gran horno parahacer fac turas, que Sara pudo com prar hace unos meses, cuando su ma ridovolvió a la em presa me ta lúr gica de la que había sido des pe dido. Sara habíaau to ri zado a Mi la gros a con cu rrir a la pri mera reu nión de las becas, porque Vero le había ase gu rado que los chicos no ten drían que mar char. Ahora las cosaspa re cían haber cam biado y Mi la gros es taba con tra riada: Con esto de lamarcha, no sé qué va a pasar. Le voy a decir a mi prima que me borre de lalista, porque a mí no me gusta eso de mar char, y mi mamá no quiere sabernada con las marchas.

Tam bién Olga21, del ca bildo Mayo, de cidió sacar a su hija del Pro yecto Jovencuando supo de la marcha. Estoy can sada de tener obli ga ciones, me dijocuando se iba del local. Si queda ano tada, tiene que ir a hacer guardia, o memandan a mí de un lado para el otro. No, no, que me dejen tran quila. Se ter -minó lo de las becas, sen tenció.

Aún así, la marcha tuvo con vo ca toria, y mo vi lizó a unas dos cientas per -sonas. Al día si guiente, antes de ir a la nueva reu nión con vo cada en el localto mado, pasé por la casa de los Aguirre. Cu rio sa mente, ese día es taba si len -ciosa: los más chicos ha bían ido a al morzar al co medor de la Escuela 10,mien tras Vero, Sandra y Maxi es taban en el local. Juan y Ma tilde, sen tadosjunto a la mesa de la co cina. Él sin voz y con fiebre. Su mujer le había pre pa -rado una co mida a base de ver duras, pero él no había que rido probar bo -cado. Unos días atrás había ido al Hos pital Ma terno de Va rela, y a pesar del

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21 Sobre Olga, véase ca pí tulo I, p. 47 y ss; y ca pí tulo II, p. 78.

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re poso ab so luto que le ha bían in di cado, Juan había con ti nuado tra ba jandoen las ac ti vi dades de la toma, principalmente en las vigilias de la noche.

Maxi atra vesó las rejas úl tima ge ne ra ción. Ma tilde lo había man dado a buscaral local por uno de los chicos de la co mi sión: ¡No ves que tu papá está en fermo, y vos hace tres días en ese local!, gritó Ma tilde a su hijo. Maxi pidió que lo de -jaran volver para la copa de leche, y ase guró que des pués es taría en casa in me -dia ta mente ¡Qué copa de leche ni copa de leche, no ves que tu padre estámal, te digo! gritó Ma tilde más fuerte.

El aire es taba es peso. Juan hacía es fuerzos para retar a Maxi, pero su vozera exigua. Sólo cuando pre gunté cómo había sido el re torno a Va rela de lamarcha el día an te rior, vi que al menos parte del ma lestar de Ma tilde y deJuan tenía que ver con el Pro yecto Joven. Es una ver güenza, dijo Juan. ¿Ahoraqué le van a decir a los chicos? ¿Cómo les decís a todos los chicos que no haybecas? ¿Cómo les sacás la de si lu sión?

Nos que damos los tres en si lencio, mi rando hacia fuera. Vi que la bombade agua es taba allí des mon tada, re cos tada sobre una de las pa redes del patio.A falta de una pieza, una junta es taba re cau chu tada con un alambre, y poreso el hombre no había que rido com prarla. Ma tilde in te rrumpió nuestramudez: Encima de todo, Claudia no hizo subir a Vero al mi nis terio. Hizosubir a otra piba de la co mi sión, cuando Vero fue la que hizo todo. Todoesto se va a ir a la mierda, los chicos es taban en el pro yecto por las becas.Entonces Juan arre metió contra “el mo vi miento”: Siempre hacen lo mismo,dicen y dicen, y des pués no hay nada. Todo lo que hi cimos, mirá cómo tengo la voz, mi hija Ve ró nica todo el día en ese local... Todo al pedo.

Y de nuevo el si lencio. La aflic ción de Ma tilde y Juan hacía de la toma unver da dero fra caso. Y mos traba, una vez más, la ló gica de las obli ga ciones re -cí procas puesta en juego: ellos con si de raban que se ha bían des lo mando tra -ba jando, y ahora el mo vi miento no cum plía con lo pro me tido; como si fuerapoco, tam poco re co nocía ese tra bajo: Claudia no había ele gido a Vero paraformar parte del grupo que subió al mi nis terio a ha blar con los fun cio na rios.La an gustia del ma tri monio Aguirre traía de vuelta la an gustia que me habíaasal tado du rante la marcha, cuando uno de los chicos de la co mi sión se habíaacer cado a sa lu darme y me había dicho: Ahora que no está lo de las becas nova a quedar nadie. La misma an gustia que me ha bían pro vo cado las pa la brasde Claudia, quien me ex pli caba lo su ce dido en el mi nis terio, mien tras avan -zá bamos con la co lumna hacia la Esta ción Cons ti tu ción para volver a Va rela: Me di jeron que no es taban dando becas in di vi duales, y que no te nían pen -sado darlas, que solamente nos podían financiar proyectos. Y bueno, vamosa ver qué pasa.

Con los brazos ex ten didos, y ca mi nando a un cos tado de la co lumna,Mirta daba in di ca ciones para apurar el ritmo del paso. A Claudia se la veíacan sada, y de hecho, no había dor mido esa noche, De los ner vios por hoy,

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no pude pegar un ojo. La fun cio naria que había pre si dido la reu nión le habíadicho: Ustedes quieren las becas, ¿pero para qué? Yo no te puedo dar becaspara que los chicos no hagan nada. Te puedo sub si diar em pren di mientos,cursos, pro yectos, pero no te puedo dar 75 pesos por chico para nada. Tam -bién la fun cio naria for maba parte de esa ló gica en que las cosas son dadas siun es fuerzo es dis pen sado. Si las becas no eran planes, algo los ase me jaba: al -guna con tra pres ta ción tenía que ser lle vada a cabo para que esos recursosfueran liberados.

Al día si guiente, cerca de la hora en que es taba con vo cada la reu nión en ellocal para in formar lo ocu rrido en la marcha, va rios chicos de la co mi sión es -taban sir viendo la copa de leche. El lugar ya es taba lleno. Ma tilde llegó un pocodes pués de mí, otra vez tra yendo grasa para hacer tor ti llas en la pa rrilla delfondo. Al cabo de un rato, pu dimos oír el grito de Vero, anun ciando la lle -gada de Claudia. La gente que es taba es pe rando en la ve reda y en el fondoentró al local. Las ma dres se dis pu sieron en un semicírculo.

Bueno, dijo Claudia ele vando la voz, ayer mar chamos al mi nis terio, y ha -blamos con la gente de De sa rrollo So cial. Ellos nos di jeron que no se ocu -paban de temas de la ju ventud, y que te níamos que ha blar con al guien delDINAJU 22. Les pe dimos si el fun cio nario del DINAJU podía ir hasta ahí,porque era cerca, pero nos di jeron que no, que el fun cio nario es taba ocu -pado. Entonces mar chamos no so tros hasta el DINAJU. Nos re ci bieron amí, a una mamá, y a Jés sica, de la co mi sión, y nos di jeron que el go bierno no es -taba dando becas, que no están te niendo una po lí tica de becas, pero se pro -pu sieron a darnos ca pa ci ta dores para que los chicos aprendan a hacer pro -yectos. No so tros pre sen tamos esos pro yectos, y ellos nos subsidian loscursos o lo que sea.

Sobre una de las ven tanas, una mujer del ca bildo Bo lívar lle vaba entre susmanos una lis tita con los nom bres de los chicos cuyas fo to co pias debía re -tirar. Eran los ve cinos que ella misma había ano tado a las becas. El rumor delo acon te cido en la marcha ya había cir cu lado, y ese mismo día va rios pa dresse ha bían acer cado al local a buscar los pa peles de sus hijos. Vero dijo habersido “agre dida”: Me re bar dearon los pa dres. Me di jeron que el mo vi mientoan daba di ciendo men tiras, pro me tiendo cosas. Otro me dijo que ha cíamostra bajar a sus hijos y que las becas no es taban. Entonces Claudia la in te -rrumpió y le dijo que no había que “eno jarse con los pa dres”: Cada vez queal guien pida sus pa peles hay que de vol verlos, Vero, sin pe learse ni nada. Nohay que tener mala relación con el vecino.

Fue la mujer con la lista en mano quien des pués pidió la pa labra, Yoquiero saber por qué se dijo que iba a haber becas si el go bierno ahora dice

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22 Di rec ción Na cional de la Ju ventud.

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que no va a haber. Algunos mur mu llos pa re cieron aprobar la in quietud deesta se ñora. Yo ya había dicho que había que armar pro yectos, lo dije en lapri mera reu nión, res pondió Claudia ape lando, una vez más, a un saber queso naba eso té rico: Ahora, por otro lado, yo sé que las becas están, porque mihija está en el ta ller de radio en Ge neral Vega, y hace unos días me lla maronpara de cirme que en marzo co braba. Las becas están, sólo que hay quepelearlas.

Claudia si guió ex pli cando que había pen sado en un pro yecto para hacersalsa de to mate, para que los chicos que que rían tra bajo ya tu vieran una en -trada: Pen samos que el mo vi miento puede fi nan ciar el pro yecto al prin cipio,porque con el em pren di miento ya fun cio nando va a ser más fácil que el go -bierno nos dé el sub sidio. Claudia habló, tam bién, de poner a fun cionar unapa na dería; y de una pro fe sora de in glés que ha bían con se guido para darclases; y del ta ller de radio que se pon dría a fun cionar en el local con el ase so -ra miento de “la gente de Ge neral Vega”. Así que están abiertos nuevoscursos, con cluyó ha ciendo una pausa. Per cibí que sus pa la bras no re pa rabanen el pa sado, sino que, a pesar de todo, con ti nuaban en la zadas al fu turo alque, desde un inicio, la toma se orien taba. Y, para mi sor presa, ex cep tuandoa aquella mujer del pa pe lito en mano, las in ter ven ciones de los pa dres y delos chicos tam bién si guieron esta ló gica: ¿Los chicos tienen que se guir vi -niendo a hacer guardia?, pre guntó una madre desde el fondo. ¿Vamos a se -guir sir viendo la copa de leche?, pre guntó Vero. Ma tilde pre guntó por el ta -ller de artesanías que estaría a su cargo: ¿Puede ser los miércoles a la tarde?

Las guar dias se gui rían, los ta lleres se gui rían, las co midas se gui rían, tran -qui lizó Claudia. Men cionó la po si bi lidad de pintar el local, pi diendo una do -na ción a una gran pin tu rería de Va rela. Entonces una mujer ofreció pin celesy bro chas que tenía en su casa. Vol viendo la mi rada sobre la mujer de la lis -tita en mano, Claudia agregó, No so tros vamos a se guir lu chando por lo delas becas, porque esto no es una marcha y nada más. Los que es tamos en elmo vi miento sa bemos que nada se consigue con una sola marcha.

Mien tras los pa dres se dis per saban, unos quince chicos ha cían fila paraque Vero los ano tara en los nuevos ta lleres, de radio e in glés. La lista, en -tonces, se en gro saría a dos cientos cin cuenta ins criptos. Otros chicos de la co -mi sión es taban ahí, al re dedor de la mesa, asis tiendo a Vero. Las mismas carasque había visto en la marcha del día an te rior, agi tando la ban dera del mo vi -miento. En de fi ni tiva, re paré que nin guno de ellos había co men tado nadaacerca de lo acon te cido en el mi nis terio. Por las ca lles del centro por teño loschicos se ha bían reído, por sobre todo se ha bían di ver tido. Esa era su marcha, ellos la en ca be zaban, ellos eran la cara vi sible de la co lumna. Al lado de latoma, de ese local, de todo lo que allí ha cían, el re sul tado de la reu nión conlos fun cio na rios pa recía ser algo se cun dario. Y es que, aún cuando el go bierno(y las fu turas becas) pa re cían se guir siendo un ter cero al que la ac ción se

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orien taba, para al gunos de los que es taban en aquella úl tima reu nión, la toma había pa sado a tener sen tido por la toma misma. La toma había creado la vi -gi lancia, y la vi gi lancia había creado las guar dias, la lim pieza, las co midas, loscursos, las me riendas. La toma había ad qui rido la forma de los ca bildos, consus al muerzos, sus con troles, sus pa peles, sus finanzas. Una forma que hacíadel presente algo que parecía valer por sí.

En este sen tido, si –como dije– la toma era un au tén tico acto de ocu pa -ción, lo era en el sig ni fi cado más abar ca tivo del tér mino: era ocupar fí si ca -mente el local; pero era tam bién estar ocu pados. Estar ha ciendo cosas.

En el ca pí tulo an te rior vimos que los hijos de La Po laca pa re cían iden ti -ficar la par ti ci pa ción en el MTD con la obli ga ción de mar char, una ac ti vidadque era vi vida ne ga ti va mente, y en lo po sible, evi tada. A través de al gunas si -tua ciones in vo lu cradas en la toma del local, es po sible ad vertir que el mar -char puede ser vi vido de otros modos y con otros sen tidos. Para Ma tilde,una marcha puede ser la opor tu nidad para en con trarse en Ca pital con su hijo Adrián; para los chicos de la co mi sión, una marcha puede ser re co rrer las ca lles de Buenos Aires, y poder man guear ci ga rri llos de marca; para los hijos deJuan, una marcha puede ser vi sitar lu gares nuevos y comer cosas di fe rentes;para Mirta –y para Rulo–, una marcha puede ser una opor tu nidad pri vi le -giada para de sem peñar su tra bajo como se gu ridad del movimiento.

Las si tua ciones in vo lu cradas en la toma nos mues tran, por sobre todo,que estar con los pi que teros puede sig ni ficar hacer algo más que mar char. Lejos de ser un evento con sa grado –o ins tancia enal te cida del “ser pi que tero”–, mar -char puede cons ti tuir una de las tantas ac ti vi dades in vo lu cradas en la par ti ci -pa ción de un mo vi miento. Acti vi dades que –si es que con seguí trans mitir allector algo del es pí ritu que ani maba a Juan, a Vero, a Ma tilde, y a otros, du -rante las se manas de la toma– pueden ser vi vidas con en tu siasmo, o sen ci lla -mente con pa sión. Para ellos, estar con los pi que teros es mar char, pero estam bién vi gilar un local, montar un centro cul tural, llevar ade lante un co -medor, formar una coo pe ra tiva de vi vienda. En un mundo donde tra bajar esalgo va lo rado; en un mundo donde la va gancia cons ti tuye una de las acu sa -ciones más es gri midas, estar con los pi que teros puede ser estar ocupados.

A lo largo de estas pá ginas, ha po dido ad ver tirse que el vínculo que losAguirre man tienen con el MTR es bien más es trecho que aquel que une a loshijos de La Po laca al MTD. Y sin em bargo, me in te resa se ñalar que em po -bre ce ríamos ese lazo si lo re du jé ramos a una afi nidad ‘po lí tica’ o ‘i deo ló gica’. Digo esto porque sería erróneo leer mi con tra punto como una dis tin ciónentre pi que teros ‘com pro me ti dos’ y pi que teros ‘des com pro me ti dos’. Si vol -vemos a la forma en que Juan narra su apro xi ma ción al mo vi miento, vemos,una vez más, la im por tancia de pensar ese acer ca miento como una po si bi -lidad de vida entre otras, y como una po si bi lidad que ad quiere sen tido al ser

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puesta en re la ción a esas otras: “la UGL ya no es taba dando más planes”, mehabía dicho Juan. Por otro lado, a di fe rencia de per sonas como Claudia –que está en una po si ción pró xima a la de di ri gente–, no puedo decir que Ma tildeo Juan asu mieran al guna vez la voz de “el mo vi miento”. Al igual que Amaliao que Diego, los Aguirre suelen re ferir al mo vi miento como un ellos –los pi -que teros– con los que se está. Y su par ti ci pa ción en él –como la vida misma–tiene sus altos y bajos, sus certezas y sus dudas.

Es cierto que al día si guiente de la marcha por las becas Ma tilde se mos -traría de cep cio nada, pen sando que todo el es fuerzo in ver tido había sido envano. Pero tam bién es cierto que, unas horas más tarde, al ter minar la reu -nión en el local, se acercó a la mesa para con firmar día y hora de su curso dema nua li dades. Es cierto que, unos días des pués, al de sen canto de Juan por lo ocu rrido con las becas se su maría su al ter cado con Claudia: Claudia loecharía del local por estar to mando vino, Juan es ta llaría en có lera, jun taríatodas sus cosas y diría que sus hijas no pi sa rían jamás aquel lugar. Pero tam -bién es cierto que con el mismo arre bato Juan había puesto sus ener gías en la toma –y en Mayo, y en la coo pe ra tiva–; que la duda de Juan era –como sucreencia–, pro vi soria, ama rrada al mundo vi vido y abierta a la trans for ma -ción. Es cierto tam bién que cuando aquel día Vero se guía las ór denes de supadre y se iba del local, de jando todos sus pa peles en manos del hijo deMirta, alegó en voz baja, Igual voy a volver. Y que de hecho volvió.

Mi úl timo día –como mi primer día– de aquel ve rano en Va rela era un ar -bi trario.

Y si hasta ahora no hubo no ti cias sobre las becas, el local sigue fun cio -nado. Hoy le dicen ca bildo, el ca bildo de los chicos. Y según me dijo Vero, ahorade le gada, Está más grande que nunca.

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Ca pí tulo III: La familia Aguirre y el local to mado

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FinalUna de las co sas que más me sor pren dió cuan do lle gué a Flo ren cio Va re lafue la pree mi nen cia que la ex pec ta ti va de re ci bir un plan ocu pa ba en la for ma en que mis in ter lo cu to res ha bla ban so bre su apro xi ma ción a una or ga ni za -ción pi que te ra. Tal vez eso fue así por que yo es ta ba de ma sia do em pa pa da deun sen ti do co mún –so cio ló gi co, me diá ti co– que, casi in va ria ble men te, ten -día a di sol ver esa cues tión en dis cu sio nes nor ma ti vas –es o no es “clien te lis -mo”; con tri bu ye o no al “de sa rro llo po lí ti co” del mo vi mien to. Algu nas pá gi -nas atrás se ve a Ma til de y a Juan Agui rre tra ba jar con jun ta men te enac ti vi da des del Mo vi mien to Te re sa Ro drí guez. Sin em bar go, Vero al gu navez me dijo que su mamá no es ta ba con los pi que te ros, que el que es ta ba con los pi -que te ros era su papá. Tam bién al gu na vez Glo ria –hija de La Po la ca– me co rri -gió di cien do que Ma til de no era pi que te ra: Ahí el que es pi que te ro es Juan. Atal pun to las or ga ni za cio nes apa re cen aso cia das a los pla nes, que quien estácon los pi que te ros es aquel que está ano ta do en un movimiento, y recibe plan através de él.

El plan de los pi que teros –como el plan de la UGL, como el plan por un po lí tico–se re vela como un uni verso de re la ciones y de obli ga ciones. Ano tarse con los pi -que teros es in gresar en cierto sis tema de com pro misos, de los cuales el mar charpa rece ser el más pro mi nente. Como in tenté mos trar, las mar chas muevenemo ciones di versas, son vi vidas de modo di símil por cada per sona –y poruna misma per sona en dis tintas cir cuns tan cias: una marcha puede ins tigarmiedo, ver güenza, or gullo, sa tis fac ción. Pero en cual quiera de los casos, mar -char es aquello que, al menos al prin cipio, se acepta como parte de las re glasde juego: mar char es parte de las re glas de juego, y dejar de marchar es salirde ese juego.

Cuando nos pre gun tamos qué im plica para las per sonas par ti cipar de eseuni verso de re la ciones –qué es aquello que ‘está en juego’–, un campo com -plejo y plural se des pliega. Un campo in son dable que re vela la in fer ti lidad delas ‘ra zo nes’, como de los ór denes –‘ma te rial’, ‘i deo ló gico’– en que esas ra -zones suelen ser cla si fi cadas. Mar char puede ser aquello de lo que de pendeuna eco nomía fa mi liar, aquello de lo que de penden di versas re la ciones in ter -per so nales, aquello que otorga valor a una per sona –como ve cino, comopadre, como madre, como com pa ñero, como mi li tante. Por otro lado, altiempo que las per sonas suelen re ferir a los mo vi mientos como una vía deac ceso al plan, el estar en un mo vi miento de ningún modo se agota en elplan, ni mucho menos en la ac ti vidad de mar char. A través de los Aguirre y

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de di versas si tua ciones vi vidas al re dedor de la toma del local, se ve cómo lasper sonas se en vuelven en in fi nidad de ac ti vi dades y re la ciones aso ciadas almo vi miento; y cómo esas ac ti vi dades y re la ciones las en vuelven: las becas no lle garon, pero la toma no tenía vuelta atrás, había ge ne rado de ma siadas ru -tinas, de ma siados sig ni fi cados. Por eso in diqué que estar con los pi que terospuede ser estar ocupados; puede ser aquello que hace al sentido de la vida.

El valor de las obli ga ciones re cí procas in vo lu cradas en un mo vi mientopuede llevar a una per sona a preo cu parse por buscar un reem plazo cuando nole es po sible asistir a una marcha; a par ti cipar de ac ti vi dades pro mo vidas poraque llos que su pieron ayu darla, aque llos con quienes se siente agra de cida; adis tan ciarse ante una ex pec ta tiva no cum plida. Y aunque no es del todo pre -ciso decir que el in cum pli miento de las ex pec ta tivas es ‘ra zón’ de dis tan cia -miento, sí po demos decir que es ese el ar gu mento es gri mido para jus ti fi -carlo: Me pro me tieron un tra bajo y todo quedó en la nada; Vos sabés cómome des lomé ¿Y todo para qué? Re cí pro ca mente, una nueva ex pec ta tiva, o elcum pli miento de una es pera pa sada, son ra zones es gri midas para jus ti ficaruna rea pro xi ma ción –Ahora volví con esto de las becas; Volví cuando mesalió el plan.

Esta ló gica que, como in tenté mos trar, no es ex clu siva del uni verso de los mo vi mientos, sino que cons ti tuye el prin cipio con que las per sonas eva lúan y viven otras ac ti vi dades –como tra bajar para un po lí tico–, pa rece ser ex pre sadaen un vo ca bu lario es pe cí fico. Junto al len guaje de los planes, los ba rrios pe ri -fé ricos de Flo rencio Va rela com parten un len guaje aso ciado al dar, un len -guaje que in cluye la pro mesa, la es pera, la ayuda, el pe dido, el ofre ci miento, la obli ga -ción. Este tra bajo me per mitió di visar ese vo ca bu lario, y su gerir que en esasre la ciones de obli ga ciones y ex pec ta tivas mu tuas el mo vi miento es vi vido,no como un “me diador” entre el Estado y la gente, sino como un dador di -recto. Mien tras tanto, la fi gura del Estado –o en tér minos na tivos, del go -bierno– pa rece es fu marse. Re cor demos que quién es el que tiene el poderpara dar altas y bajas en los planes es algo que permanece en la duda.

Qui siera sub rayar, no obs tante, que esta ob ser va ción no pre sume que“me diador” sea una no ción in trín se ca mente ina de cuada para pensar una re -la ción trian gular entre po bla ción, mo vi mientos y Estado. Antes bien, lo quequiero decir –aquí y a lo largo de toda la et no grafía– es que, en lo que re fierea nues tras afir ma ciones, es tamos obli gados a pre gun tarnos y a es pe ci ficardesde el punto de vista de quién es tamos ha blando. Así, mien tras Claudiadice que “el go bierno va a dar becas”, sus in ter lo cu tores en la reu nión deVilla Sal cedo, y en las reu niones del local to mado, pa recen vivir ese re cursocomo una po si bi lidad abierta por el mo vi miento. Cuando las becas no apa -recen, Claudia res pon sa bi liza al go bierno –Las becas están, no quieren dár -noslas a no so tros–, mien tras que la gente res pon sa bi liza al MTR: Siempredicen y dicen, y des pués nada; Yo quiero saber por qué se dijo que había

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Final

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becas si ahora no hay; El movimiento anda diciendo mentiras, prometiendocosas.

Si mi in sa tis fac ción con la so cio logía de los mo vi mientos me llevó abuscar otra pers pec tiva desde la cual cons truir la et no grafía, cabe sub rayar,en tonces, que se trata, ni más ni menos, de una pers pec tiva entre otras. Flo -rencio Va rela me mostró que esas pers pec tivas son múl ti ples, se des plazan,se cruzan, mu chas veces se de sen cuen tran y se tensan. La forma en que seper cibe al go bierno y al mo vi miento es un caso pa ra dig má tico. Tam bién po -demos pensar otros de sen cuen tros, como los sen tidos dados a la lucha, alcambio so cial o al tra bajo. Mismos tér minos que cir culan, de un lado a otro, consig ni fi cados he te ro gé neos, y que nos ad vierten sobre los pe li gros de la ilu -sión de si no nimia. La ob ser va ción es vá lida, tam bién, para no ciones comopo lí tica: mien tras unos la rei vin dican po si ti va mente, como aquello que per -mite ir “más allá” de la caja y el plan, otros la con si deran ne ga ti va mente –estar con los pi que teros es hacer po lí tica, hacer qui lombo, estar en la calle, mar char contra el go -bierno. Otros pueden cir cuns cribir la po lí tica a ac ti vi dades par ti da rias, mien -tras para otros, estar con los pi que teros, como estar en po lí tica, puede ser vi vidocomo un tra bajo –pen semos en la ex pe riencia de Mirta, que tra bajó para los ra -di cales, des pués para los pe ro nistas, y hoy está con los pi que teros, Ahoraeste es mi tra bajo, dijo una vez, de acá no me sacan más. Y, fi nal mente, otrospueden oponer estar con los pi que teros a tener un tra bajo; no me re fiero so la -mente a los que, desde afuera, acusan a los pi que teros de vagos, o a los que–como La Po laca– oponen mar char a un tra bajo digno. Me re fiero, tam bién, aaque llos que, desde dentro –como Ana, como Enrique, como Matilde–viven preocupados por volver a trabajar.

Tam bién me sor prendió en Flo rencio Va rela la fuerza de ciertas cla si fi ca -ciones so cio ló gicas que han de ve nido parte de la na tu ra leza de las cosas. Mitra bajo de campo está pla gado de esos su puestos, im plí citos en mis pro piaspre guntas: para dar sólo al gunos ejem plos, en la Intro duc ción pre gunto aNani y a mi ‘in for mante de ba randa’, en qué mo vi miento es taban, dando por sen tado que ese dato era sig ni fi ca tivo. En el ca pí tulo I, pre gunto a Le ticiapor la an ti güedad que lle vaba en el mo vi miento, pre su po niendo que por elhecho de estar en una reu nión con vo cada por el MTR, Le ticia “era delMTR”. Me sor prendo cuando Gloria –que es taba en esa reu nión– dice tra -bajar para Pe reyra. Pre gunto a Amalia –ca pí tulo II– qué con tra pres ta ción leco rres ponde por su plan de la UGL, pre su po niendo que, como su marido,Amalia también tendría plan de la UGL.

Du rante la pes quisa, esas si tua ciones de campo me obli garon a pensarsobre el ob jeto con que es taba tra ba jando. En algún mo mento pensé que miunidad de aná lisis era el ba rrio –un re corte te rri to rial, en lugar de or ga ni za -cional. Sin em bargo, ha blar de ba rrio pre su ponía un corte geo grá fico previo,

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un con junto de fron teras dentro de las cuales yo tran si taría li bre mente,cuando lo cierto es que mi trán sito por Villa Mar ga rita no fue to tal mente vo -lun tario y de li be rado. El cir cuito que sigue mi tra bajo de campo –y los ca pí -tulos de la et no grafía– se fue con fi gu rando a través de las re la ciones que laspro pias per sonas te nían entre sí. Nunca toqué la puerta del SUM, nuncatoqué la puerta de la UGL; llegué a la UGL a través de Mabel, a quien habíalle gado a través de Gloria, a quien había lle gado a través del Mo vi miento Te -resa Ro drí guez. De modo que mi trán sito entre es pa cios diferenciados habla del propio tránsito de esas personas.

Fi gu ra ción apa reció, en tonces, como un con cepto re la cional –y no sus tan -tivo (cf. Elias 1991: 156 y ss.)–, capaz de dar cuenta de la unidad que, dehecho, me en con traba re cor tando. Fi gu ra ción apa reció para men cionaraquello que no tenía nombre, que no eran per sonas, ni mo vi mientos, ni ba -rrios. Que no era una re la ción sino un te jido de re la ciones –sin una única di -rec ción, e im po sible de ser di se cado en ni veles de je rar quía. Aquello que noera una so ciedad frag men tada, sino in ter de pen diente. En ese te jido, las re la -ciones de co no ci miento in ter per sonal –en es pe cial, los lazos de pa ren tesco–pa re cían ocupar un papel es pe cí fico en los ca minos tran si tados por las per -sonas para ob tener y con servar un plan, en las formas de acu mular más deun plan, de com binar planes ob te nidos por vías di fe rentes, de con ci liar esosplanes con otras re la ciones, ac ti vi dades y re cursos que ha cían de las eco no -mías do més ticas, eco no mías po lí ticas. Además, al per mi tirme ins cribir losplanes en otras di men siones de la vida, esas re la ciones co lo caron a los mo vi -mientos pi que teros como una po si bi lidad que ad quiría sen tido en re la ción aotras. Tam bién si guiendo el hilo de esas re la ciones pude mos trar las tramas a través de las cuales las personas circulan de un lado a otro, desafiandofronteras organizacionales.

En ese con texto, la cla si fi ca ción na tiva de estar con los pi que teros me re sultóope ra tiva en re la ción a mi propio punto de vista ana lí tico. Una vez más, valedecir que mi re cu pe ra ción de esa cla si fi ca ción no apunta a in va lidar otra –serpi que tero– que de hecho existe, como a ad vertir sobre la im por tancia de ex pli -citar el lugar y la si tua ción desde la cual enun ciamos. Cabe ad vertir, además,que en re la ción a esa cla si fi ca ción dejo en abierto una pre gunta del tipo porqué: por qué la gente re fiere a su par ti ci pa ción en los mo vi mientos en esostér minos, por qué se trata de un estar, y de un estar con otros. Tal vez se estápre ci sa mente porque se hacen otras cosas. Tal vez los pi que teros son otrosporque pi que tero puede ser ac cio nado como burla o como agravio: vago, qui -lom bero. O tal vez, porque me re la cioné con per sonas que no ocupan altas je -rar quías –y como ocurre en toda or ga ni za ción (una em presa, un or ga nismode go bierno), son las capas di ri gentes las que suelen iden ti fi carse y asumir lavoz del no so tros. Pero estas son todas con je turas. Lo cierto es que aquí meli mité a llamar la aten ción sobre ese estar con los pi que teros, bus cando apuntar

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Final

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que, más que en iden ti dades, la vida de las per sonas trans curre en iden ti fi ca -ciones –cir cuns tan cias, es tados– que se des lizan; más que una unidad o unatra yec toria, las per sonas pa recen ser una mul ti pli cidad de re la ciones, siempre par ciales, que per miten a al guien decir, sin con tra dic ción, soy pe ro nista yestoy con los pi que teros; o que per miten, tam bién sin con tra dic ción, ir a unpi quete y votar al PJ1.

Y vuelvo a abrir el juego, di ciendo que esos vínculos par ciales son per ci -bidos como dis tintos, a veces como dis cor dantes. Los Aguirre ha bían es crito una carta a Chiche, pi diendo ma te riales para cons truir su rancho. Juan se habíaes me rado en la re dac ción, pero había sido Ma tilde –la que no está con los pi que -teros– quien había ido al acto de la can di data jus ti cia lista a en tre garladirectamente en mano.

Tal vez este libro haya sido, sim ple mente, un es fuerzo por sentar unpunto de par tida, y el su puesto de que ins cribir a los mo vi mientos pi que teros en el mo vi miento de la vida es em bar carse en un uni verso si nuoso y dispar,que se rehúsa a ser es tan cado en di lemas pre fa bri cados. Tal vez por eso, estefinal es un principio.

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1 Sobre esta pers pec tiva, cabe men cionar a Elias (1991: 138 y ss.), quien cri tica la vi sión do -mi nante del hombre como “homo clausus”, es decir, como una unidad pre cons ti tuida apartir de un mundo in te rior propio, que en traría en re la ción con un mundo que se su poneex te rior a él. Elias ar gu menta, en su lugar, que de bemos partir de las re la ciones, puesto quelos tér minos se cons ti tuyen a través de la re la ción. Strat hern (1988: 13 y ss.; 1992: 82 y ss.)habla de di viduo –por opo si ción a in di viduo– para su gerir que las per sonas no son uni -dades pri ma rias que en tran en re la ción con un afuera, sino par cia li dades que se cons ti tuyen a cada mo mento, en y por cada re la ción. Al romper con el pre su puesto de in di vi sión, la no ción de di viduo per mite pensar la mul ti pli cidad de per sonas que cada uno en cierra, no en tér -minos de una trans for ma ción o su ce sión a lo largo del tiempo –“his toria de vida”–, sino entér minos de si mul ta neidad. Así, una per sona es mu chas, tantas cuantas sean las relacionesque la constituyen.

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Apén dice

Lista de Si glas

DNI: Do cu mento Na cional de Iden tidadJJDH: Plan Jefas y Jefes de Hogar De so cu padosMTD: Movimiento de Trabajadores DesocupadosMTR: Mo vi miento Te resa Ro drí guez. PEC: Plan de Empleo Co mu ni tarioPJ: Par tido Jus ti cia listaSUM: Salón de Usos Múl ti plesUGL: Unidad de Ges tión Local

Pro ta go nistas, por orden de apa ri ción

ESTELA. Fue a través de ella que co nocí Flo rencio Va rela. Estela vivíaen el ba rrio Alsina, con su ma rido y sus cuatro hijos. Los pi que teros le ha bíanofre cido un plan, pero ella no lo había acep tado.

JORGE. Marido de Estela, trabajaba en el Banco Provincia, vendiendoseguros. Reclamaba contra Pereyra porque “importa villeros de todoslados”; desconfiaba de los piqueteros, y se declaraba “peronista de toda lavida”.

NANI. Aquel primer día en Va rela, con Estela to camos la puerta deNani. Nani se irritó cuando yo in sinué que ella tenía algo que ver con los pi -que teros. Des pués dijo que había du rado “veinte días con los pi que teros”, y se había ido, porque el tra bajo en el ta ller de cos tura que le ha bían pro me tidohabía que dado en la nada. Nani fue la punta para llegar al MTR. Calculo queten dría 60 años.

SEBASTIÁN. Du rante veinte mi nutos fue mi ‘in for mante de ba randa’.Sé poco sobre él porque nunca más volví a verlo. Soy pi que tero, me dijoaquella vez.

OLGA. Fue una de las pri meras en re ci birme en el ca bildo Mayo del MTR,en el que lle vaba más de dos años. Fue tam bién ella la que me in vitó a la reu -nión “por los planes para jó venes”. Olga había ano tado a su hija de 21 años alas becas, pero al en te rarse de que había que hacer guar dias en el local to -mado e ir a una marcha, la borró de la lista. La úl tima vez que fui a Va rela,Olga era de le gada del ca bildo Mayo.

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ANA. Solía estar mucho en el ca bildo Mayo. Fue ella quien me llevó a re co -rrer el lugar y me pre sentó a otros com pa ñeros el primer día. Tam bién ella–junto con Olga– fue a la reu nión por las becas. Ana ron daba los 35 años,vivía en Villa Mar ga rita con su ma rido –quien tam bién es taba en el MTR– ysus cinco hijos. Du rante el tiempo que es tuve en Va rela Ana es taba bus -cando tra bajo, y apro vechó sus va ca ciones en el mo vi miento para tra bajarquince días en Mar del Plata, en la casa de una fa milia de Ca pital que estabaveraneando allí.

CLAUDIA. Pre sidía la reu nión por las becas para los jó venes que tuvolugar en el ca bildo de Villa Sal cedo, y fue ella quien or ga nizó la toma del local.Claudia tenía 35 años y una hija de 12. Ella no era de Villa Mar ga rita, sino deGe neral Vega. Sin em bargo, solía cir cular por va rios ba rrios de Va rela, yaque era una es pecie de di ri gente del MTR. Claudia es taba en el mo vi mientodesde hacía siete años. Cuando entró, tra ba jaba en un res tau rante en un mu -ni cipio ve cino, y ya tenía un plan “por la mu ni ci pa lidad”. Yo me acerqué porcu rio sidad –me dijo Claudia una tarde en el local to mado–, y bueno, me fuien gan chando. No sabía nada de po lí tica, no sabía que existía la de so cu pa -ción, nada de eso, para mí no la bu raba el que no quería. Además de las ac ti vi -dades del mo vi miento, Claudia hacía changas de lim pieza, y todas las ma -ñanas, a las cinco y media, salía a vender pan con su bicicleta en GeneralVega.

GLORIA. Co nocí a Gloria en la reu nión por las becas. Tenía unos 30años, dos hijos, vivía en Villa Mar ga rita, en la casa de su madre, La Po laca,una de las ma yores re fe rentes del pe ro nismo en la zona. Además de atenderla pa na dería de La Po laca, Gloria tra ba jaba para Pe reyra y era man za nera. Laúl tima vez que fui a Va rela se había ido a un pueblo de la pro vincia deBuenos Aires, a vivir con unos parientes.

JOSÉ LUIS. Tam bién es taba en la reu nión por las becas para jó venes.Tenía 50 años, y un quiosco en el ba rrio Villa Sal cedo, donde vivía con susdos hijos ado les centes. Hizo al gunas do na ciones para la toma del local delMTR. Al cabo de una se mana no volví a verlo.

ENRIQUE. Tam bién co nocí a Enrique en la reu nión por las becas.Enrique decía ser “dis tinto” a la “gente de Mayo” porque para él “cambioso cial” no era vivir con 150 pesos. Enrique se había apro xi mado al MTRcuando, des pués de gastar la in dem ni za ción de su puesto como piz zero, sehabía que dado “sin nada”. Dejé de verlo por el local to mado cuando volvió a con se guir tra bajo, en otra pizzería.

LETICIA. Estaba en la reu nión por las becas, y la vi va rias otras veces enlas reu niones del local to mado. Le ticia tenía unos treinta años, siete hijos, yplan de la UGL. Cuando la co nocí me dijo estar preo cu pada porque ella y suma rido te nían el plan Jefas y Jefes, con la misma carga. Una ve cina le había su -

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Apéndice

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ge rido que se ano tara con los pi que teros, pero a Le ticia eso de andar en la calle no legustaba.

ZOILA. Era ve cina y amiga de La Po laca y fa milia. La co nocí en la reu -nión por las becas, y en otra opor tu nidad la en contré en el local to mado, y en el SUM. Zoila tenía una pa na dería en el frente de su casa, donde hacía pancon chi cha rrón. Solía cuidar a los hijos de Amalia –hija de La Po laca– y deTe resa –nuera de La Polaca.

LA POLACA. Era co no cida como la fun da dora de Villa Mar ga rita, y eraaso ciada al in ten dente Pe reyra. Aunque tuve opor tu nidad de co no cerla enmis úl timas vi sitas a Va rela, aquí la dejé apa recer sólo a través de ter ceros,porque fue de esa forma fur tiva y enig má tica como ella per ma neció durantemucho tiempo.

MABEL. Mabel no apa rece en una si tua ción es pe cí fica a lo largo de mire lato. Era la re pre sen tante de la UGL por la Escuela Nro 10 de Villa Mar ga -rita. Llegué a ella a través de Gloria. Na cida en La Plata, Mabel se había mu -dado a Villa Mar ga rita en la época en que se es taban to mando te rrenos.Empezó a “par ti cipar en cosas del ba rrio” al in te grar el mo vi miento de pa -dres que se mo vi lizó para exigir al go bierno pro vin cial la cons truc ción deuna es cuela en Villa Mar ga rita. Como re pre sen tante de la UGL, su prin cipalac ti vidad había sido, en los úl timos dos años, asignar planes Jefas y Jefes, yor ga nizar las con tra pres ta ciones. La gente del MTR no sim pa ti zaba con ella.Mabel me dijo una vez: Yo no estoy en contra de los pi que teros, porque esosería estar en contra de todo el ba rrio. Lo único que me da bronca es que losdirigentes jueguen con la necesidad de la gente.

VERO AGUIRRE. La co nocí a través de la toma del local, donde ocupóun lugar pro ta gó nico. Tenía 14 años, iba a la es cuela, y tres veces por se manacui daba a la hija de la ve cina de en frente. Mar chaba en el MTR, la úl tima vezque la vi es taba es pe rando la sa lida de su plan y era de le gada del ca bildo de loschicos.

JUAN AGUIRRE. Tenía 50 años, hacía veinte que vivía en Va rela. Loco nocí el día de la toma del local. Juan había es tado ha ciendo changas con suca rrito, y llegó al caer la tarde, para hacer la ins ta la ción de elec tri cidad. Juantra bajó como obrero de la cons truc ción, re cibió plan de la UGL, y desde hacía más de dos años re cibía plan del MTR. Du rante mu chos años tra bajó para elPJ. Cuando lo co nocí re cla maba contra Pe reyra y contra La Polaca.

RULO. Ca miné mucho con Rulo, cuando él me lle vaba a al guna reu nióndel MTR, o a co nocer los ca bildos, o, los pri meros días, al local to mado. Ver -bo rrá gico, Rulo solía contar sus an danzas en po lí tica –cuando tra ba jaba parael PJ y para el Sin di cato de em pleados mu ni ci pales. Cuando lo co nocí se de -sem pe ñaba como se gu ridad en el ca bildo Mayo, y además hacía changas de pin -tura y al ba ñi lería. La úl tima vez que fui a Va rela se había ido del MTR, y es -taba en otra organización piquetera.

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MIRTA. Las pri meras se manas que pasé en Va rela, Mirta es tuvo avo cadaal cui dado del local to mado. Como Rulo, Mirta tam bién es taba en se gu ridaddel MTR; lle vaba dos años y medio en el mo vi miento, tenía 41 años, y vivíaen Villa Mar ga rita con sus seis hijos. Mirta tenía plan, y los tres más grandes“mar chaban por la caja”.

TERESA. Co nocí a Te resa en la puerta de la casa de Gloria, su cu ñada.Te resa era la mujer del hijo menor de La Po laca, tenía 24 años y vivía en elAsen ta miento 7 de No viembre. Tra ba jaba en el SUM como se cre taria delmé dico –em pleo que había con se guido a través de Gloria, quien a su vez lohabía con se guido a través de La Po laca. Fue en esas tardes en el SUM, acom -pa ñando su tra bajo, como se es ta bleció mi relación con ella.

AMALIA. Como con Te resa, mis en cuen tros con Amalia fueron prin ci -pal mente en el SUM, en el ho rario de fun cio na miento del Se guro Pú blico deSalud, donde ella y sus hijos se aten dían –con el carnet de Gloria, her manade Amalia. Amalia es taba con los pi que teros. La úl tima vez que la vi había vueltoa tra bajar en la pa na dería de su madre, porque a su ma rido Ca chito le ha bíansus pen dido su plan de la UGL.

CACHITO. Tam bién lo co nocí en el Se guro Pú blico de Salud, por donde pa saba cuando ter mi naba las changas en la cer ve cería Quilmes. ComoAmalia, Ca chito ron daría los treinta años.

CINTHIA y NAHUEL. Dos de los hijos de Amalia y Ca chito; so líanestar en el SUM acom pa ñando a su mamá.

KEVIN. Hijo de Te resa. Tenía 3 años, y solía acom pañar a su madre alSe guro Pú blico. Te resa quería man darlo al jardín, pero du daba porque teníamiedo de que le exi gieran cor tale el pelo –Kevin tenía el pelo largo hasta loshom bros.

DIEGO. Ma rido de Te resa, tenía 25 años, hacía changas de elec tri cidad,al ba ñi lería y tam bién como re par tidor en la cer ve cería Quilmes. Lo vi va riasveces en el SUM. Diego se había ano tado con los pi que teros junto con su her -mana Amalia. En aquel en tonces, no es taba mar chando, y tenía las faltas jus ti fi -cadas por las changas.

IRALA. Estaba siempre en el ca bildo Mayo, donde vivía con su mujer, quetam bién es taba en el mo vi miento. Irala no era de le gado, pero en la prác tica eraquien se en car gaba de todas las ta reas de ad mi nis tra ción. Con tro laba asis -tencia, lle naba las pla ni llas, trans mitía los co mu ni cados, ela bo raba las listasde las cajas. Irala tenía 39 años, y cinco hijos. Había tra ba jado en una fá bricade plás ticos en Ave lla neda, doble turno, por 700 pesos. Cuando la fá bricaentró en quiebra, él se quedó sin tra bajo. Du rante casi un año cobró un fondo de des pido: Así que es tuve todo ese tiempo va gueando, di gamos.Hacía al gunas changas, pero nada más. En el 2001 la cosa se puso jo dida, yun amigo me dijo que los pi que teros es taban dando planes. Yo pensé que

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con ir a una marcha tenía un plan y una caja, dijo Irala rién dose de sí mismo.Pero nada es tan fácil, agregó.

SANDRA AGUIRRE. Junto con Vero, Sandra par ti ci paba de la co mi siónde chicos a cargo del local to mado. Tenía 13 años y es taba en el úl timo de laes cuela pri maria. Alguna vez me dijo que no en tendía para qué sus her -manos más chicos ha bían ido al jardín, si ella y Vero, las únicas que no ha -bían ido, eran tam bién las únicas que nunca ha bían re pe tido de grado. La úl -tima vez que fui a Va rela Sandra es taba mar chando en el MTR, y lle vaba la cajade mer ca dería que le co rres pondía a lo de su abuela Jo se fina, con quienentonces estaba viviendo.

MATILDE AGUIRRE. Estaba pre pa rando el al muerzo el primer día dela toma del local. Ma tilde tenía plan de la UGL, y como con tra pres ta ciónhacía un curso de ma nua li dades en el SUM, a media cuadra de su casa enVilla Mar ga rita. Sólo cuando a su ma rido le salió el plan del MTR, ella em -pezó a “res petar un poco a esos pi que teros”. Ma tilde tenía 49 años y diezhijos.

JOSEFINA. En el libro sólo apa rece men cio nada. Jo se fina era la madrede Ma tilde, tenía 75 años. Na cida en Bo livia, había mi grado para Jujuy,Argen tina. Allí se casó y tuvo a sus tres hijos. La fa milia se tras ladó a Ca pital,y de allí a Flo rencio Va rela. Cuando la co nocí, Jo se fina co braba la pen sión de su ma rido, quien tenía aportes ju bi la to rios por su tra bajo en un fri go rí fico de Villa Mar ga rita. Vivía en el ba rrio Las Ca ni llas, con dos hijos del primer ma -tri monio de Ma tilde. En el úl timo tiempo, Jo se fina se había en fer mado y en -tonces Sandra –hija de Ma tilde y Juan– se había mudado con ella paracuidarla.

ADRIÁN. Sus her manos con taban en tu sias mados que Adrián vivía enCa pital. Era el menor de los tres hijos del primer ma tri monio de Ma tilde.Según Ma tilde y Jo se fina, Adrián siempre “dio mucho tra bajo”, y “es tuvo enmala junta”.

MAXI AGUIRRE. Se lec cio naba los car tones y bo te llas que Juan traíacon su ca rrito. Tenía 11 años, y tam bién es taba mar chando en el MTR.

MIGUEL AGUIRRE. Tenía 10 años, y siempre se es ca paba de la casa.Re pitió al gunas veces de grado, decía que no le gus taba ir a la es cuela. Ado -raba ir al local to mado.

JIMENA AGUIRRE. Estaba en se gundo grado –Pero ten dría que estaren cuarto, me dijo una vez. En el ve rano Ji mena iba a las ac ti vi dades re crea -tivas de la Escuela 10. Me pidió que le en se ñara ma te má tica, y en época declases me pedía que le hi ciera la tarea de la escuela.

GABI AGUIRRE. Había hecho el jardín –uno que queda en Las Ca ni -llas–, y es taba por em pezar la es cuela. Junto con Ji mena y Mi guel, solíaacom pa ñarnos a Vero y a mí al local to mado.

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FERNANDITO AGUIRRE. Tenía 3 años y se rehu saba a ir al jardín.Cuando lo ves tían para lle varlo, él em pe zaba a llorar a los gritos. Le gus tabajugar en su casa, car gando un tren que Juan le había ar mado con ca jones dever du lería. Ado raba su bi ci cleta, una que no tenía rue ditas, y que acos tum -braba estar subida al techo. Juan sólo la ba jaba como re com pensa, los días en que su hijo menor se dig naba a ir a la escuela.

SARA. Her mana mayor de Ma tilde. Pasé va rias tardes con ella com par -tiendo charlas, mates y los biz co chitos de su pa na dería. Sara había tra ba jadoen po lí tica y había sido man za nera. Cuando la co nocí era evan ge li za dora de laIglesia Uni versal del Reino de Dios.

MARÍA. Hija de Sara, sólo apa rece men cio nada. María tenía 24 años, ytres hijos. Vivía en un mu ni cipio ve cino –de donde era la fa milia de su ma -rido– y había vuelto a Flo rencio Va rela al saber que es taban to mando te rrenosen el Asen ta miento 7 de no viembre. María se había ano tado en el MTR, yhabía es tado mar chando algún tiempo. Los pi que teros me de frau daron, mepro me tieron que el plan me iba a salir, y des pués de meses, cuando me salió,un mes solo me duró, cobré un mes y no volví a co brar más, me dijo una vez. La úl tima vez que fui a Va rela, María es taba es pe rando la sa lida de su plan,ano tada en las listas de una can di data del PJ, para quien es taba tra ba jando enun comedor del Asentamiento.

RUBÉN. Hijo de Sara. Junto con su cu ñado –ma rido de María–, Rubénhacía changas en una em presa or ga ni za dora de eventos en Ca pital. Le habíahecho el favor a su prima Vero –hija de Ma tilde–, y fi gu raba ofi cial mentecomo be ne fi ciario del plan que ella es taba es pe rando a través del MTR.

ESTEBAN. Junto a Vero, formó parte de la co mi sión del Pro yecto Joven.Esteban tenía 17 años, y es taba en el MTR. Se había ale jado del mo vi mientoal caer preso en una re pre sión en La Plata; cuando yo llegué a Va rela se habíarea pro xi mado, al saber sobre las becas.

MARI. Junto a Mirta y a los Aguirre, Mari tra bajó en la toma del localnoche y día. Vivía con sus seis hijos en Villa Mar ga rita. Su hija mayor, de 17años, y su mamá, tam bién re ci bían plan del MTR. A Mari le en can taba su tra -bajo en la fá brica de cos tura del ca bildo Mayo, que entre enero y fe brero es taba cerrada.

ROBERTO. Era parte del grupo de adultos avo cados a la toma del local.Ro berto tuvo una par ti ci pa ción mucho más im por tante de la que le cupo enmi re lato. Calculo que ten dría 55 años. Hacía tres que es taba en el MTR.

ROXANA. La mujer de voz es tri dente que de sató una crisis en una de lasreu niones del local to mado, al pre guntar quién es taba a cargo de los chicos.Ro xana no era del mo vi miento, tenía plan, y vein ti cuatro chicos de la calle asu cui dado. Ofreció dar un curso de ma nua li dades para el Pro yecto Joven, ydejó claro que ella a los pi quetes no iría.

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MILAGROS. Hija de Sara, con 17 años, es taba ter mi nando el se cun -dario. Tra ba jaba en la pa na dería de su mamá. Se había ano tado a las becasporque su prima Vero le había avi sado sobre los cursos de com pu ta ción.Más tarde, al en te rarse que tenía que mar char, de sistió. Ni ella ni Sara que ríansaber nada con las mar chas.

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