partidos politicos

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 Capítulo noveno. La teoría gen eral de los parti dos pol íticos . . 183 I. In tr oducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 II. Algu nos d e los factor es qu e dific ulta n la ela bor ación de una teoría general de los partidos políticos  . . . . . . . . 185 1. La nat ural eza de las ciencias sociales . . . . . . . . . 185 2. La determinación de la disciplina social a la que le corresponde el estudio de los partidos políticos  . . . . 187 3. La relativa noved ad” del tema de los partidos políticos 188 4. La creciente complejid ad social y tecnológi ca . . . . . 189 5. La diversidad de los sistemas políticos . . . . . . . . . 190 6. La falta de estudios multidisciplinarios que incorporen la consideración de factores bioquímicos al estudio de los fenómenos políticos  . . . . . . . . . . . . . . . . . 194 7. La falta de observación directa de los fenómenos po- líticos por parte de los científicos sociales  . . . . . . . 196

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Partidos Politicos

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  • Captulo noveno. La teora general de los partidos polticos . . 183

    I. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183II. Algunos de los factores que dificultan la elaboracin de

    una teora general de los partidos polticos . . . . . . . . 185

    1. La naturaleza de las ciencias sociales . . . . . . . . . 1852. La determinacin de la disciplina social a la que le

    corresponde el estudio de los partidos polticos . . . . 187

    3. La relativa novedad del tema de los partidos polticos 1884. La creciente complejidad social y tecnolgica . . . . . 1895. La diversidad de los sistemas polticos . . . . . . . . . 1906. La falta de estudios multidisciplinarios que incorporen

    la consideracin de factores bioqumicos al estudio delos fenmenos polticos

    . . . . . . . . . . . . . . . . . 1947. La falta de observacin directa de los fenmenos po-

    lticos por parte de los cientficos sociales . . . . . . . 196

  • CAPTULO NOVENO

    LA TEORA GENERAL DE LOS PARTIDOS POLTICOS

    I. INTRODUCCIN

    La formulacin de una teora general de los partidos polticos, que ex-plique su origen, constitucin, organizacin, financiamiento, funciona-miento y extincin, es una tarea relevante debido a una multiplicidadde factores terico-cientficos y prcticos. Ahora bien, para los fines deeste libro, la citada labor es uno de los prerrequisitos ms importantes,por ejemplo, para que los juristas y legisladores formulen, a su vez, unmarco legislativo de los partidos polticos que sea eficaz y justo, enespecial tratndose de la regulacin del financiamiento de los partidosy las actividades polticas, que en Mxico, con las polmicas surgidasa raz del financiamiento de la precampaa presidencial de Vicente Fox1en 2001, as como sobre la campaa de Francisco Labastida Ochoa yel supuesto financiamiento de la misma proveniente de fondos de Pemex,2en 2002, as como en Estados Unidos, con el intento de compra dela candidatura presidencial de Ross Perrot en 1992, y del republicanoSteve Forbes en 1995-1996, es un complejsimo fenmeno que abarcaun espectro de actividades que incluyen desde las acciones de los pre-candidatos a puestos de eleccin popular previas a la etapa formal yoficial de inicio de los procesos electorales, pasando por una intrincada

    183

    1 Se puede investigar de oficio apoyos a Vicente Fox Quesada , nota de JorgeOctavio Ochoa aparecida en la seccin Nacin de El Universal, 15 de julio de 2001,p. 14; A solicitud de PRI y PRD, la investigacin que hace el IFE sobre gastos depropaganda de Fox , nota de Mireya Cullar, La Jornada, 13 de julio de 2001.

    2 Exige PRD investigar el posible desvo en PEMEX , nota de Lilia Sal y JorgeTehern, El Universal en lnea, seccin Nacin, 22 de enero de 2002, p. 5; Pediremosdatos del presunto desvo: IFE , nota de Lilia Sal Rodrguez y Jorge Octavio Ochoa,en seccin Nacin de El Universal, 22 de enero de 2002, p. 4; Se deslinda LabastidaOchoa de supuesto financiamiento ilegal , nota de Jorge Tern, seccin Nacin, El Uni-versal, 22 de enero de 2002, p. 4.

  • madeja de prcticas contables y financieras que esconden posibles usosde recursos pblicos en campaas electorales, llegando hasta los mlti-ples mecanismos de evasin de las prohibiciones en materia de dona-ciones y contribuciones polticas que an permiten a los dueos del grancapital mundial tener una influencia injusta y desproporcionada en elxito de las campaas presidenciales de muchos pases del mundo. Eneste sentido, es de palmaria claridad que la normativa jurdica en lamateria del financiamiento de los partidos y las actividades polticas anivel mundial se encuentra an en un continuo proceso de mejora-miento y adaptacin, que en gran medida, depender para su perfeccio-namiento futuro de la elaboracin an pendiente de una genuina teorageneral de los partidos polticos de aplicacin universal.

    As pues, en la actualidad, tanto el derecho electoral general comolas normas internas partidarias que regulan a los partidos polticos, sehan visto rebasados por la compleja y huidiza realidad poltica existenteen la gran mayora de los pases del mundo y, por ende, se han vueltoinsuficientes para confeccionar esquemas jurdicos que regulen, eficazy equitativamente, el fenmeno del financiamiento de las actividades delos partidos. De esta manera, las normas jurdicas, en especial las rela-tivas a la democracia interna partidaria, y al financiamiento de los par-tidos y a su participacin en los medios masivos de comunicacin, sehan visto desbordadas por la dinmica social contempornea, porqueno se cuenta an con un cuerpo de conocimientos tericos y prcticoslo suficientemente profundo, extenso y sistematizado sobre los partidospolticos, como para poder estructurar una normatividad jurdico-cons-titucional partidaria efectiva, adems de justa. Esta gran carencia obedecea varios factores, problemas y condiciones que dificultan la elaboracinde una teora general de los partidos polticos y que se analizarn en elpresente captulo. En este sentido, para nosotros, el rgimen jurdico delos partidos polticos ideal, sera aquel ordenamiento electoral justo yeficaz, que reuniera los siguientes requisitos: 1. Permitir el libre juegoentre, y dentro de los diversos partidos; 2. Prohibir la formacin de mo-nopolios del poder poltico; 3. Fomentar la participacin ciudadana enlas organizaciones polticas; 4. No limitar la democracia participativadel sistema poltico, y 5. Propiciar la formacin de una tradicin polticanacional.

    Ahora bien, para que un rgimen jurdico-electoral de los partidospolticos adems de eficaz, sea equitativo, deber basarse necesariamente,

    184 FRANCISCO JOS DE ANDREA SNCHEZ

  • en una teora general de los partidos polticos, que ofrezca los elementosnecesarios para estructurar un esquema normativo comprobado cientfi-camente.

    De esa manera, si el derecho electoral aplicable a los partidos polticoses violado constante y abiertamente en la realidad, o bien va tecnicismosjurdicos, entonces es necesario adecuar sus disposiciones a la realidadpoltica para que stas s sean observadas. Por ejemplo, si un determinadorgimen jurdico de los partidos polticos tiende a favorecer a determi-nado partido o partidos, aqul deber ser reformado para que el sistemapoltico auxilie en la configuracin de un verdadero Estado de justiciasocial. Pero, precisamente para poder realizar los ajustes necesarios enuna legislacin electoral partidaria dada, es que hace falta contar primerocon una teora general sobre los partidos polticos elaborada con rigorcientfico.

    II. ALGUNOS DE LOS FACTORES QUE DIFICULTANLA ELABORACIN DE UNA TEORA GENERAL

    DE LOS PARTIDOS POLTICOS

    1. La naturaleza de las ciencias sociales

    En las ms variadas ramas del conocimiento humano, y en especialrespecto de las ciencias exactas, las teoras, al aplicarse, han permitidoa la humanidad controlar a los elementos de la naturaleza para aprove-charlos en su beneficio. El conocimiento especulativo ha sido, pues, laprimera fase del avance de la humanidad en los ms diversos campos.Indudablemente, es una verdad de Perogrullo, que muchos de los avancesde la ciencia moderna que hacen la vida ms llevadera para el hombre,se originaron en una teora. La teora, sin embargo, es slo la primeraetapa del avance; la aplicacin prctica posterior de ese conocimientoterico, permitir comprobar la veracidad de aquel conocimiento queantes de ser aplicado, era tan slo una mera hiptesis. Ahora bien, conrespecto a nuestro tema en particular, los partidos polticos y su finan-ciamiento bajo el derecho electoral y las normas internas de los propiospartidos, el desarrollo de la teora se ha visto dificultado notablementepor varios factores que a continuacin trataremos.

    LOS PARTIDOS POLTICOS 185

  • La primera cuestin que dificulta la formacin de una teora generalde los partidos polticos, surge a raz de que el estudio de stos corres-ponde a las ciencias sociales, llamadas tambin ciencias del espritu ,lo cual significa que los problemas (v. gr. financiamientos ilegales delos partidos y las actividades polticas) que debe resolver una teorageneral de los partidos polticos, estn ntimamente vinculados con fe-nmenos sociales que tienen como principal protagonista al ser humano,y siendo ste una compleja y sempiterna mezcla de razn y de emocin,su conducta nunca sigue patrones rgidos y uniformes, lo que impideestablecer como en las ciencias exactas que ante determinado estmulo,el hombre reaccionar necesariamente de forma previsible.

    La anterior impredecibilidad inherente a la conducta humana indi-vidual, que se ve multiplicada cuando consideramos a una sociedad dehombres en su conjunto como el objeto de un estudio, es lo que haceque las ciencias sociales se enfrenten, en muchas ocasiones, a problemasde mucho mayor complejidad que las propias ciencias exactas. A guisa deejemplo, tomemos al ser humano, que hace ms de 30 aos, pudo enviara uno de su especie a la Luna y ha llegado, tambin, a controlar parasu beneficio la energa nuclear; pero, en contraste, hasta cundo termi-nar con la pobreza, con las enfermedades, con la violacin de los de-rechos humanos, con las rupturas del orden constitucional y de las nor-mas electorales, o con las usurpaciones efmeras del poder constituido,o con los gobiernos autocrticos y las ms variadas injusticias sociales?Qu duda puede caber, a principios del siglo XXI, que la solucin aeste tipo de problemticas tendr que provenir fundamentalmente de es-tructuras, sistemas e ideas surgidas entre las filas de los cientficos so-ciales.

    Los anteriores, son, pues, slo algunos de los problemas que les tocaresolver a las ciencias polticas y sociales entre ellas, el derecho cons-titucional, el derecho electoral, la ciencia poltica y la sociologa.Como resulta evidente, la tarea sealada es realmente titnica, y debeser abordada necesariamente por las ciencias sociales puesto que unade las opciones alternativas: que estos lacerantes problemas sociales seanresueltos primordialmente por las ciencias exactas, nicamente nos puedeofrecer los horrores de una sociedad estratificada con base en un pro-yecto de ingeniera gentica al estilo de Un mundo feliz, de Aldous Hux-ley, en el cual, los grandes problemas sociales que surgen de las dife-rencias de clase, mentalidad, ideologa y opinin que se dan de manera

    186 FRANCISCO JOS DE ANDREA SNCHEZ

  • natural entre los seres humanos, s son resueltos definitivamente, peroa travs del horror de la manipulacin de cdigos genticos sin par-metros morales y ticos. En este sentido, cabe recordar que el descifra-miento del genoma humano implica grandes y potenciales ventajas parael ser humano en el campo de la medicina y la biologa, pero igualmenteacarrea riesgos morales sociales y polticos de inconmensurable dimensin.

    2. La determinacin de la disciplina social a la que le correspondeel estudio de los partidos polticos

    Por otro lado, y tambin como parte de la problemtica de las cienciassociales, surge una segunda cuestin, que consiste en determinar a culde estas ltimas corresponde el estudio cientfico de los partidos polti-cos. Ahora bien, para esclarecerla, comenzaremos por recordar que laaversin inicial de juristas y de legisladores en general hacia los partidospolticos, fue justamente una de las razones que propici que ste fueseun tema estudiado inicialmente slo por la sociologa poltica y,posteriormente, por la ms novedosa ciencia poltica, ante el rechazoempecinado de la ciencia jurdica. Al respecto, nos dice Pedro de Vega:Constituyendo los partidos uno de los datos ms sobresalientes de lavida poltica en toda Europa, desde por lo menos la segunda mitad delsiglo XIX, es lo cierto que su existencia fue sistemticamente ignoradapor el derecho .3

    Por su parte, en relacin al anterior problema, Lavau sostuvo que noobstante que

    la ciencia poltica amenazaba con sobrepasar en diez aos el estril formalis-mo de la ciencia jurdica tradicional... que idealista y desconectada de lo real...no abordaba con seriedad el tema de los partidos polticos aunque tampocola primera era una disciplina adecuada para enfrentar el complejo temapuesto que... la naciente ciencia poltica consideraba a los partidos comomeras estructuras, como mquinas u organizaciones detalladamente describi-bles, pero aisladas en una peligrosa abstraccin del contexto social.4

    LOS PARTIDOS POLTICOS 187

    3 Cfr. Vega, Pedro de, Teora y prctica de los partidos polticos, Madrid, Ed. Cua-dernos para el Dilogo, 1977, p. 21.

    4 Cfr. Garrorena Morales, ngel, Hacia un anlisis democrtico de las disfuncionesde los partidos polticos , Teora y prctica de los partidos polticos, cit., p. 75.

  • Por nuestra parte, pensamos que el tema de los partidos polticos ysu financiamiento ya sea privado o pblico no es patrimonio par-ticular de ninguna rama de las ciencias sociales; ms an, creemos queslo con estudios multidisciplinarios se podr algn da formular unateora y un marco jurdico sobre los partidos de aplicacin casi general.Es por esto que tanto los politlogos como los socilogos deben trabajaren estrecha comunicacin con los juristas, que son en ltima instancialos encargados de estructurar el marco jurdico que canalizar la dinmicapartidaria.

    3. La relativa novedad del tema de los partidos polticos

    El tercero de los problemas a que se enfrenta el estudio de los partidospolticos contemporneos en la acepcin que de stos ya establecimosen el captulo segundo de este libro es su reciente aparicin en elpanorama de las ciencias sociales. Podemos decir, sin temor a equivo-carnos, que

    la formacin de una fenomenologa y de una teora de los partidos, coincidecon una fase en la que el viejo partido de notables es disuelto por el modernopartido de masas5 [y que] el primer intento de formulacin de una teoraconstitucional del partido poltico, va unido a la aparicin, en Europa, delrgimen parlamentario de sufragio restringido.6

    Por otro lado, los primeros trabajos serios y profundos sobre el partidopoltico contemporneo, fueron los ya clebres de Ostrogorski, VilfredoPareto (1848-1923), Gaetano Mosca (1858-1941) y de Roberto Michels7(1876-1936), que aparecieron a principios del siglo XX, y que se ocu-paron principalmente de las tendencias oligrquicas de los partidos po-lticos, tendencias que, por otra parte, estn ntimamente vinculadas conel fenmeno de su financiamiento. Ahora bien, respecto a los anteriorestrabajos pioneros, se debe hacer notar que trataron nicamente sobre lavida interna de los partidos, circunscribindose adems a su vertiente

    188 FRANCISCO JOS DE ANDREA SNCHEZ

    5 Cfr. Cruz Villaln, Pedro, Teora e ideologa del partido poltico , Teora y prc-tica de los partidos polticos, cit., p. 29.

    6 Ibidem, p. 30.7 Michels, Robert, Political Parties: A Sociological Study of the Oligarchical Ten-

    dencies of Modern Democracy, Nueva York, The Free Press, 1968, 379 pp.

  • patolgica (vale destacar que en Mxico, es precisamente la faceta in-terna de los partidos, la que a principios del siglo XXI adquiere particularrelevancia, hecho que en s mismo da fe del estadio de desarrollo ymadurez del sistema de partidos imperante). As, no es sino hasta 1951,con la aparicin del ya clsico estudio de Maurice Duverger, que secuenta a nivel comparativo mundial con una obra de aspiracin genera-lizadora y cientfica. Si bien los trabajos posteriores de Janda, Apter,La Palombara, Rae, Sartori, Lijphart y Taagepera, entre otros, han mos-trado las limitaciones del esfuerzo de Duverger, no es posible restarlemerecimientos a este ltimo, aunque el mrito radique tan slo en ha-berse ocupado de un tema que estaba necesitado de una teora general .8

    4. La creciente complejidad social y tecnolgica

    Si bien es cierto que bastante se ha avanzado en las ltimas cincodcadas desde el estudio pionero de Duverger en el desarrollo deuna teora general de los partidos polticos, existe, sin embargo, un cuartoproblema que ha venido a complicar ms an lo que de por s ya erauna maraa conceptual; nos referimos a la creciente complejidad deltema de los partidos polticos , que ya haca notar Jellinek en su Teorageneral del Estado al decir que la vida de los partidos polticos tienetantos elementos extraos e impredecibles que es imposible descubrirlosdesde el punto de vista cientfico .9 El constitucionalista espaol Pedrode Vega, corrobora esta opinin al decir que a medida que ms seinvestigan y se conocen aspectos parciales y concretos de la realidad,ms confusa, huidiza y problemtica se torna la realidad en su conjun-to .10

    Otro terico que sostiene la anterior idea es Giovanni Sartori, quiendice refirindose a la falta de una teora de los partidos polticosque al luchar con la redaccin de su manuscrito descubri que lafalta de una teora de los partidos no ha sido remediada, sino que msbien, se ha acrecentado gradualmente.11

    LOS PARTIDOS POLTICOS 189

    8 Cfr. Sartori, Giovanni, Parties and Party Systems, Cambridge University Press,1977, p. IX.

    9 Cfr. Horn, Hans Rudolf, Consenso real y partidos polticos , Anuario Jurdico,IX, Mxico, 1982, p. 121.

    10 Cfr. Vega, Pedro de, op, cit., supra nota 1, p. 8.11 Cfr. Sartori, op. cit., supra nota 5, p. IX.

  • Ahora bien, cules son los motivos de la creciente complejidad deltema de los partidos polticos? Sin duda, puede considerarse que algunasde las principales causas de la misma son: el surgimiento de un grannmero de partidos en pases en vas de desarrollo, que se salen de losmoldes tradicionales establecidos por los tericos pertenecientes a na-ciones occidentales altamente industrializadas; el desarrollo tecnolgico-industrial contemporneo, observado a nivel mundial, que ha originadoproblemas sociales que hasta hace unos cuantos aos eran inexistentes;el creciente nmero de las fuentes de financiamiento de los partidos,entre stas, la de recursos provenientes del narcotrfico, y el crecientenmero de monografas sobre los partidos polticos, escritas en los msvariados pases del mundo y que necesitan ser analizadas cuidadosamentepor los estudiosos que se dediquen a la construccin de una teora generalde los partidos polticos.

    Por otro lado, lo cierto es que las investigaciones hechas sobre lospartidos polticos, con raras excepciones como la de Giovanni Sartori,no han hecho anlisis genuinos y profundos de la vida de los partidos.La mayora de los estudios son meramente descriptivos, y es evidentela falta de trabajos analticos. Por esto, concordamos, an en pleno ao2002, con H. Eclestein, cuando afirma que:

    La literatura cientfica que poseemos se reduce a inventariar y repetir meraslistas estereotipadas de ciertas funciones realizables por los partidos polticos.Pero poco o nada nos dice de esas funciones, de esos impactos funcionales ymenos an de muchos otros cuya concrecin acadmica ni siquiera ha inten-tado la ciencia poltica.12

    5. La diversidad de los sistemas polticos

    Un quinto problema al que se enfrenta el estudioso de los partidospolticos, que se propone participar en el desarrollo de una teora generalde los mismos, es la apabullante y desconcertante diversidad de los sis-temas polticos existentes en el mundo, y en los que surgen a la vida,se desarrollan, o bien se extinguen los partidos polticos. Esta diversidaddificulta enormemente el desarrollo de una teora sobre ellos de aplica-cin universal. Tan es as, que la anterior dificultad ha llevado a ciertos

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    12 Cfr. Garrorena Morales, op. cit., supra nota 2, p. 75.

  • tericos especializados en el tema de los partidos, a sostener que enrealidad es imposible formular una teora sobre los partidos polticos deaplicacin universal. Entre estos ltimos, se encuentra Lavau, quien ensu ya clebre polmica con Maurice Duverger, sostuvo que la nica for-ma de abordar el tema de los partidos polticos, es considerando a cadapartido poltico en lo particular, segn el contexto histrico, social yeconmico en que se origin y se desarroll. Para Lavau, la diversidadde condiciones en que surgen los partidos polticos imposibilita la for-mulacin de su teora general.

    Sin embargo, nosotros consideramos y sta es otra premisa originalen este libro que la diversidad de condiciones referida no constituyeun obstculo insuperable para el desarrollo de una teora general de lospartidos polticos. En todo caso, la diversidad de condiciones aludida,slo retrasa la formulacin de una teora general, ya que cuando se tengansuficientes estudios monogrficos serios sobre el sistema de partidos decada pas, se podr comenzar a edificar, con estos ltimos, un razonableacercamiento a la tan ansiada teora general de los partidos polticos;para precisar, pasa en esta materia, como con los esfuerzos cientficosa nivel mundial para cartografiar definitivamente el llamado genomahumano, se necesita de un gran cmulo de recursos, paciencia, disci-plina y coordinacin de esfuerzos para armar el rompecabezas, que,en el campo y tema que nos ocupa, sera una suerte de genoma delos partidos polticos que nos brindara respuesta a la interrogante sobrela naturaleza y la cantidad de los diversos tipos de gnesis de los par-tidos y a sus funciones y patologas ms variadas.

    Con la anterior perspectiva se aprecia que el esfuerzo pionero de Du-verger, tiende a trazar una primera teora general de los partidos pol-ticos, necesariamente vaga, conjetural, aproximativa, que pueda servir debase y gua a posteriores y ms profundos anlisis .13 Estas palabrasde Duverger quedaron confirmadas con el estudio ya mencionado enel captulo cuarto de esta obra, de K. Janda, sobre la gnesis de lospartidos que puso en evidencia el carcter aproximativo y por endelimitado, de la obra pionera de Duverger.

    Por otro lado, los estudios de Janda, as como algunos posteriores,apoyan la hiptesis que sostenemos acerca de que la diversidad de sis-

    LOS PARTIDOS POLTICOS 191

    13 Cfr. Duverger, Maurice, Los partidos polticos, Fondo de Cultura Econmica, M-xico, 1950, p. 9.

  • temas polticos existentes en las diversas regiones del mundo slo retrasa,mas no impide, la formulacin de una teora general de los partidos.

    De las anteriores consideraciones, se desprende la necesidad de queen cada pas del mundo democrtico o no existan especialistas enderecho constitucional, electoral y con una formacin politolgica pro-funda, que se dediquen a estudiar con ojo de notario y lupa de cien-tfico a los partidos polticos mediante enfoques multidisciplinarios, quepermitirn eventualmente como el caso del genoma humano en la ge-ntica formular una teora sobre los partidos polticos de razonableaplicacin general en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, hay quienesopinan que el problema que imposibilita la creacin de una teora uni-versal radica precisamente en la diversidad de sistemas polticos exis-tentes en el mundo. Este punto de vista es sustentado por Giovanni Sar-tori en los trminos siguientes:

    La gente tiende, por un lado, a inflar las experiencias propias y, por otro lado,menosprecia las de los dems en otros pases. Los seres humanos son tolo-meicos. Sin embargo, algo de fundamental importancia debe de estar mal enuna disciplina que enmarca dentro de un mismo cuadro a sistemas tan dism-bolos como los Estados Unidos, Rusia y los jvenes pases africanos.14

    Ahora bien, diferimos con Sartori en el anterior punto, pues creemosque el intento por confeccionar una teora general de los partidos pol-ticos no puede ser parcial, debe ser integral o fracasar. La multicitadadiversidad de condiciones dificulta, sin duda, la elaboracin de una teorauniversal, pero no la imposibilita, puesto que muchos de los problemasy patologas electorales que enfrentan los ms diversos pases del mundotienen denominadores comunes que son los mismos; el caso ms sobre-saliente es el ya mencionado de la prohibicin de ciertas categoras yfuentes de financiamiento de los partidos, que lo mismo ha surgido enMxico, que en Italia, o en los Estados Unidos; volviendo a nuestraanaloga previa: quin hace tan slo 20 aos poda pensar seriamenteen descifrar el enigma del genoma humano? Igualmente, hoy en plenoao 2002, hay quienes ven igualmente imposible construir una verdaderateora general de los partidos polticos, que desde nuestra perspectivaes una meta que podr ser alcanzada en el siglo XXI, en parte con base

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    14 Cfr. Sartori, op. cit., supra nota 5, pp. X-XI.

  • en los avances logrados en cada pas en las investigaciones sobre eltema y en parte debido al proceso de globalizacin de andamiajes eco-nmicos, polticos y jurdicos en marcha en el mundo, y hecha la sal-vedad de que la guerra contra el terrorismo desatada a partir del 11de septiembre del ao 2001, ciertamente interrumpe la dinmica delavance de la polmica globalizacin citada.

    Para apoyar las anteriores afirmaciones, basten las siguientes refle-xiones. Actualmente, el nmero de pases existentes en el mundo nosupera los doscientos, y de stos, los pases en desarrollo, son los quedenotan mayores cambios. Pues bien, algunas de estas naciones, que hacetan slo 25 o 30 aos an eran un embrin de pas, hoy estn consoli-dndose como pases con sistemas polticos de rasgos ms estables que,por ende, permiten ya, con mayor seguridad que hace unas dcadas, fo-tografiar su perfil poltico sin el peligro de que incluso casi al da si-guiente, aqul se haya transformado al grado de hacerse irreconocible,si bien la reciente e inesperada inestabilidad poltica y constitucionalexistente en Argentina y Venezuela es en el periodo 2001-2002, porejemplo, dificulta nuevamente la consideracin til para el estudiocomparativo y analtico, que conduzca a una teora general de los partidospolticos de que la estabilidad poltica en Amrica Latina era ya casiuna conquista fundamentalmente irreversible.

    Sin embargo, y no obstante lo anteriormente afirmado en el caso deArgentina y Venezuela, en general, las condiciones actuales del mundodifieren notablemente de las que privaban, por ejemplo, en 1951, cuandoDuverger escribi su ya clsica obra. Muchos de los actuales pases afri-canos an no existan como tales en los cincuenta; en los aos sesenta,tampoco se vea claro cmo maduraran, pero ya desde los ochenta ynoventa del siglo XX, se apreci mucho ms claramente el panoramade la estructura poltica de la mayora de los pases del mundo, queantes la espesa neblina de su incipiente gestacin ocultaba. Es por estoque si hace 50 aos era casi imposible elaborar una teora general delos partidos, porque algunos de los elementos necesarios para su elabo-racin no se daban todava, hoy, en cambio, en pleno inicio del sigloXXI, es factible, y, de hecho, urge ya su ideacin. Maana quiz seademasiado tarde, porque las elites del poder se alejan cada vez ms detodo control popular (y legislativo) genuino, que es lo constituye unode los principales factores democratizadores en cualquier sistema pol-tico.

    LOS PARTIDOS POLTICOS 193

  • 6. La falta de estudios multidisciplinarios que incorporenla consideracin de factores bioqumicos al estudiode los fenmenos polticos

    Tradicionalmente, tanto los politlogos como los juristas, han abor-dado el estudio y el anlisis de las patologas ocasionadas por la dinmicade la lucha por el poder poltico exclusivamente a travs de los elementosy herramientas que aportan las ciencias sociales. Ahora bien, dicho en-foque ha resultado en innumerables frustraciones profesionales y acad-micas que a nuestra manera de ver son en parte consecuencia deuna falta de estudios multidisciplinarios que reconozcan la indispensableutilidad de algunas de las llamadas ciencias exactas , en la solucindefinitiva de algunas patologas sociales. La anterior aversin obedecea una multiplicidad de factores. Algunos politlogos y juristas se re-hsan a usar el bagaje de conocimientos aportados por algunas cienciasexactas por desconfianza y suspicacia profesional, otros por ignorancia,y algunos ms, por miedo a abrir las puertas a las pesadillas huxleyianasu orwellianas, descritas en forma premonitoria en las novelas intituladasBrave New World y 1984, respectivamente.

    Ahora bien, a nosotros nos parece que aunque es cierto que existe elpeligro de activar problemas inexistentes actualmente en Mxico, al hacerun uso indiscriminado de algunos aportes cientficos al estudio, anlisisy solucin de los problemas sociales, polticos, electorales y econmicosde las sociedades contemporneas, esta posibilidad no puede ni debe serexcusa para aquellos cientficos sociales juristas incluidos que conuna slida formacin humanista y moral sin duda estn capacitados paraimportar de las ciencias exactas aquellas teoras y descubrimientos quepueden aminorar algunos de los problemas cclicos que ocasiona el poderpoltico, y que nada tienen que ver ya con el perfeccionamiento, rediseo,o reforma de Constituciones polticas y estructuras jurdicas electoralespuras .

    Los puristas de la ciencia del derecho, que ignoran las realidadescientficas de la cratologa, evidenciadas a travs de la bioqumica, porejemplo, finalmente se convierten en una parte integral del problema ofenmeno social que desean resolver.

    De la anterior manera, queda claro que las ambiciones por obtener yacaparar poder poltico por parte de grupos de inters y de polticos enlo individual que a veces conducen a pases enteros a abismos sin

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  • salida, pueden ser controladas ms eficientemente a travs de leyes einstituciones poltico-electorales que tomen en consideracin disciplinasde las ciencias exactas como la bioqumica, y no slo esquemas, insti-tuciones y figuras exclusivamente jurdicos como la tradicional divisiny colaboracin de poderes, los controles parlamentarios, el orden cons-titucional establecido, etc., que, como atestigua la historia humana re-ciente, han sido intiles para cerrar el paso a la realizacin de los sueosmegalomaniacos de polticos enfermos de poder que con la mayor fa-cilidad vulneran y rompen as sea en forma efmera el orden cons-titucional establecido legtimamente y usurpan los poderes constituidosa travs de elecciones libres, transparentes y democrticas.

    Ahora bien, para poder ilustrar mejor las anteriores consideracionescon un ejemplo real, es til referirnos a los trabajos cientficos explo-rativos iniciales de Douglas Madsen y referidos por nosotros en elcaptulo sptimo de este libro quien en un ensayo ya famoso intituladoPower Seekers are Different: Further Biochemical Evidence ,15 estudia aquellos individuos que de alguna forma logran ejercer poder o dominiosobre el resto de sus semejantes. Esta temtica es abordada por Madsendesde un punto de vista estrictamente cientfico a travs de una ramade las ciencias exactas: la bioqumica. El antecedente acadmico del tra-bajo citado es un artculo del mismo autor que vio la luz pblica en1985, en el que se demostr que la bsqueda extrema del poder y do-minio social va asociada con una sustancia bioqumica conocida comoserotonina. De esta forma, y con base en una serie de cuestionarios es-pecialmente preparados, se demostr que aquellos individuos con res-puestas que los identificaban con claridad en extremo competitivos, evi-denciaron un nivel de serotonina elevado de manera anormal. Estedescubrimiento haba sido precedido por experimentos afines efectuadoscon primates en los que los resultados fueron muy parecidos. Ahorabien, ante resultados tan significativos y espectaculares, Madsen decidifortalecer la legitimidad de sus descubrimientos al pasar de un cuestio-nario terico a una situacin de competencia real. En los experimentosrealizados, se compar a personas con un alto nivel de serotonina consujetos normales utilizando un amplio espectro de competencias. Lasrespuestas medidas fueron de carcter fisiolgico e involuntarias. As,

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    15 Cfr. Madsen, Douglas, Power Seekers are Different: Further Biochemical Evi-dence , American Political Science Review, Iowa, Estados Unidos, nm. 1, vol. 80,marzo de 1986, pp. 261-271.

  • se hizo un seguimiento de la reaccin de cuatro hormonas ntimamentevinculadas con la hiperactividad en el ser humano. Los resultados delestudio demostraron como ya habamos adelantado en el captulo sp-timo que los sujetos con un alto nivel de serotonina, al ser confrontadoscon una situacin real de competencia, se diferenciaron claramente ensu reaccin respecto de los sujetos normales.

    De la anterior manera, se puede afirmar que los resultados obtenidospor Madsen en el rea de la bioqumica nos indican que quiz las pa-tologas de los sistemas polticos contemporneos incluido el uso ile-gal y corrupto de grandes sumas de dinero sucio en la polticatambin estn relacionadas con factores interpretables a travs de labioqumica y no slo con defectos en las estructuras polticas, electoralesy representativas de gobierno, que son aspectos regulados por el derechoconstitucional, poltico y electoral. De ser esto as, deben fomentarselos estudios multidisciplinarios que brindaran mayores posibilidades decorregir los males polticos que aquejan a las sociedades contempor-neas y que en ocasiones encuentran su verdadera explicacin y solucineventual en la utilizacin de los descubrimientos y conocimientos apor-tados por ramas de las ciencias exactas, como la bioqumica, y que encombinacin con las herramientas de la ingeniera constitucional y elec-toral pareceran ser la panacea anhelada para una infinidad de pro-blemticas y patologas polticas y electorales.

    7. La falta de observacin directa de los fenmenos polticospor parte de los cientficos sociales

    El ltimo factor de nuestra lista cabe aclarar, no exhaustiva decondiciones que dificultan la formulacin de una teora general de lospartidos polticos, es la falta de una observacin directa de los fenmenospoltico-electorales por parte de los cientficos sociales, y especficamen-te de los juristas. Para ilustrar esta problemtica, nos referiremos a con-tinuacin a un trabajo de Richard F. Fenno, quien en Observation, Con-text, and Sequence in the Study of Politics ,16 resalta la importancia dela observacin directa como una herramienta til en la realizacin de in-vestigaciones sociolgicas y polticas. Segn el autor y coincidimoscon l en esto la observacin directa de los fenmenos es uno de los

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    16 Cfr. Fenno, Jr., Richard F., American Political Science Review, cit., pp. 3-17.

  • puntos medulares del anlisis poltico. De esta forma, y tomando comocaso de estudio ejemplificativo la observacin de la conducta de los se-nadores del Congreso de los Estados Unidos de Amrica, nos conduce,primeramente, a un estudio en dos contextos espaciales diferentes: ensu distrito de origen y en la ciudad-capital de Estados Unidos. Por otrolado, segn Fenno resulta igualmente importante realizar dicha observa-cin con atencin a la secuencia de eventos y contextos que rodean laconducta senatorial parlamentaria. Desafortunadamente, nos dice el autor,los contextos y las secuencias de eventos de la actividad legislativa nohan sido observados con suficiente detalle en virtud de que no existensuficientes politlogos involucrados en dichas tareas de observacin.

    A partir de los anteriores datos, el autor se formula dos preguntasfundamentales; cul, si es que lo hay, es el valor que tiene la obser-vacin detallada y personal de la conducta de los polticos para el estudiode la poltica? y, por otro lado, una pregunta secundaria se refiere a silas ciencias polticas y sociales deben o no de alentar esta observacin.

    La observacin a la que se refiere Fenno es la llamada observacininteractiva. Esto significa que no se trata de una observacin unidirec-cional de un sujeto distante y despegado. Se trata de observar, acompaary hablar con las personas que son objeto de estudio. El tipo de obser-vacin mencionado implica ciertos costos para un investigador, porejemplo, la prdida de control sobre el propio proceso de la investigacin.Por otro lado, tambin puede tener beneficios el estar ntimamente vin-culado con los datos que son materia de la investigacin. Asimismo, elinvestigador tiene las ventajas adicionales para la legitimidad de susinvestigaciones de observar cmo se genera la informacin recogin-dola de la propia fuente original, lo que siempre es mejor que recibirlaindirectamente.

    Por ltimo, resulta claro que la observacin directa de la conductade los polticos nos aporta un material real y serio de lo que acontece demanera cotidiana en el mundo poltico y que con tanta frecuencia esdramticamente distinto a las elucubraciones tericas de investigadoressociales aislados en su torre de marfil de la realidad social. Nocabe duda de que, al decir del autor, la citada observacin le otorga unavalor agregado a las investigaciones as realizadas. Cabe resaltar quela observacin directa es til tambin en el acopio de documentacinveraz de ilcitos electorales, por lo que es destacable la utilidad de lallamada observacin electoral nacional e internacional directa y activa

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  • en aquellos procesos electorales teidos de sospecha y, que por otrolado, pueden darse hoy da en cualquier latitud del mundo. En este sen-tido, la observacin electoral se aplicaba tradicionalmente a pases envas de desarrollo o de trnsito a la democracia, siendo el caso que en laactualidad, incluso en los Estados Unidos de Amrica, en la eleccinpresidencial de noviembre de 2000, se hizo evidente la necesidad de laobservacin electoral como herramienta correctiva y supervisora es-pecficamente en el estado de Florida en que hasta la fecha continaabierta la polmica respecto a prcticas de alta irregularidad y emparen-tadas con el fraude electoral.17

    Respecto a las preguntas que Fenno se formula al inicio del trabajoarriba referido, ste mismo nos da un bosquejo de probable contestacinal respecto. A la interrogante sobre si necesitamos o no que los polit-logos realicen la citada observacin directa, nos responde usando la si-guiente afirmacin: existe un gran nmero de periodistas que observanla realidad poltica cotidiana y de quienes dependen en gran medidalos politlogos, y si estos ltimos no realizan investigacin y observacindirectas, los periodistas llenarn el vaco; ste, ha sido el caso, porejemplo, de Carlos Ramrez en Mxico, cuya columna poltica inicial-mente publicada en el diario El Financiero, y posteriormente en El Uni-versal, se volvi durante algunos aos de la dcada de los noventa delsiglo XX a veces ms valioso y til para el seguimiento y la in-terpretacin de algunos aspectos de la poltica nacional, que algunos en-sayos, libros y escritos excesivamente acadmicos y desvinculados dela realidad. En este sentido, se insertan tambin los trabajos periodsticosde fondo realizados en 2002 por el peridico Reforma respecto al fun-cionamiento y necesidad de reforma integral del Congreso mexicano.18

    Sin embargo, y por otro lado, aade Fenno, usualmente los periodistas,por la naturaleza de su preparacin profesional, quiz no estn realmentecapacitados para conducir un dilogo con tericos del derecho electoral,o de la ciencia poltica ni, por lo tanto, para teorizar sobre lo observado.Ahora bien, respecto a la segunda pregunta, el autor nos dice que noexisten suficientes politlogos involucrados en la observacin sealada,

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    17 Vase Andrade, Eduardo, Deficiencias del sistema electoral norteamericano, M-xico, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurdicas, 2001, 159 pp.

    18 Proponen acadmicos disminuir el Congreso , nota de Alberto Aguirre y MarcoAntonio Martnez, primera plana del peridico Reforma, 5 de mayo de 2002.

  • en parte debido a que sta no se estudia ni se fomenta desde los forosacadmicos.

    Cabra decir que, para nosotros, no se debe perder de vista que laviabilidad de la observacin directa del actuar de los polticos difierenecesariamente entre sociedades, y que, claro est, los politlogos queestudian sistemas polticos clasificados como democrticos, tienenms posibilidades de realizar exitosamente la penetracin de las esferasinternas del poder poltico (pinsese en cmo los medios y la sociedadnorteamericanos penetraron con lupa en la vida ntima de WilliamClinton, a raz de sus escndalos personales) que sus equivalentes ensociedades fuertemente autocrticas, en las que los escndalos del tipoWatergate son materialmente imposibles. En este sentido, cabe resaltarque para quien esto escribe, algunos de los escndalos polticos generadosrecientemente, en el lapso de finales e inicios del siglo XXI, en MxicoFobaproa, IPAB, el Toallagate de Fox y su divulgacin y ven-tilacin mediante el debate pblico, constituyen un hecho positivo quepermite establecer que Mxico est ya transitando si bien an tamba-leantemente por la va de la democracia, y que los acontecimientosque han cimbrado a la sociedad mexicana despus de los casi 70 aosde relativa estabilidad poltica bajo el rgimen de partido hegemnico,pareceran anunciar la consolidacin viable de la ansiada madurez de-mocrtica y poltica mexicana. Hecho este comentario, nos parece quela implementacin de la observacin directa referida en el anterior apar-tado, proporciona ricos beneficios a las ciencias sociales, entre ellas alderecho, porque brinda la posibilidad de alcanzar conclusiones legtimassobre fenmenos y patologas polticos que estn ntimamente vinculadoscon la elaboracin de una teora general de los partidos polticos.

    A manera de conclusin sobre el tema de la teora general de lospartidos polticos, podemos establecer que, no obstante todos los factores,condiciones y problemas que dificultan la labor de los cientficos socialesen este campo, hoy ms que nunca, es necesario que stos trabajen ar-duamente para elaborar una teora resistente a los embates de la realidadpoltica y electoral mundial. Porque de lo contrario, muchas de las pa-tologas de los sistemas poltico-electorales contemporneos, como sonlos golpes de Estado crnicos, las rupturas efmeras pero desestabiliza-doras del orden constitucional establecido democrticamente, las usur-paciones del poder constituido, los gobiernos totalitarios e ineficientes,el uso ilegal de dineros sucios en la poltica, las devaluaciones cclicas

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  • y las recesiones econmicas, sern casi imposibles de remediar. Las re-voluciones y los derrocamientos de gobiernos, tanto democrticos comototalitarios, se vuelven cada vez ms traumticos y costosos porque hoyda los gobernantes, a diferencia de antao, cuentan con un poder polticoapuntalado por complejos medios de comunicacin, por informacin fi-nanciera y poltica inaccesible para el pueblo y por aparatos militaresde una potencia destructora inimaginable hasta hace unas cuantas dca-das. De ah que la democratizacin de los sistemas polticos, a la queindudablemente puede contribuir con amplitud una teora general delos partidos polticos integral, cientficamente inexpugnable, prctica yverstil, deba darse antes de que se consoliden el totalitarismo y laautocracia en los ms variados pases del mundo, incluso en aquellosen que pareca ya haberse consolidado la armona y el orden constitu-cionales y en los cuales de manera inesperada parece darse una rever-sin a estadios previa y sufridamente superados.

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