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PLUTARCO
OBRAS MORALESY DE COSTUMBRES
(MORALIA)
XI
TRATADOS PLATNICOS
O
TRATADOS ANTIESTOICOS
INTRODUCCIONES, TRADUCCIN Y NOTAS DE
NGELES DU RA N LPEZ Y RAL CABALLERO SNCHEZ
EDITORIAL GREDOS
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BIBLIOTECA CLSICA GREDOS, 322
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Asesor para la seccin griega: C a r l o s G a r c a G u a l .
Segn las normas de ia B. C. G., la traduccin de este volumen ha sidorevisada por O s c a r M a r t n e z ; G a r c a (Tratados platnicos) y C a r l o s
G a r c a G u a l (Tratados antiestoicos).
EDITORIAL GREDOS, S. A.
Snchez Pacheco, 85, Madrid, 2004.
www.editorialgredos.com
Las traducciones, introducciones y notas han sido llevadas a cabo por: M.a
n g b l k s D u r a n L p e z (Tratados platnicos) y Ra l C a b a l l e r o
S n c h e z (Tratados antiestoicos).
Depsito Legal: M. 21909-2004.
ISBN 84-249-1601-8. Obra completa.ISBN 84-249-2715-X. Tomo XI.
Impreso en Espaa. Printed in Spain.
Grficas Cndor, S. A.
Esteban Terradas, 12. Polgono Industrial. Legans (Madrid), 2004.
Encuademacin Ramos.
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TRATADOS PLATNICOS
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INTRODUCCIN
La tradicin nos ha conservado dos escritos plutarqueossobre doctrina platnica, las Cuestiones platnicas y el tra
tado Sobre la generacin del alma en el Timeo, al que sigue el Epitome del tratado Sobre la generacin del alma
en el Timeo, exceipta de dos captulos del anterior, au
sente, como era de esperar ya que no es obra de Plutarco,del Catlogo de Lampras, pero presente en el corpus pla-
nudeo. Adems de stos, el Catlogo de Lam prasmenciona
otros ms relativos al pensamiento de Platn, los tratados66, 67, 68, 70 y 221 que trataban respectivamente de la ge
neracin del Universo segn Platn, de la ubicacin de lasIdeas, de cmo participa la materia de las Ideas, del Teages,
y de la teleologa platnica.
No se agota aqu la presencia del pensamiento platnico
en la obra de Plutarco, porque a esos escritos monogrficoshay que aadir otros tratados que, sin estar centrados en Pla
tn, le conceden destacado relieve: Isis y Osiris, La E de
Delfos, Sobre el demon de Scrates, Escrito de consolacin
a Apolonio, si realmente podemos reconocerlo como obrade Plutarco; eso sin contar las numerosas citas y alusiones,
prcticamente omnipresentes en la obra de Plutarco; sincontar tampoco la contaminacin de la doctrina genuina-
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mente platnica con desarrollos ajenos en Sobre la cara vi
sible de la luna, en Los orculos de la p itia y en La desaparicin de los orculos o, prescindiendo de la aparente crti
ca, encaminada siempre a confirmar la validez de la doctrina
de Platn, en el Contra Colotes.Produce cierta sorpresa el que, siendo indiscutibles la
adhesin y el inters de Plutarco por la filosofa de Platn,
no sea sta objeto directo de sus escritos ms que en los pocos casos antes citados. Causa de ello podra ser lo que el
autor dice al principio del tratado Sobre la generacin delalma en el Timeo donde alude a su discordancia con la
mayora de los platnicos de su poca a los que, como se
ve en el desarrollo de la exposicin, no quiere herir1 . En
ello tenemos, a la vez, testimonio de que la actividad de Plutarco se ejerce ms que en las coordenadas de la Academia,
junto a ella2, porque, si bien resultan evidentes su simpatay
sus deseos de no entrar en querellas con sus amigos acad
micos tambin podemos ver que Plutarco tiene conciencia
de sus discrepancias con ellos y que, cuando se decide a en
trar en los temas que las suscitan, no teme ponerlas en pri
1 Testimonio de ello tenemos en 1025B, donde evita nombrar a los que
defienden que la que es difcil de mezclar es la identidad y no la alteridad. Cf. R. A g u i l a r ,La nocin del alma personal en Plutarco,Tes. doc. , Ma
drid, 1981, pp. 185-186.2 En la polmica creada a raz de la publicacin del libro de J. G l u c -
k e r , Antiochus and the Late Academy, Gotinga, 1978, para quien la in
fluencia de la Academia en Plutarco slo pudo ser superficial, han vuelto adefender una importante vinculacin a los acadmicos de su tiempo P.-L.D o n i n i , Plutarco, Ammonio e 'Academia, en E- E. B r e n k e I. G a i .,l o
(eds.), Miscellanea Phitarchea, Ferrara, 1986, pgs. 98-99 y D . B a b u t ,
Plutarco y la Academia en J. G a r c a L p e z y E. C a l d e r n D o r d a (eds.), Estudios sobre Plutarco: paisaje y naturaleza, Madrid, 1991, pgs.3-12 y la mayora de los especialistas, que la dan por supuesta.
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INTRODUCCIN 11
mer plano si unos u otros acusan a Platn de inconsistencia
o si pretenden hacerle decir cosas distintas de las que, ajui
cio de Plutarco, sostiene no slo en el pasaje citado, sino elentramado del conjunto de su doctrina.
Por su parte, la abrumadora abundancia de citas plat
nicas en la obra del queronense es claro indicio de la impor
tancia que en estos momentos de proliferacin de escuelas ysectas filosficas tena la filosofa de Platn3 o, por lo m e
nos, algunos aspectos de la filosofa platnica, porque sta
es muy amplia y compleja y cada poca ha podido poner elacento en un aspecto distinto. Pues bien, todo indica que en
tiempos de Plutarco, un momento en que se va haciendo
realidad el sincretismo de los nuevos cultos importados de
Egipto y de Oriente con los dioses griegos que ahora ocupan el primer plano, como Asclepios o Dioniso, o con las advo
caciones de los dioses tradicionales actualmente preferidas,
que son las que apuntan a la benevolencia y providencia di
vinas; en un momento en que las sectas filosficas contribu
yen a abonar sentimientos de universalismo, haya una especial
sensibilidad por los aspectos escatolgicos, cosmolgicos ymetafsicos en la medida en que se relacionan con los ante
riores4. Todos estos aspectos coinciden en el Timeo, un di
3 A pesar de suscitar tan gran inters, la segunda de las dos obras de
Plutarco incluidas en este tomo es, junto con el annimo comentario alTeetetoparcialmente transmitido por el papiroPBerol9782, que se data en
el s. i a. C., nuestro nico ejemplo de comentario seguido de textos platnicos para esta poca.
4 Cf. Cu. F r o i d e f o n d , Plutarque et le platonisme, Aufitieg undNiedergang der romischen Welt (ANRW) II, 36, 1, Berln-Nueva York,
1987, pgs. 184-233, [pgs. 188-189]; P.-L. D o n i n i , II Timeo: unit del
dialogo, verosimiglianza del discorso, Elenchos, 9, 1988, 5-52; F. F e r r a r i , Struttura e funzione dellesegesi testuale nel medioplatonismo: il
caso del Timeo, AthenaeumLXXXIX, 2, 2001,, pgs. 529-533.
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logo que resultaba especialmente atractivo en este momento5. Son, en todo caso, aspectos prioritarios para una perso
nalidad como la de Plutarco, un hombre profundamente religioso que est perfectamente al tanto de las corrientesfilosficas de su poca.
Por lo dems, el singular relieve que dentro de la obra
platnica se conceda en tiempos de Plutarco al Timeo no
constituye novedad, puesto que todo indica que, incluso en
vida de Platn, este dilogo fue objeto de discusiones y crticas, que, al parecer, alentaba l mismo en la Academia6:
Aristteles, Crantor, Espeusipo y Jencrates inician los comentarios ms o menos amplios que continan muchos es
toicos, Epicuro, los Alejandrinos y los escpticos y que,
despus de Plutarco, han de proseguir hasta el s. xvn. Las
razones de ese continuado inters son, sin duda, varias; en
tre ellas, al menos en los primeros comentaristas y crticos,
destaca el deseo de resolver las propias oscuridades del tex
5 F e r r a r i , platnica e aristotlica: Plutarco eTimpossibilit di una sintesi, en A . P r e z J i m n e z , J. G a r c a L p e z y
R. M.il A g u i l a r (eds.), Plutarco, Platn y Aristteles, Madrid, 1999,pgs. 63-77, insiste en la lectura de ndole predominantemente teolgica de la que era objeto el Timeo en tiempos de Plutarco. Sobre ello se haban
pronunciado ya H. D o r r e , Der Platonismus in der Kultur und Geistges-
chichte der frheren Kaiserzeit, en Platnica Minora, Munich, 1976,pgs. 166-210; D o n i n i , Plutarco e la rinascita del platonismo, en G.C a m b i a n o , L. C a n f o r a , D. L a n z a (eds.),Lo spazio leterario della Gre
cia antica,Vol. I, tomo 3, Roma, 1994, pgs. 35-60.6 Aristteles public su dilogo Sobre la filosofa, en el que criticaba
la exposicin platnica de la generacin del mundo,-en vida de Platn. No
hace ms que iniciar el debate, porque en el Acerca del cielo I 9, 279b32
ss., critica a los discpulos que, rechazando la tesis de la generacin delmundo en el tiempo, intentaban justificar el que Platn hablara de elloaduciendo motivos didcticos.
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INTRODUCCIN 13
to platnico7. En efecto, el discurso de Timeo va dirigido a
unos interlocutores familiarizados con los mtodos de la
ciencia8, a los que basta una alusin para tener presente unateora, al corriente de los recientes progresos de las matemticas, acostumbrados a un vocabulario que difiere, porque
tambin difiere el tema, del que solemos encontrar en el
conjunto de los dilogos. Las disparidades entre las interpre
taciones de Aristteles, Espeusipo y Jencrates, asiduos to
dos ellos de la Academia, nos impiden acudir al recurso fcil de nuestra ignorancia de las doctrinas no escritas para
justificar las diferencias; dado que los discpulos directos
discrepan sobre la interpretacin del Timeo, la ambigedad
habr de ser atribuida al propio dilogo, que, por lo dems,
ha seguido y sigue suscitando interpretaciones dispares e,incluso, contradictorias entre ios comentaristas e intrpretes.
Esas ambigedades sustentan interpretaciones diferentes, de
modo que este dilogo confirma la tesis bsica de la Teora
de la Recepcin y no sera exagerado decir que cada lector
del Timeoha ledo un dilogo diferente.
Al mismo tiempo, todas esas posibles lecturas9 han ido
adhiriendo al texto inicial de Platn, contribuyendo involun
tariamente a hacer ms opaco todava un texto de por s oscuro; por eso, en su aspiracin de explicar la que l entiende
7 Sobre las oscuridades de los textos filosficos, sus variedades y su
caracter voluntario, vase J.B a r n e s ,
Metacommerttary, Oxford Studiesin Ancient Philosophy, 10, 1992, 267-281. No obstante, las oscuridades dePlatn, especialmente en el Timeo, suelen atribuirse a las dificultades de la
materia tratada.8 Timeo53c.9 El estudio sistemtico de las mismas, tanto antiguas como modernas
y contemporneas, ha sido realizado por L. B r i s s o n , Le Mme et l Autredans la structure ontologique du Time de Platn, Sankt Augustin 19942.
Para las primeras vase tambin, M. B a l t e s , Die Weltentstehung des pla -tonischenTimaios nach den antiken Interpreten, I, Leiden 1976.
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como autntica doctrina platnica, Plutarco se ve obligado aempezar por apartar ese lastre que hace pantalla y nubla el
acceso directo a la misma. En esos casos rechaza el recursode ocultar la dificultad en razones expositivas, didcti
cas, etc. y la destaca con trazo grueso, convencido de quesu lectura es ms adecuada y, sobre todo, msf ie lque la de
los que estudian a Platn asustados y pidiendo socorro
o los que lo toman como pretexto o cobertura de sus propios
planteamientos10.Lo primero que habr de destacarse, pues, es esa volun
tad de fidelidad11. Frente a Jencrates y a Crantor y a los seguidores de uno y otro, a todos los cuales acusa por igual
en 1013B haberse desviado totalmente de la opinin dePlatn, Plutarco parece haber tomado a cuenta propia la
advertencia que l mismo predica en la primera Cuestin12
lo mismo que si el aire en los odos no est tranquilo y librde voz propia, sino lleno de ecos y de zumbidos, no se capta con precisin lo dicho, as tambin si algo, desde dentro,perturba con el estrpito de su rplica al elemento que juz
ga los argumentos filosficos, ser difcil comprender lo dicho desde fuera.
Por eso parece adoptar la actitud de ese fillogo cuya necesidad puede percibirse en el pasaje del Fedro en el que Pla
10 Sobre la generacin del alma en el Timeo IQ13D-E y 1013B.
11 Non sempre Plutarco fu pi amico della verit che di Platone di
ce A. M. B a a t t e g a z z o r e , Latteggiamento di Plutarco verso le scien-ze, en I. G a l l o (ed.), Plu tarco e Je scienze, Gnova 1992, pgs. 19-49,concretamente, pgs. 32-33, actitud que ejemplifica con la exgesis delTimeo y califica a nuestro autor de fedele a oltranza a Platone. Sin embargo hemos de ver que, pese a su sincera voluntad de fidelidad, tambin
Plutarco altera el texto platnico para hacerle decir lo que l querra quedijera.
12 1000B-C.
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INTRODUCCIN 15
tn constata que el texto escrito requiere la constante ayuda
y proteccin de su padre frente a las manipulaciones de unos
y otros. Como ese fillogo implcito, Plutarco rompe unalanza en su Sobre la generacin del alma en el Timeo pa
ra que la doctrina del maestro se difunda sin mutilaciones niexcrecencias. De este modo, su fidelidad revierte en respeto
a la literalidad de lo dicho y se refleja en las constantes citas de otros pasajes de los dilogos en los que cede la palabra al
filsofo para que al orlo en sus propias palabras se conjure
el riesgo tergiversar su pensamiento.Fidelidad a la doctrina y lectura literal podran sugerir
adhesin mimtica, incapaz de desarrollar demostraciones
originales propias13. No es esa la actitud de Plutarco. Tiene
su propia opinin sobre una serie de puntos fundamentales,por ejemplo, la famosa annk, que le permite resolver eldifcil problema de la causa y origen del mal, aunque, porsostenerla, pudo incurrir en la misma conducta que critica H.
Vemos, en efecto, que algunas de esas abrumadoras citas se
interrumpen a veces antes de llegar al punto en que las pala
bras de Platn podran arruinar la tesis de Plutarco, comoocurre en Leyes 896D-E a propsito del alma perversa,
13 Para II. C h e r n i s s , en su introduccin al De animae procreatione inTimaeo, en Plu tarchs Mora lia, , 1, pgs. 135-136, la interpretacin
literal que hace Plutarco de la creacin del alma y del mundo en el Ti
meono es consecuencia de la lectura literal del dilogo, sino al revs, son la teologa y la teodicea de Plutarco las que exigen esa lectura literal. Yaantes, ia relacin de este tratado con la teologa de Plutarco haba sido establecida por D. B a b u t ,Plutarque et le Stoicisme, Pars, 1969, pgs. 139-
142, especialmente, pg. 287. En el mismo sentido abunda Froidehond, loe. cit.
14 Cf. mi intervencin en el V Congreso Internacional de la I. P. S.
Madrid-Cuenca, 4-7 de Mayo de 1999, Plutarco ante el problema del mal en Platn, en A. P r e z J i m n e z , J. G a r c a L p k z , y R. M.a A c u i l a r (eds.), Plutarco, Platn y Aristteles, Madrid, 1999, pgs. 333-342.
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etc.15. Llegamos as a una sealada caracterstica del mtodo
exegico plutarqueo que, como oportunamente ha indicado
F. Casadess16, bajo la apariencia de un comentario explicativo, introduce ligeras modificaciones, que acaban con
formando un nuevo modo de entender el Timeo.Otras dificultades proceden del vocabulario. A pesar de
su voluntad de precisin y claridad, Platn no dispona del
repertorio terminolgico que su tema requera y tuvo que
acudir a los medios a su alcance para conseguir expresar su
pensamiento, especialmente a metforas varias para un mismo objeto que, por ser metforas y por su variedad, no pue
den dejar de crear ambigedad'7. Buen ejemplo de ello te
nemos en el nuevo elemento necesario para la generacindel cuerpo del mundo que es designado como receptculo
o nodriza - adaptacin de un trmino habitual que es va
ciado de su significado y dotado de otro nuevo , pero ese
mismo nuevo elemento es tambin llamado chra, aunqueesta choradel Timeono es extensin de tierra, regin o
pas, emplazamiento, etc., sino algo semejante al ek-
15 La mutilacin procede a la inversa, omitiendo las palabras inmediatamente anteriores, en la cita de Poltico 273b porque la mencin a la
paite corprea de la mezcla no le hubiera permitido identificar el aspecto congnito de su antigua naturaleza con el alma precsmica. Sobre esta
manipulacin del texto para adecuarlo a la exgesis sostenida, vase F e r r a r i , Struttura e funzione, pg. 548 e Introduzione, en F. F e r r a r i y
L. B a l d i ,Plutarco. La generazione delVanima nel Timeo, aples, 2002,pgs. 18-20.16 Comentarios plutarqueos sobre la creacin del mundo en el Timeo
de Platn, en A . P r e z J i m n e z , J. G a r c a L p e z y R. M.a A g u i l a r (eds.), Plutarco, Platn y Aristteles,ob. cit., pgs. 247-260, especialmente, pg, 249.
17 Sobre los reproches que por usar metforas poticas dirige Aristteles a Platn, vase M. Dixsaut, Dun antiplatonisme Pautre, en M.Ddsaut (ed.), Contre Platn. I, Leplatonism e dvoil, Pars, 1993, pgs.9-25, concretamente, pgs. 11-12.
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INTRODUCCIN 17
mageon, cera blanda en la que se imprime un sello, a pesar
de lo cual conserva de su valor normal una imprecisa rela
cin con lo espacial que me inclina a entender esa enigmtica chra como aquello que asegura las condiciones de la es-
paciaiidad. Otras veces Platn ha utilizado un trmino
preciso, pero los siglos lo han hecho caer en desuso y han ido imponiendo otro. Plutarco es consciente de este proble
ma, que resuelve aclarando el alcance del trmino utilizado
por Platn y advirtiendo en qu precisas condiciones puede
ser sustituido por la palabra moderna que se ha impuesto enel uso. Otros casos son ms escurridizos, porque se ha man
tenido el significante del trmino platnico, pero el signifi
cado ha podido variar en funcin de las modulaciones im
puestas por los filsofos y escuelas que han ido ejerciendosu actividad en los siglos que median entre Platn y Plutar
c o 18. Este problema nos muestra todas sus aristas con res
pecto al trmino ousa que muchos traductores de Platn
evitan verter por substancia o esenciaporque en el uso filo
sfico de estos trminos pesan decididamente las precisio
nes derivadas de su empleo por parte de Aristteles, pero cuyas connotaciones pueden estar ms o menos presentes en
el uso del mismo por Plutarco, incluso cuando est citando a
Platn9.Al margen de los puntos comunes a las Cuestiones p la
tnicas y al tratado Sobre la generacin del alma, hay un
aspecto omnipresente en ambos escritos: diga lo que diga Platn, Plutarco se esfuerza en argumentar de modo que la
18 Un problema similar acerca del trmino historiaen La desaparicinde los orculos se ha planteado P.-L. D o n i n i en Problemi del pensiero
scientifico a Roma: il primo e il secondo secolo d. C. en G. G i a n n a n t o -
n i y . V h g k t t i (eds.), La scienza eUenistica, aples, 1984, pgs. 334-375.19 Por eso, pretendiendo traducir a Plutarco, he optado por esencia.
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18 TRATADOS PLATNICOS
conclusin confrme que llevaba razn. Esta actitud, tan di
ferente de la que trasluce en las crticas de los primeros aca
dmicos, y que, como bien dice W. Burkert20, es compartida
por la mayora de los platonistas antiguos o modernos, es,en el caso de Plutarco, un nuevo testimonio de su indiscuti
ble sentimiento de fidelidad al filsofo que eligi como
maestro. Siendo este objetivo fundamental en su exgesis
del pensamiento platnico es fcil comprender el inters quepone en desmontar las acusaciones de inconsistencia que se
han formulado contra Platn, bien por sostener tesis contra
puestas en distintos pasajes de los dilogos, bien por adoptar
actitudes diferentes en el conjunto de su filosofa. F. Ferrari21 ha estudiado los procedimientos a los que solan recurrir
los platnicos y, con ellos, Plutarco, para negar validez a dichas acusaciones.
Traduccin y notas
Por su propia naturaleza, cada uno de los tratados reunidos en este tomo pertenece a un gnero distinto. De las ca
ractersticas de los ztem ata , de las frmulas que alternan
para plantear la cuestin, de las que van introduciendo las
posibles soluciones, de la jerarquizacin de las mismas, se ha de tratar en la introduccin a las Cuestiones platnicas.
En cuanto a la introduccin del eptome, lo poco que hay
que decir desde el punto de vista formal es que tiene el tono
desangelado y seco de unos apuntes mal tomados y, por supuesto, sin pretensiones estilsticas. Mayor inters tiene el
20Lore and Science in Ancient Pythagoreanism, trad. irtgl., Cam-bridge-Mas., 1972, pg. 323, n. 7: It seemed self-evident to the Platonist
that Plato knew all the correct answers, at least to any important ques- tion.
21 Struttura e funzione, pgs. 538- 549.
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INTRODUCCIN 19
Sobre la generacin del alma en el Timeo,que, en realidad,
es un hbrido de carta familiar y de lo que hoy llamaramos
artculo cientfico; del primer aspecto derivan expresiones,
frmulas y recursos como interpelaciones a los destinatarios22 que, en alguna medida nos aproximan a la lengua co
loquial de la lite intelectual, una lengua que pudiera ser elparalelo a finales del s. i y principios del s. u d. C. de lo que
es la de los dilogos platnicos en el s. rv a. C. Por su parte, el contenido cientfico impone un determinado modo de des
arrollar los argumentos23 y, sobre todo, un vocabulario tc
nico cuya precisin se paga con la merma de libertad en el
uso de recursos literarios. Todo esto es lo que la traduccin
presente ha intentado reflejar.
Las numerosas notas aclaratorias que exigen unos textos de esta ndole se justifican en las propias dificultades de
los temas tratados en las Cuestiones platnicasy en el Sobrela generacin del alma en el Timeo, puesto que en ambos
casos estamos ante debates de tesis filosficas o cientficas
con las que no todos los lectores han de estar necesariamen
te familiarizados. Intentando centrar un poco mejor la cuestin, el primer problema que se nos plantea es el de las refe
rencias a los pasajes de los dilogos platnicos citados porPlutarco o a las obras de los dems filsofos aludidos; otras
notas recogen las referencias a otros pasajes del corpus pla
22 Estas interpelaciones al destinatario aparecen tambin en escritosplutarqueos de otro tipo, incluso en las Vidas.
23 Buen ejemplo de ello tenemos en las dicotomas que nos ha impuesto el esquema de la primera parte y en la gradacin de los argumentos parciales en la segunda del Sobre la generacin del alma en el Timeo: pri
mero los nmeros; despus, por un lado, sus propiedades en la suma con lacomprobacin de las mismas en la escala diatnica y en las relaciones as
tronmicas; por otro, sus propiedades en la multiplicacin, a lo cual pertenecen las demostraciones grficas, despus, como en el caso anterior, lascomprobaciones en las escala musical y en las relaciones astronmicas.
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20 TRATADOS PLATNICOS
tnico relativos al mismo punto o susceptibles de aclarar
lo tanto si confirman como si invalidan la tesis del polgrafo. Del mismo modo han sido recogidas las referencias a
otros pasajes del corpus plutarqueo que puedan confirmar,
matizar o aclarar lo que sostiene en un pasaje concreto. Otro
bloque de notas procede de la bibliografa generada en torno
al pensamiento y a los escritos platnicos, que es inmensa,
empezando ya, como se ha indicado anteriormente, en vidade Platn para continuar hasta nuestros das. Con respecto a
los antiguos hemos recogido el mximo posible en lo que
reconozco agradecida mi deuda, especialmente, con H.Chemiss de las referencias a las opiniones que pudo co
nocer Plutarco y, salvo que sean nuestros transmisores de
los planteamientos pitagricos o arrojen especial luz, he prescindido de los posteriores.
En cuanto a la bibliografa moderna sobre Platn y sobre
Plutarco, era inevitable renunciar a toda pretensin de ser,no digo ya exhaustiva, sino de citar todas las obras real
mente importantes. Aqu me he limitado a citar en nota, de
entre las que he manejado, las que me han servido para verlas cosas ms claras.
Al margen de las notas relativas a los aspectos antes
mencionados hay otras referidas a los filsofos y matemti
cos citados por Plutarco, sobre los que se dan unas mnimas indicaciones.
Por ltimo hay otras notas ms cuyo objetivo es dejar
constancia de la leccin preferida cuando nos apartamos de
la edicin de C. Hubert-H. Drexler, en la que se basa esta traduccin.
M.a n g e l e s D u r a n L p e z
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CUESTIONES PLATNICAS
INTRODUCCIN
Encontramos los primeros usos de ztemata como trminotcnico en e marco de la explicacin de los poemas homricos; se
aplica a la exposicin de una dificultad en la interpretacin de una
palabra o un verso, seguida de una propuesta de solucin. Des
pus, el modelo se aplic a pasajes de otros autores, a ancdotas,
etc., como las que se tratan en el Banquete de los Siete Sabios ocomo las que Plutarco recoge en sus Charlas de sobremesa. En
efecto, segn dice l m ism o eran especialmen te adecuadas paraesas ocasiones. En esas reuniones vio H . D o m e 2 el portillo por el
cual los temas filosficos, s bien con un enfoque divulgativo, con
siguieron introducirse en los ztemata, gnero que, a su juicio, corresponde en principio, a la filologa. El planteamiento de Dorrie
ha sido criticado3 porque su oposicin entrefilosofa yfilologa no
1 Cf. Charlas614A-E y 686B-D.2 Porphyrios Symmikta Zetemata. Ihre Stellung in System und Ge-
schichte des Neuplatonismus nebst einem Kommentar zu den Fragmenten,
Munich 1959, pgs. 1-4.3 Cf. J. Op s o m e r , : structure e argumentaron dans les
Quaestiones platon ica e, en J. A. F e r n n d e z D e l g a d o , F. P o h d o m i n g o
P a r d o (eds.), Estudios sobre Plutarco: Aspectos form ales, Madrid, 1996,pgs. 71-83, con amplias referencias bibliogrficas.
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responde al uso documentado en Plutarco4 ni es general entre sus contemporneos. De hecho, Plutarco consideraba el conjunto de
las Charlas de sobremesa como prctica de la filosofa5 y, conms razn an, deba atribuir carcter filosfico a las Cuestiones
platnicas.Las Cuestiones platnicasson una coleccin de diez pequeos
comentarios a puntos concretos del pensamiento platnico, quepueden centrarse en un slo pasaje o enlazar varios, intentando
explicar unos por otros, por ejemplo, en la Cuestin III acude alTimeo para explicar Repblica 509d-511e-. Plutarco no abordaen ellas aspectos esenciales, como hace en el tratado Sobre la ge
neracin del alma en el Timeo sino curiosidades marginalessobre detalles que Platn no estim oportuno desarrollar en suspormenores, expresiones metafricas cuyo simbolismo se intentadesvelar, etc. Plutarco se inscribe con ello en una larga tradicin
de la que da testimonio cuando alude, para aceptarlas o rechazarlas, a las soluciones propuestas por unos u otros en las discusionesque continan las que tenan lugar en la Academia y que se hacenan ms vivas despus de la muerte de Platn.
El ya aludido carcter puntual de los temas tratados, es comna otros tipos de escritos plutarqueos, las Charlas de sobremesa,
por un lado, y las diferentes Aitiai Cuestiones romanas, Cuestiones griegas y Cuestiones sobre la naturaleza , por otro. Entodos ellos es posible ver la huella de notas o apuntes tomados alhilo de sus lecturas los hypomnemata a los que alude en el So
bre la paz del alma 464F que Plutarco selecciona y utiliza variamente al introducirlos en sus diferentes escritos. No obstante, lo que tenemos en las Cuestiones platnicas no es el material doxo-grfico de los hypomnemata en bruto, previo a la menor elaboracin con vistas a su publicacin, porque, aunque el conjunto de esta obra carece de los elementos de contextualizacin que en el
Banquete de los Siete Sabioso en las Charlas de sobremesa se en
4 Sobre las contradicciones de los estoicos 1046D y F, Sobre las no
ciones comunes contra los estoicos 1078E y 1084D.5 Cf. P.-L. D o n i n i , I fondamenti della fsica e la teora delle cause in
Plutarco, en I. G a l l o (ed.), Plutarco e le scienze, ob. cit., pg. 116.
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cargan de sugerir que esas conversaciones tienen lugar en una reunin concreta, en la que intervienen unos interlocutores concretos,
que sostienen tesis concretas y determinadas, etc., obedece a un tipo de composicin cuyas caractersticas fueron estudiadas por A.Gudeman6 y, posteriormente, por F. Romano7 y por J. Opsomer.Ms difcil resulta distinguir loszetmata y las aitaicuyos parecidos se suelen justificar en su comn origen en las anotaciones deAristteles y su Escuela. Estudiando el uso de ambos trminos en
Plutarco, J. Boulogne8 ha constatado que el queronense prefiereutilizarzetmata para las dificultades que suscitan las afirmacionesde poetas o filsofos y, en cambio, prefiere el trmino aita cuandoel problema que quiere plantear es la determinacin de las causasde hechos observados. Para Opsomer, en cambio, la clave del usode zetmata reside en la relacin de la cuestin propuesta con unpasaje concreto y en su aspecto estrictamente exegtico.
Frente a los escritos afnes de tipo simposaco, las Cuestionesplatnicas carecen de introduccin los manuscritos que contienen la obra entera, X, J, g, E, B, , n advierten no se encontr elprincipio y de conclusin, que confieran algn tipo de unidada esos diez9 breves comentarios yuxtapuestos sin que frmula alguna permita vislumbrar el motivo de la seleccin o del modo de
ordenarlos, En efecto, el nico comn denominador es que el tema sometido a discusin es tratado, o simplemente aludido, en algunode los dilogos de Platn. No obstante, es perceptible el especialrelieve que en esta seleccin de temas platnicos se concede alTimeo.
6 , iE, 1927, col. 2511,1 -2529, 1.34.7 F. Ro m a n o , Le Questione platoniche di Plutarco di Cheronea, So-
phia33 (1965), 116-131.8 J. B o u l o g n b , Les Questions Romaines de Plutarque, NRW ,
33. 6, 1992, pg. 4683.9 No parece que sea casual el que las Cuestiones platnicassean preci
samente diez porque en el libro IX de las Charlas de sobremesa (736C)Plutarco se justifica por haberse pasado del habitual diez, nmero deCuestionesque, efectivamente, incluye en cada uno de los dems.
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Desde el punto de vista de la forma cada una de las Cuestionesplatnicasconsiste en una pregunta formulada de un modo impersonal para la que se proponen dos o ms respuestas l0. Tanto laspreguntas como las respuestas son introducidas por una serie defrmulas alternantes; son igualmente formularias las expresionesque permiten pasar a otra posible respuesta, destacando en esteapartado, las frmulas que responden al tipo skpei me, hora d
mey similares con las que Plutarco quiere llamar la atencin sobre
la respuesta que, a su juicio, resuelve la cuestin o, por lo menos, una de las cuestiones abordadas en el proceso de la argumentacin.
Hay, sin embargo, Cuestionesque, realmente, quedan sin solucin: esto ocurre, como veremos, en la primera; ms llamativo anes el caso de la VI que, a pesar de la jerarquizacin evidente entrelas dos alternativas propuestas, omite la esperada sntesis, posiblemente, como apunta J. Opsomer11, porque Plutarco haba creado artificialmente el dilema que plantea.
Con respecto al contenido, podemos agrupar, por un lado, lasCuestionesque intentan zanjar la polmica acerca de la interpretacin de algn aspecto del pensamiento platnico, Son interesantestanto por damos un testimonio vivo de las distintas y, con frecuen
cia, contradictorias corrientes de opinin que han surgido entre los platnicos, como por permitimos captar en qu medida nacen esas discusiones delpart pris de unos y otros y en qu medida derivan de oscuridades o ambigedades del texto platnico. O ambas cosasa la vez, como nos ocurre en la CuestinIV, en la que Plutarco saca partido de la somera exposicin platnica sobre el mal, para dar
paso a la misma teora que como interpretacin personal desarrollaen Sobre la generacin del alma.La CuestinIII tiene origen en un problema de crtica textual:
en Repblica 509e el manuscrito de Plutarco pone anisa, lecturafrente a la cual caben las variantes an sa o an isa; nuestro autor
10 En este esquema podra verse un reflejo del in utramque partem dis
putare que segn C i c e r n , O f 2 , 7-8, haba adoptado la Academia conArcesilao como medio de aproximacin a un mejor conocimiento.
11 , pg. 79.
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va a justificar la de su manuscrito por razones ideolgicas12. Esteprimer motivo, en el que el problema puramente filolgico es su
bordinado a sus consecuencias filosficas le permite completarel argumento en un aspecto que Platn no estim necesario plantear qu segmento es mayor? y cabe la duda sobre qu fueprimero en el alma de Plutarco, si el problema de lectura o el apostar por ia mayor extensin del segmento de lo inteligible14; en todo caso, este ltimo extremo, con un suave cambio de tema, le va a permitir dar una respuesta personal, no la platnica, a una cuestin distinta de la que se planteaba inicialmente: cmo es que, estando tanto los humanos como el Universo constituidos de cuerpoy alma, son los unos mortales y no el otro? Tras esto, volviendo aPlatn, da, al parecer, de lado a la pregunta inicial y, apoyndoseen una alusin a la Escala de Diotima, cierra su comentario conuna exhortacin a emprender la ascencin dialctica. Sin embargo,
12 Contra la opinin de Dorrie, Formula analogiae; an Exploration
of a Theme in Helienisiic and Imperial Platonism, en H. J. B l u m e n t h a ly R. A. M a r k u s (eds.), Neoplatonism and Early Christian Thought. Es-
says in Honour o f A. H. Armstrong, Londres, 1981, pgs. 40-41, quiensostiene que Plutarco defiende aqu la variante anisa, frente a las otras po
sibles, comparto las de F. R o m a n o , loe. cit. pg. 123, J. D i l l o n , Tampe-
ring with the Timaeus: Ideological Emendations in Plato, with Special Re- ference to the Timaeus, American Journal o f Philology 110 (1989), 51-52 y Op s o m e r , , pg. 80, n. 38, de acuerdo con la cual Plutarco
intent explicar la lectura anisade su manuscrito.13 En verdad, no proceden de otro modo los estudiosos que en la actua
lidad siguen interviniendo en la polmica filolgica suscitada por la ambigedad del texto; la lectura que ms adeptos tiene hoy es, precisamente, la
defendida por Plutarco; tambin las razones aducidas para justificarla sonbsicamente las mismas que nuestro autor discute en esta Cuestin. Para
ms detalles vase E. C h a m b r y , Platn. Oeuvres completes. T. VII, partie, La Rpublique, Pars, 1933, [reprint., 19758], pg. 140, n. 2,
14 Aunque, frente a quienes consideran que esta discusin carece de
inportancia, C. S c h o p p e , Plutarchs Interpretation des Ideenlehre Platons,Mnster-Hamburgo, 1994, pg. 19, sostiene que Plutarco no emplea niel
zonen el sentido de cuantitativamente mayor, sino de ontolgicamente
ms importante, el desarrollo del argumento de Plutarco apunta, en mi
opinin, a una mayor extensin, en sentido habitual.
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la clausula final, cita literal de la frase con la que Diotma culmina
su famosa Escala, sugiere en este nuevo contexto que ese pilagode belleza que es la Belleza en s, no slo es algo ms real, ms autntico y ms puro, como en el Banquete platnico, sino tambin ms extenso que las mltiples y mezquinas bellezas de loscuerpos, los saberes y las actividades de nuestro mundo cotidiano 15 .
Cabe pensar que tambin la CuestinVIII tenga su origen en
las implicaciones filosficas que derivan de problemas de crticatextual: en Timeo40c el manuscrito de Plutarco, como la mayora,daba illomnen, girando, lectura que es, asimismo, la que conoca Aristteles; pero esta lectura contradice la tesis de la inmovilidad de la Tierra que Platn demostraba enFedn 99b y que parecesustentar la representacin de la Tierra en Fedro246e-247a. Como
quiera que esa tesis haba quedado superada, Plutarco sugiere laposibilidad de que en su vejez el propio Platn hubiera concebido,junto al movimiento de rotacin, el de traslacin de la Tierra. Contodo, el eventual cambio de opinin de Platn no resuelve la contradiccin que Plutarco quiere eliminar. El modo ms sencillo deobviar el problema sera introducir una enmienda en Timeo 42dsustituyendo el genitivo por un dativo que, en vez de las almas
fueron sembradas en la Tierra, en la Luna y en todos los demsinstrumentos del tiempo, nos permitiera leer en el tiempo lasalmas fueron implantadas en los adecuados cuerpos instrumentales. Pero Plutarco rechaza esta solucin de comodidad, porque no es sta la nica ocasin en la que Platn se refiere en el Timeo alos astros como instrumentos del tiempo; rechaza igualmente la
interpretacin puramente fsica segn la cualla Tierra es instrumento del tiempo, ya que no se mueve comolos astros, sino que al permanecer girando siempre en el mis-
15 Tal vez sea posible encontrar la clave de este desplazamiento interpretativo en las graves dificultades que supuso la Teora de las Ideas para
la Academia Antigua, no slo en cuanto a la naturaleza de las mismas, sino tambin en cuanto a la participacin en ellas de las cosas sensibles y,
fundamentalmente, en cuanto a las relaciones de las Ideas entre s.
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INTRODUCCIN 27
mo lugar sobre s misma, proporciona a los que se trasladanortos y ocasos con ios que se definen las primeras medidas de
los tiempos, Sos das y las noches.
Desbrozado as el camino de interpretaciones insuficientes,Plutarco empieza por hacernos cobrar conciencia de la verdaderaclave del problema: no reside ste en ninguno de los extremos considerados hasta ahora, sino en nuestro modo de concebir eltiempo en el que pesan indebidamente las definiciones propuestas
por Aristteles, Espeusipo o los estoicos. Las mltiples dificultades que nos ha ido planteando el texto se disiparn cuanda hagamos el esfuerzo de entenderlo al modo platnico y veamos que
el tiempo no es accidente ni contingencia de un eventual movimiento, sino causa, potencia y principio de la simetra queasegura la cohesin de todo lo que existe y de la organizacin
cuyo movimiento regula la naturaleza del Universo, porque sta est dotada de vida. Antes bien, por ser movimiento la propia organizacin y simetra son llamadas tiempo.
En grupo aparte hemos de incluir las Cuestiones en las quePlutarco intenta explicar el sentido de una metfora, expresin,etc. As ocurre en la CuestinVI donde intenta explicar la afinidadde la naturaleza del ala del alma con lo divino o en la segunda Por qu ser que al dios supremo lo llam padre y creador detodas las cosas?, que parece brindarle oportuno pretexto para insistir, contra Numenio en una idea propia16 que defiende con ardory que desarrolla con mayor detenimiento en Sobre la generacin
del alma1041E: el dios es creador del Universo en cuanto que im
pone orden a la materia catica, y padre del mismo porque el alma no es slo producto, sino tambin parte del dios y no se haproducido por obra suya, sino de l y a partir de l.
16 Idea propia, no platnica, porque lo nico que dice P l a t n (Tim.
29e) es que el demiurgo quiso que todo fuese parecido a l en la mayor
medida posible. Sobre esta divergencia de Plutarco con respecto a lo quedice realmente Platn, cf. B r i s s o n , Op. cit, pgs. 297-299.
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En este mismo grupo incluiremos !a primera Cuestin que, enprimera lectura, puede damos la impresin de tomar el texto como pretexto porque, si la entendemos literalmente, tiene su respuestaen el mismo dilogo, en el mismo pasaje, del que nace. En efecto,la pregunta que Plutarco formula Cmo ser que la divinidad le mandaba a Scrates que ayudara a parir a otros, pero a l le prohiba procrear, como se dice en el Teeteto? es contestada por elpropio Scrates en 149b: ninguna mujer apta para procrear es par
tera; slo se dedican a este oficio las que ya no pueden ser madres.Pero Plutarco prescinde de la descripcin de las cualidades requeridas para ejercer de comadrona y del proceder de estas mujeres un clarsimo ejemplo de analoga tcnica por medio del cualScrates da cuenta de su propia actividad y pasa directamente alas conclusiones. La omisin de ese pasaje revela que a Plutarco
no le interesa la respuesta propiamente dicha, sino que, sin metforas ni mitos, quiere iluminar el trmino comparado, esto es, el talante crtico de Scrates, su mtodo de enseanza, su oposicin ala que practican los sofistas, etc. Los siglos que median entre Scrates y Platn y el propio presente de Plutarco dejan sentir el peso de su erudicin y de su tendencia al sincretismo, sealadas caractersticas que separan el mundo helenstico e imperial del mundo
clsico, en la tentacin de una solucin
si hay ciencia de lo verdadero y la verdad es una, no participade ella menos que el que la encontr el que ha aprendido delque la encontr; pues recoge ms el que no cree tener y recogelo mejor de cada cual, del mismo modo que el que no ha engendrado adopta al mejor hijo
que no podran compartir ni Scrates ni Platn. El primero porque,como indica el frecuente final aportico de sus discusiones, prefiere a la respuesta la bsqueda de una respuesta; el segundo, en cuyos Dilogos toda definicin ex akos, es decir, toda definicindebida a otro, conduce casi sin excepciones al fracaso, porque,consciente de que somos peregrinos en este mundo de inestabilidad y cambios, no deja de exhortamos a andar el camino, a emprender e intentar culminar la ascensin dialctica. Por eso, para
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INTRODUCCIN 29
volver a la ortodoxia de la doctrina platnica, Plutarco se refugiacon cierta brusquedad en la doctrina de la reminiscencia que, en
verdad, implica un cambio de tema.Tambin da la impresin de tomar el texto como pretexto en la
CuestinV en la que se pregunta por qu Platn utiliza slo figurasrectas en la construccin del mundo cuya descripcin emprende enel Timeo, siendo as que tambin las hay redondas. Y no podemossuponer que se haya olvidado de ellas, porque cita explcitamente la
esfera. El argumento que desarrolla recuerda los que expusieronlos sofistas Antifonte y Brisn intentando resolver el problemaclsico de la cuadratura del crculo.
En otros casos Plutarco completa por su cuenta la explicacinapuntada por Platn, como ocurre en la CuestinVI a propsito delos fenmenos de impulsin.
Singular es, en mi opinin, el caso de la CuestinX en la que
Plutarco se pregunta por qu son noma y rhma las nicas partesde la oracin que menciona Platn e intenta justificar el procederdel admirado maestro; para ello acude a dos argumentos principales; las dems, o se pueden reducir a las anteriores como es concretamente el caso del pronombre, que es a todas luces un gneronominal, o el llamado participio, que es amalgama de verbo y
nombre. O son superfinas, como demuestra acerca del artculopor su ausencia en latn, esa lengua que ahora utiliza casi todo elmundo y su escassima presencia en Homero, o para las preposiciones por su menor uso en latn que en griego. Pasando a argumentos estilsticos encuentra, como el autor del tratado De lo sublime, la clave de la eficacia expresiva de un conocido pasaje deDemstenes17 en el asndeton y, puesto que
ningn ser vivo, ni instrumento, arma o cosa alguna puede llegar a ser, con la merma o prdida de una parte propia, mshermoso, ms eficaz o ms agradable y, en cambio, ei discursotiene muchas veces ms emocin y garra s se prescinde de lasconjunciones, se deduce fcilmente que stas no son parte
17 D e m s t e n e s , XXI, 72.
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propia de la oracin, sino elementos unitivos y conectivos,como la cola en los libros...
Plutarco no poda ignorar, sin embargo, que todas esas otraspartes de la oracin eran ajenas a la reflexin platnica quien, como vemos en el Crtilo, el dilogo que dedica al tema de la lengua, no se interesa por las cuestiones gramaticales, sino, como diramos hoy, lingsticas signo triangular o bifronte, teora de la
convencin o tesis naturalista, la evolucin lingstica, el debatesobre si es o no posible hablar en falso, etc. que permitan precisar en qu condiciones y con qu restricciones puede ser efectivamente la lengua el rganon didaskalikon kai diakritikon ts ousasque en dicho dilogo se postula18. Al margen de otras muchas observaciones lingsticas salpicadas por los dilogos, la otra granaportacin de Platn es la discriminacin de los valores existencial
y copulativo del verbo serlaboriosamente alcanzada en el Sofista,discusin en la que se definen funcionalmente19noma y rhma,los trminos que constituyen el punto del que parte Plutarco. Y,sin embargo, si leemos con atencin este pasaje bsico de Sofista262c podremos constatar, lo mismo que en Crtilo425a, que Platn no pretende hablar de gramtica, sino del discurso como pen
samiento verbalizado.Esto nos devuelve a terreno conocido, porque, como es sabido,la importante contribucin de Platn y Aristteles al estudio de lalengua no se distingue todava de la Lgica y no vamos a contarcon estudios sistemticos de la lengua hasta poca helenstica.Como contrapartida los escritos de Aristteles que tratan de la lengua Categoras, Sobre la interpretacin, Tpicos, Retrica y
Potica inducen a pensar que el conocimiento de la misma quese tena en Grecia en tiempos de Platn era mucho mayor que lo
18 Para ms detalles, vase M.a . D u r a n , Concepto platnico del
signo [lingstico],REL 18, 1 (1988), 129-148.19 Ambos trminos aparecen juntos tambin en Crtilo43 lb-c, Teeteto206d y CartasVII 342b y 343b, pero no son objeto de explicacin.
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que los textos reflejan20. Siendo as las cosas, Plutarco puede pretender que sus lectores admitan que Platn prescindi de las dems
partes de la oracin que menciona Aristteles en su Potica porconsiderarlas superfluas y nosotros podemos pensar que lo que estim superfluo fue el ocuparse de esos temas.
TABLA DE VARIANTES TEXTUALES
H u b e r t N o s o t r o s
1001A (5) 1001 (6)
100 (7) 1005F (2) |
1006A (9)
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CUESTIN I
1. Cmo ser que la divinidad le mandaba a Scrat
que ayudara a parir a otros1, pero a l le prohiba procrear,
como se dice en el Teeteto2? Porque lo que es entre chanzas
d y bromas3 nunca habra nombrado a la divinidad. Por lo
dems, en el Teeteto le atribuye4 a Scrates muchas expresiones arrogantes e insolentes, entre las cuales se encuentra
incluso la siguiente5: Y es que, mi extraordinario amigo,
son en verdad muchos los que se irritan tanto conmigo que
realmente me morderan6 cuando les quito alguna bobada; y
no se imaginan que lo hago con buena intencin, porque
1La expresin de Plutarco da por supuesto que el lector recuerda el parto viril del que habla Scrates en Teeteto 150c, cuando compara su
mayetica con la actividad de su madre, que era comadrona. Toda estaprimera Cuestin juega con el doble sentido de la procreacin en sentidopropio y en el sentido figurado en el que P l a t n nos dice en el Fedro que
Theuth es el padre de las letras (Fedro, 275a) o que el discurso necesita
constantemente la ayuda de su padre (Fedro,275e), etc.2 Teeteto 150c. Frente al maieesthai platnico, Plutarco ha puesto el
contractomaiosthai.3 La irona era un modo de expresin caracterstico de Scrates, cf.
Apologa 37e-38a; Gorgias399e;Banquete216e.4 Sujeto, Platn.5 Teeteto 15le.
6 Mantengo la lectura de los manuscritos, sin completar con el textoplatnico.
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CUESTIONES PLATNICAS 33
distan de saber que ningn dios es malvolo para con los
humanos; tampoco yo hago nada de eso con mala intencin,
lo que pasa es que de ningn modo me es lcito ni convenir en la mentira ni dejar en la sombra la verdad.
Ser que a su propia naturaleza, en la idea de que era
ms crtica que fecunda7, la llam dios, del mismo modo
que dice Menandro8 pues nuestra mente es dios y Her-
clito9 el carcter de un hombre es su demon10, o fue un e motivo de veras divino y sobrehumano11 el que gui a S-
7 La oposicin refleja una imagen bipartita del alma que, ms que la
platnica, en la que se distinguen un elemento racional y otro no racional,parece responder a la aristotlica entre alma racional y alma vegetativa.
8Frag. 762 y 70 K o c k .
9Frag. B119DK.10 Sobre los distintos tipos de daimones que encontramos en la Grecia
arcaica, cf. E. R. D o d d s , Los griegos y lo irracional, trad. esp., Madrid,1960 y A. P r e z J i m n e z & G. C r u z A n d r e o t t i (eds.) Seres Interme
dios. ngeles, Demonios y Genios en el Mundo Mediterrneo, Mlaga,2000 , especialmente las contribuciones de E. S u a r k z d e l a T o r r e , Lanocin de Daimon en la Literatura de la Grecia Arcaica y Clsica, pgs.
47- 87 y J. D i l lo n , Seres Intermedios en la tradicin platnica tarda,pgs. 89- 117 .
11 Alusin al damn de Scrates, esa voz que que lo frenaba ante determinadas acciones. A ella dedica P l u t a r c o su tratado Sobre el demon
de Scrates.La conce pci n propiamente plutarquea de daimon, sus deudaspara con sus predecesores, especialmente Platn, y las sutiles modulacio
nes que constituyen su personal contribucin al tema han dado lugar a una
extensa bibliografa en la que cabe destacar los siguientes trabajos: P. De-c h a r m e ,La critique des traditions religieuses chez les Grecs des origines
au temps de Plutarque, Pars, 1904; G. So u r y , La dmonologie de Plutarque, Pars, 1942; G. M a u t i s ,Le mythe de Timarque, Revue des t.Anc. 52 (1950), 201-211; Y. V e r n i e r e , Symboles et mythes dans la pensede Plutarque. Essai d interprtation philosophique et religieuse des M ora-
lia, Pars, 1977; F. E. B i i e n k , A most strange doctrine. Daimon in Plu-
tarch, Class. Journal69 (1073), In M is t Aparelled. Religious Themes inPlutarch s Moralia and Lives, Leiden, 1977, In the Light of the Moon:Demonology in the Early Imperial Period, ANRWII. 16.3, 1986, pgs.
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orates a este modo de practicar la filosofa que consista en
someter a prueba una y otra vez a los dems e ir purgndolos de vanidad, inconsistencia, presuncin y del hecho deser molestos primero para con ellos mismos y luego tambin
para con los dems12? Porque se da el caso de que, como
por casualidad, en aquel momento hubo en Grecia una olea
da de sofistas y con ellos los jvenes, que les pagaban mu
cho dinero13, se fueron llenando de suficiencia y saber aparente, y ponan su ambicin en rivalizar imitando sus juegos
verbales y charlas insustanciales en sus discusiones, y, en cambio, no hacan el menor caso a lo honroso y til. Por eso Scrates, que utilizaba el mtodo de la refutacin como re
medio purgativo14, se iba granjeando su confianza al no de-
2068-2145; ndices II. 36.2, 1987, pgs. 1283-1299; A n Imperial Heri-
tage: The Religious Spirit of Plutarch of Chaironeia, ib. II. 36.1, 1987,pgs. 248-349, ndices II. 36.2, 1987, pgs. 1300-1322 y Darkly Beyond the Glass: Middle Platonism and ihe Vision of the Soul, en S. Ge r s h y C.
Ka n n e n g l e s s e r (eds.), Platonism in Late Antiquity, South Bend} Indiana,1982, Christianity and Judaism in Antiquity8, pgs. 39-60; R. M.a A g u -l a r Fe r n n d e z ,La nocin de alma personal en Plutarco, Madrid, 1980;P.-L. D o n i n i , Nozioni di daimon e di intermediario nella filosofa tra il
e i II secolo d. C., en E. Co r s i n i y E. Co s t a (eds.), L autumno del dia~volo, Miln, 1990, pgs. 37-50; J. D i l l o n ,Plutarch and the Separable In-tellect, Misticism o y Religiones Mistricas, ant. cit., pgs. 35- 44; C.Mo r e s c .h i n i , Ap uleyo mago o Apu leyus philosophus platonicus, en A.
P r e z J im ne z y G. C r u z A n d r e o t t i (eds.), Daimon, Predros, Magos
y Prcticas Mgicas en el Mundo Mediterrneo, Madrid-Mlaga, 2002,pgs. 161-190.
12 Eco de P l a t .,Apologa 23c-24a, Teeteto210c; cf. Sofista230b~c.13 La concepcin de la enseanza como una tchn,compartida por los
sofistas y Scrates, justifica la pretensin de los primeros a ser debidamente remunerados, provocando rivalidades entre ellos de las que Platn se burla en Hipias ma. 282b. Por lo dems, es sabido que Platn, como los
aristcratas en general, critica tan agriamente la prctica de cobrar por ensear como lamisthophora impuesta por Pericles (Gorgias515c).
14 P l a t . , Sofista230c-e, 231b.
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mostrar nada cuando examinaba a otros, y se los ganaba me- f
jor al hacer como que buscaba la verdad con ellos sin sos
tener su propia opinin15.
2. Adems, el hecho de engendrar es un impedimento io
para un juicio de real provecho. En efecto, el cario ciega
acerca de lo querido16, y de lo propio nada es tan querido
como una opinin y un razonamiento por parte del que lo ha
concebido. Y es que el reputado justsimo reparto de los hijos17 es sumamente injusto con respecto a los razona
mientos. En efecto, en aquello es menester escoger lo propio; en esto, en cambio, lo mejor, aunque sea ajeno18. Por
ello el que ha engendrado opiniones propias19 resulta peor
juez que los dems con respecto a lo suyo, y, lo mismo queuno de los sabios dijo que los eleos podran ser los mejores
rbitros olmpicos con tal que no compitiera un solo eleo20,
as tampoco es justo que en las discusiones el que pretenda
presidir y arbitrar como es debido aspire l mismo al premio b
y compita con los que vaya a juzgar. De hecho, cada uno de
15 P l a t . , Crmides 165b, Gorgias 506a, Cratilo 384c, y P l u t . , Cmodistinguir a un adulador de un amigo72 A , Contra Col. 1117 D.
16 Plat., Leyes. 731d~e. Recurrente en Plut.: Distinguir a un adula
dor48E, Cmo sacar provecho de los enemigos 90A, 92E. De esta sentencia Plutarco hace partir una guirnalda de ejemplos cada vez ms con
cretos.
17 Frase proverbial.18 P la t . , Fedn85c, Filebo29a.9 Posible eco de P l a t ., Repblica ,330 c Y es que, del mismo modo
que los poetas quieren a sus poemas y los padres a sus hijos, de ese mismsimo modo los que han adquirido sus riquezas por s mismos ponen su
afn en ellas, porque es obra propia... y de Fedro 275a: As t ahora,como eres padre de las letras, les has atribuido por cario el efecto contra
rio al que producen.20 P l u t . , Licurgo20, 6,Mximas de reyes y genera les 190C-D, 215E-
F. Ya antes H e r d o t o , II, 160 y D i o d o r o S c u l o , I, 95, 2.
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36 MORAL
los generales de los griegos, cuando votaron sobre las dis
tinciones, consider que l mismo haba sido el mejor21; y
no ha dejado de padecer eso ningn filsofo22, excepto los que, como Scrates, confiesan que no dicen nada suyo, los
nicos, por cierto, que se revelan como jueces puros e inco
rruptibles de la verdad. En efecto, lo mismo que si el aire en
los odos no est tranquilo y libre de voz propia, sino lleno
de ecos y de zumbidos23, no se capta con precisin lo dicho,
as tambin si algo, desde dentro, perturba con el estrpitode su rplica al elemento que juzga los argumentos filosfi-
c eos, ser difcil comprender lo dicho desde fiiera24; pues la
propia e ntima opinin no est dispuesta a aceptar lo quesea discordante con ella, como testifican la mayora de las
escuelas filosficas de las que la filosofa, en el mejor de los
casos, puede sostener una, pero todas las dems siguen siendo credas y batallando contra la verdad.
21 H e r d o t o VIH, 125 y P l u t . , Temstocles 17, 120d, [ P l u t . ] , Sobrela malevolencia de Herdoto 871D-E. El premio fue para Temstocles a
quin todos calificaron en segundo lugar. Esta ancdota puede estar en labase del Certamen de las Amazonas posiblemente una ficcin literaria que refiere P l i n i o , XXXIV, 53: varios escultores famosos habanrealizado estatuas de Amazonas para el Artemisio de feso. Antes de conceder los premios se pidi a los propios artistas que dijeran cul era la que,
detrs de la suya,consideraban ms hermosa.
22 La censura a los filsofos dogmticos que sostiene la comparacincon la conducta de los generales despus de Salamina puede incluir a la vez eco de P l a t ., Filebo 14b-c; recurrente en Contradicciones de los es
to icos 1036B donde censura a los que combaten por la victoria y no poralcanzar la verdad.
23 Cf. D i g e n e s d e A p o l o n i a ,Frag.A 19 D K ; T e o f r a s t o , Sobre los
sentidos19 y 41.24 Sobre el demon de Scrates588D-E y 589C-D.
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CUESTIONES PLATNICAS 37
3. Ms an, si no es posible al humano ni comprender
ni conocer nada25, es natural que la divinidad le impidiera alumbrar vaciedades, patraas e inconsistencias y que, en
cambio, lo obligara a refutar a los dems cuando sostenan
opiniones de esas caractersticas26; que no era escasa ayuda,
sino la mayor el que el razonamiento intentara liberarlos delmayor de los males, el engao27 y la frivolidad:
ni siquiera a los sclepiadas les concedi eso el d ios28
porque la medicina de Scrates no aspiraba a sanar el cuer
po, sino que era purificacin29 del alma llena de lceras y d corrupta30. Que si hay ciencia de lo verdadero y la verdad es
una31, no participa de ella menos que el que la encontr el
25 Escepticismo radical que Arcesilao atribua tambin a Scrates. Cf.P l u t ., Contradic. estoic. 1036A y Contra Col. 1121F-1122A. Sobre esto,
vase P. H. d e L a c y , Plutarch and the Academic Sceptics, Class. Journ.
49 (1953), 79-84.2
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38 MORALIA
que ha aprendido del que la encontr32; pues recoge ms
el que no cree tener33 y recoge lo mejor de cada cual, del mis
mo modo que el que no ha engendrado adopta el mejor hijo.
4. Eso sin contar34 que no mereca el menor esfuerzo l
dems poemas, conocimientos, discursos de oradores y
opiniones de sofistas que su demon impidi a Scratesalumbrar; en cambio, la nica sabidura que Scrates consi
deraba tal, la relativa a lo divino y pensable35 y que l lla
maba ertica36, esa no nace en los hombres ni es descubierta,
e sino que es reminiscencia37. Por eso, Scrates no enseabanada, sino que provocando en los jvenes dudas a modo de
dolores de parto, los despertaba, los animaba y les ayudaba
a dar a luz los pensamientos que se haban formado en
32 La afirmacin concuerda con un aspecto importante de la personalidad de Plutarco que, aunque no parece haber contribuido al progreso de
los conocimientos cientficos, est al tanto de los mismos y se muestra activamente comprometido en su divulgacin. De acuerdo con la alternativa
que Platn reitera enLaques186e-187a, Fedn 85c, 99c,Alcib ades 106d,109d-e, llOd, segn la cual se alcanza el saber tcnico por aprender de otro o por descubrimiento personal, esto no es necesariamente contradictorio con Sobre cmo se debe escuchar48 B-D donde defiende la investigacin que conduce a los descubrimientos. En cambio, para el superior nivel
de la Ciencia Platn exige que cada cual emprenda por s mismo la ascencin dialctica.
33 Cf. P l u t ., Sobre cmo se debe escuchar47D.34 En esta frmula, cuya traduccin literal sera fjate, encuentra T,
O p s o m e r , , pg. 78, la marca de la respuesta de Plutarco a lapregunta formulada y, con ello, la culminacin de la Cuestin.
35 La idea platnica, no socrtica.36 Cf. P l a t ., Banquete, 204b, 210e-212a; Repblica 409a, 490a~b,
501d, Teeteto 176c-d.
37 Cf. P l u t ., La desaparicin de los orculos422B-C. La doctrina dela reminiscencia es expuesta por P l a t . en Menn 85d-86c, Fedn 72e-76eyFedro 249a.
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CUESTIONES P LAT NICAS 39
ellos38. Y a eso lo llam oficio de comadrona39, que no in
troduce conocimiento desde fuera, como pretenden los otros,en aquellos con los que tratan, sino que a los que tienen en
s uno propio aunque imperfecto, confuso y necesitado de
alguien que lo cre y lo confrme, se lo ponen delante.
CUESTIN
1, Por qu ser que al dios supremo lo llam padre ycreador de todas las cosas40? Ser porque es padre de los
dioses de los engendrados41 y de los humanos, como
le dice Homero42, pero artfice de los irracionales e inanimados? Pues, dado que no se ha nacido de la placenta43, si-
i! Cf. , ., Teeteto 151 a-b y 157c-d.39 Cf. P la t . , Teeteto 16le, 184a-b, 210b.40 P l a t . , Timeo 28c; cf. 37c y 41a. En Charlas de sobremesa 718A,
P l u t a r c o altera el orden:patera kal poietn , En nuestro texto ha sustitui
do el to pantos, el Universo de Platn por ton pntdn, de todas las cosas, expresin que se utiliza tambin para el Universo. En opinin de F.F e r r a r i , Dio: padre e artfice, ob. cit, pgs. 395-409, frente aNumenioque refera los dos trminos a entidades distintas, padre al dios supremo,
identificado con el Bien y con el primer intelecto y artfice al intelectodemirgico, Plutarco atribuye ambos al nico dios de su metafsica, que es, a a vez, principio ontolgico y principio cosmolgico.
41 Cf. P la t , , Timeo40d.42 Padre de hombres y de dioses es una frmula que se aplica a Zeus
doce veces en la liaday tres en la Odisea .43 Pervive la teora clsica cf. E s q u i l o , Eumnides 657-661 se
gn la cual la madre slo es depositara del feto; frente a ella Empdocles
y Alcmen de Crotona, ambos mdicos y pensadores, Parmnides y De-
mcrito y, en opinin de P. L a n E n t r a l g o ,El cuerpo humano. Oriente y
Grecia antigua, Madrid, 1987, pg. 86, posiblemente tambin Anaxgo-ras, defienden la idea de que la semilla procede tanto de la mujer como del varn.
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no del esperma, dice Crisipo44 que es llamado padre el quepropociona el esperma. O us la metfora como sola y
llam a la causa padre del universo, lo mismo que en el Banquete45 llama a Fedro padre de los discursos sobre el
looia amor, porque fue el que los propuso; y en el dilogo de su
nombre46 lo llama el de hermosos hijos, porque l dio
ocasin a que tuvieran lugar muchos e importantes argu
mentos filosficos47? O es diferente el padre del creador y
el nacimiento del origen48?, pues lo mismo que lo engendrado ha empezado, precisamente con ello, a vivir49, y no
hay vuelta atrs, as tambin el que lo ha engendrado, preci
samente con ello, lo ha hecho, porque el nacimiento es elempezar a vivir de un ser animado50; pero, mientras la obra
producida se opone a su creador, sea ste albail, tejedor,
fabricante de liras o escultor, la vitalidad inicial le es suministrada al que ha sido engendrado por el que lo engendr51
y conserva su naturaleza, como fragmento y parte que es delb que lo engendr52. Puesto que, en verdad, el universo no se
parece a los productos modelados o compuestos, sino que
contiene en s gran parte de vitalidad y de divinidad, que el
dios derram de s mismo e incorpor en la materia53, es na-
44 Filsofo estoico del s. ni a. C. SVF, Frag. 1158.45Banquete 177d. Plutarco aplica aqu el principio hermenetico Pa-
tonem ex P latone saphnizeinque utiliza masivam ente en la primera partedel Sobre la generacin del almaen el Timeo; sobre este principio, vase F. F e r r a r i , Struttura e funzione, 535-5 38 , con bibliografa y paralelos.
46 Pl a t .,Fedro 261a.47Fedro 242a-b.4S De acuerdo con los Mss. E, B, > n.
49 De acuerdo con los Mss.
50 Cf. Pl a t .,Banquete 196e-197a; 205b-c.51 Cf. Pl u t ., Sobre la tardanza de la divinidad en castigar559D.52 Cf. Pl u t ., Sobre el refrenamiento de la ira462F.
53 Cf. Pl u t ., Charlas 718A. La creencia de que el Universo es divino y de que el alma humana o parte de e lla - es de la misma sustancia que
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CUESTIONES PL ATN ICAS 41
tural que lo llame a la vez padre del Universo, porque ste es un ser vivo, y creador.
2. Siendo esto fundamentalmente concorde con la opi
nin de Platn, has de considerar atentamente si tambinmerece ser creda esa otra conocida afirmacin de que, sien
do dos los elementos de los que est constituido el Univer
so, cuerpo y alma54, al primero no lo engendr el dios, sino
que, dada la materia, le dio forma y la ajust55, sometindoy definiendo lo ilimitado con los lmites56 y figuras apropia
dos57. En cambio el alma, como participa de intelecto, raciocinio y armona58, no es slo producto, sino tambin par
te del dios y no se ha producido por obra suya, sino de l y apartir de l59.
la divinidad se encuentra en los rficos (B 19 DK) y en los presocrticos (H e r c u t o , Frag. A 15 DK). La idea es bsica en el pitagorismo: Segn
refiere A l e j a n d r o P o l i h s t o r para los pitagricos el alma de los hombres es un apspasm a o fragmento del ter y lo caliente y lo fro; y es inmortal porque inmortal es aquello de lo que se ha desprendido. En los mi
tos escatolgicos de Plutarco este elemento divino, el nos, es superior alresto del alma. Cf. P. T h e v e n a z , ob. cit,, pg, 72; F. B r e n k , The Origin
and Retum of the Soul in Plutarch, en M. G a r c a V a l d b s (ed.),Estudiossobre Plutarco: ideas religiosas, ob. cit.
54 P l a t . Timeo 34a-b, 36d-e.55 El locus classicuspara la concepcin platnica del proceso de crea
cin como imposicin del orden se encuentra en Gorgias 503e; para la
creacin del mundo, vase Timeo 31c-32c, 53b; 69c. En Plutarco, estaconcepcin se repite en Sobre la generacin del alma... 1014B-C t isis y Osiris372F.
56 Cf. P l a t ., Fileho27d .57 Cf. P l u t ., Charlas... 719A y Sobre la generacin del alma... 1023C.58 Sobre el concepto de harmona,vase la nota a Sobre la generacin
del alma... 1013D.59 Cf. P l u t ., Sobre la tardanza de la divinidad... 559D. Plutarco am
pla lo dicho aqu en Sobre la generacin del alma... 1041E; sobre el usode preposiciones diferentes, vase H. D r r i e , Le platonisme de Plutar-
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42 MORALIA
CUESTIN 60
1. En la Repblica61 compara el conjunto de todas l
cosas62 con una lnea dividida en segmentos desiguales63, el
del gnero de lo visible y el de lo racional, y de nuevo, de
acuerdo con la misma proporcin, divide cada uno de ellos en dos y, una vez que ya ha trazado los cuatro segmentos, en
el de lo racional seala en primer lugar el relativo a las pri
meras formas, y en segundo lugar el matemtico; al primersegmento de lo sensible corresponden los cuerpos slidos, y
al segundo sus reproducciones e imgenes. Y a cada uno de
los cuatro los hace objeto de una facultad propia, entend-d miento al primero, reflexin al matemtico, y a los percepti
bles creencia y conjetura a los relativos a las imgenes y reproducciones. Pues bien, con qu objetivo dividi el conjunto
en segmentos desiguales y cal de los segmentos es mayor,
el inteligible o el perceptible? Que l no lo explcita.
que, Actes du VJI Congrs G. Bud, Pars, 1969, que atribuye el cambioa influjo aristotlico. En cuanto al paralelismo entre este pasaje y La des
aparicin de los orculos435, cf. R. M. A g u i l a r ,ob.cit., pg. 201.60 En su anlisis de la estructura de esta Cuestin> J. Op s o m e r ,
, pgs. 80-82, constata que en la primera seccin de la respuesta
hay seis argumentos, rgidamente encadenados por ti, sin marcas formales que permitan establecer relaciones o una jerarqua entre ellos. En la segunda seccin, en cambio, las formulas introductorias varan, es perceptible una gradacin entre los argumentos y queda claramente marcada lamayor importancia del ltimo.
61 Repblica509d-51 le.
62 La suma de los dos gneros que han quedado deslindados en el smil del Sol, el de las cosas visibles y el de las cosas inteligibles.
63 Sobre el problema de lectura que se plantea aqu a Plutarco, vase loque decimos en la Introduccin a este opsculo.
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CUESTIONES P LATNICAS 43
Al pronto parecer que es mayor el perceptible64; en
efecto, la esencia de lo inteligible, indivisible y por ello in
mutable, est condensada breve y limpiamente; en cambio,la relativa a los cuerpos, dispersa y errante65, produce loperceptible. Adems, lo incorpreo est emparentado con el
lmite, mientras que el cuerpo es ilimitado66 e indefinido en
tanto que materia y se hace perceptible cuando es definido
por participacin de lo inteligible67. Ms an, lo mismo quecada una de las propias cosas perceptibles tiene muchas re
producciones y sombras e imgenes y que, en suma, es po
sible que a partir de un solo modelo se produzcan, tanto na
tural como artificialmente, muchsimas imitaciones, as elque las cosas de aqu difieran de lo de all en nmero, es ne
cesario de acuerdo con la doctrina de Platn, porque da porsentado que las realidades inteligibles son modelos o formas
de las cosas perceptibles que vienen a ser reproducciones o
reflejos de aqullas. Ms an, deduce la inteleccin de lasformas68 de la abstraccin y depuracin de lo corpreo, pa-
64 De la eventual mayor extensin del segmento de la lnea que repre
senta a las realidades inteligibles parece deducirse la mayor extensin de
las mismas. Este punto de vsta es considerado errneo en el 2.65 Plutarco acude a conceptos del Timeo cf. 3 5 a y 3 7 a para explicar
laRepblica; no puede, por tanto sorprendemos el que la terminologa
utilizada sea comn al Sobre la generacin del alma... (cf. 012B, 1014D,
1022E-F). Estos trminos aparecen tambin en Sobre la tardanza de la divinidad... 428B, 430D y en Charlas...718D y 719E.
66 Cf. P l u t ., Sobre las nociones comunes, contra los estoicos 1080E.67 Cf. P l u t ., Sobre la generacin del alma... 1013C.68 P l a t n dice en Repblica 51 Id cf. Filebo 62a y Timeo 28a y
52a que el conocimiento de tipo nsis slo puede tener por objeto las
Ideas, pero, tanto enFedn 74a-76e como enFedro 250a-d explica que lo
que en este mundo nos encamina hacia ellas es la capacidad de evocacin de las mismas que tienen las cosas sensibles que las imitan o participan de
ellas.
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44 MURALLA
sando en el plan de estudios69 desde la aritmtica a la geo
metra70 y tras sta a la astrologa y colocando por encima f de todas la armnica, Y es que las figuras geomtricas sur
gen cuando la cantidad adquiere extensin71; y los slidos
cuando la extensin adquiere profundidad; los objetos de laastrologa cuando los slidos adquieren movimiento y los de
la armnica cuando el sonido se agrega al cuerpo en movi
miento. Conque, eliminando el sonido de los que se mue-ioo2a ven, el movimiento de los slidos, la profundidad de los
planos y la extensin de las cantidades daremos con las pro
pias formas inteligibles72, que no difieren en nada entre s, si
son consideradas desde el punto de vista de su carcter sin
gular y nico73. En efecto, la unidad no produce el nmero,
69 El plan de estudios al que son sometidos los guardianes de la Ciudadque han de llegar a ser filsofos y regentes en Repblica 525b-531d.
70 Incluye, sin duda, junto a las figuras planas la estereometra tratadapor P l a t . en Repblica 528a-e. De hecho, Plutarco menciona explcitamente los slidos en las lneas siguientes.
71 Para este uso de mgelhos como extensin de un plano, cf. G o r -g i a s ,Frag. B3 DK .
72 Tambin A l e j a n d r o d e A f r o d i s i a atribuye a Platn este modo deacceder a las Formas, que pone en relacin con la idea de que en la jerarqua ontolgica de la realidad los niveles superiores son ms simples. Favorable a la tesis de Alejandro se muestra F. L i s i , Ontologa y Poltica enPlatn, ECls. XXXIV (1992), 101, 7-21 (cf. concretamente, pg. 10).Por su parte, A r i s t t ., Fsica193b35-194a7 da a entender que es ajeno al
propio Platn este modo de acceder a las ideas, que, por lo dems, le parece una extrapolacin abusiva de las Matemticas a la Metafsica. Cf . H.C h e r n i s s , A ristotles criticism o f Plato and (he Academy, I, Baltimore1944, pgs. 203-204. Por otro lado, J. Op s o m e r , , pg. 82, esti
ma que, muy probablemente, Plutarco haya tomado este argumento demanuales escolares o repertorios doxogrficos y que, de ningn modo, podemos atriburselo, porque es un aspecto de un razonamiento ms amplio,
que Plutarco va a refutar a continuacin. En el mismo sentido se pronunciaH. C h e r n i s s ,Plutarch s MoraliaXIII, 1, pg. 39.
73 Cf. [P l u t .], Dichos877B.
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CUESTIONES PL ATN ICAS 45
a no ser que entre en relacin con la diada infinita74. Y unavez que, de este modo, ha producido el nmero, sigue a los
puntos, luego a las lineas y a partir de stos contina hacia
las superficies, profundidades y cuerpos y tambin a las cua
lidades de los cuerpos sometidos a alteraciones. Adems, alas realidades inteligibles las juzga una sola facultad, el en
tendimiento; en efecto, la reflexin es el entendimiento apli
cado a los objetos matemticos ya que en ellos se reflejan las realidades inteligibles como en espejos75; en cambio, pa
ra conocer los cuerpos, como son tantos, la naturaleza nos
ha dado cinco facultades y rganos sensitivos diferentes; y
no todo es captado por ellos, que por su pequeez muchas
cosas escapan a la percepcin. Ms an, lo mismo que, es
tando cada uno de nosotros constituido por el alma y elcuerpo, el elemento rector inteligente es pequeo y est
oculto en una gran masa de carne76, es verosmil que as le
ocurra en el Universo a lo inteligible con respecto a lo per
74 Cf. P l u t ., Sobre la generacin del alma... 1012E, 264A, 374A,388A, La desaparicin de los orculos428E-429B, A r i s t t ., Metafsica
XIV 4, 1091a23. Esta definicin del nmero, que corresponde al pitagorismo, enmascara la distincin entre nmero vulgar, nmero matemtico
y nmero ideal que Platn, en coherencia con su doctrina, exige en Repblica 524e-526b. Cf. Cartas VII 342a-343b. El testimonio de S i m p l i c i o
indica que la diada, al ser determinada por la unidad produce el dos ideal. Cf. L i s i , ibidem. Como observa Ch. F r o i d k f o n d , Plutarque et le plato-
nisme, pg. 192, la crtica de Plutarco a Jencrates implica la unificacinpor parte de ste del nmero matemtico y el nmero ideal.
75 C f . P lu t . , Charlas718E. La comparacin de Plutarco atribuye grficamente carcter de imagen a las entidades matemticas, aunque, como indica H. C i i e r n i s s , P lu ta rchs Moralia XIII, 1, pg. 41, no responde
al planteamiento platnico.76 Cf. P l u t ., Sobre la tardanza del castigo. 5 64A, No es posible vivir
1105 D y Sobre las nociones com. 1084B.
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46 MORALIA
ceptible 77; en efecto, las realidades inteligibles rigen a las
corporales, pero lo que procede de un principio es ms nu
meroso y extenso que cualquier principio 78.
2. Contra esto se podra decir en primer lugar que
comparar lo perceptible con lo inteligible estamos, en ciertomodo, igualando lo mortal a las realidades divinas, puesto
que la divinidad se cuenta entre las realidades inteligibles79;
a continuacin que, sin lugar a dudas, lo contenido80 es siempre menor que el continente y que la naturaleza del mundo
c rodea lo perceptible con lo inteligible, pues el dios puso el
alma en el centro y la extendi en todas las direcciones y
an desde fuera envolvi los cueipos con ella81. Pero, co
mo se dice en las L eyes82, el alma no es visible ni percepti
ble por ninguno de los sentidos; por eso tambin cada uno
de nosotros est destinado a corromperse, mientras que el
Universo no ha de corromperse, pues a la condicin vital de
cada uno de nosotros la rodea el elemento vinculado a la
muerte y disolucin; en cambio, en el Universo lo corpreo,como est rodeado en medio83, se conserva constantemente
por obra del poder supremo e inmutable84. De hecho, se dice
77 La relacin de analoga entre microcosmos y macrocosmos aparece
ya en D e m c r i t o Frag. B 34 D K . En P l a t n , la encontramos en Filebo 29a-30a. A un planteamiento semejante acude en la Repblica cuando estudia las virtudes del alma en el Estado, en la esperanza de que su mayor
tamao permita captarlas mejor.78 Cf. 1003E, Charlas636A-B y Sobre las nociones com. 1077A-B.
79 Cf. P l u t ., Sobre la generacin del alma 1016B, donde e l d io s e siden t if icado con l a m e jo r de l a s rea l idades in te l ig ib le s .
80 Cf. P lu t ., Sobre la generacin del alma 1023A.81 Timeo34 b. Cf. P l u t ., 1023A.
82Leyes. 898e.83 Cf. Plat., Timeo36e.84 La razn que da P l a t n en Timeo41 a-b para que el Universo, que
por ser compuesto y haber nacido, est lgica y naturalmente abocado a la
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CUESTIONES PLATNICAS 47
de un cuerpo que es indiviso e indivisible por su pequeez,
mientras que lo incorpreo e inteligible lo es por ser simple, d
puro y estar libre de toda alteridad85 y cambio. Adems, es
fcil hacer conjeturas sobre lo incoipreo a partir de lo cor
preo. Se dice as que el ahora es indiviso e indivisible86y que est simultneamente en todas partes87 sin que haya
parte alguna del mundo exenta de l, pero tambin que to
dos los accidentes y acciones y todas las destrucciones y ge
neraciones que tienen lugar en el Universo estn envueltos
en el ahora. Y, por ser lo inteligible simple y homog
neo88, facultad que lo tenga por objeto es slo el entendi
miento, como de la luz la vista; en cambio, dado que los
cuerpos tienen muchas diferencias y desigualdades, hay unas
facultades que son como instrumentos para captar unos y otras para captar otros89. Pues bien, tampoco desprecian con e
disolucin y la muerte, se conserve, es la bondad y voluntad del dios. Cf.
P l u t ., Charlas720B.85 El inters de Plutarco por evitar la confusin entre los tomos y {o
inteligible es ms evidente en la argumentacin del Sobre la generacinde l alma 1022E.
86 Cf. P l u t ., Sobre las nociones com. 1081C y, antes, A r i s t t ,, Fsi
ca233b33-234a24.87 Cf. P l a t .,Parm nides 131b, A r i s t t .,Fsica218bl3 y 220b5-6.88 Como oportunamente indica H. C h e r n i s , Plutarch s Moralia 1 ,
1, pg. 46, n. a, que trae a colacin Contra Col. 1114D, homogeneidad y
simplicidad slo son atributos de lo inteligible.89 Frente a la tradicin fiisofica encarnada en Parmnides y Herclito,
E m p d o c l e s , Frag. DK B3, 4 y A86 nos apremia como dice W.Ja e g r r , La teologa de los prim eros fil sofos griegos, trad. esp., Mxico,
1952, reprint. Madrid, 19934, pg. 136- para que confiemos en nuestros
sentidos o, mejor dicho, en cada uno de nuestros sentidos para el aspecto de la realidad que puede captar, porque las sensaciones de las cosas sensi
bles resultan de las emanaciones que son adecuadas para penetrar los poros de cada sentido concreto. Consecuencia de ello es que ninguno denuestros sentidos puede conocer las afecciones de los dems.
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48 MORALIA
fundamento lo inteligible90 y la capacidad de pensar que hay
en nosotros, pues, por ser mucha y grande, est por encima
de todo lo perceptible y accede a lo divino. Mas lo fundamental es que l mismo, al exponer en el Banquete9i cmo
hay que utilizar los sentimientos amorosos, haciendo pasar
al alma de las percepciones hermosas a lo inteligible, insta a
no someterse y servir la belleza de un cuerpo, ocupacin onica ciencia, sino, despreciando la mezquindad que reside
en ellos, a dirigirse al inmenso pilago de la belleza.
CUESTIN IV
Cmo ser que al demostrar que el alma es siemprems importante que el cuerpo y causa92 y principio de su
generacin93, repite94 que no podra haber alma sin cuerpo95f ni entendimiento sin alma96, sino alma en el cuerpo y enten
dimiento en el alma?, pues va a parecer que el cuerpo es y
90 Plutarco entiende que elnoses inteligible.91Banquete21 Od.92 Mientras que, como es sabido, en los dilogos de la poca de madu
rez Platn encuentra la causa de todo lo que existe en las Ideas, especialmente en la Idea del Bien (cf. Repblica 509b) y aunque en el Sofista(248e-249a) admite que movimiento y alteridad son principios, lo cierto
es que evita ver en ellos la causa del movimiento que, a partir del Fedro,atribuye al alma y a la divinidad. Cf. sobre esto J; B. S k e m p , The theory ofmotion in P la to s la ter dialogues, Cambridge, 1942.
93 Timeo 34b-35 a yLeyes 896a-c; cf. P l u t ., Sobre la generacin delalma 1013E-F y 1016A-B.
94 Esta idea haba sido expuesta por P l a t . en Timeo 30b, 34c y Leyes896a.
95 Esto es una generalizacin abusiva de lo que sigue, en contradiccincon la tesis de la inmortalidad del alma y de su liberacin del cuerpo.
96 Timeo46d, Sofista249a,Filebo30c.
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CUESTIONES PLATNICAS 49
no es, porque al tiempo que coexiste con el alma es tambin
engendrado por el alma. O ser verdad lo que hemos repe
tido muchas veces97? Esto es, que el alma sin entendimien
to98 y el cuerpo sin forma" coexisten constantemente uno
con otro, sin que ninguno de los dos haya tenido generacin
ni principio, sino que, cuando el alma llega a participar del
entendimiento y de la armona100 y ha conseguido hacerse
prudente gracias a la concordancia, se convirti para la materia en causa del cambio y, dominando con sus propios
movimientos los de aqulla101, la atrajo y enderez sus mo
vimientos 102; de ese mismo modo el cuerpo del universo fue
37 Para la trada entendimiento, alma, cuerpo en la que el alma es configurada por el entendimiento y, a su vez, configura al cuerpo, formulada
para e alma individual en el Sobre la cara visible de la luna, cf. R. A g u -
l a r ,ob. cit pgs, 51 ss. y 202.98 En Timeo 44a Platn califica explcitamente de nous el alma hu
mana, enloquecida al encamarse, algo muy distinto de la tesis del alma precsmica que Plutarco sostiene aqu. Plutarco es consciente de la originalidad de su explicacin que le permite no slo justificar el movimiento
de la materia antes de la creacin del mundo, sino tambin resolver el pro
blema del origen del mal. El tema es ampliamente desarrollado en el Sobrela generacin del alma 1014B-E. Cf. 1017A-B. Sobre esto, vase M.B a l t e s ,D ie Weltenstehung, pgs. 38-45 y 93-94; F. E. B r e n k , An Imperial Heritage, especialmente pp. 264-265, L. B r i s s o n , Le Mme et l Autre, ant. cit,pgs. 297-299 y 449-454. De ello me he ocupado en Plu
tarco ante el problema del mal en Platn, pgs. 333-341.99 Timeo50d y 51a; cf. Sobre la generacin del alma... 1014F.
100 En la segunda Cuestin, 1001C, Plutarco atribuye a la divinidad laimposicin de orden, razn y armona en el alma; del mismo modo, en Sobre la generacin del alma se lo atribuye al Demiurgo. Aqu, en cambio,
no menciona agente externo.101 Cf. Timeo42c-dy P l u t ., Sobre la generacin del alma... 1024D.102 Para la oposicin que Plutarco establece entre el movimiento cati
co del alma precsmica y el movimiento racionalmente ordenado del alma
csmica, cf. Cuest. platnicas 1007C, Sobre la generacin del alma...1014F-1015A y 105E. Como indica F. C a s a d e s s B o r d o y , Comentarios plutarqueos sobre la creacin del mundo en el Timeo de Platn, en
1003A
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50 MORALIA
generado por obra del alma, cuando se fue amoldando y haciendo parecido a ella. En efecto, el alma no fabric la na
turaleza del cuerpo a partir de s misma ni a partir del no ser,
sino que a partir del cuerpo sin orden103 y sin estructura hizo
b un cuerpo organizado y dcilm . Por tanto, lo mismo que sialguien dijera que la capacidad de la semilla est siempre en
lo corporal, pero que el cuerpo de la higuera o del olivo na
cen por obra de la semilla, no dira nada desacertado (pues
el mismo cuerpo, al producirse en l movimiento y cambio
por obra de la semilla, adquiere sus caractersticas y germi
na 10S), de ese mismo modo la materia informe e indefinida,
se organiza por la presencia del alma y adquiere esa forma ydisposicin caractersticas.
CUESTIN V
1. Por qu, siendo as que hay cuerpos y figuras rectos
unos y circulares otros106, tom como principios de los rec-
A . P r k z . J i m n e z , J. G a r c a L p e z y R. M.a A g u i l a r (eds.), Plutarco,Platn y Aristteles, pgs. 254-260, Plutarco hace del alma inteligente, e.
e., una vez que ha sido dotada de nos, el sujeto de una serie de accionesque hasta ese momento eran de la exclusiva competencia del Demiurgo.
103 Cf. Sobre la generacin del alma 1024A-B y Charlas720B.104 Cf. Sobre la generacin del alma 1029E. Plutarco parece haber
amalgamado aqu el caracter eupeithsdel caballo bueno delFedro (254a)
y la persuasin que el demiurgo ejerce sobre la Necesidad en Timeo48a y
56c. Por lo dems, la idea de que el espritu impone el orden a una materia catica y con ello la convierte en ksmos era ya fundamental en Ana