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POEMAS DE PROVINCIA 1922

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Page 1: Poemas de Provincia A

POEMAS DE PROVINCIA 1922

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UNAS LINEAS

Estos poemas, que dedico al pueblo de Adrogué, fueron escritos en el año 1918, y publicados muchos de ellos en el transcurso del mismo y siguientes. Circunstancias diversas hicieron que no los recopilara hasta hoy.

Hago esta salvedad, necesaria por muchas y sutiles razones, para el público y la crítica y, sobre todo, para los pocos espíritus consecuentes que siguen de cerca mi humildísima obra.

Alfredo R. Búfano

ELOGIO DE MI CANCIONCanciónla míaque nacelimpiadel corazón,como el agua cristalinadel hoyuelo de la tierra.Canción mía,serenay simplísima, como el canto de las avecillas, comolas campanitasque hacen sonar las ranasen las aguas dormidas.Canciónmía,trémula, menuda, tímida,

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igual a las campánulas frágiles que de día se ocultan pudorosas y se abren en las noches tranquilas como las estrellas.Canción mía,humilde,humildísima,como un monje franciscanoen su ermita;como esas viejucasde suaves sonrisasque van muy despaciocon los primeros albores del díacamino, camino, caminode misa.Canciónmía,serena,limpia,menuda,tímida,y frágilcomo las campanillas;sin trajes raros y caros,sin sederías,sin joyas, casi desnuda,peromía,peromía.

No te importeque te llamen cancioncillaasí... con ese gesto

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con que algunas mujeres ricasmiran pasar a la pobrecostureritacon su batade clarín o de batista.No te importeque te llamen cancioncilla;tú tienesun alma limpiacomo la muchacha sencillamente vestida que huele a frescura, a brisa, a soly a gloria matutina.No te importe canción mía que te llamen cancioncilla. Tú bien sabescómo reciben nuestra visita todas las almas tranquilas, humildes y limpias.Con eso tenemos bastante, canción mía. Gracias a Dios, todavía no damosolor de ácido fénico y polilla.Oh almamía,oh canción mía!

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CAMPO

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LA LLEGADAVengo de la ciudad cosmopolita cansado de pensar y de correr. ¡Buen día, oh campo, oh luz, paz infinita, traigo mi corazón a florecer!NADA MASMedia hora de tren de Buenos Aires —ciudad tentacular— basta, poeta, para hallar un sitio donde poder soñary transformarse en algo bueno y útil: arar, sembrar y cosechar; y un buen día, ¡el mejor! morir, en pleno campo, en santa paz.LOS POETAS ARTIFICIALES¿Qué harían en la gloria de estos campos donde reina la vida, el trabajo y la luz, esos tristes poetas todo cursilería que no escriben azul sin poner Estambul; esos tristes poetas de marquesas y abates ebrios de Luis XIV y ebrios de Pompadour?¿Qué harían en la gloria de estos camposllenos de sol, de fuerza y de salud,donde sólo resuenan las voces de Walt Whitmanel magnífico; donde sólo rueda el aluddel verso de Verhaeren, o brilla la sonrisasutil de Francis Jammes?De seguro, los míseros, en un sauce verían un lánguido abedul, y en cualquier avecilla provinciana ¡es claro! un ruiseñor, o peor: un bulbul.¡Campos, necesitáis poetascomo yo, que soy más diáfano que la luz!SIESTALas vacas rumian chismes sobre el prado. A la sombra de los álamos duermen rendidos los labriegos con la nuca apoyada sobre los brazos. Canta en sus arpas de seda su oración el silencio.Un fuerte olor a alfalfa y a leche fresca flota en el ambiente de honda naturaleza lleno; y el demonio sensual escondido en la fronda sonríe con sus labios húmedos de deseo.

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Hora de amores; hora de voluptuosidad. Hora en que fuertemente se agiganta el anhelo de cantar en voz baja sobre el musgo amoroso la profunda y fecunda comunión de los cuerpos.BAÑOSetiembre. Sol claro. Una hojita que otra en las ramas, y pájaros.Los niños de blancos delantales, van rumbo a la escuela, cantando.Y mi alma, jSol claro! ave, niño, retoño, en la tibia mañanita toma su baño. Mi alma,mimosa y somnolienta como un gato.ROMANCE A LA RATONAMañanera avecilla, cuyo cantito leve en las primeras horas del día nos sorprende. ¡Oh, ninguna como ella así anunciarnos puede la esperada, la amiga Primavera que vuelve!De seis o siete notas es su canción de siempre, pero es tan dulce y fina, tan discreta, tan tenue, tan llena de una vaga dulzura, que parece que va sutilizándose cada vez más.A veces nos sorprende su canto de pronto, nos sorprende en el campo, en la casa, sin saber si nos viene de una pared, de un árbol o de un tiesto, o de un leve airecillo que pasa casi insensiblemente. Mas la pupila atenta también hallarla suele, y es ella un punto pardo que, con saltitos breves cual su canción, deslizase por cercos y paredes, mientras va dando al aire su romancillo tenue, el mismo, ese que dice: La pri ma ve ra vuel ve.

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ENTIERROBajo. esta gloria de sol pasa un féretro. El polvo del camino envuelve al fúnebre cortejo como una nube opaca. Sólo brilla a lo lejos bajo el sol, solemne, rígida, la cruz del carro del muerto.BUEYES EN DESGANSOBueyes uncidos al arado en este atardecer primaveral, quietos en medio de los campos, enormes de silencio y paz, parecéis sacerdotes pensativos, en oración crepuscular!DESEOCampo lleno de sol, exuberancia magnífica y profunda. Oh qué deseo de transformarse en algo: en flor, en rama, en árbol, en arroyo, en ave, en viento que acaricie las hierbas y las hojas; en nube blanca que atraviese el cielo; ser trigal, ser maíz, ser heno o lino, arado, lluvia o parva, o sol de fuego; ser algo, aunque no fuera más que un átomo perdido en la canción del universo; ¡pero ser algo, aquí, sobre este campo; pero ser algo, aquí, bajo este cielo!ALBAAsombrado, casi en éxtasis, caballero en mi corcel, voy recorriendo los campos sonrientes de amanecer.Hay una brisa que pasa con suavidad de mujer, y hace agitar los maizales en voluptuoso vaivén. Aquí muge una ternera, allá filosofa un buey, quizás triste ante la vida que retorna a florecer. Allá, por la lejanía vibra el silbato de un tren, y aquí un pájaro que canta su primer amor tal vez. Respirando a todo pecho al paso de mi corcel, voy observándolo todo con infinito placer. Los campos van aclarándose; todo se empieza a mover. Sale el sol; canta la vida. ¡Detén tu marcha, corcel! ¡Quiero acariciar la aurora

como un cuerpo de mujer!CALLE "REAL"

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Justifica su nombre esta anchurosa calle de poca gente y mucho sol; es una arteria enorme que se pierde allá a lo lejos en el campo en flor.Bajo el fuego solar anda el viajero abriendo al horizonte el corazón. ¡Al correr esta calle me he sentido más poderoso que un emperador!Campo aquí, campo allá, cielo infinito; las huellas que se pierden bajo el sol; sólo el trotar de mi caballo rompe el buen silencio que aspirando voy.De pronto allá en el fondo de los campos suena el ruido pedante de un motor, y asoma un punto negro que se agranda así que viene en su venir veloz.Y al rato pasa por mi lado como una exhalación, envuelta por el polvo del camino la silueta simpática de un Ford.SENSACION DE COLOREl crepúsculo llega con su beso profundo. Se simplifican todas las líneas del paisaje y una paz silenciosa desciende sobre el mundo.Hay un dolor unánime en todo lo que queda, sobre el rosal de púrpura, sobre el jazmín de seda hay un dolor unánime que lo entristece todo.Y el sol, como un hermoso león ensangrentado, en el poniente se hunde, dejándolo manchado por un color difuso de tintura de yodo.PRIMAVERAPájaro en la rama, ¿qué haces tú cantando? —Doy gracias al cielo. ¡Floreció el durazno!Arroyuelo leve, ¿por qué estás más claro? —Quiero ser espejo. ¡Floreció el durazno!Muchacha, tus ojos ¿qué tienen de extraño? —No he dormido anoche. ¡Floreció el durazno!Viejecita trémula, ¿por qué estás llorando? —La vida se escapa. ¡Floreció el durazno!LINDA MAÑANASol, aire, aromas, trinos. ¡Grata está la mañana! El alma, alegre y fresca.

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Hay gorriones que saltan sobre los alambrados, hay corderos que triscan sobre la verde hierba, hay un soplo de amor sobre todas las cosas, que armonioso y sutil hasta el alma penetra.

Bajo el beso del sol voy cantando en voz baja algo que siendo niño me enseñó una maestra!APUNTEDos olivos enormes y tupidos y un sol de sangre entre los dos olivos incendiando las ramas.Un buey y algunas cabras completan la armonía del paisaje.Este apunte podría ser un cuadro de Fader.EGLOGAFlota sobre los campos una fina niebla sutil que el sol torna azulada, como si la llanura ilimitada hubiérase vestido de etamina.El aura perezosa y campesina, voluptuosa y fugaz, viene cargada de un hondo olor a alfalfa, engalanada de la más fresca gracia matutina.Hay algo de sensual en cada nota que el alma intuye, y que en el aire flota como una oculta forma femenina.Suena una esquila en el confín lejano, y es como un vasto resurgir pagano en esta gloria ubérrima y divina.DIAFANIDADBajo este cielo claro, junto a este arroyo músico sombreado por los sauces, y sobre el musgo echado, parece que mi carne se desmaterializa para tornarse nota, verso, perfume, pájaro.No sé, no estoy seguro; pero a mí me parece que el cielo es algo nuestro en estos dulces ratos de quietud, en que el alma pace como un cordero toda la escala del ensueño y del encanto.

No sé, pero hoy me siento casi incorpóreo, como la azul diafanidad del aire sosegado; y en éxtasis profundo parece

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que me elevo como un tenue perfume sobre todo lo humano.SAUCEAyer este sauce desnudo, dejaba ver el pajarito cantando en la rama.Hoy las hojas nuevas ocultan al pájaro, y el trino parece que nace del árbol.PERALESEl peral está blanco de florecitas trémulas. ¡Primavera, estas ramas han florecido estrellas!EL POETA ESTA HURAÑOHoy, a pesar de este diáfano y suave sol setembrino, a pesar de que retoña toda rama y todo nido, estoy huraño, como ese árbol seco del camino!

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ANSIASLa Primavera me ríe en el alma, la Primavera me canta en el cuerpo, tengo los ojos brillantes y limpios, tengo los miembros nerviosos y ágiles, y me asalta un profundo deseo de saltar, de correr como un loco por todas las calles del pueblo.Treparme a los árboles,y saltar de una rama hasta el suelo,lo mismo que un pájaro,lo mismo que un soplo de viento!¡Douglas Fairbanks, señor Douglas Fairbanks,dame la atrevida gracia de tu cuerpo!¡Dame un poquito de tu agilidad,enséñame el simple secretode tus saltos y de tu sonrisapara asombrar a las gentes del pueblo!¡Yo no sé hacer nada, yo no tengo nada; sólo esta ansia enorme que florece en versos!ALMENDROSAyer era el vestido rosa claro del duraznero, casi femenino, el que alegraba el corazón en estas mañanitas de sol y de optimismo.Y hoy, ¡oh regalo de la Primavera!, muestran sus copos leves y blanquísimos los graciosos almendros, los almendros que llenan de inocencia los caminos.SENSACION¡Oh, voluptuosidad, ésta, la de acostarse sobre las hierbas, bajo el claro cielo, y quedarse con los ojos inmóviles y las manos cruzadas sobre el pecho,y sentir la humedadde la tierra en el cuerpo,y soñar, y pensar, y convencersede que uno está, sobre los campos, muerto!PAGANIABajo un olivo lleno de frutos diminutossuena un hombre su flauta (no un pastor, hoy en día

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no hay pastores, y menos zagalas); es un hombrerudo y sentimental de la provincia.La flauta es hecha de una rama de vieja higuera.Suena el hombre una simple melodíaasí, como su alma.Cerca del árbol pastan unas cuantas cabritas. La mañana está limpia.Ya lo dije al comienzo; media hora de tren, y ya veis, oh poetas, cómo es mansa la vida!LOS TRENES QUE PASAN EN LA NOCHETienen un no sé qué de indefinida tristeza, un soplo misterioso y vago que nos oprime el corazón; parece que se llevaran algo de nosotros.¡Oh, los trenes que pasan hacia arriba, hacia abajo, como enormes dragones luminosos en la noche, tragándose los campos!UN AROMOUn gigantesco aromo se destacasobre el cielo cobalto del crepúsculo;y es imponente el árbolallá en el horizonte, sobre los campos mudos.El cielo va tornándosede un hondo azul nocturno.

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El divino silencio se hace canto. Hay uno que otro punto luminoso en el fondo de la noche; y el aromo vetusto,es como un gran fantasma que viniera para asustar al pueblo semioscuro.MUSICA DE PINOSMúsica de pinos junto a la laguna, música de viento que entre ramas cruzas; ¡cómo sutilizas la calma nocturna, y el alma que reza con palabras truncas; música de pinos junto a la laguna!ROMANCE DE SOLEDAD¡Soledad de los campos, hermana Soledad, que en el alma te metes para no salir más; el que te haya sentido una noche, no más, aunque luego te deje, no te podrá olvidar!Como las flores, eres fragante, Soledad, mas tu fragancia ignota nadie la cantará, porque es como el recóndito perfume familiar, ese perfume nuestro, sólo nuestro, y que está entre ropas y muebles sin perderse jamás; perfume que ninguno darle nombre podrá, como al tuyo, ¡oh fragante hermana Soledad!Con el día eres oro sobre el fuerte trigal, esmeralda en los árboles, música en el pinar, espejo en la laguna, en el ave cantar, silencio en los caminos que hacia otros campos van; púrpura viva y honda en el suave rosal, nieve en el jazminero que parece soñar, murmullo entre las hojas del huerto familiar, tristeza en la divina hora crepuscular, y en la noche profunda meditación y paz.Soledad de los campos, hermana Soledad, que hoy a mis labios subes transformada en cantar, como la estrella bíblica guía mía serás en los arduos senderos que me quedan de andar.Y el día en que mi alma rompa el lazo carnal, te buscará en

la noche y a ti se abrazará, para ser oro y trino, púrpura, nieve, paz, ensueño, aroma, música, sutil fulgor lunar, y

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ojo avizor que escrute siempre más, siempre más, como un nocturno pájaro frente a la Eternidad.

FASCINACION

Ya lo he dicho otra vez: una mañana, no me pondré este traje ciudadano, sí una burda chaqueta campesina y un enorme sombrero estrafalario.

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Me calzaré unas botas,y tomando un cayado,tranquilamente, como nunca, amigos,me iré por esos camposa sembrar lo mejor que se me ocurra,a apacentar rebañoscomo en los tiempos bíblicos,o a componer mis versos a la sombra de un árbol.Amigos, algún día no vuelvo más a veros; pero aquí me hallaréis, siempre soñando y trabajando siempre.¡Oh, estos días de sol y estas noches con astros!

O R O

Las acacias a lo lejos, amarillean bajo el sol de fuego.Las acacias se han oxigenado el cabello.Oro en los árboles, oro en los cielos, oro en mi corazóny en las finas avispas de mis versos.

ALMA EN EXTASIS

A fuerza de mirar cielos nocturnos tengo de estrellas luminosa el alma. Ha sucedido así, como si fuera bajo las noches sutilmente claras un remanso profundo, mudo, inmóvil, reflejando en la muerte de sus aguas la beatitud divina de la noche, hasta cobrar perfecta semejanza con el cielo. Lo mismo que el remanso de pupila enigmática, a fuerza de mirar cielos nocturnos tengo de estrella luminosa el alma.

LA ANGUSTIA DE LOS ARBOLES PODADOS

Bajo los cielos grises dolientes, rígidos, extraños, en los mudos caminos arenosos aparecen los árboles podados con sus ramas desnudas. Y en las noches con astros son así como enormes falanges esqueléticas orando a

Dios en medio de los campos.

ROMANCE AL COLEGIO "SANTA CATALINA"

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En el medio de los campos cuajados de luz solar, destaca sus grandes bosques este colegio ejemplar. Una calleja de pinos fragante de soledad lleva a la puerta vetusta, puerta de tiempo feudal, con dos torrecillas rústicas todas blanqueadas de cal, donde un gendarme moreno con su prole, habita en paz. —Adelante, caballero; suena la voz del guardián. Y al paso de mi caballo cruzo el antiguo portal, y desde aquí ya me entrego a un delicioso soñar:

Soy un señor de Castilla que llega a su potestad, caballero en su caballo después de largo trotar. Este guardián me recibe con el gesto familiar de los viejos servidores que envejecen de bondad. —Adelante, caballero; a su gusto, entre nomás. Recorra usted el Colegiocon toda comodidad.

* * *

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El corazón se me llena de una caricia de paz, y me voy por los caminos diciendo un viejo cantar. Aquí, un sendero de acacias; allá, un vetusto pinar cuyas ramas se entrecruzancomo henchidas de amistad. * *

*

Avenidas misteriosas donde dan ganas de andar armado, como en los tiempos de los libros de Feval. Más de una vez me he sentido entre estos bosques sin par, Lagardere o Benvenuto, bandido o tipo real. Misteriosas avenidas de infinita variedad, llenas de pájaros locos que no cesan de trinar. Avenidas, donde apenas entra la luz matinal; avenidas, donde al solle cuesta trabajo entrar. * *

*

Oh, delicioso Colegio, qué no diera por estar de pupilo, todo el tiempo que me queda de soñar!

Me pasaría las horas en un continuo vagar, con mis libros y papeles en medio a tu soledad. Pero soy un pasajero y me tengo que marchar. ¡Pasajero por la vida, también por este lugar! Me voy llevando en el alma todo tu ensueño y tu paz, toda tu fresca delicia, tu misterio y tu bondad.

* * *

—¿Le ha gustado, caballero? —Y mucho, a no pedir más. —Vuelva, señor, cuando quiera. —¡ Quizás, amigo, quizás...! ¡Ah, si pudiera quedarme de pupilo o de

guardián!303

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P U E B L O

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ELOGIO DEL PUEBLO

¡ Oh manso pueblecito silencioso donde vengo a buscar la paz perdida, entre el grato frescor que te embalsama y la inefable luz que te acaricia; yo, pasajero estático y cansado vengo a ti con el alma envejecida a rejuvenecerla entre tus árboles y ante el puro verdor de tus campiñas! ¡Oh breve pueblecito aristocrático, fresco, alegre y sutil como una niña, cruzado por callejas solitarias y de apacibles quintas donde cantan los rígidos molinos al grato viento que su marcha incita, que saludas el paso del viajero con el cantar del pájaro que trina, y que tiendes la magia de tu encanto como una red angélica y finísima; oh manso pueblo silencioso y tenue, vengo a buscar en ti la paz perdida, y quiero que esta pobre alma se vuelva toda beldad, como una de tus niñas!

LAS QUINTAS SOLITARIAS

Quintas solariegas de verjas floridas y largos senderos bañados de sol, en cuyo silencio parece que hubiera bajado la blanca sonrisa de Dios.Quintas solitarias de paz bienhechora, de paz bienhechora para el corazón, los ojos os miran por sobre los setos con algo de envidia que es mucho de amor..

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Un sátiro ríe aquí sobre el césped, su gesto armoniza con este verdor... Allá entre las frondas acecha un Cupido, ¡cuidado, muchachas, con el cazador!¡Qué lindos caminos, qué simple misterio, qué mansa belleza, qué grato frescor, feliz la pareja que pueda cruzarlos ya en noches de luna o en días de sol!Quintas solariegas, de verjas floridas, llenas de perfumes, de luz y color, sonrientes de niñas vestidas de rosa, de blanco, de crema, celeste y punzó.Si yo fuera dueño de cualquiera de éstas, enseguida haría mi nido de amor, y un niño de mármol, con ojos vendados, pondría a la entrada del amplio portón.Le daría el suave nombre femenino de la dulce amiga de mi corazón. Sería un encanto de flores la huerta que yo arreglaría como una ilusión.Si algún pasajero curioso, inquiriese: —¿Quién cuida estas plantas con tanto primor? —Dicen que es un hombre que hace lindos versos, no molesta a nadie; es un buen señor...Quintas solitarias de verjas floridas y sendas bañadas de estrellas y sol, jamás he soñado tener algo mío, pero al veros sueño tener una yo!

L L U V I A

Sobre el pueblo triste,con intermitenciala lluviacaelenta.En noviembre estamos, plena primavera; de frío el cuerpo tiembla.

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Y las calles grises, las pobres callejas en agua de lluvia se anegan.

Oh, mi lindo pueblo,esta lluvia es del todo benéfica.A ti te transformaen Venecia,y en gloriaopulentael verde anheloso de las sementeras.

PASAJE ROMANTICO

Yo no sé cómo te nombran, ¡oh, callejuela de pinos! pero debieran llamarte "Pasaje del paraíso". Porque al entrar a la sombra de tus árboles altísimos, el corazón se transforma en un salterio divino cantando viejas canciones de tiempos más sensitivos, que se pierden en la noche como una lluvia de trinos. ¡Vive Dios! Que me dan ganas de ser caballero antiguo, colgarme elegantemente una tizona en el cinto, envolverme en una capa toda negro o rojo vivo, sombrero mosqueteril con plumas de albor finísimo, y atravesarte, oh calleja, con paso sonoro y rítmico, en busca de una pendencia o de algún amor prohibido... ¡Lindo sería tener un duelo bajo tus pinos, y contra el tronco más grueso ensartar al enemigo!Yo no sé cómo se nombran las gentes de este pueblito, pero debieran llamarte "Pasaje del paraíso".

C A L L E S

Calles floridas de mi pueblo, calles solas y humildes bajo la serena gloria solar, ¿por qué estáis tan alegres? —¡Poeta, va a pasar la Primavera!

G L I C I N A S

Las arcangélicas glicinas en las paredes y en los techos, ponen su nota azul perdido en este romántico pueblo; en este pueblo de muchachas,

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en techos, paredes y cercos, las glicinas florecen, suaves, como puñaditos de cielo.

PLAZA INDEPENDENCIA

Bien alejada del pueblo, diminuta, pobre, escuálida, rodeada por una verja toda de blanco pintada, (la verja tiene una puerta que siempre he visto cerrada) con unos cuantos arbustos y unas mal crecidas plantas, un sendero que da vueltas que en sí comienzan y acaban; en el centro, un foco eléctrico, y el nombre sobre una chapa. Tan alejada del pueblo, apenas dos o tres casas, ¿A quién alumbra este foco? ¿Para qué sirve esta plaza?

D O M I N G O S

Los domingo, en estos pueblecitos son los días de más animación. La gente viene a distraerse un poco después de una semana de labor.

Un movimiento inusitado se advierte en la minúscula estación. Los cocheros están de parabienes, pero los pobres caballejos, no.

Las villas de ordinario silenciosas, adquieren otro aspecto, otro color: y es un vaivén de coches y automóviles todo el día, hasta entrada la oración.

Ya después de las siete vuelve la gente a la estación, llevando todas un caudal de flores, buen recuerdo de un día de emoción...

Entre la confusión de los que vienen se destaca de pronto con vigor, una hermosa silueta masculina que llama a todo el mundo la atención.

Se oye un susurro de sedeñas voces —oh dulce, oh femenil admiración—; y hay un girar de rostros hacia esa dirección.

—¿Quién es ese señor de ancho sombrero y torcido mostacho de infanzón? —Ese es Juan Pablo Echagüe, que se ha dado en llamar Jean Paul. —¡ Qué lindo tipo de hombre! —dicen ellas; y yo agrego: ■—Escritor.

LOS JUEVES EN LA PLAZA BROWN

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Es graciosa esta plaza con sus rojos senderos de ladrillos pisados en menudo polvillo; con sus altos y finos eucaliptos austeros y sus cómodos bancos y su aspecto sencillo.En medio de la plaza se eleva la figura del célebre almirante, imponente y adusto en su escultura, como buen combatiente y navegante.

Los jueves por la noche llega a la simple plaza una banda de música bastante pintoresca, que hace alegrar la noche con su sonar, que pasa por el alma de todos como una cosa fresca.

Lo mismo toca un valser sentimental y antiguoque un suave lied de Schubert que invita a bien soñar;y así vibra en el aire un poco ambiguola triste "Serenata" o un tango popular.

Las niñas se pasean por los senderos rojos con cadenciosos pasos; los hombres van detrás. Hay luna en las alturas y amor en muchos ojos. Marcha final. Las doce. Se va la gente. Paz.

C A L E S I T A S

El caballo vendado lentamente da vueltas, y el organillo oculto de sordas flautas viejas, canta una vieja polka con tiempo de habanera.

Dragones y caballos,leones, tigres, cebrascargados de chiquillos¡toda la primavera!giran bajo la carpacomo una procesión funambulesca.

Las risas de los niños,en la tarde serena,forman un coro extraño

con el rezongo de las flautas viejas.313

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VILLA "MARIA ROSA"

Villa "María Rosa",solitaria villa,¿qué misterios guardasque nadie te habita?Siempre sola y mudase te ve dormida,huérfana de cantos,huérfana de risas.Ni un perro siquieraque vague en la quinta.Nunca una muchacharomántica y lindaque esté entre tus árboleshaciendo puntillas,o leyendo algunasimple novelita.Nunca una parejaque su amor se diga.Jamás he visto unalámpara encendidaque diga: ¡Aquí hay alguienque reza o medita!Siempre sola y mudase te ve dormida;tan sólo los pájarosdicen su elegía.¡Hay en ti un aspectode pena tan íntima...!Algo de tragediaque el alma adivina.Quizá a media nochepor tus galeríasse oyen pasos huecosy voces perdidas.Quizá se oye el levecrujir de una finapollera de rasode una dama antigua.Villa "María Rosa",misteriosa villa,¿qué penas escondes?¿por qué no te habitan?¡Yo, pobre romántico, yo te habitaría, villa

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"María Rosa", solitaria villa!

ROMANCE AL AFILADOR

Con su piedra y su flauta —do re mi, mi re do— va por todas las calles el buen afilador. (Personaje escapado de un libro de Tolstoy.) Su cara adusta y magra curtida por el sol, luce barbas enormes de un extraño color. En sus ojos se advierte mansa resignación, cual si no le importara que a su dulce pregón nadie salga a llamarlo. Y el tosco afilador sigue andando camino bajo el rayo del sol, con su piedra reseca metida en su armazón, y tocando sus flautas como un simple pastor.¡Oh qué pena, qué pena mi errante afilador tiene a veces la música de tu eterno pregón! Do re mi, do re mi, mi re do, mi re do.

C E R C O S

Cercos de glicinas y de madreselvas, de rosas polícromas y de oscura hiedra.

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¡Cercos de mi pueblo, sois toda la fresca, sencilla alegría de la primavera!

UN AEROPLANO

Surcando el cielo diáfano un aeroplano vuela sobre el pueblo, y al estridente ruido de las hélices se asoman los tranquilos lugareños con el cuello estiradoy los ojos curiosos buscando el punto negro.¡Asombra el espectáculo! El aeroplano gira, da tres o cuatro vuelcos, y se pierde veloz, en la distancia del azul transparente de los cielos.

PLAZA CARACTERISTICA

Un buen conglomerado de eucaliptos; aquí el colegio, más allá, la farmacia, punto estratégico para reunirse y comentar.Enfrente, un regular cinematógrafo que sólo puede funcionar un par de días por semana, ¡que ya es bastante calcular!Y sobre todo este conjunto pintoresco a no pedir más, se destaca como una señora dominguera la municipalidad.

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SALIDA DE CLASE

Crepúsculo. La calle de la escuela se llena de improviso de delantales blancos como nieve; de canciones, carreras y de gritos.

317Son los niños que salen de la escuela cual si fueran gorriones de sus nidos, llenado la calleja silenciosa de gloria, de ilusión y regocijo.Por la angosta vereda va la blanca cadena de los niños, y son bajo la tarde que se pierde, como una alegre procesión de lirios.

BARRILETES

Oh estos simples paseos pueblerinos en las mañanas de la primavera, y este placer ingenuo de quedarse a la sombra de un árbol lleno de hojitas nuevas, haciendo deducciones filosóficas frente a un niño que eleva una cometa!

En la clara mañana, un hilo tenso, una carita seria y un tricolor heptágono que sube a pesar de la mano que sujeta, indiscutiblemente reviste un sutilísimo teorema!

SOÑANDO

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Soñando por las calles y los campos, soñando por las plazas, soñando por el pueblo; soñando en este tren que me conduce a la ciudad, en donde continuaré mi sueño; soñando en plena vida laboriosa y en el reposo merecido y bueno. ¡Oh este divino mal irreparable de soñar y soñar hasta después de muerto!

ESTACION, 6 P. M.

En estos pueblos de campaña es casi siempre la estación el lugar preferido por las niñas y por los mozos, para hacer reunión.

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Las niñas van y vienen ante los mozos que hacen un cordón; y hay una de sonrisas y miradas que hacen cantar a fiesta el corazón.

Un piropo galante. Un saludo. Una flor, y un cuchicheo malicioso de los que están alrededor.

Llega un tren con estrépito, trayendo la tristeza del adiós. Palabras y cariños. La campana hace sonar la pena de su voz.

Ya es de noche. Se va la concurrencia. ¡Qué sola se ha quedado la estación! El jefe, un vigilante, alguien que espera... y yo.

"VERA LUCATE"

Esta maravillosa quinta es una mansión archiducal un poco rara, hecha para poblarla de enanitos o de caperucitas encarnadas. Sus torcidos senderos de conchilla brillan bajo la luna inmaculada, y son entre las hierbas de los céspedes como cintas larguísimas de plata distendidas así, bajo la noche, para pasar sobre ellas, suave y blanda, alguna princesita soñadora con su corte de pajes y de esclavas.

Aquí, la huerta de copudos árboles; allá en el centro del jardín, la casa de grave y simple gusto arquitectónico, con algo de moderna y de fantástica.

¡Cómo me gustaría en esta noche llena de estrellas y de luna clara, estar entre las flores y los árboles de esta olorosa quinta solitaria, sobre un blando almohadón de finas plumas, y envuelto en una túnica escarlata,

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diciendo madrigales amorosos a un bello grupo de garbosas damas, —entre las que estaría la elegida, la tibia predilecta de mi cántiga— de ademanes y gestos gentilísimos, de antiguos trajes y pelucas blancas... mientras los azahares de la luna llovieran luz sobre la escena plácida, y un aroma de amor nos envolviera haciendo más sutiles las palabras.

Yo te quisiera ver: "Vera Lucate", bajo una hermosa noche veneciana, junto a un viejo canal adormecido en cuyas hondas y verdosas aguas, la luna, las estrellas y los cielos en inefable paz se reflejaran, en tanto que una góndola elegante junto a las escaleras descansara; pero ser yo ante todo, el dueño de la góndola y la casa, porque esto de soñar, es muy bonito, pero uno a fuerza de soñar se cansa ... !

CALLE DE PUEBLO

Angosta, polvorienta, algo sombría, la calle Presidente Avellaneda tiene para mis ojos visionarios algo de brujería y de leyenda. Bajo el silencio augusto de la tarde a paso de burgués ando por ella, y el alma se me puebla de aventuras, de cuentos raros y de cosas viejas, entre la extraña música que dicen los paraísos, en su doble hilera que hacen como una bóveda que obstruye la mansa lucidez de las estrellas. Canta la noche sus primeras notas. Sopla una brisa fresca; y de allá, desde el fondo de la calle, viene, llena de alfalfa, una carreta.